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Antología (del griego, anthos, 'flor', y légo, 'escoger'), colección de textos literarios seleccionados de un autor
o de varios. La antología parte del principio de la lectura como selección.
El antólogo es un lector que, ateniéndose a principios más o menos racionales, combina textos insertándolos
en un nuevo conjunto. El eje combinatorio puede ser histórico o temático, eligiendo como ejemplos los
diferentes géneros literarios: poemas, cuentos, fragmentos novelescos, escenas teatrales, humor, citas y
pensamientos. Está ligada a los cambios del gusto y de las modas literarias y muchas veces puede convertirse
en el manifiesto poético o bibliografía (los poetas del poeta) de un escritor determinado, como ocurre con las
Flores de poetas ilustres de Pedro de Espinosa o la Antología de Gerardo Diego. La antología más antigua es
una de epigramas y poesías ligeras realizada en el año 90 a.C. por el poeta Meleagro. También debe citarse la
Antología griega o Palatina, compilación del siglo X. Las literaturas árabe, persa y turca son ricas en
antologías.
Las colecciones o compilaciones, como formas próximas a la antología, tuvieron gran importancia en la edad
media y, concretamente, en España, en la difusión de los cuentos de origen oriental: Calila e Dimna, Barlam y
Josaphat, el mismo Pero Alfonso con la Disciplina Clericalis, hasta su inserción en obras como el Libro de
Buen Amor del arcipreste de Hita o el Conde Lucanor de don Juan Manuel. Mención aparte merecen los
cancioneros de romances (el de Baena, en el siglo XV, o el General, del XVI), que permitieron la
conservación y el disfrute de tan extensa producción poética. Ejemplos contemporáneos imprescindibles son
la Antología de poetas líricos castellanos de Marcelino Menéndez y Pelayo, la Flor nueva de romances viejos
de Ramón Menéndez Pidal, la antología de la poesía española de Blecua y Dámaso Alonso, la Antología de la
literatura fantástica de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Bioy Casares o, entre muchas otras, Noche
insular. Antología de la poesía cubana de Mihály Des. Alfonso Reyes, en su Teoría de la antología, sugiere
humorísticamente "denunciar cierta poesía diabética" y componer un "Panal de América o Antología de la
gota de miel".
LITERATURA
Literatura, término que designa un acto peculiar de la comunicación humana y que podría definirse, según la
palabra latina que le da origen, como arte de escribir, escritura, alfabeto, gramática, conjunto de obras
literarias.
Pero litteratura deriva a su vez del latín litterae, `letras, caracteres, escrito, obra literaria'. El término no
apareció en todas las lenguas al mismo tiempo: francés littérature (1120), italiano letteratura (siglo XIII),
inglés literature (1375), alemán Literatur, portugués y español literatura (siglo XV). Lo que no se puede
olvidar nunca es que es un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias, es decir, creaciones artísticas
expresadas con palabras, aun cuando no se hayan escrito, sino propagado boca a boca, según la definición de
Rafael Lapesa. Esta importante aclaración permite considerar como literatura todas las obras anteriores a la
invención de la imprenta y, sobre todo, las que no se han transmitido por escrito sino oralmente, es decir, el
amplio cuerpo del folclore, los cuentos tradicionales, los chistes y hasta los proverbios que corren en boca del
pueblo.
PREHISTORIA
Prehistoria, término empleado para definir el periodo de la historia transcurrido desde el inicio del proceso de
la evolución humana hasta la aparición de los testimonios escritos, así como la disciplina que se ocupa de su
estudio.
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La prehistoria es un periodo de la historia de la humanidad. El primero y el que más tiempo duró: desde que
comenzó el proceso de evolución humana hasta que aparecieron textos escritos. Podríamos decir, por tanto,
que un pueblo vive en la prehistoria hasta que escribe.
La arqueología se ocupa del estudio de la prehistoria. Los arqueólogos buscan y analizan los restos materiales
que dejaron los primeros seres humanos. Gracias a la arqueología sabemos algo de la vida de nuestros
antepasados: quiénes eran, dónde vivían, cuáles fueron los primeros instrumentos que fabricaron y sus
primeras obras de arte...
Como fue un periodo muy largo, la prehistoria suele dividirse en dos grandes etapas o edades: la edad de
piedra y la edad de los metales.
LA EDAD DE PIEDRA
La edad de piedra se llama así porque en aquel remoto tiempo los antepasados del ser humano comenzaron a
fabricar, sobre todo con piedra, sus primeros instrumentos o útiles. También usaron otros materiales, como la
madera; y los huesos, cuernos y tendones de los animales que cazaban.
Durante la edad de piedra se produjo el largo proceso de la evolución humana. Cuando la edad de piedra
finalizó, ya existía el ser humano actual: ¡los científicos nos llaman Homo sapiens sapiens! Por el camino
quedaron muchas especies parecidas al hombre, que se extinguieron o evolucionaron.
El paleolítico. Durante el paleolítico, que comenzó hace 2,5 millones de años, el hombre aprendió a tallar la
piedra. Los seres humanos del paleolítico eran cazadores−recolectores. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente,
que vivían de la caza y de la pesca, y de lo que recogían de las plantas (raíces, frutos).
El mesolítico. Se prolongó desde el final del paleolítico hasta el inicio del neolítico. El ser humano seguía
cazando y recolectando para subsistir.
El neolítico. El hombre pulimentaba ya la piedra (es decir, la trabajaba con mayor precisión y podía construir
útiles más sofisticados). Pero el gran cambio que se produjo durante el neolítico (puede que escuches la
expresión revolución neolítica) es que nació la agricultura (aproximadamente hace 11.000 años, en el 9000
antes de Cristo). Debido a ello, el ser humano dejó de ser nómada (hasta ese momento, no tenía un hogar fijo)
y se hizo sedentario (aparecieron así los primeros poblados). También comenzó a ser habitual la fabricación
de piezas de cerámica.
Llegó un momento de la prehistoria en que los pueblos dejaron de hacer sus instrumentos con piedra y
pasaron a fabricarlos con metales (porque aprendieron las técnicas necesarias para ello). La edad de los
metales se divide en tres periodos.
La edad del cobre. El cobre fue el primer metal utilizado por los seres humanos.
La edad del bronce. Se llama así porque el hombre empezó a utilizar el bronce, después de aprender a alear
(mezclar) el cobre con otro metal: el estaño. Las antiguas culturas de Mesopotamia nacieron y se desarrollaron
durante la edad del bronce. Al final de ese periodo surgieron también las primeras civilizaciones de Grecia.
La edad del hierro. Los utensilios pasaron a fabricarse con hierro. Comenzó en Oriente Próximo hace
aproximadamente 3.200 años (aunque en la mayor parte de Europa no se inició hasta hace unos 1.300 años, y
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en América no se trabajó el hierro hasta la llegada de los europeos a finales del siglo XV de nuestra era). Los
europeos de la edad del hierro pertenecieron, en su mayor parte, a la cultura celta. La edad del hierro acabó en
casi toda Europa a medida que se producía en cada zona la conquista romana.
EDAD MEDIA
La edad media fue el periodo de la historia de Europa que transcurrió, aproximadamente, entre el siglo V y el
siglo XV; desde el final del Imperio romano, hacia el año 476, hasta el descubrimiento europeo de América,
en 1492. Lo que es lo mismo, la etapa que se desarrolló entre la edad antigua y la edad moderna.
Durante mucho tiempo, se ha considerado que la edad media fue un periodo de estancamiento cultural que
tuvo lugar entre dos momentos más brillantes: la antigüedad clásica y el renacimiento. Hoy se tiende a valorar
todo en su justa medida, por lo que se prefiere afirmar que la edad media fue una etapa más en la evolución
histórica de Europa.
Es difícil decir en qué año terminó la edad antigua y comenzó la edad media. Se suelen tomar como referencia
dos acontecimientos muy importantes: el saqueo de Roma por los godos de Alarico I (410) y el derrocamiento
del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo (476). En cualquier caso, debes saber que son
fechas aproximadas; sólo nos sirven como referencia.
Hubo un fenómeno que sí marcó de forma definitiva el inicio de la nueva era. Sucedió a finales del siglo V,
cuando diversos pueblos germanos invadieron los territorios del Imperio romano y se asentaron en ellos. La
cultura del Imperio romano no se perdió, pero el aspecto político de Europa cambio por completo durante los
siguientes 300 años.
El comercio regular desapareció casi por completo, aunque la economía monetaria (basada en la venta a
cambio de dinero) nunca dejó de existir de forma absoluta. Los campesinos quedaron vinculados a la tierra y
pasaron a depender de los grandes propietarios para obtener su protección.
La principal figura de la época fue el emperador Carlomagno, rey de los francos y primer emperador del Sacro
Imperio. En este periodo sólo hubo una institución con verdadero poder en toda Europa: la Iglesia.
Esta etapa acabó en el siglo X, cuando se produjeron las segundas invasiones germánicas; nuevos pueblos,
como los vikingos o los magiares, entraron en la historia europea.
Este periodo está ligado a un concepto fundamental. Recuérdalo, es muy importante: el feudalismo. ¿Sabes
qué fue? Un sistema que establecía una serie de relaciones políticas y militares entre los miembros de la
nobleza de Europa occidental. Se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y
trabajo) por parte de un señor, a cambio de una prestación política y militar del vasallo. Ambos, señor y
vasallo, eran hombres libres.
