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CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS

SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Trabajo en casa particular, curso de vida y


envejecimiento: un acercamiento a las representaciones de
empleadas y ex empleadas domésticas en Valle de Chalco
Solidaridad, Estado de México.

T E S I S

QUE PARA OPTAR AL GRADO DE


DOCTORA EN ANTROPOLOGÍA

P R E S E N T A

AVRIL REGINA ARJONA LUNA

DIRECTORA DE TESIS:
DRA. MARÍA EUGENIA MÓDENA ALLEGRONI

MEXICO, D. F. SEPTIEMBRE DE 2016


Dedico este trabajo a:

Esther, Margarita, Marilú, Rosa María y Cristina


por haber sido mis interlocutoras y permitirme aprender de ellas. Me dejan
mucho más de lo que este documento da cuenta, siempre estaré agradecida con
ustedes.

Alejandra Vilchis, la joven trabajadora en casa con la que conviví durante mi


niñez y a quien ahora recuerdo no sin cierta nostalgia.

Lorenza Gutiérrez Gómez, y las muchas trabajadoras del hogar organizadas,


con la esperanza de que este granito de arena abone a la búsqueda y
construcción de mejores condiciones de vida.

Las mujeres trabajadoras domésticas y extradomésticas, como mi madre, que


de acuerdo con sus condiciones han salido adelante en/frente a este patriarcado
que insiste en negarnos lugares dignos.

Las mujeres y los hombres que en el Valle de Xico me tendieron la mano.

Yasser Martínez Tapia por compartir conmigo las representaciones y prácticas


que dan vida a la democracia en la casa, la cama, la calle y todos los espacios
posibles por imaginar y construir.
AGRADECIMIENTOS

Mi especial agradecimiento a las Dras. María Eugenia Módena Allegroni, Zuanilda


Mendoza González, Georgina Rojas García y Angeles Sánchez Bringas por su
compañía durante este largo pero fructífero viaje. Sus comentarios enriquecieron
mucho la investigación, el documento final, la forma en que miro mi realidad y la de
otres; también me dejan tareas pendientes que seguramente me permitirán
desarrollar otros productos derivados de esta pesquisa.

Al Dr. Eduardo L. Menéndez y a las docentes de la línea de investigación de


antropología médica, así como a mis compañeras Natalia Galeano, Nadia Santillanes,
Alaíde Peña, Renata Cortez –y al prófugo Paco Morales-, agradezco por haberme
introducido en este interesante, fundamental y fecundo campo de la vida humana. A
mis compañeres de la generación 2011-2015 y a la Dra. Mariángela Rodríguez Nicholls
por sus palabras de aliento en momentos difíciles.

Igualmente agradezco a Yadira Lazcano por siempre estar dispuesta a apoyar a


les estudiantes que requieren de consulta en la Biblioteca “Ángel Palerm”; a Nancy
García por su labor en la gestión académica y escolar; a Grace por su siempre cordial
trato y eficiente trabajo frente a la fotocopiadora; a las mujeres que cotidianamente se
afanan en tener limpios los pasillos, las aulas y los baños y a los hombres que custodian
la sede D.F. del CIESAS.

Mi violeta agradecimiento a la Dra. Fabiola Pérez-Baleón y las Mtras. Claudia


Carrera, Alma Sánchez y Cristina Elizondo, que en la UAM-Xochimilco me
compartieron un lugar para la reflexión feminista bajo las especiales formas de la
“Casa abierta al tiempo” que tanto me ha marcado.

A Doña Lety, Don Genaro, Don Onésimo, el chamaco Luis, Julio Vulcano y les
participantes del Museo Comunitario del Valle de Xico que me adoptaron; mis
infinitas gracias por permitirme seguir participando de su comunidad. A Don Gabriel
y sus hijes por haberme dado la oportunidad de tener un lugar seguro y siempre
amigable en su casa; por compartirme ese espacio privado que tanto me hizo pensar
críticamente en mi propia familia. A Javi, por su entrañable amistad que deseo tenga
una larga vida.
A Cocó (†), Yasser, Rimbo, Czita y Tzotz (†) gracias por compartir conmigo la
existencia más íntima, por soportarme y quererme. Al rehabilitador físico Jesús David
Briseño Macías, porque gracias a sus saberes comencé a recuperarme de la cervicalgia
que me aquejó. A mi madre, Maru Luna, y a Elizabeth Simonin, Beto Peralta, Sergio
Cardoso y Cynthia Caballero por introducirme a la curativa práctica del yoga. A mi
hermano, Roberto Arjona Luna, por compartirme su experiencia como médico en
torno a los problemas de salud que ha detectado en mujeres con trayectoria en el
empleo/trabajo doméstico.

A mi familia elegida –como Elena Vega, Paula Téllez, Severiano Marín, Oliver
Marín Téllez, Cecilia y Nidia Talamante-Díaz, Blanca Estela Tapia- gracias por
permitirme trenzar mi curso de vida con el suyo. Al etílico Vladimir Martínez por las
chelas artesanales compartidas. A la “banda chula hermosa” (Arturo Granados, Roselia
Rosales, Andrea Angulo, Fernando Bolaños, Mónica Pérez) por seguirme considerando
parte de ella; a Benoît Jorand y el desierto potosino por reencontrarme con los sueños y
la ensoñación. A Hell George (Jorge Luna) por la entintada corporal de experiencias
disruptivas recientes y a Sandra Escutia por estar –deseo que nuestros caminos se
sigan encontrando.

También agradezco al CONACYT la beca doctoral por medio de la cual tuve las
condiciones para el desarrollo de esta investigación; en especial a les mexicanes que
con sus impuestos hacen posible la educación pública y gratuita –a la que se hace
indispensable seguir defendiendo y construyendo abierta y frontalmente.

A quien se tome el tiempo de leer algo de lo que dice esta tesis, mi


agradecimiento e invitación a un ejercicio de funambulismo resistente y sentí-
pensante.
Índice

INTRODUCCIÓN.................................................................................................................... 6

I. Perfil clásico del empleo doméstico, trayectorias vitales y envejecimiento en la Zona


Metropolitana de la Ciudad de México: el problema y sus antecedentes.........................54

II. Algunos procesos metodológicos de/en la investigación sobre empleo doméstico


urbano..................................................................................................................................... 94
2.1 Los objetivos y las preguntas de investigación.........................................................97
2.2 Posibilidades para la articulación entre biografía y autobiografía desde el
conocimiento situado.................................................................................................... 100
2.3 La estrategia metodológica, las técnicas y los instrumentos: el viaje
antropológico.................................................................................................................. 122
2.4 Las empleadas y ex empleadas domésticas como interlocutoras: mujeres nacidas
entre 1941 y 1970............................................................................................................... 144

III. El Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México: lo doméstico, lo público y los


procesos de s/e/a como indicadores de las condiciones materiales y simbólicas de las
poblaciones en un territorio subalternizado..................................................................... 158
3.1 Reflexiones en torno a los cambios y las continuidades en las condiciones
materiales y simbólicas a raíz de la autonomía municipal........................................ 162
3.2 El impacto del género y la edad en la distribución de los procesos de s/e/a de las
poblaciones vallechalquenses........................................................................................ 222
3.3 Reflexiones finales en torno a lo que en las cifras no encontramos ....................274

IV. Niñez y primeras transiciones de vida: menarca, unión conyugal y trabajo


remunerado como entradas a la adultez en la experiencia de mujeres migrantes de
origen rural........................................................................................................................... 284
4.1 Lugar y familia de origen: recuerdos en torno a las condiciones materiales de
existencia ........................................................................................................................ 287
4.2 Trabajo en el lugar y la familia de origen: la ilusión dicotómica entre espacio
público y privado............................................................................................................ 308
4.3 Salud/enfermedad/atención en el lugar de origen: un vistazo a estos procesos la
luz de la falta de formas de atención biomédicas....................................................... 320
4.4 Inicio del proceso migratorio e inserción en el empleo doméstico en la
modalidad de planta....................................................................................................... 390
4.5 Primera unión en pareja e inicio de la vida sexual................................................ 423
4.6 Los lugares ocupados en la familia, el trabajo, la salud y la pareja durante la
primera etapa de vida: los primeros límites y posibilidades en torno a la agencia. 440

V. Familia propia, sexualidad y empleo en casa durante la segunda etapa de los TRS:
continuidades y discontinuidades..................................................................................... 458
5.1 Pareja, sexualidad, salud y familia propia.............................................................. 462
5.2 Empleo doméstico en la ZMCM: relaciones, espacios y lugares flexibles...........568
5.3 Continuidades y discontinuidades en las condiciones de posibilidad, los lugares
ocupados y la agencia: pareja, trabajo remunerado y maternidad........................... 670

VI. Familia, trabajo flexible y procesos de envejecimiento en el Valle de Chalco


Solidaridad: tendencias en las condiciones de posibilidad y los límites de la agencia de
trabajadoras y ex trabajadoras en casa durante la última etapa de los TRS..................722
6.1 Familia, condiciones de posibilidad y agencia: su influencia en el curso de vida y
en la (re)configuración de lugares femeninos............................................................. 725
6.2 Tendencias de las transiciones laborales posibles en la flexibilidad de lo
doméstico a la luz del envejecimiento.......................................................................... 812
6.3 Diferencias entre ser y sentirse viejita: un acercamiento a las experiencias de
envejecer de acuerdo con las posibilidades de agencia mapeadas............................892

Reflexiones finales............................................................................................................... 985

Bibliografía ......................................................................................................................... 1039

ANEXO METODOLÓGICO............................................................................................... 1053


AVRIL ARJONA LUNA

INTRODUCCIÓN

L os diversos procesos sociodemográficos, económicos y políticos ocurridos


durante el siglo XX y en especial desde los años 40 -asociados al
crecimiento de las ciudades a partir de las relaciones transaccionales que
tejieron con los ámbitos rurales- permiten distinguir un “perfil clásico” (Rojas y
Toledo, 2013) de las empleadas domésticas urbanas en México: niñas o jóvenes
migrantes de origen rural, solteras y con bajos niveles educativos que
inicialmente se insertaron en la modalidad de planta.

Este perfil sociodemográfico ha sido estudiado en nuestra región desde


alrededor de los años 70 por la sociología y la antropología, principalmente,
bajo abordajes feministas marxistas que acentuaron la estratificación de la
reproducción de la vida cotidiana por medio de la explotación de la fuerza de
trabajo de jóvenes indígenas y/o campesinas por parte de los grupos
pertenecientes a estratos socioeconómicos con mejores condiciones materiales
y simbólicas. De este modo, los estudios clásicos sobre empleo doméstico han
distinguido claramente las desigualdades que de acuerdo con el género y el
estrato socioeconómico configuraron dos categorías de sujetas específicas: las
amas de casa -muchas de las cuales a partir de los 80 también se tornaron
trabajadoras extradomésticas- y las empleadas domésticas.

Teniendo en cuenta las desigualdades entre estas categorías de sujetas


sociales, las investigaciones clásicas han brindado referentes importantes para

5
INTRODUCCIÓN

el análisis de las condiciones de trabajo -ingresos, horas de trabajo, actividades


desempeñadas, relaciones con las unidades domésticas empleadoras- según las
modalidades del empleo doméstico, entre las que se ha privilegiado la de planta
pues 1) fue la dominante durante décadas en la medida que las condiciones
materiales de las/os empleadores lo permitieron, y 2) es la que más
subalternidad ha implicado para las trabajadoras. Sin embargo, en el mediano
plazo se sucedieron procesos estructurales y subjetivos que modificaron los
perfiles sociodemográficos tanto de las empleadas como de las empleadoras.
Puesto que los estudios clásicos han concentrado sus análisis en las primeras
etapas de vida de las empleadas domésticas urbanas enfatizando la migración
rural-urbana, la trayectoria laboral y la trayectoria reproductiva de la
sexualidad, principalmente encontramos datos relativos a: 1) variables
observadas sincrónicamente o, 2) procesos diacrónicos de mediano alcance
limitados a determinados momentos y trayectorias del curso de vida de estas
mujeres. Tomando como referencia los hallazgos de estas pesquisas, mi
problema de investigación apunta a visibilizar por medio del análisis de las
representaciones sobre los procesos estructurales y subjetivos que han
configurado a las empleadas domésticas como sujetas complejas que sintetizan
saberes diversos por medio de los cuales han establecido resistencias y
subvertido algunas de las representaciones que frecuentemente las
subalternizan.

Así, teniendo como trayectoria fundamental aquélla en el empleo


doméstico de mujeres que forman parte de los sectores urbano populares
porque emprendieron procesos migratorios intrametropolitanos posteriores a
los considerados por las investigaciones clásicas, mi intención es analizar el

6
AVRIL ARJONA LUNA

curso de vida dividido en tres etapas delimitadas por los Tránsitos


Reproductivos de la Sexualidad (TRS) para brindar una perspectiva diacrónica
de diversas trayectorias vitales -de la familia, el trabajo, la sexualidad y la salud,
así como de los eventos y las transiciones que han marcado dialécticamente a
cada una de estas-, para problematizar la experiencia de envejecer de tres
empleadas y dos ex empleadas domésticas que habitan en el Valle de Chalco
Solidaridad, Estado de México -un municipio subalternizado de la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM).

De este modo el por qué de esta investigación tiene dos aristas principales
y articuladas: la relativa al trabajo y las condiciones que actualmente le
caracterizan y la relativa a los procesos de envejecimiento en nuestro país. Las
investigaciones más recientes sobre trabajo en México muestran un panorama
complejo y poco alentador que requiere cada vez más de enfoques procesuales,
retrospectivos y prospectivos, como el que permiten los análisis de los cursos de
vida; pues

el mercado laboral es cada vez más dinámico y heterogéneo y (…) es


necesario profundizar en el entendimiento de nuevas prácticas,
sujetos, temporalidades y espacialidades del trabajo, además de
identificar cómo estos nuevos rasgos afectan diferencialmente a
varones y mujeres. (…) muestran la precarización del empleo y la
degradación de las condiciones del trabajo femenino que se
confirma por varios rasgos: una creciente inserción en el sector
informal, la intensificación de la jornada doméstica y
extradoméstica, la temporalidad del empleo, la devaluación de las
carreras profesionales, la diversidad de las condiciones
contractuales y salariales. Pero sobre todo, se extiende el fantasma
de la incertidumbre sobre el futuro del trabajo para hombres y
mujeres hoy, lo que impacta en la noción de continuidad de clase,

7
INTRODUCCIÓN

étnica y generacional entre los trabajadores. (…) [Para] las mujeres


(…) Trabajar significa no asumir el cuidado de los hijos como se
desearía (…) Esta realidad diversa (…) muestra la necesidad de
construir categorías analíticas que permitan identificar a los
actores frente a estos cambios a lo largo de sus vidas (de la O, 2014:
28-29).

En relación con estas condiciones es primordial tener en cuenta el


envejecimiento poblacional pues “representa un cambio radical en la estructura
por edad de la población a favor de las edades medias y avanzadas, que se dio
como resultado de la caída de la mortalidad y de la fecundidad por un periodo
largo y de manera sostenida en la segunda mitad del siglo XX” (Wong,
2001:477). De este modo abordar los procesos de envejecimiento y las
implicaciones sociales e individuales que tiene y tendrá en ámbitos diversos
como el trabajo, las dinámicas familiares, la sexualidad, la salud, la educación,
etc., podría servir para aprovechar, en beneficio de las poblaciones, esas dos o
tres décadas que en México representan, según las/os especialistas, una
“ventana de oportunidad” porque: “la tasa de dependencia demográfica
primero bajará para después subir cuando se acelere el envejecimiento” (Hill, et
al., 1999 en Wong, 2001:477).

Es así que mi investigación abona a ubicar algunos de los retos que a


corto, mediano y largo plazo enfrentan y enfrentarán distintos grupos sociales,
más o menos subalternizados, en ámbitos de la vida cotidiana como la familia,
el trabajo y la salud; mismos que vistos desde las condiciones actuales -cada vez
más precarias-, no proyectan un horizonte atractivo en general y requerirán de
la participación de las personas ante un Estado históricamente indiferente.

8
AVRIL ARJONA LUNA

Resulta pertinente porque desde las representaciones de cinco mujeres


podemos acercarnos a algunos procesos y sus repercusiones en al menos otras
dos generaciones -la previa y la posterior a la de mis interlocutoras- que
bordean al empleo doméstico encarnado, representando vidas
interrelacionadas de mujeres y hombres pertenecientes a grupos
subalternizados marcados por el espacio, el tiempo, las condiciones materiales
y simbólicas desiguales y flexibles inscritas en un sistema cultural, económico y
político como el mexicano.

El para qué de esta investigación tiene mucho que ver con visibilizar
aspectos diversos del perfil clásico de las empleadas domésticas urbanas desde
una perspectiva longitudinal de largo alcance. De este modo me parece
fundamental destacar los aspectos estructurales y subjetivos que como agentes
estas mujeres tienen para consigo mismas, en especial en torno a una
dimensión muy poco estudiada de este ramo laboral: los procesos de s/e/a. En
este sentido una investigación como ésta sirve para tender puentes entre
distintas/os actoras/es sociales que podrían estar interesadas/os en combatir
las sinergias negativas y promover las positivas en torno a las poblaciones de
empleadas domésticas, pues la reflexión, acción y prevención -esta última no
sólo en materia de enfermedad- me parecen fundamentales para mejorar tanto
las condiciones objetivas como las subjetivas en torno a los lugares que ocupan
en nuestro país.

De este modo, y teniendo en cuenta que mi unidad de análisis se


concentró en empleadas y ex empleadas domésticas originarias de municipios
rurales que habitan en el Valle de Chalco Solidaridad desde hace más de dos
décadas, tienen más de 40 años de edad y experimentan alguna de las fases de

9
INTRODUCCIÓN

la tercera etapa de los TRS, la pregunta central de mi investigación es: ¿qué tipo
de relaciones transaccionales han configurado objetiva y subjetivamente el
perfil clásico de las empleadas domésticas en la ZMCM a lo largo de sus cursos
de vida y cómo repercuten en la experiencia de envejecer? -de la cual
desprenden otras preguntas que se desglosan en el capítulo metodológico.

En este sentido, el objetivo general de mi investigación es describir y


comparar los procesos de envejecimiento de tres empleadas y dos ex empleadas
domésticas, nacidas entre 1941 y 1970, que viven en el Valle de Chalco
Solidaridad, Estado de México. A partir de tal descripción comparativa,
analizaré cómo se relaciona la experiencia de envejecer con los diversos
procesos sociodemográficos, económicos y políticos ocurridos durante el siglo
XX y en especial desde los años 40 -asociados al crecimiento de las ciudades a
partir de las relaciones transaccionales que tejieron con los ámbitos rurales-
permiten distinguir un “perfil clásico” (Rojas y Toledo, 2013) de las empleadas
domésticas urbanas en México: niñas o jóvenes migrantes de origen rural,
solteras y con bajos niveles educativos que inicialmente se insertaron en la
modalidad de planta.

Este perfil sociodemográfico ha sido estudiado en nuestra región desde


alrededor de los años 70 por la sociología y la antropología, principalmente,
bajo abordajes feministas marxistas que acentuaron la estratificación de la
reproducción de la vida cotidiana por medio de la explotación de la fuerza de
trabajo de jóvenes indígenas y/o campesinas por parte de los grupos
pertenecientes a estratos socioeconómicos con mejores condiciones materiales
y simbólicas. De este modo, los estudios clásicos sobre empleo doméstico han
distinguido claramente las desigualdades que de acuerdo con el género y el

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AVRIL ARJONA LUNA

estrato socioeconómico configuraron dos categorías de sujetas específicas: las


amas de casa -muchas de las cuales a partir de los 80 también se tornaron
trabajadoras extradomésticas- y las empleadas domésticas.

Teniendo en cuenta las desigualdades entre estas categorías de sujetas


sociales, las investigaciones clásicas han brindado referentes importantes para
el análisis de las condiciones de trabajo -ingresos, horas de trabajo, actividades
desempeñadas, relaciones con las unidades domésticas empleadoras- según las
modalidades del empleo doméstico, entre las que se ha privilegiado la de planta
pues 1) fue la dominante durante décadas en la medida que las condiciones
materiales de las/os empleadores lo permitieron, y 2) es la que más
subalternidad ha implicado para las trabajadoras. Sin embargo, en el mediano
plazo se sucedieron procesos estructurales y subjetivos que modificaron los
perfiles sociodemográficos tanto de las empleadas como de las empleadoras.
Puesto que los estudios clásicos han concentrado sus análisis en las primeras
etapas de vida de las empleadas domésticas urbanas enfatizando la migración
rural-urbana, la trayectoria laboral y la trayectoria reproductiva de la
sexualidad, principalmente encontramos datos relativos a: 1) variables
observadas sincrónicamente o, 2) procesos diacrónicos de mediano alcance
limitados a determinados momentos y trayectorias del curso de vida de estas
mujeres. Tomando como referencia los hallazgos de estas pesquisas, mi
problema de investigación apunta a visibilizar por medio del análisis de las
representaciones sobre los procesos estructurales y subjetivos que han
configurado a las empleadas domésticas como sujetas complejas que sintetizan
saberes diversos por medio de los cuales han establecido resistencias y

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INTRODUCCIÓN

subvertido algunas de las representaciones que frecuentemente las


subalternizan.

Así, teniendo como trayectoria fundamental aquélla en el empleo


doméstico de mujeres que forman parte de los sectores urbano populares
porque emprendieron procesos migratorios intrametropolitanos posteriores a
los considerados por las investigaciones clásicas, mi intención es analizar el
curso de vida dividido en tres etapas delimitadas por los Tránsitos
Reproductivos de la Sexualidad (TRS) para brindar una perspectiva diacrónica
de diversas trayectorias vitales -de la familia, el trabajo, la sexualidad y la salud,
así como de los eventos y las transiciones que han marcado dialécticamente a
cada una de estas-, para problematizar la experiencia de envejecer de tres
empleadas y dos ex empleadas domésticas que habitan en el Valle de Chalco
Solidaridad, Estado de México -un municipio subalternizado de la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM).

De este modo el por qué de esta investigación tiene dos aristas principales
y articuladas: la relativa al trabajo y las condiciones que actualmente le
caracterizan y la relativa a los procesos de envejecimiento en nuestro país. Las
investigaciones más recientes sobre trabajo en México muestran un panorama
complejo y poco alentador que requiere cada vez más de enfoques procesuales,
retrospectivos y prospectivos, como el que permiten los análisis de los cursos de
vida; pues

el mercado laboral es cada vez más dinámico y heterogéneo y (…) es


necesario profundizar en el entendimiento de nuevas prácticas,
sujetos, temporalidades y espacialidades del trabajo, además de
identificar cómo estos nuevos rasgos afectan diferencialmente a

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AVRIL ARJONA LUNA

varones y mujeres. (…) muestran la precarización del empleo y la


degradación de las condiciones del trabajo femenino que se
confirma por varios rasgos: una creciente inserción en el sector
informal, la intensificación de la jornada doméstica y
extradoméstica, la temporalidad del empleo, la devaluación de las
carreras profesionales, la diversidad de las condiciones
contractuales y salariales. Pero sobre todo, se extiende el fantasma
de la incertidumbre sobre el futuro del trabajo para hombres y
mujeres hoy, lo que impacta en la noción de continuidad de clase,
étnica y generacional entre los trabajadores. (…) [Para] las mujeres
(…) Trabajar significa no asumir el cuidado de los hijos como se
desearía (…) Esta realidad diversa (…) muestra la necesidad de
construir categorías analíticas que permitan identificar a los
actores frente a estos cambios a lo largo de sus vidas (de la O, 2014:
28-29).

En relación con estas condiciones es primordial tener en cuenta el


envejecimiento poblacional pues “representa un cambio radical en la estructura
por edad de la población a favor de las edades medias y avanzadas, que se dio
como resultado de la caída de la mortalidad y de la fecundidad por un periodo
largo y de manera sostenida en la segunda mitad del siglo XX” (Wong,
2001:477). De este modo abordar los procesos de envejecimiento y las
implicaciones sociales e individuales que tiene y tendrá en ámbitos diversos
como el trabajo, las dinámicas familiares, la sexualidad, la salud, la educación,
etc., podría servir para aprovechar, en beneficio de las poblaciones, esas dos o
tres décadas que en México representan, según las/os especialistas, una
“ventana de oportunidad” porque: “la tasa de dependencia demográfica
primero bajará para después subir cuando se acelere el envejecimiento” (Hill, et
al., 1999 en Wong, 2001:477).

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INTRODUCCIÓN

Es así que mi investigación abona a ubicar algunos de los retos que a


corto, mediano y largo plazo enfrentan y enfrentarán distintos grupos sociales,
más o menos subalternizados, en ámbitos de la vida cotidiana como la familia,
el trabajo y la salud; mismos que vistos desde las condiciones actuales -cada vez
más precarias-, no proyectan un horizonte atractivo en general y requerirán de
la participación de las personas ante un Estado históricamente indiferente.

Resulta pertinente porque desde las representaciones de cinco mujeres


podemos acercarnos a algunos procesos y sus repercusiones en al menos otras
dos generaciones -la previa y la posterior a la de mis interlocutoras- que
bordean al empleo doméstico encarnado, representando vidas
interrelacionadas de mujeres y hombres pertenecientes a grupos
subalternizados marcados por el espacio, el tiempo, las condiciones materiales
y simbólicas desiguales y flexibles inscritas en un sistema cultural, económico y
político como el mexicano.

El para qué de esta investigación tiene mucho que ver con visibilizar
aspectos diversos del perfil clásico de las empleadas domésticas urbanas desde
una perspectiva longitudinal de largo alcance. De este modo me parece
fundamental destacar los aspectos estructurales y subjetivos que como agentes
estas mujeres tienen para consigo mismas, en especial en torno a una
dimensión muy poco estudiada de este ramo laboral: los procesos de s/e/a. En
este sentido una investigación como ésta sirve para tender puentes entre
distintas/os actoras/es sociales que podrían estar interesadas/os en combatir
las sinergias negativas y promover las positivas en torno a las poblaciones de
empleadas domésticas, pues la reflexión, acción y prevención -esta última no
sólo en materia de enfermedad- me parecen fundamentales para mejorar tanto

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AVRIL ARJONA LUNA

las condiciones objetivas como las subjetivas en torno a los lugares que ocupan
en nuestro país.

De este modo, y teniendo en cuenta que mi unidad de análisis se


concentró en empleadas y ex empleadas domésticas originarias de municipios
rurales que habitan en el Valle de Chalco Solidaridad desde hace más de dos
décadas, tienen más de 40 años de edad y experimentan alguna de las fases de
la tercera etapa de los TRS, la pregunta central de mi investigación es: ¿qué
continuidades y discontinuidades en sus condiciones materiales y simbólicas, y
con los lugares que han ocupado estas cinco mujeres en espacios como el
trabajo, la familia, la sexualidad y la salud durante las tres etapas de los TRS.
Así, las premisas de investigación son:
1) En tanto sujetas complejas y multidimensionales, a lo largo de los cursos
de vida de las empleadas y ex empleadas domésticas se tejen
trayectorias vitales diversas que trascienden la trayectoria laboral pero
se articulan con ella.

2) Las trayectorias vitales confluyen y frecuentemente se determinan de


acuerdo con el momento del curso de vida por medio de una serie de
eventos disruptivos que repercuten en la continuidad-discontinuidad de
unas y otras, marcando así transiciones biológicas, sociales y culturales.

3) Las transiciones biosocioculturales modifican los lugares que ocupan al


interior de los espacios como la familia, el trabajo, la sexualidad y la
salud/malestar/enfermedad/atención (s/m/e/a) y tales transiciones se
las representan de acuerdo con sus condiciones materiales y simbólicas
de existencia.

15
INTRODUCCIÓN

4) Las condiciones materiales y simbólicas de existencia se presentan


como límites o posibilidades pues repercuten en su capacidad para
imaginar y/o reconocer representaciones y prácticas que modifiquen
objetiva y subjetivamente los espacios materiales y los lugares
simbólicos que ocupan, configurando así su situacionalidad en la
estructura social.

5) Su situacionalidad puede ser dinámica, pero se construye material y


simbólicamente de acuerdo con tres mecanismos de estratificación
articulados a lo largo del curso de vida: el sexo-género, el estrato
socioeconómico y la edad.

6) La sexualidad es una de las principales dimensiones biosocioculturales


por medio de las cuales se oprime y subalterniza a las mujeres en
nuestras culturas, por ello los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad
representan una herramienta heurística fundamental para el análisis de
las transiciones vitales a lo largo de los cursos de vida femeninos.

7) El perfil sociodemográfico clásico de las empleadas domésticas cambia y


se complejiza a lo largo del curso de vida, y cada vez más coexiste con
versiones emergentes que responden a las complejas contingencias en
la (re)producción de la vida cotidiana, tanto de quienes demandan la
mano de obra como de quienes han contado casi exclusivamente con
ella para su oferta.

De acuerdo con lo anterior la principal hipótesis teórico-metodológica de


mi investigación es que mapeando y analizando las relaciones dialécticas entre
trayectorias vitales tales como la laboral, la familiar, la sexual-de pareja y la de

16
AVRIL ARJONA LUNA

s/e/a podemos delinear el ejercicio de las agencias -sus límites y posibilidades-


según las situacionalidades configuradas con base en las jerarquías de
sexo-género, estrato socioeconómico y edad a lo largo del curso de vida -al que
nos acercamos teniendo en mente tres etapas vitales delimitadas por los TRS en
contextos de inclusión social selectiva y flexible.

Esta es una investigación eminentemente cualitativa basada en el “viaje


antropológico” como metáfora del trabajo de campo etnográfico que abarcó de
mayo de 2012 a septiembre de 2013 –periodo durante el cual viví en el Valle de
Chalco Solidaridad. A título personal defino mi perspectiva
1
teórico-metodológica como un ejercicio de funambulismo en la medida que se
desplaza, no sin algunos peligros, entre enfoques y conceptos emparentados
aunque frecuentemente observados como diferentes, o incluso opuestos, desde
las formulaciones del conocimiento dicotómico. Ubico mi enfoque en la teoría
del curso de vida desde un abordaje mestizo que, por medio del análisis e
interpretación contextualizada del punto de vista de las actoras y sus
representaciones en torno a sus trayectorias vitales, vincula la antropología
médica -subdisciplina cuyas corrientes críticas son socioculturales e históricas,
procesuales, encaminadas también al estudio de la salud y no sólo de la
enfermedad- con el conocimiento situado/encarnado en las perspectivas
feministas críticas al patriarcado capitalista heteronormativo.

De este mestizaje que aterrizo teóricamente por medio de la geografía


feminista y dos de sus conceptos fundamentales -espacio y lugar-, surge la

1 Funambulismo “1 m. Arte del funámbulo. 2 Habilidad para desenvolverse en situaciones difíciles,


entre tendencias u opciones opuestas, etc.”. Funámbula/o “(del lat. funambŭlus, el que anda en la
maroma) n. * Acróbata que hace ejercicios sobre la cuerda o el alambre. ≈ Funambulista” (Moliner,
2007:1413)

17
INTRODUCCIÓN

importancia de tener siempre presente el cuerpo como lugar y proceso


fundamental de las experiencias. Ahora me dispongo a presentar los principales
conceptos utilizados para dar respuesta a la pregunta central y enmarcar el
análisis incluyendo algunas nociones teórico-empíricas surgidas del proceso de
investigación bajo el enfoque de la Teoría fundamentada.

Las relaciones transaccionales permiten describir

las articulaciones que en el nivel consciente, pero también en los


niveles no conscientes e inconscientes, operan en las relaciones
generadas entre los estratos dominantes y subalternos (…). [E]l
concepto refiere siempre a situaciones en las cuales ya está dado un
juego de relaciones sociales, económicas e ideológicas, y de las
cuales se puede abstraer la estructura dominante en dichas
relaciones (Menéndez, 1981 en Ortega, 2010: 40).

De este modo, sostengo que la estructura de las relaciones que


configuraron, objetiva y subjetivamente, el perfil clásico de las empleadas
domésticas metropolitanas en la ZMCM fueron de hegemonía/subalternidad, 2
de empatía y cooperación, de tensión y a veces de conflicto, provocando
también relaciones de negociación y/o de resistencia -entre individuos y grupos
sociales- que sucedieron en distintos niveles de la escala geográfica, siempre

2 La “utilidad de la noción de hegemonía reside en que presupone la dominación junto con el consenso.
En otros términos, para Gramsci el poder es siempre e inseparablemente coerción más consenso. Es
decir, que todo poder hegemónico conlleva ciertos niveles de aceptación y legitimación por parte de
quien resulta sometido a él. (…) Asimismo, es igualmente importante la idea de Gramsci de que la
hegemonía está siempre en disputa” (Calveiro, 2003: 13-14). “Los conceptos de
hegemonía/subalternidad, así como otros procedentes de diferentes corrientes teóricas, asumen la
existencia de desigualdades estratificadas, pero incluyendo como parte sustantiva de las mismas a los
procesos socioculturales que operan favoreciendo la cohesión/integración, opacando las causales que
establecen las desigualdades o promoviendo procesos de oposición o de otro tipo de transacciones,
que posibilitan el desarrollo autónomo de sectores subalternos” (Menéndez, 1994: 73)

18
AVRIL ARJONA LUNA

material y simbólica. Ello nos introduce a algunos conceptos de la geografía


feminista: espacio, lugar y escala.

Articulando los enfoques feministas y las perspectivas geográficas, Linda


McDowell busca

demostrar que los lugares –y el apego a ellos- siguen siendo


importantes. La mayoría de las personas (…) llevamos una vida
geográficamente limitada en una casa, una vecindad, una ciudad y
un puesto de trabajo, y todo ello dentro de un Estado-nación.
Naturalmente, todos estos lugares son un conjunto complejo de
relaciones sociales que se entrecruzan y operan a muchos niveles,
en función de unas ideas y unos comportamientos, unas imágenes y
unos símbolos (McDowell, 2000: 53).

Los espacios y las situaciones que en ellos se desarrollan “son


localizaciones significativas de construcciones” (McDowel, 2000: 55) sociales
diversas. Para que de un espacio territorialmente delimitado surjan lugares
simbólicos es necesario que las y los sujetos atribuyan significados específicos a
las relaciones y las prácticas características de dicho espacio. En otras palabras
“los distintos espacios tienen distintos significados y representan distintas
relaciones de poder que varían con el tiempo” (McDowell, 2000: 55),
permitiendo así su superposición, entrecruzamiento y transfronterización.

De este modo, es necesario que las sujetas atribuyan significados


específicos a las prácticas socioespaciales, a las relaciones sociales y a las
dinámicas de inclusión selectiva características de determinado espacio, como
puede ser la casa, para que surjan lugares como el de madre, esposa y empleada
doméstica. Así, los espacios son conflictivos, fluidos e inseguros; surgen de las
relaciones de poder que establecen las normas, mismas que, a su vez, definen

19
INTRODUCCIÓN

los límites, tanto sociales como espaciales, “porque determinan quién pertenece
a un lugar y quién queda excluido, así como la situación o emplazamiento
[ubicación o colocación] de una determinada experiencia” (McDowell, 2000:15).

Siguiendo a Neil Smith, McDowell asegura que cada espacio es distinto a


otro en la medida que su construcción implica su producción a escala
geográfica. Aquí la escala es “el criterio de la distinción no tanto entre lugares
como entre distintos tipos de lugares” (Smith, 1993 en McDowell, 2000:15). Así
pues, la escala geográfica delimita las identidades en función de las cuales se
ejerce o rechaza el control (Smith, 1993 en McDowell, 2000) y se ejerce o rechaza
la agencia.

Los lugares “se definen por las relaciones socioespaciales que se


entrecruzan en ellos y les proporcionan su carácter distintivo” (McDowell,
2000:16). La antropóloga Judith Okely, en relación con la naturaleza variable del
lugar, “ha destacado su origen relacional, y afirma que se define, mantiene y
altera por el efecto de las relaciones de poder” (1996 en McDowell, 2000:16-17).
En este caso lo relacional se entiende como las relaciones sociales entre los
grupos y los individuos. Sin embargo, desde la perspectiva de McDowell no
conviene dejarse llevar por la fluidez de la representación relacional del lugar
porque “las costumbres y las estructuras institucionales tienden a sobrevivir y a
<fijar> los lugares en el espacio y el tiempo” (2000:17).

Teniendo en cuenta esta precaución en torno a la persistencia de los


lugares, este enfoque permite pensar las distintas relaciones materiales y
simbólicas que operan en diversas escalas: rural/urbano, intrametropolitanas
entre centro y periferia, en la casa a escala propia y ajena -que puede ser para la

20
AVRIL ARJONA LUNA

habitación, pero también es lugar de trabajo con o sin remuneración-, y en los


espacios de la salud/enfermedad vistos desde las formas de atención
correspondientes a los distintos sistemas médicos 3 y de acuerdo con el lugar de
padecente o de actora vinculada a la atención de otras/os. 4

En este sentido, sostengo que las distintas relaciones transaccionales


condicionaron los espacios y lugares ocupados por tres empleadas y dos ex
empleadas domésticas a lo largo del curso de vida y en las distintas trayectorias
vitales, mismas que en su decurso se condicionaron y determinaron para
desembocar en determinadas condiciones de existencia en las que
experimentan el envejecimiento.

Los estudios de curso de vida en México

se han enfocado en el desarrollo de dos temas: el de transiciones a la


adultez y el de trayectorias vitales de hombres y mujeres. Ambos se
relacionan directamente porque se observan bajo un mismo
proceso longitudinal. Las transiciones a la adultez son eventos de
“corto alcance” incorporados en las trayectorias, “dándoles formas y
significados distintivos”, en tanto que las trayectorias vitales están

3 Mi perspectiva está totalmente influenciada por la antropología médica de Eduardo L. Menéndez; sin
embargo, y en asociación con su teoría, retomo del enfoque feminista a Nancy Scheper-Hughes y
Margaret Lock, cuya perspectiva interpretativista de la antropología médica estudia los sistemas
médicos desplazando el foco de atención “a la forma como todo el conocimiento relacionado con el
cuerpo, la salud y la enfermedad es culturalmente construido, negociado y renegociado en un proceso
dinámico a través del tiempo y el espacio” (1996: 49). Esto resulta fundamental, pues nos acercaremos
tanto al sistema biomédico como a los sistemas populares en los que los Síndromes de Filiación
Cultural son fundamentales.
4 La antropología médica ha señalado el papel de la mujer como “encargada de diagnosticar el
padecimiento, de manejar, por lo tanto, indicadores diagnósticos y de establecer una evaluación de la
gravedad o levedad del mismo” (Menéndez, 2005: 58). Es en este sentido que su reflexión tiene eco con
la tesis de Rosa María Osorio sobre los saberes femeninos –en los que destaca su lugar como curadora
pero no como padecente.

21
INTRODUCCIÓN

marcadas por una secuencia de eventos y transiciones, que se


orientan al largo plazo (Pérez Baleón, 2014 en Degante, 2014: 15).

Teniendo lo anterior como referencia, esta investigación parte de las


investigaciones que en torno al empleo doméstico han enfatizado las
transiciones a la adultez señalando algunas relaciones a corto y mediano plazo
entre trayectorias vitales. Sin embargo, mi intención es abonar al análisis de
estas y otras trayectorias vitales observando la secuencia de eventos y
transiciones a largo plazo y, en esa medida, bajo un enfoque diacrónico que nos
permita analizar etapas subsecuentes del perfil clásico de las empleadas
domésticas metropolitanas que cada vez más enfrentarán la experiencia de
envejecer. Aterricemos entonces tres definiciones claves para esta
investigación: empleo doméstico, perfil clásico de las empleadas domésticas
metropolitanas y procesos de envejecimiento.

El empleo doméstico es “aquella actividad laboral en la que se efectúan


procesos de compra y venta de mano de obra para labores de reproducción
cotidiana. Es también una de las ocupaciones más emblemáticas de la
segregación laboral por género” (Rojas y Toledo, 2013: 410) y refiere a un
conjunto de relaciones transaccionales que se suceden en espacios concretos y
dan como resultado lugares que permiten la producción para la reproducción
estratificada5 de la vida cotidiana.

El “perfil clásico” (Rojas y Toledo, 2013) de las empleadas domésticas


metropolitanas es una abstracción, una construcción teórica descrita
empíricamente de acuerdo con el curso de vida de las trabajadoras y la
5 La reproducción estratificada “se refiere a las maneras diferenciadas en las que se resuelven las tareas
de reproducción física y social, con base en las desigualdades de clase, raza, pertenencia étnica o
género” (Colen, 1989 y 1995 en Rojas y Toledo, 2013: 403).

22
AVRIL ARJONA LUNA

articulación entre las trayectorias vitales que caracterizaron material y


simbólicamente a estas mujeres: se trató inicialmente de mujeres de origen
rural -indígenas o no indígenas- con niveles educativos básicos que siendo
solteras migraron, apoyadas en redes familiares, para vivir con sus
empleadores y desarrollar, con mayores o menores grados de especialización,
determinadas actividades para la reproducción de la vida cotidiana de quienes
las emplearon. Una vez que se inicia la trayectoria reproductiva de la sexualidad
y/o la vida conyugal, el perfil tiende a mostrar cambios en la modalidad del
empleo doméstico, normalmente transitando a la modalidad conocida como de
entrada por salida y caracterizada por la residencia de la empleada en
independencia de la de sus empleadoras/es -aunque también se pueden
presentar transiciones temporales a otros ámbitos laborales flexibles; es decir,
informales, precarios e intermitentes.

La independencia residencial estará acompañada de distintos procesos


migratorios intrametropolitanos bajo el esquema de la inclusión selectiva 6 de la
urbanización, propiciando así la configuración de espacios periféricos en torno
al centro, que en este caso está representado por la ciudad de México. Ello
provoca otra transición importantísima en la medida que estas mujeres y sus
parejas se establecen y forman parte de los sectores populares de la sociedad o
urbanos pobres de la ciudad -como distingue Alicia Lindón (1999)-,
configurándose así una compleja identidad urbano popular 7 en la que se

6 Esta noción es deudora de los muchos debates existentes en torno a conceptos como exclusión,
marginación y segregación presentes en diversas investigaciones socioantropológicas rurales y
urbanas.
7 “El principio del tiempo y lugar histórico enuncia que: el curso de vida de los individuos está
incrustado en y moldeado por los tiempos y lugares históricos que experimentaron a lo largo de su
tiempo de vida” (Elder, 1999: 13).

23
INTRODUCCIÓN

sintetizan modos de vida que articulan representaciones y prácticas rurales y


urbanas en un municipio subalternizado en el que se combinan la pobreza y el
territorio8 asociados con

la escasa valorización económica (…) por su alejamiento, sus pocas


ventajas comparativas y las carencias mismas de su población, [de
modo que] el Valle de Chalco no es un territorio de generación de
riqueza, sino de redistribución de la pobreza (…). Por ello, la base
económica de sus habitantes y sus actividades locales, se encuentra
sumamente reducida (Hiernaux, 1995: 181).

De este modo, para pensar la relación entre centro y periferia en la


ZMCM, la articulación que teje Daniel Hiernaux entre lo local y lo global resulta
muy viable, pues para “luchar contra la fragmentación” analítica a él le “resultó
importante demostrar que a través de una política urbana selectiva que empuja
a la periferia a quienes no pueden ser parte del esfuerzo modernizador, lo que
se hace es demostrar que la ciudad es un cuerpo lomeo [sic] formado por
fragmentos o partes articulados” (Santos, 1990 en Hiernaux 1995: 251) -cuestión
que a mí me remite a los engranajes de una máquina tan mutante como clásica
y jerarquizada.

8 Daniel Hiernaux se acerca a la pobreza urbana en Valle de Chalco “con un enfoque de interfase entre
la misma y el territorio” (1995:174), es decir, relacionando las fases de la pobreza y el territorio. Asegura
que “se pueden identificar tres tipos de carencias: educativas, económicas y urbanas” (1995: 175). En
este sentido, me interesa rescatar la idea de Hiernaux sobre “un territorio de la pobreza y la pobreza
del territorio”, pues evidencia condiciones de vida particulares al Valle de Chalco Solidaridad. “En
primer lugar, cabe resaltar, (…) que la relación entre pobreza y territorio tiene dos vertientes de
análisis: la primera se refiere a que el Valle es el asentamiento de ciertos grupos pobres; por otra parte,
también es necesario demostrar la pobreza misma de las formas territoriales desarrolladas en el Valle
de Chalco” (1995: 178).

24
AVRIL ARJONA LUNA

En este sentido, la participación económica del municipio es considerada


baja en el contexto metropolitano cuando se mira desde los índices
tradicionales, pues en realidad se trata de

una economía de supervivencia y por ende de un mecanismo de


inserción económica que a su turno reivindica la globalidad: ésta es
justamente la reintegración de las esferas de la producción y de la
reproducción, antes fuertemente contrastadas si no transformadas
en esferas distintas por la esquizofrenia de la economía industrial
de corte fordista. (…) Esta economía entonces produce, distribuye,
reproduce y acumula, pero no en las formas tradicionales
analizadas tanto desde la economía tradicional como desde la
marxista. (…) Lo que produce esta economía, reproduce y
posiblemente acumula, es la formación de un territorio, de una
forma territorial que posibilita su sostenimiento pacífico dentro de
una sociedad dominada por grupos hegemónicos que buscan su
exclusión. Por ello, la meta, la misión principal de esta economía no
es la producción de bienes, de condiciones de vida –aunque no se
eluda la necesidad de ellos- sino la producción de los elementos que
permitan la supervivencia, la continuación de la existencia misma y
de la presencia en el todo que es la metrópoli (Hiernaux, 1995: 252).

Ahora bien, las representaciones sociales -siempre culturales-9 que estas


mujeres han sintetizado pueden considerarse fenómenos que se presentan
como “sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e
incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las
circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que
ver” (Jodelet, 2008: 472). Parafraseando a Jodelet, las representaciones sociales
9 Las sociedades se fundamentan en conjuntos interrelacionados de creencias, ideas, costumbres,
hábitos, leyes, normas, valores y formas de conocimiento que configuran sus respectivas culturas. La
cultura, en tanto totalidad compleja, “es característica de cierta sociedad y la distingue de otras que
existen en tiempos y lugares diferentes” (Taylor, 1990 en Thompson, 2002: 7).

25
INTRODUCCIÓN

configuran las racionalidades que se decantan en formas de conocimiento


social comunes, mismas que permiten interpretar la realidad cotidiana en la
que se presentan, por ejemplo, los eventos disruptivos 10 que bien pueden
marcar transiciones vitales diversas.

Lo social -entendido no como la suma de individuas/os, sino como el


conjunto de agentes y actores con condiciones de posibilidad determinadas
bajo las cuales deciden de acuerdo con su ubicación en una sociedad
estructurada jerárquicamente-, interviene en las representaciones sociales de
varias formas: “a través del contexto concreto en que se sitúan los individuos y
los grupos; (…) a través de los marcos de aprehensión que proporciona su bagaje
cultural; a través de los códigos, valores e ideologías relacionados con las
posiciones y pertenencias sociales específicas” (Jodelet, 2008: 473). De este
modo, lo social permite establecer los mecanismos para la socialización,
interpretación, apropiación, reproducción o modificación de la realidad a la luz
de las relaciones transaccionales que suceden en los distintos espacios y
generan tanto lugares como no lugares -estos últimos frente a los cuales las y
los agentes resisten la asunción de determinadas relaciones y
situacionalidades.

Las representaciones sociales, que circulan en los distintos espacios de


interacción social, se definen por su contenido: informaciones, opiniones,
imágenes, actitudes, valores, normas; mismo que siempre se relaciona con algo

10 La enfermedad, pero también algunos eventos de la sexualidad como la menarca, es “un tipo
particular de evento disruptivo (…) [que] destaca los recursos (cognitivos y materiales) disponibles
para los individuos, los modos en que explican el dolor y el sufrimiento, las continuidades y
discontinuidades entre el pensamiento profesional y el lego, y las fuentes de variación en la
experiencia” (Bury, 1982: 197).

26
AVRIL ARJONA LUNA

o alguien y, por tanto, refiere a un “sujeto (individuo, familia, grupo, clase, etc.),
en relación con otro sujeto. De esta forma, la representación es tributaria de la
posición que ocupan los sujetos en la sociedad, la economía, la cultura” (Jodelet,
2008: 475). Este es un aspecto fundamental del concepto de Jodelet, pues
permite acercarnos a pensar la situacionalidad material y simbólica de las
empleadas y ex empleadas domésticas a partir de las representaciones que
tienen sobre sí mismas y otras/os sujetas/os a lo largo del tiempo, posibilitando
ubicar tanto continuidades como discontinuidades en su forma de leer el
mundo -o racionalidad.

La cultura configura la organización social como un proceso que se sirve


de otros subprocesos a escala geográfica, material y simbólica; en estos
procesos y subprocesos entran en juego los mecanismos de jerarquización
social fundamentales para la estructuración de las sociedades en grupos,
espacios y lugares: tal es el caso del sistema sexo-género, el estrato
socioeconómico y la edad,11 procesos -subjetivos y estructurales- que al
insertarse en contextos sociohistóricos cambiantes han servido como
mecanismos para la inserción selectiva y flexible que requieren las sociedades

11 Carles Feixa asegura que la edad en la investigación antropológica (de Maine, Morgan, Frazer y Boas),
“ha sido considerada, junto con el sexo, como un principio universal de organización social, uno de los
aspectos más básicos y cruciales de la vida humana” (Spencer, 1990 en Feixa, 1996: 319). Retomando un
principio básico de la denominada antropología de la edad, Feixa asegura que la edad se considera una
construcción cultural porque “todas las culturas compartimentan el curso de la biografía en períodos a
los que atribuyen propiedades, lo que sirve para categorizar a los individuos y pautar su
comportamiento en cada etapa” (1996: 320). Por supuesto, las fases y sus contenidos culturales varían
de una sociedad a otra. Ello encuentra eco con la Teoría del curso de vida, que tiene como una de sus
premisas que “la edad coloca a la gente en la estructura social” (Elder, 1999:6).

27
INTRODUCCIÓN

-en este caso una patriarcal,12 capitalista,13 heteronormativa y adultista que


privilegia la etapa de vida productiva y reproductiva.

Gayle Rubin define el sistema sexo/género como “el conjunto de


disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en
productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen [en una forma
convencional] esas necesidades humanas transformadas” (1968:97). Es “el
momento reproductivo de un “modo de producción”. La formación de la
identidad de género es un ejemplo de producción en el campo del sistema
sexual. Y un sistema de sexo/género incluye mucho más que las “relaciones de
procreación”, la reproducción en sentido biológico” (1968:104).

Siguiendo a Marx y la importancia que da al elemento histórico y moral


en la determinación del valor de la fuerza de trabajo, Rubin asegura que es éste
el

12 Rubin define el patriarcado de forma tradicional asociada al parentesco y la institución paterna: “El
patriarcado es una forma específica de dominación masculina (…) un viejo cuyo poder absoluto sobre
esposas, hijos, rebaños y dependientes era un aspecto de la institución paternidad (…). Cualquiera que
sea el término que utilicemos, lo importante es desarrollar conceptos para describir adecuadamente la
organización social de la sexualidad y la reproducción de las convenciones de sexo y género.
Necesitamos continuar el proyecto que Engels abandonó cuando ubicó la subordinación de las
mujeres en un proceso dentro del modo de producción (…) por la vía del examen de una teoría de los
sistemas de parentesco. Los sistemas de parentesco son y hacen muchas cosas, pero están formados
por, y reproducen, formas concretas de sexualidad socialmente organizada. Los sistemas de
parentesco son formas empíricas y observables de sistemas de sexo/género” (1968: 105-106). Sin
embargo en este caso sugiero que la institución paterna puede ser una función en el sentido
Lacaniano, y en ese sentido no necesariamente refiere a un “viejo” ni al padre en el sentido estricto,
sino al hombre cuya masculinidad está investida de hegemonía.
13 “El capitalismo es un conjunto de relaciones sociales –formas de propiedad, etc.- en que la producción
adopta la forma de conversión del dinero, las cosas y las personas en capital. Y el capital es una
cantidad de bienes o de dinero que, intercambiada por trabajo, se produce y se aumenta a sí misma
extrayendo trabajo no pagado, o plusvalía, de la mano de obra para sí misma” (Rubin, 1968: 98-99).

28
AVRIL ARJONA LUNA

que determina que una “esposa” es una de las necesidades del


trabajador, que el trabajo doméstico lo hacen las mujeres y no los
hombres, y que el capitalismo es heredero de una larga tradición en
que las mujeres no heredan, en que las mujeres no dirigen y en que
las mujeres no hablan con el dios. Es este (…) el que proporcionó al
capitalismo una herencia cultural de formas de masculinidad y
femineidad. Es dentro de ese “elemento histórico y moral” que está
subsumido todo el campo del sexo, la sexualidad y la opresión
sexual. (…) Sólo sometiendo al análisis ese “elemento (…)” es posible
delinear la estructura de la opresión sexual (Rubin, 1968: 101).

Sylvia Walby utilizó el concepto de “régimen de género” para distinguir


dos regímenes muy concretos en las sociedades industriales avanzadas: el
doméstico y el público.

El régimen doméstico de género se basa en la producción doméstica


como principal estructura y lugar del trabajo femenino, donde se
explota su trabajo y su sexualidad, y en la exclusión de las mujeres
de la vida pública. El régimen público de género no excluye a las
mujeres del ámbito colectivo, pero las subordina dentro de las
estructuras del trabajo remunerado y del Estado, mediante la
cultura, la sexualidad y la violencia. (…) Los beneficiarios de la
versión doméstica son en primer lugar los maridos y los padres de
las mujeres que están en casa, mientras que en la versión pública se
produce una apropiación más colectiva. En su forma doméstica, la
principal estrategia del patriarcado es la exclusión de las mujeres
del terreno público; en la forma pública, es la segregación y la
subordinación. (…) Para comprender cualquier régimen de género
es imprescindible comprender primero que el género y las
relaciones étnicas y de clase se estructuran mutuamente (1997 en
McDowell, 2000: 34-35)

29
INTRODUCCIÓN

Esta división de espacios que refiere a la división sexual del trabajo no es


natural aunque esté naturalizada, y definitivamente tiene objetivos tanto
económicos como políticos:

Lévi-Strauss concluye de un examen general de la división del


trabajo por sexos que no es una especialización biológica, sino que
debe tener algún otro propósito. Ese propósito, sostiene, es
asegurar la unión de los hombres y las mujeres haciendo que la
mínima unidad económica viable contenga por lo menos un
hombre y una mujer

(...)

La división del trabajo por sexos, por lo tanto, puede ser vista
como un “tabú”: un tabú contra la igualdad de hombres y
mujeres, un tabú que divide los sexos en dos categorías
mutuamente exclusivas, (…) que exacerba las diferencias
biológicas y así crea el género. La división del trabajo puede ser
vista también como un tabú contra los arreglos sexuales
distintos de los que contengan por lo menos un hombre y una
mujer, imponiendo así el matrimonio heterosexual (Rubin,
1968:113-114).

Así,

la organización social del sexo se basa en el género, la


heterosexualidad obligatoria y la constricción de la sexualidad
femenina. El género es una división de los sexos socialmente
impuesta. Es un producto de las relaciones sociales de sexualidad.
Los sistemas de parentesco se basan en el matrimonio; por lo tanto,
transforman a machos y hembras en “hombres” y “mujeres”, cada
uno una mitad incompleta que sólo puede sentirse entera cuando se
une con la otra. (…) Lejos de ser una expresión de diferencias

30
AVRIL ARJONA LUNA

naturales, la identidad de género exclusiva es la supresión de


semejanzas naturales

(...)

El género no sólo es una identificación con un sexo: además


implica dirigir el deseo sexual hacia el otro. La división sexual
del trabajo está implícita en los dos aspectos del género:
macho y hembra los crea, y los crea heterosexuales (Rubin,
1968:114-115).

Sin embargo, la división de espacios es más simbólica que material, y esto


sucede particularmente entre los estratos socioeconómicos más bajos cuando
los hombres también se encuentran subalternizados en el capitalismo,
provocando que muchas veces las mujeres sean padre y madre; así “los sistemas
simbólicos contienen contradicciones internas cuyas extensiones lógicas a
veces conducen a la inversión de las proposiciones en que el sistema se basa”
(Rubin, 1968:104).

Puesto que la vida cotidiana en la ciudad de México y su ZM se ha


compartimentado geográficamente durante las últimas décadas, es importante
tener en cuenta que para las empleadas domésticas y sus familias la vida
cotidiana -que por supuesto incluye el trabajo- ha requerido flexibilidad por
medio de algunas estrategias14 -para salir adelante- que reflejan relaciones

14 Desde mi perspectiva el concepto de estrategia como lo caracteriza Alicia Lindón es sumamente


viable. Las estrategias hacen “referencia a un conjunto de prácticas con las cuales los hogares
encuentran salidas a situaciones restrictivas. De ninguna manera utilizamos el término estrategia en
el sentido de prácticas que resultan de la toma de decisiones racionalizadas, en las que se evalúan
todas las posibles opciones, sus costos y beneficios (…), es decir, en una visón permeada de rational
choice” (Dreyfus, Hubert y Paul Rabinow, 1988 en Lindón 1999: 95-96). Puesto que las estrategias
familiares y laborales se basan en redes en las que hay “sumisión y resistencia” (Calveiro, 2003) el
concepto anterior nos permitirá un panorama de las relaciones transaccionales inter e intragénero y

31
INTRODUCCIÓN

transaccionales entre mujeres, su familia y otras personas significativas en las


cadenas de cuidado, pero también entre empleadas y empleadoras/es en estos
contextos urbanos. De ahí la importancia de analizar no sólo las
representaciones que tienen sobre sus derechos como empleadas domésticas y
sus variaciones en el tiempo, sino también las estrategias que han utilizado
para negociarlos y, en la medida de lo posible, hacerlos valer.

Así, en tanto conjunto de relaciones el empleo doméstico ha requerido y


se ha fundamentado en la flexibilidad observada en las modalidades que puede
adquirir, en las formas de pago o retribución, en la informalidad de los
derechos, obligaciones y actividades a desempeñar. Lo que complejiza la
flexibilidad de esta actividad es, sin embargo, el efecto de las diversas relaciones
transaccionales en los espacios y lugares considerados tradicionalmente
femeninos por los distintos estratos socioeconómicos -y que, en esa medida,
reportan tanto beneficios como costos materiales y simbólicos para estas
sujetas complejas y multidimensionales.

Teniendo en cuenta que el empleo doméstico es “uno de los posibles


arreglos a los que recurren mujeres de estratos socioeconómicos medios para
conciliar sus responsabilidades domésticas. (…) [Y que] esta relación laboral la
establecen, por una parte, una mujer que contrata a otra para que la supla y, por
otro lado, una mujer que realiza dicha tarea específica, que le permite obtener
ingresos” (Rojas y Toledo, 2013: 409), sostengo que este es un conjunto de
relaciones fundamentales para un sistema patriarcal capitalista
heteronormativo en la medida que son los hombres de los estratos medios y

entre sectores socioeconómicos al interior de los espacios construidos a escala.

32
AVRIL ARJONA LUNA

altos los principales beneficiarios de los acuerdos a los que llegan mujeres de
distintos estratos socioeconómicos.

Si bien todavía hay pocas investigaciones que den cuenta del perfil clásico
de las empleadas domésticas metropolitanas en etapas de vida en las que se
observen los efectos del envejecimiento de las trabajadoras y los cambios
asociados a etapas avanzadas del ciclo doméstico de sus familias, sugiero que
podemos encontrar diversos fenómenos que requieren, y requerirán cada vez
más, de atención: giros ocupacionales remunerados o no; nuevas transiciones
en la modalidad del empleo doméstico que impliquen arreglos diversos en los
que el retorno a la modalidad de planta sea una alternativa posible y/o deseada,
e incluso el inicio de nuevos procesos migratorios de retorno al lugar de origen.

En este orden de ideas el envejecimiento es concebido como un proceso,


trayectoria o carrera -continente de otros/as- caracterizado/a por eventos,
transiciones, acciones, decisiones, relaciones y condiciones que marcan etapas
de vida de acuerdo con los lugares que ocupan las personas en la producción y
reproducción social y biológica. El envejecimiento no sólo incluye “aspectos
físicos, sino también es importante comprender el contexto donde una persona
se desarrolla a lo largo de su vida, las problemáticas y necesidades tanto
individuales como sociales, además de los intereses y los proyectos de vida (…)
hasta el fin de sus días” (Rodríguez Daza, 2011:18).

Como parte del envejecimiento destaco la vejez en tanto experiencia


subjetiva, y construcción social objetiva, en la que las personas encuentran
tanto límites como posibilidades biológicas, sociales y culturales de acuerdo con
la percepción que tengan del “resultado de todas las experiencias,

33
INTRODUCCIÓN

transformaciones y aprendizajes (…) en las etapas anteriores” (Rodríguez Daza,


2011:13).

Si bien reconozco que las construcciones sociales de la vejez tienden a


enfatizar las limitaciones existentes en torno a las y los sujetos que ya
experimentan las consecuencias del proceso de envejecimiento, pretendo
“evitar ideas unificadoras, habitualmente negativas, como el carácter inevitable
de la dependencia, la pérdida, el deterioro y la enfermedad. (…) Esta perspectiva
permite una mayor sensibilidad a la pluralidad de experiencias de la vejez,
documentando los problemas y conociendo cómo los afrontan las diferentes
personas” (Freixas, 1997: 34) de acuerdo con la satisfacción o insatisfacción con
la que experimentan esta etapa en la que se sintetiza el curso vital.

De este modo, el curso de vida es un marco teórico referencial muy útil


porque metodológicamente propone entre otras cosas: formular conceptos del
desarrollo y el envejecimiento sobre el periodo de existencia y relacionar las
vidas con una sociedad siempre cambiante, enfatizando la relación entre
procesos y mecanismos (Elder, 1999). Es en este sentido que en relación con el
primer punto surge la noción de los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad
(TRS) entendiendo que sus tres etapas (no reproductiva -reproductiva- no
reproductiva) caracterizan la posible reproducción biológica de las mujeres. Así,
el tránsito reproductivo entre la primera etapa y la segunda está dado por la
menarca, mientras que el tránsito de la segunda etapa a la tercera está definido
por tres fases -premenopausia, menopausia y postmenopausia- en las que el
cese definitivo de la menstruación se torna el evento mayor en términos
generales.

34
AVRIL ARJONA LUNA

De este modo, considero que para historizar los procesos y experiencias


del envejecimiento, y analizar las relaciones dialécticas entre distintas
trayectorias vitales de las empleadas domésticas, es conveniente considerar las
etapas de vida que en este caso están delimitadas por las transiciones
-reproductivas y no reproductivas- de la sexualidad en la medida que ésta es
uno de los ámbitos más relevantes en la configuración de la identidad y la
situacionalidad de las mujeres.

Así, pretendo historizar los cursos de vida teniendo en cuenta distintos


procesos en los que se articulan eventos -como la migración, las enfermedades
y padecimientos, los accidentes, la inserción laboral y las distintas experiencias
laborales; la primera menstruación y las menstruaciones en general, la primera
relación sexual y las relaciones sexuales en general; las uniones, los embarazos,
partos, puerperios; el uso de métodos anticonceptivos y las experiencias de
aborto, la perimenopausia, la menopausia y la postmenopausia-, que pueden
marcar transiciones15 materiales y simbólicas para estas mujeres. En cualquier
caso, es fundamental tener en mente que “las consecuencias de las transiciones
de vida, de los eventos y los patrones de comportamiento, varían de acuerdo
con el momento en que acontecen en la vida de una persona” (Elder, 1999:9); de
modo que las transiciones “a destiempo” -adelantadas o aceleradas- según las
normas y expectativas sociales, impactan en la percepción subjetiva de éstas.

Para relacionar las vidas con una sociedad siempre cambiante,


enfatizando la relación entre procesos y mecanismos, me sirvo de perspectivas

15 Como asegura Elder, las transiciones claves de vida (dejar la casa, entrar y completar la escuela,
empezar a trabajar, el matrimonio y el primer hijo, la separación y el divorcio, el retiro, etc.) reflejan
diferentes patrones, y por lo tanto distintas historias de vida y distintas consecuencias en la
experiencia de la transición.

35
INTRODUCCIÓN

que destacan lo histórico, relacional y contextual tanto a nivel microsocial como


a nivel macrosocial, permitiendo así acentuar los procesos estructurales y
subjetivos. De aquí la importancia de contextualizar la vida de las personas
enfatizando la dinámica social de las vidas relacionadas en las que las
trayectorias interdependientes de un/a individuo/a se relacionan con la familia
y los roles familiares, con las amistades, con la historia de pareja, los roles de
trabajo, etc., a lo largo del tiempo (Elder, 1999). Esto mostrará que “las vidas son
vividas en interdependencia y las influencias sociohistóricas se expresan por
medio de las redes de relaciones [transaccionales] que comparten” (Elder, 1999:
10).

Si bien las condiciones estructurales y objetivas tuvieron un peso


fundamental en la asunción subjetiva de determinado tipo de lugares
subalternizados a lo largo del curso de vida, las empleadas y ex empleadas
domésticas tomaron decisiones que sintetizan procesos de agencia bajo
diversas estrategias de (auto) inclusión/exclusión. Al respecto, Judith Butler

hace suya la concepción de poder de Michel Foucault, según la cual


el poder lo inunda todo. (…) sin embargo, su visión no es
determinista, sino que el propio sistema que proporciona
reconocimiento y exclusión da también las herramientas que
posibilitan la agencia. La resistencia, como el poder, se extiende por
todo el campo social (Cano, 2014:5).

De este modo podemos decir, siguiendo a Butler, que las restricciones o


límites abren al mismo tiempo posibilidades múltiples de resignificación
cuando, por ejemplo, se “reterritorializa” “un término que fue empleado para
excluir a un sector de la población [y éste] puede llegar a convertirse en un sitio
de resistencia, en la posibilidad de una resignificación social (…) capacitadora”

36
AVRIL ARJONA LUNA

(Butler, 2002 en Cano, 2014:10). En este sentido sugiero tener en cuenta,


siguiendo a Butler16 y a Julia Kristeva,17 la importancia de la ambigüedad y la
contingencia en la resistencia y la agencia de estas mujeres diversamente
subalternizadas.

Esto podría explicar que aún cuando las representaciones y prácticas que
configuraron sus lugares en los distintos espacios sociales moldearon su cuerpo
como una herramienta productiva y reproductiva, subvirtieran distintas
normas sociales permitiéndoles hacerse de lo suyo y salir adelante desde la
articulación compleja de su ser madres-trabajadoras doméstico-extra
domésticas que con el tiempo pueden, incluso, recuperar su cuerpo para sí.

En este orden de ideas, concibo el cuerpo como el lugar fundamental de la


experiencia, pues es el espacio más inmediato para todas y todos.

El primer lugar físico de la identidad personal, la escala del cuerpo,


es una construcción social. El lugar del cuerpo establece la frontera
entre el yo y el otro, tanto en el sentido social como en el físico, e
implica la creación de un <espacio personal> que se añade al
espacio literalmente fisiológico. El cuerpo es también un <lugar
cultural con significados de género>, según Judith Butler (…).
Naturalmente, el género no es la única diferencia social que se crea
a partir de la identidad del cuerpo. Young ha defendido que la
<escala de los cuerpos>, como ella lo llama, utiliza no sólo el sexo,
sino una enorme variedad de diferencias corporales (…) para
justificar [las desigualdades materiales y simbólicas entre sujetas/os
y grupos] (Smith, 1993 en McDowell, 2000:68).

16 “Butler apuesta por la incorporación deliberada de la ambigüedad como forma de subvertir el


binarismo polarizado de género” (Cano, 2014:11).
17 Para Julia Kristeva “la abyección es ante todo ambigüedad” (1988 en Cano, 2014:8).

37
INTRODUCCIÓN

Se trata del espacio en el que se localiza el individuo, y sus límites


resultan más o menos impermeables respecto a los restantes
cuerpos. Aunque no cabe duda de que los cuerpos son materiales y
poseen ciertas características como la forma y el tamaño, de modo
que, inevitablemente, ocupan un espacio, lo cierto es que su forma
de presentarse ante los demás y de ser percibido por ellos varía
según el lugar que ocupan en cada momento [o situación]
(McDowell, 2000:59).

Entre otras cosas, la geógrafa sostiene que “los cuerpos son fluidos y
flexibles” porque se presentan y ocupan los espacios de acuerdo con el lugar y la
posición que tienen, de modo que poseen “una historia y una geografía”
(McDowell, 2000) que entre otras cosas da cuenta de las diferencias traducidas
en desigualdades y desventajas.18 “Si para las estudiosas feministas ha sido
fructífero el concepto foucaultiano del cuerpo como mapa, como superficie
susceptible de inscripción social, la analogía geográfica ha resultado no menos
estimulante para las geógrafas” (McDowell, 2000:82). Al respecto, McDowell
asegura que

las ideas sobre la localización correcta del cuerpo femenino han


servido (…) para justificar el sistema de dominación patriarcal que
excluye a la mujer de unos ámbitos y le dificulta la integración en
otros (…). En este sentido, <saber cuál es su lugar> tiene para las
mujeres un significado tanto literal como metafórico (2000:88).

18 “La dicotomía mente-cuerpo ha sido un factor decisivo para la construcción de una mujer distinta e
inferior al hombre (...) las diferencias entre los cuerpos –de tamaño, de forma, etc.- constituyen la base
de la discriminación y las desventajas sociales”; “tanto el cuerpo como la conducta sexual son
construcciones sociales y, por tanto, susceptibles de variación, basadas en determinadas ideas (no
menos susceptibles de cambio) sobre lo que es <natural> y <normal>. En otras palabras, posee una
historia y una geografía” (McDowell, 2000: 59-60, 62).

38
AVRIL ARJONA LUNA

Es así que el cuerpo puede conceptualizarse como un mapa en el cual


rastrear los procesos de su historia subjetiva y objetiva. Por ello los cuerpos “no
pueden comprenderse como medios neutros de la práctica social. Su misma
materialidad es importante. Harán ciertas cosas y otras no. Los cuerpos se
encuentran sustantivamente en juego en prácticas sociales como el deporte, el
trabajo” y la sexualidad (Connell, 2003: 91), pues son lugares ocupados en
espacios concretos bajo situaciones específicas de desigualdad.

Son entonces tanto objetos como agentes de prácticas en torno a cierta


experiencia -como puede ser trabajar, enfermar, parir o enamorarse- y en torno
a ello Connell encuentra un patrón que denomina “prácticas que se reflejan en
el cuerpo y se derivan del mismo” (2003:95). Sin embargo, los circuitos de las
prácticas que se reflejan en el cuerpo y se derivan del mismo no necesariamente
son coherentes; dependiendo del espacio y los lugares ocupados, las posiciones
de hegemonía-subalternidad se tornan dinámicas y pueden implicar tanto
ruptura como reproducción de los significados en los tipos de lugares que
ocupamos y en las metáforas de las cuales nos servimos para representar
nuestros cuerpos.

De ahí la importancia de hacer referencia a las metáforas que las mujeres


usan para referir su cuerpo en tanto proceso. Me refiero al cuerpo-herramienta
como la síntesis de representaciones y prácticas en torno a ese lugar
fundamental de la experiencia productiva y reproductiva de las mujeres de
estos sectores precarizados desde generaciones previas. Esta concepción del
propio cuerpo como un ente mecánico tuvo sentido en la ética del trabajo en la
que la fuerza productiva -y reproductiva- estaba contenida en esos cuerpos que

39
INTRODUCCIÓN

no asumieron mayores contratiempos. 19 Sin embargo, con el paso del tiempo y


las transiciones laborales y sexuales aparecen alternativas para representarse
nuevas formas de relación con sus propios cuerpos metaforizados desde otros
lugares.

Estos otros lugares están vinculados con la última etapa de los TRS, con la
transición laboral de las ex empleadas, y posiblemente también con la asunción
del lugar de abuela, teniendo como posibilidad la asunción de sus propios
procesos de salud/enfermedad/atención, pero sobre todo de los malestares
surgidos de una serie de representaciones y prácticas que han tendido a
negarlas. Puesto que en el Capítulo I retomo varios conceptos de la
antropología médica desarrollada por Eduardo L. Menéndez, aquí me limitaré a
vincular las propuestas feministas para acercarnos en específico a un concepto
intermedio entre salud y enfermedad en articulación con lo que el antropólogo
denomina procesos de salud/enfermedad/atención y las posibilidades de
agencia que encuentro en esta teoría.

El abordaje de Mabel Burin bajo el modelo tensional-conflictivo con el que


propone comprender la salud mental de las mujeres es fundamental en esta
investigación. El malestar es un concepto intermedio entre salud y enfermedad,
dirá la psicóloga y psicoanalista argentina, que permite “analizar las
condiciones que producen y/o preservan la salud mental de las mujeres”
(2010:3). Así “en la construcción de sentidos que realizan las mujeres respecto
de su malestar” podré destacar algunas representaciones y prácticas que estas

19 “Servir es ante todo negarse, renegar de su cuerpo, su ritmo, sus necesidades y sus deseos” (Martin-
Fuger, 2004 en Durin 2014:272).

40
AVRIL ARJONA LUNA

mujeres apuntan para “la preservación de su salud mental y/o la prevención de


condiciones enfermizas mediante los autocuidados” (2010:3).

Siguiendo a Burin, sostengo que frecuentemente las mujeres se


encuentran en una suerte de círculo vicioso en el que sus recursos se engarzan
para establecer límites y limitaciones a su agencia y bienestar por medio de la
articulación de lugares -el de madr-esposa, trabajadora doméstica-extra
doméstica-, y roles como les denomina Mabel Burin: el maternal, el conyugal y
el de trabajadora doméstica y extradoméstica (2010).

“Los deseos maternales han sido propiciados de manera relevante, en


nuestra cultura patriarcal, para nominar a las mujeres en tanto sujetos” (Burin,
2010:3). El problema es que no basta con ser madre biológica, lo ideal es ser
buena madre; por lo que la maternidad cuenta con mayor o menor legitimidad
dependiendo de la reproducción que permita de ciertas normas y expectativas
bajo una serie de criterios socioculturales que pueden representar factores
iatrogénicos que vulneran a las mujeres. Tal es el caso, por ejemplo de las
expectativas biomédicas en torno al momento ideal para ser madres, pues a
partir de determinada edad un embarazo se considera inadecuado.

El rol conyugal puede estar cargado de significados negativos cuando la


sexualidad de las mujeres es objetivada por el esposo bajo una cultura patriarcal
que sólo reconoce deseos y derechos a ellos. Esto, aunado a la carga que
implican las dobles jornadas, puede acarrear situaciones de vulnerabilidad.

Mabel Burin en uno de sus textos hace referencia a una investigación


sociológica inglesa, en la que la investigadora buscó indagar la relación entre

41
INTRODUCCIÓN

los roles sociales y la demanda de atención a la salud mental de las mujeres,


señalando:

dos modos explicatorios para tal demanda: a) el modelo social


inducido, entendido como la mayor disposición de las mujeres a
considerarse mentalmente enfermas, debido a que socialmente
tienen un rol carenciado, inferiorizado, definido como enfermo; b)
el modelo de causalidad social, entendido como una mayor
disposición de las mujeres a enfermar mentalmente debido a estilos
de vida (…) más bajos, más pobres, con mayores condiciones de
estrés y problemáticas asociadas con sus roles sociales dentro de la
familia, o combinando éstos con otros roles sociales (2010: 4).

Como veremos, tanto el modelo social inducido como el de causalidad


social tienen eco y empatan con las condiciones de vida y las representaciones
en torno a los procesos de s/e/malestar/atención de mis cinco interlocutoras
experimentados durante al menos la última etapa de los TRS. Es por ello que
tener en cuenta los tres paradigmas existentes para la comprensión de la salud
mental de las mujeres que destaca Burin -el modelo psicopatológico,20 el
emotivo-sensible21 y el tensional-conflictivo- es fundamental para el análisis de
20 Es un modelo que estigmatiza el cuerpo de las mujeres en transición como anormales: “(…) indica que
un cierto grado de locura acompaña y define a la salud mental de las mujeres. Se basa en el criterio de
enfermedad como desviación de lo “normal”. En su fundamentación alude tanto a una problemática
de “fiebre uterina”, “transtornos hormonales”, “etapas vitales” (…). Sus principios son biologisistas, a-
históricos, individualistas, a-sociales, esencialistas. Requiere un tipo de racionalidad basada en
criterios dualistas (…) y a partir de allí ubica a las mujeres dentro del universo sociosimbólico de las
“locas”. Su modo de intervención es a través de “expertos”, de profesionales generalmente médicos que
confían en herramientas principalmente farmacológicas o coercitivas para la acción que denominan
“curar”” (Burin, 2010: 4-5).
21 El modelo emotivo-sensible sirve para hacer llevadera la situación crítica apelando a un lugar
importante en los cursos de vida de las mujeres: el de cuidadoras que ya en cierto momento del curso
de vida se cuidan para seguir cuidando. “Su formulación sería: “las mujeres son saludables en tanto
puedan mantener su equilibrio emocional y armonizar los afectos entre quienes las rodean”. Se basa en el
criterio de la salud equiparada al de equilibrio y armonía. (…) Sus principios se basan en la capacidad

42
AVRIL ARJONA LUNA

los malestares y la situacionalidad, cambiante, de las mujeres frente a sus


padecimientos.

El modelo tensional-conflictivo se caracteriza porque

Su formulación sería: “las mujeres padecen estados de malestar que


expresan a través de sentimientos de tensión y de conflicto: la agudización
de los estados de conflicto, denominados crisis, constituyen situaciones
óptimas para abordar las problemáticas de las mujeres”. Este es un
modelo en construcción (…) Se basa en identificar a las mujeres
como grupo social que padece condiciones opresivas de existencia,
especialmente en sus vidas cotidianas. Define dos espacios de
desarrollo para las mujeres: el ámbito doméstico y el ámbito
extradoméstico, a veces superpuestos a ámbito privado y ámbito
público, y caracteriza diversos modos de malestar de las mujeres en
ellos y en la interacción entre ambos espacios. Pretende examinar,
reconocer y denunciar las condiciones de vida que producen modos
específicos de enfermar de las mujeres. Hasta ahora ha habido un
centramiento en las condiciones de la maternidad, de la sexualidad
y del trabajo femenino. Asocia la salud mental de las mujeres al
enfrentamiento de los conflictos. Destaca los estados de crisis
(especialmente las crisis vitales evolutivas –tales como la
adolescencia o la mediana edad- o accidentales –embarazo, aborto,
divorcio-) como propiciadoras de transformaciones para la salud
mental. Insiste en la necesidad de la construcción de una
subjetividad femenina basada en la participación social y el

de mantener, preservar y equilibrar los conflictos familiares. Requiere un tipo de racionalidad


afirmada sobre la sensibilidad femenina, equiparada a la salud mental, para detectar las necesidades
emocionales de quienes las rodean, junto con la capacidad para dar una respuesta apropiada a tales
necesidades. (…) admite la existencia de conflictos, pero su destino será ser “integrados”,
“equilibrados”, “armonizados”, esto es, naturalizados mediante implementaciones técnicas utilizadas
por “técnicos” especialmente entrenados para ello. (…). Su modo de intervención (…) es a través de
recursos humanos con conocimientos (…) en psicoterapias, en asesoramiento, en counseling, etc.
Ocasionalmente pueden combinarse con recursos farmacológicos” (Burin, 2010:5).

43
INTRODUCCIÓN

concepto de las mujeres como sujetos sociales. Este modelo ha


puesto un énfasis singular en analizar las relaciones de poder inter
género (entre varones y mujeres) e intragénero (entre mujeres) y
sus efectos sobre los modos de enfermar de las mujeres. Entre las
relaciones de poder que pueden tener efectos enfermantes, se
analiza, por ejemplo, la asignación social del poder de los afectos al
género femenino, y la asignación del poder económico al género
masculino, como áreas de poder exclusivas y excluyentes. Requiere
una racionalidad afirmada sobre la noción de conflicto, de crisis y
de transicionalidad (Burin, 2010:6).

Es por ello que este último es el más viable para el análisis de los efectos
del trabajo productivo y reproductivo en las mujeres; sin embargo, es
importante tener en cuenta que cuando analicemos la última etapa de los TRS
veremos la presencia de los otros dos modelos en la construcción social de la
transición -pudiendo así destacar los efectos de uno y otros modelos, así como
la síntesis que hacen las mujeres.

La clasificación que presenta Menéndez en torno a las formas de


atención,22 advierte, no refiere formas estáticas y aisladas, sino relaciones
dinámicas de exclusión/articulación/conflicto que tienen por lo menos dos
niveles: a través de los operadores y a través de los sujetos o grupos que tienen
el padecimiento. Este último tipo de articulación “resulta el más frecuente,
dinámico y expandido” (2005: 40), y es en cualquier caso el que a mí me interesa
destacar teniendo en cuenta que existen procesos de apropiación y eclecticismo

22 En cuanto a “los comportamientos de los sujetos y grupos respecto a sus padecimientos (…) nos
encontramos con que los mismos utilizarían potencialmente las siguientes formas de atención: (…) de
tipo biomédico (….), de tipo “popular” y “tradicional” (…), alternativas, paralelas o “new age” (…);
devenidas de otras tradiciones médicas académicas (…) [y aquéllas] centradas en la autoayuda”
(Menéndez, 2005: 39).

44
AVRIL ARJONA LUNA

que frecuentemente se sintetizan en lo que el antropólogo denomina


pluralismo médico.

Así, es de suma importancia tener en cuenta que “los sujetos y grupos


sociales constituyen el agente (…) que reconstruye y organiza una parte de estas
formas de atención en actividades de “autoatención” (Menéndez, 2005: 42).Ésta
se concibe como proceso estructural23 que remite a los sujetos y grupos sociales,
y puede ser pensada en dos niveles, uno amplio y otro restringido (Menéndez,
2005: 55). El nivel amplio refiere todas las formas de autoatención necesarias
para asegurar la reproducción biosocial de los sujetos y grupos a nivel de los
microgrupos, y singularmente del grupo doméstico.

Estas formas son utilizadas a partir de los objetivos y normas


establecidos por la propia cultura del grupo. (…) La autoatención,
según la estamos definiendo (…) se refiere a microgrupos y
especialmente a aquéllos que más inciden en los procesos de
reproducción biosocial y que incluyen sobre todo al grupo
doméstico, pero también al grupo de trabajo (…). La definición
restringida remite a las representaciones y prácticas aplicadas
intencionalmente al proceso s/e/a (Menéndez, 2005: 55).

En este sentido, también se torna teórico-empíricamente relevante la


articulación de varios conceptos como autoatención, autocuidado y estilo de

23 Siguiendo a Menéndez, la “autoatención constituye una actividad constante, aunque intermitente,


llevada a cabo a partir de los propios sujetos y grupos en forma autónoma o teniendo como referencia
secundaria o decisiva a las otras formas de atención” (2005: 54). “El carácter estructural de la
autoatención deviene de algunos hechos básicos, e implica que aquélla se constituye como un proceso
necesario en toda cultura (…) para asegurar el proceso de reproducción biosocial” (2005: 57). Es
estructural, principalmente, “porque implica la acción más racional, bajo la óptica cultural, de
estrategia de supervivencia e inclusive de costo/beneficio, no sólo en términos económicos, sino de
tiempo por parte del grupo” (2005: 59).

45
INTRODUCCIÓN

vida -este último destacado por los usos que de él hacen la biomedicina y los
salubristas, quienes lo suelen entender como

las acciones realizadas por los individuos para prevenir el desarrollo


de ciertos padecimientos y favorecer algunos aspectos de salud
positiva. El uso de este concepto por el Sector Salud es
marcadamente individualista, y se diferencia del de autoatención
cuyo carácter es básicamente grupal y social. Pero lo importante a
considerar aquí es que el concepto de autocuidado constituye una
variante del de autoatención, impulsado a través de determinadas
ideologías no sólo técnicas sino también sociales. En consecuencia,
las actividades de automedicación y autocuidado son parte del
proceso de autoatención, pero no su equivalente, ya que
autoatención constituye el concepto y proceso más inclusivo
(Menéndez, 2005: 56).

Así, la autoatención y la automedicación “no se refieren sólo a la


intervención sobre los padecimientos, sino también deben ser remitidas a la
aplicación de tratamientos, al consumo de sustancias o a la realización de
actividades que, según los que las usan, posibilitarían un mejor desempeño”
(Menéndez, 2005: 60), e incluso mejores condiciones de posibilidad para
establecer representaciones y prácticas del cuidado de sí.

Para cerrar la introducción una vez presentada la síntesis del problema y


su justificación, las premisas, el objetivo general, la pregunta central, la síntesis
teórico-metodológica y los conceptos básicos de esta investigación, a
continuación describo el capitulado advirtiendo el viaje al que se introducirá
quien en adelante siga leyendo.

Esta investigación se divide en seis capítulos, un Anexo Metodológico y


algunas conclusiones provisorias considerando que se trata de un primer

46
AVRIL ARJONA LUNA

acercamiento al vasto problema de investigación. En el Capítulo I. Perfil clásico


del empleo doméstico, trayectorias vitales y envejecimiento en la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México: el problema y sus antecedentes,
desarrollo el problema de investigación echando mano de algunas
investigaciones existentes y otros datos pertinentes para problematizar el
empleo doméstico en relación con las trayectorias vitales de mi interés a la luz
de los procesos y experiencias del envejecimiento en un contexto urbano
complejo. En el Capítulo II. Algunos procesos metodológicos de/en la
investigación sobre empleo doméstico urbano, la intención es notar los
procesos de los cuales parto para plantear la necesidad de investigaciones
multidisciplinarias, teórico-metodológicas, cuali-cuantitativas -y en la medida
de lo posible colectivas- para el abordaje del empleo doméstico urbano. En un
primer momento desgloso los objetivos y las interrogantes de la investigación;
en segundo lugar comento las posibilidades que encontré para articular
biografía y autobiografía desde el conocimiento situado, dando paso a la
síntesis del método (auto)biográfico que guió mi investigación a raíz del
encuentro entre investigación-acción feminista, antropología médica y teoría
fundamentada.

En un tercer momento describo la estrategia metodológica, las técnicas y


los instrumentos empleados, así como algunas posibilidades y limitaciones
encontradas durante el “viaje antropológico” destacando la construcción de
interlocuciones. Por último presento brevemente a mis cinco interlocutoras
introduciendo las posibilidades dialécticas entre heterogeneidad y
homogeneidad, o el caso y el conjunto de casos, destacando las particularidades
de cinco mujeres nacidas entre 1941 y 1970.

47
INTRODUCCIÓN

En el Capítulo III. El Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México: lo


doméstico, lo público y los procesos de s/e/a como indicadores de las
condiciones materiales y simbólicas de las poblaciones en un territorio
subalternizado me propongo caracterizar sociodemográficamente el contexto
de mi investigación sugiriendo un enfoque que nos permita abonar a los
hallazgos de Alicia Lindón y Daniel Hiernaux en torno a los modos de vida
urbanos y las pobrezas del territorio vallechalquense y sus poblaciones
distinguidas por estrato, sexo-género y edad.

Recupero algunos procesos importantes en la conformación del


Municipio de interés para por medio de los datos estadísticos del Censo de
Población y Vivienda 2010 y algunas notas de mi diario de campo, acercarnos a
los cambios y continuidades en las condiciones materiales y simbólicas de las
poblaciones vallechalquenses atravesadas por diferencias construidas
socialmente. Así, mi primera intención es dar un panorama general de los
principales procesos sociohistóricos y políticos en el municipio para partir de la
“autonomía” como pivote para la problematización de las condiciones recientes
en Valle de Chalco Solidaridad.

Tras recuperar algunos datos estadísticos que me permiten actualizar


algunas dimensiones abordadas por Lindón y Hiernaux -introduciendo una
discusión en torno al acceso a las tecnologías domésticas como mecanismo que
a nivel de las representaciones y prácticas profundiza las desigualdades-, me
centro en los procesos de s/e/a en tanto indicadores de las condiciones
materiales y simbólicas. Para sustentar la importancia de los procesos de s/e/a
también me sirvo de fuentes secundarias cuantitativas que me permiten cerrar
el análisis teniendo en mente algunas relaciones existentes entre espacios y

48
AVRIL ARJONA LUNA

lugares ocupados por las poblaciones, enfatizando las condiciones materiales y


simbólicas de salud a las que mujeres y hombre vallechalquenses -atravesados
por la edad y otras formas de categorización sociodemográficas- han tenido
acceso a partir de 1994. Esta segunda parte del capítulo se nutre de información
provenida de la Dirección General de Información en Salud (DGIS) y el Sistema
Nacional de Información en Salud (SINAIS).

Los tres capítulos siguientes conforman una segunda parte de la tesis


pues en ellos se concentra el análisis etnográfico y contienen un Anexo con las
Graficas de la etapa de los TRS que se analiza en cada uno. En el Capítulo IV.
Niñez y primeras transiciones de vida: menarca, unión conyugal y trabajo
remunerado como entradas a la adultez en la experiencia de mujeres
migrantes de origen rural, describo y analizo las representaciones, incluyendo
aquellas sobre sus prácticas, de mis cinco interlocutoras -tres empleadas y dos
ex empleadas domésticas- en torno a las condiciones materiales y simbólicas de
existencia de ellas y sus familias de origen en los respectivos lugares donde
nacieron. Se trata de un primer corte analítico fundamentado en los Tránsitos
Reproductivos de la Sexualidad, enfocándonos en la primera etapa -no
reproductiva- y la transición a la segunda etapa -reproductiva-, y ubicando las
principales transiciones de vida teniendo como supuesto teórico-metodológico
que las relaciones dialécticas entre trayectorias vitales tales como la familiar,
laboral, migratoria, de salud-enfermedad, sexual y de pareja configuran los
espacios materiales y lugares simbólicos para estas cinco mujeres en las
primeras etapas de vida y hasta la primera unión formal en pareja. Todo ello
con la intención de distinguir los primeros límites y posibilidades en torno a la
agencia de estas mujeres, entonces niñas y jóvenes.

49
INTRODUCCIÓN

En el Capítulo V. Familia propia, sexualidad y empleo en casa durante la


segunda etapa de los TRS: continuidades y discontinuidades describo y analizo
las representaciones, también sobre prácticas, de mis cinco interlocutoras en
torno a las condiciones materiales y simbólicas de existencia de ellas y sus
familias propias a lo largo de una de las etapas de vida más larga: la
reproductiva. Se trata de ubicar las principales transiciones vitales teniendo en
mente las relaciones entre trayectoria de pareja y sexual, de éstas en la
trayectoria migratoria, y de estas tres en la trayectoria laboral, pues supongo
que todas ellas se condicionan y trazan lo que las y los expertos denominan
como un periodo fundamental de la carrera hacia la vejez. La intención es
enfatizar las continuidades y discontinuidades en torno a los espacios y lugares
ocupados por estas mujeres con miras a discutir sus condiciones de posibilidad
y agencia teniendo en cuenta un lugar fundamental: el de madre.

Con el Capítulo VI. Familia, trabajo flexible y procesos de envejecimiento


en el Valle de Chalco Solidaridad: tendencias en las condiciones de posibilidad
y los límites de la agencia de trabajadoras y ex trabajadoras en casa durante la
última etapa de los TRS, cierro el análisis del curso de vida de mis cinco
interlocutoras. Describo y analizo sus representaciones, también sobre
prácticas, en torno a las condiciones materiales y simbólicas de existencia de
ellas y sus familias durante la etapa más reciente de vida. Destaco tres
principales transiciones: 1) la transición a abuelas en todos los casos, 2) las
transiciones laborales de las dos ex empleadas y 3) la transición reproductiva
que veremos en dos de sus tres fases según sea el caso: la postmenopausia para
las dos mayores y la perimenopausia para las tres más jóvenes. El análisis de
esta última transición nos permitirá bordear la menopausia en tanto evento

50
AVRIL ARJONA LUNA

intermedio. Teniendo en mente estos tres ejes analíticos veremos cuáles son las
continuidades y discontinuidades en las condiciones de posibilidad y los límites
de la agencia de mis interlocutoras a la luz del proceso de envejecimiento según
lo ha experimentado cada una.

Finalmente presento algunas Reflexiones finales sobre las continuidades,


discontinuidades y sinergias que repercuten en los procesos y experiencias del
envejecimiento de mujeres empleadas y ex empleadas domésticas con perfil
clásico metropolitano.

51
I.
Perfil clásico del empleo doméstico, trayectorias
vitales y envejecimiento en la Zona Metropolitana
de la Ciudad de México: el problema y sus
antecedentes
AVRIL ARJONA LUNA

E l objetivo general de mi investigación es describir y comparar los


procesos de envejecimiento de tres empleadas y dos ex empleadas
domésticas, nacidas entre 1941 y 1970, que viven en el Valle de Chalco
Solidaridad, Estado de México. A partir de tal descripción comparativa,
analizaré cómo se relaciona la experiencia de envejecer con las continuidades y
discontinuidades en sus condiciones materiales y simbólicas, y con los lugares
que han ocupado estas cinco mujeres en espacios como el trabajo, la familia, la
sexualidad y la salud durante las tres etapas de los Tránsitos Reproductivos de
la Sexualidad (TRS).

En México las investigaciones sobre mujeres y trabajo han enfatizado los


estudios comparativos ya sea entre sectores sociales o al interior de los mismos
(de Barbieri, Teresita, 1984; García, Brígida, et al., 1994). También hay estudios,
como el de Estela Suárez (1989), enfocados en la problemática del sector
servicios y la evolución y estructura de la fuerza de trabajo femenina en este
ámbito. Otra rama importante de las investigaciones sobre mujeres y trabajo se
concentra en la participación creciente de éstas en las esferas políticas (Ortiz,
2011) y los altos mandos en empresas (Tolentino, 2014).

Entre las variables más relevantes en las investigaciones sobre mujeres y


trabajo encontramos la escolaridad, la condición migratoria, la identidad
indígena, el estado civil y el tipo de unidad doméstica de las mujeres
trabajadoras. Así, se ha visto que las mujeres también trabajan por cuenta
propia, que se emplean en el servicio doméstico particular y, cada vez más, se
hacen presentes en las industrias a domicilio y en empresas maquiladoras

55
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

transnacionales, por lo que numéricamente son relevantes en el sector obrero


industrial (Oliveira, 1989; Balderas, 2006). Por supuesto esto sucede más
frecuentemente con las mujeres de sectores populares, rurales y urbanos, que
tienen condiciones materiales y simbólicas que limitan su desempeño laboral
en otros ámbitos del sector productivo.

Las investigaciones sobre trabajo doméstico -no remunerado- son


amplísimas y abarcan una diversidad de puntos nodales tales como la
distribución de las labores; la relación entre tiempo destinado al trabajo
doméstico e ingresos; el trabajo doméstico como reproductor de las relaciones
sexo-genéricas tradicionales entre hombres y mujeres; la falta de tiempo libre
que experimentan las mujeres que combinan trabajo doméstico y trabajo
extradoméstico y, sobre todo en el caso de los sectores populares, las
negociaciones que llevan a cabo mujeres y hombres de distintas generaciones
para realizar el trabajo doméstico en sus hogares (Sánchez Gómez, 1989).
Todos son aspectos que caracterizan la división sexual y social del trabajo y han
permitido distinguir dos grupos de mujeres que se diferencian por la falta o
presencia de remuneración: el ama de casa y la empleada doméstica.

Con base en esta distinción, las investigaciones destacan “la comparación


entre trabajo asalariado y doméstico, y la vinculación entre las esferas de la
producción y la reproducción como una manera de cuestionar la división
ideológica entre el mundo del trabajo y el mundo de la casa” (Oliveira, 1989: 19).
Desde estas perspectivas el ámbito público y el privado ya no aparecen
desvinculados, sino que se analizan e interpretan interrelacionados y en
tensión en el marco más general de relaciones sociales tendientes a naturalizar

56
AVRIL ARJONA LUNA

las dicotomías masculino-femenino/ producción-reproducción


/público-privado.

En este sentido, las investigaciones existentes develan que el trabajo


doméstico ha estado históricamente destinado a las mujeres -niñas, jóvenes,
adultas e incluso viejas; se caracteriza por ser un trabajo no reconocido, no
remunerado y asociado con las características “propias, esenciales y morales” de
las mujeres pues se desarrolla en el espacio que según la ideología patriarcal
capitalista heteronormativa les debe resultar “natural”. Su fundamento
sociocultural son los estereotipos sexo-genéricos que han definido la división
sexual del trabajo y la aparente división entre espacio público y privado. Así,
desde la dicotomía mujer femenina/ hombre masculino, se definen
representaciones, prácticas y jerarquías tendientes a subordinar a las mujeres,
a lo femenino y todo lo relacionado con ellas y con ello. Por supuesto, el trabajo
doméstico adquiere particularidades de acuerdo con el ciclo vital de las
mujeres, de modo que a lo largo del curso de vida éstas ocupan distintos tipos
de lugares en la reproducción de la vida cotidiana.

Sin embargo, la ocupación exclusiva de las mujeres como amas de casa se


ha tornado un ideal cada vez más irreconciliable con las condiciones
económicas del grueso de la población mexicana, provocando que estructural y
subjetivamente éstas busquen espacios para desempeñarse como trabajadoras
remuneradas. Esto ha favorecido la consolidación de la denominada doble
jornada -entendida como la suma de labores domésticas y extradomésticas-
especialmente entre mujeres de sectores populares que no tan fácil pueden
pagar para ser sustituidas en las múltiples actividades que socialmente se han
configurado como su “obligación moral” (Rojas y Toledo, 2013) en tanto

57
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

madr-esposas-trabajadoras domésticas. Estas actividades son,


independientemente de la presencia de remuneración:

las vinculadas a los alimentos (comprar, preparar y servir comida,


planear menús, limpiar herramientas de trabajo); la limpieza y el
mantenimiento de la ropa; la limpieza general de zonas interiores
de la casa; el cuidado de los niños; la limpieza y el mantenimiento
de las zonas exteriores, incluyendo tareas de jardinería y lavado de
coches; cuidado de animales domésticos; (…) labores que
aparentemente no son trabajo, como vigiar la casa (Goldsmith, 1989:
110).

El empleo doméstico es uno de los ámbitos más flexibles -precarios,


informales e intermitentes-, menos reconocidos y más devaluados entre los que
muchas mujeres en América Latina han encontrado un lugar -aunque no es el
único considerando el trabajo sexual y el comercio ambulante. Dependiendo del
país del que se trate y de las particularidades que haya tenido el proceso de
colonización, el sexo-género, la raza, la etnia y la edad son factores
socioculturales que en mayor o menor medida condicionan el hecho de que
algunas mujeres, y no otras, se dediquen al empleo doméstico. 24 Así, las mujeres
indígenas o negras y las mujeres más pobres de los espacios rurales y
urbanizados, son quienes social, económica, política e históricamente han

24 En el libro Muchacha/ chachifa/ criada/ empleada/ empregadhina/ sirvienta… más nada. Trabajadoras del
hogar en América Latina y el Caribe (Chaney / García Castro, 1993), se observa que en la región desde los
años ochenta se han desarrollado un sinfín de indagaciones derivadas –en buena medida- de la
conjunción de esfuerzos entre académicas y líderes sindicales de las trabajadoras domésticas. En
general, las investigaciones en la Región han considerado procesos similares pues finalmente
compartimos una serie de criterios para la estratificación en la reproducción de la vida cotidiana.
Mary García Castro (1993) se concentra en las articulaciones entre cultura de sexo/género y relaciones
de clase en Colombia; entre las investigaciones que privilegian las relaciones de raza y etnia,
encontramos algunas desarrolladas en Brasil focalizadas en las mujeres negras (Brites, 2007).

58
AVRIL ARJONA LUNA

tenido las condiciones para formar parte de estas relaciones laborales en tanto
fuerza de trabajo.

Lo que las mujeres que dieron vida a mi investigación denominan como


trabajo en casa (particular) ha recibido distintos nombres dependiendo de la
situacionalidad y perspectiva de quien a esta actividad remunerada haga
alusión. Estas mujeres durante añales nombradas peyorativamente como
sirvientas, chachas o gatas han sido las principales actoras de esta actividad
también denominada servicio doméstico (Goldsmith, 1989; Chaney/ García Castro,
1993), empleo doméstico (Chavarría, 2008; Durin, 2008), trabajo doméstico
remunerado (Rojas y Toledo, 2013), trabajo de la limpieza y el cuidado (Hondagneu-
Sotelo, 2011) o trabajo del hogar -esta última nominación desde la situacionalidad
de las trabajadoras organizadas en torno a sus derechos laborales.

A pesar de las diferentes nominaciones que frecuentemente se combinan


en las investigaciones sociales existentes aquéllas desarrolladas durante las
últimas décadas del siglo pasado marcaron la construcción social del problema
apuntando las desigualdades de género, clase, raza y pertenencia étnica
inscritas en los procesos históricos, estructurales y microgrupales que han
sostenido este oficio cada vez más complejo25 y heterogéneo.

En este sentido considero que los procesos sociodemográficos, 26


económicos y políticos ocurridos durante el siglo XX, y en especial en la
25 Pensando en la división internacional del trabajo, debemos considerar que “hay países y regiones
consumidores de mano de obra doméstica (España, Italia, Estados Unidos, Canadá, Francia,
Inglaterra); y países que producen la mano de obra (Perú, Filipinas, Moldavia, Indonesia, México,
Ecuador, Bolivia)” (Hondagneu-Sotelo, 2007 en Toledo, 2009). Esto ha puesto en la mira de algunas
investigaciones recientes (Ariza, 1997) a los procesos de migración transnacional que marcan uno de
los perfiles emergentes en este ramo del trabajo remunerado al que acceden principalmente, y todavía
hoy, las mujeres.

59
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

segunda mitad de éste, permiten distinguir un “<perfil clásico> de la mujer


joven [y migrante], soltera y analfabeta o con educación muy limitada” (Rojas y
Toledo, 2013: 413). Sin embargo, este perfil sociodemográfico cambia y se
complejiza a lo largo del curso de vida, y cada vez más coexiste con versiones
emergentes que responden a las complejas contingencias de la vida cotidiana
tanto de quienes requieren la mano de obra como de quienes sólo han contado
con ella para su venta (Goldsmith, 2007).

Las investigaciones clásicas sobre empleo doméstico 27 han brindado


referentes importantes para el análisis de las condiciones de trabajo -ingresos,
horas de trabajo, actividades desempeñadas, relaciones con las unidades
domésticas empleadoras- según las modalidades del empleo doméstico, entre
las que se ha privilegiado la de planta pues 1) fue la dominante durante décadas
en la medida que las condiciones materiales de las/os empleadores lo
permitieron, y 2) es la que más subalternidad ha implicado para las

26 La esperanza de vida en nuestro país ha aumentado con el paso de las décadas y lo hizo más
rápidamente entre 1942 y 1960 en la medida que disminuyó la mortalidad por la “expansión de los
servicios educativos y de infraestructura sanitaria (…), así como la extensión de los servicios de salud,
notoria desde la creación del Instituto Mexicano de Seguro social (IMSS) en 1942 y la transformación
del Departamento de Salud en la Secretaría de Salud en 1943” (Partida, 2005: 12). Ello podría explicar
que mis informantes tuvieran más posibilidades de sobrevivir a los primeros años de vida en
comparación con generaciones anteriores. Aunque mi intención no es desestimar estos hechos,
considero que deben relativizarse pues las trayectorias de salud de mis interlocutoras no evidencian la
presencia contundente de estos factores -entre los que debemos considerar también la proliferación
posterior de los programas de control natal y planificación familiar, que también modificaron otro
indicador demográfico importante, la fecundidad. Lo cierto es que, siguiendo a Virgilio Partida, “las
diferentes etapas de la transición demográfica quedan impresas en la composición etaria de la
población” (2005: 9) y se vinculan también con la transición epidemiológica.
27 Desde mi formación en la Maestría en Estudios de la Mujer he estado consciente de que una de las
pioneras en la materia es la Dra. Mary Goldsmith. Puesto que no en todos los casos pude encontrar la
fuente original para consultarla y referirla, en este caso como en otros, me sirvo de fuentes indirectas
que refieren la fuente original.

60
AVRIL ARJONA LUNA

trabajadoras. Sin embargo, en el mediano plazo se sucedieron procesos


estructurales y subjetivos que modificaron los perfiles sociodemográficos tanto
de las empleadas como de las empleadoras. En el caso de las empleadas y a raíz
de sus trayectorias reproductivas de la sexualidad y la unión en pareja surgió la
necesidad de articular maternidad, vida marital y trabajo remunerado,
provocando la búsqueda de espacios laborales en la modalidad de entrada por
salida. Por su parte, muchas empleadoras y sus familias, como señalan las
diversas especialistas, se vieron afectadas por las crisis económicas
-principalmente de los años 80- que provocaron, frecuentemente, la búsqueda
de empleadas a tiempo parcial.

Puesto que los estudios clásicos han concentrado sus análisis en las
primeras etapas de vida de las empleadas domésticas urbanas enfatizando la
migración rural-urbana, la trayectoria laboral y la trayectoria reproductiva de la
sexualidad, principalmente encontramos datos relativos a: 1) variables
observadas sincrónicamente o, 2) procesos diacrónicos de mediano alcance
limitados a determinados momentos y trayectorias del curso de vida de las
empleadas domésticas. En este sentido y tomando como referencia los
hallazgos de estas pesquisas, mi problema de investigación apunta a visibilizar
por medio del análisis de las representaciones sobre los procesos estructurales y
subjetivos que han configurado a las empleadas domésticas como sujetas
complejas que sintetizan saberes y experiencias diversas por medio de los
cuales han resistido y subvertido algunas de las representaciones bajo las cuales
han estado frecuentemente subalternizadas.

Así, teniendo como trayectoria fundamental aquélla en el empleo


doméstico de mujeres que forman parte de los sectores urbano populares

61
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

porque emprendieron procesos migratorios intrametropolitanos posteriores a


los considerados por las investigaciones clásicas, mi intención es analizar el
curso de vida heurísticamente dividido en tres etapas construidas de acuerdo
con los TRS para brindar una perspectiva diacrónica de diversas trayectorias
vitales -de la familia, el trabajo, la sexualidad y la salud, así como de los eventos
y las transiciones que han marcado dialécticamente a cada una de estas -, para
problematizar la experiencia de envejecer de tres empleadas y dos ex empleadas
domésticas que habitan en un municipio subalternizado de la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM).

Desglosemos entonces los elementos fundamentales del perfil clásico de


las empleadas domésticas urbanas para ir tejiendo el problema de esta
investigación socio-antropológica, eminentemente cualitativa, que pretende
abonar al análisis diacrónico del perfil clásico a la luz de los procesos que
influyen en el envejecimiento.

En primera instancia y reconociendo que las representaciones y prácticas


del empleo doméstico han cambiado con el tiempo y en el espacio, es necesario
decir que éste normalmente ha tenido dos modalidades para su desempeño: la
de planta y la de entrada por salida. La primera y dominante durante décadas,
frecuentemente comparada con la servidumbre, implica que la empleada viva
con quienes la emplean, normalmente no tenga horarios fijos pues su tiempo
está condicionado por las necesidades de sus empleadores y tenga uno o dos
días de descanso a la semana o quincenalmente. La modalidad de entrada por
salida, más asociada a mujeres que ya ocupan lugares de madr-esposas, implica
una residencia independiente y si bien es cierto que está acompañada de mayor
autonomía frente a las/os patronas/es, también parece representar mayores

62
AVRIL ARJONA LUNA

dificultades en las que se articulan distintos procesos biosocioculturales como


la maternidad, la historia de pareja y el ejercicio de los derechos en tanto
trabajadoras domésticas y extradomésticas.

De este modo las tendencias muestran que la modalidad de planta se ha


asociado, principalmente, con niñas o jóvenes que siendo hijas de familia de
origen rural -indígenas28 o no- migraron para insertarse en el mercado del
trabajo remunerado según sus posibilidades materiales y simbólicas. De ello
dan cuenta investigaciones como la de Chávez (2006) y Durin (2008) en las que
se aborda la relación específica entre etnia, identidad indígena y empleo
doméstico. Teniendo en cuenta esta particularidad del perfil clásico en la que
los primeros procesos migratorios rural-urbanos frecuentemente están
asociados a la inserción en el ramo, es pertinente indagar sobre los motivos que
llevaron a cinco mujeres concretas a dejar su lugar de origen para insertarse en
un trabajo que se fundamenta en la labor de/para lo ajeno. De ahí la importancia
de analizar cuándo, dónde, cómo, por qué se insertan las mujeres en este ramo
del trabajo remunerado que, al menos en el siglo pasado, se sucedió bajo el
esquema general del trabajo infantil.

Como sostiene Durin (2008) en sus investigaciones con jóvenes indígenas


en Monterrey, existen nichos laborales derivados de la migración. 29 Estos

28 De acuerdo con datos específicos para el área metropolitana de Monterrey, Durin asegura que a
“diferencia de quienes trabajan por horas, el personal de planta es mayormente de origen migrante e
indígena” (2014: 274).
29 Agradezco a la Dra. Georgina Rojas el señalamiento de que estos hallazgos encuentran eco con
investigaciones clásicas desarrolladas por Elizabeth Jelin, sin embargo en las fuentes directas que
consulté no encontré una referencia específica al concepto, por lo que sin negar la herencia
genealógica de estos conocimientos académicos sólo puedo referir, por el momento, mis fuentes
directas.

63
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

resultan igualmente fundamentales para el análisis del perfil de las empleadas


domésticas no indígenas a lo largo del curso de vida, pues las relaciones entre
ciudad y campo, las redes migratorias y las condiciones materiales y simbólicas
-entre las que destacan el limitado acceso a la educación formal- redundan en la
configuración del empleo doméstico como nicho laboral fundamental para
mujeres jóvenes y no tan jóvenes.

Muy asociado con los bajos niveles educativos de las mujeres que han
conformado el perfil clásico del empleo doméstico urbano encontramos
igualmente bajos ingresos que frecuentemente han adquirido dos modalidades:
el salario monetario y el salario en especie. En relación con el primero y s egún
datos de una encuesta auspiciada por la Confederación Latinoamericana de
Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO) en la capital mexicana, en 1994
“aproximadamente el 9.4% de las trabajadoras domésticas [de planta] ganaba
menos del salario mínimo, 59.3% entre uno y dos salarios mínimos y sólo 31.3%
un ingreso mayor. Al contrario de lo que se esperaba, las trabajadoras de
entrada por salida ganaban ligeramente menos, lo cual lo podemos atribuir a
que difícilmente estaban contratadas todos los días” (Goldsmith,2007: 94). 30

El salario en especie, al margen de la modalidad del empleo doméstico, se


caracteriza por la dotación de comida, aunque también puede representarse
como “regalos”, “domingo” o simplemente algo “extra” al salario monetario.
Esta modalidad del salario ha sido analizada como obstáculo para la toma de

30 Georgina Rojas y Mónica Toledo muestran que a nivel nacional, según datos que sistematizaron del
INEGI (2011), en el 2012 el 33% de las empleadas y empleados domésticos ganaban hasta un salario
mínimo; el 40% ganaba más de uno y hasta dos salarios mínimos; el 18.1% ganaba más de dos y hasta
tres salarios mínimos; el 3.6% ganaba más de tres y hasta cinco salarios mínimos; el 0.5% ganaba más
de cinco salarios mínimos y el 0.2% no recibía ingresos (2013: 412).

64
AVRIL ARJONA LUNA

conciencia de las empleadas sobre su situación de clase (Goldsmith 1990 en


Toledo 2009; García Castro, 1993). Esto sucede porque dichas prácticas
reproducen bajo el paternalismo las relaciones de hegemonía/subalternidad, las
desigualdades materiales y simbólicas y los antagonismos entre las empleadas y
sus empleadoras.

Las relaciones antagónicas entre empleadas y empleadoras (García


Castro, 1993), pero también las afectivas entre empleadas y otros miembros de
las unidades domésticas donde laboran,31 han sido foco de algunas
investigaciones en la Región. En general destacan las desigualdades y
asimetrías inscritas en estas relaciones en torno a la reproducción de la vida
cotidiana y señalan que, aunque sea a tiempo parcial y como “ayuda”, las
personas que contratan la mano de obra de estas mujeres disfrutan de
condiciones materiales y simbólicas de posibilidad derivadas de las relaciones
sociales jerarquizadas. Así, a partir de una investigación con empleadas
domésticas de planta y de entrada por salida, Mary Goldsmith asegura que
estas mujeres “contribuye[n] tanto física como ideológicamente a la
reproducción de sus empleadores” (1989: 104). En este sentido, el empleo
doméstico permite solventar proyectos de vida de los estratos socioeconómicos
medios y altos bajo una clara división sexual, social y etaria del trabajo.

La modalidad de entrada por salida ha cobrado importancia al menos


desde finales del siglo XX por motivos diversos entre los que las especialistas
destacan las crisis económicas y los cambios socioedemográficos:

31 Se ha visto que las relaciones entre las empleadas y las niñas y niños de las familias donde trabajan
tienden a dotar de mayor ambigüedad las relaciones asimétricas implicadas. Al respecto, Jurema
Brites discute la relación entre afecto y desigualdad que tiene lugar cuando el “hogar” se idealiza como
espacio armónico (2007).

65
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

Si bien desde hace muchos años el personal de entrada por salida ha


llevado a cabo tareas especializadas tales como el lavado, planchado
y arreglo de la ropa, la importancia del trabajo de entrada por salida
ha aumentado recientemente. En una encuesta auspiciada por la
Confederación Latinoamericana de Trabajadoras del Hogar
(CONLACTRAHO) en 1994 en la capital de la república,
encontramos que sólo el 52.2% de las trabajadoras del hogar era de
planta, y el restante de entrada por salida en una o varias casas. Esta
tendencia se puede atribuir por lo menos en parte a la crisis
económica y a las políticas de ajuste. (…) [Pero también] por la
oferta creciente de trabajadoras, conformada por mujeres mayores
y casadas (Goldsmith, 2007: 89).32

Además se ha destacado que “las mujeres de los sectores populares


urbanos han tenido que incorporarse al mercado de trabajo” como empleadas
domésticas (Goldsmith, 2007; Rojas y Toledo, 2013:416). Esto ha sido
problematizado desde los ciclos vitales y encuentra eco con la teoría del curso
de vida, pues muchas mujeres de estos sectores son de origen rural y sus
trayectorias vitales las llevaron, por medio de procesos migratorios
intrametropolitanos, a habitar desde hace décadas en las periferias de las Zonas
Metropolitanas -ocupando espacios materiales y lugares simbólicos
subalternizados como es el municipio de Valle de Chalco Solidaridad, Estado de
México.

32 “De acuerdo con los resultados del primer trimestre de la ENOE 2015, la población ocupada en México
representa más de 49.8 millones de personas, de las cuales 4.7% (2.3 millones de personas) son
trabajadores domésticos remunerados. En esta categoría se distinguen diferentes ocupaciones, en las
que el grupo más representativo es el de los “empleados domésticos” que realizan principalmente
quehaceres de limpieza en casas particulares, además de otras actividades complementarias. Este
grupo constituye 83.9% del universo de trabajadores domésticos remunerados y suma 1.9 millones de
personas” (INEGI, 2015: 6).

66
AVRIL ARJONA LUNA

Teniendo en cuenta que entre 1940 y 1970 se presentó un intenso proceso


migratorio hacia las grandes urbes como la ciudad de México (Lezama, 1994), es
necesario decir que la dimensión espacial -que incluye el territorio pero lo
transciende porque refiere a las escalas materiales y simbólicas- resulta
fundamental en los procesos que dieron lugar al perfil clásico porque la
migración rural-urbana configuró una primera base para el crecimiento
estratificado de las Zonas Metropolitanas. Así, “el hecho de que históricamente
el origen de la mayoría de las trabajadoras del hogar sea rural refleja el
desarrollo desigual que ha caracterizado a México y que persiste hasta la fecha.
El campo proporciona alimentos y manos de obra baratos (incluyendo a la
mayoría de las trabajadoras domésticas) a las ciudades” (Goldsmith, 2007: 87).

En este sentido los grandes centros urbanos, como la Ciudad de México 33


y Monterrey (Durin, 2008), han sido receptores de mujeres jóvenes que
encuentran como primera opción los empleos informales y peor remunerados
-como el servicio doméstico y el comercio informal- y que al menos entre
algunas mujeres mayores de 40 años habitantes de la ZMCM se tornarán nichos
laborales en distintos momentos de sus cursos de vida; pues se ha visto que el
Distrito Federal demandó y recibió -aunque todavía lo hace- mujeres
provenientes de Estado de México, Oaxaca y Puebla (Goldsmith, 1990 en Toledo
2009; Chávez, 2006) para el servicio doméstico.

Actualmente “México es una nación altamente urbanizada. En 2005, su


sistema de 367 ciudades se caracteriza por la elevada concentración de sus

33 Para una descripción tan extraordinariamente literaria como informada de la configuración temprana
–años 30 a 50- de la Ciudad de México recomiendo ampliamente la trilogía de Gonzalo Martré: El
Chanfalla; Entre tiras, porros y caifanes; ¿Tormenta roja sobre México?

67
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

habitantes en 57 zonas metropolitanas, que absorben 83% de la población


urbana nacional. Las cuestiones más complejas que enfrenta el país, por ende,
son sobre todo urbanas y, más específicamente, metropolitanas” (Garza,
2010:32).

Sobrino e Ibarra siguiendo a Gustavo Garza (2000) aseguran que la


ZMCM ha experimentado

un ininterrumpido proceso de expansión física, abarcando cada vez


un mayor número de municipios metropolitanos. Su proceso de
metropolización inició en la década de los cuarenta del siglo XX,
cuando el tejido urbano se extendió hacia el municipio de
Tlalnepantla, en tanto que en los albores del tercer milenio su área
urbana se extiende sobre las 16 delegaciones del Distrito Federal, 40
municipios del Estado de México y uno más de Hidalgo. Estas 57
unidades político administrativas conforman la segunda metrópoli
más poblada del planeta y se extiende sobre suelo de tres entidades
federativas del país (2008: 166).

Los procesos de urbanización metropolitana son descritos y analizados


por los especialistas en términos de centro-periferia, relación que sirve para
ejemplificar territorialmente el concepto de escala geográfica -material y
simbólica. El tercer contorno, al que pertenece el municipio de Valle de Chalco
Solidaridad,

comenzó a dibujarse desde la década de los setenta y para 1990 se


conformaba por Milpa Alta y los municipios de Acolman, Chalco,
Chiautla, Chicoloapan, Chiconcuac, Ixtapaluca, Melchor Ocampo,
Nicolás Romero, Tecámac, Teoloyucan, Tepotzotlán, Texcoco,
Tezoyuca, y Tultepec. En 1990 residían [en este contorno] 8.2% de la
población total de la metrópoli (Sobrino et. Al., 2008: 173).

68
AVRIL ARJONA LUNA

Para el análisis conviene tener en cuenta que un evento intermedio en


dicha etapa del metropolitanismo estuvo acompañada por la crisis económica
de la década de los ochenta, misma que “trastocó seriamente la estructura
productiva de la metrópoli” (Sobrino et.Al., 2008: 173). Esta época de crisis
produjo “un notable deterioro de las condiciones de vida de la población rural y
urbana. En esta última, adicionalmente, ocurre una notable expansión del
empleo informal” (Garza, 2010: 38), al que, dicho sea de paso, ya estaban
acostumbradas mis interlocutoras.

Sobrino e Ibarra analizan “la movilidad intrametropolitana en la Zona


Metropolitana de la Ciudad de México, bajo dos perspectivas: 1) cambio de lugar
de residencia, y 2) movimientos por motivo de trabajo”. Sirviéndose del Censo
General de Población y Vivienda del año 2000, sostienen que la

distribución intrametropolitana de la población y el empleo, así


como su cambio en el tiempo, son temas de gran relevancia debido
a sus implicaciones para el desarrollo urbano. Los patrones del
desarrollo de las ciudades, tanto en los países desarrollados como
en las naciones en desarrollo, muestran gran similitud porque las
grandes áreas metropolitanas contienen estructuras
descentralizadas, múltiples subcentros, descentralización de las
actividades manufactureras y mayor centralización de las
actividades de servicios (2008: 161).

El punto de vista demográfico de la expansión de las ciudades, producto


del crecimiento poblacional y de las actividades económicas, es relevante para
mi análisis porque deja ver que

el tejido urbano se extiende ya sea para albergar a población


migrante, o como consecuencia de la movilidad intrametropolitana

69
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

de sus residentes. En el primer caso, el grado de atracción


migratoria de una ciudad generalmente se explica por las
condiciones, reales o ficticias, de su mercado de trabajo (Patridge y
Rickman, 2003). Por su parte, la movilidad intraurbana representa
cambios en los tiempos de traslado, en las amenidades del
vecindario y en los sistemas sociales; estos cambios no pueden ser
concebidos con una misma función de utilidad para todos los
miembros de la familia, pero la decisión final es asumida por el
miembro de la familia con mayor estatus económico y social
(Chang, Chen y Somerville, 2003 en Sobrino et. Al., 2008: 162).

Estas dos aristas son fundamentales en mi problema de investigación


porque mis interlocutoras presentaron procesos migratorios caracterizados por
varias etapas previas al asentamiento en Valle de Chalco Solidaridad,
implicando movimientos intrametropolitanos asociados al espacio de
residencia y al espacio de trabajo remunerado. Una vez asentadas en el
municipio de interés, los movimientos intrametropolitanos derivados del
empleo implicaron e implican desplazamientos cotidianos varios. En este
sentido, en mi investigación encontraremos respuestas a la pregunta sobre ¿por
qué y cómo llegaron a vivir mis interlocutoras al Valle de Chalco Solidaridad?

En cualquier caso, estos procesos intrametropolitanos son importantes


porque el perfil clásico de las empleadas domésticas visto a lo largo del curso de
vida nos obliga a observar una transición importante en la condición migrante
asociada a las historias de pareja, pues aunque son originarias de otras
latitudes y no de los lugares en los que habitan o trabajan, con el tiempo
terminan convirtiéndose en habitantes de nuevas localidades o municipios en
la medida que se tornan propietarias/os establecidas/os que modificaron a
mediano y largo plazo su situacionalidad.

70
AVRIL ARJONA LUNA

Siguiendo a las especialistas, las empleadas domésticas son


prácticamente invisibles en tanto que trabajadoras con derechos pues
frecuentemente éstos no son reconocidos por las leyes, tampoco por otros
movimientos sindicales y ellas, en sí, enfrentan dificultades diversas para
organizarse políticamente (Chaney/ García Castro, 1993; Goldsmith, 2000).34
Este es un hecho que ha cambiado en las últimas décadas a raíz de una serie de
eventos y procesos internacionales y nacionales que en buena medida tienen su
origen en 1988. Ese año en Bogotá, Colombia, tuvo lugar el Primer Encuentro
Latinoamericano y del Caribe de Trabajadoras del Hogar y surgió la
Confederación de Trabajadoras del Hogar de América Latina y del Caribe
(Chaney/ Gracía Castro, 1993); desde entonces los esfuerzos organizados de la
Confederación, de diversas académicas feministas y de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) han generado estrategias que buscan beneficiar
a las “trabajadoras del hogar”.

A nivel nacional en febrero del 2016 surgió el Sindicato Nacional de


Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho). “El contrato colectivo
elaborado por el nuevo sindicato contempla elementos como seguridad social,
salario con base en horas laboradas, vacaciones y aguinaldo” (CACEH, 2016).
Además, existen grupos en la Ciudad de México, Cuernavaca, Guerrero,
Chiapas y Oaxaca que están llevando a cabo la campaña permanente

34 Según las especialistas, “en casi todos los países [de la región] las trabajadoras domésticas empezaron
a organizarse bajo la tutela de la Juventud Obrera Católica” (Chaney y García Castro, 1993: 19). En sus
investigaciones en el área metropolitana de Monterrey, Durin ha encontrado que las “religiosas tienen
una participación muy activa con las empleadas domésticas, y con excepción de las agencias formales
de colocación, los únicos actores que estructuran este sector son católicos. (…) [En este sentido, estos]
valores (…) moldean su idea de la sexualidad, del matrimonio y la maternidad” (2014: 283- 284). Para
reflexiones históricas pormenorizadas en México ver Goldsmith, 2000.

71
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

denominada “Ponte los guantes por los derechos de las trabajadoras del hogar”
para que el senado mexicano ratifique el Convenio 189 35 relativo a la “dignidad”
en el trabajo para “los trabajadores domésticos” (OIT, 2011). Este instrumento,
abiertamente sexista en su redacción pues aunque reconoce que en el ramo se
desempeñan principalmente mujeres hace referencia exclusiva a “los
trabajadores domésticos”, si bien toca algunos puntos fundamentales en torno
a los derechos de las trabajadoras, requeriría una revisión pormenorizada, pues
plantea posibilidades para la regulación más viables en la modalidad de planta
que en la de entrada por salida.

Lo cierto es que las personas -principalmente mujeres- que se


desempeñan en este ámbito laboral enfrentan una maquinaria patriarcal
capitalista y heteronormativa que no favorece la apropiación subjetiva ni el
ejercicio objetivo de la ciudadanía laboral. Entendiendo que éstos se construyen
procesualmente, de acuerdo con las distintas etapas del curso de vida y la
situacionalidad de las empleadas, es importante notar que cuando se trata de
demandar, negociar, participar y organizarse, el temor a perder lo que se tiene
resulta problemático -especialmente cuando la vejez, asociada con menor
productividad, pone en peligro su situación material y simbólica y surgen
preguntas del tipo: ¿quién va a ver36 por ellas?, ¿quién las va a cuidar cuando
sean viejas?, ¿con qué recursos podrán proveerse de los cuidados si para tener
dinero necesitan trabajar?

35 La recomendación 201 de la OIT está asociada a la identidad indígena y hay grupos –como el Colectivo
de Mujeres Indígenas Trabajadoras del Hogar (COLMITH)- que exigen la ratificación del Convenio 189
a la luz de la identidad indígena que todavía hoy caracteriza a algunas trabajadoras del hogar.
36 En adelante utilizo las cursivas del tipo de letra Times New Roman para referir las expresiones de mis
interlocutoras, mismas que incorporo en el texto de análisis independientemente de los fragmentos
etnográficos.

72
AVRIL ARJONA LUNA

De aquí la importancia de preguntarnos por los derechos laborales desde


las representaciones de mujeres sin trayectoria política en estas luchas; por las
estrategias que mis cinco interlocutoras han utilizado para negociar
cotidianamente sus derechos, así como por las instancias que reconocen para la
gestión de los mismos. Esto teniendo en cuenta que en la modalidad de entrada
por salida la negociación de vacaciones, aguinaldo, licencias por maternidad y
jubilación se complejiza, pues se deja ver que hay poca claridad sobre las
responsabilidades compartidas entre varias/os patronas/es en relación con los
derechos de las trabajadoras.

Si bien todos estos derechos serán abordados en mi investigación a lo


largo de la trayectoria laboral de mis interlocutoras como empleadas
domésticas, uno de los que considero fundamentales para la discusión sobre las
experiencias de envejecer tiene que ver con la salud. En este sentido y puesto
que esta investigación se inscribe en los debates de la antropología médica, es
necesario retomar algunos de los aportes de esta subdisciplina en términos de
mi problema de investigación. Tal es el caso de la historicidad que
parafraseando a Eduardo L. Menéndez es fundamental en la comprensión de
los procesos, como los de salud/enfermedad/atención (s/a/e), y así tomar
distancia de los enfoques que solo observan variables (2009:22).

Actualmente

entre las temáticas abarcadas por la antropología médica se


incluyen por lo menos las siguientes: los distintos sistemas de salud
y sus articulaciones; los curadores y prestadores de servicios; la
salud materno infantil; la salud reproductiva; la etnomedicina o
medicina tradicional; la alimentación y la nutrición; la
epidemiología, incluyendo a la epidemiología cultural; aspectos

73
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

socioculturales de las enfermedades infecto-contagiosas y crónico-


degenerativas; la sexualidad y el cuerpo; el nacimiento, el
crecimiento, la reproducción, la vejez y la muerte; representaciones
y prácticas en torno a la salud, la enfermedad y la búsqueda de
atención; las terapéuticas; las nuevas tecnologías aplicadas al
campo de la salud; el cuerpo, la fertilidad y el genoma humano; y las
políticas y programas sobre salud (Freyermuth y Sesia, 2006:9).

El principal proceso, o proceso continente, que me interesa analizar es


justamente el envejecimiento visto como trayectoria o carrera en la cual se
concatenan otros/as como los de s/e/a -al que sumo el análisis de los malestares
siguiendo a Mabel Burín y el impacto que tienen los roles femeninos en la salud
de las mujeres- que busco ligar a la familia, el trabajo y la sexualidad a lo largo
del curso de vida. Dichos subprocesos se articulan de forma no lineal en los
tiempos individuales de alguien que está en contacto con otras personas en la
interacción social.

Frente a la epidemiología positivista, la antropología médica crítica


propuesta por Eduardo Menéndez concibe al proceso s/e/a como estructural a
todas las sociedades y con afectaciones diferenciales para las/s sujetas/os y
grupos sociales. En este sentido, considero que

la enfermedad, los padecimientos, los daños a la salud constituyen


algunos de los hechos más frecuentes, recurrentes, continuos (…)
que afectan la vida cotidiana de los conjuntos sociales. Son parte de
un proceso social dentro del cual se establece colectivamente la
subjetividad; el sujeto, desde su nacimiento (…), se constituye e
instituye, por lo menos en parte, a partir del proceso s/e/a
(Menéndez, 1994: 71).

74
AVRIL ARJONA LUNA

Así entendidos los proceso s/e/a son “una de las áreas de la vida colectiva
donde se estructuran la mayor cantidad de simbolizaciones y representaciones
colectivas en las sociedades” (Menéndez, 1994: 71). En las sociedades
latinoamericanas actuales estos procesos operan

en un campo sociocultural heterogéneo, que implica la existencia de


diferentes formas de desigualdad y estratificación social, las cuales
suponen no sólo la presencia de relaciones de explotación
económica, sino de hegemonía/subalternidad en términos
ideológico-culturales. Esto opera a nivel de los sujetos, de las
instituciones y de los conjuntos sociales (Menéndez, 1994: 73).

Teniendo en cuenta lo anterior, busco acercarme a los saberes que


permiten diagnosticar, tratar y prevenir los padecimientos y malestares, las
enfermedades y los males sin perder de vista que las respuestas a los mismos se
construyen socialmente en la vida cotidiana y constituyen procesos
estructurales en todo sistema y en todo conjunto social (Menéndez, 1994). En
este sentido, los procesos biológicos como embarazarse, parir, menstruar o
dejar de menstruar, enfermar, envejecer y morir, son procesos y hechos sociales
“respecto de los cuales los conjuntos sociales necesitan construir acciones,
técnicas e ideologías” (Menéndez, 1994: 71) en dos ejes: uno individual y otro
colectivo (Menéndez, 1994: 72).

Así, los padecimientos, malestares, males y enfermedades implican “una


doble construcción: la que se da a través del médico [y otros actores que
legitiman o deslegitiman la experiencia ajena] y la que se expresa a través del
enfermo; ambas, aunque de manera diferente, están condicionadas por lo
social, lo cultural y lo técnico” (Mendoza, 1994: 117).

75
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

Puesto que concibo los procesos de s/m/e/a biosocioculturalmente,


reconozco que los significados atribuidos a los mismos se han desarrollado

dentro de un proceso histórico en el cual se constituyen las causas


específicas de los padecimientos, las formas de atención y los
sistemas ideológicos (significados) respecto de los mismos. Este
proceso histórico está caracterizado por las relaciones de
hegemonía/subalternidad que operan entre los sectores sociales
que entran en relación (Menéndez, 1994: 72).

Considerando que los diversos saberes, incluidos los técnicos, están


presentes en una misma sociedad y en distintos grupos sociales, busco analizar
los “procesos de síntesis, yuxtaposición o de exclusión de prácticas y
representaciones procedentes de diferentes saberes, pero que, en los conjuntos
sociales, se organizan de una determinada manera” (Menéndez, 1994: 75). Así,
puesto que los sujetos y grupos sociales tienen acceso a diversos recursos y
formas de atención, lo importante será analizar las combinaciones y síntesis
que mis interlocutoras han desarrollado para atender, o no, sus problemas de
salud y los de su familia, pues definitivamente las mujeres ocupan un lugar
preponderante en estos procesos.

En la propuesta de Menéndez, “la transformación constituye (…) uno de


los procesos continuos y necesarios” para los grupos sociales (1994: 77). Las
condiciones materiales precarias obligan a los grupos subalternos a desarrollar
formas que posibiliten la reproducción de la vida cotidiana, y en ese sentido es
fundamental tener en cuenta el impacto de las condiciones de posibilidad no
solo materiales, sino también simbólicas, que delimitan las capacidades
transformadoras y sintéticas -vinculadas con la agencia- en condiciones de

76
AVRIL ARJONA LUNA

subalternidad. Sin embargo, uno de los puntos de partida es el reconocimiento


de lo que el antropólogo denomina pluralismo médico, pues

Lo dominante en las sociedades actuales, dentro de los diferentes


conjuntos sociales estratificados que las constituyen y más allá de la
situación de clase o de la situación étnica, es lo que se conoce como
pluralismo médico, término que refiere a que en nuestras
sociedades la mayoría de la población utiliza potencialmente varias
formas de atención no sólo para diferentes problemas, sino para un
mismo problema de salud (Menéndez, 2005: 35).

Esto quedará claro cuando veamos la importancia de la religión 37 y su


conjunción con formas de atención tradicionales o populares en la búsqueda de
alivio, sanación y curación de padecimientos diversos. Lo cierto es que si
analizamos

los comportamientos de los sujetos y grupos respecto a sus


padecimientos (…) nos encontramos con que los mismos utilizarían
potencialmente las siguientes formas de atención: a) formas de
atención de tipo biomédico (….). b) formas de atención de tipo
“popular” y “tradicional” (…). c) formas de atención alternativas,
paralelas o “new age” (…). d) formas de atención devenidas de otras
tradiciones médicas académicas (…). e) formas de atención
centradas en la autoayuda (Menéndez, 2005: 39).

Ahora bien. “El desarrollo que en las últimas décadas ha tenido la


perspectiva de género en la producción socioantropológica mexicana, ha
propiciado un campo fecundo de investigación respecto de los procesos de
salud/enfermedad/atención que afectan a la mujer y al varón, así como los

37 Para un interesante análisis ver Lagarriga Atrias, Isabel (2007). “Características de los terapeutas
religiosos en México” en Juan Luis Ramírez Torres (Comp.), Enfermedad y Religión. Un juego de miradas
sobre el vínculo de la metáfora entre lo mórbido y lo religioso, UAEM, p. 1-29

77
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

patrones diferenciales susceptibles de ser identificados” (Osorio, 1999: 63). En


este sentido, la Antropología Médica de Género ha ahondado, desde múltiples
aristas, en el análisis de la experiencia y distribución diferencial de la
enfermedad y la salud entre hombres y mujeres. Szasz (1999), por ejemplo,
muestra una multiplicidad de temas y problemas donde el género y la salud se
interconectan. De modo muy general ubica tres grandes líneas, que desglosa
pormenorizadamente: identidad de género y salud, relaciones de poder y salud;
y estratificación social de género y salud.

Courtenay (2000), Bird y Rieker (1999), Doyal (1995) y Sabo (2000), entre
otras y otros, abordan la dimensión sociocultural y los sistemas de creencias y
conductas que particularizan los procesos s/e/a a través de la construcción
social de la feminidad y la masculinidad. En todos los casos, implícita o
explícitamente, se aboga por un análisis que articule el análisis biológico y el
cultural. Esto me parece fundamental pues si bien rescatan los determinantes
biológicos también matizan profundizando en las desigualdades culturalmente
instituidas. Así, el enfoque relacional de género de estas investigaciones aborda
las particularidades del riesgo, el acceso y la atención en el proceso s/e/a.

En última instancia, como señala Menéndez, vale la pena destacar que en


las diversas formas de atención “la casi totalidad de las actividades (…) actúan
básicamente respecto de los padecimientos y enfermedades y no sobre la
promoción de la salud” -tanto en términos de oferta como de demanda” (2005:
36). Pero, ¿qué dicen las empleadas y ex empleadas domésticas?, ¿cuáles son las
prácticas saludables y cuáles no lo son?, ¿qué condiciones materiales y
simbólicas han encontrado en su vida cotidiana para llevar a la práctica lo
saludable?, ¿cuáles son las formas de atención más usadas y cuáles las que

78
AVRIL ARJONA LUNA

tienen mayor eficacia? A estas y otras preguntas sobre los procesos de s/m/e/a
daré algunas respuestas.

Así, y más allá de las perspectivas demográficas y epidemiológicas


clásicas, en mi investigación es fundamental tener en cuenta algunos de los
factores que impactan en la salud de las personas: el estado civil, tener o no un
empleo, el grado de satisfacción y las condiciones del mismo (Kosteniuk y
Dickinson, 2003; Tay et al., 2004; Borrell et al., 2004; Virtanen et al., 2002 en
Cárdenas, 2008); el vecindario y la calidad de vida que percibimos o incluso el
grado de pertenencia al mismo, así como las actividades domésticas (Dunn,
2002 en Cárdenas 2008), la condición socioeconómica, etcétera.

A pesar del giro discursivo que posibilitó la ratificación del Programa de


Acción del Cairo,38 en México la reproducción biológica, la morbi-mortalidad
materna y las metas demográficas destinadas a la población en edad
reproductiva han constituido las acciones en materia de salud. Así, con
frecuencia la sexualidad se ubica como contenida por la reproducción; sin
embargo, en esta investigación parto de lo contrario: es la sexualidad el campo
continente de la reproducción como una posibilidad que, por supuesto, es
regulada socialmente y normalmente requiere de atención. Lamentablemente
concentrar la mirada en la dimensión reproductiva de la(s) sexualidad(s) ha
invisibilizado lo que denomino la primera y la tercera etapa de los TRS.

38 En 1994 el Programa de Acción derivado de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo,


convocada por las Naciones Unidas en El Cairo, representó para diversos actores sociales -como los
organismos internacionales, las organizaciones no gubernamentales y algunas/os investigadoras/es-
“un hito histórico en el campo de la salud sexual y reproductiva” (Langer, 2003: 25). Desde entonces se
enfatizaron los derechos humanos, el rechazo a la coerción en materia de reproducción biológica, la
importancia del género en las relaciones entre hombres y mujeres, la sexualidad adolescente y joven y
los derechos sexuales y reproductivos de las personas.

79
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

Si bien hay muchas formas de teorizar la sexualidad y muchas más de


experimentarla y representarla, en mi investigación resultan de suma
importancia los abordajes sociohistóricos que la problematizan en tanto que
hecho socialmente construido con implicaciones económicas, políticas y
subjetivas. Para definir los eventos y transiciones de la sexualidad tomo como
principal herramienta heurística las tres etapas de los TR (no reproductiva
-reproductiva- no reproductiva) que caracterizan la posible reproducción
biológica de las mujeres. El tránsito reproductivo entre la primera etapa y la
segunda está dado por la menarca; mientras que y el tránsito de la segunda
etapa a la tercera está caracterizado en tres fases: premenopausia, menopausia
y postmenopausia.

En este sentido considero que acercarme a los eventos y transiciones de la


sexualidad -como la menarca, las menstruaciones, las relaciones sexuales, el
embarazo, parto y puerperio, los anticonceptivos, el aborto y los cambios físicos
y psicológicos asociados a la última etapa y sus fases- permitirá discutir, desde
las representaciones de mis interlocutoras, las representaciones y prácticas que
vinculan la sexualidad reproductiva y no reproductiva con otros procesos como
la historia de pareja, la salud/malestar/enfermedad/atención y la maternidad
-esta última a cuyo análisis sí han abonado las investigaciones clásicas sobre
empleo doméstico- como proceso biosociocultural complejo.

De la primera etapa me interesa analizar las representaciones y


experiencias en torno a la menarca y la primera relación sexual en tanto
eventos que marcan transiciones clave hacia la adultez. Existen algunas
investigaciones teórico-históricas sobre los significados atribuidos a la
menstruación de acuerdo con culturas y religiones específicas. Tal es el caso del

80
AVRIL ARJONA LUNA

colombiano Miguel Ángel Alarcón-Nivia (2005), quien llevó a cabo una revisión
de los nombres populares que se le dan a la menstruación en su país y que
apuntan a develar las “precauciones y prohibiciones que se tienen respecto a las
mujeres menstruantes desde la mira de algunas religiones” (2005: 35). En este
sentido, los eventos como la menstruación y el parto están cargados de diversas
representaciones sociales, variables en el tiempo y el espacio, delimitadas por
los mitos y tabúes que las diversas culturas religiosas, y no religiosas,
construyen en torno a estos aspectos fundamentales de lo femenino.

Dicho de otra forma, la menopausia y la menstruación así como otros


eventos de la sexualidad “no tienen significado en sí mismas, sino como parte
de “ser mujer” en los diferentes contextos” (Lander, 1988; Ehrenreich, 1999;
Piazza, 1992; Ordóñez, 1985 en Pelcastre, 2003: 146).

De la segunda etapa me interesa analizar las representaciones y


experiencias en torno a las menstruaciones y las relaciones sexuales en general,
al uso de anticonceptivos, a los embarazos, partos y cuarentenas -estos tres
como procesos articulados-, y al aborto. En torno al proceso articulado entre
embarazo, parto y cuarentena de mujeres con trayectoria en el empleo
doméstico:

Díaz (2007) mostró que muchas jóvenes indígenas consideran el


servicio doméstico como una ocupación temporal que
desempeñarán mientras no se casen. Cuando se embarazan, por lo
regular, las jóvenes regresan a sus comunidades de origen para
contar con el apoyo de sus madres durante el embarazo y el parto.
Una vez que el hijo nace, regresan a la ciudad y se dedican al hogar.
En algunos casos, trabajan de entrada por salida, lo que facilita la

81
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

vida matrimonial y la crianza de los hijos. Esta opción les permite


trabajar por horas, acompañadas de sus hijos (en Durin 2014: 280).

Pero, ¿sucede igual con mujeres no indígenas?, ¿cuentan las mujeres


migrantes de sectores urbano populares con la posibilidad de apoyarse en sus
madres para encarar estos eventos de la sexualidad? ¿Cómo afectan el trabajo y
el empleo doméstico estos eventos teniendo en cuenta que implican “realizar
tareas pesadas y riesgosas para una mujer embarazada: cargar botes de agua,
colgar y descolgar ropa, subir y bajar escaleras” (Durin, 2014: 279)? ¿Qué
representaciones mesoamericanas perviven entre estas mujeres de sectores
populares? Me refiero a la dualidad frío-caliente que “permea casi todos los
conceptos de salud, enfermedad, embarazo, menstruación y parto” (Marcos,
1999: 199).

Para abordar la última etapa de los TRS me concentro en las


representaciones y experiencias en torno a los cambios físicos, anímicos,
materiales y simbólicos en torno a las fases mencionadas para conocer cómo se
construye la transición de la etapa reproductiva a una última no reproductiva.
De ahí la importancia de trabajar con mujeres de 40 años y más, pues
representan el grupo de edad en el que aparecen los síntomas relacionados con
el climaterio y la menopausia. Blanca Estela Pelcastre asegura que la
menopausia “no indica otra cosa que el final del periodo menstrual y ocurre
durante el climaterio, que se diferencia de aquélla por su duración, ya que éste
abarca una etapa más amplia en la que tiene lugar la transición de un periodo
reproductivo a uno no reproductivo” (2003: 143). En este orden de ideas, aunque
reconozco la influencia de la biomedicina en mi situacionalidad urbana,

82
AVRIL ARJONA LUNA

pretendo tomar distancia de las perspectivas concentradas en los aspectos


estrictamente fisiológicos del sistema sexual y reproductivo de las mujeres.

Siguiendo a Anna Freixas conceptualizo la menopausia “como coyuntura


en la que confluyen importantes variables de carácter psicológico, social,
cultural, fisiológico que explican y configuran la experiencia de las mujeres”
(1997:35-36). Sin embargo y dadas las diferencias de edad entre mis cinco
interlocutoras, mi investigación permite abonar a una de las fases menos
tratadas de esta etapa de la sexualidad y la vida: la postmenopausia; pues
definitivamente hacen “falta estudios cualitativos que reflejen la experiencia
(…) [del] periodo en el que las mujeres entran en una segunda edad adulta o en
la tercera edad” (1997:36).

Así, desde la experiencia localizada de mis interlocutoras -ya sea en la


premenopausia o en la postmenopausia- ha sido posible analizar las
trayectorias y los procesos de la sexualidad que biológica, social y culturalmente
reconfiguraron y reconfiguran los lugares que ocupan en el trabajo, la familia y
los procesos de s/malestar/e/a. Desde esta articulación de dimensiones que
configuran eventos y transiciones biosocioculturales es que podemos rastrear
las relaciones dialécticas entre trayectorias vitales de mujeres de sectores
urbano populares que sintetizan los saberes de acuerdo con sus condiciones
materiales y simbólicas de existencia.

En especial indagué sobre los discursos del riesgo y cuidado que


aprehendieron durante las distintas etapas del curso de vida, así como las
condiciones materiales y simbólicas que tuvieron para representarse y actuar
en consecuencia con ellos. Teniendo en cuenta que provienen de comunidades

83
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

rurales en las que comúnmente no había médicos alópatas durante sus


primeros años de vida, ha sido fundamental rescatar sus saberes en torno a
otras formas de atención y representación de la sexualidad. Me refiero a los
saberes médicos tradicionales o populares que, algunas veces en pugna con la
biomedicina, han impactado en las representaciones y prácticas de estas
mujeres. Así, estos eventos de la sexualidad serán vistos también desde las
formas de atención que conocen -ya sea que las implementen o no- para lidiar
con los padecimientos, malestares y/o enfermedades asociadas a éstos.

De este modo y puesto que me interesa analizar tanto las


representaciones culturales como la experiencia individual de la sexualidad, sus
eventos y transiciones, buena parte del problema consiste en indagar sobre la
influencia de diversas/os actoras/es sociales involucradas/os -como la familia,
las amistades, las y los empleadores, la pareja e incluso las/os prestadores de
servicios de atención-, en la conformación de representaciones y prácticas.

De acuerdo con la revisión de antecedentes, la sexualidad de las


empleadas domésticas ha sido analizada principalmente en la medida que las
lleva a transitar del lugar de solteras-no madres al lugar de madr-esposas,
destacando el impacto que tienen la maternidad y la conyugalidad en la
trayectoria laboral. Así, se ha observado que el ciclo vital de las empleadas
impacta en la modalidad del empleo doméstico, pues “la diferencia para optar
por una u otra forma de empleo depende de la existencia de hijos y de la
necesidad de atenderlos” (Harlow, 1994: 421). Frecuentemente con “el
matrimonio y la maternidad, muchas interrumpieron su actividad laboral, y las
que regresaron al empleo doméstico, trabajan de entrada por salida” (Durin,
2014: 281). En este sentido, coincido con las especialistas cuando aseguran que

84
AVRIL ARJONA LUNA

“el servicio doméstico moldea la forma que ejercen su sexualidad y viven la


maternidad” (Durin, 2014:270), pues

ante la dificultad de criar hijos y trabajar en casa, las mujeres


resisten la desposesión maternal empleándose por día o encargando
los hijos con familiares. Este fenómeno de crianza de los hijos por
terceros es común en los medios populares en Latinoamérica. (…)
En algunos casos, los niños son criados en casa de los patrones,
mientras su madre trabaja ahí (Drouilleau, 2011). La convivencia
suele ser difícil por la diferencia de clase y estilo de educación
(Durin, 2014: 273).

En relación con la experiencia de la maternidad de las empleadas


domésticas transnacionales que hacen parte de los perfiles emergentes, se ha
visto que las “madres migrantes viven con culpa y son juzgadas a veces
fuertemente por “abandono”, mientras su trabajo permite a las mujeres de clase
media alta y alta cumplir con la ideología de la maternidad intensiva que subraya
la necesidad de una madre omnipresente para los hijos” (Macdonald, 2010 en
Durin 2014: 272). Sin embargo, como veremos en esta investigación, no hace
falta irse a otro país para que la culpa, los juicios y las representaciones de
“abandono” se hagan patentes.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, sugiero que los lugares que las
mujeres ocupan al interior de la pareja en tanto esposas tienen un peso
importante en la trayectoria laboral, en los significados de la maternidad y en la
experiencia de la misma, pues no debemos olvidar que las mujeres de sectores
urbano populares normalmente no acuden a las empleadas domésticas para
cubrir su “obligación moral” como encargadas del trabajo doméstico, sino que
echan mano de otros arreglos y estrategias a su alcance. Así, en esta

85
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

investigación veremos los arreglos a los que llegaron y las estrategias que
implementaron mis cinco interlocutoras en distintos momentos de su curso de
vida. Por ahora quiero destacar que, de entrada, debieron negociar con o hacer
frente a -no siempre abiertamente- las masculinidades tradicionales
subalternizadas que en general caracterizan a los hombres significativos en sus
vidas en tanto esposos.

Como se ha visto en otras investigaciones, la actividad económica


extradoméstica de las mujeres no necesariamente trae aparejado el cambio en
las relaciones y los roles socialmente asignados a mujeres y hombres. Incluso se
ha visto que “cuando la mayor presencia de las mujeres en diferentes ámbitos se
da aunada a la pérdida de participación de su cónyuge, padre o hermano, puede
generar tensión en la familia y derivar en un reforzamiento de los papeles
sexuales tradicionales y en un incremento de la violencia doméstica o el mal
trato hacia las mujeres” (De Barbieri y Oliveira, 1987 en Oliveira, 1989: 20).

De aquí la importancia de profundizar en las trayectorias de pareja


analizando las condiciones en las que se inician, desarrollan, cambian e incluso
concluyen, pues resultan fundamentales para comprender los tipos de lugares
de género que han ocupado estas mujeres. Teniendo esto en cuenta se torna
fundamental buscar respuestas a otro tipo de relaciones entre trayectorias:
¿siempre interrumpen la actividad laboral o sólo cambian temporalmente de
ramo?, ¿qué papel juega la pareja en las transiciones laborales?, ¿qué otras
trayectorias vitales y sus eventos influyen en las transiciones laborales
temporales o definitivas?

86
AVRIL ARJONA LUNA

Aunque no hay un total acuerdo, hay quienes sostienen -frecuentemente


empezando por las mismas empleadas domésticas jóvenes- que en muchos
casos el empleo doméstico será una actividad transitoria; sin embargo, no
siempre sucede así en la medida que la transitoriedad está vinculada con otras
trayectorias vitales y con las condiciones estructurales y subjetivas. Así,
teniendo como referente las investigaciones que han relacionado la trayectoria
laboral y reproductiva subrayando su importancia en el curso de vida de las
mujeres y las modalidades que buscan, prefieren o aceptan en el empleo
doméstico (Goldsmith; Durin, 2008), en mi investigación permanecí abierta a
indagar sobre los efectos de otros procesos en la permanencia o el abandono del
empleo doméstico.

Así, para acercarme a las transiciones laborales temporales o definitivas,


considero los requerimientos de la familia de origen, la relación con las/os
patrones -entre las que debemos considerar factores como las relaciones de
confianza (Toledo, 2014), el reconocimiento del trabajo y la posibilidad de
negociar día a día los derechos y las obligaciones de estas trabajadoras-, las
expectativas de la mujer empleada, su trayectoria sexual y de pareja, los
arreglos para conciliar trabajo doméstico y extradoméstico, los procesos de
s/e/a propios o ajenos y por supuesto la edad y sus efectos.

Según datos del INEGI, hay poco más de dos millones de empleadas
domésticas y 95 de cada 100 personas ocupadas en este ramo son mujeres (2015)
entre las cuales no sólo ha aumentado la edad, sino que también ha aumentado
el número de unidas en pareja y viudas, separadas o divorciadas, como señalan
las especialistas:

87
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

el total de mujeres solteras desempeñándose en esta actividad pasó


del 44.2% al 31.1% entre 1995 y 2012, creció la cifra de mujeres que
viven en pareja (casadas o en unión libre) de 40.2% a 47.7% y la de
aquellas mujeres que alguna vez han estado unidas (separadas,
divorciadas y viudas) de 15.5% a 21.2%. Sobre la edad, también se
confirma que se ha incrementado la importancia relativa de las
mujeres en edades adultas pues el grupo de las más jóvenes (de 14 a
24) pasó del 36.3% al 16.4% en el periodo referido, en cambio el grupo
de mujeres entre 25 y 49 años ascendió del 46.9% a 57.5% (Rojas y
Toledo, 2013: 412).

Si en el 2012 a nivel nacional el 26% de las empleadas domésticas tenía 50


años y más (Rojas y Toledo, 2013: 412), ¿qué implicaciones puede tener el
aumento de la edad cuando, además, la modalidad de entrada por salida, con
toda la flexibilidad que implica, ha ganado terreno sobre la modalidad de
planta?, ¿cómo podría influir en sus condiciones laborales el aumento en la
edad también de quienes las emplean?,39 ¿cómo están viviendo la última etapa
de los TRS de la sexualidad las empleadas?, ¿tienen condiciones materiales y
simbólicas para retirarse de este ramo del trabajo?, ¿cuáles son los giros
ocupacionales posibles y cómo impactan en los lugares que ocupan en la familia
y la salud? Estas son algunas preguntas a las que daré respuesta como parte de
mi problema de investigación, por ahora aterricemos en la cuestión de los
procesos y las experiencias de envejecimiento distinguiendo algunos datos
existentes.
39 Así como podemos sintetizar un perfil clásico de las empleadas, podemos hacerlo con las empleadoras:
mujeres de clases medias que no desarrollan trabajos manuales y tienen niveles educativos de
bachillerato en adelante (Rojas y Toledo, 2013: 419) -entre las que también se ha observado un aumento
en la edad. Este aumento implica cambios sociodemográficos importantes en las familias
empleadoras como la muerte del cónyuge, la enfermedad, el nacimiento de nietas y nietos, la
migración. Todo esto puede mermar las posibilidades de emplear con regularidad y manteniendo o
aumentando mínimamente el salario establecido con mis informantes.

88
AVRIL ARJONA LUNA

En el 2010 la esperanza de vida al nacimiento para el total de la población


en México fue de 75.4 años; distinguiendo entre hombres y mujeres, ellos
tuvieron 73.1 años, mientras las mujeres tuvieron 77.8 (INEGI, Censo de
Población y Vivienda 2010, en Pérez Baleón, 2011:38). Por otro lado, en el Estado
de México la esperanza de vida en 1990 fue de 71.74 años en general, aunque
desagregada por sexo encontramos que fue de 68.84 años para los hombres y de
74.63 para las mujeres. Así, en general se ha observado que la esperanza de vida
entre las mujeres es aproximadamente de cinco años más. En el año 2013, en la
misma entidad, la esperanza de vida global aumentó a 76.45 años, la de los
hombres a 74.03 años y la de las mujeres a 78.87 años de vida (INEGI, 2010).

En el 2010 el Índice de envejecimiento 40 indicaba que a nivel nacional


había 30.92 personas viejas por cada 100 jóvenes; en el D.F. hubo 51.8, en el
Estado de México hubo 26.13 y en el municipio de Valle de Chalco Solidaridad
hubo 17.17 personas viejas por cada 100 jóvenes. En este sentido las
proyecciones del INEGI muestran que después del año 2040 la población de
personas viejas será mayor a la de jóvenes.

Las y los especialistas (Robles, 2006) consideran que existen cuatro temas
dominantes en los estudios sobre la vejez en México: el comportamiento
demográfico de las poblaciones en edades avanzadas, las pensiones, las
condiciones de salud y las relaciones sociales de los ancianos. Teniendo esto en
mente, con mi investigación espero abonar a las respuestas sobre las

40 Refiere el número de personas envejecidas por cada 100 jóvenes. Esta cifra relaciona los dos extremos
de las edades, dando cuenta del balance entre generaciones. En términos numéricos, es el cociente de
la población envejecida (65 años y más) entre la población joven (0-14 años), multiplicado por 100.
Sirve para mostrar de forma relacional las variaciones en la estructura poblacional por edad y sexo que
ha experimentado nuestro país.

89
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

representaciones que tienen dos ex empleadas y tres ex empleadas domésticas


respecto de los dos últimos -el primero a lo largo del curso de vida y el segundo
como parte de su propia experiencia de envejecer, pues “particularmente a nivel
familiar, ofrece una mirada sobre los intrincados mecanismos de intercambio a
nivel generacional y vecinal, el cual permite a los ancianos acceder a una serie
de bienes y servicios para su supervivencia” (Robles, 2006: 22).

Si bien estos temas se han abordado desde dos visiones dominantes del
envejecimiento,41 yo me sumo a los intereses antropológicos que estudian la
interioridad de la vejez -es decir, la experiencia- desde un abordaje que enfatiza
las posibilidades de

entender la vejez como un sitio de agencia y un proceso de


autorreconocimiento que debe ser entendido a partir de la tensión
social entre la experiencia de la interioridad y la exterioridad, es
decir, entre lo que el anciano vive y experimenta como vejez y lo que
la sociedad prescribe que es un viejo (Tulle y Mooney, 2002 en
Robles, 2006: 28).

En este sentido, y considerando que en la experiencia de envejecer la


agencia puede encontrar posibilidades que entran en tensión social, reconozco
que igualmente hay restricciones para las mujeres; de ahí la importancia de
analizar “las estrategias individuales y colectivas que las personas ponen en
marcha para afrontarlas” (Freixas, 1997: 32). Así, dado el enfoque del curso de
vida que destaco en mi investigación, pretendo hacer “hincapié en la diversidad
de experiencias de las personas a lo largo de la vida (…). [Pues] Esta perspectiva

41 Una es la que considera a la vejez como problema social y otra la que privilegia los abordajes
macrosociales (Robles, 2006: 23).

90
AVRIL ARJONA LUNA

permite una mayor sensibilidad a la pluralidad de experiencias” (Freixas, 1997:


34).

Aunque me parece un concepto que debe ser tomado con pinzas, la


carrera o trayectoria de la vejez adquiere importancia porque nos acerca a los
procesos sociales y subjetivos que la configuran por medio de

todas aquellas acciones que realiza el sujeto en forma consciente o


inconsciente durante su vida, muy en especial en el período de
formación de su familia, y que van a impactar en el futuro el estilo
de vida en caso de alcanzar edades avanzadas. Así, por ejemplo,
cuando los padres son amorosos y protectores con su familia,
cuando procuran bienes o aseguran apoyo a su situación económica
a futuro, cuando están pendientes de su estado de salud, buscando
con ello añadir más años a su vida de la mejor forma posible o
establecer lazos afectivos y solidarios con los suyos, tendrán,
teóricamente, mejores oportunidades y recursos para hacer frente a
su vejez (Reyes Gómez, 2006: 174).

Así, mi investigación apunta a ver en qué medida, cómo y por qué


funciona, o no, ese famoso dicho sobre que se “cosecha lo sembrado”, y que en
cualquier caso implica tanto certidumbres como incertidumbres en relación
con los lugares que ocupan en la familia, el trabajo y la salud.

Teniendo en cuenta que el cuerpo es el primer lugar de la experiencia me


interesó conocer las representaciones en torno a éste en distintos momentos
del curso de vida. Así, a la larga, las metáforas en torno al cuerpo permiten
observar las continuidades, los cambios y las sinergias -positivas y negativas-
existentes entre condiciones materiales y simbólicas y los tipos de lugres, o no

91
PERFIL CLÁSICO DEL EMPLEO DOMÉSTICO

lugares, que condicionan la experiencia de envejecer de algunas empleadas y ex


empleadas domésticas metropolitanas.

92
II.
Algunos procesos metodológicos de/en la investigación
sobre empleo doméstico urbano
AVRIL ARJONA LUNA

Q uizá porque desde un inicio tuve algunos objetivos teórico-metodológicos


muy claros desde mi situacionalidad feminista, al entrar en contacto con
otros campos del conocimiento, cuyos ecos encontraba pero no sabía bien cómo
situar, las preguntas surgieron a borbotones, y delimitarlas teórica y
empíricamente se tornó una trayectoria de eventos y transiciones que, al menos
por ahora, concluyen en este documento.

La intención en este capítulo es evidenciar los procesos de los cuales parto


para plantear la necesidad de investigaciones multidisciplinarias,
teorico-metodológicas, cuali-cuantitativas -y en la medida de lo posible
colectivas-, para el abordaje del empleo doméstico urbano. En primera
instancia presento los objetivos y las interrogantes de la investigación; después,
las posibilidades que encontré para articular biografía y autobiografía desde el
conocimiento situado, dando paso a la síntesis del método (auto)biográfico que
guió mi investigación a raíz del encuentro entre investigación-acción
feminista, antropología médica y teoría fundamentada.

En un tercer apartado describo la estrategia metodológica, las técnicas y


los instrumentos empleados, así como algunas posibilidades y limitaciones
encontradas durante el “viaje antropológico” destacando la construcción de
interlocuciones. Por último, presento a mis cinco interlocutoras introduciendo
las posibilidades dialécticas entre heterogeneidad y homogeneidad, o entre el
caso y el conjunto de casos, en el perfil clásico de la experiencia del empleo
doméstico urbano de mujeres nacidas entre 1941 y 1970.

95
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

2.1 Los objetivos y las preguntas de investigación


El objetivo general de mi investigación es describir y comparar los procesos de
envejecimiento de tres empleadas y dos ex empleadas domésticas, nacidas
entre 1941 y 1970, que viven en el Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México.
A partir de tal descripción comparativa, analizaré cómo se relaciona la
experiencia de envejecer con las continuidades y discontinuidades en sus
condiciones materiales y simbólicas, y con los lugares que han ocupado estas
cinco mujeres en espacios como el trabajo, la familia, la sexualidad y la salud
durante las tres etapas de los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad (TRS).

De este objetivo general se desprenden cuatro específicos:

a) Describir, comparar y analizar los eventos y las transiciones de vida


asociadas a cada una de las cuatro trayectorias de acuerdo con las tres
etapas de los TRS.42

b) Describir, comparar y analizar las continuidades y discontinuidades en


las condiciones materiales y simbólicas de posibilidad de tres empleadas
y dos ex empleadas domésticas de acuerdo con las tres etapas de los
TRS.43
42 El desglose sería el siguiente. Describir, comparar y analizar: las representaciones de las interlocutoras
sobre su historia de pareja, la conformación de su familia propia y sus repercusiones en la
continuidad-discontinuidad en el empleo doméstico; los eventos y las transiciones asociadas al
espacio laboral a lo largo del curso de vida considerando las implicaciones del proceso migratorio, de
algunos eventos y transiciones de la sexualidad y de algunos eventos y transiciones en la familia
propia.
43 El desglose sería el siguiente. Describir, analizar y comparar: el peso específico de las jerarquías de
género, edad y estrato socioeconómico en la configuración de condiciones materiales y simbólicas de
posibilidad en su lugar y familia de origen; las causas, los motivos y las expectativas de algunas
empleadas y ex empleadas domésticas en torno a la migración; las condiciones materiales y simbólicas
que las llevaron a insertarse y a abandonar el empleo doméstico en distintos momentos del curso de
vida; las condiciones materiales y simbólicas que las llevaron a insertarse en otros espacios del trabajo

96
AVRIL ARJONA LUNA

c) Describir, comparar y analizar las continuidades y discontinuidades en


los lugares que han ocupado en los espacios del trabajo, la familia, la
sexualidad y la salud en distintos momentos del curso de vida. 44

d) Describir, comparar y analizar los límites y posibilidades de la agencia a


lo largo de las tres etapas de los TRS y sus repercusiones en la
experiencia de envejecer.45

Siguiendo estos objetivos me propongo brindar algunas respuestas


teóricas y empíricas a preguntas como:

a) ¿Cómo las desigualdades articulan límites a la agencia durante las tres


etapas de los TRS?

remunerado.
44 El desglose sería el siguiente. Describir, comparar y analizar: las continuidades y discontinuidades en
los lugares ocupados en el trabajo de acuerdo con la modalidad del empleo doméstico a lo largo del
curso de vida; los sistemas de referencia, la información, las categorías, los significados, las formas de
atención y las prácticas de riesgo y cuidado que recuerdan algunas empleadas y ex empleadas
domésticas en torno a la salud general y sexual en su lugar de origen; las continuidades y
discontinuidades en los sistemas de referencia, la información, las categorías, los significados y las
prácticas de riesgo y cuidado en torno a los eventos de la sexualidad de interés a raíz de las primeras
etapas del proceso migratorio y su inserción en el empleo doméstico; los saberes que rodearon su
experiencia de la menarca, las menstruaciones, relaciones sexuales, la anticoncepción, el aborto, el
embarazo, el parto y puerperio, así como la última etapa de los TRS; Describir, comparar y analizar el
peso específico de la última etapa de los TRS en los lugares que ocupan en la familia, el trabajo y la
salud.
45 El desglose sería el siguiente. Describir, comparar y analizar: cuáles fueron los eventos y las
transiciones que posibilitaron mayor agencia en la familia, el trabajo, la sexualidad y la salud en
distintos momentos del curso de vida; cuáles fueron los eventos y las transiciones que más limitaron
su agencia en la familia, el trabajo y la salud en distintos momentos del curso de vida; los espacios,
actores y relaciones significativas para cada informante en Valle de Chalco Solidaridad (religiosos,
deportivos, culturales, políticos); la relación entre la proyección del futuro en la familia, el trabajo, la
sexualidad y la salud con los sistemas de referencia, las categorías y los significados bajo los cuales se
representa al envejecimiento propio.

97
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

 ¿Cuáles son y han sido los límites a la agencia en el trabajo, la


sexualidad, la salud y la familia?
 ¿Cómo se estructuran y vinculan las condiciones materiales y
simbólicas de posibilidad en los cuatro espacios de interés?
 ¿Cuáles son actualmente las condiciones materiales y
simbólicas en los cuatro espacios?
b) ¿Cómo se entrecruzan las jerarquías sociales en la construcción de
lugares a lo largo de las tres etapas de los TRS?
 ¿Cuáles son las relaciones entre sexo-género, edad y estrato
socioeconómico y qué lugares configuran en la familia, el trabajo, la
sexualidad y la salud en las tres etapas de los TRS?
 ¿Qué lugares y no lugares ocupan actualmente en estos
espacios y cómo se relacionan con las trayectorias en cada uno?
c) ¿Cómo la simbolización de los lugares ocupados en el trabajo, la
familia, la sexualidad y la salud repercute en las condiciones materiales
y simbólicas de posibilidad en la edad adulta y en las experiencias del
envejecimiento?
 ¿En qué medida se reproducen los lugares de desigualdad en
la última etapa de los TRS?
 ¿Cuáles son los eventos y las transiciones que en el trabajo, la
familia, la sexualidad y la salud reproducen los lugares de
desigualdad?
 ¿Cuáles son los eventos y las transiciones que abren nuevas
condiciones de posibilidad y agencia?
En este sentido, la hipótesis teórico-metodológica de mi investigación es
que mapeando y analizando las relaciones dialécticas entre trayectorias vitales
tales como la laboral, la familiar, la sexual-de pareja y la de s/e/a podemos
delinear el ejercicio de las agencias -sus límites y posibilidades- según las

98
AVRIL ARJONA LUNA

situacionalidades configuradas con base en las jerarquías de género, estrato


socioeconómico y edad a lo largo del curso de vida -al que nos acercamos
teniendo en mente tres etapas vitales delimitadas por los TRS en contextos de
inclusión social selectiva y flexible.

2.2 Posibilidades para la articulación entre biografía y autobiografía


desde el conocimiento situado
Haciendo un ejercicio de síntesis, quiero delinear algunos eventos
metodológicos importantes en una investigación enmarcada en el proceso del
“viaje antropológico” que teórica, metodológica y empíricamente nos acerca a
algunas metáforas de la vida cotidiana por medio de las cuales pude
desplazarme entre categorías dicotómicas como subjetividad-objetividad,
sujeto-sociedad, significativo-representativo y cualitativo-cuantitativo.

La metáfora del viaje46 designando al método “destaca el hecho de que la


realidad por estudiar es en parte construcción del investigador y resultado de la
pertenencia de este último a un contexto cultural distinto del que caracteriza a
su objeto de estudio” (Krotz, 1991: 51). Desde esta perspectiva, la metáfora de “la
visión”, utilizada por Donna Haraway para sustentar el conocimiento situado
en los ojos encarnados en un cuerpo, resulta fundamental porque permite un
acercamiento a las metáforas en torno a éste como principal
espacio-lugar-proceso biosociocultural por medio de la síntesis del método
(auto)biográfico.
46 Krotz encuentra tres características del viaje: 1) es en primer lugar un movimiento en el espacio; 2) es
siempre, también, movimiento en el tiempo –que interpreto no solo como el tiempo social e histórico
sino como el kairós –un tiempo más bien individual; y 3) el movimiento espaciotemporal se relaciona
con la meta, “se encuentra unido a la meta, es parte de ella” (1991: 52).

99
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

Este encuentro de metáforas se nutre de la investigación-acción


feminista, de la antropología médica, de la teoría fundamentada y de diversas
técnicas de investigación cualitativa entre las que destaca, por su alta densidad,
la entrevista a profundidad de corte historia de vida que denomino
conversación semiestructurada. Esta se basa en: 1) la situacionalidad y
parcialidad del conocimiento encarnado, 2) la importancia de los procesos y las
relaciones transaccionales en la configuración de sujetas/os complejas/os cuyas
representaciones y prácticas queremos mirar, y 3) en la posibilidad de vincular
visiones EMIC y ETIC desde la ética y la política de las conversaciones con fines
de investigación feministas.

2.2.1 La investigación-acción feminista al encuentro con la antropología


médica y la teoría fundamentada
En noviembre de 2010, y hasta julio del 2011, participé en un incipiente proyecto
de investigación-acción que buscaba promover los derechos humanos de
algunas empleadas domésticas residentes en el Valle de Chalco Solidaridad,
Estado de México. Estas mujeres, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 80 años
de edad -aunque se concentraban entre los 40 y 60-, se reunían en una
metodología cercana a los grupos focales para discutir aspectos fundamentales
en sus vidas cotidianas: condiciones laborales, situaciones y problemas
familiares y algunos comunitarios. La idea era echar a andar redes de mujeres
que quisieran participar y organizarse en torno a sus derechos, pero ejercitando
la autocrítica el objetivo no se cumplió porque el proyecto resultaba poco viable
dadas las condiciones estructurales y subjetivas de las participantes.

100
AVRIL ARJONA LUNA

De esa experiencia, y tras la disolución del proyecto original (Mujeres


Trabajándose), surgió la inquietud de indagar sobre los factores subjetivos y
estructurales que influyen en la participación, la organización y el ejercicio de
los derechos de algunas empleadas domésticas. Para el 2011 tenía claro que
debía problematizar dos dimensiones concretas: el género y el estrato
socioeconómico en la historia de vida y la trayectoria laboral de mujeres
migrantes. Y ya desde entonces intuía un abordaje cualitativo que me
permitiera analizar cómo se cruzan varios fenómenos, dimensiones o aristas a
lo largo del tiempo -fundamentalmente el individual, pero no sólo-, de modo
que me acercaba sin suficiente claridad a los espacios, tiempos, eventos y
transiciones del curso de vida para enmarcar el empleo doméstico desde la
crítica a la heteronormatividad y la reflexión sobre lo que denomino
ciudadanías laborales -siguiendo un poco con la investigación que desarrollé en
la Maestría en Estudios de la Mujer, donde discutí algunas posibilidades de la
ciudadanía sexual (Arjona, 2007).

Ese mismo año entré en contacto con la antropología médica del


CIESAS-D.F. y se abrieron las posibilidades para vincular mis inquietudes en
torno a las trayectorias en el empleo doméstico con esta subdisciplina
antropológica a partir de la problematización del cuerpo. Posibilidades imaginé
muchas con ayuda de las compañeras y las/os docentes en la línea de
investigación. Pero, y probablemente por mi anterior tesis, la propuesta más
llamativa fue comenzar por problematizar la relación entre empleo doméstico y
sexualidad, en donde la edad de las mujeres que podrían ser informantes
resultaba fundamental porque parte del objetivo era analizar la menopausia y

101
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

sus posibles consecuencias en la salud y el trabajo remunerado de algunas


empleadas domésticas.

Como mi reto era un proyecto retrospectivo, comencé a perfilar las


nociones de tránsito laboral y tránsito reproductivo para plantear posibles
relaciones entre los eventos y las transiciones en estas dos trayectorias
atravesada por eventos, transiciones y procesos tales como la migración, la
conformación de la familia propia y el acceso a formas de atención a los
padecimientos, enfermedades y malestares.

Teniendo en mente los eventos y transiciones en las trayectorias vitales


surgió la inquietud, en diálogo con la antropología médica, de buscar las
disrupciones dialécticas entre ellas. Esto surgió del impacto que tuvo, en mi
situacionalidad como hija de un hombre con esclerosis múltiple avanzada, la
noción de disrupción con la que Michael Bury define la enfermedad: “un tipo
particular de evento (…) [que] destaca los recursos (cognitivos y materiales)
disponibles para los individuos, los modos en que explican el dolor y el
sufrimiento, las continuidades y discontinuidades entre el pensamiento
profesional y el lego, y las fuentes de variación en la experiencia” (1982: 197)
-éste último un concepto fundamental al que regreso en un momento más.

De este modo, y fundamentalmente bajo la línea desarrollada por


Eduardo Menéndez en torno a los procesos de s/e/a y el punto de vista del actor,
hice un primer planteamiento con la intención de delimitar la unidad de
análisis pensando en los matices y claroscuros, en las tensiones,
contradicciones y complejidades presentes en un concepto primordial en el
pensamiento de este autor: las relaciones transaccionales observables desde el

102
AVRIL ARJONA LUNA

género, el estrato social y la edad en procesos como la migración, la inserción


en el trabajo, la configuración de las familias, las relaciones al interior de las
mismas y el acceso a formas de atención a los procesos de s/e/a vinculados a la
sexualidad.

La Teoría Fundamentada, o grounded theory, de Glaser y Strauss (1967) es


una metodología de análisis inductiva, generativa, que “propone un proceso de
análisis cualitativo con el objetivo de generar proposiciones Teóricas
Fundamentadas en los datos empíricos” (Trinidad, Antonio, et. al., 2006: 21).
Esta teoría “cuyo paradigma se fundamenta en la sociología y el
interaccionismo simbólico (…) posee una serie de estrategias metodológicas
para realizar el estudio de la información” (Campo-Redondo, María, et. al.,
2009: 46). Mi primer acercamiento a esta perspectiva tuvo lugar un poco antes
de comenzar el viaje antropológico a raíz de un seminario optativo que tomé
sobre el análisis de información cualitativa en el CIESAS. 47 Fue entonces
cuando comencé a usar el programa NVivo del que finalmente me serví para
sistematizar la información cualitativa que analizo en los tres capítulos
etnográficos.

Esta teoría, y su metodología, me obligaron a dos cosas. Primero: a entrar


al campo con ciertas nociones fundamentadas en el bagaje que llevaba hasta el
momento, y que buscaba diferenciar frente a la realidad concreta a la que me
acercaba. Y segundo: me permitieron estar abierta a las complejidades que
darían sentido y cuerpo al problema de investigación. Es decir, en la Teoría
Fundamentada hallé la libertad para, junto con mis interlocutoras en el trabajo
de campo, ir construyendo otros sentidos en mis objetivos y preguntas. Fungió
47 Estuvo a cargo de la Dra. Georgina Rojas García y la Dra. Susann Vallentin Hjorth Boisen.

103
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

como una especie de metaencuadre de mi investigación porque fue el puente


que me permitió articular, en las primeras etapas del trabajo de campo, una
perspectiva teórico-metodológica que se desplaza al interior de varias
dicotomías que sintetizo en el método (auto)biográfico cuya base es el cuerpo,
las situacionalidades y los significados de las experiencias de sujetas/os
complejas/os y concretas/os.

2.2.1.1 Cuerpo, situacionalidad y conocimiento: la objetividad encarnada


Durante buena parte de mi investigación intenté desvestirme de mis
inquietudes en torno a los conocimientos situados porque se me tachó de
asumir una ideología feminista que, al parecer, no daba cabida a la objetividad.
Esto dejó de suceder cuando -siguiendo mi intuición y formación, y los
enfoques críticos y los comentarios de mis lectoras-, me reencontré con este
abordaje ético y político de las ciencias con el que surgieron las primeras
inquietudes.

En este sentido, es necesario retomar una de las preocupaciones más


frecuentes en torno a las perspectivas cualitativas de investigación: el
relato/historia/trayectoria/curso de vida, que refiere a la subjetividad y la
veracidad de lo que las y los sujetos cuentan. Así, y dado que se trata de ciencia y
conocimiento lo que nos ocupa, es cierto que existe el peligro de darle
“connotaciones novelescas” a este enfoque y la información que recaba, pues
“en todo lo que es autobiográfico, siempre estamos frente al problema de la
subjetividad que atraviesa todo nuestro relato. Es un material absolutamente
subjetivo” (Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 5). Esto en mi opinión no es

104
AVRIL ARJONA LUNA

un problema, es una de las posibles perspectivas de la realidad, y en mi caso la


más relevante.

No en vano cuando regresé a vivir a la Ciudad de México una vez


concluido el trabajo de campo -que abarcó de mayo de 2012 a septiembre de
2013-,48 la experiencia me estaba llevando a preguntarme ¿por qué el cuerpo es
un proceso biosociocultural?, ¿por qué el trabajo, la sexualidad, la salud y la
familia son procesos biosocioculturales?, y ¿por qué cada una de estas
trayectorias podía ser dialécticamente disruptiva? 49 Lo cierto es que durante el
trabajo de campo reconocí varios aspectos del problema que, conforme avanzó
el proceso y se acercaba mi regreso al D.F., articulé en el retorno al cuerpo -ese
que me llevó a querer dialogar con los/as antropólogo/as médicos/as desde la
teoría fundamentada.

Así fue como comencé a pensar los eventos y transiciones


biosocioculturales no sólo de/en la sexualidad y de/en el trabajo, sino de/en los
procesos de s/e/a y de/en la familia en tanto dialécticas, articuladas y con
posibilidades disruptivas en el cuerpo -sus representaciones y prácticas- como
lugar primordial de la experiencia del envejecimiento; entendiendo a éste como
un proceso biosociocultural complejo anudado por y en el cuerpo, como una
suerte de evento diacrónico condicionado objetiva y subjetivamente.

El conocimiento situado es una perspectiva teórica de Donna Haraway,


quien en las reformulaciones sobre la subjetividad y la identidad humana tiene
un planteamiento que “reside en tomar como punto de partida y como objetivo

48 Viví en Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México, de junio de 2012 a septiembre de 2013.
49 Había sistematizado ya los dos primeros instrumentos de la estrategia metodológica y alrededor de 15
de las conversaciones estructuradas que tuve con mis interlocutoras.

105
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

del análisis la situación y los intereses de las mujeres” (Villarmea, 1999:220) en


tanto actoras y sujetas. Así, en Situated Knowledges: The Science Question in
Feminism and the Privilege of Partial Perspective (1988),50 Haraway aborda el tema
de la objetividad desde los debates feministas apelando al diálogo con quienes
de ellos participamos.

A su parecer, las feministas estamos “atrapadas, selectiva y flexiblemente,


por dos polos de una seductora dicotomía en las preguntas sobre objetividad”.
Estos extremos serían el constructivismo radical y el feminismo empiricista
crítico,51 para los cuales “ninguna perspectiva desde dentro es privilegiada,
porque todos los esbozos de los límites del conocimiento entre el
adentro-afuera son teorizados como movimientos de poder, no como
movimientos dirigidos a la verdad” (Haraway, 1988: 576 y 580).

Pero, ¿qué es la verdad?, deberíamos preguntarnos entonces, ¿cierto?


Bueno, en mi opinión Haraway aporta posibilidades para llegar a ella
asumiendo que podemos hacerlo ética y políticamente desde un conocimiento
parcial. Así, coincido con la autora cuando asegura que las feministas tienen
interés

en un proyecto de ciencia sucesora que ofrezca más adecuados y


ricos recuentos del mundo para poder vivir bien en él, en una
relación crítica y reflexiva con nosotras mismas, con otras prácticas
de dominación y con la desigual distribución de privilegios y
opresiones que inventan todas las posiciones. En categorías
filosóficas tradicionales, el asunto es de ética y política más que de
epistemología (1988: 579).
50 La traducción de los fragmentos citados es mía.
51 Haraway asegura que Sandra Harding apela a la misma dicotomía y la describe como, de un lado, el
proyecto de la ciencia sucesora y, de otro, los relatos de la diferencia postmodernista (1988: 580).

106
AVRIL ARJONA LUNA

Desde esta perspectiva, necesitamos la parcialidad como habilidad para


traducir los conocimientos entre distintas comunidades (Haraway, 1988: 580)
diferenciadas material y simbólicamente, como sucede frecuentemente en la
antropología social. Es en este orden de ideas, y dado que resulta difícil
sostenerse de los dos polos -el constructivismo y el empiricismo-, que la
estadounidense propone un cambio en las metáforas para situar su perspectiva.

Esto surge del análisis de la persistencia de la visión y sus posibles


utilidades al evitar las oposiciones binarias, por lo que no es gratuito que surja
en el pensamiento de quien, en tanto historiadora de las tecnologías y su
relación con el desarrollo humano, sabe que los “ojos han sido utilizados para
significar una capacidad perversa -pulida a la perfección en la historia de la
ciencia atada al militarismo, el capitalismo, el colonialismo y la supremacía del
hombre- para distanciar al sujeto cognoscente de todos y todo bajo el interés del
poder liberador” (1988: 581). Esta visión binaria tan patriarcal es “la de todo
desde ningún lugar” que caracteriza a las tecnologías militares y a otras ramas
de los Estados, presentándose como el <panorama de una visión infinita> que,
en realidad, “es una ilusión” (1988: 582).

Desde esta crítica, Haraway propone la visión o perspectiva como


metáfora para sostener la construcción utilizable, pero no inocente, de un
método de la objetividad encarnada/incorporada/corporal “que admita los
paradójicos y críticos proyectos científicos feministas [en los que] la objetividad
(…) significa (…) conocimientos situados” (1988: 581), -mismos que entiendo como
desplazamientos intencionados ética y políticamente, y que Haraway describe
como:

107
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

compromiso con los posicionamientos móviles y con el desapego


(…)[;] imposibilidad de entretenerse (….) con las epistemologías
como estrategias para mirar desde los puntos de vista de los
subyugados para poder ver bien. (…) [Reconocer que] “Ser” es
mucho más problemático y contingente (…) [Y que] una no puede
relocalizarse en cualquier posible punto de ventaja sin ser
responsable de tal movimiento. La visión es siempre una cuestión del
poder para ver –y quizá de la violencia implícita en nuestras
prácticas de visualización (1988: 585) (las cursivas corresponden al
texto original).

Desde esta perspectiva, el sujeto y el yo están divididos y muestran


contradicciones, dando lugar a la complejidad de sujetas y sujetos
multidimensionales incompatibles con el conocimiento dicotómico, “estable” y
aparentemente pasivo:

La fisura/grieta, y no el ser, es la imagen privilegiada para las


epistemologías feministas del conocimiento científico. […] La
subjetividad es multidimensional; por lo tanto también la visión.
[…] Aquí está la promesa de la objetividad: una conocedora
científica busca la posición del sujeto, no de su identidad sino de la
objetividad, esto es, una conexión parcial” (1988: 586). “La
responsabilidad feminista requiere de conocimientos afinados en la
resonancia, no en la dicotomía. […] La encarnación/incorporación
feminista, entonces, no se trata de la localización fija en un cuerpo
reificado, femenino u otro, sino de nodos entre campos, inflexiones
en las orientaciones y responsabilidad por las diferencias en los
campos materiales y semióticos de significado. La encarnación es
una prótesis significativa; la objetividad no puede ser sobre una
visión fija cuando lo que cuenta como objeto es, precisamente, lo
que se torna historia del mundo (Haraway, 1988: 588).

108
AVRIL ARJONA LUNA

De este modo, Haraway permite retornar al cuerpo como espacio y lugar


de la experiencia de saber obligándonos a aprender en nuestros cuerpos, a
nombrar dónde estamos y dónde no teniendo en cuenta las dimensiones
mental y física -aunque también podríamos decir espiritual. Así, la objetividad
se trata de corporalidades o encarnaciones particulares y específicas,
localizadas y situadas en el cuerpo de actoras/es sociales concretas/os.

Para introducirnos a los aportes metodológicos de la antropología médica


quiero rescatar otra observación de Haraway, pues desde su perspectiva las
doctrinas de la objetividad científica generan entre muchas feministas la
sospecha de que un “objeto” de conocimiento “es una cosa pasiva e inerte” (1988:
591). Esto es fundamental para mi perspectiva porque al considerar a mis
interlocutoras como actoras de y en su realidad pude analizar las condiciones
en las que encuentran tanto posibilidades como límites de su agencia en tanto
miembros de grupos sociales específicos.

2.2.1.2 El punto de vista de sujetas complejas participantes de las relaciones


transaccionales
Si bien durante el trabajo de campo levanté información relevante con quienes
en algún momento fueron informantes clave, el ejercicio de convertirla en dato
ha quedado fuera de esta tesis con miras a trabajar posteriormente con las
representaciones de actoras y actores sociales relacionadas/os con las

109
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

poblaciones vallechalquenses -como fue el caso de funcionarias/os públicas/os 52


y actoras que atienden procesos de s/e bajo distintos modelos médicos. 53

Esto lo comento debido a que en el marco teórico desarrollado por


Eduardo Menéndez destaca también, metodológicamente, que el enfoque
relacional permite relativizar el punto de vista de las actoras. Aunque durante el
trabajo de campo consideré algunas opciones, 54 mi investigación no se guió por

52 Con la intención de acercarme datos estadísticos para contextualizar mi pesquisa, una de mis
actividades a realizar durante el trabajo de campo, surgió la inquietud de revisar la página web del
Municipio. La mayor parte del portal estaba en construcción, pero se anunciaba que existe una
Dirección Municipal de Salud, otra de Atención a la Mujer y otra a Población Indígena. Aunque en
primera instancia sólo fue curiosidad por la falta de información en torno a la Administración
Municipal 2009- 2012, más tarde se tornó la inquietud de conocer la perspectiva de las y los
funcionarios encargadas/os de “atender” a las poblaciones municipales. Así comencé a idear un
instrumento que, bajo la técnica de entrevista semiestructurada, me permitiera acercarme a las
representaciones de estos actores en torno a la Dirección que comandaban y en relación con las
condiciones, necesidades, demandas y problemáticas de las mujeres y los hombres que viven en Valle
de Chalco Solidaridad. Los guiones de entrevista para ellas y él incluyeron rubros tales como: origen,
objetivos y funciones de la Dirección; demandas y necesidades de la población; objetivos y acciones de
gobierno -distinguiendo en cada caso dimensiones relativas al sexo, la edad, ocupación, salud sexual
de la población y fuentes de información en cada materia. Estas entrevistas se llevaron a cabo y
arrojaron información relevante que encuentra eco con el marco contextual que presento en el
Capítulo III y que por falta de tiempo y espacio ya no fue incluida en esta investigación.
53 Pensando en la importancia de los actores médicos involucrados en los procesos de s/e/a de mis
interlocutoras me acerqué a una hierbera y a una médica de la Farmacia Similar: actoras que
representan dos de las formas de atención a las que acuden mis interlocutoras y sus familiares. En
ambos casos apliqué una entrevista semiestructurada que sólo pude audiograbar con la primera. La
información obtenida ya no fue incluida en esta investigación por falta de tiempo y espacio, sin
embargo encuentra eco con el perfil epidemiológico descrito y analizado a lo largo de esta
investigación.
54 Las y los informantes secundarias/os y clave fueron más difíciles de definir porque me sentía tirada
por dos polos del mismo enfoque de las investigaciones antropológicas en torno a los procesos de
s/e/a. Por un lado, se hacían patentes las múltiples posibilidades desarrolladas en éstas investigaciones
de corte relacional. Por otro, una vez observado lo anterior, se hicieron patentes las limitaciones éticas
y los problemas que podría acarrear, para mis informantes principales, un enfoque de este tipo. Fue
así que aunque lo considerara posible, entrevistarme con empleadoras y miembros de las familias de
mis informantes principales, con la intención de tener varios puntos de vista sobre los eventos y

110
AVRIL ARJONA LUNA

este enfoque frecuentemente diádico, pues no fue mi intención triangular la


información, contrastarla y/o corroborarla en el sentido estricto.

Teniendo en cuenta que el trabajo de campo etnográfico como método


central para la disciplina antropológica tiene dos implicaciones básicas:
insertarse con una serie de objetivos en una realidad muchas veces ajena, e
interactuar con sujetas/os y grupos sociales con referentes, experiencias,
prácticas y representaciones distintas y a veces contradictorias con las propias.
Quiero situarme en el enfoque relacional que parte del punto de vista de las
actoras en tanto sujetas complejas situadas frecuentemente en la
subalternización.

Al concebir los ojos como sistemas activos de percepción, capaces de


construir y traducirse en formas específicas de mirar y vivir, Haraway nos
permite acercarnos a este punto de vista en el proceso de investigación
teniendo en cuenta a las actoras, entre las que por supuesto me cuento

trayectorias de mi interés, no resultaba lo más viable. Entre los actores y actoras secundarios
fundamentales para el abordaje relacional en la familia, ubiqué a la pareja de las mujeres en el caso de
que estuvieran unidas, a las hijas e hijos y a otros/as informantes que habitasen con ellas y pudieran
dar cuenta de la situación familiar y las representaciones sobre los EBSCs de la sexualidad. En cuanto
al abordaje relacional en el trabajo, las y los patrones fueron considerados actores secundarios
fundamentales para el análisis. Sin embargo, considerando los aspectos éticos de la situación laboral y
familiar de las informantes principales, consideré, dependiendo de lo que encontrara en campo, la
opción de hacer algunas entrevistas estructuradas a informantes secundarios con características
similares a las que presentaran las familias y las empleadoras de mis informantes. La idea era llevar a
cabo entrevistas semiestructuradas que me permitieran contrastar el punto de vista de mis
informantes principales. A la larga implementar esta alternativa no fue funcional porque contactar a
quienes se convirtieron en mis principales interlocutoras fue un proceso que llevó tiempo; además,
hubiera requerido de otros desplazamientos, en la ZMCM, que complicarían aún más el trabajo de
campo y la sistematización de la información. Por último, y fundamentalmente, aunque reconozco las
muchas posibilidades que brinda el análisis relacional, desde un principio me pareció que escapaba a
mis posibilidades.

111
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

reconociendo mis intenciones. Desde esta perspectiva articuladora entre


feminismo y antropología médica, quiero retomar la cuestión de las
perspectivas de las/os subyugados o subalternizadas/os teniendo en cuenta que
mirar desde abajo de las plataformas del poder, o desde la propia
situacionalidad en las relaciones transaccionales, no es sencillo y puede
prestarse a suspicacias.

Al respecto coincido con Haraway, quien asegura que estos puntos de


vista al no ser “posiciones <inocentes> (…) [frecuentemente] permiten menor
negación del núcleo crítico e interpretativo de todo conocimiento. Son
conocedores de los modos de negación por medio de la represión, el olvido y los
actos de desaparición -formas de estar en ningún lugar mientras reclaman ver
comprensivamente” (1988: 584).

De este modo, el punto de vista subyugado-subalternizado es hostil tanto


a las diversas formas de relativismo, como a las versiones totalizadoras que
reclaman autoridad científica (Haraway, 1988) mientras nublan la visibilidad.
Esto es así porque tanto los extremos del relativismo como las perspectivas
totalizadoras niegan la situacionalidad, la encarnación y la perspectiva parcial.
Por ello, la feminista propone partir de la siguiente premisa: “el relativismo es
parcial, localizable [y situable. Se trata de generar] conocimientos críticos
apoyando la posibilidad de redes de conexión denominadas solidaridad en
política y conversaciones compartidas en epistemología” (Haraway, 1988: 584).

En este sentido, el relato del curso de vida que busqué articular por medio
de la biografía y la autobiografía tiene límites y virtudes, pues da cuenta de las
“relaciones de sentidos, más que de relaciones o recuento de acontecimientos y

112
AVRIL ARJONA LUNA

hechos “verdaderos”. (…) El que relata siempre se preocupa de dar ciertos


referentes precisos en su relato de vida, y son ellos mismos quienes hacen el
trabajo de verificación” (Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 5).

Esta perspectiva me permitió pensar en procesos teniendo en cuenta la


situacionalidad o localización de los cuerpos en espacios y tiempos específicos.
Sin embargo, definir cuáles serían finalmente las dimensiones de las sujetas
que analizaría en mi investigación, y el lugar que tendría cada una de tales
dimensiones, implicó un trayecto de conversaciones con mis interlocutoras por
medio de las cuales repensé los principales ejes y las relaciones entre ellos para
mi análisis situado.

De este modo, en el transcurso busqué y encontré las formas en que mis


interlocutoras son sujetas sociales complejas porque están atravesadas por
múltiples dimensiones: “se encuentra[n] en relación con otras personas, con
parejas, amigos, grupos; (…) forma[n] parte de un orden familiar, de grupos y
de organizaciones formales; (…) existe[n] en una sociedad, en un continente y
en un mundo. (…) [Son] también historia, se desarrolla[n] a través del tiempo”
(Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 1).

En este orden de ideas, como explica Jacques Rheaume abonando a lo que


denomina el relato de vida, el sujeto social complejo es “individual y social,
enraizado en su cuerpo, abierto a la interacción social, sumergido en la
historicidad” (Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 4) -que siguiendo a Rosi
Braidotti podemos denominar como el devenir. Así, la sujeta social compleja:

se define también por su pertenencia o su no-pertenencia a una


religión, a una clase socioeconómica, un régimen político, un
sistema de salud, etc. Asimismo, […] puede manifestarse de

113
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

maneras diferentes: verbalmente, gestualmente, por un discurso


racional o una expresión afectiva, consciente o inconscientemente…
En fin, el sujeto complejo se realiza progresivamente en una
historia, un tiempo individual y colectivo, condición necesaria a la
realización de sí (Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 4).

La corroboración o verificación de la información en mi investigación la


hicieron las interlocutoras mismas durante las entrevistas a profundidad y en
relación con los primeros datos obtenidos con la técnica de encuesta por
cuestionario. Además, me apoyé en la observación participante para, en la
medida de lo posible, relativizar el punto de vista de mis actoras a la luz de sus
espacios, relaciones y contextos cotidianos -a los que caractericé
cuantitativamente en el siguiente capítulo- para observar críticamente -es decir
histórica y contextualizadamente- su situacionalidad, y por tanto también los
orígenes, los cambios y las continuidades en sus representaciones y prácticas.

2.2.2 El método (auto)biográfico: tendiendo puentes


Hasta aquí he sostenido el conocimiento racional posicionado o situado como
la forma del que he privilegiado teorico-metodológicamente en mi
investigación, pues principalmente

no pretende la desvinculación: estar en todas partes y en ningún


lugar, estar libre de interpretación, de ser representado (…). El
conocimiento racional es un proceso de interpretaciones críticas
entre “campos” de intérpretes y decodificadores. (…) es una
conversación sensible al poder. Decodificar y transcodificar más
traducción y criticismo; todas son necesarias. (…). La división de los
sentidos, la confusión de voces y perspectivas (…) se torna la
metáfora para el terreno de lo racional. (…) Los conocimientos

114
AVRIL ARJONA LUNA

situados son sobre comunidades, no sobre individuos aislados. La


única forma para encontrar una visión más amplia es estar en algún
lugar en particular. La cuestión de la ciencia en feminismo es sobre
la objetividad como racionalidad posicionada. Sus imágenes son […]
el conjunto de visiones parciales y voces titubeantes en una posición
de sujeto colectivo que promete una visión de los medios, por medio
de los cuales, se suceden ilimitadas encarnaciones del vivir con
límites y contradicciones -de visiones desde algún lugar (Haraway,
1988: 590).

Desde los abordajes críticos, Haraway asegura que en los conocimientos


situados un punto paradigmático es el reconocimiento de que “la agencia de la
gente que estudiamos transforma todo el proyecto de producción de la teoría
social. De hecho, reconociendo la agencia de los “objetos” estudiados es la única
manera de evitar errores y falso conocimiento de muchos tipos en estas
ciencias” (1988: 592- 593). Así, propone reconocer el estatus de agentes/actores a
los “objetos” del mundo y asegura que “dar cuenta de un mundo “real” no
depende de una lógica del “descubrimiento” sino de una relación social de
“conversación” cargada de poder” (1988: 593).

Pero, ¿cómo en las conversaciones se pueden articular biografía y


autobiografía? Bueno, la relación metodológica entre biografía y autobiografía
en mi investigación no fue inmediata; implicó el reconocimiento e incluso el
contraste de las dimensiones de vida importantes para mí y para las mujeres a
las que me acerqué con la intención de conocer su historia. Asumí que uno de
mis objetivos metodológicos más importantes había sido, en la etapa previa al
viaje antropológico, la búsqueda de autobiografías por medio de técnicas como
el diario personal. Sin embargo, ya estando en Valle de Chalco Solidaridad y en
los primeros meses de interacción con mujeres que en general aseguran no

115
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

poder escribir, me percaté de que para lograr algo similar resultaba necesario
articular un método (auto)biográfico en el que se sintetizaran tanto la
perspectiva etic -de quien investiga bajo determinado bagaje teórico y personal-
como la perspectiva emic -de quien siendo actora experiencial directa del
problema de investigación jerarquiza la importancia de sus experiencias.
Puesto que a la larga mi intención se ha vuelto analizar las experiencias del
envejecimiento de cinco mujeres concretas, acudir a este concepto resulta
fundamental.

Las y los especialistas señalan que el método biográfico "apunta tanto a lo


subjetivo-individual como a lo estructural " (Reséndiz, 2008: 138), por ello
permite articular estos dos niveles de la realidad e incluso problematizar, por
medio de las condiciones de posibilidad, los límites de la agencia. En este
sentido, a lo largo de la investigación propuse trabajar con la noción de historia
de vida como paraguas de la técnica general que utilicé para indagar e
intervenir los “procesos de subjetividad individual entre mujeres, a partir de la
construcción de narrativas espontáneas que expresan y apuntalan las formas
en que se organizan sus experiencias cotidianas y contingentes” (Rivas, 1996:
2115).

Retomando la propuesta de Haraway, es probablemente por la misma


contingencia de las experiencias que las conversaciones -intencionadas y entre
agentes/actoras diferencialmente situadas en las jerarquías sociales- fueron la
principal técnica a seguir. Así, éstas adquirieron una visión más retrospectiva,
longitudinal y transversal que me acercó a una perspectiva procesual
fuertemente enraizada en el punto de vista de mis interlocutoras.

116
AVRIL ARJONA LUNA

La metodología de Jacques Rehaume es una que supone la interacción


inscrita en “una filosofía del intercambio de saberes” (en Márquez, et. al., 2000:
4). Personalmente, con el paso del tiempo y la estancia en Valle de Chalco
Solidaridad me di cuenta que las conversaciones -más abiertas al principio y
más cerradas conforme transcurrieron los encuentros- permitían
efectivamente ese intercambio mediado por las condiciones de posibilidad,
tanto de mis interlocutoras como mías, en un contexto específico como el
municipio donde habitan. Ello me permitió con Esther, por ejemplo, una vez
que conocí sus saberes sobre el uso del condón, compartir con ella mis saberes
en torno al mismo porque detecté que el uso dado podría limitar su eficiencia
real.

La antropóloga Suely Kofes escribió una ponencia titulada Experiencias


sociales, interpretaciones individuales: historias de vida, sus posibilidades y límites 55
(1994), en la que analiza dos relatos de vida vistos en este sentido. Considerando
esta perspectiva, a mí me interesó conocer de las interlocutoras la
interpretación individual de una experiencia personal inserta en un contexto
social más amplio y que, de alguna forma, permite trazar nuevas hipótesis para
reformular las generalizaciones existentes en el arte de malabarear entre lo
particular y lo general inscrito en el estudio de caso(s).

La perspectiva de Kofes me resultó particularmente interesante porque


distingue más o menos nítidamente entre “biografía” y “autobiografía. En
cualquiera de los casos, sin embargo, reconoce que “se trata del levantamiento
de toda, o de una parte, de la vida de un individuo” (1994:118). Desde su
perspectiva, el relato o la narración de vida, más bien concentrado en la
55 La traducción del texto es mía.

117
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

biografía, se configura bajo los siguientes sentidos: son “motivados por el


investigador e implicando su presencia como oyente e interlocutor”; sólo se
considera lo que es narrado por el entrevistado sin la complementación de otras
fuentes; y se concentra en una parte de la vida del sujeto, la relativa a la
pesquisa, “sin agotar las varias facetas de una biografía” (Kofes, 1994: 118).

En este orden de ideas, mi propuesta metodológica tiene encuentros y


desencuentros con la propuesta de Kofes. Ciertamente reconozco mi presencia
como detonadora, oyente e interlocutora, y aunque las dimensiones de mi
pesquisa son diversas, tampoco fue mi intención agotar todas las facetas de una
biografía. Sin embargo, una diferencia sustancial con Kofes se encuentra en
que yo acudí a otras fuentes secundarias para redondear el análisis de las
condiciones materiales y simbólicas de posibilidad, desplazándome entre
información cualitativa y cuantitativa.

Puesto que mi intención ha sido articular biografía y autobiografía en la


técnica de entrevista denominada conversación semiestructurada, Kofes es
también una referencia importante porque las dos narraciones de vida que
analiza56 se sitúan en una investigación sobre la relación entre mujeres,
patronas y empleadas domésticas. A partir de su análisis presenta varios
supuestos, de los cuales me interesa resaltar tres, útiles para mi perspectiva.

[1] los relatos de la historia de vida no serían vistos como


desconectados e incoherentes y, por tanto, solamente adquieren
sentido cuando son reordenados por el investigador (…). [2]
Preservada esta lectura de la narrativa, como un texto con secuencia

56 Las analiza desde tres dimensiones: “1) la situación de entrevista; 2) como narrativas (sobre lo que
habla el sujeto entrevistado y como construye su narrativa); 3) las posibilidades analíticas para el
investigador” (1994: 119).

118
AVRIL ARJONA LUNA

interna, e interrelacionando sus partes como parte de otras


narrativas integrales, el investigador podrá producir su propio
análisis, sus explicaciones, sus interpretaciones, en fin su propio
texto. Y (…) [3] las narraciones de vida contienen informaciones,
evocaciones y reflexiones. Así consideradas, las narraciones de vida
sintetizarían la singularidad del sujeto –sus interpretaciones e
intereses-, la interacción entre el investigador y el entrevistado, y
también una referencia objetiva (1994: 119-120).

Tal referencia objetiva es posible, desde la perspectiva que estoy


argumentando, en tanto situacional, ubicable y parcial. Así, el arte está en
encontrarse con el hecho de que “no es el relato de la entrevistada el que precisa
ser reordenado, es su lectura” (1994:123). En síntesis, las narraciones de vida son
consideradas como:

fuentes de información (hablan de una experiencia que excede al


sujeto que relata); como evocación (transmiten la dimensión
subjetiva e interpretativa del sujeto); como reflexión (contiene un
análisis sobre la experiencia vivida. En este sentido, el propio
entrevistado articula reflexión y evocación). Corresponde al
investigador, al leer la narrativa del relato de vida, tomar en cuenta
estos elementos, considerándola en la situación de entrevista, y
también interrelacionarla con otros relatos (Kofes, 1994: 120).

De este modo, la idea ha sido encontrar en cada relato de vida la


estructura que denomino autobiográfica, propia de cada informante o
interlocutora, pues los ejes y énfasis en la estructura y lógica interna de cada
relato nos hablan de las singularidades interpretativas y arrojan luz para que,
en tanto investigadoras, analicemos -apelando a la técnica biográfica sobre la
vida de otras personas- las interpretaciones individuales de experiencias

119
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

subjetivas en el marco de espacios sociales como el trabajo, la familia, la


sexualidad y la salud/malestar/enfermedad.

Considero que el método (auto)biográfico evidencia las relaciones


transaccionales entre distintas actoras sociales con objetivos y expectativas
diversas en torno a un proceso de investigación. Estas relaciones con mis
interlocutoras e informantes se fueron configurando en un ir y venir entre
posiciones de hegemonía/subalternidad tanto de mi parte como de la suya. 57
Sólo en esa medida tuve oportunidad de convertirme en escucha, de participar
para observar y tener en cuenta los procesos reflexivos propios y de mis
interlocutoras.

Así, las conversaciones que persiguen relatos del curso de vida por medio
de indagaciones sobre trayectorias, eventos y transiciones se encuentran, como
en mi caso, con micro-medio-macro relatos o narraciones sobre la propia vida
que son contados “a alguien, en un contexto interactivo, para fines de
investigación” (Rheaume, 1999 en Márquez, et. al., 2000: 5). Este último fin
siempre fue abiertamente expuesto a las mujeres y personas con las que
interactué durante mi estancia en campo, generando efectos en el proceso de

57 Durante las investigaciones sociales se suceden transferencias y contratransferencias (Devereux, 1977)


representacionales entre personas situadas diferencialmente en la jerarquía social. Mi caso no fue la
excepción y considero que, por ejemplo, mi lugar hegemónico conferido por el lenguaje académico que
me atraviesa, no representa una posición de poder hegemónica cuando de negociar espacios para
desarrollar entrevistas con fines académicos se trata. En otras ocasiones y aunque mi situación
económica era, y sigue siendo, más olgada que la de mis interlocutoras, me conferían una situación
material más hegemónica de la que en realidad tenía. Todos estos procesos y relaciones deberé
analizarlo/as a profundidad en otro momento; por ahora me limito a señalar que en tanto mujer joven,
güera, sin hijos, con altos niveles educativos formales, mi posición durante el trabajo de campo estuvo
caracterizada por matices representacionales complejos en los que en ocasiones ocupé un lugar
hegemónico, y en otras subalternizado, para la negociación con las actoras.

120
AVRIL ARJONA LUNA

investigación y las expectativas en torno a ella, así como en torno a las


interpretaciones diversas sobre mi forma de leer el mundo.

En síntesis, los relatos sobre la historia de vida son:

un lugar de re-enraizamiento y de experiencia concreta, siempre


social, siempre también individual, siempre dialéctica, siempre
ambigua. (…) Las certezas que nos quedan: la referencia necesaria a
la experiencia; la naturaleza siempre individual y social de esta
experiencia; la dimensión esencialmente histórica de toda
elaboración pertinente sobre la comprensión del actuar humano.
Sólo una pérdida: La certeza de la verdad y la felicidad (Rheaume,
1999, en Márquez, et. al., 2000: 6).

2.3 La estrategia metodológica, las técnicas y los instrumentos: el viaje


antropológico
Probablemente porque mi formación es diversa y mi contacto con la
antropología había sido tangencial, en tanto antropóloga en formación el
evento que resultó un parteaguas -porque fue disruptivo y trastocó mis
supuestos, referentes y herramientas- fue el trabajo de campo durante el viaje
antropológico situado.

En mi experiencia el contacto con las complejas sujetas de investigación


fue crucial porque me mostró que la realidad es mucho más compleja que lo
expuesto en un incipiente proyecto de investigación doctoral. Así, mi proceso
de investigación da cuenta de dos aspectos teorico-metodológicos relacionados:
1) que la dicotomía entre criterios de inclusión y exclusión sirve si se observan
los matices entre extremos bajo la teoría fundamentada que, a su vez, brinda
una perspectiva específica en un campo vasto, complejo, desigual y diferencial,

121
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

y 2) que las relaciones transaccionales están efectivamente presentes en la


interacción investigativa, de modo que las y los informantes, en tanto agentes,
se excluyen o incluyen de acuerdo con su situacionalidad.

En un primer momento58 del diseño de la investigación, el estatus en el


empleo doméstico, el lugar de origen, la edad y la cercanía con la experiencia de
la menopausia fungieron como primeros criterios para la generalización que se
apoyarían en la indagación de eventos, transiciones y procesos que me
permitirían ver las particularidades -como el estado civil, el número de hijas/os,
las características sociodemográficas de su familia, el nivel educativo de las
empleadas y la experiencia o no en la modalidad “de planta”.

Sin embargo, en la búsqueda de empleadas domésticas con


características tan específicas encontré que se abrían otras posibilidades para la
problematización. En este sentido, los primeros meses del viaje antropológico
me permitieron (re)configurar la unidad de análisis de mi pesquisa a partir de
las empleadas domésticas habitantes del Valle de Chalco Solidaridad, Estado de

58 Me propuse buscar ocho informantes principales que describí como: mujeres originarias de la Mixteca
Baja que al momento del estudio vivieran en el municipio, tuvieran entre 40 y 65 años de edad,
trabajasen como empleadas domésticas en la modalidad de entrada por salida -de preferencia en el sur
del D.F. porque, según yo, así tendría un referente relativamente estable del ingreso que perciben y las
condiciones materiales de las familias empleadoras- y transitasen por el climaterio o ya hubieran
experimentado la menopausia. La idea de trabajar con mujeres de la Mixteca (Baja y/o Alta) surgió de
la propuesta de problematizar el lugar de origen como criterio de generalización y en tanto factor
determinante que permitiera comparar, completamente, la socialización y las circunstancias
materiales de los casos. Me fue solicitado que decidiera por una sola región Mixteca y considerando
que tenía dos posibles informantes de la región Baja y sólo una de la región Alta, decidí inclinarme por
la primera. Sin embargo, no fue posible cerrar ese criterio de inclusión.

122
AVRIL ARJONA LUNA

México, que participaron de la llamada “bola de nieve” en tanto porteras al


campo.59

2.3.1 La búsqueda de informantes y la configuración de la unidad de


análisis
La búsqueda de mujeres que cumplieran con los criterios generales la hice por
medio de la estrategia conocida como “bola de nieve”, consistente en la
recomendación de boca en boca para el contacto con informantes durante el
trabajo de campo. Esta sucedió inicialmente por medio de algunas mujeres que
conocí en el proyecto de investigación-acción ya mencionado.

Dulia participó en este proyecto y por ello consideré que, siendo


originaria de la Mixteca Baja, sería una informante principal y portera al
campo. Sin embargo, en el corto plazo mostró poca disposición para participar
y contactar a otras mujeres porque no cumplen, por eso no les digo60 - dijo en marzo
del 2012. No sin algo de incertidumbre, continué utilizando la “bola de nieve”
para localizar a las mujeres cuyos casos llegarían a ser significativos. En el
proceso conocí las amigas y/o comadres y/o vecinas -algunas con trayectoria en
el empleo doméstico- de las que ya habían aceptado ser parte de la

59 Me refiero a las y los actores que perteneciendo al grupo de interés o siendo actores cercanos, se
tornan claves para la inserción en campo y la consecución de los objetivos de investigación. Por
supuesto son actores/as que pueden abrir unas puertas y cerrar otras, pero la discusión al respecto
rebasa los alcances de este documento.
60 En ese momento comencé a dudar sobre la participación de Dulia y a finales de abril del 2012 me
anunció que no participaría en la investigación. Un par de semanas después supe por medio de Esther,
que a su vez se enteró por medio de Marilú –ambas interlocutoras en mi investigación-, que Dulia no
quería participar porque no encontraba el beneficio concreto en su vida. “¿Qué gano yo?” parecía ser la
pregunta de fondo. Aunque intenté que Dulia expresara abiertamente los motivos para no participar,
sólo argumentó la carga de trabajo y sus ocupaciones familiares los fines de semana para negarse.

123
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

investigación en extenso: Esther, Marilú y Margarita, las tres empleadas


domésticas con las que construí interlocución.

En mis desplazamientos en el territorio municipal tuve oportunidad de


conocer a Lucrecia,61 enfermera que participaba en el Museo Comunitario de
Valle de Xico y que, en tanto portera, inició una micro “bola de nieve” que me
llevó a Cristina y Rosa María -las dos ex empleadas domésticas que tuve como
interlocutoras.

De este modo, con el paso de los meses y a medida que fui avanzando en
la aplicación de la estrategia metodológica con estas cinco mujeres, mi unidad
de análisis se concentró en empleadas y ex empleadas domésticas originarias
de municipios rurales que habitan en el Valle de Chalco Solidaridad desde hace
más de dos décadas; tienen más de 40 años de edad y experimentan alguna de
las fases de la tercera etapa de los TRS.

2.3.1.1 Lo positivo de los “casos negativos”


A pesar de los contactos establecidos por medio de mis cinco interlocutoras y
porteras como Lucrecia y las jóvenes habitantes del espacio donde viví
rentando, varios se limitaron a encuentros y conversaciones esporádicas que no
me permitieron construir con Cleotilde, Silvia, Isabel, Julisa, Anónima, América
y Verónica, a quienes en algún momento consideré informantes secundarias,

61 Lucrecia, aunque al principio cuestionó varios aspectos de mi investigación –por ejemplo, lo que yo
haría en caso de encontrar a una mujer que por lo “delicado” de su historia de vida necesitara apoyo
psicológico; sugerir que sería mejor incluir a una psicóloga social en el proceso de investigación y
solicitarme un ejemplar del cuestionario que fungió como el primer instrumento para acercarme a los
ejes de investigación-, accedió a contactarme con algunas mujeres que consideró querrían participar
en mi investigación y cuyas historias de vida me resultarían “interesantes”.

124
AVRIL ARJONA LUNA

las interlocuciones buscadas por medio de la aplicación de la estrategia


metodológica completa.

En mi experiencia, y seguramente por las desigualdades materiales y


simbólicas, las relaciones transaccionales se juegan en los distintos espacios y
sentidos de la vida cotidiana, asignando también lugares -o no lugares- a las
investigadoras e investigadores sociales. En este sentido, y me parece
fundamental decirlo, las y los actores de los grupos sociales a los que nos
acercamos tienen posibilidades de resistirse, negarse o colaborar con las
investigaciones sociales que muchas veces gozan de prestigio sólo entre grupos
sociales de orden académico.

Los casos negativos de los que hablan los y las especialistas de la Teoría
Fundamentada, entendidas en este caso como las mujeres que no participaron
cabalmente en mi investigación, me permitieron observar algunos
“contratiempos” que reflejan las condiciones materiales y simbólicas de
posibilidad para la participación de las mujeres en espacios y relaciones sociales
que pueden poner en peligro las fronteras socialmente impuestas entre lo
público y lo privado.

En este sentido, desde la situacionalidad, encontré que algunas mujeres


de sectores urbano populares con trayectoria en el empleo doméstico tienen
representaciones negativas sobre la posibilidad de hablar con una desconocida

125
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

sobre su vida y los aspectos que consideran privados62 o que pueden resultar
difíciles de recordar por representar episodios dolorosos. 63

En general hay poca disposición de tiempos 64 y espacios para algo que


parece ocioso o chismoso y que, por lo mismo, puede prestarse a malas
interpretaciones en sus relaciones sociales fundamentales, como son aquéllas
con el esposo o las/os hijas/os. Cuando persisten algunas necesidades
materiales -como la alimentación, el vestido, la educación y la vivienda- y
simbólicas -como la interacción familiar, la pertenencia a una comunidad
religiosa y el respeto a la privacidad familiar-, las condiciones para la
participación social están, material y simbólicamente, muy constreñidas. Los
cambios de horarios y días de trabajo, las problemáticas familiares relacionadas
con las enfermedades de sus progenitores y otras asociadas a las condiciones
laborales de sus esposos o yernos, son fenómenos biosocioculturales que
repercuten en la organización de los tiempos y la distribución de espacios y
lugares que ocupan estas mujeres.
62 Anónima argumentó que no podía contestar al cuestionario porque se trataba de cuestiones privadas, y
para hablar de ellas tendría que consultarlo, primero, con su esposo. Después supe que sus hijas la
animaron a participar, ¿qué podía pasar?, pero al parecer su esposo no pensó lo mismo.
63 Cleotilde no se mostró cómoda hablando de su trayectoria de pareja pues dejó ver que la relación con
su esposo es distante desde hace varios años –cuando decidió vasectomizarse para no tener más hijos.
Para Silvia resultó doloroso hablar del robo de su primogénito y prever que sería un tema al que
volveríamos en algún momento; además se mostró incómoda cuando quise abordar sus
representaciones en torno a la virginidad de las mujeres.
64 Ni Cleotilde ni Verónica, a la larga, presentaron el interés ni las condiciones de tiempo mínimamente
necesarios para seguir adelante con las entrevistas a profundidad. Silvia e Isabel también
argumentaron dificultades de tiempo, pero en ambos casos se suma un problema tecnológico
específico: a Isabel le cortan el teléfono frecuentemente y Silvia estuvo por lo menos tres meses sin
teléfono. En abril de 2013 implementé estrategias varias –como visitarlas en sus casas sin confirmar el
encuentro pactado en la entrevista anterior o dejarles recados de viva voz en sus domicilios- con la
intención de pactar nuestras próximas citas, pero no funcionó porque no les daban mis recados, o los
ignoraron, y si no llamaba para confirmar me dejaban plantada sin problema alguno.

126
AVRIL ARJONA LUNA

En este orden de ideas, y a pesar del desgaste inicial que resultó la


incertidumbre en torno a la participación intensiva y extensiva de las mujeres,
los casos negativos indicaban que iba por buen camino con quienes -aún con
incertidumbres sobre lo que realmente pasaría si colaboraban conmigo-
encontraron en sí y en mí las condiciones para construir interlocuciones en la
aplicación de toda la estrategia metodológica.

2.3.2 La construcción de interlocuciones: de la encuesta a la


conversación
Desde un principio mi apuesta fue por el diseño de investigación basado
fundamentalmente en las metodologías cualitativas, pues son las más viables
cuando “la perspectiva de la realidad que se busca conocer es el punto de vista
de los actores, la interpretación desde la experiencia vivida” (Szasz y
Amuchástegui, 1996: 22). Desde ésta óptica, las técnicas e instrumentos de
investigación son concebidos como “dispositivos de intervención porque, al mismo
tiempo que complementan y constituyen parte de la estrategia metodológica
general, crean efectos en el campo investigativo susceptibles y necesarios de ser
analizados” (Rivas, 1996: 205-206).65

Sin embargo, y probablemente por mi formación sociológica, no podía


imaginar un acercamiento que no combinara enfoques y técnicas cualitativas y

65 La autora alude a la escuela institucionalista francesa (Louraru, Lapassade y Ardoino), al usar el


término dispositivo. Este concepto permite “analizar y tomar en cuenta el impacto –entre sujeto-objeto-
que se produce en la interacción (en una investigación). Las diferencias por grupos de edad, de género,
de clase social y del origen étnico, así como las relaciones de poder que se suscitan bajo estas
condiciones, son elementos que se ponen en juego durante el desarrollo de la … investigación” (Rivas,
1996: 206). Durante el trabajo de campo desarrollé varias reflexiones al respecto que en este
documento final he buscado sintetizar en lo general.

127
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

cuantitativas, de modo que en el diseño de la estrategia metodológica el


cuestionario representó la primera fase del acercamiento al problema de
investigación. La técnica de encuesta consistió en un cuestionario con
preguntas cerradas y abiertas que fue aplicado por mí en el espacio dispuesto
por las empleadas domésticas. Se trata de una herramienta que contiene de
forma superficial los principales ejes que configuran mi investigación: datos
sociodemográficos de las informantes y su familia propia, eventos básicos de la
trayectoria en el empleo doméstico y otras ramas del empleo remunerado,
eventos básicos de la trayectoria migratoria y de la sexual y de pareja (Anexo
Metodológico, 1.1 Cuestionario para informantes principales).

El objetivo fue obtener información que sirviera de base para


posteriormente profundizar en cada trayectoria y sus relaciones con otras por
medio de las técnicas de entrevista. Así, con nueve mujeres encuestadas generé
una matriz cuanti-cualitativa básica por medio de la sistematización con el
programa SPSS -una útil herramienta para el análisis estadístico.

La técnica de encuesta tiene varias posibilidades según mi experiencia en


campo: 1) es una forma sencilla de comenzar a observar las diferencias
lingüísticas entre investigadora e informantes y permite los primeros cambios
en las formas de acercamiento a las sujetas de investigación; 2) si se audiograba
es mejor, pues permite conservar la información tal y como se dijo en caso de
que las informantes se explayen -como fue mi experiencia en varios casos-; 3) la
sistematización de la información recabada es relativamente sencilla y permite
un panorama general para trazar el proceso retrospectivo, reflexivo y del
ejercicio de la memoria y la confianza de las interlocutoras que participaron en
la siguientes etapas de la recopilación de información densa.

128
AVRIL ARJONA LUNA

Por otra parte, la principal limitación de la encuesta es que arroja


información muchas veces imprecisa, espontánea, poco reflexiva y
normalmente de baja densidad. Además, es necesario considerar que la rapidez
con la que se levanta un cuestionario cuando se vive en el lugar y las
posibilidades de encuentro se representan como innumerables, puede ser un
mito dependiendo del tipo de informantes.66

En cuanto a la estrategia metodológica de corte cuantitativo por medio de


la sistematización y análisis de información sociodemográfica y estadística, el
reto inicial fue encontrar las bases pertinentes para armar matrices que
esquematizaran el contexto de mi estudio en materia de empleo,
morbi-mortalidad, familia y sexualidad. Puesto que la demografía tiene tanto
posibilidades como limitaciones, la búsqueda y sistematización de información
puede tornarse compleja e incluso tediosa. Por supuesto que cada materia
implica limitaciones y retos, pero en definitiva la que mayores dificultades me
implicó, por la forma en que funcionan las instancias gubernamentales, fue la
morbi-mortalidad.67 Con todo, en el siguiente capítulo presento el producto del

66 Levantar el cuestionario con mis cinco interlocutoras me tomó entre dos y cuatro encuentros
programados. Esto se debió, en parte, a que en los primeros encuentros se estaba propiciando el
rapport básico; también pudo influir el hecho de que a excepción de Cristina, estas mujeres no habían
participado en una investigación social formal, de modo que aplicaron sus formas del habla cotidiana
y permitieron, en distinto grado, un diálogo más o menos fluido con base en los objetivos de mi
investigación.
67 Con la intención de gestionar el acceso a datos sobre morbi-mortalidad de la población y atención a la
salud sexual de las mujeres en el municipio de interés, me acerqué a la Jurisdicción Sanitaria de
Amecameca, la número 10. La interacción con funcionarias y funcionarios de esta instancia
intermunicipal no fue sencilla porque el trato burocrático es sumamente jerarquizado y fácilmente
perceptible cuando se persigue observarlo con cautela. A la tramitología característica de las
instituciones e instancias de gobierno hay que agregar el desdén y la indiferencia de las y los
servidores públicos que, en tanto médicos, parecen investirse de un halo de poder, omnisciencia y
pureza difíciles de igualar. A pesar de que llevé dos oficios, las respuestas fueron negativas; ellos –

129
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

análisis estadístico en relación con la etnografía del Valle de Chalco


Solidaridad.

2.3.2.1 Los antecedentes familiares y personales: el mapa como intento fallido


de la genealogía
La segunda fase de la estrategia metodológica consistió en lo que ahora me
parece un acto tan aventurero como aventurado: la elaboración de las
genealogías de las mujeres participantes. Esta técnica me resultó seductora
porque permitía tener claridad en sus relaciones de parentesco y en la
horizontalidad y verticalidad de las mismas. Lo cierto es que, a falta de una idea
clara de la técnica y su implementación, finalmente establecí un instrumento,
relativamente abierto, que me permitió mapear los antecedentes familiares y
personales de mis cinco interlocutoras.

El mapeo me permitió: 1) ubicar a las mujeres en el esquema de


parentesco de su familia de origen y distinguir los orígenes de sus
antepasados/as; 2) ubicar gráficamente el número de uniones, e hijos/as por
cada unión, de las participantes; 3) conocer quién en su familia de origen y
entre sus antepasados habla/ba y/o comprendía/de lenguas indígenas; 4) ubicar
a las y los parientes directos o indirectos que también han trabajado como
empleadas/os domésticas/os; 5) tener algunos referentes de las trayectorias
reproductivas de las madres de las mujeres para compararles con las de estas
últimas; 6) reconocer que en las familias de origen se suscitaron procesos
migratorios diversos que incluían no sólo los de las mujeres con las que

según me explicaron- no están obligados a dar información, sería un favor. Y bueno, “el favor” nunca llegó; a
pesar de que tuve oportunidad de presentar mi solicitud, personalmente, al Jefe de la Jurisdicción
Sanitaria en una de las dos sesiones del Comité Municipal de Salud a las que asistí.

130
AVRIL ARJONA LUNA

interactué, sino los de sus progenitores y sus hermanas/os; y 7) tener algunas


nociones sobre las diferencias en la esperanza de vida y los procesos de
enfermedad/muerte al interior de su familia de origen, destacando la diferencia
por género y edad. Es decir, me permitió acercarme gráficamente a la
composición sociodemográfica de algunas familias rurales y urbano populares.

En la mayoría de los casos el mapeo me tomó una sesión y media -aunque


con Esther se llevó por lo menos dos sesiones. En este sentido, los
condicionantes temporales se relacionan, como en el caso del cuestionario, con
condicionantes subjetivos de las partes involucradas en las conversaciones y
que, sabemos, no sólo se relacionan con el proceso de rapport, con las
expectativas y las cuestiones de vida que para ellas resultan importantes, sino
también con la imposibilidad ética, política y epistemológica que asumí para
resistir, por lo menos al principio, interrumpirlas desde la situacionalidad
ETIC, sin más ni más.

2.3.2.2 La conversación semiestructurada, la participación observadora y el


diario de campo
El tercer y fundamental paso en la estrategia metodológica fue la entrevista que
denomino conversación semiestructurada y que inicialmente calculé sumarían
alrededor de 20 por interlocutora. En el siguiente cuadro presento una síntesis
al respecto en la que destaca que tuve un mínimo de 17 y un máximo de 35
conversaciones de este tipo.

Pocas no fueron audiograbadas y en todos los casos se debió a fallas


técnicas con el aparato. Para cada caso presento un promedio de la duración

131
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

por interlocutora que, a su vez, me permitió calcular un promedio general de la


duración. Así, como se observa, en promedio mis entrevistas duraron una hora
y media. Esta resultó una técnica extensivamente utilizada porque permitió
obtener densidad en las narraciones cuando, como sucedió con estas mujeres,
se suscitaron las condiciones propicias para que profundizaran en los
significados, valores, expectativas, experiencias, eventos, hechos y prácticas a lo
largo de sus cursos de vida, en distintos espacios y tiempos.
Cuadro 1. Conversaciones por interlocutora

Características generales

Audio- Con notas y Duración promedio


Interlocutoras
grabadas sin audio de las entrevistas

Cristina 35 100 minutos


Rosa María 17 100 minutos
Marilú 19 2 90 minutos
Margarita 26 1 100 minutos
Esther 27 80 minutos
Total 124 3 94 minutos
Elaboración propia. Fuente: Entrevistas, notas de entrevistas y diario de
campo. Trabajo de campo 2012- 2013.

El instrumento que elaboré (Anexo Metodológico, 1.2 Guía de entrevista para


informantes principales) estuvo concebido bajo el método estrictamente
biográfico que caracterizo como ETIC, y en la estrategia metodológica requería
de dos preámbulos -el cuestionario y los antecedentes familiares y personales.
Este instrumento se divide en dos grandes apartados con subapartados:

1) Los ejes generales, detonadores o introductorios. La idea fue abordar la


relación entre salud, trabajo, familia y los tiempos y actividades
actuales, enfatizando con ello las experiencias y situaciones por las
que pasaban mis interlocutoras al momento del trabajo de campo. El

132
AVRIL ARJONA LUNA

primer apartado contempla los momentos más representativos o


significativos en su vida; las diferencias y similitudes de género; los
eventos de la sexualidad; el lugar de origen y las condiciones de vida,
las relaciones sociales y los procesos migratorios; el empleo
doméstico y la experiencia en las distintas modalidades del mismo, y
por último la historia de pareja.

2) Los ejes de profundización y articulación entre eventos y trayectorias.


Buscaba abordar los eventos de la sexualidad en relación con las
formas de atención a los procesos de s/e/a asociados con ésta, con el
trabajo, la familia y la migración. Esto implicó desarrollar sub ejes
que abordaran los eventos de la sexualidad que problematicé -la
menopausia,68 la menarca y las menstruaciones, el ejercicio de la
sexualidad y la primera relación sexual, los embarazos, partos y
puerperios, el aborto y la anticoncepción- en tanto trayectoria de
eventos y transiciones que resultan disruptivos de otras trayectorias
de vida, y viceversa.

No encuentro limitaciones intrínsecas a la técnica de entrevista


semiestructurada a profundidad, que bajo el enfoque (auto)biográfico
denominé conversaciones semiestructuradas, sino complejidades relativas al
problema de investigación, a la experiencia de la investigadora -incluidos sus
referentes socioculturales- y a las características socioculturales de las personas
con quienes se trabajan.

68 Como veremos en el Capítulo VII, mi acercamiento a este evento de la última etapa de los TRS estuvo
referenciado por la perspectiva ETIC de la biomedicina. A pesar del sesgo que podría implicar,
considero que fue un muy buen punto de partida para detonar al respecto en las conversaciones
semiestructuradas.

133
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

Reflexionando sobre el decurso de las conversaciones, encuentro que


requieren la agudeza de la investigadora para buscar comprender los
significados de términos desconocidos y, al mismo tiempo, tener la sensibilidad
para explicar lo que entendemos por un determinado término o palabra
evitando predisponer la respuesta de las informantes en un diálogo en sí
intercultural.69 Esto, a su vez, se relaciona con la apertura de las interlocutoras a
explicar o profundizar en sus saberes, pues en ocasiones requerir la explicación
profunda de un término o experiencia puede provocar reacciones de disgusto
cuando interpretan que la investigadora cuestiona sus creencias y referencias
por considerarlas inválidas.

La entrevista a profundidad demanda paciencia para acordar los


encuentros y propiciar un ambiente con la menor cantidad de distractores
como la televisión o la radio que sobre todo Cristina y Margarita escuchaban
frecuentemente y a altos volúmenes -por lo que con la misma frecuencia solicité
bajar el volumen para escucharnos mejor. También implica un ejercicio
constante de almacenamiento, revisión y memoria sobre aspectos, hechos,

69 El cuestionario que elaboré tiene un sesgo que corregí en las conversaciones semiestructuradas. Me
refiero al hecho de que con el primer instrumento sólo hice preguntas relativas a las formas en las que
se atienden cuando se enferman, es decir, cuando la salud, que podemos considerar un bien de
acuerdo con las representaciones de algunas interlocutoras, se ve afectada. Para corregir la inducción
generada por el cuestionario incluí un par de preguntas en las entrevistas: ¿qué es la salud? y ¿cómo
hace usted para mantenerse sana? Considerando que la investigación es un proceso complejo, no es de
extrañar que en el transcurso del mismo se detecten “males” -es decir el sesgo- y se implementen
“remedios” –la ampliación de preguntas a profundidad. Con estas modificaciones he detectado que
todas mis interlocutoras tienden a hablar de su enfermedad y reconocen la necesidad de atenderse –
aunque sea dejando que pase solo-, excepto cuando se representan como personas que “no se enferman”
y que por ende podrían parecer “sanas”. Es decir, más allá del sesgo en mi cuestionario he visto que en
ocasiones hablar de enfermedad/padecimiento lleva a hablar de la salud –sus representaciones y
prácticas- y viceversa.

134
AVRIL ARJONA LUNA

eventos y personajes ya mencionados en entrevistas anteriores con cada una de


las participantes. Esto puede ser sencillo cuando se manejan pocos casos, pero
en general resulta complejo cuando se abordan procesos diacrónicos
conjugados con la inserción en, la interacción con y la adaptación a un medio
sociocultural nuevo durante el viaje antropológico.

Cuando las entrevistas son audiograbadas, la sistematización completa


de la información requiere muchas horas de trabajo de escritorio para la
70
transcripción, la categorización y el análisis. La familiarización y
sistematización por medio de la elaboración de códigos y categorías que guían
hacia al análisis lleva tiempo y requiere de imaginación, trabajo y paciencia
-porque el pensamiento necesita asentarse. Estos no son inconvenientes en el
sentido estricto, pero sí son fases a considerar como parte del proceso que
puede implicar la investigación social cualitativa no grupal apoyada en esta
técnica de gran densidad.71

70 Agradezco al Lic. Yasser Martínez Tapia, al Lic. Juan Pablo Herrera López y a la Lic. Tonali García
Mendoza por su colaboración en la transcripción del 30% del total de las entrevistas señaladas. Para
ello llegamos a un acuerdo económico y elaboré una guía de transcripción que facilitara esta labor.
71 En mi experiencia, las dificultades ergonómicas en la vida cotidiana moderna, el estrés, el
sedentarismo asociado a buena parte de las actividades remuneradas que he tenido y el (ab)uso de la
escritura a máquina con fines diversos, derivaron en la cervicalgia que me atosigó durante buena
parte del viaje antropológico y los dos años subsecuentes, pues las alternativas médicas más viables se
encontraban en el D.F. y atenderme integralmente requería de condiciones que no tenía –por la
situación que atravesaba el curso de mi vida- para la movilidad personal y la organización de mis
tiempos en tanto cuerpo en malestar. Hasta principios del 2014 pude comenzar a tratarme. Este
proceso de salud-malestar-enfermedad encarnado en la situacionalidad de quien investiga me ha
marcado, y a la larga ha modificado algunas prácticas en torno al autocuidado de mí misma. No es mi
intención analizar mi propia trayectoria de atención, pero sí considero necesario notar que las
conversaciones con mis interlocutoras fueron un impulso en la búsqueda de formas de atención no
biomédicas. En cualquier caso, y puesto que entre mis redes amicales he sabido de otras/os
estudiantes de posgrado con padecimientos similares, esta me parece una interesante y pertinente
línea de investigación bajo estos enfoques cualitativos que aquí engarzo con la antropología médica y

135
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

La técnica de entrevista no sólo tuvo lugar en espacios como la casa de


mis interlocutoras e incluso aquella que entonces fungía como mi morada, sino
que el transporte público durante los trayectos de ida y vuelta a sus espacios de
trabajo fueron fundamentales para los casos de Marilú y Margarita. Las
dificultades que encontré en la estrategia de entrevista durante el trayecto son
tres: 1) aunque se audiograben, es necesario tomar notas in situ o
inmediatamente después del trayecto porque frecuentemente la música y el
ruido en los transportes tornan inaudibles algunos fragmentos. Sin embargo,
tomar notas in situ no es fácil por el movimiento y puede ser un proceso que
genere mareos, náuseas y dolor de cabeza. 2) La antropóloga, como la persona a
la que acompaña, se expone a los peligros generales del transporte como son
accidentes y robos. 3) Los trayectos de ida y vuelta pueden ser extenuantes
considerando que entrar al espacio de trabajo de mis interlocutoras no fue una
alternativa; en este sentido, ir y regresar al municipio para otra entrevista pudo
ser agotador no tanto por el recorrido, sino por lo que para mí representa
contaminación auditiva en el transporte. Si por el contrario la idea es esperar la
salida de la informante para acompañarla de regreso, siempre será necesario
buscar la forma de aprovechar esos tiempos “muertos” para el desarrollo de la
investigación.

Dada la importancia que tiene la observación y participación directa en la


antropología social, tal herramienta fue un objetivo inicial finalmente
conseguido. Así, de entrada busqué participar para observar directamente los
trayectos de mis interlocutoras a su trabajo y, en la medida de lo posible,

los estudios en torno a las y los sujetos de procesos de s/e/a asociados al trabajo académico y otros de
escritorio.

136
AVRIL ARJONA LUNA

cualquier otro espacio que las mujeres quisieran compartirme y me acercara a


sus trayectorias, espacios y relaciones significativas.

Durante los primeros nueve meses del 2013 participé de los trayectos al
trabajo porque el horario de invierno resultó más viable en la medida que
limitaba la posible exposición a riesgos asociados a la oscuridad. Acompañar a
Marilú y a Margarita72 en sus trayectos me permitió conocer sus
representaciones sobre los cambios en el transporte público -especialmente a
raíz de la nueva línea del metro- y los peligros que enfrentan -como caídas,
asaltos y choques- por fortuna no muy frecuentemente. A la par, pude tener
mayor precisión en la ubicación geográfica de los espacios laborales y calcular
mejor los tiempos que hacen en ir y venir, así como los costos del transporte del
que se sirven.

En este sentido, esta alternativa de la observación participante fue


estratégica porque tuve oportunidad de dar continuidad a las entrevistas a
profundidad que, de otra forma, se hubieran aplazado irremediablemente. De
hecho, durante los últimos meses de mi estancia en campo, ésta se impuso
como la forma más aceptada por Marilú para continuar con las entrevistas.

Un plus de la estrategia fue el acceso a las producciones culturales


asociadas a la industria musical y de la radio que forman parte importante de
los referentes que configuran el imaginario social de estas mujeres -marcado

72 Puesto que Esther a veces dormía en el municipio de Chimalhuacán, otras en el D.F. y con el paso del
tiempo la minoría de las ocasiones pernoctaba en Valle de Chalco Solidaridad, decidí hacer sus
trayectos una vez concluida la estancia en campo. Puesto que los trayectos serían desde Chimalhuacán
y la interlocutora me advirtió de la inseguridad que experimentó en su casa –a la que se metieron a
robar- y algunos incidentes sucedidos en el transporte público a finales del 2013, preferí omitir este
tipo de observación participante con ella.

137
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

por criterios de racialización, estratificación y generización. Si bien el impacto


de estos medios y sus mensajes requeriría una investigación en sí, estos
fenómenos serán observados como parte de la cotidianidad municipal a la luz
de la oferta cultural existente -entre la que predominan el reguetón, la música
banda y la ranchera, así como los distintos géneros que tiene aquélla romántica y
que coexisten con el rock urbano tan característico de los grupos urbano
populares.
Cuadro 2. Espacios de observación participante por
interlocutora
En su lugar En sus espacios En espacios
Interlocutoras
de origen domésticos públicos
Cristina x x
Rosa María x x
Marilú x x x
Margarita x x x
Esther x x
Total 3 4 5
Elaboración propia. Fuente: Entrevistas, notas de entrevistas y diario de
campo. Trabajo de campo 2012- 2013.

