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tradiciones peruanas

tradiciones peruanas

RESUMEN:

El capitán Paiva era un hombre fornido de gran estatura. Paiva tenía un problema: que seguía las
instrucciones al pie de la letra, es decir, no entendía metáforas o expresiones similares. Este
problema fue la causa por la cual Paiva nunca ascendió. Cuentan algunas anécdotas acerca de
él:El teniente Salaverry encarga una misión a Paiva que consistía en buscar y apresar a un
hombre pero en caso que no lo encontrase debería ir y allanar su casa. Paiva llego y dijo que el
mandato estaba listo, entonces fue cuando explico que había derrumbado todas las paredes que
allí habían y que el terreno de la casa estaba tan llano como la palma de su mano. Salaverry
escondió la risa que le retozaba.Salaverry tenia por asistente a un soldado que tenia por apodo
“cuculí”, este abusaba de la confianza de Salaverry, ya que, se habían conocido cuando niños.
Llego un momento en el que Salaverry advirtió a Cuculí que si seguía cometiendo tantas
barrabasadas él iba mandarlo a fusilar.Hasta que un día debieron darle una gran queja a
Salaverry para que ordenase a Paiva fusilar a Cuculí entre dos luces. Media hora después regreso
Paiva con la orden cumplida, lo fusilo entre dos faroles. A Salaverry se le escapo una lagrima ya
que él solo quería atemorizar a su asistente, él pensaba enviar la orden de indulto antes de rayar
el alba o lo que es lo mismo estar entre dos luces.Pocos días antes de una batalla Paiva planeo
un ataque que requería de algún lancero, para lo cual necesitaba de la autorización de Salaverry.
Paiva insistió mucho en lo de los lanceros, fue tanta su insistencia que Salaverry le contesto que
hiciera lo que quisiera y que se mande a matar, lo cual Paiva tomo como orden y al momento
que combatía, después de matar a un boliviano y subirlo al caballo (como lo prometió) Paiva
llego a donde Salaverry herido por las balas. Ya que Salaverry le dijo mándate a matar y Paiva lo
tomo como una orden.

AL PIE DE LA LETRA

En el año 1668 vino un fraile portugués de la orden de San Jerónimo, era el Padre Núñez. En
cuanto el padre llega a Lima, la virreina Ana de Borja, recibió un anónimo que denunciaba que el
padre era en realidad un espía secreto enviado por Portugal. La virreina convoco a sus oidores y
todos opinaron que se le condenara a la horca; la astuta virreina dijo a su audiencia que dejen el
caso en sus manos y ella sabría comprobar el autentico cargo de Núñez. Ese mismo día la
virreina manda a su mayordomo a preparar una gran comida para el padre Núñez. En el
momento de la prueba, doña Ana entra al comedor con los oidores y pudieron ecomprobar que
Núñez era cura por medio de 2 pruebas que fueron fácilmente superadas por el padre Núñez:La
primera consistió observar la cantidad de comida que podía comer el padre Núñez, si este era un
fraile debía comer demasiado y sin ningún tipo de cargo de conciencia. En esta prueba Núñez
comió rápidamente hasta saciarse.

Para la segunda prueba se necesito poner un cántaro de barro, lleno de agua. En caso que el
padre Núñez fuera realmente fraile, este no debería beber del cántaro con pulcritud ya que en el
refectorio no se acostumbraba a tomar con pulcritud.Al terminar las pruebas Doña Ana se
levanto de la mesa junto con los oidores y acordaron en dejar libre al sacerdote.

De esta forma la astuta virreina Doña Ana hizo dejo en claro que las mujeres también son
buenas gobernantes.

BEBA PADRE QUE LE DA LA VIDA

En el año 1668 vino un fraile portugués de la orden de San Jerónimo, era el Padre Núñez. En
cuanto el padre llega a Lima, la virreina Ana de Borja, recibió un anónimo que denunciaba que el
padre era en realidad un espía secreto enviado por Portugal. La virreina convoco a sus oidores y
todos opinaron que se le condenara a la horca; la astuta virreina dijo a su audiencia que dejen el
caso en sus manos y ella sabría comprobar el autentico cargo de Núñez. Ese mismo día la
virreina manda a su mayordomo a preparar una gran comida para el padre Núñez. En el
momento de la prueba, doña Ana entra al comedor con los oidores y pudieron comprobar que
Núñez era cura por medio de 2 pruebas que fueron fácilmente superadas por el padre Núñez:La
primera consistió observar la cantidad de comida que podía comer el padre Núñez, si este era un
fraile debía comer demasiado y sin ningún tipo de cargo de conciencia. En esta prueba Núñez
comió rápidamente hasta saciarse.

