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Juan Bosco Sánchez Luna 1

Martes 28 de noviembre de 2017

JESÚS Y LOS POBRES

INTRODUCCIÓN
Dios es Amor1, y todo lo que hace lo hace por amor. Es el Dios que crea, que sostiene, que
elige y acompaña; es el Dios que se encarna en la historia humana para salvar al hombre. Y
lo hace asumiendo perfectamente nuestra carne, con todas sus limitaciones. Nacido de una
mujer, formado desde su vientre purísimo, el Hijo Eterno de Dios entra en el tiempo. Un
tiempo concreto, en un lugar y pueblo específico: el pueblo de Israel. No obstante, no son
exclusivas de ese pueblo la miseria humana, la pobreza y la marginación que Jesús afrontó,
y que experimentó en carne propia. Toda su vida terrena, desde el principio hasta el fin, se
desenvolvió en el margen de la pobreza. Amó tanto a los pobres que se hizo pobre, para
enriquecernos con su pobreza. «El “mandamiento” del amor es posible sólo porque no es
una mera exigencia: el amor puede ser “mandado” porque antes es dado»2. El amor al
prójimo no es una mera actitud genérica ni un concepto filosófico, sino que es el
compromiso práctico aquí y ahora con aquél que me necesita. La reflexión de este trabajo
gira en torno a esta enseñanza de Cristo, reflejada en su ministerio. El Reino de Dios que
Jesús anuncia está dirigido, primeramente, a los pobres y sencillos, a los marginados. Jesús
mismo se identifica con los pobres: «los hambrientos y sedientos, los forasteros, los
desnudos, enfermos y encarcelados. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mat 25, 40). Amor a Dios y amor al prójimo se
funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a
Dios»3.

1. Los pobres de YHVH


El A.T. habla muy a menudo de la Pobreza considerada como fenómeno social. Ninguna
literatura antigua nos la describe tan detalladamente. La pobreza individual, al parecer, no
se manifiesta en Israel como fenómeno social tan radical hasta la institución de la
monarquía. Pues anteriormente, las tribus nómadas disfrutaban de una prosperidad relativa.
Rebaños más o menos abundantes ofrecían una base aceptable de sustentación que
respondía a las escasas necesidades de aquellos grupos nómadas. A su vez, la pertenencia a
la tribu implicaba la plena participación en los bienes comunitarios, lo que impedía la
pobreza de unos miembros frente a la abundancia de otros4. Con la monarquía, la creación
de la clase de funcionarios, el comercio, la construcción de lujosas viviendas, la imposición
de los impuestos, la corrupción y las guerras, se desencadenó una situación social de
pobreza cada vez mayor en el pueblo de Israel. Gran parte de la actividad de los profetas se
centró en la denuncia de las injusticias cometidas en contra de los pobres e indefensos. El
pueblo mismo, durante el exilio, asumirá la imagen del pobre para referirse a él. Es en todo
este contexto donde surge con claridad en Israel la figura del «pobre», que es aquél que
carece de medios de subsistencia, el desposeído y oprimido, el que tiene que soportar la
carga que supone el mantener la riqueza de unos cuantos.
1
Cf. 1Jn 4, 8.
2
DCE, 14.
3
DCE, 15.
4
Cf. «Pobreza» en J. B. BAUER, Diccionario de Teología Bíblica, 828-830.
Juan Bosco Sánchez Luna 2
Martes 28 de noviembre de 2017

Entre diversos términos que usa el hebreo para referirse al pobre, sobresale uno en
particular: «‫«( »עָ נָו‬anav») que proviene de la raíz «'anah», cuyo significado original sería:
estar encorvado, inclinado, hundido, humillado, agobiado. El «‘ani» es “el hombre que se
encuentra en un estado de valor, de capacidad, de vigor disminuidos”, bajo el peso de la
miseria transitoria o permanente, derivada de la pobreza económica, y también de la
enfermedad, del cautiverio y de la opresión5. Es el equivalente del término español
humillado. Pobre significa, por tanto, el humillado; lo que supone siempre al poderoso, al
rico, como culpable y causante de esa pobreza. «La pobreza no es sólo una situación
personal que afecta al individuo, sino sobre todo una incorrecta relación interhumana
causada por la injusticia del hombre para con el hombre, e implica una ruptura de la
solidaridad y de la comunión, de la comunidad reunida por Yahvé»6. Sin embargo, la
pobreza fue entendida posteriormente como un estado de “justicia” ante Dios. Los pobres
de Yahvé son el resto fiel de Israel, que esperan la liberación de los opresores. Esperanza
que yace en la figura del Mesías, que vendrá a restituir la justicia, a levantar al caído 7. El
pobre se convertirá en el «restituido» de Dios. Pobreza significa ahora proximidad a Dios,
apertura interior a Dios, disponibilidad de espíritu y humildad ante Dios.

2. “Bienaventurados los pobres de espíritu…”

5
Cf. P. M. Bogaert – M. Delcor, Diccionario Enciclopédico de la Biblia, 1227-1228.
6
M. GESTEIRA, Jesús y los pobres, 13, en “Caridad y Marginación”, No. 13-14 de junio de 1980.
7
Cf. Is 9. 5-6; 42, 3.

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