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“El caso Durand y Ugarte : aportes jurisprudenciales de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y su incidencia frente al derecho interno
peruano”
1.- Antecedentes.
Los días 25 y 26 de febrero de 1986, Virginia Ugarte Rivera interpuso dos recursos
de hábeas corpus ante el Cuatrogésimo Sexto Juzgado de Instrucción de Lima, uno a
favor de su hijo Nolberto Durand Ugarte y otro a favor de su hermano Gabriel Pablo
Ugarte Rivera, en los que solicitó la protección de la integridad física, el libre acceso
a un abogado defensor y la libertad inmediata de los detenidos. Dichos recursos
fueron declarados infundados.
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19 de junio, con la demolición total de las instalaciones de la Unidad. El esquema de
represión aplicado y esta última medida arrojaron como resultado un gran número de
internos desparecidos, otra cantidad de muertos identificados y algunos
sobrevivientes (3).
Lo anterior, de otro lado, adquiere contornos muy precisos a la luz del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en adelante PIDCP) y de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante CADH). En caso de
guerra, de peligro público o de otra emergencia, el PIDCP (art. 4) “no autoriza
suspensión alguna de los artículos (...)” (7), y el CADH (art. 27) “no autoriza la
suspensión de los derechos determinados en los siguientes artículos (...).” (8).
La lectura conjunta de ambos artículos permite afirmar, que entre los derechos
fundamentales no derogables debe considerarse: el derecho a la vida, el derecho a la
integridad personal, la prohibición de la esclavitud y la servidumbre, la prohibición
de la prisión por deudas, el principio de legalidad y favorabilidad en materia penal, el
reconocimiento a la personalidad jurídica, la libertad de pensamiento, de conciencia
y de religión, la protección a la familia, el derecho al nombre, los derechos del niño,
los derechos a la nacionalidad y los derechos políticos. Tampoco podrán suspenderse
las garantías judiciales (habeas corpus y amparo) indispensables para la protección
de los derechos no derogables.
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2.2.- Principios del debido proceso no pueden suspenderse con motivo de
las situaciones de excepción.
4
3.- Derechos vulnerados por el Estado peruano por no encajar en el esquema
de restricciones válidas a los derechos humanos: análisis desde la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Sin embargo, excepto ante tales exigencias, el uso de la fuerza letal puede constituir
una privación arbitraria de la vida o una ejecución sumaria; ello equivale a decir que
el uso de la fuerza letal tiene necesariamente que estar justificado por el derecho del
Estado a proteger la seguridad de todos (15).
Al respecto, los medios que el Estado puede utilizar para proteger su seguridad o la
de sus ciudadanos no son ilimitados. Por el contrario, como lo especificó la Corte,
“independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad de
quienes perpetran ciertos delitos, el poder del Estado no es ilimitado ni puede el
Estado recurrir a cualquier medio para lograr sus fines”(16).
Análogamente, el Estado, en sus iniciativas para hacer cumplir la ley, no debe utilizar
la fuerza contra individuos que ya no plantean una amenaza como la descrita, como
los individuos que han sido detenidos por las autoridades, se han rendido o han sido
heridos y se abstienen de actos hostiles (19). El uso de la fuerza letal de esa manera
constituiría una ejecución extrajudicial, en violación flagrante del artículo 4 de la
Convención y el artículo I de la Declaración (20).
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involucrados en un enfrentamiento armado(22). La fuerza excesiva(23) o
desproporcionada por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley (24)
que da lugar a la pérdida de la vida puede por tanto equivaler a la privación arbitraria
de la vida(25).
Debe señalarse que ante las denuncias por las muertes acontecidas en los penales, el
21 de junio de 1986 el Gobierno peruano admitió oficialmente la posibilidad de que
en el penal de Lurigancho se hubiera cometidos “excesos en el uso de la fuerza” e
informó haber ordenado al fuero militar una investigación sobre estos hechos. El 27
de junio de ese año, el propio Alan García Pérez (ex Presidente de la República del
Perú) admitió que existían evidencias de la comisión de crímenes en el penal de
Lurigancho por parte de la Guardia Republicana y anunció el inicio de una
investigación destinada a castigar a todos los responsables de la matanza.
