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ARISTÓTELES

RETORICA

HUNAB KU
PROYECTO BAKTUN
RETORICA

NOTA PREVIA
1. El heleno tuvo secularmente natu- intervenciones oratorias, como a un ca-
raleza de artífice. La paciencia menu- rácter o a una sicología.
da de las cosas perfectas corría por La palabra hablada fue, pues, una es-
sus venas. Pulió con esmeru.el mármol pontaneidad del griego. Cuando los hé-
del Pentélico y de Paros, hasta aquila- roes de Homero nos hablan en, su gran
tar la suma calidad de las superficies, totalidad en estilo directo, hasta llegar
las líneas y las formas. Disciplinó su a ocupar este estilo casi la mitad de la
cuerpo y su musculatura hasta la ar- Ilíada y más de dos tercios de la Odisea,
monía perfecta y pimple de las violen- no hacen más que reflejar una cualidad
cias atléticas de Istmos y Olimpia. Es- natural del hombre de Grecia, y una
tructuró la polis como un arte y con- costumbre cultivada espontáneamente
cibió el arte como una política ciuda- en las reuniones sociales de los hom-
daña. Minimizó el •pensamiento hasta el bres, verdaderas comuniones en la pa-
maiabarisma de la dialéctica y la esta- labra. Así llegó la palabra hablada a
bilidad de la idea. Calculó la ética con adquirir casi dimensiones mágicas; Ci-
la precisión de un equilibrio de tensio- cerón mismo consideraba al oyente ma-
nes entre la materia y el espíritw. No sivo como una lira: el orador debía pul-
fue ni excesivamente espiritualista, ni sarla hablando.
excesivamente materialista. Se inclinó La temática de esta oratoria espon-
al placer, procurando no caer en el de- tánea tenía un poco de todo; y tam-
senfreno, y a la. arrogancia sin caer en bién un poco de nada. Era sencillamente
la «j/bns». Admitió sus dioses como una comunicación. Era comercio de ideas y
superación de lo terreno y como una ex- opiniones, hechos y cosas, 'conceptos y
ética. Tenia, un poco de forense, otro
plicación de lo incomprensible de la poco de política, y mucho de expositiva
vida; pero los calzó de carne sensible, o narrativa.
para no perderlos en la inaccesibilidad De la mentalidad mágica de la pala-
de un misticismo abstracto y también bra derivó a la retórica tina de sus pri-
para poder explicar en nina fácil analo- meras características: el acto de hablar
gía antropomórfica lo me no sabia có- se convirtió en una ceremonia ritual,
mo explicar. en que el orador exhibía todos sus tru-
Lógicamente, tenía que estar también cos en la pulsación de esta lira masiva.
en la mano del griego la palabra. Y es- Nacida la oratoria para la persuasión
tuvo. Desde las epopeyas antiguas, los —nacida, quizá también, de la misma
protagonistas y los héroes son artesanos persuasión espontánea—, la relación de
del verbo. Del verbo cálido, como men- actitudes orador-oyente tomaba un ma-
saje de humanismo íntimo. Y más aún tiz agónico, solo que ese «agón» tendió
si cabe, del verbo frío, colorista y so- a apoyarse en el cuidado de los exterio-
noro, ritmo, melodía y pintura. Ese go- res y en la habilidad de citarista en
ce sumo de la palabra culminó en los pulsar a la masa. No preocupaba tanto
héroes de Homero, ligados todos a sus el luchar a golpe seco de verdad. El ora-
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dor exhibía un auténtico judo de pa- nía una doble característica bien defi-
labras y argucias, dirigidas a dominar nida: de una parte, una dimensión emo-
en breve la masa. No tanto a labrar en cional, que hacía del orador un «artífi-
ella ittna convicción duradera. ce de la persuasión»; por otra parte, una
Esa actitud, que amenazaba desviar- actitud decididamente forense, que hacía
se, recibió ya entonces un primer tirón de la trinquiñuela y la verosimilitud su
de alerta. En los años primeros de la arma más eficiente.
oratoria, ya aplicada sobre todo a la El heredero más directo de esta for-
vida forense, el Areópago prohibió a los ma, ya fijada, de discurso fue Gorgias,
oradores divagar en torno al asunto que el sofista. Desde luego, Gorgias no fue
llevaran entre manos; no se considera- d-lscipulo directo de Tisias. Pero también
ba lícito, en el alto organismo judicial su doctrina y su pertrecho retórico se
de la colina ateniense, entretener la elo- fundan en el arte de lo que es persua-
cuencia en cosas ajenas al asunto judi- dible, no en el arte de la verdad. Apor-
cial en trámite. tó, con todo, a las artes precedentes dos
Este hecho tiene sobre todo un carác- elementos dignos de atención: el cui-
ter simbólico de las tendencias binarías dado minucioso de la dicción, poetizada
de la oratoria espontánea: de esta pri- incluso, nacida del afán de lucimiento
mitiva época griega. Una prehistoria de propio de la escuela sofista, y el aten-
la retórica, porque sobre ella, como tal der especialmente a la circunstancia y
retórica, no hay documentos escritos.
Para la fecha y el comienzo de la re- ahábil la oportunidad—al «cairos»—para el
desenlace de la acción oratoria.
tórica-arte, o la historia retórica, habrá No vamos a detenernos en los retóri-
que ir a Sicilia. cos que median entre Gorgias e Isócra-
Concebido por el griego el uso de la tes. Baste una sumaria enumeración.
palabra como una «¡segaría», una equi- Trasímaco (i), más sistemático que
valencia de derechos al hablar en pu- Gorgias, habla también de elementos
blicó, resulta evidente que la oratoria rítmicos del discurso (2), con lo que se
no se podía aislar de un régimen social
y político determinado. Y también re- coloca en la línea estilística de Gorgias.
Euenu de Paros escribe en verso su pe-
sunta evidente que el régimen más fa- queña preceptiva retórica. Mas exten-
vorable no era la aristocracia ni la oli- so parece fue el Arte de Antifón, tam-
garquía, sino la democracia. No es, pues, bién sofista. Es difícil la personalidad
mera casualidad que el arte retórica na- de Pánfilo-Calipo, del que ni siquiera
ciera con la muerte de la tiranía y del se sabe si en realidad, fue tal binomio
régimen aristócrata, y oligárquico.
Fue en 468 cuando muere Hieran de de oradores preceptistas (3), o fue uno
solo. Teodoro de Bizancio, a quien tam-
Siracusa. En 466 es expulsado de allí bién menciona Platón (4), aporta la su-
Trasíbulo. cae la tiranía. Aparece la re- peración de la teoría siciliana del
tórica. Nacida allí, en Siracusa, por obra «eikós»—lo verosímil—, y adopta la doc-
de Córax y Tisias. Ellos fueron los pri- trina ática de la disposición en sus dis-
meros preceptores retóricos; exigidos por cursos. Con todo, sigue limitado a la
las circunstancias sociales del desbara- oratoria forense. De manera semejante
juste más absoluto de la propiedad pri- ocurre en Lictmnio, Terámenes—maes-
vada. Colisiones continuas de derechos tro de Isócrates—, Policrates el sofista
llevaron necesariamfnte, fatalmente, a y Alcidamas—el del vocablo rebusca-
esta retórica siciliana al mundo de 'o do—: oscilan entre lo forense y la ora-
forense.
No se sabe de qué manera fueron Có- toria epidictica o de aparato.
rax y Tisias los autores de esta primera.
Arte. Pudo ser obra de colaboración. Pu- (1) Trasímaco, cfr. Platón, Rep. 1. I; Aristó-
do ser Tisias un simple escribano de Có- teles, Ret. IH, 1.
rax. Tampoco imaginamos qué sería (2) Artst. Ret., IH, «.
aquella arte primigenia. ¿Una simple (3) Trata la cuestión Radermacher, tArtium
amalgama de ejemplos y preceptos? scripíores», 191 y sgs.
Esta primera retórica metodizada te- (4i> Fedro, 2«lc. 266c.
RETORICA.—NOTA PREVIA 113

2. Con. esto desembocamos en Isócrar «una especie lucrativa del arte de dis-
tes y en el dilema filosofía-retórica. A cutir», que es «ciencia imaginaria» y no
lo largo de la historia que hemos esb"- la verdad (2).
zado, el afán sofista del lucimiento per- Que esta posición de la sofística te-
sonal y la tendencia retórica a lo ve- nía que chocar con, el afán de absoluto
rosímil y aparente de cara al triunfo auténtico de Platón, nos lu puede re-
forense, han resultado dos aliados, a machar esta observación de Hans Fre-
medida el uno del otro: yer (3): «Cuando los sofistas descubrie-
Isócrates, sin ser sofista, era decidi- ron que el nomos es convención, comen-
damente retórico y ambicionaba ade- zaron a medirlo con medidas humanas,
más, a toda costa, la denominación de y cuando como núcleo del logos que go-
filósofo. bierna el mundo, descubrieron la retóri-
A Platón se le ofrecía esta denomi- ca, significó esto una crisis de la filo-
nación, tanto más peligrosa cuanto que, sofía verdaderamente radical, esto es, la
en su identificación espontánea entre que llegaba hasta las mismas raíces (y
retórica y sofística, veía en Isócrates no sólo de la filosofía); pues la propo-
filósofo una amena&a contra la integri- sición, que sostiene' toda la cultura grie-
dad del mensaje de verdad que heredó ga, de que el hombre es la medida de
de Sócrates. Este temor se veía aumenr todas las cosas, se transformó entonces,
tado por el hecho de que Isócrates ha- sin que se cambiara en ella ni una pa-
bía sido también discípulo del maestro. labra, en destructiva y desarraigada.»
Era, pues, un peligro para aquella de- La sofistica suponía un cambio efectivo
cisión vectorial con que el socratismo de patrón en la concepción de las co-
buscaba la verdad. sas, sin cambiar de nombre: la sustitu-
En realidad, los sofistas, con su «.nue- ción del hombre-idea—de alguna mane-
vo ideal de cultura», con la ambición ma inmutable, por tanto—, por el hom-
de formar una «nueva dase intelectual», bre-convención, prácticamente arbitra'
con su actitud de representantes—en- rio.
tonces casi por primera vez—de una La reacción de un platón ante esta ac-
«intelectualidad desarraigada» (1), no titud tenia que ser por fuerza radical.
representaban otra cosa que el eterno Y pudú incluso ser fatal en alguna ma-
snobismo humano de la seudointelectua- nera para la retórica sin un Aristóteles
lidad. Platón, el poeta escueto y severo como segundo tiempo.
de la verdad, el moralista conciso e in-
flexible de la adaptación a la «idea» Tal vez no estaba totalmente alejado
insobornable, comprendió a fondo—des- de la verdad aquel pensamiento de He-
de sw ligero extremismo idealista—, el gel de que la irrupción del pensamien-
peligro de aquella retórica sofisticada. Y to filosófico fue uno de los aconteci-
reaccionó. mientos que echaron a perder la polis;
El esquema de sofista que nos da en o prepararon su corrupción, «porque el
la primera parte del dialogo de este mis- interés de tal pensamiento no estaba ya
mo nombre--El Sofista—es una pin/u- en el estado, sino que transformaba la
ro acre, perseguida con saña tras el pre- realidad en idealidad, la costumbre en
texto de una definición, acerada, y es, interioridad'» (4). En todo caso la pos-
al mismo tiempo, su crítica más exacta tura exacerbada de Platón, ante la ame-
de la sofistica. Vale la pena recoger es- naza de ver escurrírsele de los dedos la
tas definiciones aunque sea en extracto; seda untuosa y escueta de la verdad ab-
dice que la sofistica es «el arte que se soluta, selló de momento un abismo in-
dedica a la caza de los hombres, per- franqueable entre filosofía y retórica. Y
suasivo, que se realiza privadamente, aun pudo dar quizá al traste con el
recibe paga en dinero y quiere parecer concepto de la polis, tan enraizado en
como educador», que es «una venta de
discursos y nociones de virtud», que es (21 Sciacca, Platón, pág. 249. Troquel, Buenos
Aires, 195».
(1) Arnold Hauser, Historia social de la lite- (3) Preyer, Historia Universal de Europa, pá-
ratura y el arte, Guadarrama, Madrid, 1951, gina 340. Guadarrama, Madrid, 1958.
págs. 137 ss. (4) Preyer, 1. c., pág. 336.
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el arte y las letras como en la ética y bre cualquier tema. Esa labilidad moral
filosofía. era resueltamente incompatible con la
Que quizá él mismo adivinó algo de recta adhesión, del platonismo a la ver-
esas consecuencias, lo podrían demostrar dad y al bien.
sus ulteriores esfuerzos por hacer más A este primer diálogo aristotélico res-
flexible y comprensiva su posición. Pu- pondió Cefisodoro, atacando sencilla y
do también influir en él la actitud de directamente a Platón, cuyo portavoz,
Isócrates en su escrito Contra los Sofis- y no más, se creyó ser Aristóteles.
tas. Quizá algo de su primer viaje, la Enredado asi el Estagirita en "i polé-
belleza indudable áe algunos discursos mica, que barajó en estos años otros mu-
de Isócrates, decidió un tímido retomo chos nombres—Epicuro, Diógenes de
del filósofo al arte de la palabra. LO Babilonia, Critolao, Carnéades, Clitóma-
cierto es que contemporizó con Isócrates. co...—, se vio obligado a desarrollar un
Que en el Fedro te colmó de alabanzas. curso sistemático de retórica. Algún ves-
Y que en el Político se aventura a con- tigio parece quedar de este primer cur-
ceder a la retórica el calificativo de epis- sillo.
teme—ciencia—. Pero se muestra infle- Es significativo de la objetividad del
xible en lo concerniente a una denomi- talento aristotélico ei hecho de que esta
nación de arte o filosofía. La episteme polémica, que tomó con su rigor critico
al fin y al cabo supondría tan solo una natural, le llevara pocu a poco a recon-
ciencia dirigida a convencer a la masa ciliarse con la retórica y a ser su más
por medio del mito, y filosofía seria juna eficiente y definitivo sistematizador.
fuerza educadora en la verdad. Cuando años más tarde escribe la *Syna-
gogué tejnón»—una especie de síntesis
3. Aristóteles, nacido en E st agirá enciclopédica de todas las artes—, la
—Tracia—, el año 3S4 a. C., fue durante retórica es ya un tema que le interesa
veinte años discípulo áe la Academia de integrar al mundo de su saber. tFue en
Platón. este estudio, cuya fecha no nos consta
Su primera intervención'en el campo por ningún dato, donde Aristóteles ad-
de la retórica fue un diálogo de estilo quirió el convencimiento de que la re-
platónico: el Grilo. El Grilo es una tórica al fin y al cabo merecía ser in-
obra de juventud, aquiescente aún a las corporada a su sistema de conocimien-
influencias del magisterio doctrinal re- tos» (2).
cibido en la Academia. Quintiliano (1), Esta evolución afectivo-intelectual aca-
al hablar de ese diálogo, da a entender bó por cuajar en la Retórica que estu-
que no era ni mucho menos ligera la diamos.
exposición del joven Aristóteles. El Gri-
lo revelaba una originalidad sistemática 4. La Retórica de Aristóteles, decan-
genuino, y nueva, en la exposición de los tada en una larga reflexión crítica so-
argí mentas del Gorgias platónico, pero, bre las artes anteriores, es una ciencia
seguía negando a la retorica la catego- nueva, una verdadera «tejne», un arte.
ría áe arte—«tejne»—. Las razvnes que Este era quizá el primero y el más
esgrimía a favor de esta negación eran agudo de los problemas que tuvo que
las siguientes: que la retórica carecía de plantear Aristóteles, para reivindicarle
terreno propio en que desenvolverse y a la retórica Ja, categoría de arte. La
que, por ello mismo, no hacía más que retorica tradicional manejaba tan solo
entrar en conflicto con otras artes y opiniones y su fuerza era la verosimili-
ciencias, en las que se inmiscuía con su tud. La verosimilitud, al no requerir
fiebre persuasoria. Además no salía del una plena y absoluta adhesión del en-
ámbito de la opinión, sin tan siquiera tendimiento, no era verdad. Ni objeto
acercarse al mundo de la verdad. Insis- siquiera del entendimiento, porque este
te en el falta moral de la retórica de objeto era la verdad. El Cratilo, por otra
preparar al orador para defender cua- parte, exigía imperiosamente que toda
lesquiera de dos opiniones opuestas so- «íej'ne», para serlo, manejara solo

(»> Tovar, Retórica, Introduc., pág. XXV.


(1) Quint. II, 17. Inst. Est. Polit., Madrid, 1953.
RETORICA.—NOTA PREVIA 115

«¿deas». Ahí había estado la piedra de \labras, reposa armónica y jerárquica-


escándala. Y aquí puso su primer lazo mente sobre la verdad y sobre lo verosí-
conciliador Aristóteles. mil—aquí contra la Academia—: por-
Rechazó, por de pronto, la teorética que también lo verosímil es objeto ade-
antigua que consideraba corno primarios cuado de la facultad intelectiva, aunque
en la orataria los estados emocionales. con la limitación de no mover a un asen-
La preocupación básica del orador debe so absoluto y pleno.
ser el asunto a tratar y lo que a él se Y aporta a la oratoria una ética y
refiere; no es, pites, lo primero la aten- una sicología retóricas.
ción vigilante a la debelación de un Una ética oratoria, que es «un inven-
juez o un adversario, por el medio que tario de observaciones y de principios
sea Hay en esta postura «el mismo im- que la ciencia moral y política suminis-
placable radicalismo ético y el mismo tran al orador» (4). Y una sicología re-
impulso rectilíneo hacia la verdad y tórica, que no es más que un reencuen-
lo mejor, que conocemos por el Gor- tro, armado de nueva y profunda estruc-
gias...» (1). tura, de lo emocional y patético, como
Considera luego la retórica como un recurso para que el sentimiento pueda,
método persuasivo, cuya temática es favorecer la inclinación del entendi-
<<comúní> a otras artes, y que precisa- miento a la verdad. Con esta arma el
mente a partir de lo común estructura orador puede alcanzar un legitimo domi-
sus argumentaciones nio del hombre masivo—pasional y ra-
Soimsen interpreta este pasaje dentro cional—camino de la verdad.
de la técnica aristotélica. La retórica no También atiende a las cuestiones for-
trata de los principios o premisas bá- males más externas. Recoge las aporta-
sicas de cada ciencia particular, sino ciones estilísticas de Isócrates y las re-
de los tópicos, de ¿os lugares o cuncep- funde en su visión de la oratoria, tan
tos que de una manera semejante son sólo ya como medios para un fin. En
comunes a todas las cosas (2). Así pue- esta perspectiva mediatizadora, analiza
de Aristóteles decir que la retórica es y pondera las virtudes del ritmo y la
correlativa de la dialéctica (3) como metáfora, del vocabulario y la imagen,
afirmación primera de su explicación. del recurso literario y del trueaje fo-
Él paso decisivo hacia la «tejne» lo da nético. Y se entra poco a poco en !os
Aristóteles ahí. Y es organizar esos tó- cuestiones de la estructura formal de
picos en un sistema apretado en que lle- las ideas y de la coordinación de las
guen elfos a adquirir valor de ideas, con partes del discurso.
lo cual queda plenamente justificada la La Retórica de Aristóteles es, pues,
«tejne», al ritmo más estricto del Cra- una síntesis de sofística y platonismo.
tilo platoniano. No un sincretismo. Una coordinación per-
Esta postura artística, original en ab- fecta y profunda, de lo mas legítimo de
soluto, va acompañada de una serie de cada escuela.
nuevas adquisiciones.
La precisión antigua de toda clase de fr. El estilo de Aristóteles en la Re-
premisas de saber particular alguno o de tórica resulta a veces duro e incoheren-
todo lo que sonara a tratado científico, te. No ya en su forma externa, adusta
queda superada con la admisión de wnas siempre en el Estagirita. También en la
premisas especificas, adecuadas a las coordinación interna de las ideas.
especies y fines de los discursos. Cada Este fallo, no de pensamiento siste-
género de oratoria parte de una esen- mático, sino de expresión del sistema,
cia propia y de un fin especifico, lo admite dos explicaciones, que quizá se
cual ha de tenerse en cuenta en la or- complementen. Roemer se inclina a atri-
ganización previa del material oratorio. buirlo (5) a una especie de inquina secu-
La oratoria, ya no mero juego de pa- lar de los copistas a la oscuridad aristo-

(1) Soimsen, Die Entwicklung, 208, cit. por (4) M. Havet, Etudes sur la Rhétorique d'Aris-
Tovar, 1. c., XXVII. tote, pág. 35.
(2) Tovar, 1. c., XXVII. (&i Roemer, Rhetorica, Teubner, 1923. Prae-
(3) Reí., I, 1. fatio, págs. XXVI y sgs.
116 ARISTÓTELES.—OBRAS
télica. Tonar (1) dice con preferencia bilidad a Demóstenes, por Demudes, del
que esto proviene de que la Retórica no infortunio político de Grecia (6); pero
fue escrita con prurito Se puWtcociów, no se sabe si esta referencia era ante-
sino con un fin pragmático. Habría asi rior o posterior a Queronea, año 338
que considerar la obra «interminada» (2). antes de Jesucristo.
Quizá, como decíamos, la verdad esté en Es curiuso notar que en toda la Re-
una armónica amalgama de las dos so- tórica, solo tres veces aparece el nom-
luciones. bre de Demóstenes Una de ellas—la
del ¡U, 4—parece ser sin duda una re-
6. Para la cronología externa de la ferencia al general Demóstenes, muerto
obra no hay excesivo número de datos. en la expedición de Siracusa. Las otras
Todos ellos son más bien negativos o áos referencias si parecen aludir al ora-
exclusivos. Desde luego parece debió es- dor—//, 23 y 24—, aunque es du-
cribirse en su segunda estancia en Ate- doso.
nas, entre 335 y 322, por tanto. J. H. Hay que notar que los políticos ad-
Freese se inclina por el año 330 o sus versarios de Demóstenes decían que lo
alrededores (3). Razones: el último su- mejor que habla en sus discursos había
ceso histórico que se cita es la embaja- sido tomado en préstamo de Aristóte-
da de Filipo de Macedonia a lus teba- les (7). Dionisio de Halicarnaso, por su
nos, pidiendo paso Ubre para *u¡ ejérci- parte, parece inclinarse a que la Retó-
to, para atacar al Ática: octubre-no- rica no se escribió hasta después de los
viembre de 339 (4). Se habla del trata- más importantes discursos del orador.
do con Corinto (5), luego de la subida Estos son los datos que hay. Es im-
al trono de Alejandro Magno, otoño del posible con ellos apuntar con más rigor
336. Por fin, la atribución de responsa- a una fecha determinada.

LIBRO PRIMERO
1354a
CAPITULO 1 es posible, es evidente que también para
ello se podría determinar un camino;
LA RETORICA. DEFINICIÓN Y RELACIONES pues aquello por lo que aciertan los que
ENTRE ELLA Y LA DIALÉCTICA siguen un hábito y los que obran instin-
tivamente, permite establecer o estudiar
La retórica es correlativa de la dia- la causa, de modo que todos reconoce-
léctica, pues ambas versan sobre cosas rán que ello es obra de un arte.
que, de alguna manera, son conocidas Ahora bien, los que han sintetizado
por todos y no las delimita o incluye los tratados del bien hablar, de ningún
ninguna ciencia. Por eso todos, en al- modo, por así decirlo, nos han transmi-
gún grado, participan de ambas, ya que tido ni una parte de ella; pues los ar-
todos hasta cierto punto intentan in- gumentos son solo propios del arte, y
quirir y resistir a una razón, defender- todas las demás cosas son aditamentos;
se y acusar. Y de ellos unos lo hacen y nada dicen de los silogismos, lo cual
al azar, otros mediante el hábito que es el cuerpo del argumento, y en cam-
nace del ejercicio. bio pragmatizan en torno a lo exterior
Pero, puesto que de ambas -maneras del ejercicio retórico las más de las ve-
ces; pues la aversión, la compasión, i a
(1) L. c., pig. XXVI. ira y otros sentimientos del alma no
(2) Ib. afectan al asunto, sino al juez. De ma-
(3) J. H. Freese, Aristotle, nThe Art o/ Rheto- nera que, si acaeciera en todos los jui-
ric», Introduction, p&g. XXII. Londres, Heine-
mann, 1047.
(4) Ret. II, ». («) Ret. n, 24.
(M Ib. (T) Freese, 1. c., pág. XXIII.
1354 a/1354 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 1 117
cios lo que sucede en algunas ciudades, el proemio o la narración y cada una
y más en las que gozan de buenas le- de las demás partes; pues en estas co-
yes, nada tendrían los tratadistas que, sas no atienden a otra cosa, sino a cómo
decir; pues todos creen conveniente de- dispondrán al juez de tal manera, pero
fender así las leyes, y algunos además nada enseñan sobre los argumentos sis-
lo hacen efectivo y prohiben hablar al tematizados; es decir, de aquello de
margen del asunto, como en el Areó- donde uno puede venir •& ser hábil en
pago, y tienen razón en esto; pues no la argumentación.
se debe desviar al juez, inclinándolo a Por esto, al ser el mismo el método
la ira, al odio o a la compasión; pues para la oratoria demagógica que para
sería lo mismo que si uno torciera la la forense y al ser más noble y más ciu-
regla de que debe servirse. dadana la oratoria política que la sina-
Está además claro que solo es propio lagmática, nada dicen sobre aquella,
del que pleitea mostrar si el asunto es sino que todos intentan reducir a arte
o no es, si sucedió o no sucedió; y si la que toca lo contractual, porque es
es grande o pequeño, justo o injusto, en menos provechoso en los discursos de-
cuanto puede no haberlo decidido el magógicos tratar de las cosas marginales
legislador, lo debe conocer el mismo juez al asunto y es de menos malicia la de-
y no ser enseñado en ello por los que magogia que la oratoria forense, porque
pleitean. es más común. Pues en esta el juez juz-
Sobre todo conviene que las leyes rec- ga sobre cosas propias, de manera que
tamente establecidas, en cuanto sea po- no se necesita más que demostrar que
sible, determinen por si mismas todas así es como dice el que aconseja; pero
las cosas y dejen lo menos posible a los en los discursos forenses no es suficiente
que juzgan: primero, porque es más esto, sino que es provechoso arrastrar
fácil escoger uno o pocos prudentes y al oyente; pues el juicio versa sobre
capaces de legislar y juzgar que elegir cosas ajenas, de manera que, mirando
muchos; luego, porque las leyes se dan a sus cosas y escuchando lo que le» li-
después de mucho tiempo de deliberar, sonjea, conceden a los litigantes, pero
y los juicios son inmediatos, de manera no juzgan. Y por eso en muchos sitios,
que es difícil que los que juzgan apli- como dije al principio, la ley prohibe
quen con rectitud lo que es justo y con- hablar nada que esté al margen del
veniente. Y, lo que ep mas que todo esto, asunto: sui los mismos jueces cuidan
que el juicio del legislador no es según esto diligentemente.
lo particular, sino sobre lo que ha cíe Puesto que es evidente que el método
ser y lo universal, y en cambio el miem- artístico se refiere a los argumentos y
bro de la asamblea y el juez juzgan ya que el argumento es una cierta demos-
sbore cosas presentes y determinadas, ración—pues entonces damos realmen-
ante las cuales está el amar y el odiar, e fe a las cosas, cuando nos convence-
y muchas veces juega el propio interés, mos de que algo está demostrado—, la
de manera que en ningún modo es po- demostración retórica es un entimema
sible tener suficientemente en cuenta lo —y este es, por así decirlo, el más luer-
verdadero, sino que el propio gusto o da- te de los motivos de credibilidad—, y el
ño oscurece el juicio. Así pues, respecto entimema es una especie de silogismo
a las otras cosas, como decimos, con- —y sobre el silogismo de cualquier clase
viene que el juez sea arbitro de las me- es propio que trate la dialéctica, o toda
nos cosas posibles; pero es necesario entera o alguna parte de ella—> es evi-
dejar a los jueces el decidir si algo dente que el que mejor puede considerar
sucedió o no sucedió, si será o no será, esto, de qué premisas procede el silo-
si es o no es; pues no es posible que el gismo y cómo se forma, este puede ser
legislador haya previsto todas estas co- un hábil razonador, a\ comprender so-
sas. bre qué cosas versa el entimema y qué
Y si estas cosas son asi, es evidente diferencias encierra respecto de los silo-
que, cuantos determinan las demás co- gismos lógicos; pues es propio de la mis-
sas, tratan en el arte cosas marginales ma potencia comprender lo verdadero y
al asunto, como es qué debe contener lo verosímil, pues los hombres son por
118 ARISTÓTELES.—OBRAS 1354 b/1355 b
igual, según su naturaleza, suficiente- es cosa común a todos los bienes ex-
mente capaces de verdad y la mayoría cepto la virtud, y más en la medida en
de alcanzar la verdad; por eso, poseer que las cosas fueran más útiles, como la
el hábito de la comprensión penetrante fuerza física, la salud, la riqueza, el ta-
de lo verosímil es propio del que tam- lento militar; pues con tales cosas cual-
bién lo tiene frente a la verdad. quiera podría ser de gran utilidad o
Pues, que los demás disertan bajo for- causar gran daño, usando de ellas justa
ma de arte sobre cosas marginales al o injustamente.
asunto y por qué se vuelven preferente- Así, pues, que la retórica no es de
mente a lo forense, está claro; pero la ningún género definido, sino que es como
retórica es válida porque por naturaleza la dialéctica, y que es útil, es evidente;
son más fuertes la verdad y la justicia y que su fin no es persuadir, sino consi-
que sus contrarios, de manera que, si derar los medios persuasivos para cada
los juicios no resultan según deben, es caso, como en todas las demás artes
necesario que sean vencidos por estos —pues tampoco es de la medicina rea-
contrarios; y esto es ciertamente digno lizar la salud, sino encaminar a ello has-
de reprobación. Además, ante algunos ta allí donde sea posible; pues también
auditorios, ni aun poseyendo la ciencia es verosímil atender bien a los que no
más acrisolada, sería fácil llegar a la pueden ya alcanzar la salud—; además,
persuasión hablando con esta ciencia; que a la misma arte le corresponde lo
pues el discurso conforme a la ciencia creíble y lo que aparece digno de cré-
es propio de la enseñanza y esto es im- dito, igual que son de la dialéctica el
posible, antes es necesario estructurar silogismo y la apariencia de silogismo
los discursos y los motivos de credibi- —pues la sofística no está en la facul-
lidad a partir de nociones comunes, de tad, sino en la intención- solo que allí
el orador lo será según ciencia o según
la manera como decíamos en los Tó- elección, y aquí el sofista lo será por
picos, acerca de la discusión cara a cara intención y el dialéctico no por inten-
con la mayoría del pueblo. ción, sino por facultad—; intentemos,
Además es menester ser capaz de per- pues, hablar ya del método mismo, cómo
suadir a los contrarios, de la misma y a partir de qué cosas podremos alcan-
manera que en los silogismos, no de ma- zar lo que nos hemos propuesto. De
nera que realicemos ambas cosas, pues nuevo, pues, como desde el principio,
no conviene convencer a nadie de las una vez hemos definido lo que es la re-
cosas reprobables, sino para que no nos tórica, digamos lo restante.
pase por alto cómo es y para qué, cuan-
do otro se sirva injustamente de estas
mismas razones, sepamos deshacerlas.
Pues, de entre todas las demás artes CAPITULO 2
ninguna va a deducir las conclusiones
contrarías, sino solas la retórica y la DEFINICIÓN DE LA RETORICA.
dialéctica lo hacen, pues ambas tratan ARGUMENTOS QUE UTILIZA
semejantemente de los contrarios. .Con
todo, los asuntos contrarios que sirven Sea, pues, la retórica la facultad de
de base no son semejantes, sino que discernir en cada circunstancia lo admi-
siempre lo verdadero y lo mejor son de siblemente creíble. Pues esto no es mi-
trabazón lógica más fuerte por naturale- sión de ninguna otra arte; pues cada
za, y de fuerza persuasiva más convin- una de las demás es enseñanza y per-
cente, absolutamente hablando. sua.sión de lo que es su objeto propio,
Además, sería algo fuera de lugar si, como la medicina lo es de las cosas sa-
siendo vergonzoso no poderse ayudar del ludables y de las nocivas, y la geome-
propio cuerpo, no lo fuera no valerse tría de las propiedades conjuntas de las
de la razón; lo cual es más característi- magnitudes, y la aritmética del nú-
co del hombre que la fuerza del cuer- mero, y semejantemente las restantes
po. Porque si pudiera ser grandemente artes y ciencias; en cambio, la retóri-
perjudicial el que utilizara injustamen- ca, por así decirlo, parece ser capaz de
te esta fuerza de los razonamientos, eso considerar los medios de persuasión acer-
1355 b/1356 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 2 119

ca de cualquier cosa dada, por lo cual te y el que es capaz de observar los ca-
también decimos que ella no tiene su racteres y las virtudes, y en tercer lu-
artificio en ningún género específico de- gar el que puede observar lo que toca
terminado. a las pasiones, qué es cada una de ellas
De entre los argumentos retóricos, y qué tal, y de qué cosas se origina y
unes están fuera del arte y otros en él. cómo; de manera que la retórica viene
Llamo extraartísticos todos los que no a ser como algo que ha crecido junto a
son hallados por nosotros, antes preexis- la dialéctica y al estudio de las costum-
ten, cuales son los testigos, confesiones bres o caracteres, al cual es justo deno-
bajo tortura, documentos escritos y otros minar política. Por esto también se en-
semejantes; artísticos, en cambio, cuan- cubre la retórica bajo la figura de la
tos por el método y por nosotros pue- política y también los que hacen valer
den ser dispuestos; de manera que con- sus derechos sobre ella, ya por inedu-
viene hacer uso de aquellos e inventar cación, ya por jactancia o también por
estos. otras causas humanas; pues es, sí, una
De los argumentos procurados por el parte de la dialéctica y semejante a
razonamiento, hay tres clases: unos que ella, como decíamos al comenzar; pues
radican en el carácter del que habla, ninguna de las dos es ciencia cuyo ob-
otros en situar al oyente en "cierto es- jeto sea cómo es algo determinado, sino
tado de ánimo, otros, en fin, en el mis- como ciertas facultades de procurar ra-
mo discurso, por lo que en realidad zones.
significa o por lo que parece signifi- Así pues, sobre el significado de estas
car. y de como se relacionan unas con otras,
Por el carácter, pues, cuando el dis- se ha dicho casi suficientemente; de
curso se pronuncia de tal manera que las cosas persuasivas por medio de la
hace digno de crédito al que lo decla- demostración o de la aparente demos-
ma; porque a las personas de buenas tración, igual que en la dialéctica se da
costumbres las creemos más y antes, en la inducción, el silogismo o el falso silo-
todas las cosas simplemente y en las gismo, también aquí ocurre de modo se-
que no existe absoluta seguridad, sino mejante; pues el paradigma o ejemplo
doble opinión, también enteramente. es una inducción, el entimema es un
También debe esto suceder por el dis-
curso, pero no porque se tenga prejuz- silogismo—y el entimema aparente un
gado qué tal sea el que habla; porque silogismo aparente—. Llamo entimema
según algunos tratadistas observan, en al silogismo retórico, y paradigma a la
el arte no hay que considerar la hones- inducción retórica. Pues todos proponen
tidad del que habla como de ninguna los argumentos para su demostración
importancia para la persuasión, sino que diciendo ejemplos o entimemas y nin-
se puede decir casi que el carácter re- guna otra cosa fuera de esto; de ma-
presenta la prueba más definitiva. nera que es totalmente necesario que
Per los oyentes, cuando son arrastra- cualquier cosa sea demostrada p ha-
dos a un sentimiento por el discurso; ciendo silogismo o razonando por induc-
pues no concedemos de igual manera ción—y esto nos es evidente por ios
nuestras opiniones estando tristes que Analíticos—, y es necesario que cada
estando alegres, o amando y odiando; uno de ellos—entimema y paradigma—
en lo cual solamente decimos procuran corresponda a cada uno de estos—silo-
ocuparse los tratadistas de hoy. Sobre gismo e inducción.
estas cosas, pues, se tratara por menu- Cuál sea la diferencia entre el para-
do cuando hablemos de las pasiones. digma y el entimema, es evidente por
Por el discurso creen, cuando mostra- las Te/picos—pues allí se ha hablado pri-
mos lo verdadero o lo que parece tal, mero del silogismo y la inducción—,
según lo que en cada caso parece per- porque el demostrar por muchas y seme-
cuasivo. jantes cosas que algo es así, allí es in-
Puesto que los motivos de credibilidad ducción; aquí en cambio ejemplo; y, su-
se dan por medio de lo persuasivo, es puestas ciertas proposiciones, concluir
evidente que sabe manejar estos argu- de ellas otra nueva, al margen de ellas
mentos el que sabe razonar lógicamen- ] porcue ellas existen totalmente o en
120 ARISTÓTELES.—OBRAS 1356 b/1357 b
su mayor parte, se llama allí silogismo que precisarían del silogismo, por no ser
y aquí entimema. admitidas. Necesariamente, de entre es-
También resulta claro que las dos es- tos razonamientos, uno no es fácil de
pecies de la retórica tienen su excelen- seguir por su longitud—pues se supo-
cia; pues, como se dice en la Metódica, ne que el que ha de juzgar es simple—;
en ambos se da su excelencia de seme- y que otros no son persuasivos, por no
jante modo, pues unos son ejercicios re- proceder de cosas ya admitidas o creí-
tóricos paradigmáticos y otros a base de das; de manera que es preciso que el
entimemas, y semejantemente los ora- entimema y el ejemplo se apoyen en
dores unos son paradigmáticos y otros cosas admisibles, que en su mayor par-
entimemáticos. Pues no son menos per- te puedan también ser de otra mane-
suasivos los discursos a base de para- ra, es decir, que el ejemplo sea induc-
digmas, aunque son más aplaudidos los ción y el entimema silogismo de pocas
fundados en entimemas. Y la causa de premisas y, con frecuencia, menores que
estos y cómo debe ser utilizado cada aquellas de que está formado el silo-
uno, lo diremos más adelante; ahora gismo primero; pues si alguna de estas
explicaremos con más precisión estos premisas es conocida, no es preciso de-
mismos razonamientos. cirla; pues esta la presupone el mismo
Puesto que lo persuasivo lo es para al- oyente, como al decir que Dorio ha ga-
guien, y unas veces se impone en se- nado una corona en una competición,
guida por sí mismo como persuasivo o es suficiente decir que triunfó en Olim-
creíble, otras parece ser probado por pia; y no es necesario añadir que los
razonamientos; y ningún arte atiende a juegos olímpicos tienen coronas por pre-
lo particular, como la medicina que no mio, pues todos lo saben.
atiende a qué es saludable ¡para Sócra- Puesto que hay pocas premisas de co-
tes o para Callas, sino a lo que lo es sas necesarias en que se funden los si-
para el que es de tal género o a los que logismos retóricos-^pues la mayoría de
son de tal otro modo—pues esto es lo las cosas sobre que versan los juicios
propio de un arte, ya que lo individual y reflexiones admiten ser también de
es ilimitado y no científico—; tampoco otro modo; porque las cosas sobre que
la retórica considerará lo individualmen- se obra, se delibera o se considera, son
te digno de crédito para Sócrates o pa- todas del orden de los hechos y ningu-
ra Hipias, sino lo digno de crédito para na de ellas es, por así decirlo, necesa-
cualquiera, como la dialéctica hace. Pues ria—, las proposiciones sobre lo que ocu-
tampoco aquella hace sus silogismos de rre con frecuencia y sobre las cosas ad-
cualquier cosa que se ofrezca al azar misibles es preciso deducirlas de otras
—aunque así parezca a los insensatos—, tales, y las necesarias es preciso deducir-
sino de las cosas que precisan de la ra- las de las necesarias—y esto nos resul-
zón, así la retórica lo hace de las co- ta evidente por los Analíticos—; y es
sas de que se acostumbra a deliberar. evidente que las premisas de que se for-
Está, pues, su misión en torno a aque- man los entimemas, unas serán necesa-
llas cosas de que deliberamos y no te- rias, la mayoría, con todo, serán de lo
nemos un arte, y en oyentes tales que que acostumbra suceder de ordinario,
no pueden tener una visión panorámica pues los entimemas se fundan sobre ve-
de muchas cosas ni pueden razonar un rosimilitudes e indicios, de manera que
asunto desde lejos. Pues deliberamos so- es necesario que cada uno de estos se
bre las cosas aparentes que parecen ser identifique con su correspondiente.
admisibles de manera ambigua; ya que IX) verosímil, por tanto, es lo que su-
sobre las cosas que es imposible suce- cede de ordinario, aunque no absoluta-
dan, sean o se consideren de otra ma- mente como definen algunos, sino que
nera, nadie quiere dar una opinión; se dice de las cosas que se admite pue-
pues nada se conseguiría. den ser de otra manera, siendo respecto
Es admisible concluir silogísticamen- de aquello de quien es verosímil, lo que
te y hacer inducción de las cosas con- lo universal respecto de lo particular;
cluidas con anterioridad, o bien de co- pero de los indicios uno es como lo in-
sas no inferidas silogísticamente, pero dividual respecto de lo universal, otro,
1357 b/1358 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 2 121
como lo universal respecto de lo parti- pío: como probar que Dionisio intenta
cular. De estos, el necesario es argumen- la tiranía, al pedir una escolta; pues
to concluyente (1), el no necesario en ya antes Pislstrato aspirando a ella pi-
cambio no tiene denominación caracte- dió una escolta y, habiéndola obtenido,
rística, según la distinción. Llamo nece- se hizo tirano, y también Teágenes en
sarias a aquellas cosas de que nace el Megara; y así todos los conocidos juntos
silogismo; por eso es argumento conclu- dan lugar al ejemplo de Dionisio, del
yente él indicio que es necesario; pues cual aún no se sabe si realmente la pi-
cuando se sospecha que no es admisi- de por esto. Todas estas cosas quedan
ble refutar la proposición, entonces se incluidas en el mismo universal: que,
cree disponer de un argumento conclu- el que aspira a tiranía, pide una escol-
yente, por demostrado y llevado a tér- ta personal.
mino; pues «conclusión» y «fin» son lo Así pues, queda dicho de dónde pro-
mismo en la lengua antigua (2).
De los indicios, unos son como lo in- vienen los argumentos que se conside-
ran apodícticos. Por su parte, la más
dividual respecto de lo universal de importante diferencia de los entimemas,
esta manera: como si alguien dijera te- y la más preterida por casi todos, es
ner un indicio de que los sabios son jus-
tos, porque Sócrates era sabio y era jus- también la de los silogismos, en el mé-
to. Esto es ciertamente un indicio, pero todo dialéctico; pues unos de ellos son
rechazable, aun cuando fuera verdad lo | conformes al método retórico y al mé-
dicho; pues es asilogístico. Otro géne- todo dialéctico de los silogismos, otros
ro—de indicios—es necesario, como si según otras artes o disciplinas, unas ya
uno dijera tener un indicio de que al- existentes, otras no totalmente conoci-
guien está, enfermo, porque tiene ca- das todavía; por esto están ocultas a los
lentura, o de que ha dado a luz porque oyentes; y de ellas, las que más se to-
tiene leche. Y este es el único indicio can, según su manera, pasan por alto.
entre ellos que es argumento concluyen- Más claro resultaría lo dicho con una
te ; pues es el único que, de ser verdade- explicación más amplia.
ro, no se puede refutar, otro es como lo ' Digo, pues, que son silogismos dialéc-
universal respecto de lo particular, como ticos y retóricos aquellos de quienes for-
si alguien dijera: que es señal de que mulamos los tópicos; estos tópicos son
tiene calentura, el que respire dificulto- conceptos comunes sobre cuestiones de
samente. Esto es refutable, aun cuando derecho y física, sobre cuestiones de po-
fuera verdad; pues también es posible lítica y de muchas ciencias que difie-
que jadee el que no tenga fiebre. ren en especie, como el tópico del más
Qué es, pues, verosímil, qué indicio y y del menos. Pues no será más concluir
aué argumento concluyente, y en qué se de este un silogismo o formular un en-
diferencian, lo he dicho ahora; pero más timema en cuestiones de derecho que en
explícitamente acerca de ello y por qué cuestiones de física o de otra cualquier
causa unos son asilogísticos y otros, en ciencia; aunque estas difieran en espe-
cambio, encajan bien en el silogismo, cie; son en cambio específicas cuantas
se ha definido ya en los Analíticos. conclusiones deriven de las premisas en
Hemos dicho ya del ejemplo que • es torno a cada especie y cada género,
una inducción y sobre qué cosas se ve- como ocurre que en cuestiones de fí-
rifica esta inducción; pero no es pro- sica hay premisas de quienes no deriva
posición que relacione la parte con el ningún silogismo ni entimema referible
todo, ni el todo con el todo, sino la par- a la ética, y en las premisas de esta las
te con la parte, lo semejante con lo se- hay de quienes no se concluye ningún
mejante, pues cuando ambas proposicio- entimema o silogismo referible a la fí-
nes caen bajo el mismo género y una sica;
es más conocida que la otra, hay ejem- todas ylasdeciencias. manera semejante ocurre en
Aquellos razonamien-
tos no darán a nadie una sabiduría
U) Tomo aquí la traducción que da Tovar de tipo específico; pues no se refieren
—Inst. Est. Pol., Madrid, 1953—. El original a un objeto determinado; estas, en cam-
griego ya significa, de suyo, testimonio o prue&a. bio, en la medida en que mejor se eli-
(2) Se refiere a la lengua jónica. gieren las premisas, dejarán formar, sin
122 ARISTÓTELES.—OBRAS 1358 a/1359 a
sentirlo, otra ciencia distinta de la dia- tivo forman parte el elogio y la cen-
léctica y la retórica; pues, si da con los sura.
principios, no será la ciencia ni dialéc- Los tiempos propios de cada uno de
tica ni retórica, sino aquella de quien estos son: para el que delibera, el tiem-
son propios los principios. po futuro—pues aconseja sobre cosas
La mayoría de los entimemas son for- que han de ser, exhortando o disuadien-
mulados a partir de estas especies par- do—; para el que juzga, el tiempo pa-
ticulares y específicas, y menos de las sado—pues el uno acusa y el otro de-
comunes. Pues igual que en los Tópi- fiende sobre cosas realizadas—; para el
cos, también aquí hay que distinguir en género demostrativo, principalmente es
los entimemas las especies y los tópi- el presente—pues todos elogian o censu-
cos de que hay que tomarlos. Llamo es- ran según cosas existentes, aunque mu-
pecies a las premisas propias de cada chas veces acuden al pasado recordando
género, tópicos a las que son comunes lo pretérito y vaticinando lo futuro.
semejantemente a todos. El fin es distinto para cada uno de
Primero, pues, hablemos sobre las es- estos, y siendo tres los géneros, tres son
pecies; pero antes señalemos los géne- los fines: el que delibera tiene como fin
ros de la retórica, cómo se dividen y lo provechoso y lo nocivo; pues el que
cuántos son, y en ellos tomemos por se- exhorta aconseja lo mejor y el que di-
parado los elementos y las premisas. suade, disuade de lo peor, y las demás
cosas las añaden accesoriamente a esto,
lo justo o lo injusto, lo hermoso o lo
CAPITULO 3 feo; los que juzgan tienen como fin lo
justo y lo injusto, y las demás cosas
CLASIFICACIÓN DE LA ORATORIA, ATEN-
estos las añaden a su vez accesoriamen-
te a esto; los que elogian o censuran
DIENDO AL OYENTE, Y PRIMERAS CARAC- tienen como fin lo hermoso y lo feo, y
TERÍSTICAS DE CADA CLASE las demás cosas las añaden también ellos
a esto.
Hay tres especies de retórica, según el Esta es la señal de que el fin de cada
número; pues son fundamentalmente una es el dicho: que muchas veces no
otras tantas las clases de oyentes. Pues se disputará sobre otras cosas, sino so-
el discurso está compuesto de tres co- bre el mismo fin, como el que juzga so-
sas, el que perora, aquello sobre que bre que no ocurrió o no causó daño;
habla y aquel a quien habla, y al fin del porque, que se comete injusticia, no lo
discurso se refiere a este, es decir, al confesaría; pues eso no sería ninguna
oyente. Necesariamente el oyente es o especie de justicia. De manera semejan-
espectador o juez y, si juez, lo es o de te, los que deliberan olvidan muchas ve-
las cosas sucedidas o de las que van a ces las demás cosas, pero jamás confe-
suceder. Hay quien juzga sobre las co- sarían que aconsejan cosas inconvenien-
sas futuras como miembro de la asam- tes o disuaden de cosas provechosas; y
blea, y quien juzga sobre las cosas ya así muchas veces no reflexionan sobre
sucedidas, como juez; y quien juzga de que no es ilegítimo reducir a esclavitud
la capacidad: el espectador; de mane- a los pueblos vecinos y a los que en
ra que necesariamente resultan tres gé- nada han faltado'a la justicia. Semejan-
neros de discursos retóricos: deliberati- temente los que elogian y los que censu-
vo, forense y demostrativo. ran no miran si aquel a quien aluden
De la deliberación forman parte la ex- obró algo provechoso o nocivo, sino que
hortación y la disuasión; pues siempre, muchas veces ponen en su elogio a uno
tanto los que aconsejan en asuntos pri- porque, habiendo preterido lo que le era
vados como los que hablan en público provechoso, hizo algo hermoso, y así ala-
sobre asuntos comunes, hacen una de es- ban a Aquiles porque vengó a su com-
tas dos cosas. Del pleito forman parte pañero Patroclo, sabiendo que convenia
la acusación y la defensa; pues es ne- que él muriese, pudiendo vivir; pero
cesario que los que pleitean hagan una para este tal muerte era más hermosa
de estas dos cosas. Del género demostra- y el vivir tan sólo provechoso.
1359 a/1359 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 4 123

