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EL PENSAMIENTO DE VICENTE PISTILLI

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El erudito catedrático de la Universidad Nacional, el profesor Vicente Pistilli, atribuye a las criaturas de la
cosmogonía guaraní un extraño mestizaje. Pistilli está persuadido de que ellas tienen bastante más que unas
cuantas gotas de sangre vikinga.

- ¿Vikinga?

- Sí, señor. Los vikingos estuvieron en la Cuenca del Plata por lo menos un siglo antes que Colón, y dejaron
huellas. Grabadas en las rocas de cerro Guazú hay infinidad de runas, la escritura vikinga. La lengua guaraní
tiene numerosas palabras del norrés que hablaban los vikingos. La toponimia recogida por los jesuitas -
Weibingo,Storting,Tocanguzir, por citar algunos topónimos- tiene indudablemente origen vikingo. La aldea
guaraní está copiada de la fortaleza vikinga. Y hay mucho más.

- ¿Cuál sería la influencia vikinga en los mitos guaraníes?

- Los siete hijos monstruosos de Tao yKerana tienen sus equivalentes nórdicos con las mismas funciones. Este
mito no está incorporado en las tradiciones de la mayoría de las etnias guaraníes, sino que se mantuvo como un
sistema propio del valle del Guarini Pytá, antigua tierra de los kari'og (del norrés: karl = campesino, og = casa),
que fueron el resultado de la aculturación de los mbyá litoraleños por incursores vikingos en el siglo XIII. El
Yaguahú (en norrés jager = cazador, hund = perro) es Gorm en el mito nórdico. El Mbói Tuí es la gran serpiente
Yormund. El moñai es un elfo escandinavo que atesora sus robos en cavernas. En el Yasí Yateré, rubio y de ojos
azules, debemos ver a Odín, que con una varita mágica crea las runas. El Kurupí es el Frey escandinavo, un
cazador sensual y desmesurado genitalmente. El Ao Ao es un coloso de la mitología nórdica, capaz de
transformarse en monstruo antropófago. El huichón es el lobo Fernis, que ronda los cementerios y se alimenta de
cadáveres...

- ¿Cuánto más abarcan las semejanzas?

- Todo: la armadura, el código, el mensaje del mito. En las dos mitologías por igual, la primera pareja humana es
creada con elementos vegetales y minerales. Los espíritus malignos guaraní y escandinavo se casan con hijas de
la primera pareja y engendran monstruos. En ambas mitologías se registra una catástrofe universal: el Ragnarök
u Ocaso de los Dioses, palabra que pasó al guaraní como roñairó y luego ñorairó, con el significado de agresión
mutua.

- Pero, ¿no hay semejanza entre todos los mitos del mundo?

- En este caso son tales los puntos de contacto que debemos descartar la coincidencia normal.

- ¿Hay rastros biológicos de una presencia vikinga?

- La gente de la virtualmente extinta tribu guayakí desciende de un conjunto humano de raza blanca y biotipo
longilíneo; lo hemos comprobado científicamente. Los guayakí son de raza blanca, ligeramente mestizados con
mujeres amerindias en una época relativamente reciente. Los varones guayakí tienen piel clara, barba tupida, el
pelo les ralea en la coronilla y el microscopio revela que es pelo propio de la raza blanca.
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-¿Con qué pueblo blanco vincula Usted a


estos guayakí?

- Con una población de tipo ario, cuya presencia


en el altiplano, siglos antes del Descubrimiento,
está probada por nada menos que 300 momias
rubias encontradas en Paracas y otros lugares
del Perú.

- ¿Momias vikingas, diría usted?

- Creemos que los incas eran vikingos.

El profesor Pistilli .
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- Pero, ¿hubo en el Paraguay vikingos o sólo mestizos de vikingos y americanos?

- De cualquier manera que haya sido, las huellas de los vikingos en el acervo paraguayo son evidentes. Yo,
personalmente, creo que llegaron hasta aquí, que entraron con sus barcos por los ríos navegables. También
debemos pensar que alguna vez hicieron frente a otros vikingos venidos desde el altiplano con sus huestes
aborígenes en son de conquista.

- ¿Alguna otra cosa vincula a los guayakí con los vikingos?

- ¡Tantas...! El hecho de que conservaron como símbolo tribal inscripciones rúnicas y runoides, que por último
ellos eran capaces de trazar aunque ya no entendían su significado. El hacha de guerra de los guayakí, que es la
primitiva hacha vikinga: una piedra afilada y empotrada en madera verde, donde queda como soldada cuando la
madera se estaciona.

- ¿Cómo fueron descubiertas las inscripciones rúnicas?


