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Seminario de Espíritu de Profecía

Asociación Centro Sur de la Iglesia Adventista del Séptimo Día-Chile


Iglesia de Concepción Central
Ponencia Primera: «Entre el Perdón y la Reflexión»
Prof. Héctor Salazar
Sábado 11 de noviembre / Hora 10:15-10:45

Si se ha puesto en tanto este título, se ha hecho a fuerza de exigir entre todos


nosotros una detención. Una especie de actividad un tanto fortuita quizás, inusitada,
probablemente. Porque «Perdón» y «Reflexión» le viene hoy en día como una cuestión
nostálgica, pero de manera intencional se ha puesto un «entre». Es decir que media
entre ambos, el perdón y la reflexión. El «entre», es precisamente el lugar donde nos
situamos hoy. El «entre», es la figura de la tensión, que busca darse mientras más se
tensiona, figura con mayor intensidad una nueva identidad que se va creando en la
experiencia de la religiosidad.

El perdón y la reflexión se hallan siempre unidos, creo más que lo que nos
hemos dado cuenta. Es cierto sin embargo que probablemente la figura del perdón
este estereotipada en la experiencia eclesiástica. Y quizás, al hacerse ya tan trivial, el
término perdón no concite más que un favor pueril de bondad.

Pero una básica mirada al AT, se establece que el perdón es algo que hay que
buscar, disponerse hacia él de modo intencional. Vemos a un Jacob, luchando hasta
hacer fusionar: el perdón y la bendición (cf. Gén 32) David recuerda que el perdón, es
por el amor de tu nombre, oh Jehová (cf. Salmo 25:10) Salomón advierte que el perdón
se halla: en buscar a Jehová en el Templo, Jehová allí oye y está presto, atento (cf. 1 Rey
55:49, 50) El texto declamativo de Isaías 55:7
«Deje el impío su camino, el hombre impío sus pensamientos
Y vuélvase a Jehová, el cual tendrá misericordia, y al Dios
nuestro, el cual será amplio en perdonar»

1
El amor invencible de Jehová, rompe todo esquematismo para una teología
del puro juicio, exento de misericordia y pasión por el hombre. No el creyente,
solamente es objeto de amor de Jehová, sino el hombre impío, el que le niega y le ha
puesto en el olvido.
El perdón ha subido a la categoría de acontecimiento, pues, es totalmente
inesperado, se esperaba un castigo indolente a la soberbia pecaminosa del hombre.
Por el contrario, Dios a través del profeta interrumpe con aclamaciones de perdón,
encomendado el profeta a hablar, desde ahora a un hecho histórico, insólito y glorioso1.
En Nehemías 9, el perdón es sinonimia de «no abandono» (cf. Neh 9:17)
Quien busca Dios en oración e intercede por algún otro, ha de contarse
también entre los pecadores, sólo allí el perdón es justicia también (cf. Dan 9:4, 5) Es el
propio Jehová, quien «perdona la iniquidad», del mismo modo que «se complace en
la misericordia» y «arroja a las profundidades» de sus redimidos (cf. Miq 7:18, 19)

II
Tal acontecer, se da también en el NT, pues, se deja notar que el perdón debe
ministrarse a otros, es un requisito para que el perdón sea un acto renovador en la
comunidad de creyentes (cf. Mat 6:14, 15) La figura del perdón, tan insistentemente
usado por Jesús, viene sin embargo a estar satisfactoriamente determinada por la
expresión: Reino de Dios. La nueva comunidad de filial que invoca a Dios por Padre
– Abba-, es la comunidad del Reino de Dios2. Pero es bien sabido, desde el AT, que
la venida del Reino, no se da sin que venga con ello, el arribo del Espíritu de Dios
(cf. Lc 1:52, 53)
Del mismo modo que no es mera confesión, sino también una actitud que hay
que asumir, siendo cristiano; no es una posibilidad es una exigencia a los hijos de
Dios así que: soportaos y perdonaos unos a otros (cf. Col 3:13) Curioso es que a la par
del perdón, se le asocie «la amabilidad» (cf. Efe 4:32) Pero no hay perdón sin confesión,
precisamente en ese orden (cf. 1 Jn 1:9)

La figura del perdón es a todas luces, la cuerda que hace vibrar toda la
armonía del Evangelio. Pero la figura del perdón no se da sin sangre, es decir, no se
da sin ningún costo: «tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros

1
Von Rad, Gerhard. 2000. Teología del Antiguo Testamento. Ediciones Sígueme, Salamanca. 2:313.
2
Jeremías, Joachim. 2001. Teología del Nuevo Testamento. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1:48.