De las cosas dichas resulta evidente imposible que sean o hayan sucedido,
que, acerca de estas cosas, es necesario sobre todas* ellas no existe deliberación.
tener primero las premisas; pues los Ni tampoco sobre todas las cosas posi-
argumentos concluyentes, las verosimili- bles; pues hay algunas cosas buenas
tudes y los indicios son premisas retó- que lo son por naturaleza o suceden por
ricas; porque, en absoluto, el silogismo azar, entre las que pueden existir o no
nace de las premisas y el entimema es existir, en las cuales no reporta ningún
un silogismo formado de las premisas provecho deliberar; pero es evidente
dichas. sobre qué cosas se puede deliberar. Ta-
Y puesto que lo imposible no puede les son todas cuantas cosas pueden pro-
haberse hecho, como tampoco ha de po- ducirse en nosotros y cuyo principio
derse hacer en el futuro, sino solo lo de existencia está en'nosotros; delibe-
posible, y lo que no ha existido ni va ramos, pues, hasta el límite en que ha-
a existir tampoco ha sido hecho ni va llamos si las cosas son posibles o im-
a ser hecho en el futuro, le es necesa- posibles de hacer por nosotros.
rio al que delibera, al que juzga y al Así pues, enumerar cuidadosamente
que demuestra tener premisas acerca de cada cosa particular y dividir según es-
lo posible y lo imposible, tanto si ha pecies aquellas cosas sobre las que sole-
sido o no, como si ha de ser o no ha de mos deliberar y aún, en cuanto sea fac-
ser. Además, puesto que todos los que tible, jerarquizarlas según la verdad, no
elogian o censuran, los que exhortan o es preciso inquirirlo en la presente oca-
disuaden y los que acusan y defienden sión, porque no pertenece al arte retó-
no solo procuran demostrar las cosas di- rico, sino a otro arte más Intelectual y
chas, sino también que lo bueno o lo más especialmente dedicada al estudio
malo, lo hermoso o lo feo, lo justo o 'o de la verdad y, con mucho, le han con-
injusto es grande o pequeño, bien ha- cedido ahora a la retórica especulacio-
blando según las mismas cosas, bien nes más amplias que las que le son ca-
comparando unas cosas con otras, es evi- racterísticas; pues lo que hemos venido
dente que conviene disponer de premi- a decir primero, de que la retórica se
sas sobre la grandeza y la pequeñez, compone de la ciencia analítica de una
la mayoridad y la minoridad, universal parte y de la política en torno a las
o individualmente, como por ejemplo costumbres de la otra, es verdad; y es
qué bien es mayor o menor, o qué in- semejante en parte a la dialéctica y en
justicia es mayor o menor, o qué jus-
ticia; y lo mismo respecto de las de- parte a los razonamientos sofísticos. V
más cosas. cuanto más alguno intentara estructu-
Se ha hablado ya, pues, de las cosas rar la dialéctica o la retórica, no como
de que conviene tomar las premisas; saberes prácticos, sino como ciencias, de-
después de esto hay que distinguir en jaría desmentida su naturaleza, al dis-
particular sobre cada una de estas co- poner cambiarla en ciencia de hechos
sas, como sobre qué temas se hace deli- objetivos cualesquiera y no solo de ra-
beración, y sobre cuáles los discursos de- zones. Con todo, en cuanto es provecho-
mostrativos y, en tercer lugar, sobre qué so distinguir—aueda además materia pa-
cosas son los juicios. ra la ciencia política—, hablemos de ello
ahora.
Aproximadamente, aquellas cosas so-
bre que todos deliberan y sobre las que
CAPITULO 4 disertan los que deliberan, son princi-
palmente cinco: sobre los ingresos fisca-
LA ORATORIA DELIBERATIVA Y SUS TEMAS les, sobre la guerra y la paz, sobre la
defensa del país, sobre las importaciones
Primero, pues, hay que comprender qué y exportaciones y sobre la legislación.
bienes o males aconseja el que delibe- Así pues, convendría que el que ha
ra, ya que no puede hacerlo en cual- de deliberar sobre los ingresos fiscales,
quier cosa, sino en aquellas cosas que es conociera cuáles y cuántos son los re-
admisible hayan sucedido o no. Cuan- cursos de la ciudad, para, si alguno ha
tas cosas necesariamente son o serán, es sido preterido, añadirlo y, si alguno es
124 ARISTÓTELES.—OBRAS 1359 b/1360 a
pequeño, aumentarlo; ademas debería más fuertes y a las que son más útiles
conocer los gastos de la misma ciudad, para el comercio.
para, si alguno es superfluo, eliminarlo Para la seguridad del país es necesa-
y, si alguno es demasiado grande, men- rio poder examinar todas estas cosas,
guarlo ; pues no solo se hacen mas ricos pero no menos necesario es atender a
los que añaden a los haberes iniciales, la legislación; pues en las leyes está
sino también los que disminuyen los la salvación de la ciudad, de manera que
gastos. ESto no solo cabe comprenderlo es necesario conocer cuántas son las for-
por la experiencia de las cosas propias, mas de gobierno, qué cosas convienen a
sino que es menester haberlo indagado cada una y por qué causas se origina la
en los inventos de otros en las delibera- descomposición, sean estas mismas pro-
ciones sobre estos asuntos. pias del sistema mismo de gobierno,
En cuanto a la guerra y la paz, hay sean externas a él. Digo que se descom-
que conocer la fueza de la ciudad, cuán- ponen por causas internas porque, fue-
ta es ya básicamente y cuánta puede ra del absolutamente mejor de los go-
llegar a ser, y qué tal es tanto la que biernos, todos los demás se descomponen
ya existe como la que es posible aña- por relajados o por excesivamente ten-
dir ; y además cuáles fueron las guerras sos; así ocurre con la democracia, que
no solo se vuelve enfermiza al relajar-
que sostuvo la ciudad y cómo las peleó. se, de manera que al fin viene a parar
No solo es necesario conocer estas cosas a una oligarquía, sino que también en-
de la propia ciudad, sino de las ciuda- ferma fuertemente por demasiado ten-
des vecinas también. Y con cuáles ofre- sa; de la misma manera que la curva-
ce garantías el pelear, de manera que tura y la forma chata no solo se rela-
se mantenga la paz con las que son jan en cuanto tales al acercarse al justo
más fuertes y sea el guerrear con las medio, sino también se descomponen al
que lo son menos. Y hay que atender a hacerse fuertemente curvas o chatas las
las fuerzas, si son iguales o desiguales; líneas, de manera que aquello ya de nin-
pues también en ello cabe el excederse guna manera parece ser nariz.
o el quedarse en menos. Y referente a Es útil para la legislación no solo com-
esto, es necesario haber estudiado no so- prender qué forma de gobierno es mejor
lo las propias guerras, sino cómo se re- o conveniente, una vez estudiadas la¿
solvieron las de las otras ciudades; formas pretéritas, sino también cono-
pues de cosas semejantes suelen natural- cer las de las otras ciudades, y cuáles
mente producirse circunstancias seme- se adaptan mejor a cuáles. De manera
jantes. que resulta evidente que, de cara a la
Además, en cuanto a la defensa del legislación, son útiles los viajes alrede-
país, no se debe pasar por alto cómo dor de la tierra—pues allí se pueden co-
está custodiado, sino que es necesario nocer las leyes de los pueblos—, y, para
conocer la cantidad de la guarnición, y las deliberaciones políticas, los escritos
su especie y los puntos en que están de los que relatan los hechos de los
las defensas—y esto no es posible si pueblos; pero todas estas cosas son ob-
uno no tiene conocimiento personal em- jeto de la política, no de la retórica.
pírico del país—, para que si la guarni- Estas son las cosas más importantes
ción es deficiente, sea reforzada y, si sobre las cuales debe apoyar sus premi-
sas el que va a deliberar; digamos de
alguna es superflua, sea reducida y se nuevo en estas y en otras cosas, sobre
guarden mejor los lugares favorables. qué conviene exhortar o disuadir.
En cuanto al aprovisionamiento, qué
gasto es suficiente para la ciudad y cuál
es el alimento que nace del mismo país CAPITULO 5
y cuál el importado, y de qué cosas con-
viene hacer exportación y de cuáles im- LA FELICIDAD: ASPECTOS, DEFINICIONES
portación, para que según ello se hagan
tratados y acuerdos comerciales; según Casi para cada hombre en particular
eso, a dos clases de ciudades sin tacha y para todos en común existe una meta
conviene guardar más, a las que son en función de la cual se eligen o recha-
1360 b/1361 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 5 125
zan las cosas; y esto es, diciéndolo ta- gítimo por ambas rumas y, al Igual que
xativamente, la felicidad y sus diversos en la ciudad, que los antepasados sean
aspectos. De manera que, en forma de conocidos por la virtud, la riqueza u
ejemplo, definamos qué es, hablando ge- otra cualquiera de las cosas estimadas y
néricamente, la felicidad y de qué cosas tener muchas personas distinguidas en
se nutren sus diversos aspectos: pues la familia, hombres y mujeres, jóvenes
en torno a ella y a las cosas que a ella y viejos.
tienden y a las que le son contrarias, La buena y múltiple procreación no
giran las exhortaciones y las disuasio- es cosa oscura; pues la posee la comu-
nes ; porque las cosas que la preparan, nidad cuando tiene una juventud nume-
directamente a ella misma o a alguno de rosa y buena, buena según la virtud del
sus aspectos, o la hacen mayor en lugar cuerpo, como lo es la estatura, la belle-
de disminuirla, conviene ponerlas en za, la fuerza, la habilidad para la com-
práctica. Y las cosas que la destruyen o petición deportiva; y buena en las vir-
la dificultan o que producen lo contrario tudes del alma del joven, como la pru-
de ella, no conviene hacerlas. dencia y la fortaleza. En particular, la
Sea, pues, la felicidad un bien obrar buena y múltiple procreación consiste en
virtuoso, o una independencia en los tener muchos hijos propios y excelentes,
medios de vida, o una vida más placen- tanto hembras como varones; en las
tera con estabilidad, o una abundancia mujeres es virtud del cuerpo la belle-
de cosas y personas, con la facultad de za y la estatura, del alma la templanza
conservarlas y usar de ellas; pues casi y el amor al trabajo, pero sin servilis-
todos confiesan que una o la mayoría
de estas cosas es la felicidad. mo, semejantemente, en privado y en
Si, pues, esto es la felicidad, es me- público, y tanto en los hombres como
nester sean partes o aspectos de ella la en las mujeres, hay que procurar exista
nobleza de cuna, la amistad con muchos, cada una de estas cualidades; pues
la amistad provechosa, la riqueza, la cuantos reciben daños de las mujeres,
buena y múltiple procreación de los hi- conio los Lacedemonios, apenas son feli-
jos, la buena vejez, y además las vir- ces en una mitad.
tudes del cuerpo, como la salud, belleza, Son partes de la riqueza la abundancia
fuerza, estatura, habilidad para la com- de dinero, de posesiones territoriales, la
petición deportiva, la gloria, el honor, posesión de mobiliario, esclavos y gana-
la buena suerte, la virtud—o sus dife- dos que se distingan por su abundancia,
rentes clases, la prudencia, la fortaleza, su tamaño y su belleza; pues todas es-
la justicia, la templanza—; pues, de tas cosas son seguridad, libertad y bien.
esta manera, de poseer uno los bienes Los bienes más útiles son los fructífe-
que tiene en sí y los de fuera de sí, po- ros, pero los más propios del ser libre
drá ser absolutamente independiente; son los que sirven para disfrutar; llamo
pues no hay otros bienes fuera de estos. fructíferos los bienes de quienes se ob-
Están en uno mismo los bienes del alma tienen ingresos, y de puro goce aquellos
y los del cuerpo, y fuera, la nobleza, de que nada proviene digno de decirse,
los amigos, las riquezas, el honor. Cree- en el orden de la utilidad. La definición
mos que a esto hay que añadir el po- de seguridad es la posesión actual de
seer facultades y buena suerte; pues así algo, y de manera que, según el propio
la vida podrá, ser absolutamente segura. gusto, se pueda hacer uso de la capaci-
Definamos ahora, de manera semejante, dad utilitaria de aquéllo que se posee;
qué es también cada una de estas co- definición de cosas propias es cuan-
sas.
Nobleza es que una raza o una ciu- do está en uno mismo el enajenar-
dad sea indígena o antigua, y que los las o no; llamo enajenación a la dona-
primeros gobernantes hayan sido ilus- ción y a la venta. En general el ser rico
tres y que hayan nacido de ella muchos consiste más en el gozar que en el po-
hombres célebres, según los que han si- seer; pues la efectividad de estas cosas
do emulados; en particular, nobleza es y su uso es la riqueza.
el buen nacimiento por ascendencia mas- La buena fama consiste en ser tenido
culina y femenina, y absolutamente le- como virtuoso por todos o poseer algo
126 ARISTÓTELES.—OBRAS 1361 a/1361 b
a que todos, o los más, o los buenos .os trabajos de la guerra y tiende a
o los prudentes aspiran. producir agrado pareciendo tener algo
La honra es signo de reputación de de muy temible. La del anciano es po-
buenas obras, pues son honrados justa seer la suficiente aptitud para los traba-
y principalmente los que han obrado el jos indispensables y vivir sin pena por
bien, pero no es honrado el que sólo 10 tener aquello por cuya causa la ve-
puede obrar el bien; la buena acción es jez se siente menospreciada.
la que se dirige a la salvación de la vida Fuerza es la capacidad de mover a
o sus causas, o a la adquisición de ri- otro según la propia voluntad; y nece-
queza, o a la de cualesquiera de los de- sariamente ha de ser mover a otro o bien
más bienes, cuya adquisición no es fá- arrastrándolo, o bien empujándolo, o le-
cil, bien en general, bien aquí o en un vantándolo, o agarrándolo o comprimién-
tiempo dado; pues muchos alcanzan dolo, de manera que el fuerte lo es pa-
honra por cosas que parecen pequeñas, ra todas o para algunas de estas cosas.
pero las verdaderas causas son los luga- La virtud de la grandeza está en sobre-
res o las ocasiones. Aspectos de la hon- salir entre todos en altura, grosor y an-
ra son los sacrificios, las conmemora- chuia, en tal medida que los movimien-
ciones en verso y en prosa, los privile- tos no resulten demasiado pesados por
gios, los recintos sagrados, presidencias, el exceso. La habilidad del cuerpo para
sepulcros, imágenes, subsidios públicos; la competición deportiva consta de gran-
y, según las costumbres bárbaras, las deza, fuerza y agilidad—pues también
postraciones y los arrobamientos; y los el ágil es fuerte^; porque el que pue-
dones que según las diversas gentes son de impulsar las piernas de tal manera y
estimados. Y puesto que el don es entre- moverlas rápidamente y a grandes zan-
ga de una posesión y signo de una hon- cadas, es buen corredor; y el que pue-
ra, por eso los avariciosos y los vanido- de apretar y sujetar es buen luchador;
sos aspiran a ellos; pues para ambos y el que puede lanzar lejos de BÍ a otro
representa lo que desean: porque es pro- de un golpe, es buen púgil; y el que
piedad, que es a lo que tienden los ava- puede ambas cosas, buen luchador de
riciosos, y representa honra, que es lo pancracio; y el que puede en todas,
que apetecen los codiciosos de hono- buen pentalista.
res. Vejez buena es la vejez buena y sin
Virtud del cuerpo es la salud y esta dolor; porque no es feliz anciano el
consiste en poder servirse del cuerpo que envejece rápidamente, ni el que lo
sin enfermedad; pues muchos están sa- hace lenta pero dolorosamente. Esto de-
nos, como se dice de Heródico, a quie- pende de las virtudes del cuerpo y de la
nes nadie juzgaría felices por su salud, suerte; pues el que no es sano ni fuer-
porque carecen de todas las cosas huma- te no estará sin dolor, y el que no tie-
nas o de la mayoría de ellas (1). ne penalidades y puede disfrutar larga
La belleza es distinta según cada edad. vida, la soportaría con paciencia, sin
Pues la belleza del joven es tener el la suerte. Existe, aparte de la fuerza y
cuerpo dispuesto para los esfuerzos, tan- la salud, otra potencia de vida larga;
to los de la carrera como los de la fuer- porque muchos, sin las virtudes corpora-
za, siendo agradable verlos como espec- les, viven larga vida; pero esta minimi-
táculo; por esto los vencedores del pen- zación no es de ninguna utilidad para
tatlos son los más hermosos (2), por- lo que pretendemos ahora.
que están naturalmente dotados para la La amistad múltiple y provechosa no
fuerza y para la velocidad juntamente. es difícil de comprender, una vez se ha-
La belleza del hombre maduro mira a ya definido qué es un amigo, porque ami-
go es el que es autor de aquellas cosas
(1) Heródico de Selimbria fue un médico, que cree son buenas para el otro, he-
maestro de Hipócrates, durísimo e incómodo en chas por causa de este otro. Aquel a
sus prescripciones regimentales y gimnásticas. quien rodean muchos de estos, tiene mu-
Habla también áe él Platón en la República, chos amigos, y aquel a quien asi rodean
III.
(2) El pentatlos era un ejercicio atlético que hombres honestos, tiene buenos ami-
comprendía cinco juegos: salto, carrera, disco, gos.
dardo y pugilato. Existe la buena suerte cuando, de los
1362 a/1362 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 6 127
bienes de que es causa la fortuna, le cosas la razón concedería a cada uno y
vienen a uno todos, la mayoría o los ma- cuantas cosas la razón individual de ca-
yores. La suerte es causa de algunas da persona le concedería a cada uno,
I cosas de que también son causa las ar- esto es para cada uno el bien; y tam-
í tes, y de muchas cosas que nada tienen bién aquello con cuya presencia se sien-
} que ver con el arte, como aquellas de te uno en buena disposición de ánimo
| que es causa la naturaleza; es posible e independiente; y lo suficiente; lo que
I también que se den cosas al margen conserva o crea tales bienes y aquello
de la naturaleza; pues puede ser causa de que se siguen tales cosas; y también
de la salud un arte, y de la belleza y los impedimentos de las cosas contra-
la grandeza puede ser causa la natura- rias a estos bienes y lo que destruye es-
leza. En general proceden de la buena tas cosas contrarias.
suerte aquellos bienes de que se tiene Lo que es consecuencia de algo, se
envidia. También la buena suerte es sigue de ello de dos maneras: o bien
causa de bienes impensados, como si, simultáneamente, o bien después; co-
siendo los demás hermanos feos, uno mo al aprender le sigue luego el saber,
resulta hermoso; o que los otros no y al tener salud le sigue simultáneamen-
vieron el tesoro y uno lo halló; o si la te el vivir. Y las cosas que producen al-
flecha hirió al más cercano y no a este; go, se pueden catalogar bajo tres as-
o si un día no vino, siendo siempre el pectos : uno, como el tener salud da lu-
único que venía, y los que vinieron una gar a la salud; otro, como los alimen-
vez perecieron; pues todas estas cosas tos producen la salud; el tercero, como
parecen ser de buena suerte.
En cuanto a la virtud, puesto que es el hacer gimnasia que, como cosa ordi-
el tópico más apropiado para las ala- naria, produce salud. Supuestas estas co-
banzas, cuando tratemos de la alaban- sas, es necesario que las adquisiciones
za, entonces la definiremos. de los bienes sean buenas y también lo
sean las pérdidas de los males; pues
acompaña a lo primero el que no haya
en ello simultáneamente ningún mal, y
CAPITULO 6 a lo segundo el poseer un bien después.
Y también lo es la adquisición de un
SOBRE LOS TÓPICOS EN TORNO AL BIEN bien mayor en lugar de uno menor y de
Y LO CONVENIENTE. DEFINICIONES DEL un mal menor en lugar de uno mayor;
BIEN, CATALOGO DE BIENES Y TÓPICOS pues en cuanto lo mayor supera a lo
SOBRE BIENES DISCUTIBLES menor, en tanto se sigue adquisición del
uno y pérdida del otro. También es nece-
Así pues, en qué cosas convenga fije sario enque las virtudes sean un bien;
su atención el que exhorta, sea como pues, proporción a ellas son bien con-
futuras, .sea como existentes, y en qué siderados los que las poseen, y son crea-
cosas debe hacerlo el que disuade, está doras y hacedoras de bienes. Aparte he-
claro—para estos, pues son los contra- mos de decir sobre cada una de ellas
rios de aquellas—; pero, puesto que al qué es y cómo se manifiesta. También
que delibera se le presenta como fin lo el placer es un bien: porque todos los
conveniente, pues delibera no sobre el vivientes tienden a él por su misma na-
fin, sino sobre aquello que conduce al turaleza. Así pues, las cosas placente-
fin; y estas cosas son convenientes se- ras y las cosas hermosas es necesario
gún las acciones, y lo conveniente es que sean un bien; porque aquellas pro-
bueno; por todo esto, debemos definir ducen placer, y de las cosas hermosas
en absoluto los elementos del bien y lo unas son placenteras y otras son desea-
conveniente. bles por si mismas.
Sea, pues, bueno aquello que es ele- Para enumerarlos de uno en uno, es
gible por sí mismo y aquello por razón necesario considerar como bienes los si-
de lo cual elegimos otra cosa; y aquello guientes: la felicidad, porque es cosa
a que aspiran todas las cosas, las que por sí misma deseable y suficiente, y
tienen sentido o razón y las que, si pu- por causa de ella son deseables muchas
dieran, alcanzarían la razón; y cuantas cesas. La justicia, la fortaleza, la tem-
128 ARISTÓTELES.—OBRAS 1362 b/1363 a
planza, la magnanimidad, la munificen- zos; y el fin es un bien. De donde se
cia y los demás hábitos tales; pues son dijo aquello:
virtudes del alma. También la salud y
la hermosura, y las cosas semejantes; para que Priamo pudiera jactarse,
porque son virtudes del cuerpo y crea-
doras de muchos bienes, como la salud vergonzoso ciertamente y duradero sería esperar;
que lo es del placer y del vivir; por lo
cual parece ser lo mejor, porque es cau- y el proverbio: «junto a la puerta, rom-
sa de dos cosas mucho más estimadas per la tinaja». Y aquello a que muchos
por todos, a saber, del placer y del vi- aspiran y lo que parece motivo de com-
vir. La riqueza: porque es la virtud de petición, también lo es; porque aque-
la posesión y causa de muchos bienes. llo a que todos tienden decíamos que
El amigo y la amistad: porque tam- era un bien, y los muchos aparece o va-
bién el amigo es estimable por sí mismo le aquí como todos. Y lo que es alaba-
y origen de muchos bienes, y los acom- do: porque nadie elogia lo que no es
paña, de ordinario, ei poseer aquellas co- bueno. Y también lo que alaban los
sas por las que son honrados. La capa- enemigos o los malos: porque es como
cidad de hablar y de obrar: pues todas si todos lo confesaran unánimemente,
estas cosas son fuente de bienes. Ade- cuando también lo hacen los que sufren
más lo son el talento, la memoria, la el daño; pues lo confesarán como evi-
facilidad para aprender, la agudeza, to- dente, como que son malos aquellos a
das estas cosas: porque aun las mis- quienes censuran los amigos y aquellos
mas facultades son origen de bienes. Y a quienes los enemigos no censuran. Por
el vivir: pues aun cuando no viniera eso los corintios se sintieron ofendidos
con él otro bien alguno, es deseable por por Simónides (1), cuando escribió este:
sí mismo. Y lo justo: pues es algo con-
veniente- a la comunidad. A los corintios no los reprende Dión.
Así pues, casi generalmente todas es-
tas cosas son consideradas como bie- Y lo que alguien de entre los pruden-
nes; en las cosas discutidas, los razona- tes, de los hombres o de las mujeres bue-
mientos se pueden deducir de lo que nos, prefiere, también es bueno, como
sigue: aquello cuyo contrario es un mal, Ulises, favorito de Atenea, o Teseo, fa-
es un bien; también aquello cuyo con- vorito de Helena, y Alejandro, de los
trario conviene a los enemigos; por dioses, y Aquiles, de Homero. Y, en ge-
ejemplo, si el ser cobarde conviene so- neral, son buenas las cosas preferibles.
bre todo a los enemigos, es evidente que Porque cualquiera prefiere hacer las co-
el valor es sobre todo útil a los ciudada- sas dichas, las malas a los enemigos, las
nos. Y, en general, parece útil lo con- buenas a los amigos y las posibles tam-
trario de aquello que quieren los enemi- bién a estos. Estas cosas posibles son de
gos o de que se alegran; por eso se ha dos clases, las que pueden ocurrir y las
dicho: que fácilmente ocurren. Son fáciles todas
sería como para que se alegrara Priamo... las que pueden acontecer sin peña o en
breve tiempo; pues lo difícil se define
o por la penalidad que lleva o por el
Esto no siempre es así, sino de ordi- exceso de tiempo que supone. También
nario; pues nada impide que algunas las cosas que suceden como uno quiere
veces les convenga lo mismo a los con- son buenas; porque uno quiere lo que
trarios; de donde se dice que los ma- no es malo o lo que es menos malo que
les unen a los hombres, cuando una mis- el bien; y esto será asi si la pena pasa
ma cosa es perjudicial para unos y otros. inadvertida o es pequeña. Y las cosas
También lo que no es exagerado es un propias, y las que no posee nadie, y las
bien y lo que es mayor de lo que con-
viene es un mal. También lo es aquello (1) Simónides de Ceo fue un poeta lírico
por cuya causa se ha hecho un gran de los que A. Hanser llama poetas al servicio
de la nobleza, en las cortes de los tiranos, en
esfuerzo o mucho gasto; pues es ya un este caso Pislstrato de Atenas, siglo vi a. C. El
bien en apariencia y se toma este como verso acusa a los corintios de traidores a su
término o fin, y fin de muchos esfuer- patria.
1363 a/1363 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 7 129
cosas extraordinarias; porque así con deseable en sí mismo, y por sí mismo y
ellas es mayor la honra. Y las cosas con- no a causa de otro, y aquello a que todo
venientes a cada uno; y tales son las ser tiende y lo que elegiría cualquiera
cosas adecuadas a cada uno según su que tuviera razón y prudencia, y lo que
linaje o sus facultades, y aquellas cosas crea y conserva el bien, o aquellas co-
de que cada uno conoce tener falta, por sas que se siguen del bien—porque aque-
pequeñas que sean; pues no se desea llo por cuya causa algo es, es fin, y fin
menos poner esto por obra. Y las cosas es aquello por causa de lo cual son las
fáciles de realizar, porque son posibles demás cosas; y para cada uno es bien
en cuanto fáciles; y son de fácil reali- aquello que a él le hace feliz en estas
zación las cosas de las que todos han cosas—; supuesto todo esto, es necesa-
salido bien, o la mayoría, o los que son rio que lo plural, obtenido por suma de
iguales que uno o bien inferiores. Tam- lo uno y lo menos, sea mayor bien que
bién aquellas cosas para las que se está lo uno o lo menos: porque está, por en-
naturalmente dotado o de las que se tie- cima y lo que estaba como base ha sido
ne experiencia; porque uno imagina que superado.
será fácil salir bien de ellas. Y las co- Y si lo máximo en un orden está por
sas que no haría ningún hombre per- encima de lo máximo en otro orden, las
verso, porque son más laudables. Y to- cosas aquellas están por encima de es-
das aquellas cosas que ocurre desear, tas; y, si todas aquellas cosas superan
porque no solo aparece agradable, sino a estas, también su máximo supera al
también mejor. Y, por encima de todo, máximo de estas. Por ejemplo: si el
cada uno prefiere las cosas a que él varón mayor es mayor que la mayor
tiende, así los amantes del triunfo pre- de las mujeres, también en general los
ferirán la victoria, y para los amantes hombres son mayores que las mujeres;
de la honra será el honor el bien pre- y, si los varones en general son mayores
ferible, y para los que apetecen rique- que las mujeres, también el varón ma-
zas serán estas, y para los demás de la yor será, mayor que la mayor de las mu-
misma manera. jeres; pues las superioridades de los
En lo que se refiere, pues, a lo bueno y géneros son análogas, como también las
a lo conveniente, es de aquí de donde de los máximos dentro de ellas.
hay que tomar los argumentos retóricos. Y, cuando una cosa es consecuencia
de otra, pero no esta de aquella, la con-
secuencia se da o bien simultáneamen-
CAPITULO 7 te a ella, o bien consiguientemente a
ella o está en ella en potencia, porque
SOBRE LOS GRADOS Y CRITERIOS DEL BIEN el uso del consiguiente queda fundamen-
Y LO CONVENIENTE tado en el otro término. Así, el vivir se
sigue simultáneamente del tener salud,
Pero, puesto que muchas veces, aun con posterioridad el saber se sigue del
habiendo acuerdo en la conveniencia de aprender, y, en potencia, del robo sacri-
dos cosas, se disputa sobre cuál de las lego se sigue el hurto, pues el que ha
dos es más conveniente, deberíamos tra- robado algo de un templo, bien puede
tar a continuación del mayor bien y de también hurtar fuera de él.
lo que más conviene. Sea lo que sobre- Y lo que excede a lo que es mayor
sale sobre algo lo que es tanto como que' algo, es mayor que esto mayor;
aquello y algo más, y lo que ha sido su- porque necesariamente está, también por
perado sea lo que queda como funda- encima de lo que es mayor. Y lo que
mento. Lo mayor y lo más lo son siem- hace que un bien sea mayor que otro,
pre en relación a un menos; lo gran- es mayor que él; porque esto es lo que
de y lo pequeño, lo mucho y lo poco llamábamos ser algo autor o causa de
lo son respecto de la medida de lo que algo mayor. Y de igual manera aquello
abunda o es corriente; y sobresale lo cuya causa es mayor es también ma-
grande y queda atrás lo pequeño y de yor; porque, si la salud es más prefe-
igual manera lo mucho y lo poco. rible que lo agradable, también es ma-
Así pues, dado que llamamos bueno lo yor bien, y la salud es mayor bien que
ARISTOTILTS.— 5
130 ARISTÓTELES.—OBRAS 1364 a/1364 b
el placer. Y lo que es deseable por sí yor bien que el hierro, siendo más inútil;
mismo es mayor que lo que no lo es pues su posesión es de categoría supe-
por sí; por ejemplo, la fuerza es así rior, porque es más difícil. De otra
mayor que la salud, porque la salud no manera es mayor bien lo abundante que
se desea por sí misma y aquella sí, lo lo raro, porque es de cuantía superior
cual decíamos era el bien. También si su utilidad; porque el muchas veces es
una cosa puede ser fin y otra no; pues superior al pocas veces; de donde se
esta última es deneable a causa de otra dice:
cosa, y aquel lo es por sí mismo, como el lo mejor es e! agua.
hacer gimnasia, que es deseable con el
fin de que el cuerpo esté bien. Y en general es mayor bien lo más
También es mayor lo que necesita me- difícil que lo más iácil; porque es más
nos de otro o de otras cosas, porque raro. En otro sentido es mayor lo más
es más independiente o suficiente; y fácil que lo más difícil: porque se nos
necesita menos el que precisa de cosas da como queremos.
menores o más fáciles. Y cuando esto También es mayor bien aquello cuyo
no existe sin otra cosa o no puede ve- contrario es mayor mal y también lo es
nir a ser sin ella, mientras lo otro, en su privación. Y la virtud es mayor bien
cambio, existe sin esto; porque es más que la carencia de ella, y el vicio us
independiente lo que no necesita de otro, mayor que su falta; pues aquellos son
de manera que con claridad parece ma- fines y las carencias no lo son. Y aque-
yor bien. llas cosas cuyas obras son más hermo-
También es mayor bien si una cosa sas o más feas son mayores, puesto que
es principio y la otra no lo es, por la según las causas y los principios así
misma razón; porque sin causa ni prin- son las consecuencias, y según son las
cipio nada puede ser ni venir a ser. Y consecuencias así son también las cau-
de dos principios, lo que procede del ma- sas y los principios.
yor es mayor, y entre dos causas es Y son mayores también aquellas cosas
mayor lo que procede de la causa ma- cuya superioridad es más deseable o más
yor. Y al revés, entre dos principios es hermosa; así, por ejemplo, el ver con
mayor el principio de la mayor, y entre agudeza es más deseable que el oler
dos causas es mayor la causa de lo ma- bien; porque la vista es más hermosa
yor. Es evidente, pues, por las cosas que el olfato; y el que ama a los ami-
dichas, que lo mayor puede aparecer tal gos es más hermoso que el que ama las
de dos maneras; porque, si una cosa riquezas, de manera que el amor a los
es principio y otra no, aquella parecerá amigos es mayor que el amor a las ri-
ser mayor, y también si una no lo es quezas. Y recíprocamente, los excesos
y la otra sí; porque aquella puede ser de las cosas mejores son mejores, y los
mayor fin que no principio esta; como excesos de las cosas más hermosas son
dijo Leodamas (1) acusando a Calís- más bellos.
trato, que el que induce a hacer algo También son mayor bien aquellas co-
malo comete mayor injusticia que el sas cuyo deseo es niás hermoso o mejor;
que lo lleva a término; porque no se pues los apetitos mayores se dirigen a
cometería el mal si no hubiera quien cosas mayores. Y las apetencias de las
indujera a cometerlo; y dice al revés, cosas más bellas o mejores, son mejores
acusando a Cabrias, que comete mayor y más hermosas, por la misma razón.
injusticia el que comete el mal que el Y aquellas cosas cuyas ciencias son
que lo sugiere; porque el mal no ven- más hermosas o más importantes, tam-
dría a existir si no existiera el autor; bién ellas son más hermosas y más im-
pues por esto precisamente se induce, portantes; porque, según es la ciencia,
para que se cometa. es lo verdadero; pues cada una domina
También es mayor bien lo que es más lo que le es propio. Y análogamente, por
raro que lo frecuente, como el oro es ma- la misma razón, las ciencias de las cosas
(1) Orador, discípulo de Isócrates. Su cro- más importantes y más hermosa.s son
nología exacta, respecto de los hechos políticos también más importantes y más bellas.
con que parece relacionado, es problemática. Y lo que juzgarían o hayan podido juz-
1364 b/1365 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 7 131
gar los discretos, sean todos, o el vul- jor que lo que no prefieren todos. Y lo
go, o la mayoría, o los mejores, como que quieren los más es mejor que lo que
bueno o mayor, es preciso que sea así, quieren los menos; pues definimos era
o simplemente o porque juzgaron según bueno aquello a que todos aspiran, de
discreción. Esto es común en la medida manera que será mejor aquello a que as-
de las demás cosas; pues el qué, el piran más. Y también lo que así con-
cuánto y el cómo son tal como pueden sideran los enemigos, o los contradicto-
decir la ciencia y la discreción. Con to- res, o los que juzgan calificadamente o
do, ya lo hemos dicho al hablar de los aquellos a quienes estos designan, pues
bienes; porque hemos dado como defini- lo uno es como si lo dijeran todos; lo
ción que el bien era aquello que todo otro es como si lo dijeran los que son
el que hubiere recibido el don de la dis- primeras figuras en el juicio y los que
creción escogería para sí; así pues, es saben.
evidente que es mayor lo que la discre- Unas veces es mejor aquello de que
ción considera que es más. todos participan: porque no participar
También es mayor bien lo que existe de ello se considera deshonra; otras ve-
en los mejores, sea simplemente, sea en ces es mejor participar de aquello de
cuanto mejores; por ejemplo, el valor que nadie o pocos participan: porque
que es mayor que la fuerza. Y aquello es más raro. Y son mejores las cosas
que elegiría el mejor, o simplemente o más dignas de elogio, porque son más
en cuanto mejor; por ejemplo, ser víc- hermosas. Y de igua! manera son mejo-
tima de una injusticia antes que come- res aquellos cuyos honores son mayores;
terla; porque esto es lo que elegiría el porque el honor es como cierto valor.
más justo. Y son mejores aquellas cosas cuya defi-
Lo más placentero es mayor que lo ciencia lleva consigo mayores castigos.
menos placentero; porque todos persi- Y las que son mayores que las reconoci-
guen el placer y se mueven o afanan por das como grandes o que parecen serlo.
causa del gozar mismo, y en estos tér- Las cosas divididas según sus partes
minos se ha definido el bien y el fin; y parecen ellas mismas mayores; porque
es más agradable lo que supone menos parecen ser más. grandes; de donde dice
dolor y es agradable durante más largo el poeta que Meleagro fue movido a lu-
tiempo. Y lo más bello es mayor bien char, diciéndole:
que lo menos bello; pues lo hermoso es Cuántos males les sobrevienen a los hombres
agradable o es deseable por sí mismo. [cuya capital es saqueada:
Y aquellas cosas de las que más se quie- las gentes son muertas, el fuego aniquila la
re ser causa, bien para uno mismo bien [ciudad,
para los amigos, son bienes mayores, y gentes extrañas se llevan a los hijos... (1).
cuanto menos se quieren son males ma- También el sintetizarlas y el estruc-
yores. turarlas engrandece las cosas, como dice
Y las cosas más duraderas son mejo- Epicarmo (2), por el mismo motivo que
res que las más efímeras, y las más se- lo hace el análisis: y esto es porque la
guras mejores que las más tornadizas; síntesis demuestra mucha superioridad;
pues el provecho de las unas en el y porque así aparece aquello como prin-
tiempo, supera al de las otras en el cipio y causa de grandes cosas.
deseo; pues mientras unas son desea- Supuesto que lo más difícil y lo más
das, resulta mayor la utilidad de las raro es mayor bien, también las circuns-
otras que son seguras. tancias, las edades, los lugares, los tiem-
Si de las correlaciones y de las for- pos y las posibilidades engrandecen;
mas de flexión semejantes se siguen pues, si eso es así, a causa de la capaci-
unas determinadas cosas, también se si- dad, de la edad y de otras cosas seme-
guen de igual modo las demás; por jantes, y si es así aquí o allí nacerá
ejemplo: si valerosamente es más bello
y más deseable que prudentemente, tam- (1) Ilíada, IX, 692-594.
bién el valor es preferible a la pruden- (2) Por Plutarco se tienen noticias de un
cia y el ser valiente al ser prudente. diálogo sobre el engrandecimiento retórico, uno
También lo que todos prefieren es me- de cuyos interlocutores es Epicarmo.
132 ARISTÓTELES.—OBRAS 1365 a/1365 b
grandeza de lo bello, de lo bueno, de lo el placer y para realizar cosas bellas.
justo y de sus contrarios; de donde el Por eso la riqueza y la salud parecen
epigrama al vencedor olímpico: ser el mayor bien; pues contienen todas
estas cosas. También lo es lo que con-
Antes, llevando en mis dos hombros una ruda lleva menos dolor y lo que se da con pla-
Icollada,
llevaba pescado desde Argos a Tegea U). cer; porque es más que un bien solo,
ya que se considera un bien el placer
E Ifícrates se ensalzaba a sí mismo, y otro bien la carencia de penalidad. Y
diciendo a partir de qué estado se había de dos cosas es mayor bien aquello que,
elevado a tanto. Y lo que nace y cre- añadido a sí mismo, hace mayor el todo.
ce por sí es superior, a lo adquirido, por- Y es mejor lo que, al estar presente, no
que es más difícil. De donde dice el se oculta, que lo que no se deja sen-
poeta: tir; porque aquellas cosas tienden a la
verdad. Por lo cual puede parecer ma-
yo soy autodidacta (2). yor bien el ser rico que el ser tenido
por tal. Y lo que es preferible, para unos
De lo grande es mayor bien la parte solo, para otros, con oirás cosas. Por eso
más grande; así Pericles dice en su dis- no es igual daño que uno ciegue a un
curso funerario que le ha sido arreba- tuerto, a que lo haga en un ojo al que
tada a la ciudad la juventud, como si se tiene aún dos; porque al primero le pri-
le hubiera arrancado al año la prima- va de un bien más amado.
vera. Y es mayor bien lo que es útil Hemos, pues, hablado, casi del todo
en una necesidad mayor, como lo que ya, de las cosas de que conviene sacar
es útil en la ancianidad o en las enfer- los argumentos para la exhortación y
medades. Y de dos cosas es mayor bien para la disuasión.
la más cercana al fin. Y lo que lo es
para uno mismo y en absoluto. Y mejor
lo posible que lo imposible; pues lo CAPITULO 8
uno es posible para alguien, lo otro no.
Y las cosas oue miran al fin de la vida, SOBRE LA IMPORTANCIA DE CONOCER LAS
porque son más fin las cosas que se re- FORMAS POLÍTICAS EN LA ORATORIA
fieren al fin. DELIBERATIVA Y ALGUNAS NOCIONES
También lo que es conforme a la ver- ELEMENTALES
dad es mejor que lo que es conforme a
la simple opinión. Porque la definición
de lo que se conforma a opinión es que deLotodo más valioso y lo más importante
lo que es opinable, si tuviera que que- jar bien, para poder persuadir y aconse-
es el conocer todas las formas
dar oculto, quizá no se elegiría. Por eso. de gobierno y discernir las peculiarida-
parecería ser más deseable recibir be-
neficios que hacerlos; porque aquello, des, lo normativo y lo conveniente de
aunque quedara oculto, se elegiría; pe- cadapor una. Porque todos se dejan persua-
ro, el hacer bien a escondidas no pa- dir lo conveniente y lo que conviene
rece fuera a elegirse. Y son mejores to- es conservar la forma de gobierno. Ade-
más es soberana la manifestación del
das cuantas cosas se quiere ser o que señor,
sean, que parecer o que parezcan; por- formasydela gobierno; soberanía se divide según las
porque cuantas son
que son más conformes con la verdad. las formas de gobierno tantas son las
Por eso dicen que la justicia es peque- de soberanía.
ño bien, porque allí es preferible pare- Las formas de gobierno son cuatro:
cer que ser; pero no ocurre así en cuan- democracia, oligarquía, aristocracia y
to al estar sano.
También es mejor lo que es más útil monarquía; de manera que la sobera-
nía y la instancia suprema pueden es-
para muchas cosas, por ejemplo, lo que tar en parte de los ciudadanos o en la
lo es para vivir, para vivir bien y para totalidad.
(1) Es de Simónides este epigrama. Véase La democracia es una forma de go-
la nota de la pág. 126. bierno, en que las cargas se reparten
(2) Odisea, XXII, 347. por sorteo; oligarquía, aquella en que
1365 b/1366 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 9 133

