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Q Que alguien haya logrado la doble maravilla de que “el sol arda en sus
manos” y de que “sepa repartirlo”, es mucho decir. No sabríamos cuál de
las dos hazañas es la más prodigiosa.
¿Por qué tienen luz? No, desde luego, por rara excepcionalidad ni por
casualidad cromosomática. Sólo tiene luz el que ha ido recogiéndola,
cultivándola. La belleza de la luz se les dio a ellos, como a todos, con la
vocación. Pero tuvieron que recogerla, abriendo manos y alma. Esa luz en
sus manos fue regalo, pero también esfuerzo no publicable. Naturalmente
no la conquistaron en un solo día; la fueron acumulando despacio y a
trocitos. Esos retazos de vida brillan ahora después de años de recolecta
en sus palabras que reflejan, sólo tímidamente, aquella luz. ¡Qué milagro
vivir con el corazón encendido! ¡Qué sorpresa, además, verles tan iguales
a nosotros!
Los mejores misioneros lo son no por lo que hacen, sino por lo que
proyectan, por lo que reparten. El mejor misionero no es aquel que tiene
más talentos, sino aquel de cuya vida se alimentan más. Los misioneros
que aquí hablan no se reservan para sí mismos, sino que nos entregan
algo de lo que palpita en su corazón. Agradezcamos que se hayan atrevido
a repartir su vida en rebanadas a lo largo y ancho de estas páginas.
De Nigeria a Haití
El camino hasta llegar a ser sacerdote claretiano no fue fácil para mí.
En un principio no me creyeron mis compañeros y amigos porque no me
veían con el aire serio que creían propio de un seminarista. Pero yo no daba
Japón
Perú
Lo claretiano es mi vida
+ Ángel Garachana Pérez, cmf.
Obispo de San Pedro Sula
Honduras
De España a Honduras
China en el horizonte
Daniel Ortiz, cmf
Misión Claretiana 2006 l 17
Mi vida en la Congregación
Entonces me dediqué de lleno a estudiar para entrar en la Congregación.
En enero de 1953 entré en el Postulantado de Hermanos misioneros.
Empecé con mucha alegría y propósitos de perseverar hasta la muerte con
la ayuda de Dios, de la Virgen Santísima, y de San Antonio Mª Claret. El
16 de julio de 1955 hice mi primera Profesión como Hijo del Inmaculado
Corazón de María, o Claretiano.
Cuando entré en el postulantado tenía dieciséis años, y ahora, cuando
escribo estas líneas, estoy para cumplir setenta y he
superado los cincuenta de la profesión religiosa. En todos
estos años nunca tuve complicaciones en la espalda y sí
muy buena salud para cumplir mis cargos y destinos.
Siempre me he sentido muy animado. El Señor siempre ha
sido mi mayor alegría.
Considero parte de mi vocación el hecho de que, cuando
hice mi primera profesión, mi querida madre, que tenía
entonces 45 años, entró como religiosa Misionera Claretiana
de Vic, donde vivió como santa religiosa consagrada a Dios,
a la Virgen y a San Antonio Mª Claret, durante los cuarenta
años restantes de su vida. Cuando a los 87 años entregó
con mucha paz su alma a Dios, yo estuve a su lado.
El Señor ha hecho en mí
cosas grandes
Joseph Kalakkal, cmf
Filipinas
2 l Presentación
14 l Lo claretiano es mi vida
17 l China en el horizonte