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Tema 1.

La historia medieval en España en el marco de la historia medieval universal:

Las coordenadas de la historia medieval universal:

La llamada historia universal es en realidad un espacio circunmediterráneo dividido en tres subespacios que
son: Europa occidental, Bizancio e Islam.

La periodización es de tipo europeo y se intenta adaptar a los otros dos espacios.

El tiempo se dividía en:

− Alta edad media:

− plena edad media siglos XI−XIII.

− Baja edad media siglos XIV−XV.

Bizancio y el Islam se presentan esbozados pero luego el estudio se centra en la cristiandad occidental o
Europa. El estudio de este espacio se suele descomponer en: demografía, economía, sociedad, política y
cultura.

La progresiva aplicación de este esquema de historia de Europa a la historia de España:

Hace unos años predominaba la idea de que España era diferente, esta idea provenía de la hipervaloración que
se hacía de la presencia musulmana en España y de la Reconquista. Se consideraba que esta característica no
se había dado de un modo similar en ningún otro lugar.

Tras la guerra civil los historiadores comienzan a preguntarse como España llegó a esa situación de
enfrentamiento porque fue una etapa que afectó a la conciencia colectiva y se intenta hacer una reflexión.

Se dan varias interpretaciones entre las que destacan las de Américo Castro que era un filólogo exiliado en
Méjico y la de Claudio Sánchez Albornoz, historiador exiliado en Argentina. Debaten entre ellos por medio de
sus libros y artículos.

− En 1946 A. Castro escribió Cristianos, moros y judíos en la historia de España. En este libro propone que en
la historia de España estos tres grupos convivieron hasta que en el siglo XII tras las grandes conquistas el
poder cristiano se convirtió en hegemónico. A partir de entonces los moros y los judíos deben convertirse al
cristianismo u ocultarse.

Estos grupos debían escribir metafóricamente y tienen una cultura soterrada al margen del catolicismo oficial.
Esta situación dio origen a las dos españas una oficial y otra clandestina. Hay momentos en las que ambas se
enfrentan en guerras civiles y otros en los que conviven en paz.

− Sánchez Albornoz escribió en 1956 España un enigma histórico en el que argumenta que España es
diferente por dos razones:

El hombre hispánico es diferente del francés o del alemán porque tiene unos genes diferentes. ( los genes
diferencian las culturas nacionales).

La edad media española fue tan singular que marca la diferencia con el resto de los países del entorno. La

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reconquista creó una sociedad preocupada por la guerra y despreocupada del pasado, se fía todo a un golpe de
suerte, frente al trabajo cotidiano que caracteriza a otros pueblos como los alemanes.

El hecho de la presencia musulmana en España genera una actitud y un tipo de comportamiento característico.
( Incapacidad del español para sostener un esfuerzo o trabajo continuado).

Esta idea fue dominante hasta 1970 pero luego se desvanece ya que se ve que España no es tan diferente por
varias razones.

Una de ellas es que la reconquista se puede equiparar con el avance alemán hacia el este. Durante la
reconquista se están produciendo las cruzadas contra los árabes para recuperar Tierra Santa por lo que se da en
Europa hechos parecidos a la reconquista.

Además, el arte románico llega a España y se difunde por toda Europa por lo que existía una cierta unidad
cultural.

A partir de 1964, España intenta entrar en la Unión Europea por lo que intenta no diferenciarse como antes si
no parecerse, el sentimiento de nacionalismo dejó paso a otro de que España participaba de la historia
Europea.

Hasta 1970 la historia española era de tipo institucional pero no se trataban aspectos económicos, intelectuales
ni sociales. La preocupación por estudiar estos campos se debe al materialismo histórico.

Para Sánchez Albornoz, los habitantes de España tenían unos genes similares por lo que entre musulmanes y
cristianos no había diferencias si no pequeños matices culturales y religiosos.

Pero en 1975 se publicó una obra por Pierre Guichard que revolucionó el planteamiento de la historia a la que
nos estamos refiriendo, Al Andalus estructura antropológica de una sociedad islámica en occidente. Para el
autor la sociedad del Al Andalus es una sociedad diferente del resto de España, la cristiana y la musulmana
son dos sociedades que tiene unas pautas de funcionamiento distintas.

Esta idea se acepta ahora totalmente. A partir de esta aceptación se pudo distinguir dos espacios culturales en
España que corresponden a la Europa cristiana y al mundo árabe. Por lo tanto a la España cristiana podemos
aplicarle las pautas de periodización histórica europea.

Tema 2. La España visigoda: las estructuras de poblamiento y la actividad económica:

Introducción: del mundo antiguo a la sociedad feudal:

− Imperio Romano: las ciudades tienen instituciones municipales, urbs + territorium, existe un comercio muy
importante, las relaciones políticas son de tipo público ya que el estado proporciona justicia, fiscalidad y
protección del ejército, existe una tolerancia religiosa, gran desarrollo cultural, sistema esclavista.

− Espacio cristiano en el siglo XI: no hay ciudades grandes, la unidad básica de población es la aldea, el
comercio es escaso lo que hay es una actividad rural que tiende a la autosuficiencia, las relaciones políticas
son de tipo privado ya que los señores ocupan el lugar del estado, desaparece la tolerancia religiosa monopolio
del cristianismo, escaso desarrollo cultural, siervos.

− Espacio musulmán en el siglo XI: si existen las ciudades desarrolladas pero no hay instituciones
municipales por lo que no tienen autonomía política, comercio de corta y larga distancia, relaciones políticas
de tipo público menos codificadas que en el mundo romano porque los códigos romanos eran laicos y los
musulmanes no, tolerancia religiosa con las religiones del libro, gran desarrollo cultural en todos los campos,

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aparcería.

Existen dos hipótesis para explicar el paso de la sociedad antigua a la feudal:

Hipótesis de la evolución: hasta 1980 era la más aceptada se cree que se produce una lenta evolución del
imperio romano a la sociedad feudal.

Hipótesis de la mutación: se difunde a partir de 1980 sobre todo por los franceses, el cambio es un proceso
rápido. Las características del imperio romano fueron prolongándose hasta el año 1000 y será en este
momento cuando las relaciones políticas públicas se transformen en privadas por la toma del poder de los
señores.

La entrada de los pueblos germánicos en la península:

La situación de las provincias occidentales del imperio:

Las ciudades empiezan a perder su protagonismo como centros de coordinación del territorio porque los ricos
se van a vivir a las casas que tienen en el campo llamadas villas. Esto produce una revalorización de la aldea o
vici.

El comercio se debilita debido a la ruralización, se tiende a la autosuficiencia en las villas.

Desde el siglo I las fronteras del imperio ya no crecen más por lo que se pierde el, suministro de esclavos por
guerra, además, se eleva la condición de los pueblos aliados otorgando el ius latini primero y la ciudadanía
romana después. Por si fuera poco la expansión del cristianismo da lugar al proceso de hominización de los
esclavos ya que pedía la igualdad de todos los hombres en contra del concepto de Aristóteles.

Posteriormente los esclavos se convirtieron en siervos que tenían condición jurídica.

Al no existir esclavos para mantener la estabilidad en las fronteras, se suben los impuestos para pagar nuevos
soldados.

Los campesinos no se sienten protegidos por el estado y están hartos de pagar tantos impuestos por lo que
recurren a los grandes propietarios para que los protejan a cambio de entregarles sus tierras. Este sistema se
llama encomendación. El gran propietario se convierte en un señor que ejerce competencias públicas en
beneficio privado. El pequeño propietario se convierte en un colono.

En todas las crisis la gente busca soluciones de tipo místico que ofrecen una salvación, se pasa de la libertad
de culto al monopolio cristiano ( 380 edicto de Tesalónica).

Muchos pensadores clásicos al abrazar el cristianismo se plantean un debate moral ya que en muchas
ocasiones la nueva religión critica o prohíbe sus conocimientos anteriores por lo que la cultura se debilita.

Los desplazamientos de los germanos dentro del imperio: de Adrianópolis a Roncesvalles:

La entrada de los godos, visigodos y grupos de ostrogodos se produjo en el año 376 cuando cruzaron el río
Danubio debido a que el año anterior los hunos habían cruzado el río Don y presionaban sobre los godos.

Estos fueron aceptados y el emperador se comprometió a mantenerlos con cargo al fisco imperial a la annona.
Los abusos de los funcionarios romanos soliviantaron a los godos quienes tras sublevarse en el año 378
aplastaron al ejército imperial en Adrianópolis.

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En el 405 el emperador Teodosio trasladó la corte imperial a Rávena por miedo a los ostrogodos que entraron
en Italia. En el 407 los visigodos invadieron la Galia por lo que las tropas romanas acantonadas en Britannia
pasaron al continente. En el 409 los invasores de la Galia empujados por las tropas romanas que venían de
Bretaña se movieron hacia el sur, a finales del 409 suevos, vándalos y alanos cruzaron los Pirineos y se
internaron en Hispania. En el 410 las gentes de Alarico saquearon Roma.

La entrada de los germanos en la península:

En el 411 en virtud de un foedus pactado con el Imperio de Occidente los recién llegados se establecen en las
distintas áreas peninsulares dejando libre la Tarraconense.

En Galaecia se establecen los suevos y los vándalos asdingos, en la Lusitania y Cartaginense se asentaron los
alanos y en la provincia Bética los vándalos silingos. En total eran unas 200.000 personas frente a 5.000.000
de hispanorromanos.

El foedus entre el imperio y los visigodos:

Las correrías de los visigodos por Italia estimularon al emperador Honorio a ensayar una nueva fórmula:
convertirlos en una fuerza de policía a las órdenes imperiales que controlara y si fuera posible eliminara los
otros pueblos germanos del imperio.

El pago recibido por sus primeros servicios contra los vándalos no satisfizo a los visigodos quienes entraron
por primera vez en Hispania en el 415 y se asentaron en la Tarraconense, aún en manos romanas, lo que les
permitió seguir en contacto con el resto de su pueblo asentado en las Galias.

En el 418 y para evitar males mayores el emperador accedió a instalarlos en Aquitania entre Toulouse y el
atlántico. Este foedus convirtió a los visigodos en federados del imperio los que supuso el reconocimiento
imperial del primer reino Bárbaro de occidente.

Con este pacto quedaron cubiertos dos objetivos:

− Reducir la actividad devastadora de los pueblos germanos.

− Estimular el arraigo de los invasores en territorio hispánico evitando posibles aventuras marítimas.

Los romanos no podían permitirse perder el control del mediterráneo ya que era la manera de mantener las
relaciones con el resto del imperio y la única manera de asegurar el abastecimiento de la capital que se
realizaba sobre todo desde el norte de África.

Nuevos movimientos de los germanos en la península:

Como antes se ha mencionado los romanos necesitaban el control del mar, por lo que durante años existió la
pena de muerte para quien enseñara a los germanos la construcción naval. Pero a partir del 426 los vándalos
comienzan expediciones marítimas a Baleares hasta que en el 429 los Vándalos de Genserico cruzan al norte
de África. Recorrieron la zona persiguiendo a los católicos ya que ellos eran arrianos, estos católicos
perseguidos pasaron a la Bética. El dominio del litoral norteafricano permitió a los vándalos interrumpir las
relaciones marítimas de abastecimiento entre África y Roma por lo que incapaz de dominar la situación,
Roma suscribió un foedus con los vándalos.

En la península Ibérica la marcha de los vándalos dejó espacio libre a los suevos para realizar incursiones que
llegaron a Mérida y Sevilla.

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Los visigodos siguen actuando como auxiliares del imperio romano hasta mediados del siglo V, en que tras su
victoria cerca de Astorga sobre los suevos éstos quedaron arrinconados en la Galaecia. Hasta entonces las
incursiones visigodas tuvieron como objetivo la dominación de los restantes pueblos germánicos que
operaban en la península.

Tras la batalla de Astorga en el 456 la entrada de los visigodos fue un establecimiento pacífico. En el año 460
el rey visigodo Eurico sigue viviendo aún en territorio romano, aunque por poco tiempo, para reforzar la
identidad de su pueblo escribió un código germanizante en el 465. En el 475 Eurico rompe el foedus que tenía
con Roma.

En el 476 desparece definitivamente el imperio con la deportación del último emperador Rómulo Augústulo,
depuesto por Odoacro.

Los visigodos controlaban los territorios al norte y sur de los Pirineos.

Al norte del Loira los francos quieren ampliar sus dominios e intentan aliarse con los galorromanos de la zona
visigoda. Para ello Clodoveo, rey franco, se convierte al catolicismo. Desde entonces los galorromanos miran
con hostilidad a los dominadores visigodos que eran arrianos.

En el año 506 el rey visigodo Alarico II hace un intento de congraciarse con sus súbditos galorromanos y
promulga la Lex romana visigothorum o el Breviario de Alarico en la que se refuerzan los aspectos
romanizantes.

En el año 507 los francos con Clodoveo al frente derrotan a los visigodos en la batalla de Vouillé por lo que el
reino de Tolosa desparece y los visigodos penetran en la península. Sólo quedó un pequeño reducto al norte de
los Pirineos en manos visigodas, la Cataluña francesa también llamada Septimania o Narbonense.

El asentamiento de los visigodos en Hispania:

Se instalaron unos 200.000 visigodos a lo sumo frente a los 4 millones de hispanorromanos que ya habitaban
la península.

La arqueología y la onomástica nos dan pocas pistas sobre las zonas de asentamiento, pero en general se sabe
que la comarca habitada por los visigodos estaría centrada en la actual provincia de Segovia, extendiéndose
por las limítrofes al norte y sur del sistema central. En el resto de la península sólo se mantienen pequeñas
guarniciones militares en las ciudades más importantes como Hispalis.

Los motivos del establecimiento de los visigodos en estas zonas pueden deberse a tres causas:

− la inferioridad numérica les animaría a asentarse lejos de las grandes zonas hispanorromanas y es probable
que no quisieran dispersarse para mantener contacto entre familias.

− el centro vital de Hispania se había desplazado en los siglos IV y V al área entre el Duero y el Tajo para
aprovechar los grandes latifundios agrarios.

− la situación de su asentamiento principal les permite hacer frente a vascones, suevos y francos.

− falta de una identificación del pueblo godo con el espacio geográfico total de la península.

Los visigodos se establecieron distribuyendo la tierra de los hispanorromanos de la siguiente manera: los
visigodos se quedan con dos tercios de las tierras cultivables y con un tercio de las zonas no cultivadas como
los bosques.

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La antigua urbs se debilita pero florece la villa. En los bordes de las villas se instalan personas libres que
viven en pequeñas agrupaciones y que pueden tener alguna vinculación con la villa o no y que dan origen a las
aldeas.

La palabra que antes designaba una gran explotación pasa a

nombrar a las pequeñas poblaciones que luego se instalan en

el borde de la villa.

El término correcto

para hábitat rural es

vici. Ahora villa significará lo mismo que vici = aldea.

La distribución y evolución de la población en la España visigoda:

Las aldeas rurales experimentan un florecimiento mientras que las ciudades se degradan. A medida que pierde
su importancia económica el municipio desparece. Sólo la corte establecida en Toledo desde mediados del
siglo VI favorece la existencia de una ciudad que junto a Córdoba y Zaragoza no sea periférica.

Se sabe que la población tenía una corta esperanza de vida, a los 15 años los visigodos eran mayores de edad.
Es frecuentes la peste ( 543) y el hambre. La gran dispersión de la población limitó mucho la propagación de
la peste que se concentró sobre todo en el litoral mediterráneo.

La población vive en el límite de la subsistencia debido a los fenómenos climáticos y a una explotación de la
tierra poco productiva. Las prácticas de control de la natalidad como los abortos o el infanticidio estaban
prohibidas por cánones conciliares visigodos.

La actividad económica: continuidad y debilitamiento respecto al bajo imperio romano:

En agricultura, comercio e industria los siglos VI y VII son prolongación directa de los últimos tiempos del
imperio Romano, se inscriben en la decadencia que ya se apuntaba en el siglo III. Sólo la actividad rural
mantiene su importancia las demás actividades se debilitan. En cada unos de los tres sectores se mantienen las
tradiciones bajorromanas: la forma de explotación agraria es la villa en la que los esclavos son ahora
sustituidos por siervos, los itinerarios comerciales interiores son menos frecuentados porque se tiende al
autoabastecimiento dentro del propio terreno, todo es herencia del bajo imperio romano los germanos sólo
aportaron la tradición del trabajo en metal aunque este tampoco arraiga más que para fabricar objetos de lujo
ya que las minas romanas se abandonan.

Progresa la gran propiedad como unidad de producción de la que se obtienen productos agrícolas y ganaderos.
Sus propietarios son nobles visigodos e hispanorromanos y de forma creciente los monasterios y las sedes
episcopales. La producción se orienta al autoconsumo y los escasos excedentes se intercambian o se ceden a
los colonos a modo de préstamo, si son vendidos el producto de su venta se atesora en forma de monedas de
oro o de objetos de lujo. Se crea un fondo de riqueza que sólo circula por la vía de la transferencia ceremonial
como don que se regala se acepta y se devuelve. Un ejemplo: un gran señor ha atesorado gran cantidad de
monedas de oro y de objetos carísimos de lujo, cuando llega una comitiva real, él por ser el gran señor de esas
tierras debe dar alojamiento a todo el séquito y ofrecerles un gran banquete propio de tan alta distinción por lo
que ofrece a sus invitados regalos como vestiduras de seda, y banquetes con lo más caro que debe pagar con
ese dinero que había atesorado. Posteriormente la corona le devolverá ese favor con otros regalos por lo que
de esta manera se produce una circulación de objetos de lujo por vía ceremonial.

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El comercio interior se enrarece y el exterior se debilita. El primero cuenta con las excelentes vías romanas
pero la demanda de productos es insuficiente ya que se generaliza la autosuficiencia.

El comercio exterior sigue operando por las vías marítimas, existe una escasa población de comerciantes pero
que son muy activos que generalmente son judíos, griegos y sirios que se asientan Córdoba, Sevilla o Mérida
que aún son ciudades importantes. Luego se unirán a este comercio los bizantinos que dominarán la zona de la
costa levantina. Este comercio de objetos de lujo apunta en tres direcciones, Bizancio, Cartago y la
Narbonense.

La atomización del espacio económico: en el ámbito rural los pagos de impuestos se realizan en especie por lo
que circula muy poco numerario. Además, el atesoramiento por parte de los señores impide también la
circulación.

Otra causa de esta atomización es que los reyes visigodos sólo acuñaban monedas de oro por lo que el
pequeño comercio local no disponía de moneda para sus transacciones y se produjo su debilitamiento. El
espacio económico pasa a ser regional.

Tema 3 La España visigoda la evolución social y política y las creaciones intelectuales:

La larga transición de la sociedad esclavista a la sociedad feudal:

Los rasgos sociales de la crisis bajo imperial:

Cuando los germanos se asentaron en la península los hispanorromanos ya estaban inmersos en un


proceso social que llevaría al debilitamiento del derecho público y al auge del privado.

Se estaban rompiendo los lazos de relación, derecho público, entre los súbditos y el poder del estado
romano simbolizado en el emperador. A su vez la desaparición de las ciudades que eran el vehículo de
las decisiones de gobierno y garantía de la relación política entre súbdito y emperador, dejaron a la
población aislada e indefensa por lo que ésta buscó sus propios medios para protegerse. Ante la
ineficacia del poder público para salvaguardar los intereses de pueblo el hombre de los siglos IV y VI se
ve obligado a tomar decisiones personales. Una de ellas fue el ascetismo eremítico origen del monacato,
pero el más común fue el refugio en las garantías reales como la encomendación, la clientela...

Este proceso ya iniciado antes de las invasiones germanas se consolidó cuando las correrías de los
germanos se convirtieron en un elemento más de la crisis.

Así el pequeño propietario entrega sus tierras a cambio de protección, normalmente al gran propietario
más cercano y trabaja en las tierras de este propietario. De esta manera los pequeños propietarios antes
hombres libres se transforman en colonos y los grandes propietarios asumen competencias hasta
entonces exclusivas del estado surgiendo la figura del señor.

Se debilita la esclavitud debido a criterios de humanización difundidos por el cristianismo y a razones


económicas ya que descendieron las remesas de esclavos cuando el imperio empezó a decaer y la mayor
rentabilidad de los siervos.

La inserción de la población visigoda en el proceso:

El primer contacto entre visigodos e hispanorromanos se había realizado a través del ejercicio de la
hospitalidad. Pero a diferencia del bajo imperio donde el fisco estatal proveía de suministros al
instalado sobre tierras de un posesor, ahora, si es que realmente hubo reparto, habría obligado a éste a
ceder a su huésped parte de su casa y de sus tierras. De esta forma pudo haber comenzado la inserción

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de la sociedad visigoda en la hispanorromana. Pero al principio debido a que los godos se asentaron en
zonas en las que la población hispanorromana era escasa esta circunstancia no debió de ser muy
efectiva y permitió a los visigodos mantenerse unidos.

Poco a poco la necesidad de convivir en el mismo territorio y de compartir los mismos circuitos
comerciales llevó a la fusión de amabas poblaciones que se vieron favorecidas por la supresión de la
prohibición de matrimonios mixtos dictada por Leovigildo y por la igualación jurídica de ambos grupos
en el Liber Iudiciorum de Recesvinto.

El fortalecimiento de las relaciones privadas:

En las aldeas el señor es la máxima autoridad, cada señor podía dominar varias aldeas.

Los elementos que cohesionan a la población de una aldea son dos: la parroquia y el conventus publicus
vicinorum. La parroquia es el lugar de encuentro al que todos acuden y en el que se relacionan, el
conventus publicus vicinorum es una reunión de vecinos en la que decidían sobre el aprovechamiento de
las zonas comunes como los pastos y los bosques.