A mediados del siglo XI, renacieron la vida urbana y el comercio regular a gran escala, y se desarrollaron una
sociedad y una cultura más complejas e innovadoras. La Iglesia católica seguía siendo la principal institución
de Europa occidental. También se fundaron las primeras universidades.
El siglo XII supuso una nueva época dorada de la filosofía en Occidente. La escritura dejó de ser una
actividad exclusiva del clero, y el resultado fue el florecimiento de una nueva literatura, escrita, por primera
vez, en lenguas nacionales o vernáculas (aunque se siguió utilizando el latín). En la arquitectura, el románico
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alcanzó su perfección con la edificación de incontables edificios a lo largo de rutas de peregrinación en el sur
de Francia y en España, especialmente, en el Camino de Santiago.
Durante esta etapa de la edad media, tuvo lugar otro fenómeno fundamental: las Cruzadas. Fueron una serie
de expediciones guerreras (la primera tuvo lugar a finales del siglo XI) que iniciaron los reinos cristianos
europeos, a petición del Papado, para liberar los Santos Lugares de Oriente Próximo que estaban en manos de
los musulmanes.
Las principales creaciones artísticas del último siglo de la alta edad media fueron las catedrales de estilo
gótico, los escritos filosóficos de santo Tomás de Aquino y la Divina Comedia, del escritor italiano Dante
Alighieri.
En este periodo comenzaron a surgir los principales estados europeos; es decir, los países tal y como hoy los
conoces. La lucha por el poder entre la Iglesia y esos estados se convertiría en un rasgo permanente de la
historia de Europa. A mediados del siglo XV, los musulmanes conquistaron la capital del Imperio bizantino,
Constantinopla. El Imperio bizantino había sido el heredero del Imperio romano en Oriente.
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Aunque luchaba de pie buenos tajos iba dando.
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Por una y por otra parte los moros huyendo van.
4.−Minaya ve cumplido su voto.− Botín de la batalla.−El Cid pone un presente para el rey
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Se encuentran, de los moriscos, con quinientos diez caballos.
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El Cid Campeador entró en el Alcázar;
A Jimena y a Rodrigo
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De juntarlos para en uno
Amor
A Saldaña y Belforado
Resplandeciente y grabado.
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Era pan para muchachos;
En remembranza y memoria
La Tizona rabitiesa,
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Era el vestido bordado;
La afrenta de Corpes
Los Infantes de Carrión no son bien vistos entre los hombres del Cid por su cobardía.
Esto se hace más notable en dos acontecimientos que pertenecen a ese cantar el día en que un león se sale de
la jaula mientras duerme el Cid y durante la batalla que los cristianos sostienen con las tropas del rey Buscar
de Marruecos.
Una vez que la batalla sido ganada y que se a recogido un botín nunca soñado, los hombres del Cid regresan a
Valencia.
El Cid felicita a sus yernos por su comportamiento lleno de valentía durante la lucha; pero ellos han tenido
que soportar los comentarios de varios caballeros y creen que han tenido las alabanzas del Cid que son sino
una burla llena de ironía.
Cansados los Infantes de esta situación deciden regresar a su tierra. Piden al Cid permiso para llevar a Carrión
a sus mujeres para que conozcan a las nuevas heredaras.
El Cid esta muy lejos de imaginar la maldad que esta pretensión encierra, y los colma de regalos y los hace
acompañar de escolta numerosa.
Al llegar al dobledal de Corpes los Infantes piden quedarse solos con sus esposas y allí las azotan cruelmente
y las ultrajan.
Enterado el Campeador Ruy Díaz de Vivar, demanda justicia al rey en vez de tomar justicia por sus propias
manos.
Se dirige al rey por ser el responsable de las bodas y debe de ser el encargado de aplicar el castigo a los
Infantes de Carrión y de volver de esta manera su honor: El rey fue quien caso a mis hijas toda mi deshonra de
mi señor Muñoz Gustios busca a el rey Con Alfonso en nombre del Cid.
Lo encuentra en Sahagun: allí entera al monarca de la afrenta del Cid retándole con detalle las ofensas que
fueron victimadas Doña Sol y Doña Elvira.
El rey convoca a Cortes en Toledo para escuchar las dos partes y hacer justicia.
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Pero asegura a Muñoz Gustios: Aún de tamaña afrenta saldarán ellos maldecidos, tanto es el amor de Don
Alfonso por su vasallo.
Al cabo de siete semanas todos los vasallos del rey castellanos. Quizá la parte más dramática del poema se
encuentra en las escenas de las Cortes de Toledo. Aquí el juglar se complace en pintarnos con caracteres de
superioridad al Cid y a sus hombres encontraste, en miseria moral de sus enemigos.
A Ruy Díaz de Vivar el monarca da muestras constantes del afecto que profesa al Campeador lo sienta a su
lado y no se cansa de mirarle la barba.
Don Alfonso consciente en todas las peticiones que el Cid pide la devolución de su dinero y de los regalos,
pero sobre todo, la reparación de su honor mediante una lid. En ese momento se presentan los nuevos
casamientos para las hijas del Cid, dos emisarios de Navarra y Aragón las solicitan para los Infantes
herederos.
El desafío llevaba a cabo en la vaga de Carrión y don Fernando y Don Diego son vencidos por Pedro
Bermúdez y Martín Antolinez que presenta al de Vivar.
Se efectúan las siguientes bodas de las hijas del Cid y así el Campeador emparienta con los reyes de España.
DANTE ALIGHIERI
Dante nació en Florencia, en los últimos días de mayo o los primeros de junio del año 1265, en el seno de una
familia que pertenecía a la pequeña nobleza. Su madre murió cuando todavía era pequeño, y su padre al
cumplir los 18 años. El acontecimiento más importante de la juventud de Dante Alighieri, según su propio
testimonio, fue conocer, en el año 1274, a Beatriz, la mujer a quien amó y a la que exaltó como símbolo
supremo de la gracia divina, primero en la Vida nueva y, más tarde, en su obra maestra, la Divina Comedia.
Los especialistas han identificado a Bice di Folco como la noble florentina Bice di Folco Portinari, que murió
en 1290, con apenas 20 años. Dante sólo la vio en tres ocasiones y nunca habló con ella, pero eso fue
suficiente para que se convirtiera en la musa inspiradora de casi toda su obra.
Se sabe muy poco acerca de la educación de Dante, aunque sus libros reflejan una amplia erudición que
comprendía casi todo el conocimiento de la época. En sus comienzos recibió una gran influencia de las obras
del filósofo y retórico Brunetto Latini, que aparece, por otro lado, como personaje destacado en la Divina
Comedia. Hacia 1285 se encontraba en Bolonia, y se supone que estudió en la universidad de esa ciudad.
Durante las luchas políticas que tuvieron lugar en la Italia de aquellos años, se unió en un principio al bando
de los güelfos, opuestos a los gibelinos (véase güelfos y gibelinos). En 1289 formaba parte del Ejército güelfo
de la ciudad de Florencia que combatió en la batalla de Campaldino, en la que los güelfos vencieron a los
gibelinos de Pisa y Arezzo. Por esa misma época se casó con Gemma di Manetto Donati, perteneciente a una
destacada familia güelfa florentina.
Canto I.
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esta salvaje selva, áspera y fuerte
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Y vi, casi al principio de la cuesta,
y de delante no se me apartaba,
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y en todo pensamiento sufre y llora:
«Apiádate de mí yo le grité,
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válgame el gran amor y el gran trabajo
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Este la arrojará de pueblo en pueblo,
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yo mismo, tanto cuanto convenía
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Mas habla con ellas y oye y cree;
de tu nombre y de tu suerte.
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57 nuestros votos, faltos en algún flanco.
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por este reino, a todo el reino place
NEZAHUALCOYOTL
Nezahualcóyotl (1402−1472), soberano chichimeca (1418−1472) de Texcoco (Tezcoco). Era hijo del señor de
Texcoco, Ixtlilxóchitl, y de Matlalcihuatzin, hija del señor de Tenochtitlán, Huitzilíhuitl. Su padre fue muerto
por orden de Tezozómoc, señor de Azcapotzalco, escena presenciada por el joven Nezahualcóyotl. Declaró la
guerra a Maxtla, descendiente de Tezozómoc. Tras varios combates, los tezcocanos y los aztecas lograron
vencer al ejército tecpaneca. Maxtla fue muerto por el mismo Nezahualcóyotl. Consumado el dominio del
valle de México, Texcoco, Tenochtitlán y Tacuba formaron la Triple Alianza, en 1431.
Reorganizó el gobierno y dictó leyes que fortalecieron al Estado. Se encargó de la construcción del acueducto
de agua potable para México. Compuso numerosos cantos y poemas, de los que se conservan unos 30, donde
planteaba profundos problemas filosóficos. En su honor, un municipio y una ciudad en el estado de México
llevan su nombre.
Formación de la Triple Alianza Itzcóatl unió a los mexica de Tenochtitlán en una coalición junto con su
sobrino, Nezahualcóyotl de Texcoco, y la ciudad−estado de Tlacopan. Tenochtitlán llegó a ser en el principal
centro de poder, dirigiendo un imperio de unos seis millones de habitantes que se extendía en su mayor parte
por el oeste de Mesoamérica.