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apoderaron de dos fusiles de guerra y de una subametralladora y poseían además
armas punzocortantes y artefactos incendiarios, frente a lo cual la Marina de
Guerra hizo uso de más de un centenar de hombres armados con fusiles de guerra,
dos cañones antitanques, lanzacohetes, granadas y explosivos plásticos. El principio
de proporcionalidad en el uso de la fuerza puede ser entendido, por un lado, como la
relación adecuada entre el medio idóneo y necesario utilizado y el fin perseguido
con la intervención; y, por otro lado, como la capacidad de ponderación de bienes
jurídicos en cada caso concreto. En tal sentido, la intervención en los penales debía
enmarcarse dentro del respeto de la legalidad y del Estado de derecho, entendido
como el respeto a la vida e integridad de rehenes e internos; por lo tanto, las
medidas de fuerza aplicadas debían ser adecuadas a este fin. Asimismo, se debía
optar por medidas de fuerza que implicaran las menores desventajas posibles para
el conjunto de las personas involucradas, incluyendo los propios miembros de las
fuerzas del orden. Los hechos del 18 y 19 de junio, por el contrario, demuestran que
la exigencia del gobierno de una intervención rápida y enérgica implicó el uso de
una mayor fuerza militar, que puso en gravísimo riesgo la vida e integridad de todas
las personas involucradas y que dio lugar finalmente a un gran número de muertos y
heridos. Esta afectación de bienes jurídicos tan importantes como la vida humana y
la integridad personal se justificó en la defensa de intereses del Estado como el
orden interno y la imagen internacional del país”(28).
Todas las personas tienen el derecho de acceder al sistema judicial, para que los
órganos llamados a resolver su pretensión la estudien y emitan una resolución
motivada conforme a derecho. Impedir este acceso es la forma más extrema de
denegar justicia.
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3.2.1.- Del proceso ante el fuero militar por los sucesos acontecidos
en el Penal “San Juan Bautista”.
Fue a través de la dación del Decreto Supremo No. 006-86-JUS que se permitió que
el fuero privativo militar se avocase al conocimiento de estos sucesos, sin excluir de
su conocimiento al fuero común. Sin embargo, el 27 de agosto de 1986, la Corte
Suprema dirimió la contienda de competencia y resolvió que el fuero militar asumiría
el conocimiento del proceso. En ese sentido, el Segundo Juzgado de Instrucción
Permanente de Marina abrió un proceso para determinar la posible responsabilidad
penal de los miembros de la Marina que debelaron el motín. Dicha decisión fue
confirmada el 16 de junio de 1987 por el Consejo de Guerra Permanente de Marina.
El proceso fue reabierto por decisión del Consejo Supremo de Justicia Militar para
realizar diligencias que faltaban, ninguna de las cuales tenía relación con la
identificación de los detenidos. Concluyó definitivamente el 20 de julio de 1989 con
la decisión de que no había responsabilidad de quienes intervinieron en la debelación
del motín.
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que se trate de una conducta que afecta bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas o de
la Policía Nacional, que el sujeto activo sea un militar en actividad y que el hecho se
perpetre en acto del servicio. De esta manera éstos delitos solo pueden ser cometidos
"(...)por quien ostenta una posición de deber determinada, derivada del ámbito
estrictamente militar o policial, radicada en las funciones, organización y/o
funciones de la institución militar o policial (…)”.
El artículo 8.1 de la Convención Americana establece que toda persona tiene derecho
a ser oída, en cualquier proceso, por un "tribunal competente, independiente e
imparcial". El cumplimiento de estos tres requisitos permite garantizar la correcta
determinación de los derechos y obligaciones de las personas. Tales características,
además, deben estar presentes en todos los órganos del Estado que ejercen función
jurisdiccional. En este sentido, la Corte ha precisado que "toda persona sujeta a
juicio de cualquier naturaleza ante un órgano del Estado deberá contar con la
garantía de que dicho órgano sea competente, independiente e imparcial (...) (30).