Otro tipo de relación es la que mantiene el señor con sus súbditos. El señor tiene la obligación de dar
protección a sus siervos por lo que tiene un pequeño ejército privado. El señor elige de entre sus
esclavos, libertos, siervos o colonos gente que forme parte de su milicia. Esta gente se convierte en
milites y le deben lealtad personal al señor. El pago por sus servicios se realiza mediante donaciones de
tierras o concesiones en estipendio que estaban condicionadas a la obediencia y servicio que prestara el
milite. A este sistema de recompensas se sumaba la propia iglesia, por lo que este sistema necesitaba de
muchas tierras para poder satisfacer las necesidades de compra de fieles y encomendados.

De esta forma la posesión de la tierra se convierte en un elemento de jerarquización social. A más tierra
más poder e importancia tiene la persona.

En este contexto se produce la desaparición del grupo de los hombres libres debido al obligado proceso
de encomendación al que se vieron sometidos.

El fortalecimiento de la célula familiar nuclear entre los campesinos y la extensa en la aristocracia:

Las familias campesinas son de tipo nuclear, es decir, limitadas a padres e hijos debido a la difícil
situación de subsistencia. Cuando no se pueden mantener a los hijos se produce el infanticidio, el aborto
o la muerte del pequeño por exposición. La Iglesia no deja de condenar estas prácticas.

En cambio en las clases aristocráticas se fortalece la familia extensa, aquella formada por ambas
parentelas de linaje, a ellas se dirigen las disposiciones eclesiásticas en contra del concubinato, incesto, y
la prohibición del divorcio. Al contrario que las familias campesinas la aristocracia desea mantener
hereditariamente su rango, para lo cual cuidan a sus hijos utilizando nodrizas y la educación clerical ya
que la iglesia está asociada con los intereses de la aristocracia. Los hijos frecuentemente podían servir
para realizar pactos entre familias de intereses comunes.

Dentro de la familia la autoridad sigue correspondiendo al padre pero no de una manera tan férrea
como en el mundo romano ya que la mujer empieza a disfrutar de un status más elevado. Aunque el
matrimonio sigue siendo una compra más que un compromiso.

A él se accede a los 14 o 15 años.

Por otra parte dado que las instituciones están en manos de los poderosos éstos tienden a aumentar las

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distancias entre ricos y pobres. Para ello refuerzan jurídicamente el abismo jurídico y social, y se
justifican gracias a las disposiciones de los concilios de Toledo que apoyan esta estratificación porque la
iglesia también es beneficiaria.

La evolución política de la España visigoda:

Los reyes visigodos mantienen la teoría del poder público. Consideran que tienen capacidades que tenía
el antiguo emperador romano, es decir, las competencias de poder público: milicia, justicia y
legislación. Pero la realidad es que el poder es tomado progresivamente por las aristocracias.

La lenta identificación del pueblo visigodo con el territorio de la Península:

Este proceso abarca desde el abandono definitivo de las Galias, debido a la derrota de Vouillé en el 507, hasta
la extinción del reino suevo a manos de Leovigildo en el 585.

En la batalla de Vouillé Alarico II murió y dejó un hijo pequeño. Esto suponía una amenaza para los visigodos
ya que los francos podrían aprovechar la situación para acabar con el reino visigodo. Por ello el abuelo del
niño que era el rey ostrogodo Teodorico el Amalo ejerció el gobierno como regente.

Se realizaron ajustes para acomodar el desaparecido reino de Tolosa a la Península. La política de Teodorico
contribuyó a la consolidación de una aristocracia germana, a medias visigoda y ostrogoda, encargada del
servicio de armas. Teodorico murió en el año 526.

En su reinado los visigodos se enfrentaron a los francos, y los bizantinos que fueron los que amenazaron su
autoridad en la península.

Entre los años 549 y 569 se produjo una crisis del poder visigodo debido a la sublevación de la aristocracia de
la Bética. Éstos se consideraban herederos de la aristocracia romana y obtuvieron el apoyo del Imperio
Bizantino donde Justiniano pretendía recomponer el antiguo Imperio Romano.

El Imperio de Oriente aprovechó una serie de luchas entre diferentes facciones visigodas que reclamaban el
poder y desembarcaron en la península en el 554, en apoyo al candidato de los hispanorromanos de la Bética,
Atanagildo que gracias a esta ayuda consiguió triunfar.

Pero los bizantinos sometieron la provincia y parte de la Cartaginense y dotaron al área ocupada de una
organización militar al cargo de un magíster militum spaniae.

Cuando Atanagildo vio que el apoyo que los bizantinos habían prestado era una maniobra para dominar el
levante peninsular, él mismo emprendió acciones militares desde Toledo, la nueva capital. Acabó
conquistando Sevilla y se vio un interés godo por lograr la identificación territorial de su poder con el
conjunto de la península.

Mientras los visigodos están enfrentados con los bizantinos, el reino suevo que se había mantenido aislado en
Galaecia durante 100 años se consolida. Las fuentes no nos hablan nada de esta zona hasta que en el siglo VI
reaparecen los testimonios. Éstos nos hablan de una integración de las aristocracias sueva e hispanorromanas
que culminó con la conversión al catolicismo de los suevos en el 550. Esta conversión pudo ser estimulada
por merovingios y bizantinos para obtener un aliado más contra los visigodos. El reino suevo mantuvo
relaciones con el arco atlántico europeo, costa norte de la península, escocia, Inglaterra e Irlanda.

La integración política del espacio peninsular: la obra de la dinastía de Leovigildo.

El reinado de Leovigildo se inicia en el 569. llevó acabo 5 proyectos fundamentales:

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− Dominio del espacio peninsular:

Leovigildo se dirige contra los pueblos vascones y cántabros que desde la época romana habían formado un
reducto resistente a la entrada de cualquier penetración externa.

Con frecuencia estos pueblos salían de sus montañas y atravesaban a territorio visigodo para realizar sus
correrías. Leovigildo conquistó Amaya, capital de los cántabros, dominó a los vascones y los relegó a todos a
sus montañas.

En la siguiente campaña Leovigildo se dirige contra los suevos que habían penetrado en territorio visigodo,
ahora que eran católicos, para ayudar a Hermenegildo contra su padre. La consecuencia fue la desaparición
del reino suevo.

La batalla más decisiva fue la que Leovigildo tuvo que librar con su propio hijo Hermenegildo. Éste era
gobernador de la Bética y era amigo del obispo de Sevilla Leandro (hermano de San Isidoro). Hermenegildo
se convirtió al catolicismo inducido por el obispo, esta opción religiosa personal se convirtió en instrumento
de rebelión para los hispanorromanos, los bizantinos, suevos y francos. Con el apoyo de importantes sectores
de la aristocracia hispanorromana, se proclamó rey en el 579, y extendió su poder por el valle del
Guadalquivir. Leovigildo se vio obligado a intervenir militarmente contra su hijo, al que derrotó e hizo
prisionero en el 584. Un año después, Hermenegildo fue asesinado en Tarragona por su carcelero, al negarse a
recibir la comunión de manos de un obispo arriano

− Diferenciación política de poder visigodo respecto al Imperio Romano de oriente:

Leovigildo intentó diferenciarse del Imperio bizantino, porque éstos eran la antigua cultura hispanorromana y
porque ocupaban una parte de la península.

Para ello refuerza el contenido germánico del estado apoyándose sobre todo en el sentimiento nacionalista
arriano. Además, intenta marcar diferencias con sus súbditos y refuerza su condición real, adoptando
vestimentas y símbolos, así como acuñando monedas, promulgando leyes y la aspiración de transmitir a sus
hijos el trono.

− Territorialización de la condición de súbdito:

Promulgó un código que era la revisión del antiguo Código de Eurico, llamado Códex Revisus en el que
permite los matrimonios entre godos e hispanorromanos y unifica jurisdicciones haciendo del conde juez
único godos e hispanorromanos.

− control de las aristocracias:

Leovigildo intentó controlara las aristocracias. Para ello creó el aula regia que era un cuerpo de asesores del
monarca al que se incorpora a miembros de la aristocracia y obispos arrianos.

− creación de un aparato político:

Este aparato político se crea en dos niveles: el primero es la sustitución del viejo consejo de ancianos godos
por el Officium Palatinum de carácter consultivo y núcleo formativo del Aula Regia.

El segundo es la ordenación del territorio en circunscripciones basadas en las 5 antiguas provincias romanas.
Al frente de ellas un duque que tiene las mismas funciones que el antiguo gobernador romano. Por debajo de
esta gran circunscripción se crea el territorio regido por un conde que se asienta sobre los antiguos territoria
de las ciudades, incluyendo las ciudades mismas y las aldeas. Ahora en vez de la autoridad municipal existen

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autoridades subordinadas al conde como los iudex o los obispos.

− Esfuerzos por que los visigodos e hispanorromanos se identifiquen con un proyecto político común:

Leovigildo era consciente de que había un aspecto que no permitía su proyecto político común y era la
religión. Por ello optó por animar a los hispanorromanos a que se convirtieran al arrianismo más después del
incidente con su hijo pero no tuvo éxito, Leovigildo no quería ser católico para mantener su herencia
germánica.

El reinado de Recaredo: se inicia en el 586 y acaba en el 601.

Recaredo sigue la política de su padre de intentar una unión de los dos pueblos pero para ello se convirtió al
catolicismo en el III Concilio de Toledo en el 589. Recaredo fue un rey menos opresivo que su padre e intentó
ser más pactista.

La conversión del rey trajo levantamientos de los nobles godos que utilizaron el argumento de la defensa del
arrianismo para desequilibrar el gobierno pero Recaredo les venció y en el Concilio la corte visigoda abjuró
de la herejía arriana.

Debido a su conversión, la iglesia otorgó a Recaredo, la sacralización de él y su familia lo que le otorgaba


cierta protección frente a los ataques de la nobleza siempre levantisca. El rey hace gala de esta sacralización
actuando de una manera cesaropapista. A cambio de esta sacralización, Recaredo tuvo que conceder a la
Iglesia la perpetuidad e inalienabilidad de sus propiedades.

Otro de los problemas que se le planteó a Recaredo fue que la iglesia consideraba que era digno de esa
sacralización siempre y cuando obtuviera victorias militares porque era lo que daba prestigio. Por lo que debía
tener enemigos contra los que guerrear, pero, además, la Iglesia pedía donaciones a cambio de exaltar su
persona y darle honores.

El problema es que cuando el rey ya no disponga de conquistas deberá buscar el apoyo en la aristocracia por
lo que forzosamente deberá pactar con ella.

Éxitos exteriores y debilitamiento interior del poder real: 630−642.

La política antijudía de Sisebuto 612−620 se da por dos razones: en toda época de crisis se busca un culpable
externo. Los judíos son comerciantes y prestamistas actividad que era deshonrosa y, además, son los que
mataron a Jesús por lo tanto son fuente de mal.

Toledo se realza como capital del reino y en ella se construyen muchos edificios.

En el IV concilio de Toledo del 633 San Isidoro de Sevilla formuló la teoría del poder, rey serás si actúas
rectamente, si no actúas no serás.lo fundamental de esta doctrina era saber quien debía decidir su un
gobernante era recto. Con la ayuda de la Iglesia fue la aristocracia al final a encargada de tomar tal decisión.
Lo que nos anticipa la escalada de la nobleza por llegar al poder. Se produjo una lucha entre facciones de la
aristocracia por el poder.

Suintila rey visigodo (621−631), completó la unificación territorial de la península Ibérica al expulsar a los
bizantinos de las últimas zonas que ocupaban en las costas levantinas (625). Frente a los vascones, que
realizaban frecuentes correrías por la Tarraconense, erigió la fortaleza de Olite. En los últimos años de su
reinado, Suintila trató de fortalecer la autoridad de la monarquía frente al creciente poder de la nobleza y de la
Iglesia. Esta política regia provocó la inmediata reacción de los nobles.

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En el año 631, una conjura dirigida por Sisenando, duque de la Narbonense, con el apoyo de las tropas
francas, se sublevó en contra del poder del monarca, avanzó hasta Zaragoza donde se proclamó rey mientras
que Suintila incapaz de resistir a los rebeldes huyó. Sisenando fue legitimado como rey en el IV Concilio de
Toledo (633), en el que se estableció el carácter electivo de la monarquía visigoda.

La última recuperación del poder real: Chindasvinto, Recesvinto y Wamba:

Chindasvinto llegó al trono en el año 642 cuando contaba 70 años por lo que los nobles pensaron que sería
una persona fácil de manejar. Accedió al trono mediante una conjura que acabó con el gobierno del anterior
monarca, Tulga.

El nuevo rey emprendió una campaña para recuperar la hacienda pública, a base de eliminar enemigos y
confiscar sus bienes. El monarca llevó estas medidas tanto para la aristocracia como para los eclesiásticos que
se entrometiesen en asuntos seculares.

Creó su propia aristocracia con una nobleza por servicio que le fuera absolutamente fiel. Creación de dos
nuevos ducados, Asturias y Cantabria.

Además, adoptó medidas para restringir los matrimonios de cierto grado de parentesco que ahora se
considerarán consanguíneos, para evitar la formación de poderosas facciones nobiliarias. Asimismo intervino
en los asuntos de la Iglesia, designando algunos de los altos cargos de su jerarquía.

El último rasgo parecido con Leovigildo fue que Chindasvinto asoció al trono a su hijo Recesvinto.

A la muerte de su padre Recesvinto comenzó a tomar sus primeras decisiones importantes. Su aportación más
interesante fue el Liber Iudiciorum. Código en el que se unificaba el derecho y que era válido para
hispanorromanos y visigodos. Se promulgó en el 654 y aunque era de base romanista, estuvo acorde con las
nuevas circunstancias de una sociedad en proceso de feudalización.

Entre los años 672 y 680, el nuevo monarca Wamba protagonizará el último intento de control político de la
nobleza, actitud que ésta considerará que perjudica gravemente a sus bases económicas. Wamba fue el primer
rey que recibió los óleos sagrados.

El duque Paulo de la Tarraconense, se subleva y con él la gente de la Septimania. Wamba avanzó hasta el
valle del Ebro y dominó al duque castigó a los sublevados y confiscó sus bienes.

En el transcurso de la expedición Wamba se dio cuenta de que era muy difícil que la gente colaborara con el
rey. Por ello promulgó una ley de servicio militar que obligaba a los grandes del reino, tanto laicos como
eclesiásticos, a acudir al ejército co sus propias tropas en el caso de que un incidente bélico tuviera lugar a una
distancia inferior a 100 millas de su residencia. Quien no cumpliera esta obligación perdería su condición de
libre y se le confiscarían sus bienes.

Esta medida, ante la nobleza, reconoce la incapacidad del poder real para hacer frente con sus propios medios
a las necesidades militares por lo que el poder público está debilitado. Otros historiadores creen, sin embargo,
que este autoritarismo de Wamba confirma que hasta el siglo X se mantuvo el poder público.

Wamba, además, reorganizó los obispados para que éstos tuvieran menos poder y promulgó dos leyes que
impedían el crecimiento del patrimonio eclesiástico: la primera en contra de las cesiones estipendiarias por
parte de los obispos y la segunda prohibición de hacer contraer matrimonio engañosamente a personas de
condición libre con libertos de la iglesia, fórmula a través de la cual los hijos de tales uniones pasarían a
situarse bajo el patrocinio eclesiástico y con ellos sus bienes.

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Debido a todas estas medidas se produjo una conjura pacífica en la que participó directamente el obispo
Julián, que primero fue el apologista del rey. El obispo de Toledo Julián convirtió a la ciudad en el primado de
España. El golpe se produjo en el año 680, Wamba fue dormido y le cortaron el pelo como símbolo de que
había perdido su poder. Según la tradición fue confinado en el monasterio de Pampliena en Burgos y el trono
pasó a manos de Ervigio.

El final del reino visigodo de Toledo:

Es el periodo que comprende desde los años 681 hasta la entrada de los musulmanes del 711. Se caracteriza
por 5 puntos:

− triunfo de las aristocracias:

La degradación del poder público hace que se confundan la propiedad con la autoridad, situación que permitió
a los altos funcionarios convertirse en propietarios de los territorios que administraban.

Las funciones militares, fiscales, públicas y privadas se unen en la persona de los grandes propietarios.
Disminuye la hacienda pública. Y por último en el XIII concilio de Toledo se aprueba la protección de los
grupos nobiliares, evitando que siervos y libertos fueran ascendidos a tal categoría por sus servicios, los
nobles que fueron perseguidos durante el reinado de Wamba fueron indemnizados y garantía a los nobles de
que serán juzgados por un tribunal de sus iguales. Además, Ervigio revisó el Liber Iudiciorum y cambio su
sentido.

− crisis demográfica y económica:

se produjeron una serie de malas cosechas y por lo tanto hambrunas, la peste de 693 entró por Septimania y
afectó a todo el reino, , se extreman las medidas contra los fugitivos los nobles se esfuerzan por retener ala
mayor número de siervos posible debido a que se perdieron muchas vidas con la peste.

− Tensiones sociales:

Por si fuera poco en un ambiente de fuerte crisis, las diferentes facciones de la nobleza siguen peleándose, por
conseguir mayor riqueza y poder, se produce una diferencia abismal entre la minoría poderosa y la mayoría
humilde y se producen las confiscaciones de bienes a los judíos,mediante las leyes de Égica.

− fragmentación de espacios sociales y políticos:

En los últimos 15 años del reino visigodo la mayoría de la sociedad está marginada de poder decidir y
contemplan con pasividad e indiferencia las peleas de los nobles. Debido a ello el espacio político se
fragmenta en pequeñas células que sólo miran por sus interese propios y más inmediatos.

− Entrada de los musulmanes:

A la muerte de Witiza (702−710) se recrudeció la lucha por el poder entre dos facciones nobiliarias rivales, las
familias de Chindasvinto y de Wamba. La nobleza, finalmente, entronizó a Rodrigo, perteneciente al primero
de los bandos. Sin embargo, los descendientes de Witiza proclamaron rey a su hijo Agila II, que había sido
asociado al trono por su padre. En esta situación de auténtica guerra civil, se produjo la intervención en
Hispania de los musulmanes. Los bereberes de la Tingitania habían sido islamizados y el gobernador de Ceuta
les animó para que pasaran a la península y ayudaran a una de las facciones visigodas. Rodrigo, que se
encontraba combatiendo a los vascones, acudió inmediatamente al sur para hacer frente a los invasores. El
encuentro entre los dos ejércitos se produjo en la batalla de Guadalete (que quizá tuviera lugar en realidad en
el río Barbate) en el año 711. Rodrigo fue derrotado y muerto. Con él concluyó el reino visigodo de Toledo.

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Tema 4 La prolongación de la España visigoda: los núcleos cristianos de resistencia al Islam (años
711−1000).

Viejas herencias y nuevas relaciones en la península: la acomodación de la historia de los núcleos de


resistencia al Islam a las interpretaciones de la transición de la antigüedad al feudalismo.

A: Debates historiográficos:

Los protagonistas en presencia, musulmanes y cristianos y el ritmo el ritmo de sustitución:

En la segunda mitad del siglo XX la historia de España se plantea como la llegada de los musulmanes y
la respuesta de los cristianos del norte, a esta historia se le da un carácter épico. Esta misma idea de
nacionalidad se aplicaba también a Aragón en el mundo navarro.

Hacia los años 20 Sánchez Albornoz realiza este planteamiento según el cual dentro del espacio
peninsular existía un a superestructura militar y económica árabe pero unas estructuras mentales y
religiosas hispano−visigodas que no cambian.

Para Pierre Guichard los musulmanes implantaron una sociedad diferente, en el que hubo un proceso
de aculturación islámico. Además, en la resistencia contra los musulmanes el factor indígena es el más
importante para explicar la resistencia cantabro−pirenaica. Los verdaderos opositores no son los
hispano−visigodos si no aquellas poblaciones que habían vivido aisladas tanto en la época romana como
en la visigoda.

Incluso no se explica de igual manera la resistencia en los Pirineos, que recibieron influencia de
Carlomagno, que en la cordillera Cantábrica.

Los componentes de los núcleos de resistencia:

Para algunos historiadores los componentes son las gentes que han vivido en esas zonas y que han sido
ciudadanos del imperio romano y del reino visigodo.

Los historiadores Abilio Barbero y Marcelo Vigil plantearon que la zona de la cordillera pirenaica y
cántabra había sido habitada por gentes donde los sistemas de parentesco arcaico seguían vigentes. A
partir del 711 esta gente del norte que históricamente se había enfrentado a los pueblos de la meseta y
del Duero se enfrenta ahora a los musulmanes. Esta tesis indigenista fue bastante aceptada pero perdió
fuerza desde 1990. Los antigüistas a partir de sus estudios han puesto en evidencia que la presencia
romana en el norte de la península era más importante de los que se pensaba. En el año I no se
observan estructuras arcaicas anteriores a la época romana porque fueron integradas a la nueva
cultura. Es probable que existiera una pervivencia en materia de costumbres pero no como los definían
Barbero y Vigil.

Población emigrada: mozárabes y visigodos.

Se produjeron dos momentos de emigración. La primera entre el 711−720 y la segunda 850−860.

711−720: según Sánchez Albornoz la emigración fue del Duero al cantábrico. Los musulmanes ocupan
la península de forma sencilla, a medida que avanzan en ocupación la gente huye a los reductos del
norte, pero luego los árabes se fueron de esta zona del Duero debido a que era una zona con mucha
sequía y no de su agrado, por lo que el valle del Duro se despobló.

Ramón Menéndez Pidal criticó esta teoría ya que según él cuando hay una invasión la gente del campo

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ni huye porque no pierde nada para ellos una invasión de este estilo es un simple cambio de amo. Los
que huyen son los poderosos y ricos que temen perder su estatus por lo que es una minoría selecta. Por
ello aunque el Duero fuera una zona de débil demografía no se despobló.

