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James SALTER La dltima noche ‘Walter Such ea traductor. Le gustabaesriic con una plama eslogeifica verde que ten'a por costumbre de- jar suspendida en el aie después de cada frase, csi Como sist mano fuera un artefacto mecinico. Pia e- Gitar frases de Blok en rus y luego dar la traduccién flemana de Rilke, eesltando la belleza de las palabras. [Era un hombre sociable pero tambien quisquilloso, que tartamudeaba un poco al principio y que viva con su mujer de un modo satsfatorio para ambos. Pero Ma- Fit, su mujer, estaba enferma. “Ahora estaba sentado con Stsanna, una atniga de ta familia Por fin, oyeron bajar Marit a vieron en~ trar en la sla, Llevaba un vestido de seda rojo que lx hacia parecer seductora, com sus pechossuelts y su rmelena oscura, En as cesta blaneas de alambre que tenfa en el armaio habia pila de prendas dobladas, ropa interior, de deporte, camisones, los zapatos re- imetidos debajo,en el suelo, Cosas que yanoibaanece Sitar, También joya, brazaletesycollares, y un joyero lacado donde guardaba todos sis aillos. Habta es- ‘ado revolviéndolo largo rato y elegido algunos. No a «queria que sus dedos, ahora huesudos, se vieran des nudes. —Bstis mu-my guapa —dijo su marido. Me siento como si fuera mi primera cita. cEstiis tomando una copa? Si. “Creo que tomaré algo yo también, Con hielo ajo. Se senté. —No tengo energias —vontinus—, eso es lo mis horrible, Nada de nada, Me he quedado sin fuerzas. Ni siquiera me gusta evantarme y andar un poco. —Debe de ser muy duro —opiné Susanna. ‘elo imaginas. Walter volvis con la copay selatendi a su mujer. —Felices dias —dijo ella. Luego, como si de re- ppente recordara, les sonrié. Una sonrisaaterradora, Pa- ‘eciaindicar justo lo contratio. Era a noche que habfan elegido. En un plato, den~ tro de la nevera, estaba la jeringuilla, Su médico les habia proporcionado el contenido. Pero antes una cena dle despedida, sella se veia capaz. Pero que no fueran ellos dos solos, habia dicho Marit. Cosas de instinto. Se lo habian preguntado a Susanna en vez de a otra persona mis proxima y afligida, como la hermana de ‘Marit, con la cual, de todos modos, ells no mantenia ‘buenas relaciones, 0 algun otro amigo de mis edad. Susanna era més joven. Tenfa la cara ancha y una fren= tecaltay despejada, Parecfa la hija de un profesor o un. banquero, ligerarsente discola. Una guarr, habia co- ‘mentado de ella uno de sus amigos, no sin cierta ad miracién, 144 Susanna, que Hlevaba una falda corta, estaba ya un poco nerviosa. Era dificil fingir que seria una cena como cualquier otra, Le costaria mostrarse natural y ddesenvuelta, Habiallegado cuando empezaba a caer fa tarde, La casa con sus ventanas iluminadas —parecia {que bo estaban todas las habitaciones— destacaba entre las demis como si alli se celebrase alin festeo. "Marit eontempls los objetos de la sal, las fotogra~ fis con marco plateado, las lamparas, os tomos gran~ des sobre surrealismo, paisjism9 o casas de campo que siempre habia querido sentarse alee, las sillas, incluso aquella alfombra de bello color spagado, Lo miré todo ‘como si estuviera haciendo inventario cuando, de he~ cho, no significaba nada para ella. El pelo largo de Su- ‘anna ysu lozania ssignificabas algo, aunque no estaba segura de qué Ciertos recuerdos es To que uno lleva consigo du~ rante mucho tiempo, pens6, recuerdos anteriores in- cluso a Waltes,de cuando era ura nina. Su casa, no ésta sino la primera con a cama de su infancia, la ventana, del rellano desde la que contereplaba las tormentas de invierno, su padre inclinado sobre ella para darle las ‘buenas noches, la luz de una limparaala que su madre scercaba la mueca para ajustase una pulsera, Essa casa, El resto era menos denso. Elresto era una novela larga muy parecidaa su vida; uno pasaba por ella sin pensat y, de repente, un dia ‘erminabas las manchas de sangre “He tomado muchos de éstos —reflexioné Ma- Bt, Ge vers abebidat —pregunts Suan, 145 A lo largo de los afios, quieres decix. Si, de los afos, ;Qué hora es ya? Las ocko menos cuarto —dijo su marido, Vamos —Como quieras “dijo —. No hay prisa No quiero ir con prisas De hecho, tenis pocos descos de ir, Bra dac un pasu —sPara qué hora reservaste mesa? —pregunts, —Podemes ir cuando queramios, —Entonees, en marcha, En en el itero y desde allf habia subido hasta los ‘pulmones. Al final ella lo habia aceptado. Mas arriba del cuello recto desu vestido la pie, palida, preci irradia ‘oscutidad. Yano se patecia a simisma. Lo que fae habia dlesaparecido, ie habia sido arrebatado, El cambio era terrible, sobre todo en el rostro. Ahors tenfa una cara (que era para Ia otra vida y para quienes encontrara all. ‘A Walter Ie cestaba recordar eémo habia sido en otro tiempo. Era una mujer eas diferente de aquela a quien habia prometico asstr cuando Hegara el momento. Susanna ocups el asientotrasero del coche. Las ca- Iles estaban desiertas. Pasaron frente a casas en cuya planta baja se veia una luz palpitante, azulada, Marit iba en silencio. Sentia tristeza pero también una espe- ce de confusién. Estaba tratando de imaginar lo que pasaria el dia de mafiana, sin ella allt para verlo, No pad imaginanelo. Era dificil pensar que el mundo se- uiria existiendo, in el hotel aguardaron junto a la barra, que estaba ‘muy animada. Hombres sin chaqueta, chicas charlan~ doo riendo ruidosamente, chicas ajenas a todo, En las 146 paces habia grandes cartels fanceses, vcs toga Fas en marcos oscuro, No reconoro adie coments Mari Poe suere —afadi, ‘Wile habia visto un pareja aa que conocin, Jos Apt No ices. No ns han vst Conse sna mesa en lotta ala Nos han vse? —pegunts Marit cuando este vieron sntados—. No tengo guts de habla con na de Aqui estamos bien —ijo Eleamarerollevabaundelanta blanco yuna pj ta nega, Les pas el meni yuna cart ein ~iOvieren qu les tiga slgo pars bebe? Desde fuego, fap Walter: Esta miranda cata cons precios en onden miso menos acendente Habia un Cheval Blan por Shinienton stents y cnc clare, = {Tienen ete Choral Blane —ZEl de mal novecintos ohentay nucve?—pre= guns 5 rigans una otal, {Gye e Cheval Blane Vino blanco? —pre- sgnté Susanna cin el camaro se hub alee No, into repiso Water aes, as sido muy amable acompatindonos He jo Maria Stnanna~, Es una noche muyepe. cal si —Normalmeste ao pedimos vinos tan buenos eal lla 197 Habian comido ala menudo, los dos, habitualmen- te cerca de la barra, con sus relucienteshileras de bote- llas, Nunca habfan pedido un vino mas aro de treinta y cinco dares.

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