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Estudios e Investigaciones a7 «LA NARIZ», DE NICOLAI GOGOL: UNA INTERPRETACION BASADA EN EL SIMBOLISMO ONIRICO Y LATEOLOGIA DEL MAL, por Marcelo Herrera Introduecién Nicolai Gogol escribio 1a primera version de su nouvelle «La Nariz» coma si se tratara del re- lato de un suefio, una pesadilla perteneciente al asesor colegiado Kovaliov. En dicha redaccién inicial, Kovaliov sofiaba que su propia nariz habia desaparecido de su rostro, cobrando existencia auténoma.’ El relato de esta pesadilla en prime- ra persona por parte de Kovaliov, al despertar, constitufa la trama de la nouvelle. En la versién definitiva, Gogol renunciaa presentar claramente el relato como un suefio. El teblogo Evdokimov enticnde que lo hace para sorprender al lector. ‘Ain cuando convengamos en que esta modi- ficaci6n eleva notablemente Ia belleza estética de la narracién —y es una de las razones que hacen de GogoF'un precursor del surrealismo—, creemos que la aplicacién sistemitica de algu- nos recursos metodoldgicos para el anélisis de los suefios puede ser muy fructifera en la inter- pretaciGn de «La Nariz», porque es susceptible de destacar elementos fundamentales que nos per- mitirin un acercamiento hermenéutico més pro- fundo a la significaciGn esencial de la obra, La ironia gogoliana se ha ocupado de afiadir varias intervenciones del narrador tendientes a ar cierta “verosimilitud” al relato (atin aceptan- do la voz narrativa, hacia el final, que todo en él 6 muy extrafo, inverosimil, sobrenatural, ridf- culo, violento y hasta feo). También nos presen- taalgunas preguntas y pseudocomprobaciones de Kovaliov respecto de si esté.0 no sofiando, todas las cuales no terminan de definir claramente si ‘nos encontramos, 0 no, ante un suefia, Y esto es parte de la belleza del relato, y de su significacién Porque a pesar de més de cien afios de psicoandli- sis, y de toda la tradicién secular de la inter- pretacién onfrica, estamos acostumbrados a no dar el mismo valor a los suefios que a los “he- ‘ehos reales”, en especial si dichos suefios tienen algo de ridiculo 0 absurdo, lo cual, como dice Freud, repugna particularmente a la mente cons- siente, Gogol nos dice, contradiciendo irénica- mente al dependiente del Departamento de Pu- blicidad, que.no hay en este relato nada que re- porte utilidad a la patria oa la instruccién pébli- a. Pero sabemos que la negacién enfética de un hecho, en psicologia, suele ser una forma de con- firmaci6n de la verdad opuesta. En la misma di- reccién intencional, el hecho de que Gogol sittic el relato en el marco de lo que podria suceder, contribuye a que el lector no lo tome como un ‘mero sueBo, y la narracién corra entonces la triste ‘suerte de otras del autor en la Rusia de entonces: ser tomnada como un relato humoristico, desti doa hacer reir al lector con las burlas a Kovaliov. y a los de su clase. El narrador mismo, por si todavfa nos quedaran dudas, nos lo advierte casi al final del relato: “Y, no obstante, penséndolo bien, algo debe haber en toda esto”, Sf, pensSndolo bien, algo debe de haber en todo esto, Algo que no ha sido expresado més que veladamente en la trama del relato, algo se~ creto, que un andlisis detenido nos ayudard, quizds, a poder desentrafiar. “; Quin podrfa de- terminar qué partes de nosotros mismos viven Gnicamente en virtud de ideas que nunca fueron expresadas?", se pregunta Maeterlinck en su in- Gramma/Oetubre de 2004 48 Estudios e Investigaciones troduccién a Los Fragmentos, de Novalis.” “Un. sueiio que no ha sido comprendido es como una carta que no ha sido abierta', cita Fromma partir del Talmud, en Et Jeniguaje olvidado, Sf, pensén- doto bien, puede que haya algo en todo esto so- bre lo que debamos pensar. Si hay algo secreto, es que hay algo que debe ser dado a uz, Y segiin nos sefiala Gadamer, pen- ‘sar es mostrar y hacer que algo se muestre,* Esta” nouvelle, entonces, nos da algo que pensar. Algo en lo que debemos, pausadamente, demorarnos. Yi pensar, como nos deja sentir asimismo Gada- mer—recordando a Heiddeger—es volver a re~ flexionar sobre lo que sabemos, detengémonos en lo que hasta ahora parece que sabemos. Va- mos a detenernos, pensativos, para observar sin prisa las maltiples asociaciones simbélicas que surgen de Jas imagenes del relato. De esta mane- ra nos ser dado comprobar si esta rémora, esta pausa en el tiempo para volver a mirar lo aparen- temente conocido, nos sorprende y nos