850−860: Los cristianos que viven bajo el dominio musulmán son los mozárabes. Éstos cristianos son
tolerados bajo el al Andalus. La presión ejercida por los musulmanes hace que poco a poco la gente deje
de hablar latín y adopte costumbres musulmanas. Por ello hay ciertos grupos de cristianos que se
sienten agobiados ante la islamización. Esta comunidad cristiana entra en situación de histeria y
empiezan a rebelarse. Blasfeman contra Alá, promueven revueltas, se producen los martirios
voluntarios. Otros huyen de Córdoba y se van al norte por miedo a las represalias. En el norte crean
monasterios en zonas en las que no hay núcleos de población como san Millán de la Cogolla o San
Martín de Albelda. Esos huidos transmiten una idea de enfrentamiento con el mundo árabe a la gente
del norte mayor de la que ya tenían.

Para algunos historiadores la presencia mozárabe en el norte es muy pequeña apenas grupos de
monjes.

El arte mozárabe no existe ahora como tal, se le llama arte de la repoblación. No tiene sentido que los
cristianos que reniegan de Córdoba y huyen hacia el norte construyan iglesias con elementos símbolo de
la cultura islámica como los arcos de herradura. Este tipo de arco es muy parecido al visigodo y, por
tanto, podemos interpretar que la construcción de estas iglesias es un intento de volver al pasado.

Las interpretaciones del proceso de sustitución:

• Resistencia norteña: es la resistencia de la supervivencia, es la prolongación de la tradicional


resistencia del norte a la dominación por parte de cualquier poder, especialmente mediterráneo.
• Reconquista por parte de los sureños desplazados por los musulmanes: estos son cristianos que se
refugian en el norte también cristianos y unen sus fuerzas para luchar contra los árabes. Un espacio
mediterráneo y religiosamente hostil les ha expulsado, por lo que construyen una ideología en la que
aparecen como herederos de una España perdida que deben recuperar.
• Expansión de la sociedad feudal europea en el escenario ibérico: entre el 711 y 1492 no hay un
esfuerzo sistemático por echar a los árabes. Los cristianos recuperaron zonas que los musulmanes
abandonaron por que no les interesaban por el mal clima. Lo que ocurre es que a partir del 1040 se
produce la expansión de la sociedad feudal europea en la península. Para tal expansión el primer
paso es la aculturación de los pueblos del norte que es realizada por los refugiados del sur.

B: Estructuras:

Interrelación de los elementos en presencia en el norte:

Se produce una sustitución de la espontaneidad social característica de los siglos VIII, IX y X en


beneficio de una cada vez más deliberada organización social del espacio que tiene que ver con la
cristalización de la sociedad feudal. Tal espontaneidad perdura, como en otras regiones de Europa, en
los núcleos cristianos de la península, de la mano de los pequeños campesinos libres y alodiales
amparados en parte por lo que serían los residuos de una autoridad pública y en parte por su propia
organización en comunidades aldeanas. Tienen un pequeño concejo, los campos de cada campesino que
producen cereal, viñedo o huerto y poder de disposición sobre bienes de uso común como los bosques,
ríos, caza, pesca, molinería o leña que pueden ser usados por toda la comunidad.

Pero a lo largo del siglo X estos campesinos entran en un proceso de diferenciación social, los
campesinos más ricos intentan hacerse con el poder. Estos campesinos se han hecho ricos
principalmente por tener más suerte en sus cultivos y porque en cuanto tenían algo de dinero sobrante

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se dedicaban a hacer préstamos con interés.

Después a estos poderes hegemónicos de la aldea se impondrán otros externos. La desorganización


política facilitó que la iglesia dividida en grupos monásticos y los nobles impongan su dominio sobre la
aldea.

En cuanto a la iglesia, la llegada de los musulmanes desarticuló las diócesis y obispados por lo que los
monasterios son los centros de la iglesia. Se crean muchos monasterios y de tamaño pequeño que
ejercen una influencia cultural, que utilizan, para adoctrinar a las comunidades aldeanas e imponer
nuevas formas de relación social.

Las personas pobres se subordinan a las ricas por medio de la encomendación con lo que se crean los
minores y los mayores. En otras ocasiones los señores intervienen en el disfrute de los bienes de uso
común adueñándoselos por lo que se convierte en el propietario más grande y por último la iglesia
absorbe a la comunidad campesina convirtiéndolos en trabajadores dependientes mediante pleitos y
apelaciones a leyes.

Este proceso de erosión del estatus de los campesinos va asociado a otros dos:

− sacralización del saber y de las costumbres como, la lengua latina o la liturgia para crear una
diferenciación entre la gente. Aquellos que conocen por ejemplo el latín es porque son nobles o monjes.

− cristalización jurídica de las diversos estatus sociales y los deberes de cada uno, que estratifica y
jerarquiza la sociedad. Debido a ello aparece el vocabulario feudal en la documentación hispano
cristiana desde finales del X al XII.

Durante los siglos VII, IX y X no existe información suficiente sobre la época pero en torno al año 1000
los documentos aportan información acerca de los señores, militares o campesinos, se dan datos acerca
de la condición jurídica y social que tienen cada uno. Sobre todo en la documentación catalana aparece
mucho el vocabulario feudal, comes, vasellus y vasuassor. Este hecho es considerado por algunos autores
como una revolución feudal, pero para otros es sólo una revolución documental. Es decir, desde el siglo
VII se ha estado evolucionando hacia el feudalismo y en el año 1000 aparecen documentos que revelan
procesos anteriores.

El dominio del valle del Duero y la creación de las entidades políticas de León y Castilla:

La creación del núcleo de resistencia astur−cántabro: Pelayo (718−737).

Tenemos poca información del año 800 pero en el 833 hay dos personas que escriben unas pequeñas crónicas
durante el reinado de Alfonso III. Una de ellas se llama Crónica Albeldense y la otra Crónica de Alfonso III.

En la zona de los Picos de Europa y del Valle del Sella se refugiaron algunos de los miembros laicos y
eclesiásticos de la nobleza afecta a la causa del derrotado Rodrigo. Huían del avance musulmán y de sus
aliados vitizanos y estaban encabezados por Pelayo que había formado parte del círculo del último rey
visigodo.

Tradicionalmente los montañeses de la zona del norte habían sido hostiles a los visigodos igual que lo fueron
con los romanos. Por ello es extraño pensar que cuando Pelayo llegó a estas tierras le acogieron con los brazos
abiertos y le hicieron incluso jefe.

Según las crónicas cristianas del reinado de Alfonso III, los jefes de los astures, reunidos en una asamblea, le
eligieron príncipe en el 718, y que pocos años después acaudilló una sublevación contra los islamitas. La

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victoria de Covadonga fue decisiva en el surgimiento del núcleo astur (asturiano) y en el afianzamiento del
caudillaje de Pelayo.

La batalla de Covadonga en realidad debió reducirse a un enfrentamiento entre los habitantes de la región
cantábrica, dirigidos Pelayo, y una patrulla musulmana, en las montañas asturianas. Para los cronistas astures
este hecho de armas representa el punto de partida de la Reconquista, es decir, de la larga lucha emprendida
por los cristianos para arrebatar a los musulmanes el solar peninsular. La historiografía actual sostiene que las
gentes del norte no pelearon en Covadonga en defensa de la religión católica, sino para mantener su
independencia.

Pelayo y Pedro duque de Cantabria firmaron una alianza para ayudarse y organizar a los pueblos que se sella
con el matrimonio de Alfonso, hijo de Pedro y la hija de Pelayo Ermesinda. A su muerte de Pelayo fue
sucedido por su hijo Favila (737−739) y, más tarde, por Alfonso I, su yerno.

El dominio de la situación por Pelayo permitió introducir en el reino astur nuevos modos de vida, las
poblaciones se asentaron en los valles y no en las montañas y los astures fueron cristianizados. Esto sería un
beneficio para la minoría goda que les permitiría restaurar la situación de privilegio que antes gozaban al sur
de las montañas. En definitiva no se trataba de restaurar el reino de los godos como decían los cronistas si no,
una vez salvada la vida recuperar el antiguo estatus.

Por ello los sucesores de Pelayo llevaron a cabo las dos tareas anteriores, Alfonso I se encargó de la
dominación del territorio y Alfonso II del adoctrinamiento de sus habitantes.

El control del territorio astur, campañas de Alfonso I 739−757:

Alfonso I, aprovechando el abandono del norte de la península Ibérica por las guarniciones bereberes, dirigió
una serie de campañas por todo el valle del Duero. Según crónicas posteriores, Alfonso I destruyó las
fortalezas musulmanas y trasladó al territorio astur (asturiano) a los cristianos asentados en la Meseta norte.
Tal trasvase de población unido a la tradicional débil densidad de la meseta del Duero y a los años de sequía
que entre 750 y 755 la asolaron explica que se convirtiera en un área casi despoblada. El objetivo del monarca
que era fortalecer la situación de la minoría refugiada entre los montañeses, lo alcanzó instalando a la
población de la meseta en zonas estratégicas para que cristianizaran e implantaran sus modos de vida a los
indígenas. Así desde las rías altas gallegas hasta las cercanías del río Nervión se instalaron estas gentes.

Con estas acciones, Alfonso I logró establecer una amplia frontera entre los musulmanes y el naciente reino de
Asturias, conocida como el desierto estratégico del Duero. Asimismo, Alfonso I extendió los dominios del
reino asturiano por toda la franja septentrional, desde Galicia hasta el territorio ocupado por los vascones.

El fortalecimiento de la iglesia en el reino astur:

Para asegurar estos dominios se necesitaba una justificación ideológica porque se siguen produciendo
tensiones y rebeliones por parte de los vascones y gallegos durante los siglos VIII y IX que no se aclimatan al
cambio.

La iglesia fue la institución más afectada por la penetración musulmana que consolidó entre los años 780 y
820 su posición en el naciente reino asturiano. Tres circunstancias ayudaron a ello:

− Aparición en Toledo de la herejía adopcionista: esta cree que Cristo es hijo adoptivo de Dios y, por tanto, la
Virgen María no es madre de Dios( adopcionismo). Elipando de Toledo y Félix de Urgel están del lado
herético y mantienen una fuerte dialéctica con Beato de Liébana que es ortodoxo. Beato consideró a Elipando
un hereje y la iglesia de Asturias se desliga del primado de Toledo. Se produce así la desintegración de la
iglesia visigoda y aparecen nuevas jefaturas eclesiásticas en los núcleos de resistencia, los monasterios.

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− aparición del sepulcro del apóstol Santiago en un lugar cercano a Compostela que enseguida se convirtió en
lugar de peregrinación y se hizo patrón de España bajo el reinado de Alfonso II el Casto.

− se consolida con una teoría la situación del reino astur y su minoría nobiliar dirigente. Es el sentimiento
neogoticista, que promulgaba la continuidad del estado hispanogodo y el reino astur que sería su legítimo
restaurador. Esta teoría se desarrolló durante el reinado de Alfonso II.

El reinado de Alfonso II el Casto: (791−842)

La obra política de este monarca se basa en el fortalecimiento interno del nuevo reino y el planteamiento de
una política de permanente hostilidad al Estado cordobés. Alfonso rompe con el pacifismo de sus
predecesores, ello se traduce en continuas expediciones de verano para conocer los movimientos del ejército
enemigo con lo que se crea un cuerpo de espías. Promovió la construcción de castillos o fortificaciones de
madera paqra vigilar en los puntos estratégicos.

Tuvo que hacer frente a diversas expediciones musulmanas, fundamentalmente en tiempos del emir Abd
al−Rahman II (822−852), ataques que llegaron en dos ocasiones a la misma Oviedo. Convirtió Oviedo en la
capital del reino y creó el obispado ovetense y numerosas sedes episcopales para colonizar y evangelizar a
gallegos y vascos, esfuerzo que alentaba Carlomagno, amigo de Alfonso. En su política restauradora, organizó
los cargos oficiales de la corte según la tradición goda, restaurando el Ordo goticum y el Oficium palatino.
Durante su reinado se descubrió en Iria la tumba del apóstol Santiago. El lugar se convirtió pronto en objeto
de veneración y punto de peregrinación, naciendo así el denominado camino de Santiago. La tumba del
apóstol dio prestigio internacional al reino y las peregrinaciones a Santiago de Compostela vincularon
Asturias con el resto de la cristiandad latina.

Comienzan las primeras manifestaciones de arte asturiano del que Ramiro I será su principal mecenas.

Los reinados de Ordoño I (850−866) y Alfonso III (866−909)

Ordoño I era hijo y sucesor de Ramiro I (842−850), con él se consolidó el sistema de sucesión patrilineal al
trono astur. Inició el proceso de expansión del reino asturiano hasta el sur de la cordillera Cantábrica. En esta
labor ofensiva consiguió avanzar claramente en dirección al Duero, repoblando Astorga, León y Tuy.
Igualmente fortificó Amaya y las tierras de la marca oriental del reino. Su victoria sobre Musa II de Tudela
dio origen a la leyenda de la batalla de Clavijo (859), según la cual el triunfo se consiguió con la ayuda del
apóstol Santiago. Durante su reinado tuvo que hacer frente a una incursión de normandos y a numerosas
ofensivas musulmanas que asolaron la tierra alavesa y tomaron posiciones en la cuenca alta del Ebro.

El reinado de Alfonso III coincidió con la época de máxima expansión territorial del reino astur. Sus triunfos
militares, que coinciden con un periodo de crisis en al−Andalus, se tradujeron en un avance espectacular de
las fronteras meridionales del reino. Este proceso de ampliación territorial culminó antes de finalizar el siglo
IX con la recuperación de las comarcas del valle del Duero para la cristiandad. Coimbra, Zamora y Toro
asumirán el papel de fronteras del reino. A su muerte, sus hijos se dividieron las tierras del reino astur, hecho
que señala el nacimiento del reino de León y el fin del ciclo asturiano de la Reconquista.

El avance territorial de Asturias que traspasó la cordillera cantábrica hacia el valle del Duero y la repoblación
de éste se debió a la conjunción de tres factores principalmente.

− la presión demográfica que incrementó bastante quizá debido a las producciones cerealísticas aclimatadas
como en Liébana.

− agudización en el Al Andalus de la crisis mozárabe que proporcionaba nuevos emigrantes para la


repoblación.

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− intensificación de la revuelta muladí que aliviaba a los cristianos de presiones militares y estimulaba
avances más profundos.

El proceso fue más lento a medida que se pasa de oeste a este del valle del Duero. Así entre los años 850 y
860 se alcanza desde la cordillera cantábrica, el valle del Miño, León, Astorga y Amaya. A partir de entonces
se repueblan los núcleos más importantes del futuro Portugal como Braga, Oporto y Coimbra donde se llega
en el 881.

En el año 890 los castellanos alcanzan el río Arlanza y en el 893 los leoneses llegan al Duero en Zamora. La
línea del río se consolida con la reconstrucción de Toro y Simancas y la presencia castellana, desde 912, en la
orilla septentrional donde San esteban de Gormaz y Osma son los puntos más orientales enfrentados con los
musulmanes cuya base es Medinaceli.

En total se repuebla una zona de unos 70 000 km2 por lo que hubo un enorme trasvase de población y la
acuñación de ciertas fórmulas de adjudicación de la propiedad.

La repoblación fue dirigida y alentada por la monarquía con la colaboración de los condes de Galicia y
Castilla. Éstos encontraron en la fundación de monasterios el elemento ideal para crear focos de colonización,
adoctrinamiento y explotación agraria, este era el tipo de explotación oficial y permitió la constitución de
extensos patrimonios. Pero en las zonas más al sur la gente procedente del área vascona y cántabra utilizó la
forma de la presura (propiedad por derecho de instalación).

En medio siglo el espacio del reino astur se amplió el doble. Dos fueron las consecuencias: geográficamente
ahora se disponen de zonas de cultivo cerealístico y zonas de tradición pastoril como había sido siempre en las
montañas de Asturias.

Se produce una diferenciación social y política, en la zona astur primitiva se prolonga la estructura visigoda
con diferenciación entre la minoría noble y el resto de la población, en la zona oriental de la cordillera
cantábrica la mayoría de la gente son hombres libres con menos diferencias sociales.

En el valle del Duero ocurrirá lo mismo porque los mozárabes que conservan la tradición visigoda se asientan
en la zona leonesa y los cántabros y vascones en la castellana.

Por ello en el territorio de la monarquía asturiana habrá tres regiones distintas: gallega, astur−leonesa,
cántabro−castellana.

La aparición de castilla como entidad autónoma: Fernán González (931−970).

Dentro del reino de Asturias, Castilla se configuró como una zona fronteriza, expuesta a las razzias que los
musulmanes dirigían desde el valle del Ebro, lo que explica la existencia de abundantes fortificaciones. Frente
a León, Castilla ofrecía notables singularidades. En este territorio el elemento popular tuvo una fuerza
excepcional, debido al protagonismo que en la repoblación tuvieron cántabros y vascones, gentes apenas
romanizadas y con peculiares formas de organización. El pasado gentilicio de los pobladores se reflejó en la
importancia de las comunidades de aldea. La sociedad presentaba una menor estratificación que en el resto del
reino asturleonés. La situación fronteriza desanimó a los magnates y grandes monasterios a establecerse en
este territorio, mientras que abundaron los pequeños propietarios libres y los caballeros villanos, gentes de
origen popular con medios económicos para costearse caballo y armas, que sí afrontaron dicha empresa. El
alejamiento de la corte impulsó a los castellanos a regirse por la costumbre y no por el Fuero Juzgo, que era
un fuero visigodo y romanizante. Castilla fue también innovadora en el terreno lingüístico y cultural. El
idioma castellano nació como herencia del latín vulgar y del influjo de las lenguas habladas en las zonas
limítrofes, como el vasco. En Castilla la literatura épica será prolífica. Frente a la cultura eclesiástica
predominante en León, en Castilla triunfó la cultura popular. Estas diferencias eran suficientes para que un

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hábil político como Fernán González consiguiera convertir el condado en patrimonio hereditario de la familia.
Así surge lo que en palabras de un historiador sería: Castilla principado feudal.

Desde el punto de vista político, a principios del siglo X, la zona oriental de la Meseta norte estaba dividida en
condados, cuyas autoridades actuaban de forma independiente bajo la soberanía del rey leonés. En la primera
mitad del siglo, sin embargo, se produjo una reunificación de los condados y se afirmó la independencia con
respecto al reino de León. Su principal artífice fue Fernán González. Este personaje, perteneciente a la familia
de Lara, formó un núcleo compacto al recibir del rey leonés Ramiro II los condados de Burgos, Lantarón,
Álava, Lara y Cerezo. Desde el 932, Fernán González aparece en la documentación con el título de conde de
Castilla.

La integración del área vascona: creación del reino de Pamplona y extensión por la Rioja

La estrategia carolingia en relación con el Al Andalus:

Tras la detención de los musulmanes en el año 732 en Poitiers por Carlos Martel, los francos trataron de
asegurar sus dominios dominando la Narbonense y creando una frontera con la zona árabe en el valle del Ebro
(marca hispánica).

En el año 728 el gobernador de Zaragoza se sublevó contra Abd al Rahman I debido a un fuerte clima de
descontento en la zona. El gobernador pidió ayuda a Carlomagno que aceptó a cambio de la rendición de la
ciudad, pero cuando el gobernador de Zaragoza se enteró de que Abd al Rahman iba de camino con una
expedición de castigo se echó atrás y Carlomagno volvió a Francia por Roncesvalles donde fue atacado y que
dio origen a la Canción de Roland.

Carlomagno intentó otra maniobra para fortalecer sus dominios pirenaicos, se produjo un movimiento de
emigración de hispano cristianos los llamados hispani del valle del Ebro hacia las tierras del sur de Francia.

Los dos espacios sociopolíticos navarros:

En el área Navarra la dominación musulmana era muy escasa y se había centrado en Pamplona que era una
zona muy rural pero que conservaba un recinto amurallado y un estratégico emplazamiento de cara al único
paso asequible del Pirineo occidental. Era una población poco romanizada y de dominio vasco. Pamplona
había perdido su condición de centro urbano director por lo que dominar la zona era imposible si no se
contaba con el apoyo de los grupos familiares de la región que tenían contacto cultural y lingüístico con la
población. En la región existían dos grupos claramente diferenciados:

− los vascones (baskunis en los textos) que vivían en las proximidades de Pamplona que era una tierra pobre
que apenas daba para cubrir las necesidades de sus habitantes dedicados con frecuencia al bandidaje, eran
propensos a la rebelión, a finales del siglo VIII estaban encabezados por la familia Arista.

− los gascones (glaskiyun en los textos) vivían en las tierras más al este hacia la tierra de Leire y Aragón,
aunque hablaban vasco estaban más romanizados y habían sufrido una colonización monástica del Imperio
Carolingio, estaban dirigidos por la familia Velasco.

Los Arista eran partidarios de respetar los pactos con el emir de Córdoba y, además, tienen amistad y lazos
familiares con los Banu Casi del valle del Ebro. Los Velasco querían la protección carolingia y ser los
vehículos de influencia franca en el país.

En el año 812 Carlomagno y el emir negociaron una paz en la que el emir reconocía como zona de influencia
carolingia los valles del Pirineo.

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La familia Arista se impuso con el apoyo de la familia muladí de los Banu Qasi que pretendía desvincularse
de Córdoba. El primer rey de Navarra fue Íñigo Arista (810−852), a quien sucedió García Íñiguez (852−870)
y Fortún Garcés (870−905).

En la segunda mitad del siglo IX esta alianza entre ambas familias se rompió, dando paso a una inclinación de
los pamploneses hacia la política asturiana, Jimena se casó con Alfonso III de Asturias. De este modo a
principios del siglo X se instaló en el trono una nueva dinastía, la Jimena, cuyos representantes fueron Sancho
Garcés I (905−925), García Sánchez I (925−970) que incorporó para Navarra el condado de Aragón, Sancho
Garcés II (970−994), García Sánchez II (994−1000) y Sancho III el Mayor (1000−1035). Con este último
monarca, conocido también como Sancho Garcés III, el reino de Navarra logró su máximo esplendor,
incorporándose Sobrarbe, Ribagorza, Álava, Vizcaya y el condado de Castilla.

