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Dirección Universitaria de Educación a Distancia


Escuela Académico Profesional de Derecho

UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS – FILIAL CHACHAPOYAS


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

AREA:
DERECHO CONCURSAL

PRESENTADO POR:

GARCIA REINA, Jorge Luis

UDED DE MATRÍCULA:
CHACHAPOYAS

CODIGO: 2008228379
DOCENTE:
DRA. DIAZ AROCO TEÓFILA TORIBIA

SEMESTRE:

XI

.
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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene un conjunto de temas que ocupa asuntos elementales del

Derecho Concursal, temas que han sido recopilados y tratados por mi persona a fin de

mostrar el resultado de la enseñanza por parte de usted Dra. Teófila T. DIAZ AROCO

ilustración que ha sido primordial y base para poder extender nuestros conocimientos con

respecto a Derecho Concursal, sus antecedentes tanto nacionales como internacionales,

principios de la norma de Derecho Concursal, el procedimiento concursal y los aspectos

fundamentales dentro del procedimiento, la diferencia entre el procedimiento concursal

preventivo y procedimiento concursal ordinario, entre otros temas muy importantes que

corresponden al Derecho Concursal.


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1. (2P) Valiéndose de un esquema de contenidos demuestre,


1.1. Los antecedentes del Derecho concursal a nivel internacional

I.- ANTECEDENTES UNIVERSALES

1.- Derecho Romano

Los primeros antecedentes del Derecho Concursal, atendiendo la teoría de numerosos

doctrinistas, deben ser ubicados en el Imperio Romano, es por esto que se efectúa un

breve análisis de las instituciones jurídicas que fueron creadas en el derecho romano para

regular el fenómeno de la insolvencia.

Legis actio per manum iniectionem, que aparece regulada en la ley de las XII

Tablas (451-449 a.C)

Se trataba de una acción ejecutiva con la que se presionaba al deudor a pagar una

sentencia que, desde tiempos remotos, fue siempre pecuniaria.

Manus injectio (trad. español significa aprehensión corporal), también

aparece regulada por la ley de las XII Tablas.

Su propósito fundamental era obrar en contra de la persona del deudor, ya sea mediante

la aplicación de prisión privada, reducción a la calidad de esclavo o la muerte.

Se aplicaba al deudor que fuese demandado judicatus, por un acreedor que tiene un

crédito que conste de manera clara, como lo es al confessus in iure (reconocimiento de

deuda ante la autoridad).

Al haber reconocido su deuda o vencido en juicio se le daban al deudor un plazo de

gracia de 30 días, durante el cual adquiría la denominación “dies justi”; en caso de que

el deudor no fuera capaz de cumplir con su obligación era susceptible a penas corporales,
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pudiendo ser detenido, encadenado, vendido o incluso despedazado por su acreedor. En

el caso de que en el supuesto existieran una pluralidad de acreedores y se optara por el

descuartizamiento del deudor, cada uno tenía derecho sobre una parte proporcional del

cuerpo.

La concepción del incumplimiento de obligaciones resultaba ser de tipo penal y

punitiva, más que de civil.

Lex Poetelia Papilia (326 a. de C.)

Esta ley viene a cambiar la concepción sobre el incumplimiento de pago, por lo que

prohíbe el nexus, siendo esto la ejecución contra un deudor contra el corpus del deudor,

y limita las ejecuciones a que se efectuaran en contra de su patrimonio.

Es decir, esta figura funge como limitante de la ejecución corporal, estableciendo

además que las personas solo respondieran con sus bienes por las obligaciones de carácter

civil que hubiera contraído, con la excepción que estas provinieran de un delito[1].

De lo anterior, podemos deducir que se dotaba al deudor de resarcir a sus acreedores

por medio de su trabajo, sin ser objeto de penas privativas de la libertad o la vida.

Lo recién mencionado puede entenderse del siguiente testimonio de Marco Tercio

Varrón (Marcus Terentius Varro), en su obra De Lingua Latina, que a la letra reza:

“Liber qui suas operas in servitudinem pro pecunia quam debet dat, dum

solveret, nexus vocatur ut aere obaeratus”[2].