(subrayado nuestro).
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competencia de los jueces y tribunales se encuentre previamente establecida por la
ley.
Así por ejemplo, en una oportunidad la Corte Interamericana realizó un análisis sobre
las leyes del Estado demandado (Perú) en relación a la competencia de la justicia
militar y concluyó que los tribunales castrenses "usurparon jurisdicción e invadieron
facultades de los organismos judiciales ordinarios, ya que (según la legislación sobre
el delito de terrorismo) correspondía a la Policía Nacional y al Ministerio Público la
investigación de ese ilícito y a los jueces ordinarios el conocimiento del mismo” (33).
En base a este análisis, la Corte concluyó que se había producido una violación al
artículo 8.1 de la Convención respecto a la exigencia del juez competente.
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De otro lado, la carencia de competencia de los tribunales militares para conocer
casos relacionados con la violación de los derechos humanos también es un tema que
ha sido abordado por la Corte Interamericana, aunque de manera indirecta. A
propósito del presente caso en donde varias personas murieron durante la debelación
de un motín, la Corte señaló que "(...) [los militares] hicieron un uso
desproporcionado de la fuerza que excedió en mucho los límites de su función, lo
que provocó la muerte de un gran número de reclusos. Por lo tanto, los actos que
llevaron a este desenlace no pueden ser considerados delitos militares, sino delitos
comunes, por lo que la investigación y sanción de los mismos debió haber recaído en
la justicia ordinaria, independientemente de que los supuestos autores hubieran sido
militares o no” (37).
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Los efectos jurídicos de la responsabilidad internacional del Estado por violaciones a
los derechos humanos en el sistema interamericano se encuentra establecido en el
artículo 63.1 de la Convención. La interpretación corriente de los términos de este
artículo, indica que los efectos son: el Estado asume la obligación de garantía
respecto de los derecho conculcado, la obligación de reparar las consecuencias de la
medida o situación en cuestión y –por último- el pago de una justa indemnización.
Sin embargo, los informes de la Comisión y las sentencias de la Corte han adoptado
una noción amplia del concepto de reparaciones que ha permitido a ambos órganos ir
más allá del establecimiento de la responsabilidad y de la determinación de la
indemnización pecuniaria – en los casos en los que era pertinente-, y requerir una
serie de medidas adicionales- que en general están relacionadas con la garantía del
derecho conculcado o con la prevención de la recurrencia de la violación-. Entre
ellas, la obligación de investigar los hechos perseguir criminalmente a los culpables
de las violaciones de derechos humanos, y eventualmente castigarlos; también les ha
permitido establecer el derecho de los familiares de las víctimas – y de la sociedad-
de conocer el paradero de los desaparecidos, la determinación de que una persona
debe ser dejada en libertad, la determinación de que la legislación interna debe
cambiarse para adecuarse a las obligaciones internacionales del Estado(38).
Desde el punto de vista del derecho internacional, se considera que las obligaciones
internacionales de los Estados son obligaciones de resultado, ya que dejan una
considerable autonomía a los Estados en cuanto a los medios que se deben utilizar
para alcanzar esos fines. Por ello, se considera que las sentencias de los tribunales
internacionales son obligatorias, definitivas y no ejecutivas(39). Sin embargo, ello no
sucede con las sentencias de la Corte Interamericana.
12
interpretación y aplicación de las normas contenidas en aquel instrumento
internacional. El carácter definitivo de las sentencias de la Corte se consagra en el
artículo 67 de la Convención que prescribe que aquellas son definitivas e inapelables.
Por tanto, las sentencias de la Corte son obligatorias y definitivas.
Entonces, tenemos que las sentencias pueden ordenar el pago de una indemnización a
la víctima de la violación (contenido patrimonial de la responsabilidad) o puede
ordenar medidas distintas a la pecuniarias. Siendo así, la Convención ha establecido
que cuando la sentencia ordena el pago de una indemnización esta se ejecutará en el
Estado parte conforme al procedimiento establecido, en el derecho interno, para la
ejecución de las sentencias contra el Estado (artículo 68 de la Convención (40)).
