esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida» (vr 3).
La Iglesia en tu Casa
En el sufrimiento muchas de nuestras cosas y prioridades son puestas en un
mejor orden. En pocas palabras, el sufrimiento también puede ser un
instrumento positivo para el ser humano.
Volviendo al ejemplo de Jesucristo, Hebreos 5.8 declara: «Aunque era Hijo,
mediante el sufrimiento aprendió a obedecer». A través del sufrimiento
podemos ser corregidos, como un padre amoroso corrige a sus hijos
(Hebreos 12.6; Apocalipsis 3.19). Así, Pablo en 1 Corintios 4.17 dice: «Pues
los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una
gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento». Dios suele
atraernos a Él por medio del sufrimiento.
Dios ha prometido estar con nosotros en medio de la angustia (Salmo
91.15). ¿Qué le ha enseñado Dios a usted a través del sufrimiento?
¿Cuánto ha crecido usted a través del sufrimiento? ¿El dolor y la injusticia lo
han acercado a Dios o lo han alejado? ¿Ha logrado usted refugiarse en Dios
en medio del sufrimiento, cuál es su experiencia? ¿Pasa por situaciones de
dolor, y necesita alivio? ¿Quiere recibir la compañía amorosa y permanente
de Dios en su vida? Recuerde: Él te entiende porque Él sufrió (Hebreos
4.15).
Rolando Soto M.
Ministerio Esperanza Viva
Centro Cristiano Internacional – 2009
Serie: Preguntas para creer
¿POR
POR QUÉ EL SUFRIMIENTO?
SUFRIMIENTO
Lectura inspiracional: Juan 9. 1-11
1
Si Dios existe, y Él es tan poderoso, ¿por qué permite que haya dolor y
sufrimiento en la gente? Quizás todos nos hemos hecho esta pregunta en
algún o algunos momentos de nuestra vida.
Aparecía en alguna revista una caricatura al respecto, hace unos años. En
el primer cuadro, dos hombres descansaban debajo de un frondoso árbol en
un parque citadino, mientras veían a un mendigo pasar frente a ellos. Uno
de los hombres habló: -“A“A veces me da temor preguntarle a Dios por qué
permite tanta injusticia y dolor en el mundo”.
mundo” En el segundo cuadro, el
compañero preguntó: “Y, ¿por qué te da temor?”.
temor?” En el tercer cuadro,
mientras el mendigo see alejaba, el hombre respondió: “Temo que Dios me
devuelva la pregunta”.
Dios no se complace en hacernos o en vernos sufrir. Entonces, ¿por qué el
sufrimiento? Veamos cinco causas que pueden ayudarnos a entender la
respuesta a esta pregunta.
La acción diabólica
El sufrimiento, según ejemplos en la Biblia, puede ser el resultado de la
acción diabólica en el mundo. Allí tenemos el caso de la historia de Job. El
capítulo 1 y 2 de ese libro, nos describe la intervención de Satanás para
procurar que Job renegaragara de su fe en Dios y perdiera su integridad.
Satanás infringe el sufrimiento en Job: la muerte de sus hijos, la pérdida de
toda su riqueza, el rechazo de la esposa, la acusación de los amigos y la
enfermedad física.
En Lucas 13. 10 al 17 se nos cuenta la historia de aquella mujer que, por
causa de una acción demoníaca, sufría por dieciocho años de una
enfermedad. El verso 11 dice que: «Andaba
Andaba encorvada y de ningún modo
podía enderezarse».
En 2 Corintios 12.7 el apóstol Pablo reconoce que un sufrimiento corporal
que padece es el fruto de la acción de Satanás, y que Dios lo ha permitido
con el propósito de que Pablo no se volviera presumido. Hechos 10.38 nos
deja entender como Jesús anduvo en la tierra liberando a la gente del
sufrimiento de la enfermedad por causa de la opresión del diablo.
El fruto del pecado
Sería fácil echarle toda la culpa de nuestro sufrimiento al diablo. Pero el
sufrimiento también es el fruto de nuestro propio pecado. El relato de Juan
9. 1-11 contiene la conciencia de que el sufrimiento podría ser resultado del
pecado: «-Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o
sus padres?» (vr. 2). En Deuteronomio 28.28 se expresa la idea de que la
ceguera podía ser una forma de castigo de parte de Dios. Por eso, no es de
extrañar que en Juan 9, los discípulos de Jesús hicieran esta pregunta.
