You are on page 1of 22
Teorias literarias en la actualidad GracteLa Reves, ep. Water D. Minoto Tris M, Zavata Lutsa Lovez GRiceRa Manto J. Vanes TomAs Ad#AEADEjO/MAyeaBondl TES Anrowio, Ramas-Gascon Ae Rete Shea) 1G ALAS ESTE LIBRO NO DEBE SALIR DE LA BIBLIOTECA Pr s Impreso en Lavel Los Llanos, nave 6, Humanes (Madcid) 40 im, andthe Literary Ted, Baltimore y Londres, Johns Hopkins Unie Pavel, Thoms. (1986), tonal Wer, Cambridge y Londres, Har- ‘ard University Pree Roves, Graciela (1984), Polos extn La cain everett Madrid, Gredon Ricosibn, Paul (1985), Temp nat, Pais, Sui, tomo I Rireiit-Lesaas, Anika (190), Lee, Broselas, Charles Desa. (rad. exp: Laan Buenos Atves, Sudamericana, 1986, 3 ed) Som, Cesare (1988) Fictions cm Jnrodutin fo te Anas of th Lie ‘ary Tex, Blomington © lndanépotis, diana University Pres pigs. 185-198. (Hay una versio anterior del rape sobre Hecion {nla Enodis Eine, Varin, 1978-1982) Tanne, Deborah (1986), slatecing Consriced Dialogue in Grech and American Conversation» en Couimas Flotian el Dr ret and Indie Spec, Belin, Nueva York, Amsterdam, Mouton de Gruyter, pigs 311-332 Topoxov, Twvetan (1971), Podtien, en Ducrot, Oswald fay Ques ‘ eircaralim’, Boenon Aites, ovada pg 101-173, (Wetton original Ducrot, Oswald tal, Quine qu erature, Pasi Seuil 1968) Wurse, Fayden (1978), Trips of Dicer: Ey on Ctrl Crition Bakimore y Lond, fins Hopkins Unnersty Pres — (198%), 7b Conant ofthe For. Narsive Dior and Harn pre ‘enaton, Baltimore y Londres, Johns Hopkins University Pese Youne, Katharine Galloway (198), Tuewordand Stordins: Te Phe rome of Narratne Dosdrechy Mains Nita gTeorias literarias o teorias de la literatura? Qué son y para qué sirven?® Walter D. Mignolo Universidad de Michigin, Ann Arbor Pars Fe Martine: Bova 1. Intaopuccton Después de la etapa triunfal en Ia que el vocablo «teoriay is ses6 en los estudios literarios, comenzé la etapa de la disiden en la cual las expresiones en favor y en contra, el porque y el qué de ellas, su necesidad o su inutilidad en los estudios literarios, se hicieron presentes. No es mi proposito tomar partido en la pole- mica, sino tratar de explicar la naturaleza y Funcion de las teorias tanto como el entusiasmo de los unos (J. Culler, 1981), la desa- z6n de los otros (Knapp y Mitchell, 1982; T. Eagleton, 1983, pigs. 197-8) y el reclamo de quienes se enfrentan con a teoria desde el tercer mundo (Aijaz Ahmad, 1986; Barbara Christian, 1987). Para ello me es necesario reflesionar, primero, sobre las "Este esti tiene una corta pero rics historia, Fue articlado, primero, ‘como un curso en Literatura Comparada en la Universidad de Michigen (ne. rorabril de 1985); y pronunciado luego como coafereneia en la Universidad de ‘Buenos Aites (agosto de 1985), en el seminario de Teoria de la Literatura acat= sg dela profesora Josefina Ludmer. Fue repetda como ponencia en el semine= ‘io dirigido por la profesora Graciela Reyes en el Centra Ortega y Gasset (octo- bre-diciembre de 1986). Finalmente, fue oftecido como seminatio en el dep tamento de Lenguas Roménicas dela Universidad de Michigan (septiembs diciembre de 1987). Agradezco alos alunos de ete seminatio (Colleen Ebu chet, Osvaldo Pardo, Vietoria Pineda y Beatz Urraca) sa eonteibucion en la lucidacion de mis ideas. a“ 2 disciplinas, puesto que las teorias son entes generados en activie dades disiplinariocognoscitivas (ica, seciologica, econd- micas, ete.) y, segundo, distinguir la actividad cerca (en el nivel dela observaci6n) de i ft sobre la atvidad Ierara (en el ni- vel de la participacién). En consecuencia, la pregunta por la na~ turalezay funcion de las tori de la literatura se harden el cons texto de las ciencias sociales y las humanidades (o ciencias hu- manas) € involucrari aspectos relacionados con el saber y el comprender (epistemologia y hermenéutica). Las respuestas a la pregunta se proponen como una reflexién de alguien que, ocu- pado durante varios afios en teorizar sobre distintos aspectos de