Las reparaciones, como el término lo indica, consisten en las medidas que tienden a
hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas. Su naturaleza y su monto
dependen del daño ocasionado en los planos tanto material como inmaterial. Las
reparaciones no pueden implicar ni enriquecimiento ni empobrecimiento para la
víctima o sus sucesores. (Numerales 41 y 42 de la Sentencia de Reparaciones, dada
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de fecha 03 de diciembre de
2001, en el Caso Luis Alberto Cantoral Benavides).
13
La Convención Americana en su artículo 48.1 literal (f) establece que:
Los Estados partes deben un estricto cumplimiento a sus obligaciones adquiridas con
la firma de la CADH, y de otros instrumentos de Derecho Internacional de los
Derechos Humanos. En tal sentido, somos conscientes de que toda violación a una
obligación internacional constituida por medio de una acción u omisión, comporta el
deber de repararla íntegramente, en este caso, esencialmente el deber de reparar a las
víctimas el daño tanto moral como material, así como:
En tal virtud, el Estado responsable de violar una norma del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos está obligado jurídicamente, entre otras cosas, a dar a las
víctimas de la violación una reparación suficiente, efectiva y rápida(42).
14
Debe precisarse que el Perú ha suscrito hasta la fecha 08 acuerdos de solución
amistosa:
15
5.2.- Solución amistosa en el Caso CDH Nº 10.009: Acuerdo de
reparación integral a los familiares de las víctimas del caso Durand y
Ugarte.
16
Reconstrucción Fiscal de los restos identificados; adicionalmente se
formaron bases diagnósticas para el estudio comparativo biológico de
identificación por ADN; SEXTO:De acuerdo con el Informe Final del
Equipo de Peritos Forenses del Instituto de Medicina Legal, se han
identificado los restos humanos (...) correspondientes a Nolberto Durand
Ugarte (...)”.
Debe señalarse que con fecha 09 de julio de 2004 el Agente del Estado peruano
comunicó a la Corte Interamericana el cumplimiento de este extremo relativo a lo
dispuesto por la sentencia de fondo.
Debe quedar claro que una reparación integral constituye una responsabilidad y
deber del Estado, a fin de restituir derechos ciudadanos a quienes fueron afectados.
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6.- Conclusiones:
6.1.- Un Estado, en sus iniciativas para hacer cumplir la ley, no debe utilizar la fuerza
contra individuos que ya no plantean una amenaza como la descrita en el presente
caso, como los individuos que han sido detenidos por las autoridades, se han rendido
o han sido heridos y se abstienen de actos hostiles. No cabe admitir que el poder
pueda ejercerse sin límite alguno o que un Estado pueda valerse de cualquier
procedimiento para alcanzar su objetivos, despreciando la dignidad humana.
Mas allá de toda duda razonable, el Estado peruano tenía el derecho y el deber de
garantizar la seguridad de los ciudadanos y propiamente la suya; sin embargo, de
haberse producido una incursión legalmente y con respeto a la dignidad de las
personas, tal circunstancia no hubiera producido para el Perú responsabilidad alguna.
6.7.- El Estado peruano en su segundo párrafo del artículo 2º del nuevo “Reglamento
para la designación y desempeño de los Agentes del Estado peruano ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos” ha determinado que los Agentes del Estado
18
deben propiciar, en lo posible, la vía de la solución amistosa en los procesos en
trámite ante la Corte. Disposición concordante con la política de todo Gobierno
democrático de promover y proteger los derechos humanos.
27 de agosto de 2005
NOTAS
19
Informe Confidencial Nro. 15/96 relativo al Caso 10.009-Perú. Aprobado por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su 91º Período de Sesiones
relativa a la Sesión Nº 1298 celebrada el 5 de marzo de 1996. Página 2.
2
Informe Final de la Comisión de la Verdad, Tomo VII, presentado el 28 de agosto
de 2003. Página 164.
3
Ibid.