Existía la creencia generalizada de que la ceguera era el fruto del pecado.
En el Antiguo testamento se consideraba que la causa más profunda del
dolor era el rompimiento de la relación entre Dios y el ser humano debido al
pecado humano. Observemos, por ejemplo, Génesis 3.16, después de la
desobediencia de Adán y Eva, hablando a la mujer, Dios dijo: «Multiplicaré
tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor…», y al hombre le
sentencia: «¡Maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos
comerás de ella todos los días de tu vida» (vr.17).
El apóstol Pablo, observando una actitud pecaminosa en un sector de la
iglesia en Corinto, les escribe: «Por eso hay entre ustedes muchos débiles y
enfermos, e incluso varios han muerto. Si nos examináramos a nosotros
mismos, no se nos juzgaría; pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para
que no seamos condenados con el mundo» (1 Corintios 11.30-32).
Varios de nuestros sufrimientos son el resultado de nuestras decisiones
erróneas, de nuestros pecados. Por ejemplo, en muchos casos las
enfermedades venéreas vienen como resultado del uso pecaminoso del
sexo. Lo mismo suele suceder con la gula, o con la adicción. Y ¿qué tal el
ejemplo de una persona que se accidenta por conducir a alta velocidad?
¿Puede contar algún ejemplo actual de pecado que produzca sufrimiento a
quien peca?
Las víctimas de pecado
Sufrimos cuando pecamos, pero también hacemos sufrir cuando pecamos.
Es decir, con nuestro pecado podemos hacer víctimas de sufrimiento a otros.
Tal es el ejemplo mismo del hombre con una enfermedad venérea, que
puede hacer víctima inocente de sufrimiento a su esposa.
Aquel ciego de nacimiento hasta ahora había sufrido el menosprecio de su
gente. A los líderes religiosos de su nación no les interesó nunca. Tal es el
caso que, una vez que lo ven sano, sus reacciones no son de alegría sino de
indagación por la conducta de Jesús de sanar en un día sábado.
Grandes compañías contaminan ríos, y todos sufrimos. Políticas
económicas practicadas por gobiernos, producen sufrimiento en grandes
capas de la sociedad. Es decir, la comunidad suele ser víctima del pecado
producido por políticas y proyectos injustos.
Cristo no sufrió por su pecado propio. 1 Juan 3. 5, declara: «Pero ustedes
saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no
tiene pecado». Sin embargo, nuestro pecado hizo que Jesús sufriera el
martirio de la cruz (Isaías 53.4-5). La Biblia Dios Habla Hoy, traduce el verso
5 así: «Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a
causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus
heridas alcanzamos la salud».
La libre decisión
Claro, también el sufrimiento de Jesús estaba en el plan salvador de Dios, y
aunque la gente que lo mataba no era conciente de ello, Dios había
diseñado un camino de liberación del pecado que tenía como escena
principal el sufrimiento de su Hijo.
Así como tenemos libertad para decidir por el pecado, y como consecuencia
por el sufrimiento, podemos elegir también el sufrimiento como una forma de
llevar alivio a otros. Observe el mismo ejemplo de Jesús. En Juan 10.17 y
18 Jesús afirma: «Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para
volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia
voluntad…». Jesús optó por el sufrimiento para salvarnos, sanarnos,
liberarnos. En Marcos 10:45 Jesús explica que Él vino para servir y que por
eso daba su vida.
En 2 Corintios 11. 16-33, Pablo hace una lista impresionante de sufrimientos
que ha padecido por servir a la Iglesia y a Cristo (12.10). 1 Pedro 4.13, nos
recuerda que en el sufrimiento, por la causa de Cristo, podemos encontrar
gozo. Pablo aceptaba el sufrimiento como una forma de ser semejante a
Jesús (Filipenses 3.10). Y lo cierto es que, quien quiera seguir a Jesús,
debe estar dispuesto a sufrir (Marcos 3.34).
La escuela del sufrimiento
Cuando los discípulos preguntaron sobre la causa por la que aquel hombre
era ciego, en Juan 9, Jesús respondió: «-Ni él pecó, ni sus padres, sino que