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¿Los cristianos están

demasiado enfocados en el
cielo?
¡No! Parece una paradoja decir esto, pero el cielo debe
ser el centro de nuestra visión del mundo cristiana.
Para un cristiano, una apropiada "visión del mundo" se
enfoca en el cielo.

Aunque muchos dirán que eso parece ser un escape, la


Escritura nos manda: “Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). El
Apóstol Pablo escribió este mandamiento, y su enfoque
en su vida no fue de escapar.

De hecho, Pablo es un ejemplo maravilloso de la


apropiada perspectiva bíblica entre el cielo y la tierra. Él
enfrentó persecución abrumadora en esta tierra y
nunca perdió su vista del cielo. En 2ª Corintios 4:8-
10 él dice:

“Que estamos atribulados en todo, mas no


angustiados; en apuros, más no desesperados;
perseguidos, más no desamparados; derribados, pero
no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por
todas partes la muerte de Jesús, para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”
(2ª Corintios 4:8-10).

Después en los versículos 16 y 17 agrega, “Por tanto,


no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día. Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un
cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. (2ª
Corintios 4:16,17). También dijo a la iglesia de
Roma, “Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse”
(Romanos 8:18).

Pablo dijo exactamente lo mismo que Pedro le dijo a los


creyentes perseguidos y dispersos: nosotros soportamos
los sufrimientos de este mundo por causa de la gloria
del cielo. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que según su grande misericordia nos
hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos, para una
herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros, que sois guardados por el poder de Dios
mediante la fe, para alcanzar la salvación que está
preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque
ahora por un poco de tiempo, si es necesario,
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más
preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se
prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y
honra cuando sea manifestado Jesucristo,” (1ª Pedro
1:3-7). Lo que sufrimos en esta vida no se puede
comparar a la gloria de la vida que está por venir.

En otras palabras, no buscamos escaparnos de esta


vida soñando con el cielo. Pero sí sabemos que podemos
enfrentar esta vida porque tenemos la esperanza del
cielo. El cielo es eterno. Esta tierra es temporal.
Aquellos que anclan sus afectos en las cosas temporales
de este mundo, son los verdaderos escapistas, porque
no quieren enfrentar la eternidad – escondiéndose en
las sombras de las cosas que son transitorias.

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