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La muerte de Jesús.

I: Por qué matan a Jesús1

No hay duda de que Jesús murió violentamente.


Así lo confirma el kerigma primitivo, tanto en su El carácter progresivo de estas amenazas lo ha
versión más histórica (1Tes 2,15), como en su ver- destacado Lc con más exactitud que los otros sinóp-
sión más teologizada (Hch 2,23). Y los cuatro evan- ticos. En 6,11, los escribas deliberan contra él por-
gelios lo confirman con toda claridad. A la pasión y que ha curado en sábado. Lo mismo ocurre más
muerte de Jesús le dan la máxima importancia y la masivamente en 11,53 –una vez ya comenzada la
máxima extensión, de manera que los evangelios no subida a Jerusalén–, y en 13,31, los mismos farise-
son otra cosa que la historia de la pasión con una os le avisan de que Herodes quiere matarlo, aunque
larga introducción su intención pudiera ser simplemente que Jesús
abandonara aquel lugar. Ya en Jerusalén los escri-
La muerte violenta de Jesús presenta dos pro- bas y los sumos sacerdotes le buscan para matarle
blemas relacionados entre sí, pero distintos: por qué (19,47; 20,19).
matan a Jesús (pregunta histórica por las causas
de su muerte) y por qué muere Jesús (pregunta te- 1.2. La persecución en el evangelio de Juan
ológica por el sentido de su muerte). Ambas tienen
una respuesta en el Nuevo Testamento. La primera El evangelio de Jn es el que muestra con más lu-
se esclarece desde la misma historia de Jesús; a la jo de detalles que la persecución a Jesús jalona to-
segunda no se da, propiamente hablando, una res- da su vida. Con frecuencia aparecen «los judíos»
puesta, sino que se remite al misterio de Dios. como sus responsables. En la realidad, sin embar-
go, los enemigos principales de Jesús no son los
En este aporte vamos a analizar las razones judíos en su generalidad, sino los fariseos –que en
históricas de la muerte de Jesús, dejando para el cinco ocasiones son asociados a los sumos sacerdo-
siguiente su sentido teológico. tes. En la pasión, éstos son los enemigos principa-
les, aunque ya habían sido nombrados también an-
tes, y desde Jn 18,3, sólo aparecen los sumos sa-
1. LA PERSECUCIÓN: CLIMA DE LA VIDA DE JESÚS cerdotes, sin los fariseos, como los adversarios a
muerte de Jesús. Desde un punto de vista histórico,
1.1. La persecución según los sinópticos la responsabilidad de los fariseos está, pues, exage-
rada y refleja la situación eclesial a partir del año
Sea cual fuere la cronología histórica de la per- 70, cuando se da ya el distanciamiento eclesial de la
secución de Jesús, ya en los comienzos de su vida sinagoga; en cambio, la responsabilidad adjudicada
pública se narran dos escenas de amenazas y per- a la aristocracia sacerdotal es histórica.
secución. Lc narra, en la escena del comienzo de su
misión en favor de los pobres, el primer ataque serio Ya en los comienzos de su primera estancia en
en su contra. La discusión versa sobre los signos de Jerusalén, Jesús desconfía de los judíos (2,24). En
Jesús en su propia tierra de Nazaret, donde no su segunda estancia «los judíos perseguían a Jesús
quiere repetir los signos que ha hecho en Cafar- porque hacía todas estas cosas en sábado… trata-
naúm. Lo que aquí está en juego pudiera ser recor- ban con mayor empeño de matarlo, porque no sólo
dar que «nadie es profeta en su tierra» (Lc 4,24; Mc quebrantaba el sábado, sino porque llamaba a Dios
6,4; Mt 13,57; Jn 4,44), pero la conclusión del rela- su propio Padres, haciéndose igual a Dios» (5,16.
to es que sus paisanos de la sinagoga, llenos de ira, 18).
le sacaron de la ciudad y querían despeñarle (Lc
4,28). Cuando sube a Jerusalén para la fiesta de las
tiendas, «andaba por Galilea, y no podía entrar por
A diferencia de este incidente más bien local, Mc Juedea porque los judíos le buscaban para matarle»
menciona la persecución a Jesús también muy (7,1) y se preguntaban «¿dónde andará éste?» (7,11).
pronto en su evangelio y por razones de más enver- Ya en el templo, les preguntaba Jesús: «¿por qué
gadura. Después de narrar la curación de Jesús en queréis matarme?» (7,19). «Entonces quisieron de-
sábado, muestra la reacción: «En cuanto salieron, tenerle, pero nadie le echó mano porque todavía no
los fariseos se confabularon con los herodianos pa- había llegado su hora» (7,30).
ra ver cómo eliminarle» (Mc 3,6 par). Más aún,
según la composición de la escena, ya «estaban al Los padres del ciego curado por Jesús tienen
acecho para ver si curaba en sábado y poder así miedo a declarar «por miedo a los judíos, pues los
acusarle» (Mc 3,2 par). judíos se habían puesto ya de acuerdo en que si al-
2 LA MUERTE DE JESUS