4
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la Corte o la Corte
Interamericana) emitió cuatro tipos de sentencias sobre este caso: a) Sentencia de
Excepciones Preliminares, de 28 de mayo de 1999; b) Sentencia sobre fondo, de 16
de agosto de 2000; c) Sentencia sobre Reparaciones, de 3 de diciembre de 2001; y, d)
Resolución de Cumplimiento de sentencia, de 27 de noviembre de 2002.
5
El Comité de Derechos Humanos, Observación General N° 29 sobre “Los Estados
de Emergencia”, párr. 13, literales a) y b), califica los derechos no derogables como
establecidos por “una norma de derecho internacional general cuya aplicación no
puede ser objeto de suspensión”, in Interpretación de las normas internacionales
sobre derechos humanos. Observaciones y recomendaciones generales de los
órganos de vigilancia de los tratados internacionales de derechos humanos de las
Naciones Unidas, Bogotá, Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
naciones Unidas para los Derechos Humanos, p. 151
6
La Corte internacional de Justicia en el caso Barcelona Traction de 1970, afirmó:
“las obligaciones de las cuales se tratan son obligaciones erga omnes”, las cuales “
[...] provienen por ejemplo, en el Derecho Internacional contemporáneo, de la puesta
fuera de la ley de los actos de agresión y de genocidio, pero también de los principios
y las reglas sobre los derechos fundamentales de la persona humana, incluida la
protección contra la práctica de la esclavitud y la discriminación racial. Los derechos
de protección correspondientes están integradas al Derecho Internacional general.”
Cf. Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited, arrêt, C.I.J., Recueil
1970, párr. 33 y 34. Véase también “Activités militaires et paramilitaires au
Nicaragua et contre celui-ci”, arrêt du 27 juin 1986, C.I.J., Recueil 1986, par. 220. En
la Opinión consultiva sobre la licitud de la amenaza o el empleo de armas nucleares,
de 8 de julio de 1996, la CIJ afirmó respecto del Derecho Internacional Humanitario:
“Estas reglas fundamentales se imponen, de otro lado, a todos los Estados, que hayan
o no ratificado los instrumentos convencionales que las expresan, porque ellas
constituyen principios inviolables de Derecho Internacional consuetudinario”, en
C.I.J., Recueil, 1996, párr. 79.
7
ONU: Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 4: “1. En
situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya
existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el presente Pacto
podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las
exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este
Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás
20
obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación
alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen
social.
2. La disposición precedente no autoriza suspensión alguna de los artículos 6, 7, 8
(párrafos 1 y 2), 11, 15, 16 y 18.[...]”
8
OEA: Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 27: “1. En caso de
guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o
seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por
el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las
obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales
disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones que les impone el
derecho internacional y no entrañen discriminación alguna fundada en motivos de
raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.
2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados
en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad
Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición
de la Esclavitud y Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12
(Libertad de Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al
Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos
Políticos), ni de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales
derechos (...)”
9
El artículo 3 común de los Convenios de Ginebra, en el marco del DIH debe
entenderse según el enunciado formulado por el artículo 6 del Protocolo Adicional II
a estos mismos convenios. Entre otros aspectos, el artículo 6 establece que el tribunal
legítimamente constituido debe, inter. alia, ofrecer “las garantías esenciales de
independencia e imparcialidad” así como “todos los derechos y medios de defensa
necesarios”. (Junod 1986:1421)
10
Véase la Observación General N° 29 (2001) sobre “Los Estados de Emergencia”,
párr. 13, literal b, y párr. 16, en Interpretación de las normas internacionales sobre
derechos humanos. Observaciones y recomendaciones generales de los órganos de
vigilancia de los tratados internacionales de derechos humanos de las Naciones
Unidas, Bogotá, Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las naciones Unidas
para los Derechos Humanos, p. 151 y 153.