Para la segunda prueba se necesito poner un cántaro de barro, lleno de agua. En caso que el
padre Núñez fuera realmente fraile, este no debería beber del cántaro con pulcritud ya que en el
refectorio no se acostumbraba a tomar con pulcritud.Al terminar las pruebas Doña Ana se
levanto de la mesa junto con los oidores y acordaron en dejar libre al sacerdote.

De esta forma la astuta virreina Doña Ana hizo dejo en claro que las mujeres también son
buenas gobernantes.

BEBA PADRE QUE LE DA LA VIDA


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RESUMEN:

Don Raimundo, un hombre rico tenía una hija llamada Margarita que era una muchacha limeña
muy bonita y atractiva. Llegó de España un mancebo llamado Luis de Alcázar sobrino de un
solterón aragonés muy orgulloso. Luis esperando heredar algo de su tío, vivía tan pelado como
una rata. En la procesión de Santa Rosa, se conocieron Margarita y Luis e instantáneamente se
enamoraron. Luís sin pensarlo mucho fue a pedir la mano de Margarita, creyendo que su
pobreza no seria obstáculo para su amor. A don Raimundo no le gusto la petición y lo despidió
argumentando que Margarita era aun muy niña; pero la verdad era que a don Raimundo le
parecía muy poca cosa el sobrino del aragonés. Don Raimundo confió la verdad a sus amigos,
quienes no dudaron en contárselo Don Honorato, que así se llamaba el aragonés. Este
menosprecio a don Raimundo y reclamo contra el.

Mientras tanto Margarita sufría por que no podía casarse con Luis, ella cayo enferma y
amenazaba en convertirse en monja si no la dejaban casarse con Luis. Su padre llamo a muchos
médicos y curanderos, todos coincidieron en que la deberían dejar que se case o se moriría.

El padre se encamino rápidamente a la caso de don Honorato y le pidió que consintiese que su
sobrino se case con Margarita, pero don Honorato se negó; después de horas de discusión y ante
la intervención de Luis, acordaron en realizar el matrimonio pero con una condición: don
Raimundo no debería regalarle ni heredarle ni un alfiler, Margarita solo se quedaría con el
encapillado y con una camisa que le obsequiaría su padre.

Lo que no sabia don Honorato era que la camisa estaba valorizada en mucho dinero. Los recién
casados hicieron creer al tío aragonés que la camisa era muy barata, ya que si el lo hubiera
sabido los hubiera hecho divorciarse. De este modo don Raimundo cumplió su juramento.

LA CAMISA DE MARGARITA

La hacienda San Borja era bastante grande y pertenecía a los jesuitas pero no disponía de la
cantidad suficiente de agua. En el año 1651, el alcalde provincial Dr. Bartolomé de Azaña se
propuso a realizar una revisión de todas las haciendas, hablo de esto al virrey Sr. Conde de
Salvatierra. Ambos ya estaban acostumbrados a visitar haciendas hasta que llego el turno de San
Borja. Después de la inspección a los puntos hidráulicos, los loyo listas no se quedaron atrás y
ofrecieron un exquisito almuerzo, pero el virrey se percato que su plato era el único que estaba
lavado. Los jesuitas atribuyeron este hecho a la escasez de agua en la hacienda.

Y de esta forma consiguieron que les asignen un riego mas para el uso de la cocina. Por esta
anécdota el fundo San Borja fue bautizado como Lavaplatos.

LAVAPLATOS

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RESUMEN

Los incas ajedrecistas es una de las tradiciones peruanas de don Ricardo Palma que nos
transporta como siempre a la agitada vida de los primeros españoles en el Perú.