guno le reconocía como Cristo, quedaría excluido de


la sinagoga» (9,22). En la fiesta de la dedicación, al
final del discurso, «los judíos trajeron piedras para 2. LA CONCIENCIA DE JESÚS EN MEDIO DE LA
apedrearlo» (10,31, «querían prenderle, pero se les PERSECUCIÓN
escapó de las manos» (10,39).
2.1. La conciencia de una muerte probable
1.3. Jesús «el perseguido»
Jesús sabía que Herodes, el sanedrín y los ro-
Este recorrido por los evangelios sobre la perse- manos tenían poder para dar muerte y que la per-
cución a Jesús muestra varias cosas importante. secución contra él podría llevarle a ello. Sin embar-
go se mantuvo firme en la persecución, lo cual con-
a) Sea cual fuere la historicidad de los relatos firma su fidelidad a Dios y la ultimidad de su mise-
evangélicos, en éstos aparece una persecución man- ricordia hacia los hombres. Desde un punto de vista
tenida y progresiva, de modo que el final de Jesús histórico, el temor de un posible final trágico se le
no fue casual, sino la culminación de un proceso presentó a Jesús a partir de lo ocurrido a Juan
histórico y necesario. Bautista. No cabe duda de que Jesús conoció el fi-
nal violento de Juan a manos de Herodes, cuya «de-
b) En los evangelios se nombran varios tipos de capitación es uno de los hechos históricos más se-
responsables de la persecución: fariseos, sumos sa- guros» (X. Léon-Dufour).
cerdotes, escribas, saduceos, herodianos, aunque
desde un punto de vista histórico haya que deter- Jesús es consciente de que lo ocurrido a Juan
minar dónde reside la responsabilidad fundamental. no es casual, sino que es el destino de los profetas.
Lo importante es que todos ellos son grupos que Recuerda el fracaso de Elías y Eliseo en su tierra (Lc
tienen, directa o indirectamente, algún tipo de po- 4,25-27), denuncia a los que persiguen y matan a
der y que todos estos grupos convergen, de hecho, los profetas (Lc 11,50; Mt 23,34) y anatematiza a
en la persecución. De nuevo, es esto un signo de Jerusalén que «matas a los profetas» (Lc 13,34; Mt
que es la totalidad de la realidad la que reacciona 23,37). En Jn, el buen pastor es el que da la vida
contra Jesús. por las ovejas (Jn 10,11.15).