Como se observa en el cuadro anterior, pude participar para observar


eventos específicos en los casos de Esther, Margarita y Marilú en sus
respectivos lugares de origen.73 A excepción de Esther -quien pasaba por un
periodo familiar complicado-, pude también participar de los espacios y
relaciones con la familia propia y más cercana -hijas/os, nietas/os, pareja- en los

73 La visita a los lugares de origen no fue planeado, surgió conforme se sucedió la interacción y estas
mujeres me invitaron a participar de eventos importantes para ellas y sus comunidades de origen,
todas asociadas a eventos religiosos. En el caso de Esther participé de las tradicionales festividades de
Semana Santa, en el de Margarita participé de los 15 años de su sobrina, y en el de Marilú del Cabo de
año de un familiar cercano. En cualquier caso estas visitas me permitieron observar las distintas
condiciones materiales y simbólicas de estas mujeres y sus familias de origen en aquéllos espacios y
observar que los rituales religiosos siguen fungiendo como mecanismos de relación social importantes
entre ámbitos y actores rurales y urbanos.

138
AVRIL ARJONA LUNA

respectivos domicilios de Marilú, Margarita, Rosa María y Cristina. Por último,


con todas ellas hubo oportunidad de participar para observarlas en interacción
con su contexto en distintos espacios que denomino públicos: como las calles y
el transporte; el Templo, la Iglesia y otros espacios religiosos, y la Casa de la
Tercera Edad en el caso de las dos ex empleadas domésticas.

A Rosa María la acompañé en una ocasión a Chiconcuac y en otra a la


Merced, los espacios donde se surte para sus ventas. Fue una experiencia
interesante y útil porque en el primer caso pude conocer a una de sus
hermanas, radicada en Chiapas, y observar la interacción con su hijo menor, el
único joven universitario entre los hijos e hijas de mis interlocutoras. En el
trayecto a la Merced observé a Rosa María en su tránsito en el transporte
público y aproveché para continuar con nuestras entrevistas como sucedió en
otros casos.

Para el caso de Cristina no aplicó hacer trayectos laborales porque se


dedica al trabajo doméstico de cuidados para su madre y en su propia casa; sin
embargo, sí se presentaron varias ocasiones de acompañarla a la “Casa de la
Tercera Edad” -auspiciada por el DIF municipal- y en una ocasión a un temazcal
por parte del Museo Comunitario de Valle de Xico. Además, casi al final de mi
estancia en campo, también hubo oportunidad de acompañarla a las oraciones
a San Sebastián, uno de los principales Santos de su devoción, en la Delegación
Tláhuac -justo a la altura de una de las fronteras entre Valle de Chalco
Solidaridad y la Ciudad de México. En este último caso pude observarla en
interacción con su novio y la familia de éste, además de percibir la importancia
de la religión también para esta interlocutora.

139
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

La religión como referente fundamental para explicarse y legitimar sus


condiciones materiales y simbólicas de posibilidad y su impacto en las
representaciones de mis interlocutoras será analizada en otros capítulos de la
tesis; sin embargo, por ahora es importante destacar que durante el viaje
antropológico resultó una dimensión poderosísima para la construcción de
interlocuciones y el análisis de las representaciones y prácticas de mis
interlocutoras en distintos momentos de su curso de vida. Así, en tanto no
practicante de religión alguna reconozco que la inmersión en diversos rituales
-como la misa de Comunión y 15 años, los rezos del Cabo de Año, la curación en
el Templo Espiritual y las oraciones colectivas a los Santos- constituyó
experiencias disruptivas y frecuentemente conflictivas con mi propia ideología,
sin embargo, me permitieron un bagaje importante para la interpretación y
análisis.

Todo lo anterior estuvo constantemente apoyado por la implementación


del diario de campo antropológico para llevar una bitácora de mis interacciones
y plasmar algunas reflexiones sobre mi vida cotidiana en el Valle de Chalco
Solidaridad. Bien o mal, decidir usar los cuadernos y las plumas como aliados
principales en la toma de notas y reflexiones sobre mis experiencias, por lo que
posteriormente transcribí las que por medio de la lectura general consideré
más relevantes para mi tesis. 74 Una última técnica de registro implementada
fue la fotografía, de la cual presento ejemplares en distintos momentos del
documento con la intención de dar una “visión” muy concreta de lo que pude
mirar en mi estar necesariamente participativo como viajera.
74 Estos materiales, que considero en general de gran riqueza, me parecen herramientas fundamentales
que perfectamente podrían servir para la redacción de documentos considerados no académicos como
cuentos y novelas.

140
AVRIL ARJONA LUNA

En retrospectiva, considero que las técnicas y los instrumentos


implementados como parte de la estrategia metodológica fueron viables y,
aunque seguramente imperfectos, definitivamente fructíferos. En mi
experiencia, la estrategia metodológica no es una receta ni una camisa de
fuerza que obliga a la pasividad durante el proceso de implementación; por el
contrario, representa la exposición de algunos criterios, ejes y supuestos
iniciales que en el proceso pueden tomar formas más realistas y mejor
informadas.

Por supuesto, las posibilidades y límites de una estrategia metodológica


son diversas y dependen de varios factores, entre los que destaco la experiencia
de la investigadora, los recursos materiales con los que cuenta, las
características del enfoque y las técnicas así como las disposiciones,
experiencias y expectativas de las/os actores con quienes busca el acercamiento.
Para mí fue todo un reto el trabajo de campo antropológico y las entrevistas en
profundidad, de las cuales aprendí muchísimo.

La necesidad de hablar de la vida propia, bajo el esquema de la


subjetividad multidimensional de las interlocutoras, significó tantas
posibilidades como límites de carácter temporal que impactaron también en el
ritmo de las conversaciones y en las dimensiones de las narraciones a tratar.
Doña Cristina, Rosa María, Esther y Margarita representan casos positivos,
pues con fluidez aceptaron las conversaciones en torno a las preguntas que les
hacía; sin embargo, la relación entre biografía y autobiografía no fue
inmediata, implicó el mutuo reconocimiento de las experiencias, eventos y
transiciones de importancia para cada una. En este sentido, los procesos de
s/e/a y la sexualidad fueron, especialmente al principio, dos de los ejes que más

141
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

trabajo me costó introducir en las conversaciones; por lo que decidí dar tiempo
y aprender, mientras tanto, de lo que ellas consideraban importante narrar y
describir en torno a su familia, su trabajo, su lugar de origen y el Valle de Chalco
Solidaridad. De esta forma encontré que las experiencias inmediatas tienen un
lugar fundamental en los temas de los que quieren hablar y que los procesos de
s/e/a y la sexualidad representan trayectorias dialécticamente disruptivas
tendientes a la subalternización en la vida cotidiana.

Reconociendo que en varios sentidos la investigación social para la


consecución de un grado académico puede representar un acto utilitario sobre
las personas que en ella participan en tanto informantes, reconozco también
que soy -ética y políticamente- deudora con estas cinco mujeres que aceptaron
conversar conmigo durante tanto tiempo y en torno a experiencias muy
diversas. En este sentido, tengo el compromiso político de compartir los
hallazgos de mi investigación no sólo con estas mujeres, sino con las actoras y
los actores que podrían intervenir en cambiar para mejorar las condiciones de
vida de las empleadas domésticas en edades adultas. El compromiso ético
también feminista, por otra parte, se sucedió en la medida que pude abrir con
ellas un espacio de diálogo y escucha entre mujeres, en el que verbalizar
experiencias disruptivas poco socializadas pudo servir para disipar o desechar el
mal, como dijera Cristina:

(…) a la vez a ti te sirve para tu trabajo y a uno le sirve para disipar lo


que vivió; porque dicen que debe uno platicar lo que a uno le pasa
porque luego es lo que le hace daño a uno, es como si estuviera uno
envenenándose ahí con aquello y no lo desecha; [platicar] es como
desechar el mal…pero no todas pensamos lo mismo.

142
AVRIL ARJONA LUNA

Ahora vayamos a la sintética presentación de mis cinco interlocutoras


teniendo en cuenta la heterogeneidad en el perfil clásico de las empleadas
domésticas urbanas a la luz de la importancia de los tiempos individuales que
sinteticé en las gráficas del curso de vida que denomino “Trayectorias vitales
graficadas según eventos y transiciones migratorias, laborales, sexuales-de
pareja y de salud/enfermedad”, mismas que analizo y presento
pormenorizadamente en los capítulos IV, V y VI.

2.4 Las empleadas y ex empleadas domésticas75 como interlocutoras:


mujeres nacidas entre 1941 y 1970
La diferencia de edad entre mis cinco interlocutoras puede ser considerada un
problema metodológico que limita las posibilidades comparativas de las
representaciones y prácticas de estas mujeres en torno a la experiencia del
envejecimiento que nos ocupa en tanto complejo proceso biosociocultural. Sin
embargo, la posibilidad de interrelacionar y contrastar los distintos relatos de
vida -situados particularmente en los tiempos y espacios- en torno a
experiencias sociales, como puede ser el empleo doméstico, enriquece el
análisis porque "fue posible encontrar recurrencias, esclarecimientos de puntos
todavía oscuros, pero también aspectos que singularizan esta experiencia y su
interpretación” (Kofes, 1994: 121).

En este orden de ideas, encuentro que la diferencia en los tiempos


individuales hace parte del problema a investigar en la medida que no sólo nos
permite analizar la dimensión personal, sino que abre la posibilidad a

75 Los nombres de mis cinco interlocutoras y de las mujeres que en algún momento fungieron como
informantes secundarias son ficticios y elegidos por ellas mismas.

143
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

contextualizar históricamente en el marco de los tiempos, espacios y


significados sociales las continuidades y discontinuidades de estos fenómenos
tan sociales como individuales, tan estructurales como subjetivos. De este
modo, y como veremos más claramente con el análisis etnográfico, tomando
como eje los dos polos de edad de mis interlocutoras, resulta fundamental
observar que los 29 años existentes entre 1941 y 1970 son los mismos que
proyectados en los cursos de vida nos permitirían tener en cuenta algunos
procesos -sus distintos periodos, etapas y fases- del México rural, urbano y
urbano popular de mediados del siglo XX y hasta casi la segunda década del
siglo XXI.

Es así que sin ser el principal objetivo de investigación, estas diferencias


de edad entre mis casos nos permiten ponderar desde las situacionalidades
espacio-temporales procesos como las bonanzas y crisis económicas, los
avances y estancamientos en el sector salud -sus servicios y sistematización de
datos-, los cambios en los perfiles epidemiológicos de las poblaciones, los
impactos de las políticas de planificación familiar, las inserciones de las
mujeres de distintos sectores socioeconómicos a la fuerza de trabajo
remunerada, la precarización del sistema educativo obligatorio y de las
oportunidades laborales, que muestran tanto continuidades como
discontinuidades generando sinergias que recaerán a corto, mediano y largo
plazo en las generaciones de las/os hijas/os, las/ nietas/os y las/os bisnietas/os
de mis interlocutoras.

Al concebir los procesos en tanto acumulativos y con efectos variables


(Mendoza, 2004) sobre los espacios, relaciones y esperiencias familiares,
laborales, sexuales/de pareja y de s/e/a, pretendo acercarme a las similitudes,

144
AVRIL ARJONA LUNA

las diferencias, las continuidades y las discontinuidades observables en el curso


de vida considerado como un proceso continente y contenido por otros cursos
de vida cuyos eventos, transiciones y etapas resultan fundamentales. En este
sentido, como asegura Zuanilda Mendoza, es necesario “un modelo dinámico”:

que ligue las transiciones y etapas de las biografías de las mujeres


con, por un lado, las etapas y características de las organizaciones
familiares domésticas de las cuales son miembros y por el otro, con
las transformaciones sociales, económicas y políticas que
condicionan y determinan el campo de posibilidades para la
elaboración de estrategias y proyectos vitales (2004: 41).

Para la contextualización sociohistórica han resultado fundamentales


otras investigaciones ya referidas en capítulos anteriores, pero también los
datos estadísticos y sociodemográficos de los que dispuse para enmarcar las
interpretaciones individuales de experiencias sociales. En cuanto a la
subjetividad, el arte del que habla Kofes fue encontrar la relación entre
presente, pasado y futuro en sus relatos -mediados por la intervención
conversacional a partir de preguntas, comentarios y reflexiones siempre
situadas.

A la larga, el producto sintético más relevante de la estrategia


metodológica fueron las gráficas de los eventos y transiciones de vida que pude
trazar para mostrar tanto las generalidades como las particularidades en los
cursos vitales de mis cinco interlocutoras en su trayectoria, proceso y
experiencia del envejecimiento. Esta herramienta resultó muy útil para
terminar de cuadrar la compleja estructura del análisis de las trayectorias
vitales graficadas según los eventos y las transiciones esquematizadas en tres
grandes etapas delimitadas por los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad.

145
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

Por supuesto, la idea de las gráficas está en deuda con otras


investigaciones que han utilizado las trayectorias -de atención como será el
caso de Rosa María Osorio (2001); reproductivas como es el caso de Ángeles
Sánchez Bringas (2003) y Alma Degante Sánchez (2014), laborales como es el
caso de Alejandra Oyosa Romero (2012) y otras diversas presentes en las
investigaciones de Fabiola Pérez-Baleón- y sus diversas posibilidades de
graficación como herramienta heurística. Así, con base en las posibilidades y de
acuerdo con las trayectorias vitales de mi interés -la laboral, familiar, sexual-de
pareja y de s/e/a- tracé esta suerte de mapas que nos guiarán para ubicar cada
caso en el conjunto de casos significativos -tanto por sus similitudes como por
sus heterogeneidades.

Las heterogeneidades, como he intentado mostrar en este capítulo,


fueron surgiendo en el proceso del trabajo de campo durante el viaje
antropológico conforme fui construyendo mi unidad de análisis con base en
casos empíricos, que obligaban a modificar y ampliar los criterios de edad,
trayectoria en el empleo doméstico y lugar de origen de las mujeres
participantes en la investigación. Al ampliar el rango de edad y finalmente
situarlo entre los 42 y 71 años, me permitió un panorama más amplio de la
última etapa de los TRS, de su impacto en los procesos y experiencias de
envejecer y, en ese sentido, en los eventos y transiciones posibles en las
trayectorias laborales y familiares de estas mujeres.

Así, incluir a mujeres con trayectorias diversas en el empleo doméstico


originarias de municipios rurales funcionó porque me obligó a
(re)fundamentar mi problema de investigación en dos sentidos. Por un lado,
me permitió reconocer los variados procesos migratorios que reflejan la

146
AVRIL ARJONA LUNA

configuración socioeconómica y cultural del Valle de Chalco Solidaridad; y, por


otro, me obligó a problematizar el origen rural como ámbito socializador ya no
solo desde la homogeneidad sino también desde la heterogeneidad derivada de
las distintas latitudes de origen. Sin embargo, para mi investigación, uno de los
hallazgos más importantes fue encontrar la recurrencia de representaciones y
prácticas de jerarquización según el género, el estrato socioeconómico y la edad
en cinco espacios-tiempos distintos.

Las particularidades me llevaron a encontrar generalidades que


trascienden las experiencias de mis interlocutoras y que muestran procesos
sociales más amplios en el contexto sociohistórico en el que se han sucedido
cambios y continuidades en las relaciones y dinámicas migratorias, laborales,
familiares, de género, sexuales y de s/e/a desde mediados de los años 50 del
siglo pasado. Los antecedentes familiares y personales, que requerirían una
investigación en sí, sirvieron para este análisis, puesto que evidencian varias
continuidades y discontinuidades entre generaciones. 76

En cuanto al empleo doméstico en las trayectorias laborales de sus


familias de origen y propias, encontramos justamente dos momentos más o

76 Por ejemplo, las cinco tienen tías/os, hermanas/os, hijas/os y/o sobrinas/os migrantes que
principalmente en busca de trabajo se desplazaron a entidades distintas a aquéllas en las que nacieron
-destacando que todas tienen al menos un/a pariente que vive o ha vivido en EUA. Otro ejemplo es que
las madres de mis interlocutoras tuvieron en promedio 11 hijas/os, y sus periodos intergenésicos
muestran un patrón de año y medio a dos años entre el nacimiento de sus respectivos/as hijos/as, de
modo que tienen eco con la experiencia reproductiva de Cristina, la mayor de entre mis interlocutoras.
Sin embargo, a partir de Rosa María observamos posibilidades de cambio en estos procesos, entre los
que su caso y el de Marilú destacan no sólo por el aumento en el lapso de tiempo entre un embarazo y
otro, sino por la clarísima disminución en el número de hijas/os, que en estos dos casos no sobrepasa
los tres, y que ya en general disminuye a cinco hijos/as promedio entre mis interlocutoras -marcando
una nueva tendencia a la baja en los patrones reproductivos entre sus hijas e hijos.

147
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

menos claros en torno a este ámbito laboral. Por un lado, el perfil clásico al que
dan vida mis cinco interlocutoras surge de una suerte de “nicho laboral” (Durin,
2008) al que generacionalmente les resultó difícil sustraerse dados los bajos
niveles educativos, que en estos casos encuentran un “techo de cristal” (Burin,
2008) a la altura de la primaria completa que sólo consiguió Margarita, y
porque el empleo doméstico como espacio-lugar legitima tanto el trabajo
infantil y adolescente como las dinámicas de dependencia entre ámbitos
urbanos y rurales y entre sectores socioeconómicos jerarquizados material y
simbólicamente. De esta forma, no es de sorprender que entre las tías y
hermanas mayores de mis interlocutoras haya habido empleadas domésticas
que les abrieron su red laboral para las tempranas inserciones que apuntalaron
trayectorias considerablemente sólidas en este ramo del trabajo remunerado.

Por otra parte, las generaciones de mujeres, como mis interlocutoras, nos
permiten observar ya en sus familias propias hubo tanto continuidades como
discontinuidades en el nicho laboral, pues si bien sigue siendo un ámbito para
la obtención de ingresos para las hijas y nueras de estas mujeres, también se
observan otras oportunidades laborales asociadas a los modos de vida urbano
populares y al ligero aumento que en general veremos en los niveles de
estudios.

En este sentido, y en la medida que sociohistóricamente estos cinco casos


han sido parte del aumento en la participación laboral remunerada de las
mujeres, es necesario destacar que, como muchas otras trabajadoras
extradomésticas, han encontrado dificultades para legitimar y articular los
distintos roles sociales que han desempeñado más allá de las tareas
reproductivas que socialmente les han sido asignadas.

148
AVRIL ARJONA LUNA

2.4.1 Cristina

Nació en Guanajuato en el año de


1941, así que en el 2012 tenía 71 años.
Ella fue la primera hija sobreviviente
de entre los 14 hijos, seis hombres y
ocho mujeres, que tuvieron el difunto
Don Alejandro y la anciana Doña
Katia.

Para el análisis, el caso de esta


viuda y ex empleada doméstica
destaca porque es la mayor de mis
interlocutoras y, a pesar de la edad y de ser la única que no sólo tiene nietos/as
sino también bisnietos y tataranietos, no se siente viejita. Al contrario de algunas
interlocutoras más jóvenes, se reconoce la posibilidad de tener la compañía de
un hombre, su actual novio. Su proceso migratorio la caracteriza como la única
que llegó a la ZMCM después de la segunda década de vida. Es también, de
entre mis interlocutoras e informantes secundarias, la que más conoce de
plantas medicinales y sus usos.

La experiencia de un aborto por antojos la torna única entre mis


interlocutoras, pues no sólo nos introduce al análisis de las distintas causas de
un evento como éste, sino que ninguna otra tuvo una experiencia similar.
Además, también es la única que atendió el total de sus partos bajo atención
tradicional. Finalmente, es la que tiene una participación comunitaria más

149
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

clara, refiriendo otros espacios, lugares y relaciones sociales que trascienden a


la familia, el trabajo y la religión.

2.4.2 Rosa María


Nació en Chiapas en el año 1954; cuando
la conocí tenía 58 años y manifestó sentir
el peso de la edad. Ella fue la quinta hija
de doce, ocho mujeres y cuatro hombres,
que tuvieron el fallecido Don Máximo y
Doña María -que cuenta con más de 80
años de edad.

Para el análisis, el caso de esta ex


empleada doméstica destaca porque se
unió en sólo una ocasión y es la
interlocutora cuyo tránsito laboral se
sucedió hace más tiempo y representa un ejemplo de la aspiración popular de
ser trabajadora por cuenta propia. Destaca porque su esposo es, entre las
interlocutoras unidas, el único con un empleo formal que incluye prestaciones de
ley; además, la suya es la única familia con un hijo que concluyó estudios
profesionales. Por otra parte, fue la única que enfrentó problemas para
embarazarse, cuestión que nos introduce a las formas de atención vinculadas
con este fenómeno. También, en relación con su trayectoria reproductiva,
representa el segundo caso con menor número de hijos.

150
AVRIL ARJONA LUNA

Rosa María es también quien más duda de la existencia de los SFC y de las
formas de atención tradicionales; sin embargo, aunque tiene acceso a las
formas de atención biomédica como parte de las prestaciones laborales de su
esposo, ha tendido a usarlas cada vez menos y sólo en relación con la diabetes
diagnosticada recientemente. Aunque como Cristina ha tenido la posibilidad de
vincularse en la participación comunitaria, se ha mantenido al margen para
evitar problemas que asocia al hecho de intentar ponerse de acuerdo y cooperar
al parejo. Aún así, durante los dos últimos años en que vivió en el Valle de Chalco
Solidaridad asistió a la Casa de la Tercera Edad ya referida.

Los ecos entre las experiencias de vida de Cristina y Rosa María que
quiero destacar por ahora son la edad, pues ambas tenían más de 55 años
cuando las conocí; el referente común de la vinculación con el Museo
Comunitario del Valle de Xico y más recientemente con las actividades que
tienen lugar en “la Casa de la Tercera Edad Callicanalalowa” -esto en parte
porque vivían en la misma colonia-; el retorno en ambos casos a su propio
ámbito doméstico como principal espacio-lugar tras el abandono permanente
del empleo doméstico, y la experiencia de la última etapa de los TRS entre los 45
y 48 años de edad.

Una de las diferencias más representativas será el lugar que ocupan al


interior de sus familias propias en la medida que una es dependiente
económicamente y la otra no. Otra diferencia representativa es que mientras
Cristina guarda una relación experiencial cercana con los SFC y las formas de
atención tradicionales, Rosa María en general se ha resistido a legitimarlos. La
cercanía con sus respectivos lugares de origen representa una diferencia

151
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

también sustancial, pues mientras Cristina no tiene algo que la ligue, Rosa
María regresó a vivir a Chiapas muy recientemente.

2.4.3 Marilú

Nació en Puebla en el año de 1961 y tenía 51


años cuando inicié el trabajo de campo, de
modo que es la mayor de mis
interlocutoras activas en el empleo
doméstico de entrada por salida. Marilú es
la primogénita de 10 hijos -ocho hombres y
dos mujeres, la primera y la última- que
tuvieron Doña Eulalia (más de 70 años) y el
recientemente finado Don Felipe.

Para el análisis, el caso de Marilú


destaca porque es la interlocutora con
menor número de hijas -reflejando un cambio drástico con su familia de origen
y con la mayoría de mis interlocutoras. Se trata de una mujer con una única
unión en pareja y que nunca más volvió a tener relación con otro hombre, según
aseguró. Su caso resulta relevante porque como Cristina, aunque por motivos
distintos, enfrentó un aborto espontáneo. Además es la única que en algún
momento contrató los servicios de una empleada doméstica.

También destaca porque es la más apegada a la religión espiritualista y en


el Templo deposita casi toda la eficacia de atención a la que se apega, espacio en
el que a la larga tampoco ha sido sencillo encontrar remedio a los problemas

152
AVRIL ARJONA LUNA

circulatorios que presenta. En este sentido, en la última etapa del curso de vida
sus procesos de s/e/a han repercutido poderosamente en su trayectoria laboral
y en las condiciones materiales y simbólicas de ella y su hija menor.

2.4.4 Margarita77
Nació en el Estado de México en el
año de 1963, de modo que en el 2012
tenía 49 años de edad. Es la
séptima hija de doce, diez hombres
y dos mujeres, que tuvieron el
fallecido Don Wilfrido y Doña
Joaquina -ella de más de 80 años de
edad. Margarita se convirtió, con el
paso de los años y la muerte de
varias/os hermanas/os, en la única
hija -mujer- que le vive a Doña Joaquina.

Para el análisis, el caso de esta empleada doméstica es destacado porque


es la única que concluyó la primaria y en algún momento de su trayectoria
laboral tuvo un empleo formal con prestaciones de ley, de las cuales echó mano
para atender eventos de la trayectoria sexual reproductiva. Destaca que se haya
practicado una salpingoclasia a escondidas de su actual esposo, e incluso que
haya intentado abortar a uno de sus hijos sin conseguirlo. Esto es relevante
porque el joven ha presentado serios problemas con el consumo de alcohol y

77 En la foto: esquina inferior derecha (saco negro y blusa blanca).

153
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

drogas, cuestión que a Margarita la llena de culpa asociada con el intento de


aborto. Además, de entre mis interlocutoras es la única que ha nombrado
algunos de sus encuentros sexuales, con su primera pareja, como violación.

2.4.5 Esther
Nació en Oaxaca en el año de 1970, es la más
joven de mis interlocutoras y al momento de
iniciar el viaje antropológico tenía 42 años.
Es la quinta hija de ocho, cuatro mujeres y
cuatro hombres, que tuvieron el fallecido
Don Melquiades y Doña Adela, ella mayor de
70 años.

Para el análisis, el caso de Esther es


relevante porque frecuentemente se siente
cansada y empieza a nombrarse como viejita.
Es también la empleada doméstica con más
días de trabajo y, hasta hace poco también, con más familias empleadoras
-aunque, por lo mismo, también tenía ingresos mayores. Se trata de una mujer
emprendedora que echó a andar un negocio de renta de mesas, sillas y lonas
que finalmente dejó a cargo del papá de sus hijas.

También destaca porque tras muchos años de indiferencia y violencia por


parte de su esposo decidió separarse de él e iniciar una relación de noviazgo
que tampoco fue lo que esperaba. Es relevante porque interrumpió su último
embarazo satisfactoriamente; sin embargo, a raíz de que regresó al Templo
Espiritualista ha comenzado a sentir culpa por su decisión. La culpa por ese

154
AVRIL ARJONA LUNA

evento se agudiza en el marco del abandono de la escuela y el consumo de


drogas de sus dos hijas menores.

Los ecos entre las experiencias de vida de Marilú, Margarita y Esther


destacan también por la edad, pues tenían entre 42 y 51 años de edad durante el
trabajo de campo. Las tres viven en la misma colonia y sus principales
referentes de vinculación comunitaria en Valle de Chalco Solidaridad se
concentran en la vecindad y los espacios religiosos. No sin particularidades,
estas tres mujeres siguen activas en el empleo doméstico de entrada por salida,
aunque proyectan el deseo de hacerlo sólo entre semana. La experiencia de la
última etapa de los TRS y sus repercusiones están mucho más vívidas en estos
tres casos, de modo que los lugares que ocupan en el trabajo, la familia, la
sexualidad y la s/e/a se ven influidos por los eventos que anuncian la transición.
Además, destaca que las tres tienen todavía una relación cercana con su lugar
de origen.

Marilú, Margarita y Esther experimentan condiciones materiales y


simbólicas particulares al interior de su familia, puesto que son
económicamente independientes en contextos en los que la presencia de nietas
y nietos en edad infantil, preescolar y escolar tiene repercusiones en su
situacionalidad en tanto madres, abuelas e incluso suegras.

A pesar de las similitudes, las trayectorias migratorias, laborales,


sexuales-de pareja y de s/e/a de estas dos ex empleadas y tres empleadas
domésticas son y han sido particulares, de modo que los eventos y transiciones
que han marcado los cursos de vida y sus procesos de envejecimiento nos
permiten abordar la situacionalidad de las experiencias del trabajo, la familia, la

155
ALGUNOS PROCESOS METODÓLOGICOS DE/EN LA INVESTIGACIÓN

sexualidad reproductiva y no reproductiva, la(s) pareja(s) y la salud en mujeres


urbano populares que perciben cambios importantes en su cuerpo, que en
tanto herramienta productiva y reproductiva ya manifiesta limitaciones.

En el proceso de escritura de la tesis, de ida y vuelta constante entre sus


diferentes partes y capítulos, caí en cuenta de la importancia de los tiempos,
espacios y lugares no sólo en torno al envejecimiento como el proceso
biosociocultural que nos ocupa, sino en el proceso mismo de mi investigación,
las etapas por las que cursó y los eventos y transiciones metodológicas
experimentadas que aquí sinteticé con miras a concluir la que representa una
primera parte de la tesis, y que sustenta el análisis del contexto de la
investigación y del curso de vida de estas cinco mujeres que veremos en los
cuatro capítulos restantes.

156
III.
El Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México: lo
doméstico, lo público y los procesos de s/e/a como
indicadores de las condiciones materiales y
simbólicas de las poblaciones en un territorio
subalternizado
AVRIL ARJONA LUNA

E n este capítulo me propongo caracterizar sociodemográficamente el


contexto de mi investigación sugiriendo un enfoque que nos permita
abonar a los hallazgos de Alicia Lindón y Daniel Hiernaux en torno a los modos
de vida urbanos y las pobrezas del territorio vallechalquense y sus poblaciones,
en este caso distinguidas por estrato, género y edad.

En primera recupero algunos procesos importantes en la conformación


del Municipio de nuestro interés para por medio de los datos estadísticos del
Censo de Población y Vivienda 2010 y algunas notas de mi diario de campo,
acercarnos a los cambios y continuidades en las condiciones materiales y
simbólicas de las poblaciones vallechalquenses atravesadas por diferencias
construidas socialmente. No me detendré en profundos análisis comparativos
con años previos porque el municipio es joven y de un Censo a otro las
herramientas de recolección y sistematización varían.

Así, mi primera intención es dar un panorama general de los principales


procesos sociohistóricos y políticos en el municipio para partir de la
“autonomía” como pivote para la problematización de las condiciones recientes
de las poblaciones municipales. Tras recuperar algunos datos estadísticos que
me permiten actualizar algunas dimensiones abordadas por Lindón y Hiernaux
-introduciendo una discusión en torno al acceso a las tecnologías domésticas
como mecanismo que a nivel de las representaciones y prácticas profundiza las
desigualdades-, me centro en los procesos de s/e/a en tanto indicadores de las
condiciones materiales y simbólicas de las poblaciones.

159
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Para sustentar la importancia de los procesos de s/e/a también me sirvo


de fuentes secundarias cuantitativas que me permiten cerrar el análisis
teniendo en mente algunas relaciones existentes entre espacios y lugares
ocupados por las poblaciones, enfatizando las condiciones de salud a las que
mujeres y hombres allechalquenses -atravesados por la edad y otras formas de
categorización sociodemográficas- han tenido acceso a partir de 1994. Esta
segunda parte del capítulo se nutre de información provenida de la Dirección
General de Información en Salud (DGIS) y el Sistema Nacional de Información
en Salud (SINAIS).

Coincido en que es difícil superar algunas “limitaciones subsanables”


(Torrado, 1986) en las fuentes secundarias como los Censos, las Encuestas y los
registros del Sector Salud. De especial importancia resulta para mi argumento
hacer notar el vacío de información concreta en torno a dos fenómenos: los SFC
y los eventos de vida que pueden asociarse al proceso de envejecimiento de las
mujeres en edades medias y avanzadas. Así, estas son características que
muestran la dominación de cierto enfoque biomédico en el sector público de la
salud, sus aproximaciones, clasificaciones y registros -como sostengo en este
capítulo.

A pesar de las limitaciones estructurales los datos estadísticos son vastos.


Con las posibilidades de sistematización y análisis que permiten las tecnologías
y los programas especializados y una idea más clara de lo que se quiere
problematizar, sustentado empíricamente por el trabajo de campo, me
aventuro a analizar aquí el impacto del género, la edad y el estrato
socioeconómico en la distribución de los procesos de s/e/a municipales que
fueron registrados por el Sector Salud tomando algunos indicadores

160
AVRIL ARJONA LUNA

(población, nacimientos, defunciones, recursos, consultas, urgencias, motivos


para solicitar atención hospitalaria y lesiones) y categorías (entre las que
destacan material y simbólicamente las de paciente, agresor) de los Cubos
Dinámicos del SINAIS.

En síntesis, aquí contextualizo cuantitativamente pero introduciendo


aspectos del trabajo antropológico cualitativo en el que profundizo en los tres
últimos capítulos, donde analizo el curso de vida y las trayectorias familiares,
laborales, sexuales, de pareja y s/e de tres empleadas y dos ex empleadas
domésticas habitantes del Valle de Chalco Solidaridad.

3.1 Reflexiones en torno a los cambios y las continuidades en las


condiciones materiales y simbólicas a raíz de la autonomía municipal
El Estado de México cuya capital es Toluca de Lerdo, es el segundo más
densamente poblado de nuestro país con 724 habitantes/Km² (INEGI, 2015). 78
Su territorio cuenta con 125 municipios divididos en Regiones y Jurisdicciones
Sanitarias.79 El Valle de Chalco Solidaridad forma parte de la Región I -de XVI-80
y de la Jurisdicción 16 -de 19 existentes.81 Así, este municipio cuya Cabecera

78 INEGI. Encuesta Intercensal 2015. INEGI. Marco Geoestadístico nacional.


(http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/densidad.aspx?tema=P). Consultada: 16/03/16
79 1. Atlacomulco, 2. Ixtlahuaca, 3. Jilotepec, 4. Tenango del Valle, 5. Toluca, 6. Xonacatlán, 7. Tejupilco, 8.
Tenancingo, 9. Valle de Bravo, 10. Atizapán de Zaragoza, 11. Cuautitlán, 12. Naucalpan, 13. Teotihuacán,
14. Tlalnepántla, 15. Zumpango, 16. Amecameca, 17. Ecatepec, 18. Nezahualcóyotl, y 19. Texcoco.
80 I. Amecameca, II. Atlacomulco, III. Chimalhuacan, IV. Cuautitlán Izcalli, V. Ecatepec, VI. Ixtapan de la
Sal, VII. Lerma, VIII. Naucalpan, IX. Nezahualcoyotl, X. Tejupilco, XI. Texcoco, XII. Tlalnepantla, XIII.
Toluca, XIV. Tultitlán, XV. Valle de Bravo, XVI. Zumpango.
81 Los municipios que conforman la Jurisdicción Sanitaria Amecameca son: Amecameca, Atlautla,
Ayapango, Cocotitlán, Chalco, Ecatzingo, Ixtapaluca, Juchitepec, Ozumba, Temamatla, Tenango del
Aire, Tepetlixpa, Tlalmanalco y Valle de Chalco Solidaridad.

161
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Municipal está en San Miguel Xico, independientemente de la categoría


divisional que se use, está asociado a Amecameca y, por supuesto, al municipio
de Chalco, del cual obtuvo la autonomía en 1994.

El siguiente mapa muestra la ubicación geográfica del los 125 municipios


del Estado de México de acuerdo con las claves asignadas por el INEGI; en
verde destaco el Valle de Chalco Solidaridad, con la clave 122. Como se observa,
se ubica en el valle del antiguo lecho del Lago de Chalco, al oriente del Valle de
México, y en 2005 tenía una superficie de 47 km². Al oriente limita con los
municipios de Chalco e Ixtapaluca, al norte con el municipio de Los Reyes La
Paz y el Cerro del Elefante, conocido como cerro de Tlapacoya, y al occidente y
sur limita con la Ciudad de México en la Delegación Tláhuac -en una zona
remanente de la antigua cuenca lacustre del Valle de México.

162
AVRIL ARJONA LUNA

Por supuesto la historia de la zona es antigua y remite a la época


prehispánica,82 pero para los fines de mi investigación solo consideraré varios
procesos que evidencian características fundamentales en la historia de este
territorio -como fueron las transformaciones en los mantos acuíferos y en el
uso de las tierras pasando del cultivo a la habitación y la afluencia de migrantes
que se asentaron principalmente a partir de los 70s. Así, discutir algunos
procesos que tuvieron lugar en el siglo XX me permitirá enfatizar la historia
reciente de Valle de Chalco Solidaridad y su institución como municipio
autónomo subalterno en el que la pobreza del territorio está asociada con

la escasa valorización económica (…) por su alejamiento, sus pocas


ventajas comparativas y las carencias mismas de su población, el
Valle de Chalco no es un territorio de generación de riqueza, sino de
redistribución de la pobreza (…). Por ello, la base económica de sus
habitantes y sus actividades locales, se encuentra sumamente
reducida (Hiernaux, 1995: 181).

3.1.1 Breve historia geográfico política del Valle de Xico/ Chalco


Solidaridad
La exhacienda de Xico (fotografía 1) fue construida entre 1890 y 1903 por Iñigo
Noriega, un español originario de Asturias que perdió la propiedad después de
la Revolución Mexicana. Posteriormente hubo otros propietarios, hasta que en
1980 el gobierno del Estado embarga la propiedad a la familia Capetillo. Aunque

82 INAFED, Estado de México, Valle de Chalco Solidaridad, Ver


http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM15mexico/municipios/15122a.html (fecha de
consulta 08/03/16). Si fuera de interés conocer algunos procesos políticos, económicos y
socioculturales de la época prehispánica y colonial en la zona desde la perspectiva informada de sus
habitantes, recomiendo consultar los Cuadernos de Historia del Valle de Xico, producciones
independientes del Museo Comunitario del Valle de Xico.

163
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

la casona ha recibido mantenimiento, no sucede lo mismo con La Troje


(fotografía 2).
Fotografía 1

Fotografía 2

En cuanto al uso de las tierras en la zona, debemos notar que en 1934 “se
ejecutó la resolución presidencial de formar el ejido de San Miguel Xico. (…) [En
ese tiempo los] campesinos denominaban y distinguían sus terrenos, unos por
hallarse en la parte alta de los cerros y otros en la parte baja, en lo que después
serían las nuevas colonias del municipio 122” (Torres Gutiérrez, Leticia; et. Al.
(s/f): 5).83 En ese entonces los terrenos y las actividades eran
predominantemente agrícolas y los primeros, denominados tablas, se
83 Las y los pobladores de las nuevas colonias son conocidos por los cronistas del municipio como los de
abajo.

164
AVRIL ARJONA LUNA

distinguían por los canales en los que circulaba el agua de manantial. Con el
paso de los años y los procesos ecológicos y migratorios, las tablas se
convirtieron en calles, algunas pavimentadas y otras no, que dotan al municipio
de una estructura cuadricular bastante simétrica.
Fotografía 3
Ahora bien, la desecación de
manantiales y canales se relacionó
con la construcción de dos pozos
artesianos84 por parte de los
penúltimos propietarios de la
hacienda, los Franzoni (entre 1955
y 1970), que buscaron proveerla de
agua para riego y consumo
general. Ante la falta de agua los terrenos comenzaron a ser regados con las
aguas residuales del Río de la Compañía y entre 1959 y 1960 “las tierras [de los
ejidatarios] se contaminaron a pasos agigantados, las plantas se quemaban, ya
no se producía como antes” (Torres Gutiérrez, Leticia; et. Al. (s/f):10). La pobreza
comenzó a mermar las condiciones laborales y alimenticias de los ejidatarios,
quienes fueron abandonando los terrenos más secos ubicados ahora en las
colonias Xico I y Xico II.

En este sentido la sequía en San Miguel Xico, por un lado, y la migración


de pobladores de Ciudad Nezahualcóyotl y la Ciudad de México (delegaciones
de Iztapalapa e Iztacalco), por otro, provocaron que los ejidatarios se vieran
obligados a fraccionar sus tierras y vender lotes a mediados de los años 70s, con

84 Uno está ubicado en el actual Palacio Municipal y otro junto al “Deportivo Luis Donaldo Colosio”.

165
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

una superficie de 300 m² cada uno. “Fue entonces, que términos antes
desconocidos, como “paracaidistas”, invasión de terrenos”, “corredores”, etc.,
comenzaron a oírse constantemente entre los ejidatarios”; en otras palabras,
aparecieron nuevos actores sociales (Torres Gutiérrez, Leticia; et. Al. (s/f): 14).

Los tres Presidentes del Comisariado Ejidal de San Miguel Xico entre 1974
y 1989 tuvieron gran importancia en la lotificación de los terrenos, mientras los
siguientes gestionaron e introdujeron los servicios públicos en la zona. Fue así
que a mediados de los años 80, especialmente tras el sismo de 1985, hubo una
nueva oleada de colonos que llegaron a habitar el Valle de Xico y, en la medida
de sus posibilidades, unieron sus demandas y fuerza de trabajo en torno a la
obtención de los servicios básicos como agua, luz, vivienda y transporte 85 -todos
importantísimos para la gestión de la salud cotidiana.

En síntesis hay varios aspectos generales a considerar como marco


referencial del origen del municipio. En primera instancia debemos notar la
coexistencia todavía presente entre características urbanas y rurales derivadas
de la cercanía con la Ciudad de México, la historia antigua de la zona como
territorio agrícola y el origen rural de buena parte de la población que migró, en
oleadas, para establecerse en Valle. La composición sociocultural y étnica del
municipio, aunque se nutre principalmente del centro y sur del país, es muy
variada. Lo anterior ligado con la dependencia política al municipio de Chalco,

85 Desconozco si la organización comunitaria de las y los pobladores tuvo en la mira de la gestión social a
la salud y sus instancias. Durante las conversaciones que tuve con diversas y diversos gestoras/es
comunitarias/os nunca apareció el tema. En este sentido supongo que estos aspectos de la vida
cotidiana no necesariamente se representan como prioritarios cuando se enfrentan carencias en torno
a la luz, el agua y el transporte.

166
AVRIL ARJONA LUNA

mantuvo a la población del Valle de Xico en condiciones de vida precarias que


comenzaron a cambiar, un poco, a principios de los años 90.

En este sentido destaca que al parecer uno de los eventos que coadyuvó a
la llegada del apoyo gubernamental a Valle de Chalco Solidaridad fue la visita
que hiciera Karol Wojtila (Juan Pablo II) en mayo de 1990 a la comunidad de
San Miguel Xico -entonces todavía parte del municipio de Chalco- pues hasta
entonces comenzaron a pavimentarse algunas calles. Sin embargo, el apoyo
gubernamental para llevar los servicios básicos a las 32 colonias que conforman
el municipio fluyó realmente, a cuenta gotas y diferencialmente, a partir de la
segunda mitad de la década de los 90s cuando se estaban sintetizando una serie
de procesos sociopolíticos que dieron lugar a la autonomía municipal.

De este modo el territorio que actualmente comprende el Valle de Chalco


Solidaridad dependió del municipio de Chalco hasta 1994 cuando el Lic. Emilio
Chuayffet Chemor -en ese entonces gobernador del Estado- envió a la LII
Legislatura del Estado la iniciativa de ley para la creación de un nuevo
municipio. Posteriormente el Congreso emitió el Decreto 50, publicado en la
Gaceta Oficial el 9 de noviembre de 1994, reconociendo al naciente y mal llamado
municipio Valle de Chalco Solidaridad, pues a decir de algunas personas con
quienes tuve contacto, el nombre del municipio debió ser Valle de Xico. 86 Sin
embargo, las autoridades decidieron otra cosa porque, en mi opinión, seguía
prevista su situación de dependencia material y simbólica del municipio de

86 El nombre de Xico “se deriva, de acuerdo con Antonio Peñafiel, de los vocablos nahuas Xictli, que
significa “centro u ombligo” y de la desinencia locativa Co que indica lugar; es decir “en el ombligo””
(Comisión Local para la Preservación del Patrimonio Cultural del Valle de Chalco Solidaridad/Museo
Comunitario de Valle de Xico, No. 3, 2007: 8). El “centro u ombligo” designaba, para los grupos
prehispánicos que habitaron la zona, al cerro de Xico, un antiguo volcán.

167
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Chalco. De este modo, como en una mera campaña política, la “autonomía”


municipal quedó marcada por la “Solidaridad” priísta durante el sexenio de
Salinas de Gortari, quien decidió iniciaron las actividades del Programa
Nacional de Solidaridad (PRONASOL) en este territorio considerablemente
empobrecido.

Tras el reconocimiento del municipio 122 Felipe Medina Santos (PRI)


fungió como primer Presidente Municipal entre 1995 y 1996. En 1996 tuvieron
lugar las primeras elecciones municipales y resultó electo el priísta Salvador
Castañeda Salcedo (1997-2000). El siguiente fue Luis Enrique Martínez Ventura
(2000-2003), priísta miembro de una de las familias más reconocidas en el
territorio y uno de los personajes más representativos de la política municipal.
Miguel Ángel Luna Munguía (PRD) fue el cuarto Presidente Municipal (2003-
2006), y el quinto fue Ramón Montalvo Hernández, del PRI, entre 2006 y 2009.

Le siguió la segunda gestión de Martínez Ventura del 2009 al 2012 -misma


que concluía cuando llegué a vivir al Valle- y posteriormente, dado que no fue
reelecto, fue Diputado Local. Durante algunos meses del 2012 David Román
Román (PRI) fungió como Presidente Interino, mientras se sucedían las
elecciones del año en cuestión en las que resultó electo Jesús Sánchez Isidoro
(PRD), cuya gestión concluyó en el 2015. Desde el 2016 y hasta el 2018 -si no
sucede otra cosa- la presidencia municipal está a cargo de Ramón Montalvo
Hernández (PRD). En este sentido las dos últimas elecciones municipales dan
cuenta de dos posibles procesos políticos: por un lado, el hartazgo de las y los
pobladores votantes en cuanto a las gestiones priístas, y por otro los posibles
acuerdos a los que podrían estar llegando el PRI y el PRD en municipios
empobrecidos del Estado de México.

168
AVRIL ARJONA LUNA

El acceso a servicios no fue fácil. Las condiciones de vida orillaron a


ciertos grupos a organizarse y gestionar principalmente el transporte, 87 y
puesto que la zona conocida como Xico Viejo fue más activa, el fenómeno
derivó en la distinción -sutil o abierta- entre pobladores con distintas
antigüedades y compromisos sociales. Ahora bien, las y los pobladores que se
movilizaron para gestionar servicios y el reconocimiento autónomo del
municipio tuvieron que dialogar directamente con la tradición priísta del
Estado de México, en especial a raíz de las acciones emprendidas durante la
Presidencia de la República a manos de Carlos Salinas de Gortari. “La
intervención de la Federación, (…), viene entonces a transformar un proceso de
‘territorialización de la pobreza’, transformándolo en un ‘territorio de la
solidaridad’; sin embargo las condiciones de la pobreza siguen estando
presentes en la vida cotidiana de las familias” (Hiernaux, 1999: 180).

3.1.2 De cómo el estrato socioeconómico, el género y la edad repercuten


en las condiciones materiales y simbólicas de las poblaciones urbano
populares
Coincido con la perspectiva de Aida Rodríguez Cabrera y sus coautores cuando
aseguran que “los elementos que conforman el campo de los fenómenos
demográficos interactúan, condicionándose los unos a los otros. Cualquier
alteración en uno provoca, directa o indirectamente, modificaciones en los
demás todo esto inserto en el marco del desarrollo económico, social, cultural y

87 En comunicación personal del 17 de septiembre de 2013 con Leticia Torres -entonces presidenta del
Museo Comunitario del Valle de Xico y habitante del municipio-, las gestiones de la población no
fueron realmente fuertes, solo actuaron más en materia de transporte. Ella asegura que la
urbanización se debió a la visita del Papa Juan Pablo II, que tuvo lugar en 1990.

169
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

político de cualquier región o país” (2007: 2). En este sentido considero que los
fenómenos demográficos nos permiten problematizar aspectos cada vez más
relevantes de los cursos de vida y la relación entre trayectorias vitales.

Siguiendo a estas autoras sabemos que las denominadas pirámides de


población por edad y sexo pueden evidenciar -entre otras cosas- aumentos en la
fecundidad, efectos de las guerras -donde se reduce la fecundidad, aumenta la
muerte de hombres jóvenes y presumiblemente aumenta el número de madres
viudas o solteras-, territorios “donde la actividad económica requiere de mano
de obra (…). Comunidades rurales que experimentan gran emigración en las
edades laborales” (Rodríguez Cabrera, Aida et. Al., 2007: 7), etc. Dichas
herramientas pueden presentar tres perfiles:

1) Si [la pirámide de edad] presenta una base dilatada y una cúspide


estrecha se considera una estructura de población joven, con una
alta proporción de niños y jóvenes, debido a una alta fecundidad y
una alta mortalidad. En este caso, los menores de 20 años
representan entre el 40 y 50% de toda la población y los ancianos
menos del 5%, y se asocia a países subdesarrollados en las primeras
etapas de la transición demográfica. A estas se les denomina
pirámide con un perfil expansivo (2007:6).

2) Si por el contrario, la pirámide más bien se asemeja a un edificio,


con la base estrecha y casi del mismo ancho que la cúspide,
corresponde a una población de estructura vieja, con una baja
fecundidad y mortalidad. Se relaciona con los países desarrollados y
la población menor de 20 años es aproximadamente el 25%,
mientras que la mayor de 65 años se cercana o superior a 15%. Esta
pirámide se denomina estacionaria (2007:6).

170
AVRIL ARJONA LUNA

3) En el estadio intermedio se sitúan las poblaciones que están en


proceso de envejecimiento, pues tienen una fecundidad y
mortalidad decrecientes y son llamadas de perfil constrictivo
(2007:2).

Puesto que en el año 2000 la población del Valle de Chalco Solidaridad


había sido encuestada a nivel municipal sólo una vez en el Conteo de Población
de 1995, decidí iniciar el análisis de la estructura poblacional por edad y sexo en
el municipio a partir del inicio del siglo XXI. La siguiente figura (1) elaborada
utilizando datos del Censo General de Población y Vivienda del año 2000,
muestra que el 48.7% de la población tenía entre 0 y 19 años, siendo poco más
del 50% hombres; los grupos de edad entre 20 y 29 años representaban el 19.8%
de la población total y en este caso las mujeres representaban más del 50% de
la/os jóvenes. El 30.1% tenía entre 30 y 60 años de edad, como mis interlocutoras
en ese entonces, y también con predominancia de las mujeres. El porcentaje
más bajo, como se muestra en la pirámide, lo representaron las personas de 65 y
más años -con 2% del total ó 3,362 mujeres y 2,962 hombres.

Figura 1. Pirámide de población por grupos quinquenales.


Municipio de Valle de Chalco Solidaridad (2000)

70
74
- años
60
64
- años
Hombres Mujeres
50
54
- años
40
44
- años
3034
- años
20
24
- años
10
14
- años
0-
4 años
25,000
- 20,000
- 15,000
- 10,000
- 5
- ,000 0 5,000 10,000 15,000 20,000 25,000

Elaboración propia. Fuente: Censo General de Población y Vivienda, 2000. INEGI.

171
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Según lo enunciado en torno a los perfiles que puede adquirir una


pirámide de población, la del Valle de Chalco en el año 2000 era similar, a escala
y con población más joven, a la de la ZMCM en 1990. Así, la pirámide del
municipio muestra un perfil expansivo, con tasas constantes de fecundidad
-aunque tendientes a la baja- y mortalidad ascendente principalmente entre los
hombres. En este sentido las defunciones de hombres y mujeres, por causas
diversas, fungen como la variable que explica el hecho de que haya menos
hombres -como sucede a nivel nacional también- a pesar de que nacen más
niños que niñas.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010, en ese año el


Estado de México tenía 15, 175, 862 habitantes. Los municipios más poblados en
la entidad eran, en orden de mayor a menor, Ecatepec de Morelos (10.9%),
Nezahualcóyotl (7.3%), Naucalpan de Juárez (5.5%), Toluca (5.4%), Tlanepantla
de Baz (4.4%) y Chimalhuacán (4%), Cuautitlán Izcalli (3.4%); en el octavo lugar
empatados encontramos a Tultitlán y Atizapán de Zaragoza (3.2%), seguidos de
Ixtapaluca (3.1%) y Nicolás Romero que empata en el décimo municipio más
poblado con Valle de Chalco Solidaridad (2.4%).

En el 2010 el municipio de nuestro interés tenía 357,645 habitantes


distribuidas/os en 49.1% hombres y 50.9% mujeres, mientras que el 60% de la
población se ubicaba entre los 0 y 29 años (Censo de Población y Vivienda 2010).
En ese año mis interlocutoras tenían entre 40 y 70 años de edad y llevaban entre
20 y 30 años habitando el territorio en cuestión, apropiándose de él por medio
de la construcción no sólo de sus casas, sino de redes vecinales, amicales y
laborales en el municipio y las zonas suroriente y poniente de una Ciudad de
México que ya se autodenominaba, institucionalmente, como la “Ciudad de la

172
AVRIL ARJONA LUNA

esperanza”. Para ellas, sin embargo, la esperanza llevaba varios años puesta en
ese territorio poblado en buena parte por los procesos migratorios
intrametropolitanos descritos en capítulos anteriores.

En torno a la migración podemos destacar que en el 2010 el 55.3% de la


población del Valle de Chalco era originaria de otra entidad, que el 43.5% nació
en el municipio y que también había un 0.2% nacida en el extranjero. Así, el
análisis del lugar de nacimiento por grupos de edad nos permite corroborar lo
ya expuesto en torno a los procesos migratorios que dieron lugar al municipio.
El 85% de las y los nacidos en otra entidad federativa se encontraba entre los 20
y 59 años de edad, mientras que el 46.5% de las y los nacidos en el Valle de
Chalco tenían entre 0 y 19 años de edad. En cuanto a las y los nacidos en el
extranjero pero radicadoas/os en el municipio encontramos que de quienes
nacieron en Estados Unidos el 68.1% tienen entre 0 y 9 años, mientras que
quienes nacieron en otro país se concentran entre los 29 y 59 años (Censo de
Población y Vivienda 2010).

El Cuadro 1 resulta ilustrativo de la entidad de origen de la población


avecindada en el municipio para el año 2010. El entonces todavía Distrito
Federal representaba el 57.4%, seguido de Oaxaca con 11%, Puebla con 10.3%,
Veracruz con 4.7%, Guerrero con 3.2%, Hidalgo y Michoacán con 3.1%
respectivamente, Guanajuato con 1.8%, Tlaxcala con 1.1% y Chiapas con 1%.
Estas son las 10 entidades más representativas en cuanto al lugar de origen de
más de la mitad de la población del Valle de Chalco -pero no son las únicas, pues
hay 31 entidades representadas en este municipio de la ZMCM.

173
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 1. Población nacida en otra entidad según


entidad de nacimiento. Valle de Chalco Solidaridad
(2010)

Entidad de nacimiento %
Aguascalientes 0.1
Baja California 0.1
Baja California Sur 0.0
Campeche 0.0
Coahuila de Zaragoza 0.1
Colima 0.0
Chiapas 1.0
Chihuahua 0.1
Distrito Federal 57.4
Durango 0.1
Guanajuato 1.8
Guerrero 3.2
Hidalgo 3.1
Jalisco 0.5
Michoacán de Ocampo 3.1
Morelos 0.7
Nayarit 0.0
Nuevo León 0.1
Oaxaca 11.0
Puebla 10.3
Querétaro 0.4
Quintana Roo 0.0
San Luis Potosí 0.7
Sinaloa 0.0
Sonora 0.0
Tabasco 0.1
Tamaulipas 0.1
Tlaxcala 1.1
Veracruz de Ignacio de la Llave 4.7
Yucatán 0.1
Zacatecas 0.3
% total 100.0
N 197,653
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

174
AVRIL ARJONA LUNA

La siguiente figura (2) muestra la estructura poblacional del municipio en


cuestión para el año 2010. Como era de esperarse entre el año 2000 y el 2010
disminuyó en general la población entre 0 y 19 años, aunque los hombres
siguen superando a las mujeres en este grupo de edad. El 34.5% de la población
en la primera década del siglo XXI representaba las edades productivas de
entre 20 y 39 años de edad; mientras que el 23.3% de la población tenía la misma
edad que mis interlocutoras en ese entonces (entre 40 y 74 años) y presentaban
un rango menor de diferencia por sexo -a pesar de que eran más mujeres que
hombres- en comparación con el grupo de edad anterior. Sólo el 1% de la
población tenía 75 y más años de edad; sin embargo entre el año 2000 y el 2010
la población de 65 años y más estuvo cerca de duplicarse –pues pasó de 6 mil 324
personas a 11 mil ocho.

Figura 2. Pirámide de población por grupos quinquenales. Municipio de Valle de


Chalco Solidaridad (2010)
85 y más años
80
84
- años
75
79
- años Hombres Mujeres
70
74
- años
65
69
- años
60
64
- años
55
59
- años
50
54
- años
45
49
- años
40
44
- años
35
39
- años
30
34- años
25
29- años
20
24
- años
15
19
- años
10
14
- años
5-
9 años
4
0- años
25,000
- 20,000
- 15,000
- 10,000
- 5,000
- 0 5,000 10,000 15,000 20,000 25,000
Elaboración propia. Fuente: Censo de Población y Vivienda, 2010. INEGI.

175
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Según las proyecciones de población, en las que se consideran variables


demográficas como los nacimientos, las defunciones y las migraciones, en el
2020 la población de hombres y de mujeres de 65 y más años representará el 3%
de la población total del municipio. En el 2030 la población de hombres en este
rango de edad aumentará al 4%, mientras que la población de mujeres
aumentará a 5%.

En este sentido se observa que las mujeres en el municipio, como sucede a


nivel nacional, tienen una mayor esperanza de vida. Aunque no pude encontrar
datos específicos sobre la esperanza de vida en el municipio, sirve tomar como
referente la información existente para el Estado de México, en el que la
esperanza de vida en el 2010 para los hombres era de 71.9 años, mientras que
para las mujeres era de 77.2, y que para el 2030 se calcula será de 74.9 para ellos y
79.5 para ellas. Así, una pregunta fundamental es ¿en qué condiciones
enfrentan y enfrentarán el envejecimiento las mujeres y los hombres habitantes
del Valle de Chalco Solidaridad teniendo en cuenta las condiciones
sociodemográficas de la población? Acerquémonos al análisis.

3.1.2.1 Los espacios domésticos


En los años noventa, Alicia Lindón encontró que las trayectorias sociales y
vitales de los habitantes del Valle de Chalco son heterogéneas y desarrolló una
interesante e intensa investigación que analiza, entre otras cosas, la relación
entre el trabajo y la vida familiar (Juan, Salvador en Lindón 1999: xvi-xvii). Así, el
enfoque de Lindón es pertinente porque es integral y enfatiza aspectos
recientemente abordados por los estudios urbanos.

176
AVRIL ARJONA LUNA

Esta autora caracteriza a la población del Valle “a partir de cuatro ejes


analíticos que se definen desde las dimensiones laboral, familiar y residencial
de las vidas de estos sujetos. (…): 1. El nomadismo residencial. 2. Hogares
jóvenes. 3. El recurso de la movilización residencial como una estrategia de
supervivencia de base territorial. 4. La búsqueda de la inserción laboral por
cuenta propia” (Lindón, 1999: 95). Estas cuatro características han mostrado
cambios en la estructura poblacional pues entre el análisis de Lindón y el
nuestro median ya 16 años; sin embargo, en los cursos de vida de mis
interlocutoras se hacen presentes las cuatro características matizadas por las
particulares trayectorias vitales.

Muchas de las mujeres nacidas entre 1941 y 1970 que habitan en el Valle de
Chalco desde los noventas, llegaron a establecerse en familias nucleares y
hogares jóvenes,88 como señala Lindón, pero que con el paso de tiempo, ya en el
2012-2013, se han convertido en familias extensas, en parte porque estas han
“sido un recurso extremadamente importante para paliar el deterioro de los
salarios” (Bazán, 1998; Estrada, 1996 en González de la Rocha 1999: 57) en un
contexto de precariedad laboral entre los hombres de distintas generaciones.

Los procesos de transformación de la familia se han caracterizado por


tres fenómenos: “1) La creciente participación de las mujeres en el mundo del

88 “De acuerdo con nuestra información, la población del Valle de Chalco en forma agregada tiene un
promedio de edad de 22 años. Si se considera sólo una franja de la población, como por ejemplo todos
los mayores de 14 años, el promedio se eleva a 31 años” (Lindón, 1999:106-107). “Los eventos familiares
(…) –en particular, los nacimientos- son la expresión de hogares que de acuerdo al ciclo vital
transitan por una fase de expansión o de constitución” (Lindón, 1999: 107). “La separación entre
constitución y expansión es puramente convencional, ya que también estamos considerando los casos
en los cuales se produce la constitución en forma simultánea a la expansión, es decir, se constituye el
hogar como grupo residencial y ocurre el nacimiento de un hijo al mismo tiempo” (Lindón, 1999: 107).

177
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

trabajo asalariado. 2) La presencia también creciente, de hogares


unipersonales,89 extensos, ampliados y de jefatura femenina. 3) El cambio en las
relaciones intra-familiares, incluido aquí el debilitamiento de la autoridad
masculina” (Castells, 1996; Safa, 1995 y Kaztman, 1992, en González de la Rocha
1999:58-59).

Cuadro 2. Hogares censales por clase de hogar familiar. Valle de Chalco Solidaridad (2010)

Según clase de hogar familiar


Hogares censales
N % total Subcategorías % total
Biparentales 72.2
Monoparentales 15.8
Hogares familiares nucleares 62,469 70.4
Otros nucleares no clasificados anteriormente 12.0
Total 100.0
Biparentales 54.0
Monoparentales 29.6
Hogares familiares ampliados 19,409 21.9
Otros ampliados no clasificados anteriormente 16.4
Total 100.0
Hogares familiares compuestos 721 0.8
Hogares familiares no
734 0.8
especificados
Hogares no familiares 5,346 6.0
No especificado 85 0.1
Total 88,764 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

Definitivamente podremos ver en los últimos tres capítulos de esta tesis


que los procesos de transformación de las familias son complejos, pero por
ahora tengamos en mente los datos estadísticos existentes en torno a los
hogares censales según la clase de hogar familiar para el Valle de Xico en el
2010. Como se observa en el Cuadro 2, el 70.4% de los hogares representaban
familias nucleares, el 21.9% familias ampliadas y el 6% hogares no familiares,

89 Se refiere a los hogares conformados por una sola persona y es un término utilizado ampliamente por
las instancias de información estadística en México y otros países de la región.

178
AVRIL ARJONA LUNA

siendo estas las tres clases de hogar familiar dominantes hace seis años. Según
los datos en el cuadro destaca que tanto en las familias nucleares como en las
familias ampliadas más de la mitad -72.2% y 54% respectivamente- son
biparentales, pero que en la segunda clase de hogar familiar la organización
monoparental aumenta al 29.6%.

Por lo observado, y encontrando eco con la investigación de Haces (2002),


la virilocalidad en el caso de los hijos varones es la tendencia dominante en
Valle de Chalco Solidaridad; sin embargo, también existen casos, como el del
cónyuge de la hija menor de Marilú -una de mis interlocutoras-, en que las
parejas recién formadas habitan e inician sus familias propias bajo el techo de la
familia de las mujeres.

Cuantitativa y cualitativamente encuentro eco con la perspectiva de


Fátima Juárez porque señala la “importancia de la modalidad del tipo de unión,
no sólo como un estado civil, sino como un factor con una connotación
sociocultural, que impacta de distintas formas a la relación (…) [también desde
su] condición de legalidad” (1990: 468). En este sentido vale la pena tener en
mente que según datos obtenidos del Censo de Población y Vivienda del 2010, la
población municipal de 12 años y más en el 2010 estaba principalmente
representada por dos grandes tendencias en la situación conyugal, pues el
34.4% eran solteros/as y el 34.4% casadas/os -de las/os cuales el 56.5% estaban
casadas/os por el civil y lo religioso y el 39.5% sólo por el civil. La unión libre
representa la tercera situación conyugal de importancia con el 22.6% de la
población de 12 años y más, mientras que con el 5.4% tenemos a los y las
separadas.

179
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 3. Población por situación conyugal según sexo. Valle de Chalco


Solidaridad (2010)
Población de 12 años y más Según sexo %

Situación conyugal Hombres Mujeres Total

Soltero(a) 52.6 47.4 100.0


Casado(a) 49.8 50.2 100.0
sólo por el civil 49.8 50.2 100.0
sólo religiosamente 49.8 50.2 100.0
civil y religiosamente 49.9 50.1 100.0
Unión libre 49.6 50.4 100.0
Separado(a) 28.5 71.5 100.0
Divorciado(a) 37.1 62.9 100.0
Viudo(a) 21.7 78.3 100.0
No especificado 63.7 36.3 100.0
N 129,140 136,590 265,730
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

Siguiendo el Cuadro 3 podemos tener un panorama que nos permita


distinguir algunas diferencias de acuerdo con el sexo-género de la población
municipal en tiempos recientes. Como se observa los hombres destacan
principalmente porque representan el 52.6% de la población soltera, mientras
que las mujeres destacan principalmente por representar el 78.3% de las
personas viudas -en la medida que la mortalidad masculina es alta-, el 71.5% de
las separadas y el 62.9% de las divorciadas.

Durante el trabajo de campo pude observar, en este sentido, que en el


Valle de Xico el tipo de relación social que legitima la unión de un hombre y una
mujer es el matrimonio -por lo menos civil aunque idealmente religioso. Esta es
una norma ideal que muy frecuentemente no se cumple más que en el discurso,
de modo que muchas parejas que no se casaron formalmente recurren a figuras

180
AVRIL ARJONA LUNA

como mi esposa o mi esposo para dar seriedad y prestigio a su unión, aunque al


indagar a profundidad resulte que viven en unión libre.

Especialmente entre las mujeres representa una mayor posibilidad de


prestigio hablar de matrimonio que de unión libre, pues el hecho de juntarse,
aunque está reconocido, no goza del mismo prestigio entre ellas. Entre las
mujeres de 40 años y más pude observar que existe un número considerable de
viudas, separadas o divorciadas -algunas de las cuales adquieren, y asumen,
nuevamente el estatus de solteras-, pero no tuve oportunidad de conocer
mujeres que nunca se hayan unido en por lo menos una ocasión. Un último
aspecto a notar es que algunas mujeres adultas separadas o divorciadas deciden
iniciar relaciones de noviazgo que pueden o no derivar en nuevas uniones; en
cualquier caso es importante comentarlo porque aunque en algunos casos es
aceptado y reconocido, en otros es un argumento que permite la discriminación
y el prejuicio en las relaciones intra e inter género.

Así, con base en el Censo de Población y Vivienda 2010, podemos señalar


algunas tendencias en la situación conyugal de la población de 12 años y más de
acuerdo con los grupos de edad en el 2010. En primera instancia es clarísimo
que conforme aumenta la edad disminuye la población soltera y se presentan
otro tipo de situaciones en las que las poblaciones debieron enfrentar
transiciones de pareja.

El grupo etario en el que se observan más claramente las primeras


transiciones conyugales se ubica en la población de 20 a 24 años de edad -entre
quienes sólo el 51.1% era soltera, el 30% ya se encontraba en unión libre y el 3.5%
estaba separada. Según los datos existentes entre los 25 y 29 años de edad el

181
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

matrimonio todavía compite por legitimidad con 30.2% de casados/as. A partir


de los 30 y hasta los 69 años, la población casada asciende y desciende en sus
extremos etarios mientras que disminuyen los porcentajes de uniones libres y
aumentan las separadas y las viudas; y a partir de los 70 años se observa que la
población viuda aumenta hasta alcanzar el 66.2% de las personas de 85 y más
años.

Durante el trabajo de campo pude observar que entre mujeres de


generaciones más jóvenes, como las hijas de mis interlocutoras, el patrón
tiende a reproducirse en cuanto al marco legítimo para la unión, y aunque en
algunos casos posponen la unión en pareja, el inicio de la vida sexual activa
sucede antes -siendo común el embarazo adolescente y joven, como lo fue en el
caso de sus madres y abuelas.

Como veremos más adelante la planificación familiar representa buena


parte de los recursos movilizados en materia de atención a la población
demandante de la misma en el Sector Salud municipal; sin embargo, como se
observa en el Cuadro 4 son las mujeres con nulos o básicos niveles de
escolaridad quienes todavía en el 2010 tienen un promedio mayor de hijos
nacidos vivos -5.2 y 2.38 respectivamente, mientras que el promedio total es de
2.2.

182
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 4. Promedio de hijos nacidos vivos en el Valle de Chalco según nivel de


escolaridad de la madre (2010)
Educación
Sin Educación Educación No
Total media
escolaridad básica superior especificado
superior

2.22 5.2 2.38 1.09 0.9 0.95

Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

En este orden de ideas e intentando mostrar que la sexualidad


reproductiva de las mujeres vallechalquenses responde a representaciones y
prácticas atravesadas por el género, la edad y la escolaridad que tornan a sus
eventos complejos procesos biosocioculturales, observamos en el Cuadro 5 que
a partir de los 15 años de edad aumenta el porcentaje de mujeres madres, y que
entre los 20 y 35 años el lugar de madre se instaura como la tendencia
dominante entre las habitantes del municipio.

183
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

184
AVRIL ARJONA LUNA

3.1.2.2 Jefaturas del hogar, ocupación y trabajo: la distribución de lugares


El Cuadro 6 nos permite comparar los hogares en viviendas particulares según
el sexo-género de la jefatura en el Valle de Chalco Solidaridad para el año 2000 y
el 2010. En este sentido, seis años después de conseguir la autonomía municipal
había 69,658 hogares en viviendas particulares de las cuales el 82.7% tenían
jefatura de hombres. Dieciséis años después, en el 2010, se habían sumado poco
más de 19,000 hogares y el porcentaje de jefaturas reflejó la disminución entre
los hombres -a 76.4%- y el aumento de las mujeres como jefas de familia -a
23.6%.
Cuadro 6. Hogares en viviendas particulares por año según sexo de la jefatura. Valle de Chalco
Solidaridad (2000, 2010)

Hogares en viviendas particulares


Jefaturas según sexo
%
Hombres Mujeres Total % Mujeres % Total
Año Hombres

2000 57,591 12,067 69,658 82.7 17.3 100.0

2010 67,801 20,963 88,764 76.4 23.6 100.0


Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2000 y 2010.

Al respecto, entre el 2012 y el 2013 en que tuvo lugar mi trabajo de campo,


fue muy frecuente encontrar hogares con jefatura de mujeres -que se dejan o son
dejadas por la pareja independientemente de la generación o el grupo etario al
que pertenezcan.90 Aunque son muchas menos también hay familias con
jefatura exclusiva de hombres que se quedan con las/os hijas/os -como era el
caso de la familia con la que llegué a rentar durante el trabajo de campo.

90 En cuanto a las jefaturas de mujeres y de hombres muy probablemente encontraremos un aumento


considerable en el número de mujeres jefas de familia con el paso de los años y las décadas; aún así,
posiblemente estemos ante la sub representación del dato estadístico por las dificultades
socioculturales que implica, para mujeres y hombres, reconocer que por motivos varios –como la falta
de empleo o la precarización del mismo- muchas mujeres resultan el principal sustento económico en
sus hogares.

185
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Pero hagamos una pausa en el tiempo para destacar a la población


ocupada de 12 años y más en el Valle de Xico en el año 2000, pues arroja
interesantes datos en torno a las condiciones de ocupación de estas poblaciones
subalternizadas que todavía no están disponibles, con tal pormenorización,
para el año 2010.

Cuadro 7. Población ocupada de 12 años y más en Valle de Chalco Solidaridad por ocupación
según sexo (2000)
Año 2000
Población ocupada de 12 años y más
% según sexo
N % total
Ocupación 18 grupos Hombre Mujer Total
Profesionistas 997 0.9 64.7 35.3 100.0
Técnicos 2,596 2.3 63.1 36.9 100.0
Trabajadores de la educación 1,336 1.2 37.2 62.8 100.0
Trabajadores del arte, espectáculos y deportes 592 0.5 79.6 20.4 100.0
Funcionarios y directivos de los sectores público, privado y
433 0.4 75.3 24.7 100.0
social
Trabajadores en actividades agrícolas, ganaderas, silvícolas
367 0.3 84.2 15.8 100.0
y de caza y pesca
Jefes, supervisores y otros trabajadores de control en la
fabricación artesanal e industrial y en actividades de 1,011 0.9 78.8 21.2 100.0
reparación y mantenimiento
Artesanos y trabajadores fabriles en la industria de la
transformación y en actividades de reparación y 25,098 22.4 83.9 16.1 100.0
mantenimiento
Operadores de maquinaria fija de movimiento continuo y
5,471 4.9 70.3 29.7 100.0
equipos en el proceso de fabricación industrial
Ayudantes, peones y similares en el proceso de fabricación
artesanal e industrial y actividades de reparación y 9,266 8.3 82.5 17.5 100.0
mantenimiento
Conductores y ayudantes de conductores de maquinaria
6,802 6.1 99.5 0.5 100.0
móvil y medios de transporte
Jefes de departamento, coordinadores y supervisores en
1,308 1.2 71.9 28.1 100.0
actividades administrativas y de servicios
Trabajadores de apoyo en actividades administrativas 5,970 5.3 55.0 45.0 100.0
Comerciantes, empleados de comercio y agentes de ventas 19,848 17.8 58.6 41.4 100.0
Vendedores y trabajadores ambulantes en servicios 5,801 5.2 63.8 36.2 100.0
Trabajadores en servicios personales en establecimientos 10,674 9.5 66.6 33.4 100.0
Trabajadores en servicios domésticos 6,073 5.4 13.7 86.3 100.0
Trabajadores en servicios de protección y vigilancia y fuerzas
5,843 5.2 92.0 8.0 100.0
armadas
No especificado 2,317 2.1 70.7 29.3 100.0
Total 111,803 100.0 70.2 29.8 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2000.

186
AVRIL ARJONA LUNA

Como se observa en el Cuadro 7 la principal ocupación de estos grupos


fue como artesanos y trabajadores fabriles en la industria de la transformación,
reparación y mantenimiento con 22.4% del total. La segunda ocupación en
orden de representatividad fue como comerciantes, empleados de comercio y
agentes de ventas (17.8%); la tercera fue como trabajadores en servicios
personales en establecimientos (9.5%), la cuarta fue como ayudantes, peones y
similares en el proceso de fabricación artesanal o industrial (8.3%) y la quinta
fue como conductores y ayudantes de conductores de maquinaria móvil y
medios de transporte (6.1%). Por su parte, las y los trabajadores en servicios
domésticos representaban el sexto peldaño con 5.4% del total de la población
ocupada de 12 y más años en el año 2000.

Ya en ese entonces la ocupación menos representativa era la asociada con


trabajos agrícolas, ganaderos, silvícolas y de caza y pesca (0.3%). Esto muy
probablemente se debe a los cambios ecológicos que ha sufrido el municipio,
pues si bien todavía hay algunos terrenos donde se cultiva lechuga y/o col y se
observa ganado vacuno, especialmente en las inmediaciones de la Avenida
Tláhuac-Chalco, y todavía hay extensos sembradíos de maíz y haba en el cráter
del que fuera el Volcán de Xico, éstas actividades están prácticamente por
desaparecer. Así, aunque el municipio todavía cuenta con la laguna de Xico,

la vegetación es rala; las laderas de los cerros presentan un aspecto


casi semidesértico en la temporada de secas, a no ser porque
todavía se encuentran árboles y arbustos como el pirú, capulín,
tepozán, higuerilla, chicalote, cactus, teocinte o maíz silvestre y
algunos matorrales como el zacatón. También se encuentran
plantas comestibles como el quelite, la verdolaga, el epazote y los
romeritos. Existen plantas medicinales como el toloache, el

187
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

istafiate, la malva y otras (Amaro Altamirano, Genaro y Leticia


Torres Gutiérrez, 2007: 7).

Ahora bien, si observamos las distinciones entre ocupación y sexo-género


encontramos otros datos pertinentes para señalar las diferencias materiales y
simbólicas -asociadas a las normas de género- entre hombres y mujeres
habitantes del municipio de nuestro interés. En primera instancia destaca que
las mujeres representaban en el 2000 el 29.8% de la población ocupada de 12
años y más, y que entre ellas la principal ocupación eran los trabajos en
servicios domésticos, seguida de las trabajadoras en la educación, los trabajos
de apoyo en actividades administrativas y como comerciantes. En el caso de los
hombres destaca que hace dieciséis años ellos representaban el 99.5% de los
conductores y poco más del 90% de los trabajadores en servicios de protección,
vigilancia y fuerzas armadas; además de que de los vestigios de trabajos
agrícolas en el municipio representaban poco más del 84%.

Según datos del Censo de Población y Vivienda 2010, la situación


dominante en el trabajo, tanto para hombres como para mujeres de 12 años y
más era como empleado/a y obrero/a -71% y 67.8 % respectivamente. La segunda
situación preponderante era como trabajadores/as por su cuenta tanto para
ellas como para ellos (22.7% y 22.1% respectivamente); mientras que la tercera
situación más representativa varía según el sexo-género de la población, pues
mientras para ellos fue la situación como jornaleros o peones (2.5%), para ellas
fue como trabajadoras familiares sin pago (5.3%).

188
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 8. Población ocupada de 12 años y más por horas trabajadas según sexo.
Valle de Chalco Solidaridad (2000)
Población ocupada de 12 años y más % según sexo
N % total
Horas trabajadas por semana Hombre Mujer total

No trabajó en la semana de
1,677 1.5 79.7 20.3 100.0
referencia
Hasta 8 horas 2,240 2.0 33.8 66.2 100.0
De 9 a 16 horas 3,590 3.2 40.0 60.0 100.0
De 17 a 24 horas 4,193 3.8 46.1 53.9 100.0
De 25 a 32 horas 5,416 4.8 52.2 47.8 100.0
De 33 a 40 horas 16,192 14.5 65.1 34.9 100.0
De 41 a 48 horas 25,406 22.7 73.2 26.8 100.0
De 49 a 56 horas 15,847 14.2 74.1 25.9 100.0
De 57 a 64 horas 11,987 10.7 78.9 21.1 100.0
Más de 64 horas 21,534 19.3 80.0 20.0 100.0
No especificado 3,721 3.3 70.9 29.1 100.0
Total 111,803 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2000.

Los Cuadros 8 y 9 nos permiten tener un panorama más general de las


condiciones laborales en el año 2000 por medio de las horas trabajadas y el
ingreso según sexo-género entre la población ocupada de 12 años y más en el
2000. Del primero destaca que poco más de la mitad de ésta trabajaba entre 33 y
56 horas a la semana -aunque el rango de horas trabajadas con mayor
representatividad, 22.7%, fue el de 41 a 48 horas. Distinguiendo mujeres de
hombres encontramos que de entre quienes no trabajaron en la semana de
referencia para la encuesta el 79.7% fueron hombres -posiblemente porque sus
trabajos pueden ser también muy flexibles-, y que a partir de las 25 horas de
trabajo son ellos quienes de forma creciente representan más del 50% de las
personas que trabajaron más horas por semana. Así las mujeres representaron
el 66.2% de quienes trabajaban hasta ocho horas, el 60% de quienes trabajaban

189
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

de 9 a 16 horas y el 53.9% de quienes lo hacían entre 17 y 24 horas semanales. De


este modo, según estos datos, las mujeres ocupadas de 12 años y más tenían en
general menos horas de trabajo que los hombres vallechalquenses en el 2000.

En cuanto a los ingresos podemos observar en el Cuadro 9 que el 44.9% de


la población ocupada en el 2000 ganaba más de 1.5 y hasta tres salarios
mínimos (S.M), que el 20.9% ganaba más de uno y hasta 1.5 salarios, el 12.4%
más de tres y hasta cinco SM, el 7% de la población ganaba entre medio y uno, el
3.5% ganaba más de cinco y hasta 10 S.M., el 3.4% no recibía ingresos, el 3%
ganaba hasta la mitad de un SM y sólo el 0.9% -del cual el 80.7% eran hombres-
ganaba más de 10 SM. Distinguiendo a la población según el sexo-género,
encontramos que en las mujeres destaca que representan el 58% de la población
que no recibía ingresos por su trabajo, el 52% de quienes ganaban entre medio y
un SM y el 65.8% de quienes ganaban hasta la mitad de un de éstos. Así, es
evidente que las mujeres tendían a tener los ingresos más bajos. En este sentido
en el momento en que los ingresos comenzaban a superar un salario mínimo, la
representatividad de hombres superaba, con creces, a la de las mujeres.

Puesto que para el año 2010 no contamos con este desglose de datos, para
caracterizar las actividades y ocupaciones de las poblaciones vallechalquenses
en tiempos más recientes recupero algunos cuadros que considero
representativos de las diferencias y desigualdades existentes en el municipio.
El Cuadro 10 nos permite observar que de la población de 12 años y más el 55.1%
era económicamente activa y el 44.5% no económicamente activa.
Distinguiendo la condición de actividad según sexo encontramos que hay más
mujeres no económicamente activas -siete de 10- y más hombres
económicamente activos -seis de 10.

190
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 9. Población ocupada de 12 años y más por ingresos según sexo. Valle de
Chalco Solidaridad (2000)
Población ocupada de 12 años y más % según sexo
N % total
Ingresos Hombres Mujeres % total
No recibe ingresos 3,793 3.4 42.0 58.0 100.0
Hasta el 50% de un S.M. 3,310 3.0 34.2 65.8 100.0
Más del 50% hasta un S.M. 7,836 7.0 48.0 52.0 100.0
Más de 1 hasta 1.5 S.M. 23,420 20.9 62.4 37.6 100.0
Más de 1.5 hasta 2 S.M. 25,186 22.5 73.1 26.9 100.0
Más de 2 hasta 3 S.M. 25,069 22.4 83.7 16.3 100.0
Más de 3 hasta 5 S.M. 13,839 12.4 81.2 18.8 100.0
Más de 5 hasta 10 S.M. 3,866 3.5 81.8 18.2 100.0
Más de 10 S.M. 1,032 0.9 80.7 19.3 100.0
No especificado 4,452 4.0 62.6 37.4 100.0
Total 111,803 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2000.

Cuadro 10. Población de 12 años y más del Valle de Chalco Solidaridad por
condición de actividad económica según sexo (2010)

Población de 12 años y más % según sexo


N %
Condición de actividad Hombre Mujer % total

Económicamente activa 146,466 55.1 67.6 32.4 100.0


No económicamente
118,280 44.5 25.0 75.0 100.0
activa
No especificado 984 0.4 60.0 40.0 100.0
Total 265,730 100.0 48.6 51.4 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

Ahora bien. Según el Cuadro 11, de las 1,118,280 personas de 12 años y más
no económicamente activas, en el 2010 el 55.9% -del cual el 97.4% eran mujeres-

191
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

tenía como principal actividad los quehaceres del hogar, seguida del 35.8% que
eran estudiantes -siendo el 51.3% mujeres. Destaca que sólo el 2.5% tenían como
principal actividad no económica ser jubilado o pensionado y que el 79.1% de
estas personas eran hombres. Por último, como se observa, destaca que
también hay más hombres que mujeres cuando se trata de quienes tienen otro
tipo de actividad no económica (73.3%) y quienes no tienen actividad económica
porque presentan alguna limitación física o mental (67.6%).

Cuadro 11. Población de 12 y más no económicamente activa por tipo de actividad no


económica, según sexo. Valle de Chalco Solidaridad (2010)

Población de 12 y más no
% según sexo
económicamente activa
N % total
Tipo de actividad no
Hombre Mujer total
económica
Jubilado(a) o pensionado(a) 2,900 2.5 79.1 20.9 100.0

Estudiante 42,336 35.8 48.7 51.3 100.0

Quehaceres del hogar 66,167 55.9 2.6 97.4 100.0

Limitación física o mental


2,196 1.9 67.6 32.4 100.0
permanente para trabajar
Otro tipo de actividad no
4,681 4.0 73.3 26.7 100.0
económica
Total 118,280 100.0 25.0 75.0 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

En síntesis, como veremos a lo largo de los tres últimos capítulos de la


tesis, la actividad “no económica” que por antonomasia distingue a las mujeres
de los hombres es el trabajo doméstico, ese que por lo mismo representa fuertes
limitaciones para el tránsito a otras actividades no económicas con condiciones
materiales y simbólicas menos limitantes, como será el caso del lugar como
jubiladas o pensionadas.

192
AVRIL ARJONA LUNA

En cuanto a las jefaturas de hogar en el 2010 destaco los Cuadros 12 y 13


con información relativa a los hogares censales registrada por el INEGI para el
Censo de Población y Vivienda de ese año. Según datos de esta fuente, el 85% de
las jefaturas en hogares censales era económicamente activa y las jefaturas no
económicamente activas representaban el 14.6%. Como ya se ha notado en estas
últimas páginas los datos sugieren que las mujeres desempeñan actividades no
económicamente reconocidas y remuneradas, por lo que no es de sorprender
que aún analizando las jefaturas de hogar las mujeres representen el 63.6% del
total de la población no económicamente activa y los hombres el 83.2% de la
económicamente activa.
Cuadro 12. Jefaturas en hogares censales de Valle de Chalco Solidaridad por grandes grupos de
edad (2010)
Hogares
censales
% por grandes grupos de edad
N
Menor a 25 a 44 45 a 59 60 a 84 85 y más No
Jefaturas % Total
25 años años años años años especificado
Total 88,764 8.0 48.5 30.5 12.7 0.3 0.1 100.0

Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

El Cuadro 12 nos permite agregar una variable de distinción al análisis de


las jefaturas del hogar pues nos permite observar que en los hogares censales
éstas adquieren representatividad conforme aumenta la edad de la población
de entre 25 y 59 años, y disminuyen a partir de entonces o cuando se trata de
jefaturas con edades menores a los 25 años. En este sentido, el 48.5% de las
jefaturas se ubicaban entre los 25 y 44 años, el 30.5% entre los 45 y 59 años, el
12.7% entre los 60 y 84 años y el 8% entre los menores de 25 años. Así, cruzando
variables, podemos observar en el Cuadro 13 que existe una fuerte relación
entre los grupos de edad en la etapa reproductiva de la vida y la condición de las

193
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

jefaturas de hogar económicamente activas -pues el 83.7% de la población


económicamente activa tiene entre 25 y 59 años de edad-, y que el 71.4% de las
jefaturas de hogar cuya condición de actividad es no económicamente activa se
ubican entre los 45 y 84 años de edad -cuando las capacidades productivas y
reproductivas comienzan a disminuir y se ven más afectadas.

Cuadro 13. Jefaturas en hogares censales de Valle de Chalco Solidaridad por condición de actividad
económica según grandes grupos de edad (2010)
Hogares censales % según grandes grupos de edad

Condición de N %
Menor a 25 a 44 45 a 59 60 a 84 85 y más No
actividad Total
25 años años años años años especificado
económica jefatura

Económicamente
75,468 85.0 8.4 53.3 30.4 7.7 0.1 0.0 100.0
activa
No económicamente
12,950 14.6 5.6 21.1 30.5 40.9 1.9 0.1 100.0
activa
No especificado 346 0.4 2.3 22.0 31.2 39.9 3.2 1.4 100.0
Total 88,764 100 Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

En relación con lo anterior contamos con los hallazgos de la investigación


de María de los Ángeles Haces. Ella estudió dos colonias del Valle de Chalco
Solidaridad -Xico y San Isidro. La primera es una colonia antiguamente
poblada que conserva rasgos rurales, mientras que la segunda presenta
“mayores servicios y un proceso de modernización y urbanización más
acentuado” (2002:1). En materia de trayectorias ocupacionales, como las
denomina la autora, Haces observó que en la colonia Xico

las mujeres tienen una trayectoria ocupacional específica, es decir,


si de solteras participaron en un trabajo asalariado, al momento de
contraer matrimonio o vivir en pareja dejan el trabajo para
dedicarse únicamente al hogar. Esto es más marcado sobre todo en

194
AVRIL ARJONA LUNA

las mayores de 45 años. En contraste las mujeres que viven en San


Isidro presentan una trayectoria ocupacional más prolongada (…)
ya que en algunos casos combinan la trayectoria marital con la
ocupacional (Haces, 2002:25).

En este sentido, la etapa del ciclo doméstico impacta de forma importante


la actividad laboral de las mujeres. Al respecto vale la pena retomar dos de las
etapas del ciclo doméstico, la consolidación y dispersión, 91 pues refieren a la
generación de mujeres mayores de 45 años cuyos/as hijos e hijas son por lo
menos adolescentes o jóvenes y requieren menos atención focalizada. Así, como
muestran los hallazgos de Haces y veremos en próximos capítulos, las
trayectorias reproductivas de las mujeres en Valle de Chalco Solidaridad son
“específicas de zonas rurales, ya que la vida reproductiva de las mujeres que
viven en pueblos y/o comunidades rurales comienzan (…) a más temprana edad
que las mujeres urbanas” (2002: 27).

Como vimos con los datos del 2010 y veremos a lo largo de la tesis, el
trabajo doméstico -no remunerado- lo llevan a cabo las mujeres de distintas
edades y sólo lo relativo al mantenimiento de las casas involucra, a veces, a los
hombres. En este sentido la división sexual del trabajo en Valle de Chalco
Solidaridad, como en otras latitudes, está definida por normas ideales muy
claras. Claro, una cosa es la norma ideal y otra la real, pues el ideal se fisura
cuando observamos que el ingreso de los hombres es insuficiente o nulo y las
mujeres deben ayudar con un ingreso propio.
91 Las dos etapas refieren a parte del desarrollo avanzado en el ciclo de las familias. La primera
representa el momento en que dejan de nacer hijos/as al interior de una familia, y entonces la familia
puede consolidarse. La segunda refiere al momento en que las y los hijos de una familia comienzan a
conformar sus propias familias y a dejar su familia de origen; es decir, la familia entra en una etapa de
dispersión en la que las responsabilidades de las madres, en este caso, pueden recanalizarse en el
trabajo extradoméstico.

195
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Entre las mujeres de 40 años y más, como son mis cinco interlocutoras, el
empleo doméstico fue definitivamente uno de los principales ramos del trabajo
remunerado -aunque en distintos momentos de sus vidas se combinó con el
trabajo en restaurantes, cocinas económicas o el comercio ambulante. En este
sentido, como varias investigaciones indican, las trayectorias reproductivas,
familiares y laborales de las mujeres urbanas de sectores económicos y
ocupacionales varios se han relacionado espacio-temporalmente de formas
complejas. En las generaciones más jóvenes el patrón tiende a reproducirse
aunque el desempleo es un problema mayor, pues los tres o cuatro años más de
escolaridad, en comparación con sus padres y madres, no hacen mucha
diferencia en las condiciones de trabajo remunerado que se les presentan a las y
los jóvenes.

En general, durante la estancia en campo, pude ubicar que hay dos


grandes grupos de trabajadores: quienes trabajan en el municipio y quienes
salen a trabajar a otros territorios cercanos, especialmente a la Ciudad de
México, como será el caso de mis cinco interlocutoras en tanto empleadas
domésticas en la ZMCM. Como ya se notó, aunque las actividades agrícolas
todavía sobreviven no son predominantes entre la población económicamente
activa vallechalquense. El comercio fijo y ambulante son ramas de mayor peso
en el empleo de las y los pobladores, y por lo visto quienes tienen comercios
fijos pueden enfrentar dificultades por la competencia existente -dependiendo
el giro- para consolidar sus negocios. Así, abundan los talleres mecánicos, las
farmacias, las tiendas de abarrotes, los puestos de comida, las panaderías, las

196
AVRIL ARJONA LUNA

ferreterías, las estéticas y los establecimientos de renta de sillas, mesas y


lonas.92

También hay electricistas, albañiles y herreros que hacen trabajos locales


y otros que se emplean en la Ciudad. Por otro lado, y en relación con lo ya dicho
en torno al empleo en la seguridad pública, nunca había conocido a tantas
personas con parientes -hombres- que se emplearan en este ramo, cuestión que
habla del sector social que compone el ramo de la seguridad pública municipal y
que permite observar una relación entre estrato social, género, espacios y
lugares en torno a quienes se ocupan de la fuerza pública municipal.

3.1.2.2.1 Las viviendas y sus ocupantes


Durante la estancia en campo observé que el número de integrantes en las
viviendas particulares es variable, especialmente porque hay predios donde
habitan -con diversos grados de independencia espacial y formas del
parentesco- varios subgrupos que conforman familias extensas o ampliadas.
Por ahora no me detendré en el análisis de las viviendas y los hogares a nivel
cualitativo porque en el último capítulo nos acercaremos a estas dimensiones
de la vida cotidiana por medio de los casos de estudio. Así que por ahora me
limitaré a comentar alguna información estadística relevante para caracterizar,

92 Los loneros son las personas que rentan carpas, mesas, sillas y manteles para los eventos sociales en el
Valle de Chalco. Esta actividad se ha extendido con el paso de las décadas y parece ser uno de los
negocios predilectos entre ciertos grupos migrantes, como las y los oaxaqueños –entre las que se
encuentra Esther y su familia. Esta actividad económica es socorrida porque en el municipio es común
que las familias ocupen las calles para hacer sus fiestas. En estos casos las calles se cierran totalmente
y sólo queda relativamente libre el tránsito a las y los peatones. Es común, también, que las fiestas y los
bailes familiares estén acompañados por el sonido –otra actividad económica entre personas jóvenes
que cuentan con el equipo de luz y sonido para amenizar las veladas.

197
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

material y simbólicamente, estos espacios en los que tiene lugar parte


importante de la vida cotidiana, esa que se representa frecuentemente como
privada e íntima.

Tengamos de entrada en mente que el tamaño promedio de los hogares


en viviendas particulares habitadas en el Valle de Chalco Solidaridad varió de
4.48 en el año 2000 a 4 en el 2010 -como podemos ver en el Cuadro 14. Pero, ¿en
qué condiciones generales viven estos hogares que han tendido a disminuir en
tamaño?
Cuadro 14. Viviendas particulares habitadas según Según el Censo de
número de ocupantes. Valle de Chalco Solidaridad
(2010).
Población y Vivienda
2010, la casa
Ocupantes de viviendas % según número de
particulares habitadas ocupantes independiente es la
clase de vivienda
N 88,676
1 ocupante 5.9 dominante (96.2%),
2 ocupantes 13.9
seguida por la vivienda
3 ocupantes 20.7
4 ocupantes 25.5 en vecindad (2.4%), por
5 ocupantes 17.9 el departamento en
6 ocupantes 8.6
7 ocupantes 3.6 edificio (0.8%) y las
8 ocupantes 1.8 viviendas en cuarto de
9 y más ocupantes 2.0
% total 100.0
azotea (0.1%). Como
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda muestra el Cuadro 15, la
2010.
mayor parte de las y los
ocupantes de viviendas particulares (85.6%) tenían piso de cemento o firme, el
9.9% de madera, mosaico u otro recubrimiento y el 4.3% de tierra. A simple vista
estos datos muestran un panorama alentador, sin embargo no debemos perder

198
AVRIL ARJONA LUNA

de vista a quienes tienen pisos de tierra, pues esto puede influir en la presencia
de enfermedades digestivas y respiratorias que, como veremos, forman parte
importante del perfil epidemiológico de estas poblaciones.

Cuadro 15. Ocupantes de viviendas particulares según material en pisos. Valle de


Chalco Solidaridad (2010)

Ocupantes de
viviendas % según el material en los pisos
particulares

Madera,
Cemento o No
N Tierra mosaico u otro % total
firme especificado
recubrimiento

354,578 4.3 85.6 9.9 0.3 100.0

Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

Cuadro 16. Viviendas particulares habitadas por número de dormitorios según número de ocupantes.
Valle de Chalco Solidaridad (2010)
Viviendas particulares
habitadas
% según número de ocupantes

Número de 9 y más
1 2 3 4 5 6 7 8
dormitorios ocupantes
Total 5,227 12,339 18,385 22,598 15,855 7,663 3,197 1,628 1,784
Un dormitorio 90.8 76.2 62.7 50.8 38.9 30.8 24.5 20.4 15.4
2 dormitorios 7.1 20.6 30.1 34.6 38.0 37.4 33.7 32.1 24.3
3 dormitorios 1.3 2.2 5.9 12.4 17.7 22.7 27.6 27.9 27.5
4 dormitorios 0.3 0.5 0.8 1.8 4.5 7.2 10.9 14.4 20.5
5 dormitorios 0.0 0.1 0.2 0.2 0.6 1.4 2.3 3.8 8.2
6 y más dormitorios 0.2 0.1 0.1 0.1 0.2 0.5 0.7 1.2 3.9
No especificado 0.4 0.3 0.2 0.2 0.2 0.2 0.3 0.1 0.2
% Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

199
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

El Cuadro 16, por su parte, nos permite asociar el número de dormitorios


con el número de ocupantes para discutir las condiciones de hacinamiento en el
que pueden estar viviendo algunos/as habitantes del municipio. En este sentido
quiero destacar los casos de viviendas ocupadas por tres y más habitantes que
sin embargo cuentan con sólo un dormitorio. Así, encontramos que de las
viviendas ocupadas por tres personas el 62.7% tiene sólo un dormitorio; de las
ocupadas por cuatro personas el 38.9% está en las mismas condiciones,
mientras así sucede con el 50.8% de las viviendas con cuatro ocupantes, el 38.9%
de las habitadas por cinco personas, el 30.8% de aquéllas con seis ocupantes, el
24.5% de las que tienen siete habitantes; mientras que en las viviendas con ocho
y nueve o más ocupantes encontramos un 20.4 y un 15.4% de viviendas con un
solo dormitorio, respectivamente.

En síntesis, podemos deducir que esos espacios en los que se suceden los
eventos y procesos que socialmente consideramos más privados, en
comparación con los que acontecen fuera del espacio doméstico, tienen en
general y todavía varias limitaciones que seguramente repercuten en la
distribución de espacios materiales y lugares simbólicos al interior de las
familias, los hogares y las viviendas.

3.1.2.2.2 Tecnologías, escolaridad y pobrezas


A decir de mis interlocutoras y otras/os pobladores con quienes tuve
oportunidad de platicar, la urbanización en el Valle de Xico ha aumentado
considerablemente a lo largo de las últimas dos décadas. El acceso a servicios
básicos y a aparatos electrodomésticos son los dos primeros indicadores de

200
AVRIL ARJONA LUNA

urbanización que analizo teniendo en cuenta el Cuadro 17, en el que podemos


comparar datos del municipio para el año 2000 y el 2010.

En el 2010 el 97% de las viviendas particulares habitadas contaba con agua


entubada, de modo que podemos suponer que actualmente las y los habitantes
Cuadro 17. Comparativo de servicios y acceso a electrodomésticos en ya no dependen de
viviendas particulares habitadas. Valle de Chalco Solidaridad (2000,
2010) las pipas de agua que
Viviendas particulares habitadas % según año podían quedar
Servicios y electrodomésticos 2000 2010 varadas en los
Agua entubada 22.5 97.0 lodazales de la época
Energía eléctica 19.6 98.6
Refrigerador 58.1 73.7
de lluvias -y que
Televisión 92.7 95.1 todavía se hacen en
Lavadora 48.4 58.4
Computadora 2.3 18.1
las calles sin
Teléfono 19.6 NHVD pavimentar. El
N 66,901 89,552
Elaboración propia. Fuentes: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010; Censo General de Población y servicio de
Vivienda 2000. NHVD: No Hay Valores Disponibles.
electricidad también
se ha extendido al 98.6% de las viviendas, sin embargo también es sabido que
muchas familias se cuelgan usando diablitos y evitando el pago del servicio que se
encareció a raíz de la desaparición (forzada) de Luz y Fuerza del Centro -y la
imposición del monopolio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) esa que
se dice una “empresa de calidad mundial”.

Muy en relación con estos servicios básicos de los que padecieron mis
interlocutoras a su llegada al territorio, encontramos la importancia de los
electrodomésticos en los modos de vida urbano populares. Como se observa en
el Cuadro referido, la televisión es el electrodoméstico por excelencia y en el
2010 el 95.1% de las viviendas contaba con al menos una. El refrigerador fue el

201
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

segundo electrodoméstico más importante y la lavadora el tercero -tanto en el


año 2000 como en el 2010- y se observa que su acceso va en crecimiento. Así en
el 2010 estaban presentes, respectivamente, en 73.7% y 58.4% de las viviendas.

Por su parte el teléfono fijo, el internet y la computadora son artículos de


lujo en Valle de Chalco Solidaridad y por lo visto el uso de los dos últimos se
asocia a la presencia de estudiantes. Lo cierto es que en los referentes empíricos
que tuve más de cera, y ante las que considero precarias condiciones para el
desarrollo del pensamiento crítico, algunas y algunos jóvenes acuden al
internet y desarrollan, principalmente, conocimientos del ciberespacio que
aplican en la consulta de su perfil de Féisbuc. Esto a su vez implica
modificaciones del lenguaje escrito que se reflejan en el tipo de mensajes de
texto que escriben a través de sus celulares y que, en algunos casos, alcanzan a
permear las prácticas lingüísticas de las y los adultos -como era el caso de
América, una mujer nacida en 1970 que tenía prácticas lúdicas y comunicativas
equivalentes a las de su hija de 18 años de edad.

En este sentido, quiero mostrar que el acceso a las tecnologías en el


municipio está sumamente asociado con la jerarquización de estrato
socioeconómico, género y edad dominante, por lo que no es gratuito que los
principales accesos tecnológicos estén destinados al trabajo doméstico, mismo
que debe ser agilizado suficientemente cuando las mujeres salen a trabajar a
cambio de una remuneración e involucrar al resto de los integrantes de la
familia a estas labores puede causar conflictos. De modo que la vida cotidiana
en los espacios domésticos no sólo debe agilizarse para (re)producirse en
condiciones de precariedad salarial masculina -y femenina, claro está-, requiere
de otros mecanismos para sostener y dar continuidad, simbólicamente, a las

202
AVRIL ARJONA LUNA

desigualdades a través de aparatos ideológicos como la televisión, otros medios


de información masiva y las religiones.

Esta aseveración no surge sino de la observación, también participante,


durante el trabajo de campo, pues efectivamente un común denominador de
casi el 100% de las casas que tuve oportunidad de conocer fue la presencia de al
menos una televisión y al menos un altar religioso -y ambos fungían un
importante papel en la reproducción “armónica” de la vida cotidiana.

La televisión es la que entretiene a muchas niñas, niños y adolescentes


cuando no están en la escuela; o como pasaba con mis vecinas/os,
frecuentemente reunidos con su padre para ver siempre las mismas películas
de Chente Fernández -al grado de que sabían de memoria los diálogos. Pero
también es la televisión, o la radio, que acompaña a las mujeres durante el
trabajo doméstico o cuando toman un tiempo entre sus tiempos para ver la
comedia, o los talk shows como el de la -demasiado famosa para mi gusto-
Señorita Laura. Pero, ¿es realmente de extrañar que un referente común entre
mis interlocutoras sean los Casos de la vida Real? Yo sostengo que no; que
responde al contexto sociocultural y a la producción de espacios y lugares con
los que socialmente las clases dominantes han pretendido que se identifiquen
en tanto mujeres de sectores populares. Así, la televisión que propone Televisa
es a la que las y los pobladores con quienes tuve oportunidad de convivir han
estado expuestas/os y socializadas/os para preferir, con todo lo que implica,
pues ha sido un gran vehículo promotor del machismo, el racismo y el clasismo
tan arraigados en nuestra sociedad.

203
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

En cuanto a la religión en el municipio pude observar que para la gente es


un aspecto importante y siempre presente en sus representaciones y algunas
prácticas cotidianas. Muchas personas, hombres, mujeres, jóvenes y no tan
jóvenes, aluden constantemente a la importancia de Dios en la sucesión de
hechos y eventos tales como estar bien. Es muy común escuchar formas del habla
como gracias a Dios, primero Dios y Dios mediante que reflejan la fuerte presencia
de la religión, aunque sea a nivel de las normas ideales y sobre todo de la
configuración de representaciones que naturalizan el orden actual de las cosas.

En el 2010 la religión católica estaba representada por el 79.8% de la


población, seguida por el 7.2% de personas
pentecostales/evangélicas/cristianas, el 4.3% en que no estuvo especificado y el
2.3% de religiones Bíblicas diferentes de las evangélicas. El resto de las
religiones, como las espiritualistas, cuentan con tan pocos casos que en
términos porcentuales terminan siendo irrelevantes. Así, en ese año había 15
Espiritualistas Trinitarios Marianos, de los cuales ocho eran mujeres (Censo de
Población y Vivienda 2010).

Esto explica en buena parte que en las casas que visité lo más común fue
encontrar altares en los que por supuesto la Virgen de Guadalupe está presente
y sólo compite en número con las imágenes de la Virgen de Juquila -cuestión
que se explica por la alta migración de oaxaqueñas y oaxaqueños. También hay
algunos Santos y Santas católicos de su preferencia, siendo San Judas Tadeo 93
uno de los más prestigiados. A Santa Zita de Lucca -cuyos emblemas son las
llaves, símbolo del servicio, y las azucenas, símbolo de la pureza-, conocida

93 Patrón de las causas desesperadas, al que se le visita cada 28 de mes porque su festividad es el 28 de
octubre.

204
AVRIL ARJONA LUNA

como la santa patrona de las trabajadoras domésticas, ninguna de mis


informantes la conoce; solo Marilú es devota de Santa Rita, a quien asocia como
protectora de las trabajadoras en general.

Aunque no tengo datos que nos permitan conocer su representatividad en


el municipio, entre algunos pobladores jóvenes como los hijos de una de mis
interlocutoras, también sé que está presente el culto a la Santa Muerte. Así, los
altares callejeros a esta imagen no se comparan numéricamente con aquellos
dispuestos a la Virgen de Guadalupe, pero existen, es un hecho.

La telefonía celular podría ser otro aspecto a considerar en la


urbanización de las prácticas cotidianas de la población que distinguen a las
generaciones. En el Valle de Chalco la gente joven está acostumbrada a usarla y
las poblaciones adultas se han acostumbrado a ella. Durante el trabajo de
campo observé que sólo una de mis cinco interlocutoras no usaba teléfono
celular, mientras que el resto tienen distintos grados de conocimiento sobre sus
usos y posibles funciones aunque tienden a limitarse a la recepción y emisión
de llamadas telefónicas -como podría ser una tendencia en estos grupos de
edad con muy bajos niveles de lectoescritura.

Durante sus investigaciones Daniel Hiernaux encontró que un año


después de la autonomía municipal el Valle de Chalco mostraba “una fuerte
heterogeneidad en las carencias, estando éstas básicamente relacionadas con
una reducida educación superior a la primaria, pero con un ‘piso básico’ de
alfabetización que surge de las trayectorias migrantes intraurbanos (sic)” (1995:
176). En este sentido y de acuerdo con información más reciente, la tendencia a
la básica educación formal tiene repercusiones diversas entre las que destacan

205
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

las subalternizadas ocupaciones económicas desarrolladas por la población


-como ya vimos.

Sin considerar en lo absoluto que la educación formal sea la panacea, sí


quiero destacar los efectos que pueden tener en las condiciones de existencia
los distintos fenómenos asociados a la escolaridad, la capacidad de leer y
escribir, la educación general y el desarrollo del pensamiento crítico en el
municipio.

A través de las charlas con las y los pobladores con quienes tuve
oportunidad de convivir en tanto estudiante de antropología, me di cuenta que
las y los adultos reconocen tener bajos grados de escolaridad. En la generación
de mis interlocutoras y otras anteriores el nivel de escolaridad o grado máximo
de estudios formales tiende a no superar la primaria completa. Entre las
generaciones más jóvenes, como las y los hijos de mis interlocutoras, el nivel de
estudios máximo tiende a aumentar, pero no en exceso.

Cuadro 18. Población de 12 años y más por nivel de escolaridad según sexo. Valle de
Chalco Solidaridad (2010)

Nivel de escolaridad Total % Según sexo

Niveles generales N % Hombre Mujer % total


Sin escolaridad 13,906 5.2 38.4 61.6 100.0
Educación básica 184,231 69.3 49.4 50.6 100.0
Eduación media superior 49,410 18.6 48.8 51.2 100.0
Educación superior 17,281 6.5 47.4 52.6 100.0
No especificado 902 0.3 46.0 54.0 100.0
Total 265,730 100.0 129,140 136,590
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

206
AVRIL ARJONA LUNA

En este sentido el Cuadro 18 permite distinguir el nivel de escolaridad


general y según el sexo-género de la población de 12 años y más para el año
2010. Como se observa, en general, el 69.3% de esta población cuenta con la
educación básica, el 18.6% con educación media superior, el 6.5% con educación
superior y el 5.2% no tiene escolaridad. Teniendo en cuenta el sexo-género
encontramos que cuatro de cada seis personas sin escolaridad son mujeres,
mientras que en el resto de los casos se trata de cinco mujeres por cada cuatro
hombres con educación básica, media superior, superior y no especificada.

Así, aunque el panorama para las mujeres podría resultar mínimamente


más alentador en la medida que en general representan más del 50% de la
población de 12 años y más, el Cuadro 19 nos permite observar que existen las
diferencias referidas entre generaciones y que a partir de los 55 años de edad la
población con educación básica, educación media superior y superior
disminuyen estrepitosamente, aumentando en este sentido quienes sólo tienen
educación básica y quienes no tienen escolaridad -condiciones en las que se
encuentra el 98.7% de la población de 80 a 84 años y el 97.3% de la de 85 años y
más.

207
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 19. Población de 12 años y más por grupos quinquenales según nivel de escolaridad. Valle de Chalco
Solidaridad (2010)

Población de 12 años y más Según Nivel de escolaridad


N
Sin Educación Educación media Educación No
Edad por grupos % total
escolaridad básica superior superior especificado

12 a 14 años 20,197 0.6 99.2 0.2 100.0


15 a 19 años 36,544 0.7 60.5 36.0 2.3 0.4 100.0
20 a 24 años 36,098 1.0 52.3 32.3 13.6 0.7 100.0
25 a 29 años 32,439 1.4 60.9 25.0 12.3 0.5 100.0
30 a 34 años 29,292 2.1 68.8 19.6 9.1 0.4 100.0
35 a 39 años 24,768 2.7 74.0 16.2 6.8 0.3 100.0
40 a 44 años 20,215 4.5 76.0 13.7 5.7 0.1 100.0
45 a 49 años 18,604 6.6 78.1 10.3 4.9 0.1 100.0
50 a 54 años 16,658 9.4 79.6 7.1 3.8 0.1 100.0
55 a 59 años 12,091 14.4 78.8 4.2 2.4 0.1 100.0
60 a 64 años 7,816 21.4 74.2 2.8 1.5 0.2 100.0
65 a 69 años 4,474 30.0 67.1 1.5 1.3 0.2 100.0
70 a 74 años 2,942 38.4 59.6 1.2 0.5 0.2 100.0
75 a 79 años 1,762 43.8 54.7 1.1 0.2 0.1 100.0
80 a 84 años 1,017 54.4 44.3 0.3 0.5 0.5 100.0
85 y más años 813 62.4 34.9 1.4 0.7 0.6 100.0
Total 265,730 5.2 69.3 18.6 6.5 0.3 100.0
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

De este modo y según los datos existentes para el año 2010, fueron las
personas entre 20 y 29 años de edad las que tuvieron mayores posibilidades de
acceder a la escolaridad a nivel superior, un rango de edad en el que se
encuentran varias hijas e hijos de mis interlocutoras cuyos casos no
necesariamente se ven reflejados en estas poblaciones privilegiadas de acuerdo
con las condiciones escolares en el municipio.

En mi opinión y de acuerdo con los hallazgos de esta investigación, la


deserción escolar es una característica fundamental en la generación de mis
informantes, tanto en hombres como en mujeres, y se reproduce con pocos
años de diferencia entre el grueso de sus hijas e hijos -incluso entre las y los más
jóvenes. La diferencia generacional más marcada, entre mis informantes y sus

208
AVRIL ARJONA LUNA

hijas, es que la deserción escolar para las primeras implicó el tránsito al trabajo,
mientras que para sus hijas, en casi todos los casos, se asoció más rápidamente
con el primer embarazo, la maternidad y la primera unión. Pero sobre esto
profundizaré en otros capítulos.

Ahora bien, más allá del nivel de escolaridad quiero resaltar otra
condición que puede impactar en la calidad de vida de las personas; me refiero
a la posibilidad de leer y escribir que no necesariamente se torna una práctica
común aunque en teoría se cuente con las posibilidades básicas para hacerlo.
Siguiendo el Cuadro 20 encontramos que en el 2010 el 4.3% de la población de 12
años y más dijo no saber leer y escribir y que entre las mujeres es mayor este
porcentaje -5.4% de ellas contra 3% de ellos. Además, teniendo en mente el
Cuadro 21, es evidente que la condición de no saber leer y escribir está muy
relacionada con el aumento de la edad en la población a partir de los 55 años.

Cuadro 20. Población de 12 años y más por sexo según condición de saber leer y escribir. Valle
de Chalco Solidaridad (2010)

Población de 12 años y más Según condición leer y escribir


% Total N
Sabe leer y No sabe leer y
% Sexo No especificado
escribir escribir

Hombre 96.4 3.0 0.6 100.0 129,140


Mujer 93.9 5.4 0.6 100.0 136,590
Total 95.1 4.3 0.6 100.0 265,730
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

209
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 21. Población de 12 años y más por grupos de edad según condición de saber leer y
escribir. Valle de Chalco Solidaridad (2010)
Población de 12 años y más Según condición leer y escribir
% total N
No sabe leer y
% Grupos de edad Sabe leer y escribir No especificado
escribir

12 a 14 años 98.4 0.9 0.7 100.0 20,197


15 a 19 años 98.6 0.8 0.6 100.0 36,544
20 a 24 años 98.3 0.9 0.9 100.0 36,098
25 a 29 años 98.2 1.2 0.6 100.0 32,439
30 a 34 años 97.7 1.8 0.5 100.0 29,292
35 a 39 años 97.3 2.3 0.4 100.0 24,768
40 a 44 años 95.9 3.9 0.3 100.0 20,215
45 a 49 años 94.2 5.5 0.3 100.0 18,604
50 a 54 años 92.0 7.5 0.5 100.0 16,658
55 a 59 años 88.1 11.3 0.6 100.0 12,091
60 a 64 años 82.5 16.6 0.9 100.0 7,816
65 a 69 años 76.2 22.9 0.9 100.0 4,474
70 a 74 años 68.8 29.9 1.4 100.0 2,942
75 a 79 años 64.2 34.8 1.0 100.0 1,762
80 a 84 años 54.7 43.8 1.6 100.0 1,017
85 y más años 50.4 47.4 2.2 100.0 813
Total 95.1 4.3 0.6 100.0 265,730
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

Considerando estos datos no es de sorprender que mis interlocutoras


tengan un nivel de escolarización muy bajo y que ello -desde sus
representaciones y visto a nivel macro estructural- impacte en las actividades
económicas que han podido desempeñar. En este sentido, las generaciones y
grupos de edad a los que pertenecen el grueso de mis interlocutoras
representan peores condiciones escolarizadas en comparación con sus hijos e
hijas aunque ligeramente mejores que las de sus madres, por lo que también
representan una generación de tránsito o desplazamiento hacia el aumento
-paulatino- en los grados educativos.

210
AVRIL ARJONA LUNA

Durante los primeros seis meses de mi estancia en campo tuve


oportunidad de ayudar en sus tareas a una joven estudiante del primer año de
secundaria94 y a sus dos hermanos -ambos estudiantes de primaria. En los tres
casos las deficiencias son fuertes en matemáticas y español. Esto se debe en
buena parte a que en muchas escuelas públicas en Valle de Chalco
frecuentemente no hubo clases mientras duró el trabajo de campo. Así, mis
jóvenes vecinos faltaban a la escuela varias veces al mes porque los maestros se
fueron a un curso o tenían junta. Ante la indiferencia de algunos/as profesores, las
familias tampoco pueden hacer mucho, pues no hay tiempo para ayudar a las y
los estudiantes o, aunque lo deseen, les resulta imposible porque no saben de
qué les están hablando.

De esta forma sostengo que el analfabetismo general se vincula con el


analfabetismo tecnológico y aunque en las nuevas generaciones ambos
disminuyen no desaparecen, sólo se camuflan en las nuevas formas del lenguaje
juvenil tan vinculado con la necesidad de imágenes más que de textos.

Por supuesto existen instituciones educativas privadas de nivel básico,


medio y medio superior a las que acceden quienes con muchos o pocos esfuerzos
tienen las posibilidades económicas para cubrir las colegiaturas. Existe una
institución educativa muy católica reconocida entre algunos sectores de la
población y que se autodenomina “Mano Amiga”. 95 Esta institución -vinculada
con Universidades como la Anáhuac y la Panamericana- en el municipio de
94 Cuando llegué a vivir a Valle, en el 2012, la joven no estaba estudiando, se encargaba “de la casa” y su
hermana menor mientras su padre y dos de sus hermanas mayores se iban a trabajar, en el D.F., y sus
dos únicos hermanos asistían a la primaria. Dejó la escuela en los primeros meses del primer año de
secundaria cerca de un año por problemas familiares que derivaron en la separación de su madre y
padre.
95 Ver http://www.manoamiga.mx/chalco.html . Última revisión del 13/04/2016.

211
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

interés cuenta con el apoyo del gobierno del estado y del Obispo. Bajo el
régimen católico, tiene una política de separación en la formación de niñas y
niños, de modo que no es mixta aunque recibe a unos y a otras. Las
mensualidades son de hasta 500 pesos, según me dijo la hija de una
interlocutora, y las familias pueden solicitar becas -entendidas como la
condonación de cierta proporción de la cuota porque la institución recibe
financiamiento de instituciones y fundaciones varias.

En mi opinión el hecho de que una institución educativa sea reconocida


justo por no ser laica nos remite a pensar el impacto que tiene la religión
católica en las representaciones y prácticas, así como en la configuración de
prejuicios. Por medio de la bola de nieve tuve oportunidad de conocer a una
profesora de secundaria en una escuela pública del municipio de Ozumba. Ella,
durante nuestras charlas, siempre mostró preocupación por la calidad moral de
sus estudiantes, lo rebelde de las niñas y la pérdida de valores entre las y los jóvenes
-especialmente en materia del ejercicio de la sexualidad. También hizo hincapié
en lo sorprendida que estaba porque algunos de sus niños -de pueblo- son tan
inteligentes, creativos y hasta nobles.

Aunque no dudo que existan excepciones en la escolaridad pública y


privada, la calidad escolar a la que parecen tener acceso las nuevas generaciones
en Valle de Chalco deja mucho que desear y, lamentablemente, se reproduce en
la medida que las generaciones anteriores no tienen el capital social y
económico para exigir cambios en la formación de sus hijos; y recalco que se
trata de los hijos, pues sobre las hijas las expectativas de estudio se reducen
muchísimo porque está muy extendida la idea de que tienen -en tanto mujeres-

212
AVRIL ARJONA LUNA

mala cabeza, son tontas o tarde o temprano encontrarán marido y tendrán quien vea
por ellas.

En síntesis, los aparatos que en general sirven a los intereses de la


dominación para la (re)producción y el consumo adquieren considerable poder
en contextos empobrecidos como el Valle de Chalco Solidaridad para la
naturalización del orden establecido, promoviendo procesos socioculturales en
los que estas poblaciones deben acostumbrarse a vivir con lo mínimo necesario
para formar parte de la estructura social en tanto mano de obra y poblaciones
de consumo de los productos de más baja calidad que reproducen los lugares
subalternizados que ocupan.

Fotografía 4
Fotografía 5

213
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

3.1.2.3 Las calles como espacios públicos fundamentales


Si bien todo indica que el grado de urbanización en el municipio es mayor al
que debió tener en los años 90, el Cuadro 22 muestra información relevante en
materia de vialidades en el 2010.
Cuadro 22. Vialidades¹ en la localidad de Xico, Valle de Chalco Solidaridad, según carencias de infraestructura vial o
de servicios (2010)
Vialidades en Xico % según tipo de carencias de infraestructura vial y de servicios
Sin Sin rampa Sin letrero
Sin Sin Sin Sin plantas de Sin drenaje
N² alumbrado para silla de con nombre
pavimento banqueta guarnición ornato pluvial
público ruedas de la calle

14,410 32.2 4.7 5.4 26.3 21.0 40.3 96.4 84.3

Elaboración propia. Fuente: INEGI. Infraestructura y Características del Entorno Urbano 2010. ¹ Corresponde a las vialidades, lados o frenetes que circundan cada
manzana. ² Quedan excluídas las vialidades que circundan las manzanas que corresponden a edificios públicos.

Lamentablemente la base de datos sobre Infraestructura y Características


del Entorno Urbano para este año sólo arrojó información para la localidad de
Xico, pero ésta me parece representativa de otras localidades por las que tuve
oportunidad de transitar. Así, destaca que del total de vialidades en la localidad
el 96.4% no tienen rampa para silla de ruedas, el 84.3% no tiene letrero con el
nombre de la calle, el 40.3% no tiene drenaje pluvial, el 32.2% no están
pavimentadas, el 26.3% no tienen plantas de ornato, el 21% no tienen alumbrado
Fotografía 6 público, el 5.4% no tienen guarnición
y el 4.7% no tienen banqueta. En este
sentido quiero destacar las calles
como espacios públicos
fundamentales en la vida cotidiana
de las personas, en los que se

214
AVRIL ARJONA LUNA

pueden presentar diversos problemas de salud pública de acuerdo con lo


observado.

La recolección de basura por parte del gobierno municipal fue


prácticamente nula durante mi estancia en campo y sólo en una ocasión tuve
oportunidad de ver uno recogiendo la basura en la calle donde viví. En mi
experiencia este servicio tienden a prestarlo particulares que en camiones o en
carretas tiradas por caballos o burros recolectan la basura solicitando una
cooperación voluntaria. Desconozco el paradero final de los desperdicios, pero
un primer punto de almacenamiento y separación se ubica en las casas donde
viven quienes la recolectan, provocando un olor nauseabundo y penetrante que
implica focos de infección y proliferación de ratas.

En este sentido, aunque la Directora de Salud Municipal de la


administración (2009-2012) diga lo contrario e incluso acuse a la población de
robarlos, en Valle de Chalco Solidaridad no vi botes de basura que incentiven
otras formas de actuar en torno a nuestros desechos en los espacios públicos.
Considerando lo anterior no es de sorprender que a lo largo y ancho del
municipio algunas esquinas se conviertan en basureros. Esto es un problema de
salud pública que involucra a los animales callejeros o “comunitarios” que
frecuentemente se alimentan de desperdicios encontrados en la calle. Ello
permite una subsistencia precaria de los canes y felinos que se reproducen ante
la indiferencia de pobladores96 y autoridades. Y sí, hay algunas calles que en
96 La situación con los perros callejeros o no callejeros y su reproducción es un ámbito en el que me
parece se reproducen representaciones sobre la sexualidad general y masculina en particular. Tengo
algunas anécdotas al respecto, pero lo que quiero señalar es la resistencia de algunos pobladores a
esterilizar a sus perros machos porque “les hace daño”; en el caso de las hembras me resultó
sorprendente la ligereza con la que por lo menos en una ocasión observé a un vecino sacar a una
cachorra a la calle, y cuando le toqué el timbre para decirle que su perrita estaba afuera me dijo,

215
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

época de calor huelen a muerte por los roedores, gatos y perros que quedan ahí
hasta ser consumidos por la intemperie, las moscas y otros insectos.
Fotografía 7

El grado de pavimentación en las calles varía de una colonia a otra y de


una manzana a otra. Aunque resulta difícil explicar este proceso diferencial,
una posible explicación al hecho de que las colonias más céntricas sean las
menos pavimentadas podría relacionarse con el doble flujo en el
establecimiento de la población -desde Chalco hacia el centro y desde la
carretera México-Puebla al mismo punto-, de modo que el centro es lo último
que se estará pavimentando. Hay que considerar, también, que en algunas
colonias cercanas a Xico Viejo fueron las y los pobladores quienes pusieron la
mano de obra para pavimentar sus calles, mientras el gobierno municipal
aportó los materiales; sin embargo, esto parece estar fuera de las nuevas
políticas municipales, porque ahora tienen que esperar a que el área de Obras

“¿usted no la quiere?, es que es hembra”. Así, las hembras en celo permanecían en las calles asediadas
por varios machos que peleaban por aparearse con ellas sin que nadie considerara que era mejor
resguardarlas en ese periodo. En este sentido, pareciera que el control de la natalidad canina se
presenta como innecesaria o antinatura.

216
AVRIL ARJONA LUNA

Públicas se haga cargo de concluir con lo faltante y arreglar lo que hace años no
recibe mantenimiento.

Hay que notar también la gran cantidad de topes -algunos con apariencia
de auténticos montes- y la falta de semáforos en las calles principales. Esto
aunado al descuido con que las/os conductores transitan, hace de las avenidas
-como la Cuauhtémoc y la Tezozomoc- un potencial peligro principalmente
para las y los peatones. Las rutas de transporte han aumentado
considerablemente, de modo que ahora es más fácil transportarse al interior del
municipio sin tener que caminar grandes distancias -como hacían las y los
pobladores en los 80s y 90s. En el Estado de México como en otras entidades los
costos del transporte, a diferencia de la Ciudad de México, no están subsidiados
-elevando los gastos de la población. Durante mi estancia en Valle de Chalco
observé que la cuota mínima para los camiones y peseros era de siete pesos,
para los taxis aproximadamente de 20 pesos y para las bici y mototaxis las
cuotas varían según el número de avenidas atravesadas en un trayecto. 97

97 El costo del transporte público en el D.F. aumentó en abril de 2013 y repercutió en el aumento
arbitrario en la tarifa de algunas rutas del Valle de Chalco. En algunas rutas aumentó un peso, pero
hubo otras, como la que evita el paso por “las lagunas” para llegar a la estación del Metro Tláhuac, de la
línea 12 también conocida como Dorada, aumentaron tres pesos. Esta línea del Metro, que conecta a
Tláhuac con Mixcoac, se inauguró en octubre de 2012 y estuvo funcionando deficientemente conforme
transcurrió el tiempo, hasta que en marzo de 2014 cerraron la parte este de la misma por la presencia
de “fallas estructurales”. En ese lapso de tiempo, como evento intermedio, se presentó el alza del costo
del Metro en el D.F. y el costo pasó de tres a cinco pesos. Por el momento no profundizaremos en la
“política pública” del gobierno del D.F. para estudiantes y jefas de familia que radiquen en el D.F. y la
reducción o “apoyo” para el uso del metro, solo nos interesa destacar que estos cambios repercutieron
en las condiciones económicas de las tres informantes principales activas en el empleo doméstico y en
especial en la de Margarita, que se sirve de la ruta municipal más encarecida y de la línea 12 del metro
para llegar a dos de sus lugares de trabajo.

217
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Fotografía 8 Desde alrededor de 1997, según


me dijo un moto taxista, los bici y moto
taxis representan tanto una alternativa
de transporte -algo peligroso en mi
opinión- como una de empleo para
quienes prefieren trabajar en la
localidad y/o no cuentan con
posibilidades para acceder a otro tipo
de trabajo. Así puesto que el transporte local resulta caro, algunas/os niñas/os,
jóvenes y adultas/os caminan o utilizan la bicicleta como medio de transporte,
mientras que los/as más privilegiados/as costean el transporte público o
privado necesario para los desplazamientos intrametropolitanos que
caracterizan la cotidianeidad laboral de muchas/os de ellas/os.

Un último aspecto asociado a la urbanización y las condiciones de


posibilidad de las poblaciones municipales tiene que ver con los espacios
públicos de esparcimiento -como parques y deportivos- y con la existencia de
Centros Comunitarios y Casas de la Tercera Edad. Lamentablemente no cuento
con datos precisos sobre el número existente de estos espacios, lo cierto es que
aunque existe el Deportivo Luis Donaldo Colosio y al menos sé de una Casa de
la Tercera Edad cercana a la zona conocida como Las Marquesitas, a las orillas
del Cerro de Xico, no tuve la impresión de que la difusión de estos espacios
públicos sea lo más común y puesto que están focalizados en atender a
poblaciones cercanas, la apropiación subjetiva se torna limitada.

218
AVRIL ARJONA LUNA

En este sentido resulta lamentable que a pesar de los muchos esfuerzos


que entiendo han desarrollado algunas y algunos pobladores por abrir espacios
Fotografía 9 culturales comunitarios, como el
Museo Comunitario de Valle de Xico, el
acceso esté limitado al trámite escolar
-configurando condiciones
simbólicamente limitantes a la agencia
comunitaria. En este sentido el Museo
es un espacio que se tornó importante
para algunas poblaciones cercanas al
Cerro que con gestión y lucha
comunitaria lograron en 1996 que el mismo (fotografía 9) se instalara en la parte
trasera de la ex hacienda.98

Teniendo como marco contextual general lo hasta aquí dicho,


adentrémonos ahora al análisis de algunos datos municipales en torno a los
procesos de s/e/a y la diferencial distribución de los mismos de acuerdo con la
información existente en el sector público de la atención a la salud.

98 A decir de la gente que participa como voluntaria, la intención es y ha sido promover actividades
comunitarias diversas; la principal de ellas ha estado encaminada a dar a conocer el pasado
prehispánico a las y los habitantes del municipio.

219
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

3.2 El impacto del género y la edad en la distribución de los procesos de


s/e/a de las poblaciones vallechalquenses
3.2.1Las principales causas de defunción por etapas vitales
De acuerdo con los datos que arrojan los Cubos Dinámicos del SINAIS, en el
Valle de Chalco Solidaridad las principales causas de defunción varían no sólo
por sexo sino también por edad.
Cuadro 23. Principales causas de defunción infantil de residentes en Valle de
Chalco Solidaridad por subcategoría, grupos quinquenales y sexo (2010)

% menores de 1 año por


Principales causas de defunción
sexo N
SubCategoria GBD H M NE
Accidentes de vehículo de motor (tránsito) 1.6 0.0 0.0 1
Agenesia renal 0.0 0.0 100.0 1
Ahogamiento y sumersión accidentales 0.0 0.0 0.0
Asfixia y trauma al nacimiento 25.8 39.5 0.0 31
Bajo peso al nacimiento y prematurez 1.6 5.3 0.0 3
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 3.2 0.0 0.0 2
Defectos de la pared abdominal 1.6 2.6 0.0 2
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 1.6 0.0 0.0 1
Enfermedades infecciosas intestinales 4.8 0.0 0.0 3
Fístula traquoesofágica, atresia y estenosis
0.0 2.6 0.0 1
esofágica
Infecciones respiratorias agudas altas 16.1 7.9 0.0 13
Infecciones respiratorias agudas bajas 22.6 18.4 0.0 21
Leucemia 0.0 0.0 0.0
Malformaciones congénitas del corazón 17.7 21.1 0.0 19
Nefritis y nefrosis 3.2 2.6 0.0 3
Peatón lesionado en accidente de vehículo de
0.0 0.0 0.0
motor
% del total menores de 1 año 61.4 37.6 1.0 100.0
Total 62 38 1 101
Elaboración propia. H= hombres; M= mujeres; NE= no especificado. Fuente: Dirección General de
Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de
defunciones 1979- 2013.

Siguiendo el Cuadro 23 la población infantil -menor a un año- presenta


como primera causa de muerte la asfixia y el trauma al nacimiento, en segundo
lugar las infecciones respiratorias agudas bajas, en tercero las malformaciones
congénitas del corazón y en cuarto lugar las infecciones respiratorias agudas
altas. Si bien se observan otras causas de muerte, entre lo más destacable es el

220
AVRIL ARJONA LUNA

hecho de que el 61.4% de estas muertes correspondieron a bebés varones. En


este sentido destaca que al menos la segunda y cuarta causas de defunción que
aquejaron a la población infantil del municipio en el 2010 son prevenibles y
ampliamente tratables, evidenciándose que estos grupos poblacionales se ven
afectados por algunas precarias condiciones de urbanización, de acceso a
antibióticos y a la atención biomédica que rara vez tiene algo que ver con la
prevención.

Según los datos del Cubo sobre las Defunciones consultadas, en la


población preescolar -de un año y hasta cuatro años- se presentaron 11 muertes
-siete de niños y cuatro de niñas- bajo las causas dominantes en la población
infantil. Sin embargo, en la población escolar de cinco a nueve años sólo se
presentaron dos casos de niñas fallecidas -una por malformaciones congénitas
del corazón y otra por leucemia.

Del Cuadro 24 se desprende la información relativa a las causas de


defunción para las mujeres y los hombres de 10 a 39 años de edad en el año
2010. En primera instancia destaca que la principal causa de muerte en general
son las agresiones homicidas (30.6%), seguida de la nefritis y nefrosis 99 (7.5%) y
la cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado (6.9%). Otras causas de
muerte importantes en estos grupos de edad fueron los accidentes de tránsito,
los suicidios y el VIH/SIDA.

99 Ambas se tratan de enfermedades asociadas al funcionamiento del riñón.

221
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 24. Principales causas de defunción entre residentes en Valle de Chalco Solidaridad por subcategoría, grupos de
edad (10 a 39 años) y sexo (2010)
% por edad y sexo
Principales causas de defunción % del
10 a 19 años % del total 20 a 29 años % del total 30 a 39 años % del total total
de 10 a 19 de 20 a 29 de 30 a 39 general
SubCategoria GBD H M
años
H M
años
H M
años
Agresiones (homicidios) 35.3 24.0 50.0 22.2 41.9 27.6 6.7 23.3 30.6
Nefritis y nefrosis 37.5 12.0 11.4 8.1 3.4 13.3 5.5 7.5
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 4.5 5.6 4.8 12.1 6.7 11.0 6.9
Accidentes de vehículo de motor (tránsito) 11.8 12.5 12.0 2.3 1.6 6.9 6.7 6.8 5.6
Lesiones autoinfligidas intencionalmente (suicidios) 23.5 25.0 24.0 2.3 5.6 3.2 5.0
VIH/SIDA 2.3 1.6 10.3 6.7 9.6 5.0
Enfermedades hipertensivas 2.3 5.6 3.2 6.9 6.7 6.8 4.4
Infecciones respiratorias agudas bajas 9.1 6.5 1.7 6.7 2.7 3.8
Enfermedades isquémicas del corazón 2.3 5.6 3.2 3.4 6.7 4.1 3.1
Peatón lesionado en accidente de vehículo de motor 4.5 5.6 4.8 1.7 6.7 2.7 3.1
Diabetes mellitus 2.3 1.6 6.9 5.5 3.1
Caídas accidentales 5.9 4.0 6.8 4.8 1.7 1.4 3.1
Leucemia 11.1 3.2 1.7 1.4 1.9
Malformaciones congénitas del corazón 12.5 4.0 5.6 1.6 1.7 1.4 1.9
Enfermedad cerebrovascular 11.1 3.2 1.7 1.4 1.9
Desnutrición calórico protéica 3.4 2.7 1.3
Ahogamiento y sumersión accidentales 5.9 4.0 1.7 1.4 1.3
Agenesia renal 11.1 3.2 1.3
Epilepsia 5.9 12.5 8.0 1.3
Tumor maligno de la mama 6.7 1.4 0.6
Uso de drogas 1.7 1.4 0.6
Tumor maligno del ovario 5.6 1.6 0.6
Linfomas y mieloma múltiple 5.9 4.0 0.6
Envenenamiento accidental 6.7 1.4 0.6
Apendicitis 1.7 1.4 0.6
Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 6.7 1.4 0.6
Meningitis 5.6 1.6 0.6
Uso de alcohol 1.7 1.4 0.6
Hemorragia obstétrica 6.7 1.4 0.6
Anemia 1.7 1.4 0.6
Enfermedades infecciosas intestinales 5.9 4.0 0.6
Poliomielitis 6.7 1.4 0.6
% del total por grupo de edad y sexo 68.0 32.0 100.0 71.0 29.0 100.0 79.5 20.5 100.0 100.0
N 17 8 25 44 18 62 58 15 73 160
Elaboración propia. H= hombres; M= mujeres. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de
defunciones 1979- 2013.

Por otra parte, si observamos las diferencias por sexo y grupos de edad
podemos ver una clara diferencia entre las muertes de ellos y de ellas, pues no

222
AVRIL ARJONA LUNA

sólo los hombres mueren mucho más que las mujeres en estos grupos de edad,
sino que entre los hombres es evidente la tendencia al aumento en las
posibilidades de muerte conforme avanza ésta. Entre las mujeres de 20 a 39
años de edad se observó -en el 2010- que aparecen otras causas de muerte
asociadas a la etapa reproductiva de vida, de modo que aparecieron las muertes
por tumor maligno de ovario (5.6% del total de muertes de mujeres de 20 a 29
años) y de mama (6.7% del total de muertes entre las mujeres de 30 a 39 años).

Así, entre los 10 y 39 años de edad se hacen evidentes causas de muerte


muy diversas entre las que destacan los homicidios, y conforme avanza la edad
también las enfermedades crónicas como la diabetes y otras que abonan a la
aparición de éstas, como las hipertensivas.

El Cuadro 25 muestra las principales causas de defunción entre los


hombres adultos (40 a 69 años) para el año 2010, mientras que el Cuadro 26
muestra aquéllas entre las mujeres del mismo rango de edad. Como se observa,
en ambos casos la principal causa de muerte es la diabetes mellitus, pero en
especial para las mujeres esta enfermedad crónico degenerativa es dominante.
Además, siguen apareciendo las infecciones respiratorias agudas bajas como
causa de muerte.

Entre los hombres de 40 a 69 años de edad la segunda causa de muerte en


el 2010 fue la cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado, la tercera
fueron las enfermedades isquémicas del corazón, la cuarta fue la enfermedad
cerebrovascular y la quinta fueron los homicidios. Además en general se
observa que conforme aumenta la edad las posibilidades de muerte también lo
hacen. La diabetes en el caso de los hombres se torna la principal causa de

223
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

muerte a partir de los 45 años de edad, de modo que entre los 40 a 44 años la
principal causa de muerte está asociada a las enfermedades crónicas del hígado
que frecuentemente se vinculan con el hábito del consumo de bebidas
alcohólicas; además en este grupo de edad la segunda causa de muerte son los
homicidios -mismos que disminuyen conforme aumenta la edad de los varones.
Cuadro 25. Principales causas de defunción entre hombres adultos residentes en Valle de Chalco Solidaridad por subcategoría y grupos de edad
(2010)
Principales causas de defunción % de hombres adultos por grupos de edad
% total
SubCategoria GBD 40 a 44 años 45 a 49 años 50 a 54 años 55 a 59 años 60 a 64 años 65 a 69 años
Diabetes mellitus 9.1 21.1 35.4 38.0 43.1 36.7 34.6
Enfermedades isquémicas del corazón 4.5 5.3 6.3 10.0 12.1 10.2 8.9
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 36.4 10.5 20.8 20.0 13.8 10.2 17.5
Enfermedad cerebrovascular 10.5 4.2 12.0 5.2 8.2 6.9
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 4.2 1.7 1.2
Infecciones respiratorias agudas bajas 9.1 2.1 3.4 2.0 2.4
Agresiones (homicidios) 18.2 5.3 4.2 6.0 3.4 4.9
Nefritis y nefrosis 4.5 5.3 4.2 4.1 2.4
Peatón lesionado en accidente de vehículo de motor 5.3 4.2 2.0 1.7 6.1 3.3
Tumor maligno de la próstata 3.4 6.1 2.0
Enfermedades hipertensivas 2.0 1.7 0.8
Caídas accidentales 5.3 4.2 2.0 3.4 2.4
Linfomas y mieloma múltiple 4.5 5.3 1.7 2.0 1.6
Tumor maligno del estómago 5.3 2.1 2.0 1.2
Tumor maligno del hígado 1.7 4.1 1.2
Uso de alcohol 2.1 1.7 2.0 1.2
VIH/SIDA 4.5 5.3 0.8
Enfermedad de Parkinson 2.0 0.4
Lesiones autoinfligidas intencionalmente (suicidios) 5.3 2.1 0.8
Enfermedades infecciosas intestinales 2.0 0.4
Tuberculosis 4.5 0.4
Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 2.0 0.4
Accidentes de vehículo de motor (tránsito) 2.1 0.4
Tumor maligno del páncreas 2.0 0.4
Tumor maligno de la boca y orofaringe 4.5 0.4
Hepatitis B 5.3 0.4
Enfermedades inflamatorias del corazón (excluye Fiebre reumática) 2.1 0.4
Melanoma y otros tumores malignos de la piel 2.0 0.4
Tumor maligno del colon y recto 5.3 0.4
Enfermedades de la piel 2.0 0.4
Tumor maligno del esófago 2.0 0.4
Epilepsia 1.7 0.4
% de defunciones de hombres adultos por grupos de edad 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
N 22 19 48 50 58 49 246
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de defunciones 1979- 2013.

224
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 26. Principales causas de defunción entre mujeres adultas residentes en Valle de Chalco Solidaridad por subcategoría y
grupos de edad (2010)
Principales Causas % de mujeres adultas por grupos de edad % total por
SubCategoria GBD 40 a 44 años 45 a 49 años 50 a 54 años 55 a 59 años 60 a 64 años 65 a 69 años causa
Diabetes mellitus 31.3 21.7 47.2 34.8 64.3 50 45.5
Enfermedades isquémicas del corazón 12.5 13.0 8.3 8.7 3.6 12.5 8.6
Enfermedad cerebrovascular 12.5 13.0 5.6 8.7 3.6 6.3 7.2
Nefritis y nefrosis 6.3 4.3 8.3 4.3 3.6 3.1 4.8
Enfermedades hipertensivas 5.6 8.7 7.1 4.8
Tumor maligno de la mama 6.3 2.8 8.7 3.6 3.8
Tumor maligno del cuello del útero 12.5 5.6 2.2 1.8 3.1 3.3
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 4.3 2.8 3.6 6.3 2.9
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 6.3 2.2 9.4 2.4
Tumor maligno del estómago 6.3 8.7 2.2 1.9
Leucemia 2.8 2.2 1.8 1.4
Peatón lesionado en accidente de vehículo de motor 4.3 1.8 3.1 1.4
Linfomas y mieloma múltiple 2.2 1.8 3.1 1.4
Tumor maligno del ovario 4.3 2.8 2.2 1.4
Tumor maligno del hígado 4.3 1.8 1.4
Desnutrición calórico protéica 4.3 2.2 1.0
VIH/SIDA 8.7 1.0
Enfermedades de la piel 1.8 0.5
Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 2.2 0.5
Malformaciones congénitas del corazón 4.3 0.5
Enfermedades infecciosas intestinales 2.2 0.5
Tumor maligno del colon y recto 4.3 0.5
Demencia y otros trastornos degenerativos y
2.8 0.5
hereditarios del Sist. Nervioso Cent
Enfermedad cardíaca reumática 3.1 0.5
Tumor maligno de la boca y orofaringe 2.2 0.5
Agresiones (homicidios) 2.8 0.5
Artritis reumatoide 4.3 0.5
Accidentes de vehículo de motor (tránsito) 2.8 0.5
Infecciones respiratorias agudas bajas 6.3 0.5
% total por grupos de edad 100 100 100 100 100 100 100
N 16 23 36 46 56 32 209
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de defunciones 1979- 2013.

Entre las mujeres de 40 a 69 años de edad la principal causa de muerte es


la diabetes mellitus, la segunda son las enfermedades isquémicas del corazón,
la tercera está representada por la enfermedad cerebrovascular y en cuarto
lugar encontramos la nefritis y nefrosis y las enfermedades hipertensivas. Por

225
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

otra parte las mujeres en este rango de edad presentan mayores posibilidades
de enfrentar tumores malignos de mama, del cuello del útero, del estómago, del
ovario y del hígado. Por último destaca que como en rangos anteriores, la
muerte de estas mujeres sigue siendo menor a la de los hombres aunque la
tendencia comienza a mostrar la disminución de la brecha de género que
repercute poderosamente sobre los varones vallechalquenses.

Los Cuadros 27 y 28 muestran las principales causas de defunción entre


los hombres y las mujeres ancianas residentes en el Valle de Chalco Solidaridad,
respectivamente, para el año 2010. En este caso las defunciones de ellas
presentaron una mayor frecuencia que la de ellos -con una diferencia de 11
casos. Del Cuadro 27 destaca que para los hombres de entre 70 y más años las
dos principales causas de muerte fueron la diabetes y las enfermedades
isquémicas del corazón, seguidas de la enfermedad cerebrovascular, las
enfermedades crónicas del hígado y la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica. Así, resulta interesante notar que en el grupo de edad de 85 y más años
la diabetes como causa de muerte disminuye considerablemente, muy
probablemente porque también se ve en general disminuida la población de
varones con posibilidades de enfrentar la enfermedad.

Del Cuadro 28 se desprende que en el 2010 las ancianas de Valle de Chalco


Solidaridad presentaban seis causas de muerte fundamentales que en orden de
importancia fueron: la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del
corazón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las enfermedades
hipertensivas, la cerebrovascular y las crónicas del hígado.

226
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 27. Principales causas de defunción entre hombres ancianos residentes en Valle de Chalco Solidaridad por
subcategoría y grupos de edad (2010)
Principales Causas de defunción % de hombres ancianos por grupo de edad % del total
SubCategoria GBD 70 a 74 años 75 a 79 años 80 a 84 años 85 y mas años NE por causa
Diabetes mellitus 31.1 34.5 28.6 5.9 25.2
Enfermedades isquémicas del corazón 22.2 24.1 26.2 29.4 25.2
Enfermedad cerebrovascular 8.9 10.3 9.5 14.7 10.6
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 13.3 6.9 2.4 5.9 7.3
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 8.9 3.4 4.8 8.8 6.6
Infecciones respiratorias agudas bajas 6.7 4.8 5.9 4.6
Enfermedades hipertensivas 4.4 3.4 2.4 8.8 4.6
Nefritis y nefrosis 3.4 9.5 3.3
Tumor maligno de la próstata 3.4 2.4 5.9 2.6
Hipertrofia prostática benigna 2.4 2.9 1.3
Ulcera péptica 5.9 1.3
Enfermedad de Parkinson 2.9 0.7
Tuberculosis 3.4 0.7
Peatón lesionado en accidente de vehículo de motor 2.9 0.7
Enfermedades infecciosas intestinales 2.2 0.7
Tumor maligno del estómago 2.4 0.7
Linfomas y mieloma múltiple 2.4 0.7
Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 3.4 0.7
Desnutrición calórico protéica 100 0.7
VIH/SIDA 3.4 0.7
Accidentes de vehículo de motor (tránsito) 2.2 0.7
Epilepsia 2.4 0.7
% total por grupos de edad 100.0 100.0 100.0 100.0 100 100.0
N 45 29 42 34 1 151
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de defunciones
1979- 2013.

227
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 28. Principales causas de defunción entre mujeres ancianas residentes en Valle de Chalco Solidaridad por
subcategoría y grupos de edad (2010)
Principales Causas % según grupo de edad % total por
SubCategoria GBD 70 a 74 años 75 a 79 años 80 a 84 años 85 y mas años causa
Diabetes mellitus 51.3 35.9 31.6 19.6 34.0
Enfermedades isquémicas del corazón 5.1 17.9 15.8 32.6 18.5
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica 12.8 7.9 10.9 8.0
Enfermedades hipertensivas 10.3 2.6 7.9 8.7 7.4
Enfermedad cerebrovascular 2.6 10.3 5.3 8.7 6.8
Cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado 10.3 5.1 7.9 2.2 6.2
Infecciones respiratorias agudas bajas 5.1 5.3 4.3 3.7
Ulcera péptica 2.6 2.6 2.6 2.2 2.5
Nefritis y nefrosis 5.1 2.6 2.2 2.5
Tumor maligno del páncreas 7.7 1.9
Tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón 2.6 2.2 1.2
Linfomas y mieloma múltiple 2.6 2.6 1.2
Enfermedades de la piel 2.6 0.6
Apendicitis 2.2 0.6
Desnutrición calórico protéica 2.6 0.6
Leucemia 2.2 0.6
Tumor maligno del cuello del útero 2.6 0.6
Tumor maligno del ovario 2.6 0.6
Melanoma y otros tumores malignos de la piel 2.6 0.6
Anemia 2.6 0.6
Artritis reumatoide 2.2 0.6
Epilepsia 2.6 0.6
% de defunciones por grupo de edad 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
N 39 39 38 46 162
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). [En línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS). Cubo de defunciones
1979- 2013.

228
AVRIL ARJONA LUNA

De este modo, y en síntesis, durante la infancia las causas de muerte


siguen asociadas a la pobreza y la falta de recursos para atender un perfil
epidemiológico100 que todavía muestra a las infecciones como fundamentales
en la vida de estas poblaciones. También destaca que los homicidios repercuten
poderosamente en las posibilidades de superviviencia de los hombres en edades
productivas y reproductivas. Por último, conforme avanza la edad las
enfermedades asociadas a padecimientos crónicos, degenerativos y
provocadores de mayores grados de dependencia entre las mujeres y los
hombres de edades avanzadas son un problema con el que el municipio se
enfrentará durante las próximas décadas.

3.2.2 Los nacimientos como eventos biosocioculturales


Aquí me interesa destacar el tipo de atención a los partos, el lugar de los
mismos así como algunas características sociales de las madres para discutir los
nacimientos no sólo como categoría demográfica, sino fundamentalmente
como proceso biosociocultural. En el Cuadro 29 podemos observar la

100 Esta transición epidemiológica refiere a los cambios en los perfiles de enfermedad y muerte de las
poblaciones. A decir de algunos especialistas, en México la transición epidemiológica adquiere
características que muestran tanto rezagos como nuevos retos. Definen el problema como la
“yuxtaposición de las necesidades de salud”; es decir, por un lado, persisten algunas enfermedades
trasmisibles y prevenibles, mientras por otro, se presentan más frecuentemente las enfermedades no
trasmisibles, crónico degenerativas y otras problemáticas “emergentes” –como las lesiones asociadas a
la violencia o los accidentes, que algunos/as autores/as enfatizan como causa de muerte entre los
hombres- (Lozano, et. Al., 1999). Otras/os especialistas han repensado la transición epidemiológica a la
luz de la morbi-mortalidad femenina distinguida por estrato socioeconómico. En este sentido con
confrontan con la “polarización epidemiológica” en materia de salud reproductiva y abordan tres
problemas específicos: la mortalidad materna, característica de la pobreza y el rezago en el proceso de
transición epidemiológica; el SIDA como un problema emergente; y el cáncer cervicouterino,
“condición crónica que como tal parecería propia de la postransición pero que, en realidad, es reflejo
de la pobreza y del acceso diferencial a la atención a la salud” (Langer et. Al., 1999: 209).

229
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

comparación entre el número de nacimientos y la forma en que fueron


atendidos los partos en distintos años -1994, 2000 y 2013. Como se observa la
forma de atención dominante en cualquiera de los casos ha sido la biomedicina,
ya sea por medio de médicos y medicas o enfermeras. Estas últimas sin
embargo disminuyeron considerablemente para el 2013, pues pasaron de
representar el 16.7% de la atención en 1994 al 2.5% en el 2013. Las parteras
muestran una tendencia a la baja de entre la de por sí baja tendencia a
representar una forma de atención al parto; así en 1994 representaron el 0.5% y
para el 2013 el 0.1%.

Cuadro 29. Nacimientos de residentes en Valle de Chalco Solidaridad por año y forma de
atención. Comparativo 1994, 2000, 2013

Nacimientos % por forma de atención


% total
Año N Médico Enfermera Partera Otra NE
1994 186 82.3 16.7 0.5 0.0 0.5 100
2000 6,533 87.0 12.3 0.3 0.0 0.4 100
2013 8,371 96.8 2.5 0.1 0.2 0.5 100
Total 15,090 92.4 6.9 0.2 0.1 0.4 100
Elaboración propia. NE= no especificado. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de nacidos vivos
registrados INEGI 1990-2013 [en línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS).

Lo anterior está sumamente vinculado con el Cuadro 30, en el que


podemos ver los nacimientos de residentes en Valle de Chalco Solidaridad
según el lugar del parto. Como se observa el primer lugar del parto está
representado por el hospital o la clínica oficial o pública, cuyo porcentaje ha ido
en aumento con el paso de los años -de 0.9% en 1994 a 41% en el 2013. El segundo
lugar lo ocupan los hospitales o clínicas privadas que, sin embargo, mostraron

230
AVRIL ARJONA LUNA

una leve disminución en el 2013 -pasaron de 34.1% en el 2000 a 31%. En tercer


lugar ha estado el domicilio y éste fue fundamental en el año 2000, cuando
encontramos que tuvieron lugar el 72% de los partos en domicilio sucedidos en
1994, el 2000, el 2010 y el 2013.

De esta forma podemos observar que los nacimientos, el tipo de atención


que reciben las mujeres embarazadas para los partos y el lugar en el que
suceden éstos están íntimamente asociados y con el paso de los años han
tendido a estar concentrados en las formas de atención biomédicas.

Cuadro 30. Nacimientos de residentes en el Valle de Chalco Solidaridad según


lugar del parto. Comparativo 1994, 2000, 2010, 2013
% por año de registro
Lugar del parto N % total
1994 2000 2010 2013
Hospital o clínica oficial 16,426 0.9 25.5 32.6 41.0 100
Hospital o clínica privada 4,362 0.2 34.1 34.7 31.0 100
Domicilio 1,086 3.0 72.0 11.6 13.4 100
Otro 305 0.3 10.8 62.6 26.2 100
No especificado 929 0.2 4.8 89.1 5.8 100
Total 23,108 0.8 28.3 34.7 36.2 100
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de nacidos vivos
registrados INEGI 1990-2013 [en línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS).

231
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 31. Nacimientos de residentes en el Valle de Chalco Solidaridad según lugar


y tipo de atención al parto. Comparativo 1994, 2000, 2010, 2013
% por año de registro
Lugar del parto Tipo de atención N %
1994 2000 2010 2013
total
Médico 16,318 0.9 25.5 32.5 41.2 100
Enfermera 53 1.9 54.7 20.8 22.6 100
Hospital o clínica
Partera 1 0.0 0.0 100.0 0.0 100
oficial
Otra 4 0.0 0.0 0.0 100.0 100
No especificado 50 0.0 0.0 100.0 0.0 100
Médico 4,318 0.2 34.2 34.4 31.2 100
Enfermera 25 0.0 40.0 48.0 12.0 100
Hospital o clínica
Partera 1 0.0 0.0 100.0 0.0 100
privada
Otra 2 0.0 0.0 0.0 100.0 100
No especificado 16 0.0 0.0 100.0 0.0 100
Médico 57 5.3 59.6 17.5 17.5 100
Enfermera 985 2.9 74.3 10.2 12.6 100
Domicilio Partera 33 3.0 48.5 36.4 12.1 100
Otra 7 0.0 0.0 14.3 85.7 100
No especificado 4 0.0 0.0 75.0 25.0 100
Médico 17 0.0 11.8 70.6 17.6 100
Enfermera 274 0.4 10.6 62.4 26.6 100
Otro Partera 6 0.0 33.3 50.0 16.7 100
Otra 3 0.0 0.0 33.3 66.7 100
No especificado 5 0.0 0.0 80.0 20.0 100
Médico 57 1.8 24.6 43.9 29.8 100
Enfermera 4 0.0 50.0 25.0 25.0 100
No especificado
Partera 1 0.0 100.0 0.0 0.0 100
Otra 867 0.1 3.2 92.5 4.2 100
Total 23,108 0.8 28.3 34.7 36.2 100
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de nacidos vivos registrados
INEGI 1990-2013 [en línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS).

En el Cuadro 31 se observa que más allá del año de análisis de que se trate,
desde la autonomía municipal la atención en los hospitales está concentrada en

232
AVRIL ARJONA LUNA

las y los médicos y en menor medida en el personal de enfermería; mientras


que en el domicilio son las enfermeras las de mayor injerencia en estos eventos,
seguidas de los médicos y las parteras -en tercer lugar. En este sentido, el Valle
de Chalco ha experimentado desde 1994 y según los datos del SINAIS un
proceso constante de medicalización en torno a los partos como eventos
biosocioculturales.

Cuadro 32. % de nacimientos de residentes en Valle de Chalco Solidaridad


según escolaridad de la madre. Comparativo 1994, 2000, 2013
Nacimientos Año de registro
Escolaridad de la % total
N 1994 2000 2013
madre
Sin escolaridad 433 5.4 3.8 2.1 2.9
De 1 a 3 años de primaria 772 24.7 9.5 1.3 5.1
De 4 a 5 años de primaria 2,407 37.6 34.2 1.2 16.0
Primaria completa 4,165 27.4 39.6 18.2 27.6
Secundaria o equivalente 4,702 4.3 9.0 49.0 31.2

Preparatoria o equivalente 2,032 2.0 22.7 13.5

Profesional 382 4.6 2.5


Otra 3 0.0 0.0
Escolaridad no
194 0.5 1.9 0.8 1.3
especificada
Total 15,090 1.2 43.3 55.5 100.0
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de nacidos
vivos registrados INEGI 1990-2013 [en línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS).

El Cuadro 32 nos acerca a una característica sociodemográfica


fundamental de las mujeres, residentes en Valle, que han parido. Destaca que
teniendo en cuenta los años 1994, 2000 y 2013 son las mujeres con secundaria o
equivalente las que representan el 31.2% del total, seguidas de las mujeres con
primaria completa (27.6%), las mujeres con entre cuatro y cinco años de
primaria (16%) y las mujeres con preparatoria o equivalente (13.5%). Así, entre

233
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

1994 y el año 2000 las mujeres con menos años de escolaridad fueron quienes
más hijos/as parieron, mientras para el año 2013 efectivamente podemos
observar que la tendencia en los embarazos y partos disminuye en los niveles
más bajos de escolaridad y aumenta en las mujeres profesionistas que no
aparecen sino hasta el 2013. De esta forma es claro que todavía en el 2013 más
mujeres con niveles educativos bajos, jóvenes y adolescentes estaban teniendo
hijas/os.

3.2.3 La limitada derechohabiencia como problema a corto plazo


Teniendo en cuenta que tarde o temprano la población de adultas/os y viejas/os
mostrará aumentos considerables en el municipio, que las principales causas
de muerte muestran tendencias al aumento en las enfermedades crónicas y que
eventos como los partos han tendido a medicalizarse poderosamente, me

Cuadro 33. Población con derechohabiencia por institución según sexo. Valle de Chalco
Solidaridad (2010)
Población % sexo
% total
Con derechohabiencia Hombres Mujeres

IMSS 51.5 52.8 50.3


Institución privada 2.3 2.5 2.2
ISSSTE 10.0 10.2 9.9
ISSSTE estatal 2.0 1.9 2.0
Seguro Popular o una Nueva Generación 28.0 26.3 29.6
Pemex, Defensa o Marina 1.7 1.8 1.7
Otra institución 4.4 4.5 4.4
% Total 100.0 47.9 52.1
N 148,392 71,010 77,382
Elaboración propia. Fuente: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.

234
AVRIL ARJONA LUNA

parece relevante preguntarnos por el fenómeno de la derechohabiencia y las


repercusiones que puede tener en la población a corto plazo.

De acuerdo con el Cuadro 33, en el 2010 el 51.5% de las derechohabiencias


correspondía al IMSS, el 28% al Seguro Popular o Nueva Generación, el 10% al
ISSSTE, el 4.4% a otra institución, el 2.3% a alguna institución privada, el 2% al
ISSSTE estatal y el 1.7% a PEMEX, Defensa o Marina. Sin embargo estos
porcentajes corresponden al 41% de la población total del municipio que era la
que contaba con algún tipo de derechohabiencia. Siguiendo los datos de los
Cubos dinámicos del SINAIS (DGIS), en ese año había 234,828 personas sin
derechohabiencia contra 132,159 derechohabientes en Valle de Chalco
Solidaridad; y ya sea que se trate de derechohabientes o no derechohabientes,
en cualquier caso las mujeres representaban poco más del 50% de las
poblaciones -51.5% entre derechohabientes y 50.4% entre no derechohabientes.

Para el 2018 se calcula, según Estimaciones de Población Municipal


2010-2018 de la DGIS, que tanto las personas con como las personas sin
derechohabiencia aumentarán, pero en este segundo caso el aumento resulta
preocupante, pues de las 780,880 personas ponderadas el 63.7% no será
derechohabiente en el transcurso de tan sólo dos años a partir de ahora. En
síntesis y de acuerdo con las estimaciones oficiales, las poblaciones más
afectadas por la condición de no derechohabiencia en el 2018 serán las mujeres
y hombres de 0 a 44 años, mientras que aquéllas personas de 45 años en
adelante tendrán ligeramente mejores condiciones de acceso en este grisáceo
panorama de la derechohabiencia a corto plazo.

235
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

3.2.4 Los recursos en/de/para la salud institucionalizada


Teniendo en cuenta lo hasta aquí referido acerquémonos a analizar los recursos
destinados a la salud institucionalizada en el municipio. En este sentido
tenemos los “gastos” -que yo consideraría una inversión- en salud, los tipos de
unidades de atención a los que tienen acceso las poblaciones municipales y
algunos de los recursos con los que cuenta el Valle de Chalco para atender a la
población.

3.2.4.1 Los “gastos” y tipos de unidades de atención


De acuerdo con el Cuadro 34, en el Estado de México los montos gastados en
salud han tendido a aumentar tanto en el sector público como en el privado.
Así, mientras en 1994 no se reportó gasto privado en salud, en el 2014 el gasto de
este sector en la entidad fue de $3,556,275.82; por otra parte, el gasto público en
la entidad en el año de la autonomía municipal fue de $2,277,317.00, mientras
que 10 años después fue de $64,843,259.22 de pesos corrientes.

Cuadro 34. Gasto privado y público en salud, Estado de México (1994, 2000, 2010, 2014)

1994 2000 2010 2014

Privado Público Privado Público Privado Público Privado Público

$0.00 $2,277,317.00 $221,012.13 $9,047,402.24 $2,069,016.18 $44,911,189.64 $3,556,275.82 $64,843,259.22

Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de cuentas en salud a nivel federal y estatal, 1990-2014. [En
línea]: Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS).

236
AVRIL ARJONA LUNA

Lamentablemente me fue imposible encontrar información que nos


permita calcular las unidades privadas de atención a la salud a las que podrían
tener acceso las y los pobladores del Valle de Chalco Solidaridad; sin embargo
durante el trabajo de campo observé que las clínicas privadas y las farmacias
con atención biomédica general en Consultorios Adyacentes abundan en el
municipio. En este sentido destaca entonces, como veremos gráficamente en el
Cuadro 52, que en el territorio en cuestión las poblaciones tienen acceso a seis
unidades de consulta externa distribuidas en diversas colonias y una unidad de
hospitalización -el Hospital General Fernando Quiroz Gutiérrez.

Siguiendo el Cuadro 35, los recursos varios de la Secretaría de Salud y los


Servicios Estatales en el rubro correspondientes al 2º nivel de atención
existentes en el municipio muestran aumentos o disminuciones según sea el
caso. Los consultorios teniendo en cuenta la comparación entre el año 2001,
2010 y 2014 han tendido a disminuir -tal y como sucede con “otro equipo
médico”. Sin embargo “los médicos en contacto con el paciente” han tendido a
aumentar, como ha sucedido también con otro personal profesional. En este
sentido destaca que el personal de enfermería “en contacto con el paciente”
muestra una tendencia mucho más evidente y mayor al aumento. Veamos cada
uno de estos rubros en lo particular.

237
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 35. Recursos varios de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de Salud
correspondientes al 2o nivel de atención en Valle de Chalco Solidaridad. Comparativo 2001, 2010,
2014
Año
Recursos varios en salud 2001 2010 2014
Unidades Número Unidades Número Unidades Número
Consultorios 7 60 8 54 8 57
Otro equipo médico 0 29 0 22 0 22
Médicos en contacto con el paciente 0 99 0 116 0 158
Personal de enfermería en contacto con
0 174 0 256 0 334
el paciente
Otro personal profesional 0 6 0 10 0 21
Total 7 368 8 458 8 592
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios Estatales
de Salud 2001-2014.

Cuadro 36. Consultorios de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de Salud correspondientes al
Nivel 2o nivel de atención en Valle de Chalco Solidaridad. Comparativo 2001, 2010, 2014
Recursos Año
Consultorios 2001 2010 2014
Nivel 2 Unidades Número Unidades Número Unidades Número
Medicina general y/o familiar 7 37 8 37 8 37
Cirugía 0 1 0 1 0 1
Ginecoobstetricia 0 2 0 1 0 1
Medicina interna 0 1 0 1 0 1
Pediatría 0 1 0 1 0 1
Odontología 0 7 0 7 0 7
Oftalmología 0 1
Otorrinolaringología 0 1
Traumatología y ortopedia 0 1 0 1 0 1
Salud reproductiva / planificación familiar 0 1 0 1 0 1
Psicología y/o salud mental 0 3
Medicina preventiva 0 2
Otros 0 1 0 2 0 2
De urgencias 0 4 0 2 0 2
Total 7 60 8 54 8 57
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios Estatales de Salud
2001-2014.

238
AVRIL ARJONA LUNA

El Cuadro 36 muestra el número de consultorios y sus especialidades en el


2º nivel de atención. Según estos datos aquéllos destinados a la medicina
general y/o familiar se han mantenido en número aunque aumentaron de 7 a 8
unidades del 2001 al 2010. Los consultorios de planificación familiar, cirugía,
medicina interna, pediatría, odontología, traumatología y ortopedia se han
mantenido igual con el paso de los años, con un consultorio cada uno, siendo la
odontología la especialidad con mayor número de consultorios (7) de entre
estos casos. Así, destaca que los consultorios de psicología y/o salud mental,
inexistentes en el 2001 y el 2010, sumaron tres en el 2014.

Los consultorios de ginecoobstetricia disminuyeron de dos en 2001 a uno


en 2010 y 2014. Algo similar sucedió con los consultorios de oftalmología y
otorrinolaringología -que eran uno en el 2001 y desde el 2010 hasta el 2014 se
tornaron invisibles-, y con los dos consultorios de medicina preventiva que
existían en el 2001. Lo mismo sucedió con los consultorios de urgencias que en
el 2001 eran cuatro y disminuyeron a dos en el 2010 y hasta al menos el 2014. De
esto también da cuenta el Cuadro 36.

239
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 37. Otro equipo médico de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de Salud
correspondientes al 2o nivel de atención en Valle de Chalco Solidaridad. Comparativo 2001,
2010, 2014
Recursos Año
Otro equipo médico 2001 2010 2014
Nivel 2 Unidades Número Unidades Número Unidades Número
Incubadoras 0 7 0 6 0 6
Quirófanos 0 2 0 2 0 2
Sala de expulsión 0 2 0 2 0 2
Laboratorio de análisis clínicos 0 5 0 5 0 5
Equipo de ultrasonido 0 3 0 1 0 3
Gabinete de radiología 0 5
Equipo de electrocardiografía 0 5 0 5 0 3
Equipos de mamografía 0 1 0 1
Total 0 29 0 22 0 22
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios
Estatales de Salud 2001-2014.

El Cuadro 37 nos permite destacar “otro equipo médico” del 2º nivel de


atención en Valle de Chalco Solidaridad. Las incubadoras disminuyeron de
siete en el 2001 a seis en el 2010, que serán las mismas existentes en el 2014. Los
gabinetes de radiología que eran cinco en el 2001 desaparecieron en el 2010,
situación que prevalecía en el 2014. También el equipo de electrocardiografía
disminuyó a tres en el 2014, cuando en el 2001 y en el 2010 había cinco. Por otra
parte los quirófanos permanecieron igual (con dos), así como sucediera con las
salas de expulsión (dos) y los laboratorios de análisis clínicos -que todavía en el
2014 eran cinco. Así, de entre los equipos médicos relevantes destaca que sólo
aquél destinado a las mamografías pasó de cero -en el 2001- a uno en el 2010 y
todavía en el 2014.

240
AVRIL ARJONA LUNA

Según los datos del Cuadro 38 podemos observar que en el segundo nivel
de atención los médicos en contacto con pacientes han aumentado de un año a
otro, de modo que en el 2001 había 99, en el 2010 sumaban 116 y en el 2015
llegaron a 158. Como es de esperarse en los servicios públicos de salud,
considerablemente limitados, los médicos generales o familiares ocupan el
primer lugar en el contacto con las y los usuarios; seguida de la especialidad
ginecoobstétirca, la pediatría, la anestesiología, la medicina interna y la cirugía
general o especializada. En este sentido podemos observar que los campos de la
medicina que mayor contacto tienen con las y los pacientes son la medicina
general, la ginecoobstétrica y la pediatría; y que “otros” especialistas médicos
han prácticamente desaparecido.

A diferencia del personal médico especializado en contacto con las y los


pacientes encontramos en el Cuadro 39 que el personal de enfermería en
contacto directo con las poblaciones es en general mucho mayor. Mientras en el
2001 abundaba el personal auxiliar en enfermería, para el año 2010 el personal
dominante se encontraba en las y los pasantes que, en el 2014 serían
sustituidas/os por la predominancia del personal de enfermería general. En
este sentido el personal de enfermería especializado ha ido en aumento, pero
sigue representando la minoría todavía en el 2014 -con un total de 22.

241
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 38. Médicos de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de Salud correspondientes al 2o nivel
de atención en contacto con pacientes en Valle de Chalco Solidaridad. Comparativo 2001, 2010, 2014
Recursos Año
Médicos en contacto con el paciente 2001 2010 2014
Nivel 2 Unidades Número Unidades Número Unidades Número
General o familiar 0 25 0 36 0 54
Pediatra 0 6 0 8 0 14
Ginecoobstetra 0 7 0 13 0 15
Cirujano (general y especializado) 0 6 0 10 0 9
Internista 0 3 0 4 0 10
Traumatólogo 0 2 0 5 0 6
Anestesiólogo 0 7 0 11 0 13
Odontólogo 0 9 0 8 0 9
Otros 0 15 0 1
Urgenciólogo 0 5 0 7 0 9
Pasante de medicina 0 2
Pasante de odontología 0 3 0 2
Interno de pregrado 0 11 0 10 0 18
Total 0 99 0 116 0 158
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios Estatales de Salud 2001-
2014.

Cuadro 39. Personal de enfermería de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de Salud
correspondientes al 2o nivel de atención en contacto con pacientes en Valle de Chalco
Solidaridad. Comparativo 2001, 2010, 2014
Recursos Año
Personal de enfermería en
2001 2010 2014
contacto con el paciente
Nivel 2 Unidades Número Unidades Número Unidades Número
Generales 0 25 0 67 0 158
Especialistas 0 7 0 17 0 22
Pasantes 0 69 0 107 0 84
Auxiliares 0 73 0 65 0 70
Total 0 174 0 256 0 334
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios
Estatales de Salud 2001-2014.

242
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 40. Otro personal profesional de la Secretaría de Salud y los Servicios Estatales de
Salud correspondientes al 2o nivel de atención en Valle de Chalco Solidaridad. Comparativo
2001, 2010, 2014
Recursos Año
Otro personal profesional 2001 2010 2014
Nivel 2 Unidades Número Unidades Número Unidades Número
Químicos 0 2 0 3 0 3
Lic. en trabajo social 0 2 0 2 0 7
Nutriólogos 0 2 0 2 0 3
Psicólogos 0 3 0 7
Otros (incluye Ing. Biomédicos) 0 1
Total 0 6 0 10 0 21
Elaboración propia. Fuente: Dirección General de Información en Salud (DGIS). Base de datos de recursos de Salud y los Servicios
Estatales de Salud 2001-2014.

Del Cuadro 40 quiero destacar “otro personal profesional” en este nivel de


atención en el Valle de Chalco Solidaridad. De especial interés resultan los
nutriólogos y psicólogos que si bien han aumentado parecen seguir siendo
personal secundarizado en relación con campos como el del trabajo social,
destinado más a resolver aspectos de la interacción con la institución. Mi
intención no es demeritar la importancia del trabajo social en las instituciones
médicas, por el contrario, probablemente haya que estudiar más su
importancia real, sin embargo quiero destacar que según algunas
problemáticas detectadas en las prácticas de mis interlocutoras y sus familias,
la nutrición y la psicología son campos muy desintegrados desde sus
representaciones culturales que, sin embargo, podrían ayudar a atender
algunas problemáticas que enfrentan las poblaciones en términos de su salud y
bienestar en la vida cotidiana -y que de acuerdo con el enfoque incluso podrían
abonar a depender menos de la medicalización a la que apunta el contacto con
personal médico y de enfermería.

243
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

3.2.4.2 Las consultas y urgencias médicas


Introduzcámonos a las consultas y urgencias médicas comparando la
información existente para el 2007 y el 2014. Analizar el tipo de consulta médica
nos dará un panorama de la población demandante por sexo, edad y condición
de acceso según una de las políticas públicas más recientes, el Seguro Popular;
nos permitirá destacar las consultas por rubros de atención: sexualidad
reproductiva y no reproductiva, las enfermedades crónicas no transmisibles y
las enfermedades transmisibles sobre las que encontré muy poca información.
Así, teniendo en cuenta las consultas veremos la sobrecarga de atenciones que
reflejan las Unidades de consulta externa -frente a la de hospitalización-, y en
conjunción con las urgencias podremos observar el peso que tiene la etapa
reproductiva de la sexualidad de las mujeres en la atención biomédica pública.

Según datos de los Cubos dinámicos del SINAIS es posible comparar las
consultas generales según ocasión de la atención por edad y sexo en el año 2007
y el 2014. En primera instancia destaca que comparativamente la demanda de
consultas generales en el sector salud aumentó poco -de 19,544 a 21,181- y que el
aumento se vio reflejado principalmente en las consultas generales de segundo
nivel de atención en el Hospital General. En ambos años, sin embargo, las
unidades de consulta externa han sido las principales encargadas de brindar
este servicio; así, aunque en el 2014 las consultas en el Hospital General Quiroz
aumentaron -de 5% a 11.1%-, en el 2007 el 95% de las consultas generales
estuvieron a cargo del primer nivel de atención.

En los diversos datos consultados del SINAIS las mujeres representan la


principal población que recibe atención del Sector Salud en el Valle de Chalco
Solidaridad. En el 2007 las mujeres sumaron el 69.3% de las consultas generales

244
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 41. Consultas de Seguro Popular por sexo, edad y unidad de atención en Valle de Chalco
Solidaridad (2007 y 2014)
2007 2014

Consulta Seguro % Unidad % Unidad


Popular por sexo y % Hospital % total por % total por
de de % Hospital
Total 2007 grupo de Total 2014 grupo de
edad general consulta consulta general
edad y sexo edad y sexo
externa externa

MUJERES
< 1 año 13.5 7.0 180 7.8 1.0 0.5 228 0.9
1 año 0.7 1.8 38 1.6 0.5 0.3 107 0.4
2-4 años 3.1 5.3 115 5.0 1.0 0.5 231 0.9
5-9 años 2.8 5.9 127 5.5 1.4 0.4 291 1.1
10-14 años 3.1 3.6 82 3.6 1.0 0.5 227 0.9
15-19 años 1.7 4.9 103 4.5 2.1 2.1 559 2.1
20-29 años 6.6 10.3 227 9.8 5.5 5.8 1,459 5.6
30-49 años 16.0 15.2 352 15.3 5.3 7.3 1,521 5.8
50-59 años 6.6 5.9 139 6.0 3.1 3.4 824 3.2
60 y más años 10.1 6.2 155 6.7 3.1 3.0 809 3.1
total mujeres 64.2 66.1 1518 65.9 24.1 23.8 6,256 24.0
HOMBRES
< 1 año 15.6 5.9 165 7.2 1.0 0.5 224 0.9
1 año 2.1 1.3 33 1.4 0.5 0.4 131 0.5
2-4 años 3.5 4.7 105 4.6 1.0 0.6 228 0.9
5-9 años 3.8 5.8 128 5.6 1.1 0.8 277 1.1
10-14 años 3.8 4.4 99 4.3 0.8 0.7 205 0.8
15-19 años 1.4 28 1.2 0.4 0.3 97 0.4
20-29 años 2.1 43 1.9 0.5 0.7 137 0.5
30-49 años 3.1 3.8 86 3.7 1.3 2.2 400 1.5
50-59 años 2.4 1.9 46 2.0 1.0 1.6 302 1.2
60 y más años 1.4 2.5 54 2.3 1.6 1.8 437 1.7
total hombres 35.8 33.9 787 34.1 9.3 9.6 2,438 9.3
Otras por programa independientemente del sexo 66.6 66.6 17,388 66.6
% total por unidad de
12.5 87.5 100.0 74.8 25.2 100.0
atención y año

N 288 2,017 2,305 19,509 6,573 26,082

Elaboración propia. Fuente: SINAIS. CUBO del SIS 2007 y 2014.

y en el 2014 alcanzaron los 84.2 puntos porcentuales, haciendo evidente que las
consultas de los hombres disminuyeron en general y más notablemente en las

245
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

subsecuentes -pasando de 26.7 a 18.2%. En el 2007 las mujeres representaron el


62.1% de las consultas de primera vez, mientras que siente años después
aumentaron a 69.2%; pero fueron las consultas subsecuentes de mujeres las que
más aumentaron, pasando de 73.3% a 81.8%.

Teniendo en cuenta la edad y el sexo de las personas que tuvieron


consultas generales en las unidades de atención del Sector Salud en el
municipio tanto en 2007 como en 2014, hay una marcada tendencia a la
consulta entre mujeres de 20 a 49 años en primera vez que se hace más evidente
en la consulta subsecuente que se extiende al rango de mujeres entre 15 y 19
años. Así, es evidente que la etapa (re)productiva de las mujeres y el tránsito
hacia la última etapa no reproductiva genera buena parte de las consultas
generales. En el caso de los hombres la tendencia observada se concentró en los
niños y adolescentes durante el 2007, pero siete años después los datos se
dispersan y muestran un ligero aumento entre los niños de un año y los
hombres de 30 a 49 años.

El Cuadro 41 nos permite comparar las consultas que tuvieron lugar en


estos dos años bajo el acceso permitido por medio del programa federal
denominado Seguro Popular, al que como veremos en el último capítulo
algunas personas desconocen estar afiliadas. Teniendo en cuenta que en el 2007
el programa tenía alrededor de tres años de haberse extendido a las entidades
federativas, podemos comprender que el total de solicitudes de atención fuera
de 2,305 -de las cuales el 87.5% fueron atendidas por unidades de consulta
externa. Para el 2014 las consultas de Seguro Popular aumentaron radicalmente
a 26,082 -de las cuales el 74.8% siguieron siendo atendidas en este primer nivel
de atención.

246
AVRIL ARJONA LUNA

Este cuadro sostiene también el dato sobre que son más las mujeres
quienes más han solicitado consulta por medio de este Programa
-representando en el 2007 el 65.9% de las consultas. En el 2014 dadas las
etiquetas utilizadas por el SINAIS encontramos que el 66.6% de las consultas se
catalogaron independientemente del sexo, de modo que a ciencia cierta
podemos asegurar que el 24% fueron mujeres y el 9.3 hombres. Así, en términos
de los grupos de edad las principales usuarias del Seguro Popular para
consultas en el Valle de Chalco Solidaridad, tanto en el 2007 como en el 2014,
fueron aquéllas entre 30 y 49 y entre 20 y 29 años. Entre los usuarios
predominaron en el 2007 los menores de un año, los de 5 a 9 y los de 2 a 4,
mientras que siete años después observamos que en primer lugar estuvieron
aquéllos de 60 y más años, los de 30 a 49 y los de 50 a 59 años.

Acerquémonos ahora al estudio en bloque de ciertas consultas específicas


iniciando con los Cuadros 42 a 47 correspondientes a la sexualidad reproductiva
y no reproductiva, mismas que nos permitirán acercarnos a la discusión sobre
las etapas de los TRS teniendo en cuenta datos para el año 2007 y el 2014.

El Cuadro 42 nos permite observar los datos relativos a las diversas


consultas asociadas al embarazo y puerperio. En el 2007 el 43.8% se concentró
en embarazadas y en lactancia del programa Oportunidades, seguidas del 35.7%
de consultas en embarazo por trimestre gestacional, el 8.5% de consultas de
embarazo adolescente, el 6.3% de embarazos de alto riesgo, el 3.6% de
puérperas y el 2% de embarazos en el programa Oportunidades. Para el 2014 las
consultas de embarazo por trimestre gestacional aumentaron a 56.4%, seguidas
de las embarazadas y en lactancia de Oportunidades que disminuyeron a
22.8%. Las consultas de embarazo por el programa referido se mantuvo

247
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

prácticamente igual, sin embargo destaca que las consultas de embarazo


adolescente aumentaron a 11.9%, como también lo hicieron las consultas de
puérperas, mientras que las consultas de embarazo de alto riesgo disminuyeron
a 0.5%.
Cuadro 42. Consultas asociadas al embarazo y puerperio por tipo de unidad de atención y año. Valle
de Chalco Solidaridad (2007 y 2014)
Por año y tipo de unidad de atención
Consultas
2007 2014

% Unidad % Unidad
Asociadas al embarazo y % Hospital % Hospital
de consulta Total % del total de consulta Total % del total
puerperio general general
externa externa

Consulta embarazo trimestre


46.7 34.8 994 35.7 54.8 76.6 2,098 56.4
gestacional

Consulta embarazo adolescente 27.5 6.8 236 8.5 11.2 21.6 444 11.9

Consulta embarazo alto riesgo 24.0 4.7 176 6.3 0.5 0.7 20 0.5

Consulta embarazo Oportunidades 2.2 56 2.0 1.6 55 1.5

Consulta puérperas 1.7 3.8 100 3.6 7.2 1.1 251 6.8

Embarazadas y en lactancia
47.8 1,219 43.8 24.7 849 22.8
Oportunidades
% del total por tipo de unidad y 8.2 91.8 100.0 92.7 7.3 100.0
año
N 229 2,552 2,781 3,444 273 3,717
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo del SIS 2007 y 2014.

Cuadro 43. Parteras tradicionales fuera de la unidad de consulta


externa pero vinculadas. Valle de Chalco Solidaridad (2007 y 2014)

Servicios/ consultas Año


2007 2014
Parteras tradicionales fuera de la unidad
Unidad de consulta externa

Activas 14 8
Capacitadas 12 3
Informando 8 3
Embarazo normal 37 34
Parto normal 13 14
Puerperio normal 13 14
Estado del producto. Nacido vivo niño 10 6
Estado del producto. Nacida viva niña 3 8
Referencias para aplicación TTD 24
Total 134 90
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo del SIS 2007 y 2014.

248
AVRIL ARJONA LUNA

El Cuadro 43 nos permite retornar a una de las actoras más significativas


en las formas tradicionales de atención a los embarazos entre los sectores
rurales, las parteras tradicionales. Si bien como vimos en un cuadro anterior los
partos atendidos por parteras son cada vez menos en el Valle de Chalco
Solidaridad, existen parteras que fuera de la unidad de consulta externa
atienden estos eventos e informan al primer nivel de atención del sector salud
municipal. En este sentido más que los números en sí, me interesa destacar que
la unidad de consulta externa rescata datos como el número de parteras activas,
capacitadas, informando, según la normalidad del embarazo, del parto y del
puerperio y del sexo del “producto” nacido vivo. El Hospital general, por su
parte, parece tener muy poca relación con estas actoras asociadas a los eventos
de la salud sexual de las mujeres.

En el Cuadro 44 encontramos los datos sobre las consultas asociadas a la


anticoncepción y la “planificación familiar” de las cuales se encarga
fundamentalmente la unidad de consulta externa. Como se observa entre el
2007 y el 2014 observamos una disminución en las consultas en esta materia,
pues pasaron de 25,185 a 19,380 en siete años. Teniendo en cuenta las pirámides
de edad analizadas con anterioridad en este mismo capítulo, no creo que la
disminución de las consultas pueda relacionarse con la disminución de la
población en edades reproductivas, así que los motivos deben ser otros que
posiblemente se relacionen con la desaparición del rubro que registraba a las y
los usuarios activos de los anticonceptivos. De este modo, tanto en el año 2007
como en el 2014 el mayor porcentaje de consultas estuvieron concentradas a la
entrega de métodos -67% y 72.1% respectivamente, entre los que el condón es el

249
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

método más repartido- y a las consultas y atenciones de planificación -con 14.2


y 27.9% respectivamente.
Cuadro 44. Consultas asociadas a la anticoncepción y la planificación familiar por año y tipo de unidad de atención. Valle de Chalco Solidaridad (2007 y
20014)
Por año y tipo de unidad de atención
Consultas
2007 2014

% Unidad de % Unidad de
Anticoncepción y planificación % Hospital % Hospital
consulta f % del total consulta f % del total
familiar general general
externa externa

Consultas y atenciones de
23.1 13.7 3,568 14.2 50.0 26.8 5,402 27.9
planificación familiar
Métodos entregados de
53.8 67.7 16,879 67.0 50.0 73.2 13,978 72.1
planificación familiar

Usuarios activos de planificación


23.1 18.6 4,738 18.8
familiar

% del total por tipo de unidad y


5.1 94.9 100.0 4.5 95.5 100.0
año

N 1,286 23,899 25,185 870 18,510 19,380


Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo del SIS 2007 y 2014.

Cuadro 45. Consultas asociadas a infecciones de transmisión sexual por año


y tipo de unidad de atención. Valle de Chalco (2007 y 2014)

Consultas 2007 2014


Asociadas a infecciones de transmisión
Unidad de consulta externa
sexual
Atención primera vez mujer 2 19
Atención subsecuente mujer 2 5
Atención subsecuente hombre 1
Preservativos repartidos 4,089 3,945
Total 4,094 3,969
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo del SIS 2007 y 2014.

250
AVRIL ARJONA LUNA

Muy en relación con el ejercicio de la sexualidad reproductiva y no


reproductiva tenemos el Cuadro 45, en el que vemos que las unidades de
consulta externa fueron tanto en el 2007 como en el 2014 las únicas que dieron
consultas asociadas a infecciones de transmisión sexual. En este sentido vemos
que en ambos años más del 99% de las consultas se concentraron en repartir
preservativos, que en el 2014 aumentaron -de dos a 19 casos- las consultas de
mujeres que acudían por primera vez y las subsecuentes de ellas -de dos a
cinco- mientras que las subsecuentes de hombres que en el 2007 presentaron
un caso terminaron por desaparecer en el 2014. Así, aún cuando el preservativo
sea repartido para evitar infecciones de transmisión sexual, son las mujeres
quienes conforman la población objetivo de este tipo de consulta, tornándolas
material y simbólicamente las principales encargadas de lo que en general se
enmarca como la sexualidad responsable en las campañas de planificación
familiar.

El Cuadro 46 resulta fundamental para mi problema de investigación


pues nos permite observar los datos existentes en torno a las consultas de
atención a la menopausia y el climaterio. Mientras en el 2007 y el 2014 las
consultas asociadas al embarazo y el puerperio representaron poco más del 1%
de todas las consultas otorgadas en el Hospital general y las unidades de
consulta externa, las consultas asociadas a la última etapa de los TRS en esos
años representaron el 0.05 y 0.08% respectivamente, mostrando la limitada
demanda y oferta de atención al respecto. Ahora bien, el tipo de atención ha
aumentado en el transcurso de esos siete años, pues en el 2014 ya encontramos
a 34 mujeres que recibieron terapia de reemplazo hormonal y a 206 que estaban
teniendo consultas subsecuentes de atención a la permi y postmenopausia. Así,

251
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

las consultas que disminuyeron fueron aquéllas de atención por primera vez,
por lo que al menos con estos datos podemos observar que la demanda de
atención disminuyó en lugar de aumentar -como podríamos esperar teniendo
en cuenta que el número de mujeres de 45 años y más tenderá a aumentar.
Cuadro 46. Consultas de atención a la menopausia y el climaterio por año, tipo de unidad y atención. Valle
de Chalco Solidaridad (2007 y 2014)
Consultas Atención menopausia y climaterio % relativo al
Tipo de unidad de tipo de unidad
Atenciones peri
Terapia de Atenciones peri y y al total de Total
Año atención reemplazo
y post
postmenopausia Total consultas por
menopausia
hormonal subsecuentes año
primera vez

Hospital General 0 3 11 14 0.05 30,772

2007 Unidad de consulta


0 55 63 118 0.05 239,159
externa
N 0 58 74 132 0.05 269,931

Hospital General 13 7 16 36 0.05 67,215

2014 Unidad de consulta


21 37 190 248 0.09 282,230
externa
N 34 44 206 284 0.08 349,445
Elaboración propia. Fuente: Cubo del SIS 2014.

Es posible que con los años aumente el número de mujeres buscando


atención relativa a la menopausia y los procesos asociados a dicho evento, sin
embargo ello requerirá un seguimiento que por ahora sobrepasa mi
investigación. Teniendo en cuenta que la etapa reproductiva de las mujeres es
la que más atención recibe, me parece importante señalar la falta de
indagaciones específicas sobre el proceso climatérico y en especial alrededor de
la última etapa de los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad, mismos que
apenas se vislumbran y quedan prácticamente desdibujados
independientemente de que se trate de un enfoque biológico -como el que
utilizan los bancos de información en salud- o sociocultural -como el de otras

252
AVRIL ARJONA LUNA

encuestas nacionales asociadas al envejecimiento de las poblaciones. Esta es,


entonces, una de las dos grandes limitaciones que encuentro en los datos
estadísticos nacionales.

Las enfermedades crónicas no transmisibles concentran más altos


porcentajes en las consultas hospitalarias y externas. En cuanto al cáncer
encontramos en el Cuadro 47 información relativa a aquéllos “de la mujer” con
23.2% y los presentados en menores de 18 años de edad con 76.8% -de las 112
consultas asociadas a esta enfermedad en el 2014. Para el 2007 el SINAIS no
arrojó dato alguno, de modo que el registro de estas consultas parece
considerablemente nuevo. En el caso de las mujeres, en 2014, todas fueron
atendidas en el hospital general, y de los 26 casos el 50% se atendió por primera
vez de una patología mamaria benigna, el 46.2% lo hizo por este motivo de
forma subsecuente y el 3.8% se atendió por primera vez con diagnóstico de
cáncer mamario.

Cuadro 47. Consultas asociadas a cánceres según tipo de consulta y tipo de unidad de atención. Valle de
Chalco Solidaridad (2014)
Consultas Por tipo de unidad y consulta
% del total
Unidad de consulta % Hospital
Asociadas a cáncer
externa general
Patología mamaria benigna primera vez 50.0
De la mujer Patología mamaria benigna subsecuente 46.2
23.2
Cáncer mamario primera vez 3.8
N cáncer de la mujer 26
N cáncer en menores de 18 años 86 76.8
Total 112
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo del SIS 2014.

253
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Otras enfermedades asociadas a aquéllas crónico degenerativas no


transmisibles -como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, la obesidad,
las dislipidemias y el síndrome metabólico- están consideradas en los Cubos
dinámicos del SINAIS para el año 2007 y el 2014.

En el 2007 el 39% de las consultas fueron de control y seguimiento a la


diabetes mellitus, el 30.1% de control y seguimiento de hipertensión arterial, el
9.3% de control y seguimiento en torno al síndrome metabólico y el 3.7%
relativas a los mismos procedimientos asociados a las dislipidemias -siendo el
control y seguimiento de la obesidad el motivo menos socorrido para la
consulta, con 0.1%. Para este año destaca también que las unidades de consulta
externa se encargaron del 99% de las 2,980 consultas asociadas a estas
enfermedades crónicas no transmisibles.

Como es de esperarse en una población que envejece en condiciones


precarias de alimentación y actividad física -por mencionar dos factores que
impactan en el avance de estos padecimientos-, en el 2014 observamos un
aumento en las consultas asociadas a la hipertensión arterial y la obesidad,
mientras que aquéllas en torno a la diabetes permanecieron con el mismo
porcentaje y las asociadas al síndrome metabólico y a las dislipidemias
disminuyeron -especialmente en el segundo caso, de 9.3 a 7.8%. A estos ámbitos
de la consulta en el sector salud bien valdrá la pena dar seguimiento, pues
durante las próximas dos décadas, sin prevención, bien podríamos ver un
aumento considerable en las enfermedades crónicas no transmisibles entre las
poblaciones de adultas y no tanto, no sólo del municipio (Cubo del SIS 2007 y
2014).

254
AVRIL ARJONA LUNA

De este modo ya en el 2014 el Hospital general Fernando Quiroz, como


supongo pasará con los servicios en el segundo nivel de atención del ISSEMyM,
adquirió mayor responsabilidad -con el 95.2% de las consultas- en los servicios
otorgados para el control y seguimiento de estos padecimientos, cuyos efectos
en la morbi mortalidad de las poblaciones cuya calidad de vida se verá limitada
comenzaremos a ver más claramente en las próximas décadas.

Puesto que no soy ni remotamente una especialista biomédica, sólo


quiero señalar algunas generalidades en torno al estatus del tratamiento por
sexo y edad en las consultas asociadas a enfermedades crónicas no
transmisibles en tiempos recientes según las estadísticas del municipio. Las
mujeres en general han representado mayores porcentajes en cualquiera de los
controles y seguimientos señalados y en el 2007 eran las únicas que
consultaban por obesidad. En el 2014 aumentaron los ingresos a tratamiento de
diabetes mellitus en mujeres desde los 20 años de edad; mientras que los
hombres de 20 a 59 años en tratamiento por obesidad representaron el 19.5% de
las consultas en este sentido. También en términos de dislipidemias en
tratamiento aumentaron los hombres a partir de los 20 años de edad, así como
sucedió con los hombres de 20 años en adelante que estaban controlados en
torno a este padecimiento.

Según estos datos, podríamos suponer un panorama en el que los


tratamientos seguidos puedan provocar un mayor control sobre estas
enfermedades; sin embargo, es necesario tener en cuenta que la información
aquí referida registra los casos atendidos, de modo que ampliando el campo de
visibilidad podemos suponer el subregistro de casos no diagnosticados e
incluso de tratamientos poco fructíferos. En este mismo sentido considero que

255
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

un factor importante a considerar en las enfermedades crónicas sería la


(des)nutrición en poblaciones adultas para las que lamentablemente no hay
información al respecto, pues los grados de desnutrición sólo se indagan en
niñas y niños hasta los nueve años de edad.

En México la falta de prevención es un problema de salud pública que


bien podría tornarse colectiva porque el Estado ha tendido a actuar bajo el
principio de “ahogado el niño, a tapar el pozo”, una representación y práctica
que lamentablemente trasciende el ámbito de los procesos de s/e/a mientras
ayuda a distribuirlos entre las poblaciones. En este sentido y de acuerdo con lo
expuesto por las y los especialistas, las enfermedades transmisibles están
íntimamente asociadas a la pobreza y su perfil epidemiológico del que países
como el nuestro son un ejemplo. Entre las enfermedades transmisibles por
vector se incluyen el paludismo, el dengue, la oncocercosis, las picaduras de
alacrán, la tripanosomosis y la rabia 101 -ésta última es la única sobre la que
encontré información para el 2007 y el 2014.

Las urgencias médicas que en el municipio y bajo los servicios públicos


sólo son tratadas en el Hospital General Fernando Quiroz, muestran por
segmentación de causas una considerable ampliación entre el 2007 y el 2014.
Así, mientras en el año 2007 las causas principales para esta demanda de
atención se podían clasificar en 21 rubros, para el 2014 aumentaron a 154
posibilidades que podemos asociar al proceso de envejecimiento y a las
necesidades de una población mayor en número y edad. De esta manera en el

101 En el 2007 hubo 26 agresiones por animal sospechoso de rabia atendidas en las unidades de consulta
externa y el Hospital General Quiroz, mientras que en el 2014 disminuyeron a 17. A diferencia de los
registros del 2007, en el 2014 se incluyen datos sobre las estrategias de prevención y control de la rabia
en 100 perros vacunados y siete mascotas esterilizadas –dos perros y una perra, un gato y tres gatas.

256
AVRIL ARJONA LUNA

2007 hubo 20,832 demandas de atención urgente mientras que siete años
después encontramos que se trató de 41,474.

Siguiendo el Cuadro 48 y los datos obtenidos para el 2014 destaca que en


cualquiera de estos años de referencia fueron las mujeres las principales
demandantes de atención urgente. Así, en el 2007 las mujeres representaron el
70.3% de la demanda, mientras que en el 2014 representaron el 69.3%. Más allá
de las demandas ginecoobstétricas exclusivas de las mujeres, en el 2007 las
principales demandas de atención generales estuvieron concentradas en las
enfermedades infecciosas e intestinales, seguidas de las fracturas y las
asociadas a la diabetes mellitus. En el 2014 y nuevamente más allá de las
demandas ginecoobstétricas, la principal causa de demanda de entre las
catalogadas como principales fueron las infecciones respiratorias agudas en las
que no se incluye la neumonía y la influencia; seguidas de los traumatismos, las
fracturas y las enfermedades infeccionas intestinales.

257
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 48. Urgencias atendidas en el H. G. Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez por segmentación de causas y sexo
(2007)

Urgencias % de cada urgencia según sexo % del total por


N
causa
Segmentación H M NE
Enfermedades infecciosas e intestinales 45.2 54.6 0.2 1,208 5.8
Otros tumores malignos 46.7 53.3 15 0.1
VIH Sida 33.3 66.7 3 0.0
Diabetes Mellitus 42.1 57.9 290 1.4
Enfermedades del sistema nervioso 33.8 66.2 68 0.3
Enfermedades isquémicas del corazón 70.0 30.0 20 0.1
Enfermedades cerebrovasculares 24.2 75.8 33 0.2
Otras enfermedades del corazón 43.6 56.4 101 0.5
Neumonía e influenza 42.3 57.7 52 0.2
Hernia inguinal y femoral 75.7 21.6 2.7 37 0.2
Colelitiasis y colesistitis 20.7 79.3 237 1.1
Enfermedades de la piel 51.2 48.8 244 1.2
Parto 100.0 155 0.7
Otras enfermedades obstétricas 100.0 432 2.1
Ciertas afecciones originadas en el período perinatal 56.0 43.4 0.6 159 0.8
Malformaciones congénitas 53.8 38.5 7.7 13 0.1
Fracturas 62.0 38.0 434 2.1
Tumor maligno del estómago 100.0 1 0.0
Cáncer cervicouterino 100.0 1 0.0
Tumor maligno del colon 100.0 1 0.0
Enfermedades hipertensivas 27.8 71.9 0.3 338 1.6
Las demás causas 27.5 72.1 0.3 16,990 81.6
Total 6128 14639 65 20,832
% total 29.4 70.3 0.3 100.0
Elaboración propia. H= hombres, M= mujeres, NE= no especificado. Fuente: SINAIS. Cubo de Urgencias 2007

258
AVRIL ARJONA LUNA

En este sentido, el perfil epidemiológico del municipio parece mostrar un


abanico amplio de posibilidades para enfermar entre las dimensiones de la
pobreza, pues igual encontramos infecciones respiratorias e intestinales que
altos porcentajes asociados a la diabetes mellitus, que demandas de atención
asociadas con las violencias que tan altos impactos pueden tener en la vida
cotidiana y su (re)producción.

3.2.4.3 Los ingresos hospitalarios en el H.G. Fernando Quiroz


Los registros sobre egresos hospitalarios permiten entre otras cosas conocer los
motivos para solicitar atención de segundo y tercer nivel entre las poblaciones y
sobre ello tratan los Cuadros 49 y 50 en los que retomo datos del 2013. De
entrada es necesario tener en cuenta que los datos del SIS mostraron que los y
las menores de un año representaron el 64.3% de las demandas de atención
entre las que destacan los trastornos respiratorios originados en el periodo
perinatal, las enfermedades infecciosas y parasitarias congénitas, la bronquitis
-aguda y no-, y los trastornos relacionados con la gestación corta y el bajo peso
al nacer. Las y los púberes y adolescentes de 10 a 19 años representaron el 22.3%
de las demandas de estos grupos de edad, sin embargo destaca que de este
porcentaje el 79% fueron niñas que solicitaron atenciones asociadas al
embarazo, parto y puerperio -mientras que los hombres presentaron
principalmente traumatismos, heridas y fracturas. Por último el menor
porcentaje en estos rangos de edad la representaron las y los niños de uno a
nueve años de edad -con 13.5%- cuyas demandas de atención hospitalaria se
concentraron en traumatismos, envenenamiento y bronquitis.

259
AVRIL ARJONA LUNA

trastornos hipertensivos en el embarazo, parto y puerperio; el 20.2% estuvo


relacionado con fracturas, el 12.2% con hemorragia del embarazo, parto y
puerperio y el 11.9% con heridas. Sin embargo, aunque con menos puntos
porcentuales, en este grupo de edad también aparecen como demandas
crecientes de atención las enfermedades del corazón, las enfermedades de la
circulación pulmonar y las hipertensivas -todas asociadas a enfermedades
crónicas. En términos del sexo de las y los demandantes de atención
hospitalaria en edad productiva observamos que las mujeres de 20 a 39 años
representaron entre siete y ocho de cada diez hombres, mientras que entre los
40 y 59 años disminuyeron a cinco mujeres de cada diez.

El último cuadro de la serie aborda las demandas de atención hospitalaria


del 2013 entre las poblaciones 60 años y más a las que en la corrección política
tiende a llamarse adultas y adultos mayores. Como se observa en el Cuadro 50,
el número de demandas disminuye considerablemente en este grupo
poblacional en general y el 42% se concentra en las personas de 60 a 69 años,
seguidas con el 35.2% de aquéllas entre 70 y 79 años y el 19.3% de quienes tenían
entre 80 y 89 años. En general podemos observar que el primer motivo de
atención son las fracturas con 26.1% de las solicitudes, seguidas de las
enfermedades de la circulación pulmonar y otras enfermedades del corazón
(22.7%), las enfermedades hipertensivas (18.2%) y las enfermedades isquémicas
del corazón (17%). En menor medida pero no por ello menos importantes, los
traumatismos, las complicaciones de la atención médica y quirúrgica, las
luxaciones, los efectos de cuerpos extraños y la enfermedad alcohólica del
hígado también motivaron a las y los más viejos a buscar atención hospitalaria
en el 2013.

261
AVRIL ARJONA LUNA

3.2.5 Las lesiones: un acercamiento a la distribución de los lugares,


espacios y violencias de género
Por último nos acercamos a las lesiones, un fenómeno que busco enmarcar en
las relaciones inter e intra género entre las que la violencia tiene un lugar
fundamental para las mujeres en tanto agredidas. Para ello me sirvo de los
Cuadros 51 a 59 en los que analizo información para el año 2014.
Cuadro 51. Lesiones atendidas en Valle de Chalco Solidaridad en relación con las de la Jurisdicción
Sanitaria 16 y la Entidad (2014)
% de la
Lesiones atendidas N % del estatal
Jurisdicción 16

Municipales -Valle de Chalco Solidaridad 1,249 1.7 32.3

Jurisdicción Sanitaria 16 AMECAMECA 3,868 5.3

Total de lesiones atendidas en unidades médicas del Estado de México 73,273

Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.

El Cuadro 51 nos permite acercarnos al número de lesiones atendidas en


Valle de Chalco Solidaridad en relación con la Jurisdicción y la Entidad. Como
se observa para ese año las lesiones atendidas en el municipio representaron el
32.3% de todas las atendidas en la Jurisdicción Sanitaria correspondiente. Así,
las lesiones municipales representaron el 1.7% del total del Estado de México
mientras que las de la Jurisdicción 16 representaron el 5.3% de las atendidas en
la entidad. De las lesiones atendidas en el municipio (Cuadro 52) el 74.4%
corrieron a cargo del Hospital general y el 25.6% restante se concentró
principalmente en cuatro de las seis unidades de consulta externa -en primer
lugar la ubicada en la Colonia San Isidro, en segundo aquélla en la Colonia
María Isabel, en tercero la de San Miguel Xico y en cuarto la que se encuentra
en la Colonia Darío Martínez.

263
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 52. Lesiones atendidas por tipo de uniade médica en el Valle de Chalco Solidaridad (2014)

Tipo de Unidad Médica Unidad Médica de Atención N

Total consulta externa 320


Colonia Santiago 32
San Miguel Xico 63
Colonia María Isabel 68
Unidades de consulta externa
Colonia San Isidro 70
Colonia Darío Martínez 59
Colonia San Juan Tlalpizahuac 28
% del total de lesiones atendidas en unidades médicas del municipio 25.6

Total hospital general


929
Unidad de hospitalización Hospital General Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez
% del total de lesiones atendidas en unidades médicas del municipio 74.4

Total 1,249
Elaboración propia. Fuente: Cubo de lesiones 2014.

Las consecuencias resultantes de las lesiones atendidas son muy diversas,


como se puede ver en el Cuadro 53, y abarcan distintas dimensiones del
bienestar emocional y físico. Como es evidente las mujeres reportaron muchas
más lesiones que los hombres en el 2014, pues ellas representaron el 84.2% de
las demandas de atención en este sentido.

De ese cuadro podemos destacar entonces varios aspectos: las mujeres


tuvieron acceso a más servicios de atención, cuestión que relaciono con el tipo
de lesiones y la amplia demanda de atención. De acuerdo con el tipo de unidad
y servicio de atención encontramos que entre aquéllas atendidas en unidades
de consulta externa (13.5%) la principal consecuencia resultante de la lesión
fueron las heridas, seguidas de las contusiones o mallugamiento y las
laceraciones o abrasiones; las que fueron atendidas en unidades de
hospitalización (86%) presentaron en primera instancia transtornos de
ansiedad o estrés postraumático, en segundo lugar aparecieron las contusiones
o mallugamientos y en tercero las infecciones de transmisión sexual. Quienes

264
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

mostraron transtornos de ansiedad o estrés postraumático. Por último quiero


destacar que sólo el 10.1% de las lesiones en los hombres fueron atendidas en
una unidad de hospitalización, mientras que en el caso de las mujeres el 86%
sucedió en este segundo nivel de atención.

Cuadro 54. Lesiones atendidas en Unidades Médicas del Valle


de Chalco Solidaridad por sexo y edad quinquenal "del
paciente" (2014) El Cuadro 54 nos permite
observar las lesiones
Lesiones atendidas Sexo (%) % total por
edad atendidas por sexo y
Edad en quinquenios H M
edad quinquenal “del
< de 1 año 0.5 0.1
1 a 4 años 8.6 1.4 2.6 paciente” en el 2014.
5 a 9 años 25.8 1.7 5.5
10 a 14 años 13.1 3.4 5.0 Veamos el caso de los
15 a 19 años 13.1 19.2 18.3
20 a 24 años 7.1 24.2 21.5 hombres agredidos, de
25 a 29 años 7.6 18.4 16.7
30 a 34 años 3.0 13.3 11.7 los cuales el 25.8% tenía
35 a 39 años 4.0 6.9 6.5
40 a 44 años 3.0 3.5 3.4 entre cinco y nueve años
45 a 49 años 2.0 2.7 2.6
50 a 54 años 3.0 1.7 1.9 de edad, el 16.2% tenía
55 a 59 años 3.0 1.2 1.5
60 a 64 años 1.5 1.1 1.2 entre 10 y 19 años, el 8.6%
65 a 69 años 2.5 0.4 0.7
70 a 74 años 0.5 0.4 0.4 entre uno y cuatro años,
75 a 79 años 1.0 0.3 0.4
80 a 84 años 0.5 0.1 el 7.6% entre 25 y 29 y el
85 a 89 años 0.1 0.1
% total por sexo 15.9 84.1 100.0 7.2% tenía entre 20 y 24
N 198 1,051 1,249
años de edad. Así, los
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.
hombres agredidos se
concentran principalmente entre los cinco y 29 años.

Las mujeres agredidas que recibieron atención del Sector Salud


municipal se concentraron con 24.2% entre los 20 y 24 años de edad, seguidas

266
AVRIL ARJONA LUNA

con 19.2% por las de 15 a 19 años, con 18.4% por las de 25 a 29 años, con 13.3% las
siguieron las mujeres de 30 a 34 años de edad y aquéllas de 40 a 44 años con
6.9%. Así, en síntesis, podemos concluir que las lesiones afectan más a las
mujeres que a los hombres y que tienden a impactarlas principalmente durante
la larga etapa reproductiva de vida. Además, como se observa en el Cuadro 55,
las lesiones atendidas están asociadas a los niveles de escolaridad más bajos:
pues el 42.9 de las y los lesionados estudió la secundaria, el 30.8% la primaria, el
13.1 el bachillerato y el 11.6% no cuenta con escolaridad.
Cuadro 55. Lesiones atendidas en Unidades Médicas del
Valle de Chalco Solidaridad según escolaridad "del
paciente" (2014)
Escolaridad de las y los
N %
lesionados
Primaria 385 30.8
Secundaria 536 42.9
Bachillerato 164 13.1
Superior 12 1.0
Otra 7 0.6
Ninguna 145 11.6
Total 1,249 100.0
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.

Cuadro 56. Lesiones atendidas en Unidades Médicas del Valle de Chalco


Solidaridad según intencionalidad y sexo "del paciente" (2014)

Lesiones Sexo
% total N
Intencionalidad H% M%
Accidental 84.8 12.8 24.3 303
Violencia familiar 9.6 86.8 74.5 931
Violencia no familiar 4.0 0.4 1.0 12
Se ignora 1.5 0.2 3
Total 100 100 100 1,249
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.

267
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

El Cuadro 56 es fundamental en esta discusión porque nos permite


distinguir la intencionalidad de la lesión según el sexo “del paciente”. Como es
claro, entre los hombres lesionados predominan con 84.8 puntos porcentuales
las lesiones “accidentales”, mientras que entre las mujeres predomina con
86.8% la violencia “familiar” que -como veremos- tiene lugar en la vivienda
como espacio por antonomasia de lo doméstico.

Asociado con lo anterior tenemos el Cuadro 57 en el que se relacionan dos


variables: el sexo de la/el lesionada/o y la relación de parentesco guardada con
el/la agresor/a. Teniendo en cuenta la intencionalidad de las lesiones no es de
sorprender que en 86.4% de los hombres lesionados no aplique relación de
parentesco alguna entre “paciente” y “agresor”/a, y que sólo el 5.6% los hombres
hayan sido agredidos por parientes que no son ni el padre, ni la madre, ni la
pareja. Para las mujeres el panorama es muy diferente en la medida que el 55.5%
de las lesiones atendidas fueron perpetradas por el cónyuge, la pareja o el novio;
el 24.1% de las lesiones fueron por parte de otros parientes y el 12.8% fueron
accidentales. En este sentido, las mujeres presentan mayor número de lesiones
infligidas por la madre, el padre, el padrastro, la madrastra e incluso el hijo o
hija.

268
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 57. Lesiones atendidas en Unidades Médicas del Valle de Chalco


Solidaridad según sexo "del paciente" y relación de parentesco con "el agresor"
(2014)

% de lesiones por parentesco y


Lesiones
sexo
% total N

Parentesco con el/la afectada H M

No Aplica 86.4 12.8 24.5 306


Padre 1.5 2.4 2.2 28
Madre 0.5 3.2 2.8 35
Cónyuge / pareja / novio 2.0 55.5 47.0 587
Otro pariente 5.6 24.1 21.1 264
Padrastro 1.2 1.0 13
Madrastra 0.1 0.1 1
Conocido sin parentesco 1.0 0.1 0.2 3
Desconocido 3.0 0.3 0.7 9
Hijo / a 0.3 0.2 3
% de lesiones por sexo 15.9 84.1
100.0 1,249
Total 198 1,051
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.

Teniendo en cuenta que entre las mujeres atendidas por lesiones en el


2014 un alto porcentaje se asoció a la violencia familiar en la que existen
relaciones jerárquicas de parentesco, no es de sorprender que -como muestra el
Cuadro 58- la denuncia ante el Ministerio Público sólo se haya presentado en un
caso. De forma muy similar, sin que medien relaciones de parentesco, ni las
mujeres ni los hombres tendieron a denunciar las lesiones accidentales -pues
sólo un hombre lo hizo. Así, la violencia no familiar que comparativamente es la
intencionalidad menos representativa es también en la que más denuncias
encontramos -cuatro de 12. De esta forma todo parece indicar que las mujeres y
hombres agredidos, así como el personal que atendió las lesiones en el sector
salud municipal, no consideraron viable la denuncia ante las autoridades.

269
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Cuadro 58. Lesiones atendidas en Unidades Médicas del Valle de


Chalco Solidaridad según intencionalidad, denuncia y sexo "del
paciente" (2014)

Lesiones Se dió Aviso al % sexo del paciente


Ministerio N
Público
Intencionalidad H M
Sí 0.6 1
Accidental
No 99.4 100.0 302
Sí 1.0 1
Violencia familiar
No 100.0 99.9 930
Sí 25.0 50.0 4
Violencia no familiar
No 75.0 50.0 8
Se ignora No 100.0 3
Total 198 1,051 1,249
Elaboración propia. Fuente: SINAIS. Cubo de lesiones 2014.

Por último remito al Cuadro 59 en el que podemos analizar la relación


entre el sitio de ocurrencia de la lesión según el sexo de quien agrede y de quien
resulta lesionada/o; vayamos de lo general a lo particular. En primera instancia
podemos ver que la vivienda es el sitio en el que más frecuentemente
ocurrieron las lesiones atendidas en el 2014 pues representó el 73%; en segundo
lugar encontramos a la vía pública en la que como peatonas/es se sucedieron el
11.3% de las agresiones. En tercer lugar con 5.4% encontramos la categoría de
“otro lugar”, mientras que en cuarto aparecen las áreas de deporte y en quinto
la escuela.

Según el sexo de las/os agredidas/os encontramos diferencias


interesantes. Los hombres fueron agredidos -en orden de representatividad- en
instituciones residenciales, por vehículo automotor público, en la escuela, en la
vía pública en tanto peatones, en el trabajo, en áreas de deporte, en comercios y
áreas de servicio, en la vivienda y por último en otros lugares. Las mujeres

270
AVRIL ARJONA LUNA

fueron las únicas lesionadas por vehículo automotor privado, en club, cantina o
bar y en lugares no especificados u otros lugares; además son ellas quienes
representaron el más alto porcentaje de lesiones en la vivienda (92.3%) y en
comercios y áreas de servicio (80%).

Finalmente podemos preguntarnos ¿quién agredió a quién y cómo se


asocia esto con los sitios en dónde se sucedieron estos eventos? Sin tener en
cuenta los porcentajes de agresores/as cuyo sexo no fue especificado, y que
aumentan considerablemente para las mujeres, es evidente que los hombres
son los principales agresores en general. En este sentido destaca que sólo en
tres casos los hombres fueron lesionados por mujeres y que este tipo de
agresión tuvo lugar en la vivienda. Por su parte las mujeres lesionadas por otras
mujeres sumaron 74 casos distribuidos en espacios diversos como la vivienda,
otros lugares, el trabajo y la vía pública.

Si bien existen una multiplicidad de espacios cotidianos en los que las


lesiones son comunes, la distribución espacial por sexo-género es fundamental
porque muestra que la división simbólica de lo público y privado parece
bastante nociva para unas y otros; por ello no es de sorprender que las mujeres
corran más riesgos en el espacio doméstico y los hombres en los espacios
públicos -esos para los que, respectivamente y según las normas tradicionales
de género ellas y ellos están más adecuadas/os.

271
AVRIL ARJONA LUNA

entidad federativa en la que las prácticas políticas priístas han sido


dominantes.

Teniendo en cuenta que todavía poco más del 55% de la población que vive
en el municipio nació en otra entidad, en él coexisten condiciones y modos de
vida rurales y urbanos que se sintetizan en complejas representaciones y
prácticas urbano populares, en las que las personas adultas y viejas tendrán
cada vez más importancia en la medida que avance el envejecimiento
poblacional. Así, y puesto que por ahora la esperanza de vida es mayor para las
mujeres que viven en el Estado de México, mi tesis adquiere relevancia porque
apunta a conocer algunas representaciones y prácticas que influyen en los
procesos de envejecimiento de mujeres específicas dentro del sector del servicio
doméstico en la ZMCM.

No podemos obviar tanto los alcances como las limitaciones propias y


subsanables de los métodos cuantitativos -tal y como sucede con los métodos
cualitativos-; es decir, existen alcances y limitaciones propias de un enfoque
cuantitativo que permite observar grandes tendencias entre las poblaciones
como las que hemos señalado estadísticamente. Sin embargo, las limitaciones
asociadas a un enfoque biologicista, racista y sexista bien podrían subsanarse
por medio del diálogo multidisciplinario al que considero cada vez más
necesario apostarle si queremos dar cuenta de las complejas realidades para
proponer acciones transformativas de forma y fondo.

Por ejemplo, estadísticamente no podemos intentar dar sentidos a las


relaciones entre los distintos tipos de violencia y las transformaciones que han
sufrido las familias a raíz de la mayor participación económica de las mujeres,

273
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

del estancamiento del salario y de la precarización laboral cada vez mayor a la


que están también expuestos los hombres jóvenes y no tan jóvenes de sectores
populares. De este modo la violencia machista, 102 que requiere de nuestra
atención, tiene un lugar fundamental en los procesos de s/e/a y su distribución
de acuerdo con el género, la edad y las relaciones de parentesco.

Definitivamente las dinámicas familiares y sus estrategias han cambiado


con el paso de los años permitiendo reproducir la vida cotidiana por medio de
relaciones transaccionales muy diversas, por lo que las relaciones de parentesco
han sido fundamentales para lidiar con las fallas del Estado. Sin embargo en
éstos procesos cotidianos de los modos de vida urbano populares son también
importantes las relaciones de compadrazgo/comadrazgo, las relaciones
vecinales y amicales y otras que estrechan vínculos abiertamente
comunitarios.103 Estos últimos, que no necesariamente son los más extendidos
aunque existen acciones diversas, son en mi opinión los que a la larga le
permitirían a estas poblaciones, como a muchas otras, efectivamente resistir la
violencia social que se distribuye en diversos territorios del país.

Como veremos en los capítulos etnográficos las violencias machistas


adquieren diversas formas, trayendo consigo otras tantas consecuencias en la
subjetividad de quienes la experimentan directa o indirectamente. Lo cierto es
que si tenemos en cuenta que la violencia normalmente viene asociada con
representaciones en torno a la vigilancia de ciertos sujetos, no es de extrañar

102 “La violencia machista se refiere a la violencia hacia las mujeres, las niñas y los niños, pero también a
los ancianos (hombres y mujeres) y a los varones subalternizados (indígenas, negros)” (Escutia,
2016:14).
103 Una de las microdinámicas y estrategias económicas que en mi opinión más vale la pena destacar son
las tandas.

274
AVRIL ARJONA LUNA

que sean las mujeres -tanto en los espacios públicos como en los privados- en
torno a las cuales se tejen mecanismos sociales de vigilancia y marginación que
persiguen reproducir al menos una doble subalternización: en tanto mujeres de
sectores ampliamente explotados -como mano de obra consumidora, o
destinataria, de los productos de menor calidad.

Como intenté señalar con anterioridad y abonando a la importancia que


da Hiernaux a la educación escolarizada -pero en un contexto reciente en el que
la serie de reformas educativa pauperizan cada vez más el panorama nacional
en torno a la educación como un derecho-, este campo es en mi opinión uno
fundamental para que las poblaciones mismas adquieran herramientas que les
permitan representarse otras condiciones materiales y simbólicas posibles; se
trata pues de una posibilidad para la agencia que lamentablemente ha
funcionado, estructuralmente, como un límite individual y colectivo.

Así, si bien los datos estadísticos nos permitieron problematizar algunas


de las condiciones estructurales en el municipio, no nos permiten acercarnos a
las representaciones y prácticas en torno los procesos sociales que referí en el
mapa de los espacios domésticos y públicos -en los que como sabemos también
se suceden procesos fundamentales como los de s/e/a. Siguiendo a Eduardo
Menéndez sabemos que estos procesos son “espías de las contradicciones
sociales”, por eso representan un punto de partida para el análisis de las
relaciones de hegemonía y subalternidad de acuerdo con criterios de
jerarquización social como el género, el estrato socioeconómico y la edad –
como hemos visto en este capítulo.

275
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

Los padecimientos, las enfermedades, los malestares y las causas de


enfermedad y muerte entre las y los pobladores del Valle de Chalco son diversas
y pueden clasificarse en términos generales como Síndromes de Filiación
Cultural o Síndromes biomédicos -siendo estos últimos de los que dan cuenta
los datos estadísticos del Estado. Las formas de atención que las y los
pobladores utilizan para atenderlos son diversos, pero muestran una síntesis
entre atención biomédica privada -principalmente encontrada en los CAFs
(Consultorios Adyacentes a Farmacias), como les denomina Rosa María Osorio
(2016)- y las formas tradicionales de atención -como la autoatención
concentrada en dejar que pase solo, o el uso de hierbas y preparados caseros.

Como podemos deducir de acuerdo con los porcentajes sobre población


derechohabiente en el municipio y las proyecciones nada alentadoras para los
próximos dos años, una muy buena parte de las poblaciones vallechalquenses
buscan y buscarán atención en el sector privado -biomédico, tradicional o
alternativo (Herbalife y Omnilife)-, así como seguramente veremos adaptarse y
fortalecerse las formas de autoatención y las cadenas de cuidado en las que las
mujeres siguen teniendo un papel importantísimo.

Entre los Síndromes Biomédicos más recurrentes en la población con la


que tuve oportunidad de convivir encontré tanto enfermedades por virus y
bacterias, como las crónico degenerativas referidas en los datos del Sistema
Nacional de Información en Salud. Las gripes son muy comunes tanto en niñas
y niños como entre las y los adultos; y entre niñas y niños también son comunes
los problemas estomacales relacionados con parásitos. Durante el “viaje
antropológico” observé que independientemente de la edad son comunes los
problemas dentales como las caries y la pérdida permanente de dientes a muy

276
AVRIL ARJONA LUNA

temprana edad. Los problemas visuales también están presentes y no siempre


se detectan a tiempo -siendo entre la población joven un agravante más en
materia de escolarización.

La diabetes, o el azúcar, es uno de los padecimientos más comunes entre


la población con la que tuve contacto, y aunque sólo una de mis interlocutoras
fue recientemente diagnosticada todas conocen a por lo menos una persona
que la padece. En mi experiencia fue muy común que las personas consideraran
el haber llevado un susto como la principal causa de ésta enfermedad -que
empeora con determinados hábitos alimenticios reconocidos por varias de
ellas/os, como tomar refresco, comer mucho pan y tortillas. También supe de varios
casos de hipertensión arterial, y aunque existen excepciones es evidente que
existen problemas de sobrepeso y obesidad, cuyos efectos en la salud de las
personas no siempre se asocian en las representaciones con padecimientos
como la diabetes y los relativos a la presión y circulación arterial.

El consumo de alcohol e inhalables es también muy común entre hombres


y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes; sin embargo, en las generaciones de mis
interlocutoras es mucho más común el consumo exclusivo de alcohol. Las
formas de atención en torno a estos padecimientos se concentran
principalmente en la autoatención en grupos de ayuda mutua en los que las
creencias religiosas tienen un papel fundamental para la curación. En este
sentido, las muertes por cirrosis en las generaciones de mis interlocutoras y en
la de sus padres y madres son considerables -de modo que los padecimientos
hepáticos están también extendidos.

277
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

En alguna medida, los programas de planificación familiar podrían tener


un mayor alcance, especialmente en la repartición de métodos anticonceptivos
en la población joven del Valle de Chalco -práctica cuya eficiencia real puede
estar limitada por las condiciones materiales y simbólicas de las y los jóvenes-,
pero también es cierto que de acuerdo con al menos cuatro casos de jovencitas a
las que conocí en la interacción con mis interlocutoras y sus conocidas, vale la
pena empezar a preguntarnos por el aumento de las cesáreas en el sector
público de la salud obstétrica y la implementación de la anticoncepción
definitiva para mujeres jóvenes con fines “terapéuticos o de salud”.

Los efectos que tiene a nivel de las representaciones y prácticas la moral


católica en general y sexual en particular son abordados en los tres últimos
capítulos de la tesis, por ello aquí considero pertinente sugerir que si bien en las
generaciones de adultas/os y viejas/os del Valle de Chalco el mandato fue tener
los hijos que Dios te mande, para las generaciones más jóvenes parece adquirir un
matiz más complejo, pues se tratará de los hijos que Dios te mande y que el médico
te permita tener.

También es importante referirnos a la subalternización de los referentes


etiológicos tradicionales o populares y a la falta de información estadística
sobre la última etapa de los TRS. En primera instancia considero que la
dimensión cultural que como estrato socioeconómico y sector popular
caracteriza más fuertemente a algunas poblaciones del Valle de Chalco
Solidaridad en términos de los procesos de s/e/a son justamente los SFC que en
los absoluto quedan registrados bajo los criterios del Estado y su sistema de
información.

278
AVRIL ARJONA LUNA

El susto, el mal aire, el latido y el empacho son relativamente reconocidos


entre la población, especialmente entre las mujeres adultas y viejas. Si bien no
todas las personas creen en estos padecimientos ni los atienden de la misma
manera, éstos tienden a estar remitidos al pueblo -como territorio y lugar- y a los
saberes que allá circulan para explicarlos y atenderlos -de los que algunas
personas quieren distanciarse y otras recuperar. Así, por lo que pude ver, es
relativamente común que las niñas y niños padezcan empacho, para lo cual las
madres, abuelas y hermanas aplican saberes médicos tradicionales asociados a
las sobadas, la herbolaria o los aceites ingeridos o untados.

Un aspecto general y fundamental que permea las representaciones en


torno a los padecimientos en el Valle de Chalco son las nociones y distinciones
entre frío y caliente. Esta distinción, que normalmente refiere a hechos o
eventos que someten al cuerpo o a ciertas partes del mismo al choque brusco de
temperaturas, es una de las causas más extendidas y reconocidas para diversos
padecimientos generales y de la sexualidad en particular. Es así que cuando se
perciben ciertos padecimientos, malestares, molestias o dolores, síntomas
pues, la distinción entre frío y caliente no es sólo parte de la explicación causal
de los mismos, sino que representa una noción fundamental en la atención.

Si bien estas nociones las encontré entre las personas de edades


avanzadas, una vez tuve oportunidad de escuchar entre algunos jóvenes que
gustan de tomar los fines de semana, que consideran inviable hidratar su cuerpo
antes de dormir y tras una borrachera, pues el cuerpo está caliente y el agua provoca
un choque que, me explicaban, puede derivar en problemas de hígado y cirrosis.
Pero de estas particularidades explicativas no dan cuenta los datos estadísticos
guiados por la epidemiología biomédica.

279
EL VALLE DE CHALCO SOLIDARIDAD, ESTADO DE MÉXICO

En la medida que la última etapa de los TRS refiere a una población


triplemente subalternizada -en tanto mujeres consideradas en decadencia
productiva y reproductiva de sectores populares-, no es de extrañar que el
enfoque biomédico no considere ahondar en los eventos, transiciones y
procesos articulados a esta etapa de vida -como tampoco lo hace realmente en
la etapa preventiva cuando aparece la menarca- que resulta fundamental para
entender los complejos procesos de envejecimiento de muchas mujeres -y
esperemos también cada vez más de los hombres- a la luz de las relaciones
dialécticas entre sus trayectorias vitales.

280
IV.
Niñez y primeras transiciones de vida: menarca, unión
conyugal y trabajo remunerado como entradas a la adultez
en la experiencia de mujeres migrantes de origen rural
AVRIL ARNOJA LUNA

Por eso dice uno de su niñez, estás de tres, cuatro años [y] piensas dormir,
comer y (...)
jugar (…), ¡qué bonito!, ¿no? -si te dejaron hacer eso. Nosotros no tuvimos una
niñez espectacular, no, todo fue negado (...) de que "no hagas esto", "trabajar",
"esto", "lo otro", y... 'tonces como que dice uno "bueno, ora mis hijos fueron su
vida diferente" (Rosa María).

Pero era más bonito cuando estábamos chiquillos (…) y ignorantes, porque
como que ahora ya la gente adulta ya no es ignorante, solo la chiquillada allá
[en el pueblo] (Cristina).

E n este capítulo describo y analizo las representaciones, incluyendo


aquellas sobre sus prácticas, de mis cinco interlocutoras -tres empleadas
y dos ex empleadas domésticas- en torno a las condiciones materiales y
simbólicas de existencia de ellas y sus familias de origen en los respectivos
lugares donde nacieron. Se trata de un primer corte analítico fundamentado en
los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad, enfocándonos en la primera
etapa -no reproductiva- y la transición a la segunda etapa -reproductiva-, y
ubicando las principales transiciones de vida teniendo como supuesto
teórico-metodológico que las relaciones dialécticas entre trayectorias vitales
tales como la familiar, laboral, migratoria, de salud-enfermedad, sexual y de
pareja configuran los espacios materiales y lugares simbólicos para estas cinco
mujeres en las primeras etapas de vida y hasta la primera unión formal en
pareja. Con miras a sintetizar esta primera etapa del análisis me sirvo de
cuadros que incorporo en el cuerpo del texto y algunas gráficas que muestran,

283
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

en cada caso, las principales transiciones vitales y algunos vínculos entre


trayectorias (véase Anexo al final del capítulo).

4.1 Lugar y familia de origen: recuerdos en torno a las condiciones


materiales de existencia

(…) de todo Siltepec no puedo hablar (Rosa María).

Cristina nació el 13 de junio de 1941 en el Rancho Pozo Nuevo, municipio de


Dolores Hidalgo, Guanajuato. Rosa María el 10 de octubre de 1954 en el Barrio
Las Cruces, municipio de Siltepec, Chiapas. Marilú el 9 de diciembre de 1961 en
el poblado de Santa Úrsula Chiconquíac, municipio de General Felipe Ángeles,
Puebla. Margarita el 17 de mayo de 1963 en el poblado de San Miguel Enyege,
municipio de Ixtlahuaca, Estado de México. Finalmente Esther nació el 9 de
julio de 1970 en el poblado de San Miguel Achiutla, municipio de Tlaxiaco,
Oaxaca.

Cuadro 1. Fecha de nacimiento y lugar de origen por interlocutora


Cristina Rosa Marilú Margarita Esther
María
Fecha de
nacimiento 1941 1954 1961 1963 1970

284
AVRIL ARNOJA LUNA

Rancho Pozo Barrio las Poblado de Poblado de Poblado de


Lugar de Nuevo, Cruces, Santa Úrsula San Miguel San Miguel
nacimiento municipio de municipio Chiconquíac, Enyege, Achiutla,
Dolores de municipio de municipio municipio
Hidalgo, Siltepec, General Felipe de de
Guanajuato Chiapas Ángeles, Ixtlahuaca, Tlaxiaco,
Puebla Estado de Oaxaca
México
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

De acuerdo con los recuerdos de mis cinco interlocutoras, sus respectivos


poblados han cambiado con el paso del tiempo, y si bien la tendencia es a
encontrar que en ellos las condiciones de vida han mejorado, hay dos
excepciones: los poblados donde nacieron Esther y Rosa María. Éstos no sólo se
ubican en entidades -Oaxaca y Chiapas, respectivamente- con muchas
dificultades económicas y políticas, sino que en el primer caso la población ha
disminuido por la migración y el acceso natural al agua ha disminuido,
mientras en el segundo los productos del campo han tendido a valer menos con
el paso del tiempo.

Avril: ¿y qué cosas nota que han cambiado [en San Miguel Achiutla,
Oaxaca]? Esther me decía que antes había más familia, más gente,
¿pero qué otra cosa nota usté?

Alondra, hermana de Esther: ay, que los ríos ya se hayan secado


-antes había mucha agua, había más vegetación (...)-, ya no llueve
como antes, ya se ve muy seco. Eso es lo único que no me gusta. Y
luego mi madre, mira, se da el lujo de desperdiciar el agua (...). Y a
mí eso sí no me gusta -desperdiciar el agua-, es algo elemental (…),
[a ver] ¡vive sin agua!

285
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Cristina y Marilú, como el resto de mis interlocutoras, recuerdan que en


su poblado de origen había insuficientes servicios -por ejemplo, para la
atención biomédica de los procesos de s/e/a, para la transportación, el acceso al
agua y a la luz-, se trataba de espacios donde las condiciones de las viviendas,
por ejemplo, dependían de que la gente tuviera el modo de agenciarse mejores
condiciones.

Cristina: Dolores era muy chiquito –lo caminaba uno de lado a lado
en una media hora-, y ahora ya no, ya está grandísimo, ya tienes que
agarrar carro o camión, lo que sea, para salir a la orilla. (…), ya
tienen más quién los atienda -a un enfermo (…). Ya hay más
tra[n]sporte también. (…) Tenía uno que acarrear el agua de lejos –
hasta para lavar y pa todo acarreaba uno el agua-, entonces ¿de qué
iba uno a vivir? Ahora ya hay riegos, ya llega el agua a las casas, ya
hay luz, y antes no (…), se alumbraba uno con petróleo, un botecito
con una mecha de manta; pa planchar ponía uno la plancha en el
carbón, y eso cuando llegaba a planchar alguna pieza [ríe], pero
pues casi no. (…) Antes, la casa donde estábamos mi papá y mi
mamá, yo me acuerdo que no tenía ni ventanas, taba todo cerrado, y
nomás con el puro aparato ese que le dicen de petróleo se
alumbraba uno; entraba uno y a tientas nomás, todo oscuro. (…)
Había división, tenía uno que salir del cuarto y meterse a la cocina
(…), nomás cuarto y cocina; baño pues era irse por allá, detrás de los
nopales [ríe], ei, ese era el baño, digo yo ¿cómo no pensaban en
hacer [uno]? Pero no, pus como nomás era la pura familia que vivía
allí –estaba bien cercada alrededor, de nopal, ramas de mezquite- y
ahí no entraba… a menos que fuera alguien a la casa, pero no. (…)
[Para bañarse] en el cuarto, en una tina, sí

Avril: ¿y de qué estaban hechos los muros de su casa?

286
AVRIL ARNOJA LUNA

Cristina: estaban hechos de uno que se hace de pura leña, se le van


poniendo trocitos y trocitos, y luego encima de esos leñitos hacen
una torta de lodo con estiércol de los burros, o paja, y esa se la
destienden arriba y luego ya después uno saca la ceniza del brasero
y esa se la van echando arriba, y ya, con eso. (…) muy macizo, llovía y
no se mojaba (…); pero de eso eran las casas, ya las que tienen más al
modo pues de teja. Y ya a última vez, cuando tenía yo como 15 años,
ya tenían la casa de teja –porque se cambiaban de un lado a otro,
como no tenían un terreno fijo… fue hasta el último cuando ya mi
papá compró, pero primero andaba en un lado y en otro. Él compró
un pedacito de hectáreas y sí, se quedó allá, sus hectáreas se
quedaron allá. (…) Sí, [siguen siendo de la familia] porque no lo han
vendido; todavía fue hace poco mi hermana a ver y dice que allí está
a nombre de él todavía, que podemos ir nosotros, juntar unas
firmas, y pos ora sí que recuperar

Avril: ¿y las casas han seguido cambiando?

Cristina: sí, sí han cambiado, ahora ya hay de losa, ya pocos son los
que tienen de teja -ya casi lo de teja lo usan para lo de afuera, para
hacer así como tejabanes (…). Hace como unos seis años que fui a
casa de mi cuñado ya tienen sus cuartos de losa, y tienen como unas
cuatro recámaras; la cocina sí es de teja y no tiene piso, nomás de
tierra, pero allá la tierra es muy maciza, nomás le rocía uno agua y
(…) se asienta muy bonito; pero en los cuartos sí ya tienen su pisito
de cemento.

Marilú: (...) antes teníamos que ir por el agua a un pozo, y lo


acarréabamos lejos y (…) se hacían unas colas para sacar el agua. Me
acuerdo que mi mamá se iba a las cinco o seis de la mañana para
llenar unos seis u ocho botes cuadrados, unas latas -¡pero eran unas
latotas!... Había un palo que le decían malacate y a ese se amarraba
la reata (…) a un burro -y el burro apenas y podía: vueltas y vueltas.

287
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Uno de los cambios que ellas perciben en su pueblo es la propiedad de la


tierra y el acceso a los recursos naturales, como la leña y el agua de río, de los
que antes disponían. Los problemas por el acceso a los recursos naturales,
incluso al interior de las familias extensas, fueron comunes en casos como el de
Cristina, Esther y Marilú. Para el primer caso, además, destaca que los
problemas familiares por el acceso al agua del pozo más cercano se asociaron a
la complicada relación con un hermano de su papá -una de cuyas hijas fue la
responsable de un mal a la mamá y otro al primer esposo de Cristina, porque
estaba celosa-, pues él era canijo y no les dejaba ir por leña a su tierra, les medía
el maíz y evitaba que fueran a recolectar agua. En el caso de Esther ella recuerda
que su papá siempre fue relegado por su propia familia de origen.

Cristina: (…) nomás que ahora ya hay munchos propietarios de las


tierras, ya no es tan fácil andar en el campo porque cada parte tiene
su propietario y ya no pueden sacar leña (…), y a los animales ahora
los llevan a la orilla del río nada más, o con la cosecha de ahí les dan
lo que le dicen rastrojo –ese lo cosechan y lo guardan para sus
animales-, ya no sacan animales a pastear.

Esther: (…) a veces cuando uno es chico dicen que no se da uno


cuenta de las cosas, pero sí; yo me alcanzo a acordar (…) que la
familia de mi papá siempre lo hizo a un lado a él, o sea, me daba yo
cuenta la manera en la que sembraban los terreros, que ahí
siembran el maíz y todo eso, todos se apoyaban pero a mi papá
nadie lo apoyaba. (…) No sé [por qué], nunca alcancé a comprender
eso, pero siempre mi papá muy apartado de todos sus hermanos,
hermanas, entonces yo tampoco me arrimé con su familia.

Lo que en general marca las representaciones de mis interlocutoras en


torno a las condiciones de vida en sus pueblos durante su niñez es la precariedad,

288
AVRIL ARNOJA LUNA

la cual ha disminuido, en mayor o menor medida, conforme han llegado los


servicios y la gente ha comenzado a trabajar en otros ámbitos, abriendo
también oportunidades al consumo diversificado.

Marilú: (…) mi pueblo, cuando yo migré, (…) estaba bien amolado,


pero 'orita ya también a través de los estudios, de todo lo que la
gente ha estudiado, ahorita ya hay viveros, ya hay terrenos de riego,
ya hay otros trabajos que antes no los había, (...) 'ora sí que ya está
mejor (…) porque antes había pero había que comprarlo lejos y se
hacía pesado. (...). Pero ahora que hay mucho de comer, pues no, la
gente ni lo come, sólo de vez en cuando porque las personas están
más acostumbradas a comer frijoles y una salsa.