El relato se apoya en una tradición popular del siglo XVI, recogida por un anónimo cronista que
da cuenta de cómo una partida de ajedrez y su consejo para mover una pieza, le costó la vida al
Inca Atahualpa y a su sucesor, impuesto por sus verdugos, llamado Manco, hijo de su hermano
Huáscar a quien había mandado asesinar por el trono.

Con el estilo ameno que lo caracteriza, Palma relata las intensas partidas de ajedrez que
sostenían los capitanes Hernando de Soto y Juan Riquelme entre otros, en la casa donde estuvo
prisionero el Inca Atahualpa, desde 15 de noviembre de 1532 hasta su muerte, Era común ver a
los hispanos sentarse frente al tosco tablero y mover las fichas de barro, mientras el Inca
aparentemente se sumía en la preocupación de su destino final, sin prestar atención a las
partidas. Pero pronto, demostraría que no era así.

En una de las tardes ajedrecistas de Hernando de Soto y Riquelme, el primero intentó movilizar
el caballo, pero el inca lo detuvo diciéndole "No capitán, no....el castillo". Ante la sorpresa
general. Después de una breve reflexión, De Soto siguió el consejo y dio un inesperado mate,
luego de unas cuantas jugadas.

Desde aquella tarde, el inca era invitado a jugar una sola partida por De Soto, quien le cedía las
piezas blancas en muestra de gentileza. Atahualpa se convirtió en un buen discípulo. Otros
españoles, salvo Riquelme, también lo invitaban, pero el inca declinaba cortésmente a través de
su intérprete Felipillo.

La tradición popular cuenta que Riquelme no perdonó la intromisión de Atahualpa en su derrota


ante De Soto. De los 24 jueces convocados por Pizarro, se le condenó por 13 votos contra 11.
Riquelme firmó por su muerte, determinaría la pena de muerte al Inca.

Pero el ajedrez cobraría nuevamente protagonismo entre los incas y los hispanos...para
congraciarse con los nativos, Pizarro entregó la insignia imperial a Manco, un joven de apenas 18
años a quien, como primogénito de Huáscar le correspondía la corona. Sin embargo, en la
contienda entre almagristas y pizarristas que se sucedieron por el poder, Manco apoyó a los
primeros y los acogió en Vilcabamba, donde había fijado su corte.

La convivencia con los almagristas hizo que el nuevo inca se "españolizara" y cogiera sus gustos,
entre ellos, el ajedrez y las bochas. Estaba escrito una vez más, que el ajedrez movería sus piezas
con el signo de muerte.

Una tarde, jugando una partida con un hispano, intentó hacer un enroque prohibido por las
reglas del juego. Apenas lo hizo, se escuchó un comentario despectivo de su oponente, al que
Manco pasó por alto para seguir defendiendo su jugada. Los ánimos se caldearon y un bofetón
del inca al agresor, fue respondido por dos puñaladas que apagaron su vida. Los nativos cobraron
venganza y mataron no sólo al verdugo de Manco, sino a cuanto español encontraban en el
lugar.

Irónicamente, mover las piezas de un noble juego, determinaba una vez más el destino de un
inca.

EL INCAS AJEDRECISTAS

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RESUMEN

Seríamos distraídos si no describimos la entrada a la ciudad de un virrey. El primero que entró


con ceremonial fue don Andrés Hurtado de A Mendoza. Llegados de México o España recalaban
en Paita y a caballo hasta Santa; de allí, enviaban los pliegos y títulos para el virrey saliente o la
Audiencia. La Audiencia los pasaba al Cabildo y al otro día, autoridades y vecinos ilustres salían a
la plaza, y entre música y cohetes se pregonaba la noticia. El día de la entrada, a las doce,
montaba el virrey en un lujoso coche. La procesión iba por la calle de las Mantas hasta San
Sebastián, y luego Monserrate.Allí se le acercaba el mayordomo de la ciudad, y ofrecía le el
caballo. Descendía el virrey, subía al tablado y (con su esposa, si la había) sentábase para
presenciar el desfile. Llegaban la Inquisición, el Cabildo y aguardaba la Real Audiencia.