Durante la primera mitad del siglo XV surgió en el valle de Anáhuac (valle de México) una confederación
entre las ciudades de Tenochtitlán y Tlacopan y el reino de Acolhuacan, que se constituyó con el objeto de
derrotar a los tepanecas y, tras ser absorbida por el esplendor azteca, desapareció a la llegada de los
conquistadores españoles a principios del siglo siguiente.
RENACIMIETNO
Renacimiento, periodo de la historia europea caracterizado por un renovado interés por el pasado
grecorromano clásico y especialmente por su arte. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se
difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad feudal
de la edad media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual
dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas
centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de
las artes y de la música.
El término `renacimiento' lo utilizó por vez primera en 1855 el historiador francés Jules Michelet para
referirse al descubrimiento del mundo y del hombre en el siglo XVI. El historiador suizo Jakob Burckhardt
amplió este concepto en su obra La civilización del renacimiento italiano (1860), en la que delimitó el
renacimiento al situarlo en el periodo comprendido entre el respectivo desarrollo artístico de los pintores
Giotto y Miguel Ángel, y definió a esta época como el nacimiento de la humanidad y de la conciencia
modernas tras un largo periodo de decadencia.
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La más reciente investigación ha puesto fin al concepto de la edad media como época oscura e inactiva y ha
mostrado cómo el siglo previo al renacimiento estuvo lleno de logros. Gracias a los scriptoria (aulas dedicadas
al estudio) de los monasterios medievales se conservaron copias de obras de autores latinos como Virgilio,
Ovidio, Cicerón y Séneca. El sistema legal de la Europa moderna tuvo su origen en el desarrollo del Derecho
civil y del Derecho canónico durante los siglos XII y XIII, y los pensadores renacentistas continuaron la
tradición medieval de los estudios de gramática y retórica. En el campo de la teología, durante el renacimiento
se continuaron las tradiciones medievales del escolasticismo y las establecidas por las obras de santo Tomás
de Aquino, Juan Escoto y Guillermo de Ockham. El platonismo y el aristotelismo fueron cruciales para el
pensamiento filosófico renacentista. Los avances en las disciplinas matemáticas (también en la astronomía)
estaban en deuda con los precedentes medievales. Las escuelas de Salerno y Montpellier fueron destacados
centros de estudios de medicina durante la edad media.
El renacimiento italiano fue sobre todo un fenómeno urbano, un producto de las ciudades que florecieron en el
centro y norte de Italia, como Florencia, Ferrara, Milán y Venecia, cuya riqueza financió los logros culturales
renacentistas. Estas mismas ciudades no eran producto del renacimiento, sino del periodo de gran expansión
económica y demográfica de los siglos XII y XIII. Los comerciantes medievales italianos desarrollaron
técnicas mercantiles y financieras como la contabilidad o las letras de cambio. La creación de la deuda pública
(concepto desconocido en épocas pasadas) permitió a esas ciudades financiar su expansión territorial mediante
la conquista militar. Sus mercaderes controlaron el comercio y las finanzas europeas; esta fluida sociedad
mercantil contrastaba claramente con la sociedad rural de la Europa medieval. Era una sociedad menos
jerárquica y más preocupada por sus objetivos seculares.
HUMANISMO
Humanismo, en filosofía, actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de sus
principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la
verdad y practicar el bien. El término humanismo se usa con gran frecuencia para describir el movimiento
literario y cultural que se extendió por Europa durante los siglos XIV y XV. Este renacimiento de los estudios
griegos y romanos subrayaba el valor que tiene lo clásico por sí mismo, más que por su importancia en el
marco del cristianismo.
El movimiento humanista comenzó en Italia, donde los escritores de finales de la edad media Dante, Giovanni
Boccaccio y Francesco de Petrarca contribuyeron en gran medida al descubrimiento y a la conservación de las
obras clásicas. Los ideales humanistas fueron expresados con fuerza por otro estudioso italiano, Giovanni Pico
della Mirandola, en su Oración, obra que trata sobre la dignidad del ser humano. El movimiento avanzó aún
más por la influencia de los estudiosos bizantinos llegados a Roma después de la caída de Constantinopla a
manos de los turcos en 1453, y por la creación de la Academia platónica en Florencia. La Academia, cuyo
principal pensador fue Marsilio Ficino, fue fundada por el hombre de Estado y mecenas florentino Cosme I de
Medici. Deseaba revivir el platonismo y tuvo gran influencia en la literatura, la pintura y la arquitectura de la
época.
La recopilación y traducción de manuscritos clásicos se generalizó, de modo muy significativo entre el alto
clero y la nobleza. La invención de la imprenta de tipos móviles, a mediados del siglo XV, otorgó un nuevo
impulso al humanismo mediante la difusión de ediciones de los clásicos. Aunque en Italia el humanismo se
desarrolló sobre todo en campos como la literatura y el arte, en Europa central, donde fue introducido por los
estudiosos alemanes Johannes Reuchlin y Philip Melanchthon, el movimiento penetró en ámbitos como la
teología y la educación, con lo que se convirtió en una de las principales causas subyacentes de la Reforma.
Uno de los estudiosos más importantes en la introducción del humanismo en Francia fue Erasmo de
Rotterdam, que también desempeñó un papel principal en su difusión por Inglaterra. Allí, el humanismo fue
divulgado en la Universidad de Oxford por los estudiosos William Grocyn y Thomas Linacre, y en la
Universidad de Cambridge por Erasmo y san Juan Fisher. Desde las universidades se extendió por toda la
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sociedad inglesa y allanó el camino para la edad de oro de la literatura y la cultura que llegaría con el periodo
isabelino.
sta época es comúnmente conocida como Siglo de Oro. Aunque no hay coincidencia unánime de opciones
acerca de su principio y de su término, la ubicaremos, respetando el criterio más generalizado, en los siglos
XVI− casi completo− y buena parte del siglo XVII.
En las manos de los reyes se fue concentrando el poder hasta que devino el absolutismo.
e afirmo definitivamente la conciencia renacentista y se agregó a ella la reacción de rasgos feudales de valor
duradero.
Sus signos distintivos son el adorno profuso, que llegaba a veces hasta el retorcimiento, y la hondura humana,
que busca siempre hacer suyos todos los caminos, agotar todos los recursos, aprovechar todas las
posibilidades.
Viven su momento las odas que exaltan lo heroico y lo grandioso, las empresas colosales; los cantos
grandilocuentes, sonoros y extensos; las elegías profundas y dolientes; las descripciones lijas.
Se usa el retruécano, la paradoja, la contradicción, el doble sentido; se remarca lo grotesco; se emplea la sátira
como filo cortante; se elevan a asunto central los hechos inmediatos, comunes y corrientes, de la vida diaria;
el pueblo aparece como personaje principal en obras y representaciones; se plantea, como objetivo vital, el
derecho de todos los hombres a la justicia natural.
El apego a una u otra manera fue produciendo paulatinamente una diferenciación en la poesía. Por un lado se
usaba un lenguaje sencillo y llano, mientras por el otro, se cultivaba en extremo el adorno de la forma.
Surgieron entonces las escuelas salmantina y sevillana. Sus principales sostentadores fueron Fray Luis de
León y Fernando de Herrera.
CULTERANISMO Y CONCEPTISMO
LA NOVELA PICARESCA
Alrededor de la riqueza pulula siempre gante que busca aprovecharse de ella, poniendo en juego el menor
esfuerzo posible y recurriendo a todos los ardides, lícitos o no. Nace así el pícaro. No es un ladrón declarado,
mas tampoco una persona netamente honesta. El pícaro huye, más bien, del trabajo físico, del esfuerzo
sostenido, de la obligación sistemática. Por lo general, se trata de individuos del pueblo que buscan compensar
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los desniveles que la desigualdad social les impone, empleando, para ello, una incipiente desvergüenza y una
buena dosis de astucia.
La sociedad hispana del siglo de oro produjo pícaros al por mayor, inclusive entre las clases encumbradas. La
literatura los retrató mediante la novela picaresca. Es ésta una variedad novelística típicamente española. Se
manifiesta con caracteres populares, realistas de lenguaje y directo, satíricos.
Aparecieron novelas picarescas en profusión. La iniciadora del ímpetu, que se conserva como la fundamental,
es El Lazarillo de Torres de autor anónimo. Le siguen El Buscón, de Francisco de Quevedo; Guzmán de
Alfarache, escrita por Mateo Alemán; Marcos de Obregón, salida de la pluma de Vicente Espinel; el Diablo
Cojuelo, de Luis Velez de Guevara; Estebanillo Gonz{alez, cuya historia cuenta él mismo; La pícara Justina,
de Francisco López de Ubeda, y otras muchas.
CELESTINA
ACTO SEGUNDO
Partida Celestina de Calixto para su casa, queda Calixto hablando con Sempronio, criado suyo; al cual, como
quien en alguna esperanza puesto está, todo aguijar le parece tardanza. Envía de sí, a Sempronio, a solicitar a
Celestina para el consabido negocio. Quedan entre tanto Calixto y Pármeno juntos rezongando.