Del fragmento anterior, además de la diversificación se infiere que la


migración ha sido importante en todos estos procesos (debido a que los
mencionados estudios no se realizaron en el pueblo de origen) y las cosas están
más al alcance, y al menos las verduras se representan como más económicas
que en la ZMCM. Fundamentalmente, arroja datos en torno a una de las
dimensiones materiales y simbólicas de existencia que marcan buena parte de
las representaciones de éstas mujeres en torno a las diferencias entre el campo
y la ciudad: la alimentación -de la que forma parte la ingesta de líquidos como el
pulque y l’aguamiel, el atole y el café-, en la que tienen un lugar preponderante las
salsas, las tortillas y las verduras y yerbas que se daban en cada lugar. Veamos
algunos hábitos alimenticios y las alternativas que antes no había en sus lugares
de origen.

Cristina: (…) la mayoría son caldos (…) eso es lo que hacen (…), les
ponen mucho garbanzo, arroz, col, ei, eso es lo que le ponen; y el
mole (…), pero lo muelen en metate. (…) En lugar de agua tomaban
pulque (…). Allá por temporadas, sólo por temporada [se bebía

289
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

pulque. Cuando no era temporada tomaban] agua natural. En las


mañanas hacíamos atole de maíz y con eso nos la llevábamos. (…) Yo
los que sí me llegué a comer fueron los gusanos de elote y los de
maguey; los de elote me acuerdo yo que los sacaba vivitos del elote y
mi papá los echaba al comal y hasta se retorcían y olían a puro
chicharrón, (…) y así, con salsa, en tacos. El [gusano] de maguey en
tiempo de aguas, cuando llueve es cuando salen unos color rosita,
allá en un Ranchito que se llamaba Cansino, allí había puro maguey,
una planada, y en tiempo de lluvia nos íbamos a juntar gusanitos,
estábamos chiquillos, tenía como unos nueve años [de edad]. Luego
hacían la salsa de chile con jitomate, molcajeteado, puro chile verde.

Esther: (…) ahí todos hacen su huerta y siembran sus quelites, sus
jitomates, su cilantro, sus chiles, todo, ps eso tiene más vitamina
que lo de aquí. Y sobre todo las tortillas que poner el nixtamal, que
vamos a molerlo al molino, nosotros las hacemos; y el frijol ps igual,
ps que ahí lo cosechamos.

Margarita: Y allá la gente ahorita si tiene calabazas come calabazas,


si hay quelites comibles se las come -con sal y una tortilla-; ahora ya
hay tiendas que te venden jamón, queso -de todo encuentras-, y
antes no.

Si bien las condiciones materiales en cuanto a la alimentación de Rosa


María fueron distintas a las del resto de mis interlocutoras -distinción que
asocio con las diferencias climáticas y de la tierra entre las entidades de las que
son originarias-, enfatizó que la abundancia, antes, les permitía vivir mejor en
la medida que el producto de su trabajo, como el café, valía más en el mercado
que ahora.

En cuanto a las condiciones de acceso a la educación formal en sus


lugares de origen, todo indica que la generación de sus padres y madres tuvo

290
AVRIL ARNOJA LUNA

prácticamente nulo acceso, especialmente entre las mujeres -como la mamá de


Cristina que no estudió. La experiencia personal de mis interlocutoras, por su
parte, estuvo condicionada por aspectos sociales varios: el difícil acceso, la
violencia ejercida por los docentes -que replicaba la que vivían en casa-, las
dificultades para estudiar cuando se combina con el trabajo en el campo y en la
casa, y la poca importancia que en sus lugares de origen se prestaba a la
formación escolarizada de las mujeres, en especial.

Cristina: (…) allí en La Piedra era donde daban las clases, pero
estaba el ranchito como de aquí a Chalco y a nosotros no nos
dejaban salir lejos, entonces pues cuál escuela; y luego pues yo me
fui chica a trabajar… ¡menos! No, no había escuela ahí en el Rancho,
por eso te digo que yo cuándo iba a poner un pie en una escuela (…),
y luego caminando entre el monte, pues cuál. Y ahora sí ya hay
escuelas (…). Por eso digo, estaba de a tiro, pero estaba, ahora cada
día está mejor.

Marilú: Sí, fui [a la escuela] como dos años pero -este-, bueno, una
historia que tengo porque, pus fue triste porque ahí me metieron
como de unos ocho años, pero no me gustaba ir a la escuela porque
mi mamá me pegaba, en la escuela me pegaban, y tenía que
apurarme en la casa, a hacer las tortillas y darle de comer a mis
hermanos, antes de irme a la escuela, y luego no hicía mi tarea, pues
ya llegaba a la escuela con todo esto lleno de masa [las manos]; y la
maestra nos decía "¿vienen todos limpios?, a ver las manos... ¿y esas
manos?", "ay, es que no me dio tiempo de lavarme", "pus pa la
próxima viene bien lavadita. Ponga las manos así [hacia arriba] -y
pum, unos reglazos-, ponga las manos así [hacia abajo] -otros
reglazos-". Y si no llevábamos la tarea nos daba de a tres varazos en
la pompi, y pues a mí sí me dolía porque nomás llevaba el vestidito.
Tons le decía yo a mi mamá "yo ya no quiero ir a la escuela porque
nos pega", "¡qué bueno que les pegue, por burros!". Pues ya, total

291
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

que a panzazos, fui como pasadito de medio año, ya no quise ir. Y


luego otra vez me pusieron como de nueve años, y pus ya como que
me estaba entrando el estudio, pero ya después mi mamá tenía una
tiendita y iba una muchacha a robarle (...), nunca oímos que se la
estaba robando la mercancía (...) y me culpó a mí y fue y me acusó
con la maestra y aparte de que mi mamá me dio mis manazos la
maestra me regañó y me tuvo parada no sé cuánto tiempo, dice "(...)
aquí no queremos niñas rateras", y de ahí los chamacos me decían
"ai va la ratera", "ya llegó la ratera". Y yo me daba mucho coraje,
sentimiento. Pero cuando se supo, como a los 15 días, quien se había
robado el dinero pues ya, pero mientras ya mi mamá y la maestra se
habían enojado. (...). Ahorita luego ya no hay cupo, pero antes nos
iban a rogar "mande a sus niños" (...). Pero por eso dejé de ir, le dije
"no, yo ya no quiero ir porque me pone en vergüenza, que soy ratera
y quién sabe qué tanto" (...), y ai mi mamá me llevaba a la escuela de
la oreja -ai me iba jalando- pero luego no entraba.

Rosa María: ¡Ay Dios!, hasta me da pena decir, pero… eh, segundo
de primaria, esa fue mi carrera [ríe]. Es que antes, los papás de allá,
de mi tierra, eran como de esa idea de que “tú eres mujer, para qué
estudias si te vas a casar, te va a mantener tu marido; nomás a mis
hijos hombres sí les doy estudio, a ustedes no, ellos que sepan leer y
escribir nomás con eso, a ustedes las van a mantener” -ay no, qué
feo. (…) ¿Y si nos toca un mal marido?, ¿a poco no?, en la actualidad
uno ya piensa en sus hijos, o vas a traer hijos para quererlo, para dar
lo necesario, no nada más por decir “huy, yo soy hombre y tengo
tantos” (…), antes así era, (…) pero a ver, dígame, ¿qué estudio le dio,
qué carrera le dio, qué herencia le va a dar uno a los hijos? (…). (…)
Cuando estaba chica, tenía yo nueve años y hasta los nueve años me
inscribieron en la primaria -así era antes allá en el pueblo-, y no
podía yo decir la 'erre'. ¿Quién me dijo [que si hacía ejercicios y se
aplicaba podía pronunciar bien la ‘erre’]? Nadie.

292
AVRIL ARNOJA LUNA

Margarita: (...) mi papá decía que sí y mi mamá "pero para qué la


mandamos a la escuela si al rato se va a casar y va a andar en el
campo"; pero no, yo desde chiquita decía "¿a qué me voy a quedar
aquí en el pueblo?, ¿pa casarme con un borracho que me pegue?"
(…). Mi papá sí, mi mamá no (...); mi papá creo que hasta tercero de
primaria [estudió]. (...) Mis hermanos sí, todos tienen la primaria,
mi mamá les dio la primaria.

Esther: A la mejor yo no estudié porque pus soy muy burra, así


como que no me entra muy bien las letras [ríe], la mejor eso fue lo
que a mí no me hizo echarle ganas ¿no?, porque en otras cosas que
yo digo “lo voy a hacer”, sí lo logro; entonces yo llegué a la
conclusión de que realmente la escuela pues como que no, bueno la
verdad nunca me gustó ¿no? (…) desde chiquita yo dije ¡ay! yo no voy
al escuela, yo me voy a trabajar.

En relación con la religión en sus lugares de origen, las representaciones


de estas mujeres muestran una tendencia a asumir como tradición la religión
con la que se identificaban sus padres, madres o abuelos. Aunque en todos los
lugares de origen predominaba la religión católica ellas observan ahora una
mayor diversidad. Marilú es un caso representativo porque tuvo, desde niña y
por medio de su abuela, acceso a las prácticas religiosas del Espiritualismo
Trinitario Mariano del cual sigue siendo practicante. Ella recuerda que en Santa
Úrsula Chiconquíac, Puebla, el Templo era (…) más humilde [que el de Valle de
Chalco Solidaridad, Estado de México, al que acudo] porque pus era de lámina de cartón.
(...). Pero pus la tradición era muy bonito (...). Sí había mujeres guía.

En cualquiera de los casos la religión católica parece tener una función


social de vinculación con la tierra y el trabajo, de representación de los géneros,
de descripción de las problemáticas sociales -pasadas y futuras- e, incluso, de

293
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

referente para legitimar o deslegitimar algunos padecimientos y sus formas de


atención.

Cristina: (…) pues yo que me acuerde sí, casi la mayoría [de la gente
en el pueblo era católica], hasta ahora –después- ya empezaron a
salir munchas religiones. (…) pues yo nomás me acuerdo que
cuando vivía yo allá namás era [celebrar] el Sagrado Corazón de
Jesús, porque a él lo traiban todo el año en las casas, visitando las
casas –una noche le tocaba a uno, otra noche a otro, y así, todo el
año. Es del único que yo me acuerdo. Y del Señor San Isidro, que lo
llevaban a las milpas cuando querían que lloviera porque ese (…) es
el [Santo Patrono] de la labor [en el campo], es el que según les riega
las milpas; a ese namás el 15 de mayo lo sacaban a las milpas y había
veces que no llovía y de repente se venía un aguacero –y pues toda la
gente a aguantar el aguacero porque pus staban pidiéndole [ríe] que
lloviera, para que se diera la cosecha. (…) El Ranchito era un
ranchito y el pueblo estaba un poco retirado, pero ahí en Pozo
Nuevo estaba una capilla en mero en medio del rancho y ahí nomás
estaba el Sagrado Corazón de Jesús y una Virgen que le dicen la
Virgen de la Cuevita Santa (…). Pero por ahí cercas había otra –ahí
se llamaba las Ajuntas- (…), había otra virgen que era la misma. (…)
Nos íbamos caminando porque allá era la fiesta el ocho de
septiembre; y en Pozo Nuevo era el 30 de mayo, era de la Virgen
María e iban puras niñas a ofrecer flores (…) y todas las niñas nos
vestíamos de blanco y un velo, y cada canto le daban una flor e iba
una y se la ofrecía a la virgen [y así canto tras canto y flor tras flor] –
pero puras niñas. Y en junio era de puros niños

Avril: ¿también los vestían de blanco?

Cristina: no, ellos iban normal

Avril: ¿y qué habrá significado el velo y la vestimenta blanca?

294
AVRIL ARNOJA LUNA

Cristina: pues según eso lo que representaba la virgen María. Y era


bonito.

Marilú: (…) ora sí que de que conozco la obra es desde niña (…) Lo
que pasa es que mi abuelita también perteneció a un Templo
Espiritual y como que de ahí viene todo lo que ella aprendió y ai nos
lo venía transmitiendo a nosotros y pus ai nos decía "yo me voy a
morir pero ustedes van a sufrir", nos hablaba de la Guerra que pasó
y lo que pasó antes y de lo que venía (...). Decía "a nosotras las
muchachas nos vestían de viejita, nos escondían en un hoyo pa que
no nos llevaran los del ejército -los que andaban en la Revolución-
(...), para violarlas porque los hombres tenían deseo de mujer pero
no podían y por eso las violaban. Muy feo. Pero va a venir otra
Revolución -me decía (...), yo tenía como unos ocho o 10 años- y va a
ser más fea porque la que otra fue con rifles, machetes, pero la que
venga va a ser de bombas, con armas más fuertes (...)", y yo decía
"está loquita mi abuelita", pero ahora que me doy cuenta, ahora que
lo voy viviendo digo "no, todo es verdá, nomás que con el tiempo he
ido viendo que sí es cierto lo que decía". (...). Ella era creyente pero
siempre fue madrina del Niño Jesús, cada año le tocaba hacer la
posada del 24 -el arrullo y la acostada- para toda la gente del
Templo; ella tenía que hacer los aguinaldos a pesar de que fue muy
pobrecita, muy humilde -si tú quieres andaba hasta descalza- pero
ella cumplía con el Templo, con darle a la gente sus Aguinaldos -que
es la tradición cuando es el nacimiento del Niño Jesús. (...). Yo
nunca vi a mi agüelita que curara... o ni me acuerdo qué cargo tenía
ahí, pero lo que sí sabía es que estaba muy allegada ella al Templo.
(…) ¿Mi mamá?, mmmm, pus también pero como que... pues a lo
mejor porque se casó muy joven y con mi papá tuvo también sus
ratos buenos, sus ratos malos -de que a veces tomaba, era celoso-,
entons a lo mejor por eso nunca quiso estar en el Templo... como
que ella su quehacer era la casa, sus animales y su campo - su
trabajo. Sí iba cuando se sentía mal, es como iba a curarse -como
aquí, que si se siente uno mal va uno al Día de Curación [en el

295
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Templo], o si se siente uno mal, que tanto es su dolor, va uno un día


de Cátedra-, pero si no, no iba. La que sí iba es mi papá, a él siempre
le gustó ser orador, llevaba su libro y se ponía a orar -le decían que
era orador (...) del Templo.

Rosa María: Pues casi era muy católico la gente. Mucho muy
católico -van a la iglesia y creen mucho en las imágenes, pero no
como acá... allá no hay de esas que sacan la virgen de Guadalupe y
los rosarios; no había casi tanto de eso. Pero ahorita sí, ya se ha
mezclado, ya no hay muchos católicos. (…) Allá ves un cristiano en
una iglesia que es adventista, otros que son testigos de Jehová -este,
adventistas, ay, ¿cómo se llama la otra? (…) pentecostales, lo que hay
allá (…) -que no había antes. Pero ahora dicen que porque a la mejor
ya la gente se le está cayendo la venda de los ojos. (…) Yo creo que es
una misma biblia, nomás que cada quien lo descifra como quiere,
que no debe uno de faltar los diez mandamientos (…), y si lo llevas
eso, pues qué bien, ¿no?, estás bien contigo misma. (…) Mi papá (…),
él era católico pero nunca tuvo imágenes, él nomás creía en Dios y
estudiaba una biblia católica. Y él nos decía todo lo que ahorita está
pasando -él ya nos había dicho: “(…) los arroyos se convertirán en
ríos, los ríos en playas", y así está ahorita por allá, cuando hay
huracanes. "Carreteras habrán donde nunca lo hemos imaginado
que van a pasar, y ya, cuando ya no va a haber adonde, entonces
vendrá la destrucción", nos decía él. Y mira que así, así es. (…) Y
decía "va a haber terremotos, guerras, naciones contra naciones", y
así se está viendo ahorita. Uh, nos decía -ay-, y -dice-, que se va uno
a comer, "unos a los otros" decía; pero no simplemente será el
comernos, sino simplemente como estamos ahorita, si se da cuenta,
vamos en camión o en el metro: la gente ya no quiere ni que le roce
uno porque nos estamos... O la gente ya está muy agresiva, ya no
soporta, yo creo que ya estamos estresados, enfermos, y eso es... ya
no es simplemente que uno se va a comer el humano, sino es que... y
plagas, decía él, va a haber plagas, ya no va a ser como orita que
puede uno sembrar y todo se da. ¡Y cómo es cierto!, todo eso se está

296
AVRIL ARNOJA LUNA

cumpliendo. Entonces ahí cree uno, pero como decimos, nada más
hay un solo Dios (…). O habemos mucha gente que ignora, uno -por
decir-, "ay, no, es que me está haciendo algo", "la gente me... bruj...",
"me entra la brujería", y empiezan a meter a uno ideas. Y yo pienso
que no, si uno no hace uno daño a la gente, no se mete uno, la gente
no tiene porqué. (…) Yo creo que debo tener fe en Dios y él me tiene
que cuidar, me tiene que hacer valer todo.

Como se observa en el fragmento anterior, un elemento fundamental en


las representaciones aprendidas por Rosa María durante su infancia, con su
padre, tiene que ver con la importancia de la fe para salir adelante y enfrentar el
mal que otras personas pudieran intentar hacerle. En este sentido, la fe
adquiere un sentido de protección, por un lado, y por otro el de un principio
ético que previene -a quien la tiene- de desear mal a nuestro prójimo, aceptando
así que, por ejemplo, cada quien tiene lo que le cuesta, y asumiendo que fenómenos
sociales como las diferencias entre estratos socioeconómicos no pueden ser
cuestionados abiertamente -esta última es una representación común entre
mis interlocutoras y permanecerá vigente en las interpretaciones que hacen de
la posición socioeconómica de sus empleadores, por ejemplo, y que, por otro
lado, tendrá efectos importantes en la representación concentrada en el dicho:
cosechas lo que siembras, que de alguna manera es una metáfora para lo que desde
la perspectiva ETIC se conoce como carrera hacia la vejez.

En cuanto al habla de lenguas indígenas o dialectos en los lugares de


origen de mis interlocutoras, casi todas recuerdan -a excepción de Cristina- que
había quienes lo hacían y quienes no, y distinguen a unos/as de otros/as por la
edad. En este sentido, eran los abuelos quienes todavía lo hacían y fue la
generación de sus padres y madres -y de sus profesores en la escuela para el

297
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

caso específico de Esther- la que marcó el tránsito casi definitivo hacia el uso
del español como lengua materna. A pesar de que Rosa María no recuerda el
nombre de la lengua indígena hablada en su lugar de origen, las más comunes
son el mixteco y náhuatl en el caso de Esther, el mexicano en el caso de los
abuelos paternos de Marilú, el otomí y el mazahua en el caso de Margarita. En
general ninguna considera que la pérdida de los saberes en torno a las lenguas
indígenas represente un problema en sus vidas pues, en el fondo, parece ser
algo de lo que buscaban distanciarse o eran socialmente distanciadas.

Rosa María: Mmmhhh... Bueno, quizás un dialecto que -¡ay!-, no sé


ni cómo se llama, pero... como que sí, un poquito... con mi abuelito
[paterno]... Gerardo, porque los otros no. Porque mi papá nos decía
-¡ay!-, dice... por decir -bueno, no sé si sea un dialecto o cómo se
podrá llamar-, porque él... él nos pronunciaba unas palabras -como
decir-, la carne, otra cosa... el plátano, o alguna fruta (…). Pero como
nosotros decí[amos]... "no, eso ya no, no hay que hablar eso, (…)
nosotros ya no". (…) Mi papá (…) nomás nos decía -por decir (…)
trajo plátano-, nos decía "traje sus lo" [ríe]. (...). Por ejemplo, la
carne, decía "ay, ya traje (…) sus chit". (…) No [quise aprenderlo
porque] no me gustaba a mí (…). Y casi más, así, hablar realmente
que... cómo se llama (…), ajá [español]. (…). Pero ahora nos
preguntamos con mis hermanos, (…) "oye, ¿qué sería, un dialecto o
qué?" ¿Qué lengua será? (…)”. Nunca jamás preguntamos [y] pues mi
abuelito se murió (…). Ahora quisiéramos saber (…) [pero] ¿quién
nos va a explicar? -ya nadie.

Margarita: Y yo a veces le decía a mi mamá "¿por qué nunca me


enseñastes a hablar el mazahua?", dice "pus porque nunca estuvistes
conmigo" (…). Lo que pasa es que como yo me crecí con gente que
hablaba castellano, entonces no. Sí les entiendo unas que otras
cosas -puras palabrotas [ríe]-, pero así que yo lo sepa hablar, no. (...)

298
AVRIL ARNOJA LUNA

Mi mamá aprendió español cuando tenía como... qué te sé decir...


como casi 40 años... o menos, porque yo me acuerdo que iba y me
hablaba en mazahua y yo le decía "no mamá, no me hables así
porque no te entiendo", y fue aprendiendo. (...). Mi papá también
hablaba mazahua y español porque él se vino desde los 11 años a
México [Ciudad].

El machismo es el término más común utilizado por mis interlocutoras


para referir las representaciones y prácticas que determinaban las relaciones
entre hombres y mujeres en sus lugares de origen, especialmente al interior del
espacio familiar. Todas aluden a una serie de normas de género que localizaban
a las mujeres -dependiendo de la etapa del curso de vida- en condiciones de
inferioridad frente a los hombres, padr-esposos, hermanos e incluso los
suegros. Así, las esposas, hijas y nueras debían respeto y obediencia a quienes
por medio de la violencia física y/o sexual y/o simbólica y/o económica
ocupaban lugares privilegiados. Una de las formas más clásicas de la violencia
que refieren en sus lugares de origen, como ya lo hizo Marilú cuando explicó los
motivos por los cuales su mamá no acudía al Templo Trinitario Espiritualista,
es el sentimiento de los celos -tan asociado a las ideas de la propiedad privada.

La violencia física aparece en las representaciones de todas respecto a


algunas relaciones de pareja en sus lugares de nacimiento. En el caso de Esther
y Margarita la violencia física estuvo presente también en sus familias de
origen, mientras que en la familia de Rosa María la violencia se manifestó de
formas mucho más sutiles -como el control general sobre su madre y la
indiferencia con respecto a sus opiniones. En todos los casos la violencia
ejercida por los hombres, al interior de la relación de pareja, se articula con el
hábito de beber o tomar. Destaca que en estos tres casos, la permanencia de la

299
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

madre fue cuestionada por sus respectivas hijas, quienes se preguntaban: ¿por
qué no lo deja? -como dirá Esther-, obteniendo respuestas que evidencian la
impotencia para salir adelante sin un hombre, con la que se representaban sus
madres a sí mismas.

Rosa María: Mi papá era –sí duele decir, pero ora sí que eso fue mi
niñez- de que mi papá era muy, cómo decir, machista, la mujer es
para que sirva, para que si yo le quiero pegar le pego y, ay no, a mí
no me gustaba eso; una vez que yo vi que mi papá le pegó a mi
mamá delante de nosotras, estábamos chicas, para mí eso fue un
trauma muy horroroso en mi vida, lo llevaba yo, dormía y
despertaba y yo le decía a mi mamá “¿por qué lo aguanta?,
vámonos”, “no –dice-, somos varios y a dónde voy a ir”, y la gente de
antes era así, de que ya te casastes y te fuiste así vas a morir, si te
pega de un lado voltea el otro y que las dos te queden derechas, si
llevas un moretón acá dale el otro para que así, y ahí aguántale.
Ahora en la actualidad ya nadie, todos tenemos nuestro valor,
vamos a, yo así lo pienso, tanto como vale el hombre vale la mujer,
¿por qué me va matar mi autoestima?, ¿por qué me va decir que uno
no vale?... Y antes sí, la gente, o a lo mejor fue por allá, a lo mejor no
en todo, no me refiero que así a toda la generación, pero por allá así
era.

Cristina: [En Dolores] taba uno a lo que ellos [los esposos] dijieran,
sí, a lo que ellos dijieran porque por eso mi suegra también se
dejaba golpiar de mi suegro, porque tenía que estar a lo que el
hombre dijiera, ey, no, yo nomás la veía que estaba encerrada y era
porque ya se la había sonado, ey, taba llorando, encerrada, pero sí le
metía duro, y dicen que casi de eso murió porque se le reventó la
vesícula, de los golpes que, dicen que tenía un como tumor, de eso
murió también ella. (…). [Su mamá y su papá, por su parte] jamás
los vi yo pelear, ¡nunca!; sí se decían vaciladas nomás, ¿pero
enojados?, nunca vi yo que mi papá le pusiera la mano a mi mamá,

300
AVRIL ARNOJA LUNA

ni mi mamá le contestaba a mi papá. (...). No, ellos nunca, se


llevaron muy bien.

Margarita representa en mi opinión el caso más complejo a este respecto,


pues tanto su padre como su madre eran alcohólicos. Ella refiere las
consecuencias físicas de la violencia contra su mamá como un baño de sangre
frente al que no había muchos referentes que remitieran a la búsqueda y la
atención definitiva por parte de las mujeres violentadas en el marco de la
cultura machista que aprendían los hombres -y las mujeres.

Margarita: Sí [era común que los hombres tomaran y pegaran]; mi


papá era uno de ellos, te digo que de bañar en sangre a mi mamá,
¡de apuñalarla! Y yo como le digo a mis hijos "yo he vivido lo que
ustedes no van a vivir" (...). No, pues [nadie decía] nada, era ese
machismo... o sea, la ignorancia que decía que el hombre mandaba
(...). Y yo decía "ay, no, Dios mío", yo tenía como mis ocho años y
decía "no, ¿qué me voy a quedar en este pinche pueblo?". (...). No, no
[no había forma de que entre las mujeres se ayudaran], imagínate,
había una vecinita que defendía mucho a mi mamá ... pues a veces
hasta a ella le tocaba. No, mi papá fue muuuy agresivo, mucho,
mucho -y nada más uno de mis hermanos fue el que salió así... o
sea, dos, pero el más chico ¡huy, explota! -bueno, hasta le brillan los
ojos, se le ponen rojos, y así era mi papá; y a mí me daba mucho
miedo (...) Había mucho machismo antes, ¿por qué?, porque así lo
aprendistes. (...). Sí, mucho [ha cambiado], ahora "no, ni máiz, qué.
Me pegas; nos pegamos".

En los relatos de Margarita, sin embargo, destaca una perspectiva


ambigua en torno a la violencia que enfrentaba su madre, pues gozaba cuando,
habiendo recibido golpes de su madre, podía acusarla con su papá -generando
un círculo vicioso de violencia entre los distintos lugares al interior de la

301
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

familia: padre, madre, hermana mayor, hermanos menores. O sea, era un pelear
constante.

Cuadro 2. Antecedentes familiares por interlocutora


Cristina Rosa Marilú Margarita Esther
María
Abuelas/os

No la Hablaba Hablaba
Abuela conoció - mexicano mazahua y -
materna porque otomí. Era
murió blanca
muy joven.
Abuelo Hablaba Hablaba
materno - - mexicano mazahua y -
otomí
No la
Abuela paterna conoció Tenía Murió Hablaba Hablaba
porque ascendenci cuando su mazahua y náhuatl y
dejó a su a española papá era otomí. Era mixteco
abuelo, bebé. blanca
quien
tomaba.
Murió
Abuelo Tomaba. cuando su Murió Hablaba Hablaba
paterno padre tenía cuando su mazahua y náhuatl y
17 años. papá era otomí mixteco
Hablaba bebé.
dialecto.
Madre y padre

Todavía vive. Todavía


Madre Todavía Todavía Todavía vive Habla vive. Habla
vive vive mazahua y un poco de
otomí mixteco
Fallecido.
Padre Fallecido Fallecido Fallecido Fallecido. Hablaba un
recientement Hablaba poco de
e mazahua y náhuatl y
otomí mixteco

302
AVRIL ARNOJA LUNA
Hermanas y hermanos
14, seis 12, ocho 10, ocho 12, 10 Ocho,
Total de hijas/ hombres mujeres y hombres y hombres y cuatro
os y ocho cuatro dos mujeres dos mujeres mujeres y
mujeres hombres cuatro
hombres
Lugar de la Fue la Séptima en
informante en cuarta en orden de
el orden de nacer Quinta Primera nacimiento Quinta
hijas/os que pero la pero
sobreviven primera actualmente
en es la mayor
sobrevivir
Duración de
los periodos Año y Año y Dos años Indefinible Año y
intergenésicos medio medio medio
maternos
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En cuanto a la familia de origen, durante el levantamiento de las


entrevistas para conocer sus antecedentes familiares fue evidente que ninguna
recuerda datos de su árbol genealógico más allá de sus abuelos y abuelas. En
todos los casos, a excepción de Rosa María, los abuelos y las abuelas -a quienes
no todas conocieron-, así como el padre y la madre son originarios del mismo
poblado. Mientras que las abuelas de varias interlocutoras no tuvieron una
esperanza de vida larga y por ello no las conocieron, en la siguiente generación
-la de sus madres y padres- se observa la inversión del fenómeno, de modo que
las madres muestran una esperanza de vida mucho mayor a la de sus padres.

Hay dos casos (Margarita y Rosa María) en los que con cierto orgullo las
informantes comentan contar con genes blancos o de raza española por parte de
las abuelas. Esto muestra en mi opinión parte de las representaciones
racializadas que permean los lugares simbólicos subalternizados que han

303
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

ocupado mis interlocutoras y sus familias en los distintos espacios,


principalmente en los urbanos, por los que han transitado.

En cuanto al tamaño de la familia de origen detecté que las cinco


interlocutoras se apenan del número de hijos e hijas que tuvieron sus madres y
padres -aunque reconocen que se debió a las condiciones socioculturales-, pues
lo asocian con la ignorancia y las pocas oportunidades para decidir sobre la
sexualidad.

Rosa María: Nos da vergüenza decir pero es la verdad, somos 11


[hermanos y hermanas]. (….) eeeh, creo que [yo soy la]... [número]
cinco. (….). No, sí somos 12, 12, somos 12 [hermanos y hermanas];
nomás porque no contamos a una (…), pero es hija de mi mamá,
pero no se creció con nosotros de que estuvo con mi abuelita
[paterna], pero somos que crecimos así 11 y mi hermana la primera
se quedó con mi abuelita –ya no lo quiso dar mi abuelita cuando mi
mamá y mi papá salieron así independientes, ya mi abuelita no le
quiso dar a mi hermana, ya ella como que si fuera hija de mi
abuelita, pero no, somos ocho mujeres y cuatro hombres-… y este,
pero nunca de que “ay, ora no hay o qué vamos a comer”, no, había
de todo.

Cristina es la primera hija que logró sobrevivir a la muerte por hambre,


causa con la que ella explica la muerte de un hermano y dos hermanas nacidas
previamente, provocando que a la larga fuera la hija-hermana mayor. Algo
similar pasa con Margarita, quien a la larga y tras la muerte de varios hermanos
y su única hermana es la única hija sobreviviente de su familia de origen. En su
caso destacará la distanciada relación que tuvo con su madre durante gran
parte de su vida, especialmente en su infancia y juventud: por eso digo "perdimos
mucho tiempo", y ahora que quiere acercarse a mí para mí es muy difícil (...), como muy

304
AVRIL ARNOJA LUNA

hipócrita (...), no puedes dar algo que no te enseñaron a dar y a recibir (...). Ella siempre
trató de alejarme de ella.

Marilú es la primogénita y hermana mayor de los ocho hijos y dos hijas


que tuvieron su padre y su madre. Esto le valió, como en los casos de Cristina y
Margarita, un lugar simbólico fundamental en la atención que debía prestar a
sus hermanos menores y al trabajo doméstico que su mamá delegaba en ella.
Esther, por su parte, es la quinta hija de ocho -cuatro mujeres y cuatro hombres.
Ella recuerda que -según decía su mamá- su abuelito [materno] (…) cuando era
joven, era muy malo, le pegaba muchísimo a mi abuelita, (…) los corría y todo; pero
fíjate, pues a lo mejor también fue triste ¿no?, porque no todos sus hijos lo veían de buen
gusto, ni todos lo atendían como debería de ser ¿no? (…) Sufrió también [cuando
finalmente enfermó].

4.2 Trabajo en el lugar y la familia de origen: la ilusión dicotómica entre


espacio público y privado

Yo no salía; ya a ésta hora [la tarde] ya nos estaba dando de cenar, ai


platicábamos cualquier cosa -porque mi mamá siempre andaba cansada,
siempre andaba de malas y namás llegaba a preguntar "¿hicistes esto?,
¿hiciste aquél?"; haz de cuenta como mi patrona (…), así haz de cuenta mi
mamá: "¿sí lavastes los pañales, sí se secaron?, ¿sí pusistes el nixtamal?"- , y
ya me decía "levanta los trastes, échalos en la cazuela -o lo que se
desocupaba de la comida- y mañana los lavas temprano", "no, de una vez los
lavo", "no, mañana" (…), "bueno, pues todos a dormir". Y pues ya, no
teníamos con qué jugar más que nuestros pies -no teníamos ni una
muñeca, ni un mono, mis hermanos ni un carro, nada (Marilú).

(…) recuerdo que mi vida pus, desde chiquita fue trabajar (Esther).

305
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

En este apartado me propongo hacer un análisis cruzando la categoría de


género con otras dos, el estrato social y la edad, que considero fundamentales
en la configuración de la división social y sexual del trabajo en los lugares de
origen de mis interlocutoras. Sostendré que a nivel de las representaciones
idealizadas había una fuerte división sexual del trabajo fundamentada en la
supuesta separación entre espacio privado -representado por la casa y el trabajo
no remunerado- y espacio público -representado por el campo y el trabajo
remunerado-; sin embargo, a nivel de las prácticas y para las mujeres de
distintas generaciones dicha separación dicotómica era más simbólica que real.

4.2.1 Género y estrato social: la división social del trabajo en el lugar de


origen
En este apartado busco analizar la relación entre género y estrato social, así
como su impacto en la división del trabajo en los lugares de origen de mis cinco
interlocutoras. Sostendré que durante buena parte de la primera etapa de vida
de Cristina, Margarita, Marilú y Esther, las condiciones materiales en sus
familias de origen las localizaron entre las pobres del pueblo. Esto, sin embargo,
cambió en mayor o menor medida conforme la relación entre género y edad -en
tanto fundamentos de la división del trabajo al interior de sus familias de
origen- posibilitó que emprendieran procesos migratorios para su inserción en
el empleo doméstico y el tan ansiado, y necesitado, apoyo económico que
pretendían brindarle a sus familias.

El principal ámbito del trabajo de las y los habitantes de los lugares de


origen de mis cinco interlocutoras era el campo, el trabajo agrícola y la
producción para el autoconsumo y/o venta de animales de corral. En varios

306
AVRIL ARNOJA LUNA

casos, los hombres -cabeza de familia- migraban por temporadas para vender o
intercambiar productos o para poner en venta su mano de obra como albañiles
o trabajadores del campo. En otros, se apoyaban económicamente al brindar un
servicio -el tocadiscos- o vender algún producto al interior de la comunidad
-como sería el caso de bebidas alcohólicas de fabricación casera.

La división sexual del trabajo parecía estar fundamentada en la norma


ideal de la división del trabajo productivo y reproductivo, de modo que los
hombres se dedicaban principalmente al trabajo extradoméstico y las mujeres
idealmente debían encargarse del trabajo doméstico. Sin embargo, la realidad
se imponía; tanto en las familias como en los lugares de origen: las mujeres,
sobre todo las de estratos socioeconómicos más bajos, debían participar
también intensivamente en el trabajo extradoméstico del campo, pues fue
común que principalmente los padres requirieran de periodos temporales de
migración. Así, en el desfase entre las normas ideales y las normas reales, las
hijas estaban obligadas a involucrarse en las labores domésticas relacionadas
con la preparación de alimentos, la limpieza general y el cuidado de las y los
miembros más pequeños de sus familias, además de su participación en las
labores del campo en la medida de sus posibilidades.

En los siguientes fragmentos se observa: cómo recuerdan mis


interlocutoras la división en el trabajo por estrato socioeconómico y género en
su lugar de origen; la relación entre trabajadores y patrones-dueños; la
importancia de los animales, la cosecha y otros objetos domésticos para la venta
y/o el trueque; algunos cambios experimentados en las actividades
remuneradas y en la alimentación -elementos todos que dan cuenta de la
jerarquización social, más o menos legitimada por una ética laboral patriarcal y

307
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

estratificada que trascendió a su generación en aquéllos espacios. En este


sentido, será el padre de Rosa María el ejemplo más representativo de cómo un
padre rural en edad reproductiva explicaba las relaciones sociales de clase y
género por medio de la relación laboral, simbiótica, entre sujetos desiguales.

Esther: (…) mi mamá sufrió mucho porque no teníamos maíz,


entonces ella le molía a otras personas y le pagaban muy poquito,
[pero si] le sobraban unas tortillas es como nos daba de comer a
nosotros -¡éramos ocho, imagínate!

Cristina: Allá viven de lo que siembran, o el que no siembra le ayuda


al que siembra, (…) o también a veces que necesitan quién les cuide
a los animales ocupan gente -simplemente mi papá estuvo muncha
temporada cuidando un ganado de un patrón, de sol a sol y más
tiempo, no que lo de uno lo hace cuando quiera y ya -y ya de ahí se
ayudan. (…) Me iba con mi papá a hacer –como no sembraba-, nos
íbamos a juntar frijol, juntar maíz que de los que sembraban
dejaban máiz en el campo y eso ya lo dejaban de pepena, nosotros lo
íbamos a juntar [porque] ellos ya no lo querían porque era el más
chiquito –los dueños juntaban el mejor. También juntábamos
papas; cuando era tiempo que andan barbrechando anda la
máquina o la yunta y va abriendo la tierra y salen las papas –pero
una papa buena, una que le dicen papa blanca, (…), no se parece a la
de aquí-; prendíamos la lumbre y echábamos las papas a asar y nos
las comíamos así (…), con sal -nos los comíamos ¡tan sabrosos! (…)
[El dueño de uno de los ranchos donde había fiestas religiosas] era
el único que tenía carro de esos que le dicen gip –creo- (…). Y si
llegaba a entrar otro carro, ¡huy!, era una admiración: “¡mira, ahí
viene un carro!” [ríe] (...)

Avril: ¿y su papá y su mamá vivían en el Rancho como parte de los


trabajadores?

308
AVRIL ARNOJA LUNA

Cristina: este, pues ahí tenía cada quién su casa; allá hacía su casa
cada quien y nadie les decía “¿por qué haces aquí casa?”, no; decían
aquí me gusta p’hacer una casa y ahí la hacían. Y el que era dueño
les daba tierras pa que sembraran, y si sembraban se llevaba la mitá
y la mitá les dejaba –así era como se vivía allá. Y era buena gente ese
señor, sí, muy buena gente; seguido iba al Rancho y luego a veces
llevaba elotes de otras partes -donde hubiera, llevaba al rancho- (…).
Es de lo que me acuerdo. (…) Sí, animales siempre ha habido, la
gente aunque sea poquitos pero siempre han tenido. Mi papá tenía
sus vaquitas, tenía ganadito, sus gallinas, porque pus de ahí era
donde vivía; había veces que compraba trastes de barro y se iba lejos
a vender y le daban maíz, le daban pollos, blanquillos –por los
trastes de barro. (…). Cuando estaba yo chiquilla tenía su ganado de
borreguitos y tenía uno que era bien bravo -¡ay!, ese a cada rato me
tiraba. (…). La cosecha nos duraba medio año y ya después era
cuando se iba él [su papá] a vender comales, trastes de barro, se iba
a vender y echaba cambio [por otros productos].

Marilú: Casi la mayoría [de las familias trabajaban el campo], hasta


la vez lo siguen haciendo; pero orita ya la generación de orita ya es
menos, ya viven mejor: los maridos salen a trabajar fuera, otros
ponen negocio, (…) ya se la llevan más tranquilo ¿no? Porque pus yo,
mi generación, tábamos bien amolados todos, sí, o sea, del campo,
no se vía tantas cosas que orita hay. Orita las mujeres de hoy [en el
pueblo] ya no van al monte, ya no van hacer leña, ya orita casi la
mayoría ya cocina con gas, ya compran tortilla, orita ya venden
tortilla hecha a mano, venden tortilla de tortillería; ya hay muchos
modos de vivir. Orita ya hay mucho de comer; orita si yo no quiero
hacer de comer voy a la esquina y venden carnitas, y todo ahí lo
hacen fresco porque matan cada tercer día y todo el día están
anunciando que hay carnitas, carne de puerco, (…) que longaniza,
chicharrones, (…) pollo rostizado, que pollo enchilado, que pollo a la
diabla, que pollo quién sabe qué… todo el día estás oyendo [que
anuncian]. Sí, y que venden tlacoyos y que venden mole (…) luego

309
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

llega un carro que está vendiendo queso, que está vendiendo pan,
que venden hamburguesa, y bueno… tacos de quién sabe qué (…).
(…) Vas y compras aguacates; en todas las tiendas venden fruta,
venden de todo. (…). Bueno, yo me acuerdo que yo antes hacía
muchas cosas, sí, mi mamá también hicía leña, nos íbamos al monte
a lechar (…) -si no había leña pus no había con qué cocinar (…) y
orita todo mundo, hasta mi mamá, ya tiene gas. (…) Pues mi papá
siempre trabajó aquí en México, o fueras, así, donde le pagaran más
fue donde mi papá trabajó siempre -de albañil, se vino a trabajar;
nomás iba cada ocho días, cada quince días. Y mi mamá siempre se
iba a trabajar al campo, bueno, lo ajeno porque pus lo alquilaban,
como no le alcanzaba la lana pus tenía que trabajar ahí. (…) Mi papá
tuvo [un] tocadiscos y antes lo utilizaban para las complacencias,
eran de a 20 centavos -creo- las canciones, y las podías dedicar (...),
ya le decías "póneme el disco de La Penca del Maguey", o "póneme el
disco de Te borraré de mi lista" (...) y así dedicaba yo (...). Ahorita ya
casi no (...), reina[n] más los estéreos y los CDs, como que todo eso
ya cambió, sus casset (...). Y ansina era en mi pueblo antes. Ahí el
Padre da la misa y (...) se escucha en todo el pueblo (...); ahí
anuncian las bodas, las primeras comuniones o cuando muere
alguien -bueno, los que tienen dinero. (...). Yo no me sé bien, pero si
dan tantas campanadas fue que se murió un grande, y si dan tantas
otras es que se murió un niño, y así. (…) [La gente que tiene dinero
en Santa Úrsula Chiconquíac, Puebla, se hizo de ello porque] pues
muchos han tenido terrenos... demasiados, y otros han trabajado en
los campos y les ha gustado trabajar duro y tupido y le compran el
terreno a los otros que luego no los pueden trabajar y se los venden
a otros (...), pero luego digo "¿serán las ganas que le han echado o es
la suerte?". (...). Los que tienen comen mejor, se compran sus cosas
(...), llevan a los grupos que les gustan cuando es la Fiesta del
Pueblo.

Rosa María: Mi papá fue una persona a lo mejor sí muy machista,


pero eso sí, muuuy trabajador (…) muuy honesto, él decía “a mí no

310
AVRIL ARNOJA LUNA

me van a traer acá a la casa aunque sea un clavo oxidado que no sea
de nosotros, no lo quiero, aquí lo vamos a tener de lo que nos ha
costado”, y así yo creo que lleva uno esa mentalidad y yo lo mismo le
digo a mis hijos. (…) "Si todos fuéramos pobres, ¿dónde fuéramos a
ganar? -decía él-, si todos fuéramos ricos, ¿quién nos va a trabajar?
Nadie. Entonces, hay que complementar". Y él nos enseñó así,
muchas cosas que nos decía, ¿no?, que esto, "hay que respetar, lo
ajeno nunca: que ya viste en una casa: '¡ay, que está bien bonita, que
me gustó!', es de ellos". (…) Pero yo ahora agradezco de mi padre, lo
agradezco mucho, mucho, que él fue así con nosotros. Porque
gracias a eso, no... pues no nos asusta el trabajo; si hay, si no hay
podemos comer de lo que Dios nos socorra. (…) Pa' la comida no
escatimaba él. Pero, pues sí éramos varios.

En síntesis, el estrato socioeconómico y el género fueron los dos


ordenadores sociales fundamentales para la organización del trabajo que se
desempeñaba en estos ámbitos rurales. Había quienes tenían los medios de
producción y contrataban la fuerza de trabajo de quienes contaban sólo con
ésta, en este sentido, el estrato socioeconómico parecía trascender al género en
la medida que tanto los hombres como mujeres pobres trabajaban el campo
frecuentemente ajeno. Sin embargo, el género intervenía poderosamente en
una subdivisión del trabajo fundamentada en la división idealizada de tareas
domésticas y públicas, generando para las mujeres -en especial las más pobres-
dobles jornadas que debieron ser agotadoras y que pueden explicar dos
fenómenos: que las madres tuvieran muy poco tiempo y ánimo para atender
necesidades afectivas y emocionales propias y de sus hijas e hijos, y que niñas y
niños, en especial los más grandes, cargaran con parte de estas dobles jornadas
que estaban asignadas a las mujeres -principales responsables de satisfacer en
la vida cotidiana la necesidad básica del alimento.

311
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

4.2.2 Género y edad: la división sexual del trabajo al interior de la familia


de origen

(…) nosotros éramos como hombre y mujer al mismo tiempo (Rosa María).

Mis interlocutoras han cooperado económicamente con su familia desde niñas,


primero trabajando en el campo y colaborando en las labores domésticas, y más
tarde directamente con un ingreso económico asociado a su inserción en el
empleo doméstico. Ciertamente, a lo largo de su curso de vida el grado de
cooperación económica y simbólica ha variado, pero todavía hoy Esther, Marilú,
Margarita y Rosa María mandan o llevan dinero por lo menos una vez al año.
Acerquémonos a los casos para comprender la relación entre género, edad y
división sexual del trabajo en esos ámbitos rurales.

Esther: Mis hermanos, ellos (…) llegaban de la escuela y se iban al


campo. (…) Los hombres se iban al campo y al medio día pues (…)
[ellas] a hacer la comida e ir a dejarles de comer al campo (…). Y este,
pues ya de ahí empecé a trabajar (…) ya me iba al campo con otros
señores que tenían más trabajo: a recoger el maíz, a levantar la
milpa, a desenyerbar, a arrancar el frijol, y pues ya... me pagaban
cinco pesos [ríe]. (…) [El dinero que ganaba] se lo daba a mi mamá,
sí (…); siempre me he preocupado por ella, hasta ahorita que ya
como que me estoy desobligando, pero antes mi prioridad era mi
mamá… y ahorita, pues la quiero mucho, yo quisiera que no
sufriera, que se viniera conmigo, que viviéramos las dos juntas; yo
digo que va a estar bien, pero ella no… ¡pues también se acostumbró
a su vida de trabajar y todo eso!

Cristina: Si [en las ciudades] supieran todo lo que se sufre para


sembrar (…). ¡Desde ‘onde viene el trabajo!: irle a sembrar, regarle si
es posible, arrimarle tierrita. Que ya crece pues a cosecharlo, luego

312
AVRIL ARNOJA LUNA

recogerlo, y, ¡pues todo eso es trabajo! Desgranar el maíz… y pues


no saben lo que cuesta (…). (…) Allí pasa sed, pasa hambres (…), yo
todo eso lo viví. A veces anda uno hasta descalzo sembrando (…).
¡Huy, a mí cómo me gustaba!, me quitaba los zapatos y me metía a
la tierra fresca, fresca –donde iba abriendo la yunta-, y sentía yo
resabroso (…) y ahí voy yo, siembre y siembre [ríe] –me gustaba
muncho. Mi papá nos colgaba un morral p’acá y otro p’acá y en uno
el frijol y en otro el máiz y echaba uno de frijol y otro de máiz, uno
de frijol y otro de máiz –y así.

Como se observa, las niñas y los niños se involucraban activamente en el


trabajo de la tierra, pues en la medida de sus posibilidades acompañaban a los y
las adultas en estas labores. En general recuerdan que había una distinción de
labores relativamente clara al interior de su familia, pero en el caso de quienes
fueron las hermanas mayores la responsabilidad fue también mayor -llevaban
más dura la raya. Además, destacan que durante su niñez el juego estaba
asociado a las actividades cotidianas que desarrollaban para colaborar en la
reproducción material y biológica de su familia de origen.

Cristina: (…) ahora me pongo a pensar: yo no tuve juegos de niñez


(…). Sí, bien chica me tocó ver por ellos [sus hermanos]; por eso digo
que cuál tiempo de jugar. Cargué de Fidencio para acá [al resto de
sus hermanos/as]; cuando a él, nos íbamos a una parte donde corría
agua y se juntaba la arena, nos juntábamos cuatro o cinco
chamacas, cada quien con un chamaco, y los enterrábamos en la
arena, de la cintura para abajo, y les poníamos una yerba que le
decían jarilla, cada quien le poníamos un corralito, y nosotras nos
brincábamos al barranco y echábamos brincos y caíamos donde
ellos estaban, pa estarlos cuidando (…) y así estábamos, cuidando a
los niños y brincando. Pero yo cuando me iba para allá, ya le había
yo dejado la masa a mi mamá, y en lo que ella hacía las tortillas yo
cuidaba al niño, pero ya le había molido la masa… aunque me

313
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

hincaba arriba de una almohada para alcanzar el metate; estaba


chiquilla, nomás amortajaba, yo creo, la masa. Y así nos la
pasamos... ora sí que el mayor lleva más dura la raya.

Marilú: Pus yo como mujer a mí me tocaba pos hacer lo de la cocina,


yo mi quehacer mío era hacer las tortillas, para empezar poner el
nixtamal un día antes, y luego al otro día pos ir al molino... hacer las
tortillas, hacer la comida, en la mañana. Ahí si guisábamos, en la
mañana, nosotros namás estábamos acostumbrados a una comida,
pero, ya sea una olla de frijoles, o ya sea una taza de huevo, una
salsa, así, esa era nuestra comida de todos los días. Acabando de
hacer las tortillas pues ya, recogía la cocina, los trastes. Mi mamá
casi no, no me querían llevar al campo porque mi tarea era lo de la
casa… sí, era este, limpiar la cocina, lavar los trastes, barrer la
cocina, barrer el patio, barrer el cuarto –nos dormíamos en un
cuarto donde dormíamos todos-, y este, ponerme a lavar la ropa,
pañales de mis hermanos, y atender los animales –que eran los
pollos, los guajolotes, los puercos-, darles de comer; y este, y otra vez
en la tarde pues otra vez volver a desgranar pa poner el nixtamal.
(…). A mí siempre me levantaba a las cuatro y media [de la mañana],
sí, porque pues no me levantaba a esa hora; siempre estaba “Mari,
párate, párate”… pero ay, taba bien rica las cobijas, pues ya me
daban las 5, y en lo que sacaba el nixtamal ya daban las seis. Pero ya
bien tarde acababa yo de hacer las tortillas, porque no me apuraba,
me daba flojera… sí, pero ya fui agarrando el ritmo y ya mejor me
gustó levantarme temprano. (…) Y ya mis hermanos –este-, pues
todos tenían una tarea; por decir los grandes (…) antes de irse a la
escuela tenían que –mi mamá siempre acostumbró hacer pulque-,
tonces dos de mis hermanos iban a traer la miel, mi mamá les decía
“en lo que tú estás juntando la miel tu hermano que esté juntando
yerba”, para que cuando llegaran trajeran un tercio de yerba para
los animales –los pollos o los puercos-, se llevaban un burrito, tons
ahí se montaban y ahí se echaban su yerba (…), y tenían que llegar
luego para que se arreglaran para ir a la escuela. Y les decía mi

314
AVRIL ARNOJA LUNA

mamá “cuando vengan de la escuela comen, y se apuran, y se van al


campo”, les daba hacer de tarea como 3-4 surcos del terreno, a
desyerbar, lo que hubiera de trabajo, si no era pues a enterrar el
frijol, o si no pues a cortar el zacate o lo que hubiera, pero siempre
tenían su tarea (…); sí nos tráiba en joda mi mamá (…); pues todos
tuvimos trabajo, pero diferente.

Rosa María: De chicas [mis hermanas y yo] trabajamos mucho,


mucho que trabajamos (…). [Mi papá] cultivaba harto maíz, ahí
llegaban a comprar maíz, frijol; sembraba col, coliflor, rábano, papa,
tenía árboles de… de duraznos, manzanas, sembraba chayote, todo
tenía –¡bueno! Pero no conforme ahí, “me voy a comprar un rancho
cafetalero”, donde se da el café, plátano, naranja... “yo no me voy a
quedar acá” decía, “yo se lo voy a dejar a mis hijos, yo voy a comprar
un rancho”. Y se compró su rancho donde lo dejó a mi mamacita
que está ahí, y donde tenía –donde nosotros crecimos- le dejó a uno
de mis hermanos, él estaba bañado [en tierras]; le digo “tú estás en
el oro, no lo descubres porque estás... mi papá aquí sacó todo, aquí
nos creció a nosotras”.

En síntesis, la vida de estas mujeres cuando fueron niñas estuvo


fuertemente asociada al trabajo y la responsabilidad para con su familia cuando
el padre y la madre estaban ocupados por la necesidad económica -ya sea
migrando o trabajando en el campo-, generando en al menos dos casos (Esther
y Margarita), una sensación de descuido o abandono soterrado.

Esther: (…) recuerdo que mi vida pus, desde chiquita fue trabajar.
Llegaba de la escuela, los dos años que fui (…), y –este- pus la casa
sola, fría, mi mamá nunca estaba, había una olla de frijoles y
tortillas… Pero yo no le reprocho nada a mi mamá porque yo sé que
ella tenía que salir a trabajar en el campo o ir a otros pueblitos a
vender tortillas y elotes; y yo desde, más o menos desde los 7 años,
yo me acuerdo que ya cuando llegaba yo de la escuela, iba a acarrear

315
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

el agua porque estaba lejos (…); barría la casa, o sea yo hacía el


quehacer, iba a juntar quelites, nopales y pus, o sea, aunque sea un
invento hacía yo pa cuando llegara mi mamá ps que ya hubiera algo.
Entonces pus… pues yo cometí el mismo error con mis hijas, sólo
trabajar y trabajar y… descuidarlas mucho. (…) Yo veía; veía como
ponía el Nixtamal y cuando ella [su mamá] se iba yo sabía más o
menos y lo ponía (…); sabía yo que si se me rompían las tortillas (…)
me decía que me iba a quemar las manos en el comal para que
aprendiera yo a hacerlas bien. Y pues yo creo que gracias a su, cómo
te diré, a su carácter de ella lo… estricta que era, pues aprendí.
Entonces ya no había necesidad de que me dijera cómo hacerlo, o
haz esto; yo sabía lo que tenía que hacer.

Margarita: (...) uno de niño guarda muchas cosas [sentimientos


complejos y ambiguos asociados a las relaciones familiares].

En este orden de ideas, y abonando al análisis de la división etaria del


trabajo por género, se hizo evidente que mucho tienen que ver las
representaciones y prácticas en torno a lo femenino y lo masculino,
desarrollando prejuicios sexistas como el que refirió Rosa María para explicar
-críticamente- los motivos por los cuales su padre consideraba que sus hijos no
debían desempeñar labores consideradas para mujeres.

Rosa María: [Mi papá a mis hermanas y hermanos nos trataba] creo
que iguales, por iguales, por partes iguales. Claro, nos daba nuestro
lugar, nuestro espacio a nosotras y a mis hermanos, pero nada más
lo único él evitaba: allá, que el hombre no barra, la escoba no va a
barrer porque es hombre, se vuelve maricón, ton's el hombre hay
que atenderle más, hay que darle de comer, servirle, cuidadito que
va a lavar un plato porque se vuelve maricón, y nosotras sí, nos
mandaba a hacer cosas que un hombre lo podía hacer, no una
mujer. Es lo que a mí no me gustaba en lo particular, a mí no me
gustaba eso, le decía yo "¿por qué a mis hermanos es tan privilegio y

316
AVRIL ARNOJA LUNA

a nosotras no?", eso como que no, no va, incomoda a uno de... a mí
sí, en lo particular no me gustaba eso, ¿por qué no?, ¿por qué no va a
agarrar uno?, ¿por qué no va a lavar? Y yo a mis hijos les digo "el que
va a ser maricón va a ser maricón, y el que no...".

4.3 Salud/enfermedad/atención en el lugar de origen: un vistazo a estos


procesos la luz de la falta de formas de atención biomédicas
Este apartado se divide en dos grandes ejes. Inicialmente abordo los procesos
generales de la enfermedad para después concentrarme en aquéllos asociados
directamente con la sexualidad reproductiva y no reproductiva. La intención en
los primeros apartados es describir las representaciones de mis informantes en
torno a: 1) las principales causas de enfermedad y muerte; 2) algunas formas de
atención y su legitimación social y, 3) sus representaciones alrededor de sus
propias experiencias, y la de otras/os actores cercanos, de la enfermedad. A
pesar de que obtuve información importante, debo advertir que en la medida
que no es un objetivo principal en mi investigación, me abstengo de analizar a
profundidad los diversos Síndromes de Filiación Cultural y las formas de
atención que mis interlocutoras recuerdan.

En la segunda parte de éste apartado abordo los mismos ejes pero


abonando a la descripción de algunos eventos de la sexualidad: su experiencia
de la menarca y las menstruaciones; las representaciones en torno a las
relaciones sexuales, la anticoncepción, el embarazo, parto y cuarentena, para
concluir con el aborto y los mortinatos. El objetivo es argumentar que, durante
la primera etapa de vida, mis cinco interlocutoras aprehendieron a privilegiar

317
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

las formas de atención tradicional y la autoatención apoyadas en las


condiciones materiales y simbólicas en su lugar de origen.

4.3.1 Procesos de s/e/a generales: causas de enfermedad y muerte y


legitimación de las formas de atención
La salud, desde la perspectiva biomédica como servicio público o privado, fue
algo a lo que mis interlocutoras y sus familias de origen tuvieron poco acceso
durante la primera etapa de vida de éstas, o esas son las representaciones
predominantes. La ausencia de este servicio no se puede considerar de manera
aislada, pues en realidad su falta es una más de las que configuran -aún hoy- las
condiciones materiales de vida en varios estados y municipios del país. Así, la
falta de viviendas adecuadas, de luz y drenaje, de transporte, escuelas y centros
de salud se articularon en la experiencia de mis interlocutoras, dejando ver
posibles relaciones dialécticas entre pobreza y procesos de s/e/a.

Por un lado, las características de las viviendas y las prácticas asociadas a


la preparación de alimentos son vistas ahora, a la larga, como un potencial
riesgo a la salud, como dirá Cristina: ahora me pongo a pensar cómo vivíamos allí;
porque con la leña [que utilizaban para cocinar] dicen que también eso hace daño a los
pulmones –y digo, nosotros no teníamos de dónde saliera el humo, nomás un hoyito. Al
respecto vale la pena señalar que todavía hoy la mamá de Esther sigue
cocinando en condiciones como las ya descritas -no así la madre del resto de
mis interlocutoras.

En cuanto al agua y las prácticas higiénicas asociadas al baño ya nos habló


Cristina a principios del capítulo, y su experiencia es fácilmente reforzada por

318
AVRIL ARNOJA LUNA

la de Marilú -quien si bien observa las condiciones higiénicas no


necesariamente las asocia con enfermedad alguna: mi mamá sufría mucho de
agua, de leña, entons pus también nomás nos bañábamos cada ocho días. Esther
recuerda, en una entrevista que tuvimos en su pueblo en presencia de su
hermana Alondra, que se daban una suerte de baños de lodo que tenían fines
estéticos.

Esther: (…) cuando éramos chiquitas yo me acuerdo que nos


bañábamos con un lodo, ¿te acuerdas? (…), pero ese lodo quién sabe
de qué ni cómo se llamaba [ríe]

Alondra, hermana de Esther: yo me acuerdo que era negro, pero era


como pegajoso

Esther: sí, o sea que no era lodo de cualquier tierra, era un lodo
especial que pus... me imagino que había en el río ¿no?

Alondra: sí, pus nos íbamos a bañar al río

Esther: (...) y ese lodo según decían que dejaba bonito el cabello
-nosotros como estábamos chamacas pus-

Alondra: ¡pero sí lo teníamos bonito!, yo me acuerdo (…) -y lo


teníamos largo-

Esther: nos hacíamos trenzas, dos trenzas

Alondra: y luego mi mamá los estirones que nos daba cuando nos
peinaba, yo me acuerdo cuando me peinaba (…) hasta el cuero
cabelludo me dolía -y a mí no me gustaban las trenzas, mejor la cola
[de caballo]-

Esther: pero así nos peinaba

319
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Alondra: por eso cuando llegué a la ciudad que me corto el cabello,


dije yo "no más trenzas".

La higiene, sin embargo, será uno de los aspectos de la salud que se


reforzará -no siempre en la armonía entre representaciones y prácticas- a lo
largo del curso de vida, en especial con la migración y la inserción en el empleo
doméstico -tal y como lo describe Cristina.

Cristina: Les da risa a mis nietas que les digo que allá ni
pensábamos en lavarnos los dientes –yo creo por eso los tengo todos
feos, amarillos-, porque pos allá quién nos decía “lávense los
dientes”, nadien. Lo único que nomás agarrábamos l’agua y nos
enjuagábamos la boca, y eso era todo –cuál cepillo, ni cuál pasta ni
cuál nada (…). (…) no sabía yo que era porque se picaban. Ya cuando
crecí, que me fui a trabajar, entonces sí ya, fui viendo que por las
dos cosas se lava uno la boca [para que no huela mal y porque se
pican los dientes]. (…) La señora, cuando me fui a trabajar a alzar un
niño (…), se lavaba la boca.

Destaca que ésta dimensión higiénica es en varios casos asociada a los


alimentos, en específico, y a los hábitos alimenticios que de las condiciones
materiales de existencia se derivan. Puesto que la relación entre
representaciones y prácticas no siempre sucede bajo un continuo congruente,
hay algunas prácticas cuyos discursos del riesgo no siempre se asumen. Ello
sucede en parte porque no existen suficientes referentes, pero más importante
aún me parece destacar que sucede cuando, como entre mis interlocutoras,
existen tensiones entre las representaciones y prácticas que identifican como
propias de los lugares que ocupan. Así, resisten por medio de la contradicción y
el conflicto, dando simbólicamente un lugar menos subalternizado a su
identidad, y la de sus familias de origen, como personas de campo o provincia

320
AVRIL ARNOJA LUNA

-como diría Cristina. Teniendo en cuenta lo anterior vemos que Marilú muestra
varias representaciones contradictorias en torno a lo limpio y lo sucio, pues no
alcanza a ver el daño químico que pueden provocar las fumigaciones en el
campo.

Marilú: Mis hermanos se comen -como hay mucho riego también-,


van y cortan lechugas orejonas grandes, y yo como aquí he visto que
las lechugas están sucias yo las lavo, y fíjate que las de allá no, están
limpias y así como lo cortan del campo así se las comen -sin lavarlo-,
así el cilantro también. Y yo le digo "no seas cochino, lávalo", "no
-dice-, si está limpio, aquí lo riegan con agua limpia, no tiene bichos
porque lo fumigan", pero yo de todos modos lo lavo. (...) No, nunca
se queja [del estómago]. (...). No hierven el agua ni nada de eso. Y yo
soy más -este-, tengo que ver que todo esté limpio; (...) más que
nada por lo que he visto aquí yo tengo esa mentalidá de que hay que
lavar las cosas.

Si bien mis interlocutoras reconocen que había carencias, limitaciones o


situaciones de riesgo para su salud y la de las y los habitantes de sus pueblos,
también ubican prácticas asociadas a la vida del campo que consideran mejores
y más saludables que las de la ciudad. Esta representación inició en el campo,
en sus lugares de origen y, como veremos en los siguientes capítulos, sigue
vigente en el imaginario de todas ellas a pesar de que muestra una serie de
tensiones representacionales y prácticas entre lo limpio y lo sucio, entre lo sano
y lo contaminado, entre lo estético y lo antiestético, entre lo natural y lo
endulzado, entre lo frío y lo caliente y entre lo cocido y lo crudo.

Cristina: Digo, con razón uno en el Rancho no engorda, pos allá no


come uno mucha grasa, todo hervido en vapor, los nopales, los
quintoniles, las verdolagas; los frijoles de la olla, cuál refritos ni cuál

321
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

nada. Mi papá era alto y delgado, toda la vida fue delgado, y así,
fíjate, murió de un infarto… no sé a qué se debería (…)

Avril: ¿entonces la alimentación en Dolores era más sana de lo que


empezó a ver acá?

Cristina: sí, ya acá es pura química, y allá no, era al natural todo,
todo iba uno al campo a juntar. Nosotros nos íbamos a juntar papas
al campo, nos íbamos a juntar tunas, los nopalitos cuando están así
de este tamaño [pequeños] los pelábamos, crudos, y órale, bien
sabrosos que los hallábamos –y ya cuando quería uno los asaba o los
hervía-, pero todo limpio. Nosotros hacíamos atole de mezquite (…).
La bolita del pirúl, que es bien amarga, también, igual; me subía yo
a los árboles y la sacudía y caían montones, las juntaba, las limpiaba
y las ponía a remojar en la noche pa’l otro día hacer atole, ni cuál
azúcar ni cuál nada, con lo que soltaban de sabor. También igual
hacíamos [atole] de pinole o de masa. (…) O el aguamiel de maguey;
nos íbamos y quebrábamos los magueyes a la cerca, unos cuatro-
cinco, sacábamos l’aguamiel todas las mañanas y lo hervíamos, se le
ponía masa, se batía y era atole; pero no, ¿cuál azúcar?, no, era
natural… y aquí no, todo con azúcar.

Marilú: Aquí nosotros comemos de todo, pero en un pueblo comen


más sano porque todo es hervido, todo es asado, al vapor, entonces
yo creo que por eso la gente, pues no sé, unos dicen que duran más,
otros que duran menos, pero pues yo lo he visto que duran más las
personas, sí, porque yo los veo que se asan unos nopales, comen sus
frijoles así nomás hervidos, y se comen toda la baba del nopal que es
lo mejor, y aquí todo se lo quitamos... Tonces yo digo que todo eso
nos enferma porque lo queremos hacer muy bien pero a la vez nos
perjudicamos porque los nopales los lavamos bien, la manzana y
todo eso lo pelamos -cuando nos lo debemos de comer con todo y
cáscara. Y pues yo digo que comer cosas sanas, como en los pueblos,
pero aquí [en la ZMCM] pues no -sí se puede pero no lo hace uno.

322
AVRIL ARNOJA LUNA

(…) En el pueblo si es nomás [comer] frijoles y tortillas, ahí no hay


que la sopa y así; bueno, hay personas que sí lo acostumbran pero
mi familia casi no, a ellos les gusta comer mucho una salsa, sus
frijoles, sus tortillas calientitas. Sí, pero no les des un plato de arroz
o un plato de sopa aguada porque no te lo comen. La sopa de
verduras no se lo comen.

Rosa María: Pero fíjate que allá en el rancho donde éramos nosotros
-onde son... de donde fuimos, más bien-, habían arroyitos, ¡ay!, pero
el agua de manantial ¡qué rica! ¡Ay!, no, ¡qué rica! Y hace dos años
que fuimos (…) le digo a mi nietecita "mira el agua de cascada" "¡ay!",
y no llevábamos nada de envase (…) y ahí ya mi hija... (…) “¡ah!,
mami, traigo dos bolsas acá, voy a llenar dos bolsas" -y ahí nos
fuimos tomando. ¡Ay!, qué rica agua, no hay necesidad... y que aún
así la gente le dice que lo hierven, que no lo tomen así porque ya hay
mucha contaminación, pero no, nosotros lo tomábamos bien rico.
(…) Pero allá nosotros no hervíamos el agua [cuando era niña]. Pero
ahora ya lo hierven porque ya hay mucha contaminación. Llega
mucha gente a dar clases ahí a mis familiares que viven allá, que
deben de hervir el agua... mi mamá siempre hierve su agua.

Una representación común a Esther, Cristina, Marilú y Rosa María es que


la gente en el pueblo casi no se enfermaba -gracias a que, desde su perspectiva,
la comida era sana. El género es especialmente importante porque abona a
conocer las prácticas más normalizadas en los hombres de sus familias de origen
en materia de s/e/a. En este sentido, no hacerse caso se torna una práctica que
trasciende frecuentemente la relación entre género y enfermedad, y por
supuesto aquélla entre género, edad y enfermedad, cuando se vive del
cuerpo-herramienta.

Esther: (…) antes pus todo ahí en el pueblo así se curaba, con puras
yerbas (...). [No necesitábamos] de medicamento ni nada de eso, era

323
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

hierbas y ahí no se sabía nada de vitaminas y todo eso. Y ahí, pus es


que yo creo que ahí se come más sano (…), se come cosas más –este-
que tienen más vitaminas y todo (…).

Avril: ¿y qué hacían si ustedes se enfermaban, cuando eran niñas?

Alondra, hermana de Esther: mi mamá nos curaba con yerbas, con


tés... y además no nos enfermábamos tan seguido, no éramos
enfermizas -digo, gracias a Dios y para fortuna de mi madre-, a lo
mejor una gripa, o cosas así, pero así cosas fuertes no

Avril: ¿y el resto de la comunidad?

Alondra, hermana de Esther: pues yo creo que igual, así que yo sepa
que se enfermen y vayan al hospital y que los internen, no -al menos
que yo me acuerde. Ahora quién sabe cómo sea -pus como ya no
vivo aquí-.

Marilú: Yo que recuerde, de mi familia todos son iguales [a mi


esposo], son de los hombres que he conocido y que nunca se han
hecho caso. Nosotros no éramos de que tuviéramos un botiquín de
medecinas; ahora yo ya tengo aunque sea una pastillita para el
dolor, pero antes no teníamos nada. (…) [Si algo me dolía, y]
siempre me aguanté, nunca me quejé, nunca dije que me sentía mal
-a menos que sí me hubiera sentido muy mal, pues sí, pero casi
nunca- aunque me doliera, porque luego me dolía mi panza y le
decía "ay, me duele mi barriga", "pus sí, sigan tragando cochinadas y
media"104 esa era toda la contestación de mi mamá -no nos hacía
caso.

104 Nuevamente se hace patente la contradicción en Marilú y sus representaciones, pues si bien asegura
que en su lugar de origen comen más sano, su mamá asociaba los dolores estomacales con que
comieran “cochinadas”. Si bien no tengo información que me permita discernir a qué pudo referirse
su madre, tengo la impresión de que podría estar apelando a algunas representaciones en torno a las
niñas y niños y su malos hábitos alimenticios.

324
AVRIL ARNOJA LUNA

Teniendo en cuenta estas condiciones en materia de s/e/a, destaca que no


se trata del total desconocimiento de la medicina biomédica, sino que mis
interlocutoras y sus familias tuvieron la necesidad imperante de distinguir la
ligereza o fortaleza de una enfermedá, padecimiento o mal teniendo siempre en
cuenta sus referentes -también ambiguos- de lo saludable, las posibilidades de
legitimar la enfermedad y las condiciones para acceder a la atención tradicional
y/o biomédica. En este sentido rescato el comentario de Margarita, quien
cuestiona los saberes médicos y asegura que en San Miguel Enyege, Estado de
México, sólo había acceso a la atención biomédica privada.

Margarita: Antes allá en el pueblo no había doctores, y lo que había


no sabían (...) qué era lo que tenía [la gente] y le decían "tómese
ésto", cuando que en realidad nunca le mandaron a hacer un
estudio (...). Allá sólo había hospitales particulares (…) [y] pues la
gente muchas veces no se curaba, no había [fácil acceso a]
medicamentos ni nada, por eso mucha gente se moría, y cuando se
curaba ora sí como los pollos, con puros tecitos, se ponían plantas
machacadas con cigarro, y hasta que se les quitara porque no había
de otra. (…) No, ahí casi no los hay [yerberos y curanderas], es raro,
pero no; tomaban té de manzanilla, té como de... como de menta
(…) y se ponían pues los chiquiadores -eso era lo que se ponían para
un dolor de cabeza. Y para la garganta te metían el dedo y te las
tronaban, te metían el dedo y te las tronaban [las anginas].

El médico existente en el municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, por


ejemplo, aparece en los recuerdos de Cristina cuando ella ya tenía alrededor de
16 años de edad. En este sentido y en general, el médico no estaba en los
ranchos o poblados y había que trasladarse a la cabecera municipal, adonde
acudían cuando la enfermedad ya no era ligerita, como dirá Cristina y la

325
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

hermana de Esther, pues algo ligero lo trataban con yerbas incluso en su propia
casa.

Cristina: Sí, ahí [en Dolores] sí, había un dotor que fue el que nos
hizo los estudios cuando nos casamos –cuando se murió mi primera
niña lo fuimos a buscar y ya se había muerto, dicen que le había
dado un infarto al Dotor (…)

Avril: ¿y en el rancho no había parteras o yerberos?

Cristina: pues nomás era lo que hacían, yerbas, pero pues nosotros
mejor nos íbamos allá [a la cabecera] cuando eran cosas así [más
fuertes]. Solamente cuando era una enfermedá así, ligerita,
buscábamos a las que curaban así. (…) [Entonces cuando alguien se
enfermaba] pues teníamos que ir hasta el pueblo, y era, haz de
cuenta, como tres cuartos de hora a agarrar el camión y luego una
hora que duraba el camión pa llegar al pueblo; sí, porque [donde
vivíamos] era un ranchito, ya después fuimos pal pueblo, pero
primero estábamos hasta por allá (…). Los camiones pasaban lejos,
casi como de aquí a la Autopista [México-Puebla], o a lo mejor hasta
más lejos, y teníamos que ir caminando (…). El camión [pasaba] de
San Luis a Dolores, y de San Diego de la Unión también, ese sí
pasaba más cerca, pero nomás pasaba en la mañana y en la tarde –
en la mañana pasaba para San Diego y en la tarde para Dolores.

Adentrémonos ahora a las causas de enfermedad y muerte, o


sintéticamente los problemas de salud, desde la experiencia personal de las
cinco interlocutoras y su familia en el lugar de origen. En cuanto a la muerte
infantil hay dos casos representativos entre mis interlocutoras. Del de Cristina
destaco la suposición sobre que sus primeros tres hermanos murieron de
hambre, y asegura que la octava hija de su madre y padre murió de bronquitis a
los ocho años de edad, mientras la décimo tercera murió por causas desconocidas

326
AVRIL ARNOJA LUNA

siendo niña. En el caso de Margarita observamos que según sus recuerdos, sus
primeros tres hermanos murieron de niños por la enfermedad del pollo, de la gripa
de la viruela, cuando el mayor tenía ocho años de edad. Posteriormente falleció la
única hermana que tuvo y el siguiente hijo de sus padres -en orden de
nacimiento serían la octava y el noveno-; sin embargo, en estos casos no pudo
explicar las causas de muerte.

Cuadro 3. Número de decesos y causas de muerte entre las y los hermanos de las
interlocutoras
Cristina Rosa Maril Margarita Esthe Total
Marí ú r de los
a casos
Hermanas 4 0 0 1 0 5
fallecidas
Causas desconocidas,
pero murió de chiquita
Dos de hambre

Bronquitis

Causas de
muerte entre - - Causas - -
las desconocidas
hermanas
Hermanos 1 0 1 5 0 6
fallecidos
Causas desconocida
viruelaTres por la enfermedad del pollo, gripa de la

Cirrosis
Cirrosis

Causas de
muerte entre De hambre - - -
los
hermanos

Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

327
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Desde los recuerdos de Margarita, las enfermedades más comunes en su


lugar de origen fueron la viruela [y] el sarampión. Esther, por su parte, considera
que la enfermedad más común en su lugar de origen era la gripa, seguido de lo
que la gente -como tradición- asocia a la maldá -y que es atendida por la yerbera,
como veremos muy pronto. Otro tipo de padecimientos relativamente
frecuentes, por lo menos en la familia de Cristina y Rosa María, son los
asociados a los ojos y la vista. En ambos casos carnosidad o protuberancia se
asocia con golpes o lesiones en los ojos. Destaca, sin embargo, que en el
segundo caso la denominación de la protuberancia no es muy clara para la
misma Rosa María, que la padece desde los 17 años aproximadamente (véase
Anexo al final del capítulo).

Cristina: Es que mi papá jue una espina que le dio la rama en el ojo y
se le clavó, jue como una herida; y allá como ni quien le hiciera a la
lucha, digo yo, deja uno las cosas a la desidia.

Rosa María: Creo tenía yo como 17 años cuando empezó a hacer una
carnosidad. Pero yo también, es que yo me golpié... y me decían
"ponte esto", y "hazte eso", y me vine para acá, para... uh, pero orita
ya no, antes me lloraba mucho los ojos, ¡huy!

Por último, veamos los diversos procesos de s/e/a asociados a la práctica


de tomar y a la producción local de bebidas alcohólicas, procesos en los que el
género parece tener una influencia considerable en sus respectivas
experiencias y lugares de origen. El caso de Cristina es representativo en la
medida que sólo su abuelo paterno presentó problemas asociados a dicha
práctica. Teniendo en cuenta que el pulque era parte de la alimentación en los
lugares de origen de Marilú, Cristina, Esther y Margarita, no es de sorprender
que en al menos los primeros tres casos se asocie con propiedades saludables.

328
AVRIL ARNOJA LUNA

Así, es un hecho que Cristina tiene una relación con el pulque diferente de otras
interlocutoras, pues uno de los aspectos que resalta es la calidad del mismo. En
algún momento esta bebida fue también fuente de ingreso para ella y su familia
propia. Según ella, tiene propiedades apreciables como ser juerza pal cuerpo y
derivar en sujetos sanos, pues desde sus saberes tiene propiedades curativas
contra el asma, por ejemplo.

Cristina: (…) pues yo no me acuerdo que haiga sido muncho [que los
hombres tomaran], así como ahora, pero sí… contaditos por ahí,
pero era menos que ahora; yo a mi papá nunca lo vi tomado, ni
peleando con mi mamá, tampoco… por eso dice que él fue muy
bueno con ella… pobres, sí, pero no peleaban. “Sí, sí me gusta el
pulque de rancho, pero el de aquí no porque está baboso, y el de
rancho no porque es hecho de maguey –y el de aquí lo hacen de
avena y de sabores (…), los curados-, y allá no, lo sacan del maguey el
aguamiel. (…). Pero el de allá es bueno, nosotros lo hacíamos allá en
el rancho. (…) Y ¡no!, a los cuatro días te tomas dos vasitos y ya
empiezas [ríe], y si a los tres días lo sacas está dulcito –todavía-, y ya
de más días sí está juerte; ese es el pulque limpio, el bueno –
nosotros lo hacíamos en el rancho [el pulque] y lo iba a vender su
papá de mis hijos; lo echaba en unos cántaros de barro y se iba en el
burro, un cántaro de cada lado. Torcuato, m’ijo, cuando estaba
chiquito decía “yo quero más puque”, se lo tomaba y se ponía
chapeado, chapeado –le gustaba muncho, pero le dábamos del
suavecito (…). Y él es muy sano (…). Se puede decir que… como que
es juerza pal cuerpo –como si fuera agua pero pues es natural. Dicen
que también para la asma es bueno, que se hierve con un maguey
que tiene rayitas. (...) Yo le he dicho [a Emilia] pero hay que ir a
buscar l’aguamiel” (Cristina, E16).

Marilú: a los que les gustaba sí [tomaban pulque]; porque para


nosotros era como si hubiéramos tomado un vaso de leche, porque

329
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

leche ni había -o si había no había dinero pa comprarla. Entonces


casi lo que más tomábamos era un café, un atole, y lo más tradición
era el pulque; mi mamá hicía pulque y le entrábamos al pulque
-aparte de que nos gustaba.

Retomando el siguiente fragmento de Marilú quiero señalar que, en


general, el consumo de bebidas alcohólicas ha cambiado con el tiempo y que, si
bien los hombres eran quienes tendían a emborracharse, las mujeres, las niñas
y los niños también bebían en Santa Úrsula Chiconquíac, Puebla. 105

Marilú: No, ya ahorita el pulque lo acostumbran muy poco, ahorita


ya le entran más a la cerveza, l'aguardiente y el refresco. (…) Sí
[también se tomaba aguardiente], pero lo llevan de Veracruz. (...).
Pero antes me acuerdo que la gente era más borrachita, y 'orita no,
casi no (...). Yo en la casa de mis papases siempre tomamos pura
cerveza, nos compramos nuestro cartón (...). El pulque antes sí, pero
ahorita ya casi no. Mi mamá fue bien pulquera de muchacha, pero
ahorita ya casi no le hace caso. Yo también fui bien pulquera cuando
estaba criando a mi otra muchacha [la mayor], me tomaba yo mis
buenos jarros de pulque -ahorita tengo un primo que hace pulque,
pero ya no me sabe, ya no le entro tanto. (...). Antes mi papá hicía un
curado con tejocote, pero nomás era para los borrachitos. Pero no,
en mi pueblo la gente casi no toma, son muy trabajadores, sean
hombres o sean mujeres andan en el campo.

Pero, ¿qué dicen cuando es un familiar el que enfrentó este tipo de


problemáticas en sus lugares de origen? -como fue el caso de Rosa María,

105 Uno de los aspectos que me parece más destacable es el hecho de que para Cristina ha aumentado, con
el tiempo, el consumo de bebidas alcohólicas entre los hombres en Dolores Hidalgo, Guanajuato;
mientras que desde la perspectiva de Marilú ha disminuido en Santa Úrsula Chiconquíac, Puebla. Sin
otras fuentes es imposible asegurar una cosa o la otra; sin embargo, para el caso de los lugares de
origen que pude visitar –como fueron el de Esther, Marilú y Margarita- observé que en distintos
rituales las bebidas alcohólicas fluyen en la misma abundancia que la comida.

330
AVRIL ARNOJA LUNA

Esther y Margarita en sus primeras etapas de vida. ¿Qué fenómenos se asocian


al hábito de tomar y cuáles eran sus consecuencias cotidianas? En el caso de
Rosa María fue su tío -el único hermano de su papá-, quien estigmatizado como
mujeriego se expusiera a riesgos que casi le costaron la vida, obligando a su
familia a movilizar sus recursos materiales. Para Esther el problema se presentó
en su padre, un hombre también estigmatizado como irresponsable -desde la
perspectiva de al menos una de sus hijas- y violento -desde la perspectiva de su
madre. Lo más destacable en este último caso es que el vicio se agudizó cuando
el señor sale de la cárcel -donde estuvo 11 meses, según comentó el hermano
mayor de Esther-, evidenciando que los procesos de enfermedad atención que
experimentan los hombres a raíz del consumo de alcohol en las comunidades
rurales son complejos y tienen tantas causales como efectos. Es decir, a
diferencia de lo que mis interlocutoras y sus familias tienden a representarse
como un fenómeno individual, estamos frente a un vicio y/o enfermedad de
origen sociocultural.

Esther: (…) A veces nos platicaba mi mamá que, que desde que salió
mi papá de ahí [de la cárcel], pues ya según, se envició mucho pues,
ya se pasaba tome y tome, y pues nosotros así crecimos: mi mama
moliendo ajeno, nosotros trabajando mozo (…) -así le llaman allá.
(…) O sea que vamos a arrancar la milpa, a deshierbarla, todo el día,
todo el santo día, nos íbamos desde las 8 de la mañana, llegábamos
oscureciendo. (…)

Alondra, hermana de Esther: (…) yo digo que sí [se afectaba mucho


la salud de la gente que tomaba], aunque aparentemente no, pero yo
digo que sí porque no trabajaban, se la pasaban durmiendo; pero
creo que hasta suerte tienen porque no se enfermaban, se
conservaban en alcohol [ríe].

331
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

He dejado al final el caso de Margarita pues resulta representativo que el


hábito de tomar afectó a su padre, a su madre y a uno de sus hermanos. Tanto su
padre como su hermano -el cuarto en orden de nacimiento y primero en
sobrevivir a las enfermedades infectocontagiosas ya referidas- murieron de
cirrosis -tal y como sucediera con uno de los hermanos de Marilú no hace
mucho. La mamá de Margarita se vio afectada no sólo indirectamente en la
medida que enfrentaba la violencia física extrema que ejercía su esposo bajo los
influjos del alcohol, sino que ella misma bebía en ayunas -como comenta la
informante:

(…) desde mucho antes que muriera mi papá [mi mamá] dejó de
tomar (…). Ella se compraba su alcohol puro (...), cortaba el ajenjo y
le echaba un trozo, y así lo dejaba serenar toda la noche y al otro día
lo primero que hacía era pararse y echárselo... ¡oyes, imagínate, lo
primero que haces es echarle alcohol a tu estómago! No, pobres
lombrices.

La práctica de tomar, entonces, se asocia con varios tipos de violencia


-inter e intragénero- provocando otros daños a la salud tanto de hombres como
de mujeres. La violencia física que enfrentaron las madres de varias
interlocutoras se debió a que ocupaban un conjunto de lugares subalternos por
excelencia: el de madr-esposa. Así, en estos contextos, las formas de atención
apuntaban a la síntesis entre prácticas tradicionales y la autoatención porque
las únicas figuras -con autoridad- que lograron con el tiempo intervenir en el
cese de la violencia -prohibiéndola y amenazando con denunciar-, estaban lejos:
las médicas y los curadores.

Margarita: [Normalmente las mujeres se curaban] con puras yerbas.


Me acuerdo que ahorita en este tiempo se da una yerba que -no, esa

332
AVRIL ARNOJA LUNA

se da todo el tiempo- la sudaba en el comal y se la ponía y se la ponía


y se la ponía. Lo que más usaban era la ruda, la santa maría, esa otra
que te digo -no me acuerdo su nombre- y sus tés de árnica (…). No
[nadie decía nada], era lo normal, era muy común (...). Antes era
raro que hubiera misa entre semana, entonces cuando sonaban la
campana pues era de que todos iban para allá -como en las
películas, pero no es película- y ya llegaban y estaba el Delegado y
"fulanito le pegó a fulanita y vino a acusarlo. ¿Lo encerramos?", "no,
pues sí" [decía la gente] y el señor "cuando salga te voy a volver a
chingar" y decían "pues te volvemos a encerrar", entonces era una
cosa que no había castigo, lo encerraban un día y hasta dos semanas
(...) y todavía la esposa tenía que llevarle de comer -¿cuál fue el
castigo? Entonces mi mamá decía "¿para qué voy a la justicia si de
todas formas no van a hacer nada y él me va a volver a pegar?".

Cristina: Pos ‘ora sí solitas en su casa [se curaban] –aunque


anduvieran todas moret[e]adas, así seguían. (…). La que vi siempre
más golpeada fue una señora (…) que esa sí, la golpeaba muy fuerte
su marido (…); ¡ay, pa Navidá siempre la golpeaba bien feo! (…),
pobre mujer –y se murió bien joven. (…) Quién sabe [si los golpes
tuvieron que ver con su muerte], pero dicen que hasta el hijo la
golpeaba por cualquier cosita que ni hiciera ella –que no le diera de
comer o que su ropa no se la lavara, el hijo le pegaba. (…). Pero así,
heridas, heridas no, nunca me tocó ver. (…). Mi suegra me platicaba
que su marido le pegaba, dice que con un cinturón le daba (…), y que
una vez se le abrió aquí –en el estómago- de donde le dio con el
cinturón –le abrió la carne. [A mí] nunca me llegó a abrir, nomás me
dejaba moretones [mi esposo].

Aun teniendo en cuenta la violencia física de la que fueron objeto su


madres, que la esperanza de vida en aquélla generación de mujeres ha sido
considerablemente mayor a la de los hombres, de modo que en torno al
envejecimiento de las mujeres en el lugar de origen las representaciones

333
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

tienden a ser positivas, especialmente en comparación con las representaciones


del envejecimiento en la ciudad de acuerdo con lo que han visto durante las
siguientes etapas de vida. Así, la de las mujeres y de los hombres en el pueblo
tiende a imaginarse en general como más tranquila, mejor, sin estrés y sin tantos
achaques ni enfermedades.

Lo cierto es que en estas tensiones representacionales en torno a los


procesos de s/e/a, mis interlocutoras también observan en sus padres o madres
un cuerpo cansado y enfermo, pero en esos casos se explica porque llevaron toda
una vida de trabajo pesado -diría Marilú-, una alimentación muy específica y
muy poco acceso a la atención biomédica de los padecimientos porque no había
doctor ni centro de salud, estaban lejos. Por supuesto, se trata en general de cuerpos
cansados que todavía trabajan, sin intenciones -ni muchas posibilidades- de
cesar, pero con las condiciones mínimas necesarias para cubrir el propio
sustento diario a base de tortilla, café, pan y salsas que todavía preparan como
parte de la costumbre. Así, a diferencia de las mujeres y hombres que envejecen
en la ciudad, mis interlocutoras consideran en lo general que la gente en el
campo todavía puede procurarse la satisfacción de una alimentación básica -a
base de salsas, chile, frijoles y algunas verduras- y, dependiendo del caso, se
piensa que están sujetas a menores grados de abandono por parte de sus hijas e
hijos -pero sobre esto regresaremos en el último capítulo, cuando abordemos
sus representaciones en torno a su propio proceso de envejecimiento.

334
AVRIL ARNOJA LUNA

4.3.1.1 Los SFC a la luz de la falta de atención biomédica: formas de atención y


legitimación

(...) "Pa descansar solamente al panteón", ese es su dicho de mi mamá (Marilú).

En relación con los procesos de enfermedad y la atención, destacan los


Síndromes de Filiación Cultural Alternativa, el uso de plantas medicinales, la
autoatención y la presencia de algunas curadoras tradicionales -como las
parteras y otros actores que curaban. En este sentido, la mayoría de mis
interlocutoras creen en su bagaje sociocultural y cuentan con representaciones y
prácticas en torno a estos síndromes. Así, a pesar de que a raíz del proceso
migratorio han tenido mayor contacto y acceso a la biomedicina, las formas
tradicionales de atención a los procesos de s/e/a permanecen dominantes en la
síntesis que llevan a cabo Esther, Cristina, Marilú y Margarita -no así Rosa
María.

Lo anterior se explica principalmente porque el acceso a las formas de


atención biomédicas fue, cuando menos, limitado durante la primera etapa de
vida de mis interlocutoras; de modo que no es de sorprender que el uso de
plantas medicinales -y animales con usos terapéuticos sólo en el caso de
Cristina- y la autoatención asociada con el hecho de hacer poco caso a los
malestares, hayan sido las dos formas de atención predominantes
-especialmente porque otro tipo de estrategias de la autoatención, como el
reposo, eran incongruentes con la necesidad cotidiana de que todas y todos
desempeñaran labores productivas o reproductivas.

335
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Acerquémonos a los procesos de s/e/a asociados a los SFC y las formas de


atención tradicional que experimentaron algunas de mis interlocutoras o sus
familiares más cercanos -aprovechando para destacar la legitimidad variable
con la que cuentan sus terapias y terapeutas.

Cristina, como se observa en la gráfica correspondiente a su primera


etapa de vida, tuvo ronchas en todo el cuerpo hasta que fue curada ingiriendo
zorrillo. En ésta época, además, no le crecía el cabello y su mamá utilizó plantas
para resolver el problema:

Cristina: (…) así nomás frito [se come el zorrillo], lo hacen


chicharrón, y la grasita nomás se unta uno en los brazos, sabe a
chicharrón de puerco –yo ya lo comí. Yo tenía munchas ronchas,
munchas ronchas, y una vez unos perros de unos primos mataron
un zorrillo y mi papá fue y lo trajo, lo frió y me lo estuve comiendo y
sí se me quitó. El hígado [de zorrillo] es bueno para la pulmonía.
Cuando tenía mi hijo chico, el más chico [que le sigue] de Emilia,
también siempre tenía granos, todo se llenaba, y lo llevé al dotor y
me dijo que no lo sacara al sol –pa que se le apagaran-, dije yo “pues
es hombre, ni modo de tenerlo yo toda la vida en la sombra”, y una
vez que matan un zorrillo unos vecinos y que se lo doy –y hasta su
papá de ellos se enojó, dijo que pa qué le andaba dando porquerías-,
y sí se compuso, se le quitaron las ronchas

Emilia, hija mayor de Cristina: ah, entonces yo ya comprendo, a mí


la alergia se me fue a los pulmones y a ella en la piel

Cristina: (…) me salieron como de 7 y me duraron como hasta de 10


años, y hasta que me comí el zorrillo se me quitaron; por eso digo
que sí son buenos [esos remedios]. (…) Aquí dicen que en el
[Mercado de] Sonora hay, pero pues digo yo que con suerte ni es
zorrillo, que tal que es otro animal y dicen que es zorrillo (…)

336
AVRIL ARNOJA LUNA

Emilia, hija mayor de Cristina: sí, como dicen “nos dan gato por
liebre”. (...) Mi mamá me bañaba con una yerba que le dicen
sangregado –son unas yerbitas y abajo tienen raíces- esas raíces se
lavan, se machacan bien y se echan en agua y con eso se lava uno el
pelo. Y yo digo que con eso fue y ya me empezó a salir (…). Esa
planta se da en el monte.

El fragmento anterior no sólo deja ver que las niñas y niños pudieron
estar expuestos a problemas en la piel y las vías respiratorias, sino que la
confianza que había en ciertos remedios o formas de atención tradicionales
tampoco era práctica común a todos y todas en los pueblos. En este sentido, la
confianza en las formas de atención tradicionales puede disminuir conforme el
acceso a los implementos para curar no están directamente al alcance de un
conocido, sino en manos de un tercero que podría lucrar con la enfermedad: los
charlatanes.

Esther ha padecido desde niña lo que en su pueblo conocen como latido,


otro SFC a considerar y que, al menos desde las representaciones de la
interlocutora oaxaqueña, se asocia con cargar cosas pesadas desde temprana
edad -aunque también con la frialdad, un riesgo constante como veremos a lo
largo de los siguientes capítulos:

Esther: (…) cuando yo estaba chiquita yo me acuerdo que, no sé si


porque muy chiquita empecé a cargar muy pesado, allá cuando nos
dolía mucho el estómago yo me apretaba y -hasta la fecha me pasa
así- me aprieto y yo siento una bolita así que me brinca pero bien
fuerte, bien fuerte, y allá le llaman latido (…). Y eso nos lo curaban
con alcohol, caliente el alcohol; iban a cortar una hierba que allí le
llamamos chamizo, y lo hacían así como un muñeco (…), como –
este- un rollito de la hierba lo ponían así a asar en el comal, y le
ponían alcohol y ese nos lo ponían así, en el estómago bien

337
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

calientito para que se cortara (…) y nos amarraban [con eso sobre el
estómago]. (…) También a los hombres [les da] (…). Sí, sí me sentía
bien, o sea, me lo ponían en la noche para que toda la noche [hiciera
efecto] y al otro día pus ya, ya me lo quitaba. Porque, pus yo digo
que parte de eso es como mucha frialdad también, yo siento ¿no?
Entons dicen que todo lo caliente pus te seca, o sea te calienta el
estómago y te quita lo frío.

Cristina, Esther, Marilú y Margarita están simbólica y materialmente más


cercanas a las prácticas y representaciones en torno a SFC como los empachos,
los males de ojo y, en menor medida, los sustos y las chupaduras de bruja. 106 Sin
embargo, destacan dos cuestiones importantes: un síndrome puede
identificarse por una diversidad de síntomas -muy similares entre mis
interlocutoras-, y combatirse con prácticas terapéuticas que pueden variar de
un lugar a otro a pesar de estar siempre asociados a las formas de atención
tradicionales.

Cristina: [Las niñas y niños en Dolores Hidalgo se enfermaban


también] de empacho, de susto casi no. (…) [Uno sabe que se trata
de empacho] porque devuelven muy corrompido, devuelven y
devuelven, entonces van y les hierven una que le dicen Escoba de
perro -es una planta, pero esa planta la buscan muncho los perros
para hacerse en ella, por eso le dicen así- , pero nosotros no
cortábamos de las ramas, sino que cortaban toda la rama así y
sacaban la ráiz –porque no todas estaban sucias, pero había unas
que sí- y se le daba ese té –o el ajenjo o uno que le dicen estafiate-
eso era lo que le dábamos a los niños. Yo este Perico [mi hijo] me
salió muy sano del estómago porque le hervía yo arroz y le ponía yo

106 Para un análisis pormenorizado de algunos SFC ver Mendoza González, Zuanilda (1994).
“¿Enfermedad para quién?: saber popular entre los triquis” en Nueva Antropología, núm. 52-53,
México, p. 117- 139.

338
AVRIL ARNOJA LUNA

unas ramitas de ese. Pero sí, era todo lo que les hacíamos, puras
yerbas.

Margarita: [El empacho se evidencia] porque te da diarrea y se te


infla el estómago, bueno en el pueblo, antes así decían que era el
empacho, se nos inflaba el estómago, y era diarrea y diarrea y
vomito. (…) Por comer las cosas crudas, o sea, a nosotros no nos
interesaba, el chiste era comer, y ese era el problema, que nos
enfermábamos (…). Si, cuando, por decir, tú te comes un durazno y
si lo quitas verde del árbol te va a hacer daño, entonces eso era lo
que nos pasaba a nosotros, entonces ya mi mamá nos daba tés, y
con eso. (…) Nos metían, fíjate, nos hacían lavados, con una tripa,
no sé qué hierbas le echaban, y nos metían una tripa, bueno por el
recto, y con eso, y puro té, con eso nos curaban (…). Sí [puede ser
mortal] porque pues antes no había doctor, para nada, el empacho
lo mismo te curaban así, o sea, era, eran animales.

Marilú, como Cristina, no recuerda que en su pueblo el empacho se


midiera, sólo recordó que los síntomas son: que se infla la panza, no quieren comer y
tienen diarrea. En ambos casos también recuerdan la existencia de brujos y
chupadas de bruja.

Cristina: Pues sí, decían que sí había [chupaduras de bruja]. Me


platicaban que luego (…) andaban en el monte y oían unas risadas-,
pero pues yo la verdad nunca llegué a ver nada de eso. Oyía yo decir
de unos que son duendes, que dicen que son personas que se
vuelven duendes –en forma de perro. Eso sí me platicó una señora,
decía que tenía un yerno que se volvía perro en las noches; dice que
era muy malo con su hija –de ellos- y que una noche le pegó muy
feo.

Marilú: sí [llegué a escuchar de niños que murieran por chupadura


de bruja en Santa Úrsula] (...). Es que los niños cuando están recién
nacidos hay que cuidarlos porque llega la bruja -mi abuelita fue la

339
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

que siempre me... bueno, como yo tenía mis hijas me decía cómo
protegerlas, pero luego dice uno "pero cómo se va a meter si mi casa
bien cerrado"-, pero tendrás tu casa un palacio y la bruja de que se
mete, se mete (...). Mi abuelita siempre me decía (...) que le pusiera a
la niña debajo de su almohada las tijeras en cruz, y en la puerta de la
entrada -del cuarto donde yo durmiera- que le pusiera un sombrero
boca arriba y en las puertas una cruz de palma bendita -a veces se
ven mal y dice uno "la gente está loca", pero pus todo eso existe ¿no?
Y decía yo "no creo que eso evite eso", pero pues sí, yo de todos
modos agarro bien mi hija, me duermo y la abrazo bien y no creo
que el animal pueda más que yo. Porque me decía que el animal te
duerme -así tengas un ejército aquí el animal duerme a todo
mundo. (…) Pos a mí me han dicho que [la bruja] es una persona
como nosotros, o sea, haz de cuenta, yo puedo ser una bruja, pero
todas tienen un don, o sea de que ahorita me ves aquí platicando y
en la noche puedo hacer mis -como yo que hago mi oración para
hacer el bien, aquélla puede hacer su oración para el mal-, entonces
ella se prepara en la noche para hacer el mal, no sé, su don, lo que
trai, ya lo trae de nacimiento -no sé. (...). Pero sí, son personas
humanas -bueno, a mí me han dicho la gente que los han visto. (...).
Inclusive [en Santa Úrsula], como camina mucha gente temprano,
me dicen que han dicho que han visto la bruja y más o menos ya
saben quién es, adónde vive -la gente los sigue, pues, y dan con el
paradero y como que lo investigan, bajita la mano. (…) [En una
chupadura de bruja sucede que] les chupa la sangre de la nariz, les
chupa toda la sangre, entonces ya el niño o niña se muere.

Durante la infancia en el pueblo los principales riesgos de filiación


cultural están asociados al empacho y a la chupadura de bruja; mientras que los
males o daños suelen estar más asociados a las personas en edad reproductiva y
sus representaciones son, como dirá Esther, una tradición. Tal fue el caso de la
mamá de Cristina cuando mi interlocutora tenía entre 14 y 15 años y de la tía de

340
AVRIL ARNOJA LUNA

Margarita que enfrentaba constantemente los males de ojo asociados a la


brujería.

Cristina: El papá de mis hijos iba a verme y mi prima tenía 25 años


ya y ella creía que la iba a ver a ella, y se enojó cuando supo que me
iba a ver a mí (…). Y de ai -bueno, quién sabe si será cierto-, que le
hicieron mal a mi mamá –porque hasta se mordió aquí la mitad de
la lengua, se hizo una cortadota (…). Y así estuvo muncho tiempo.
(…) y como que les tenía miedo [a dos señoras del Rancho que
presumiblemente la perseguían], y pus ai dejé de trabajar yo –por
cuidarla. (…) A ella [su mamá] le dieron el mal en una copa –a una
vecina la pidieron y ahí, en el vino se lo dieron. [El señor que curó a
su mamá, y después a su esposo, fue el mismo] (…). Y él también
murió de enfermedá, le hicieron mal –porque curaba- y se le
empezaron a pudrir los pies; cuando curó a mi mamá ya comenzaba
[con los síntomas] (…). Y pus él hacía el bien, no hacía el mal, y les
daba coraje porque curaba.

Margarita: Sí, había mucho mal de ojo. A mi tía seguido la iban a


curar porque decían que le habían hecho brujería (...). Luego me
decían "no, eso no existe", pero pues ahora sé que sí existe. (…) De
los niños [sabían que era mal de ojo] que porque chillaban y no sé
qué tanto; pero de la gente grande decían que, por lo mismo de que
se ponían malas, se espantaban en la noche y que nomás se les iba
en puro dormir, los limpiaban -eso sí había, había una señora que
limpiaba y hacía sus ritos y se curaba la gente.

Si bien los daños o males son importantes SFC, no es mi intención hacer


aquí un análisis pormenorizado desde las posibilidades que brinda la
antropología médica. En este sentido, me limitaré a señalar algunos elementos
que me parecen claves para análisis posteriores: 1) responden a la intervención
de terceros que deliberada o involuntariamente perjudican al prójimo; 2)

341
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

siempre hay forma de prevenir ese tipo de padecimientos utilizando amuletos


de color rojo, por ejemplo, o algunos más sofisticados -dependiendo de la
fuerza de quien hace el mal y de la debilidad de quien lo recibe; 3) la religión y la
fe pueden intervenir en el proceso de curación -como es el caso de Marilú y el
Espiritualismo Trinitario Mariano- y en los alcances del mal -como sugieren las
representaciones de Rosa María-, pero también imprimen un denominador
moral al padecimiento; de modo que parte del efecto terapéutico queda en
manos de quien lo padece -debiendo cambiar las prácticas consideradas
negativas asociadas, por ejemplo, a la sexualidad.

En cuanto a los SFC asociados a la sexualidad ya vimos que pueden


presentarse males experimentados por las mujeres y/o sus hijos. Pero también
aparecieron algunos riesgos para las mujeres que están menstruando y que
provocan que la menstruación se detenga o se corte -como comer cosas ácidas,
bañarse durante el periodo o llevar un susto o hacer corajes. Los nervios, en esta
etapa de vida, aparecieron en el caso de Marilú referidos a las sensaciones que
le producían las amenazas de su entonces novio para presionarla a que
desafiara la autoridad materna y se decidiera a salir con él.

En términos generales se observa que los SFC dependen de la creencia y la


fe que la gente deposita en sus posibilidades dañinas y de atención. En este
sentido Cristina, Esther y Marilú no cuestionan su existencia general y
depositan cierta eficacia simbólica y material en estos procesos de s/e/a.
Margarita, por su parte, asegura que de niña no creía, pero termina por
convencerse con el tiempo y cuando le es diagnosticado un don para curar que
muy poco aplicó y desarrolló a lo largo de su vida:

342
AVRIL ARNOJA LUNA

(…) siempre ando cargando mi piedra (…), porque yo soy muy buena
para recoger todo eso [los males]. (…) No sé [por qué] pero, cuando
antes, cuando yo estaba chica y había un accidente, o alguien se
moría, yo no dormía, no dormía porque me dolía la cabeza, porque
vomitaba, porque me sentía mal, entonces, la señora Lupe –su
primera empleadora en la ciudad de México] (…) siempre me decía
“¿estás embarazada?”, pues [no], si yo era una niña de 13 años (…). Y
que hasta que dimos con esa Espiritualista, ya fue la que me decía
“no, es que esta niña tiene un don, y todo recoge, (…) está muy
abierta del cerebro y esta anémica. (…) A partir de ahí me
vitaminaron y sí, sí me compuse (…). [La Espiritualista] me explicó:
“si tú no quieres [el don], no lo despiertes, déjalo”, (…) por decir, yo
te puedo limpiar, pero [como no se preparó] la que se va a quedar
con tu mal voy a ser yo.

La única que no creía -no cree y al parecer no creerá- es Rosa María. Esto
se debe a que, por una parte, su familia tuvo un par de malas experiencias con
charlatanes -en una de las cuales el diagnóstico estaba asociado a la supuesta
infidelidad de su madre y repercutía en la salud de uno de sus hermanos-; por
otra porque, como ella misma explica, ese tipo de padecimientos funcionan en
la medida que una cree en ello y encuentra referentes para asociar con alguien
responsable. Así, si bien existe cierta legitimidad por parte de Cristina, Marilú,
Esther e incluso Margarita, considero que siempre está latente la idea de
charlatanería, o incredulidad. Así lo expresa Cristina, cuyo padre sabía curar
porque sobaba la bolsa -recuerda Cristina que él decía refiriéndose a sacarles
dinero sin reconocer que les hacía un bien. En cualquier caso, lo que me parece
importante destacar es que no cualquiera cura un SFC, se necesita gracia.

Avril: me contaba Emilia [su hija], Doña Cristi, que el papá de usté
también sobaba

343
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Cristina: sí, él también decía que él sobaba y decía “¡dicen que se


componen! Y pues yo les sobo la bolsa” [ríe]; y sí lo buscaban,
seguido venían jugadores [de futbol] que se descomponían en el
juego y venían a buscarlo. (…) No [nunca le enseñó]. Y siento que yo
no la hago, pa sobar no (…), es que también se necesita gracia.

4.3.2 Procesos de s/e/a y eventos de la sexualidad

Por ejemplo mi mamá (…), a ella no le gusta que se revuelva la ropa del
hombre con el de la mujer (…) que porque (…) las cosas de una mujer es
sucio pa revolverlo con algo del hombre (…), que porque los hombres se
vuelven pendejos. (...) Pero lo que pasa que antes pues ahí todos los
hombres eran como muy machitos, o machismos, o sea como dicen que
pues –este-, se hace lo que el hombre diga ¿no? Entonces más o menos yo
tengo esa idea, de que ellos así pensaban, o bueno mi mamá y mi abuelita
(…) -la que venía a vender con mi mamá. La mamá de mi comadre que vive
allá [en Valle de Chalco] también piensa así todavía; o sea hay gente, hay
señoras grandes que todavía piensan así, porque así se educaron ellos ¿no?
-que si revuelve uno la ropa, los chones (…), que el hombre se vuelve
pendejo. Yo no creo [ríe] (Esther).

En este gran apartado nos concentraremos en describir y analizar lo relativo a


los eventos de la sexualidad de nuestro interés, a saber, la experiencia de la
menarca y las primeras menstruaciones; las representaciones y prácticas en
torno al inicio de la vida sexual, la anticoncepción, el embarazo, parto,
puerperio y aborto en los respectivos lugares de origen de mis cinco
interlocutoras.

344
AVRIL ARNOJA LUNA

A partir de los recuerdos de éstas mujeres sobre la información que


recibieron en su lugar de origen en torno a los eventos de la sexualidad de las
mujeres, veremos que la sexualidad y sus eventos se representaban como un
tabú, pues eran cosas de las que no se hablaba o costaba mucho hablar. Eran
pláticas de adultos aquellas que tocaban temas relacionados con la sexualidad y
ellas en tanto niñas eran excluidas de las conversaciones. Teniendo en cuenta
que de las cinco interlocutoras cuatro fueron uno o dos años a la escuela en sus
lugares de origen, esta institución tampoco fue una fuente de información y
referentes durante su niñez; sin embargo, todas consideran que los tiempos
han cambiado y comentan que ahora a las niñas les hablan/ explican de eso en la
escuela -especialmente tomando como referente a sus hijas y nietas, que ya
tuvieron educación formal en el ámbito urbano.

En este sentido, en sus lugares de origen mis informantes no recibieron


información puntual sobre el ejercicio de la sexualidad, el ciclo menstrual y la
posibilidad de un embarazo; sobre los métodos anticonceptivos tampoco les
hablaron y todas aseguran que allá no había o no se sabía de métodos
anticonceptivos, de modo que -abierta o veladamente- se trataba de tener los
hijos que Dios te mande.

Para la mayoría de mis interlocutoras fue casi imposible recordar algo


sobre las representaciones que había en su lugar de origen en torno a las
mujeres que no tenían hijos. Margarita es la única que tiene representaciones
específicas al respecto y aseguró que: es muy malo [que las mujeres no tengan hijos],
son "mulas", son "esto" "lo otro", porque dentro de su ignorancia [de la gente del pueblo] la
persona que no tiene hijos está vacía, no tiene nada. (...). Son raras las que no tienen, y
eso porque se quedaron solteronas, y aún así -siendo solteras- es malo [todavía ahora].

345
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

(…) Las mujeres [las juzgan] más. (…) No [hay remedio] pus porque antes no había tanto
de nada, ni doctores ni nada.

En cuanto a dejar de tener hijos, observamos que en algunos casos, y


tomando como referente a sus propias madres y el número de hijos que
tuvieron, dejar de embarazarse resultaba un alivio al cansancio que
representaron tantos embarazos y partos en un contexto en el que el trabajo,
tanto productivo como reproductivo, resulta agotador. Así, como las anteriores
etapas de los TRS, la última tiende a representarse como algo natural y normal
-de la que sin embargo sus madres no compartieron su experiencia-, como un
ciclo que concluye afortunadamente y sin padecimiento alguno para las
mujeres mayores que, con todo, cumplieron con la expectativa de la maternidad
intensiva.

Margarita: Yo nunca la vi menstruando a mi mamá porque año con


año ya estaba embarazada, o sea, todos nos llevamos por un año
(...), ella siempre estaba ocupada (...). Yo creo que como a los 40 y
tantos [años] dejó de menstruar, ella sufrió mucho la menopausia
porque se le subía y le bajaba la presión -yo me enteré por mis
cuñadas porque decían que luego le daba calor, o escalofrío, que
luego no tenía ganas de hacer nada. (...). Yo digo que ella sí la sintió
más porque ya no tenía ningún contacto sexual [pues ya había
fallecido el esposo] (...). [La gente de San Miguel Enyege] ahorita ya
no están tan ignorantes, yo creo que lo ven de lo más natural [que
las mujeres dejen de menstruar llegada cierta edad], pero antes sí
había más ignorancia (...). [Antes, de que tuvieran más información
debieron pensar] que ya estaban embarazadas porque dejaban de
menstruar y [decían] "ay, ya estoy embarazada", pero ahora no. (...)
Antes era muy malo platicar de eso con las hijas o con los hijos (...) y
ahora ya ves a los niños y ya saben todo, por eso digo que ya todo

346
AVRIL ARNOJA LUNA

está muy avanzado, ya todos los chamacos saben. (...) Pues tiene
cosas buenas porque dentro de todo les quitas toda esa ignorancia
que antes había (...), hay gente que piensa que es malo besarse o
abrazarse y yo digo que todas esas ideas ya se acabaron (...), no
deberían pensar así.

Para iniciar el viaje por las primeras representaciones y prácticas en torno


a la sexualidad, es necesario decir que ésta es un proceso -amplio y complejo- de
eventos y transiciones biosocioculturales ubicables material y simbólicamente.
En la medida que se trata de un proceso que nos acompaña desde el nacimiento
hasta la muerte, haré mi mejor esfuerzo por enhebrar mi argumento evitando
adelantar lo que analizaremos en capítulos posteriores.

4.3.2.1 La menarca y las menstruaciones: experiencia individual,


representaciones, prácticas y formas de atención
Entiendo por menarca la primera menstruación que se presenta en una mujer,
y la defino como el evento que marca la transición entre la primera y la segunda
etapa de los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad. Como se observa en las
gráficas anexas a éste capítulo, el rango de edad de la menarca oscila entre los 11
y los 15 años. Margarita tuvo su primera menstruación a los 11 años; Marilú a los
12; Cristina y Esther a los 14 años y Rosa María a los 15. Es así que mis
informantes experimentaron este evento transicional a una edad promedio
dentro de los rangos “normales” establecidos por la biomedicina.

Siguiendo las graficas referidas, podemos trazar un cruce fundamental


para el análisis tomando como eje la relación entre el inicio del proceso
migratorio y la menarca. De este modo se observa que Cristina, Margarita y
Esther experimentaron el evento después de haber iniciado la empresa

347
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

migratoria. Marilú y Rosa María, por su parte, menstruaron por primera vez en
sus respectivos lugares de origen y destaca que recuerdan la experiencia con
mayor miedo o susto, conservando en general representaciones negativas en
torno a la menstruación.

De acuerdo con la información transmitida por mujeres mayores o del


mismo grupo etario, las representaciones compartidas estuvieron orientadas a
naturalizar el evento -es normal, no te asustes, a todas las mujeres nos pasa-, a
prescribir prácticas higiénicas como el uso de trapos o toallas sanitarias, según
sea el caso, y la higiene personal contenida en bañarse o asearse -aunque en el
caso de Cristina hubo actoras que recomendaron no bañarse durante el primer
día porque la menstruación podría cortarse y generar problemas como las
várices. Estas primeras representaciones se orientaron también a nombrar el
tránsito de niñas a señoritas -refiriendo a la virginidad y la necesidad de
cuidarse y darse a respetar- y a tener en cuenta los síntomas que podrían tener
- dolores de cintura y cólicos, dolores de pies y dolores de espalda, principalmente- y
que podrían aliviar con herbolaria o dejando que pasaran solos.

Cuadro 4. Menarca y menstruaciones antes del primer embarazo


Rosa
Cristina María Marilú Margarit Esther
a
15 años
Edad a la menarca 14 años 12 años 11 años 14 años
Antes del
Información evento X
sobre menarca A raíz del
evento X X X X

348
AVRIL ARNOJA LUNA

Actoras Amigas Amiga, Abuela, Empleador Amigas del


transmisoras herman madre y a pueblo y
de información ay empleador compañer
madre a as de
trabajo
Antes de X X
Menarca y migrar
migración Después de X X X
migrar
Tela X
Implementos Tela y
utilizados para toallas X X X
contener la sanitarias
menstruación Toallas X
sanitarias
Formas de Herbolaria
atención a los y líquidos X X X X
padecimientos calientes
asociados a las Dejar que
menstruacione pase solo X
s
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Para mis cinco interlocutoras, comenzar a menstruar tuvo significados


múltiples, pero encuentro dos tendencias. Por un lado, sorpresivo, feo, incómodo e
incluso atemorizante, porque por ignorancia no comprendían por qué sucedía
-generando dudas y preguntas que no siempre tuvieron respuestas claras. Por
otro lado, se sintieron [más respetadas] porque ya eran señoritas -refiriendo el
tránsito de un lugar simbólico a otro de mayor categoría. Sin embargo, en este
primer momento las tensiones en torno a la menarca como evento
biosociocultural fueron muy evidentes.

Cristina: Pus [para mí la menarca] a la vez fue feo porque decía yo


“¿por qué nos tiene que bajar a las mujeres esto?”; y a la vez me

349
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

sintía que porque ya era una señorita –porque decían que después
de eso ya es uno señorita [ríe]. (…) [Lo cual significaba] que (…) ya es
un respeto a una señorita, y ya deja de ser niña (…) es un desarrollo
que tiene [una].

Esther: (…) ¡¿Y qué es la regla?! [se preguntaba]; o sea yo, lo que es la
ignorancia, yo pensaba que era una regla común [ríe] de las que
usan en la escuela (…). Y ya [mi amiga del pueblo] me explicaba que
era un sangrado que tenía que bajarnos y es cuando ya dejas de ser
niña y te conviertes en señorita –[pero ella se preguntaba] ¿y cómo?,
(…) ¿por dónde [baja]?, (…) ¿cómo le hacen para que no…? ¿…o sea,
les baja mucho, poquito? (…); pero ya más o menos me había
explicado ella (…). Dice que nos duelen los senos. (…). [Mi amiga me
dijo que la duración de la menstruación] dependía, dice “a mí me
dura mucho y me baja mucho, pero a mi hermana menos” (…). Y sí
me explicó, entonces cuando yo empecé a menstruar pus ya estaba
yo aquí con la señora que te digo, donde llegué (…). No, no, bueno
hasta ahorita ni sé muy bien de eso [de la relación entre
menstruación y ciclo reproductivo o la posibilidad de embarazarse
en ciertos días y no en otros].

Si bien las implicaciones biosocioculturales de la menarca no siempre


fueron claras para mis interlocutoras, es evidente que marca el inicio de una
serie de cambios ubicables en el cuerpo y asociados con el desarrollo normal de
un cuerpo de mujer.

Avril: durante su infancia y hasta los 14 años [cuando sucede su


menarca], ¿qué otros cambios notó en su cuerpo?

Cristina: namás cuando [hace un gesto en torno a su pecho como de


expansión], eso era lo que yo sentía (…)

Avril: y los cambios en el crecimiento de sus senos, ¿los ubicó antes


o después de la menstruación?

350
AVRIL ARNOJA LUNA

Cristina: antes, sí, antes, eso fue como desde los 10 años en adelante
-es cuando ya se empiezan a desarrollar. (…) Pus [me sentía]
normal, ya me tenía que hacer a la idea en que ya [me] estaba
desarrollando

Avril: ¿y en el pueblo la trataban igual o hubo algún cambio en el


trato que le daban?

Cristina: pos… como que ya sentía uno como que ya era algo más
[ríe], se sentía uno ya más grande, ya hasta los chamacos ya
empezaban a perseguir [ríe] (…). No, no, no hablé [de los cambios]
con nadien.

En la mayoría de los casos la información en torno a las menstruaciones


llegó hasta que se presentó la menarca -siendo Esther la excepción. Intentando
observar tanto las similitudes como las diferencias, encontré que las emisoras
de las tradiciones -como dirá Esther- fueron: las amigas del pueblo y las
compañeras de trabajo en su caso; la amiga, hermana y madre para Rosa María;
la abuela, madre y empleadora en el caso de Marilú; la empleadora para
Margarita; y muchachas de su edad para Cristina.

Esta última recuerda que su ciclo menstrual primero le duraba casi ocho días
y que normalmente tenía que cambiarse de lienzo como tres ó cuatro veces al día. A
Margarita Andrés - el que llega cada mes- casi siempre le ha durado tres o cuatro días
nada más: el primero era regular… el segundo ya era mucho y el tercero como la primera
vez -muy poco-; recuerda también que le bajaba cada [día] dieciocho de mes y que no
tenía malestares -excepto las molestias de que “cámbiate”, pero de ahí en fuera yo
nunca tuve cólicos -aseguró. Esther recuerda que la primera vez tuvo puros cólicos
que después (…) se quitaron. (…) [Le bajaba] cada mes o cada 28 días, algo así (…) [y su
periodo duraba] tres días nada más. A Rosa María su periodo le duraba cinco días,

351
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

pero tres días eran… el extremo, por eso debía cambiarse de paño unas cuatro veces al
día; sin embargo, a raíz de sus embarazos la menstruación se hizo más
abundante, tuvo que usar pañales desechables -Dios mío, ¡de la segunda etapa!-,
según dijo, aumentando la incomodidad.

Veamos más de cerca el uso y las representaciones en torno a los


implementos para contener la menstruación. Marilú comenzó usando tela que
le dio su empleadora, pero después usó toallas sanitarias. Margarita usó toallas
de tela y posteriormente toallas sanitarias, igual que Rosa María -quien usara
inicialmente una suerte de calzón especial, intermedio entre aquéllos y las
toallas sanitarias. Cristina siempre usó trapos, mientras Esther siempre usó
toallas desechables porque ya existían las kotex cuando comenzó a menstruar en
la ciudad. Estos dos últimos casos son paradigmáticos porque muestran los dos
extremos en la práctica de algo acorde con el curso de vida, pues a mediados de
los años 50 -cuando Cristina comienza a menstruar- el desarrollo de las toallas
sanitarias debió estar en sus inicios y sólo en las ciudades.

Introduzcámonos a esta dimensión del cuidado de uno mismo, de lo


personal, y algunas representaciones diferenciadas entre espacios urbanos y
rurales -siendo la tendencia a privilegiar lo limpio y a describir a las mujeres
rurales como más delicadas o reservadas que algunas urbanas. Así, en los
siguientes fragmentos se observa el cambio de prácticas en torno a los
implementos para retener la menstruación y evitar mancharse, aspectos ambos
que se vieron fuertemente impactados por las representaciones de género
tradicionales, la migración y las distintas actoras que esgrimieron
recomendaciones al respecto.

352
AVRIL ARNOJA LUNA

Rosa María: Ah [yo], tenía unas toallitas. Como las -orita-, faciales,
pero venían en paquetitos así. No usaba yo la... toallas femeninas,
casi no. Eran unas toallitas -este-, que no, no eran desechables, los
podía uno lavar, y haz de (...) pero digo, relavarlo bien y guardarlos
otra vez. Pero, pues gracias a Dios casi no... porque muchos dicen
"ay, no, eso no, no es tener buena higiene con esas toallas, porque
no son... que ya te pusiste esto y ya". Pero a veces yo creo que era
mejor esas, y no ahora, porque ve, muchas con aromatizante y todo
eso, la... lo absorbe el cuerpo de uno, ¿no?, químico, qué se yo qué
cosa traen todas esos aromas. (…) Entonces -este-, nosotros -bueno,
en mi caso mío-, tenía mi cubetita, tenía yo para tallarle, y tenía yo
mi jabón así, de pasta, y meterlo en esa cubetita y ahí lavarlo, por
ahí limpiarlos ahí. Ya que tenía unas cuatro o cinco, ya les daba una
buena tallada y ponle a asolear, y que se asolee ya, muy bien, y luego
ya guardarlos (…). Y eso fue hasta los... quizás yo me vengo a vivir...
(...) los quince... estaré hablando hasta los 18 años usé de eso. Y de
allá, por allá había un... una casa donde vendían las -este-, ropa
interior con... también se llamaban... sanitarias les decían, de... les
llamaban así. Porque traía una capa de algodón y como entremedio
uno así -que tenía-, hule, un plastiquito así bonito. Y mira, podía
uno caminar con las toallitas y nada de nada. Ay, yo era feliz con
esas, y vine acá, en México, y ya no los pude encontrar. (…) [Porque
las vendían] en Tuxtla Gutiérrez. (…) Sí, [eran de] algodón. Y ya, y
quedaban bien blancas, blancas. Y (…) ya cuando me vine yo acá y yo
todavía luego quería usar eso y mi hermana ya no me dejó, decía
"no, no, no, porque ese no tiene higiene, o lávalo, asoléalas, qué sé
yo, mejor tus toallas". No, pus para mí mejor, la pura flojera y nad...
nada de lavar. Pus si sab... como es de uno, quizá no tiene uno asco.
El de otra persona no lo vas a hacer, ¿verdad?, pero como era mío,
pues yo los lavaba, yo tenía precaución, que nadie viera y yo me
cambiaba y órale, a lavarle ya bien en la cubetita -ahí los dejaba
remojando y con el jabón de pasta-, y ya a la hora de sacar, con un

353
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

chorrito de cloro y órale, asolearlo bien, tenderlo y ahí guardarlos


otra vez.

Cristina: Pero pues yo ni usé [toallas sanitarias], puro lienzo [ríe].


(…) Sí, toda mi vida. (…) [Las medidas de cuidado e higiene con los
lienzos eran] (…) pues más que nada (…) trapitos viejos, de los que
ya no sirven, los guardaba y de esos era los que me ponía. (…)
Namás se lavaban con jabón de ese de pasta, y se tendían adonde no
se vieran [ríe] (…). Más que nada hacerse el aseo [comenzando en el
tercer día de menstruación, no antes. Así lo hice siempre]. (…) [En
ese] entonces no había pañales desechables, puro pañal de franela, y
yo creo que cuando salieron los pañales desechables ya también se
empezaron a usar las toallas [sanitarias]. (…) [El lugar donde se
ponían los lienzos a secar] depende la persona, si tenía -‘ora sí- un
poquito de cuidado, porque sí, yo todavía mi ropa interior la ando
colgando donde no esté de a tiro a los cuatro vientos –hay que
cuidar uno, detrás de otra ropa. Así como cuando reglaba pos
papeles para esconderse, que no se vean a lo descarado –un poquito
de cuidado de uno mismo. (…) [Lo que los hombres pudieron pensar
cuando se daban cuenta que una mujer estaba menstruando]
depende de la delicadeza de cada quien, porque hay personas que
saben respetar, y hay personas que no -esos hablan mal, “anda de
sangrona”, o cosas así; pero pus eso es una cosa normal, no tienen
por qué [decir nada]. Y pus uno de mujer cuidarse, no dar a maliciar
a lo descarado lo que a uno le pasa. (…) [Los cuidados que debía
tener los fui aprendiendo porque] veía –no es por hablar de las
personas adonde yo anduve trabajando- unas partes con más
cuidado y en otras partes no, entons ahí es donde yo me di cuenta
de cada quien su delicadeza de su persona; habemos personas que
tenemos delicadeza y hay gentes que no (…). (…) Le sirve a uno
porque aprende a ver cuál se ve bien y cuál se ve mal.

Esther: (…) Todo eso era muy personal, muy personal, en el pueblo
como que así les daba pena pues que los hombres se enteraran [ríe]

354
AVRIL ARNOJA LUNA

de su menstruación. (…) Entonces, sí tenían que tener mucho


cuidado para que no se viera. (…) No nunca vi [que mi mamá
menstruara] (…), pues mi mamá es así, muy reservada, ella nunca
me podía platicar de algo así. (…) Pero yo por lo que me pude dar
cuenta, [los paños que usaban] lo ponían debajo de otra ropa. (…) Y
por ejemplo, todas las mujeres teníamos que ser cuidadosas cuando
tenemos hermanos, que pus no vieran, todo eso (…) -así tenía que
ser; yo creo que son tradiciones ¿no?, de (…) que las mujeres somos
muy reservadas en todo nuestro, ¿cómo te diré?, pues en nuestra
persona ¿no?

Margarita: Antes había las toallitas (…), eran unas toallitas


cuadraditas [de trapo]; (…) todavía no se inventaban las toallas
sanitarias -porque hasta las ricas lo usaban las toallitas, entonces de
jovencita usaba de esas toallas. (…) Sí, se lavaban, se ponían en
clearasol, me acuerdo que la señora me decía “¡es que eso se tiene
que lavar muy bien (…) no seas cochina!” –Bueno, digo, me sirvió
porque pues yo aprendí (…) [con mi empleadora] de Xochimilco,
que eso tenía que lavarse muy bien y desinfectarse -¿por qué?-,
porque si no, nos podíamos infectar.

Ahora me concentraré en destacar las particularidades de los dos casos


más representativos en materia de menarca y representaciones negativas
asociadas al miedo y la suciedad (Marilú y Rosa María), y al miedo y los eventos
que hacen que la menstruación se vea afectada (Cristina). Estos casos además
permiten dar cuenta de la asociación entre el no lugar para las niñas en las
pláticas de mujeres adultas, el temor generado por la ignorancia -que vincula
complejamente prácticas de inclusión selectiva con representaciones sobre la
inocencia- y la sobrevaloración de la virginidad por medio del control social
sirviéndose de discursos del riesgo como dispositivos implementados por la

355
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

madre o la empleadora sobre la sexualidad de las muchachas -como también


fue el caso de Marilú e incluso de Margarita.

Cristina tuvo miedo de la reacción de su mamá ante la primera


menstruación porque temía que se enojara ante algo que ella no se podía
explicar. Sin embargo, en la familia de esta informante no hubo mucha
reacción ante su menarca porque la única que lo supo -abiertamente- fue su
mamá. Destaca que alrededor de la tercera o cuarta menstruación se le detuvo su
enfermedá y su mamá tuvo que comentar estos eventos con su padre. En los
siguientes fragmentos veremos cómo recuerda este episodio mi interlocutora;
algunos riesgos para las mujeres que están menstruando y que provocan que la
menstruación se detenga -como dejarse tocar por un hombre, comer ciertas
cosas, bañarse durante el periodo o llevar un susto o hacer corajes-, y la herbolaria
como forma de atención tradicional que a ella le aplicaron para lograr que
volviera a menstruar tras haberla cortado al ingerir algo ácido.

Cristina: [Cuando tuve la regla lo comenté] con unas muchachas


que éramos casi de la edad y les digo “yo no le quiero decir a mi
mamá porque mi mamá me va a regañar” –yo pensaba que se
enojaban [ríe]-, (…) yo creía que era malo porque yo decía “bueno,
¿por qué me bajó esto?” –y como decían que ya la que sangraba ya
no era señorita- y no le quería decir a mi mamá, hasta que ella me
preguntó si ya andaba así y así, y le digo “sí”. Me dice “no te
preocupes, eso así nos pasa a cada una de las mujeres”; ah, bueno,
pues ya, me conformé. Pero antes yo no hallaba qué hacer, se me
figuraba que toda la gente me miraba (…). En ese entonces las
mamases no nos dejaban escuchar, tenían ellos su modo de hablar y
le decían a uno “váyanse por allá. Esta es plática de mujeres, de
personas grandes”, entonces casi no nos dábamos cuenta. Yo sabía
por mis amiguitas, que ellas pues yo creo que sí las dejaban oyir –o

356
AVRIL ARNOJA LUNA

quién sabe-, y ya me decían “es que fíjate que tal persona ya va a


tener un bebé”, y yo decía “bueno, pero cómo lo va a tener”… era la
ignorancia. Simplemente de los Reyes [Magos] yo ya estaba grande
y todavía creía en ellos. (…), pero pues sí, mis amigas [del pueblo]
me decían (…). Pero yo de mi mamá casi no [aprendí], cuando me
bajó namás me dijo “eso es normal, así nos pasa a todas las mujeres”
(…) que no me dejara tocar de nadien, de ningún hombre –por eso
cuando yo tuve mi novio no me dejaba ni que me saludara de la
mano [ríe]. Sí, la ignorancia… a ver, qué tiene que ver la mano [ríe],
pero pues yo pensaba que podía ser peligroso porque dice “no, la
que se deja tocar de un hombre ya no es señorita” -y con eso me
espantaba. Yo cuando tuve mi novio estaba una cerca y yo de un
lado y él del otro, ahí platicando, (…) porque me andaban cuidando
(…), bueno, ¡mi mamá! Todavía el día que me fueron a pedir –me
acuerdo yo que era en Semana Santa cuando me pidieron- traía yo
unos zapatos viejos y luego que ya fue el Padre –un sacerdote- me
dio pena y que me pongo los nuevos y ella creía que me iba a
esconder, pero iba a sacar mis zapatos, y dice “¡sal!, ¿pa qué te
escondes?, es tu compromiso y ahora te andas escondiendo”. (…) Mi
mamá le platicaba a mi papá. Porque en una ocasión –fue cuando
mi papá se dio cuenta- se me detuvo mi enfermedá –me duró casi
tres meses que no [menstrué]. Mis manos se me estaban
hinchando, mis pies. Entonces ya mi mamá se anduvo informando
por qué era y qué era lo que era bueno para que volviera de vuelta; y
como mi mamá no salía [del Rancho], ella le encargó a mi papá, fue
a una plaza a trair y ya me hizo mi té. Y ya, con eso volví a normal.
(…) [Cuando le sucedió esto tenía poco de haber empezado a
menstruar] apenas me había bajado como tres veces (…); y todo
nomás por comerme una naranja (…), yo no sabía que me podía
hacer mal, me comí la naranja cuando estaba en mi mes y ya, de ahí
fue, esa fue la causa (…) es por el ácido –como están agrias, y uno sin
saber [ríe]. (…) Dicen, yo no sé, quesque también bañarse [afecta el
periodo]; yo siempre me bañaba así, pero no ese día, sino ya

357
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

después o antes, decía yo tal fecha me va a bajar –fuera a pasar ese


día u otro día- me tenía que bañar antes o después porque dicen
que lo frío del agua le entra a uno muncho en el estómago. O un
susto, un coraje, también de ahí puede ser de atención. (…) [A mí,
para que me regresara la menstruación] me dieron una yerba que le
dicen ortiguilla y cáscaras de haba hervidas con piloncillo (…), y con
eso ya me bajó de vuelta, namás que me bajó muy feo –muy duro- yo
creo por lo que estaba estancada.

La experiencia de Marilú fue particular en la medida que su menarca se


asoció con un malentendido a raíz de que su novio se metió al cuarto donde
dormía. El siguiente fragmento muestra la importancia de su empleadora en
materia del uso de los implementos para evitar manchar su ropa durante la
menstruación y el posterior uso de toallas sanitarias. Entre otras cosas, deja ver
que la vida en la familia de origen giraba principalmente en torno al trabajo
para la reproducción material del grupo, y muestra que algunas formas, como
las limitadas condiciones materiales de existencia, pueden repercutir en estos
eventos de la sexualidad, como la menstruación. Destaca la vigilancia de la
sexualidad de las hijas asociada a la menstruación, pues no fue en vano que el
malentendido -como fenómeno sociocultural- se represente como aquél evento
que llevó a un cambio de actitud en su mamá y su papá para con ella. También
se podrá observar que nadie le explicó las medidas higiénicas asociadas a le
menstruación, cuestión que fácilmente explica la vergüenza y el miedo que
persistieron hasta tiempo después -cuando una abuelita del Templo en Valle de
Chalco Solidaridad, Estado de México, impactó nuevamente las
representaciones de Marilú.

Avril: ¿qué hacían las mujeres en Santa Úrsula cuando


menstruaban?

358
AVRIL ARNOJA LUNA

Marilú: yo en mi caso pues nunca me dijo mi mamá ni nadie cómo


me debía de cuidar. Lo que pasa es que ahí hubo un mal entendido
con mi mamá: yo ya tenía mi novio -bueno, disque, para mí ya, para
el papá de mis hijas ya era yo su novia-, aunque yo no me acuerdo
que me haya dicho que si quería ser su novia; y cuando él llegó a
tener una edá como de 14, 15 años, me empezó a buscar y como
nosotros ahí antes, mi mamá, por muy tarde a las siete ya teníamos
que estar acostados o ya encerrados, namás empezaba a oscurecer y
a dormir -aparte que no teníamos ni tele ni en qué entretenernos-
porque era de que había que levantarse temprano. Y cuando ya me
da mi primera menstruación a este hombre se le ocurre ir a
buscarme, pero (...) no me vio -haz de cuenta que yo dormía en este
cuarto con todos mis hermanos y mi mamá dormía en otro cuarto,
pero cada cuarto tenía su puerta-, entonces no me vio y hasta la vez
no sé porqué dejamos abiertas las puertas -a veces que se nos olvida
(...), pero nada pasa-, entonces no sé si le preguntó a mis hermanos
y se dio cuenta dónde dormía, o no sé -hasta ahora no lo he sabido-,
tons me fue a buscar, abrió la puerta y se metió a buscarme -pero
nosotros nos dormíamos así, como animalitos, en el piso y yo con
todos mis hermanos- y mi mamá salía al baño en la noche, pero a
este hombre se le ocurre quitarse los zapatos y el sombrero y
dejarlos afuera, el sombrero encima de las botas... mi mamá sale al
baño y ve unos zapatos de hombre y un sombrero, pues mi mamá
pensó de lo pior. Cuando yo me desperté mi mamá ya estaba
pegando de gritos "¡sálte!, ¡hijo de quién sabe qué!" -con unas
palabrotas mi mamá-, yo estaba dormida en medio de mis
hermanos porque era bien friolenta y me acurrucaba con mis
hermanos (…), yo me acomodaba en medio de los dos chiquitos y ahí
me quedaba con ellos. Y entonces cuando me despierto lo veo ahí
que me dice "Marilú, párate, tu mamá me va a matar", y le digo "¡¿y
tú qué estás haciendo aquí?!, "pues es que te vine a buscar, pero...
no, luego te explico"; no, mi mamá ya traía un palo afuera. Y pues
creo que sí le dio sus garrotazos, ya no vi porque a mí también me

359
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

tocó mi tunda por el simple hecho de que se haya metido a


buscarme. Y dio la casualidá que ese día apenas me empezó a bajar
mi primera menstruación... ajá, me acuerdo que traía un vestidito
floreadito, medio entre blanquito, así... y pues nosotros ahí en el
rancho no, nunca, hasta ahorita que ya acostumbran dormir con
pijama -los que quieren, porque los que no se duermen con una
ropa viejita, o con su ropa como andan-, tons yo me dormía con mi
vestido -[porque] nos cambiábamos de ropa cada tercer día o cada
ocho días, si bien nos iba-... Tonces mi mamá me dio una tunda
bien buena (...) y a mi esposo le quitó las botas y el sombrero (...),
pero para esto yo sí me sentía mal de mis cólicos, me sentía, pues
mal, y pues antes nosotros no usábamos papel de baño, muy
poquito -porque pues era bendito un papel, lo teníamos que estirar,
cuidar-, entonces pues yo no sabía ni qué era y yo nunca me di
cuenta que estaba sang, o sea me sentía mojada pero nunca pensé
que estaba manchada mi vestido. No pensaba "ay, pues me voy a
revisar si estoy manchada", no. Y aún así, cuando me acuerdo, pues
a la vez tengo coraje con mi mamá -digo, me da sentimiento,
lástima, porque está grande, está enferma, pero cuando lo platico lo
recuerdo como con coraje-, porque nunca me dijo mi mamá
"cámbiate ese vestido" o "mira cómo estás", "cochina", lo que fuera;
no, así me mandó al campo a trabajar. Yo me alquilaba con otras
personas que tenían dinero –piones- (…) y yo ahí anduve con mi
vestido manchado. Y me sentaba y se me manchaba y pues no, yo
sabía que me salía sangre pero ¿por qué?, o sea; y yo estaba tan
ignorante que decía yo que a lo mejor porque me había pegado mi
mamá -eso me imaginaba yo. Entonces a través del tiempo pensé
que a lo mejor mi mamá pensó que yo había sido violada por este
hombre; me imagino, porque mi mamá nunca me dijo "te va a bajar
la regla, va a ser así y así" o ¿por qué estás sangrando?", o "ponte
esto" o "házte aquél". Yo v'ía a mi mamá que hicía sus trapitos (...) se
ponía, pero a mí nunca me dijo nada; sino que yo v'ía que mi mamá
estaba muy descontenta y por eso me vine. Y pues ya mejor la

360
AVRIL ARNOJA LUNA

señora donde yo trabajé [la segunda vez que migra a la ciudad de


México y que se tornará más definitiva] (…), ella fue la que me
enseñó, me hizo unas (...) toallitas, creo que en su máquina [de
coser], y ya me dijo "a ver, Marilú, siéntate, te voy a platicar". No me
acuerdo si ella algún día me vio manchada o por qué me los dio (...),
pero dice "mira, ten estos trapitos; cuando tengas tu regla te los
pones, los pones así dobladitos. Ya luego ves tu calzoncito y ya que
los ensucies, que estén sucios, vas al lavadero y lo lavas bien, bien
lavadito -les pones jabón de pasta y un chorrito de cloro, bien
lavaditos- y los tiendes, y los vas guardando -dice." Me puso un
buró ahí chiquito, con su cajita, y dice "ahí ve guardando tus
trapitos. Namás tú lo vas a saber, ¿eh?". ... Y le agradezco, porque
ella fue la que me enseñó cómo usarlos y qué ponerme. Yo no sé si
antes no había toallas o por qué la señora nunca me dijo "venden
estas toallitas; ya tienes dinerito, cómpratelos", no sé si ya lo sabía o
no lo sabía, pero ella me hizo mis toallas. (…) Sí usé [toallas
desechables]... pero pues ya cuando tenía yo como unos, qué será,
22 años. (…) Me decía [mi abuelita], "es que nosotras cada (...) mes
sangramos", (…) entons ya me dijo que era por eso "no, ya vas a
tener un sangrado cada mes, pero mucho cuidado, no vayas a hacer
cosas malas ¿eh?", "¿qué son cosas malas? -le decía yo.

Para Marilú, como para otras interlocutoras, el desconocimiento del


evento trajo aparejada una serie de preguntas en torno a la sexualidad
reproductiva que difícilmente encontró con quien hablar hasta que llegó a la
ciudad de México y pudo tener otros referentes. Esto, sin embargo y como
veremos en el siguiente capítulo, ayudó muy poco durante su juventud a
desvanecer las representaciones de pena y suciedad a las que asoció
inicialmente la menstruación:

Marilú: Yo nunca vi a mi mamá manchada; v'ía pus cuando iba al


baño que ya ves que deja uno el chorro de sangre (…) y decía "¿por

361
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

qué a mi mamá le saldrá sangre?", pero pues yo solita así pensando y


decía "bueno, quién sabe por qué será"; y ya cuando la v'ía yo que ya
estaba embarazada mi mamá ya no sangraba y decía yo "entons
estos niños se hacen de sangre", o sea yo en mi imaginación, "¿o por
qué?", pero namás yo -yo nunca le preguntaba a nadie. (...). A lo
mejor nada más las mujeres que están casadas [sangran], porque
pus yo ni pensaba del sexo, de cómo era el hombre -sentía que
nomás era por dormirse con ellos; que ellos no hicían nada, que
nomás era el gusto de dormir juntos, ¿no? (...). Ya fue hasta que yo
me tocó que fui medio despertando -que ya trabajé aquí [en la
Ciudad]- y las muchachas me decían "me está bajando", y otra "ya
me está dando mi regla", pero yo nunca les preguntaba, fui muy
callada (...). Y luego decían "a ver, fíjate si no estoy manchada", "no,
no tienes" o "ay sí, ya se te manchó tu falda. Voltéatelo p'adelante;
ponte el sueter" -antons fue como ya fui pensando yo (...)... Me daba
pena preguntarles -¿qué tal si me contestaban mal?

Avril: pero entonces pareciera que una mujer que menstruaba y que
incluso pudiera mancharse podía ser considerado normal en Santa
Úrsula

Marilú: pues sí, a lo mejor ese sangrado podía ser normal; pero
como a mí nadie me explicó pues a la vez me daba miedo -¿esa
sangre de dónde salía?, ¿por qué salía?-, y yo me tocaba mi parte y
decía "¿pero por qué?, ¿de adónde me está saliendo?, yo no me
pegué", pero te digo, fui muy cerrada porque nunca le pregunté a
nadie. (...). Y así anduve como cuatro días, toda manchada, (...) fue
muy penoso a la vez (...). Y pues bueno, antes también mi mamá
sufría mucho de agua, de leña, entons pus también nomás nos
bañábamos cada ocho días.

En mi análisis he encontrado que a pesar de las diferencias contextuales


entre la experiencia de Rosa María y la de Marilú, comparten representaciones
similares en torno a la menstruación como algo sucio que, sin embargo, se ha

362
AVRIL ARNOJA LUNA

tornado más desordenado (Marilú), contaminante (Rosa María) -o menos delicado,


como dijera Cristina. Destaca que la sorpresa de la menarca en el caso de Rosa
María estuvo asociada a la enfermedad y la posibilidad de morir desangrada,
originando desconcierto y susto que compartió con su mamá -quien hasta
entonces le proporcionó la información que naturalizaría el evento.
Observaremos que recibió orientación de otra mujer mayor y que no todo
mundo estaba dispuesto a hacer eso, pues también había quien se reía
-tornando la posibilidad de mancharse en una evidencia incómoda y humillante
de la que Rosa María, como el resto de mis interlocutoras, siempre buscó
cuidarse. Por último podremos observar el dilema que encuentra al intentar
discernir qué es lo más adecuado en estas materias: guardar silencio o destapar
la información a la que asocia los embarazos no deseados -a pesar de que ella
procuró compartirla con sus hermanas menores.

Rosa María: (…) Cuando me vino por primera vez yo no sabía. Yo


sentía... pensé que de algo estaba yo enferma, porque estaba yo con
sangre. Y sí me asusté bien feo. Porque no es como ahora, que ya en
los libros viene, o los maestros [explican]. Ahora ya no hay niños
inocentes. Inocentes estamos nosotros, pero ellos ya no. (…) Para mí
fue algo espantoso, como decir "ay, ahora sí me muero", o qué sé yo.
[ríe] Ya, pues a raíz de ahí una señora me decía (…) "ponte esto para
que no te…" (…). Pero pues no toda la gente es así. Hay unos como
que se ríen o se van... "mira cómo se...", "ay, mira, ya te ensuciastes,
¡ay!” (…). No, no había toallas femeninas como ahora, donde quiera.
Pero yo creo que era, por una parte, mejor como los usaba yo
[porque] yo lo lavaba a mi manera, y bien. Y no tirando por donde
quiera. Ahorita basurero. Hasta a veces en la calle se puede
encontrar una toalla, y que es como que algo desagradable, ¿no?
Pero, y a la vez feo. (…) No sé cuál sería mejor. En ese tiempo o
ahorita, que ya nada más te quitas y órale. (…) Los padres de antes

363
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

no nos hablaban abierta... todo a medias. Bueno, a la mejor sí era


bonito, y ora entre más habla la gente, más hay en los libros, ya
como que hay más -este-, embarazos no deseados. (…) Por eso
mucha gente decía " por eso no hablamos abiertamente, todo a
media". Y los padres nunca nos explicaban nada de nada. Todo
callado, todo ignorante. No sé si era bonito o era feo, la verdad, ora
ya ni sabe uno ni qué es bueno ni qué es malo (…)

Avril: ¿qué le dijo su mamá [sobre la menstruación, finalmente]?

Rosa María: (…) ella me dijo "ay, hija -dice-, yo no, no te había dicho
-dice-, pero nosotras las mujeres tenemos una menstruación que es
un periodo de cada mes (…) fíjate nomás qué fecha te vino, en un
mes es otra vez y así, pero es un lapso de unos cinco días, tres,
según tu organismo". (…) Y yo hacía cinco, hasta ocho días. (…) Y (…)
pues yo bien asustada [con la menarca] y ya me dice "no, no te
preocupes, mira, no te asustes, es normal", y "ah, bueno, si es
normal, pues...". Na' más que en ese tiempo (…) vendían ahí (…) una
como la franela. (…) Y ya después me fui con una amiga, vivía ahí
mero en Siltepec y ella me decía "ay, ¿sabes qué?, yo voy a ir a Tuxtla
y de allá te traigo tus toallitas sanitarias y tu ropa interior (…)", le
digo "bueno, tráime unos tres." Y ya, las tenía que cambiar y poner,
cambiar y ponerme, solita. Ya, después ya les decía a mis hermanas
"pues mira, hay de estos y hay que comprarte para cuando ahora
que te venga". Ya le empezaba yo a decir para que no les agarrara de
sorpresa como a mí, a mis hermanas más chicas, porque a las
mayores, ellas se las arreglaban, ¿cómo?, quién sabe. (…) A raíz de
que tuve a mis hijos sí ya reglaba yo mucho, con mucha abundancia,
feo, feo, entonces ya nomás veía y “¡ay!”, que si ya te parastes y
manchastes, ya nomás se está uno cuidando que si esto, que si lo
otro, a mí no me servían las toallas, ni las nocturnas, fue de mucho
sangrado, tons claro eso le va afectando a uno, como que va uno
perdiendo no sé, o que ya te va a venir esto, ya nomás estás
pensando. (…) Me ponía yo bien triste -ay, no-, porque me sentaba

364
AVRIL ARNOJA LUNA

yo, y a la hora de pararme -haz de cuenta-, era un arroyo, y eso es


horrible, yo no le deseo a nadie eso. (…) [Me sentía] incómoda. Ir en
otro lado -por ejemplo-, en otra casa o viajar, voy sentada y ya por
ahí: "¡por favor!", una cosa desesperante para mí. Pero bueno, ya
pasó (…). Ay, no'más quería estar acostada en ese sentido, porque
me daba miedo estar... más que nada sentada (…). Otra cosa: ya me
bañé en la mañana -ay-, para en la tarde ya no quería que nadie se
acercara cercas (…). Sí, [por] el olor ahí. Como que es... humillante, o
sea. Pero bueno, ni modos, me tocó así.

En síntesis. Las menstruaciones en general, y para todos los casos,


implicaron algunos malestares pero ninguna sensación agradable en particular
-a excepción del significado atribuido al tránsito de un lugar simbólico que
merecía menos respeto a otro que merecía más. Los malestares asociados a las
menstruaciones durante la primera etapa de vida, que gozan de legitimidad
entre mujeres, fueron los cólicos, dolor de cintura -asociados a la frialdad-, en
ocasiones inflamación en los pies y la incomodidad derivada de mancharse,
principalmente. Los remedios más recomendados para combatir los malestares
menstruales tuvieron que ver con la herbolaria y con la costumbre de beber algo
calientito para combatir el frío asociado tan fuertemente a los eventos de la
sexualidad de las mujeres desde las representaciones de todas mis
interlocutoras a lo largo de sus vidas. La única que dejaba que pasara
totalmente solo fue Marilú.

Cristina: [Para aliviar los malestares] pos yo nomás recuerdo que


me decía mi mamá “cósete un té, hija”, era un té de manzanilla,
hojas de naranjo –eso era lo que me daba en lugar de un café u otra
cosa. (…) Sí [funcionaba], pos calientito, como que era frío el que
uno tenía (…); yo digo que viene a ser como que se está despidiendo

365
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

del cuerpo todo eso, y luego ya toma uno algo calientito y como que
se va calentando el cuerpo –yo me inmagino que así funciona.

Teniendo en cuenta que los remedios eran limitados, y que en general se


trataba de prácticas de autoatención sencillas, todas mis informantes aseguran
que éstos eventos no afectaban las actividades que desempeñaban cuando
adolescentes, pues finalmente -y esto es importantísimo de notar pues se
sostiene en las representaciones del cuerpo herramienta- tenían un trabajo que
desempeñar; o como dijera la mamá de Marilú: a descansar al panteón.

Cristina: No, pus ya sabe uno que cada mes le da lo mismo; lo toma
uno como que ya está uno acostumbrado.

Marilú: Aunque me sintiera mal yo de todos modos tenía que hacer


lo que tenía que hacer (...). Y pues yo hasta ahorita no soy de las
personas que me sienta mal y pues nomás esté yo de plano
acostada, sin levantarme; y pues ya, mientras te vean haciendo algo
dicen "ah, pues no se siente tan mal". (...). Y así me pasaba en los
trabajos (...), yo nunca demostraba que me sintiera mal (...). Nunca
le dije, porque si le hubiera dicho a lo mejor me hubiera dado una
pastilla.

Para continuar con nuestro siguiente apartado tengamos en cuenta que


los riesgos para la continuidad de la menstruación varían, como vimos para el
caso de Cristina, pero el principal y más reconocido fue un embarazo del cual
no pudieron prevenirse.

366
AVRIL ARNOJA LUNA

4.3.2.2 Sexo y anticoncepción: representaciones

(…) una gente joven sin compromiso, dice Dios, "no tienes mancha ninguna,
estás limpia de corazón", porque ya cuando tienes tu pareja ya vives en el
pecado (Marilú).

En sus lugares de origen mis informantes no recibieron información puntual


sobre el ejercicio de la sexualidad coital, el ciclo menstrual, la posibilidad de un
embarazo y la existencia y uso de métodos anticonceptivos. Algunas
representaciones sobre los métodos anticonceptivos en los respectivos lugares
de origen son que no existían, no había, no se usaban, en parte porque allá la gente
estaba muy dormida, dirá Cristina. En este sentido, las representaciones bajo las
cuales fueron socializadas la mayoría de mis informantes durante su infancia y
adolescencia remiten a la sexualidad dentro del matrimonio, una vez cumplida
cierta edad, y con la firme intención de lograr la reproducción biológica.

Veamos cómo se asociaba en los distintos lugares de origen la sexualidad


con los rituales de paso, con las representaciones de género que asociaban
virginidad con pureza y con la aceptación de una responsabilidad prácticamente
inevitable -así como los cambios en las tradiciones por medio de las prácticas de
las generaciones más jóvenes que, dicho sea de paso, tienen otras condiciones
materiales de existencia en los lugares de origen.

Esther: (…) Cuando yo era chamaca vi [al menos tres bodas] (…),
iban con música a sacar a la novia. (…) Ándale [ríe] sí [con la
tambora]. Haz de cuenta que se casaban por lo civil, unos días
antes, y la novia en su casa y el novio en su casa (…), y ya cuando era
por la iglesia, entonces ya iban así con las tamboras a sacar a la
novia y la llevaban hacia la iglesia y ahí se la entregaban al novio, y

367
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

ya de regreso los novio se venían en unos caballos (…) a la casa del


novio y ya ahí hacían la fiesta. Antes duraba mucho una fiesta de
boda, una semana yo creo [ríe], era bonito antes, pero ahorita ya
[cambió]. (…) La [familia] del novio (…) le daba a los papás y a los
padrinos de la novia sus guajolotes adornados con sus cigarros, [ríe]
sus listones (…) de color, le ponían su moños (…) o sus flores (…);
unos se los dan vivos y otros se los dan muertos (…). Es bonito
porque bailan el colocolo (…). Ahorita ya ha cambiado mucho
porque ya las muchachas ya no se casan, ya namás se juntan, (…) y la
gente pues también ya se está acabando, la gente de antes, de años,
que es los que tenían esa tradición. (…) Cuando la muchacha se va
antes con el novio, ya no [hay fiesta], y ya (…) no se visten de blanco,
se visten de color (…) cuando se casan pues por la iglesia -si se casan
por la iglesia. (…) Pues mira, más o menos por lo que yo entiendo
[de los significados], que antes era así: la muchacha supuestamente,
saliendo de su casa, como era la primera vez que se iba a casar, pues
tenía que vestirse de blanco, pero al irse con el novio antes de
casarse, según ya, para la gente de antes, pues ya supuestamente ya
había perdido la muchacha, por eso la vestían de color (…) porque ya
no es pura; (…) es la opinión ¿no? que porque se fue antes.

Marilú: (…) qué te puedo decir [sobre el momento adecuado para


que las mujeres iniciaran su vida sexual activa]... yo digo que para
eso no hay edá porque hay jóvenes que lo hacen bien chicas, pero
hay personas que las cuidaban mucho a las muchachas, no podían
salir, ya hasta que se casaran -ya de veintitantos años. Pero mi
pueblo era muy reservado, casi nadie platicaba del sexo, por eso
antes hubo muchos niños, porque nadie platicaba "pues hágase
esto" o "si vas a tener sexo cuídate y no tengas muchos hijos” (…).
Pues yo me inmagino [que sí ha cambiado] porque ahorita las
mujeres ya no tienen muchos hijos, entons yo me inmagino que ya
se protegen -tanto la juventú de hombres como de mujeres tienen
sexo pero pues ya se cuidan, ya no quieren responsabilidad. (...). Yo
nunca salí, siempre estuve en mi casa con mucho trabajo; platicar

368
AVRIL ARNOJA LUNA

pues nunca tuve con quién porque no tuve hermanas -fui la mayor-
y mi mamá no se prestaba para eso (...). Y pus la gente nunca
platicaba (…), a lo mejor porque pensaban que ya lo iba a querer
hacer. (...). Hasta que yo me casé fue como ya me fui enterando,
pero de otra manera. (...). Yo creo que como papases quieren que se
casen [para después iniciar la vida sexual activa], pero ya ahorita la
juventú ya no quiere; y uno como padre sabe lo que los hijos andan
haciendo, pero si uno les llama la atención se enojan o te dejan ahí
con la palabra en la boca. Y te digo, ya mucha juventú ya ahorita ya
no se casa, se van a vivir un tiempo y si les va bien, bien, y si no, se
separan y asunto arreglado. (...). Pues no, no lo ven bien porque los
papases, los abuelos, quisieran que fuera un matrimonio de toda la
vida, pero pues no es así; ya inclusive ahorita hay hombres que salen
de ahí y llevan mujeres de otros lados o mujeres que llevan hombres
de otros lados -y pues ya los que llegan de otros lados train otras
costumbres; y así, ya todo ha ido cambiando [en Santa Úrsula]. (...).
Y los padres, quieran o no, los tienen que acectar porque no pueden
forzarlos (...). [Nunca se supo de matrimonios arreglados]. [Todo
esto ha cambiado] porque la gente ahorita ya está más estudiada y
antes nosotros no tuvimos estudios; ahora la gente está más
preparada porque pus aunque sean de pueblo ya tienen la primaria,
la secundaria, mucha gente ha emigrado y pues se han dado cuenta
de muchas cosas -yo creo que eso ha hecho que cambie. (…) Y pues
yo digo que ya pensó mejor la gente porque yo creo que antes
nomás pensaban en el sexo, nomás en tener hijos, pero nunca
pensaban en cómo los iban a mantener; y yo creo que ahorita lo
primero que piensan es tener un patrimonio.

Rosa María: Pues yo a la mejor digo que a los veinte [era la edad
considerada aceptable para que una mujer iniciara su vida sexual
activa]. Yo escuchaba mucha gente "ay, no, pues se va a casar, pero
que disfrute su juventud, que no se deja de un hombre embarazarse
de...", antes de los... ¿para qué? ¿Qué ha disfrutado? Nada. Llega a los
25, ya se quieren divorciar porque ya no quieren tener esa vida. (…).

369
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

(…) los hombres, "¿por qué te arreglas? ¿A poco tienes otro?", o "¿con
quién te ves?” (…)... allá era casi muy común (...); y eso pues no... Mi
esposo fue todo lo contrario, él siempre decía "ay, pues arréglate
porque si... pus no porque ya tienes un hijo ya -ay-, ya vas a decaer,
pues no, 'tamos jóvenes". (…) Entonces, si no disfrutastes tu
juventud ahí después aunque uno quisiera ya no se puede. O los
suegros: "¿a dónde vas?", "¿por qué te arreglas?".

Como ya he dicho, la información relativa a los embarazos fue llegando a


cuentagotas a mis interlocutoras, destacando que lo que se decía sobre las
relaciones sexuales resultaba somero y poco claro. En este sentido, la tendencia
fue a convertir la posibilidad de un embarazo en un riesgo del cual se
desconocían las estrategias preventivas más eficaces.

Margarita: (…) te digo que me decía [su primera empleadora en la


Ciudad de México] “no dejes que te besen en la boca porque vas a
tener un hijo” (…) y pues mi novio me besaba la frente, el cachete,
pero nunca en la boca.

Marilú: [Mi abuelita] me lo dijo a raíz de que mi mamá me pegó,


porque yo corría con ella cuando mi mamá me pegaba (...). Y es que
mi abuelita lo conocía a él porque su papá de mis hijas era un
sobrino por parte de una nuera de mi abuelita y "es que también
andas con ese cabrón. (...). Ya dime la verdá, ¿qué te hizo ese
hombre?", "no me hizo nada (...)". Entons ya me dice (…) "pues ten
cuidado, no vayas a dar tu brazo a torcer ¿eh?", "pero ¿qué es brazo a
torcer?", "pues que no te vayas a ir con este muchacho porque uno
cuando se va, se duerme uno con los hombres y sale uno
embarazada", "pero ¿por qué?", "ah pues porque los hombres te
embarazan y luego no te cumplen"; pero nunca me decía, o sea, yo
quería que me platicara de cómo era, o sea, como ahorita que le
platican a los hijos "mira, si tienes una relación, que el hombre tiene
un pene, que la mujer esto"; (…) entons yo creía que nomás porque

370
AVRIL ARNOJA LUNA

se dormían ya salían embarazadas. (…) "Ese hombre ni te conviene,


son como los gallos, pisan a las gallinas y se van. Así es, tú has visto
la gallina, el gallo y los pollitos; el gallo pisa a la gallina y [ella] (...)
pone huevos, así nos pasa a nosotras las mujeres. Y yo decía "¿pero
me va a pisar?" -me ponía un ejemplo, pero pus (...). Y ya hasta aquí
[en la ciudad de México] fui supiendo cómo eran las cosas. (…)
También, sí [el gallo penetra a la gallina]. Yo pensaba que no, que
nomás porque la apachurraba, la pisaba ya, es como en nosotros un
abrazo, pero no, también tiene su penetración.

La última parte del fragmento anterior es llamativo porque todas mis


interlocutoras provienen de espacios rurales donde la crianza de animales es
común. En este sentido, se observa que ante el silencio de las y los adultos, la
vida animal podría ser un referente para intentar explicar aspectos de la
sexualidad sin referir a la sexualidad humana en el sentido estricto. Esto
entonces pudo ser un referente en algunos casos, aunque como dirá Cristina:
sí, me daba tentación [ver cómo nacían los borregos], pero no nos dejaban ir a ver –nos
decían “no, ya váyanse pa la casa” (…). El parto [era lo que no les dejaban ver], hasta
que ya llegaban con el animalito a la casa. Así, a pesar de estos referentes no se
aclaraban las dudas que ellas pudieron haber tenido y sólo dejaban clara una
cosa: la sexualidad reproductiva es siempre heterosexual, se requiere una
hembra y un macho -como dirá Rosa María:

[En el Rancho] ya veía uno de que (...) [los animales] tienen pareja,
¿no?, tiene que haber un... una hembra y un macho (…). Claro, en los
libros antes no venía, en los libros no. Pero ahora en los libros ya
explica, todos los maestros, y en cambio antes no (...). Pero ya ve
ahorita, ¿y qué pasa? Aunque sabe la gente no precave uno, más lo
hacen. Tantas parejas bien jovencitas y ya tienen. Y antes nosotros
allá la verdad no, casi era después de los veinte años, antes no.

371
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Los métodos anticonceptivos conocidos como “modernos”, son desde la


concepción biomédica los que permiten a las parejas controlar su ciclo
reproductivo. Ninguna de mis informantes escuchó hablar de ellos en su lugar
de origen, todas los descubrieron tras haber iniciado su proceso migratorio y
después de haberse embarazado en por lo menos una ocasión -como veremos
en el siguiente capítulo. En este sentido, todas consideran que no había métodos
para cuidarse y evitar un embarazo en el lugar de origen.

Sin embargo, la perspectiva de Rosa María es particular, pues pone en


duda la norma y destaca la importancia de corroborar que la pareja se comprende
para después tener hijos. Así, la obligación de tener hijos pronto representó
para ella un problema, como veremos en el siguiente capítulo cuando
abordemos los lugares ocupados por las mujeres en edad reproductiva y las
expectativas que pesan sobre ellas, así como los distintos motivos por los que
desde el imaginario colectivo las mujeres pueden sentirse fracasadas. En
síntesis, la norma reproductiva estaba sustentada generalmente en la moral
sexual católica más ortodoxa, la que niega a las mujeres la posibilidad de decidir
y tener control sobre el número de hijos y el espaciamiento entre los embarazos.

Rosa María: No habían en ese tiempo -yo creo-, por allá métodos
para cuidarse. O la gente era así: lo primero era el hijo. Como que
primero era el hijo y de ahí... Pero ya ahorita hoy en día como que la
gente ya cu... se tiende a cuidarse, no todas, verdad, pero oye,
"primero si me comprendo con mi pareja, adelante, y si no...". [En
Siltepec] dicen que ya, si ya fracasastes o ya tuvistes un hijo, ya no
vales, eso es lo que decían antes. Bueno, allá en mi pueblo así
siempre eso decían, "ay, no -dice-, ya tuvo un hijo -dice-, ya no vale",
que "¿por qué se va a casar con él? Él no lo merece, ¿por qué? Porque
ya no es señorita", allá decían. O "ya no es virgen, no, así ya no".

372
AVRIL ARNOJA LUNA

Avril: (…) también mucho peso para con las mujeres, ¿no?

Rosa María: ¡Ay, sí! O "¿si el hombre qué pierde? El hombre no


pierde nada”... así decía la gente allá. O "¿yo qué puedo perder? -así
los hombres siempre decían-, ¿yo qué pierdo? Perderás tú, pero yo
no, yo soy soltero". ¿Y a poco no? Si uno se pone a analizar, a la
mejor (…) no es cuanto a perder, sino es que yo como mujer lo veo
así: si ya te embarazastes, ¿quién lo lleva el bebé, el hombre o uno?
(…) ¿Dirás que eres señorita? (…) Pues no. Lo llegas a tener, nace el
bebé, en brazos en donde lo vas a llevar, ya no estás bien como uno
quisiera... ahí bien vestida, porque ahí vas con el bebé, ahí te chilla,
que si ya se vomitó, ya volvió la leche, ya... ¿y el hombre? Él en su
trabajo, y si su mujer es limpia y es ordenada va a ir como si
estuviera soltero. Como dicen, "la casada es mi esposa, la que tiene
hijos es mi esposa, yo no", mucha gente yo lo he escuchado así . (…)
[Como no había anticonceptivos] decían ahí "lo que Dios les diera"
[ríe], todavía se usaba eso (…) [ríe]. Y sí, eran como -¡ay!, duele decir,
pero es la verdad-, como animalitos, al año ya, embarazada de otro,
y otro bebé y otro. Por eso hubo mucha abundancia. Ahorita ya hay
muchas formas de que uno cuidarse, planear la familia, pero allá no,
por eso tenían los hijos que dios les daba, cinco, seis, ocho.

4.3.2.3 Embarazo, alivio y cuarentena: representaciones, prácticas y formas de


atención

Yo oí hablar a mi abuelita (…) “no porque ella está en su mes” decía (…). Por
ejemplo, ahí tienen mucha creencia [ríe] de que (…) [si están haciendo] tamales
y llega una persona que esté embarazada, o algo así, le hace ojo y los tamales ya
no se cosen; y eso pus sí lo llegué a ver porque luego mi mamá estaba haciendo
su olla de tamales (…) y yo oía “¡ay! ya vino esta mujer, ya no se van a cocer mis
tamales” ¡y era cierto! [ríe] (…), estaban crudos (…). Una vez -pus taba yo muy
chamaca, tendría como unos 8 años- me fui a ordeñar la vaca y ya saqué la leche
y se la fui dejar a mi abuelita -mi tía estaba embarazada y yo le iba a dar la leche
a mi tía y dijo que no (…) porque se iba a cortar (Esther).

373
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Antes de comenzar la descripción y el análisis en torno a estos eventos


sumamente asociados, vale la pena notar que los recuerdos de mis cinco
interlocutoras aquí referidos se basan principalmente en lo que pudieron
observar sobre las experiencias de otras mujeres mayores, principalmente sus
madres, abuelas y tías, y que en muchos casos ellas al transitar estos eventos ya
no pudieron experimentarlos de la misma manera en las ciudades. Como
veremos, las formas de atención a estos eventos de la sexualidad en los lugares
de origen estaban casi limitadas a las formas tradicionales. La autoatención por
medio de hierbas y remedios caseros era la forma por excelencia, y las parteras
las actoras especializadas con las que se podía acudir para atender el parto, las
cuarentenas y los embarazos.

Como sugerí ya, el conocimiento de la gestación de un bebé tampoco


estuvo claro para mis interlocutoras durante su primera etapa de vida. ¿Qué
recuerdan que se decía para explicar la llegada de un bebé? Cristina, por
ejemplo, recuerda que en su pueblo decían que las parteras los traían.

Cristina: No, no me dijeron cómo nacen; si les digo que yo tuve


tanto hijo y no supe ni cómo nacieron [ríe], la verdá, yo nomás así,
como va y se acabó, pero yo ni cuenta me daba [de los embarazos,
por ejemplo], lo que es la ignorancia. Y allá pues ni cuál Dotor ni
cuál nada; nomás las señoras que sobaban, porque decían que luego
[el bebé] estaba muy abajo, o que estaba atravesado, y que pa que
nacieran les empezaban a sobar, y fue del modo que yo aprendí. (…)
A mí me decían que las señoras –las parteras- que venían a ver a mi
mamá, que esas se lo traían –lo tenía allí y lo trajo a regalar- (…), y
ya, la última que le llevó a mi mamá pues ‘ora sí que yo ya sabía [que
no era cierto].

374
AVRIL ARNOJA LUNA

Marilú contestó escuetamente que en su pueblo no decían nada, nunca nos


decían nada sobre cómo llegaban los bebés. Pero aquí vale la pena rescatar un
fragmento anterior, en el que ella asocia la menstruación y su ausencia
-durante un embarazo- con la materia que da vida: la sangre. Margarita y Rosa
María recuerdan la versión sobre la cigüeña -un pajarote. Esto es algo que
distingue a mis interlocutoras de generaciones posteriores, como las de sus
hijas/os y nietas/os, tal y como lo muestran los siguientes fragmentos que,
además, permiten observar las múltiples nominaciones de un evento como el
nacimiento de un bebé cuyo eje experiencial, sin embargo, se ubica en las
madres que dan a luz o se alivian ayudadas por parteras o brujas.

Margarita: Ahí era cuando que yo decía “bueno, ¿por qué mi mama
nos corría y hay un chamaco ahí?” (…). Yo le decía a mi mama “¿y
ese niño?” “es que me lo trajo la cigüeña; (…) sí, ¿que no la vistes?, es
un pajarote grandote” yo decía “está loca, ¿no?” (…). Pero, la
curiosidad era mucho la mía, siempre he sido muy metiche en pocas
palabras, yo andaba indagando, pero las señoras, las parteras,
cargaban, o sea, toda la ropa que ellas utilizaban, se la llevaban y ya
la lavaban y ya la traían limpia, la ropa por decir de mi mamá; la
placenta la envolvían en el mismo trapo en que se alivia, y llevaba
una bolsa, la amarraban y se la llevaban y escarbaban y la
enterraban en las milpas, en las milpas. (…) Pero cuando ya se alivió
creo de, no recuerdo quien es más chico, creo fue Ernesto; esa vez,
pues yo ya estaba más grandecita, me dice mi hermano “manita,
manita” le digo “¿qué?”, “mi mama ya está amarrando los lazos” [con
los que la amarraban de la cintura para que sostenida de las vigas
del techo diera a luz] y yo dije “mmm, ya nos van a correr otra vez
(…) porque ya nos va a mandar a llamar a la Male”, le decía yo [a la
partera]. (…). Entonces la señora ya sabía, porque obviamente ya les

375
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

había dicho ¿no?, y ya venía la señora, y le decía yo a mi mamá


“¿para qué quieres a la Male?”. Nosotros decíamos que era bruja.

Rosa María: [Decían] "trajo la cigüeña", o "dio a luz". Ah, no... sí, "dio
a luz fulana". (…), pero ahora dice mi nieto "¿antes cómo decían
cuando tú -este-, nacistes?” (…). Le digo [y dice él] "no, (…) la palabra
correcta es 'parir', no 'dar a luz'. Si no es foco”... (…) dice que dicen
los maestros (…). [Quienes nombran al parto como "aliviarse"] dirán,
"ya (...) no está embarazada, ya salió de eso", porque luego a veces
hay embarazos que es de alto riesgo, hay muchos cuidados, y eso ya,
ya, ya pasó a otro, pues ya se alivió de eso [ríe]. Quién sabe. Pues no
sé, cada quién. (...) Yo creo se da uno cuenta [finalmente, cómo
nacen los bebés] por nuestros padres, ¿no? (...) Yo creo que así (…),
va uno viendo (...), yo creo cuando mi mamá tenía a mis hermanos;
(…) o a la mejor pláticas que escucha uno (...) -"mira, ya, antes del
año se embarazó" (…). O a veces sin querer, está uno ahí y empiezan
a platicar. Yo así (…) sabía que uno se embarazaba [ríe]. (…) Ya no es
como antes (…) todo hablándole por otro nombre -"dio a luz"-... p's
no te hablaban así, abiertamente (...). Ahí nomás cucus... ¿cómo
decían?, cucuseando [reímos ambas]. Ahora sí que pues en secreto,
¿no?

Los partos, dicen ellas, eran normales -“naturales”- y atendidos en la casa


de la parturienta. En este sentido, si bien los partos eran eventos que se
desarrollaban en el espacio doméstico de la familia, las niñas y niños quedaban
excluidos, mientras que la participación de la pareja en este evento dependió
del estatus migratorio de los hombres o de su interés por la maternidad y la
paternidad.

Marilú: [No presenciábamos los partos porque] mi papá siempre


decía que lo de adultos era de adultos y lo de chamacos, chamacos.
Mi mamá era enemiga de que anduvieran platicando y nosotros ahí
haciendo ruido o corriendo, namás íbamos pasando y nos daba un

376
AVRIL ARNOJA LUNA

pelliscón o un jalón de orejas y ya sabíamos que estaba enojada mi


mamá y que cuando se fuera la visita nos iba a ir pior -entonces ya
ni le buscábamos porque no nos iba a dar de a un manazo, sino de a
un palo. (...). Sí, él ahí estaba presente [mi papá] para acercarle la
ropa al bebé, para hacerle la cama donde se iba a acostar mi mamá;
y todo lo que arroja uno después del parto -la placenta- lo
enterraban, por eso tenía que estar el papá o si no podía el papá
entonces la mamá de la mujer. (...). Eso es lo que yo más o menos
me acuerdo haber visto.

Margarita: No [mi papá no estaba en los partos], pues si luego ni se


enteraba; por decir, cuando él llegaba ya tenía otro chamaco, sabía
que estaba embarazada y llegaba y ya sabía que tenía otro chamaco,
o sea no. (…) [Lo más común era que los hombres no participaran],
era más de mujeres.

Teniendo en cuenta que el nacimiento de un bebé era un evento adulto


-que puede incluir a la madre de la parturienta-, los partos con partera se
representan como un evento marcado por el respeto a la intimidad de las
mujeres. En cualquier caso, destaca el hecho de que muchas prácticas han
cambiado en sus lugares de origen, de modo que actualmente las generaciones
de jóvenes acuden más -de lo que sus madres e incluso ellas mismas lo hicieron-
a la política de atención biomédica frecuentemente circunscrita a la cesárea.

Marilú: Mi mamá se alivió con puras parteras, y sin en cambio aquí


hacen que te quites toda la ropa, andas casi con toda la cola de fuera
(...). Yo lo veía con mi mamá que no la desvestía la partera, ahí
nomás tenía que estar mi papá y la partera y nada más (…). Y aquí
pues lo están preparando a uno y ya llegó un doctor, ya llegó la otra
y pues ahí nos tienen con toda la cola de fuera (...). Pero también yo
creo que todo esto también ya se ha ido acabando, ya las parteras
son pocas las que se avientan, y aparte la juventud ya pa todo es con

377
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

el médico -ahorita ya todos los doctores les hacen cesárea, ya


ahorita las muchachas todas andan con sus panzas rajadas: "es que
su hijo viene sentado", "es que su hijo viene atravesado" y yo digo
que nomás porque cobran más.

Rosa María: [Las mujeres atendían los partos con] partera, casi
[exclusivamente]. Pero ahora ya no. Casi ahora puros doctores, que
cesáreas (…) ya está muy actualizada la gente allá. ¡Ya hay hospital
ahí! Y antes no había hospital (…). En Siltepec habían doctores, pero
no así que "ay, te vas a ir a aliviar allá", no. (…) O mucha gente se
venía a Tapachula, Huixtla, Comitán, Comalapa (…), fueras. Pero
otras que -de menos recurso- partera, porque salía más barato, y
uno va a la economía a veces. (…) Y ahorita ya hay hospital, hospital
general en Siltepec; mhúm, ya hay más facilidad.

Acerquémonos ahora a los riesgos posibles durante los partos -como


serán las hemorragias que concluían con la muerte de las mujeres- y la
importante asociación procesual con otro evento: la cuarentena.

Cristina: Una señora que se llamaba Hilaria esa sí, sí se enfermó, le


vino un fuerte hemorragia [tras el parto], de eso falleció, como que
se vació, y jovencita, yo creo que ha de haber tenido como unos 35
años, y pues nomás se le vino su regla pero se le vino demasiado y
ahí quedó, nomás tuvo un niño.

Rosa María: Sangra uno más [con las parteras], y tienes que tener
cuidado porque decía una señora "está uno en la bardita entre la
muerte y la vida... una cosa que hagas te puede costar la vida". Y sí,
yo he... he escuchado muchas así que "ay mi mamá, se murió mi...
cuando me tuvo a mí, no se cuidó", o "le quedó placenta", qué sé yo,
muchas cosas, muchos riesgos. Y entonces [las parteras] van por
cuidado, por precaución de que no le vaya a pasar algo a su paciente
-vamos a decir-, "pues vamos a verla cómo está", verle o darle un

378
AVRIL ARNOJA LUNA

baño. Pero allá no la cuidaban mucho [a la mujer durante la


cuarentena].

Margarita: (…) ahí a las mujeres les daban un té [antes del parto] y
ya ponían el agua para el bebé, pero como allá las casas eran de
tejas, había muros, y la partera amarraba dos lazos -de los muros- y
ahí amarraban a las mujeres, paradas parían, les amarraban un
rebozo aquí [a la altura de las costillas, debajo de los senos] y ellas
tenían que pujar y entonces ya salía el niño. (…) No, eso sí no me
acuerdo [de qué era el té]. (...) Y esa viejita [la partera] la íbamos a
llamar cada que se iba a aliviar mi mamá (...), y ya cuando
llegábamos mi mamá ya tenía agua, todo preparado. (...). Y ya, se
aliviaba mi mamá, quitaban todo lo que había ensuciado y la
placenta la enterraba. (…) [Después del parto] a las señoras las
acostaban, bañaban al bebé, y a las señoras ya las bañaban a los ocho
días, con hartas hierbas, eso sí... tú ves a mi mamá, se quita la ropa,
¡no, yo estoy gorda!, mi mamá no tiene estómago -se ve gorda de
tanto trapo que se pone, pero cuando se va a bañar... ¡no, qué
piernas! Tiene un busto -ella no usa brasier- que cuando se quita la
faja quisieras que le colgara hasta acá, ¡y no! (...). [Eso se debe] ¡pues
al cuidado!, porque eso sí, cuarenta días se quedaban acostadas -y
quién le llevaba atole, quien le llevaba caldo de gallina, quien le daba
unas tortillas... quien todo.

Los riesgos posibles asociados a un parto impactan también en las


representaciones y prácticas en torno a la cuarentena -proceso conocido
biomédicamente como puerperio-, que podía correr a cargo de la partera, el
esposo o la suegra. Algunas de ellas recuerdan que las cuarentenas implicaban
ciertos cuidados relacionados con los riesgos que el contraste entre frío y
caliente podría representar en la salud de las mujeres que acababan de dar a luz.
En algunos casos, los cuidados durante la cuarentena implicaban sobadas, baños
calientes con hierbas o temazcales, el uso de fajas para evitar que se abultara el

379
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

vientre y reposo -prácticas que variaron de acuerdo con sus propias experiencias
de la cuarentena y en relación con los discursos del riesgo-cuidado de la
biomedicina.

Margarita: ¡No!, en mi pueblo [la cuarentena] se están mes y medio


echadas en la cama (...), todas, todas empollan. (…) [Las cuida] ¡la
suegra!

Marilú: Pus creo que los primeros quince días su trabajo [de la
partera] era de estar checando a mi mamá y al bebé, ya pasando los
quince días ya no se aparecía por ahí a menos que el bebé tuviera
algún problema -que se le infectara el ombligo o cualquier cosa- era
como lo mandaban a traer. Pero digo, al final de cuenta aquí tú lo
tienes que hacer [cualquier problema con el bebé], namás vienes a
pagar pa que te digan qué le vas a hacer, y allá la partera lo tenía que
hacer.

Rosa María: Antes [la gente] tenía mucha (…) precaución, miedo, de
que "ay, se me viene una hemorragia", o "ay, esto", o "no puedo hacer
esto porque me va a hacer daño", ¿o no? Pero ahora la gente ya no,
ya quién sabe, o será el medicamento que les dan los doctores. O ya
"¿por qué te vas a cuidar tanto?", por ejemplo, a mi hermana cuando
se alivió de su último niño de acá -bueno, nada más tuvo dos-, y dice
que le dijo el... ah, mi hermana preguntó "¿y qué puedo comer?" "De
todo, que no le digan que esto no lo puede comer, esto no, ¿entonces
para qué dios lo hizo las cosas? Para comer". Nada más no sé qué
cosa, creo la papa, huevo y leche parece que no, parece que eso, no
recuerdo, tres cosas; o lo de puerco, creo puerco, sí cierto, puerco,
cosas erritante, tres cosas creo, la comida, "puedes comer de todo".
Entonces ya dices tú "oye, pus...", y antes no, "no comas calabaza
porque te llena de...", "no comas mango porque te llena de...", o "le
hace daño al bebé, se suelta del estómago” (…). Si tienes una herida,
no te lo puedes comer la papa porque se infecta. No recuerdo por

380
AVRIL ARNOJA LUNA

qué, pero dicen que eso no. A veces es más saludable [atenderse con
parteras], tal vez más... mi mamá que tuvo tantos hijos y, si la ves,
ella no tiene mucho vientre. Sí, ¡qué doctores ni qué nada! Pero mi
papá la cuidaba mucho, (...) partera que los cuidaba "mira, que así,
asado, los cuidados así": mi papá al pie de la letra. (…). [En la
cuarentena a] mi mamá no le gustaba comer que calabaza, que
frijoles, que huevo, que leche, eran otros procedimientos, otras...
alimentaciones más sanas: esto porque (…) la calabaza muy fría, los
chilacayotitos, frío. Vamos a decir, si van las verduritas, que "eso
no", o "esto produce muchos gases", "eso tampoco", "esto, lo otro",
pos la leche no se debe de tomar, ni el huevo. (...) A la mejor los
primeros días por el sangrado, que no tiene, que es más fuerte
tomando la leche, el huevo, 'tonces todo eso. Pero ya si uno se da
cuenta aquí, los doctores no le quitan eso. (…) Al temazcal [iba su
mamá después de sus partos]. (…) ¡Y mi papá cómo la cuidaba a mi
mamá! (…) Él se iba al río y traía dos piedras de río y (…) unas hojas
grandes y lo calentaba en la lumbre... [se los ponía] aquí (...) como
los ovarios, vamos a decir, pero a la matriz, yo creo. Por eso mi
mamá bien delgadita para tantos hijos que tuvo, y no se enfer[mó]
que dijera "ay, me duele acá” –quejumbrosa-, porque pura cosa
natural... Huy, no, mi papá era de esos de que "no molesten a tu
mamá", o (…) "ahí cuídenla" -toda una cuarentena bien cuidadita,
bien, bien. Y mucha gente pus a veces critica, bueno, aquí, aquí en lo
particular pues ya no se usa eso, sales del hospital y ya, órale, a hacer
tus cosas normal. Pero a veces por eso tantas enfermedades ahora. Y
mi mamá allá pues no, mi mamá sí la cuidaba mi papá.

Esther: En mi pueblo las señoras que se alivian se están cuarenta


días [en reposo]; no pueden lavar, no pueden barrer, no pueden
coser, o sea coser (…) porque dicen que se les va la leche. Yo me
acuerdo con mi mamá que decían que no debería de coser, no
debería de barrer ni hacer salsa de molcajete, ni moler. Pero como
mi mamá éramos muchos, pues ella tenía que levantarse, luego no

381
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

había quien la cuidara; pero, y todas se amarraban su cabeza (…); no


sé [por qué], yo nunca lo hice.

Para concluir este apartado retomaré a Rosa María y sus representaciones


en torno a su madre al haber tenido y criado tantos hijos, pues de alguna manera
muestra no sólo algunos cambios en las trayectorias reproductivas de una
generación a otra, sino que deja ver la dimensión social de la maternidad como
un evento biosociocultural subjetivamente complejizado cuando se introduce la
dimensión ética -manifiesta en la reflexión sobre las condiciones para darles lo
necesario- y la posibilidad de decidir sobre el propio cuerpo:

Mi mamá la tuvo [a mi hermana mayor] cuando tenía -creo- quince


años. (…) Sí [qué valor], para criar tantos hijos … no que nosotros ya
con uno ya… casi todas mis hermanas son de uno-dos, uno-dos, no,
tres-dos, tres-dos, tres-dos. (…) Nada más uno [de mis hermanos]
creo que tiene cinco, el otro creo que tiene siete, pero (…) tres de mis
hermanos nomás tienen dos… pero, pues mis papás en ese tiempo
porque no había métodos como … cómo controlarse uno, cómo
cuidarse; no, ahora ya está uno más.. si se llena uno de hijos por…
tontera de uno ¿no? (…) Entonces yo dije "no, no, no, yo no tengo
por qué tener tantos hijos, ¿y si no puedo darles lo necesario?".

4.3.2.4 Aborto y mortinato: representaciones


El aborto, provocado o espontáneo, tampoco fue un evento de la sexualidad del
que mis interlocutoras tuvieran información durante la primera etapa de vida
en sus lugares de origen. Si algo recuerdan es que por ahí pudieron haber
escuchado cosas como que x o y mujer había perdido a su bebé. Es posible que con
el paso del tiempo en el pueblo se hablara un poco más de ese té que al menos
Esther reconoce que puede servir, dependiendo la etapa del embarazo, para

382
AVRIL ARNOJA LUNA

provocar un aborto o ayudar en un parto: yo sabía que [en el pueblo] cuando se iban
a aliviar se tomaban [un té], pero según se lo tomaban para que naciera más rápido el
bebé, pero te digo que esta última vez [a raíz de una experiencia personal en Valle de
Chalco] ya me di cuenta (…) te sirve cuando ya es para acelerar el parto (…) y para
interrumpirlo es a principios.

En cuanto a los abortos por antojos, sólo Esther dijo haber escuchado algo
de niña en su pueblo: escuchaba que luego sí [decían de los antojos y sus efectos en el
embarazo], que si se les antojaba algo y no se lo comían, pus que se les caía el bebe, eso sí,
pero quién sabe qué tan cierto sea [ríe]. (…) A mí como que se me hace imposible pensar
que por un antojo pueda perder un bebe, pero igual y puede pasar ¿no? (…) Aquí [en Valle
de Chalco] casi no; aquí, luego dicen, que si no te comes lo que se te antoja que va a salir
con cara de lo que se te antojó ¿no?, eso es lo que he escuchado hablar aquí, pero yo creo
que nada más lo dicen por decirlo.

Cuando se trataba de un mortinato, Cristina recuerda que un niño nacido


muerto simplemente se enterraba, mientras que Marilú asegura que era algo de
lo que no se enteraba. Rosa María, por su parte, asegura que en Siltepec no supo
de prácticas de aborto provocado: si abortaban es porque Dios así lo quería, [ríe]
pero de que así me decían "ay, puede abortar", o "te doy esto para que abortes", no. No
escuchaba yo, no sé si... nunca... no sé si no había o había.

Hasta ahora nos acercamos a las formas de atención en torno a los


eventos de la sexualidad de las mujeres teniendo en cuenta las relaciones de
poder que tienen lugar en los espacios vinculados con los procesos de s/e/a.
Como ya se dijo, lo más común para atender los padecimientos de la
menstruación, el embarazo, el parto y la cuarentena fue la medicina tradicional.

383
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

En estos casos, son otras mujeres las que comparten sus saberes y orientan la
forma de lidiar con las molestias físicas y los riesgos posibles en cada uno de los
eventos, imprimiendo valores morales fundamentales para la socialización del
cuerpo sexuado y sus prácticas. Desde mi perspectiva, el hecho de que los
procesos de s/e/a de la sexualidad hayan estado tan marcados por el modelo
tradicional de atención responde a que se trató del correlato de las condiciones
materiales y las prácticas implementadas para lidiar con la s/e/a general.

En síntesis, mis cinco interlocutoras describieron que durante esta


primera etapa de vida las mujeres de su entorno -y ellas mismas en la menarca-
tenían muy pocas condiciones materiales y simbólicas para decidir sobre su
cuerpo y su sexualidad. Estaban sujetas a las necesidades familiares, colectivas,
para la reproducción social y biológica de la vida cotidiana, encontrando límites
muy claros a su agencia. La sujeción sucedió por medio de mecanismos de
socialización que proyectaron sobre la sexualidad heteronormativa compuesta
por dos polos -el femenino y el masculino-, una serie de representaciones
dicotómicas que asignaban lugares específicos a los hombres -activos, limpios,
fuertes- y a las mujeres -pasivas, sucias, débiles.

En la generación de las madres y padres de mis interlocutoras se


observaron relaciones de género en las que se privilegió la sexualidad
reproductiva, representando un mecanismo fundamental para la supervivencia
de la familia en la medida que sumaba la mano de obra de la cual dependían sus
condiciones materiales y simbólicas. A diferencia de algunas interlocutoras, sus
madres y padres no cuestionaron el mandato (re)productivo, y mientras las
madres se encargaban de reproducir la fuerza de trabajo con lo que tenían al
alcance, los padres encontraron en general condiciones precarias para trabajar

384
AVRIL ARNOJA LUNA

y acercar los medios de subsistencia que, a nivel de las representaciones,


configuraban su principal papel en la familia.

En próximos capítulos analizaremos la construcción social de la


feminidad y la masculinidad desde la experiencia adulta de Cristina, Esther,
Margarita, Marilú y Rosa María. Por ahora quiero anudar una incipiente
reflexión en torno a las masculinidades y las representaciones que ellas tienen
de los distintos hombres en sus vidas; para ello retomo el caso de Rosa María y
su padre teniendo en perspectiva a su madre. Si mi interlocutora reconoce en
su padre fue trabajador, honesto, espiritual, ocupado en ampliar sus
oportunidades de vida y preocupado porque durante la cuarentena, por
ejemplo, su esposa tuviera las condiciones para recuperarse bajo la guía
establecida por las parteras, ¿por qué asegura que fue un hombre machista?

Esto se debe en primera instancia a que los valores que su padre le


transmitió no están peleados con la cultura patriarcal en la que tiene lugar el
sexismo manifiesto en prácticas machistas; por el contrario, se sostienen
mutuamente incluyendo a todas y todos, pero asignando ubicaciones
diferenciadas según el género y el estrato socioeconómico. De este caso destaca
que la violencia machista del padre era ejercida económica y simbólicamente
sobre su esposa e hijas -pues a diferencia de otros él no violentaba físicamente y
tampoco tenía vicios. Así, la muerte de su padre significó para su madre la
liberación, la posibilidad de decir y hacer lo que le gusta y de, alguna manera, ser
honrada y ubicada en un lugar menos subalternizado por sus hijas, hijos y
nietos.

385
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

En segunda instancia, considero que en las relaciones y prácticas de


género que estas mujeres han sostenido con los hombres presentes en sus vidas
se han jugado relaciones transaccionales que pondrán en acción
representaciones y prácticas de empatía, solidaridad e incluso resistencia para
con los lugares que reconocerán como asignados a la madre -en tanto mujer- en
relación con el padre -en tanto hombre. Así, entre las interlocutoras que
encontraron las condiciones para distinguir al hombre -inscrito en el padre pero
que tendrá otros correlatos como esposo, suegro, hermano- como sujeto social
con privilegios en algo que no se alcanza a comprender, pero que
evidentemente tiene como primer lugar el cuerpo, transformaron su empatía
con la madre en un mecanismo de resistencia que les ha permitido
desestabilizar las relaciones de género y hacerse de algo propio material y
simbólicamente.

Teniendo entonces en cuenta que el machismo del padre de Rosa María


fue mucho más sutil -en comparación con otros padres-, sostengo que las
prácticas y representaciones en torno a los cuidados que la señora debía recibir
durante la cuarentena respondieron al lugar asignado a LA esposa-madre y no a
la mujer como persona. Así, este lugar simbólico -subalternizadamente
incluido- sirvió a la ética del trabajo, esa que en la práctica requería tipos de
sujeción lo menos posible intrusivos, a la larga, en la cadena productiva y
reproductiva.

386
AVRIL ARNOJA LUNA

4.4 Inicio del proceso migratorio e inserción en el empleo doméstico en la


modalidad de planta
4.4.1 Motivos, razones y expectativas en torno al inicio del proceso
migratorio
Antes de revisar las representaciones sobre los motivos para iniciar el proceso
migratorio, es necesario considerar que éstos cambian o se complejizan
conforme se suceden las etapas del curso de vida -especialmente en el caso de
las interlocutoras que han tenido más de tres lugares de residencia y más de
una pareja. Como veremos a continuación, el inicio del proceso migratorio se
sucede bajo una articulación compleja entre condiciones estructurales en el
lugar de origen, la subjetividad de las informantes y algunas condiciones
necesarias para la recepción en el primer lugar de destino: la solicitud explícita
de empleadas domésticas por parte de familias empleadoras, como sucedió con
Esther, Cristina, Marilú y Margarita, o una red de apoyo como la que describe
Rosa María:

[Sandra, mi hermana] ya estaba acá cuando yo vine, ya me ayudó;


ella también fue como mi segunda madre. Me vio mucho, muchos
consejos, me cuidaba. Quizás a fuerza también, era bien... cuando le
decía a una de mis primas "ay, es que tú te ves que tú... ¡pero si no es
tu madre!", pero yo decía "bueno, es por mi bien. Es por mi bien, si
algo me dice, yo sé que si a lo mejor hago mal y ella me... me
corrige". Y yo estoy agradecida con ella.

Cristina, Esther, Margarita y Marilú se vieron motivadas a migrar por las


carencias económicas y la pobreza en sus respectivos lugares de origen. Esta es
la principal razón que esgrimen, pues las cuestiones económicas, desde sus
representaciones, se relacionan principalmente y en todos los casos con la falta

387
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

de trabajo y las carencias alimenticias -ahora sí reconocidas- que en distintos


grados, y dependiendo del lugar de origen, determinaban las condiciones
materiales de existencia. Destaca también que las madres se representan como
las principales sujetas realmente responsables de la familia, cuyas necesidades
se recuerdan insatisfechas, originándose ahí la intención de ayudar que imperó
entre mis interlocutoras.

Cristina: Yo lo único que trataba de encontrar era, ‘ora sí, para


ayudar a mis papás (…), ayudar a mi familia porque pus éramos
munchos… y mi mamá era la que sufría porque pus mi papá nomás,
‘ora sí que él tráiba nomás el frijolito, maicito y ya: “ay háganse
bolas”; y yo pus ya les compraba cuando menos aunque fuera sopa u
otras cosas.

Margarita: (…) ahora mi mamá tiene terrenos y antes no, por eso fue
que yo me salí de mi casa, porque no teníamos qué comer.

Rosa María: Decía yo "ay, no, mi mamacita anhela esto, yo me voy a


salir, yo voy ganar, voy a trabajar para darle (…) si mi papá no le
puede dar”.

En cuanto a los aspectos subjetivos que motivaron la migración durante


los primeros años de su vida, encuentro dos muy generales: 1) existía la
necesidad personal de tener un ingreso propio, mismo que no tenían mientras
trabajaban en el campo con su familia de origen, y que al menos en el caso de
Rosa María se articula también con las posibilidades de conocer, ver y aprender
otras cosas; y 2) las representaciones de género y sus inercias, que al ser
cuestionadas por Rosa María y Margarita, derivó en la negativa a formar una
pareja con alguien que tuviera el mismo bagaje cultural machista de sus padres.
En este sentido destaca el caso de la primera porque las motivaciones subjetivas

388
AVRIL ARNOJA LUNA

se articularon complejamente a partir de su perspectiva crítica de la cultura


machista imperante en su familia y lugar de origen.

Rosa María: (…) yo no quería casarme con una gente que “eres mi
mujer y”, ¿a poco no? Bueno se oye feo ¿no?, pero es la verdad, como
que allá la gente era así (…) y yo decía “¿quedarme yo aquí y casarme
yo aquí con una gente así? No, yo me salgo”. Yo le dije a mi
mamacita “yo me voy, pero es que yo quiero algo mejor para usted,
no quiero la vida que usted llevó, yo no quiero…. Yo le voy a dar sus
cosas y si algún día usted decide dejar a mi papá y se va, adelante, yo
ya esa vida no la quiero ni para mí ni para usted ni para mis
hermanas. Yo me voy”. ¡Huy! mi papá cuando yo me vine lloró a más
no poder (…). No, “porque tú, eres bien trabajadora” -que esto, que
lo otro-; no “ya no hay ser humano que me.. yo me voy”, porque él
decía “a mis hijos les voy a dejar y a mis hijas no. A mis hijas les va a
dar su marido, y a mis hijos no porque ellos van a mantener y van a
dar, a ellos les voy a dar”... Tonces ¿qué?, dice uno, ¿qué esperas?,
¿acabarme mi vida, mis fuerzas y nada para mí?... Yo estoy
trabajando (…), yo me estoy secando para que otros reverdezcan…
mejor…. ¡Vámonos! [Pero sí] (…) fue contra su voluntad “yo no
quiero que mis hijos sufran, para qué trabajar lo ajeno si aquí
pueden tener lo de ustedes” decía. Pero nosotras como me dicen
mis hijos “bendito Dios, mamá, que te salistes de allá, tienes otras
cosas, todos mis primos” - pues una de mis hermanas sus tres son
profesionistas; una es optómetra trabaja en Cuernavaca, el otro ya
trabaja y vive en Ixtapaluca, el otro es psicólogo, así, todos tienen
(…). Que si nos hubiéramos quedado allá, se casa uno y a
embarazarte… no, se sujeta uno a lo que hay y a esperar, no puedo ni
asomarme porque mi marido se enoja, el celo enfermizo, la
mentalidad pues, no, yo ya no quería eso, y gracias a Dios fue otra
vida para mí, a lo mejor otra vida para mis hijos, ya mis nietos
tienen otra vida. (…) Eso era mi interés mío, fue mi prioridad,
conocer otras cosas, ver otras cosas, aprender otras cosas, tener

389
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

otras cosas de lo... quizás no lo hubiese tenido si me hubiera


quedado allá. Entonces ya nosotros, la forma en que yo me quise
venir, es para decir "ah, bueno, yo voy a ganar lo mío -¿no?-, para mí,
voy a vestir como yo quiero, voy a salir de acá, donde no el hombre
me va a mandar, me va a traer como su qué -no, no, no, no puedo
explicar, una palabra que le quiero decir-, pus que no voy a ser su
criada, su qué". (...) Tú acá en la casa -como dijo Pedro Infante-, tú
en el rincón, cargada y en el rincón, como una escopeta, dice.
Entonces no, yo pienso que no, no, no, no va conmigo eso -o no fue,
más bien-, decía yo "no tengo por qué quedarme aquí”.

Marilú, por su parte, se sentía motivada a seguir a su entonces novio


porque él ya había migrado y -dado que la amenazaba- temía que la cambiara
por otra; pero también se sentía demasiado controlada por su madre y no quería
seguir siendo la responsable del cuidado de sus hermanos. Algo similar a lo
sucedido con Marilú pasó en el caso de Cristina, pues una vez que se unió
también se vio motivada a migrar fuera de la entidad de origen por seguir a su
esposo -pero sobre esto volveré un apartado próximo, cuando abordemos el
inicio de las primeras uniones.

Marilú: [Mi entonces novio y posterior pareja] pues casi me insistió


tanto que, o casi me robó [la posibilidad de decidir] porque (…) yo lo
vía con otras muchachas y pues me enojaba, pero me decía “es que
tú tienes la culpa (…)” -mi papá le quemó de balazos a mi esposo-
dice “tu papá no me quiere, tu mamá no me quiere, y tú no me
sigues; yo tengo que andar con otras chavas”. Dije yo “no, pero pues
es que eso no debe de ser”, dice “si tú me quieres, sígueme; y si no
me quieres pues ni modos, me verás con una y con otra”. Y él se
venía y pus… se encontraba a unas chavas muy bonitas –yo las veía
muy bonitas, muy arregladas- y todo, y casi por eso hice de venirme
para acá, porque por decir en las fiestas él iba con una chava bien,
las chavas yo creo se iban a peinar en salón porque se iban ahí con

390
AVRIL ARNOJA LUNA

sus peinados, así muy elegantes, con sus aretotes y todo y muy acá,
yo decía “por eso me cambió, porque yo no me arreglo como ellas”,
pero pus nunca llegué a su nivel de ellas [ríe] porque pus ellas a lo
mejor trabajaban para ellas y yo pus toda mi lana le daba a mi
mamá.

En esta conjunción de razones y motivos para dejar el lugar de origen,


una característica particular en las representaciones de algunas interlocutoras
es la expectativa de sus madres (Marilú y Esther) o padre (Rosa María) para que
desistieran de la empresa. Las explicaciones que dan estas tres informantes
ante la negativa son diversas y muestran dos tendencias: en el primer caso, la
informante piensa que su madre quería que se quedara con ella justo para
atender lo relacionado con el trabajo doméstico, y asegura que su madre
deseaba que se quedara soltera en tanto primogénita. En los otros dos casos la
negativa se explica bajo el argumento de la preocupación por el bienestar y el
futuro de sus hijas; incluso, en el último caso se suma la negativa del padre
porque al migrar Rosa María ya no trabajaría lo propio, sino lo ajeno -cuestión
que, como hemos visto, concordaba con las representaciones y prácticas de
género más clásicas, en las que lo propio para las mujeres tiene sólo un sentido
figurado.

Esther: No, mi mamá no quería [que migrara] porque (…) decía


“pues ¿a dónde vas a ir?, ¿con quién vas a ir?” -yo no sé, o sea nunca
he preguntado exactamente qué parentesco tenía mi papá con la
señora que me trajo, o mi abuelita, no, nunca he tenido oportunidá
de preguntar, o cuando la tengo se me olvida-; pero mi mamá no
quería que me viniera, ella sí se quedó muy triste, lloraba mucho y
decía “pues tienes nueve años m’ija, (…) ¿cómo vas a estar?, ¿cómo te
van a tratar?”, yo creo como toda preocupación de una madre, ¿no?
(…) Pero, éramos muy [ríe], bueno, seguimos siendo muy pobres

391
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

¿no?; entonces pues como que no había, a veces, pues yo siento que
mi mamá muchas veces se quedó sin comer ella por darnos a
nosotros, entonces yo pues siempre fue mi propósito ayudar a mi
mamá.

Hasta ahora me parece justo decir que en la conjunción de motivos y


razones podemos ubicar muchas de las expectativas en torno a la migración de
las mujeres -que para el caso de San Miguel Achiutla, Oax., y según las
representaciones del hermano mayor de Esther, comenzó a mediados de los 50 o
principios de los 60. Pero, vamos por partes. Si bien fueron dos necesidades
fundamentales, trabajar y mejorar la alimentación, las detonadoras
estructurales de la migración, las carencias, se reflejaban en otros ámbitos
relacionados, aunque un tanto secundarizados, en estas cinco localidades
rurales: el limitado acceso a las formas de atención de los procesos de s/e, las
condiciones precarias de sus viviendas, el limitado acceso general a la
escolaridad y las dificultades para lograr servicios como el agua y la luz. Aunque
secundarizadas, estas otras carencias generalizadas configuraron las
condiciones para que mis cinco interlocutoras proyectaran superar las
precariedades y mejorar sus condiciones materiales dejando a su familia y lugar
de origen -desplazándose materialmente a otros espacios que impactaron en
los lugares simbólicos que habrían de ocupar posteriormente. Como dirá Rosa
María: [si] sale uno de un lado a otro, yo creo que es para mejorar -¿no?-, no para
empeorar las cosas.

En este sentido, las expectativas de la migración están íntimamente


relacionadas con los motivos que cada una esgrime para explicar el proceso
migratorio en cada una de las etapas de vida. Cuando se trató de motivaciones
materiales, relacionadas con la pobreza en los lugares de origen, las

392
AVRIL ARNOJA LUNA

expectativas se cubrieron en general. La migración implicó una alimentación


más variada y mejor, aunque difícil de asimilar en la medida que fue
desestructurando, en mayor o menor medida, sus hábitos alimenticios; implicó
otras oportunidades de trabajo y de desenvolvimiento social por medio de redes
de mujeres y hombres migrantes; también implicó oportunidades para la
diversión conforme fueron conociendo la ciudad y acostumbrándose a ella. Casi
todas, siendo muy jóvenes y viviendo ya en el D.F., modificaron su forma de
vestir y comenzaron a usar pantalón y faldas más o menos cortas, además de
cortarse el cabello y cambiar los peinados -como enfatizó Alondra, la hermana
de Esther. En este sentido, todas se representan la migración con altos
beneficios económicos a los que difícilmente hubieran tenido acceso de haber
permanecido en sus lugares de origen.107

Sin embargo, cuando las expectativas de la migración giraron en torno a


seguir al esposo o al novio, como fue el caso de Cristina y Marilú, éstas a la larga
terminan por no satisfacerse, pues aunque inician su familia propia también
comienzan las infidelidades, la indiferencia, la negativa a que ellas trabajen, la
violencia física -unilateral en el caso de Cristina y mutua en el caso de Marilú- y,
finalmente, el abandono -como veremos en el siguiente capítulo.

Marilú: (…) en el pueblo criticaban a las personas pues (…) cuando se


empezó a usar pantalón y el pelo corto, entonces también “no, ya las
mujeres de hoy hasta traen el pelo corto y pantalones; ora ya cambió

107 La excepción general en materia de trayectoria migratoria es Cristina, pues es la más veterana de mis
interlocutoras y en ese sentido encuentro que tuvo condiciones particulares en la medida que su
primera unión –un gran tránsito para todas- se sucedió en su lugar de origen y en estrecha relación
con la familia rural extensa. Teniendo en cuenta que llegó a la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México alrededor de los 30 años de edad, como veremos en el siguiente capítulo, ella pudo satisfacer
sus expectativas materiales varios años después de iniciado el desplazamiento geográfico.

393
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

la moda, ora el hombre trae el pelo largo y aretes, y la mujer con


pantalón y pelo corto. No, no –dice-, ya todo está cambiando”. Y
ahorita ya hasta señoras ya andan con pantalón, sí, pero antes era
muy, pus, yo cuando me empecé a poner pantalón, este, pues
siempre éramos, bueno, era criticada, como que nos quedaban
viendo, o sea, como diciendo “esa vieja que va ahí con el pantalón,
qué mal se ve”. (…). Pues yo empecé a usar [pantalón] aquí [en la
Ciudad de México]. Iba con mi pantalón [al pueblo] y pues aprendí
que era uno mal visto; antes usaba mi pantalón, bueno aquí usaba
un pantalón así, normal, y allá me ponía yo a veces un pantalón
abajo y mi faldita arriba, o si no un, nosotros le decimos mandiles,
pero un mandil muy cerradito, entalladito, como tipo faldita, para
que no se nos viera la raya del pantalón de las pompis, que eso es lo
que más le molestaba a la gente, que dice que cuando caminamos se
nos va moviendo ahí las pompis y todo, que por el corte del pantalón
que ahí se me va metiendo a la cola ¿no? La gente era la que más nos
criticaba. Tonces, yo para que no me criticaran, asegún, pero pues
no dejé de ser criticada, me mandaba hacer mis mandiles tipo
faldita de la mitad de pierna, pero ya después me acostumbré y la
gente se acostumbró y ya todo mundo usa pantalón.

Rosa María: [En Siltepec las mujeres vestían de] algodón. Y de acá sí
eran siempre tableaditas. (...). Faldas. Vestidos. Como sea. O rectos.
Rectos. (...) Abajito de la rodilla. Bueno, nosotros la usábamos
abajito de la rodilla. Vine acá [a la Ciudad de México], no, arribita de
las rodillas, pantalones apretados. Blusitas escotaditas [ríe]. (…) [En
Siltepec, cuando era niña, sí había mujeres que usaban pantalones.
En algunos lugares la gente no tenía problema]; pero no todas,
había lugares "ay, pantalón, ni que fuera hombre, si la mujer es de
vestido...".

Desde las representaciones de mis interlocutoras, el principal costo


derivado de la primera etapa del proceso migratorio, previo a la primera unión,

394
AVRIL ARNOJA LUNA

se relaciona con el distanciamiento físico y emocional de su familia de origen y


con la responsabilidad económica que adquirieron para con la misma. En este
sentido, es de destacar, como lo hice antes con Esther y Margarita, que
finalmente el distanciamiento afectivo también impactó -a la larga y con sus
matices- en Marilú y Cristina, pues como comentó la última: yo de [mi mamá]
(…) no supe nunca nada; ni un consejo ni un, ¡nada, absolutamente nada! (…). Ella se
ponía a jugar con sus amigas y yo con las amiguitas de nuestra edá (…), pero hasta ai
-así, que platicáramos o que nos pusiéramos a jugar... no. Mejor ahora, a veces la ando
tapando y me agarra la mano, pero antes no, ni siquiera; como muy alejada, yo me crié
muy alejada de ellos [mi madre y padre] –como me iba a trabajar, ¡pues cuál!

Para que esto último quede más claro, adentrémonos a sus procesos de
inserción en el empleo doméstico de planta y conozcamos más de cerca sus
costos y beneficios.

4.4.2 Las primeras experiencias en el empleo doméstico: asociaciones


entre la modalidad de planta y la soltería

Esther: como dicen, nos gustó el dinero y...


Alondra, hermana de Esther: pues sí, pero... ¡qué falta hace estudiar!, la verdad sí
hace mucha falta prepararse.

Como se muestra en las gráficas correspondientes a la primera etapa de los


Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad y el tránsito a la segunda, todas mis
interlocutoras tuvieron experiencia laboral en la modalidad de planta y ello
marcó el inicio del proceso migratorio. Dos de ellas (Cristina y Margarita) se
iniciaron en su lugar de origen o en algún poblado cercano, pues el primer lugar

395
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

de destino refiere procesos de migración al interior del municipio de origen.


Por otro lado, Rosa María y Marilú, se desplazaron directamente a la Ciudad de
México. Mientras que Esther primero migró algunas semanas a la ciudad de
Puebla, como punto intermedio, para llegar a la Ciudad de México.

La edad al momento de la inserción en el empleo doméstico de planta es


variable: Margarita tenía alrededor de siete años y fue la más joven, seguida de
Cristina y Esther que tenían alrededor de ocho años, Marilú que tenía 13 y Rosa
María, la de mayor edad al inicio del proceso, de 18. A pesar de la excepción
representada por Rosa María en términos de los rangos de edad, destaca el
hecho de que para ellas, sus familias de origen y las familias empleadoras, el
trabajo infantil estaba justificado y era legitimado -probablemente por las
carencias económicas que vivían las informantes en sus lugares y familias de
origen. De este modo, bajo las representaciones sobre el estrato
socioeconómico y las relaciones de género, interpreto que se comienzan a
perfilar las representaciones conscientes y no conscientes del
cuerpo-herramienta que caracteriza la vida laboral de prácticamente todas mis
interlocutoras. Veamos caso por caso y tracemos algunas generalidades.

Cristina migró por primera ocasión al Rancho el Delgadillo, en


Guanajuato, para tener su primera experiencia como empleada doméstica de
planta haciendo actividades de niñera con una señora que era comadre de su
mamá y papá -unas buenas personas. Permaneció ahí durante año y medio
aproximadamente y lo dejó porque ya cuando creció [el niño], ‘ora sí que ya no me
contrataron, ya no quisieron que juera. (…). Pos sí [me hubiera gustado seguir ahí]
porque estaba yo a gusto, me trataban como de la familia –bueno, que yo donde quera
estoy a gusto [ríe]. Entre las representaciones de Cristina destaca que al salir a

396
AVRIL ARNOJA LUNA

trabajar en un espacio doméstico ajeno, ella considera que hubo un tránsito en


el tipo de ayuda que le prestaba a su mamá para con sus hermanos, aspecto que
será recurrente entre mis interlocutoras y que muestra las complejas
asociaciones entre lo material, lo simbólico y las transiciones de vida.

Es decir, antes de insertarse en el empleo doméstico, estas cinco mujeres


estaban encargadas de una parte de la producción para la vida cotidiana de sus
familias, y la aportación estaba supeditada a su fuerza de trabajo. Pero, al
trabajar lo ajeno recibiendo una remuneración de la que tres interlocutoras no
disponía en absoluto -y que podríamos suponer marcaría una distinción
positiva en la escala social- su lugar se complejiza porque, en tanto
trabajadoras, aportan económicamente a sus familias, mas su aportación es
simbólicamente menospreciada dado que, en tanto mujeres, desempeñarán
una serie de actividades que idealmente deberían realizar en el marco de sus
propias familias. Esto será recurrente a lo largo de sus vidas aunque será menos
conflictivo en los casos en que durante la trayectoria laboral hubo menos
transiciones entre el empleo doméstico y otras actividades remuneradas. En
cualquier caso, deberemos tener en cuenta que en la primera etapa de vida el
empleo doméstico representó beneficios materiales pero no muchos
simbólicos, condicionando así la entrada a la adultez bajo la tensión entre tipos
de lugares de género articuladamente subalternizados.

Así, sólo Cristina y Rosa María se quedaban con parte de su ingreso -que
en el primer caso eran 15 centavos mensuales- y con ello compraban zapatos y
ropa. La primera recordará que ocasionalmente podía visitar a sus papás en su
día libre.

397
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

(…) Yo me fui bien chica a trabajar (…) a cuidarle su niño (…); lo


alzaba pero ¡ay!, estaba bien gordo. Ellos eran muy alegres, se iban a
los bailes y me dejaban con el niño en la casa, y ya yo me acostaba y
me dormía [con] el niño (…) -pero les digo que estaba todavía yo pa
que me cuidaran. [Ahí] estuve como año y medio y luego (…) me fui
a otro lado. (…) Pero ya cuando me fui a trabajar ya no le ayudaba [a
mi mamá] a cuidar a mis hermanos, ya le ayudaba para que les diera
de comer (…); me acuerdo que mi papá iba a cobrar, un mes él un
mes yo. [Me pagaban] tres pesos de entonces, yo creo serían como
tres centavos… sí, como tres centavos (…). No, al mes eran 15
centavos. (…) Pues pa los gastos de la casa [cuando lo usaba mi
papá], pero yo me compraba mis zapatos y mi ropa. Pero eran
buenas personas [los empleadores] porque ellos mismos me
llevaban a comprar. (…) Luego me decían un domingo que me fuera
con mis papases, y ya me iba y regresaba el lunes temprano… me iba
en burro [porque] (…) mis papás vivían cerca, como de aquí a
Tláhua[c] (…). Yo ahí me quedaba, ahí vivía con los señores. (…) Sí,
pues yo lo tomaba como un juego, era como estar cuidando a uno de
mis hermanos [y por eso me gustaba estar ahí] (…) [con la diferencia
de que] me pagaban.

Cuando los compadres de sus papás ya no requirieron de su trabajo migró


a otro rancho -denominado Rancho Nuevo, o California- para su segunda
experiencia de planta. Ahí lavaba los trastes y cooperaba en la atención de la
tienda de abarrotes propiedad de la familia empleadora, con la que llegó porque
entre rancherías se conocía la gente -y ellos en particular porque eran riquillos. De
este espacio laboral destacará la relación de complicidad con la hija de la
familia, con quien compartía -a pesar del sobrepeso de ésta- el secreto de comer
a hurtadillas ante la prohibición de la figura de autoridad: la
madre-empleadora.

398
AVRIL ARNOJA LUNA

Como veremos en otros momentos, el trato que han recibido en sus


empleos es fundamental para que se sientan a gusto o a disgusto. En este
sentido y teniendo en cuenta la complejidad de las relaciones transaccionales
de poder, Cristina señaló que en estos dos primeros espacios laborales ella
comía en la cocina, apartada, y cada quien tenía su cama, una distinción que luego la
hacía sentir bien porque con ellos me chiviaba, y sola no, sola comía a mis anchas - no
me sentía mal. Este es un aspecto fundamental a destacar pues en los próximos
capítulos iremos viendo cómo se asocian la exclusión y la inclusión en las
relaciones laborales y qué representaciones tienen mis interlocutoras al
respecto.

Su tercera experiencia laboral, también de planta, fue en Dolores Hidalgo,


Guanajuato, cuando tenía alrededor de 13 años de edad. En este espacio, del que
también tiene gratos recuerdos, igualmente le pagaban 15 centavos al mes y su
principal actividad era acompañar a la señora de la casa -una mujer que no podía
tener hijos. De esta experiencia destacan varios aspectos: 1) el acoso que vivió en
una ocasión por parte del hijo del esposo de su empleadora; 2) los paseos y las
idas al cine con la pareja empleadora; 3) el desarrollo de actividades laborales
como: peinarla, barrer, lavar trastes y trapear, porque de la ropa se encargaba
otra empleada que iba de entrada por salida; 4) la red de empleadas que
comenzaba a tejerse con una prima de Cristina y, 5) los procesos de s/e/a y su
impacto en el retiro temporal del empleo doméstico, el retorno con la familia de
origen y poco después el inicio de la primera unión que traerá aparejada la
intermitencia en el trabajo doméstico en una nueva modalidad: la de entrada
por salida.

399
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Cristina: [Este trabajo lo conseguí] por medio de una prima; ella


estuvo trabajando con una hermana de ella [la empleadora] y le
encargó que si conocía a alguien de sus amistades pues que la
llevara para tener quién la acompañara ahí en su casa. Y ya, ella me
dijo a mí (…) y pues sí, que me voy yo. Le lavaba el piso –trapeaba- y
donde era tabique le cepillaba con una escobetilla –hincada-; le
lavaba sus trastes –tenía munchos trastes, puros trastes de barro-
(…), pero yo lo hacía de tan buena voluntad que ni me pesaba (…).
Ellos eran muy buenas gentes. (…). No me distinguían, hasta eso
[dice porque dormía con la sobrina de la pareja] (…) ahí comíamos
todos en el comedor. (…) Pero después se enfermó mi mamá y ya me
vine yo pal rancho. (…) Yo digo que le hicieron un mal porque había
veces que estaba acostada y se paraba a la carrera y decía “¡ay!, ahí
vienen, me quieren pegar”, y eran unas primas las que decía que ahí
venían, y así estuvo muncho tiempo hasta que la llevaron a curar, y
por eso dejé de trabajar allá. (…) Quién sabe qué le pasó [a su mamá]
que se ponía y hablaba sola y se quería echar a correr (…). Y lo dejé
por eso, ‘ora sí que se puso malita (…). Y ya después tardé una
temporada en la casa y enseguidas que me caso… re tonta [ríe].

Marilú migró a la Ciudad de México para trabajar como empleada


doméstica de planta con una señora que la llevó, pero no se halló y se regresó a
Santa Úrsula Chiconquíac como a los ocho días. Esto sucedió cuando tenía 11 años
y le implicó regaños de su mamá porque la hacía gastar en los pasajes.
Posteriormente, a los 13 años de edad, una señora llegó a su pueblo buscando a
una muchacha que supliera a la prima de Marilú en un espacio laboral también
en la Ciudad de México. En este caso su papá y su mamá intentan persuadirla
porque aseguran que tampoco se va a hallar, pero para entonces se había
sucedido el malentendido con quien posteriormente se convirtiera en su esposo,
y el rechazo que percibía de su papá la llevó a decidirse por la migración. Entre

400
AVRIL ARNOJA LUNA

otras cosas, el siguiente fragmento muestra la experiencia de libertad,


conocimiento y aprendizaje de la ciudad -en este caso descrita como destrampe y
descompostura- a raíz de un espacio laboral, con la señora Martha, que se tornará
a la larga uno de los más significativos para Marilú no sólo porque la conocen
de años, sino porque tuvo oportunidad de asistir a la escuela nocturna con la
venia de su empleadora. Por ahora veamos cómo recuerda la inserción laboral
en este espacio ubicado en Villacoapa, al sur de la Ciudad de México, y las
oportunidades de socialización que se le presentaron.

Marilú: Ya cuando me pegó mi mamá, me pegó mi papá [por el


malentendido con Pablo], como que ya no eran los mismos
co[n]migo... sentí como un... pues como un rechazo... yo siempre fui
su adoración de mi papá pero en ese tiempo lo noté muy cambiado.
A parte de que lo demandaron a mi esposo -creo que entre papases
se demandaron, porque a mí ni me dijeron nada. No sé ellos qué
fueron a decir (...). Ya después la señora Martha fue a ver a una de
mis primas que trabajó con ella y le dijo "vengo por una muchacha"
y le dice mi tía “pues no, no tengo aquí”; y le dice mi prima "voy a ver
con mi prima a ver si ella quiere" y yo dije "sí, sí me voy", "pero dile a
tu mamá si te deja", "no, sí [me deja]". Y ya fui y le dije a mi mamá
"me voy pa México", "¿cómo que te vas a ir?", "sí, me voy a ir, voy a
trabajar", dice "¡no, tú no te vas!". Me acuerdo que era un domingo
porque ahí estaba mi papá, y le digo "papá, ¿me deja ir con ella?", "no
-dice-, (...), porque tu mamá está solita y no hay quién le ayude", "no,
yo me voy", y agarré que me venía y me venía. Me dice mi papá "no
te vas a hallar", "no importa, pero yo me voy"; y mi mamá "no sabes
hacer nada" y dice la señora "yo allá le enseño, yo le voy a explicar
cómo se hacen las cosas. Poco a poquito va a aprender", "no -dice-,
otras veces ya se ha ido y no se halla, nomás me hace gastar dinero”
(…). Pero yo decía "no; le tengo que echar ganas, me tengo que hallar
(...)". Y pues sí, me vine; lloraba yo mucho porque como toda

401
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

chamaca decía yo que extrañaba mucho a mis hermanos, extrañaba


yo a mi mamá -aunque me pegara-, a mi papá, pero decía yo "tengo
que echarle ganas, tengo que aguantarme". Y sí, me aguanté como
dos meses. No salía [sola]; salía con la señora a donde se fuera -me
llevaba con los niños (...), al cine, "apúrate vamos a ir a Xochimilco, a
las lanchas". Pues ya andaba yo ahí, feliz, pero yo quería ver mis
paisanos, mis paisanas, (...), pero pus no sabía andar.... Ya después
la señora le dijo a una muchacha que trabajaba por ahí "oyes, ¿tú
dónde te vas a pasear los domingos?", "no, pues aquí cercas, yo casi
no salgo, (...), yo me pongo a tejer en mi cuarto" -era muy... cómo te
dijera... como algo especial, o sea siempre andaba muy arregladita,
parecía Barbie (...)-; dice "¿por qué señora?", "ah, porque te iba yo a
decir que si sales los domingos ¿por qué no te llevas a la María -a mí
siempre me dijo La María- a pasear? -dice. Háganse amigas, llévala
allá, platiquen"; la señora me compró un radio y me decía que me
bajara a ver la tele con ella -a ver las novelas. Y dice esta muchacha
"sí señora", y ya iba la Berna por mí y "¿a dónde se van a ir?", "pues la
voy a llevar a Xochimilco", "ay sí -dice-, ai distráila, que conozca;
enséñale los camiones -porque no sabía leer-, y es que ella no sabe
leer, enséñale", y ésta muchacha estudiaba la nocturna ahí en
Xochimilco. Y entons le dice "la voy a inscribir en la escuela y ai que
se vaya contigo", dice "sí señora". Y así, me metió la señora a la
escuela -ya tenía como un año con ella. Y que le digo a la muchacha
"oyes, ¿y para ir a la Tapo tú conoces, por ai por la Mercé[d]?", dice
"sí, ¿quieres que te lleve? (...). Bueno, pal próximo domingo te llevo",
y ya me llevó y ¡no, pues ya!, 'ai taban todas mis paisanas... me
descarrilé mucho [ríe] porque ya me decían mis paisanas, y también
mis paisanos, los muchachos, "te invito a pasear", "te invito al cine",
"vamos al Califa",108 y pues no, ya poco a poquito dejé a mi amiga
[Berna] (...) porque le decía y decía "no, yo no voy, yo voy a
Xochimilco. Ve tú". Y la señora me decía "'ora no vas a ir con Berna",
"no, me llevó a ver a mis paisanos y me invitaron al cine", "bueno,

108 Un salón de baile ubicado en Avenida Tlalpan, al sur de la Ciudad, y que sigue funcionando como tal.

402
AVRIL ARNOJA LUNA

pero no te me vayas a perder" -y me apuntaba el teléfono y me


colgaba aquí un letrerito [ríe] [del cuello] y me ponía la dirección y
dice "aquí bien guardadito, a nadie se lo des a menos que te pierdas;
entonces que me llamen (...). Y no vaya a andar con un chico y que la
vaya a andar manoseando, ¿eh? Naaada de que la toquen, nomás de
lejitos, nada de que cariñito y besito -dice- [ríe], porque eso hace
mucho daño"... ella me cuidaba; le agradezco porque de lo que no
me cuidó mi mamá me cuidó la señora. (...). Al principio la señora
me iba a dejar a la escuela en Xochimilco, ya después me decía "te
apuras y te vas con la Berna", ella pasaba -creo que entrábamos a las
siete [de la noche]- a las seis a tocarme, y ya me bañaba y llevaba mi
cuaderno -la señora me daba unos lapizotes-, y ¡no!, pues ya
también en la escuela me descompuse porque pus nunca jugué y
nos tocó un maestro viejito -primero una maestra y más o menos
nos traiba bien cortitos- y decía "a ver, van a hacer esto. Se apuran y
pórtense bien, ahorita vengo; nomás voy a la dirección, no me
tardo", y ya se iba y los muchachos brincaban en las bancas y unos
que "tú eres mi novia" y que el otro -este- "dame una foto", y bueno,
era un relajo ahí (...), me destrampé. Luego me dice un muchacho
que también fue mi novio de la escuela -tenía novio de acá y tenía
novio de allá- como no queriendo se dio y "ay, fíjate que me gustas
mucho, me gustaría que fueras mi novia", y yo "no, cómo crees", y
había una muchacha que estaba malita de sus pies, caminaba con
muletas, tenía como sus treinta y tantos años y iba a la escuela y me
decía "no, hazle caso a este muchacho, es buena persona, ha ido a
mi casa, te va a ir bien con él; -dice- bueno, no es pa que te cases
pero hazle caso". Y sí le hice caso, pero lo corté porque luego no
íbamos a la escuela y me llevaba a las lanchas de Xochimilco y había
unos cuartos donde tocaban música; o luego nos íbamos al parque y
me subía a los columpios y me mecía -y como yo nunca jugué, pus
era mi mero mole- y platicábamos, que el beso, y todo-; ¡no, me
descompuse mucho! (…) [A la escuela nocturna] fui como un año.

403
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Rosa María tuvo su primera experiencia de planta con una familia


-compuesta por la abuela, la madre y el nieto- que empleara con anterioridad a
su hermana Sandra. A este espacio, y para efectos de reconocimiento en el
curso de vida de mi interlocutora, le denomino como aquél de la señora de los
Pájaros, un espacio en el que sus actividades de lunes a sábado consistían en
lavar la ropa, hacer de comer y la limpieza general; sin embargo, también destacó
con horror e incomodidad que el jovencito se hacía en la cama de la pipí y ella tenía
que lavar [las sábanas] diario, diario, diario, diario. Los domingos, que
supuestamente eran sus días libres y podía salir de la casa, tenía antes que sacar a
los pájaros para que tomaran el sol. No recuerda a ciencia cierta cuánto le
pagaban en ese espacio, pero calcula que debieron ser 400 pesos mensuales y que
una buena parte se la mandaba a su mamá y su papá, conservando lo poquito que
quedaba para los mismos fines que Cristina esgrimió. Ella, como Margarita en
alguna experiencia laboral infantil, recuerda que había una especie de ayuda
extra -o domingo- con la señora de los Pájaros -representando en mi opinión
una materialización de las relaciones simbólicas y del lugar adoptivo que fue
relativamente común cuando las empleadas domésticas eran jovencitas.

Rosa María: (…) Me decía "puedes regresar los domingos o el lunes


bien temprano". (...) Pero yo siempre regresaba los domingos. Salía
yo a las diez de la mañana, me paraba yo un poquito tarde -que ese
era el único día que se podía (…)- y me bañaba, desayunaba y ya
sacaba los pájaros y medio así, la cocina es lo único que a veces me
da por trapiarlo y ya. Eso, no más, no me exigían, ni hacer de comer,
nada, nada. (…) El día domingo me daban -ay-, cinco pesos, pero
quién sabe cuánto cobraban de pasaje, me decían "ten, cinco pesos.
Para tus pasajes". Ajá (…) ¡No!, claro que no [me alcanzaba], pero
[era] una ayuda.

404
AVRIL ARNOJA LUNA

Con la señora de los Pájaros su jornada empezaba alrededor de las seis de


la mañana o siete y tenía oportunidad de comer por su cuenta a la hora que
quisiera. Valora de este espacio laboral: el lugar de confianza que le reconocían
sus empleadoras por la referencia que llevaba de su hermana mayor -y que para
ella tiene un significado importantísimo según la ética laboral que les inculcó
su padre-; y el hecho de que jamás escatimaron en la comida, comían bien y era de
su gusto. Sin embargo, permaneció bien poquito tiempo -alrededor de seis
meses- porque la señora mayor era -ash-, molona con aquello de los pájaros:

Y ese día (…) ella salió, pero no me dijo "voy a salir y a la mejor no
regreso, tú lo metes los pájaros", o "no los saques”. T's yo los saqué
(…) y se mojaron. ¡Uy! Cuando llegué... Me regañó bien feo (…) yo
decidí... dije yo "¿por qué voy a estar aguantando? No, si en mi casa
tanto trabajé y todo eso, salí para mejorar, y aquí pa' que me estén
maltratando mejor me regreso adonde yo estaba con mis papás. (...)
Ya el lunes le hablé a mi hermana: "oye ¿qué crees? (…) yo no lo voy a
aguantar -le digo- nomás te aviso, a la mejor este fin de semana yo
me salgo y voy a buscar un trabajo". Fue cuando me salí y ya. Me salí
pero (…) yo me iba a ir en casa de ‘onde trabajaba mi hermana, que
ahí sí también eran buenas personas, unos doctores muy buenas
personas. Ya dije "pues yo me voy a ir mientras ella a ver si me
puede acomodar en otro lado". (…) El otro error, que a mí no me
gustaba: eso de que estaba el cuarto de servicio hasta arriba, el
bañito estaba bien, pero -ah-, tenían un perro, y s... y
compartíamos... vamos a decir, el cuarto: tú estás con el baño y el
perro. ¡Ay no!, yo le decía a mi hermana "yo sí no, tal vez en mi casa
no lo tengo ni puedo lucir, pero compartir algo con un animal yo
no". (...) Me decía [mi hermana] "ay, pero..." -y decía [yo] "¿cómo
aguantastes tú?" Dice que ella ahí creo duró un año, (...), dice "pero
cuando yo estaba no había perro". Le digo "¿pus cómo ves?, que
ahora el perro está cercas de mi baño, y voy y está el perro ahí, ay, yo

405
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

no -le digo-, ay, no sé cómo seré -le digo-, pero...". Y yo ahí que hasta
la fecha a mí casi no me gusta tener mucho animal. (...) Y como
decía, "a mí nada me cuesta limpiarlo, asearlo al animal [cosa que sí
hacía como parte de su trabajo], pero no compartir con mi
habitación un animal, a mí no. (...)¿Cómo voy a compartir mi
habitación? Nunca... ni en mi casa". (...) Eso mi papá era enemigo
para eso. No, porque ¿cómo?, el animal afuera. Voy... el niño que se
hacía todavía, lavar todo eso, diario, pues para... es incómodo, ¿no?
Uno lavará lo de uno, personal, pero pues lo ajeno como que... su
ropa, todo, pero algo... eso, a que estés así limpiando diario la pipí,
lavando la pipí. Fuera de un niño chiquito te paso, pero ya de 16
años... no, doce años creo tenía, doce, sí cierto, doce, no 16, pero aún
así, doce años. (...). Bueno, pobrecito, estaría enfermo, ¿no? Pero de
todos modos. Y eso, eso como que sí me incomodaba.

En este sentido, Rosa María destaca lo que en su opinión fueron errores


cometidos por sus empleadoras y que yo interpreto como la forma para
denominar lo que no le gustaba porque le incomodaba y le parecía inapropiado del
lugar que tenía asignado como trabajadora en ese espacio. Así, compartir el
lugar con un animal doméstico la llevó a representar las condiciones como
peores que en su casa -siendo que ella no salió de Guatemala para llegar a
Guatepior- y a decidir dejar ese trabajo confiando en que su hermana le ayudaría
a conseguir otro espacio en el empleo doméstico.

Su segunda y última experiencia en la modalidad de planta, a lo largo de


su vida, fue con la numerosa familia Campos. Esto sucedió de principio ahí, por
Villa de Cortés -y después se cambiaron a Coyoacán (...) [donde] todavía (…) trabajé con
ellos. Esta fue su experiencia más larga y significativa porque consiguió el
empleo en algo que describe como destinado por Dios. Además se sintió bien
recibida ya que desde un principio le tuvieron confianza. Rosa María se sentía

406
AVRIL ARNOJA LUNA

querida, protegida, y recuerda que su trabajo era apreciado y respetado por sus
empleadores -brindando la posibilidad de darle significados positivos a un
lugar no siempre valorado socialmente, como veremos más claramente en las
siguientes etapas del curso de vida.

Rosa María: Un domingo salimos [de paseo con mi hermana] (…) y


pasa una señora ya grande y me dice “oye jovencita, ¿no quieres
trabajar conmigo? (…) soy yo solita (…); vas hacer el quehacer de la
casa (…). Salgo y vas a salir conmigo y vas a estar bien”, “¿cuánto me
va pagar?”, dice “te voy a pagar 500 pesos” –en ese tiempo estaba
bien-, y le digo “bueno”, (…) y me dio la dirección. Y a la hora de
tocar la puerta toqué puerta equivocada –cuando Dios nos lleva en
algo, algo nos tiene preparado para uno-, (…) y sale la señora
[Campos, a la que no conocía] le digo “ay, disculpe, aquí vive una
señora que se llama tal”, “ah [no]” (…). “Ay, discúlpeme es que me
dieron este número” y dice “¿qué, quieres trabajar?”, le digo “sí”, “ay,
vente conmigo”, pero rápido me pasó –no como ahora que piden
referencias [y] si no, no le dan a uno trabajo-; “pásate”, pero así casi
nos empujó –iba mi prima, mi hermana y yo. Ya nos pasamos y dice
“mejor quédate conmigo”, le digo “¿pero y la señora?”. “Huy”, y ya
empezó a decir “esa señora es bien mala, ni le duran [las
empleadas]. Nosotros rentamos aquí con ella, ella vive allá arriba,
pero a la señora le das otro nombre y ni te va reconocer (…)” (…). No,
los señores muy lindos, y me dieron la confianza el primer
momento que llegué: llegué domingo, el lunes se fueron a San Luis
Potosí –de ahí era el señor y la señora de Durango. “Nos vamos a ir a
San Luis Potosí, te vas a quedar acá, pero mira acá es así y asado, los
rateros, pero tú no vas a salir, aquí ya te dejamos todo lo que vas a
comer y no vas a salir, te va venir a ver mi hermana, si es ella que se
pase, te va a dar los apellidos y si no viene ella a nadie vas a [dejar]
entrar; a menos que tu hermana te venga a ver, pásala, pero más
no”; pero me dieron la confianza (…). ¿Quién sabe qué cara me

407
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

vieron? (…) [Los Campos] me daban que los veinte pesos, 25, los
domingos [extra a los 500 que le pagaban mensualmente]. (…) Ahí sí
duré cuatro años (…), yo estaba... me sentía yo como Juan en su casa
[ríe]. (…) No me exigieron guisar, no guisaba yo. Fue lo peor, porque
nunca se... no aprende uno. Ahí ya no, porque ella decía "yo, pues yo
hago de comer". Ella, ella hacía de comer y ella planchaba, la señora,
pero eran siete [personas], cinco niños y los dos [adultos]... (...). Sí
[era más trabajo], pues hay que hacer camas, lavarles todo. Pero ahí
no me pesaba, fíjate. (…) Cuando yo llegué una [de las niñas] tenía
cinco años, la otra creo que ocho, así se iban, diez, doce, el más
grande creo tenía doce años. Doce o trece, algo así (...); uno de ellos
es el futbolista (…) [famoso]. (...). Estaban chicos, pero él se portaba
–ush- (…) era muy desordenado, y los otros bien lindos. La otra era
más grosera, la niña más chiquita, pero ya a ella le daba el avión. (…)
Pero [los otros tres] (...) muy lindos. (…) ¡Sí [cuando hay niños es
diferente]! Ay, porque no está la casa limpia, en orden, llegaban de
la escuela: aventaban acá, aventaban allá, o se empezaban a pelear,
me aventaban... Ay sí, eso, pero como ellos se portaban muy bien
conmigo, yo todo lo soportaba a los escuincles. Se portaban muy
bien. Pero ya en la tarde (…) estaba la señora, pues ellos los
aplacaban, yo me encerraba en mi cuarto y ya, cuando ya
terminaban (…) ya no me decían "ay, haz aquí", o "recoge aquí", no.
Pero ella les decía "terminan sus tarea y recogen, porque Rosa María
ya hizo, ella hizo su quehacer, tiran: limpian", eso sí, gracias a dios
no, no, no, yo de ellos sí no, nada tengo que decir, para mí los años
se me fueron así [chasquea los dedos], porque yo me sentía como en
mi casa, me sentía yo querida por ellos, protegida, para nada me
sentía yo... -decía yo, ¡ay!, donde viví unos meses haz de cuenta que
estuve (…) años… (…). Ya cuando salí [de con los Campos] ganaba yo
mil pesos. (...). Pero todo libre. Mis domingos me daban. Jabón, todo
para bañarme, jabón para ropa, todo era libre.

408
AVRIL ARNOJA LUNA

Además de lavar la ropa, los trastes y encargarse de la limpieza general


con los Campos, Rosa María hacía los mandados -una serie de tareas extras que
incluían ir diariamente:

(…) por las tortillas y la comida al mercado e incluso a recoger a


veces los niños de la escuela. (...) Ya cuando después se cambiaron a
un colegio, les fue mejor a los señores, (…) ya los llevaban, los traían,
yo ya no [hice eso] (…); pero no se me hacía a mí pesado (…) gracias a
Dios (…). Pus estaba yo joven, acostumbrada a los trabajos rudos,
para mí no era... y me querían mucho, por trabajadora, por
honrada. (…) Ay, yo también, ay, no, yo sí [los quería de vuelta]. (…)
Duré con ellos hasta el tiempo que me casé, me casé y me fui de ahí
[a vivir a Tapachula, Chiapas]. Pero ¡huy!, ya después me
mandaban, me escribían que si me iba mal [en mi matrimonio] que
yo regresara con ellos, que hasta con un hijo me recibían. Y cuando
vine acá sí los fui a visitar y todo, porque fueron muuuy lindos
conmigo.