deja captar algo del sabor de lo que es, atin, descono- ido. “;Sabe pues, a nosotros, el espacio del uni- verso en que nos disolvemos?”, se interroga Ril- ke en su primera Blegia. ,Podremos nosotros captar algo de eso que del alma de Gogol se ha disuelto en sus palabras, desconocido, y que quizés pueda ser destilado de la trama de su rela- to? Eso desconocido que puede serlo aiin para el ‘mismo autor. Porque si vamos a tomar la decisién metodolégica de analizar la nouvelle como un suefio, estamos haciendo en ese acto varias asun- ciones. La primera es que el relato contiene una significacién profunda, velada por su cardoter absurdo. El absurdo en sf mismo nos debe hacer pensar, segiin estima Freud, que existe la idea de contradiccién, injuria 0 burla bajo el ropaje dela trama onfrica (0, en este caso, literaria). La se- gundaes que, como en la produccién deun suetio, en la creacién literaria imterviene s6lo parcial- mente la voluntad del sujeto creador. No sabe- mos parte de lo que decimos cuando decimos. En otras palabras, decimos a pesar nuestro. Y esto nos legitima para interpretar Ia obra en si misma, més allé de de su autor. El limite de esa atribucién que nos otorgamos serd la honestidad intelectual de exigimos que nuestra interpretacién se sustente en elementos del texto mismo, y permita descubrir un tejido coherente entre ellos. El error metodolégico més frecuente de mu- chos trabajos hermenéutico-criticos, como por lo dems de muchas interpretaciones oniticas, es tomar sGlo una parte de los elementos de la tra- ma textual 0 del suefio, ¢ hipertrofiar eon ellos tuna interpretaci6n parcial que se sustenta tnica- mente a partir de ellos, pero que no da cuenta de ‘otros muchos aspectos que también aparecen en la escena onirico-literaria; a veces casi mudos, ero por eso mismo sumamente significativos. Esta es, en parte, la razén de las limitactones que debemos atribuir a la interpretaci6n tealizada por el Profesor Evdokimovy. En este trabajo intentare- mos evitar este seszo mediante la consideracién atenta de ¢adas los elementos, y.en especial de todas las irontas. El segundo problema metodolégico en la in- terpretacién de un suefio, ya sefialado por Freud, es sustituir las asociaciones del paciente por una interpretacién simbélica en base a una clave nica,de cardcter casi alegGrico (¢j.: rey y reina padres), olvidando la polisemia y a veces la ‘ambivalencia inherente a todo simbolo. Dado que no tenemos Ja posibilidad de dialogar con el au- tor —lo que no necesariamente nos depararfa mayores elementos—nuestro modo desuplir esta supuesta falencia metodologica seré: primero, in- terrogar al propio texto disponiendo de todas las significaciones de sus simbolos més importantes, al menos todas aquellas de las que podamos dar cuenta, y evitando una restriccién interpretativa unilateral; y en segundo término, seguir todas las cadenas de asociaciones libres que puedan partir desde un simbolo, desde una palabra repetida varias veces, desde la etimologfa de una pala- bra—ain Ins cadenas aparentemente menos sig- nificativas—, siempre que nos lleven a una me- jor inteligencia de-la trama ideolégica del texto. tencionalidad cons te GrammarOctubre de 2004 Estudios e Investigaciones 49 Eneste sentido, procederemos como en la in terpretacién onfrica, sustituyendo lentamente el contenido manifiesto del sueiio (en este caso el texto en sf mismo) por las ideas latentes que lo fundan, esto es, el acervo de ideas que Gogol, con mayor o menor consciencia, plasmé en su ereacién. Por lo tanto, nuestro andlisis seré una hermenéutica en el sentido etimol6gico de tra- duccién o interpretacién, que correrd en sentido inverso al de la creaci6n, equivalente.en este caso a la elaboracién produccién de un sueiio. Pero también nuestra hermenéutica serd, inevitable- mente, creacién: creacién de sentido, Dos sefialamientos mas son importantes antes de comenzar esta labor, Por una parte, la interpretacién que propone- mos de «La Nariz», en especial debido a que cuestionaré algunas asunciones realizadas por Eydokimoy, no se limitaré de ningtin modo a sefialar la Tineas de fuerza ideolégicas de dicho relato cn términos puramente psicol6gicos. Y esto no s6lo para evitarreduccionismos absurelos, sino porque Ia obra posee un poderoso contenido teo- I6gico que no podemos descuidar. Siendo la psi- cologia, en su original y verdadera rafz etimol6é- ica, el estudio del alma humana —y no mera- mente del intelecto y las