Missio in possessionem o in bona debitoria

Esta medida consistía en un embargo precautorio sobre los bienes de un sujeto que se

pretendiera demandar, la cual debía ser previamente solicitada al pretor y era él quien
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decidía si concederla o no. Dicha previsión generaba la obligación al embargante de

notificar en la menor cuantía de tiempo posible al demandado, y ya cumplido con ello,

pasado un plazo determinado, se podía proceder a la venta de los bienes respectivos.

Bonorum venditio (Siglo II a. de C.)

Consistía en la venta en bloque de los bienes de un deudor insolvente en beneficio de

sus acreedores.

El patrimonio del fallido era transmitido, por conducto de un magister (síndico o

liquidador), al mejor postor, a quien se le denominaba “bonorum emptor“; la figura se

asemejaba a una sucesión, ya que la transmisión se hacía atítulo universal y se limitaba la

obligación del bonorum emptor de pagar las deudas hasta el monto del valor de los

bienes que le fueron transmitidos.

La bonorum venditio acarreaba un estado de infamia para el quebrado, traducido

esto en una gran deshonra de carácter permanente.

De acuerdo al testimonio de Gayo se puede deducir, y es de opinión general que esta

institución del derecho concursal fue creada por el pretor Pablo Rutilio Rufo (quien a su

vez creo la acción Rutiliana); a pesar de esto también es opinión de numerosos

doctrinistas que la figura en cuestión habría sido fruto de lentas innovaciones y

adaptaciones, y no creación de un único pretor.

Ha sido coincidente la opinión de varios doctrinistas respecto que una de las

características principales de la bonorum venditio era la infamia, esto es, “la deshonra

imborrable, permanente, producida por ciertas penas, calificadas por ello de infames”[3].

Interdictum possessorium
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Interdicto concedido al bonorum emptor para que pueda entrar en posesión de los

bienes adquiridos en concurso y en defensa de la propia posesión.

Cessio Bonorum

La Cessio Bonorum constituye una enorme evolución en el derecho de insolvencia,

pues permitía que el deudor que se encontraba en estado de quiebra cediera

voluntariamente sus bienes a favor de sus acreedores.

Su origen se da durante el mandato del Emperador Julio César o Augusto, 63 a. de C.

al 14 d. de C., periodo de Roma conocido como el Alto Imperio, Diarquía o Principado,

y fue concebido como un procedimiento benigno para los deudores en quiebra, pues a

diferencia de la bonorum venditio, evitaba o no conllevaba su infamia[4].

Una evolución en el derecho concursal que rompe la estructura y se erige como una

reforma benigna a favor de los deudores; permitía una cesión de la totalidad de los bienes

del deudor a sus acreedores, empero evitaba la infamia del mismo.

La concepción sobre el fallido cambia, dejando de considerar la quiebra como

necesariamente culposa; el estado de quiebra dejaba de ser imputado al deudor, sin

embargo, se comienza a legislar en torno de evitar actos en fraude de acreedores y por

ende se crean figuras como la actio pauliana, interdictum fraudatorium y la

restitutio in integrum.

Actio pauliana

Esta acción tenía como propósito el impedir que un sujeto deudor enajenara bienes sin

haber cumplido con sus obligaciones de pago. El Estado catalogaba esta actividad de

dolosa, debido a que se presumía la intención de perjudicar a los acreedores.


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Algo que se debe resaltar es que dicha acción contaba con un plazo de prescripción,

de un año contado a partir del día en que se cometió el acto en perjuicio de los acreedores.

Curator Bonorum

Es un tercero que funge como representante del Estado en los procedimientos de

quiebra, a quien se le facultaba incluso para ejercer la acción pauliana.

Interditum fraudatorium

La acción interdictum fraudatorium tenía como propósito uno similar a la acción

pauliana, ósea reestablecer a los acreedores en la posesión de los bienes que

fraudulentamente habían sido enajenados por el deudor.