CALIXTO.
SEMPRONIO.
¡Ay si hiciste bien! Allende de remediar tu vida, ganaste muy gran honra. ¿Y para qué es la fortuna favorable
y próspera sino para servir la honra, que es el mayor de los mundanos bienes? Que ésta es premio y galardón
de la virtud. Y por eso la damos a Dios, porque no tenemos mayor cosa que le dar; la mayor parte de la cual
consiste en la libertad y franqueza. A ésta los duros tesoros comunicables la oscurecen y pierden, y la
magnificencia y liberalidad la ganan y subliman. ¿Qué aprovecha tener lo que se niega aprovechar? Sin duda
te digo que mejor es el uso de las riquezas que la posesión de ellas. ¡Oh qué glorioso es el dar! ¡Oh qué
miserable es el recebir! Cuanto es mejor el acto que la posesión, tanto es más ser más activo, es más noble, y
en las esferas, puesto en más noble lugar. Y dicen algunos que la nobleza es una alabanza que proviene de los
merecimientos y antigüedad de los padres; yo digo que la ajena luz nunca te hará claro si la propia no tienes.
Y por tanto, no te estimes en la claridad de tu padre, que tan magnífico fue, sino en la tuya. Y así se gana la
honra, que es el mayor bien de los que son fuera de hombre. De lo cual, no el malo, mas el bueno, como tú es
digno que tenga perfecta virtud. Y aun te digo que la virtud perfecta no pone que sea hecha con digno honor.
Por ende, goza de haber sido así magnífico y liberal. Y de mi consejo, tórnale a la cámara y reposa, pues que
tu negocio en tales manos está depositado. De donde ten por cierto, pues el comienzo lleva bueno, el fin será
muy mejor. Y vamos luego, porque sobre negocio quiero hablar contigo más largo.
CALIXTO.
Sempronio: no me parece buen consejo quedar yo acompañado y que vaya sola aquella que busca el remedio
de mi mal; mejor será que vayas con ella y la aquejes, pues sabes que de su diligencia pende mi salud; de su
tardanza, mni pena; de su olvido, mi desesperanza. Sabido eres, fiel te siento, por buen criado te tengo. Haz de
manera que en sólo verte ella a ti, juzgue la pena que a mi queda
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Y fuego que me atormenta. Cuyo ardor me causó no poder mostrarle la tercia parte desta mi secreta
enfermedad, según tiene mi lengua y sentido ocupados y consumidos. Tú, como hombre libre de tal pasión,
hablarla has a rienda suelta.
SEMPRONIO.
Señor: querría ir por cumplir tu mandado, querría cuidar por aliviar tu cuidado. Tu temor me aqueja, tu
soledad me detiene. Quiero tomar consejo con la obediencia, que es ir y dar a la vieja. ¿Mas cómo iré? Que en
viéndote solo dices desvaríos de hombre sin seso, suspirando, gimiendo, mal trovando, holgando con lo
oscuro, deseando soledad, buscando nuevos modos de pensativo tormento. Donde, si perseveras, o de muerto
o loco mo podrás escapar, si siempre no te acompaña quien te allegue placeres, diga donaires, tenga canciones
alegres, cante romances, cuente historias, que sepa buscar todo género de dulce pasatiempo para no dejar
trasponer tu pensamiento en aquellos crueles desvíos que recebiste de aquella señora en el primer trance de tus
amores.
CALIXTO.
¿Cómo, simple? ¿No sabes que alivia la pena llorar la causa? ¿Cuánto es dulce a los tristes quejar su pasión?
¿Cuánto relievan y disminuyan los lacrimosos gemidos el dolor?Cuantos escribieron consuelos no dicen otra
cosa.
SEMPRONIO.
Lee más adelante, vuelve la hoja: hallarás que dicen que fiar en lo temporal y buscar materia de tristeza que es
igual género de locura. Y aquel Macías ídolo de los amantes, del olvido porque le olvidaba, se quejaba. En el
contemplar está la pena de amor, en el olvidar el descanso. Huye de tirar coces al aguijón. Finge alegría y
consuelo, y serlo ha. Que muchas veces la opinión trae las cosas donde quiere, no para que mude la verdad,
pero para moderar nuestro sentido y regir nuestro juicio.
CALIXTO
Sempronio amigo, pues tanto sientes mi soledad, llama a Parmeno y quedará conmigo, y de aquí adelante sé,
como sueles, leal, que en el servicio del criado está el galardón del señor. Pármeno.
PARMENO.
CALIXTO.
Tú, Pármeno, ¿qué te parece de lo que hoy ha pasado? Mi pena es grande, Melibea alta, Celestina sabia y
buena maestra destos negocios. No podemos errar. Tú me la has aprobado, con toda tu enemistad. Yo te creo.
Que tanta es la fuerza de la verdad, que la lenguas de los enemigos trae a su mandar. Así que, pues ella es tal,
más quiero dar a ésta cien monedas que a otra cinco.
PARMENO.
¿Ya lloras? (¡Duelos tenemos! ¡En casa se habrán de ayunar estas franquezas!)
CALIXTO.
Pues pido tu parecer, seme agradable, Pármeno. No abajes la cabeza al responder. Más, como la envidia es
25
triste, la tristeza sin lengua, puede más contigo su voluntad que mi temor. ¿Qué dijiste, enojoso?
PARMENO.
Digo, señor, que irán mejor empleadas tus franquezas en presentes y servicios a Melibea, que no dar dineros
aquella que yo me conozco, y lo que peor es, hacerte su cautivo.
CALIXTO.
JUAN BOSCAN
Poeta español. Se asegura que nació por el año de 1493 y que murió{o en 1542 en Barcelona.
Fue ayo del Duque de Alba; viajó varias veces a Italia, contrajo matrimonio con doña Ana Girón de
Rebolledo, dama culta, quien, después de muerto Boscán, se dio a la tarea de publicar su producción poética.
Gracilazo de la Vega fue amigo entrañable de este poeta y tiene el mérito de haber perfeccionado los metros
italianos que Boscán ensayo por primera vez en España.
SONETO
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Quien siempre en la verdad fue desdichado.
SONETO
GRACILASO DE LA VEGA.
Escritor e historia peruano. Nació en Cuzco en 1540 y murió en Córdoba, España, en 1615.
Tenía parentesco con el poeta español Gracilazo de la Vega y por la línea materna, con el rey de los incas,
Atahualpa.
Vivió muchos años en España; su obra literaria le señala como un buen prosista.
Tradujo los Diálogos de amor, de León Hebreo. Inspirado en la tradición peruana, narra muchos episodios
históricos de su pueblo, en los Comentarios reales, Historia general del Perú y la Florida del Inca.
SONETO.
27
Tan sólo, que aun de vos me guardo en esto.
SONETO.
28
SONETO
GUTIERRE DE CETINA
Poeta y soldado español, nacido en Sevilla, uno de los primeros petrarquistas castellanos; sirvió a Carlos V en
Italia y Alemania.
Marcho a México, donde murió en circunstancias un tanto confusas. Adopto como nombre poético Vandalio .
Escribió también muchos sonetos, canciones, estancias y epístolas, y en prosa, Paradoja en defensa de los
cuernos y Dialogo entre la cabeza y la gorra.
Escribió también ciento cuarenta y cuatro sonetos; once canciones, nueve estancias y diecisiete epístolas.
Canto al amor en exquisitos madrigales.
MADRIGAL.
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Sí cuando más piadosos,
El más ilustre de los escritores españoles. Nace en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547.
La condición económica de sus padres, precaria e insuficiente para sostener una numerosa familia, los obliga a
trasladarse a Sevilla, posteriormente van a Madrid, lugar en que Cervantes continúa sus estudios con el
maestro Juan López de Hoyos.
Posteriormente presta servicios como camarero del cardenal Julio Acquaviva y le acompaña a Roma.
Se alista en la milicia y participa en la gloriosa batalla de Lepanto en la que recibe dos arcabuzazos que le
inutilizan el brazo izquierdo para el resto de su vida.
Estuvo cinco años prisionero en Argel; rescatado gracias a la intervención de los padres trinitarios y por
colectas publicas que se hicieron, vuelve a Sevilla y su mala suerte le complica en líos judiciales, por lo que se
le encarcela.
Entre esas dificultades y privaciones escribe su obra maestra, con la cual se inmortaliza: El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha, monumento de la literatura española.
Además de esa obra genial, Cervantes escribe obras teatrales: El cerco de Numancia y El trato de Argel. En
sus Novelas ejemplares se manifiesta también como el mejor, prosista de su tiempo, La ilustre fregona,
Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, Las dos doncellas, El casamiento engañoso, El coloquio de los
perros, El Licenciado Vidriera, son algunas de ellas.
En verso escribió: El viaje al Parnaso, poema escrito en tercetos y un buen número de poemas líricos breves.
Este genio de la literatura, conocido también como el Príncipe de las Letras Españolas, El príncipe de los
Ingenios y El Manco de Lepanto, murió en Madrid, el 23 de abril de 1616.