El nuevo grupo procedente del área oriental se impuso unificando la región e implantando una estructura
social reflejo de las cortes condales carolingias y de la tradición hispano goda. Esta nueva dinastía estuvo
aliada con el reino de León y se dedicó a extender la presencia navarra hasta el Nervión y de aglutinar los dos
componentes tradicionales del área Navarra para poder fortalecer el reino y extenderlo más allá del Ebro, esta
última labor fue facilitada debido al declive de los Banu Casi.

La manera de asegurar un territorio que ahora es mayor era encomendar a los monasterios de San martín de
Albelda y de San Millán de la Cogolla la colonización y evangelización.

Los núcleos de resistencia del Pirineo:

Un espacio ganadero y cristiano en las montañas frente al agrícola y musulmán del valle del Ebro:

Durante casi un siglo no hubo una frontera exacta que separara el espacio de dominio musulmán del espacio
de dominio cristiano. De esta forma el país estaba dividido en dos zonas de diferentes estructuras políticas y
religiosas de manera que se hacía mayor la diferencia económica entre la zona del pirineo más pobre en la que
se practicaba el pastoreo y la del valle del Ebro más rica gracias al regadío, los vinos y los cereales.

El núcleo originario de Aragón:

El núcleo originario del condado de Aragón estaba compuesto por los valles de Echo y Canfranc y los valles
intermedios o secundarios de Aisa, Borau, y Araguás.. Los francos querían controlar las dos vertientes de los
pirineos, en la zona Navarra no se consiguió pero aquí dominaron Jaca, Pallars, Sobrarbe y Ribagorza. De
Sobrarbe no tenemos ninguna documentación pero de las otras tres zonas sabemos que pasaron a formar parte
de los condes de Tolosa.

En Jaca además de la autoridad franca, se impone la de un personaje llamado Aznar Galindo, que
probablemente fue un rico indígena. Jaca estaba en el valle de Canfranc bien comunicada con Francia y con
los valles cercanos por lo que se convirtió en el centro político y núcleo de la resistencia aragonesa, además, el
monasterio de San Pedro de Siresa que se convirtió en el centro espiritual estaba en el valle de Hecho.

Cada uno de estos valles estaba cerrado a su entrada por estrechos pasos de fácil defensa y albergaban varias
aldeas que se dedicaban sobre todo a la ganadería.

A partir de Aznar Galindo este núcleo originario aparecerá vinculado a sus descendientes que llevarán a cabo
dos tareas por un lado la de expandir el terreno y por otro la de desligarse del dominio e influencia franca.

En esta época el condado de Aragón se extendió por la cuenca alta del río Gállego. Al tiempo que se iba
desprendiendo de la tutela Carolingia, el condado de Aragón se aproximaba al núcleo navarro, que se había
constituido más al oeste. Esa orientación se consumó cuando Andregoto Galíndez, hija de Galindo II Aznárez

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y heredera del condado de Aragón, contrajo matrimonio, en el 922, con el rey de Pamplona (o de Navarra)
García Sánchez I. El hijo de ambos, Sancho Garcés II, fue desde el año 970 rey de Pamplona y conde de
Aragón. A pesar de esto el territorio sigue conservando su unidad política y administrativa

A la muerte de Sancho III el Mayor en 1035, su hijo García de Nájera recibió Navarra iniciándose así la Casa
de Navarra. Por otro lado su hijo bastardo Ramiro, recibió el condado de Aragón, por lo que nace el reino.

Se le ha considerado el primer rey de dicho territorio, pues aunque estaba supeditado a su hermano García, rey
de Pamplona, luchó lo indecible para consolidar la independencia de Aragón. Por otra parte la temprana
muerte de su hermano Gonzalo, que había recibido los señoríos de Sobrarbe y Ribagorza, le permitió
asimismo incorporar esos dominios (1044).

El hijo y sucesor de Ramiro I, Sancho Ramírez, aprovechó la vacante que se produjo en el trono navarro en el
año 1076− al morir el sucesor de García, Sancho IV de Peñalén− para ser reconocido como rey de aquel
territorio. De esa manera Aragón y Navarra volvían a unirse, aunque en esta ocasión las dos entidades
políticas ostentaban el mismo título, pues ambos eran reinos.

Los condados de Ribagorza y Sobrarbe no corrieron la misma suerte que Aragón. De Sobrarbe no se conserva
ninguna información. Ribagorza perteneció a le condado franco de Tolosa hasta el 872. a partir de entonces
sus condes propios aspiran a crear una unidad individualizada. Para ello establecieron una sede episcopal
hacia el 925, Roda pero los intentos fracasaron porque era una zona muy pobre, no tiene un núcleo urbano que
centralice la vida, y tampoco existe unidad geográfica. En el año 1025 queda repartido entre los Sancho III de
Navarra y el condado de Pallars.

Los condados catalanes, fracción del imperio carolingio:

La intervención militar carolingia en Cataluña:

La respuesta carolingia al peligro musulmán en el área nororiental de la península había sido más contundente
que en las otras zonas. Tras el fracaso de la expedición a Zaragoza, se conquista Gerona en el 785 y Barcelona
en el 801.

En esta zona entre el pirineo y el río Llobregat empezaron a asentarse aquellos hispani que la campaña de
castigo de Abd Al Rahman I por colaborar con Carlomagno había hecho huir.

Tras la conquista de la Barcelona se crea el condado a cargo de un conde y adscrita al Imperio de


Carlomagno. Luis I el Piadoso, hijo de Carlomagno, que había dirigido aquella campaña militar, designó
inicialmente conde de Barcelona al godo Bera.

Dos corrientes enfrentadas pro francos y anti francos:

Esta aportación de población mozárabe de ideas hispano visigodas proporciona un grupo de opinión
nacionalista frente a la influencia franca. Esta rivalidad entre ambos grupos se manifiesta en la cuestión de la
herejía adopcionista de Félix de Urgel. Al margen de los problemas teológicos que implicaba esta doctrina
estaba otro más grande y era el de la jurisdicción. Ahora que Toledo estaba en manos musulmanas el resto de
los obispados no sabían si seguían teniendo la primacía. En el caso catalán que nos ocupa era más complicado
porque desde que Pipino el Breve conquistó Septimania esta dependía del obispado de Narbona que estaba
fuera de la península. Al final se consolidó el dominio de la sede narbonense a ambos lados del pirineo y se
propagó la regla de san benito de Nursia que en Francia era propagada por Benito de Aniano.

La repoblación de los hispani y sus aprisiones:

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Las aprisiones consistían en el disfrute y la propiedad de aquellas tierras yermas que se pusieran de nuevo en
cultivo a la vez que constituía una avanzada defensiva. Pero a medida que esas aprisiones adquirieron un valor
económico importante las personas que no habían abandonado sus pequeñas tierras y los condes locales
intentan apropiárselas. Para ello sacan copias del Liber Iudicorum con el que pretenden justificar sus derechos
para ellos las tierras no eran dominio fiscal, es decir que pasan al Estado por abandono del propietario si no
que son privadas invalidando las concesiones echas a los hispani.

Pero para los funcionarios condales estas tierras son bienes fiscales por lo que puede hacer lo que quiera con
ellas como cargarlas de impuestos. La solución imperial fue que las gentes que habían trabajado esas tierras
tenían privilegios sobre ellas, como el de transmisión hereditaria por lo que se creo un grupo de campesinos
libres con pequeñas propiedades.

Las fluctuaciones en el ejercicio práctico de la autoridad imperial:

Se produjo un trasvase de los títulos condales de una familia otra por lo que el poder cambiaba rápidamente de
mano.

La característica más llamativa es la confusión entre autoridad y propiedad. Los condes que administraban
para el rey un determinado territorio transmiten su cargo a sus hijo de forma hereditaria lo que supone hacerse
dueño de esa tierra. De esta forma los funcionarios reales se convierten en señores feudales. En el año 877 se
reconoce este derecho mediante la capitular de Quierzy.

La obra de Vifredo el velloso 878−898:

Gracias a la anterior capitular, Vifredo y su hermano reunieron los condados catalanes y aprovechando la
debilidad del imperio carolingio en la zona constituyeron una unidad política bajo el mando de la familia. A
su muerte Vifredo pudo dividir los territorios entre sus hijos.

La obra de Vifredo consistió en el repoblamiento de las zonas vacías para asegurar y consolidar el territorio.
Gracias a la superpoblación de la zona montañosa y a las gentes que venían de Ebro se ocupó la plana de
Vich. El método utilizado fueron las aprisiones nuevamente y la instalación de monasterios que irán creciendo
y absorbiendo a los pequeños campesinos alodiales.

Los monasterios como el de Ripoll, Eixalada−Cuixá y San Juan de las Abadesas irán forjando su domino
gracias a las tierras públicas fiscales donadas por los reyes francos y los condes.

El difícil mantenimiento de una estructura de tipo público:

La aristocracia en las zonas de colonización se asentaban en las tierras de feo, que no constituían un verdadero
feudo porque sólo eran poseídas temporalmente por quien representaba la autoridad. Con el tiempo con ese
mismo carácter, el conde fue cediendo castillos y otras dependencias a los vicarios quienes a su vez se los
entregarían a través de numerosos pactos y conveniencias a otros guardianes. Esto adquiriría un carácter
vitalicio hasta acabar convirtiéndose en hereditarias. Aún así, antes del año 1000 Cataluña no era todavía una
tierra feudal por que aún pervivía la tradición visigótica en la ley y su aplicación como los tribunales públicos.

La crisis de la segunda mitad del siglo X:

Durante este periodo existe una clara superioridad del estado musulmán que al frente de su general Almanzor,
llegó hasta Barcelona y la asoló en el 985.

Otro elemento de crisis son las luchas internas por el poder en el imperio carolingio entre dos facciones los
robertinos y los carolinos y el desgaste que esto produjo a la monarquía. Además, la iglesia estaba totalmente

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corrompida por vicios como la simonía y el nicolaísmo. La mezcla de estos factores hace que se produzca u n
alejamiento entre el poder franco y los condados catalanes. Este hecho estimula la aparición de las
encomendaciones de un hombre a otro para garantizar la protección que acabará favoreciendo la sucesión
hereditaria de los condados. De todo ello se desprende la creación de una rígida jerarquía de tipo feudal, ya
que en la práctica la autoridad de los condes sustituye a la del rey.

La zona catalana recibe influencias de la zona árabe. En el monasterio de Ripoll los saberes científicos del
Islam, el quadrivium, se combinaban con los saberes cristianos por lo que era el foco cultural más importante
y zona de confluencia de ambas culturas.

Los comienzos del crecimiento económico:

Se introdujo la circulación de numerario de oro árabe, lo que facilitó los grandes intercambios como los de
tierras o productos industriales producidos en las nuevas forjas y molinos que comienzan a proliferar en las
riberas de los ríos pirenaicos. La producción agrícola crece por lo que aumenta el nivel de intercambio y se
crean los primeros mercado que se documentan antes del año 1000.

El final de la relación política entre Francia y los condados catalanes:

En el año 987 Hugo Capeto instaura en Francia una nueva dinastía y se desliga de los condados. Existe una
soberanía de hecho que se manifiesta en la acuñación de moneda por parte de Ramón Borrell II con su efigie a
comienzos del s. XI. La soberanía de derecho no será reconocida hasta que en 1258 Luis IX por el tratado de
Corbeil renuncie para siempre a cualquier derecho sobre los condados.

Tema 5 La España musulmana: una sociedad islámica en Occidente, Al Andalus.

La creación de la España islámica: Al Andalus 711−756.

La conquista de España fase de expansión árabe.

La conquista de España se inserta como una fase dentro de la expansión árabe. Los musulmanes fundaron en
Túnez la ciudad de Cairuán 30 años después de la ocupación de Egipto (642). Esto significó tras asegurar su
dominio en Túnez utilizando las rivalidades entre tribus, la conversión al islamismo de un buen número de
bereberes.

En el año 698 los bizantinos fueron expulsados de Cartago y poco después del 700 los árabes más los
bereberes islamizados entraron en Marruecos las etapas finales del avance hacia el atlántico fueron obra de
Muza, gobernador de Ifriquiya y responsable directo ante el califa de Damasco.

Los árabes impusieron su dominio en toda la zona norte de áfrica, estos éxitos junto con las perspectivas de un
cuantioso botín alimentados por los judíos exiliados, animaron a Muza a lanzar a los bereberes a la conquista
de España.

La excusa perfecta para la entrada de los bereberes fue la petición de ayuda por parte del bando vitizano
cuando Rodrigo se hizo con el poder. Gracias a esto el lugarteniente de Muza, Tarik, cruzó el estrecho a
finales del 711 con un ejército mayoritariamente bereber.

Tarik emprendió el avance hacia el interior. Rodrigo enterado de la situación fue desde Pamplona a hacer
frente al invasor. Se encontraron a orillas del río Guadalete y la batalla acabó con la derrota de Rodrigo. Tras
ello Tarik decidió avanzar hacia Toledo, iniciando un proceso que durará 40 años y que tendrá como resultado
el dominio y la instalación de los musulmanes en España.

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Las campañas musulmanas de conquista.

Campaña de Tarik:

Los itinerarios de conquista siguieron la rede de calzadas romanas por lo que se tomaron tres direcciones
principales: Sevilla−Mérida, Córdoba−Toledo, y hacia el Mediterráneo.

La campaña de Tarik se dirigió a Toledo, la conquista fue fácil dado que no hubo resistencia porque mucha
gente huyó. Esto le proporcionó un gran botín y plantearse la posibilidad de seguir su campaña.

Se dirigió al norte por Guadalajara y llegó hasta Amaya y León desde donde retrocedió a Toledo. De esta
manera el territorio quedó reconocido.

Campaña de Muza:

Tarik reclamó ayuda a su señor para penetrar por el valle del Ebro que era más poblado y, por tanto, más
inseguro. En julio de 712 Muza cruzó el estrecho con 18000 hombres la mayoría árabes. Marchó hacia Sevilla
dominando la resistencia de sus habitantes y sometió Mérida en el 713. tras esto fue a Toledo para reunirse
con Tarik. Simultáneamente el hijo de Muza, Abd al Aziz, marchó sobre Sevilla, málaga y Granada. En
Orihuela firmó un tratado de paz con el godo Teodomiro gobernador de la región.

Campaña conjunta de Muza y Tarik:

En el 713 los árabes habían tomado contacto con las dos mesetas, el valle del Guadalquivir, Murcia y los
macizos penibéticos. Faltaba, por tanto, el valle del Ebro y allí es donde se dirigieron ambos ejércitos. El
grueso de la tropa se asentó en Zaragoza y se hicieron expediciones de reconocimiento por Tarragona, Lérida
y Huesca. Muza remontó el Ebro siguiendo la calzada de Zaragoza a Astorga llagando a Lugo. Luego marchó
a Damasco para informar al Califa.

Los intentos musulmanes más allá de los Pirineos:

Estos comenzaron en el 718 año en el que el valí Al Hurr recorre la zona catalana no dominada todavía por los
musulmanes. En el 720 Al Samh toma Perpiñán y Narbona siendo rechazado ante Toulouse. Intentaron dos
rutas de penetración una oriental por el valle del Ródano y otra occidental por la llanura de Aquitania por
donde llegaron a Poitiers. La derrota aquí en el 732 a manos de Carlos Martel hizo desistir a los musulmanes
de la penetración por esta ruta. Seis años después les fue cortado el paso de la ruta oriental también por
Martel. Aunque resistió unos años más Narbona fue reconquistada por los francos en el 755.

Después de esto los musulmanes retrocedieron porque no les compensaba avanzar ya que el clima era
desagradable para ellos y no tenían hombres suficientes para pelear contra los francos.

El contacto con la población establecida en España:

Lo primero que se hizo para comenzar el asentamiento fue controlar las vías de comunicación en especial las
que iban de norte a sur y establecer guarniciones en los puntos clave como Sevilla o Zaragoza. Se trasladó la
capital a una posición más central desde la que poder controlar mejor la zona, de Sevilla a Córdoba (717) y se
creó una pequeña administración y gobierno.

Los musulmanes llegaron en oleadas sucesivas pero siempre poco numerosos. En el 711 Tarik trajo 17.000
bereberes, en 712 18.000 árabes vinieron con Muza, alrededor de 500 árabes nobles llegaron con Al Hurr para
formar la administración en 716, luego llegaron los hombres de al Sahm y pequeños grupos de bereberes que
cruzaron la península para instalarse en tierras mejores entre los años 720 y 735. la última oleada fue la de los

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7000 sirios que al mando de Balch pasaron a la península en el 741 para sofocar la rebelión de los bereberes.
En todo caso no es posible contabilizar el número exacto de musulmanes que entraron en la península durante
los primeros cincuenta años. Existen dos hipótesis:

• Los musulmanes fueron menos de 80.000 personas que enseguida se mezclaron con los 5.000.000 de
hispano godos.
• Que entraran alrededor de 400.000 musulmanes y que la población hispano goda no superara los 2.500.000
habitantes.

El contacto con la población se produjo según los casos de tres maneras diferentes: mediante enfrentamiento
militar, la capitulación o el pacto. Las más comunes fueron las dos últimas a pesar de lo que dicen los
cronistas cristianos.

Esto se vio facilitado porque los musulmanes protegen a lo que ellos llaman gentes del libro, es decir,
religiones reveladas en un libro sagrado, les permitían seguir con su religión siempre que fueran sumisos a la
autoridad musulmana y pagaran un tributo.

− el enfrentamiento fue poco común.

− la capitulación quiere decir que los hispanorromanos oponen resistencia pero se acaban rindiendo, a mayor
resistencia peores condiciones de capitulación Amaya y Mérida son dos ejemplos.

− en el pacto la población no se resiste. Las zonas que pactan sólo pagan un tributo y pueden seguir con sus
creencias y costumbres por lo que la resistencia cristiana fue limitada.

Incluso hubo ocasiones en que las tierras quedaron sin dueño porque éste había huido o porque eran de la
desparecida corona con lo que los musulmanes ni siquiera tenían que pactar con nadie para asentarse.

Los guerreros árabes cobraban del estado u sueldo por sus servicios militares. El estado no les daba tierras
para que no se asentaran y siempre estuvieran en movimiento y avanzando. Cuando terminó la expansión se
acabaron los botines de guerra y comienzan a asentarse en las tierras conquistadas. Por ello pasan de ser un
grupo receptor de estipendios a un grupo terrateniente.

La instalación de los musulmanes en España:

Como ya hemos mencionado arriba los soldados se asientan en las tierras y se convierten una clase
terrateniente pero se dirigen a diferentes zonas según los grupos.

Los árabes se fueron hacia el valle del Ebro y de Guadalquivir para poder poner en práctica la agricultura de
regadío. Se concentran en torno a Sevilla, Córdoba y Zaragoza que son los centros de poder. Por el contrario
los bereberes se instalan en las tierras altas de la meseta y en los flancos de las sierras para continuar con la
actividad que desarrollaban en su tierra de origen, el pastoreo de cabras y ovejas que también realizaban los
hispano godos dominados.

La instalación de los musulmanes no afectó a la vieja distribución de la propiedad, el pastoreo de los


bereberes no modificaba esta estructura y loa árabes se asentaron como aparceros de los antiguos propietarios
de las tierras o de quien las trabajara. Es decir, percibían una parte de la cosecha pero vivían en el núcleo
urbano, eran rentistas absentistas.

La llegada de los guerreros del Al Sahm que deseaban instalarse en la península provocó problemas con los
musulmanes que habían llegado primero y ya se habían instalado.

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Para instalarlos se pensó primero en ampliar el dominio musulmán hacia el norte en tierras francas, se intentó
entre el 719 y el 721 pero fueron detenidos en Toulouse.

Después se consideró que lo mejor era buscar una solución dentro de la península.

Existía un quinto de la tierra que estaba reservado al Califa representante de la Umma (comunidad islámica) y
que había pertenecido a la corona visigoda. Con el permiso del Valí se reparten estas tierras mediante dos
concesiones: propiedad o Iqta.

La Iqta es una concesión de territorio público que permite el pleno disfrute pero no la plena posesión.

A medida que pasa el tiempo los árabes se fortalecen como casta dominante en España, someten a los demás
musulmanes no árabes como los bereberes a discriminación que no permite el Corán. Además, los hispanos
dominados comienzan a sentirse agobiados porque ahora que los árabes están plenamente asentados ejercen
más habitualmente sus privilegios. Incluso existe enfrentamiento entre dos facciones de la casta árabe,
yemeníes (originarios de yemen) y qaisíes (originarios de La Meca), entre ellos existían diferencias
económicas.

Las grandes diferencias entre árabes y bereberes hicieron que estos últimos se sublevaran en Ifriquiya. Esta
revuelta tuvo éxito y los bereberes tomaron el control en gran parte del territorio del norte de África. Esto
animó a los de la Península a sublevarse también en el 741. Los grupos de bereberes establecidos en las
montañas de la mitad norte de España se replegaron hacia el valle del Guadalquivir. Para poder detenerlos el
valí de Córdoba contrató tropas sirias. Estos sirios mandados por Balch cruzaron el estrecho y rápidamente
derrotaron a tres columnas de bereberes. Sin embargo, el valí de Córdoba no tenía intención de cumplir las
condiciones estipuladas y por ello los sirios se revelaron y expulsando al valí de Córdoba instalaron a su jefe.

De nuevo se planteaba el problema de la instalación. En un primer momento los sirios intentan instalarse por
la fuerza atribuyéndose tierras por derecho de vencedor, esto motivó un nuevo enfrentamiento entre los
primeros asentados (baladíes) y los recién llegados.

En el año 743 llegó un nuevo valí a Córdoba y éste instaló a los sirios en el valle del Guadalquivir y la costa
sur. Se les entregó una participación en los tributos que pagaban los sometidos a cambio de participar en el
ejército cada vez que fuera necesario. Tuvieron una gran fuerza militar que les permitió mantener en Córdoba,
hasta la legada de Abd Al Rahman, gobernadores que favorecían sus intereses.