Parábase el virrey y uno de los regidores, comisionado por el Cabildo dirigíale el discurso de
saludo, que finalizaba llamándolo a juramento. El virrey se arrodillaba y el escribano del Cabildo
decía: “¿Vuecencia, jura por Dios, Santa María, los Evangelios; por el crucifijo y señal de la cruz,
que guardará a la ciudad los fueros que los reyes le han concedido?”.

- Así juro y prometo -contestaba el virrey.

- Si así lo hiciere, Dios le ayude -decía el más anciano de ellos.

Y el pueblo, humildísimo, vasallo, prorrumpía en vítores. La Audiencia se acercaba y montaba el


virrey a caballo. De los balcones arrojaban las señoras flores sobre él.

En el atrio de la Catedral, el clero lo recibía y se cantaba un Tedeum. Luego, con los oidores y
personalidades entraba en palacio, donde lo recibía el virrey cesante.

Las candeladas en las calles, corridas y demás regocijos no se ceñían a programa alguno.

La huelga duraba tres días.

LA ENTRADA DEL REY

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RESUMEN

Sucedió en la hacienda San Pedro Alejandrino, en una tarde de diciembre de 1830.

En el espacioso corredor y sentado en un sillón, veíase a un hombre demacrado, a quien una tos
tenaz convulsionaba de hora en hora. El médico le propinaba una poción calmante, y dos viejos
militares, que silenciosos y tristes paseaban en el salón, acudían solícitos al corredor.

Más que de un enfermo, se trataba ya de un moribundo; pero de inmortal renombre.

Pasado un fuerte acceso, el enfermo se sumergió en profunda meditación, y luego dijo con voz
muy débil:

- ¿Sabe usted, doctor, lo que me atormenta al sentirme ya próximo a la tumba?

- No, mi general.

- la idea de que tal vez he edificado sobre arena movediza y arado en el mar.

Una sonrisa tristísima se dibujó en su rostro y...

- ¿No sospecha usted, doctor, quiénes han sido los tres más insignes majaderos del mundo? -dijo
pausadamente.

- Ciertamente que no, mi general.

- Acérquese usted, doctor... se lo diré al oído. Los grandísimos majaderos del mundo hemos sido
Jesucristo, Don Quijote y... yo.

LA ÚLITMA FRASE DE BOLIVAR

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RESUMEN

Cuando San Martín desembarcó en Pisco con el ejército libertador, no faltaron ministros que,
como el Obispo Rangel, predicasen atrocidades contra los patriotas. Que vociferen los que
arriesgan la pelleja es justo; pero no que los ministros de Dios aticen el fuego. Como aquel que
en una catástrofe daba alaridos: “¡Cállese, marica! ¡Quejarse por un pie torcido cuando ve
muerto que no chilla!”,

Tras el curato de Chancay estaba el franciscano Fray Matías Zapata, un godo que después de la
misa dominical exhortaba a los feligreses para \que se mantuviesen fieles al rey: Refiriéndose al
generalísimo, predicaba así: “El nombre de ese insurgente de

San Martín es una blasfemia y está en pecado mortal lo que pronuncie: ¿Qué tiene de santo el
malvado? ¿Llamarse así, con agravio del caritativo San Martín de Tours?...

Confórmese con llamarse Martín, - añadió - por lo semejante con el hereje Martín Lutero, que
debe arder en el infierno. Declaro excomulgado a todo el que grite: ¡viva San Martín!, porque es
mofarse de nuestro Dios.

Los patriotas ocuparon Huacho y Chancay, y entre los caídos en chirona se encontraba Fray
Matías. Llevaron al frailuco ante San Martín:

- ¿Es cierto que me ha comparado con Lutero, - le dijo San Martín - y que le ha quitado una
sílaba a mi apellido?

El cura tembló y apenas si hilvanó que había cumplido órdenes y que predicaría devolviendo la
sílaba.

-No me devuelva nada, -dijo el general- pero sepa usted que yo, en castigo de su insolencia le
quito también la primera sílaba de su apellido, y lo fusilo el día que firme Zapata. Desde hoy no
es usted más que el padre “Pata”.

Y, hasta 1823, no hubo en Chancay documento parroquial que no llevase por firma “Fray Matías
Pata”. Vino Bolívar, y le devolvió el uso de la sílaba eliminada.