Esther tuvo dos trabajos y comenzó el tercero antes de unirse por primera
ocasión. Primero llegó a la ciudad de Puebla, donde permaneció poco tiempo
aprendiendo -viendo- algunos aspectos urbanos del empleo doméstico con la
mamá de quien realmente sería su empleadora en el D.F. La mujer que fuera su
primera empleadora la requería para hacer limpieza en su casa y trabajar en
una fonda de la que era propietaria, de modo que Esther se insertó en la
modalidad de planta: fue mi primer trabajo en casa porque casi era donde más yo
estaba, en la fonda iba yo muy poco.

Cuando estuve en Puebla pues ahí no gané nada, ahí nomás fue que
supuestamente pues me enseñaban cómo se tendía una cama, cómo
se barría, cómo se trapeaba, cómo se tenía que hacer las cosas. (…)
[Ya en el D.F.] también le ayudaba a la señora en su casa porque en

409
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

la fonda nomás iba yo en las mañanas a picar todo lo que es verdura


y me enseñaron a hacer los sopes, las quesadillas y las gorditas y
todo eso, entonces a medio día ya me iba pa su casa de la señora a
cocer frijoles, ¡pero ollotas de frijoles que se cocían!, entonces lo que
hacía [ríe] era que me subía en un banco, la llenaba de agua y ya la
señora me dejaba el tanto de frijoles que cabían en esa olla. (…)
Entonces a medio día a limpiar los frijoles, a ponerlos y ayudarle a
tender su cama, a barrer, a trapear, lavar los trastes.

Ella permaneció en este trabajo aproximadamente tres años e


inicialmente fue una experiencia que a pesar de brindarle la posibilidad de tener
dinero -tres, o tres mil pesos, al mes que no eran para ella-, emocionalmente le
causó sufrimiento por el distanciamiento con su madre. Destaca que este
empleo lo dejó después de que su hermano mayor, Tito, se enteró que yo ya estaba
trabajando aquí [en la Ciudad de México], pues es él quien le sugiere que vaya a
vivir con el tío materno con el que él mismo llegó cuando migró -tiempo antes
que Esther.

Pues, yo lo único que pensé [cuando la señora fue por mí al pueblo


para llevarme a trabajar] fue lo que mi abuelita me decía (…): “si tú
te vas, vas a tener dinero, vas a trabajar, le vas a poder ayudar a tu
mamá”, entonces pues venía contenta porque [ríe] pues iba a ganar
dinero. Y ya, cuando llegué (…) me sentía triste porque dije “se
quedaron mis hermanos, mis hermanitas, mi mamá; y sí lloraba,
lloraba mucho porque pos allá en el pueblo (…) mi papá tomaba,
llegaba y le pegaba [a mi mamá], y cuando yo estaba pues la
defendía; y entonces todo eso yo sufría mucho porque decía “¿quién
va a defender a mi mamá?”, pero, pues así, o sea, por las noches en
un rinconcito llorando porque pues ni cómo hablar con mi mamá,
ni cómo verla - [sólo] ¡en cartitas! (…). Luego le decía a la señora que
me hiciera una carta pa mandarle a mi mamá para saber cómo
estaba. Entonces ese señor de ahí del pueblo venía cada mes con esa

410
AVRIL ARNOJA LUNA

señora, te digo que nunca he salido de la duda qué parentesco


tenían ellos, pero ese señor venía cada mes y entonces ya me hacían
una carta, se la mandaban a mi mamá y mi sueldo (…). Yo me
acuerdo que (…) así como ganaba, el sobre lo mandaba (…), nunca
me quedé con nada.

Con el tiempo Esther fue encontrando otras posibilidades para ella, más
allá del ingreso económico, porque la señora las llevaba a pasear el día de
descanso -a ella y a las que en varias entrevistas denomina amigas y recuerda
con algo de nostalgia:

(…) en la cocina [fonda] donde llegué la primera vez, la señora nos


llevaba al cine, todos los domingos cerrábamos a las cuatro y nos
íbamos -éramos… (…) cinco [muchachas], y ellas pues taban
grandes, yo era la más chica-, pero ella nos llevaba. (…) Sí [vivíamos]
ahí con la señora, las cinco [trabajadoras] dormíamos juntas así en
el piso [ríe]. Pero, este, pues sí, toda la semana trabajábamos, los
domingos cerrábamos más temprano y ya nos llevaba al cine, (…) a
comer, o unos antojitos, y ya nos íbamos a dormir y al otro día otra
vez, a las cinco otra vez levántate… pero esas amigas ya no las puedo
localizar porque unas eran de Veracruz, las otras son del pueblo,
pero creo que una sigue en el pueblo y la otra pues ya se casó, ya
tiene sus hijos, entonces ya es muy difícil.

El segundo empleo de Esther fue por las Águilas, una colonia ubicada en el
sureste de la Ciudad de México, y estuvo ahí como un año nada más. Este empleo
en el que estaba de entrada por salida, porque vivía con un tío materno, lo dejó
porque encontró otro de planta, allá por el Metro Juanacatlán -donde salía un
domingo sí, un domingo no [de descanso]. (…) Ese [tercer trabajo] estaba, era
buenísimo, pero yo me salí, pues estaba chamaca y (…) no duré mucho, como un año (…).
Sí, sí tengo experiencia [en la modalidad de planta]; es bonito, bueno a mí, en aquel

411
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

tiempo sí me gustaba, porque no más era ayudante de la cocinera, entonces pues, así
como ir al súper, bajar por la leche, ir por el periódico, estaba padre ¿no? [ríe] . Así, en el
proceso de Esther sucede que tres años después de haber llegado a la Ciudad de
México desea ver a su mamá y se va al pueblo unos días para encontrar que su
tía paterna le disponía una nueva red para la búsqueda y obtención de empleos
posteriores, primero [con] la señora de una farmacia hacerle su quehacer y así hasta
los 15 años de edad, cuando cometió el error de juntarse.

Antes de entrar al caso de Margarita debo aclarar que para mis


interlocutoras no siempre fue fácil recordar fechas, tiempos, lugares, etc., y que
hay casos -como éste- en que no pude disipar algunas dudas. En cualquier caso
destacaré lo más relevante de la experiencia laboral temprana de Margarita,
quien trabajó inicialmente con sus padrinos entre los seis y nueve años de edad
ayudándoles con las labores domésticas en la modalidad de planta. Desde sus
representaciones, durante estos años sus condiciones de vida mejoraron mucho
en términos de alimentación, vestido y calzado porque sus parientes putativos
eran los adinerados en ese tiempo, ellos eran los ricos.

Margarita: [En el pueblo, de niña] mi madrina nos daba antes que


nada el aguamiel -un jarrito- y de ahí decía "ya vamos a desayunar" y
ya nos tomábamos el café... o era viceversa, primero el café y
después el pulque, a la hora del almuerzo, pero pus mi padrino -en
paz descanse- llevaba los pescados así [grandes]. En mi pueblo
venden unas carpas así, al horno, y llevaba mi padrino así, tres,
cuatro pescados. (…) [Ellos tuvieron otras condiciones de vida]
porque ellos tenían vacas, o sea, eran los adinerados en ese tiempo,
ellos eran los ricos, tonces ellos compraban maíz, frijol, todo lo que
les llegaba lo compraban ellos y después lo iban a vender a Toluca o
a Ixtlahuaca (...). Entonces yo decía "¿para qué me voy [de regreso] a

412
AVRIL ARNOJA LUNA

sufrir a mi casa?". (…) Ahí me quedaba en esa casa, con mis


padrinos, y yo no regresaba en un mes, dos meses -aunque estaba
como de aquí a la esquina, pero realmente yo no conviví con ellos
[mi mamá y papá]. Y luego me decían mis hermanos "vamos a la
casa", pero yo no lo hacía porque yo sabía que en casa de mi
madrina aunque me fregaban -yo a las seis de la mañana ya estaba
en el pozo sacando agua para lavar pañales-, le decía yo a mi mamá
"luego vienes porque mi madrina te va a dar maíz", "sí hija" -le
daban maíz, le daban frijol, para que pudieran comer mis
hermanos-, pero pus yo sabía que yo ya no iba a cobrar. Y... yo en
realidad de comer nunca sufrí porque yo siempre tuve de lo mejor,
comí de lo mejor, en eso no me puedo quejar (...); vestía zapatos
buenos -en ese tiempo eran buenos-, y vestidos, o sea, todo bien,
tenía de lo mejorcito... Sufrí de [falta de] amor de madre, de "oyes,
tú qué haces, ven aquí, que lo otro", pero en el aspecto de comida no
-por eso es que todos mis hermanos me decían "¿tú sufrir?, tú no
sufristes”.

Posteriormente, alrededor de los 10 años de edad llega a la ciudad de


México. En una entrevista dijo que su primer trabajo urbano se ubicaba por
Tacuba, pero posteriormente sostuvo siempre que el primero fue el de Santiago
Xochimilco. Sin intentar ubicar el orden de los eventos, que no es aquí lo
realmente importante, quiero señalar que, en ese empleo conseguido por su tía,
el tipo de alimentación recibida parece abundante, aunque no tan cercano a su
costumbre y, aún así encontraba la posibilidad de comprar, con su domingo, las
tortillas y los chiles que la empleadora no consumía.

Margarita: Cuando yo me vine para acá, al Distrito, me vine con una


señora acá por Clavería, por acá por Tacuba, (...) en la mañana me
daba un plato de frijoles, tres tortillas y un vaso de café y un bolillo
-ese era mi desayuno-; a la hora de la comida me daba un pedazo de
bisté[c], un plato de sopa y los frijoles y cuatro tortillas -o sea, me

413
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

iba subiendo la ración-, y yo decía "ay, qué feo" -¿y un chile?, pues
bueno. Los domingos que yo salía, en ese tiempo, me daban mi
"domingo" (...), sí [además del sueldo] los patrones estaban
acostumbrados a darte tu domingo, me daban 2 pesos -y era un
chingo de lana- y entonces yo luego me iba con mi tía -porque mi tía
me metió a esa casa- (...) y compraba mis tortillas y mis chiles para
tenerlos en mi cuarto y cuando salía la señora iba por mis tortillas,
las calentaba y me las comía con sal... pero sí hay un cambio, porque
aquí en Santiago [Xochimilco] pus eran salsas, de comer hasta
yerbas, quesadillas...

Avril: entonces ese trabajo de por Tacuba fue el primero de cuando


migras

Margarita: sí

Avril: ¿qué edad tenías cuando entras a trabajar ahí?

Margarita: como 10 años....

El trabajo de Xochimilco, con la señora Lupe, es un espacio muy


representativo para Margarita, pero también para su familia de origen porque
su papá era ya conocido en la medida que él mismo había sido llevado -por su
padre- para integrarlo al mercado de trabajo. Con esta familia empleadora
Margarita combinaba el empleo doméstico en la modalidad de planta -que
como Cristina y Rosa María incluyó niños- con otras labores desempeñadas en
los negocios familiares ubicados en el Mercado de Portales. En este espacio
laboral permanece alrededor de cuatro años, hasta que comienza a trabajar en
otro lugar -también en la modalidad de planta, pero solo dedicada a las labores
domésticas- en el que permanece hasta que su primer pareja se la roba.

414
AVRIL ARNOJA LUNA

Margarita: Es la misma señora, Lupe [la de la casa en Xochimilco y


el Mercado Portales]. (...). Ella conoció a mi papá, lo recibieron
cuando él tenía como 11 años -y lo querían como un hermano, no
como un trabajador. Y si llego a su casa (...) todas las atenciones.
(...). Mi abuelo lo trajo para acá con ellos (...). Había veces que
cuando necesitaban a una muchacha te iban a traer al pueblo
-bueno, todavía lo hacen- y así fue conmigo, ellos fueron por mí al
pueblo. (...) Yo cuidé [como parte de su trabajo] a una chica -ahorita
tiene como cuarenta y tantos- cuando ella tenía tres años (...). [Dejé
ese trabajo] porque me robaron (…). Sí [ella era la que me decía que
si me besaba con un hombre me iba a embarazar] 109 (…) [Dormía] en
el mismo cuarto con ellos, yo dormía con la niña en una cama (...),
por eso siempre me acostumbraron a bañarme todas las noches.

Hasta aquí he ido trazando algunas características que quiero resumir en


torno al empleo doméstico infantil, rural y urbano, que tuvo lugar entre los 50s
y mediados de los 80s en algunos municipios del país y en relación con la
ciudad de México: 1) se trató de una actividad remunerada mensualmente que
tuvo lugar en espacios domésticos asociados a lo femenino porque la
producción se concentraba en la reproducción cotidiana de un grupo con
necesidades específicas; 2) las características de estos grupos fueron variables
en número y ocupación, pero destaca que podía involucra el cuidado de niñas y
niños; hacer algunos mandados y actividades -más o menos complejas- en torno
a la limpieza general y la alimentación; 3) la relación laboral reflejaba al menos
tres lugares jerarquizadamente vinculados: los señores, los padres, las
hijas-empleadas; 4) la tendencia predominante fue que este tipo de trabajo
109 “Con la sexualidad elevada a rango de pulsión diabólica, es común que las patronas le aconsejen a sus
trabajadoras que eviten tener noviazgos, especialmente por parte de aquellas señoras maternales,
generalmente mayores de edad y pertenecientes a la clase media. (…) A estas señoras maternales les
preocupa el rumbo que tomarán las vidas de estas jóvenes una vez embarazadas. A otras señoras, lo
que les preocupa, ante todo, es la rotación de personal” (Durin, 2014: 277- 278).

415
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

infantil sucediera por medio del trato directo entre empleadores y familia de
origen -como fue el caso de Esther, Marilú, Cristina y Margarita-, generando en
mayor o menor medida la subalternización de cada una de mis interlocutoras
en tanto trabajadoras remuneradas.

Cuadro 5. Experiencias en el empleo doméstico previas a la primera unión en pareja


Rosa To
Cristina Esther Margarita Marilú Marí tal
a
Edad al inicio de la
trayectoria laboral en el 8 años 8 años 7 años 13 años 18 -
empleo doméstico años
Modalid Planta x X x x x 5
ad del
primer Entrada por
- - - - - 0
empleo salida
domésti
co
Número de espacios 3 3 3 1 2 12
laborales en los que
estuvieron antes de
unirse
Niñera x - x - x 3
Actividades 5
diversas de
x X x x x
limpieza
Actividad Preparación de - X x x x 4
alimentos
es
generale Actividades
s asociadas a
- - - - x 1
desempe animales
ñadas en domésticos
Acompañante x - - - x 2
esas
experien Hacer - X - - x 2
cias mandados
Actividades
laborales
asociadas a los
x X x - - 3
negocios de las

416
AVRIL ARNOJA LUNA

familias
empleadoras

1. Ya no 1. Busca 1. Su papá 1. No
requiriero uno de la pone en estab
Motivos por los cuales
n sus entrada contacto Se aa
dejaron esos primeros
servicios. por con una embara gusto -
espacios laborales
2. Le salida. familia za y .
convenía 2. empleador regresa 2. Se
más otro Encontró a conocida. al casa
empleo. uno de 2. Sin pueblo y
3. Se planta. motivo migr
enfermó su 3. Se aparente. a
mamá embaraza 3. Se junta
Se quedaba x - - - x 2
Destino de con una parte
sus Todo era
para la
ingresos - X x x - 3
familia de
origen
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Es en este sentido que si bien Cristina y Rosa María conservaban algo de


sus ingresos en esos tiempos, lo hacían para cubrir las necesidades básicas de
vestido y calzado que ni su familia de origen ni sus empleadores cubrían.
Teniendo todo esto en cuenta, quiero dimensionar simbólicamente lo que para
Marilú pudo significar casi estar vendida y vistiendo y calzando de lo regalado
independientemente de que le quedara, y observar que puede relacionarse con la
poca valoración generalizada que en tanto hijas trabajadoras encontraban en su
familia. Así, la tendencia muestra también que ellas fueron más que una ayuda
para su familia de origen en la medida que su fuerza de trabajo permitió a sus
hermanos y hermanas tener otras posibilidades educativas y laborales, por
ejemplo.

417
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Marilú: Cuando yo llegué [a la ciudad de México] vine ganando (…)


500 pesos, 600 pesos [de aquél entonces]. (…) Mi dinero todo se lo
mandaba a mi mamá. Sí porque (…) yo me vine con ese fin de que le
ayudara a mi mamá y ayudar a mis hermanos, entonces este, mi
dinero, ya casi estaba yo vendida aquí porque mi papá venía, venía
antes de que yo cumpliera el mes, ellos ya sabían qué fecha cumplía
el mes para que me pagaran, y venía mi papá como 3-4-8 días antes
que le mandara dinero a mi mamá, tonces yo ya pedía mi sueldo
adelantado y a parte de ese sueldo todavía pedía otro mes
adelantado, tonces pues digo que yo ya casi estaba vendida en el
trabajo porque pus nunca vi mi dinero, cada vez que me lo daban se
lo daba a mi papá. (…) Yo siempre me vestí de lo regalado, de lo que
me daba la señora, su ropa me quedaba, sus zapatos me quedaban,
aunque a veces me quedaran grandes o que me quedaran
apretados, pero de eso me vestía porque yo nunca tuve el gusto de
comprarme unos zapatos… una... una falda, un vestido.

Cristina: Sí, ya cuando crecieron [mis hermanos también


trabajaron]. Azucena se dio su carrera hasta la prepa –creo la prepa
o la secundaria, algo así, ya ni me acuerdo-, pero sí, ella solita. Mi
hermano [Pepe, el menor] pus también. Los otros pus unos no
estudiaron, ‘ora sí que nomás aprendieron unos con otros –pero
hasta eso que todos saben leer. Yo fui la única que no aprendí nada
[ríe] (…). Porque después pusieron una escuela –yo ya estaba
casada- en Delgadillo, y ahí sí iban mis hermanos.

Sostengo entonces que las necesidades y requerimientos familiares -tanto


en el lugar de origen como entre los empleadores- fueron los que se impusieron
durante las primeras experiencias en el empleo doméstico de planta en la
medida que eran hijas de familia, mujeres solteras, jóvenes y fuertes que,
recomendadas por sus redes familiares, tenían como principal obligación
ayudar a cubrir, también, las expectativas de la institución familiar en los

418
AVRIL ARNOJA LUNA

espacios domésticos rurales y urbanos vinculados por la economía. Sólo el


tiempo, el inicio de la familia propia e incluso la resistencia a la imposición,
modificaron la relación económica entablada con las familias de origen como
parte de la inserción en el empleo doméstico durante la segunda etapa de los
tránsitos reproductivos -como veremos en el siguiente capítulo.

Marilú: Aquí [en la Ciudad de México] también pagaban bien poco,


orita ya también o sea, nos va un poco mejor, es como todo, ya ha
subido todo también. Orita ya la gran ventaja que ya nos pagan por
día y antes me pagaban por mes (...), y pues era pior todavía porque
en primera uno no se sabía defender, no sabía cómo era la onda de
acá… [entonces] si ya no me gustaba, no me hallaba, ya me quería ir,
los días que yo trabajaba –ocho días o 15 días-, no me los pagaban,
no me daban ni un quinto.

Así empezó la trayectoria laboral remunerada de mis cinco interlocutoras,


abriendo posibilidades, reproduciendo otras y cerrando otras tantas:

Esther: Cuando era yo chamaca cuando tenía como 14 años [me iba
de paseo con las muchachas a las que empezaba a conocer a raíz del
trabajo]. Sí, pus como no conocía yo, el único lugar que era muy
famoso antes (…) le llamaban “La deportiva”, yo creo que ha de ser la
que está por Metro Puebla (…), ahí era donde nos juntábamos todas
las chavas que trabajábamos en un edificio nuevo [en las Águilas].
(…) A ellas les gustaba jugar (…) futbol o béisbol -a mí no. (…) No sé
(…), a mí lo que me llamaba la atención era pus –este- aprender
enfermería [pero nunca se pudo].

4.5 Primera unión en pareja e inicio de la vida sexual


En este apartado abordo la primera unión en pareja como evento transicional a
la edad adulta que adquiere un significado particular considerando que ya se ha

419
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

sucedido la menarca. Digamos que es una vuelta de tuerca a la entrada a la


adultez estrechamente vinculada con el ejercicio de la sexualidad reproductiva
y que culminará con el nacimiento de las y los primeros hijos.

Pero, ¿cuánto tiempo después de la menarca iniciaron su vida sexual


activa estas mujeres y en qué ámbito sucedió? Me refiero a cómo se asocia el
proceso migratorio con el espacio en el que tuvo lugar la primera relación
sexual. Como se muestra en las gráficas anexas a éste capítulo, Cristina y
Marilú tuvieron su primera relación sexual en su lugar de origen, mientras
Rosa María, Esther y Margarita la tuvieron en otros lugares. Por otra parte, las
dos que tuvieron la primera relación sexual después de casarse fueron Cristina
y Rosa María.

La distancia entre la experiencia de la menarca y la primera relación


sexual es variable. Esther representa el caso con menor distancia temporal
entre la menarca y el inicio de la vida sexual activa; es decir, ella tuvo la primer
relación sexual un año después de presentar la menarca. Cristina inició su vida
sexual activa dos años después de la primera menstruación y Margarita cuatro
años después -este último caso es particular pues se representa la primera
relación sexual como violación. Marilú inició su vida sexual activa cuatro o cinco
años después de la menarca y Rosa María nueve años después. En este apartado
no incluyo información relativa a la primera relación sexual de Rosa María
porque hablar con ella al respecto fue prácticamente imposible dado que esos
aspectos los considera muy íntimos. Sin embargo, podemos tomar de referencia
el resto de los casos a sabiendas de que para Rosa María la virginidad era un
valor importante y que ella esperó hasta casarse para iniciar su vida sexual
activa.

420
AVRIL ARNOJA LUNA

Cristina se casó por primera ocasión -por lo civil y lo religioso, en su


pueblo- a los 15 años de edad, en 1956, con Justino, quien fuera originario del
mismo rancho. Marilú se casó con Pablo, por el civil, cuando tenía alrededor de
18 años -en 1979-, también en su pueblo -y ésta será su única unión. Rosa María
se casó por el civil con Óscar -un hombre originario de otro municipio- cuando
ella tenía 24 años, en 1978, y desde entonces permanece con su pareja.
Margarita fue robada y tomada a la fuerza por Caco cuando tenía 15 años, en 1978
-nunca se casaron pero su relación duró alrededor de ocho años. Esther tiene la
primera relación sexual a los 15 años, en 1985, y se juntó con su primera pareja
mientras duró su primer embarazo. Como veremos en los siguientes capítulos,
Cristina, Margarita y Esther fueron las que tuvieron otras uniones e incluso
relaciones extramaritales. Por ahora veamos cómo iniciaron la primera unión,
cómo se asoció con el inicio de la vida sexual activa y cuáles fueron sus
condiciones de vida, materiales y simbólicas, al unirse por primera vez.

Cristina se casó con Justino cuando él tenía 17 años. Antes de la boda civil
y religiosa que la familia de él pagó porque así se acostumbraba, Justino la pidió
en matrimonio acompañado de un sacerdote y ella, como Rosa María,
estableció el plazo para casarse. Ellos fueron novios pero siempre predominó la
distancia porque estaba mal visto que una mujer se agarrara de la mano con un
hombre -quedando desacreditada-, pues según decían existía el peligro de un
embarazo. Esta distancia perduró mientras duró su relación, pues con el tiempo
ella asume que se casaron sin amor:

A los 15 años me pidieron (…). Y pues ya, estuvieron ellos dos [mi
papá y el sacerdote] platicando y ya me mandaron a hablar, que si
yo estaba de acuerdo en casarme con él y les dije que sí. Me

421
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

preguntaron cuánto plazo iba a poner y les dije “tres meses”, y dicen
“no, pronto, qué tal que ya no se casa”, “pues no nos casamos –le
digo-, yo voy a poner tres meses” [ríe]. (…) Pues no todas [las
jovencitas ponían el plazo para casarse], había unas que sus papases
los ponían; y yo no, a mí me preguntó mi papá (…). Nos casamos
bien, por la Iglesia y Civil, fueron (…) dos días de boda, (…) y para
qué [ríe]. (…) [Mi boda] pues, bueno, yo sentí que estuvo más o
menos bien –fue de dos días (…)-, con harto mole, hartos músicos
[ríe], bastante gente –como se juntan de varios ranchos. Ey… lo que
no me gustó fue que ya el domingo ¡llueve y llueve!, porque pus fue
en agosto, y ahí está el gentío adentro y ellas preparando la comida
(…); como allá se acostumbraba hacer tortillas, daban [a hacerlas] en
una parte, en otra; otras [mujeres] se juntaban a hacer comida –el
arroz, el mole y una revoltura de garbanzos…, fideo (…). No, mis
papases no [cooperaron con los gastos]; allá se acostumbra que los
papases del novio le compra todo a la novia y hace todo, todo el
gasto ellos –los de la novia no. (…) Ya nomás (…) ellos le compran a
uno (...) ropa nueva, para entregar a uno con ropa nueva. (…).
[Justino tenía] 17 [años cuando nos casamos] (…) [pero] había una
distancia; simplemente cuando empezamos a andar de novios él
allá y yo acá, porque decían que una vez agarrándose de la mano ya
estaba desacreditada esa persona, entonces cada quien así en
distancia, retirados; y así seguimos, yo no me acuerdo, nunca, haber
recibido un beso de él. Ora... así que sintiera muncho, muncho
amor por él, pues tampoco, no… no. Nomás nos casamos porque
oyíamos decir que se tenía que casar uno; nos casamos, pero sin
amor.

Una vez casados, Cristina y Justino vivieron con la familia de éste,


dándole particularidades a las condiciones de vida que tuvo ésta interlocutora
durante los primeros seis años de matrimonio porque estuvo -como Margarita-
sometida a la autoridad de su esposo y a la de sus suegros durante la primera

422
AVRIL ARNOJA LUNA

etapa de su primera unión -no así Marilú, Rosa María y Esther. De este modo,
sus representaciones indican que las relaciones estaban muy jerarquizadas por
medio del ejercicio de la violencia y la distribución de tareas y privilegios
mientras vivieron con sus suegros:

La primera guantada me la dio mi suegro…. (…) que me suena por la


espalda, ey; jue el primero -mejor me lo dio él que su hijo-, su hijo ya
me dio pero hasta después, hasta después fue que me golpeaba. (…)
Pos... [durante esos seis años mi suegros me trataban] mal, como
siempre, sí; (…) una vez, vendí yo una pollita… y me dieron… ora sí
que dinero, y luego mi suegra va y le dice a mi esposo que yo ya
quería mandarlo, que ya había vendido la polla -porque me la dieron
por una servilleta y como siempre he tejido yo, me la dieron por una
servilleta- y entonces llega mi esposo y me dice “ón ta la polla que
tenías aquí”, que le digo “no pues ya la vendí”, dice “¿a quién?”, “pues
a mi hermana” , dice “no, esa polla yo la quería para comprarme un
pantalón”, “¿cómo? Pues si era mía”, dice “pus ora ve a recogerla,
tienes que traerla”, y le digo “luego te la traigo” -pero llegó con una
vara de pirul, me sonó por todos lados porque yo la había vendido-,
y “no –dice-, vamos por ella”. (…) [Mi suegra] si me veía que yo
andaba haciendo quehacer era ora sí feliz, pero nomás veía que
medio le aflojaba tantito y no, me decía “yo me quería parar
temprano pero con estos huevos no me dejaron” [se ríe] y bueno,
con cosas así. Y no, no, pues no, te digo que cuando acabábamos de
hacer las tortillas mi cuñada y yo (…) las colgaba hasta por arriba,
hasta que comiéramos todos, qué esperanza que me robara una
tortilla.

En este sentido y de acuerdo con los recuerdos de Cristina, al casarse dejó


de trabajar remuneradamente para concentrarse en colaborar con las labores
domésticas requeridas en la casa de sus suegros. Así, destaca que mientras vivió
con ellos su vida cambió mucho porque: cuando llego allí parece que está uno a

423
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

escondidas [ríe]. (…). Cambió, cambió mucho, en la medida que la suegra estaba
muy sometida a la autoridad violenta del papá de Justino y porque para platicar,
comprar y hasta comer había que esconderse.

(…) tenía que plancharles la ropa a los suegros, a los cuñados –a


todos- (…); mis sábanas las lavaba luego sí, luego no, pero me
juntaban la ropa en unos que les dicen tompiates (…) de carrizo.
Para lavar tenía uno que acarriar l’agua del tanque –de donde se
estanca el agua- pa la casa –luego me la acarriaban, luego la tenía
que acarriar yo. Les digo que por eso se le hacen a uno los pies todos
abiertos, todos chapines [ríe], de cargar (…) el agua. (…) [Así, las
mujeres que se encargaban de las labores domésticas andaban] ¡pus
todo el día en friega! Nosotros nos parábamos a las cuatro de la
mañana a moler –mi cuñada y yo-, y ya a las siete íbamos con la
canasta del almuerzo al campo porque ellos se iban bien temprano
(…). Una de estas de barro llena de atole, pa los trabajadores, (…) y
luego a parte una de frijoles, otra de nopales, salsa –todo eso-, los
tenía uno que llevar en la cabeza -una canastota, toscota, así. Hasta
se cansaba uno el cuello (…), íbamos –haz de cuenta- como de aquí a
la Avenida Tláhua[c]- Chalco, así de lejos íbamos a dejar el
almuerzo.

Como será también para el caso de Margarita y Marilú, uno de los


principales problemas de pareja desde la perspectiva de Cristina fueron las
infidelidades de Justino -mismas que se hicieron más descaradas cuando dejan
de vivir con sus suegros, generando reacomodos en la vida cotidiana de su
familia propia durante los 13 años que estuvieron juntos.

Marilú fue novia de Pablo antes de casarse con él. Se conocieron desde
niños porque ambos son del mismo pueblo y están vinculados por relaciones de
parentesco. Recuerda que el noviazgo duró como cuatro años, más o menos [y que

424
AVRIL ARNOJA LUNA

ella] tendría como unos 14 años cuando comenzó; que ni su mamá ni su papá lo
aceptaban y que lo hicieron hasta que les dijo que se iba a casar -probablemente en
parte por el malentendido ya referido. Su noviazgo, que inició sin que ella
recuerde cómo exactamente, fue algo tortuoso dada la vigilancia a la que estaba
expuesta y porque él se paseaba frente a ella con otras mujeres -provocándole
los celos, nervios, coraje e inseguridad que la acompañaron durante toda su
relación incluso ya casada.

En este sentido, Marilú considera que la férrea oposición de su madre a la


relación con Pablo se debió a la expectativa de que se quedara soltera. Esta
representación, aunada a los comentarios anteriores sobre las estrategias que
su madre buscaba para no dejarla salir -como era darle más trabajo por hacer-,
reflejan en más de un sentido la famosa historia de La Cenicienta: la joven brazo
derecho cuyo valor estaba condicionado por la ayuda que prestara a la
satisfacción de las necesidades sus hermanos menores.

Mmmm, pues no sé por qué [veían mal a Pablo]; mi mamá como


que, bueno, yo creo que ella siempre quiso que yo nunca me casara,
que nunca hubiera hecho una, bueno, formado una familia porque
como que yo era su brazo derecho de mi mamá, yo le ayudaba con el
quehacer, y el día que yo me le fuera a ir no había quién le ayudara,
porque yo soy la mayor y de ahí se siguieron puros hombres, y todos
eran chicos, y todo eso pues yo pienso que quería mi mamá que yo
no me fuera a juntar con nadie, no me fuera a casar con nadie.

Finalmente y a pesar de la renuencia de su madre, Marilú se casa con


Pablo por el civil cuando tenía 18 años -después de haber tenido la primera
relación sexual, como veremos en un momento más. Siendo que su boda fue
evento del que realmente nunca quiso dar detalles en nuestras entrevistas.

425
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Supongo que hay dos posibilidades: o realmente no se casaron, o la boda pasó


desapercibida. Ahora bien, aunque se casó a esa edad, no vivió con él sino hasta
los 23 años, cuando inician una vida en pareja más formal en el Distrito Federal
con una duración aproximada de 10 años, en los que Marilú se sintió feliz
independientemente de que continuamente temió ser dejada:

(…) y pues sí me daba miedo que me fuera a dejar, digo “qué tal si
me voy, y qué tal si me embaraza y me deja”, ese fue mi miedo
siempre, que me dejara, y este, pus me dejó (…), pero por lo menos
pus estuve con él y todo, y jue al único hombre que quise, y pus por
esa parte no me arrepiento, no me arrepiento porque pus digo, por
lo menos lo quise y el tiempo que viví con él pus yo me sentí muy
feliz.

Esther tenía 15 años cuando cometió el error de juntarse con un hombre ocho
o nueve años mayor, el papá de su único hijo varón, porque tuvo la primera
relación sexual con él y ella entendía que por haber perdido la virginidad ya no
valía nada. Se trató de una relación que duró lo mismo que su primer embarazo
y lo único que le dejó fue un fracaso, pues aunque era originario del mismo
pueblo, una vez que la deja ya no hizo nada por buscar a su hijo, o sea yo digo por lo
menos (…) algo que viera por él, pero no, no, nunca le importó. En este sentido, todo
indica que el papá de su hijo le propuso casarse pero ella no quiso porque no le
gustaba lo que vivía: era alcohólico también. Así, siendo su primer hijo un bebé,
Esther consiguió un trabajo de entrada por salida -en Vallejo, por medio de
quien se convirtiera después en su cuñada, hermana de Don Ernesto-, al que
podía acudir en la medida que en ese entonces su mamá y su papá estaban
viviendo en Neza y su hermana podía cuidarle al niño, como comenta mi
interlocutora:

426
AVRIL ARNOJA LUNA

No sé ni por qué me junté fíjate [ríe], o sea vi al chavo… y pues me


invitó a Chapultepé –eso sí me acuerdo [ríe]- y yo dije pues en
dónde queda eso –pues es que no salía, o sea trabajaba pero pues los
domingos me quedaba ahí en la casa de mi tía a ayudarle a esto, lo
otro y pues a dónde iba a ir si no conocía- (…) y, además, ¿a quién le
decía yo?, ¿a mis tías? -pues ellas qué, con sus hijos, en su rollo. Y
pues yo (…) dije “pues sí, vamos” [ríe]; pero pues él también ya era
más grande que yo (…), como unos ocho años, nueve años. (…) Lo
que sí me acuerdo fue que, pus él me dijo que nos casáramos; mst,
yo decía “mi papá no va a querer, ¡mi mamá menos!”.. entonces (…)
después de todo yo creo que lo que hizo unirme a él fue.. algo que en
aquél tiempo decían, que así era antes: que cuando tú tienes una
pareja, o sea cuando pierdes tu virginidad, pues que supuestamente
ya no vales nada, ya nadien te va a querer, ya nadie se va a juntar
contigo porque pues ya, ya fracasaste ¿no? Eso fue lo que él me dijo
a mí, entonces yo dije “no, ¡pues no!, mejor me junto con él”. (…)
Vivimos juntos…, pues nomás lo que duró el embarazo de mi hijo y
su nacimiento, nada más porque ya de ahí fuimos ver a mis papás
¿no? –yo dije ahorita nomás me ponen una friega y pues ya [ríe]-
pero ya después dije “no, yo no quiero esta vida, yo no quiero vivir
así”, o sea no me gustaba nada de lo que vivía. (…) Vivíamos en
Neza, en Neza pero pues era alcohólico también. (…) Entonces yo
trabajaba, haz de cuenta que mi mamá estaba viviendo aquí en
Neza con una hermana de mi papá –mi papá también [vivía ahí]- y
yo le decía a mi mamá que si me cuidaban a mi hijo y yo me iba a
trabajar, me lo cuidaba una de mis hermanas, y yo me iba a trabajar
con una señora ahí por Vallejo… bien que me acuerdo [ríe]. (…) Sí de
entrada por salida, pero quien me llevó allí fue su hermana de su
papá de mis hijas [Ernesto], entonces pues, no sé, como que fuimos
haciendo una amistá o algo así, entonces me dijo que él, pues igual
se quería casar conmigo [ríe].

427
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

He dejado al último los casos de Rosa María y Margarita porque se trató


de las informantes que desde jovencitas se propusieron no casarse con alguien
del mismo pueblo. Y lo cumplieron, dirá Margarita, pero las condiciones de vida
de cada una fueron muy distintas.

Rosa María no pensaba en casarse cuando era una adolescente, pues de lo


contrario quizá hubiera aceptado el ofrecimiento de un hombre mayor y con
recursos económicos cuando ella tenía 16 años. El argumento para negarse,
mismo que fue aceptado por su padre, resulta interesante: 1) ella quería casarse
con quien ella eligiera porque la felicidad para ella se encontraba en alguien
conveniente para vivir toda la vida en pareja; 2) esa posibilidad de decidir tiene
dos aristas vinculadas: una es el hecho de ser sujeto y no objeto; la otra es la
obligación de hacerse responsable por las decisiones concebidas como
personales:

Yo tenía 16 años cuando me pidieron a mi papá, para que me casara


yo con él –que porque tenía [dinero] y me iba a dejar todo-, pero le
dije a mi papá “yo me voy a casar con el quien yo voy a querer, no
por dinero, la felicidad para mí no es el dinero. Yo me voy a casar
con uno que de veras me convenga para mi pareja, para vivir toda
mi vida, no por dinero, al rato se muere el señor y qué hago yo con el
dinero; yo no, discúlpame pero en eso no estoy de acuerdo”, “no –
dice-, yo tampoco; ustedes se van a casar con quien quieran, no con
el que yo voy a decidir”, mjm. Cada quien elige a su pareja, si no es
uno qué para que nos vendan, un objeto podrá uno buscarlo dueño,
pero a sus hijos de uno no; ellos van a decidir con quién, y el día que
nos va mal es porque uno [decidió].

En este sentido, la experiencia de Rosa María destaca porque cuando


migró tuvo oportunidad de conocer a otros muchachos originarios de distintas

428
AVRIL ARNOJA LUNA

entidades de la República y entablar relaciones de noviazgo que terminaba una


vez que comenzaban a ponerse serias y a perfilar la posibilidad del matrimonio.
Así, éstas experiencias le sirvieron para ubicar lo que le gustaba y lo que no, lo
que quería y lo que no, ensayando su posibilidad de elegir con quién iniciaría
una pareja.

Luego me hice novia de otro muchacho que era de acá de Pachuca,


Hidalgo. Él muy simpático y todo, güerito (…), güero, güero [pero]
era chaparrito... defecto, porque no me gustaba [ríe] (…). Muy buena
gente y todo, todo, me llevó a conocer a su familia -los que estaban
acá-, porque me decía "vamos a mi casa" "ay, no, ¿para qué? No me
pienso casar". Y él fíjate que le dio una carta una vez a una de mis
hermanas, dice "cuando vas a tu casa lo llevas a tus papás, porque tal
fecha pienso ir a pedir a Rosa María, y (…) yo me quiero casarme
muy bien", ay, decía yo "no", faltando cuatro meses de que según él
iba a ir a conocer a mis papás que lo termino (…). Los terminaba yo.
Pero yo, era el hecho que yo no me quería casar, porque yo no quería
ser maltratada.

Posteriormente Rosa María conoce a Oscar y entablan un noviazgo que


dura entre nueve y once meses. Mientras fueron novios ellos salían poco porque
estaba sujeta a lo que dijera su hermana mayor, pero sí tenían algunas
oportunidades de salir al cine o a comer. Así, la chiapaneca destaca de éste
hombre su nobleza, la carencia de vicios, el hecho de que le gustara su cara y una
suerte de designio de Dios que le permite, junto con el buen trato que ha
recibido por parte de él, sentirse afortunada por su decisión.

La pedida de mano representó un momento de miedo e incertidumbre


para Rosa María porque la familia de Oscar ya estaba en Siltepec y ella no sabía
cuál sería la reacción de su papá en la medida que no le había anunciado su

429
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

intención de casarse. Aún así y para fortuna de la pareja, su boda civil fue una
muy bonita que se llevó a cabo en su lugar de origen bajo las costumbres
asociadas a las relaciones de género en torno a un matrimonio -como se expuso
en el caso de Cristina. Puesto que ella no había hecho la Primera Comunión
debieron posponer la boda religiosa -hasta el año 2004, cuando lo hicieron en
Valle de Chalco Solidaridad. Finalmente, ya casados, Rosa María y Oscar se van
a vivir a un poblado de Tapachula, Chiapas, para así emprender un
relativamente corto proceso migratorio que concluiría con su asentamiento en
Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México, como veremos en el próximo
capítulo.

Por último, quiero señalar de este caso que durante los primeros tiempos
de casada Rosa María negoció con su esposo para poner algunos límites
asociados a lo que ella concibe como intimidad y aceptó otros asociados a su
forma de vestir -pues por lo menos al principio Oscar asumía que al estar
casada ella debía cambiar. Así, lo más destacable y que caracteriza la trayectoria
de pareja de Rosa María, a diferencia del resto de mis interlocutoras, es el amor,
el respeto y la disposición de ambos para hablar sobre lo que les acontecía como
pareja:

Gracias a Dios, te digo que... como que nuestro amor fue de que yo
le decía “mira, a mí no me gusta” –yo soy muy rara en ese sentido, a
veces me da pena platicarlo pero pues es así, es la realidad-, a mí (…)
nunca me gustó que “ay, ven para acá, y que ven la mano y que
abrazos, que besos”, no. Ve que muchas parejas ai se están
pellizcando, se están pegando (…) y se van faltando al respeto;
entonces yo le dije a mi esposo “a mí no me gusta eso, de lejitos a lo
mejor una caricia, pero no que me pellizques, no que me golpees,
menos que me agarres la pompa”, a mí no me gusta, porque eso es

430
AVRIL ARNOJA LUNA

(…) como si fuera yo tu amante o qué, yo soy tu esposa, te casaste y a


mí me respetas, por eso como dicen “hay intimidad donde uno
puede” y me choca divulgar mi intimidad, le digo “a mí no me vayas
a dar un beso ahí en la calle, no me gusta”, “¿pero por qué?”, “no, no
me gusta… y quiero que eso me respetes; no, no me pasa que me
estés besuqueando y abrazar no, de la mano quizá” (…). Bueno,
entonces como que así mi matrimonio como que ha durado, porque
no lo acabamos. (…) Mi esposo decía "ay, pero es que ahora ya te
casastes, ya no vas a usar esos vestidos así corto porque la gente acá
muy criticona", "ush -decía yo-, ¿pero que la gente qué? ¿Es la gente
o eres tú?" "No, pues es que también, es que mira, entiéndeme que
aquí voy a estar en boca de la gente porque te dejo vestir así arriba
de tu rodilla, además ya eres casada", "¿y?", "no, pero es que mira",
bueno, ahí vas, yo al principio como que resistía, "ush -decía-, ¿pero
por qué?, otra vez volver a lo mismo, si mi papá fue así, ahora me
caso y vuelvo a lo mismo, pero bueno -decía yo-, bueno a la mejor
por algo me lo dice -¿no?-, adactarme a su manera", pero hablando.
(…) Cuando hay amor todo se supera, un pleito, (…) pero cuando no
los quiere uno hasta les agarra uno un rencor, un, cabe la palabra
decir un odio, no es amor, ai lo mata todo, pero si te casas por amor,
supera uno las cosas. Yo le digo a mija “puede uno pasar mucho
trabajo, pobreza, empieza uno de cero cuando uno se casa”, ¿a poco
no? A lo mejor no todos verdad, porque hay muchas que ya tienen o
tienen un buen sueldo, son profesionistas, pero, o te heredan (…)
qué se yo, ¿pero cuando no? En mi caso mío empezamos de cero y
no me da vergüenza decirlo, no me da vergüenza porque así es, yo
no voy a decir “ay, yo nací en una cuna de oro”, sería mentirme a mí
misma, yo sufrí para tener lo poquito que tengo, yo he trabajado
desde que me casé.

Margarita es una de las interlocutoras cuyo inicio de la vida sexual fue el


detonador para la primera unión en pareja; sin embargo, en su caso destaca la
violencia que implicaron ambos eventos para ella en la medida que la dominaba

431
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

el miedo bajo un patrón aprendido de la relación de su madre con su padre. Ella


terminó uniéndose con Caco, originario de Tlalpan -al sur de la Ciudad de
México-, y vivió con la familia de él hasta que decidió dejarlos varios años
después.

Margarita: Tenía yo (…) 15 años [cuando me junté]. (…) [Caco] me


robó (…); me fui a una fiesta con él y como yo no sabía leer pues me
llevó y ya no me quiso traer… entonces con la señora que yo
trabajaba ella me decía que yo tenía que estar a las ocho de la noche
a más tardar porque yo trabajaba en el Mercado de Portales, (…) y
esa vez (…) él ya no me quiso llevar, y prácticamente me robó. (…)
No, ¡qué va a ser!; nada [me gustaba de él]; (…) me molestaba que
era muy inresponsable, además de mujeriego y borracho. (…) [Me]
caía bien, pero de eso a que me gustara pues no, porque después en
lugar de haber sido amor era miedo (...), y es que como mi mamá
sufrió muchos golpes y ella nunca nos dejó, yo decía que eso era
amor, pero porque traía al maestro, o una maestra, desde mi casa
(...) -y cuando Caco me pegaba yo decía "¿a dónde voy?, ¿a qué voy?
Además de que lo van a encerrar, y si así no me da dinero,
[encerrado] menos; y va a salir y me va a volver a pegar". O sea yo ya
traía un patrón (...). [Después me di cuenta que los golpes] no era
amor. (…) [Lo conocí] en el Mercado de Portales

Avril: ¿y entonces después de que ya no te lleva se quedan juntos?

Margarita: no, yo me fui a trabajar, me fui a trabajar a una casa, y de


ahí pues iba yo cada ocho días a la casa de él, con su mamá de él, ahí
me quedaba porque de hecho yo no sabía ni dónde andaba (…), pero
pus (…) un día él llegó tomado y su mamá no estaba… y su mamá me
había dejado encargados a sus otros hijos, a mis dos cuñados… (…)
entonces cuando él llegó me, ora sí que me tomó a la fuerza, me
golpió más bien, me golpió para poderme hacer, entonces cuando él
me tomó a la fuerza me violó…, y de esa vez yo quedé embarazada,

432
AVRIL ARNOJA LUNA

desde esa vez, y de ahí yo le tenía mucho miedo. Entonces este..


como ya no mestrué le dije a la señora “sabe qué, que a mí ya no me
bajó mi regla” y me dice “¿cómo crees?”, le digo “no” y dice “pus hay
que llevarte al doctor” y sí me llevaron; entonces pues a partir de ahí
pues “no vas a ir a trabajar, te vas a quedar aquí” [me dijo mi
suegra]. Y pues sí me quedé pero pus ora sí que me quedé pero
también a trabajar porque a mí me paraban a las cinco de la
mañana para ir a sacar las gelatinas, porque vendían ellos, vendían
gelatinas, se dedicaban a eso, y este.. me paraban a las cinco de la
mañana a sacar las gelatinas y de las cinco acabábamos a las seis y
media –siete- y ya me ponían a “órale, vístete para que ya te vayas a
vender”, y nos íbamos a vender las gelatinas. (…). Caminábamos
desde Insurgentes, donde inicia Insurgentes (…) desde La Joya,
desde Tlalpan (…) bueno, más arribita, desde ahí caminábamos todo
eso

Avril: ¿por San Pedro Mártir y toda esa zona?

Margarita: sí, yo vivía ahí. Todo eso caminábamos sí (…), y yo


embarazada andaba con mi cuñada vendiendo las gelatinas (…)

Avril: ¿y cómo te sentiste con… esa primera relación sexual?

Margarita: .. pues mal porque….. eh, en principios de cuentas


porque yo no sabía qué era eso, o sea, dices tú, a mí nunca me
habían dicho, ¿sí?, yo.. yo tenía entendido que, la señora esta con la
que yo vivía, con la que yo trabajaba, ella me decía que al momento
de que algún muchacho me llegar a besar en la boca yo iba a tener
un hijo, entonces yo vivía en esa ¡ignorancia!, pero cuando este
hombre ora sí que me tomó a la fuerza.. me dijo su mamá “ay
Margarita”, porque ella llegando me empezó a buscar al otro día, y
yo no estaba en su casa, y se supone que yo tenía que estar ahí,
entonces le preguntó a su hijo “oyes, ¿y Margarita?”, “quién sabe” –y
quién sabe y quién sabe-, y no le dijo qué había pasado… cuando ella
se dio cuenta me empezaron a buscar (…) hasta que me encontraron

433
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

botada por, en un..milpas (…) porque pues yo del susto me, de ver
cómo me había dejado –porque me rompió la ropa y me … pues me,
o sea, me rompió así el pantalón de aquí y me agarró a cachetadas,
me desmayó prácticamente- y cuando él me tomó a la fuerza este…
pues me salí toda llena de sangre, entons eso me dio mucho miedo..
entonces yo del miedo me fui a meter, ahí había antes milpas, y
hasta por allá me fui a esconder, enredada con la colcha que se
había ensuciado, y cuando me encontraron me encontraron así
como él me había dejado y me dijo la señora “¿qué te pasó?”, “pues es
que me hizo esto el Caco”, me dice “¿cómo que fue Caco?”, le digo
“sí” y me dice “es que yo le pregunté por ti y me dijo que (…) no te
había visto”, le digo “sí, sí me vio porque yo le ofrecí de cenar y él me
dijo que no tenía hambre –le digo- y yo me senté a ver la tele pero en
eso él cerró la puerta –le digo- y este.. y me empezó a decir de cosas
y me hizo esto y esto y me agarró así y así” –y ya le dije cómo habían
sido las cosas-, y me dijo “ay, Margarita, pero qué te duele, qué esto”,
“no pues me duele aquí” y ya le dije lo que sentía, y pues ya al
siguiente mes ¡nada [de menstruación]! [Después] yo me vine
acostando con él hasta que yo tenía como nueve meses de
embarazo.. no, como 6 meses de embarazada porque a mí me daba
miedo.. o sea, no era… yo, yo este, después de todo yo decía que lo
quería, pero no, realmente lo que yo le tenía era miedo, era... así
como, como respeto, no sé, pero más que nada era miedo, pero un
miedo tremendo que yo le tenía. (…) Yo lo veía y me acordaba de lo
que me había hecho y lo maldecía siempre .. siempre, siempre, y
este, pero pues ya después dije “bueno”, pues ya, me resigné dije
“qué hago”, porque tampoco regresar con mi papá pues… no podía
(…) porque… yo soy de las personas que yo decía “yo me lo busqué yo
me aguanto”.. y siempre fui así, siempre he sido así, no soy de las
personas que “ay, me hizo esto mi marido y corro”, no, yo sola
resuelvo mis cosas, yo sola.

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AVRIL ARNOJA LUNA

En cuanto a la primera relación sexual, Cristina recuerda que sucedió


hasta después, hasta que me casé. (…) Ay, me acuerdo y creo que eso fue, me dolió [ríe] la
primera vez (…). Sí, fue doloroso... y luego les da risa que les digo “y ni para gritar ni
para nada porque estaba la cama de mis suegros allá en un rincón y enseguidita la de
nosotros” [ríe], todo calladito, siquiera nos hubieran separado, no que allí mismo. Marilú
igual que Cristina sintió dolor en su primera relación sexual, pero a diferencia
de ésta tuvo oportunidad de encontrar un momento más íntimo para el coito. Lo
destacable de Marilú es, en mi opinión, la última parte del siguiente fragmento,
cuando evidencia que todo tuvo lugar bajo un halo de legitimidad considerando
que ya estaba pedida y que antes de casarse ya tenía que haber pasado lo que pasó:

[Mi primera relación sexual] fue como a los 17, 18 años, más o
menos... fue allá [en Santa Úrsula]... y pues uno como está uno
enamorado de la persona pues, 'ora sí que... pues ya, como todo... el
sexo pues, pues la primera vez fue con dolor ¿no?, porque pus, o sea
que uno nunca sabe qué va a pasar, pero sí fue con dolor. Y pues yo
pensé que nomás se quería uno namás porque sí, pero no pensé que
hubiera otra cosa que hacer como pareja, él fue quien me dijo, él me
lo propuso. Y pues sí, estuvo bien aunque sí fue con dolor, y yo
pensé que todas las veces iba a ser lo mismo, y pues ya qué podía
hacer si ya estaba ahí, pero no, ya a través de que se va haciendo -y
todo- pues ya va cambiando. Pero siempre por primera vez dice uno
"si esto es todas las veces pues en qué rollo me fui a meter". (…) Es
que como él ya me había pedido pues ya tenía oportunidad de
entrar a la casa, entons aunque no lo querían mis papás él ya estaba
más en la casa -y pues ahí pasó todo. (...) Y pues ya después nos
casamos por el civil pero, pero pues ya tenía que haber pasado lo
que pasó.

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NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Así, la primera relación sexual se experimentó en general desde la


ignorancia, el dolor de la primera penetración y una suerte de resignación ante
tres hechos en torno a la vuelta de tuerca que adquirió la entrada a la adultez: 1)
la vida en pareja era más que el gusto o el amor por alguien e implicaba el
débito conyugal por parte de las mujeres, 2) se trataba de un acto íntimo que sin
embargo no siempre tuvo esas condiciones, y 3) estaba íntimamente vinculada
a la reproducción biológica y totalmente naturalizada por las redes familiares
que, sin embargo, quedaban eximidas de las consecuencias que la unión en
pareja y el ejercicio de la sexualidad reproductiva pudiera acarrear a estas
mujeres, entonces jóvenes. Pero sobre esto abundaré en el siguiente capítulo.

Rosa María: (…) también influye mucho de nuestros padres, porque


mi papá nos decía "mira hijo, si se van a casar, ustedes eligieron su
pareja, yo no, yo no elegí tu esposo, ¿o sí?", "no, pues no", "yo no elegí
tus esposas, ¿verdad?" -a mis hermanos-, "no, pues no", "entonces
cuídenlo, quiéranse, y un matrimonio hay que ser para siempre, yo
no quiero que al rato se estén separando: 'que ya me fui', 'que ya
vine', 'que ya fui por mi mujer', 'que ya la traje', y así.

Cristina: A mis papases nunca les decía yo nada de la vida que


llevaba con él (…), no, yo callada (…) por no darles preocupaciones,
por eso, y más que mi papá cuando yo me casé me dice “hija, te vas a
casar, te vas a ir, pero tú tienes que obedecer al hombre, aunque te
diga que no eres ni cristiana, tú déjalo que te diga lo que él quiera”
dice –como diciendo “tú déjate que te diga de todo” [ríe]. Entonces
pues yo estaba con esa creencia, que tenía uno que obedecer a su
pareja, pero pues ‘ora sí que él ganó y se fue, sin pleitos y sin nada,
nunca tuvimos así, broncas, que digamos; nomás porque él fue
siempre muy paseador de mujeres.

436
AVRIL ARNOJA LUNA

4.6 Los lugares ocupados en la familia, el trabajo, la salud y la pareja


durante la primera etapa de vida: los primeros límites y posibilidades en
torno a la agencia
Entendiendo que los lugares refieren a los significados atribuidos por las
sujetas, en este caso, a las relaciones de poder que tiene lugar en espacios
específicos, mi intención aquí es cerrar el capítulo analizando los tipos de
lugares que ocuparon en el pueblo y la familia de origen, en el trabajo, la salud y
la pareja. Esto, desde la perspectiva de mi análisis, permite observar tanto los
límites como las posibilidades a su agencia durante la primera etapa de vida por
medio de tres eventos que marcarán su adultez: la inserción en el empleo
doméstico, la menarca y el inicio de la primera unión formal, que configuraron
representaciones y prácticas corporales cuya metáfora es el
cuerpo-herramienta para la reproducción en la vida cotidiana.

Las representaciones que tienen sobre su lugar de origen son complejas,


ambiguas y en ocasiones contradictorias, pues articulan representaciones
idealizadoras con otras más realistas y críticas; de modo que en ocasiones
hablan de carencias alimenticias, pero recalcan que allá -en ese lugar- los
alimentos eran más sanos y limpios, menos dañinos, en general coinciden en
que no contienen químico -diría Rosa María. Así, en las relaciones entre espacios y
lugares rurales y urbanos existen tensiones entre el campo y la ciudad, entre allá
y acá. A pesar de las tensiones, en estos dos espacios geográficos mis
interlocutoras aprendieron y consensuaron ocupar lugares subordinados a los
que sin embargo han resistido por medio de estas y otras representaciones y
prácticas ambiguas.

437
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Así, por ejemplo, si bien la mayoría recalca las diferencias de clase


existentes entre las y los habitantes de sus lugares de origen, todas han tendido
a naturalizar estas relaciones de poder por medio de la ética del trabajo que
persiste para varias de ellas durante toda su etapa reproductiva, de modo que la
naturalización será cuestionada por algunas sólo cuando mucho tiempo
después se enfrenten a la incertidumbre en torno al empleo.

Un primer ordenador social será el género, pues a partir de la


construcción sociocultural de lo femenino y lo masculino en los lugares de
origen, las mujeres y los hombres tenían lugares diferenciales según los
espacios, públicos o privados, en los que se desempeñaban idealizadamente.
Esto, como ya se dijo, entraba en conflicto más o menos abierto con las normas
reales de género, especialmente en el caso de los estratos socioeconómicos más
bajos al interior de la estructura y jerarquía social de cada poblado. Aún así, las
representaciones de mis informantes principales en torno a las relaciones inter
e intra género, la división sexual del trabajo y las condiciones generales de
trabajo y educación para las mujeres y hombres en su familia y lugar de origen
muestran fuertes similitudes y, en algunos casos, trascienden el estrato
socioeconómico.

Se trataba de poblados dedicados a las actividades del campo con


consecuentes procesos de transición laboral temporal que para los hombres
-presumibles cabeza de familia- implicó frecuentemente desplazamientos
geográficos. Las mujeres, niñas y niños quedaban entonces a cargo de las
labores domésticas y en la familia de origen de Cristina, Esther, Margarita y
Marilú también vendían su fuerza de trabajo. Así, la precariedad existente se
hizo evidente en las narraciones en torno a la falta de servicios, de entre los que

438
AVRIL ARNOJA LUNA

quiero destacar la educación formal porque es una de las características


altamente señaladas en otras investigaciones sobre empleo doméstico en
México y América Latina. Me refiero al bajo nivel de estudios de quienes
tienden a desempeñarse en este ramo del empleo informal y que en esta
investigación representa un patrón claro y lamentablemente repetitivo, pues el
máximo nivel de estudios alcanzado entre mis interlocutoras es la primaria
completa -representada por Margarita, quien junto con Cristina es un caso
significativo porque, como veremos en otro momento, decidieron asistir a la
escuela por motu propio mucho después de haber migrado a la ciudad de México.

Ahora bien, más allá de las excepciones quiero destacar que los motivos
por los cuales mis interlocutoras asistieron a la escuela por tan poco tiempo
durante su infancia se relacionan con factores estructurales y socioculturales:
en el primer caso con el limitado acceso real y en el segundo con las normas
ideales de género predominantes en sus lugares y familias de origen. En este
sentido, y teniendo en cuenta que todas han resistido en mayor o menor
medida las limitaciones materiales y simbólicas, las representaciones que cada
una tiene sobre la imposibilidad de asistir a la escuela tienden a ser ambiguas,
pues en ocasiones mezclan las imágenes sobre las necesidades económicas de la
familia de origen -como argumento por el que tuvieron que trabajar desde
chicas- con expresiones como a mí no me gustaba ir a la escuela y la asunción de
que no tienen las cualidades necesarias para aprender bien.

Así, sólo Margarita y Rosa María cuestionaron más abiertamente las


normas de género que en su familia de origen les impidieron asistir a la
escuela. Desde las representaciones de esta empleada y ex empleada doméstica,
las creencias de sus padres y madres las limitaron en ese espacio porque las

439
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

expectativas sobre ellas se centraban explícitamente en el matrimonio, la


maternidad y la dependencia económica frente a sus esposos.

De este modo, en sus respectivos poblados las mujeres menos favorecidas


por las condiciones económicas cargaban con los lugares menos privilegiados y
más subalternizados al interior de la estructura social; representando éste el
modelo que, a su vez, se reproducirá al interior de la familia e incluso en la
escuela, agregando un tipo de lugar asociado a las relaciones de poder
condicionadas por la edad. Dicho lo anterior, no es de sorprender que su niñez
haya estado cargada de responsabilidades para la reproducción de sus familias
de origen -por medio de la producción para la reproducción de las familias
empleadoras-, limitando las condiciones de acceso a la educación formal que
todas ellas, a la larga, se representan como posibilidad para tener mejores
condiciones de vida.

El hecho de que las mujeres ocuparan principalmente el espacio


doméstico de la reproducción biológica de la familia las dotaba de lugares
específicos como el de esposa-madre, quedando considerablemente sometidas
a la autoridad del esposo, principalmente, aunque también podrían estar
sujetas a los suegros y suegras. Lo anterior muestra que para el análisis de las
informaciones, opiniones, imágenes, actitudes, valores, normas y relaciones de
género es necesario considerar no sólo la relación entre mujeres y hombres,
sino también las relaciones entre hombres, por un lado, y las relaciones entre
mujeres por otro. De lo contrario, al concentrar el interés analítico en la
dimensión inter género estaríamos obviando las complejas relaciones
transaccionales intra genéricas -de empatía, solidaridad, competencia,
resistencia, poder y sujeción- marcadas entre otras cosas por la distinción

440
AVRIL ARNOJA LUNA

generacional, la distribución desigual de oportunidades y poderes y las


desigualdades que implican algunos lugares del parentesco, como
suegra/nuera, en la jerarquía social.

En todo este proceso de organización social material y simbólica por


medio de ordenadores, sostengo que la religión -católica y afines- tuvo un
impacto fundamental a nivel de las representaciones, pues sirvió como vehículo
ideológico para transmitir ideas, creencias, opiniones y estereotipos de género
y estrato socioeconómico que a la larga han tenido un peso fundamental en las
trayectorias familiares, laborales y de salud de mis interlocutoras y sus familias.
Así, la religión no sólo transmitió preceptos ideológicos, fungió como un
bastión fundamental para interpretar la realidad de entonces y de después y
para asignar un lugar concreto a estas mujeres, entonces niñas y jóvenes, en los
procesos de s/e/a.

A nivel de las prácticas, sin embargo y como veremos en próximos


capítulos, las experiencias religiosas de mis interlocutoras han tendido a ser
muy variadas, complejas e incluso críticas, de modo que si bien la fe será
fundamental en sus vidas, la prácticas asociadas directamente con
instituciones como la iglesia o el templo no siempre serán congruentes o
incluso posibles -en la medida que están mediatizadas por relaciones
transaccionales materiales y simbólicas entre sujetos e instituciones sociales.
Esto explica, por ejemplo, que el matrimonio religioso sea considerado
importante pero en la práctica no siempre haya tenido lugar cuando
posiblemente la pareja y sus familias de origen no tenían las condiciones
materiales necesarias. O como sucederá con Rosa María, quien no hará la

441
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Primera Comunión110 sino hasta avanzada su adultez y se acercará a una línea


protestante como el Cristianismo.

En cuanto a los procesos de s/e/a generales pudimos observar que en


condiciones de pobreza, caracterizadas entre otras cosas por la necesidad
imperante de que todas y todos tuvieran un trabajo que desempeñar para la
reproducción de la vida cotidiana, enfermar o padecer no gozaba de
legitimidad general en la medida que las condiciones materiales de existencia
no permitían lidiar fácilmente con el perfil epidemiológico de mediados del
siglo XX en México. Así, la síntesis hecha por las y los pobladores articuló las
formas de atención tradicionales y la autoatención porque fue a lo que tuvieron
acceso a modo de costumbre, tornando a las mujeres actoras preponderantes en
los procesos generales de s/e/a y en particular en torno a la sexualidad.

Las principales características de la menarca fueron la sorpresa y el miedo


derivados de la ignorancia en que casi todas experimentaron el evento. Sus
padecimientos o malestares representaron cambios biosocioculturales
importantes para mis interlocutoras e implicaron una disrupción en términos
de los saberes que debieron adquirir para lidiar con el sangrado menstrual y los
olores derivados del mismo. La mayoría de mis interlocutoras experimentó
cólicos y algunos malestares corporales expresados como dolor de cintura, de
vientre o incluso de piernas y/o de pies; y dos dijeron que el grado de disrupción
cotidiana que implicaban los padecimientos las llevaba a desear interrumpir
sus actividades porque también afectaban su estado de ánimo y la energía en su

110 Veremos en próximos capítulos que una hija de Esther y un hijo de Cristina no tienen todos los
rituales de paso católicos en regla y ello genera en estas mujeres una sensación de deuda aunque saben
que se trata de trámites en los que siempre media el pago del servicio y en estos casos, por el tiempo
transcurrido, el regaño del sacerdote por no haber cumplido con los sacramentos con anterioridad.

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AVRIL ARNOJA LUNA

cuerpo. La duración de las menstruaciones oscilaba entre tres y ocho días,


según sea el caso, y todas recuerdan sangrados abundantes durante los
primeros días -entre dos y tres- y la disminución de los mismos conforme
transcurría la regla. Considerando que aún ahora la mayoría desconoce cómo
funciona el ciclo menstrual con precisión biológica, pues la tendencia es a
ubicar que hay días productivos y hay días improductivos, no es de sorprender que
no recuerden la puntualidad o impuntualidad en sus menstruaciones en la
medida que no llevaban registro alguno. Esto, en la práctica, implicaba mayor
incertidumbre sobre la llegada del próximo periodo menstrual, de modo que
tampoco es gratuito que cuando hablan de sus menstruaciones constantemente
aludan a no saber cuándo te vuelve a llegar.

Las formas de atención que mis interlocutoras conocen para lidiar con los
malestares físicos de la menstruación se relacionan con la atención tradicional
y devienen en prácticas de autoatención. Tomar un té caliente, de manzanilla u
otras hierbas, como el orégano y el clavo, representadas como calientes, ayudan a
aliviar los cólicos y los malestares generales del cuerpo -aunque siempre está la
opción de no hacer nada al respecto y dejar que pasen solos. Lo importante, en
la mayoría de los casos, es evitar que el frío entre al cuerpo, pues la frialdad se
asocia con buena parte de los padecimientos relacionados con la sexualidad de
las mujeres; sin embargo, en la realidad evitar el frío resultó prácticamente
imposible para la mayoría de mis informantes, pues lavar y barrer, por ejemplo,
son prácticas cotidianas que a lo largo de sus vidas han introducido el frío en
sus cuerpos.

Los riesgos y cuidados en torno a la menstruación dictan que la higiene y


el aseo personal son fundamentales, pero no recomendables durante el primer

443
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

día de regla. Esta recomendación tuvo sentido para varias informantes hasta
que llegaron a la ciudad y se empaparon de otras representaciones que en
ningún momento contraindican el baño, de modo que sólo Cristina continuó
sin bañarse los primeros días hasta su último periodo menstrual. Para lidiar
con la incomodidad de manchar/se cuando menstruaban en abundancia las
principales estrategias fueron cargar una muda de ropa limpia -o usar pañales
en el caso de Rosa María-, pero sobre esto profundizaremos en el próximo
capítulo. En cuanto a los implementos para contener la sangre menstrual
destacará que Cristina nunca usó toallas desechables, mientras Esther sólo uso
de esas; siendo así la tendencia dominante la representada por Rosa María,
Margarita y Marilú, quienes primero usaron tela y posteriormente los
productos desechables.

En este sentido podemos observar que sus representaciones y prácticas


están condicionadas por el contexto histórico en el que se desarrollan las
distintas etapas de vida -sus eventos y transiciones-, ello explica que dadas las
diferencias de edad entre estas cinco mujeres encontremos accesos
diferenciados -como en el caso de los implementos para contener la
menstruación- y otros similares -como será lo relacionado al perfil
epidemiológico, a las relaciones de género y estrato social, o a la legitimación de
la explotación de la fuerza de trabajo de niñas y jóvenes en el empleo doméstico
urbano.

Encuentro dos tendencias generales en las representaciones de mis


interlocutoras en torno a las menstruaciones en general. La primera, con tres
casos (Esther, Margarita y Cristina), se caracteriza por considerar a la
menstruación como un evento incómodo pero natural que, además de acarrear

444
AVRIL ARNOJA LUNA

las molestias ya descritas, requería su atención para cambiar los trapos o las
toallas sanitarias y procurar no manchar su ropa o los lugares donde se sentaban.
La segunda, con dos casos (Rosa María y Marilú) se caracteriza por
representaciones más marcadas por un discurso higienista, de lo limpio y lo
sucio, pues a la incomodidad reflejada en otros casos se suman percepciones
como la suciedad o la cochinada que implicaba la menstruación. En estos dos
casos la importancia que adquiere el mal olor que despide un cuerpo
menstruante y el peligro de manchar la ropa o los lugares donde se sentaran
generaba una sensación permanente de angustia ante la posibilidad de
evidenciar que estaban transitando por un momento que se representa como
íntimo, púdico y vergonzoso.

La menarca no parece ser un evento disruptivo en la familia de origen


porque es algo naturalmente esperado y por lo mismo poco verbalizado; sin
embargo, para algunas informantes fue disruptivo en tanto evento sorpresivo
que motivó el aprendizaje de representaciones y prácticas que promovían el
cuidado y evitaban los riesgos como la pérdida de la virginidad en tanto se
representa como una deshonra personal que se transfiere a la familia de origen.
La socialización primaria, carente de información concreta sobre la posibilidad
de un embarazo y concentrada en el atesoro de la virginidad y el ser una señorita
que sabe darse a respetar, no necesariamente derivó en relaciones sexuales y
uniones en pareja satisfactorias ni respetuosas. Si bien Rosa María será una
excepción, la ambigüedad irrumpió en el resto de los casos para dar paso a las
normas reales y las disrupciones derivadas de la maternidad adolescente en
condiciones precarias del empleo y de la vida en pareja -como veremos en el
siguiente capítulo.

445
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

Así, la menarca es una vuelta de tuerca en la socialización del cuerpo de


estas mujeres bajo un signo característico que se tornará la inercia
predominante: el silencio, el tabú y la naturalización, no dicha, de la
maternidad como expectativa femenina fundamental. Estas representaciones
generales condicionan la mayoría de las representaciones particulares de mis
interlocutoras, en ocasiones ambiguas en términos de los límites a la agencia,
en torno a eventos de la sexualidad como el aborto y los métodos
anticonceptivos. Estos últimos, aunque desde las representaciones de mis
informantes pueden ser buenos porque evitan tener más hijos e hijas de los que
una puede atender idealmente, también representan una ruptura con las
normas ideales en torno a la sexualidad reproductiva, y se cree -como será el
caso de Rosa María en particular- que especialmente entre las y los jóvenes, a
quienes ya les hablan de eso, generan prácticas inadecuadas, pues confunden
libertad con libertinaje y es facilitarles que tengan relaciones, ahora, hasta con los
amigos.

La legitimidad social de los padecimientos asociados al tránsito de la


primera etapa -no reproductiva- hacia la etapa reproductiva de la sexualidad
está fuertemente influenciada por las representaciones de otras mujeres que ya
experimentaron buena parte de los eventos de la sexualidad y tienden a
configurar la menarca, las menstruaciones, las relaciones sexuales y los
embarazos como eventos naturales e inevitables cuyos significados naturalizan
una nueva etapa en la vigilancia de la sexualidad de las mujeres; y en el caso de
las relaciones sexuales y el embarazo como obligatorias para la conformación
de una familia propia y el cumplimiento del objetivo principal, no siempre
explícito, de la madre como imagen estereotípica de LA mujer.

446
AVRIL ARNOJA LUNA

Estos cuatro eventos y sus padecimientos, a los que podríamos agregar el


parto y los padecimientos asociados al mismo, se legitiman en una
combinación de representaciones. Por un lado, están aquellas representaciones
que distinguen, positivamente, a las mujeres de los hombres como sujetas que
dan a luz o se alivian -a pesar de que el embarazo en sí no se considere una
enfermedad. Por otro, otras tienden a dar cuenta de la existencia del mandato
reproductivo, sin importar las condiciones económicas y socioculturales en las
que tenga lugar, tornando a estos eventos de la sexualidad la principal
responsabilidad de las mujeres. En este orden de ideas, el puente entre estas
representaciones parece ser el secretismo generalizado que rodea a estos
eventos: el pudor, lo privado, lo no dicho, lo casi sagrado -en la medida que,
como veremos en el siguiente capítulo, genera una dicotomía fundamental
entre la puta y la santa- y, con la influencia de representaciones biomédicas
aparentemente más laicas, lo higiénico. De este modo, en torno a los eventos de
la sexualidad mis interlocutoras siendo niñas y adolescentes comenzaron
asumiendo un lugar más bien subalternizado que, posteriormente, impactó
también en los lugares ocupados al interior de la pareja y en relación con los
curadores bajo el modelo biomédico.

El inicio del proceso migratorio y sus primeras etapas estuvieron


fuertemente marcados por las precarias condiciones materiales y simbólicas de
existencia predominantes en las familias y lugares de origen, e implicaron en
todos los casos algunas inercias, continuidades y cambios en sus
representaciones y prácticas en los espacios del trabajo, la familia y los procesos
de s/e/a. Migrar para trabajar implicó una puerta abierta a la posibilidad de
ganar agencia frente a la familia de origen con el paso del tiempo, no así al

447
NIÑEZ Y PRIMERAS TRANSICIONES DE VIDA

principio durante las primeras experiencias en las que mis interlocutoras se


sentían obligadas a compartir su ingreso para cubrir las necesidades familiares
en la medida que permanecieron solteras. También asociado con el proceso
migratorio y la inserción en el empleo doméstico encontramos que mis cinco
interlocutoras fueron perfilando desde jovencitas las características
significativas positivas o negativas en sus empleos, siendo la confianza, el
respeto y el aprecio tres de las características más valoradas por ellas durante
todo su curso de vida.

Finalmente, los lugares que cada una ha ocupado en al interior de su


primera unión de pareja están definidos en buena parte por la reproducción o
negociación de las normas ideales de género. Sin embargo, en la mayoría de los
casos el lugar ocupado fue sumamente subalternizado, siendo Rosa María la
interlocutora con mejores condiciones para ejercer su agencia y potenciarla en
la medida de lo posible para su familia propia.

Puesto que en este capítulo me concentré en analizar los procesos que


dieron oportunidad a la gestación de los primero límites y posibilidades a su
agencia, en el siguiente capítulo analizaremos entre otras cosas el desarrollo de
éstos y éstas, así como sus continuidades y discontinuidades. Nos
concentraremos en analizar la segunda y más larga etapa del curso de vida que,
asociada a los TRS, concibo como la etapa reproductiva. Describiré y analizaré
la trayectoria de pareja y laboral destacando los procesos de s/e/a generales y
específicos de la sexualidad para trazar lo que las y los expertos denominan
como la carrera hacia la vejez, enfatizando los cambios y continuidades en
torno a la ética del trabajo que inició en su infancia. Acerquémonos entonces a

448
V.
Familia propia, sexualidad y empleo en casa durante la
segunda etapa de los TRS: continuidades y
discontinuidades
AVRIL ARJONA LUNA

E n este capítulo describo y analizo las representaciones, también sobre


prácticas, de mis cinco interlocutoras -tres empleadas y dos ex
empleadas domésticas- en torno a las condiciones materiales y simbólicas de
existencia de ellas y sus familias propias a lo largo de una de las etapas de vida
más larga: la reproductiva. Se trata de ubicar las principales transiciones
teniendo en mente las relaciones entre trayectorias vitales tales como la de
pareja, sexual, laboral y de salud-enfermedad. La intención es trazar lo que las y
los expertos denominan como una etapa fundamental de la carrera hacia la
vejez (ver Capítulo I) enfatizando las continuidades y discontinuidades en
torno a los espacios y lugares ocupados por estas mujeres con miras a discutir
sus condiciones de posibilidad y agencia durante esta etapa.

En el primer gran apartado comienzo el trazo con las uniones en pareja y


la conformación de la familia propia, mismos que nos permiten observar los
procesos migratorios de estas mujeres y sus hombres significativos hasta el
asentamiento en Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México. A la par, corre
la trayectoria de la sexualidad, sus eventos y procesos (embarazo, alivio,
cuarentena; aborto y mortinato; sexualidad no reproductiva y uso de métodos
anticonceptivos). Desde estas dos trayectorias fundamentales (de pareja y
sexual) me acerco a los eventos y procesos de la s/e/a que analizo partiendo de
los tres ordenadores sociales que atraviesan el análisis de mi investigación -el
estrato socioeconómico, el género y la edad- para mirar en este caso la
experiencia de enfermar en la familia propia y así destacar los cambios y
continuidades en las representaciones y prácticas de mis interlocutoras.

457
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

En el segundo gran apartado mi intención es describir empíricamente a


qué me refiero con que el empleo doméstico es un espacio laboral flexible.
Sostendré que todas ellas le han dado al menos una vuelta de tuerca a las
representaciones y prácticas de género que legitimaron la explotación de su
trabajo en tanto hijas y les asignaron lugares subalternos en las posibilidades de
tener lo suyo como esposas; generando, sin embargo, la asunción, en algunos
casos, de lugares subalternos en tanto madres trabajadoras. Por ello destacaré
los lugares de las empleadas domésticas de acuerdo con las dos modalidades
clásicas, las condiciones materiales y simbólicas que recordaron en lo general y
las experiencias significativas, tanto positivas como negativas, en las que
encontraron o no su lugar como trabajadoras en casa. Por último buscaré
destacar los procesos de s/e/a y su relación específica con el empleo doméstico
proponiendo elementos para la discusión y el análisis de la salud como derecho
colectivo.

El último apartado del capítulo trata sobre las continuidades y


discontinuidades en los lugares, las condiciones de posibilidad y la agencia de
estas cinco mujeres en la transición a la siguiente etapa de vida. A modo de
conclusión, sintetizo el análisis de las tensiones entre tipos de lugares de
género como madr-esposa-trabajadora/ padr-esposo-trabajador en la
generación de mis informantes y sus parejas para ubicar las representaciones
en torno a la subalternidad entendida como falla -propia o ajena- y la
trascendencia, no siempre reconocida por la familia propia, de la idea de hacerse
de lo suyo bajo el entendido de que sólo los hombres se hacen de algo así porque
ellas, hipotéticamente, recibirían de sus maridos -o sus hijas e hijos a más largo
plazo.

458
AVRIL ARJONA LUNA

Acerquémonos entonces a los eventos y transiciones de vida durante la


etapa adulta de Cristina, Rosa María, Margarita, Marilú y Esther sirviéndonos
de cuadros sintéticos que dan cuerpo al texto y las gráficas del curso vida
anexas al final del capítulo.

5.1 Pareja, sexualidad, salud y familia propia


En el capítulo anterior aseguré que los lugares que cada una ha ocupado al
interior de su primera unión de pareja están definidos en buena parte por la
reproducción o negociación de las normas ideales de género. En este sentido en
la mayoría de los casos el lugar ocupado fue sumamente subalternizado, siendo
Rosa María la interlocutora con mejores condiciones para ejercer su agencia y
potenciarla en la medida de lo posible al interior de su familia propia y en
beneficio de la misma. Teniendo esto en cuenta haré un breve recuento de las
trayectorias e historias de pareja distinguiendo entre las interlocutoras con una
sola unión y aquéllas con más de una. Esto servirá de puente para describir y
analizar las representaciones y prácticas generales en torno a los eventos de la
sexualidad reproductiva según sus experiencias y aterrizar en la construcción
social de padecimientos según el estrato social, el género y la edad en su familia
propia durante esta larga etapa.

5.1.1 Trayectorias e historias de pareja


En esta investigación se observó que las uniones matrimoniales no siempre
concluyen en pareja y que la pareja no sólo ni siempre se construye sobre
uniones matrimoniales, sino en uniones libres que frecuentemente se
denominan como juntarse. Así, la formalidad de las uniones no está clasificada

459
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

bajo el marco del matrimonio civil o religioso pues no todas mis interlocutoras
se casaron bien con los distintos hombres significativos para ellas. Es decir, la
unión libre y las relaciones extramaritales que pueden incluir concubinato son
comunes y representan en al menos dos casos relaciones sumamente
significativas para ellas.

En ese sentido, pienso la unión en varias modalidades: 1) como aquella


que requirió vivir juntos por cierto tiempo y que contó con un mínimo
reconocimiento social de las familias de origen, aunque fuera en términos
negativos -como fue el caso de Marilú- dando lugar al matrimonio o a la
práctica de juntarse. 2) Teniendo en cuenta que hay mujeres con trayectorias de
pareja más complejas, una segunda modalidad surge de los casos de Cristina y
Esther, para quienes hubo otras relaciones que aquí denominaremos noviazgos
extramaritales. 3) Por último considero para el caso de Margarita una tercera que
remite a otras nociones en torno a la infidelidad por medio de representaciones
y prácticas denominadas como ser amantes. En cualquiera de los casos estas son
relaciones que adquieren distintos significados y se sustentan en diversas
prácticas entre las que podremos observar la importancia de la responsabilidad y
el apoyo en las representaciones de mis interlocutoras.

Como ya dije en el capítulo anterior, la edad a la primera unión es


variable, aunque la mayoría tenía 15 años cuando esto sucedió (Cristina, Esther
y Margarita), siendo Marilú (18 años) y Rosa María (24 años) quienes se unieron
más tardíamente. La variación en la duración de la primera unión se asoció con
varios fenómenos, sin embargo uno de los factores decisivos fue, desde mi
análisis, la existencia o falta de una relación de noviazgo previa a la unión en
pareja y las posibilidades que cada una tuvo para, desde ahí, negociar o asumir

460
AVRIL ARJONA LUNA

el lugar que socialmente les estaba impuesto. En este sentido sostendré que la
existencia de una relación de noviazgo prematrimonial, más o menos abierta,
en los casos de Rosa María y Marilú, impactó considerablemente en la
permanencia con una sola pareja aunque en condiciones diferenciadas, por un
lado; y por otro, a la larga, la falta de ésta impactó en las posteriores relaciones
extramatrimoniales significativas de Cristina, Margarita y Esther.

Cuadro 1. Noviazgos, uniones y relaciones extramaritales durante la segunda etapa de


los TRS
Número Hombres Hubo NO hubo Otros
de con relación de relación de hombres
uniones quienes noviazgo noviazgo significativos
han estado previa a la previa a la
unidas unión unión
Rosa María 1 Oscar X -
Marilú 1 Pablo X -
Esther 2 Matías X Elías–
Ernesto X noviazgo
extramarital
Margarita 2 Caco X Rulo- amante
Jaiba X
Cristina 2 Justino X Cenobio-
Jesús X noviazgo
extramarital
Total de los 8 - 4 4 3
casos
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Es necesario considerar que a excepción de Marilú y Rosa María, mis


interlocutoras vivieron directamente con sus suegros o algún familiar de su
pareja cuando recién se unieron la primera y/o única vez. De hecho los
primeros embarazos, o casi todos en el caso de Cristina, se sucedieron en el

461
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

marco virilocal de convivencia y relaciones transaccionales de mis


interlocutoras con sus suegras/os y/o cuñadas y cuñados. En este sentido, la
asociación entre trayectorias vitales como la de pareja y la migratoria serán
claves para comprender cómo y por qué estas mujeres llegaron a asentarse al
Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México.

Por ahora, y para entrar a las trayectorias de pareja, quiero retomar un


dato importante que repercutirá fuertemente en las condiciones materiales de
existencia de mis interlocutoras y su familia propia. Me refiero a la ocupación
de los hombres con quienes estas cinco mujeres inician su familia y cuyas
características generales tendieron a la precariedad -como fue el caso de Caco,
quien trabajara como cargador/descargador en Portales-, la informalidad -como
fuera el caso de Pablo, quien un tiempo se puso a transportar de la Central de Abasto
a Veracruz -creo que muebles, no sé- y de Veracruz para acá traiba plátano, papaya; pero
más, más su trabajo fue la construcción. (…) Sí [también trabajó en el campo] pero no le
gustó, se vino para acá y ya agarró su trabajo -ganaba más aquí que en el campo -como
aseguró Marilú-, y la intermitencia -como describe Cristina para el caso de
Justino:

[Él] no tenía trabajo fijo; [trabajaba] en el campo pus cuando era


tiempo de siembra sí, desde que empezaban hasta que terminaban.
Se acababa la siembra y se iba a buscar trabajo a otros lados. Pero sí
era pesadito. (…). Cuidaba los animales en el campo, era vaquero,
pero cuando creció mi cuñado los cuidaba y él se iba a buscar
trabajo ayudando a los que se iban a cortar las milpas, el máiz. O
cuando andaban fincando en Dolores lo de los pavimentos –que les
llamaban adoquines- iba a ayudarles allá; en el [año] 60 andaba por
allá. Él la hizo de todo un poco, namás que por temporadas. (…). Él

462
AVRIL ARJONA LUNA

nunca me decía “¿qué vamos a hacer?” o “vamos a hacer esto”, ‘ora sí


que traiba lo que se podía [traer para las necesidades familiares].

Diferente fue el caso de Oscar: quien trabajaba como obrero en una fábrica
cuando conoció a Rosa María; después lo contrataron para descargar tráiler, y
repartir fruta en los mercados y, finalmente, algunos años después, consiguió un
trabajo como Policía Auxiliar del que ya podría jubilarse entre el 2014 y el 2015.
Este será el caso más privilegiado de acuerdo con las posibilidades que estos
grupos familiares han encontrado, en general, en la Zona Metropolitana de la
ciudad de México.

5.1.1.1 Rosa María y Marilú: el matrimonio para toda la vida


Rosa María y Marilú sí tuvieron relación de noviazgo que mediara la primera
unión. En el primer caso duró aproximadamente un año y tuvo lugar en el D.F.,
donde se conocieron a pesar de que él también es originario de Chiapas, de un
municipio costero. Una de sus representaciones más fuertes en torno a su
noviazgo fue el respeto, el diálogo, la negociación de ciertos límites y el proyecto
en común de educar a sus hijos bajo ciertos criterios mínimos. Así, ella logró
ubicar a alguien con quien podría establecer un principio básico de convivencia
en pareja, alguien que le diera su lugar.

Cuando yo me casé con él a mí me gustaban mis vestidos así


arribita de la rodilla, mis faldas (…) y él “ay, no, es que ya no porque
ya eres una mujer casada y eso no me gusta”, “pero ¿por qué?, si no
eres tú, soy yo, yo me lo estoy poniendo”, “sí pero eres mi esposa y
no me gusta que andes así, con tus vestidos cortos o faldas cortas”…
[suspira]; y dice uno “bueno, ya me lo está diciendo en buena
manera”, pues poco a poco lo voy a ir dejando, quizá no al trancazo

463
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

pero, se va uno amoldando a su forma de ellos o ellos a uno


también. Aunque no todo lo que me va decir, “a mí no me gusta
comer los frijoles”, “ah, te los comes a la fuerza”, no verdad, porque
hay que respetar, que cada quien no le gusta una cosa. Otra [cosa
positiva], por decir, “a mí no me gusta que sean desordenados” me
decía, “y a mí tampoco, tampoco, no me gusta” decía yo,
coincidimos con eso, que ya con los hijos pues también con los hijos
entran al “sabes qué, no seas desordenado” cosas así.

Rosa María se casó con Oscar en 1978 e inmediatamente migran al lugar


de origen de él -un poblado conocido como Mexiquito, en Tapachula, Chiapas.
Vivieron ahí casi cuatro años y aunque él tenía su casa y vivían independientes
de la familia de él, Rosa María tuvo más interacción durante estos años con la
familia de origen de su esposo que con la propia. Durante este tiempo la pareja
se dedica al trabajo en el campo, mismo que Rosa María combina con las
labores domésticas de su propia familia -evidenciándose así un tránsito laboral
importante- a pesar de la opinión de sus cuñados, quienes abiertamente
comentaban que ella debería dejar de trabajar remuneradamente, ya fuera para
la familia de Oscar o para otros:

Me casé y me fui a vivir a Tapachula pero no me acostumbré ahí. (…)


[Vivimos allá] tres años, casi cuatro; tres años y meses. [Mientras
vivimos en Mexiquito, los primeros años de casados] a veces me iba
yo a pizcar café, a (…) un beneficio de café –dicen-, donde es una
finca de -eran- alemanes los señores, y nos íbamos a escoger (…) [del
café] (…) qué sirve, qué no (...). Ahí ganábamos (...) bueno, quién
sabe, nunca me ha gustado estar nada más...[en mi casa] no, no, no
sé, no me acostumbro. A mí... yo quisiera tener mi dinero mío, mío,
que nadie diga "ay, ¿por qué lo gastastes?", "¿por qué no te alcanza?",
"¿por qué esto?", "¿por qué lo otro?", "¿por qué das?", "¿por qué no
das?" -yo no, no, a mí me gusta tener mi dinero mío, que nadie me

464
AVRIL ARJONA LUNA

diga (…). (…) ¡Ajá, sí, sí! [mis cuñados decían que yo ya no trabajara
fuera de la casa]. (…) Gracias a Dios tenía su casa [mi esposo, en
Mexiquito], sus cosas, pero p's tres [de] ellos [sus cuñados
trabajaban el cafetal de la familia] (…) y a fin de año levantaban la
cosecha, "no, pus agarra tu tanto, y yo tanto", y el mayor se quedaba
con la mayor parte, eso es lo que a mí no me pareció, no era lógico
de que vas a trabajar por partes iguales y uno va a ser el afortunado,
como que a mí no, yo no. Le digo a mi esposo "así no, yo
fregándome -le digo-, trabajando, me levanto temprano para
mantener a la gente y esto, y fin de año ¿qué te dan a ti? Una cuarta
parte, y él se queda con la mayor parte. Yo así no, vamos a buscarle
en otro lado donde nos vamos a moler, pero para algo bien -le digo-,
para bien de nuestros hijos” le digo. (…) "Te vas a hacer viejo -decía
yo-, aquí acabar, ¿y aquí lo mismo? En vez de ir pa' delante vamos
como (…) el cangrejo, camina para atrás, la tortuga no, caminará
despacio, pero seguro [ríe]. (…) Y gracias a eso... por eso dice mi
esposo "gracias a ti tenemos", siempre me dice. (…) Sí, [yo seguí
trabajando afuera de mi casa porque] no me gustaba quedarme así
de brazos cruzados, yo decía (…) no, yo no, yo quiero gastar (…) ¿y
nomás depender de ti? Ay, no. O que no tienes, ahí te vas a... con tu
hermano a ver qué te va a dar, como pidiendo limosna -decía yo-,
no, yo no (…). Como que no lo veía para un futuro mejor yo
[quedándonos en Mexiquito], y todo eso decía "ay, yo no, como que
no lo veo bien, pero ahí tú si te quieres hacer viejo así: no quieres
superar, adelante; si te cae tu casa encima y estás bien, adelante. Yo
no, me quieres seguir, vámonos, si no, te quedas".

En este sentido, Rosa María insta a su esposo a seguirla de regreso a la


ZMCM en pos de una vida mejor y es cuando llegan a vivir a Valle de Chalco
Solidaridad, municipio donde se establecerán al principio con dos de sus
hermanas que ya vivían ahí para después independizarse en su propio terreno.
Este caso será el más representativo de un matrimonio para toda la vida, pues

465
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Rosa María representa de entre mis interlocutoras la única que se casó en una
sola ocasión y tiempo después de haber concluido el trabajo de campo de mi
investigación todavía permanecía en pareja con Oscar. Además, éste será el
único caso en el que la violencia de pareja no tenga lugar en las
representaciones de mi interlocutora.

El caso de Marilú es muy particular dadas las representaciones que


configuran su relación de noviazgo y posteriormente las de su unión en pareja.
Aunque Marilú no comprendía cómo es que ya eran novios, Pablo insistió y la
presionó para que asumiera ese lugar particular. El problema fue que la madre
de Marilú no aceptaba al muchacho y por eso le prohibía verlo, recibirlo en casa
o salir a los bailes con él, como ya se vio en el capítulo anterior. Así, tiempo
después de que el joven migra para trabajar se encuentra con Marilú en el D.F.,
donde inician un noviazgo más formal. Marilú cuenta que los celos fueron un
sentimiento persistente en ella y en él, por eso no la dejaba tener amigos a los
que ubicaba como esos cabrones. En síntesis, la inseguridad marcó fuertemente
la única relación formal de pareja que tuvo Marilú y, con el paso de los años, su
más grande temor -que la dejara por otra- se convirtió en realidad.

Se casó con Pablo alrededor de 1979, cuando ella tenía 18 años, pero no fue
sino hasta 1984 que realmente comienzan a vivir juntos porque durante esos
primero años de matrimonio ella va y viene del Distrito Federal a Santa Úrsula
Chiconquíac, Puebla, combinando el empleo doméstico urbano con algunas
labores del campo cuando está con su familia de origen. Así, será hasta 1983 que
regresa a vivir al D.F. para emplearse en la modalidad de planta y al año
siguiente se junta finalmente con Pablo. Comenzaron rentando en Pino Suárez
-en el Centro de la ciudad- y luego más al sur, por el Estadio Azteca, hasta que

466
AVRIL ARJONA LUNA

en 1987 él compra el terreno en el que -ya en el Valle de Chalco Solidaridad-


vivirá Marilú el resto de su vida en pareja y posteriormente como madre soltera.

El esposo de Marilú, como el de otras interlocutoras, no estaba totalmente


de acuerdo con que ella trabajara -así, como veremos más adelante, su ser
trabajadoras entrará en varios casos en conflicto con su ser madr-esposas,
tornándose a la larga un problema de pareja y familiar complejo con efectos
diversos en las relaciones.

Marilú: Cuando empezamos a vivir juntos nosotros rentamos en un


hotelillo feito, allá por el metro San Antonio Abad, pero pos ora sí
que ahí rentaba él, ahí vivía, y ahí me llevó a vivir. Ajá, y este, pues yo
dije que no iba yo a dejar de trabajar, que iba yo a seguir
trabajando.. y pues me dijo “pues yo no quiero que trabajes, pero si
tú quieres trabajar adelante; yo me gustaría que estuvieras aquí en
la casa, bueno, aquí en el cuarto; yo voy a trabajar y vengo para que
vayamos a comer” –como su trabajo fue de contratista tonces él
tenía muchas chances de nomás ir a ver la gente y checar la obra y
venirse y volverse a ir; o sea, él tenía muchos chances de estar yendo
y viniendo-, tonces yo me aburría ahí, sin tele y sin nada y pues yo..
solita, y era un cuartucho ahí y a veces tenía agua caliente, a veces
no, y mejor me iba a trabajar y ahí me bañaba, y ahí me llevaba su
ropa de él y lavaba mi ropa y ya me regresaba y ya tenía mi ropa
limpia.Sí, pero él nunca me dejó que trabajara, decía “no, tú quédate
aquí”, le digo “¿pero qué voy a hacer aquí?, (…) me voy a aburrir”,
“pues salte a caminar, ve ahí a” –ahí me quedaba cercas el centro,
ahí en Pino Suárez y todo- le digo “pero qué voy andar haciendo
ahí”, se me hacía una eternidad, entons le digo “no, yo voy a
trabajar”, “bueno, pus ahí como tú veas”. (…) Pues ahí [en el Hotel]
vivimos poquito (…) qué serán, tres meses; ya de ahí nos fuimos a
rentar un cuarto ahí por el Estadio Azteca, sí, y ya de ahí pus ya
empezamos a comprarnos que una cama, que dos cobijas, sí, ahí

467
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

empezamos, y yo pues ya empecé con dos platos, dos tazas, dos


vasos y así, y así me jui haciendo de mis cositas, y así fuimos
empezando.

En este caso destaca que su llegada al Valle de Chalco Solidaridad,


alrededor de 1987, se asoció con la negativa de Pablo a que ella trabajara -de
modo que cuando rentaban por el Estadio Azteca trabajaba a escondidas de él.
Él tenía problemas para conseguir empleo como contratista y alguien le dijo
que iban a abrir una nueva ruta del transporte público del Valle de Chalco a
Tláhuac -y puesto que él tenía un carrito chiquito, una Caribe, quiso sumarse a la
empresa. Fue entonces cuando él propone comprar un terreno para vivir ahí. La
llevó a conocer y a Marilú le gustó aquél llano enorme, lleno de plantitas. Así,
trabajando a escondidas ella llegó a pagar la renta del lugar donde vivían y
comenzó a juntar para dar el enganche del terreno, aunque su esposo pensó que
era el préstamo que sus amigas le habían hecho porque él mismo le solicitó que
lo pidiera. En ese entonces el terreno les costó 70 pesos -cuando 20 pesos era un
dineral. Un año después de haber comprado el terreno se fueron a vivir para allá,
cuando Ana -su hija menor- ya tenía un año de edad.

Así, la llegada al Valle de Chalco impactó fuertemente su relación de


pareja porque Pablo comenzó a ya no llegar todos los días a su casa, de modo
que fue más o menos cuando comienzan más claramente las infidelidades de él
con una mujer que vivía en el Distrito Federal. De este modo, la relación de
pareja con relativa tranquilidad duró alrededor de ocho años, pues el resto se
les fue en conflictos que Marilú asocia, en parte, al no cumplimiento de la
principal obligación por parte de él: dar buen gasto.

468
AVRIL ARJONA LUNA

Marilú: Pues así bien [la relación] sería, qué será, unos ocho años,
nueve años, sí, como ocho años, pero ya después se descompuso
todo, sí, ya fue todo más…. Como que, no sé si porque tenía otras
mujeres ya no le alcanzaba el dinero o de plano se hizo bien codo
conmigo, y entonces ese era el pleito también

Avril: ¿y si él hubiera traído más gasto, aunque no estuviera contigo,


hubiera estado bien para ti o, qué piensas ahora?

Marilú: pues, yo digo que a la mejor tuviera yo mi buen gasto igual


no me hubiera ido a trabajar, estuviera con mis hijas y… pues a
veces también le piensa uno porque pues dice uno... igual así como
me diera, así me lo gastaba ¿no?, igual me iba a dejar y me iba a
quedar en la nada, y entonces este… pero pues igual y nada más
hubiera trabajado un tiempo.

5.1.1.2 Margarita, Esther y Cristina: las familias compuestas


Estas tres informantes tuvieron más de una unión en pareja y destacan porque
son quienes experimentaron abiertamente la violencia física al interior de
alguna de ellas, encontrando a la larga en posteriores noviazgos o incluso
infidelidades la oportunidad para conocer otros sentimientos como el amor y
posibilidades como la satisfacción sexual. En términos de la primera unión y
considerando que ninguna tuvo oportunidad de entablar un noviazgo que les
permitiera más referentes de sus futuras parejas, en estos tres casos lo que
realmente medió la unión fue una suerte de atracción física -más o menos
evidente-, la curiosidad o incluso la suposición de que lo esperado era unirse en
pareja. Así, en conjunto, estos tres aspectos llevaron a las uniones por dos vías:
la propuesta de matrimonio en el caso de Cristina y la primera relación sexual
en los casos de Esther y Margarita -ésta última ejercida con violencia.

469
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Cristina una vez unida con Justino vivió alrededor de seis años con sus
suegros en Dolores Hidalgo. Después migra con él y su primera hija lograda a
Monterrey por un primer problema asociado a la infidelidad de él. Un año
después migran a Celaya por un asunto similar al anterior y permanecen allá
cerca de un año. Posteriormente entre 1965 y 1970 la familia regresa a Dolores
Hidalgo, ahora al Rancho el Refugio, ya independizados de la familia de origen
de Justino. Esta primera unión de Cristina duró alrededor de 13 años, hasta 1972
cuando ella decide migrar a la ZMCM en busca de trabajo porque Justino se
había desaparecido y su suegro no quiso ayudarla para que alimentara a sus
hijos.

Cristina: (…) [En Celaya Justino iba a trabajar] en un establo, de


ordeñador. (…) duramos en Celaya también una temporada, que yo
creo que como un año –no me acuerdo bien pero yo creo como un
año-, entons allí también, igual, cometió el error de siempre (…),
que se mete con una señora (...). No, al otro día que dice “vámonos”
y nos venimos de vuelta pa Dolores, pero entonces la muchacha
[Josefina, a la que se había llevado antes y por lo que tuvieron que
irse a Monterrey] para ese tiempo ya se había juntado con otro (...)
señor, entonces ya los parientes ya no hicieron nada y nos fuimos a
vivir de vuelta a Dolores, a un Ranchito que se llama El Refugio(…), y
ya compró una casita, dio un radio y cuarenta pesos –eso le costó- y
ya nos quedamos allí. Pues ahí ya empezaron a nacer mis hijos, ya
fue Emilia, Lino, Perico, Torcuato, Abelardo y Gumaro ahí nacieron.
Y ya después ¡otra vez! se mete con otra mujer y gana y se va, y me
dejó con mis hijos ‘ora sí que sin qué darles de comer. Antonces mis
suegros vivían así, en la orilla del rancho, iba una de mis cuñadas –
estaba chica- y que les decía “orita vengo, voy a trair agua”, y le
metía al cántaro mazorcas y frijol y iba y me dejaba y se regresaba
(…) y ella era la que diario, diario pasaba a dejarme, y ya, pues él se

470
AVRIL ARJONA LUNA

había ido con otra. Antons sí ya le dije una vez a mi suegro “sabe
qué, su hijo ya no viene, ya tiene una semana que no viene y yo qué
voy hacer aquí con mis hijos –le dije-, no tengo qué darles de comer,
así es que por lo tanto yo me voy a ir de aquí”, dice “pues haz lo que
te convenga, porque yo no me puedo echar más compromisos –dice-
porque es suficiente con los que yo tengo”, “bueno –le digo- yo
nomás le aviso”, “no –dice- tú vete a mantener como Dios te dé
licencia” (…). Y sí. Vendí una tina, una gallina que tenía, hice el
pasaje y me vine con todos mis hijos a donde mi mamá ni me
conocía ¡de flaca! (…), se me veían los huesotes saltados [ríe]. (…)
uno de mis cuñados me vino a dejar porque yo no sabía y mi mamá
ya vivía aquí, y (…) ah no, pues ya andaban diciendo que yo andaba
con él, que por eso él me había traido para acá, pues dicen que ya
después Tino llegó allá y como ya no me encontró que la mujer de
mi cuñado lo trajo, lo trajo para donde yo ya estaba, no, pues ya vino
ai arrodillándose, que lo perdonara y quién sabe qué, tardó creo que
un año, y otra vez, entonces fue cuando ya me dejó. (…) No, pues sí
[me hubiera gustado que mi relación con Tino hubiera sido
diferente porque] (…) no supe lo que era amor con él –nunca-,
nomás vivía así como, pus yo creo peor que un vecino [ríe]. Ahora
digo yo “lo que es no saber uno”, que hubiéramos estado todos
juntos, de acuerdo en la familia, pero pus él tampoco lo supo
aprovechar, pues. Yo creo como estábamos chicos, los dos, como
que lo tomamos a un juego –se puede decir-, pero pus a ver, así lo
quiso Dios. (…) Con el papá de mis hijosduré 13 años [unidos], (…)
[pero teniendo en cuenta sus infidelidades] ya no hubo ni motivos
[para seguir juntos], era lo que era y yo ya ni en cuenta lo tomaba,
como que ya no me importaba lo que hiciera.

No será sino hasta 1980, más o menos, que Cristina inicie una relación
secreta de noviazgo con Cenobio, misma que concluye cuando la esposa de él
regresa a buscarlo para reestablecer su relación:

471
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Por eso te digo, va uno como cayendo y levantando, cayendo y


levantando; luego me pongo a pensar, “¿y todavía así volví a andar
con otros señores?” -[después de la experiencia con Justino]-, pero
ya con estos otros nunca he vuelto a recibir un golpe (…).(…) Por
parte de mis hijos fue que tuve una relación con él [Cenobio],
porque él tenía un establo y ellos lo ayudaban a barrer, a sacar el
estiércol a la orilla, y ahí andaba con ellos, los quería muncho; le doy
gracias a Dios porque pues él sí me ayudó muncho con ellos, nomás
que nunca así, que se hubieran dado cuenta, él iba en son de que iba
a buscar a los muchachos, y aquí todavía me venía en son de buscar
a los muchachos (…). (…) Ellas [las hijas de su novio secreto] sí se
dieron cuenta [de su relación], nomás que se hacían, porque había
veces que nos llevaba en la camioneta a todos –mis hijos y ellos, sus
hijos de él-, nos llevaban a Chapultepé… por eso te digo que tiene su
historia (…). Y luego, cuando salíamos solos, que nos íbamos por allá
[fuera de la Ciudad de México], me llevaba a comer a partes más o
menos [bien], y luego contrataba mariachis pa que cantaran
canciones... le gustaban muncho las poesías [ríe], y las canciones,
por ahí tengo un casete –que ya no quiere ni jalar, ya ni se usan- que
él me regaló [con] “La barca de oro”, “Perjumes de mujer”…y, bueno
[ríe]… y, pues hizo lo que ninguno… le nacían… el “Reló no marques
las horas” y, bueno, cada cosa que se le venía a la mente (…). Pero sí,
era muy buena gente. (…) Pero pues así es la vida; yo le decía “ya
regresó tu esposa y es su lugar de ella”, “no –dice-, pero de todos
modos a ti te tengo en mi mente” y me cantaba la canción esa de
Juan Gabriel: “siempre, siempre estarás en mi mente”.

Unos años después, en 1985, Cristina llega a vivir al Valle de Chalco


Solidaridad, Estado de México, y se casa con Jesús -su compañero de trabajo en
el empleo doméstico-, quien tuviera un trágico fin:

Pues así tardamos como unos cuatro años, de compañeros [de


trabajo], y a la mera hora que me avienta el lazo a mí y caí como

472
AVRIL ARJONA LUNA

burrito. (…). No, no fue casado [pero] tuvo tres hijos. (…)Mis hijos –
los más chicos- sí lo querían muncho [a Jesús]… tenía una mecedora
e iban mis hijos y lo mecían, le sobaban su panza –porque estaba
bien panzoncito- y le decían “pa que nos de suerte”[ríe]. O cuando
les dejaban tarea –de que llevaran algo a la escuela-, les decía él “no
le pidan a su mamá, pídanmelo a mí porque su mamá se
descontrola en el gasto”, y a ellos les daba pena, tons agarraban y le
escribían en un papelito y se lo daban, y luego ya me decía “oyes,
vamos al Centro porque mira lo que le pidieron a los muchachos”
(…). Y pues sí, salió buen señor (…). (…) me parece que [Jesús] tenía
como 55 [años cuando nos casamos] (…)-porque murió de 65 (…)- [y]
me ganaba con 15 años [de edad]. (…) Pues no, no [era celoso] así
que digamos en serio –me dicía así de guasa (…). Y luego como
sabía que había andado con este señor [Cenobio], antes, decía “no,
yo dije ya se fue con el de la camioneta” [ríe], “no –le digo-, el de la
camioneta ya murió”, y ya. (…) Yo me acuerdo que cuando vivía el
difuntito, no, en todo estaba: “¡ay, qué bonito te quedó acá!”, y así,
como apreciando lo que se hacía en la casa. Él en el patio qué
esperanzas que viera un papel tirado, ¡no!, luego, luego a recoger;
un traste luego, luego lo secaba y lo guardaba-entons como que ai
nos coincidía la idea de los dos. Y fue el único [que como esposo le
respondió] (…), yo creo por eso duramos poco.

Yo creo por eso duramos poco, concluye diciendo Cristina refiriéndose a lo


bueno de su relación con su segundo esposo. Como veremos más adelante,
Jesús implicó otras cosas positivas para la guanajuatense, pero aquí quiero
tomar su caso como ejemplo de lo que también veremos con Esther e incluso
con Margarita. Esto en sus transcursos de vida será relevante porque en general
ellas tiendan a pensarse desde una suerte de infortunio en las cuestiones
amorosas, consecuencia -en buena parte- de las circunstancias de vida y las
relaciones de género y entre estratos socioeconómicos que han condicionado

473
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

los espacios y los lugares en los que ellas y ellos han podido construir relaciones
desconstructoras de los patrones socioculturales.

Esther, como ya dije en el capítulo anterior, vivió con Matías el tiempo


que duró su primer embarazo alrededor de 1985. Al siguiente año -1986-, cuando
ella tenía 16 años y su primer hijo ya había nacido, se juntó con Ernesto y fueron
a vivir a Cuernavaca con unos parientes de él. Posteriormente entre 1987 y 1989
la pareja vive en distintos lugares -Naucalpan, Nezahualcóyotl, Santo Domingo,
Ceylán en Azcapotzalco y San Pedro Mártir- todavía en estrecha relación a con
la familia de él. Será hasta 1990, cuando Esther tenía 20 años, que la pareja llega
a vivir al Valle de Chalco Solidaridad a un pedazo de terreno que él compró a su
tía. Ahí permaneció ella y terminó de conformar su familia propia hasta que en
el 2010 Ernesto decide correrla de su casa y ella se ve obligada a combinar su
residencia en Valle con la que se fue forjando en un terreno que compró en el
2004 en otro municipio del Estado de México, Chimalhuacán. Esto último
coincidió con la relación de noviazgo que entablara Esther con Elías.

Simplemente nos juntamos, nos fuimos a vivir a Naucalpan por


muy poquito tiempo, y pues nunca tuvo tiempo de que, así, por
ejemplo un fin de semana, de que saliéramos a algún lado, pues no,
siempre era estar encerrada haciendo el quehacer, siempre fue así y
no solo, allí como estábamos con su primos pues hasta servirles a su
primos, o sea lavarles, hacerles de comer, darles, como que nunca
tuvimos nuestro propio espacio. (…) Después vivimos con su
hermana, pues fue lo mismo, ya hasta que después llegamos,
después nos fuimos a vivir con mis compadres pero pues él siempre
en su trabajo, llegaba noche, pues a darle de cenar, servirle ¿no?
como una mujer, según, y… pues así como que nunca había, él
nunca tuvo así un detalle, como que me hubiera dicho “oyes, pues te
quiero mucho”. (…) A ver, a ver déjame acordarme bien, porque…

474
AVRIL ARJONA LUNA

cuando yo me junte con él pues sí nos fuimos hasta Naucalpan con


sus primos, y creo de Naucalpan nos venimos a Neza, sí, porque era
solo mi hijo Pedro, él era solito, (…) pero entonces no fue un año, fue
muy poco tiempo en Neza con sus hermanas (…), [y] de ahí nos
fuimos a Santo Domingo nosotros, y allí ya estaba embarazada de
Anabel, y mi hija nació ahí en Santo Domingo pues. (…) Y luego,
luego, pues me embaracé de Paulina, se llevan un año ellas…y
Paulina…a ver… porque, vivimos en Ceylán, el mismo tiempo que no
más era mi hijo (…). [Después de Neza] nos fuimos a Ceylán, porque
ahí trabajó su hermana y entonces ahí…ya estaba embarazada de
Anabel cuando estaba en Ceylán, y fue cuando decidimos
apartarnos ya porque pues ya íbamos a ser nosotros cuatro, y nos
fuimos a vivir a Sto. Domingo; entonces en Sto. Domingo, debimos
durar más o menos un año, yo creo allí. (…) nace Anabel en Santo
Domingo, y ya de allí, nos fuimos a San Pedro Mártir a vivir con mis
compadres, allí nace Paulina. Y Paulina está chiquita -tendría
meses- cuando nos venimos para acá, que ya nos quedamos aquí
[en Valle de Chalco Solidaridad] definitivamente, (…) cuando
compró este pedacito (…) porque aquí ya vivía su tíade él, entonces
haz de cuenta que su tío de él le dijo que le vendía la mitad porque
que no tenía trabajo y que así como él le pagara podía hacerse un
cuarto. Entonces le vendió la mitá y pus ya, nos venimos para acá.

Margarita por su parte fue robada por el Caco en 1978, cuando ella tenía 15
años. Hasta 1984 ella vivió con su suegra cerca de La Joya -en la delegación
Tlalpan-, pero intermitentemente combinaba su residencia con su cuñada en
Villa de Cortés. A pesar de que mi interlocutora no estaba contenta con cómo se
desarrollaba su vida, mantuvo una relación con su primer pareja -y la familia de
origen de él- durante aproximadamente ocho años, de los cuales vivieron
realmente juntos los primeros tres. Posteriormente entre 1985 y 1988 sostiene
una relación de noviazgo con Jaiba, con quien contraerá nupcias en el lugar de

475
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

origen de ella a los 26 años de edad, en 1989. Así, el Jaiba se tornará un nuevo y
más agradable referente primero como amigo y posteriormente como esposo, de
modo que será con él con quien Margarita extienda su familia propia
asentándose en Valle de Chalco Solidaridad alrededor de 1990.

No, era, era muy difícil [estar con Caco], y por eso yo cuando me
volví a casar me costó mucho trabajo, mucho, mucho trabajo (…) en
el aspecto de que, porque, yo decía, cuando Jaiba me decía “oyes
mira, yo quiero tener un hijo contigo”, yo decía “no”..patitas pa
cuándo las quiero, yo decía “no (…), me da miedo”, “¿a tu edad?, ¿a tu
edad te da miedo?”, yo tenía qué…… como 24 años [cuando conoció a
Jaiba], me quedé de 20 años sola.

Si bien la relación con Jaiba fue muy distinta desde el principio, tampoco
fue perfecta en la medida que él ya estaba casado y todavía vivía con su primera
esposa cuando se casó con Margarita -y de hecho lo conoció por medio de otra
señora joven de quién él era amante. Así, el principal problema entre Margarita
y Jaiba han sido las infidelidades de él y la desacreditación que su familia de
origen ha tenido para con ella desde un principio. En este caso destacará que
Margarita tuvo un amante con quien, a diferencia de Esther y Cristina, nunca
tuvo una vida en pareja más formal.

Teniendo en cuenta que la experiencia de la violencia (verbal, psicológica,


física y sexual) fue parte de las experiencias de pareja para cuatro de mis
interlocutoras, es importante señalar que parece haber una tendencia: las
mujeres que se unieron en más de una ocasión padecieron más violencia que
quienes sólo lo hicieron una vez. Así, Cristina padeció la violencia física a
manos de su primer esposo y de hecho repercutió en al menos uno de sus
embarazos. Esther padeció la violencia física con su segunda pareja hasta

476
AVRIL ARJONA LUNA

aproximadamente el año 2013 -la última ocasión en que la golpeó con lo que
encontró a la mano. Margarita, por su parte, padeció la violencia física y sexual a
manos de su primer pareja y normalmente las violencias se articulaban, ejercía
la primera para lograr la segunda. Mientras que Marilú recibió violencia verbal
y algunos abusos físicos. Lo destacable de estos dos últimos casos es que ellas en
algún momento también han ejercido abiertamente distintos tipos de violencia
hacia su pareja, como veremos más adelante.

De este modo y tomando de referencia el siguiente cuadro, observamos


que mis interlocutoras se asentaron en Valle de Chalco Solidaridad, Estado de
México, entre 1981 y 1990: Rosa María fue la primera, seguida de Cristina en
1985, Marilú en 1987 y Margarita y Esther que fueron las últimas en llegar
-cuando el municipio todavía no era autónomo.

Cuadro 2. Trayectoria migratoria en pareja y el asentamiento en Valle de Chalco


Solidaridad, Estado de México.
Dest Cristina Esther Marilú Margarita Rosa
inos María
Radica Vive varios años
intermiten con su suegra, Oscar y

Vive seis años con la Con Matías vive en temente en cerca de La Joya, ella
familia de su esposo, Ciudad Nezahualcóyotl, Santa Tlalpan, en la migran a
Justino. Estado de México Úrsula ciudad de Mexiquito
alrededor de 12 meses. Chiconquí México. Pero ,
ac, Puebla intermitente- Tapachula
y en el mente combina , Chiapas.
Distrito su residencia con
Federal sin su cuñada en
Pablo. Villa de Cortés,
Benito Juárez.
Pone distancia de La
Junto con Caco y lleva a sus familia,
su primera tres hijos que
La pareja y su primer hija Se deja de Matías y se hija vive un mayores en San incluye a
2º sobreviviente migran a junta con Ernesto, con año con la Miguel Enyeges, la

477
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Monterrey, Nuevo León. quien primero vive en familia que Estado de primogén
Cuernavaca, Morelos. la emplea México, con su ita de la
de planta familia de origen. pareja,
en el Ella vivió en la llega a
Distrito ciudad de Valle
Federal. México, cerca de alrededor
Cabeza de Juárez, de 1981,
en Iztapalapa, primero a
por su cuenta vivir con
mientras hermanas
trabajaba y de ella y
estudiaba. después
ya por su
cuenta.
Radicaron en el Estado Se junta Ya casada con
Un año después migran a de México en dos con Pablo y Jaiba llega a Valle

Celaya, Guanajuato. municipios, primero en viven unos alrededor de
Naucalpan y luego en meses en el 1990. Ahí nacerán
Ciudad Nezahualcóyotl. Centro de sus dos últimos
la Ciudad hijos.
de México.
Posteriormente llegan
La familia regresa a al Distrito Federal, Se mudan

Dolores Hidalgo, primero a Santo al sur de la
Guanajuato, a otro Rancho Domingo, Coyoacán; ciudad, por
y ya independizados luego a Ceylán, el Estadio
nacen varios de sus hijos. Azcapotzalco y Azteca, en
finalmente a San Pedro Tlalpan.
Mártir, Tlalpan. En este
contexto nacen sus dos
primeras hijas.
En ella 1972 migra con sus
hijos a la ZMCM donde Llega a Valle alrededor La familia
vive al oriente, en Santa de 1990 con Ernesto y llega a
5º Martha Acatitla. Justino la ahí continúan la Valle
deja después del conformación de su alrededor
nacimiento de su último familia propia. de 1987 ya
hijo y ella, ya por su con su
cuenta, se establece segunda
alrededor de 10 años en hija.
Ciudad Nezahualcóyotl,
Estado de México, como
paracaidista.

478
AVRIL ARJONA LUNA

Llega a Valle alrededor de Desde el 2010, por su



1985 y poco tiempo cuenta, combina su
después de casa con Jesús. residencia en Valle con
aquélla en otro
municipio del Estado,
Chimalhuacán.

Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

5.1.2 Eventos, procesos y padecimientos de la sexualidad durante la


etapa reproductiva
En este apartado me interesa destacar: 1) la relación entre pareja, sexualidad y
familia propia que después me permitirá discutir a profundidad los lugares
ocupados por estas mujeres en tanto madres, esposas y trabajadoras
domésticas; 2) los aspectos más relevantes en torno a los eventos de la
sexualidad reproductiva desde la experiencia de mis cinco interlocutora
partiendo de las generalidades -pues concentrarnos en cada uno de los
embarazos, por ejemplo, requeriría de una investigación independiente-; y 3) la
influencia de otras actoras y actores en la construcción social de padecimientos
asociados a esta etapa de los TRS. A modo de síntesis y teniendo en cuenta los
eventos de la sexualidad de mi interés, presento el siguiente cuadro sobre las
características generales de las trayectorias reproductivas de Cristina, Esther,
Margarita, Marilú y Rosa María.

5.1.2.1 Embarazo, alivio y cuarentena

(…) uno [de mujer] da fruto (Rosa María).

(…) no, yo como nunca tuve esos privilegios [de la cuarentena] (Esther).

479
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

De cuadro siguiente podemos deducir varios datos relevantes. El número de


embarazos osciló entre tres (Rosa María y Marilú respectivamente) y 11
(Cristina), con casos intermedios en los que encontramos seis (Margarita) y
siete (Esther), y un promedio de seis embarazos a lo largo de las trayectorias
reproductivas. En cuanto a la edad al primer embarazo encontramos que para
Cristina, Margarita y Esther sucedió a los 15 años, de modo que sólo Marilú y
Rosa María se embarazaron siendo mayores de edad (19 y 25 años de edad
respectivamente). El último embarazo en cada caso se presentó en distintos
momentos, siendo Marilú quien a más temprana edad se embarazara por
última ocasión -a los 24 años. En el resto de los casos este evento sucedió en un
rango considerado inadecuado desde el modelo biomédico dominante en esos
tiempos: Esther tenía entre 40 y 41 años, Cristina alrededor de 40 mientras Rosa
María y Margarita tenían 36 años respectivamente.

Cuadro 3. Síntesis de las trayectorias reproductivas por interlocutora

Total
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa
María
Edad en años al
momento de las 71- 72 42- 43 49- 50 51- 52 58-59
entrevistas
Número de 11 7 6 3 3 3
embarazos 0
Edad al primer 17 años 15 años 15 años 19 años 25 años -
embarazo
Edad al último 40 años 41 años 36 años 24 años 36 años -
embarazo
Efectivo 1 por 1 provocado 0 1 0 3
Aborto s antojos espontáne
o

480
AVRIL ARJONA LUNA

s Fallidos 0 0 2 0 0 2
Embarazos que sí 10 6 6 2 3 2
llegaron a término 7
Todos de Los dos
forma Uno de primero
Formas de Todos de Cinco biomédica forma s de
atención para forma tradicional y . Cinco en tradicion forma -
concluir al parto tradicion una institució al y otro tradicio
al biomédica n pública y biomédic nal y el
pública uno a pública tercero
privada. biomédi
ca
pública
Partos naturales 10 6 5 2 3 2
7
Cesáreas 0 0 1 0 0 1
Mortinatos 1 0 0 0 0 1
Número de hijos
nacidos vivos que
murieron antes de 2 0 0 0 0 2
los tres años de
edad
Métodos DIU,
anticonceptivos DIU, pastillas inyeccione
usados por ellas DIU anticonceptiv s,
as y té calendario - Pastillas -
o ritmo y
operación
definitiva.
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En cuanto al número de embarazos por unión encontré que Rosa María y


Marilú se embarazaron sólo en el marco de su primera y única unión formal y,
aunque ambas dijeron haber tenido dificultades para embarazarse pronto, la
primera tuvo a Ariadna, Gregorio y Ernesto, mientras la segunda a Valeria y

481
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Ana solamente, porque su segundo embarazo concluyó en un aborto


espontáneo. Cristina no tuvo hijos de su segunda unión formal con el difuntito y
aunque sí se embarazó en una ocasión y por última vez de Cenobio -su novio
secreto-, tuvo un aborto por antojos; además su trayectoria reproductiva se vio
afectada por dos muertes infantiles y un mortinato, por lo que en síntesis
vivieron sólo una hija y seis varones.

De su primera unión Margarita tuvo a Isadora, Matías -a quien Caco


quiso abortar- y Ángel -a quien ella intentó abortar- y posteriormente nacieron
Poncho, Julio y Checho de la unión con Jaiba. Esther, por su parte, tuvo a Pedro
en su unión con Matías y a Anabel, Paulina, Adelaida, Anastasia y Teófila con
Ernesto; y como veremos su último embarazo fue producto de la relación de
noviazgo que sostuviera hace algunos años con Elías, concluyendo en un aborto
provocado por ella misma. En estos dos casos destaca que la segunda pareja
formal -Jaiba y Ernesto respectivamente- las recibieron y aceptaron con los hijos
de la unión anterior. Esta es una característica importante que, entre otras,
condiciona la permanencia de las dos informantes con la segunda pareja, pues
en el fondo se percibe una deuda con ellos en la medida que ellas asumieron
haber fallado o fracasado en la unión anterior.

Vayamos acercándonos a la compleja asociación entre embarazos, alivios y


cuarentenas teniendo en mente que se trata de eventos asociados a procesos de
s/e/a con representaciones y prácticas particulares en las que intervienen otras
y otros actores relevantes. En primer lugar se hizo evidente que el primer
embarazo fue el evento que permitió asociar efectivamente, y a nivel de las
representaciones, el embarazo con el cese de la menstruación. Esto, sin
embargo, no estuvo aparejado de los saberes relativos a cómo planear un

482
AVRIL ARJONA LUNA

embarazo, pues las representaciones y prácticas que se estaban comenzando a


encarnar giraban en torno al reconocimiento de los signos que marcan el inicio
de una transición biosociocultural -el embarazo-, misma que habría de
naturalizarse para lograr, a nivel de las representaciones, idealizar el proceso de
la maternidad -y no para evitarla.

Cristina: Mmm, pus del primero [me di cuenta que estaba


embarazada porque] nomás se me levantó mi regla y dije “quién
sabe por qué será”, luego ya me fue creciendo el estómago y ya mi
suegra me llevó con una señora a que me curara y ella fue la que me
dijo “no, pus ya, vas a tener un bebé” [ríe]; pero no, pus ‘ora sí que ni
en cuenta –está uno como un animalito, fuera de la fe [ríe]. (…)
Nunca pensé, nunca pensé, la verdá [cuántos hijos quería tener]. (…)
Pus ahora yo pienso que ya es otra vida, ya está más despierta la
gente y sí pueden ser ya menos hijos por la situación que se viene,
cada día más pesada –porque los que sufren son ellos, uno ya va
p’abajo, pero los que van p’arriba ya es más pesado. Yo digo que
máximo unos tres… ahora sí ya hay medida, pero antes no –como no
había ni televisión [ríe].

Esther: Ah, de con mi hijo [me di cuenta que estaba embarazada]…


porque, ya más o menos alguien me decía que cuando sale uno
embarazada pues ya deja uno de menstruar. (…) Mi comadre [me
decía. Además yo no sé exactamente por qué las señoras de antes,
así tengas dos meses o no les crezca la panza, no sé por qué en la
mirada se dan cuenta (…), porque allá así me decían “ya estás
embarazada” y yo les decía “no”, y decían “sí”, y pues sí, así era [ríe]-
no sé cómo se dé exactamente cuenta ella. (…) [Ya cuando comenzó
a crecerme la panza] ya entonces como que se empezó a mover y…
pues así como que no sentía yo emoción, pero pues tampoco sentía
feo… así, ya cuando tuve a mi hijo pus… (…). [Pedro nació] en Los
Reyes (…) en una casa (…) con una partera; y ya después de Anabel

483
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

iba a ser una partera, pero como que se asustó la partera porque no
nacía el bebé, entonces me llevaron a un Sanatorio. (…) [Pero] pues
todos [mis partos] han sido normales. (…) [En el parto] de mi hijo
pues nomás la partera [estuvo presente] (…); su papá pues [estaba]
allí, pero como si nada… mjm… antes todo era muy diferente, muy
….como que los hombres eran así que… pues nomás tener hijos y ya.

Margarita: Decían que por la forma de la panza, cuando son niñas


se te meten en la cadera y se te ensancha la cintura, y cuando es
niño namás crece [la panza] hacia el frente.

De este modo no es de sorprender que bajo lo que mis interlocutoras


denominan machismo, sólo Rosa María haya tenido las condiciones para
conversar con su pareja y planear en la medida de lo posible el tamaño de su
familia propia -una muy fundamentada en la idea de que la familia pequeña vive
mejor. Asociada también con las representaciones y prácticas de género, destaca
que Rosa María acude a una fábula para mostrar un reflejo común entre estas
mujeres-madres: ellas aceptan los defectos de los hijos -que pueden ser feos,
rateros o negros, drogadictos o vagos- y hacen lo que pueden con las herramientas
que han ido adquiriendo para tender a quererlos incondicionalmente. Esto, sin
embargo y como veremos más adelante, generará conflicto entre
representaciones y prácticas en la vida cotidiana de Esther y Margarita, y
algunas tensiones en la de Cristina, por medio de los imaginarios en torno a las
fallas como madres.

Rosa María: (...) Sí [planeamos nuestros embarazos, yo] quería 2-3


hijos; como Oscar decía “nosotros para qué traemos a nuestros hijos
si no les vamos a dar lo necesario, lo suficiente, mejor dos”, “bueno”;
pero Ernesto fue el pilón, pero gracias a Dios me salió muuuy
estudioso, muuuy bueno ... Los tres son buenos hijos, de nada me

484
AVRIL ARJONA LUNA

puedo quejar, no puedo decir “huy mijo malo”, no, para uno -como
dijo el zorro-“mis hijos son bien bonitos”, ¿a poco no? Para uno de
madre no hay hijos feos, así sean rateros, ¡negros!, lo que sea, para
uno son bonitos.

En este sentido y abonando a la caracterización de las representaciones y


prácticas encargadas de reproducir la maternidad obligatoria, Rosa María y
Marilú aseguran haber tenido problemas para embarazarse pronto y así
cumplir la expectativa social. En el caso de Marilú nunca quedó claro a qué se
refería y tampoco tuvo un diagnóstico ni tratamiento que ayudara a corregir el
supuesto problema; en este sentido me aventuro a suponer que no quedó
embarazada tan rápido como esperaba porque no vivía con Pablo y
probablemente el coito no fuera tan frecuente. El caso de Rosa María, sin
embargo, arroja luz en torno a algunas representaciones y prácticas que
rodeaban a las mujeres que, ya en pareja, no transitaban con celeridad a la
maternidad. Ella, bajo la presión social por parte de sus cuñadas, tuvo
oportunidad de recibir diagnóstico biomédico (matriz infantil) y tradicional
(frialdad), y fue atendida por una partera que finalmente le ayudó a
embarazarse utilizando sus saberes en torno a lo frío y lo caliente.

Rosa María: Pues yo como le decía a mi esposo, "si yo dos años y


medio de casado y no te doy hijo, pues nos separamos y cada quién
por su lado y ¿por qué vamos a pelear? Si a mí Dios no me quiere dar
un hijo por algo será, y si tú lo quieres pus nos separamos y te
buscas otra mujer que te pueda dar hijos, por mí ningún problema".
Yo sí, así, no iba a decir "ay, al rato yo me caso con otro y a ver qué",
no, yo decía "hasta aquí nada más; no puedo tener hijos, pues
tampoco me voy a casar con otro, pues yo trabajo, ahorro mi dinero
y ya, cuando yo llegue a una cierta edad yo me retiro y a ver qué
hago, pero no porque no tengo un hijo voy a ¡ay!, ahí voy a quedar, o

485
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

llorar, o matarme, pues no". (…) El caso mío fue que tenía yo más de
un año de casada y me decían "¿por qué no te embarazas?" "No, pus
no, no". Luego me dice una señora "¿sabes qué? Te voy a llevar con
una partera, que te cheque a ver qué, por qué es el problema de que
no". Y entonces -no fuimos con una partera, fuimos con un doctor-,
y me checó y me dijo "no, es que tu matriz la tienes infantil y tú
nunca vas a poder tener bebé" "Oh -dije yo-, Dios mío". 'Tonces yo le
dije a mi esposo (…) y mi esposo me dijo "no, pues yo no, yo por mí,
téngamos hijo, no téngamos, yo no tengo por qué separarme, yo te
quiero a ti y...", le digo "pero no, porque acá la gente es muy fijada
-le digo-, no me gusta", porque luego (…) todas las tardes mis
cuñadas salían y a sentarse ahí, y como que todo se nos pega, y yo
metía, iban "ay, que vente para acá, qué estás ahí encerrada y sola",
(...) ya vienen con sus nietas de mis cuñadas, salíamos y... y a veces
mi esposo lo tenía cargando y no faltaba quién pasaba y "ay, ¿pero
por qué cargas lo ajeno? Ya carga un tuyo", y "ay, ¿cuándo lo tuyo?” y
eso a mí ¡cómo me purga! (…) El doctor [que me diagnosticó matriz
infantil] (...) [estaba en] Finca Argovia, era una finca de puros
alemanes (…). Pero mis cuñadas "no -dice-, no nos vamos a quedar
así, vamos con una partera, que le hagan esto y le hagan el otro, a la
mejor es mucha frialdad, (...) vaya a hacer el último intento, si de ahí
no, ni modos". No, y la partera dijo "no, ¡qué matriz infantil ni que
sus narices!, no, tú estás bien, tienes mucha frialdad y te voy a hacer
muchos baños", y ya me hizo. Y "espera dos, no te vayas 'a la primer
mes te vas a quedar embarazada', a la mejor no -dice-, unos tres". ¡Y
así fue! Como a los tres meses que quedo embarazada y ya fui con
ella y ya me dijo "nomás que cuídate porque a la mejor -este-, no
podías embarazarte y ahora que tu matriz ya tiene el producto pues
puede ser -este-, de un alto riesgo tu embarazo, cuídate, y como acá
no tienes familia, ni quién te oriente ni quién esto ni quién lo otro.
Otra -dice-, si no sabes -dice-, un embarazo, a veces se nos vienen
antojos, que 'ay, se te antojó esto', pues cómelo porque si no, por eso
luego a veces se viene el producto -me decía ella-, se te antoja algo,

486
AVRIL ARJONA LUNA

pues por eso tienes tu esposo, ¿no?, 'se me antojó esto', come, y no
cargues cosas pesadas, no arriesgues tu... tu embarazo". Y sí, yo creo
a los tres meses de embarazos como que empecé a sentir un dolor
de acá de la cintura y mi -ay-, que ahí voy con ella, "no, pus tienes
que tener reposo -dice-, porque se te puede venir", y así tenía yo
mucha precaución en... Pero una vez tenía yo creo que siete meses
de embarazo, y iba yo al molino cuando me resbalé y quedé así mis
pie (…). Pero gracias a dios no pasó a mayores.

En segundo lugar es evidente que la atención durante los embarazos, para


la conclusión de los mismos y durante las cuarentenas estuvo condicionada por
las trayectorias migratorias, de pareja y laborales que, a su vez, impactaron en
las representaciones y prácticas en torno a los procesos de s/e/a asociados a los
eventos de la sexualidad.

Cuadro 4. Formas de atención recibidas durante los embarazos que llegaron a término
Total de Número de Número de Número de
embarazos embarazos embarazos embarazos Combinación
que llegaron en los que con con de las
a término tuvo alguna atención atención anteriores
atención tradicional biomédica
Cristina 10 Indefinido* *
Esther 6 0
Margarita 6 6 6
Marilú 2 1 1
Rosa 3 2 2
María
Total 27 9 * 7 7
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.
Nota: *No cuento con datos precisos; para efectos cuantitativos equivale a cero.

Como se observa en el Cuadro 4, y de acuerdo con los recuerdos de mis


cinco interlocutoras: sólo Esther nunca tuvo revisiones -ya fuera tradicionales o

487
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

biomédicas- durante sus embarazos que llegaron a término, mientras


Margarita la tuvo en todos. Rosa María la tuvo en dos de tres y Marilú en uno de
dos. Cristina fue la única que sólo recibió atención de parteras, pero no pudo
recordar en cuáles embarazos sí y en cuáles no. De este modo, sugiero que las
revisiones de las mujeres embarazadas dependen de las condiciones de acceso y
la legitimidad social conferida a los padecimientos asociados a los embarazos.

Cristina: Namás iba uno con las parteras a que la sobaran, pero
nada más (…) –y unos [embarazos], ni siquiera todos (…). Porque ya
ves que dicen que se les atraviesan y quién sabe qué, pero yo ni en
cuenta. (…) [Las parteras revisaban] (…) que no viniera atravesado –
acomodarlo- porque no pueden nacer. Eso era lo que hacían. (…)
Que viniera alineado para el tiempo de nacer que no se fuera a
ahogar.

Esther: No [durante mis embarazos no tuve atención de ningún


tipo], o sea simplemente cuando ya me aliviaba y pus ya.

Rosa María: Mhúm, sí [me sobaron en mi primer embarazo]. Creo


que... no me acuerdo si cada tres meses, iba yo a checarme con la
partera-me decía "no, está muy bien, va muy bien". Y luego con el
doctor igual (…) íbamos -que dijo "muy bien"- porque me recetaba
vitaminas (…), [entonces] para que me dijera "no, pues tiene que
tomar estas vitaminas", y cuándo puede tomar vitamina y cuándo
ya no, porque a partir de los siete meses ya no. (…) Que porque va
creciendo más el producto -el feto, vamos a decirlo-, que va
creciendo más, entonces ya, porque uno lo quiere tener -este-, parto
normal, y si no, crecen mucho y... puede ser cesárea. (…) Entonces
todo eso tiene su... un proceso, ¿no?, de que te ve el doctor, y te ve la
partera, pues el doctor nada que ver que te va a acomodar [al bebé],
(…) enton's yo iba [también] con la partera.

488
AVRIL ARJONA LUNA

Los padecimientos, malestares y riesgos durante un embarazo son muy


diversos pues como asegura Rosa María ningún embarazo es igual. En cuanto a
los malestares o molestias mis interlocutoras señalaron en primer lugar los
ascos o náuseas, seguidas de los antojos y, conforme avanzaba el embarazo
sueño o flojera, acompañados en ocasiones de hinchazón en los pies. Otro
malestar, nombrado de forma general fue el dolor de cintura. Como se observa en
el Cuadro 5, un padecimiento común en Esther y Margarita fue el embarazo en
sí mismo, pues no todos fueron deseados dadas las condiciones de vida que
tenían con sus respectivas parejas -por eso ellas, o la pareja en el segundo
embarazo de Margarita, intentaron o al menos consideraron el aborto.

Cuadro 5. Padecimientos y malestares percibidos por número de embarazo

Total
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa
María

Embarazo # 5 3 7 9 11 5 6 1 2 3 4 6 1 3 1 2 3 18
Náuseas/ + + + + + + 6
ascos
Sueño/ flojera + + + 3

Dificultades + 1
para
embarazarse
Hinchazón de + 1
pies
Antojos + + + + 4
Mal de orín + 1
Intento de + + 2
aborto
Consideró el + + 2
aborto
Escalofríos + 1

489
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Seguía + 1
menstruando
Preocupa- + + 2
ción
TOTAL 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 2 2 3 2 1 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Por otra parte, los principales riesgos (Cuadro 6) para una mujer
embarazada y su producto o fruto son: el aborto espontáneo, la terminación del
embarazo antes de tiempo y el mortinato. Los tres se asocian con distintas
prácticas: antojos no satisfechos, hacer esfuerzos físicos o recibir empujones y
golpes, tener emociones fuertes como el coraje y por supuesto los pocos
cuidados generales asociados con la falta de condiciones para seguir estas
recomendaciones.

Marilú: No, con ninguna tuve antojos, todo me daba asco. (…) Lo
que más sentía son las nauseas, de volver, no se me antojaba nada, y
si se me antojaba ni me lo comía porque ya sabía que lo devolvía.
Con la grande me daba mucho sueño en el embarazo, sí... y con Ana
mucha flojera.

Cuadro 6. Riesgos y prácticas de riesgo percibidas por número de embarazo

Total
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa
María

Embarazo # 1 3 5 9 11 - 6 2 1 2 3 10
Esfuerzos + + + + 4
físicos
Caídas + 1
Escalofríos + 1
Eclipse lunar + 1
Antojos + + + 3
Violencia física + 1

490
AVRIL ARJONA LUNA

Hizo corajes + 1
Embarazo + + 2
“tardío”
Conciencia + 1
tardía del
embarazo
Nacimiento + + 2
prematuro
Abortó + + 2
Mortinato + 1
TOTAL 1 4 2 1 2 0 2 2 1 1 4
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Desde las formas de atención tradicional a los embarazos el caso de


Cristina es el único representativo de saberes específicos asociados con las
nociones de frío/ caliente como riesgo para el producto en sí. También fue el
único caso en que se presentara el mal de orín cuyo síntoma era un torzón.

(…) hasta les da hipo –cuando tiene uno el estómago frío ellos
empiezan [emula el sonido del hipo], y adentro [del vientre], se
mueven. Les da hipo porque tienen frío. Hay muchas mujeres que
hasta presumen su estómago todo encuerado, les digo “si supieran
cómo lo están perjudicando a esas criaturas” –haz de cuenta que las
train peladitas, porque pus nomás la piel está encima-, y tráin toda
la panza de fuera (…), no saben –las chamacas. (…)Con Abelardo
mientras estuve esperándolo me daba como un torzón y así duré
tres meses –que yo hasta decía que a lo mejor nacía antes de tiempo,
pero no. Era un torzoncito que tenía en el vientre, como con ganas
de hacer de la pipí, pero no hacía –como ese que le dicen mal de
orín. (…). No sé a qué se deberá, unos dicen que es porque tiene uno
calor en el vientre, pero quién sabe, con limón luego se quita, pero
yo no quería comer muncho limón por lo mismo que estaba
esperando. (…) [Durante el embarazo es común] sentirse uno
abochornado –más si sale uno jueras al calor, como al medio día-, y

491
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

luego yo que me iba a tráir la leña… sí salía al campo, tenía que ir a


sacar el aguamiel (…), casi de aquí a la orilla del Cerro, y tenía que ir
en la mañana, a medio día y en la tarde –había veces que él iba en la
tarde. (…) Diario lo tenía uno que sacar tres veces al día (…) para
hacer el pulque.

Cuadro 7. Formas de atención a sus partos

Partos naturales
Cesáreas
Atendidos por Atendidos Atendidos por
parteras por médicos otros actores Total
significativos
Cristina 7 3 10
Esther 5 1 6
Margarita 0 5 1 6
Marilú 0 1 1 2
Rosa María 2 1 3
Total de los 14 8 4 1 27
casos
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En cuanto a las formas de atención para la conclusión de los embarazos


encontramos una tendencia dominante: el parto normal o natural (Cuadro 7).
Cristina tuvo 10 partos y siete fueron atendidos por partera en su casa, el que
derivó en mortinato fue atendido finalmente por su suegra y otro por su suegro
y su papá en distintos Ranchos del estado de Guanajuato; sólo el último tuvo
lugar en la ZMCM y fue atendido a partir de lo que ella y Justino habían
aprendido de las experiencias anteriores. Esther tuvo seis partos normales, cinco
fueron atendidos por parteras y uno bajo la atención biomédica. Rosa María,
cuando finalmente consiguió embarazarse, se remitió a la atención con partera
y así tuvo su primer parto en Mexiquito, Tapachula, Chiapas; el segundo

492
AVRIL ARJONA LUNA

también fue con partera pero ya en la ZMCM, mientras que el último sucedió
bajo atención biomédica en la Cruz Verde.

Marilú tuvo dos partos naturales; el primero tuvo lugar en su pueblo y


estuvo sola porque la partera no llegó a tiempo, mientras que el segundo fue
bajo la atención biomédica en el Hospital Juárez de la ciudad de México. En ese
hospital también nacieron los tres primeros hijos de Margarita, quien
únicamente utilizó atención biomédica -principalmente pública aunque en el
último fue particular- para atender la conclusión de sus embarazos; su caso
destacará porque fue la única a la que le rajaron la panza, pues su hija no estaba
en una buena posición para nacer y el parto se le estaba pasando -según le
explicaron los médicos:

Se supone que [fue cesárea] porque me dijeron los doctores que


venía atravesada, o sea sentada, y que no, de pompis no podía
nacer, por eso me rajaron la panza. (…) [Los médicos se dan cuenta
que un parto está pasado]porque ya no se mueve el feto, él bebe (…),
entonces cuando ellos se dieron cuenta ya no latía el corazón de mi
hija, entonces dijeron “no, esto se está pasando, hay que abrirle la
panza, pero a la voz de ya”, y por eso me rajaron la panza. Y de
Matías pues también venía sentado, pero ahí sí me fregué porque el
doctor cada dolor que me daba, removida que me daba, me lo
movía, y dice “ese chamaco tiene que nacer cuando tiene que nacer”
y desde ahí fueron todos partos normales.

A modo de síntesis, se observa que entre mis cinco interlocutoras suman


27 embarazos que llegaron a término, de los cuales: 14 fueron atendidos por
parteras de forma tradicional; nueve fueron atendidos bajo el criterio
biomédico -de los cuales uno derivó en cesárea-; dos fueron resueltos por
Marilú y Cristina -la última con su esposo- siguiendo las formas tradicionales y

493
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

dos más fueron atendidas por la suegra en un caso y el suegro y el padre de


Cristina en otro. Así, 18 de los 27 embarazos, es decir el 67% de mi muestra
cualitativa, se atendieron bajo las formas de atención tradicionales,
convirtiendo a las parteras -y en menor medida a la pareja, las suegras, suegros
y familia de origen- en actoras de una cierta continuidad representacional y
práctica con respecto a lo que observaron siendo niñas. Sin embargo, y esto es
importante tenerlo en cuenta, en la mayoría de los casos y al menos en una
ocasión aparecieron los médicos y los hospitales como nuevos referentes de los
procesos de s/e/a asociados a la segunda etapa de los TRS.

En este sentido es importante señalar que la diversidad de experiencias


de mis interlocutoras permite observar complejas prácticas que muestran tanto
similitudes como diferencias, así como algunas síntesis, entre los modelos
médicos y sus formas de atención a los partos. En el siguiente fragmento Rosa
María compara los costos de atención con partera y en un hospital, evidenciado
lo que para todas es claro: el servicio biomédico tiende a ser más caro, aunque
no será lo mismo ser atendidas en el ámbito público que en el privado porque el
segundo es todavía más oneroso. En este caso destaca además que los
problemas de salud de su último hijo fue una experiencia que compartió con
otras mujeres.

Rosa María: Uh, [las parteras en Tapachula cobran] bien barato,


bien barato, creo que trescientos [pesos]. (...) Y ocho días [la
atendían a una]. (...). Me decía "te voy a fajar", "te voy a calentar tu
vientre", "te voy a bañar", (…) y trescientos pesos, estaba bien barato.
Bueno, en ese tiempo era mucho dinero también. (...). Y ya la señora
[partera] de acá [con la que nació Gregorio], ella con todo y el parto
y me cuidó, no me cuidó los cuarenta días, pero me cuidó como

494
AVRIL ARJONA LUNA

veinte días, porque después se alivió otra de sus... creo era familiar,
y se fue, me dijo "pero por lo menos ya te dejé de veinte", creo 22
días, no pues yo ya hacía mis cosas bien. Pero ella quería estar, ella
decía "yo me voy a estar los cuarenta días, si ya no me quieres pagar,
pero yo voy a estar aquí” (…). Y [de] mi esposo... decía "es muy buena
gente tu esposo, tus hijitos no son groseros, no, yo me estoy", pero
no, se alivió su pariente y se fue. Pero ella me cobró mil pesos [por
todo]. Y me cuidó (…). No salió muy caro, para el mes que estuvo
[internado Ernesto, mi hijo el más chico], creo pagué como
ochocientos pesos. Fue barato, porque -ush-, en [hospital]
particular, ¡Dios mío! No, ahí creo sí como ochocientos. (…) [En el
hospital] éramos tres que nos juntábamos, porque también estaba
en incubadora su bebé... una abortó por antojo... (…) pero nos
acoplamos; ellas eran más jovencitas, yo ya tenía mis 35 años -36,
creo-, y ellas pues no, que veinte, 21. Quién sabe, se acoplaron
conmigo, las tres andábamos juntas, para todo, "vamos a comer al
mercado" "órale, vamos", o que "yo traje esto" "ah, pero entonces
nomás compramos esto y calentamos por ahí, pedimos favor que
nos calienten y a comer". No, quién sabe, nos... [se] acoplaron bien
conmigo, y cuando yo a veces ni tenía leche para dejarle -así el
biberón- mi... decían "no, nosotras le damos". Quién sabe, y a veces
yo aquí... de aquí llevaba un taco (...) o tortas, o qué sé yo, fruta, ya
les daba yo a ellas, y se acoplaron bien conmigo a pesar de que yo
era mucho mayor que ellas (…). Las dos eran primerizas (…). (…) una
salió -¿cómo le dicen?-, exenta... exenta, que no pagó porque los de
trabajo social con lo que nos preguntaron vieron que no tenía
dinero.

Al nivel de las representaciones la tendencia es a relativizar una forma de


atención frente a otra, de modo que ambas tienen ventajas y desventajas. En
relación con el modelo biomédico público las representaciones lo asocian con
prácticas más intrusivas, menos privadas, provocando pena, vergüenza e incluso

495
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

frío. Aunque muchas veces se legitima la eficacia biomédica para evitar la


muerte de la madre y/o del bebé -porque los doctores tienen otras herramientas y
artefactos con los que en teoría podrían hacer algo en caso de emergencia-, mis
interlocutoras saben que actualmente la práctica de la cesárea -con todas las
complicaciones que puede acarrear- se ha vuelto muy común en los hospitales
públicos –a los que sus hijas y nueras han tenido acceso. Así, la principal ventaja
es el acceso a vitaminas y medicamentos que podrían necesitarse.

Las parteras, si bien hay de todo, se sirven de utensilios domésticos más


sencillos que tienen como ventajas la privacidad de la casa, mayor posibilidad
de ciertos cuidados durante los primeros días del puerperio, permitiendo si
existen las condiciones mayor cercanía a la pareja y otros sujetos significativos
que participaban del evento. Definitivamente para quienes experimentaron las
dos formas de atención nunca será lo mismo tener la cola de fuera frente un
montón de desconocidos y bañarse con agua fría, que la contención del cuerpo
para cerrar, las propiedades de las plantas, las sobadas, fajadas y demás
prácticas que con fines terapéuticos practican algunas mujeres todavía.

Cristina: (…) como allá ni había por eso ni quién dijera “voy a ir con
un médico” (…), allá (…) pocas eran las que iban a un dotor –la
mayoría iban con parteras. Entonces yo no me respiraba [inspiraba]
ir con un dotor, al contrario, me daba harta pena; porque el último
[parto] me decía Tino que me iba a llevar a un hospital –del Centro-,
“no –le dije yo-, prefiero irme aquí al Aeropuerto, ahí como un
perro, pero yo no voy con el dotor” [ríe]. (…) Sentía que me daba
vergüenza, que me estuvieran ahí viendo, y como dicen que hacen a
uno allí –que le limpian y quién sabe qué tanto (…). Y no, mira, me
alivié en la casa, y bien –gracias a Dios (…). Porque pus hay unas que

496
AVRIL ARJONA LUNA

hasta estando con los dotores se mueren –uno u otro se mueren


[dice refiriéndose al bebé o la mamá].

Margarita: (…) aquí no había [parteras], en [la ciudad de] México no


hay, necesitas irte a las orillas para que encuentres [por eso yo no
me atendí así] (...). Al final de cuentas en el hospital los pares igual,
al rojo vivo, así que es lo mismo. (…) Sí [el trato que recibes de una
partera es distinto al de un médico] porque las parteras terminas de
aliviarte, te limpian, baña al niño y ai échate; y los doctores no,
porque se supone que te están dando un tratamiento -te van a
checar si te sientes mal, si tienes calentura-, esa es la gran
diferencia. (...). Las parteras hacen lo suyo y se van (...). [En cuanto a
las diferencias entre la atención biomédica pública y la privada sólo
encuentro] que en uno pagas y en el otro no.

Rosa María: [Recordando el primer parto] a mí me decían -acá [en


la ciudad] escuchaba yo comentarios- que "ay, con el doctor nos
dicen que somos escandalosas”-porque es un dolor muy intenso-, y
"ay, doctor, ay", (...) "ah, pero eso sí, ¿cuando estaban con su esposo
verdad que sí querían más?" (…) Y decía yo "no quiero pasar eso, y
mejor la partera que me hizo el favor de ver el principio -dije yo-,
ella que me...", pero decía mi cuñado "no, es que ¿qué tal si se pasa el
parto? Puedes matar al bebé", y yo aferrada que yo en la casa (…). Ya
cuando vine acá, que mi tercero sí ya con doctor... ah, no, pero qué
diferencia, digo "qué mensa fui". (…) Pero pues yo creo que todo es
bueno mientras sale uno con bien, pero claro (…) las atenciones [sí
pueden cambiar]. Que pues hay ventaja y desventaja (...), así es que
yo no me arrepiento tener a mis hijos en los dos lados. Estuvo bien y
experimenta uno. Y valora uno la vida. O las personas, ¿no? Sí, yo fui
afortunada en eso porque pues sea como sea me atendieron bien.

De forma general podemos asegurar que el nacimiento de un/a bebé


resulta un evento considerablemente riesgoso para la madre pero también para
el bebé, pues uno o ambos pueden morir en el intento cuando éste viene mal

497
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

acomodado o se le enreda el cordón umbilical, provocando que el parto se pase


-como fueron algunos embarazos de Cristina, Margarita y Esther.

Cuadro 7. Cuarentenas: características por informante y número de embarazo


Cristina Esther Margarita Marilú Rosa María
Nueve días. Se No tuvo apoyo Tuvo cierto Los primeros ocho días
percata de que su Ocho días de su suegra y se apoyo de su recibió cuidados de la
hija tiene una le infectó la mamá y su partera, después tuvo
malformación en herida de la abuela apoyo de cuñadas.
1
el tobillo cesárea Tuvo hemorragia
Nueve días. Se No tuvo apoyo Durante cuarenta días
2 abrió de la cadera y Dos días de su suegra y se - recibió ayuda de la
la cintura le infectó la partera. También tuvo
herida del hemorragia
perineo
Nueve días. Duró Unos días Tuvo algo de reposo
3 mucho tiempo Dos días porque no tuvo No tuvo pero no como en el
reglando apoyo de su cuarentena caso anterior
suegra
Aunque tuvo
4 Nueve días. Pudo Pocos incapacidad
amamantar a su días laboral sus
hermano menor actividades
domésticas no se
vieron afectadas.
Tuvo dolores de
cabeza
asociados al frío
5 Nueve días Pocos Unos días
días

6 Nueve días Ocho días Unos días


porque la
vio su tía
7 Nueve días -
8 Nueve días
9 Nueve días

498
AVRIL ARJONA LUNA

Nueve días, tuvo


10 apoyo de vecinas
11 -
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Las cuarentenas, íntimamente ligadas al proceso de recuperación


postparto o postcesárea, están rodeadas de representaciones y prácticas
complejas que les tornaron un privilegio al que no tuvieron acceso la mayoría de
mis interlocutoras, pues es fundamental tener en cuenta que este último
proceso requiere contar con alguien en quien delegar algunas
responsabilidades del lugar de madr-esposa-trabajadora por un periodo mayor
a unos cuantos días. Así, nuevamente la excepción vuelve a ser Rosa María, la
más privilegiada material y simbólicamente.

Cristina: No, pues normal [andaba yo en mis embarazos], porque


pus como anda uno movido ni caso hace uno, más con los suegros,
cuál tiempo de andarse chiquiando –tiene uno que trabajar normal.
(…) [Estando embarazada trabajaba yo] hasta el último día; estaba
yo por reventar y todavía iba a llevar el almuerzo –casi como de aquí
a la Avenida de Tláhuac-Chalco, así estaba de lejos adonde
llevábamos la canasta del almuerzo. (…). [En las cuarentenas] a los
ocho u quince días ya estaba lavando (…) tiene uno que trabajar. (…)
No, yo nunca me cuidé, (…) no guardé reposo, ni nada (…), teníamos
que entrarle todos parejo. [Del segundo parto] tenía ocho días de
que me aliviaba y tenía que ir a tráir agua, y pus ahí fue donde me
abrí de la cadera y así tardé –yo creo unos cuatro o cinco meses-; y
luego ya me llevaron a sobar, me cerraron la cintura y luego luego
encargué de vuelta.

Margarita: Mis cuñadas [en el pueblo] hasta los cuarenta días se


pararon de la cama... Ese es otro, otro coraje que me da de alguna
manera -no coraje, resentimiento- con mi mamá, porque ella

499
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

llegaba a saber que yo ya estaba aliviándome o ya me había aliviado


y no, ni se presentaba... entonces tú dices ¿qué onda?... le dolió más
la nuera (...). [Pero] pues yo nunca tuve esa dicha de tener todo eso
[reposo, baños calientes]; o sea, yo me aliviaba ahora y si salía ahora
desde ahora empezaba a hacer mis cosas, porque pus no, o sea, mi
suegra nunca se preocupó por mí. Me hicieron cesárea de mi hija y
me dio temperatura porque tenía una infección en la herida,
entonces ya eran dos días, tres días, y mi niña no se había bañado y
lloraba, y lloraba, y lloraba... pues yo tenía 16 años, imagínate, cómo
la iba a agarrar, y ya no tenía pañales limpios -y así estaba, con mi
calentura-, y que agarro y dije "ni modo Margarita, bájate a lavar" -y
los escalones estaban así de altos [como de 15 centímetros]-, pues yo
me bajaba a gatas y me subía de nalgas, no había de otra. Y llegaba
[mi suegra] y "¿ora qué estás haciendo?", "lavando", "ah, piensas que
no te voy a lavar. Pero no, no tengo tu tiempo, pero ya ves que voy y
vengo", "no, si no le estoy diciendo nada", y me dice "sí, tú quieres
hacerme quedar mal con todos aquí de la casa y hacerte la sufrida",
y le digo "no doña", "y no soy doña, soy tu suegra". [Y otra señora,
una vecina] me dice "¿por qué está llore y llore tu niña?", "no sé, creo
que le salieron unos granitos", "a ver" y ya la ve y me dice "no la han
bañado, ¿verdad?", le digo "no", "pon agua y ahorita te la baño" -y
que va llegando mi ingrata suegra y la señora me estaba enseñando
cómo (...)-, cuando se fue [la señora] me pusieron como lazo de
cochino y le digo "pues es que usted namás me trae "al rato",
"mañana", "pasado" y ya se fueron tres días", y mira, la bañé y así
como la bañé... pelas [se durmió profundamente], no despertó sino
hasta la noche. (…) Bueno, [de Poncho] namás porque tenía la
incapacidad pero, ora sí que en realidad tener cuarentena - es que
no laves, que no te pares a cocinar, que no barras, que no nada de
eso- [pues no] por eso yo realmente pues [seguía con sus actividades
normales]. (...).

Avril: ¿tuviste alguna molestia o malestar durante los cuarenta días


después de tus partos?

500
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: pues sí, porque te sientes cansada, te sientes... como que


dices "¡qué onda!, mi vida cambió de la noche a la mañana", ¿por
qué?, porque ya ora ya te vienes con obligaciones (...) y no sabes ni
qué hacer, te duele tu cabeza, te sientes cansada y no sabes ni por
qué. (…) Le digo a doña Rome, "la que ha vivido una cuarentena se
es chiquiosa" porque ya te la quieres agarrar de coto... y pues no.

Rosa María: (…) de la cuarentena pues también porque mucha gente


“pues te tienes que cuidar así y así y asado”, más, como que…te
hablan pues de más, y cuando a lo mejor ni tanto es la cosa… como
que te asustan, y “no esto, y no lo otro, y cuidadito esto y cuidadito
lo otro”, entonces dices pues sí me tengo que cuidar, si salgo de esto
o me muero. También eso afecta, en el trabajo sí te afecta; si es aquí
en la casa pues no puedo hacer esto, lo otro, o atender a mis hijos
porque me tengo que cuidar; pero pues si estás bien
económicamente “oye, pues pago alguien que nos ayude”, a lo mejor
no nos afecta en ese sentido, pues en mi caso mío, gracias a Dios,
tuve para pagar a alguien quien me cuidara y no, para mí no me
afectó en algo, no, no, gracias a Dios, mi esposo cooperaba en ese
sentido, él me trataba muy bien y yo en ese sentido no tengo queja
porque me decía “vamos a contratar a alguien que te venga a cuidar
los cuarenta día para que no estés que esto que lo otro”, entonces
gracias a Dios yo no sufrí como otras de que “ay, es que ando al
mercado o me tuve que salir, o que me golpeó mi esposo o que me
maltrató”, no, yo para nada, en ese sentido no tuve problema.

De acuerdo con la información recabada encontré que estas cinco


mujeres tienen muy presentes los discursos de riesgo y cuidado derivados de las
formas tradicionales de atención al puerperio, evidenciándose que el modelo
biomédico tuvo muy poca injerencia representacional y práctica. En este
sentido, uno de los principales riesgos es la frialdad que puede entrar al cuerpo
por medio de prácticas cotidianas como comer ciertos alimentos, barrer, lavar o

501
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

no cubrirse la cabeza. Los esfuerzos físicos postparto también representan un


riesgo y pueden derivar en la caída de la matriz o los ovarios; y todos estos son
tratados bajo las formas tradicionales suscritas por las parteras.

Las hemorragias fueron frecuentes a raíz de un parto y los recuerdos


tienden a representar formas diferenciadas de atención según el modelo
médico, pues las parteras las combatían tradicionalmente, mientras los
médicos lo hacían por medio de medicamentos e inyecciones. Por último, existe el
peligro de que la placenta no se desprenda totalmente, como casi le sucede a
Cristina en uno de sus partos.

Rosa María: Ah, pues también [en la cuarentena], no puede uno


comer de todo, por cosas también... A veces se queda uno con una
vientre muy inflamada por cosas frías, según, o otros que le hace
daño al bebé. A mí no me daban [de comer], por decir, la calabaza
no, que el pescado tampoco, que huevo tampoco, que la leche no,
que los frijoles tampoco. (...), "el mango no porque le hace daño al
bebé, él se suelta el estómago", 'tonces allá casi me daban de comer
así que el pollito asado, un bistecito asado, pero también tenía un
proceso de que "esto no por esto", "esto no por lo otro", y muchos
cuidados. O decir "ay, bebé no se puede sacar [a la calle]", o "tú no
puedes alzar pesado, tienes que estar acostada", y yo no -no
acostada de que "ay, toda la cuarentena", no, ¿verdad?-, te
levantaban -por decir-, decía la partera "ya al tercer día... orita nada
de faja, todo te voy a dar tu tecito para que te limpie la matriz, que
no quede nada de sangre así muerta o coágulos, y al tercer día te voy
a dar una (...) sobada bien y te voy a dar -no me acuerdo qué
medicamento me daba, y este-, al tercer día ya te voy a fajar, poner
tu faja y ya, puedes hacer tu vida cotidiana así normal", bueno, no al
100 [porciento]. "Puedes hacer de comer, pues puedes bañar a tu
bebé, puedes... menos trapiar, menos barrer -me decía-, porque al

502
AVRIL ARJONA LUNA

barrer toda la frialdad tú lo vas a alzar, y eso te puede dar dolores de


cabeza, y agacharte tampoco por la matriz", 'tonces es un proceso de
cuarenta días de tener muchos cuidados, porque si no se te viene un
sangrado y no, capaz que eso te lleva a la muerte. ¡Uy!, ese era mi
miedo, temor, mi... pero pus yo hacía mis tortillas y (…) en ese
tiempo yo lavaba mis pañalitos, así era, yo hacía de franela y lavarlos
(…) ... Yo a los nueve días yo empecé a lavar, ropa grande no, ni ropa
de cama ni cobijas ni cortinas ni nada de eso, lavaba mi cuñada, si
no mi esposo pagaba, ropa de él, ropa mía, pero de mi bebé yo lo
lavaba, pero sí tenía yo que tener -este-, mucho... mucha
precaución. Y cuidado estar bajando escalones, hay que tener
mucho cuidado en eso (...), pero gracias a Dios pues... ve que no
tenía nada de mi familia ahí, ni quién me viera también, pero
gracias a dios mucha gente me vio. (…) Eran dos [mis cuñadas],
incluso la suegra de mi cuñado-¡uy!, no- ella para mí fue como mi
mamá ahí. Y ella sí me decía "no está su mamá aquí, pero yo estoy
como si fuera yo su mamá, yo acá la veo, yo acá la cuido, yo esto, lo
otro", no, no, no, yo nada tengo que decir de ellas, porque unas
personas maravillosas para mí. Y sí, porque pu... haz de cuenta que
hubiera sido mi familia, cuidarme.(…) A los tres días [después del
parto ya] vendan a una, porque dicen que tiene que -este-, yo creo,
sacar todo lo que queda,(…) el sangrado, todo lo que...Y si no lo dejas
que fluye a la mejor pues puede afectar, enton's me decía ella "no,
tienes que caminar, pero hasta el tercer día ya te vamos a fajar y ya",
caminar, y sí, ya teníamos ahí... pus uno queda débil, si el parto no
es cualquier cosa, quedas ¡ay, dios mío! (…) [En torno al sangrado
postparto de Ariadna] el doctor [me dio] puro medicamento, puro...
pero después conocí a una señora y me llevó, y me hicieron muchos
baños, tomaba yo teces (…) de epazote con piloncillo, y yo con eso
sentí que me compuse, y ya. Me compuse y ya tanto que me
compuse que me embaracé de Gregorio. (…) Ah, me la recomendó
una vecina que vivía acá [en Valle de Chalco Solidaridad] porque
decían "porque ya fuiste a ver tantos doctores y estudios y estudios y

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

nada, no te hacen nada -dice-, pues vamos, yo conozco señora que


cura". Bueno, eso de limpias, eso... a mí no, eso no... decía... y le digo
"ay, p's no, yo no creo en eso", y dice "pues a ver, ella te va a decir
qué: tienes mucha frialdad o la matriz lo tienes caída, qué sé yo". Iba
yo con varias personas y doctores, y nada, y nada, pero ya sentía que
yo ya no podía más. (…) No era dolor, casi no, pero el sangrado bien
abundante, ton's eso p's afecta; ya de tanto,y mi hija chica, yo decía
"ay, Dios mío, voy a dejar a mi hija chica". Pero no, gracias a Dios me
fui con esa señora y me bañó con yerbas (…), me frot... mi... según
ella tenía yo caído la matriz y... me dio de tomar un jarrote así
de...epazote con piloncillo. Y mira, yo sentí que santo remedio,
gracias a Dios.

Esther: (…) fíjate que a mí el que me habló [de los riesgos de no


cuidarme durante la cuarentena] fue un primo hermano de mi
papá, porque cuando tuve a Teófila, mta ps, más tardé en tenerla
que en ponerme a trabajar, entonces me decía que me cuidara
porque, dice “sí todavía vivo, que llegues a tus 45, 50 años, te veré y
si no te acordarás de lo que te estoy diciendo”, y creo que sí tenía
muchísima razón porque dice “s sea tú cuando tienen a su bebé,
pues se les abre todo, todo, o sea todo el hueso, o sea todo; entonces
no te cuidas, te está entrando mucho el frío y con el tiempo, todo
eso te va a resultar”; tonses también pienso que a la mejor todo eso
puede ser que sea todo eso, porque la cabeza, o sea, exactamente se
la amarraban con un paliacate pues precisamente para cubrirse
pues, del frío o algo así ¿no?, y yo nunca lo hice -ahora ya uso
calcetas, antes ni eso usaba. Entons haz de cuenta que de mi hijo,
pus creo que ocho días sí descansé, pero de Anabel y Paulina no. (…)
Lo bueno [fue] no quedé tan vientruda [ríe] sino que me fajé.

Cristina: sí, de la niña que nació muerta tardé muncho tiempo


delicada [después del parto]. (…). Duré muncho tiempo que
reglaba… y luego ya después se me quitó y ya volví a encargar. (…)
Pos se siente uno como desguanzado, sí [ríe]… porque, pus no sé, ni

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AVRIL ARJONA LUNA

me atendí, ni me atendieron –nada-, así anduve (…) hasta que una


señora me curó –una de las parteras. Me curó de, que de lastimada,
que porque estaba lastimada de la cintura –abierta de la cintura-,
dice que a lo mejor cargué algo pesado en el tiempo que todavía no
tenía la cuarentena. (…). Y sí me compuse, porque luego, luego
encargué. (…) [Para curarme la partera] me puso un parche acá en la
cintura –le limpian con alcohol y luego lo calientan y lo ponen (…);
debe de durar [puesto] cuarenta días, pero a mí no me duró porque
me daba muncha comezón, y hasta me rascaba y se me hacían así,
como quemado, y no lo aguanté, me lo quité. Pero sí me compuse. Y
una sobada que me dio, con eso. (…). Y ese tiempo sí me cuidé,
porque me fajaron, me apretaron bien.

Los riesgos asociados a una cesárea también pueden ser mortales y el


principal problema es que la herida se abra o se infecte. Entre mis
interlocutoras sólo Margarita tuvo experiencias de intervención quirúrgica: la
primera en la cesárea y la segunda en su siguiente parto porque su hijo era muy
grande y por ello le rasgaron el perineo -que también se le infectó. En este
sentido la recuperación requiere de cuidados higiénicos específicos, de no
hacer esfuerzos y para esta interlocutora también de evitar alimentos que
complican la cicatrización. Así, siendo primeriza y con una cesárea
experimentada en mucha soledad, Margarita se representa este evento como
generador de terror por los cuidados que requerían ella y su hija.

[El parto normal] es algo muy diferente [a la cesárea] porque tu


semanita y ya puedes andar p'allá y p'acá, y una cesárea no -porque
necesitas cuidarte más, que no se te vaya a abrir tu herida. (...) A mí
se me descoció y se me infectó de subir y bajar escaleras, pero pues
quién me hacía mis cosas (...). [Durante la cuarentena se supone
que] no debía cargar cosas pesadas; que me lavara la herida, que me
bañara diario, pero pues obviamente que pus quién, era yo sola. (…)

505
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Sí [podía comer de todo], menos carne de puerco (...) que porque se


supone que es una carne que tiene mucha grasa (…) y no cierra bien.
Por decir hasta los chiles, por decir puedes comer chile guajillo -
¡pasilla!-, pero no guajillo porque se te infecta la herida -eso decía
mi suegra. (…) Pues la verdad no fue... no fue algo así, muy
agradable [la cesárea]... porque no me podía mover, además no
sabía ni qué onda -¿qué pasaba?-, cómo cuidar, cómo, cómo ver a la
niña... eso me causaba terror

5.1.2.2 Aborto y mortinato


De entrada parto de la existencia de dos tipos de abortos, los provocados y los
espontáneos. Espontáneos fueron el de Cristina por antojos y el de Marilú por
cargar cosas pesadas, dos de los riesgos reconocidos que, teniendo ciertas
condiciones materiales y simbólicas, podrían prevenirse. En este sentido y
teniendo en cuenta lo hasta aquí expuesto, parte importante de las condiciones
simbólicas están asignadas por otros y otras actoras que representan vidas con
las que estas mujeres han relacionado las propias y que sirven como referentes
para la asunción o no de lugares en el padecimiento. Así, la pareja, otros
parientes, las curadoras e incluso las amistades entre mujeres adquieren
importancia tanto material como simbólica en estas experiencias. En el caso de
Cristina destaca que ella asegura no haberse dado cuenta que estaba
embarazada de Cenobio, motivo por el cual ignoró el antojo que tuvo.

Cristina: (…) tuve un aborto de él, de que tenía yo el antojo de unos


tacos –en la lengua lo sentía- y ese día él se fue a Guerrero y ya no
salimos, y de ahí me vino, [estaba yo] de dos meses [de embarazo].
(…) Siente uno las cosas como si se las estuviera comiendo uno, y no

506
AVRIL ARJONA LUNA

es uno, es el produ[c]to.111 (…) A mí me platicaban personas que


también les ‘bía pasado lo mismo –allá en Dolores-, porque dicen
que no es uno el que lo pide, lo pide el producto; y digo, cuando es
uno sano pues se aguanta uno y nada le pasa, pero una cosa de esas
sí ya no, porque si no se lo dan quedan esperando ellos lo que
quieren [como su hijo Gumaro], y otros que no aguantan y es un
aborto, no se logran. Por eso cuando hay una persona que está con
su barriguita [embarazada] y está uno comiendo algo hay que
invitarles aunque sea un poquito de lo que uno trae, nomás pa que
lo saboreen, porque sí, sí es peligroso.

La relación de noviazgo de la cual derivó este evento en la trayectoria


reproductiva de Cristina fue secreta porque él era muy amigo de sus hijos y ella
sentía que podrían perder la confianza si reconocía públicamente la relación.
En este sentido la preocupación por ¿qué van a decir?/ ¿qué van a pensar? las y
los hijos, es una característica particular de las representaciones de Cristina, y
de Esther en tiempos recientes, en materia de las limitaciones que encontró
para reiniciar una vida en pareja que, dicho sea de paso, legitimaría la vida sexual
activa de mujeres cuya identidad está muy condicionada por el ser madres
trabajadoras.

Cristina: (…) yo no quería que mis hijos se dieran cuenta porque me


daba pena que ellos nos confiaron la confianza –tanto sus hijos de él
como los míos- y luego yo ya no tenía confianza de decir “él me va a
ayudar”, porque ya me había dejado el padre de mis hijos y luego yo
ahora ya resulté con esto. (…) [Lo conocí] allí en Neza porque

111 Aunque ocasionalmente Cristina se refiere también a los hijos como “bebés”, sin embargo cuando
habla de embarazo lo refiere como producto. Pienso que durante los últimos diez años su
acercamiento a la televisión, en especial en torno a los procesos de s/e/a, y el contacto con un grupo
comunitario de mujeres que tuvo acceso a pláticas con una psicóloga, la han dotado de referentes
biomédicos muy específicos que coexisten con la predominancia de sus prácticas y representaciones
bajo los modelos tradicional y alternativo.

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

vivíamos en la misma cuadra y mis hijos empezaron a hacer


amistad –ellos tenían varias amistades y onde quiera los jalaban- y
así lo conocí a él (…), y así, se quedó ai hasta que me hizo caer. Y a mí
me caía regordo porque pasaba con su triciclo y sus botes de la leche
a entregar, o luego pasaba en burro cuando no en triciclo, y siempre
pasaba a preguntar por cualquiera [de mis hijos], de “los gatos”, y
luego cuando se me quemó la casa decía “ay, se quemó la casa de los
gatos” [ríe] (…) [cuando vivíamos] muy cerca de la Avenida
Xochiaca, donde era un tiradero]

Avril: ¿y cómo imagina que hubiera sido si vida si no hubiera


perdido al bebé de su último embarazo?

Cristina: pos…mmm, no sé cómo hubiera sido porque… pos, entons


sí ya me hubiera destapado de a tiro, de quién era, porque pues no
se los iba yo a negar. Ni él ni yo sabía que ya estaba [embarazada],
sino que yo estaba esperando que me bajara mi regla y se pasó y no;
y ese día que dice “voy a ir a Guerrero, no sé si venga la semana que
entra o me quede” (…) y y ya se vino hasta los quince días. Ya cuando
vino ya lo tenía yo en un frasquito con tantito alcohol, se lo enseñé y
vi que se puso bien triste (…) –por eso digo yo que, ora sí que hay
cosas secretas [ríe], ahorita lo estoy diciendo por lo que se ofrece,
pero…. No, y él estaba bien sentido, ahorita ya tendría como 25
años..o yo creo más.. era niño, ya se notaba (…). (…) Me acuerdo que
estaba bien chiquitito, como esos niños de la Rosca [de Reyes], (…)
pero estaba bien formadito, era niño. (…). Sí, ya se veía que era un
niño (…). (…) Sí, sí le dije [a Cenobio] (…); a él le dolió mucho, sí,
porque su deseo era tener un hijo conmigo. Le dije “pero pos a ver,
tú mismo no lo…‘ora sí que no lo supistes cuidar”; es como digo,
ellos nomás hacen lo que hacen y ai arréglatelas como puedas, hasta
responsable andan haciendo a uno, después de que una pareja
somos dos –es los dos que es una responsabilidá. (…) Y yo tenía que
ir a trabajar. (…) No me afectó muncho [en el trabajo] porque –
cómo te dijera yo-, yo no platiqué allá lo que tenía, namás les dije

508
AVRIL ARJONA LUNA

que se me había venido una hemorragia y ya, y pus así seguí yendo a
trabajar. Namás me volví un día y a otro día me siguí. (…) [Tuve
malestares] en el vientre, sí (…), como cólico –ese me duró casi tres
días- y así me iba a trabajar –por qué-, porque tenía yo la
responsabilidad de mis hijos. Por eso dije yo, no, ya no [otro hijo y
me puse el Dispositivo].

Fue así como a Cristina se le vino una hemorragia y pudo ver -desde una
perspectiva interesantemente generizada de la gestación- que lo que perdió fue
un niño. El aborto espontáneo de Marilú, desde sus representaciones, no pudo
ser evitado en la medida que no sabía que estaba embarazada. En este tiempo
ella estaba con su familia de origen y trabajaba en el campo, de modo que las
condiciones materiales y simbólicas que tuvo, siendo todavía joven, influyeron
en que perdiera un niño que poco después le habló en el Templo Espiritual. Así,
en este caso destaca nuevamente el desentendimiento por parte de la pareja y la
culpabilización de la que pueden ser objeto las mujeres que abortan
-espontánea o forzadamente- en un contexto cultural sexista en el que la
tendencia dominante es sobrevalorar el nacimiento de varones.

Cristina: Bueno [supe que era niño porque] un niño ya chiquito ya


tiene sus piecitos abiertos, ya tiene forma de niño –y una niña no, es
una bolita de carne. Porque yo los vi allá en el Hospital de la Raza
(…) están las vitrinas, de los niños –de los abortos, de los que están
disformes-, allí están. Entons por eso yo me di cuenta, que una
mujer namás tienen forma (…), no se le ven los brazos, sólo los
tronquitos y los tronquitos de las rodillas, pero no se les nota nada;
y un niño sí, ya tenía sus –se le forman sus rodillitas.

Avril: ¿entonces un niño se forma antes que una niña?

509
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Cristina: sí, antes de los tres meses ya se forma, ya están


formaditos. (…) Sí [las niñas] tardan más, hasta pa moverse las
niñas tardan más –y los niños no. (…) Pues no sé a qué se deberá,
pero un niño a los tres meses ya se mueve –una niña máximo de los
cuatro, cinco, en adelante, la mayoría a los seis meses se mueven.
Así es como se conoce [si es niño o niña quien está en el vientre
materno], (…), por el bullimiento.

Marilú: (…) pus yo como vi que mi mamá tuvo muchos hijos y que
ella no se cuidaba -ni nada de eso-, pus yo decía "no puede ser más
fuerte ella que yo". Entonces pues yo nunca pensé que me fuera a
pasar, o sea que yo fuera a ser más débil y pues decía yo que no era
nada los tercios de leña que yo levantaba, pero pues igual y sí,
adonde yo perdí a mi bebé. (...). Yo creo que [un tercio de leña pesa]
como unos 10, 15 kilos (…), y como todo lo cargaba sobre la panza -a
la hora de alzarlo y con lo que hacía yo fuerza es con la panza.
Entonces pues sí, sí lastimé a mi bebé a pesar de que dicen que son
chiquitos y que no lo sienten, pero yo digo que sí

Avril: ¿cómo era tu alimentación en ese tiempo?, ¿cómo era tu vida


en ese tiempo de tu segundo embarazo?

Marilú: pues yo como vivía en el pueblo pues 'ora sí que mi


alimentación era lo de un pueblo, o sea comer nuestras tortillas era
nuestra comida de todos los días; comíamos mucha verdura
-nopales-, lo que se da ahí -en tiempos de que hay, calabazas,
hongos y todo eso-, ajá, pero carne no comíamos, namás de cada
ocho días -sí, porque para carne no alcanzaba comer dos, tres, veces
a la semana, no.

Avril: ¿y tu relación con don Pablo cómo era en ese momento?

Marilú: pues -este-, sí nos llevábamos un poco mal por lo mismo de


que él no estaba co[n]migo y pus yo tenía que trabajar ahí -por esa
parte pues sí-, pero pus 'ora sí que nadie lo ve, nadie lo piensa, hasta

510
AVRIL ARJONA LUNA

que tiene uno las cosas perdidas... mhúm. (…) Estuve viviendo ahí
[en Santa Úrsula] casi como año y medio [separada de su esposo] y
luego me volvía a venir, ey, era de que iba y venía, pero de Ana
entonces sí ya me vine [a la ZMCM] un buen tiempo, ya no iba
seguido; pero de la otra niña [la primera] y el niño sí iba yo más
seguido -y ya con esta última ya me detuve más [acá], pero pues ya
fue demasiado tarde. (...). Sí, porque cuando quise hacerlo
responsable a Pedro, que tenía a Ana, y como siempre quería un
niño y ya lo había perdido pues ya. (…) Sí, sí lo supo pero pus él dijo
que a propósito lo había hecho por lo mismo de que yo no lo había
querido, pero pus no fue así, yo no sabía hasta que me dijo la señora
[la partera], y hasta que me habló mi bebé hasta entonces lo creí.

Avril: ¿cuánto tiempo pasó entre que la partera te dice que era un
niño y que tu bebé te habla en el Templo?

Marilú: como a los tres años, (...) fue [en un Templo] acá por un lado
de Texcoco.

El aborto que se provocó Esther bajo atención tradicional tuvo lugar entre
el año 2010 y el 2011, mucho más recientemente, en el marco de una relación de
noviazgo -entonces todavía secreta- similarmente silenciada a la de Cristina.
En el caso de la oaxaqueña destaca que consideró interrumpir los dos
embarazos previos -cuando ya era madre de cuatro- y que, desde sus
representaciones, las consecuencias de su pensamiento han sido los problemas
con sus dos hijas menores. Así, con el tiempo se ha convencido de que su aborto
fue un crimen al que a veces las mujeres se ven orilladas a acudir con miedo -el
mismo que con el tiempo puede derivar en culpa, como veremos más adelante:

Sí, de Anastasia y de Teófila (…) si lo pensé, pero no sabía[ríe]cómo,


y aparte de eso como me daba pena preguntar, pues por eso no, no
lo hice, pero sí, si pensaba (…), por eso me han hecho ver mi

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

suerte,yo creo, yo siento, porque fíjate, siempre como que pensaba


cómo le haré, cómo le haré y mira como me han hecho, como me
han tratado [ríe]. (…) Sí, interrumpí el [último] embazo porque…la
verdad no –este-… no tuve el valor de enfrentarme [ríe] o sea así
como que, cómo te diré…yo pensé más que nada en mis hijas y en
mi hijo, (…) en ese momento lo vi así como que, qué les iba a decir a
ellos ¿no? Si supuestamente nosotros ya estábamos, separados su
papa y… yo, entonces ¿qué les iba a decir a ellos?, ¿qué explicación?,
alguna explicación yo sentí que me la tenían que pedir, y qué les iba
a decir, y pus ese fue el miedo que, dije “no pus, no puedo, además
son cuatros semanas -no paso ni, el mes creo que es- [baja el tono de
voz] porque rápido me hice la prueba y pus rápido, tuve que buscar
la opción de hacerlo. Aparte de eso pus sentía yo que, decía yo
“bueno y ¿qué voy hacer con un bebé?, ¿cómo lo voy a cuidar?, ¿cómo
voy a trabajar?” pus todo eso me llevó, me orilló a eso. (…)

Avril: Claro, y ¿a quién te acercaste?, ¿cómo lograste interrumpir tu


embarazo?

Esther:bueno es que primero recurrí a la hija de la señora Mirna


[empleadora] [ríe] porque me dijo de unas pastillas, pero no me
acuerdo si no tenía o no estaba (…), yo pasé a preguntar y me
costaban $1,500 el frasquito y dije “pues no lo acompleto”. Entonces
fui a una yerbería y le dije a la señora que quería un remedio para
un retraso, y me dio una hierba que no sé cómo se llama, pero me
dijo como la preparara, que nada más la hirviera en un litro de agua
y con mucho miedo [lo hice] porque, era (…) porque apenas, bueno
es que yo no sé exactamente cuantos meses se forma un bebe, pero
pus tenía yo miedo después, tenía yo mucho miedo (…) de que al
haber un problema se iban a dar cuenta de qué estaba pasando,
Anastasia y Teófila pues estaban conmigo en la casa, en San
Vicente… Pus no, fíjate que sí me puse mal pero nada más un día,
me dio mucha fiebre, mucha fiebre que me dio, pero este, me bajó
como mi menstruación normal.

512
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita tuvo dos intentos de aborto provocado, uno por su primera


pareja y otro por ella misma, a inicios de su trayectoria reproductiva. En ambos
destacan las condiciones materiales -y simbólicas al menos para ella- como
motivos para justificar la interrupción y la ineficacia de las formas tradicionales
para la interrupción.

Margarita: (…) ya tenía cinco meses [de embarazo] y él decía "no, te


lo sacas", y me llevó a inyectar, pero no se salió. Me acuerdo que me
llevó con una señora que me dio un vasote de té -que olía-, de esos
del cine, me dio una inyección -algo que era como pura sangre, rojo,
rojo, rojo- y me dio unas pastillas. Pues no, le hicieron [a Matías] lo
que el viento a Juárez [porque finalmente ella sólo bebió el té; la
pastilla y la inyección no las usó]. (...) Él decía que cómo iba a
tenerlo, que no le alcanzaba el dinero (...). Ya después de vieja [supe
que] ese té llevaba santa maría, ruda, chocolate, orégano, canela... y
hay otra que casi es parecido al romero pero no es romero (...). (…)
Ese parto [del que nació Ángel], la verdad la verdad, yo hice muchas
cosas por sacármelo. Había una señora que era partera de esas, este,
cómo les dicen… nodrizas, madrizas o quién sabe cómo se llaman
las viejas esas, las que hacen a que aborten y me decía, “ay
Margarita”, era muy malhablada –todavía ha de vivir-, decía “¡cómo
eres pendeja, te lo voy a sacar…!”, “no, ¿cómo cree?”, “¡sí, qué vas a
hacer con otro niño, y mira aquél cómo anda con una y con otra
vieja! (…), ¡ese niño no puede venir a sufrir aquí!”; y yo me ponía a
pensar todas las noches “qué voy a hacer con un niño, yo tengo que
irme a trabajar, luego me voy a trabajar y mi suegra me quita mi
dinero, qué voy a hacer”. Siempre pensaba en el ayer, en el mañana,
en el día de hoy “qué voy a hacer, no tengo qué comer y voy a tener
que comer con la suegra, ella a ponerme caras y decirme de cosas” y
dije “pues no me queda de otra”, y así fue [que tuvo a Ángel, el hijo
que como veremos también le ha causado más angustias y penas].
(…) [La partera] ¡me dio una de cosas! … que nada me hizo, y no, éste

513
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

se agarró de plano, y yo creo que sí lo hubiera abortado, porque


empecé a sangrar, pero, esas pastillas y ese té eran tan fuertes que
parada me quedaba dormida, porque estaba yo muy anémica, había
parido dos y a los dos les había dado pecho y nunca me tomé unas
vitaminas, nunca nada, y mal comida. Entonces, estaba yo lavando
los trastes y ya estaba [hace el gesto de cabecear de sueño], y empecé
a sangrar y dije “ya la hice”, cuál, y me dijo la señora “no te vayas a
acostar, porque si te acuestas esto se puede pegar y no se sale”, pues
fue lo primero que hice, y ahí estaba [gesto de cabecear] y no, se me
cerraban los ojos, pero una cosa bien impresionante. Y dije “no, no
me voy a acostar” pero pudo más mi sueño que otra cosa, de verdad
yo dije “ay Dios mío”, pues me fui acostar, se me pegó y ya no se
salió por nada del mundo. Y [con todo] (…) el ejercicio que yo hacía –
subía escaleras, subía botes de agua, ¡dos de veinte, eh![y ni así lo
conseguí].

De este modo se observa que las experiencias del aborto en cualquiera de


sus modalidades están fuertemente relacionadas con las condiciones precarias
de vida, el secretismo que recubre la sexualidad de algunas mujeres adultas, el
temor al qué dirán, a la justicia y a Dios, a la muerte propia y a toda la
incertidumbre que rodea a este evento que irrumpe contra la maternidad
idealizada y el cuerpo-máquina para otros.

Entre todas las trayectorias reproductivas hubo sólo un mortinato y


correspondió a la experiencia de Cristina, para quien también fue común la
muerte infantil de sus dos primeros hijos. En este caso el mortinato está
asociado con la falta de cuidados durante el embarazo para cumplir con una de
las recomendaciones más generalizadas, no cargar, además se explican por
medio de referentes tradicionales algunas complicaciones que pueden
presentarse para los bebés cuando todavía están en el vientre materno. En estos

514
AVRIL ARJONA LUNA

tres eventos asociados a la muerte prematura se observa que las


representaciones de mi interlocutora giran en torno a las dificultades que tuvo
siendo todavía adolescente para atenderse durante sus embarazos, así como las
dificultades para atender a las y los más pequeños en condiciones de pareja,
alimentarias y laborales precarias.

Cristina: (…) yo pienso que [mi niña nació muertita] porque no me


cuidé muncho; les digo yo que me cargaba la canasta en el estómago
–me imagino yo- por [eso] nació antes de tiempo –de seis meses. Ei,
yo me imagino que eso fue lo que pasó… pus ora sí que un descuido.
(…) No [tuve malestares], lo único fue que tardó muncho en nacer
(…), empecé en la mañana, como a las seis de la mañana, y casi a las
seis de la noche nació, fue todo el día… ei, y ya tenía dos días que no
se movía (…). Ya estaba muertita, se puede decir. Si antes dicen que
nació (…) no me la quisieron enseñar… pero dicen que tenía su
cabecita aguada, que parecía gelatina; unos dicen que a lo mejor la
agarró un ecli[p]se -dicían-, que porque tenía su cabecita aguada.
(…) Un eclis… cuando eclisa la luna o el sol [puede tener esos efectos
en el embarazo] por eso siempre se aprevienen, cuando están
esperando bebé ponerse un segurito o algo –para que no tope en la
criatura, sino que en el seguro-, por eso a veces vienen también mal
de su labio [como en el caso del labio leporino]; pero pues yo ¿cuál?,
ni me decían nada… (…) Al otro día en la mañana se paró su papá de
mis hijos y se fue a llevarla al panteón, que ni sepultura ni nada le
hicieron, la pusieron en otra sepultura, dice que llegó y le pagó al
pantionero pa que la sepultaran (…). Y yo me quedé con eso, de que
no la conocí, nomás nació y me la quitaron, se la llevaron pa otro
cuarto. Y luego no me querían decir que estaba muertita, hasta que
me dijeron “no te vayas a espantar, pero venía enfermita”, pero no,
ya venía muerta, porque ni lloró ni nada, y cuando vienen vivos
lloran, luego, luego que nace.

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

5.1.2.3 Sexo no reproductivo y uso de métodos anticonceptivos: tensiones entre


obligación, satisfacción y decisión
Las posibilidades que estas cinco mujeres tuvieron para el ejercicio de una
sexualidad independiente de la reproducción biológica fueron mucho menores
a las que las entrevistadas ubican en las generaciones de sus hijas y nietas.
Siguiendo las representaciones y prácticas que describieron encuentro dos
condicionantes claves que se sumaron a la naturalización de la maternidad: las
experiencias del sexo o la intimidad con la pareja y las representaciones y
prácticas en torno a los métodos anticonceptivos biomédicos y tradicionales.

Las experiencias de la sexualidad en los casos de Cristina, Margarita y


Esther, al menos en los primeros tiempos de las historias de pareja, dan cuenta
de las obligaciones muchas veces asumidas por mujeres cuyas condiciones
materiales y simbólicas de existencia les impidieron poner límites al control
impuesto sobre su primer gran lugar: el cuerpo sexuado. De este modo, durante
los primeros años de la etapa reproductiva de la sexualidad aprendieron, para
luego desaprender en mayor o menor medida, a negar su placer y la posibilidad
de un orgasmo, encontrando posteriormente en el amor, la confianza y el
respeto oportunidades significativas para aprender cosas nuevas mientras
otras se reforzaron -como serán algunas representaciones sobre la
menstruación y las prácticas sexuales no reproductivas en el caso de Margarita.

Esther: Con su papá de mis hijas igual me sentía mal porque pues a
mí no me gustaba [tener relaciones sexuales] y yo tenía que hacerlo
nomás porque ya estaba, ¿no?, ¡era cumplir! (…). ... Así viví casi toda
mi vida. (…) Yo siento que eso fue lo que terminó mi relación con su
papa de Teófila (…). Que, no sé, o sea (…) yo nunca tuve…pues deseo
de sexo, o sea que, sí tuve a mis hijas y todo, pero…pues no, nunca

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AVRIL ARJONA LUNA

disfruté así como cuando alguien me hablaba así, pues ya ves que
entre las amigas luego [ríe] [baja la voz]… luego me decían. [Voz
normal] le digo “¡ay!, ¿qué es eso?” Y yo así como que, me daba pena
hablar ¿no?, pero luego decía yo “¿pero qué es?, cómo es posible que
sienten algo -el famoso orgasmo no lo sabía, no lo sabía, entonces
decía- [entusiasmada], ¿qué se siente?”; pero yo nunca lo pude
tener con el papá de mis hijas (…). Pues [mis amigas] me decían “se
siente muy –este-, muy rico”, que se siente muy bien y, pues quedas
bien, o sea estás bien, te relajas y, ¡ay! yo decía “¡ay! entonces a mí
¿por qué me da coraje?”, porque a mí sí me daba coraje. (…) O sea él
me buscaba y (…) pus…pues él ya terminaba y yo decía así como
que… sí me daba coraje, (…) me sentía mal, así como que…sucia,
porque digo “¿por qué tengo que hacer algo que no quiero?”. Como
que lo hacía más así, como por obligación o algo así, entonces así
como que, pues no, nunca me sentí bien. (…) Su papá de mis hijas
pus a lo mejor me gustaba o algo así, pero no fue otro sentimiento
más fuerte que sintiera yo por él.

Margarita: Bueno, a mí se me hace que [tener relaciones sexuales


cuando estamos menstruando] es así como muy... debe de ser muy
incómodo y muy cochino porque si estando menstruando andas
muy incómoda imagínate tener una relación, ¿cómo va a quedar
todo eso, no? Yo digo que será una cosa muy fea. Además siento yo
que no es correcto porque tu matriz está ocupada y siento que no
vas a tener la misma satisfacción (...) porque no te sientes cómoda.
Y yo digo que es antihigiénico eso (...), pues para las dos partes.
Luego he platicado con personas que dicen "ay, pues yo sí [tengo
relaciones cuando menstrúo], y se siente igual", le digo "pues yo
digo que no lo disfrutan igual" (...). Tengo oportunidad de platicar
con personas más grandes que yo y con personas más jóvenes que
yo -pero a veces ellas ya vivieron un camino que yo nunca he
recorrido. Digo "ah, órale, ésta sí está vivilla desde chiquilla". A veces
yo me siento muy inteligente, pero me doy cuenta que hay otras que
están más inteligentes que yo -pero en el aspecto de otras cosas... no

517
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

en el aspecto de cultivar, sino en el aspecto sexual. Y luego dicen "ay,


no, es que yo hasta por atrás [sexo anal], ¿qué tú nunca lo has
hecho?", "no", "¡huy, no sabes, es una satisfacción que no te puedes
imaginar!", "¿cómo crees?... pues quién sabe" -eso tiene como un
año que me lo platicaron. (...) Y una vez le platiqué al Jaiba,
estábamos en la intimidad y le digo "¿has tenido relaciones sexuales
por el ano?", y se quedó pensando y me dice "si te digo, ¿te vas a
enojar?", "no, namás quiero que me contestes", (...) y dice "sí (...), la
única diferencia que se siente es que en el recto el pene entra a
presión, y no es lo mismo que entre a presión a que entre vaginal.
No es lo mismo". Y además él dice que ellos se sienten más
satisfechos de tener esa relación así porque entra a presión (...).

Avril: ¿y para ti qué es la satisfacción [sexual]?, ¿cómo la


describirías?

Margarita: pues que cuando tengas una relación tú llegues hasta


donde tengas que llegar... desahogarte... pues sí, de aquélla
sensación que tienes ¿no?

Avril: ¿y cómo es el desahogo?

Margarita: cuando tú te vienes, llegas al orgasmo [baja la voz]

Avril: bueno, los hombres eyaculan, ¿será que como mujeres


también eyaculamos?

Margarita: sí, sí...

Avril: ¿y puede haber satisfacción sin eyaculación?

Margarita: no [ni en una ni en otro]

Avril: ¿en qué momento comenzaste a pensar o tener más en cuenta


estas dimensiones, como la satisfacción, de la sexualidad?

518
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: cuando me casé por segunda vez, sí, porque te digo que
cuando yo llegué con él no sabía nada, yo estaba acostumbrada a
que me trataran como los animales (...), terminaba de eyacular
[Caco] y "quítate, quítate que me ensucias", y yo decía "¿pero de qué
lo voy a ensuciar?, si él es el que me ensucia" (...). Yo siempre
terminaba rozada, lastimada porque yo no me dejaba y lo hacía a la
fuerza; entonces en lugar de decir "me gustó, me sentí a gusto",
pues no.

Ahora bien, la representación generalizada es que en sus tiempos el


acceso a los métodos anticonceptivos biomédicos no era tan abierto como
ahora, pudiendo responder a la inaccesibilidad material y simbólica que
persiste todavía hoy en México. A mí, sin embargo, me interesa más destacar
que en el plano simbólico también había condiciones que denegaron el acceso
en el marco del secretismo dominante, la maternidad obligatoria y la pena para
buscar o solicitar métodos anticonceptivos que en varios casos se usaron a
escondidas de las parejas. Esto explica en buena medida el hecho de que la
mayoría comenzara a usarlos después del inicio de la trayectoria en pareja y
reproductiva. Así, aunque los médicos, las empleadoras y hasta la televisión se
tornaron actores sociales fundamentales en la introducción de estos medios
para la planificación familiar en el transcurso de esta etapa de vida, la
posibilidad de decidir sólo tuvo temprano efecto en Rosa María -la única que
dijo haber comenzado a usar pastillas anticonceptivas antes de iniciar su vida
sexual activa porque presentaba irregularidades en su menstruación.

Rosa María: [La frase de "la familia pequeña vive mejor” la recuerdo
de los] (…) comerciales, y se ve, y se ve, se ve. Y nosotros... una de
mis hermanas trabajaba con un doctor que (…) siendo doctor tenía
buena casa, posición muy bien y el doctor muy prestigiado, pues
tenía dinero, ¿y a poco se llenó de... de hijos? Dos nada más tuvo y

519
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

vivían muy bien y sus hijas en una escuela de buen prestigio, carros,
muchas comodidades. Entonces, ¿y si te llenas de hijos? No le
puedes dar a todos, y más si vienes de una familia de bajos recursos.
Como mucha gente dice "ay, donde come uno comen tres, donde...",
pero no es lo mismo donde calza uno van a calzar los tres; oye, pues
hay que también no ser... a veces está bien, o a veces que viene uno
de decir "ay, viene uno de... yo soy de provincia -ay-, es que allá no
me...", ¡ay, pero p's ya no estamos ciego! No está... hay que abrir la
mente, ver un lado bueno, el otro malo, quizás no todo se nos queda
-¿verdad?-, cometemos muchos errores, "ay, ¿por qué esto?", "¿por
qué lo otro?", pero hay que ver que... que si tú a la mejor, vamos a
decir "ay, fui de un... yo soy de una familia muy numerosa", no nos
pudieron dar lo que nosotros necesitábamos, y quizás estudio en
primer lugar, una carrera, entonces uno, va uno captando, "ay,
bueno, entonces yo no tengo tanto para ver si le puedo dar a mis
hijos -vamos, no lo mejor, no lo suficiente, pero lo necesario-, que
no anden descalzo, que no anden roto, que no anden mugroso".

Los métodos anticonceptivos biomédicos más utilizados por mis


interlocutoras fueron el Dispositivo intrauterino, las pastillas anticonceptivas y
las inyecciones -sólo Rosa María usó, según dijo, los dos últimos para regularizar
su menstruación porque tras el primer embarazo comenzó con sangrados más
abundantes y frecuentes. Margarita se decidió por el método definitivo cuando
tenía 45 años y Marilú, por su parte, dijo nunca haber sido usuaria de método
alguno -por lo que en su caso el reducido número de embarazos parece
relacionarse con el distanciamiento general que pudo haber con su única
pareja.

El caso de Esther es particular porque en el marco de un noviazgo secreto


que le dio tanto experiencias gratas como ingratas, encontró la posibilidad de
experimentar el uso del condón con su pareja. Lamentablemente en la

520
AVRIL ARJONA LUNA

indagación me percaté de una condición generalizada: el desconocimiento del


funcionamiento y los usos más adecuados de los métodos modernos de su
época que, dicho sea de paso, responsabilizan a las mujeres de un control que
no siempre se ha legitimado material y simbólicamente para ellas. En este
sentido no es de sorprender que el condón no goce de mucha legitimidad por
parte de algunos hombres como el Jaiba -porque nadie se come una paleta con
envoltura o al menos no se siente igual-, o se representa en términos negativos del
ejercicio de la sexualidad -como en el caso de Margarita y Rosa María-
asociándolo con relaciones extramaritales donde se busca el placer y se
encuentra enfermedad.

Avril: ¿alguna vez hubo posibilidad de dialogar cuántos hijos


querían tener [Jaiba y tú]?

Margarita: no sí, él me dijo "yo quiero tener tres", y son los tres que
tuvimos... entonces, digo "bueno, gracias a Dios tuve la dicha de ser
madre", porque en sí yo ya no quería responsabilidades por lo que
me había pasado [con Caco]... pero pues se dio y aquí estamos (...)

Avril: ¿y por qué no te operaste [para ya no tener hijos] antes?

Margarita: por el tiempo, porque tenía que dejar de trabajar ese


tiempo y yo no me podía dar ese lujo (...). Y pues sí, él quería tener
hijos y yo decía "¿pero por qué a mí me eliges?", "porque tú me
gustas y quiero que seas la mamá de mis hijos", y yo decía "bueno,
¿pero qué tengo?".

Rosa María: Incluso creo que aquí también, que si no firmaba el


marido no lo podían operar. Creo que acá también fue eso, también.
Y donde quiera yo creo, si no firmaba el esposo no se podían operar,
los doctores no lo operaban. Pero hoy en día yo veo mucho. Una de
mis hermanas, ¡ay, no! Y ella... y como ella, escuché a otra persona

521
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

que me dijo apenas, y mi hermana sí fue de esas de que "pues es mi


cuerpo, yo sé, mi cuerpo yo lo decido, ¿por qué voy a esperar que
mi...?" –porque mi cuñado estaba en Estados Unidos-, y dice que
dijo el doctor "¿y su esposo está de acuerdo en que usted se opere?
Porque no, él no va a firmar", "con mi cuerpo yo decido", dice que
dijo mi hermana. (…) Pero sí, dice que dijo "no, pero es que mire, si
no, me viene a echar pleito acá" "para nada, usted me opera y punto"
[ríe].

En cuanto a los métodos anticonceptivos tradicionales difundidos por


otras mujeres que incluyeron algunas parteras, el más usado y reconocido es la
lactancia. En casos como el de Rosa María -y a veces Margarita- aparece una
suerte de cuidado ejercido por la pareja que podría remitir al coito
interrumpido, pues el método conocido como el ritmo y fundamentado en el
uso de un calendario para calcular los días de mayor fertilidad, sólo se usó en un
caso y en general no pudo ser comprendido en la medida que el ciclo menstrual
sigue siendo una suerte de enigma para ellas.

Margarita: A mí no me funcionó [el calendario] porque luego había


veces que se me adelantaba [la menstruación], luego se me atrasaba,
tons dije "ay, ya" [como con desdén] porque de todas formas me
embaracé.

Avril: ¿Y cómo se... se cuidaba, Doña Rosa María? ¿Cuál era su


método?

Rosa María: No, porque no tenía... este... a mí nunca me quedó los


met... anticonceptivos (…) porque sentía yo bien... haz de cuenta que
mi cabeza estaba -yo-, en un túnel que hacía eco cuando tomaba yo
anticonceptivos. (…) Así sentía yo, rara, rara. (…) Quién...
cuidándome, quién sabe, Dios me daba entendimiento [ríe]

Avril: O sea, ¿llevaba su registro del ciclo?

522
AVRIL ARJONA LUNA

Rosa María: ¡No! ¡Quién sabe! (…) Dios… (…). Me decían "ay, es que
tú con tu calen...", ¡ni enterado de qué calendario me hablaban! [ríe]
Y -este-, pus no (…) pero eso una señora me dijo "¿(...) te quieres
embarazar otra vez o ya no?", y le digo "pues yo ya no" "pues
contrólate con algo, cuídate -me decía-, porque...", "pues es que no
me queda ningún...". Entonces una doctora me recetó ampolletas,
(...) creo que sí... no... Entonces de mi hija, cuando me vino mi
menstruación a los seis o cinco meses -no recuerdo bien-, pero de
ahí tenía yo problemas con mi regla porque venía cada quince días,
cada quince días, y decía "no, pero es que..." -ay-, muchos me decían
"ay, porque tienes cáncer en tu matriz", ¡ay, la gente que...! ¡Pero no
estaba tan propagado como ahorita el cáncer! Pues no, gracias a
Dios me compuse, (...) con tanto que tomé y ni sé ni qué me hizo
bien. Y así yo creo que al... ya, hasta que me compuse muy bien, y
creo como al año ya me embaracé de Gregorio.

La lactancia, asociada a la cuarentena, es reconocida como método


anticonceptivo que se acompañaba de la recomendación de no tener relaciones
sexuales para evitar un embarazo y posibles complicaciones a la salud. Sin
embargo, por motivos diversos, ni la prescripción de la lactancia ni la
proscripción de las relaciones sexuales tuvieron tanta eficacia. Este fue el caso
de Cristina, cuya objetivación del cuerpo y de la sexualidad dificultó la
negociación de límites con su pareja y la implementación de la abstención
sexual.

Avril: (…), ¿y él por qué insistía en tener relaciones sexuales aún en


la cuarentena?

Cristina: pus son personas que no oyen ni entienden [ríe]. Pero,


bueno, -digo- gracias a Dios que no me afectó muncho, porque yo
nunca me quejé de que estuviera enferma… sí, no me pasó nada.
(…). Serán creencias, o quién sabe, pero decían que le afectaba

523
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

muncho tanto a la mujer como al hombre. (…), podía venir una


infetción a cualquiera de los dos (…). Nos decían a los dos, pero no
hacía caso; es que a todo eso se le toma como que no es cierto. Digo,
“ay, aguanta uno más [sin relaciones sexuales] que un hombre”. (…).
No sé a qué se deberá que ellos no aguantan nada, ni para estar
solos (…) –no duran, no aguantan no vivir con pareja.

Rosa María: Ah, sí. Sí. (...) No, pues decían que no [era lo más
recomendable tener relaciones sexuales durante la cuarentena]. Ya
la gente allá como que... o a la mejor es lo normal, porque decían
"no, en cuarentena no tener relaciones con tu esposo porque… (…),
imagina, por desgracia te quedas embarazada", ¿verdad? (…) [Pero]
mientras estás lactando [no hay peligro], pero yo en mi caso mío no
porque mi hija no quiso la leche materna, pura fórmula. (…)
Entonces decían "no, pues cuídate porque si no te puedes quedar
embarazada porque no estás lactando".

Avril: yo había escuchado que dar de mamar a los hijos sirve como
una especie de anticonceptivo [teniendo en cuenta que ella
amamantaba a Isadora cuando se embaraza de Matías]

Margarita: sí te sirve, pero hasta los seis meses porque durante [ese
tiempo] le estás dando lo mejor de ti al bebé, después de seis meses
ya le estás dando pura agua -o sea tus pulmones y tu alimentación
ya no te permite que le estés dando una buena leche. Por eso en
algún momento deja de funcionar.

En términos de la práctica de amamantar es llamativo que Rosa María no


pudo hacerlo con su hija y haya enfrentado algunas molestias asociadas a estar
enlechada, mientras en los casos de Cristina y Marilú la lactancia se extendió al
amamantamiento de los hermanos más chicos porque su periodo de crianza
coincidió con el fin del de sus respectivas madres.

524
AVRIL ARJONA LUNA

Rosa María: Entonces es de tu cuerpo, se está desgastando tu


cuerpo, estás mamantando, que es otra cosa de que es molesto, ¿no?
A veces hasta se hacen grietas en los pezones, ‘tonces hasta te da te…
a mí me dio fiebre, ajá, porque me vino… pues ahí no mi hijo –mi
hija-, no lo quiso, claro, se me hicieron uno… hay que ver cómo se va
distribuir. (…) A mí me dijeron que… que cuando yo me estuviera
bañando que me peinara yo con el peine hacia atrás, y con la
piedrita del molcajete hacerlo para que no se hiciera [coágulo]… (…).
[Mi seno] lo peinaba yo para que se fuera yendo –quién sabe-, en el
cuerpo, quién sabe cómo se destribuye [la leche]. Y eso. Y así se me
fue.

Cristina: (…) había veces que [mi mamá] se iba al monte quesque a
traer nopales y me dejaba a mi hermano, el que está en Reynosa [el
menor], (…) y yo le tenía que dar chichi –tenía yo a Emilia
chiquita y tenía yo que amamantarlo-, y luego a él le daba pena y le
hacía así [hace un gesto como de quien se cubre los ojos] y chupe y
chupe [ríe]; (…) sí, porque va de una edá con Emilia –le ganaba [él]
con poquito.

En síntesis, si bien Rosa María se representa el ejercicio de su sexualidad


reproductiva bajo ciertos criterios de planeación en pareja, la representación y
práctica dominante tendió a naturalizar la maternidad como lugar
fundamental de lo femenino adulto. En este contexto la sexualidad coital se
tornará una obligación asociada a otro lugar fundamental en esta etapa de vida,
el de esposa. De esta manera, en general, mis interlocutoras se representan un
contexto en el que la sexualidad era el mal necesario para la reproducción
biológica -en la que como veremos en el siguiente capítulo terminarán
depositando expectativas a futuro.

525
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Fue así que la conciencia de la posibilidad de controlar su reproducción


biológica por medio de anticonceptivos -que podrían abrir la puerta a la
sexualidad no reproductiva- llegó en prácticamente todos los casos después de
haber iniciado su trayectoria sexual en el contexto antes descrito. Estas
condiciones limitaron su agencia en la medida que de entrada vivieron el
control de la reproducción y el ejercicio del placer como tabúes. Así, fueron
justamente éstos últimos los que influyeron en que los pocos métodos
anticonceptivos usados implicaran la ubicación subalterna de estas mujeres en
los procesos de s/e/a asociados -por lo que intuyo que el abandono de estos
artefactos pudo representar una práctica de reapropiación -no tanto de su
sexualidad reproductiva, sino de su maternidad.

Las experiencias del sexo o la intimidad con la(s) pareja(s), sin embargo,
posibilitaron en casos como el de Esther, Cristina y Margarita el encuentro y la
inquietud por el placer sexual específico del orgasmo, pero también de otros
placeres negados como el amor y cariño, la comunicación, el respeto y la
convivencia. De estos casos rescato ahora el de Esther porque destaca algunas
posibilidades de agencia existentes para las empleadas domésticas cercanas al
último TRS.

En este sentido, sostengo que al ser la más joven -Esther, tenía 42 años
cuando comenzamos las entrevistas- y haber tenido contacto con mujeres
profesionistas y jóvenes universitarias que posibilitaron otros referentes en
algunos espacios laborales, encontró condiciones para distinguir todo lo bueno
que encontraba en su relación de noviazgo con Elías, pero también a ponerlo en
perspectiva de acuerdo con sus vidas de pareja previas, sus propias expectativas
de vida y las condiciones que él podía ofrecerle. En este contexto es que decidirá

526
AVRIL ARJONA LUNA

interrumpir su último embarazo, del que habló con Elías abiertamente -quien
en realidad no tenía las condiciones materiales ni simbólicas para resolver las
incertidumbres de Esther: ¿cómo se lo explicaría a su familia?, y ¿cómo
resolvería los gastos y cuidados?

(…) la explicación, (…) yo decía “pus no”, para mí no iba a ser fácil
[por] lo que conozco a mi familia, mis hermanos, a mi mamá…y, su
papá de mis hijas, o sea él iba a ir y les iba a decir ¿no?, entonces
todo eso sentía que no iba a poder enfrentarlo; y aparte de eso, pues
con los gasto todavía de Teófila y Anastasia yo dije “pues es que
cuidarlo, no puedo” y lo platiqué con Elías y él decía que aceptaba lo
que yo, decidiera, que de todas maneras él me iba apoyar, pero pus
no… no, no sé, en ese momento -antes de que pasara tiempo y todo
eso- mejor tomé esa decisión.

En cualquier caso, y aunque esa parte de su vida ha estado en “stand by”


tras la desaparición de Elías, Esther abrió las puertas de la sexualidad afectiva y
no reproductiva, de la amistad y otras formas de convivencia entre mujeres y
hombres, que bien podría decidir volver a abrir. En el siguiente capítulo
profundizaremos en las representaciones y prácticas de la sexualidad no
reproductiva a la luz del último TRS, por ahora cerremos este apartado
concluyendo que el número de hijas e hijos dependió de las condiciones en cada
relación de pareja y la duración de la misma, y no de los saberes no
reproductivos de mis interlocutoras -hecho que podría explicar el alivio que a la
larga puede representar la menopausia.

527
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

5.1.3 Construcción social de los procesos de s/e/a: la importancia del


estrato socieconómico, el género y la edad en la experiencia de padecer y
enfermar en la familia propia
Acerquémonos a una síntesis de la construcción social de padecimientos
durante la segunda etapa de los TRS para analizar algunas relaciones entre
procesos de s/e/a de la sexualidad y procesos de s/e/a generales en el marco de
los lugares ocupados por estas mujeres al interior de su familia y en relación
con otros miembros.

En este último sub apartado quiero analizar la construcción diferencial de


los procesos de s/e/a en la familia propia. Mi intención no es enfatizar las
trayectorias de atención pues requeriría una tesis con otras características, sino
señalar el lugar que tenían los padecimientos, los SFC, las enfermedades y los
eventos experimentados por ellas frente a otros que enfrentaron sus hijos, hijas
y parejas. Sostendré que los tres ordenadores sociales que atraviesan el análisis
de mi investigación -el estrato socioeconómico, el género y la edad- influyen en
la experiencia de padecer y enfermar en la familia propia de acuerdo con los
lugares ocupados por estas mujeres en tanto madres y principales responsables
de la autoatención a las y los hijos, y en tanto esposas y receptoras de los
fenómenos, como la violencia, asociados a los procesos de s/e/a de sus parejas.
Será desde ahí que buscaré destacar los cambios y las continuidades en las
representaciones y prácticas de mis interlocutoras en torno a sus procesos de
s/e/a.

Los padecimientos, los SFC, las enfermedades y los eventos asociados a la


salud-enfermedad de las hijas e hijos de mis cinco interlocutoras han sido
diversos y aquí expongo aquéllos sobre los que no hemos hablado ya. Antes, sin

528
AVRIL ARJONA LUNA

embargo, es necesario decir que durante las primeras entrevistas con todas mis
interlocutoras, hablar sobre los procesos de s/e/a de sus familias propias no fue
sencillo porque todas aseguraron que sus hijas e hijos son sanos o casi no se han
enfermado. En esta línea de narraciones ubico los empachos de los que hablaron
Cristina y Margarita en sus hijos -padecimientos que saben curar apelando a las
formas de atención tradicionales. El caso en el que esta línea persistirá en
general es el de Esther, para quien las formas de atención tradicional, muy
asociadas en mi opinión a las precarias condiciones materiales durante buena
parte de esta etapa de vida en pareja, y el dejar que pase solo fueron una
continuidad de lo que aprendió de niña y reprodujo siendo madre,
especialmente en el caso de su hijo e hijas mayores.

Esther: (…) como yo crecí así… como, pues como con hierbas
[atendían los proceso de s/e/a], pues así acostumbre a mis hijos
cuando se enfermaban, no los llevo al doctor, les dio una gripa,
solita se les quita.

Aparecieron otros padecimientos como el pie plano de la hija menor de


Marilú -que atendió acudiendo al Templo. Y otros eventos que han suscitado
procesos asociados a los dones de la hija mayor de Cristina y la hija menor de
Marilú, pues ambas han desarrollado habilidades curativas, la primera como
sobadora y la segunda como curadora en el Templo Espiritual.

Marilú: Ana sí [fue enfermiza de niña]. (...). Ella se enfermaba más


de la gripa, también [como Yuri, mi nieta]... era de lo que más se
enfermaba; también nació con los pies planos, tonces todo eso
anduve batallando pa que se compusiera. (...). De la escuela me
mandaron con un especialista para los pies planos, le pusieron sus
plantillas y sus zapatos especiales pero nunca los quiso que porque

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

le lastimaban, que no podía caminar, y ahí en el Templo se


compuso, sí -ella caminaba y con sus rodillas se pegaba así [una
contra otra]; a cada rato se caía, quién sabe cómo caminaba. Pero
allá se compuso. Y pues ella, porque la otra casi no, ella fue bien
tranquilita.

Como vemos en el siguiente cuadro sintético, lo más común han sido las
enfermedades y los padecimientos respiratorios con distintos grados de
disrupción en la vida cotidiana. Para Marilú y Rosa María fueron eventos que se
presentaron en sus hijas/os cuando pequeños y tuvieron como consecuencia el
temor de estas mujeres a un daño mayor que no sucedió; sin embargo en el
segundo caso le permitió tener un argumento de peso para justificar el regreso
a la ZMCM tras haber migrado a Chiapas.

Rosa María: [De bebé, el problema de salud que tuvo Ariadna] era de
que le daba casi cada ocho días -este-, temperatura, luego le dio
bronquitis, de todo, y no, nomás no, no, no, no la veíamos llegar,
cada ocho días era el doctor, cada ocho días, ¿y dónde dinero? Luego
mi cuñado "ya, pues yo les doy", eso sí -gracias a Dios-, yo no puedo
decir que no, pues como trabajaba mi esposo, él decía "pues ahí ya
hay dinero", pues la llevamos al doctor. Pero decía yo, “a mí me daba
vergüenza”, y de "ya está enferma mi hija y otra vez". Ay no, no hay
como: se enfermó y tú corres y tú tienes dinero, no estás
entregando cuentas o molestando a la gente. Yo no era de esas
personas que "ay, como mi esposo trabaja, y ora pedirles ahí a mi
cuñado". Era su deber, obligación, ¿no?, porque pus trabajaban,
pero pus no, como que no. (…) Ni era mi suegro ni nada, "sí un
hermano tuyo, pero pues sí, él es como su papá de ustedes, pero pus
yo digo que no". Decía mi esposo "no, pues es que trabajamos, (…)
tenemos derecho" "pues sí -le digo-, pero a mí no me gusta estarle
pidiendo a él, no, mejor vámonos". Ay, no, cuando vino aquí mi hija
(…) [su salud empieza a mejorar] (…) ¡Sí! (…) Yo creo la

530
AVRIL ARJONA LUNA

alimentación, o a la mejor yo no me sentía a gusto allá, quién sabe.


Pues ya le empezamos a comprar que la fruta, allá había fruta, pero
no es lo mismo. Y acá pues otras cosas, mis hermanas decían "no,
pues a la mejor le falta vitamina", "a la mejor esto", "hay que llevar
con un buen doctor, que lo cheque, que..." Y se fue componiendo,
cuando cumplió un año -ay-, ya era otra. Ay, no, para el pedacito de
bebé que traía yo. No, gracias a Dios para bien, todo fue para bien.

Cuadro 8. Padecimientos, SFC, enfermedades y eventos de sus hijas e hijos durante la


infancia y juventud
Rosa Total
Cristina Esther Marilú Margarita María
Bronquitis/
problemas 3 - 1 1 1 6
respiratorios/
asma/ gripes
frecuentes
Muerte por golpe 1 - - - - 1
en la cabeza
Mortinato por 1 - - - - 1
eclipse lunar
Alergias 1 - - - - 1
Debilidad y 1 - - - - 1
susceptibilidad a
males de ojo
Susto 1 - - - - 1
Males de aire - - - 1 - 1
Erupciones en la 1 - - 1 - 2
piel
Antojado 1 - - - - 1
Sarampión o 1 - - - - 1
rubiola
Pie plano - - 1 - - 1

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Requirió de - - - - 1 1
incubadora por
nacimiento
prematuro
Vicios 2 2 - 1 1 6
Total 13 2 2 4 3
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Las experiencias de Margarita y Cristina son particulares pues los


padecimientos respiratorios, en las condiciones de vida que tenían,
representaron una mayor disrupción en su vida cotidiana en la medida que no
contaban con el apoyo de sus respectivas parejas y en el primer caso había
mucha violencia simbólica.

Margarita: se fue [Caco poco después de que nació] Ángel, y cuando


nació, nació muy bien, pero… como al mes se puso malo de la gripa
y le hacía [hace sonido como de hipo], haz de cuenta pollo, de
repente, y yo decía “¿por qué?”, pues lo llevamos al Juárez (…) y me
dijo el doctor “su hijo se va a quedar internado señora”, y le digo “ay
no doctor”, me dice “sí, y se va a tener que quedar usted”. (…) Al final
de cuentas nunca se lo quitaron, o sea se le quitó solo. Le hicieron
cirugía de aquí, de la tráquea, pero nunca le encontraron nada. Y
total que ahí nos pasamos como dos meses, y el día que se me
ocurre pedir dinero y que me voy a ver a mis hijos [que estaban con
mi suegra] – llegué preguntando, “¿cómo me voy para la Joya”, “no
mija, te vas así y así y así”-, (…) sí llegué- y así como llegué me dice
mi suegra “tú qué haces aquí, ¿no deberías estar en el hospital?, ¿qué
haces aquí?, ándale, regrésate” (…). Y así como llegué me regresé,
“tus hijos están bien, regrésate con Ángel”, y pues yo la borrega…
que me regreso y me dice [el médico], “córrale, suba a su cuarto de
su hijo”; todos los doctores, todos rodeando la cuna, mi niño le
había dado un este, se le bajó el azúcar totalmente, estaba frío, ay,
no, no, no, dije “qué voy a hacer si le pasa algo”, pues esa noche no

532
AVRIL ARJONA LUNA

dormí, ni esa ni todo el día ni nada, y me decían “no lo debe de dejar


dormir, y cuando lo vea usted que se duerme lo tiene que
despertar”, “ay Dios mío”, y ya después, yo solita me bajé a la sala,
había una virgencita ahí y le dije “ay virgencita, yo no sé de qué
manera hablarte ni pedirte ningún favor pero, si ese niño es para mí
déjamelo, y si no ya llévatelo, porque de todos modos yo no tengo
para comer, tengo que andar limosneando”; y veía a su papá y “no
empieces a chingar que quieres dinero, no traigo, no me estés
chingando, vine a verte a ver cómo estabas”.. y le digo “sí Caco, no te
voy a pedir”, dice “¡chingada madre, namás me ves y lo único que
quieres es el pinche dinero!”, le digo “no, no te voy a pedir dinero”, y
que agarra y que me dice “¿cómo está el niño?”, le digo “pues velo a
ver”, dice “te estoy preguntando a ti”, le digo “no, pues es que para
saber tienes que verlo” y me dice “¡me carga la chingada, hasta para
eso eres pendeja!”, y así, yo lo único que hacía era chillar.

En el caso de Cristina la situación ha sido trascendental, pues su primera


hija murió de bronquitis y la cuarta, la primera en lograrse, tuvo asma de niña y
ha desarrollado varias alergias que ya la han llevado a tener crisis respiratorias.
El último hijo de Cristina también tuvo bronquitis, poco después de su
nacimiento en la ZMCM; dadas las mayores condiciones de acceso a la
biomedicina que tuvo entonces, ella pudo echar mano de ésta hasta donde
consideró -pues internar a su hijo no era una opción porque desconfiaba de su
eficiencia. Entre las condiciones destacará el apoyo de una joven enfermera que
inyectó al bebé las ampolletas que un médico le recetara, logrando así que
sobreviviera.

Cristina: desde chiquita empezó [Emilia con el asma], pero se le


quitó una temporada y cuando nació su niña, la primera, ya de ahí
empezó de nuevo y de ahí para acá ya no se le pudo quitar… (…)
Hasta la fecha se inye[c]ta los martes y viernes, cada semana. (…)

533
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Ahorita ya está mejor, pero antes seguido, seguido, seguido se ponía


mal, y ahorita no, parece que ya se ha compuesto mejor. (…) Ya
[estando en la ZMCM, Justino] ganó y se fue; y yo batallando con
todos [mis hijos], se me enfermaron los dos chiquitos –Gumaro y
Bernabé-. (…) [Se enfermaron] de gripa, este chiquillo le dio
bronquio, le dio bronquitis, y el otro como fiebre –quién sabe qué le
dio-, ay no, y yo lavando… allí salía a las casas a lavar, taba una
pulcata enfrente pues iba yo a lavar, la señora, ella me ocupaba pa
que le lavara –ella no tenía tiempo porque estaba vendiendo su
pulque- y entons yo le lavaba, y ya, como quiera sacaba. Cuando se
me enfermó el más chico, ese sí se me puso grave, jui con un dotor y
ya me dijo “no, su niño no tiene remedio, llévelo a internar para ver
si ahí lo ayudan a levantarlo”, “no –le digo- yo no lo llevo porque allí
ya se murió un niño y se vaya a morir el mío”, dice “bueno, pues
entonces le voy a recetar estas ampolletas, son cinco” –costaban dos
cincuenta, era muncho, y yo ganaba tres pesos, bueno, eran tres
pesos lo que yo ganaba entonces, y eran dos cincuenta lo que iba a
pagar cada ampolleta-, pues ya me la recetó y le ‘taba comprando
diario una, hasta que se terminaron las cinco, pues él, pasaba una
enfermera y lo inyectaba –casi estaba como de tu edá, jovencita- y
pasaba a las 11 de la noche e iba a inyectar a mijo. (…) No me
cobraba, nunca, nunca me cobró y dice “de que se muera su hijo,
mejor regálemelo”, “ay no –le digo-, mejor muerto, pero no regalo a
nadien de mis hijos”, y dice “bueno, pero sí se le va a componer”, “ay,
qué bueno” -le digo- y sí, ai anda [ríe]. Pues ya, como quiera, ora sí
que a sombrerazos, como Dios me da licencia [he sacado a mis hijos
adelante].

Los vicios son padecimientos igualmente preponderantes (con seis casos)


entre algunos y algunas hijas de mis interlocutoras, siendo Marilú la excepción.
El vicio tiende a representarse como una práctica concentrada en uno sólo, ya
sea en el alcohol o en el cemento o activo; sin embargo, en algunas narraciones

534
AVRIL ARJONA LUNA

han estado asociados y el puente puede ser el grupo de pares u otros actores que
se representan como malas compañías -como será el caso de los dos hijos de
Cristina, las dos hijas de Esther y el hijo de Margarita.

Lino y Perico, el quinto y sexto hijos de Cristina, son quienes más


inquietudes le han provocado a su madre, el primero por el uso del cemento y el
segundo por el del alcohol. Ángel, el tercer hijo de Margarita, tiene como
principal problema el activo, que conjugado con una muy mala alimentación y el
consumo de alcohol ha provocado, con el tiempo, serios estragos en sus
condiciones de vida. Gregorio, el primer hijo varón de Rosa María, también
padecerá del hábito de tomar con intermitencia -representando para mi
interlocutora un motivo de preocupación- y será el único que, a decir de su
mamá, explicará su condición como efecto del temor a ser juzgado por ser
tartamudo. Finalmente, las dos hijas menores de Esther, Anastasia y Teófila,
han entrado en contacto durante los últimos años con prácticas de riesgo
diversas que iniciaron con la inhalación del activo y el abandono de los estudios
básicos. En los casos de Cristina, Esther y Margarita el principal factor
desencadenador de estas prácticas serán las malas compañías.

Aunque las formas de atención a los vicios han sido diversas, hasta el
momento se basan en la medicina tradicional y las formas de autoatención que
proporcionan los grupos de autoayuda y algunas relaciones en torno a la
religión. Por ahora notaré el caso más significativo en torno a las formas
tradicionales reeditadas en el ámbito urbanizado, el de Cristina:

(…) mi hijo el mayor [Lino] había agarrado el vicio del cemento


cuando estaba chico, y un señor me lo curó, pero pidió el
chupamirto [colibrí], la chuparrosa –hembra y macho- y mi mamá

535
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

se fue a buscarlo; me dijo que le moliera las patas, y las alitas, todo
molido a parte y se lo llevé todo molido y él lo metió en cápsulas y
con tres cápsulas que me dio, con esas. Me dijo “se las va a dar pero
no se las dé en café, sino en pura canela o en un té –dice-, porque si
no le corta la fuerza [al remedio]” y pues con esas tuvo, dejó el vicio.
Dice que después cuando los amigos le decían “ten la bolsita”, dice
“en vez de sorber le aventaba vomitada” [ríe], dice que le daba
muncho asco, y lo dejó; y chiquillo que -ora sí- me lo metieron al
vicio, pero se curó. (…) [Ese señor que lo curó] mi hermano lo
conoció, vivía allá por un lado del Aeropuerto.

En contraposición a los vicios y en relación con los SFC y sus formas


tradicionales de atención, quiero notar algo importante en términos del curso y
eventos de vida de la única hija de Cristina y la menor de Marilú, pues ambas,
aunque por distintas vías, 112 han desarrollado el don de la curación en
contextos-tiempos donde la religión y los saberes tradicionales resultaban
fundamentales para la supervivencia.

Relativamente comunes fueron los empachos entre las y los hijos de mis
interlocutoras durante esta etapa, pero dada la generalidad con la que fueron
referidos es difícil tener un número preciso. La única que nunca refirió este
síndrome en sus hijos fue Rosa María. Los males de aire aparecieron sólo en los
hijos de Margarita -en cuyo caso ella los limpiaba y ya.

Del cuadro sintético destaca que los SFC fueron más comunes en la
familia de Cristina. Con anterioridad ya hablamos del mortinato por eclipse y
de su hijo que está antojado. Considero que los SFC están más presentes en sus

112 Emilia, la hija de Cristina se representa esta cualidad como una herencia de su abuelo materno, quien
sobaba, como ella ha aprendido a hacerlo con su suegra. Ana, la hija menor de Marilú, recibió el llamado
en el Templo Espiritualista y desarrolló hasta antes de casarse la curación espiritual bajo el auspicio de
Santiago Apóstol.

536
AVRIL ARJONA LUNA

recuerdos porque sus saberes durante esta etapa de vida se concentraban en las
representaciones y prácticas de la medicina tradicional y la herbolaria.
Podríamos suponer que preparar un té y suministrarlo diariamente durante
algunos días sería cuestión sencilla, pero asegurarse de que las y los niños sigan
un tratamiento requiere de estar al pendiente, de dar continuidad para que
tenga eficacia -como cualquier tratamiento o terapeútica. Esto, cuando las
madres son trabajadoras y no tienen el apoyo del padre de sus hijos, requerirá
en muchos casos del apoyo de otras personas, especialmente mujeres entre las
que se tejen relaciones de solidaridad importantes para paliar la disrupción de
los eventos de la s-e en el trabajo, por ejemplo. Así comenta Cristina sobre
Perico y un espanto que tuvo cuando cayó en una coladera.

(…) el epazote (…) sí, es bueno. Yo uno de mis hijos se me espantó y


le di el epazote de zorrillo, para el espanto, y sí se me compuso. (…)
[El epazote] lo hiervo y se lo doy como té, sí, un té de zorrillo, y sí,
con tres días (…). Bueno, yo no se lo di ¿pa qué voy a decir?, se lo dio
una señora porque yo trabajaba y me dijo “déjamelo, yo se lo doy” y
ella se lo estuvo dando, y sí se compuso, se me cayó [Perico] en una
coladera –montón de historias [con este muchacho].

Lino,113 quien ha dejado ya el cemento gracias a la medicina tradicional, es


débil y por ello de niño estuvo en peligro de muerte por un daño asociado al mal
de ojo.

Pues yo mi hijo el grande [Lino] ya mero se me moría de eso [mal de


ojo], sí, porque era muy gracioso. Estaba un montón de arena y fue
una amiga y estábamos platicando allí y el chamaquito subía y se iba
de asentaderas p’abajo –le gustaba, subía y bajaba, subía y bajaba- y

113 También tuvo muchos granos en el cuerpo y, como a Cristina de niña, su madre le dio a comer zorrillo
para aliviarlo.

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

la señora risa y risa de él… Y bueno, ai quedó –eso fue como a las
cinco de la tarde. Pues como aquello de las once de la noche ya
estaba el niño que quemaba en calentura y un dolor de cabeza –ha
de haber tenido como año y medio [de edad], estaba chiquito. Y
pasó dos días y ya hasta tenía sus ojos hondos, hondos, y vómito y
vómito y vómito, y dije yo “qué hago”. Pues fue mi mamá allí donde
yo vivía y dice “¿qué tiene Lino?”, “pues quién sabe, tiene mucho
vómito y mire sus ojos cómo los tiene”, “ah, no –dice-, este niño está
muy malo. Vamos a ver a una señora, ella cura”; pues fue y me la
trajo, yo vivía casi como de aquí a la Avenida a Puebla, así estaba de
lejos, y ya la señora quién sabe qué tanto le hizo, total que trajo unos
chiles de ese de cascabel y los quemó y lo limpió y quién sabe qué
tanto le hizo y se compuso el chamaquito. Ya de ahí me dijo que le
pusiera algo rojo porque era muy débil [mi hijo] y la persona que lo
vio tenía muy juerte su vista y por eso le vino a él todo, y pues fue el
único que le pasó eso. Pero sí se compuso.

Los padecimientos de niñas, niños y jóvenes en la familia de mis


interlocutoras estaban legitimados por saberes que ellas como madres, otras
mujeres significativas y los curadores tanto tradicionales como biomédicos
reconocían involucrándose. Los padres, sin embargo, prácticamente no
aparecen en las narraciones de los procesos de s/e/a de las y los niños y jóvenes,
pues eran las madres las encargadas de cubrir esas necesidades.

Si bien es cierto que en casos como el de Margarita a veces lo hicieron


como Dios les daba a entender, todas fueron aprendiendo sobre la marcha y
echaron manos de los recursos a los que tenían acceso pues, aunque distintas
cualitativa y cuantitativamente, tuvieron algunas redes sociales de apoyo para
la atención en la familia de su pareja, en otras mujeres –vecinas, amigas o
conocidas-, en curadoras tradicionales y -ahora sí más evidentemente- en
doctores que no siempre han resuelto los padecimientos.

538
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: (…) pues sí, gripas, diarrea, de ahí no pasaba [que


padecieran sus primeros tres hijos], pero, pues los curaba como
Dios me daba entender. (…) [Usaba] plantas o me iba al doctor, o me
iba, me metía en donde sea (…) Me enseñé a sobar de empacho, (…)
a curarlos con hierbas de las aginas, “mira sóbale así, agarra tomate
y sóbale así, pónselo aquí, que no se lo mueva”. (…) Sí [el tomate va
por fuera], dice, “no le puedes meter el dedo porque te puede
morder, pero cúralo así, y así, ponle trapos en su pies con, o métele
los pies en cenizas”. (…) [Esos remedios] eran cosas (…) muy sanas; y
yo veía cómo, pero yo los curaba. (…) Sí [sé inyectar, aprendí] (…)
pus por mi necesidad (...), con mis hijos porque pus si no tenías
dinero para curarlos, menos ibas a tener para pagar quien te los
inyectara; más que nada eso fue lo que me hizo enseñarme (...).

Una continuidad clara en las prácticas y representaciones de mis


interlocutoras y sus parejas fue la falta de atención a los eventos de la salud de
ellas y ellos como adultos. Así, entre los hombres significativos para ellas la
tendencia ha sido a hacer poco caso a su salud y bienestar en la medida que sus
representaciones y prácticas están sumamente limitadas por el lugar que
ocupan en la estructura social según su género, edad y estrato socioeconómico.

En esta etapa del curso de vida de mis interlocutoras encontramos a dos


hombres con diabetes, Pablo y Jaiba -aunque, como veremos, en la siguiente
etapa de vida se sumará el caso del novio actual de Cristina. A Pablo le
diagnosticaron la enfermedad ya estando divorciado de Marilú, de modo que las
consecuencias de la enfermedad las enfrentó directamente la mujer por la que
dejó a mi interlocutora.

El proceso de s/e/a de Jaiba ha sido distinto. A él lo diagnosticaron


alrededor de 1988 -cuando tenía como 25 años de edad- y hasta donde supe, por
Margarita, recibió mayor atención que Pablo. Así, los cuidados que en buena

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

medida ella le proveía, se remitían hasta hace tres años, a llevar una suerte de
dieta y a tomar con medida. La diabetes en este caso tendrá consecuencias en la
vida sexual de Jaiba, pues uno de los síntomas que pueden experimentar los
hombres diabéticos es la dificultad para conseguir y mantener una erección. Es
así que en ésta condición y sus repercusiones -teniendo en cuenta que para
controlarla Jaiba tiene que recurrir al Viagra- Margarita encontrará un punto
débil en las condiciones simbólicas de su esposo, mismas que durante la etapa
de vida más reciente aprovechará para intentar mancillar la masculinidad de su
esposo.
Cuadro 9. Padecimientos, SFC, enfermedades y eventos de sus
parejas y principales relaciones extramaritales durante la segunda
etapa de los TRS.
Hombres Toma/ha Males/ Diabetes
significativos tomado daños
Rosa Oscar x - -
María
Marilú Pablo x - X

Esther Matías x - -
Ernesto x - -
Elías x x -
Margarit Caco x - -
a Jaiba x - X

Cristina Justino x x -
Jesús - - -
Cenobio - - -
Total 10 8 2 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

540
AVRIL ARJONA LUNA

Como se observa en el cuadro anterior, ocho de 10 hombres significativos


toman o han tomado durante la esta etapa de vida en la que su(s) familia(s)
inicia(n) y se consolida(n). Los efectos de estas prácticas son diversos y
dependen de la cantidad, calidad y precio de lo ingerido, de la frecuencia con
que se hace y el contexto en el que tiene lugar, así como del estado de salud
general de los hombres en cuestión pues, por ejemplo, las consecuencias
pueden ser más disruptivas cuando se trata de diabéticos. Por supuesto, como
dirá Rosa María, no tendrá el mismo efecto, ni para ellos ni para ellas como
esposas-madres, beber ocasionalmente y con ciertas compañías que
emborracharse hasta perderse, faltar a la responsabilidad de dar gasto y
desobligarse y generar otros procesos de s/e/a asociados al ejercicio de la
violencia bajo el influjo del alcohol.

Avril: (...) me platicaba que Ernesto nació de siete meses y que pudo
ser por un coraje que hizo porque su esposo -este-, ese día se había
ido a tomar, a echar sus copas (…) ¿era, en ese tiempo, frecuente que
tomara?

Rosa María: Mmh... Nada más era así cuando se juntaba con uno de
mis cuñados (…), se veían y segurito, pero (…) pus era de que tomar
y a mí eso me daba mucho coraje. (...) Y ese era nuestro discutir.
Pero pues ni modo. De... de responsable (…) no, ahí mi gasto era mi
gasto, de que todo, ya lo que trabajara de extras era lo de él. Pero
aún así quién sabe, no, no me gustaba. (...) Yo nadie he escuchado
que diga "ay, mi esposo es borracho y soy feliz porque toma", yo creo
que nadie.