los fendmenos semioticos y literarios, trata de comprender su propia actividad. Mas especificamente, se tata de comprender el papel de la teoria en los estudios literatios y en el contexto de las ciencias sociales y de las humanidades, en un momento en que presenciamos una preocupacién general por reevaluar los prin- Cipios sobre los que se construye y se organiza el conocimiento (C. Gertz, 1983; George E. Marucs y M. M. Fischer, 1986). Aun- ue este trabajo dista de ser pionero, también es cierto que no abundan estudios de esta indole. Por ello no titubeo en arriesgar intuiciones que me parccen provechosas para Futuras reflexiones sobre elena ee 2, gTEORIAS LITERARIAS © DE LA LITERATURA? Los estudios literarios adolecen de un nombre, simple 0 compuesto, que los identifique. Por ello es bastante corriente «que los practicantes de otras disciplinas, asi como los estudiantes gue roman los primeros curios de exis Iterario, epee a palabra literatura» para designar tanto la prictica literaria como Ta disiplina deade ls que se obeerva eal pricicn En ese contex- toes revelador, por ejemplo, leer el pirrafo con que la editorial Castalia anuncia su coleccién de Las léscas: lis concebible hoy dia una ensefanza de la literatura que sno se ase en la tury ef anal de la obras por parte del alum- ‘no? Tal hecho no es solo una exigencia de los actuales y futu- ros planes de estudio de las enstanaas medias, sino un avance itre- rnunciable de la didictica de la literatura. (Subrayado mio) a ‘en el cual la didkictica de la literatura se confunde con la didacti- ‘ea de la prictica disciplinaria. Esta ambigtiedad no se presenta, por ejemplo, en la sociologia, a antropologia, la filosofia, en las uales disciplinas las «obras» que se analizan, contrario al caso de Jos estudios literarios, son obras que pertenecen al dominio de la actividad del antropélogo, del socidlogo o del fildsofo. El anun- cio de Castalia da por sentado que la ensefianza de la literatura ¢s, fundamentalmente, la interpretacién y la transmisién del ca~ ‘nom literario, y no en. cambio del canon de las estdios terares. Por consiguiente, presupone también que las obras constituyen el objeto y los objetivos de los estudios literarios. El interés por la teoria produjo un cambio en la orientacién de los estudios litera rigs desplazando los objetivos desde el conocimiento intrinseco de las obras (su interpretacién) y extrinseco (su lugar en la histo- ria de la literatura) hacia el dominio de interacciones semidticas y asus actividades fundamentales, a escritura y la lectura, Es po- sible pensar que la razén por la cual los estudios literarios no fue~ ron distinguidos con un nombre contundente al igual que otras disciplinas en el ambito de las ciencias humanas, se haya debido ‘su identificacién con la historia de la lengua y de la literatura, por un lado. y con la critica, por el otro, En el esquema de la or- ganizacién del conocimiento que clabora H. H. Bliss (1929), comprobamos que, efectivamente, son la filologia y la linguisti- ca las que tienen el rango de disciplinas autonomas. La historia de la literatura y de la lengua, en cambio, si bien tienen un domi- rio peculiar de conocimiento no tienen una autonoméa discipli- natia. La disciplina correspondiente, en este caso, ¢s Ia historia En lo que respecta a la critica, el esquema la sitda en el de las ac~ tividades «aplicadas». Es también bastante corriente que los estudiosos de la litera- tura empleen indistintamente «teoria literarian 0 eeoria de la li- teratura» para hacer referencia a un aspecto de la disciplina (las actividades teéricas) como a su totalidad (Ia disciplina misma). ‘Asi, por ejemplo, cuando R, Wellek y A. Warren (1942) titulan Teoria dela literatura a sa obra, emplean la expresion en doble sen- ‘ido: «teoria» significa, por un lado, un aspecto de la disciplina junto a la critica y a la historia y, por otro, la diseiplina misma (studios literarios). Frente a esta situacion conviene