se reparten según ia valia de la fortuna más detalle se ha hablado ya de ello


de cada uno; aristocracia, aquella en en la Política.
que se reparten según la educación o
formación; y llamo educación a la que
determina la ley : porque los que son fie- CAPITULO 9
les a las normas, son los que mandan en
la aristacracia. Y es necesario que estos SOBRE LA ORATORIA DEMOSTRATIVA Y SUS
den muestras de ser los mejores, de CARACTERÍSTICAS
donde esta forma de gobierno tomó su
nombre. Monarquía es, según dice el Luego de estas cosas, vamos a hablar
nombre, aquella forma de gobierno en sobre la virtud y el vicio, lo noble y lo
que uno solo es señor de todas las co- vergonzoso, pues que son estos los ob-
sas ; dentro de ellas, lo que guarda cier- jetos del que alaba y del que censura;
to orden, es reino; la que es ilimitada, porque sucederá que, a la vez que se
es tiranía. habla de estas cosas, se podrán enseñar
No conviene se olvide el fin de cada aquellas otras a partir de las cuales se
i una de las formas de gobierno; pues podrá comprender cómo son algunos por
los que desempeñan sus funciones son carácter, lo cual dijimos que es un se-
elegidos teniendo en cuenta el fin. El gundo argumento retórico; ya que a
fin de la democracia es la libertad; el partir de esto mismo podremos hacer-
de la oligarquía, la riqueza; de la aris- nos dignos de crédito a nosotros mis-
tocracia, las cosas que dicen reacción <u mos y otras cosas respecto de la virtud.
mundo de la formación y la norma; Dado que ocurre que muchas veces, sin
de la tiranía, la guardia personal. Así, seriedad o con ella, alabamos no solo a
pues, es evidente que hay que distinguir, un hombre o a un dios, sino también
de cara al fin de cada una, las peculia- cosas inanimadas o a uno cualquiera de
ridades, normas v conveniencias, puesto lo.s animales, de esta misma maneja y
que los que ocupan sus magistraturas sobre las mismas cosas hay que tomar
son elegidos en función del fin. las premisas: así pues, por modo de
Puesto que los argumentos cobran ejemplo, hablemos también de ello.
fuerza no solo por discurso demostrati- Lo noble es aquello que, siendo pre-
vo, sino también por discurso ético—por- ferible por sí mismo, puede ser alabado,
que damos fe al que habla según lo que o lo que siendo bueno es agradable, por-
personalmente parece, es decir, según que es bueno. Si esto es lo noble, nece-
parece bueno o bien intencionado o am- sariamente la virtud es noble; porque,
bas cosas—, convendría que estuviéra- al ser algo bueno, es laudable. La virtud
mos posesionados nosotros de las pecu- es, según parece, la facultad de procu-
liaridades de cada una de las formas rar bienes y guardarlos, y la facultad
de gobierno; porque es forzoso que el de hacer muchos v grandes bienes y de
carácter de cada una sea lo que más todas clases y respecto de todo.
mueva en favor de ella misma. Estos Aspectos o clases de la virtud son la
justicia, la fortaleza, la templanza, la
caracteres se conocerán por los mismos munificencia, la magnanimidad, la libe-
medios; porque los caracteres se dan a ralidad, la dulzura, la prudencia, la sa-
conocer según la intención y la inten- biduría. Es necesario oue sean mayores
ción dice referencia al fin. las virtudes que son más útiles a los
Las cosas a que conviene que mu P van demás, puesto o.ue vútud es la facultad
los que exhortan, como futuras o pre- de hacer el bien. Por eso se tributa ma-
sentes, y de cuáles conviene tomar los yor honra a los justos y a los valientes;
argumentos referentes a lo conveniente, porque en la guerra y en la paz un hom-
y aún más, sobre los caracteres propios bre así es útil a las demás. Después,
de cada forma de gobierno y sobre sus la liberalidad: porque por ella se es ge-
normas, de por qué medios y cómo lo- neroso y no se disputa sobre las rique-
grarlos, de todo ésto hemos ya hablado zas, qué es lo que más apetecen los de-
en la medida en que era razonable ha- más.
cerlo en el momento presente; pues con La justicia es una virtud por la cual
134 ARISTÓTELES.—OBRAS 1366 b/1367 a
cada uno posee sus propias cosas, de vidándose de sí mismo; y las cosas bue-
acuerdo con la ley; injusticia, aquello nas por naturaleza y las que no lo son
por lo que se posee lo ajeno, no según para uno mismo; pues estas se harían
la ley. solo teniéndose por fin a sí mismo. Y
Fortaleza es la vutud por la que se todas las cosas que uno puede hacer
es capaz de realizar bellas acciones en a un muerto son más nobles que las que
los peligros, según manda la ley y sir- puede hacer a uno que vive; porque las
viendo a la ley; cobardía es lo contrario. que uno hace en favor de un vivo son
Templanza es la virtud por la cual se más por causa de sí mismo. Y las obras
está dispuesto a gozar de los placeres que uno hace por causa de los demás
del cuerpo, dentro de lo que manda la son también más nobles; porque son
ley; desenfreno es lo contrario. menos en favor de uno mismo. Y todos
Liberalidad es la virtud de hacer be- los éxitos que se refieren a los demás
neficios con las riquezas y tacañería es y no a uno mismo.
lo contrario. Y lo que se refiere a los que han
Magnanimidad es la virtud de hacer hecho el bien: porque es justo. Y los
grandes beneficios, y mezquindad de es- actos de beneficencia: porque no vuel-
píritu es lo contrario. ven a uno mismo. Y las cosas contra-
Magnificencia es la virtud de hacer rias a aquellas de que uno se avergüen-
cosas grandes y costosas y ruindad es lo za : porque de las cosas vergonzosas se
contrario. avergüenzan los que las dicen, los que las
Prudencia es la virtud de la inteligen- hacen y los que tienen intención de
cia, según la cual se puede deliberar rec- hacerlas; como Safo, al decirle Alceo,
tamente respecto de los bienes y de '.os quiero decir algo, pero me impide
males, que se ha dicho se refieren a la el pudor...
felicidad.
Se ha dicho ya, pues, suficientemente dijo:
en él momento actual, sobre la virtud
y el vicio en general y sobre sus clases; Si tuvieras deseo vehemente de cosas buena*
respecto a lo demás no es difícil de ver: [o nobles,
porque es evidente que lo que produce y la lengua no hablara cosas que están le^os de
[la belleza,
la virtud es noble—porque tienden a la la vergüenza no dominaría tu mirada,
virtud—, y que lo que tiene su origen en antes hablarías de las cosas que son según
la virtud también lo es, pues esto son [justicia.
los signos y las obras de la virtud. Dado
que los signos y todas las cosas que son También lo son aquellas cosas por las
producto o atributo de la virtud son no- que se siente inquietud, pero no se te-
bles, es necesario que todo cuanto signi- men ; porque esto se padece en relación
fica obras de la valentía o signos de con los bienes que se refieren a la repu-
ella o cosas realizadas valerosamente, tación. Las virtudes de los que por
sean nobles; y las cosas justas y las naturaleza son mejores son también más
obras realizadas según justicia—pero no nobles y también lo son los actos corres-
las recibidas justamente: porque en sola pondientes, como los de los hombres
esta virtud no siempre es noble lo reci- son más nobles que los de las mujeres.
bido con justicia, pues en el ser casti- Y las virtudes que son más provechosas
gado es más vergonzoso el recibirlo jus- a les demás que a nosotros mismos tam-
tamente que padecerlo injustamente—; bién son más nobles; por eso son nobles
y de manera semejante pasa en las de- lo justo y la justicia. Y también es más
más virtudes. noble la venganza de los enemigos y el
Todas las cosas, cuyo premio es el no reconciliarse; porque es justo corres-
honor, son nobles. También aquellas en ponder con la misma moneda y lo justo
quienes lo es más el honor que las ri- es noble, y es de valientes no dejarse
quezas. Y lo es todo lo elegible que uno vencer. Y la victoria y el honor están
realiza no por causa de sí mismo; y las también entre las cosas nobles; porque
cosas simplemente buenas, como es lo son deseables, aun siendo infructuosas,
que uno hace en favor de la patria, ol- y muestran la excelencia de la virtud. Y
1367 a/1368 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 9 135
lo son también las cosas memorables y sados y de las cosas hechas con anterio-
más las más memorables. Y las cosas ridad ;" porque es origen de felicidad y es
que se siguen al que ya no vive son más noble la adquisición de un mayor grado
nobles; y aquellas cosas que van acom- de honra. Y también si va más allá de
pañadas de honra, y las cosas extraordi- lo adecuado, camino de lo mejor y lo
narias y las que se dan solamente en uno. más bello, como si uno es comedido
Y lo son las posesiones infructuosas: por- mientras tiene buena suerte y, cuando
que son más liberales. Y también son la suerte le es adversa, es magnánimo
nobles las cosas propias de cada uno. o se vuelve mayor, mejor o de espíritu
Y todo cuanto es signo de distinción y más conciliador. Eso es lo que dijo Ifí-
alabanza en los diversos lugares, como crates, «de qué cosas salido, a qué cosas
en Esp-arta es noble una larga cabelle- he llegado»; y lo del vencedor olímpico :
ra, pues es signo de hombre libre; por- antes. Helando en mis hombros una ruda...
que no es fácil, llevando una larga cabe-
llera, realizar ningún trabajo servil. Y y lo que escribió Simónides:
el no ejercitar arte vulgar alguna; por-
que es más propio de un hombre libre la que tenia el padre, el marido y los hermanos
el no vivir para otro. [tiranos.
Hay que incluir también aquí, por ser
las mismas, las cosas más cercanas a Puesto que la alabanza se da por las
las que posee quien sirve de objeto en acciones realizadas, y es propio del que
un discurso, tanto para elogio como para es diligente lo que es según la previsión,
censura; por ejemplo, representar al hay que intentar demostrar que aquel
circunspecto como frío e Intrigante, y a quien elogiamos obra previsoriamente.
al necio como útil, y al insensible como ES "útil mostrar que eso lo ha hecho ya
tranquilo, y a cada uno según sus cua- muchas veces. Por eso las coincidencias
lidades afines, desviando hacia lo me- y lo que proviene de la suerte, hay que
jor; por ejemplo, al que es colérico e incluirlo en la previsión; porque, si uno
iracundo, representarlo como espontá- presenta muchas y semejantes cosas, pa-
neo y sincero; al que es arrogante, co- recerá ser todo ello signo de virtud y
mo animoso y espléndido; y a los que de un propósito deliberado.
están en los extremos, como si estuvie- El elogio es un discurso que da a co-
ran dentro de las virtudes; por ejemplo, nocer la grandeza de una virtud. Con-
al insolente llamarle valiente y al liber- viene, pues, en él presentar los hechos
tino, liberal; porque así aparecerá al como tales virtudes. El encomio es
vulgo y juntamente se producirá un pa- siempre de acciones—y lo que las rodea
ralogismo a partir de la causa; porque sirve de argumento, como la nobleza de
si uno se ha puesto en peligro de algo cuna y la educación; porque es verosí-
sin necesidad, puede parecer que será mil que de los buenos procedan los bue-
capaz de arriesgarse en lo noble, y si nos y que el que ha sido educado así,
es despilfarrador con cualquiera, también sea tal—. Por eso encomiamos a los
podrá serlo con los amigos; porque es que han hecho algo. Las obras son sig-
exceso de virtud hacer el bien a todos. nos de la manera de ser de cada uno,
Hay que tener en cuenta también a ya que podríamos elogiar al que nada
aquellos ante quienes se hace el elogio; ha hecho, si creyéramos con todo que
porque, como decía Sócrates, no es difí- era de tal manera. La acción de ben-
cil alabar a los atenienses ante los ate- decir y de hacer feliz para unos es lo
nienses. Hay que alabar como real, por mismo, pero no es lo mismo para otros,
ejemplo entre los escitas, los esparta- sino que, como la felicidad comprende
nos o los filósofos, lo que es entre ellos en sí la virtud, también la acción de
más digno de elogio. Y, generalmente, hacer feliz a otro comprende estas cosas.
hay que considerar noble lo que lleva El elogio v las deliberaciones tienen
estimación, porque esto parece ser aná- una aparencia común; porque las co-
logo de lo noble. Y también son nobles sas que se exponen en un discurso de-
todas las cosas que son adecudas a un liberativo, cambiadas según su estilo,
fin, como si uno es digno de sus antepa- resultan encomios. Así pues, ya que co-
136 ARISTÓTELES.—OBRAS 1368 a/1368 b
nocemos qué cosas hemos de obrar y conviene al menos establecer compara-
cómo debe ser cualquiera, conviene, al ción con otros, ya que la excelencia pa-
decir estas cosas a manera de princi- rece significar virtud.
pios, cambiar y dar la vuelta a la frase, Generalmente, de las formas comunes
como que no conviene enorgullecerse de a todos los discursos, la ponderación es
las cosas que trae la buena suerte, sino la más adecuada a los demostrativos;
de las alcanzadas por uno mismo, picho porque estos toman las casas como ge-
de esta manera, vale como principio; neralmente admitidas, de manera que
como alabanza hay que exponerlo así: solo queda rodearlas de grandeza y be-
hay que enorgullecerse, no de las cosas lleza ; los ejemplos son lo más apropiado
obtenidas por suerte, sino de las logra- para los discursos deliberativos: por-
das por sí mismo. De manera que, cuan- que, a partir de las cosas sucedidas con
do se quiere elogiar a alguien, hay que anterioridad, juzgamos las cosas futuras,
mirar a lo que se podría sentar como vaticinándolas; y los entimemas son lo
principio, y cuando se quiere sentar un más apropiado para los discursos foren-
principio, hay que mirar qué es lo que ses: porque lo ya sucedido precisa más
podríamos elogiar allí. La expresión, por fundarse en la causa y la demostración,
necesidad, será opuesta, según se cambie por ser dudoso.
a lo prohibitivo o a lo no prohibitivo. Todo esto se ha encaminado a ver en
También hay que servirse de muchas qué se fundan casi todos los elogios y
circunstancias de ponderación o encare- censuras, a qué cosas conviene que se
cimiento, como si lo hizo él solo, o el atienda al alabar y al censurar, y de
primero, o con pocos, o fue el que más qué resultan los encomios y reproches;
parte tuvo en ello; porque todas estas adquiridas estas nociones, son evidentes
cosas llevan un tinte de nobleza. Tam- las cosas contrarias, ya que la censura
bién hay que ponderar las circunstan- proviene simplemente de lo contrario.
cias de los tiempos y ocasiones; porque
estas también superan lo presumible. Y
si muchas veces ha logrado lo mismo CAPITULO 10
con éxito; pues todo ello parecerá cosa
grande e independiente de la suerte, an- SOBRE LA ORATORIA FORENSE: BASES DE
tes lograda por uno mismo. Y si las co- SU RAZONAMIENTO
sas que le han estimulado y le han pre- X
miado fueron halladas y preparadas por Parece conveniente tratar a continua-
él mismo; y decir si es aquel a quien ción sobre la acusación y la defensa y
se hizo el primer encomio en algún or- acerca de cuántas y de cuáles premisas
den, por ejemplo, Hipóloco, o bien Har- hay que sacar los silogismos que ayu-
modias y Aristogitón, que fueron los dos den a ello. Es necesario considerar tres
primeras en tener una estatua en el cosas; una, por causa de cuáles y cuán-
agora (1). De manera semejante ocu- tas cosas se comete injusticia; en se-
rre con los contrarios. Y, si no se halla gundo lugar, qué disposición de ánimo
en él mismo con suficiencia lo que se suponen los que la cometen; en tercer
precisa, contrapóngasele a otros; como lugar, contra quiénes cometen injusti-
hacía Isócrates, por su falta de costum- cia y qué disposición de ánimo hay en
bre en el ejercicio de la oratoria foren- los que la padecen. Una vez hayamos
se. Conviene establecer comparación con definido qué es cometer injusticia, diga-
la gente célebre; porque es ponderati- mos lo que sigue.
vo y noble ser mejor que gente notable. Sea, por tanto, cometer injusticia el
Razonablemente, la ponderación corres- dañar voluntariamente a alguien contra
ponde a las alabanzas; porque consiste la ley. La ley es o particular o común.
en una excelencia y la excelencia es una Llamo ley particular aquellas normas
de las cosas nobles. Por eso, si no se escritas según las cuaíes se gobierna una
puede hacer respecto de gente célebre, ciudad; y ley común, aquellas normas
que, sin estar escritas, parecen ser ad-
(1) De esta estatua de los tiranicidas habla mitidas por todos.
Pausanias. La escultura es del siglo v. Obran voluntariamente cuantos lo ha-
1368 b/1369 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 10 137
cen a sabiendas y sin tener necesidad otras impuestas por la naturaleza, otras
de obrar. Todas las cosas que se hacen por la violencia.
voluntariamente, no se hacen siempre Las cosas que se hacen en favor de
premeditadamente, pero cuantas se ha- uno mismo y de las que uno mismo es
cen premeditadamente, todas se hacen causante, se realizan unas por costum-
a conciencia. Porque nadie desconoce bre, otras por apetito, sea por apetito
aquello que premeditadamente elige. razonado, sea por apetito irracional. La
Las causas por las que uno escoge deliberación es un apetito de bien—por-
dañar a otros y hacer el mal en contra que nadie quiere sino cuanto le parece
de la ley, son el vicio y la intemperan- ser bueno—; apetitos irracionales son
cia; porque si varios tienen un vicio, la ira y la concupiscencia; de manera
uno o varios, en aquello en que son vi- que todo cuanto se hace necesariamente
ciosos son también injustos; por ejem- se hace por una de estas siete causas:
plo, el avaricioso en el dinero, y el in- por el azar, por la naturaleza, por la vio.
continente en los placeres del cuerpo, lencia, por la costumbre, por la razón,
y el blando en las cosas cómodas, y el por la ira o por la concupiscencia.
cobarde en los peligros—porque aban- El ir además distinguiendo según las
dona por completo a los que se expo- edades, los hábitos u otras cosas seme-
nen al peligro junto con él, por miedo—, jantes, las acciones, es excesiva minu-
y el vanidoso en los honores, el de ge- cia ; pues, si ocurre que los jóvenes son
nio fuerte en la ira, el amante de ven- iracundos o desenfrenados, no hacen
cer en la victoria, el rencoroso en la estas cosas por juventud, sino por ira
venganza, el necio por vivir engañado y concupiscencia. Ni tampoco ocurren
en lo que se refiere a lo que es justo las cosas por riqueza o pobreza, sino
o injusto, el insolente por el desprecio de que accidentalmente) sucede que los pe-
la opinión. De manera semejante, cada bres, a causa de su indigencia, deseen
uno de los demás en cada uno de los riquezas, y que los ricos, por sus recur-
objetos. sos, deseen placeres innecesarios; pero
Pero todo cuanto se refiere a esto está todos estos no obran por causa de la
clkro, tanto por lo que se ha dicho so- riqueza o la pobreza, sino a causa de
bre las virtudes, como por lo que dire- la concupiscencia. De manera semejante
mos luego respecto de las pasiones; que- los justos y los injustos y los demás que
da, pues, por decir por qué motivo se se dice que obran por sus hábitos pro-
comete injusticia, en qué estado de áni- pios, obran en realidad por las causas
mo y contra quiénes. dichas: o por razón o por pasión; los
unos por costumbres y pasiones prove-
Distingamos primero, pues, qué cosas chosas, los otros por las contrarias.
nos incitan y de qué cosas huimos, Sucede, con todo, que a unos modos
cuando nos disponemos a cometer in- de ser corresponden unas cosas y a los
justicia; porque es evidente que el acu- otros otras; porque acaso al temperan-
sador debe considerar cuántas y cuáles te, por ser temperante, le acompañan in-
cosas, de aquellas a que aspiran todos mediatamente opiniones y deseos prove-
los que cometen injusticia contra el pró- chosos respecto de lo placentero, y en
jimo, hay en el contrario, y el defen- cambio al vicioso le acompañan los con-
sor debe considerar cuáles y cuántas de trarios de estos, respecto de las mismas
ellas no existen en el injuriado. Por- cosas.
que todos en todo obran unas veces no Por eso hay que renunciar a estas dis-
por causa de sí mismos, pero otras sí. tinciones, y hay que considera^ en cam-
De las cosas que no se hacen por causa bio, cuáles cosas suelen seguirse de cuá?
de sí mismo, unas se hacen por casua- les otras; porque, de que uno sea blan-
lidad, otras por necesidad; y de las que co o negro, grande o pequeño, no se
se realizan necesariamente, unas se ha- sigue que de ello se deriven tales o cua-
cen por la violencia, otras según la na- les cosas; pero, que sea joven o viejo,
turaleza ; de manera que, de todas cuan- justo o injusto, eso ya encierra diferen-
tas cosas no se hacen por causa de uno cia. Y en general, hay que considerar
mismo, unas se hacen por casualidad, tedas las circunstancias que hacen di-
138 ARISTÓTELES.—OBRAS 1369 a/1370 a
íerenciarse los caracteres de los hom- hacen de buena gana las que no son
bres; por ejemplo, se diferenciarán en por causa del propio querer, cuantas
algo al considerarse a sí mismos ricos I cosas se hagan de buena gana son bue-
o pobres, con buena suerte o sin ella. nas o aparentemente buenas, agradables
De estas cosas hablaremos luego; ha- o en apariencia placenteras- porque in-
blemos ahora primero de las que aún cluyo entre los bienes la liberación de
nos quedan por decir. los males reales o aparentes, o la par-
Vienen de la suerte aquellos sucesos ticipación en un mal menor en lugar
cuya causa es indeterminada y no suce- de otro mayor—ya que esto es de algu-
den con algún fin, ni siempre, ni de or- na manera deseable—; y la liberación
dinario, ni de modo regular; lo que se de las cosas penosas o aparentemente
refiere a esto queda bien claro por la tales, y la participación en daños meno-
definición misma de suerte. res en lugar de otros mayores, tam-
Suceden por naturaleza aquellas co- bién se cuenta entre las cosas agra-
sas cuya causa está en ellas mismas y dables.
es regular; porque siempre o de ordi- Hay que examinar también las COSÉIS
nario ocurre así. Pues de lo que ocurre provechosas o agradables, cuántas y có-
al margen de ia naturaleza, no hay que mo son. Puesto que de lo útil se ha
ir averiguando si sucede por alguna cau- hablado ya antes, al hacerlo sobre la
sa natural o por otra causa cualquiera; oratoria deliberativa, hablemos ahora
porque podría parecer que la suerte fue- sobre lo agradable.
ra también la causa de tales cosas. Conviene tener en cuenta que las defi-
Ocurren por violencia las cosas que niciones son suficientes cuando, sobre
se producen al margen del deseo o de cada punto concreto, no son oscuras ni
los razonamientos de sus mismos au- minuciosas.
tores.
Según costumbre, las cosas que se
hacen por haberlas hecho muchas veces. CAPITULO 11
Por razonamiento, las cosas que pa-
recen convenir, según los bienes dichos, EN TORNO A LO AGRADABLE Y EL PLACER
o como íin, o como medio para el fin,
cuando se hace porque conviene; pues Supongamos que el placer es un movi-
algunas cosas convenientes también las miento del alma y un retorno completo
hacen los viciosos, pero no por el pro- y sensible a la naturaleza elemental, y
vecho, sirio por el placer. que el dolor es lo contrario. Y si él
Por causa de la ira y la cólera se rea- placer es tal, es evidente que también
lizan las venganzas. Se diferencian la es conforme a la naturaleza, y más cuan-
venganza y el castigo; porque el casti- timiento; en cambio, lo que lo destru-
go tiene por objeto el que lo sufre; la ye o lo que produce la situación contra-
venganza tiene por objeto el que la to- ria es doloroso.
ma, por compensarse. Sobre gué es la Es, pues, necesario que sea de ordina-
cólera, se verá claro en los capítulos que rio agradable el moverse hacia lo que
tratarán de las pasiones. es conforme a la naturaleza, y más cuan-
Por concupiscencia se hacen cuantas do se ha recobrado según la propia na-
cosas parecen agradables. También lo turaleza lo que se origina de conformi-
acostumbrado y habitual cuenta entre dad con ella y sus hábitos; porque lo
las cosas agradables; porque muchas habitual viene a ser como connatural,
cosas que, por naturaleza no son agra- ya que el hábito es semejante a la na-
dables, se hacen agradables cuando se turaleza, porque lo que es muchas ve-
convierten en costumbre. ces está cerca de lo que siempre su-
De manera que, sintetizando, cuantas cede : y la naturaleza es esto que siem-
cosas uno hace por sí mismo, son todas pre ocurre igual y hábito lo que con
o buenas o aparentemente tales, agra- frecuencia,
dables o con apariencias de placer. Y También es agradable lo que no es
puesto que las cosas que son por uno forzado, porque la violencia está al
mismo se hacen con gusto, y no se margen de la naturaleza. Por eso lo que
1370 a/1370 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 11 139
es necesario es doloroso, y se dice con teriormente han resultado ser algo her-
razón: moso o bueno en sus consecuencias; de
donde se dijo esto:
porque todo lo necesario es naturalmente obra
[fatigosa. pero, es agradable, una vez a salvo, recordar las
[pe-nalidatíes... (1).
Los cuidados, los esfuerzos y las ten- y también:
siones son cosas dolorosas; porque si
no se han convertido en hábito, son co- pues luego, también con los dolores se alegra
sas forzadas y violentas, pues de esta [el hombre,
manera, la costumbre se hace agrada- recordando que ha sufrido muchas cosas y que
ble. Sus contrarios, en cambio, son agra- [ha obrado muchas cosas... (2).
dables ; por eso las distracciones, las co- La razón de ello es que también es
modidades, las diversiones intrascenden- agradable el carecer de mal. Las cosas
i tes, los juegos, el descanso y el sueño esperadas, cuando estén presentes, pa-
están entre las cosas agradables, porque recerán causar gran deleite y aportar
ninguna de ellas es forzada. Y aquello a gran utilidad, y serán útiles sin dolor.
que tiende la concupiscencia, todo es Y en general, las cosas que estando pre-
placer; porque la concupiscencia es el sentes deleitan, también deleitan de or-
apetito de lo placentero. dinario cuando se las espera y se las re-
De los apetitos, unos son racionales o cuerda. Por eso también enojarse o irri-
seéún la razón, otros irracionales. Lla- tarse es agradable, según escribió Ho-
mo irracionales a todos los que se mue- mero de la cólera:
ven a apetecer sin que medie la com-
prensión de algo; y son tales los que que es mucho mas dulce que miel que destila
se dice son según la naturaleza, como [gota, gota,
• los que brotan del cuerpo, como la sed
y el hambre de alimento, y el deseo de porque nadie se enoja contra aquel a
cada especie de alimento, y los referen- quien parece imposible que le alcance el
tes al gusto y a lo venéreo y, en gene- castigo; y contra los que son superiores
ral, al tacto, y los que dicen referencia en fuerza nadie se enoja o menos.
al olfato, al oído y a la vista. Son se- En la mayoría de los apetitos se si-
gún razón los que se mueven a apete- gue cierto placer; pues tanto si uno
cer por persuasión; porque uno apetece recuerda que obtuvo satisfacción de
contemplar y poseer muchas cosas por ellos, como si espera alcanzarla, goza ya
haber oído hablar de ellas y haber sido de cierto placer; como los que en la
convencido respecto a ellas. fiebre están dominados por la sed y go-
Y ya que el placer consiste en la sen- zan recordando que bebieron y esperan-
sación de una cierta experiencia, la do beber; y los enamorados gozan dia-
imaginación es una sensación débil y logando y escribiendo y haciendo siem-
siempre al que recuerda o espera algo pre algo que se refiera al amado; por-
le acompaña cierta representación ima- que en todas estas cosas, les parece, al
ginativa de aquello que recuerda o es- recordarlas, que sienten al amado. El
pera. Y si esto es así, es evidente que principio del amor es el mismo para to-
tienen placeres los que recuerdan y es- dos, cuando no solo gozan del amado
peran, puesto que también tienen sen- presente, sino que también le aman al
sación. De manera que es necesario que recordarle ausente y les produce tristeza
todos los placeres sean o presentes para que no esté presente; y en las tristezas
el sentir, o pasados para el recordar, o y llantos encuentran cierto placer; por-
futuros en el esperar; porque se sien- que la tristeza está en la no posesión,
ten las cosas presentes, se recuerdan y el placer está, en recordar y ver de al-
las pasadas, se esperan las futuras. Co- gún modo a aquel, qué cosas hacía y
mo recordadas, no solo causan placer
las cosas que en su presente, cuando (1) De Eurípides en su Andróme&a, (r.
existían, eran agradables, sino también , 13S N.
algunas que no eran agradables, si pos- ' (2j Odisea. XV, 400 y sgs.
140 ARISTÓTELES.—OBRAS 1370 b/1371 b
cómo era; por lo cual se dijo esto y También el amigo entra en las cosas
con razón: agradables; porque amar es agradable
—ya que nadie es amigo del vino, si
asi dijo, y a todos ellos de lo más intimo les no le gusta el vino—, y también es agra-
[brotaron deseos de llorar (1). dable ser amado; porque también aquí
También el vengarse es agradable. se da la imaginación p sensación de
Porque aquello que es penoso no alcan- ser uno bueno en sí mismo, a lo cual
zar, resulta agradable lograrlo; y los aspiran todos los que son sensibles;
iracundos se entristecen enormemente porque e) ser objeto de amor es ser uno
cuando no se vengan, y esperándolo se amado por sí mismo. Y también es agra-
gozan. dable el ser admirado, por el hecho mis-
El vencer es también agradable, no mo de ser objeto de honra. Y el ser
adulado y el adulador son también co-
solo a los que viven del afán de la vic- sas agradables; ya que el adulador es
toria, sino a todos; pues nace de ello
una sensación de superioridad de la que un admirador y un amigo en aparien-
cia. Y el hacer muchas veces las mismas
todos tienen apetito, ligera o intensa- cosas
mente. Puesto que el vencer es agra- jimos tamoién es agradable; ya que di-
que lo habitual era agradable. Y
dable, es necesario que también lo sean al contrario,
los juegos, tanto los deportivos como ta agradable; porque elel cambiar
también cambiar resul-
los de disputa racional—ya que también caminado a la naturaleza, ya que va en-
lo que
en estos se da la victoria—; y los de siempre es igual produce un exceso en
tabas y pelota, los de dados y damas. el hábito establecido; de donde se dice:
Y semejantemente ocurre respecto a los
juegos que requieren esfuerzo; porque el cambio cíe todas las cosas es dulce (2).
unos se vuelven agradables, cuando uno
se acostumbra a ellos, y otros lo son in- Por eso también es agradable lo que su-
mediatamente, como la caza con perros cede de cuando en cuando, lo mismo per-
y toda clase de caza; porque donde hay sonas que cosas; porque el cambio está
competición, también hay allí victoria. fuera de lo presente y al mismo tiempo
Por eso la victoria forense y el triunfo lo que sucede solo de cuando en cuando
de la controversia son agradables para es faro.
los que están habituados a ello y poseen El aprender y el admirar son también,
para ello aptitudes. de ordinario, cosas agradables; porque
El honor y la buena reputación son en el admirar está implícito el apetecer,
de las cosas más agradables, porque a de manera que lo que es admirable es
cada uno le causan la sensación de que apetecible; y en el aprender está implí-
es en realidad tan estimable, y más cito el volver a lo que es conforme a la
cuando lo dicen los que se considera que naturaleza.
dicen verdad. Tales son los que están El obrar el bien y el recibirlo debe
cerca, con preferencia a los más leja- también ser contado entre las cosas
nos, y los compañeros y conciudadanos agradables; porque recibir el bien es al-
más que los extraños, y los que son algo canzar lo que se apetece y obrar el bien
más que los que van a serlo, y ios dis- supone poseer los medios y ser superior,
cretos más que los insensatos, y los mu- dos cosas estas a que todos aspiramos.
chos más que los pocos; y esto porque Porque por ser agradable la realización
es mas verosímil que digan la verdad del bien, también es agradable a los
los mencionados que no los contrarios; hombres el enderezar a los que nos ro-
puesto que de la estimación o parecer dean y completar lo que es deficiente.
de aquellos a quienes uno menosprecia Puesto que aprender es agradable y
o considera menos, como son los niños también lo es el admirar, es preciso que
y las animales, nada le importa a uno, sean también agradables otras cosas de
al menos en cuanto a opinión, aunque este mismo orden, como lo imitativo;
podamos tenerlo en cuenta por otro mo- así la pintura, la escultura y la poesía,
tivo. y todo lo que puede ser bien imitado es
(1) /fiada, XXIII, 108; Odisea, IV, 183. (2) Eurípides, Or., 234.
1371 b/1372 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 12 141

agradable, aun cuando lo mismo que se De manera semejante, puesto que el


imita no sea ello por si agradable; por- juego es de las cosas agradables, como
que no se goza sobre ello mismo, smo también toda despreocupación, y tam-
que se da allí un razonamiento de que bién lo es la risa, es necesario que estén
esto es aquello, de manera que ocurre entre las cosas agradables las cosas ri-
que se aprende algo. También son agrada^ sibles, tanto las personas, como los di-
bles los acontecimientos imprevistos y el chos o las acciones. Con todo, sobre las
haberse salvado por poco de los peligros, cosas ridiculas se trata aparte en los
ya que todas estas cosas son admirables. libros sobre poética.
Y ya que las cosas conformes a la na- Respecto de las cosas agradables, pues,
turaleza son agradables, y las cosas afi- quede dicho todo esto; las cosas peno-
nes son entre si conformes a la natura^ sas son evidentes por los contrarios.
leza, todas las cosas congéneres y seme-
jantes son agradables de ordinario, como
el hombre lo es para el hombre, y él CAPITULO 12
caballo para el caballo, y el joven para
el joven; de donde se dicen los refra- HABLA SOBRE LOS TÓPICOS QUE SS REFIEREN
nes de que «cada uno goza con el de AL ESTADO DE ANIMO DE LOS QUE
su edad», y que «siempre se busca al COMBTEN INJUSTICIAS Y SOBRE LOS
semejante», y que «cía fiera conoce a la QUE SON VICTIMAS DE INJUSTICIAS
fiera», y «el cuervo, junto al cuervo», y
otros semejantes. Asi pues, son estas las cosas por cuya
Puesto que lo semejante y lo que es causa se comete injusticia; en qué si-
del mismo género le es del todo agradar tuación y contra quiénes se comete, di-
ble a uno mismo, y cada uno experimen- gámoslo ahora.
ta esto, sobre todo de sí mismo, necesa- Se comete, pues, la injusticia cuando
riamente todos son, en mayor o menor se cree que la acción es posible de rea-
grado, amantes de sí mismos; ya que lizar en sí y en relación a uno mismo,
todas estas semejanzas se fundan sobre bien porque al hacerlo quede uno ocul-
todo en uno mismo. Y ya que todos se to, o sin quedarlo no deba someterse a
aman a sí mismos, es también necesa- la justicia, o cuando, sometiéndose a
rio oue las cosas propias les sean asi- ella, el castigo le parece ser menor que
mismo agradables, como son sus obras el provecho propio o de aquellos por
y sus palabras. Por eso hay gente aficio- quienes uno se interesa. Qué cosas pa-
nada a los aduladores, como cosa ordi- recen posibles y cuáles imposibles, se
naria, y aficionados a los honores, y dirá en lo que siga, porque estas cosas
también es agradable completar las co- son comunes a todos los géneros de dis-
sas deficientes; porque con esto vienen cursos; piensan ser capaces de hablar
estas cosas a ser obra de uno. bien, y los que son hábiles en el obrar
Y dado que el mandar es casa muy y los que están habituados a muchos
agradable, también causa placer el pa- pleitos, y también si tienen muchas
recer sabio; porque el tener prudencia amistades y son ricos. Sobre todo, si
es cosa de mando y la sabiduría es co- ellos mismos pueden contarse entre los
nocimiento de muchas cosas y admira- dichos; y si no, si los apoyan a ellos
bles. Además, supuesto que los hombres amigos de esta clase, o bien sirvientes
son de ordinario aficionados a las hon- o cómplices que tengan estas cualida-
ras, es menester que también el estimu- des; porque, gracias a estas cosas pue-
lar a los que están cerca les sea agra- den obrar injustamente y quedar ocul-
dable, y lo es el ejecitarse a sí mismo tos y no someterse a la justicia. Tam-
en aquello en que uno parece superarse bién si son amigos de los que sufren la
a sí mismo, como dice también el poeta: injusticia o de los jueces se atreven a
y a esto se esfuerza uno, cometer injusticia; porque los amigos
dedicando la mayor parte de cada día no están prevenidos contra la injusti-
a lograr ser mejor que él mismo (1). cia y se reconcilian más fácilmente an-
tes de tratar de vengarse, y los jueces
(1) Eurípides, Antíope, 183. favorecen a aquellos que son amigos su-
142 ARISTÓTELES.—OBRAS 1372 a/1372 b
yos y los liberan del todo o les imponen racteres no son iguales, sino opuestos.
un castigo menor. Y los que muchas veces han quedado
Están en condiciones fáciles de poder ocultos o no han sido castigados, y los
quedar ocultos los que son contrarios a jue muchas veces han fracasado; pues
los capítulos de acusación; por ejemplo, hay algunos, entre estos, como también
los débiles respecto de una acusación de entre los soldados, que siempre vuelven
violencia, y el que es pobre o feo res- a la lucha. También entran aquí los
pecto de la acusación de adulterio. Tam- que consiguen el placer al instante y lo
bién son así las cosas hechas demasiado doloroso más tarde, o bien la ganancia
manifiestamente y a la vista; pues no en seguida y el castigo más tarde; por-
se está prevenido de ningún modo con- que estos son intemperantes por carácter
tra ellas y nadie está en disposición de y los intemperantes tienden a todo cuan-
creerlas fácilmente. Tampoco las cosas do apetecen. Y también, por el contrario,
grandes y de tal naturaleza que nadie cabe incluir aquí aquellos a quienes ya
llevaría a cabo; porque tampoco contra llegó lo doloroso o el castigo y lo agra-
estas se está prevenido, ya que todos se dable y provechoso les viene luego y
guardan de las cosas sabidas o acostum- más duradero; porque los que son tem-
bradas, como de las enfermedades y perantes y más sensatos buscan tales co-
de las injusticias; y en cambio, de lo sas. Y. aquellos a quienes es posible si-
que nunca uno ha enfermado, nadie se mular que obran por azar, o por nece-
guarda. También es ello posible en aque- sidad, o llevados por la naturaleza, o
llos que no tienen ningún enemigo o en por la costumbre, y generalmente los
aquellos que tienen muchos; pues los que han cometido ya antes alguna falta,
unos piensan que quedarán a cubierto, pero no un delito. También hay que
porque no se estaba en guardia contra contar aquí los que pueden alcanzar
ellos, los otros quedan ocultos porque luego indulgencia. Y de igual manera
no parece verosímil fueran a atentar todos cuantos están en la indigencia.
contra los que estaban a, la defensiva De dos maneras se está en indigencia;
por tener la coartada de que no se o bien de lo necesario, como los pobres,
L brían atrevido. Y aquellos que tienen
facilidad para ocultarse, o en formas o
o de lo superfluo, como en el caso de
los ricos. Y entran aún aquí los que es-
en lugares, están también en situación tán muy bien considerados y los que
oportuna. Y aquellos para los que, no por el contrario gozan de muy mala fa-
habiéndose ocultado, existe aún la huida ma, pues los unos no parecerán, culpa-
deji proceso, o el aplazarlo, o el corrom- bles y los otros no pueden ya despresti-
per a los jueces. Y los que, si les cae giarse más.
el castigo o la condena, pueden evitar Así pues, los que están así dispuestos
el pago o diferirlo largo tiempo. O el son los que intentan delinquir y delin-
que, a causa de su pobreza, nada tiene quen contra las siguientes personas y
que pueda perder. También los que tie- en las cosas siguientes: contra los que
nen las ganancias seguras, muy grandes poseen lo que a ellos les falta, sea en
o inmediatas, y los castigos pequeños, las cosas necesarias, sea en las cosas
inciertos o lejanos. Y los que no tienen superfluas, sea en el placer; y contra
castigo proporcionado a la ventaja de los que están lejos y los que están cer-
su injusticia, como parece ser la tira- ca; pues el quitarles algo a los unos es
nía. Y todos aquellos para quienes el rápido, y el castigo, si ha delinquido con-
delito significa ganancia o lucro, y el tra los otros, viene con lentitud; por
castigo solamente deshonra. Y los que, ejemplo, los que roban a los cartagine-
por el contrario, encaminan el delito a ses. Y también contra los que no son
sacar alguna alabanza, por ejemplo si prudentes y no se guardan, sino son con-
les acontece que, al mismo tiempo, ven- fiados y crédulos; pues es mucho más
gan a su padre o a su madre—como le í'ácil ocultarse a todos estos. También
ocurrió a Zenón—, y el castigo es en di- contra los indolentes; porque el tratar
nero, destierro u otra cosa semejante. de vengarse por algo es propio de los
Porque ambos delinquen y en ambas diligentes. Y contra los tímidos; por-
disposiciones, fuera de que en sus ca- que no son combativos en su propio pro-
1372 b 1373 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 12 143
vecho. Y también contra los que han ren, o lo van a cometer; porque enton-
sido ya victimas de las injusticias de ces es ello agradable y noble, y parece
muchos y no han tratado de vengarse estar muy cerca de no ser tampoco in-
de ellas, porque estos son, según el re- justicia. Y es posible cometer aquellas
irán U), «el botín de los misios». Y con- cosas con que se causará alegría a los
tra los que nunca han sido víctimas de amigos o a los que admiramos, o bien
injusticia alguna y también contra los a los que amamos, o generalmente a
que lo han sido muchas veces; porque aquellos de cara a los cuales vivimos
unos y otros están desprevenidos; los y obramos. También contra aquellos de
unos porque nunca han sido objetas de quienes cabe alcanzar indulgencia. Y «
injusticia, los otros porque ya no esperan contra aquellos contra quienes hay agra-
volverlo a ser. Y contra los que han sido vios pendientes y antiguas diferencias,
acusados, o están expuestos a una mala como por ejemplo hizo Calipo en lo re-
interpretación; porque estos tales ni se ferente a Dión (2); porque también ta-
deciden a llevar el asunto judicialmen- les cosas parecen estar cerca de no ser
te, por temor a los jueces, ni pueden injustas. Y contra los que están a punto
intentar convencerlos, por malquistos y de recibir daño de otros, si no lo ocasio-
mal mirados. También a aquellos con- naban estos, de manera que ya no sea
tra quienes se tiene un pretexto en que posible deliberar; como, por ejemplo, se
sus antepasados, o ellos mismos, o sus dice de Enesidemo que envió a Gelón los
amigos han obrado mal o tuvieron in- premios del cótabo (3), por haber ven-
tención de hacerlo, contra los mismos dido a unos como esclavos, pues se le
que cometen ahora la injusticia, o con- adelantó cuando también Enesidemo es-
tra sus antepasados, o contra aquellos taba a punto de hacer lo mismo. Y con-
de quienes ellos cuidan; porque, como tra aquellos a quienes el haberles cau-
dice el proverbio, «el mal necesita solo sado daño nos permite brindarles mu-
de un pretexto». También contra los chas acciones Justas como fácil repa-
enemigos o contra los amigos; porque ración; de esta manera Jasón el tesaJio
contra los unos es fácil y contra los pudo decir que convenia delinquir en
otros es agradable. Y contra los que no algunas cosas, para que se pudieran ha-
tienen amigos, y los que no son hábiles cer también muchas cosas justas.
en expresarse o hablar, o no lo son en Y también son fáciles de perpetrar los
obrar; porque, o no se deciden a em- delitos que todos o muchos suelen come-
prender la causa, o se reconcilian, o no ter ; pues parece que se habrá de al-
llevan nada a término. Y contra aque- canzar perdón de ellos. Y las cosas que
llos a quienes no les es provechoso per- son fáciles de ocultar; por ejemplo, las
der el tiempo esperando una sentencia cosas que se gastan rápidamente, como
o una indemnización, cómo los extran- son las cosas comestibles. O las cosas
jeros o los que trabajan por su cuenta. fácilmente transformables en cuanto a
Porque estos con poco solventan el asun- figura, color o constitución; o las que
to y fácilmente cejan en su proyecto. fácilmente se ocultan en muchos sitios;
También contra los que han cometido tales son las cosas fáciles de llevar en-
muchas injusticias o tales como las que cima u ocultables en espacios reducidos.
se les infieren; porque parece se está Y sobre cosas indistintas o semejantes
muy cerca de no cometer injusticia, a muchas que tiene el que comete la in-
cuando es víctima de una tal injusti- justicia. Y sobre cosas de que se aver-
cia como la que él mismo solía come-
ter; dicho, por ejemplo, como si uno mal- ( 2 V Calipo era un ateniense, amigo de Dión,
tratara a alguien que por hábito ha a quien acompañó a Siracusa contra el tirano
solido ultrajar a otros. También es po- Dionisio. Al verse ante el peligro de los mer-
sible hacerlo contra los aue han obrado cenarios, en cuya desgracia habla caído, tramó
el mal o lo han deliberado, o lo quie- una conjuración contra Dión, que este no pre-
vio. Calipo se excusó, como agraviado y ene-
mistado con Dión, como refiere el texto.
(1) Es un proverbio, al parecer originario del O) El cótabo era un juego propio de los
Tile/o, de Eurípides, que se aplica a quien no convites, que consistía en echar vino con una
puede defenderse. copa hacia determinados objetivos.
144 ARISTÓTELES.—OBRAS 1373 a/1374 a
güenzan de hablar aquellos que han pa- Y como dice Alcidamas en el Mene-
decido la injusticia, como, por ejemplo, síaco (1):
ultrajes contra mujeres de casa, o con- De dos modos se determina para quié-
tra ellos mismos o sus hijos. Y en aque- nes es la justicia o la injusticia: pues
llas cosas en que el que reclama podría lo que conviene hacer o no hacer se
parecer que lo hace por afición a los determina mirando a la comunidad o
pleitos; tales son las cosas de poca mon- a uno de los miembros de ella. Por eso
ta y que se suelen perdonar. también en lo injusto o en lo justo se
Asi pues, ha quedado casi totalmente puede faltar o bien obrar adecuadamen-
expuesto lo que se refiere a los estados te de dos maneras: o contra uno deter-
de ánimo en que se delinque, y a qué minado, o contra la comunidad; por-
delitos son los que se cometen, contra que el que comete adulterio o hiere a
quiénes y por qué motivos. alguno, delinque contra un miembro de
la comunidad determinado, y el que no
cumple con su. obligación militar falta
CAPITULO 13 contra la comunidad.
Divididos ya todos los delitos, unos
QUE HABLA OS LA LEY COMO CRITERIO que son contra la comunidad y otros que
DE JUSTICIA, SOBRE LAS CLASES DE LEYES, son contra otra u otras personas, di-
SOBRE LA INJUSTICIA Y SOBRE LA EQUIDAD gamos, en resumen, qué es padecer in-
justicia. Padecer injusticia es recibir co-
Distingamos ahora todos los delitos y sas injustas de quien tiene intención de
los actos según justicia, partiendo de cometerlas; ya que el delinquir ha sido
lo que sigue. Queda definido lo que es definido antes com.o algo voluntario. Y
justo y lo que es injusto respecto de puesto que es necesario que el que es
las dos leyes y respecto a aquellos a victima de una injusticia sea dañado
quienes se refiere, de dos maneras. contra su voluntad, los daños, por lo an-
Llamo ley, por una parte, a la que tes dicho, resultan evidentes; porque
es particular, y por otra parte, a la que las acciones buenas y las acciones malas
es común; particular a la que viene de- han sido diferenciadas antes en sí mis-
terminada por cada pueblo para sf mis- mas y también las acciones voluntarias,
mo de las cuales unas son escritas, otras que son las que se hacen con plena con-
en cambio no escritas; y ley común es ciencia ; de manera que necesariamente
la que es según la naturaleza. Porque todas las acusaciones deben referirse o
hay algo que todos adivinan que, co- a lo común o a lo particular, y contra
múnmente, por naturaleza, es justo o es una persona inconsciente o abúlica o
injusto, aunque no haya ningún mutuo contra una intencionada y consciente, y
consentimiento ni acuerdo entre unos de estas, una por libre y previa elec-
y otros; así, por ejemplo, aparece di- ción y otra por pasión. Respecto de la
ciéndolo la Antlgona de ¡Sófocles, que ira se hablará en el tratado de las pa-
es justo, aunque esté prohibido, dar se- siones; qué cosas son las que se eligen
pultura a Polinices, puesto que ello es y en qué disposiciones de ánimo se ha
naturalmente justo: dicho ya más arriba.
Puesto que muchas veces los que reco-
pues no ahora, ni ayer, sino siempre jamás nocen haber cometido algo, o no reco-
vive esto, y nadie sabe desde cuándo pudo apa- nocen el capítulo de acusación en que
trecer. ello se encuadra o alguna otra cosa acer-
ca de aquello a que se refiere dicho ca-
Y como dice Empédocles respecto del pítulo—como si se admite haber cogido
no matar lo que tiene vida, aunque ello algo, pero no haber robado; y haber
sea para unos ciertamente justo, para golpeado a otro primero, pero no haber
otros en cambio injusto:
pero, lo que es legítimo para todos, se extiende (1) Alcidamas fue un discípulo de Gorgias.
[sin limites Las palabras que se le atribuyen en un escolio
por el éter que reina sobre pueblos lejanos, por al texto son: «Dios dejó a todos libres, a nadie
[la luz inmensurable. esclavizó la naturaleza.»
1374 a/1374 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 13 145

cometido ultraje; y haber frecuentado te. También en cuantas cosas no es fá-


una mujer, pero no haber cometido adul- cil precisar por su indeterminación, co-
terio; o haber, sí, robado, pero no sacri- mo por ejemplo el herir con hierro, de
legamente (porque no era cosa que per- qué tamaño, de qué clase, a quién; pues
teneciera a algún dios); o haber traba- se pasaría una eternidad enumerando
jado la tierra, pero no tierra pública; los casos concretos. Así pues, si algo
o haber dialogado con los enemigos, pero es indeterminado en sus aspectos o po-
no haber cometido traición—, por todo sibilidades y es preciso se legisle sobre
eso convendría definir en relación con ello, es necesario hablar en general; de
todas estas cosas qué es robo, qué es manera que si uno que tiene un anillo
ultraje y qué es adulterio, de manera levanta la mano y golpea, según la ley
que si queremos demostrar si existe o escrita será culpable y delinque, pero
no existe el delito, podamos declarar lo según la verdad no comete delito, y esto
que es justo. La discusión, en todos es- es lo equitativo.
tos casos, gira en torno a si una cosa Y si lo equitativo es lo que hemos di-
es injusta, mala o no es Injusta; por- cho, resulta evidente qué cosas son equi-
que la maldad y el delito están en la tativas y qué cosas no lo son, y cuáles
intención, como por ejemplo, ultraje y son los hombres inicuos; las cosas que
robo; ya que si golpeó a otro, no siem- conviene que tengan perdón, son equi-
pre y absolutamente tuvo que ultrajar- tativas, pero las faltas y los delitos no
le, sino si lo hizo por algún motivo, deben ser juzgados en pie de igualdad,
como para deshonrar a aquel o para dar- y tampoco las desgracias; porque des-
se gusto a sí mismo. Ni siempre y ab- gracias son sucesos que ocurren al mar-
solutamente, si se toma algo ocultamen- gen de lo razonable y que no proceden
te, se roba, sino tan solo si se hace de negligencia; y faltas son sucesos que,
en perjuicio de aquel a quien se quita sin estar al margen de lo razonable, no
y para apropiárselo uno mismo. De ma- proceden de maldad; delitos, en cambio,
nera semejante a lo que ocurre respecto cuantas acciones, dentro de lo razona-
de estas cosas, pasa en las demás. ble, proceden de maldad; porque las co-
Decíamos, pues, que había dos espe- sas que se hacen por apetito nacen de
cies de cosas justas y de cosas injustas la perversidad.
—ya que unas están escritas y otras Ser indulgente o comprensivo con las
no—; se ha hablado de aquellas cosas cosas humanas es equitativo. Y también
que declaran las leyes escritas; de las lo es mirar no a la ley, sino al legis-
que no están escritas hay dos especies: lador; y no al texto, sino a la menta-
unas lo son por exceso de virtud o de lidad del legislador; y no a la obra,
maldad, y sobre ellas hay censuras y sino a la intención; y no a la parte,
elogios, deshonras y honores y dones; sino al todo; ni qué tal es el acusado
por ejemplo, el dar las gracias a quien ahora, sino cómo era siempre o de or-
nos hace un favor, y corresponder con dinario. También es equitativo el acor-
otro favor a quien nos lo ha hecho, y darse más de los bienes recibidos qus
servir de ayuda a los amigos, y cuantas de los males, y más de los bienes que
otras cosas surjan de este estilo; las ha recibido uno que de aquellos que
otras son complemento de la ley par- hizo. Y es equitativo el haber soportado
ticular y escrita. la injusticia recibida. Y el preferir re-
Lo equitativo parece ser justo; pero solver un litigio de palabra, que por
lo justo es equitativo más allá de la ley la obra. Y es también equitativo el que-
escrita. Esto ocurre unas veces según rer recurrir mejor a un arbitraje que
la intención de los legisladores, otras en a un juicio; porque el arbitro atiende a
contra de su voluntad; en contra de lo equitativo, el juez, en cambio, nvra
su voluntad, cuando se les ha pasado a la ley; y con este fin precisamente
inadvertido; conscientemente, cuando se inventó el arbitro, para que domine
no pueden precisar más, antes les es la equidad.
necesario hablar en general, y si tanto Así pues, ha quedado definido de e.sta
no, al menos de cara a lo más frecuen- manera todo lo que toca a la equidad.
146 ARISTÓTELES.—OBRAS 1374 b/1375 a
los oyentes temen más que compadecen.
CAPITULO 14 Los recursos retóricos para este caso
CRITERIOS BÁSICOS PARA CALIBRAR Lí son los siguientes: decir que el acusa-
GRAVEDAD DEL DELITO
do ha omitido o transgredido muchas
cosas, como por ejemplo, juramentos,
El delito es mayor, en cuanto puede contratos, palabras de fidelidad, dere-
chos de matrimonio; pues todo ^llo su-
nacer de mayor injusticia; por eso los pone un exceso de delitos. Y t haber
menores delitos pueden resultar los ma- delinquido precisamente allí donde los
yores, por ejemplo, euando Calístrato que cometen delito son castigados; por-
acusaba a Melanopo de que había si- que esto cometen los que dan testimo-
sado tres medios óbolos sagrados a los nio en falso; ya que ¿dónde podría no
constructores del templo; tratándose delinquir, si también lo hace en el tri-
de injusticia ocurre al contrario, que se bunal? Y decir que lo ha hecho en aque-
miden aquellos casos por lo que en si llas cosas en que se siente más la ver-
potencialmente encierran; porque el que güenza, y ver si es contra aquel de
ha robado tres medios óbolos sagrados, quien se ha recibido bien; porque en
es capaz también de cometer cualquier mayor grado delinq ¡e, puesto que come-
delito. :e una acción mala y deja de hacer una
Unas veces, pues, la gravedad se ca- juena.
libra así, otras veces se calibra por el También son más graves los delitos
daño. Y de ello no hay castigo adecua- que violan las leyes no escritas; porque
do, antes todo es demasiado pequeño. es de más valía el ser justo no forza-
Para ello tampoco hay remedio, porque damente ; ya que las leyes escritas obli-
es difícil e imposible; y tampoco aque- gan con necesidad, y las no escritas, no.
llo de lo que no puede reclamar justicia Otro recurso retórico es el de cuando
el perjudicado, porque ya es irremedia- se obra contra las leyes escritas; por-
ble; porque hay que contar con que la que el que delinque, cuando son de te-
sentencia y el castigo son un remedio. mer los castigos, también delinquiría, y
Tampoco si el que ha sufrido el daño y más, cuando no existiera el castigo.
la injusticia se na castigado duramente Así pues, hemos tratado en esto de la
a sí mismo; porque es justo que el que mayor gravedad del delito.
lo ha cometido sea castigado en mayor
grado; así, Sófocles, hablando en favor
de Euctemon (1), luego que se había CAPITULO 15
dado muerte a si mismo, por haber sido
ultrajado, dijo que no lo estimaría en SOBRE LOS ARGUMENTOS
menos de lo que lo había estimado para SXTRARRETORICOS
sí el que lo había padecido.
También son agravantes del delito el Hay que pasar ahora a tratar de los
haber cometido solo el crimen, o el pri-
mero o después de pocos. Y también el argumentos llamados no artísticos; por-
ue estos son característicos de la ora-
cometer muchas veces el mismo delito. oria
Y aquel por cuya causa se han busca- eyes, forense. Son cinco en número:
testigos, pactos, confesiones bajo
do y se han maquinado medios de per- ormento, juramentos.
seguirlo y de castigarlo, como en Argos, Hablemos primero, pues, sobre las le-
que es castigado aquel por cuya causa es, cómo ha de servirse de ellas el que
ha tenido que ser impuesta una ley y ersuade
aquellos delitos por cuya causa ha sido e usarlasyelelque que disuade, y cómo ha
acusa y el que defien-
construida una cárcel. Y el crimen, e. Porque es evidente que, si la ley es-
cuanto más fiero o salvaje es, es mayor. rita es contraria al hecho, hay que uti-
Y el que ha sido premeditado, también lizar la ley común y los. argumentos más
es mayor. Y también lo es aquel que
equitativos y más justos. Y es evidente
(11 Este Sófocles no es el poeta, sino un que la fórmula «con la mejor concien-
orador y político, posiblemente uno de los que cia)» significa no servirse siempre y sim-
incluye Jenofonte entre los treinta tiranos. plemente de las leyes escritas. Y tam-
1375 a/1376 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 15 147