541
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Cuadro 10. Ejercicio de las violencias en las uniones


Nombre de Ejercicio de violencia en la pareja
la pareja Tota
Verbal y Física Sexual Económica
l
psicológica
Rosa Oscar - - - - 0
María
Marilú Pablo x* X* X 3
Esther Matías X x 2
Ernesto X x x X 4
Margarita Caco X x X 3
Jaiba x* 1
Cristina Justino x 1
Jesús - - - -
Total 8 5 3 3 3
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013. Nota: * Tipo de
violencia ejercida mutuamente.

Los males o daños, provocados por terceras personas, aparecieron en dos


casos, el de Justino y el de Elías, y en ambos se representan asociados al hábito
de beber. Si bien en algún momento ambos recibieron atención tradicional por
medio principalmente de limpias, en ninguno funcionó como Cristina y Esther
esperaban -pues desde sus representaciones al primero le faltaba fe y al
segundo, sobre cuyo caso volveremos en el siguiente capítulo, voluntad.

Como sucedió con sus padres y otros hombres en los respectivos lugares
de origen, el hábito de tomar se asoció en las propias experiencias de pareja -a
excepción de Rosa María y Oscar, Cristina con Cenobio y Jesús, y Esther con
Elías- con el ejercicio de la violencia contra ellas -y en el caso de Esther, aunque
en menor medida, contra sus hijas. La violencia económica en la medida que es
estructural la vivieron las cinco, sin embargo al interior de la pareja cuando
varios de ellos se opusieron a que ellas trabajaran y las limitaron al salario único

542
AVRIL ARJONA LUNA

ejercieron este tipo de violencia. En el caso de Esther, además, la violencia


económica en la pareja aparece representada también cuando no ha visto nada
de sus inversiones para el trabajo de su esposo e hijo. Como veremos en el
siguiente capítulo, la violencia económica adquirirá otro matiz en la siguiente
etapa de vida, pues el derecho de propiedad sobre la vivienda familiar y la
manutención de la hija más joven de Esther y el hijo más joven de Margarita
serán pivotes para movilizar este tipo de violencia.

Puesto que las consecuencias de la violencia física, simbólica y sexual al


interior de la pareja ya han sido retratadas con anterioridad en relación con la
sexualidad, de modo que aquí me interesa destacar otras dimensiones y
consecuencias del ejercicio de la violencia social, por medio de las normas de
género, en los procesos de s/e/a urbano populares.

Teniendo en cuenta que esta etapa de vida está socialmente caracterizada


por la (re)productividad y que las condiciones materiales con las que ellas y ellos
comenzaron la familia propia estaban limitadas -en buena parte por las redes
sociales con las que contaron, sus bajos niveles educativos y el acceso a ciertas
ocupaciones y no a otras-, estos hombres y estas mujeres -en general- dieron
continuidad a las representaciones y prácticas en torno al cuerpo-herramienta
como lo hicieran sus madres y padres. Así, varios de estos hombres aprendieron
a no tener en cuenta su bienestar físico, mental y emocional, y en algunos casos
a invisibilizar, también, el de sus esposas, hijas e hijos.

En este sentido retomo dos casos. El de Marilú con Pablo es


representativo del cuerpo-herramienta y la construcción diferencial, por
género, de los padecimientos al interior de la familia. Mientras que el de Esther

543
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

con Ernesto y sus dos hijas menores muestra uno de los hilos que busco tejer en
mi análisis de los procesos de s/e/a de mis interlocutoras para destacar lo
subalternizado del bienestar físico, mental y emocional entre las mujeres y
hombres en edad reproductiva de los sectores urbano populares en la ZMCM.

Avril: ¿y si te enfermabas o te sentías mal él qué hacía?

Marilú: pues hasta eso que me daba dinero para que me atendiera,
me decía "ve al médico, atiéndete" (...). [Pablo] casi nunca estaba en
la casa, se la pasó más en el trabajo, y cuando no en el trabajo se iba
a arreglar sus carros, o no faltaba qué. (...). Él nunca se enfermó así
feo, igual y una gripa o así, pero él nunca se hizo caso y tampoco era
de que estuviera en cama o así -solito se le pasaba.

Esther: Fíjate que... es increíble, pero muy cierto. Porque para todo
[cuando hay un problema con mis hijas] me llaman a mí, ¿y al papá?
¡Nunca! Ellas me dicen que yo soy la culpable, que yo esto, que yo el
otro, ¡pero a su papá nunca le dicen nada! Dice (…) Paulina (…) que
a la mejor porque Teófila y Anastasia ya no vieron mucho cómo era
su papá. O sea, dice “a la mejor ellas ya no vivieron lo que nosotros
vivimos. Que nosotros pus veíamos cómo te pegaba. Siempre te
veíamos con tu ojo morado, tus labios rotos. Veíamos cómo te
pegaba. Entonces, pues tal vez por eso. Ellas ya no les tocó vivir
mucho todo eso". Tonces a la mejor por eso, pus aunque nosotros
[Elías y yo] ya vivíamos distanciados, pero todo parecía normal. O
sea, después de que él dejó de tomar... (…) Tiene como 7 años, [que
dejó de pegarme].

Una diferencia importante en la construcción social de los procesos de


s/e/a en la etapa reproductiva, distinguidos por género, es la legitimidad con la
que cuentan los padecimientos, enfermedades y eventos de unas y otros. Para
los hombres parece haber más limitaciones en sus condiciones de posibilidad

544
AVRIL ARJONA LUNA

-simbólicas, pues materialmente no tienen muchas diferencias con respecto a


sus parejas e hijos- para legitimar, y por lo tanto diagnosticar y atender, sus
procesos de s/e/a. Esto se tornará particularmente complejo porque la
búsqueda de atención rara vez ha surgido en los hombres, de modo que las
familias, pero principalmente estas mujeres en tanto esposas, llevarán parte de
la carga que representa la falta de atención a estos procesos biosocioculturales
que repercuten en las condiciones materiales y simbólicas de existencia.

Las mujeres encontraron mejores condiciones para legitimar algunos


procesos de s/e/a en torno a eventos de la sexualidad como el parto, y en menos
casos el embarazo y la cuarentena, que requirieron de atenciones mínimas que
referí con antelación. En este proceso de legitimación se involucraron muchos
más actores; las hermanas, las amigas, la suegra y el suegro, la pareja, las
parteras y los médicos -principalmente hombres- e incluso las madres y las
empleadoras fueron sujetas fundamentales en la construcción social de
padecimientos asociados a los eventos de la sexualidad, el sexo o la intimidad
como la nombran mis informantes, y coadyuvaron a legitimarlos, en distintos
grados, proponiendo formas de atención, así como discursos del riesgo y el
cuidado en torno a éstos.

Por medio de las entrevistas a profundidad encontré que con el paso del
tiempo un referente informativo general, y particular en términos de salud y
salud sexual, es la televisión -aunque la radio también aparece en el caso de
Cristina. En este sentido la televisión juega un papel importante en la
medicalización de las prácticas saludables y de las formas de atención a
padecimientos varios. En general la información sobre los embarazos, los
anticonceptivos, la premenopausia y la menopausia les fue llegando muy

545
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

dosificada, ya en la práctica y al momento de encontrarse en una situación


específica en donde a veces la información les llegó tarde, como dirá Cristina en
relación a su experiencia con la menopausia -o como piensa Esther frente al uso
de anticonceptivos.

Aquí, como lo hice para sus hijos y pareja, quiero destacar los
padecimientos, enfermedades y eventos que repercutieron en la
salud-enfermedad de mis cinco interlocutoras durante la segunda etapa de los
TRS. En materia de sexualidad, además de los padecimientos asociados a los
métodos anticonceptivos -que resolvieron dejando de usarlos- y las
hemorragias asociadas al parto, destacan los flujos.

Estos fueron experimentados por Cristina, Marilú y Rosa María y


aparecen asociados con la frialdad o con las infecciones vaginales. Sin embargo
las cinco reconocen que ahora se tratan con atención biomédica por medio de
óvulos, aunque también existe la posibilidad de no hacer nada al respecto.
Cristina cuando llegó a padecerlos acudió al temazcal para aliviarlos y adjudica
gran eficacia real a dicha forma de atención. Veamos qué dicen al respecto
Marilú y Rosa María destacando que la construcción social de padecimientos en
torno a la sexualidad tuvo límites, pues estudios más profundos como el PAP
(Prueba del Papanicolaou) se presentaron poco frecuentemente a lo largo de
esta etapa de vida -en el caso de Rosa María para detectar que requería de
tratamiento.

Marilú: Yo creo que cuando [las mujeres] no usan calzones [o no los


cambian y lavan bien] siempre andan mojadas; yo lo veo en el
trabajo con las muchachas que tienen un flujo, y en mis hijas
también lo v'ía yo, y sí, yo de muchacha también lo tuve -algo, o sea

546
AVRIL ARJONA LUNA

poquito-, siempre nos baja algo ¿no? Y pues ya a través del tiempo
no me bajó nada... yo tengo años de que no me voy a hacer el
papanicolau -una vez me lo he hecho en toda mi vida. (...). Y salí
bien; y no me siento mal -pos porque no me siento mal no voy. No
tengo flujo ni me escurre nada.

Rosa María: Pero tenía yo... ah, no, sí duré. Pero yo tenía como
cuarenta años, o 35 cuando empecé así a sentir [flujos]. Pero de ahí
me iba yo a hacer mi papanicolau, y tuve pequeña infección, pero a
raíz de que me hicieron toda esa del -¿cómo se llama el que le digo?-,
el... los rayo laser y todo, me limpió la matriz... y a raíz de ahí, ¿qué
flujo?

Las venas o várices se presentaron en el caso de Marilú y Cristina, pero por


la experiencia de trabajo de campo en Valle de Chalco Solidaridad sé de al
menos otras dos mujeres, con características demográficas similares, que
también las padecen. Esto puede deberse, al menos en parte, al tipo de
actividades desempeñadas, pues -como dirá Cristina- al estar paradas mucho
tiempo la circulación de la sangre se puede entorpecer. Y aquí me interesa
introducir una discusión práctica, pues si bien las actividades laborales de estas
mujeres requieren de mucho movimiento, no es en sí un ejercicio
cardiovascular que, por ejemplo, les permita paliar las posibles consecuencias
del sedentarismo en el que tiende a consistir el uso del tiempo libre, combinado
con la la ingesta de azúcares y grasas saturadas -que llevarán al sobrepeso en
casos como el de Marilú.

Esta última asegura que comenzó jovencita con este padecimiento y que a
los 22 años la operaron bajo la orientación de su entonces empleadora. En el
siguiente fragmento destaca que para ella todo inicia como una cuestión
estética que se ha ido complicando en parte por su sobrepeso y las prácticas

547
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

alimenticias que tiene en el trabajo y con su familia. Además destaca algo muy
significativo de esta interlocutora, la tensión entre medicina material y
medicina espiritual que surgirá en esta etapa de vida y se seguirá consolidando
en la siguiente.

Yo me operé desde joven, tenía yo como 22 años, porque me salió


una vena gruesa y como yo usaba mi faldita se veía feo, pero pues yo
ni sabía, nunca me explicaron que a la larga me iba a hacer daño,
que cuando yo me casara y tuviera a mis hijos me iba a afectar todo,
y es que no lo cree uno, dice uno "¿cómo me va a afectar? No, no
pasa nada, yo estoy joven, yo puedo". Ya hasta que me embaracé de
mi primera hija me dijo un doctor, que trabajé con él, porque le dije
"me operé pero ya me están saliendo otra vez mis venas" y me dijo "y
te van a seguir saliendo, entre más hijos tengas más te van a salir"
que porque con el peso del embarazo, aparte de que ya viene uno
con esos síntomas de las venas, y que por eso con el embarazo y con
las relaciones que tiene uno,dice, todo eso nos va alternado más. No
te llenes de hijos -dice-, ten unos dos o tres, si no al rato vas a sufrir
mucho; y cuando termines de trabajar te recuestas y pones las
piernas hacia arriba y cuando sientas calientes tus pies mételos en
agua fría", pero ya me lo dijeron cuando ya estaba yo operada; y
luego como toda la vida he andado trabajando p'arriba y p'abajo
pues todo eso se nos va acumulando. (…) dicen que [el problema de
las venas] ya viene de nacimiento, viene uno malo de la circulación,
nomás que dicen que unos se desarrollan por encima y hay otros
que se desarrollan por dentro; y dicen que las que son por dentro
son más peligrosas porque no se ven pero duelen mucho. (...). Las
mías son por encima. (…)[Cuando me operaron] yo trabajaba con
una señora y a ella le había comentado que me salió una bola
-porque yo ni sabía que era una vena- y me dice "te voy a llevar al
doctor, le voy a hablar a mi cuñado" -porque su cuñado era jefe del
hospital, entonces no necesitamos ira a hacer cola ni sacar ficha-, y

548
AVRIL ARJONA LUNA

pues sí, como a los quince días me dijo "el lunes nos vamos a ir
temprano porque te van a hacer unos estudios, no desayunes nada
(...)". Y ya, nos fuimos ya me dijo que sí, que pa tal día me iban a
internar porque me iba a operar, y le decía yo a la señora "pero
cuánto me va a salir, porque si me va a salir bien caro de adónde lo
voy a pagar", "no -dice-, no nos va a cobrar porque él es el mero
mero de ahí", le digo "¿y tengo que hacer reposo muchos días?", "no,
dijo que unos 15 días, pero ai te la pasas, no te preocupes" -pero sí, el
reposo era de más días. (…) Sí, ahí taba de planta, y pues ai me la
pasé pero no hice el reposo que debía de ser porque tenía que
ayudarle a la señora, yo me daba pena estar acostada nada más. Y
pues ya, me internaron y ella estuvo viendo todo -mi mamá y mi
familia ni lo supieron-; pero pues así fue todo, bien rápido. (…) [Para
la operación] te ponen un piquete atrás, en la espalda -la ráquea- y
ya con eso se duerme el cuerpo y ya me operaron, creo que estuve
ahí doso tres días, y pues todo fue bien rápido. Y luego uno no
pregunta y luego no nos explican, y te digo que a la larga me sentí
mal pero en el Templo ya no pueden hacer nada porque es como
dicen "tienes cortadas tus venas, (...) y tu sangre es gruesa y se va
quedando en tus venas porque no tiene donde salir porque la
sangre nos bombea de un pie a otro y a ti no porque las tienes
cortadas". (...). Por eso luego también nos dicen "pues ai ustedes que
les gusta ir con el médico a que les metan cuchillo y les saquen el
dinero".

Las várices en Cristina se presentaron en un momento de vida similar al


de Marilú, pero el origen es otro. En 1965, a los 24 años, se le retiró la
menstruación por un susto que llevó con un alicante. Así, un SFC fue el que
suscitó que se retuviera la menstruación y dada la falta de circulación la sangre
se agolpara en sus piernas provocando ardor. Cristina acudió a las formas
tradicionales de atención -en teses- y posteriormente a otras alternativas como
las cremas y pastillas Goicoechea. El padecimiento ha persistido con los años y

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

hasta ya entrada la tercera etapa de los TRS ha encontrado alivio. También ha


usado los productos de Herbalife más recientemente, como veremos en el
siguiente capítulo, y si bien reconoce que no sabe a ciencia cierta qué la ayudó, a
diferencia de Marilú ha encontrado en la atención mayor eficacia.

[Las várices] también puede ser de que trabajan muncho paradas y


no les circula la sangre -de eso viene también-, entonces toda se va
acumulando porque se va a las piernas, sí, porque hasta a los
hombres también se les hacen [várices]. Yo las tenía bien
alteradotas pero ya después se me fueron minorando, pero sí las
tenía que ¡ay, no aguantaba yo andar parada! Hasta me
apachurraba yo una pierna con la otra para apachurrarlas, porque
ya no las aguantaba. Pero no, yo creo tantos teses –y yo no supe ni
qué- se me fueron ablandando un poquito, y ahorita me acaban de
trair un té y ni he preguntado cómo se va a hacer; y me trajeron un
gel e Hierbalai y también me lo he estado poniendo [para las
várices]. Y yo hace muncho me compré unas pastillas, me compré la
esa crema, también. (…) Sí, sí me han funcionado porque ya no me
arden como me ardían. (…) [Pero] no, pos de tantos que me he
hecho (…), he hecho de todo (…) [no sabría decir cuál fue el mejor
remedio]. Ahorita tiene poco, yo creo unos tres años, que me ha ido
minorando el dolor. (…) [El dolor fue más intenso] cuando
trabajaba, que trabajaba todo el día -y como andaba todo el día
parada pos no me circulaba la sangre- (…). [Yo tenía] (…) creo como
unos.. 45 [años], sí, pero esto empecé yo cuando tenía como 30… no,
estaba yo todavía joven, he de haber tenido unos 25 años cuando
empecé –cuando llevé el susto, pues.

El fragmento anterior muestra además un punto sobre el que iremos


profundizando en lo que resta del capítulo, pues intentaremos sondear las
relaciones entre trayectoria de la s/e/a y trayectoria laboral con miras a esbozar
algunos padecimientos, SFC y enfermedades laborales para después ubicar sus

550
AVRIL ARJONA LUNA

consecuencias en los procesos de envejecimiento a la luz también de las


condiciones materiales y simbólicas de existencia. En este sentido quiero
destacar la trombosis que experimentó Marilú -asociada a sus problemas
circulatorios y de presión arterial- en el 2009, a sus 48 años de edad. Ella no
encontró solución en las formas de atención biomédicas públicas como
describe y desistió de su uso porque no sólo no veía alivio sino que la búsqueda
de atención le requería un tiempo que sentía no tener. Fue así como decidió ir
al Templo para atenderse y aunque en ese momento, por medio de una cirugía
espiritual, sintió alivio, unos años después su pierna volvería a presentar una
herida que se agravó y dio lugar al abandono temporal del empleo doméstico
como evento de transición a la tercera etapa de los TRS.

Marilú: (…) me dio una trombosis (...). Y de esa trombosis pues (…),
me desangré mucho porque se me abrió una vena, y de esa vena me,
me vacié por completo (…);de ahí -este-, pues..como me decían
que estaba ya anémica y pues, gracias a Dios no fue así porque me
estuve haciendo estudios y no [era ese el problema] (…). Y luego
pues (...) se me subía mucho la presión, se me bajaba mucho la
presión; cuando se me subía (…) me ponía así, como, ora sí que toda
debilucha. (...) Ya se me pasaba y otra vez volvía a como si nada,
como si no me doliera nada, por eso mismo, hasta que me controlé
lo de la presión y todo, ya quedé bien y ya pude trabajar, porque yo
trabajaba y sentía que no iba a poder (…), y sí es bien feo ¿no? (...).
(…) y luego pues la vena no se me podía cerrar, (...) [la vena] de la
pierna del lado derecho. (…) Yo iba al doctor y, digo, pues bueno, los
doctores son buenos pero pues no sé, como uno es –este- bajo de
recursos, o sea, va uno con los del gobierno y pus..es muy tardado, o
sea, y desesperante porque hay tanta gente. Tonces pus no (...), yo
no vía el alivio ahí, estuve yendo un… casi un año y no, no me
cerraba la herida..no se me cerraba la herida y me decía la señora

551
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

que -que tenía 16 años de trabajar- de vez en cuando me hablaba y


me decía “pues ve y diles que te operen, que te operen porque pus
tienes que sanar esa pierna”, pero, pues yo les decía a los Doctores
que pus si no había manera de que me operaran o qué se me podía
hacer. “No, pus es que mire ya se le está haciendo una yaga”, tonces
este, luego no sé, tienen como una pincita, no sé qué es, “esto se le
va a hacer yaga, esto se le va a hacer yaga, esto también, esto
también” -ellos mismos me iban lastimando la piel. Sí, o sea, y es
que pues, es que la piel pues duele porque pues está uno... ahora sí
que vivo (…); de eso como que se me fue haciendo un hoyito, un
hoyito, y (...) nunca supe, se me cerró la vena pero nunca supe si fue
mi vena o era un nervio o no sé. (…) las Doctoras este, me, con su
pinza o no sé, este, con esas que cortan (...) me agarraban y me
cortaban, me lo querían quitar y todo, no, pus me dolía hasta el
alma. Cuando yo regresaba traiba la pata hinchada, mojada porque
de todo aquello que se exprime, como sanguaza y todo, yo venía
pero mal, o sea, regresaba mal en vez de regresar bien (...). Y así era,
cada vez que iba yo no vía mejoría, aparte de que me iba desde las
seis de la mañana y regresaba hasta las diez, once de la noche -y
pues la verdad me aburría. Y pues yo fui al Templo y pues yo siento
que ahí sané sin medicamento, sin nada, o sea como que ahí fue mi
sanación. Entonces ya no fui al hospital porque cada vez que iba, ya
hasta le tenía miedo, a veces me decía el Doctor o la Doctora, no, el
Doctor, le decía a la enfermera “hay que lavarle la herida y, este, y
hacerle su curación”. Y había veces que me decía, “no pus, este, siga
tomando lo mismo y nos vemos aquí dentro de ocho días”, así, o sea,
na’más verme así de lejos; decía yo “pues a qué voy”..todo el santo
día; irme bien temprano, sin desayunar, y luego pues sí me llevaba
unas tortas pero pus es bien aburrido que estés ahí sentada sin
hacer nada… y me iba temprano para que me tocara de las primeras
pero, este, bueno, tenía el turno de en la tarde pero pues no, luego
llegaban los más enfermos, los más grandes, luego eran los que
pasaban primero, y uno que era la más primera me dejaban al

552
AVRIL ARJONA LUNA

último. (…) [Estuve yendo al] Hospital General, sí, entonces (…) dije
“ay no, me voy a buscar otros medios”; y este, pus te digo que me
pegué al Templo y dije pus, “ya no más ahí” -en primera porque no
hay dinero, segunda pus, pos que sea lo que Dios diga ¿no? (...); y
pus sí, ahí, ahí sentí que sí sane.

Cuadro 11. Padecimientos, SFC, enfermedades y eventos de ellas durante la segunda


etapa de los TRS.
Cristina Rosa Marilú Margarita Esther Total
María
Várices X - X - - 2
Hemorragias o regla en
abundancia asociados al X X - - X 3
parto
Retiro de la
menstruación por causas X - - - - 1
no asociadas al
embarazo
Flujos X X X - - 3
Padecimientos asociados
a métodos X X - X X 4
anticonceptivos
Carnosidad en ojos - X - - - 1
Dolores óseos X X - - - 2
Cansancio X X - - - 2
Dolor de cabeza - X - X - 2
Depresión/ X - X X - 3
angustia/nervios
Problemas de presión X X X X - 4
arterial
Trombosis - - X - - 1
Menopausia X X - - - 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

553
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Del cuadro anterior destaca, además, que cuatro de mis interlocutoras


han tenido problemas de presión arterial en algún momento de su vida adulta
-siendo Esther la excepción y Margarita el caso más reciente.

Rosa María: una vez tuve (…) mareo, y así tenía la presión -quién
sabe-, cuando vendía yo comida y según que me estresaba yo
mucho, y me dio mareo, y me fui con una doctora de aquí del
hospital -una clínica del Santa Anita que está por la del Mazo, (…) y
ya me (…) mandó a hacer estudios, pus colesterol, triglicéridos,
estaba yo bien, nomás la presión un poquito alta la llevaba yo ese
día, pero ni muy alta, quién sabe qué [sería].

En el caso de Cristina y Rosa María ha sido intermitente y parece tener


mucho que ver con el malestar y sus síntomas: el estrés, la angustia, el cansancio,
el agotamiento y los nervios que pueden provocar, además de cambios en el
estado de ánimo, insomnio, dolores de cabeza, musculares y óseos. En este
sentido también es importante tener en cuenta que ellas dos son de entre mis
interlocutoras quienes experimentaron la menopausia hacia el final de la etapa
de vida que abordamos en este capítulo. Mientras que Cristina calcula que fue
en 1986, a sus 45 años, cuando se le retiró la menstruación, Rosa María
experimentó la transición que se representa como regresar a la niñez entre el año
2000 y 2002, alrededor de los 47 años. Como veremos en el siguiente capítulo,
algunos de estos síntomas se presentarán también en las representaciones de la
salud, enfermedad, malestar de Margarita, Esther y Marilú en la siguiente etapa
de vida -y ya en asociación con la premenopausia en los dos primeros casos.

En adelante es necesario tener muy en cuenta el abordaje de Mabel Burín


para el análisis de la salud mental de las mujeres, pues el malestar es un
concepto intermedio entre salud y enfermedad, dirá la psicóloga y psicoanalista

554
AVRIL ARJONA LUNA

argentina, que permite “analizar las condiciones que producen y /o preservan la


salud mental de las mujeres” (2010:3). Así “en la construcción de sentidos que
realizan las mujeres respecto de su malestar” podré destacar algunas
representaciones y prácticas que estas mujeres apuntan para “la preservación
de su salud mental y/o la prevención de condiciones enfermizas mediante los
autocuidados” (2010:3).

¿Cómo, entonces, las condiciones materiales y simbólicas de existencia


pudieron suscitar estos malestares?, ¿qué eventos acontecieron en sus vidas y
cómo influyeron en la experiencia de padecer de algo?, ¿cuáles serán las formas
de atención representadas más eficaces en esta etapa de vida? Aquí algunas
respuestas.

Los malestares de las mujeres se manifiestan de formas diversas por


medio de síntomas que en sus narraciones encuentran sentidos
biosocioculturales y anudan la tensión, y a veces el conflicto, con sus
condiciones de existencia de acuerdo con el género, estrato socioeconómico y
edad. Como señalaré para cerrar este apartado, las experiencias de malestar de
mis cinco interlocutoras muestran que en sus procesos de
salud/enfermedad/atención influyen tanto los espacios como los lugares que
ocuparon en la pareja, la familia, el trabajo y la ZMCM -en la que han vivido
durante buena parte de su vida y en la que han tejido redes y relaciones
transaccionales diversas.

Desde los 17 años Rosa María desarrolló una carnosidad en los ojos que ha
ido en aumento. A partir de su llegada a Valle de Chalco Solidaridad buscó
atención biomédica. Hasta ahora no ha logrado la cirugía que desde sus

555
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

representaciones sería la solución y quizá por lo mismo no lleva a cabo las


prácticas que los médicos le han recomendado -como cubrir sus ojos del sol.
Destaca además que el hecho de que sus ojos se irriten hace de su padecimiento
algo muy evidente que, ante el escrutinio ajeno, puede aumentar hasta de
nervios.

Rosa María: (…) [Me han atendido] aquí [en la Ciudad de México] en
un hospital que se llama Obregón, que está por Insurgentes. Ahí y
[en] varios; cuando yo estaba más -este-, joven, desde cuándo yo
traía ese problema, yo estaba soltera, (…) pero también siempre me
decían que no, que no me podían [operar]... y hasta la fecha, y hasta
eso que yo lo veo que ya ha avanzado. Y ni así, fíjate. (…) Orita ya no,
antes me lloraba mucho los ojos (…); orita me lastimó porque no
llevé mis lentes, estuve en el sol, ay, siento que me arde un buen,
pero no entiendo. Los doctores me dicen que debo de usar una
gorra o sombrerito, una -este-, o mis lentes. Se me olvidó llevar hoy
y siento que me duelen mis ojos, porque andé pues toda la mañana
en el sol, pero pues sí. (…) Ajá, sí, la carnosidad [se ha ido
extendiendo]. Pero ni aún así, los doctores dicen que no me pueden
operar. Y como veo bien, pues yo creo que... (…) Pero -ay-, es que ...
no me gusta, y la gente -ay-, "¿por qué tienes tus ojos irritados?", "¿y
por qué...?" Y pues claro, es molesto, ¿no? Uno qué más quisiera, no
lo tiene uno por gusto, o porque nos gusta, hasta da nervios, yo creo
-ay-, a veces me dicen "ay, tus ojos, los tienes bien...". O a veces me
baño temprano y salgo, y -ay-, lo tienes bien erritado, yo creo es el
jabón, el champú, que se tiene uno que tallar la cara con jabón, que
el champú con el cabello, y quieras o no, afecta. Y a veces lo tengo
bien (…). O si me desvelo también me hace daño.

Rosa María experimentó, entre los 29 y 35 años, dolores en la columna -a la


altura de las lumbares- que asocia con un par de caídas que tuvo mientras
todavía se estaba estableciendo en Valle de Chalco Solidaridad y su familia

556
AVRIL ARJONA LUNA

propia estaba en expansión. También durante largo tiempo, entre los 30 y 40


años, tuvo dolores de cabeza. Para el primer dolor la atención eficaz fue la de una
huesera, mientras que para el segundo -que buscó diagnosticar bajo los criterios
biomédicos- debió esperar a que cesaran solos.

Rosa María: Me caí cuando estábamos bardiando (…) estaba yo


tendiendo mi ropa (…), iba yo a pisar otra piedra para ver si ahí
quedaba yo y se mueve la piedra y ahí voy. Así, [hacia atrás]. Y luego
otra vez me caí cuando iba a recoger a mi hija de la escuela, ya era
tarde y ahí voy corre y corre, y haz de cuenta que me dieron un
empujón y ahí voy, todo eso acabó de profundizar más la... No, sí
estuve bien mala, pero gracias a Dios mira que... (…) ¡No! El médico
casi ni me hacía nada, pura radiografías y hasta ahí. Una señora
-bueno-, una amiga de mi hija me llevó con una tía aquí por
Tejones, y yo ahí sentí que me compuse. (...) Pero me puso un
aparatitoy luego me vendó, me hizo quién sabe qué tanto y a raíz de
ahí [me sentí mejor]. (…) [La señora] creo era como huesera, yo creo
que sí. (…) Casi entre las dos pompas [es donde me daba el malestar
de la columna, cerca del sacro y las lumbares]. (…) Ay, no, sí duré un
buen [con los malestares]. Uh, sí, bastante. (…) Años, sí. Iba yo con
una, nada; iba yo con otra, nada. La que me hizo bien fue esa
señora. (…) Y luego me dijo la doctora que yo también tenía que
-este-, adelgazar un poco para no recargar tanto el peso. Pero, pos
adelgaza uno y se siente uno peor, como débil, pues "no comas esto",
"no comas lo otro", y dieta por acá, dieta por allá, como que te
sientes toda... y pues yo creo que la alimentación es lo básico.
(…)Antes, mucho antes [de dejar de menstruar] tenía mucho dolor
de cabeza. (…) Yo creo como a los... mmh... treintay...nueve [años],
creo. (….) Pero horribles. (…) Me hicieron la tomografía, radiografía,
y gracias a Dios salí. Pero ¡ay, no!, era un dolor [en la parte de atrás
de la cabeza]. (…) Y cuando yo me movía así, -¡ay!-, haz de cuenta,
cuando hay vidrios rotos, que hace un ruido así -este-, feo; yo así

557
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

sentía en mi cabeza, "¡ay -decía-, ¿qué será?!" Y yo le decía a mis


hermanas "¿y no lo escuchas? Yo así escucho", y ellas decían que no
escuchaban, pero yo cada que hacía así, un dolor -ay-, y la pesadez
de acá, acá, esto me hormigueaba todo, era una cosa desesperante.
(…) sabrá dios qué [fue]... [Los doctores dijeron que] p's no tenía
nada. Pero estaban medicamentos, vitaminas, y yo me hice hasta de
¡quién sabe qué tanto! Pero gracias a Dios aquí estoy. Pero tantos
medicamentos también, como caseros, que me decían "esto, hazte
esto", estudios, vitaminas; me decían "que este doctor es bueno", ahí
iba, por eso le digo a mi esposo "ay, -le digo-, Dios mío, lo bueno que
encontré un buen marido que no está escatimando por mi salud".
En ese sentido nunca me dice "ay, por eso no tenemos nada, porque
tú sólo enfermas", no, gracias a dios no. (…) y bueno, (…) por eso yo
también trabajo.

Marilú -como Cristina, Margarita y Esther, principalmente- se


encontraba en una suerte de círculo vicioso en el que sus recursos se
engarzaban para establecer límites y limitaciones a su agencia y bienestar por
medio de tres lugares -el de madre, esposa y trabajadora doméstica y extra
doméstica- y roles, como les denomina Mabel Burin: el maternal, el conyugal y
el doble rol social de trabajadora doméstica y extradoméstica (2010: 8).

“Los deseos maternales han sido propiciados de manera relevante, en


nuestra cultura patriarcal, para nominar a las mujeres en tanto sujetos” (Burin,
2010:3). El problema es que no basta con ser madre biológica, lo ideal es ser
buena madre; por lo que la maternidad cuenta con mayor o menor legitimidad
dependiendo de la reproducción que permita de ciertas normas bajo una serie
de criterios socioculturales que pueden representar factores de vulnerabilidad.
Una de las que quiero destacar porque entre mis interlocutoras encontré dos
casos se refiere al tiempo idóneo para ser madre. Rosa María y Margarita

558
AVRIL ARJONA LUNA

experimentaron la maternidad a edades representadas como inadecuadas por


los médicos que las trataron -y en el segundo caso también por la hija de mi
interlocutora-, así, aunque no tuvo mayores consecuencias en la salud de ellas o
sus bebés, el estrés provocado por el temor -no siempre fundado- a una
complicación puede ser un factor de riesgo en el desarrollo del embarazo.

Margarita: de hecho cuando me embaracé de Checho, Isadora me


dijo "ay mamá, ¿cómo te veniste a embarazar? Tú ya estás grande, ya
no tienes la misma fuerza... la misma paciencia", le digo "sí, y qué
quieres, ni modo que lo escupa"; pero sí... Claro, les dio gusto, pero
por otro lado: "ay mamá".

Rosa María: Pues no, no, no me pasó "ay, ya no me puedo


embarazar porque -ay-, me van a regañar" -[cuando me embaracé
por última ocasión].(…) De hecho pues yo pensaba en mí, no nada
más en los doctores qué me van a decir, no. Por eso yo nada más
pensaba a mis dos hijos y ya. Pero pues a los treinta, a la mejor, más
o menos tuve a... a Gregorio o... ni me acuerdo cuántos años tenía
yo (...). Pero pues ya me embaracé del otro, ¿y qué lo podía hacer? Ya
no se puede regresarlo. (…) Yo sí a veces me daba pena. (...) sí, "van a
decir que ya es señora grande y...", yo decía a mi hermana "cuando
voy a llevar a mi hijo a la escuela, al kinder, van a decir que soy su
abuelita, yo creo" [ríe]. Siempre decía eso, como que eso me
preocupaba a mí, (…) o ya ve que los niños son tan "ay, mi mamá ya
está grande, yo, mira...", ve que muchos se avergüenzan de sus
papás y yo decía "a la mejor mi hijo le va a dar pena". Pero no, todo
lo contrario -ay-, mi hijo no, para nada, no. Nadie de ellos dice "ay,
me avergüenzo de ti".

En este sentido considero que los dolores de Rosa María se relacionan con
eventos en los que se observa la responsabilidad que ella tenía para con su hija e
hijos en tanto principal responsable del trabajo doméstico, que combinaba con

559
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

la venta por cuenta propia y, más intermitentemente, con el empleo en casa de


entrada por salida. Puesto que el lugar de madre está cargado de expectativas
sociales que son difíciles de cumplir, aunque cambian conforme avanza el curso
de vida, las relaciones sociales detonan procesos de inconformidad por la
experiencia de dificultades que se tornan factores de riesgo. En este sentido el
lugar de madre y sus roles representaron factores de riesgo para el bienestar
psíquico de mis interlocutoras, y en el caso de Rosa María fue muy evidente
teniendo en cuenta que sus malestares iniciaron tras su segundo parto y
duraron hasta que su último hijo tuvo cuatro años de edad -un tiempo que
debió ser complejo porque tenía dos bebés y un recién nacido (véase Anexo del
Capítulo).

Cristina experimentó dolor de espalda y cansancio entre sus 32 y 42 años y


aseguró que como a los 35 años ya se quería morir porque se sentía presionada
por la necesidad de darle de comer a sus hijos. Este periodo de vida fue difícil para
ella porque se suceden varios eventos y procesos: llega por primera vez a la
ZMCM y comienza a reconfigurar sus redes familiares mientras busca redes
laborales. Buena parte de este tiempo vivirá en Ciudad Nezahualcóyotl como
paracaidista y destacará que al inicio de esta empresa, alrededor de 1973,
cuando ella tenía 32 años, se le quemó la casa (…), era de láminas de cartón (…).
Afortunadamente ninguno de sus hijos salió malherido y con el apoyo de sus
redes familiares y laborales pudo edificar un cuarto que representó mejoras en
sus condiciones de vida.

A pesar de las adversidades y los malestares que pudieron provocarle


estos y otros eventos asociados principalmente a su lugar de madre, Cristina se
representa a sí misma como alguien que con el tiempo ha aprendido a

560
AVRIL ARJONA LUNA

distinguir lo que le provoca malestares y a encontrar sus terapias, entre las que
el tejido, la costura, el mantenerse ocupada y el evitar preocupaciones y corajes
serán fundamentales. En parte, así ha encontrando nuevas metáforas para
representar su cuerpo como un ser vivo, una planta, cuyo estado de bienestar
Cristina mira relacionado con el contexto.

Cristina: (…) hasta es terapia [tejer], (…) porque cuando se fue su


papá de mis hijos se me quitaba el sueño, me angustiaba, y me
ponía a coser y tejer y con eso me tranquilizaba. (…) me daba la una
de la mañana y yo cosiendo o tejiendo. Cuando me compré la
máquina me daban costuritas y yo las hacía… era la una de la
mañana y brincaban los gatos en la lámina y yo también brincaba
[del susto], estaba todo en silencio; y pues sí, con el tejido me
tranquilizaba muncho porque estaba yo pensando ¿cuándo la
acabaré?, ¿cómo me irá a quedar? (…)

Avril: [a los 35 años cuando quería morirse], ¿cuál era la carga más
pesada que sentía?

Cristina: pos, darles de comer a mis hijos, (…) el trabajo

Avril: ¿la salud es algo que se ve afectado por nuestro medio


ambiente, por dónde estamos, lo que hacemos?

Cristina: sí, por eso se afecta también el cuerpo; viene a ser una
maceta –yo lo he visto con mis macetas-, la tengo en un lado y no
quiere, no quiere –sigue ahí toda como apachurrada-, la cambio a
otro lugar (…) y hasta parece que respira –y así es uno, igual que una
planta (…). (…) hay plantas que también duermen, descansan (…),
en tiempo de frío también se queman (…), el sol igual –si están de a
tiro en donde les dé el sol también se queman.

561
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

El lugar de esposa también ha sido parte de ese contexto de relaciones


sociales que han repercutido en los malestares de mis interlocutoras. Junto con
la anguistia que sentía Cristina cuando Justino se va, el coraje que hacía Rosa
María cuando su esposo tomaba, el miedo que le tenía Margarita al Caco y la
violencia que ejercía Ernesto contra Esther, uno de los casos más
representativos de las consecuencias de la relación de pareja en los procesos de
s/malestar/e es el de Marilú. En el siguiente fragmento ella destaca que su
depresión, asociada con la presión y minusvaloración que sentía por parte de
Pablo, se manifestó por medio de la comida, por lo que comenzó a engordar.

Marilú: (…) Pablo siempre me decía “es que a mí las viejas me gustan
así y así”… [suspira]. Yo desde que tuve problemas con él empecé a
engordar, empecé a engordar o sea, como que me entró por entrarle
a la comida, yo estaba llorando y taba comiendo, o sea, en vez de
que se me fuera el hambre me daba más hambre, más hambre, más
hambre y empecé a engordar; entonces “ay, es que estás bien pinche
fea, pinche gorda, estás así, estás asado” y pues … entre más me
decía pues más me daba por comer, como que entré en una
depresión en la comida, no sé qué me pasó ahí……. Y “a (…) mí las
viejas gordas no me gustan”, y le decía yo -pues la del pueblo está
delgadita, morena y la otra pues está más o menos, pues ni está ni
alta ni baja, no está muy gorda, está más o menos-, y le digo “ay, si
te escogites una flaca y no estás con ella; te escogites una chaparra y
no estás con ella, ¿qué haces con la gorda?, ¿qué vienes a fregar con
la gorda? Yo soy gorda, soy fea, soy lo que tú quieras y aquí tienes
que estar chingando… sácate a la chingada allá con tus viejas”. (…)
Pero no se iba.

El caso de Cristina sirve de ejemplo para destacar una constante con la


que algunas luchan: las formas en que se tejen las trayectorias familiares,

562
AVRIL ARJONA LUNA

sexuales, de pareja y laborales han ido configurando los lugares que provocan o
previenen los malestares asociados a la encarnación del cuerpo representado
como herramienta. Sin embargo, este caso tiene la particularidad del interés de
Jesús por la salud de Cristina, algo que no será frecuente en realidad:

Cristina: ay, pues la verdá yo no me acuerdo que [Justino] se haya


preocupado [por mi salud]. Si les digo que desde que me compraron
los primeros zapatos –que me casé-, jamás me volvía a poner unos
zapatos que él me comprara. (…) A él le daba lo mismo; y pus casi yo
no me enfermaba [en aquél] entonces. Me empecé a enfermar
cuando ya tenía yo 40 años. Pero te digo, era puro cansancio el que
tenía. (…) Te digo que me dolía mucho la espalda, mis pies ya los
sentía yo cansados, pero como me dijeron que era agotamiento
pues (…). [Parte del remedio fue que] este señor [Jesús, mi segundo
esposo] como trabajaba allí [en el mismo lugar] yo le contaba cómo
me sentía y me compró unas vitaminas, pero sin interés de nada,
era como compañeros de trabajo…yo creo después cobró [suspira y
ríe]. Dijo “mire, tómese esto” que la belladeta, billadeta, quién sabe
cómo se llaman esas vitaminas [Bedoyecta]. Luego descansé de esas
y me compró unas perlas de tiburón, o quién sabe qué, y dice “cada
que se sienta mal cómpreselas, porque es agotamiento. Y ora que
deje de trabajar”, “mmm–le digo-, quién sabe cuándo deje de
trabajar, de aquí a que deje de trabajar”, dice “no, muy pronto la voy
a sacar de trabajar”.

En este sentido, destacará que al interior de la familia propia y durante la


segunda etapa de su vida, al menos cuatro de mis interlocutoras -Cristina,
Margarita, Marilú y Esther- tuvieron muchas obligaciones, pero pocos derechos
-mismos que irán gestionando con el paso del tiempo también en relación con
las condiciones que encontrarán en otros espacios. Así es como lo narra
Cristina, quien destacará por ser la única que participó como voluntaria en una

563
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

organización comunitaria conforme empezó a involucrarse en los diversos


espacios del Valle de Chalco Solidaridad, Estado de México:

Avril: después de que se casó con Don Tino y conforme empiezan a


nacer sus hijos, ¿cuáles eran sus derechos al interior de su familia?

Cristina: pos, bueno, yo no me sentía con derecho, pero obligada sí,


a cuidar a mi familia (…); pero como estuve junta [unida] nunca me
desarrollé yo sola (…); hasta después, que yo misma corté la hebra
[cuando ya no busqué más a Justino]

Avril: ¿y cuáles eran los derechos y las obligaciones de Don Tino?

Cristina: pus, él… él se sentía con muncho derecho a andar –‘ora sí-
dándole vuelta a la hilacha [ríe] -porque las mujeres no tenemos
derechos [desde esa perspectiva], namás los hombres; pero pus es
que eran muy machistas, creían que nomás los hombres tenían
derechos. Por eso cuando me vine para acá [a la ZMCM] sentía
como que ya podía valerme por mí misma; decía “por qué no vendrá
[Tino], pa que vea que sola también puedo” –porque él como que
quería verme abajo, era su idea. Me acuerdo una vez que le dije “me
voy a ir de aquí para no andar mendingueando”, dice “ah, te puedes
ir, al cabo ¿quién te puede querer?” [ríe] –como que él se sentía el rey
de todo el mundo, como dijo la canción [ríe]. (…). Yo no supe
reclamar mis derechos [al interior de mi pareja], más que nada (…);
yo digo que el derecho de la mujer es hacer lo que quiera –claro, no
hacer cosas que parezcan mal-, pero sí de salir sin andar con que
“¿me das permiso?”, divertirse, platicar con amistades… pero no,
todo eso no, nunca lo tuvimos. Como que estaba uno muy privada
de la libertá. Y ahora no, ahora yo platico con hombres y mujeres,
sea quien sea yo platico (…); y pues digo, ese es derecho que tiene
uno, a no andar con la cabeza bajada –porque allá mi suegro no, no
podían ni platicar en voz alta porque no quería. (…). Se sentía él
que… y pus entons su papá de mis hijos pues igual. Pero no, ya

564
AVRIL ARJONA LUNA

después que él [Tino] desapareció me cambió la suerte [ríe]; de


primero no, yo también me sentía así, como que me daba pena
platicar –todavía cuando entré al Museo [Comunitario de Valle de
Xico] como que me daba pena, algo así; pero ya después ya no, ahí
perdí la pena [carcajea].

5.2 Empleo doméstico en la ZMCM: relaciones, espacios y lugares


flexibles

(…) uno no va a que le guste [el trabajo], sino ¡a ganar!, sí, en lo que sea; yo cuando
iba a lavar y planchar tampoco me gustaba, pero yo quería ganar dinero para mis
hijos, (…) y si quiere uno algo bueno tiene uno que echarle ganas para hacer algo
(Cristina).

Como vimos en el Capítulo I, las investigaciones en torno al empleo doméstico


han mostrado desde mediados del siglo pasado un perfil clásico de las
empleadas domésticas en las grandes urbes. Sin embargo, como expliqué
entonces, durante los últimos años se han hecho evidentes otros modelos
emergentes114 que reflejan cambios socioculturales y económicos importantes
en México. Puesto que mis cinco interlocutoras tienen experiencias de vida que
dan sentido al perfil clásico, es fundamental decir que una primera gran
distinción es la modalidad en la que se desempeña el empleo doméstico, pues
representa distintos lugares que pueden entrar en tensión o conflicto con otros
ocupados por estas mujeres. Así la modalidad de planta configura un lugar más
cercano al de hija, mientras que la modalidad de entrada por salida apunta la

114 En cuanto a las mujeres que pudieron fungir como informantes secundarias encontré que dos no
tuvieron experiencia de planta porque se insertaron en el empleo doméstico mucho después de haber
iniciado la conformación de su familia propia, evidenciando nuevos patrones de edad en la inserción
en el empleo doméstico urbano.

565
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

asunción -tanto por parte de la empleada y su familia, como de las y los


empleadores- de lugares como el de madr-esposa.

El empleo doméstico, como veremos, es un conjunto de relaciones,


espacios y lugares que tienen como fin la producción para la reproducción de la
vida cotidiana. Puesto que la vida cotidiana en la ciudad de México y su ZM se
ha compartimentado geográficamente durante las últimas décadas, es
importante tener en cuenta que para estas mujeres y sus familias la vida
cotidiana ha requerido flexibilidad por medio de algunas estrategias -para salir
adelante- que reflejan relaciones transaccionales de cooperación importantes
entre mujeres con dobles jornadas laborales, pero también entre empleadas
domésticas y patrones en estos contextos urbanizados.

En tanto conjunto de relaciones la flexibilidad del empleo doméstico se


observa en las modalidades que puede adquirir, en las formas de pago o
retribución, en la informalidad de los derechos, obligaciones y actividades a
desempeñar. Lo que complejiza la flexibilidad de esta actividad es, sin embargo,
el efecto de esas relaciones en los espacios, lugares, prácticas y
representaciones consideradas tradicionalmente femeninas por los distintos
estratos socioeconómicos. Como veremos todas mis interlocutoras han
experimentado, en mayor o menor medida, tensiones entre su lugar de
madr-esposa y su lugar como trabajadora. En la medida que la mayoría de sus
parejas se han desempeñado en ámbitos laborales precarios, informales e
intermitentes, estas mujeres han tenido que echar mano de otras actividades
remuneradas -flexibles también para con sus condiciones y posibilidades de
agencia- para reproducir la vida cotidiana de su familia propia.

566
AVRIL ARJONA LUNA

La flexibilidad laboral que han experimentado estas mujeres nos


permitirá ubicar diversos beneficios y costos del empleo doméstico desde las
representaciones de mis interlocutoras. Veremos que para ellas el trabajo
extradoméstico ha sido una suerte de arma de doble filo pues, aunque les
permitió cubrir las necesidades materiales indispensables de sus hijas e hijos
-logrando también hacerse de lo suyo- a través del cuerpo-herramienta, implicó el
desfase con la maternidad idealizada -fundamentalmente afectiva- de tiempo
completo y la evidencia de que en algunos casos el trabajo de ellas volvió
inresponsables a sus parejas.

Acerquémonos entonces a los casos para notar cómo las condiciones


materiales y simbólicas -como los horarios, ingresos, actividades y relaciones
laborales- varían entre modalidades del empleo doméstico; qué lleva a estas
mujeres a permanecer o abandonar ciertos espacios laborales y cómo esto se
asocia con las experiencias negativas y positivas significativas para finalmente
mirar las particularidades de la relación entre procesos de s/e/a y empleo
doméstico en la etapa reproductiva de vida.

5.2.1 Lugares y espacios de las empleadas domésticas de entrada por


salida
En el capítulo anterior vimos que la soltería está sumamente asociada al empleo
doméstico en la modalidad de planta en la medida que las familias empleadoras
podían acogerlas para ocupar el lugar de empleada-hija de familia. Sin
embargo, a raíz de la unión en pareja las trayectorias laborales de estas mujeres
comenzaron a presentar cambios y/o transiciones dependiendo de las

567
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

relaciones bajo las que ocuparon el lugar de madr-esposa -y en casos como el de


Cristina, Margarita, Esther y Rosa María también de nuera-cuñada.

Teniendo en cuenta que las normas de género que aprendieron dictan


que las esposas están encargadas de cubrir las necesidades domésticas para la
reproducción cotidiana de la fuerza de trabajo de sus esposos, estas mujeres
asumieron el trabajo doméstico bajo la expectativa más o menos generalizada
de que serían sus esposos los principales responsables del lugar de proveedor
material. Sin embargo debemos tener en cuenta que estructuralmente la
mayoría de estos hombres han enfrentado condiciones de trabajo subalternas
que materialmente limitaron su agencia en tanto padr-esposos.

La idealización de las normas de género, como iremos viendo, ha


provocado inconsistencia con este lugar tradicionalmente masculinizado y
representado una de las fallas del padr-esposo desde las representaciones de
Cristina, Marilú, Margarita y Esther. En este sentido veremos que la relación
entre el lugar de trabajadora extradoméstica y el de madr-esposa muestra una
fuerte tendencia: en el caso de Cristina, Esther, Marilú y Margarita lo que se
representaba como ayuda a la economía familiar se tornó obligación exclusiva
que limitó, más, las condiciones para proveer simbólicamente a sus hijas e hijos
-sobre todo a los mayores- según dictan las normas de género. Así en al menos
tres de estos casos, veremos la asunción de fallas propias en el lugar de madre.
Rosa María será la excepción, pues la ayuda mutua parece ser la línea de
articulación entre su trayectoria laboral y familiar.

Cristina vivía con sus suegros y se encargaba de parte del trabajo


doméstico cuando empezó a buscar ingresos propios por medio de la venta de

568
AVRIL ARJONA LUNA

servilletas que bordaba. Puesto que unos años después de la unión con Justino
emprenderá un proceso migratorio en pareja -primero a Monterrey, luego a
Celaya y luego de regreso al pueblo ya independientes-, la intermitencia y
requerida flexibilización de su incursión en el empleo doméstico adquirió una
particularidad, pues comenzó a trazarse una suerte de especialización en el
lavado y planchado a domicilio. Sus ingresos eran limitados y durante el tiempo
que estuvo con Justino no podía disponer de ellos abiertamente. Así, será
alrededor de los 30 años que con la migración a la ZMCM se inserte de lleno,
nuevamente, en empleo doméstico en la modalidad de entrada por salida
lavando y/o planchando -principalmente.

Marilú y Margarita todavía tuvieron una experiencia laboral en la


modalidad de planta una vez unidas. La primera trabajó un año para después
juntarse con Pablo y trabajar, a escondidas según explicó, de entrada por salida
haciendo limpieza general y/o lavando y planchando. Como veremos, la
trayectoria laboral de Marilú ha sido la más constante en cuanto al empleo
doméstico se refiere, pues es la única que nunca ha buscado otras alternativas
laborales.

Margarita asegura que con su primer embarazo dejó el trabajo de planta y


comenzó a combinar la lavada de ropa con la venta de gelatinas para su suegra.
En este sentido ella tampoco tuvo un trabajo fijo durante esta primera fase de la
conformación de su familia propia. Entre los 22 y 28 años, ya habiendo tomado
distancia de su primera pareja, Margarita tuvo un trabajo estable en un
laboratorio cosmético gracias al cual las lavadas se tornaron más intermitentes.
Así, será a los 29 años, ya unida por segunda ocasión, que retome de lleno el
empleo doméstico como actividad remunerada.

569
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Esther tampoco tenía trabajo fijo y comenzó a combinar el trabajo


doméstico de donde viviera con Ernesto, su segunda unión, con la
intermitencia en el empleo doméstico de entrada por salida. Durante los
primeros cuatro años sus principales actividades remuneradas fueron lavar
ajeno o hacer limpieza general. Una vez que se establecieron en Valle de Chalco
Solidaridad Esther fue empleada doméstica de Marilú durante cuatro años.
Posteriormente experimentó durante nueve años un tránsito laboral temporal
para reincorporarse al empleo doméstico de entrada por salida a partir del 2002
-a los 32 años de edad.

Rosa María es el caso en el que la trayectoria en el empleo doméstico de


entrada por salida parece menos constante. Muy al inicio de su unión se
encargaba del trabajo doméstico y colaboraba en el trabajo del campo mientras
ella y Oscar vivieron en Mexiquito, Chiapas. Será hasta que llegue al Valle de
Chalco Solidaridad, ya iniciada la conformación de su familia propia, que
retome intermitentemente el empleo doméstico de entrada por salida y
comience a combinarlo con el comercio -actividad remunerada que se tornará
la única entre el 2002 y el 2005. En su caso obtener información muy específica
y profunda de las familias con las que trabajó en la modalidad de entrada por
salida durante esta etapa de su curso de vida fue difícil. En primera instancia
porque su trabajo era esporádico en la medida que lo hacía para cubrir a una de
sus hermanas cuando no podía ir, o tenía vacaciones. De este modo se observa
que para ella y su pareja la prioridad fue que ella atendiera a la hija e hijos y
administrara los gastos, de modo que en conjunción con las condiciones
laborales de Oscar pudo transitar más rápidamente a otro ramo del trabajo
remunerado, como será el comercio por cuenta propia:

570
AVRIL ARJONA LUNA

Sí fui un tiempo a trabajar [en casa], pero ya no como antes, ¿no?


Mejor me dediqué a vender ropa, que era lo mío, que yo estaba casi,
prácticamente, con ellos. No los... no descuidarlos. Ya no irme a
trabajar todo el día y dejarlos solos.

En este sentido, de las experiencias significativas de Rosa María vale la


pena destacar las dos primeras en la modalidad de planta, pues encuentran eco
-más allá de las etapas de vida y la modalidad del empleo doméstico- con las
cualidades positivas que varias de mis interlocutoras valoran de su lugar como
empleadas domésticas.

Considerando como punto de partida la flexibilidad requerida para la


supervivencia en estos grupos sociales, adentrémonos al análisis de las
condiciones materiales y simbólicas que tuvieron mis interlocutoras en el
empleo doméstico de entrada por salida.

5.2.1.1 Continuidades y discontinuidades en las condiciones materiales y


simbólicas según la modalidad del empleo doméstico: actividades, ingresos,
derechos, obligaciones y relaciones laborales flexibles
Hasta ahora he señalado ya los cambios simbólicos entre una modalidad y otra
enfatizando la asunción de nuevos lugares asociados a esta etapa, adulta, del
curso de vida de las empleadas unidas en pareja. Si bien el lugar de madre no
está totalmente desasociado con el lugar de empleada doméstica de planta,
pues tanto Margarita como Rosa María tuvieron el ofrecimiento de tal
oportunidad en caso de que sus matrimonios no funcionaran, la entrada a la
adultez implicó en general el tránsito a una modalidad que adquiere
particularidades por el simple hecho de que la empleada radica en otro espacio
y comúnmente trabajará en más de uno. De hecho, como veremos para el caso

571
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

de Esther, es posible que las empleadas decidan no trabajar en un solo espacio


cuando valoran lo que tienen en otros.

No haré aquí una descripción exhaustiva de cada uno de los espacios de


trabajo, difíciles de contabilizar en la medida que la memoria a veces falla y
hubo ocasiones en las que trabajaron sólo algunos días, sin embargo propongo
acercarnos a las similitudes y diferencias entre modalidades a partir de las
experiencias generales de mis cinco interlocutoras teniendo en mente una
vertiente relevantes en mi problema de investigación: la ubicación de los
espacios en los que trabajaron mientras su familia se consolidó.

De acuerdo con los recuerdos de mis interlocutoras destaca que la


mayoría fue encontrando en el sur, suroeste y centro sur de la ciudad de México
espacios laborales de importancia para ellas. La zona conocida como Villa
Coapa, en la frontera entre las Delegaciones Coyoacán y Tlálpan, fue la
principal receptora de tres de estas mujeres -Esther, Marilú, Margarita. Cristina
también trabajo en Villa Coapa y otras zonas aledañas, como Taxqueña y La
Viga, pero destaca porque durante los primeros años su trayectoria laboral se
concentró en el oriente de la ZMCM. Esther se ha caracterizado por contar con
espacios laborales ubicados en dos Delegaciones con mejores condiciones
económicas, como Coyoacán y Benito Juárez; mientras Margarita será quien
encuentre oportunidades laborales muy al sur de la Delegación Tlalpan, por
donde viviera al inicio de esta etapa de su curso de vida. Marilú por su parte
trabajó al principio en la colonia Escandón ubicada más al noroeste de la
ciudad, sin embargo con el tiempo se movió hacia el sureste, teniendo
experiencias incluso en la delegación Tláhuac.

572
AVRIL ARJONA LUNA

En buena medida fueron las redes patronales, familiares y amicales las


que suscitaron el desplazamiento entre zonas de trabajo en las que las
condiciones de trabajo -como el alimento y el pago- podían variar -como lo
explica Marilú a continuación.

Avril: ¿en cuántos lugares has trabajado que duraras por lo menos
un año?

Marilú: no, pues son muchos... trabajé por San Jerónimo, por el
Hospital Los Ángeles, por la Condesa, por Escandón... -este-... por
Insurgentes -por Perisur-, luego más para acá trabajé con otra
señora; aquí en Villacoapa trabajé con la Señora Martha, otra Tere,
Ruth, Mayra y luego ya me fui con la Doctora. Y luego aquí por
Cafetales trabajé con una señora antes de llegar a la estación [del
metro Escuadrón] 201 -por ahí. Y ahorita con esta otra señora
Martha. Pues es de lo que me acuerdo, pero de muchacha anduve en
muchos lados; por Zapotitlán también trabajé, en Tláhua[c]
también... sí, he andado en muchos lados. (…) Pues la señora de
Tláhuac me recomendó con la señora de Zapotitlán. En Zapotitlán
trabajé cuando esta chamaca [-mi hija menor-] tenía como seis
años, sí, la pasaba a dejar a la escuela y de ahí me iba; igualmente en
Tláhuac, ahí trabajé cuando ellas estaban en la escuela, me daba
tiempo de ir a dejarlas, irme a trabajar y venir a recogerlas. Trabajé
ahí, en cada lado, como dos años. Pero ya después me fui con la
señora Martha [Leyva], me quedaba un poquito más lejos pero me
pagaba más -en Tláhuac me pagaban 70 pesos, y en Villa Coapa 140.
A parte de que en Tláhuac a veces no me daban de comer porque a
veces no tenían nada en su refrigerador; pero me iba yo para allá [a
Villac Coapa] y me daban comida, me decía la señora "llévate esto pa
las niñas", "llévate estos zapatos, si no te quedan pues pa tus niñas"
-entons ya me traiba que los zapatos, dos-tres blusitas, sábanas, una
cobija... nunca venía con las manos vacías, entonces yo creo que eso
también me fue ayudando... sí, me daba ollas, tazas, vasos. Me daba

573
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

de esos para hacer jugos, cazuelas. Yo todo lo que me daba todo me


traiba. (…) Sí, todo me quedé porque pus me servían porque no me
podía hacer yo de mis buenas cosas porque tenía que hacer mi
guardado por si se enfermaban o por la escuela. (...). Y pues mi idea
no era tener muchos lujos ni tener muchas cosas, poquito para que
se acabara y después comprar o que me lo regalaban... y aún así
estoy llena de muchos cachibaches [ríe]. Y algunas cosas todavía las
conservo porque me daban las cosas buenas, pero también había
veces que tiraban cosas que yo quería recoger porque estaban
buenas -una taza despostillada por ejemplo- y yo a escondidas me
las traiba porque las veía buenas.

Cristina: ah, pues tenía yo 32 años [cuando empecé a trabajar en


Taxqueña]. [Conocí a esos señores] porque mis papases vivían ahí
por La Viga, y antons ahí vivía una hermana de la señora a donde
jui, entonces de ahí ella conocía a mis papases y ya les dijo que su
hermana necesitaba quén les juera a echar la mano, y ya fue donde
yo, me, caí allí, a esa casa. Muy buenas gentes, sí.

En este sentido la importancia de las redes en torno al empleo doméstico


representa una continuidad en la experiencia adulta en edad reproductiva de
estas cinco mujeres. Como se observa en el siguiente cuadro, todas mis
interlocutoras tienen parientes, principalmente mujeres, que han participado
del empleo doméstico.

Cuadro 12. Familiares con experiencia en el empleo doméstico


Tía Prima Hermana Herman Hija Pareja Nuer Total
o a
Rosa 1 4 5
María
Marilú 2 2
Esther 1 1 3 5
Margarita 1 1 2

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AVRIL ARJONA LUNA

Cristina 1 1 1 3
Total 1 1 6 1 6 1 1 17
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En esta etapa de vida a las redes familiares se suman las amicales


-especialmente con el asentamiento en Valle de Chalco Solidaridad-
conformando así una serie de redes laborales concretas en las que las tías,
hermanas y primas, vecinas y conocidas, patronas y ex patronas fueron actoras
fundamentales en la búsqueda y obtención del empleo en tanto recomendadas.
Así, durante la segunda mitad del siglo XX se observa que el empleo doméstico
de entrada por salida en la ZMCM estaba fundamentado en relaciones de
confianza cuya base era la recomendación verbal -principalmente de mujeres-
que respondían por el trabajo de otras con las que estaban emparentadas.

Rosa María: (…) [Angélica, una de mis hermanas menores] (…)


también [trabajó en casa]. Uy, pero (…) ella sí de veras que (…) en
todos sus trabajos la querían mucho porque bien lista, bien... ella
guisaba -Marcia guisaba, Sandr también, todo-. Uy no, (…) nos
quisieron -gracias a Dios. (…) Y así cuando yo me casé... Marcia
me recomendaba en sus trabajo y "ay, con que eres hermana de
Marcia", ¡cómo nos trataban muy bien! Y nada de que estar
cuidando "ay, a lo mejor te vas a llevar” (…), jamás. Nosotros con
nuestro sueldo más que bien servidos. Como así nos educó mi
papá… (….) Gracias a Dios, en ese sentido nunca sufrimos nosotros
eso, que "ay, Dios mío, ya te van a revisar, onde vas a salir, a ver qué
llevas". (...). Ya con que fueras hermana o familia de de alguien, con
eso les bastaba.

Con el tiempo, además, Esther, Marilú y Margarita recomendarán a sus


hijas para que incursionen en este ramo flexible del trabajo remunerado.
Aunque no será lo más común, en el caso de Margarita su hija fungió como

575
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

recomendante fundamental en su reinserción al empleo doméstico tras una


etapa de transición laboral: cuando ya vivía en Valle de Chalco mi primer trabajo fue
en Bolívar e Isabel la Católica (...), sí, [estaba] bien (…). [Conseguí ese trabajo] por medio
de una chica donde trabajaba Isadora.

Otra continuidad será la informalidad de los acuerdos laborales en torno


a las actividades y los horarios cuyas particularidades en la modalidad de
entrada por salida veremos en un momento. En el siguiente cuadro se
observan, entre otros datos, las actividades desarrolladas por mis cinco
interlocutoras en los espacios laborales que tuvieron en la ZMCM.

Cuadro 13. Características generales de las experiencias en el empleo doméstico durante


la segunda etapa de vida
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa Total
María
Después de unirse tuvo x x 2
experiencia de planta
En algún momento trabajó a x x 2
escondidas de su esposo
Trabajó en espacios en los que
había niñas y niños x x x 3
Limpieza x X x x x 5
Actividades general
desarrolladas Preparación de x 1
en la modalidad alimentos
de entrada por Lavar y/o x X x x x 5
salida planchar ropa
Otras asociadas
a las actividades
económicas de x 1
sus empleadores
Nana o niñera x x 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

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AVRIL ARJONA LUNA

De acuerdo con las narrativas, destaca que en todos los casos fuera el
lavado de ropa una de las principales actividades desarrolladas en sus primeras
experiencias de entrada por salida y muy en relación con las condiciones de
posibilidad que tenían con sus parejas y/o la familia de éstas.

El caso de Cristina destaca porque la única que se especializó en lavar y


planchar -aunque se le sumen otras tareas en algunos espacios laborales. En
este sentido destacan sus representaciones en torno a la actividad de planchar
ropa, pues desde su perspectiva no sólo es una actividad con mayores
consecuencias para la salud -como será el caso de su vista-, sino que resulta más
complicada que lavar en la medida que ésta es más mecánica y aquella requiere
mayor atención y cuidado.

Cristina: (…) es más difícil planchar [que lavar], tiene que quedar
bien planchadita, que no le queden arrugas. (…) Había veces que los
muchachos sí [eran exigentes], eran especiales, les gustaba que no
les quedaran arrugas en la puntita del cuello –tenían que quedar
bien planchaditas. (…) Pero, no sé, nunca me llamaron la atención,
no así que me dijeran “oye, no te queda bien”, no, no me repelaban.

Del caso de Esther quiero destacar las primeras etapas de su


trabajo/empleo en casa durante la conformación de su familia, el tránsito
laboral temporal que experimentó durante nueve años -dedicándose al
comercio- justo a raíz de que su familia fue creciendo, y su reinserción
intensiva en el empleo doméstico de entrada por salida poco tiempo después de
su último parto. Del caso de Margarita destaca la situación crítica que vivió
mientras se dedicó a lavar ajeno porque no estaba tan bien pagado, la comida
como figura del pago en especie en el empleo doméstico y el no renegar de la vida
como estrategia para enfrentar las crisis que enfrentó en su primera unión.

577
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Además, nos permite detectar la importancia del único trabajo formal que tuvo
en un laboratorio y que representó un tránsito temporal importantísimo
material y simbólicamente.

Esther: (…) luego [de juntarme con Ernesto] empecé a trabajar allá
por Ceylán, con una señora que se llama Patricia, ahí trabajé igual
en casa. (…) Sí, de entrada por salida; ahí duré unos ocho, seis
meses, ya de ahí me salí y ya no trabajé, ya…o sea si trabajaba, pero,
así con la dueña de la casa donde vivía, a ella era a la que le ayudaba
a planchar, a lavar, a hacerle su quehacer. (…) No [me pagaba]
mucho, pero algo me daba (…); ella se convirtió en mi comadre [ríe]
(…); y te digo, estuve, estuvimos viviendo con ellos –te digo que
anduvimos por varios lados- y trabajaba con ella. (…) [Pero en ese
tiempo] no trabajaba como ahora, no, has de cuenta que…que
cuando vivimos en San Pedro Mártir nada más era ayudarle a mi
comadre y pues ya, pero no diario, unos dos días entre semana
-algo así. Ya después cuando nos fuimos a vivir a Ceylán con su
hermana de él, trabajé con una señora que se llama Estela, ahí si ya
era, pues…ahí si duré muy poquito, yo creo como unos 6 meses más
o menos, pero o sea, era del diario con ella, y ya de allí, ya no trabajé
porque me embaracé de Anabel, y ya no trabajé. Se puede decir que
en el embarazo de Anabel y de Paulina… y de Adelaida, no tenía un
trabajo así, del diario, pero te digo que sí iba a buscar ropa para
lavar ajeno, hacerles el quehacer, y ya lo que me daban de ahí me
ayudaba. Y ya cuando empecé a trabajar…bien, fue cuando Adelaida
tenía tres años, más o menos; fue cuando, me iba yo a la Central
cada tercer día, por ejemplo, lunes iba a la central y martes vendía, y
miércoles iba a la central y jueves vendía, y viernes iba a la central y
jueves vendía, o sea ya era un trabajo de que ya trabajaba ¿no? casi
toda la semana, estuve 9 años así, y ya de los 9 años fue cuando, ya
dije “no, a me cansé”. Fue cuando busqué trabajo así, en casa, en
casa, que en casa así fácil he de llevar trabajando como 12 años,
porque [empecé de nuevo al año de que nació Teófila].

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AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: (…) trabajaba lavando ajeno allá por Reino Aventura,


pero pues ¡úchala!, la señora me daba dos pesos con cincuenta
centavos por dos o tres docenas (...), y obviamente que lo que me
daba no me alcanzaba para darles de comer a mis hijos; me regalaba
que una sopita, que un jitomatito y pues ya les hacía la sopa,
compraba retazo -o puras patas o puras mollejas-... eso sí, hartas
verduras le ponía... pero ya no me alcanzaba para las tortillas -y
comían a pura cuchara. O sea, mi situación sí fue muy crítica (...),
pero jamás renegué de la vida, yo decía "ni modo, qué le voy a hacer"

Avril: ¿y en ese tiempo dices que le pagabas a alguien para que te


cuidara a tus hijos?

Margarita: a mi suegra, le daba 3 pesos, 4 pesos a la semana, pero yo


les traía la comida y la ropa yo la lavaba. (...) Siempre me hice
responsable de mis hijos (...), cuando él [Caco] me decía "no tengo,
hazle como puedas”, yo tenía que ver la forma. En cambio cuando
yo ya tuve un trabajo [en el laboratorio], yo ya me vestía y me decían
"¿de qué estás manteniendo a tus hijos?", "de puta"... como me
quedé con el trabajo [dijeron, en la familia de Caco] ¡úchala!, no,
que me acosté con el Ingeniero, con el personal... para que me
dieran el trabajo... había esa discriminación. (…) Yo he padecido,
pero a lo mejor no como antes; ahora ya estoy despierta, y la misma
vida, en el trabajo me decían "no te dejes, defiéndete"... entonces eso
mismo te va enseñando (...). Ahora muy poco interés le pongo a los
insultos... ya me vale, por qué, porque la misma vida así me hizo

Del caso de Marilú destaca que desde un principio le aburría el encierro en


la medida que al inicio Pablo se opuso a que ella trabajara. Cuando él se queda
sin trabajo y le solicita que pida dinero prestado a sus amigas para poder pagar
la renta, Marilú decidió buscar a una ex empleadora para reinsertarse ahora en
la modalidad de entrada por salida al Sur de la ciudad de México. Poco después
comenzó también a lavar la ropa y hacer el quehacer de la señora con la que

579
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

rentaban, por lo que podía cubrir la renta con su trabajo. Sin embargo, y a pesar
de que su esposo no encontraba chamba, ella mantuvo en secreto que tenía un
ingreso propio, como Cristina, hasta que él la cachó.

[Cuando Pablo y yo nos fuimos a vivir por el Estadio Azteca] dejé un


tiempo de trabajar, pero ya después me aburrí y volví a buscar a la
señora -del Estadio Azteca pa Villacoapa me quedaba cercas-, y le
dije que ya me había juntado con mi pareja y que quería trabajar,
me dijo “no, vente, vente a trabajar; aquí tienes tu chamba”, pero
pues será que estaba joven, este, era yo bien activa, no sé, a la una
[de la tarde]. Y este..pues al principio yo no le decía [a Pablo] que
trabajaba. Hubo un tiempo que, cuando nos fuimos a vivir ahí, creo
que se quedó sin chamba, y yo lo vía que se preocupaba … y decía yo
“¿qué tienes?”, “no –dice-, es que el arquitecto que íbamos a hacer
una chamba pues ya no se hizo, y el otro que ya no tiene dinero, que
ya hay que pararle”, y ya lo vía yo que, no me decía, pero sí lo vía yo
muy preocupado… y me dice “ya se nos va a vencer la renta”, le digo
“¿y qué no tienes dinero?”, dice “no tengo”, le digo “qué vamos a
hacer”, dice “pues no sé. Háblale a tus amigas, aquellas amigas que
las llevábamos a pasear, háblale a tus amigas a ver si nos prestan
una lana, mientras me recupero”, le digo “bueno, pues yo le hablo”
-él iba a ver que sus arquitectos, que quién sabe qué, iba a buscar
chamba ¿no? (…) Pues pagábamos como 70 pesos [de renta]… ajá…
como… no, como 30 pesos, yo creo. Me dice “pero pídele aunque sea
unos, aunque sea unos 100 –dice-, porque si no pues, para la comida
y todo, ya nomás en cuanto encuentre trabajo le pago”. (…) No [les
pedí prestado], siempre me dio pena conseguir dinero; yo soy muy
penosa pa conseguir, necesito tener mucha presión para yo pedirte,
porque no, no, no puedo conseguir. Entonces este, fui a ver a mi
patrona y me dijo que sí, que me fuera a trabajar, trabajé y me apuré
y ya me pagó. Y después donde rentábamos me dice la señora “¿a
dónde anda muchacha?”, le digo “ah, es que me fui a trabajar”, dice
“¿a poco tú trabajas?, ¿y qué haces?”, le digo “pues le hago el

580
AVRIL ARJONA LUNA

quehacer a la señora y todo”, “ah, ¿y cuánto te pagan?”, y ya le dije


cuánto me pagaba, me dice “ah, y por qué no me ayudas aquí”, le
digo “¿en qué quiere que le ayude?”, dice “que me laves mi ropa, es
que a mí se me junta mucha ropa –dice-, ¿sí me podrías echar la
mano a lavarme mi ropa? Yo te pagaría tanto la docena, y pues como
quieras te pago así, pues lo que vayas haciendo, igual y te voy
descontando de la renta”, le digo “bueno, pues entonces mañana le
ayudo”. Ella tenía un cuartito como ese, chiquito, o sea, pus no tenía
trastes, tenía una cama, una mesita de estas, o sea, no tenía, pus
rápido le limpiaba y rápido hicía mi quehacer y ya me iba con la
señora y le digo “écheme toda su ropa”, y me ponía a lavar, le lavaba
yo como 5-6 docenas, y ya hicimos cuentas a la semana, no pues ya
me ganaba mi buen dinero, este, creo que con dos días, tres días,
que trabajé completé la renta. Y me dice “¿qué pasó, sí te prestó
Juana?”, le digo “sí me prestó pero no me prestó todo lo que
querías”, dice “¿cuánto te prestó?”, “namás me prestó 60 pesos”, dice
“ah, pues aunque sea con eso. Pero limítate, aunque comamos
huevitos y nada más eso, mientras encuentro trabajo”, le digo “órale
pues”, dice “¿le dijistes a tu amiga cuándo le voy a dar?”, le digo “sí,
ya le dije”, “cuando encuentre chamba ya le vas a pagar”. Y que le
hablo a mi amiga y le digo “si te habla Pablo o lo ves un día y te dice
que te da un dinero, se lo recibes”, y dice “ah bueno”, pero yo lo
sacaba de mi trabajo. Y así estuve trabajando un buen tiempo hasta
que un día que me cacha [se ríe]

La informalidad de los acuerdos sobre las actividades impactará en que


frecuentemente a las actividades cotidianas se sumen otras esporádicas que se
consideraban incluidas en los acuerdos iniciales y por los que normalmente no
había pagos extras -como fue el caso de Cristina con la preparación de
alimentos, la limpieza general y algunas actividades asociadas al ámbito
productivo de sus empleadores. O como comenta Marilú en torno a lavar ropa

581
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

como una actividad extra a la que acomedirse implica, a la larga, asumirla como
tarea extra.

Cristina: cuando trabajé con el Lecenciado, que su esposa le


ayudaba, ¡luego me mandaban a Pino Suárez a dejar expedientes!, y
yo sin saber, sin leer y sin nada, namás así me iba. (…) Nomás les
decía yo que en un papelito me apuntaran el número del despacho a
donde iba, y ya con eso me iba yo, preguntaba y llegaba, los dejaba y
ya me regresaba a trapear, o a planchar, a lavar, lo que fuera. [Me
iba] desde la Calzada la Viga, porque ahí vivían, en La Esmeralda… y
es que luego se quedaban ellos a hacer expedientes en la casa, y
terminaban uno y les urgía que yo se los fuera a llevar, me iba en el
camión que iba a San Pablo, agarraba el metro y ya llegaba a Pino
Suárez.

Marilú: Pues hay de todas [entre las empleadoras]; por decir, la


doctora que voy, pues ella lava, me dijo un día que si yo le podía
lavar pero me hice la sorda porque ya, a veces tú te acomides en
hacerle algo y ya te lo van dejando luego digo pues no saben trabajar
[lo de la casa], no lo saben hacer, pero sí saben regañar, [ríe], sí
saben regañar “es que aquí no está bien esto; es que esto” y no, pues
ya, yo ni digo nada, son sus cosas y no, yo… voy a lo que voy.

En este orden de ideas del siguiente fragmento de Rosa María quiero


destacar algo que efectivamente sucede entre patrones y empleados en muy
diversos campos del trabajo: la auto explotación motiva a los patrones -para bien
o para mal-, y ésta se acompaña muy bien de no rezongar, ser trabajadora e
inteligente.

Rosa María: (…) unas cosas que no me dijeron yo lo hacía; por decir,
limpiar las persianas -que no eran cortina, eran persianas-, y yo
decía "ay, pues está sucio, lo voy a limpiar así, asado", y no, y cuando
vieron "ay, ¿quién te enseñó?" "No, pues nadie" "¿quién te dijo que lo

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AVRIL ARJONA LUNA

hicieras?" "Pues nadie, de mí [salió]". Y eso pues les motivaba. O


limpiar los vidrios, nunca me dijeron "limpia los vidrios cada ocho
días", nomás hacía "¿cómo es? ¿Para que quede bonito cómo se le
hace?", y ya me decían "no, pues así, asado" "ay, pues así lo hago". O
iba yo en otras casas y veía yo "ay, mira, llegando lo voy a hacer así",
y eso es lo que les gustaba a ellos, que les motivaba. (…) El señor
[Campos], que me decía "ay, pero es que tú tienes una manera de
vivir, de ser, yo creo que tus papás te educaron muy bien", me decía
él. "¿Y por qué? ¿En qué sentido?", le decía yo, "pues es que eres uno
que nunca te gusta rezongar, eres muy trabajadora, con eso, que sea
inteligente, trabajadora, lo demás viene solo -me decía-, pues te
podemos decir '¿sabes qué? Te limpias así' o 'lávalo bien', 'límpialo
bien pa' que quede bonito', es más fácil, a una mujer que sea floja y
no tiene ganas de trabajar, que todo le tiene que estar diciéndole
diario, diario; en cambio tú, te dijimos cuando entraste qué ibas a
hacer y qué nos gustaba acá, qué no, y tú no eres problemática, no
eres -como decían ellos-, no eres arriada para hacer las cosas.

La informalidad de los acuerdos repercutió en la flexibilización de los


horarios de trabajo en la medida que no se acordaban de inicio. En este sentido,
en la modalidad de entrada por salida los horarios de trabajo varían
dependiendo de las actividades que desempeñen las trabajadoras, la cantidad
de trabajo que tengan, el número de veces que asisten a determinado espacio, el
número de integrantes de la familia y el tamaño del espacio a limpiar cuando,
como a la larga sucede en la mayoría de los casos, se trata de labores de limpieza
generales.

Tres de mis interlocutoras tuvieron experiencias laborales en las que


parte de sus tareas incluía cierta atención a niñas y niños; es decir, si bien sus
actividades laborales no se concentraban en ser nanas o niñeras, Cristina,
Margarita y Marilú todavía recuerdan a las niñas y niños con quienes les tocó

583
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

convivir -y a quienes frecuentemente ni vuelven a ver- en algunos de sus empleos


cuando sus propios hijos e hijas todavía eran niños. Tomemos de ejemplo el
caso de Cristina y sus recuerdos:

Ahorita tiene como 16 años, 17 la chamaca [hija de Lalo y Aurora, mis


ex empleadores]; está guapita –chinita y afilada de la cara; está
bonita. ¡Ah!, y el niño cómo me quería; le decía Lalo “¿vas conmigo
hijo o te quedas con Cristi?”, “no, me quedo con Cristi” [ríe]. Y luego
ya, se ponía a jugar, ponía una mesita de centro y llena de trastes de
la cocina; y luego le decía “ya recógelos porque va a venir tu papá”,
“ah, que los recoja mi papá” –y sí, él los recogía [ríe]. (…). Sí, se daba
a querer el niño (…), muy buen niño. Luego me daba risa porque
decía “Cristi, ya tengo hambre”, “vamos, te preparo de comer”; y ya,
se ponía a comer y me decía “pero tú también come”, “sí, ahorita,
namás acabo de esto y ya” –o a veces me ponía a planchar ahí,
mientras él comía. (…) Después crecen y ya ni los vuelve uno a ver.

Una de las características específicas de esta modalidad más flexible, y


que es necesario destacar para el análisis, será el tiempo de traslado que les
implicaba llegar de su casa al trabajo y viceversa, repercutiendo en la estructura
que adquiría su doble jornada en tanto trabajadoras y madr-esposas.

Cristina: no pues sí me tardaba porque depende el transporte, había


veces que sí se tardaba uno y había veces que no.

Avril: digamos como mínimo ¿cuánto tiempo se hacía?

Cristina: hora y media

Avril: ¿y de vuelta?

Cristina: igual, era más o menos lo que se hacía

Avril: ¿y tomaba camión?

584
AVRIL ARJONA LUNA

Cristina: Sí. De aquí una hora, de aquí, pero cuando vivía yo en


Neza sí era hora y media; y entonces no sé, había mucha gente y
hasta iban colgando, entons está uno esperando la manera de
poderse uno subir –‘ora no, ‘ora ya hay muncho transporte.

Avril: ¿y cuáles eran los peligros en el trasporte?

Cristina: pos una sola vez que iba yo en el camión se subieron unos
queriendo atacar al chofer, pero yo digo que él –yo creo- les dio
[dinero] y se bajaron; fue la única vez (…) que vi. Y luego a mí una
vez -que iba a trabajar- iba yo con una de esas bolsas del mandado
trasparente –ahí llevaba yo mi monedero-, pues no supe ni dónde ni
a qué hora me lo sacaron –le hicieron la abierta a la bolsa- (…) yo ni
cuenta me di –fue de Neza al metro Zaragoza-, sino que me bajo del
camión y me meto al metro y ya no traía (…) el monedero, pero (…)
no traía más que los puros pasajes -‘ora sí que no cargaba más, no
tenía, y es justamente lo que llevaba. (…) le dije a una muchacha que
me sacaron mi monedero y ella me dio un boleto (…) y ya, estaba de
Dios que me mandara a alguna persona [ríe] (…). (…) y ya de ahí de
Taxqueña me iba yo caminando –eran como 20 minutos del metro
al trabajo (…). Y ya, pues ya de regreso ya me pagaban. (…).

Avril: ¿y del lado de las Lagunas [de Tláhuac y Chalco]?

Cristina: no, por este lado nunca [me] ha pasado nada.

Así, destaca que con el paso del tiempo la mayoría irá poniendo límites a
su jornada laboral más allá de las necesidades de sus empleadores -mismas que
inicialmente parecían imponerse. En síntesis, no es gratuito que una
representación común entre mis interlocutoras sea que frecuentemente no
había horario de salida, como comenta Cristina, quien apelando a su lugar de
madre gestionó la reducción -de ocho a entre cinco y seis horas- de su jornada
laboral:

585
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

(…) tenía un horario para entrar, pero para salir no [ríe] –en una
casa-, y en otra sí, se llegaban las tres de la tarde y ya salía yo, pero
ahí entraba yo a las nueve de la mañana. Pero después en la casa
donde me dejaban salir hasta las seis de la tarde yo hablé (…), y sí,
fue cuando la señora ya me entendió y ya me dejaba salir a las tres
de la tarde –mi horario era de 10 [de la mañana] a tres de la tarde.
(…) Porque pus de primero había veces que yo llegaba a las 10 de la
noche a la casa (…). Es que había veces que querían que terminara
mi trabajo para no dejar pendiente, pero como les dije yo “miren, yo
no voy a alcanzar a hacer el todo el trabajo de una vez por semana
que vengo”, entonces fue cuando ya me dieron dos días –y así
todavía no lo terminaba. Me acuerdo yo una vez que dejé de ir
muncho tiempo duré tres meses pa sacar todas las camisas que
había rezagadas sin planchar; ¡no, montón!, yo creo que nomás las
enjuagaban y aquélla le daba su pasadita y ya, se iban arrumbe y
arrumbe. Y le decía yo a la señora “no, en un día no se va a poder
hacer todo lo que en tanto tiempo no se hace”. Y ya de última vez si
ya, le dije “mire, voy a ir pero mis hijos no están de acuerdo que yo
venga” –ni se ocupaban [ríe]. Mi hijo se va a trabajar y yo hasta que
él no se vaya yo no me puedo venir para que no vea que yo me vengo
a trabajar”, y dice “bueno, vente a echarme la mano”; y sí, iba yo y
me atareaba a lavar, y luego tenía que tender arriba y como no podía
subir tendía yo –conforme se iba secando la iba yo planchando-; y
ya, fue del modo que ya [disminuyó su horario laboral] (…). Pero
porque empecé yo también a poner mis condiciones y les dije “no,
yo no puedo trabajar más. Así que si les conviene, y si no pus
búsquenle”. No, pus buscaban y no encontraban. Yo les decía “tengo
que salir temprano porque tengo que ver a mis hijos. Y no, ya
después empecé [a ir] de 10 a tres –ya estaba bien, yo me sentía bien
así.

A pesar de que la flexibilidad laboral pudo generar que buscaran


dinamizar otros ámbitos de su vida e incluso se vieran obligadas a negociar sus

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AVRIL ARJONA LUNA

condiciones de trabajo, la modalidad de entrada por salida implicó una


discontinuidad importante en relación con la de planta: el uso muy
independiente de los días de descanso. Como muestra el siguiente fragmento
de Cristina, el lugar de madre siempre implicó trabajo doméstico del que eran
las principales encargadas mientras sus hijas e hijos fueron chicos, y en este
sentido es necesario matizar eso del tiempo libre y de descanso para cualquier
mujer trabajadora extra doméstica. Sin embargo, y para efectos de lo que aquí
quiero resaltar, es fundamental tener en cuenta que con el paso de los años,
como veremos más claramente en el siguiente capítulo, la agencia en torno al
descanso se enriquecerá o limitará de acuerdo con los espacios familiares,
amicales, comunitarios y religiosos en los que irán trazándose otros lugares
simbólicos.

Cristina: pues se puede decir que nomás [descansaba] el sábado y


domingo, sí, pero pues ni descansaba porque me ponía a lavar (…).
El martes y el viernes me tocaba con la señora Aida, y con la señora
Marta me tocaba los miércoles y jueves -eran dos veces por semana.
(…) Los lunes sí los descansaba (…), o si iba a faltar un día entre
semana me iba un lunes, lo intercambiaba, y ese día me iba al
Museo –por eso te digo, no había descanso; bueno, en el Museo sí
descansaba porque me llevaba yo mi tejido y a la vez cuidaba el
Museo. (…) Me estaba dos horas, sí, porque entraba a las 10 y a la
una salía (…). Decía yo [en el Museo] “así me descanso un poquito,
me relajo” (…), no nomás lo mismo y lo mismo y lo mismo.

El salario representa una de las condiciones laborales menos claras en los


recuerdos de mis cinco interlocutoras y estoy convencida de que parte del
problema se debe a las dificultades para traducir el cambio que experimentó
México del peso al nuevo peso -en 1993. En este sentido no cuento con

587
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

información suficiente para calcular el salario promedio que recibían mis


interlocutoras en la época que estamos analizando. A pesar de esta limitación
empírica, cuento con otros datos importantes para el análisis. En el siguiente
fragmento Cristina explica lo que hacía para aumentar su ingreso, por medio
de actividades que en ocasiones eran remuneradas con independencia del
empleo doméstico, y hacerlo rendir para tener mayores posibilidades de cubrir
sus necesidades y las de sus hijos.

Avril: y el salario que tenía en Taxqueña y en La Viga, ¿le alcanzaba


para sus necesidades?

Cristina: pues no muy bien; no, no muy bien. Siempre ya fuera que
me dieran costuritas -se las hacía-, arreglar pantalones; todavía la
señora hace poco me dijo que a ver cuándo iba pa que le arreglara
unas cortinas [ríe]. (…) Sí, aparte yo se las cobraba; no les cobraba
cuando lo hacía allá, porque en el tiempo que hacía otro quehacer se
las hacía yo, pero ya cuando me lo traía para acá sí [cobraba]. Ella
tiene máquina

Avril: ¿y cómo se estableció su salario?, ¿había forma de negociarlo?

Cristina: pus… tardaba, tardaba muncho, hasta que yo le empezaba


a repelar; yo le decía “no me alcanza, gasto tanto de pasajes, ¿qué
me queda?”. En ese entonces me surtía en la Mercé[d], ahí me salía
más barato, y como veía yo cómo la señora hacía sus comidas para
la semana, pues yo también le iba poniendo qué día me tocaba una
cosa y qué día otra y pasaba a la Mercé[d] y me surtía –aprendí un
poco-, porque ahí sale más barato. Ya compraba yo mi jamón, queso
–aunque fuera poquito-, pero no andaba en las tiendas, al cabo dan
más caro; yo pasaba por mis verduras: calabazas un día, nopales
otro día –mis frijoles sí que no faltaban-, y así iba yo buscándole (…),

588
AVRIL ARJONA LUNA

traía lo que me tocara y temprano les guisaba [a mis hijos] y me iba.


Así es que yo casi no, no negociaban los comerciantes [ríe].

Otro aspecto común a la experiencia de mis cinco interlocutoras, y que


parece ser especialmente agudo en la modalidad de entrada por salida, es que
negociar el aumento tardaba muncho y requería la iniciativa de las empleadas.
En mi opinión, como veremos también en el siguiente capítulo, la demanda de
un aumento salarial es problemática en el empleo doméstico como relación
social en la medida que pone de manifiesto las desigualdades entre grupos
sociales geográficamente vinculados. En este sentido, no es gratuito que dicha
demanda se acompañe de argumentos asociados al costo del transporte -los
pasajes- en la ZMCM, pues finalmente estas mujeres han debido trasladarse del
Estado de México -que no cuenta con subsidios al transporte público- a la
Ciudad de México cubriendo gastos, con un ingreso precarizado, que ni los
gobiernos ni sus empleadores han estado dispuestos a compartir.

Ahora bien, en la modalidad de entrada por salida el salario parece


haberse definido de acuerdo con las dos grandes actividades por las que eran
empleadas. Lavar y/o planchar normalmente se pagaba por docena, aunque
como comenta Cristina era posible posteriormente se estableciera un ingreso
fijo; mientras que en actividades asociadas a la limpieza general el ingreso es
inicialmente fijado. En cualquier caso todo indica que lo justo del salario se
fijaba un tanto al tanteo, de acuerdo con las condiciones que decían tener las
familias empleadoras y teniendo como referente los intercambios entre otras
empleadas y empleadores de las respectivas zonas donde laboraron -tal y como
lo describen Cristina y Rosa María en los siguientes fragmentos.

589
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Cristina: [en unas casas] (…) me la pagaban por docena (…) y en otro
por día -entré ganando 35 pesos, ya después eran 300 pesos-, y así

Avril: y durante la última época que trabajó, ¿cuánto le pagaban al


día?

Cristina: sí, todavía seguía ganando 300, que entonces pues era,
creo que era quién sabe cuánto, pues era bien poquito [ríe], por eso
digo, no, eran monedas de las de antes (…). La señora, la otra donde
iba me daba 250, pero pues entraba a las 10 y salía a las 3 [de la
tarde].

Avril: ¿y cómo es que se calcula un salario justo de acuerdo al trabajo


que usted realizaba?

Cristina: pus es que entonces como todo lavaban por docenas,


entons tanteaba uno más o menos a cómo estaba la docena, y
entonces ya comparaba con cuánta ropa planchaba –y ya se iba
sobre de eso, porque entonces la docena de ropa estaba a 3.50, por
lavar y planchar.

Avril: ¿y por lavar y planchar se pagaba igual?

Cristina: pos según lo pagaban igual (…), pero es más pesado


planchar que lavar –es más cansado-, porque lavar ya sabe uno que
namás a puro fregarle y ya, y planchar sale caliente uno de la
plancha y al salir –de ai fue donde se me empezó a distender la
carnosidá, de la planchada (…). Por eso te digo, para mí que era más
caro la planchada. Pero allí, en esa casa, me convenía porque no me
daban por docenas, sino por día –y ni por el día porque pus era poco
tiempo-, entons estaba yo ahí a gusto. (…) [Mi ingreso] pues lo hacía
alcanzar, sí, lo hacía alcanzar. (…) En ese [trabajo de la Viga] estuve
más [tiempo]. La última vez me pagaban 200 pesos.

Rosa María: como ella decía, "ay, Rosa María, yo qué más quisiera
-dice-, pagarte más, pero aquí la casa no es de nosotros, pagamos

590
AVRIL ARJONA LUNA

renta; te diéramos más, pero ya ves mis hijos, son varios, cuando
algún día que nos vaya mejor, ya te voy a dar más". Y cuando nos
fuimos a vivir a Coyoacán: "ah, no, ¿sabes qué? Te voy a pagar más,
la casa está más grande, ya te voy a pagar más, pero ya no vas a ir ni
a traer la leche ni a traer tortillas ni a traer los niños de la escuela,
muchas cosas que te vamos a quitar ". Y antes: "hay que comprar el
pan", "hay que comprar las tortillas", "hay que ir al mercado". No, eso
todo me lo quitaron, por eso le digo que fueron muy justos
conmigo.

El salario indirecto en la modalidad de entrada por salida parece


acentuarse, en comparación con la de planta, especialmente por medio del
traspaso de bienes diversos -como alimentos, implementos de cocina, ropa,
etc.- de los que las familias empleadoras podían prescindir dado que podían
hacerse de unos nuevos. Ésta dimensión del salario resultó fundamental para
todas mis interlocutoras durante esta etapa de su curso de vida, pues una de las
representaciones común a todas es que cuando las y los hijos fueron chicos
hicieron lo que pudieron por estirar y hacer alcanzar lo que ganaban de la venta
de su fuerza de trabajo. En este contexto estas cinco mujeres disminuyeron la
ayuda económica que proporcionaban a su familia de origen a raíz de la
conformación de su familia propia, pues encaminaban sus ingresos a la
economía familiar para alimentar, vestir y mandar a la escuela a sus hijas e
hijos mientras buscaban estrategias que como veremos les permitieron hacerse
de lo suyo. Aunque el aguinaldo monetario tampoco fue una característica
común para mis interlocutoras en esta etapa de vida, la flexibilidad del salario
permitió una suerte de sustitución simbólica en la medida que había estos
regalos o pagos -muchas veces en especie- otorgados a finales de año.

591
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Teniendo en cuenta lo hasta aquí planteado, un elemento importante a


tener en cuenta para el análisis de las condiciones laborales en la modalidad de
entrada por salida en la ZMCM son las aquéllas materiales y simbólicas de las
familias empleadoras. Al respecto encontré dos tendencias; la primera y más
sólida refiere empleadores que en ocasiones provienen de estratos
socioeconómicos bajos y que a raíz de la profesionalización de los hombres
cabeza de familia mejoraron sus condiciones de posibilidad. Es así que
encontramos licenciados, abogados, doctores o arquitectos unidos con mujeres amas
de casa que se encargaban de la reproducción biológica -apoyadas en sus
empleadas- aunque en algunos casos participaran de las actividades de sus
esposos.

Cristina: Lalo le hacía de Lecenciado, llevaba asuntos, pero él se los


llevaba a los Lecenciados y le daban su recompensa (…).

Avril: tanto en la Viga como en Taxqueña, en los dos lugares, ¿la


señora y el señor trabajaban?

Cristina: no, acá en Taxqueña la señora no trabajaba –namás el


señor. Tenía una fábrica de tubos de esos que meten en drenajes
(…), [estaba] en Tu[l]yehualco, pero el terreno era de un hermano de
él y quién sabe qué problemas tuvieron, se disgustaron, y dejó la
fábrica.

Rosa María: No [la Señora Campos]... no trabajaba. (...) Iba al banco,


que si a Liverpool, que si “voy acá”, “voy allá”… salía, pero -ay-, casi
no trabajaba. Eso sí, siempre "yo hago la comida". Rara vez onde
veía yo, decía "ay, es que voy a hacer un pavo allá", o "voy al colegio
de mis hijos", y a veces me hablaba "Rosa María, no seas malita,
mientras... haz una sopita de arroz, ya yo ahí llego y a ver qué hago

592
AVRIL ARJONA LUNA

todo a la carrera" "ah, bueno", pues ya les hacía yo el arroz. Y les


gustaba.

Si bien sólo Cristina y Marilú tienen recuerdos claros en torno a espacios


laborales en los que las familias tenían más de una empleada doméstica, dos
casos de cinco muestran que hubo un tiempo en que la clase media alta podía
darse el lujo de emplear a más de una persona, promoviendo una suerte de
especialización del empleo doméstico asociado, en parte, a los avances
tecnológicos. Así, destaca que a diferencia de la modalidad de planta, la entrada
por salida ha permitido que cada vez más hombres se inserten en este ramo del
empleo remunerado trabajando como choferes y jardineros.

Marilú recordó un trabajo que tuvo, cerca del Hospital Ángeles, en una
casa grande, de mucho dinero donde había varias empleadas y al menos un
empleado doméstico. Recuerda que en ese lugar los empleadores tiraban mucha
comida en buen estado porque nadie se la comía. Fue así como ella llegó a sacarla de
la basura para llevarla a su casa y compartirla con su amiga y vecina -Mecha-
que durante un año que trabajó ahí le ayudaba recogiendo a sus hijas a la salida
de la escuela y cuidándolas hasta que Marilú regresara al Valle de Chalco
Solidaridad.

Cristina: [en el trabajo de Taxqueña] éramos tres -dos mujeres y el


señor que me cortó y echó las flores [Jesús-]; pero a él le tocaba
barrer afuera, lavar carros, luego se iba con la señora al mandado pa
la quincena.

La segunda tendencia entre las familias empleadoras muestra que en al


menos un par de casos -los de Cristina y Esther- el empleo doméstico fue lo
suficientemente flexible para que aún entre sectores económicos empobrecidos

593
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

se entablaran relaciones transaccionales en torno a las actividades para la


reproducción de la vida cotidiana en el espacio doméstico. El caso más
significativo será el de Esther, quien al poco tiempo de haber llegado a Valle de
Chalco Solidaridad fue empleada de Marilú. Así, estas dos mujeres entablaron
una relación que a la primera le permitía tener un taco que llevar a sus hijas y a
la segunda descargar el trabajo doméstico que le generó durante algún tiempo
atender a los hermanos de su esposo, a un par más de los propios y a sus dos
hijas.

Otra diferencia entre modalidades del empleo doméstico es que en


ocasiones algunas familias empleadoras buscan tener a una trabajadora por
varios días o incluso toda la semana. Como se observa en el siguiente
comentario de Esther, esto puede representar tanto ventajas como desventajas,
especialmente como cuando en su caso implicaba dejar otro trabajo al que con
el tiempo logró acoplarse. En un orden de ideas similar sobre los procesos en
torno al empleo doméstico, Margarita asegura que éste implicó integrarse y
aprender.

Esther: En Vaqueritos no duré mucho, yo creo que si a lo mucho


duré un año, y como yo renuncié porque ya no podía seguir yendo
(…), porque ella quería toda la semana…y yo así como que dije “no,
pues no”, porque yo tenía [trabajo] con la señora Amparo, entonces
así como que ya no la quise dejar, porque me costó para acoplarnos
[ríe] (…) porque el señor es muy especial -lo que está aquí, aquí se
tiene que quedar, nada de que algo le cambie de lugar (ríe)-,
entonces así, como que sí me costó trabajo para acoplarme con
ellos.

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AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: mmm, por decir en Xochimilco pus hacía un quehacer


lógico: trapiaba, sacudía; pero en una casa es muy distinto porque
ahí te vas desde sacudir con cera, hay cosas que se limpian de otra
manera... son cosas muy diferentes... hasta en la forma de comer, sí,
porque yo me siento con la señora y yo nomás veía al principio que
con las señoras con las que yo estaba aquí en Santiago nunca
comíamos con cubiertos -el que me enseñó a comer con cubiertos
fue él [Jaiba] (...). Y luego llegas a una casa y sí comen con cubiertos
y dices "¿qué onda?", entonces tienes que empezar a integrarte a esa
gente -y así he ido aprendiendo.

En este proceso de aprendizaje, acoplamiento e integración en torno al


empleo doméstico como relación social se involucran representaciones y
prácticas específicas sobre las actividades a desempeñar, los horarios, ingresos,
derechos y obligaciones que hacen de las distintas experiencias algo
significativo de acuerdo con el lugar que ocupaban, en los distintos espacios
laborales, empleadas y empleadores. En este sentido, las narraciones de mis
interlocutoras muestran que para acoplarse se requiere algo de tiempo,
confianza y respeto, y que en torno a los métodos para el quehacer se
combinaban tres estrategias: aplicar los saberes que ya habían adquirido,
prestar atención a los que no tenían e incluso ir descubriendo su gusto de cada
quien -como dirá Cristina:

No [ellos no me decían cómo les gustaba que hiciera mi trabajo], yo


lo iba descubriendo su gusto de cada quien, y no me decían nada. Y
yo como le dije a la señora cuando entré “si en algo no está bien
usted dígame –le digo” y dice “no te preocupes”, y nunca me dijo
nada. Había veces que cuando salía la que hacía su comida –le
tocaba su descanso y se iba, y los días martes la señora se iba a surtir
para toda la semana- y pues me iba a la cocina -antes de ponerme a
planchar- y veía yo si le faltaba agua, si le faltaban salsas, algo así, y

595
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

las hacía. Ya cuando llegaba [la señora], llegaba a la carrera y se


ponía su bata para entrar a la cocina y preparar ella y decía “Cristi,
pues qué tú me adivinas –dice. Pues ya acabé de guisar, así que me
quito mi bata” [ríe] –pero era porque yo ya le había hecho l’agua, las
salsas; le ponía la mesa, tenedores, todo. (…) Y el señor Joaquín
luego hasta la hacía temblar a su esposa, la ponía de nervios cuando
llegaba a comer, pero conmigo no -y es que quieren que sus esposas
estén ya todo a la hora que llegan, como que tratan de humillar a
uno [como esposa]. (…) Sí, [a veces también] yo le hacía la comida

Avril: ¿y le daba algún extra por cocinar?

Cristina: pos casi no; rara era la vez que me daba ropita o, así, cosas,
pero de dinero no -mejor el señor.

Será en estos complejos contextos que, en general, pensar sus derechos


laborales como empleadas domésticas les ha resultado difícil. De niñas, en la
modalidad de planta, la obligación de cumplir con lo que se les solicitaba y
aprender a hacerlo como se les requería estaba matizada por relaciones
afectivas marcadas por una especie de adopción. Bien o mal, sus empleadores
les daban vestido, calzado, alimento y un techo bajo el cual vivir, de modo que
las hacían sentir como parte de la familia. Con el paso del tiempo y en el tránsito
a la modalidad de entrada por salida, también se tejieron relaciones que las
hicieron sentir bien, reconocidas como trabajadoras que cumplen con su
principal obligación -hacer bien el trabajo-; así, mientras que las obligaciones
permanecieron prácticamente intactas los derechos a los que podrían tener
acceso comenzaron a perfilarse mejor alrededor de un pago justo, un horario
como el de un trabajador, un trato amable y respetuoso -como explican Cristina
y Rosa María a continuación.

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AVRIL ARJONA LUNA

Cristina: bueno, pues yo digo que [era mi derecho que] me pagaran


lo que era justo y salir a la hora que, pus como un trabajador ¿no?

Rosa María: Pero yo conozco una prima [paterna] que -uy-, a ella sí
le va bien, cuando se va [al pueblo] le pagan su avión, le dan boletos
para luego su pasaje; a ella sí le va muy bien, le pagan... le dan
aguinaldo, sus vacaciones pagadas. (...). Ella está en Coyoacán
trabajando.

Avril: (…) ¿usted en ese momento pensaba en sus derechos?

Rosa María: No, yo... a mí me bastaba con que me... se portaran bien
conmigo, con que me trataran bien, para mí era lo máximo, ¿no?
Eh... sí. Yo no decía "ay, no me dan aguinaldo", "ay, no me van a
pagar mis vacaciones y en otro lado lo dan", yo no. (…) A mí con que
me paguen, me traten bien, con eso me doy por bien servida. (…)
Más que nada ya ve que mucha gente es como aprovechada del que
no sabe, "total, yo le pago tanto, ahí se conforma", ¿no? No son -este,
ay, cómo me explico-, que les valga, ¿no? "ay, total, ella se conforma
con que coma una tortilla con frijoles, está acostumbrada, viene de
-no sé de dónde-, están acostumbrados y nosotros no, porque
nosotros somos... y ahí ella que se quede así". No, pero hay gentes
que son honradas, son -ay, ¿cómo es la palabra?-, son justas, son...
que es una palabra muy... Más que nada yo creo que ellos valoran su
trabajo de uno, lo que hace uno, son -este-, bueno, para mí los
señores fueron -este-, nunca fueron aprovechados de su trabajo de
uno… sabían reconocer.

Veamos qué destacan de sus experiencias significativas y cómo la


permanencia en o abandono de ciertos espacios laborales se asociaron con los
lugares y los no lugares de estas trabajadoras en casa particular.

597
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

5.2.2 Experiencias significativas como trabajadoras en casa

(…) yo sufrí para tener lo poquito que tengo, yo he trabajado desde que me
casé (Rosa María).

Las experiencias significativas que estas cinco mujeres tuvieron como


trabajadoras en casa son aquellas que durante esta etapa del curso de vida
impactaron en sus condiciones de posibilidad y en los lugares que pudieran
ocupar. Estas mujeres se sintieron a gusto cuando se trató de experiencias que
trascendieron el trabajo como obligación o medio para la subsistencia,
fortaleciendo su autoestima y propiciando posibilidades para su agencia. Como
veremos también tuvieron experiencias en las que no estuvieron a gusto, y son
estas a las que clasifico como no lugares en la medida que no permitían
trascender el trabajo como obligación, reproducían relaciones desiguales e
incluso humillantes y limitaron las posibilidades de agencia en sentidos varios
que me dispongo a analizar.

5.2.2.1 Los lugares: condiciones para sentirse a gusto


Las características que las hicieron sentirse a gusto en ciertos espacios laborales,
y no en otros, reportan de alguna forma beneficios para estas mujeres como
sujetas multidimensionales. Destacan cuatro características apreciadas en un
empleo de entrada por salida: la confianza, el respeto, el pago en especie y el
poder llevar a alguna/o hija/o al espacio de trabajo. La confianza se manifiesta
en tres sentidos: que no vigilen sus movimientos sospechando de que puedan
robar algo mientras están en el espacio de trabajo; que les den llaves del lugar y
que exista la posibilidad de diálogo sobre el propio curso de vida, propiciando al

598
AVRIL ARJONA LUNA

menos algunas bases para la empatía, como fue el caso de Cristina con algunas
empleadoras y empleadores.

Avril: y si ellos [en Taxqueña, donde le ofrecieron Seguro Social],


por ejemplo, salían de vacaciones o un día no iban a estar, ¿usted
podía ir a trabajar?

Cristina: sí, sí, me dejaban llaves, me dejaban qué comiera, sí, por
eso digo que sí estuve a gusto con ellos, y me daban llaves pa que
entrara y saliera porque había veces que se iban a España, cuando
se iban de vacaciones que salían sus hijos de la escuela se iban, y
hasta un mes, depende las vacaciones que tuvieran sus hijos; se iban
pero yo iba en el día, y en la noche entraba el velador, porque tenían
una fábrica de tubos de eso de concreto, de albesto, o cómo se
llama.. de drenaje, de esos tenían una fábrica, entonces ese señor
era velador en la fábrica y cuando yo salía en la tarde él entraba. (…)
Había veces que la chequera se le olvidaba y me hablaban, “Cristi,
guárdeme la chequera que se quedó en tal parte”, porque uno de sus
hijos hacía su firma de él e iba a sacar dinero al banco [ríe]… Sí, no,
le salió re mañosito. (…) Una vez andaba yo tendiendo su cama y
que me hayo un billete de a 200 [pesos], ahí en el tapete donde él se
paraba, y lo guardé pa la siguiente vez que fui –porque iba yo dos
veces por semana-, y a la siguiente vez dije “si se lo doy a la señora a
lo mejor no se lo da”, mejor se lo doy yo, y ya, el día el que lo vi le
digo “mire, me lo encontré ahí en su tapete, al lado de donde usted
se queda”, dice “ay Cristi, ¡gracias! –dice. Yo creo si se lo
encuentran mis hijos no me dan nada”; y ya, luego de un ratito me
dice la señora “le habla el Licenciado”, yo dije “¿y ahora qué hice?”, y
me dice “ten” –me dio la mitá, del de a 200; ¡a penas empezaban a
salir los de a 200!- y ya me dio 100 pesos. (…) Pero no, hasta eso que
sí, nos llevamos muy bien [sus patrones y ella]. (…) Me da risa
porque tengo yo la llave, todavía, de allá. Dice que una niña de
confianza pa darle llave, “sí –le digo-, luego se las clavan como una

599
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

por ai, y ya traen llave”, “ay –dice-, tú no te compares así con otras”,
y pues ahí la tengo la llave, así que cuando quiero ir me voy, namás
que para no espantarla le toco y ya me meto... sí, no sé, tuvieron
muncha confianza en mí. (…) No, pos ahorita ya tengo hartito, yo
creo ya va pal año [que no la veo], porque fui con las muchachas
[mis nietas], me llevaron a verla, y ya no he ido, todavía llevé a mi
mamá también. Y ahorita me decía “ay, dile a tus hijas que te
traigan, siquiera pa vernos”. Las muchachas [hijas de la señora],
¡todos, todos!, fueron muy atentos conmigo –namás tuvo dos hijas,
y cuatro hijos-, de “Cristi” no me bajaban, y “Cristi para acá” y que
“cómo está”… sí, muy atentos. (…) Sí, yo también [les aprecio],
porque digo, no me faltan al respeto; no son groseros. (…)

Avril: (…) ¿[sus empleadoras] también le platicaban de su vida?

Cristina: sssí, psss, la primera [se llama Aida] como que era un
poquito más orgullosa, no platicaba de su historia de ella, ¡pero el
señor [Francisco] sí!. (…) Dice que él quedaron todos huérfanos,
chiquitos, y pues él se iba a trabajar, como era el mayor tenía que
sostener a los hermanos más chicos (…), y dice que se metió a
trabajar a una fábrica de tubo –de esos que meten drenajes (…) y
tenía una foto donde iba él con su carretilla y un overol de mezclilla-
y ahí trabajó, pues de ahí salió adelante y de ahí sacó a sus hijos.
Después ya él puso su fábrica, y ya de ahí fue donde se ayudó. Pero
dice que el día que no le pagaban... o no tenía dinero para llevar a su
casa, (…) dice “yo en las noches me comía tortillas duras o pan duro,
lo que hubiera; y ahora mis hijos de un día para otro ya no lo
quieren. Mis hijos no están acostumbrados a sufrir” –dice. Él sí me
platicaba.

En torno a ésta característica positiva es necesario destacar que, como lo


hace Marilú en el siguiente fragmento, se construye con el paso del tiempo, del
mismo modo que se van trazando las dinámicas del trabajo, las actividades

600
AVRIL ARJONA LUNA

extras y las formas en que empleadores y empleadas esperan ver desempeñado


el empleo doméstico.

Pues los patrones que he tenido, hasta eso que he tenido suerte
porque han sido amables, sí, han sido amables, o sea, este, es como
todo, al principio pues como ni ellos me conocen ni yo los conozco
de repente tienen así como unos cortones, o sea, a veces pasan y te
ven y como si no te vieran; pus uno, pues yo si los veo pues los
saludo y yo no sé, todavía no les conozco cómo son, si son enojones,
cómo es su manera de ser, pero a través de que va uno trabajando
van conociendo nuestro trabajo, van viendo nuestro
comportamiento pues ya de ahí como que ya nos van agarrando
aquella confianza, sí –este-, este señor que voy los lunes, el señor era
antes medio así, que llegaba y se pasaba y nomás llegaba y viendo, y
luego, pues yo siempre tengo la costumbre de barrer y ver abajo,
que no aiga basura, una manchita, las paredes, pero nunca ando
viendo para arriba, o sea, y me dice “señora Marilú, mire, ahí hay
una telaraña –dice-, no le quita por favor”, pero él viendo todo, por
dónde había una araña o algo así (…). Ajá, sí, sí, [como revisando] y
pues es que yo siempre veo abajo, hacia los lados, pero nunca ando
viendo arriba, o sea, eso es lo que no hago. Y pues ahora ya se me
quedó de que tengo que ver, ahora le doy una recorrida alrededor
para ver si no está una telaraña. Ya no me dice nada, ni la señora;
antes, al principio como que era media… este, pues yo trato de lavar
bien mis jergas, todo, “Marilú, es que no me lavó las jergas”, “no, sí
están lavadas”, “no, esas jergas están muy feas”, “pues las lavé pero
se las vuelvo a lavar, no importa”, este, se las lavé y le digo –como
son como blancas-, “sabe qué, cómpreme, a mí téngame clearasol,
téngame jabón porque, este, yo simpre uso el clearasol, y aunque yo
no le diga usté en las cosas de limpieza téngame clearasol, jabón y
pino, lo que usté me quiera dar, pero el jabón y el cloro ese no me lo
evite”, (…) dice “ah, bueno sí”, y ahorita ya… pues yo no sé si ese día
porque me quiso calar o quién sabe, pero de ahí para acá ya, ahora

601
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

me compran mis garrafones de cloro y compran un líquido que es


para los insectos.

Cuadro 14. Características significativas de los espacios laborales en los que se sentían a
gusto
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa Total
María
Confianza x X x x x 5
Respeto x X x x x 5
Pocas interrupciones 2
a su trabajo x x
Alimentación x x x 3
aceptable
Podía faltar al trabajo x x 2
sin perderlo e incluso
recibiendo pago
Posibilidad de acceso x X 2
al IMSS
Pago en especie x X x x 4
Oportunidades para
mejorar su vida x x x 3
materialmente
Podían llevar a sus 4
hijos al trabajo x X x x
Tuvieron el 3
ofrecimiento de x x x
regresar a la
modalidad de planta
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

El respeto se transmite, se enseña, y en el siguiente fragmento Rosa María


cuenta de su experiencia con niños en sus lugares de trabajo en interacción con
la mamá de éstos, su empleadora. Destaca que el respeto implica no decir
groserías, no ser autoritarios y pedir las cosas como deben. Así, el respeto para Rosa

602
AVRIL ARJONA LUNA

María implica asumir que las diferencias no deberían traducirse en


desigualdades y discriminación. Por otro lado, para Marilú puede bastar con el
saludo y para Margarita se asoció a que la consideraran como de la familia en uno
de los lugares donde trabajó cuidando de un niño.

Rosa María: [la señora Campos le decía a sus hijos] "no, no, no, a
Rosa María me la respetan... quiéranla como si es de la familia,
como... pero nunca hay que faltarle al respeto ni decirle de groserías
ni hablarle 'ay, como estás sirviendo', no, no, para nada". Y no, los
niños no [eran groseros] -"Rosa María, ¿me das esto por favor?"-,
pero con todo respeto... más que nada como pedir las cosas como
deben, no "¡hazme!", autoritarios [ríe]. (…) [El señor decía] “Y ya
sabes que para nosotros -dice-, eres un miembro de la familia más,
para nosotros (...) no hay que 'es que es sirvienta', o 'ay, es que mi
muchacha', 'esta es de servidumbre' -dice-, para mí no, todos somos
iguales, tan como sangre me corre por mis venas, sangre te corre
por tus venas, no creo que yo soy de sangre azul y tú eres rojo -dice-,
no, entonces, para mí -dice-, no, no nos gusta así".

Marilú: hasta eso que me han tocado [buenos empleadores], pues ya


con el saludo, con el respeto más que nada ¿no?, ya con eso. Digo,
porque yo nunca me llevaba, yo si me platica platico si no me
platican, no me dicen nada, yo nomás buenos días buenas tardes y
hasta ahí

Margarita: (…) con la señora Verónica (...) de Nativitas, de Bolívar...


[Me sentí a gusto] porque ellos me sentían parte de la familia,
nunca fue de "ah, ella es la sirvienta". Yo tenía como 40 años
[cuando trabajé con ellos], no menos, porque ellos conocieron a
Checho en mi panza. (…) [Con ella trabajé], mmmm, como cinco
años. (...) [Conseguí el empleo] porque yo trabajaba con una sobrina
[de la señora, pero] se fue a San Luis Potosí y se llevó a mi hija -y me
quedé sin chamba-, entonces me dijo "le voy a decir a mi tía que te

603
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

contrate", y sí, me fui con ella. (…) Yo era niñera de dos chamacos
como de la edad de Julio. (…)Y no hace mucho, como un año, me
encontré al "Chatito" -al señor- en Portales, ya mucho más mayor
-iba con un muchachito- (…) y ya me dijo "mira, éste es Fer. Mira -le
dice- ella fue tu nana", "ah, sí -dice-, tú eres Magos, eres la señora de
la foto" -porque tienen varias fotos mías. Una [de las fotos] fue en el
cumpleaños del niño; otra fue cuando, porque me decía la señora
"vete con los niños al parque" y ahí iba, y un día cuando regresé le
digo "¿qué cree?, que Nandito ya sabe caminar", y sí, dice "no puedo
creer que contigo haya aprendido a caminar".

En el siguiente fragmento Esther explica un cambio de actitud en el


esposo de una de sus empleadoras conforme transcurrieron los años en que
trabajó ahí. La narración es compleja, en mi opinión, porque muestra
representaciones contradictorias en torno al respeto que inicialmente no
percibió en su empleador, que pretendía convertirla en su amante, mientras que
posteriormente se tornó una suerte de prescripción a modo de consejos cuya
base son las normas de género. En cualquier caso, podemos observar que en
casos como éste, según veremos en el siguiente capítulo para el caso de
Margarita, el respeto se otorga pero también se gana poniendo límites en las
relaciones en torno al empleo doméstico por medio de la negociación de los
tipos de lugares de género.

Esther: (…) los primeros años que llegué con la señora Amparo, el
señor quería que fuera su amante. (…) Le digo “No señor,
discúlpeme pero, yo no soy así, yo necesito el trabajo y si lo necesito,
pero si usted va a estar así yo prefiero irme”, y me salí, me salí, pero
yo nunca le dije a la señora porqué, y ya después él mismo fue el que
me habló, [habla muy bajito] y me dijo “que pues, que lo disculpara,
y que regresara yo, que nunca más me iba a decir nada”. Y regresé y
nunca más, bueno hasta me decía “señora Esther, esto, lo otro” con

604
AVRIL ARJONA LUNA

respeto ya, (…) pero ya no me volvió a decir nada el señor, y era así
de que, ya platicaba mucho conmigo, pero ya así como que me daba
consejos… y siempre los llevo, llevo muy grabados sus consejos
fíjate. (…) Me decía que me cuidara yo mucho, “cuídate mucho
Esther, cuida mucho a tus hijas, los hombres somos así, y así, no
confíes, no confíes, tú tienes darte a respetar, tú eres una persona
que vales mucho, y no cualquiera tiene que llegar nada más a
engañarte” (…) Y cuando yo llegaba me decía, “señora Esther, ¿ya
desayuno algo?” le digo “no”, dice “desayune primero dice, no es
bueno, que se ponga a trabajar” y ya me ponía así muchos ejemplos
¿no?, dice “es como un carro, ¿Qué necesita para caminar?”, “pues
gasolina” “sin gasolina, no camina” y ya me decía el señor, pero
después ya se portó chido conmigo.

Los pagos en especie son un tipo de retribución que puede tener la figura
de ayuda, obsequios de cumpleaños o de Navidad -éstos últimos normalmente
sustituyendo o fungiendo como aguinaldo. Entre las formas más clásicas
destacan la comida y la ropa, [con] todo eso me ayudaban -dirá Cristina. Este tipo de
retribuciones puede tener la figura de ayuda u obsequios de cumpleaños o
Navidad. Como comenta Rosa María se sentía muy bien, querida, en los
cumpleaños que pasó con Los Campos. Y no lo dudo, sólo quiero destacar que
estos mecanismos, más allá de las buenas intenciones y los beneficios que
implicaron, reflejan las diferencias materiales que marcan distinciones
jerárquicas entre grupos sociales vinculados por el trabajo doméstico.

Cristina: [El empleador de Taxqueña, que tenía la fábrica de tubos]


(…) cuando se llegaba Navidad me decía “tenga Cristi, para su
botella”, pero como yo siempre andaba con la botella de rociar la
ropa pa planchar, por eso me decía que me daba para mi botella
[ríe], decía yo “alguien que oyera dirá, no, pues esa siempre andará
borrachita”, porque siempre andaba con mi botella… una vez 25

605
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

pesos me dio (…) [y] yo me acuerdo que pasé a la Mercé y me surtí de


mandado (…) [porque] ¡pues todo barato!... 70 centavos me costaba
la papa… (…) pa 25 pesos que me había dado pos sí, era muncho. (…)
Una vez se estaba llegando estas fechas [Navideñas], le arreglé todas
las camisas que le colgaba, y me dice la señora “Cristi, te habla el
señor”, le digo “¿y ahora qué hice?”, “pues dice que le falta una
camisa”, “ay no –le digo-, se las planché y todas se las guardé; a no
ser que se la haigan agarrado sus hijos, “no sé, te habla el señor”. Y
ahí voy y me da 200 pesos, dice “ten, pa que te eches tu botellita” -pa
rociar la ropa [ríe]. (…) Y no, todavía la señora me llora que a ver
cuándo voy ayudarla, ya pasa de 83 años (…), ya está grande -le doy
gracias a Dios y a ella porque ellos también me ayudaron mucho
tiempo con mis hijos. (…) A mí me querían como si hubiera sido de
la familia, todavía, “Cristi, ¿cómo estás?”, las muchachas –dos
muchachas y tres muchachos- pos todos esos y, bueno, no tengo
nada que decir de ellos. (…) Casi 30 años, sí, treinta años estuve ahí;
nomás una temporada dejé de ir –cuando me casé con este señor,
pero luego ya me volvieron a hablar y volví a regresar. Sí, muy
amables. (…) Por eso digo que [mis empleadores] me ayudaron a
sacar a mis hijos adelante, sí, me ayudaron a sacar a mis hijos, y los
querían muncho, muncho; una vez que se llegó el 6 de enero, una de
sus hijas me dice “¿qué le trajeron a sus hijos?”, le digo “la verdad
nada, no le trajeron nada Los Reyes”, dice “tráigaselos ora el martes,
tráigaselos y dígales que aquí pasaron Los Reyes”, bueno, pues que
agarro a todos mis hijos; ahí voy que parecían unos pollitos. Ya
juimos y, no, pues les llenaron un costal de juguetes, ey, y ya, de
regreso, entons estaba yo cuidando un terreno ahí en Santa Marta.

Rosa María: [la señora Campos] no, no, la verdad ella me quería
mucho; así en mis cumpleaños me iba a traer mis regalos de Sears,
de Liverpool (...). Una vez me regaló un pantalón con una blusita
muy bonita, otra vez un par de zapatos, otra vez una pijama muy
bonita igual. Edubec, se usaba mucho eso. Ahí cualquier cosa,
pero... (...) Si no, decía "ay, ahora mira, te vamos a llevar a tal lado,

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AVRIL ARJONA LUNA

vamos a salirte y vamos a cenar en tal lado", ay pues para mí era


muy bonito, ¿no? (...) Y yo me sentía muy bien.

De los fragmentos anterior y siguiente de Cristina quiero también


destacar que, efectivamente, su trabajo en el empleo doméstico ha ayudado a
sacar a sus hijos adelante y a sostener a varias generaciones de su familia.
Además, permite observar que las representaciones en torno a las expectativas
del fruto de su trabajo fueron modificando sus sentidos de acuerdo con su
curso de vida -como sucederá en todos los casos. Hacia final del siguiente
fragmento veremos que un aspecto importantísimo de la filosofía de vida de
Cristina es no renegar, actuar y no quejarse, saber recibir lo bueno y lo malo que
tiene la vida -en la que el trabajo es fundamental.

Avril: (…) yo le digo costos a lo que a veces no se puede hacer o se


complica o incluso se sacrifica por algo, ¿qué costos encontró en el
trabajo en casa?

Cristina: pos, la verdad, yo vi todo normal, sí, todo normal… no


hubo ningún costo… (…). Ayudé a sacar a mi familia, ayudé a sacar a
mis hijos, ¡ayudé a sacar a mis nietas! [ríe]. Tres familias [se vieron
beneficiadas de mi trabajo en casa particular] (…). Y ahorita otra
(…), ahorita hago de cuenta que tengo otra familia sacando adelante
–digo, no es sacarla adelante [a su mamá], pero sí estar
constantemente con ella. … Ya serían cuatro generaciones [madre y
padre, hermanos y hermanas, hijas e hijos y nietas] (…). No me
quejo [ríe].

Avril: y ¿cuáles habrán sido para usted, con el paso del tiempo, los
beneficios que encontró en el trabajo en casa? (…)

Cristina: pus la verdá cuando fui niña no esperaba yo ningún


interés de trabajar para sacar [para mí] (…); yo nomás trataba de

607
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

ayudar [a mi familia]. Ya después de que crecí pus yo lo que me


esmeraba era en sacar a mis hijos adelante –a cambio de nada. (…)
Gracias a Dios no me quejo, de que me arrepienta, no (…); decía yo
“lo que quiero es que mis hijos esté bien alimentados”; pasaba a la
Mercé y me cargaba un costal de verduras –y todo- y ai vengo pa la
casa a hacer lo que las hormigas –ya llegaba y se los preparaba pa
que a otro día de vuelta. Y no pesa, haciéndolo uno de voluntá no
pesa, pero si empieza uno a renegar como que hasta le pesa (…).

Una tercera característica altamente valorada por las empleadas de


entrada por salida en edad reproductiva fue, teniendo en cuenta su lugar de
madres, que pudieron llevar a sus hijos e hijas, sobre todo los y las últimas, al
trabajo. Esto ayudó en la medida que dependían menos de la ayuda de otras
mujeres: la madre, las hermanas y vecinas en la medida también que sus hijas
mayores crecían y podían ayudarles en la atención a las y los más chicos.
Veamos el caso de Cristina, que en el siguiente fragmento apunta la lactancia
de su último hijo de acuerdo con esta cualidad en sus condiciones laborales.

Avril: oiga, ¿y cómo le hacía para trabajar cuando Berna estaba


bebé?

Cristina: me lo llevaba; la señora me prestaba una caja de cartón y


en lo que yo estaba planchando tenía la caja debajo de la mesa, ahí
se estaba. Aunque había veces que cuando acordaba ya estaba la caja
arriba de él [ríe], de que lo embrocaba. Pero sí me lo llevaba; [lo hice]
una buena temporadita, hasta que empezó a caminar, ya después
pasaba y se lo encargaba a mi mamá y ya me iba al trabajo y luego
pasaba de regreso por él. (…) Sí [lo podía llevar, tanto al trabajo de
Taxqueña como al de La Viga], ellas me lo trataban bien, hasta unos
[hijos] de la otra señora iban y lo agarraban y lo traían para allá y
para acá -cuando llegaban de estudiar [ríe]-, hasta eso que no tuve
yo problemas. (…) Cuando me tocaba ir [a trabajar] y que no lo

608
AVRIL ARJONA LUNA

llevaba le dejaba su botella pa que le dieran [leche], pero casi por lo


regular me lo llevaba; y allá pues ya le daba [de mamar] cada que
quería, ya después creció, y hasta eso que chiquito dejó la mamila y
empezó a comer él solo, aunque la mitad comía y la mitad tiraba
[ríe], pero sí epezó a comer él solo. (…) En [ese tiempo en] dos partes
yo anduve trabajando y estuve muy a gusto con esas dos familias.

Margarita también pudo llevar a sus dos hijos más chicos a dos espacios
de trabajo distintos, algo que valora y agradece a Dios y a la suerte porque
dentro de mis tristezas, eso me levantaba el ego muchas veces –hay gente buena y mala-
aseguró. Esther también recuerda al menos dos espacios de trabajo en los que
su lugar de madre no entró en conflicto con su lugar de empleada mientras sus
dos hijas más chicas fueron niñas. En este último caso aparece una unidad
doméstica empleadora particular en la que figuran un doctor y su arrendadora,
misma que seguirá siendo representativa durante la siguiente etapa del curso
de vida. También aparece la señora Romina, una empleadora buena gente a la
que volveremos en el siguiente capítulo cuando veamos más claramente lo que
aquí señala Esther en términos de la maternidad: es fácil decirlo [que no hay que
descuidar a los hijos] pero no hacerlo, porque no todas las personas son igual [de
empáticas] que ella.

Avril: ¿y tú cómo hacías con tus hijos y el trabajo?, para


amamantarlos por ejemplo.

Margarita: me los cargaba (...), ¡ah sí! (...) Checho se crió, él creció
casi más en Bolívar, Julio también. (…) Hasta esa suerte tuve,
gracias a Dios, siempre me recibieron con mis hijos. Esta señora
con el Checho me dijo, porque me alivié, "no, tú vente con tu hijo".
Por esa parte te digo que a veces la vida es muy injusta, pero luego a
veces Dios te recompensa con otra cosa (...); y como mis hijos nunca

609
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

han sido chillones, ni berrinchudos, ni nada que se le parezca, los


han querido en muchos lados -aquí enfrente hay una señora que me
lo cuidó de recién nacido; y tengo otra en mi calle, también (...).
Donde trabajo ahorita lo conocieron [a Checho] de chiquito, él tenía
como 3 años [de edad] y yo me lo llevaba martes y jueves (...) y a
donde yo lo dejaba ahí se sentaba -la señora me decía "ay, qué
bonito niño".

Esther: Al doctor tiene muchos años que lo conozco –como nueve-;


él es una persona muy comprensiva, muy, pues ¿cómo te diré?, muy
buena gente ¿no?, porque cuando yo llegué a trabajar con la señora
Ruth, llevaba a Teófila y Anastasia porque pues estaban chiquitas las
dos, y me las llevaba, entonces el doctor…aunque no trabajaba con
él, porque él solo rentaba ahí y yo le hacia su cuarto y todo, pero la
que me pagaba era la señora Ruth, pero él al verme que yo iba -antes
iba dos veces por semana con la señora Ruth- pues me daba para los
pasajes de las niñas, o luego me decía “si vienen las niñas, déjalas
aquí en mi cuarto Esther, que vean la tele para que no se aburran”, y
entonces, pues como que tiene un corazón más, es más
comprensible, algo así, no sé cómo explicarte. (…) También [la
señora Romina] cuando yo trabajaba con ella me mandaba
temprano “ya vete, apúrate -este- llévate esto, lo otro, pa’ Teófila”.
Buena gente la señora Romina, siempre le andaba mandando: que
sus galletas, que su bolsa de dulces, un toper de fruta, “llévatelo, ahí
te lo comes con Teófila”. A veces sí me siento bien triste porque ellas
dos [Teo y Anastasia] iban bien en la escuela, desde primero [de
primaria] llevaron muy buenas calificaciones (...). Y cuando las llevé
[con la señora Romina] dice “¡ay, no! pues cuídalas mucho a tus
niñas, que mira, que esto que lo otro” entonces siempre me decía
“ve temprano para que estés con ellas, para que pases tiempo con
ellas (...). No las descuides”… es fácil decirlo pero no hacerlo porque
no todas las personas son igual que ellas, como diciendo “ya trabajó
cinco horas, vete porque ya tienes que llegar”.

610
AVRIL ARJONA LUNA

Del caso de Rosa María destacan las diversas posibilidades que tuvo,
como Cristina, para resolver la atención a sus hijos e hija mientras ella iba a
trabajar en casa. Así, ella contó con ayuda de una de sus hermanas y la
posibilidad de llevar a uno de sus hijos al trabajo mientras dejaba al menor bajo
la vigilancia de la hija mayor:

(…) [A veces] dejaba yo [a mis hijos] con una de mis hermanas


-Sandra. Ya venían de la escuela, llegaban ahí con ella, yo llegaba y
ya los recogía. Luego crecieron, ya los dejaba yo acá. (...) O les decía
"me voy los sábados, sábados no tienes clases, así que te quedas ahí
con tu hermana y llevo uno", y ya me iba [con el mediano]. Pero a
[Ernesto] no, él casi nunca fue a ningún trabajo. Gregorio sí... a él sí
lo llevaba -porque él era más desastroso, más conflictivo. (…). La
señora me decía "ay, que te ayude, arrímate esto, que te lleve la
escoba o que baje el recogedor o algo", pero no, a él yo tenía que
aplacarlo.

Otra característica valorada por las empleadas domésticas que lo


experimentaron es lo que denomino como oportunidades para mejorar su vida
material. Es decir, prácticas de las y los empleadores de las que se vieron
beneficiadas mis interlocutoras en la medida que les posibilitaron resolver
necesidades inmediatas y que, a la larga, se hicieran de sus cosas y de otros
saberes. Marilú se benefició lavando su ropa o bañándose en donde trabajaba
muy al principio de su unión. Además aprendió a inyectar teniendo posibilidad
de tener un dinerito extra, pero no lo hizo. Rosa María por su parte destacó las
posibilidades de aprender a guisar otro tipo de comida a la que acostumbraban
en su lugar de origen y, en ese sentido, observa lo malo de que a veces no se les
exija, pues no aprenden otras cosas.

611
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Marilú: mejor me iba a trabajar y ahí me bañaba, y ahí me llevaba su


ropa de él y lavaba mi ropa y ya me regresaba y ya tenía mi ropa
limpia. (…) Ella me enseñó a inyectar con una naranja, pero yo soy
bien miedosa porque empiezan "ay, es que me va a doler" y ya con
eso me ganan los nervios, por eso no me he animado [a inyectar]. Y
siempre me decía "aprende a inyectar" (...), pero nunca he
aprendido -pero es bueno porque es un dinerito.

Rosa María: Pero a veces quizás no estaba muy bien sazonada [la
comida que hacía cuando era joven]. Pue' más bien no tenía mucha
experiencia, pero a raíz de ahí fue una [experiencia]... Ya cuando me
fui en otro trabajo, ahí no me exigieron guisar, no guisaba yo. Fue lo
peor, porque no aprende uno. (…) Pues [en la casa de los Pájaros
aprendí a hacer], (…) sopa de arroz, (…) pollito (…), molecito y la
sopa de arroz o sopa de pasta, o sopa de verdura, o me decían "haz
tortitas de espinacas -¿cómo olvidarlo?-, haz tortitas de espinacas",
casi más eran como vegetarianas, así era, carne muy poco, de vez en
cuando que los bisteces, bisteces asados, empanizados y la ensalada.
(…) Me hice de mis cosas a fuerzas del trabajo de uno, un trabajo
honrado, digno, como haya sido, quizás en casa. Que a veces mucha
gente eso lo descriminan a uno, que "ay, te vas de casa...", "ay, te vas
de sirvienta", "ay, te vas de esto", pero para mí, yo, pues eso me tocó
vivir y eso lo viví y gracias a eso tengo lo poquito que tengo y me
siento muy... Más importante -¿no?-, porque -gracias a dios-, dicen
"ay, pus ganas poco y mira lo que hicistes, hay gente que gana muy
bien y mira dónde están".

En el caso de Cristina las oportunidades de mejorar sus condiciones


fueron muy diversas: pudo edificar un cuarto más adecuado para sus hijos, tras
el incendio en Neza, en parte con la ayuda material de sus empleadores; pero
también aprendió algo de costura, tejido y cortes de cabello con los que su
economía se vio beneficiada en la medida que se ahorraba algo de dinero.

612
AVRIL ARJONA LUNA

Incluso recuerda que en uno de sus trabajos se propuso comprar una máquina
de coser, cosa que logró juntando oportunidades y posibilidades que se le
presentaron:

Simplemente de coser, de tejer, yo aprendí [a] cortar un poquito con


la señora Aida, veía como cortaba y todo; tenía su comedor grandote
y ponía su tela y se ponía a cortar. Para cortar el pelo igual, veía
cómo le cortaba el pelo a sus hijos y yo también se lo cortaba a los
míos. (…). Al otro día [de que se le quemara la casa en Neza] se los
encargué a mi hermana y le digo “sabes qué, voy a trabajar”, dice
“ándale pues”. Ya me fui yo, llego allá al trabajo y me dicen sus hijas
de la señora “¿cómo está Cristi?”, porque creo que hasta les daba
gusto que yo llegara, les digo “ay, mal, qué cree, que este, ya ven que
les había dicho que no iba a venir, como hoy es martes y me tocaba
hasta el jueves, pero me vine ahora pa no venir el jueves porque tuve
un problema”, dice “¿qué le pasó?”, “pues se me quemó mi casa”,
“¡¿cómo?! No puede ser posible que a usté le pasan tantas cosas”, les
digo “pues ya ven, es que Dios dice que pa que me acuerde de él”
[ríe], y entonces dice “bueno pues, orita, no se preocupe”. Ya que le
habla al licenciado a su despacho: “papá, a Cristi le pasa esto y esto;
pues junten todo lo que tengan –dice-, saquen la cama, saquen la
arena, la grava, lo que haiga –dice-, sáquenlo y vayan a ver a Chucho
–que él tenía un carro de volteo-, dice y que se lo lleve todo a su
casa”. Pos tenían un, como ese [alacena] que tengo yo ahí; pues fue y
sacó ahí y me llevaron una bolsa así. Y ya cuando llegué a la casa ya
había sábanas, había cajas de huevo, bueno, no supe ni d’ionde me
llegó todo eso, porque la gente todos me conocían. Y luego, como a
mis hijos les decían “los gatos”, “no, pues se les quemó la casa a los
gatos” [ríe], ya namás faltaba que dijeran “se le quemó la casa a la
gata” [ríe]; pero no, a ellos eran a los que les dicen los gatos (…)
porque tienen los ojos azules. (…) Pero sí, ella en munchas formas
me ayudó porque, ora sí que, con trabajo, ropa, comida, ey, con todo
me ayudó. (…) Allí donde trabajaba, en Taxqueña, estaba una

613
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

compañera de ahí del trabajo y le decía yo, “qué cree, que tengo yo
muchas ganas de una máquina [de coser] pero no tengo dinero”,
entonces yo dije “voy a ir dejando aquí, de poquito en poquito” y ella
me lo iba guardando, y luego una tía que vive en Estados Unidos,
me mandó dos pesos dólar, pues también los guardé; me costó 600
pesos en esa época, ya está muy viejita, pero no sé, esa siempre jala
(...). Ahí está arrumbada, pero la máquina sirve.

En tres casos encontramos otra característica valorada: tuvieron el


ofrecimiento de regresar a la modalidad de planta. Esto para Rosa María y
Marilú se sucedió muy al inicio de su trayectoria de pareja, cuando el
ofrecimiento existía en caso de que su matrimonio no funcionara y aún cuando
regresaran con un hijo o hija. En el caso de Cristina el ofrecimiento llegó en
otro momento de su vida, cuando una vez viuda su nido se quedara vacío. Sobre
los tránsitos laborales y familiares y las condiciones que permiten para
experimentar el proceso de envejecimiento volveremos en el siguiente capítulo,
por ahora veamos cómo explicaron estas tres mujeres el ofrecimiento de sus
empleadores.

Rosa María: [La señora Campos me dijo] “si te va mal en tu


matrimonio, cuando gustes, así traigas un hijo, acá te recibimos,
acá está tu casa, tu trabajo”.

Avril: ¿y cómo viste la posibilidad de poder regresar ahí mismo a


trabajar [a la Escandón, con todo y su hija mayor]? -digo-, imagino
que tiene sus ventajas poder tener a tu bebé ahí

Marilú: sí, de un hecho ellos querían que yo estuviera ahí, desde que
estaba embarazada me decían que yo me quedara ahí, que aunque
me fuera al pueblo a aliviarme ellos me iban a ayudar para -como
eran doctores los dos-, y como no tenían bebés que mi bebé iba a
andar ahí por toda la casa; y luego como estaba yo bien gorda me

614
AVRIL ARJONA LUNA

decía el señor "a mí se me hace que van a ser dos", "ay no -le digo-,
¿qué voy a hacer con dos?", y dice "pues si tienes dos me das uno y
uno tú y ai compartimos la casa para los dos"

Avril: ¿y por qué no habrán tenido hijos?

Marilú: namás tuvieron una hija (...). Y pues ahí estuve trabajando
casi cuatro años [después de que nació Valeria, mi hija mayor].

Cristina: y pues sí, platicábamos [mis empleadores y yo]… Sí, se


dieron cuenta la vida que llevaba. (…) Ellos ora sí que, como que a la
vez sentían feo, así, de la vida que yo llevaba; ya cuando se
empezaron a casar mis hijos decían “ay, Cristi, ¿qué vas a hacer el
día que te quedes sola?”, “pues quién sabe -le digo-, solamente Dios
sabe”, dice “pues te vienes aquí con nosotros” [ríe], luego, luego
decían que me fuera p’allá. Y ya cuando me casé con el señor que me
casé [su segundo esposo], me dice “tú preferistes irte con Jesús que
con nosotros” [ríe], pero sí, te digo, fueron muy tratables todos.

Si bien la flexibilidad en las condiciones laborales de mis interlocutoras


tuvo algunas consecuencias con las que tuvieron que lidiar utilizando las
herramientas con las que contaban, ésta también tuvo ventajas. Una fue la
posibilidad de trabajar por temporadas manteniendo las puertas abiertas para
regresar al espacio de trabajo sin que su lugar, el de la confianza
principalmente, se viera alterado -como sucedió con Cristina y Marilú en un par
de espacios donde se sintieron a gusto.

Avril: y cuando dejó de trabajar con ella [la empleadora que todavía
le habla por teléfono], que se iba y después regresó, ¿por qué fue?

Cristina: pues primero dejé de ir cuando me casé con el difunto [mi


segundo esposo]. Ya después me volvió a llamar cuando se casó su
hijo, y volví a ir; y luego ya después dejé de ir de vuelta, otra

615
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

temporada, y me volvió a llamar y regresé de vuelta, otra


temporada; orita está como hacha, que me juera yo. (…) [Esa señora]
es bien buena gente, yo me aventé cuántos años ahí con ella (…).
Estuve por temporadas. Duré primero 20 años, luego me salí y
luego volví a entrar de vuelta (…), y otra vez me seguí otros siete
años… sí, yo duré mucho tiempo con ella. Esas ventanas que tengo
allá, esa de la sala y la de allá, ella me las dio. (…). Vive por Cafetales
[en la Delegación Tlálpan]. (…) Vivían antes allá por la Colonia La
Esmeralda cuando yo trabajé con ella. Ahí estuvo mucho tiempo,
pero después como falleció su esposo entonces se cambió a
Cafetales, vendió aquella casa y se cambió p’allá, y allá también
estuve yendo con ella (…). Y ahorita quiere que le busque una
chamaquita, porque dice que la que va nomás le ayuda, rápido, a
hacer el quehacer y se va, y dice que quisiera una niña, siquiera pa
que salga a abrir la puerta, o que le arrime ahí algo. (…) Sí, de planta;
pero pues yo, la verdad, le digo “ya no tengo conocidas así” [de
confianza], ¿pa qué me comprometo?.. [ríe] No, mejor no… y ella
solita allí.

Marilú: con esta señora que te digo que iba a trabajar [a Villa coapa],
ella me conoce desde, pues ella me fue traer a mi pueblo bien
chamaca, tonces iba yo, me desaparecía y volvía.

En esta misma línea cualitativa de la flexibilidad que implica el empleo


doméstico quiero introducir aspectos que en mi opinión podrían ser
considerados prestaciones de las trabajadoras en casa particular. En primer lugar
destaco la posibilidad de faltar esporádicamente al trabajo, a modo de
incapacidad, que tuvieron Cristina y Rosa María recibiendo su salario cuando
se trataba de cuestiones médicas o relacionadas con sus hijos. Incluso en el caso
de Cristina, como ella misma comenta, cuando faltaba por asistir a los eventos

616
AVRIL ARJONA LUNA

del Museo Comunitario nunca se expuso a perder el empleo porque sus


empleadores de Taxqueña la entendían.

Cristina: [En Taxqueña] el señor sí me decía que si duraba yo me


podía pasar Seguro [Social], pero ya no quise, no quise porque dije
yo “no, me veo como comprometida, y así tengo que ir a las de a
juerza; y así no, no tenía yo ningún compromiso”, ey, sin ningún
compromiso. El día que no llegaba yo a ir, por alguna junta que
tuviera yo en la escuela por mis hijos, me lo pagaban de todos
modos, me lo pagaban, sí, ey, y no, les avisaba que no iba a poder y
ya me lo pagaban. O que saliera yo… como tocante de lo del Museo
(...); sí, ellos sabían que yo iba al Museo a hacer guardia y había
veces que había convivios, “saben qué, que voy a tener convivio en el
Museo y tal día no vengo pero vengo al siguiente día” (...). O cuando
nos íbamos de excursiones, por parte del Museo, igual les avisaba
“no, pues voy a tardar 2-3 días”, y sí, ya cuando regresaba ya, igual,
normal, me entendían [ríe].

Rosa María: ¡Ah, no! No, aguinaldo no recibía. En ese tiempo -quién
sabe-, no. (…) Pero yo he escuchado que otras "ay, me dieron". A mí
me daban un detallito, pero no, aguinaldo no, vacaciones -pero eso
yo me iba a mi casa (…), quince días, veinte días, pero no menos. Y...
pero yo volvía a regresar ahí con ellos, pero ya me daban que "ay,
ten, tómate... llévate esto para un refresco" -¿qué será?-, cien pesos,
doscientos pesos, cuando yo me iba, pero aguinaldo no. (…) Pero
yo ... me sentía bien contenta, pues yo pedía permiso "ay, es que voy
a ir al doctor", o que "me siento mal", o que "voy a ver a mi ma...",
que se puso mala mi hermana, la fui a ver y estuve un día con ella
-ah, porque ahí ella sí tenía que hacer las cosas, y yo no-, y yo le
decía "pues aunque no me pague usted, voy a mi consulta, aunque
no me pague, porque voy a venir tarde", en mi mes decía "ay, pero
falté una..." "ay, ¿qué tiene?" O llegaba yo como a las dos de la tarde,
"ah, pues lo que alcances a hacer hazlo, y lo que no, pues no, ya

617
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

mañana lo haces bien", o así, pero jamás y nunca me descontaron


un día.

De los fragmentos anteriores, y en relación con esto que podemos llamar


prestaciones laborales, se desprenden otros elementos para el análisis. En
primera instancia la negativa de Cristina a aceptar el Seguro Social que le
ofrecía su empleador bajo el argumento de que no quería verse comprometida. En
mi opinión esto refleja una idea común entre mis interlocutoras: un trabajo
formal en el que se tienen las prestaciones de ley obliga y compromete a las y los
trabajadores justo por medio de los beneficios que pueden obtener, algo que no
perciben en la flexibilidad del empleo en casa y del que, en la informalidad,
también se han beneficiado. Del fragmento de Rosa María destaca que las
vacaciones y el aguinaldo no eran -como refieren el grueso de mis
interlocutoras en esta etapa de vida- prestaciones comunes entre las empleadas
domésticas. Sin embargo, como todas reconocen por experiencias ajenas, hay
mujeres que han encontrado condiciones de trabajo con muchos más derechos
reconocidos de los que ellas encontraron en general.

Si bien Cristina no aceptó el acceso al IMSS, Esther sí lo hizo mientras un


arquitecto que la empleaba estuvo dispuesto a cubrir la cuota patronal. Esto
duró alrededor de un año y mi interlocutora pudo hacer uso de los servicios
médicos, como veremos un poco más adelante. Teniendo en cuenta que el
ofrecimiento les llegó en distintos momentos de su curso de vida, tengo la
impresión de que Esther aceptó esta prestación en la medida que sucedió hacia
el final de la etapa que estamos analizando, cuando habiendo trabajado con
médicos y otros actores asociados a la salud pudo calibrar la importancia de

618
AVRIL ARJONA LUNA

acceder a exámenes de laboratorio aportando una cuota mínima, pues así


convenía a su empleador.

Una alimentación aceptable -cuantitativa y cualitativamente hablando- es


también una característica valorada en los lugares que han ocupado como
empleadas domésticas. Esta condición laboral que se considera parte de los
gastos que deben cubrir los empleadores para la reproducción de la fuerza de
trabajo durante la jornada, fue también valorada cuando pasó por la agencia,
por no sentirse obligadas a comer lo que no les gusta, por tener un espacio
propio para comer y por poder comer cuanto quieran servirse. Veamos dos
casos, el de Cristina y Margarita, destacando de éste último los cambios que
todas han experimentado, en mayor o menor medida, en su alimentación a raíz
de la inserción en el empleo doméstico de entrada por salida en la ZMCM.

Cristina: sí, sí, sí [me gustaba la comida que me daban en


Taxqueña]. (…) Había partes en que sí me gustaba y otras que no
-una sola parte fue donde no me gustó la comida. (…) Fue con una
señora que iba a ser consuegra de la señora de La Viga –y ella me
recomendó con esa otra señora- (…), fue un caldo que me dio, un
caldo dulce, guisado, fue lo único que no me gustó en mi vida
haberlo comido –tenía plátano macho, manzana y era caldo de res,
¡pero no me gustó!-, me lo comí porque qué me quedaba, pero no
me gustó. (…) ¡Ah, la crema de chícharo y la crema de apio! tampoco
me gustaba, y esas sí me las daban ahí en La Viga, pero como yo me
servía, me servía lo que quería. Decían “ai tú sírvete” y ellos se iban
a comer al comedor y yo comía en la cocina; luego me decían “vente
p’acá”, les digo “no, mejor aquí me estoy” –hasta eso que no eran
chocosos.

Margarita: Mi madrina [que nunca ha migrado] no se sabe comer


los chilaquiles -y es una señora de lana-, dice que las tortillas

619
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

remojadas se hicieron para los puercos. Si yo cuando me dieron


aquí [en la ZMCM], cuando me dieron los chilaquiles yo nomás
[simula náusea], y me decía la señora "come hija, están sabrosos", y
yo nomás "sí, ahorita" [pensando] "ay, no, eso es pa los marranos"
(...). Y me decía "¿por qué no lo quieres probar?", "es que en mi
pueblo eso se lo dan a los marranos", "¿con queso y con crema?",
"pues no, pero se los dan así" (...) y hasta que los probé [ríe] dije "sí
[saben rico]" -son cosas que yo no estaba acostumbrada a comer.

Como veremos también en el siguiente capítulo -a partir de las últimas


experiencias laborales de Esther, Margarita y Marilú-, las empleadas
domésticas valoran cuando se les reconoce su agencia en el desarrollo de su
trabajo y cuando las relaciones con las empleadoras, principalmente, propician
pocas interrupciones al mismo. Puesto que en el centro de estos dos fenómenos
se tejen importantes relaciones de poder en torno a los saberes y quehaceres
domésticos, a la larga se tornarán mecanismos transaccionales complejos. Por
ahora tengamos claro que cuando el objetivo era terminar el trabajo lo antes
posible para regresar al espacio doméstico propio, el hecho de que las
empleadoras quisieran compartir algunas actividades mientras platicaban
representaba un obstáculo, como dice Cristina en relación con la señora
Martha, su ex empleadora que todavía la busca:

Luego nos íbamos a tender su cama –“Cristi, ayúdame a tender mi


cama”-, ella le jalaba de un lado y yo de otro y se ponía a hablar…
decía yo “ojalá me lo dejara sola”, pero no, se ponía a hablar… pero
pues sí, también me ayudaron muncho.

En síntesis, en esta etapa de vida, y con la transición a la modalidad de


entrada por salida, su lugar como sujetas de derechos laborales fue
definiéndose mejor bajo una perspectiva sumamente flexibilizada. En este

620
AVRIL ARJONA LUNA

sentido, cuando hablan de sus derechos constantemente apelan a las tensiones


entre lugares y no lugares, reflejando la jerarquización que con base en el
género y el estrato social incluyen diferencial y desigualmente a los diversos
grupos sociales. En esta línea de pensamiento retomo a Esther para notar
algunos matices y claroscuros del trabajo en casa, y que sirven de puente para
analizar los no lugares y las experiencias no tan gratas en este ámbito del
trabajo durante la etapa reproductiva del curso de vida:

(…) [Trabajar] en casa, pues si es bonito, por ejemplo a mí, gracias a


Dios me ha tocado suerte, porque… más o menos me pagan, bien, o
sea, no gano el mínimo, y otra que… siempre me dieron que la ropa,
que los zapatos, entonces yo prácticamente me ayudé mucho en esa
forma, porque “¡ah!, ya no me compro ropa porque me dieron esto,
ya no me compro zapatos, porque ya me dieron zapatos y pus ya,
tengo zapatos”; entonces todo eso me ha ayudado a mí también.
Ahorita lo que hago que por ejemplo toda la ropa que me dan, si yo
no la uso, se la doy a Anabel, que la venda, le digo –mira, véndela y
ahí saca algo y pues, aunque sea pa’ tus tortillas o algo– ¿no?...y es lo
que hago, entonces le digo –si nos ayudamos en casa pero, en casa
no vas a tener lo que tienes en un fabrica. (…) O en una empresa en
donde, con el tiempo, que durara, y la jubilaran, le digo –o sea todo
eso, también tienes que ver, que sí, vas a ganar poquito, pero tú
sabes que con el tiempo, pues ya, te mantiene el gobierno [ríe], pues
eso es bueno.

5.2.2.2 Los no lugares: condiciones en las que no se sintieron a gusto

Antes en el Distrito hacían que la gente le tallara el piso con un zacatito,


órale, hincadito (...). Ahora ¿quién se va a dejar? ¿Quién lo va a hacer? Ya no,
ya la gente está muy despierta (Rosa María).

621
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

A diferencia del apartado anterior en el que vimos cómo la confianza, el


respeto, el pago en especie y otras características hicieron del empleo
doméstico un espacio en el cual asumir lugares subjetivamente aceptables,
ahora veremos las experiencias que las llevaron a renunciar a algunos espacios
laborales, así como las características que, representadas como negativas, les
tornaron no lugares para ellas. En este sentido, considero que la tendencia
general al ubicar las características negativas en determinados espacios de
trabajo se relacionaron con situaciones, eventos y prácticas que evidenciaron
las distinciones, fundamentalmente de estrato socioeconómico, normalmente
ocultas cuando las relaciones en torno al empleo doméstico funcionan bajo la
idealización del ser como de la familia.

Cuadro 15.Características significativas de los espacios laborales en los que no se sentían


a gusto
Cristina Esther Margarit Marilú Rosa Total
a María
Despido asociado a la X x 2
solicitud de un aumento
Desconfianza y/o x x 2
acusaciones de robo
Faltas de respeto/ x X x x 4
discriminación
Exceso de trabajo x x x 3
Pago insuficiente o 2
imposibilidad para x x
mantenerlas empleadas
Empleadoras delicadas o 2
demasiado exigentes x x
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

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AVRIL ARJONA LUNA

Las faltas de respeto y la discriminación aparecen como la principal


característica negativa que encontraron Cristina, Esther, Margarita y Rosa
María en al menos uno de sus respectivos trabajos. En el primer caso, lo que
clasifico como faltas de respeto sucedieron en dos espacios laborales diferentes:
en el primero Cristina fue invitada por su empleador a convertirse en su
amante -posibilidad que descartó en la medida que representaba una traición a
la confianza que le daba su empleadora-; en el otro mi interlocutora se sentía
entre dos fuegos porque trabajaba con dos mujeres, cuñadas, que pretendían
utilizarla para enterarse de lo que decían una de la otra. Margarita, por su
parte, además de percibir exceso de trabajo, experimentó dificultades para
hacer valer sus criterios al hacer la limpieza 115 -sintiéndose frustrada. Además, en
su caso destaca la implementación del uniforme como mecanismo que las marca
en la medida que es un sello de distinción.

Cristina: Sólo en un trabajo el señor quiso que yo fuera su amante,


se llamaba Luis. (…) Pero no, nunca más me pasó algo así -yo pa qué
voy a decir cuando no-; los señores siempre muy respetuosos, sus
hijos igual. Yo digo que sería una descarada si aceptara porque me
están dando la mano ¿y todavía yo con eso?, no. (...). (…) Y aunque
me hubieran dicho yo no lo hubiera hecho porque eso es una
traición. A veces las señoras salían y yo les servía de comer a su
esposo y había confianza. (…). Si allá cuando iba yo a trabajar a una
casa, iba yo a lavarle a una señora, y eran unas cuñadas –una vivía
115 Cuando empleadas y empleadoras comparten representaciones y prácticas en torno a los métodos
para el trabajo las tensiones son menos percibidas y se limitan a las relaciones transaccionales en
torno a los horarios e ingresos, por ejemplo; pero cuando, como será principalmente el caso de Marilú
y Margarita, lo bien hecho se entiende desde la diferencia –que por supuesto es fundamentalmente de
estrato socioeconómico- aparecen representaciones que cuestionan el lugar de las empleadoras como
mujeres que no saben hacer. Estos mecanismos materiales y simbólicos se relacionan en mi opinión con
formas de resistencia que consciente o inconscientemente ponen en práctica dos de mis
interlocutoras para lidiar con la frustración de la que habla Margarita.

623
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

arriba y otra abajo-, cuando bajaba yo a hacerle a la de abajo me


decía “¿qué dice mi cuñada?”, “nada”, me subía arriba y “¿qué dice
Ángela?”, “nada”… “nada” y “nada”… decía yo, “no, me vayan a
bronquiar a mí namás porque ando de chismosa. No, yo no quiero
problemas”.

Margarita: Trabajé con una señora que me decía que lo primero que
hiciera fueran los baños, y así le hacía, pero después de eso se
metían a bañar y ya me decía la señora "ahora sí síguete con lo
demás" -y pues obviamente que si ya te lavé tu baño, ya está limpio-;
el caso es que cuando ya iba para abajo me decía "Magos, no lavaste
el baño", "claro que sí, ya lo lavé (...) usted me dijo que primero los
baños", "sí, pero cuando nos bañáramos, ahora lo tiene que volver a
hacer", "me disculpa, pero ya no lo voy a volver a hacer, no voy a
trabajar doble". (...) [Ahí] no duré mucho tiempo. A mí me gusta
barrer primero, luego mover los muebles y empiezas a sacudir y
trapear donde están los muebles, se seca y empújalos a su lugar, y a
ella no le gustaba que yo moviera los muebles -que porque se
maltrataban; dije "bueno, pues si quiere que lo haga por encima pus
así lo voy a hacer", el problema es que cuando tú no estás
acostumbrada no te sientes a gusto con el trabajo que haces (...), es
frustrante. (...) Y esa señora eso mismo me hizo (...) me compró
uniforme (...), y que le digo "me disculpa señora, pero no me gusta, y
menos usar falda. Para mí en mi trabajo lo más principal es que yo
le haga bien su limpieza y (...) que usted tenga las cosas que yo
necesito para limpiar su casa, uniformes no me gusta usar". [El
uniforme era] un como vestido y aquí [en el pecho] llevaba su
babero, y zapatos blancos, eran blancos, ¡ay, y una red! [ríe] -dice
"ay, pa que no se le caigan los cabellos”. (...). No, antes de esa señora
nadie quiso que usara uniforme

Avril: ¿qué crees que signifique para los empleadores el hecho de


que uses uniforme?

624
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: según ellos que para darle personalidad, o sea, que la


gente que tienen trabajando tiene que andar bien; yo pienso que les
da una cierta categoría a ellos, no sé. (...) Pero para mí no va... pus
¿qué?, somos mascotas o qué. (...) Y bueno, me acuerdo que cuando
llegué con Verónica me decía "¿te compro uniforme Magos?", pero
eso se me hace como que... como que un sello, yo lo veo así (...),
como diciendo "es la chacha"... y nunca me ha gustado, la verdad.
(...). Pero con la señora Lupita, por ejemplo, nunca [ha habido esa
intención].

En un orden de ideas similar Rosa María destacó las diferentes prácticas


alimenticias como mecanismos discriminatorios, teniendo en mente que estas
mujeres necesitan comer adecuadamente, según sus propios hábitos, para
trabajar. Esther, por su parte, refiere lo que no le gustó de un par de
experiencias de entrada por salida con personas poco consideradas o con las que
nunca tuve nada -y aunque estuviera enferma tenía que trabajar-,
independientemente de que, desde su perspectiva, las posibilidades
económicas de sus empleadoras les hubieran permitido ser y hacer de otra
forma.

Avril: Algunas mujeres me han platicado que -por ejemplo-, ellas sí


padecían porque en donde trabajan no comían tortilla o picante.

Rosa María: O te dejan limitado. "Te comes este sándwich, te comes


este pan, tu vaso de leche", y como que si eso [rindiera] para todo el
día, pero uno que está así, trabajando, da hambre. Ellos porque pues
no trabajan -yo creo- así como uno trabaja, pus se les hace algo
normal. O quién sabe, o así están acostumbrados, pero uno no está
acostumbrado, a lo menos nosotros en casa de mi papá cuando
crecimos, comida gracias a Dios había, de eso no nos podemos
quejar. (…) Estábamos acostumbrados a hacer las tres comidas (…)
porque hacíamos muchas actividades. Así como comíamos

625
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

trabajábamos... y nunca estábamos obeso, así gorda no, porque


hacíamos mucho ejercicio, quemábamos grasa, caminábamos,
mucho ejercicio. Y (…) al venir acá y que te van a limitar: "unas dos
tortillitas", o "no comas".

Esther: Cuando empecé a buscar trabajo… sí me tocó una señora


que… que la verdad –este- no, pues no volví allí, nada más me bastó
unas veces para darme cuenta: en primera la señora era así como,
dinero tenía, se veía que sí vivían muy bien, o sea que dinero no le
faltaba, pero…pues son de las de personas que no saben regalar ni
un vaso de agua, entonces pues no; si estoy trabajando me da
hambre, me da sed, digo, y pus, en todo caso, pues me lo estoy
ganando ¿no? Y no, nada más fui tres veces, y vi que no, entonces ya
no regresé. Ahí es donde me di cuenta que hay personas
[desconsideradas] que, que o sea, uno está trabajando y ellos están
comiendo y todo, ¿cómo es posible? (…) Porque muchas personas sí
son consideradas, pero otras no. (…) También trabajé muchos años
con su prima de Andrea, la que me mandó con la señora Mirna, era
amiga de esa señora donde yo trabajé, se llamaba Maricela, ahí
también duré unos buenos años (…), yo creo que como cinco
-porque Teófila estaba bebé cuando la llevaba. Pero con [la prima de
Andrea] sí nunca tuve nada, así, aunque me viera bien enferma yo
tenía que trabajar, y si no trabajaba pues no me pagaba, y con ellas
sí, ni un diciembre, ni nada, o sea, ni para un refresco, nada. (…).

Así, los argumentos materiales y económicos serán motivos para


abandonar un espacio cuando la gente es coda y poco considerada, o cuando las
condiciones económicas de las familias empleadoras simplemente no les
permiten seguir cubriendo el salario de las empleadas. Este último es un
aspecto importante a considerar porque la situación económica de las familias
empleadoras depende del ciclo de vida de las mismas, la ocupación de sus

626
AVRIL ARJONA LUNA

miembros y, cuando se trata de personas mayores o mujeres solas, de si


cuentan o no con una pensión o jubilación.

En relación con lo anterior destaco el caso de Esther, quien tuvo al menos


dos experiencias laborales -una más subjetivamente legitimada que otra- en las
que debió dejar el trabajo porque sus empleadores ya no podían cubrir su
ingreso. A la larga, como veremos más adelante también en el caso de Cristina,
todas estas condiciones repercuten en el empleo doméstico como relación
social longitudinal. Acerquémonos a la narración de Esther en torno a dos
empleadores: una mujer que dejó de trabajar y un arquitecto116 que, endeudado y
unido con una nueva pareja -que tiene una empleada de su confianza-, ya no
pudo emplearla:

No, pues ahí [con la señora Maricela] yo solita llegué, porque


cuando yo empecé a buscar trabajo (…) ella me aceptó. (…) Pues me
fui tocando, casa por casa [ríe], así puerta por puerta y ya, ese día
que salí, encontré dos, con ella y con otra vecina de ella, entonces
pues ya así empecé dos días. (…) Con la señora Maricela [dejé de ir]
porque ella trabajaba y me podía pagar, pero dejó de trabajar y pus
ya no pudo pagarme, entonces pues me dijo que pues que lo sentía
mucho ¿no?, no tenía dinero para pagarme ya. De ella si lo creía
porque yo veía las condiciones en que vivía, yo sabía que pues era
cierto lo que me estaba diciendo, no era que no quisiera darme. (…)
Vivía aquí por Miramontes, por Calzada de Las Brujas (…). Conozco
a su sobrino de la señora Maricela –José, el arquitecto, el que me
había dado Seguro [Social]- (…). Sí, trabajé unos buenos años con él.
Primero estaba casado, trabajaba con ellos; se divorcian y seguí con
él como cerca de un año todavía; ya después, pues ya no me pagaba
completo, iba yo y “¿que crees?, no tengo, te doy $200, te debo
tanto”; o últimamente iba y no estaba, entonces ahí le estoy
116 Fue el empleador que le proporcionó IMSS.

627
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

hablando por teléfono, entonces como que él, también tuvo una
mala racha ¿no? Entonces le dije “no, pues la verdad yo tengo que
buscarle, porque yo voy al día” y pues ya tuve que buscar ¿no?, pero
este, o sea quedamos en buenos términos, yo ya sé que el día que
necesite, y si él necesita, en eso quedamos “el día que puedas ya
sabes” ¿no? Ahorita la que le está yendo a hacer la limpieza es una
señora, que de su nueva pareja, o sea no viven juntos, pero la
muchacha pues va y todo, entonces ella tenía una persona quien le
hace el aseo, creo todavía, entonces luego dice que, luego le va a
echar la mano, y creo que ella es la que le paga, porque el pobre José
está ¡híjoles!, bien endeudado, luego decía “no contestes el teléfono
porque es del banco” [ríe] (…). Yo digo “si sé que no puedo, pues yo
no me voy a, a embarcar con algo que, no voy a salir” ¿verdad?, pero
pues él es así, pide acá, pide allá y a la mera hora ya no halla ni por
dónde hacerse, pero pus…yo digo que es también porque no le echa
ganas, pues es arquitecto, o sea, debe de asegurar bien sus trabajos,
hacerlos bien, sobre todo para que tenga, porque si no hace bien las
cosas, pues no va a tener trabajo.

En asociación con las condiciones materiales de las familias empleadoras


y las expectativas que depositan en el empleo doméstico como relación laboral
flexible, destaca otro motivo, subjetivo y objetivo, por el que al menos Esther,
Marilú y Margarita dejaron ciertos espacios laborales: la inconveniencia del
acuerdo laboral y/o la insuficiencia de ingresos -teniendo en cuenta que el
transporte es uno de los gastos más importantes para ellas- o el aumento de
trabajo. En este sentido, del caso de Margarita se observa que el abandono de
un espacio laboral puede tener que ver con las condiciones de vida de las
empleadoras en la medida que repercuten en las actividades a desempeñar y los
traslados.

628
AVRIL ARJONA LUNA

Esther: hace… unos ocho años creo, trabajaba en una casa donde
había dos niños de kínder (…), pero pues duré poco tiempo porque
ella quería toda la semana y me pagaba poco. Era de entrada por
salida, pero de lunes a viernes, entonces este, era por ahí por
Vaqueritos, pues en aquél tiempo me daba… 750 a la semana, y me
gastaba yo, ponle, 150 de pasajes. Por eso me salí y mejor luego
trabajaba en dos departamentos en un diá, o dos días a la semana
trabajaba doble, se puede decir, y ya me convenía mejor. Sí, duré
poco tiempo y me salí de ahí, era una pareja muy jóvenes, sí.

Marilú: Hubo un tiempo que trabajé con ella [Martha Leyva], tres
días [a la semana], y ya después dijo que nomás dos, y ya después
me dijo que nomás uno, que porque salían mucho a Acapulco
porque el señor es ingeniero electricista -no sé si tenga trabajo allá,
o yo creo que hasta casa tendrán allá. (...). Entonces como eran
menos días ya no me convenía, me salió el trabajo de la Doctora y
me fui. (...).

Margarita: Dejé de ir con Verónica, la de Nativitas, porque ella vivía


con la suegra pero la suegra falleció, entonces lo primero que hizo el
medio hermano fue decirle "desocúpame la casa porque se va a
vender", por eso cambiaron allá para Eugenia, y ahí ya no me fui
porque era una casa mucho más grande y además tenía mucho
vidrio y luego me decían "Magos, lava la terraza", y yo "¡no señora
Vero!", "no te pasa nada", "no, sí, a mí me da miedo". Y ahí ya
nadamás duré como dos meses con ellos (...).

El exceso de trabajo aparece como la segunda característica que repercute


en que estas mujeres no se sientan a gusto en determinados espacios laborales.
Marilú tuvo una experiencia cerca de Perisur, al sur del D.F; en este espacio
encontraba que un problema era el tráfico para llegar y regresar porque éste era
muy pesado. Lo dejó porque aunque era un huevito -muy chiquito- tenía que
mover todos los muebles y lavar las paredes con cloro, pinol y ajáx amonia.

629
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Después de tres meses dejó ese trabajo. En este sentido, la tendencia muestra
que cuando la carga de trabajo les pareció excesiva -porque la casa está muy
sucia, por ejemplo-, no recibieron un trato cordial y respetuoso, ni la dotación
necesaria de alimentos y tampoco hubo relaciones de confianza, estas mujeres
difícilmente se sintieron a gusto y prefirieron buscar otras opciones de trabajo.
Veamos cómo lo describe Margarita desde su experiencia:

Avril: ¿Y por qué dejaste ese trabajo? [Donde estuvo tres años, había
muchos trastes que lavar]

Margarita: porque éramos dos y luego la otra se hacía la tonta y a mí


me tocaba la peor parte, y por eso salí en problemas con la señora,
(...) y en ese momento tomé mis cosas y me vine, porque yo llevé a
esa chica y resulta que ella me salió más lista que yo (...) -es ahí por
la Escuela Nacional (...) [de música], ahí estuve trabajando. Sí
conocí muchas zonas de por ahí. (…) Pues ya en ese tiempo me
estaba dando 250 [pesos] la señora -a mí, porque a la otra le daba
170.

La desconfianza es otra característica negativa encontrada por Cristina y


Margarita en alguna experiencia laboral. En el primer caso, como muestra el
siguiente fragmento, mi interlocutora alude a las limitaciones que encontró en
torno a la recomendación entre empleadoras.

Cristina: [los empleadores de Taxqueña] ellos mismos me


recomendaron a otra casa, allí, vecinos, pos ahí sí no, nomás fui una
vez porque tenía una ventana abierta y la estufa junto a la ventana y
tenía yo que hervir los trapos de cocina pero por la ventana echaba
yo la ropa a la estufa, en la olla para hervirlas, y por ahí la sacaba, las
puertas estaban cerradas, dije yo “no, si no me tienen confianza
para qué voy. Si me están recomendando yo creo que me
recomiendan porque me conocen, pero si me tienen desconfianza

630
AVRIL ARJONA LUNA

pues mejor ya no voy” y le dije a la señora “no, ya no vuelvo a ir con


su vecina”, “¿por qué Cristi?”, “porque así y así y así”, “no –dice-, ahí
ora sí que depende de ti; y si no te sientes a gusto pues no vayas”, y
no, no volví, le digo “no, mejor prefiero aquí, seguirme aquí con
usted, pero ya p’otro lado ya no” [ríe].

El otro caso en el que figuró la desconfianza, el de Margarita, es un poco


más complejo en la medida que ésta sirvió de mecanismo para correrla al poco
tiempo de que demanda un aumento salarial. En este sentido, su caso como el
de Esther muestra experiencias con despidos injustificados asociados al intento
de agenciarse mejores ingresos.

Margarita: con la señora Ernestina... con esa tenía yo un año


trabajando con ella y resulta que le pido aumento y sí me lo dio,
pero como a los tres meses salió [con] que yo le había robado -que
anillos, que aretes, que un collar- y, inclusive hasta me iba a
demandar, y yo dije "pues demándeme, no hay ningún problema
(...). Yo no tengo necesidad de robar, para eso trabajo (...); además
usted usa fantasía y yo no puedo usar todo eso (...)", "no, yo sé que tú
te las llevastes, pues cómo se pudieron haber ido, aquí tú eres la
única que entra", le digo "mejor dígame que ya no quiere que venga.
(...) Ya le dije que el hecho de que yo sea pobre, o que yo trabaje es
por necesidad, no por gusto (...). Pero está bien, vaya y levante la
demanda (...), es más, vaya a mi casa y cheque", "¿o sea que lo estás
aceptando?", "no [al contrario], vámonos ahorita mismo pa que no
me salga con que ay, es que lo fuistes a esconder" (...) y de ahí ya no
volví a regresar.

Avril: ¿y antes, durante ese año, cómo era el trato con ella?

Margarita: no, pues era muy diferente, ella se iba y pues ya; ah, pero
eso sí, le ponía candado al refri (...). Pero pues yo decía "¿quién sabe
por qué será así?".

631
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Esther: Luego [Maricela] me recomendó con su prima de Andrea, la


señora Rebeca, ahí también duré un tiempo nada más que
después…con ella no me acuerdo ni cuántos años estuve, te
mentiría porque la verdad no me acuerdo, pero si duré, pero, ella
también…pues creo que porque le pedí aumento me dijo que ya no
podía…simplemente me habló por teléfono y me dijo que ya no
fuera, o sea, en el momento que yo le dije “oiga señora, siquiera pa’
los pasajes”, porque ya tenía un buen tiempo ganando lo mismo,
entonces a mí, yo dije “bueno igual y ya merezco algo” ¿no? Y
entonces le dije y me dijo “pues voy a ver”, y ya la siguiente semana
me habló y me dijo que ya no fuera, que había llegado una sobrina y
que le iba a echar la mano y todo, y le dije “sí, no se preocupe”, y
pues ya no fui.

Teniendo en cuenta que, de acuerdo con las narraciones de mis cinco


interlocutoras, hay empleadoras y empleadores buenos y malos, considerados y
desconsiderados, me parece importante destacar que de las experiencias del no
lugar podemos deducir la configuración de tipos de lugares de estrato
socioeconómico que ostentan la desigualdad social. Es como si lo que quedara
detrás, sin decirse abiertamente en todos los casos, es el hecho de que las
empleadas estaban legitimadas a exigir muy poco.

Esto nos lleva a otra característica de algunos espacios laborales en los


que mis interlocutoras no encuentran lugar fácilmente: cuando los patrones
son delicados o demasiado exigentes. Del siguiente fragmento de Marilú destaco
una contradicción importante en torno al empleo doméstico como relación
social desigual: la delicadeza y atención que se espera en sus actividades aún
cuando andan corriendo y se ponen de nervios por el temor a endrogarse teniendo en
cuenta que los accidentes, para ellas como empleadas, no siempre están
legitimados.

632
AVRIL ARJONA LUNA

Marilú: pues hay personas que sí son muy delicadas que … pues que
te dicen “pues es que me lo echó a perder, era muy caro” y pus uno
con tal de que ya no nos estén diciendo “no pus, dígame cuánto y yo
se lo pago”. Que yo no he tenido, trato de no andar corriendo, trato
de no andar muy acelerada porque yo cuando estoy muy acelerada,
que ay ya se me hizo tarde, se me cae la escoba, riego l’agua, este, no
falta que y todo eso es por los nervios, o sea, por eso trato de
llevármela tranquila y pues, porque no quiero endrogarme porque a
veces las prisas los nervios nos traicionan y que ya se te rompió un
vaso, una tasa, ya movites algo y ya se te cayó un –tantas cositas que
tienen. (…) Sí se me han rompido cositas chiquitas pero pues me he
dado cuenta con cada persona, porque hay personas que por una
miniatura que se te rompa luego, luego se ponen pero así, de… muy
de malas. Y hay personas que me dicen, “no se preocupe, es un
accidente, a todos nos puede pasar”, ajá, y otros con que “ay, pero es
que era de mi esposo” o “es que era de mi hijo y ahora me va a
matar”, pero ya, cuando nos dicen así uno no está uno tranquilo, sí,
está uno con aquella angustia “ay, ahora que venga el señor se va a
enojar” o ahora que venga el hijo o la hija y pues ya, ya hasta que los
ve uno y ya no nos dicen nada pues ya está uno, ahora sí que en paz,
pero pues mientras tiene uno esa angustia. Sí, pero no, así mucho
accidentes fuertes que me haiga pasado no.

En esta misma tónica y utilizando el siguiente fragmento de Cristina


como puente para entrar al análisis de las relaciones específicas entre procesos
de s/e/a y empleo doméstico de entrada por salida, destaco que durante esta
etapa de vida, a diferencia de la anterior, sentirse a gusto en algunos espacios
laborales se asoció con situarse en un lugar con posibilidades de agencia para
poner límites a las exigencias y demandas de empleadoras que pueden llegar a
adjudicarles quehaceres como si se trataran de un objeto mil usos.

633
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

La única que una vez sí [no me gustó el trato que recibí], fue [con] la
señora de La Viga; y dejé de ir. (…) Era un miércoles y yo quería
acabar, dejar todo recogido, para irme a trair el mandado –porque
ella no iba, me mandaba a mí- y agarra un billete de 200 [pesos] y
me lo avienta en el comedor y me dice “Cristi, ¡¿vas a ir sí o no?!, si
no dime” –y aventó el billete pa que me fuera yo-, y le digo “claro que
sí voy a ir –le digo-, pero tengo que terminar primero” y ya, hasta
que no terminé no me fui; y cuando regresé estaba [ella] viendo que
en la orilla del fregadero se le estaba creando sarro y dice “oiga
Cristi, ¿no se le puede quitar esto?”, le digo “sí señora, sí se le quita,
pero sabe qué, necesito dedicarme a la limpieza, a una cosa u otra,
porque ni una cosa ni otra le va a quedar bien –le digo-, porque en
un día no se hace todo”, “bueno Cristi, está bien”. A otro día que
regreso “discúlpeme –dice-, es que soy muy exigente, pero
discúlpeme”, le dije “pues le voy a disculpar por esta vez” [ríe] –
todavía yo de rezongona-, “a ver por cuánto tiempo”, y dejé pasar
unos días que no iba, y después que le digo “sabe qué, ya no voy a ir”
[ríe], y me retiré muncho tiempo; y no, pues ella misma ahí está,
dale y dale y dale que fuera aunque sea una vez por semana pa que
le diera una ayudita y ya de ai ¡jamás me volvió a decir nada! Y digo
yo, pues es que no se puede hacer todo, si me dedicara a pura
limpieza y no quedara bien es porque yo no lo hacía; le digo “aquí
soy la mil usos” [ríe] (…), era lavar y planchar y había veces que era
comidas, limpieza y quería que le quedara bien. Por eso le dije “no,
mientras sea yo mil usos nada le va a quedar bien”. Y no, ya a última
vez ya no, “ya vete, ya vete”, ya hasta me corría [ríe]; sí, ya después
entraba a las 10 [de la mañana] y salí a las tres de la tarde, y me
pagaba mejor –pero porque no hayan a quién, no le duran las
mujeres, las muchachas, no le duran; yo digo bueno, pues así como
otras [empleadoras] no es, nomás que se les hace pesado el trabajo.
(…) Sí, es muncho trabajo, y luego también ella quita muncho el
tiempo a uno; simplemente cuando yo iba decía “vamos a tender mi
cama” –ella le jalaba allá, yo le jalaba acá y, pos, yo quería que me

634
AVRIL ARJONA LUNA

dejara sola p’hacerlo rápido, pero tenía que andar a su paso de ella.
Nomás que yo digo, dirán que así lo hace uno mejor, en presencia
de ellas, pero pues digo yo “lo que le amuelan es el tiempo”, porque
pues uno va midiendo su tiempo, ei.

5.2.3 Procesos de s/e/a y empleo doméstico en la etapa reproductiva de la


sexualidad

No teniendo uno trabajo tiene tiempo de quejarse [de la enfermedad, cualquiera]


(…). Namás cuando tenía a Bernabé chiquito, ahí sí (…) [sentí] el dolor de espalda,
pero luego ya el difuntito me empezó a comprar vitaminas (…) y con eso se me
quitó (Cristina).

Aquí abordaré las relaciones de ida y vuelta entre procesos de s/e/a, generales y
de la sexualidad, y empleo doméstico. Para introducirnos al tema quiero evocar
algunos recuerdos que asocio a la relación entre trabajo y s/e/a.

Mi madre es ahora una Química fármaco bióloga jubilada del IMSS.


Recuerdo que durante mi infancia y adolescencia -entre mediados de los
ochentas y mediados de los noventa- me platicaba de la “medicina en el trabajo”
y de los estudios de laboratorio que hacía para analizar las cantidades de plomo
en sangre y orina de hombres trabajadores en fábricas -a los que después
aprendí a nombrar como obreros. Recuerdo que la imagen para mí era clara, su
sangre estaba contaminada y el plomo entraba por dos vías: por lo que
respiraban y hacían en sus trabajos y porque en sus casas -las mujeres, que
quedaban un tanto invisibilizadas en la narración de mi madre- acostumbraban
utilizar recipientes de barro para cocinar. En este sentido, también me decía
que había formas de evitar que el plomo entrara al cuerpo de estas personas

635
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

mientras trabajaban: usando protecciones tales como cubre bocas y guantes


-por ejemplo.

Teniendo en cuenta que efectivamente el tipo y las condiciones de trabajo


repercuten en la distribución de los procesos de s/e/a, en un primer momento
me propongo señalar las condiciones de salud a las que tuvieron acceso mis
interlocutoras en el lugar de empleadas domésticas por medio de brindar
algunas respuestas a la siguiente pregunta: ¿cómo afectan el agua y los
productos que usan para la limpieza, los contrastes entre frío y caliente, la
prisa, el estrés y los nervios, los horarios, las condiciones de alimentación en el
trabajo y los medios de transporte a la salud de las empleadas domésticas
urbanas en edades reproductivas?

En un segundo momento sintetizo algunas respuestas a la pregunta


siguiente: ¿cuáles son los eventos de la sexualidad que en esta etapa
reproductiva del curso de vida fueron disruptivos en el trabajo y la trayectoria
en el empleo doméstico? De manera general abordaré el lugar que tuvieron las
enfermedades y padecimientos de sus hijas e hijos en relación con el lugar de
ellas en tanto empleadas domésticas -pues la intención es destacar su lugar de
madres como pivote para la negociación de las condiciones en que ocuparon
este tipo de lugares subalternos.

Por último nos acercaremos a cómo han ido afectando los procesos de
s/e/a a las familias empleadoras pues, como será evidente en el siguiente
capítulo, los procesos de envejecimiento, enfermedad y muerte de los y las
patronas han tenido consecuencias en las condiciones laborales a las que tienen

636
AVRIL ARJONA LUNA

y tendrán acceso quienes, como Esther, Margarita y Marilú, todavía ven lejano
su retiro del empleo doméstico.

5.2.3.1 Enfermedades, malestares y padecimientos experimentados por las


empleadas domésticas: riesgos de trabajo
En el siguiente cuadro podemos observar los padecimientos, malestares y
problemáticas que representan riesgos de trabajo asociados a las condiciones
materiales y simbólicas desiguales entre los grupos sociales vinculados, por
medio de la estructuración social por género y estrato socioeconómico, en
torno al empleo doméstico de entrada por salida.

Cuadro 16. Padecimientos experimentados vinculados con el empleo doméstico


Cristin Esthe Margarit Maril Rosa Total
a r a ú María
Problemas
Asociados a dermatológicos x X x 3
productos en manos
de limpieza Problemas en x 1
vías
respiratorias
Dolores de x 1
Asociados al espalda y
contraste huesos
frío/caliente Dolores en x 1
manos y dedos
Carnosidad en x 1
ojo
Zumbido de x 1
oídos
Cansancio/ x x 2
Asociados a dolor e

637
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

los horarios hinchazón de


y traslados pies
Prisas y nervios x 1
Malpasadas x x x x 4
Robos/ asaltos x x 2
Otros Várices/trombo x 1
sis
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

A lo largo de las entrevistas encontré que el uso de guantes plásticos para


lavar trastes y/o ropa, así como para trapear y sacudir en mojado, no siempre
está legitimado como una práctica previsora de riesgos para la piel de estas
cinco mujeres. De hecho, sólo en el discurso y práctica de Margarita y Rosa
María pude observar que efectivamente hacen uso de ellos en su vida cotidiana.

Margarita asegura siempre haber usado guantes en sus distintos trabajos


-no sólo en casa, sino también en el laboratorio, en el que había otras
protecciones dependiendo de la actividad desarrollada. En este sentido, explica
que ha corrido con suerte porque siempre ha tenido buenas chambas, en las que ha
tenido oportunidad de ver, escuchar y aprender a cuidar, por ejemplo, de sus
manos -una parte del cuerpo que, desde sus representaciones, evidencia una
cierta posición en la estructura social y la imposibilidad de algunas empleadas
domésticas para evitar riesgos. Estas marcas pueden representar estigmas
sociales cuando subjetiva y/u objetivamente no protegen sus manos:

Margarita: desde siempre [he usado guantes plásticos en mi


trabajo] porque cuando yo me vine al Distrito ya tenía yo 11 años y
empecé a ver a la gente, a otras señoras que trabajaban en casa y
que yo escuchaba que decían. Y hasta eso que he corrido con suerte,
porque siempre he tenido buenas chambas, entonces cuando entré

638
AVRIL ARJONA LUNA

al laboratorio no me hacían falta guantes -constantemente estabas


en el agua-

Avril: ¿y en el laboratorio había alguna otra protección?

Margarita: pues el uniforme, y cuando se hacía talco pues el... era un


aparato que tenía [hace señas]

Avril: ¿como una máscara para respirar?

Margarita: sí, porque era puro polvo y se te metía a los pulmones.


(...) Pero así con las señoras "¿y usted qué hace?", "yo trabajo en casa"
y obviamente que lo primero que ves son sus manos y dices "¿pues
qué hace?", "pues es que uso líquidos y me queman"; hay unas que
hasta cortadas andan de las manos, ¡ay no! Y yo pensaba entre mí
"no ha de tener para unos guantes"...y luego cuando ya le ves las
uñas que están cafeses, me da... a mí en lo personal me da tristeza
porque digo "cómo nos señalamos inmediatamente nosotras solas".
Porque por ejemplo con la señora Lupita, que tiene una comida y
"Magos, vengase a comer", "me quedo en la cocina", "le dije que se
viniera a comer"... entonces eso me hace sentirme muy... como que
para ella no importa si eres la criada. (…) Ella dice "es mi secre".

Los líquidos que estas mujeres usan para lavar pueden ser muy agresivos,
como el cloro o la sosa cáustica. En el siguiente fragmento Cristina destaca los
tipos de jabones que se usaban para lavar ropa y explica que en donde ella
lavaba ropa no usaba guantes, aunque se los compraran, porque no se hallaba y
como era poca ropa no se le hacía pesado, a pesar de que recuerda un jabón que sí
le provocaba ardor, como quemadura, en sus manos. Entre las consecuencias del
uso de líquidos que ubica Margarita están las quemaduras, las cortadas y las
manchas color café -que parecen estar muy asociadas a hongos- en las uñas;
mientras que Cristina relaciona las substancias que usaba con las manchas y la

639
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

resequedad que ella misma ha padecido y aliviado con crema. De este modo, a la
larga Cristina no se acostumbró a usar guantes, antes prefería emplear otras
estrategias paliativas, como describe en el siguiente fragmento:

Avril: ¿y para lavar qué cosa usaba?

Cristina: no, pues ahí usaban jabón normal y de este otro, cómo se
llama, enjuague (…), es parecido [al Suavitel]. (…) Tenían jabón de
pasta y tenían de polvo. (…) Sí me compraban guantes pero yo no
me hallaba. (…) Yo me sentía mal con los guantes pa estar lavando,
ei, y también tenían lavadora, entons era [lavar] solo la que no se
podía echar a la lavadora, pero no se me hacía pesado

Avril: ¿y nunca sitió que, por ejemplo, los productos que usaba para
su trabajo pudieran afectar su salud?

Cristina: sí, había un jabón que aquí, todo esto [señala su


antebrazo], se ponía rojo, rojo, ese sí había veces que me hacía mal –
ya ni me acuerdo cómo se llamaba-, pero pues ni modo, compraban
por bolsa, por bulto. (…) No, no les decía yo nada, nada más me
ponía cremita y ya (…), aunque fuera ya no me ardía [ríe] -sí, como
que quema. Pero ya cuando dejé de ir [a trabajar] pues ya se me
compusieron las manos. (…) No, nunca he podio usar guantes -¡no
sé por qué, pero no puedo! Con ese niño que te digo, que ponía los
pañales a remojar, sí me daban guantes, pero no, ¿qué crees que
hacía?: mejor llenaba botes viejos que tenían y con la pata de la
escoba le movía –ahí los desmugraba y luego ya me ponía yo a
lavarlos, les echaba harto jabón y cloro. (…). No, [ni para lavar
trastes uso guantes]. Yo creo por eso estoy –mira- toda manchada,
del jabón –pero estas son del jabón que usaba antes, yo creo que no
me quedaba [bien], o quién sabe, pero se me empezó a hacer
munchas manchas [en las manos] (…). Sí, [además de las manchas
noté que] se me resecaban mucho por el jabón (…), y todavía se me
resecan.

640
AVRIL ARJONA LUNA

Por otro lado, Esther y Marilú no acostumbran usar guantes porque


perciben que sus movimientos se entorpecen; así, como veremos en el capítulo
siguiente, ambas han presentado en tiempos recientes algunos de los síntomas
descritos por Margarita y Cristina. Lo destacable en el caso de Marilú será que
aún con experiencias laborales en las que su salud se ha visto afectada por los
productos de limpieza, como se refirió en un apartado anterior, su conciencia
no abarcaba sus manos, sólo sus vías respiratorias.

El contraste frío-caliente representa otro riesgo de trabajo al que pueden


estar expuestas las empleadas domésticas que planchan y/o cocinan y lavan o
tienen contacto con agua. Como explica Cristina en el siguiente fragmento los
malestares asociados a estas prácticas contrastantes son: dolor de espalda y de
huesos, mismos que más ampliamente se asociaron en su caso con el cansancio y
el frío -o frialdad- que había en su cuerpo y que en parte alivió comiendo ajo -un
remedio que le compartiera una de sus empleadoras por los dolores óseos que
tenía. Los cayos por planchar, sin embargo, esos nunca se le quitaron.

(…) Luego voy caminando y [escucho] que [venden] “burros pa


planchar”, “ay no –le digo- ya me tienen harta, mire, yo hasta cayos
tengo de planchar –le digo-, no, ya no, ya hay que irse olvidando uno
de planchar”

Avril: ¿y usted nunca tuvo un malestar, o algo, con los cambios de


temperatura en su trabajo cuando con el agua y luego planchar?

Cristina: ¡no, sí! Era un dolor de espalda…un dolor que se me metía


en los huesos porque había veces que estaba planchando y de la
plancha me venía a fregar trastes y pues ora sí que tiene uno que
hacerlo; ei, entonces sí llega el momento en que sí duele…la espalda,
los huesos. Pero no, ya después me dijeron que la espalda era

641
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

cansancio y los huesos pues era del mismo frío que tenía, era dolor
de huesos. Pero no, ya ahorita ya no me duelen, pero sí llegó el
momento..pues me iba a lavar hasta cinco docenas de ropa, me iba a
lavar a un lado y cuando iba a planchar a otro pues unas tres
docenas, entonces sí, sí tuve malestar

Avril: ¿me decía que el ajo se lo tomaba para el dolor de los huesos?

Cristina: sí, el ajo, este, me decía la señora que me tomara un ajo, y


sí, en tres días sintí que ya, no me dolía, hasta se me olvidó, ni
cuenta me di, pero ya después de tres días me di cuenta que no
tenía el dolor, porque en la noche me dolía aquí [el antebrazo]. (…)
[El ajo me lo recomendó una señora] de donde yo iba a planchar
[era mi empleadora]; (…) ella me dijo, “tómatela”, porque me
tronaban mis rodillas, habías de ver cómo me tronaban, “no –dice-
tómate el ajo, vas a ver cómo se te quita”. Y sí, dicho y hecho, sí se
me quitó.

Como veremos en el siguiente capítulo con el caso de Marilú, los dolores


de dedos y manos pueden también ser un riesgo para la salud de las empleadas
domésticas. En el siguiente fragmento Margarita explica que ello puede
suceder a la larga, por malpasarse y porque no se toman precauciones para
evitar que el agua se meta a los huesos, hinchándolos de frialdá, y provocando las
riumas. En este sentido Margarita será -por vanidad dirá ella misma- la única de
mis interlocutoras abiertamente consciente de la importancia de los guantes,
por ejemplo. Sin embargo, en el siguiente fragmento reproduce
simbólicamente el lugar que tienen los problemas dermatológicos en su
ocupación, reduciéndolos a una cuestión individual, del cuidado de sí, y
disociándolas de un proceso social del que también deben participar las
familias empleadoras.

642
AVRIL ARJONA LUNA

Avril: algunas señoras me han comentado que empiezan a tener


problemas en sus manos, como que se les inflaman los dedos, las
coyunturas, pareciera un poco como artritis o reumas

Margarita: pero yo siento que eso se te da con el tiempo, de que no


comes, no ésto, no lo otro; y además pues, te digo, [es necesario]
siempre el tecito antes de hacer cualquier otra cosa (...), porque tú
recibes agua y (...) se te mete a los huesos (...), [se hinchan] de
frialdá, por eso se te hacen las riumas. Yo digo que a eso se debe.
Pero yo no tengo. (...) Es el cuidado [que tengan] (...), también con la
piel -yo conozco a varias que les digo "échate crema, cómprate una
crema" (...) -será que yo soy vanidosa [ríe]. (...) Es una forma de
cuidar tu persona, también (...). Por decir Mary, le digo "cómprate
unos pinches guantes", "¡ay¡,yo no sé trabajar con guantes", le digo
"aunque sea pa que laves los baños porque todo eso te mancha las
uñas"... Mi nuera [Victoria, igual] (...), ella en sí no tiene muy
maltratadas las manos -porque utiliza de ese trapeador que tiene el
cono y le exprime.

Otro de los posibles riesgos a la salud de las empleadas domésticas es el


horario de trabajo que, en mi investigación, incluye los traslados de ida y vuelta
en la medida que sostengo que estas mujeres llegaron a vivir al Valle de Chalco
Solidaridad, al menos en parte, porque la configuración de la ciudad de México
requirió y requiere de estos espacios -cercanos pero subalternizados- y sus
habitantes para sobrevivir. No es gratuito que Cristina, siendo la mayor de mis
interlocutoras, encuentre que tanto las jornadas largas de trabajo, que incluyen
planchar, como las condiciones en el transporte público le produjeron males de
aire que afectaron sus oídos -con un zumbadero- y uno de sus ojos
-desarrollándose la carnosidá. Los traslados, que al día podían llegar a tener una
duración de entre dos y tres horas diarias en su caso, le afectaban porque en

643
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

cualquier caso viajar en el transporte cansa y se conjuga con permanecer de pie


y en actividad durante prácticamente toda su jornada laboral, provocando dolor
e hinchazón de pies. A este último respecto se suma la opinión de Esther, para
quien efectivamente los largos traslados de pie acentúan el cansancio.

Cristina: sí, sí afecta [tener un horario o jornada larga]; tan sólo este
zumbadero de oídos luego pienso que es de que planchaba yo
muncho y abren las ventanas de los camiones y viene el aire de
sopetón –yo de ‘ai fue donde empecé a notarle. Pero sí, está uno
encerrado y de repente sales al aire. Una vez –eso fue allá en
Taxqueña- estaba yo planchando y habían dejado ropa tendida –que
esa yo no la lavaba, iba a puro planchar- y en eso se vino el agua y
tuve yo que dejar la plancha e ir por la ropa (…), entonces d’ai me
empezó este ojo, duró muncho tiempo que me lloraba y me lloraba –
yo digo que fue aire- y se me empezó a hacer la carnosidá, de ahí
siento que fue. Y después no supe ni cómo, [pero] se me fue
quitando. (…) [El zumbido de oídos] lo tengo todavía (…), entons en
la noche lo que hago es prender el radio pa no oyir la zumbadera(…)

Avril: y tomando como ejemplo el tiempo que usted se hacía de ida y


vuelta al trabajo, entre dos y tres horas según me dice, ¿usted cree
que esos tiempos de trasladopuedan tener efectos en la salud de la
gente?

Cristina: yo digo que sí porque tanto se cansa uno de ir sentado


como se cansa uno de ir parado, y como le pueda tocar sentado le
pueda tocar parado; yo varias veces me llegó a pasar que me tocaba
irme parada –de aquí a Tlahuac no, pero lo que es de ahí para allá
[hacia Taxqueña] sí. (...) Se hinchan los pies (…) y luego seguir todo
el día a donde va uno (…); porque va uno parado y llega allá [al
trabajo] y no se sienta uno –sigue uno parado. Sí, eso sí, había veces
que me dolían los pies en la noche –de tanto andar p’allá y p’acá. Me
acuerdo que cuando estaba mi hijo el mayor me llevaba mi tacita de

644
AVRIL ARJONA LUNA

café cuando llegaba yo de trabajar y lo único que quería era


descansar (…). Pero sí, sí afecta –más ir parado- (…) luego el
transporte y el tráfico, ¿te imaginas como no va a afectar? (…).

Esther: Pues yo, a veces, cuando encuentro asiento pues vengo


dormida [ríe], pero cuando no, pues parada y luego el cansancio, y
todo eso, pues yo creo que en algo afecta [a la salud las horas en el
transporte] también. (…) En el cansancio (…), es más cansado venir
parada.

Desde la perspectiva de Marilú y Margarita ni los horarios de trabajo ni


los traslados y sus condiciones repercutieron en su estado de salud durante esta
etapa intermedia de su vida. Esto se explica en parte por la diferencia de edades
y el hecho de que mientras Cristina estaba presentando la menopausia
alrededor de 1986, a los 45 años, Marilú tenía en ese entonces 25 años y acababa
de tener a su segunda y última hija.

En cualquier caso, ella asegura que los horarios de trabajo que ha tenido,
o el tiempo que dedica a su trabajo, no ha repercutido en su salud porque ahora
procura llevársela tranquila, aunque ya sepa que va a salir tarde. Sin embargo, como
ya vimos con anterioridad, ella aseguró que normalmente mientras sus hijas
eran niñas andaba a las carreras y nerviosa por regresar a su casa una vez
concluida su jornada laboral. Por ahora notemos que en su caso la salud y el
trabajo han adquirido particularidades a partir de su experiencia con las várices
que le fueron operadas en 1983 bajo la orientación de su empleadora y que unos
años más tarde -en el 2009- derivarían en una trombosis de pierna que
repercutió en su trayectoria laboral, debiendo abandonar el espacio en el que
trabajó desde chamaca y en el que le pusieron tache porque dejó de trabajar unos
meses.

645
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Avril: ¿y con los patrones no hubo chance de negociar una


incapacidad por ciertos meses y después regresar [cuando tuvo la
trombosis]?

Marilú: pus no porque la señora son de las que no hacen nada,


tonces ella, pus como tiene dinero, prefiere pagar una persona que
le haga su quehacer. (…) Ella me dijo “pues ya quédate en tu casa, ya
no tienes hijos que mantener”, todavía ella sabe dónde vivo y me
conoce, me conoce desde mi pueblo porque yo trabajé desde muy
chamaca con ella, nomás que me iba y venía, me salía y todo, y este,
tons me decía “pues ya ahorita hijos ya no tienes que mantener, qué
gastos puedes tener; ya, tú quédate en tu casa, ya no trabajes.
Llévatela tranquila”. Digo pues sí “llévatela tranquila” y de dónde
voy a sacar para mis, “no tengo gastos” pero la luz, l’agua, el teléfono
y todo, jabón, o sea, de todos modos tengo que gastar quiera o no. Y
este, me dijo “no pues sí”, y este, pus por ahí me decidí porque dije
“en la torre, ya me quedé sin chamba”. Y como yo casi no había
buscado trabajos en otro lado, siempre estuve ahí, o sea, como que
dije “pus me siento a gusto” y, nunca me trataron mal, nunca me
regañaron, nunca ... que llegara tarde y que me corrieran, me, o sea,
que me regañaran “pos ahora no entras”, o “mira qué hora es”, o sea,
no, eso que nunca tuve ese problema pero pues… yo el simple hecho
de que decía “pues me hablan bien, me dan un taco y eso” y pus,
pienso que, que me querían tons yo decía “pus toy bien” ¿no? Pero,
pues nunca busqué otro lado y ya cuando me enfermé ellos sí
buscaron en otro lado y me dieron tache. (…) Dejé de trabajar como
tres meses… porque un dolor de cabeza o de cuerpo [no me
importa], sigo trabajando.

Del fragmento anterior además destacan los argumentos que la


empleadora esgrime para relevar a Marilú del trabajo y que reproducen las
representaciones sociales hegemónicas: si ya estás grande, enferma y sola
-porque no tienes hijos chicos-, ¿para qué trabajar? En el siguiente capítulo

646
AVRIL ARJONA LUNA

veremos cómo cambian algunas representaciones de Marilú a raíz de un


accidente laboral -en el que se golpeó una pierna, haciéndose una herida- que
definitivamente repercutió en su trayectoria laboral.

Los accidentes de trabajo son aquellos eventos riesgosos que pueden


suceder a lo largo de la jornada laboral, en la que incluyo el traslado de ida a y
vuelta de los espacios de trabajo, y repercuten en el bienestar de las personas.
Todo muestra que durante esta etapa de vida los accidentes no se presentaron
en sus experiencias laborales, y que los riesgos posibles asociados a los traslados
sólo los experimentaron Cristina y Esther.

Esther: (…) antes seguido asaltaban, aquí por “24 horas” o de


Zaragoza para acá, siempre se subían, ¿no te ha tocado a ti que
suban unos chavos a pedir dinero? (…) Aquí en “24 horas” me toco
una vez, tempranito como a las 5:30 de la mañana. (…) Dinero, o sea,
es lo que piden, pero ves como hablan tan feo (…) y es de a 10 [pesos]
para arriba. (…) Sí, exactamente, como cuota. Entonces, me ha
tocado aquí por Zaragoza, y una vez me tocó por La Virgen, que se
subieron, y “pues venimos a, pedirles de a 10”, y no traía cambio
[ríe]… No les di nada, pero yo así como con miedo (…).

Finalmente, el principal riesgo a largo plazo está asociado a las


condiciones generales ya descritas del empleo doméstico de entrada por salida.
Me refiero a las condiciones de alimentación y las malpasadas que
caracterizaron parte de la vida laboral -y familiar- de Cristina, Margarita,
Esther y Marilú -quien es la que más se malpasa todavía. Por ahora tengamos en
mente que, en términos de las representaciones y prácticas alimenticias, el
empleo doméstico ha significado tanto limitaciones como posibilidades a la
agencia de las empleadas, convirtiendo la necesidad de alimentarse en un

647
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

aspecto fundamental a lo largo del curso de vida y en asociación con los


procesos de envejecimiento.

Cristina: [Cuando trabajaba en Taxqueña y en la Viga] me daban de


comer allí mismo. O si no tenía yo tiempo de comer me llevaba yo
mi fruta y me la comía a la hora de comer. (…) Desayunaba yo en la
casa y allá me tocaba la comida; y había veces que salía temprano y
venía a comer a la casa. Pero sí se malpasa uno un ratito, diría yo
que se pasa la hora, pero el día no [ríe], aunque afecta con el tiempo.
(…) [Normalmente comía] lo que ellos hacían para ellos: albóndigas,
arroz, frijoles, ensalada.

5.2.3.2 Sexualidad, salud y empleo doméstico: negociando entre tipos de


lugares de género
El acceso a nuevas representaciones y prácticas en torno al grueso de los
eventos de la sexualidad como parte del empleo doméstico no representó un
beneficio concreto para mis interlocutoras durante esta etapa de vida
intermedia. Como ya se dijo, hubo tres casos (Marilú, 117 Margarita y Rosa
María118) en que recuerdan haber abordado aspectos de la sexualidad, durante
su juventud, con alguna empleadora, destacando que los eventos sobre los que

117 Marilú encontró en alguna experiencia laboral significativa la orientación de su empleadora para
tener un parto sin riesgos; en este caso mi interlocutora insistía en irse al pueblo a tener a su primera
hija, pero su empleadora se mostraba preocupada por las formas de atención a las que tendría acceso y
le sugirió que se quedara con ellos y diera a luz en la ciudad. Marilú, primeriza, prefirió acudir a su
madre, su abuela y su tía.
118 En el caso de Rosa María aparecieron los anticonceptivos como agregado positivo a raíz de su
inserción en el empleo doméstico; fue su segunda empleadora -cuando todavía no se unía, pero era
evidente que tenía pretendientes- la que le recomendó cuidarse, darse a respetar y tomar con calma el
proceso de selección de quien sería su pareja. Fue así que la llevó a una clínica para que le dieran
métodos anticonceptivos orales -mismos que tomó solo durante seis meses porque le caían mal.

648
AVRIL ARJONA LUNA

se habló estuvieron y están condicionados por el ciclo de vida y el ciclo


doméstico de las empleadas y las empleadoras.

Por supuesto que el interés de las empleadoras pudo ser genuino, y todo
indica que una condición necesaria para hablar de los eventos de la sexualidad
es la confianza. Sin embargo, debemos considerar que pudo haber un interés de
estrato socioeconómico, dado que mis interlocutoras cubrían algunas
necesidades de las empleadoras que -ubicadas en otro lugar- lo que menos
querían era perderlas por un embarazo que -como sucedió en los cinco casos-
repercutiría en la continuidad de su trayectoria laboral. 119

En este sentido, una continuidad entre etapas de vida en la trayectoria


laboral fue que durante la adultez estas mujeres no intercambiaron
abiertamente información en torno a los eventos de la sexualidad con sus
empleadoras por tres principales motivos: pena, ignorancia y miedo a preguntar. El
caso de Marilú destaca pues es la única que dijo haberse enterado someramente
de la menopausia por medio de su primera empleadora, quien redondeó sus
saberes sobre la menstruación -naturalizando los síntomas premenstruales- y le
anunció que en varios años se le retiraría. Puesto que sobre este evento
pensaremos en profundidad en el siguiente capítulo, por ahora tengamos claro
que la interacción con las familias empleadoras no siempre representó la
ampliación de referentes y representaciones en la sexualidad, como sí sucedió
por ejemplo con la alimentación.

119 “El embarazo es señalado [por la empleadoras] como el principal problema que lleva la relación de
trabajo a su fin” (Durin, 2014: 276).

649
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Ahora bien, ¿cuáles son los eventos de la sexualidad que en esta etapa
reproductiva del curso de vida fueron disruptivos en el trabajo y la trayectoria
en el empleo doméstico?

Cuadro 17. Eventos de la sexualidad reproductiva que consideran disruptivos del trabajo
Menstruación Cuarentena Embarazos Total
Rosa María x x 2
Marilú x 1
Esther x 1
Margarita x 1
Cristina x 1
Total 1 2 3
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Muy al principio del trabajo de campo Margarita y Rosa María no


observaban impacto alguno de los eventos de la sexualidad en su situación y
práctica laboral. Con el paso de las entrevistas encontré que existen
distinciones cuando hablamos de las mujeres en general y de sus casos en
particular,120 de modo que para Rosa María son la menstruación, porque es
incómoda, y las cuarentenas, porque estuvo en reposo, los eventos de la
sexualidad que han impactado de alguna forma su experiencia del empleo
doméstico.

En el siguiente fragmento esta interlocutora explica de qué depende que


los eventos de la sexualidad reproductiva de las mujeres les afecten o no en el
trabajo, y como se observa lo hace apelando a representaciones biologicistas
concentradas en las dos tendencias que ubica en los organismos y que sintetizo

120 Estos dos casos ejemplifican empíricamente las críticas teóricas planteadas por diversos autores a la
denominada “perspectiva del actor”. Una cosa es lo que las actoras dicen inicialmente y otra distinta la
que se puede analizar con una perspectiva crítica utilizando la información obtenida por técnicas que
apunten a la profundidad de la información obtenida.

650
AVRIL ARJONA LUNA

con base en lo expresado por mis interlocutoras como hacer demasiado caso y no
hacer caso.

Rosa María: [Depende] del organismo de cada quién, hay unos que
a la mejor sí, pus te [de]caes, y otras que no, p's les vale, ellas van a
trabajar como si nada. A la mejor no tanto es de que (…) "ay, ya me
vino y, ay, ya, ya no voy a trabajar, ya no voy a comer, ya no voy a
hacer nada", a lo menos en mi caso mío (…) mis cosas lo voy a hacer.
Quizás a la mejor te [de]caes un poco, ya no es lo mismo. U otra: yo
a lo menos soy de esas personas así, "ya viene mi menstruación ¡ay!,
lo que no quisiera ni que alguien se acercara", porque como que te
llega el olor, 'tonces como que te acohíbes, ¿no? No es lo mismo. A la
mejor en ese sentido nos afecta, pero no quiere decir que te vas a ir
a acostarte toda la semana que tienes tu... o los días que te dura tu
menstruación, (…) o ya no vas a lavar, ya no vas a salir, te vas a
encerrar. No. (…) Pero dependiendo cada uno, ¿qué tal si te dan
cólicos?

En general los padecimientos generales asociados a la menstruación y los


embarazos afectan porque el desempeño del trabajo no es el mismo en
condiciones de bienestar que cuando se perciben malestares físicos; es como si
la principal herramienta del trabajo tuviera alguna falla que limitara su
productividad general. Sin embargo específicamente con la menstruación la
representación dominante será que no les afectaba en su trabajo: ‘ora sí que qué
me iba a andar fijando, yo quería trabajar para sacar dinero- dirá Cristina.

En el caso de Margarita no es gratuito que comente desde las experiencias


ajenas que la cuarentena es el evento que más disruptivo resulta en la vida
cotidiana de las mujeres trabajadoras. Ella reconoce que el cuerpo de las
mujeres requiere reposo, pero como no tuvo esa oportunidad critica a las

651
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

mujeres que reposan y lo hacen en exceso. Así, desde su perspectiva y la de


Marilú, los eventos de la sexualidad afectaron casi nada su situación laboral
porque debían seguir trabajando, por lo que la principal preocupación derivada
de la sexualidad reproductiva a corto y mediano plazo fue hacerse de
estrategias para atender a sus hijas e hijos mientras trabajaban.

El resto de mis interlocutoras reconoce que los eventos de la sexualidad


de las mujeres sí afectaron su situación laboral. Cristina, enfatizando los
embarazos dijo que afectan porque es común que haya dolores de espalda, pies
cansados y agotamiento. Ella logró remediar esos malestares con vitaminas que le
compraba su segunda pareja formal y con descanso, pues la sacó de trabajar
porque ya estaba cansada. Esther también enfatizó el embarazo como un
evento que socialmente repercute en la obtención y permanencia en el empleo
porque ya no nos quieren dar trabajo; porque dicen que ya no podemos cargar pesado o
subir y bajar, dijo.

En este sentido, el embarazo representa prácticas de atención y cuidado


que, más allá de que se lleven a cabo, repercuten a nivel de las representaciones
y prácticas en la permanencia en el empleo durante dicho proceso. Esta es una
de las situaciones más problemáticas en el caso de las mujeres madres
trabajadoras en general, pero tienden a acentuarse entre las que laboran en
sectores informales. Las tensiones y contradicciones entre las representaciones
de distintos actores sociales se hacen presentes cuando la maternidad
idealizada -como nudo gordiano de representaciones sobre las relaciones inter
e intra género, de las mujeres-madres, del trabajo, el cuerpo y la salud- es
prescrita y proscrita para las madres-proveedoras en condiciones particulares
de vulnerabilidad material y simbólica.

652
AVRIL ARJONA LUNA

Así, los embarazos fueron disruptivos conforme se sumaron y tendieron a


complejizar las tareas de crianza121 e irrumpir en la permanencia en empleos
lejanos al lugar de residencia de la familia durante las primeras etapas del ciclo
de vida de éstas. Idealmente, mis informantes hubieran trabajado hasta tener a
sus primeras/os hijas e hijos para después permanecer en casa y, en lugar de ser
empleadas domésticas, adquirir el prestigio de “amas de casa”. Pero las
tendencias de los casos indican otra cosa, pues ya fuera en el empleo doméstico,
o cambiando temporalmente de ramo, siguieron articulando el trabajo
productivo con el reproductivo y echaron mano de una red de mujeres que
vivían, habían vivido o viviría condiciones similares. 122 Las empleadoras,
mujeres con condiciones económicas y simbólicas diferentes, también
fungieron como parte de esa red en la mayoría de los casos, permitiendo llevar
a sus hijas e hijos menores al espacio laboral cuando fueron bebés.

Cristina: no, pues aquí [en Valle] ya no [requerí de apoyo de nadie


para cuidar a mis hijos], ya estaban todos grandes –me iba yo a mi
trabajo y ellos se quedaban- ya entonces empecé con las nietas [ríe]
(…), pero no, también me salieron muy buenas, hasta la fecha.

Aunque no se dice abiertamente, la maternidad intensiva -como producto


de embarazos continuados- implicó un evento disruptivo en las condiciones
económicas de las informantes y sus familias, especialmente cuando la pareja
respondía mínima o nulamente a su papel de proveedor -explicando en buena
121 Las tareas de crianza “y cuidados: alimentar, vestir, bañar, mantener limpios los espacios y la ropa,
vigilar, tranquilizar, incluso divertir y jugar” (Durin, 2014: 289).
122 La cadena de cuidados se ha enfatizado globalmente, pero también refleja experiencias nacionales y
refiere la transferencia de cuidados: “mientras los hijos de las trabajadoras domésticas están siendo
cuidados por sus madres [u otras mujeres] (…), éstas cuidan a los hijos de sus patrones” (Durin, 2014:
288). En cualquier caso, lo destacable de estas cadenas de cuidados es que “las funciones (…) siempre
quedan a manos de mujeres, mientras que los varones están ausentes” (Durin, 2014: 291).

653
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

medida el intento de aborto de Margarita y la proyección del deseo de abortar a


sus dos últimas hijas de Esther.

Más allá de la perspectiva de las actoras, los eventos de la sexualidad


reproductiva pueden ser extensivamente disruptivos cuando se observan como
sucesos asociados en torno a los cuales se construyen las representaciones de la
diferencia sexual, la división sexual del trabajo, los cuerpos y sus prácticas, bajo
normas idealizadas que en la mayoría de los casos no se corresponden con las
condiciones reales de existencia. Así, como veremos también en el siguiente
capítulo, el temor a preguntar y el temor a saber se tejen en torno a los eventos
de la sexualidad, desde la menarca y en muchos casos hasta la última fase de la
tercera etapa de los TRS, y van definiendo prácticas corporales, reproductivas y
productivas con tendencia a la subalternidad como marca distintiva de género
y estrato socioeconómico.

Las disrupciones de ida y vuelta entre sexualidad y trabajo son complejas


y pueden ubicarse en un contínuum en el que abundan los matices. Ciertamente
la continuidad en la trayectoria en el empleo doméstico, y en el empleo en
general, se vio afectada por eventos como el embarazo y procesos como la
maternidad; sin embargo, ésta también impactó en la situación en el empleo en
general, pues su ser madres fue uno de los principales ejes en torno a los cuales
se abrieron o cerraron oportunidades en torno a la construcción de lugares de
género: como trabajadoras abriendo o cerrando modalidades más flexibles del
trabajo, y como madres abriendo o cerrando el diálogo con las empleadoras.

Cristina: (…) [La señora Martha y yo] nos llevamos bien porque ella
tenía a sus hijos un poquito más grandes que yo –los míos eran un
poco más chiquitos-, entons ai íbamos; y yo con sus hijas nos

654
AVRIL ARJONA LUNA

llevamos muy bien, cuando yo llegué ahí el más chiquito [de los
hijos de la señora Martha] estaba en el kínder, y ahorita ya están
todos con hijos en la prepa.

En este sentido, sostengo que todas contaron, y algunas lo siguen


haciendo hasta el día de hoy, con la solidaridad de al menos una familia
empleadora a partir de la negociación de tipos de lugares de género que
mostraban la tensión entre el de trabajadora y el de madre, fungiendo ésta
como pivote biosociocultural para construir buena parte de las
representaciones en torno a las fallas en las que incurrieron en la ocupación de
este lugar.

Observemos el caso más representativo de la solidaridad patronal en


torno al empleo doméstico como relación compleja observando el impacto en el
trabajo de los procesos de s/e/a de uno de los hijos de Cristina en esta etapa de
vida, en la que cuando no le llovía, tronaba:

Avril: ¿y cómo le afectaban estos eventos, como cuando sus hijos se


enfermaban, en su trabajo?, ¿trabajaba igual de bien?

Cristina: no, pues no, anda uno como volando en el viento, ya no


sabe uno si estar aquí o estar allá; yo con Perico ora sí que iba y
venía, iba y venía –pasaba a la Cruz Roja a verlo-, me dieron unos
tres días para que lo atendiera y esos tres días sí me los pagaban,
pero ya más ya no, me decían “no, atiende a tu niño, cuídalo”, y ya
cuando iba me pagaban. (…) [Antes de eso] – como el esposo de la
señora [Martha] también era Licenciado-, cuando mi hijo [Perico]
estuvo internado en el Hospital, de allá de la Perla, él me ayudó a
sacarlo –porque me cobraban en esa época 500 pesos, pero era
muncho-, y ya él me dijo “a ver, ¿que tienes un hijo internado?”, “sí –
le digo-, pero no lo puedo sacar porque tengo que pagar lo de 500
pesos”, “¿cómo?, si ese Hospital es para que vaya la gente pobre, no

655
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

le tienen que cobrar. Deme el número de su cama de su niño”; y


pues ya fue con la encargada y me dice “ahorita saliendo de aquí va
por su niño y no tiene que pagar ni un solo centavo”, y sí, así fue, ya
cuando llegué estaba el niño dado de alta (…); el mero 2 de
noviembre me lo dieron de alta –ahí voy yo con chico muchachote,
me quedaban sus rodillas acá y los pies en las rodillas, ahí voy
cargando y se me arrimaban los chamacos “nuestra calaverita” (…), y
ahí voy yo con mi chamaco que tenía como siete años y apenas
podía con él. Estuvo internado un mes. [Lo llevó a internar mi
mamá], fue yo creo por una infección en la llave del agua porque
tomaba agua de la llave, y de ahí le vino como un derrame porque
arrojaba muncha sangre por boca y nariz. Fue también cuando me
hicieron a mí mi estudio porque me dolía muncho la espalda,
pensaban que estaba tuberculosa y no, gracias a Dios no, lo que era
el puro cansancio; fue cuando yo le platiqué al difuntito, porque me
preguntaba cómo estaba y yo le contaba, y que va y me trae la
vitamina y sí, se me quitó el dolor de espalda –y todavía ni era nada,
nomás compañeros de trabajo. Pero sí, siempre tuve yo ayuda [de
mis empleadores]. (…) Y con los otros [empleadores] igual, cuando
tenía juntas del a escuela igual, les avisaba y ya me decían “sí, vete”;
depende donde me tocara –ya juera con la señora Martha o con la
Señora Aída- yo les avisaba. (…) Sí, hasta eso [eran igual de
solidarias]; no se conocieron ellas nunca, pero eran igual. Les
contaba y me decían “ay, Cristi, a usté le llueve”, les digo “sí, cuando
no llueve truena” [ríe]. (…) Pues no [a ellas nunca les llovía con sus
hijos], hasta eso que no porque los enfermos eran ellos dos [la
señora Martha y su esposo].

En síntesis, la segunda etapa de los TRS fue importante por las


disrupciones de la sexualidad en el trabajo, del trabajo en la sexualidad y de la
familia en ambas. Acerquémonos ahora a los procesos de s/e/a en las familias
empleadoras desde las representaciones de mis interlocutoras.

656
AVRIL ARJONA LUNA

5.2.3.3 Algunos trazos en torno a los procesos de s/e/a en las familias


empleadoras
Teniendo en cuenta que las familias empleadoras han cursado su propio ciclo
en el cruce de trayectorias vitales, aquí quiero perfilar la entrada al análisis de
un proceso a la larga fundamental en mi problema de investigación: los
procesos de envejecimiento, enfermedad y muerte de los y las patronas y sus
posibles consecuencias en las condiciones laborales a las que tienen y tendrán
acceso quienes, como Esther, Margarita y Marilú, todavía ven lejano su retiro
del empleo doméstico y observan cambios generacionales en las familias y
unidades domésticas empleadoras en el contexto de la ZMCM de principios del
siglo XXI.

La señora Martha fue una empleadora significativa de Cristina; todavía


vive y la busca. Se trata de una viuda a la que mi interlocutora le calculaba, en el
2013, alrededor de 84 años. Este dato es relevante pues nos deja ver una
tendencia entre las empleadoras de mis interlocutoras durante la etapa
reproductiva: sus empleadoras eran algunos años mayores que ellas y servirán
de referente comparativo cuando, por ejemplo, Cristina y Esther hablen de su
propio proceso de envejecimiento.

Como es la tendencia nacional, entre los esposos de las empleadoras la


esperanza de vida ha sido menor. En el siguiente fragmento Cristina comenta
en torno a los procesos de s/e/a de la pareja con la que trabajó en La
Viga-Cafetales: la leucemia del señor Joaquín, esposo de la señora Martha, así
como sobre las múltiples operaciones que decía tener ella y otros problemas más
recientes asociados a que tiene la azúcar.

657
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Los enfermos eran ellos dos [la señora Martha y su esposo]; el señor
sí había veces se ponía malo –como cuando ya le dio la esta
enfermedad que, cómo le dicen..leucemia, pero eso ya fue a últimas
veces-, pero él decía que no podía ver sangre porque se sentía
desmayarse.. y la señora igual, ella dice que tenía 11 operaciones
porque cuando no era una cosa era otra, y todavía hasta ahorita –el
otro día que me habló- dice que tenía una rodilla bien hinchada,
pero no me acuerdo como se llama esa enfermedá, y le dijeron que a
lo mejor se la cortaban, pero quién sabe. Dice “no, Cristi, ¿usté cree
que voy a aguantar yo?”, pues tiene la azúcar también.

El caso de la pareja de Taxqueña -Aida y Francisco, con quienes trabajó


como unos 20 años y en donde conoció a su segundo esposo- tuvo otra suerte.
Primero falleció el señor en un accidente automovilístico asociado con que se
vio obligado a cerrar su fábrica, por lo que Cristina considera que de eso mismo se
le cargó, será de sus nervios, chocó contra un árbol y ahí quedó –joven, no muy grande,
no muy chico (…), ha de haber tenido como unos 63 años-, todavía estaba juerte el señor.
Muy buena gente también [él]. La señora Aída murió más recientemente,
alrededor del 2011, por una bronquitis que Cristina asociará al abandono en el
que quedó con la viudez y la independización de sus hijos -y que se tornará una
experiencia de riesgo que proyectará sobre su madre, la señora Katya, y en
menor medida sobre ella misma.

En torno a esta pareja de empleadores Cristina destaca que irónicamente


la señora Aída, una vez viuda, no pudo acceder a los beneficios del IMSS
derivados del trabajo de su esposo por falta de previsión -una característica
generalizada, en mi opinión, en las representaciones y prácticas en nuestro
país:

658
AVRIL ARJONA LUNA

El señor me decía que si yo me apuntaba al Seguro [Social] de la


fábrica me iban a dar una pensión, pero pus a la mera hora mira en
qué quedaron [ríe]. Nomás que yo no quise resolverle nada porque
dije yo “no, si me meto al Seguro me voy a ver obligada a trabajar
-quiera o no quiera. Y a lo que así, nomás por temporada, pues
cuando quiera vengo y cuando no, no; no tengo quién me exija ni
quién nada”. Nomás por eso no quise. Dije yo, yo con mis hijos y
luego que cada rato esté faltando, no, mejor no. Y te digo, a la última
ni a la señora le arregló su seguro –después ella tuvo por sus hijos-,
no tuvo tiempo de arreglar por el accidente que llevó.

El caso de Margarita y sus representaciones en torno a los padecimientos


de la sexualidad de otras mujeres, incluyendo a sus empleadoras, es muy
particular en la medida que reiteradamente asocia lo que ella llama
promiscuidad con enfermedad cuando no hay protección de por medio -como
veremos más ampliamente en el siguiente capítulo. Por ahora retomemos sus
representaciones en torno a una de sus antiguas familias empleadoras y las
pocas prácticas de autocuidado que recuerda en la señora Mary -una mujer con
cáncer de seno- y su hija -una joven muy liberal y promiscua que desde las
representaciones de mi interlocutora reproducía lo que vio en su madre.

Avril: Y en general, ¿con tus empleadoras has platicado sobre


cuestiones de salud o enfermedad?

Margarita: Bueno con la señora, este, una de aquí la Sifón, por aquí
por Churubusco (…), sí; porque de hecho ella tenía unas bolas en los,
en el pecho, y le quitaron no sé cuántas, y ahorita, pues no sé si viva,
si no viva, o sea, ella era de las personas que “hoy me duele la
cabeza” y esta “¡ash! ¡Ash!” “¿Qué tiene señora Mary?” “¡ay! Es que
me duele la cabeza, es que no sé qué” le digo “pero párese, anímese,
me desespera”, “no”, “sálgase, báñese, haga lo que tenga que hacer,
olvídese de que le duele la cabeza” (…). Ella tiene 63 años, si es que

659
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

vive. Tiene una hija que era muy grosera, o sea era muy, es muy
liberal, no creo que ya se haiga casado, para nada, porque virgen ya
no era, le gustaba el trote, (…) con decirte que la mama la llamaba
promiscua, la mama, “¡es que eres una promiscua!, ¿cómo es posible
que te acuestes con uno y con otro?, ¿qué no te das pena?, ¿no
piensas en tu salud?” -dije el burro hablando de orejas; ella fue igual,
o era igual, anda con un tipo que en lugar que la mantuviera, ella
tenía que darle dinero a él. (…) Trabajé ahí como seis años (…) [y lo
dejé] porque tenía un perro negro, entonces, pues yo para nada que
me llevaba con ese perro. (…) Es que era pastor alemán y soltaba
mucho pelo, luego ella hasta en la cama lo subía, lo metía cuando el
perro andaba muy jarioso. Luego [yo] decía “¿Qué tal que hasta a
ella se la enchufa?”… porque ¡oye, harto esperma encima de su
cama!, pelos del perro - ¿y teniendo cáncer?, yo decía ¡ay no! (…)
Entonces le dijeron, no animales, no gatos, no pollos, no nada,
menos perro, pero si el perro ya lo tenía ahí, siempre, siempre que la
veías, su ropa estaba llena de pelos, ropa interior. Y tenía un
amante, pero feo, ella hasta lo iba a buscar, a su casa; yo le decía
“¿qué le gusta si esta re horrible?” -claro ella no estaba guapa, no era
la belleza, pero, arreglada se veía muy bien, lo que pasa que sabes
que ella es alta, delgada, pero tiene la cara así larga, larga, y como
está narizona obviamente que se veía fatal ¿no?, pero cuando se
arreglaba muy bien le quedaba muy guapa, le digo “ay yo no sé qué
le ve al Toño si esta reculero” (…) –y no, no, o sea, no se le veía nada
bueno. Entonces decía ella “ay Margarita, cómo quisiera que mi
papá, que mi mamá, aceptara al Toño”. Digo, ¿cómo lo van aceptar
si saben que usted lo está manteniendo?... obviamente que no

Avril: Entonces con ella hablabas de su problema de salud, ¿y de


alguna otra cuestión de salud?

Margarita: No, no, no sino que yo le decía “mire, cuídese porque el


Toño no creo que nada más ande con usted, y le puede transmitir
una infección o qué se yo”. Y de su hija yo le decía “dígale a Daphne

660
AVRIL ARJONA LUNA

que se cuide señora Mary”, pues ella tuvo muchos problemas


vaginales, sí. (…) Entonces y yo le decía “señora Mary ya saque ese
perro para allá fuera, mire todos esos pelos, ese esperma, no sé
cómo le gusta dormir con el perro, báñelo, rasúrelo”, “ay no que se
ve precioso”, que no sé qué (…). Y ya le estaban dando quimios, ya se
le estaba cayendo el cabello (…), pero no, no se cuidaba.

Ahora bien, más allá de las representaciones de mis interlocutoras en


torno a los procesos de s/e que aquejaron a algunas/os empleadoras/es, es
necesario observar que en estos grupos sociales la construcción social de la
enfermedad y sus formas de atención tienden a estar más ligadas a los
referentes biomédicos. En este sentido, sostengo que el empleo doméstico en
tanto relación social muestra también que el acceso a la salud como un derecho
se ve matizado por los distintos referentes médicos condicionados material y
simbólicamente.

En términos de las formas de atención destaca que, desde las


representaciones de mis cinco interlocutoras, nunca fue evidente que sus
empleadoras tuvieran referentes de la herbolaria y otras formas de atención
tradicionales que comúnmente se conocen como remedios. Esto se explica según
Cristina, Marilú y Esther en la medida que las condiciones económicas les
permitieron, mucho antes que a ellas, una socialización biomédica y no
tradicional. Así lo explica Cristina, quien como vimos en un apartado anterior
recuerda que fue una de sus empleadoras significativas quien le recomendó el
ajo para aliviar las molestias óseas de su antebrazo:

Quién sabe [si mis patronas sabían usar plantas medicinales], yo


nunca oyí que dijeran de alguna planta, no (…). Es que uno le busca
la manera de ayudarse porque no hay dinero, entonces pues ellas

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

nomás les pasa algo y corren al Dotor, y pues nosotros no, andamos
buscando remedios.

En este sentido, el hecho de que la construcción social de padecimientos y


sus formas de atención se distingan por referentes localizados desigualmente
en la jerarquía de representaciones y prácticas influyó en que, durante esta
etapa de vida, mis interlocutoras y sus empleadoras no hayan intercambiado
más frecuentemente en torno a los procesos de s/e/a -pues además me parece
importante tener en cuenta que los medios masivos de información fueron uno
de los mecanismos de socialización biomédica fundamentales en el México de
finales del siglo XX. Por lo mismo, cuando las empleadoras llegan a compartir
algún saber en torno a estos procesos, normalmente lo harán desde una
posición representada como hegemónica, limitando las posibilidades de
diálogo con las empleadas en torno a la s/e/a.

El caso más representativo de esta distinción y sus efectos en el empleo


doméstico durante la etapa intermedia de vida es el de Marilú, quien como ya se
dijo ha participado de los Templos Trinitarios Marianos Espiritualistas desde
niña. En el 2009 ella prefirió mentirle a sus empleadores -y explicar la
necesidad de ausentarse durante 15 días del trabajo apelando a su lugar de hija y
argumentando problemas de salud de su mamá-, antes que explicarles que se
sometió a una cirugía espiritual porque la atención biomédica no le estaba
funcionando para remediar las consecuencias de la trombosis que enfrentó.
Así, ella está convencida de que sus empleadores no hubieran entendido - porque
no creen- que debía guardar tantos días de reposo según las recomendaciones de
los Hermanitos que actúan como médicos espirituales: ¿qué me iban a creer?... Iban
a decir “pero si no te hicieron nada” -porque no te abren ni nada, todo es espiritual. A la

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AVRIL ARJONA LUNA

larga este fenómeno puede acentuarse cuando, como en varios casos, las o los
empleadores son médicas/os de profesión.

Pero, ¿cómo puede influir la jerarquización material y simbólica de los


referentes médicos en la configuración del derecho a la salud de las
trabajadoras domésticas? Bueno, pues tengamos en mente que las
desigualdades materiales y simbólicas dificultan la construcción estructural y
subjetiva de la salud como un derecho social para grupos subalternos como las
empleadas domésticas en un contexto en el que en general el derecho a la salud
colectiva no se alcanza a vislumbrar.

En primera tenemos el hecho de que sólo Cristina y Rosa María pudieron


atender procesos de s/e durante la jornada laboral sin que su salario y
permanencia en el trabajo se vieran afectados; es más, incluso recibieron ayuda
de sus empleadores para dar salida a ciertos eventos críticos -como vimos con el
hijo de Cristina. Para el resto y como tendencia dominante encontramos, sin
embargo, que los procesos de s/e/a de las trabajadoras tendieron a estar
subalternizados por ellas mismas, sus empleadores y familiares.

Esther fue la única que decidió tomar la posibilidad de acceder al IMSS


pues, a diferencia de Cristina, observó un beneficio que trascendió -al menos
temporalmente- la preocupación por mantener la flexibilidad e informalidad de
su trabajo. Esto sucedió ya avanzada esta etapa intermedia de su vida a raíz del
empleo que tuvo con un arquitecto. A pesar de que los servicios públicos de salud
tienden a representarse como ineficaces y poco viables para todas ellas dados
los horarios de trabajo, durante el tiempo que contó con el servicio Esther
acudió a hacerse análisis de sangre y orina como medida preventiva para

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

descartar que tuviera diabetes: pero me dijeron que todo estaba bien (…) que no tenía
nada. Pero a la mejor estaba viviendo yo algo más tranquilo, no así cosas tan aceleradas
como ahorita; yo creo que también depende mucho de eso (...), de la tranquilidad.

En este sentido, y teniendo en cuenta el limitado acceso al IMSS por parte


de las empleadas domésticas, destaca otro hecho importante: a mis
interlocutoras les quedaba optar entre la atención en los Centros de Salud, los
sanatorios y médicos particulares, las formas de atención tradicionales y la
autoatención concentrada en hacer poco caso. Así, en cualquiera de los casos al
grueso de mis interlocutoras les faltaron -al menos en esta etapa de vida- las
condiciones materiales y simbólicas para asumir, como Rosa María de joven,
sus procesos de s/e/a sin que doliera hacer eso por ellas mismas.

La importancia de sus propios procesos de s/e/a adquirirá


particularidades con el tiempo, como veremos en el último capítulo, pero por
ahora es fundamental tener en cuenta que ni estructural ni subjetivamente
existieron las condiciones para que la salud de mis interlocutoras se
configurara como un derecho laboral que planteara el debate en torno a las
estrategias para su ejercicio. Un ejemplo claro es el uso de guantes durante la
jornada laboral cuando las actividades se asocian con agua y químicos. En mi
opinión estos insumos han carecido de legitimación social con base en la
estructuración de relaciones de hegemonía y subalternidad que provocaron que
en algunos casos la compra de los guantes dependiera exclusivamente de las
empleadas y que en otros, aunque los proporcionaran los empleadores, no se
usasen por anteponer la practicidad y eficiencia laboral.

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AVRIL ARJONA LUNA

Concluyo este apartado en torno al empleo doméstico como relación


social flexible y su asociación con los procesos de s/e/a destacando la
importancia de las condiciones materiales y simbólicas de las mujeres
involucradas, retomando un fragmento de Cristina en el que destaca, a partir
de su experiencia con la señora Martha y la señora Aida, las formas que
efectivamente pueden adquirir la empatía y el respeto entre mujeres con cursos
de vida que tienen encuentros y desencuentros, similitudes y diferencias
materiales y simbólicas. Por supuesto, las relaciones transaccionales pueden
tener otras formas -de competencia, antipatía y envidia- de acuerdo con las
relaciones y lugares ocupados por las mujeres, pero sobre ello seguiremos
hablando en otros momentos. Por ahora tengamos en mente que ante el
envejecimiento en condiciones de empobrecimiento social, una ex empleada
doméstica explica lo que coloquialmente podemos expresar como “las vueltas
[materiales y simbólicas] que da la vida”, mostrando la importancia de pensar el
envejecimiento desde los límites y las posibilidades de la agencia:

Cristina: Y esta señora [Martha] también me llegó a platicar cómo


empezaron; dice que ella ayudaba a su esposo a estudiar, porque sus
papases tenían más o menos [dinero], y de lo que le daban a ella le
daba a él, (…) ei. Y dice que llegaron a una vecindá, “¡vieja, fea!” –
dice- y ahí estuvieron mucho tiempo, “¡uuu!, yo tenía mis trastes en
cajitas de madera” –dice-, le digo “aaah, tons ahí vamos, yo también
así anduve” [ríe]. Así es la vida… va uno cayendo y levantando (…).
Sí, ellos me veían, ora sí que, igual que ellos; ellos me platicaban lo
de ellos y yo lo mío, y así; se podía decir que no se sentían altos, sino
ai, al nivel (…). Porque, digo yo, no todos [los empleadores] son así;
yo he visto personas que, pues así, se sienten grandes y ellos, en
cambio, no fueron así..y digo, a ver, ellos fueron pobres y se
levantaron.. ya casi para, para morir, porque después ya bajaron

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

muncho (…) porque, ¿te imaginas?, es más fácil acostumbrarse uno


a vivir abajo que a un nivel alto, porque es más duro, vivir en un
nivel alto y que de repente caiga… -me imagino yo, no porque lo
haya vivido-, se siente más el cambio.. tener y luego ya no contar
con nada… Yo me acuerdo la última vez que fuimos a su casa de la
señora Aida –fuimos mi hermana y yo- (…), vivía ahí por Hidalgo [la
Calle] en una vecindá [donde rentaba] –después de que tenía su
casa ¡bien bonita!- y viviendo allí no tenía ya ni ropero, nomás tenía
haz de cuenta un palo y ai colgaba su ropa, después de que tenía su
closet, y todo, bonito, hasta con alfombra, su casa… y a ver, a dónde
fue a caer (…). Porque como su esposo murió y luego sus hijos cada
quien agarró su rumbo, su hija mayor -la única que tenía- murió y
nomás quedaron los muchachos (…), nomás uno era el que le estaba
pasando el seguro [médico del IMSS], allá por Morelos [donde vivía
el hijo] y hasta allá tenía que ir ella. Me acuerdo yo que esa vez que
fuimos [estaba] reatenta y recontenta, le llevé un pan de esos de
colores que tienen rosita en medio y estaba recontenta –como que
nunca le habían llevado nada- con su pan (…) y “órale, vamos a
comer”. Pues ya, nos sirvió de comer y le digo a Azucena “antes
nosotras le servíamos a ella y ahora ella nos está sirviendo a
nosotros” [ríe]. (…) Es más fácil acostumbrarse uno a vivir abajo que
a un nivel alto, porque es más duro, vivir en un nivel alto y que de
repente caiga… -me imagino yo, no porque lo haya vivido-, se siente
más el cambio… tener y luego ya no contar con nada (…).

