Juan 3.
16: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».
¿Cómo recibir esa vida que no acaba jamás y que es plena? Considere
estos dos mensajes de Dios a su vida:
• «El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no
tiene la vida» (1 Juan 5.12)
• «…que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees con tu
corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo»
(Romanos 10.9).
¿Sabe Jesús que es Él para usted? ¿Está dispuesto a que Jesús sea su
Salvador y Señor personal?
Los seguidores de Jesús, dos mil años atrás, como el caso de Pedro, pudo
conocer que Jesús era la manifestación de Dios. Que Jesús tenía una
autoridad, una libertad y sobre todo, un amor impresionante, especialmente
para con los débiles, desamparados, los sufridos y moribundos, los
pecadores. A través de la historia, los cristianos hemos experimentado que
esa verdad del amor y del poder de Jesucristo. ¿Quiere ser usted uno de los
que lo experimenten a partir de hoy?
Rolando Soto M.
Ministerio Esperanza Viva
Centro Cristiano Internacional – 2009
La Iglesia en tu Casa
Serie: Preguntas para creer
¿QUIÉN
QUIÉN ES JESUCRISTO?
JESUCRISTO
Lectura inspiracional: Marcos 8. 27-30
27
Ninguna persona ha influenciado más la historia humana que Jesucristo.
Para los seguidores suyos, Jesús es el Hijo de Dios que vino al mundo a
liberarnos del poder del pecado y de la muerte. Pero hay gente que ha
considerado a Jesús tan sólo como un sabio, otros como un gran humanista,
y no pocos como un revolucionario.
Jesús le preguntó a sus discípulos: «¿Quién
¿Quién dicen los hombres que soyso
yo?».
». Tras varias respuestas, hizo una nueva pregunta a sus seguidores: «Y
«
ustedes, ¿quién decís que soy?».». La tendencia es a que la respuesta de los
no creyentes y la de los creyentes suela ser distinta. La primera habla de
Jesús con categorías humanas, as, la segunda es más personal y habla de
Jesús con categorías divinas. Sólo sabemos quién realmente es Jesucristo,
cuando tenemos con Él una relación personal.
¿Quién es Jesucristo para el mundo?
A la gente de hoy, como a la gente en el tiempo de Jesús, no le es fácil
entender y definir quién es Jesucristo. En aquellos tiempos, algunos decían
que Jesús era un nuevo Juan el Bautista, o que era Elías que había vuelto a
la tierra, o que era un profeta cualquiera. Incluso, para los estudiosos de las
Escrituras, llamados escribas,, Jesús era una persona poseída por un
demonio (Marcos 3.22), y para la secta de los fariseos de su tiempo, era un
judío infractor de la ley. Recordemos que Jesús fue sentenciado a muerte
como impostor y blasfemo (Marcos 14. 54-56). 56). Esa era la opinión de la
gente que no creyó lo que creyeron los discípulos de Jesús.
Aquellos discípulos creían otra cosa. Pedro, a nombre de todos, declaró: “Tú “
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”” (Mateo 16.16). Esta declaración vino
como resultado
ado de que Dios se lo dio a conocer a Pedro (verso 17). Detrás
de la confesión de Pedro hay una experiencia de revelación, un aprendizaje
que le ayudó a descubrir que Jesús era el Mesías profetizado por el Antiguo
Testamento y que tanto esperaban los judíos. os. A Jesús se le conoce por el
contacto o la relación personal con lo que Él es, lo que Él hace, y lo que Él
enseña. La gente que creyó en Él fue aquella que se abrió a su amor, a su
compañía, a su contacto personal, aquellos que palparon en los milagros la
misericordia de Dios.
Y para la gente de hoy, ¿quién es Jesús? ¿Usted qué ha escuchado? ¿Qué
piensa la gente que conoces acerca de Jesús?
Hay un movimiento en la actualidad que afirma que Jesús, Buda, Confucio,
Mahoma, todos son nombres del mismo enviado de un único Dios, conocido
también con diversos nombres en diversas religiones. Pero esto no es
aceptable de acuerdo con la enseñanza de la Biblia. Los principios de cada
religión son distintos a la fe cristiana.
Verdadero Dios y verdadero hombre
Pero, ¿quién es Jesús según la Biblia? La confesión de fe que hace Pedro
es muy reveladora. Jesús es Dios mismo. Es el Mesías o Ungido enviado
de Dios al mundo para liberar a la humanidad del poder del pecado y de la
muerte.
Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. El apóstol Pablo, cuando
escribió a los Colosenses, les enseñó lo que se predicaba por todas partes:
Que Jesús «es la imagen del Dios invisible» (1.15). En ese sentido, la Carta
a los Hebreos, afirma que «El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios; la fiel
imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra
poderosa» (Hebreos 1.3). Jesús, al orar en el jardín del Getsemaní la noche
antes de su muerte, declaraba: «Padre, así como tú estás en mí y yo en ti…»
(Juan 17.21). Jesús es Dios, con los mismos atributos de su Padre: santo,
eterno, creador, amoroso, justo.
Viendo el Padre la condición pecaminosa del ser humano, y no teniendo otra
forma para liberarnos de esa esclavitud, envió a su Hijo al mundo «nacido de
una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a
fin de que fuéramos adoptados como hijos» (Gálatas 4.4-5). Dios se
encarnó. Es decir, se humanó; tomó forma de hombre. Él que era la
Palabra creadora, se hizo carne como nosotros (Juan 1.14). Pablo lo
expresa con las palabras de un canto antiguo cuando dice que Jesús
«siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a
qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la
naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos…»
(Filipenses 2. 6-7). El apóstol Pablo también declaró: «Al que no cometió
pecado alguno –refiriéndose a Jesús-, por nosotros Dios lo trató como
pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Corintios 5.21).
Y el apóstol Pedro agregó: «Cristo no pecó nunca, y jamás engañó a nadie»
(1 Pedro 2.22). Así explica la Biblia la naturaleza humana en Jesús.
¿Quién dijo Jesús que era Él?
Cuando Dios se presentó por primera vez a Moisés, más de 1200 años antes
de Cristo, lo hizo así: «—Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Éxodo 3.6). Cuando Moisés recibió la
misión de sacar a Israel de Egipto, le dijo a Dios: «—Si voy a los hijos de
Israel y les digo: “Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a
vosotros”, me preguntarán: “¿Cuál es su nombre?”. Entonces ¿qué les
responderé?» (Éxodo 3.13) ¿Cuál fue el nombre con que Dios se identificó?
Observe Éxodo 3.14: «Respondió Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”. Y
añadió: “Así dirás a los hijos de Israel: ‘Yo soy’ me envió a vosotros”». El
nombre ‘Yo soy’ significa que Dios es lo que Él hace. El nombre de Dios es
“Sanador”, porque Él sana; es “Liberador” porque Él libera; es “Proveedor”,
porque Él provee; es “Pastor”, porque Él apacienta a su pueblo.
Para el pensamiento hebreo y judío, como en muchas otras culturas
orientales, el nombre de una persona no es algo vacío, sino algo poderoso
que hace realmente presente a la persona. Cada nombre dice algo de la
personalidad y de la misión de la persona. Cuando una persona cambia la
personalidad, hay que cambiarle el nombre. ‘Yo soy’ es un nombre
poderoso, porque sólo Dios puede decir así, a secas: ‘Yo soy’.
Siendo Jesús Dios, la noche que vinieron a prenderlo para matarlo, Jesús
preguntó a los soldados que a quién buscaban, y cuando aquellos dijeron
que a Jesús Nazareno, el Maestro respondió: ‘Yo soy’, y dice Juan 18.6 que
cuando Jesús respondió ‘Yo soy’, los soldados retrocedieron y cayeron a
tierra. El nombre de Dios es poderoso e impacta todo el universo.
Cuando nos preguntamos quién es Jesucristo, debemos escuchar lo que
Jesús mismo dijo de quién era Él, específicamente en el evangelio de Juan.
Allí Jesús dijo: Yo soy el Mesías, 4.26; yo soy el pan de vida, 6.35, 48, 51;
yo soy la luz del mundo, 8.12; yo soy de arriba, 8.23; yo soy la puerta de
las ovejas, 10.7, 9; yo soy el buen pastor, 10.11, 14; yo soy la
resurrección y la vida, 11.25; yo soy el camino, la verdad y la vida, 14.6;
yo soy la vid verdadera, 15.1, 5; yo soy Jesús nazareno, 18.5.
Jesús es lo que Él hace en nosotros. Pablo decía a Timoteo que Jesús es
«el Salvador de todos, especialmente de los que creen» (1 Timoteo 4.10).
Toda la acción amorosa y liberadora de Dios se expresa en las palabras de