c) El pueblo, las mayorías a las que se dirigía Jesús, por tanto, sufrió la persecución, sabía por
Jesús, no aparece entre los responsables de la per- qué la sufría y a dónde podía conducirlo. Y esa per-
secución. Se podrá discutir si comprendieron bien o secución, en cuanto conscientemente asumida, da
no el mensaje de Jesús, pero no lo persiguen, más la medida de su fidelidad a Dios. Le muestra como
aún, son una defensa objetiva para Jesús, pues el un ser humano que no sólo anuncia la esperanza a
«temor al pueblo» impide que lo apresen. Esta cons- los pobres y anatematiza a sus opresores, sino que
tatación ayuda a comprender quién era el destina- se mantiene en ello, a pesar de la persecución, por
tario de la práctica de Jesús, y pone en guardia – ser ésta la voluntad de Dios. La muerte final violen-
desde el punto de vista histórico– contra la precipi- ta no le sobrevendrá como un destino arbitrario, si-
tada generalización teológica de que lo que llevó a la no como lo tenido siempre en el horizonte.
muerte a Jesús fueron los pecados de todos por
igual. 2.2. El significado que Jesús otorgó a su propia
muerte
d) Las causas aducidas para la persecución son
variadas, históricas unas, teologizadas otras (sobre Jesús fue consciente de que la persecución pod-
todo en Juan). Pero en el fondo, no son otras que ía llevarlo a la muerte, pero hay que preguntarse
las denuncias de Jesús contra el poder opresor, el además qué pensó él mismo sobre esa muerte, pues
poder religioso en directo, en cuyo nombre se justi- no aparece Jesús como lunático fanatizado, sino
ficaban otros. como hombre normal que por necesidad tenía que
reflexionar sobre ello. Y, más en concreto, qué de
e) La persecución real, mantenida y progresiva positivo –si algo– vio Jesús en el hecho de que él
muestra objetivamente que «el conflicto no es algo pudiese morir de esta forma; es decir, qué aportaba
puntual, accidental», y, subjetivamente, que es un –si algo– la muerte violenta con la confianza que
proceso que «Jesús asume de manera cada vez más había depositado en Dios «Padre».
lúcida… no sólo lo sufre sino que lo provoca» (C.
Bravo). Esto hace evidente que Jesús tuviera que En los textos de los evangelios no se puede en-
tener conciencia de un posible desenlace final trági- contrar inequívocamente el significado que Jesús
co. Y esto es importante para caer en la cuenta de otorgó a su propia muerte, pues la mayoría de esos
la libertad de Jesús y, en definitiva, del amor de textos están muy coloreados por la situación pos-
Jesús. pascual en la que ya se otorgaba una clara dimen-
LA MUERTE DE JESUS 3

sión salvífica transcendente a la muerte de Jesús. ejemplo para que también vosotros hagáis como yo
Con todo, hay indicios de lo que pensaba Jesús, he hecho» (Jn 13,15).
que los vamos a concentrar en el relato de la última
cena, entendida ésta no puntualmente, sino en re-
lación con toda su vida. 3. EL JUICIO A JESÚS

