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HERRAMIENTAS DE LOS PRIMEROS VIAJES *

SIETE MAESTROS MASONES

¡Al Gran Hermes Trismegisto, el tres veces Grande, transmisor de la Sabiduría Divina; a las
Musas, inspiradoras de las Ciencias y las Artes Sagradas, acójanme en
su enthousiasmós divino para así poder escuchar la Música Celeste y unirme en esa música
a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo!

No cabe la menor duda en el corazón de aquel que ha sido iniciado en la Masonería,


heredera en Occidente de la Tradición, Unánime y Primordial, de que ha recibido una
inmensa gracia que le sobrepasa y trasciende. Le ha sido transmitida la Luz, la influencia
espiritual que ha despertado en él la conciencia del mundo Divino, Sagrado, misterioso y
oculto, pero verdadero, perceptible, inteligible –real– que es su origen y verdadera
identidad. No es la luz brillante que distrae y deleita los sentidos, sino aquella que al cerrar
los ojos, absorbe el recuerdo del presente eterno, el silencio, lo que siempre es, centro de
donde todo emana y a donde todo vuelve. Brillo interior que reconoce el Cielo y la Tierra
como la totalidad de una sola cosa, que todo lo abarca y que el hombre sintetiza y une, el
cual tomando conciencia de su función unificadora logra que resuene en él la Belleza de
una única Realidad; el Principio en cuyo pensamiento todo es eternamente, el Principio de
la luz infinita no manifestada. Luz que desciende por el Verbo y el soplo del espíritu
fecundando toda la creación, manifestándose así el Principio, el Uno, en Todo.

Así ha sido penetrada, fecundada, el alma del recipiendario que se ha abierto a recibir la
Luz de la Inteligencia, la gracia del Espíritu que sopla donde quiere y cuando quiere. Pero
para que la Luz, el sonido inaudible, que yace inmanente en el hombre pueda desplegarse,
él deberá antes morir a todo lo aprehendido del medio profano que niega lo sagrado e
impide que el alma pueda emprender el viaje

de las tinieblas a la luz, del caos al orden, de la potencia al acto,

como dicen los Siete Maestros Masones1. El aprendiz ha pasado por su primera muerte
simbólica, pero debe, a través de un proceso, morir verdaderamente al hombre viejo,
ignorante, ilusorio, inexistente. Sumergido, se arrastra entre nubarrones, en la sombra,
dominado por sus más obscuros instintos y lucubraciones, en su "protagonismo", en el
error, a falta de una inteligencia ordenadora que lo acerque a su verdadera esencia. En el
rito de iniciación, el Ven.·. Maestro le dice al recién iniciado al término de su primer viaje:

Caballero, el viaje simbólico que acaba de hacer es la imagen de la vida humana. Los
ruidos que ha escuchado simbolizan las pasiones que la agitan; los obstáculos que ha
encontrado significan las dificultades que le hombre sufre y que no puede vencer ni rebasar
mientras no adquiera la fuerza espiritual y los conocimientos que le permitan luchar contra
la adversidad, gracias también a la ayuda que pueda recibir de sus semejantes. Estas
dificultades son mayores para los que no poseen la Luz, y que por ello ignoran las leyes
profundas del Cosmos y obran muchas veces contra estas leyes.
La ascensión que Ud. ha intentado en estas circunstancias debía ser, fatalmente, seguida de
una caída, que hubiera podido ser mortal, sin la ayuda de manos fraternas que le han
sostenido en el momento más crítico.

Esta experiencia simbólica debe incitarle a la moderación en sus deseos, a la prudencia en


sus ímpetus; constituye "La prueba del Aire" de los antiguos Misterios, que viene después
de la "Prueba de la Tierra" que ha sufrido durante su estancia en la "Cámara de Reflexión".

Por eso se le dice al aprendiz que lo primero que debe hacer es pulir la Piedra Bruta,
símbolo de su naturaleza grosera e imperfecta, con gran rigor y amor, ayudado por el Mazo,
el Cincel y la Regla de 24 pulgadas, herramientas que le han sido dadas para estas primeras
pruebas y que posibilitarán buscar dentro de sí, oculto en esa Piedra, su verdadero ser. La
mente no puede con ella misma; no puede dominar sus pasiones, sus impulsos, las
ilusiones, sus pensamientos automáticos aprehendidos del medio profano. Pero gracias a la
influencia espiritual que ha recibido mediante el rito iniciático y la Inteligencia iluminadora
que ha fecundado su alma, es que puede observar "un plano desde otro". Observa sus
densidades, las pasiones, los "enemigos internos" que aparecen nomás pueden; se los
aguanta y frenándolos, "poniéndose al orden", los disuelve en el fuego del amor, en la
unión que se ha producido en el corazón por el rigor de la inteligencia que discierne y
separa, pule y conduce a lo esencial y verdadero. Es la "recta intención", ese amor por la
verdad, que hace posible que la fuerza de la voluntad pueda ejercer una acción real
destruyendo todo lo superfluo, las adherencias que cubren lo esencial, creando un espacio
para que aflore la "presencia real" que yace inmanente en su seno. Así podrá emprender su
viaje, primero separando y luego reuniendo lo disperso, hacia la reintegración de sí mismo
y cumplir con su verdadero destino completando la obra inacabada de su Padre, como
verdadero intermediario uniendo lo que no puede unirse si no es por mediación del hombre
regenerado.