El nacimiento del Al Andalus:

En el año 717 aparece por primera vez el vocablo Al Andalus que tiene un origen etimológico oscuro. Este
término se aplica de una manera confusa e imprecisa sobre el territorio peninsular. La tesis más generalizada
es que el vocablo servía para denominar al territorio peninsular bajo dominación árabe aunque algunos
geógrafos árabes lo aplican para llamar a toda la península.La soberanía sobre el territorio conquistado se
manifiesta muy tempranamente con la acuñación de moneda en el 712, era de oro y aún llevaba inscripciones
latinas, así mismo los pactos de paz como el de Teodomiro nos dejan ver la voluntad de los invasores por
acabar cuanto antes las guerras y asentar su dominio.

Rápidamente se nombraron gobernadores en las ciudades que en un primer momento eran los propios jeques.

Los musulmanes tomaron conciencia del nuevo espacio que ocupaban y no se instalaron en la zona norte de la
península porque era demasiado lluviosa y fría. Estas zonas en un principio fueron ocupadas por los bereberes
pero con su expulsión en el 755 el cuadrante noroccidental quedó sin poblamiento musulmán.

Los habitantes autóctonos tomaron enseguida conciencia de que era más rentable convertirse al Islam ya que

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de esta manera no se pagaban impuestos por lo que la islamización fue muy rápida. Los nuevos musulmanes
sólo podían convertirse si se hacían maulas, es decir, clientes de cualquiera de las tribus árabes viejas.

Aún así, la igualdad conseguida por los conversos era teórica ya que los árabes seguían manteniendo su
superioridad e intentaban excluir a los demás grupos de los beneficios materiales del Islam.

La economía jugó un papel muy importante en la creación de las bases para la nueva sociedad. La economía
de guerra debía dejar paso a una de paz y así fue. Los soldados primero se instalaron militarmente en zonas
estratégicas, en torno a estas guarniciones aparecen artesanos y comerciantes que van a satisfacer la demanda
de los soldados que cobran un sueldo del estado. El amsar es una ciudad−guarnición que da lugar a una aldea
cuando los soldados se asientan y dejan de guerrear. Es una aldea de comerciantes que luego se integran en la
ciudad. Éstas son las que han recibido el topónimo derivado de Alk o Kalat como Calatayud.

La población hispanomusulmana: el triunfo de la ciudad.

Los rasgos iniciales: número etnias y religiones.

Se estima que en la zona musulmana vivían unos cuatro millones de personas frente a 500.000 en el norte de
la península. Desde el punto de vista étnico las principales variantes eran cuatro: árabes, bereberes, judíos e
hispanogodos. Los árabes eran los dominadores y los hispanogodos los dominados y entre éstos últimos
existían diferencias entre muladíes o renegados cristianos convertidos al Islam y mozárabes cristianos que
vivían bajo dominio musulmán.

Pero además de estas etnias diferentes hubo mayor diversificación con la entrada de negros sudaneses que
eran traídos como esclavos de califas y aristócratas y de los eslavos igualmente esclavos pero capturados en el
norte de Europa y que podían ser de raza eslava o franca o de cualquiera que procediese del norte de Europa.
Este tráfico de esclavos eramanejado por los judíos. Fueron muy abundantes a partir del siglo X y mediante
las liberaciones personales pasaron a formar parte de las ciudades.

Las migraciones exteriores de Al Andalus:

Fueron protagonizadas por bereberes y mozárabes.

Bereberes: esta población había constituido el principal aporte de personas en las primeras oleadas invasoras.
La proximidad del Al Andalus con su lugar de origen facilitó que llegan más bereberes en busaca de una
mejor vida.

Mozárabes: estuvieron diseminados por todo el territorio y participaron en el proceso de acercamiento a las
ciudades. En el año 818 muchos de ellos fueron deportados por participar en el motín del Arrabal en Córdoba.
Pero la migración masiva se produjo a partir del siglo IX al mundo cristiano del norte cuando se produce un
enfrentamiento directo entre la minoría cristiana y el poder musulmán, los mozárabes no soportaban ver como
cada vez más su mundo se islamizaba y que sus raíces culturales se perdían por ello emigraron.

Las migraciones interiores en Al Andalus:

Se abandonó todo el cuadrante noroccidental de la península, los árabes se instalaron en las zonas más ricas
del país a pesar de que eran una minoría, ocupan principalmente las ciudades del sur. A estas ciudades se ven
obligados a desplazarse los bereberes a causa de la sequía del siglo VIII para trabajar como asalariados. Otro
movimiento menos conocido es el de los bereberes hacia levante. Los grupos de bereberes del sistema ibérico
se trasladan a las zonas bajas de Valencia donde se instalan en pequeñas comunidades que tienen el topónimo
Beni que nos indica que todos los integrantes pertenecían a un mismo clan. Con ello se explica que no
existiese desarrollo urbano en la zona y que este se diese a partir de la llegada de los musulmanes expulsados

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de las zonas del Ebro reconquistadas por los cristianos y de los huidos de Córdoba.

Del campo a la ciudad:

Pasa de un mundo rural a otro en el que la ciudad va a ser el elemento sustancial. Se amplían viejas ciudades
físicamente como Córdoba que a mediados del siglo X tenía 100.000 habitantes. Este proceso se dio porque
las ciudades fueron los focos que atrajeron a la inmigración ya desde la llegada de los primeros árabes. La
concentración urbana se da en la antigua provincia romana Bética. Se ha podido estimar la población de las
ciudades estudiando la superficie de la muralla y la superficie de cada vivienda suponiendo que era habitada
por una sola familia.

Las primeras ciudades de nueva fundación musulmana exceptuando Medina Azahara y Medina Azahira,
fueron creadas debido a razones estratégicas dado su carácter inicial militar. Se crearon 22 ciudades de las
cuales 7 desaparecieron tras su uso militar y otras 15 consiguieron dar origen a una ciudad estable. De ellos 6
nacieron en la ruta que comunicaba Córdoba con Toledo y Zaragoza, siendo las más importantes Calatayud,
Calatrava, Madrid y Medinaceli.

Todas estas ciudades se crearon con una intención militar ya que eran zonas fronterizas, de paso, avanzadillas
militares... al estar en zonas ricas en agricultura crecieron y atrajeron al comercio y la artesanía.

Otras ciudades como Almería se fundaron por Abd al Rahman II para que su puerto sirviera a la escuadra
cordobesa y Lérida y Badajoz por levantamientos muladíes. Estas tres ciudades a comienzos del siglo XI
tenían unos 25.000 habitantes.

Se fundan cuatro nuevos tipos de ciudades:

− recintos palatinos como Medina Azahara. Alrededor del palacio del califa se construyen viviendas para la
corte y para los comerciantes y artesanos que los abastecen. Pueden vivir entre 2000 y 10.000 personas y
suelen estar amuralladas.

− amsares o guarniciones como Córdoba, Toledo y Zaragoza.

− ciudades que se construyen alrededor del regadío, Murcia, Lérida, Badajoz, Almería

− ciudades artesanas que no tiene poder político.

Los motivos de que la población abandonara el campo para instalarse en la ciudad son varios:

− renace la economía monetaria gracias a que los musulmanes tienen el monopolio del oro de Sudán, al haber
de nuevo moneda se reactiva el comercio y se abandona la economía de subsistencia aunque en el siglo VIII
aún perdura por herencia visigoda.

− incremento de la productividad agrícola gracias a las nuevas técnicas de cultivo árabes como el regadío.

− se amplía el mercado ya que los productos del Al Andalus se exportan por todo el mundo musulmán.

− el propio Estado con su enorme burocracia y red de funcionarios demanda servicios y, por tanto, fomenta el
crecimiento de estas actividades.

− la decisión de los árabes de asentarse en las ciudades como una aristocracia militar y poseedora de tierras
reorienta la actividad económica. Esto quiere decir que como los nobles se instalan en las ciudades toda la
gente que trabaja y depende de ellos también se asienta en torno a la ciudad.

29
En las ciudades musulmanas no existe una organización municipal como existía en las cristianas nada limita la
autoridad del príncipe. Los únicos funcionarios especializados son los que controlan el orden público y las
transacciones económicas por lo que la ciudad no tiene ningún poder político.

El paisaje urbano de una ciudad musulmana es muy característico en él predomina lo privado. La casa
determina el paisaje de una ciudad, son casas pequeñas por falta de espacio que se organizan en torno a un
patio central, todas las ventanas miran al interior de este patio y las pocas que lo hacen al exterior tienen
celosías, se refleja un gran deseo de intimidad. Al no haber leyes que municipales que organicen el espacio
cada uno se hace su casa donde puede y por ello todas están apiñadas formando calles angostas y oscuras que
se cierran con puertas por la noche.

En la ciudad musulmana se diferencian varias zonas como el arrabal y la madina.

En primero es un conjunto de calles habitadas por personas que pertenecen a un mismo grupo religioso o a
una misma actividad económica. Es extenso y suele estar amurallado es como una ciudad dentro de otra.
Todos los arrabales se agrupan en torno a la madina que es el espacio en el que está la mezquita mayor, la
alcaicería y la zona de comercio principal.

La coyuntura demográfica:

Sabemos que hubo un paulatino crecimiento de la población pero no disponemos de datos para calcular como
fue la curva de crecimiento demográfico del Al Andalus. Si sabemos que hubo hambre y epidemias como en
los años 865 a 874 y sequías como en 750 a755 o del 915 al 919. es probable que se pasara de 4 millones de
habitantes en el siglo VIII a 5 millones en el siglo XI.

El fortalecimiento de la actividad económica: el desarrollo del comercio:

El predominio de una economía agrícola de tendencia autárquica: (711−830)

Entre los años 711 y 830 la posesión de la tierra no experimentó grandes alteraciones porque se siguen
conservando los grandes latifundios visigodos dedicados al cereal de secano. Una parte de estas tierras siguen
en manos de sus antiguos dueños y otra en manos de los dominadores sin que sepamos cuando pasan de
propiedad estatal a individual. Lo que sí sabemos es que el destino de estas tierras será proporcionar una renta
para fomentar el sistema de aparcería.

Como ya se ha dicho el cultivo principal es el cereal y en menor escala el olivo, aunque la vid se cultiva a
pesar de la prohibición coránica, por ello la vid se produce en menor cantidad que en la época romana.

Además de la actividad agrícola también subsiste la ganadería de la que se encargan los bereberes. Ésta es
fundamentalmente lanar y continúa realizando la trashumancia en busca de pastos.

Es lógico que pervivan los modos agropecuarios de la España visigoda debido a la escasa población invasora.
Así mismo continúan los intercambios en especie y la tendencia de autoconsumo en las grandes explotaciones.

La circulación monetaria renace con la entrada de los musulmanes. Existían tres tipos de moneda: dinar (oro),
dirhemes (plata), feluses (bronce) también se sigue manteniendo las monedas visigodas, pero, aún así, durante
el siglo VIII la circulación monetaria seguía siendo escasa en el Al Andalus.

El nacimiento de una economía comercial de base monetaria: (830−925)

El proceso de urbanización supuso una ampliación del mercado ya que hay que abastecer a toda la gente que
se concentra en las ciudades. En cuanto a la producción hay varios productos fundamentales como la madera,

30
el vestido...

− La madera es un producto de primera necesidad porque sirve para la construcción de casas, muebles,
tratamiento de minerales, construcción de navíos, artículos de lujo. La gran demanda de madera implica una
deforestación.

− La alimentación se vio muy favorecida por el aumento de los rendimientos y la introducción de nuevos
cultivos. Ahora era necesario alimentar a una mayor cantidad de población que no fabrica su propio alimento.
Normalmente si no había sequías la producción de trigo del Al Andalus daba para cubrir la necesidad de toda
la población y para exportar un pequeño excedente al norte de África.

Se introdujeron cultivos como el arroz que es más energético que el trigo y se mejoraron los sistemas de
regadío (norias, acequias). Existían dos tipos de regadío el estatal (como el de Granada) y el regadío a
pequeña escala. El regadío es frágil porque hay que colaborar con todos los que cultivan, esta aplicación
permite la diversificación de la dieta alimenticia porque se obtienen verduras hortalizas y frutas.

− Dentro de la industria textil existen dos ramas, una poco especializada que se dedica a suministrar productos
de lana y lino y que da trabajo a la mayoría de la población junto con la construcción y otra industria de
tejidos de lujo como la seda de Córdoba. El propio Estado promueve la creación de industrias del vestido
mediante la manufactura oficial que se halla concentrada por especialidades en diferentes ciudades.

Durante la segunda mitad del siglo IX se produce un incremento de las transacciones y se establece una red de
relaciones entre los lugares de producción y los de consumo. Esta situación provocó un incremento de la
circulación de moneda pequeña, dirhemes y feluses, que es el síntoma del fortalecimiento del comercio.

La base del comercio interior la constituye la relación entre las ciudades y el campo circundante, es decir: las
materias primas van del campo a la ciudad y los productos manufacturados van de la ciudad al campo.

Para comerciar con los productos en cada ciudad se crea un mercado permanente llamado zoco que se sitúa
por lo general en la madina cerca de la mezquita mayor. Para vigilar que las transacciones se realizaran de
forma correcta se crea el único cargo funcionario de la ciudad que es el Sahib al Suq que significa señor del
mercado o zabazoque. Este comercio interior utiliza las antiguas calzadas romanas como ruta hacia otras
ciudades, el itinerario más importante es el que va de Sevilla al Valle del Ebro pasando por Córdoba,
Calatrava, Toledo , Guadalajara, y Calatayud.

El comercio internacional no adquiere su gran fuerza hasta finales del siglo X pero ya a mediados del siglo IX
se observa unos inicios. Los productos que debían ser traídos de otros puntos del mundo musulmán lo hacían
mediante las caravanas pero el aumento de la demanda necesitaba un transporte más fluido lo que estimula el
comercio marítimo.

La base de este comercio será las mejores técnicas de navegación como: el aumento del tamaño de los barcos
y la vela latina de invención árabe.

Estas mejoras no sólo fueron aprovechadas por el comercio si no también para la defensa contra piratas.

Desde Sevilla y Pechina se establecen las primeras relaciones comerciales sobre todo con Francia y el litoral
marroquí. De esta forma se creó un área económica occidental entre España, Francia y Marruecos dirigida
desde Al Andalus que es la metrópoli que recibe materias primas y exporta productos. Del resto del mundo
musulmán Al Andalus sólo importa objetos de lujo concretos y exporta madera a Egipto para hacer barcos.

Entre los años 880 y 925 la economía hispanomusulmana sufre una crisis debido a causas tanto naturales,
sequías prolongadas de 865 a 919, como políticas. Esto provocó una degradación en el valor de las monedas y

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un claro deterioro.

El fortalecimiento del comercio abastecedor de centros urbanos (925−1008)

Este fortalecimiento del comercio que cada vez abastece a ciudades más grandes y más ricas se debe a dos
causas principales: La recuperación política y militar del Al Andalus y la influencia omeya en el norte de
África que permite el control de la ruta de oro de Sijilmasa.

En la península se consiguió dominar los focos rebeldes y pacificar la zona con lo que se permitía la
recaudación habitual de impuestos a los habitantes del Al Andalus y a los reinos cristianos del norte. Esto
junto con la llegada del oro fortaleció el erario público y permitió la acuñación de grandes cantidades de
moneda de oro y plata puros.

El nivel de vida aumentó, por lo que sabemos los precios eran mucho más altos que en otras zonas del mundo
musulmán pero los sueldos también y eso compensaba el alto coste de vida, esto atrajo a mucho inmigrantes
bereberes que aumentaba la demanda de productos por lo que se intensifica la producción y el comercio.

La demanda de madera aumentó para la construcción de naves de comercio y de guerra. La deforestación


obligó a buscar nuevos circuitos comerciales a Almería llega madera de África del norte, de Tortosa, de las
islas Baleares. A las atarazanas de Sevilla llega madera del Algarbe. Sevilla y Almería compiten por ser los
puertos de mayor importancia comercial.

El abastecimiento alimenticio de la población requiere cada vez mayores producciones agrarias lo que se logra
siempre que no haya sequía. El mayor poder adquisitivo de la población provoca una diversificación de la
dieta se consumen más hortalizas y más pescado como la sardina y el atún. El consumo de estos últimos
beneficia a las zonas productoras de sal como Almería y la zona valenciana, ya que se necesita mucha para
conservar y transportar el pescado.

El papel del Estado en este tráfico resultó especialmente importante. No era un estado intervensionista si no
todo lo contrario lo que ocurre es que debido a su gran burocracia y el tamaño de su ejército era el primer
consumidor. Para financiar los enormes gastos el Estado creando nuevos impuestos como la qabala que
gravaba los productos, similar a nuestro 10 % IVA.

Gracias a los impuestos el Estado mantenía la burocracia y un ejército que desde comienzos del siglo IX
nunca fue inferior a 6000 soldados. La necesidad permanente de hombres para el ejército se suplía
importándolos del norte de África, de Europa, negocio manejado por los judíos, o haciendo expediciones al
norte cristiano para capturarlos.

Estos hombres iban a para al ejército como mercenarios, al servicio palacial o como esclavos en las grandes
obras públicas de palacios y mezquitas.

Este esplendor económico comienza a decaer a partir del año 985 y se prolonga hasta que en 1008
desaparezca el Estado cordobés. Se abandona progresivamente la ley de las monedas, el califato fatimí
desplaza al omeya y controla el oro, se crea una ciudad más grande y consumidora que Córdoba que será el
Cairo y además comercian con Bizancio.

Esto exigió que se buscaran nuevas fuentes de recursos en Al Andalus por lo que las campañas de Almanzor
se dirigen al norte peninsular para obtener todos los productos de lujo que los musulmanes habían vendido a
los cristianos.

Tema 6 La España musulmana: evolución social y política, del emirato al califato.

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La diversificación de la estructura social:

La creación de una sociedad hispanomusulmana:

La sociedad de Al Andalus evolucionó entre mediados del siglo VIII a comienzos del IX hacia la aparición de
grupos intermedios y la sustitución de una nobleza árabe de sangre por otra de servicio fundamentalmente
eslava o bereber. Este proceso se inició cuando las poblaciones musulmana e hispanogoda se fusionaron y la
segunda adoptó las costumbres, religión y genealogía de los dominadores para disfrutar de las ventajas
económicas y sociales.

Los nuevos musulmanes son los llamados musalima y sus descendientes los muladíes. Rápidamente se
casaron con bereberes y sirios y adoptaron todas las costumbres musulmanas con lo que ya en el siglo X era
difícil distinguir los musalima hispánicos de los extranjeros. A pesar de todo aún perdura la diferenciación
entre la nobleza y la mayoría de la población que existía en la época visigoda.

La reducción de la bipolaridad social:

Se produce desde el siglo VIII cuando la península se introduce en el mundo económico islámico. Hasta
entonces su economía había sido de tipo autárquico y de base agraria con una prácticamente nula circulación
monetaria y mercantil.

La aparición de núcleos urbanos a los que acuden los conquistadores árabes y la llegada de numerosos
campesinos que ahora pasarán a ser artesanos o comerciantes provoca que aparezcan una serie de servicios
que son realizados por personas que crean una clase social media como los abogados, médicos, funcionarios y
que gozan de prestigio y riqueza. Los antiguos siervos y colonos rurales se convierten en plebe urbana y
forman un grupo que abarca a la mayoría de la población. Esta mayoría les dio fuerza en ocasiones para
revelarse contra el poder como en el motín del arrabal de córdoba en 818 que fue reprimido violentamente con
la muerte o el exilio.

Este proceso también se puede observar en el campo a partir sobre todo de Abd al Rahman II en cuyo
gobierno se fraccionaron los grandes latifundios en parcelas menores lo que permite que más campesinos
puedan tener propiedad. Esto supuso la aparición de un grupo de medios y pequeños propietarios agrícolas.

La sustitución de una nobleza de sangre por otra de servicio:

Este proceso cobra la mayor intensidad a comienzos del siglo X ya que durante los dos primeros siglos de
dominación musulmana el poder de la nobleza árabe era inigualable.

Uno de los factores que provocaron esta sustitución fue los enfrentamientos entre las diferentes familias
árabes por hacerse con el poder y la riqueza que lograban monopolizando los altos cargos estatales.

El segundo factor fue el enfrentamiento de las familias con el propio Estado en su afán por crecer. Para ello
intentaron resucitar el viejo pacto tribal. Éste consistía en apoyar militarmente al emir en la Guerra Santa, que
todos los musulmanes están obligados a hacer, ya que cada familia tenía un pequeño ejército que
salvaguardaba sus intereses.

Los gobernantes intentaron mermar la influencia de la aristocracia relegando el principio de obligatoriedad a


la Guerra Santa y creando su propio ejército que mantenían con las rentas. Esto independizó el poder del emir
de la nobleza.

El tercer factor de hostilidades sociales fueron las disputas entre los musulmanes viejos, principalmente
árabes, y los muladíes españoles. Como ya sabemos los muladíes se encontraban en una clara inferioridad

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económica y social ante los árabes. Esto provocó revueltas como el motín del Arrabal. Después de 818 la
presión fiscal aumentó y se obliga a pagar impuestos por la tierra aunque el propietario fuera musulmán,
hecho que empeoró considerablemente la condición de los muladíes. Debido a esto los muladíes estaban
siempre dispuestos a participar en revueltas y levantamientos contra la aristocracia árabe.

La simultaneidad entre los años 880 y 920 de estos tres conflictos en los que el papel protagonista lo tiene la
nobleza árabe condicionó su supervivencia y la del propio Estado Cordobés.