Restitutio in integrum

Este recurso era aplicable para combatir las sentencias de un procedimiento formulario

que se consideraban injustas. Se dirigía el quejoso al pretor y solicitaba la anulación de

dicha sentencia por una aplicación injusta y contraria a la equidad del derecho civil[5].

Pignus ex causa judicati captum

Al determinarse que un deudor no se encontraba en estado de insolvencia, sin embargo,

se reusaba a cumplir con una obligación de pago se ejercía esta acción que consistía en

embargar los bienes del deudor que fueran suficientes para cubrir su deuda, y

posteriormente se vendían. En caso de que hubiera un excedente o remanente el mismo

se devolvía al deudor después de pagada la deuda.

Distractio bonorum

Es una figura similar a la Bonorum venditio, pero su diferencia medular es que se

permite ahora rematar los bienes no únicamente como un lote conjunto, sino que se
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permitía subdividirlo para lograr un mayor valor de la masa patrimonial del quebrado. Se

repartía proporcionalmente entre los acreedores el total de la venta del patrimonio[6].

2.- Baja edad media – Siglo V

De acuerdo a la doctrina durante esta época surgen dos sistemas de ejecución

concursal.

El primero de los sistemas era parcial, teniendo como fundamento la estructura de las

quiebras romanas. Este concibe a la ejecución como facultad de los acreedores, siendo el

juez un mero facilitador, y que tenía como encargo regular el procedimiento; daba al

derecho concursal un tratamiento de derecho puramente privado.

El otro paradigma que surgió durante la edad media para dar tratamiento a las quiebras

era representado por el derecho Visigodo, donde al deudor se le tenía por defraudador, y

el Estado debía verificar que las quiebras no hubiesen sido maquinaciones fraudulentas,

lo que le atribuye al derecho concursal un carácter de derecho público. Los derechos de

los acreedores se ejercían bajo la tutela del juez, quien fungía como el representante de la

colectividad.

El derecho mercantil tenía sus fuentes en la costumbre y los estatutos de las ciudades

(derechos estatutarios).

3.- Las siete partidas de Alfonso X – 1256-1265

Las siete partidas se convirtieron en inspiración para los ordenamientos legales

posteriores que pretendían regular la quiebra, ya que es el primer cuerpo jurídico que

organiza en detalle este procedimiento.

4.- Derecho estatutario italiano – Siglo XII al XVI


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Los primeros cuerpos legales que intentan, de una forma un tanto más organizada,

regular la quiebra, fueron los estatutos de las ciudades italianas.

Numerosos doctrinistas han afirmado que es durante este periodo que se desarrollaron

varios de los principios fundamentales que han permanecido hasta la fecha en la mayoría

de los sistemas de insolvencia adoptados por las diversas legislaciones en el mundo.

Las ciudades italianas eran algunos los mercados más importantes de su época, por lo

que imperativamente se requería una adecuada ordenación de la cesación de pagos y la

insolvencia de sus agentes comerciales, por lo que se decidió a través de sus estatutos

normar sobre este aspecto a través de preceptos jurídicos coercibles y tendientes a

mantener el orden público.

Una de las principales características de la insolvencia dentro del derecho estatutario

italiano lo era su coactividad y teleología reparativa, puesto que imponía severas penas a

los deudores que se llegaran a sujetarse a un procedimiento concursal.

Asimismo, es prudente mencionar que dentro de las aportaciones del derecho

estatutario podemos encontrar, su causa, ya que consideraba que la cesación de pagos

debía presumirse ante la fuga del deudor, provocándose así el desasimiento de sus bienes,

y en algunos casos incluso se aplicaban efectos retroactivos[7].

Cabe destacar que los Estatutos no hacían distinción alguna respecto al tratamiento de

los deudores comerciantes y los deudores puramente civiles.