5.3 Continuidades y discontinuidades en las condiciones de posibilidad,


los lugares ocupados y la agencia: pareja, trabajo remunerado y
maternidad
Las últimas páginas de este capítulo servirán de conclusión, de modo que
escribiré en torno a las continuidades y discontinuidades en los lugares, las
condiciones de posibilidad y la agencia de estas cinco mujeres en la transición a

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AVRIL ARJONA LUNA

la última etapa de los Tránsitos Reproductivos de la Sexualidad -caracterizada


por la perimenopausia, menopausia o postmenopausia según sea el caso, y que
veremos en el siguiente capítulo-, teniendo en mente los cruces entre sus
trayectorias productivas y reproductivas.

5.3.1 La flexibilidad en el empleo como lugar de estrato socioeconómico y


género
Como ya he dejado ver a través de las narraciones de mis interlocutoras
referidas en el capítulo, el empleo doméstico no fue la única rama del trabajo
remunerado en la que se desempeñaron durante esta etapa intermedia de vida.
Margarita, es la única que tuvo una experiencia laboral con prestaciones de ley,
trabajando en los Laboratorios Tilsa, convirtiendo a la informalidad en el
denominador común entre los ramos en los que se han desempeñado estas
cinco mujeres y, a excepción de Oscar, casi todos los hombres significativos en
sus vidas.

Esto implica, estructuralmente, que el lugar laboral de mis informantes y


sus parejas ha tendido a estar condicionado por el bajo nivel educativo
requerido, una instrucción variable y un gran esfuerzo físico en general -todos
aspectos fundamentales en la construcción social del cuerpo-herramienta que,
a pesar de compartir como marca de pertenencia a un estrato socioeconómico,
adquiere significados diferenciados por género.

Cuadro 19. Actividades económicas ejercidas por los hombres significativos durante la
etapa intermedia de vida
Hombres significativos Actividades económicas ejercidas
Rosa María Oscar Obrero/ Campesino/ Policía Auxiliar
Marilú Pablo Campesino/ Contratista/ Comerciante/

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Transportista
Matías -
Esther Ernesto Campesino/Obrero/ Albañil/ Herrero/ Lonero
Elías Mecánico
Caco Cargador
Margarita Jaiba Músico/ fabricante y comerciante de alimentos
Justino Campesino-comerciante
Cristina Jesús Empleado doméstico
Cenobio -
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En este orden de ideas, sostengo que la marca distintiva del trabajo


remunerado de mis interlocutoras es la articulación compleja entre estrato
socioeconómico y relaciones de género tanto a nivel estructural como subjetivo.
Los siguientes fragmentos de Margarita y Marilú me parecen representativos
de cómo se articularon en esta etapa de su vida sus condiciones de posibilidad
estructurales y subjetivas para que en general desarrollaran una trayectoria
sólida en el empleo doméstico a partir de encontrar acomodo en el lugar de
chambeadoras -dirá Margarita- flexibles -indica Marilú. Tengamos muy
presentes los argumentos para pensar la relación entre estrato y género, que
esgrimió el profesor de Margarita, cuando tras dejar a Caco decide estudiar la
primaria entre 1987 y 1990 y trabajar para poder cubrir las necesidades de la hija
y los dos hijos que durante esos tres años vivieron con sus abuelos maternos en
San Miguel Enyege, Edo. Mex.

Margarita: Sí, pues sí [me hubiera gustado seguir estudiando la


secundaria], pero pus ora sí que ya tenía tres responsabilidades más
(...). El maestro me dijo "mira hija, yo sé que le echas todas las ganas
que puedes, que tú tienes ganas; pero pues date cuenta que ya
tienes tres bocas que mantener y en la secundaria ya es más tarea,
más trabajo. Mejor ya aprendistes la base principal, que ya sabes

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AVRIL ARJONA LUNA

leer. No escribes que la maravilla, pero te defiendes. (...) Además tú


eres muy chambeadora, ponte a trabajar".

Avril: ¿cuáles dirías que son las ventajas de trabajar en casa


particular?

Marilú: pues... pues para mí no es una ventaja porque es lo que sé


hacer, no es porque me guste sino porque no tengo estudios, si
hubiera tenido estudios hubiera tenido otro trabajo mejor, hubiera
trabajado en otra cosa sin tanto matarme, pero pus como no
tenemos preparación pus 'ora sí que ese es mi trabajo -aunque le
busque es lo único que sé hacer. Bueno, sé hacer otras cosas pero
prefiero este trabajo porque (…) como sea es seguro, me dan mi día
y no pierdo nada y no invierto nada; yo creo que esa es la ventaja.

Dado el bajo nivel educativo con el que cuentan, pero acostumbradas al


trabajo físico pesado, la mayoría se representa sus oportunidades laborales
como sumamente limitadas; además, las normas de género tendieron a
ubicarlas en ramos socialmente representados como adecuados para las
mujeres en la medida que les permitieron cumplir en distintos grados de
reconocimiento social y subjetivo con la responsabilidad principal que habían
adquirido: la maternidad y la atención a las y los hijos en relaciones de pareja
que tendieron a ser muy jerarquizadas bajo una lectura patriarcal no
hegemónica, sino subalternizada material y simbólicamente por medio de
impedimentos estructurales y subjetivos al rol masculino hegemónico -el de
proveedor.

Desde mi análisis, la masculinidad subalternizada que Caco, Justino,


Ernesto y Pablo enfrentaron durante ésta etapa de su vida, según las
narraciones de mis interlocutoras, se canalizó por medio de la violencia -sexual,

669
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

física, emocional y económica- que padecieron Margarita, Cristina, Esther y


Marilú, el consumo de alcohol, los celos e infidelidades que caracterizaron su
vida en pareja. De alguna manera a sabiendas de que sus parejas no podían
cubrir más que lo necesario para la familia, que iba creciendo sin planeación en
la mayoría de los casos, estas mujeres nunca abandonaron la representación de
sí como cuerpo-máquina y, por el contrario, entre la necesidad de acompletar el
gasto y tener algo mejor ocuparon el lugar -muy flexibilizado y doblemente
subalternizado- de padre y madre -como evidencia el siguiente fragmento de
Esther:

La que más me reprocha es Paulina. Pero, le digo, “pues sí –le digo-,


yo sé que cometí errores, yo sé que las abandoné, yo sé que… que
todo, pero, pues sólo me dediqué a trabajar”. Le dijo a Teófila (…),
“pues aprovecha Teófila ora que tú ya no tuviste que sufrir lo que
nosotras sufrimos, porque nosotros pues mi mamá siempre nos
dejó, nunca estaba, nosotros sabíamos cómo nos íbamos a la
escuela, cómo regresábamos”...y pues sí es cierto, sí es cierto porque
a lo mejor yo los iba a dejar pero cuando regresaban pues
regresaban los tres solitos y (…); Paulina estaba en primero, Anabel
en segundo y mijo en tercero; ponle 9, 7 y 6 años -porque mi hijo
reprobó un año en tercero. (…) Sí, [en esa época Ernesto] sí
trabajaba (…). De un hecho a lo mejor yo lo hice inresponsable…
porque pus cuando eran los tres chiquitos pues él trabajaba y me
daba un gasto, a la mejor no lo necesario, o bueno, lo necesario ¿no?,
o sea…. Pero, yo no… yo me puse a trabajar (…) con la intención pues
de progresar, de salir adelante, de tener algo que ofrecerle a mis
hijos…. Pero pus, nadie lo ve así, nadie lo ve así, o sea, ellos
siempre… bueno, a lo mejor por eso no logro las cosas, no sé, pero
siempre tenía ilusiones de tener mi casita, de arreglarla bien, de…
pues, tener un dinerito guardado por si algún día alguien se
enferma, o -uno nunca sabe lo que puede pasar…….. Y un negocio, y

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AVRIL ARJONA LUNA

como él siempre había trabajado en lo de las lonas y las mesas… ese


es buen negocio, es buen negocio porque namás es ir a rentar,
recibes tu dinero y recoges todo; entonces yo me empecé a ir a la
Central de Abastos, porque me daba más tiempo, por eso yo (…)
[digo,] abandonarlos [tampoco]. Yo siento que si los hubiera
abandonado sería como dejarlos a su suerte y me hubiera ido a otro
lado, “eso sería un abandono, (…) –le digo a Paulina- pero no fue así
porque los iba a dejar a la escuela; pues aunque sea frijoles lo tenían
a la hora que ustedes querían, por lo menos un taco de frijoles
nunca les hizo falta; les dejaba la comida y me iba a la Central y ya
venía y –este-, pues sí, a veces los regañaba porque no hacían el
quehacer, porque no tenían recogido”. (…) Así duré como unos 9 ó
10 años, más o menos. Y sí cierto, no iba a la escuela, no iba a las
juntas porque yo decía “ir a una junta pues, lo que quieren es
dinero, mejor que me manden decir cuánto es y los pago”, porque es
la verdá, o sea, vas a una junta y es pa decirte que hay que comprar
esto, l’otro, y es tanto, a ti te toca tanto, te toca esto y l’otro” y tonces
lo que hacía es ir a hablar con los maestros temprano y sabía de qué
se trataba y ya me iba… así crecieron ellos tres. Entonces fue cuando
mi esposo pues ya vio que yo ganaba, que yo sacaba dinero, y pues
ya no se preocupaba en darme [ríe], y ni yo le pediá, pero yo no lo
hacía con el fin de que él dijera “bueno, no tengo obligación”, sino
yo lo hacía con el fin de que pus ahorráramos lo dos, y los dos
dijéramos “mira, yo junté esto y tú esto, vamos a hacer eso, ¿no?”…
pero no, no, o sea, todo fue, al contrario, ya el dejó de trabajar y
empezó a tomar.

Como ya dije, hubo dos casos en los que mis interlocutoras trabajaron a
escondidas de su pareja pues -Justino y Pablo- no estaban de acuerdo con que
Cristina y Marilú trabajaran a pesar de las limitaciones económicas. Veamos
cómo describe Cristina la situación con Justino cuando la alcanza en la ZMCM:

671
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Entonces había veces que él se iba a trabajar y quería que tuviera


[suficiente] con lo que él me daba, y no me alcanzaba; pus en lo que
él se iba yo me iba a lavar enfrente, estaba una señora que vendía
canelitas con alcohol, yo le lavaba su ropa mientras despachaba y
me llevaba yo a Lino y le decía “cuida aquí por si llega a llegar tu
papá me avisas” (…). Una vez sí, que va llegando y me dice “ya llegó
mi papá”, y que le digo a la señora “ahorita regreso” (…) y que me voy
al mercado, me compro un manojo de cilantro, y cuando llego me
dice “¿dónde andas?”, le digo “fui a traer un cilantro”, “aaahh” [ríe].
(…) Sí, no estaba de acuerdo en que yo trabajara, ¡no! (…) Pos quién
sabe por qué… digo, todavía lo hiciera uno por gusto, pero lo hace
uno por necesidá –de que no está a su alcance lo que uno quiere
para sus hijos- y no, a él no le gustaba; tons me iba a escondidas.
Una vez que no tenía él trabajo, me fui yo a trabajar allá por San
Pedro Moreno –creo que se llama- y esa vez ya llegué bien tarde y
¡n’hombre, ya me tragaba! (…); ya no volví a ir allí, salía muy tarde
(…). (…) Pa un mal pensamiento no falta [dice refiriéndose a lo que
su esposo pudiera pensar de que trabajara en la casa de la vecina,
que vendía canelitas] (…). ¡Sí, eran celos! Pero pues digo, ¿de qué
servían los celos? Si hubiera sido celoso hubiera cumplido con sus
deberes… Yo digo que el que cumple con sus deberes y [aún así] sale
la mujer –ya porque quiere- pues entonces sí ya, pero eso de que lo
hace uno por necesidá, pues no.

Puesto que el análisis de sus trayectorias vitales nos obliga a mirar el


proceso migratorio prestando atención al asentamiento en el Valle de Chalco
Solidaridad, quiero recalcar la importancia del empobrecimiento del contexto
municipal y las condiciones materiales y simbólicas de existencia en las que
sacaron adelante a sus hijos a la luz de la empatía entre mujeres con condiciones
similares como fenómeno fundamental en la trayectoria reproductiva de estas
cinco mujeres.

672
AVRIL ARJONA LUNA

Como ya dije en el Capítulo IV, el ahora municipio de Valle de Chalco


Solidaridad es un territorio de la pobreza en el que había escasez de servicios
básicos como agua, luz y transporte cuando mis interlocutoras llegaron; así,
encontrar salida a la reproducción de la vida cotidiana requirió de estrategias
colectivas desarrolladas en torno a la reproducción de la vida doméstica a cargo
de las mujeres que permanecían en el territorio mientras otros y otras salían.

La solidaridad entre mujeres habitantes de Valle de Chalco pasó por el


apoyo mutuo en el cuidado de las y los hijos como fue el caso de Rosa María y
Marilú; por el apoyo en la búsqueda de un ingreso a partir de redes en el empleo
doméstico -que llevaron a algunas a emplearse entre ellas, como sucedió entre
Marilú y Esther,123 o entre Cristina y su hermana- o en el comercio ambulante de
frutas y legumbres -como fue con Esther y sus amigas-; o simplemente por
acompañarse en tareas como lavar e ir por la leche -como cuenta Rosa María.

Esther: Sí, yo trabajé con la señora Marilú. Cuando yo vine aquí,


pues si mi hijo tenía como cinco años, porque aquí empezó a ir al
kínder, Paulina estaba bebé cuando llegamos aquí, entonces este,
pues creo que era la única casa que estaba, la de Marilú y la señora
de enfrente. Y pus ya me iba yo a buscar así, para lavar, para
planchar y ella fue la que me daba trabajo en aquel tiempo, me daba
diez pesos a la semana [risa] (…) -le lavaba y le hacia su quehacer,

123 Marilú, como empleadora de Esther tuvo recuerdos disímiles en torno a la experiencia. Asegura que
trabajó para ella unos seis meses cuando sus hijas estaban en la primaria y en su casa vivían sus cuñados y sus
hermanos. Su esposo quería que le lavara la ropa a sus hermanos en la medida que lo hacía para los
propios, pero Marilú se sentía muy presionada al atenderlos -desde el desayuno- y hacerse cargo de sus
hijas. Además la diferencia es que los hermanos de ella le pagaban por lavarles la ropa porque eran
solteros, mientras que los hermanos de él tienen sus esposas, le decía Marilú. Fue entonces cuando su
esposo le sugirió contratar a su vecina para que le ayudara con la ropa y los trastes... pero después sus
hermanos empezaron con que "ay sí, mucho dinero para tener sirvienta, ¿no?, como si el dinero que le pagaba fuera
sólo de mi esposo", dijo Marilú.

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

sus trastes, su cocina (…). Pero iba yo en la tarde, ya después de que


venía mi hijo del kínder, me iba con los tres [hijos mayores],
entonces pus ya ahí nos daba la comida que ya no querían y eso es lo
que comíamos porque lo que [Ernesto] ganaba prácticamente se iba
a pagar el terreno, entonces pus yo sentía muy feo porque yo digo
pus, se les antojaba a mis hijos un pan, una fruta y no teníamos
porque pus a penas pa’ medio comer. Entonces fue cuando yo dije
no, yo tengo que trabajar porque pues me pedían y de dónde…
[reflexionando]. (…) Mmmm, pues, estuve yendo como unos cuatro
años [con Marilú], yo creo. (…) Un buen rato. Hasta que ya después
mis otras amigas me empezaron a llevar a la Central [risa]. Ellas me
venían a vender pero pus luego “no, pus es que no tengo dinero” (…),
y ya me decían “oyes, mira vamos a la Central”, y ya me empecé a ir
con ellas.

Cristina: (…) sí tenía yo necesidad, mi hermana me ocupaba para


que yo le ayudara a planchar; pero yo sentía feo, porque era mi
hermana. Decía yo, si no tuviera necesidad lo haría sin que me
pagara, ¿por qué?, porque somos una familia, pero no. Y ahora no,
cada quien lo suyo, cada quien rásquese como pueda.

Rosa María: (…) una vez dice una señora "vamos -dice-, a
Tulyehualco, vamos a lavar"-cuando no había agua-, (…) y yo creo
que allá olvidé -este-, un pantalón de mi esposo, y ya a la hora que
me decía "ay, mi pantalón" "ay -le digo-, ¿dónde?, ¿dónde se me fue a
perder?, ¿dónde?, ¿dónde?", y que me acuerdo, le digo "ay, es que
cuando voy a lavar a Tulyehualco se ha de haber quedado allá”.
Íbamos con otra señora, íbamos dos, no había aguaaquí en el Valle y
nos íbamos [en camión]. De una vez traíamos la leche de allá, de la
lechería de Tulyehualco, nos íbamos bien temprano, pero había una
señora que despachaba la leche, y decía "¿van a lavar?¿Y cómo le van
a hacer?" "No, pues hasta que abran los lavaderos del DIF" "ah, no
-dice-, vayan a lavar acá en la casa -dice-, mientras (...) ya le hayan
adelantado, orita que se abra la lechería ya, mientras les toca la

674
AVRIL ARJONA LUNA

leche", y "¡ay, pero qué linda!" –y es que no cualquiera te da pase a su


casa, no. Ay, no, le agradecimos tanto a la señora. (…) Pero así, casi
no [trabajé mucho en casa cuando mis hijos fueron chicos]. Me
decían “fíjate que tengo un cobertor y quiero que me lo laves”, “ah,
pues venga p’acá”, nunca de “ay no, mi orgullo, no, ¿por qué voy a
lavar ropa de la gente?”… un dinerito que nos caiga; de mi comadre
Lucre, planché los uniformes [de enfermera]-“ah, pero no sé
planchar muy bien”, “no importa, ándele”. Y sí, no, nunca me gustó
de que el orgullo pudiera más que mi necesidad. ¿Qué hago con el
orgullo?, mejor hay que demostrar con hechos, ¿no? Como le digo a
mi hija, a mí no me da pena decir porque así lo viví hija, hay que ser
realista, de qué voy a presumir si no lo tengo. Si vienen a mi casa, y
que las otras lo lucen, tienen, tiene, yo no, yo, bien recibido acá, si
no les gusta cuánto lo siento. “Ay, que mi casa está lujosa”, acá no, ni
modos, a mí no me da pena, por qué, porque eso Dios nos socorrió y
cada quien tiene lo que se merece, ¿no? (…) Ella vivió acá [abajo del
Cerro de Xico]-mi comadre Lucre-; y mi comadre muy sencilla, y
ella bien arreglada y nos hablaba… Yuriria yo la llevaba a la escuela, y
ella me quiere mucho (…) me [lo] ha demostrado y por eso digo, un
día que fuimos aquí en el Museo, pero no estaba ahí donde está
ahorita, y dice mi comadre “bueno, acá está una persona que nos ha
deleitado con unos tamalitos, bien ricos” y ya empezó a decir, pero
no es nada de acá –y es que no participaba yo-.. y sale Yuri “cómo no,
ella vale mucho, para mí es como mi segunda madre…” (…); y ahora
le dice a sus niños “salud a tu abuelita” y a mi comadre como que
siento que le dan celos, pero pues yo no le quito nada, es un decir.
Dice “ay, es que una vez se quería ir con usted, porque la regañé y se
quería ir con usted”, le digo “ah, pero yo no la llevé a la fuerza, y no
se fue… nomás dijo pero no se fue” [ríe]… (…) Sí, conozco a mi
comadre de cuando iban a la primaria… a Yuri la conocí cuando iba
al kínder, mi hijo iba al kínder igual (…) creo que es como Ernesto,
más o menos, sí, porque casi más o menos terminaron su carrera…

675
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

pues creo que fue un poquito más grandecita Yuriria –mi hijo tiene
23 [y ella 25 años].

Como veremos en lo que resta del documento, los espacios y lugares de las
mujeres se prestaron para generar posibilidades de cuestionamiento y fisura de
los lugares de subalternización cuando existieron relaciones de autorización y
confianza entre mujeres. Sin embargo, también veremos que hubo relaciones
de competencia y prácticas de juicio que tendieron a la reproducción de las
normas de género en contextos en los que las condiciones materiales se han
impuesto sobre otras representaciones y prácticas comunitarias posibles -así
sucedió con Rosa María, sus amigas y la señora que quiso sumarse a las lavadas
colectivas; o con Margarita y su cuñada, cuando mi interlocutora acepta no
devolverle su lugar en los Laboratorios Tilsa.

Rosa María: (…) Ya después se fue otra señora con nosotras [a lavar
a Tulyehualco] (…),y decidimos (…) que ya no ibamos a ir en casa de
la señora, “porque esta es tremenda esta señora -le digo-, mejor nos
esperamos hasta que abran el DIF y ahí nos metemos a lavar"
"bueno". Ya, una vez veníamos y llevaba esa s... una lechera así de la
leche, era de -¿cómo se llama?-, Tupperware, y que se le zafa la asa y
ahí va el bote de leche -porque entonces allá en Tulyehualco y en
Tláhuac son de esas de imprimir un botón, cae la leche, que hay aquí
en el Distrito, ya en el Estado ya es con bolsa, oprimíamos el botón y
ya salía la leche-, que se le tira la leche, ¡uy!, nos empezó a decir de
cosas. Y nosotras con esa señora no porque estábamos bien
acopladas, nos entendíamos muy bien, nos comprendíamos muy
bien, y ya con esta otra ya era muy diferente, ¡ay, me dio mucho
coraje porque nos insultó bien feo! Ay, entonces yo que le contesto,
dije yo "mira, para empezar, nosotras nunca te dijimos que vinieras
con nosotras, tú fuistes la que nos dijistes a ver qué día podía venir
con nosotras. Te venistes, no te estamos pagando tus pasajes, no te

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AVRIL ARJONA LUNA

estamos cargando, tú vienes con tus propios medios, tú no tienes


que insultarnos a nosotras porque cada quién lleva sus cosas, ¿no?
Tú llevas tus cosas, ella lleva sus cosas y yo lo mío, no tienes por qué
echarnos la culpa de que 'nosotras', 'por nosotras', o que no te
ayudamos, porque cada quién [hace como puede].

La relación entre Marilú y Esther requiere un comentario a parte porque


hay dos dimensiones que configuran sus respectivos lugares en la amistad que
las vincula desigualmente material y simbólicamente: las diferencias
socioeconómicas que permitieron a la primera emplear a la segunda, y las
diferencias en las prácticas del Espiritualismo Trinitario que permiten a la
primera situarse en un lugar de autoridad -moral- en la materia. Esto último es
lo que en varias ocasiones llevó a pensar a Esther entre el 2010 y el 2012, que su
amiga no la comprendía. Este conflicto ideológico y práctico en torno a
cumplirle al Padre en el Templo, en conjunción con los problemas familiares de
Esther, la llevaron a acercarse de nuevo a la práctica religiosa, por lo que el
conflicto entre lo bueno y lo malo, cumplirle a otros y cumplirse a sí, entre la
amistad y la autoridad es algo que seguramente seguirá construyéndose entre
Marilú y Esther en este ir y venir de consensos y resistencias en las relaciones
intragénero.

5.3.1.1 Tránsitos laborales temporales: la flexibilidad y sus maticesa la luz de las


posibilidades para hacerse de lo suyo

(…) Nomás de entrada por salida [trabajé cuando llegué a la ZMCM]… no podía yo
dejar a mis hijos solos; no, no, no, no podía (Cristina)

677
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

De acuerdo con el siguiente cuadro concluyo que Cristina y Esther fueron


quienes más actividades remuneradas ejercieron, independientes del empleo
doméstico, durante esta etapa de vida. Teniendo en cuenta la diversidad de
actividades desarrolladas por mis interlocutoras, la más recurrente -con tres
casos- fue la venta de alimentos preparados que a la larga, en el caso de
Margarita y Marilú, sigue representando una actividad remunerada esporádica.

Por su parte Marilú fue la única que realmente no ha mostrado tránsitos


claros, representando el caso más significativo en cuanto a la asunción del lugar
de trabajadora en casa como principal actividad remunerada:

(…) porque sé coser y pues igual me metaría yo a un taller de


costura, o si trabajo en mi casa pues tengo que poner un letrero de
que se hacen costuras, pero ¿cuánto me pueden pagar?... y si me
meto de cocinera y en vender algo ahí, pues, digo que ahorita no hay
mucha venta, mucha gente se queja de que está muy dura la crisis. Y
sin en cambio aquí [en el trabajo en casa] pues, poco, pero voy
sacando. (…) Por esa parte no me arrepiento de no haber dejado mis
trabajos porque ahorita donde yo quiera que vaya pues tengo
abiertas las puertas, este…. Y si ellos no me dan chamba pues ellos
me recomiendan (…) por eso digo, qué bueno que seguí trabajando.

Cuadro 20.Otras actividades remuneradas ejercidas por mis interlocutoras durante la


etapa intermedia de vida
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa Total
María
Costura y tejido x 1
Pepenadora y x 1
comerciante de frutas
y legumbres
Empleada formal en un x 1
laboratorio cosmético

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AVRIL ARJONA LUNA

Venta de alimentos x x x 3
preparados
Comerciante informal 1
de ropa y productos de x
uso doméstico
Empleada de x 1
intendencia
subcontratada
Abarrotera x 1
Lonera (arrendadora x 1
de sillas, mesas y lonas)
Total 3 3 2 0 2 -
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Los motivos por los cuales mis interlocutoras se emplearon en otros


ramos están íntimamente vinculados con las trayectorias sexuales y de pareja,
mismas que se anudaron en la maternidad como proceso de largo alcance y
lugar en el que se anudarán las tensiones entre la esposa y la trabajadora. Así,
estas mujeres transitaron laboralmente conforme su familia propia fue
creciendo y en la medida que otras posibilidades laborales representaron la
oportunidad de estar cerca de sus hijas e hijos mientras fueron niños,
especialmente en el caso de los primeros embarazos. En este sentido, los
tránsitos laborales temporales se relacionaron con dos fenómenos: la llegada y
asentamiento en el Valle de Chalco Solidaridad y, al menos los casos de Cristina
y Marilú, con las resistencias que opusieron sus parejas a que se desarrollaran
laboralmente.

En síntesis, la unión en pareja, el nacimiento de los primeros hijos, la


reproducción de normas y estereotipos de género y las condiciones materiales y
simbólicas fueron los motivos principales para poner en marcha tránsitos

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

laborales temporales -en casos como el de Cristina, Esther, Margarita y Marilú-,


o definitivos, como en el caso de Rosa María. Veamos las particularidades de
cada caso a partir de las narraciones de mis interlocutoras:

Esther trabajó con Marilú y luego en la pepena y comercio de verduras


que traía de la Central de Abastos durante nueve años. Recuerda que entre otras
cosas el comercio informal le dio para juntar dinero y comprar mesas y sillas para
iniciar un negocio -del que se encargaba su segunda pareja- en el que ella
depositaba buena parte de su seguridad material a futuro. En el siguiente
fragmento esta interlocutora narra la experiencia que tuvo como comerciante y
el impacto, positivo y negativo según cómo y quién lo mire, que tuvo en las
condiciones de vida de su hijo y sus dos hijas más grandes:

(…) Adelaida estaba chiquita cuando me la empecé a llevar [a la


Central de Abastos]. (…) Duré como nueve años vendiendo verdura,
(…) iba y la traía, pedía prestado una carretilla primero, y así andaba
en las casas tocando, ya hacia las bolsitas y andaba casa por casa. (…)
¡Pus sí [salía]! porque de allí pude juntar dinero para comprar,
hacer las mesas y las sillas. (…) Porque antes en la Central de Abasto
¡no íbamos a comprar!, íbamos a recoger todo lo que tiraban y luego
a mí me veían con tantos chamacos [risas] -porque me llevaba a los
tres y luego a Adelaida, (…) y ahí andaban conmigo-, ellos si se
acuerdan ¿eh…? (…) (…) Pero pues dice mi hijo “gracias a eso aprendí
a trabajar y si no tengo dinero [es] por güey –dice-, porque pues sé
trabajar, desde chiquito aprendí”. Y sí porque me los llevaba y nos
metíamos en las bodegas a barrer, a ayudarles a recoger, y ya nos
daban las cosas y pus ya nos veníamos, entons todos traíamos cajas
y ya todo pus a vender, o sea que pus lo único que invertía yo era el
pasaje de ir y la camioneta que nos traía, porque nos juntábamos
entre varias y buscábamos una camioneta y ya nos traía, nos
cobraba de a treinta, luego de a cuarenta y luego de a cincuenta,

680
AVRIL ARJONA LUNA

sesenta llegaron a cobrar cuando ya dejé de ir yo; (…) no, a cada


quien, a cada quien. (…) [Era] una camioneta grande, y ya ahí
andaba el señor repartiendo casa por casa, cada una dejando [risas].
(…) Como iba yo tres veces por semana a la central -iba lunes y
vendía martes, iba miércoles y vendía jueves, iba viernes y vendía
sábado y así-, entonces cuando Pedro iba en segundo, no en tercero
y Anabel iba en primero, teníamos un puestecito así en la entrada
de la casa -estaba chistoso porque pus nomás teníamos unas
laminitas y maderas. Entonces haz de cuenta que yo me levantaba
como a las cinco de la mañana, a embolsar y ya a llenar la carretilla
[risa] y ya a prepararlo, y a ellos los levantaba y tendían su cama
cada quien y barrían y se iban a la escuela, y yo me iba a vender
cargando a Adelaida…y ya de ahí me iba a vender yo, y ya cuando del
recreo que salían a las once, creo, si ya terminaba yo de vender, pus
ya pasaba a comprar así tortillas, queso, jamón o algo y ya les iba a
dar de comer. Ya me venía pa’ mi casa, entonces aquí en la casa ese
puestecito, abría allí una ventanita y ahí cuidaba mi hijo –él llegaba
de la escuela, comía y se sentaba ahí a hacer su tarea-, y ya
llegaban[a comprar] y ya me hablaba. Sí, y ellos lo recuerdan,
recuerdan que así fue como crecieron; entonces dicen que les
hubiera gustado mejor atención que estar así, le digo pero pus no
vivimos tan mal ¿no?, porque teníamos fruta, teníamos qué comer y
pues tampoco se quedaban tan solitos ¿no? (…) [Cuando mi hijo y
mis dos hijas mayores eran niños, Ernesto] sí tomaba mucho (…),
primero era cada ocho días, cada ocho días, pero trabajaba. O sea,
aunque tomaba, así tomando ps se iba a trabajar. Que, claro, nunca
aportaba al gasto como debería de ser, pero pus en algo cooperaba.
Pero pues como yo siempre era mi ilusión tener algo de qué vivir
con el tiempo, pus quise echarle ganas. Quise echarle ganas yo y vi
que pues no. Ya cuando de plano vi que del negocio [que inicié] no
iba yo a sacar nada, nada, dije “no, mejor me pongo a trabajar,
porque de aquí no voy a poder comprarme mi terreno”. Y
efectivamente, porque del negocio [de las sillas, mesas y lonas] yo

681
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

no he sacado nada [para mí]. (…) le digo a mi hijo, “siempre, siempre


pensé en tener un negocio y no´star trabajando toda mi vida
[risas]”, yo tenía tantas ilusiones de que éste negocio creciera, de
que digo ¡ay!, o sea yo decía, no pus es un buen negocio porque todo
rentas y no inviertes nada, o sea rentas y vas a recogerlo y tienes tus
cosas de nuevo ¿no?, y el dinero pus es libre ¿no? para invertir en
otras cosas más (…). Entonces, le digo a mi hijo, pues yo le eché
muchas ganas, pero pus eso no, mi sacrificio fue en vano, no sirvió
de nada [dice desilusionada]. Después ya estaba cansada de
acarrear las cosas en triciclo, porque no sabía manejar e iba
empujando con las mesas, las sillas, ¡íbamos lejos, eh! y como no
sabía yo manejar pus caminaba, pero pus por la necesidad aprendí a
manejarlo (…). ¡Aprendí a manejar y pus ya era un poco más rápido!
pero, pus de todas maneras ya después dije [regreso al empleo
doméstico].

El caso de Esther es destacable en la medida que ha aprovechado varias de


las oportunidades que se le han presentado, que en realidad han sido muchas,
para explotar su fuerza de trabajo al máximo con miras a tener de qué vivir
cuando su cuerpo-herramienta ya no responda y a sabiendas de que está sola.
Así, en los siguientes fragmentos da cuenta de la importancia que hacerse de algo
suyo, un terreno, y de las oportunidades que tomó y aprovechó o desechó por
considerarlas inviables:

Sí [combinaba el trabajo en la Academia de San Carlos] con el


trabajo en casas, porque me iba temprano a las casas, salía de las
casas y me pasaba a la Academia. (…) [Ahí mi trabajo] sólo era ir a,
como estaban remodelando, era ir a recoger todo el escombro,
prepararles café, lavarles su cafetera, dejarles limpio, eso era lo
único que hacía yo; entraba a las tres [de la tarde] y salía yo a las 7
[de la noche]. (…) Ándale, como de medio tiempo, sí, y mientras
duró pues lo aproveché, lo aproveché, aproveché muy bien ese

682
AVRIL ARJONA LUNA

dinero: así como salía del mes, a la mensualidad del terreno… (…)
Pues me daban novecientos a la semana… ¡Ay pus creo que me
daban ciento cincuenta diarios! (…) Iba de lunes a sábado! (…) Yo me
acuerdo que me llevé muy bien con la jefa de ahí, hasta trabajé con
ella por su casa en la villa, trabajé uno días ahí con ella también en
su casa. Y le decía yo que mejor prefería que me pagara por mes
porque yo tenía donde entregar ese dinero, tons me dijo “mira, te
voy a pagar por quincena, entonces ya tú sabes lo que haces ¿no?”, y
sí por quincena tons me daban 1,800 pesos -3,600 al mes. Y todo lo
iba a dejar al terreno: al mes yo tenía que dar mil doscientos, pero
yo dejaba dos mensualidades más y sí terminé más rápido de
pagarlo (…), como en dos años, porque me habían dado tres años pa’
pagarlo -sesenta mil pesos-, pero en cuanto encontré ese trabajo
todo para allá. Todavía Anastasia y Teófila estaban chiquitas, las
llevé como un par de veces a la Academia, me acuerdo [suspira], y
no sé ellas si se acuerdan. (…) Sí, Teófila tendría como 3 años, creo,
cuando estaba trabajando con la señora Amparo, cuando me dijeron
(…) que si me quería ir a Estados Unidos; me iba a ir con una hija de
una de mis amigas, incluso ellos me prestaban el paso, o sea el
dinero que se paga en dólares que eran… no sé si $30 000 o $25, no
me acuerdo, ellos me lo prestaban. (…) No me fui porque su papá
todavía tomaba mucho –tiene ocho años que ya no- y Teófila estaba
chiquita, (…) entonces yo como que dije “no, está muy chiquita”. Mi
idea era irme cinco años, dije “en cinco años la voy hacer [ríe] y me
regreso”, pero no tuve el valor de dejarlas - más que nada a
Anastasia y Teófila que eran las dos chiquitas. Como que dije “¿qué
va a ser de ellas?”… A lo mejor estuvieran mejor [ríe], a lo mejor sí las
hubiera ayudado su mama…o si las hubiera cuidado mejor (…)
[suspira]. Y no me fui.

Cristina y sus tránsitos laborales son diversos y están altamente asociados


a sus dos uniones en pareja. Sobre la situación con Justino ya hemos hablado
suficiente, pero es momento de ver que su segunda unión -con Jesús-

683
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

representó un importante evento en el tránsito laboral que le permitió seguir


teniendo un ingreso, por medio de una tiendita, y tomar un lugar significativo
como mamá-abuela de dos nietas. De su caso destaca además la costura, el
tejido y el bordado como posibilidad, poco valorada socialmente, para el trabajo
remunerado independiente del empleo doméstico:

Cristina: [Dejé de trabajar] cuando me junté con el difuntito; y


luego ya tenía que andar yéndolo a ver con lo que le pasó [del
encarcelamiento], pero entonces sí dejé de trabajar como 10 años
(…). Pero pusimos una tiendita -y de ai iba sacando hasta que se
acabó todo [ríe], la tuvimos como cuatro años – y lo poquito que
Perico me daba. Entons era él reahorrativo, y ahora ya se ha hecho
muy gastalón. Y ya después pus me llamaban [para trabajar en casa]
–que nomás por unos días- y ya me quedaba de vuelta.. (…) No, la
tiendita estaba allá en la otra casa [el otro terreno en mismo Valle de
Chalco Solidaridad, donde primero llegamos], estaba un cuartito –el
que le iba a prestar a mi hermana y tenía una ventana pa la calle- y
ahí era donde teníamos -¡no teníamos muncho!, era poquito-, pero
sí, pues sí se juntaba algo. Vendía chetos, dulces, refresco, porque
pues entonces casi no había tiendas. Entons pues sí, sí me afectó
muncho [cuando se acabó]; hasta a las niñas, porque ya con la
tiendita que vendían ellas –taban chiquitas pero vendían-, cuando la
cerramos les afectó muncho en matemáticas, porque ahí como que
se desenvolvían un poco haciendo sus cuentas, y pues cuando la
cerré ya no. No tenía pa surtirla –¿pues con pasajes para andar de
aquí p’allá? (…) Sí entre Jesús y yo la pusimos, porque pus como no
teníamos otra cosa que hacer, luego comíamos y nos íbamos a
acostar y dice “no, aquí vamos a estar como marranos, bien gordos –
dice-, vámonos a caminar” y nos íbamos por allá, a dar la vuelta pal
Cerro, y decía “oyes, vamos poniendo aquí pa vender algo”, y nos
íbamos pal Centro al trair pa la tienda. (…) Pues de la costura sí me
he ayudado más; bueno, casi todo porque había veces que me

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AVRIL ARJONA LUNA

encargaban carpetitas y las vendía, nomás que eso sí muy poco


porque a veces no pagan el trabajo que da, no lo pagan; ahorita los
únicos que hago son los manteles, esos sí, el primero que vendí fue
en Estados Unidos, el segundo con Doña Lucrecia –las sobrecamas-,
y sí, pues sí me ayudo, aunque sea al pasito, al pasito, pero ahí
recibo. Pero es como digo, hay personas que no valoran el trabajo
que da; ya si los encargan que se anticipen en algo [de dinero], pero
así nomás no, porque así ya se ven obligadas –o pierden su dinero-
[ríe].

Margarita trabajó como empleada formal en los Laboratorios Tilsa y este es


uno de sus espacios laborales más significativos porque no sólo fue obteniendo
un buen sueldo y prestaciones de ley, sino que encontró una red de apoyo para
enfrentar lo que se veía venir, la necesidad de mejorar sus condiciones
materiales y simbólicas para separarse totalmente de Caco:

Antes, cuando estaba sola, había veces que ni sabía qué día vivía,
porque yo con tal de sacar otra lana me decía el Ingeniero [,cuando
trabajé en los laboratorios,] "Margarita, van a abrir la Comercial
Mexicana de Rojo Gómez, ¿quieres ir a promocionar el champú, la
crema?" -y todo eso-, "sí" y me iba de demostradora. Cuando
abrieron la Comercial de Toluca, me fui hasta Toluca... y pa mí no
había descansos -sábados y domingos, pa mí todos los días eran
igual. (…) Tenía 22 años [cuando entré al Laboratorio] (…) yo entré
por una cuñada que sus hijos se enfermaron de la rubiola loca,
cayeron en cama y le dijeron a ella que tenían que tener cuarentena,
y como no tenía quién se los cuidara pidió permiso y le dijo al
Ingeniero que si me podía ir yo, en lugar de ella, nada más esos
cuarenta días. Y le dijo que sí, y firmé un contrato por cuarenta días.
Pero yo estaba en una situación crítica, no tenía qué darle de comer
a mis hijos y los mismos compañeros se dieron cuenta de mi
situación, y el Jefe de Personal me decía "échale ganas", e insistía,
"échale ganas", pero [yo] no sabía cuál era su fin. (...). Pues me

685
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

enseñaron a flamear las botellas para poder imprimir, me


enseñaron a imprimir, me enseñaron a llenar las botellas de
champú con la tolba -una máquina-, y después de eso me enseñaron
a llenar las bolsas de crema y me empezaron a enseñar cómo
ayudarles a hacer el champú. (...). Entonces pues yo en menos de 15
días ya sabía hacer todo eso... y lavar tambos, yo lavaba tambos de
esos grandotes -unos de 120 [litros]-, pero yo jamás me opuse a
hacer ese trabajo, si me decían "hoy vas a barrer todo el laboratorio",
yo lo hacía. (...) Y a los quince días me dice el Ingeniero (...) "a ver,
platícame tu situación" y ya le conté y me dice "mira, tú apúrate
porque Rafa [el Jefe de Personal] creo que quiere que te quedes tú
en lugar de tu cuñada", y le digo "no Ingeniero, yo voy a tener
problemas con ella", "no, no te preocupes, pero quiero que aprendas
bien". Y así pasó el mes y que me dicen "sí nos vamos a quedar
contigo, porque tú nos eres más útil que tu cuñada porque lo que
ella no ha aprendido en cinco meses, tú lo aprendiste en un mes"...
Yo estaba [sorprendida], porque me gustaba y quería aprender, pero
por otra [parte] dije "pus voy a perjudicarla", "no, no te preocupes,
yo voy a hablar con ella -dice el Ingeniero-, a mí me sirve un buen
elemento, y tú eres un buen elemento". Y ya, él le explicó (...), pero
como [mi cuñada] tenía poco [tiempo trabajando ahí], pues no tenía
bases para una liquidación (...), entonces ella pues ya te imaginarás,
para mí fue otro problema más. Me sentía bien por otra parte
porque ya tenía un trabajo seguro... pero... otra de las cosas fue que
me eché a su familia [de Caco] encima... y yo dije "pues ni modo, con
la pena. No voy a desperdiciar esta oportunidad". Y así fue. (...)
Tenía todas las prestaciones, tenía seguro de vida, Seguro Social,
vacaciones, o sea, todo, todo, los préstamos, aguinaldo. Cuando yo
entré a ese laboratorio yo ganaba 26 pesos -a la semana-, que era el
salario mínimo y pues yo trabajaba al 100 [% de mis capacidades]
(...) y pues en un año yo ya ganaba tres salarios mínimos... y así iba,
incrementando, así que cuando me salí yo ya ganaba cuatro salarios
mínimos... por qué, porque era hacer todo, nos enseñaban a hacer

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AVRIL ARJONA LUNA

talco (...). Entonces yo a lo que me mandaban, órale. (…) La verdad le


quedé muy agradecida a ese trabajo, porque me dio mucho -pero
también di mucho. (...). Inclusive cuando yo renuncié el Ingeniero
me dijo "mira Magos, tú no tienes derecho a liquidación, porque es
renuncia voluntaria, pero te lo voy a dar porque para mí eres una
chica muy trabajadora y muy emprendedora (...)". En ese tiempo,
creo, me dieron como... no me acuerdo si 800 o 1,600 pesos, por ai
así -era mucha lana (...). Ah, no, sí, definitivamente cambió [con ese
trabajo la situación]: ya teníamos qué comer, qué comprarles, qué
vestirlos... y antes no, había veces que comían ellos y yo me quedaba
sin comer. (...). Sí fue un trabajo que... pues que me gustó, y el
Ingeniero me dijo "cuando quieras las puertas están abiertas para
ti". (…) Sabes cuál es el problema [del trabajo formal], que te vas
desde la mañana -casi desde la madrugada y regresas en la
madrugada. Mi horario era (...) de 9 [a.m.] a 6:30 [p.m.]... ¿a qué
horas llegas hasta Tlatelolco desde aquí? (...). [Trabajaba] de lunes a
viernes [ahí]; nomás que cuando nació mi hijo -Poncho- ya él [Jaiba]
me dijo "no, ya no te vayas a trabajar. Te vas todo el día. Ve a qué
horas nos vamos, a las cinco de la mañana; y tú llegas derrapando
banqueta, con el niño y todo" -y el niño me lo cuidaba una de mis
cuñadas, todavía lo pasaba a dejar a Iztapalapa. Yo me alivié de él
[Poncho] ahí en Troncoso y cuando nació me dijo el Ingeniero "por
la guardería no te preocupes, yo te la voy a conseguir" y tuve un mes
de incapacidad... [Poncho nació en septiembre y para marzo del
siguiente año renuncié].(…) Entonces pues yo digo "hay alguien que
sí valora tu trabajo", y eso a mí me hacía crecer más (...). Yo
disfrutaba ese trabajo (...), el ambiente me gustaba porque
dependiendo, ¿no?, si tú te das a respetar te respetan, y si no pues ya
valistes, pero no, yo siempre tuve el respeto de mis compañeros y
tuve mucho apoyo de ellos, del Ingeniero y de mi Jefe [el Jefe de
Personal] (...). Y en fin de semana si había lavadas pues me iba a
lavar. Mis compañeros me veían y se cooperaban, el primer año, a
fines de año, me regalaron una despensa... yo por una [parte] me

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

sentí bien, pero por otra no porque cuando no estás acostumbrada a


que te den algo dices "¿y ora qué, me vieron cara de muerta de
hambre o qué?", además yo estaba en la etapa que me sentía la
Súper Margarita, pero ya después dije "pues qué padre" (...).

Rosa María ya radicando en Valle de Chalco Solidaridad combinó el


empleo doméstico con el comercio de ropa, utensilios domésticos y en algún
momento comida. De acuerdo con sus narraciones es evidente que ella ubica el
comercio como parte de los intereses y habilidades familiares, en especial entre
sus hermanas, motivo por el cual a partir de la ética del trabajo que le
transmitió su padre, optó hacia el final de esta etapa de vida y el inicio de la
siguiente, por abandonar definitivamente el empleo doméstico para dedicarse
al comercio -destacando los pros y contras del empleo doméstico y enfatizando
el fenómeno de las fallas de madre que para fortuna de ella no experimentó:

[Durante el tiempo que viví con mis hermanas, aquí en Valle,


también trabajaba], (...) a veces me iba a trabajar en casa (...) y
empecé a vender ropa cuando nació Gregorio; (…) mucha gente me
decía "ay, me voy a creer -dice-, ora que tienes dos hijos estás
vendiendo" "sí, precisamente -le digo-, porque ahora tengo a dos,
cuando tenía uno era menos gasto”. (…) Y ya, pero de mi venta, pues
de ahí. Era de que a veces me iba yo sábado, martes, sábado, martes,
y entregar aquí los lunes, iba yo a Tláhuac los jueves, así los tenía yo.
(…) A casi todas nosotras nos gustó el comercio; mi hermana Sandra
se puso su tienda de abarrotes, orita mi hermana Angélica se puso
una rosticería -y también ella antes trabajó así en casa. Se puso "y
órale, vamos", y bien, y así hizo su casa ahí en Comitán, una casa
muy grande, muy bonita. Sí, todo eso dice uno "no, pus sí, se están
superando". Y no le están mandando a ella, todo lo contrario, ella
manda. (…) Porque... pues en casa sí, que a la mejor sí está bien,
¿no?, pero si son buenas personas te motivan, te lo agradecen tu

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AVRIL ARJONA LUNA

trabajo, qué se yo, pero, ¿y si no? (…) [Y aunque estén contentos con
tu trabajo], no van a decir "ay, sí, lo hicistes muy bien y trabajas
mucho y ahí está tu sueldo, el día que ya no me sirvas yo te sigo
teniendo acá, como sea, yo te cuido acá". No, ya no sirves, va pa'
fuera. Y quizás por tu mismo sueldo tú trabajas más, tú te esmeras
por hacerlo bien, por tenerlo más o menos, y la gente por el mismo
sueldo quieren tener a uno ahí. En cambio, si tú haces de tu propio
negocio... que a la mejor en este caso a mí porque me casé, yo
cuidaba a mis hijos, a la mejor no, quizás no descuidaba tanto mi
casa -por decir-, uno que es ora sí que -no me da pena, porque así
soy, así es mi vida, ¿ya qué puedo hacer? No puedo decir "ay, soy
secretaria, soy licenciada, mis estudios", porque no lo soy, entonces
de acuerdo a mis posibilidades, acuerdo de con mi persona, digo,
con... lo que no estudié más bien, entonces dices tú "bueno, quizás
no... no voy a trabajar en casa porque voy a descuidar lo que es mi
responsabilidad con mis hijos, con mi marido", ya ve que con el
esposo tiene uno que tener la ropa limpia, quizás la casa ahí más o
menos, viene y "uh, ¿qué no hicistes nada?" -porque mi esposo es de
que... de que ve: "ay, ya está limpio", "ay, ya hiciste, te cansaste
porque hicistes esto". Lo ve, te lo valora: "ay, qué bueno", o "si estás
cansada, ay, mira, hoy no hiciste porque saliste, fuistes a cobrar,
fuistes a entregar, o te fuistes a surtir o hiciste, no te preocupes,
mañana lo podemos hacer, o mañana yo te ayudo, o al ratito yo te
ayudo, tú no te preocupes, yo te ayudo y lo vamos a hacer entre los
dos". Pero tú estás viendo a tus hijos -en mi caso-, estás viendo a tus
hijos, a tu casa, a tu esposo, hay quien lo valora, o estoy viendo a mis
hijos que son los más valiosos en mi vida. Y, en cambio, te vas todos
los días a trabajar, vienes, ya no disfrutas tu casa, no disfrutas tus
hijos, no los ve uno crecer, toda la vida nos quieren platicar algo, no
les presta uno... ¿por qué?, porque "ay, es que voy a hacer esto",
"orita que tenga", "es que esto", "lo otro", y la gente a veces no lo ve
eso, lo que uno ve es la... claro, si es mucha tu necesidad, a fuerza
tiene uno que trabajar para sacar adelante a nuestros hijos. Pero,

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FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

¿qué pasa los hijos? Al rato nos dicen "ay, prefiero que hubieras
estado conmigo, en lugar de eso toda la vida estuvistes trabajando",
que pasa así. Yo he visto muchos casos. Y en mi caso gracias a dios
pues no descuidé ni a mi casa, mis hijos, y mi dinero es mío. Y a la
mejor no me están llamando la atención [ahora que se dedica al
trabajo por cuenta propia], ya ve que ahí en casa -yo gracias a dios
me tocó unas personas no, no, no, mis respetos, los agradezco
mucho. Pero hay gente que ni la comida, pero eso sí, te trae así:
"¡Que haz esto, pero hazlo bien!", y que "hazlo con este modo", y
que... hay mucha gente que no le importa si te hace daño, ellos lo
que quieren, tener bien, y con su dinero ya pueden... que nos
pueden humillar, o hacer... este... pues que lo haga uno las cosas con
in... productos muy -este-, fuertes, que eso a la larga nos puede
hacer daño. Si ya que las manos como...las tiene uno así. Y la gente
no lo va a ver eso, al rato ya, estás acabada: "ah, no -este-, yo ya
busqué a otra, mejor descansa". En cambio, tus hijos te lo van a
valorar, tu marido, que dice "no, pues eso afuera no lo hagas, pues
ahí ya déjalo así", pero a la gente no. "Ora con este líquido, y que el
otro", ahí tú sabes si te estás muriendo, y al rato ¿por qué?, porque
ya me dio cáncer en la garganta, ¿por qué? Por inhalar las... los
aromas muy fuerte. Ay, que ya, que el cloro, que el amoniaco, que no
sé qué tanto, las manos, que ya tu ropa, que ya tu cuerpo. (…) O mi
papá, más que nada eso nos inculcó en ese sentido de que "no hay
que trabajar con la gente, porque la gente te quiere, te da tu comida
de este modo, de otro modo, y te paga una miseria, trabaja lo tuyo y
te genera más dinero y a la hora que quieras descansar tú sabes,
¿por qué? Porque es tuyo. Lo haces, te produce más, lo vendes, ni
quien te está mandando". Uy, mi papá eso nos decía, para él trabajar
lo ajeno no… decía "mejor lo de uno". (…) Yo creo que orita -ay-, a la
mejor unos... ya creo que ocho años o más… creo ocho [que dejé de
trabajar en casa particular] (...) porque ya no hubo oportunidad ni
yo quise buscar.

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AVRIL ARJONA LUNA

Los principales motivos por los cuales Esther y Margarita regresan a


trabajar como empleadas domésticas, mientras Marilú persiste también, se
relacionan con aquéllos por los que lo dejaron temporalmente. Los esposos no
cumplieron cabalmente con sus obligaciones como proveedores, pero sus hijas e
hijos ya han crecido y están socializados para valerse por sí mismos, apoyar a
sus madres en el cuidado de las y los menores y a ayudarlas -como fue el caso de
Esther- en algunas actividades remuneradas. Marilú recuerda que cuando
llegaron a vivir al Valle Pablo le daba 150 pesos a la semana de gasto, pero no le
alcanzaba y por eso regresó a trabajar en casa de entrada por salida. En el
siguiente fragmento describe lo que ella considera que hubiera pasado, bueno y
malo, si hubiera tenido buen gasto, mostrando tensiones entre esto de trabajar,
tener lo propio, cuidar de las hijas y que le den gasto, mostrando que tanto
influyen las necesidades como las perspectivas de vida que cada quien imagina:

(…) yo digo que a la mejor [si] tuviera yo mi buen gasto igual no me


hubiera ido a trabajar, estuviera con mis hijas y… pues a veces
también le piensa uno porque pues dice uno... “igual así como me
diera, así me lo gastaba ¿no?, igual me iba a dejar y me iba a quedar
en la nada” (…). Pero pues igual [con buen gasto] nada más hubiera
trabajado un tiempo.

Margarita, por su parte, tras abandonar el empleo en el Laboratorio por


sugerencia de su segunda pareja -Jaiba-, dejó de trabajar un año porque él la
mantuvo; después dije "no, esto no me alcanza", y como nunca he sido de las personas de
"¿qué crees?, ya no tengo" (...), entonces yo dije "no, ¿qué hago aquí [en mi casa]?, yo me
voy a trabajar", y empecé a buscar en casa [particular].

En síntesis, Esther, Margarita y Marilú prefirieron seguir trabajando en lo


que conocían mejor, a lo que ya estaban acostumbradas y en donde

691
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

encontraban la flexibilidad requerida en su vida cotidiana. Así es evidente que


la reinserción en el empleo doméstico se asoció con la flexibilidad en dos
sentidos aparentemente contradictorios: por un lado en la flexibilidad de
horarios y la oportunidad de llevar a los hijos más chicos al trabajo -cosa
imposible en la experiencia formal que tuvo Margarita-; por otro, porque la
flexibilidad y la informalidad es menor a la que presenta, por ejemplo, el
comercio ambulante de frutas y legumbres que pepenaba Esther en la Central
de Abastos.

Las particularidades muestran que las condiciones de pareja influyeron


mucho en el retorno al empleo doméstico de las cuatro interlocutoras que
transitaron temporalmente -Margarita, Marilú, Esther y Cristina. En el último
caso influyó poderosamente el encarcelamiento y posterior fallecimiento de
Jesús; mientras que en el penúltimo, al no ver el progreso que esperaba, decidió
retomar el ramo del empleo en el que ya había aprendido a explotar su fuerza de
trabajo bajo el control de su propio ritmo -trabajando incluso en dos lugares por
día, como veremos será común durante la siguiente etapa de vida:

Esther: [Trabajé con un señor] era maestro, se llamaba Juan, dice


que daba clases en la UNAM, en la UAN, algo así, sí (…); y ahí entré a
trabajar y me daban permiso de salir a la una e irme a otro, tonces
tres días trabajaba en dos departamentos… en dos lugares y junté
pa’ una camioneta (…), dije pus ya todo va a ser más fácil pa’ que
repartan y todo ¿no?, pero como yo ya tenía que irme ¡diario, diario
al trabajo en casa…! entonces como que ya llegaban los fines de
semana y alquilaba, pero pus ¡yo no tenía nada de dinero! Entonces
dije no, dije aquí no. (…) Es que él se quedaba a cargo y como en
aquel tiempo todavía tomaba mucho, pues o sea que quién sabe qué
le hacía al dinero, iba a dejar las mesas tomado y ya no se acordaba

692
AVRIL ARJONA LUNA

dónde las iba a dejar y se perdieron, porque pus la gente ya no las


regresó, tons todo eso fue lo que fue bajando [el rendimiento de lo
que había ido invirtiendo poco a poco].

En síntesis sostengo que: 1) durante la etapa reproductiva de vida ellas


tuvieron mejores condiciones para abandonar los empleos que ya no servían a
sus intereses o a la flexibilidad de su vida cotidiana, pues actualmente -por la
edad y como veremos en el siguiente capítulo- les resulta más difícil abandonar
un espacio laboral y prefieren conformarse y buscar implementar estrategias de
negociación y/o resistencia. 2) Las condiciones materiales de su familia no les
permitieron considerar la opción de ocupar el lugar exclusivo de ama de casa,
pues además, 3) el lugar de ama de casa implicaba la dependencia económica,
por un lado, y la falta a la ética del trabajo –sustentada en la autoexplotación
para sí y para otros/as- en la que todas fueron socializadas desde niñas.

5.3.2 Madre-esposa-trabajadora doméstica: las fallas y su asociación con


la subalternidad

Nosotros [las trabajadoras en casa] siempre andamos corriendo (Marilú)

Los hijos deberían ser fruto del amor (Rosa María)

(…) de hecho ¿pa´ quién trabaja uno?... pus, para ellos [los hijos] (Esther)

A lo largo del capítulo he hecho notar las tensiones entre tipos de lugares de
género como madr-esposa-trabajadora/ padr-esposo-trabajador en la
trayectoria de pareja de mis interlocutoras destacando la idealización de
normas de género y los efectos contraproducentes que tienen, en especial

693
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

cuando las condiciones materiales son precarias. El objetivo fue ubicar las
condiciones materiales y simbólicas en las que tienen lugar estas
representaciones y prácticas en torno a la subalternidad entendida como falla
-propia o ajena- y la trascendencia, no siempre reconocida por la familia propia,
de la idea de hacerse de lo suyo bajo el entendido de que sólo los hombres se hacen
de algo así porque ellas, hipotéticamente, recibirían de sus maridos -o sus hijas
e hijos a más largo plazo.

Cuadro 21. Fallas en los lugares de padr-esposo y madr-esposa durante la etapa


reproductiva de vida
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa Tota
María l
Fallas de padre-esposo

Infidelidad x x x 3
Celos x X x x 4
Gasto 4
insuficiente x X x x
Pocas X 1
demostracione
s afectivas
Alcoholismo x X x x 4
y/o violencia
Total 4 4 4 4 0
Fallas de madr-

Pocas
demostracione x X 2
esposa

s afectivas
Abandono X x 2
Infidelidad X 1
Total 1 3 1 0 0
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

694
AVRIL ARJONA LUNA

Es necesario decir que aquéllas asociadas al lugar de esposa,


normalmente vistas como ajenas, y aquéllas asociadas al lugar de madre
-frecuentemente encaradas como propias- están fuertemente interrelacionadas
y de hecho todo indica que desde su experiencia las segundas se representan
como consecuencia de las primeras -atravesadas ambas por el lugar de
trabajadora. Puesto que el lugar de esposa y el de madre están íntimamente
imbricados en la trayectoria de vida de mis interlocutoras, tengamos en cuenta
lo expuesto en el cuadro anterior. Así, las fallas ajenas que experimentaron en
tanto esposas Cristina, Marilú, Esther y Margarita, fueron el insuficiente gasto,
los celos, el alcoholismo y/o las violencias, la infidelidad y las pocas
demostraciones afectivas.

A excepción de Rosa María mis interlocutoras experimentaron varias


fallas en su lugar de esposas asociadas a las expectativas que tenían de sus
parejas. En mi opinión los dos casos más significativos de estas fallas son
Esther y Margarita, quienes destacan porque su segunda unión se asoció
socialmente con una posición subalternizada frente a sus parejas, quienes las
recibieron o aceptaron con hijos de la unión anterior. Esta es una característica
importante que, entre otras, ha condicionado las posibilidades de agencia de
estas dos mujeres en la negociación de su lugar en la pareja y la familia propia.
Así, no es de sorprender que representen los casos en los que los reproches, las
culpas y la soledad se perciban más fuertemente en la siguiente etapa de vida.

El caso de Margarita y su segunda y actual pareja, Jaiba, es representativo


porque muestra que el lugar de esposa se construye fundamentalmente en
relación con la pareja, pero no solamente; pues efectivamente hay casos en los
que la familia de origen del cónyuge interviene complejizando este lugar

695
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

simbólico por medio de la idealización de normas de género. Así, ella asegura


que sus hijos e hija no son apreciados por ninguna de sus abuelas y que sucede
en especial con sus últimos tres hijos y su suegra -la mamá de Jaiba- en la
medida que desde el principio la familia se opuso -por medio de chismes- a que
formaran una pareja -como narra mi interlocutora:

[La familia del Jaiba le decía] que me veían en las vías, que me veía
con los fulanos de los camiones, le digo "pues qué estúpido eres,
porque si no confías en mí ¿qué haces conmigo?"... (...) [Jaiba y yo]
vamos a cumplir 23 años de casados [en el 2012], y le digo "¿qué
quiere tu familia?" [con esto de sembrar la desconfianza]. (…) A mí
dime cuándo abandoné a mis hijos, y tú sabías que yo tenía tres
hijos, dime ¿cuándo los abandoné?; pero para tí soy la pior. Pero no
me importa, mientras yo a ti no te necesite totalmente.... Tú andas
igual, ¿no?, ¿qué? -de "ay, yo soy hombre", ¿y eso qué? Lo mismo que
tú haces es lo mismo que yo puedo hacer (...), con la única diferencia
que yo sí cobro -¿y tú qué cobras?, tú pagas, porque hasta para que
te puedas ir con una mujer la tienes que llevar a comer algo, te va a
costar el hotel". Me dice "no, nunca compares a un hombre con una
mujer", "¡claro que sí!, porque la única diferiencia es que tú te vas y
lo único que puedes hacer es dejar a tus hijos", y es que cuando un
hombre se queda solo son raros los que salen adelante con sus hijos
(...). Y como le digo de su familia, oye, el hecho de que me haya
recibido con hijos no quiere decir que me acosté con todo el mundo.
Ahora, si tu mamá lo dice, tu mamá no es quién -porque tuvo hijos
de diferentes señores- (...). Ahora, si según tú me acuesto con medio
mundo, ¿qué haces conmigo? (...)". (...) Me dice [Jaiba] "ah, te crees
muy importante", le digo "pues sí, sí soy importante... hasta para tí
soy importante, porque si no fuera importante te valiera queso todo
lo que dijeran. A mí qué me importa lo que diga mi mamá, o mis
hermanos y mis cuñadas (...). Pero si te quieres ir, vete. Y sí, soy
puta... si no hubiera sido puta no hubiera tenido tanto hijo (...).

696
AVRIL ARJONA LUNA

Ustedes no son putos, no, ustedes son bien buenas gentes, al


contrario, bien machito... ¿sí?, machito pa que mantengas a todas".
Y yo siempre le digo "es que una siempre sale perdiendo. Ustedes
son los intocables, se sienten los papás de los pollitos". Y es lo que
nunca me he explicado: o sea, piensan que porque ya tuvistes tu
segundo matrimonio te vas a acostar con todo mundo; y cuando de
verdad lo haces ni quién te diga nada -y yo te lo digo porque hubo
un tiempo que conocí a una persona... y de verdad hay que tener
mucha cabecita, y él me decía "vámonos", porque él no era de aquí,
era de Monterrey. Y él me decía "vámonos, ni va a saber pa dónde te
fuiste", porque además acababa de pasar que [Jaiba] había tenido
relaciones con su cuñada… (…) Y cuando pasó esto la señora llegó
así, sin más ni más -haz de cuenta que te estoy contando un chiste a
ti (...)-, "el Jaiba ya se acostó con la Poncha (...) y eso apenas se
descubrió (...)". ¡No, sentí una prepotencia [impotencia] que yo dije,
¿qué onda?! Y yo creo que esa depre me pasó como en un año. (…)
Uh... pues hace como unos... 17 años -ya tiene tiempo que pasó esto.
Mi Julio tendría como dos años, tres años. (...) Y fue cuando en eso
también mi hija me dice que se iba a casar (...), pero no, todavía
tardó (...). (...) Se puede decir que desde un principio que nos
casamos [el Jaiba vive con su primer esposa, Lilia] (...); no, yo no
sabía [que estaba casado] -hasta me llevó a donde vivía y pues no,
parecía que vivía solo; tons ¿qué das por hecho? (...). Cuando me
llevaba a su casa, con su mamá, pues obviamente me veían feo
[porque pensaban que yo era la amante]. Pero él me decía "no, me
dejé de ella, ella se fue con su mamá y tengo dos niñas", de eso yo
estaba consciente, y de hecho yo nunca le dije "dame a mí y a tus
hijas no", jamás (...). Él me daba para Matías, Isadora y Ángel, él
respondía con esos gastos (...), y cuando me decía "oyes fíjate que no
tengo", "no te preocupes" -yo trabajaba en el laboratorio. (...)
Cuando nace Poncho la señora [Lilia, fue a buscarme porque] decía
"voy a matarla" (...). Poncho se hizo a modo de ellos porque él de por
sí iba a ir para él, desde niño ellos fueron muy [cercanos] (...). [En

697
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

ese tiempo el Jaiba se dedicaba a la música]. (…) Poncho [el primer


hijo que tuve con Jaiba,] tiene otras costumbres, tiene malos hábitos
(...) [que asocio a los que tiene la otra pareja de Jaiba]. Un tiempo
que se vino a vivir conmigo, no, a mí no me gusta el reguero; yo con
Checho "tu ropa sucia a la ropa sucia. Tu ropa limpia [separada y
doblada] (...). Y pues no, "aquí recoges y aquí hay un orden. Y aquí
comemos y cada quien recoge su plato"; entonces por eso a él no le
gustó estar en mi casa; porque él se vino cuando tenía sus 18 años,
16 años, tuvo un problema que se tenía que esconder -lo que pasa
que se juntaba con un chavo que era ratero (...)-, y pues no, ni él se
acostumbró a mí ni yo a él. (...) Ya tenía como unos ocho años [que
no vivía conmigo]... no, desde que entró al kinder él lo llevaba,
porque yo trabajaba, (...) entonces él se empezó a adueñar de él, le
empezó a dar lo mejor, lo mejor. Y cuando Julio me empezó a hacer
lo mismo dije "no, ¿y cuando yo no se lo pueda dar qué va a hacer?:
va a empezar a robar (...)". Y eso no lo permití y nunca lo he
permitido. (…)

Avril: ¿cómo le hiciste para que tu ser madre no entrara en conflicto


con tu ser trabajadora?
Margarita: pues no porque tú te fijas una meta y dices "tengo que
trabajar" porque más que nada es el ser, el ser que dices "tengo una
obligación".
El caso de Esther también es representativo de estas relaciones familiares
complejas con efectos diversos en el proceso de envejecimiento. Por ahora
veamos cómo su lugar de madre se ha visto sumamente subalternizado a partir
del éxito que ha tenido en el lugar de trabajadora y el poco reconocimiento de
sus hijas en torno a las fallas intrínsecas a su lugar de esposa. Tengamos en
mente que el caso de Esther se agudizará hacia el final de esta etapa de vida,
cuando comience a poner límites a su responsabilidad en torno al trabajo
doméstico e inicie una relación de amistad y posterior noviazgo con Elías. Así,

698
AVRIL ARJONA LUNA

por ahora, veamos que la falta de comunicación fue una falla importante en la
medida que ha vuelto tabú las fallas cometidas por Ernesto:

(…) dice [Teófila, que no me quiere] porque para ella la que lo 124
cuidó y por la que fue a la escuela, y todo eso, fue gracias a su
hermana (...) -a Anabel y Adelaida-, Anabel porque la cuidó de
chiquita cuando yo me iba a trabajar, y Adelaida porque ella fue la
que iba al kínder, iba a las juntas y todo, y entonces fue un grave
error ¿no?, porque, pus ella dice “no, tu lo único que hiciste fue
darme la vida,[baja la voz] porque a la que le agradezco que me
cuide, fue mi hermana”. (…) Ah pus me siento mal [cuando me dice
eso], [suspira] pero pus digo “es que no me quedó de otra, ¿no?”,
digo “o trabajaba o me estaba aquí con ellas” y ¿qué les iba a dar, de
comer? (…) Los cuatro grandes pues así como que…no podía, no
podía darles, a la mejor, en parte fue eso, que ellos se sentían menos
porque todos sus compañeros, pues todos cumplían con todo ¿no? y
ellos pues a veces no alcanza a darles lo que me pedían en la escuela.
(…) Entonces había veces que no iban, entonces ahí si entiendo que
era, que fue culpa mía, porque a veces no podía darles, pero yo
siempre les decía a ellos “ bueno, si yo no puedo, pues ustedes
pueden ir al mercado, a decirle, oiga señora pues yo le ayudo”, y de
ahí se pueden comprar una libreta, un lápiz, yo que sé, porque yo
siento que luego cuando nosotros en verdad queremos algo, a como
sea, lo vamos a buscar, y vamos a tratar de lograr, y ser lo que
nosotros queremos, pero no, ellos como que tampoco me hicieron
mucho caso ¿no? Entonces Anastasia y Teófila [las más chicas], pues
fue algo muy diferente con ellas porque, pues yo ya tenía un sueldo
seguro ¿no?, antes pues vendía, y si vendía bien y si no, pues no,
entonces con ellas pues sí, como que decía “no, pues échenle ganas,

124 En la vida cotidiana el lenguaje fluye de muy distintas maneras cuando hablamos espontáneamente, y
en especial cuando en los usos del lenguaje todavía hay vestigios indígenas entre los sectores de origen
rural. Yo encontré estas particularidades del lenguaje sexuado y aunque la discusión trasciende los
objetivos de esta investigación, me parece un dato empírico insoslayable.

699
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

ora sí que voy a tratar de darles hasta donde pueda; estudien, pues a
mí me gustaría que tuvieran alguna carrera, que, pues hagan algo
en esta vida” ¿no? Pero es lo mismo, o sea, si me decían “¿cómo se
hace esto?” “pues es que no sé, mejor vamos allá, vamos acá y ver
quién te puede ayudar”. Porque pues sí, hay cosas que, bueno: si no
sé nada, qué les iba a enseñar (…); yo le decía “ve a regularización”.
(…) Anastasia era buena estudiante, pero…pues como ahora me dice
ella, “pues toda tu culpa no fue, fue por uno mismo que pues nos
invitaron, nos gustó y, pues le seguimos” [a las drogas inhalables].
(…) Teófila de chiquita estaba yendo al karate y (...) al taekwondo,
hasta pagaba yo, no me acuerdo cuánto pagaba, iba como en cuarto,
quinto de la primaria (...). Yo le decía en vacaciones “Teófila vete a
ver un curso de verano, a ver a donde te gusta ir” y se iba, entonces
yo digo que así como que diga yo “ay, qué mala mamá soy, no”
porque a la mejor no podía llevarla de la mano pero sí le decía “mira
hija, no puedo ir contigo ve si hay un curso de verano que te guste
pues ve”. (…) Entonces -este- pues digo “¿en qué momento se perdió,
no?” (...) porque si a ella le hubiera gustado, o sea, sabía de cosas,
sabía de los cursos de verano. (…) Siempre las madres queremos lo
mejor para nuestros hijos (…), que tengan mejores oportunidades,
pues que no pasen por lo que uno pasó, (…) y equivocadamente
pues…a la mejor equivocadamente hacemos cosas diferentes ¿no?
porque…yo por ejemplo ahora, ahora ya pienso ¿no? digo “si yo
hubiera tenido la oportunidad de tener una pareja, que tuviera un
trabajo, que me diera un gasto, pues hubiera sido padre estar con
mis hijos ¿no?, cuidarlos”, pero no lo tuve (…); no se dio, no se dio,
tuve que trabajar para darles, por lo menos de comer (…), y pues sí,
no los dejé morirse de hambre. (…) Con su papá de mis hijas en
muchos años nunca tuvo una atención conmigo, nunca me dijo que
me quería, que me amaba. (…) Pus no sabían [mis hijas] así a
ciencia cierta -¿no?-, de que ya vivíamos una vida muy, muy lejana
[su papá y yo]... aunque estuviéramos juntos. (…) Entonces, como
cuando decidí... Pero ahí también ellas no se ponen a pensar.

700
AVRIL ARJONA LUNA

Porque yo nunca dije "me voy", sino fue él el que nomás porque me
escuchó hablando por teléfono, se enojó, recogió, empezó a quitar la
estufa, a desarmar todo, a subir a la camioneta. O sea, salió de él que
agarrara mis cosas y nos fuera a dejar [a la casa que yo estaba
construyendo en Chimalhuacán]. O sea, que yo nunca dije “mira,
¿sabes qué? Pus ya me voy”. Entonces, tampoco veo por qué mis
hijas no lo comprenden así, si ellas mismas lo vieron. (…) A las tres
nos fue a dejar [Anastasia, Teófila y yo]. A las tres nos fue a dejar,
entonces... (…) Él, para ellas, creo que su papá no tiene error. A la
mejor (…) dirán “mi mamá se iba y venía hasta en la noche”. Y sí, sí
venía hacia la noche. Porque cuando estuve trabajando en dos
trabajos, fueron como ocho meses más o menos, o medio año -ya no
me acuerdo muy bien-, que trabajé en la Academia, pues sí venía yo
a las 9 y media, 10 de la noche. Me iba a las 4 y media de la mañana.
P's me la pasaba todo el día, ¿no? Entonces, pues él estaba con ellas,
todo el día pues trabajando ahí en las lonas, ¿no? Entonces, pues
luego venía yo y me decían “no, fuimos con papá a comer al
tianguis", "nos llevó a comer acá", "nos llevó a comer allá”. Pues a la
mejor, parte de eso, ellas ven que su papá siempre estuvo con ellas.
Como yo no estuve, pus a la mejor ahí como que han de decir “mi
papá sí estuvo, mi mamá no”. (…) Y pus hasta la fecha; él ahí está
siempre, la que se sale soy yo, por eso dicen que yo me voy porque
quiero… porque quiero trabajar.

Cristina, a pesar de las dificultades de pareja y familiares que enfrentó


durante esta etapa de vida realmente ha recibido muy pocos reproches en torno
a su lugar como madre. Ella asegura que sólo uno de sus hijos, Torcuato, le ha
hecho comentarios en torno a lo que le hubiera gustado recibir de ella -cariño:

Avril: ¿cómo pudo haber influido en su familia el hecho de que usted


trabajara?

701
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Cristina: pos, bueno, yo no sintí así, que digamos, ningún cambio –


ningún nada. En primer lugar ellas [sus nietas] nunca faltaron a la
escuela, si no estudiaron más fue porque no quisieron, no porque yo
les haya dicho “ya no les ayudo”. Mi deseo era ayudar a mis hijos y a
ellas -a todos-, cierto, hasta la secundaria pero ya no quisieron –allá
ellos. Porque decía yo “qué tal que los obligo a que vayan, yo me voy
a trabajar y se vayan a ir a otro lado y no sepa yo ni dónde están”, no,
mejor así. (…) Si así [de entrada por salida] no pude estar al frente
de ellos, imagínate de planta, por eso eso una vez mi hijo, Torcuato,
me dice “ay, amá, usté quiere que seamos buenos hijos y usté nunca
nos dio un cariño”, le digo “mira hijo, [si] les daba cariño no les daba
de comer, si les daba de comer no les daba lo otro –una cosa u otra-,
yo les daba lo que más les hacía falta –bueno, que todo les hace
falta-, pero la verdá no se puede todo –le digo-, para ser padre y
madre no se puede. Y a la mera hora ni padre ni madre parece uno”.

Tomo como caso intermedio el de Cristina pues su reflexividad permite


adentrarnos a los dos últimos casos en los que las fallas han tendido a adquirir
mucho menos peso. Antes que nada hay que notar la asunción que hacen todas
de que hicieron lo más que pudieron con lo que tuvieron al alcance y, sin
embargo, está convencidas de que pudieron haber sido madres de otra forma si
las necesidades materiales no se hubieran impuesto. Al menos Cristina, Esther
y Margarita está convencidas de que fueron poco afectuosas con sus hijos e
hijas, de haber tenido poco tiempo para pasar con ellas y ellos, de haber andado
a las carreras -por lo que no siempre atendieron los llamados de la escuela, por
ejemplo- y de haber delegado en las y los hijos mayores parte del trabajo que
implicaba la reproducción de la vida cotidiana.

Avril: ¿cómo hubiera sido la atención que le hubiera gustado darle [a


sus hijos e hija]?

702
AVRIL ARJONA LUNA

Cristina: pues dedicarme más a ellos, porque digo yo [que] al darles


de comer, al tenerles todo, no es lo suficiente; lo suficiente es estar
platicando con ellos, convivir, y yo siempre andaba a las carreras.
Me hacían preguntas que había veces que ni se las contestaba, o no
me dejaban pensar para platicarles, y pues ¡córrele!, ahí es donde yo
siento que no les di muncha atención –tocante de tiempo.

Avril: ¿y qué tipo de preguntas le hacían?

Cristina: pues hasta pláticas, u convivir, sí, convivir, jugar con ellos
–mejor ahora me pongo a jugar con mis nietos, que con mis hijos.
(…) Pues sí [no pude darles lo que ahora considero que pudieron
haber necesitado mis hijos]; porque entonces tenía yo que cumplir
con un compromiso que tenía -primero llegar a la hora y que no me
llamaran la atención [en el trabajo]-, y mientras yo faltaba en lo mío,
ahí es donde siento que no fui la madre que debí de haber sido [ríe],
pero pues ya pasó; luego me comprenden y luego no. Torcuato es el
que siempre [se ha mostrado más crítico y recriminatorio], o como
Perico que también hubo una temporada que empezó a tomar (…) y
yo le digo “no tomes. ¿Yo cuándo les di ese ejemplo? Yo no pensaba
en tomar, yo pensaba en traerle a ustedes. Yo si podía me compraba
un chicle, y si no, no; primero estaban ustedes –le digo. Y cuídense –
le digo-, si quieren durar cuídense, porque si no se cuida uno no
dura” (…). No es trabajo tener hijos, sino sacarlos adelante –así
como vi que los castigué muncho en todo. Ahora veo a alguien que
está esperando bebé y digo “mmm, ni saben las pobres”, ¿a qué
traen hijos?, sí, porque ahorita está cada vez más duro y los que
sufren son las criaturas, de todo, aunque tú les puedas dar lo mejor;
hay veces que unos estudian muncho y no consiguen el trabajo que
ellos estudiaron, y a ver, ¿de qué sirvió su sacrificio para salir
adelante?, si nomás no hay trabajo (…). Por eso yo quedé a gusto con
los que tuve, no me arrepiento tampoco (…). (…) trabajo es para
darles escuela a todos, y bien comidos, y atenderlos..y no, no se
puede. Uno de mis hijos antes de casara dice “ay amá, me dejaron

703
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

esto y esto de tarea” y le digo “no puedo sacar sangre de una piedra,
no puedo para darles a todos –le digo. Pues que te esperen para
darte pa lo que te pidieron” -y ya se iba a la escuela; pero sí, les icía
falta y se atrasaban, sí se atrasaban. Y ya cuando él creció y tuvo a
sus hijos dice “ay amá, bien nos lo decías”… ei.. y hubo una
temporada que me lo cantaba, decía que yo no había sido padre ni
madre, que no había sido nada, pero ya cuando creció ya vio lo que
es tener familia; y él pues fueron poquitos [hijos] y su mujer nunca
lo dejó solo, por lo menos lo apoyaba con su presencia, aunque no
fuera con trabajo pero con su presencia era más que suficiente; y yo
los míos no, se quedaron como animalitos, ni quién les dijera no
hagan esto, no hagan esto otro, yo les decía pero pues no es igual
como estar la pareja. Te digo que en la noche nos quedábamos los
ocho en una sola cama, entons yo no podía ni contarlos porque
estaban todos empalmaditos y contaba los zapatos que dejaban
abajo, ei; ellos se iban a la escuela y yo a mi trabajo, en la noche
llegaba y ya estaban acostaditos, ya estaban dormidos… había veces
en que ni camiones había y no podía llegar uno temprano a su casa
–de un trabajo sí salía temprano, pero del otro no, ya salía tarde, me
daban las siete de la noche cuando iba saliendo y pues ya llegaba a
las nueve a la casa. (…) [Mis hijos] fueron puros hombres, nomás ella
[Emilia] de mujer [ríe]. (…) Sí, pues ella era como la mamá; cuando
se casó y les conté allá [en el trabajo] les digo “ay, ya se me quebró
mi brazo mayor”, “¿cómo?” –llegaron a ver cuál brazo me había
rompido-, les digo “no, es que mi hija se casó”. Y pues sí, cuando yo
llegaba en vez de estar conmigo estaban con ella porque era la que
los miraba a los más chicos; pero no, hasta eso no son canijos a
pesar de que se criaron como borreguitos, sin frenos [ríe].

Teniendo en cuenta que la maternidad es un proceso y una construcción


social condicionada por importantes aspectos biosocioculturales que la tornan
disruptiva en la mayoría de estos casos, no sólo se trata de un hecho
determinado socioculturalmente por la reproducción biológica entre un

704
AVRIL ARJONA LUNA

hombre y una mujer, sino que se construye en torno a una serie de creencias,
valores y normas que dictan el papel y las funciones que uno y otra tendrán que
asumir para el desarrollo de una nueva línea de parentesco. En una sociedad
como la mexicana, las normas ideales que establecen el papel y las funciones de
una madre y un padre se basan, a ultranza, en la división sexual del trabajo. A
pesar del sinnúmero de referentes contradictorios que ponen en evidencia la
idealización de normas de base patriarcal, distanciarse de la socialización
recibida y observar las normas reales sin enfrentar grandes dosis de frustración
y culpa resulta difícil para muchas mujeres-madres-trabajadoras.

La mayoría de mis interlocutoras no cuestionó el mandato, no siempre


explícito, de la maternidad; de modo que en general la vivieron como un hecho
sorpresivo, inevitable y ciertamente esperado por su grupo social de
pertenencia. La maternidad marcó el inicio de una nueva etapa cargada de
responsabilidades y necesidades que, más allá de las estrategias 125 buscadas e
implementadas para solventarlas, implicó el tránsito a la adultez y la
independencia, con la soledad y el desamparo que puede acarrear, frente a su
familia de origen.

A excepción de Rosa María que planeó con su esposo tener solo dos hijos,
aunque al final tuvieron el pilón, estas mujeres no planearon el número de hijos
e hijas que tuvieron; y, aunque no les resulta fácil admitirlo, coinciden en que
de haber tenido menos hijos hubieran podido darles más, tanto en el sentido
material como en cuanto a la atención se refiere. En este sentido, las
representaciones que mis interlocutoras tenían en torno a las expectativas de la
maternidad están fuertemente ligadas con las expectativas que tuvieron de sus
125 Una de las más destacables a nivel vecinal y comunitario serán las tandas.

705
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

parejas en tanto proveedores únicos o principales de la familia propia. Ante la


imposibilidad estructural y/o subjetiva de sus parejas para cumplir con su
función en tanto hombres, la frustración se hizo presente en las primeras
uniones de Cristina, Esther y Margarita, y en la única de Marilú. En el caso de
Rosa María, uno muy excepcional, las expectativas en torno a la figura del
esposo están mejor satisfechas, pues desde su perspectiva Oscar hizo lo que
pudo por llevar a su familias lo suficiente, aunque no lo necesario -diría Rosa María.

Ante las necesidades básicas mis informantes articularon nuevas


representaciones en torno al trabajo remunerado, configurándolo como una
obligación irremediable y un espacio para el desarrollo económico y personal. A
pesar de las dificultades que enfrentaron y los esfuerzos que hicieron para sacar
a sus hijos adelante, la maternidad implicó repercusiones varias en la
continuidad-discontinuidad en el empleo doméstico y provocó el tránsito
laboral temporal que evidenció las tensiones entre lugares.

De este modo, las representaciones idealizadas de la maternidad como


evento biológico instintivo y natural para las mujeres entra en tensión,
contradicción, crisis y/o conflicto cuando hacia el final del ciclo reproductivo se
imbrican con las expectativas socioculturales idealizadas y las críticas de la
pareja y las/os hijos. Esto ha llevado a Esther y Margarita a preguntarse por los
costos que a la larga trae la maternidad, pues a pesar de los esfuerzos y los
sacrificios no contarán -como veremos en el siguiente capítulo- con el apoyo de
sus hijos, y en el primer caso de la ex pareja, en caso de necesitarlo.

En este orden de ideas es que podemos ubicar el principal costo y el


principal beneficio del empleo doméstico desde las representaciones de la

706
AVRIL ARJONA LUNA

mayoría de mis interlocutoras: es algo así como un arma de doble filo pues,
aunque les permitió cubrir las necesidades materiales indispensables de sus
hijas e hijos a través del cuerpo-herramienta, implicó el desfase con la
maternidad idealizada de tiempo completo. Así, en el capítulo siguiente
veremos en qué medida las expectativas que depositaron en la maternidad se
han cumplido, en qué condiciones y cómo el desplazamiento entre lugares
podría asociarse con estos fenómenos conforme avanzan los procesos de
envejecimiento. Por ahora concluyamos con los dos casos en los que las
tensiones entre lugares de género provocaron menor subalternidad.

Marilú representa otro caso en el que las fallas propias como madre son
nulas. De este modo, en su caso y desde sus representaciones, las fallas fueron
de Pablo porque no daba buen gasto, comenzó a violentarla porque empezó a
engordar y sólo tuvo hijas -no hijos- e inició otras dos familias -una en el pueblo
del que ambos son originarios y otra en la Ciudad de México. En su caso las
fallas de madre que se observan en otros casos remitieron a estrategias
temporales y no sometieron a sus hijas al abandono -muy asociado a tener que
valerse por sí misma/o siendo niña/o- de modo que platicando con ellas
encontró salida a las tensiones entre el lugar de madre y el de trabajadora.
Veamos sus representaciones sobre las ventajas y desventajas de ser mujer u
hombre y cómo se dieron los últimos diálogos con Pablo:

(…) pues las ventajas [de ser mujer] 'ora sí que nomás por tener
hijos, o sea reproducir, pero de ai en fuera no le veo ninguna ventaja
(…). Pus [desventaja de ser mujer]... no, no le veo tampoco. (…) Yo
digo que la ventaja de ellos [los hombres] es que son libres, pueden
tener sus aventuras porque no tienen, como uno, que ser madre
-que tiene uno que ver por sus hijos en su casa, en su hogar-, y ellos

707
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

a lo mejor tienen mujeres, tienen placer por allá, tienen sus amigos.
Yo creo que esa es su ventaja de ellos, ser libres -machistas. Y pues
las mujeres 'ora sí que hay de todo porque hay mujeres que les
importan sus hijos y hay mujeres que no. (...). Pero las mujeres sí
somos más pegadas a la familia; y a parte si tenemos hermanos
pues ya nos dan una jaladita de greñas, de oídos, y "te aliñas o te
aliñamos" y es como le vas cortando, pero un hombre mientras más
le digas, más lo hace. (…) [No] desventajas [de los hombres... no le
veo. (…) Mis hijas estaban en la primaria; yo me iba a trabajar y pues
ya venía y a veces él ya estaba aquí. Se enojaba de que yo las dejara,
tonces él me decía que yo descuidaba mucho a mis hijas, pero le
digo “es que el dinero que tú me das no me alcanza”, “pues es que yo
no te puedo dar más” –siendo que sí podía, lo que pasa es que como
nunca exigí, o sea, si cuando tenía la oportunidad nunca lo exigí, y
ya después cuando había problemas pues menos me iba a dar.
Tonces le decía que no me alcanzaba para la escuela, pa la comida y
me decía “yo no te puedo dar más; tú sabías que yo fui pobre y que
nunca tenía mucho dinero, entonces hubieras buscado otra persona
que tuviera más dinero, ora sí, que tuviera lo económico”, le digo
“pues no es necesario de buscarme una persona –le digo-, yo lo sé
ganar, sé trabajar… y si tú no me quieres ayudar con las niñas pues
no me ayudes, pero tampoco me vengas a molestar y me estés
chingue y chingue. Y si tienes otra persona pues también, haz tu
vida –le digo-, pero pues ya no vengas, ya trata de irte y no te
aparezcas, ya déjame vivir en paz” (…). Y cuando venía pus era para
venir enojado, serio, que no le gustaba esto, que no le gustaba aquél,
que me hablaba de mala gana, decía yo “bueno, entonces para qué lo
quiero así”.

De los pocos recuerdos que Marilú tiene sobre el reproche de sus hijas en
torno a su lugar de madre trabajadora está la experiencia de apoyo que
encontró en una de sus amigas y vecina -ya fallecida- que durante más o menos
tres años cuidó de sus hijas cuando salían de la escuela y hasta que mi

708
AVRIL ARJONA LUNA

interlocutora regresara de trabajar. Las recogía de la escuela, las llevaba a su


casa y les daba de comer junto a sus propios hijos. A sus hijas no les gustaba la
comida que preparaba y recuerda que ya no querían quedarse con esa señora
porque le pegaba mucho a sus hijos. Sí, era estricta con sus hijos... pero son
muchachos responsables, dijo Marilú, sí les daba sus cuerazos con cinturón, o así. Fuera
de esta narración, ninguna de sus dos hijas le ha reprochado la separación con
respecto al padre o el abandono; si bien la legitimidad del hacerse de lo suyo ha
tendido a debilitarse con los años, esto será cuestión a tratar durante el
próximo capítulo cuando veamos la última etapa de vida.

La noción de falla no es común en las representaciones de Rosa María en


ninguno de los lugares simbólicos que estamos analizando. En este sentido es
la única que -por lo hablado y observado- definitivamente goza del
reconocimiento y agradecimiento tanto de su esposo como de su hija e hijos, e
incluso de sus nietas y nieto, por el sacrificio que implicó para ella tanto trabajo
-como ella misma narra:

Gracias a Dios y a nuestro puro sacrificio, tengo a mis hijos y... y


bueno. Pero, como le digo a mi hija, "siquiera tú, y no trabajastes así
como yo trabajé, siquiera tú -gracias a dios-, tu esposo pus gana y
está haciendo sus cosas, él es el responsable, pero ¿qué tal nosotros?
-le digo-, yo igual al parejo que tu papá". (…) Él siempre me lo ha
dicho “sin ti no tuviéramos lo que tenemos; sin ti no soy nadie, tú
me avalas, tú me apoyas… yo te doy y no sé cómo lo distribuyes, por
ti tenemos”. (...) Él no es de que ay yo acá me emborracho y si le
alcanzó a mi esposa qué bien; no, gracias a Dios su raya intacta. Es
como si yo lo trabajara, a veces digo ay, pobrecito, se mata para qué,
para que me dé tanto, bueno, pero de ahí comemos. O la casa, más
que nada, se ve, se refleja, y él me dice, no es que tú, mi yerno –
apenas la semana pasada me dijo-, “ay, es que usted, yo no sé cómo

709
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

le hace, yo admiro que usted es buena de administradora, se sabe


administrar su dinero, para lo que gana mi suegro (…) . Y yo
siempre le digo a su hija, ay no, tu mamá, para lo que dices que
ustedes no sufrieron, mis respetos”. (…) Porque cuando nosotros
compramos este terreno, ay no, estaba para llorar, y no me da pena
decir porque así es (…); ya estaba construido lo que es esto, la salita,
comedor y cocina; tenía yo un techito de lámina sobrepuesto, pero
cuando llovía se trasminaba de arriba… de abajo para arriba el agua,
no, pues sí sufrimos. Pero oye, pues yo no voy a vivir así… como dijo
una vez una señora “usted –dice- no fue de esa persona mediocre,
que aquí estoy y aquí me aguanto, aquí me puso mi marido y aquí
estoy”, “ay, no, yo decía no, a actuar. Esto podemos gastar, esto no,
esto sí, podemos ir a tal lado y esta semana no, y ahí”. Antes
vivíamos varios hermanos cerca y decíamos “vamos a tales” y decía
mi cuñado, yo llevo la camioneta –llevaba una camioneta porque
trabajaba en Panasonic-, ah, pues yo pongo la gasolina; entonces
ustedes pónganse de acuerdo qué van a llevar de comer, uno pone
esto, otro pone lo otro, pa que no se nos haga pesado y vamos de día
de campo. Íbamos mucho a Río Frío, acá por, antes de llegar a
Cuernavaca... Tepoztlán… a balnearios, nos íbamos, pero así, todos
(…), y no lo sentíamos [pesado] y paseábamos, íbamos a muchos
lugares gracias a Dios. (…) O a mis hijos qué les puedo dar, oye, yo
no les puedo dar para que compren todo allá a la hora del receso (…),
pura chuchería; ah no, yo no, aquí se almuerzan, les hago licuado,
me gustaba comprar granola, o si no de plátano, su chocomil[k], o
avena, licuarlo y órale, y sus pan o hacerles un taquito o qué se yo, lo
que Dios me daba a entender, pero van almorzados, sé lo que están
comiendo. Ah no, no tengo para darles, les doy dos pesos pa que no
estén abriendo la boca cuando los otros están comiendo; llevan sus
lunch, llevan sus agüitas de limón, de lo que Dios me da a entender,
refresco yo soy muy poco, pero yo sé qué están comiendo mis hijos.
Ah no, a lo mejor no me dio para hacerles una torta de jamón, ah
llevan sus fruta picada, a la hora del receso, y a la hora que ustedes

710
AVRIL ARJONA LUNA

vienen ya está la comida; me ahorraba yo de eso de que les estoy


dando los 20 pesos para que se compren allá algo que (…) ni sabe
uno qué está comiendo y al rato ya se enfermaron. Mis hijos comen
en la calle y se enferman, por la grasa, por la grasa, antes a lo mejor
comía un poquito más de grasa, ahora ya no, ya he tratado de lo
menos, y ya mis hijos se acostumbraron. (…) Lo importante yo creo
que es saberlo administrar el dinero, saber pensar qué es lo que
quiere uno para su vejez, para sus hijos, para mí todo eso lo he
valorado, lo he tomado como... pues más que nada hay... hay
personas que me... me alaban.

Finalmente, sólo quiero retomar el impacto que pudieron tener las


empleadoras –y en menor medida los empleadores- en la configuración de estas
tensiones entre tipos de lugares de género. Me refiero a lo ya planteado en
torno a la maternidad como campo del intercambio de representaciones entre
mujeres con condiciones materiales muy diferentes, permitiendo a unas
establecer lo bueno y lo malo por medio de consejos que abren los ojos al mismo
tiempo que muestran las fallas ajenas, propias y colectivas:

Cristina: No, pus las señoras me abrían los ojos (…), en cómo me
hablaban de mis hijos, me decían que los cuidara, que hiciera
muncho por ellos, que les pusiera más atención… ei, bueno, me
hacían ver las cosas -porque como miraban que yo los dejaba
muncho tiempo solos. (…), Pero sí, como que iba un poquito
despertando ya. (…) Porque bueno, lo único en que les ponía
atención [a mis hijos] era que comieran [ríe], pero así como llevarlos
a la escuela, irlos a ver –y todo-, pus cuál, ¿cuál tiempo? No hay
tiempo. Y luego pienso yo que por eso están mis hijos muy alejados,
porque pus yo también estuve alejada de ellos cuando estaban
chicos, pero pues -digo yo- no se puede hacer todo.

711
FAMILIA PROPIA, SEXUALIDAD Y EMPLEO EN CASA

Avril: esto que me comenta sobre los consejos que le daban sus
empleadoras, sobre cuidar más a sus hijos, y luego cómo los hijos se
sienten a la larga, me llama la atención porque ya lo he escuchado
en la historia de vida de otras señoras. Yo no digo que sea un mal
consejo, pero a veces suena más fácil de lo que es, porque incluso
pareciera que ustedes no estuvieron con sus hijos por gusto

Cristina: pues sí, fácil para las que pueden atenderlos, ¿pero uno? –
que a veces ya ni se despide uno de beso porque “ay, se me hacer
tarde”; como que siente que pierde uno muncho el tiempo para salir
y llegar al trabajo. (…) Por eso te digo, en mi tiempo que yo tuve a
mis hijos no pude darles atención –mejor se los di a mis nietas.

Pasemos entonces al último capítulo correspondiente a la tercera etapa de


los TRS, aquélla asociada nuevamente con la no reproducción biológica, en la
que analizaremos tres transiciones de vida: la transición a abuelas en todos los
casos, las transiciones laborales en el caso de Cristina y Rosa María, y la
transición reproductiva que veremos en dos de sus tres fases según sea el caso:
la postmenopausia para las dos mayores y la perimenopausia para las tres más
jóvenes.

712
VI.
Familia, trabajo flexible y procesos de
envejecimiento en el Valle de Chalco Solidaridad:
tendencias en las condiciones de posibilidad y los
límites de la agencia de trabajadoras y ex
trabajadoras en casa durante la última etapa de los
TRS
AVRIL ARJONA LUNA

E n este capítulo describo y analizo las representaciones, también sobre


prácticas, de mis cinco interlocutoras -tres empleadas y dos ex
empleadas domésticas- en torno a las condiciones materiales y simbólicas de
existencia de ellas y sus familias durante lo que denomino la última etapa de los
TRS. Así, hay tres principales transiciones de vida a señalar y analizar: 1) la
transición a abuelas en todos los casos, 2) las transiciones laborales en el caso
de Cristina y Rosa María y 3) la transición reproductiva que veremos en dos de
sus tres fases según sea el caso: la postmenopausia para las dos mayores y la
perimenopausia para las tres más jóvenes. Estos tres ejes analíticos nos
permitirán observar cuáles son las continuidades y discontinuidades en las
condiciones de posibilidad y los límites de la agencia de mis interlocutoras a la
luz del proceso de envejecimiento según lo ha experimentado cada una.

La intención es destacar la configuración de espacios materiales y lugares


simbólicos para estas cinco mujeres como un proceso que tiene su origen en la
infancia, adquiere solidez en la etapa intermedia de vida y muestra
consecuencias en la última gran etapa vital que, según parece, también será
considerablemente larga. Como lo hice en los dos capítulos anteriores, con
miras a sintetizar la descripción me sirvo de cuadros que incorporo en el
cuerpo del texto y las gráficas con las principales transiciones vitales y algunos
vínculos entre trayectorias. Como se observa en estos anexos al final del
capítulo, este periodo de vida varía según dos grandes tendencias diferenciadas
por la edad de mis interlocutoras. La primera está representada por Cristina y
Rosa María, las dos informantes que experimentaron la menopausia hacia el

721
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

final de la etapa de vida anterior dado que su curso de vida ha sido más largo,
motivo por el cual la etapa abarca alrededor de 27 años en el primer caso y
alrededor de 11 años en el segundo. La segunda tendencia está representada por
Margarita, Marilú y Esther: en el primer y segundo casos el análisis abarca
alrededor de siete años, mientras que en el tercero no sobrepasa los seis. Esta es
una particularidad de mi investigación que si bien limita algunas
comparaciones, como ya se dijo, también posibilita otras según terminaremos
de ver en este capítulo.

6.1 Familia, condiciones de posibilidad y agencia: su influencia en el


curso de vida y en la (re)configuración de lugares femeninos

Mis hijos si no me dan, tampoco me quitan (Cristina).

He decidido comenzar el análisis de la etapa más reciente del curso de vida con
la trayectoria familiar porque influye poderosamente en el proceso y
experiencia del envejecimiento en la medida que lo hace sobre la trayectoria
laboral y la de s/e/a general y sexual. En este sentido sostengo que los eventos,
las transiciones, los espacios y los lugares en la familia representan un marco
fundamental para el análisis de otras trayectorias vitales de mujeres
trabajadoras de sectores urbano populares en la ZMCM.

Me propongo aquí analizar las condiciones de vida actuales de la familia


de mis cinco interlocutoras teniendo en cuenta la composición
sociodemográfica de la misma, el tipo y estatus de su vivienda, la distribución

722
AVRIL ARJONA LUNA

de espacios, lugares, tareas, recursos, derechos y obligaciones, así como las


relaciones sociales que mediaron en este proceso durante su etapa de vida más
reciente. En este sentido, nos acercamos a una etapa avanzada del curso de vida
doméstico en la que se observa la influencia de las relaciones de pareja
analizadas en los dos capítulos anteriores; del hecho de que buena parte de las
hijas e hijos ya han iniciado su propia familia -introduciéndose así el lugar de
abuela para mis interlocutoras-, y de otros cambios y continuidades en los
espacios y lugares de estas mujeres. Como veremos, de especial interés para el
análisis contextual resultan las condiciones materiales de vida teniendo en
mente indicadores como los servicios a los que tienen acceso y el tipo de
viviendas con las que cuentan. Comencemos por el contexto para enmarcar las
representaciones y prácticas de mis interlocutoras y sus familias.

De acuerdo con las narraciones retratadas en el capítulo anterior, cuando


abordamos el inicio del asentamiento en el municipio de Valle de Chalco
Solidaridad, los servicios con los que cuentan estas familias se han ampliado.
Todas tienen agua potable, energía eléctrica, teléfono y gas. El caso de Rosa
María destaca porque es la única con gas estacionario, servicio de internet y
televisión por cable. A pesar de que los servicios públicos están más
regularizados que hace un par de décadas, el problema actual en los casos más
precarios es alcanzar a cubrir los costos de los mismos, especialmente en el caso
de la luz y el teléfono. Este último servicio es una necesidad que en ocasiones
parece un lujo al que no todas tienen acceso con la constancia que quisieran. Así
Esther y Marilú son dos casos -de los al menos cuatro de empleadas domésticas
conocidas durante el trabajo de campo- en que el teléfono les ha sido cortado en
varias ocasiones por falta de pago.

723
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Cuando entre 1985 y 1990 el Valle de Chalco Solidaridad recibió una nueva
oleada migratoria, los predios vendidos eran considerablemente grandes. Esto
parece haber cambiado conforme las colonias nuevas ubicadas al centro del
municipio -entre la Autopista México Puebla y la Avenida Tlahuac Chalco-
comenzaron a crecer. Puesto que Marilú, Esther y Margarita viven en una de
éstas, no es gratuito que los terrenos de Cristina y Rosa María -cercanos al
Cerro de Xico- sean más grandes, pues finalmente fueron producto de otro
momento en el fraccionamiento de tierras.

Si bien sugiero tener en cuenta que las dimensiones del predio guardan
relación con las condiciones de posibilidad y agencia que han construido mis
cinco interlocutoras y sus familias, es fundamental notar que más allá de las
dimensiones éstos tienden a albergar personas, familias y unidades domésticas
-frecuentemente vinculadas por el parentesco- con delimitaciones variables
entre espacios, lugares, derechos, obligaciones, necesidades y gastos.

Sugiero que las condiciones materiales y simbólicas que pudieron estar


en juego con el asentamiento en Valle de Chalco fueron: 1) las generaciones de
mis interlocutoras -y sus parejas- tuvieron posibilidades materiales suficientes
para hacerse de un techo propio y así dejar el lugar de
migrante-nómada-arrendataria apropiándose de un espacio en la ZMCM y
adoptando el lugar de habitante-propietaria.126 2) Todo indica que una vez
logrado el asentamiento la construcción de una vivienda dependió no sólo de
las condiciones materiales de mis interlocutoras y sus parejas, sino de las
expectativas que unas y otros pudieron tener para sí y para sus hijas e hijos.

126 Mis cinco interlocutoras y casi todas mis informantes secundarias –a excepción de Silvia- son
“propietarias” de la casa en la que viven.

724
Margarita Esther Marilú Rosa María

x
x
x
x
Propiedad de la familia

x
x
Casa con acabados

x
Cuartos dispuestos para distintos usos CON acabados
Tipo de vivienda

X
Cuartos dispuestos para distintos usos SIN acabados

X
X
Con procesos de construcción entre el 2012 y el 2013

725
x
x
x
x
Agua

x
x
x
x
Luz
Cuadro 1. Características generales de sus viviendas (2012-2013)

x Estacionario
Gas

x
x
x
Cilindro

x
x
x
x

Teléfono
Servicios con los que cuentan

Televisión por cable e internet


AVRIL ARJONA LUNA
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO
Cristina

x x X x x x x

Tota 5 3 1 1 3 5 5 1 4 5 1
l
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Del Cuadro 1 se desprenden otros datos importantes para el análisis de las


condiciones materiales y simbólicas de existencia; tal es el caso del tipo de
vivienda, un rubro en el que incluyo los acabados y el mantenimiento de los
inmuebles. La vivienda de Margarita no tuvo mantenimiento ni estuvo en
construcción durante algunos años, pero en octubre del 2012 mi interlocutora
esperaba invertir de su ronchita para construir otro espacio en el contexto de un
evento religioso importante para su hijo más chico.

Del siguiente fragmento destaca otro hecho importante: los diversos


mecanismos mercantiles de los que se sirven para ahorrar -por medio de Cajas
de Ahorro que funcionan cuando no participan en tandas:

Yo saqué de mi Caja [de Ahorro] y voy a comprar aunque sea un


millar de tabique y que me pongan aunque sea unas láminas para
techar, porque va a venir mi familia [en diciembre, para la Primera
Comunión de Checho], y ¿adónde los voy a acostar? (...) Y entonces
me dice [Jaiba] "no, sí gorda" -y es lo que estamos viendo ahorita (...)
Y es que mi familia es mucha (...). Y yo recibo otra Caja en diciembre
precisamente, recibo cuatro mil pesos -me metía a ahorrar de a
cien, de a cien y ya hice mi ronchita, tengo cuatro mil 100 pesos (…)
Así por lo menos en diciembre no ando tan apretada, me compro lo
que yo quiera y yo hago mi cena como yo quiero (...), porque lo
poquito que me den de aguinaldo yo lo junto -gasto a manos llenas-,
pero ahorita sí me está preocupando [esto de que viene mi familia].

726
AVRIL ARJONA LUNA

Empeñé unas alhajas y ya las fui a sacar, mil pesos me dieron -unas
arracadas y así, fui y las llevé... nunca me había parado a esos
lugares [ríe].

Avril: ¿Y a cuál fuiste?, porque por aquí hay un montón

Margarita: al de aquí cerca; (…) por estos [aretes] me daban 800


pesos. (…) Sí [son de oro], es que no puedo usar de otros.

6.1.1 Cambios y continuidades en la composición y las condiciones de


posibilidad de su familia: eventos, transiciones y espacios domésticos
Como se observa en el Cuadro 2, durante la etapa reciente de vida la trayectoria
de pareja se solidifica en la tendencia adquirida durante la etapa anterior en
casi todos los casos. Así, Rosa María y Margarita siguen unidas, Marilú y Esther
están separadas y Cristina quedó viuda alrededor de 1992. Destaca también que
en este periodo de vida se desarrolla la relación de noviazgo de Esther y Elías
una vez separada de Ernesto -al menos materialmente y desde la perspectiva de
ella. Cristina tras enviudar de Jesús, también iniciará -alrededor de 1996- una
relación de noviazgo con Carlos -un hombre que vive a unas cuadras de ella y
con quien tiene una relación ya muy legitimada por sus respectivas familias.
Vamos recuperando algunas particularidades de los cinco casos mientras nos
adentramos al análisis de los efectos del curso de vida doméstico en las
condiciones materiales y simbólicas al interior de la familia en esta última
etapa de vida.

Cuadro 2. Estado civil al año 2013 en relación con la historia de pareja


Estado civil actual Total de Hombre
uniones significativo/
Casada Separada Viuda
novio al 2013

727
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Rosa María X 1 -
Marilú x 1 -
Esther x 2 X
Margarita X 2 -
Cristina x 2 X
Total 2 2 1 8 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Rosa María entre el 2012 y el 2013 vivía con su esposo -Oscar, un Policía
Auxiliar que estudió la primaria completa, entonces tenía alrededor de 60 años
de edad127 y en teoría ya estaba considerando la opción de jubilarse. En la misma
casa vivían Gregorio y Ernesto, los dos hijos solteros de la pareja. El primero
tenía 28 años, había concluido la secundaria y estaba empleado en una fábrica.
El más chico tenía 23 años, era pasante en Optometría y estaba en busca de
empleo. En el mismo predio, pero en una construcción independiente, vivía el
sobrino -en línea directa- de mi interlocutora -un hombre de 36 años ocupado
como comerciante en un mercado y que llegó a vivir allí en 1995.

Cuando comencé la investigación, Oscar y Rosa María tenían alrededor


de 23 años viviendo en ese lugar. Ahí vieron crecer a su hija y sus hijos durante
la etapa de vida anterior y ahora son abuelos de un adolescente y dos niñas
-hijas de Ariadna y su esposo. Ariadna concluyó la preparatoria y se casó
alrededor de los 18 años; aunque ella y su esposo vivieron un tiempo bajo el
techo de mi interlocutora, las condiciones laborales del adulto joven les
permitieron independizarse y sin embargo permanecer cercanos. Así, ellos
viven muy cerca de Chalco y todavía a principios del 2015 se veían
semanalmente. Gregorio y Ernesto seguirán viviendo bajo el techo familiar

127 Rosa María dice que él nació en 1951.

728
AVRIL ARJONA LUNA

todavía después de la conclusión del trabajo de campo, pero en el 2015 la


situación cambió cuando sólo Rosa María migró a Comitán, Chiapas -con la
expectativa de que muy pronto se le unieran su esposo y sus dos hijos menores,
algo que todavía no sucede.

Entre el 2012 y el 2013 Margarita vivía con sus dos hijos más chicos. Julio
tenía 19 años, había cursado la preparatoria incompleta y trabajaba como
electricista; compartía el terreno con su mamá y en un cuarto habitaba junto con
su pareja -una chica de 20 años, con preparatoria incompleta y estudiante de
cultura de belleza- y su primer hijo -un niño que entonces tenía tres años de edad.
Checho, el hijo más chico de mi interlocutora, tenía 12 años, estaba concluyendo
la primaria y en el tránsito a la incorporación a la secundaria -que todavía
estudia. Ocasionalmente el esposo de Margarita -Jaiba- dormía en esta
vivienda; entonces tenía 50 años y ya tenía años dedicándose a la fabricación y
comercio de conservas. Como ya se dijo, la ocupación anterior de este hombre
fue la música, y aunque mi interlocutora asegura que estudió para radiólogo, no
ejerció. En este sentido, Margarita seguirá unida al Jaiba a pesar de que él
combina su residencia con mi interlocutora, por un lado, y con su primera
pareja, por otro, desde 1998.

Al momento de iniciar el trabajo de campo Margarita tenía alrededor de


23 años viviendo en Valle de Chalco Solidaridad. Durante esos años tuvo a sus
tres últimos hijos, los vio crecer y observó la independización de los tres
primeros. Alrededor de 1998 suceden al menos tres eventos importantes en su
vida de acuerdo con el análisis que estoy planteando: Ángel, el último hijo de su
primera unión, empieza a consumir drogas inhalables; nace su primera nieta, la

729
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

primogénita de Matías, y Jaiba establece la combinación residencial


abiertamente.

Los casos de Margarita y Esther destacan porque en su familia nuclear,


todavía alrededor del 2013, hay hijas y un hijo menores de edad; la diferencia es
que Checho seguirá estudiando, mientras Anastasia y Teófila tomarán otros
caminos relacionados, como veremos más adelante, con las herramientas con
las que han sido criados sus hijos e hijas.

Esther representa el caso más complejo en términos de la influencia que


pueden tener las relaciones familiares, inicialmente de pareja, en la residencia
de las interlocutoras que tendieron a ocupar un lugar subalternizado durante la
etapa intermedia de vida. Como dije en el capítulo anterior, Esther llegó al Valle
de Chalco Solidaridad en 1990, junto con su segunda pareja, dos hijas de esta
unión y el primogénito de ella; desde un principio la situación con Ernesto
parece haber estado definida por las limitaciones materiales y simbólicas de él y
la indiferencia hacia la situación de su familia. En el transcurso de 23 años tuvo
otras tres hijas a las que vio crecer en este municipio; los tres mayores se
independizaron jóvenes, entre los 15 y 21 años, como ha sucedido entre la
mayoría de las y los hijos de mis interlocutoras. 128 En este sentido, ella se
convirtió en abuela por primera ocasión alrededor de los 32 años de edad,
cuando su único hijo fue padre en el año 2000.

Esther vivió con su familia nuclear, en el marco de estas transiciones


vitales domésticas, hasta que en el 2010 Ernesto decide correrla y llevarla -junto
128 De entre las hijas e hijos de mis interlocutoras, quienes se embarazaron más jóvenes fueron Anastasia
y Teófila, las hijas menores de Esther. Emilia, la hija de Cristina se independizó joven–cuando entre
los 15 y 16 años se unió y migró a Chimalhuacán para conformar su familia propia. La excepción en la
tendencia entre las hijas e hijos la representan los dos solteros y sin hijos de Rosa María.

730
AVRIL ARJONA LUNA

con Anastasia y Teófila, las dos hijas menores de la pareja- a San Vicente
Chimalhuacán, Estado de México. En este municipio cercano al Valle Esther
compró un terreno en el 2004, y desde entonces ha invertido buena parte de sus
recursos en la construcción de una vivienda totalmente propia. Estas
condiciones materiales y simbólicas la han llevado a combinar su residencia en
los dos municipios, desde el 2010, según se han ido presentando los cambios,
continuidades, conflictos y tensiones al interior de su familia nuclear.

Entre el 2012 y el 2013 cuando llegaba a pernoctar al Valle de Chalco


Solidaridad, porque la dejaban entrar al predio, compartía la vivienda con
Ernesto -representado para ella como el padre de sus hijas y no más su pareja-,
Ismael su primogénito, Paulina y Teófila -sus hijas- y uno de sus nietos. Ernesto
-que estudió la primaria completa según Esther- tenía entonces 49 años y
trabajaba principalmente como lonero; sin embargo, también llegaba a
emplearse como albañil o herrero. Si bien él ya había prácticamente dejado de
tomar, para Esther la puesta en práctica de límites en las relaciones,
representaciones y prácticas al interior de su familia ha implicado un complejo
proceso, más o menos continuo pero fundamentalmente crítico, de negociación
de espacios y lugares al interior de su familia.

Ismael, el primogénito de Esther, estudió la secundaria completa, en ese


entonces tenía 26 años y trabajaba como alquilador de sillas, mesas y lonas en el
negocio que inició mi interlocutora en la etapa intermedia de vida. 129 Paulina,
129 Todo indica que Ismael tenía más tiempo en la vivienda familiar porque tras tener dos hijas, la
relación con la madre de éstas no prosiguió; las niñas se quedaron a cargo de los abuelos maternos
porque la joven tiene problemas con las adicciones y entre el 2012 y 2013 Ismael aportaba con muy
poco a los gastos de sus hijas. Las aportaciones y visitas de Ismael a sus hijas se espaciarán desde
entonces y se harán más evidentes, desde las representaciones de su madre, a partir del 2015 –cuando
inicie una relación con otra joven.

731
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que en ese tiempo tenía 22 años y también había estudiado la secundaria


completa, se acababa de separar de su pareja y estando desempleada regresó a
la casa de su padre y madre con su único hijo -un niño de seis años que cursaba
el primer año de primaria. Por último, Esther compartía la vivienda con Teófila,
que entonces tenía 12 años, estaba concluyendo la primaria y ya no quería
seguir estudiando.

En este sentido, entre el 2011 y el momento actual las dinámicas


familiares tendieron a tensarse aún más por las diversas problemáticas que se
suscitaron con las dos hijas menores de Esther. Anastasia, un par de años
mayor que Teófila, abandonó la escuela -secundaria en este caso- poco antes de
que lo hiciera la segunda; así se inició un proceso en el que ambas comenzaron
a consumir drogas inhalables para poco después iniciar su vida sexual activa,
juntarse y embarazarse.130 En este contexto, alrededor del 2013, Adelaida
regresará a vivir a la casa de Esther y Ernesto junto con su pareja, donde
comenzarán a construir un cuarto en segundo piso para habitar con el bebé que
ya esperaban. Todas estas particularidades complejizan el caso de Esther, pues
como veremos han repercutido en su salud y bienestar físico, pero
fundamentalmente emocional, durante lo que corre de su tercera etapa de los
TRS.

Marilú, durante el periodo que abarcó el trabajo de campo, estaba


cumpliendo alrededor de 26 años como habitante del Valle, tenía alrededor de
16 años separada de su esposo, hacía cerca de 15 años que no veía a su

130 Vale la pena destacar que el padre del hijo de Teófila, un joven apenas unos años mayor que ella, fue
encarcelado al poco tiempo de iniciado el embarazo -mismo que la joven guardó en secreto a su madre
bajo el consentimiento de al menos dos de sus hermanas -Paulina y Adelaida-, y todavía a principios
del 2016 permanecía recluido.

732
AVRIL ARJONA LUNA

primogénita -quien migró a Ciudad Juárez, Chihuahua, para trabajar en la


maquila- y tampoco conocía físicamente a sus tres nietos mayores. Entre el
2012 y el 2013 compartía la vivienda -como hasta ahora- con la menor de sus dos
hijas -Ana, de 27 años-, quien estudiara una Carrera Técnica en Administración
antes de casarse. En estos tiempos Ana se ocupaba como ama de casa en la
medida que su esposo -Manuel, de 27 años de edad con una Carrera Técnica en
Electricidad- trabajaba como Policía Municipal y taxista en Valle de Chalco
Solidaridad. Así, mi interlocutora ha compartido su casa con su hija menor, su
yerno y dos nietas -la mayor de tres años y medio, que estaba por entrar al
kínder, y otra bebé de año y medio de edad.

En el 2012 se suceden dos eventos importantes en la familia de Marilú: la


hija mayor de Ana entra a un kínder privado de corte católico -requiriendo
inversión de tiempo y dinero- y unos meses después Manuel se vio involucrado
en un proceso legal en su contra -por cohecho y abuso de autoridad-, mismo que le
impidió trabajar normalmente durante algunos meses y que derivó en el
endeudamiento del joven con miras a cubrir los gastos asociados a la liberación
de los cargos.

Cristina, como Rosa María, ha vivido en dos distintos terrenos en Valle de


Chalco Solidaridad.131 Primero, por recomendación de su compañero de trabajo
-Jesús- llegó a un predio ubicado a dos cuadras de donde vive actualmente.
Posteriormente, cuando se une con Jesús se mudan al terreno actual, mismo

131 En el predio donde Cristina vivió con anterioridad construyó algunos cuartos en los que entre el 2012 y
el 2013 vivían Lino, Torcuato, Gumaro, Bernabé y Emilia –misma que tenía alrededor de un año
combinando su residencia con su familia propia, conformada por tres hijas y su esposo, y en el espacio
otorgado por su madre en Valle de Chalco Solidaridad.

733
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que entre el 2012 y el 2013 compartía con su madre, dos de sus hijos, tres nietas
y un nieto, dos bisnietas, un bisnieto y una nuera.

Perico, el hijo que más preocupaciones le ha dado, vive en el mismo predio y


trabajaba como velador en una escuela pública; estudió hasta el 2º año de
primaria y nunca aprendió a leer. Él es padre de Diana y Jessica, nietas a las que
Cristina considera hijas y con las cuales ha podido resignificar su lugar de
madre. Estas dos jóvenes también tienen años viviendo con mi interlocutora, y
sus hijas e hijo -Jessica es mamá de Eva y una bebé que nació en el 2013,
mientras que Diana es mamá de Erick-, también comparten con su bisabuela la
vivienda. Si bien en el 2013 Diana tenía 28 años y Jessica 26, en el siguiente
fragmento Cristina recuerda que llegaron con ella siendo pequeñas y le dieron
ánimo para seguir adelante con su vida:

[A Diana] fue la que metí aquí yo a la escuela –a la primaria-, y la


otra al kínder (…). Ey, pasaba yo y dejaba a una, que fue cuando yo
no trabajaba, pasaba y dejaba a una (…) y luego (…) a la otra. Me
venía. Pasaba a recoger la del kínder y luego pasaba por la de la
escuela. Ey, por eso digo: son las que me han dado ánimo; porque
yo digo que así como quedé, sola, que me hubiera encerrado a… Pos
ora sí que yo sola me hubiera martirizado [con la muerte de Jesús].
Y ellas me dieron mucho ánimo; (…) digo “ya que a mis hijos no tuve
tiempos, pues a ellas sí” -y como [Perico] trabajaba, pues ya me daba
[gasto]. (…) Y sus hijos de ellas todavía me dicen “mamá”, no me
dicen aguelita ni nada (…).

Abelardo es el otro hijo que vive con Cristina y trabaja arreglando


computadoras o vendiendo chácharas. Estudió la primaria completa, pero no
obtuvo su certificado. Ha estado unido en dos ocasiones y en ambas tuvo hijos

734
AVRIL ARJONA LUNA

-un niño y una niña en cada caso. De su segunda unión nacieron Camilo y
Natalia, un adolescente y una niña sordos, 132 que por lo mismo han requerido y
tenido condiciones especiales para estudiar. La actual pareja de Abelardo
trabajaba en una guardería y en el 2013 tenía dos años laborando ahí. Desde las
representaciones de mi interlocutora, es en buena parte gracias a que esta
mujer trabaja que Abelardo está ampliando la construcción del espacio que ella
le otorgó.

Teniendo en mente la fuerte tendencia a la coexistencia de varios hogares


en una misma vivienda, Cristina destaca porque es la única en cuyo caso su
madre forma todavía parte de su hogar y familia más cercana. Entre el 2012 y el
2013 ella aseguraba que su mamá, Katia, tenía 94 años de edad y hacía al menos
12 años que vivían el mismo predio. Como veremos, este hecho es fundamental
para comprender el tránsito laboral definitivo de Cristina.

Una última particularidad de este caso teniendo en cuenta su trayectoria


de pareja es su condición de viuda. Ya dije que hacia finales de la etapa de vida
anterior se casa por segunda ocasión, esta vez con Jesús, y presenta un tránsito
laboral temporal. Así, los primeros dos años de la tercera etapa los comparte
con este hombre -que la sacó de trabajar-, hasta que en 1988 es acusado de
violación por una sobrina de mi interlocutora y condenado a seis años de
prisión. Jesús cumplió sólo cuatro años de condena y en ese tiempo obtuvo su
certificado de primaria; finalmente, en 1992 muere apuñalado en el reclusorio
del que, según asegura mi interlocutora, estaba próximo a salir. En este

132 Cristina asegura que así nacieron y fue ella quien se dio cuenta de que el niño no hacía caso porque no
oyía. Esto les alertó cuando nació Natalia con el mismo problema de sordera congénita.

735
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

sentido, como veremos más adelante, la trayectoria de pareja y familiar impactó


la trayectoria de salud general y sexual de Cristina entre los 45 y 50 años.

Posteriormente, en 1996, cuatro años después de enviudar, Cristina


comenzó una relación de noviazgo con Carlos -originario de Oaxaca. Entre
junio y julio del 2013 estaba cumpliendo un año como velador jubilado del Canal
de Chalco, en la Delegación Xochimilco, y su pensión ascendía a $3,150
mensuales. Esta relación cuenta con la legitimidad de las familias propias, y
aunque lo más común es que cada quien viva en su casa, frecuentemente él se
queda a dormir con ella en la medida que para Cristina resulta imposible dejar
sola a su madre.

En síntesis, y de acuerdo con el Cuadro 3, podemos observar que el tipo de


familia actual de mis cinco interlocutoras es extensa, pues todas viven con
miembros de su familia nuclear y algún otro pariente directo o indirecto. En
cuanto al número de hogares por vivienda -entendidos como los subnúcleos
que comparten el terreno para la habitación- encontramos que en tres casos
(Marilú, Margarita y Rosa María) hay dos, mientras que en las casas de Cristina
y Esther hay cuatro hogares respectivamente.

Cuadro 3. Composición sociodemográfica en sus viviendas entre el 2012 y el 2013


Cristina Esther Marilú Margarita Rosa
María Tot
al
Tipo de familia Extensa Extensa Extensa Extensa Extensa 5
Número de hogares 4 4 2 2 2 13
integrados en su vivienda
Número de personas que 2 2 1 2 4 11
conforman su hogar
Número de personas que 11 6 5 6 5 33

736
AVRIL ARJONA LUNA

habitan en la vivienda
Mamá 1 1
Pareja 1 1 1 3
Relaciones de parentesco

Hijos/as 2 3 1 2 2 10
Nietos/as 4 1 2 1 8
Biznietos/ 2 2
as
Nuera 1 1 2
Yerno 1 1
Sobrino 1 1
Nivel de estudios más alto en la

Secundari x x 2
a completa
Carrera x x 2
técnica
vivienda

Licenciatu x 1
ra

Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En este sentido, también observamos que el número de personas que


conforman su propio hogar es variable; así encontramos que Marilú es la única
cuyo hogar podemos denominar unipersonal y que Rosa María representa el
caso en el que hay más número de integrantes -con cuatro. Los otros tres casos
se componían de hogares propios conformados por dos personas: Esther y su
hija Teófila; Margarita y su hijo Checho y Cristina y doña Katia. En suma, el
total de personas viviendo en un mismo espacio, entendido como vivienda,
oscila entre cinco (Marilú y Rosa María), seis (Esther y Margarita) y once -en el
caso de Cristina.

737
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Como es evidente, el parentesco resulta fundamental en la estructuración


familiar y la compartición de espacios domésticos urbano populares. Así, estas
mujeres comparten su vivienda en primera instancia con las hijas e hijos, en
segundo lugar con las nietas y nietos, en tercer lugar con su pareja -o ex pareja
como será el caso de Esther-, y en cuarto con bisnietos/as y nueras. Los casos
particulares son el de Cristina por lo ya comentado sobre su hogar propio, el de
Rosa María porque comparte el espacio con un sobrino a quien le renta 133 y el de
Marilú, la única que en esos tiempos tenía ya varios años viviendo con su yerno.

Ahora bien, la composición sociodemográfica de la familia de mis


interlocutoras muestra que entre 2012 y el 2013 las edades entre las y los
habitantes de las viviendas oscilaban entre los ocho meses y los 94 años de edad.
Destacar el rango de edades nos permite asegurar que el ciclo de vida de las
familias de mis interlocutoras es variable y está íntimamente relacionado con la
mayor o menor edad de cada una de ellas y, sin embargo, la cohabitación con
nietas y nietos que caracteriza las condiciones familiares de todas ellas -aunque
en el caso de Rosa María la convivencia sea independiente de la vivienda- no
sólo modifica la composición etaria, sino que repercute en la necesidad de
distribuir los espacios y negociar la configuración de otros lugares de género y
edad, como por ejemplo el lugar de abuelas.

Comparado con el nivel de estudios de mis interlocutoras, éste indicador


muestra en la generación de sus hijas e hijos un aumento que podría
convertirse en constante para la generación de las nietas y nietos en casos como

133 Cristina también se ayudó rentando a una pareja y a una mujer un espacio en su vivienda en Valle de
Chalco Solidaridad durante parte de la etapa de vida que aquí analizamos, cuando todavía trabajaba en
casa. Esto sucedió desde que falleció su papá, alrededor del año 2001, y calcula que tanto la pareja como la
mujer sola vivieron cerca de 10 años en el mismo predio.

738
AVRIL ARJONA LUNA

el de Rosa María e incluso Margarita. En cualquier caso, es importante observar


que los niveles de estudios de la familia más cercana muestran dos tendencias:
la primera tendencia encuentra un tope en la secundaria, mientras la segunda
lo encuentra en las carreras técnicas. Además, en el caso de Rosa María se
observa la apertura de una nueva posibilidad que, en la práctica, es más una
excepción: el acceso a estudios universitarios por medio de las expectativas
familiares, la configuración de condiciones materiales básicas y el deseo de
superarse de los hijos y las hijas.

La ocupación de las y los integrantes de la familia tiene dos tendencias


marcadas. Por un lado, las ocupaciones no remuneradas concentradas en las y
los estudiantes, las y los dependientes -niños, ancianos y desempleados- y las
amas de casa; por otro, las ocupaciones laborales remuneradas que se
concentran en el comercio, el sector servicios y los negocios familiares. En este
sentido, a pesar del aumento en el nivel educativo de las y los hijos de mis
interlocutoras, muy pocos han tenido empleos formales y la tendencia ha sido a
ocuparlos por tiempos limitados, evidenciando aspectos de la flexibilidad
laboral a lo largo de varias generaciones en la mayoría de los casos.

Las líneas del trabajo remunerado en las que se han desempeñado las
parejas134 de mis interlocutoras han sido en general subalternizadas -como
pudimos ver al final del capítulo anterior. Sin embargo, hay tres casos
destacables por sus particularidades; el esposo actual de Margarita estudió
radiología pero nunca ejerció, de modo que su principal ámbito laboral ha sido

134 Entre mis informantes secundarias encontré que el esposo de Silvia es zapatero, el de Verónica
panadero, el de Cleotilde obrero y el novio actual de Isabel es empleado en el gobierno del D.F. en el
área de limpieza pública, pero su primer pareja fue electricista.

739
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

una banda de música tradicional y el comercio de conservas en una


microempresa propia: (…) tiene como 20 años [con su negocio] (...) La música ya la
había dejado una gran parte, pero ahorita otra vez ya empezó a... Ora que ya se siente
más viejito. Luego le digo "no manches viejo, ya ni soplas y quieres andar tocando la
trompeta" [ríe].

El novio de Cristina y el esposo de Rosa María son significativos pues el


primero es jubilado y el segundo, cuando lo decida, podrá serlo. Así, Oscar
comenzó a plantear su jubilación, pero sólo con miras a regresar a vivir a
Chiapas, como lo explica mi interlocutora:

Pues de hecho... Ya se iba a jubilar ésta quincena, desde enero, pero


tenemos otras prioridades; y no se nos hizo como nosotros
pensábamos, si no ya nos estuviéramos regresando en este mes
para Chiapas (...) Pero no, no se nos hizo como teníamos previsto,
entonces dice "¿yo qué voy a estar haciendo acá? Me voy a enfermar
sin trabajar. No -dice-, yo me voy [a seguir trabajando]". (…) Es que
(…) salió (…) alguien que iba a comprar [la casa], pero pus hasta
ahorita nada, ton's mejor orita ya empecé a buscar por otros
medios, a ver qué pasa. 'Tonces que dice mi esposo "hasta que yo
vea, tengo una certeza de que ya esto ya va, 'tonces me jubilo y meto
mis papeles, empiezo a arreglar mi papeleo para que ya me
pensionen, pero pues ahorita no, ¿qué voy a estar haciendo acá?
-dice-, yo creo que me voy a decaer bastante", le digo "pues sí, eso sí
muy cierto".

Entre las hijas de mis interlocutoras la ocupación y las opciones de trabajo


remunerado parecen estar muy relacionadas, como sucediera con mis
interlocutoras, con su nivel educativo, la relación de pareja y la intención de
tener cierta independencia material. Hay cuatro tendencias en la ocupación de

740
AVRIL ARJONA LUNA

estas siguientes generaciones de mujeres: 1) el empleo doméstico; 2) el


comercio; 3) el sector servicios y 4) el hogar en el lugar de ama de casa. Como
sucedió con sus madres, éstas mujeres han experimentado, y en la mayoría de
los casos lo seguirán haciendo, tránsitos laborales de acuerdo con la etapa de
vida. Pero esto último sería motivo de otra investigación, lo que por ahora
quiero señalar son las continuidades y discontinuidades de las tendencias
ocupacionales femeninas en la ZMCM.

El caso de Ariadna, hija de Rosa María, es sustancialmente distinto al del


resto y esto está asociado fuertemente a su relación de pareja. Veamos cómo
narra mi interlocutora las decisiones que tomó su hija mientras destaca los
efectos positivos de la educación que ella le dio -además de su reconocimiento
social-, misma que la ha formado como una buena esposa, una buena madre:

Nomás estudió una carrera corta (…) Y ella fue muuy desesperada,
“no, yo voy a estudiar una carrera corta” y nada más estudió
Programador Analista en Computación. (…) Sí, sí lo ejerció (…), pero
se casó y ya su esposo ya no quiso que trabajara porque una vez vino
llorando de que la señora donde taba trabajando… Trabajó en un
minisúper aquí, antes trabajó en el Distrito, en el Centro, era cajera
y le iba muy bien, y de ahí la trajeron a Chalco porque ella, bueno,
gracias a Dios, en eso me levanto el cuello, que yo les he inculcado
no agarrar cosas que no es de uno (…) Entonces yo le decía a mi hija
“bueno, vas a trabajar ahí, ahí entra mucho dinero, pero no quiero
ni un peso partido por la mitad que no es de tu sueldo (…)”. No, pues
ahí la tenían porque era muy honrada; y la trajeron a un minisúper
que está aquí en Chalco y ahí conoció a su esposo. (…) Yo con sus
patrones de [Ariadna] una vez que fue cumpleaños de su patrona
me invitaron, yo le dije a mi marido “ay, cómo me hacen sentir”
porque (…) la señora hablando bien de mija, no, no, no, “una

741
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

muchacha muy activa. Su hija va llegar a tener algo, cuando se


llegue a casar su hija va a ser muy buena ama de casa y muy buena
esposa, una buena mamá”, decía yo “pues ojalá Dios la oiga”. (…) Mi
hija igual todo ha sido muy responsable en cuanto a su casa, igual
con su esposo –quizás problema lo tienen, no digo que no, pero no
porque es floja ni porque es cochina, no porque es inresponsable,
vamos a decir.

Entre los hijos de mis interlocutoras la ocupación y las opciones de


trabajo remunerado parecen estar muy influenciadas por su nivel educativo.
Según sea el caso también han influido los procesos de s/e/a, la relación de
pareja, la intención de tener independencia y en los casos de Esther, Cristina y
Rosa María el acogimiento que ellos han recibido de ellas. En este sentido,
encuentro que los hijos de mis interlocutoras han tenido apoyos distintos y más
constantes a los que tuvieron sus hijas -a excepción del caso de Marilú que de
por sí tuvo sólo hijas. De este modo, las primogénitas -o las primeras hijas en el
caso de Esther- han tenido peores condiciones para salir adelante y apoyos más
limitados por parte de sus madres que sus hermanos o hermanas menores.

Encontré tres tendencias en la ocupación de estas generaciones de


hombres de sectores urbanopopulares: 1) sector servicios; 2) comercio y 3)
obrero. Nuevamente la excepción la representan algunos hombres
significativos en la vida de Rosa María, quien en el siguiente fragmento destaca
el caso de su hijo -Ernesto- y de su yerno, en tanto profesionistas, mientras por
otro lado tenemos el caso de un hombre unos años mayor que estos adultos
jóvenes, quien desde la perspectiva de su tía no le busca para tener mejores
ingresos:

742
AVRIL ARJONA LUNA

Gracias a Dios también mi yerno es profesionista, tiene su carrera, y


les fue muy bien, se fueron de acá, ahorita ya se compraron un
terreno en Chalco –porque él es de Chalco-, se compraron ahí
terreno, ya se construyeron y dejaron lo que hicieron aquí –porque
ellos hicieron arriba (…) Incluso mi yerno le compró un terreno a mi
hija, allá en Comitán, Chiapas (...). [Mi sobrino, el que vive aquí,
vende] gorras, carteras, monederos, llaveros, es su giro, es su giro
que tiene. Pero quién sabe, pues no surte... no vende. Por ejemplo,
ayer dice que vendió 150 pesos; vamos a decir que gasta ahí en el
mismo tianguis cincuenta, ¿qué le queda? Nada. Eso no es negocio.
A veces ha vendido setenta, cincuenta pesos, y ahí está aferrado,
aferrado, no le busca. Por eso se sorprende de mí: "usted va (...) trae
esto" "ay -le digo-, Dios me ha dado una (...) así como me gusta
gastar me gusta buscar", le digo.

Ojalá se tratara efectivamente de buscarle para siempre encontrar


posibilidades de ejercer derechos básicos como la educación, la vivienda y el
trabajo, pero las desigualdades que estos cursos de vida interconectados nos
presentan dibujan una realidad más compleja que trasciende por mucho las
voluntades individualidades.

6.1.2 Cambios y continuidades en los lugares según el género y la edad en


la familia

(…) ¡Cómo me purga a mí eso! (…) El hombre así (…) mal hablados (…) O expresarse
de una mujer con palabras vulgares, ¡cómo a mí me... me molesta eso! Por eso yo le
digo a mis hijos "si estás criticando de mujeres, estás criticando de mí, porque yo
soy mujer (…) Deben de... de tener a uno en un perestal -digo yo-, de... en fin,
términos buenos" (Rosa María).
En el apartado anterior me concentré principalmente en describir y analizar las
condiciones materiales de mis interlocutoras durante la tercera etapa de vida y

743
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

su asociación con los eventos, las transiciones y los espacios domésticos. Ahora
me propongo profundizar en el análisis de los cambios y las continuidades en
los lugares simbólicos ocupados por mis interlocutoras en la estructura
familiar, en la que el género y la edad han mostrado ser criterios
fundamentales. Desde ahí pretendo mostrar la influencia de la familia en las
condiciones de posibilidad y los límites de la agencia discutiendo la
distribución de derechos y obligaciones para posteriormente retornar a
cuestiones particularmente materiales como los gastos y las necesidades.

En mi opinión, y dada la problematización del empleo/trabajo doméstico


como ocupación continuada en el curso de vida de estas cinco mujeres, la
distribución de las labores domésticas en la vivienda de mis informantes
principales es fundamental para el análisis de las representaciones y prácticas
según las relaciones inter e intra género atravesadas por la edad,
permitiéndonos ver no sólo los distintos lugares que han ocupado, ocupan o
podrían ocupar estas mujeres en el complejo entramado de relaciones
familiares, sino también distinguir algunos cambios y continuidades a la luz del
curso de vida doméstico.

En el Cuadro 4 distingo dos dimensiones generales de las labores


domésticas: la limpieza y alimentación -lavar ropa, barrer, trapear y cocinar- y
el mantenimiento físico del inmueble. En la mayoría de los casos las labores de
limpieza corren a cargo de mis informantes principales con ayuda de algunas
hijas e hijos. En los casos en que la cohabitación implica espacios comunes, son
dos de mis interlocutoras quienes se encargan de éstos, pues sus hijas o nueras
están a cargo de lo suyo.

744
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 4. Distribución de las labores domésticas en los hogares integrados en sus


viviendas entre el 2012 y el 2013
Cristin Esthe Maril Margarit Rosa Tota
a r ú a María l
Hace lo propio 1
Limpieza general

x
Ella “ayuda” a otros x 1
hogares
Ella se encarga de x x 2
las áreas comunes
“Cada quien lo X x x x 4
suyo”
Hace lo propio pero x 1
recibe “ayuda” de
los hijos
inmuebleMantenimiento del

Corre a cargo de x 1
hijos y nietas
Ella y su esposo x x 2
Ocasionalmente el X 1
esposo
Nadie se encarga de x 1
ello

Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En este sentido, el curso de vida de sus familias impacta positivamente en


la descarga de las labores domésticas de limpieza, pues conforme sus hijas e
hijos crecieron adquirieron mayor responsabilidad en torno a dichas tareas. Sin
embargo, el caso de Esther destaca porque la socialización que las hijas e hijo
han recibido, en este y otros sentidos, no siempre es bien recibida. Retomando
la crítica de Esther a su único hijo, todo indica que -con sus particularidades- el
contexto familiar de mis interlocutoras sigue enfrentando representaciones y

745
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

prácticas machistas en la interacción inter e intra género, repercutiendo por


supuesto en las condiciones subjetivas y objetivas para la ocupación de tipos de
lugares generacionales:

Como le digo a mi hijo: “tú a pesar de que naciste aquí y creciste


aquí [y no en el pueblo], todavía tienes esa fama de machos de que
los machos pues no pueden hacer nada porque son hombres, y a los
hombres no, ellos no tienen por qué lavar un traste, por qué ponerse
a cocinar –bueno, así era antes en mi pueblo (…) Más bien así es
todavía allá (…); yo veo a mi hermano –es más chico que yo- que
pues para todo mi cuñada … Entonces yo cuando voy siempre le
digo “oyes, pero si tú puedes hacer esto, ¿no?; tú puedes hacer el
otro” (…) “No -dice- pa eso tengo mujer”, le digo “es que ustedes
como hombres creen que una mujer es como su propiedad de
ustedes y que para eso está la mujer: pa que los atienda. Pero pues
ya, los tiempos ya cambiaron [ríe]”.

Con los siguientes fragmentos destaco diversas actividades cotidianas


asociadas a su trabajo doméstico: Margarita y las atenciones alimenticias;
Marilú y la limpieza que implica tener muebles, trastes, vidrios, mascotas,
nietas pequeñas -que frecuentemente padecían del estómago, las vías
respiratorias y tuvieron varicela- y un yerno en casa; el caso de Cristina nos
permite observar la importancia de un artefacto de la tecnología doméstica
fundamental: la lavadora de ropa -especialmente cuando como ella se encarga
de lavar para cuatro personas. Rosa María por su parte muestra la solidaridad
de su esposo y sus hijos para con ella, quien permite que le ayuden porque ya
están grandes.

Margarita: Normalmente [me despierto] a las 4:30 [a.m.] (…) [y me


duermo] a las 12:00 [p.m.] Es que cuando no tengo que picar

746
AVRIL ARJONA LUNA

zanahoria me paro, cuando muy tarde, a las 5:30 [a.m.] (...) El niño
no quiere llevar lunch; nada más le hago su licuado y le doy dinero
para que compre; y como lo llevo a la escuela nos vamos al cuarto o
diez para las siete (...) Antes de irme tengo que ir a dejarle la comida
a Ángel (...); le hice el licuado y que no lo quiere, que namás la fruta
y la comida.

Marilú: (…) vi mi vitrina, ¡que está…! -todos mis trastes están bien
empolvados. Entonces dije “voy a poner a lavarlos bien” (…) Y ya le
aventajé mucho, (…) y luego voy a echar una colcha que apenas lo
puse, nomás que el perrito –el Oso, de mi nieta- lo jaló, y luego ya se
envolvió y se acostó ahí [ríe], dije “no” -lo quite y lo voy a lavar. (…)
Yuri, como le dio la varicela luego no se quería ni acostar, namás
quería estar paradita y encuerada, y entonces luego estaba llorando,
la dejábamos allá adentro y “¡mamá!, ¡¡agüelita!!”, le digo [a Ana]
“deberíamos sacar la cama, la vamos a poner aquí en la sala y le
ponemos la tele y acá nos está viendo que vamos y venimos”… Y le
pusimos (…), pero no, no le hacía caso; le digo “vamos a quitarla,
namás está estorbando, vamos a quitarla ya”. Me dice Doña Mary
[mi amiga] “y ora hasta en la sala cama”, le digo “es que ya está de
cabeza mi casa”. Tengo una salita chiquita que no he querido poner
acá; la quiero sacar, porque la que tenía ya la quite, ya estaban todos
feos, y se ve todo pelón, (…) pero es tan traviesa mi nieta que se pone
a hacer sus comiditas (…); me va a acabar de ensuciar ai (…). [La
tenía afuera, pero] más bien ahí se acostaba mi yerno y le hizo un
boquete [porque subía los pies,] y como no tiene donde acostar sus
patitas pues [ríe] (…) Le digo a Ana "si no me ayudas váyanse para
arriba porque aquí hacen más tiradero".

Cristina: Y tan a gusto estoy [con la lavadora], que ahorita ya echo la


ropa y solita, cuando sale ya nada más bajo, le echo el suavitel y la
tiendo, porque yo ni la tallo [ríe], así la echo -y más ahorita con mi
mamá que seguido la cambio, pues ora sí que se me junta la ropa
(...). Les digo ahora que parece que la plancha es mi enemiga

747
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

[carcajea]; les digo “gracias a Dios de ahí saqué a mis hijos


adelante”, pero no, ya no, ya ahorita ya no le lavo a todos mis hijos
-nomás al papá de las muchachas y a [Carlos] (…); la mía y la de mi
mamá.

Rosa María: (…) vienen mis hijos y "ya está la comida vamos a
comer". Ya comieron: “ah, yo ya me subo a descansar –ya me
cansé-“, “sí mamá”; y si no he hecho acá “mamá, yo lo hago, tú
súbete a descansar”, “ay hijo, ora no me dio tiempo”, “no te
preocupes mamá, tengo un tiempecito, yo lo hago, tú descansa”.
Entonces yo pienso que dicen “mi papá ayuda a mi mamá, ¿nosotros
por qué no?”. Yo les digo “miren hijos –como ya están grandes (…).

Las parejas, sus esposos o novios cuando los hay, se involucran


principalmente en el mantenimiento físico de los inmuebles, pero también hay
casos como el de Rosa María y Margarita en que ellas han participado de ésta
dimensión de las labores domésticas. En este sentido, el mantenimiento de las
viviendas es la labor doméstica en la que más tienden a participar los hombres,
y en ocasiones esto sucede sólo a nivel de las representaciones; esto responde a
representaciones y prácticas que dan continuidad a la división sexual del
trabajo doméstico de acuerdo con la naturalización de cualidades femeninas o
masculinas. Para sostener esta idea sobre que la división sexual del trabajo se
mueve muchas veces en las representaciones más que en las prácticas, retomo
el caso del yerno de Marilú como representativo de este fenómeno entre
hombres jóvenes de sectores populares:

(…) Pus yo [a Manuel] lo veo todos los días aquí [en la casa]; dice que
ahorita nomás está yendo a firmar -no sé cómo esté. Y estoy enojada
porque no se pone las pilas; le digo a Ana "siquiera debería vender
aunque sea chicles, ya, él. Si ahí le están pagando, aunque sea un
sueldo poquito, pus que le busque de otra manera hacer algo". Pero

748
AVRIL ARJONA LUNA

pus no (…) Tonces yo ni le pregunto de que cómo le va, cómo le


están haciendo, porque pues... (…) Si está en este problema es por él,
porque no ha querido buscar otro trabajo adonde ganara más,
adonde no tuviera tantos problemas. Porque pus ahorita la que lo
está llevando es también Ana, pero pus ella también lo quiere, ella
no pone un hasta aquí (...). Yo le pido mucho a Dios que no lo
detengan porque qué va a hacer esa mujer con esas dos niñas. (…) Y
pus ahorita ni le hago preguntas porque luego Ana me contesta
bien, o luego me contesta mal y yo me enojo (…). No le veo ningún
futuro... (..) Yo sí me desespero porque mi idea era de que le
echáramos ganas y hacer muchas cosas [aquí en la casa], pero pus
no (...). Porque pus (…) si no tiene trabajo [Manuel] pus por decir:
"señora, a la casa le hace falta mantenimiento, deme para material y
yo le hago -ya que no trabajo", pero pues no.

Para entrar al análisis específico del tipo de lugares de género que mis
interlocutoras ocupan actualmente en sus familias, retomo el recuerdo de
Cristina en torno a la organización familiar que pudo observar con una de las
parejas que la emplearon en casa -poco antes de que se retirara
definitivamente: (…) es bonito porque trabajan parejo, y así ni le pesa a uno ni le pesa
al otro –se ayudan. Qué bueno que así jalaran todos [ríe], de acuerdo; pero no, hay unos
que dejan a la mujer sola, o hay mujeres que les exigen más de la cuenta a la pareja.

6.1.2.1 El lugar de esposa-novia actualmente


Rosa María tiene buena relación con su esposo, su hija y sus dos hijos. Para esta
interlocutora el lugar de esposa ha sido prácticamente hegemónico en
comparación con el resto de los casos. Como he dicho desde que comenzamos
el análisis de las uniones en pareja, Rosa María representa su relación de pareja
con Oscar como una fundamentada en el diálogo, el respeto y el amor. De este

749
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

lugar reconocido socialmente da cuenta el siguiente fragmento de entrevista en


el que mi interlocutora refiere los elementos fundamentales para la vida en
matrimonio -destacando la confianza que le ha tenido a su pareja a pesar de
que no pueda asegurar que siempre ha sido fiel- y para la educación de los hijos
en términos de las relaciones de pareja. Así, podemos observar que el lugar de
esposa para ella ha sido menos subalternizado aunque igual de tendiente a la
reproducción de la desigualdad:

(…) una vez unas personas nos dijeron “ay, quiero que ustedes sean
mis padrinos de lazo porque ustedes son unas personas que desde
que se casaron jamás se han separado, jamás problemas” –bueno,
problemas no le voy a decir que no hay, también sería decir que “no,
nunca, nunca hemos tenido ningún problema” pero no al grado de
“ya me separé, ya me golpeó o ya me corrió”. (…) Yo soy así, de que
viene [mi esposo del trabajo] y “ya viniste, qué bueno, bienvenido,
gracias a Dios ya estás en casa. ¿Vas a comer?”, “sí”, “bueno” caliento
y vamos a comer y luego él se va por un lado y yo por otro. A lo mejor
una cosa que no me gusta, como que viene del trabajo y como que,
“ay, es que yo vengo cansado”, qué se yo, “y orita no voy a hacer
esto”; digo bueno “no le gustó que yo le dijera que hiciera eso (…)” -y
al ratito haga de cuenta que no ha pasado nada. Y no me gusta
discutir, nunca me gustó discutir delante de mis hijos porque eso es
como un trauma que va uno llevando de chico, ve uno que discute,
pegan, yo lo viví con mi mamá y mi papá. (…) Yo le digo a mis hijos
“no peguen, papacitos, la mujer es para quererse, para amarse el
uno al otro, para respetarse, nunca se falten al respeto” (…) Ora, otra
cosa le digo “yo a tu papá no lo tengo en un pedestal. ¡Huy, que no
es infiel, nunca me fue infiel!… ¿Quién sabe?”… Porque yo no soy de
esas personas que voy a dejar a mi esposo hasta el trabajo, oye,
estaría yo mal, ¿a dónde está la confianza?... Él es libre, como yo se
lo he dicho, “tú eres libre, pero tampoco te pases, tú sabes qué es

750
AVRIL ARJONA LUNA

bueno, qué es malo; yo no te puedo decir si tú eres infiel yo también


te voy a ser infiel, no, no, porque yo me quiero, me respeto” -porque
los hombres mientras están aquí “te quiero”, pero van a la calle y
sabrá Dios -“se ofreció” dicen. Entonces yo digo, para qué doy
motivo (…), me respeto a mí misma, no lo por mis hijos, pero más
que nada por mi cuerpo, pero también respeto mi casa, mis hijos
-porque el día de mañana se llegan a casar y ¿qué consejos voy a dar
yo? Si no tengo ejemplos, no tengo cómo, un arma para hacerlo, qué
ejemplo le voy a dar a mis hijos si ya me encontraron allá.

En cualquier caso, una diferencia sustancial en las narraciones de Rosa


María, y que impactará poderosamente sus representaciones sobre su lugar en
la familia, es la clara idea de que están orgullosos de ella, han salido adelante y
respetan su búsqueda de independencia:

[Le digo ayer a mi esposo] "ya, ya es tiempo que yo me regale algo


para mí, no que era para todo pa' los hijos, para la casa, para (...)
algo para mí -le digo-, ¿qué? Ya no lo voy a lucir como yo quisiera,
cuando yo estaba en mis tiempos, ya no lo voy a lucir, pues lo
poquito que me quede de vida lo voy a (...)" "¡ah!, muy bien -dice-,
¡qué bueno! Me parece bien", le digo "pues sí". (…) Pues a mí me lo
han dicho mis hijos. En cierta manera me demuestran que están
orgullosos de mí. Que porque me muevo y traigo y todo lo vendo y
-este-, y así hemos salido adelante.

Otro caso muy particular será el de Cristina, la viuda que iniciara en esta
etapa de vida reciente una relación de noviazgo con Carlos. La relación con su
novio es buena en general, pero tirante cuando se trata de animarlo a salir sin
sus hijas e hijos o de que cuide su salud -esta última será una preocupación para
Cristina en la medida que observa la despreocupación de la familia de él en
torno a su salud como diabético. Aunque él es celoso con ella, Cristina tiende a

751
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

tomar el asunto como broma y procura no hacerle mucho caso. Sin embargo,
esto asociado al encierro cotidiano de él -que rompe sólo para asistir a los rezos
de San Sebastián o para ir a la fiesta de su pueblo, asociada al mismo santo -, al
poco apoyo económico que recibe ella de su parte, y a la improbabilidad de que
a la larga puedan cuidarse mutuamente -pues será él quien requiera más
atenciones dada la indiferencia hacia sus procesos de s/e/a- ha generado ciertas
tensiones.

(…) Por eso yo ¿juntarme con él? ¡No! –tendría que decirle “oyes, ¿me
dejas ir?”. No, yo me voy [a la Casa de la Tercera Edad]. Cuando me
fui a Zacatecas me dice “¿y con permiso de quién te vas?”, le digo
“espero que no te ofendas por lo que te voy a contestar (…). Mira,
este es mi monedero y él me dice hasta dónde voy, hasta dónde
vengo y cuándo voy a venir” –jamás me volvió a decir (…). Ya namás
dice “¿cuándo vienes?”, “pues a ver cuándo [ríe]”. Eso de andar
pidiendo permiso ya se acabó; y no sé, ‘ora sí que estarán pagando
justos por pecadores porque con su papá de mis hijos sufrí y ahora
no busco quién me la haga, sino quién me la pague… [ríe]. Pus no sé
si será celoso o nomás le gusta vacilar; yo se lo tomo como vacilón
porque pues si piensa [así] allá él –a mí no me hace daño, ni yo ando
como él cree-, yo ando con mi mente sana (…). Además yo busco
sentirme bien conmigo misma [ríe], porque si me voy a [d]eprimir
como él está, ¿adónde voy a dar? Una vez me dijeron mis hijos que
qué hubiera hecho sola si no hubieran llegado estas muchachas [mis
nietas], y les digo “pues yo me hubiera ido con los de la tercera edá”
–ya desde entonces tenía yo esa idea. (…) El otro día estaba yo
pensando: si este hombre un día me dijera “oyes, vámonos a casar”
(…), digo yo entre mí, sí me animaría pa que un día me deje –si es
que yo sigo más adelante- una pensión; de esa pensión podría yo
darles una parte a ellos [los hijos de Carlos] y otra parte pa mí, pero
si a él no le nace de que nos casemos –y como que ellos también

752
AVRIL ARJONA LUNA

están celosos [de] que me dé, porque hay veces que me da [dinero]
en escondidas; y a mí como que [eso] no me gusta porque le lavo y le
plancho, no me lo está dando [regalado], me lo da porque yo me lo
gané. Si no le lavo, no le plancho, no me va a dar lo mismo (…). (…).
Luego hasta me siento su limosnera [ríe]. (…) Ahora el sábado que se
fue [Carlos a su pueblo] (…) me dice “me voy a ir pal rancho, pero
aquí te dejo pa tu refresco”; lo agarré y sentí yo como una limosna
(…) [Antes] me daba más (…). Ahorita no le he dicho que me traiga
su ropa, pero el día que me diga “te traigo mi ropa”, “sí, ¿ya me
echastes el jabón, el clearasol y el suavitel en la bolsa de la ropa
sucia?”… y hasta que no me traiga todo no se la lavo [ríe] (…); porque
ni allá [en su casa] se lo hacen (…) Antes me estaba dando de a 300,
400 pesos –no es muncho pero es algo-, ¿pero ahora con 50 pesos pal
refresco?... No (…) Pero, te digo, casi que con [Carlos] ya ando
nomás pa que no digan que busco (…) [porque muchos hombres]
nomás andan viendo a ver quién [cae] (…). Yo no es por echármela,
pero estuve mejor sola que acompañada (…), el otro día le dije a él
[Carlos] “porque el hombre nomás está de parapeto y ni da ni deja
que den [ríe] (…), porque por ejemplo mis hijos han de decir, ¿pa qué
le damos?, al cabo que ai le dan” (…) [Pero] [él] es buena gente, se lo
reconozco, y yo su genio no se lo conozco para nada.

Sobre el caso de Carlos y Cristina volveremos más adelante cuando


veamos el lugar de los procesos de s/e/a actuales. Por ahora baste decir que el
caso de Cristina y el de Esther ponen sobre la mesa el ejercicio de la sexualidad
de las mujeres adultas en relaciones extramaritales.

Esther representa el caso con mayores conflictos familiares abiertos.


Hacia finales de la primera década del siglo XXI, se presentan tres eventos que
marcan una serie de cambios en la actitud de mi interlocutora con su familia: 1)
habla con Ernesto y le dice que para ella ya no funcionan como pareja, por lo
que les queda intentar llevarse bien por sus hijas; 2) comienza a delegar

753
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

responsabilidades y a mostrar su inconformidad con las tareas, obligaciones y


gastos domésticos con los que, desde sus representaciones, ella ha cargado.
Estos dos primeros cambios se iniciaron entre el 2008 y el 2009. En tercer lugar,
pero no por ello menos importante, Esther comenzó una relación de noviazgo
secreta en el 2010, misma que con los meses se tornaría un secreto a voces entre
su familia.

Con su ex pareja, Ernesto, la relación ha sido muy tirante y conflictiva


porque él quiere que vuelvan a hacer vida en pareja y ella no. Esto ha llevado a que
Ernesto implemente diversas estrategias de la violencia simbólica para
manipular a mi interlocutora, a sus hijas e hijo. En el transcurso del trabajo de
campo, Esther transitó de una relación cordial a otra irrespetuosa y agresiva
con la mayoría de sus hijas, e indiferente por parte de su hijo.

Entre el 2014 y el 2016 las relaciones con sus hijas, su hijo y Ernesto han
ido de la aparente cordialidad a la indiferencia y de ahí vuelto al enojo, la
indiferencia y progresiva exclusión de Esther y Teófila de la vivienda familiar
ubicada en Valle. El panorama familiar de estas personas ha sido, por decir lo
menos, complicado, y definitivamente el bienestar físico y mental de Esther se
ha visto afectado.

Esta introducción al complejo caso de Esther me parece necesaria para


abreviar en lo subsecuente. Por ahora concentrémonos en la etapa más reciente
de su trayectoria de pareja y veamos primero los problemas con Ernesto:

Mira [suspira], con su papá de mis hijas pus intenté -¡ah!-, pues
hace ocho días intenté platicar bien con él, le dije que intentáramos
llevarnos bien -¿no?-, le digo “pus al final de cuentas a veces yo
también me siento sola, no tengo con quien salir…Y pus ¿por qué no

754
AVRIL ARJONA LUNA

intentamos llevarnos bien por lo menos?”. “No”, dijo que no. Que
no, que yo puedo venir ahí a ver a mis hijos p's cuando quiera. Y dije
“bueno”. (…) [Después ya no me dejó entrar] que por qué yo le sigo
haciendo daño yendo ahí, que mis hijas ya no me necesitan. (…) Le
dije a su papá de Teo, “mira ¡tú, aquí no tienes ningún derecho de
correrme! [ríe], ¡esta es mi casa y me pertenece más a mí que a ti! Si
yo quisiera… Los pongo de patitas en la calle -le dije-; pero no soy
así, no soy ambiciosa ni soy mala porque para qué voy a pelear algo
que también me costó, pero estoy consciente que pues es tu casa
¿no? Tú compraste tu terrenito, pero aquí voy a vivir cuando yo
quiera y voy a estar los días que yo quiera”. Dijo “sí, sí, si no hay
problema” -tonces los fines de semana me lo voy a pasar aquí [risas].
¡Pues sí, porque yo también sufrí, sufrí mucho [para tener la casa de
Valle]! (…) Algo así [como una vida de pareja, en forma, con
Ernesto,] pues yo nunca me acostumbré. Siempre cuando nos
juntamos cada quien anduvo ahora sí… A lo suyo… Entonces pues
[suspira], pues no sé, no sé si intentarlo o no intentarlo con él. A lo
mejor porque todavía puedo trabajar y me voy, no me siento tan mal
porque pues una vez en el trabajo ya me paso más de medio día, ir y
venir, y ya se me fue el día… ¿Pero cuando ya no me den trabajo?..
Sola…… Y, pues no, la verdad me siento así muy mal porque no sé ni
lo que voy a hacer. Yo admiro a Marilú, cómo ella sí, siempre la veo
bien, siempre, pues está con su hija, su yerno, sus nietas (…) Y yo,
estoy tratando y estoy luchando conmigo misma [ríe], es lo peor de
todo, yo creo ¿no? Luchar contra ti misma, contra tus propios
sentimientos… Para mí no es fácil

Los dilemas, la lucha interna y la culpa son marcas de la experiencia de


enamoramiento entre Esther y Elías, así como la lucha interna que estaba
librando mi interlocutora y los varios ires y venires en su relación de noviazgo
con este oaxaqueño que, aunque resultó para ella un apoyo moral durante un

755
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

tiempo, a la larga la separación se hizo inminente por el deterioro de la relación


y del mismo Elías -desaparecido desde noviembre del 2014:

A penas en febrero [del 2012] fue cuando ya… Dijimos [Elías y yo,]
“bueno, pues a ver, vamos a intentarlo”… Porque… Anduvo
tomando… Y fue a su casa… Y dice que se los confesó… Pero, él sí
tuvo el valor [ríe], yo no lo tengo; o no sé si para él es más fácil,
porque para mí… (…) [Tendría que decírselo] a mis hijos porque…
pues siento que así voy a ser libre, o sea, si me llegan a ver ya les
dije, ¿no?; y a su papá porque pues también, o sea, si algún día me
llega a encontrar con él pues “ya te dije lo que iba a hacer, ¿qué me
vas a reclamar?”. Bueno, así lo veo yo (…) [Unos meses después su
narrativa cambia] (…) pus ya ves, por mis malos, como te diré, (…)
porque yo sé que a lo mejor todo lo que está pasando con mis hijas
[es] porque cuando a mi me hicieron el llamado, que si quería
seguir ese camino [del Templo], yo dije que sí, y me lo preguntaron
tres veces, y las tres veces yo dije que sí, y no lo estoy cumpliendo,
no lo cumplí. Porque, de pronto estaba yo ahí cada ocho días pero,
pus no sé cuando… Cuando empecé a sentir otras cosas, pus así,
como dice el Padre “tú elegiste tu camino en tu mundo material”, y
sí es cierto porque, yo hubiera sido fuerte y hubiera pus, cómo dice,
evadir las tentaciones ¿no? Porque como Él dice “tendrás pruebas y
estarás rodeada de pruebas y tentaciones” -y no sé que tanto me
dijo, y pues sí. Yo digo que es muy bonito seguir lo Espiritual, pero
sí es difícil porque como dicen “lo malo siempre nos va… Nos va a
jalar (…) Pues mira, yo me aleje de allí… Cuando empecé a andar con
Elías…(…) porque dije “yo no puedo sentir esto que siento por él y
estar allí”, porque como dicen, quieren pureza [ríe], no quieren
hipocresías, ni nada de eso ¿no? Y como que dije “yo mejor ya no
voy”. Pero ahora sé que hice mal, porque si yo siguiera allí ya
hubiera aprendido muchas cosa más, ya hasta, podría estar
ayudando y a lo mejor todo caminaría bien con mis hijas también,
porque poco a poco las iba a ir jalando allá, yo siento así. Y sin

756
AVRIL ARJONA LUNA

embargo con Elías qué encontré: pura tristeza y sufrimiento (…)


Pero pus ya lo hice, ora voy a regresar al buen camino [ríe] (…) Yo
digo “¡Ay! Dios mío ya me equivoqué, pero de los errores también se
aprende” y ahora quiero, yo luego así platico yo solita ¿no?, “ora
quiero que tú me ayudes a arrancarme este sentimiento y que tú
seas el único al que tengo yo, y estar bien contigo, que me ayudes y
que me des paz, me des tranquilidad, recuperar a mis hijas” -que es
lo que más me importan, las más chiquitas, digo a mis dos niñas
porque para mí todavía son niñas [ríe]. Y quiero estar bien con ellas,
quiero que… Pus que entiendan que ellas tienen que estudiar, tiene
que prepararse para su bien de ellas; que estén mejor.

Debo reconocer que desde mi perspectiva la relación de Margarita con su


esposo está matizada por el tránsito entre el amor y el odio, derivado de las
múltiples infidelidades de él y que han tenido consecuencias en las
representaciones y prácticas en torno a la sexualidad de la pareja. Por otra
parte, ella está segura que cuenta con él cuando de sus hijos se trata, pero igual
que en el caso de Esther, y en algún tiempo también el de Marilú, la propiedad
sobre la vivienda familiar puede ser un problema y se torna botín del ejercicio
de poder al interior de la pareja:

(...) Se puso grosero y empezó con que “mi casa” (…) Le digo
“también es mía porque a mí me ha costado ¿Qué dijistes?: yo voy a
pagar las mensualidades y tú trabaja pa que cómamos, y eso he
hecho, así que también es mía" (...). Él de que se cree mucho (...),
sabe (...), tiene conocimiento, lo reconozco, pero de inteligente no
tiene nada, no tiene cultura -a lo mejor tiene cultura pa lo que le
conviene, pero no para sacar algo bueno y explotar algo bueno suyo.
A lo mejor yo no te puedo contestar bien con palabras correctas, no
me sé expresar, pero yo tengo más conocimiento de cosas buenas e
importantes; él tiene conocimientos porque lee muchos libros y los
libros instruyen, y a mí no me gusta leer -la verdad-, nunca he

757
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

terminado un libro, pero ¿de qué le ha servido? (…) Sí quiero a Jaiba,


pero trato de tomar precauciones (....): como el no confiarte tanto
hacia esa persona, si no siempre también tratar de despegarte
-porque cuando te dan la puñalada es más [doloroso]. Y siento yo
que voy a sufrir más porque he tenido muchas cosas con él -buenas
y malas, como todo, pero he tenido más buenas-; y yo se lo he dicho
a él "el día que quieras te vas. Nomás con que me digas hasta aquí,
ya. No voy a llorarte (...). Pero sí no quiero que me hagas panchos ni
que me estés "ya me voy, ya vine", no (...)"

Avril: pero, ¿crees que tenga intención de irse?

Margarita: no, ya lo intentó una vez y para nada... Pero (...). Él luego
me dice -porque no me dejo- "es que me contestas bien feo, gorda",
le digo "pero ve también tú cómo dices las cosas", y dice "bueno, sí,
ya, discúlpame" y yo siempre le digo "sí, con tu pinche disculpa ya se
acabó todo" -porque al principio me quiso ofender. El problema es
de su familia, ellos no aceptan que él siga conmigo (...) porque él
tiene dos hijas, pero yo jamás le he dicho "no les des, no las veas",
para nada; es más, yo por eso decidí trabajar, yo le dije "no voy a
esperar a que tú me mantengas, yo me voy a valer por mí misma".
Tonces él, ahora sí, ya tiene como dos años... Sí, dos años, que me da
gasto -antes no me daba- (...), porque [yo] le decía "no, a mí no me
des tu pinche limosna (...). Si no me vas a dar, no me des, pero
tampoco te debe de importar cuánto gano o cuánto gasto"; ni yo me
meto con su lana ni él se mete con la mía, cada quien sus broncas.
(...) Él me lo ha dicho "cuando yo me muera ésta es tu casa, y te vas a
salir de aquí hasta que te mueras (...). El papel no está a tu nombre
pero ésta es tu casa porque eres mi esposa", entonces digo "bueno,
dentro de todo pues no puedes estar peleando toda la vida" (...). Yo
ya no voy a rejuvenecer (...).

Marilú ya no tiene un lugar como esposa y siempre negó tener novio o


pretendientes. En ese sentido encuentro que en sus narrativas hay una suerte

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AVRIL ARJONA LUNA

de celibato que ideológicamente la acerca al Templo -mientras la tentación aleja


a Esther, a quien llegó a cuestionar por separarse de Ernesto. En mi opinión, las
representaciones y prácticas de género que Marilú proyecta sobre su amiga
Esther -para incluso justificar la violencia ejercida por Ernesto-, han tenido
origen en la asunción de la falla en el lugar de esposa y ama de casa: Pues sí, al
salir la mujer a trabajar la casa se descuida, porque ya no te da tiempo de hacer lo que
haces cuando estás tú -que limpias tu casa, tienes más en orden. Sí lo hace uno, pero ya
no como debe de ser, nomás al ai se va -dijo Marilú.

6.1.2.2 El lugar de madre

Su papá para [mis hijas] es perfecto (Esther).

A lo largo del capítulo anterior hice patente la importancia del lugar de madre
para estas mujeres trabajadoras y expliqué las condiciones que encontraron
para armonizar los tres lugares de género que les correspondían en la etapa de
vida intermedia: el de esposa, madre y trabajadora. Ahora me abocaré a explicar
las experiencias de la maternidad como proceso y a la luz de la carrera hacia el
envejecimiento. Es por ello que nos acercamos a los significados atribuidos por
ellas a su maternidad, las expectativas que dicen o no tener sobre sus hijas e
hijos; así como los problemas, dilemas y preocupaciones representacionales y
prácticos en torno a las y los hijos.

Las expectativas, ventajas y desventajas de su maternidad tienen tanto


particularidades como generalidades. Entre las particularidades, el caso de
Rosa María destaca porque encuentra cambios generacionales en el ejercicio de

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

la maternidad -pues ya no se trata de darle gusto a la gente- y subraya las


preocupaciones, los problemas y la necesaria educación que implica ser madre o
padre:

Ora sí que cada quién va a planear su matrimonio. Como dijo una


vez una de mis primas, "sí, no, el hijo es la felicidad". Quizás, el
instinto de uno, de mujer, de madre, ¿no?, pero ahorita en la
actualidad ya casi eso se queda al último (…) Tú no tienes
preocupaciones [porque no tienes hijos, pero cuando sí] (…) no
sabemos si regresan o no regresan. ¡Cuántos problemas parir! Y
aunque tu hijo no sea problemático, le buscan. Tonces todo eso hay
que ver, no nada más por darle gusto a la gente (…) Porque es lo
primero "ay, no, un niño, ¿cuándo un bebé?" "¡Oye, pus si no para
eso vivo!", ¿no? (…) [Además] ahorita los hijos, qué quieren: "ay, yo
quiero un pantalón de tanto", "yo quiero unos zapatos tenis de tal
precio". ¿Y si no puede uno darle? Entonces no nada más es decir
"ay, yo sufrí, ya tengo un hijo". El chiste es saber darlo, educarlo -yo
pienso. (…) Pues yo me siento bien [con mi maternidad] (…) Como
dicen, ya di fruto. Y siento bonito que mis hijos (…) me quieran, me
apoyan (…) O como Ernesto, él siempre es muy agradecido (…).
Apenas hizo unos lentes y los fue a entregar, y dice "ay, mamita,
mira, traje dinerito, ora yo pago esto" (…). Y Gregorio, pues él como
dice, "yo no tuve esa capacidad para estudiar, ahora me arrepiento,
pero de ustedes yo no puedo renegar nada porque ustedes me
dijieron, me apoyaron y yo no quise, pues ahora ni modos (…)”. Mi
hija igual, dice "gracias mamita, por darme consejos", o "te quiero",
"ay, mira, te traje esto", "ay, mami...", ahí me está hablando. Claro,
sientes bonito, al ser nada más tú en el mundo, que no tuvieras hijo,
¿quién le dice un "te quiero", una ayuda? (…) En cambio con sus
hijos de uno es muy diferente, porque pues es tu sangre y no creo
que te defraude. (…) Entonces, yo creo que se siente uno bonito que
ya de tu cuerpo salió unos productos que distes. (…) A la mejor una
desventaja es traer hijos al mundo a sufrir [ríe], (…) [cuando] no

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AVRIL ARJONA LUNA

fuiste capaz de sacar adelante a tus hijos. Es como una desventaja,


tuvistes y como que si no lo tuviera uno, que al rato que los hijos
puros reproches, "ah, no me distes nada” (…) Y es ventaja cuando tú
dices "no, pues le di a mis hijos y están saliendo adelante". Y cuando
no es uno capaz de criar a los hijos o de educarlos como Dios
quisiera, como que es una desventaja, un fracaso como uno de
padre -¿no?-, como que se siente uno así, ser un fracaso, (…)
[porque] tus hijos te odian, te agarran rencor (…).

Como se observa en el fragmento anterior, y en los siguientes, las


principales ventajas de la maternidad son: 1) poder contar con las o los hijos en
el futuro, y 2) tener oportunidad de compartir -sembrar- para que en algún
momento eso regrese por otros medios o relaciones -como cosecha. Las
desventajas de la maternidad serán, desde las representaciones de mis
interlocutoras: 1) no siempre poder dar lo necesario a las hijas e hijos; 2) las
preocupaciones por su bienestar y, 3) las fallas propias que pueden derivar en
falta de respeto y desagradecimiento por parte de las y los vástagos.

Encuentro entonces que en la maternidad como proceso -que implica


entre otras muchas cosas expectativas, ventajas y desventajas- se tejen
representaciones biosocioculturales complejas en torno a la trascendencia
-biológica y espiritual-, al apoyo incondicional con base en el parentesco
inmediato, y a la posibilidad de haber hecho mucho por nada.

Cristina: (…) Había una familia ahí en Dolores que tenía 25 hijos,
pero lo bonito es que todos cooperaban (…), como una familia.
Todos trabajaban y era una familia muy unida (…). Yo no estuve con
todos mis hijos como quería haber sido –por falta de tiempo-, pero
cuando nos sentábamos todos a comer los domingos era bonito
porque era bastante familia. Se alegra la casa [cuando hay niños y
niñas] (…) Pus [la ventaja de ser madre es] que (…) más de alguno va

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

a ver por uno. (…). Tener con quien contar, porque sí, no falta, a
pesar de que parece que no ven por uno, sí, sí ven por uno –de
tantos tiene que haber uno que sí vea por uno. (…). Si no hubiera
tenido hijos no tendría nada; claro, ahí viene de todo (…). Pero digo
yo que sí valía la pena tener uno munchos [hijos] [ríe] (…) unos
pueden apoyar de un modo y otros de otro (…) [Mis hijos] porque no
me han visto en un tirón duro, pero yo me inmagino que no me
dejan sola. Pero así que digamos que espere yo algo, pus no; quien
quiera dar que dé, quien no, no. (…). El otro día me estaba diciendo
uno de mis hijos “mamá, tú te estás ahogando en un vaso de agua
porque quieres, ¿por qué no hablas con tus hermanos que vengan a
ayudar con mi abuelita?”, le digo “no, porque si yo quiero ayudar no
hace falta que me digan. Yo estoy haciéndolo porque de mí nace, y
no espero a cambio nada (…). Yo lo hago de corazón, porque de mí
sale (…)”. Y no me pesa, porque si voy a estar renegando se me va a
hacer más duro, más pesado (…) Dios me ha de dar fuerza –que es el
único que me puede ayudar (…). Yo lo que me esmeraba era en sacar
a mis hijos adelante –a cambio de nada. Pero pus con el tiempo,
gracias a Dios, más o menos, no muncho, no poco, pero sí [me han
ayudado]; no a los que crié, pero de todos modos estoy ahí,
recibiendo, de las otras muchachas, [mis nietas] (…), no me quejo.

Margarita: bueno, pues [ser madre] ha significado (…) esa


satisfacción de serlo -porque hay muchas que no pueden tener
hijos. (…) Pues [ha sido satisfactorio] ver a mis nietos, ver a mis
hijos grandes y casados (…). No [hay desventajas en ser madre] (…)
[Y la ventaja es que] ya no estás sola.

De este modo, el caso de Esther con sus hijas es muy particular porque
continuamente ha experimentado -en esta última etapa de vida- reproches por
las fallas que ha tendido a asumir como propias. Así, el sentimiento de soledad y
la falta de apoyo serán malestares que durante los últimos años tendrá que
enfrentar y buscar superar:

762
AVRIL ARJONA LUNA

Ahorita lo que voy superando. Es que ya sé que… que estoy sola;


porque antes como que quería yo tener un apoyo, no
económicamente ¿no? porque pus gracias a Dios ahorita tengo
mucho trabajo y todo, a lo mejor no los necesito. Pero yo intenté
hablar con su papá de mis hijas, con mi hijo, pidiéndoles un apoyo,
les digo “miren, pues yo tengo que trabajar, porque tengo que sacar
esto, el otro, yo lo único que quiero que me apoyen ustedes es en
que digan “bueno este voy a hacerle el contrato de la luz de mi
mamá” le dije a mi hijo, “voy a limpiar su patio de mi mamá” -le
digo-, tú sabes de todo eso y necesito que vayas a ver el cuarto, a
medir una puerta porque voy a meter todas mis cosas ahí y voy a
poner en renta la casa [de Chimalhuacán]”. Y yo digo, bueno pus
¿por qué no me apoyan…? Entonces pus ya ora sí que ya de plano ya
lo entendí, que por más que les pida de favor y les diga te pago tu
pasaje y todo ¡no lo van a hacer! (…) Mis hijas dicen que lo único que
sé dar es dinero, bueno Adelaida [insiste con eso], que porque yo
“nomás su trabajo” –dice. Nosotros hubiéramos querido que
estuviera aquí con nosotros” -o sea que lo que ellos querían era
atención. Le digo “bueno, pus no se las di y ya no puedo remediar
nada. (…) Además ustedes pus algún día también van a ser madre y
lo van a entender. (…) Y es que a él, al papá, sí lo quieren; a él sí, si
tienen dinero o van a tomar un café o algo, ellos van por su pan y le
suben su café a su papá… A él sí le hablan bien… Entonces, yo ya me
di cuenta que la que sale sobrando ahí soy yo, soy yo; y me siento
mal porque … Ya van varias veces que llega Paulina, llega mi hijo y
ponen el café y les digo “yo pongo el pan”, “bueno”; pero nunca de
“oiga mamá, ¿quiere un café?”, no (…) ¿Por qué a mí me tratan así?”.
Y entons digo para ya no sentirme mal, para no ver que ellos ahí
están secretiándose, se están platicando y a mí …Pus…[Me tratan]
como un mueble… Pues ¿a qué vengo a Valle? (…) [Estoy] así como
siempre, a ratos estoy bien, al ratos como que me deprimo, pero
pus…Ya… ya no puedo hacer nada, por mis hijas ya no puedo hacer
nada.

763
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Teniendo en cuenta la reflexión de Rosa María en torno a la relación entre


la educación de las y los hijos y la actitud que ellas y ellos tienen para con sus
madres, adentrémonos ahora a las representaciones y prácticas en torno a la
educación que dieron a sus hijas e hijos. En general encontré dos tendencias:
una que aprueba los golpes y otra que es estricta e incluso amenazadora, pero
no se concentra en los golpes y gritos. Como representantes de la primera
tendencia ubico a Margarita y Marilú; mientras que Esther, Cristina y Rosa
María tienen representaciones más cercanas a la segunda. Además, como
podremos ver en los siguientes fragmentos, la educación de las y los hijos no
sólo está atravesada por nociones de lo bueno y lo malo, de lo esperado y lo
rechazado, sino que un marco referencial importante en esta categorización
será efectivamente el género y las representaciones que ellas han tenido al
respecto:

Rosa María: hay cosas que sí me dicen "gracias mamá por ser así",
"gracias por tener tu carácter y hablarnos fuerte, si no, quién sabe
cómo fuéramos". (…) Lo que no me gustaba a mí, y así era mi papá,
y ayer precisamente comentábamos eso, dice mi hijo “yo me
acuerdo cuando estábamos chiquitos” (…) En ese tiempo venía una
comadre (…), estábamos platicando y se venían ellos, y yo nomás les
quedaba viendo, '¿qué hacen ahí?', o '¿los llamé? (…), dice “qué bueno
que fuistes así mamá, eso viene de cómo nos educastes, cómo nos
decías, cómo era, y sí –dice- la verdad sí se ve mal que está uno
platicando y ahí llega otro a pararse ahí”.

Como muestran los casos de Cristina -con uno de sus hijos y sus dos
nietas-, de Rosa María con Gregorio, de Margarita con Ángel y de Esther -sobre
todo- con sus dos hijas menores, transitar por la adolescencia de las y los hijos
cuando no se tienen condiciones materiales y/o simbólicas para que su

764
AVRIL ARJONA LUNA

permanencia en la escuela sea asegurada, las consecuencias son importantes


tanto en el curso de vida de las y los muchachos como en el bienestar físico y
mental de ellas. Así, estos procesos dan vida a eventos críticos que disrumpen
las representaciones y prácticas de las madres y las llevan a movilizar los
recursos -tanto materiales como simbólicos- de los que cuentan. Todo esto, sin
embargo, no necesariamente redunda en lograr que sus hijas e hijos busquen
otras alternativas o valoren los esfuerzos de sus madres:

Cristina: hubo un tiempo en que se me andaban descarrilando


[Jessica y Diana]. Y me dice Gumaro “¡¿por qué no les pega?!”, “no –
le digo-, pus si no tienen mamá y luego yo todavía acabándolas de
apachurrar más, pus como que no. (…) Yo les hablo, qué es lo que no
hagan y qué es lo que deben de hacer, como con ustedes también.
No digo que a ustedes no les llegué a dar un manazo, pero pus con
medida (…)”. [Mis nietas se estaban descarrilando porque] querían
irse con amigas, a la calle. (…) En esa época ya empecé a salir a
trabajar, ya estaban más grandes (…). N’hombre, canijas chamacas,
quién sabe cómo le hacían y por la ventana de la cocina se salían
[ríe], (…) Jessica tenía como 11 ó 12 años (…). Ya después las cambié
una temporada, en tiempo de vacaciones se las eché a Emilia p’allá
[a Chimalhuacán] y pues ya –allá como que les daba más pena-,
como que empezaron de vuelta a agarrar su paso. (…) Hay una
temporada, de 13 años para arriba, se ponen bien rebeldes –quieren
que nomás sus chicharrones truenen [ríe]. Hasta eso no fueron
groseras, eso sí que no, no fueron groseras. Nomás querían andar
en la calle. Y ahora dicen “ay, si usté no nos ha apreta[d]o, dónde
andaríamos ahorita” [ríe]. (…) Sí, ahora como que empiezan a ver
[con sus respectivos hijos] lo que contiene [eso de ver por alguien].

Esther: (…) todavía ayer le dije “mira Anastasia, ¿por qué no te pones
a estudiar? Estudia, te echo la mano, porque el bien va a ser para ti;
o sea, qué es lo que esperas del chavo este –le digo-… Son dos pares

765
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

de escuincles, ni él es de obligación ni tú, él es hijo de papi y de


mami -le digo. ¿Qué no piensan? Tú necesitas tus cosas personales,
¿se los vas a estar pidiendo a la señora?, ¿o él le va a estar pidiendo a
su mamá? Yo fuera la señora ya los hubiera mandado bien lejos –le
digo-, nomás falta que mi hijo traiga a su mujer y yo los esté
manteniendo a los dos. No –le digo-, está bien que soy un poco
tonta y todo les doy, pero hasta tanto no les dariá”. Pero así como
que no sabe qué quiere. Tonces por lo menos mientras ella siga
yendo a las terapias -son tres meses- (…), de algo le va a servir; (…) ya
van por buen camino cuando empiezan a reconocer sus errores, y
enfrentarlos pues digo que ya es de ganancia ¿no? Entonces pus que
siga yendo e igual yo los viernes vengo [a Valle], en vez de los
domingos (…) A lo mejor es un poco tonto de mi parte la idea, pero
yo digo: no puedo estar con ella ahí con el psicólogo, pero es bueno
que ella vaya solita porque se siente con más confianza, puede decir
todo lo que a mí no me lo puede decir… Y en las tardes pasármela
con ella (…) Esa niña sí ya tiene dos años que no me pide dinero, no
me pide ropa, no me pide zapatos, o sea, si yo le voy a reglar algo en
su cumpleaños es porque yo quiero, porque es mi voluntad dárselos
¿no? -pero que ella me pida pues no. Bueno, ya me agarró los aretes
y ya los fue a vender [ríe], estuvo mal, pero lo reconoció y asumió su
responsabilidad ¿no?, se podría decir. Entonces digo, bueno, ella
que se vaya a sus terapias, yo voy a tratar de venir un poco
temprano, unas tres o dos horas que pueda yo pasar con ella y
platicar, invitarle un helado, caminar con ella, pues a lo mejor en
algo le va a ayudar… Y pues a la mejor más adelante ojalá (…)
termine aunque sea la secundaria abierta; y a la mejor poco a poco
ella misma se va dando cuenta de que lo que está viviendo no está
bien, porque yo (…) no viviría así ¿no?, con una persona que no
trabaja y yo tampoco.

Margarita por su parte asegura que sí les pegó, pero sólo cuando fue necesario:
como cuando le faltaban al respeto o le alzaban la mano -como sucedió una vez con

766
AVRIL ARJONA LUNA

Ángel, y a quien se sonó como escarmiento. Con Isadora tuvo algunos problemas
en la secu porque tenía una amiga con la que estaba todo el tiempo y al intentar
ponerle límites, pues era menor de edad, a su hija no le pareció. Isadora dijo que
se iría a vivir con su amiga, pero Margarita la golpeó para evitar que lo hiciera.
Fue tanto [el golpe] que hasta se arrepintió. Ya no se fue. Margarita asegura que ahora
Isadora agradece esos golpes, porque dice que si no se los hubiera dado hubiera seguido
los pasos de sus compañeras de la secu.

El caso de Esther en su lugar de madre es muy representativo de los


efectos que estas fallas o fracasos de la maternidad pueden acarrear a las mujeres
adultas que ya comienzan a percibir los efectos del envejecimiento. De este
modo, y comparando su caso con el de otras personas, la culpa encuentra eco
con los reproches y la manipulación que ha experimentado por parte de sus
hijas, su hijo y su ex pareja:

Si yo hubiera sabido guiar a mis hijas [todo] esto no hubiera pasado,


yo lo pienso así (…) porque tengo mis amigas, platicamos y pues
tienen unos buenos hijos que la verdá luego hasta digo “Ay, ¿por qué
yo no pude?” [ríe] (…) [Es que con] un vecino hemos platicado de los
hijos, y pus fíjate que sus hijos no estudiaron pero no son vagos, o
sea ellos trabajan y pus son responsables los chamacos, a pesar de
que están jóvenes, y como dice [el señor]: “se me quieren poner al
brinco pero pues no, ¿cómo que un hijo me va a gritar? No, aquí se
hace lo que yo digo” – y yo hubiera querido tener ese carácter para
doblegar a mis hijas. Y mi hermana pus igual; es madre soltera y
tiene dos hijos y pus sus hijos son muy buenos chamacos (…)
[siguen estudiando].

El caso de Margarita también es complejo porque su lugar de madre se ha


construido a raíz de sus experiencias con Ángel, mismas que ha buscado evitar

767
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

con el más chico de sus hijos -Checho. En el siguiente fragmento observamos


los distintos fenómenos que forman parte de la socialización durante la
juventud de los sectores urbano populares en la generación de las hijas e hijos
de mis interlocutoras. Tal será el caso de los bailes o las fiestas, la violencia, la
delincuencia, el consumo de alcohol e inhalables, y la aparición de referentes
religiosos que encuentran eco con estas otras representaciones y prácticas
culturales juveniles en la ZMCM.

Margarita: Jaiba está de acuerdo [en que Checho vaya a la Escuela


Pastoral y a misa los domingos], pero también dice "date cuenta que
él tiene que hacerse a la idea que tiene que trabajar; tiene que
aprender cómo funciona el negocio [de los chiles y conservas]" (...) Y
pues sí, o sea, tiene razón; lo que a veces me molesta es cómo lo dice
(...) Soy muy.... No sé ni definirte cómo soy (...) Como que digo "¿por
qué voy a hacer lo que él dice?" (...) Lo que yo quiero es que Checho
tenga una noción de la religión, y ya cuando él tenga 18 años -o no
sé, quince años- él ya va a definir su religión, pero yo quiero que él
esté consciente (...). Por decir ahorita Julio agarró, y ai la tiene, a la
Flaca... (…) Sí [a la Santa Muerte]; pero lo hizo porque los amigos le
decían que los milagros y que no sé qué. Al principio a mí me daba
miedo esa imagen, no me preguntes por qué, pero después con el
tiempo le fui perdiendo ese miedo y ahora puedo entrar con toda la
tranquilidad a su cuarto de él y le digo "ay, Flaca, no sé qué haces
aquí" -y antes no lo podía hacer. Entonces yo he platicado con
Checho y siempre le he dicho "mira hijo, Diosito a ti te dio otra cosa
[refiriendo a los genitales externos]; si tú hubieras sido mujer
podrías usar aretes, depilarte la ceja y pintarte. Pero por eso Diosito
dijo "tú vas a ser femenino, tú masculino", a cada quien nos dio lo
que nos toca; así que no quiero que al rato andes como tus
hermanos, con tu aretito, y que ya te hicistes un tatuaje. No. Quiero
que seas consciente de lo bueno y lo malo que te puede traer que tú

768
AVRIL ARJONA LUNA

te pongas un tatuaje, que tú te pongas un arete, que andes todo


rockerito" -siempre le he inculcado eso (...). [Que Julio tiene a la
Santa Muerte] tiene como dos años, pero esto vino a raíz de que
primero empezó Poncho, y las amistades, porque conoció a un
muchacho que es de ahí de Tepis [Tepito] y tú sabes que ahí la Flaca
es lo máximo (...). Cuando le pasó el accidente a Ángel, que te digo
que lo apuñalaron esa vez en una fiesta, él traía la camioneta de
Matías, pero él vio que traía pegada una estampa de la Santa Muerte
y Ángel la arrancó, la dobló y la botó... A los ocho días le pasó lo que
te digo [que lo apuñalan]; por eso le tengo tanto miedo. (...). O sea, él
vive de milagro eh, le dieron cinco puñaladas (...), de esto hace como
cuatro años (...) No, no, no, no -al recibir esa noticia- no me dio
diabetis, de verdad, gracias a Dios -hay cosas que he vivido que yo le
doy las gracias a Dios porque no ha permitido que me de una
enfermedad de esas. (...) Yo me sentía sola en ese momento aunque
contaba con mis hijos (...), ahí valoré las amistades (...) Todos
estaban desesperados, mis hijos (...), mi esposo (...). Desde ahí dije
"yo tengo que vivir mi realidad [refiriéndose a los problemas de
Ángel], ¿por qué me voy a alejar de él?"; desde ahí me di cuenta (...),
no me queda de otra más que resignarme con Ángel (…). Checho
quería entrar a una secundaria que está aquí en Tláhuac, pero le dije
que no, que en la de aquí porque le queda más cerca. (…) No, casi no
[coopera con las labores domésticas] (…), pero sí, cuando me hace
enfadar lo pongo a lavar los trastes, y que según barre y así (...) En la
tarde [cuando sale de la escuela] se va con sus hermanos a trabajar,
(...) no se queda solo en la casa (...). [Trabaja con su papá] desde
cuarto de primaria (...). Hay veces que yo digo "no, pobrecito de mi
hijo", pero no, porque ya ahorita su papá ya le da, no es mucho, 150
pesos, pero él aguarda 10 pesos diarios para la escuela, y luego le
pido 50 pesos para el jabón, y ahorra los otros 50 -se compró un
celular que ya lo fregó, pero él lo pagó y ya no me da tanto coraje.
Tiene que aprender que todo cuesta (…). No dejo que ande en la
calle, ni que lleguen sus amigos a la casa porque cuando estaba en

769
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

cuarto de primaria iban a la casa a hacer trabajos y un día se me


perdieron 15 pesos y un celular".

Todo indica que la relación de Marilú con Ana, la hija con la que comparte
la vivienda, ha sido buena en lo general. Ni Ana ni Valeria tuvieron problemas
como los que hemos descrito para las hijas o hijos de otras interlocutoras.
Marilú, en ese sentido, no tiene sentimientos de culpa asociados a un lugar de
madre subalternizado, sino que por el contrario ha contado con la empatía de
Ana en torno a lo injusto que fue el trato que su madre -y ella- recibiera de su
padre.

Así, las tensiones entre Marilú y su hija menor comenzaron cuando la


última se casa con Manuel, se va una semana a vivir con la familia de él y
regresan para quedarse sin que mediaran términos claros para una
reorganización familiar que contemplara al yerno -y con los años a las dos
nietas más chicas de la poblana. Por último, en el siguiente fragmento
observamos que para Marilú -como para Esther y Margarita- ya está llegando la
hora de comenzar a construir socialmente los procesos en torno a la menopausia
-sobre la que pesan estigmas como la amargura:

Nunca han acectado lo que yo les digo, para ella siempre estoy mal,
nomás que ahorita dice "es que está amargada, estás en le
menopausia", pero pues no sé, yo no tengo esos síntomas... pero si
eso fuera pues igual, como le digo "son mis derechos lo que yo te
estoy diciendo". Entonces por esa parte hacemos cortocircuito; pero
yo digo que como siempre he trabajado siempre me ha gustado ser
ordenada porque en el trabajo siempre semos ordenados, entons yo
quiero tener lo mismo aquí, pero aquí no puedo. Yo hago mi
quehacer y todo, dejo bien escombrado y recogido y quisiera que ese
trabajo me durara por lo menos ocho días, pero pus no falta que ya

770
AVRIL ARJONA LUNA

se les cayó algo, que no se limpian los pies, que ya regaron jugo y
como no lo limpian queda pegajoso -y pues eso me enoja, y ya por
ahí me dice que soy chocosa, pero es que no me gusta eso y siempre
he sido así.

Para el análisis de esta etapa de vida resulta fundamental acercarnos a las


relaciones transaccionales entre Marilú, su hija y su yerno tomando en cuenta
que las dos hijas de éstos fungen como una suerte de pivote en sus relaciones
familiares. En este sentido destaca que la relación de mi interlocutora con su
yerno ha tendido a ser tirante, compleja y generadora de inconformidad para
ella. En este caso, y con la intención de notar las particularidades, es necesario
decir que uno de los primeros malestares de Marilú frente a la relación de su
hija y su yerno se asoció con la importancia que mi interlocutora confiere a las
representaciones y prácticas del Templo.

Me refiero a que antes de casarse Ana asistía con regularidad al Templo


porque ya había sido marcada -elegida e invitada- para que desarrollara el don
de la curación por medio de su Niño Espiritual -Santiago Apóstol-, y esto hacía de
Marilú y su hija -dos mujeres finalmente abandonadas por Pablo- sujetas del
reconocimiento social entre la gente que acude o conoce del Espiritualismo
Trinitario Mariano. Fue así como la oposición de Manuel a que su joven pareja
siguiera con esas brujerías, y la imposibilidad de Marilú para evitar que Ana se
doblegara, comenzaron por poner a mi interlocutora en alerta sin haber podido
hacer mucho más por su hija y sus nietas.

La relación con su yerno se agravó en el 2012 cuando Manuel se vio


involucrado en un proceso legal en su contra provocando que quedara
endeudado. Este fenómeno, aunado a los problemas de salud de Marilú,

771
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

provocaron que Ana se desplazara del lugar de ama de casa al de empleada


temporal -inicialmente como empleada doméstica de entrada por salida,
cubriendo a su madre, y posteriormente como dependienta en tiendas locales y
empleada en una cadena de supermercados. Así describe la situación de Manuel
la hija menor de mi interlocutora, mientras su madre parece decepcionada por
la poca fe y empeño que su hija pone a la resolución espiritual del problema
judicial de Manuel:

Ana, hija de Marilú: (…) Sí [ahorita Manuel está trabajando], pero de


aquí a diciembre; si en diciembre le dicen que es culpable ahora sí
que en cuanto pise el reclusorio pierde el trabajo, pierde todo y… (…)
Esperemos [que el viernes haya buenas noticias] porque ahorita tan
sólo de esto está cobrando 12 mil pesos [el abogado particular]; si no
la gana se va por el Oral… ¿Cuánto nos va a cobrar? (…) Yo la verdad
que le pido a Dios que ya nomás sea hasta el viernes (…) Yo le digo [a
Manuel]: “si no queríamos deudas, te endeudaron bien bonito”… Ay
no, qué desesperante… Desgastante (…) Entonces pues ya, ya espero
ya salir, ya, ya, ya, ya… Pero en lo que cabe pues ai vamos, ya sabes,
siempre hay cosas que nunca te ibas a imaginar, no tienes planiado
[ríe] […] Sí ya va pa dos meses [que inició el problema legal]… En
menos de dos meses nos endeudamos [ríe] […]. Dice él “me da
coraje”. Dice que estaba un señor con un gansito de la tienda y que
le echaron creo que tres o cinco años… Le digo “pues es que qué
haces, a veces ya ves así las cosas y pues es que a veces el hambre es
muy duro, ¿no?, ¿quién sabe?”… Luego dice que otro señor namás
tiene que entregar $1,500 pa que salga, pero no los tiene, o sea, dice
“pues no los tengo, mejor me espero estos dos meses”. Entonces yo
digo, por eso a veces está mucha gente en la cárcel, porque pues sí,
no hay los recursos; le digo, “y cómo los secuestradores y todos esos
hasta les abren la puerta [ríe], que salgan por la puerta grande”. Y
dice “no, tantas cosas que se ven” [en el encierro] (…).

772
AVRIL ARJONA LUNA

Marilú: estaba pensando [le dice a Ana] que tienes que ir el martes
para que le prepare la audiencia la Hermanita. Ve. Dice la Guía que
casi doña Mary no va, que nomás está yendo los viernes (….) [Se
hizo un breve silencio]

Ana: pero es que el martes ya trabaja

Marilú: ¿quién?

Ana: Manuel… El martes… No sé por qué el martes va a acompañar a


su mamá a consulta… [Se teje otro breve silencio]

Marilú: bueno, que también es conveniente ir a checar también, o


sea…

Ana: pues dijo que con las veladoras [era suficiente]… [Otro silencio]

Marilú: pues sí, pero por decir, (…) ya no las han prendido, la del
altar con el vaso de agua ya no lo has prendido… (…) Mi hija (…) ha
tenido su Niño Espiritual, antes ya trabajaba, ya curaba. (…) Ella es
Santiago Apóstol... Pero pues se juntó, se casó y ya se olvidó; y ahora
le dijo el Padre, hace ocho días, “tú me conoces de hace muchos
lustros –los muchos lustros son muchos años-; tú me (…)
abandonates, me dites la espalda, te fuistes y te cargastes, ¿de qué te
cargastes?: de problemas, de dolores. ¿Qué les he dicho?: se van, me
dejan, me dan la espalda, pero regresan por su dolor, porque no
encuentran la salida”. Y al otro [, a Manuel], le dice “y el otro,
incrédulo, tú no crees en nada, ¿verdad?, pero ahorita que estás
hundido hasta el cuello te acuerdas y me buscas, pero yo te voy a
ayudar”. Pero no, no hacen lo que les ha dicho el Padre. Tienen que
prender una veladora, tienen que orar y no lo hacen… Luego yo hago
mi oración y le pido por ellos, pero ellos también tienen [que poner
de su parte]…No van a prender una veladora sí, mañana no, pasado
mañana sí; tienen que prenderlo constantemente, pero pues no, en
eso falla.

773
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Aunque no se ha dicho abiertamente, podemos observar que el ejercicio


de la sexualidad no ha sido un tema de preocupación de estas madres para con
sus hijas o hijos -excepto por los casos de Rosa María y Margarita, que en sus
narraciones han hecho alusión a las infecciones de transmisión sexual. Esto
explica que los patrones reproductivos de sus hijas e hijos hayan tendido, en los
casos de Cristina, Margarita y Esther, a reproducir el embarazo adolescente. En
este sentido, recupero el caso de Marilú y la poca comunicación abierta que
tiene con Ana en materia de sexualidad, así como el de Esther, que cuestiona el
primer embarazo de Anastasia -de sus dos hijas menores, la primera que
comenzó con los inhalables, dejó la escuela y la casa familiar:

Marilú: (…) Pus yo me imagino que [Ana usa el Dispositivo


IntraUterino] desde que nació la niña [más chica, Yare]... Me
imagino, porque pues te digo que no me platica; ni yo en su vida de
ella me meto, ni ella en la mía. Pero pues yo digo que se tiene que
estar controlando porque si no ya tuviera un montón de chamacos.
(…) Pero de esta última yo pensé que se estaba cuidando, pero no.

Esther: además, [Anastasia] ni siquiera planeó a su bebé, o sea que


nada más se embarazó porque pus, no se cuidó y ya. (…) Pues me
imagino que sí [tuvo información para no embarazarse], porque yo
muchas veces, o sea le decía que se cuidara o que fuera a que le
pusieran el Dispositivo, o algo, para que no… Porque yo sí [les dije]
“pues para qué quieren un bebé así como son, qué le van a ofrecer,
pobre bebé, le van a arruinar la vida, ¿para que van a tener una
criatura nada más para sufrir?”. Pero pues no, igual y fue desidia
¿no?, porque si ella se hubiera acercado a un Centro de Salud (…) [le
hubieran dado] gratuitos los métodos anticonceptivo (…). Ojalá
venga sano [su hijo].

774
AVRIL ARJONA LUNA

En síntesis, las expectativas, ventajas y desventajas en torno a la


maternidad no siempre encuentran eco en el lugar de madre que estas mujeres
se representaban. Además todo esto está fuertemente marcado por la
jerarquización por género y edad al interior de la familia. Así, no es gratuito que
entre las hijas, especialmente las mayores que en algún momento fungieron
como cuidadoras de sus hermanos y hermanas, haya reclamos e incluso celos de
las condiciones y oportunidades que sus madres han dado a sus hermanos o
hermanas menores.

Veamos el caso de Margarita con su hija para destacar las diferencias


entre hermanos y hermanas, y tengamos en cuenta que esta interlocutora
siente que en caso de necesitar apoyo no puede contar con ellos. Así, igual que
Esther, habrá interlocutoras que todavía guarden alguna esperanza para recibir
apoyo por parte de sus nietos y nietas.

Margarita: Este miércoles me voy a ir a ver a mi mamá; ¡ah! porque


me aventé un round con mi hija porque quiere que la acompañe [al
pueblo]. Le digo “oye hija, es que no tengo lana, mira no trabajé dos
días [porque la empleadora me canceló]”, “¡ay mamá, ¿como no vas
a tener $150 para ir y venir de allá con mi abuelita? Siempre que yo
te pido algo tú no quieres”; dije “ah que la chingada, está bien
vamos”, y me dice “bueno, conste, ya quedamos” entonces el
miércoles me voy a ir con mi mamá y me regreso ese mismo día. (…)
No nos podemos tardar porque mi yerno tiene que trabajar, nada
más que mi hija es, ¡ash!, es algo serio (…) Y le digo “ay hija, es que
no es eso, es que entiéndeme, entiéndeme que no puedo ir”, “ay no,
pero que no fueran tus hijos, tu hijo Matís, porque sí ibas
corriendo”. Dije “chale, chale”. (…)

775
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: esperarías que conforme el tiempo pase (...), ¿tus hijos y tu


hija te apoyen; que estén ahí para ver por ti?

Margarita: pues no, yo no veo ninguna posibilidad de eso... De


hecho tú de los hijos nunca puedes esperar nada, (...) porque pus va
a ser muy raro que los hombres te quieran ver cuando que ahí la que
manda es la mujer, la nuera.

6.1.2.3 El lugar de abuela: la primera transición de esta etapa vital


El lugar de abuela se encuentra ubicado en este punto del análisis porque es un
lugar sándwich entre los dos anteriores y los otros lugares femeninos que faltan
por analizar, en especial el lugar de suegra en casos como el de Marilú y
Margarita. En este sentido, el lugar de abuela es fundamental en esta etapa de
vida porque es un nudo biosociocultural de la trascendencia biológica que, a
pesar de que el evento de convertirse en tal ha llegado a edades tempranas entre
mis interlocutoras, inevitablemente da cuenta del proceso de envejecimiento
propio.

Pero más importante aún, este lugar permite reeditar el lugar de madre
en la medida que, ya teniendo otras circunstancias de vida, estas mujeres
proyectarán en su relación con nietas y nietos las representaciones y prácticas
que muchas veces no pudieron proyectar sobre sus propias hijas e hijos. Este es
el caso clarísimo de Cristina con Jessica y Diana, las nietas a las que considera
hijas y de quienes recibe apoyo económico en la medida de las posibilidades que
encuentran.

También será este el caso de Margarita con algunos/as nietos, pero como
veremos esto dependerá, en el caso de los hijos e hijas de sus hijos varones, de la

776
AVRIL ARJONA LUNA

relación que tenga con sus nueras. Así, cuando la relación es cordial Margarita
tiende a disfrutar estar con sus nietos durante algunas horas, pero cuando la
situación no se presta -como será el caso de su relación con la pareja de Julio-
tiende a aislarse del nieto en cuestión y a proyectar su afecto sobre las nietas y
nietos del resto de sus hijos. Retomemos las representaciones sobre el lugar de
abuela en Margarita, pues muestra esta posibilidad de reeditar el lugar de
madre, como sostengo:

Mi hija me dice "ay mamá, sólo tú le tienes paciencia a tu nieta" (...),


y es que me pongo a jugar con ella. (…) Es un tiempo [el del juego
con mis nietos,] que realmente lo perdí [con mis hijos], lo perdí
porque yo tenía que salir a trabajar. (…) Mi marido me dice "es que
tú no quieres a los niños [de Grace y Julio]", "no, no es que no los
quiera, son niños ajenos a mí, ¿cómo quieres que me nazca el amor
por mis nietos si nunca los he tenido [conmigo]? (...)", no quiero que
al rato me estén manipulando con ellos. (...) Yo no sé cómo le van a
hacer [Julio y Grace] ahora que bauticen [el 20 de abril de 2013],
porque va a ser en la casa -ya me dijo Julio que va a hacer comida
(...)-, sólo ahora que necesita va a venir (...). Es que esta chica es
cerrada (...). Estábamos ahí tomando y no quiso tomar (...), me
molesta, (...) pero a Julio sí le aceptó la cuba (...). Y luego dice mi hijo
que se van a casar (...). Yo no me opongo a que le dé a sus hijos, pero
si le está dando lana a la chava, pues lo mínimo que puede hacer es
lavarle la ropa.

Por otra parte hay casos, como el de Esther y Marilú, en los que su lugar
como abuela representa -al menos por ahora- más preocupaciones que
satisfacciones. En el primer caso porque mi interlocutora observa las
problemáticas familiares y escolares de sus nietos más grandes -que asisten a la
primaria- y porque con su último nieto -el hijo de Teófila- la preocupación

777
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

constante porque tenga qué comer o que Teófila no lo deje solo por irse de mona será
un sentimiento contrastante con el gusto que le da que su nieto la reciba con los
brazos abiertos y en ocasiones prefiera estar con ella que con su propia madre.

El caso de Marilú resulta particular porque a raíz de sus problemas de


salud asociados a los problemas de circulación en sus piernas ha
experimentado algunos cambios en su trayectoria laboral que la reubicaron
como cuidadora temporal de sus dos nietas más chicas. En este sentido Marilú
destaca porque ha tendido a desempeñar trabajos de atención a la salud desde
el lugar de abuela -mismo que, en mi opinión, será parte cada vez más
fundamental en esta etapa vital:

Marilú: Sí, [Yareli] está enferma de la tos (...). Me dejó su mamá su


medecina, que se lo diera a las 10 [de la mañana]

Yuri: ven Yare, te van a inyectar

Marilú: no, no la engañes. Ven Yare, ven muñequita (...). Tráele sus
chanclas [Yuri]. Mira, te voy a dar la medecina para que no te de tos.
Abre la boquita (...); ándale, porque si no Avril te va a inyectar. (...)
No, yo te doy, abre la boca (...); si no te voy a amarrar (...). Tómatelo
(...). Ya ves, no pasó nada. (...). Tápate la boca [le dice a Yare cuando
tose]. Abróchale sus zapatos de tu hermanita [Yuri]. (...). [A Yareli] le
encanta andar descalza y no le gusta el sueter, se lo quita a cada
rato, por eso ahorita le puse tres playeritas, aunque sea encimadas
de colores, pa que ande tapada (...), pa que se tape su pecho. (…).
Luego las pongo a que me ayuden a acarrear los trastes de plástico,
las canso, y luego les digo vamos a ver la tele, se acomodan y bien
dormidas. (...). No son latosas (...). Y mira, con amenazas bien que
se lo toma [el medicamento], porque luego no quiere. (…) No te
limpiates bien tu cola [Yuri, por eso] te da comezón [-dice cuando
Yuri sale de la cocina rascándose la entrepierna] (...). Cuando no se

778
AVRIL ARJONA LUNA

seca bien "abuelita, me duele mi colita", y pues en todo hay que


estar: que si van al baño, que si se lavan las manos -la chiquita luego
se mete y, aunque no la hemos visto, por jugar puede meter las
manos en la taza. Y el otro día Yuri se lavó las manos y que le da un
toquezaso cuando apagó la luz, le digo "para que no andes
agarrando con las manos mojadas el de la luz", y como que hasta
miedo le dio. (…) ¿A dónde van?, ¡ven Yare, ahí está la bruja, eh!, y el
gato, vente... Ai viene la bruja... (...). La mamá ya las deja subirse a
las dos (...), le decimos que se agarre bien en la escalera, del lado de
la pared, y que no corra (...). Es bien lista Yare. Luego no quiere
comer, pero se lo dejo aquí en la mesa y cuando ya tiene hambre
viene y le come, así frío; ella no espera a que le demos, ella busca.
Cuando tiene sé[d] "agua... agua", pero si se encuentra el refresco se
lo empina, lo destapa. (...) [Yare y Yuri pelean por una silla,
rápidamente Marilú les pide que no peleen y a Yuri le pide su
cooperación para con su hermana menor].

6.1.2.4 Otros (no) lugares femeninos en la familia: hija, suegra, hermana,


testadora.
Justo me parece decir que cada uno de estos lugares, o no lugares, según sea el
caso, requerirían una tesis en sí. Puesto que mi investigación tiene límites por
ahora me limitaré a señalar la importancia de estos lugares femeninos durante
la que aquí he llamado la última etapa de vida, muy asociada a la última etapa
de los TRS. Para el lugar de hija-cuidadora retomo el caso de Cristina, en el que
profundizaré en el siguiente gran apartado sobre las transiciones laborales a la
luz del envejecimiento. Entre las suegras destaco el caso de Margarita y
recupero el ya expuesto de Marilú. El lugar de hermanas subalternizadas será
expuesto retomando las particularidades de Esther y Marilú; y finalmente nos

779
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

acercaremos a un lugar fundamental, pero muy poco reconocido: el que ocupan


mis cinco interlocutoras como testadoras.

6.1.2.4.1 Hija-cuidadora

Cristina abandonó totalmente el empleo doméstico por cuidar de su madre.


Aunque en general esto no había representado un problema para ella, he
observado que con el paso del tiempo sí la desanima el hecho de no poder
contar con alguien que, con mayor frecuencia, le ayude en la atención y cuidado
de la anciana. El proceso de envejecimiento de doña Katia, que ha vivido con su
hija mayor los últimos 20 años, ha derivado en una especie de demencia senil
que afecta su estado mental general. Sus padecimientos han empeorado con el
paso de los años y actualmente vive sujeta a múltiples alucinaciones auditivas y
visuales que impactan en su estado anímico y en la calidad y cantidad del sueño
-propio y de su hija. Además de dedicarse a alimentar, bañar y vestir a su
madre, Cristina dedicaba parte de su día a atender a sus animales -una pareja de
marranos que en el 2013 tuvieron seis crías, algunos pollos, gallinas y un gallo.
Ella se encarga de limpiar su casa y el patio que comparte con sus parientes, y
como ya dije, lava su ropa y la de otras tres personas.

Sobre este caso de retorno al trabajo doméstico profundizaré más


adelante, pero considero fundamental señalar la importante labor de Cristina
en tanto gestora de mejores condiciones para su madre. Así, en la medida de lo
posible, echa mano de los recursos que conoce para al menos intentar allegarse
los recursos que, como hija-cuidadora ya también de edad, no puede tener por
cuenta propia. Por ejemplo, en abril del 2013, y tras varios intentos, le llevaron la

780
AVRIL ARJONA LUNA

silla de ruedas que gestionó para su mamá -por parte de la Casa de la Tercera
Edad y el DIF municipal: “lo único que me dijeron es que cuando ya no la ocupara se la
podía donar a otra persona que la necesitara (…) Pero sí, anda re bien en su silla [nueva],
no que en la otra llevaba sus pies luego arrastrando. O como ella misma cuenta en la
gestión de apoyos gubernamentales o en la desviación de sus propios recursos
que, por unos aparatos auditivos, está dispuesta a sumar a lo poco que a veces
prometen sus hermanas:

Avril: ¿Y cómo le fue con el trámite del apoyo del gobierno?

Cristina: ya jui, dejé los papeles. Me dijeron que fuera un sábado, a


la [sección] 18. Y que vamos llegando y había harta gente, en un
parquecito, pero pues haciendo talacha. Nos pusieron a limpiar el
parque –un parque que estaba abandonado-, a toda la gente la
pusieron a limpiar, y al último ya me recibieron mis papeles -entré a
las 10 de la mañana y salí a las 12 y media-, y hasta ahorita ni una
razón me tienen… Yo creo que va pa largo…Pero muncha gente que
había ahí (…), digo, por una parte está bien, qué bueno que ojalá
todos nos juntáramos, pues a limpiar, también para bien de
nosotros (…). No me dijeron, nomás me dieron un teléfono pa que
hablara; el otro día hablé y no me contestaron, entonces quién sabe.
Yo les dejé mi número de aquí, porque me lo pidieron de
comprobante de domicilio (…). Sí, dicen que el que espera,
desespera. (…) Mi hermana Azucena (…), sí, ella fue la que me dijo
“nos ponemos de acuerdo”, y pues ya nos tocaría a mí la mitad y a
ella la otra mitad [para los aparatos auditivos de mi mamá]. (…)
Porque antes pensaba yo echarme la droga de una máquina de taller
y ponerme a coser jergas, sábanas –así, cosas ligeritas-, y mi hijo
cuando ya no trabaje allí donde está ponerlo a vender en las calles;
pero me la vendían en 4,500 [pesos] y ahorita ya no me han
resolvido nada (…), porque me la dejaban en pagos. (…) Pus entons
[el dinero] va para los aparatos [auditivos] de mi mamá.

781
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

6.1.2.4.2 Ser suegra


El lugar de suegra está cargado en nuestra cultura con una serie de
connotaciones muy negativas -como vimos en capítulos pasados desde el lugar
de nueras de interlocutoras como Cristina y Margarita. ¿Pero cómo funcionan
las representaciones de estas mujeres una vez llegado el momento de ocupar el
lugar de suegra? En este sentido destaco que, desde las representaciones de
Marilú con su yerno y de Margarita con una de sus nueras en particular, el lugar
de suegra está muy subalternizado. En el primer caso, Marilú antepone el
bienestar de sus nietas y de su hija, por lo que finalmente ha procurado evitar la
confrontación con su yerno. En el otro, al que refieren los siguientes
fragmentos, veremos que Margarita ha experimentado el lugar en mayor
tensión con su hijo y su nuera a costa de la cercanía con su nieto. 135

Así, Margarita se representa a Grace como una mujer floja, que buscó
responsabilidad -al juntarse y embarazarse- y ahora no quiere asumirla porque se
la vive con su mamá. De este modo, apelando a un lugar también subalternizado
como madr-esposa, Margarita proyecta su malestar en la cultura de género
cuando critica a su nuera porque no atiende a Julio como merece -por lo que
termina recurriendo a mi interlocutora:

Algún día [Grace] va a necesitar de mí; yo de ella no, porque


mientras yo trabaje...Y pues no, son cosas de que... O sea, aquí [en
mi casa] cada quien va a tener su lugar. Y fíjate que cuando me dijo
Julio "mamá, ya me voy a juntar", sí me daba gusto, yo dije "ya voy a
tener con quien platicar, con quien comer", y ahora me salen con

135 La relación de Margarita con Victoria, la pareja de Matías ha sido muy distinta. Son unidas y
comparten espacios y tiempos. La principal diferencia es que en este caso mi interlocutora se siente
respetada por su nuera –quien, dicho sea de paso, siempre le habla de usted aunque se lleven pesado-;
además, desde un principio Matías y Victoria han vivido independientes, en la casa de la suegra de él.

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AVRIL ARJONA LUNA

esto... Pero ya me acostumbré (...), digo, bueno, pues ni modo, si esa


suerte me tocó qué le puedo hacer" (...) [Al recién nacido de Julio y
Grace] lo he visto como cuatro veces... Por eso me he sentido mal...
porque desde que se alivió (...) he visto al niño cuatro veces (...) Los
primeros días le fui a dejar comida a mi nuera y me dejaron afuera
esperando media hora (...). A los ocho días ya no fui porque me dijo
Julio "no vayas a ir porque mañana nos vamos a ir al Hospital a
hacerle el tamíz al niño" (...), "está bien hijo". El lunes ahí voy, llevé
atole, gelatina y pan, y como después de 20 minutos sale la señora,
pero ya me tenía que ir a trabajar (...) [La chica se quedó 15 días en
casa de sus papás y después Julio la llevó a mi casa, al cuarto en el
que él vive] (...). He llorado mucho, porque eso me gano por
pendeja. Y entonces Jaiba me dice "¿qué tienes gorda?", "no, nada",
"¿cómo no, qué tienes?", pues ya le empiezo a platicar y me dice "no
gorda, aquí tú no eres la arrimada, aquí tú eres la dueña de la casa; a
la que le parezca, y a la que no a chingar a su madre. La puerta está
muy ancha. Aquí nadien te va a callar ni nadien te va a gritar. Y dile
a tu hijo, si no le parece se puede ir con sus suegros; y si ella no está
a gusto, nadien la fue a traer. Y tú no tienes por qué andar de
pendeja haciéndole y ofreciéndole. (...)". Y pasó, y seguí con esa
depresión, no se me quitaba, y él me dijo "sabes qué, vete para tu
casa; ve a ver a tu mamá y allá te estás unos días". Y después
platiqué con una de mis cuñadas y me dijo "no, deja de preocuparte,
tú ya cuidastes hijos", y pues ya me empezaron a... a, a consejos ¿no?
Pero pues sí es muy difícil, y me dicen "no, hazte a la idea; si guisan
en la misma cocina tú guisas temprano y no la peles, así síguele
haciendo". (…) El niño me lo han traído dos ocasiones, de que está
aquí [conmigo, en mi cuarto], porque está ella encerrada en su
cuarto y yo en el mío; el que lo trae es Julio, por eso lo he visto (...).
Yo hablé con Julio y le dije "yo no te dije que la fueras a traer si ella
no se quería venir", dice "es que ella me dijo que ya se quería venir",
"está bien, pero sí quiero que entiendas que aquí nadien me va a
gritar", dice "no, pues ya no la ayudes, que se haga bolas y que ella

783
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

haga sus cosas como ella pueda", "sí, está bien, ¿o qué pensastes que
la iba a ayudar?, no hijo. De hoy en adelante se rascan con sus
propias uñas" (...), y ya me dice "sí mamá, está bien; yo voy a hablar
con ella". El [nieto] que sí me trae loca es el de Poncho, ¡ay!, se está
poniendo hermoso... ¡Y ya empieza a platicar!, ese sí me trae loca.

6.1.2.4.3 Hermanas y testadoras

A pesar del paso del tiempo, Esther y Marilú siguen ocupando un lugar
subalternizado frente a algunos de sus hermanos. En el primer caso la relación
más tirante se ha presentado con Víctor, su hermano y vecino en
Chimalhuacán, quien desde un principio se opuso a que Esther se separara de
Ernesto y viviera sola en Chimalhuacán. Durante los últimos años la relación
con Víctor ha transitado de la cordialidad a la indiferencia y de vuelta, para en
general ser de indiferencia mutua. En este proceso no sólo han tenido un alto
impacto las representaciones de género, sino incluso los problemas de mi
interlocutora con una de sus hijas, Paulina:

Avril: ¿Y con tu hermano cómo están las cosas?

Esther: No, él nomás me habló para saber cuánto me estaba


cobrando el albañil o algo así, porque ya no me ha vuelto a hablar
(…). Después del problema que hubo cuando Paulina estuvo allá ya
estaba yo contenta que me volvió a hablar, porque pues yo dije
“después de todo, p's es mi hermano". Es el único que tengo cerca; si
algún día me pasa algo, o me siento mal, o lo que uno no quiera, p's
digo "bueno, está mi hermano", ¿no? Pero, pus ya vi que no. (…) Él es
tres años mayor que yo. (…) Yo ni le hice nada pa´ que se haya
enojado conmigo. Y para que tanto esté hablando de mí, pus no le
hice nada, no lo ofendí a él ni nada. Dije “no, ya no, mejor así,
mantener la distancia". (…) Paulina ayer me dijo “¿por qué no nos

784
AVRIL ARJONA LUNA

podemos llevar bien?”; le digo “porque yo traté de llevarme bien


contigo, te eché mucho la mano pero me pagaste muy mal, muy
mal; y la verdá es algo que no es fácil de que yo olvide, porque yo me
llevaba muy bien con mi hermano y es lo único que tengo allí. Yo
llegaba y por lo menos ya llegaban mis sobrinos o mi hermano (…) Y
es bonito cuando, estás lejos de tus hijos, que hay alguien que por lo
menos te saluda -aunque mi cuñada es chismosa y siempre me ha
tenido envidia. Y si tú no hubieras ido a soltar tu veneno nada de
esto hubiera pasado. Y no sólo eso. El ahorro de tantos esfuerzos
que yo tuve (…) ¿quién fue?, ¿fue Julio, fuiste tú o fue Jorge?, con la
mano en la cintura, fueron, rompieron la alcancía y se los llevaron le
digo, pus eso no se vale.

Por otra parte, entre el 2012 y el 2013 ni Cristina, ni Rosa María, ni Esther
tenían posesión de algo en sus lugares de nacimiento, de modo que sus bienes
los han conseguido independientemente de su familia de origen. Marilú y
Margarita sí son herederas de una parte de las propiedades y bienes de acuerdo
con lo ya establecido por sus respectivos padres. Esto en el caso de Marilú ha
implicado conflictos con sus hermanos, pues cuestionaron profundamente la
ayuda que su padre le prestara para que comenzara a fincar un cuartito propio en
el terreno donde se ubica la casa familiar en el pueblo de origen. Así, el lugar de
herederas puede estar fuertemente influenciado por las normas de género,
provocando que en ocasiones las relaciones transaccionales entre hermanos y
hermanas tiendan al conflicto.

Un último lugar por analizar, en total relación con los tipos de lugares que
hemos venido analizando, es el de testadoras. En este sentido destaca el caso de
Cristina porque aprovechó sus oportunidades y conformó un patrimonio para
todos y cada uno de sus hijos, su hija y dos de sus nietas, a quienes en algún
momento podrá heredar si se le acercan los medios para hacerlo formalmente.

785
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Esto no niega el hecho de que mis cinco interlocutoras han conseguido hacerse
de lo suyo -con mayor o menor cooperación de sus parejas-, sólo destaca el
número de beneficiados y beneficiadas del trabajo de la mayor de mis
interlocutoras.

Pero, ¿qué representaciones existen en torno a estas mujeres como


testadoras?, ¿qué les dejan a sus hijas e hijos? Por ahora podemos destacar tres
tipos de herencia: la de una parte proporcional de terrenos o viviendas, la de
niveles más altos de estudios, y la no siempre reconocida herencia de una
filosofía de vida fundamentada en el trabajo propio:

Cristina: Yo les di lo que pude [a mis hijos]. Luego me decían,


“venda el terreno y váyase a pasear”, pero pues se acaba el dinero y
me quedo sin terreno; así siquiera cada quien tiene donde vivir, que
no anden rodando; ahorita hasta estas chamacas [sus nietas]
también, son como mis hijas, namás que yo no les he dicho nada,
pero ya voy a ir a hacer mi papelito [su testamento] para que se
quede una abajo y otra arriba, nomás que ahorita no les digo, no me
vayan a echar p’abajo [ríe], no, [es broma], no son así. Y mis otros
dos hijos que quedan, como son hombres, que hagan [construyan]
…. Este otro empezó a hacer y ya le dejó ahí, no ha terminado, pero
pues aí que haga, yo ya… será que soy conformista, o quién sabe, sí
quiero hacer pero luego digo “¿para qué me ando quebrando la
cabeza? No, ya, con esto ya”, vida quisiera uno tener pa disfrutarlo
(…).

Rosa María: (…) yo como le digo a mi hijo el que tiene su carrera, "yo
hijo, no te voy a dar una herencia, quizás a la mejor esperas de mí
dinero, a la mejor esperaras una casa, pero no, tu herencia es tu
carrera papacito". Y él así viene (...) y dice "a mí me diste mi carrera
y eso ya yo veré, si tú te hicistes de esto, que no tienes ni carrera, yo
me puedo hacer lo mío, tú no te preocupes por mí" -bueno, y si no lo

786
AVRIL ARJONA LUNA

fuese así, ¿qué puedo hacer? (…) Si algún día Dios me socorriera
para darle a mis hijos un lotecito, adelante, ¿por qué no? Son mis
hijos. Si a mi hija yo le puedo ayudar con algo, yo le doy con gusto,
son mis hijos, aunque a su esposo de ella -gracias a Dios-, le va bien
por ahorita. Pero uno no sabe, dicen que la vida no lo tiene uno
[comprada].

Marilú: Tons he llegado en momentos a decir "tengo ganas de


vender mi casa, ya estoy fastidiada, y irme para Puebla, ya". Pero
también me duele dejar a Ana aquí solita…Pero si vendo pues
hacerle su casa allá y ahí dejarles -la mitad pa una y la mitad pa otra,
hacerles su casa a las dos. Tengo un terreno de siembra allá y
ahorita estoy pensando porque pus mi papá ya no sale; mi mamá se
ha sentido mal –ya ves que tiene la diabetes-, y el día que ella ya no
pueda ir ese terreno va a quedar abandonado; entonces pues igual y
puedo hacer algo ahí... Pero sí, he estado pensando porque te digo,
mi hija y mi yerno no veo que hagan nada. Y ahí [en Santa Úrsula]
hay ahorita mucho apoyo para la mujer -también voy a ir a sacar mi
credencial de Elector-, porque me estaba diciendo una comadre que
me podría apuntar para un préstamo de 20 mil pesos para pagarlo
en cinco años; que también me podía apuntar yo para un apoyo de
una casa -nos dan el material y todo; creo de ese no se paga nada-, o
un apoyo para una tienda o un negocio y el otro apoyo es de un
carrito -o sea una camionetita. Namás que no pude hacer nada
ahora en noviembre [del 2012], porque mi credencial es de acá (...).
Pero pues sí, es que también tengo que pagar predio aquí y allá
también dos predios, dos aguas -el del campo y el de la casa de allá-;
y para mí lo siento muy difícil -el más duro es aquí, pero pues te
digo, esta gente no se pone las pilas. Y yo pus ya me estoy
cansando.... (...). Porque digo "¿qué hago? Aquí pus tengo trabajo, y
mientras pueda trabajar pues sí, pero el día que ya no me quieran
me van a poner tache. Y allá puedo rentar mi terreno, puedo meter
borregos, puedo hacer otras cosas.

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Esther: de mi casa [en Chimalhuacán] ya me desilusioné; ya no


quiero hacer nada, ya me siento muy cansada, muy cansada.
Entonces así como que por lo menos ya tengo el techo, que es lo más
importante, tengo adónde estar. Porque quería aplanar, y todo eso,
pero ya es mucho dinero; y ahorita aunque prácticamente ya no
tengo gastos -porque a Teófila ya es muy poco lo que le ayudo-, de
todas maneras, digo “¡ay! No, mejor ahorrar porque si no al rato, si
no pudo trabajar, (…) que tenga yo de donde”.

6.1.3 Los gastos y las necesidades: elementos fundamentales en las


relaciones transaccionales

Como tengo un ingreso me sirve mucho porque es para mi persona, por si me


enfermo, para lo que necesito -la comida y todo. El día que no trabajo, aunque sea
un día, sí me afecta, eso sí me afecta (...). De todos modos aunque hubiera ganado
más siempre es lo mismo, te lo gastas; ganas más pero pus igual lo inviertes en tu
casa -porque es en lo primero que piensa uno-; pero 'ora sí que nunca guarda uno
porque siempre lo reparte uno, ya sea en las rentas, en donde vas a vivir, cuando
tiene uno hijos se reparte en la casa, en la familia. Así que ganes mucho o ganes
poco de todos modos lo repartes (Marilú).

Sugiero que los gastos y las necesidades al interior de las familias se definen
material y simbólicamente de acuerdo con las relaciones inter e intra género
entre sujetos diferenciados por la edad y la ocupación. Así, el fragmento de
Marilú me parece una extraordinaria introducción a la discusión sobre la
importancia de los gastos y las necesidades en las relaciones transaccionales,
pues estas mujeres han estado acostumbradas a repartir(se) para y por su
familia, por lo que desde ahí regreso a la discusión sobre el lugar que ocupan en
los procesos de s/e/a a la luz del envejecimiento.

788
AVRIL ARJONA LUNA

De acuerdo con el Cuadro 5, los gastos más importantes y constantes en la


familia, desde las representaciones de mis interlocutoras, se relacionan con la
comida, el pago de servicios y del predial, así como los transportes y útiles
escolares cuando hay estudiantes. En cuanto a la distribución de los gastos
observamos que sólo en el caso de Rosa María estos corren exclusivamente a
cargo suyo y de su esposo; en el resto de los casos observamos distribuciones
diferenciales en torno a los servicios que se comparten y la cooperación
generalizada para cubrir las necesidades básicas. Esto último comporta
mayores complejidades en la medida que, como describe Esther, cuando no se
“comparten” las responsabilidades o alguien no cumple es más probable que haya
conflicto:

[Nos cortaron el teléfono] porque no han ido a pagar. Les digo [a


mis hijas] que nunca se van a hacer responsable ellos. O sea que
siempre tengo que estar. También eso me molesta (…). El mes
pasado igual lo cortaron y al final tuve que pagar yo solita el
teléfono; pero el error fue que dicen que si fueron a pagar, (…) le
están cobrando el recibo que ya pagaron; entonces yo les dije “vayan
con su ticket y digan que ya pagaron”. Pues no fueron; entonces
ahorita no fueron a pagar el teléfono porque les iban a cobrar lo que
ya pagaron antes. Y yo creo que para eso si tenían que ir hasta
Telmex, me imagino, porque siempre mi hijo aquí paga en Soriana.

Cuadro 5. Gastos y necesidades en los hogares integrados en sus viviendas entre el 2012 y
el 2013
Cristin Esthe Maril Margarit Rosa Tota
a r ú a María l
En su hogar
Gastos

Alimento x x x x 4
Transporte x x 2
Servicios x x x x x 5
Predial x x x x 4

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Asociados al x 1
automóvil
Asociados a los x 1
hijos en edad
escolar
Compartidos con el resto de los hogares en la

Alimento x 1
Servicios x x x x 4
Predial x 1

Otros x 1
vivienda
Necesidades

Alimento x 1
En su hogar

Transporte x 1
Cuestiones x x 2
emocionales o
afectivas
Compartidas con el resto de los

Asociadas a la x 1
salud
hogares en la vivienda

Trabajo x x 2
Apoyo jurídico x 1
Apoyos x x 2
diversos
Pago de x 1
servicios
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Aunque intenté conocer el ingreso de otros miembros económicamente


activos de sus familias, me fue imposible obtener información precisa porque
en general desconocen cuánto ganan sus hijas, hijos, nueras o yernos. Solo Rosa

790
AVRIL ARJONA LUNA

María me dijo que su esposo gana, aproximadamente, $4,000.00 mensuales.


Puesto que sobre los ingresos de mis interlocutoras hablaré en el siguiente
apartado sobre trabajo, ahora quiero destacar que para todas estas mujeres ha
sido fundamental hacerse de estrategias para ahorrar y administrar la
economía familiar. De esto da cuenta el caso de Cristina, una de mis
interlocutoras con menores ingresos mensuales:

Cristina: (…) cuando no hago comida [porque me sobró del día


anterior], pus tengo que guardar una parte [del dinero que se
hubiera ido ahí]. Me surto de mandado para no andar comprando
de poquitos; cuando hay tianguis me compro unos $60, $80 de
mandado, y el lunes otra vez, y entre ai pus ya que la frutita, la
verdurita y ya –para no comprar a otro día (…), así no ando
cinquiando -porque luego por eso (…) no rinde el dinero. (…).
Entonces ahí es donde yo me ayudo. Y del gas pues a veces lo
compran las muchachas y a veces lo compro yo (…). Ahorita [el
tanque de gas que tengo] ya va pa dos meses, ya casi se acaba
-porque lo apunto, y así ya sé (…). Esta vez me tocó a mí [comprar el
gas], la que viene les toca a mis nietas. (…) Ellas casi no comen aquí,
pero sí cooperan. Entons te digo, lo hago rendir –el gasto. (…). Y
luego de ahí jalo para mi hilito [del tejido, ríe], porque es un vicio
que tengo ya (…). Ahorita Diana no me ha dado –no sé si tendrá o no
tendrá, o se le habrá olvidado-, pero yo no le digo nada, hasta que
ellas me den. Pero sí, tengo que ahorrar para el día en que no me
den.

De acuerdo con el Cuadro 5, en el rubro de necesidades familiares la


tendencia se inclina hacia el trabajo remunerado para cubrir los gastos. En este
sentido se hace evidente que el desempleo y la flexibilidad del empleo son
problemas que repercuten fuertemente en la situación de las familias de las
empleadas y ex empleadas domésticas cuyos cursos de vida estamos

791
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

analizando, generando problemas al momento de cubrir y distribuir los gastos.


Otras líneas perceptibles en las representaciones de mis informantes en
materia de necesidades son las psicoafectivas, las materiales y de prestigio
-como el tipo de ropa y calzado que les piden sus hijas e hijos-, aunque también
hubo quienes no pudieron nombrar necesidad alguna.

Teniendo en cuenta los contextos familiares analizados hasta aquí, es


evidente que en mayor o menor medida las necesidades básicas como
alimentación, vivienda y algunos servicios pueden ser cubiertos. Por otra parte
no sorprende que las necesidades psicoafectivas y emocionales en las familias
de Rosa María y Margarita estén presentes, pues con el tiempo se ha visto que
son dimensiones importantísimas en el bienestar físico y mental de ellas y sus
familiares más cernacos. Así mientras la primera observa que haría falta
estabilidad emocional para Gregorio, Margarita encuentra que haría falta
mayor compañía de su esposo para ella y su hijo menor.

De este modo, los gastos y las necesidades en la familia siguen estando


muy limitadas por el lugar de género, ocupación y edad en que se ubican las y
los miembros de cada familia; esto sucede bajo la compleja y muchas veces
desigual organización de los distintos hogares que ocupan un mismo espacio
en las viviendas. Es por ello que a la larga, tanto entre las trabajadoras como
entre las ex trabajadoras en casa, los derechos de las madr-esposas-trabajadoras
domésticas que envejecen se construyen en relación con otros tipos de lugares
femeninos. Por lo que veremos en el apartado sobre cuerpo y envejecimiento,
habrá casos en que el derecho al bienestar se enarbolará como consigna para
enfrentar las certidumbres y las incertidumbres.

792
AVRIL ARJONA LUNA

Avril: ¿cuáles son los derechos y las obligaciones de cada miembro


de su familia?

Cristina: ¿como en qué sentido derechos?

Avril: bueno, pienso por ejemplo que usted decidió darle a cada
quien su parte y entonces tienen derecho a que ningún otro familiar
les invada su espacio

Cristina: ah no, eso no

Avril: ese sería un derecho al interior de su familia, pero imagino


que también hay obligaciones, ¿no?

Cristina: sí, pues –digo-, el que quiera cooperar conmigo coopera, y


el que no, no, (…). Todos tienen derecho al patio, ese no tiene dueño,
es de todos. Todos pueden construir hacia arriba, pero abajo no,
abajo libre. Entons digo que no se deben de meter en lo de los
demás [dice recuperando esto de los derechos y las obligaciones],
cada quien lo suyo. Aquí vienen y me falta algo les digo “háganme
aquí”, o “¿en cuánto me sale?, échenme la mano”, y vienen y me
ayudan. (…). Por ejemplo el agua, el tinaco; ahorita que puse el
tinaco arriba pues las muchachas me ayudaron a comprar el tinaco;
vino Gumaro y él me puso la plomería, vino su yerno de mi hija y me
puso la regadera eléctrica –mi hija me la compró, pero él vino y me
la puso. Entons ahí es de que ‘ora sí que cooperan (…). Pero no, yo de
mis hijos no recibo ni un cinco, al contrario, a veces vienen y “¿no
tiene que me preste 30 pesos?”, “sí, sí tengo, pero es mi gasto” le
digo -pero igual se los presto, y a veces se les olvida y a veces sí me
los dan [de vuelta]. (…) Ahorita digo yo: cómo Dios me ayudó con
estas chamacas, [mis nietas], porque pus no es por hablar de mis
hijos pero hasta ahorita nunca vienen ni siquiera con $50 pesos que
digan “mamá, ¿tienes de comer? Aquí te dejo aunque sea 50 pesos
para un pan”, no. Dicen que lo que uno hace, eso se paga; les digo yo
“no, si hasta lo que no debe uno paga” (…). No es tanto lo que den,

793
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

sino la voluntá que tienen de ayudarlo a uno –que se preocupen por


uno (…).
Por ahora concentrémonos en algunas de las necesidades para la

supervivencia más fundamentales y compartidas, aquéllas asociadas a los

procesos de s/e/a que han probado ser ejemplo claro de continuidades y

discontinuidades en las condiciones materiales y simbólicas a lo largo del curso

de vida, y que si bien representan gastos de bolsillo para mis interlocutoras, y

sus familias en varios casos, no destacan a menos que se enfrente algún evento

disruptivo frente al que los recursos económicos que se tienen deben

administrarse lo mejor posible.