bien es evidente que lo equitativo per- virse de ella. Y hay que decir que en
manece siempre y nunca cambia, y tam- las demás artes no sirve de nada su-
poco la ley común—ya que es una voz perar en habilidad, por ejemplo, al mé-
de la naturaleza—, y, en cambio, la ley dico; porque no daña tanto el error del
escrita evoluciona con mucha frecuen- médico, como el estar acostumbrado a
cia; de donde se dice aquello de la An- desobedecer al que manda, Y también
tígana de Sófocles; porque ella se de- que el pretender ser más sabio que las
fiende diciendo que sepultó a Polinices leyes, es lo que precisamente se prohibe
en contra de la ley de Creonte, pero no en las leyes que merecieron alabanza.
en contra de la ley no escrita: Por lo que toca a las leyes hemos dis-
tinguido, pues, de la manera dicha. Ha-
porque, ni ahora, ni ayer, sino siempre jamás... gámoslo ahora respecto de los testigos;
los testigos son de dos clases: unos an-
tiguos, otros recientes; y de esos últi-
porque esto no yo lo de'bía hacer, por miedo de mos, unos participan del riesgo del acu-
[ningún hombre... sado, otros están fuera de él. Llamo
Argüiremos que lo justo es algo verda- antiguos a los poetas y a todos aque-
dero y conveniente, pero que no es así llos hombres famosos cuyos juicios son
lo que no parece justo; de manera que célebres; como, por ejemplo, cuando los
no lo es la ley escrita, ya que no hace atenienses se sirvieron de Homero como
la función de ley. Y diremos aún que testigo en el asunto de Salamina, y los
el juez es como el perito en monedas, de Ténedos hace poco se sirvieron de
que juzga cuál es de mala ley y cuál Periandro el Corintio contra los de Li-
es verdadera. Y también que es propio geo. Y Cleofonte empleó contra Critias
de un hombre de más valía aplicar y las elegías de Solón, diciendo que su fa-
observar las leyes no escritas, antes milia era ya de antiguo desvergonzada;
que las escritas. Y que si una ley es ya que, si no, nunca hubiera escrito
acaso contraria a otra ley bien conside- Solón:
rada o a sí misma, de la misma manera dime a Critias, el pelirrojo, que obedezca a su
algunas veces una manda que sea su- [padre.
perior lo que se disponga de común
acuerdo, y otra prohibe que se llegue a Tales son los testigos, acerca de las
un acuerdo universal fuera de la ley. cosas que ya han sucedido; respecto
Y si la ley es ambivalente, nos servimos de las cosas futuras también son testi-
de ella de manera que se pueda volver gos los adivinos; así, por ejemplo, lo
e interpretar en uno de los dos sentidos hace Temístocles, al interpretar que hay
y se adapte tanto a lo que es justo como que trabar un combate naval partiendo
a lo que es conveniente. Y, si las cosas de la cuestión de la muralla de madera.
por las que se estableció la ley no tie- También los proverbios, como se suele
nen ya vigencia, y sí la tiene, en cam- decir, son testimonios; por ejemplo, si
bio, la ley misma, hay que intentar es- alguien aconseja a otro no hacerse ami-
clarecer esto y luchar en ello contra la go de un viejo, le sirve de testimonio el
ley. refrán:
Si la ley escrita es favorable al caso
que tenemos entre manos, hay que de- nunca hagas bien a un viejo.
cir entonces que aquello que hemos di-
cho de «con la mejor conciencia» no Y si alguien delibera sobre el dar
vale sólo para hacer justicia al mar- muerte a los hijos, a cuyos padres ya
gen de la ley, ano también para que se ha eliminado:
no se cometa perjurio, si se desconoce
qué es lo que dice la ley. Y, además, necio es el que, habiendo matado al padre, deja
hay que añadir que nadie elige lo que [e'n vida a los hijos.
es absolutamente bueno o simplemente
tal, sino lo que lo es para sí mismo. Y Son testigos recientes todas las per-
también hay que decir que en nada se sonas conocidas que han dado su opi-
diferencian el no haber ley y el no ser- nión sobre algo; porque sus juicios son
148 ARISTÓTELES.—OBRAS 1376 a/1376 b
útiles a los que discuten sobre las mis- que sacamos los entimemas al particu-
mas cosas que ellos; así, por ejemplo, lar.
Eubulo (1), en los tribunales, utilizó Por lo que toca a los contratos, este
contra Cares lo que Platón (2) dijo es el uso que de ellos se hace en los dis-
contra Arquibio, de que se extendió por cursos : confirmarlos o anularlos, hacer-
la ciudad el confesar que se es malo. los dignos de crédito o privarlos de él;
También son testigos válidos los qua si le convienen a uno, hay que hacerlos
participarían del riesgo del acusado, si merecedores de crédito y válidos; si con-
pareciese que dicen mentira. Esos tales vienen a la otra parte, hay que obrar
son solo testigos de si algo sucedió o no, al revés. En el convertir, pues, los con-
de si es o no es; pero no lo son respecto tratos de válidos en inválidos o vicever-
de la cualidad del hecho, como si es sa, no hay ninguna diferencia respecto
justo o injusto, conveniente o inconve- de la cuestión de los testigos; porque
niente; en cambio, los que son de lejos según sean los que han firmado con sus
son los testigos más fidedignos en rela- nombres el contrato o según sean los
ción a estas cosa, como también los an- encargados de su custodia, en tanto se-
tiguos; porque no son corrompibles. rán dignos de crédito los mismos con-
Sirven de argumentos sobre testimo- tratos; una vez admitida la importan-
nios, para los que carecen de testigos, cia de un contrato a nuestro favor, hay
el que conviene juzgar partiendo de lo que darle importancia; porque el con-
verosímil, es decir, «con la mejor con- trato es una ley privada y parcial, y los
ciencia», y que las cosas verosímiles no contratos no hacen válida la ley, pero
pueden ser falseadas por la plata, y ade- sí las leyes dan validez a los contratos
más que los argumentos de verosimili- legales. Y, en general, la misma ley es
tud no pueden ser rechazados como tes- una especie de contrato, de manera que
tigos falsos; el que tiene testigos dirá el que niega su crédito a un contrato y
por su parte al que no los tiene que lo anula, anula las leyes. Además la
las cosas verosímues son inútiles ante mayoría de los acuerdos, precisamente
el tribunal, y que para nada se necesita- los voluntarios, se hacen mediante con-
rían los testigos si fuera suficiente ate- tratos, de manera que cuando quedan
nerse a las puras razones. sin validez, se anula el trato mutuo de
Los testigos que se aducen son unos unos hombres con otros. Otras cosas que
en favor de uno mismo, otros sobre la conviniera decir quizá, es sencillo irlas
parte contraria; unos sobre el hecho, viendo por lo dicho.
otros sobre el carácter o costumbre del Si los contratos nos son desfavorables
autor del hecho, de manera que esté y están, en cambio, a favor de nuestros
claro que de ninguna manera se puede contrarios, caen bien aquí, en primer
carecer de un testimonio bueno; por- lugar, aquellas cosas que uno podría
que, si el testigo no lo es respecto del oponer a una ley que le es adversa.
hecho, sea que conceda algo en favor Porque es absurdo que, si a las leyes
de uno mismo, sea algo contrario a la que puedan estar no rectamente esta-
otra parte, al menos, por lo que se re- blecidas porque se equivocaron los que
fiere al carácter, podrá servir o bien a las dictaron, creemos que no es necesario
favor de la honradez de uno mismo o obedecerlas, es absurdo decimos que sea
a favor de la maldad del contrario. necesario plegarse a los contratos. Ade-
Otras cosas referentes al testigo, que sea más que el juez es arbitro de lo justo;
amigo, enemigo q indiferente, que sea y con todo no hay que atender a esto,
de buena reputación, mala o neutra, y sino a lo que es más justo. Y lo que es
otras diferencias semejantes, hay que justo no se puede cambiar ni por en-
deducirlas de los mismos tópicos de los gaño ni con la violencia—porque es se-
gún la naturaleza—, y en cambio, na-
(1) Eubulo de Anaflistos, orador adversario
cen contratos entre los que están enga-
de Demóstenes, citado por este y Esquines. ñados y obran presionados por la nece-
(2) La mayoría de los comentaristas se in- sidad. Hay que mirar, además de esto,
clinan por Platón, el cómico y poeta del si- si son contrarios esos contratos a algu-
glo iv. No se sabe nada de este1 Arquibio. na de las leyes escritas o de las comu-
1376 b/1377 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 15 149

nes, y entre las leyes escritas, si acaso el riesgo que hay en los jueces, porque
lo son a las propias o a las extranjeras, en estos confia y en la otra parte no.
y luego si son contrarios a otros contra- Se niega alguno a hacer el juramen-
tos anteriores o posteriores; porque los to, porque dice que el juramento se
posteriores pueden ser los válidos, o bien hace a cambio de dinero, y que si fue-
ser los anteriores los Justos y falsos ra uno desvergonzado, de sobra habría
los posteriores, según sea necesario. Hay ya jurado; porque es preferible ser des-
que atender además a lo conveniente, vergonzado a algún precio que por na-
y a si es ello contrario a los jueces, y da; y que, por tanto, jurando ganaría
otros argumentos semejantes; ya que algo, y no Jurando, no. Así pues, dice
son fáciles de excogitar estos de una que el no jurar es por virtud y de nin-
manera similar a lo hecho. guna manera por temor al perjurio. Pe-
Las confesiones bajo tormento son ro se puede aplicar aquí lo que dijo
testimonios especiales que llevan consi- Jenófanes, que este desafío no es equi-
go el parecer dignos de fe, porque aña- librado o proporcionado, puesto en un
den cierta necesidad. Sin embargo, tam- hombre impío contra un hombre que
poco es difícil decir qué recursos son es piadoso, sino es más bien semejan-
admisibles en ellos; porque si unos son te a que un hombre fuerte desafiara
favorables a nuestra causa, cabe au- a uno débil a dar golpes o a recibirlos.
mentar su importancia, ya que son es- Si se acepta el juramento, se podrfa
tos los únicos testimonios verdaderos; argüir que se tiene demasiada fe en
y si, en cambio, nos son desfavorables, uno mismo y no en el otro. Y, dándole
y están a favor de la otra parte liti- la vuelta al dicho de Jenófanes, habrá
gante, se pueden refutar diciendo la que decir entonces que hay igualdad
verdad respecto del género entero de en que el impío conceda el juramento y
los tormentos; porque los que son for- el que es piadoso jure; y que sería terri-
zados no menos dicen mentira que ver- ble entonces que uno no quisiera jurar,
dad, y los que resisten todo el tiempo en una causa en que se cree justificado
no dicen la verdad, y fácilmente mien- que los jueces emitan su juicio, después
ten, para acabar antes. Conviene apli- de haber jurado.
car a estas cosas ejemplos ocurridos que Si se concede el juramento a la par-
conozcan los jueces. (Conviene decir te adversa, se dirá que es piadoso que-
que no son verdaderas las confesiones rer confiarse a los dioses y que no es
bajo tormento; porque muchos son ru- menester que el adversario utilice otros
dos o de piel dura y capaces de resistir jueces que estos; porque a él se le con-
noblemente con su espíritu las violen- cede la decisión. Y además, que sería
cias, pero los cobardes y los tímidos se absurdo no querer jurar sobre cosas en
mantienen fuertes solo .hasta que ven que otros incluso son movidos a jurar.
los instrumentos de tortura, de manera Pue.sto que está ya claro como hay
que nada hay digno de crédito en las que hablar en cada caso, también lo
confesiones obtenidas bajo tormento.) está cómo hay que hablar cuando se
En cuanto a los juramentos, hay que combinan entre sí dos casos distintos;
distinguir en ellos cuatro especies : pues, por ejemplo, si uno quiere prestar ju-
o .se da y se recibe, o bien ninguna de ramento y en cambio no concedérselo
las dos cosas, o bien una cosa si y otra al adversario, y si lo concede, pero el
no, y entonces de estos o se da pero no otro no lo amere prestar, y si quiere
se recibe, o se recibe pero no se da. Y concederlo por una parte y también
aún hay otra forma, además de estas, prestarlo él a su vez, y si ni una cosa
si se ha prestado ya el juramento o por ni la otra; porque es necesario que es-
uno mismo o por el otro" tos casos cualesquiera se compongan de
No se ofrece el juramento a la otra los ya explicados de manera que tam-
parte apoyándose en que es fácil el bién los razonamientos correspondientes
perjurio y porque el que ha jurado no se componen de los ya expuestos.
restituye y piensa que van a sentenciar- Si una parte ha hecho ya juramento
le los jueces, aun no habiendo jurado, y este resulta luego contradictorio, hay
da manera que así le resulte preferible que decir que no hay perjurio; porque
150 ARISTÓTELES.—OBRAS 1377 b/1378 a
el delinquir es algo voluntario, y el per- hace el que no se atiene a lo que juró;
jurar ciertamente es delinquir; pero Jo porque por esto también los jueces apli-
que se hace movido por la violencia o can las leyes solo luego de haber ju-
cegado por el engaño es involuntario. rado. Y hay que decir así: y ¿van estos
Por tanto hay que incluir también aquí a creer que vosotros vais a juzgar se-
el hacer juramento en falso, que es ha- gún lo que habéis jurado, cuando ellos
cerlo con la mente, pero no con la no tienen en cuenta su juramento? Y
boca. añadir cuantas cosas de este mismo es-
Pero si es el adversario el que, ha- tilo se puedan decir, ponderando esto,
biendo ya jurado, se contradice a sí (Así pues, quede dicho todo esto res-
mismo, hay que decir que todo lo des- pecto de los argumentos no artísticos.)

LIBRO SEGUNDO
CAPITULO 1 cosas no les parecen las mismas a los
que aman que a los que odian, ni a los
TRANSICIÓN. Y SOBRE EL CARÁCTER DEL que están indignados que a los que sien-
ORADOR Y LAS PASIONES DEL OYENTE ten tranquilidad, antes las cosas les pa-
recen totalmente otras o distintas en
Así pues, todo lo expuesto va dedica- grado o medida; porque al que ama al
do a ver de qué es conveniente partir que es sometido a juicio, cree que este
para convencer y disuadir, ensalzar y o bien no ha delinquido o que ha de-
censurar, acusar y defenderse, y qué linquido poco; y al que odia le parece
opiniones y opiniones son útiles para todo lo contrario; y al que desea algo
los argumentos que respaldan estas co- con vehemencia o al que está en la fir-
sas; ya que en torno a esto y a partir me esperanza de algo, si lo que va. a ser
de esto se forman los entimemas, que es agradable, le parece que sí va a ser
se dicen en particular sobre cada una aquello, y que va a ser bueno; pero al
de las clases de discursos. que nada desea y al que siente displi-
Y puesto que la retórica tiene como cencia por lo futuro, le pasa todo lo
fin el juzgar—porque también se juz- contrario.
gan las deliberaciones y el veredicto del De que los oradores sean dignos de
tribunal es un juicio—, es necesario crédito se señalan, pues, tres causas:
atender no solo a que el discurso sea porque tres son las causas que nos
apodíctico y fidedigno, sino también a mueven a creer fuera de las demostra-
cómo ha de prepararse el mismo orador ciones. Son estas tres: la prudencia, la
y a cómo ha de predisponerse al juez; virtud y la benevolencia; porque los
porque importa mucho para la autori- oradores sabemos recurren a la falsía
dad del orador, sobre todo en los iis- en aquellas cosas sobre que hablan o
cursos deliberativos, y también luego en deliberan, sea por todas estas causas
los forenses, cómo se presenta el que juntas, sea por algunas de ellas; ya
habla y el que se pueda suponer que el que, o bien por falta de prudencia no
que habla está de alguna manera favo- opinan con rectitud, o bien opinando
rablemente dispuesto en su ánimo en rectamente no dicen lo que en reali-
relación a los que le oyen, y respecto a dad creen por maldad, o bien, siendo
estos, si se logra que también ellos estén prudentes y honrados, no son benevo-
de alguna manera dispuestos para con lentes, por lo cual es posible que no
el orador. aconsejen lo mejor a los que han de de-
De qué modo, pues, deba aparecer el cidir el litigio. Y fuera de estas causas
orador, es más útil para la oratoria de- no hay otra. Es, pues, necesario que
liberativa, y que el oyente esté de al- el que parezca poseer en si todas estas
guna manera bien dispuesto es más útil cualidades, resulte digno de crédito a
para la oratoria forense; porque las los oyentes.
1378 a/1378 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 2 151
Por qué cosas, pues, podrán parecer mente le son posibles, por eso se ha di-
prudentes y probos, hay que deducirlo cho con razón sobre la ira:
de lo que se ha dicho respecto de las vir- la cual, mucho más dulce que la miel que destila,
tudes; ya que, partiendo de estas cosas, crece en los pechos de los hombres... ( U -
puede uno presentar a otro y aun pre-
sentarse a sí mismo bajo estos aspectos; porque le acompaña cierto placer, por
por lo que se refiere a la benevolencia y eso y porque se pasa el tiempo vengán-
a la amistad, hay que incluir el tema en dose en su interior; y la imaginación
lo que se dice acerca de las pasiones. que se le produce entonces le causa
Son las pasiones aquello por lo que placer, como lo cauaan las de los sueños.
los hombres, cambiando íntimamente, se Puesto que el desprecio es la actuali-
diferencian ante el juicio; les sigue a zación de una opinión sobre algo que
las pasiones, como consecuencia, triste- no parece digno de estima—porque cier-
za o placer; así son, por ejemplo, la tamente estimamos que los bienes y los
ira, la compasión, el temor y cuantas males son dignos cíe un aprecio, y lo
otras hay semejantes a estas y sus con- que tiende a ellos también; pero lo que
trarias. Conviene distinguir en cada una no es nada o es pequeño, de ninguna
tres aspectos—y me refiero, por ejemplo, manera lo consideramos digno de esti-
a la ira—: Cuál es la disposición de ma—; hay tres especies de desprecio:
ánimo de los iracundos, contra quiénes el menosprecio, la calumnia y el ultra-
suelen irritarse y en qué ocasiones sue- je; porque el que menosprecia algo, lo
len hacerlo; pues de conocer solo uno tiene en poco—ya que todo lo que pare-
o dos de estos aspectos, pero no todos ce no valer nada se menosprecia, y lo
ellos, nos sería imposible provocar la que no vale nada, se desprecia—; tam-
ira; de manera semejante ocurre con bién el que calumnia parece menospre-
las demás. De la misma manera, pues, ciar, porque la difamación es un obs-
que hemos descrito las premisas sobre táculo a los designios de la voluntad,
las cosas ya dichas, así haremos aquí no para lograr que una cosa sea para
con estas y las dividiremos del modo uno mismo, sino para que no sea para
dicho. otro. Y puesto que no es para que algo
sea para uno mismo, lo desprecia; ya
que es evidente que este tal supone que
CAPITULO 2 aquello no le va a causar a él daño al-
guno, porque si lo temiera, no lo des-
SOBRE LA IRA Y SUS FACETAS preciaría; ni piensa que pueda ser por
ello ayudado en algo que mereciera la
Sea, por consiguiente, la ira un im- pena; porque habría pensado ya en
pulso, acompañado de tristeza, a dar hacérselo amigo. También el que ultra-
un castigo manifiesto por un manifiesto ja desprecia; pues el ultraje es hacer
desprecio de algo que toca a uno mismo y decir algo que redunda en vergüenza
o a alguno de los suyos, lo cual no era del aue lo padece, no para que a él
correcto despreciar. Si esto es la ira, mismo le venga de ello otra cosa que
es necesario que el iracundo se enoje esto, ni porque le haya ya venido este
siempre por cosas que se refieren a un algo, sino simplemente por darse este
individuo particular, contra Cleón, por gusto; porque los oue con esto corres-
ejemplo, pero no contra «el hombre»; ponden a otra casa, no ultrajan, sino
además es necesario sea porque ha que se vengan. Y la causa del placer
L cho o iba a hacer algo contra él o
contra alguno de los suyos; y además
n los que ultrajan está en que piensan
que, haciendo daño a otros, ellos sobre-
de teda ira se sigue cierto placer, cau- salen más. Por este motivo los jóvenes
sado por la .peranzade" v^rseT y y lo. r^^^^^^r^^n
puesto que es agradable pensar que se que, cometiendo ultrajes, sobresalen
va a conseguir aquello a que uno aspira, más. La deshonra es propia del ultraje
y nadie, por otra parte, aspira a cosas y el que deshonra a otro, le desprecia;
que le parecen imposibles para sí mis-
mo, el iracundo aspira a cosas que real- (1) Ilíada, XVIII, 109 y sgs.
152 ARISTÓTELES.—OBRAS 1378 b/1379 b
porque lo que no tiene ningún valor, recen contra todos. Por eso los que su-
tampoco tiene estimación ninguna, ni de fren, los pobres, los que están en gue-
bien ni de mal. Por eso dice Aquiles eno- rra, los que aman y, en general, los
jado: que apetecen algo y no pueden satis-
facerlo son enojadizos y fácilmente irri-
me deshonró; porque, habiéndome quitado el tables, sobre todo para con los que des-
(premio, lo retiene él. precian su presente; como por ejemplo
Y, el que está enfermo contra los que des-
como si fuera un desterrado, a quien no se honra, precian la enfermedad; el que es po-
bre, contra los que desprecian la po-
como enojado por esto. Y creen muchos breza; el que está en guerra, contra los
que es conveniente ser muy considera- que desprecian la guerra; el que ama,
do por los que le son a uno inferiores contra los que minusvaloran el amor; y
en linaje, en poder, en virtud y, en ge- de manera semejante en todo lo demás
neral, en aquello en que se sobresale —y, si no, en cualquier otra cosa que
mucho, como por ejemplo en las rique- alguien pueda tener en poco—; porque
zas, en que el rico es superior al pobre, cada uno es llevado a su enojo por la
y en el hablar, en que el orador es su- pasión que soporta. También ocurre es-
perior al que es incapaz de expresarse, to, si sucede acaso lo contrario de lo
y el que manda respecto del subdito, y que uno se esperaba; ya que lo inespe-
el que se cree digno de mandar respecto rado entristece mucho más como tam-
del que vale para subdito. Por eso se bién complace mucho más lo imprevisto,
ha dicho: si ocurre según se desea. Por todo eso,,
queda claro qué estaciones, tiempos, si-
es grande la ira de los reyes nutridos por Zeus, tuaciones y edades son más prontos a
la ira, y dónde y cuándo, y que cuan-
y también, do más de lleno caen dentro de las co-
pero también más tarde persiste1 el rencor (1»;
sas dichas, más propensas son a la ira.
Los que así están predispuestos a la
puesto que también ellos se enfurecen ira, se enfurecen contra los que se ríen,
por la superioridad. También se espera se burlan y se chancean; porque come-
ser considerado de parte de aquellos de ten ultraje contra ellos. Y también se
quienes se piensa se debe recibir bien; enfurecen contra aquellos que les dañan
y estos son aquellos a quienes uno ha en aquellas cosas que son signo de opro-
hecho o hace bien, él mismo o alguno bio. Y necesariamente serán estas cosas
de los suyos, o bien piensa o ha pensa- de tal categoría que no les darán nada
do favorecerles. en cambio ni son de utilidad a los que
Es claro, pues, por lo dicho, cuál es las hacen; ya que en esto precisamente
la disposición de ánimo en que se en- se manifiesta la insolencia. También
cuentran los que se encolerizan, contra se encolerizan contra aquellos que ha-
quiénes lo hacen y por qué causas. Ya blan mal y menosprecian aquello de que
que se enojan, cuando sienten tristeza; ellos más se precian; como por ejem-
porque el que siente amargura es por- plo los que pretenden ser considerados
que siente aspiración o tendencia a al- en el campo de la filosofía, si alguien
go; y tanto si directamente alguno se se la desprecia; y los que pretenden ser
les opone, como por ejemplo el que estimados por la perfección de su cuer-
impide beber al que tiene sed, como po, si se la desprecian; y de modo se-
si no lo hace directamente, de igual mejante en lo que atañe a las demás
manera parece suceder esto mismo; y, cosas. Y eso ocurre mucho más aún, si
si alguien les lleva la contraria, o no los que son objeto de burla imaginan
colabora con ellos, o bien si se les mo- no poseer aquello, o absolutamente, o
lesta en cualquier otra cosa, cuando es- en tanto grado, o que no se ve; puesto
tán en este estado de ánimo, se enfu- que cuando uno cree sobresalir mucho
en aquello en que es objeto de burla
(1) Ambos textos de la Ilíada, II, 196, y I, no se preocupa. Y se siente mayor eno-
182, respectivamente. jo aún contra los amigos que contra los
1379 b/1380 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 3 153

que no lo son; porque se piensa que es admiren; ante los que nos infunden res-
más lógico recibir de ellos buen trato, peto; o ante los que nos respetan; si
que no lo contrario. También se encole- alguien nos desprecia delante de estas
rizan estos contra los que están acos- personas, sentimos enojo. También se
tumbrados a rendirles honra y conside- encoleriza uno contra aquellos que des-
ración, si no vuelven a tratar con ellos; precian aquellas cosas, en cuya defensa
porque por .estas cosas piensan ser me- sería vergonzoso que no acudiéramos
nospreciados; ya que, si no, harían lo como por ejemplo nuestros padres o
mismo qué antes solían. Y lo mismo los hijos, la esposa, o los .subditos. Lo
contra los que no corresponden bien, ni mismo contra los que no devuelven un
pagan adecuadamente. Y también se en- favor; porque el desprecio consiste en
colerizan contra los que obran cosas que hacer algo fuera de lo debido. También
son contra uno, si son • inferiores; por- contra los aue ironizan a los que hablan
que a todos ellos parece que se les me- en serio; porque la ironía es un menos-
nosprecia, a los unos como a inferiores, precio. Y se encoleriza uno contra los
a los otros como que vienen de parte de que favorecen a los demás, pero no a
los inferiores. Lo mismo contra los que nosotros mismos; porque es despectivo
no son tehidos en ninguna consideración, no estimarle a uno digno de lo que a
si dan por su parte muestras de despre- todos los demás sí. Es también causa de
cio, se siente aún mayor enojo; ya que ira la falta de memoria, como por ejem-
se supone que la ira nace del desprecio plo el olvido de los hombres, aun sien-
de los que no tienen motivo por qué des- do cosa de poca importancia; porque
preciar, y a los inferiores no les cua- también el olvido parece ser muestra de
dra hacerlo; y se siente también eno- poca estima, ya qua el olvido procede
jo contra los amigos, si no hablan bien de descuido, y la falta de cuidado es
ni hacen favores, y todavía más si obran cierta falta de aprecio.
lo contrario, y si no se sienten necesi- Queda, pues, dicho, contra quiénes se
tados; como por ejemplo el Plexipo de experimenta el enojo y en qué estados
la tragedia de Antiíón (1) contra Me- de ánimo y por qué causas. Bs evidente
leagro; porque el no conmoverse e.s se- que convendría que el orador preparara
ñal de desprecio; ya que aquellos por con su discurso a los oyentes de tal ma-
quienes nos interesamos no nos pasan nera, que llegaran a la situación aními-
inadvertidos. Y contra los que se ale- ca de los que están enojados, y a los
gran de las desgracias y, en general, contrarios los hiciera aparecer cargados
contra los que no se impresionan en de culpas de tal Índole, que muevan a
sus desgracias personales; porque es se- ira y en tales circunstancias que exci-
ñal de enemistad y desprecio. También ten el enojo de los oyentes.
se encolerizan t ntra los que no medi-
tan si van a producir pesar con sus ac-
ciones; por eso también se enfurece CAPITULO 3
uno contra los que anuncian las malas
noticias. Lo mismo contra los que pres- SOBRE LA SERENIDAD O ENTEREZA
tan oídos a los errores que uno ha co-
metido o los consideran: porque estos Dado que lo contrario de irritarse es
tales son semejantes a los enemigos a el tranquilizarse, y la ira es contraria a
los que le desprecian a uno; ya aue los la serenidad, hay que tratar ahora so-
amigos se conduelen de ello, y todos los bre cómo es el estado de ánimo de
que ven en mal estado las cosas pro- los que son pacíficos, y respecto de quié-
pias, lo sienten. También contra los que nes lo son y por qué causas.
nos desprecian ante cinco clases de per- Sea la serenidad, pues, una detención
sonas : ante los que rivalizan con nos- y una pacificación de la ira.
otros en alsco: ante los que nosotros ad- Si se siente ira evidente contra los
miramos; ante los que deseamos nos que nos desprecian, y el desprecio es
voluntario, es evidente que ante los que
f l ) Plexioo era uno de los dos tíos de Me- no hacen esto, o lo hacen involuntaria-
leagro, a quien este mató. mente, o aparentan tales cosas, se es
154 ARISTÓTELES.—OBRAS 1380 a/1380 b
manso. Y también se es manso frente a Es evidente que loe que están en es-
los que quieren precisamente lo contra- tado de ánimo contrario al enojarse, son
rio de lo que en realidad han hecho. mansos; como por ejemplo en la risa,
Lo mismo ante los que también se por- en la chanza, en la fiesta, en la buena
tan consigo mismos como con nosotros, suerte, en la prosperidad, generalmente
ya que nadie parece despreciarse a sí en la falta de tristeza, en el placer no
mismo; y lo mismo ocurre ante los que insolente y en la esperanza equitativa.
se confiesan culpables y se arrepienten; Además, los que luego de algún suceso
porque al entristecerse, como aplicán- han dejado pasar el tiempo, tampoco
dose a sí mismos la justicia por las co- están sujetos a la ira; porque el tiem-
sas hechas, hacen cesar la ira. Actitud po la serena. La ira mayor contra una
que recuerda el castigo de los esclavos, persona determinada la aplaca la ven-
ya que a los que replican y niegan les ganza tomada antes contra otra perso-
castigamos más, en cambio a los que na; por eso Pilócrates (1), al pregun-
reconocen que son castigados justamen- társele, estando aún el pueblo enfure-
te, no les llega nuestra ira, ya pacifica- cido contra él: «¿Por qué no te defien-
da. La causa de ello está en que es des- des?», respondió con razón: «Aún no.»
vergüenza negar lo que es manifiesto, «Pues ¿cuándo?» «Cuando vea que han
y la desvergüenza es desprecio y falta calumniado a otro.» Porque entonces se
de consideración; al menos, ante aque- vuelve mansa la gente, cuando ha des-
llos que despreciamos, no sentimos ver- ahogado su ira contra otro, lo cual
güenza. Tampoco sentirnos ira ante los ocurrió en el caso de Ergófilo (2); ya
que se humillan a sí mismos y no repli- que, estando el pueblo más enojado con-
can; porque parecen reconocer que son tra él que contra Calistenes, lo solta-
inferiores, y los inferiores temen, y na- ron porque el día antes habían ya con-
die que teme a alguien, desprecia. Que denado a muerte a Calistenes. También
ante los que se humillan se calma la se calma la ira si se coge al ofensor.
ira, también los perros lo dan a enten- Y también si el adversario ha recibido
der no hiriendo a los que se echan al un daño mayor que el que está con él
suelo. Tampoco se enojan los que obran enojado le hubiera causado; ya que de
en serio contra los que se lo toman en esta manera se tiene la impresión de
serio; porque les parece que se les habla haber tomado ya la venganza. Y si se
en serio, pero no que se les menospre- cree que se ha cometido una injusticia
cia. Tampoco se encoleriza uno contra y que se ha pagado justamente, también
los que le han hecho mayores favores. se calma la ira—ya que contra lo jus-
Y tampoco contra los que ruegan y su- to no se siente ira—; porque se piensa
plican, porque están más abajo. Tam- que no sufren más de lo merecido, y eso
poco contra los que no ultrajan, ni son sí era causa de ira. Por eso es conve-
burlones ni despectivos con nadie ab- niente castigar primero de palabra; por-
solutamente, ni con los buenos, ni con que así se enfurecen menos los castiga-
los que son como nosotros. das, aun los mismos esclavos. Y no se
En general, conviene llegar a la con- siente ira si se piensa que el que su-
sideración de lo que serena, por los con- fre el castigo no sentirá que lo sufre por
trarios de lo que enoja. Se siente sere- causa de uno y en compensación de lo
nidad ante aquellos a quienes se teme que este sufrió, ya que la ira se ceba
y se respeta; porque mientras estamos en lo individual, lo cual es evidente por
en esta disposición de ánimo, no damos la definición. Por eso dice con razón el
cabida a la ira, ya que es imposible te- verso:
mer y enojarse al mismo tiempo. Tam- dile que fue Ulises, el destructor de ciudades (3),
poco ante los que obran por ira, se
enoja uno o se enoja menos; porque
sus obras no parecen movidas por el (1) Contemporáneo y enemigo político de
desprecio, ya que ningún iracundo des- Demóstenes.
precia; pues el desprecio no lleva con- (2) Ambos fueron generales en la expedición
sigo tristeza y la ira sí. Y tampoco se al Quersoneso.
siente la ira contra los que nos respetan. (3) Odisea, IX, 504.
1380 b/1381 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 4 155

porque no se sentiría Ulises vengado si mos que para uno los males y los bienes,
el cíclope no supiera por quién fue aque- y para quienes son también los mismos
llo hecho ni en compensación de qué los amigos y los enemigos de uno; por-
cosa. De manera que no se enoja uno que es necesario que quieran lo mismo
contra los que no sienten ni contra los que aquellos de quienes son amigos; de
que ya murieron, porque han sufrido ya manera que el que quiera para otro lo
el término, y no tendrán más dolor ni mismo que quiere para sí, este parece
sentirán, que es lo que pretenden los ser amigo de aquel otro. Y se ama a los
iracundos. Por eso dice con razón el que le hacen bien a uno mismo o a los
poeta, sobre Héctor ya cadáver, que- que lo hacen a aquellos por quienes uno
riendo poner fin a la ira de Aquiles: se interesa; ya sean los bienes grandes,
bien sean hechos con buen espíritu, bien
pues tierra sordomuda ultraja furibundo (1). realizados en determinadas circunstan-
cias y por causa de uno mismo, o por
Está, pues, suficientemente claro que aquellos de quienes se piensa tienen in-
los que quieran aplacar a otros han de tención de hacer algún favor. Y se ama
sacar los recursos a emplear de estos tó- a los amigos de los amigos, y a los que
picos, para disponer a los oyentes de tal aman a los que también uno ama. Y
manera que sientan temor de aquellos a los que son amados por los que son
contra quienes están enojados, p que amados por uno. Y lo mismo a los que
sientan respeto, o que los consideren tienen los mismos enemigos que uno y
inclinados a hacer favores, o autores odian a los .mismos que uno odia y a
involuntarios de sus actos, o bien muy los que son odiados por los que son odia-
dolidos de sus acciones. dos por uno mismo; ya que para todos
estos parecen existir los mismos bienes
que para uno mismo, de manera que
CAPITULO 4 quieren los mismos bienes que uno quie-
re, lo cual decíamos es lo característico
SOBRE EL AMOR, LA ENEMISTAD Y EL del amigo. También a los que han tra-
ODIO bajado benéficamente en pro de las ri-
quezas y de la seguridad; por eso se
Digamos hacia quiénes se siente amor estima a los que son liberales, a los que
y odio, y por qué, luego que hayamos son valerosos y a los que son justos. Se
definido qué es la amistad y el amor. consideran tales los que no viven a cos-
Sea amor el querer para alguien aque- ta de otros; y tales son los que viven
llo que se cree bueno, por causa de del trabajo, y de estos los que viven de
aquel y no de uno mismo, y sentirse la agricultura, y de los demás los arte-
además inclinado a realizarlo según las sanos de una manera especial. También
propias posibilidades. Amigo es el que se ama a los que son temperantes, por-
ama y es, a su vez, amado. Consideran que no cometen injusticias. Y a los que
ser amigos aquellos que se hallan así aman la tranquilidad, por la misma ra-
dispuestos entre sí. zón. Y a aquellos de quienes queremos
Supuestas estas cosas, es necesario ser amigos, si nos parecen dispuestos a
que sea amigo el que se goza juntamente serlo; tales son los que son buenos por
con los bienes del otro, y el que a una su virtud, y los que son bien considera-
con él se entristece en las penalidades, dos, sea entre todos, sea entre los me-
no por otra razón que por el mismo a jores o entre los que son admirados por
quien ama. Porque, cuando a uno le van nosotros o entre los que nos admiran
bien todas las cosas, todos se alegran de a nosotros. Lo mismo, además, los que
ello, y cuando las cosas son adversas, se son agradables en su trato y en su con-
entristecen; de modo que las penas y las vivencia; son tales los complacientes y
alegrías son el signo manifestativo de los que no están siempre dispuestos a
una voluntad que ama. son, pues, ami- echarle a uno en cara sus equivocacio-
gos aquellos para quienes son los mis- nes, y los que no son amantes de la po-
lémica y* rijosos; porque todos estos son
U) Ilíada, XXIV, 5*. reñidores y los reñidores parecen querer
156 ARISTÓTELES.—OBRAS 1381 a/1382 a
lo contrario que uno. Y los que son há- tal que por ello no vayan a ocurrirle a
biles en soltar chanzas y en soportar- uno mayores males. Y también a aque-
las; ya que unos y otros tienden a lo llos que de un modo semejante aman a
mismo y son capaces de hacer burlas los ausentes y a los presentes; por eso
y soportarlas adecuadamente. Y también también amamos a todos los que son asi
se ama a los que alaban los bienes que para con nuestros muertos. Y se ama
uno tiene y de entre ellos, sobre todo, también, en general, a los que aman
aquellos que uno teme no poseer. Tam- mucho a sus amigos y no les abando-
bién se ama a los que son limpios en .su nan en sus dificultades; porque aman
presentación personal, en su vestido, en sobre todo, entre los buenos, a los que
toda su vida. Y lo mismo a los que no son buenos en la amistad. Y lo mismo a
le echan a uno en cara sus faltas; por- los que no le engañan a uno; y tales
que los que hacen ambas cosas solo sir- son los que nos dicen nuestros defec-
ven para criticar. Y también se ama a tos; ya que se ha dicho que no nos
los que no son rencorosos ni guardan avergonzamos ante nuestros amigos de
las ofensas, sino que son fáciles a la las cosas que están sujetas a opinión;
reconciliación, porque imaginamos se- porque si el vergonzoso no es amigo, sí
rán para con nosotros como son para parece serlo, en cambio, el que no es
con los demás. Y lo mismo a los que no vergonzoso. Y se ama igualmente a los
hablan de lo que está mal y no advier- que no son terribles, y a aquellos ha-
ten las cosas malas de los que están cer- cia los que sentimos confianza; por-
ca de ellos ni las nuestras, sino sólo que nadie ama al que teme.
las cosas buenas; porque obra así el que Especies o formas del amor son el
es bueno. Y se ama a los que no ofre- compañerismo, la familiaridad, el paren-
cen oposición a los iracundos ni a los tesco y demás cosas semejantes.
que tienen prisa; ya que los que obran El favor es causa eficaz del amor, y
así son también pendencieros. Y se ama hacerlo sin ser rogado y sin hacer ver
a los que de algún modo nos tratan con que se ha hecho; ya que asi parece
solicitud, como mostrándonos admira- haber sido hecho tan solo por causa del
ción, y considerándonos buenos y gozan- mismo amigo, y no por otra cosa.
do con nuestra compañía, y sobre todo Por lo que se refiere a la enemistad
los que experimentan los mismos senti- y el odio, es evidente que cabe estudiar-
mientos que nosotros en las cosas en los a partir de los contratos de lo di-
que más deseamos ser admirados o pa- cho. Causas de la enemistad son la ira,
recer ser mejores o más agradables. Y la vejación, la calumnia. La ira procede,
se ama a los semejantes y a los que se decíamos, de las cosas que le afectan a
dedican a lo mismo, a no ser que estor- uno mismo, la enemistad en cambio tie-
ben o se ganen la vida con lo mismo; ne lugar sin que la cosa le afecte a uno
porque entonces sucede aquello de que personalmente; ya que si podemos sos-
pechar que una cosa está incluida en
también el alfarero está contra el alfarero. este género, la odiamos. Y la ira se
ceba siempre en lo individual, como en
Y se ama a los que desean lo mismo, Calías o Sócrates, el odio en cambio
con tal que sea posible que ellos par- comprendé también las cosas genéricas,
ticipen a su vez en ello; ya que, de ya que todo el mundo odia al ladrón y
lo contrario, sucede también lo dicho. al calumniador. Y aquella admite, con
Y se ama a aquellos ante quienes se tie- el tiempo, curación; este, en cambio,
ne tal disposición de ánimo que no se no es curable. Y la una conlleva ten-
siente ante ellos vergüenza en las cosas dencia a causar tristeza, mientras el
opinables y tampoco se los desprecia. otro tiende a causar daño; porque el
Y se ama a aquellos con quienes se ri- que está enojado quiere sentir el daño
valiza o por quienes se quiere ser emu- que causa, y al que odia nada le impor-
lado, aunque no envidiado; a estos o ta advertirlo. Las cosas que causan tris-
se les ama o se quiere que sean amigos. teza se sienten todas; con todo las peo-
Y lo mismo a aquellos con quienes se res son las menos sensibles, la injusti-
puede colaborar en obrar el bien, con cia y la insensatez; porque ninguna
1382 a/1382 b RETORICA.—LBRO II.—CAP. 5 157