5.- Labyrinthus Creditorum – Siglo XVII

El ilustre vallisoletano Francisco Salgado de Somoza por primera vez sistematiza el

tratado de la quiebra, basándose y unificando las regulaciones de la insolvencia

contenidas en los estatutos italianos con la costumbre, y concluyendo en la obra


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“Labyrinthus creditorum concurrentium ad litem per debitorem inter illos

causatam” (1646), consagrándose esta como la obra más completa y trascendental que

se haya gestado durante el milenio pasado respecto este tema.

Es importante señalar que este autor fue quien acuñó por primera vez las palabras

“concurso” y “deudor común”.

6.- Ordenanza Francesa de 1673

Esta es la primera codificación del derecho comercial francés, haciendo distinción por

primera vez entre la quiebra de un deudor comerciante o no comerciante.

La motivación de este distingo yace en la necesidad de implementar una regulación un

tanto más severa a los comerciantes en caso de incurrir en la cesación de pagos, pues sus

incumplimientos e insolvencia repercutirían de mayor manera en el crédito de terceros.

7.- Ordenanzas del Consulado de Bilbao de 1737

Durante los siglos XVII y XVIII se inicia un proceso de reestructura en España, dentro

del cual se adopta la figura del “Consulado”, institución que tiene sus orígenes en Italia[8].

Estos fueron dotados de autonomía tal que promulgaron Ordenanzas en materia

mercantil, con el objeto de regular el comercio y aspectos relativos a su jurisdicción.

Dentro de las Ordenanzas promulgadas por estos consulados, destaca las “Ordenanzas

del Consulado de Bilbao de 1737”, dentro de las cuales se regula por primera vez desde

un punto de vista legal, en forma completa y sistemática.

El capítulo XVII de las Ordenanzas de Bilbao tenía como propósito la regulación de

este tema que nos atañe, por lo que lo titula: “Los atrasados, fallidos, quebrados, ó

alzados; sus clases y modo de procederse en sus quiebras”.


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Debe recalcarse que estas ordenanzas retoman los tratados de Salgado Somoza, así

como muestra una gran influencia de las Ordenanzas francesas.

En primer término, estas ordenanzas señalan las causas de la quiebra, de la siguiente

manera:

“Respecto de que por la desgracia de los tiempos, e infelicidad, o malicia

de algunos negociantes, se experimentan muchas veces atrasos, falencias ó

quiebras en su crédito y comercios, no pudiendo, ó no queriendo cumplir

con los pagamentos a su cargo, unos ausentándose, y otros refugiándose en

las iglesias, sin dejar de manifiesto sus libros, papeles y cuentas con la

debida claridad, de que resultan notorios daños a otros negociantes, y

demás personas acreedoras, por cuyos motivos se forman disensiones, y

pleytos largos, y costosos, sin poderse justificar los procedimientos de los

tales fallidos, ni la naturaleza de sus quiebras en común, y conocido

perjuicio de la causa pública de este comercio: para cuyo remedio, y que se

proceda en semejantes casos con la mayor claridad y brevedad en la

administración de la justicia, y que camine en sus determinaciones con la

justificación posible, y sin confusión; se previene, que los atrasados,

quebrados, ó fallidos en su crédito, se deberán dividir en tres clases, ó

géneros, de que pueden resultar inocentes, y culpados, leve o gravemente,

según sus procedimientos o delitos”.


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Mantilla Martínez refiere que las Ordenanzas del consulado de Bilbao fueron realistas

y “justifican su proceder como resultado de la observación de usos comerciales en la

época, no solo en España, sino también de lo que era común en otras naciones por lo que

a este tema concerniera”[9].

Resulta importante considerar que este tratado distinguió entre distintas causas de las

quiebras, en algunos casos derivaba de hechos jurídicos, mientras que, en otros, de ciertos

actos u omisiones, pero existiendo siempre el común denominador de un daño frente a

terceros y un riesgo para el crédito.