disponer de un término que “4 designe la disciplina y que no la confunda ni con el dominio de estudio ni con una de sus actividades. Literaturolaia es un nom- bre que puede integrarse ficilmente a los ya existentes y que se han formado mediante la combinacién del vocablo que designa el dominio de estudio y el discurso que se ejerce sobre tal domi- rio. En efecto, al igual que la biologia, la antropologia, a socio- logia, la paleontologia, etc, /ega indica que estos términos se re~ fieren a las ciencias mismas y no al objeto, mientras que bia, ant (pes, sins, etc., indica el dominio de conocimiento. El vocablo ‘pottica que ha’sido empleado para designar la disciplina (R. Ja- kobson, 1960; 7. van Dijk, 1972), tiene el inconveniente de su propia historia en la cual se empled, primero, para designar el discurso preceptivo de Ia poesia (identificable con la relextn y la participaciin) y, segundo, para identificar una «tendenciay en la disciplina: los estudios estrechamente ligedos con la lingstica. Si bien «poética» forma parte de la familia de las ciencias deno- ‘minadas mediante formas adjetivas (fisica, logica) las cuales, en el contexto del griego antiguo, van ligadas a thevria, epidbéne, ‘eciné, comparte con la gramatica y la retorica (ciencias del habla, dela oratoria y de Ia poesia) el ser disciplinas que tienen un com- ponente descriptive y uno normative. Por todas estas razones «diteraturologia» puede convenir para designar una disciplina en (trans)formacién, como lo son hoy los estudios literarios. Las ambigiedades que acabo de sefialar, y que nos apronta- ron a sugerir un vocablo para designar la disciplina de los estu- dios literarios, son indicios de la situacién historica en la que se encuentra ésta. Tales ambigtiedades se pueden explicar aludien- do al hecho de que la prictica literaria ha gozado de mas presti- ‘gio que los estudios literarios y que el sistema de las artes se con- ibid y forj6, socialmente, de manera paralela al sistema de las ciencias (H. E. Bliss, 1929, part iv). Podemos asi comprender que al surgir una actinidad centfica destinada a estudia las atvida- des artstcs, se haya producido un desequilibrio que cuesta rest tuir, En efecto, silas Artes y las Ciencias son actividades parale- las en el quehacer humano gcémo podemos concebir una Cien- cia que se dedique al estudio de las Artes? Podemos también alu- dir al hecho de que no se han tenido en cuenta las diferencias que destacan la relacién entre disciplina y dominio de estudio en. otras éreas del conocimiento (sociologia, linglistica, etc.) Nues- DIAGRAMA 1 (Bliss, 1929, pigs. 302 y ss recuadro mio) SYNOPTIC TABLE OF THE CLASSIFICATION OF KNOWLEDGE Eee Antino Scinwces Histone. i ‘ P a Alatrac Sone and General ‘Mead Science of Order Methodology. Logie. Mathematics Philosophy of Nature ‘Cosmology. s geopa f Fete & y i 44 i Las pes Sggiay 28 yer 2 ‘ames 30 pue selon 90 Cas say 70 Soin ay J0 Sydosoynyg “nay WW ‘suoyssyy "Hom-DIN sovor9g repos poury nos ‘oyoyatea paddy “hydesioa5) aw0v0>; leo awouer wouonsy ONE -Banyay “Bojan, aH sydeiionng = “spans oanay ppucquepy 30 Sonsey ojowooyeg sporydeudieng os sonst, “Bojodoxswy sae pslgedaray “oy907, ome reameny aariorcy per sane fume, prods wont 30 Sydosory oar] wrung 38 ydosontyg 2 30 Kydosop srssosoning 48 tra participacién, por ejemplo, en las interacciones lingtisticas como miembras de una comunidad difieren de nuestra participa- cin en las actividades disciplinarias como practcantes de una dis- ciplina, Sin duda que la participacién en interacciones artisticas y literarias exige mas tiempo y entrenamiento que la participa ‘in en las interacciones lingiisticas. Por otra parte, la diferen- cia entre nuestra situacin como practicantes de una disciplina y nuestra situacién como participantes er una actividad no disci- plinaria, nos sitda en la obseraciin y en la reflesién, respectivamen- fe, Cuando participamos en el quehacer disciplinario nos damos por tarea obseroar nuestras conductas