tristeza causa la presencia del mal. Y quieren ponerlo por obra, de manera
la una lleva consigo tristeza, el otro que están muy cerca de la acción. Y es
en cambio no; porque el que está eno- también temible la injusticia que tiene
jado está triste, y el que odia, no. Y el poder; ya que por la decisión premedi-
uno se movería a compasión si al otro tada, es injusto el injusto. Y también
le ocurrieran muchas cofias, y este en es temible la virtud ultrajada que tie-
cambio no se compadecería ante nin- ne poder; porque es evidente que siem-
guna cosa; ya que el uno quiere sim- pre tiene intención de obrar, puesto que
plemente que aquel contra quien está ha sido ultrajada, y ahora además tiene
enojado, pague a su vez, mientras que poder para hacerlo. Y es también temi-
el otro no quiere que exista aquel a ble el miedo en aquellos que pueden
quien odia. hacer algún mal; ya que es necesario
Asi pues, por lo dicho queda bien cla- que quien está en tal disposición de
ro que es posible demostrar que los ami- ánimo esté también preparado para ha-
gos y los enemigos lo son y, cuando no cerlo. Puesto que la masa de la gente
lo son, es posible hacerlos pasar por ta- es bastante mala y no se sabe sobrepo-
les, y si dicen que lo son, deshacer tal ner al lucro, y es bastante cobarde en
afirmación; y cuando están en pleito los peligros, es de ordinario temible es-
por ira o por enemistad, es posible en- tar a merced de otro, de manera que
cuadrarlos en la categoría de amigo o los que han sido cómplices en algún he-
de enemigo, según uno haya elegido cho malo, es peligroso que se vuelvan
antes. temibles, o que le denuncien a uno ó
Qué cosas son las que se temen, a que le abandonen a uno en el apuro. Y
quiénes se teme y bajo qué disposición son también temibles para aquellos a
de ánimo, quedará claro por lo que si- quienes puede hacerse injusticia, los que
gue. tienen poderío para cometerla; porque
de ordinario, los hombres, cuando pue-
CAPITULO 5 den, cometen injusticia. También son
temibles los que han sido victimas de
SOBRE EL TEMOR Y EL VALOR alguna injusticia o al menos se creen
tales, porque estos acechan- siempre la
Sea el temor cierta pena o turbación ocasión. Y los que han delinquido, cuan-
que resulta de la imaginación de un do tienen poder, son también temibles,
mal inminente, dañoso o triste; porque por el temor que sienten ellos a su vez
no todas las cosas malas se temen, co- de ser víctimas de alguna venganza. Ya
mo por ejemplo ser uno injusto o tar- que se supone que esto es temible. Y son
do, sino cuantas puedan conllevar gran- igualmente temibles los que están en
des penalidades o daños, y aun esto no, pugna por cosas que no es posible ten-
si parece lejano, sino tan solo si parece gan al mismo tiempo los unos y los
cercano, como si fuera ya a suceder, ya otros; porque siempre están en lucha
que las cosas muy lejanas no se temen, entre sí por ello. Y lo son los que son
porque todos saben que van a morir, temibles para quien es más fuerte que
pero como no lo consideran inmediato, uno; porque todavía más podrían da-
no se preocupan de ello. ñarle a uno que aquellos, si pueden ha-
Así pues, si esto es el temor, es nece- cerlo a los que son más fuertes. Y aque-
sario que sean temibles aquellas cosas llos a quienes temen los que son más
que parecen poseer una gran capacidad fuertes que uno, y por la misma razón.
de destruir o de causar daños, que tien- Y lo son también los que han eliminado
dan con fuerza a una gran tristeza. Por o vencido a los aue son más fuertes que
eso son también temibles las señales de uno; y los que han agredido a los que
tales cosas; porque lo temible parece son más débiles que uno; porque, o
estar cercano; ya que esto es precisa- eran ya temibles antes, o lo son ahora
mente el peligro: la proximidad de lo por haberse crecido. Y son también te-
temible. Y tales son entonces la enemis- mibles, de entre los que han sido vícti-
tad y la ira de los que tienen poder mas de injusticia y son enemigos o ri-
para hacer algo; porque es evidente que vales, no los de genio pronto y los que
158 ARISTÓTELES.—OBRAS 1382 b/1383 a
no tienen doblez, sino los mansos, los otros, en igualdad de circunstancias que
hipócritas y los astutos; porque si es- ellos, padecen o han padecido, y a ma-
tán cerca de uno, no se reconocen, de nos de quienes ellos no imaginaban, y
modo que nunca es evidente que estén tales cosas y en tales ocasiones que ellos
lejos. no podían pensar.
Todas las cosas temibles son aún más Puesto que con esto queda ya claro lo
temibles, cuando, una vez cometida la que se refiere al temor y a las cosas te-
íalta, no es posible rectificar, sino que mibles, y al estado de ánimo de todos y
la enmienda es totalmente imposible o cada uno de los que temen, también re-
no está en uno mismo, sino en los con- sulta evidente de ello qué es lo valero-
trarios. Y también lo son las cosas en so, y en qué cosas se dan a conocer los
que no es posible pedir auxilio o no es valientes y qué disposición de ánimo su-
íácil hacerlo. Hablando en general, son ponen los valerosos; porque el valor es
temibles todas las cosas que, cuando les lo contrario del temor y lo que mueve
ocurren o amenazan ocurrirles a los de- a la intrepidez es io contrario de lo te-
más, merecen compasión. mible; de manera que valor es la es-
Así pues, las cosas temibles y las que peranza acompañada de la imaginación
en realidad se temen, son casi estas las de que están cerca las cosas salvado-
mayores, por así decirlo; digamos aho- ras y de que las cosas temibles o no
ra en qué estado de ánimo están los existen o están lejos.
que temen. Si el temor, pues, se da con Son cosas que infunden valor el que
el presentimiento de sufrir algún daño las cosas temibles estén lejos y que es-
capaz de producir la aniquilación, es tén cerca las que anuncian la salva-
evidente que nadie teme aquellas cosas ción. Y si caben remedios o recursos,
que parece no pueden dañar en nada, muchos o mayores, o las dos cosas a un
ni aquellas cosas que uno piensa no va tiempo, y si no se ha sido víctima '(Le
a padecer, ni a aouellos de quienes uno injusticia alguna ni autor de ella, y los
piensa no va a padecerlo, ni cuando se rivales o simplemente no existen o no
piensa que no van a ocurrir.- Es necesa- tienen poder, o si, teniendo poder, son
rio, pues, que teman los que piensan que amigos o bienhechores o han recibido
pueden sufrir algo, y a aquellos de quie- nuestros favores. O bien, si son más nu-
nes les puede venir esto, y aquellas co- merosos aquellos a quienes conviene lo
sas que pueden suceder y las veces que mismo que a uno, o son más fuertes,
les puedan suceder. Pues no piensan po- o ambas cosas.
der padecer daño ni los que están en Los valerosos lo son en estas disposi-
gran prosperidad, ni los que creen estar- ciones de ánimo: si creen que han triun-
lo; por eso los insolentes, los despecti- fado mucho y no han padecido, o bien
vos y los temerarios—ya que la riqueza, si muchas veces han llegado al borde
la fuerza, las muchas .amistades y el de las cosas temibles y las han podido
poder los hace tales—; y tampoco los esquivar; porque de dos maneras se
que creen que ya han sido víctimas de vuelven insensibles los hombres: o por
todas las cosas temibles y están ya fríos no tener experiencia o por tener seguri-
de cara al futuro, como los que ya han dad, y así, en los peligros del mar, los
sido fuertemente azotados con varas; que no han vivido una tormenta con-
antes, para temer, conviene que sobre- fían superar el futuro, y también lo es-
viva alguna esperanza de salvación, res- peran los que tienen seguridad por la
pecto de aquello por que se lucha. La experiencia pasada. Se es también va-
prueba está en que el miedo nos hace leroso, cuando* una cosa no es temible
considerados, y nadie delibera o consi- a los que son semejantes a uno, ni a
dera sobre las cosas desesperadas. los que son menos que uno, ni a aque-
De manera que, cuando sea mejor que llos de quienes uno se considera supe-
los oyentes teman a alguien, es conve- rior; y creemos que entre estos están
niente disponerlos diciéndoles que es- aquellos a quienes hemos vencido, o per-
tán en condiciones de que les ocurra al- sonalmente a ellos, o a los que son más
go; porque también otros mayores que fuertes que ellos o semejantes a ellos.
ellos han sufrido; y mostrarles que También son así los que piensan po»
1383 b/1384 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 6 159
seer más y mayores cosas que aquellas conviene ; porque nace de la incontinen-
por cuya posesión vienen a ser los hom- cia. Y el lucrar con cosas mezquinas o
bres temibles; tales cosas son la gran vergonzosas, o de quienes no se pueden
cantidad de riquezas, la fuerza corpo- defender, como, por ejemplo, de los po-
ral, los amigos, las posesiones territoria- bres o de los muertos; de donde viene
les, los elementos dispuestos para la gue- el refrán: «sacar hasta de un cadáver»;
rra, o de todas clases o de los más im- poique esto nace de codicia y avaricia.
portantes. Y tampoco se siente temor, Y también es vergonzoso no prestar au-
si no se ha cometido injusticia contra xilio con dinero, pudiéndolo hacer, o
nadie, o solo contra pocos, o contra aque- i prestarlo menor de lo que se puede. Y
llos de quienes no se teme nada. Y, ge- hacerse socorrer por los que tienen me-
neralmente, tampoco se teme si se está nos recusos que uno: también es ver-
en buena situación respecto de los dio- gonzoso. Y lo es también pedir dinero
ses, en otras cosas y en las que vienen prestado, cuando uno parece mendigar,
confirmadas por señales y oráculos; y mendigar, cuando uno parece exigir,
porque la ira da animosidad; y el no y exigir, cuando uno parece que men-
cometer injusticia, antes ser víctima de diga, y tributar alabanzas,, cuando uno
ella, provoca la ira; y se supone que parece" que las pide, y hacerlo no menos,
la divinidad acude en ayuda de los que cuando le ha sido denegada a uno una
sufren injusticias. Y tampoco se siente petición; porque todo esto son señales
temor cuando, al emprender algo, se de tacañería. El alabar a los que están
cree que nada le puede pasar a uno de presentes es adulación, y el excederse
momento, ni le va a pasar luego, antes al alabar lo bueno y atenuar las co-
ha de triunfar. Y así se ha hablado ya sas malas y el ser extremado en doler-
de lo que se refiere a las cosas temibles se con el que se duele en nuestra pre-
y a las que infunden valor. sencia, y todo lo demás semejante a
esto; porque todo ello son señales de
adulación.
CAPITULO 6 Y es vergonzoso no tolerar trabajos,
que toleran en cambio los que son más
SOBRE LA VERGÜENZA O RESPETO ancianos, o llevan una vida regalada o
los que se hallan en mejor fortuna, o
De qué cosas se siente vergüenza y ! simplemente son de inferior capacidad.
de cuáles no se siente, y ante quiénes Porque todo esto son señales de molicie.
y en qué estados de ánimo se siente, Y recibir beneficios de otro, y esto mu-
se verá, claro por io que sigue. chas veces, y criticar duramente el fa-
Sea la vergüenza cierta tristeza o tur- vor que le hicieron; porque todo esto
bación respecto de los vicios presen- son señales de mezquindad de espíritu
tes, pasados o futuros, que parecen lle- y de bajeza. Y lo es asimismo anunciar
var a una pérdida de la honra; y la a todos los vientos las cosas propias y
desvergüenza es cierto desprecio e in- pregonarse a sí mismo, y afirmar que
diferencia respecto de las mismas co- también son propias las cosas ajenas;
sas. porque todo ello es síntoma de fanfarro-
Si vergüenza es lo que ha sido defi- nería. Y hacer de manera semejante con
nido, es necesario que se sienta vergüen- los hechos que proceden de cada uno
za de aquellas faltas que parecen ser de los vicios del carácter, y de sus se-
vergonzosas para uno mismo y para ñales y las demás cosas semejantes, por-
aquellos por quienes uno se muestra so- que son cosas infames y vergonzosas.
lícito; tales son todas las obras que pro- Y no participar de los bienes de los
ceden de un vicio, como, por ejemplo, que todos participan, o todos los que
arrojar el escudo y huir; porque nace son de igual categoría o clase, o la ma-
de cobardía. Y lo mismo robarle a uno yoría de ellos—y llamo iguales a los
algo que recibió como fianza, o delin- de la misma nación, a los conciudada-
quir ya que ello procede de la injus- nos, a los coetáneos, parientes y, en ge-
ticia. Y fornicar con quienes no se debe neral, a todos los que están en igual
hacer, o donde no conviene, o cuando no condición que uno—; porque es vergon-
160 ARISTÓTELES.—OBRAS 1384 a/1384 b
zoso no participar, por ejemplo, hasta Se respeta a los que no están expues-
cierto grado de la educación, y seme- tos a estas cosas; porque es evidente
jantemente de las demás cosas. Todas que ellos opinan lo contrario de todo
estas causas de desvergüenza lo son esto. Y se respeta a los que no son in-
más, si parecen provenir de uno mis- dulgentes con los que parecen pecar;
mo ; porque de esta manera parecen porque las cosas que uno mismo hace,
ser en mayor grado consecuencia de un se dice que no se las reprocha uno a
vicio, si uno es la causa de lo que ha los que están cerca de él, y en cuanto
sucedido, sucede o sucederá. Los que no las hace, es evidente que las ha de
padecen, han padecido o van a padecer reprochar. Y también se respeta asimis-
cuanto conduce al deshonor y al ultra- mo a los que comunican esto a muchos;
je, reciben vergüenza en estas cosas; ya que en nada se distinguen el no
estas cosas son las que llevan a servi- juzgar y el no comunicarlo. Son pro-
dumbres del cuerpo, o a actos vergon- pensos a comentar las cosas los que
zosos, entre los cuales esta el sufrir ul- han padecido injusticias, porque están
traje. Y también Jo que toca a la in- siempre en acecho, y también los mal-
continencia, sea voluntario, sea involun- dicientes; porque si estos critican aun
tario—lo impuesto por la violencia es a los que no han faltado, más aún a
involuntario—; porque la paciencia y el los que sí han faltado. Y también se
no defenderse son consecuencia de la fal- respeta a los que tienen como ocupa-
ta de fortaleza o de la cobardía. ción censurar los pecados de los qué
Las cosas que causan vergüenza son viven cerca de ellos, como son, por ejem-
estas y todas las que son de este mis- plo, los bufones y los autores cómicos;
mo estilo; porque la vergüenza es una porque estos son de alguna manera mal-
representación imaginativa de lo que dicientes y pregoneros de las cosas. Y
se refiere a la deshonra, y por causa antes aquellos a quienes en nada les han
de esta misma y no de sus consecuen- fallado sus esperanzas; porque están
cias, porque nadie se preocupa de la en la posición de los que son admirados.
opinión, sino de los que opinan, es ne- Por eso se siente vergüenza de aquellos
cesario que se avergüence uno ante a quienes por primera vez se les ha pe-
aquellos de quienes se tiene cuenta. Y dido algo, ya que entre ellos, de algu-
se tiene cuenta de los admiradores de na manera, no había aún desmerecido
uno y de los que uno mismo admira, y uno; tales son los que están comenzan-
de aquellos por quienes uno quiere ser do a querer ser amigos de uno—ya que
admirado y de aquellos a quienes se se fijan en lo mejor de uno; por eso
emula y cuya opinión no se menospre- está bien la respuesta de Eurípides a
cia. Se quiere ser admirado por aque- los siracusanos (1)—; y entre los anti-
llos y se admira a aquellos que poseen guos conocidos se cuentan como tales
algún bien de los que son ordinariamen- los que nada conocen de uno. Se tie-
te estimados, o aquellos de quienes ac- ne vergüenza no solo de las cosas lla-
cidentalmente se necesita lograr algo de madas vergonzosas, sino también de sus
que ellos son señores, como les ocurre a señales manifestativas, por ejemplo, no
los amantes; se emula a los que son solo de entregarse al acto del amor, si-
iguales; se tiene en consideración a los no también de sus signos. Y no solo al
que son prudentes, porque dicen la ver- cometer acciones vergonzosas, sino tam-
dad, y son tales los de edad avanzada bién al hablar de ellas. De semejante
y los que han recibido una educación modo no solo se siente vergüenza de
esmerada. También se siente vergüenza las personas dichas, sino también de las
de lo que está a la vista y es más pa-
tente; de donde el proverbio de que (1) Un escolio a este1 pasaje dice que Eurípi-
«en los ojos están las cosas que cau- des—no se sabe si el poeta trágico o un Heu-
san vergüenza». Por eso se siente más rippides, político conocido por una inscripción—
vergüenza de los que siempre van a es- fue encargado de tratar una paz con Siracusa.
Encontró mal dispuestos a los ciudadanos, por
tar junto a uno y de los que nos con- lo que les dijo qué solo por presentarse como
ceden mayor atención, porque unos y admiradores, debían aceptar las condiciones de
otros están ante los ojos. los atenienses.
1384 b/1385 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 7 161
que se lo van a manifestar a ellas, co- brís?—dijo—, ¿es que mañana no os
mo, por ejemplo, los criados o sus ami- va a ver alguno de estos?».
gos. En general, no se tiene vergüenza Así pues, esto es lo que hay que de-
ni de los que despreciamos mucho por cir respecto de la vergüenza; de la des-
su poca fidelidad a lo verdadero^-por- vergüenza, con evidencia hallaremos
que nadie se avergüenza de los niños o abundantes premisas en las cosas contra-
de los animales—, ni se siente igual ver- rias a estas.
güenza ante los conocidos que ante los
desconocidos, sino aue ante los cono-
cidos se siente vergüenza de las cosas CAPITULO 7
que se juzgan vergonzosas de verdad y,
ante los más lejanos, de lo que se refie- DEL FAVOR
re a las costumbres admitidas.
La vergüenza es posible sentirla en A quiénes se hace favor y sobre qué
estos estados de ánimo: primero, si an- cosas o en qué estado de ánimo, que-
te nosotros, con la disposición de áni- dará aclarado, una vez hayamos defi-
mo de los que hemos dicho sienten ver- nido el favor.
güenza, se hallaran otros cualesquiera. Sea, pues, favor el servicio según el
Eran estos los que son admirados por cual el que lo conce'de se dice que ha-
uno, o los que le admiran a uno, o aque- ce favor al que lo necesita, no a cam-
llos por quienes se quiere ser admira- bio de alguna cosa ni con fin alguno
do, o aquellos de quienes se necesita un en provecho del que lo hace, sino pa-
favor de los que no se alcanzan si des- ra el otro; será grande cuando se ha
merece nuestra opinión, y esto o bien hecho a uno muy necesitado, o es de
porque nos ven—como Cidias en su dis- cosas grandes y difíciles, o en tales cir-
curso sobre la colonia de Samos, ya que cunstancias determinadas, o ha sido el
dijo a los atenienses que se imagina- único en hacerlo, o el primero o el que
ran que los griegos estaban a su alre- más.
dedor viendo, y no solo oyendo, lo que Son necesidades los apetitos, y de es-
iban a votar—, o bien porque estos ta- tos sobre todo los que ocasionan triste-
les están cerca de nosotros, o porque za si no se llevan a satisfacción. Tales
van a saberlo pronto, por eso no se son las pasiones; por ejemplo, el amor.
quiere ser visto en desgracia por los que Y también lo son los que se dan en
le emulaban a uno en otro tiempo; por- los sufrimientos del cuerpo y en los
que los émulos son admiradores. Y cuan- peligros; porque también el que zozo-
do se tienen obras y cosas que producen bra desea y lo mismo el que siente pe-
vergüenza, sean propias de los antepa- na. Por eso los que se encuentran en
sados o de otros cualesquiera con quie- la pobreza y el destierro, aunque sea
nes le ata a uno un parentesco próxi- pequeño el servicio que les hagan, que-
mo. Y en general, de aquellos hacia quie- dan agradecidos por la magnitud de la
nes se siente vergüenza; son estos los necesidad y por la circunstancia; como
ya dichos y los que con uno tienen al- el que prestó su estera en el Liceo. Es,
guna relación, o aquellos de quienes se pues, necesario sobre todo prestar ser-
ha sido maestro o consejero, y si hay vicio en cosas de esta monta, y si aca-
otros semejantes con quienes rivalizar; so no, en iguales o mayores.
porque muchas cosas se hacen o se de- Por consiguiente, una vez que está
jan de hacer por respeto a ellos. Y se claro a quiénes y en qué cosas se pres-
es más vergonzoso con los que van a ta un favor, y en qué disposición de
ser vistos con frecuencia, y con los que ánimo, es evidente que a partir de es-
van a convivir en público con los que to hay que preparar los argumentos, que
le conocen a uno. De donde el poeta muestren que unos se hallan o se han
Antifón, yendo a ser muerto a golpe de hallado en tal pena o necesidad y que
varas por sentencia de Dionisio, vien- los otros han prestado en tal necesidad
do a los que iban a morir con él ta- tal servicio o lo están prestando. Tam-
pándose el rostro a medida que atra- bién es evidente de dónde se puede ne-
vesaban los puestos—«¿por qué os cu- gar este favor y dejar en evidencia a los
ARISIOIELES.—«
162 ARISTÓTELES.—OBRAS 1385 b/1386 a
desagradecidos, diciendo que se hace o dos los bienes, es evidente que también
se hizo el tal servicio teniendo por fin el de no poder sufrir ningún mal; por-
los mismos que lo hacen o hicieron—v que ciertamente este es uno de los bie-
esto no es ya favor—, o que ocurrió nes. Son estos tales, como para pensar
por casualidad o necesariamente, o que que bien pueden padecer los que ya
devolvió, pero no dio, tanto si lo hizo han padecido y se han librado del mal,
sabiendo, como ignorándolo; pues, de y los ancianos, por su prudencia y su
ambas maneras fue a cambio de algo, experiencia, y los débiles, y más aún
de modo que así no pudo ser favor. los cobardes y los instruidos; porque
Y hay que atender a lo que se refie- son buenos calculadores. Y los que tie-
re a todas las categorías; porque el nen padres, hijos o esposa; porque las
favor lo es o porque lo es, o porque es personas de este género son tales como
de tal cantidad, o del tal cualidad, o para padecer las cosas dichas. Y los
en tal tiempo o lugar. Y prueba de que que no están sujetos a una pasión da
algo no es favor es ver si uno menor valor, como, por ejemplo, la ira o la
que aquel no ae hubiera prestado, y si cólera—ya que estas pasiones no tienen
se ha prestado a los enemigos lo mis- en cuenta el futuro—, ni los que están
mo, o algo igual o mayor; porque es sujetos a un espíritu' insolente—porque
evidente que tales cosas no se hicie- tampoco estos prevén el poder sufrir
ron por nosotros. Y también hay que algo—; pero sí los que se hallan en un
ver si fue cosa sin valor, sabiéndolo el punto medio; ni tampoco los demasiado
que lo hizo; ya que nadie reconocerá rencorosos; ya que los abrumados por
haber necesitado algo sin valor. la atención a sus propios daños, no sien-
ten compasión. Se siente compasión si
se cree que algunos hay que sean bue-
CAPITULO 8 nos; porque, el que no cree tal a na-
die, pensará que todos son dignos de
SOBRE LA COMPASIÓN daño. Y, en general, cuando uno está
en tal disposición que recuerda que co-
Queda dicho cuanto se reñere al fa- sas semejantes le han ocurrido a él
vorecer y al ser ingrato; digamos aho- mismo o a sus allegados, o espera que
ra qué cosas son dignas de compasión, le ocurran a él o a los suyos.
y a quiénes se compadece y en qué dis- Queda, pues, dicho en qué estados de
posición de ánimo. ánimo se siente la compasión; lo que
Sea la compasión cierta tristeza por se compadece está claro por la misma
un mal que aparece grave o penoso en definición; ya que todas las cosas gra-
quien no es merecedor de padecerlo; vemente dañosas entre las que son pe-
el cual mal podría esperar padecerlo nosas y dolorosas, son todas merecedo-
uno mismo o alguno de los allegados ras de compasión; y del mismo modo
de uno, y esto cuando apareciese cerca- las que son mortales y aquellos males
no; porque es evidente que es nece- grandes cuya causa es la mala suerte.
sario que el que va a sentir compasión Son males dolorosos y graves las muer-
esté en tal situación que pueda pensar tes y ultrajes corporales, los malos tra-
que podría padecer algún mal o él mis- tos, la vejez, las enfermedades y la fal-
mo o alguno de sus allegados, y un mal ta de alimento; los males causados por
tal como se ha dicho en la definición, la mala suerte son la carencia y escasez
o semejante o casi tan grande; por de amigos—por eso es digno de compa-
eso no sienten compasión ni los absolu- sión el ser arrancado de los amigos y
tamente perdidos—porque piensan que compañeros—, la fealdad, la debilidad,
ya nada hay mayor que puedan ellos la mutilación y aquello de que, siendo
padecer, porque ya lo han padecido—, lógico venga un bien, procede un mal.
ni los que se creen en una suprema fe-
licidad, los cuales más bien ultra- una gran importancia en la ética griega. Es
jan (1); ya que, si piensan poseer to- un exceso pecaminoso que siempre castigan los
dioses. Bajo el nombre de «conducta desafora-
da», Toynbee—A Study of History—lo aplica
(1) La noción de insolencia o ultraje tiene al militarismo como fenómeno histórico.
1386 a/1386 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 9 163
Y el ser esto muchas veces así. Y tam- ¡así las señales manifestativas, como por
bién que, habiendo sufrido un mal, ven- ¡ejemplo los vestidos de los que han su-
ga luego un bien, como, por ejemplo, frido una desgracia y otras cosas seme-
que a Diopeites (1) le llegara el obse- jantes; y las acciones, las palabras y
quio del rey una vez muerto. Y tam- las demás cosas de los que padecen des-
bién el no ocurrirle a uno nada bueno gracia, como, por ejemplo, de los que
o, si le ocurre, no poder gozarlo. están ya muriendo. Y, sobre todo, es
Aquellas cosas, pues, de que se sien- digno de compasión el que estén en ta-
te compasión son estas y sus semejan- les circunstancias personas buenas; por-
tes ; se compadece a los conocidos, si que todas estas cosas, al hacerlo apa-
su familiaridad no es demasiado cerca- recer cercano, hacen mayor la compa-
na; ya que, respecto a estos, sentimos sión, ya que resulta inmerecida la des-
lo mismo que si nos ocurriera a nos- gracia y se desarrolla ante los ojos.
otros. Por eso Amasis (2) no lloró so-
bre el hijo que era llevado a morir, se-
gún cuentan, pero sí por el amigo que CAPITULO 9
pedía limosna; porque esto era digno
de compasión; aquello, en cambio, era SOBRE LA INDIGNACIÓN
terrible; porque lo terrible es distinto
de lo que es digno de compasión, y re- Se contrapone sobre todo al compa-
chaza la compasión y muchas veces sir- decerse lo que se llama indignación;
ve para lo contrario; porque ya no se porque es en cierto grado opuesto al en-
siente la compasión, cuando está cerca tristecerse por las desgracias inmere-
de uno lo que es terrible. Se compade- cidas y procede del mismo rasgo de ca-
ce también a los semejantes en edad, rácter el entristecerse por los sucesos
en carácter, en hábitos, en dignidades, favorables inmerecidos. Y ambas pasio-
en linaje; ya que en todos éstos pare- nes son propias de un carácter noble;
ce más claro lo que también le puede porque es equitativo apenarse y sentir
ocurrir a uno; porque conviene decir compasión hacia los que padecen des-
aquí que, en general, lo que tememos gracias inmerecidamente y sentir indig-
para nosotros, esto es lo que compa- nación contra los que inmerecidamente
decemos cuando les ocurre a los demás. gozan de ventura; ya que es injusto lo
Porque las desgracias que se nos mues- que sucede contra lo que cada uno me-
tran cercanas son las que merecen nues- rece, por lo cual atribuimos también a
tra compasión, y de las cosas que ocu- los dioses el indignarse.
rrieron hace diez mil años o van a ocu- También podría parecer que la envi-
rrir dentro de otro tanto, como no se dia se contraponía de la misma mane-
esperan ni se recuerdan, generalmente ra a la compasión, como si se acerca-
no se siente compasión, o no de mane- ra mucho y fuera del mismo género que
ra igual, por esto es necesario que los la indignación, pero es cosa distinta;
que refuerzan el efecto con las actitu- ya que la envidia es una tristeza con
des exteriores, con sus voces, con su turbación y se siente por el bien ajeno,
vestido y, en general, con lo que es pero no del inmerecido, sino del igual
teatral, despierten más la compasión; y del semejante. Y no porqué a uno le
ya que hacen que el mal parezca más in- vaya a ocurrir algo nuevo con ello, si-
mediato al ponerlo ante los ojos, o co- no por el mismo prójimo, conviene que
mo inminente o como recién sucedido. se dé en todos de modo semejante; por-
Y lo que ha sucedido hace poco o lo que no será ya una cosa envidia y otra
que amenaza para en breve es más dig- turbación, sino temor, si el placer y
no de compasión; por eso son también la turbación provienen de que a uno le
va a venir algún mal de la suerte de
(1) Es el estratega de que habla Démostenos aquel.
en su discurso sobre el Quersoneso.
(2) No se conoce esta anécdota referida a Y es evidente que a estos les segui-
este faraón egipcio, sino referida a Psaménito rán las pasiones contrarias; porque el
—Herodoto, III—. Quizá confundió A. el nom- que se entristece por los que padecen
bre. daños sin merecerlo, se alegrará o es-
164 ARISTÓTELES.—OBRAS 1386 b/1387 b
tara sin pena, cuando los sufren de tienen mando y los que tienen poder,
modo contrario; por ejemplo, cuando y muchas amistades, y buenos hijos y
a los parricidas y asesinos les llegue la cualesquiera de estas cosas. Y, si por
hora del castigo, ningún hombre decen- causa de estas cosas, algún bien se les
te se entristecerá; ya que es preciso produce a ellos, lo mismo; porque más
alegrarse de tales casos, como ocurre pesar causan los nuevos ricos que man-
con los que gozan del bien merecidamen- dan por ser ricos, que no los ricos an-
te; porque ambas cosas son justas y tiguos. Y de manera semejante ocurre
causan alegría en el hombre equitati- en las demás cosas. La causa es que
vo; pues es necesario esperar que le los unos parecen poseer lo suyo propio
ocurra también a uno lo que ya le ocu- y los otros no; porque lo que siempre
rre a quien es nuestro semejante. Y to- aparece del mismo modo parece ser ver-
das estas cosas son propias del mismo dad, de manera que los demás es como
rasgo de carácter, y las cosas opuestas si poseyeran lo que no es suyo. Y, pues-
son propias del contrario, ya que es to que cada uno de los bienes no es
la misma pers9na la que se goza en el digno del primero que caiga, sino que
mal y es envidiosa; porque es preci- hay cierta analogía y adecuación, por
so que aquello de lo cual uno se entris- ejemplo, la belleza de las armas no co-
tece, cuando le sucede a otro o lo po- rresponde al justo, sino al valeroso, y
see otro, sea lo mismo de que uno se los matrimonios distinguidos no cua-
alegra, cuando es destruido o se priva dran a los nuevos ricos, sino a los no-
a otro de ello. Por eso todos estos sen- bles, es indignante que uno, siendo bue-
timientos son estorbos de la. compasión, no, no alcance lo que le toca. Y tam-
porque se diferencian "de ella por las cau- bién lo es que un inferior se oponga a
sas dichas; de manera que, para hacer un superior, y precisamente en aquello
una cosa que no sea digna de compa- mismo en que se da su superioridad;
sión, todos son igualmente útiles. de donde se dice también esto:
Digamos, en primer lugar, algo sobre pero evitó el combate contra Ayax Telamoaiada;
la indignación, contra quiénes se in- porque Zeus se indignaba con él, cada vez que
digna uno, y por qué razones y en qué [combatía con un héroe más virtuoso... (1).
estado de ánimo; luego, después de es-
tas cosas, sobre todo lo demás. Por lo Y, si no, también si se enfrenta el
expuesto resulta esto evidente; porque, que es de alguna manera inferior al
si indignarse es entristecerse por el que que es de alguna manera superior, co-
parece gozar inmerecidamente del bien, mo, por ejemplo, un músico a un jus-
es primeramente claro que no es po- to; porque es mejor la justicia que la
sible indignarse contra todos los bie- música.
nes; ya que no se indignará uno si el Contra quiénes, pues, se siente indig-
otro es justo o valeroso, o si alcanza nación y por qué, queda claro por lo
una virtud—pues tampoco mueven a que se ha dicho; ya que son las cosas
compasión las cosas opuestas a esto—, expuestas y las semejantes a ellas. Es
sino de la riqueza, el poder y las cosas uno propenso a la indignación, aunque
de este estilo, de las que generalmente sea uno digno de los mayores bienes y
hablando son merecedores los buenos y los posea; porque no es justo que lo
los que por naturaleza poseen bienes, que corresponde" a los de una clase, lo
como nobleza de cuna, belleza y otros posean los que no son iguales a ellos.
semejantes. Y puesto que lo antiguo En .segundo lugar, si sucede que uno es
parece algo cercano a lo que es por na- bueno y honrado, ya que juzga bien y
turaleza, es necesario que, contra los que odia las cosas injustas. También si es
poseen un mismo bien, si sucede que uno ambicioso y está deseoso de al-
casualmente lo poseen desde hace poco gunas cosas, y precisamente aquello que
y por ello gozan de ventura, se sienta se ambiciona lo obtienen los otros sin
mayor indignación; porque más pesar ser dignos de ello. Y, en general, los
causan los que son ricos nuevos que que se sienten dignos de lo que otros
los que lo son de antiguo y por lina-
je; del mismo modo también los que (1) Ilíada, XI, 542. s.
1387 b/1388 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 10 165

no merecen, son propensos a la indig- que a ellos todo les parece ser grande.
nación contra estos y por estas causas. Respecto de las cosas en que se sien-
Por eso las personas de espíritu servil, te la envidia, hemos ya enumerado los
las que son mezquinas y las que no am- bienes; ya que la envidia llega a to-
bicionan gloria, no son fáciles a la in- das aquellas cosas y obras en que se
dignación; porque no existe nada de siente el amor a la gloria y la ambi-
que ellos piensen ser dignos. cien de honores, y se excita la ten-
Por eso resulta evidente quiénes de- dencia a la fama, y a todo lo que cae
ben serle a uno causa de alegría y de bajo la denominación de buena suerte,
no sentir pena, cuando tengan mala i y sobre todo a aquello a lo que uno
suerte, o padezcan algún daño o carez- tiende esforzadamente o que cree debe-
can de algo; ya que de lo dicho se de- ría poseer, o con cuya posesión se su-
duce con claridad lo opuesto; de mane- pera uno un poco o se queda uno un
ra que si el discurso prepara debidamen- poco menos atrás.
te a los jueces, y demuestra que los que También es evidente quiénes son aque-
son dignos de que se los compadezca y llos a quienes se envidia; porque se ha
en aquellas cosas en que merecerían que dicho a la vez que lo anterior; ya que
se les compadezca, que son inmerecedo- se envidia a los que están cerca en el
res de alcanzarla y dignos de no alcan- tiempo, el lugar, la edad, la fama o el
zarla, es imposible que se sienta la com- linaje. De donde se dice:
pasión.
también :a familia sabe envidiar (1).
CAPITULO 10 También es cosa clara quiénes son
SOBRE LA ENVIDIA
aquellos a quienes se emula; pues se
emula a los ya mencionados, mientras
También es cosa clara sobre qué ma- que nadie compite con los que vivieron
terias se siente envidia y contra quié- nace diez mil años, ni con los que han
nes, y en qué estado de ánimo, si la de existir, ni con los muertos, ni con
envidia es cierta tristeza por la abun- los que están donde las columnas de
dancia manifiesta de los bienes dichos, Hércules. Ni tampoco se emula a los
t sentida contra los iguales, no con el que se estima, por juicio propio y de
* pretexto o deseo de que algo sea para otros, que le dejan a uno muy atrás;
uno, sino por ellos mismos; sentirán en- y tampoco a los que uno supera con
vidia, por consiguiente, estos tales de mucho. De la misma manera, se emu-
aquellos que son iguales a ellos o lo pa- la a los que tienden a estas mismas
recen. Llamo iguales a los que lo son en cosas; ya que se emula a los competido-
linaje, o en parentela, en edad, en há- res en juegos, a los rivales en el amor,
bitos, en fama, en bienes de fortuna. y, en general, a los que aspiran a lo
También son envidiosos aquellos a quie- mismo que uno; aunque es preciso que
nes les falta poco para tenerlo todo-^por a estos sobre todo se les envidie; por
eso los que realizan grandes cosas y eso se dijo:
son felices, son envidiosos—; porque también el alfarero al alfarero...
i piensan que otros se llevan lo que "es
suyo en propiedad. Y los que son hon- De igual manera se envidia a los que
rados sobre manera en algo especial, poseyendo o alcanzando algo, son oca-
; y mayormente si es por la sabiduría o sión para uno de deshonra; ya que
i
;
la felicidad. Y los que ambicionan ho- estos .son los que viven cerca de uno o
ñores son más envidiosos que los que los que son iguales que uno. Porque
no les ambicionan. Y los que se creen está claro que, en comparación con es-
sabios; porque ambicionan los honores tos, no ha alcanzado uno el bien, y
que corresponden a la sabiduría. Y, en así esto hace penosa la envidia. Y tam-
i general, los que ambicionan la gloria bién a los que tienen o han poseído
en algún campo determinado, son envi- aquello que le corresponde a uno o que
diosos en lo que H ello se refiere. Y
también los de espíritu pequeño; por- (1) El dicho es de Esquilo.
166 ARISTÓTELES.—OBRAS 1388 a/1388 b
alguna vez alcanzó; por eso los de edad gados de honores; son estos bienes la
avanzada tienen envidia de los jóve- riqueza, los muchos amigos, los cargos
nes, y los que han gastado mucho en en el gobierno de la ciudad y otros se-
una cosa envidian a los que han gasta- mejantes ; porque, como a ellos mismos
do poco en la misma. Y a los que han les es adecuado ser buenos—ya que ello
conseguido algo rápidamente les envi- es conforme a los que tienen una bue-
dian los que o aún no lo han alcanza- na disposición de espíritu—, sienten
do o pasaron ya la oportunidad de al- emulación por tales bienes. Y se emu-
canzarlo. la a aquellos a quienes los demás esti-
Queda, pues, claro en qué se gozan los man dignos de ser emulados. Y aque-
envidiosos, y en quiénes y con qué dis- llos cuyos antepasados, parientes, fami-
posición de ánimo se da la envidia; liares, nación o ciudad están cargados
porque según el estado en que sientan de honores, sienten fácilmente emula-
pesar, estando en este estado de ánimo ción por estas cosas; porque piensan que
se alegrarán de las cosas contrarias, de estas cosas les son familiares y que ellos
manera que, si los oradores son capa- son dignos de ellas. Si despiertan emu-
ces de provocar tal estado de ánimo en lación los bienes estimables, es preci-
los oyentes, y los que piensan que han so que las virtudes sean de esta índo-
de ser compadecidos o son dignos de le, y lo mismo cuantas cosas son a los
alcanzar algún bien son como los que demás útiles y beneficiosas; ya que
hemos dicho, es digno que no van a se honra a los que obran el bien y son
alcanzar compasión de los que han de buenos. Y también provocan la emula-
arbitrar la situación. ción aquellos de cuyos bienes dimana
el goce a los que están cerca de ellos,
como son, por ejemplo, las riquezas, y
CAPITULO 11 la belleza más que la salud.
Queda claro también así quiénes son
SOBRE LA EMULACIÓN
los que son dignos de ser emulados; ya
que son los que poseen estas cosas y los
que son semejantes a ellas. Son estas
En qué disposiciones de espíritu se las mencionadas, como, por ejemplo, el
siente la emulación, y sobre qué cosas valor, la sabiduría, la autoridad; por-
y en quiénes, se verá, con claridad por que los que mandan pueden hacer bien
lo que sigue; porque, si emulación es a muchos, como son los generales, los
un pesar por la presencia manifiesta de oradores y cuantos pueden -realizar ta-
bienes estimables y alcanzables por uno les cosas. Y también aquellos a quie-
mismo—pesar respecto de ios que son nes muchos quieren semejarse, o de
iguales en naturaleza—, y no porque quienes muchos quieren ser conocidos,
pertenecen a otro, sino porque no per- o de quienes muchos quieren ser ami-
tenecen también a uno mismo—por eso gos. Y también aquellos a quienes mu-
la emulación es honrosa y digna de gen- chos admiran, o a quienes nosotros mis-
te de honor; el envidiar es, en cambio, mos admiramos. Y también aquellos de
vil y de espíritus mezquinos; ya que, quienes se dicen alabanzas y encomios,
mientras unos se disponen por medio bien por los poetas, bien por los pro-
de la emulación a alcanzar los bienes, sistas.
los otros se proponen por la envidia que Se desprecia, en cambio, a los con-
el prójimo no los posea—, es necesario trarios; porque el menosprecio es opues-
que sean propensos a la emulación los to a la emulación, y el emular lo es al
que se estiman a si mismos merecedo- menospreciar. Es necesario que los que
res de bienes que no poseen; porque están en un estado de ánimo apto para
nadie se cree digno de lo que parece im- emular a alguno o para ser emulados,
posible. menosprecien, y por estos motivos, o
Por eso son fáciles a la emulación aquellos que poseen los males contra-
los jóvenes y los de espíritu magnáni- rios a los" bienes que estimulan la emu-
mo. Y lo mismo los que poseen bienes lación. Por eso muchas veces se des-
tales que son dignos de hombres car- precia a los que gozan de buena suer-
1388 b/1389 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 12 167
te, cuando la tienen sin los bienes que genuos, porque todavía no han sido tes-
en realidad merecen estimación. tigos de muchas maldades. Y son cré-
De los motivos, pues, por los que las dulos, porque todavía no han sido en-
pasiones nacen y desaparecen, y de las gañados en muchas cosas. Y están llenos
cuales se originan los argumentos retó- de esperanza; porque, de manera seme-
ricos, hemos hablado ya. jante a los alcohólicos, los jóvenes es-
tán calientes por la naturaleza y, al
mismo tiempo, porque aún no han su-
CAPITULO 12 frido desengaños en muchas cosas. Y así
viven la mayoría de las cosas con la es-
SOBRE LOS CARACTERES Y SU RELACIÓN peranza; porque la esperanza mira a
CON LA EDAD. CARÁCTER TÍPICO DEL JOVEN lo que es futuro, mientras que el re-
cuerdo mira al pasado, y para los jó-
Examinemos ahora, después de esto, venes lo futuro es mucho y lo preté-
cómo es cada uno por carácter, según rito, breve; ya que el primer día de
los hábitos, las pasiones, las edades y nada pueden acordarse y en cambio pue-
las circunstancias de la fortuna. Lla- den esperarlo todo. Y son fáciles de
mo pasiones a la ira, la concupiscencia engañar, por lo dicho; porque esperan
y otras semejantes, de las que hemos fácilmente. Y son bastante animosos;
hablado antes, y hábitos a las virtudes porque están llenos de decisión y de
y vicios; también de estos he hablado esperanza, de lo cual lo uno los hace
antes y de cuáles prefiere cada uno y no temer y lo otro les hace ser auda-
cuáles practica. Las edades son la ju- ces; porque ninguno teme cuando está
ventud, la madurez, la ancianidad. Lla- enojado y el esperar algún bien es
mo fortuna a la nobleza de sangre, & algo que inspira resolución. También son
la riqueza, a las capacidades de cada vergonzosos; porque aún no sospechan
uno, y también a sus contrarios, y, en la existencia de otros bienes, antes han
general, a la buena y a la mala suerte. sido educados solamente por la ley de
Los jóvenes son por carácter concu- lo convencional (1). Y son magnáni-
piscentes, y decididos a hacer cuanto mos; porque aún :io han sido humilla-
puedan apetecer. Y en cuanto a los ape- dos por la vida, antes son inexpertos en
titos corporales son, sobre todo, segui- las cosas necesarias, y la magnanimidad
dores de los placeres del amor e incon- consiste en estimarse a sí mismo dig-
tinentes en ellos. También son fácil- no de cosas grandes; y eso es propio
mente variables y en seguida se cansan del que tiene esperanza.
de sus placeres, y ios apetecen con vio- Y prefieren realizar las cosas que son
lencia, pero también se calman rápi- hermosas que las que son convenientes;
damente; sus caprichos son violentos, porque viven más según su manera de
pero no grandes, como por ejemplo ser que según la razón; y la razón
el hambre y la sed en los que están calculadora se nutre de lo convenien-
enfermos. También son los jóvenes apa- te, la virtud en cambio de lo bello. Y
sionados y de genio vivo y capaces de son más amantes de los amigos y com-
dejarse llevar por sus impulsos, Y son pañeros que los de otras edades, por-
dominados por la ira; ya que por pun- que gozan con la convivencia y por-
to de honra no aguantan ser despre- que todavía no juzgan nada de cara a
ciados, antes se enojan si se creen objeto la utilidad y el lucro, y así tampoco a
de injusticia. Y aman el prestigio, pe- los amigos.
ro más aún el vencer; porque la ju- Y en todas estas cosas pecan por ex-
ventud tiene apetito de excelencia, y la. ceso y por la violencia, contra el dicho
victoria es una superación de algo. Y
son más estas cosas que no codiciosos; '!) Tovar traduce >«los usos» con esta acla-
y son menos avariciosos porque aún no ración : usa esta palabra «tal como la ha acu-
han experimentado la indigencia, como ñado para la sociología Ortega y Gasset. Se
reza la sentencia de Pitaco sobre An- trata de lo que es convencional entre los hom-
fiarao. bres, pero que no se puede transgredir». Por
Y no son mal intencionados, sino in- esto nuestra traducción.
168 ARISTÓTELES.—OBRAS 1389 b/1390 a
de Quilón (1), ya que todo lo hacen una de las cosas necesarias y, al mis-
en exceso: aman demasiado y odian mo tiempo, saben por la experiencia
demasiado, y todo lo demás de semejan- cuán difícil es llegar a poseerla y cuán
te manera. Y cometen las injusticias fácil es perderla. Y son cobardes y to-
por insolencia, pero no por maldad. do lo temen por adelantado; porque
Y son compasivos, por suponer a to- están en contraria disposición de áni-
dos virtuosos y mejores; ya que miden mo que los jóvenes; pues se han en-
a los que están cerca de ellos según friado en su naturaleza, mientras que
su propia falta de maldad, de mane- los jóvenes son calientes, de manera que
ra que suponen que estos padecen co- la ancianidad parece preparar el cami-
sas inmerecidas. También son amantes no a la cobardía; ya que el temor es
de la risa, y por eso también son pro- un enfriamiento. Y son amantes de la
pensos a la burla; porque la mofa es vida, y más hacia su último día, por-
una insolencia educada. que el deseo tiene por objeto lo que no
está o no se tiene, y aquello de que
se carece se apetece más. Y son más
CAPITULO 13 egoístas de lo que se debe; porque tam-
bién esto es cierta pequeñez de espíri-
SOBRE EL CARÁCTER DEL ANCIANO tu. Y viven de cara a lo útil y conve-
niente, pero no de cara a lo hermoso,
Así pues, tal es el carácter de los jó- y eso también más de lo que convie-
venes; los de edad avanzada, en cam- ne, por ser egoístas; ya que lo útil
bio, y los que ya han envejecido tienen es bueno para uno mismo, lo hermoso,
sus rasgos de carácter deducibles, en su en cambio, es simplemente bueno. Y son
mayoría, de los contrarios a estos; por- más desvergonzados que vergonzosos;
que, por haber vivido muchos años y ha- porque, por no preocuparse igual de lo
ber sido engañados mucho más y por bello o lo bueno que de lo útil, despre-
haber cometido errores, y porque son cian la buena opinión. Y están desespe-
malas la mayoría de las cosas, no ase- ranzados, por la experiencia; porque la
guran nada con firmeza, y dicen en to- mayoría de las cosas que ocurren son
do mucho menos de lo que conviene. Y malas; ya que la mayoría de las co-
dan en las cosas su opinión, pero con- sas tienden a lo peor; y además por
fiesaín no saber nada; y, cuando discu- causa de su cobardía. Y viven más del
ten, añaden siempre el probablemente recuerdo que de la esperanza; porque
y el quizá, y todo lo dicen así, pero es poco lo que les resta de vida y lo pa-
nada . con firmeza. Y son maliciosos; sado, en cambio, es mucho, y la espe-
porque la malicia consiste en interpre- ranza mira a lo futuro, la memoria a
tar todas las cosas según lo peor. Ade- las cosas pretéritas. Y eso mismo les
más son suspicaces, debido a su descon- es causa de charlatanería; pues se pa-
fianza, y son desconfiados por su expe- san las horas contando las cosas pasa-
riencia. Y ni aman violentamente, ni das, porque gozan recordando. Y sus
tampoco odian con violencia, por la enojos so'n agudos, pero débiles; y de
misma razón, sino que, según el precep- sus pasiones, las más los han abando-
to de Bías (2), aman como quien lue- nado y las otras son débiles, de modo
go ha de odiar, y odian como quien que no son apasionados, ni obran al
luego ha de amar. Y son de espíritu ritmo de sus pasiones, sirio tan solo de
mezquino, porque han sido humillados cara a la utilidad. Por eso parecen tem-
por la vida; ya que no apetecen nada perantes los que están en esta edad,
grande ni extraordinario, sino solo lo porque sus pasiones han retrocedido y
necesario para vivir. Y no son genero- ellos viven solo para el provecho. Y vi-
sos ; porque los bienes de fortuna son ven más según la razón calculadora que
(1) La máxima de Quilón, uno de los siete según una manera espontánea de ser;
fiattios de Grecia, es la célebre u.roív Gr('G(v, porque la razón calculadora mira más a
ne quid nimis {nada en exceso). lo útil, y lo temperamental mira más
(2) Bias de Pirene es otro de los siete sa- a la virtud. Y las injusticias las come-
bios de Grecia. ten por maldad, no por insolencia, Tam-
RETORICA.—LIBRO II.—CAPS. 14 y 15 169
bien los ancianos son compasivos, pero los treinta años hasta los treinta y cin-
no por los mismos motivos que los jó- co, y el alma hasta alrededor de los
venes; ya que estos lo son por huma- cuarenta y nueve.
nitarismo, aquellos lo son por debili- Quede, pues, dicho todo esto sobre có-
dad ; porque piensan que todo está a mo es el carácter propio de cada edad,
punto de ocurrirle.s, y esto, decíamos, de la juventud, de la ancianidad y de
era propio de la compasión. Por eso son la madurez.
llorones, y no alegres ni amigos de la
risa, porque el quejarse siempre es con-
trario del amar la risa. CAPITULO 15
Tales son los rasgos de carácter pro-
pios de los jóvenes y de los ancianos; SOBRE LOS RASGOS DE CARÁCTER EN QUE
de manera que, puesto que todos acep- INFLUYE LA FORTUNA. I í NOBLEZA
tan con gusto los discursos dirigidos a
su propia, manera de ser y a los carac- Hablemos a continuación de los bie-
teres semejantes, está claro cómo de- nes que proceden de la fortuna, y por
ben procurar presentarse así cuantos cuántos de ellos y cuáles son ellos, los
se sirvan de los discursos, y esto tanto
ellos personalmente como sus propios rasgos de carácter que en consecuencia
discursos. se dan en los hombres.
Carácter propio de la nobleza de san-
gre, pues, es que el que la posea sea un
CAPmiLO 14 tanto ambicioso; porque todos, cuando
poseen algo, tienden a aumentarlo, y la
SOBRE EL CARÁCTER DEL HOMBRE MADURO nobleza es un mérito de los antepasa'
dos. Y tienden a ser despectivos, aun
Es evidente que ¡os aue están en la con sus semejantes o semejantes a sus
madurez, estarán según" su carácter en antepasados, porque de lejos las mismas
medio de estos dos, quitando de unos cosas son más valiosas y más fáciles co-
y otros lo extremoso, sin ser ni dema- mo objeto de fanfarronería que de cerca.
siado confiado—ya que esto es temeri- Se es noble según la virtud del linaje,
dad—, ni temiendo demasiado, sino te- y genuino por no salirse del orden na-
niendo un ánimo ecuánime para ambas tural ; lo cual de ordinario no sucede
cosas; no confiando de todos ni tampo- a los nobles, antes son la mayoría vulga-
co desconfiando de todos, sino con pre- res : porque hay una especie de cosecha
ferencia juzgando según lo verdadero; no en los linajes de los hombres, lo mismo
viviendo solamente para lo bello, ni solo que en lo que nace de la tierra, y algu-
tampoco para lo útil, sino para ambas nas veces, si el linaje es bueno, nacen
cosas; no viviendo ni para el ahorro durante algún tiempo hombres extraor-
solo, ni para el derroche, sino para lo dinarios, y después de nuevo decaen.
equilibrado. De manera semejante en lo Las estirpes llenas de vitalidad deri-
que mira a la ira y a la concupiscen- van hacia caracteres un tanto desqui-
cia. Y son temperantes con fortaleza, y ciados, como los descendientes de Al-
fuertes con templanza, porque estas cua- cibíades y los de Dionisio el antiguo;
lidades se dividen entre los jóvenes y y !a.s estirpes más tranquilas derivan
los viejos, ya que los jóvenes son vale- hacia la simpleza y la indolencia, como
rosos e intemperantes, y los ancianos los descendientes de Cimón, de Pericles
temperantes, pero cobardes. Por decirlo y de Sócrates (1).
en general, cuanto de bueno se reparte
entre la juventud y la ancianidad, todas
las cosas que poseen unos y otros, todas (11 El hijo de Alcibíades les sirvió a los ora-
las tiene también el hombre maduro, y dores como un modelo típico de desorden. De
las violencias de Dionisio eí joven fue una de
de las cosas que a unos les sobran y a las víctimas el propio Platón. Poco se sabe de
los otros les faltan, posee lo que es mo- los hijos de Cimón. De los de Pericles fue
derado y adecuado. proverbial su insignificancia. Algo parecido cabe
El cuerpo está en la madurez desde decir de la indolencia de los hijos de Sócrates.
170 ARISTÓTELES.—OBR AS 1391 a/1391 b
lia riqueza; por otra, tiene cosas mejo-
CAPITULO 16 res, ya que los poderosos son por carác-
ter más ambiciosos de honra y más ba-
SOBRE LA RIQUEZA roniles que los ricos, por aspirar a co-
sas que pueden ellos poner por obra
Los rasgos de carácter que consecuen- gracias a su poder. Y son más diligen-
temente siguen a la riqueza están bien tes, por estar en vigilancia, obligados a
a la vista de todos; porque los ricos son mirar por lo que ¿e refiere a su cargo.
insolentes y orgullosos, afectados por la Y son más serios o graves; porque su
posesión de la riqueza, ya que están dignidad les hace más dignos de respe-
como si poseyeran todos los bienes; y to, y por eso se moderan; ya que la
la riqueza es como la medida del valor dignidad es una gravedad fácil y deco-
de las cosas, con lo cual parece como si rosa. Y si cometen injusticia, no come-
todas las cosas se pudieran comprar con ten una nadería, sino un gran delito.
ella. Y son los ricos afeminados y fas- La buena suerte produce rasgos de ca-
tuosos; afeminados por la molicie y el rácter análogos por partes a los de los
exhibicionismo de su felicidad, fastuo- bienes dichos antes; porque las ventu-
sos y caprichosos porque suelen pasarse ras consideradas de mayor valía tien-
el tiempo en lo que es amado y admira- den a estas cosas, como también a tener
do por ellos, y por pensar que los demás una buena descendencia; y la buena
desean lo que ellos. Y a] mismo tiempo suerte predispone a tener en abundan-
sufren esto con razón; porque muchos cia los bienes del cuerpo, por causa de
necesitan lo que ellos poseen. De donde la buena suerte son los hombres más
se cuenta el dicho de Simónides sobre arrogantes y más irrazonables, pero en
los sabios y los ricos, a la mujer de Hie- cambio, un buen rasgo de carácter acom-
rón, quien le había preguntado antes paña a la buena suerte, y es que los fa-
qué era mejor, si ser sabio o ser rico; vorecidos por ella son amantes de los
y respondió que rico: —«Porque a los dioses y están frente a ellos en buena
sabios los veréis pasando el tiempo ante disposición de ánimo, llenos de fe por
los palacios de los ricos.» También es los bienes que les ha deparado la bue-
propio de ellos el creerse dignos de man- na suerte.
dar; porque creen poseer aquello poi Hemos, pues, tratado de los bienes de
causa de lo cual se es digno de mandar. carácter causados por la edad y la for-
Y para resumir, el carácter del rico es tuna; los rasgos contrarios a estos se
el de un tonto feliz. evidencian por los conceptos contrarios,
Difieren los caracteres de los nuevos como son por ejemplo los rasgos de ca-
ricos y los de los que lo son de antiguo, rácter de la pobreza, de la desgracia y
en que los nuevos ricos tienen todas es- de la carencia de poder.
tas cosas y más, y las mas malas de las
malas cualidades; porque ser nuevo rico
es como carecer de educación sobre ia CAPITULO 18
riqueza.
Los ricos cometen las Injusticias no SOBRE LOS TÓPICOS COMUNES A LAS TRES
por malicia, sino unos por insolencia y CLASES DE DISCURSOS
otros por incontinencia, como los ultra-
jes y el adulterio. Puesto que el uso de los discursos per-
suasivos va encaminado al juicio—por-
que sobre las cosas que ya conocemos y
CAPITULO 17 que ya hemos juzgado, no es necesario
el discurso—, se usan también estos si
SOBRE EL PODER Y LA BUENA SUERTE uno quiere persuadir a disuadir a uno,
como hacen, por ejemplo, los que re-
De manera semejante son evidentes prenden a uno o intentan convencerle
casi todos los rasgos de carácter que se —ya que nadie es menos juez por serlo
refieren al poder; porque, de una par- solo: y aquel a quien conviene per-
te, tiene el poder las mismas cosas que suadir es, por decirlo absolutamente,
1391 b/1392 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 19 171

juez—; de igual manera si habla uno pico de lo posible y lo futuro, del géne-
contra la parte litigante que si habla ro deliberativo.
contra una proposición; porque es ne-
cesario servirse del discurso y destruir
los argumentos contrarios, contra los ¡ CAPITULO 19
cuales se habla, como contra una parte
litigante, y de esa misma manera in- SOBRE EL TÓPICO DE LO POSIBLE Y LO
cluso en los discursos demostrativos;
porque el discurso se dirige al oyente IMPOSIBLE, SOBRE EL TÓPICO DE HECHO,
como a un juez. Con todo, generalmen- Y SOBRE LOS DE ENGRANDECIMIENTO Y
te el único juez es, en absoluto, en los ATENUACIÓN
debates políticos, el que resuelve lo que
está pendiente de solución; y se inquie- Hablemos primero, pues, sobre lo po-
re cómo son las cosas que están en liti- sible y lo imposible. Si, pues, un con-
gio y sobre qué cosas se delibera; se trario a algo es posible que sea o que
habló ya antes, al tratar de los discur- haya sido, también aquello de que es
sos deliberativos, de los caracteres de contrario parecerá ser posible: por
cada una de las formas de gobierno de ejemplo, si es posible que un hombre
una ciudad, de manera que pudo que- haya sanado, también lo es que enfer-
dar ya determinado cómo y por qué me- mara; porque la potencialidad de los
dios hay que dar a los discursos su ca- contrarios es la misma, en cuanto con-
rácter apropiado. trarios; y si lo semejante es posible,
Dado que decíamos que para cada cla- también lo es aquello de quien es se-
se de discursos era distinto el fin, ya mejante. Y si es posible lo más difí-
respecto de todo ello hemos traído las cil, también lo es io más fácil. Y si es
opiniones y las premisas de las cuales posible que una cosa sea buena y her-
habían de inferir los argumentas de mosa, también es posible que simple-
credibilidad los oradores deliberativos, mente sea o exista; pues es más difí-
los demostrativos y los forenses; hemos cil que una cosa sea hermosa, que no
tratado además de aquellos puntos a que exista ella simplemente. Y de aque-
partir de los cuales es posible hacer los llo cuyo principio puede haber existido,
discursos adecuados a los. caracteres; también puede existir el fin; porque na-
nos queda ahora por tratar lo que toca da que sea imposible se hace ni comien-
a las cosas comunes a todos: porque a za a hacerse; por ejemplo: que la dia-
todos les es necesario servirse en los dis- gonal sea de la misma medida que el
cursos de lo que se refiere a lo posible lado, ni podría comenzar a ser ni es. Y
y a lo imposible, y les será necesario a de aquello cuyo fin es posible, también
los más o intentar demostrar que algo lo es el comienzo; porque todas las co-
será así, o bien que algo sucedió de tal sas proceden de un principio. Y si es
manera. También es propio de todos los posible que exista lo posterior, bien por
discursos el tópico común de la magni- su esencia bien por generación, también
tud; porque todos hacen uso del recur- es posible que exista lo anterior; como
so de aumentar o atenuar algo, los que por ejemplo, si es posible que exista un
deliberan, los que alaban o censuran, los varón, también es posible que exista un
que acusan o defienden. Una vez defini- niño—pues este existe antes—; y si es
das estas cosas, intentemos tratar en co- posible el niño, también es posible el
mún de los entimemas, en cuanto po- varón—porque también es posible su
damos, y de los ejemplos, de manera principio—. Y son posibles aquellas co-
que añadiendo lo que se ha dejado, de- sas de las que, por naturaleza, hay amor
mos fin al plan previsto desde el comien- o concupiscencia; porque, de ordinario,
zo. De entre los lugares comunes, el en- nadie ama ni apetece lo imposible. Y
grandecer o atenuar es el más propio del aquellas cosas sobre las que existen cien-
género demostrativo, como se ha dicho; cias y «rtes, son también posibles y exis-
el tópico de lo ya sucedido es el mas pro- ten. También son posibles aquellas co-
pio del género forense—porque el juicio sas, cuyo principio de realización está
trata sobre cosas de estas—; y el tó- en determinadas personas, a quienes
172 ARISTÓTELES.—OBRAS 1392 a/1393 a
nosotros podemos obligar o persuadir; I bien habrá ocurrido lo anterior; por
y estas personas son aquellas de quie- ejemplo, si algo se ha olvidado, es que
nes somos superiores, señores o amigos. alguna vez se aprendió. Y si se podía
Y aquello cuyas partes son posibles, y se quería se hizo; porque todos, cuan-
también es posible como todo, y aque- ,do pueden lo que quieren, lo hacen; ya
uas partes cuyo todo es posible son tam- ! que nada se lo impide. También si se
bién posibles de ordinario; porque si quería y ninguna cosa externa lo impe-
pueden existir corte anterior, puntera í oía, y si era posible y se estaba enojado,
y pala, también puede existir el calza- y si era posible y se apetecía; porque,
do, y si es posible el calzado, también de ordinario, las cosas que se apetecen,
corte anterior y puntera (1); y si el si se puede, se hacen: los débiles las
género entero está entre lo posible, tam- hacen por incontinencia, los buenos por-
Dién lo estará la especie; y si la espe- que apetecen lo decente. Y si esta-
c.e, también el género; como, por ejem- ba a punto de suceder y hacerse, porque
plo, si es posible que exista la nave, es verosímil que el que estaba a punto
también es posible la trirreme y, si lo de hacer algo, lo haya hecho. Y si ha
es la trirreme, también lo será la nave. sucedido lo que naturalmente ocurre
Y si es posible uno cualquiera de dos tér- antes de aquello o por causa de aquello,
minos, naturalmente recíprocos, también también; por ejemplo, si relampagueó
será posible el otro; por ejemplo, si es también tronó, y si tentó también se-
posible el doble, también será posible la (dujo. Y si ocurrió lo que por naturale-
mitad y, si lo es la mitad, también será I za se da luego a aquello por causa de lo
posible el doble. Y Si algo puede venir a cual sucede, y si sucede lo que suele
ser sin arte ni preparación, con más ra- suceder antes y lo que suele suceder a
rón será posible poniendo por medio arte causa de aquello; por ejemplo, si tronó
y cuidado; de donde se dijo por boca también relampagueó, y si corrompió
de Agatón (2>: también tentó. Porque de todas estas
cosas, unas se dan por necesidad, las
por cierto que unas cosas las hacemos por arte, otras porque de ordinaio se está en esta
[otras, en cambio, disposición de ánimo. En cuanto al de-
vienen a nosotros por la necesidad y el azar. mostrar que algo no ha sucedido, re-

