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EL TALLER DE LA FILOSOFIA
Una introducción a la escritura filosófica
Quinta edición
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EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
PAMPLONA
Primera edición: Agosto 1999
Quinta edición: Febrero 2010
ISBN: 978-84-313-2355-4
Depósito legal: NA 318-2010
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu
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ción escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser
constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).
Ilustración de la cubierta:
«Penélope al telar con sus tejedoras»,
Giorgio Vasari y Giovanni Stradano (c. 1562)
Sala de Penélope, Palazzo della Signoria, Florencia
Composición:
Adolfo Castaño de León
Imprime:
G ráficas A lzate, S.L. Pol. Comarca 2. Esparza de Galar (Navarra)
dientes, utilizando para ello, por ejemplo, los corchetes [...], pero
en cada página podrá haber sólo dos o tres de esos flecos, no
más.
Otro peligro de esos borradores rápidos es su excesiva
extensión o la desproporción entre sus partes. Si hemos de
escribir una recensión de quinientas palabras, o un resumen de
dos mil, o un artículo de siete mil, no podemos consentirnos el
escribir siquiera una palabra más. Al contrario, en la plani
ficación inicial de las secciones habrá que asignar a cada parte
un número proporcional de palabras, de acuerdo con el esquema
de introducción, desarrollo del tema y final o conclusión; y
luego al escribir habremos de atenernos estrictamente al tope
máximo que nos hayamos impuesto. “De esta manera, —explica
Caldera— la composición será un todo significativo y no un
amasijo de signos. Ha de cuidarse por tanto la buena articulación
de sus partes. Y en particular, su proporción. No sería razonable
que se invirtiera la mayor parte del espacio en la introducción,
diciendo que vamos a decir algo, que, al final, apenas mencio
namos”166.
El horario del taller. La escritura profesional de filosofía
requiere de un horario de trabajo, como lo tienen los zapateros,
los comerciantes y las empresas. Escribir bien requiere tiempo.
Nuestra escritura es el destilado de muchas horas de trabajo, de
reflexión. Como quien se dedica a la filosofía combina de
ordinario la investigación que se traduce en escritura, con la
docencia y tareas administrativas de todo tipo, hace falta reser
var unas horas, unos días a la semana, para escribir con el nece
sario aislamiento lo que nos apetezca o lo que debamos escribir.
167. Sertillanges, La vida intelectual, 46-49; Caldera, El uso del tiempo, 23.
168. Poincaré, "La creación matemática", 2-4.
169. d'Ors, Novísimo Glosario, III, 759.
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los libros para los que buscan recensionador. Se trata ésta de una
vía realista para comenzar a publicar en revistas de otros países.
2) Es una ingenuidad —que de ordinario se paga luego—
escribir una recensión en contra de un libro: es mucho mejor no
hacerla175. 3) Tampoco debe escribirse una recensión adulatoria
porque el autor del libro sea, por ejemplo, el Decano de la propia
Facultad. En esos casos bastará con atenerse a la descripción del
libro y mencionar sus cualidades más destacadas. 4) En oca
siones habrá que escribir una recensión positiva de un colega o
amigo que no logra que las revistas profesionales se hagan eco
de su libro, pero, en cambio, no resulta acertado escribir uno
mismo una recensión de un libro propio y pedirle a un colega o
amigo que la firme.
El segundo escalón en la carrera de las publicaciones son las
comunicaciones o presentaciones a congresos. El valor de esa
publicación dependerá por supuesto del tipo de congreso de que
se trate y de que nuestra comunicación sea incluida efectiva
mente en las actas. Los resúmenes de las intervenciones
0abstracts), incluidas en el folleto de mano o similar que se
distribuye al inicio del congreso, —y que en muchos casos es lo
único que se publica—, no son aceptados ya como publicaciones
científicas por los organismos que evalúan la actividad inves
tigadora. Los organizadores de estos grandes congresos suelen
prácticamente aceptar todas las comunicaciones presentadas con
tal de que abonen la cuantiosa matrícula del congreso y cumplan
unas mínimas condiciones formales. La evaluación de estos
congresos resulta bastante penosa, pues a menudo son más una
modalidad de turismo “científico” que verdaderos aconteci-
esfuerzo han invertido en esa tarea unos límites tan claros como
los que aquí se indican.
Precisar el número total de páginas y de palabras lleva como
consecuencia a definir con la misma precisión el número de
capítulos y la extensión de cada uno de ellos y el concreto
formato de la página. El caballo de carreras necesita de riendas
y estribos que, aunque parecen limitar su creatividad, hacen
posible que gane la carrera. Esto mismo son estas limitaciones
de extensión —además de las del tiempo que disponemos para la
investigación— que llevan a encorsetar un tema, o mejor, a
ajustarlo a las prácticas comunicativas aceptables en nuestra
comunidad universitaria contemporánea. Interés particular tiene
el elegir desde un principio el formato final que tendrá la tesis,
esto es, precisar desde un principio y escribir ya desde el primer
borrador en el formato (caja, interlineado, cabecera y notas a pie
de página, tipo de letra en el cuerpo y en las notas, etc.) que será
el definitivo. Eso permite que el autor y el director de la
investigación tengan desde el principio ante sus ojos el borrador
de la tesis con la misma apariencia que tendrá en su momento el
texto definitivo ante el tribunal. Esto ahorra muchos disgustos y
muchas sorpresas de última hora. Los avances en los programas
informáticos de procesamiento de textos facilitan también
mucho todo este trabajo a quien se tome la molestia de enterarse
un poco.
Lo importante es no dejarse intimidar por la perspectiva de
escribir cuatrocientas páginas y seguir el consejo de Descartes
para resolver los problemas: desmenuzarlos en partes y proceder
en consecuencia. Una vez definida el área de investigación, el
director de tesis y el problema que queremos afrontar hay que
elegir un buen título provisional, si hace falta con un subtítulo
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18 8 . M a r ía s , " L a s te s is d o c to ra le s (y II)" .
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