En un lugar de la Manche de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de
los de lanza de astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero,
salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, y algún palomino de añadidura
los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto de ella concluían sayo de velarte, calzas de
velludo para las fiestas con sus pantuflas de lo mismo, y los días de entre semana se honraba con su vellorí de
lo más fino. Tenía en su casa un ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y
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un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años: era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de
rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada
(que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben), aunque por conjeturas verisímiles
se deja entender que se llamaba Quijana. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de
él no se salga un punto de la verdad.
Es, pues de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a
leer libros de caballerías con tanta aflicción y gusto, que olvidó casi todo punto el ejercicio de la caza, y aun la
administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas de
tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo
haber de ellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva,
porque la claridad de su prosa y aquellas intrincadas razones suyas le parecían de perlas y más cuando llegaba
a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la
sinrazón que a mi razón se hace de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra
hermosura. Y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os
fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelabase por entenderlas y desentrañarles el
sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mismo. Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy
bien con las heridas que don Belianís deba y recibía. Porque se imaginaba que por grandes maestros que le
hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales.
Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y
muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y darle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda
alguna lo hiciera y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar (que era hombre docto, graduado en Sigüenza), sobre
cuál había sido mejor caballero, Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula; mas ámese Micolás, barbero del
mismo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que no era caballero melindroso, ni tan
llorón como su hermano, y que en lo de valentía no le iba en zaga.
En resolución, el se enfrasco tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los
días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a
perder el juicio. Llénasele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de
pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de
tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas invenciones que leía,
que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen
caballero, pero duque no tenía que ver con el caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés había
partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en
Roncestria de Hércules cuando ahogó a Ateneo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del
gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios y descomedidos,
el solo era afable y bien criado, pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldo de Montalbán, y más cuando lo
veía salir de su ídolo de Mahoma, que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de
coses al traidor de Galalón, al ama que tenía y aun a su sobrina de añadidura.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el ,más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y
fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su
república, hacerse caballero andante e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y
a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo
género de agravio, poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.
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Imaginabas el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos del imperio de Trapisonda y así, con
estos tan agradables pensamientos, llevado del extraño gusto que en ellos sentía, se dio prisa a poner en efecto
lo que deseaba. Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que tomadas
de orín y llenas de moho. Luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y
aderézalas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta y era que no tenían celada de encaje, sino
morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que,
encajada con el morrión, hacía una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte y podía
estar al riesgo de una cuchillada sacó su espada y le dio dos golpes y con el primero y en un punto deshizo lo
que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y por
asegurarse de este peligro, la tornó a hacer de nuevo poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal
manera que él quedó satisfecho de su fortaleza y sin querer hacer una nueva experiencia de ella, la diputó y
tuvo por celada finísima de encaje.
Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela, que
tantum pellis et ossa fiut, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid, con el se
igualaban.
Cuatro días se le pasaron en imaginar que nombre le pondría porque (según se decía él a sí mismo) no era
razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y así
procuraba acomodársele de manera que declarase quién había sido antes de que fuese de caballero andante, y
lo que era entonces; pues estaba muy puesto en razón que mundano su señor estado, mudase él también el
nombre, y lo cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya
profesaba; y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, al fin le vino a llamar
Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo
que ahora era, que era antes y primero de todos lo rocines del mundo.
Puesto nombre y tan a su gusto a su caballo, quiso ponérselo a si mismo y en este pensamiento duró otros
ocho días y al cabo se vino a llamar Don Quijote, de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores
de esta tan verdadera historia, que sin duda se debía llamar Quijada y no Quesada, como otros quisieron decir.
Pero acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que
añadió el nombre de su reino y patria por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen
caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse don Quijote de la Mancha con que, a su parecer,
declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ella.
Limpias pues sus armas echo del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se
dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero
andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma.
Decíase él: Si yo por males de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante,
como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y lo derribo de un encuentro, o lo parto por mitad
del cuerpo, o finalmente lo venzo y lo rindo, ¿no será bien tener a quién enviarlo presentado, y que entre y se
hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendido: Yo señora, soy el gigante
Caraculiambro señor de la ínsula Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe
alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mando que me presentase ante la vuestra merced para
que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante? ¡Oh, como se holgó nuestro buen caballero cuando hubo
hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que de muy buen parecer,
de quién él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata de ello.
Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le aprecio bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole
nombre que no desdijese mucho del suyo, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del
Toboso: nombre a su parecer músico y peregrino, y significativo como todos los demás que a él y sus cosas
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había puesto.
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los
vio, dijo a su escudero:
−La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho
Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla y quitarles
a todas las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que está es buena guerra, y es gran servicio
de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
−Aquellos que allí ves− respondió su amo−, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos
leguas.
−Mire vuestra merced−respondió Sancho−, que aquellos que allí se parecen, no son gigantes, sino molinos de
viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacer andar la piedra del
molino.
−Bien parece.− respondió don Quijote− que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si
tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual
batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le
daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento y no gigantes aquellos que iba a acometer.
Pero él iba tan puesto en que eran gigantes que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver,
aunque estaba ya bien cerca, lo eran, antes iba diciendo en voces altas:
−No huyáis cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantose en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote,
dijo:
−pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y e diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance lo
socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y
embistió con el primer molino que estaba delante, y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con
tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy
maltrecho por el campo.
Acudió su escudero Sancho Panza a socorrerlo a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se
podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
−¡válgame Dios!− dijo Sancho,− ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran
sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
−Calla, amigo Sancho.−respondió don Quijote que las cosas de la guerra, más que otras están sujetas a
continua mudanza; cuanto más que yo pienso, y así es verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el
aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la
enemistad que me tiene; más al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi
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espalda.
LOPE DE VEGA
Fue apodado El Fénix de los ingenios y Monstruo de la naturaleza. Su nombre completo era Lope Fénix de
Vega Carpio. Nació en Madrid en el año de 1562 y murió en 1635.
Tenia gran facilidad para escribir; de su pluma brotaron más de 1,500 obras dramáticas y 400 autos. Es difícil
evaluar tan extensa producción; para muchos críticos la obra lopesca pierde calidad y carece de pulimiento,
pues escribía de prisa. De cualquier forma, a Lope se le considera exponente máximo del teatro español.
En sus obras dramáticas encontramos temas religiosos, políticos, históricos, relativos al sentimiento del honor
y a problemas palpitantes del pueblo español. Se esmeraba en que obedecieran la secuencia de exposición,
nudo y desenlace.
Cultivó la novela y no menos importante es su producción lírica y epístolar. Llevó una vida tumultuosa, llena
de aventuras y de caprichos que se refleja en algunas de sus obras.
n poesía escribió: Rimas sacras, Rimas humanas, Mira Zaide que te aviso, La hermosura de Angélica, La
Jerusalén conquistada, La Dragontea, El Isidro, La gatomaquia y romances, sonetos, letrilas, etc.
Entre sus obras dramáticas más importantes, se citan: Fuente Ovejuna; El mejor alcalde, el rey; La Estrella de
Sevilla; La dama boba; El castigo sin venganza; El perro del hortelano, Peribañez y el comendador de
Ocaña, etc.
SHAKESPEARE, WILLIAM
Poco se sabe sobre su vida, de la que no se conservan cartas ni escritos de carácter personal: tan sólo
documentos legales y su creación literaria. En el s. XIX prosperó la tesis del supuesto carácter apócrifo de su
obra. Así, se atribuyó su autoría, entre otros, a Francis Bacon, al sexto conde de Derby, al dramaturgo Ch.
Marlowe; incluso se ha creído en la existencia de un «Shakespeare» colectivo, en la redacción de cuyas obras
habrían intervenido autores como Marlowe, Jonson, Beaumont, Kyd, Greene y Chapman.
De su niñez y adolescencia no se sabe prácticamente nada con certeza. Hacia 1582 casó con Ann Hathaway y
entre 1583 y 1585 tuvieron tres hijos. Se ignora cuándo y por qué abandonó Stratford y a partir de qué año se
instaló en Londres, ciudad a la que pudo haber marchado unos años antes de 1590. Es indudable que, por estas
fechas, trabajaba como actor e iniciaba su aprendizaje literario. De 1592 data la primera referencia a sus
actividades londinenses, consignadas por R. Greene, quien le acusó de plagio.
Fue actor, autor y accionista de la compañía de los Lord Chamberlain's Men (1594), que pasaría a ser la de los
King's Men (1603). Esta compañía, la más prestigiosa del momento, actuaba en el Globo (1599), teatro al aire
libre de su propiedad que fue destruido por un incendio en 1613, en el teatro de los Blackfriars (1608) y en la
corte y efectuaba giras por provincias. Cuando hubo alcanzado fama y obtenido riqueza. Shakespeare adquirió
en su ciudad natal la residencia llamada New Place (1597). Los escasos datos que nos han llegado de esta
etapa de su carrera se refieren al ennoblecimiento de la familia (1596), a la muerte de su padre (1601) y de su
madre (1608) y a las bodas de sus hijas Susanna (1607) y Judith (1616).
A partir de 1613, retirado en Stratford, llevó una vida desahogada. Las primeras obras suyas de que se tienen
noticias son dos poemas extensos: Venus y Adonis (1593) y La violación de Lucrecia (1594), ambos
dedicados a Henry Wriothesley, identificado por la crítica como el «joven rubio» inspirador de los 126
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primeros Sonetos (1609).