Y si algo es posible a los que son sulta evidente a partir de los conceptos
peores, interiores o menos dotados, más contrarios a lo dicho.
aún lo será para sus contrarios; como lo Por las mismas razones, resulta claro
dijo también Isócrates (3) que seria terri- queque se refiere al futuro; porque lo
existe en potencia y en la voluntad,
ble que, si Eutino llegó a saberlo, no pu-
diera descubrirlo él mismo. Respecto de existirá, y también lo que existe, con la
lo imposible, claramente se puede con- facultad de ponerlo por obra, en la con-
cluir lo que corresponde, partiendo de !todas cupiscencia, en la ira y en el cálculo; y
las cosas que están en el impulso
los conceptos opuestos a los dichos.
Si algo sucedió, hay que considerarlo de de
la acción o bien estarán en intención
ser hechas, existirán; porque de or-
por lo que sigue. Porque, en primer lu-
gar, si algo ha sucedido siendo natural- taban dinario ocurren más las cosas que es-
mente menos que lo que hay que de- que noa lopunto de ser hechas que las
estaban. Y si suceden antes
mostrar, también es posible que haya las
sucedido lo más. Y si lo que suele acon- tes; cosas que naturalmente suceden an-
como, por ejemplo, si hay nubes
tecer más tarde ha sucedido ya, tam- es verosímil que llueva. Y si ocurrió
(l> De estos términos de zapatería apenas aquello por causa de lo cual suele algo
se sabe en lexicografía. Los más claros parecen ocurrir, también es verosímil que ocurra
el primero, por el sentido, y el último, por eti- esto; como, por ejemplo, si existen los
mología. Tomamos los nombres de Tovar, i. c., cimientos, también existirá la casa.
pág. 136 y -nota W, I, II.
(2) Este poeta es interlocutor de Platón en el Respecto de la grandeza y la peque-
Banquete. ñez de las cosas, y de lo que es mayor
(3>> No se conserva este fragmento del dis- o menor que algo y, en general, de lo
curso mencionado de Isócrates. grande y lo pequeño, sabemos con evi-
1393 a/1393 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 20 173
ciencia a qué atenernos, por lo que he- pasó el mar; y, a su vez Jerjes no ata-
mos dicho antes. Porque al tratar de có a Grecia antes de tomar Egipto, y,
los discursos deliberativos, se ha habla- una vez lo hubo conquistado, pasó el
do ya de la grandeza de los bienes y, mar contra Grecia; de manera que tam-
en general, acerca del bien mayor y del bién este, ai puede conquistar Egipto, pa-
bien menor; de manera que, supuesto sará el mar; por eso no hay que consen-
que ei fin predeterminado, según cada gé- tir que lo someta (1).
nero de discursos, es bueno, como es lo Son parábolas las socráticas, como,
conveniente, lo hermoso y lo justo, es por ejemplo, si uno dijera que no con-
evidente que mediante ellos han de rea- viene que los magistrados sean elegi-
lizar todos los oradores sus amplificacio- dos por suerte; porque es igual que si
nes. Ademas, buscar algo sobre la gran- uno eligiera por suerte a los atletas, no
deza es absoluto y sobre la excelencia, solo los que saben luchar, sino simple-
í'uera de esto, es divagar; porque para mente todos cuantos la suerte señalase,
la práctica son mas importantes los as- o que entre los marineros se sorteara
pectos individuales de las cosas, que no quién debía pilotar la nave, como si no
los universales. debiera ser piloto el que sabe, sino aquel
Quede, pues, esto dicho sobre lo posi- a quien la suerte señalase.
ble y lo imposible, sobre si algo sucedió Fábula es lo que la de Estesícoro so-
con anterioridad o no sucedió, sobre si bre Fálaris y la de Esopo sobre el dema-
será o no será en el futuro, y también gogo. Ya que Estesícoro (2), al haber
sobre la grandeza o pequeñez de las elegido los de Himera a Fálaris general
cosas. con plenos poderes, y estando a punto
de concederle una guardia personal, ra-
zonando con ellos estas cosas, les dijo;
CAPITULO 20 un caballo poseía él solo un prado y, ha-
SOBRR LOS ARGUMENTOS RETÓRICOS,
biendo ido por allí un. ciervo y habién-
dole estropeado el pasto, queriendo ven-
COMUNES A LOS TRES GÉNEROS DE garse del ciervo, suplicó a un hombre si
ORATORIA. EL EJEMPLO Y SUS CLASES podría con él castigar al ciervo; dí-
jole el hombre que sí, si aceptaba un
Queda ahora hablar sobre los argu- freno y permitía que él se le montara
mentos retóricos comunes a todas las encima, llevando unos dardos; al acce-
clases de oratoria, una vez que se ha der el caballo y montar sobre sí al hom-
hablado ya de los especiales. Los argu- bre, a cambio de vengarse, se convirtió
mentos retóricos comunes son de dos en esclavo del hombre. «Así mirad tam-
géneros: el ejemplo y el entimema; ya bién vosotros—dijo—, no sea que por
que el adagio o sentencia es solo un as- querer vengaros de vuestros enemigos,
pecto o clase de entimema. os ocurra lo mismo que al caballo; por-
Oigamos primero algo del ejemplo; que el freno lo tenéis ya, por haberos
porque el ejemplo es semejante a la elegido un general con plenos poderes;
inducción, y la inducción es principio. y si ahora le dais Una guardia personal
Hay dos especies de ejemplos, ya que y le dejáis que se os monte encima, os
una especie de ejemplo es contar cosas habréis convertido ya en esclavos de Fá-
que han sucedido; y la otra es inven- laris.»
tarlas uno mismo. De esta última cla- Esopo, defendiendo en Samos a un
se, una especie es la parábola y la otra demagogo, a quien se había sentenciado
las fábulas, como, por ejemplo, las esó- a muerte, dijo que (3) «cuna zorra, que
picas y las líbicas. Narrar cosas sucedi-
das es algo de este tipo; como, por ejem-
plo, si alguien dijera que hay que pre- (1) Podría quizá referirse esta alusión histó-
parar la guerra con el rey y no dejar rica a la conquista de Egipto por Artajerjes
que pueda someter el Egipto; porque Okhos sobre el año 35O aproximadamente.
(21 Es problemática la cronología del poeta
también antaño Darío no pasó el mar Estesicoro y, por tanto, su relación con la apli-
—contra Grecia—antes de haber tomado cación de su fábula a Fálaris.
Egipto; y una vez lo hubo conquistado, (3) No está esta fábula en la colección ac-
174 ARISTÓTELES.—OBRAS 1393 b/1394 b
vadeaba un río, fue arrastrada hacia un Se ha dicho, pues, cuántas son las es-
barranco y, como no podía salir, estu- pecies de ejemplos y cómo y cuándo hay
vo mucho tiempo en apuros y muchas aquello por causa de lo cual suele algo
garrapatas se habían adherido a ella; que servirse de ellos.
un erizo que pasaba por allí, al verla, le
preguntó compadecido si quería que le CAPITULO 21
arrancase las garrapatas y ella contestó
que no; y preguntándole el erizo que por SOBRE LAS SENTENCIAS O ADAGIOS
qué no quería, dijo ella: «porque estas
están ya saciadas de mí y me chupan ya Por lo que se refiere a los adagios:
poca sangre, pero si me quitan estas, una vez hayamos dicho qué es adagio,
vendrán otras hambrientas y me chupa- resultará más evidente en qué temas,
rán la sangre que me queda». Así, pues, cuándo y a quiénes corresponde usar
a vosotros—dijo—, ¡oh samios!, este ya de ellos en los discursos.
no es dañoso, porque es ya rico; pero, Adagio o sentencia es una aseveración,
si matáis a este, vendrán otros aún po- pero no sobre cosas particulares—por
bres, que os robarán lo que os queda y ejemplo, cómo es Ifícrates—, sino sobre
se lo gastarán». lo universal; y no sobre todo lo uni-
Las fábulas son muy apropiadas para versal—como que lo recto es contrario
los discursos dirigidos al pueblo, y tienen de lo curvo—, sino sobre aquello a que
esta ventaja: que es difícil hallar he- se refieren las acciones, y lo que puede
chos históricos semejantes a lo que uno elegirse o evitarse al obrar, de manera
trata y, en cambio, hallar fábulas es fá- que, puesto que los entimemas sobre ta-
cil, porque es preciso crearlas, de igual les cosas son silogismos, las sentencias
manera que las parábolas, si uno es ca- son aproximadamente las conclusiones
paz de comprender las relaciones de se- y los principios de los entimemas, una
mejanza, lo cual es fácil por la filoso- vez quitado el silogismo; por ejemplo:
fía. Así pues, es ciertamente cosa fácil
imaginar los asuntos a tratar por medio Jamás debe un hombre naturalmente razonable,
de fábulas, aunque para el género deli- educar a sus hijos en demasiada sabiduría (1).
berativo es más útil la argumentación a Esto es, pues, un adagio; si se le aña-
partir de los hechos; porque, de ordi- de la causa y el porqué, el todo se con-
nario, las cosas que van a suceder en vierte en un entimema; por ejemplo:
el futuro son semejantes a las que ya
han acaecido. porque, aparte de la inacción que se les echa
Conviene, cuando no se tienen enti- [en cara,
memas a mano, servirse de ejemplos co- se ganan de los ciudadanos una envidia hostil (2).
mo demostraciones—ya que por ellos se
da un motivo de credibilidad—, y si se Y aquello de:
tienen entimemas, hay que servirse de no hay hombre que sea venturoso en todo (2),
los ejemplos como de testigos, utilizando
como epílogos los entimemas; porque y también:
puestos delante se semejan a la induc-
ción, y en la retórica no entra con pro- no hay entre los hombres quien sea libre (3),
piedad la inducción, excepto en pocos es una sentencia; pero, añadido lo que
casos; en cambio, dichos al final, se se-
mejan a los testimonios, y el testigo en sigue, es un entimema:
todo caso es digno de fe. Por eso el que porque o es esclavo de la riqueza o de la suer-
pone al principio los entimemas es ne- [te (3).
cesario que diga muchos, y el que los
pone al fin, con uno solo puede tener Por consiguiente, si el adagio es lo
suficiente. Porque un testigo bueno tam- que hemos dicho, es preciso haya cuatro
bién solo basta. especies de adagios; ya que o bien se-
(1) Eurípides, Medea, 394 y sgs., 28» y sgs.
tual de fábulas de Esopo; pero si la transmite (2) Id., Estenobea. fr. «61 N.
Plutarco. (3) Id., Hécuba, 863 y 864.
1394 b/1395 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 21 175
rán con conclusión o explicación epilo- no conviene ser envidiado ni estar inac-
gal o bien serán sin ella. Requieren, tivo, digo que no es necesario recibir
pues, demostración los que dicen algo educación alguna», o bien, después de
sorprendente o que está en litigio; en afimar esto por delante, añadir lo an-
cambio, los que no afirman nada sor- terior respecto de las cosas que no son
prendente, van sin explicación epiloga!. extraordinarias, pero que sí son oscu-
De estos es aún necesario que unos, por ras, si se les añade el porqué, resul-
ser conocidos de antemano, no requie- tan más redondeadas. Son adecuados a
ran ninguna explicación epiloga!, como, estos casos los dichos lacónicos y los
por ejemplo: enigmáticos, como si alguien dijera lo
que Estesícoro dijo ante los habitantes
Lo más excelente para el hombre es gozar de de Locria, «que no conviene ser insolen-
[salud, según nos parece... (1) tes, no sea que las cigarras tengan que
—porque a la mayoría les parece en rea- cantar desde el suelo» (5).
lidad asi—; otros, porque en cuanto han Corresponde, teniendo en cuenta la
sido enunciados, resultan evidentes a los edad, el uso de sentencias a los viejos y
que reflexionen sobre ellos, como, por sobre temas- en que se tiene experiencia;
ejemplo: de manera que el usar sentencias, no
siendo de esta edad, es inoportuno, lo
No hay ningún amante que no ame siempre (2). mismo que el contar historias; y en lo
que no se sabe por experiencia, es ton-
De los que llevan explicación epilo- to y de falta de educación. Señal sufi-
gal, unos son parte de un entimema, ciente de ello es que los agricultores
como, por ejemplo, el citado antes de son muy sentenciosos y con facilidad
se expresan universalmente. Decir en
jamás debe el que es razonable...; general lo que no tiene valor de uni-
otros son entimemáticos, no parte de un versalidad, cuadra sobre todo en las la-
entimema; y estos son especialmente mentaciones y en la exageración; y en
tales casos, o bien al comienzo, o cuan-
estimados. Estos son aquellos en que do se ha acabado ia demostración. Con-
aparece la causa de lo que se dice, como viene también servirse de las sentencias
en lo que sigue: comunes o que corren de boca en boca,
No guardes rencor inmortal, sietodo mortal (3), si son útiles; porque por ser comunes,
como si todos concordaran en ellas, se
porque decir «no hay que guardar ren- considera que hablan rectamente; por
cor» es una sentencia; y lo añadido ejemplo, la que se dirige al que invita
«siendo mortal» es el porqué. De mane- a exponerse a un peligro, sin haber an-
ra semejante también lo es: tes ofrecido sacrificios:
Es necesario que el mortal proyecte cosas mor- Uno solo es el mejor augurio, defender las cosas
[tales, no inmortales (4). [que se refieren a la patria (6),

Queda claro, pues, por lo dicho, cuán- y después de haber sido vencidos:
tas son las especies de adagio, y a qué imparcial es Marte... (TI;
cosa se acomoda cada una; ya que en
las cosas disputadas o extraordinarias y, sobre el matar a los hijos de los ene-
no hay que utilizar el adagio sin la ex- migos, aunque no nos hayan dañado en
plicación epilogal; pero, si se antepone nada, la frase citada:
la explicación, entonces hay que servirse necio es el que, habiendo dado al padre la
de la conclusión como de adagio, como [muerte, deja con vida a los hijos.
si alguien dijera: «Yo, pues, dado que
(5) Se dice porque las cigarras cantan desde
( U De una canción de banquete—skolion— el suelo solamente donde no hay arbolado, como
atribuida a Simónides. sería el caso de una tierra arrasada por el ene-
12) Eurípides, Troyanos, 1051. migo.
Cit Esta frase es de un trágico desconocido. («) ¡liada, Xa, 243.
(4) Este' verso se atribuye a Epicarmo. (7) Ibid., XVIII, 309.
176 ARISTÓTELES.—OBRAS 1395 a/1396 a
También algunos de los refranes son tajas del uso de los adagios en los dis-
sentencias, como el refrán de «vecino cursos. Pero hay aún otra mejor: que
ático» (1). Conviene también decir las dan carácter ético a los discursos. Los
sentencias en contra de los dichos popu- discursos tienen carácter cuando está
lares—llamo populares, por ejemplo, el clara en ellos la intención del orador. Y
«conócete a ti mismo» y «nada en de- la sentencias cumplen todas este come-
masía»—, o bien cuando el carácter del tido, por manifestar de una manera ge-
orador vaya a adquirir más relieve o neral al que dice la sentencia respecto
cuando el dicho haya sido pronunciado de sus intenciones, de manera que si
apasionadamente. Es con apasionamien- son buenas las sentencias, hace aparecer
to, por ejemplo, si alguien dijera con al que las dice como de buenas costum-
ira que es mentira que convenga cono- bres.
cerse a sí mismo; porque si ese se hu- Así pues, quede esto dicho respecto
biera conocido a sí mismo, Jamás hubie- del adagio o la sentencia, sobre qué es,
ra pretendido ser general. Argüirá un ca- sobre cuántas son sus clases, sobre có-
rácter de mejor calidad decir que no mo hay que servirse de ellos y cuáles
conviene, como se suele decir, amar co- son sus utilidades.
mo si se hubiera de odiar, Sino más bien
odiar como si se hubiera de amar. Es
preciso con las palabras manifestar el CAPITULO 22
propósito, y si no, explicar luego la cau-
sa; por ejemplo, diciendo así; «convie- SOBRE EL ENT1ME1ÍA
ne amar no como se dice, sino como si
se hubiera de amar siempre; porque lo Hablemos ahora de los entimemas en
otro es propio de un traidor»; o así: general, de qué manera hay que buscar-
«no me gusta a mí lo que se dice; por- los, y después sobre sus tópicos, porque
que al verdadero amigo hay que amarle la especie de cada una de estas cosas es
como si se le hubiera de amar siempre». distinta.
Y «tampoco me agrada el nada en de- Que el entimema es una variedad del
masía; porque a los malos conviene silogismo se ha dicho ya antes; de qué
odiarlos con exceso». manera es silogismo y en qué se dife-
Los adagios son de una gran ayuda rencia de los silogismos dialécticos, tam-
para los discursos; primero, por causa bién; pues dijimos ya que no conviene
de la rudeza de los oyentes; porque se concluir desde lejos ni tomando a la
alegran si alguien, hablando en general, vez todas las cosas; porque lo uno re-
toca las opiniones que tienen ellos en lo sulta oscuro por la magnitud, lo otro re-
particular. Lo que digo quedará claro sulta inútil charlatanería, por decir lo
asi, y a la vez quedará claro cómo hay que ya es evidente. Esto es también cau-
que cazar las sentencias. Ya que la sen- sa de que tengan más capacidad de per-
tencia, como se ha dicho, es una aseve- suasión ante la muchedumbre los que
ración universal, pero los oyentes se go- carecen de formación que los que la tie-
zan cuando se les dice en general lo que nen, pues dicen los poetas que los que
ellos habían hallado en sus anteriores carecen de formación, cuando están ante
reflexiones sobre lo particular; por ejem- la turba, hablan con más arte; porque
plo, si ocurriese que alguno tiene ve- los que tienen educación hablan de 1»
cinos o hijos malos y oyera al que ha- común y lo general; estos, en cambio, de
bla que dice «nada hay más desagra- lo que saben y de lo que está más inme-
dable que la vecindad», o bien que «na- diato a los oyentes. De modo que hay
da hay más insensato que tener hijos»; que hablar, np partiendo de todo lo que
de manera que conviene conjeturar có- es opinable, sino de cosas determinadas,
mo están y qué prejuicios tienen los como, por ejemplo, de las que ellos juz-
oyentes, y después hablar de estas cosas gan o de las que ellos comprenden. Y
asi en general. Esta es una de las ven- esto porque así parece que resulta cla-
ro o para todos los oyentes o para la
dí Un antiguo proverbio griego dice : «Ve- mayoría, y no solo el sacar conclusio-
1
cino ático, vecino incansable.» nes de las cosas necesarias, sino tam-
1396 a/1396 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 22 177

bien de las que suceden de ordinario. trata de algo conveniente o pernicioso.


Primero, pues, conviene comprender Y de semejante manera en estas cosas
que aquello respecto de lo cual conviene que en cualquier otro asunto; por ejem-
hablar y razonar, bien con silogismo po- plo, respecto de la justicia, si algo es
lítico, bien con cualquier otro (1), es bueno o no lo es, partiendo de las cosas
necesario conforme a esto, disponer los que corresponden a la justicia y al bien.
fundamentos o premisas, sean todos, De esta manera, pues, parecen dar to-
sean solo algunos; porque no teniendo dos sus argumentos los oradores, ya ra-
ninguno, de nada se podría concluir. zonen con más rigor, ya más blanda-
Digo, por ejemplo, cómo podríamos acon- mente—ya que no toman sus argumen-
sejar a los atenienses si hay que hacer tos de todas las casas, sino de lo que
guerra o no, no sabiendo cuál es su corresponde a cada asunto—; y es evi-
fuerza, sea naval, sea de infantería o de dente que, por medio del discurso, es
una y otra cosa; y cuánta es, y cuáles imposible demostrar de otra manera;
son los recursos, los amigos y los ene- y es evidente que es necesario, como en
migos, y además qué guerras han teni- los tópicos, tener en primer lugar tópi-
do y con qué resultado, y otras cosas cos desarrollados acerca de cada asun-
semejantes; o cómo podría uno ensal- to, sobre las cosas posibles y las más
zarla si no tuviéramos la batalla naval oportunas; y acerca de lo que se plan-
de Salamina, o la terrestre de Maratón, tea de improviso es necesario buscar del
o los hechos llevados a cabo en favor mismo modo, mirando no a lo indefini-
de los heraclidas o alguna otra cosa do, sino a lo que corresponde al asunto
de estas. Porque todos son capaces de que trata el discurso; y abarcando las
hacer elogios sobre las cosas bellas que más cosas posibles y las más inmedia-
han sucedido o parecen haber sucedi- tas al asunto; porque cuanto mayor nú-
do. De la misma manera se censura a mero tenga de cosas pertinentes al asun-
partir de las cosas contrarias, conside- to, tanto más fácilmente podrá, demos-
rando qué hay de vituperable en ello, trar, y cuanto más cercanas sean al
o qué parece haber; por ejemplo, que asunto, tanto más apropiadas serán y
han esclavizado a los griegos, y que a menos comunes. Llamo cosas comunes
los eginetas y potidenses, que se habían o vagas al alabar a Aquiles porque es
distinguido luchando junto a ellos con- hombre y porque es uno de los semi-
tra los barbaros, los habían vendido co- dioses y porque peleó contra Ilion; ya
mo esclavos, y cuantas cosas haya seme- que todo esto les corresponde también
jantes a estas, y también si alguna otra a otros muchos, de manera que el que
falta se Íes puede atribuir. De manera esto hace no alaba más a Aquiles que
que asi, tanto los que acusan como los a Diomedes. Características son las co-
que defienden, considerando lo que ha sas que a ningún otro acontecieron sino
sucedido, hagan su acusación o funda- a Aquiles, como haber matado a Héc-
menten su defensa. tor, el mejor de los troyanos, y a Cie-
El hacer esto sobre los lacedemonios no, el que, por ser invulnerable, impedía
o los atenienses, sobre un hombre o una a todos desembarcar, y porque sien-
divinidad, no supone ninguna diferen- do aún muy joven y no estando obliga-
cia; porque lo mismo al aconsejar a do por el juramento de los pretendien-
Aquiles, que al ensalzarle o censurarle, tes de Helena, fue a la guerra, y otras
al acusarle o al defenderle, hay que par- cosas por el estilo.
tir de lo que él posee o parece poseer; Un método, pues, de selección de en-
de modo que, partiendo de ello, diga- timemas y el primero en este de los tó-
mos su elogio o su censura, si posee algo picos ; digamos ahora algo sobre los ele-
hermoso o algo vergpnzoso, y se le acu- mentos de los entimemas; llamo elemen-
se o se le defienda, si posee algo justo o tos y lugar o tópico del entimema a lo
algo injusto, o se le aconseje, si se mismo. Y hablemos primero de aquello
de que es preciso se hable primero.
( l l Para entender este «político» téngase en Hay, pues, dos especies de entimemas:
cuenta que, de un modo amplio, Aristóteles los unos son demostrativos de que algo
llama política a la ética y a la retórica. existe o no existe; otros refutativos, y
178 ARISTÓTELES.- -OBRAS 1396 b/1397 b
se diferencian entre sí como en la dia- Pero, puesto que, entre los mortales, decir men-
léctica la refutación y el silogismo. Es ttiras
entimema demostrativo el concluir par- es acreedor a la fe, también es preciso creer lo
tiendo de algo en que todos están de [contrario,
q:ie muchas verdades resultan difíciles de creer
acuerdo. Entimema refutativo es con- [a los mortales (2).
cluir algo sobre lo que no habia opinión
unánime. II. Otro tópico es o partir de las co-
Asi pues, los tópicos los podemos dedu- sas homologas; porque de manera se-
cir nosotros, casi para cada uno de los mejante es necesario que tengan o no
géneros de las cosas útiles y necesarias; tengan los mismos predicador; por
porque han sido ya desarrolladas las ejemplo, que lo justo no todo es bue-
premisas referentes a cada género; de no ; porque también sería bueno el «jus-
manera que, de qué tópicos hay que de- tamente» ; y por ahora, no es deseable
ducir los entimemas sobre el bien y el morir «justamente».
mal, lo hermoso y lo feo, lo justo y lo III. Otro tópico es el que procede de
injusto, los caracteres, las pasiones y los las relaciones reciprocas; porque si a
hábitos, ya hemos antes, según esto, ex- uno de los dos términos recíprocos le
plicado los tópicos. Pero busquémoslos conviene obrar bien o justamente, al
aún de otra manera, en absoluto, res- otro le convendrá recibirlo; y si a uno
pecto de todas las cosas, y expongamos, le corresponde mandarlo, también al
como anotados al margen, los tópicos otro cumplirlo. Por ejemplo, como dijo
demostrativos, los refutativos y los de el alcabalero Diomedonte (3), hablan-
los entimemas aparentes—que no son do de los impuestos: «porque si a vos-
entimemas, puesto que no son silogis- otros no os es vergonzoso vender, tam-
mos—. Y, una vez hayamos expuesto es- poco lo será para nosotros comprar».
tas cosas, definamos lo que respecta a Y si al que lo soporta y recibe le co-
las refutaciones y a las objeciones, des- rresponde el calificativo de bien y justa-
de donde conviene volverlas contra los mente, también al que lo hace. Pero en
entimemas. este caso se puede razonar con un para-
logismo; porque si alguno sufrió algo
CAPITULO 23 justamente, acaso con todo, no fue aque-
llo impuesto por ti con igual justicia.
SOBRE LOS TÓPICOS DE QUE SS SACAN Por eso hay que mirar por separado si
ENTIMEMAS DEMOSTRATIVOS el que padece es digno de padecer y el
que lo hace se comporta dignamente al
I. Existe un tópico de entimema de- obrar, y luego hacer las aplicaciones de
mostrativo a partir de los contrarios; la manera adecuada a cada parte; ya
se llama así porque hay que mirar si que algunas veces hay desacuerdo entre
para un término contrario existe un una y otra cosa, y nada impide pregun-
predicado contrario, negando si no exis- tar, como en el Alcmeón, de Teodec-
te, y afirmando si existe; por ejemplo, tes (4):
que ser temperante es bueno; porque ¿a tu madre, ninguno de los mortales le tenia
el ser intemperante es pernicioso. O, co- [horror?
mo se dice en el discurso sobre Mése- y, respondiendo, dice:
nla : «porque si la guerra es causa de
los males presentes, conviene que, con pero, es necesario considerarlo distinguiendo.
la paz, se corrijan estos». Y al preguntar Alfesibea por qué, res-
Puesto que, ni contra los que han obrado mal ponde :
involuntariamente, es justo caer en la ira.
tampoco, si otro hiciere a otro un favor por la(2) Eurípides, Tieates, fr. 396.
[fuerza,O) Es desconocido este personaje.
es adecuada sentir hacia él agradecimiento (1). <*> Teodectes de Fáselis, discípulo de Isócra-
tes y del propio Aristóteles luego. Alcmeón, en
su tragedia, mata a su madre por vengar a
(1> De un trágico desconocido. Se habla de Anflarao, su padre, entregado a la muerte por
Agatón o Teodectes. eila.
1397 b/1398 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 179

A ella la condenaron a morir, pero no a mi a V. Otro tópico es partir de la consi-


[matarla. deración del tiempo o la oportunidad;
Y el Juicio sobre Demóstenes y los por ejemplo, Ifícrates, en su debate con-
que dieron muerte a Nicanor (1); pues tra Harmodio, dijo: «Si antes de ha-
cerlo hubiera pedido que, si lo llevaba
luego que se juzgó que le habían dado a cabo, me concedierais la estatua, me
muerte justamente, se estimó que tam- la habríais concedido; ahora que lo he
bién había muerto justamente. Y res- hecho, ¿no me la vais a conceder? No
pecto del muerto en Tebas, sobre el cual prometáis, pues, cuando estéis esperan-
se manda juzgar si era justo que hu- do, y cuando hayáis conseguido el bien
biera muerto, porque no se considera in- que queríais, quitéis lo prometido.» Y
justo matar al que muere justamente. otra vez, para que los tebanos dejaran
pasar a Filipo, que marchaba contra el
IV. Otro tópico es el del más y del Ática: «Si os lo hubiera pedido antes
menos; por ejemplo, si ni los dioses tan de prestaros su ayuda contra los foci-
siquiera lo saben todo, desde luego me- dios, se los hubierais prometido; es, pues,
nos los hombres; esto es, si aquel a absurdo que, porque le pasó por alto esto
quien más conviene el predicado, no lo y creyó que se le concedería, no se lo
posee, es evidente que tampoco lo po- permitáis ahora.»
seerá aquel a quien menos conviene. El
argumento de que golpea a los que tie- VI. Otro tópico es argüir contra el
ne cerca el que golpea a su padre, na- que lo dice, partiendo de las mismas co-
ce de que si le conviene lo menos, tam- sas que él dice contra uno; este méto-
bién le conviene lo más; porque se sue- do tiene muchas ventajas, como, por
le golpear menos al padre que a los ejemplo, en el Teucro (3); de este tó-
que están cerca. Ya que, si es así, o si pico hizo uso Ifícrates contra Aristp-
aquel a filien más conviene no lo posee, fón (4), al preguntarle si entregaría
o si lo posee aquel a quien menos le con- por dinero las naves; y, al responder
viene, se deducirá, rectamente, según Aristofón que no, le dijo: «¿Tú, enton-
cuál de las dos cosas convenga demos- ces, porque eres Aristofón no las entre-
trar, sea que lo posee, sea que no. Y garías, y yo sí, porque soy Ifícrates?»
también si no es cosa de más y de me- Es preciso para ello que el adversario
nos ; de donde se dice: parezca más capaz de cometer injusticia
que no la otra parte; porque si no, pa-
Tu padre es ciertamente digno de lástima por recería ridículo que, acusando a Arísti-
[haber perdido a sus hijos; des (5), dijera alguien tal cosa que re-
pero, ¿no lo será aún más Oineo, que ha perdi-
fdo un hijo ilustre? sultara en descrédito del mismo que
acusa; porque, en general, se quiere que
y que, si Teseo no delinquió—raptando el que acusa sea mejor que el acusa-
a Helena—, tampoco Alejandro; y si no do; y esto conviene demostrarlo. Es ab-
lo hicieron los Tindáridas, tampoco Ale- solutamente absurdo el argumento,
jandro; y si Héctor pudo matar justa- cuando echa en cara a los demás lo que
mente a Patroclo, también a Aquiles el mismo orador hace o haría, o exhorta
Alejandro (2). Y si los otros cultivado- a hacer lo que él mismo no hace o no
res de las artes no son malos en cuan- haría.
to tales, tampoco los filósofos. Y si no
son malos los generales, porque mue- VII. Otro tópico es a partir de la de-
ran muchas veces, tampoco los sofistas. finición; como, por ejemplo, que ¿qué
Y que, si conviene que un hombre pri- es lo sobrenatural? ¿No es un dios o la
vado se cuide de vuestra gloria, también obra de un dios? Por tanto, el que cree
vosotros debéis cuidar de la de los grie-
gos. (3) Hay una tragedia de Sófocles y otra de
Ion con el mismo título.
(1) No parece firme el pasaje ni se conoce (4) Luego del fracaso de Embala, Aristofón
el hecho. Tampoco Nicanor. acusó a los generales de' traición. Uno de ellos
(2) De un discurso en defensa de Alejandro era Ifícrates.
París, de autor desconocido. (5) Arístides el Justo.
180 ARISTÓTELES.—OBR AS 1398 a/1398 b
que es obra de un dios, ese necesaria- n.al la ajena hay que confiarles la guar-
mente cree que existen los dioses. Y da de la propia salvación. Y, como dice
como Ificrates, de que el más noble es Alcidamas (4;, que todos rinden hono-
el mejor; porque tampoco Harmodio y res a los sabios; los de Paros honraron
Aristogitón tenían nada noble al co- a Arquíloco, a pesar de ser maldiciente;
mienzo, antes de realizar nada noble. los de Quíos a Homero, sin ser ciuda-
Y que él era más pariente de ellos; dano; los de Mitilene a Safo, aun sien-
«porque mis obras están más emparen- do mujer: los lacedemonios hicieron a
tadas con las de Harmodio y Aristogi- Quilón del colegio de los gerentes, aun
tón que las tuyas». Y como en el dis- con no ser aficionados a las letras; los
curso sobre Alejandro, que todos esta- de Italia a Pitágoras y los de Lampsaco
llan de acuerdo en que los que no son dieron .sepultura a Anaxágoras, aun sien-
continentes no gustan del amor de una do extranjero, y le honran aún hoy
sola persona. Y aquello por lo que Só- día...; que los atenienses, sirviéndose
crates dijo que no iría a la corte de Ar- de las leyes de Solón, fueron felices, y
quelao; porque dijo que sería tan ver- los lacedemonios con las de Licurgo, y
gonzoso, no corresponder igualmente el en Tebas cuando los magistrados se
que recibe favores, como el no vengar- hicieron filósofos, también fue feliz la
se al que es maltratado. Todos estos, ciudad (5).
una vez dada la definición y tomando
lo que es cada cosa, razonan sobre aque- XI. Otro tópico parte de un juicio
llo de que hablan. sobre lo mismo, lo semejante o lo con-
trario; sobre todo si todos lo han Juz-
VIII. Otro tópico parte del de cuán- gado siempre así, y si no, al menos la
tas maneras se dice una palabra, como mayoría, o los sabios, o todos ellos o la
hemos hecho en los Tópicos con la lo- mayoría, o los buenos; y si opinan así
cución «bien está». los mismos que juzgan, o aquellos a
quienes reconocen autoridad los que juz-
IX. Otro tópico es a partir de la di- gan, o aquellos a quienes es imposible
visión; por ejemplo, si todos delinquen contradecir en el juicio, como los que
por tres razones—o por esto, o por esto tienen el poder supremo, o aquellos a
o por lo otro—, y es imposible que sea quienes no está bien oponer un juicio
por dos de ellas, ni hay" que decir que contrario, como los dioses o el propio
es por la tercera de ellas. padre o los maestros; como, por ejem-
plo, lo que dijo Autocles a Miximéni-
X. Otro tópico es por inducción; co- des (6): si a los dioses augustos les
mo el caso de la mujer de Pepare- pareció bien asistir a juicio en el Areó-
to (1); porque, refiriéndose a los hijos, pago, ¿a Miximénides no? O como dijo
las mujeres siempre definen la verdad; Safo, que morir es un mal, ya que los
porque, en Atebas, así lo demostró la dioses lo han juzgado así; porque de lo
madre contra el orador Mantias, que contrario morirían ellos. O como Aris-
atacaba a su hijo; y en Tebas, dispu- tipo contra Platón, que decía algo ex-
tando Ismenias y Estilbón, la Dodónide cesivamente presuntuoso, según creyó
declaró que el hijo era de Ismenias, y él: «pero, ciertamente, nuestro compa-
por eso se creyó que Tesalisco era hijo ñero no hablaría así», dijo refiriéndose
de Ismenias (2). Y también en la Ley a Sócrates. Y Hegesípolis (7), en Del-
de Teodectes (3): si a los que cuidan
mal de los caballos ajenos, no se les con- (4) Sobre Alcidamas, véase nota de la pá-
fían los propios, y tampoco a los que gina 146.
han hecho naufragar las naves ajenas; (5) Hay aquí una laguna cuyas dimensiones
no se conocen. En cuanto a lo referente a
si lo mismo hay oue hacer en todas las Tebas, recuérdese que en Tebas Epaminondas
cosas, tampoco a los que han guardado pasaba por filósofo y que allí mismo existía
una especie de partido político de matices cla-
(1) Parece era este un discurso célebre del ramente platónicos.
que nada se sabe. (6) Autocles fue dos veces estratega, sobre
(2) El conocido político, amigo de Pelopidas. 333 y 362. El adversario es desconocido.
('3) Parece ser un discurso fingido. (7) Bey de Esparta desde 394.
1399 a/1399 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 181
ios, preguntó al dios, habiéndolo hecho blico; porque si hablas cosas justas, te
antes en Olimpia, si le parecía lo mis- amarán los dioses, v si hablas cosas in-
mo que a su padre, ya que era vergon- justas, te amarán los hombres. Esto es
zoso opinara lo contrario. Y sobre He- lo mismo que aquello del refrán: com-
lena, cuando Isócrates escribió que era pra el pantano y la sal. Y esto es diva-
buena, puesto que Teseo la juzgó así; ricación (3), cuando a dos contrarios
y respecto de Alejandro, a quien prefi- les siguen, a cada uno, un bien y un
rieron las diosas, y de Evágoras, que era mal, contraponer uno de ellos como con-
bueno, como dice Isócrates: «Conón, trario al otro.
pues, una vez derrotado, pasando por
alto a todos los demás, acudió a Evá- XV. Otro tópico: puesto que no son
goras.» las mismas las cosas que se alaban cuan-
do se hace en público que cuando se
XII. Otro tópico es a partir de las hace en secreto, sino que en público se
•partes; como en los Tópicos,, preguntan- alaban las cosas justas y hermosas, y
do qué clase de movimientos es el alma; en particular, en cambio, se prefieren
porque es este o este. Y un ejemplo del las que son útiles, o partir de esto pro-
Sócrates de Teodectes (1): «¿Contra curar concluir lo contrario; porque de
qué santuario cometió impiedad? ¿A qué las cosas que van contra la opinión co-
dioses, de entre aquellos en quienes cree mún este es el tópico más importante.
la ciudad, no tributo honores?»
XVI. Otro tópico es a partir de que
XIII. Otro tópico, puesto que en la las cosas sucedan según proporción; por
mayoría de los casos ocurre que se le ejemplo: Ifícrates, como quisieran obli-
siga a lo mismo un bien y un mal, es gar a un hijo suyo, demasiado joven de
el de, o partir de las consecuencias; edad, a desempeñar un cargo público,
exhortar o disuadir partiendo de estas, porque era grande de estatura dijo que,
acusar o defender, ensalzar o censurar; si consideraban hombres a los mucha-
como, por ejemplo, a la educación le si- chos de gran estatura, decidieran por vo-
gue el mal de ser envidiado, pero el ser tación que los hombres de reducida esta-
sabio es un bien; por consiguiente, no tura eran niños. Y Teodectes en su Ley
hay que recibir instrucción, ya que no dijo: «hacéis ciudadanos a mercenarios
conviene ser objeto de envidia; o bien como Strábax y Caridemo, por su hon-
es preciso, pues, recibir instrucción, por- radez; y ¿no vais a exiliar a los que,
que conviene ser sabio. Este tópico es ?ntre los mercenarios, han cometido crí-
el Arte de Calipo (2), añadiendo el ti- menes irreparables?».
pico de lo posible y lo demás, tal como
se ha dicho. XVII. Otro tópico proviene de que la
consecuencia es la misma, porque tam-
XIV. Otro tópico se da cuando es bién es lo mismo aquello de que deriva.
preciso exhortar o disuadir respecto de Por ejemplo: Jenófanes decía que de
dos cosas opuestas, servirse en una y igual manera cometen impiedad los que
otra del tópico explicado antes. Se di- dicen que los dioses han nacido, que
ferencia, con todo, este de aquel, en que los que dicen que los dioses mueren;
allí se contraponen cualesquiera térmi- porque de ambas maneras se deduce
nos al azar; aquí, en cambio, términos •jue en algún momento no existen los
contrarios. Por "ejemplo, una sacerdoti- dioses. Y en general, tomar lo que se
sa no permitía a su hijo hablar en pú- sigue de cada término; como si siem-
blico : «Porque—decía—, si hablas con pre fuera lo mismo: «vais a juzgar no
justicia, te odiarán los hombres y, si sobre Isócrates, sino sobre su ocupación,
hablas injustamente, te odiarán los dio- de si es necesario cultivar la sabiduría».
ses.» Conviene, con todo, hablar en pú- Y que dar la tierra y el agua es ser
(1) Parece ser una apología, que se habrá
perdido. I (») La palabra griega quiere decir «zambo».
(21 Discípulo de Isócrates. Se sabe muy poco Tovar adopta el neologismo de Roberts. El sig-
<io él. nificado queda claro en el texto.
182 ARISTÓTELES.—OBRAS 1399 b/1400 a
esclavo (1), y participar de la paz ge- juicio que la casa. Y la gente se deja
neral es hacer lo que está mandado. persuadir por estas cosas, y se deja di-
Hay que tomar de entre dos términos suadir de los contrarios. Y a partir de
opuestos el que pueda ser útil. estos mismos contrarios, se formulan
asimismo las acusaciones y las defensas.
XVIII. Otro tópico proviene de no Se defienden... Este tópico forma todo
tomar siempre lo mismo después o an- el Arte de Panfilo y el de Oalipo.
tes, sino en orden contrario. Por ejem-
plo, este entimema: «si en el destierro XXI. Otro tópico es a partir de las
luchábamos para volver, ahora que he- cosas que se considera existen, pero que
mos vuelto, nos desterramos para no resultan difíciles de creer; ya que no
luchar» (2). Porque una vez se prefirió se creerían si no existieran realmente
permanecer a costa de luchar, y en otra o si no estuvieran cerca de ser reales.
no luchar a costa de no permanecer en Y aún más: porque lo que existe o lo
la ciudad. que es verosímil se suele admitir; pero,
si algo es difícil de creer e inverosímil,
XIX. Otro tópico es decir yue aque- puede que sea verdad; porque no se con-
llo por cuya causa pudo ser u ocurrir sidera así por ser verosímil y persuasi-
algo, por eso es por lo que ello sucede. vo. Como dijo Androcles el Piteo, cuan-
Por ejemplo: si uno diera una cosa a do en su alegato contra la ley levanta-
otro, para que al quitársela se entris- ron contra él, mientras hablaba, un
teciera : de donde se dice esto: gran griterío: «necesitan las leyes una
ley que las corrija; ya que también ne-
a muchos la divinidad, excitándoles sin ninguna cesitan sal los peces aunque no sea ve-
[benevolencia, rosímil ni creíble que, habiéndose criado
les concede grandes venturas, pero para en agua salada, necesiten aún sal; y
que reciban desgracias más visibles (3).
las tortas de olivo, aceite, aunque re-
Y aquello del Meleagro de Antif ón: sulte increíble que aquello de que pro-
cede el aceite, ello mismo necesite
No para que diera muerte a la fiera, sino para aceite».
[que testigos
fueran de la virtud de Meleagro ante Grecia. XXII. Otro tópico, apto para refuta-
ciones, es examinar las cosas discordan-
Y aquello del Ayax de Teodectes, de que tes; ver si hay algo entre todo lo refe-
Diomedes eligió a Ulises no por honrar- rente a tiempos, hechos y palabras, que
le, sino para que su acompañante fue- no concuerde; y se hace o bien dirigién-
ra inferior; porque es admisible que lo dose solamente a la parte contraria;
hiciera por este motivo. por ejemplo: «y dice que os ama, pero-
se conjuró con los Treinta»; o bien
XX. Hay otro tópico, común tanto a dirigiéndose sólo a uno mismo: «y dice
los que actúan en un pleito como a los que yo soy amigo de pleitear, pero no
que practican la oratoria deliberativa, puede demostrar que yo haya provoca-
que es considerar lo que exhorta y lo do ningún pleito»; o bien refiriéndose
que disuade y por qué causas se hacen a sí mismo y al contrario: «y este cier-
o se evitan las acciones; porque estas tamente no prestó nunca nada, yo en
causas son tales que, si existen, convie- cambio he rescatado a muchos dé vos-
ne obrar—y si no existen, no obrar—; otros».
por ejemplo: si algo es posible, fácil y
útil para uno mismo o para los amigos, XXIV. Otro tópico proviene de la
o si es perjudicial para los enemigos; causa, porque, si esta existe, se dice
y si es perjudicial, si es menor el per- que también su efecto existe, y si no
dí Según Herodoto, esto era lo que pedía
existe ella, que tampoco existe el efec-
el rey de Persia a los griegos como prenda de to; porque se dan juntos la causa y
sujeción. aquello de que ella es causa y, sin cau-
(2) De Lisias. sa nada existe; por ejemplo lo que de-
(3) Trágico desconocido. cía Leodamas defendiéndose, cuando ie
1400 a/1400 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 183
acusaba Trasíbulo (1), de que su nom- XXVIII. Otro tópico parte del hom-
bre había estado en una inscripción in- bre, como lo que dice Sófocles:
famante en la Acrópolis, pero que lo
había borrado cuando los Treinta. «No sabiamente llevando el nombre del hierro (31.
es posible—dijo—, porque los Treinta 'e
hubieran considerado más digno de con- Y tal como se suele decir en los elo-
fianza a él mismo, estando escrita en la gios de los dioses, y como Conón llama-
piedra su enemistad con el pueblo.» ba a Trasíbulo eí de audaces resolucio-
nes (4), y Heródico, le decía a Trasí-
XXV. Otro tópico es considerar si maco: «Siempre eres un luchador atre-
de otro modo seria o es posible algo vido», y a Polo: «Siempre eres un
mejor que aquello que se aconseja, se potro» (5), y a Dracón el legislador,
hace o se ha hecho; porque es eviden- que sus leyes no eran de hombre, sino
te que, si no es así, no lo hizo; porque de dragón; porque eran muy duras. Y
nadie voluntaria y conscientemente es- como la Hécuba de Eurípides decía a
coge lo malo. Pero, esto es engañoso; Afrodita:
porque muchas veces resulta claro lue-
go cómo habría de haberse actuado, pero con razón también[comienza
el nombre de la insensatez
el de la diosa (6).
antes de actuar resulta oscuro.
XXVI. Otro tópico es cuando se va Y como Queremón:
a hacer algo contrario a lo que se ha Penteo, llamado con el nombre de su futura
hecho, considerarlo juntamente lo uno [desgracia (7).
y lo otro; como, por ejemplo, Jenófa-
nes que, al preguntarle los eleatas si Entre los entimemas son mejor con-
harían o no sacrificios a Leucotea y la- siderados los refutativos que los demos-
mentaciones, les aconsejó que, si la con- trativos, por ser el entimema refutativo
sideraban diosa, no la lloraran, y que una reunión de contrarios en breve es-
si la consideraban humana, no le ofre- pacio, y las cosas que se presentan unas
cieran sacrificios. junto a otras le son más evidentes al
oyente. Y de todos los razonamientos
XXVII. Otro tópico es acusar o de- lefutativos y demostrativos son mejor
fenderse a partir de los errores del con- acogidos los que, sin ser superficiales,
trario; así en la Medea de Karkinos (2), se prevén una vez iniciados—porque los
unos la acusan de que ha dado muer- oyentes se alegran en sí mismos de ha-
te a sus hijos, por lo menos de que berlos presentido—, y aquellos que sólo
estos no se encuentran; porque Medea tardan en ser comprendidos, lo que dura
faltó en enviar lejos a sus hijos; pero su enunciación.
ella se defiende diciendo que no era
a sus hijos a quienes hubiera dado
muerte, sino a Jason; ya que en esto
sí que hubiera cometido falta, de no (3) De la tragedia Tyró. Alude el verso a
haberlo hecho, si es verdad que una de la madrastra de la protagonista, Sideró. he-
las dos cosas tenía que hacer. Este tó- roína de la obra.
pico del entimema y esta especie cons- la '*) El vencedor de Cnido y restaurador de
democracia. El juego de palabras viene de
tituye todo el arte anterior a Teodoro.
frpaaúí, insolente, audaz, y fiouXrj, resolución.
(5) Trasímaco se compone de frpaoói;, audaz,
y (17^'}, combate, batalla. Y Polo es lo mismo
(1) La cronología política de este Leodamas, que TcwXoí, potro.
no concuerda con la del que hemos citado en (6) Los Troyanos'Atppoo'ÍTrj y 'cr-ppoaúvrj tie-
la nota i l > de la pág. 130. Se intenta acomodar
haciendo del Trasibulo contra quien habla no nen las dos silabas primeras iguales.
el de Steiria, sino el de Oollytos. (7) Poeta trágico del siglo iv. Otros autores
(2) No se sabe si es el poeta cómico ridiculi- dan la misma etimología.
zado por Aristófanes o más bien un descendien-
te de él.
184 ARISTÓTELES.—OBRAS 1400 b/1401 a
Oh dichoso aquel, a quien de la gran
CAPITULO 24 diosa perro multiforme
llaman los olímpicos.
SOBRE LOS TÓPICOS DE LOS ENTIMEMAS
APARENTES O que no tener perro en casa es cosa
deshonrosa, de modo que es evidente
Puesto que es posible un silogismo que que el perro es una cosa honrosa. Y
lo sea y un silogismo que no lo sea, decir que Hermes es el más comunicati-
sino tan solo lo parezca, es necesario vo de los dioses; porque Hermes es el
también que haya un entimema que lo único que se llama común (3). Y decir
sea y un entimema que no lo sea, sino que lo más excelente de todo es la pa-
tan solo lo parezca, dado que el entime- labra, porque los hombres buenos no son
ma es una especie de silogismo. dignos de dinero, sino de palabras elo-
Son tópicos de los entimemas aparen- giosas ; porque el ser digno de mención
tes los que siguen: no se dice unívocamente.
I. uno es el procede de la expresión, II. Otro tópico es decir lo dividido
y de este en síntesis, o lo sintético analíticamen-
te; porque muchas veces parece que es
1. Una parte es, como en la dialéc- lo mismo lo que no lo es; la que de las
tica, decir al final en forma de conclu- dos cosas sea más útil en, cada caso,
sión lo que no se ha. formulado como esta conviene hacer. Este es el razona-
slloffismo; no es, pues, esto y lo otro, miento de Eutidemo: por ejemplo, sa-
luego necesariamente será aquello y lo ber que hay una trirreme en el Píreo,
de más allá; porque en los entime- dado que se conoce cada uno de estos
mas (1) el hablar con densidad y anti- términos, la trirreme y el Píreo. Y que
téticamente produce la impresión de un se conocen las letras, porque se conoce
entimema; ya que esta forma de ex- la palabra; ya que la palabra es lo mis-
presarse es campo abonado para los en- mo que las letras. Y decir que, puesto
timemas. Y parace que tal cosa procede que lo doble es en esa proporción no-
de la íorma de la expresión. Es útil, pa- civo, tampoco lo uno será sano; porque
ra hablar silogísticamente con la ex- es absurdo que dos bienes juntos sumen
presión, reunir los puntos capitales de un mal. De esta manera, pues, el enti-
muchos silogismos: «que a los unos los mema es refutativo; y del modo que si-
salvó, que vengó a los otros, que dio la gue es demostrativo: porque un bien no
libertad a los griegos». Cada uno de es dos males. Todo este tópico es paralo-
estos términos había sido demostrado a gístico. También el dicho de Polícrates
partir de otros, y al estar juntos, parece sobre Trasíbulo, de que eliminó a treinta
que de ellos resulte realmente algo. tiranos; ya que lo dice por acumula-
ción (4). O lo que se dice en el Orestes
2. Otro entimema aparente es el que de Teodectes, que consiste en una di-
procede del equívoco; por ejemplo, de- visión:
cir que el ratón es noble, ya que de él Es Justo que la que mate a su esposo
proviene la mas venerable de las inicia-
ciones, porque los misterios son la inicia- muera también ella, y lo es que el hijo
ción más venerable de todas (2). O ti
alguno, elogiando al perro, incluye en su vengue a su padre». Esto es, pues, lo
que se ha hecho; pero uniendo las dos
alabanza también al can del cielo o a cosas quizá no resulte igualmente justo.
Pan, porque Píndaro dijo:
(3í Hermes es el dios de las cosas encontra-
(1) Sinécdoque, por toda la retórica en ge- das casualmente. Cuando el compañero de uno
neral, en oposición a lógica, mundo del silo- hallaba algo, se decia «Hermes es común», recla-
gismo. mando el otro la mitad del hallazgo. Cfr. Teo-
(2) Juego de palabras entre (luí, ratón, y jiu frasto.
(*) Trasibulo derrocó el régimen de los
UTTJptov iniciación o misterio. De suyo nada Treinta tiranos, y Policrates pedia para él
tienen que ver entre si etimológicamente. treinta recompensas.
1401 b/1402 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 24 185
También puede ser paralogística esta que pueden hacer esto son felices, tam-
forma por omisión, ya que se evita decir bién lo parecerían cuantos pudiesen ha-
por obra de quién se deba hacer esto. cer lo mismo. Pero la diferencia está en
el cómo, por lo cual este sofisma incurre
III. Otro tópico es establecer o refu- en el caso de omisión.
tar una cosa por exageración o enojo.
Esto sucede cuando, sin probar que se VII. Otro tópico consiste en presen-
hizo, se pondera aumentativamente la tar lo que no es causa, como causa. Por
acción; porque esto hace parecer o que ejemplo: cuando suceden varias cosas
no lo hizo, cuando el que exagera es el juntamente o unas Juego de otras; por-
que sostiene la causa, o que lo hizo, que lo que sucede después de algo pue-
cuando el que acusa se mofa. No es, de interpretarse como si fuera a causa
pues, un entimema; porque el oyente de este algo; y lo usan sobre todo los
cae en paralogismo al juzgar que el acu- que andan metidos en asuntos de polí-
sado lo hizo o que no lo hizo, sin haber- tica, como por ejemplo Demades hacía
se demostrado. al gobierno de Demóstenes causante de
todos los males, porque después de aquel
IV. Otro tópico parte del indicio; sobrevino la guerra.
porque esto también es asilogístico. Por
ejemplo: si alguien dijera: «a las ciu- VIII. Otro tópico se apoya en la omi-
dades les convienen los enamorados; ya sión del cuándo y el cómo; por ejem-
que el amor de Harmpdio y Aristogitón plo, que Alejandro raptó a Helena jus-
provocó la calda del tirano Hiparco». O, tamente; ya que a ella le había sido
si alguien dijera que Dionisio es ladrón, dada por su padre la facultad de elegir
porque es malo; pues esto es asilogísti- esposo. Pero este permiso no se mante-
co; ya que no todo hombre malvado es nía siempre igual, sino que se refería a
ladrón, aunque sí todo ladrón sea mal- la primera vez, ya que el padre tiene
vado. autoridad solo hasta este momento. O
si alguien dijera que el golpear a un
V. Otro tópico se desarrolla por lo hombre libre es insolencia; ya que no
accidental. Por ejemplo: dice Polícra- lo es absolutamente, sino cuando uno es
tes, refiriéndose a los ratones, que pres- el primero en poner injustamente las
taron un servicio royendo las cuerdas manos en otro.
del arco. O si alguien dijera que el ser
invitado a un banquete es lo más hon- IX. También como en las discusiones
roso que existe; ya que, por no haber erísticas o de controversia, resulta un
sido invitado, se enojó Aquiles contra silogismo aparente de tomar algo abso-
los aqueos en Ténedos; se irritó enton- lutamente y no absolutamente, sino en
ces por haber sido desestimado, y esto relación a algo; por ejemplo, decir en
fue consecuencia de no haber sido in- dialéctica que el no^ser es ser, porque el
vitado. no-ser es ño ser; y decir que se puede
conocer lo desconocido, ya que se puede
VI. Otro tópico se da según la con- saber que lo desconocido es desconoci-
secuencia; por ejemplo: en el Alejan- do. De la misma manera en la retórica
dro se dice que este es magnánimo; por- hay un entimema aparente de lo no
oue despreciando el trato social con mu- absolutamente probable, sino probable
chos, pasaba la vida solo en el Ida; ya en relación a algo. Esta probabilidad no
que por ser así los magnánimos, tam- es universal, como también dice Agatón:
bién él lo podría parecer. Y el argumen-
to de que, puesto que pasea de noche y Bien podría alguien decir que lo probable es
elegantemente vestido, es un libertino; q le a los mortales les ocurran muchas cosas no
porque los libertinos son así. Semejante [probables.
es el de que, porque en los santuarios
los mendigos cantan y bailan y porque Porque también viene a ser real lo que
a los desterrados les es posible habitar está al margen de la probabilidad, de
donde quisieran, ya que parece que los manera que también es probable lo que
186 ARISTÓTELES.—OBRAS 1402 a/1402 b
está fuera de la probabilidad. Y si esto ejemplo, si se presentara un entimema
es asi, será, lo no-probable probable, pero sobre el amor, manteniendo que es bue-
no simplemente, sino que, de la misma no, la objeción sería de dos maneras:
manera que en las discusiones erísticos o bien diciendo en general que toda in-
el que no se indique el según qué, en digencia es un mal, o bien en particu-
relación a qué y el cómo hace capcioso lar que no se hablaría de un amor cáu-
el argumento, también aquí, en la re- nico (1), si no hubiera también amores
tórica, lo improbable no lo es absoluta- perniciosos.
mente, sino en relación a algo. El Arte
de Córax está constituido precisamente II. A partir de lo contrario se aduce
por este tópico; ya que puede uno no una objeción; por ejemplo, si el entime-
dar pie a una determinada ocasión, como ma decía que el hombre bueno hace bien
el que, por ser bébil, evade una acusa- a todos los amigos, diciendo que tam-
ción de violencia, porque esta no es pro- poco el hombre malo les hace mal a
bable. Pero sí puede dar pie a ella; por todos.
ejemplo, por ser fuerte, se dirá que no
es probable, precisamente porque la co- III. A partir de lo semejante; por
sa iba a parecer probable. De manera ejemplo, si el entimema decía que los
semejante en los demás casos; porque que han padecido malos tratos odian
necesariamente uno dará pie a la acu- siempre, decir que tampoco los que han
sación o no lo dará; parecen, pues, pro- recibido un favor aman siempre.
bables ambas cosas, pero una parecerá
probable y la otra no absolutamente pro- IV. Aplicar los juicios que proceden
bable, sino como se ha dicho. Y en esto de hombres famosos; por ejemplo, si
consiste aquello de hacer más fuerte el un entimema dijo que hay que tener
argumento menor. Y de aquí que los indulgencia con los que se embriagan,
hombres soportaran de mala gana la de- porque faltan sin conocimiento, objetar
claración de Protágoras; porque es un que entonces no merecería alabanza al-
fraude, y no es verdadera sino aparen- guna pitaco; porque no decretó mayo-
temente probable, y no se da en ningún res castigos si alguno delinquía estando
otro arte, sino en la retórica y en la ebrio.
erística. Puesto que los entimemas se formu-
lan a partir de cuatro tópicos, y estos
CAPITULO 25 cuatro tópicos son la probabilidad, el
ejemplo, el argumento concluyente y el
SOBRE LA REFUTACIÓN Y SUS TÓPICOS indicio, hay entimemas deducidos de las
cosas probables que, de ordinario, son
Hemos hablado de los entimemas, tan- o parecen ser; los hay deducidos por
to de los que lo son, como de los que inducción, mediante la semejanza de
aparentan serlo; a continuación nos to- uno o más, cuando tomando lo univer-
ca tratar de la refutación. sal, se llega luego ñor razonamiento a lo
Se puede refutar o bien haciendo un particular, por medio del ejemplo; los
silogismo en contra de lo dicho, o bien hay deducidos por lo necesario y lo que
aduciendo una objeción. El oponer a su siempre es, por medio de -un argumento
vez un silogismo, es evidente que es po- concluyente; finalmente, los hay dedu-
sible hacerlo a partir de los mismos tó- cidos por lo universal o por lo que es
picos; ya que los silogismos se hacen a en parte, tanto si es como si no, por me-
partir de cosas opinables, y muchas co- dio de los indicios.
sas opinables son contrarias entre sí. Lo verosímil es no lo que siempre se
Las objeciones se aducen, como en los da, sino lo que se da de ordinario, y es
Tópicos, de cuatro maneras: o bien par- evidente que estos entimemas siempre
tiendo de lo mismo, o de lo semejante, se pueden refutar aduciendo una obje-
o de lo contrario, o bien partiendo de ción; pero la refutación es aparente y
cosas ya juzgadas.
(1) Se refiere a los amores legendarios entre
I. Digo o partir de lo mismo, por Byblis y su hermano Caunio.
1402 b/1403 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 26 181
no siempre verdadera, porque el que sa esta también que nos resulta eviden-
pone la objeción no refuta que aquello te por los Analíticos—; quede, con to-
sea probable, sino que aquello no es ne- do, como objeción, decir que no es po-
cesario. Por eso siempre tiene más ven- sible demostrar el caso presentado. Pero
taja el que defiende que el que acusa, i si es evidente que el hecho existe, y que
a causa de este paralogismo; porque el argumento es argumento concluyen-
el que acusa, por su parte, prueba por te, el entimema se vuelve irrefutable;
medio de cosas probables, y no es lo ya que todo se convierte en una demos-
mismo refutar que no es verosímil que tración totalmente evidente.
refutar que no es necesario; porque
siempre cabe la objeción de lo que es
de ordinario; ya que no sería así de CAPITULO 26
ordinario y probable, sino en cuanto
también es necesario; y el juez, por su ESCOLIO SOBRE LA AMPLIFICACIÓN Y LA
parte, piensa, si se refuta así o que ATENUACIÓN RETORICAS
aquello no es verosímil o que no le toca
a él juzgarlo, con lo cual cae en para- El amplificar y el atenuar no caben
logismo, como decíamos; porque no con- como elemento del entimema; ya que
viene juzgar tan sólo a partir de lo que llamo a lo mismo elemento y tópico;
es necesario, sino también a partir de porque es elemento y es tópico aquello
lo que es probable; ya que esto es juz- a que se reducen muchos entimemas.
gar con la mejor conciencia; por consi- El amplificar y el atenuar son entime-
guiente, no es suficiente refutar demos- mas dirigidos a mostrar que una cosa
trando que no es necesario, sino que lo es grande o es pequeña, como también
que hay que demostrar además es que que es buena, que es mala, que es justa
no es probable. Y esto sucederá, si la o es injusta, o que posee cualquier otra
objeción se apoya de preferencia en lo cualidad. Estas son todas las cosas so-
que sucede de ordinario. Y es admisible bre que son posibles los silogismos y los
que esto sea asi de dos maneras: o por entimemas; de manera que, si ninguna
el tiempo o por los hechos; y más fuer- de ellas en particular es tópico de en-
te será si es por las dos cosas a la vez; timemas, tampoco lo será el amplificar
porque si son más así y ocurre más ve- o el atenuar.
ces así, resulta ello más verosímil. Tampoco las refutaciones de entime-
Se pueden refutar los indicios y los mas son una especie de ellos; porque
entimemas basados en ellos, aunque sean es evidente que refuta, o bien el que de-
hechos reales, como se dijo en el libro muestra algo en contra o el que aporta
primero; porque, que todo indicio es una objeción; y prueban así lo antité-
asilogistico, lo conocemos .con evidencia tico; por ejemplo, si uno probó que al-
por los Analíticos. go sucedió, el otro demostrará que no
Contra los entimemas paradigmáticos ocurrió; y si el uno prueba que no su-
existe la misma refutación qué contra cedió, el otro probará que sí. De mane-
las cosas probables; porque aunque dis- ra que esta no sería una diferencia; por-
pongamos de un solo caso que sea así, que unos y otros se sirven de estos mis-
queda refutado el entimema; ya que mos argumentos; ya que aducen sus en-
no es ello necesario, si en mayor nú- timemas para probar que algo es o no
mero de casos y con más frecuencia es; y la objeción no es un entimema,
aquello ocurre de otra manera; y aun- sino aue, como decíamos en los Tópi-
que en el mayor número de casos y con cos, es enunciar una opinión por la que
mayor frecuencia sea así, hay que com- quedará en evidencia que el adversario
batir, diciendo o bien que el caso pre- no ha razonado silogísticamente, o que
sente no es semejante, o que no se dio ha admitido en su argumentación algo
de manera semejante, o que lleva con- íalso.
sigo alguna diferencia. Puesto que tres son las cosas de que
Los argumentos concluyentes y los en- había que tratar, por su referencia al
timemas basados en ellos, en cuanto son discurso, los ejemplos, las sentencias y
asilogísticos, no se podrán refutar—co- los entimemas, y, en general, todo lo
188 ARISTÓTELES.—OBRAS 1403 a/1404 a
que se refería a la inteligencia de dón- mos ya hablado, nos queda ahora tan
de había que sacar estas cosas, cómo solo por tratar lo que toca a la dicción
se habían de refutar, y de todo esto he- y a la composición del discurso.