y las de otzos seres humanos ‘en el quehacer lingiistico o artistico tomados como dominios de estudio, Cuando participamos en la actividad literaria (como es- critores y/o lectores) naturalmente (es decir, no nos Fijamos una tarea) reflecionamos sobre tal actividad. Las ambigiedades que crea la falta de distineién entre la re- flexidn y la observacién nos explican también el frccuente em- pleo de steoria literaria» y «tcoria de la literatura» como sinéni- ‘mos. Si analizamos el sentido de estas expresiones nos damos cuenta, por ejemplo, que por «teoria literaria» deberiamos enten- der lo mismo que entendemos por «teorfa sociolégica» o «teoria linguistican. En ambos casos entendemos que la teoria pertenece ‘una disciplina determinada que se llama sociologia o lingiisti- ca, Nadie entenderia por «teoria sociolégicay una teoria que no perteneciera a la sociologia como disciplina, sino a la sociedad en general. Por «teoria literaria» deberiamos entender, en conse- cuencia, una teoria que pertenece a la literatura y no a los estu- dios literarios. Una expresién equivalente a las de «teoria socio- logica © linguistica» seria «teoria literaturologicay, puesto que steoria de la literatura» seria el equivalente a «teoria de la socie- dad 0 «teoria del lenguajen. Estas expresiones identifican una teoria por el dominio de estudio y no en relacién a una discipli- nna, Porque los estudios literarios no son una disciplina fuerte- ‘mente constituida, las teorias de la literatura pueden ser sociol6- sicas, lingdisticas, filos6ficas, etc. Es decir, las teorias de la lite- ratura dependen de otras disciplinas o de una configuracion ideolégica (marxista, estructuralista, ete). Los niveles que acabo de describir se sustentan en algunos Principios generales de la fundacién biolégica del conocimiento 49 y de las actividades humanas (H. Maturana y F. Varela, 1981, 1984). Me contentaré ahora con deseribirlos, dejando para el fi- ral una exposicién més detallada: 1) Como seres humanos partcipamor en distintos dominios de 2) Nuestra capacidad recursiva nos petmite reflesionar sobre rnuestros dominios de interacciones y produeis repretaconer simbilcas de ellos, 3) A su vez, la misma capacidad recursiva nos permite aber ‘arms reflexionando sobre nuestra participacién en distintos, dominios de interacciones; 4) Al oierar nuestra participacién en un dominio de interac clones y obremurmr reflexionando, particpamss en un dominio, de interacciones distinto a aquel al cual obersames, El nivel de la reflexién que practican artistas y autores litera- rios es de la misma naturaleza que aquel en el cual los miembros de una sociedad conciben sus propias interacciones. Si a ese ni- vel lo llamamos «tedrico» debemos distinguitlo del nivel en el ccual teorizamos nuestras interacciones y nuestra manera de con- eebirlo de acuerdo a ciertos principios disciplinarios. Las «teo- rias literarias» (metatexto segtin J. Lotman, 1976; S. Reise de Ri- varola y W. D. Mignolo, 1978, 1986; y conceptos de literatura para Verdaansdonk y van Ress, 1977), serian —segiin esta ela- boracién— aquellas en las que se manifiestan los conceptos de literatura que guian la produccién y la recepcién (es decir, las opiniones sobre la literatura vertidas en cartas, ensayos, entre vistas 0 en la obra misma por los propios escritores, las eriticos no académicos y las conversaciones sobre la experiencia litera- tia), En cambio, las ateorias de la literatura» serian aquellas en las que se formulan respuestas hipotéticas a preguntas formula das reconociendo (es decir, de acuerdo o en desacuerdo) las nor- ‘mas de una actividad disciplinaria (lingiistica, filosofia,literatu- rologia) o ideol6gica (marxismo, estructuralismo, desconstruc- cionismo).. Estas distinciones pueden parecer novedosas en los estudios | 50 literarios o sacrilegas para quien tienda a borrar fronteras y mo- verse en las regiones donde se juntan las aguas. Son menos nove~ dosas, y sin duda, nada