En su variada producción dramática suelen distinguirse tres períodos, aunque hay que tener en cuenta que la
cronología de sus obras es muy incierta. El primero de estos períodos abarca de 1590 a 1601 y comprende las
comedias ligeras y los grandes frescos históricos; anteriores a 1594 parecen ser las tres partes de Enrique VI,
La comedia de las equivocaciones, La fierecilla domada, Los dos hidalgos de Verona, Ricardo III, El rey Juan,
Tito Andrónico y Trabajos de amor perdidos; entre 1594 y 1601 pueden situarse Romeo y Julieta, Ricardo II,
las dos partes de Enrique IV, Enrique V, El sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia, Las
alegres comadres de Windsor, Mucho ruido para nada, Como gustéis, Julio César y Noche de reyes. De 1601
a 1608 es la época de las comedias amargas (Troilo y Cresida, Bien está lo que bien acaba y Medida por
medida) y de las grandes tragedias (Hamlet, Otelo, Macbeth, El rey Lear, Antonio y Cleopatra, Coriolano y
Timón de Atenas).
Pocos años después de su muerte (1623), sus amigos J. Heminge y H. Condell publicaron un volumen de sus
obras, muy imperfecto, que se reimprimió, con algunas correcciones, en 1632 y en 1663.
BARROCO
El siglo XVII y el auge de las premisas barrocas coinciden en España con un brillante y fecundo período
literario que le dio en llamarse Siglo de Oro.
Estéticamente el barroco se caracterizó, en líneas generales, por la complicación de las formas y el predominio
del ingenio y el arte sobre la armonía de la naturaleza, que constituía el ideal renacentista
Entre los rasgos más significativos del barroco literario español resulta relevante la contraposición entre dos
tendencias denominadas conceptismo y culteranismo y sus máximos representantes fueron, Francisco de
Quevedo y Luis de Góngora, respectivamente.
En esta época se distinguió además una línea clasicista diferenciada en dos corrientes básicas: la escuela
Sevillana, en la que destacó Rodrigo Caro, y la escuela argonesca, cuyos representantes de mayor entidad
fueron los hermanos Bartolomé Leonardo y Lupercio Leonardo de Argen sola, cultivadores de una lírica
doctrinal y moralizante.
En el ámbito de la prosa narrativa del periodo barroco halló su marco la figura de Miguel de Cervantes
Saavedra, autor también de poemas y comedias, que ha sido considerado unánimemente como la gran figura a
lo largo de la gestación y la evolución de las letras españolas.
En el Quijote, Cervantes creó el prototipo a partir del cual nacería la novela moderna. Concebida en principio
para satirizar las novelas de caballerías, los dos protagonistas de la obra, don Quijote y Sancho, han perdurado
como símbolos de dos visiones enfrentadas del mundo: la idealista y la realista.
Eminente poeta, gloria de la literatura española. Nació en Córdoba en 1561, y murió en 1627.
Poseedor de una vasta cultura, señala nuevas formas poéticas. En algunos poemas, su estilo erudito y
rebuscado a veces, necesita del lector esfuerzo especial para entenderlo.
Sus principales poemas de tipo culterano, son: La Fábula de Polifemo; y Galatea; y Las Soledades.
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Además escribió un gran número de composiciones de corte popular.
El tarde ya torrente
A la violencia mucha
En la inciera ribera
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−guarnición desigual a tanto espejo−
ROMANCILLO
De nuestro lugar,
A la guerra van,
A su madre dice
Dejadme llorar
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En tan tierna edad
Y me cautivastes
De quien hoy se va
De mi libertad,
Dajadme llorar
En llorar conviertan
El sabroso oficio
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Dejadme llorar
No me pongáis freno
Ni queráis culpar;
Si me queréis bien
No me hagáis mal;
Morir y callar.
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Dejadme llorar
Ande yo caliente
Y ráse la gente.
Naranja y aguardiente,
Y ríase la gente.
De bellotas y castañas,
Y ríase la gente.
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Busque muy en hora buena
Yo conchas y caracoles
Escuchando a Filomena
Y ríase la gente
Y la espada se mi diente,
Y ríase la gente.
También produjo obras de gran profundidad filosófica. Entre sus obras escritas en verso se citan: El Parnaso
español; Las tres musas castellanas, además de : sátiras, canciones, letrillas, romances y sonetos.
En prosa: Política de Dios; Los sueños; La casa de locos de amor; Libro de todas las cosas, etc. Y su novela
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picaresca, La vida del Buscón.
Él es mi amante y mi amado,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Y es de nobles descendiente,
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
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Son siempre tan principales.
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Esconderla es necesidad.
Ha engendrado en mi pereza;
La pobreza.
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¿Quién hace de piedras pan,
El dinero.
La pobreza
El dinero
aqueje
el desprecio y la tristeza?
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La pobreza.
Poetisa mexicana. Conocida en el mundo literario como Sor Juana In{es de la Cruz o la Décima Musa.
Nació en San Miguel Nepantla, el 12 de noviembre de 1651 y muere en la ciudad de México el 17 de abril de
1695.
Bella mujer, de grandes atributos, desde muy tierna edad manifestó su precocidad artística. A los tres años
aprendió a leer, a los ocho compuso su primera obra
Poética y a los quince sorprendió con su erudición a las sabios de la corte de los virreyes de la Nueva España.
Su figura debe servir de ejemplo a la juventud porque logró alcanzar la gloria literaria, sobreponiéndose a las
condiciones más adversas y hostiles de esa época.
Su obra tiene influencia de las escuelas culterana y conceptista, por lo que su formación barroca se manifiesta
en ella constantemente.
Cultivó el género lírico en sus diversas manifestaciones: poesía popular, religiosa, amorosa y culterana;
comprende sonetos, romances, redondillas, silvas y liras.
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Escribió también para el teatro: El divino Narciso, El mártir del Sacramento, Los empeños de una casa, Amor
es más laberinto y El cetro de José.
No menos importante fue su aportación literaria en prosa: Carta atenagórica y Respuesta a sor Filotea de la
Cruz.
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si has de burlarme luego fugitivo?
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Que el corazón me vieses deseaba.
47
ASEGURA LA CONFIANZA DE QUE OCULTARA DEL TODO UN SECRETO
SOR JUANA
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¿Quién en amor ha sido más dichoso?
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de que triunfa en mí tu tiranía:
desvanecido al pincel,
exenta de atrevimiento,
no la alcanza el pensamiento.
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Tan espíritu te admiro,
admirada en tu beldad:
y a no haber Original
segundo Pigmalïón,
la animación te impetrara.
lo viviente en ti parece:
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y a que atiendas te provoca
tu rigor, mi rendimiento,
apurando el sufrimiento,
y se me logra el tormento.
respondes a mi afición;
la dicha de poseer,
de tu Original, fiel,
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a mí me ha dado el pincel
vencido de mi constancia,
es la punta de tu arpón
pero tu jurisdicción
domina la inclinación,
de tu loco atrevimiento,
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y presa la libertad,
se rinde la voluntad,
pero no el consentimiento.
es resistir valentía.
e invencible el Castellano.
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a batalla tan sangrienta.
Liras
ni me da licencia el llanto
ni me da lugar el tiempo,
a decírtelo primero.
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que hay en mi dolor, sirviendo
la inmunidad de lo eterno.
En lágrimas y suspiros
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y ésta se resuelve en viento.
Ya no me sirve de vida
necesaria al sentimiento.
Dudosamente lo pienso:
y si viva, no lo creo.
dejándome el sentimiento?
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que no cabe en un sujeto,
en mi infelice suceso,
y sírvante de recuerdo
se alegraba de tenerlo.
Y si mi amor no es bastante,
empezado ya en empeño.
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no lo desmientan tus hechos.
Y perdona si en temer
ni sé ya lo que te digo
Sonetos
A la incompresión mundana
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Dramaturgo mexicano. Relator del Consejo de Indias. Nació en la Nueva España, algunos biógrafos que en
Taxco, Gro. por el año de 1851 y murió en Madrid en 1634.
Durante su permanencia en España sufrió burlas de sus adversarios por su condición física, pues era jorobado.
Su personalidad literaria fulgura al igual que las de Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.
Es considerado uno de los cuatro principales autores dramáticos del siglo de oro.
Su obra se caracteriza por su buen gusto, expresión natural, elegante y castizo, tendencia moralizadora, y
definición precisa de caracteres.
Sus obras teatrales más conocidas, son: Las paredes oyen, La verdad sospechosa, La cueva de Salamanca,
Los pechos privilegiados, No hay mal que por bien no venga, El examen de maridos, El tejedor de Segovia,
Ganar amigos, etc.
* CUARESMA, gracioso
* JIMENA, villana
* Un PAJE
* Otro CORTESANO
* Dos VILLANOS
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ACTO PRIMERO
de Galicia, no penséis
de mi adorada Leonor;
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a que de él quiera apartaros
competidor el privado;
ni el parentesco respeta.
de Villagómez os diera
alegre y desvanecido
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o calidad más antigua,
JOSE HERNANDEZ
El poeta argentino José Hernández (1834−1886) fue un autodidacta que luchó por la autonomía de los
gauchos. Curiosamente lo que no consiguió en su actividad política lo obtuvo por medio de la literatura. Su
poema épico conocido como Martín Fierro, formado por dos partes El gaucho Martín Fierro y La vuelta de
Martín Fierro, se convirtió en la obra capital de la literatura argentina y reflejo de la paz, sencillez e
independencia de la gente de la Pampa: los gauchos.
