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Delmira Agustini, El cisne (1913)

Pupila azul de mi parque Y vive tanto en mis sueños,


es el sensitivo espejo Y ahonda tanto en mi carne,
de un lago claro, muy claro!… que a veces pienso si el cisne
Tan claro que a veces creo con sus dos alas fugaces,
que en su cristalina página
se imprime mi pensamiento. sus raros ojos humanos
y el rojo pico quemante,
Flor del aire, flor del agua, es solo un cosne en mi lago
alma del lago es un cisne o es en mi vida un amante…
con dos pupilas humanas,
grave y gentil como un príncipe; Al margen del lago claro
alas lirio, remos rosa… yo le interrogo en silencio…
Pico en fuego, cuello triste y el silencio es una rosa
y orgulloso, y la blancura sobre su pico de fuego…
y la suavidad de un cisne… Pero en su carne me habla
y yo en mi carne le entiendo.
El ave cándida y grave
tiene un maléfico encanto; -A veces ¡toda! soy alma;
clavel vestido de lirio, y a veces ¡toda! soy cuerpo.-
trasciende a llama y milagro!… Hunde el pico en mi regazo
Sus alas blancas me turban y se queda como muerto…
como dos cálidos brazos;
Y en la cristalina página,
ningunos labios ardieron en el sensitivo espejo
como su pico en mis manos; del algo que algunas veces
ninguna testa ha caído refleja mi pensamiento,
tan lánguida en mi regazo; ¡el cisne asusta, de rojo,
y yo, de blanca, doy miedo!
ninguna carne tan viva
he padecido o gozado:
viborean en sus venas
filtros dos veces humanos!

Del rubí de la lujuria


su testa está coronada:
y va arrastrando el deseo
en una cauda rosada…

Agua le doy en mis manos


y él parece beber fuego,
y yo parezco ofrecerle
todo el vaso de mi cuerpo…
Rubén Darío, “El Cisne” (1908)

Fue una hora divina para el género humano.


El Cisne antes cantaba sólo para morir.
Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano
fue en medio de una aurora, fue para revivir.

Sobre las tempestades del humano oceano


se oye el canto del Cisne; no se cesa de oír,
dominando el martillo del viejo Thor germano
o las trompas que cantan la espada de Argantir.

¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena


del huevo azul de Leda brotó de gracia llena,
siendo de la Hermosura la princesa inmortal,

bajo tus alas la nueva Poesía


concibe en una gloria de luz y de harmonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal.

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