sacrilegas, en las ciencias sociales. ‘A. Schutz (1954) se refiié a este problema al ocuparse de la for- macién de conceptos y teorias. Noté que la manera en que los, participantes conciben sus propias interacciones sociales forma parte del dominio de estudio, tanto como las acciones mismas. Una versién antropoldgica de estos principios se encuentra en la «antropologia de 1a experiencia» tal como la elaboran_V. W. Turner y E. M. Bruner (1986). Fernéndez Retamar (1976, pag. 57) observé que una teoria de la literatura es la teoria de una lite- ratura, Hoy podeiamos prolongar y matizar esta observacién no- tando que, por un lado, es plenamente legitimo cuando se trata de teorias literarias, Por otto, observando que si bien es cierto ‘que las teorias de la literatura se han construido presuponiendo tun concepto de (0 teoria de una) literatura, estamos tomando conciencia de las dificultades que esta situacidn entrafia. El aser- to de Fernandez Retamar puede traducirse a la terminologia de este articulo diciendo que las teorias de la literatura no han podi- do diferenciar, todavia, el nivel de la releién del nivel de la obser- 3, LIERATUROLOGIA: gDISCIPLINA © CUASI-DISCIPLINA? Una pregunta semejante a la que quiero formular aqui para la literaturologia la formulé Umberto Eco (1968, pags. 13-14) para la semidtica. Eco se preguntaba si con el nombre de «semi6tica» designamos una dseplina especifica, con un método unificado y un objeto concreto 0 si, por el contrario, designamos un simple campo de investigaciones, un tepertorio de temas no unificados del todo. La literaturologia enfrenta un dilema semejante. Podemos decir que las diversas formas de la historia literaria, de los estu- dios monogrificos de autores o géneros, de Epocas y periodos, de interpretaciones de variada especie y de multiplicacién de teo- rfas constituyen una disciplina? Pero, de todas maneras cqué es una disciplina? Una descripcién general de disciplina la identifica como un conjunto de actividades reguladas por normas y principios. A 51 ‘én general corresponde Ia definicién de «arte» (como sinénimo de disciplina) que propone Luis Vives en 1531 (De Dixiplins). El aste (0 la disciplina) es, decia Vives, «la suma de todos los preceptos gencrales proporcionados para conocer, obrar o actuar en una determinada amplitud del fin». El obrar 0 cl actuar que preceptian las disciplinas puede o no estar relaci nado con la produccién c interpretacion de discursos. Cuando si lo estin, obrar o actuar produciendo e interpretando discursos es un hacer diferenciado. En primer lugar, la actividad discursivo- disciplinaria crea un desnivel con aquellos discursos que se dicen y desaparecen en el acto mismo de ser pronunciados (M. Fou- cault, 1971, pig. 24). Por el contrario, los discursos proferidos en el hacer disciplinario se fijan, se transmiten y se transforman. Por otea parte, los discursos que corresponden al hacer discipli- nario pueden distinguirse de acuerdo a sus fines y a las normas que se establecen para conseguirlos. Asi, por ejemplo, los discur- 505 artisticos se dferencian de los cientificos por no tener, como los segundos, propésitos cognoscitivos. Por otra parte, hay dis- cursos que se proponen fines cognoscitivos, aunque los medios para alcanzar el fin no se ajusten a los rasgos con que se ha carac- terizado un sector de los discursos cientificos. Dejando de lado por el momento las diferencias de los medios, tendremos sola- mente en cuenta los fines. Asi, los fines de la literatura no son los mismos que los fines de la ciencia. Mientras que la ciencia se propone obtener, transmitir y transformar conocimientos, Ia i= teratura se propone imitar, deleitar, deleitar imitando, reescri- bie, traducie, etc. Estas distinciones pretenden limpiar el camino para ampliar la descripcién de disciplina dada al comienzo y es- Pecificar, al mismo tiempo, que me interesa detenerme en las dis- ‘iplina cograitivas. La ciencia, tal como la entendemos hoy, es un