6.1.3.1 Espacios y lugares de los procesos de s/e/a en la familia

¡No agarres agua Yuri. Te va a chingar tu mamá y te van a llevar a que te inyecten!
(Marilú).

A lo largo del curso de vida han hecho una síntesis de representaciones y


prácticas que articulan la atención biomédica con distintas prácticas
tradicionales, alternativas y de autoatención -en donde dejar que pase solo o
automedicarse tienen un lugar fundamental. Como se observa en el Cuadro 6,
todas han acudido a diversas formas de atención biomédica durante esta
última etapa de vida para lidiar con sus propios procesos de s/e.

Entre el 2012 y el 2013 la única que tenía el Seguro Popular vigente era
Margarita; Marilú y Cristina no estaban seguras de tenerlo -y después se

794
AVRIL ARJONA LUNA

percataron de que sólo estaba vencido-, y Esther y Rosa María dijeron no estar
afiliadas. En este sentido, durante el trabajo de campo y la interacción con
vecinas y vecinos en la estancia, fue evidente que hay quienes cuenta con el
Seguro Popular sin estar al tanto. Esto se debe, según me explicaron, a que hace
algunos años llegaron a sus casas para registrar sus datos, pero no les dijeron -o
no recuerdan que les hayan dicho- que el registro y levantamiento de datos era
para el padrón del mismo. En este orden de ideas es posible que incluso Esther
esté afiliada. Ahora bien, más allá del pésimo funcionamiento de estas políticas
públicas, efectivamente puede haber indiferencia de la población,
especialmente cuando como mis interlocutoras hay representaciones negativas
en torno a la atención biomédica pública de los procesos de s/e.

Cuadro 6. Formas de atención biomédicas a las que tienen acceso las empleadas y ex
empleadas domésticas
Cristina Esther Marilú Margarit Rosa Tot
a María al
V x x 2
Estatus de NT X x 2
su R x 1
Seguro
Popular
Biomédica en X X X x - 4
farmacias
Biomédica en
instituciones X X X x x 5
públicas
Biomédica en
instituciones - - - - x 1
gremiales

795
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Especialistas E G A - - 3
particulares
Total de formas 3 3 3 2 2
utilizadas
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.
Notas. Estatus de su Seguro Popular V: vencido, NT: no tenía; R: reafiliada recientemente. Formas de
atención biomédicas privadas E: Estomatología, G= Ginecología, A= Angiología.

Así, en el 2013 hubo un proceso de renovación y reafiliación que me


permitió ubicar las representaciones de mis interlocutoras en torno a ésta
política del Estado. Cristina, por ejemplo, no estaba interesada en darse de alta
nuevamente porque dicen que cubre muy poco, ya lo fuerte ya no. En esa misma
tónica se expresaba Esther sobre el Seguro Popular, porque Anastasia estaba
empadronada, estuvo atendiendo su proceso de embarazo por ese medio en el
Hospital General Fernando Quiroz, de la Secretaría de Salud del Estado, en
Valle de Chalco, pero el día del parto no la quisieron recibir que porque no había
médico, ¿tú crees?

Teniendo en mente que entre el 2012 y el 2013 ninguna de mis


interlocutoras utilizó el servicio del Seguro Popular, destaca entonces que la
forma de atención biomédica más frecuente haya sido en instituciones
públicas, seguida de la atención en farmacias -que sólo no es utilizada por Rosa
María-, y por último la atención de especialistas particulares en el caso de
Cristina, Esther y Marilú.

Si comparamos el cuadro anterior con el siguiente podremos darnos


cuenta que las hijas, hijos, nietas y nietos, yerno y nuera, e incluso las parejas de
mis interlocutoras, suman más formas de atención biomédica que mis
interlocutoras. Así, cuando alguien de su familia se enferma las formas de

796
AVRIL ARJONA LUNA

atención a las que acuden más frecuentemente son el Seguro Popular, las
farmacias Similares y las Clínicas o Centros de Salud.

Cuadro 7. Formas de atención biomédicas a las que tenían acceso otros miembros de su
familia cercana
Cristin Esther Marilú Margarita Rosa Tot
a María al
Hijos/as x x x x 4
Popular Seguro

Nietos/a x x x 3
s
Otros/as x x 2

Biomédica en x x x x 4
farmacias
Biomédica en x x 2
instituciones
públicas
Biomédica en PEMEX ISSEMyM CAPREPA 4
instituciones ,
ISSSTE
gremiales
Total 4 2 3 3 2
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.
Notas. Formas de atención biomédicas en instituciones gremiales. ISSEMyM: Instituto de Seguridad
Social del Estado de México y Municipios; CAPREPA: Caja de Previsión de la Policía Auxiliar del D.F.

Además, en el cuadro anterior destaca el aumento en los servicios de


salud gremiales. Rosa María y su esposo cuentan con la CAPREPA (Caja de
Previsión de la Policía Auxiliar del D.F.) como parte de las prestaciones
laborales de él -aunque sus hijos ya no tienen acceso porque concluyeron o
truncaron sus estudios. Por otro lado, la mamá de Cristina cuenta con la
atención médica de PEMEX porque uno de sus hijos es empleado en la

797
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

paraestatal, y su hijo Perico tiene acceso al ISSSTE. Finalmente, la hija y las


nietas de Marilú cuentan con los servicios del ISSEMyM por el trabajo de
Manuel como policía municipal en Valle de Chalco.

¿Pero qué sucede con otras formas de atención? Bueno, si comparamos


los dos siguientes cuadros (8 y 9), veremos que la autoatención -manifiesta en
prácticas como dejar que pase solo y automedicarse- es la principal forma de
atención entre mis interlocutoras; seguida de diversas formas de atención
tradicionales -como la oración, la herbolaria, las limpias y sobadas, las
curaciones espirituales y el temazcal- y en tres casos también de formas
alternativas como Herbalife y Omnilife.

Cuadro 8. Formas de atención tradicionales, alternativas y de autoatención a las que han


acudido las empleadas y ex empleadas domésticas
Cristina Esther Marilú Margari Rosa María Total
ta
Herbolari X x X 3
Tradicionales

a
Oración X X X x 4
Limpias y X X x X 3
sobadas
Curación X x 2
espiritual
Temazcal x X 1
Herbalife x X 2
Alternativas

Omnilife x

Dejar que x X x X x 5
Autoatención

pase solo

798
AVRIL ARJONA LUNA

Auto- x X x X x
medicaci 5
ón

Total 8 7 7 6 4
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Estos dos últimos son representados como productos que han utilizado
para mejorar la salud Margarita, Cristina y Rosa María. Las dos primeras han
probado los productos de Herbalife136 y el mayor inconveniente que encuentran
es que pueden ser caros, pero ambas consideran que les han ayudado a prevenir o
contrarrestar padecimientos como el sobrepeso, a mejorar su nivel de energía y
a mantener un consumo viable de vitaminas y minerales. Rosa María utilizó
productos de Omnilife y los dejó porque en principio no creyó que funcionaran,
son caros y no quería volverse adicta.

Rosa Ma: ah sí, esos sí me gustan [los productos de Omnilife]


¡porque eso da resultado!, lo dejas de tomar y te sientes más o,
mmm, vas a tomar un tratamiento de, qué será, un mes, porque yo
la otra vez sí me sentía toda, “ay, toda así, ay, dios mío”, y me dice
una persona “¿por qué no se toma el Estar bien? Y fibra -y no me
acuerdo cómo se llamaba el otro-, tómeselo; y si no se compra un
aloe”, que es para desinflamar los intestinos y todo eso, pero lo
mezclas y te preparas un vaso; contenía muchas cosas, hierro, cal,
todo eso, pero era como hidratante, como si fuera a tomar un suero,
pero era diario, diario, diario tomar un vaso. El tratamiento era un
frasco y aparte me dieron otras cajas, “estar bien” y la fibra para
tener yo energía. Yo lo estuve tomando pero ay, yo me sentía igual,

136 En estos casos el costo del producto ha sido variable porque Margarita lo ha consumido en los locales,
cada vez más abundantes, donde venden los licuados y tés ya preparados –y que oscilarían entre 20 y 30
pesos. En el caso de Cristina ella y sus nietas han comprado los productos por paquete, de modo que la
inversión oscila entre $1,200.00 y $2,000.00 mensuales dependiendo del tratamiento elegido.

799
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

igual, el dolor en la espalda como que algo me agitaba, dije “yo ay, ya
voy terminando, un mes y yo me siento igual” y me dice la
muchacha, “no, termínatelo” -yo dije “ay, negocio que está haciendo
nomás; yo no me siento bien”. Y fue un lapso de que terminé, un
mes, mes y quince días terminé, y mira ya terminando me empecé a
sentir [mejor]; pero lo dejé de tomar, dije yo “¡pues cuánto me salió
el producto, mil y tantos!” para un mes y fracción. Yo dije “no, otros
dos mil pesos, no (…) Ya terminé este tratamiento y no me siento
bien, pues ni modos” y no, ya después me empecé a sentir bien.

Cuadro 9. Formas de atención tradicionales, alternativas y de autoatención a las que han


acudido las y los familiares cercanos
Cristina Esther Marilú Margarit Rosa María Total
a
Herbolari X X 2
Tradicionales

a
Limpias y x 1
sobadas
Curación
espiritual/ x X 2
oración
Alternativas x 1
(Herbalife)
Dejar que x x X 3
Autoatención

pase solo
x X 2
Grupos de
ayuda
mutua
Total 4 3 2 2 0
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Mientras tanto, en su familia más cercana el uso de formas de atención


tradicionales, alternativas y de autoatención disminuyen poderosísimamente
en comparación con el uso que han hecho de éstas mis interlocutoras. En los

800
AVRIL ARJONA LUNA

casos de Marilú y Esther, por ejemplo, se reflejan formas de atención


tradicionales a los padecimientos de su familia, relacionadas con el Templo
espiritual, y son ellas quienes se acercan a pedir orientación porque sus
respectivas hijas ya no acuden, como antes de niñas o jóvenes, a este espacio de
curación. Así, es un hecho que en las generaciones siguientes a mis
interlocutoras -y entre algunos de sus pares- la biomedicina -privada y pública-
adquiere mayor importancia en los referentes para la atención a los procesos de
s/e/a en la medida que desplaza a los saberes tradicionales y se (con)funde con
algunas prácticas alternativas, mientras por otro lado sigue fortaleciendo las
condiciones estructurales que tornan fundamentales a las autoatenciones.

En síntesis, he detectado tres grandes características en torno a las


formas de atención a las enfermedades, los padecimientos y malestares
percibidos entre las empleadas y ex empleadas domésticas y sus familias
propias. Una es la precariedad general que les lleva a buscar las alternativas más
baratas, menos costosas no solo económicamente sino en términos del tiempo
que pueden invertir en la gestión del servicio y la atención, pues no les resulta
viable pasar horas esperando a que les toque el turno -como sucede
normalmente en los servicios de salud públicos.

La segunda característica se relaciona con las contradicciones entre


confianza y desconfianza en torno a las formas de atención biomédica. Por un
lado, aunque no fueron la mayoría de las personas con las que pude hablar de
estos procesos, hay quienes depositan su confianza en los doctores y sus
tratamientos porque han recibido un buen trato y la terapéutica ha funcionado.
Por otro, hay quienes vinculan lo químico, lo no natural y las adicciones a los
medicamentos, y se piensa que la biomedicina puede llegar a aliviar, a veces por

801
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

medio de estrategias drásticas como el cuchillo, pero no necesariamente cura.


Así, son las representaciones de desconfianza las que dejan ver diversas críticas
en torno a las prácticas biomédicas, mismas que pierden legitimidad desde los
significados de distintas experiencias en las que las mujeres no han encontrado
lugar en sus encuentros con este sistema médico.

La tercera característica es fundamental, pues remite a la percepción


subjetiva y la construcción social de padecimientos; es desde el diagnóstico
social y subjetivo que mis informantes y los integrantes de su familia actúan
buscando o no atención a sus padecimientos y seleccionando la mejor forma de
atención mientras echan mano de la síntesis de experiencias y saberes previos.

Cuadro 10. Enfermedades, padecimientos y malestares en la familia cercana


Cristina Esther Margarit Marilú Rosa Total
a María
Afectaciones X 1
mentales
Afectaciones X 1
auditivas
Accidentes X x 2

Afectaciones X 1
oculares
Diabetes/ azúcar x x 2

Vicios x x X 3

Piedras en la x 1
vesícula
Afecciones x x 2
respiratorias
Sobrepeso x x 2
Afecciones x x 2
gastrointestinales

802
AVRIL ARJONA LUNA

Dolores asociados a x 1
la menstruación
Anemia x x 2
Total 6 4 3 5 1
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Por ahora veamos las enfermedades, padecimientos y malestares en sus


familias cercanas para distinguir las formas de atención utilizadas y el lugar
ocupado por mis interlocutoras en estos procesos. Como dije en el análisis de la
etapa de vida anterior, al interior de las familias de mis interlocutoras hay dos
tipos de padecimientos que pueden generar tensión y/o conflicto en términos
de la percepción social que les configura y de la acción concreta de quien los
padece: los vicios y la diabetes.

Los vicios, como tomar alcohol y el consumo de drogas, adquieren


representaciones negativas diversas según se trate del/la padeciente. Cuando
quien toma es la pareja de mis interlocutoras la responsabilidad recae sobre
ellos; rara vez se observa la influencia del medio, y cuando se hace la tendencia
es a presentarle como algo imposible de cambiar pues depende de ellos.

El papá de Marilú presentó problemas respiratorios y se sofocaba


fácilmente durante los últimos años de vida. Él antes también tomaba; murió el 4
de marzo del 2013 por una falla respiratoria. Marilú en relación con su hermano
Tobías -quien viviera en el pueblo todavía y muriera por cirrosis en noviembre
del 2012- comenta sobre el vicio:

(...) yo prefería que mi hermano [Tobías] tomara cerveza que


aguardiente (...), es más barato pero yo digo que es de lo más
rebajado que hay y no sé por qué les afecta mucho a la gente, o sea,
no sé qué tendrá, por qué se envician mucho con eso. Yo ahorita no

803
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

he visto pero antes mi papá también tomaba y me decía "me voy a


echar una copita de a peso" y le digo "¡ay papá! -mi mamá lo
regañaba mucho-, pa qué anda tomando esas cochinadas si ya ve
que mi mamá lo regaña", "sí, pero una de a peso no sale caro", le
digo "¿y cuánto le dan por un peso?" -le daban los vasitos de yogur,
ese le daban uno casi lleno por un peso; por eso te digo que es la
cosa más rebajada que les afecta mucho ¿no?, porque pus para que
se emborrachen con dos pesos... con dos pesos, tres pesos, ya están
bien tomados

En el siguiente fragmento la misma Marilú cuenta una anécdota que, en


mi opinión, perfila uno de los riesgos a los que está expuesto el sujeto para
quien la práctica de tomar es común: la vulnerabilidad. Pero por otro lado
muestra una construcción social del padecimiento más individualista y
tendiente a estigmatizar al sujeto desde la perspectiva de la madre de mi
interlocutora:

(...) Le digo "a mí no me importa si tú lo agarrastes -le digo-, de que


te lo transees tú a que se lo transeen ellos perfiero que te lo transees
tú, a ti te sirve. A mí háblame con la verdad, si lo agarrates [su
cambio] nomás dime, pero si fueron ellos pues no se vale, como te
ven borrachín abusan", "no, de verdad, eso me dieron" [le dijo su
hermano]; "bueno, ai déjalo -le digo. Si tú te lo agarrates no me
enojo, pero si te lo quita la gente ahí sí porque no se vale". Me dice
mi mamá "a lo mejor agarró y se compró su botella de aguardiente y
por ahí lo tiene escondido".

Cuando quien toma o se droga son los hijos o las hijas, las representaciones
son más complejas. De entrada mis informantes tienden a asumir buena parte
de la responsabilidad aduciendo fallas en su ser madres, la poca atención que
pusieron en sus hijas e hijos y la falta de habilidades para orientarles

804
AVRIL ARJONA LUNA

adecuadamente. Las fallas en la orientación a las hijas e hijos por deficiencias


afectivas que de alguna manera condicionaron la autoestima de sus hijas/os. En
el caso de Margarita la orientación deficiente se relaciona con la falta de límites,
control y disciplina física, como los golpes, pues ella asegura que los hijos que
recibieron disciplinamiento físico -o sus chingas como tiende a nombrarse
generalmente la práctica de reprender físicamente a las y los hijos-, son mejores
que quienes no lo recibieron. En general, como muestra el comentario de Rosa
María en torno a Gregorio, resulta difícil asumir, legitimar y resolver este tipo
de problemáticas.

Rosa María: (…) pero hay unos [hijos] que no entienden, la verdad,
que hacen lo que ellos digan. Pero yo en gracias a Dios… uno que un
poquito ¿verdad?, de tomar, que toma, nosotros decimos que eso
no, pues porque no deja nada bueno, el vicio no deja nada bueno…
eh, como dice mi esposo “tú cuándo has visto –le dice a mis hijos-
que venga yo con un litro de vino, que un cartón de cerveza para
tomar diario, ya no haya de comer porque yo ya gasté toda mi
quincena por allá. No –dice- yo soy responsable aquí con ustedes”,
entonces él ese ejemplo quisiera que mis hijos vieran, ¿no?, pero a
veces es imposible que pase como uno quisiera.

Margarita: (...) Yo creo que por eso estoy así, [Ángel] me ha acabado
la vida con eso de la mona. Ahora como que ya me siento más
tranquila, ya me cayó el 20, y mira que ahora lo maltrato y lo
maltrato muy feo -o sea, le hablo como debe de ser- y ahorita ya lo
ha dejado, dentro de lo que cabe ya no es como antes -no digo que
ya no lo hace (...), pero ya no como antes, porque para él la noche, la
madrugada era eso, a la hora que despertara, por eso perdió la
chamba; y ahorita no sabes qué trabajo le está costando (...), ya anda
más tranquilo. Sí, no, ese chavo de veras... Si no [hubiera tenido
tantos problemas con él] yo creo que yo estuviera mejor de salud y

805
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

físico. Como le digo "mira hijo, no te estás acabando nomás tú... ¡Me
llevas a mí!", y mira que le he llorado, le he suplicado... Pero llega el
momento donde no (…); hace ocho días le dije "mira hijo, si te
quieres morir vete a donde yo no te vea, porque ya no es posible, ¡no
nomás existes tú! Existe todavía tu hermano, yo tengo que ver por
Checho (...), no seas egoísta (...) Porque no se vale (…) Si no le
preocupo yo a él, por qué me voy a estar acabando la vida por él
-cuando que él en realidad no se quiere. Ya le dije "si tú no te
quieres, nadien te va a querer papacito; y cuando tú te quieras vas a
aprender a querer a la gente que vive a tu alrededor".

En estos casos las formas de atención a las que han acudido mis
interlocutoras muestran la combinación de tres formas fundamentales: la
tradicional -orando, pidiendo a Dios que los ayude-; involucrándoles en los
retiros o los grupos de ayuda mutua, e intentando dialogar -tarea que recae
frecuentemente en ellas. En algunos casos las estrategias implementadas
ayudan a resolver o paliar el problema, pero en otros -como el de las dos hijas
menores de Esther y el hijo de Margarita- pueden acentuar el problema. En
estos casos, antes de abandonar la empresa de curación las estrategias de
atención se tornan más drásticas, como la reclusión en instituciones varias que
les aíslen del contexto amical que, desde sus representaciones, es parte
importante del padecimiento.

La diabetes, más allá de la etiología asignada, 137 implica prácticas


saludables que las y los padecientes no siempre están dispuestas/os a seguir
bajo la recomendación biomédica o alternativa. Mis interlocutoras están
conscientes de que la reducción de azúcares, grasas y alcohol son

137 Definitivamente la representación más común sobre la etiología de la diabetes es el susto, es decir, se
desencadena como efecto de una fuerte impresión sufrida.

806
AVRIL ARJONA LUNA

fundamentales para coadyuvar a disminuir sus efectos; sin embargo, ni Jaiba ni


Carlos han estado dispuestos a modificar sus hábitos alimenticios.

Dejar el pan, las tortillas, el refresco y el azúcar en general resulta


complicadísimo para la mayoría de la gente, pues forman parte fundamental de
su dieta diaria y resulta poco agradable sustituirles por la ingesta de verduras,
frutas, fibras y otros alimentos que en teoría deberían consumir con poca grasa
y poca sal. A la larga, la negativa a seguir las prescripciones médicas por parte
de quienes padecen la enfermedad deriva en la crítica de sus familiares y el
abandono paulatino de la insistencia en torno a los cuidados requeridos.

Retomemos el caso de Carlos, el novio diabético de Cristina, y la


conjugación de padecimientos que repercuten en el bienestar de estas
poblaciones masculinas envejecidas. A él se le vino la enfermedá por un evento con
otra mujer en el que Cristina le pidió que decidiera con cuál de las dos se
quedaba. Él también tiene piedras en la vesícula; lo operaron hace 10 ó 15 años y a
principios del 2013 los médicos sugirieron que lo mejor sería operarlo de nuevo.
Esto se debe a que ni él ni su familia más cercana cuidan su alimentación y a
que no hace ejercicio -según comentó mi interlocutora.

Como se observa en el Cuadro 10, hay otras enfermedades y


padecimientos que aparecen en dos o un solo caso. Así, como es de esperarse,
las enfermedades respiratorias, gastrointestinales y los padecimientos
alimenticios -como la anemia- atacan con especial fuerza a niñas y niños. La
mayoría de las veces las enfermedades respiratorias se tratan con herbolaria o
con atención biomédica por medio de jarabes o inyecciones. Los problemas
gastrointestinales se tratan igualmente con medicina tradicional

807
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

-especialmente cuando se trata de empachos- o con antibióticos si refieren una


infección. La anemia, por su parte, requiere una más variada alimentación y
consumir vitaminas para combatirla.

Avril: hace como un año me platicaste que te advirtieron que Yare


podría tener principios de anemia, cuando estaba dejando la chichi,
¿cómo sigue?

Ana, hija de Marilú: pues ahorita no la he llevado, la llevo cuando se


enferma, pero de peso está muy bien, y ya come súper bien. (...). Le
encantan las alas de pollo. Ya se está poniendo cachetona.

El caso de Cristina y Margarita representan aquéllos en los que los


accidentes han resultado en eventos disruptivos en las condiciones de vida
propias y de uno de los hijos en cada caso. Con anterioridad me referí al
apuñalamiento de Ángel, así que ahora haré referencia al caso de Perico.

De los seis hijos y la hija que le sobreviven a Cristina, el tercero ha tenido


dos accidentes que le llevaron a casi perder la vida. Uno de ellos lo dejó postrado
en una cama durante ocho meses y con un pronóstico muy poco favorable, de
modo que Cristina siguió trabajando como empleada doméstica, pero
gestionando permisos con sus empleadores para poder bañar, alimentar y
cuidar a su hijo -que con el paso de los meses se mostraba más y más molesto
por la situación, descargando su frustración con Cristina, Diana y Jessica.

Por eso digo: “gracias a Dios ahorita estoy re bien” [ríe]. Ya pasé
munchas cosas, que ahorita lo de mi mamá no es nada, la verdá no
es nada… Pero a ver, cuando anduve con este señor allá en el
reclusorio y luego con mi hijo [Perico] acá en el otro reclusorio,
cuando estuvo en el Hospital [Perico], y luego el otro [Guicho], y
luego este Bernardo –bueno, Berna no fue mucho, pero sí, también.

808
AVRIL ARJONA LUNA

No, si haciendo un recuerdo sí, ha sido, ora sí, muncho… Cómo


decir… presión, me he visto muy apresionada; y es lo que dicen que
de eso mismo [de la presión] es que tengo los ojos así. Estaba yo
oyendo en la tele[visión] que esto de que tiene uno los ojos así
-todos borrosos o que ve figuritas- es de toda la presión que uno
tiene y sale en los ojos –con razón yo les digo que todo sale en la
cara, y sí, en los ojos-, y uno que nunca se cuida, por eso tiene uno
que ir seguido con el que revisa los ojos –al oculista-, porque di’ai
vienen todas las enfermedades de los ojos… Y uno ni caso se hace.

6.2 Tendencias de las transiciones laborales posibles en la flexibilidad


de lo doméstico a la luz del envejecimiento
En el capítulo anterior abordé las transiciones laborales temporales de mis
cinco interlocutoras destacando la importancia del lugar de madr-esposa y el
límite que implicó, en general, a la continuidad en el empleo doméstico durante
los primeros embarazos y años de vida en pareja. Ahora abordaré la segunda
gran transición que corresponde a la trayectoria laboral y destacaré las
condiciones materiales y simbólicas que influyeron en el abandono definitivo
del empleo doméstico en dos casos -Rosa María y Cristina- y las que sostienen
la permanencia en los tres restantes -Margarita, Marilú y Esther. Por ello
seguiré dos líneas de análisis generales: 1) los giros ocupacionales posibles en el
proceso de retiro y los cambios que pueden traer aparejados en las condiciones
materiales y simbólicas de Rosa María y Cristina, y 2) las condiciones
materiales y simbólicas que han configurado los derechos y las obligaciones de
las empleadas domésticas para analizar los costos y beneficios materiales y
simbólicos de este ramo laboral a la luz de los procesos y experiencias del
envejecimiento.

809
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

En el primer capítulo mi intención fue mostrar que el trabajo remunerado


de estas mujeres-niñas fue fundamentalmente una obligación tan impuesta
como asumida; en la segunda etapa de vida, como vimos en el segundo capítulo,
el trabajo remunerado se torna una necesidad para cubrir las carencias
materiales de sus hijas e hijos, pero también adquiere un sentido subjetivo de
dignificación, independencia y prosperidad. En esta tercera etapa de vida las
representaciones en torno al trabajo se seguirán perfilando en esta línea, de la
necesidad material y la valoración simbólica, sólo que se verán afectados
nuevamente por los lugares simbólicos ocupados por estas mujeres, tanto en su
familia como en las familias empleadoras.

Veamos primero las diferencias entre las dos interlocutoras retiradas


para después abordar las experiencias laborales más recientes de mis tres
interlocutoras activas en este ámbito flexible del trabajo remunerado, teniendo
en mente un dato fundamental para el análisis de las condiciones materiales y
su impacto en las condiciones simbólicas de existencia: el ingreso mensual
promedio.

En el Cuadro 11 se observa que hay dos tendencias evidentes en torno al


ingreso mensual promedio: los giros ocupacionales de Rosa María y Cristina
representan, en comparación con el empleo doméstico de entrada por salida,
una disminución del mismo. El ingreso promedio entre las retiradas es de
$2,075.00 mensuales, mientras que entre las empleadas es de $6,227.00,
conjugando un promedio general de $4,566.00. En síntesis, los ingresos
mensuales de mis interlocutoras oscilan entre 1.2 y 4.7 salarios mínimos. 138

138 En el año 2013 el salario mínimo en las áreas geográficas “A” se estableció en 64.76 pesos diarios, por lo
que un salario mínimo mensual equivalía a 1,683.76 pesos mensuales.

810
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 11. Ingreso mensual promedio según ocupación y origen del ingreso
Ingreso Ocupación actual Origen del ingreso
mensual en
pesos
Rosa María 2,000.00 Comerciante y el hogar Ventas
Cristina 2,150.00 Cuidadora Aportaciones
familiares
Esther 7,880.00 Trabajadora en casa Empleo doméstico
Marilú 5,440.00 Trabajadora en casa Empleo doméstico
Margarita 5,360.00 Trabajadora en casa Empleo doméstico

$2,075.00 Ingreso mensual promedio de las retiradas

Promedios Ingreso mensual promedio de las empleadas domésticas


$6,227.00

$4,566.00 Ingreso mensual promedio general


Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Así, como se observa en el cuadro, el origen de los ingresos económicos


implica diferencias no sólo materiales sino también simbólicas en los lugares
que ocupan al interior de su familia y como trabajadoras domésticas y extra
domésticas. De este modo Rosa María obtiene sus ingresos de la venta; Marilú,
Esther y Margarita del empleo doméstico y Cristina de las aportaciones
familiares:

Cristina: mmmm, pues… mi hermano me da 400 [pesos] al mes, y


Perico me da 200 [pesos] a la quincena… y pues se puede decir que
son los que más me dan. Ya mis hermanos los otros no me dan
nada, mis dos hermanas son las que me ayudan –Azucena y Sol-,
pero ¡uh!, tardan pa venir un mes, dos meses, y ya, que 100-200
[pesos] es lo que traen. Y mis hijas [nietas] que me ayudan, una con

811
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

500 pesos al mes y otra con 200 -pero luego a la quincena, o a la


semana, según como tengan (…). (…) Lo que me da este señor
[Carlos], casi 300 al mes, lo meto nomás pa los animales [ríe], y no
les digo a los demás de ónde saco pa darles (…).

Rosa María: ay, eso sí ni le sabré decir [cuánto gano al mes], porque
como yo voy vendiendo y lo vuelvo a invertir ni sé… hago mis
tanditas, pero qué será… Vamos a decir, unos dos mil pesos al mes.

Como veremos en un apartado próximo, sostengo que el ingreso de las


todavía empleadas domésticas está condicionado por cinco aspectos generales
-el número de horas dedicadas al trabajo, la ubicación de los espacios, el gasto
que hacen en trasportes, las características de las viviendas y las familias
empleadoras, y los derechos que tienen en tanto trabajadoras. Estos, a su vez,
están supeditados a las condiciones para negociar que han tenido Esther,
Margarita y Marilú con las personas que las emplean.

6.2.1 Las ex empleadas domésticas: autoempleo y trabajo doméstico


como giros ocupacionales posibles
Según la experiencia de Cristina y Rosa María, así como los casos de ex
empleadas domésticas referidos por algunas interlocutoras, los giros
ocupaciones alternativos para las mujeres adultas con bajos niveles educativos y
con trayectoria en el empleo doméstico urbano parecen estar limitados en dos
vertientes que pueden combinarse: 1) el comercio o la venta de productos
diversos, y 2) el retorno al trabajo doméstico para la familia.

El comercio o venta de productos diversos parece ser muy común cuando


se presentan tres condiciones: 1) las mujeres buscan trabajar porque quieren

812
AVRIL ARJONA LUNA

independencia económica -como Rosa María- o no quieren ser una carga para
otros y otras; 2) los miembros del hogar no requieren de la entera atención de
las mujeres para las labores domésticas como los cuidados, la preparación de
alimentos, la limpieza general, el lavado de ropa, etc.; 3) estas mujeres gozan de
cierta legitimidad simbólica por alguno de los lugares de género ocupados,
principalmente el de madres, y tienden a contar con apoyo de sus hijas, hijos o
parejas -aunque este último caso no parece ser el más común, puesto que la
viudez es una condición común entre las mujeres de edades avanzadas. Así
cuenta Esther de una de una comadre y otra amiga:

La que tiene su puesto de garnachas, la que es mi comadre, ella


porque dice que ya no quisieron sus hijos que trabajara, bueno,
afortunadamente ella tiene sus hijos y le mandan, no sé, le ayudan a
ella (…) [Sus hijos] están en Estados Unidos, son dos los que están
allá. (…) Entonces fueron sus hijos los que no quisieron que
trabajara, y ella pues dijo “para no quedarme sin hacer nada”, y puso
su puesto de garnachas. Y mi amiga pues ella dejó de trabajar
porque dice que se casó y pues el marido, pus, le da lo necesario;
bueno no en abundancia, pero lo más importante lo tiene (...), y
pues por eso (...) ya dejó de trabajar [en casa].

El retorno al trabajo doméstico para la familia es más un eufemismo para


nombrar la reedición del principal ámbito ocupacional legitimado para las
mujeres: “el hogar”. La realidad es que hasta ahora sólo Marilú, hace muchos
años, pudo descargar en una empleada doméstica -Esther- estas tareas. Es
decir: a lo largo de su vida han participado siempre del trabajo doméstico en sus
hogares, sólo que lo han hecho ubicadas en distintos lugares de género
atravesados por la edad y los eventos del curso de vida señalados a lo largo de
esta investigación. Como vimos al inicio de este capítulo, conforme avanza el

813
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

curso de vida mis interlocutoras han recibido ayuda o exigido responsabilidad al


interior de sus hogares, pudiendo transferir parte de las tareas en quienes
ahora tienen edad suficiente para hacerlo por ellos y ellas mismas. Así, en
general, ninguna de estas mujeres se mira evadiendo las labores domésticas
para las que han sido socializadas desde niñas -eso sí que sería un retiro total.

Ahora bien, más allá de las generalidades en torno a la continuidad de su


lugar como trabajadoras domésticas en sus hogares, el caso de Cristina es
sumamente singular -aunque probablemente más común de lo que mi
investigación alcanzó a arrojar- en la medida que su retorno al trabajo
doméstico ha estado fuertemente condicionado por el deterioro de la salud de
su madre y las dificultades que ha encontrado para compartir la
responsabilidad de sus cuidados con sus hermanos y hermanas. Acerquémonos
a las trayectorias ocupacionales de Cristina y Rosa María durante la última
etapa del curso de vida sirviéndonos de las gráficas anexas al final de este
capítulo.

La última etapa de la vida Cristina inicia en el año de 1986 y coincide con


el tiempo en que recuerda haber experimentado la menopausia o el cese
definitivo su menstruación. Un año antes se casó con Jesús quien, como vimos
en el capítulo anterior, la sacó de trabajar. Fue así como entre 1986 y 1990 se ayudó
poniendo una tiendita de abarrotes en su casa -los dos primeros años en
compañía de su pareja y el resto estando él encarcelado. Puesto que esa
empresa terminó por no ayudar, Cristina decidió regresar al trabajo en casa
durante 16 años más -entre 1991 y 2007. Será en el 2008 cuando Cristina
abandone definitivamente el empleo doméstico esgrimiendo como principal

814
AVRIL ARJONA LUNA

motivo las necesidades de atención de su madre expuestas en un apartado


anterior.

Luego entonces es fundamental tener presente que Cristina tenía 67 años


cuando regresa al ámbito doméstico propio para fungir como cuidadora de su
madre -ocupación a la que en el 2013 estaba dedicada desde hacía casi cinco
años. Veamos cómo recuerda parte de este evento y construye los argumentos
para sostener el tránsito hacia el retiro del empleo doméstico -que tampoco
parece extrañar-, el retorno al trabajo doméstico y lo que le gustaría hacer
-como será tener tiempo para ella- en caso de que su madre no requiriera tantos
cuidados:

(…) dije bueno, pues ya no tengo por quién trabajar, yo ya aunque


sea con frijolitos, o con lo que sea, pero el caso es estar frente de ella,
de mi mamá. (…) De ahí para acá (…). Le dije a la señora “sabe qué,
ya no voy a venir –le digo-, ya mi mamá ya no se puede valer por ella
misma. Voy y encuentro las ollas quemadas, deja la lumbre
prendida y no se me vaya a quemar”. Y no, ya, todavía la señora me
llora que a ver cuándo voy a ayudarla, ya pasa de 83 años (…), ya está
grande. (…) [Las señoras] dirán que [bajo su vigilancia] lo hace uno
mejor [el trabajo], en presencia de ellas, pero pues digo yo “lo que le
amuelan el tiempo”, porque pues uno va midiendo su tiempo. Yo
por eso digo “ahorita estoy re a gusto [ríe], haciendo concha [ríe]”.
Ahorita ai toy con mi mamá y pues ai me dedico a ella; eso sí, a las
siete, ocho, de la mañana ya le llevo su desayuno a la mesita esa [que
tengo junto a su cama] (…). Yo ya le sé sus modos, ya sé que me
levanto y le traigo su yogurt o me paro y le caliento su leche y le llevo
su pan, o voy a la CONASUPO y le traigo un tamal y su atole de
amaranto (…)

815
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: si su mamá no necesitara de tantos cuidados, ¿usted seguiría


trabajando fuera de su casa?

Cristina: pues yo creo que sí... Porque pues ya casi estoy


acostumbrada… o me iba a los hospitales, o a una casa de la tercera
edá a aprender… pues lo que no sé [ríe]. En lo de la tercera edá me
gustaría ir para aprender de tejidos, salir a hacer excursiones [ríe];
yo no me iba a quedar aquí encerrada. A mí me gustaría de entrada
por salida, pero [si mi mamá ya no estuviera] yo me iba a trabajar
para mí, para tener para mí. (…) Yo digo que ora sí que [trabajaría
en] lo que sea, sí; ahorita una señora aquí adelante tiene una
verdulería y me estaba diciendo que me encargaba una persona y
digo “ay, ya mero me llevo a mi mamá”, pero no, van a decir [mis
parientes] “no, ya no la ayudamos” (…). Mejor aquí, aquí poco o
muncho pues, aí me van dando…porque si así se desentienden los
hermanos.. mejor no, mejor aquí me estoy, al cabo que ni más rica
ni más pobre -a lo mejor Dios me la está dando para que aproveche
el tiempo que no estuve con ellos. (…) Antes cuando me iba a
trabajar aprovechaba los días que no trabajaba y me iba de
excursiones cuando salían del Museo [Comunitario de Valle de
Xico] (…). Ajá, sí, me gusta salir.

En el siguiente fragmento, Cristina narra algunas de sus actividades a lo


largo de la jornada que adquiere ritmos muy pautados por el sueño de doña
Katia. Un aspecto a destacar es que mi interlocutora se representa sus
actividades cotidianas como no trabajo. Esto sucede porque aún cuando sus
labores requieren de su atención y esfuerzo, no se observan dos principios
asociados a las representaciones más fijas del Trabajo: su carácter extra
doméstico y su remuneración directa -motivo por el cual el aprecio de otros se
vuelve tan importante cuando se ocupa el lugar simbólico de una mujer que no
trabaja, porque sólo está en su casa.

816
AVRIL ARJONA LUNA

(…) como ya no trabajo pues me dedico a la tejedera, ahorita con mis


animalitos y la tejedera, que a veces ni me puedo concentrar en lo
que estoy haciendo, pero ahí le hago (…). [No me puedo concentrar
porque] tengo que darle a los puercos, tengo que darle a los pájaros,
tengo que darle a mi mamá, la mañana me la llevo en eso;
temprano, a las siete y media, ocho, ya le estoy llevando el desayuno
a la cama, ya más tarde –como a las 12- le llevo su comida. Como
ahorita ya comió al ratito le busco otra cosa y le llevo; tiene que ser
cada ratito porque come poquito. (…) Porque [cuando] yo aquí estoy
[solita] si quiero hacer de comer hago, y si no, no; no tengo ninguna
obligación (…), al cabo que no tengo suegra ni marido [ríe] –a veces
lo hace uno por quedar bien con la pareja… si lo saben apreciar,
porque si no saben apreciar da lo mismo.

Apelando al lugar de hija, Cristina narra las evidencias del impacto de las
condiciones materiales y simbólicas de las mujeres en su proceso de
envejecimiento, y en especial de aquéllas que marcan un lugar privilegiado en
las tendencias a la subalternidad en la familia propia -el de madres:

Uno de hijo no sabe apreciar lo que uno tiene. (…). Ahorita fue por
una necesidá [-por lo del quiste, que se llevaron a mi mamá con mi
hermana]; pero yo namás que me componga me la vuelvo a trair; y
no andarla trayendo como limosnerita (…). Yo trabajé muy chica
pero para ayudarlos [a mis hermanos], me dolían –que no tuvieran
qué comer, o algo-, y en cambio a estos otros no les duele [su
madre]. Digo yo entre mí, si todos nos juntáramos –de poquito en
poquito- a lo mejor hasta ella también sintía ánimo, ¡ánimo!
Porque eso es lo que le hace falta (…). ¿Tú crees que no va a sentir
feo que de tantos hijos y nadien venga a ver cómo está?... pero pues
allá ellos. Pero a mí sí me duele eso, de que no ve uno por los padres.
(…). Siento yo feo con mis hermanos (…). Los más chiquillos son los
que menos la ven, después de que ella todo les daba; decían “mami,

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

quiero una paleta”, no, pues no le decían dos veces (…), y ahora ni se
acuerdan (…).

Cuando conocí a Cristina sus representaciones en torno al cuidado de su


madre todavía se estabilizaban por medio del agradecimiento a Dios por la
oportunidad de tenerla con ella; es decir, todavía no manifestaba el descontento y
algunos malestares que aparecieron a mediados del 2013. Así, ella aseguraba
inicialmente que el dormir de acuerdo con lo requerido por su madre durante
las noches no afectaba su vida cotidiana, su jornada, sus actividades o su
ánimo:

Pues no, no, hasta eso que Dios me ayuda, no lo siento pesado a
pesar de que nomás duermo por ratitos, pestañitas; acostándome a
las 10 [de la noche] me viene el primer sueño, por ahí de una media
hora, pero luego ya estoy pensando y volteo a verla y si está acostada
y si no me pongo alerta porque hay veces que se quita todo [la ropa]
y se va al baño y ahí anda, normal; y ya me levanto, la visto, la subo a
la cama y no quiere –dice que se cansa de estar acostada-, se sienta y
ahí anda agarrando cosas del piso –dice que anda levantando frijol,
máiz. Entonces yo la cuido porque las almohadas se las pongo en el
piso, en caso que se vaya de cabeza, o le amarro una venda a la
espalda, pero ¡huy!, se enoja, no le gusta; pero qué le hago, ahí le
busco de una manera y de otra. Luego se viene para acá [a la cocina]
y le pongo doble pasador [sa la puerta] porque se viene a asomar por
la ventana [-desde un primer piso-], y aquí se está un rato, jala las
sillas y cuando se cansa se va de vuelta p’adentro [al cuarto]… Pero
pues ni modo, tenemos que saber llevarla.

Así, la evidente falta de apoyo práctico por parte de sus hermanos y


hermanas en el cuidado de su madre -para el que se considera, sin embargo, la
más calificada porque le sabe sus modos- evidenció durante los últimos meses del

818
AVRIL ARJONA LUNA

trabajo de campo que el trajín y la imposibilidad para comunicarse con su


madre, prácticamente sorda, sí tienen consecuencias en su bienestar.

De este modo, bajo lo que interpreto como fuertes ideales católicos de la


devoción y el sacrificio para otros, Cristina encuentra la cooperación de sus
nietas, por ejemplo, para de vez en cuando liberarse de pasar todo el día y casi
toda la semana encerrada en su casa, sin poder salir de paseo, como
acostumbraba en otros tiempos, o interactuar con sus amistades sólo cuando
tienen oportunidad de visitarla en su domicilio. Así, el lugar de cuidadora de su
madre resulta uno muy complejo en la medida que la posibilidad de muerte de
doña Katia es una especie de tabú para Cristina, 139 pues si bien podría entonces
retomar su propia vida quedaría un tanto a la deriva ocupacionalmente y,
probablemente, dejaría de recibir la poca ayuda de las y los hermanos a los que
ayudó a alimentar siendo una niña-hermana mayor.

Ayer estaba mi mamá tirada en el piso allá afuera [y le digo]


“acuéstese mejor en el sillón”, “no le hace –dice-, al cabo que de
todas formas me voy a morir”, “pues sí, pero en lo que se muere que
no esté adolorida” [ríe] –se le acalambran los pies con el frío-, pero
no, ahí estuvo tirada –y a ver quién la levanta. (…) Luego la amarro
pa que no se baje al piso y dice “si ya me voy a ir, ¿por qué me
amarras?”, le digo “pues por eso la estoy amarrando, pa que no se
vaya,” –al piso [ríe] (…).

En este contexto dos de sus nietas -Diana y Jessica- la han apoyado en el


cuidado de doña Katia, pero principalmente en la gestión de ayuda por parte de
otros hijos e hijas de la anciana. La insistencia de sus nietas se debe a que los
años en que Cristina ha estado a cargo de su madre parecen tener

139 Como para el resto de mis interlocutoras.

819
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

consecuencias en su propio estado de salud, pues durante el trabajo de campo


no podía dormir y tenía dolores de cabeza. Así, en el 2013 hubo dos ocasiones en que
una de sus hermanas se llevó a su mamá por algunas semanas. En el siguiente
fragmento podemos observar las normas de género y ocupación que rigen la
atención a doña Katia; los efectos positivos que encuentra Cristina al poder
descansar en ausencia de su madre y el impacto que su lugar de cuidadora tiene
en su relación de noviazgo -en la que a veces está expuesta a la indiferencia y
otras existen condiciones para el uso en pareja del tiempo libre.

Avril: ¿y las muchachas tuvieron algún problema con doña Katia


ahora que se quedaron cuidándola? [A raíz de que Cristina viajó a
San Sebastián Ocotlán, Oaxaca.]

Cristina: no, hasta eso que no; nomás porque dicen que un día se les
hizo [ríe], como siempre (…), nomás de la pipí (…). Yo ya en la noche
la dejo que hable y que esté ai, yo me acuesto y me volteo; mientras
no se vaya a venir p’ajuera y que no jale las cosas –que ahorita ya no
le ha dado por jalar. Qué día le digo “oiga, ya duérmase porque yo
también tengo sueño –le digo-, todo el día ando yo p’allá y p’acá –le
digo-, y usté no, usté ahí está clavando el pico, ¿y yo qué? [Dice
mientras gesticula, como efectivamente lo hace cuando habla con
su madre] Acuéstese y duérmase” y se quedó callada… si sí sabe. (...)

Avril: ¿ya tiene cuántos días su mamá allá, con su hermana?

Cristina: quince días va a cumplir mi mamá con mi hermana (…),


como las otras trabajan no pueden estar –ahora sí que semos dos
[hermanas] las que no trabajamos.

Avril: ¿usté cuántas horas a la semana dedica al cuidado de su


mamá?

820
AVRIL ARJONA LUNA

Cristina: mmm, si le dedico día y noche. (…) [Descanso] cuando se


puede. En estos días yo ya sentía que andaba volando, pero ahorita
ya descansé, ya duermo bien (…).

Avril: ¿y cómo le hicieron para llevar a doña Katia a casa de su


hermana?

Cristina: es que hay una de mis hermanas que siempre está


viniendo –cada mes, cada quince días- y la última vez le platiqué de
que yo ya no podía dormir y que me dolía muncho la cabeza –se me
venía [el dolor] aquí [dice mientras señala su nariz]; y entonces las
muchachas se empezaron a preocupar y le hablaron a mi hermana y
le dijeron “no, es que mi mamá ya se está poniendo mala, namás
que ella no dice nada –dice-. Así es que pónganse de acuerdo pa que
se ayuden, y la que no quiera cuidarla pues que cooperen pa que
paguen quién la cuide. Y pues ya ella le habló a mi hermana la que
no trabaja y ella dijo que sí, que en lo que se iba –porque luego se va
con sus hijos a Estados Unidos-, que se la llevaran [a su casa]; y ya,
mis hijas se la fueron a llevar y ya se la dejó allá. Aunque no pusimos
plazo cuánto tiempo ni nada, pero ahora estoy pensando [que]
quince días una y quince días otra, para que así ni ella ni yo se nos
haga pesado; yo digo que así está mejor, descansa ella y descanso yo.
Y ahora les estaba yo diciendo [a mis nietas] “yo creo que ya es
tiempo que se la vayan a traer”, pero dicen “pues otros quince días
que se está con ella”, y pues sí, tampoco mi mamá no se fastidia de
estar conmigo –porque yo me imagino que puede pensar “no me
quieren allí”- y no que así ve que la cuidamos en lado y en otro; nada
de que la arrumbamos y ya.

Avril: ¿y sí le ha disminuido el dolor de cabeza?

Cristina: sí, ya se me quitó; la primera noche que me quedé yo sola


me quedé tan dormida que ni los oyidos oyí que me zumbaran,
¡quedé de una pieza! –y más que ya tenía dos noches que no dormía.
(…) Ahora estamos con la tarea de la sopa [de letras], viene Carlos en

821
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

las noches y nos dan las doce de la noche y yo con el mío, y mis hijas
le trajeron otro, y él me quería ayudar a mí pero le dije “no, déjame
el mío”; pero pues él sí sabe, namás que como que se pica (…). Y me
dice “¿y por qué te deja tanta tarea [la muchacha que viene]?”, “ah, es
tarea que tiene que llevar a su curso donde está yendo”, “¡ah! –dice”
[reímos]. Y ai tamos, con la sopa [de letras], luego viene un día sí y
un día no (…) [ahora que no está mi mamá] ya está viniendo más
seguido –una noche se queda y una noche no, y así estamos. Luego
no le había dicho [que no estaba mi mamá] –como duré muchos
días que no le dije- y me dice “¿por qué no me habías dicho?”, “¿pa
qué?, si tú no me preguntabas” [ríe]. (…) Hoy fueron las muchachas
a ver [a mi mamá a casa de mi hermana] y dicen que andaba un
poco inquieta (…). Eso es cada tercer día, así se pone. Yo la dejo que
haga lo que ella quiera mientras no se golpié –anda caminando, se
quiere salir y anda buscando. Le digo “¿a quién busca?”, “a m’hija”. Y
está bien fuerzuda, porque te digo que jala los sillones –dice que los
sillones son los burros [ríe] (…).

También, como dice Cristina, se dedica al cuidado de sus animales y a la


confección de ropa o cubrecamas. En especial la cría de animales, como
comenta en el siguiente fragmento, le ha permitido comprar cosas para su casa
en la medida que la práctica implica ahorrar, invirtiendo, para obtener una
ganancia que sin embargo no siempre es comparable al trabajo y tiempo que
requiere la crianza de animales para la venta en contextos urbano populares:

La marranita ya ha dado tres camadas (…); este comedor lo compré


con puercos [que vendí], y de la otra venta hice la puesta del azulejo
–sí, sí me ayuda. Es como una alcancía, como una alcancía que
aunque no quieras le tienes que echar (…), te chillan y tienes que
darles, a fuerza, como si fueran una familia (…) [Y ahora de vuelta
tuvo crías. Estoy pensando vender] la parejita en 1,000 pesos (…), lo
otros [dos grandes] ojalá me dieran aunque sea 100 [pesos] por cada

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AVRIL ARJONA LUNA

uno –porque están flacos (…). La puerca porque está criando y el


puerco porque pus, ‘ora sí, se quitan la comida unos con otros.
Ahorita necesito comprar mucho máiz y sema, un bulto de cada
uno, pa que se levanten; (…) y ya nomás dejo las dos pollas y un
gallito (…). [Porque no dejan de ser mucho trabajo los animales].

Personalmente me encontré impresionada por los saberes de Cristina, su


hija Emilia y las hijas de ésta en materia de tejido y bordado. Sus servilletas,
cubre almohadas, manteles, sobrecamas, bolsas, vestidos y blusas son coloridas
y evidencian el efecto terapéutico que al menos Cristina y Emilia encuentran en
estas prácticas. Así, en esta familia la costura, el tejido y el bordado muestran
un proceso de acumulación y síntesis de saberes que pasan de generación en
generación:

Ayer me acosté un rato porque como me puse a hacer el uniforme


de la muchacha y ay, les digo, no me gustó, y es que me lo pidieron
de momento y yo no pude hacerlo el día que me lo pidieron porque
tuve visitas, y estaba yo con que iban a venir por él y yo sin hacerlo.
Y no vinieron, y ayer que me pongo casi todo el día [ríe]; aunque no
me gustó como quedó porque me trajeron un cierre grueso y era un
cierre delgado (…). [El uniforme es] pa una muchacha de mi
comadre que está en una guardería de niños. (…) [Hace años] le hice
una [sobrecama] a Doña Lucre -esta muestra me la pasó ella-, que
quería que le remendara una y le digo “uy, no, pues cómo se la voy a
remendar” -me daba más trabajo- y mejor se la hice. Me tardé, y el
día que la terminé le digo “quiero que venga a ver usté qué le parece
su sobrecama” y “ay, Cristi, ¿cómo quedó?”, “pues venga a ver”… No,
qué le voy a andar remendando. (…) Mi hermana cuando viene
hasta les saca fotos y les va a presumir a sus amigas [ríe]. (…)
Poniéndome sí [podría vivir de eso], nomás que les digo que van
sobre encargo, que yo trabajando y ellas dándome para que no se les
haga pesado, porque sí se les hace pesado el pago (…), las he hecho

823
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

en 2,500 [pesos]. (…) Sí, [tejo las sobrecamas] a gancho; mira, acá
hay una flor y acá otra. Y luego yo las colchas, las sobre camas que
están abajo, yo también las hago, compro la tela y yo también las
hago (...) sí, con la máquina; por eso hay unas que no son iguales,
esta es una tela, esta es otra, aquella es otra. (…) Pues sí también me
hago faldas -ora casi ya no he hecho, pero antes sí. Seguido me
compraba 20 pesos y ya, con eso; tengo faldas y blusas que me hice.
Mira, esta me la hice hace años.

Como ya vimos en otro capítulo, Cristina considera que el tipo de trabajo


manual que hace -especialmente con el tejido y bordado de sobre camas y
manteles- es difícil de vender porque no cualquiera puede pagarlo. En este
sentido, el trabajo manual ha fungido ocasionalmente como ingreso, pero ha
destacado por representar una forma de terapia, de valoración de las
capacidades propias y de ahorro familiar.

De este modo, la estrategia en caso de presentarse la ocasión de un


ingreso por el trabajo manual implica lo que popularmente se conoce como
abonos -la estrategia de la cual también se sirve Rosa María, la más
experimentada en el comercio- y que se basa en la compra de los productos en
parcialidades por medio de las cuales las aboneras o aboneros procuran
protegerse mínimamente ante la posibilidad de perder la inversión y el
producto.

Por último quiero destacar el siguiente fragmento extraído de una


entrevista con Cristina, y en la que estuvo presente y participando Emilia -su
única hija y mayor de los sobrevivientes. Así, ambas coinciden en que este tipo
de trabajo está en peligro por las máquinas que ya van a sustituir al humano:

824
AVRIL ARJONA LUNA

Cristina: El otro día estaba viendo que ya salen los bordados en


computadora, dije “mmm, pues ora sí ya nos están quitando el
trabajo” [ríe], quién sabe cómo le harán. Allá donde yo trabajaba
antes estaba una señora que decía que las medidas para la ropa, los
pantalones, y todo lo sacaba de la computadora y ya nomás cortaba,
y pues así ya es más fácil (…).

Emilia: ya no va a haber trabajo para las personas, por las máquinas


que ya van a sustituir al humano (…)

Cristina: pero pues digo yo que es mejor decir que es hecho a mano
y viene de la imaginación de quien lo hace. Es como en San Juan de
los Lagos, también allá cómo venden de manteles hechos a mano.
Viene a ser como los sopes, hay quien los compra, pero no hay como
decir “yo los hice” [ríe], así la ropa también. A mí me gustan mucho
las blusas bordadas y a Doña Lucre le llegué a hacer blusas,
sencillitas pero le llegué a hacer –a ella le gusta muncho la manta
(…).

Sobre la primera transición laboral de Rosa María, representada por el


abandono temporal del empleo doméstico estando recién casada, dije ya que
cuando esta interlocutora llegó al Valle de Chalco Solidaridad, y conforme
nacieron sus dos hijos menores, empezó a combinar el empleo doméstico
ocasional con la venta de productos para el hogar. Fue así que durante 20 años
combinó el empleo doméstico intermitente con la venta de alimentos durante
cierto tiempo, y con la venta de ropa y productos del hogar durante la mayor
parte del mismo. Durante estos años, como ella misma narra, se fue haciendo
de clientas principalmente en Tláhuac -una de las Delegaciones de la Ciudad de
México con la que colinda el Valle-, adonde dejó de ir porque tuvo algunos
malestares -dolor de cabeza y mareos- y sentía que corría riesgos innecesarios.

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

En el siguiente fragmento se evidencia el carácter flexible de la ocupación


de comerciante, misma que adquiere particularidades en las formas de pago, en
torno al producto que se vende de acuerdo con las necesidades de la gente e
incluso el clima y las fluctuaciones en las ventas -de acuerdo con las condiciones
económicas prevalecientes-, ante las cuales Rosa María no tiene más que
conformarse, pues gracias a Dios, poquito, pero vende:

Antes vendía yo en Tláhuac. Uy, allá tenía yo mis buenas clientas.


(…) [Dejé de vender allá porque] una vez tuve un dolor de cabeza,
pero feo, así, y a la hora de voltear me mareaba yo, y ahí tenía uno
que cruzar una avenida muy transitada, y me daba una -doble
sentido-, y como que después decía "ay, no, en una de esas me -por
favor-, me mareo y ahí quedo", dejé de vender ahí. Ya nada más acá,
pero no me puedo quejar, no me puedo quejar -gracias a Dios-, no
vendo diario, ¿verdad?, que ahí estoy diario, pero digo "ay, con lo
que venda yo". (…). Me buscan o ya me encargan, voy a cobrar: "ay,
me trae esto", "le encargo esto", y así. Los entrego, casi no llevo para
ofrecer, ya nada más les enseño y ahí les gusta y (...), como ahorita,
te enseño a ti y ya enton's... Y así, así, pero no voy a un lugar así. Y
eso me ayuda, como orita salí, fui a cobrar una que me debía de... y
me dijo "venga el... el jueves le doy" "ah, bueno", ya me fui. Pasé con
otra muchacha a hacer otro mandado y ya me encargó otras cositas
para su niña. El sábado ya voy, ya me traigo otro cobertor, y pues ya
tuve que... unos fríos, salen. (…) Antes iba yo a vender allá en
Tláhuac, me iba muy bien por allá, pero pues ahora ya con lo
poquito ya me conformo [ríe].

De este modo Rosa María, igual que Cristina, inició la tercera etapa de los
TRS con un tránsito laboral que en este caso fue definitivo. Así, entre el 2002 y
el 2005 -sin que mi interlocutora tenga claro un momento exacto- la chiapaneca
dejó de buscar trabajo en casa porque ya no tenía la misma fuerza, se hace uno viejo

826
AVRIL ARJONA LUNA

ahí y además el comercio le permitía guardar independencia económica


disponiendo de sus tiempos. En este sentido del siguiente fragmento destaca
que desde las representaciones de Rosa María en el trabajo en casa difícilmente
encontraría las condiciones para envejecer en mejores condiciones en la
medida que este tipo de posibilidades dependen de si la gente te valora como
trabajadora. Así, todo indica que no hay como tener mis cositas, comprarlo con
independencia de la pareja -o los hijos- o incluso buscar la forma de ahorrar del
gasto para construirse esa posibilidad de decidir sobre los usos del tiempo libre,
por ejemplo:

(…) Sí porque ya no hubo oportunidad ni yo quise buscar [trabajo en


casa] (…), yo desde siempre lo sé hacer, nada más que ahora me
preocupa porque ya no tengo fuerzas. (…) Y si estuviera trabajando
en casa... yo creo que se hace uno viejo ahí, se acaba uno, y ahí la
misma, porque nadie... si la gente te valora, pues qué a todo dar, tal
vez que al rato te llamen, "mira, ¿sabes qué? Ven a trabajar un día y
te pago como si trabajaras toda la semana". Hay muchas personas
que así son, pero no todas. Ya ven que no sirve uno: "¿sabes qué? Te
me vas, que ya viene otra". Y hay otras que no (…). [Por eso yo hice
como mi hermana que] sí pensó "no, me voy a acabar ahí, ¿y al rato
qué?" Entonces ella ahora tiene su cocina y una tienda de ropa. (…)
Yo me gusta tener mis cositas, comprarlo, pero que no me digan
"ay, ¿a poco ya gastaste todo el dinero que te di?" Y... no, no, no, a mí
nadie me va a pedir cuentas. Si el día que yo tengo me sale [un
paseo]: "ay, yo, yo voy a ir", ¿por qué? Porque tengo mi dinerito. No
vas a estar "ay, si no te saca tu marido, no te da dinero". Como
mucha gente me dice "es que no me dio, por eso no voy", "dice que
no tiene, y ¿de dónde?, ¿cómo me voy a ir?" ¡Ay, tonta! (…) ¡Oye! Si le
dan su gasto, aunque sean veinte centavos, un pesito, me lo voy
ahorrando, ahorrando, ahorrando. No le voy a decir "ay, me sobró
esto, ahora no me des tanto de gasto porque tengo", ah, no, yo de

827
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

tonta... (…) Hay que tener... saber tantito usar el cerebro [ríen
ambas]. (…) A mí me gusta tener mi dinero mío, que nadie me diga
"¿por qué lo...?" Ni mucho menos a mis hijos, a mí me choca que
ellos me cuestionen, "ay, ¿por qué esto?", "¿por qué lo otro?", "¿por
qué...?", no, no, es mío, lo regalo, lo tiro, lo hago lo que yo quiera. (…)
“Ay me da mucho gusto que vas, así no estás acá sola, vas, te
distraes” [dice mi hijo].

De esta forma, la venta en abonos le ha permitido a Rosa María libertad


de acción por medio del ahorro y un medio para revalorar la ética del trabajo
inculcada por su padre, por un lado, y la tradición del comercio en su familia,
por otro. Así, en el siguiente fragmento destaca que la ocupación de
comerciante es tan flexible que resulta difícil calcular el tiempo que dedica a
ello a la semana, pues si bien tiene días más o menos específicos para cobrar,
entregar e ir a surtirse, mucho depende de la demanda y de que ella armonice
su trabajo doméstico con sus negocios. También comenta sobre los riesgos que
encuentra en el transporte cuando hace sus compras -como los choques y
asaltos-, y sobre todo lo que viene uno a sufrir para uno ganarse un cinco. A lo que te
arriesgas, que incluye la posibilidad de perder dinero antes que obtener una
ganancia:

Umh, tendrá unos siete años [que empecé a ir a La Merced]. (…) Por
eso se sorprende [mi sobrino el comerciante] de mí: "usted va (...)
trae esto" "ay -le digo-, Dios me ha dado una (...) así como me gusta
gastar me gusta buscar", le digo. Es que yo no... mi papá nos enseñó
así ser, más que nada decía él "buscar", pero todo por lo sano, nada...
pos nada -¿cómo dicen?-, "nada sucio -decía él-, nada que te pueda
avergonzar, nada que te pueda..." Y eso sí, eso sí no, gracias a Dios
hasta ahorita... creo hasta ahorita todas -de ocho mujeres que
somos-, todas nos gusta trabajar, nos gusta... a todas, todas tienen

828
AVRIL ARJONA LUNA

sus negocios. Una de mis hermanas tiene una cocina, la otra tiene
una tienda, la otra vende ropa igual allá en Chiapas, la otra su
rosticería, y una de ellas que ya está grande pues ya no (…), pero
antes pues sí trabajaba, trabajaba mucho ella. (…) Pues... No, pues
no, la verdad no [sabría decirte cuánto tiempo a la semana dedico a
las ventas]. (...) Como ahorita: fui el martes -este martes ocho días-,
y este martes ya no fui, ora voy hasta el martes, a los quince días [a
surtirme]. Casi no es que diga, "ay, sí, tantos días me dedico a eso",
no. (…) [Pero más frecuentemente voy cada] ocho [días] (...). Y raras
veces que voy cada quince. (…) Los lunes voy a cobrar, o a veces si
toca quincena me voy así los días de quincena. (…) Pues [los riesgos
del transporte para llegar a La Merced o a Chiconcuac son] muchos.
Choques, asaltos (…) Ay, pero quién sabe, yo creo están maleados.
Manejan así o quién sabe, el estrés, yo no sé qué, ni qué pensará la
gente, yo no... (…) [En la calle] uno está expuesto a muchas cosas, si
llega a pasar algo solamente Dios sabe. (…) Todo lo que viene uno a
sufrir para uno ganarse un cinco. A lo que te arriesgas. Pero a veces
la gente no lo entiende: "ay, está bien barato y aquí lo vienen a
dar...", ¡pues todo lo que pasa uno! Y si vas a venir es porque ganas
algo, si no mejor quédate en tu casa. (…) [Mi ganancia] depende qué
vas a llevar, cuánto te cuesta. Vamos a decir que te cuesta cien
pesos, a la mejor le ganas tú cincuenta, dependiendo si es en pagos,
si te dan de contado, cómo te van a... pues todo depende. Si te dan
de contado, con que te den ciento veinte, veinte pesos son buenos.
Pero, si te va a dar cincuenta cada ocho días, treinta cada ocho
días... Y hay unos que no te pagan, como mi batería que vendí, ni
me pagaron, cien pesos y ya no más. (…) Y a mí me costó
ochocientos pesos. Perdí setecientos. (…) Así es como le ganas o le
pierdes.

Rosa María desde que se casó ha considerado el hogar como su principal


ocupación no remunerada, tornando a éste el espacio en el que desde que sus
dos hijos eran chicos decidió ocuparse dado el proyecto familiar que había

829
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

trazado con Oscar y puesto que las condiciones laborales de él así lo permitían.
En este sentido considero que el caso de esta interlocutora es particularmente
especial en la medida que dice ser feliz así como es su vida de pareja y familiar;
esto no es gratuito pues desde un principio -como vimos en los dos capítulos
anteriores- fue negociando límites y posibilidades de cambio para no
reproducir los aspectos que no le agradaron de la relación de pareja de su
madre y su padre. Así, parece que una de las principales críticas al machismo, del
que hablamos en el análisis de la primera etapa de vida, es la que parte de un
supuesto fundamental: no es uno objeto.

En este proceso de negociación para no ser objeto, sino sujeta actora


participativa, el papel de madr-esposa debe experimentarse, desde las
representaciones de Rosa María -como sucede en general con Marilú y
Margarita- responsablemente en la medida que los miembros de la pareja
respetan las obligaciones compartidas bajo criterios suficientemente claros de
la división sexual del trabajo. Todo esto podría parecer sencillo, casi mágico
como en un cuento romántico, pero lo cierto es que a la larga ha estado
marcado también por relaciones transaccionales, sólo que en comparación con
el resto de los casos su espacio doméstico ha implicado la configuración de
lugares con mayor legitimidad:

Yo soy feliz así como... en mi vida, porque no me están presionando:


(…) Ya ve que mucha gente "¡ay, que no metes esto!", y "¿porqué
metiste a esa persona?" "¡No platiques!", o "¿por qué platicas eso?" Yo
veo muchos hombres así. Todo lo tienen que tener controladito. Si
no es uno objeto, si no es una cosa... uno también tiene su espacio
-puedo decirlo así. (…) No me gusta también aquí que esté todo
tirado, que "ay, los trastes de ayer y están todavía ahí", no, no me

830
AVRIL ARJONA LUNA

gusta a mí en lo particular. No, no. (…) O si va a venir mi esposo


pues ya me tengo que venir para pues cuando yo venga que haya un
almuerzo, agüita. Pues sí, viene de trabajar, si él fuera
inrresponsable, a la mejor yo lo haría, "pues me vale -¿no? (…) Pero
si él es responsable yo también tengo que corresponderle (…); si voy
[a la Casa de la Tercera Edad], sé que es una hora y regreso para
estar acá en mis labores cotidianas, que sé que es mi
responsabilidad (…) Ernesto que viene como a las cuatro, a las tres,
ya, ya tengo que tener la comida. Y... y Gregorio como come por allá,
le dan una hora de comida y come porque no le gusta llevar, no es
mi culpa. Ernesto se lleva su lunch y viene a comer acá, yo sé que es
mi responsabilidad tener la comida porque viene. (…) Cuando tengo
comida de un día para otro pues menos me preocupo, pero cuando
tengo que hacerlo pues sí, yo sé que es mi responsabilidad, voy allá,
pero mi responsabilidad está primero. (…) El lunes pues si a cobrar,
que si para acá, que si me quedo a platicar, que -este-, ya se va el día,
casi ni... El sábado igual fui a ayudar a una señora que a hacer
tamales, me fui aquí a las tres de la tarde, llegué a las ocho de la
noche. Y el domingo pues ya me invitó que a almorzar, que fue el
cumpleaños de su hijo, uy, nos fuimos aquí creo como a las once, ya
vine a las -hasta-, las dos de la tarde. (...) (…) Pero no. (…) no me
encierro mucho porque... porque yo sola pues a lo mejor también
eso le afecta más a uno. Pero no, no soy de esa "ay, si no hay música
estoy triste", no, ni tiempo me da de estar... mira ahorita, fui, dejé
casi ya tendido a lo mejor unas cobijas, colchas, y me fui a donde
tenía que irme. Fui, órale, a lo que te truje chencha, y ora vine, otra
vez terminar de lavar y almorcé, saqué lo de la lavadora, y pues lavar
el cachito donde lavé, p's se va... (...) Que dar una trapeadita bien, ni
he hecho todo lo que es la cocina, ahí está el tiradero. (…) Ya mañana
pus viene mi esposo y ya que "vamos, mejor salimos -me dice-, te
apuras en la mañana y ya". Ya quería ir a traer mis tortillas, no me
va a dar tiempo, no me da tiempo a mí de estar tristeando acá (…)
Mientras esté sana las horas se me van, busco a dónde usar mi

831
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

tiempo más. Y si de al tiro estoy que "ay, no tengo a dónde ir", pues
visito a mis amistades, quito tiempo a alguien; o hablo por teléfono,
qué sé yo.

Del fragmento anterior quiero destacar una representación común a mis


cinco interlocutoras: el hecho de que el encierro, en el espacio doméstico en el
lugar de madr-esposa como la diada reconocida para ellas como mujeres
trabajadoras -desde niñas- que, sin embargo, también han luchado por su
independencia económica, puede tener consecuencias en el bienestar. En este
sentido destacan los casos de las dos ex empleadas domésticas, puesto que en el
2013, cada una por su cuenta, decidieron asistir a la Casa Municipal de la
Tercera Edad ubicada a unas cuadras de sus respectivas casas. Si bien las
condiciones materiales y simbólicas en sus espacios domésticos son diferentes,
ambas cuentan ya con el referente -compartido- del Museo Comunitario como
un espacio para colectivizar aspectos de la vida cotidiana que les afectan.
Veamos cómo lo describe Rosa María:

Me toman la presión [en la Casa de la Tercera Edad]. (...) Y te digo,


ah, yo me siento muy bien. A veces me siento como tensa, voy, ya, ya
vengo con ganas de otras cosas. Como mañana, va a haber convivio
a día del amor y la amistad, que llévemos algo, va a ser de “traje”
-este-, entonces sí me voy a quedar, supuestamente otra hora yo
creo, como te digo, bueno, pero sí me pienso quedar. Si viene mi
esposo y no hay, "ay, lo siento mucho". Sí voy a dejar algo para que
almuerce, la comida ya lo hago con calma, comemos esto; ya si no
pudiese, pues vamos a traer un pollo rostizado, que no es mi caso
hacerlo seguido. (…) Mis hijos están muy contentos que esté yendo
[a la Casa de la Tercera Edad]. Ernesto, sobre todo, "ay, no -dice-, yo
me siento bien, no dejes de ir”. (…) ¡Oh! ¡Ay!, a [mi esposo y a
Gregorio] les da igual. Pero mi esposo tampoco dice "¡ay, no vayas!",

832
AVRIL ARJONA LUNA

no, "qué bueno que estás yendo". No me reprocha (…), ni Gregorio


tampoco -él menos porque él llega más noche (…). Pero tampoco
estoy allá y estoy pensando "¡ay, Dios mío!", voy a lo que voy, me
relajo un rato.

Respecto a estos dos espacios de orden comunitario en los que participan


las dos ex empleadas domésticas, es necesario notar que se trata de instancias
donde las representaciones en torno a estas mujeres de edades avanzadas
tienden a ser muy distintas, pues mientras en el Museo Comunitario las tratan
como mujeres valiosas por sus experiencias, en la Casa de la Tercera Edad
encontré representaciones que apuntan a la conmiseración más que a la
empatía, y a una serie de discursos que las infantilizan por medio del habla
cuando las tratan como si fueran sus niñas y niños.

Para pasar a los casos de las todavía empleadas domésticas, es necesario


tener en cuenta que de acuerdo con los datos obtenidos durante la
investigación las mujeres requieren de ciertas condiciones -familiares y
laborales- para el retiro, y que la edad no parece ser un factor decisivo en el
tránsito definitivo.

6.2.2 Las trabajadoras en casa particular: condiciones laborales recientes

(...) es que luego no sale ni lo del camión (Marilú).

Jaiba sí tiene de dónde vivir, ¿pero yo?, ¿qué voy a hacer el día que no pueda
trabajar? (Margarita).

Antes que nada es necesario tener en cuenta que en el caso de Margarita el


empleo doméstico no era su única actividad remunerada durante los primeros

833
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

meses del trabajo de campo, pues en el 2012 estaba encargada de una dulcería
que su esposo decidió poner para aumentar sus ingresos en la medida que ella
estuvo dispuesta a encargarse. Aunque durante las entrevistas fue imposible
calcular el ingreso de Margarita por la preparación de alimentos para eventos
de sus conocidas, es también fundamental considerar que ella tiene este otro
ámbito de desarrollo, mismo que le satisface en buena parte porque la ubica en
un lugar reconocido:

[Lo de la venta de comida para eventos] empezó con mi consuegra,


de que antes que hacían algún evento "ay, Doña Margarita, ¿nos
hace la comida?", "sí", y yo en mi trabajo, viendo cómo lo hacen, pus
así he aprendido. Como te digo, yo he andado como la cochinilla -de
aquí a allá. Cuando le ayudaba a la señora ahí en Portales un chavo
me pasó la [receta] de la birria y hice la prueba aquí en la casa y me
dijo mi esposo "oyes, te quedó muy sabrosa"... no, pues que me
aviento [haciendo para mi familia en cumpleaños] (...), y ya de ahí se
siguió (...). Y así, gente que ya me conoce; como ésta señora, es
Tesitiga de Jehová, y ya van tres veces -con ésta- que le guiso (...), sí,
vive cerca (...). Y en junio, julio, fui por aquí (...) más adelante de
Chalco, también, a hacer una comida -hice mixiotes. (...). Y así me
he dado a conocer, con la gente que sabe que hago comida, me
recomiendan. (…) Pues yo les cobro muy barato...mmm, realmente
es muy trabajoso, sí, pero me gusta hacerlo (...). Es lo que le digo a
mi esposo, ese no es negocio, es que no, no puedo, me aburre estar
sentada en la dulcería -sentada pero estoy haciendo esto de sellar
las etiquetas de las salsas que vende en su negocio. Ayer me fui de
pata de perro, fui a Palacio y así, pero en la tarde llegué cansada y
aburrida y dije qué hago, qué hago -agarré y me puse a sellar y me
eché cuatro rollos... es una forma de... de, como de estar así,
entretenida. Y es que (...) no, ahorita los miércoles no estoy

834
AVRIL ARJONA LUNA

trabajando (...), ni sábado, ya le encargué [un trabajo en casa a mi


amiga] Mari, a ver qué me dice.

Como vimos en el capítulo anterior y lo acabamos de hacer para el caso de


las retiradas, estas mujeres han encontrado otras alternativas remuneradas en
distintos momentos de sus cursos de vida. Hay trabajos como el que tuvo
Margarita en los Laboratorios Tilsa o el de Esther en la Academia de San Carlos
que resultan entrañables. De este modo y a pesar de las oportunidades o
alternativas -como pudo ser para Esther quedarse a cargo del negocio de sillas,
mesas y lonas-, mis tres interlocutoras más jóvenes siguen encontrando en el
empleo doméstico su lugar como trabajadoras en la medida que otras
oportunidades se vislumbran difíciles de conseguir -como comenta Esther:

(…) ya no he tenido oportunidad de entrar en otro de esos [trabajos,


como el de la Academia de San Carlos]. (…) Le he dicho a Jimena
[una empleadora doméstica ocasional que trabaja por su cuenta]
“¡ay pus cuando haya chances de entrar a un trabajo de esos, pus
dime! Pero ahorita ya se va fueras a trabajar, (…) no recuerdo
exactamente [en] qué país esté ella, pero se fue (…); sale por
temporadas: se van, se acaba, y regresan. Luego se va a Oaxaca
también a trabajar (…). Entonces pus no, no tiene un lugar así, fijo,
que dijéramos. Y mi idea era hacerme amiga de la mera mera de ahí
[en San Carlos], pero no, no se prestó la señora. (…) Era muy… como
que siempre tenía cara de pocos amigos [ríe].

Como dije al inicio de este apartado sobre la trayectoria laboral, sostengo


que el ingreso está condicionado por cinco aspectos generales -el número de
horas dedicadas al trabajo, la ubicación de los espacios, el gasto que hacen en
trasportes, las características de las viviendas y las familias empleadoras, y los
derechos que tienen en tanto trabajadoras. Estos, a su vez, están supeditados a

835
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

las condiciones para negociar que han tenido Esther, Margarita y Marilú con las
personas que las emplean. Acerquémonos a las generalidades y
particularidades para tejer el argumento.

Como se observa en el Cuadro 12, Esther tenía ocho espacios de trabajo,


Margarita tenía tres -uno muy reciente- y Marilú dos. De acuerdo con estos
datos, calculo que en promedio ellas trabajan 71 horas quincenales -con un
mínimo de 64 y un máximo de 80 horas-, sumando un total de 214 horas de
trabajo remunerado. Así, a la quincena estas mujeres trabajan muchos más días
de los que descansan, por lo que no sorprende que las tres manifiesten la
expectativa de dejar de trabajar los fines de semana, como comenta Marilú:

Yo quisiera que me descansaran y no, al contrario, ahorita con la


Doctora yo los martes no lo quería trabajar y me dice "no, yo la
necesito lunes y martes. Si se puede venir toda la semana co[n]migo
véngase toda la semana"; y le digo "no, es que voy a la otra casa", dice
"pues véngase cuatro días conmigo", y digo "bueno, dos días con la
otra (...). Ahorita voy con la señora Marta miércoles y sábado y con
la Doctora lunes y martes, jueves y viernes; y donde voy al sábado
me dice "mi cuñada la necesita, que le haga huequito". Les digo "¿y
de adónde?" -yo nomás les digo que sí, pero ella sabe que yo trabajo
toda la semana.

Cuadro 12. Tiempo dedicado en días y horas al empleo doméstico quincenalmente


Días de Días de Horas de trabajo Número de
trabajo descanso remunerado espacios laborales
quincenal quincenales quincenales actuales
es
Margarita 12 2 64 3

836
AVRIL ARJONA LUNA

Marilú 12 2 70 2
Esther 13 1 80 8
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

En el Cuadro 13 podemos ver la distribución de los días de trabajo según la


ubicación de los espacios laborales; el tiempo que entre 2012 y 2013 tenían
laborando en cada uno de ellos y características relevantes como los horarios,
los tiempos de traslado de ida y vuelta, el costo de los pasajes y los ingresos en
cada caso. Lo común es que el empleo doméstico abarque de lunes a sábado,
siendo el domingo su principal día de descanso.

Entre las particularidades destaca Esther porque el trabajo ocupa un


mayor tiempo de su vida cotidiana en la medida que no sólo trabaja un día más
a la quincena, si no que lo hace en más espacios. Además, Esther es la única que
sólo va una vez a la semana a cada uno de estos espacios -mientras que las dos
restantes van dos y hasta cuatro días según sea el caso. Esto impacta, como
veremos en un momento más, en las representaciones generales que tienen
sobre las actividades que desarrollan en cada espacio laboral, pues en ocasiones
se les hace pesado porque se carga el trabajo cuando hay que lavar ropa a mano, por
ejemplo, y van sólo una vez a la semana.

De acuerdo con la ubicación de las viviendas encuentro que la tendencia


es hacia el sur de la Ciudad de México. La mayoría de estos espacios se ubican
en la Delegación Tlalpan (ocho casos), seguida de la Delegación Coyoacán (dos
casos), la Delgación Benito Juárez (dos casos) y la Magdalena Contreras (un
caso). En este rubro nuevamente Esther representa una mayor diversidad en la
ubicación, y destaca porque trabajaba en dos Delegaciones -Benito Juárez y
Coyoacán- que tienden a tener mejores niveles adquisitivos. Por otra parte

837
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

destaca Margarita porque era quien más lejos se transportaba los miércoles y
sábados, cuando acudía a la Magdalena Contreras.

Los sueldos más bajos están representados por Margarita y Marilú,


mientras que los de Esther tienden a ser más altos en la medida que trabaja
más. En este sentido, podemos establecer que el salario mínimo es de $200.00
diarios y el máximo de $370.00, siendo $274.00 el promedio de mis tres
interlocutoras todavía activas como empleadas domésticas.

Pensando en la jornada laboral de ocho horas por día, trabajando de lunes


a viernes, sólo Esther se acerca a cubrir una jornada laboral de este tipo en
términos de horas, pero no de días. Sin embargo, si agregamos el tiempo que
invierten en desplazarse a sus empleos el panorama cambia, pues la inversión
en tiempo es considerablemente mayor. Si tomamos como ejemplo el caso de
Margarita, observamos que la suma de horas de trabajo remunerado y de
tiempo destinado a los trayectos de ida y vuelta da como resultado un
aproximado de 61 horas destinadas al empleo remunerado a la semana.

Ciertamente pensar un horario de trabajo concreto no resulta fácil para


estas tres interlocutoras, de modo que los datos que proporcionan tienden a ser
aproximados. Aunque el horario puede no ser congruente en todos los casos, el
número de horas que trabajan en cada espacio tiende a ser bastante real y las
variaciones suponen más, y no menos, horas de permanencia en el espacio
laboral. El motivo por el que en uno de los trabajos de Margarita es difícil
establecer la hora de salida se relacionan con que destina tiempo a platicar con
su empleadora, una mujer de edad avanzada que vive sola; sin embargo, otro

838
AVRIL ARJONA LUNA

motivo posible se relaciona con la velocidad que impriman a las tareas que
desarrollan.

En cuanto al tiempo y dinero invertido en el trayecto de ida y vuelta es


necesario destacar que los datos presentados corresponden a lo que pude
corroborar acompañando a Margarita y Marilú. En el caso de Esther me resultó
imposible desarrollar este tipo de observación participante, como expliqué en el
capítulo metodológico. A pesar de esta limitación, los datos corroborados nos
permiten un primer acercamiento a estos aspectos del empleo doméstico. En
primera instancia observamos que tanto el trayecto de ida como el de vuelta
dura en promedio dos horas; en segundo lugar, destaca que el gasto en
transportes representa un promedio de $31.00 diarios.

En torno al tiempo estimado en los trayectos destacan las


representaciones sobre que los fines de semana el transporte que conecta al
Valle de Chalco Solidaridad con el Sur de la Ciudad de México tiende a
disminuir; por lo que pueden suceder dos cosas: que el trayecto se haga un poco
más largo por la espera -esperanzadas en que podrán conseguir un lugar para
sentarse- o que deban viajar buena parte del trayecto de pie.

Los gastos de transportación, por otra parte, pueden verse afectados por
el tipo de transporte utilizado -peseras, microbuses, camiones y metro- y el
número de trasbordos necesarios para llegar al destino. Veamos en una
narración de Marilú cómo las representaciones son que en el campo se gana
menos que en la ciudad, pero al mismo tiempo los gastos aumentan en el
segundo ámbito; así, el gasto en transporte y la satisfacción de un antojo, o de

839
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

una necesidad, representan diferencias sustanciales entre ámbitos rurales y


urbanos:

(…) Pues el trabajo del campo es bonito, pero también -este-... cómo
te dijera... gana uno menos, y pues yo creo que viene siendo casi lo
mismo de pesado [que el trabajo en casa], namás que aquí ganas un
poquito más -pero aquí gastas más y allá gastas menos-, por eso
digo que es junto con pegado. Sí porque yo aquí gasto por decir en
los pasajes mis 30 pesos, y si se me antojó algo ya son otros 10 pesos
-ya me ando echando los 50 pesos. Y ahí [en el campo] pues al
menos que se me antoje un refresco o algo así, pero si vas a trabajar
cuando van a cosechar van escogiendo lo mejor y lo demás se queda
amontonado y si quieren pueden agarrar de ahí y hacen su comida.
(…) Te digo que ahí comen más natural.

En este mismo sentido de lo que implica en tiempo el traslado de sus


casas al trabajo y de vuelta, recupero un fragmento de Esther, para quien salir
de madrugada -y a veces regresar de noche- se ha tornado una costumbre: (…)
pus es la hora que me levanto, mañana pues a la 5:00 tal vez, 5:30 de la mañana, pero
[estando] hasta allá, [en Chimalhuacán,] pues sí, a las 4:00, 4:30 más o menos -para que
a las 5:00 ya salga yo. Y luego de ahí como mañana trabajo con las dos hermanas, pues
voy saliendo a las 6:00, 6:30 de la tarde… Pues ahí [a Chimalhuacán] ando llegando a
las 9:30 de la noche.

Cuadro 13. Días de trabajo, ubicación de los espacios, horarios, traslados e ingresos
recientes de las tres empleadas domésticas

Días Delegacio Horario


de la nes en las

840
AVRIL ARJONA LUNA

Tiempo laborando en cada espacio

Tiempo destinado al trayecto

(pesos)Ingreso por jornada


sema que se

(pesos)Gasto en transporte viaje redondo


na en ubican los
Entrada Salida
cada espacios
espac laborales
io
labor
al

Ida

Vuelta
T C B M
J C
Ma L-M-J- x 9:30- 10 5 -5:30 3 26.00 2 1½ 270.
ril V a.m. p.m. años horas horas 00
ú Mi- S x 9:30- 10 5- 5:30 2 29.00 ó 1½ 1½ 300.
a.m. p.m. años 30.00 horas horas 00*
x 8 a.m. 1 p.m. 2 - - - 250.
Esther

L años 00
x 2 p.m. 5 p.m. 2 - - - 200
años .00
M x 9 a.m. 4 p.m. 1 - - - 300.
año 00
Mi x 9 a.m. 4 p.m. 1 - - - 300.
año 00
J x 7 a.m. 3 p.m. 8 - - - 370.
años 00
Vi x 9 a.m. 3 p.m. 8 - - - 300.
mes 00
es
S x 9 a.m. 4 p.m. 9 - - - 300.
años 00
D- x 8 a.m. 3 p.m. 8 - - - 300.
cada años 00
15 días

841
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

LyV x 10 a.m. 5 p.m. 10 30.00 1½ 2 200


Margarita

años horas horas .00

MyJ x 11 a.m. 2 p.m. 8 34.00 2¼ 2½ 200


años horas horas .00
Mi y S x 11:30 Indefi 3 34.00 2¼ 2½ 270.
a.m. nido mes horas horas 00
es
Tot 8 2 2 1
al
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013. Notaciones: T=
Tlalpan, C= Coyoacán, BJ= Benito Juárez, MG= Magdalena Contreras. *Este salario se estableció así con
un aumento que recibió en el 2013.

El tiempo que las informantes tienen laborando en cada espacio es


variable en cada caso. El mínimo es de tres meses y el máximo de 10 años
-ambos polos representados por Margarita. Teniendo en cuenta estos datos vale
la pena recordar que en el 2012 Margarita tenía alrededor de 20 años reinserta
en el empleo doméstico tras el tránsito en el Laboratorio y que Esther tenía 10
años en esta misma condición. Así, especialmente en el primer caso se observa
que aunque ya ha creado antigüedad, muy probablemente habría espacios en
los que de haber seguido podría tener dos décadas ocupando el lugar de
trabajadora.

Veamos ahora las características sociodemográcas generales de las


familias empleadoras y algunas condiciones generales del trabajo en cada
espacio entre el 2012 y el 2013. Marilú trabajaba con una pareja de doctores y
padres de un niño cuatro días a la semana, y con la familia de la señora Martha
-compuesta por la pareja y dos hijas jóvenes- dos días a la semana. Este segundo
espacio laboral lo consiguió por medio de una mujer cercana que le heredó el
trabajo. Como ya dije en el capítulo anterior y será muy evidente en las

842
AVRIL ARJONA LUNA

experiencias recientes de Marilú, las actividades a desempeñar pueden sumarse


con el paso del tiempo, generando malestar y resistencias.

Margarita trabajaba los lunes y viernes con la señora Lupita, una mujer
viuda que toda su vida se ocupó como ama de casa y que la recomendó con su
hija -Verónica, con quien trabajaba los martes y jueves. Esta es una mujer
adulta, lesbiana, que se desempeña como psicóloga y tiene un autolavado. Veamos
cómo narra Margarita los cambios y continuidades en su situación laboral con
la señora Lupita y su hija:

[Con Verónica] tengo 8 años trabajando, los cumplí ahora en


noviembre [del 2012] (...), ahí trabajo como 3 horas [cada vez que
voy] -es más lo que me hago en ir y venir que lo que voy a hacer ahí.
Pero no por eso voy a aguantar todo; sí tengo necesidad, pero no es
pa tanto. (...). No guiso [con Verónica] porque ella no come ahí (...),
compra pan, atún, frijoles de lata, a mí no me gusta el huevo pero
me hacía huevo con frijoles, o los puros frijoles y compraba mis
tortillas -y pues ya comía. Pero ahora ya no [porque me está
midiendo todo lo que uso para trabajar] (...). Ahorita ya le encargué
a una amiga a ver si sabe de una chamba (...), sí porque después de
tantos años (...), ¿por qué tanta desconfianza? (...) [No creo que la
señora Lupita pueda interceder] porque Verónica tiene una actitud
así como de "mamá, no te metas en mis cosas" (...), entonces
tampoco me gustaría que la señora Lupita tuviera problemas por mi
culpa (...), pero ya le avisé. [Verónica] me daba 170 pesos [por
jornada], pero cuando nos fuimos para allá [a la Magdalena
Contreras] le dije "es que yo gasto mucho de pasaje", y su respuesta
fue "pues Magos, si no te conviene ai la dejamos", "sí, está bien", o
sea, como diciendo "me vale madres" ¿no? Entonces no fui como un
mes y entonces la señora Lupita me dijo "dijo Vero que si no vas a
hacerle su casa" (...) y le dije "es que a mí no me conviene porque me
gasto 50 pesos de pasajes y ella me da 170, ¿cuánto me queda?, ¿100

843
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

pesos?, mejor me quedo en mi casa", "no, dice que te va a dar los


200", dije "bueno" y me busqué ir por la parte donde gasto menos
pasaje. (...) De eso hace un año. Digo, la señora Lupita no pasa de
sus 200, 220, pero me siento a gusto porque "Magos, vamos a
comer", "Magos, desayúnate" -no me puede ayudar con gran cosa,
pero aquí la gran diferencia es que cuando cocina ella lava los
trastes, así, todo lo que utiliza para guisar. Y en Navidad algo me
toca (...). [Verónica] y su cuñada tienen un taller de autolavado (...),
su trabajo les ha costado (...). Vive sola, no tiene hijos porque es
lesbiana. (...) Sí tenía [una pareja], pero ya se dejó de ella. (…) Ellas
me dijeron que vivían como amigas -o sea como quien dice, me
quisieron hacer tonta-, (...) todo era muy discreto. (…) Verónica ya
tiene 56 años... ya es adulta. (...). Ya casi se jubila de la escuela, es
psicóloga trabaja con los niños de síndrome de down (...). Y cuando
Caro [la ex pareja] vivía ahí, era otra cosa (...). Sí, [empecé a trabajar
primero con la señora Lupita y luego con su hija], (...) pero en ese
tiempo estaba Caro y era diferente (...), cómo te dijera, Caro era la
ama de casa, ¿sí me entiendes?, o sea "Magos, vamos al mercado"
(...), ella hacía la comida, doblaba la ropa -yo nada más planchaba- y
lo acomodaba, y yo hacía la limpieza, Caro lavaba los trastes de la
comida -cuando no sabía cómo guisar me decía "¿cómo le hago?",
"pus yo le hago así y así", "entons así lo voy a hacer"... entons eran
cosas, y pues cuando se fue sí la extrañé mucho... bueno, le lloré
-llegué a ese grado (...). Y se fue, porque Verónica no la dejaba
desenvolverse en su carrera -es dentista- (...), ahorita tiene 40 años.
Y como adoptó a una sobrina (...) -tenía una hermana que murió;
Carolina dice que fue de cáncer, Verónica dice que fue de SIDA;
solamente Dios sabe. (...) La chica vivía en Tijuana (...), pero el papá
está en el reclu[sorio] -o sea, son cosas fuertes, ¿no? Y su hermana le
dijo "hazte responsable de mi hija, no quiero que se la dejes a mis
papás, por favor" (...). Y se fue, y a partir de ahí Verónica se hizo otra
persona (...).

844
AVRIL ARJONA LUNA

Ya hacia el 2013 Margarita encontró el trabajo con la señora Gabriela y su


familia -compuesta por el esposo y dos hijas- en la Delegación Magdalena
Contreras. Este espacio laboral le pareció muy bueno durante las primeras dos
o tres ocasiones en que asistió, pero con el paso de las semanas y los meses la
informalidad de la empleadora comenzó a mermar el gusto de mi interlocutora.
Veamos cómo describía la situación en agosto del 2013 y su impacto en otros
ámbitos de la vida cotidiana de Margarita:

Ayer otra vez la señora Gaby me canceló, (…) ya estoy hasta el gorro.
Ayer fui con mi hermano y ahí ojala y sí me hablen de ese trabajo,
ahí me conseguí uno pero, el señor como le dije que me pagaban
$300, y me dice, “déjeme consultarlo con mi esposa, vamos a
platicarlo y nosotros le llamamos por teléfono”. Entonces le dije de
qué horas a qué horas me podían encontrar porque pus me salgo
(…) Lo que pasa es que la señora Gaby me habló pero ya cuando iba a
pasar el metro Aculco, o sea entre…Cerro de la Estrella, es una antes
de que se suma, no me acuerdo cómo se llama esa parada, y suena
mi celular y dije es la señora Gaby, y me dice “Ay Margarita es que te
iba a decir que ando fueras”, le digo “Señora Gaby, me hubiera
hablado temprano, yo ya estoy en el metro, o sea, le digo, pero
bueno está bien, me regreso” y ya me regresé. Y digo “¿qué hago,
que hago?”, dije “pues me voy a Portales”, (…) y ya me fui para allá y
ahí llegó ese cliente a comprar con mi hermano; y me dice el señor
“¿y qué hace?” “pues la limpieza de la casa. Bueno aquí en donde yo
estoy yendo lunes y viernes plancho, pero nada más es de una
persona, y no plancho mucho”, dice “¿y eso le dan, $300?” le digo
“sí”, y me dice “¿usted es de aquí?” le digo “ah, él es mi hermano”, y
me dice bueno “déjeme platicar con mi esposa y a ver qué acuerdo
llegamos y ya le hablamos” (…) Entonces dije bueno, espero. (…) Sí, o
sea ya tengo dos semanas [que me descansa la señora Gaby] y yo no
puedo estar sin, y menos ahorita que voy a internar a Ángel. Y ahora

845
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que fui a mi pueblo pues ya le dije a mi hermano que me busque


cliente para el terreno, ya lo que me den, con eso voy a solucionarlo,
y me dijo mi hermano que a la mejor me dan 30 mil, le digo “pues no
importa lo que me den, pero ya”, o sea ya quiero que salga y me dice
“pues déjame investigar primero y sobre eso pues ya pongo el
letrero, y ya pues lo voy a enseñar” y le digo “bueno”, y me dice “no te
preocupes hermana yo lo voy hacer”. (…) Porque a mí no me
conviene que la señora Gaby me descanse cada que quiera [y ese día
no gano], o sea tú buscas un empleo porque yo sólo falto cuando de
verdad necesito faltar, mientras no.

Esther representa el caso con mayores cambios en sus espacios laborales


recientes. Esto se debe no sólo a eventos sociodemográficos experimentados
por sus empleadoras -como serán la migración, la viudez y el desempleo-, sino
también a que el hecho de trabajar sólo un día en cada espacio la orilla a
constantemente intercambiar días o a retomar trabajos previos mientras
surgen otros nuevos y con mejores condiciones laborales.

A pesar de la flexibilidad del caso, entre el 2012 y el 2013 Esther trabajaba


los lunes en dos departamentos. Por la mañana iba con Sarahí, una estudiante
de las ciencias sociales que renta cuartos a extranjeros que requieren de vivir en
las inmediaciones de Ciudad Universitaria, y por la tarde iba con Ivonne
-hermana de la anterior y estudiante de ciencias biológicas y marinas- que en
ese entonces iba y venía a la Ciudad de México hasta que hacia finales del 2013
regresa a vivir a su departamento. De estas jóvenes empleadoras destaca que
será su madre, la señora Romina -jubilada-, para quien Esther trabajaba
intermitentemente en ese entonces, quien se encargue de acordar con mi
interlocutora las condiciones del trabajo. A trabajar en estos espacios con estas
mujeres que durante el trabajo de campo fueron cambiando de actitud con

846
AVRIL ARJONA LUNA

Esther, mi interlocutora llegó por otra empleadora, la señora Mirna -otra


jubilada.

Los martes Esther trabajaba por la Prepa 5 con la hermana de la señora


Amparo, con quien trabajaba los sábados y ya tenía años como empleada.
Además de las diferencias entre las prácticas que una y otra empleadora en
tanto hermanas tenían para con Esther, destaca que en el 2014 la señora
Amparo -jubilada- enviudó y más pronto que tarde mi interlocutora perdió ese
espacio de trabajo porque las hijas e hijos de la viuda ya no requirieron de sus
servicios.

Esther: Y no, pues es muy diferente su hermana de la señora


Amparo, porque desde el primer día que llegué me dijo “mira
Esther, aquí puedes entrar de 9:30 a 9:00 y te vas a la hora que
termines y te voy a dar 200 pesos”. No me gustó porque dije “me
gasto 30 pesos de pasaje qué me va quedar”, pero me quedé a
trabajar ese día, dije “bueno, pa no perder todo el día pues me quedo
y ya mejor me regreso con el Doctor [ríe]” pensé. Y me dijo, “pero
primero, lo primero, viniendo lo primero que tienes que hacer es
desayunar” [por eso me quedé]. (…) El sábado… bueno, mira, el
sábado haz de cuenta que ahí pues ya llevo cerca de 10 años (…), el
señor vive con su esposa, pero es ordenado el señor (…). Cuando
llegué, pues tenía yo como 32 años, cuando entré allí; ella, este, pues
nunca me dijo que podía desayunar, entonces pues yo me
aguantaba también, o sea, me aguantaba hasta el medio día, y pues
creo que se acostumbró porque al medio día -como ella también
trabajaba- ella me iba a comprar mi comida y pues ya, si la quería
comer allá o si me la quería traer me la traía ¿no? (…) Ya que salió de
trabajar ya me deja la comida allá, pero, pues no, como que yo
siento que no [ríe], no es como en los otros trabajos que pus “mira,
aquí hay esto, hay el otro y puedes agarrar lo que tú quieras, o”…No,

847
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

ella me mide la comida, me deja un poquito de chilaquiles y un


bolillo y ai puedo agarrar café o leche, lo único. Ya después lo que
hacía yo en las mañanas era pasar a comprarme una torta y un atole
y ya me lo comía antes de entrar para que aguantara yo hasta medio
día…

Los miércoles trabajaba con una arquitecta que al parecer se dedica a la


venta de bienes raíces y que, como explica Esther, no tenía un ingreso fijo: como
que ella no tiene un despacho ni nada de eso, todo lo hace en su casa, entonces yo creo que
ella también este…Si trabaja pues tiene dinero ¿no?, y si no, pues no tiene; si más que
nada es así porque, no tiene un jefe ella (…), ándale, por su cuenta [es que trabaja].

Esther trabajó con la señora Mirna desde el 2005 y hasta el 2013 -cuando
la empleadora migra a otra Entidad Federativa- y se trata del espacio al que
acudía los jueves; todo indica que este espacio se volvió representativo durante
la transición entre la etapa de vida intermedia y ésta última, pues fueron esta
empleadora y su hija -también estudiante de las ciencias sociales- quienes le
recomendaron poner límites a don Ernesto y sus hijas. De este modo, mi
interlocutora recuerda que en este espacio recibió incentivos para retomar los
estudios que, sin embargo, nunca se le dieron (…), de plano, porque de grande lo
intenté (…) Cuando luego me decía la señora Mirna “ve a estudiar”, y le hice caso, pero
no, no se me dio.

Los viernes Esther trabajaba con una pareja -un doctor y su esposa, una
periodista médica- que representa el espacio en el que más tiempo tenía
trabajando -nueve años, a pesar de que cuando ellos se casaron dejó de trabajar
con el médico un tiempo. Hacia el final del fragmento destaca una medida
precautoria que algunas empleadas domésticas parecen tomar cuando deciden

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AVRIL ARJONA LUNA

pedir un aumento salarial -tener un trabajo alternativo en caso de que la


solicitud suscite el despido:

Pues mira a mí, yo sé que por el doctor, tal vez no habría problema,
pus, casi diez años que lo conozco, por la que siento que va a haber
problemas es con su esposa, porque aparentemente, conmigo es
muy buena la señora, en si conociéndola a ella, llevo como, tres
años. Después de que se casaron el doctor me dijo que ya no fuera,
porque pues ya la señora había dicho que entre los dos hacían su
limpieza, y ya no fui; después cuando [ella] estaba embarazada…
empecé a ir. Después no sé por qué me dijo otra vez que ya no, la
señora, me salí…(…) Ya después (…) me llamó y ya no me ha
despedido; yo me salí un tiempo porque se cambiaron de casa y me
había puesto muchos peros: ella me dio la llave de su primer
departamento y ya del otro departamento no me dio, que porque
dijo que allá los vecinos eran especiales y que nadien de los
empleados debería de tener llave, más que los dueños que vivián
ahí. A mí no me pareció así tan, bien, yo dije “es raro” ¿no? Porque si
yo estoy viviendo aquí, pero tengo quien va a venir, le doy la llave,
bueno yo pensé así, y ya no fui, pero ya después me volvió a buscar
la señora y me dijo “no, aunque sea en las tardes vente” y ya fue
como empecé a ir. Entonces –este- pues ahorita igual tiene poco –
meses- que regresé con ellos (…). Antes estaba yo con ellos en las
tardes, iba todos los lunes en las tardes, nada más que, pues, no, yo,
siento las cosas, así que (…) …Hubo una vez que yo fui y no estaba;
no me avisó, llegué ahí, le hablé por teléfono y me dijo que estaba en
Pachuca, que según se le olvidó avisarme. Yo no le creí, la verdad;
entonces, no, pues ya no fui, ya no fui, ya no fui. Y entonces fue que
volví porque me buscó otra vez, entonces así como que digo, bueno,
igual está esperando que ya le termine de limpiar bien la casa y
igual me dice “no vengas tantos días, hasta después”, porque ya me
lo ha hecho, pero es ella, no es el doctor, y como ella es, pues, la que
ordena, lo tendría que platicar con ella, y si a ella no le parece pus,

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

pues me va a mandar [ríe]. Ella es periodista del hospital de la


López, creo, (…) no estoy muy segura si es de la López o del hospital
Ángeles, porque el doctor trabaja en los dos, el doctor es el director
del hospital de la López Mateos (…) y ella, yo sé que es periodista de
un hospital (…). Entonces pues así como que digo, plantearle esto
[del aumento de sueldo] pues, sería cuestión de que ya tenga yo un
trabajo [alternativo] por si me dice no.

Por último, los domingos Esther trabajaba cada quince días con la señora
Ruth -una mujer de edad avanzada que vive de sus rentas-, con la que se ha
empleado bajo muy diversas circunstancias desde su etapa de vida anterior. En
julio del 2012, en un contexto familiar de tensión y conflicto, Esther tuvo
oportunidad de quedarse en una ocasión a dormir en el departamento de esta
empleadora tras su jornada laboral. Ese evento posibilitó una alternativa tan
material como simbólica para mi interlocutora; mucho mejor a la que estaba
viviendo, siendo relegada por su familia en Valle de Chalco Solidaridad y
estando sola -también en tensión con uno de sus hermanos y vecino- en su casa
de Chimalhuacán. Así, Esther proyectó adoptar la modalidad de planta por
jornada con la señora Ruth, y lo logró por medio de esas relaciones de
intercambio en las que, como dice, nos ayudamos las dos:

(…) [quiero] ir y hablar con [la señora Ruth], decirle “mire yo, si
usted me da chances de quedarme [en su casa] yo le ayudo con su
limpieza, y así nos ayudamos las dos”. Y además a mí me gusta ser
acomedida: me levanté temprano, le hice su jugo, le piqué su fruta y
se la fui a llevar -y ya que me voy [ríe]… Sí, yo creo por eso ella como
que dice que no me considera así como su empleada, me dice “yo te
considero Esther como mi amiga, te quiero y te estimo mucho, no
puedo ayudarte, tampoco, [como tus otras emleadoras], pero
cuando quieras aquí te puedes quedar, te puedes bañar, puedes

850
AVRIL ARJONA LUNA

lavar”. Entonces por eso digo “bueno, si ella me da esa oportunidad


pues yo le ayudo con su limpieza”, así sirve que ni vengo aquí, ni me
voy a mi casa y ni me voy a sentir tan...

Cuadro 14. Actividades desempeñadas por las empleadas domésticas según el tipo de
vivienda en sus espacios laborales recientes
Casas Departamentos
De interior De De interior De Otras
exterior exterio
r
Preparación de alimentos
Asociadas a la ropa

Asociadas a la ropa
Limpieza general

Limpieza general

Marilú 2 2 2 2 - - Preparación de alimentos


- - -
Esther 5 - 1 2 3 - - - 1
Margarit 2 1 1 1 1 1 - -
a
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

De acuerdo con los datos sintetizados en el Cuadro 14, quiero destacar


que las actividades desempeñadas por Esther, Margarita y Marilú variaban
dependiendo del tipo de vivienda en la que lo hicieran, ya fuera en
departamentos o casas solas o en condominio. He dividido las actividades en
tres grandes categorías: de interior, de exterior y otras. Las actividades de
interior son las más diversas por lo que sugiero sub clasificarlas en tres: 1) la
limpieza general -que incluye barrer, trapear, sacudir, lavar trastes, lavar
refrigeradores, limpiar vidrios por dentro-; 2) actividades asociadas a la ropa

851
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

como lavar, tender y doblar o colgar; y 3) preparación de alimentos. Veamos


cómo describe Marilú, por un lado, algunas actividades de limpieza general
enfatizando los utensilios de los que se sirve en sus espacios laborales; y por
otro el caso de Esther y las actividades que desempeña en los departamentos de
dos jóvenes empleadoras:

Marilú: Yo tengo mi trapo de limpiar, un mojado y un seco, y voy


lavando mi trapo, mi cubeta y si está el trapo sucio voy y lo tallo en
el lavadero y limpio, y así limpio los baños, los tallo bien y luego les
echo agua y al final de cuentas los seco con el mismo trapo mojado –
claro, trato de que no queden empañados-, pero esta señora me dice
“no, es que yo veo que nomás agarra usté dos trapos”, le digo “pues
sí, porque con uno le tallo y casi ese lo lavo, lo exprimo y lo seco, lo
lavo, lo exprimo y lo seco, así trabajo yo”, “no, es que Doña Mary
usaba como seis siete trapos”, le digo “ah, sí”, “sí –dice- porque le
tiene que hacer y luego le tiene que secar bien y todo”, le digo “ah,
pues yo no lo ocupo pero igual”; “y luego pa las puertas tiene que
usar un húmedo y un seco, pero lo tiene que pasar bien porque
quedan rayadas”, le digo “yo trato de hacerlo bien pero” –ya las
puertas están más p’allá que p’acá, pero ella quiere que salga brillo
yo no sé de a dónde [risas]. (…) Y [con la doctora] ahí también con el
trapo mojado; a donde se requiere el trapo húmedo y el seco, y pa
los muebles tengo una franela, le pongo tantito aceite de ese rojo y
queda muy bonito, ese siempre lo hago, y queda muy bien. Me
compró la señora de ese de spray pero ese no me gusta, me gusta
más del líquido, rinde más, y le pongo y hasta los esos de madera
quedan muy bonitos si se les pasa eso. Pero pues ella ni me dice
nada, ya vio su casa que se lo conservo limpio; al principio sí viendo
dónde había una telaraña, ya ahorita ya ni me dice nada.

Esther: Pero no, no me quieren aumentar [Sarahí, Ivonne y su


mamá]. Dije bueno, lo bueno es que trabajo con las dos hermanas y

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AVRIL ARJONA LUNA

ahorita ya no va a haber tiradero en el otro departamento porque ya


se fue Ivonne y ella es la única que hacía tiradero -los que rentan
casi son muy ordenados, bueno los dos que están son ordenados, el
que va a llegar quién sabe. Pero la señora Romina les dice “ella no les
va a tocar nada de sus cosas, (…) ni tender la cama, nada más va
entrar a barrer y sacudir lo que se puede, y barrer y trapear”; pues
está bien así, por eso puedo ir en los dos, porque los muchachos que
están ahí también son ordenados y casi nunca están.

En estas dos últimas subcategorías -actividades asociadas a la ropa y a la


preparación de alimentos- se ubican en las experiencias laborales recientes de
Marilú y Margarita. La primera lava ropa en sus dos espacios de trabajo -con la
doctora solamente en la lavadora y con la señora Marta antes debe tallarla a
mano- y también cocina en ambos. La segunda no cocina ni con la señora
Lupita ni con la señora Gabriela, pero si quiere comer en su trabajo tiene que
preparar para sí cuando acude con Verónica; en cuanto a la ropa, ella atiende
estas necesidades con la señora Lupita y con su hija. Veamos cómo describe
estas actividades Marilú y el problema de la suma de actividades sin que medie
negociación explícita:

(…) Pues [la señora Marta] tiene lavadora de trastes, o sea, ahí mete
todo -hasta eso que ella no me saca muchos trastes (…). A mí nunca
me han regresado las cosas [con la Señora Martha]… pero… pues
este, yo cuando llegué a trabajar en su lugar [de mi amiga María],
como dos veces me dijo la señora, la patrona, me dice “mire, le doy
este pantalón”, me dio un pantalón así, como verde pistache,
delgadito, y me dio un pantalón color hueso, me dice “me le da una
enjuagadita a este pantalón”, y le digo “sí”, “porque mire, aquí Doña
Mary me le echó un chorro de suavitel y ahí quedó todo rayado”, “ah
bueno, ahorita se lo enjuago”, “sí –dice- nomás enjuáguele y ya,
nada más para quitarle esa raya”, le digo “sí”… (…)Y este…. Pues, la

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

ropa también. Al principio pues no le hallaba porque yo no sabía


cuál ropa despinta cuál no, ahorita como ya voy para dos años [con
la Señora Martha] pues ya sé más o menos (…), va uno conociendo la
ropa. Pero la señora el otro día que echó los brasieres echó un
brasier rosa fuerte y pintó a los demás…. Pero yo ya le había dicho
porque digo “si no le digo las muchachas van a ver los brasieres
pintados y pues se van a enojar conmigo porque yo soy la que lavo”,
entonces ya le dije a la señora “¿usté echó el brasier rojo, digo rosa?”,
dice “sí, qué pasó”, “es que pintó a los brasieres, y este pues hay unos
rosas bajito y azul y, lo blanco se les quita porque echándole cloro se
les quita pero la de color, y le digo, también a los brasieres si se le
pone cloro pues se ponen amarillos, entonces no sé si quiera que le
ponga cloro o los dejo así, como usté vea”. “No, pues póngale cloro,
pero nomás así los mete y los saca rápido” dice, creyó que así de
despintan nomás, pero ni que fuera mágico. (…) Pues hay de todas
[entre las empleadoras]. Por decir, la doctora que voy, pues ella lava,
me dijo un día que si yo le podía lavar pero me hice la sorda porque
ya, a veces tú te acomides en hacerle algo y ya te lo van dejando. Y
digo, yo sí lo hago, pero no hay día que diga “bueno pues ya déjele,
váyase porque ya hizo esto, ya hizo aquél”, tonces uno le echa los
kilos y más nos cargan la mano. (…) Ora sí que ya es aparte [de las
actividades que se van sumando a la limpieza] pero para ellos pues
ya creen que va con el mismo sueldo ¿no? No dice “pues ai tenga
otro dinerito, pues ai le van”… pues unos veinte pesos más ¿no?,
pero no. Este… tons yo la veo que lava, luego por decir mete los
calzones de ella con la del niño, la de su esposo… los mantelitos,
los… (…) el mantel, las jergas, las toallas, bueno ahí mete todo,
calcetines. Pero le retaca la lavadora, que yo me he dado cuenta pero
ni le digo nada porque me van a decir “pues dele una talladita”, pero
dije “no, mangos, ya, ya me cargó la comida, ya no quiero más”
[trabajo extra]. (…) No saben trabajar [lo de la casa], no lo saben
hacer, pero sí saben regañar”[ríe]: “es que aquí no está bien esto; es

854
AVRIL ARJONA LUNA

que esto” y no, pues ya, yo ni digo nada, son sus cosas y no, yo voy a
lo que voy.

La limpieza exterior incluía para Esther el lavado de una cochera –los


jueves-; para Margarita los sábados incluía lavar cinco carros y los vidrios de la
casa y para Marilú en los dos espacios laborales incluía barrer el patio y las
azoteas. Como actividades extras aparece el caso de Esther, que ocasionalmente
sale a comprarle cigarros a la señora Ruth.

6.2.2.1 ¿Por cuánto tiempo más?: condiciones materiales y simbólicas para la


permanencia en el empleo doméstico

"Oyes m'ija, ¿y cuántos años tienes?" –dice el señor-, le digo "¿y quiénes van a
trabajar, mis años o mis manos?" -¡pues sí, no! Y me dice "no, pues es que cuando
están grandes ya ni quieren trabajar" (…) Pues si no quisiera para qué busco ¿no?
(Margarita).

Como vimos en el capítulo anterior, los motivos generales por los que mis
interlocutoras dejaron o han dejado ciertos espacios laborales, y no otros, se
vinculan con los lugares y no lugares que ocuparon en estos. Así, la carga de
trabajo representada como excesiva y difícil de negociar, el carecer de un trato
cordial y respetuoso -que incluye la dotación necesaria de alimentos, el respeto
a cierto horario, el acceso a pagos en especie y las relaciones de confianza que
remiten a no considerar que puedan querer robar algo a la familia empleadora-,
fueron aspectos fundamentales en las decisiones sobre dónde continuar o no
trabajando. En síntesis, una de las premisas de estas tres empleadas y dos ex
empleadas domésticas fue decidirse por espacios donde, de alguna forma, se
sentían reconocidas. Esto será una continuidad; es decir, las todavía empleadas

855
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

domésticas siguen valorando y devaluando las prácticas y representaciones de


antaño -como demuestra Margarita:

(…) Pues cuando te tratan mal, no [me gusta estar en ese trabajo]
(...), o que desconfían o se sacan de onda cuando no encuentran sus
cosas y creen que es uno (...), eso me molesta (...). Con la
desconfianza ni a gusto te sientes en el trabajo. Había una señora
que yo no podía llevar mi bolsa porque creía que me iba a sacar algo
-y tengo dos bolsas buenas que me regaló otra señora, eran de ellas.
(...) Cuando al fin de año me dan unos 1,000 pesos me da gusto (…)
[Y también que] el trabajo sea siempre porque tú ya tienes estimada
tu semana y cuando te salen con que "¿sabes qué?, no voy a estar" -y
si no tengo llaves para entrar, pues ya es mi problema.

Otra continuidad será el impacto de los procesos sociodemográficos que


tanto ellas como las familias empleadoras han experimentado -como sucedió en
el caso de Esther y sus empleadoras Mirna y Amparo. Así, una tercera
continuidad será el impacto de las condiciones materiales y simbólicas de las
empleadoras y empleadores en las condiciones de trabajo de estas trabajadoras
en casa. Es decir, algunas veces el abandono de un espacio de trabajo no
depende de ellas, sino de la situación económica de sus empleadores. Como dije
en el capítulo anterior, este es un aspecto importante a considerar, pues la
situación económica de las familias empleadoras depende del ciclo de vida de
las mismas, la ocupación de sus miembros y, cuando se trata de personas
mayores o mujeres solas, de si cuentan o no con una pensión o jubilación.

Retomemos en este sentido a Esther, quien en el siguiente fragmento


describe una tendencia en cómo la ocupación de sus empleadoras y los procesos
de s/e/a en esas familias pueden repercutir en la posibilidad de recibir pagos en

856
AVRIL ARJONA LUNA

especie, pedir aumentos e incluso solicitar ampliar sus derechos laborales


evidenciando una tendencia:

Pues yo, o sea lo he visto que por ejemplo…la señora Amparo, la de


los sábados, ella antes pues este, un cumpleaños, que ella sabe
cuándo es mis cumpleaños -porque su hija es del mismo día que yo-
entonces pues ya me daba que un dinerito o “ten te compré esto”;
pero ahora que ya nada más vive de su pura jubilación y que nada
más ella es jubilada, su esposo no, pues dice que ya no puede, o sea,
ya no (…) Porque dice que lo que le dan, su pensión de cada mes,
pues que apenas y le alcanza. (…) Ándale, gana menos, cobra menos,
entonces pues, dice pues ya nada más ahí vamos”. Y eso que su
esposo si fue a pedir la ayuda de la tercera edad; sí dice “pues aun
así no se crea, ahí nos vamos, entonces tengo que administrar lo
que me da cada mes para que me alcance el otro mes”. Y sí me doy
cuenta porque, pues antes todo era diferente ¿no? O sea, me iba a
comprar mi comida, me daba, le mandaba a las niñas y todo, porque
tenía, y ahora como ya no puede, entonces yo siento que también es
así como que, dice que la jubilación les pagan menos. Y la señora
Martha pues como dice “pues yo trabajo por mi cuenta y si no me
pagan pues también no tengo de donde sacar”; y Sarahí, pues ves
que es estudiante, o sea, pues ella ni modos de decirle, “oye pues
dame un día o dos días al año [de vacaciones o aguinaldo]”, ¿no?,
pus dice que trabaja y estudia, y su hermana igual. (…). El esposo de
la señora Amparo ya está dializado, pero no más tiene una
manguera, yo vi, y seguido lo están cambiando. ¿Cómo será eso? (…)
Porque el sábado que fui estaba el señor en el hospital, que le iban a
hacer diálisis otra vez; entonces dijo la señora “ay no, es que es muy
difícil porque ahorita yo tengo que tomar un curso”, para que
después ya lo haga ella, imagínate…que triste ¿no?...Entonces lo vi el
señor y también me dijo “me da gusto verte Esther, yo creí que ya no
te iba a volver a ver”, le digo “yo también señor, pero qué bueno, me
da gusto que esté aquí, que esté bien. Échele ganas.”

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Durante la etapa de vida intermedia su lugar de madre les permitió


gestionar y negociar mejores condiciones, por un lado; y por otro, podían dejar,
sin temor, los espacios donde las transacciones las subalternizaban, pues su
juventud y su fuerza física les respaldaban. En la etapa de vida actual el lugar de
madre de las tres empleadas domésticas -Esther, Margarita y Marilú- ha
entrado en juego y combinación con el de abuela, evidenciando que su curso de
vida está avanzando y que se trata de un complejo proceso biosociocultural.

Es así que la edad y algunos factores asociados a la misma -como la


pérdida de fuerza y agilidad y la propensión a enfermedades, padecimientos o
accidentes- pueden convertirse, tanto a nivel de las representaciones como en el
de las prácticas, en un impedimento para: 1) dejar los espacios donde no están
tan a gusto, 2) encontrar otros nuevos o retornar a algunos viejos conocidos y, 3)
permanecer en los que trabajaban entre el 2012 y el 2013. Veamos las
representaciones en torno a cómo el envejecimiento impacta en la experiencia
del empleo doméstico y en permanencia o abandono del mismo.

Esther opina que [ahora] sería un poquito más difícil [ríe] de encontrar
[trabajo], (…) porque en una (…) a muchas personas mayores ya no nos quieren dar
trabajo; y en otra, que así como (…) yo estoy deprimida (…) no voy hacer [mi trabajo
igual], pues algo se me va a pasar ¿no? Entonces pues puede ser que me ocupen y vean
que algo se me pasó por lo mismo de que ando mal y pues me van a decir “no pues no
sabes trabajar”, ¿no?, yo pienso. Sin embargo donde estoy ahorita, que pues ya tengo
años, pues sí se me llega a pasar algo, pero como que dicen, “bueno, le digo y ya” ¿no?
Pero porque es de años que ya nos conocemos, yo pienso.

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AVRIL ARJONA LUNA

Más allá de una cierta certidumbre sobre la tolerancia de sus empleadoras


actuales -misma que resulta una representación común en varios casos-, a
Esther -como a Margarita- le preocupa lo que hará cuando ya no pueda trabajar
teniendo en cuenta que una jubilación la ve distante, por un lado, y por otro
reconoce -como lo hacen todas- que ya no trabaja igual de rápido. En el
siguiente fragmento, además, Esther nos permite observar la importancia de
las empleadoras y empleadores en la construcción social del envejecimiento, el
deterioro, y los procesos de s/e/a asociados para los que las empleadas,
independientemente de sus empleadores, deben estar preparadas:

Para mi sí [es una preocupación la vejez], yo me preocupo, porque


digo “bueno, no todo el tiempo pues me van a dar trabajo” ¿no?, yo
ahorita digo, donde ya llevo años no sé exactamente cuánto tiempo
más me van aguantar. Y sí es preocupante porque digo “cuando ya
no trabaje, ¿de qué voy a vivir?” [ríe] Mi hermana ella ya no se
preocupa porque ella ya tiene como 16 o 17 años [en trabajo] del
gobierno; ella llegando su tiempo, completando sus semanas, yo no
sé, pues ya se jubila. Pro ella dice también que sus hijos van a crecer,
se van a casar, van hacer su vida y se va a quedar sola ¿no? Y le digo
“pues a lo mejor no es tan mala la soledad; bueno yo ya la estoy
viviendo, no exactamente bien pero pues ya”. Y pues ahorita porque
puedo trabajar, que tengo trabajo, a lo mejor por eso no me siento
tan solita, pero cuando ya no trabaje ¿qué voy hacer? –eso si me
preocupa. (…) Por eso digo “debo de estar bien y seguir
desempeñando bien mis trabajos pos para que no de motivo pa’ que
me corran”, porque ahora ya no es fácil conseguir trabajo, ya es muy
difícil porque ya quieren puras jovencitas (...) [porque son más
fuertes]. Y sí es cierto porque yo veía que antes entraba temprano y
temprano salía y ahora entro temprano y salgo tarde porque ya no
es lo mismo, o sea, no sé, pero yo siento que ya no es lo mismo, ya
no trabajo rápido, o sea ya me canso más rápido (...) Tons todo eso

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

se va ¿cómo se dice?, deteriorando. (…) La señora Romina, pues me


dice que…pues los años pasan, entonces ahorita dice “si una gripa
nunca te había tirado, ya fue la primera vez que te tuvo en cama, y
después así van viniendo, y si no te cuidas va a ser peor. Entonces
ahorita tienes que cuidarte, comer, pues lo que es más la defensa
¿no?, las frutas, verduras, cosas que te nutran; y ahorrar dinero,
ahorrar dinero para cuando ya no puedas trabajar o ya no te den
trabajo pues tú ya tengas de donde vivir”. Y eso siempre lo he
pensado [ríe], o sea que yo lo he pensado ¿no?, pero ahorita en,
septiembre quiero echar la losa, quiero echar la losa pero como que
siento feo quedarme así, por si algo pasara, sin nada, entonces digo
“creo que sería bueno mejor ahorrar otro poco” -porque no
quedarme así, sin nada, porque imagínate.

Marilú, en una tónica muy similar comenta sobre una charla que tuvo con
su amiga María, quien le heredara el trabajo con la señora Marta: todo le hago
menos desarmarle la cama, le digo, no, porque yo siento que no voy a dar los kilos ahí,
aparte me voy a echar un buen [de tiempo]… Pero pues digo no, si me llego a joder de la
cintura o de lo que sea pues no me van a dar dinero pa que me cure. No es gratuito que
una enfermedad o padecimiento aparezca en las representaciones de esta
interlocutora porque como vimos en el capítulo anterior su propia situación en
el empleo doméstico se vio afectada por la trombosis. Además, como se observa
en la gráfica de vida anexa al final de este capítulo, los problemas circulatorios
de Marilú volverán a tener consecuencias en su trayectoria laboral cuando en el
2013 se golpeó la pierna problemática estando en el trabajo y se le hizo una
herida que tardó meses en sanar -por lo que cedió el trabajo a su hija menor por
cierto tiempo para después reinsertarse con menos días, pues más
recientemente ha adquirido un lugar importante como abuela y cuidadora de
sus nietas mientras su hija trabaja.

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AVRIL ARJONA LUNA

Por otra parte los accidentes, laborales o no, pueden influir en la


permanencia o abandono del empleo doméstico, como muestra el caso de
Margarita y lo que sucedió en noviembre del 2012 cuando se lastimó una pata y,
sin embargo, encontró cierto apoyo de una de sus empleadoras:

(…) Le hablé [a la señora Lupita] y le dije "me lastimé un pié y lo


tengo muy hinchado", "ay, Magos, no puede ser posible, mira que
ahorita cuando más te necesito, ¿tú crees que ya para la próxima
semana estés bien?", "pues no sé" -le digo, y yo por más que me
curaba mi pata no se me bajaba la hinchazón. Y así me fui. Y cuando
me vio me dice "te juro que no te creía", le digo "qué gacha", dice
"pues es que tú eres de las personas que como sea vienes a trabajar",
le digo "sí, pero con mi pié así no puedo". Y entonces fue como ya no
pude lavar nada de cortinas porque no me podía trepar -todo eso
me atrasó-, pero me dijo "te voy a ayudar con lo que yo pueda" (...). Y
te sientes así como que "órale" [algo positivo].

Así, aún entre las ex empleadas como Cristina es común la representación


que abona a la preocupación por la incomprensión de las diversas situaciones
que enfrentan las empleadas domésticas:

(…) yo pienso que también depende de las personas, que sepan


comprender a aquellas personas, y también de la persona que se
enferma. Sí puede venir un problema de eso, de que no la
comprendan (…) que le está afectando –si son comprensivos se la
llevan ahí a su paso. Una vez ahí donde yo trabajaba con el
licenciado me dice “vino Juanita y se la pasó todo el día lavando la
estufa, ¿cómo ves?”, “patrón –le digo-, dicen que más vale burro
tener que arriar y no tener que cargar (…). Aunque tardó todo el día
pero ya lo hizo” –y no lo hizo la señora, su esposa de él, por eso más
vale burro que arriar y no que cargar [ríe]. (…) Y ya, mejor se rió [el
patrón].

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

De este modo, es difícil saber a ciencia cierta hasta cuándo Esther,


Margarita y Marilú seguirán empleándose como trabajadoras en casa, pues como
hemos visto, por ahora no hay las condiciones objetivas y subjetivas para que se
retiren. Así, para cerrar este apartado quiero comentar que durante el trabajo
de campo tanto Esther como Margarita podían considerar la alternativa del
retorno a la modalidad de planta -algo que para la primera se hizo realidad en
febrero del 2016:

Esther: (…) y yo estaba pensando buscarme un trabajo de planta, lo


he pensado, dije mejor me busco un trabajo de planta, ahí me
quedo, no tengo a qué salir, y este, igual los domingos puede ser que
conozca más muchachas, señoras, y hacemos un grupito y irnos a …
Como antes, cuando era yo chamaca [ríe].

Margarita: sí, la señora Lupita me ha dicho que si no quiero irme


con ella de planta. Me dice mi esposo "tú podrás dejar a cualquiera
[de sus empleadoras], pero no a tu viejita", le digo "no" -porque
además de que me siento muy a gusto, ella ya se acostumbró a mí y
yo a ella. (...) Yo con ella no tengo ningún tipo de problemas (...).

En síntesis, si bien las representaciones que mis tres interlocutoras


tienen sobre las características de su situación en el empleo doméstico tienden
a ser positivas, están matizadas por un halo de resignación asociada a la
imposibilidad objetiva y subjetiva de encontrar otro empleo fijo. Esto explica
que al menos Esther y Margarita tiendan a valorar los años que han
permanecido con las familias empleadoras.

Así, en tanto relación social compleja, el empleo doméstico no puede


analizarse sin tener en cuenta que las representaciones en torno a las
condiciones del trabajo contienen críticas a diversas prácticas de sus

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AVRIL ARJONA LUNA

empleadoras -especialmente relacionadas con algunas formas del trato que


reciben, la suma de actividades no pactadas inicialmente, el acceso que tienen a
la comida, la detención del empleo por ausencia de las y los empleadores, y la
ausencia o presencia de aguinaldo a discreción. Acerquémonos a estos aspectos
para analizar la construcción social de los derechos de las empleadas
domésticas desde las representaciones de mis interlocutoras -tanto de las
empleadas como las ex empleadas.

6.2.3 Los derechos de las empleadas domésticas: reflexiones en torno a la


falta de condiciones objetivas y subjetivas para su ejercicio

Esta señora [Mary] aunque ya tiene mucho tiempo acá [en el Valle de Chalco], si
te fijas, no se sabe, ¿cómo te dijera?, no se sabe expresar (...), ella a todas sus
patronas les habla de tú (...) Y yo digo ¡ay, ésta igualada! (Margarita).
En el capítulo anterior sostuve que durante la etapa de vida intermedia, y con la
transición a la modalidad de entrada por salida, su lugar como sujetas de
derechos laborales fue definiéndose mejor que durante su niñez bajo una
perspectiva sumamente flexibilizada. En este sentido, cuando hablan de sus
derechos constantemente apelan a las tensiones entre lugares y no lugares,
reflejando la jerarquización que con base en el género y el estrato social
incluyen diferencial y desigualmente a los diversos grupos sociales y humanos.

En los siguientes fragmentos podemos ubicar un primer gran no lugar de


las empleadas domésticas, aquél que niega su humanidad y provoca la falta de
empatía ante ciertas circunstancias de vida -como dirá Cristina. Abonando a
esta explicación retomo las representaciones de Marilú en torno a la falta de
empatía o lo inútil de que te estés confesando si en nada te ayudan:

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: ¿de qué cree que dependa que las personas que emplean a
alguien en el trabajo en casa particular puedan comprender a la
mujer que trabaja con ellos cuando está pasando por ciertas
cuestiones de vida?

Cristina: yo pienso que no todos son igual, pero hay unos que sí se
levantan muncho el cuello, entons al empleado lo ven chiquito y
ellos se sienten grandes –en eso consiste, en que quieren ser más
que el empleado-, pero pus yo digo que tanto necesita el empleado
como necesita el patrón. Por qué, porque el patrón con su dinero no
va a hacer lo que quiere de trabajo, puede tener montones de dinero
pero el dinero no lo va a hacer (…). Entons a fuerza tanto necesita el
pobre como necesita el rico; pero en eso no se fijan, creen que con el
dinero lo hacen todo -pero no. En eso es lo que yo creo no se ponen
a pensar, y como que, ¿cómo te dijera yo?, se sienten grandes; y digo
yo que no debe de ser porque todos somos humanos.

Marilú: (...) cuando [como con la doctora] no le interesas a la gente,


ellos lo que quieren es su quehacer, lo demás a ellos no les importa.
Y con la otra sí, me platica y me pregunta, pero pues -digo-, de qué
sirve que platiques tus penas si en nada te ayudan, de qué sirve que
te estés confesando si [es] namás pa escucharte. Como ayer que te
digo que eran siete y cacho de la noche y me dice "ándele, ya
véngase a comer", "no -le digo-, ya me voy". Y llegué casi a las nueve
de la noche a mi casa. ¿Te imaginas?, era la hora de la cena y yo iba a
comer... (…) Tonces por eso a veces yo mejor ni les platico, porque a
la gente no le importa tu vida, no le importa tu salú ni nada de eso.

Muy asociado con este no lugar que tiende a deshumanizarlas, otro no


lugar fundamental seguirá siendo el de la desconfianza surgida del fuerte
prejuicio clasista y subrepticiamente racista de algunas empleadoras que
representan a las empleadas como potenciales ladronas -de cosas y maridos.
Frente a estas condiciones simbólicas Margarita comenta: (…) ¿qué me puedo

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AVRIL ARJONA LUNA

robar? (…) Yo voy a trabajar. (…) No sé por qué (…), no entiendo por qué (…) me cuida [la
señora cuando trabajo]. Porque además de ser molesto te hace sentirte incómoda, porque
dices ¿por qué duda?... Ponen en duda tu persona, tu dignidad (...). En este sentido, en
el siguiente fragmento esta misma interlocutora retrata a profundidad la
situación con la señora Gabriela, una de sus empleadoras más reciente para la
que en el 2015 decidió dejar de trabajar:

(…) Le digo a Dulia "pues es que por mucha gente que conozca no
toda la gente va a meter a otra gente a su casa; y dígamelo a mí" (...).
Es como yo ahora con la señora Gabriela, con la que me llevó Mari,
hasta la fecha limpio la recámara de la señorita y ella está ahí
vigilando (...) y eso me molesta porque digo: ¿qué me puedo robar?
(...) Yo voy a trabajar. ¿Si fuera a robar para qué me busco trabajo en
casa? No tendría tantos años como en donde estoy, con la señora
Lupita ya voy a cumplir nueve años (...). Porque si no le gustara mi
trabajo a la señora Gabriela ya me hubiera dicho desde cuándo "no
me gusta cómo haces la limpieza", pues está bien. Es más, hasta el
señor porque es muy delicado y él sabe hacer todo, entonces ya me
hubiera dicho "no me gusta, hágalo así" -para eso voy, pa que me
manden. Hace 15 días limpié su recámara y en tres meses [de
trabajo ahí] he entrado una sola vez a su recámara (…). Pues sí, vas
recomendada, no vas así porque sí. Y no estoy muy acostumbrada a
eso (...). [La señora Lupita se va de vacaciones y yo voy a trabajar]
(...) ¡¿Tú crees que si la señora no me tuviera confianza me iba a
dejar su casa?! (...).

Avril: ¿por qué crees que haya empleadores que tienen la idea, casi
dada como un hecho, como un prejuicio, que todas pueden robar?
(...)

Margarita: yo siento que la gente es insegura de sí misma, ¿no?, y


que el hecho de que yo no use buena ropa de marca, o unos buenos

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

zapatos de marca, quiere decir que yo quiera ponerme lo que ellos


usan (...). Para mí no tienen valor esas cosas. (...). Yo digo que no
están seguras de sí mismas, es inseguridad porque sienten que le
van a robar y tienen esa manía de cuidar todo (...). Y me molesta
mucho, porque por unas pagamos todas. Dice que la otra chica que
tuvo tiene poco que la corrió definitivamente, dice "además de que
tenía unas nalgotas y unos pechotes y mi marido se quedaba así
[como embobado] (...). Y a mi marido le trajeron de España un
llavero -de no sé qué madres- y se lo llevó, y las arracadas de mi hija
y una cadena. Mi esposo se los encontró en su bolsa" (...) -que
porque la hija se dio cuenta que no lo tenía. (...). Y que ya les había
dicho que ya no iba a poder ir (...). Y que la despidieron y que por
eso no habían tenido muchacha (...) ¿Por qué los patrones nunca te
van a saber agradecer algo?, ¿por qué siempre vas a desconfiar? (...)
Uno trabaja por necesidad.

Del fragmento anterior me parece interesante destacar la explicación que


Margarita esgrime en torno a este prejuicio que pesa sobre las trabajadoras,
pues efectivamente la distinción social -fundamentada sin embargo en el
consumo masivo- está íntimamente ligada a la idea de posesión que implican
las cosas buenas, de marca, y su relación con la propiedad privada, su prestigio y
falsa idea de seguridad -de certidumbre. Lo cierto es que como hemos visto
hasta ahora, estas mujeres no siempre han querido usar lo que usan sus
empleadoras y empleadores -como es evidente en la prevalencia entre estas
mujeres de habitus tradicionales diversos. Lamentablemente, en las
representaciones y prácticas la necesidad de trabajar de la que han hablado
continuamente mis interlocutoras es un hecho valorado negativamente, como
una marca que las distingue justo por poseer la necesidad de explotar su fuerza
de trabajo.

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AVRIL ARJONA LUNA

Justo porque una continuidad en sus condiciones materiales y simbólicas


es la necesidad de trabajar, mis cinco interlocutoras se representan sus
derechos laborales, en el presente y en el pasado según sea el caso, como
cuestiones que dependen de la creencia y la forma de pensar, los sentimientos, la
voluntad y hasta la humanidad de sus empleadoras y empleadores. Es en este
contexto que sus obligaciones tienen mejores condiciones para establecerse
subjetivamente en la medida que dependen fundamentalmente de ellas: llegar a
un horario que ellos nos digan... y pues tratar de sacar el trabajo a como nos digan
-porque tampoco va uno a llegar a hacer lo que uno quiera -dijo Marilú-; cumplir con
mi trabajo, hacer las cosas y... y... que la señora se sienta a gusto con mi trabajo y... pus
más que nada no faltar -dijo Margarita-; desempeñar bien mi trabajo (…) Para que
tanto mis patrones estén a gusto conmigo, tanto yo con ellos, que digamos estás a gusto
porque Esther hace las cosas bien, o no es, ¿cómo me dice la señora Ruth?, “no es
contestona” -dijo Esther.

De este modo encuentro que la principal obligación asumida por Esther,


Margarita y Marilú -quienes comenzaban el último TRS entre el 2012 y el 2013-
era cumplir un trabajo que tiene consecuencias tanto materiales como
simbólicas en las vidas cotidianas de las familias empleadoras y de ellas
mismas, pero asumiendo buena parte de las responsabilidades en torno al
trabajo como relación social. Así, la representación dominante es que en
términos prácticos nadie está obligado a nada para con ellas como trabajadoras.
Pero, ¿cuáles son sus representaciones sobre los que deberían ser sus derechos;
cómo los derechos que se representan efectivamente se tornan práctica en sus
vidas cotidianas y cuáles son los mecanismos que reconocen para su ejercicio?

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Rosa María, de jovencita, no pensaba en derechos como el aguinaldo o las


vacaciones porque en la modalidad de planta el lujo es de ellos; a ella le bastaba con
que la trataran bien y le pagaran. Sin embargo, del siguiente fragmento quizá lo
más representativo es el final, cuando hace alusión a la justicia tan inexistente
en las otras narrativas y nota la antigüedad como posibilidad en el trabajo fabril,
tan difícil de hacer valer en el empleo doméstico:

(…) a mí me bastaba con que se portaran bien conmigo, con que me


trataran bien, para mí era lo máximo (…) Yo no decía "ay, no me dan
aguinaldo", "ay, no me van a pagar mis vacaciones y en otro lado lo
dan", yo no. Por ejemplo, me decían "ay, es que yo, donde yo trabajo
tengo televisión en mi cuarto, tengo esto, mi cuarto así, mi cuarto
asado, muy grande, mi baño y todo", les decía yo "pero a mí de nada
me serviría eso -le digo-, que si tuviera yo tantos lujos, el día que yo
me voy no me lo llevo, se queda todo, el lujo es de ellos, no es mío, a
mí con que me paguen, me traten bien, con eso me doy por bien
servida (…) Ya ve que mucha gente es como aprovechada del que no
sabe, "total, yo le pago tanto, ahí se conforma (…) Ella se conforma
con que coma una tortilla con frijoles, está acostumbrada, viene de
-no sé de dónde-, están acostumbrados y yo, nosotros no, porque
nosotros somos... y ahí ella que se quede así". No, pero hay gentes
que son honradas, son -ay, ¿cómo es la palabra?-, son justas, son...
que es una palabra muy... Más que nada yo creo que ellos valoran su
trabajo de uno, lo que hace uno, son -este-, bueno, para mí los
señores fueron -este-, nunca fueron aprovechados de su trabajo de
uno, no eran el... sabían reconocer (…) En una fábrica cuenta tu
antigüedad, ya te despiden te dan tu dinerito, ¿pero en casa? Y llega
una edad donde la gente ya no, pus ya no le sirve uno: "¿sabes qué?
Ya tengo otra, fíjate que tu trabajo hasta aquí ya llegó".

Marilú considera que sus derechos como trabajadora serían, en su


opinión, un horario, los alimentos y tiempo para comerlos, prestaciones como un

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AVRIL ARJONA LUNA

Seguro y vacaciones. Además, destaca como lo hicieran todas mis interlocutoras


que el envejecimiento limita sus márgenes de agencia e influye en las
condiciones que tienen para acudir a mecanismo de negociación
institucionalizados -como veremos en un momento más:

(…) que nos dieran un horario, que nos dejaran salir más
tempranito; otro pues que nos den los alimentos y tiempo para
comerlos, porque si no luego tiene uno que llegar a comer, o como
yo que luego me traigo mi fruta o mi torta y ni tiempo me da de
comerlos, namás los ando paseando. Y pues sí, nosotros no tenemos
prestaciones, no tenemos un Seguro, no tenemos vacaciones, nada
de eso. También si a uno no le gusta ese trabajo pues lo deja, pero
ahorita como no hay trabajo pues se aguanta -porque cuando es uno
muchacha pues nos llaman por todos lados, pero ahorita que ya
también va siendo uno grande pus ya también le piensa uno...
Porque a veces sale uno de guatemala para entrar a guatepeor.
Las representaciones de Margarita en torno a cuáles deberían ser sus

derechos apuntan el Seguro Social como el principal y muy relacionado con la

antigüedad -no tanto con los procesos de s/e/a-; le siguen el trato -que se gana- y

el sueldo que al final parece depender de la joda y la responsabilidad que se lleven.

Hacia la mitad del fragmento esta interlocutora destaca un hecho muy

mencionado en los medios masivos de información, pues en enero del 2013

Miguel Ángel Mancera -Jefe de Gobierno del Distrito Federal- comenzó a

anunciar el acceso “gratuito” a los “servicios médicos” para taxistas y empleadas

domésticas en la Ciudad de México. A ella, sin embargo, ésta política pública le

parece sumamente distante de su realidad en la medida que realmente no hay

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

diálogo entre las partes -y yo agregaría, el Estado se hace el occiso y, sin

embargo, deja que aparezcan terceros privados:

(…) tener Seguro Social ¿no?... Ya del trato pues eso te lo ganas (...),
digo, cómo quieres que te traten bien si tú no haces bien tu trabajo
-yo siempre lo he visto así. Para mí pues es eso... (...). La patrona te
tiene que decir cómo quiere que le hagas las cosas (...), depende de
los patrones, que te enseñen. (...) El sueldo quién sabe de qué
dependa, porque por ejemplo mi comadre [Ofe] está ganando muy
bien -se lleva 300 pesos-, pero se lleva una joda de las buenas -ella
lava, ella plancha, hace de comer, va por la chiquilla a la primaria; o
sea, se puede decir que casi la mamá de la chamaquita, y pues es
una responsabilidad muy grande, pero el sueldo lo vale (...). Pero
ella ya llega así, como con ganas de "no me hablen" (...). Ahorita, no
sé, no alcancé a escuchar muy bien, que el éste Mancera -o no sé
quién fregados- decía que el Seguro para las empleadas
domésticas... ¿Pero tú crees que lo van a dar los patrones?, ¡pero
para nada! (...). Yo he estado a punto [de estar asegurada en el
IMSS] porque Verónica tiene a sus empleados (...), a su hermano
-pero con el salario mínimo- (...), digo, sí me serviría porque tendría
antigüedad en el Seguro -porque ya tuve- (...). Es más, yo iba a
hablar con ella, pero ya viendo la situación [de desconfianza que
percibe], dije "no" (...). Sí me gustaría, pero tú crees que nos lo van a
dar; y me acordé de ti, precisamente, cuando estaba hablando el
Mancera (...), pero yo estoy segura que no se va a dar (...), tienes que
tener un contador para que vea lo de los impuestos (...) y te de el
papel rosita. (…) De todas formas me pueden dar de alta (…),
realmente ellos no tendrían nada que perder porque hablando se
entiende la gente ¿no?, si tú me dices "yo estoy en la mejor
disposición de darte Seguro, ¿qué te parece?, vamos a hacer un
convenio: yo te voy a dar de alta, pero tú lo vas a pagar (...)", porque
uno como empleada no pagas toda la cantidad -bueno, no le
entiendo muy bien, pero ahí voy.

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Avril: pero sí, se supone que se distribuye entre las dos partes

Margarita: exacto, no estoy segura cuánto se paga, pero es una


mentada (…)

Avril: Y tendrías la posibilidad de que si te enfermas te atiendan,


¿no?

Margarita: sí, pues sí, aunque te diré, para mí es una cochinada el


Seguro, a mí no me gusta realmente -yo nomás lo utilicé cuando me
alivié del Poncho. Esa es otra de las cosas, pero eso no quiere decir
que no me serviría -me serviría para la antigüedad porque yo ya
tuve Seguro, para después alcanzar la pensión, que va a ser una
mentada ¿no?, pero... Ahora en Coppel te están haciendo una
encuesta a ver si tú tuviste Seguro anteriormente, y si sí les dices tu
nombre y te buscan, pero [porque] cuando tú vas al IMSS a pedir tu
número del Seguro ya no te lo dan porque a ellos no les conviene;
porque lo que Coppel está haciendo es que te paguen lo que
cotizastes (...).

Avril: ¿y cómo es que Coppel empieza a involucrarse en eso?

Margarita: no sé.

Teniendo en cuenta esta dimensión subjetiva no sorprende otra


tendencia: aventurarse a solicitar el aumento del sueldo o un día de vacaciones
sólo cuando ya tienen varios años empleadas con la misma familia. Aún así, al
menos Esther está convencida de que apelar a mejorar sus condiciones
laborales puede acarrearle el despido, o al menos un consejo crítico por parte de
las empleadoras más jóvenes -que dicho sea de paso no siempre se han
mostrado abiertas a reconstruir sus derechos laborales, sino a desestimar las
posibilidades de cambio en su situación:

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Con la señora de los viernes (…) voy a hacer dos años en julio, (…)
hace un año como que dije “apenas entré, no sé si nos vamos a
acomodar bien o igual ve cosas que no le gustan” -pero no, desde
que entré no hemos tenido un sí o un no, (…) estamos bien.
Entonces pues ya este año sí le dije “yo le voy a comentar esto [del
día de vacación pagada], pero igual si usted no quiere pus ni me
corra, ni me vaya a aventar por la ventana [ríe]; usted me dice no
puedo y igual no hay problema”. Y me dijo “no te puedo dar los $300,
te doy $200”, dije “bueno, pues es noble”, porque si fuera la otra, pus
“no te doy nada”. O sea yo siento que muchas aunque puedan no lo
hacen porque pus, como que, has de cuenta, como que yo siento que
al trabajar uno, como que no, no nos valoran pues, porque ellos
dicen “ pues ella no tiene el derecho a nada, si no trabaja pues no le
pago y ya”. Y por ejemplo la señora de los sábados, pues, pues sí, sí
es humana también porque, en caso de que yo esté enferma, y llego,
ella me regresa, bueno si me ve así de plano ¿no?, dice “no Esther
estás enferma, mejor ten y vete a tu casa a descansar” y eso nadie
[más] lo hace [conmigo]. Entonces digo, pues sí, depende mucho,
pues de los sentimientos ¿no? (…) [Sarahí, su hermana y su mamá]
no me quieren aumentar el sueldo; ya les dije y dijo Sarahí “no,
Esther, es que tú no te sabes administrar, porque estas ganando
muy bien [ríe]; $250, pues está muy bien, si no tienes dinero lo que
pasa es que no te sabes administrar, porque estas ganando no sé
cuántas veces el salario mínimo”, le dije “pero es más pesado
también el trabajo”.

Lo que desde cierta perspectiva puede responder a una inadecuada


administración, responde desde las representaciones de mis interlocutoras a un
hecho evidente para un gran porcentaje de la población: el ingreso nunca
alcanza y será insuficiente porque los costos y necesidades de la vida van en
aumento. Tomando en cuenta que en el 2011 el salario mínimo en un Área
Geográfica “A” como la Ciudad de México era de $59.82 diarios, y que en el 2012

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AVRIL ARJONA LUNA

para el mismo caso fue de $62.33, es evidente que en el 2012 -cuando inicié el
trabajo de campo- estas tres mujeres ganaban varios salarios mínimos al día
-entre dos y casi seis según sea el caso. Este hecho podría llevar a suponer que
sus condiciones económicas son buenas, viables o mejores que las de otras
trabajadoras -no solo informales. Aunque no pienso negar que sus condiciones
puedan ser mejores que las de otras personas -si se considera solamente el
ingreso que perciben-, tomar como base la miseria que implica el salario
mínimo no me parece un referente viable para la comparación ética entre lo
paupérrimo y lo precario, pues el bienestar laboral no sólo debería considerar
los términos económicos, sino la existencia de variables como el tiempo
destinado a los trayectos del trabajo, el reconocimiento de las actividades y de
las necesidades humanas como el alimento, la trasportación, el vestido y
calzado, la vivienda, los servicios y la atención a los procesos de s/e/a.

Así, llegado el 2013 sólo Esther y Marilú percibieron un leve aumento en


su ingreso porque al parecer las condiciones objetivas no permitieron más:

Esther: No, fíjate que no [me aumentaron el sueldo en el 2013], es lo


que quiero comentar con ellas (...); bueno, más que con la señora
Mirna (…) sí, porque (…) [últimamente] me ha dejado $380 y no lo he
comentado con ella [ríe] -pero como los veo me los quedo, pero, es la
única. La señora Amparo que es [con] la que llevo más años pues no,
y no le he platicado con ella…Y la verdad no sé si estaría bien
hacerlo, porque yo siento que no lo puede hacer (…) por su
situación, yo siento que, que me va a decir que no. Y con Sarahí (…)
sí lo comente hace como dos años, yo creo, porque desde que entré
estoy ganando los mismo con ellas (…) [Pero dijeron] que no podían,
(…) que si con el tiempo ella veía sus posibilidades, ella lo iba a
hacer, pero como no me ha dicho nada yo creo que nada ha
cambiado. Sí, entonces siga ganando lo mismo casi en todos [los

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

trabajos], nomás el jueves (...) [me aumentaron 10 pesos], pero para


mí está bien.

El aguinaldo -o lo que mis interlocutoras tienden a llamar como mi


Navidad- también depende de la voluntad y/o las condiciones económicas de
sus empleadores. El 21 de diciembre del 2012, en entrevista con Esther, pude
hacerme una idea del impacto positivo de esta práctica que sin duda alguna
-aunque puede variar en el monto o la especie, según hemos visto en otros
casos- es bien recibida. Así, la Navidad puede representar un día de trabajo o
hasta cuatro más un día de vacaciones; o simplemente la recepción de un objeto
-normalmente prendas- elegidas al gusto de las empleadoras.

Esther: Pues ahorita esta semana no voy a trabajar ni lunes ni


martes, puede ser que nada más trabaje miércoles, jueves, viernes y
sábado. ¡Ah, y quiero ir a ver a mi mamá para el otro sábado! Me
quiero ir [al pueblo]. No más que estoy viendo si puedo adelantar mi
tanda; tengo la esperanza en la señora de mañana, ella año con año
me da 1,200.00 pesos, tons digo “si me da ese dinero y $300 de mi
sueldo, pus ya son $1,500.00. Con eso adelanto mi tanda y puede ser
que nada más junte pa´ mi pasaje y me vaya”. (…) Sí, ella me daba mi
Navidad.

En este sentido, sostendré que en estos casos de experiencia laboral en el


trabajo en casa en la ZMCM el principal problema que encuentro es la
informalidad bajo la que se establecen los acuerdos, muchas veces tácitos, entre
empleadas y empleadoras/es. Si bien es cierto que Esther, Marilú y Margarita
pueden faltar al trabajo sin que medie la pérdida del mismo, reciben una
especie de aguinaldo o algún obsequio a fin de año; comen en distintos grados
de abundancia y agrado en sus espacios de trabajo; reciben ropa, zapatos,
trastes y otros objetos que las empleadoras les regalan y ellas aceptan como

874
AVRIL ARJONA LUNA

parte de los beneficios que tiene el ramo en el que se desempeñan, sus


narrativas dan cuenta de condiciones frente a las que han tendido a
acostumbrarse porque no encuentran condiciones objetivas y subjetivas para
transformar su realidad material y simbólica en el trabajo.

En torno a un derecho que considero fundamental para las empleadas


domésticas como es la alimentación durante la jornada laboral, quiero retomar
los casos de Marilú y Esther, pues al menos en un espacio laboral por caso se
observa que este derecho puede estar limitado tanto objetiva como
subjetivamente:

Marilú: (…) Con la doctora también puedo comer, pero así no me


dan ganas (…) porque nada tapa ni guarda en el refri; y yo si es
reciente sí lo como, pero te digo, yo agarro un poquito, así, porque
pues en primera no hay tortilla, y casi te digo es un probete, para
llenarme pues hasta acá en mi casa.

Esther: (…) muchas personas pues sí son consideradas, como las


señoras; bueno, por ejemplo, todos los trabajos que tengo lo
primero que me han ofrecido el desayuno, “desayúnate porque si no
desayunas no vas a aguantar”. (…) Bueno, con la señora Mirna antes
nada mas comía, pero ahora ya llegaba a tomarme algo [ríe]. (…) Ni
yo misma me acuerdo por qué cambio, no sé, de veras, porque
supuestamente yo comía, o sea, yo sabía si quería comer o
desayunar. (…) Y aquí con la señora Amparo igual, o sea cuando yo
entré nunca le dije “oiga pues ¿me va a dar desayuno y comida, o
nada mas una comida?”, pero como aguantaba más sin comer, pues
me aguantaba hasta la comida, hasta medio día que ella me diera.
Pero últimamente como que ya no, o sea ya, en mi casa puedo
comer antes de irme, pero no tengo hambre a las 5:00 - 5:30 de la
mañana -y para andar cargando pues soy floja. Entonces como a las
9:00 o 10:00 ya me están chillando las tripas, y aun así me

875
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

aguantaba hasta medio día por lo menos. Pero pues una vez le dije
que si podía desayunar y me dijo que sí, dice “¡ah, sí!, si tú quieres
cuando vengas agarrar algo, ahí puedes agarrar, hacerte huevos o lo
que sea”, entonces ora si ya sé que llego y si quiero desayunar algo
pues igual me hago una torta o un café o una taza de leche, algo así;
y ya a medio día como y me vengo

Avril: Entonces la cuestión de la comida no siempre se habla, no


siempre se acuerda desde el principio

Esther: Aja, no se platica (…) A lo mejor ella pensaba que yo ya


desayunaba antes de irme, puede ser que sea eso, entonces ella nada
más se preocupaba por mi comida, porque eso sí me iba a comprar
la comida y “aquí está, ¿te lo quieres llevar o quieres comer aquí?”
Pero ahora que ya lo platicamos pues ya me dijo “no, es que tú
puedes desayunar lo que quieras, ahí abre el refri” (…) Entonces
ahora sí ya se platicó y hay confianza -como quien dice-, y ya sé que
si llego y quiero desayunar lo puedo hacer; y ya cuando termine de
todo ya puedo comer y venirme, y si no, pues ya ella me da mi
comida para llevármela.

Si el aumento de sueldo, el aguinaldo o vacación con pago e incluso la


comida por jornada son difíciles de legitimar como derechos para estas
trabajadoras, más aún resulta un finiquito o liquidación. En este sentido
tenemos dos casos para referir. El primero fue el de Marilú en el tránsito de la
etapa de vida anterior a la actual cuando tuvo la trombosis. El segundo es el de
Esther con su ahora ex empleadora Mirna -quien dejó de emplearla porque
migró. En el siguiente fragmento mi interlocutora narra lo que sucedió la
última vez que la vio y el monto que recibió -$1,700.00- como obsequio por ocho
años de trabajo. Este caso destaca además porque mi interlocutora, tomando
como referentes su caso y otros conocidos, nos deja ver un aspecto fundamental

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AVRIL ARJONA LUNA

para el debate en torno a los derechos laborales de las empleadas domésticas


-las dificultades que se enfrentan cuando tienen muchas/os empleadores en la
modalidad de entrada por salida:

(…) pues nada más me fui a despedir de [la señora Mirna] la semana
que me dijo. (…) Le dije que la iba extrañar porque, pues habían sido
muchos años y que, pues que la iba a extrañar, que la iba a echar de
menos, pero, pues así es esto. Y pues me dijo que ella también, creo
que también le ganaron sus lágrimas, [ríe] pero pus, todo bien, le
dije que “a lo mejor si ella me lo permitía algún día la visitaba en
Guanajuato”, me dijo que pues sí, que me pusiera de acuerdo con su
hija para cuando vaya a visitarla (…) Se podría decir que ella es la
primera casa de tantos años que me he salido, o sea porque había
durado 3 años, dos años… Y pues mira, ella me dio… $1,700 [de
finiquito] (…) ese día que fui; bueno, de hecho me dijo que fuera
porque me tenía un obsequio, y ese día que me quedaba de paso
pues ya pasé y fue lo que me dijo que me iba a dar -no sé si cuatro
días, algo así me dijo, y le decía yo que todavía me iba a dar un día
de vacaciones, entonces si me dio $1,700. (…) Te voy a ser sincera
(…), yo así como que sentía que a la mejor me iba a dar algo más,
pero pues igual como yo digo, pues es que lamentablemente [en] mi
trabajo nadie está obligado a eso…Entonces pues le agradezco
porque tuvo la intención de darme algo; ya lo fui a guardar en
“Guardadito”, que tal y al rato me saco un premio [ríe] (…) Entre
compañeras de trabajo pues muchas me han platicado que han
estado unos años y que les han dado pues un buen dinero ¿no? Pero
yo en este lado nomás voy un día a la semana, a la mejor ellas
porque están de planta, o porque van diario, aunque estén de
entrada por salida, pero van de lunes a viernes ¿no? Entonces una
dice que estuvo cinco años y le dieron $30,000 (…), pero yo digo que
fue por eso (…) Y pues yo pienso que (…) todas las personas somos
diferentes, y entonces a la mejor ellos, pues, han de haber dicho,
“pues por el tiempo que estuvo se merece esto”, o algo así ¿no? Pero

877
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

yo dije, “pues yo solo iba un día a la semana”, entonces en un año


¿Cuántos días pude haber ido?

Avril: Pues si se puede hacer el cálculo, es como la cuestión y, pues


no sé, de que se podría se podría, y a lo mejor un poco ver cómo
funcionan las leyes generales, para hacer algo más preciso ¿no?

Esther: Pues sí, pero yo siento que si yo me pondría en un plan así


(…) no funcionaría, porque dicen que cada día el empleo doméstico
está más mal pagado y, pues efectivamente, no tenemos nada, eso
me lo estaba diciendo Sarahí ayer, ayer que fui con ella.

Pero entonces, ¿qué mecanismos existen cuando efectivamente no tenemos


nada? En el análisis sobre los mecanismos institucionales y objetivos para hacer
valer sus derechos como empleadas domésticas es fundamental tener en cuenta
que no tienen suficiente información sobre adónde acudir en caso de
requerirlo. Por otro lado, y esto me parece igual de relevante, en general estas
mujeres no han tenido las condiciones subjetivas ni objetivas para pelear o
reclamar sus derechos -como comentan Esther y Marilú-, por lo que terminan
por conformarse:

Esther: (…) es bueno saber [que se puede hacer algo por defender
nuestros derechos laborales]; [pero] (…) yo te aseguro que así
cumpla 20 años con la señora Amparo, el día que me tenga yo que ir
y no me de nada, estoy segura, yo no haría nada por pelearlo (…)
[Porque] pues quién sabe qué hay dentro de mí que, o sea, hay algo
que no me permite reclamar las cosas, quién sabe qué pasa, pero
no…Yo digo “aunque lo sepa no lo voy hacer”, me conozco y sé que
no soy capaz; como que el tiempo que me dieron trabajo les
agradezco, ya me dieron trabajo, a la mejor cuando más lo necesite,
o algo así, entonces pues, si ya no voy, pues ya no voy, pero no…o sea
yo sé que por más que me digan tienes derechos, eso, no lo hago (…)

878
AVRIL ARJONA LUNA

En Balderas, que hay unas oficinas a donde dan asesoría gratis a las
trabajadoras, bueno, como nosotras, pues de casa (…) Y no he ido,
no me acuerdo si fue Balderas o Salto del Agua, algo así me dijo una
amiga…una de esos dos lados. Y dice “no, es que sí, yo quiero ir, ellos
ya me dijeron, pero yo necesito ir a saber, si lo que me van a dar [de
liquidación está bien]”, le digo “ah, luego vamos” –yo digo “ah, sí me
quiere dar que me den, y si no, pues igual”.

Marilú: (…) La vez primera me quedé sin chamba porque como me


enfermé sí me eché como tres meses aquí en la casa, y pus ya no me
esperaron, ya me dieron tache. Y pues ya ahí tenía yo casi 16-17 años
(...) de fijo. (…) Y ya, pues, todo mundo me decía, inclusive en el
Templo me dijeron “no, pus tiene que demandarlos, tiene que ver
que le den un reconocimiento porque pues está usté enferma. Pida
ayuda y va a ver que va a tener esa ayuda para que le ayuden, le
tienen que dar algo”; pero pus yo nunca quise hacerlo. ¿Cuánto me
voy a gastar para andar ahí perdiendo tiempo, y luego si no me dan
nada? Tons en eso pus traté de no hacer nada. Y todavía de vez en
cuando me habla [la señora], que vaya yo a hacerles algo, ya me dan
que los $300, que los $400. (…) Ajá, acabo de hacerles la comida para
el Día del Padre y me dieron $600 -porque me da el yerno
doscientos pesos, la hija me dio cien pesos, y el señor me dio
cuatrocientos pesos. Dije “bueno, pues ya tengo una recompensa, ya
con eso me conformo”.

En esta complejidad de negociaciones flexibles de los derechos laborales


destacan el caso de Marilú y el de Esther. Marilú con la doctora que la emplea
no se ha sentido a gusto porque se le han sumado actividades. Como se observa
en el siguiente fragmento ella asume cierta responsabilidad en la medida que
no calculó bien la propuesta de horario de trabajo que le requirió la empleadora
al principio de los tratos. En cualquier caso es evidente que la doctora puede
llegar a abusar de ella, parece efectivamente tacaña y ubica a Marilú en una

879
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

posición en la que negociar sólo es posible desde la subalternidad. En el caso de


Esther vemos que con el médico que la ha empleado tiene la posibilidad de
acceder a la salud en esta negociación de derechos; sin embargo, en el siguiente
fragmento vemos el dilema que enfrenta, desde su lugar subalternizado, pues
no pide aumento salarial porque se le hace mala onda. Así, lo que quiero destacar
es que la negociación para muchas empleadas domésticas implica la
desigualdad de circunstancias porque frecuentemente se trata de tener una
cosa por otra.

Marilú: cuando yo llegué [con la doctora] mi dijeron “¿cuánto


gana?”, y como ahí es una privada y se conocen las señoras y están
en contacto, le digo “no pues la señora me da doscientos cincuenta,
la señora Mayra, pero entro a las nueve y media o a las diez, y si me
agarra el tráfico llego más tarde. Y pues yo trato de hacerle todo su
quehacer, o sea, yo me voy a las cuatro y media –cinco”; “ah no,
perfectamente”. Pero ahí fue mi error porque yo pensé pues que
como en la casa de la señora Mayra tenía su tiradero, pues pensé
que era lo mismo con ella ¿no? Pero no, ella tiene menos tiradero,
tonces pues ahí yo podría salir a las tres… pero, este, como yo le dije
que de cuatro y media a cinco pues en eso quedamos. Le digo “¿qué
va a querer que le haga?”, “no pues la limpieza, que me limpie toda
la casa, que limpie muy bien; ahorita la casa está bien sucia porque
la persona que me ayudaba tiene como dos meses que no ha venido
y no he encontrado a otra persona, yo quiero una persona de
confianza, la señora Mayra me la recomendó y yo sé que usté es de
confianza porque tiene tiempo que trabaja para ella”, le digo “sí, ella
sabe y su mamá sabe de adónde vengo, de una vecina, y me conoce,
por eso no hay problema”, dice “sí, entonces así le hacemos; se va
como a las cinco, de un hecho yo quiero que usté me recoja porque
mi esposo viene a comer y yo quiero que usté me deje la cocina
recogida”… Le digo “bueno, pues igual y me voy a apurar”. Y ya, pues

880
AVRIL ARJONA LUNA

así quedamos ¿no? Y un día tenía ropa en un sillón y pues yo le doblé


su ropa y ya se lo puse ahí -digo, pa que se vea la limpieza, porque si
se va bultito para allá y bultito para acá pues se ve mal también. Y un
día me dijo “la ropa no me la agarre, ya me dobló la ropa”, le digo
“pues sí, pa que se vea recogido su cuarto”, “no –dice- la ropa no me
la doble, déjemela ahí, esa yo me encargo”, dije “ah bueno, por este
día ya lo hice”. Pero ya para la segunda vez había más ropa y dije
“pues ahora sí la dejo”; y luego me dice “ay, ahora no me dobló la
ropa”, le digo “pues como usté me dijo que se la dejara”, “pues es
poquita –dice-, dóblesela, cuando sea poquita dóblela”… Pues ya la
doblé. Ya después me dice “¿qué cree Marilú, tengo ropa en la
lavadora, me la saca?” (…) Y luego me dice “¿sabe qué?, le voy a
enseñar cómo se usa la secadora para que así cuando le diga que me
saque la ropa me la pone a la secadora ¿no? Lo que es de tender en
los lazos pues me lo tiende en los lazos, y lo que no pues en la
secadora” -y ya, me la quedé viendo, porque no, no le dije nada.
Luego dice “pero no va a ser siempre, casi eso la mayoría yo lo hago
–dice-, eso nomás va a ser en caso que yo llegue a salir”, “bueno, está
bien”. No, pero ahora ya se le hizo costumbre. El lunes tengo más
quehacer con ella: el refri[gerador], ta llena la lavadora de trastes, la
estufa está más sucia… bueno, de lo que comen y a veces le cae la
leche, está todo, y los botes de basura, todo, todo está más, y ya,
estoy haciendo lo de los trastes y “ah, Marilú, ¿no se sube y me saca
la ropa de la lavadora?” -la echo a la secadora-, “ay, Marilú, ¿me
tiende la cama del niño y le da una recogida así y ya al rato que
termine le hace bien al fondo?” –este, ya le tiendo la cama, le recojo
los juguetes y todo-, y ya me voy a bajar y “Marilú, me voy a meter a
bañar”, “ándele pues”. Al rato ya estoy lavando el refri “Marilú, ¿me
hace favor de venir a tenderme la cama?” (…) y ahí voy a tenderla. A
veces no encuentra qué se le atraviesa “Marilú hace esto”, pero, eso
me descontrola porque estoy haciendo acá y me voy para allá, estoy
haciendo acá y ahí voy para allá. (…) Yo sé cómo trabajo: de un hecho
a mí me gusta empezar de arriba p’abajo, me gusta porque luego las

881
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

basuritas de arriba se caen para abajo, y ella no, le gusta que


empiece de abajo p’arriba, que primero por la cocina, y luego por la
sala y luego, este, … llegando los trastes, luego que la ropa, luego que
una cama, luego que bájese, luego que la otra cama, y luego que me
ponga a hacer la sala, y luego que haga lo de la comida, y luego que
haga l’agua, la ensalada, entonces este… te digo que la semana
pasada pues casi me estaba volviendo loca porque dice “ay, es que
voy a tener una comida –pero pues no me había dicho antes- vamos
a hacer esto, vamos a hacer aquello”. No, llego y me dice “ora como
está limpia la casa vamos a hacer otras actividades, no se va a hacer
lo mismo”, le digo “sí, ¿qué se va a hacer?”, “pues dele una limpiada a
la casa, pero así en general, nomás por encimita, lo que sí le encargo
es mi recámara, el baño, el cuarto del niño, la sala y toda la cocina
pues eso es normal. Me lava el patio de hasta arriba, me lava el
garaje, pero eso me lo deja hasta el final pa que esté limpio pa
mañana (…) Y luego me va a ayudar a la cocina, quiero que me haga
un guisado de picadillo y una tinga, ah, y un arroz, ya le compré el
arroz, ahí le compré una bolsa –yo creo que con eso”. Yo dije “pues
ya me agarró de su disposición. Ya no me dice ¿me puede hacer un
arroz, o cómo ve?” (…)Y a la hora de la comida sí me vio seria porque
si ya sabía que iba a hacer su fiesta por qué no me dijo un día antes
(…) Y es que es mucha presión, la comida es mucha presión (…) Dice
“no se preocupe, si sale bien voy a decir que yo lo hice, si sale mal
voy a decir que usté lo hizo” [ríe] (…) Yo dije, nomás falta que me
diga que quiere que le haga de comer para hoy. (…) Pero no. Salí
como 20 para las cinco, ya acabé y ya le dije “ya me voy”, dice “sí”.
Pero me di cuenta que ella estaba vigilando que no fuera yo a comer
de los platillos que se hizo porque que no iba a alcanzar… (…) Ah,
pero me dice cuando estaba cocinando “¿no puede venir mañana?”,
“no, mañana no puedo”, dice “ay, es que yo quisiera que viniera
mañana porque sí la voy a necesitar y mucho”, le digo “pues sí, pero
como no me dijo; cuando quiera que yo venga avíseme unos dos
días antes, porque ahorita me toca ir con la otra señora y no la

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AVRIL ARJONA LUNA

puedo dejar plantada”, “bueno, pues ni modo, es que no lo pensé


antes”. (…) Y ya, fui el lunes y dice “Marilú, todo salió muy bien” “ah,
qué bueno –le digo-, sí le quedó su comida”, dice “sí, muy bien, me
sobró mucho porque no vinieron todos los invitados. Me sobró y
tengo comida en el congelador” –lo metió en bolsitas y ahí las tiene.
Pero sí, es muy tacaña, le sobró mucho pastel -a lo mejor este lunes
que vaya lo voy a tirar porque le sobró tanto y ahí lo tenía. (…) [La
doctora] ya me agarró para hacerle la comida, pero ahorita no me ha
dicho nada; el otro día llegué tarde -como a las diez y media-, iba
muy acelerada y le digo “me recibe o me regreso, porque ya es muy
tarde”, “no –dice- usté quédese, aunque llegue tarde no piense que
la voy a regresar, eso no lo voy a hacer con usted, aunque se le haga
tarde, lo que le pase en el camino o equis cosa, usté llegue, de todos
modos tiene su chamba”… Ah, bueno, pues ya por esa parte ya está
bien; porque hay muchas personas que luego andan “ay, ya no voy
encontrar la señora; ay, me va regresar la señora” -las regresan. Pero
no, a mí hasta eso no me han regresado.

Esther: (…) Y el doctor con el que regresé, pues mira, no se lo he


comentado porque él, yo sé que, o sea, mi problema de salud, que yo
le diga “es que tengo esto, es que tengo lo otro”, él [me dice] “ve al
hospital [donde trabajo] Esther”, y no me cobra. (…) Entonces con él
(…) si yo le digo que quiero dos días de vacaciones al año, como que
ya no me sentiría bien decirle, cuando estoy mal, “me siento mal”
-si yo sé que él no me va a cobrar ni un peso y si necesito de algún
tratamiento pues él me lo va a dar. Entonces si como que, se me
hace mala onda pedirle, cuando sé que puedo contar con ellos en
problema de salud. ¿Tú cómo ves?

Si bien existen algunas excepciones en las experiencias recientes de


Esther, Margarita e incluso Marilú sobre la posibilidad de atender sus procesos
de s/e/a en vinculación con las y los empleadores, como se observa en los
siguientes fragmentos, considero que el derecho a la salud es difícil de legitimar

883
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

para estas mujeres porque acuden a formas de atención tradicionales y


alternativas que no necesariamente corresponden con las representaciones y
prácticas biomédicas aparentemente dominantes entre sus empleadoras y
empleadores. Así, como dice Margarita, atender estos procesos normalmente
va de su bolsillo.

Esther: (…) me enfermé -¡me dio una gripa!, estuve dos semanas, y
la señora Romina la verdad sí me dio los días, lunes y martes sí me
los pagó (…) Entonces [a raíz de eso la señora] me dijo “¿sabes qué?,
ya, ya mejor ya vete. ¡Uchale!”, dije “pues bueno” y ya me dijo “te voy
a pagar tu día de hoy completo, que tienes que ir al otro
[departamento también], y te voy a pagar el día de mañana”.
Entonces me regresé bien temprano, como a las 12 del día ya me
vine de allí (…) Entonces me estaba diciendo ayer la señora…que, o
sea, que yo debo de ahorrar, dice “tienes que ahorrar para cuando te
enfermes; si no puedes trabajar pues tengas de dónde comer y pa’
tus medicinas, porque…en lo que a mí me respe[c]ta, yo te doy tu
día, y te pago, pero si todos los demás te dieran, pues ya tienes una
semana tú, pero no creo que todos te lo den”; y exactamente porque
el doctor [con el que trabajo] me vio y lo único que hizo fue darme
unas pastillas y ya; el jueves pues igual, dice la señora “¿vienes
enferma?” le digo “sí, pero pues hay que trabajar”. (…) Me estaba
diciendo Sarahí “tu trabajo [aquí] es muy bien pagado; y pues
exactamente, nadie te va a dar Seguro, si te enfermas pues nadie te
va a decir “te pago y vete”. Porque, o sea ese trabajo no es
reconocido, es mal pagado; porque a lo mejor sí es friega lo que
tienes que hacer, pero nosotros creemos que te estamos pagando
bien, pero (…) sí es cansado, es mal pagado y el que menos está
reconocido”

Avril: ¿Y tú qué opinas sobre eso?

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AVRIL ARJONA LUNA

Esther: Pues que sí es cierto, sí es cierto, porque…pues la señora


Romina y la señora Amparo son las únicas que me han dado días
que de repente llego muy enferma -y pues “regrésate Esther, te pago
tu día”. Bueno, cuando estaba dentro de sus posibilidades, porque
ahorita como que siento que pues, yo creo que todos estamos así,
¿no?, como que el dinero pus, nomás no [alcanza] (…). Y no creo que
haya alguien que diga “yo te voy a dar Seguro y todo”; entonces me
dice Sarahí “mira, estaría bien que vayas al Seguro a investigar y
puedes pagar tú misma tu Seguro”…Pero como ya está el [Seguro
Popular], mejor voy a sacar ese, ¿no?

Margarita: (...) un patrón no te dice "ay, te accidentastes en el


trasporte" o simplemente "te enfermastes", no te dicen "ai te va para
que te cures", son cosas que van de tu bolsillo y yo siento que eso no
debe de ser porque tú estás a su servicio.

Luego entonces, ¿cómo hacer posible la legitimación de sus derechos?,


¿qué instancias podrían servir para legitimar el buen trato, respetuoso y de
confianza; la recepción de por lo menos dos alimentos como parte de su salario
indirecto; la posibilidad de pedir permiso para faltar sin perder el empleo; un
ingreso que además de permitirles cubrir los transportes les dé oportunidad de
cubrir sus necesidades básicas -como la salud- y aportar lo necesario al gasto de
la familia; la negociación y renegociación de la actividades a desempeñar; la
sanción a la detención del empleo a discreción de la familia empleadora, etc.?
Bueno, pues la realidad es que a pesar de que a mis interlocutoras no se les
ocurren muchas alternativas, el Sindicato podría representar un primer paso
institucional que rompa con la desunión entre trabajadoras:

Avril: ¿y quién tendría que regular sus derechos?, ¿cómo se te ocurre


que podría ser?

885
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Marilú: pues es lo que yo no sé, si supiera ya lo hubiera hecho, pero


por lo mismo de que no sabe uno

Avril: ¿y si hubiera un sindicato?

Marilú: pues igual y sí, igual y hasta lo debe haber... Pero pues los
señores no se van a prestar para eso, como dicen "si quieres
trabajar, trabaja" y si no pues se buscan otra, así de fácil... O sea no,
ellos no nos van a acectar así, con una condición que uno les ponga

Avril: ¿qué crees que piensen los señores?

Marilú: "ay, pues es que quieren llegar a tales horas y ya luego se


quieren ir", "exigen su comida"... pues yo luego he conocido que
exigen que los días festivos no los trabajan, pero pues todo eso a
veces a las señoras no les gusta, y pus luego les sale otra que dice "yo
le hago esto y le hago aquél" y pues lo acectan... tonces...y como es la
necesidá de la gente se aprovechan. Si todos estuviéramos de
acuerdo en que íbamos a cobrar un sueldo, en que íbamos a exigir
una regla, todo estaría bien; pero pues todos estamos desunidos,
tons por eso no hay ese acuerdo, esas obligaciones [patronales]
como uno quisiera.... Pero pus así es la vida (...), y luego la gente ni
jala porque nunca quiere perder tiempo.

En síntesis, estamos presenciando una serie de eventos sociales que


muestran empíricamente algunas continuidades y cambios en el empleo
doméstico como relación social, transgeneracional, en la que las generaciones
de mis interlocutoras se verá muy afectada por los procesos de envejecimiento
en la ZMCM:

1) En primera instancia las recomendaciones entre empleadas


domésticas no gozan de la misma legitimidad que presumiblemente
tendrían las recomendaciones entre empleadoras -aunque esto

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AVRIL ARJONA LUNA

último habría de ser investigado en profundidad, pues considero


que puede tener muchos matices. Esto se debe en buena parte a la
desconfianza de la que habla Rosa María:

[Y ahora el empleo doméstica ha cambiado] No, no. ¿Traes carta de


recomendación? Las cartas de recomendación. De eso piden.
¿Quién te recomienda? ¿De dónde vienes? Pero por lo mismo (…),
por uno venimos pagando todos. (…) Hay desconfianza. Sí. Ya hay
mucha desconfianza por lo mismo.

2) En relación con el punto anterior, es importante tener en cuenta el


peso que podrían, o no, adquirir las agencias de colocación para las
generaciones más jóvenes de empleadas domésticas -como podrían
ser las hijas de mis interlocutoras más jóvenes:

Esther: [Paulina] (…) dice que sí, que le busque un trabajo de planta
-pero con las que conozco nadie quiere de planta-, porque ella dice
“si consigo uno de planta me voy y el niño que se quede con sus
abuelitos, y si hay forma de que me lo lleve pues me lo llevo” (…) Y yo
pus…pues dicen que hay agencias para eso, pero, pues (…), es que yo
siento que es Paulina la que debe de moverse -si yo soy la que
quiero, no estoy bien aquí o quiero algo más, pues tengo que
buscar-, tiene que ser por ella misma, no esperar a que alguien la
lleve ¿no?

3) La vejez para las todavía empleadas domésticas, específicamente en


relación con su trabajo, resulta una verdadera incógnita que, sin
embargo, se construye a partir de algunos supuestos dominantes

887
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

sobre su no lugar -como se observa en las representaciones de


Marilú y Rosa María.

Marilú: no, no creo [que en algún momento la gente con la que


trabajo pudiera ayudarme durante mi vejez]. Ni siquiera con la
señora con la que empecé.

Rosa María: Hay una cierta edad donde ya, los patrones ya no
quieren gente vieja, gente cansada ya no. Voy ahorita a pedir un
trabajo, ya no me van a dar. Ni en casa. Ya van las que tienen años
ahí, ahí se hicieron viejas y les siguen dando trabajo, ¿por qué?
Porque ahí gastaron su juventud, ahí dieron todo por... todo por
nada. Hay unas que ahí ni Seguro ni nada, si acaso les dan
aguinaldo (…) a fin de año (…) Pero no es de que a fuerza les tienen
que dar, porque no firman un papel de que a fuerzas sus aguinaldo;
y cuando quieren "pues hasta aquí terminó, ya tengo otra", y se va
uno, y su juventud, sus fuerzas ya lo dejó uno ahí.

4) En febrero del 2016 surge el Sindicato Nacional de Trabajadores y


Trabajadoras del Hogar (Sinactraho). “El contrato colectivo
elaborado por el nuevo sindicato contempla elementos como
seguridad social, salario con base en horas laboradas, vacaciones y
aguinaldo” (CACEH, 2016) y se trata de un logro importantísimo
para las “trabajadoras del hogar” que han luchado por el
reconocimiento de sus derechos laborales. Sin embargo, habrá que
ver por un lado cómo las experiencias de mis interlocutoras, tan
flexibles objetiva y subjetivamente, encontrarán lugar en las
demandas del Sindicato y sus estatutos; y, por otro, cómo reaccionan
los grupos sociales a los que pertenecen las y los empleadores.

888
AVRIL ARJONA LUNA

6.3 Diferencias entre ser y sentirse viejita: un acercamiento a las


experiencias de envejecer de acuerdo con las posibilidades de agencia
mapeadas

Jui revaga (…), mi vida jue muy lejos (…) Fui muy andariega y ahora es lo que hago
menos (…), ya me tienen encerrada [ríe] (…) Me muero pero no me muero, ando
en el viento, como bruja. Pero muy bonita que fue mi vida (…) anduve muncho
por el Bajío, andaba yo por donde quiera (Doña Katia, mamá de Cristina, 94
años).

En este último apartado nos acercaremos en primera instancia a las


experiencias de envejecer desde las representaciones y prácticas de dos ex
empleadas y tres empleadas domésticas que transitan por distintos momentos
del proceso de envejecimiento para distinguir cómo la carrera hacia la vejez ha
repercutido en sus condiciones de agencia para la toma de decisión y la
asunción, o no, de lugares subalternizados.

En un segundo momento nos acercaremos a la tercera transición


biosociocultural, la de la sexualidad no reproductiva, que veremos en dos de sus
tres fases según sea el caso: la postmenopausia en las dos interlocutoras de
mayor edad -Cristina y Rosa María- y la perimenopausia en las tres más jóvenes
-Marilú, Margarita y Esther. Esta nos acerca al cuerpo como núcleo
biosociocultural de una de las experiencias que socioculturalmente parece tener
menos relevancia puesto que aparece articulada sólo a ciertos aspectos del
envejecimiento femenino y desarticulada de otros igualmente importantes en
los procesos y las experiencias concretas. Por último, nos acercaremos a la
importancia de algunos espacios y lugares a la luz de las incertidumbres del
futuro.

889
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Como construcción social, el envejecimiento se configura en nuestras


representaciones y prácticas de acuerdo con los referentes que tengamos al
respecto, de modo que generacionalmente los padres y las madres, las abuelas y
los abuelos son comúnmente sujetos que permiten observar algunas
representaciones y prácticas en torno a estos procesos. De acuerdo con la
condición migrante que ha marcado el curso de vida de mis cinco
interlocutoras, me interesó conocer sus representaciones en torno al
envejecimiento en sus lugares de origen y las diferencias existentes con este
proceso en la ciudad, en tanto momentos/espacios/lugares que de alguna
manera han permeado sus representaciones y prácticas en relación con su
propio proceso de envejecer.

Mis cinco interlocutoras tienden a tener representaciones más positivas


del envejecimiento de las personas en sus lugares de origen en comparación
con lo que sucede en la Ciudad de México. Sin embargo, como hemos visto ya
en el Capítulo V, cuando entran en cuestión el pueblo y la ciudad las
representaciones y prácticas tienden a mostrar tensiones e incluso
contradicciones entre los criterios que utilizan -evidenciando, en mi opinión,
algunas de las contradicciones sociales mismas.

Así, por un lado, ellas consideran que la vida de las mujeres y de los
hombres en el pueblo es más tranquila, mejor, sin estrés y sin tantos achaques y
enfermedades -mientras que en la ciudad es como el conejo, el que no corre vuela (…)
como la India María, aseguró Rosa María. Por otro lado hay quienes como Marilú
observan en sus padres o madres un cuerpo cansado y enfermo, situación que se
explica porque llevaron toda una vida de trabajo pesado, una alimentación precaria
y muy poco acceso a la atención biomédica de los padecimientos porque no había

890
AVRIL ARJONA LUNA

doctor ni centro de salud, estaban lejos. Así, a pesar de todo, todas legitiman las
representaciones en torno a la diferencia positiva que pudo haber implicado
-para las generaciones anteriores y propias- tener acceso a la atención
biomédica.

Como ya dije en otro momento, la tendencia en la esperanza de vida en


México muestra que las mujeres viven más años en promedio que los hombres;
por ello no es de sorprender que a estas alturas el padre de cada una de mis
interlocutoras haya fallecido140 ya, y no así sus madres, cuyos cuerpos siguen
estando condicionados por la necesidad de trabajar. Así, a pesar del cansancio y
la enfermedad, las condiciones de existencia se imponen fuertemente en los
ámbitos rurales, de modo que los cuerpos envejecidos de mujeres de 80 y más
años trabajan sin intenciones -pues no hay posibilidades- de cesar; pero con las
condiciones mínimas necesarias -aseguran mis interlocutoras- para cubrir el
propio sustento diario a base de, fundamentalmente, tortilla, café, pan y salsas
que todavía preparan utilizando utensilios tradicionales. Veamos algunas
contradicciones sociales evidenciadas en las condiciones materiales y
simbólicas en que envejecen las mujeres desde la perspectiva de Margarita:

Avril: ¿cómo es la vida de las mujeres que empiezan a envejecer en


San Miguel?

Margarita: las que son de mi edad yo las veo y digo "¡ay no, yo estoy
joven!" (...), se ven más cansadas y no entiendo, porque allá la vida
es más tranquila -si tienes maíz, porque si no entonces sí

140 El de Rosa María falleció en un accidente automovilístico y al instante –alrededor de 1987. Tanto la muerte
del padre de Margarita, como la del de Esther –la última sucedida entre 1995 y 1996- estuvieron
asociadas al hábito de tomar y a la cirrosis. El único que murió en la ZMCM, tras haber migrado, fue el
padre de Cristina -en el año 2001, de un vahído o infarto el día del cumpleaños 60 de ésta.

891
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

preocúpate de qué vas a comer. Hay unas que sí tienen para ir


sobreviviendo y hay otras que no; las que no tienen hijos ni marido
tienen que trabajar (...). Y en cambio aquí, en [la ciudad de] México
si te quedas viuda pues búscale trabajo de lo que se pueda; allá
también, lo que pasa es que son huevonas (...), se esperan a que tú
las ayudes (...).

Avril: ¿crees que el lugar de una mujer que ya está envejeciendo se


vea afectado con el envejecimiento?, ¿la sociedad las respeta igual?

Margarita: no te pueden respetar igual porque tú en lugar de ir


hacia arriba vas hacia abajo; lógico que vas perdiendo amistades
porque dejas de estarte conectando con ellos, y cuando te dejan de
ver (...) nadie te va a buscar. Entons no es lo mismo. En cambio si
eres joven y produces te van a buscar siempre.

Avril: ¿y en la ciudad?

Margarita: igual. (…) [Envejecer es un problema en general] porque


si no trabajas no comes.

En síntesis, desde las representaciones de cuatro de mis cinco


interlocutoras, a diferencia de las mujeres y hombres que envejecen en la
ciudad, la gente en el campo puede -a tiro de piedra- procurarse la alimentación
a la que están acostumbrados y, en general, se piensa que están sujetas a menos
abandono por parte de sus hijas e hijos en la medida que las distancias y las
relaciones de dependencia para la subsistencia cotidiana tienen matices
particulares -aunque, como dejó ver Margarita, la situacionalidad se complejiza
si tenemos en cuenta el estrato socioeconómico y la situación conyugal de las
mujeres. Veamos cómo se representa Cristina la situación del envejecimiento
de una de sus ex empleadoras, en donde destacan el abandono y la enfermedad:

892
AVRIL ARJONA LUNA

(…) todavía me busca mi patrona (…) ay, sí [era ella la que acaba de
llamar por teléfono]; pero me da tristeza cuando me habla, porque
está muy solita, está bien solita -bueno, tiene hijas e hijos, pero
nadien le hace caso. Mi mamá por lo menos estoy yo, ¿pero ella? (…).
Vive sola, tiene el yerno y la nuera arriba, pero bajan y se van, llegan
y se suben… [No se preocupan] ni si tiene qué comer, o si ya comió o
no comió, nada de eso (…). Tiene 83 años, pero orita me está
diciendo que tiene una rodilla bien hinchada, que es retención de
líquidos; y ya, me habla, quiere que yo vaya -yo siempre estuve
yendo con ella-, pero le digo, “yo ¿cómo le hago?, también yo
quisiera poder.

Del siguiente fragmento de Marilú quiero destacar lo que para ella se


torna generalizado conforme el envejecimiento comienza a percibirse, me
refiero a la desmotivación y todo aquello que nos acaba y va mostrando indicios
del paso del tiempo sobre el cuerpo de acuerdo con la vida que las personas
llevan y han llevado, así como del contexto y las relaciones en las que se
desarrolla su vida cotidiana:

Pues yo digo que se envejece igual [en uno y otro ámbito], y no es


tanto la vejez sino que se desmotiva uno mismo en la vejez, a veces
porque tienes problemas, a veces porque estás enferma y te pones a
pensar y eso mismo hace que te vayas acabando; no es tanto de que
vivas aquí en el Valle o en el Centro en un lugar bonito, sino a veces
son las preocupaciones. Yo en eso me he dado cuenta porque a raíz
de que se enfermó mi papá, murió mi hermano, yo me preocupaba
mucho, y un día que me fijo en mi cabeza y blanca, blanca -ya las
canas-, porque me dice mi hija "mi papá ya se pinta su cabello", le
digo "pero si él no está tan viejo", dice "pues tú tampoco, pero ya
tienes tu cabeza blanca, ¿a poco no te has visto?", le digo "no" -era lo
que más me cuidaba yo, mis canas- y sí, ya cuando veo parecía yo
una viejita de 70-80 años, dije "¿y 'ora qué me está pasando?" -pero

893
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

sí, como que caí en una depresión de que mi hermano y luego mi


papá y pues me preocupaba (...), y luego lo que le pasa a Ana, pues sí,
todo eso nos acaba. Yo cuando estoy en el trabajo si estoy doblando
ropa es puro pensar, sólo no pienso cuando trapeo porque ando de
aquí p'allá, pero termino y me subo al carro y es puro pensar; llego a
la casa y puro pensar, entons yo creo que uno mismo se provoca eso
(...), las canas, la piel se maltrata -empezando por ahí porque
aunque tu cuerpo sea joven la cara se ve demacrada-, si no duermes
bien todo eso afecta en cómo se ve uno y la gente nos ve y dice "esa
señora ya se acabó, ya está grande" -yo digo que hasta para el
trabajo, si te ven tu cara demacrada han de decir "esta señora ya no
aguanta pal trabajo". Pero yo creo que son las preocupaciones, la
enfermedá; y por otra parte hay mucha gente que se conserva bien,
muy tranquila aunque no tengan de comer -y tienen suerte porque
les ayuda el gobierno con una despensa, y se la viven bien, yo
conozco vecinas que para ellas ni los años pasan y no trabajan toda
la semana. (...).

Avril: ¿y cuándo se puede decir que una es vieja o viejo?

Marilú: pues... Es lo que yo me pregunto porque pues -digo-, cuando


esté yo más vieja ya no me voy a poder mover, ya no voy a poder
caminar, pero yo veo muchos viejitos que todavía ahí andan.

Definitivamente no es lo mismo ser que sentirse viejita, como veremos muy


claramente en el caso de Cristina, pues la construcción social del
envejecimiento como un lugar en general subalternizado repercute
diferencialmente en la asunción o resistencia con que estas mujeres en edades
medias y avanzada experiencian los cambios en su cuerpo. Por supuesto, las
representaciones y prácticas existentes en los espacios de su vida cotidiana a lo
largo del curso de vida han configurado signos naturalizados muy claros del

894
AVRIL ARJONA LUNA

inicio del proceso de envejecimiento -como las canas, la pérdida de fuerza y


vitalidad, la aparición de enfermedades y otros eventos como la menopausia.

¿Cómo llega la conciencia del propio envejecimiento y en qué lugar se


ubican estas mujeres de acuerdo con las representaciones que tienen de su
proceso? -teniendo en cuenta que todas mis interlocutoras aseguraron no haber
pensado en su vejez durante las etapas de vida anteriores, como asegura
Cristina, pues: como que de joven cree uno que toda la vida va a ser el mismo, y no, todo
se acaba, todo se acaba. Encuentro dos grandes tendencias en la conciencia del
propio envejecimiento, que forzosamente remite al cuerpo. En la primera están
quienes perciben claramente el paso del tiempo y el proceso de envejecimiento
desde la construcción social del mismo, asociado a que el tiempo se pasa más y
más rápido y uno como que rinde menos -como sucede en ocasiones con Esther y
era lo común en Rosa María y Marilú.

Esther: (…) rápido que pasa el tiempo (…) Y cada vez va a ser así,
más y más rápido, y más rápido nos vamos envejeciendo (…) Yo
decía, cuando estaba chiquita, que quería ser grande [ríe], y ahora
ya no quisiera que pasaran los años. Fíjate que es algo curioso, pero
así conforme van pasando, los años, uno como que rinde menos,
como dijera una señora, porque yo me acuerdo, todavía hace un año
que, con la señora a donde fui hoy -creo que ya llevo como tres años
con ella-, salía yo a la una de la tarde del trabajo, y ahora vengo
saliendo a las tres -y llego a la misma hora (…) No, son las mismas
[actividades de siempre, no han aumentado].

Rosa María: ¡Ay sí! Pero mira, todo por servir se acaba. Se va uno
deteriorando poco a poco, y las fuerzas se van acabando, ya no es lo
mismo. ¡Uh! Yo antes yo venía y hacía -ay-, ahora hago una cosa, ya
no hago otra, pero bueno…

895
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

En la segunda tendencia encontramos representaciones como las de


Cristina y Margarita, quienes si bien reconocen que el tiempo transcurrido
tiene efectos en su cuerpo, normalmente manifestaron representaciones más
positivas en torno a su etapa de vida actual en la medida que todavía tienen
energía, ganas y se reconocen otras posibilidades de agencia. La mayor de mis
interlocutoras, como se observa en el siguiente fragmento, asegura que hasta
ahorita todavía no ha sentido la vejez -proceso mediante el cual, sin embargo, llega
a una situación en la que se imagina mejor que cuando tenía 15 años. Margarita, a
pesar de la friega que ha llevado, se cuenta buena en todos los aspectos, y sin dejar de
vivir su realidad acepta la posibilidad de tener nuevas certidumbres en torno a lo
que ellas pueden hacer por sí mismas -que en mi opinión es lo que distingue al
lugar del no lugar en el envejecimiento.

Cristina: (…) Pus… No sé, no he sentido [la vejez], hasta ahorita


todavía no. Yo luego me pongo a pensar y digo “yo no me esperaba
llegar a esta edá”, y así como me siento, [menos], pero la verdá no he
sentido mi vejez. Me la inmagino como que estoy yo mejor que
cuando tenía yo 15 años (…) [Porque] pues ya mis hijos ya están
grandes; segundo pus, pus ya como que me encarrilé en mi vida –y
antes no, era muy agitada, cuando tenía a todos mis hijos chicos. Y
pues yo creo que por eso todavía no la he sentido, a pesar de mi edá
(…) Pues no sé cómo se sientan [mis hijos], pero… Pues así, como
que [el envejecimiento] lo toman así nomás (…), por eso digo que no
tiene uno de que nos compliquemos la vida [ríe].

Margarita: (…) a pesar de la friega que he llevado yo me cuento


buena en todos los aspectos. Porque, digo, como que ya también 50
años como que... Pero aún así yo me siento todavía con mucha
energía. (...) Yo me siento chava (...), luego a veces me veo en el
espejo y digo "ay, no, sí, ya estoy vieja", pero a veces digo "ay, no, yo

896
AVRIL ARJONA LUNA

estoy joven" -y es que digo, si no me doy ánimos yo, ¿quién lo va a


hacer por mí? (...). Vives tu realidad (…), [pero] yo me siento como
en el segundo aire -ay sí [ríe]. (...) Yo siento que ahora mi vida es
algo más controlable, por qué, porque antes no sabía ni qué era vivir
bien ni qué era vivir mal, me daba lo mismo -por decir- si comía o
no comía, y en cambio ahora me tengo que preocupar por mí,
primero por mí, y después por mí, porque al final de cuentas pues
tú eres la cabeza de la familia y si tú no estás bien obviamente que el
resto no va a estar bien.

Así, en general, el paso del tiempo, la edad, la posibilidad de enfermar y el


hecho de morir son algunas de las nuevas incertidumbres que enfrentan estas
mujeres en su proceso de envejecimiento teniendo representaciones claras de la
experiencia extrema del mismo como un no lugar condicionado por la
dependencia y/o el abandono de quien es un estorbo, una carga -situación a la
que esperan no llegar, como comenta Rosa María:

Ya está uno grande, o estás enfermo y ya no te puedes mover, ya


nadie te quiere, te ven ahí ya como que si estorbas -¿no?-, como que
"oye, muévete ahí de ahí porque queremos ese espacio", ¿no? O ya no
te puedes bañar, ya del baño igual... Te quitan pañal como si fueras
un bebé, ¿y qué pasa y la familia? Se aburren, se cansan, ¿y ya qué es
uno para ellos? Un estorbo. ¡Y eso qué tristeza! (…) Yo pienso que
mientras uno se puede valer por sí mismo todo está muy bien;
nomás deja uno de valerse uno por sí mismo y es como una carga
para las personas, para los hijos o para el esposo. En cambio
mientras todavía puede uno moverse, o ver (…), lavar uno su ropa,
(…) caminar, hacer (…); pero cuando ya no, es uno indefenso, es
cuando ya es (…) molestia. ¡Ay -yo digo-, Dios mío, no me dejes vivir
así, esa vida yo así ya no, ya no la quiero! [ríe].

897
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Como se observa al final del fragmento anterior, hay formas de vida


vivibles y otras que no, reflexión que llega justo con el paso del tiempo y sus
huellas -a las que nos adentraremos en las siguientes páginas.

6.3.1 Distinguiendo el peso generalizado de una vida de trabajo


productivo y reproductivo en los procesos de s/e/a recientes

(…) no sí, ya tengo 58 [años] y yo siento que ¡ay, ya no doy una! (…), en cuanto a mis
fuerzas (…) porque pos de chicas trabajamos mucho, mucho que trabajamos (…)
Pero lo vivido, vivido; lo bailado, bailado. (...) Si no se anima uno, ¿quién nos va a
animar?
(Rosa María).

(…) todo nos va afectando con el trabajo, y yo toda la vida he trabajado (Marilú).

A veces me siento más cansada o con ganas de no trabajar, pero [me] digo, qué voy
a hacer en mi casa (Margarita).

Como vimos claramente en los dos capítulos anteriores, la


salud/malestar/enfermedad de estas mujeres se ha construido bajo la influencia
del paradigma asistencialista -e individualistas- que, como señalan las expertas,
puede provocar efectos iatrogénicos en las mujeres cuyos padecimientos son
socialmente construidos sin tomar en cuenta sus necesidades.

“(…) desprendido del paradigma positivista (…) tradicional (…)


[insiste] en que es necesario asistir a las mujeres, ayudarlas, para
que a su vez, ellas puedan hacer lo mismo con las personas que las
rodean en su intimidad familiar y doméstica. Se basa en la
concepción de las mujeres como sujetos en tanto madres, esposas,
amas de casa. A la vez, este paradigma ubica a las mujeres como

898
AVRIL ARJONA LUNA

objetos de políticas asistenciales, y no como sujetos que definen sus


propias necesidades” (Burin, 2010:7).

Como dirá Marilú, es importante tener en cuenta la referencia a los


cuerpos cansados y enfermos, pues es común y tiende a ser parte de la memoria
corporal entre estos grupos subalternizados de mujeres y hombres que en
muchos casos terminan por asumir la responsabilidad total por su estilo de vida,
ese que se explica por medio de la comparación entre las representaciones y
prácticas de ellas y las de otras mujeres cercanas, como explica Margarita:

(…) el estilo de vida pues depende: que si a tí te gustan los bailes,


tomar, y si lo vas a hacer constantemente pues obviamente que ese
no es un estilo de vida bien. (...). Yo como te digo he hecho mis
desayunos de Herbalife de vez en cuando (...), desde hace dos años,
y pues ahorita ya voy a empezar otra vez, porque digo, también se
hace por economía porque pus no son cinco pesos, son treinta pesos
-te incluye la sávila, el energético y la malteada-, no he ido ahorita
pero ya voy a ir la otra semana (...). Te lo tomas un mes y descansas
mes y medio, y así. (...) (...) el otro día que vino [mi mamá] me decía
"ay hija, ora sí ya estoy bien viejita", "no mamá, tú no estás bien
viejita", "sí (...), creo que me veo más viejita que tu suegra", "no -le
digo-, ella porque tiene la diabetis y tú no la tienes" -su único
problema [de mi mamá] es que sufre de la presión alta. Pero pues
ella, pues lógico ¿no?, a veces quiere llamar la atención. Lo que pasa
es que cuando se le sube mucho la presión pues ya sabes los
malestares: le duele mucho la cabeza, no quiere comer, pero de ahí
no pasa (...). Y en cambio mi suegra sí está muy acabada, pero pus es
por la enfermedad

Avril: entonces la edad es un factor para el envejecimiento, pero no


el único

899
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Margarita: yo siento que [es] la vida que te das (...). La tranquilidad


también es un modo de vida, porque si no tienes tranquilidad estás
acabándote tus energías al 100%, tus neuronas... Antes sí me
preocupaba, pero de un tiempo para acá como que digo “¿para qué
me preocupo?, lo que tenga que pasar va a pasar y pus no te queda
de otra más que seguirle adelante...

Así, entre mis interlocutoras hay representaciones en torno al proceso de


envejecimiento que reflejan una síntesis de su propia experiencia y lo que han
visto en la ciudad -especialmente con sus empleadoras. Todas reconocen que de
jóvenes frecuentemente no se cuidaron, se malpasaron, no descansaron lo
suficiente -por ejemplo durante las cuarentenas- y sintieron que siempre serían
jóvenes, de modo que ahora observan algunas consecuencias. Esto se justifica,
desde sus representaciones, por la necesidad de trabajar para salir/seguir/sacar
adelante todo lo que ha estado principalmente bajo su responsabilidad
-productiva y reproductiva.

Iniciaremos haciendo referencia a las enfermedades, padecimientos y


malestares de mis cinco interlocutoras durante esta etapa de vida. Aunque al
iniciar el trabajo de campo no fue sencillo abrir las representaciones que tienen
en torno a su estado de salud, con el paso de las entrevistas pude detectar que
todas tienen y han experimentado padecimientos varios que no siempre
atienden por cuestiones económicas, falta de tiempo o considerar que en caso
de buscar diagnóstico se están buscando un mal mayor o aumentando los
padecimientos percibidos -esto último especialmente en los procesos de s/e/a
de su sexualidad.

900
AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 15. Enfermedades, padecimientos y malestares de las empleadas y ex empleadas


domésticas en la última etapa de vida
Cristina Esther Margarita Marilú Rosa Total
María
Afectaciones oculares X X 2

Afectaciones dentales X X 2

Afectaciones auditivas X 1
Flujos/ comezón/ X X X X 4
Infección vaginal
Miomas X X X 3
Afectaciones
dermatológicas en X X X 3
manos
Colitis/gastritis X X 2
Anemia X 1
Herpes nervioso X 1
Depresión/angustia/ X X X 3
tristeza
Dolores musculo- X X X X X 5
esqueléticos y
cansancio
Caídas/torceduras/ X X X 3
golpes
Presión alta o baja X X X 3
Dolor de cabeza X X 2
Problemas X X 2
circulatorios/várices
Sobrepeso X 1
Diabetes X 1
Total 11 11 5 5 7
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

El Cuadro 15 sintetiza las enfermedades, padecimientos y malestares de


mis cinco interlocutoras en la etapa de vida que nos ocupa -la más reciente- y

901
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que en casos como el de Cristina y Rosa María abarca 27 y 11 años


respectivamente, mientras que con Margarita, Marilú y Esther oscila entre
cuatro y siete años de vida y que en cualquiera de los caso pueden ubicarse en
las gráficas de esta etapa anexas al final del capítulo. Teniendo en cuenta estas
variaciones que enriquecen el análisis, notemos que son los polos del grupo de
edades, Cristina y Esther, quienes han presentado un mayor número de
problemáticas en su salud y bienestar, aunque ninguna se ha salvado de ellas.
Así, observar que el único padecimiento común a mis cinco interlocutoras es el
cansancio y los dolores musculares y esqueléticos nos permite introducir uno de
los principales nudos en las representaciones de esa que ha sido toda una vida de
trabajo, tanto productivo como reproductivo.

Los flujos, la comezón y las infecciones vaginales han sido también muy
comunes, siendo Marilú la excepción, y en tres de cuatro casos han usado óvulos
para atenderlos, excepto Rosa María, que prefirió dejar que pasaran solos.
Además, como dije en un capítulo anterior, Cristina ha usado también el
temazcal para aliviar este tipo de molestias. Los miomas o quistes han sido
diagnosticados en los casos Rosa María, Cristina y Esther, pero sólo han sido
tratados en los dos primeros en la medida que el primer diagnóstico que recibió
la interlocutora más joven nunca se comprobó. Pero, sobre esto volveremos
cuando abordemos el último TRS en concreto.

También con tres casos aparecen las afectaciones dermatológicas en las


manos; la depresión, angustia o tristeza; las caídas, torceduras y golpes y los
problemas de presión arterial que normalmente refieren hipertensión. El caso
de Marilú destaca en este sentido porque ella comenzó a tener recientemente

902
AVRIL ARJONA LUNA

afectaciones dermatológicas y óseas en sus manos, como muestra el siguiente


fragmento:

(…) pues ahorita se me ha olvidado decirle a la doctora para que me


mande tratamiento para mis uñas. Pero no se me han
descarapelando y tampoco me duelen, namás que mis dedos se me
están haciendo chuecos; ahorita ya los puedo cerrar, pero pues
también es de que no he chambeado, he descansado, ya voy para
dos meses. (...). Pero dicen que podrían ser hongos, eso negro en
mis uñas.

Puesto que sobre los padecimientos anímicos profundizaré en unos


momentos más, aquí aprovecho para recordar que los accidentes han
impactado en tanto eventos disruptivos en la trayectoria laboral reciente de
Marilú y Margarita. Margarita se cayó mientras iba a su trabajo y estuvo una
semana sin trabajar en la medida que se trató sólo de una torcedura que
atendió con una sobada y desinflamatorios que le recetaron en la Farmacia de
Similares. Más recientemente, a principios del 2015, esta interlocutora tuvo otro
accidente laboral: mientras lavaba un patio se resbaló y sus piernas se abrieron
irremediablemente, provocándole instantáneamente dificultad para caminar.
La sobaron ese mismo día, pero no podía sentarse por la inflamación del glúteo
derecho, área en la que iniciaba un larguísimo moretón que recorría toda la
parte posterior del muslo -así que ya no asistió con ese sobador en Valle de
Chalco. Biomédicamente su diagnóstico fue un desgarre y le mandaron
desinflamatorios inyectados, a los que les confiere cierta eficacia; sin embargo,
lo que más le ha servido -dice- fue la última sobada que le dieron en un
consultorio del centro de Xochimilco -donde el diagnóstico fue una seria
apertura de cadera. Dejó de trabajar durante casi cuatro meses.

903
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

El caso de Marilú ha sido más complejo en general porque con


anterioridad padeció de una trombosis en la pierna; así, en agosto del 2013 se
golpeó con un mueble, en la misma, mientras trabajaba. El golpe provocó una
herida en sus venas de por sí hinchadas y a raíz de la dificultad para que cerrara
haciendo sus actividades cotidianas, dejó de trabajar durante alrededor de un
año. Para atender este padecimiento Marilú ha combinado la atención
biomédica con varias formas tradicionales, como comenta en el siguiente
fragmento, por lo que resulta difícil saber cuál fue la de mayor eficacia:

Marilú: sí, el sábado compré [el zorrillo que me recomendaron


tomar como té en el Templo] (...). Espero en Dios que ya con esto me
sienta bien porque ya me quiero ir a trabajar.

Avril: ¿y de la cicatrización cómo va la herida?

Marilú: la semana pasada ya se me estaba secando, pero el otro día


que fui a la curación [en el Centro de Salú] me rasparon y me quedó
bien adolorida mi pata; la doctora me dio una pomada para que
cicatrizara, pero del sábado para acá ya no la aguanté -me
empezaba a punzar- y me puse otra pomada que me dio el doctor.
(...). Me dicen que cuando esté yo aquí [en mi casa] que no me lo
tape (...).

Avril: ¿y con la Doctora [Angióloga] de Neza ya no fuiste?

Marilú: me dio cita, creo que para el 28, ai lo tengo en mi receta; sí


porque me dio unas pastillas que me las tengo que tomar cada cinco
días -y todavía tengo dos- (...). Ella me dijo que ahorita yo no puedo
comer garbanzos (...), porque me dicen que es enconos -no puedo
comer fijoles, alberjones, habas, calabaza, papa; también el café me
lo prohibieron... Leche tampoco, queso, chile, refresco, jamón,
salchichas, ni sardina, ni atún, ni carnes rojas. Pero hace rato me

904
AVRIL ARJONA LUNA

comí un bolillo con un café, es que yo lo mojo, me sabe rico. (...).


Verduras sí pero ya no sé ni con qué combinarlas. (...). Me hago una
cubetita de agua de té y ese me lo tomo como agua de tiempo.

En cuanto a la presión alta o baja, una medida preventiva reconocida por


mis interlocutoras es la medición de la misma, a la que no acuden con la
frecuencia que en algún momento les ha sido prescrita. Puesto que este
padecimiento afecta a un buen número de personas adultas, es importante
notar que una de las terapéuticas más reconocidas y difundidas es la de tomar
una aspirina diaria, como le fue indicado a Margarita por la médica de la
Farmacia Similar del turno vespertino con la que acudió. Ella sin embargo no
siguió la receta porque no es buena tomando pastillas.

En cuarto lugar aparecen, con dos casos cada uno, los problemas
circulatorios y las várices, los dolores de cabeza, la colitis y gastritis, las
afectaciones oculares y también las dentales. De entre mis interlocutoras,
Cristina y Marilú han padecido várices desde jóvenes y cada una tiene
representaciones diversas sobre su origen y tratamiento. Para Marilú el
principal problema es que su sangre es muy pesada o gruesa porque tiene mucho
hierro. Para Cristina el problema se inició al poco tiempo de la menarca y
posteriormente el aumento de los malestares coincidió con el periodo en que
los síntomas de la premenopausia se agudizaron.

Las enfermedades respiratorias como gripa, tos y dolor de garganta son muy
comunes y todas las padecieron al menos una vez durante el trabajo de campo.
Durante este periodo Esther, una de las interlocutoras que ha padecido más
problemas gastrointestinales, acudió a una Farmacia de Similares porque tenía
malestares estomacales y le mandaron medicamentos que, dijo, una de sus

905
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

empleadoras le contraindicó porque aseguró que eran para la gastritis o colitis


-que Esther asume tener- y no para la tifoidea que supuestamente le diagnosticó
el médico. Tanto el médico como la empleadora le recomendaron hacerse
estudios; sin embargo, como al tomar los medicamentos ya se sentía bien, ha
pospuesto los estudios. El médico que la atendió le mandó, además, vitaminas
Tribe-12 -una de las prácticas más comunes entre las y los médicos con quienes
mis cinco interlocutoras han interactuado durante esta etapa de vida.

Los padecimientos dentales casi siempre tienen que ver con las muelas,
como fue el caso de Cristina y Esther durante el trabajo de campo. La primera sí
buscó atención con una especialista particular cercana a su casa y siempre se
mostró muy satisfecha con la atención que se prolongó durante algunos meses
porque el diagnóstico indicaba otras problemáticas asociadas a la falta de
dientes -por lo que mi interlocutora se hizo de un puente. Esther dijo que
buscaría atención especializada, pero hasta donde supe terminó por dejar que
pasara solo.

Las afectaciones oculares de Cristina y Rosa María ya han sido abordadas


en capítulos anteriores, por lo que no profundizaré. Sólo retomo un fragmento
de Rosa María para recordar que se trata de un padecimiento cuyo nombre no
recuerda bien, que no ha sido atendido como ella esperaba y que ante la mirada
ajena le provoca nervios.

Rosa María: Los doctores me dicen que debo de usar una gorra o
sombrerito, o mis lentes. Se me olvidó llevar hoy y siento que me
duelen mis ojos, porque andé pues toda la mañana en el sol (…). [Sí
se me ha ido extendiendo], pero ni aún así, los doctores dicen que
no, que no me pueden operar. (…) Y como veo bien, pues yo creo
que... (…) ¡Gracias a dios, no [se ha afectado mi vista]! Pero -ay-, es

906
AVRIL ARJONA LUNA

que… No me gusta, y la gente -ay-, "¿por qué tienes tus ojos


irritados?", "¿y por qué...?" Y pues claro, es molesto, ¿no? Uno qué
más quisiera, no lo tiene uno por gusto, o porque nos gusta, hasta
da nervios (…) O a veces me baño temprano y salgo, y -ay-: “lo tienes
bien erritado” -yo creo es el jabón, el champú, que se tiene uno que
tallar la cara con jabón, que el champú con el cabello, y quieras o no,
afecta. Y a veces lo tengo bien (…). O si me desvelo también me hace
daño. (…) La catarata es una, glaucoma es otra, y aparte lo que
tengo. Ay, ni me acuerdo cómo se llama esto. Me han dicho, ay, pero
yo dale con la carnosidad.

Finalmente, con un solo caso encontramos la anemia, que le fuera


diagnosticada a Esther por un médico, y el herpes nervioso y las afectaciones
auditivas en el caso de Cristina -que también padece de los ojos. Acerquémonos
a este último caso teniendo en cuenta que la aparición del herpes marcó un hito
en las representaciones y prácticas de Cristina, pues a partir de ahí -a sus 66
años de edad- comenzó a tomar más en cuenta los signos que su cuerpo le
anuncia. Este caso es significativo, además, porque parte de sus referentes
médicos provienen de la orientación de la televisión por medio del programa de
los Dotores -en el que recomiendan, dicho sea de paso, determinados productos
farmacéuticos:

Cristina: ¡Apenas, apenas!, tiene poquito; ha de haber sido la


semana pasada [que escuché que la vista se ve afectada por la
presión]. En las tardes sale un (…) programa de los Dotores y ahí le
dicen a uno todo lo que contienen las enfermedades, y yo a veces
estoy haciendo mi quehacer y ora sí que oyendo –ora sí que en todo
estoy, menos en misa [ríe]. Sí, luego hasta dan [orientación] a
dónde vaya uno [a atenderse]; porque dice que las medecinas de (…),
ay, no me acuerdo cómo se llaman estas farmacias que dice que son
muy buenas… De patente creo se llaman –Farmacia Patente-, dice

907
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que son muy buenas para todo, y digo “ay, y uno ni sabe, (…) uno ni
cuenta se da”. Yo aquí sé que hay una [farmacia de esas] derecho,
ahí fue donde me curaron la herpes.

Fue justo en una Farmacia de Patente cercana a su casa donde en el 2007


atendió el herpes por nervios que padeció durante ocho meses. Este padecimiento
fue doloroso y molesto pues le ardía y daba mucha comezón la zona en la que le brotó
-el omóplato, o ala como le llama ella. La terapéutica consistió en untarse una
pomada y tomar unas pastillas, además de procurar relajarse y dejar de preocuparse
-algo que no siempre es fácil para estas mujeres-, pues tenían que descartar que
se tratara de un problema nervioso. Ella considera que sí fue por los nervios -pues
en ese tiempo ya había muerto su segundo esposo, su padre y su primer esposo,
y su madre comenzaba a mostrar signos de requerir atención de tiempo
completo-, con los que siguió lidiando bajo la autoatención por medio del tejido
y la costura.

Cristina: sí, trabajaba allá en la Viga [cuando me dio la herpes]

Avril: ¿y cómo le afectó en su trabajo?

Cristina: Este, pos no, ora sí que no lo daba yo a maliciar, pero sí era
de los nervios, porque había veces que tenía que hacer yo quehacer
aquí, ir y hacer quehacer allá y luego los días que me tocaba ir al
Museo, había veces que yo me ponía muy nerviosa; pero no, después
ya me fui controlando porque eso fue lo que me mandó el dotor, me
dijo que tenía yo que controlar mis nervios. Y ya después les
platiqué yo lo que tenía [a las personas con las que trabajaba], pero
no les decía yo que me ardía muncho, ni nada, y la señora “no –
dice-, pus si te mandaron a reposo, reposa –dice. Ai como tú te
sientas, el día que te sientas bien, ven, y si no, no te preocupes”, y sí,
así estuve. (…) Y se me quitó.

908
AVRIL ARJONA LUNA

Este es el caso en el que los accidentes familiares tienen un papel


fundamental como eventos disruptivos de la salud de las mujeres con grandes
impactos en la situación de la familia propia. Me refiero al atropellamiento de
uno de sus hijos y las necesidades de atención surgidas del evento -en 1998.
Como se observa en la gráfica de esta etapa de vida, Cristina comenzó con el
zumbido que persiste desde entonces.

A lo largo de toda la tesis he señalado que el curso de vida de estas cinco


mujeres muestra trayectorias productivas extensivas y reproductivas intensivas
que, representando “un conjunto de factores riesgosos para la salud” (Burin,
2010: 10), sin embargo, muestran continuidades y discontinuidades según la
etapa de vida de que se trate. Como he dicho, buena parte de mi interés está
situado en un concepto intermedio entre salud y enfermedad: el malestar, ese
que desde los estudios sobre la salud mental de las mujeres destaca el lugar
materno en contextos culturales donde el Ideal Maternal sigue siendo
poderoso.

Puesto que el trabajo reproductivo ya ha sido abordado en este capítulo y


el anterior bajo el paradigma de la división sexual del trabajo, sólo quiero
recordarnos que, como señalan las expertas, el “cansancio por el trabajo
maternal está claramente asociado con el malestar de las mujeres, pero suele
aparecer bajo la forma de angustia, sentimientos de culpa, hostilidad reprimida
o transtornos psicosomáticos” (Burin, 2010:10) -como los que refiere Esther
derivados de la resignificación de la interrupción de su más reciente embarazo:

(…) pues a lo mejor sí hay cosas que me atormentan, por ejemplo lo


de que interrumpí el embarazo, no me puedo sentir bien (…) Porque
fui cobarde, por no enfrentar la situación, aunque sólo tenía cuatro

909
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

semanas, no sé exactamente, ya sé, (…) yo así lo veo, como que ya se


había formado un ser humano, y cómo fui capaz de convertirme en
una criminal [ríe], así lo pienso (…) [Porque] es una vida ya (…)
Entonces pues a mí, no sé por qué , pero sí me ha afectado mucho
(…) Apenas [empezó a afectarme]; cuando pasó yo dije “pues era
sangre”, pero ahorita últimamente como que sí me ha dado
mucho… Pues mucho remordimiento (…), [cambió mi sentimiento]
(…) porque recuerdo y digo “¿ay si lo hubiera tenido? Ya tendría
tanto tiempo, [ríe] ¿y qué hubiera sido?, ¿qué tal que iba a ser
diferente?”, yo creo que esas son cosas que yo solita me estoy
haciendo daño (…) No me voy a confesar a la Iglesia ni al Templo
porque pues yo digo que Él nos escucha, entonces yo digo “Dios
mío, pues perdóname, ya lo hice y no puedo remediar las cosas”; y
ojalá me perdone, y si no pues también espero mi castigo [ríe] ¿no?
Como dicen, “el castigo se lo padece uno aquí”, y está bien, digo
“asumo mi responsabilidad y lo que Él me destine, pues bienvenido
será, porque qué otra cosa puedo hacer”.

Los dolores de cintura, de las coyunturas, de espalda y de cabeza están muy


asociados con el malestar de sentirse cansadas bajo el reconocimiento de los
riesgos del trabajo productivo que han desempeñado. Así, a pesar de los años y
la cada vez mayor relación que todas tienen con el modelo biomédico, en
general todavía conservan representaciones tradicionales en torno a lo frío y
caliente -como se observa en el siguiente fragmento de Esther- que nos
permiten vincular en términos de representaciones y prácticas sus trabajos
productivo y reproductivo, esos que muchas veces ellas se representan
desvinculados; y que, sin embargo, también se encuentran en su estilo y
condiciones de vida, estas últimas sí asociadas en sus representaciones en torno
a los eventos y transiciones de la sexualidad.

910
AVRIL ARJONA LUNA

Esther: No [trabajar no hace daño], o sea, dicen que lo que nos hace
daño es que se calientan los pulmones, y agarrar agua fría, dicen
que nos da artritis, no sé qué tan cierto sea, pero ¿qué tal y sí?

Como hemos visto desde el Capítulo V, la alimentación es una necesidad


básica para la supervivencia humana que -filtrada por la influencia biomédica
en contextos donde se discute sobre la “sustentabilidad alimentaria”, “los
alimentos genéticamente modificados”, etc.- nos obliga a pensarla teniendo en
cuenta las representaciones y prácticas en torno a las tecnologías a las que han
tenido y tienen acceso las mujeres de 40 años y más con trayectoria laboral en el
empleo doméstico en la ZMCM.

Para la anemia, un padecimiento diagnosticado sólo en Esther pero que


en mi opinión podría no estarlo en otros casos -como el de Marilú-, ya dijimos
que las recomendaciones biomédicas más comunes son los cambios en la
alimentación y la ingesta de vitamínicos. La primera difícil de conseguir pues
remite a hábitos muy acendrados en su lugar de origen y prácticas más urbanas
que resultan adictivas, como el consumo del refresco, por ejemplo; la segunda,
aunque viable, puede resultar cara dependiendo de la marca.

En el caso de Esther se ha hecho evidente que la Vitamina B12 y el complejo


B se han vuelto el eje principal de su automedicación, pues durante el trabajo de
campo compraba ampolletas siempre que le dolía todo el cuerpo. Esta práctica
provino de la orientación que recibió de distintos médicos cuando les expresó
que tenía cansancio y dolor de espalda. Lo último que supe fue que compró
Biometrix - un “multivitamínico con minerales” ampliamente anunciado en la
televisión-, para ayudar a combatir en lo posible la anemia crónica que le

911
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

detectaron en la química sanguínea y que indica que su sangre ya no sirve, que está
muy delgada:

(…) me habló una de mis amigas (…) hace como 15 días y me dijo
“oyes en Aurrera están en oferta ahorita unas vitaminas que son
muy buenas, que las anuncian en la tele -las Biometrix, ¿sí las
conoces? Bueno el doctor con el que trabajo también me la había
recomendado-; y están en oferta, ves que un frasquito de 30
cápsulas cuesta como 120 [pesos], y ahorita están al 2 [por uno]”. Y
ya me fui a Chalco a comprármelas.

Si bien la automedicación biomédica ha sido utilizada por todas mis


interlocutoras en algún momento de su vida, el caso de Esther destaca porque
aunque siempre sostuvo que ella considera mejor tomar yerbas que medicinas,
constantemente hizo alusión a la práctica de automedicación con fármacos y en
más de una ocasión me pidió consejo en ese sentido. También en su caso se
hace muy evidente la influencia de las y los empleadores que, ya sea como
médicos o sujetas legas, promueven esta práctica con substancias específicas
como las vitaminas, los analgésicos y antiinflamatorios -todos encaminados a
evitar que el cuerpo-herramienta colapse.

Marilú también compra esta marca de vitamínicos porque ha escuchado en


la televisión que es bueno y, además, otras mujeres se lo han recomendado para lidiar
con los achaques y el cansancio. Así, efectivamente la falta de vitaminas o el hecho
de no vitaminarse es un problema/riesgo reconocido y aprendido del modelo
biomédico -que les llega a mis interlocutoras en los CAFs, los Centros de Salud y
por medio de la televisión, su programación y publicidad-, que también
impacta en la construcción social del cuerpo y su trabajo productivo y
reproductivo.

912
AVRIL ARJONA LUNA

Vitaminarse aparece como parte de las prácticas saludables en la mayoría


de mis interlocutoras, pero las diferencias estriban en las terapéuticas que
utilizan y el impacto real que tienen estas en sus hábitos alimenticios generales.
Por supuesto normalmente se prescribe cambiar la alimentación o comer frutas y
verduras -al más puro estilo de las letras chiquitas en un comercial que
promociona comida chatarra-, beber más agua y menos refresco, ingerir menos
pan, tortilla, azúcar y sal para mantener una suerte de equilibrio metafísico que
escapa a la vida cotidiana, sus tiempos, lugres y espacios. Por eso es más fácil,
muchas veces, apegarse a los hábitos o resistirse a cambiarlos; pero también en
otras ocasiones la combinación y síntesis de modelos de atención han
funcionado a interlocutoras como Cristina, Rosa María y Margarita.

En síntesis, una tendencia dominante ha sido que las condiciones de


existencia que llevaron a mis cinco interlocutoras a acostumbrarse a no padecer
por la necesidad de trabajar han limitado y a la vez posibilitado las diversas
formas de atención a las que acuden, y que suman más de aquéllas a las que
acuden sus hijas, hijos y nietas/os. Así, la autoatención -manifiesta en prácticas
como dejar que pase solo y automedicarse- es la principal forma de atención entre
mis interlocutoras; seguida de diversas formas tradicionales -como la oración,
la herbolaria, las limpias y sobadas, las curaciones espirituales y el temazcal-, y
en tres casos también de formas alternativas como Herbalife y Omnilife. La
terapia/ plática psicológica o el asesoramiento de este tipo, sin embargo, no ha
formado parte de las formas de atención utilizadas por la mayoría de mis
interlocutoras -siendo Cristina la excepción a raíz del accidente de Perico, su
hijo, y las dificultades que tenía para atenderlo porque estaba muy irritable.

913
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Para cerrar quiero destacar la cuestión de la automedicación desde arriba


-distinguida de la automedicación desde abajo-, esa que proviene de las
distintas formas en que se han extendido muchas representaciones y prácticas
biomédicas prescritas por los y las diversos/as actores/as que se envisten como
autoridad en la materia; frente a las y con las cuales estas mujeres, sostengo,
han encontrado posibilidades de expresar algunas de sus necesidades en busca
de bienestar.

Como hemos visto, en esta etapa mis interlocutoras han seguido


ocupando un lugar de asistencia en los procesos de s/e/a en sus familias; sin
embargo, sostendré que algunas de ellas han ido encontrando y reconociendo
su lugar como sujetas de enfermedades, padecimientos y malestares que con
distintos grados de agencia encaran o no.

6.3.2 La última etapa de los TRS como experiencia biosociocultural


polisémica

(…) regresé a la niñez [ríe] (Rosa María).

No, ya no ha venido Andrés (…); ya ves que dicen " (…) el que viene cada mes" [ríe]
(Margarita).

(…) todo por servir se acaba (Marilú).

Acerquémonos a las más recientes representaciones y prácticas sobre el primer


gran lugar de la experiencia -el cuerpo- y su asociación con la última etapa de
los TRS y el envejecimiento. Lo haremos en buena parte a la luz de las inercias,
continuidades y discontinuidades en las representaciones y prácticas en torno a

914
AVRIL ARJONA LUNA

los procesos de s/e/a generales y específicos de la sexualidad, pues así


estaremos en condiciones de analizar el peso específico que la
transición/regreso a la etapa no reproductiva de la sexualidad -que hace parte de
las representaciones infantilizadoras- tiene en los procesos de envejecimiento y
agencia de mujeres de sectores urbano populares con trayectoria en el empleo
doméstico.

En el capítulo metodológico reconocí que mi acercamiento inicial a esta


etapa de la sexualidad fue fundamentalmente biomédico, es decir,
considerando la menopausia como el evento transitorio en torno al cual se
ubican dos fases, -una previa, la pre o perimenopausia,141 y otra posterior, la
postmenopausia. Teniendo en cuenta las diferencias de edad y de las
trayectorias sexuales de mis interlocutoras, mi intención es bordear la
menopausia analizando los eventos previos y posteriores en esta última
transición reproductiva a través de las representaciones y prácticas de estas
cinco mujeres.

Durante las entrevistas a profundidad, cuando pregunté lo que sabían del


climaterio tuve respuestas como ¿y eso qué es?, dijo Margarita, o no sé qué es eso,
dijo Esther, pues en realidad es un término que no les dice nada en
comparación con el de la menopausia. Así, de acuerdo con sus referentes
biomédicos en torno a la sexualidad, que como hemos visto habían estado muy
limitados en términos prácticos, sólo en los casos de Esther y Cristina se hizo
alusión a la premenopausia -sin que necesariamente quede claro qué diferencia

141 La fase premenopáusica, según los especialistas biomédicos, puede manifestarse por medio de:
irregularidades menstruales, bochornos o sofocos, sudoraciones, insomnio, síntomas psicológicos,
cambios físicos, dolor óseo y/o articular. La osteoporosis no es normalmente esperada.

915
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

la primera fase del evento en sí. De la postmenopausia tampoco me hablaron


como tal mis interlocutoras, y todo indica que no saben -o prefieren no saber-
exactamente a qué podría referirse, en la medida que a nivel de las
representaciones todo termina cuando se retira la regla.

Marilú: ¿[que si he escuchado hablar] del qué?

Avril: del climaterio

Marilú: no

Avril: ¿y de la premenopausia?

Marilú: mmm, no

Avril: ¿sólo de la menopausia?

Marilú: sí, cuando se retira la regla

Cristina: del cli-ma-te-rio; no, no, no

Avril: ¿y de la premenopausia [ha escuchado hablar]?

Cristina: eso sí, es lo que se siente muy deprimido, las personas, yo


creo no todas pero algunas sí se deprimen mucho

En este sentido, si bien es cierto que esta última etapa de transición


sexual no se representa exclusivamente en torno a las representaciones
biomédicas, éstas son las que resultaron más efectivas para el diálogo en torno
a los eventos y procesos que aquí analizo. Así, como veremos en adelante, más
allá de las nominaciones encontramos la polisemia y sus principales
tendencias, que tornan comunes algunas representaciones y prácticas en torno
estos eventos, síntomas, cambios, padecimientos, enfermedades y malestares

916
AVRIL ARJONA LUNA

que se presentan como parte de un proceso natural, normal, que a todas nos pasa
- aunque de diferente manera- conforme envejecemos.

Esther: Dicen que de los 45 años en adelante [puede presentarse la


menopausia], o sea, depende, muchos dicen que depende de la
menstruación, si empiezas muy joven pues igual y muy joven te da
la menopausia; yo digo que como empecé a los 15 a lo mejor por eso
ya (…) ahorita, por ejemplo, a veces se me atrasa o se me adelanta
una semana, 15 días, pero ya no es como antes (…)

Avril: ¿Y cuanto puede durar la menopausia?

Esther: Eso si no, no pregunté, (…) no me han dicho, pero dicen que
(…) primero te da la pre-menopausia, que es a los 42 [años] en
adelante, que puedes dejar de menstruar hasta un año, dos años,
pero que luego te vuelve a dar otra vez; entonces es cuando nos
pone mal, porque dicen que es cuando a veces nos internan por las
hemorragias y todo eso -pero no a todas pasa lo mismo.

La menopausia, como se observa en el fragmento anterior de Esther, se


presenta como un proceso que no tiene una temporalidad clara aunque se sabe
que el principal síntoma son las alteraciones -algunas muy riesgosas, como las
hemorragias- en el ciclo menstrual. Así, la última etapa de los TRS está marcada,
como varios eventos y transiciones de las dos etapas anteriores, por buenas
dosis de desconocimiento e incertidumbre -ésta última surgida de
representaciones que tienden a naturalizar los eventos y las transiciones
biosocioculturales de la sexualidad femenina en distintas etapas del curso de
vida.

En general, las representaciones de mis interlocutoras sobre por qué las


mujeres dejamos de menstruar, a raíz de la menopausia, tienden a sintetizar

917
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

algunas representaciones biomédicas con otras legas de sus pares mujeres y de


otros sujetos sociales con quienes tienen relación amical, laboral o familiar -e
institucional, por medio de las instancias encargadas de discursear las políticas
destinadas a difundir eso que llaman “la tercera edad y los adultos mayores”.

Así, la polisemia que encontraremos combina representaciones y


prácticas -que no siempre se ponen en movimiento- en torno a las ventajas
liberadoras de la menopausia y los riesgos que conlleva una transición
biosociocultural que apunta a subalternizar a las mujeres que, al perder su
capacidad reproductiva y productiva -tan asociadas a lo largo del curso de vida-,
simbólicamente regresan a la niñez, como dirá Rosa María. En este contexto, lo
interesante será acercarnos a las posibilidades de agencia que todo esto puede
implicar al mismo tiempo.

Avril: (…). ¿Y qué por qué llega la menopausia?

Cristina: bueno, yo digo que puede pasar por la edá, ya dio lo que
tenía que dar (…) es como una plantita que ya se le va acabando el
jugo, ya dio lo que dio y se acabó –se puede decir- la fuerza

Avril: en otro momento me decía que la menopausia había que


vivirla como cualquier enfermedad, ¿en qué sentido como cualquier
enfermedad?

Cristina: bueno pues, se puede decir que es una enfermedad que da


y se quita, tiene remedio (...) [por medio de] la mente, la mentalidad
que tenga uno (…) porque tarde o temprano va a pasar, se va a
quitar.

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AVRIL ARJONA LUNA

Cuadro 16. Interlocuotras por edad y fase de la última etapa de los TRS

Edad durante el Fase por la que Edad aproximada de


Interlocutora
trabajo de campo transitaba la menopausia

Esther 42 a 43 Premenopausia

Margarita 49 a 50 Premenopausia

Marilú 51 a 52 Premenopausia

Rosa María 58 a 59 Postmenopausia Entre 46 y 48 años


Alrededor de los 45
Cristina 71 a 72 Postmenopausia
años
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

Como se observa en el cuadro anterior, es necesario notar que Cristina y


Rosa María experimentaban la postmenopausia cuando hice el trabajo de
campo (2012- 2013), por lo que sus representaciones en torno a la
premenopausia y la menopausia pueden verse afectadas por el paso del tiempo.
Así, con estos dos casos nos acercamos a las representaciones en torno a esta
transición encarnada hace 26 y 11 años respectivamente.

Por su parte Marilú, Margarita y Esther transitaban por la fase


premenopáusica durante el trabajo de campo, por lo que la experiencia de los
cambios en su cuerpo -el núcleo biosociocultural que representa el primer lugar
de existencia- resulta más poderosamente vívida y nos permite imaginar
algunos de los malestares que también experimentaron -más abierta o
veladamente- Cristina y Rosa María.

A modo de síntesis de las experiencias que en cada caso han conformado


la trayectoria sexual de mis interlocutoras, nos acercaremos a: 1) las
representaciones ventajosas y desventajosas en torno al cese de la regla; 2) a la

919
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

experiencia del cuerpo en la transición; 3) a la construcción social -en las redes


amicales, laborales, familiares e institucionales- del proceso y sus formas de
atención, y 4) a las posibilidades en la agencia que las continuidades y
discontinuidades en las metáforas y las prácticas del cuidado de sí pueden traer
consigo.

6.3.2.1 Representaciones en torno a las liberaciones y los riesgos: las ventajas y


desventajas de ya no tener la regla
Las representaciones sobre dejar de menstruar que tienen mis interlocutoras
están muy vinculadas con las que di por nombrar ventajas y desventajas. Entre
las principales ventajas encontramos la liberación de lo que la menstruación
implicaba en general.142 Así es un hecho que, como asegura Cristina, llegado
este momento si [una mujer] no ha tenido hijos ya no los va a tener, algo que en
general se considera ventajoso o, en los casos de Marilú y Rosa María, un hecho
asumido que no provoca malestar:

Avril: ¿para ti qué significa, pensando en la menopausia, la


posibilidad de ya no poder tener bebés?

Marilú: pus de un hecho ya sé que no podría tener, y aunque


pudiera yo ya no debía de tener, ya no quedría (…) porque yo ya no
voy a poder criar a ese bebé; ya no podría darle el mismo cariño que
pudiera darle, los mismos cuidados. Entonces por ese lado no, ya
no, ya se llegó el término (…) y ya.

142 En torno a la menopausia, una investigación realizada con 101 mujeres (Cross y Lovett 1994) destaca
que “éstas la ven como algo natural, normal y, a menudo, como una experiencia liberadora” (en
Freixas, 1997:36).

920
AVRIL ARJONA LUNA

Como muestran los siguientes fragmentos de Margarita, Marilú y Rosa


María, a pesar de la incertidumbre que rodea los cambios en el ciclo menstrual,
dejar de menstruar representa un alivio, una tranquilidad porque ya andas quitada
de la pena; sin preocupación en torno a la incomodidad -analizada en los dos
capítulos anteriores y que tan poderosamente ha marcado la relación de
muchas mujeres con sus cuerpos; secreciones, excreciones y desatinos, diría
Rúbem Fonseca.

Margarita: (…) [Dejar de menstruar tiene ventajas porque] ya no


tienes preocupación, pero también queda duda de cuándo vuelve a
bajar. (...)

Avril: (…) ¿a qué te refieres con preocupaciones?

Margarita: pues es que cuando estás menstruando y vas a trabajar


vas con incomodidad, y pus ora sí que como los niños chiquitos
cargas tus pañales desechables porque no sabes en qué momento te
va a bajar; y de hecho ahorita [con los cambios en la menstruación]
tampoco sabes cuándo te va a bajar. Pero es menos incómodo (…),
[es] un alivio, una tranquilidad porque ya andas quitada de la pena

Avril: (...) En diciembre [de 2012] me platicabas que tu última


menstruación fue como a finales de septiembre o principios de
octubre, ¿te ha vuelto a bajar?

Marilú: no, nada (…) Como no andaba en malos pasos -se puede
decir-, y ya ni le ponía la fecha de cuándo me tocaba, sino de que
"ah, me tocó, pos más o menos por tales fecha me toca"; y a veces
toca de que voy a ir al Templo, o hay una salida o una fiestecita y
"chin, esos días me toca", o que me voy y no me voy aprevenida, o
sea esa era mi preocupación -o de estarme cambiando porque es
una lata andar cargando uno sus toallas. Me molesta andar
cargando y luego que va uno a cambiarse, a hacer su necesidá y no

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

hay ni adonde tires aquello. Tonces para mí es incómodo -era


incómodo.

Rosa María: (…) no tiene uno que "ay, que si ya esto", que si ya va a
venir, y feo con el pendiente. Ay, porque yo era de esas -bueno, le
confieso eso, sí da pena decir, pero somos mujeres-, (...) ay, me
paraba yo y "¡¿no dejaría yo (...) las...?!"No, no tenía yo... o "¡¿no se
darán cuenta de mi ropa?!", así. Y eso es como que te cohíbe. O
hacen una fiesta, no estás a gusto, algo te molesta, algo. O que ay, ya
se sentó otra persona cercas de ti, "!ay dios, ¿y no lo sentirá eso? Ay,
qué pena!" ¿No? Y eso como que se acaba [con la menopausia]

Las desventajas, por otra parte, están sumamente ligadas a los procesos
de s/e/a diagnosticados y/o atendidos con los recursos materiales y simbólicos
con que tienden a contar las mujeres de sectores urbanopopulares. Así, también
las desventajas de dejar de menstruar evidencian síntesis de saberes
biomédicos, tradicionales y, más recientemente, alternativos que forman parte
de las representaciones en torno a la última etapa de los TRS y algunas de sus
principales enfermedades -como el cáncer-, padecimientos -como los cambios
hormonales y la imposibilidad de desalojar, evacuar o desechar lo que el cuerpo no
requiere y que con el tiempo se traducen en achaques o enfermedades-, y
malestares que repercuten en su estado de ánimo y sus relaciones con otras/os
significativas/os.