Sólo por la Gracia y la invocación desde lo más profundo del corazón es que puede verse
desnudo, sin apariencia, en todo el dolor de su imperfección y estupidez, pero también sólo
por la gracia es que puede reconocerse en lo verdadero, mediante la inteligencia, el
pensamiento, la meditación en el orden que le ha sido transmitido por la Iniciación, la
Enseñanza y la Doctrina, conservadas en la tradición Hermética, Pitagórica y Masónica de
modo permanente hasta nuestros días, revelada "más allá del tiempo". Esto es decir, en
términos de la Tradición Masónica –Arca, Templo y modelo arquetípico–, que el trabajo
por el cual debe empezar todo aprendiz en la construcción de sí mismo, es pulir su Piedra
Bruta, símbolo de la naturaleza deforme, imperfecta, inacabada y también caótica del
hombre profano y del mundo que lo ha conformado. Para poder darle forma acorde a su
destino, debe ser tallada y pulida, simultánea y conjuntamente por el Cincel, que simboliza
el rigor de la Inteligencia, rayo fecundador y ordenador, y el Mazo que simboliza la fuerza
necesaria de la voluntad, que tiene que ejercer para golpear con firmeza las irregularidades,
templando el carácter, separando lo sutil de lo grosero y denso, discerniendo lo sagrado de
lo profano, lo falso de lo verdadero y eterno dando lugar al nacimiento del hijo del Cielo y
la Tierra.
Es pues, en el dolor y el llanto, en el sacrificio, en el sufrimiento de desbastar la Piedra, el
"hacer sagrado", en la realización de que no somos nada y la gran carcajada que esto
también produce, en el reconocimiento de nuestra naturaleza grosera e imperfecta y su
posibilidad de transformación, que se puede querer (que es una acción de la voluntad)
remontar a la plenitud del Padre; darse a luz a sí mismo, por sí mismo, en sí mismo.

Invocando constantemente ser guiado y protegido en todo momento por los dioses, por
Hermes, guía divino, desde las profundidades del infierno (lo inferior) a lo más alto de los
cielos (los estados superiores de ser), el aprendiz masón emprende la tarea de construir su
templo interno a imagen del Orden Divino concebido en el pensamiento del Gran
Arquitecto del Universo, y conociendo ese Orden, haciéndolo en sí a la Gloria de su
Creador es que se reconoce en su verdadera esencia, según lo revela la tradición.

Pero para que esta transformación, este orden, pueda operarse haciéndose real y las
posibilidades inherentes al ser puedan desplegarse y encarnarse, el aprendiz deberá
mantener vivo el fuego interno, la pasión y el amor por el Conocimiento, penetrando en el
rito, en el pensamiento de Aquel que todo lo concibe, en la recreación constante del orden
de la creación, de los atributos divinos, la meditación creativa y la invocación del corazón,
el estudio y el descanso. Así como la Creación se manifiesta en el tiempo, ordenado por las
leyes y ciclos cósmicos, y en el siempre presente, así también el aprendiz deberá ordenar su
tiempo y trabajar arduamente, día a día, momento a momento, ya que la construcción se
hace en el tiempo, cíclico, con pautas e intervalos, y en el eterno presente. Este orden diario
está simbolizado por la Regla de 24 pulgadas o divisiones que, como lo apunta el ritual de
instrucción de Primer Grado,

… simboliza el día del masón, para quien todas las horas deben ser empleadas útilmente.

La Regla también es símbolo de la rectitud como el eje que porta el Maestro de Ceremonias
en forma de bastón en las circunvalaciones alrededor del Ara o centro de la Logia,
simbolizando la ley, la medida y por lo tanto el tiempo y los ciclos, las revoluciones de los
planetas creando escalas, pautas, intervalos, términos que se manifiestan en el plano
horizontal por el movimiento aparente del sol en el día y en el año marcando las estaciones,
el ritmo y el orden.

En la instrucción del Primer Grado le es preguntado al aprendiz:

– ¿En qué consiste el trabajo del aprendiz?

– En desbastar la Piedra Bruta, a fin de despojarla de sus asperezas y acercarla a una forma
en consonancia con su destino.

– ¿Cuál es la Piedra Bruta?

– Es el profano, producto grosero de la naturaleza, que el arte de la Masonería debe pulir y


transformar.
– ¿Cuáles son las Herramientas del aprendiz?

– La Regla de 24 pulgadas, el Mazo y el Cincel.

– ¿Qué representan?

– La Regla de 24 divisiones recuerda la alegoría egipcia de las 24 puertas atravesadas por el


sol en su marcha aparente, y simboliza el día del masón para quien todas las horas deben
ser empleadas útilmente; el Mazo representa la Voluntad, normalmente aplicada a la
transformación del Profano en Iniciado; el Cincel representa la inteligencia que perfecciona
esta Gran Obra.

Entonces, acallando el ruido interno, los demonios, podrá entrar en el verdadero Silencio
donde se une al Pensamiento Divino, a lo Verdadero, en el ahora y siempre donde todo es
Uno. Sólo allí se puede pensar que la Piedra se pule de verdad en unión a la Voluntad
Divina, según lo atestiguan unánimemente los textos sagrados, comenzando por el Corpus
Hermeticum.

NOTAS
*
Este trazado pertenece al volumen de arquitectura: La Logia
Viva, Simbolismo y Masonería, publicado por Ed. Obelisco,
Barcelona, julio 2006.
1
Siete Maestros Masones, Símbolo, Rito, Iniciación: La
Cosmogonía Masónica. Ed. Obelisco, Barcelona 1992. 2ª ed.: Ed.
Kier, Buenos Aires 2003

http://hermetismoymasoneria.com/herramientas_viajes.htm

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