11
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión consultiva OC-9/87, 6 de
octubre de 1987, párr. 30 “Garantías judiciales en estados de excepción (artículos
27.2, 25 y 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos)” (corchetes
agregados). Véase también las opiniones consultivas OC-8-87 de 30 de enero de
1987 “El Hábeas Corpus bajo suspensión de garantías (artículo 27.2, 25.1 y 7.6 de la
Convención Americana de Derechos Humanos), y OC-06/86 de 9 de mayo de 1986
“La expresión ‘leyes’ en el artículo 30 de la Convención Americana de Derechos
Humanos)”. La Corte, finalmente, agrega que, además de lo expresado, “existen
otras garantías que resultan del artículo 29.c de la Convención” relativo a normas de
interpretación, concluyendo que “el principio de legalidad, las instituciones
21
democráticas y el Estado de Derecho son inseparables”. Opinión Consultiva, OC-
9/87, 6 de octubre de 1987, párr. 34 y 35
12
Caso Neira Alegría, nota 6, supra, párr. 75; Corte IDH, Caso Velásquez
Rodríguez, Sentencia del 28 de julio de 1988, Serie C Nº 4, párr. 154; Corte IDH,
Caso Godínez Cruz, Sentencia del 20 de enero de 1989, Serie C Nº 5, párr. 162.
Véase también Caso 11.291, Informe N° 34/00, Carandiru (Brasil), Informe Anual de
la CIDH 2000, párr. 62.
13
Por ejemplo, el artículo 9 de los Principios Básicos de la ONU sobre el Empleo de
la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la
Ley especifica que éstos "no emplearán armas de feugo contra las personas salvo en
defensa propia o de otras personas, en caso de peligro inminente de muerte o lesiones
graves, o con el propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave
que entrañe una seria amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona
que represente ese peligro y oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su
fuga, y sólo en caso de que resulten insuficientes medidas menos extremas para
lograr dichos objetivos. En cualquier caso, sólo se podrá hacer uso intencional de
armas letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger una vida”. Principios
Básicos de la ONU sobre el Empleo de la Fuerza y las Armas de Fuego por los
Funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley, Octavo Congreso de la ONU
sobre la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, La Habana, 27 de
agosto de 1990, ONU Doc. A/CONF.144/28/Rev.1, 112 (1990).
14
Caso Neira Alegría, nota 6, supra, párr. 74.
15
Ver Convención Americana sobre Derechos Humanos, nota 61 supra, artículo 32.
Ver también Caso Chumbivilcas, nota 247 supra, pág. 149.
16
Caso Neira Alegría, nota 6, supra, párr. 75. Caso Velásquez Rodríguez, nota 249,
supra, párr. 154. Véase también Caso Godínez Cruz, nota 249 supra, párr. 162.
17
Caso Ignacio Ellacuria, S.J. y Otros, nota 189, supra, párrs. 158-169. Véase
también Caso Fuentes Guerrero, nota 189 supra, párrs. 33-34 y 43; Caso Bustios
Saavedra, nota 189 supra, párrs. 58-63. Véase también Meron, The Humanzation of
Humanitarian Law, nota 189 supra, pág. 272.
18
Caso Arturo Ribón Avila, nota 170 supra, párr. 159, en que la Comisión, aunque no
basó sus conclusiones en este principio, hizo referencia al hecho de que el uso
indiscriminado de la fuerza podría constituir una violación del artículo 4.
19
Caso Abella, nota 73 supra, párrs. 204, 218 y 245, en que la Comisión consideró
que la muerte de personas que habían participado en ataques contra cuarteles
militares pero posteriormente se habían rendido, constituía una violación del artículo
4. Véase también el Caso Arturo Ribón Avila, nota 170 supra, parrs. 134 y
siguientes y 159 y siguientes, en que la Comisión llegó a la conclusión de que
constituía una violación del artículo 4 el hecho de matar personas que habían
participado en un enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad pero que
posteriormente se habían rendido, habían sido arrestadas o heridas y ya no
22
participaban en el enfrentamiento armado. Las personas que han caído en poder de
la parte adversaria (las autoridades, en los casos de disturbios internos o conflictos
armados internos), se han rendido o han resultado heridas y se abstienen de actos
hostiles y de huir, también constituyen combatientes hors de combat de acuerdo con
el derecho internacional humanitario, según se explica más adelante. Véase también
el Caso Fuentes Guerrero, nota 189 supra, párrs. 33, 34 y 43. Véase también
Carandiru, nota 249, supra, párrs. 63, 67 y 91.