Margarita: [La falta de menstruación] acarrea más problemas en el


sentido hormonal porque antes desalojabas lo que acumulabas en
un mes, y ahora al no tener salida es que puede haber cáncer de
matriz y todo eso.

Rosa María: [Cuando las mujeres dejamos de menstruar por la


menopausia] pues sí cambian [cosas] (...) Mientras uno está

922
AVRIL ARJONA LUNA

menstruando, el cuerpo está evacuando lo que no sirve, desechando


lo que no sirve, ¿no? (…) Quién sabe cómo, no le puedo explicar. Y
una vez que uno deja de reglar yo creo que todo eso lo tiene uno en
el cuerpo, empiezan los achaques más feos, enfermedades... Y el
cambio más que tuve, de ya no reglar cada mes (…) fue un "¡qué
bueno que ya no!" -porque yo sí reglaba muchísimo. (…) Por eso digo
que hay ventaja y desventaja, porque (…) una doctora me dijo -una
vez que fui ahí con ella-, "¿todavía... todavía menstruas?", le digo "sí",
"ay, entonces es usted una mujer sana" -ay-, dije yo "pues si me dices
sana si estoy enferma, ahora cuando ya deje ya de menstruar..."
Pero hasta eso, que mucha enfermedad [no he tenido,] la de los
dolores de cabeza es lo que más me había afectado.

6.3.2.2 El cuerpo a partir de los 40 años: continuidades y discontinuidades


Durante el trabajo de campo me concentré en indagar sobre los que englobé
como cambios físicos y emocionales teniendo como punto de partida la cuarta
década de vida, y encontré que fue un buen inicio puesto que muchos de los
principales cambios y transiciones empiezan a sucederse entre los 42 y 50 años
de edad. Como se observó en los fragmentos anteriores esta transición
reproductiva está normalmente asociada con la experiencia de algún/os
síntomas que tienen efectos físicos, psicoafectivos, éticos, morales y
espirituales.

Definitivamente el síntoma que anuncia más claramente la transición no


reproductiva se asocia con las irregularidades menstruales, con los cambios en
la constancia y abundancia de la regla y en los padecimientos y malestares que
aparecen o desaparecen. Así, el tiempo entre un ciclo menstrual y otro se altera
-adelantándose o atrasándose-, mientras que la abundancia puede disminuir o

923
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

aumentar, tal y como sucede con los padecimientos o malestares -como cólicos,
dolores, mareos, ganas de llorar, etcétera.

Esther: Ya menstruo un día en abundancia, pero un día. Se adelanta


un poco y me dan nauseas unos ocho días antes de menstruar,
además me duelen los senos (…).

Margarita: Era muy puntual y simplemente ya no me bajó; y dije


“bueno, no, embarazada no estoy” -[porque ya me operé].

Marilú: [las molestias de la menstruación] siguieron, pero con los


años fue descontinuando, fueron menos los cólicos y el sangrado, el
dolor de cintura fueron disminuyendo

Avril: ¿y cuándo empezaste a notar que ya era mucho menor todo


esto?

Marilú: pus ya tenía yo como mis 48 ó 49 años (…) Ahorita ya no es


mucho, una cosita de nada cada seis o cuatro meses

Rosa María: [la menstruación] iba y venía, aunque no tenía cólico


(…).

Como dije en el capítulo anterior, la experiencia de la menopausia para


Cristina estuvo acompañada de una hemorragia que asociaba al uso del DIU -y
que como hemos visto hasta ahora, se trata de una posibilidad latente
representada como mortal en caso de no atenderse. El siguiente fragmento de
la veterana entre mis interlocutoras sintetiza además otras representaciones
generalizadas: la menopausia se presenta en relación con el momento de la
menarca, por lo que con la edá se presentan cambios cargados de incertidumbres.

Cristina: pues primero [el periodo] me duraba casi hasta ocho días,
pero ya después fue aminorando a tres días. [Comenzó a disminuir]

924
AVRIL ARJONA LUNA

a los 45 años (…) y se me quitó [la regla]; pero ya pa quitárseme sí


duré dos días con [sangrado] muy fuerte, y ya pa la segunda vez ya
fue casi nada, ya namás una mancha, y ya después nada (…) Yo
esperaba que de vuelta me volviera a bajar y ya no, ya se pasó y dije
“¿entons qué será?”, pero no, ya no, tons dije “yo creo ya será la edá”
–porque comencé a los 14 años [con la menstruación], y a los 45 se
me quitó.

Los síntomas pueden variar de una mujer a otra, dicen constantemente


estas mujeres, y hablar de ellos no siempre resultó sencillo. Así sucedió
inicialmente con Cristina, quien al principio aseguró no haber tenido síntomas
asociados a la tercera transición de la sexualidad y que conforme las entrevistas
se sucedieron empezó a recordar lo que había sentido después de varios años de
no pensar realmente en ello. Margarita también sostuvo al inicio que si bien
notaba variaciones en su ciclo menstrual no percibía otros síntomas, pero
conforme avanzó su propio proceso de cambio aparecieron los dolores de senos,
los cólicos, ese calorcito que te quema o los dolores de cabeza que a veces tiene, pero [a los
que] no le ha dado mucha importancia.

Marilú sostuvo en general que ella no tiene síntomas, por lo que hablar de
ellos le resultaba dificultoso en la medida que no los ha padecido, y aseguró que
tampoco intercambia referentes con otras personas al respecto. En general, me
parece importante tener en cuenta lo disruptivo que puede ser, para cualquier
sujeta o sujeto, asumir y mostrar la vulnerabilidad física y emocional que
conllevan los cambios en su cuerpo -como lugar biosociocultural de la
experiencia- en el tránsito hacia el envejecimiento.

En este sentido, al menos en el caso de Margarita y Marilú, considero que


estas dificultades para hablar del cuerpo propio reflejan la socialización

925
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

dominante a la que estuvieron expuestas desde niñas -y que tendió a


invisibilizar muchas necesidades de atención-, por un lado; mientras que por
otro, en el caso de la mujer de origen poblano principalmente, muestran la
importancia que todavía tiene la privacidad del cuerpo de las mujeres en
nuestras sociedades.

Siguiendo el Cuadro 17 observamos que los cambios percibidos en su


cuerpo a partir de los 40 años se asocian con padecimientos, malestares y
enfermedades diversas. En orden de frecuencia encontramos que en los cinco
casos se presentan/presentaron irregularidades menstruales y dolor óseo y/o
articular -asociado al cansancio- y la vida de trabajo productivo y reproductivo que
se representan como normal en su proceso de envejecimiento.

Cristina: dolor de huesos sí tuve, pero yo digo que eso era por la
planchada y que agarraba agua –porque era del diario-; sí, fue
cuando lo sintí, y fue cuando me empecé a tomar el ajo pa que se me
quitara.

En segundo lugar, con cuatro casos, encontramos los padecimientos


uro-genitales como flujos, infecciones vaginales, comezón e incontinencia leve, por
un lado; y las dificultades para dormir a veces asociadas con la transición sexual
directamente, pero frecuentemente también a preocupaciones relativas a su
contexto familiar y/o laboral, por otro.

Cuadro17. Cambios asociados al último TRS


Cristina Rosa Marilú Margarita Esther Total
María
Irregularidades X X X X X 5
menstruales
Bochornos/
sofocos/ calores/

926
AVRIL ARJONA LUNA

Sudoraciones X X X 3
Dolor de cabeza X X X 3
Dolor de X X 2
vientre/ cólicos
Dolor de senos X X 2
Dolor óseo y/o X X X X X 5
articular
Nauseas/ X X 2
mareos
Depresión/ X X X 3
pesimismo/
tristeza/
nostalgia
Nerviosismo/ X X X 3
ansiedad
Dificultades X X X X 4
para dormir por
preocupaciones
Aumento de X 1
líbido
Dermatológicos/ X X X 3
as
Alteraciones en X X 2
su peso
Uro-genitales X X X X 4
Miomas/ X X X 3
quistes
Atero-esclerótica X
Hipertensión X X X 3
Total 8 9 8 10 10
Elaboración propia. Fuente: Cuestionario y Entrevistas. Trabajo de campo 2012- 2013.

927
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

En tercer lugar, con tres casos cada uno, encontramos padecimientos


como los bochornos o calores, el dolor de cabeza, la
depresión/pesimismo/tristeza/nostalgia, el nerviosismo -o ansiedad-, los miomas o
quistes y otros de orden dermatológico manifiestos en resequedad de la piel y
ronchitas -como comentan Marilú y Cristina:

Avril: (…) me platicabas que el año pasado te salieron unas ronchitas


y una doctora te dijo que se debía a cambios hormonales porque se
reseca la piel, y que te recomendó ponerte la crema Teatrical. ¿Qué
doctora fue quien te recomendó esa crema?

Marilú: una, cómo se'ama, una [d]ermatóloga (…), la que ve eso de la


piel. (...) Fui aquí al Centro de Salú (…) porque me sentí toda
enronchada y me dijo que era por los cambios hormonales y que si
ya no menstruaba también con eso se reseca mucho la piel (…) Sí
[me sirvió la crema], ya la uso para todo -mis pies, mis manos, mi
cara- pa que no se me reseque mi piel.

Cristina: pues sí, ahorita sí, tengo manchas (…), me empezaron a


salir como a los 50 [años] (…). Y hace más poco, como después de los
60 se me reseca la piel.

Sobre las molestias relacionadas con la subida de temperatura corporal


destaca que no siempre es clara la distinción entre las nominaciones, pero que
pueden dar en cualquier momento, en el día o la noche, duran algunos
instantes o varios minutos, y se representan, dependiendo de la intensidad,
como molestos, desesperantes o insoportables -provocando otros padecimientos y
malestares como el insomnio, que adquiere otro matiz si además viven en
pareja.

928
AVRIL ARJONA LUNA

Margarita: Bueno, yo he escuchado a varias personas que les dan


bochornos, que mucha calor, que dolor de cabeza, que desguance
del cuerpo, pero pus yo hasta ahorita no he sentido que nervios, que
ansiedades, que no duermen; bueno, de no dormir, pues no
duermo, porque luego Julio no vine, o no llega -como anoche, llegó a
las seis de la mañana- (…) No pude dormir

Marilú: pos yo digo que han de ser lo mismo [los bochornos que el
calor que dicen sentir algunas mujeres], ¿no? Un bochorno me
imagino que es un calor que te da, ¿no?, y el calor que no lo
aguantas, o sea sudas; el bochorno pus sudas, pero un sudor frio
caliente. No sé cómo. Y si tienes calor pus también te da a sudar
-entons viene siendo lo mismo, ¿no?

Los cambios percibidos en su estado de ánimo tienden a relacionarse con


la disminución de energía, la pérdida del sentido de vida -como la tristeza, la
nostalgia, el sentimentalismo y la depresión- y los cambios de humor manifestados
como enojo o ponerse de malas. A excepción de Marilú, el resto de mis
interlocutoras han percibido cambios de este tipo con los que de alguna manera
todavía lidian. Si bien para estas mujeres en general la actitud y la fe se
representan como fundamentales para su bienestar, en especial frente a estos
padecimientos la primera se vuelve un pilar, pues si ellas no se dan ánimos, o se
preocupan por ellas mismas, nadie lo va a hacer.

Esther: a ratos me pongo triste, me deprimo, pero a ratos digo “yo


tengo que estar bien porque… Nadie se va a preocupar por mi y si yo
voy a estar triste y llorando, y todo, pus ¿qué me estoy buscando?
Una enfermedad… Y a nadien… ¿Cómo te diré?; no voy a ganar nada
con eso

Avril: ¿Pero todavía le da la nostalgia?

929
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Rosa María: No, pero no es diario. Una indicación como nervios,


como..., quién sabe. Ni uno se explica. (...) No sé, ni... ni uno
entiende el motivo. Pero bueno.

Cristina: yo de vez en cuando –no siempre- [tuve] mareos; y con


ganas como de llorar -eso era lo que yo sintí, pero poco tiempo (…),
yo creo por ahí unos tres meses, y eso fue todo, ya seguí normal.

Margarita: (…) Yo regularmente casi no [me enojo], más fácil que


me hagan enojar a que yo me enoje.

En realidad muchos de los cambios y padecimientos físicos están


relacionados con los cambios y padecimientos anímicos, que a su vez están
influenciados por el contexto que rodea a estas mujeres. De acuerdo con el
curso de vida y teniendo en cuenta las presiones a las que ha estado sujeta
Cristina, por ejemplo, no olvidemos que los nervios - uno de los muchos SFC que
persisten en sus representaciones y prácticas- tienden a ir y venir de acuerdo
con sus condiciones materiales y simbólicas de existencia. Así, estas mujeres
emplean distintas estrategias para lidiar con los malestares que están
mediando entre la salud y la enfermedad, como será el caso de la mayor de mis
interlocutoras: (…) los nervios me llegaron como por ahí de los 35 años (…), pero ya
[después de los 45 años] minoraron, sí, con el tejido y costura como que me relajé muncho.

En cuarto lugar encontramos, con dos casos cada uno, las nauseas y
mareos, el dolor de senos y el dolor de vientre o cólicos, todos síntomas nuevos
y específicos del TRS de Esther y Margarita en la medida que con anterioridad,
como dice Esther, no necesariamente ponía(n) cuidado. Además, como se
observa, tanto Esther como Marilú han notado alteraciones en su peso; de
modo que mientras la primera baja o sube un poco, la segunda ha tendido a

930
AVRIL ARJONA LUNA

subir al grado de agitarse rápidamente -como pude comprobar en los trayectos


a su trabajo.

En el caso de Margarita podemos ver que los cólicos han estado asociados a
los reflujos/flujos- o la infección -como la llaman biomédicamente- que también
presentó recientemente. El dolor de senos en el caso de Margarita se representa
claramente bajo el riesgo de cáncer, frente al que una primera herramienta de
diagnóstico es la exploración mamaria de la que hablaremos más adelante en
términos de la agencia, y a la que no acude Esther porque ha acudido a otros
niveles de atención.

Esther: (…) ahorita es raro, o sea que todo va cambiando; porque


ahorita apenas me he puesto cuidado, y veo que cuando ya voy a
empezar a menstruar me dan muchas ganas de vomitar y ya cuando
siento nauseas es porque ya sé… (…) [¿Antes?] Bueno, a lo mejor ni
cuidado ponía, puede ser también ¿no?

Avril: ¿y entonces te volvió a bajar?, ¿cuándo?

Margarita: hace quince días, y apenas se me quitó... Me duró como


ocho días (…) No, [el sangrado era] normal; pero sí me sentía muy
mal (…) ¡Ay!, me dolían los ovarios, me dolía la cintura, me daban
unos cólicos de la fregada y yo dije "ay, pero si nunca me había
pasado esto". Primero tuve el reflujo [flujo] y sinceramente me
espanté porque además de eso me dolía mucho el ovario derecho,
bastante. Pero yo no me tomé el medicamento, namás me tomé las
pastillas para infección y los óvulos; pero no, porque normalmente
cuando tienes una infección huele mal, y éste no, era el puro reflujo
(…) amarillito y blanquito, pero yo dije "pues no huele mal", porque
bueno, hasta uno se huele mal -o no sé si porque yo tengo muy buen
olfato.

931
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: ¿y el flujo se te quitó antes de que te volviera a bajar?

Margarita: sí (...), [me bajó] como a los tres, cuatro días; y ya cuando
veo dije "¡ay!" (...), como ya me había olvidado de eso... Y ahora con
las toallas [otra vez]. Ay, no, qué incómodo (...), pero pues ni modo,
así es esto (…) Que [la menstruación] venga cuando quiera [ríe]; es
que sí, porque creo que entre más pensaba más me dolía (...), y
después de la noche a la mañana ya nada [de dolores]. (…) Pero
ahorita ya no me ha vuelto a bajar. Lo que pasa es que la última vez,
ya ves que te conté, sí me asustó el dolor en los senos (...), yo creí que
podría ser cáncer, pero yo me exploro y pues no, estoy bien.

Puesto que desde las representaciones de estas cinco mujeres la


menopausia es normal e inevitable mientras haya vida para llegar a ella y así
efectivamente percibir el proceso de envejecimiento, durante las entrevistas
con mis interlocutoras y en algunas charlas con informantes secundarias
también hicieron mención de cambios físicos asociados al deterioro del cuerpo
y sus diversas cualidades -estéticas como comenta Rosa María, laborales como
comenta Marilú y sexuales como comenta Cristina. Lo cierto es que en
cualquiera de los casos siempre hay terceras personas involucradas en los
significados atribuidos a los eventos del proceso en el que el cuerpo de las
mujeres sigue estando sujeto a escrutinio -muchas veces bajo discursos de
control social fundamentados en los ideales de juventud y “salud”.

Rosa María: (…) el cabello, ¡las canas! Ya ve que dicen que cuando
empiezan a salir las canas es una picazón en la cabeza, yo no lo creía
y sí. (…) Varias personas me dijeron (...) "no, pos canas", le digo "ay,
es que tendré mucha caspa, porque...", dice "no, (…) es que es así por
las canas (...)" El cabello tiene un irritante cuando empiezan a salir
las canas, o será quién sabe qué, la piel, el cuero cabelludo, sal por la
resequedad, o quién sabe a qué se deba eso [de la picazón en la

932
AVRIL ARJONA LUNA

cabeza] (…) Últimamente me estoy viendo ya muchas por acá, pero


ni modos, es la edad. (…) Como las arrugas, muchas porque no lo
asimilan. Ay, dios mío, agarran un espejo y ya están "ay...", por eso
yo digo "ay, Dios mío, ni me veo", porque ¿para qué me martirizo?
Yo (...) he vivido mi vida, y todos vamos a llegar, nadie se puede
burlar, pero ve que hay mucho [...] ni modos, todos vamos a -bueno,
si es que llegamos. (…) Hay muchos que no lo asimilan, no lo
aceptan. Yo conozco así casos... [...]. O perder las fuerzas, también
hay unos que (...) "¡Pero ¿por qué? Si yo era bonita!", "¡¿por qué? Mi
cuerpo era así!"; pero hay que aceptarlo (…).

Marilú: pues no [he notado muchos cambios en mí]... Nada más en


que ya no funciona uno igual como cuando está uno joven, porque
ya no hace uno las cosas rápido -como yo era antes-; siento, más que
nada, como que el cuerpo se va cansando. De ai en fuera pues otras
molestias, síntomas, no tengo. (…) [Y el cansancio] de todos modos
lo tengo que acectar porque no puedo hacer nada [para remediarlo],
me las aguanto; lo acecto porque pues son cosas que se tienen que
dar, por más que te pongas vitaminas pus nomás ya no, todo se va
acabando.

Cristina: (…) [una mujer en este proceso] puede decaerse, sentirse


mal. No todas aguntamos igual porque puede haber desprecio de
los demás, así se toma aunque no es, porque hay personas que creen
que ya no es mujer, ya no sirve como antes, por ejemplo en la pareja.
A mí no me pasó, pero lo he escuchado.

En síntesis, las representaciones que tienen estas tres empleadas


perimenopáusicas y las dos ex empleadas postmenopáusicas sobre cómo
afectan/afectaron su vida los cambios percibidos en su cuerpo muestran tres
sentidos generales: 1) Marilú percibe afectaciones mínimas e incluso deseadas
por que se olvidan de la incomodidad tan naturalizada en sus cuerpos, 2) Cristina
no tuvo oportunidad de dejar que le afectaran, y 3) Rosa María, Margarita y

933
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Esther sí perciben efectos en su bienestar general, familiar y/o laboral. En la


primera tendencia que ubico como más conservadora en los cuidados de sí se
encuentra Marilú, quien aseguró que ya no [le afecta en la vida cotidiana], porque
ya ni se preocupa. Ya cuando siente ya es casi nada, ya no siento aquella molestia y
dolores.

En la segunda tendencia encuentro a Cristina, quien como hemos visto ha


experimentado muchos eventos familiares particularmente disruptivos
-algunos asociados con los procesos de s/e/a- que ante la falta de información
sobre la transición la llevaron a poner poca atención en los cambios que
percibía; esos cuya experiencia de alguna manera pudo resignificar por medio
de las narraciones que me hizo teniendo en cuenta que en ese entonces, hace
más de 20 años, no tenía tiempo para asumir su cuerpo en malestar porque, entre
otras cosas, eran muchas angustias [cuando el difuntito estuvo preso], no hice caso yo
de lo que a mí me pasaba, sino de lo que estaba pasando [con él].

En la tercera tendencia se encuentran finalmente Rosa María, Margarita


y Esther, quienes también suman más cambios percibidos en su cuerpo -nueve
en el primer caso y 10 en los dos últimos. Esther, por ejemplo, percibe
afectación en su bienestar general y en sus actividades laborales dada la
incomodidad de algunos síntomas -como las nauseas y los dolores- que padece;
además, su estado de ánimo afecta y se ve afectado por sus relaciones familiares
-a veces positivamente, pero la mayoría de las veces no.

Margarita hasta muy recientemente ha notado que padecimientos como


el cansancio y los dolores afectan sus actividades laborales, especialmente
porque no siempre tiene ganas de trabajar -aunque eso le resulte preferible que

934
AVRIL ARJONA LUNA

permanecer en el encierro de su casa. También los cambios en sus relaciones


familiares han comenzado a tener consecuencias anímicas para ella, pues
aunque normalmente no le afecta porque no lo permite, ocasionalmente llega a
sentirse sola y con un futuro incierto en este ámbito de lo doméstico.

A Rosa María le afectaron tanto física como emocionalmente los cambios


en su cuerpo, así como algunas circunstancias en su familia -especialmente el
hábito de tomar de uno de sus hijos. Físicamente se vio obligada a atender
algunos padecimientos sin mucho apoyo familiar -pues como Esther y Marilú
ha enfrentado dificultades para legitimarse con algunos miembros de su
familia en tanto mujer en transición-; aunque ella no siempre lo dice
abiertamente, en esos tiempos debió ser más que incómodo ocupar
fundamentalmente el rol doméstico en soledad, por lo que no es de extrañar
que haya perdido el sentido de vida y durante un tiempo sintiera incluso enojo con
su esposo.

En capítulos anteriores vimos la importancia que tiene la construcción


social de los distintos padecimientos, enfermedades y malestares en el
diagnóstico, la búsqueda de atención y el seguimiento de las terapéuticas, y en
este sentido la construcción social del último TRS no es la excepción. Es por ello
que ahora nos acercamos a los referentes que han tenido estas mujeres al
respecto con la intención de distinguir el peso de los achaques -también
asociados al proceso de envejecer y enfermar en general-, los riesgos, la
naturalización del retorno a un lugar subalternizado como la niñez y las
posibilidades que algunas de mis interlocutoras han encontrado para
desarrollar su agencia de acuerdo con sus condiciones materiales y simbólicas
de existencia a raíz de esta y otras transiciones vitales.

935
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

6.3.2.2.1 La construcción social de la transición y sus formas de


atención: ¿el regreso a la niñez?
Antes de comenzar quiero aclarar que la asociación entre niñez y menopausia
en mi investigación no es algo mecánico; por el contrario, resulta de la
situacionalidad de dos de estas mujeres -Cristina y Rosa María. Sin embargo, es
fundamental notar que esta representación tiene variaciones significativas
dependiendo de quién las proyecte, pues si bien las instituciones del estado
vinculadas al proceso de envejecimiento -como son los espacios destinados a la
“tercera edad”- apelan a esta representación no lo hacen bajo los mismos
significados que referirán mis interlocutoras.

La legitimidad de los padecimientos, enfermedades y malestares


asociados a la última etapa de los TRS se construye socialmente y en interacción
con otras/os sujetas/os sociales situadas/os diferencialmente en relación con
mis interlocutoras. Las representaciones y prácticas más concretas en torno a la
última transición -no reproductiva- de la sexualidad llegaron a la mayoría de
mis interlocutoras con el paso del tiempo y muy en relación con la encarnación
de los cambios y síntomas. Cristina es la única que recibió información relativa
después de haberlos experimentado, de modo que para ella el “timming” no fue
el que hubiera deseado -pues efectivamente, saber es poder:

Cristina: no pues hubiera sido como un despertar, y en cambio vino


a ser –como yo les dije allí [en las pláticas]- tarde; dice “pero nunca
es tarde porque a usté ya no le servirá, pero le sirve a otros, usté le
puede platicar a otras personas”; y sí, pues la verdá sí (…) Y ya, como
que poco a poco se fue retirando [la menstruación]; ya después pasé
una temporada que fue cuando fui al Museo, me metí a trabajar- y
ya como que se fue borrando eso, ‘ora sí que como que lo aventé por
allá… Fue como borrar… [Poner] mi mente en otras cosas; por eso

936
AVRIL ARJONA LUNA

digo que me ha servido mucho andar de aquí a allí, de allá para acá.
(…) Y digo “todo esto me pasó a mí y yo sin darme cuenta” (…) [Me
he acordado a raíz] de lo que veo yo en la tele, y ora sí que hay cosas
que salen ahí de lo que yo viví.

Teniendo en cuenta esto, no es gratuito que el síntoma que más


suspicacias despierta -aunque sólo aparezca en el caso de Esther- tenga que ver
con los cambios en el deseo sexual de las mujeres en edades adultas y
avanzadas, pues finalmente las representaciones dominantes sobre esta etapa
de vida muestran una mezcla de los modelos psicopatológico y
emotivo-sensible (Mabel Burin, 2010) y que ahora, como en momentos
anteriores, han limitado las representaciones y prácticas en torno a la
sexualidad de muchas mujeres y hombres.

Durante el trabajo de campo tanto Cristina como Esther tenían novio


-aunque en muy distintas circunstancias ya expuestas en apartados anteriores.
En ambos casos la preocupación por ¿qué van a decir?, ¿qué van a pensar? las y los
hijos fue una característica particular de sus representaciones y prácticas en
torno a las que imaginan sus únicas condiciones posibles. Esto sucede puesto
que las mujeres en edades sobre todo avanzadas -aunque también sucede en
edades medias- encuentran limitaciones culturales objetivas y subjetivas para
hacer una vida en pareja que, dicho sea de paso, legitimaría entre otras cosas su
vida sexual activa sin fines reproductivos en un contexto en el que la niñez se
representa como asexuada.

Esther: [Teófila, mi hija] dijo que no estaba conmigo porque yo


andaba con Elías, que soy una que andaba de culera -así con sus
palabrotas-, que yo le valgo. Dice “mi mamá me vale verga, ya no
me interesa porque no le interesa mi papá”. Entonces, pus yo solita

937
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

me puse a pensar y dije, pues a la mejor si yo hubiera visto que mi


mamá intentara hacer su vida con alguien pues yo no sé cómo lo
hubiera tomado. Al menos yo en mi pensamiento, en lo que yo
pienso, pus yo digo que, pues la hubiera apoyado porque yo vi como
sufrió mi mamá Y yo pienso: si mi mamá hubiera encontrado una
persona que estuviera con ella, y todo, ps qué bueno, porque ahorita
ps está solita, nosotros ni siquiera vemos por ella.

De acuerdo con los datos obtenidos, podemos asegurar que el ejercicio de


la sexualidad no reproductiva de estas mujeres en general sucedió bajo las
normas de género y edad tradicionales, pero puesto que la última TRS permite
nuevas libertades en condiciones sociodemográficas muy diferentes a las de
etapas de vida anteriores, la transición requiere ser construida bajo nuevos
argumentos que posibiliten el control social de las agencias. En mi opinión, el
sistema patriarcal adultista en edad (re)productiva ha encontrado estas
tecnologías en los modelos de interpretación y atención a la salud mental de las
mujeres por medio de la patologización, por un lado, y de la emotividad, por
otro; poniendo en duda una de las principales posibilidades que esta etapa de
vida puede acarrear: la de mayor libertad y control sobre el cuerpo sexuado y
deseante.

Esther: ¡Fíjate que hay algo raro que a mí pues… Toda mi vida casi
fue así, porque pus me junté muy chamaca (…), como creyendo de
que todo iba a ser bien ¿no? [ríe] O sea, yo dije, “no, pus a lo mejor
me van a comprar un terreno, me van a hacer mi casita, voy a estar
bien con mis hijos”… [ríe] Pero, así como que yo deseara el sexo, no.
No me gustaba -pero pus como antes estaba muy cerrada de mente
pus (…) Hace como cuatro años… Yo decía “¡ay, pus por qué siento
esto!” Me daban muchas ganas de sexo, antes de empezar a
menstruar (…) Sentía un deseo [ríe], sentía el deseo y decía ¡ah qué

938
AVRIL ARJONA LUNA

raro me está pasando!, pero pus dije “pus me aguanto” (…) No [era el
deseo hacia una persona en especial], nomás el deseo de tener una
relación sexual (…) Y yo decía “pero, ¿por qué me pasa así?” -por
decir, unos tres días antes tenía ese deseo y ya empezaba a
menstruar. Entonces yo llegué a la conclusión que era eso [de las
hormonas], porque al siguiente mes era igual y al siguiente mes
igual. Y ahora ya no; ahora simplemente me dan nauseas (…) Yo creo
que así depende de las hormonas, se van terminando o algo pasa
¿no?, por eso van habiendo muchos cambios.

El caso de Margarita, a diferencia de los de Cristina y Esther, muestra una


preocupación evidente en otras mujeres que transitan por ésta etapa, pues no
se sabe a ciencia cierta qué es lo esperado en términos de su deseo sexual a la
luz de la TRS. Esta interlocutora dijo que para ella el ejercicio de la sexualidad
no es un problema, sigue teniendo deseo sexual y no percibe que haya
aumentado o disminuido a raíz de los cambios en su cuerpo -pero ha escuchado
que hay quienes ya no quieren tener sexo o quienes lo quieren en demasía. Como
muestra el siguiente fragmento, estas experiencias están muy marcadas por las
relaciones de pareja en las que se sucede el sexo o la intimidad y entre las que es
común que los celos aparezcan abierta o veladamente como parte de las
manifestaciones de las relaciones de género:

Margarita: Luego mi esposo me dice "ay, ya estás vieja" y seguido me


hace enojar porque dice "no, ya me voy a buscar una más joven", "sí,
sí te la puedes buscar, y todas las que quieras; pero te voy a decir
una cosa, nunca te va a rendir -no rendir en el aspecto del sexo-, no
te va a rendir en el trabajo, porque una chava no te va a picar
zanahoria, chile y luego se va a ir a chambear; esas van a ser como
las bacinicas [ríe], que sólo las vas a ocupar para una cosa".

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Por otra parte, no olvidemos que tanto Margarita como Cristina hacen
pareja con hombres diabéticos que enfrentan cambios en su cuerpo a raíz de
estos procesos de s/e/a que les aquejan y repercuten en el ejercicio de su
sexualidad -tan tradicionalmente construida bajo representaciones de la
virilidad, del honor y el orgullo fálico y genitalizado. Veamos cómo se
representan su sexualidad en pareja la una -de 50 años- y la otra -de 72-, así
como las gestiones que implica eso de que se caliente el brasero teniendo en
cuenta las diferencias de edad y las condiciones de salud de mis interlocutoras:

Margarita: (…) con Jaiba [la sexualidad] es muy diferente [de con mi
primer pareja] porque a él le gusta estarme besando los pechos, le
gusta acariciarme, o sea, es muy distinto (...), me besa, me abraza
(...), dice "ah, con que a la vieja todavía se le calienta el brasero",
"pues aunque no lo creas" le digo [ríe] (...), pero luego está Checho y
pues no (...). Pero yo lo he descubierto con él (...), por eso luego a
veces me atrevo y le pregunto [por sus experiencias sexuales] (...). Y
cuando él no llega al orgasmo y yo sí llego me dice "pinche vieja", y
pues ya, lo dejo descansar y me dice "ahora sí voy yo" [ríe] (...). Y
pues son cosas que vamos aprendiendo. Antes sí me daba mucha
pena (...), será que con mi familia o con mi mamá todas esas cosas
no se decían (...) -pero los chavos luego se me hace muy sucio por la
forma en la que se expresan, en la forma en que se dice. Y él no [ríe],
él luego me dice "vamos a aparearnos" [carcajada], le digo "pues
órale" (...); o cuando lo veo que llega enojado le digo "¿está trompudo
o quiere nalgas?", "ninguna de las dos cosas", "entonces le voy a dar
nalgas" [ríe] (...). Yo ya sé de qué forma expresárselo, decírselo (...).
Ya ves que Adela Micha dice los viernes: "hoy toca" [ríe] (...) y dice
"no vieja, hoy es viernes de vigilia", "¿por qué?, pues si no me lo voy a
comer, namás lo voy a usar" [ríe]. (…)

940
AVRIL ARJONA LUNA

Avril: (...) y cuando no tienes ganas de tener relaciones sexuales con


tu esposo, ¿a qué se debe?

Margarita: pues así nada más, es como cuando dices "ay, hoy tengo
hueva de lavar" (...), así.

Avril: Y ahorita que parte de los cuidados [por la cirugía del quiste
que le practicaron –en el 2013-] ha tenido que ver con no tener
relaciones sexuales, ¿qué dice Don Carlos?

Cristina: no, lo ha tomado bien; dice “si es por tu bien, pues ni modo
[ríe]”. (…). Me ha tenido paciencia. (…) Sí, le afecta muncho [la
diabetes]; yo veo que ya no la hace (…) Entons le digo “por qué
terqueas lo que no puedes hacer, mejor así, así estamos bien”. Pero
no, como que se desespera, y por eso él cree que cuando voy yo por
allá (…) [es] porque voy a ver a alguien; pero no, yo así estoy bien –
claro que a veces le hace falta a uno, pero no haciendo caso…Se pasa
[ríe]. (…) Pero yo digo que [el problema de las dificultades eréctiles]
es también porque él no pone nada de empeño, porque yo he oído
que hay pláticas, hay pastillas y él como que no le pone empeño. (…).
Tampoco puedo forzarlo. Así, ai nos la vamos llevando. (…) Y sí,
desde que le empezó su enfermedá como que fue bajando, bajando.

Aunque el último TRS de las mujeres no es algo de lo que se hable con


total apertura, los procesos que afectan a los hombres en estas edades están
todavía más invisibilizados. Así, mis cinco interlocutoras consideran que
algunos de ellos experimentan cambios en sus cuerpos en ésta etapa de vida y,
aunque no resulta fácil definirlos, es evidente que las normas de género juegan
un papel fundamental en las experiencias de estas transiciones tanto para ellas
como para ellos, aunque diferencialmente. Del siguiente fragmento de Cristina
destaca que efectivamente en la construcción social de los padecimientos y
enfermedades éstos/as se distribuyen por sexo-género de acuerdo con algunos

941
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

estereotipos que marcan diferentes maneras en las que se adquieren -como


asegura sucede con la cirrosis-, y se tratan.

Cristina: Pues dicen que también a los hombres [tienen cambios


como la menopausia], namás que diferente la manera; por eso es
que a veces hay hombres que pues con su pareja se desquitan, pero
ella no tiene la culpa –por los mismos nervios que tienen y lo que
está pasando. (...) Viene a ser como eso que les pasa –cómo se llama
esa enfermedá-, yo pensaba que nomás le daba a los hombres…
-pero no me acuerdo cómo se llama esa enfermedá, ahorita se me
fue-, pero no, dicen que también les da a las mujeres… (…) la
cirrosis, y dicen que también a las mujeres nos da. (…) Pos quién
sabe si será cierto, pero dicen que eso viene de que toman muncho o
por no tener relaciones [sexuales] –bueno, así he oído yo
comentarios (…), en un camión donde iban unas señoras platicando
(…), y de eso me acordé ahorita.

Rosa María: Pues unos sí. Un compadre de acá, decía mi comadre


"ay, es que está menopáusico", pero tan... Pero un carácter muy feo
(...), algo tienen que... Pero hay gente como mi esposo; él -ay-, él
tranquilo, él nunca está de malas, toda la vida está riendo. Es que
digo que cada quién, por eso ni nunca debe uno de comparar.

En este sentido, la cultura dominante tiende a concentrar en las mujeres


el peso de las transiciones de la sexualidad también en esta etapa de vida,
normalizando la TRS de las mujeres e invisibilizando, doblemente, esta y otras
que también experimentan los hombres. Así, puesto que como he dicho las
normas de género tienen un peso fundamental, uno de los mecanismos
socioculturales para dar seguimiento al control de las sexualidades en edades
medias y avanzadas -tanto para mujeres como para los hombres- son las
representaciones de las que habla Cristina, quien aseguró haber escuchado que

942
AVRIL ARJONA LUNA

algunas mujeres dejan de ser atractivas para y deseadas por sus parejas una vez
que aparecen los síntomas de la tercera etapa de los TRS -que se complementan
con ideas como las que sostienen que los hombres maduros tienen un mayor
atractivo.

Así, el ejercicio de las sexualidades en edades avanzadas está lleno de


mitos y estereotipos atravesados por el género y la edad frente a los que, sin
embargo, Cristina, Esther, Margarita e incluso Rosa María se posicionan con la
apertura ganada a lo largo de los años. Así, con ánimos de sintetizar las
representaciones sobre la sexualidad en esta etapa de vida, retomo fragmentos
de Cristina, Margarita, Rosa María y Esther.

La sexualidad para Cristina es un remedio, una práctica que sirve de


ejercicio, algo que debe dársele al cuerpo cuando lo pida - aunque se reconozca que
con la edad puede verse disminuida. Para Margarita el ejercicio de la sexualidad
en esta etapa de vida ha dejado de ser una obligación, ahora es una decisión
propia que entra en juego con las decisiones de su esposo y que, por lo mismo, a
veces se torna un mecanismo de poder contra las masculinidad de Jaiba -quien
a pesar de ser distinto a la primer pareja de mi interlocutora conserva mucho de
las normas tradicionales de género. Para Rosa María y desde su cercanía
representacional con la moral católica -como sucede con Marilú-, la sexualidad
es un momento de placer en el que desgraciada o afortunadamente Dios nos dejó en
pareja - “naturalmente” heterosexual entre cualquier animal- y en el que es
posible sentirse valiosa, deseada, y en placer para ambos.

Avril: ¿usted qué opina de la sexualidad en edades más avanzadas?


(...)

943
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Cristina: no pues yo pienso que eso es como un remedio para el


cuerpo, porque munchas veces es el cuerpo el que lo pide, y también
a veces es bien para la salud porque dicen que sirve de ejercicio… Es
como querer respirar y no respira, pero quiera o no quiera tiene que
respirar, bueno, también depende la pareja [ríe], porque muchas
veces no jalan parejo [ríe] –a veces dejan que la mujer descanse y
muchas veces no. Pero [la sexualidad] puede ser en cualquier
tiempo que el cuerpo lo pida, ya sea grande [de edad] o no; digo,
porque, vamos a suponer como yo que ya estoy grande, no sé, pero
hay momentos en que sí, el cuerpo lo pide -cuantimás jóvenes. Será
la naturaleza o será porque yo nunca tuve un hombre –después de
que ya tuve a todos mis hijos- de planta, nomás así por
temporaditas, y cuánto tiempo descansaba y cuando volvía de
vuelta y así, por temporadas. Como con el papá de mis hijos, tardé
desde el 73 hasta el 81 sin nada [de relaciones sexuales], ya después
me metí con este señor [Don Cenobio]; y después de él tardé
también una temporada y ya fue cuando me metí con el señor
difuntito [mi segundo esposo] –ahí también tardé. Él murió en el 92
y en el 96 [empecé] con Carlos. Ahora, pues también, nomás
estamos ai como por temporaditas [ríe]. (…) Yo digo que [las
relaciones sexuales] es algo natural mientras el cuerpo lo pida –hay
un dicho que dice “hay que darle al cuerpo lo que pida” [ríe], por
algo lo dicen.

Margarita: pues ahorita... Él simplemente ya no funciona [para la


sexualidad], y luego me dice "oyes" y yo "no, no, no, no me estés
molestando,a mí no me interesa que quieras estar siempre acostado
conmigo, no. Yo quiero un compañero que me diga ¿oyes hoy cómo
te fue?, ¿te gustó tu trabajo?, platicar cosas de nuestros hijos
-solucionarlos, tener una respuesta”. Del apoyo no me puedo quejar
porque siempre me ha apoyado (...), pero no nomás es eso (...); le
digo “si quieres tener a tus viejas, adelante, pero conmigo no
cuentes. Para mí primero son mis hijos, y si tú quieres tener tus
aventuras y que tus hijos se enteren y se den cuenta qué tipo de

944
AVRIL ARJONA LUNA

papá eres, adelante (...). Yo jamás voy a hacer que tus hijos te falten
al respeto, pero tú eso te lo vas a ganar". Y pues luego llega y "ay
gordita, ven, acuéstate" y sí, nos acostamos y estamos platicando
(...), pero cuando empieza con que "ay, fíjate que me habló fulana", o
sea, eso me molesta, le digo "¿qué quieres presumirme que de veras
eres muy hombrecito? No, conmigo no funciona eso. Tú quieres ser
libre, adelante.

Rosa María: Pues yo creo que [la sexualidad] es, como dicen, "un
momento de placer". O uno que... pues desgraciadamente Dios nos
dejó así (...). [ríe] Pues no puede uno decir "desafortunado y
afortunado" (…) Dios dejó la pareja a ambos, del pájaro... las aves, un
animal... un animal rastrero, y todos tienen su sexualidad.
Entonces, pues nos lo dejó para... eso fue el hombre y la mujer, pues
yo creo para sentirse un momento que tú vales, que eres -este-,
deseada, ¿y por qué no decirlo?, que fue un momento de placer, a la
mejor así. De ambos. Porque no vas a decir "ay, lo hice bien", el
hombre. (…) O "me hizo bien a mí nada más", no. Ambos. Y Dios nos
dejó para eso, yo creo. [ríe] Tanto como uno (…) es del hombre, y el
hombre de una mujer. (…) No creo [que la sexualidad sea siempre
para tener hijos] (…) [ríe] Unos dicen "pues no, yo no, no deseo tener
hijo”.

Por último, el siguiente fragmento de Esther, que como hemos dicho ha


experimentado más abiertamente su sexualidad no reproductiva y placentera
hasta tiempos muy recientes, muestra sin embargo los periplos durante la
premenopausia como parte de un proceso incierto para las mujeres a las que se
les adjudican estados de neurosis, depresión y muchas ganas de sexo:

Esther: Yo pienso que (…) yo sí ya estoy en la premenopausia -por


los dolores de cabeza, por las nauseas; y luego así como que siento
mucho calor en la espalda, así como que si estuviera cerca de una
fogata –y dicen que así es.

945
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: ¿es como los bochornos o diferente?

Esther: Pues es que con los bochornos suda uno mucho –dicen-; yo
nada más siento calor, calor, no sudo, pero siento mucho calor,
mucho calor. Ahorita no he ido a ver a mi amiga Mary [ríe], pero ella
me dice “es que tú ya estás en esos síntomas de la pre-menopausia”
(…), y dice que cuando ya te da la menopausia es cuando dejas de
menstruar (…), [pero que] cuando empieza tu premenopausia tienes
todo eso: que neurosis, depresión… (…) y a muchas les dan ganas de
puro sexo.

Si bien hay continuidades en las representaciones y prácticas en torno a


las normas de género y el cuerpo sexuado que persisten hasta ahora, es
necesario decir que los padecimientos, enfermedades y malestares asociados
con la última etapa de los TRS no gozan de la misma legitimidad e importancia
social que aquellos asociados con la etapa intermedia; de modo que socialmente
está más cercana -simbólicamente al menos- a las representaciones que rodean
ciertos tipos de lugares de género disminuidos, alterados, asexuados o
patológicamente deseantes -con el agravante de los achaques y los malestares
físicos y emocionales.

Aunque las amigas y las hermanas, los medios de información masiva, las
y los médicos, y en algunos casos las empleadoras legitiman algunos
padecimientos y proponen formas de atención a los mismos, para mis
interlocutoras no resulta/resultó sencillo expresar, legitimar, gestionar y
atender al interior de sus familias, entre el grueso de sus empleadores y en
relación con la orientación médica, los malestares de sus cuerpos cansados,
adoloridos, acalorados, achacosos, tristes, nostálgicos, deprimidos y, subjetiva y
objetivamente, en proceso de envejecimiento innegable. En este sentido, los

946
AVRIL ARJONA LUNA

padecimientos de la tercera etapa de los TRS se construyen socialmente bajo


distintas relaciones sociales: entre mujeres, con las y los médicos, con la familia
propia y conforme avanza la edad con las y los encargados de promover las
políticas del envejecimiento.

De entrada es necesario decir que las madres de mis interlocutoras no


tuvieron un papel central en sus referentes en torno a la menopausia y la última
etapa de los TRS como proceso de agencia, pues como hemos visto los eventos
de la sexualidad no han sido tema de conversación en las familias de origen, tal
y como dan cuenta los fragmentos de Esther, Rosa María y Cristina para el caso
de la menopausia:

Avril: ¿y en [San Miguel Achiutla, Oaxaca] (…) cómo enfrentan las


mujeres eso cambios [asociados a la menopausia]?

Esther: no, no, pus como vine niña de allí [no sé] (…); con mi mamá
hasta orita nunca hablamos de eso. Mi mamá pus, ¿te imaginas?,
pus en sus tiempos de ella pus no, ¡qué van a…!, les daba vergüenza
platicar con los hijos. Sí, ¡a mí me daba pena! Hasta tiene poco que
pus ya, como dicen, abrí mi mente ¿no?, despejé mi mente; porque
antes sí era muy penosa, así como que no, pus cómo que alguien me
va a ver mi cuerpo, hasta pa´ ir al médico no me gustaba ir por todo
eso. Pero pus ya poco a poco he ido cambiando (…)

Rosa María: Pero nunca se quejó [mi mamá de malestares asociados


a la menopausia] (...).

Avril: ¿por qué cree que a las mujeres no nos cuentan más sobre las
cosas que pueden pasar con nuestro cuerpo?

947
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Cristina: pues yo digo que por falta de comunicación; tiene uno que
juntarse con personas que sepan explicarle a uno, sí, más que nada;
porque yo por mi mamá nunca supe nada (…)

Como he venido sosteniendo las representaciones y prácticas en torno a


los malestares de las mujeres de sectores urbano populares, en esta etapa de
vida están fuertemente marcadas por dos modelos coexistentes de formas
particulares en la precariedad. Por un lado, la psicopatología cuyo modelo
estigmatiza el cuerpo de las mujeres en transición como anormales; por otro, el
modelo emotivo-sensible que sirve para hacer llevadera la situación apelando a
un lugar importante en los cursos de vida de las mujeres: el de cuidadoras que,
ahora, se cuidan para seguir cuidando. Así, el modelo dominante de
representación y atención entre estas mujeres es una compleja combinación
entre modelo biomédico general, modelo psicopatologizante y modelo
emotivo-sensible que se sintetizan en la autoatención a la que han estado
acostumbradas en etapas de vida previas, dadas sus condiciones materiales y
simbólicas de existencia.

Los doctores, pero también otras mujeres legas de estratos


socioeconómicos medios como sus empleadoras, se representan los malestares
de las mujeres como naturales, normales, asociados al envejecimiento y
remediables en la medida que ellas pongan de su parte, sigan la terapéutica y se
controlen en lo general. Los discursos de riesgo y cuidado en torno a la última
etapa de los TRS están muy permeados por la perspectiva biomédica
patologizante, indiferente pero controladora -porque promueve el temor al
diagnóstico y no hace hincapié en la prevención-, mientras por medio del

948
AVRIL ARJONA LUNA

autocontrol hace de la autovigilancia un mecanismo de subalternización que a


veces se asume y otras no.

Cristina recuerda que el médico que le atendió la herpes le dijo que con la
menopausia aparece la depresión asociada con la rutina de siempre estar en lo
mismo, y que por ello tiene uno que salir a despejarse -para estar en equilibrio. Ese
médico no le dijo que podía haber diferencias entre premenopausia,
menopausia y postmenopausia; sin embargo, mi interlocutora considera que la
diferencia entre las mujeres que se deprimen y las que no lo hacen durante la
menopausia estriba en la debilidad de cada persona para afrentar las cosas que le
vienen en una etapa que está pasando. Bueno, así me imagino yo, es lo que yo pienso,
dijo.

Esto de vivir la realidad propia -como diría Margarita- implica una


combinación entre la autoatención del dejar que pase solo con una fuerte dosis de
autoayuda bajo el modelo emotivo-sensible: de diálogo con ellas mismas, de
reflexión, de tomar un respiro para seguir adelante, de darse ánimos solas porque
nadie más lo va a hacer. Así, como muestra el siguiente fragmento y veremos en
otros casos, seguir esta parte de la terapéutica prescrita por los médicos puede
posibilitar que las mujeres busquen otros espacios más allá de la familia para
-quizá- encontrar nuevos referentes, como sucedió con Margarita durante más
de un año en la Escuela Pastoral:

Margarita: [Cuando me siento mal] yo me digo "no, hoy amanecí


bien", porque si no cualquier cosa te provoca nervios y vas de malas
a trabajar y, o sea, son muchas cosas (…) [Yendo a trabajar en lugar
de quedarme encerrada es como] me doy ánimo. (...) Hay veces que
me duele, por decir más, esta parte: el codo, el hombro; o hay veces
que hasta me duele la piel, pero yo digo "a lo mejor es cosa de lo más

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

normal" -siento-, porque luego se me quitan. (…) Pues sí, a veces me


siento (…) así como que "ay, ¿qué hago?” [con las preocupaciones],
porque lo juntas todo y te desesperas porque dices "¿qué salida le
doy?" (...). Ya de mi esposo digo "pues ya, si se va que se vaya, (…) yo
tengo lo más importante que es mi salud... trabajo y mis hijos", para
mí, para mí es lo más importante. ¿La casa?, pues si trabajas puedes
pagar una renta -cuando te mueras no te la vas a llevar-, y sí, sí
tengo una casa, un techo seguro, pero pues si también eso te va a
causar problemas, te van a humillar, te van a hacer, prefiero no
tenerlo -yo soy de esa manera de pensar. Antes él tenía mucho eso
de que "es que tú estás aquí de arrimada, esta es mi casa", y pues yo
decía ¿su casa?, pues si también es mía. Pero después, (...) en la
Escuela Pastoral, como ahora hablábamos de las esencias y todo eso,
pues sí, debemos de tener material, pero más que nada debemos
tener espiritualidad... y a partir de ahí dije "ay, sí, es tu casa", y mi
palabra es "cuando te cargue la chingada no te vas a llevar nada". A
partir de ahí como que dije ¿por qué voy a pelear por algo tan
estúpido?

De la construcción social de enfermedades asociadas a esta etapa del


curso de vida, desde la perspectiva biomédica lo más difícil es cumplir con los
mecanismos de diagnóstico y los tratamientos farmacológicos tal y como
podrían esperar los médicos. Tomaré de ejemplo el complejo y muchas veces
contradictorio caso de Esther, una de mis interlocutoras con mayor cercanía
reciente a la biomedicina tanto en consultorio como con sus empleadoras/es
que, en el siguiente fragmento, nos deja ver aspectos fundamentales en una
micro trayectoria de atención concreta; en la que se juegan los tiempos, los
espacios, los costos y la búsqueda de lo más barato o el ahorro, las terapéuticas,
los silencios que se guardan en torno a padecimientos previos porque ya se

950
AVRIL ARJONA LUNA

quitaron en la interacción de una doctora con la paciente a la que hacer lo que está
prescrito le resulta difícil.

Esther: (…) [Me mandaron a hacer un ultrasonido], de los senos y


todo eso [la matriz] (…) porque he estado menstruando dos veces al
mes, y así en abundancia (...) Y (…) me daba mucha comezón;
entonces fui a la Clínica porque ahí hay todos los servicios, pero ves
con lo que pasó hace ocho días, el jueves, estaba cerrado; 143 (...)
viernes ya no abrían y el lunes pues salgo muy tarde, el martes
también, miércoles ya no alcanzo a llegar. Entonces ahorita que
pasé aquí [a la Farmacia], pues me dijo que me los vaya a hacer al
lado del Hospital General, allá en la clínica -al lado de la San
Isidro-,144 me dijo (...) que están económicos los ultrasonidos allá (…)
Pues mañana no creo poder ir a hacérmelos (...). El lunes nomás voy
a trabajar en un trabajo y me vengo para poder hacérmelos, (...)
sacármelos y si ya los tengo pues se los llevo (...); y el dolor de cabeza
y el mareo es porque dice que tengo muy baja la presión (…) Me
mandaron un montón de medicinas -pero como no creía venir para
acá no traje ni dinero

Avril: (…) [en la receta pude leer] Meloxicam una tableta cada doce
horas por veinte días y fexofenadina tabletas de 120 mg una cada 24
horas; y vitaminas y minerales

Esther: si, dice que por el sangrado (…) ¡Ya bajé tres kilos!, no se me
nota pero sí, sí los bajé, me decían “ya bajaste” y yo digo “no, estoy
bien”, pero sí los bajé

143 Se refiere a un día cercano a las elecciones del 2012 en que en el Estado de México se corrió la voz de
que en unos municipios había confrontaciones entre bicitaxistas y mototaxistas; mientras que en
otros, como el Valle de Chalco Solidaridad, la policía municipal corrió la voz de que la Familia
[Michoacana] estaba cerrando locales y abusando de las y los locatarios –por lo que toda esa tarde el
municipio cayó en una suerte de toque de queda que se decía respondió al enojo del aún Presidente
municipal con la población.
144 En la Clínica San Isidro fue donde diagnosticaron y atendieron el quiste de Cristina.

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Avril: cáscara de guayaba antes del desayuno, comida y cena; órale,


pues está bien, a lo mejor acá con las [Farmacias] del [Doctor]
Descuento

Esther: yo la verdad pensaba esperarme al lunes, porque el lunes


está -este-, creo que de cada 100 pesos te cobran 75, algo así, en la
[Farmacia] Similar, fui a la Similar -ves que todos los lunes hay
descuentos. (…) Dice que la “q5” es porque luego se me infla el
estómago, dice que para eso me mandó eso

Avril: ¿y qué te han dicho de porqué se te inflama tu estómago?

Esther: dicen que cuando les traiga los ultrasonidos van a ver si no
tengo miomas –creo-, dice que puede ser que sea por eso

Avril: (…) ¿de tu espalda no te han dicho nada?

Esther: no, (…) bueno, ni les comenté -como ya se me quitó. Bueno,


como no me siento como me sentía pues ya no les dije (…) Pero el
dolor de cabeza es muy seguido y dice que es por la presión (…), a
veces me duele diario, en las tardes o así en las noches, o luego
cuando salgo de trabajar y luego que me subo al carro y ¡ay, no!,
empiezo con unos dolores que hasta me dan ganas de volver el
estómago… Y es por la presión, que yo misma debo de controlar (…)
Hasta los ojos (…), los oídos también a veces. Ahorita ya no me
duelen, pero toda la semana (...) no podía ni dormir, entonces por
eso digo “estas hijas mías me van a matar” (…) Yo también, a lo
mejor yo por eso me estoy poniendo mal –porque no encuentro la
solución de cómo ayudarlas-, o sea, les hablo, les digo -bueno a
Anastasia, a Teófila pues no sé nada de ella-, y pues no (…) Y fue lo
que me dijo orita la doctora, dice “¿tiene muchas presiones?”... Le
digo “pues algo”, dice “es eso lo que debe de controlarse –dice-,
porque tiene muy baja su presión, entonces –dice-, el mareo –dice-,
en cualquier lado se puede caer, ¿qué tal si va atravesando la

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AVRIL ARJONA LUNA

avenida y ahí se cae?, ¿qué va a pasar?” (…) Ajá, la doctora de Juan


Diego; y yo sé que sí debo de controlarme eso, pero, pues es difícil.
Al 2013 Cristina sólo se había practicado uno de esos [estudios] de la mujer…

Que para el cáncer y eso -como el papanicolau- en su vida, hacía alrededor de

nueve años, pero nunca fue por los resultados. A principios de julio de ese año le

practicaron una Colposcopía porque detectó que tenía un flujo color cremita que

no le pareció normal, gracias a lo cual encontraron un quiste que le fue removido

en un laboratorio particular.

Dijo que el mioma tenía el tamaño de un tapón de agua de galón, y que por eso
se lo iban a deshacer. Destaca, como en el caso de la más joven de mis
interlocutoras, que ante la anormalidad planeó hacerse los estudios ahí por
Zapata porque dicen que es económico, pero Jessica -su nieta- le ofreció pagar lo
necesario en un particular en Valle de Chalco. El estudio, según me dijo, costó
380 pesos y la operación $2,400. Cristina comentó haberse sentido en confianza con
la que la atendió en esta experiencia reciente, en comparación con la anterior, y
enfatizó que la mujer se sorprendió de que dejara pasar tantos años entre un
estudio y otro.

Cristina: no pus [el Papanicolau que me hicieron la primera vez] no


me lo hicieron igual que ahora; esa vez namás me puso un tubito, y
eso fue todo. Y ahora no, ahora esta muchacha metió como a modo
de… Un tubo así, ¿cómo te diría yo?, y de allí ya se veía en la tele –y
esa [primera] vez no, namás ella vio; y los resultados me los entregó
a los tres meses (…) [Y ésta vez fue muy rápida la entrega de
resultados], sí, pus como fue particular [ahora]. Y esa vez ni me
acuerdo cuánto me cobraron, pero fue poquito (…). Sí, me sentí
incómoda (…), dije yo “¿por qué tengo que ir?” –me daba pena, más

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

que nada me daba pena. Y ‘ora no, ‘ora con esta muchacha me dio
muncha confianza.

Las empleadoras -más cercanas/os que mis interlocutoras a las


representaciones y prácticas biomédicas según hemos visto ya-, algunas veces
son indiferentes como los médicos empleadores de Marilú; otras son
comprensivas/ compadecentes/ consideradas y espejean en ellas misma el
envejecimiento y sus síntomas, asumiendo que empleadas y empleadoras
tendrían las mismas condiciones para enfrentarlos. Otras ocasiones las
empleadoras y empleadores se envisten de autoridad -pregonando discursos
incompletos y frecuentemente disímiles entre ellos- y asignan un lugar
subalternizado a las representaciones y prácticas de las empleadas que, cada
vez más, enfrentan procesos de s/e/a representados como desarticulados de sus
condiciones materiales y simbólicas de existencia.

Esther: Pus a mí me dijo mi patrona, que le quitaron la matriz, que


“no, no te la tienen que quitar, ahorita ya hay muchos tratamientos
para eso y los miomas todas las mujeres los tenemos, así es de que,
pus no”. (…) Pero también su esposa del doctor [con el que trabajo]
me lo comentó [-que quizá por los miomas me tengan que quitar la
matriz]; que es la única manera porque (…) ya quitando la matriz
pus que ya no tenemos problema de eso ¿no? Entonces yo dije
“bueno, si yo llego a ir con el doctor y él me dice que pus es la única
manera de que… Porque además dice que unas crecen muy grandes,
y si me la tiene que quitar, me tienen que operar, voy a estar ps no
sé cuántos días sin trabajar… Y, ps, Elías ni siquiera va a estar
conmigo. Cuando fui y le platiqué y todo pues, no me dijo nada; o
sea, así como para decir “bueno, ps no te preocupes” o “a ver en qué
te puedo ayudar” pus nada. Tonses me di cuenta que dije “no, si yo
llegara a hablar con la verdad y decirle la verdá a mi hijos, no sé
cómo lo tomarían ¿no?”, pero igual van a decir “bueno, pus sí ya se

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AVRIL ARJONA LUNA

fue mi mamá pus ya que vea ¿no?” Sin embargo ahorita pus tengo la
oportunidad de que si yo –este- me llega a pasar eso pus yo me
quedo aquí con ellos, y bien o mal pus ellos vería por mí. Entons
todo eso pensé, dije “pus no, con Elías no tengo ningún futuro y pus
es mejor así que nos separemos y a la mejor con el tiempo mi hijas
pus van a decir “a pus mi mamá sigue aquí” o yo qué sé ¿no? y
cambien de actitud o decidan regresar”.

En especial el caso de Esther muestra una de las formas que puede


adquirir el regreso a la niñez bajo el pretexto de la salud: el regaño por hacer lo que
las representaciones que tiene sobre sus condiciones más inmediatas le han
permitido y en un contexto general de incertidumbres que enfrenta -muchas
veces no resueltas por temores diversos:

El sábado hace ocho días sí me regañó la señora donde trabajo


porque me dijo “¿qué pasó?, ¿ya fuiste [al doctor]?”, le digo “no”, dice
“es que no es posible que ni tu salud te interese; es algo que es muy
grave porque hay unos que son malignos y da cáncer” -malignos o
benignos, algo así me dijo-, ¿qué te pasa?”. Y yo creo que sí, yo no sé
si es depresión o algo así porque sí, ps dice “ya te conozco como la
palma de mi mano” [ríe]. Y pues sí porque cuando estoy bien,
cuando todo está bien, me siento tranquila, (…) hasta siento que
hago más rápido mi trabajo (…) Dice “¿cómo es posible de que ni
por tu salud te preocupes? ¿Te imaginas? Llegas a tener algo grave y
tú ni en cuenta”, y le digo “sí voy a ir”, pero no sé… (…) Después de la
segunda semana de enero [del 2013, dijo casi a finales del 2012]
ahora sí ya me voy a empezar a [cuidar], ya voy a ir al doctor, que me
saquen otro ultrasonido, que me digan bien, que me expliquen de
los miomas, si son benignos o son malignos o algo así; entons va a
haber días que le voy a pedir [a una de mis empleadoras]… Y sé que
sí, o sea, cuento con ella, que sí me va a ayudar con, no siempre
verdá, uno o dos días ponle al año, sí me ayuda.

955
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Como ya se ha visto en algunos fragmentos referidos en este último


apartado, entre mujeres amigas o conocidas comúnmente existe complicidad,
escucha e intercambio de saberes -a veces imprecisos- en torno a las
explicaciones de los padecimientos y malestares presentes en esta etapa de
vida.

En la familia propia y de origen la tendencia es a observar la transición


como parte del envejecimiento, pero si se hacen presentes los cambios de
humor y el sentimentalismo, las crisis de identidad y el deseo por hacerse de
nuevas certidumbres -que incluyen prácticas como el pasatiempo- ante tanta
incertidumbre, aparecen asociaciones con la exageración, la locura y el
desequilibrio. Cristina, que como hemos dicho vivió la transición en solitario,
sin quejas podríamos decir, sintetiza estas representaciones cuando dice de
otra mujer: quiere que todo mundo la chiquié.

Cristina: (…) su mamá de mi nuera dice que ella está batallando


muncho tocante de eso; dice que le dan bochornos, muchas ganas
de llorar y que quiere que todo mundo la chiquié, le digo “será
porque tiene quién, porque yo no tuve quién me chiquiara”; y yo ni
le platicaba a nadie lo que me pasaba, no, así me la llevé (…) Pues ora
sí que no se dio oportunidad de platicar que me sentía mal, como en
ese entonces trabajaba, andaba de aquí para allá; como ahorita me
pasa, que ando de aquí para allá, subo y bajo y en la noche ya estoy
aquí cansada (…) Como 45 [años tenía cuando dejé de menstruar]
(...), pero yo no sabía por qué era, con el tiempo me di cuenta.

En un sentido similar y también relacionado con los estados alterados que


son adjudicados al cuerpo de las mujeres en especial en estas etapas de vida, me
parece importante señalar la cuestión del enojo, pues al interior de las familias
fue común observar que las hijas, hijos y parejas consideran que las mujeres

956
AVRIL ARJONA LUNA

entran en este estado sin motivo alguno -como si efectivamente llegar a su casa y
encontrarla tirada; ver alterados sus propios planes y deseos, o sentir que abusan
de ellas económicamente aún cuando sus hijas e hijos ya están grandes, fueran
nimiedades a las que al parecer deberían estar acostumbradas.

Puesto que al interior de sus familias los procesos de s/e/a de estas


mujeres no siempre han contado con legitimidad, las relaciones familiares
intervienen -como limitación o posibilidad-, en la experiencia de estas mujeres,
en las representaciones asignadas a la transición y en las alternativas de
atención. Así, en términos de limitación tenemos el caso de Rosa María y el
estigma de exagerada que le pusiera su hermana; pero también está el caso
posibilitador con la hermana de Esther. Para notar el impacto de la familia, la
incertidumbre y las relaciones que en ella se suceden retomo dos casos, el de
Esther y el de Margarita, pues en ambos podemos percibir, además, la
importancia de la autoatención bajo el modelo emotivo-sensible -esa que Esther
naturaliza cuando supone que por lo mismo pueden pensarla loca.

Esther: a veces cuando me dan ganas de llorar, lloro mucho y siento


que me desahogo… Ya me pongo a pensar positivamente y vuelvo a
decir “bueno, pus ya sé que estoy sola que siempre lo he estado,
pero pues yo tengo que poder, ¿no?, (…) yo tengo que poder, tengo
que echarle ganas y pues mientras yo tenga salud –que es lo más
importante- y que pueda trabajar pues…Seguiré intentando, a ver
qué (…) Porque sí pienso que por lo visto nunca voy a contar con
nadie (…) de mis hijos (…) Pero me dije “no, yo ya no debo de llorar,
en primera porque no vale la pena, en segunda porque tengo todo
para ser feliz, conmigo misma, tengo lo más importante, que es la
salud, que es el soplo de vida, que es el trabajo, entonces ¿para qué
me voy a deprimir por alguien que así es, y yo no lo voy a poder
cambiar? Él ha vivido toda su vida así, es alcohólico… ¿yo que puedo

957
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

hace?, ¿en que lo puedo ayudar?” En nada, entonces digo (…) lo


único que voy a ganar es una enfermedad, y mis hijas pues cuando
me necesiten a lo mejor ya no me van a tener” ¿no? [ríe] Entonces sí,
así pensé, dije, “no”, y yo solita me platiqué, hasta dirán que estoy
loca ¿no? Pero ahí en Los Reyes me senté por ahí yo solita como
media hora, dije “si, es que no, si me preocupo, me pongo mal, me
duele la cabeza, se me baja la presión, o se me sube, no sé
exactamente…y yo solita me estoy acabando, pues no tiene ningún
caso, ¡mejor me voy a llenar de energías y puras cosas positivas! Ya
no voy a voltear para atrás, todo lo que venga será para adelante…así
me dije.

Avril: ¿Cómo está tu ánimo? ¿Cómo está tu salud? [Teniendo en


cuenta que Ángel está mal de salud y debe ser internado para que
deje las drogas; que Jaiba está enojado con ella y tiene un mes sin
darle dinero para Checho, y éste está próximo a entrar a la escuela
nuevamente.]

Margarita: Ando por los suelos; digo, no me preocupa mi marido, en


realidad él no me preocupa, [comienza a llorar] me preocupa
ahorita lo de Checho, lo de mi chamba y Ángel -eso es lo que me está
llevando la fregada, porque el créeme, que para mí no es
indispensable. (…) Si me venden el terreno [que heredé en mi
pueblo], con eso resuelvo todo esto, y lo poco que me quede lo voy a
meter al banco para ir saliendo de ésta onda (…) Porque uno de esos
[hombres como mi esposo] me lo encuentro donde quiera (…)
[Ángel] se va a ir [internado] por seis meses (…) porque tres meses
no creo que le sirvan porque está hasta el fondo; entonces, yo, pues
si ya estando ahí, me voy acostumbrar a no verlo, a muchas cosas
me voy a dejar de acostumbrar. Porque si él no venía ya lo iba a
buscar, “¿qué haces chavo?”, “aquí mama”, pasado o no pasado [de
droga], yo sé que está ahí, entonces ahorita van a ser cosas que se
me van a tener que quitar. (…) Cuando lo que te afecta es moral, te
vale todo lo que está a tu alrededor, no te interesa -ni tú [misma]-, te

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AVRIL ARJONA LUNA

dejas totalmente al abandono (...), hasta huevonada te da. (…) Suelo


ser muy vengativa, pero (…) raíz de tres años se ha venido, no
acabando, sino como que ya trato de que las cosas [que pasan con
Jaiba] no me hagan tanto daño, por mi salud y por mí misma, que
no crea que tú estás atado a esa persona, que eres [de]pendiente de
esa persona (...). Entonces yo sé qué cosas le pueden lastimar, y sí,
sinceramente sí lo he hecho, lo he lastimado -como él dice "es que
me has lastimado en mi orgullo de hombre"-, "¿y yo qué soy?, ¿por
qué tú sí me puedes lastimar?" -no es lo mismo hacer a que te
hagan- (...), pero eso me hace sentir más fuerte. (...). Ahora quiere
compartir cosas que yo ya no quiero (...), me dice "¿a qué horas
llegastes?", "¿qué eres policía?", "no, pero soy tu marido" y eso me
molesta (...). Me dijo "que Checho ya no vaya a la Escuela Pastoral,
mejor hacemos esto y esto", dije ¿por qué voy a hacer lo que él
quiere? (...) El hecho de que yo sea su mujer [no significa que] yo sea
su propiedad (...); es mi único pasatiempo.

Como se observa en los fragmentos anteriores, estar bien se torna una


tarea personal ante la falta de apoyo moral de la familia, de modo que más
comúnmente si alguien tiene que cambiar, quitarse hábitos y acostumbrarse son
ellas. Considerando el análisis hasta aquí trazado, no es de sorprender que al
menos para Esther y Margarita sea más o menos común sentirse moralmente
afectadas por el estado de cosas en su familia. Así, al menos en mi interlocutora
más joven, existe el malestar en la familia por la falta de comunicación que a la
larga se ha tornado una retahíla de reproches para con ella porque, según
indican las representaciones, es hasta ahora que intenta poner en práctica el
modelo emotivo-sensible y cambiar el ejemplo que antes dio:

Esther: Pues mira, a la mejor mis hijos tienen razón [en


reprocharme todo lo que hago por Anastasia]. [Hace una pausa y
comienza a llorar] Pero no puedo remediarlo (…) Ya ves que

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

[Anastasia] se volvió a ir [de la casa], el martes regresó bien


golpeada -me habló Adelaida por teléfono y me dijo que estaba (…)
toda morada. (…) Y yo me vine [para Valle] porque pues es que digo
“¿si no la ayudo quién la va ayudar?” -dice que el chavo [con el que
vive] la estaba ahorcando (…) y Teófila se asustó y vino a ver a
Adelaida para que la fueran a defender, pero Anastasia niega todo lo
que le hace. Y, pus hoy me dijo Adelaida: “usté siempre se dejó,
siempre [mi] papá la corría, la humillaba y siempre estuvo aquí, eso
es lo que le enseñó a sus hijas”… Pero… [toma aire] no sé, a veces,
quisiera irme lejos y no avisarle a nadie, pero ya sé que vaya a donde
vaya todo lo que siento lo voy a sentir siempre. Yo no sé cómo sacar
todo eso que me hace daño… Y es que con mis hijas no puedo
platicar.

A pesar de las limitaciones que la familia tiende a implicar, al menos


Esther tiene a su hermano mayor y su cuñada con quienes puede platicar de
cómo se siente, con la posibilidad de acercarse representaciones que contradicen
lo que en su casa, en el trabajo, en el Ministerio Público y otros espacios de
donde ha tenido que ir a sacar a sus dos hijas menores le han dicho: que falló
como madre. Además, aunque también desde la frustración del ideal, para
abordar lo que ha sido y no fue en la pareja cuenta con la escucha e intercambio
que tiene con la única de sus hermanas migrante, Alondra. Veamos cómo se
representa estas posibilidades de recibir ánimos y poder platicar entre mujeres
concretas con quienes las relaciones tienden más a la empatía:

Avril: ¿Platicas con tus familiares sobre los cambios que vives en tu
cuerpo?

Esther: Con mi cuñada, nada más con mi cuñada [la esposa de Tito,
mi hermano mayor] (…) Ah, pues yo le platico que me siento triste,
que ha de ser por mi edá, que ha de ser porque (…) pues siempre

960
AVRIL ARJONA LUNA

estoy sola (…) De repente soy grosera [ríe] y le digo “pues valgo
madre porque fallé como madre, fallé como esposa, y me quedé
sola” (…) Pero me dice “no, mira, independientemente de que eres
responsable y eres trabajadora y a ti lo que te preocupó más es que
tus hijas no se murieran de hambre, que tuvieran qué llevarse a la
boca, y ahorita no lo van a ver ellas (…), se van a dar cuenta cuando
ellas lo estén viviendo”. Y ella me dice que no debo de sentirme así,
que yo tengo que echarle ganas, que debo darme ánimos yo, dice “si
tú no te vas a cuidar o tú no te vas a querer, ¿pues quién lo va hacer?
Tú tienes que ver por ti, para que estés bien, por ti misma”; y ya, me
da ánimos (…) es de lo que siempre platicamos

Avril: Y por ejemplo, ¿con tu hermana –Alondra- platicas de esto?

Esther: (…) luego nos vamos a comer, nos vamos a tomar un café,
pero con ella platicamos más así como de nuestros sentimientos (…)
Ándale [de la pareja], todo eso; por ejemplo, ella pues igual ya tiene
años que no vive con su esposo -ella es casada por el civil-, él pues sí
va a su casa a ver a sus hijos, le da un gasto; pero así como que luego
platicamos que qué bonito hubiera sido, que hubiéramos
encontrado una pareja que nos apoyara, que nos hiciera sentir bien,
que estuviéramos [juntos], y que los dos le echáramos ganas para,
pues para nuestra vejez.

Como dije en otro momento, la religión y su impronta de fe son


importantes -en tanto certidumbres- en las representaciones y prácticas de
estas mujeres en general, y de modo particular en los procesos de s/e/a que
siempre, en tanto disruptivos, implican certidumbre. Marilú y Esther practican
el Espiritualismo Trinitario Mariano desde hace años y entre ellas mantienen
una relación jerárquica en este sentido, en la que la primera y de mayor de edad
ocupa el lugar más privilegiado material y simbólicamente. Mientras en las

961
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

representaciones de Marilú en caso de requerir ayuda ella acudiría al Templo, el


caso de Esther presenta mayor diversidad y complejidad.

Pedro, su primogénito, y Paulina -la hija con quien peor relación


considera tener- le han sugerido asistir a retiros, juntas y pláticas que funcionan
como grupos de autoayuda145 y en los que, en teoría, podría encontrar
respuestas a preguntas como: ¿por qué no eres feliz? Como se observa en el
siguiente fragmento, Esther tiene ya algunas respuestas -¿y cómo podría ser de
otra forma si frecuentemente dialoga consigo misma?- en torno a lo que
quisiera/quiere olvidar, sacar de su mente, de su corazón, (…) pero cuando cree que lo
logra vuelve lo mismo y la atormenta.

Esther: mi hijo me dice que vaya a los retiros, porque dice “pus tú no
eres feliz mamá, ¿qué es lo que te pasa? ¿Por qué no eres feliz?”, le
digo “ps no sé, trato de estar bien, trato de estar tranquila, pero hay
algo que no me deja” (…) A veces estoy muy bien; o será también por
mi edad, a la mejor son cambios que voy presentando. No sé (…) La
otra vez ya no me pude contener y me dijo Paulina que por qué
lloraba: “ps quiero olvidar muchas cosas que me lastiman, que me
hacen daño, y no puedo; hay cosas que quisiera sacar de mi mente,
de mi corazón, […] pero cuando creo que ya lo logro vuelve lo mismo
y me atormenta”. Ella me dijo que fuera yo a unas juntas, así, unas
pláticas, “vaya –dice- no crea que ahí nomás van alcohólicos,
drogadictos; no, van de todo, si no quiere ir aquí donde la conozcan,
pus busque otro lado y vaya; para que pueda estar tranquila tiene
que sacar todo, todo, lo que la lastima; porque mientras no va a
estar bien”. Y a la mejor tiene razón...

145 Para un profundo y diverso análisis de estas problemáticas ver Módena, María Eugenia (coord.),
Alcoholismo y grupos de autoayuda, Revista Desacatos, No. 29, enero-abril 2009, CIESAS.

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AVRIL ARJONA LUNA

De este modo, hemos visto que se presentan algunas alternativas


colectivas a la atención de los malestares, aunque predominan aquéllas
fundamentalmente individualistas. Así, como ya dije en otros momentos, la
televisión, la radio e incluso el internet son referentes que en los últimos años
han permeado las representaciones y prácticas de todas mis interlocutoras en
algún sentido -como muestran los siguientes fragmentos de Cristina y Esther.
En síntesis, han sido la migración, el acceso a las tecnologías y a otras
relaciones sociales las que han posibilitado que, efectivamente, hayan despejado
su mente, ido cambiando, y ahora cuenten con nuevas posibilidades de
experimentar su cuerpo de otras formas a la luz de las transiciones vitales -de la
sexualidad, la familia y el trabajo.

Cristina (…) como a veces veo la tele[visión] ahí fue donde empecé a
saber que no a todas se nos quita [la regla] a la misma edad, unas
más temprano y otras más tarde; pero antes de eso no sabía.

Eshter: No, no he ido [a hacerme los estudios de los miomas]. Pero


fíjate que en internet -el miércoles hace ocho días fui a trabajar con
mi amiga que trabajamos en la academia- estuvimos viendo y ahí
encontramos un remedio [ríe] ¡Ahí también vimos la página de las
trabajadoras! (…) [del COLMITH] (…). En el ese de los quistes y
miomas dicen que son lo mismo, dicen que agarre yo una penca de
sábila, la limpie y pus la muela con un vaso de agua. Y haga un vaso
de jugo de limón y un vaso de miel y un vasito de esos de whiskey
-bueno de cualquier vino. Entonces que mezcle todo junto en la
licuadora y que lo guarde en el refrigerador, y que se lo debe uno de
tomar todas las mañanas durante diez días -pero no tengo refri [ríe]
(…) Y, bueno, según que sí se desaparecen con eso.

963
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

Como hemos visto, la construcción social de las fases de la última etapa de


los TRS oscila entre la naturalización de un conjunto de achaques asociados al
envejecimiento, el control de la sexualidad no reproductiva y en general de los
cuerpos de las mujeres bajo discursos complejos del riesgo/cuidado, y la puesta
en marcha de una serie de mecanismos que material y/o simbólicamente
-según sea el caso- pueden representar el regreso a la primera vida -como diría
Cristina- en al menos dos sentidos: como infantilización que subalterniza o
como tránsito a una etapa con ventajas para el bienestar y la plenitud,
posibilitadoras de agencia en la medida que estas mujeres se imaginan,
significan y apropian de su cuerpo como primer lugar para encarar tanto
algunas certidumbres como las incertidumbres.

Cristina: pos yo digo que sí hay una ventaja [con la menopausia]: de


que uno antes decía “si tengo relaciones voy a salir con mi domingo
siete”, pero una vez que ya se quita eso (…) ya no (…) Yo para mí
sentía que ya iba a dormir porque ya no tenía hijos, ya no tenía mi
menstruación, entonces es como regresar a una primera vida -antes
de que empiece uno a menstruar (…) No, pues [el momento que
vivo] ahorita [es uno de los más importantes en mi vida] porque
pues ya es otra vida la que se da uno; cuando era niña no porque
estaba a lo que me dijeran que hiciera, y ahora como que ya no
depende uno de naiden.

Esther: (…) muchos dicen que es como un bienestar para uno,


porque ya no va uno a menstruar, ya te quitas de todas esas cosas
(…) Entonces yo siento que al retirarse, pues ya es uno como más
plena, algo así me sentiría yo [sin menstruación].

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AVRIL ARJONA LUNA

6.3.2.2.2 Cuerpo, metáforas, prácticas del cuidado de sí y


agencia: las tensiones entre lo que se dice, se hace y se sabe

(…) he sido una historia, he sido una historia (Cristina).

(…) pero, pus sí, la verdá, no sé, yo digo: “¿pus qué hice de mi vida si realmente
nunca me cuidé [durante los embarazos y cuarentenas]?”, y ahorita (…) siento que
por eso ya estoy así carcacha, que ya no [ríe], que ya todo me duele” (Esther).

A lo largo de la investigación hemos visto que los límites y posibilidades en la


agencia de estas mujeres responden tanto a condiciones estructurales y
objetivas como a un conjunto de condiciones subjetivas que las han ubicado en
desventaja en contextos como el familiar, el laboral y el de la salud. Para
finalizar, me concentro en discutir las tensiones entre lo que se dice, se hace y
se sabe distinguiendo entre quienes ya experimentaron el retiro del empleo
doméstico y la última transición de la sexualidad de quienes todavía no lo han
hecho.

Veremos que la situacionalidad de las postmenopáusicas retiradas y las


premenopaúsicas todavía empleadas domésticas, a pesar de las limitaciones
estructurales generalizadas, impacta en las metáforas con que se representan
sus cuerpos, en la agencia que tienen y el ejercicio de la misma, así como en la
congruencia que tienen con las prácticas del cuidado de sí que consideran
viables. Sin embargo, y a pesar de estos hallazgos en torno a las posibilidades de
agencia, no podemos obviar que la referencia a los cuerpos cansados, achacosos y
enfermos es común y tiende a ser parte de la memoria corporal entre estos
grupos subalternizados de mujeres y hombres.

965
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

En los dos capítulos anteriores me referí al cuerpo-herramienta como la


síntesis de representaciones y prácticas en torno a ese lugar fundamental de la
experiencia productiva y reproductiva de las mujeres de estos sectores
precarizados desde generaciones previas. Esta concepción del propio cuerpo
como un ente mecánico -automóvil, reloj, computadora o tele-, cuya fuerza se
representaba como infinita, tuvo sentido en la ética del trabajo en la que la
fuerza productiva -y reproductiva- estaba contenida en esos cuerpos que subían
y bajaban sin asumir mayores contratiempos. Sin embargo, con el paso del
tiempo y las transiciones laborales y sexuales aparecen alternativas para
representarse nuevas formas de relación con sus propios cuerpos.

Lo anterior es muy claro en Cristina y Rosa María, para quienes su cuerpo


ha dejado de representarse exclusivamente bajo la síntesis de la herramienta y
ha adquirido la de un ser vivo -plantita, maguey, árbol- con distintas necesidades
y funciones acordes con la etapa de vida en la que se encuentran -y que tiende a
asociarse con haber dado lo que dieron o estarse secando. Así, Rosa María asegura
que ama a su cuerpo, no lo rechaza (…) [porque] Dios nos dio así [un ciclo] y hay que
aceptarlo como tal; mientras Cristina asegura que para ella es la vida que, a su vez,
depende según como uno lo cuide, por ello viene a ser como una plantita que requiere
atención y de todo un poco aunque no siempre lo reciba.

Rosa María: (…) [Mi cuerpo] es para muchas cosas (…), está hecho
para muchas cosas (…) el corazón para querer, la cabeza para
pensar… (…) Está compuesto el cuerpo de varias cosas (…), todo
tiene... Las manos para trabajar, para hacer las cosas. El cuerpo está
compuesto de varios aparatos, digest... Vamos a decirlo así: que
sirve para todo. Y pues mi cuerpo es lo máximo para mí (…) Mis pies
para caminar, para muchas cosas (…), pero cada quién ama a su

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AVRIL ARJONA LUNA

cuerpo. (…) Yo sí, yo me quiero como tal, no rechazo mi cuerpo (…)


Dios nos dio así, hay que aceptarlo como tal. Yo mi cuerpo para mí...
yo así me quiero, así lo amo mi cuerpo, y doy gracias a Dios tengo
mis diez dedos, mis pies, mis oídos, todo tengo completo. Que no
me lo sé valorar, pues ya sería otra cosa. Pero pus yo mi cuerpo lo
amo. (…) cada cosa tiene su... hasta aquí llegaste (…). Es el reloj, está
trabajando bien y de repente ya. Un árbol da frutos (...) de repente
se seca, o ya no da, simplemente su fruto ya no es bueno. (…) Todo
es a su tiempo, todo en su etapa.

Cristina: ¡huy!, no, pus para mí es la vida [ríe] (…) Yo digo que la
vida de nuestro cuerpo es según como uno lo cuide; viene a ser
como una planta, si la cuidan bien ahí sigue la planta, pero si la
empiezan a maltratar se acaba –tons también uno, hay que cooperar
con nuestro cuerpo. Para mí así es, quién sabe.

Avril: ¿y cuándo ha estado más consciente de su cuerpo?

Cristina: sí he estado consciente de mi cuerpo, namás que no lo


atiendo [ríe], pero pus yo sé que entre más se cuide uno, más dura
uno. Y pus yo ahorita digo “ya di lo que di, ¡pero pus hay que echarle
ganas! [ríe]. No porque ya di lo que di mejor me voy p’abajo, ¡no!
Hasta, como dicen luego, “hasta que el cuerpo aguante” (…) Les digo
que cuando yo tenía 35 años sí ya me quería morir, pero del dolor de
espalda que sintía, de desesperación, de nervios, todo eso; pero
ahorita les digo “no, ahora sí ya no me quiero morir” –porque ‘ora
me siento más sana que entonces. (…) Porque ya no tengo la carga
que tenía (…), ya me siento como con menos preocupaciones.

Avril: y en el sentido del trabajo, ¿qué pasa con el cuerpo y el trabajo?

Cristina: también el cuerpo todo necesita, haz de cuenta como los


ejercicios que uno hace –así vamos a suponer-; el trabajo anda uno
trabajando y agarra más bullimiento el cuerpo, porque yo veo con
los que están sentados y empiezan “tráeme esto”, ¿quién es el que se

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

está bullendo más su cuerpo? –pus el que va [por lo que sea]. Y el


otro ya está tullido de estar ahí sentado; entons se está enfermando
más, y el que anda de aquí para allá, de allá para acá no, está más
sanito. Entons el cuerpo quiere de todo un poco (…).

A diferencia de las representaciones sobre el propio cuerpo de las más


veteranas entre mis interlocutoras, las más jóvenes que transitaban por la
premenopausia y permanecían activas como empleadas, y justo por ello,
todavía conservan la referencia al cuerpo-herramienta, aunque ahora perciben
que efectivamente tiene un ciclo: todo tiene un principio y un fin.

Avril: ¿y por qué es que dejamos de menstruar cuando llega la


menopausia?

Margarita: porque ya se acabó tu ciclo de menstruar, ya tus


hormonas están... Se van muriendo. Todo tiene un principio y un
fin. Yo siento que el cuerpo es como una computadora o una tele,
que la programas y dices "hasta cierta edad y luego hay un límite y
ya" (...).

En la búsqueda de representaciones en torno a las menstruaciones, la


menopausia y el cuerpo, pude indagar si para ellas existe una diferencia entre la
sangre menstrual y la que circula por nuestros cuerpos. Como ya dije, encontré
que la sangre menstrual se considera de desecho, de modo que la menstruación
es un mecanismo corporal para expulsar lo que ya está rezagado y que requiere
salir para no provocar problemas de salud. Como se observa en los siguientes
fragmentos, la mayoría considera que la sangre es sangre ya sea que corra por
las venas o se trate de la regla; sin embargo, Cristina señala una diferencia
importante: el aroma. Así, para la más veterana de mis interlocutoras la sangre

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AVRIL ARJONA LUNA

que circula no tiene olor, mientras que la ya rezagada tiende, por la


alimentación, a tener mal aroma.

Cristina: possss…. No, yo creo no [es igual la sangre de la


menstruación que la que sale cuando nos cortamos]. Vamos a
suponer que yo me corto y me sale sangre, no tiene ningún aroma; y
en cambio de la mestruación sí, tiene un mal aroma. En eso es
donde yo veo [la diferencia]

Avril: ¿y qué será que hace que el aroma de la menstruación es


distinto del resto de nuestra sangre?

Cristina: pos yo digo (…) que esa [de la menstruación] ya está


rezagada. Otra… Por los alimentos que uno come, me inmagino que
se va juntando, se va juntando como a modo de una bolsa –así me
inmagino yo, quién sabe. Por eso digo yo que se deshace, porque
también si no la arroja uno se enferma (…). Yo digo que esa sangre
[de la menstruación] es como, vamos a suponer (…) los magueyes,
que dan el aguamiel, pero tienen su temporada y llega un momento
en que ya no dan; entonces yo digo que nuestro cuerpo es igual, se
le acaba, ya no se produce, ya sólo queda una sangre natural, limpia
(…). Ai acabó, no pasa nada.

Marilú: pues quién sabe... yo digo que sí [toda nuestra sangre es


igual]...Namás que la menstruación tiene su ciclo, no sé el
organismo cómo sea que tenemos que desangrarnos (...) Me han
platicado que mientras se desangra uno está bien, pero ya cuando
deja uno de menstruar por eso vienen muchos cambios, viene eso
de la menopausia y muchos cambios hormonales (...); dicen que les
da de diferentes maneras, unos vienen de hemorragias, otros
vienen de calores; otros vienen de enojos, de estrés (...).

Rosa María: Yo creo que sí [es igual toda nuestra sangre]. Pues sí,
viene del cuerpo, pero quién sabe cómo será eso que ¡ay, Dios cómo

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

nos hizo!, cómo nos formó cada uno, cómo no sangra el hombre,
¿por qué uno de mujer? Sangrar, la sangre, pues yo creo es lo
mismo, nomás que de mucha abundancia. (…) Dicen, [que con la
menstruación] desechas lo malo. (…) Quién sabe qué será, qué es (…)
como que te sientes todavía que estás bien. Pro... reproduces. (…)
Vamos a decir, un árbol. De un árbol que año con año da su fruto, y
fruto, y ya está, ¿y qué pasa cuando ya deja de dar? Ya no sirve, a la
mejor hasta ya se va a secar, ¿por qué? Porque no está produciendo.
Y lo mismo pasa en un ser humano, yo pienso, ¿no? Estás
reproduciendo, estás desechando de tu cuerpo algo que no debe de
estar ahí (…) Pero sí, la sangre es sangre, no hay diferencia.

En síntesis, las metáforas con las que se representa el cuerpo durante esta
etapa de vida más avanzada están condicionadas por la situacionalidad de cada
sujeta, misma que está sumamente influenciada por la capacidad productiva y
reproductiva que se reconocen –y le es reconocida socialmente. De este modo,
la naturalidad con la que se representa el envejecimiento, que por supuesto
incluye la última transición sexual, es en parte la que permite transitar del
cuerpo-máquina-herramienta al cuerpo-viviente que, con algunas condiciones
fundamentales, puede llegar a asumirse como abiertamente sentí-pensante y
autogestivo del cuidado de sí.

Al indagar sobre las representaciones que Cristina, Rosa María, Marilú,


Margarita y Esther tienen sobre la salud y las prácticas saludables encontré una
tendencia general: la salud es la falta de malestares físicos, mentales y de
enfermedades. Las prácticas saludables y preventivas son diversas, pero en
general son aquéllas que fomentan estados mentales positivos, de descanso o
relajación, y que deberían estar acompañadas de una alimentación variada -que
incluya frutas y verduras limpias y el bajo consumo de grasa, azúcar y sal. Estas

970
AVRIL ARJONA LUNA

prácticas también tienen que ver con lo que Margarita denomina el estilo de vida:
evitando desvelarse, el consumo de refresco, alcohol y otras substancias que
generan vicios, y las malpasadas de las que todas hablan en distintos momentos
de su vida.

Solo en dos casos, el de Marilú y Rosa María, checarse con el médico es una
práctica considerada saludable; sin embargo, es importante notar que son ellas
las que más resistencia oponen a este tipo de medida saludable. En este sentido,
durante la estancia en campo pude observar que no todas son congruentes con
las prácticas saludables que conocen, mostrando las tensiones entre lo que se
dice, se hace y se sabe como parte de las prácticas del cuidado de sí.

Las formas de atención a los procesos de s/m/e se relacionan fuertemente


con la percepción personal de los mismos, de modo que si no se conciben como
un problema grave de salud, que pueda derivar en la muerte, la atención se
concentra en dejar que pase solo, no hacer nada al respecto o darse ánimos. La fe en
Dios y el poder de la mente-cuerpo en movimiento son las principales
estrategias a las que se acude para justificar y legitimar estas prácticas
limitadas, aunque no siempre se asuma, por las condiciones materiales de este
grupo de mujeres, así como por las representaciones que tienen sobre sus
condiciones mismas.

Aún cuando las formas de atención tradicionales, alternativas y de


autoatención cuentan con un prestigio mayor que el de las biomédicas, algunas
terapéuticas o remedios implican tiempos y esfuerzos, cambios en los hábitos y
modificación en las prácticas que desde las representaciones de dos de ellas
-Esther y Marilú- no siempre les resultan asequibles. En este sentido

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FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

nuevamente encontramos diferencias entre las mujeres retiradas y las todavía


activas como empleadas domésticas, pues evitar malpasarse y optar por comer a
sus horas, consumir jugos, licuados, frutas y verduras, disminuir el consumo de
refresco, de sal, azúcar y grasa se representan como prácticas saludables que, sin
embargo, no dependen totalmente de ellas, o que implicarían esfuerzos cuyos
efectos no siempre alcanzan a vislumbrar.

Ciertamente es importante cuidarse y en ello coinciden todas a estas


alturas de su vida, pero, en el fondo y muchas veces en la forma, las
representaciones y muchas veces también las prácticas que prevalecen al menos
en los casos de Esther, Marilú y Rosa María están muy influenciadas por el
famoso dicho popular: de algo tendremos que morir, sólo Dios sabe cuándo y de qué. Y
esto de la muerte es fundamental, pues es un hecho que puede tanto limitar
como posibilitar la agencia, dependiendo cómo se represente de acuerdo con la
situacionalidad de cada una y los lugares que ocupan, o no, en su familia, el
trabajo doméstico y extra doméstico y en los procesos de s/e/a.

En este sentido, sostengo que cuando están presentes ciertas


certidumbres -como la soledad, la imposibilidad para hacer una vida en pareja
como la hubieran deseado y la omnipotencia de Dios-, y otras tantas
incertidumbres en torno al trabajo remunerado, por ejemplo, éstas fungen
como factores predisponentes que limitan las posibilidades de acción,
detonando prácticas que podrían estar cargadas de agencia, aunque no
necesariamente resulten beneficiosas a corto, mediano y largo plazo. En otros
casos, como el de Cristina y Rosa María principalmente, asumir su agencia a
partir de la transición laboral y sexual resulta más sencillo, pues sus lugares

972
AVRIL ARJONA LUNA

finalmente les reconocen posibilidades de requerir atención, pero también de


cambiar sus hábitos en la medida que se cuidan y cuidan de sus familias.

Para concluir, señalaré algunas representaciones y prácticas que fungen o


podrían fungir como “factores de protección”, contención o amortiguación ante
las condiciones de riesgo e incertidumbre presentes en la desigual, compleja,
flexible y muchas veces contradictoria vida cotidiana. En términos de las
representaciones y prácticas de atención biomédicas queda claro que los
medios masivos de información tienen un papel fundamental en las prácticas
de autoatención concentradas en la prevención del cáncer de mama, por
ejemplo, por medio de la autoexploración que Cristina, Esther y Margarita
ponen en práctica. Además, cuando las prácticas preventivas son aconsejadas o
colectivizadas por sujetas o sujetos significativos, como muestra el siguiente
fragmento, las posibilidades de buscar diagnóstico y atención parecen mayores:

Esther: (...) el martes no trabajé porque fui a hacerme unos estudios


-no me siento mal, pero aproveché porque te digo que me dijo
Anabel de unos paquetes- y fui el martes; (...) aquí en el Centro de
Salú, y son ellos -los del Chopo [Laboratorios]- los que los vienen a
hacer. (…) El 9 de octubre me dan los resultados, casi al mes me lo
van a entregar. (...) Y pues me dijo la doctora "pus te ves bien, no
hay, ora sí, de qué preocuparse de que hayan salido puntitos negros
o manchitas en la matriz", dije "pus debo de estar bien" [ríe], yo creo
que sí van a salir bien.

Cuando la consulta biomédica es clara incentiva la resolución de dudas y


promueve la confianza de estas mujeres, es más probable que los estudios de
laboratorio para el diagnóstico efectivamente se representen como parte
importante de las estrategias de prevención -como pasó con Cristina a raíz de la

973
FAMILIA, TRABAJO FLEXIBLE Y PROCESOS DE ENVEJECIMIENTO

extracción del quiste. Por otra parte y teniendo en cuenta que la


automedicación es una práctica considerablemente frecuente y muy
promovida, como vimos, lo ideal sería establecer mecanismos de socialización
en los que esta práctica se fundamente en saberes más precisos y diversos,
entre los que considero los tradicionales mexicanos y asiáticos, para la atención
individual y colectiva tanto de los malestares como de las enfermedades.

Avril: ¿y entonces le fue bien con la médica [que le practicó


nuevamente el papanicolau y la colposcopia tras la cirugía del
quiste]?

Cristina: sí (…), “está bien –dice-, dentro de ocho días viene por sus
resultados y le voy a dar el papel pa que dentro de medio año se
presente de vuelta” –para estarme checando. Quién sabe quién me
dijo que [los quistes] retoñaban de vuelta, pero quién sabe (…). Yo
digo que sí, [en seis meses] primeramente Dios voy a ir [al chequeo];
ya con los papeles ahí, me acuerdo [ríe].

En otro sentido, destacan los espacios, las relaciones sociales y las


prácticas de autocuidado que pueden, o no, devenir en verdaderos ámbitos de
contención y amortiguación de los procesos de malestar-enfermedad. Me
refiero a salir, visitar a las amigas y tener amigos, vincularse en espacios
comunitarios como las Casas de la Tercera Edad y otros de orden religioso
-estos últimos en los que, sin embargo, tienden a reproducirse algunos lugares
de subalternización que habrían de ser cuestionados para que funjan como
verdaderos lugares de bienestar y empoderamiento, y no sólo de aceptación y
resignación ante el estado de las cosas representado como destino.

Por supuesto, de acuerdo con las representaciones que frecuentemente se


tienen sobre las propias condiciones materiales y simbólicas, el autocuidado

974
AVRIL ARJONA LUNA

reflexivo, activo y crítico no es sencillo en la medida que todos estos procesos no


responden al azar, sino a contextos socioculturales, económicos y políticos
concretos que muchas veces resultan iatrogénicos, conflictivos y muy poco
estimulantes:

Esther: (…) en mi persona no logro estar bien (…) Pues no sé


exactamente [por qué], pero como que siempre me siento triste,
vacía, no tengo ninguna ilusión, ni de ir a algún lado, ni de salir, ni
nada de eso. (…) Según yo sé tomar decisiones, pero hay veces que
no lo puedo poner en claro y en firme (…) Yo dije “no, los domingos
me voy a ir al Templo; saliendo del templo -pues si para eso trabajo-
puedo darme un gustito de ir a desayunar, y si no tengo con quien
pues yo solita” [ríe] (…) No lo he hecho porque no estoy
acostumbrada a eso, haz de cuenta que yo solita, pues como que me
da pena ir a un lado, pero pues debo de empezar a aprender (…).

No en vano es Cristina quien, a pesar del lugar de hija-cuidadora, tiene


posibilidades de agencia que pone en marcha, pues se trata de una mujer que
efectivamente sintetiza el modelo tradicional, el biomédico y el alternativo en
sus representaciones y prácticas de atención fundamentadas en la importancia
de la autoatención como conciencia de sí.

Así, todo parece indicar que con el paso del tiempo, la acumulación de
experiencias, momentos y reflexiones importantes que han marcado sus vidas y
el proceso mismo de envejecimiento, si bien muchas veces siguen enfrentando
las incertidumbres por otras y otros para con quienes todavía asumen
responsabilidades, también lo hacen por ellas mismas como mujeres adultas
que a pesar de las “certezas” tienen dudas, y en esa medida pueden imaginarse
-de acuerdo con las condiciones materiales y simbólicas que tienen en los

975
AVRIL ARJONA LUNA

Reflexiones finales

P ara cerrar este largo camino que ha implicado el recuento y análisis de


dimensiones varias en torno a cinco cursos de vida, y el curso mismo de
esta investigación, quiero retomar tres hebras -1) algunos hallazgos a la luz de
los conceptos utilizados; 2) algunas reflexiones en torno a las sinergias positivas
y negativas que encuentro en los modos de vida urbano populares que
repercuten en las condiciones de existencia de las trabajadoras en casa
metropolitanas y sus familias, y 3) algunas líneas de investigación
insuficientemente desarrolladas en mi pesquisa y/o que podrían extenderse a
otras poblaciones y generaciones de mujeres y hombres, teniendo en cuenta las
trayectorias vitales sobre las que giró mi investigación-, para tejer lo que
sintetizo en una trenza de tres gajos y así mapear las principales continuidades
y discontinuidades materiales y simbólicas experimentadas por mis cinco
interlocutoras.

La hipótesis teórico-metodológica de esta investigación fue que


mapeando y analizando las relaciones dialécticas entre trayectorias vitales tales
como la laboral, la familiar, la sexual-de pareja y la de s/m/e/a, podemos
delinear el ejercicio de las agencias -sus límites y posibilidades- según las
situacionalidades configuradas con base en las jerarquías de sexo-género,
estrato socioeconómico y edad a lo largo del curso de vida -al que me acerqué

983
REFLEXIONES FINALES

teniendo en mente tres etapas vitales delimitadas por los TRS en contextos de
inclusión social selectiva y flexible.

En este sentido, y atendiendo a mi pregunta central de investigación,


sostengo que las relaciones transaccionales que configuraron, objetiva y
subjetivamente, consciente e inconscientemente, el perfil clásico de las
empleadas domésticas metropolitanas en la ZMCM fueron de
hegemonía/subalternidad, de empatía y cooperación, de tensión y a veces de
conflicto, provocando también relaciones de negociación y/o de resistencia que
sucedieron en distintos niveles de la escala geográfica, material y simbólica.
Puesto que las transacciones entre estratos dominantes y subalternos,
parafraseando a Eduardo Menéndez, suceden en situaciones donde se están
jugando relaciones sociales, económicas e ideológicas, es posible abstraer la
estructura dominante en éstas.

Su estructura general es patriarcal, capitalista, heteronormativa y


adultista en edad reproductiva, 146 por lo que sostengo que las relaciones
transaccionales descritas han condicionado los espacios y lugares ocupados por
tres empleadas y dos ex empleadas domésticas a lo largo del curso de vida y en
las distintas trayectorias vitales, mismas que en su decurso se condicionaron y
determinaron para desembocar en condiciones de existencia particulares desde
las cuales estas cinco mujeres experimentan el envejecimiento.

146 Me refiero a las relaciones sociales en las que las poblaciones en edades no reproductivas, entre las
que cuenta a las niñas y niños y las personas en edades avanzadas, carecen de condiciones
socioeconómicas e ideológicas que legitimen su agencia como sujetas/os. En el caso de las y los viejos
esto resulta más una hipótesis de lo que pudo pasar en los lugares de origen y habría que indagar más
al respecto, pues mucho se habla de los viejos sabios en la cultura mexicana, pero yo no puedo asegurar
que haya sido así.

984
AVRIL ARJONA LUNA

Como espero haber hecho notar, los contextos en que se presentan


determinadas situaciones y experiencias fueron parte fundamental del análisis
en esta investigación a raíz del encuentro con el trabajo de algunas geógrafas
feministas británicas y norteamericanas. De este modo, si bien los contextos
fueron vistos desde el espacio material y el lugar simbólico, el concepto de
escala sintetiza ambos y resultó útil para dar cuenta de los múltiples niveles
geográficos que van de lo local a lo global y pasan necesariamente por figuras
del territorio como el pueblo, el municipio, la ciudad y las zonas metropolitanas,
sus poblaciones, actoras y actores entre quienes se distribuye la
inclusión/exclusión selectiva y flexible -pues así lo requiere el orden actual de la
estructura de la vida cotidiana en (torno a) las grandes ciudades y sus
igualmente grandes problemas.147

Si, como asegura Linda Mcdowell, el apego a los lugares simbólicos tiene
que ver con que se tratan de un complejo conjunto de relaciones sociales
operantes a muchos niveles en la escala geográfica, en esta investigación la
teoría del curso de vida y algunos de sus principales fundamentos permitieron
analizar los cambios y las continuidades en los lugares ocupados para pensar la
persistencia de determinados lugares de género, edad y estrato
socioeconómico. De entre los principios del curso de vida quiero destacar los
patrones en las transiciones clave de vida, de una etapa vital a otra, observados
en los cinco cursos de vida analizados, entre los que encontré tanto similitudes

147 Si bien considero que las cuestiones urbanas requieren de nuestra investigación y acción en tanto
investigadores habitantes de estos espacios, en lo absoluto soslayo la importancia de seguir indagando
sobre lo que sucede en ámbitos rurales –campesinos y/o indígenas. En cualquiera de estos contextos lo
que me parece fundamental es tejer en nuestras pesquisas y acciones dimensiones más diversas que,
en mi opinión, tendrían que surgir de trabajos multidisciplinarios, colectivos y de mediana duración.

985
REFLEXIONES FINALES

como particularidades condicionadas objetiva y subjetivamente, consciente e


inconscientemente de acuerdo con los espacios y lugares a partir de los cuales
estas mujeres interrelacionaron sus vidas con otras en distintos momentos de
su curso vital.

Como vimos a lo largo de los tres capítulos etnográficos, las distintas


trayectorias vitales de interés confluyen, se condicionan y determinan de
formas diversas, aunque bajo algunas tendencias o patrones que responden
tanto a las condiciones materiales como a algunas costumbres y tradiciones.
Durante la primera etapa de vida (Capítulo IV) mis interlocutoras fueron
socializadas bajo un sistema sociocultural con representaciones y prácticas
fundamentadas en un patriarcado capitalista heteronormativo -subalternizado
en la medida que se desarrollaba en espacios rurales históricamente
supeditados a relaciones de hegemonía y subalternidad frente a los espacios
urbanos-, que jerarquizaba a las poblaciones bajo un sistema sexista y clasista
en la división del trabajo.

De este modo, las condiciones materiales de existencia en las familias de


origen estuvieron marcadas, en general, por la precariedad que implicó
pertenecer a los sectores desposeídos de los medios de producción, provocando
que a nivel de las prácticas la división sexual del trabajo fuera un ideal más que
una realidad, y que la división etaria del trabajo fuera una necesidad al interior
de los espacios domésticos empobrecidos, en los que objetiva y subjetivamente
la educación formal no era una prioridad y la salud estaba supeditada por la
pobreza148 al mantenimiento mínimo del cuerpo-herramienta bajo la atención

148 En cuanto a los procesos de s/e/a generales pudimos observar que en condiciones de pobreza,
caracterizadas entre otras cosas por la necesidad imperante de que todas y todos tuvieran un trabajo

986
AVRIL ARJONA LUNA

tradicional/popular y la autoatención –frecuentemente asociada con hacer poco


caso/dejar que pase solo- que no siempre fue eficaz, teniendo en cuenta el perfil
epidemiológico que describieron para su lugar de origen mis interlocutoras. 149

En este sentido, definitivamente lo saberes técnicos aplicados en los


procesos de s/e generales requerirían un mayor desarrollo y análisis,
tornándose una importante línea de investigación pendiente en la que los SFC
tienen un lugar fundamental, todavía hoy, en las representaciones de cuatro de
estas mujeres que en definitiva son ejemplo del pluralismo médico urbano
popular.150

La falta de viviendas adecuadas, de luz y drenaje, de transporte, escuelas y


centros de salud se articularon en la experiencia de mis interlocutoras durante
su primera etapa de vida -mostrando, con matices, una serie de continuidades
que al menos durante algunos años enfrentaron posteriormente en la

que desempeñar para la reproducción de la vida cotidiana, enfermar o padecer no gozaba de


legitimidad general en la medida que las condiciones de existencia dependían del cuerpo-
herramienta. La síntesis hecha por las y los pobladores articuló formas de atención no biomédicas
porque fue a lo que tuvieron acceso a modo de costumbre, tal y como ellas la entienden, tornando a las
mujeres actoras preponderantes en los procesos generales de s/e/a, y en particular en torno a la
sexualidad.
149 El perfil epidemiológico en sus lugares y familias de origen requeriría un análisis pormenorizado que
incluyera un enfoque relacional y transgeneracional –tanto en ámbitos urbanos como en ámbitos
rurales y en ambos cuando, como es frecuente, las familias se han visto afectadas por los procesos
migratorios.
150 La mayoría de mis interlocutoras creen en su bagaje sociocultural y cuentan con representaciones y
prácticas en torno a estos síndromes. A pesar de que la migración trajo consigo mayor contacto y
acceso a la biomedicina, las formas tradicionales de atención a los procesos de s/e/a permanecen.
Algunos de los SFC que requerirían de mayor análisis son el latido, los empachos, males de ojo, sustos y
las chupaduras de bruja -teniendo en cuenta que los males o daños suelen estar asociados a las personas
en edad reproductiva. En cuanto a los SFC asociados a la sexualidad habrá que seguir investigando
aquéllos que repercuten en la menstruación y otros como los nervios y los corajes; los abortos por antojo,
los males de orín, y el impacto de los eclipses.

987
REFLEXIONES FINALES

migración intrametropolitana. Las representaciones que tienen sobre su lugar


de origen son complejas, ambiguas y en ocasiones contradictorias, pues
articulan representaciones idealizadoras con otras más realistas y críticas; de
modo que en ocasiones hablan de carencias alimenticias, pero recalcan que allá
–en ese lugar- los alimentos eran más sanos, limpios, menos dañinos, y en
general coinciden en que no contienen químico. Así, observamos que existen
tensiones entre el campo y la ciudad, entre allá y acá, entre lo moderno y lo
tradicional/popular. A pesar de las tensiones, en estos dos espacios geográficos
mis interlocutoras aprendieron a ocupar lugares subordinados a los que, sin
embargo, han resistido por medio de estas y otras representaciones y prácticas
ambiguas.151

El hecho de que las mujeres en sus lugares de origen ocuparan idealmente


el espacio doméstico de la reproducción biológica de la familia las dotaba de
lugares específicos como el de esposa-madre, quedando considerablemente
sometidas a la autoridad del esposo, principalmente, aunque también podrían
estar sujetas a los suegros y suegras. Estos y otros lugares atravesados por el
género y la edad a lo largo del curso de vida me parecen dignos de mayores
investigaciones cualitativas que nos permitan analizar las complejas relaciones
transaccionales intra genéricas –de empatía, solidaridad, competencia,
resistencia, poder y sujeción- marcadas, entre otras cosas, por la distinción
generacional, la distribución desigual de oportunidades y poderes, y las
desigualdades que implican los distintos lugares del parentesco en la jerarquía
social.
151 Bien valdría la pena seguir indagando sobre las tensiones representacionales y prácticas entre lo
limpio y lo sucio, entre lo sano y lo contaminado, entre lo estético y lo antiestético, entre lo natural y lo
endulzado, entre lo frío y lo caliente y entre lo cocido y lo crudo.

988
AVRIL ARJONA LUNA

En estos contextos todas tendieron a naturalizar, por medio de la ética del


trabajo que les fue inculcada y de la que se apropiaron a lo largo de sus vidas, las
relaciones de poder entre estratos socieconómicos desiguales; aún cuando
desde niñas aprendieron que lo femenino y lo masculino se ubican idealmente
en espacios y ocupan lugares diferenciados, la realidad es que desde la infancia
las normas ideales estuvieron matizadas por las condiciones de existencia en
las que tanto mujeres como hombres de los grupos sociales a los que pertenecen
han enfrentado los trabajos peor pagados y físicamente más desgastantes -que
derivan en cuerpos cansados. Es por ello que no es de sorprender que su niñez
haya estado cargada de responsabilidades para la reproducción de sus familias
de origen por medio de la producción para la reproducción de las familias
empleadoras, limitando las condiciones de acceso a la educación formal que
todas ellas, a la larga y concebida como herencia a sus hijos, se representan
como posibilidad para tener mejores condiciones de vida.

En todo este proceso de organización social material y simbólica por


medio de ordenadores, sostengo que la religión –católica y afines- tuvo un
impacto fundamental a nivel de las representaciones, pues sirvió como vehículo
ideológico para transmitir ideas, creencias, opiniones y estereotipos de género
y estrato socioeconómico que a la larga han tenido un peso fundamental en las
trayectorias familiares, laborales y de salud de mis interlocutoras y sus familias.
Así, la religión fungió como un bastión fundamental para interpretar la
realidad de entonces y de después, y para asignar un lugar concreto a estas
mujeres, entonces niñas y jóvenes, en distintos ámbitos de la vida cotidiana. 152
152 Al respecto habría mucho que profundizar desde las representaciones y prácticas de las/os actores y
los grupos sociales a los que pertenecen; en especial, me parece que los cambios y las continuidades en
las representaciones y prácticas religiosas -como aquéllas vinculadas al Espiritualismo Trinitario

989
REFLEXIONES FINALES

Estas condiciones de existencia trajeron aparejadas condiciones


simbólicas subalternizadas de manera múltiple para el grueso de mis
interlocutoras en la medida que se trataba de mujeres-hijas-pobres-rurales cuya
mano de obra podía, y quería, ser explotada bajo la socialización que habían
recibido para ayudar a otras/os. Así, y en relación con el inicio de la trayectoria
migratoria y sus primeras etapas, mis interlocutoras encontraron en el empleo
doméstico de planta algunas condiciones para satisfacer la necesidad subjetiva
de ayudar a mejorar las condiciones materiales de existencia en su familia por
medio de la adopción generalizada del lugar de hija-empleada en espacios que
inicialmente las acogieron bajo algunas prácticas y representaciones asociadas
“al hogar”; en el cual las relaciones de parentesco -material y simbólicamente-
se reeditaban por medio de relaciones mercantiles de las que ellas participaban
como cuerpo-herramienta de trabajo. 153

De este modo, en esta investigación los hallazgos tienen eco con otras
investigaciones del perfil clásico, mostrando que la modalidad de planta estuvo
fuertemente asociada a la soltería de las trabajadoras que iniciaron procesos
migratorios vinculados a este nicho laboral del trabajo remunerado. Puesto que
la edad al inicio de esta trayectoria osciló entre los siete y los 18 años de edad,
destaca que para ellas, sus familias de origen y las familias empleadoras, el

Mariano- de distintas generaciones urbano populares siguen siendo relevantes en la comprensión de


sus racionalidades.
153 La serie de eventos que articularon los inicios de las trayectorias migratorias requerirían de un análisis
más detallado desde un enfoque relacional que permita distinguir las representaciones de las/os
migrantes de las de sus familiares, pues en algunos casos la migración no siempre se representó como
un lugar adecuado para estas jóvenes en la medida que el tráfico de mujeres (ver Rubin, 1968) -bajo la
lógica mercantil del trabajo remunerado- no parecía tan redituable, especialmente para el padre, como
la explotación de la joven fuerza de trabajo femenina.

990
AVRIL ARJONA LUNA

trabajo infantil estaba justificado y era legitimado estructuralmente. 154 Así,


interpreto que bajo las representaciones sobre las relaciones entre estratos
socioeconómicos y de género se comienzan a perfilar las representaciones
conscientes y no conscientes del cuerpo-herramienta que caracteriza la vida
laboral de estas cinco mujeres.

En cualquier caso, la transición a hijas-empleadas representó


posteriormente, en la asunción de otros tipos de lugares de género, la
posibilidad de agenciarse independencia económica frente a su familia de
origen, en la que no encontraron oportunidades para hacerse de lo suyo en tanto
mujeres representadas inercialmente como dependientes a futuro, como
madre-esposas o incluso hijas-solteras.

En cuanto a la sexualidad, encontramos que durante la primera etapa de


vida mis cinco interlocutoras describieron a las mujeres de su entorno –y ellas
mismas en la menarca- como sujetas con muy pocas condiciones materiales y
simbólicas para decidir sobre su cuerpo y su sexualidad. Estaban sujetas a las
necesidades familiares y colectivas para la reproducción social y biológica de la
vida cotidiana, encontrando así límites a su agencia. La sujeción sucedió por
medio de mecanismos de socialización que proyectaron sobre la sexualidad

154 El empleo doméstico infantil, rural y urbano, que tuvo lugar entre los 50 y mediados de los 80 en
algunos municipios del país y en relación con la ciudad de México se caracterizó porque: 1) se trató de
una actividad remunerada mensualmente que podía involucrar el cuidado de niñas y niños; hacer
algunos mandados y actividades -más o menos complejas- en torno a la limpieza general y la
alimentación; 2) las características de los grupos empleadores fueron variables en número y
ocupación; 3) la relación laboral reflejaba al menos tres lugares jerarquizadamente vinculados: los
señores, los padres, las hijas-empleadas; 4) la tendencia predominante fue que este tipo de trabajo
sucediera por medio del trato directo entre empleadores y familia de origen, generando en mayor o
menor medida la subalternización de cada una de mis interlocutoras en tanto trabajadoras
remuneradas incluidas selectivamente en el acuerdo mercantil.

991
REFLEXIONES FINALES

heteronormativa compuesta por dos polos –el femenino y el masculino-, una


serie de representaciones dicotómicas que asignaban lugares específicos a los
hombres –activos, limpios, fuertes- y a las mujeres –pasivas, sucias, débiles. 155

Así, en la generación156 de las madres y padres de mis interlocutoras se


privilegió la sexualidad reproductiva, representando un mecanismo
fundamental para la supervivencia de la familia en la medida que sumaba la
mano de obra de la cual dependían sus condiciones de vida. Puesto que la
familia es el principal ámbito en el que las mujeres refieren al machismo como
conjunto de representaciones y prácticas que perjudican a las mujeres y
benefician a los hombres, esta se torna una importante línea de investigación,
en la que valdría la pena indagar también los prejuicios que enfrentan los
hombres en una cultura con estas características.

Fue así que las representaciones dominantes bajo las cuales fueron
socializadas remiten a la sexualidad dentro del matrimonio, una vez cumplida
cierta edad, y con la firme intención de lograr la reproducción biológica. De este
modo, vimos que en los distintos lugares de origen la sexualidad se asoció con
los rituales de paso, con las representaciones de género que asocian virginidad
con pureza y con la aceptación de la maternidad y la unión como una

155 Más allá de estas representaciones dicotómicas sobre la sexualidad femenina y masculina, existen
otras igualmente dicotómicas que aluden a otros ámbitos de la vida cotidiana; tal es el caso de las
representaciones que a ellos los imaginan como proveedores únicos y a ellas como dependientes
económicas, o las representaciones que conciben a los hombres como eternos victimarios y a las
mujeres como eternas víctimas.
156 Reconozco que el concepto de generación en mi investigación está poco abordado teóricamente, de
modo que un acercamiento concreto que se sirva de él queda pendiente y resulta fundamental de
acuerdo con los hallazgos de investigación.

992
AVRIL ARJONA LUNA

responsabilidad inevitable para las mujeres a nivel de las representaciones y las


prácticas.

En este contexto, y en tanto mujeres-no adultas, mis interlocutoras


estuvieron selectivamente en contacto con las representaciones y prácticas en
torno a la sexualidad femenina y masculina, de modo que al presentarse la
menarca debieron asumir su capacidad reproductiva situadas en el temor, la
ignorancia y la incertidumbre, y naturalizaron la maternidad obligatoria
implícita en el desarrollo normal de las mujeres-pobres cuyo cuerpo está
representado en la asunción del lugar de herramienta reproductiva.

La menarca implicó, al menos en el nivel simbólico, la transición de un


lugar desprestigiado -de quien no merece mayores cuidados ni respeto- a uno
mejor situado en la medida que requería algo de ambos para permanecer en el
lugar de señoritas. Encontré dos tendencias generales en las representaciones de
mis interlocutoras en torno a las menstruaciones en general. La primera, con
tres casos, se caracteriza por considerar a la menstruación como un evento
incómodo pero natural que, además de acarrear molestias, requería su atención
para cambiar los trapos o las toallas sanitarias y procurar no manchar su ropa o
los lugares donde se sentaban. La segunda se caracteriza por representaciones
más marcadas por un discurso higienista-religioso, de lo limpio y lo sucio, pues
a la incomodidad reflejada en otros casos se suman percepciones como la
suciedad o la cochinada que implicaba la menstruación.

La menarca no parece ser un evento disruptivo en la familia de origen


porque es algo naturalmente esperado y por lo mismo poco verbalizado; sin
embargo, para algunas informantes fue disruptivo en tanto evento sorpresivo

993
REFLEXIONES FINALES

que motivó el aprendizaje de representaciones y prácticas que promovían el


cuidado y evitaban los riesgos como la pérdida de la virginidad sin pretender
estar unida -en tanto se representa como una deshonra personal que se
transfiere a la familia de origen. De este modo, la primera relación sexual se
experimentó en general desde la ignorancia, el dolor de la primera penetración y
una suerte de resignación ante tres hechos en torno a la vuelta de tuerca que
adquirió la entrada a la adultez: la vida en pareja era más que el gusto o el amor
por alguien e implicaba el débito conyugal por parte de las mujeres; se trataba
de un acto íntimo que sin embargo no siempre tuvo esas condiciones; y estaba
íntimamente vinculada a la reproducción biológica y totalmente naturalizada
por las redes familiares que, sin embargo, quedaron eximidas de las
consecuencias que la unión en pareja y el ejercicio de la sexualidad reproductiva
pudiera acarrear a estas mujeres jóvenes.

Fue así que la transición a la adultez –ya fuera en tensión o bajo la


reproducción de las representaciones socioculturales dominantes durante su
niñez y juventud-, estuvo marcada por los discursos del riesgo y cuidado poco
claros que rodearon los eventos de la sexualidad, por algunas experiencias
como migrantes empleadas domésticas de planta que les permitieron proyectar
la posibilidad de ganar independencia económica frente a su familia, y por el
inicio de su trayectoria reproductiva y de pareja.

No en vano la segunda etapa de vida, caracterizada por la etapa álgida de


la reproducción y producción, es tan larga y compleja, pues como aseguran los
especialistas en las carreras hacia la vejez, en ella suceden situaciones, eventos,
experiencias y decisiones importantes cuyas consecuencias futuras no
imaginamos, o imaginamos desde los referentes con los que contamos y las

994
AVRIL ARJONA LUNA

condiciones que tenemos (Capítulo V). Como vimos, esta etapa intermedia
estuvo condicionada objetiva y subjetivamente por medio de la articulación
compleja entre la(s) trayectoria(s) de pareja, la trayectoria de la sexualidad
reproductiva, la trayectoria migratoria -rural/urbana y/o intrametropolitana
que en algún momento derivó en el asentamiento en un territorio
subalternizado como el Valle de Chalco Solidaridad, cuando todavía no le
otorgaban la “autonomía”-, y la trayectoria laboral que experimentó distintas
transiciones –entre modalidades del empleo doméstico y otros ramos del
trabajo flexible al que en general han tenido acceso como marca de un sistema
que incluye selectivamente a las mujeres de acuerdo con criterios sexistas y
clasistas.157

En la conformación de la familia propia vimos un primer gran cruce entre


trayectorias vitales de pareja, de la sexualidad y de la salud, y encontramos que
las representaciones y prácticas que circulaban en los espacios donde se
socializaron mis interlocutoras no posibilitaron que las primeras relaciones de
pareja –en sus múltiples dimensiones- fueran satisfactorias para ellas. Si bien la

157 Teniendo en cuenta las potencialidades y los límites de las agencias individuales y colectivas quiero
destacar la relación entre éstas, la familia y las estrategias para salir adelante y hacerse de lo suyo en tanto
sinergias positivas -como son el ahorro por medio de tandas; la promoción de formas de alimentación
en las que se consideran las frutas y verduras que a veces ellas mismas siembran y la disminución de
carnes rojas, grasas, harinas y azúcar; un sentido comunitario que arrastran desde sus lugares de
origen, aunque lamentablemente no tiene la misma potencia en los ámbitos urbano populares-, y
negativas –como el apego a los medios de comunicación para permanecer informados/as del mundo y
a la religión católica y afines para explicarse el orden de las cosas sin recuperar elementos de los
pueblos originarios del continente; los usos limitados de las tecnologías a las que tienen acceso; la
imposibilidad de participar de la vida comunitaria para quienes el municipio sigue siendo una suerte
de espacio dormitorio; la naturalización del embarazo adolescente también en las generaciones más
jóvenes; el racismo y las dificultades para verbalizar, pensar y cambiar colectivamente la cultura
machista -subalternizada/subalternizadora- en los modos de vida urbano populares.

995
REFLEXIONES FINALES

interlocutora de origen chiapaneco fue una excepción, la ambigüedad irrumpió


en el resto de los casos para dar paso a las normas reales y las disrupciones
derivadas de la maternidad obligatoria –adolescente- en condiciones precarias
de vida en pareja y laboral para ellos y ellas.

En este sentido, los lugares que cada una ocupó al interior de su primera
unión de pareja estuvieron definidos en buena parte por la reproducción o
negociación de las normas ideales de género atravesado por su(s) nuevo(s)
lugar(es) en el parentesco.158 Sin embargo, en la mayoría de los casos el lugar
ocupado fue sumamente subalternizado, limitando su agencia y la
potencialidad de la misma para ellas y sus familias. De acuerdo con sus
condiciones de posibilidad y las expectativas que tenían de la vida en pareja,
vimos que en dos casos se presentaron matrimonios para toda la vida y en tres se
conformaron posteriores familias compuestas.

La sexualidad reproductiva de estas cinco mujeres durante la etapa


intermedia de vida adquirió otros sentidos con el primer embarazo, el evento
que permitió asociar efectivamente, y a nivel de las representaciones, el
embarazo con el cese de la menstruación. Esto, sin embargo, no estuvo
aparejado de saberes relativos a cómo planear un embarazo, pues las
representaciones y prácticas que se estaban comenzando a encarnar giraban en
158 La variación en la duración de la primera unión se asoció con varios fenómenos; sin embargo, uno de
los factores decisivos fue la existencia o falta de una relación de noviazgo previa. Así, los matrimonios
para toda la vida dependieron de la existencia de una relación de noviazgo prematrimonial. Por su
parte, las mujeres que se unieron en más de una ocasión padecieron más violencia que quienes sólo lo
hicieron una vez, y aunque a la larga encontraron otras posibilidades erótico-afectivas, tienden a
pensarse desde una suerte de infortunio en las cuestiones amorosas. Cuando además estas mujeres
ocuparon lugares subalternizados, como el de nuera y/o cuñada, la vida en pareja se complejizó. Me
parece que todos estos son lugares y relaciones del parentesco –como cadena- fundamentales para el
análisis desde las relaciones transaccionales inter e intra género.

996
AVRIL ARJONA LUNA

torno al reconocimiento de los signos que marcan el inicio de una transición


biosociocultural –el embarazo-, que habría de naturalizarse para lograr, a nivel
de las representaciones, idealizar el proceso de la maternidad obligatoria –y no
para evitarla.

Entre mis cinco interlocutoras suman 27 embarazos que llegaron a


término, 18 de los cuales se atendieron bajo las formas de atención
tradicionales, convirtiendo a las parteras -y en menor medida a la pareja, las
suegras, suegros y familia de origen- en actoras de una cierta continuidad
representacional y práctica con respecto a lo que observaron siendo niñas. Sin
embargo, y esto es importante tenerlo en cuenta, en la mayoría de los casos al
menos en una ocasión aparecieron los médicos y los hospitales como nuevos
referentes de los procesos de s/e/a asociados a la segunda etapa de los TRS –un
cambio generacional que valdría la pena indagar a profundidad en las
trayectorias reproductivas de sus hijas y nietas.

De este modo, la atención durante los embarazos, para la conclusión de


los mismos y durante las cuarentenas, estuvo condicionada por las trayectorias
migratorias, de pareja y laborales que, a su vez, impactaron en las
representaciones y prácticas en torno a los procesos de s/e/a asociados a los
eventos de la sexualidad. Por ello, sugiero que la atención que reciben o no las
mujeres durante estos eventos encadenados depende de las condiciones de
acceso y la legitimidad objetiva y subjetiva conferida a los padecimientos
asociados.

La diversidad de experiencias de mis interlocutoras permite observar


complejas prácticas que muestran tanto similitudes como diferencias, así como

997
REFLEXIONES FINALES

algunas síntesis entre los modelos médicos y sus formas de atención a estos
eventos concatenados –embarazo, parto y puerperio. Al nivel de las
representaciones la tendencia es a relativizar una forma de atención frente a
otra, de modo que ambas tienen ventajas y desventajas. En relación con el
modelo biomédico público las representaciones lo asocian con prácticas más
intrusivas, menos privadas, provocando pena, vergüenza e incluso frío. Por otra
parte, las ventajas de este modelo se encuentran en la eficacia conferida para
evitar la muerte de la madre y/o del bebé porque tienen otras herramientas y
artefactos con los que en teoría podrían atender emergencias; además, pueden
tener acceso a vitaminas y medicamentos que podrían necesitarse cuando hay
conciencia de que la alimentación es fundamental en los procesos
reproductivos.

Las parteras se sirven de utensilios domésticos más sencillos que tienen


como ventajas la privacidad de la casa y mayor posibilidad de ciertos cuidados
durante los primeros días del puerperio, permitiendo -si existen las
condiciones- mayor cercanía con la pareja y otras/os sujetas/os significativas/os
que podrían participar de estos eventos de su sexualidad. Definitivamente para
quienes experimentaron las dos formas de atención nunca será lo mismo tener
la cola de fuera ante desconocidos y bañarse con agua fría que la contención del
cuerpo para cerrar, las propiedades de las plantas, las sobadas, fajadas y demás
prácticas que con fines terapéuticos practican algunas mujeres todavía.

Las cuarentenas, íntimamente ligadas al proceso de recuperación


postparto o postcesárea, están rodeadas de representaciones y prácticas
complejas que les tornaron un privilegio al que no tuvieron acceso la mayoría de
mis interlocutoras, pues es fundamental tener en cuenta que requiere contar

998
AVRIL ARJONA LUNA

con alguien en quien delegar algunas responsabilidades del lugar de madre-


esposa-trabajadora por un periodo mayor a unos cuantos días. En este sentido,
destaca que estas cinco mujeres tienen muy presentes los discursos de riesgo y
cuidado derivados de las formas populares de atención al puerperio,
evidenciándose que el modelo biomédico tuvo muy poca injerencia
representacional y práctica en este evento.

Lo cierto es que parte importante de las condiciones simbólicas están


asignadas por otros y otras actoras que representan vidas con las que estas
mujeres han relacionado las propias y que sirven como referentes para la
asunción o no de lugares en el padecimiento. Así, la pareja, otros parientes, las
curadoras, los médicos e incluso las amistades entre mujeres adquieren
importancia tanto material como simbólica en las experiencias de padecer. Esto
sucede especialmente en las experiencias del aborto –espontáneo o provocado-
pues en cualquiera de sus modalidades está fuertemente relacionado con las
condiciones precarias de vida, el secretismo que recubre la sexualidad de
algunas mujeres adultas, el temor al qué dirán, a la justicia y a Dios, a la muerte
propia y a toda la incertidumbre que rodea a este evento que irrumpe contra la
maternidad idealizada y el cuerpo-herramienta reproductiva para otros.

La representación generalizada entre mis interlocutoras es que en sus


tiempos el acceso a los métodos anticonceptivos biomédicos no era tan abierto
como ahora, pudiendo responder a la inaccesibilidad material y/o simbólica que
persiste entre algunas poblaciones de México. A mí, sin embargo, me interesa
más destacar que en el plano simbólico también había condiciones que
denegaron el acceso en el marco del secretismo dominante, la maternidad
obligatoria y la pena para buscar o solicitar métodos anticonceptivos que en

999
REFLEXIONES FINALES

varios casos se usaron a escondidas de las parejas. Esto explica en buena


medida el hecho de que la mayoría comenzara a usarlos después del inicio de la
trayectoria en pareja y reproductiva. Así, aunque los médicos, las empleadoras y
hasta la televisión se tornaron actores sociales fundamentales en la
introducción de estos medios para la planificación familiar en el transcurso de
la etapa reproductiva, la posibilidad de decidir sólo tuvo temprano efecto en la
chiapaneca porque desde un principio gestionó condiciones para conversar con
su pareja, planear en la medida de lo posible el tamaño de su familia propia y así
tener una familia pequeña [que] vive mejor.159

Los métodos anticonceptivos biomédicos más utilizados por mis


interlocutoras, aunque en general desconocen bien a bien cómo funcionan,
fueron el Dispositivo intrauterino, las pastillas anticonceptivas y las inyecciones.
En cuanto a los métodos anticonceptivos tradicionales -difundidos por otras
mujeres entre las que están las parteras- el más usado y reconocido es la
lactancia -acompañada del abstencionismo. Sin embargo, ni la prescripción de
la lactancia ni la proscripción de las relaciones sexuales tuvieron tanta eficacia
porque la objetivación del cuerpo y de la sexualidad femenina dificultó la
negociación de límites con sus parejas en al menos tres casos. 160
159 Un referente informativo general, y particular en términos de salud y salud sexual, es la televisión
-aunque la radio también aparece en un caso. Así, la televisión juega un papel importante en muchos
sentidos, y en este caso promueve la auto-medicalización de las prácticas saludables y de las formas de
atención a padecimientos varios desde arriba.
160 Una condición generalizada es el desconocimiento del funcionamiento y los usos más adecuados de
los métodos modernos de su época que, dicho sea de paso, responsabilizan a las mujeres de un control
que no se ha legitimado material y simbólicamente para ellas. En este sentido, no es de sorprender que
el condón no goce de mucha legitimidad por parte de algunos hombres que parecen representarlo
como antinatural y tienda a estar asociado, en términos estigmatizantes, con el placer y la
enfermedad. El ciclo menstrual sigue siendo una suerte de enigma para ellas, por lo que en mi opinión
este saber fundamental no puede darse por sentado si queremos propiciar sinergias positivas en torno

1000
AVRIL ARJONA LUNA

En síntesis, la representación y práctica dominante tendió a naturalizar la


maternidad como lugar fundamental de lo femenino adulto. En este contexto la
sexualidad coital se tornará una obligación asociada al lugar de esposa. De esta
manera, en general, mis interlocutoras se representan un contexto en el que la
sexualidad era el mal necesario para la reproducción biológica en la que han
depositado determinadas expectativas a futuro.

Estas condiciones limitaron su agencia en la medida que de entrada


vivieron el control de la reproducción y el ejercicio del placer como tabúes. Así,
fueron justamente éstos últimos los que influyeron en que los pocos métodos
anticonceptivos usados implicaran la ubicación subalterna de estas mujeres en
los procesos de s/e/a asociados -por lo que intuyo que el abandono de estos
artefactos pudo representar una práctica de reapropiación no tanto de su
sexualidad reproductiva, sino de su maternidad. De este modo, el número de
hijas e hijos dependió de las condiciones en cada relación de pareja y la
duración de la misma y no de los saberes no reproductivos de mis
interlocutoras –hecho que podría explicar el alivio que a la larga puede
representar la menopausia.

Las posibilidades que estas cinco mujeres tuvieron para el ejercicio de una
sexualidad independiente de la reproducción biológica fueron mucho menores
a las que las entrevistadas ubican en las generaciones de sus hijas y nietas, en
las que al parecer ubican más información formal de la escuela y menos
machismo entre los hombres. Sin embargo, una continuidad detectada entre
generaciones es que el ejercicio de la sexualidad no ha sido un tema de
preocupación de estas madres para con sus hijas o hijos, y sólo en dos casos se
a nuestros cuerpos.

1001
REFLEXIONES FINALES

hizo alusión a las infecciones de transmisión sexual. Esto podría explicar, al


menos en parte, que los patrones reproductivos en la siguiente generación
hayan tendido, en tres casos, a reproducir el embarazo adolescente. Por
supuesto, esta representa una línea de investigación transgeneracional abierta
para el análisis de la sexualidad y otras dimensiones de los modos de vida
urbano populares.

Teniendo en cuenta las condiciones materiales y simbólicas de mis


interlocutoras en la etapa intermedia de vida, los distintos tipos de lugares que
ocuparon trajeron consigo tanto posibilidades como limitaciones a su agencia
en distintos ámbitos de su vida cotidiana, pues desde la idealización de las
normas de género tendrían que haber ocupado sólo el lugar de madr-esposa,
experimentando condiciones que las subalternizaron en tanto trabajadoras
extradomésticas por medio de la asunción de fallas.161

161 Teniendo en cuenta que la maternidad es un proceso y una construcción social condicionada por
importantes aspectos biosocioculturales que la tornan disruptiva en la mayoría de estos casos, no sólo
se trata de un hecho determinado socioculturalmente por la reproducción biológica entre un hombre y
una mujer, sino que se construye en torno a una serie de creencias, valores y normas que dictan el
papel y las funciones que uno y otra tendrán que asumir para el desarrollo de una nueva línea de
parentesco. Esta noción EMIC de las fallas es fundamental porque está asociada a los roles y
malestares de los que habla Mabel Burin. Las fallas asociadas al lugar de esposa, normalmente vistas
como ajenas, y aquéllas asociadas al lugar de madre -frecuentemente encaradas como propias- están
fuertemente interrelacionadas, y todo indica que desde su experiencia las segundas se representan
como consecuencia de las primeras -atravesadas ambas por el lugar de trabajadora. En tanto esposas,
cuatro de cinco enfrentaron el insuficiente gasto, los celos, el alcoholismo y/o las violencias, la
infidelidad y las pocas demostraciones afectivas. En este sentido, las fallas del padr-esposo, que
vivieron en su lugar de esposas, estuvieron condicionadas por las expectativas que tenían de sus
respectivas parejas. De entre las fallas propias la más frecuente es que fueron poco afectuosas con sus
hijos e hijas; que tuvieron poco tiempo para pasar con ellas y ellos; que andaban a las carreras -por lo que
no siempre atendieron los llamados de la escuela, por ejemplo- y que delegaron en las y los hijos
mayores parte del trabajo que implicaba la reproducción de la vida cotidiana.

1002
AVRIL ARJONA LUNA

Sin embargo, y a pesar del peso que tuvieron las condiciones estructurales
y objetivas en la asunción subjetiva de determinado tipo de lugares
subalternizados del sexo-género, el estrato socioeconómico y la edad a lo largo
de las dos primeras etapas vitales, mis interlocutoras tomaron decisiones que
sintetizan procesos de (auto) inclusión/exclusión de acuerdo con las
representaciones y prácticas que configuraron el cuerpo-herramienta
reproductiva y productiva que, en cualquier caso, les permitió ser madres,
hacerse de lo suyo y salir adelante desde la articulación compleja de su ser madr-
esposas-trabajadoras doméstico-extra domésticas.

Así, básicamente asumieron durante la etapa reproductiva de vida el


lugar de chambeadoras flexibles que les permitió cumplir en distintos grados de
reconocimiento social y subjetivo con la responsabilidad adquirida: la
maternidad y la atención a las y los hijos en relaciones de pareja que tendieron a
ser jerarquizadas bajo experiencias patriarcales no hegemónicas, sino
subalternizadas material y simbólicamente por medio de impedimentos
estructurales y subjetivos al rol masculino hegemónico de proveedor único. 162

Puesto que la etapa intermedia de vida está socialmente caracterizada por


la (re)productividad, y que las condiciones materiales con las que ellas y ellos
comenzaron la familia propia estaban limitadas -en buena parte por las redes
sociales con las que contaron, sus bajos niveles educativos y el acceso a ciertas

162 En torno a las masculinidades en las generaciones de hombres a las que pertenecen mis interlocutoras
hay todavía mucho que analizar, y una de las líneas en mi opinión más relevantes tendría que ver con
los cursos de vida de los empleados domésticos. Por supuesto, los procesos de s/e/a de los varones me
parecen fundamentales si queremos abonar a promover sinergias positivas. Por otra parte, indagar
sobre los patrones que reproducen o cambian sus hijas e hijos en sus propias uniones en pareja es una
línea de investigación fundamental para el análisis transgeneracional de las relaciones intragénero en
distintos contextos.

1003
REFLEXIONES FINALES

ocupaciones y no a otras-, estos hombres y estas mujeres dieron continuidad a


las representaciones y prácticas en torno al cuerpo-herramienta como lo
hicieran sus madres y padres. Así, varios de estos hombres aprendieron a no
tener en cuenta su bienestar físico, mental y emocional, y en algunos casos a
invisibilizar, también, el de sus esposas, hijas e hijos.

Esto último nos introduce a los procesos de s/e/a generales durante la


etapa intermedia de vida, en la que observamos una continuidad clara en las
prácticas y representaciones de mis interlocutoras y sus parejas con las de sus
padres y madres: la falta de atención a los eventos de la salud de ellas y ellos
como adultos. Así, entre los hombres significativos para ellas la tendencia ha
sido a hacer poco caso a su salud y bienestar en la medida que sus
representaciones y prácticas están sumamente limitadas por el lugar que
ocupan en la estructura social.

Por ello, sostengo que los tres ordenadores sociales que atraviesan el
análisis de mi investigación -el estrato socioeconómico, el género y la edad-
influyen en la experiencia de padecer y enfermar en la familia propia de
acuerdo con los lugares ocupados por estas mujeres en tanto madres y
principales responsables de la autoatención a las y los hijos, y en tanto esposas y
receptoras de los fenómenos, como la violencia, asociados a los procesos de
s/e/a de sus parejas.163

163 Entre las/os hijas/os aparecieron diversos padecimientos, SFC y enfermedades, pero en orden de
frecuencia encontramos que los tres primeros fueron: las enfermedades y los padecimientos
respiratorios, los vicios y las erupciones en la piel. Aunque las formas de atención a los vicios han sido
diversas, hasta el momento se basan en la medicina tradicional y las formas de autoatención que
proporcionan los grupos de autoayuda y algunas relaciones en torno a la religión. El grado de
disrupción de estos procesos de s/e/a en la vida de las mujeres dependió del grado de apoyo que
encontraron con su pareja. Por su parte, entre los hombres significativos de mis interlocutoras

1004
AVRIL ARJONA LUNA

En este sentido y en estos contextos, Cristina, Rosa María, Marilú,


Margarita y Esther no abandonaron la representación de sí como cuerpo-
máquina y, por el contrario, entre la necesidad de acompletar el gasto y tener algo
mejor ocuparon el lugar –muy flexibilizado y doblemente subalternizado- de
padre y madre –de adultas cuyos padecimientos, malestares y/o enfermedades
generales no gozaron de la legitimidad que sí tuvieron los de otros miembros
de sus familias. Sin embargo, ellas encontraron mejores condiciones para
legitimar algunos procesos de s/e/a en torno a eventos de la sexualidad como el
parto, y en menos casos el embarazo y la cuarentena, que requirieron de
atenciones mínimas.

En estas relaciones dialécticas entre trayectorias vitales encontramos que


el empleo doméstico no fue la única rama del trabajo remunerado en la que se
han desempeñado mis interlocutoras pues, como vimos en los Capítulos V y VI,
las trabajadoras en casa experimentan distintos giros ocupacionales según las
etapas del curso de vida. Si bien Margarita y Esther tuvieron, cada una, una
experiencia laboral con prestaciones de ley durante años o meses según sea el
caso, la flexibilidad -informalidad, precariedad y en algunos casos la
intermitencia- ha sido la marca característica de los lugares -de estrato
socioeconómico y género- ocupados por mis cinco interlocutoras y el grueso de
los hombres significativos en sus vidas.
En este orden de ideas, sostengo que la marca distintiva del trabajo

remunerado de mis interlocutoras es la articulación compleja entre sistema

encontramos a tres diabéticos y ocho que toman/han tomado –de 11. De estos 11, siete han ejercido
algún tipo de violencia (verbal y psicológica, física, sexual y económica). Todos estos, aspectos sobre
los que resta mucho por investigar.

1005
REFLEXIONES FINALES

sexo-género y estrato socioeconómico tanto a nivel estructural como subjetivo,

misma que a lo largo del tiempo adquiere matices de acuerdo con la edad. 164

Los motivos por los cuales mis interlocutoras se emplearon en otros


ramos del trabajo remunerado están íntimamente vinculados con las
trayectorias sexuales, de pareja y migratorias. Transitaron laboralmente
conforme su familia propia fue creciendo y en la medida que otras
posibilidades laborales representaron la oportunidad de estar cerca de sus hijas
e hijos mientras fueron niños, especialmente en el caso de los primeros
embarazos –pues en los posteriores aparecen esas/os niñas/os y otras mujeres
como actores relevantes en la cadena de cuidados. Por otra parte, los
principales motivos por los cuales regresaron a trabajar como empleadas
domésticas se vincularon con aquéllos por los que lo dejaron temporalmente:
los esposos no cumplieron cabalmente con sus obligaciones, pero sus hijas e hijos
ya han crecido y están socializados para cuidarse solos, apoyar a sus madres y,
menos frecuentemente, participar de alguna actividad remunerada.

De este modo, la reinserción en el empleo doméstico se asoció con la


flexibilidad en dos sentidos aparentemente contradictorios: por un lado, en la
flexibilidad de horarios y la oportunidad de llevar a los hijos más chicos al

164 Mis datos, en la medida que no son relacionales, dejan ver que una importante línea de investigación
se relaciona con el análisis de las condiciones laborales en las generaciones siguientes representadas
por las/os hijas/os y las/os nietas/os, pues las condiciones que tendrán las y los más jóvenes no resultan
alentadoras a pesar de los cambios materiales y simbólicos que les distinguen de sus madres y padres.
Puesto que el trabajo está muy asociado con el nivel educativo -al menos a nivel de las
representaciones- considero que una específica línea de investigación se enfocaría en el poder que
parecen estar ganando, en las representaciones y prácticas, las políticas laborales y educativas que
recalcan -en los medios masivos de información- la alternativa de “servir” formándose en el Ejército o
la Marina, mientras la UNAM, la UAM, el IPN, la UPN y otras instituciones públicas se alejan del radar
representacional.

1006
AVRIL ARJONA LUNA

trabajo -cosa difícil de concebir en los trabajos formales-; por otro, puesto que
la flexibilidad y la informalidad en el trabajo en casa es menor a la que presenta,
por ejemplo, el comercio ambulante.

Sostengo así que durante la etapa reproductiva de vida: 1) ellas tuvieron


mejores condiciones para abandonar los empleos que ya no servían a sus
intereses o a la flexibilidad de su vida cotidiana -pues actualmente por la edad les
resulta más difícil abandonar un espacio laboral y prefieren conformarse o
implementar estrategias de negociación y/o resistencia para la permanencia. 2)
Las condiciones materiales de su familia propia no les permitieron considerar
la opción de ocupar el lugar exclusivo de ama de casa, pues además, 3) éste
implicaba la dependencia económica, por un lado, y la falta a la ética del trabajo
-sustentada en la autoexplotación para sí y para otros/as- en la que se ha basado
el salir adelante.

Así, ante las necesidades básicas mis interlocutoras articularon nuevas


representaciones en torno al trabajo remunerado, configurándolo como una
obligación irremediable y un espacio para el desarrollo económico y personal. A
pesar de las dificultades que enfrentaron y los esfuerzos que hicieron para sacar
a sus hijos adelante, la maternidad implicó repercusiones varias en la
continuidad-discontinuidad en el empleo doméstico y provocó el tránsito
laboral temporal que evidenció las tensiones entre lugares. En síntesis, la unión
en pareja, el nacimiento de los primeros hijos, la reproducción de normas y
estereotipos de género y las condiciones materiales y simbólicas fueron los
motivos principales para poner en marcha tránsitos laborales temporales.

1007
REFLEXIONES FINALES

En este orden de ideas es que podemos ubicar el principal costo y el


principal beneficio del empleo doméstico desde las representaciones de la
mayoría de mis interlocutoras. Es un arma de doble filo pues, aunque les
permitió cubrir las necesidades materiales indispensables de su prole a través
del cuerpo-herramienta, implicó el desfase con la maternidad idealizada de
tiempo completo -extendido en las representaciones sociales de las
empleadoras. Me refiero a lo planteado en torno a la maternidad como campo
del intercambio de representaciones entre mujeres con condiciones materiales
muy diferentes, permitiendo a unas establecer lo bueno y lo malo por medio de
consejos que abren los ojos al mismo tiempo que muestran las fallas ajenas,
propias y colectivas. 165

Si bien estas mujeres enfrentaron relaciones transaccionales de


hegemonía/subalternidad en esta etapa de sus trayectorias de pareja, de la
sexualidad reproductiva, de la s/e/a y del trabajo flexible que las ubicaron en no
lugares con los que a veces no se sintieron a gusto y que sin embargo en varios
casos asumieron como fallas propias –aunque vinculadas con fallas ajenas y a
veces sociales-, también encontraron otro tipo de relaciones de empatía y
cooperación, negociación y/o resistencia que les permitieron ir configurando
algunas representaciones y prácticas para –tarde o temprano- agenciarse en
varias de estas trayectorias –y frecuentemente por medio de las relaciones entre
ellas- las condiciones materiales y simbólicas que les permitieron proyectar e

165 En una sociedad como la mexicana las normas ideales que establecen el papel y las funciones de una
madre y un padre se han basado en la división sexual del trabajo. A pesar del sinnúmero de referentes
contradictorios que ponen en evidencia la idealización de normas de base patriarcal, distanciarse de la
socialización recibida y observar las normas reales sin enfrentar grandes dosis de frustración y culpa
resulta difícil para muchas mujeres-madres-trabajadoras –es por ello que resulta tan difícil
desapegarnos de los lugares fijos.

1008
AVRIL ARJONA LUNA

incluso asumir lugares en los que se sintieron a gusto porque se percibieron


valoradas y reconocidas, respetadas, consideradas, queridas, apreciadas.

Es por ello que la etapa intermedia de vida estuvo cargada de


continuidades y cambios en sus condiciones materiales y simbólicas, mismas
que generaron sinergias –algunas negativas y limitantes y otras positivas y
generadoras- que perfilaron la siembra de algunas certidumbres e
incertidumbres, de algunos procesos de síntesis bajo las/os cuales transitaron o
transitan –según sea el caso- a la última etapa de los TRS.

En el Capítulo VI analicé las condiciones de vida actuales en la familia


propia de mis cinco interlocutoras teniendo en cuenta la composición
sociodemográfica de la misma, el tipo y estatus de su vivienda, la distribución
de espacios, lugares, tareas, recursos, derechos y obligaciones, así como las
relaciones sociales que mediaron en este proceso durante la etapa de vida más
reciente. Nos acercamos a una etapa avanzada del curso de vida doméstico en la
que se observó la influencia de las relaciones de pareja analizadas en las dos
etapas previas; del hecho de que buena parte de las hijas e hijos ya han iniciado
su propia familia -introduciéndose así el lugar de abuela-,166 y de otros cambios y
continuidades en los espacios y lugares de estas mujeres.

Analicé los cambios y las continuidades en los lugares simbólicos


ocupados por mis interlocutoras en la estructura familiar, en la que el género y
la edad han mostrado ser criterios fundamentales en la distribución de
derechos y obligaciones. Desde ahí pretendí mostrar la influencia de la familia

166 El lugar de abuela es fundamental porque es un nudo biosociocultural de la trascendencia biológica


que, a pesar de que el evento de convertirse en tal ha llegado a edades tempranas entre mis
interlocutoras, inevitablemente da cuenta del proceso de envejecimiento propio.

1009
REFLEXIONES FINALES

en las condiciones de posibilidad y los límites de la agencia discutiendo la


distribución de derechos y obligaciones para posteriormente retornar a los
gastos y las necesidades familiares como elementos fundamentales en las
relaciones transaccionales.

Dada la problematización del empleo/trabajo doméstico como ocupación


continuada en el curso de vida de estas cinco mujeres, la distribución de las
labores domésticas en la vivienda de mis informantes principales es
fundamental para el análisis de las representaciones y prácticas según las
relaciones inter e intra género atravesadas por la edad, permitiéndonos ver no
sólo los distintos lugares que han ocupado, ocupan o podrían ocupar estas
mujeres en el complejo entramado de relaciones familiares, sino también
distinguir algunos cambios y continuidades a la luz del curso de vida
doméstico.

Fue en este sentido que también tejí un incipiente análisis sobre otros
lugares relevantes en la última etapa de vida de mis interlocutoras: el de esposa-
novia, el de madre a la luz de las expectativas y relaciones recientes, el de abuela
con sus posibilidades de reeditar la maternidad, y otros (no) lugares femeninos
en la familia sobre los que resta mucho por investigar -el de hija-cuidadora, el
de suegra, el de hermana y testadora. Si bien la transición a abuelas fue la
primera en caracterizar esta tercera etapa de los TRS, la segunda fue –en dos
casos- la transición laboral definitiva, misma que nos permite reintroducirnos a
la síntesis reflexiva sobre el trabajo/empleo doméstico.

Para destacar las condiciones materiales y simbólicas que influyeron en el


abandono definitivo del empleo doméstico y las que sostienen la permanencia

1010
AVRIL ARJONA LUNA

en él, seguí dos líneas de análisis generales: 1) los giros ocupacionales posibles
en el proceso de retiro y los cambios que pueden traer aparejados en las
condiciones materiales y simbólicas de las retiradas, y 2) las condiciones
materiales y simbólicas que han configurado los derechos y las obligaciones de
las empleadas domésticas para analizar los costos y beneficios materiales y
simbólicos de este ramo laboral a la luz de los procesos y experiencias del
envejecimiento.

Según la experiencia de las retiradas, los giros ocupaciones alternativos


para las mujeres adultas con bajos niveles educativos y con trayectoria en el
empleo doméstico urbano parecen estar limitados en dos vertientes que
pueden combinarse: 1) el comercio o la venta de productos diversos, y 2) el
retorno al trabajo doméstico para la familia. El comercio o venta de productos
diversos parece ser muy común cuando se presentan tres condiciones: 1) las
mujeres buscan trabajar porque quieren independencia económica o no
quieren ser una carga para otros y otras; 2) los miembros del hogar no
requieren de la entera atención de las mujeres para las labores domésticas
como los cuidados, la preparación de alimentos, la limpieza general, el lavado
de ropa, etc.; 3) estas mujeres gozan de cierta legitimidad simbólica por alguno
de los lugares de género ocupados, principalmente el de madres, y tienden a
contar con apoyo de sus hijas, hijos o parejas -aunque este último caso no
parece ser el más común, puesto que la viudez es una condición común entre
las mujeres de edades avanzadas.

El retorno al trabajo doméstico para la familia es más un eufemismo para


nombrar la reedición del principal ámbito ocupacional legitimado para las
mujeres: “el hogar”. La realidad es que hasta ahora sólo Marilú, hace muchos

1011
REFLEXIONES FINALES

años, pudo descargar en una empleada doméstica -Esther- estas tareas. Es


decir: a lo largo de su vida han participado siempre del trabajo doméstico en sus
hogares, sólo que lo han hecho ubicadas en distintos lugares de género
atravesados por la edad y los eventos del curso de vida señalados a lo largo de
esta investigación y que dan cuenta de la persistencia de lugares asociados a la
cadena de cuidados. Así, en general, ninguna de estas mujeres se mira
evadiendo las labores domésticas para las que han sido socializadas desde
niñas. En síntesis, de acuerdo con los datos obtenidos, las mujeres requieren de
ciertas condiciones -familiares y laborales- para el retiro, y la edad no parece ser
un factor decisivo en el tránsito definitivo. Lo cierto es que los giros
ocupacionales disminuyen sus ingresos considerablemente. 167

En el primer capítulo etnográfico mi intención fue mostrar que el trabajo


remunerado de estas mujeres-niñas fue fundamentalmente una obligación tan
impuesta como asumida; en la segunda etapa de vida, el trabajo remunerado se
torna una necesidad para cubrir las carencias materiales de sus hijas e hijos,
pero también adquiere un sentido subjetivo de dignificación, independencia y
prosperidad. En esta tercera etapa de vida las representaciones en torno al
trabajo se seguirán perfilando en esta línea, de la necesidad material y la
valoración simbólica, sólo que se verán afectados nuevamente por los lugares
ocupados por estas mujeres, tanto en su familia como en las familias
empleadoras.

167 Encontré dos tendencias en torno al ingreso mensual promedio actual de mis interlocutoras: los giros
ocupacionales representan, en comparación con el empleo doméstico de entrada por salida, una
disminución del mismo. El ingreso promedio entre las retiradas es de $2,075.00 mensuales, mientras
que entre las empleadas es de $6,227.00, conjugando un promedio general de $4,566.00. En síntesis,
los ingresos mensuales de mis interlocutoras oscilan entre 1.2 y 4.7 salarios mínimos.

1012
AVRIL ARJONA LUNA

Como vimos en el Capítulo I, las investigaciones en torno al empleo


doméstico han mostrado, desde mediados del siglo pasado, un perfil clásico en
las ZM, mismo que se ha sustentado en relaciones, espacios y lugares flexibles.
Así, la entrada a la adultez de mis cinco interlocutoras implicó el tránsito a una
modalidad que adquiere particularidades por el simple hecho de que la
empleada radica en otro espacio y comúnmente trabajará en más de uno, por lo
que apunta la asunción -tanto por parte de la empleada y su familia como de las
y los empleadores- de distintos lugares como el de madre-esposa y sus
complejidades.

Sinteticemos algunos cambios y continuidades en el empleo doméstico


metropolitano, así como algunos retos pendientes según los hallazgos de mi
investigación, a la luz del Convenio 189 de la OIT sobre las trabajadoras y los
trabajadores domésticos adoptado, el 16 de junio de 2011 en Ginebra, Suiza,
como parte de la Conferencia General de la OIT relativa a la “dignidad” en el
trabajo que, entre otras cosas, reconoce “la contribución de las y los
trabajadores domésticos a la economía mundial”. 168

Retomo el instrumento como parte de las reflexiones finales porque nos


permite observar, a la luz de empleo doméstico, la precaria situación laboral
generalizada en nuestro país –especialmente si consideramos factores socio-
político-económico-culturales. Por otro lado, deja ver que el instrumento
desarticula o trivializa varias dimensiones del empleo doméstico en sí, de la
salud, la sexualidad y la familia, así como sus repercusiones en el contexto, la
situación y las relaciones laborales de las empleadas y ex empleadas domésticas

168 Aquí no retomaré cada uno de los 27 artículos del mismo porque no todos hacen al problema de mi
investigación; si alguien desea consultarlo puede acudir a la versión electrónica del mismo (OIT, 2011).

1013
REFLEXIONES FINALES

que transitan por etapas más avanzadas en el perfil clásico metropolitano. El


objetivo es señalar algunas limitaciones que encuentro en el documento pues,
principalmente, propone posibilidades de regulación de la modalidad de planta
-aquella en la que las mujeres de edades medias y avanzadas tienden a estar
menos presentes.

El Artículo 10 en su fracción 1 alude a

asegurar la igualdad de trato entre los trabajadores domésticos y los


trabajadores en general en relación a las horas normales de trabajo,
la compensación de las horas extraordinarias, los períodos de
descanso diarios y semanales y las vacaciones anuales pagadas, en
conformidad con la legislación nacional o con convenios colectivos,
teniendo en cuenta las características especiales del trabajo
doméstico (OIT, 2011).

El primer problema en este artículo es que eso de las “horas normales de


trabajo” resulta muy ambiguo cuando los horarios dependen más de la
velocidad con que trabajan, las actividades que desempeñan y la flexibilidad
que tanto ellas como las empleadoras podrían requerir. Por otra parte, no se
especifica cuáles son las características especiales del trabajo doméstico –que
en el documento, dicho sea de paso, no se distingue conceptualmente del
trabajo doméstico desempeñado por las amas de casa sin remuneración.

En este sentido, considero que el análisis de la distribución de los días de


trabajo según la ubicación de los espacios laborales; el tiempo que tienen
laborando en cada uno de ellos y las características relevantes como los
horarios, las actividades, los tiempos de traslado de ida y vuelta, el costo de los
pasajes y los ingresos en cada caso son algunas de las aportaciones de mi

1014
AVRIL ARJONA LUNA

investigación sobre el empleo doméstico metropolitano. 169 Por otro lado, no


podemos asegurar que todas las trabajadoras domésticos deseen la regulación
que modificaría la flexibilidad y sus ventajas, gracias a las cuales han
encontrado, según los hallazgos de esta investigación, posibilidades para
negociar e incluso resistir.

En la fracción 3 del mismo artículo -10-, se dice que “los períodos durante
los cuales los trabajadores domésticos no disponen libremente de su tiempo y
permanecen a disposición del hogar para responder a posibles requerimientos
de sus servicios deberán considerarse como horas de trabajo”. Esto muestra
limitaciones en la medida que parece regular, principalmente, la modalidad de
planta, dejando de lado las complejidades de la modalidad de entrada por salida
a la que, pensando en la jornada laboral de ocho horas por día trabajando de
lunes a viernes, sólo un caso se acerca a cubrir una jornada laboral de este tipo
en términos de horas, pero no de días. Si agregamos el tiempo que invierten en
desplazarse a sus empleos el panorama cambia, pues la inversión en tiempo es
considerablemente mayor.

En un sentido similarmente limitado, por ser más viable para una de las
modalidades, en el Artículo 11 se recomienda la adopción de “medidas para
asegurar que los trabajadores domésticos se beneficien de un régimen de
salario mínimo, allí donde ese régimen exista, y que la remuneración se
establezca sin discriminación por motivo de sexo”. Al respecto sostengo que el
ingreso de las todavía empleadas domésticas está condicionado por cinco

169 El tiempo que las informantes tienen laborando en cada espacio es variable en cada caso. El mínimo es
de tres meses y el máximo de 10 años. Por otra parte, tanto el trayecto de ida como el de vuelta dura en
promedio dos horas y el gasto en transportes representa un promedio de $31.00 diarios.

1015
REFLEXIONES FINALES

aspectos generales: el número de horas dedicadas al trabajo, la ubicación de los


espacios, el gasto que hacen en trasportes, las características de las viviendas y
las familias empleadoras, y los derechos que tienen en tanto trabajadoras.
Estos, a su vez, están supeditados a las condiciones que han tenido para
negociar, aspectos fundamentales a tener en cuenta cuando surge la pregunta
sobre ¿cómo se evita la discriminación “por motivo de sexo”, pero también de
estrato socioeconómico y edad?

Al respecto vale la pena recordar que durante la etapa de vida intermedia


su lugar de madre les permitió gestionar y negociar mejores condiciones, por
un lado; y por otro, podían dejar, sin temor, los espacios de trabajo en casa donde
las transacciones las subalternizaban, pues su juventud y su fuerza física les
respaldaban. En la etapa de vida actual, el lugar de madre de las tres empleadas
domésticas ha entrado en juego y combinación con el de abuela, evidenciando
que su curso de vida está avanzando y que se trata de un complejo proceso
biosociocultural.

Es así que la edad y algunos factores asociados a la misma -como la


pérdida de fuerza y agilidad y la propensión a enfermedades, padecimientos o
accidentes- pueden convertirse, tanto a nivel de las representaciones como en el
de las prácticas, en un impedimento para: 1) dejar los espacios donde no están
tan a gusto, 2) encontrar otros nuevos o retornar a algunos viejos conocidos y, 3)
permanecer en los que trabajaban.

Al respecto vale la pena destacar una continuidad en las representaciones


sobre el empleo doméstico entre la última etapa y la etapa intermedia de vida,
pues los motivos generales por los que mis interlocutoras dejaron o han dejado

1016
AVRIL ARJONA LUNA

ciertos espacios laborales, y no otros, se vinculan con los lugares y no lugares


que ocuparon en estos. Así, la carga de trabajo representada como excesiva y
difícil de negociar, el carecer de un trato cordial y respetuoso -que incluye la
dotación necesaria de alimentos, el respeto a cierto horario, el acceso a pagos en
especie y las relaciones de confianza que remiten a no considerar que puedan
querer robar algo a la familia empleadora-, fueron aspectos fundamentales en
las decisiones sobre dónde continuar o no trabajando. En síntesis, una de las
premisas de estas tres empleadas y dos ex empleadas domésticas fue decidirse
por espacios donde, de alguna forma, se sentían reconocidas. Esto será una
continuidad; es decir, las todavía empleadas domésticas siguen valorando y
devaluando las prácticas y representaciones de antaño.

Aunado a lo anterior me parece fundamental preguntarnos ¿qué papel


podrían jugar las actividades desempeñadas en la regulación del salario?, ¿cómo
se regula el salario cuando se tienen distintos núcleos empleadores con
características sociodemográficas variables? (ver Capítulo V y VI). Esto último
es fundamental, pues una continuidad en el empleo doméstico será el impacto
de las condiciones materiales y simbólicas de las/os empleadores en las
condiciones de trabajo. Es decir, algunas veces el abandono de un espacio
laboral no depende de ellas, sino del ciclo de vida de las familias empleadoras,
de la ocupación de sus miembros y, cuando se trata de personas mayores o
mujeres solas, de si cuentan o no con una pensión o jubilación.

En la fracción 2 del Artículo 12 refiere al pago “en especie” y dice que en

la legislación nacional, en convenios colectivos o en laudos


arbitrales se podrá disponer que el pago de una proporción limitada
de la remuneración de los trabajadores domésticos revista la forma

1017
REFLEXIONES FINALES

de pagos en especie no menos favorables que los que rigen


generalmente para otras categorías de trabajadores, siempre y
cuando se adopten medidas para asegurar que (…) se hagan con el
acuerdo del trabajador, que se destinen a su uso y beneficio
personal, y que el valor monetario que se atribuya a los mismos sea
justo y razonable (OIT, 2011).

Lo “justo y razonable”, así como la proporción del pago en especie, puede


prestarse a complicaciones, especialmente porque las representaciones
dominantes de lo justo son las de las/os empleadores. También tendrían que
pensarse alternativas similares a los vales de despensa y ya no solo en las ropas
usadas o los viejos utensilios de cocina que normalmente caracterizan esos
“pagos” extras y/o en especie. Ahora bien, esta práctica no es nombrada por mis
interlocutoras como “salario en especie”; sin embargo, cuando se alude a ello
casi siempre se nombra en relación con el salario que reciben, generando
representaciones que justifican salarios no tan malos en la medida que aceptan
-con gusto, aunque no siempre para su uso personal- estos regalos. A la larga,
éstos sirven para legitimar las prácticas paternalistas, 170 aparentemente
afectuosas, que sustentan una serie de ideas falsas sobre la justicia.

Durante la etapa de vida intermedia, y con la transición a la modalidad de


entrada por salida, su lugar como sujetas de derechos laborales fue
definiéndose mejor que durante su niñez bajo una perspectiva sumamente
flexibilizada. En este sentido, cuando hablan de sus derechos constantemente
apelan a las tensiones entre lugares y no lugares, reflejando la jerarquización
170 Las representaciones y prácticas paternalistas me parecen una dimensión fundamental a tratar en el
estudio de los modos de vida urbano populares y rurales, pues en ambos casos pude observar que es
deseada la ayuda del Gobierno, como si se tratara de dádivas o concesiones, desde una posición
subalternizada en la que desde las mismas políticas de Estado se pretende mantener a estas
poblaciones atravesadas por la pobreza.

1018
AVRIL ARJONA LUNA

que con base en el género y el estrato social incluyen diferencial y


desigualmente a los diversos grupos sociales y humanos.

Justo porque una continuidad en sus condiciones materiales y simbólicas


es la necesidad de trabajar, mis cinco interlocutoras se representan sus
derechos laborales, en el presente y en el pasado según sea el caso, como
cuestiones que dependen de la creencia y la forma de pensar, los sentimientos, la
voluntad y hasta la humanidad de sus empleadores. Es en este contexto que sus
obligaciones tienen mejores condiciones para establecerse subjetivamente en la
medida que dependen fundamentalmente de ellas. Así, la representación
dominante es que en términos prácticos nadie está obligado a nada para con ellas
como trabajadoras.

El Artículo 13 del Convenio 189 la OIT, en su fracción 1, apela al derecho a


la salud y asegura que las y los trabajadores domésticos tienen

derecho a un entorno de trabajo seguro y saludable. Todo Miembro,


en conformidad con la legislación y la práctica nacionales, deberá
adoptar medidas eficaces, teniendo debidamente en cuenta las
características específicas del trabajo doméstico, a fin de asegurar
la seguridad y la salud en el trabajo de los trabajadores domésticos
(OIT, 2011).

En este sentido y de acuerdo con los hallazgos de mi investigación, es


preponderante tener en cuenta que las características específicas del empleo
doméstico en materia de salud deberían considerar cómo afectan la salud de las
empleadas domésticas metropolitanas el contacto con agua y los productos que
usan para la limpieza, los contrastes entre frío y caliente, la prisa, el estrés y los
nervios, los horarios, las condiciones de alimentación en el trabajo y los medios

1019
REFLEXIONES FINALES

de transporte que utilizan. Por ejemplo, encontré que el uso de guantes


plásticos para lavar trastes y/o ropa, así como para trapear y sacudir en mojado,
no siempre está legitimado como una práctica previsora de riesgos para la piel
de estas mujeres. De hecho, sólo en el discurso y práctica de dos de ellas pude
observar que efectivamente hacen uso de ellos en su vida cotidiana. 171

Además, es importante considerar que los líquidos que usan para lavar
pueden ser muy agresivos, como el cloro o la sosa cáustica, por lo que además
de guantes podrían requerir cubre boca; y una faja no estaría de más,
probablemente podría paliar los frecuentes dolores de cintura que
experimentan estas trabajadoras. El contraste frío-caliente representa otro
riesgo de trabajo al que pueden estar expuestas las empleadas que planchan y/o
cocinan y lavan o tienen contacto con agua –derivando en dolor de espalda y de
huesos, mismos que más ampliamente se asociaron en su caso con el cansancio y
el frío –o frialdad.

Otro posible riesgo a la salud de estas mujeres es el horario de trabajo que,


en mi investigación, incluye los traslados de ida y vuelta en la medida que
sostengo que estas mujeres llegaron a vivir al Valle de Chalco Solidaridad, al
menos en parte, porque la configuración de la ciudad de México requirió y

171 De esta investigación surgen otras líneas posibles en las que la medicina del/en el trabajo tiene un
lugar preponderante bajo el enfoque del curso de vida. Por un lado, y en parte puesto que yo misma me
vi afectada por procesos de s/e/a durante mis estudios doctorales, considero necesario hacer estudios
antropológicos “at home” –como dice Eduardo Menéndez- que nos permitan analizar estos procesos
en los ámbitos académicos y de investigación, así como entre otras ocupaciones en las que el
sedentarismo puede estar causando problemas de salud. Por otra parte, y dadas las trayectorias de mi
propio curso vital, es de mi interés destacar que el deporte y la medicina del deporte bajo enfoques
cualitativos que se articulen con perspectivas longitudinales son también líneas de investigación
posibles que, para las feministas, podrían resultar fructíferas en la medida que ampliarían el espectro
de los espacios y lugares que ocupan las mujeres -y los hombres- en nuestra sociedad.

1020
AVRIL ARJONA LUNA

requiere de estos espacios –cercanos pero subalternizados- y sus habitantes


para sobrevivir. Finalmente, el principal riesgo a largo plazo está asociado a las
condiciones generales del empleo doméstico de entrada por salida. Me refiero a
las condiciones de alimentación y las malpasadas que caracterizaron parte de la
vida laboral –y familiar- de Cristina, Margarita, Esther y Marilú.

En relación con lo anterior, el artículo 13 en su fracción 2 permite observar


la necesidad de analizar y propiciar la participación social e individual -también
de las/os empleadores- y dice que las medidas de seguridad y salud

podrán aplicarse progresivamente en consulta con las (…)


organizaciones representativas de los trabajadores domésticos y
con organizaciones representativas de los empleadores de los
trabajadores domésticos, cuando tales organizaciones existan (OIT,
2011).

En este sentido y en primera instancia hay que decir que en México las
organizaciones de las y los trabajadores enfrentan cada vez más dificultades
para hacer valer los derechos de estas/os actores. En segunda instancia sería
necesario establecer más ampliamente los mecanismos para la prevención de
enfermedades y accidentes laborales asociados al empleo doméstico. En tercer
lugar, y no por ello menos importante, es fundamental considerar el pluralismo
médico del que se sirven, todavía hoy, algunas empleadas domésticas para
quienes las formas de atención tradicionales representan parte de su forma de
leer el mundo y por medio de las cuales encuentran posibilidades de agencia y
control sobre sus procesos de s/e/a.172

172 Si bien existen algunas excepciones sobre la posibilidad de atender sus procesos de s/e/a en
vinculación con las y los empleadores, considero que el derecho a la salud es difícil de legitimar para
estas mujeres porque acuden a formas de atención tradicionales y alternativas que no necesariamente

1021
REFLEXIONES FINALES

En el Artículo 14, fracción 1, también hay un punto fundamental asociado


con mi problema de investigación, pues alude a que las empleadas domésticas
deberán contar con “la protección de la seguridad social, inclusive en lo relativo
a la maternidad”. Esto es interesante porque se concatena con las limitaciones
ya mencionadas para artículos previos, puesto que la seguridad social requiere
de la participación voluntaria de las partes –específicamente la empleadora- y la
intermediación de un tercero como el IMSS. 173 Aunque el artículo y la fracción
citados incluyen la maternidad como un evento que repercute en el trabajo, y
viceversa, no aterriza con claridad en los derechos asociados a estos eventos
que se articulan en los procesos de crianza y maternaje en los que hablar
específicamente de guarderías, por ejemplo, es fundamental. Finalmente, la
baja temporal por maternidad ha sido negociada y utilizada por mis

corresponden con las representaciones y prácticas biomédicas aparentemente dominantes entre sus
empleadores. Así, como dice Margarita, atender estos procesos normalmente va de su bolsillo.
173 La Incorporación Voluntaria al Régimen Obligatorio del Seguro Social (Modalidad A. Trabajador
doméstico), bajo la Homoclave IMSS-02-030, permite a las personas físicas, o empleadores, brindar
“asistencia médico familiar, quirúrgica, farmacéutica y hospitalaria, así como a las pensiones de
Invalidez y/o de Viudez, retiro en Cesantía en Edad Avanzada (60 años) o por Vejez (65 años de edad),
Orfandad y Ascendencia” (IMSS, 2014). Hasta agosto del 2014 el pago de la cuota se hacía anualmente,
pero desde entonces se instituyó que las/os patrones –quienes corren a cargo del pago total- lo
hicieran bimestralmente. Es así que la cuota bimestral se cuantificaba en $1,277.00, sumando una
cuota anual de $7,662.00. Actualmente en la página web del IMSS se dice que el “patrón” debe realizar
un pago anual anticipado de la cuota estimada sobre un sueldo mensual, tomando como base una vez
el salario mínimo vigente en el Distrito Federal” (IMSS, 2016). El o la empleada no podrán ser
asegurados si tienen alguna “enfermedad preexistente, tales como: tumores malignos; enfermedades
crónico degenerativas como: complicaciones tardías de la diabetes mellitus; enfermedades por
atesoramiento (enfermedad de gaucher); enfermedades crónicas del hígado; insuficiencia renal
crónica; valvulopatías cardíacas; insuficiencia cardíaca; secuelas de cardiopatía isquémica (arritmia,
ángor o infarto del miocardio); enfermedad pulmonar obstructiva crónica con insuficiencia
respiratoria, entre otras, [o] Enfermedades sistémicas crónicas del tejido conectivo; adicciones como
alcoholismo y otras toxicomanías; trastornos mentales como psicosis y demencias; enfermedades
congénitas y síndrome de inmunodeficiencia adquirida o Virus de Inmunodeficiencia Adquirida
Humana positivo (VIH)” (IMSS, 2016).

1022
AVRIL ARJONA LUNA

interlocutoras gracias a la flexibilidad de las relaciones que sustentan el empleo


doméstico metropolitano, así que algo más tendría que significar esta inclusión
somera de la maternidad.

Por último, y aludiendo a las distintas etapas de los TRS y a los procesos
de envejecimiento, es un asunto obligado hablar de la jubilación y las pensiones
por accidentes, por ejemplo, considerando que existen varias generaciones de
empleadas domésticas que más pronto que tarde, por los procesos de s/e y de
envejecimiento en la población, enfrentarán el retiro sin estas prebendas que
muchos/as, aunque ciertamente no todos/as, trabajadores formales sí tienen. 174
Para ello tendrá que tomarse en cuenta que si el aumento de sueldo, el
aguinaldo o vacación con pago e incluso la comida por jornada son difíciles de
legitimar como derechos para estas trabajadoras, más aún resulta un finiquito
o liquidación, una pensión o la jubilación –máxime si hay casos en que se incita
a la jubilación de las empleadas asumiendo que tienen condiciones familiares
con las que, en realidad, frecuentemente no cuentan.

En relación con lo anterior me parece pertinente revisar el Artículo 16 en


el que se dice que deberán adoptarse

medidas, de conformidad con la legislación y la práctica nacionales,


a fin de asegurar que todos los trabajadores domésticos, ya sea en
persona o por medio de un representante, tengan acceso efectivo a
174 Es un hecho que el aumento de los empleos informales en México y el mundo caracteriza el contexto
laboral de los últimos años. En este sentido, mi intención no es obviar la situación precaria de otras/os
trabajadores formales e informales; por el contrario, como otras/os investigadores asumo que
enfrentamos la precariedad laboral estructuralmente. Sin embargo, mi problema de investigación
abona a pensar la informalidad que se sucede desde el trabajo reproductivo en los hogares, sin por ello
suponer que ésta no atraviesa espacios muy diversos: desde el ambulantaje en las calles hasta la
subcontratación en algunas empresas e instituciones que pretenden no generar una obligación ante el
IMSS o el ISSSTE.

1023
REFLEXIONES FINALES

los tribunales o a otros mecanismos de resolución de conflictos en


condiciones no menos favorables que las condiciones previstas para
los trabajadores en general (OIT, 2011).

Lo anterior será muy importante a la luz de la configuración del Sindicato


Nacional; sin embargo, y por ahora pensando en la legislación y las prácticas
nacionales en materia de derechos laborales, enfrentamos serias deficiencias
generalizadas que se suman a la desconfianza que estos mecanismos inspiran
en algunas empleadas domésticas, el tiempo que requerirían invertir
-frecuentemente tomándolo de sus jornadas laborales- para acudir a ellos y por
último, pero no menos importante, la realidad legitimada tanto por algunas/o
patrones como por algunas empleadas: el lugar que ocupan en el trabajo no les
permite exigir, tornando la negociación fundamentalmente desigual.

Pero entonces, ¿qué mecanismos existen cuando efectivamente no tenemos


nada? En el análisis sobre los mecanismos institucionales y objetivos para hacer
valer sus derechos como empleadas domésticas es fundamental tener en cuenta
que no tienen suficiente información sobre adónde acudir en caso de
requerirlo. Por otro lado, y esto me parece igual de relevante, en general estas
mujeres no han tenido las condiciones subjetivas ni objetivas para pelear o
reclamar sus derechos, por lo que terminan por conformarse. Así, sus narrativas
dan cuenta de condiciones frente a las que han tendido a acostumbrarse porque
no encuentran condiciones objetivas y subjetivas para transformar su realidad
material y simbólica en el trabajo.

Luego entonces, ¿cómo hacer posible la legitimación de sus derechos?,


¿qué instancias podrían servir para legitimar el buen trato, respetuoso y de
confianza; la recepción de por lo menos un alimento como parte de su salario

1024
AVRIL ARJONA LUNA

indirecto; la posibilidad de pedir permiso para faltar sin perder el empleo; un


ingreso que además de permitirles cubrir los transportes les dé oportunidad de
cubrir sus necesidades básicas -como la salud- y aportar lo necesario al gasto de
la familia; la negociación y renegociación de las actividades a desempeñar; la
sanción a la detención del empleo a discreción de la familia empleadora, etc.?
Bueno, pues la realidad es que a pesar de que a mis interlocutoras no se les
ocurren muchas alternativas, el Sindicato podría representar un primer paso
institucional que rompa con la desunión entre trabajadoras.

Para que las propuestas del Convenio 198 entren en vigor y los distintos
actores comiencen a definir, modificar y aplicar de acuerdo con las
particularidades de cada país firmante, se dice en el Artículo 21 que el Convenio
obliga sólo a los Miembros de la OIT cuyas ratificaciones queden registradas
ante el Director General (OIT, 2011). En el Artículo 22, por su parte, se especifica
que el Convenio tiene una duración de 10 años a partir de la fecha de entrada en
vigor, y que así permanecerá mientras que a la fecha de término el país
firmante no solicite lo contrario, quedando así ratificado por otros 10 años.
Puesto que en México la ratificación no se ha concretado, todavía queda mucho
trabajo por hacer, no sólo para el reconocimiento desde arriba, sino
principalmente, creo yo, para el reconocimiento desde abajo.

En lo personal considero que depositamos demasiada esperanza -o fe- en


actores sociales como las organizaciones e instancias internacionales. Con esto
no quiero decir que me parezca una labor infructuosa la persecución de la
ratificación; por el contrario, me parece tan pertinente como la necesidad de
observar sus propuestas -crítica y constructivamente. Por supuesto queda
mucho por investigar sobre las organizaciones de “trabajadoras del hogar” a la

1025
REFLEXIONES FINALES

luz del impacto que tendrá el Sindicato Nacional de Trabajadores y


Trabajadoras del Hogar (Sinactraho), surgido en 2016;175 de las relaciones
nacionales e internacionales en torno al Convenio 189 y su operacionalización
en caso de ser ratificado por México y sus tomadores de decisiones. Más aún,
considero que debemos seguir adelante con investigaciones multidisciplinarias
que permitan hacer efectivos los derechos laborales que las trabajadoras en casa
particular, con sus similitudes y diferencias, proyecten y quieran agenciarse
para sí.

En síntesis, estamos presenciando una serie de eventos sociales que


muestran empíricamente algunas continuidades y cambios en el empleo
doméstico como relación social, transgeneracional, en la que la desconfianza
permea las relaciones laborales según las representaciones de mis
interlocutoras, pues las recomendaciones entre empleadas domésticas no
gozan de la misma legitimidad que presumiblemente tendrían las
recomendaciones entre empleadoras. Por ello es importante tener en cuenta el
peso que podrían, o no, adquirir las agencias de colocación para las generaciones
más jóvenes de empleadas domésticas -como podrían ser las hijas de mis
interlocutoras más jóvenes. Por último, la vejez para las todavía empleadas
domésticas, específicamente en relación con su trabajo, resulta una verdadera

175 Entiendo que las diversas organizaciones de trabajadoras del hogar en nuestro país imparten talleres
sobre los derechos laborales de este sector, práctica que me parece importantísima. Sin embargo, los
hallazgos de esta investigación muestran que la dimensión subjetiva, consciente e inconsciente, para
la apropiación y ejercicio de los mismos requiere observar a las mujeres como sujetas
multidimensionales y complejas que enfrentan dificultades para agenciarse derechos en otros ámbitos
de su vida cotidiana como la sexualidad y la pareja, la familia y los procesos de s/e/a. Es por ello que en
relación con otras/os actores, las organizaciones de trabajadoras del hogar podrían considerar talleres
y/o grupos de reflexión en torno a otras dimensiones que podrían coadyuvar al empoderamiento,
integral, de las mujeres con quienes trabajan.

1026
AVRIL ARJONA LUNA

incógnita que, sin embargo, se construye a partir de algunos supuestos


dominantes sobre su no lugar en materia de derecho.

La última etapa de vida sintetiza diversos lugares de género, estrato


socioeconómico y edad que ocupan las mujeres de sectores urbano populares
con trayectoria en el empleo doméstico y muestran signos de envejecimiento
diversos, ya sea que se les reconozca o no, tras una vida de trabajo productivo y
reproductivo.176 Como vimos, durante la niñez y la etapa adulta (re)productiva, la
salud/malestar/enfermedad de estas mujeres se construyó bajo la influencia del
paradigma asistencialista -e individualista- que, como señalan las expertas,
puede provocar efectos iatrogénicos en las mujeres cuyos padecimientos son
socialmente construidos sin tomar en cuenta sus necesidades. Como he dicho,
buena parte de mi interés está situado en un concepto intermedio entre salud y
enfermedad: el malestar, ese que desde los estudios sobre la salud mental de las
mujeres destaca el lugar materno en contextos culturales donde el Ideal
Maternal sigue siendo poderoso.177
176 El curso de vida de estas cinco mujeres muestra trayectorias productivas extensivas y reproductivas
intensivas que, representando “un conjunto de factores riesgosos para la salud” (Burin, 2010: 10), sin
embargo, muestran continuidades y discontinuidades según la etapa de vida de que se trate.
177 En el Capítulo VI pude explicar las experiencias de la maternidad como proceso y a la luz de la carrera
hacia el envejecimiento, en la que los significados atribuidos por ellas a su maternidad, las
expectativas que dicen o no tener sobre sus hijas e hijos; así como los problemas, dilemas y
preocupaciones representacionales y prácticos en torno a las y los hijos tienen un papel fundamental.
Esto sucede porque las representaciones idealizadas de la maternidad como evento biológico
instintivo y natural para las mujeres entra en tensión, contradicción, crisis y/o conflicto cuando hacia
el final del ciclo reproductivo se imbrican con las expectativas socioculturales idealizadas y las críticas
de la pareja y las/os hijos. Ello ha derivado en que varias interlocutoras se pregunten por los costos que
a la larga trae la maternidad, pues a pesar de los esfuerzos y los sacrificios no cuentan con el apoyo de
sus hijos, y/o la pareja, en caso de necesitarlo. En síntesis, las expectativas, ventajas y desventajas en
torno a la maternidad no siempre encuentran eco en el lugar de madre que estas mujeres se
representaban. De ahí la importancia de seguir investigando las fallas como nociones que dan cuenta
de la subalternidad.

1027
REFLEXIONES FINALES

En este sentido sólo quiero recordarnos que, como señalan las expertas, el
“cansancio por el trabajo maternal está claramente asociado con el malestar de
las mujeres, pero suele aparecer bajo la forma de angustia, sentimientos de
culpa, hostilidad reprimida o transtornos psicosomáticos” (Burin, 2010:10). Por
otra parte, en términos productivos, es importante tener en cuenta la
referencia a los cuerpos cansados y enfermos, pues es común y tiende a ser parte
de la memoria corporal entre estos grupos subalternizados de mujeres y
hombres que en muchos casos terminan por asumir la responsabilidad total por
su estilo de vida, ese que se explica por medio de la comparación entre las
representaciones y prácticas de ellas y las de otras mujeres cercanas.

Si bien en esta etapa mis interlocutoras han seguido ocupando un lugar


de asistencia en los procesos de s/e/a en sus familias, sostengo que algunas de
ellas han encontrado y reconocido su lugar como sujetas de enfermedades,
padecimientos y malestares que con distintos grados de agencia encaran o no.
Así, observar que el único padecimiento común a mis cinco interlocutoras es el
cansancio y los dolores musculares y esqueléticos nos permite introducir uno de
los principales nudos en las representaciones de esa que ha sido toda una vida de
trabajo, tanto productivo como reproductivo. 178
178 Entre los padecimientos, malestares y enfermedades en esta etapa de vida encontramos el cansancio,
los padecimientos anímicos como la depresión, angustia o tristeza; las afectaciones dermatológicas en
las manos; los accidentes –caídas, torceduras y golpes- que han impactado en tanto eventos
disruptivos en la trayectoria laboral reciente de dos de ellas; la presión alta o baja; los problemas
circulatorios y las várices; los dolores de cabeza, la colitis y gastritis, las afectaciones oculares y
también las dentales. Las enfermedades respiratorias como gripa, tos y dolor de garganta son muy
comunes. Con sólo un caso cada uno encontramos la anemia y el herpes nervioso. Los dolores de cintura,
de las coyunturas, de espalda y de cabeza están muy asociados con el malestar de sentirse cansadas bajo el
reconocimiento de los riesgos del trabajo productivo que han desempeñado. Los flujos, la comezón y las
infecciones vaginales han sido también muy comunes. Los miomas o quistes han sido diagnosticados en
tres casos.

1028
AVRIL ARJONA LUNA

En síntesis, una tendencia dominante ha sido que las condiciones de


existencia que llevaron a mis cinco interlocutoras a acostumbrarse a no padecer
por la necesidad de trabajar han limitado y a la vez posibilitado las diversas
formas de atención a las que acuden, y que suman más de aquéllas a las que
acuden sus hijas, hijos y nietas/os. 179 Así, la autoatención -manifiesta en
prácticas como dejar que pase solo y automedicarse- es la principal forma de
atención entre mis interlocutoras; seguida de diversas formas tradicionales
-como la oración, la herbolaria, las limpias y sobadas, las curaciones espirituales
y el temazcal-, y en tres casos también de formas alternativas como Herbalife y
Omnilife. La terapia/ plática psicológica o el asesoramiento de este tipo, sin
embargo, no ha formado parte de las formas de atención utilizadas por la
mayoría de mis interlocutoras.

179 Detecté tres grandes características en torno a las formas de atención a las enfermedades, los
padecimientos y malestares percibidos entre las empleadas y ex empleadas domésticas y sus familias
propias. Una es la precariedad general que les lleva a buscar las alternativas más baratas, menos
costosas no solo económicamente sino en términos del tiempo que pueden invertir en la gestión del
servicio y la atención, pues no les resulta viable pasar horas esperando a que les toque el turno -como
sucede normalmente en los servicios de salud públicos. La segunda se relaciona con las relaciones de
conflictividad, tensión y ambivalencia entre la confianza y la desconfianza en torno a las formas de
atención biomédica. Por un lado, aunque no fueron la mayoría de las personas con las que pude hablar
de estos procesos, hay quienes depositan su confianza en los doctores y sus tratamientos porque han
recibido un buen trato y la terapéutica ha funcionado. Por otro, hay quienes vinculan lo químico, lo no
natural y las adicciones a los medicamentos, y se piensa que la biomedicina puede llegar a aliviar, pero
no necesariamente cura. Así, son las representaciones de desconfianza las que dejan ver diversas
críticas en torno a las prácticas biomédicas, mismas que pierden legitimidad desde los significados de
distintas experiencias en las que las mujeres no han encontrado lugar en sus encuentros con este
sistema médico. La tercera característica es fundamental pues remite a la percepción subjetiva y la
construcción social de padecimientos; es desde el diagnóstico social y subjetivo que mis informantes y
los integrantes de su familia actúan buscando o no atención a sus padecimientos y seleccionando la
mejor forma de atención mientras echan mano de la síntesis de experiencias y saberes previos.

1029
REFLEXIONES FINALES

En torno a las formas de autoatención quiero destacar la automedicación


desde arriba, esa que proviene de las distintas formas en que se han extendido
representaciones y prácticas biomédicas prescritas por los y las diversos/as
actores/as que se envisten como autoridad en la materia, y frente a las cuales
estas mujeres han encontrado posibilidades de expresar algunas de sus
necesidades en busca de bienestar por medio de la automedicación desde abajo.

Por supuesto, la última etapa de vida no se experimentará igual siendo


todavía trabajadora en casa particular que retirada. Tampoco será igual asumir,
negociar o resistir las continuidades en los no lugares que siguen configurando
el empleo doméstico en la medida que las condiciones objetivas y subjetivas
para el ejercicio de los derechos laborales en el perfil clásico de las empleadas
domésticas metropolitanas se ve influido por procesos sociodemográficos
propios y ajenos. Como de igual manera no será igual experimentar giros
ocupacionales económicamente dependientes –como el de cuidadora- que otros
posibles en los que el autoempleo posibilita, todavía, cierta independencia
material –y presumiblemente simbólica.

Definitivamente no es lo mismo ser que sentirse viejita, pues la


construcción social del envejecimiento como un lugar en general
subalternizado repercute diferencialmente en la asunción o resistencia con que
estas mujeres en edades medias y avanzada experiencian los cambios en su
cuerpo. Por supuesto, las representaciones y prácticas existentes en los espacios
de su vida cotidiana a lo largo del curso de vida han configurado signos
naturalizados muy claros del inicio del proceso de envejecimiento -como las
canas, la pérdida de fuerza y vitalidad, la aparición de enfermedades y otros
eventos como la menopausia.

1030
AVRIL ARJONA LUNA

Teniendo en cuenta que todas mis interlocutoras aseguraron no haber


pensado en su vejez durante las etapas de vida anteriores, pues como que de joven
cree uno que toda la vida va a ser el mismo, y no, todo se acaba, encuentro dos grandes
tendencias en la conciencia del propio envejecimiento, que forzosamente
remite al cuerpo. En la primera están quienes perciben claramente el paso del
tiempo y el proceso de envejecimiento desde la construcción social del mismo,
asociado a que el tiempo se pasa más y más rápido y uno como que rinde menos. En
la segunda tendencia encontramos representaciones en las que se reconoce que
el tiempo transcurrido tiene efectos en el cuerpo y normalmente manifiestan
representaciones más positivas en torno a la etapa de vida actual si todavía
tienen energía, ganas y se reconocen otras posibilidades de agencia.

La tercera transición biosociocultural en esta etapa de vida es la de la


sexualidad no reproductiva que vimos en dos de sus tres fases según sea el caso:
la postmenopausia y la perimenopausia. Esta nos acerca al cuerpo como núcleo
biosociocultural de una de las experiencias que socioculturalmente parece tener
menos relevancia puesto que aparece articulada sólo a ciertos aspectos del
envejecimiento femenino y desarticulada de otros igualmente importantes en
los procesos y las experiencias concretas.

De este modo, las experiencias biosocioculturales de la última etapa de los


TRS son polisémicas dependiendo de la fase por la cual se transite, pues
definitivamente el periodo premenopáusico implica la encarnación –no
siempre asumida- de una diversidad de síntomas180 que frecuentemente son

180 Estos varían de una mujer a otra como muestran los datos y las representaciones mismas de mis
interlocutoras. Algunos de ellos son los dolores de senos, los cólicos, ese calorcito que te quema o los dolores de
cabeza; los flujos, infecciones, comezón, incontinencia leve; dificultades para dormir y aumento o
disminución en la libido.

1031
REFLEXIONES FINALES

deslegitimados y estigmatizados generando sinergias negativas que


inmovilizan, material y simbólicamente, las agencias. Sin embargo, también
existen alternativas para representarse ventajas asociadas a la transición como
liberación material y simbólica de los lugares tan firmemente asociados a la
capacidad reproductiva de las mujeres –como la incomodidad.181

En este sentido, si bien hay sinergias negativas entre representaciones y


prácticas que patologizan la última transición no reproductiva de la sexualidad
provocando diversos efectos iatrogénicos, 182 también hay algunas sinergias
positivas que posibilitan –o posibilitarían- la agencia para el cuidado de sí, y por
qué no de otras personas, bajo la síntesis de espacios, relaciones y lugares que
sirven para enfrentar colectiva y/o individualmente, y desde abajo, tanto las
“certezas” como las incertidumbres –asumiendo que los procesos de
181 Las representaciones sobre dejar de menstruar están muy vinculadas con las que di por nombrar
ventajas y desventajas. Las desventajas están sumamente ligadas a los procesos de s/e/a
diagnosticados y/o atendidos con los recursos materiales y simbólicos con que tienden a contar las
mujeres de sectores urbano populares. También las desventajas de dejar de menstruar evidencian
síntesis de saberes biomédicos, tradicionales y, más recientemente, alternativos que forman parte de
las representaciones en torno a la última etapa de los TRS y algunas de sus principales enfermedades
-como el cáncer-, padecimientos -como los cambios hormonales y la imposibilidad de desalojar, evacuar
o desechar lo que el cuerpo no requiere y que con el tiempo se traducen en achaques o enfermedades-, y
malestares que repercuten en su estado de ánimo y sus relaciones con otras/os significativas/os.
182 En parte me refiero a las ideas sobre la transición/regreso a la etapa no reproductiva de la sexualidad
que hacen parte de las representaciones infantilizadoras de esta etapa vital, mismas que deslegitiman
las posibilidades eróticas de la sexualidad femenina. Sostengo que las representaciones y prácticas en
torno a los malestares de las mujeres de sectores urbano populares en esta etapa de vida están
fuertemente marcadas por dos modelos coexistentes de formas particulares en la precariedad. Por un
lado, la psicopatología cuyo modelo estigmatiza el cuerpo de las mujeres en transición como
anormales; por otro, el modelo emotivo-sensible que sirve para hacer llevadera la situación apelando a
un lugar importante en los cursos de vida de las mujeres: el de cuidadoras que, ahora, se cuidan para
seguir cuidando. Así, el modelo dominante de representación y atención entre estas mujeres es una
compleja combinación entre modelo biomédico general, modelo psicopatologizante, y modelo
emotivo-sensible que se sintetiza en la autoatención a la que han estado acostumbradas en etapas de
vida previas, dadas sus condiciones materiales y simbólicas de existencia.

1032
AVRIL ARJONA LUNA

envejecimiento traen aparejados posibilidades de agencia asociadas al paso del


tiempo, la acumulación de experiencias, momentos y reflexiones que marcan la
vida propia y la de otras y otros183 con quienes nos interrelacionamos.

Es así que apelando al cuerpo como lugar fundamental de la experiencia y


proceso biosociocultural complejo pude rastrear cambios y continuidades en las
representaciones y prácticas corporales de estas mujeres en relación con sus
distintas trayectorias vitales en las que el cuerpo sirve de mapa para ubicar las
diferencias traducidas en desigualdades y desventajas inscritas socialmente
bajo representaciones de la localización correcta de los cuerpos y prácticas
sociales como la atención a los procesos de s/m/e. Si bien en varios casos los
lugares que ocupan al interior de su familia propia y en relación con la familia
de origen muestran tensiones entre las representaciones sociales y las
representaciones individuales, ahora estas mujeres son –o pueden ser- mucho
más que madre-esposas trabajadoras domésticas y/o extradomésticas. Son
abuelas con posibilidades de reeditar su maternidad con las y los nietos y
madres-testadoras de condiciones materiales y simbólicas mejores para sus
hijas/os.

183 El lenguaje me parece un ámbito fundamental en las reflexiones sobre el poder y para mí representa
una línea de investigación abierta. Mi propuesta consiste en emplear la “e” en sustitución de la “o” y en
ocasiones de la “a” como propuesta que busco desarrollar para intervenir/me, en y a través del
lenguaje. Esta opción me parece viable, por un lado, para modificar al lenguaje sexista oculto en la
aparente neutralidad gramatical del castellano; por otro, me parece una alternativa que permitiría
omitir el tedioso, aunque necesario si no queda opción, femenino y masculino cada vez que hablamos
por igual de mujeres y hombres. Por supuesto, el uso de la “e” complejiza la lectura puesto que no es
un recurso común, pues además permite, a diferencia de otras propuestas, desarrollar intervenciones
mayores en la medida que puede impactar la conjugación de verbos. No descarto otras alternativas,
como el @ o la X, y considero que en conjunto requerirían reflexiones teóricas y prácticas, pero a
diferencia de éstas la “e” permite una lectura fluida y efectivamente neutral una vez que se consigue la
familiaridad con el recurso –utilizado ya por Martínez Tapia (2015).

1033
REFLEXIONES FINALES

Si bien en general siguen siendo cuidadoras en tanto madr-espos-abuelas


-pues los lugares en la cadena de cuidados son efectivamente, como dice
McDowell, persistentes-, en algunos casos la asunción de los malestares –que
por supuesto son malestares en la cultura que las niega como sujetas complejas
y multidimensionales- ha permitido que en algunos casos y por medio de
relaciones transaccionales de solidaridad y empatía encuentren, o se permitan
buscar, formas de cosechar nuevas representaciones y prácticas que, de entrada,
propicien su propio bienestar mental, físico y espiritual.

El cuerpo-herramienta es la síntesis de representaciones y prácticas en


torno a ese lugar fundamental de la experiencia productiva y reproductiva de
las mujeres de estos sectores precarizados desde generaciones previas. Esta
concepción del propio cuerpo como un ente mecánico -automóvil, reloj,
computadora o tele-, cuya fuerza se representaba como infinita, tuvo sentido en la
ética del trabajo en la que la fuerza productiva -y reproductiva- estaba
contenida en esos cuerpos que subían y bajaban sin asumir mayores
contratiempos. Sin embargo, con el paso del tiempo y las transiciones laborales
y sexuales aparecen alternativas para representarse nuevas formas de relación
con sus propios cuerpos por medio de metáforas que aluden al cuerpo vivo –
como la planta o el árbol.

En síntesis, las metáforas con las que se representa el cuerpo durante esta
etapa de vida más avanzada están condicionadas por la situacionalidad de cada
sujeta, misma que está sumamente influenciada por la capacidad productiva y
reproductiva que se reconocen –y le es reconocida socialmente. De este modo,
la naturalidad con la que se representa el envejecimiento, que por supuesto
incluye la última transición sexual, es en parte la que permite transitar del

1034
AVRIL ARJONA LUNA

cuerpo-máquina-herramienta al cuerpo-viviente que, con algunas condiciones


fundamentales, puede llegar a asumirse como abiertamente sentí-pensante y
autogestivo del cuidado de sí.

En este sentido, sostengo que cuando están presentes ciertas


certidumbres -como la soledad, la imposibilidad para hacer una vida en pareja
como la hubieran deseado y la omnipotencia de Dios-, y otras tantas
incertidumbres en torno al trabajo remunerado, por ejemplo, éstas fungen
como factores predisponentes que limitan las posibilidades de acción,
detonando prácticas que podrían estar cargadas de agencia, aunque no
necesariamente resulten beneficiosas a corto, mediano y largo plazo.

En otros casos, asumir su agencia a partir de la transición laboral y sexual


resulta más sencillo, pues sus lugares finalmente les reconocen posibilidades de
requerir atención, pero también de cambiar sus hábitos en la medida que se
cuidan y cuidan de sus familias. Estos casos destacan además porque la vida no
necesariamente gira en torno a los tres ámbitos fundamentales para el
bienestar -la familia, el trabajo y la religión- mapeados en esta investigación,
sino que aparecen otros espacios comunitarios que podrían fungir como
factores de protección para las mujeres. Tal es el caso de la Casa Municipal de la
Tercera Edad y el Museo Comunitario del Valle de Xico, espacios en los que si
bien las condiciones simbólicas que se les reconocen parecen muy diferentes,
ambas ofrecen posibilidades para colectivizar aspectos de la vida cotidiana que
les afectan.

Si, como indica Judith Butler, las restricciones abren posibilidades de


resignificación en la reterritorialización –no sólo de términos, sino también de

1035
REFLEXIONES FINALES

espacios y lugares-, la resistencia como ambigüedad, contingencia o abyección


está presente en todo el campo social -aunque se construye, representa y
practica diferencialmente de acuerdo con las condiciones materiales y
simbólicas, con las etapas del curso de vida y las expectativas sociales de las que
estén cargadas, así como con las relaciones dialécticas entre trayectorias
vitales-, para mí es clara la importancia de tener en cuenta que tanto nuestras
vulnerabilidades como nuestras vidas, tanto nuestros límites como nuestras
posibilidades, están interrelacionadas y son interdependientes. Si hacemos
caso omiso a esto, las transformaciones que requieren nuestras vidas
cotidianas difícilmente encontrarán nuevos cursos para devenir y ser.

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1049
ANEXO METODOLÓGICO
1.1 Cuestionario para informantes principales.

No. de cuestionario:
Fecha de aplicación:
Lugar de aplicación:

1. DATOS SOCIODEMOGRÁFICOS
1) Nombre:
2) Edad:
3) Fecha de nacimiento:
4) Estado de origen:
5) Municipio de origen:
6) Colonia donde habita:
7) Nivel de estudios:
8) Estado civil actual: 1) Casada/unida 2) Viuda 3) Separada/divorciada
4) Soltera
9) ¿Ha estado unida con anterioridad? 1) Sí 2) No
10) ¿Con cuál religión se identifica? (si no se identifica pasar a la 12)
11) ¿Es usted practicante de la religión?
12) ¿Con quién vive?
13)
Parentesco Edad Nivel de Ocupación
estudios

14)Servicios con los que cuenta en su vivienda:


a) Luz ( ) d) Teléfono ( )

1051
b) Agua ( ) e) Otros
_____________________
c) Gas estacionario ( )
tanque ( )

15) Vive en: 1) Casa 2) Departamento 3) Otro


_______________________

16) Su vivienda es: 1) Propia 2) Rentada 3) Otro


________________

17) Características de la vivienda:


a) Número de cuartos __________________ e) Garage
(techado)
b) Número de baños ____________________ f) Cochera (sin
techar)
c) Sala ( ) g)
Terminada c/acabados
d) Comedor ( ) sin
acabados
h) Obra negra
( )

18) ¿En su casa quién/quiénes realiza(n) las labores domésticas?


19) ¿Cuáles son los gastos más importantes y constantes en su casa?
20) Actualmente, ¿cuáles son las principales necesidades de su familia?
21) Cuando usted se enferma, ¿a dónde acude normalmente?
22) Cuando alguien en su casa se enferma, ¿a dónde acude normalmente?

1052
2. EMPLEO DOMÉSTICO

23) ¿Cuándo tuvo su primer trabajo como empleada doméstica?


24) ¿Cómo obtuvo ese trabajo?
25) ¿Alguna vez ha trabajado como empleada de planta?
1) Sí 2) No (pasar a 26)
26) ¿Por qué dejó de trabajar en esa modalidad?
27) Empleo actual
(Días de trabajo, colonia, tiempo laborando y salario)

Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Domingo

28) Día/s de descanso:


29) Ingreso mensual promedio:
30) Cuando ha dejado de trabajar, ¿cuáles han sido las principales razones?
31) ¿Cuánto duró el periodo más largo en que dejó de trabajar?
32) Además del trabajo en casa particular, ¿en qué otras actividades
remuneradas ha trabajado?

1053
3. MIGRACIÓN

33) ¿Hace cuánto tiempo que vive en Valle de Chalco?


34) ¿Cuántos años tenía cuando inició su proceso migratorio?
35) ¿Cuál fue el primer lugar de destino?
36) ¿Cuáles fueron los motivos de la migración?
37) ¿Conoce a otras mujeres de su lugar de origen que hayan migrado y
vivan en Valle de Chalco? 1) Sí 2) No (pasar a la 38)
38) Otras mujeres originarias del mismo lugar que habitan en Valle

EDAD OCUPACIÓN

4. SALUD SEXUAL

39) ¿A qué edad tuvo su primera menstruación?


40) ¿A qué edad tuvo su primera relación sexual?
41) ¿Cuántas veces se ha embarazado?
42) Edad al primer embarazo:
43) Edad al último embarazo:
44) ¿Todos sus embarazos llegaron a término? 1) Sí (pasar a la 45) 2)
No
45) ¿Cuántos embarazos no llegaron a término?
46) No. de partos naturales _________ (si no los tuvo pasar a la 47)
47) ¿Dónde y quién atendió cada parto natural?
____________________________ _______________________________
____________________________ _______________________________
48) No. de cesáreas __________ (si no las tuvo pasar a la 49)

1054
48) ¿Dónde atendió cada cesárea? ______________________________
49)A lo largo de su vida, ¿usted o su pareja han usado métodos
anticonceptivos?
1) Sí 2) No (pase a la 51) 3) No sabe (pase a la 51)
50) ¿Cuáles métodos anticonceptivos ha/n usado?
51) ¿Los eventos que nos suceden a las mujeres –como la menstruación, el
embarazo, los partos, la cuarentena, el climaterio- influyen en nuestra
situación laboral?
1) Sí 2) No
52) ¿Por qué sí o no?
53) ¿Actualmente continúa menstruando? 1) Sí (pasar a la 55) 2) No

54) SI YA DEJÓ DE MENSTRUAR,


a. ¿Hace cuánto tiempo dejó de menstruar?
_______________________
b. Conforme la menstruación fue variando y desapareciendo, ¿tuvo
molestias o malestares?
1) Sí 2) No (pasar a la 55)
c. ¿Cuáles molestias o malestares?
d. ¿Recibió atención o ayuda para aliviar las molestias y malestares?
1) Sí 2) No
e. ¿Dónde y quién le brindó la atención o ayuda?

55) SI CONTINÚA MENSTRUANDO,


a. ¿Ha notado cambios en su menstruación a partir de los 40 años?
1) Sí 2) No (pasar a 56)
b. ¿Cuáles cambios percibe?
c. ¿Cómo afectan su vida esos cambios?
d. ¿Qué hace para sobrellevar los efectos de esos cambios?
56) ¿Ha percibido cambios en su cuerpo a partir de los 40 años?

1055
1) Sí 2) No (pasar a 58)
57) ¿Cuáles?
58) ¿Ha percibido cambios en su estado de ánimo a partir de los 40 años?
1) Sí 2) No (pasar a 60)
59) ¿Cuáles?
60)¿Qué pasa con nosotras cuando dejamos de menstruar?
61) ¿Cuáles son las ventajas de dejar de menstruar?
62) ¿Cuáles son las desventajas de dejar de menstruar?

OBSERVACIONES GENERALES
______________________________________________________________________
______________________________________________________________________
______________________________________________________________________
______________________________________________________

1.2 Guía de entrevista para informantes principales.

Guía de entrevista informantes principales184

1. Preguntas sobre ejes generales (detonadoras o


introductorias)

1.1 Los momentos más representativos en su vida

Platíqueme cuáles han sido los momentos más importantes en su vida, desde la
infancia hasta ahora. ¿Por qué esos momentos han sido los más importantes
para usted? ¿Cuáles han sido las decisiones más importantes que ha tomado a

184 Antes de llevar a cabo las entrevistas a profundidad se aplicará un cuestionario y la genealogía a cada
informante principal.

1056
lo largo de su vida entorno a su sexualidad? ¿Cuáles han sido las decisiones
más importantes que ha tomado a lo largo de su vida entorno a su familia?

1.2 Diferencias y similitudes de género

Durante su infancia, ¿cuáles fueron las principales similitudes y diferencias


entre mujeres y hombres? Durante su juventud, ¿cuáles fueron las principales
similitudes y diferencias entre mujeres y hombres? ¿Cuáles son las diferencias
y las similitudes que encuentra actualmente entre mujeres y hombres? ¿Cómo
hubiera sido su vida si en lugar de ser mujer hubiera sido hombre? ¿Cuáles son
las ventajas y las desventajas de ser mujer? ¿Cuáles las ventajas y desventajas de
ser hombre? ¿Es lo mismo ser mujer y hombre en Valle de Chalco que en su
lugar de origen, por qué sí o no? ¿Es lo mismo ser mujer y hombre en Valle de
Chalco que en el D.F.?

1.3 Sexualidad: EBSCs

¿Qué es para usted la sexualidad? ¿Cuándo y quién le habló por primera vez de
la sexualidad? ¿Qué le dijeron al respecto? A lo largo de su vida, ¿en qué otros
momentos y con qué otras personas ha hablado de su sexualidad? ¿Cuáles
fueron los aspectos de la sexualidad sobre los que hablaron? ¿Cómo se han
relacionado la sexualidad y la salud en su vida? ¿Cuáles son los aspectos de su
sexualidad que más ha disfrutado y por qué? ¿Cuáles son los aspectos de su
sexualidad que menos ha disfrutado y por qué? ¿Cómo su sexualidad ha
influido en otras áreas de su vida? ¿Cómo ha influido su sexualidad en sus
relaciones familiares? ¿Cómo ha influido su sexualidad en su trabajo? ¿Sus
experiencias sobre la sexualidad fueron diferentes después de la migración, por
qué sí o no?

1057
1.4Lugar de origen: condiciones, relaciones y migración

¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo eran las relaciones entre mujeres y hombres,
entre mujeres y entre hombres en su lugar de origen cuando usted era niña?
¿Cómo era su lugar de origen cuando usted era niña? (vivienda, trabajo, salud,
educación, alimentación, relaciones familiares) ¿Qué cosas han cambiado?

¿Cómo hubiera sido su vida si no hubiera migrado? ¿Cuáles son las principales
ventajas que usted encontró en la migración? ¿Cuáles las desventajas? ¿Ha
pensado en la posibilidad de regresar a vivir a su lugar de origen, por qué sí o
no?

¿Cuál es la lengua indígena que se habla en su comunidad de origen? ¿Alguien


de su familia la habla? ¿Alguien no la habla pero la entiende? ¿Usted la habla y/o
la entiende?

1.5Empleo doméstico

¿Qué edad tenía cuando tuvo su primer trabajo como empleada doméstica? ¿En
qué modalidad se empleó inicialmente? ¿Dónde se ubicaba su/s lugar/es de
trabajo? ¿Cómo obtuvo el/los empleo/s? ¿Cuáles fueron sus expectativas en
relación al empleo doméstico? ¿Cómo eran sus horarios de trabajo? ¿Cuánto
ganaba mensualmente? ¿Cuáles eran los gastos que podía cubrir con su sueldo?
¿En qué consistía su trabajo, cuáles eran sus actividades? ¿Cuáles eran sus
principales herramientas de trabajo? ¿Recuerda en qué trabajaban sus
patrones? ¿Quiénes conformaban la unidad doméstica de su primera
experiencia laboral como empleada doméstica? ¿Cómo fue su relación con les
patrones? ¿Cómo la trataban? ¿Qué ocurría cuando se enfermaba, tenía
malestares o no se sentía bien? ¿Qué de positivo y de negativo encontró en el
empleo doméstico en su primera experiencia laboral? ¿Por qué dejó o perdió

1058
ese trabajo? ¿Dejar o perder el trabajo tuvo alguna relación con algún evento de
nosotras, las mujeres?

Si tiene experiencia en la MODALIDAD DE PLANTA


¿Cómo eran sus horarios?: entrada, salida, tiempos para comer. ¿Dónde dormía
y tenía sus cosas? ¿Qué comía? ¿Cómo era la comida respecto a lo que comía en
su lugar de origen? ¿Cómo era la comida que recibía en relación a la experiencia
laboral en la modalidad de entrada por salida? ¿Tenía día/s de descanso? ¿Cómo
fue su relación con les patrones? ¿Cómo la trataban? ¿Qué ocurría cuando se
enfermaba, tenía malestares o no se sentía bien? ¿Qué de positivo y de negativo
encontró en el empleo de planta? ¿Por qué dejó o perdió ese trabajo? ¿Dejar o
perder el trabajo tuvo alguna relación con algún evento de nosotras, las
mujeres? ¿Cuánto ganaba mensualmente? ¿Cuáles eran los gastos que podía
cubrir con su sueldo? ¿En qué consistía su trabajo, cuáles eran sus actividades?
¿Cuáles eran sus principales herramientas de trabajo? ¿Recuerda en qué
trabajaban sus patrones? ¿Quiénes conformaban la unidad doméstica de su
primera experiencia laboral como empleada doméstica?
¿En cuántos lugares ha trabajado en la modalidad de planta? ¿Por qué dejó de
trabajar en esta modalidad?

Si sólo tiene experiencia en la MODALIDAD DE ENTRADA POR SALIDA ¿Cómo


eran sus horarios?: entrada, salida, tiempos para comer. ¿Le proporcionaban la
comida? ¿Qué comía? ¿Dónde comía? ¿Cómo era la comida respecto a lo que
comía en su lugar de origen? ¿Dónde vivía y con quién? ¿Se trataba de parientes
o amistades? ¿Por qué vivía con elles? ¿Cuánto ganaba mensualmente? ¿Cuáles
eran los gastos que podía cubrir con su sueldo? ¿Cómo llegaba a su(s) lugar(es)
de trabajo? ¿Cuánto tiempo destinaba al traslado de su casa al trabajo? ¿Cuánto
gastaba en el traslado al trabajo? ¿Quién(es) hacían las labores domésticas del
propio hogar/familia? ¿Qué de positivo y de negativo encontró en el empleo de
entrada por salida? ¿Por qué nunca trabajó en la modalidad de planta?

1059
1.6Historia de pareja

¿Cómo y dónde conoció a su/s pareja/s? ¿Qué edad tenía usted y qué edad tenía
él? Platíqueme cómo ha sido su relación (cortejo, noviazgo, unión). ¿Su familia
estuvo de acuerdo en que se uniera con su/s pareja/s? ¿Por qué sí o no? ¿Cuál/es
ha/n sido las actividades laborales en las que se ha/n desempeñado su/s
pareja/s?
¿Cómo ha sido su relación de pareja en términos de la sexualidad y la
reproducción? ¿Qué hacía su pareja si usted tenía malestares, se sentía mal o se
enfermaba? ¿Qué hacía usted si su pareja tenía malestares, se siente mal o se
enfermaba?
¿Qué opinaba su pareja de que usted trabajara? ¿Qué opina ahora?
¿Qué es lo que más le gusta/ba de su pareja? ¿Qué es lo que más le disgusta/ba
de su pareja? ¿Qué es lo que más le gusta/ba a su pareja de usted? ¿Qué es lo que
más le disgusta/ba a su pareja de usted?

Si están divorciadas o separadas:


¿cuándo y por qué se separó de su pareja? ¿Qué opinaron las personas cercanas
a usted cuando se separó? ¿Cómo cambió su vida tras la separación?

2. Profundizando en la información

2.1 Salud, trabajo, familia y jornadas actuales

2.1.1 Situación general de salud

¿Cómo se encuentra de salud actualmente?


¿Tiene algún tipo de malestar físico o emocional?
¿Cuál/es?

1060
¿Desde cuándo los percibe?
¿A qué se deben los malestares que siente?
¿Cómo influyen los malestares en su trabajo?
¿Cómo influyen los malestares en su familia?
¿Cómo alivia sus malestares?
¿Dónde se atiende?
¿Por qué se atiende ahí?

Si considera que su estado de salud es bueno y no percibe malestares:

¿A qué se debe que su salud sea buena?


¿Qué hace para mantenerse sana?
¿Dónde aprendió esas estrategias para mantenerse sana?

2.1.2 Situación laboral actual

Retomando lo que cada informante manifestó en el cuestionario, en términos de los días


de trabajo actuales, profundizar considerando:

¿Cuántos son los espacios donde trabaja? ¿Cómo son los espacios donde trabaja?
¿Se trata de casas o departamentos? ¿Son chicos, medianos o grandes? ¿Cuáles
son sus principales materiales de trabajo en cada caso? ¿Cómo consiguió el
trabajo en cada caso?

¿Cuántas personas habitan cada espacio laboral? ¿Qué edad calcula que tiene cada
integrante? ¿A qué se dedica cada integrante? ¿Cómo son las relaciones entre
las personas que habitan cada espacio laboral? ¿Quién considera que toma las
decisiones en cada espacio laboral y por qué? ¿Usted con quién trata más
frecuentemente en cada espacio laboral? ¿Por qué con esa/s personas y no con
el resto? ¿Cómo considera que es el trato hacia usted en cada caso? ¿Qué ocurre

1061
cuando se enferma, tiene malestares o no se siente bien? ¿Cuál es el lugar de
trabajo en el que se siente más a gusto, y por qué? ¿Cuál es el lugar de trabajo
donde se siente menos a gusto y por qué? ¿En cuál lugar de trabajo se cansa
más?

En tanto que trabajadora, ¿cuáles son sus derechos en cada espacio de trabajo?
¿Cuáles son sus obligaciones?

¿Qué opina sobre el salario que percibe? ¿Le parece adecuado en relación con las
actividades que realiza? ¿Cuáles son sus labores y actividades? ¿Cuáles son los
gastos que cubre con su ingreso total? ¿Es suficiente? ¿Por qué sí o no? ¿A qué
hora entra y a qué hora sale en cada caso? Aproximadamente, ¿cuánto tiempo le
toma llegar a cada espacio? ¿Qué hace normalmente cuando sale del trabajo?
¿Cuánto tiempo le toma regresar de cada espacio a su casa?

¿Por qué ha permanecido en cada espacio de trabajo? ¿Cuáles son los motivos?
¿Cómo piensa usted que será el futuro en cuanto a su trabajo?

2.1.3 Situación familiar actual

Retomando lo que cada informante manifestó en el cuestionario profundizar


en:

¿Hace cuánto que cada integrante se dedica a su ocupación?


¿Cuál es el ingreso mensual de los miembros que trabajan? ¿Todos aportan al
gasto familiar? ¿Por qué sí o no? ¿Cómo se distribuyen los gastos de la casa
entre los miembros de su familia? ¿Para qué alcanza el ingreso de cada uno/a?
¿Cuáles son las necesidades más importantes en su familia? ¿Cómo hacen para
cubrir dichas necesidades?

1062
¿Cómo se organizan para la distribución del trabajo doméstico en su casa? ¿Por
qué así y no de otra forma?
¿Cómo hacen para tomar decisiones que afectan a uno o varios miembros de la
familia?
¿Cómo son las relaciones entre las mujeres y los hombres de la familia?
¿Cómo son las relaciones entre los hombres de la familia?
¿Cómo son las relaciones entre las mujeres de la familia?
¿Cuáles son los derechos y las obligaciones de cada miembro de la familia?

2.1.4 Tiempos y actividades

¿Cómo se desarrolla su día, desde que se levanta hasta que se duerme, a lo largo
de la semana? ¿Cuál/es son sus días de descanso laboral? ¿A qué dedica su
tiempo libre?

2.2 EBSCs de la sexualidad: trabajo, familia y formas de


atención de la sexualidad

2.2.1 Climaterio y menopausia: información, padecimientos y formas de


atención

¿Cuándo y cómo supo que las mujeres en algún momento dejan de tener la
regla? ¿Dónde y de quién obtuvo la información? ¿Qué se dice de las mujeres
que dejan de reglar? ¿Cuáles son las explicaciones que conoce sobre el cese de la
regla? ¿Qué significa para usted dejar de tener menstruación? ¿Qué significa
para usted el hecho de ya no tener hijas/os? ¿Quisiera haber tenido más o
menos hijos?

1063
A partir de los cuarenta años, ¿usted ha sentido calores, con qué frecuencia?
¿Qué hace para remediarlos? ¿Ha tenido infecciones en vías urinarias o
vaginales? ¿Con qué frecuencia? ¿Qué hace para aliviarlas? ¿Ha notado cambios
en su humor y estado de ánimo? ¿Cuáles cambios y con qué frecuencia? ¿Qué
hace para remediar los cambios en su estado de ánimo y humor? ¿Duerme bien
o le cuesta trabajo dormir? ¿Con qué frecuencia? ¿Qué hace para aliviar el
insomnio? ¿Su nivel de energía es igual que antes? ¿Se cansa más o menos?

¿Cuándo empezó a notar cambios en su regla? ¿Qué edad tenía? ¿Cuáles fueron
los cambios? ¿Cómo se sintió con los cambios? ¿Con quién lo platicó? ¿Qué hizo
ante esos cambios? ¿Los cambios son gratos o no? ¿Por qué? Si percibe
malestares, ¿qué hace para disminuir los malestares? ¿Quién le recomendó
hacerlo así?

¿Usted sabe lo que es el climaterio? ¿Y la menopausia? ¿Cuáles son las


sensaciones relacionadas con el climaterio? ¿Existen riesgos específicos para la
salud de las mujeres a partir de los 40 años? ¿Cuáles son y cómo se previenen?

2.2.1.1 Climaterio, menopausia y trabajo

¿El climaterio ha afectado su trabajo, cómo y por qué?


¿La menopausia ha afectado su trabajo, cómo y por qué?
¿Platica de ello con sus patronas/es? ¿Qué le dicen?
¿Es la salud un tema de plática con las y los patrones? ¿Cuáles son los temas de
salud sobre los que platica con ellas/os?
¿Los cambios en su cuerpo y estado de ánimo, a partir del climaterio y la
menopausia, pueden repercutir en la búsqueda de empleo? ¿Cómo y por qué?
Dichos cambios, ¿pueden repercutir en la obtención y permanencia en el
empleo? ¿Cuáles son las consecuencias de los calores, el cansancio, los cambios
de ánimo, etc. en las actividades que realiza en su trabajo? ¿Cuáles son las

1064
consecuencias en los traslados, los horarios, el ingreso, la alimentación y el
trato?

2.2.1.2 Climaterio, menopausia y familia

¿Usted platica con sus familiares sobre los cambios que experimenta en su
cuerpo? ¿Por qué sí o no? ¿Su familia nota cambios en usted, cuáles? ¿Qué le
recomiendan para lidiar con los cambios, las sensaciones o los malestares del
climaterio y/o la menopausia?
¿Qué piensan les integrantes de su familia sobre el climaterio y la menopausia?
¿Cómo el climaterio y la menopausia afectan sus relaciones familiares?¿Qué
puede significar para los integrantes de su familia el hecho de que usted
experimente cambios en su capacidad reproductiva? ¿Los cambios en su cuerpo
y su estado de ánimo pueden repercutir en la situación futura de su familia?
¿Cómo pueden repercutir?

2.2.2 Información, representaciones y prácticas sobre otros EBSCs de la


sexualidad

2.2.2.1 Menstruación

¿Qué recuerda haber escuchado en relación a la menstruación en su lugar de


origen? ¿Qué hacían las mujeres allá cuando menstruaban? ¿Qué pensaban los
hombres de las mujeres que menstruaban?

¿Qué sintió, pensó e hizo cuando tuvo la regla por primera vez? ¿Lo platicó con
alguien en especial, qué le dijo? En su familia, ¿quién supo que usted ya tenía la
regla? ¿Cuáles fueron las reacciones en su familia cuando supieron que usted
había empezado a menstruar? ¿En la escuela y su casa le explicaron algo al
respecto?

1065
¿Qué significó para usted empezar a menstruar? ¿Tenía sensaciones agradables
cuando menstruaba, cuáles? ¿Tenía malestares durante su periodo o previo al
mismo? ¿Qué hacía para remediarlos? ¿Quén le sugirió esos remedios? ¿Los
malestares continuaron, cambiaron o se detuvieron? ¿Cuándo, cómo y por qué?
En la ciudad, ¿los malestares y las sensaciones relacionadas con la
menstruación fueron iguales o diferentes? ¿Por qué? ¿Los hombres del lugar de
origen y de la ciudad pensaban lo mismo de las mujeres que estaban
menstruando? ¿Por qué sí o no?

¿Cuáles fueron los cambios en su vida a partir de la primera menstruación?


Cuando menstruaba, ¿hacía las mismas actividades que cuando no
menstruaba? ¿Cómo repercutía en sus actividades diarias durante la juventud?
¿Por qué?

¿La sangre del periodo es igual a la sangre de una herida, o a la que circula en el
cuerpo? ¿Qué ocurre en el cuerpo de las mujeres si ya no se pierde esa sangre?

¿Se le viene a la memoria alguna anécdota específica relacionada con su


menstruación?

¿Cuáles eran las medidas higiénicas durante la menstruación en su lugar de


origen? ¿Las medidas higiénicas que usaba cambiaron con el tiempo, cómo
cambiaron y por qué?

¿Qué otros cambios percibió en su cuerpo durante la infancia y juventud?


¿Cómo se sintió con dichos cambios? ¿Habló con alguien sobre los cambios que
experimentó? ¿Con quién y qué le dijo?

1066
2.2.2.2 El ejercicio de la sexualidad y la primera relación sexual

En su lugar de origen, ¿sobre qué aspectos de la sexualidad y la reproducción,


de las mujeres y de los hombres, le hablaron? ¿Quién lo hizo? ¿Qué le enseñó?

De acuerdo con las costumbres de su lugar de origen, ¿en qué momento de su


vida las mujeres pueden tener relaciones sexuales? ¿En qué momento de su
vida los hombres pueden tener relaciones sexuales? ¿Con quién y por qué? ¿Las
mujeres pueden tener relaciones sexuales sin estar casadas? ¿Por qué sí o no?
¿Los hombres pueden tener relaciones sexuales sin estar casados, por qué sí o
no? ¿Los aspectos relacionados con la sexualidad de las mujeres han cambiado?
¿Cómo y por qué? ¿Los aspectos relacionados con la sexualidad de los hombres
han cambiado? ¿Cómo y por qué?

La sexualidad de las mujeres, ¿se vive igual en su lugar de origen que en la


ciudad? La sexualidad de los hombres, ¿se vive igual en su lugar de origen que
en la ciudad? ¿Usted vivió su sexualidad de la misma manera en su lugar de
origen que en la ciudad, tras el proceso migratorio? ¿Por qué sí o no?

Cuénteme lo que para usted sea más importante de su primera relación sexual.
¿Qué aspectos cambiaron con el paso del tiempo? ¿Qué aspectos
permanecieron igual?

2.2.2.3 Embarazo, parto y puerperio

¿Cuándo y cómo supo que las mujeres se podían embarazar? ¿Dónde y de quién
obtuvo la información? ¿Cómo es que las mujeres se embarazan? ¿Quién le
explicó lo que comenta?

1067
Cuando se embarazó por primera ocasión, ¿cómo se dio cuenta de que estaba
embarazada? ¿Qué sintió y pensó cuando se dio cuenta? ¿Qué hizo? ¿Qué sabía
usted sobre el embarazo, su proceso y los cuidados necesarios? ¿Quién le
proporcionó esa información? ¿Le sirvió para el desarrollo de su primer
embarazo? ¿Por qué sí o no?

¿Qué edad tenían en cada uno de sus embarazos? ¿Cómo se desarrollaron los
embarazos? ¿Cuáles fueron las sensaciones agradables en cada uno? ¿Tuvo
sensaciones desagradables, cuáles? ¿Buscó ayuda para resolver las sensaciones
desagradables? ¿Quién le ayudó o atendió? (Madre, suegra, hermanas, amigas,
tías, partera, médico, enfermera) ¿Recibió atención médica en cada proceso
previo al parto? ¿Quién la proporcionó y en qué consistió? ¿Cuáles fueron las
prácticas de cuidado durante los embarazos? ¿Quién le recomendó dichos
cuidados?

¿Dónde tuvieron lugar los partos? ¿Por qué ahí y no en otro lugar? ¿Quién la
atendió en cada caso? ¿Cómo fue la atención prestada? ¿Qué significó para
usted el parto natural y por qué? ¿Qué significó la cesárea y por qué? ¿Cuáles
fueron las prácticas de cuidado después de cada embarazo? ¿Quién le
recomendó dichos cuidados? ¿Cómo se sucedió la cuarentena tras cada parto?
¿Cómo cambió su cuerpo con cada término del embarazo? ¿Qué implicaron
para usted los periodos de cuarentena? ¿Cómo los vivió? ¿Tuvo alguna
complicación o malestar en los cuarenta días posteriores a cada
alumbramiento? ¿Cómo los embarazos, partos y puerperios afectaron sus
actividades cotidianas? ¿Experimentó alguna desgracia con algún bebé, con
algún hijo o hija?

¿A qué se dedicaba cuando tuvieron lugar los embarazos? ¿Su actividad era
remunerada? ¿En qué trabajaba? ¿A cuánto ascendía su ingreso mensual?
¿Cómo influyeron los embarazos en su situación y relaciones de trabajo? ¿Cómo
influyeron los partos en su situación y relaciones de trabajo? ¿Cómo influyeron

1068
las cuarentenas en su situación y relaciones de trabajo? ¿Ha recibido algún tipo
de ayuda, apoyo o consejo de sus patronas/es en relación a los embarazos,
partos y puerperios? ¿Cómo influyó la maternidad en su situación laboral?
¿Dejó de trabajar, cuándo y durante cuánto tiempo y por qué? ¿La maternidad
influyó en las oportunidades de trabajo que ha tenido, cómo? ¿Qué hizo para
conciliar maternidad y empleo? ¿Qué actores les permitieron conciliar los dos
aspectos? ¿Cuáles otros obstruyeron la conciliación?

¿Cuál fue su situación de pareja en cada embarazo? ¿Cómo se sitió su pareja


cuando supo de cada embarazo? ¿Cuáles fueron las actitudes de su pareja en
cada proceso de embarazo, parto, cuarentena? ¿Los embarazos partos y
cuarentenas afectaron la situación familiar, cómo? ¿Cómo estos eventos
afectaron las necesidades familiares? ¿Qué ha significado para su pareja ser
padre?

¿Las sensaciones y significados de los embarazos cambiaron de uno a otro?


¿Por qué? ¿Cuáles fueron los cambios en su cuerpo con cada embarazo? ¿Qué
opinaron las mujeres y los hombres cercanos en relación a cada embarazo? ¿Por
qué opinaron de tal o cual forma?

¿Qué ha significado para usted ser madre? ¿Cuáles son las ventajas y las
desventajas?

¿Cómo se atienden normalmente los embarazos, partos y cuarentenas en su


lugar de origen? ¿Quién los atiende? ¿Estas prácticas han cambiado, cómo y
cuáles?

1069
2.2.2.4 Aborto y anticoncepción

¿Cuántos de sus embarazos concluyeron en hijos nacidos? Si no todos


concluyeron en hijos nacidos ¿cuáles fueron los motivos?

¿Utilizó métodos anticonceptivos en los periodos interembarazo? ¿Por qué sí o


no? ¿Cuáles fueron los métodos utilizados? ¿Quién los recomendaba y dónde los
obtuvo?

¿En algún momento consideró, usted o su pareja, la posibilidad de interrumpir


alguno de sus embarazos? ¿Por qué sí o no? ¿Qué opina usted sobre el aborto?
¿Lo hizo alguna vez? ¿Cómo lo hizo? ¿Quién lo recomendó así? ¿Cómo se sintió?
¿Lo platicó con su pareja?

En su lugar de origen, ¿cómo se atienden los embarazos que no llegan a


término? ¿Quién los atiende? ¿Cuáles son las estrategias que utilizan las
mujeres para no quedar embarazadas cuando no es su deseo?

2.2.2.5 Climaterio y menopausia en el lugar de origen

Cuando usted vivía en su lugar de origen, ¿usted sabía que en algún momento
su menstruación se alteraría y paulatinamente desaparecería? ¿Con quién
habló al respecto? ¿Qué se decía y pensaba de las mujeres adultas que dejaban
de menstruar? ¿Qué significa en su lugar de origen que las mujeres ya no
puedan tener hijos? ¿Cómo repercute ese cambio en otros aspectos de la vida de
las mujeres adultas? En su lugar de origen, ¿cómo es la vida de las mujeres que
empiezan a envejecer? ¿El envejecimiento de las mujeres se vive igual en su
lugar de origen que en Valle de Chalco? ¿Se vive igual en el D.F.?

1070
2.2.2.6 Empleo doméstico

¿Cómo los eventos de la sexualidad de las mujeres, como la menstruación, las


relaciones sexuales, los embarazos, partos y puerperios han modificado,
reordenado o impedido su práctica laboral? ¿Sus patronas o patrones le han
ayudado a atender alguno de los malestares, sensaciones o procesos
relacionados con su sexualidad? En los periodos de embarazo, ¿cómo actuaron
sus patrones? ¿Cuáles fueron los acuerdos laborales en esos momentos? ¿Usted
podía tomar una licencia y regresar al trabajo al cabo de cierto tiempo? ¿Por qué
sí o no?

¿Cómo fue que el empleo doméstico se convirtió en la opción laboral más viable
para usted? ¿Cuáles son los beneficios de dedicarse al empleo doméstico y por
qué? ¿Cuáles son los costos y por qué? Cuénteme una anécdota agradable sobre
su situación y actividad como empleada doméstica. Cuénteme una anécdota
desagradable sobre su situación y actividad como empleada doméstica.

Considerando su experiencia, ¿cuáles tendrían que ser en su opinión los


derechos laborales de las empleadas domésticas? ¿Cuáles tendrían que ser sus
obligaciones? ¿Quién o quiénes serían las y los indicados para regular la
situación laboral de las empleadas domésticas?
2.2.2.7 Familia

¿Dónde vivió y cómo era su situación de vida al momento de unirse por


primera ocasión? En caso de haber otras uniones, ¿cómo fue en las siguientes
uniones?

¿Cuántas hijas o hijos consideraba ideales cuando se unió con su/s parejas?
¿Usted hablaba con su pareja sobre las necesidades familiares a partir de la
llegada de los hijos? ¿Por qué sí o no? ¿Cómo fueron cambiando las necesidades

1071
familiares a partir de la llegada de sus hijos y su proceso de crecimiento? ¿El
trabajo de su esposo ha sido estable? ¿Por qué sí o no?

¿Cómo la relación con su pareja ha influido en la continuidad o discontinuidad


en el empleo doméstico? Cuando sus hijos/as fueron chicos/as, ¿quién les
cuidaba? ¿Usted podía seguir trabajando fuera de su casa?

¿Su familia la ha apoyado de alguna manera para atender los eventos de la


sexualidad, sus malestares y sensaciones? ¿Cómo?

A partir de que usted se unió con su pareja, después con la llegada de los
hijos/as, ¿cuáles han sido sus derechos al interior de su familia? ¿Cómo ha
influido en sus relaciones familiares, de pareja y con sus hijas/os, el hecho de
que usted trabaje?

2.2.2.8 Migración

¿Qué se decía de la migración a la ciudad en el lugar de origen cuando usted


vivía allá? ¿Qué se decía de los hombres migrantes? ¿Qué se decía de las mujeres
migrantes? ¿Las mujeres y los hombres migraban por los mismos motivos,
cuáles eran éstos? ¿Qué le dijeron a usted sus familiares y amigues en relación a
la ciudad? ¿Cuáles fueron los motivos por los que usted decidió no quedarse en
su lugar de origen? ¿Qué expectativas tenía de la migración? ¿Tienen otros
familiares, conocidos/as y amigas/os que también hayan migrado? ¿A dónde
migraron? ¿Cómo han cambiado sus relaciones a partir de la migración propia
y de otras/os significativas/os? ¿Qué cosas cambiaron en su sexualidad, su
trabajo y su familia a partir de su llegada a la ciudad?

¿Quién o quiénes le ayudaron a migrar? ¿Cómo conoció a esas personas? ¿Se


trata de mujeres o de hombres? ¿Qué papel jugaban esas personas en la

1072
migración de las mujeres de su edad? ¿Qué consejos recibieron al llegar? ¿Qué
les pareció la ciudad? ¿Qué hicieron cuando llegaron? ¿A qué se dedicaron y
durante cuánto tiempo lo hicieron? ¿Dónde vivían y con quién?

¿Han regresado a su lugar de origen? ¿Por qué y para qué? ¿Cuáles son las
fechas más significativas de visita al lugar de origen? Cuando visita su lugar de
origen, ¿a dónde llega y a quién/es visita? ¿Con aquellas personas habla de su
situación laboral, familiar y sexual-reproductiva? ¿Por qué sí o no?
¿La migración de mujeres y hombres en su lugar de origen ha aumentado o
disminuido? ¿Por qué cree que sucede así? ¿Qué recomendaría a las mujeres y
hombres que migran desde su lugar de origen a otro lugar para salir adelante?

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