LIBRO TERCERO
CAPITULO 1 también en la poética, lo cual algunos
ya han tratado y en especial Glaucón
SOBRE LA ELOCUCIÓN Y LA ACCIÓN de Teo (1). Consiste esto en el estudio
de la voz, en cómo conviene usar de
Puesto que son tres los asuntos a tra- ella en cada estado pasional; por ejem-
tar con relación al discurso: la prime- plo, cuándo debe ser intensa, cuándo
ra, de dónde se sacarán los motivos de débil, cuándo mediana; y como hay
credibilidad a favor del orador; la se- que servirse de los tonos; por ejemplo,
gunda, la elocución; la tercera, cómo es del agudo, del grave, del intermedio;
necesario estructurar las partes del dis- y de qué ritmos para cada caso. Por-
curso ; y hemos ya hablado, por una par- que tres son las partes que se conside-
te, de los motivos de credibilidad y de ran, a saber: la intensidad de la voz,
dónde proceden estos—que vienen de la entonación adecuada y el ritmo. Así,
tres fuentes—, y cuáles son estas y por los oradores obtienen premios casi como
qué son solo estas—ya que todos persua- en los concursos, y así como allí tienen
den o bien afectando de cierta manera ahora más preponderancia los actores
a los mismos que juzgan, o bien hacien- que los poetas, también ocurre así en
do adoptar a los que hablan una cierta las. competiciones políticas, por la insa-
manera de ser, o bien demostrando—; lubridad moral de las constituciones po-
y se ha hablado también de los entime- líticas. Todavía no se ha compuesto un
mas y de dónde se deben encontrar sus arte sobre este particular, ya que tam-
fundamentos—ya que de una parte es- bién se desarrolló tarde lo que se refe-
tán las especies de entimemas, y de ría a la dicción; y parece que, consi-
otra sus tópicos. derado con miras elevadas, es un asun-
Corresponde tratar a continuación de to un tanto burdo. Pero al estar toda
lo referente a la elocución; porque no la práctica del arte retórica orientada
basta saber lo que hay que decir, antes a la apariencia, hemos de acometer su
también es necesario decirlo como con- estudio, no como justificado, sino como
viene, ya que importa mucho que el necesario, ya que lo que buscamos a lo
discurso adopte cierta modalidad apro- largo del discurso es lo justo y nada
piada. Así pues, primero se buscó, na- más, mejor que no entristecer o hacer
turalmente, lo que es por naturaleza gozar a los oyentes; porque lo justo se-
primero: los mismos hechos, a partir ría disputar con los mismos hechos, de
de los cuales se obtienen los motivos manera que todas las demás cosas sean,
de convicción; en segundo lugar está fuera de demostrar, algo superfluo; pe-
el colocar estos hechos según una nor- ro sin embargo, tiene esto gran poder,
ma de elocución; y en tercer lugar, como hemos dicho, por causa de la im-
algo que con tener una importancia perfección del oyente. Con todo, pues,
grandísima, aún no ha sido tratado: lo que pertenece a la dicción, es un tan-
lo referente a la acción oratoria. Por- to necesario en toda enseñanza; por-
que, en la misma tragedia y en la re- que, para demostrar algo, es muy dis-
citación poética se ha desarrollado tar- tinto hablar de una u otra manera; no
de, ya que, al principio representaban es tan grande, con todo, sino que todo
la tragedla los mismos poetas. Es, pues,
evidente que esto está también en vi- (1) Quizá sea el que cita Platón en el Ion,
gencia tratándose de la retórica, como como rapsoda.
1404 a/1404 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 2 189

es imaginación y aparato de cara al


oyente; por eso nadie enseña así la CAPITULO 2
geometría.
La acción, cuando se pone en prácti- SOBRE LA CLARIDAD DE DICCIÓN, SELEC-
ca, produce el mismo efecto que el arte CIÓN DE VOCABULARIO, METÁFORA Y
teatral; han intentado hablar un poco EPÍTETOS
sobre este arte algunos autores, como
Trasímaco en sus Modos de mover a
compasión; el tener habilidad teatral, Demos, pues, por meditadas aquellas
por otra parte, es cosa de naturaleza y cuestiones, y definamos que la virtud
bastante al margen del arte, aunque sí de la dicción es que sea ciara; la prue-
está dentro del arte, en cuanto a elo- ba está en que el discurso, si no ense-
cución. Por eso también a los que son ña algo, no producirá su propio efecto;
hábiles en eso se les otorgan premios, y no debe ser la elocución ni rastrera
como también a los oradores por el as- ni por encima de lo que es decoroso,
pecto de su treatralidad; ya que los dis- sino conveniente; porque el estilo poé-
cursos escritos valen más por su elo- tico ciertamente no es vulgar, pero no
cución que por su pensamiento. es adecuado al discurso. Los nombres y
Comenzaron primero a accionar, co- palabras especificas hacen el estilo cla-
mo es natural, los poetas; porque los ro, y lea otros vocablos de que se ha ha-
nombres son imitaciones; y la voz nos blado en los libros sobre poética, lo ha-
íesulta el más imitativo de todos los cen no rastrero, sino distinguido; por-
órganos; por eso se formaron las artes, que la variación de vocabulario hace
la recitación poética, el arte teatral y aparecer la elocución más digna; por-
otros. Dado que los poetas, aun dicien- que, igual que les ocurre a los hombres
do simplezas, parecían con su dicción respecto de los extranjeros y los con-
conseguir la gloria, por eso la primera ciudadanos, eso les ocurre también res-
dicción resultó ser la poética, como la pecto del estilo. Por eso es conveniente
de Gorgias. Aun ahora, la mayoría de hacer algo extraño el lenguaje; porque
los que no han recibido instrucción al- se admira lo lejano, y lo que causa ad-
guna, piensa que los que usan este esti- miración es agradable. En la poesía esto
lo son los que mejor hablan, lo cual no lo consiguen muchos medios y allí re-
es así, antes es distinta la dicción de sultan adecuados, ya que, en los asun-
discurso y la de la poesía. Y lo demues- tos y las personas de que se trata, se
tra lo ocurrido; porque ni los autores sale uno más de lo cotidiano; pero,
de tragedias utilizan ya el mismo estilo, en la prosa sencilla conviene usarlas
sino que, a medida que pasaron del te- menos; ya que el asunto es de menor
trámetro al yambo—por ser este entre cuantía, y porque aun en poesía resul-
todos los metros el más semejante a la taría un tanto inoportuno que un escla-
prosa—, también omitieron todas las vo hablara remilgadamente, o que lo
palabras que estaban en uso fuera de hiciera una persona demasiado joven,
lo conversacional, con las que los pri- o que lo hiciera un cualquiera tratando
meros embellecían su lenguaje; y aún de cosas muy banales; con todo, tam-
ahora las omiten también los que hacen bién en los discursos se halla la expre-
hexámetros. Por eso es ridículo imitar sión adecuada en la concisión y en la
a estos, cuando ya ni ellos mismos utili- amplificación; por eso conviene que al
zan aquel estilo, de manera que resulta hacerlo; quede oculto a la gente, y que
evidente que todo cuanto hay que decir no parezca que se habla con mucho re-
sobre la dicción, no debe ser examinado milgo, sino con naturalidad, porque esto
minuciosamente por nosotros, sino solo es conveniente y aquello todo lo contra-
cuanto se refiere a aquella dicción de rio; ya que, del orador que así ma-
que hablamos. De aquella que se ha ha- quina, se desconfía como de los vinos
blado ya en los libros sobre la Poética. mezclados; así por ejemplo le ocurría
a la voz de Teodoro, comparada con la
de los otros actores; porque aquella pa-
recía en realidad ser la de la persona
190 ARISTÓTELES.—OBRAS 1404 b/1405 a
que hablaba, y las otras parecían aje- logia; y si no, parecerá todo ello inade-
nas. Se disimula bien el artificio, si uno cuado, porque los contrarios, puestos
compone seleccionando los vocablos en unos juntos a otros, resaltan más. Con
el lenguaje corriente; esto es lo que todo, hay que considerar que si un ves-
hace Eurípides y además fue. el primero tido de púrpura le cae bien a un joven,
en enseñarlo. no así a un viejo, porque no dice con
Por ser los nombres y los verbos aque- unos y otros un mismo vestido, si se
llo de que se compone el discurso, y por quiere enaltecer o hermosear una cosa,
tener los nombres tantas especies como hay que traer la metáfora de lo mejor,
hemos considerado en los libros sobre la dentro de lo que incluye un mismo géne-
Poética, de entre ellos los idiomáticos, ro; y si hay que censurar o rebajar, de
los compuestos y los neologismos, hay las cosas peores; pongo, por ejemplo,
que usarlos pocas veces y en pocos lu- una vez que los contrarios están dentro
gares—dónde, lo diremos luego; por qué del mismo género, decir que el que por-
ya se ha dicho: porque desvían de lo diosea implora, y que el que implora
adecuado a lo excesivamente elevado—, pordiosea, ya que ambas cosas son pe-
y, en cambio, el nombre específico, el ticiones, esto es hacer lo dicho; y que
comente y la metáfora, son las únicas Ifícrates llamara a Calías sacerdote
cosas útiles para el estilo de la prosa mendicante de Cibeles; el cual respon-
sencilla. La prueba de ello está en que dió que aquel era un no iniciado (2);
todos se sirven únicamente de estos me- porque, si no, no le llamaría a él sacer-
dios; ya que todos hablan con metáfo- dote mendicante, sino porta-antorcha;
ras, con nombres específicos y corrien- ya que ambas cosas, sí, se refieren a la
tes, de manera que resulta evidente que, diosa, pero una cosa es honrosa y la
si uno hace bien su discurso, será este otra no. Y los que algunos llaman bufo-
algo extraño y puede al mismo tiempo nes de Dionisio, se llaman a sí mismos
que pase inadvertido el artificio y que artistas; y ambas cosas son metáforas,
el estilo sea claro. Esta era, dijimos, la la una acuñada por los que pretenden
virtud característica del discurso retó- deshonrarlos, y la otra al contrario.
rico. De los nombres, los homónimos o También ahora los piratas se llaman a
equívocos son útiles al soñsta—ya que sí mismos proveedores; por eso se pue-
en ellos basa sus artimañas—; al poeta de decir que el que comete un delito fal-
le son útiles los sinónimos; y llamo pa- ta, y que el que falta comete un deli-
labras específicas y sinónimas, por ejem- to, y que el que roba ha cogido y des-
plo, a caminar y marchar, porque son truido. Es lo que dice Télefo de Eurípi-
ambas palabras específicas y equivalen- des, que
tes entre si.
Qué es, pues, cada una de ellas y reinando en la barquichuela y desembarcado
cuántas son las especies de metáforas, [en Misia.
y que todo esto tiene mucha importan-
cia en la poesía y en la oratoria, ha sido lo cual es inadecuado, porque reinar es
tratado, como decíamos, en los libros superior a la circunstancia; no pasa,
sobre Poética; y tanto más hay que es- por tanto, inadvertido.
forzarse interesadamente en prosa en lo También en las sílabas hay falta, si
que respecta a estos medios, cuanto que no son representación de una voz agra-
la prosa es inferior al verso en recur- dable, como Dionisio Chalcus llama a
sos. Y la metáfora posee, como ninguna la poesía en sus elegías, chillido de Ca-
otra cosa, la claridad, lo agradable y el líope, porque ambas cosas son voces;
giro extraño; y esta no es posible apren- pero la me'táfora es mala porque chillar
derla de otra persona (1). Es preciso equivale a dar voces ininteligibles. Ade-
decir epítetos y metáforas adecuados, más no hay que traer las metáforas de
cosa que es posible partiendo de la ana- lejos, sino de cosas del mismo género y
(2) Los sacerdotes mendicantes eran extran-
cí) Quiere decir, según parece, que el poder jeros que predicaban entre el pueblo el degra-
de crear metáforas es algo ingénito y con- dante culto de la Cibeles Irigia. Calias era des-
natural a uno: cendiente de una opulenta y conocida familia.
1405 a/1406 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 3 191

semejantes, al dar nombre a lo que 110 bien cabe hacerlo a partir de algo exce-
lo tiene, y es evidente lo dicho de que lente, por ejemplo, el vengador de su
corresponda al mismo género, como en padre; y así Simónides, cuando le daba
el famoso enigma: una recompensa pequeña uno cualquiera
que hubiera ganado un triunfo en muías.
vi a un hombre que, con fuego, soldaba bronce no quería hacerle un poema, como dán-
[a otro hombre ; dose de menos de escribir versos dedi-
cados a semiasnos; pero una vez que
ya que la operación no tiene nombre, le dieron bastante dinero, escribió:
pero ambas cosas son una cierta apli-
cación o adhesión de algo; y así dijo yo os saludo, hijas de1 corceles de cascos veloces
soldar, para la aplicación de la vento- Icomo el huracán,
sa. En general, de enigmas bien conce-
bidos es posible sacar metáforas adecua- aunque no eran en aquel caso menos
das; porque las metáforas aluden implí- hijas de asnos. También es lo mismo ca-
citamente a un enigma, de manera que lificar con diminutivos; porque el di-
resulta evidente que están bien trans- minutivo es una forma que atenúa tanto
portadas. lo malo como lo bueno, y así Aristófa-
La metáfora debe partir de cosas her- nes, en los Babilonios, dice en son de
mosas; la belleza del nombre está, como burla platita en lugar de plata, y man-
dice Licimnio (1), o bien en la sonori- tito en lugar de manto, insultito en lu-
dad, o bien en el significado, y lo mismo gar de insulto, v penita. Pero conviene
la fealdad. Además, en tercer lugar, en hacerlo con cuidado y guardar en una
que el nombre no sea equívoco, lo cual y otra cosa la medida.
destruye el razonamiento sofístico; por-
que no es verdad, como dijo Brisen (2),
que nadie diga palabras feas, si supo- CAPITULO 3
ne lo mismo decir una en lugar de otra;
porque esto es falso; ya que una pala- SOBRE LA FRIGIDEZ EN EL ESTILO
bra es más propia que otra, y más re-
presentativa y más adecuada para po- La frialdad procede, en el estilo, de
ner una cosa ante los ojos. Además que, cuatro causas: de los nombres compues-
no siendo semejantes, significan esto y tos; por ejemplo, Licofrón (3) dice el
aquello, de manera que también así hay cielo «polirrostro» de la tierra «cumbri-
que considerar que una es más hermosa grande», y la abrupta orilla «pasiangos-
o es más fea que otra; porque es cier- ta»—de paso angosto—; y Gorgias dijo
to que ambas significan lo hermoso o lo «musimendigos aduladores, perjuros y be-
feo, pero no -en cuanto el objeto sea nejuros». Y también como Alcidamas di-
hermoso o sea feo; y si dicen lo mis- jo del alma llena de ira, que se había
mo, lo dicen en mayor o menor grado. puesto «pirocroma» de aspecto, y que
Las metáforas, pues, habrá que sacar- creía que debía ser «finconducente» la
las de ahí: de cosas hermosas o bien buena disposición de ellos, y aue la per-
por el sonido, o por su fuerza expresiva, suasión de los discursos resultó «fincon-
o según la vista o cualquier otro senti- ducente», y llamó «cianocroma» a la lla-
do. Ya que hay diferencia en decir, por nura del mar (4); ya que todas estas
ejemplo, aurora de dedos rosados mejor cosas resultan poéticas por la compo-
que dedos de púrpura; y aún sería peor sición.
la de dedos rojos. Esta es una causa, pues; otra causa
En los epítetos cabe se haga la cali- es hacer uso de palabras inusitadas; por
ficación a partir de lo malo p lo vergon- ejemplo, Licofrón, cuando llama a Jer-
zoso, por ejemplo, el matricida; y tam- jes hombre «giganteo», y a Escirón, va-
rón «dañino»; y Alcidamas habla de ju-
(1) Licimnio de Quíos, de la escuela de Gor-
gias. Parece era un poeta de vocabulario exce- (31 El sofista, no el poeta.
sivamente remilgado y a veces pretencioso. (4) Hemos conservado, en lo posible, las
(2>) Eristico, quizá discípulo de Sócrates y raíces griegas en la traducción castellana de
maestro de Pirrón. estas palabras rimbombantes.
192 ARISTÓTELES.—OBRAS 1406 a/1406 b
guetes en poesía y de la «presunción» de tas épicos, ya que este género es serio
la naturaleza, y dice de un hombre que y arrogante; y la metáfora a los poetas
está «aguzado» por la ira de su corazón, yámbicos; porque son los que se sir-
«no mezclada con agua». ven de ellas ahora, como hemos dicho.
La tercera causa está en los epítetos, Hay aún una cuarta causa de frial-
en usarlos largos, inoportunos p frecuen- dad en las metáforas; ya que también
tes en demasía; pues en poesía está hay metáforas inadecuadas, unas por
bien decir blanca leche, pero en la pro- su ridiculez—pues también los poetas
sa unos son inadecuados; otros, si se cómicos se sirven de metáforas—, las
abusa de ellos, dan a entender y mani- otras por su excesiva seriedad y tragici-
fiestan que se trata de poesía; a veces, dad; y son oscuras si se sacan de muy
no obstante, conviene hacer uso de ellos, lejos. Por ejemplo, Gorgias, hablando de
porque cambian lo cotidiano y hacen el asuntos verde pálidos y sangrientos; y
estilo extraño, pero es necesario guar- tú sembraste estas cosas vergonzosa-
dar la medida, pues de lo contrario se mente, y las has cosechado desgraciada-
causa un daño mayor que hablando al mente; lo cual resulta excesivamente
buen tuntún, ya que esto no tiene be- poético. O como dice Alcidamas, que la
lleza, pero lo otro es feo. Por eso los filosofía es muralla de la ley, y que
epítetos de Alcidamas parecen fríos; la Odisea es un bello espejo de la vida
porque se sirve de los epítetos no como humana, y no aplicando ningún jugue-
de aliño, sino como de manjar, así son te semejante a la poesía; ya que todas
de frecuentes, exagerados y obvios; por estas cosas son poco convincentes, por
ejemplo, no dice sudor, sino húmedo su- lo dicho.
dor, ni ir a los juegos ístmicos, sino a Lo que dijo Gorgias a la golondrina
la solemne concentración de los juegos cuando, volando sobre él, dejó caer su
ístmicos, ni tampoco dice leyes, sino las excremento, es de lo más apropiado a
leyes reinas de la ciudad, ni tampoco un estilo trágico, pues dijo: —«Cierta-
dice a la carrera, sino con el impulso del mente es vergonzoso, Filomela.» Por-
alma a correr, ni escuela de las musas, que, para un pajaro, si lo hubiera hecho,
sino escuela de las musas que ha here- no sería vergonzoso, pero para una don-
dado de la naturaleza; y llama sombría cella, sí. El reproche, pues, estaba bien,
a la preocupación del alma y no dice dirigiéndose a lo que ella había sido,
artífice de la gracia, sino artífice de la no a lo que era ahora actualmente.
gracia pública y administrador del pla-
cer de los oyentes, y no dice cubrir con
ramos, sino con ramos de la selva, y no CAPITULO 4
dice envolvió el cuerpo, sino el pudor
del cuerpo; y dice la pasión contraimi- SOBRE LA IMAGEN
tadora del alma—lo cual es a la vez pa-
labra compuesta y epíteto, de modo que La imagen también es metáfora, ya
resulta poético—, y así extraño exceso que difiere poco de ella; pues cuando se
de maldad. Por eso los que hablan poé- dice que Aquiles
ticamente con esta inadecuación, pres-
tan a sus obras ridiculez y frialdad, y os- saltó como un león... (1),
curidad a causa de su palabrería; por-
que cuando se le sobrecarga de palabras es una imagen; pero cuando se dice
al que atiende, la claridad se le diluye «saltó el león», es una metáfora; por-
con lo enrevesado; los hombres usan que, por ser ambos valientes, llamó
palabras compuestas cuando una cosa traslaticiamente león a Aquiles. La ima-
no tiene nombre o la palabra resulta gen es útil cuando en la prosa, aun-
bien, como, por ejemplo; pierde tiem- que pocas veces, porque es poética, hay
po; pero si se abusa de ello, el lengua- que aplicarla como las metáforas; ya
je resulta completamente poético. Por que son metáforas que difieren en lo que
eso la palabra compuesta es útil sobre hemos dicho.
todo a los poetas ditirámbicos que son
retumbantes; y las inusitadas a los poe- (U Ilíada, XX, 114.
1406 b/1407 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 5 193
Son imágenes, por ejemplo, lo que forme decir que el escudo es la copa de
hizo Androtión contra Idrieo, al decirle Ares.
que era igual que los perritos que se
sueltan de sus cadenas; ya que estos CAPITULO 5
muerden al que pasa, e Idrieo, fuera
de la prisión, era agresivo. Y como Teo- SOBRE LA PURBZA DE LENGUAJE
damas comparaba a Arquídamo con Eu-
xeno, diciendo que era como un Euxe- El discurso, si, se compone de todos
no que no supiera geometría, y análo- estos elementos; pero el principio cla-
gamente al contrario; ya que Euxeno ve del estilo es helenizar el lenguaje;
sería un Arquídamo geómetra. Y lo que y esto se apoya en cinco cosas: primero,
se dice en la República de Platón, que en las conjunciones, si se contraponen,
los que despojan a los enemigos muertos como es natural, delante o detrás unas
se parecen a los perritos que muerden de otras, según algunos lo exigen, como
las piedras, pero no tocan al que se las el (ilv y el |f <« uiv exigen el 8é y el ó Sé.
tira. Y la imagen contra el pueblo, que Conviene, pues, que se correspondan en-
dice que es semejante a un piloto, po- tre sí, mientras dure el recuerdo; y que
deroso, pero un tanto sordo. Y la que no haya entre ellas demasiada separa-
se dirige contra la versificación de los ción, antes que otra conjunción necesa-
poetas, que se parece a los jóvenes sin ria ; ya que la falta de correlación pocas
hermosura; porque los unos cuando se veces resulta adecuada. «Yo, después
marchitan por la edad y la otra cuando que me habló él—pues deón vino a
pierde el ritmo, no parecen lo mismo mí necesitado y suplicante—, marché
que antes. Y la de Pericles contra los habiéndolos tomado conmigo.» En es-
samios, que dice que se parecen a los tas frases hay muchas conjuciones an-
niños pequeños, que toman la papilla, tes de la conjunción correlativa; y si
pero llorando. Y con los beocios, que hay muchas palabras antes de «mar-
son semejantes a los tejos, porque los ché», resulta oscuro.
tejos se descuartizan a sí mismos, y tam- Una condición es, pues, el adecuado
bién los beocios luchando unos contra uso en las conjunciones; la segunda,
otros. Y lo que dice Demóstenes del pue- hablar con palabras propias y no con
blo (1), que es semejante a los que términos abstractos. La tercera, no ser-
se marean en las naves. Y como Demó- virse de palabras ambivalentes, a no ser
crates (2) comparó a los oradores con que se busque lo contrario a la claridad,
las nodrizas, las cuales, habiéndose co- cosa que se hace cuando no se tiene
mido ellas las papillas, untan a los ni- qué decir, pero se finge decir algo; por-
ños los labios con saliva. Y como An- que los que así hacen, dicen estas cosas
tístenes comparaba al flaco Cefisódoto en estilo poético, como, por ejemplo,
con el incienso, que al consumirse per- Empédocles, ya que el circunloquio, al
fuma. ser abundante, deslumhra, y a los oyen-
Todas estas se pueden decir como imá- tes les ocurre lo que a la gente respec-
genes y como metáforas, de manera que to de los adivinos, que cuando dicen co-
las que son celebradas, dichas como me- sas ambiguas, les dicen que sí con la
táforas, es evidente que también serán cabeza.
imágenes, y que las imágenes son me-
táforas que carecen de una palabra. Es Creso, luego de cruzar el Halys, destruirá un
[gran reino.
siempre necesario que la metáfora que
parte de la analogía pueda convertirse Y por ser .en general un error me-
a uno y otro de los términos del mismo nor, los adivinos hablan mediante los
género, por ejemplo, que si la copa es géneros de las cosas; ya que cualquie-
el escudo de Dionisio, también sea con- ra puede acertar más fácilmente en el
juego de pares y nones, si dice pares
o nones que cuánto es el número exac-
(1) No se sabe si es el famoso orador o el tamente, y lo mismo pasa entre decir
político del siglo v, muerto en Siracusa. que será o cuándo aera; por eso los adi-
(2) Es difícil de identificar este personaje. vinos no precisan el cuándo. Todas es-
ARISTÓTELES.—7
194 ARISTÓTELES. OBRAS 1407 b/1408 a
tas ambigüedades son similares, de ma- de un nombre; por ejemplo, no decir
nera que si no es por causa de algo es- círculo, sino plano regular desde un
pecial, deben evitarse. centro.
La cuarta es atenerse al modo como A la brevedad contribuye lo contra-
Protágoras distingue los géneros de los rio, decir en lugar de una definición
nombres, en masculinos, femeninos y un nombre. En el caso de algo feo o in-
objetos; ya que también esto convie- conveniente, si lo feo está en la defini-
ne aplicarlo bien: «y ella, una vez en- ción, hay que decir el nombre, y si lo
trada y quedar bien explicada, se mar- feo está en el nombre, conviene decir
chó». En quinto lugar, expresar con la definición. Y conviene exponer las
exactitud lo múltiple, lo poco y lo uno: cosas con metáforas y con epítetos, pero
«y cuando ellos llegaron, me golpearon». guardándose de lo poético. Y es útil ha-
En general, conviene que lo escrito cer de lo singular plural, como hacen
sea fácilmente legible y bien fácil de los poetas; ya que, siendo uno solo el
frasear, lo cual es una misma cosa. puerto, dicen sin embargo:
Y esto consiguen las conjunciones
abundantes y no las escasas, ni lo que hacia )os puertos aqueos,
no se puede puntuar fácilmente, como
los escritos de Heráclito (1); porque y también:
es trabajar lo que hay que hacer para
penetrar los escritos de Heráclito, por
la oscuridad de a qué corresponde cada de la carta estos numerosos pliegues.
palabra, si a lo de después o a lo ante-
rior ; por ejemplo, en el comienzo de su Y no unir palabras bajo la misma, si-
obra escrita, donde dice: «existiendo es- no ponerla a cada una la suya, tam-
ta doctrina de siempre los hombres re- bién contribuye al estilo hinchado: «de
sultan faltos de capacidad para enten- la mujer, de la nuestra»; pero si es
derla»; ya que resulta oscuro con cuál estilo conciso, lo contrario: «de nues-
de las dos partes hay que puntuar el tra mujer». Y hablar con conjuncio-
«de siempre». Además hace cometer so- nes; pero si es conciso, sin conjuncio-
lecismo en estas cosas, el no poner lo nes, pero no sin ligar, por ejemplo:
que corresponde a uno y otro térmi- «después de caminar y hablar», «después
no, si no se unen, por ejemplo, el so- de caminar, hablé».
nido y el color; porque el ver no es Y servirse del útil método de Antí-
común, el sentir, en cambio, sí. Es os- maco (2), de hablar de lo que la cosa
curo el estilo, si al ir a intercalar mu- no posee, lo cual hace aquí a propósi-
chas cosas en medio, no se acaba de de- to del Teumeso:
cir lo ya comenzado; por ejemplo:
«porque estaba a punto, una vez dichas
a aquel tales y tales cosas y de tal ma- hay una cima ventosa y menuda;
nera, de marchar»; pero no es oscuro
decir: «porque estaba a punto, una vez porque así se puede amplificar hasta el
hubiera hablado, de marchar»; y des- infinito. Se aplica a cosas buenas y ma-
pués decir que sucedió tal y tal cosa y las decir que no existen, de cualquiera
de qué manera. de los dos modos según sea útil, de
donde también sacan los poetas pala-
CAPITULO 6 bras como melodía sin-cuerda y sin-lira,
derivando los epítetos a partir de la pri-
SOBRE EL ESTILO HINCHADO vación; y esto es muy estimado en las
metáforas basadas en la analogía, co-
Contribuye a la fastuosidad del esti- mo decir, por ejemplo, que el toque de
lo servirse de una definición en lugar trompeta es una melodía sin-lira.

(1) A Heráclito se le llamaba el «oscuro». ( 2 ) Poeta cíclico tardío, de palabrería pro-


La cita es el comienzo de su obra. verbial.
1408 a/1408 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 7 195
carácter; ya que no diría lo mismo ni
CAPITULO 7 del mismo modo el rústico que el que
tiene instrucción. Les impresionan al-
SOBRE LA PROPIEDAD DEL ESTILO, SU go a los oyentes lo que usan los logó-
PATETISMO Y SU CARÁCTER grafos (2) hasta el exceso: «¿Quién
no lo sabe? Todos lo saben»; porque
El estilo será adecuado si expresa las el oyente asiente a ello avergonzado,
pasiones y caracteres y guarda analo- para participar también él en lo que
gía con los asuntos de que trata. todos los demás creen.
Esta proporcionalidad o analogía exis- El servirse de estos medios con opor-
te, si no se habla improvisadamente de tunidad o sin ella, es propio de todas
asuntos de importancia, ni con grave- las clases de oratoria. Un remedio con-
dad de cosas banales, y si a una pala- tra toda exageración es el repetidísimo:
bra vulgar no se le ponen adornos; ya que conviene que uno se critique de
pues de lo contrario parece ello come- antemano a sí mismo; porque parece
dia, como hace Cleofón (1); ya que que es auténtico su hablar, cuando el
algunas cosas las expresa como si hu- mismo que habla es bien consciente de
biera dicho «augusta higuera». aquello que hace. Además no hay que
El estilo será patético cuando se ha- usar a la vez todo aquello que se dice
ble enojado, si hay ultraje; y si ha por analogía, porque el oyente es en-
habido cosas impías o vergonzosas, se gañado de esta manera. Digo, por ejem-
habla con indignación y reticencia; y plo, que si las palabras son duras, no
si se habla con admiración, cuando ha lo sean también por la voz, por la ex-
habido cosas dignas de encomio; y con presión del rostro o por lo que les co-
humildad, si se habla sobre cosas la- rresponde; si no, resulta evidente qué
mentables; y de modo semejante en es cada cosa. Pero si unas cosas las
todo lo demás. El estilo propio, pues, cambia y otras no, haciendo lo mismo,
hace verosímil el asunto; ya que el quedará inadvertido. Si, pues, dijere las
alma del oyente parece deducir paralo- cosas suaves duramente y suavemente
gísticamente cómo parece ser verdade- las cosa duras, resultará poco convin-
ramente el alma del que habla, porque cente.
en estas cosas los hombres reaccionan Las palabras compuestas y la abun-
así, de manera que creen, aunque el dancia de epítetos y las palabras extra-
orador no se halle en este estado de ñas sobre todo, son adecuadas al que
ánimo, que las cosas son asi y el oyen- habla patéticamente; porque se le per-
te siente siempre al unísono con el que dona al que está enojado que diga «un
habla patéticamente, aunque diga una mal grande como el cielo» o «gigantes-
nadería. Por eso muchos impresionan a co». Y cuando tenga ya en la mano
los oyentes haciendo ruido. a los oyentes y los entusiasme con ala-
Y esta demostración a partir de los banzas o censuras, con ira o con amor;
signos externos connota carácter, por- como por ejemplo hace Isócrates en
que se acompaña del estilo adecuado a el Panegírico, hacia el final: «la fama
cada género y a cada hábito. Llamo y el recuerdo» y «quienesquiera sopor-
género a lo que dice referencia a la taron» : porque tales cosas se dicen al
edad, como el ser niño, varón o ancia- calor del entusiasmo, de manera que evi-
no, y al ser mujer o varón, de Laconia dentemente los oyentes las admiten,
o de Tesalia; y llamo hábito a aquello porque están en semejante disposición
según lo cual uno es de determinada de ánimo. Por eso convienen a la poe-
manera en la vida; porque las vidas sía; porque la poesía es cosa inspira-
no son todas de una cualidad determi- da. Conviene, por consiguiente, hacer-
nada según toda disposición. Si se di- lo, sea de esta manera, sea con ironía,
cen, pues, las palabras apropiadas a
cada hábito de vida, se representará el
(2) Se refiere aquí a los oradores que com-
(1) Poeta trágico, de cuyo realismo habla ponían discursos para otros, a cambio de unos
Aristóteles en la Poética honorarios.
196 ARISTÓTELES.—OBRAS