pasiones, o de las pul- siones y defensas—, su estudio no deberia estar —aunque lo esté con mucha frecuencia— divor- ciado de una profunda inserci6n en el marco an- tropolégico, filos6fico, y teolégico. Es por eso que, ademés de un sefialamiento de sus princi- pales simbolos, y de las ideas que aparecen una Y otra vez repetidas en diversas formas, esboza- remos también, antes de comenzar a proponer nuestra interpretaci6n del texto, la realizada por Evdokimov desde el punto de vista teoldgico, las de otros autores, y un breve resumen de Ia teo- logéa catdlica del mal, que nos parece absoluta- mente esencial para comprender esta nouvelle, En segundo término, dado que el relato se divide en dos fragmentos iniciales que pueden tomarse como dos suefios diferentes, y un terce- fo que puede interpretarse como un despertar en el cual el soviante —Kovalioy, el hombre trivial por excelencia—no ha comprendido el mensaje de su suefio, nos quedaban dos caminos para rea- lizar nuestra labor. O debfamos tomar el primer suciio como perteneciente al barbero Ivan Y ako- vlevich, y el segundo a Kovaliov, o por el con- trario, entender que se trata de dos suefios de una misma noche pertenecientes al propio Kovaliov. Hemos elegido arbitrariamente In segunda de estas posibilidades, aunque la primera también hubiera resultado itil. Nos hemos guiado por la lea freudiana de que los suefios que se suceden enel témino de una misma noche, y a veces de varios dias, poseen un acervo ideol6gico comin y representan, con distintos ropajes, Ia misma rama de ideas, La vision de Evdokimov: la nariz como simbolo del anticristo Resumamos breve pero ficlmente tas princi pales ideas de la interpretacién que ha dado a este relato, y al significado de la nariz, el te6lo- go Paul Evdokimov.° Lo haremos sefialando al mismo tiempo algunas puntualizaciones criticas que nos permitiran adelantar Ja direccién de nuestra revisidn, asi como abreviar luego el planteo completo de la misma. Comienza el Profesor Evdokimov Jos funda- mentos de su andlisis con lo que Hama una definicién del mal por San Gregorio de Nisa, a quien cita textualmente. Et mal serfa “este suevio que suscitan en el intelecto los cantos mentirosos de la grandeza, de la posesién, de los placeres, de todo aquello que es perseguido estpidamente por los hombres superficiales, victimas de su imaginacién; todas estas cosas se derramban con Ja naturaleza effmera del tiempo, no tienen otro ser que la apariencia’. Es claro que esta no es una definici6n del mal, que sf daremos més ade~ lante por el mismo San Gregorio. En todo caso es una descripci6n de 1a futilidad de algunos de- se0s, ciertamente tefiida de un cardcter aseético acentuado, ya que por sf mismo ningdn bien ere- ado es definible como malo: en todo caso puede serlo la voluntad que lo absolutiza. ¥ aiin en esa situaci6n, no es en sf la voluntad misma el mal; Gramma/Octubre de 2004 50 ¢s el desvfo de la voluntad a causa de la falta de discernimiento. Es en esa falta, en esa privacién de la correcta valoracién de las cosas donde debemos ver el mal, no en las cosas mismas. Seflala Evdokimoy que “estas cosas no tienen consistencia a pesar de su existencia palpable, ni tienen otra existencia que la que nuestra aprecia- cién les atribuye". Esto es claro idealismo y pla- tonismo, siempre mezelados en la teologia catoli- ca —de la que tanto se alejan en el fondo—. Las cosas sf tienen existencia y consistencia on Dios, y son buenas en s{ mismas, pero es cierto que nosotros podemos atribuirles valores distintos de los que realmente tienen, por desviacién de la comprension y de la voluntad. Retengamos esta idea porque es esencial para comprender esto: la nariz simboliza cosas muy diferentes seguin ta posicién subjetiva del sujeto que la observa, es decir, segtin sea vista y significada por ef narra- dor 0 por el asesor Kovalioy, el personaje. El cardeter ambivalente de este sfmbolo, segin cual sea la mirada significante del mismo, asf como laambivalencia de otros simbolos basada en esta misma doble mirada, es clave en la interpretacién del relato. Laanterior definicién de San Gregorio de Nisa es propiamente una deseripeidn de la seduccién engaiiosa, no de la naturaleza del mal, Mis ade- Inte volveremos sobre esto. A continuacién, sefiala Evdokimoy que “el hombre es victima de un gigantesco engafio don- de es ala vez autor y actor, al punto de otorgar el «ser al

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