conjunto de disciplinas cognoscitivas. En este contexto se for- mula la pregunta que encabeza este apartado. Ahora bien, si las cosas son asi, entonces los estudios litera- trios tienen una diferencia fundamental con la mayoria de las dis- Ciplinas cognoscitivas en las ciencias sociales yen las humanid des, Mientras que la sociologia o Ia linglistica tienen por domi- nio de estudio actividades no disciplinarias, la literaturologia cs tuna disciplina cognoscitiva que tiene por dominio de estudio tuna disciplina no-cognoscitiva. Es evidente que al hacer esta dis- 52 tincién no estoy negando que la literatura tenga valores cognos- citives. Estoy afirmando, por el contrario, que el conocimiento no es el objetivo principal de Ia actividad literaria, Ambos, lite ratura y estudios literarios en tanto disciplinas, son actividades, institucionales. Pero mientras que la literaturologia, al igual que otras disciplinas cognoscitivas, es una actividad que genera co- nocimientos, resuelve problemas, interpreta 0 explica un deter minado sector de nuestra experiencia, la literatura es una activi- dad que genera textos y programas de escritura y de lectura La introduceién del concepto de disciplina cognoscitiva, a través del cual trato de abrirme camino para comprender el iu- gar de los estudios literarios en el contexto de las ciencias socia~ Tes y las humanidades, no va de suyo. En el estudio que S. Toul- min (1972) dedica @ la comprension humana, los ejemplos para digmaticos de actividades disciplinarias son las ciencias afuertes» (© disciplinas cientificas en el sentido moderno) y la tecnologia (isciplinas no cientificas). oulmin presenta este escenario ba- sado en el supuesto de que el rasgo caracterizador de las discipli- nnas cs la racionalidad. Asi, una empresa humana y colectiva ad~ «quiere rasgos disciplinarios en aquellos casos en los que el domi- rio consensual de interaceinnes conduce a un conjunto identifi- cable y autodefinido de procedimientos (susceptibles de ser mo- dificados cuando no satisfacen requisitos estipulados por la co- munidad) para aleanzar determinados fines (1972, pig, 360). Los eriterios generales mediante los cuales Toulmin deseribe una actividad disciplinaria le permiten establecer una jerarquia ‘que va desde las disciplinas «compactasy hasta las actividades no disciplinarias; contempla —en el camino— las actividades ‘no disciplinarias las disciplinas edifusas»y las actividades que no son todavia disciplinas, pero que pueden llegar a serlo (would-be diwiplines) (pig. 378). Este panorama le permite situar la literatu- ray las bellas artes entre la actividades no disciplinarias, aunque también se ve forzado a introducir ciertos matices para Sostener su afirmacion. La literatura ocupa, para Toulmin, un lugar a mi- tad de camino entre las activieades completamente disciplina- tas, como las ciencias fisicas, y campos de actividades no disci- plinarias como la ética y la filosofia (pig, 396). Las cosas resul- tan ser asi en esta propuesta porque el criterio de racionalidad y de colectividad que le permitié caracterizar las disciplinas no en- 53 ‘cuentra su plena manifestacién en la literatura y las bellas artes. En éstas, siempre interpretando a Toulmin, los eyfuerzas indivi duales adquieren més importancia que los prinapias que regulan las actividades de una colectividad. Las diferencias entre la nocién de disciplina en Toulmin y la que trato de elaborar aqui son las siguientes: 8) Mientras que Toulmin establece una distincién entre act- vvidades disciplinarias y no disciplinarias, a mi me interesa la distincién entre distintos spas de actividades dieiplinarias; ) Mientras que Toulmin supone el concepto de raionaliad, ‘que concibe tomando las cienciasfisicas como ejemplo pat digmitico, la nocién de disciplina que propongo supone el ‘concepto de murma, que concibo tomando como ejemplo pars ‘digmitico cualquier actividad regulada por sus propios prac~ ©) Mientsas que Toulmin entiende por