No se tienen muchos datos sobre la infancia de Hernández, aunque parece ser que una enfermedad de la
adolescencia le obligó a vivir en las pampas. Allí fue donde entró en contacto con el estilo de vida, la lengua y
el código del honor de los gauchos.
Autodidacta, adquirió una sólida ideología política a través de sus numerosas lecturas. Su postura federal y
reformista le llevó a enfrentarse con Sarmiento. Entre 1852 y 1872, durante una época de gran agitación
política, defendió la idea de que las provincias no debían permanecer ligadas a las autoridades centrales,
establecidas en Buenos Aires. Participó en la última rebelión gaucha, la del general Ricardo López Jordán, un
desdichado movimiento que finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández a Brasil.
Con la victoria de Nicolás Avellaneda, pudo regresar a Argentina en 1874. Vivió en Buenos Aires y continuó
su lucha por otros medios: fundó el periódico Revista del Río de la Plata, en el que defendió posturas
federalistas, y desempeñó los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires.
De José Hernández.
Al compás de la vigüela,
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Con el cantar se consuela.
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.
Y se me traba la vista;
Se cansaron en partidas.
Cantando me he de morir,
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Cantando me han de enterrar
Y cantando he de llegar
Ni me falte la palabra
Y poniéndome a cantar,
A cantar un argumento
Y me envejezco, cantando
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Y cuando el pecho se entona,
Y llorar a la bordona.
Y si me quieren probar,
Y ninguno, en un apuro
El corazón se me ensancha,
Ni la víbora me pica
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Ni quema mi frente el sol.
En el fondo de la mar,
Y naides me ha de seguir
ESTEBAN ECHEVERRIA
Esteban Echeverría (1805−1851), escritor argentino, perteneciente a la generación del 37, que introdujo el
romanticismo en Argentina. De familia acomodada, vivió en París de 1825 a 1829, estudiando la filosofía y la
literatura románticas. En 1838 contribuyó a la fundación de la Joven Argentina, sociedad secreta de
pensamiento avanzado y contraria al dictador Juan Manuel de Rosas. Debió exiliarse en Montevideo, en 1840,
y allí murió años más tarde.
Su obra poética comprende poesías líricas como Los consuelos (1834) y Rimas (1837), narraciones en verso
como Elvira o la novia del Plata (1832) y La cautiva (incluida en el segundo título), con evocaciones de la
vida de los indios nómadas y la dilatada llanura pampeana (véase Pampa). Se conoció póstumo un largo
poema épico, El ángel caído, que registra influencias del escritor inglés lord Byron y del español José de
Espronceda.
Sólo dejó un relato, El matadero (hacia 1838), que se considera el fundamento del realismo sudamericano. En
el plano doctrinario redactó el texto guía de su generación, que tiene propuestas políticas y una breve historia
de la cultura rioplatense: Dogma socialista de la Asociación de Mayo (1846), en el que acusa las lecturas de
Saint−Simon.
JOSE MARMOL
Nació en Santo Domingo, Republica Dominicana, en 1960. Estudio filosofía y lingüística aplicada. Profesor y
coordinador de la cátedra de filosofía en prestigiosas universidades dominicanas. Fundador y director de la
Colección Egro de Poesía Dominicana Contemporánea.
Ha publicado los siguientes poemarios: El ojo del arúspice (1984), La invención del día (Premio nacional de
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Poesía 1987) , Encuentro con las mismas otredades II (1989).
En prosa ha publicado Monografía sobre Rufino de Mingo ( en colaboración con José David Miranda, Madrid
1991), Etica del poeta, escritos sobre literatura y arte (1997) yPremisas para morir, aformismos y fragmentos
(1999).
José Mármol fue un vehemente poeta romántico argentino. Luchó contra Juan Manuel de Rosas y le costó la
cárcel. Su visión de la futura sociedad argentina no hundía sus raíces en la propia patria, sino que su modelo
era Europa. Por eso su poesía, como este fragmento de "Crepúsculo", es equiparable en formas y contenidos a
cualquier otro poema romántico europeo.
Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814−1873), escritora nacida en Cuba y que vivió en España desde los 22
años, considerada como una de las voces más auténticas del romanticismo hispano.
Su vida fue un cúmulo de desgracias comparables a las de sus personajes. La muerte de su padre y un
casamiento apresurado de su madre la hicieron salir de Cuba hacia Europa, donde entró en contacto con la
literatura romántica del momento, Victor Hugo, Chateaubriand y Lord Byron. La muerte de sus dos maridos y
el abandono de su amante cuando ella se encontraba embarazada de una niña que nació muerta inclinaron su
temperamento depresivo y apasionado hacia el espiritismo y periodos de retiro religioso, aunque siempre
contó con el apoyo de escritores como José Zorrilla, Fernán Caballero, José de Espronceda, o Alberto Lista;
sin embargo, su espíritu independiente y sus escándalos amorosos también le valieron las críticas de
personajes como Marcelino Menéndez Pelayo, que impidió que entrara en la Real Academia Española.
Escribió poesía, novela y teatro y destacó en los tres géneros, al incorporar a las letras españolas el ambiente
caribeño, sentido en Europa como exótico, en un tono melancólico y nostálgico. Son ejemplo de ello sus
novelas Guatimozín, último emperador de México (1846) o El cacique de Turmequé (1860). Su compromiso
social se hace patente en Sab, la primera novela antiesclavista de las letras españolas.
Su poesía se centra en el tema del amor desdichado y pesimista como puede verse en algunos de sus sonetos
más conocidos: A partir, A él, A la poesía, publicados antes de 1841 y recogidos en un libro de poemas en
1851.
En el teatro, intentó fundir la tragedia clásica con el drama romántico pero sin caer en los excesos de éste,
como en los dramas operísticos Saúl (1849) o Baltasar (1858), considerada la mejor de sus obras por el retrato
psicológico de sus personajes.
Gertrudis Gómez de Avellaneda, a pesar de haber sido una autora muy valorada en su época, pasó después por
un periodo de olvido pero la crítica actual la considera una precursora del feminismo moderno tanto por su
actitud vital como por la fuerza que imprime a sus personajes femeninos literarios.
JORGE ISAACS
Jorge Isaacs (1837−1895), escritor colombiano cuya fama se debe a un pequeño volumen de poemas, Poesías
(1864), y a una sola novela, María (1867), que obtuvo un éxito inmediato y se convirtió en la novela más
popular, imitada y leída de Latinoamérica sólo superada, según la crítica, por Cien años de soledad, de Gabriel
García Márquez.
Isaacs descendía de una rica familia judía británica que se mudó desde Jamaica a una propiedad en el Valle
del Cauca, cerca de Cali donde nació. Estudió en Bogotá y, en lugar de seguir la carrera de medicina, como
había planeado, se enroló en el Ejército para combatir en la guerra del Cauca (1860−1863), un enfrentamiento
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civil que destruyó las propiedades de su familia y le privó de sus riquezas.
Reducido a la pobreza, Isaacs se trasladó a Bogotá con el fin de dedicarse a la literatura. Su primera colección
de poemas obtuvo un gran éxito, al igual que María, novela lírico sentimental y su mejor obra, que cosechó un
éxito espectacular. Antes de finalizar el siglo XIX, llevaba 50 ediciones. La novela, un romance elegíaco,
describe una idílica existencia en el valle del Cauca, y contiene pasajes ambientados en África en los que el
autor idealiza el noble salvajismo y condena la esclavitud. La historia de los amores de María y su primo
Efraín, a la que añade las de otras parejas de jóvenes, que pertenecen a clases sociales y etnias diferentes, se
complementan entre sí. Al desarrollo amoroso de los protagonistas corre paralelo un ahondamiento progresivo
de la realidad social. Se la puede considerar como novela realista romántica americana por antonomasia,
aunque algunos la sitúan dentro del folletín. Además es la obra precursora de la novela regionalista de las
décadas de 1920 y 1930.
Isaacs fue incapaz de repetir el éxito de esta su primera novela, a pesar de que continuó intentándolo. Alternó
la escritura con varios cargos dentro del funcionariado, y fue cónsul de su país en Chile. Sin embargo, se le
denegó repetidamente la posibilidad de recuperar su fortuna familiar y en 1895 murió, en Ibagué, Tolima, en
la pobreza.
Fragmento de María.
De Jorge Isaacs.
Capítulo LXII.
En la mañana que siguió a la tarde en que María me escribió su última carta, Emma después de haberla
buscado inútilmente en su alcoba, la halló sentada en el banco de piedra del jardín: dejábase ver lo que había
llorado: sus ojos fijos en la corriente y agrandados por la sombra que los circundaba, humedecían aún con
algunas lágrimas despaciosas aquellas mejillas pálidas y enflaquecidas, antes tan llenas de gracia y lozanía:
exhalaba sollozos ya débiles, ecos de otros en que su dolor se había desahogado.