20
Véase, por ejemplo, el Caso Arturo Ribón Avila, nota 170 supra, párrs. 159 y
siguientes. Véase también el Caso Bustios Saavedra, nota 189 supra, párrs. 58-63.
Véase también Carandiru, nota 249 supra, párrs. 63, 67 y 91.
21
Caso Neira Alegría, párr. 74, en que la Corte llegó a la conclusión de que, pese al
hecho de que en el contexto de un motín carcelario, las fuerzas de seguridad peruanas
estaban combatiendo a oponentes armados y muy peligrosos, la cantidad de fuerza
utilizada era injustificada.
22
Véase Carandiru, párr. 63, en que la Comisión llegó a la conclusión de que varias
muertes causadas por el uso de la fuerza por parte de la policía durante un motín en
una cárcel brasilera no tenía el propósito de la defensa propia ni de desarmar a los
amotinados.
23
Caso Neira Alegría, párr. 76.
24
Véase por ejemplo, Carandiru, párrs. 63, 67 y 91.
25
Vésae también Meron, The Humanization of Humanitarian Law, pág. 272.
26
Informe Final de la Comisión de la Verdad, presentado el 28 de agosto de 2003,
Tomo VII. Página 165.
27
Los principios de necesidad y proporcionalidad en el uso de la fuerza han sido
desarrollados a partir de las disposiciones establecidas en el Código de Conducta
para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley, adoptado por la Asamblea
General de la Organización de Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1979.
28
Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, presentado el 28 de
agosto de 2003, Tomo VII, Página 169.
29
Caso Castillo Petruzzi, sentencia del 30 de mayo de 1999, párrafo 128. Esta mismo
criterio fue reiterado en el Caso Cantoral Benavides, sentencia del 18 de agosto de
2000, párrafo 112.
30
Caso Tribunal Constitucional, sentencia del 31 de enero del 2001, párrafo 77.|
31
Caso Ivcher, sentencia del 6 de febrero del 2001, párrafo 114 y 115.
32
Caso Cantoral Benavides, sentencia del 18 de agosto del 2000, párrafo 115.
23
33
Caso Loayza Tamayo, sentencia del 17 de setiembre de 1997, párrafo 61.
34
En el caso Genie Lacayo, sentencia del 29 de enero de 1997, párrafo 84, la Corte
precisó que "la circunstancia de que se trate de una jurisdicción militar no significa
per se que se violen los derechos humanos que la Convención garantiza a la parte
acusadora".
35
Caso Castillo Petruzzi, sentencia del 30 de mayo de 1999, párrafo 128. El último
de los criterios mencionados ha sido reiterado en el Caso Cantoral Benavides,
sentencia del 18 de agosto del 2000, párrafo112
36
Caso Durand y Ugarte, sentencia del 16 de agosto del 2000, párrafo 117. Este
criterio fue reiterado en el caso Cantoral Benavides, sentencia del 18 de agosto del
2000, párrafo113.
37
Caso Durand y Ugarte, sentencia del 16 de agosto del 2000, párrafo 118.
38
Viviana Krsticevic. Líneas de trabajo para mejorar la eficacia del sistema. En:
Méndez, Juan y Francisco Cox (Ed.) “El futuro del sistema interamericano de
protección de los derechos humanos”. San José: IIDH, 1998, p. 418.
39
Carlos Ruiz Miguel. La ejecución de las sentencias del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos. Madrid: Tecnos, 1997, p. 20.
40
En este punto la Convención hace una remisión al derecho interno, para la
ejecución de la sentencia. Estableciendo que el procedimiento a seguir será el
existente en cada Estado, referente a la ejecución de sentencias contra el Estado.
41
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia
del 29 de Julio de 1988. Párrafo 174.
42
Informe Final del Relator Especial, Sr. M. Cherif Bassiouni, sobre el derecho de
restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas de violaciones de los
derechos humanos y las libertades fundamentales. E/CN.4/2000/62, de 18 de enero
de 2000.