De esta forma que se hace la siguiente distinción de los quebrados:

a) Atrasados – Las Ordenanzas contemplaban a aquellos sujetos que no se

encontraran en estado de insolvencia, esto es, que tuvieran bienes suficientes para

satisfacer la totalidad de sus deudas, pero que se encuentran en estado de mora por no

poder cumplir con sus obligaciones en tiempo.

b) Infortunios imprevisibles – Estos son aquellos a los que la quiebra se les

achacaba por caso fortuito. La quiebra era provocada por causas ajenas a su voluntad.

En todo caso se presumía la quiebra fortuita, salvo no se probara lo contrario, y existía

comprensión hacia ellos, “recomendándose facilidades, con intereses o no, según

convenio”[10], pero siempre tutelando a quienes de buena fe ejercían el comercio.

Sobre estos, las Ordenanzas establecían:

“A los semejantes se las ha de guardar el honor de sus crédito, buena

opinión y fama”.
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c) Fraudulentos – estos son aquellos que tienen conocimiento de su mal estado, y a

pesar de ello arriesgan el capital ajeno con dolo, prosiguiendo con el comercio perdiendo

conocidamente muchos caudales y alzándose con la hacienda ajena que pueden.

El ordenamiento en comento, textualmente los describía así:

“…y alzandose finalmente con la hacienda agena, que pueden,

ocultándose ésta y las demás alhajas preciosas que tienen, y con los libros,

y papeles de su razón, ausentándose o retirándose al sagrado de las iglesias,

sin dar, no dejar en cuenta, ni razón de las dichas sus dependencias,

reduciéndose a la última confusión a sus acreedores, de que

resulten notables perjuicios á los demás comerciantes de buena fe; por lo

cual á estos tales alzados se les ha de tener, y estimar como infames ladrones

públicos, robadores de hacienda agena, y se les persuadirá hasta tanto que

el prior, y cónsules puedan haber (tener) sus personas; y habiéndolas, las

entregarán a la justicia ordinaria con la causa que se les huviere hecho,

para que sean castigados por todo el rigor que permite el Derecho, á

proporción de sus delitos”.

Estos tratados abordaban la quiebra dándole penas tanto pecuniarias como corporales,

de acuerdo al tipo de quebrado, ya que se tipifican delitos cometidos previa y durante el

seno del proceso concursal.

8.- Novísima Recopilación de 1805


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Este ordenamiento contempla importantes fundamentos de nuestra legislación

concursal. Dentro de su libro XI, título XXXII reúne mandamientos relativos al

alzamiento, quiebras y cesión de bienes.


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1.2. Los antecedentes del Derecho concursal a nivel nacional,

2. (2P) Valiéndose de un cuadro comparativo demuestre


2.1. La diferencia entre los principios de universalidad, colectividad, de
prevención, y de integración de la norma del Derecho concursal
2.2. A través de un caso la integración de la norma del Derecho concursal
3. (3P) En relación al procedimiento concursal precise en forma objetiva y
concreta:
3.1. Los aspectos fundamentales del procedimiento concursal
3.2. El INDECOPI , su organización, estructura, funciones en relación al
procedimiento concursal
3.3. El destino del deudor.

4. (2P) Valiéndose de un esquema de contenidos


4.1. Los aspectos relativos al patrimonio sujeto al procedimiento concursal,
4.2. Créditos comprendidos en el concurso,
4.3. Créditos post concursales

5. (2P) Valiéndose de un cuadro comparativo,


5.1. La diferencia entre el procedimiento concursal preventivo y procedimiento
concursal ordinario..

6. (2P) Valiéndose de un esquema de contenidos

6.1. Lo relativo a la Junta de Acreedores


6.2. La participación del deudor y de los acreedores en la Junta de acreedores.
7. (3P) Precise en forma objetiva
7.1- Los alcances de la disolución, de la liquidación y
7.2- De la liquidación en marcha.
8. (2P) Precise en forma objetiva
8.1. Los alcances de la quiebra y del acuerdo global de refinanciación.
9. (2P) Precise en forma objetiva
9.1. La intervención de entidades y el régimen de infracciones y sanciones.

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