EL PADRE PATA

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RESUMEN

Comieron en un plato: perro, pericote y gato. Con este pareado circulaba un impreso de
milagros, allá por 1840, durante la beatificación de Fray Martín de Porres.

Nació en lima el 9 de diciembre de 1579; hijo del español Juan de Porres y de una panameña.
Desde muy niño, llevolo su padre a Guayaquil, donde aprendió a leer y escribir. A su regreso,
aprendió el oficio de barbero en Malambo.
Mal se avino Martín con la navaja, optando por la carrera de santo. Vistió a los veintiún años de
lego en Santo Domingo, donde murió el 3 de noviembre de 1639.

El lego tuvo apego por los pericotes, que llegaron con un cargamento de bacalao que envió el
obispo de Palencia.

Los indios les decían hucuchas o salidos del mar. Ya en el convento, campeaban en celdas,
cocinas y refectorios.

Los gatos, muy escasos, fueron traídos por el soldado Montenegro que vendió uno a Almagro “el
Viejo”.

Aburridos los frailes, inventaron trampas para cazar ratones. Martín puso una en la enfermería y
uno bisoño, atraído por el queso, se dejó atrapar en ella.

-Hermanito, - le dijo Martín - diga a sus amigos que vayan a la huerta, que yo les llevaré
alimentos cada día. y la ratonil muchitanga se mudó a la huerta.

Martín los visitaba y ellos acudían como llamados con campanilla.

Tenía también un perro Y un gato que comían en un solo plato. Una tarde, el perro gruñó y
encrespose el gato, pues un ratón - atraído por el olor - asomó el hocico fuera de su agujero.
Martín, mirando a perro y gato, les dijo:

- Cálmense, criaturas de Dios; - y acercándose al agujero, añadió - salga sin cuidado, hermano
pericote, debe tener hambre; apropincuase que no le harán daño... Y ustedes, denle un lugar al
convidado, que Dios da para tres.

El ratón, sin hacerse de rogar, aceptó el convite; y desde ese día comió en amor y compañía de
perro y gato.

LOS RATONES DE FRAY MARTÍN

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RESUMEN

Pachacútec logró someter a los huancas, pero reconociendo por cacique a Oto Apu-Alava, Preso
Atahualpa, envió Pizarro fuerzas a todo el imperio. Apu- Alaya no demoró en reconocerlo, a
trueque de conservar sus títulos. Y Pizarro, sagaz político, se unió a él; llevando al bautizo, en
calidad de padrino, a Catalina Apu-Alava o Catalina Huanca.

Calcúlase en cien mil pesos los azulejos y maderas que donó para erigir el convento San
Francisco; y asociada al arzobispo Loayza, el hospital de Santa Ana.

Los indios la trataban como reina y los españoles, por codicia, la respetaban al verla traer -de la
Sierra a Lima- cincuenta acémilas cargadas de oro y plata.
Al cura de San Jerónimo, en 1642, e le avisó que el arzobispo Pedro Villa Gómez había nombrado
un visitador.

Debían agasajarlo y no tenía los medios. Su sacristán, un indio viejo, asumió la congoja del cura.

- Déjate vendar, -le dijo- y te llevaré hasta un tesoro.

Pensó que el indio había bebido, pero acabó por ir con él. Tras idas y venidas para marearlo,
bajaron a un subterráneo, le quitó la venda y el cura se quedó helado. Veía ídolos de oro en
andas de plata y barras de este reluciente metal esparcidas por el suelo.

El visitador se quedó tres días de tanto boato.

Poco después, el cura empezó a perder peso y a divagar. ¿Y el sacristán?, como si la tierra se lo
hubiera tragado.

Pensó el cura que el indio había sido el diablo, y regalo del infierno el oro y plata obsequiados. Y
a tanto llegó su angustia, que se encaprichó en morirse y así lo hizo.

En el archivo de Ocopa está su testimonio sobre el tesoro que el diablo le hizo ver. Y existe en
San Jerónimo la casa de Catalina Huanca. El pueblo cree que allí yace su tesoro; y siguen
excavando para evitar que se críe moho.

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