En las cuatro versiones de la última cena que se 3.1. El juicio religioso


agrupan alrededor de dos tradiciones, la paulino-
lucana, proveniente de Antioquía (1Cor 11,23-27; Que Jesús entró históricamente en conflicto con
Lc 22,14-20), y la marcana-mateana, proveniente de los líderes religiosos es claro y también lo es, teoló-
Jerusalén (Mc 14,22-25; Mt 26,26-29), se entremez- gicamente, que es condenado en nombre de una di-
clan dos cosas: una, la cena de despedida, y, la vinidad. En Jn aparece, de forma muy teologizada,
otra, la institución de la eucaristía, siendo lo prime- un duro conflicto religioso entre Jesús y los líderes
ro más histórico y menos litúrgico, y siendo lo se- judíos en el templo, en la fiesta de la dedicación (Jn
gundo más litúrgico y menos histórico. En conjun- 10,22-39). En los sinópticos, esto aparece en la
to, los relatos de la cena son relatos litúrgicos, pero última semana en Jerusalén.
en un trasfondo histórico.
La historicidad del o de los procesos religiosos es
En este relato aparece, en primer lugar, el senti- muy discutida. El interrogatorio ante Anás pudiera
do con que Jesús enfrenta personalmente su haber sido un interrogatorio privado (Jn 18,12-23) y
próxima muerte y, en segundo lugar, el posible sen- el interrogatorio ante el sanedrín hubiera tenido lu-
tido que su muerte pudiera tener para otros. Por lo gar a la mañana siguiente con la intención de pre-
que toca a lo primero, en Mc 14,25 Jesús expresa la parar las acusaciones ante Pilato quien podía darle
certeza de su muerte, por una parte, y por la otra, muerte (Mc 14,53-64 par).
su propia esperanza. Esta es la esperanza escatoló-
gica de la venida del reino de Dios, y de la venida Según Jn, en el primer interrogatorio en casa de
definitiva, como lo refuerzan las expresiones «aquel Anás se interroga a Jesús sobre sus discípulos y su
día» y «de nuevo». doctrina. Pudiera interpretarse esto como cuestio-
namiento de la ortodoxia de Jesús y, más peligro-
El sentido positivo de su muerte en relación con samente, como indagación sobre su propio movi-
su causa es lo que expresan los textos sobre la ins- miento que podría ir cobrando fuerza creciente y, en
titución de la eucaristía. Dicho en forma muy gene- ese sentido, se iría haciendo peligroso para la reli-
ral, su muerte va a ser algo «bueno» para otros, para gión establecida. Según los sinópticos, a la mañana
todos; en los textos se dice que el pan –su cuerpo– siguiente hubo otro interrogatorio ante el sanedrín.
es «entregado por vosotros» y que el vino –su san- La causa de la condena aparece cuando Jesús blas-
gre– es «derramada por muchos», «para el perdón de fema al declararse el Cristo (Mt 26,64; Mc 14,62; Lc
los pecados», como «nueva alianza» . 22,67; cf. Jn 10,24). Entonces lo tienen como reo de
muerte.
Esta interpretación es pospascual, pero su sen-
tido salvífico-positivo global sí tiene un importante Esta razón para la condena, entendida como es-
núcleo histórico que apunta a lo que Jesús pensó tricta blasfemia, parece ser redaccional. Lo decisivo
sobre su propia muerte. Lo decisivo está en que está en saber por qué están todos en contra de
Jesús afirma que su vida es «para», «en favor de» los Jesús. Según M. E. Boismard, la razón aparece en
demás y que eso produce un fruto positivo en los la acusación que le hacen de querer destruir el
demás. Es la comprensión de la vida de Jesús como templo (Mt 26,61; Mc 14,58). Sea histórica o no tal
servicio y, al final, como servicio sacrificial. acusación en el momento del juicio, aquí parece es-
tar la razón objetiva de fondo. Si tomamos en cuen-
Lo que puede ser más histórico, los gestos ta lo que el templo significaba en tiempo de Jesús –
acompañados de palabras de ofrecer el pan a sus el centro configurador de la sociedad judía–, es su-
discípulos, deben ser interpretados como ofreci- mamente comprensible que, sobre todo los sumos
miento de salvación, salvación que en ese solemne sacerdotes, a la vez dirigentes religiosos y políticos,
momento es la entrega del propio Jesús. El gesto de y ricos ellos mismos, quisieran eliminarlo.
ofrecerles la copa –aunque las palabras aquí están
mucho más teologizadas– es una invitación a sus 3.2. El juicio político
discípulos a que participen en su muerte. Estos
gestos no son otra cosa, en un momento solemne, Jesús murió crucificado como malhechor político
que signos de lo que ha sido toda la vida de Jesús y y murió con el tipo de muerte que sólo el poder polí-
del testamento que deja a los suyos. Después del tico, los romanos, podían dar. La causa de la con-
lavatorio de los pies, Jesús les dice: «Os he dado dena está redactada en términos políticos: se ha
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hecho pasar por rey de los judíos. Y también lo con- ternativa excluyente: no se puede «ser amigo» a la
firmaría la oferta de Pilato de cambiar a Jesús por vez de Jesús y del César, todo rey «se enfrenta» al
Barrabás, un subversivo político. César (Jn19,12).