43
El Estado peruano consideró allanarse en dos casos específicos: Barrios Altos y
Durand y Ugarte, reconociendo responsabilidad internacional por la violación de los
derechos humanos de las víctimas en ambos casos. En ese sentido, suscribió en
dichos casos Acuerdos de reparación integral en favor de las víctimas sobrevivientes
(4 en Barrios Altos) y de los familiares de las víctimas fallecidas (familiares de las 15
víctimas fallecidas en el caso Barrios Altos y 2 familiares de las víctimas del caso
Durand y Ugarte).
44
Suscrito por el doctor Alejandro Toledo Manrique, Presidente Constitucional de la
República y el ex Ministro de Justicia Fernando Olivera Vega, en representación del
Estado peruano, interviniendo igualmente con su rúbrica los señores Ministros de
24
Estado en las Carteras de Presidencia, Salud y Promoción de la Mujer y del
Desarrollo Humano (PROMUDEH), actualmente denominado Ministerio de la Mujer
y del Desarrollo Social (MIMDES).
45
De la otra parte, doña Virginia Bonifacia Ugarte Rivera y don Nolberto Duran
Vargas, a su vez asistidos por sus representantes legales, don Carlos Martín Rivera
Paz en representación del Instituto de Defensa Legal (IDL) y Viviana Krsticevic en
representación del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL).
46
Acuerdo publicado mediante Resolución Suprema Nro259-2002-JUS, publicada el
xx de noviembre de 2002 en el Diario Oficial “El Peruano”. Mediante este Acuerdo
el Estado se comprometió a publicar la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de fecha 16 de agosto de 2000 en el Diario Oficial El Peruano,
así como a difundir su contenido en otros medios de comunicación. Asimismo, dicha
Resolución Suprema contiene en su parte considerativa, una expresión pública de
solicitud de perdón a las víctimas por los graves daños causados, así como una
ratificación de la firme voluntad de evitar que este tipo de hechos vuelvan a ocurrir
en el país.
47
Dicho acto contó con la presencia del doctor Carlos Rivera Paz en su condición de
representante legal de la víctima y del doctor Augusto Bromley Coloma en su
condición de Jefe del Instituto de Medicina Legal.
48
El monto dinerario ascendente a US$125.000,00 a favor de los señores Virginia
Bonifacia Ugarte Rivera de Durand y Nolberto Duran Vargas y que fuera resuelto por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue pagado en las siguientes fechas:
22 de diciembre de 2001 (US$83,000.00); 21 de enero de 2002 (US$2,992.59) y el
28 de mayo de 2003 (US$39,007.41). Monto proveniente del FEDADOI.
49
El Estado, por medio del Fondo de Apoyo Social (FONAS) del Banco de
Materiales del Ministerio de la Presidencia, se compromete, conforme a los alcances
de la Ley Nº 27205 y a las reglas y procedimientos establecidos al efecto, a colaborar
con parte de la construcción del inmueble perteneciente a los beneficiarios ubicado
en el Jirón Hanancusco Nº 942. Urbanización Tahuantinsuyo Cuarta Zona, distrito de
Independencia, Lima.
BIBLIOFRAFIA
25
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited, arrêt, C.I.J., Recueil
1970.
26
Demanda interpuesta por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de fecha 08 de agosto de
1996; sentencia de fondo de fecha 16 de agosto del 2000 y sentencia de
reparaciones de fecha 03 de diciembre de 2001.
Informe Nº 55/97, caso 11.137, Juan Carlos Abella, Argentina, Informe Anual
de la CIDH 1997, OEA/Ser.L/V/II.98.
27
Principios Básicos de la ONU sobre el Empleo de la Fuerza y las Armas de
Fuego por los Funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley, Octavo
Congreso de la ONU sobre la Prevención del Delito y el Tratamiento del
Delincuente, La Habana, 27 de agosto de 1990, ONU Doc.
A/CONF.144/28/Rev.1, 112 (1990).
Informe Final del Relator Especial, Sr. M. Cherif Bassiouni, sobre el derecho
de restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas de violaciones
de los derechos humanos y las libertades fundamentales. E/CN.4/2000/62, de
18 de enero de 2000.
28