literatura una activi. dad que se desdobla entee Ia generacion de conocimientos y la generacidn de textos, aqui distingo la disciplina que reco- rocemos como dliteraturi» de la disciplina que reconocemos como westudios literarios» Por cierto que no he introducido a Toulmin para jactarme de mi disidencia (de la cual puedo salir facilmente perdiendo), sino para traer a cuento que se suele hacer referencia a él para defen- der la no disciplinaridad de los estudios literarios, manteniendo asi una borrosa frontera en la que éstos se confunden con la lite ratura misma. También para situar y diferenciar un concepto de disciplina cognoscitiva que no se identifica con las disciplinas cientificas fuertes ni se earacteriza por el principio de racionali- dad. La propuesta de Toulmin me serviré de punto de referencia ppara pensar los estudios literarios como diseiplina y para sugerir algunos criterios que los distingan de la actividad literaria. Aun~ que el esfucrzo por establecer tal distincién pueda parecer inne- cesario, lo cierto es que la preparacién de investigadores en la disciplina pone més énfasis en el conocimiento de la literatura que en el conocimiento de los principios disciplinarios. ¢Cmo podriamos explicar de otro modo el hecho de que una de fas pre~ 54 guntas més relevantes en los iltimos treinta afios haya sido la pregunta por el ser de la literatura? ‘Un esquema de estructuracién disciplinaria que nos puede servir como punto de partida para pensar en la naturaleza de los estudios literarios, asi como de la funcién de las teorias en ellos, seria el siguiente (H. Heckhausen, 1972): 4) El campo material o dominio consensual de interacciones (es decir, la eiteraturan); >) Efobjeto 0 conjunto de problemas especificos que se formu lan y/o tratan de resolver en el contexto del campo material ‘0 dominio consensual de interacciones; ©) Elnivel de integractntirca ode inplementacin detect dexerip ‘inary analtzas, que permite poner cierto orden en la scumu- lacién de datos, establecer relaciones y jerarquias ala vez que identificar problemas y determinar las preguntas que guiarin las futuras investigaciones; en fin, asegurar un nivel general de conocimiento ode comprension y servi de prineipio-guia para las investigaciones empirieas, «d) Uncojunto de problemas a resover on cojunto de idea «punto de sista que desean medica, En este nivel podemos localizat tan- 10 la acumulacién de conocimientos como los cambios que se producen en una disciplina. En él podemos percibir la rele- vvancia que adquieren algunos problemas 0 temas, el periodo de su vigencia, la manera en que se recuperan antecedentes en el pasado de la disciplina, etc, La vigencia y It relevancia de un conjunto de temas y problemas desplaza o silencia aquellos que habian ocupado el tiempo y consumido las enes- sas de un grupo o de una generaci6n. Un ejemplo es el prefijo post» en la actualidad (posmodernidad, posestructuralismo, etcetera); ©) El momento de contingencia hstrica, en el cual un grupo de practicantes de la disciplina coinciden en la identificacion de problemas a resolver yen los modos de hacerlo, En este nivel capturamos la manifestacién hist6rica del nivel ©). Ahora bien, gpodriamos sostener, basados en este esquema, que los estudios literarios tal como los practicamos hoy son una 55 disciplina? Responder a esta pregunta nos llevaria, primero, al nivel de contingencia histérica y al momento en el que podria mos describir el surgimiento, en la disciplina, del nivel de inte- gracién teérica. Intuyo que una de las contribuciones fundamen tales en esta iiltima direccién se encuentra en el conjunto de tra- bajos que conocemos bajo el nombre de «formalismo rusoy. En segundo lugar, nos llevaria a bosquejar el panorama histérico en el cual se forman y se transforman las ciencias humanas. Para este caso, considerariamos los tratados de poétca en el momento ‘en que son reemplazados por las historias de las literaturas na-

You might also like