¿Por qué has venido sola hoy? le preguntó Emma abrazándola: yo quería acompañarté como ayer.
Sí le respondió; lo sabía; pero deseaba venir sola: creí que tendría fuerzas. Ayúdame a andar.
Se apoyó en el brazo de Emma y se dirigió al rosal de enfrente a mi ventana. Luego que estuvieron cerca de
él, María lo contempló casi sonriente, y quitándole las dos rosas más frescas, dijo:
Tal vez serán las últimas. Mira cuántos botones tiene: tú le pondrás a la Virgen los más hermosos que vayan
abriendo.
¡Adiós, rosal mío, emblema querido de su constancia! Tú le dirás que lo cuidé mientras pude dijo volviéndose
a Emma, que lloraba con ella.
¿Por qué te entristeces así? ¿No ha convenido papá en demorar nuestro viaje? Volveremos todos los días. ¿No
es verdad que te sientes mejor?
Estémonos todavía aquí le respondió acercándose lentamente a la ventana de mi cuarto: la estuvo mirando
olvidada de Emma, y se inclinó después a desprender todas las azucenas de su mata predilecta, diciendo a mi
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hermana: Dile que nunca dejó de florecer.
Ahora sí vámonos.
Volvió a detenerse en la orilla del arroyo, y mirando en torno suyo apoyó la frente en el seno de Emma
murmurando:
Durante el día se la vio más triste y silenciosa que de costumbre. Por la tarde estuvo en mi cuarto y dejó en el
florero, unidas con algunas hebras de sus cabellos, las azucenas que había cogido por la mañana; y allí fue
Emma a buscarla cuando ya había oscurecido. Estaba de codos en la ventana, y los bucles desordenados de la
cabellera casi le ocultaban el rostro.
María le dijo Emma después de haberla mirado en silencio unos momentos, ¿no te hará mal este viento de la
noche?
Ella, sorprendida al principio, le respondió tomándole una mano, atrayéndola a sí y haciendo que se sentase a
su lado en el sofá:
Ahora no: deseo estarme aquí todavía; tengo que decirte tantas cosas...
¿No hay tiempo para que me las digas en otra parte? Tú, tan obediente a las prescripciones del doctor, vas así
a hacer infructuosos todos sus cuidados y los nuestros: hace dos días que no eres ya dócil como antes.
Es que no saben que voy a morirme respondió abrazando a Emma y sollozando contra su pecho.
Sin verlo otra vez, sin decirle... moriré sin poderlo esperar. Esto es espantoso agregó estremeciéndose después
de una pausa; pero es cierto: nunca los síntomas del acceso han sido como los que hoy estoy sintiendo. Yo
necesito que lo sepas todo antes que me sea imposible decírtelo. Oye: quiero dejarle cuanto yo poseo y le ha
sido amable. Pondrás en el cofrecito en que tengo sus cartas y las flores secas, este guardapelo donde están sus
cabellos y los de mi madre; esta sortija que me puso en vísperas de su viaje; y en mi delantal azul envolverás
mis trenzas... No te aflijas así continuó acercando su mejilla fría a la de mi hermana: yo no podría ya ser su
esposa... Dios quiere librarlo del dolor de hallarme como estoy, del trance de verme espirar. ¡Ay! yo podría
morirme conforme dándole mi último adiós. Estréchalo por mí en tus brazos y dile que en vano luché por no
abandonarlo... que me espantaba más su soledad que la muerte misma, y... María dejó de hablar y temblaba en
los brazos de Emma; cubrióla ésta de besos y sus labios la hallaron yerta; llamóla y no respondió; dio voces y
ocurrieron en su auxilio.
Todos los esfuerzos del médico fueron infructuosos para volverla del acceso, y en la mañana del siguiente día
se declaró impotente para salvarla.
Frente al lecho de María se colocó en una mesa adornada con las más bellas flores del jardín, el crucifijo del
oratorio, y lo alumbraban dos cirios benditos. De rodillas ante aquel altar humilde y perfumado oró el
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sacerdote durante una hora, y al levantarse, le entregó uno de los cirios a mi padre y otro a Mayn para
acercarse con ellos al lecho de la moribunda. Mi madre y mis hermanas, Luisa, sus hijas y algunas esclavas se
arrodillaron para presenciar la ceremonia. El ministro pronunció estas palabras al oído de María:
Ella continuó muda e inmóvil como si durmiese profundamente. El sacerdote miró a Mayn, quien,
comprendiendo al instante esa mirada, tomó el pulso a María, diciendo en seguida en voz baja:
El sacerdote la bendijo y la ungió. Los sollozos de mi madre, mis hermanas y las hijas del montañés
acompañaron la oración.
Una hora después de la ceremonia, Juan se había acercado al lecho y se empinaba para alcanzar a ver a María,
llorando porque no lo subían. Tomólo mi madre en sus brazos y lo sentó en el lecho.
¿Está dormida, no? preguntó el inocente reclinando la cabeza en el mismo almohadón en que descansaba la de
María y tomándole en sus manitas una de las trenzas como lo acostumbraba para dormirse.
Mí padre interrumpió esa escena que agotaba las fuerzas de mi madre y los asistentes presenciaban
contristados.
A las cinco de la tarde, Mayn, que permanecía a la cabecera pulsando constantemente a María, se puso en pie,
y sus ojos humedecidos dejaron comprender a mi padre que había terminado la agonía. Sus sollozos hicieron
que Emma y mi madre se precipitasen sobre el lecho. Estaba como dormida; pero dormida para siempre...
¡muerta! ¡sin que mis labios hubiesen aspirado su postrer aliento, sin que mis oídos hubiesen escuchado su
último adiós, sin que algunas de tantas lágrimas vertidas por mí después sobre su sepulcro, hubiesen caído
sobre su frente!
Cuando mi madre se convenció de que Maria había muerto, ante su cadáver, bañado de la luz de los arreboles
de la tarde que penetraba en la estancia por una ventana que acababan de abrir, exclamó con voz enronquecida
por el llanto besando una de esas manos ya fría e insensible:
¡María!... ¡hija de mi corazón!... ¿por qué nos dejas así?... ¡Ay! ya nunca más podrás oírme... ¿Qué responderé
a mi hijo cuando me pregunte por ti? ¿Qué hará, Dios mío?... ¡Muerta! ¡muerta sin haber exhalado una queja!
Ya en el oratorio, sobre una mesa enlutada, vestida de gro blanco y recostada en el ataúd, mostraba en su
rostro algo de sublime resignación. La luz de los cirios brillando en su frente tersa y sobre sus anchos
párpados, proyectaba la sombra de las pestañas sobre las mejillas: aquellos labios pálidos parecían haberse
helado cuando intentaban sonreír; podía creerse que alentaba aún. Sombreábanle la garganta las trenzas medio
envueltas en una toca de gasa blanca, y entre las manos, descansándole sobre el pecho, sostenía un crucifijo.
RICARDO PALMA
Nacido en Lima, se inició muy temprano en la vida periodística y literaria, con poemas, piezas teatrales y
sátiras políticas. Fue uno de los jóvenes bohemios (así los bautizó él mismo) que introdujeron el romanticismo
en el Perú, pero hacia 1860 empezó a notarse que su talento lo llevaba en otra dirección al mismo tiempo más
liviana y menos artificiosa, guiado por su innata ironía, su aguda observación de la realidad social y el gusto
por una prosa pintoresca y con sabor popular.
Sus dos años de destierro en Chile (1861−1863) contribuyeron a su maduración literaria; a su vuelta al Perú
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llevó como fruto los Anales de la Inquisición de Lima (1863), su primer trabajo histórico importante. A lo
largo de su larga y fecunda vida, Palma publicó una variedad de obras (libros de recuerdos y de viaje, estudios
lexicográficos y literarios), pero nada supera el significado de sus Tradiciones, cuya primera serie aparece en
1872, iniciando así un ciclo que sólo se cierra en 1910; nuevas tradiciones siguieron apareciendo hasta pocos
años antes de su muerte.
Ricardo Palma (1833−1918), escritor peruano que fue la mayor figura del tardío romanticismo (véase
Romanticismo hispanoamericano) y que entroncó con el naciente realismo, el viejo costumbrismo español y la
sátira criolla, para producir la exitosa fórmula de sus Tradiciones peruanas. A través de numerosas series, que
se extienden hasta el siglo XX, se convirtió en uno de los prosistas clásicos más amenos de América.
De Ricardo Palma.
Cura de Locumba, a principios del siglo actual, era el venerable doctor Galdo, quien fue llamado un día para
confesar a un moribundo. Era éste un indio cargado de años, más que centenario, y conocido con el nombre de
Mariano Choquemamani.
Taita, voy a confiarte un secreto, ya que no tengo hijo a quien transmitirlo. Yo desciendo de Titu−Atauchi,
cacique de Moquegua en los tiempos de Atahualpa. Cuando los españoles se apoderaron del Inca, éste envió
un emisario a Titu−Atauchi con la orden de que juntase oro para pagar su rescate. El noble cacique reunió
gran cantidad de tejos de oro, y en los momentos en que se alistaba para conducir este tesoro a Cajamarca
recibió la noticia del suplicio de Atahualpa. Titu−Atauchi escondió el oro en la gruta que existía en lo alto de
Locumba,
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