A medida que la nobleza de sangre pierde protagonismo las clases medias se están fortaleciendo, la muerte de
los caudillos del siglo IX que no dejan sucesores fuertes facilita que Abd al Rahman III reduzca el poder de la
nobleza. Para acabar definitivamente con ella utiliza a esclavos palatinos eslavos o bereberes para la dirección
del gobierno y en el ejército se apoya de mercenarios adictos a su persona. Este proceso culmina cuando
Almanzor llevó a cabo la reforma del ejército por la cual los guerreros árabes, que se agrupaban hasta
entonces por su origen tribal, son dispersados en diferentes unidades de reclutamiento mixto en los que la
mayoría de los soldados son mercenarios bereberes.

En esta sociedad que está cambiando las principales características son:

• La distinta proximidad al aparato político determina la jerarquía económica y social dentro de la sociedad
hispanomusulmana.
• Las capas medias de la sociedad crecen a medida que aumenta la prosperidad pero carecen de poder
político.
• La carencia de un poder político de la clase media y el predominio de la aristocracia, tanto de sangre como
de servicio, permite la dominación y el poder despótico del emir.
• Hay una gran fortaleza de los lazos familiares y de solidaridades internas entre los clanes de árabes y
bereberes que se conservan debido a las características del asentamiento. Estos vínculos tribales son lo que
les permite protagonizar las continuas luchas por el poder.

El permanente y fracasado esfuerzo del poder omeya por dominar los innumerables poderes locales.

Las vinculaciones tribales entre la población hacen que haya una gran cantidad de grupos y poderes locales
que el Estado no puede controlar. El estado tiene una apariencia de poder centralizado pero en el fondo sigue
conservando la estructura de la época visigoda. Cada uno de estos grupos vela por sus intereses y busca
aliados según le convenga para enfrentarse al Estado. En general los poderes locales son ayudados por los
cristianos del norte siempre que no traten de imponerse a quien ayudan.

Entre los reinos cristianos y el Estado hispanomusulmán existe una permanente tensión debido a que los
cristianos no quieren pagar el tributo que les reclama el emir para el cual es una gran fuente de ingresos.
Cuando el tributo no se paga los musulmanes hacen expediciones de castigo muy rápidas en las que arrasan el
campo y capturar cautivos ya que no se trata de dominar el territorio. Esta política por parte de los
musulmanes permitía a los cristianos volver a sus tierras y con los años progresar hacia el sur en la meseta del
Duero donde crearon una gran frontera humana.

La creación del estado hispanomusulmán: gobierno y administración (756−850)

Los emiratos de Abd al Rahman (756−788) I e Hisham I (788−796):

A mediados del siglo VIII los Omeyas fueron desplazados del califato por los Abasíes y el centro de poder se
trasladó de Damasco a Bagdad. Un miembro de la dinastía Omeya, Abd al−Rahman, consiguió huir de la
persecución y hacerse con el poder en al−Andalus, desligándose de la obediencia política a Bagdad. Surgía así
el emirato independiente (756−929).

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Abd al Rahman tuvo como primera misión legitimar el nuevo poder y consolidarlo en el país. La justificación
del poder fue bastante sencilla ya que en el Corán o la Sunna no existe una doctrina política por lo que sólo
existe la obligación de someterse a dios. Según esta obligación cualquier forma de gobierno está justificada
antes que la anarquía da igual si es una usurpación, mientras permita vivir de acuerdo con la Ley de Dios, es
válida.

Esto equivalía a justificar todo el poder por el simple echo de poseerlo aunque Abd al Rahman estaba más
legitimado, porque al ser un omeya tenía derecho de sangre a poseer un trono. Además, esta legitimación del
poder tan vaga proporcionaba un poder absoluto al gobernante.

La oposición política al poder de Abd al Rahman tomó forma religiosa en los siítas que fueron apoyados por
los bereberes y los maulas españoles. Para contrarrestar la oposición, los sucesores de Abd al Rahman
impusieron una doctrina oficial única adoptando desde 794 la de la escuela jurídica de Malik. Sus partidarios
eran celosos defensores de la ortodoxia estricta.

En cuanto al esquema administrativo parece que se conservó el heredado de los visigodos, quedando el país
dividido en unas veintidós circunscripciones llamadas coras, gobernadas inicialmente por los jeques de las
distintas bandas conquistadoras desde guarniciones asentadas en los núcleos urbanos.

El interés de los árabes por garantizar entre ellos un rápido servicio de comunicaciones motivó la temprana
construcción de reductos fortificados a lo largo de las vías que unían las principales ciudades visigodas
−Mérida, Sevilla, Toledo, Zaragoza− entre sí y con la capital de Al−Andalus, ejemplo de los cuales fueron,
sobre todo, Calatrava y Calatayud.

A mediados del siglo VIII, los bereberes que se habían instalado al norte del Sistema Central se van a otras
zonas y dejan sin población invasora todo el cuadrante noroccidental de la Península. La zona se transformaba
así en una frontera que contaba con una serie de fortificaciones orientadas exclusivamente a garantizar la
continuidad de relaciones entre importantes ciudades fronterizas como Mérida, Toledo y Zaragoza. Con el
tiempo −y ya desde Abd−al−Rahman I en el caso del área del Ebro, amenazada por Carlomagno−, esas
poblaciones van cobrando un carácter progresivamente militarizado con la construcción de nuevos puntos
defensivos, lo que acabará por hacer de ellos las tres grandes fronteras:

1. La superior, integrada por las áreas del valle del Ebro, defendía la zona de Zaragoza.

2. La media, que abarcaba las tierras del alto Duero, la de Toledo.

3. La inferior, extendida desde la sierra de Gata hasta el Atlántico, la de Mérida.

Al frente de cada una de las coras y fronteras, quedaba un gobernador, miembro de la nobleza de la región, lo
que estimulaba su tendencia autónoma, sobre todo en las fronteras donde, el gobernador contaba con mayor
fuerza militar. Para que los gobernadores no tuvieran demasiado poder y fueran un problema, emires y califas
procuraron que no hubiera muchos soldados en las fronteras. Éstas contaban con una serie de guarniciones de
vigilancia en estratégicos y reducidos enclaves fortificados, pero la respuesta militar ante un gran ataque
correspondía a los cuerpos del ejército residentes en los alrededores de Córdoba, a los que luego en la frontera
se unían las guarniciones fronterizas como tropas auxiliares.

El ejército, a las órdenes directas del emir, es la mejor garantía para el ejercicio de su autoridad.

El de Abd−al−Rahman I perfila ya los componentes que va a tener la milicia de Al Andalus, integrada por
huestes mercenarias −bereberes y eslavas−, voluntarios que acuden a las armas por el deber de combatir al
infiel y la esperanza de cobrar botín y tropas de los chundis sirios, guerreros acantonados −al estilo de las
tropas venidas con Balch− en circunscripciones militarizadas por todo el territorio de Al Andalus.

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Apoyado en estas bases: uniformidad doctrinal, fortalecimiento progresivo del ejército y consolidación del
cuadro administrativo territorial, el poder de los dos primeros omeyas cordobeses sentará los fundamentos del
nuevo Estado.

El emirato de Al Hakam I (796−822)

Pese al esfuerzo realizado por los dos anteriores omeyas durante el reinado de Al Hakam se van a manifestar
problemas que durante dos siglos y medio tratarán de impedir el asentamiento del nuevo estado
hispanomusulmán.

Durante estos dos años, el poder del emir hubo de enfrentarse con dos series de problemas:

1. Las tensiones sociales creadas en el seno de la población hispana:

− La primera de las tensiones que llevan a enfrentamiento se debía a la acentuación de la diferencia


económica y social entre conquistadores y conquistados ya islamizados, lo que dará lugar a la actitud
levantisca de los muladíes españoles, especialmente de Zaragoza, Toledo y Mérida, donde más potentes eran
los intereses de la vieja nobleza visigoda ahora musulmana por conveniencia.

− La segunda de estas tensiones sociales es la creada por la progresiva ruptura de los antiguos vínculos
sociales y la aparición de otros nuevos −las clientelas en que entran los maulas−, y, sobre todo, por el paso de
grupos cada vez más numerosos de la población de las actividades agrarias a las artesanales y comerciales.

2. La presión de los francos:

Ésta se orientaba a crear una marca que separara el Imperio carolingio de las tierras musulmanas peninsulares;
para conseguido, Carlomagno realiza, entre los años 775 y 810, una serie de campañas cuyo resultado es el
dominio de una estrecha franja de la vertiente meridional de los Pirineos, amplia únicamente en la zona
catalana, donde Barcelona era su punto más meridional.

Frente a los dos problemas, la respuesta de Al−Hakam I fue la fuerza. Durante este gobierno el ejército
adquiere la organización que habrá de tener hasta la reforma de Almanzor de 991. Es un ejército permanente y
no vinculado a los clanes que se emplea para sofocar problemas de tipo político incrementando la
participación de la milicia de mercenarios y de una guardia de esclavos personales, altamente
profesionalizada.

Las intervenciones de este cuerpo de ejército −para cuyo sostenimiento fue necesario aumentar los tributos,
causa de profundo malestar popular− resultaron especialmente eficaces: la jornada del foso en Toledo en 797,
donde fueron asesinados la mayoría de los notables de la ciudad desafectos al régimen, y la del motín del
arrabal de Córdoba en 818. Los estudiantes de las escuelas coránicas se hicieron sensibles a los problemas de
los mozárabes y los apoyaron en sus reivindicaciones. Los sublevados llegaron a entrar en el palacio emiral
pero la guardia del emir los atacó por la espalda incendiando el barrio mozárabe. Al ver esto, los sublevados
acuden a salvar sus casas pero la guardia los cierra en dos frentes por lo que fueron rápidamente reducidos. La
suerte que corrieron fue dispar, a algunos se los pasó a cuchillo y otros fueron deportados.

Frente a los francos, los éxitos no fueron menores, ya que consiguieron limitar los avances carolingios,
impidiéndoles la ocupación de Huesca y Tortosa aunque no pudieron evitar que las plazas de. Barcelona y
Gerona continuaran en su poder.

El emirato de Abd al Rahman II (822−852):

Durante este reinado se disfrutó de una época de tranquilidad que fue el fundamento, junto con el aumento de

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la riqueza de la completa organización que llevó a cabo este emir.

Las bases que la hicieron posible fueron, fundamentalmente, la saneada hacienda que las drásticas medidas de
Al−Hakam I en la recaudación de impuestos había conseguido y la institucionalización de los tributos que
aquel emir había exigido con carácter extraordinario y arrancado por la fuerza de las armas.

Los tradicionales impuestos legales eran dos:

− La limosna, es un impuesto que se exigía a todos los musulmanes y que es uno de los cinco pilares del Islam
consistía en la entrega a la comunidad islámica del diezmo.

− Los dhimies o gentes del libro abonaban un impuesto especial basado en la capitación personal y un tributo
territorial por la posesión de la tierra.

Ahora se unen a estos una serie de impuestos ilegales. Los más usuales y provechosos fueron:

− La capitación que mensualmente empezaron a pagar todos los musulmanes.

− Los derechos que, proporcionalmente al valor de los productos contratados, comenzaron a gravar las ventas
efectuadas en los zocos.

− La transformación en censo, afectado a las tierras, del antiguo tributo territorial satisfecho por los dhimies,
por lo que continuaron pagándolo aun después de convertirse al islamismo.

El resultado de esta política fiscal fue que, doblando gracias a ella los ingresos estatales de su predecesor,
Abd−al−Rahman II pudo contar con un presupuesto anual superior al millón de dinares.

Tales tributos permitieron a Abd−al−Rahman II sustituir el sistema administrativo de los califas Omeyas de
Damasco por el que había adoptado el califa abbasí en Bagdad.

La nueva estructura político administrativa, tendía a uniformar la condición de súbdito, marginando el factor
racial por lo que dejaban de existir las diferencias entre los árabes y sus clientes. De esa forma, la jefatura
política se convirtió en un despotismo oriental en que el soberano posee el poder absoluto y se rodea de una
rígida etiqueta que lo aísla de sus gobernados.

La administración general del Estado queda centralizada, desde la primera mitad del siglo IX, a través de los
dos grandes organismos de la Cancillería y el Tesoro. Entre ellos se reparte la larga lista de funcionarios
encabezados por los visires, uno de los cuales ostenta, como hachib, la condición de primer ministro o
lugarteniente general del emir o, más tarde, del califa.

En las ciudades, se añaden otros funcionarios además del sahib−al−suq, que ya existía, para garantizar el
orden en las mismas. Estos nuevos funcionarios son el zalmedina o Sabih−al−madina que es un delegado del
emir con competencias sólo judiciales y una guardia de policía urbana responsables ante los órganos centrales
de administración.

A pesar de todos los esfuerzos por conseguir la unidad territorial y política del país lo cierto es que, de hecho,
sólo en el centro, en Córdoba, se había conseguido un cierto grado de unidad. El régimen continuaba asentado
exclusivamente sobre la fuerza de su ejército y, en estos momentos, hay que admitirlo, sobre la euforia
económica de la primera mitad del siglo IX.

Durante este reinado se constatan los primeros efectos importantes de la aculturación como que el músico
Ziryab trae la moda de Bagdad, en la ropa, música, comida o la manera de hablar, y ésta se propaga

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rápidamente. Además, la lengua latina se arabiza y la población se convierte masivamente al Islam.

El debilitamiento del emirato una crisis interna (852−912):

Durante todo este período de más de medio siglo, las aparentes prosperidad, solidez y firmeza del Estado
omeya se esfuman, evidenciando la fragilidad de sus fundamentos y las contradicciones profundas de la
sociedad de Al−Andalus sobre la que se asentaba. Éstas son las tres causas fundamentales:

− La consolidación, por la fuerza, de una serie de privilegios en beneficio de la minoría árabe que acentuaba
su superioridad económica y sobre todo social frente a la mayoría de musulmanes hispanos, a pesar de las
proclamas de universalidad igualitaria contenidas en la doctrina islámica;

− La ruptura de la tradición cultural de una mayoría de hispanos que, en medio de la islamización y


arabización progresivas, conservaban −en forma de lengua, literatura, legislación y liturgia− los núcleos
mozárabes, en especial los de Córdoba y Toledo.

− Finalmente, la dificultad de conciliar los intereses de un Estado centralizado y despótico con los de una
nobleza árabe minoritaria deseosa de conservar las viejas fórmulas del pacto preislámico.

A estas tres contradicciones hay que unir la quiebra temporal de la prosperidad económica, por efecto de las
pestes y hambres que asolaron el país entre los años 865 y 874.

Conflicto de los mozárabes:

La necesidad de definirse frente a la religión islámica y la paulatina pérdida de contacto con el exterior habían
motivado, a fines del siglo VIII, la aparición en Toledo de la herejía adopcionista, causa de la desintegración
de la Iglesia visigoda, de la que, por ese motivo, se consideran ahora verdaderas herederas las comunidades
cristianas de Asturias. A lo largo del siglo IX, este sentimiento de singularidad de la comunidad mozárabe se
fortalece hasta que se explicita cuando la influencia orientalizante del reinado de Abd−alRahman y su mismo
éxito político y económico actúan como estimulantes de nuevas apostasías de la fe cristiana. La intransigencia
de algunos elementos de la comunidad mozárabe −Eulogio y Álvaro, sobre todo− les lleva a elaborar la teoría
del martirio voluntario: bastaba con presentarse al cadí −oficial de justicia− y blasfemar de Mahoma para ser
ejecutado; la sangre de los mártires rescataría de su debilidad a la comunidad mozárabe y prestaría a los
vacilantes el calor del ejemplo. Tal actitud promueve los primeros choques con las autoridades musulmanas,
lo que −tras la muerte del tolerante Abd−al−Rahman II en 852− abre paso a un período de martirios y
represiones sangrientas que culminan con la ejecución de Eulogio, siete años más tarde. Ella puso fin a la
rebeldía; en adelante, el problema de los mozárabes deja de ser religioso para convertirse en político cuando,
inmediatamente −los que no huyen a tierras de Asturias, León o Cataluña−, intervengan en las luchas de los
muladíes contra los árabes o los emires.

Los levantamientos de los muladíes:

Surgieron en las fronteras ya que en ellas confluía la doble circunstancia de ser las tierras de más honda
tradición visigoda y de gozar −por su estatuto militar− de un cierto grado de poder o independencia respecto
al emir.

Durante su reinado, Musa ben Musa, de la familia de origen godo de los Banu Qasi, actuó como verdadero
soberano dominando la totalidad de la frontera superior y haciéndose llamar el tercer rey de España; sus
actividades, prolongadas por sus hijos, mantuvieron independiente de la autoridad de Córdoba el valle del
Ebro hasta el año 884.

Las otras dos áreas fronterizas también fueron escenario de nuevos levantamientos muladíes: el de Toledo,

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apoyado por las tropas asturianas de Ordoño I, concluirá pronto en una derrota total en 854; el de Mérida,
encabezado por Abd−al−Rahman lbn Marwan, el hijo del Gallego, que inicia la rebeldía en 869, se prolongará
con éxito hasta el año 930, gracias a la fortaleza de la plaza de Badajoz, por él fortificada y que se enfrenta a
Mérida como capital de la región.

Junto a estos movimientos, se producen ahora nuevos enfrentamientos entre árabes y muladíes que alcanzan
especial virulencia en Sevilla y Granada. En ambos casos, los árabes vencedores se convierten en soberanos
semiindependientes de la región consiguiendo hasta su sometimiento, por obra de Abd−al−Rahman III, hacer
hereditaria en sus hijos tal soberanía regional.

Esta debilidad del poder central concluye en la atomización política de Al−Andalus con la existencia, a fines
del siglo IX, de más de treinta poderes distintos.

Esta fragmentación extrema del espacio político era índice de que el poder emiral había fracasado en sus
intentos de imponerlo en el propio centro de la España musulmana.

Aquí fue, en efecto, donde surgió la más amenazadora de las tentativas de independencia: la insurrección del
muladí Umar−ben−Hafsun.

Nació en 879 como una partida de rebeldes dedicados a actos de bandidaje, pero en seguida aglutinó el
descontento de muladíes y bereberes de las serranías andaluzas, desafiando a sucesivos ejércitos omeyas. Se
apoyaron en una táctica guerrillera, en la difícil orografía, en la inexpugnabilidad de su refugio de Bobastro
(sierra de Málaga) y el colaboracionismo de la población de los valles que permitió al rebelde muladí extender
su poder de Sevilla a Granada, llegando a amenazar incluso la ciudad de Córdoba. Su conversión al
cristianismo en 899 le privó de la colaboración de numerosos muladíes, musulmanes sinceros, aunque ganó la
de los mozárabes; pero éstos, en su mayoría ciudadanos, no pudieron brindar a Umar el apoyo táctico que
necesitaba para salir de sus montañas. Perdió la iniciativa de la lucha, aunque se mantuvo independiente hasta
su muerte en 917.

La fortaleza del Estado cordobés (912−1008):

Durante este período de casi cien años, son rasgos característicos:

− La recuperación económica gracias al éxito militar omeya en el norte de África, canalizando la corriente de
oro sahariano, y, en el propio Al−Andalus, garantizando la habitual recaudación de impuestos en favor del
Estado.

− La diversificación social gracias a la ampliación de los grupos de funcionarios y comerciantes.

− La aparición de una nobleza de servicio, que sustituye paulatinamente a la de sangre; y, sobre todo, el
robustecimiento del ejército sobre la base de una contratación masiva de mercenarios merced a los altos
ingresos estatales.

Todo ello permite a la autoridad central cordobesa dominar el espacio político de Al−Andalus y hacer sentir
su peso sobre los poderes cristianos del norte que, aprovechando la debilidad del emirato a fines del siglo IX,
han realizado progresos repobladores fortaleciendo sus bases de sustentación.

Abd al Rahman III de emir a Califa: (912−961)

Fundador del califato de Córdoba. Sucedió a su abuelo el emir Abd Allah. Cuando accedió al gobierno,
al−Andalus se encontraba desintegrado en numerosos poderes autónomos. El nuevo emir consiguió
restablecer el orden y la autoridad de los Omeyas. El problema más urgente era acabar con la sublevación de

39
Umar ibn Hafsun, extendida por amplias zonas del centro de Andalucía. La ocupación de la fortaleza de
Bobastro en el año 928 supuso el final de la sublevación. Paralelamente fueron sometidos los señores locales
semiautónomos de Andalucía y fue extendiendo progresivamente su poder del centro hacia la periferia. La
debilidad del poder cordobés había permitido un avance significativo de las fronteras de los núcleos cristianos.
En el año 920 impuso una severa derrota en Valdejunquera a la coalición formada por los reyes de León y de
Navarra. Pero en el 939 fue vencido en la batalla de Simancas. Pese a ello, el califa se convirtió en el árbitro
de las querellas entre los cristianos.

En África, aspiró a crear un protectorado que sirviera de defensa de Al−Andalus contra los fatimitas de
Cairuán, proclamados califas en 909, amenaza permanente para el Estado cordobés.

La base del continuo éxito que acompañó a Abd−al−Rahman III en estas empresas se debe a la recuperación
del poder político con la cancelación de los antiguos nombramientos vitalicios o hereditarios, la renovación de
los principales cargos de gobierno, que comenzaron a ocupar mayoritariamente los esclavos palatinos, y la
fidelidad de las tropas.

La superioridad político−militar conseguida por Abd−al−Rahman necesitaba doblarse con una formulación
teórica para enfrentarse al poder fatimí surgido en Cairuán como defensor de un nuevo sistema de ideas
religiosas siitas. Según éste, la comunidad islámica tenía un jefe designado o imán que, por su descendencia
directa de Mahoma a través de Fátima y Alí, era su señor nato y el único que tenía inspiración y apoyos
divinos. El resto de los gobernantes (por no ser jefes legítimos de la comunidad) tenían que ser eliminados y
sustituidos por una administración autocrática dirigida por el verdadero imán. Los fatimíes al apropiarse de
esta formulación doctrinal, reivindican simultáneamente su derecho a la soberanía universal sobre el mundo
islámico, tratando de transformar los descontentos locales en apoyos a su causa. El surgimiento de los fatimíes
en las costas de enfrente de la Península suponía una amenaza que no se contrarrestaba sólo con la fuerza.