2
pecados» (cf. Efe 1:7) Esta es una compra, un Go’el ha venido a favorecernos, ha
comprado nuestra deuda, pues él es, la: «redención de nuestros pecados» (cf. Col 1:14)

III

Pero qué diremos entre tanto de la «reflexión», precisamente es una «reflexio»,


es decir un “echar hacia atrás, un comenzar de nuevo”, posee además este término
latino, un aspecto copulativo del verbo «flectere», que indica “sucesión y
manumisión”. La palabrita que hemos usado «manumisión», consiste en el acto en
la cual la Roma antigua, desarrollaba el proceso de dejar libre a un esclavo, era un
liberto. La figura del perdón y la reflexión son para el caso, particularmente este, una
misma cosa en nuestro lenguaje de la fe, siguiendo P. Ricoeur3.
Pero la figura de la reflexión, si en caso, desde ahora, cobra un sentido
distinto, lo es a fuerza de la propuesta que se determina por el perdón y desde él.
Pero este doble aspecto que conserva en su etimología el término, es un tanto más
amplio: por un lado, el giro, un comenzar de nuevo, por el otro, la libertad, después
de una figura opresiva severa.
Detengámonos en Isaías 1:19, la figura de «estar a cuenta», si en caso no es ya,
caer en la cuenta, en rigor, pleitear con Dios. Nuevamente en Isaías, Jehová dice «Yo,
yo soy, el que borro tus rebeliones por amor a mí mismo (…) Hazme recordar, entremos en
juicio juntamente» (cf. Isa 43:25, 26) ¡Qué hermoso pasaje de las Escrituras! Dios ha
entrado en un olvido consciente. La figura del olvido es lo presente. Resulta curioso,
pues, Dios vive en un eterno presente, es decir «el borrar las rebeliones», un
borramiento total, radical. Dios invita a una reflexión, es decir “un comenzar de
nuevo”.
En Amós 4:6-11, contamos seis veces esta lapidaria frase: «no os volviste a mí,
dice Jehová». Y el «por tanto», es la conclusión del día del juicio. Donde Dios, dice
«Prepárate para el encuentro de tu Dios» (cf. Am 4:12)
Aquello es semejante al mensaje de Jesús en el Sermón de la llanura – diría
Ellen White- del Monte dicen los teólogos4. Hagamos un alto en un texto que, a

3
Ricoeur, Paul. 1978. El Lenguaje de la Fe. Editorial la Aurora, Buenos Aires.
4
Schnackenburg, Rudolf. 1998. Todo es Posible para el que Cree. El Sermón de la Montaña y el Padre Nuestro
en la Perspectiva de Jesús. Ediciones Paulinas, Buenos Aires.

3
nuestro juicio, tiene algunos paralelos con el texto de Amós 4. Nos referimos a Mateo
5:29, 30. El texto en cuestión dice lo siguiente:

«Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, córtalo…


Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, sácalo....»

Es evidente que el lenguaje metafórico domina la escena. Jesús no habla de


un mutilamiento del cuerpo para enmendar los pecados. Pero de una manera clara
y autoritativa, determina un rol que hemos de jugar en la experiencia del triunfo o
sometimiento de nuestras pasiones. Es decir, reflexiona un tanto, date por enterado.
No puedes ser esclavo de ti mismo, necesitas volver a ser libre, pero para ello,
requieres tener cierto rol en tu experiencia de liberación del mal.

IV

Ellen White escribió en el Camino a Cristo, p. 10:

«El corazón de Dios suspira por sus hijos terrenales con un amor más fuerte
que la muerte. Al dar a su Hijo nos ha vertido todo el cielo en un don. La vida, la
muerte y la intercesión del Salvador, el ministerio de los ángeles, la
imploración del Espíritu Santo, el Padre que obra sobre todo y a través de
todo, el interés incesante de los seres celestiales; todos participan en beneficio de
la redención del hombre»5.

Del mismo modo que dice:


«Jamás podrían haberse puesto en acción motivos más fuertes y medios más poderoso:
los grandiosos galardones por el buen hacer, el goce del cielo, la compañía de
los ángeles, la comunión y el amor de Dios y su Hijo, la elevación y el
acrecentamiento de todas nuestras facultades por las edades eternas»6.

Finalmente, este es un texto que deseo leer detenidamente. Habla del mal
carácter de los cristianos:

5
White, Ellen. 2015. El Camino a Cristo. ACES, Buenos Aires. p. 10.
6
Loco Cit.

4
«Hay personas que han conocido el amor perdonador de Cristo y desean
realmente ser hijos de Dios; pero reconocen que su carácter es imperfecto y
su vida defectuosa; y propenden a dudar de si sus corazones han sido
regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no cedan a
la desesperación. A menudo tenemos que postrarnos y llorar a los pies de
Jesús por causa de nuestras culpas y equivocaciones; pero no debemos
desanimarnos. Aun si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados
ni abandonados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por
nosotros»7.

7
White, Ellen de. 2012. El Camino a Cristo. White Estate, Inc. p. 38.

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