Estrictamente hablando, en las narraciones no La necesidad de dar muerte a Jesús es, pues, de
aparece un juicio a Jesús, sino que el hecho históri- un orden superior: hay que elegir entre el Dios de
co fundamental lo constituiría el episodio de la gen- Jesús y el dios de Pilato, entre Dios y el César. La
te que reclama la libertad de Barrabás. Pero en ese última razón por la que Pilato puede enviar a la
contexto se inscribe el llamado juicio político a muerte a Jesús, aun reconociendo su inocencia
Jesús, en el cual aparecen dos tipos de acusaciones personal, es la invocación de un dios, y así «puede
para poder conseguir la condena. Una, en base a decirse que Jesús fue crucificado por los romanos
supuestos hechos político-subversivos de Jesús, y no sólo por razones tácticas y de política diaria de
otra, la que ocasionará la condena, en base a la tranquilidad y orden en Jerusalén, sino, en definiti-
oposición religioso-política que objetivamente repre- va, en nombre de los dioses estatales de Roma que
sentaba Jesús con respecto a Roma. aseguraban la pax romana» (J. Moltmann).

Aunque en los relatos aparecen muchas y muy


variadas acusaciones contra Jesús ninguna de ellas 4. LA MUERTE DE JESÚS COMO CONSECUENCIA DE
convence a Pilato, lo cual pudiera deberse a no que- SU MISIÓN
rer echar sobre los romanos la responsabilidad de la
muerte de Jesús. Y, sin embargo, Pilato acaba con- Por qué matan a Jesús queda muy claro en los
denando a muerte a Jesús, y por ello, es muy im- evangelios. Lo matan por su estilo de vida, por lo
portante saber por qué. En el relato, los judíos no que dijo y por lo que hizo. A Jesús le matan por lo
acusan ya a Jesús de nada concreto, sino que dicen que estorbó. Pero hay que tener claro que ese «es-
lapidariamente: «Si sueltas a éste no eres amigo del torbo» es un estorbo totalizante, no sólo categorial,
César; todo el que se hace rey se enfrenta al César» sus denuncias concretas a éstos o aquéllos. Es el
(Jn 19,12). Esta alternativa y no las acusaciones estorbo que proviene del hecho simple de una de-
concretas es lo que lleva a Pilato a ceder y, aunque terminada encarnación, pero no en el mundo, sino
quería salvarlo, a condenar a muerte a Jesús (Jn en un mundo que es antirreino, que hace contra el
19,16). reino. En ese mundo, y no en otro, se encarnó
Jesús, contra ese mundo actuó por necesidad y ese
Por tener que elegir Pilato entre esa necesaria mundo reaccionó contra Jesús también por necesi-
disyuntiva, muere Jesús. Desde un punto de vista dad. «Jesús y sus enemigos representan dos totali-
histórico-legal, la condena de Jesús, tal como es na- dades distintas que pretenden dirigir contrapues-
rrada, no es sólo injusta, sino que tiene muy poca tamente la vida humana; se trata de dos totalidades
lógica, pero desde la estructura teologal de la histo- prácticas, que llevan la contradicción al campo de la
ria es una necesidad. Dicho sistemáticamente, en el existencia cotidiana» (I. Ellacuría).
juicio se enfrentan dos «mediadores», Jesús y Pilato,
de dos «mediaciones», el reino de Dios y el imperio La muerte de Jesús no fue un error. Fue conse-
romano (la pax romana). Si al nivel de los mediado- cuencia de su vida y ésta, a su vez, consecuencia de
res, la marcha del juicio es un cúmulo de irraciona- su concreta encarnación –en un antirreino que da
lidades concretas, su lógica profunda es clara: el muerte– para defender a sus víctimas. Si nada más
«encuentro total» entre Jesús y Pilato. Y de esa con- hubiera acaecido tras su muerte, si no hubiese sur-
frontación de los mediadores se desprende la de las gido fe en ese Jesús después de la resurrección, su
mediaciones y, sobre todo, la de las divinidades que fin hubiese sido registrado en la historia como el de
están tras ellas: o el Dios de Jesús o el César. Y es tantos otros. Pero no fue así con Jesús. Sus discí-
curioso que los evangelios pongan en boca de los pulos afirmaron que vive y vive en plenitud.
judíos el hacer caer en la cuenta a Pilato de la al-

1
J. SOBRINO, Jesucristo liberador. Lectura históri-
co-teológica de Jesús de Nazaret, Madrid, Trotta,
3
1997, p. 253-272.

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