En el año 929, Abd al Rahman III se proclamó califa, sucesor del profeta y príncipe de los creyentes, lo que
supuso la independencia religiosa de al−Andalus.

Las bases, por lo demás, tenían que seguir siendo las mismas: la prosperidad general y la solidez del ejército;
cuando éstas se debiliten, será insuficiente toda la apoyatura teórica.

El mantenimiento de ambos fundamentos de este absolutismo de base militar que es el califato permitió a la
España musulmana alcanzar entre los años 930 y 980 la cima de su poder, prestigio y riqueza. La defensa de
los mismos fue una empresa permanente en que la autoridad califal hubo de competir con los fatimíes −en un
continuo enfrentamiento terrestre y marítimo− y con los cristianos del norte peninsular.

Como base de la fortaleza califal, el ejército aumenta y progresivamente se profesionaliza en época de


Abd−al−Rahman III; se refuerzan entonces los dispositivos ofensivos, introducción masiva de esclavos
europeos en la milicia, y defensivos: aumento del número y capacidad de las atarazanas que son ahora
Tortosa, Almena, Sevilla y Alcacer do Sal. y

Además, para hacer frente a los cristianos se refuerza la marca media, la más amenazada, cuyo centro pasa a
Medinaceli. Hasta entonces, la frontera había sido una zona fluida que tendía a asegurar las relaciones entre
los distintos núcleos de Al−Andalus; pero, a medida que el progreso de los cristianos, aprovechando sobre
todo la crisis del emirato en la segunda mitad del siglo IX, les permitió aparecer con más frecuencia en la
proximidad de áreas habitadas por musulmanes, éstos optaron por reforzar los dispositivos defensivos como la
vía que unía Toledo y Zaragoza.

Esta permanente autolimitación de los musulmanes permitió a los cristianos

alcanzar la línea del Duero, y lo que, en la meseta, habían sido casi siempre edificaciones defensivas de

40
madera y tapial −muchas de ellas, simples mansiones de señores−, se convierten aquí en castillos que copian,
incluso, la técnica de construcción árabe. Se fija así en el río una línea de construcciones, desde las que se
mantiene vigilancia y en ocasiones, se hostigan sus flancos. Esta línea de seguridad cristiana se hace más
densa en la zona de Gormaz, por donde penetran habitualmente las tropas emirales y califales.

Abd−al−Rahman III decide consolidar la frontera media con la reconstrucción en 946 de la plaza de
Medinaceli, a la que se unirá unos años después, completando el dispositivo en profundidad, el bastión de
Atienza. La nueva capital de la marca media se convierte así en un gran acuartelamiento permanente de tropas
que dará a su comandante una fuerza indiscutible en Al−Andalus.

Al Hakam II el sabio (961−976)

Fue el segundo califa de Córdoba. Hijo y sucesor de Abd al−Rahman III. Su breve periodo de gobierno fue la
época más brillante de al−Andalus. En ella se dieron cita la fortaleza militar, la prosperidad económica y el
esplendor cultural y artístico. Al igual que su padre, Al Hakam II mantuvo una política de intervencionismo y
arbitraje en los reinos cristianos. En el norte de África, el califa aprovechó las rivalidades entre las tribus
bereberes para mantener e incrementar su influencia en Marruecos. Al Hakam II sentía un profundo interés
por las artes y las letras. Procuró que la biblioteca del califato fuera una de las mejores del mundo islámico, y
parece ser que llegó a contar con más de 400.000 volúmenes.

Almanzor, hachib (976−1002):

Al Hakam fue sucedido por Hisham II pero al acceder en 976 al trono era un niño por lo que el poder quedó
en manos de Almanzor (significa el victorioso).

En un principio Almanzor era el administrador de las propiedades del príncipe pero

integrando la facción vencedora en las intrigas de palacio, consiguió hacer triunfar la candidatura al califato
de su administrado, menor de edad todavía, y cobrarse con el cargo de adjunto de hachib− y el año 981 −en
que tras haber eliminado al hachib y al prestigioso general Galib, jefe de operaciones en África y comandante
de Medinaceli, se alza con las dos jefaturas civil y militar−. Para completar su toma del poder, el ya llamado
Almanzor traslada la propia administración califal a su palacio de Madina−al−Zahira, reduciendo a Hisham II
a figura meramente decorativa a quien reserva la suprema función espiritual, encerrándolo en el palacio de
Córdoba. La oposición que estas medidas suscitaron en Al−Andalus fueron reprimidas, gracias al
fortalecimiento de un ejército adicto a la persona de Almanzor que cobraban un elevado sueldo y estaban
formado por diversas unidades de reclutamiento mixto, en las que, mezclados con contingentes muy
numerosos de bereberes, los guerreros árabes pierden su vieja cohesión tribal.

Su poder se justificaba con las victorias militares porque no tenía justificación ideológica ni era un omeya.

Batió sin descanso a los poderes cristianos, infligiendo con sus ataques a los puntos claves de la religiosidad
−los más importantes monasterios de la época− el doble golpe, al prestigio de la santidad y a la economía
−producto del atesoramiento−. A tales saqueos, unió Almanzor los cuantiosos tributos que los jefes cristianos,
atemorizados y sin capacidad de respuesta frente a las huestes musulmanas, tuvieron de pagar anualmente por
una paz siempre precaria.

Pero a pesar de tales ingresos éstos no eran suficientes para sufragar el elevado coste del ejército por lo que a
partir de 989, comienza a deteriorarse el peso y ley de las monedas acuñadas, desatándose un proceso
inflacionario que no va a detenerse hasta la desaparición del califato.

En este contexto afloran una serie de contradicciones que llevaran a la desaparición del califato.

41
− el poder estaba repartido en dos manos, el califa seguía siendo el jefe espiritual y el poder político y militar
lo tenía Almanzor cuando históricamente todos los poderes estaban en manos califales.

− El ejército estaba integrado por extranjeros que no se integraban en la sociedad y que practicaban un poder
despótico con la población por lo que se hicieron muy impopulares.

− Dentro del ejército hay una falta de cohesión entre sus propios soldados, bereberes, a quienes había confiado
la tarea de sostener el régimen, divididos por hostilidades tribales y diferencias religiosas.

− La debilidad de los grupos sociales intermedios en un mundo de ciudades y la falta de poder político de
estos núcleos urbanos.

− Las agudas diferencias, que la prosperidad del régimen sólo débilmente disimulaba, entre los diversos
componentes de una comunidad teóricamente igualitaria.

− La fortaleza de los poderes locales, marcas militares, ciudades administrativas, señoríos territoriales, que,
apoyados en bases reales −geográficas, económicas, sociales−, no habían dejado nunca de desafiar el barniz
oficial de una administración centralizada gracias a la fuerza militar.

Cuando ésta cesase de proporcionar los éxitos esperados o, simplemente, cuando la personalidad del caudillo
palideciese, el ejército mismo tendería a adueñarse directamente del poder y lo arruinaría.

Hasta el año 1002, Almanzor consiguió evitarlo, y pudo, incluso, transmitir a su hijo Abd−al−Malik sus
títulos y jefaturas, que éste conservó, ya con ciertas dificultades, hasta su muerte en 1008. Seis meses más
duró él régimen amirí en la figura de su hermano Abd−al−Rahman Sanchuelo, que, incapaz de dominar la
difícil herencia, había cometido, además, la imprudencia política de exigir del califa su nombramiento como
sucesor del mismo. El sentimiento de legitimidad omeya se convirtió, entonces, en una de las muchas
banderas posibles de rebelión; las otras las enarbolaron las restantes contradicciones en que vivía el califato,
que, de hecho, murió con Abd−al−Malik: roto el barniz de unidad, los particularismos el espacio político se
fragmentó hasta la atomización.

Tema 7. La España musulmana: reinos de taifas almorávides y almohades.

El final del Islam Clásico: esplendor económico y cultural y fragmentación política:

Los rasgos permanentes:

Los historiadores llaman Islam clásico a la época que va desde la muerte de Mahoma hasta el siglo XI o 1005
que corresponde con el triunfo almorávide en el norte de África. Durante este periodo el Islam alcanza el
esplendor económico y cultural estando muy por encima de Europa o Bizancio. El Islam está presente en
muchas zonas desde el atlántico a la India. Desde un punto de vista mercantil llegan hasta el centro de África
por medio de los almorávides y se expande hacia el este como poder económico en Java Tailandia.

Las nuevas realidades de finales del siglo X:

El régimen de visirato a cambiado sustancialmente. En Bagdad o Egipto la persona más importante es el visir
que está ayudado por hachib o ministros. En cambio en al Andalus el hachib es el hombre fuerte y está
ayudado por visires.

El califa deja de ser la figura fuerte para convertirse en un mero instrumento de representación religiosa. Por

42
lo tanto el régimen se militariza porque el visir no tiene la legitimidad propia de las dinastías tradicionales
para gobernar. Como el poder depende de la fuerza el ejército es mucho más poderoso y exige una gran
cantidad de dinero para su mantenimiento por lo que suben los impuestos.

Religiosamente los regímenes se hacen más laicos, ya que el califa es la cabeza religiosa pero los súbditos
dependen del visir.

El fin de la dominación árabe en Al−Andalus: reinos de taifas (1009−1090)

La crisis del Califato de Córdoba (1009−1031)

La creación de los reinos de taifas es el resultado de la quiebra del poder militar que mantenía una aparente
unidad del país pero que en la práctica sólo reprimía a los numerosos poderes locales.

Tras la caída del califato se crearon 30 reinos taifas en el conjunto de todos ellos se ha distinguido
tradicionalmente, según la procedencia de sus dominadores, tres grupos:

− Los bereberes, que controlan la costa meridional entre Barbate y Adra, extendiéndose por el interior, a
ambas vertientes de la serranía de Ronda y Sierra Nevada.

− Los eslavos, dominados por los antiguos oficiales del ejército de Almanzor y sus hijos, que se constituyen
en la fachada mediterránea de la Península: de Almería a Tarragona. Su condición de grupo menos coherente
que el de los africanos no sólo les impidió crear dinastías sino que los expuso a una desintegración mucho más
rápida en favor de los poderes cercanos.

− Los andalusíes, que incluían a todos los musulmanes de origen tanto árabe como hispano, fueron los reinos
más extensos y poderosos, ocupando todo el interior de la España islámica y su fachada atlántica.

Esta extrema división del territorio peninsular en múltiples poderes se caracteriza, además, por sus límites
fluctuantes; la historia de los reinos de taifas se convierte así, en la de los esfuerzos de las familias o grupos
detentadores del poder en cada uno de los minúsculos Estados por conservar su posición dentro del mismo y
mantener su independencia frente a los demás.

La expansión de las taifas andalusíes:(1031−1090).

A nivel general, la evolución política presencia el engrandecimiento de los reinos de Zaragoza −que ejercerá
su influencia sobre el área levantina−, Toledo, Badajoz, Sevilla y Granada que, al dominar Málaga, se abre
paso al mar, beneficiándose hasta fines del siglo xv de un importante comercio internacional.

En su conjunto, la segunda mitad del siglo XI contempla el crecimiento expansivo de las taifas andalusíes a
costa de las bereberes y eslavas.

Los reinos de taifas se caracterizan por una frágil situación política que reproduce, a escala reducida, los
problemas que habían caracterizado al Estado califal.

Presentan una brillante fachada político−administrativa, pero la fuerza real descansa, también ahora, en un
ejército de mercenarios, dirigidos por jefes a los que se trata de asentar en feudos y de los que únicamente se
espera la prestación del servicio militar y el cobro de los impuestos, cada vez más pesados, de los súbditos.

Para conseguir ambos objetivos se procede a una militarización del territorio, apoyada en la construcción de
numerosas fortalezas.

43
Las relaciones entre las taifas musulmanas y los reinos cristianos:

Esta situación, que convierte a las tropas en protagonista, se agravaba en las áreas donde las taifas tenían que
enfrentarse, además, con los poderes cristianos; asentados sobre bases más elásticas −compromiso militar de
toda la población anejo a su establecimiento en un territorio− y tan poderosos, tras la división del califato,
como cada uno de los reinos de taifas, amenazan continuamente a los musulmanes, interviniendo en sus
disputas desde los comienzos de la crisis: en 1010 castellanos y catalanes habían llegado hasta la misma
Córdoba a apoyar a los bandos en pugna. Estas circunstancias movieron a los gobernantes de Zaragoza,
Toledo y Badajoz, a los que se unió el de Sevilla cuando la ofensiva ,de Fernando I de Castilla y León llegó a
amenazar

su reino, a tratar de comprar la paz utilizando sus recursos económicos, es decir a entrar de lleno en el régimen
de parias.

El sistema adoptaba formas distintas según las circunstancias. Podía ser el sim-ple pacto de ciudades o
castillos fronterizos para alcanzar la paz de los príncipes cristianos vecinos, pero las que presentan rasgos más'
característicos y ricos en consecuencias son dos: la contratación de servicios militares para una operación
concreta −en cuyo caso, las tropas cristianas actúan como simples mercenarios,

como sucederá con el Cid respecto al rey de Zaragoza− y el pacto de alianza y protección entre príncipes
soberanos, mediante el cual el musulmán paga al cris-tiano la paz y su ayuda frente a todos o determinados
enemigos. Esta protección contractual tiene siempre un carácter provisional: en cualquier momento y bajo los
más diversos pretextos reaparece la enemistad entre islamitas y . cristianos y, con ello, nuevas exigencias en el
pago de las parias. Esta situación condicionará, durante la segunda mitad del siglo XI, toda la política
económica de los peninsu-lares y, a la vez, el juego de las alianzas: en los cristianos, para canalizar en
pro-vecho exclusivo las parias más lucrativas; en los musulmanes, para apoyarse en los príncipes más
poderosos frente a las pretensiones de los demás. La frecuencia y cuantía de las entregas a los príncipes del
norte obligará a los gobernantes mu-sulmanes a tolerar un permanente proceso inflacionista visible en la
bajísima ley de las monedas, de oro blanquecino, por la cantidad de plata que su aleación in-cluye, y de un
peso equivalente a la mitad de los dinares califales, es decir de 1,9 gramos. Ellas serán, a pesar de todo, las
que estimulen de forma decisiva la eco-nomía de los reinos cristianos.

Este drenaje continuo de oro hacia el norte afectó notablemente a la economía dineraria musulmana; pero ni él
ni la debilidad política de los reinos de taifas impidieron el desarrollo de una cultura refinada y atenta a todas
las manifestacio-nes, asentada sobre las bases de interés científico y literario que los últimos años de
Abd−al−Rahman III y el reinado de AI−Hakam II habían establecido. Oscurecido este interés por la reacción
intolerante de Almanzor, reaparece con fuerza en el siglo XI apoyado en el triple fundamento de la riqueza
−visible en el lujo de la vida de las pequeñas cortes−, la amplia libertad intelectual −con la desapari-ción del
monopolio dogmático de los malequíes− y el sentido de emulación −del que apenas queda libre alguna corte
berberisca como Granada−. Los reinos más ricos de Zaragoza, Toledo, Badajoz y, en especial, Sevilla
muestran un gran flore-cimiento intelectual; en él continúa sobresaliendo la dedicación literaria, sobre todo
poética, con un proceso de estilización expresiva que acaba en un manierismo cantor de la búsqueda de
placeres exquisitos. El pensamiento puramente especu-lativo vive también durante el siglo XI un notable
desarrollo en contacto perma-nente con las fuentes y maestros orientales, y alcanza, a mediados de la centuria,
su más alto nivel con Ibn Hazm de Córdoba. Político desengañado y afectado por la crisis que puso fin al
califato, a partir de 1031 se dedica exclusivamente al estu-dio: en él compagina la elaboración de estilizado s
ejercicios literarios, como El collar de la paloma, con la formulación de nuevos principios jurídicos o de un
sis-tema de teología dogmática al margen de los rígidos principios malequíes y abierto, en cambio. a las
tradiciones de las escuelas safihita y zahirita. SegÚn ellas. la prin-

cipal tarea del estudioso era comprender lo que Dios quiso decir en el Corán y,'

44
en segundo lugar, lo que las diversas parábolas de Mahoma significaban; se abría así un importante portillo a
la interpretación especulativa personal en el marco antes estrechamente cerrado del pensamiento. Por él
penetran corrientes filosóficas de tradición helenística que, representadas a mediados del siglo XI por el poeta

y filósofo judío, de inspiración neoplatónica, Avicebrón, alcanzarán en el siguiente −bajo la dominación


almohade− sus más representativos frutos.

Frente a este despliegue cultural, las realizaciones artísticas de los reinos de taifas aparecen severamente
condicionadas por su debilitamiento económico res-pecto al Estado califal y por el deseo simultáneo de
copiar, en la medida de sus posibilidades, las soluciones arquitectónicas de las grandes construcciones
anterio-res. Se traduce así en materiales menos nobles −mampostería, ladrillo− las sóli-das estructuras
cordobesas; el resultado, visible en su ejemplo más significativo, la Aljafería de Zaragoza, es la preocupación
por obtener un efecto decorativo con la utilización abundante de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y
superponen, casi siempre sin sentido tectónico alguno sino con finalidad exclusivamente ornamental.

Los intereses puramente seculares de estos reinos de taifas, en los que una familia o grupo gobernaba en su
provecho, sin preocuparse del resto de la pobla-ción, y la progresiva inversión de la situación político−militar
en la Península en favor de los cristianos comenzaron a suscitar, a partir de 1080, movimientos de descontento
entre las capas de población hispanomusulmana menos favorecidas. Tales movimientos los estimulan los
juristas malequíes que, desplazados por las corrientes tolerantes, aseguran su popularidad al denunciar la serie
de impuestos ilegales sobre los que se asienta el esplendor de las cortes de taifas. La insolidaridad interna que
esta actitud evidencia, unida a la progresiva amenaza que supone el rápido engrandecimiento del reino de
Castilla y León, y el intervencionismo de Alfonso VI debilitan las bases de sustentación de los pequeños
reinos musulmanes y facilitan los primeros éxitos notables de los cristianos; el más importante y per-manente
será la conquista en 1085 de la frontera media con su capital Toledo, que no volverá nunca a manos islámicas.
La caída de la línea del Tajo y la ame-nazadora situación general animaron al rey de Sevilla a buscar la ayuda
del pode-roso Estado que los almorávides habían creado en el norte de África.

2.a La dominación almorávide en España entre 1090 y 1145 representa la vinculación política de AI−Andalus
a un poder extrapeninsular cuyo centro deciso-rio es Marraquex y la renovada berberización del sur de la
Península. Como es frecuente en la vida nómada, el imperio almorávide creció rápidamente a partir de unos
comienzos insignificantes y su. caída se produjo con la misma rapidez. Sus orígenes se hallan en la cohesión
que a las tribus bereberes nómadas del Sahara prestaron las encendidas predicaciones del malequí Ibn Yasin,
quien, por haberse retirado durante algún tiempo a un ribat o monasterio−fortaleza, dio motivo para que a sus
seguidores los llamaran al−murabitum, hombres del ribat o almorávides,

que alternaban la práctica de una vida ascética con los ejercicios guerreros. Ambas I

manifestaciones vitales respondían al mismo objetivo de respetar literalmente el texto coránico, 10 que
significaba, simultáneamente, resucitar el ideal de guerra santa y desencadenar las hostilidades contra toda
clase de contemporización inte-lectual o de desviación moral o teológica. La extrema sencillez del código 10
hizo fácilmente aceptable a las tribus del desierto acostumbradas a vivir en la mayor pobreza, orgullosas e
indomables.

La escasa organización política del Maghreb, dividido en múltiples y minúscu-los poderes, facilitó la rápida
conquista del territorio por parte de los almorávides, que, dirigidos por Yusuf ben Tasufin −a cuyo nombre
hay que asociar el éxito en la constitución del Imperio− se aprestan a cruzar, en 1086, el estrecho de

.avances de Alfonso VI y sus crecientes exigencias de parias más onerosas.

45
:rvención en la Península les procura la inmediata y aplastante victoria de , cerca de Badajoz; en ella triunfa la
tradicional táctica envolvente de los 'ricanos y la superioridad de fuerzas bereberes, que mantuvieron firme la
le defensa frente a una caballería pesadamente armada que debió recorrer

kilómetros antes de caer sobre el bien organizado campamento musulmán. 'rota de Alfonso VI no fue
completa porque el regreso rápido de los almo-) a Africa la hizo menos rica en consecuencias de lo que pudo
ser. Cuatro lespués tiene lugar, sin embargo, el definitivo desembarco en la Península

tropas almorávides: la combatividad de los cristianos −cuya estrategia no ía resentido tras el desastre de
Zalaca− y la insistente llamada de los juristas líes de AI−Andalus, que no cesan de censurar la degradación de
las cortes :as, animan a los guerreros africanos a instalarse en España.

conquista de los diferentes reinos hispanomusulmanes y su sometimient~"O->ridad del emir residente en


Marraquex no fue empresa difícil para los almo-s que la realizan sustancialmente entre los años 1090 y 1094,
completándola,

dominio de las áreas levan tinas y del valle del Ebro, entre esa fecha y 1114. táneamente, los almorávides
enfrentaron el poder cristiano atacando los cua-,ntos claves del dispositivo de Alfonso VI: Coria, Toledo,
Valencia y Aledo; cuatro sólo quedó en manos cristianas Toledo, que incluso fue ampliamente Ido por el este
como resultado de las derrotas de Alfonso en Consuegra y

A pesar de ello, los triunfos militares sólo proporcionaron a los almorávides mero dominio sobre los
territorios: la falta de población para ocupados haCía >roblemática su permanencia en ellos. Respecto a las
tierras de AI−Andalus, el

en político almorávide se basó en su ocupación militar, correspondiendo el go-

) a un valí del emir africano; a él se hallaban subordinados los gobernadores i principales ciudades del país
que eran, simplemente, los jefes de la guarni-almorávide de las respectivas localidades. Se trataba, siguiendo
viejos modelos )minación musulmana, de la mera sobreimposición de una unidad política la basada en la
fuerza por encima de las realidades sociales más profundas.

sta superestructura de poder no resultó del todo gratuita para AI−Andalus. En

.ipio, la inserción del territorio islámico peninsular en un imperio que se ldía hasta los ríos Senegal y Níger lo
hacía partícipe en una economía cuyo Llmento monetario era el oro de buena ley y peso semejante al de los
comien-le la conquista árabe en el siglo VIII; es decir, el dinar de 4,20 gramos, que, rtir de 1096, se acuña en
la Península sustituyendo a las degradadas monedas

>s reinos de taifas. La suspensión del régimen de parias contribuyó también rtalecer notablemente la
economía de la España almorávide, cuya actividad en los puertos de Sevilla y Almería. Esta euforia
económica que acompaña los

¡eros triunfos almorávides servía también para ampliar la base de popularidad J.uevo régimen, apoyado desde
el comienzo por los juristas malequíes y, muy blemente, por las simpatías del pueblo llano, aliviado de alguno
de los impues-le época anterior.