- Hacia fines de la década del 60, un geólogo del Ministerio de Obras Públicas, Pedro González, halló en el
departamento de Amambay 157 grutas con las paredes cubiertas con esas inscripciones. En la década siguiente,
el profesor Jacques M. de Mahieu y el runólogo alemán Hermann Munk estudiaron 61 de las inscripciones en
cuestión.

- ¿A qué conclusión llegaron?

- Algunas de las inscripciones son rúnicas de diseño clásico y otras revelan un largo proceso de degeneración
gráfica. El profesor Munk pudo reconocer también un dialecto medieval que se hablaba en Schleswig y que era
intermedio entre el norrés -antiguo danonoruego- y el bajo alemán.

Pistilli se enzarza en una apabullante demostración de hasta qué punto está inficionado el guaraní, lengua de
origen malayo-polinesio, con palabras del norrés apenas deformadas por su uso en un medio extraño y a través
de los siglos.

- Hasta la palabra guaraní la debemos a los vikingos -dice-. Viene de wariní, que quiere decir, en godo, de los
guerreros.

Pistilli acaricia un hacha guayakí, con aire melancólico. Reniega más del desinterés con que siempre fue recibida
la hipótesis vikinga que de la oposición que se le ha hecho. El profesor de runología y jefe de los Archivos Rúnicos
de la Universidad de Oslo, profesor James E. Knirk, no ha demostrado gran entusiasmo al señalar que sólo con un
estudio in situ la institución a su cargo podría certificar el origen de las inscripciones en las cuevas de cerro
Guazú.

- Y, sin embargo -se lamenta Pistilli-, esto es muy importante, demostrativo de que América no le debe
exclusivamente a España todo lo que la Conquista trajo del Viejo Mundo, ni siquiera las primeras nociones
cristianas, porque los vikingos estaban cristianizados cuando llegaron acá. Pero a los paraguayos nada nos parece
muy importante. ¡Somos bien raros, nosotros!

LOS ASHÉ

Estos indios blancos se llamaban a sí mismos ashé, palabra que proviene del vikingo asch, que significa fresno y
denomina a uno de los dos árboles que, según la mitología nórdica, les dieron origen. Los italianos llamaron a los
vikingos aschcomani: hombres del fresno. Y el ashé de los guayakí tiene el mismo significado. Esos indios dicen
urmá para significar antiguo. En vikingo, ür es antiguo, y man, hombre.
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Hacha de los guayakí,


arma que no conocían los
aborígenes de Paraguay y
que manejaban los
vikingos

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HOMBRE DE LAS RUNAS
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El doctor JACQUES M. DE MAHIEU, fallecido no hace


mucho, autor entre otros varios libros de EL REY
VIKINGO DEL PARAGUAY (Hachette, 1979), vivió en la
Argentina donde fundó el Instituto de Ciencia del
Hombre y fue profesor en la Universidad Nacional de
Buenos Aires. El profesor Pistilli recuerda que, cierta
vez, de Mahieu le confesó: Debí haberme dedicado
plenamente a la ciencia en vez de hacer política. Pistilli
supone que de Mahieu estuvo muy allegado a Perón.

De Mahieu realizó cuatro campañas de investigación en


tierra guaraní, vinculadas con los vikingos y sus
descendientes, los indios blancos. Tales campañas
fueron declaradas de interés oficial por el general
Alfredo Stroessner, a la sazón Presidente del Paraguay.

Jacques de Mahieu, investigó en el corazón de la selva


paraguaya (Cerro Guazú) donde según sus estudios
todavía existían vestigios de los últimos “indios
blancos”, sus ancestros tendrían sangre de los antiguos
vikingos que en el año año 1290 se refugiaron en estos
parajes después de la destrucción de su imperio en
Tiahuanacu, en la región que cruzaba uno de los
caminos que conducían de los Andes al Atlántico.
El profesor e investigador JACQUES M. DE MAHIEU
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Sus estudios además le llevaron a encontrar algunas sorpresas inexplicables. La fortaleza del Cerro Corá de la
que aún se puede apreciar los vestigios de una gran muralla de 300 metros de largo por 10 de alto, el templo de
Tacuatí con sus cimientos de piedras labradas, el salto de Aquidabán-Nigui con sus escalones que sólo pueden
utilizar personas de cerca de dos metros, y él del arroyo Tupí, hecho de bloques tallados. Según la leyenda esta
era la morada del rey blanco Ipir, con su bosque sagrado del más puro estilo nórdico.

Quede esto a modo de introducción de un tema apasionante y que iremos entregando por partes en este dominio
WEB, pues Chile también adquiere cierta relevancia en esta temática por intermedio del estudioso Oscar Fonck
Sieveking quien postuló esta hipótesis de la llegada de una avanzada vikinga a nuestras costas.

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