;in embargo, la persistencia del propio sistema militarizado establecido en la lnsula −donde comienzan a
abundar los ribat o monasterios−fortalezas, desde Gibraltar en apoyo de las demandas de ayuda del rey taifa
de Sevilla, atemori por los avances de Alfonso VI y sus crecientes exigencias de parias más oner,

Su intervención en la Península les procura la inmediata y aplastante victori~

46
Zalaca, cerca de Badajoz; en ella triunfa la tradicional táctica envolvente de norte africanos y la superioridad
de fuerzas bereberes, que mantuvieron firrnt

línea de defensa frente a una caballería pesadamente armada que debió reco, cuatro kilómetros antes de caer
sobre el bien organizado campamento musulm' La derrota de Alfonso VI no fue completa porque el regreso
rápido de los alr

rávides a Africa la hizo menos rica en consecuencias de 10 que pudo ser. Cuat~

años después tiene lugar, sin embargo, el definitivo desembarco en la Peníns~

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se había resentido tras el desastre de Zalaca− y la insistente llamada de los jurisd malequíes de AI−Andalus,
que no cesan de censurar la degradación de las cortt de taifas, animan a los guerreros africanos a instalarse en
España.

La conquista de los diferentes reinos hispanomusulmanes y su sometimiento la autoridad del emir residente en
Marraquex!l° fue empresa difícil para los alm

rávides que la realizan sustancialmente entre los años 1090 y 1094, completándola,l con el dominio de las
áreas levan tinas y del valle del Ebro, entre esa fecha y 1114,1 Simultáneamente, los almorávides enfrentaron
el poder cristiano atacando los cua. tro puntos claves del dispositivo de Alfonso VI: Coria, Toledo, Valencia y
Aledo; de los cuatro sólo quedó en manos cristianas Toledo, que incluso fue ampliamente

rebasado por el este como resultado de las derrotas de Alfonso en Consuegra y I

Uclés. A pesar de ello, los triunfos militares sólo proporcionaron a los almorávides 1

un efímero dominio sobre los territorios: la falta de población para ocupados hacía muy problemática su
permanencia en ellos. Respecto a las tierras de AI−Andalus, el régimen político almorávide se basó en su
ocupación militar, correspondiendo el go-bierno a un valí del emir africano; a él se hallaban subordinados los
gobernadores de las principales ciudades del país que eran, simplemente, los jefes de la guarni-

ción almorávide de las respectivas localidades. Se trataba, siguiendo viejos modelos de dominación
musulmana, de la mera sobre imposición de una unidad política ficticia basada en la fuerza por encima de las
realidades sociales más profundas.

Esta superestructura de poder no resultó del todo gratuita para AI−Andalus. En principio, la inserción del
territorio islámico peninsular en un imperio que se extendía hasta los ríos Senegal y Níger 10 hacía partícipe
en una economía cuyo instrumento monetario era el oro de buena ley y peso semejante al de los comien. zos
de la conquista árabe en el siglo VIII; es decir, el dinar de 4,20 gramos, que,

a partir de 1096, se acuña en la Península sustituyendo a las degradadas monedas de los reinos de taifas. La
suspensión del régimen de parias contribuyó también a fortalecer notablemente la economía de la España
almorávide, cuya actividad dirigen los puertos de Sevilla y Almería. Esta euforia económica que acompaña
los primeros triunfos almorávides servía también para ampliar la base de popularidad del nuevo régimen,
apoyado desde el comienzo por los juristas malequíes y, muy posiblemente, por las simpatías del pueblo llano,
aliviado de alguno de los impues-tos de época anterior.

Sin embargo, la persistencia del propio sistema militarizado establecido en la Península −donde comienzan a
abundar los ribat o monasterios−fortalezas, desde

47
los que se hace la guerra santa a los cristianos y se vigila a los súbditos− exigía gastos que no siempre
pudieron cubrirse con el botín obtenido a costa de los ene-migos, internos y externos, del régimen. Por otro
lado, da presión cristiana, tradu-cida en la recuperación de zona tan rica como la frontera superior con su
capital Zaragoza −que, en 1118, cae en manos de Alfonso 1 el Batallador− asestaba a las bases de sus
tentación económica del régimen el primer golpe importante al privarle de la fértil área del valle del Ebro. El
segundo se lo dio el mismo monarca aragonés cuando, tras recorrer en 1125 y 1126 victoriosamente las tierras
de Al-Andalus, llegando hasta Granada, se llevó a sus dominios a numerosos grupos de mozárabes con los
que repoblar las tierras recién conquistadas del Ebro. La pér-dida de esta población −doblada por la expulsión
del resto de las comunidades mozárabes deportadas al Maghreb− supuso una disminución de las actividades
económicas de algunas áreas, pero tuvo menos trascendencia que el esfuerzo econó-mico orientado a defender
las ciudades contra expediciones como la de 1125, que volvió a reproducir, en menor escala, Alfonso VII de
Castilla ocho años después. Comienza entonces la rápida fortificación de algunos núcleos urbanos, lo que se
hizo en poco tiempo, pero al precio de descuidar otras actividades económicas y comprometer la propia
popularidad del régimen agobiando con nuevos impuestos

ilegales a la población hispanomusulmana. Ni siquiera este medio fue suficiente; por ello, entre 1126 y 1128,
el gobierno almorávide se vio obligado a rebajar el peso de sus monedas de oro que pasó de 4,20 a 3,89
gramos, como las de épo-ca calif al.

A efectos de la estabilidad política, las dificultades económicas se sobreimpo-nían al progresivo deterioro de


las relaciones sociales entre bereberes e hispano-musulmanes. A este respecto, la escasez de informaciones
−procedentes, además, de los antiguos grupos dominantes, debilitados ahora por los recién
llegados-condiciona gravemente nuestra visión del período almorávide que aparece, por ello, excesivamente
esquematizado. Según estos testimonios, la superior cultura y refi-namiento material de AI−Andalus abrió
paso entre los invasores a un sentimiento de admiración trocado pronto en otro de corrupción o, al menos, de
deseo de par-ticipar en un género de vida que suponía un evidente debilitamiento de la fibra

! moral de los almorávides. Comenzó a producirse así una pérdida de cohesión en I todo el sistema político:
por parte de los dominadores, en razón de que cada uno

I de ellos trató de anteponer sus intereses a los generales de la comunidad; por

parte de los dominados, debido a que el arrogante comportamiento de las guarni-ciones bereberes y los
crecientes sacrificios económicos que su sostenimiento exigía

hacían nacer un sólido sentimiento de oposición.

La época medieval

únicamente el esfuerzo individual de A vempace, cuya vida coincide estrictamente con la del dominio
almorávide, primer comentarista en España. de la obra de Aris. tóteles y defensor del predominio de la razón
sobre la comunicación mística como medio de conocimiento. Su Régimen del solitario, obra en que escondió
−por las circunstancias políticas− su admiración a la filosofía griega bajo el ropaje de una preocupación ética,
será, junto con otras suyas, la semilla de una nutrida escuela en la que, años después, brillará especialmente la
figura de Averroes.

Los estrechos cauces que la ortodoxia malequí, restaurada con todos los honores en AI−Andalus, imponía al
pensamiento especulativo tuvo otras importantes con. secuencias; en principio, parece que la interpretación
estrictamente literal del Corán y la Sunna llevada, como ahora sucede, al más intemperado extremismo,
influyó en la toma de conciencia por parte de los musulmanes españoles del carácter específico de su religión

48
y de su comunidad religiosa. Hasta entonces, el islamismo había sido con frecuencia en España una religión
formal y oficial; bajo el dominio almo-rávide −por sus propias bases doctrinales y, tal vez, como respuesta a
la progre.

siva toma de conciencia de su religión operada entre los cristianos, a consecuencia de la reforma gregoriana−,
el islamismo se convierte para muchos en cuestión de profunda convicción interna. Ello se tradujo en la
primera mitad del siglo XII en una actitud de intolerancia hacia las comunidades judías y cristianas de
AI−Andalus, cuya vida se hace progresivamente más difícil. A partir de 1125, aproximada. mente, la amenaza
armada de los reyes del norte peninsular se suma al peligro doctrinal que en el norte de Africa supone los
comienzos del movimiento almo. hade; los malequíes cortan cualquier veleidad especulativa, en especial, las
de los seguidores de la escuela asarita y de su maestro AI−Gazalí, cuyas doctrinas se esti.

man heréticas y sus obras se queman públicamente por consideradas fundamento teológico del movimiento de
renovación almohade.

La progresiva autolimitación de las bases jurídicas e intelectuales del régimen almorávide que estas medidas
significaban hacía difícil la pervivencia del mismo. Así, mientras en sus dominios africanos eran los
almohades quienes emprendían contra él una guerra santa, en la Península, la oposición y descontento popular
culminaron en una ola de sublevaciones que, entre 1144 y 1145, recorrió todo AI−Andalus, sustituyendo a las
guarniciones almorávides por el gobierno de una serie de reyezuelo s de nuevas facciones independientes, que
han sido llamadas las segundas taifas. Como en ocasiones anteriores, el interés de algunos de estos
minúsculos reinos por conservar su independencia frente a sus vecinos animó a sus gobernantes a solicitar
ayuda a un poder extrapeninsular, en este caso los almo-hades, que, triunfadores ya de sus enemigos
almorávides en el norte de Africa, se aprestaban −sin necesidad de tales solicitudes− a ser, igualmente, sus
herederos en la Península.

..) . .. − ...Y fa dominación almohade en España supone un nuevo fortalecimiento del

proceso de berberización de AI−Andalus, dirigido ahora por grupos, étnica y reli-giosamente, hostiles a los
precedentes dominadores. El movimiento había nacido en el norte de Africa como reacción contra la estrechez
de los comentarios corá-nicos y las concepciones jurídicas de los almorávides, cuyos extremismos habían
llevado a puerilidades y rigorismos con los que los espíritus religiosos más sensi-

El triunfo de la Cristiandad sobre el Islam

bles no podían contentarse. La protesta fue encabezada por un bereber del Alto Atlas, lbn TU1lli!!1. qyien, en
lugar de recomendar simplemente un nuevo género de vida, trató de reelaborar el propio dogma islámico
proporcionándole la fuerte sustancia filosófica y mística de la obra de AI−Gazalí, dando prioridad, frente al
hábito almorávide de explicitar los atributos de Alá, al concepto de la «unidad» en que se resumen todos
aquéllos. A los seguidores del nuevo profeta islámico se les llamó, por ello, los defensores de la unidad o
almohades. Sus primeros éxitos apostólicos fueron tempranos, pero poco notables hasta que e! movimiento se
dobló −gracias a Abd−al−Mumin, compañero de! fundador− de un carácter bélico, que le llevó a declarar la
guerra santa a los almorávides desde 1130, en que muere lbn Tumart, hasta 1147, año de la entrada de los
almohades en la capital almorá-vide, Marraquex, que supuso el fin de este Imperio.

El deseo de destruir totalmente el Estado almorávide había obligado a los almo-hades a cruzar el estrecho en
1146 y combatir en la Península a sus enemigos; por ello, sólo la subordinación, en el conjunto de la política
almohade, del objetivo peninsular a la expansión por la costa norteafricana hacia el este permite a las
segundas taifas de AI−Andalus gozar hasta 1170 de una cierta vida independiente. Su ejemplo más claro lo
constituye el del reino, de dimensiones siempre fluctuan-tes, que Ibn Mardanish, de ascendencia muladí −el

49
«Rey Lobo» de los cronistas cristianos−, consiguió crear dominando desde Murcia gran parte del este y sur de
AI−Andalus. A partir de 1170, y durante dos años, e! nuevo poder bereber for-talece su situación en
AI−Andalus, que, en adelante, compagina con la atención a diversos levantamientos locales en e! norte de
Africa, síntoma de las reducidas bases de sustentación del régimen.

Los paréntesis de tiempo en que e! poder almohade conseguía un relativo con-senso en el interior del Imperio
le permitían llevar la «guerra santa» a nuevos territorios. En el caso de España, los reinos cristianos, a los que
arrebata extensas comarcas de los valles del Tajo y Guadiana, que castellanos, leones es y portugueses se
habían ido incorporando desde que, hacia 1130, somenzó a desintegrarse e!

poder almorávide. Como en ocasiones anteriores, los triunfos bereberes se resu-mían en la toma de fortalezas
de una línea defensiva cada vez más clara, ocupadas ahora frecuentemente por caballeros de las Ordenes
Militares; carecían, sin embar-go, de recursos humanos para asegurar los territorios cobrados y, en definitiva,
para realizar e! cambio fundamental en e! equilibrio de fuerzas entre la España islámica y la cristiana. Por ello
mismo, la propia batalla de Alarcos, en que en 1195 los almohades infligen a Alfonso VIII una contundente
derrota en las proximida-des de Ciudad Real, no fue tan rica en consecuencias como e! resultado de la misma
hizo prever. El Imperio almohade aparecía así, ante todo y sobre todo, como un Estado militar instalado como
una superestructura sobre AI−Andalus.

Como en ocasiones anteriores, este tipo de formación política afectó al desarro-llo histórico de la España
islámica. Por lo que se refiere a la economía, la cristali-zación del Imperio fortalece la inserción de la
Península en el ámbito comercial musulmán, cuyas transacciones se apoyan en una nueva moneda, la dobla
almo-hade de oro, cuyo peso −4,60 gramos− y ley la convierten en la moneda de más alta calidad de la
España medieval. Por su parte, la intensificación de las relaciones mercantiles entre musulmanes y cristianos
−−en las que a los peninsulares se unen

La época medieval

pisanos y, sobre todo, genoveses− convierte a Sevilla, capital de la España almo-hade, en el centro del
mercado musulmán occidental y en plaza mercantil de pri. mer orden; allí cuentan los genoveses con una
colonia, verdadero puente en el intercambio entre Africa y Europa. Esta riqueza sevillana servirá,
simultáneamen. te, de atracción para los nobles cristianos descontentos de sus monarcas que, refu. giados allí,
prestarán servicio militar a los almohades, y de sólida base económica para la serie de construcciones que
desde entonces embellecen la ciudad.

Desde el punto de vista social, la falta de apoyo popular, una vez desvanecida la sensación momentánea de
liberación de los abusos almorávides, caracteriza la presencia almohade en España y explica la progresiva
recuperación de la influen. cia de los juristas malequíes, a medida que el régimen necesitó una justificación

doctrinal 'a su política de fuerza y un sentimiento de unidad frente a sus enemigos cristianos del norte. En este
sentido, parece clara la evolución del Estado desde un reconocimiento indiscriminado a las escuelas zahirita y
safiita en detrimento de la malequí, lo que explica el éxito de las obras de jurisprudencia de Averroes, cadí de
Córdoba, a un declarado intento de granjearse la buena voluntad de los juristas malequíes en ocasión de la
ofensiva contra los castellanos, que se traduce en la destitución del mencionado cadí y la quema en la hoguera
de sus obras.

El carácter exclusivamente político de la medida lo evidencia el hecho de que, en seguida, A verroes disfrutó
de un puesto oficial en la corte de Marraquex. A escala de la sociedad en general, esta recuperación del
prestigio malequí en AI−Andalus se unía a la indudable intolerancia religiosa de los almohades para hacer
realmente difícil la vida de las comunidades no musulmanas; la mozárabe había desapare. cido prácticamente

50
en 1126, e igual suerte corrió la judía en la segunda mitad del siglo XII en que la dura persecución almohade
obligó a sus miembros −numero. sísimos en Sevilla, Granada, Lucena y otras ciudades− a fingir su conversión
al

islamismo o, más frecuentemente, a huir a los reinos cristianos, especialmente Castilla, en cuyas ciudades,
sobre todo en Toledo, constituyen importantes aljamas.

En contraste con esta restrictiva actitud religiosa, la tolerancia inicial del mo-vimiento almohade respecto al
pensamiento especulativo aportó un clima favorable a la creación intelectual. Su síntoma y fundamento más
señalado fue la recepción en AI−Andalus de la filosofía aristotélica, que ahora encuentra un ambiente ade.

cuado para su desarrollo, como lo ejemplifica la obra de los tres grandes aristote. listas del siglo XII. Fueron
ellos: los musulmanes Abentofail y Averroes, que se esfuerzan, sobre todo el segundo, por conciliar la
doctrina islámica con la filosofía griega y a través de los cuales los filósofos occidentales conocerán en
muchas oca. siones la obra de Aristóteles; y el judío Maimónides que realizará idéntico esfuerzo conciliador
de filosofía y religión para la doctrina talmúdica, aspirando a superar el exuberante casuísmo de la misma
mediante su reducción a unos principios funda-mentales, según la técnica aristotélica.

La concepción religiosa almohade influirá igualmente en el desarrollo artístico; su componente puritano


provocará una reacción contra la exuberante decoración

e impondrá, menos claramente en España que en el norte de Africa, unos cánones de sencillez y restricción
ornamental que caracterizan los edificios, concebidos se. gún reglas de simetría y de indudable grandeza, de
esta época. Sus más importantes restos, la Giralda de Sevilla, antiguo alminar de la mezquita, y la torre
albarrana

aelOro, torreón final de las murallas y baluarte de la defensa del puerto, son muestras de la pujante economía
y de las concepciones estratégicas defensivas de ~s almohades. Su carácter de obras áulicas, como todas las
que quedan de la domi-nación musulmana en España, vuelve a evidenciar las bases sociales del régimen ~ue,
dado su carácter militarista, en época de crisis, limita severamente las anti-

guas libertades especulativas, restringe las posibilidades de vida de las minorías no musulmanas y se apresta a
una defensiva a ultranza frente a los poderes ene-migos: la propia debilidad interna y la presión de los
cristianos.

Así, desde su triunfo en Alarcos en 1195, la autoridad almohade, incapaz de consolidar los territorios
cobrados, se limita a defenderlos sin pretender atacar nunca las propias bases del poder cristiano. Esta actitud
defensiva almohade posi-

~¡jitará la contraofensiva conjunta de castellanos, navarros y aragoneses, cuyos resul-lados −producto de la


victoria de las Navas de Tolosa, en julio de 1212− no se

evidenciarán hasta 1220. A partir de entonces pudo comprobarse que la derrota

II

almohade en las Navas, con la pérdida de su tesoro real, había marcado el co-

mienzo de la crisis 'definitiva de su poder, debilitado simultáneamente en sus domi-nios africanos por el
ataque de los benimerines, que acabarán sustituyéndolo en ellos. La dificultad de enfrentarse a sus distintos
enemigos precipitó la caída del Imperio almohade: en 1224, en AI−Andalus, algunos de los propios
gobernadores

51
se proclamaron independientes de la autoridad del nuevo califa de Marraquex, mien-tras que en diversas
ciudades y comarcas numerosos señores hispanomusulmanes se erigieron en reyezuelo s de nuevas banderías,
las terceras taifas. Una de ellas, la

. de Murcia, gobernada por Ibn Hud, consiguió simultáneamente hacer reconocer su

1 autoridad en I'a mayor parte de las restantes y acabar con el poder almohade en la

Península en 1231.

La vida de las terceras taifas, nuevo ejemplo de discrepancia entre el barniz

unitario y la realidad compleja de AI−Andalus, producto de la falta de estructura-

ción social y de la escasa articulación política de la comunidad hispanomusulmana,

I resultó efímera por la acelerada actividad reconquistadora de Fernando 111 de Cas-

tilla y Jaime I de Aragón. Las sucesivas conquistas de estos dos monarcas acabaron por reducir la España
islámica al reino nazarí de Granada, Estado que un árabe del linaje sirio de los nazaríes había creado desde
1238, controlando el área mon-tañosa de los macizos penibéticos, y que contaba con una amplia fachada
marítima −de Tarifa al cabo de Gata− que lo ponía en contacto con los musulmanes norte-africanos y con las
corrientes comerciales mediterráneas. La prudente diplomacia del fundador del reino, fiel vasallo de Castilla
en la época de Fernando 111, junto con las características montañosas del pequeño territorio, su interés
económico como fuente de ingresos para los cristianos y las vicisitudes internas castellanas, fueron factores
que ayudan a comprender la persistencia, durante dos siglos y medio, de

esta reliquia musulmana en la Península.

Temprana siglos V−VIII.

Alta siglos IX−X.

CRISTIANOS

IMPERIO GERMANOS

ROMANO. VISIGODOS MUSULMANES

AL ANDALUS

400 711 1000 1300 1492

1264

Coincidencia con las cruzadas y expansión alemana

IMPERIO GERMANOS. SOCIEDAD FEUDAL

ROMANO. CRISTIANOS (ESPACIO CRISTIANO)

SUEVOS.

52
SOCIEDAD ISLÁMICA

VISIGODOS MUSULMANES (ESPACIO MUSULMÁN)

AL ANDALUS

400

711

1000

Casa principal

Molino, hornos cobertizos para esclavos

Baldíos ocupados por pequeños grupos de hombres libres que originan una aldea.

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