como hacía Gorgias y como se hace en los demás ritmos hay que dejarlos por
el Fedro, según los ejemplos que halla- lo dicho y porque son propios del ver-
mos allí. so ; en cambio hay que utilizar el pean;
pues de solo él no hay un metro típi-
co entre los dichos, de manera que pa-
CAPITULO 8 sa más inadvertido. Ahora se sirven
SOBRE EL RITMO EN LA PROSA
también de un pean al comenzar, pero
es preciso que el fin difiera del comien-
La forma del estilo en prosa convie- zo. Hay dos especies de pean contra-
ne que no sea en verso ni carezca de puestas entre sí, de los cuales uno es
ritmo; ya que lo uno no es convin- apropiado para el comienzo, según se
cente porque parece ser artiñcioso y a usa también ahora; y este es el que
la vez también distrae; porque hace comienza una sílaba larga y concluyen
que el oyente atienda a la cadencia, a tres breves:
ver cuándo vuelve de nuevo. Igual que
pasa con los niños que se adelantan ' -iaKo 7óvei; site Aoxiav"
a los heraldos, cuando dicen aquello de
«¿a quién escoge como patrono el li- Hijo de Délos, si a Licia...
berto?», y todos a coro: «A Cleón.» Lo
que carece de ritmo es ilimitado, y por y también:
eso es preciso que el discurso tenga me-
didas, pero no en verso; porque lo in- " X p u a E o x o u , a " E x a i s z « f AIOÍ"
determinado es desagradable e ininteli-
gible. Todas las cosas se miran con el Hécate de áureos cabellos, hija de Zeus.
número; y el número de la forma es-
tilística es el ritmo, cuyos metros son El otro es lo contrario, pues le dan co-
divisibles; por eso es preciso que el mienzo tres breves y lo concluye una
discurso tenga ritmo, pero no metro, larga:
ya que resultaría un poema. Su ritmo
no debe ser exacto; y será tal si es ( 'u.£T<¿ os ~¡av ü S a t á T'WXEOVOV /¡'.pavus vyí",
rítmico hasta cierto punto.
De los ritmos uno es el solemne, he- Después de la tierra, la noche ocultó las aguas
roico, pero falto de la armonía propia [y el Océano.
del simple conversar; el otro es el yam-
bo, que es el modo de hablar de la ma- Este hace bien la cláusula; porque la
yoría de la gente; por eso, al hablar sílaba breve, por ser incompleta, la de-
se suelen decir yambos con más frecuen- ja truncada. Conviene concluir siempre
cia que otros metros. Conviene que el con sílaba larga y que la cláusula sea
discurso posea majestad y conmueva. El evidente, no por el copista ni por el
troqueo es el más cercano a la danza signo del párrafo (2), sino por el ritmo.
córaos (1); y lo muestran los tetrá- Así pues, que es preciso que el estilo
metros, que son un ritmo de carrera. sea eurítmico y no arrítmico, y cuáles
Queda el pean, del que hacían uso los son los ritmos que le dan esa euritmia
oradores a partir de Trasímaco, pero y cómo, es lo que hemos dicho.
no tenían con qué palabra nombrar-
lo. El pean es un ritmo tercero, conti-
guo a los mencionados; porque está en CAPITULO 9
relación de tres por dos, y de aquellos
el uno es de uno por uno, y el otro SOBRE EL ESTILO CONTINUO Y EL
de dos por uno. Es afín a estas propor- PERIÓDICO
ciones el que está en razón de vez y
medida, y este es el pean. Por tanto, Es preciso que el estilo sea o conti-
nuo y ligado por la conjunción, como
(1) Parece ser esta la danza típica de los
orígenes de la comedia, aunque ya en Aristó- (2) Alusión a una señal gráfica con que los
fanes parece ser evitada como burda y grosera antiguos señalaban el fin de párrafo.
1409 a/1410 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 9 197
los preludios en los ditirambos, o pe- pie al período de un solo miembro. Con-
riódico y semejante a las estrofas simé- viene que los miembros y los períodos
tricas de los poetas antiguos. Así pues, no sean ni demasiado pequeños, ni de-
el estilo continuo es el antiguo: «De masiado largos. Porque el demasiado
Herodoto de Turio esta es la exposición breve hace tropezar muchas veces al
de la historia»; de este todos hacían oyente; ya que es necesario, cuando el
uso antes, ahora no muchos. Llamo oyente va ya lanzado hacia adelante y
estilo continuo al que no tiene fin por según el metro, del cual tiene en sí mis-
sí mismo, si no se acaba el tema ex- mo la regla, es necesario se le tire en
puesto. Es poco agradable por ser ili- sentido contrario, al detenese el ora-
mitado, porque todos quieren caer en dor, como si se originara un tropie-
la cuenta del fin. Por eso es en los zo a causa de un obstáculo. Los que
límites de la pista donde los corredo- son demasiado largos hacen que el oyen-
res quedan agotados y sucumben, por- te se quede atrás, como los que dan
que, mientras ven por delante un tér- la vuelta muy fuera del poste; ya que
mino, no sienten la fatiga. estos se quedan atrás de los que pasean
Este es, pues, el estilo continuo; el con ellos. De modo semejante, los pe-
periódico es el que consta de períodos; ríodos que son demasiado largos, resul-
llamo período a un fragmento del es- tan un discurso semejante al preludio
crito que tiene principio y fin él mis- de un ditirambo, de manera que con-
mo y según él mismo, y una magnitud curre lo que ridiculizaba Demócrito de
fácilmente abarcable con la mirada. Tal Quíos (2) contra IVJelanípides, que ha-
fragmento es agradable y fácil de com- bía escrito preludios en lugar de estro-
prender; agradable, por ser opuesto a fas correlativas o antistrofas:
lo ilimitado, y porque siempre el oyen-
te cree que tiene algo y algo definido Este homtyre se causa males a sí mismo, cuan-
para él; y es desagradable el no prever ído se los trama a otros,
ni rematar nada; y es fácil de compren- porque el largo preludio es el peor para el poeta;
der, porque se recuerda bien. Y esto ya que este dicho también va bien apli-
es porque el estilo periódico tiene nú- carlo a los oradores que componen
mero, que es entre todo lo más fácil miembros largos. Los de miembros ex-
de recordar. Por eso, todos recuedan cesivamente breves, en cambio, no re-
con más facilidad los versos que lo que sultan períodos, porque llevan al oyen-
está en prosa; porque tienen un nú- te de cabeza.
mero con que se miden. Conviene que Del estilo en miembros, hay una va-
el período se acabe a la vez que el pen- riedad en divisiones y otra en contra-
samiento y que no lo trunque, como los posiciones; en divisiones, por ejemplo:
yambos de Sófocles: «muchas veces he admirado a los que
Esta es la tierra de Calidón, del suelo de Pé- han convocado grandes concentraciones
(lope... ¡festivas y a los que han instituido las
¡grandes competiciones gimnásticas»; en
Porque es posible entender lo contrario contraposiciones es aquel en que, en ca-
de lo que indica la división, como 3n da uno de los miembros, o bien a un
el caso citado entender que Calidón es contrario le corresponde un contrario, o
del Peloponeso (1). bien el mismo se opone a. los contra-
El período consta de miembros o es rios; por ejemplo: «a unos y a otros
simple. El estilo periódico en miembros les fueron provechosos; a los que &e
es un estilo acabado, bien dividido y quedaron y a los que les acompañaron;
fácil de enunciar de un solo aliento de porque a los unos les procuraron más
voz, no en la división, como el perío- j de lo que tenían en su patria, a los
do, sino en el todo. Miembro es una ¡ otros les dejaron en la patria hacien-
de las partes de este estilo. Llamo sim-
(2) Demócrito de Quios es un músico con-
tcirporáneo del filósofo de Abdera y Melanípi-
(1) Por los escolios, el verso parece seT de | dos un poeta ditirámbico, cuyas obras se han
Eurípides, del Meleaaro. ! oerdido
198 ARISTÓTELES.—OBRAS 1410 a/1410 b
da suficiente»: son contrarios quedarse bre mismo. Son, por ejemplo, semejan-
y acompañar, suficiente y más. tes en el comienzo (3):
«De manera que a los que necesitan
riquezas y a las que quieren disfru- " dffj'jt "f/p IXa^3v
tar...»: disfrute se contrapone a pose- "CtpfÓV T*1fj' KUToD":
sión.
Y otros ejemplos: «Ocurre muchas porque recibió un campo inculto de él.
veces en tales ocasiones que los pruden-
tes fracasan y los necios triunfan.» "SuipYjiot t' Ir:á).ovTo iMtpáppY¡Toí T.' izássiv",
«En seguida se hicieron dignos del
premio de la valentía y no mucho des- resultaban manejables con regalos, exorables
pués obtuvieron el imperio del mar.» [con palabras.
«Navegó a través de la tierra firme y En el fin:
caminó a pie a través del mar, unien-
do con un puente las orillas del He- " wrftrpa.v aoiov ratStov TSIOX=VCÍI,
lesponto y excavando un canal en el ciXX ' au-oü áít'.ov fs-fovávaí",
Athos.»
«Ya los que eran ciudadanos por na-
turaleza, privarles de la ciudadanía creían que lo había engendrado como hijo,- al
[menos había sido la causa de su nacimiento.
por ley.»
«Ya que unos de ellos perecieron mi-
serablemente, los otros se salvaron con " IvxXsíatctií Sé (ppovitai x<zi Iv iXayt'arai; IXra'aiv'
vergüenza.»
Y «en privado servirse de los bárba- en mayores preocupaciones y en menores espe-
[ranzas.
ros como esclavos, en público atender a
que muchos de los aliados están reduci- Distintos o iguales casos de un mis-
dos a servidumbre». mo nombre:
«O poseerlos vivos, o luego de muer-
tos abandonarlos» (1). ¿Digno de tener una estatua de bronce, no va-
Y lo que dijo alguien contra Peitolao [liendo una moneda de bronce1?
y Licofrón, ante el tribunal: «Estos, La misma palabra:
cuando estaban en su casa, os vendían
a vosotros; luego que han venido don- Tú,
U, cuando él vivía, haMa
hablabas mal y, ahora que
de vosotros, os han comprado» (2). [ha muerto, escribes mal.
Todos estos pasajes cumplen con lo Semejanza en una sílaba :
dicho. Tal estilo es agradable, porque
los contrarios son muy inteligibles, y "Tí <zv Ircifrec Sstváu, sí cfvop ' sifieí ópfóv";
más inteligibles aún, puestos unos jun-
to a otros; y además porque se parece
a un silogismo; ya que la refutación ras¿Qué cosa extraña hubieras sentido si hubie-
visto a un hombre perezoso? (4).
es la yuxtaposición de los contrapues-
tos. Es posible que todo esto vaya junto,
Esto es, pues, la antítesis; la pon'so- y que el mismo período sea antítesis,
sis se da si los miembros son iguales, parisosis y paromóiosis. Las virtudes
y la paromóiosis si cada uno de los propias de los períodos se enumeran ca-
miembros tiene un extremo semejante. si todas en los libros Teodecteos (5).
Conviene necesariamente que esté al co- Ora estaba yo en casa de ellos, ora junto a
mienzo o al fin. El comienzo lo tienen [ellos estaba yo.
siempre semejante los nombres; el fi-
nal posee semejantes las últimas síla- (3) Citamos aquí el texto griego, ante la
bas, o los casos del nombre, o el nom- imposibilidad de hacer comprender en caste-
llano lo que ejemplifica Aristóteles.
(4) Este ejemplo y los cuatro que' siguen, se
(1) Las citas que preceden son todas del dan como de autor desconocido.
Panegírico de Isócrates. (5) No se sabe a ciencia cierta qué son estos
(2) De Aristófanes. «Libros Teodecteos».
RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 10 199
Existen también antítesis falsas, como no ocurre ni una cosa ni otra. Según,
escribe Epicarmo: pues, la inteligencia de lo que se dice.
estos son los entimemas más estima-
dos; según el estilo, por su forma, son,
CAPITULO 10 más estimados si se dicen por contra-
posición, por ejemplo: «y la paz común
SOBRE LOS DICHOS INGENIOSOS Y LA para los demás, la consideran guerra
ANALOOIA para sus intereses particulares», donde
se contrapone la guerra a la paz. En
Dadas ya las definiciones sobre estas cuanto a las palabras, son estimadas si
contienen alguna metáfora, y si esta no
cosas, hay que decir de dónde se sacan es
los dichos elegantes y los que mere- de impropia, ya que entonces es difícil
comprender, ni es obvia, porque en-
cen estimación. Puede hacerlos el que tonces
tiene buena disposición natural o el timan sinoponen impresiona. También se es-
el objeto ante los ojos;
que se ha ejercitado en ello; enseñar porque
la manera de hacerlos entra en nuestro chos que las cosasverfuturas.
conviene más bien los he-
método. Digamos, pues, y enumeremos; pues, apuntar a estas tres Es preciso,
cosas: la
sil-vanos de comienzo esto: aprender metáfora, la antítesis y la eficacia.
con facilidad, por naturaleza, es agra- De las metáforas, que son de cuatro
dable a todos; los nombres significan clases, son sobre todo estimadas las que
algo, de manera que aquellos nombres se basan en la analogía; como, por
que nos aportan una enseñanza, son ejemplo, dijo Pericles que la juventud
los más agradables. Las palabras musi- muerta en la guerra había desaparecido
tadas nos son desconocidas y conoce- de la ciudad, como si alguien hubiera
mos, en cambio, las especificas; es la quitado del año la primavera. Y Lep-
metáfora la que principalmente logra tines, respecto de los Lacedemonios,
esto, porque, cuando llama a la ancia- que no se debía permitir con indiferen-
nidad paja de trigo, nos da una ense- cia que la Hélade se quedara tuerta. Y
ñanza y un conocimiento a través del
género:' ya que una y otra cosa han Cefisódoto, al esforzarse Cares a rendir
perdido sus flores. Consiguen también el cuentas sobre la guerra de Olinto, se
mismo efecto las imágenes de los poe- indignaba, diciendo que apretaba al pue-
blo hasta el ahogo," al intentar rendir
tas; por lo que, si se aplican bien, re- las
sulta elegante el estilo. Porque la ima- vez cuentas (1). Y exhortando cierta
a los atenienses a que pasaran a
gen es, como se ha dicho antes, una Eubea, decía que era conveniente que
metáfora diferenciada por la adición de
una palabra; por eso es menos agra- llevaran como provisiones el decreto de
dable, porque es una expresión más lar- mado los (2).
Milciades E Ifícrates, habiendo fir-
ga; y no dice que esto es aquello, y, Epidauro y atenienses una tregua con
por consiguiente, tampoco el espíritu taba diciendoaquel país costero, se irri-
"que ellos mismos se ha-
le pide esto. bían despojado de los recursos para la
Es necesario, pues, que el estilo y los guerra. Y Peitolao llamaba a la nave
mismos entimemas sean elegantes, estos
en cuanto nos ocasionan una enseñan- sagrada
y a
de Atenas garrote del pueblo,
Sestos arcaz del Píreo (3). Y Pe-
za rápida. Por eso no están bien consi-
derados ni los entimemas superficiales
u obvios—llamamos obvios a los que (1) Parece que la imagen era popular. Ceíl-
son evidentes para todos y a los que aódoto es un orador del siglo iv. Cares, due
no hay que preguntar nada—, ni los tomó parte en la guerra de Olinto con sus mer-
que, una vez dichos, siguen incompren- cenarios, contaba aún con ellos al ir a rendir
didos, sino aquellos de quienes nace un cuentas.
conocimiento, o bien a la vez que son (2) Resolución proverbial: Milciades salló a
expuestos—aunque no se conocieran an- luchar
consejo.
contra Jerjes, sin reunir previamente el
tes—, o bien su inteligencia se retarda (3) Peito'.ao parece ser el mismo que, con
poco; se produce, pues, como una ense- Licofrón, asesinó a su cuñado, el tirano Ale-
ñanza, mientras que de aquella manera jandro de Fe'ras. La nave sagrada era un bar-
200 ARISTÓTELES.—OBRAS 1411 a/1411 b
rieles mandó que desapareciera Egina, de «a través de» pone el asunto ante
légaña del Pirco (1). Y Moirocles de-1 los ojos. Y el decir «llamar a los pe-
cía—nombrando a uno de los hombres ' ligros que han de ayudar en los peli-
decentes de la ciudad—que él no era i gros», es una metáfora que además sen-
peor que este; ya que este hacía el I sibiliza el objeto. Y licpleón, defendien-
canalla al interés del tercio por uno, y do a Cabrias (6): «ni siquiera respe-
él al del diezmo (2). Y el verso yámbico i taron a su suplicante, su estatua de
de Anaxándrides, sobre las muchachas bronce» (7); ya que es una metáfora
que tardaban en casarse: en el presente, pero no siempre, aun-
que sensibiliza el objeto, ya que, &' n-
Prescritas ya para las bodas las doncellas. do él está en peligro, suplica su esta-
tua; aquí lo inanimado se hace anima-
Y lo que dijo Polieucto contra cierto do : el monumento conmemorativo de
Espeusipo apoplético, que no podía des- sus hazañas en favor de la ciudad, in-
cansar, por obra de la suerte atado a tercede por él. Y «de todas formas se
la enfermedad, en un cepo de cinco esfuerzan en pensar mezquinamente»;
agujeros (3). Y Ceflsodoto llamaba a ya que el esforzarse es cierta amplifi-
las trirremes muelas de molino pinta- cación. Y aue Dios ha encendido la luz
d de colores; y el Cínico decía que de la razón en el -alma, ya, que ambas
las tabernas eran los banquetes espar- cosas Dignifican algo. «Porque no solven-
tanos de. Atenas (4). Esión decía «que tamos las guerras, sino las diferimos»;
había derramado la ciudad sobre Sici- ya que ambas cosas están por suceder,
lia», lo cual es metáfora y poner el ob- la dilación y la paz definitiva. Y decir
jeto ante los ojos. Y «hasta que Grecia que los tratados de paz son trofeos mu-
gritó», que también es hasta cierto pun- cho más hermosos que los míe se eri-
to metáfora y poner la cosa ante los gen en las guerras; ya que los trofeos
ojos (5). También como Ceflsodoto man- se erigen por motivos pequeños y por
daba que se tuviera cuidado de que un solo triunfo, y los tratados lo son
no se hicieran muchas manifestaciones por la guerra en conjunto; ya que unos
tumultuarias. Isócrates decía lo mismo y otros son signos de victoria. «Porque
contra los que acudían presurosos a las también las ciudades rinden cuentas se-
asambleas festivas. Y, en el Epitafio, veras por la reprobación de los hom-
que era justo que, sobre el sepulcro de bres», porque el rendir cuentas es una
los que murieron en Salamina, la Hé- especie de pena o castigo de la justicia.
lade se cortara el cabello en señal de
duelo, porque con la virtud de aque-
llos había sido sepultada la libertad; CAPITULO 11
si hubiera dicho que era justo llorar
porque la virtud había sido consepulta- SOBRE LA METÁFORA, LA IMAGEN Y SUS
da con ellos, resultaba una metáfora y REQUISITOS
poner la cosa ante los ojos, pero lo
de «la libertad con la virtud» encierra Queda dicho ya que las elegancias de
cierta antítesis. Y como dijo Ifícrates: estilo provienen de la metáfora de ana-
«porque el camino de mis palabras, pa- logía y del sensibilizar los objetos; que-
sa a través de las acciones de -Cares»; da por decir oué es sensibilizar los ob-
la metáfora es aquí por analogía, y lo jetos o ponerlos ante los ojos, y qué
se debe hacer para conseguir esto. Lla-
co ligero para misiones políticas o religiosas. mo sensibilizar las cosas o ponerlas an-
EM como un palo en manos de los atenienses. te los ojos, a significar las cosas en
í l t También se atribuye esto a Demades.
Í2| Era de Salamina; intervino en la poü- acción; por ejemplo, decir que el hom-
bre bueno es un cuadrado, es una me-
tlcí ateniense en tiempos de Demóstenes.
(3) Orador ático de la época de Demóstenes. táfora, ya que ambos son perfectos, pe-
(4! Diógenes el Cínico. Contrapone las aus-
teros comidas de Esparta a la licencia de1 las (6) Cabrias fue acusado de la pérdida de
tabernas atenienses. Oropo. El orador, desconocido, interpreta la ac-
(51 Orador de quizá finales del siglo v. titud suplicante de la estatua, en su favor.
No hay más referencias de él. (7) Se ha dicho ya el sentido de la frase.
1411 b/1412 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 11 201

ro no significa una acción; en cambio, que en ambos se refugia el que ha de-


decir que posee un vigor floreciente, es linquido. O, si alguien dijera que án-
una acción; y, «a ti como libre» (1) cora y gancho para colgar son lo mis-
es una acción, y mo, porque ambas cosas vienen a ser
algo así, pero difieren en que una sos-
desde allí, pues, los griegos, lanzándose con sus tiene su objeto desde arriba, la otra
Ipies, desde abajo. Y el igualar las ciudades
donde «lanzándose» es acción y metá- es hacer lo mismo en cosas muy distin-
fora, ya que indica rapidez. Y como ha- tas, ya que lo igual se aplica a la su-
ce en muchos pasajes Homero, que ha- perficie y al poder.
ce obrar a lo inanimado por medio de La mayoría de las elegancias de es-
la metáfora. En todos ellos se estima tilo se. logran por medio de la metá-
haber logrado una acción dinámica, co- fora y a consecuencia de un engaño;
mo en esos: porque resulta más claro que se apren-
dió aquello sin saber que era. lo con-
de nuevo hacia la llanada rodaba la piedra in- trario, y el espíritu parece decir «cuán
Isolente; verdaderamente era así y, con todo, yo
y también: me equivocaba». Y de los apotegmas,
los elegantes lo son porque expresan
vo!6 la flecha, lo que no dicen, como el de Estesícoro
y, de que las cigarras les cantarán desde
deseosa de volar el suelo. Y los enigmas bien formula-
dos son agradables por lo mismo; por-
que son una enseñanza y se dicen a ma-
en la tierra se clavaban, deseando vivamente nera de metáfora. Y lo que Teodoro lla-
{saciarse de carne, ma decir novedades. Sucede esto, cuan-
y, do ocurre algo inesperado y, como él
la punta penetró furiosa en el pecho. dice, no según la opinión que se tenia
antes de ello, sino como les que hacen
En todos estos pasajes, por la referen- parodias en las piezas cómicas, lo cual
cia a seres animados, parece que las consiguen también los juegos de pala-
cosas están en acción, pues el carecer bras, porque engañan. También en los
de vergüenza, y el estar furioso, y to- versos; ya que no es la cosa como es-
do lo demás son acciones dinámicas. peraba el oyente:
Todo ello lo aplicó el poeta por medio
de la metáfora de analogía; porque lo caminaba llevando en los pies sabañones;
que la piedra es para Sísifo, es el in- mientras el oyente pensaba que diría
solente para el injuriado. Los mismos sandalias. El juego de palabras'hace de-
efectos consigue en las celebradas imá- cir no lo que dice, sino lo que el nom-
genes sobre cosas inanimadas: bre cambia, como el de Teodoro con-
encorvadas, con su cimera de espuma, unas tra Nicón el citaredo, «la tracia cantó»,
[delante, luego otras detrás, porque parece que quiere decir «te con-
funde» y engaña, porque dice otra co-
pues hace que todas las cosas se mue- sa. Por eso es agradable para el que
van y vivan, y la acción es movimiento. lo sabe, pero, si uno no sospecha que
Es preciso, como se ha dicho, deducir Nicón era tracio, no le parecerá gra-
la metáfora de cosas propias y no evi- cioso (2). Y lo de «quieres destruir-
dentes; como en filosofía contemplar lo» (3). Conviene que los dos sentidos
la semejanza aun en lo que difiere mu- queden expresados convenientemente. Y
cho es cosa propia de un espíritu sa- así ocurre también con los dichos in-
gaz; como decía Arquitas, que es lo geniosos, como decir que para los ate-
mismo un arbitro que un altar por-
(2) Et habla de una comedia de Nicón, El
(1) Metáfora que dice relación a las victi- citaredo. Nicón era tracio.
mas que, sin trabajo, estaban libres en terreno Í3) Juego de palabras entre el nombre de los
sagrado. De Isócrates. persas y el verbo r.épfyw.
202 ARISTÓTELES.—OBRAS 1412 b/1413 a
nienses el principado del mar no era hombre digno», lo cual tampoco es ele-
el principio de sus males, porque sa- gante. Pero sí lo es, si se dan junta-
can provecho de él. O, como decía Isó- mente ambas cosas: «es digno de mo-
crates, o.ue el principado era para la rir el que no ha merecido morir». Cuan-
ciudad él principio de sus males (1). tas más cualidades de estas contenga
Porque, de ambos modos, lo que nadie el estilo, tanto más elegante parece;
pensaría que se está diciendo, esto es por ejemplo, sí también los nombres
¡o que se dice, y se reconoce gue es fueran metáforas, y la metáfora fuera
verdad; porque decir que el principa- metáfora, antítesis y parísosis a un
do es e! principado, no es de sabios; tiempo, y contuviera una acción diná-
pero no es esto lo que se dice, sino otra mica.
cosa, y la palabra usada no significa Son también las imágenes, como Fe
luego 'lo que primero, sino otra cosa. ha dicho en lo que se ha tratado más
En todos estos casos, si se lleva de mo- arriba, de alguna manera, metáforas
do adecuado el nombre al equívoco o a siempre estimadas; porque siempre se
la metáfora, entonces resulta bien. Por dicen partiendo de dos términos, como
ejemplo: "Avezólos oóx ávao-^sTOí"—To- la metáfora por analogía; por ejemplo,
lerable no es tolerable—, muestra equí- decimos que el escudo es copa de Ares,
voco, pero será de modo adecuado, si y el arco lira sin cuerdas. De esta ma-
esta persona — Tolerable — es realmente nera, pues, se dice algo que no es sim-
desagradable. Y también: ple, pero sí lo es el llamar al arco lira
y al escudo copa. Y la imagen se hace
nunca seas e'xtraño más de lo que te conviene así, por ejemplo, comparando a un flau-
[ser huésped (2), tista con un mono, o un miope con
no más de lo que te conviene es lo un candil sobre el que cae una gote-
mismo que no es preciso que el extra- ra; porque ambas cosas hacen guiños.
ño sea siempre extraño, porque también La imagen está bien, cuando es metá-
esto tiene distinto sentido. Lo mismo es fora, porque se puede asimilar escudo
aquel celebrado dicho de Anaxándrides, con copa de Ares y ruina con andra-
jo de casa, y se puede decir que Nicé-
bello es morir antes de haber hecho nada que rato es un Piloctetes mordido por Pra-
[merezca la muerte, tys, como comparó Trasímaco al ver
que Nicérato, desde que fue vencido en
pues es lo mismo que decir que es dig- recitación épica por pratys, andaba aún
no de morir sin ser digno de morir, o sucio 'y con la cabellera larga. En estas
digno de morir sin merecer la muerte, coras tropiezan sobre todo los poetas,
o sin haber hecho cosas que merezcan cuando no aciertan, aunque por otra
la muerte. La forma de dicción es la parte sean estimados como tales. Digo,
misma en todas estas frases, pero cuan- cuando escriben:
to con menos palabras y más contra-
puestas se diga, tanto es más estimado. como perejil lleva torcidas las piernas,
La causa está en que la enseñanza por como Filamón, luchando con el balón.
medio de la contraposición es mayor, y
se logra más rápidamente por darse en Todas estas cosas son imágenes. Y
poco espacio. Conviene atender siempre que las imágenes son metáforas se ha
o a aquel a quien se dice o a decirlo dicho muchas veces.
bien, si lo qué se dice es verdadero y También los refranes son metáforas
no vulgar; porque estas cosas pueden que van de especie a especie; por ejem-
darse por separado, como «es necesario plo, si alguien lleva a otro a su casa
morir sin haber cometido falta», pero para lograr un bien y luego recibe daño,
esto no es elegante. O bien, «conviene se dice «como el de Cárpatos a la lie-
que una mujer digna se case con un bre»; porque a ambos les ocurrió lo
mismo (3).
U) Pertenece al menos a tres discursos del
autor mencionado. (3) Se ha explicado así este proverbio: uno
(2) Extraño y huésped se dicen en griego de Cárpatos llevó liebres a su isla para criarlas,
con una misma palabra. pero devastaron la isla.
1413 a/1414 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 12 203

De dónde, pues, se sacan los dichos to, el de debate el más teatral—de este
ingeniosos y por qué, se ha dicho más hay dos especies: una expresa el ca-
o menos, y también la causa de ello; rácter, la otra lo pasional—; por eso
también las hipérboles son metáforas los actores buscan los dramas de este
estimadas, por ejemplo, refiriéndose a último estilo, y los poetas a las per-
alguien que está lleno de cardenales: sonas que también son asi. Son muy
«creeríais que era un canastillo de mo- cotizados los poetas aptos para la lec-
ras», porque el cardenal o la moradura tura, como Queremón—que es exacto
es de color rojizo, pero la cantidad es como un prosista—, y Licimnio, entre
demasiada. El decir «como esto y lo los ditirámbicos. Comparándolos, los que
otro» es una hipérbole que se distin- son escritores aparecen encogidos en
gue por la manera de expresar. los debates, y los oradores que hablan
bien, parecen vulgares puestos en la
Como Filamón luchando con el balón, mano. La causa está en que esos ora-
se creería que es el mismo Mamón el dores son adecuados al debate; por eso
que lucha con el balón: esto'es hipér- también los discursos teatrales, si se
bole. les quita la máscara de acción dramá-
tica, parecen necios, al no producir su
Como perejil lleva las piernas torcidas; propio efecto; por ejemplo, la falta de
creeríais que este no tiene piernas, sino conjunciones y el decir muchas veces
perejil, así las tiene de torcidas: lo lo mismo, con razón desmerece en la
mismo. Las hipérboles son juveniles, redacción, pero no en los debates mis-
porque arguyen vehemencia. Por esta mos, y los oradores los usan porque son
razón las dicen sobre todo los que es- cosas teatrales. Es necesario que los que
tán enojados: hablan den variedad a lo mismo, lo
cual es como si preparara el camino a
Ni aun cuando me diera tantas cosas como gra- la acción: «este es el que os ha roba-
Inos hay de arena y de polvo, do, este es el que os ha engañado; es-
no me caso con la hija de Agamenón el Atrida, te es el que ha intentado traicionaras
ni aunque rivalice en belleza con la áurea hasta el fin». Como hacía el actor Fi-
y en obras con Atenea. [Afrodita, lemón en la Locura del Viejo, de Ana-
—Se sirven especialmente de esto los xándrides, cuando decía «Radamanto v
oradores áticos—. Por eso resulta in- Palamedes», y en el prólogo de Los pia-
adecuado que las diga un hombre en- dosos, el «yo»; porque si uno no re-
trado en años (1). presenta tales cosas, resulta el que lle-
va la viga (2). Y de modo semejan-
te lo que no lleva conjunciones: «lle-
CAPITULO 12 gué, recurrí a él, suplicaba»; porque es
necesario ponerlo en acción y no de-
SOBRE CADA GENERO Y SU ESTILO, Y LAS cirlo con el mismo carácter y tono, co-
CUALIDADES QUE DEBE TENfM ESTE mo si dijera una sola cosa. Además la
falta de conjunciones tiene una pro-
piedad : que en igual tono, parece que
Conviene que no se olvide que a ca- se dicen muchas cosas; ya que la con-
da género le conviene un estilo distin- junción convierte muchas cosas en una,
to; ya que no es el mismo el estilo de manera que, si se quita es eviden-
de la prosa escrita que el del debate, te que, por el contrario, se convier-
ni el de la oratoria demótica que el te el uno en muchos. Contiene, pues,
de la forense. Dos cosas es necesario sa- una amplificación: «llegué, hablé, supli-
ber : una, saber expresarse en griego; qué», ya que parece haber desprecia-
la otra, no verse obligado a callar, si do las muchas cosas que dije. Esto quie-
se quiere comunicar algo a los demás, re también conseguir Homero en aque-
y eso les pasa a los que no saben es- llo:
cribir. El estilo escrito es el más exac-
(1) La frase entre guiones parece estar fue- (2) Es un refrán popular, cuyo sentido es
ra de1 sitio. ¡obvio en el texto.
204 ARISTÓTELES.—OBRAS 1414 a/1414 b
Nireo. pues, de Sime... Hemos tratado, pues, del estilo, en
Nireo, hijo de Aglaia.... general para todos los géneros y en
Nireo, el más hermoso... particular para cada uno. Nos queda
ahora hablar de la estructuración o com-
Porque aquel sobre quien mucho se di- posición del discurso.
ce, es necesario que sea también nom-
brado muchas veces; y también si se
le nombra muchas veces, parece se di- CAPITULO 13
cen de él muchas cosas; de esta ma-
nera se engrandeció por este paralo- SOBRE LA EXPOSICIÓN, LA DEMOSTRACIÓN
gismo, con solo haberle mencionado V OTRAS PARTES DEL DISCURSO
una vez y dejó memoria de él, sin ha-
ber hecho alusión a él en ningún otro El discurso tiene dos partes, ya que
lugar, más adelante. es necesario exponer el asunto de que
El estilo de la oratoria deliberativa .se trata y después demostrarlo. Por eso
se parece enteramente a la pintura de es imposible exponer sin demostrar o
luces y sombras o de apariencias; por- ¡ demostrar sin antes haber expuesto el
que cuanto mayor sea la multitud, la asunto; porque el que demuestra, de-
visión es más lejana, y por eso los por- muestra algo, y el que enuncia algo lo
menores parecen superfluos y dicen mal hace con el fin de demostrarlo. De es-
en una y otra; la forense, empero, es tas partes una es la exposición, la otra
más exacta. Y más aún, cuando el juez la prueba, como también podría alguien
es único; porque dirigiéndose a uno dividir diciendo que una es la cuestión
solo, cabe el mínimo de retórica; por- o problema y la otra la demostración.
que es más fácil de ver lo que es apro- Ahora se hacen divisiones ridiculas;
piado a la causa y lo que le es ajeno, porque la narración es propia solo del
y falta todo debate, con lo que el jui- discurso forense, ¿cómo cabe, pues, que
cio es puro. Por eso no son los mismos en el discurso demostrativo o delibera-
los oradores que son estimados en ca- tivo haya narración como dicen, o la
da uno de estos géneros, sino que don- refutación de la parte contraria, o el
de hay más de acción teatral, allí es epílogo en los discursos demostrativos?
menor la exactitud. Asi, donde hay voz El exordio, el cotejo de razones, la re-
y más donde hay voz fuerte. El esti- capitulación, se dan a veces en los dis-
lo epidictico es el más literario; por- cursos deliberativos, cuando hay dispu-
que su objeto es la lectura; en segundo ta. Y, en cuanto son acusación y de-
lugar está el estilo de la oratoria fo- fensa, muchas veces, pero no en cuanto
rense. discurso deliberativo; y el epílogo ni
Seguir analizando el estilo y decir que aun de todo discurso forense es pro-
conviene aue sea agradable y magnífi- pio; por ejemplo, si el discurso es de
co, es superfluo; porque ¿qué más pue- reducidas dimensiones o el asunto es
de valer esto que la sobriedad, la libe- fácil de recordar; ya que así se pue-
ralidad y cualquier otra virtud moral de abreviar la longitud.
que pueda haber en él? Que el estilo Las partes necesarias son, pues, la
sea agradable lo logrará, evidentemen- exposición y la argumentación. Estas
te, lo que se ha dicho ya, si se ha de- son las propias, y a lo más, exordio, ex-
finido bien la virtud del estilo; ¿que posición, argumentación y epílogo; por-
por qué motivo conviene que sea claro que la refutación de la parte contraria
y que no sea rastrero sino digno? Por- forma parte de la argumentación, y el
que, si se habla con prolijidad no será comparar las razones es ampliación de
claro, ni tampoco si se habla con dema- las razones propias, como una parte de
siada concisión. Mas es evidente que es los argumentos; porque demuestra algo
conveniente un término medio. Y lo que el que hace esto; pero no es este el fin
se diga resultará de estilo agradable si del exordio y del epílogo, sino refrescar
se mezclan bien lo cotidiano y lo extra- la memoria. Resultaría, pues, si alguien
ño, y si hay ritmo, y si lo convincen- distinguiera estas partes, lo que hacían
te nace de la conveniencia. los discípulos de Teodoro, que separaban
1414 b/1415 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 14 205

por una parte la narración y por otra cesarlo honrar a los buenos, por lo cual
la posnarración y la prenarración, y a el mismo discurso enaltece a Arístides;
refutación y la sobrerrefutación. Al de- o bien, que conviene honrar a los que
cir una especie o señalar una diferencia ni son estimados ni son malos, sino que
es conveniente poner un nombre; si no, son buenos en el anonimato, como Ale-
se vuelve el tratado ligero y necio, como jandro, hijo de Priamo; ya que el que
hace Licimnio en su Arte (1), dando 'os así hace, aconseja. También se puede
nombres de «proflación» (2), «divaga- partir de exordios forenses; eso es, de
ción» y «ramas». los dirigidos al oyente, si el discurso es
sobre algo extraño, o sobre algo difícil,
o sobre algo del dominio público, de ma-
CAPITULO 14 nera que se necesite indulgencia; por
ejemplo, Querilo (3):
SOBRE EL EXORDIO, EN LOS DIVERSOS
GÉNEROS ORATORIOS ahora, cuando todo ha sido repartido...

El exordio es, pues, el comienzo del Los exordios, pues, de los discursos
discurso, lo que el prólogo en la poesía demostrativos, parten de esto: de la
y el preludio en la música de flauta; alabanza, de la censura, la persuasión p
porque todo esto son preámbulos, y la disuasión, de consideraciones dirigi-
como la preparación del camino para das al oyente; es preciso que las cosas
lo que sigue. El preludio de la flauta que den el tono al discurso sean o bien
es semejante al exordio de los discursos extrañas o bien familiares.
demostrativos; porque los concertistas En cuanto a los exordios del género
de flauta, lo que saben modular bien con forense, conviene partir de la idea de
su instrumento, al preludiarlo, lo enla- que significan lo mismo que los prólo-
zan con la entonación de la pieza, y en gos de los dramas y los proemios de los
los discursos demostrativos conviene es- poemas épicos; los de los ditirambos,
cribir así el exordio; porque, una vez en cambio, se parecen a los de los dis-
se haya dicho lo que se quiere, convie- cursos demostrativos:
ne hallar en seguida la tónica y estable-
cer el enlace; que es lo que hacen todos. por ti misma y luego por tus dones, Escila... (4).
Sirva de ejemplo el exordio de la Hele-
na de Isócrates, ya que nada de común En los discursos y en los poemas épi-
existe entre los erísticos y Helena. Y, cos el exordio es un prenuncio del asun-
al mismo tiempo, queda bien, si se apar- to, para que se vea de antemano sobre
ta del tema y el discurso no resulta todo qué versa el discurso y no quede en sus-
de la misma especie. penso la atención mental, porque lo in-
Los exordios en el género demostrativo definido induce a error; asi pues, el que
proceden de la alabanza o de la censu- hace como que pone en la mano el co-
ra; por ejemplo, Gorgias en el discurso mienzo, hace que a continuación se siga
Olímpico.- «sois dignos de ser admirados bien el discurso. Por eso:
por muchos, ¡oh varones griegos!»; Canta la ira, oh diosa...
porque el discurso ensalza a los que or-
ganizaron las asambleas festivas; Isó- Habíame, musa, del 'Varón...
crates, en cambio, los censura, porque
honraron con dones las virtudes del Llévame a otro relato, cómo de la tierra de Asia
cuerpo, pero para los que tenían talento vino a Europa una gran guerra... (5).
no instituyeron ningún premio. Tam-
bién puede el exordio tomar pie de un También los trágicos dan a entender al-
consejo, como, por ejemplo, que es ne- go sobre el drama, aunque no sea en
seguida, como hace Eurípides; pero sí,
(1) Hemos tocado este aspecto vacuo de Li-
cimnio en la nota (1> de la pág. 101. (3) Querilo de Samos : Perseida.
(2) La palabra griega significa «navegación (4) Del ditirambo Eicüa, de Timoteo.
coa viento favorable». Tomo el neologismo de (5i Comienzos de la Ilíada, la Odisea, y
Tovar, 1. c. III, 13 y nota. probablemente la Perseida. de Querilo.
206 ARISTÓTELES.—OBRAS 1415 a/1415 b
al menos, en el prólogo, como hace Só- sar por alto que todas estas cosas están,
focles : fuera del discurso; porque van dirigi-
MI padre era Pólibo (1). das a un oyente vulgar y que escucha
las cosas marginales al asunto; puesto
Y de manera semejante hace la come- que, si no es así, para nada es necesa-
dia. La función, pues, mas relevante del rio el exordio, sino basta exponer en re-
exordio y la propia de él es dar a en- sumen el asunto, para que el discurso,
tender cuál es el fin a que se dirige el como un cuerpo, tenga su cabeza. Ade-
discurso; por eso, si es evidente y de más, el atraer la atención de los oyen-
poca monta el asunto, no es necesario tes es algo común a todas las partes del
el exordio. discurso, si es conveniente hacerlo; por-
Las otras especies de exordios que se que en cualquier lugar de él se aburren
usan son precauciones—remedios—ora- más las gentes que al comienzo. Por eso
torias y comunes a todos los géneros. es ridículo imponer atención al comien-
EStas especies derivan del que habla, zo, cuando precisamente todos oyen con.
del oyente, del asunto o de lo contrario más atención. De manera que, donde sea
a él. Todas las cosas que se refieren al oportuno, hay que decir «y prestadme
mismo orador o a su adversario son re- atención, porque esto no es más mí»
cursos para refutar la acusación o para que vuestro», y
reforzarla. Pero no se hace en ambos
casos de igual manera; porque, al que porque os voy a decir algo grave como nunca
se defiende le corresponde atender a la habéis oído», ni tan sorprendente. Esto
odiosidad de la acusación en el exordio, es, como decía Pródico, intercalar, cuan-
y al que acusa le corresponde hacerlo
en el epilogo. Kl porqué de ello no es do se le adormilaban los oyentes, la
oscuro; ya que el que se defiende, cuan- oración de las cincuenta dracmas. Está
do va a presentarse a sí mismo, es ne- claro que esto va encaminado al oyente,
cesario que remueva los obstáculos, de aunque no en cuanto es oyente; ya que
manera que lo primero que tiene que todos, en los exordios, o exacerban la
hacer es desvirtuar lo odioso que tiene odiosidad o disipan temores.
la acusación; al que acusa le es necesa- Rey, hablaré no como si por prisa...
rio agudizar la odiosidad en el epílogo,
para que se recuerde con más fuerza. ¿A qué viene este exordio? (2).
Los recursos que se refieren al oyente
deben partir del intento de hacerle be- Y así lo hacen también los que tienen
névolo o provocarle a la ira, y a veces mal su asunto o así lo creen; porque es
volverle atento a lo contrario; ya que mejor gastar el tiempo en cualquier par-
no siempre es conducente atarle la aten- te antes que en el asunto. Por eso los
ción, por eso muchos procuran mover- siervos no dicen lo que se les ha pre-
le a la risa. Si uno quiere, todas las co- guntado sino con rodeos, y hacen preám-
sas llevan a una disposición favorable, bulos. Quede, pues, esto dicho sobre de
y el aparecer persona decente también; dónde hay que sacar recursos para ha-
porque a esta clase de personas se les cer benévolo el auditorio, y se ha ha-
hace más caso. S presta atención a las blado ya de cada una de las demás co-
cosas grandes, a as propias, a las que sas de este estilo. Ya que bien dicho
son admirables, a las que son agrada- está:
bles; por eso'es preciso dar a entender
que el discurso versa sobre cosas de es- Concédeme llegar a los Feacios amado y digno
[de compasión (3),
tas. Y, si no se quiere que los oyentes
estén atentos, hay que decir que el dis- ya que conviene tender a estos dos sen-
curso trata de cosas de poca monta, que
nada tienen que ver con ellos, que es timientos. En los discursos demostrati-
desagradable. Con todo, no conviene pa- vos conviene hacer creer al oyente que
(2) Sófocles, Antígona, 223, y Eurípides, Ifi-
cí) Del Edipo Rey, verso TI*. No parece, genia en T&uriae, 1102.
pues, del prólogo... (3) Odisea, VI, 327.
1415 b, 1416 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 15 207

es ensalzado con todos, o bien él perso- algo por el estilo. Otro modo consiste
nalmente o su linaje o su profesión o de en decir que ha sido un error, una des-
otro modo cualquiera; porque es ver- gracia o una necesidad imperiosa; como
dad lo que dice Sócrates en el Epitafio: Sófocles dijo que temblaba no por pa-
que no es difícil ensalzar a los atenien- recer viejo, como decía' el acusador, sino
ses ante los atenienses, sino ante los por necesidad; porque tenía ya ochenta
lacedemonios. años y no por propia voluntad. Y con-
Los exordios del género deliberativo tradecir al adversario en aquello por
se hacen a partir de los del forense, aun- cuya causa dice él haberse obrado, di-
que por naturaleza son poco adecuados; ciendo que no pretendía uno ocasionar
porque ya se sabe de qué se va a tra- un daño sino tal cosa, y que no hizo
tar y el asunto para nada necesita de aquello de que se le acusa, y que fue
exordio, salvo si es sobre el mismo ora- por casualidad que causara aquel daño;
dor o sus adversarios, o si los oyentes «sería justo que se me odiara, si hubie-
no toman el asunto con la gravedad que ra obrado para que esto sucediera». Otra
el orador quiere, sino con más o con forma es, si ha estado complicado en
menos; por eso es necesario exacerbar ello el que acusa, sea en la actualidad,
la odiosidad o disiparla, y amplificar o sea antes, él mismo o alguno de los su-
atenuar la cuestión. Por estas causas se yos. Otro mod0, si estuvieran complica-
necesita el exordio; o para darle orna- dos otros en el asunto, otros que la
to, no fuera a parecer improvisado todo, gente conoce .que no son objeto de la
de no tenerlo. Porque tal es el caso del acusación, como, por ejemplo, que si por-
encomio de Gorgias a los eleos; pues, que uno es pulcro es adúltero, también
sin ningún braceo previo o ademán al- lo tendría que ser fulano. Otro medio,
guno de preparación, comienza de re- si el contrario acusó a otros, o los acu-
pente : «Elis, ciudad venturosa.» só un tercero, o si sin acusación se sos-
pechaba de ellos como ahora del acu-
sado, y que luego resultó evidente que
CAPITULO 15 no eran culpables. Otro es el de acusar
al que acusa; porque sería absurdo que,
SOBRE COAÍO REBATIR LA ACUSACIÓN DEL si él mismo no merecía crédito, fueran
CONTRARIO dignas de fe sus razones. Otro medio,
si se dio ya la sentencia; como, por
Respecto de la acusación, lo primero ejemplo, hace Eurípides contra Higisi-
es ver a partir de qué cosas podría uno non (1), que le acusaba en un proce-
desvirtuar la enojosa sospecha; porque so de antidpsis (2) de que era impío,
nada, importa que se haga hablando o porque había escrito incitando al per-
no, con tal de que ello se logre en abso- jurio :
luto. Otra manera de salir al encuentro la lengua Juró, pero la mente no juró.
de los puntos que están en litigio es de-
cir o bien que el hecho imputado no Pues Eurípides dijo que su acusador co-
existe, o que no fue dañoso, o bien que metía injusticia trayendo a los tribuna-
no fue tal para el adversario, o que no les los juicios del certamen dionisíaco;
lo es tanto como dice, o que no es in- porque allí era donde él había dado
justo o al menos no mucho, o que no es cuenta de sí, o la daría, si le quería
vergonzoso, q que no tiene importancia; acusar. Otro medio es acusar partiendo
porque la discusión se centra en estas de una calumnia—¡poderoso medio!—,
cosas; asi lo hizo Ifícrates contra Nau- y esto porque hace dar media vuelta a
sícrates: porque afirmó haber hecho lo
que decía y haber causado daño, pero no
haber cometido injusticia. También se (1) Personaje desconocido, asi como la anéc-
dota.
puede decir que se ha cometido la in- (2) Consistía este pleito en procurar hurtar
justicia en compensación; que, si la ac- una carga pública, denunciando a otro con ma-
ción ha ocasionado daño, ha sido con yores bienes que uno y, por tanto, con mayor
todo honrosa; que, si ha motivado tris- obligación. Como prueba se ofrecía la antídosis,
tezas, también ha sido provechosa; o el cambio de bienes.
208 ARISTÓTELES.—OBRAS 1416 b/1417 a
los juicios y porque no se da fe al asun- ¡conviene narrarlo todo seguido, porque
to. Común a ambas partes es el tópico es difícil de recordar una demostración
de decir los indicios; por ejemplo, en así. Y se dirá: según estos hechos se
el Teucro, cuando Ulises pretende que mostró valeroso, según estos otros, sa-
Teucro es pariente de Príamo; porque bio o justo. Y este discurso es más sen-
Hesíone era hermana de este; Teucro, cillo, aquel en cambio variado y no sen-
en cambio, dice que su padre, Telamón, cillo. Conviene refrescar la memoria de
era enemigo de Príamo y que no había los hechos conocidos; por eso la mayo-
denunciado a los espías (1). Otro me- ría no necesitan de narración, por ejem-
dio es propio para el acusador y es en- plo, si quieren ensalzar a Aquiles; por-
salzar un poco prolijamente y luego cen- que todos conocen los hechos, pero es
surar mucho y concisamente, o bien, pre- preciso servirse de ellos; pero, si quie-
sentando por d e l a n t e muchas cosas res alabar a Critias, sí conviene hacer-
buenas, lo único que atañe al asunto, lo, porque muchos no los conocen. Aho-
censurarlo. Estos son los medios más há- ra ridiculamente dicen que conviene que
biles y más injustos; porque intentan la narracción sea rápida. Sin embargo
hacer daño con lo bueno, mezclándolo es, como cuando al panadero, que pre-
con lo malo. guntó si había de hacer la masa dura
Un modo hay aún, que sirve en común o blanda, se le respondió: —«Pues,
al que acusa y al que refuta; puesto que ¿qué? ¿Es imposible hacerla en su pun-
una misma cosa cabe hacerla por mu- to?» De modo semejante aquí; porque
chos motivos, al que acusa le es posi- es necesario no narrar prolijamente, co-
ble tomarlo a mala parte, inclinándolo mo tampoco hacer grandes exordios ni
a lo peor, y al que se defiende le es largas argumentaciones; porque aquí el
posible echarlo a buena parte, inclinán- punto no está en lo rápido ni en lo con-
dose a lo mejor; por ejemplo, que Dio- ciso, sino en lo proporcionado; eso es,
medes eligió de antemano a Ulises: el decir lo que pueda esclarecer el asunto,
uno puede decir que recibió a Ulises por o lo que haga sospechar que sucedió, o
sus notables dotes; el otro puede decir que se cometió daño o injusticia, o aque-
que no las tenía, pero que le recibió llas cosas que le dan la importancia que
tan sólo porque, como cobarde que era, conviene; y, para el adversario, lo con-
no era rival suyo. trario.
Hay que añadir a la narración todo
lo que haga resaltar la propia virtud,
CAPITULO 16 por ejemplo: «yo le advertí siempre, di-
ciéndole lo que era justo, que no debía
SOBRE LA NARRACIÓN, LOS CARACTERES abandonar a sus hijos»; o bien lo que
Y EL PATETISMO haga resaltar la maldad del contrario:
«y él me respondió que dondequiera es-
Quede esto dicho en torno a la acu- tuviese tendría otros hijos»; lo cual di-
sación: la narración, en los discursos ce Herodoto, respondieron los egipcios
demostrativos, no es seguida, sino por desertores. O bien también lo que haga
partes; pues es preciso recorrer los he- resaltar las cosas que resultan agrada-
chos y acciones de que consta el discur- bles a los jueces.
so; ya que el discurso consta por una Al que se defiende le corresponde una
parte de algo sin arte, pues el que narración más breve; las cuestiones en
habla no es en manera alguna causante litigio son o bien que no se dio tal
de los hechos y por otra parte de algo hecho, o que no fue nocivo, o que no
sujeto al arte; es decir, o bien porque fue injusto, o que no fue de tanta mon-
hay que demostrar, si algo resulta in- ta, de manera que no conviene perder
creíble, o porque hay que probar cómo el tiempo en aquello en que todos es-
es, o de qué importancia, o todo ello jun- tán de acuerdo, a no ser que alguien
to. Por estos motivos algunas veces no discuta aquello, por ejemplo, sobre si
algo se ha hecho, pero no fue injusto.
(1) Referencia a una tragedia perdida de También conviene dar las cosas como
Sótocles. 1 hechas, a no ser que al narrarlas en los
1417 a/1417 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 17 209

detalles de su realización produzcan lás- patético, narrando lo que se sigue de las


tima o terror. Un ejemplo de ello es el pasiones, y las cosas que ya se saben,
relato de Alcino, porque Ulises se lo y las cosas particulares oue distinguen
cuenta todo a Penélope en sesenta ver- al mismo orador o al adversario; «el se
sos (1); y como Phayllos hace los poe- marchó, luego de haberme mirado de
mas cíclicos y el prólogo en el Oineo. reojo». Y como dice Esquines sobre Cra-
Es necesario que la narración posea ca- tilo, que silbaba y batía palmas; por-
rácter propio. Esto se logrará, si sabe- que no son cosas creíbles, ya que estas
mos qué es lo que confiere carácter. Un cosas que se saben son señales de aque-
medio es manifestar el propósito que llas que no se saben. La mayoría de
guía la narración, ya que el carácter es estas se pueden tomar de Homero:
lo que es la. intención, y la intención
es lo que es el fin que la rige. Precisa- Así habló, y la anciana se cubrió con las manos
mente por esto no tienen carácter los [la cara;
razonamientos matemáticos, porque no
tienen propósito alguno, ya que no tie- lo cual dijo, porque los que se echan a
nen finalidad. Pero lo tienen, en cam- llorar se ponen las manos ante los ojos.
bio, los diálogos socráticos; porque tra- Y, en seguida, preséntate tú a ti mismo
tan de cosas del tipo de las indicadas. de alguna manera, para que así te con-
Otros rasgos que dan a conocer el ca- sideren tal, y haz lo mismo con la parte
rácter son los que acompañan a cada contraria; pero esto hazlo de modo que
uno de los caracteres, por ejemplo, decir pase inadvertido. Que es fácil, se puede
de uno que, al mismo tiempo que habla- ver por los que nos traen una noticia;
ba, caminaba; porque muestra violencia ya que sobre aquello de que nada sabe-
y rudeza de carácter. Y no hablar como mos, adquirimos, sin embargo, al verlos
partiendo de un plan preconcebido, co- una cierta prevención. Conviene narrar
mo se hace ahora, sino como partiendo en varios lugares, y a veces no al co-
de un fin que lograr: «yo quería esto, mienzo.
pues me lo proponía, aunque no me fa- En los discursos políticos es donde me-
vorecía, como lo mejor»; ya que una nos cabida tiene la narración, porque
cosa es propia de un hombre prudente, nadie hace una narración de las cosas1
la otra de uno bueno; ya que la pru- futuras; pero, si hubiera algún relato,
dencia está en perseguir lo que convie- será de las cosas pasadas, para que, re-
ne, la bondad en buscar lo bueno. Si cordando aquellas, mejor deliberen so-
algo es increíble, entonces hay que aña- bre el futuro. Y lo mismo si es acusando
dir su causa, como hacía Sófocles; por o si es alabando. Pero entonces no se
ejemplo, aquello de la Antígana, de que hace el papel de consejero.
ella se cuidaba mas de su hermano que Si lo que se va a relatar es increíble,
del marido o de los hijos; porque, si se hay que prometer en seguida decir tam-
perdían estos, podían aún engendrarse. bién la causa y disponerla con los por-
menores que los oyentes quisieren; por
pero, una vez bajados al Hades la madre y el ejemplo, la locasta del Edipo de Kar-
[padre, kinos siempre promete esto, a medida
no es ya posible que alguna vez nazca un her- que la va interrogando el que busca a
[mano. su hijo; y también el Hermón de Só-
focles.
Si no se tienen razones que dar, antes
no se desconoce que es realmente in-
creíble lo que se dice, se dirá, con todo, CAPITULO 17
que uno es así por naturaleza; porque SOBRE LA DEMOSTRACIÓN Y SUS CASOS Y
se desconfía que se haga de buena gana
otra cosa que la conveniencia. PARTICULARIDADES
Parte también en el discurso de algo
Los argumentos retóricos deben ser de-
(1) Alusión a la narración de la Odisea, mostrativos ; y, puesto que la disputa se
XXIII, resumen de los cantos IX a XII de la puede centrar sobre cuatro cosas, es ne-
misma. cesario demostrar, dirigiendo la demos-
210 ARISTÓTELES.—OBRAS 1417 b/1418 a
tración a lo que es el punto de litigio; filósofo que otro, que prueba con silo-
por ejemplo, si la disputa es sobre que gismos cosas más conocidas y más dig-
el hecho no ocurrió, es preciso, en el nas de crédito que las premisas de que
juicio, dirigir la demostración precisa- parte en su demostración. Y, cuando
mente a esto; si le dicen que no causó excites una pasión, no digas un entime-
daño, a esto; y si arguyen que el daño ma; porque, o bien estorbarás la pasión,
no fue tan grande o bien que fue justo, o habrá sido inútil que se dijera el en-
de la misma manera que si la disputa timema; porque chocan entre sí movi-
se cendrara sobre si el hecho sucedió. mientos opuestos y se anulan o e debi-
No debe pasarse por alto que, solo en litan. Cuando el discurso sea de matiz
esta disputa de si el hecho sucedió, es caracterológico, tampoco conviene bus-
necesario que sea mala una de las par- car entimemas, porque la demostración
tes ; ya que no se puede dar como causa no admite ni carácter ni preferencia.
la ignorancia, como si se disputara so- Hay que hacer uso de sentencias tan-
bre si la acción fuera justa; de modo to en la narración como en la argumen-
que hay que demorarse en esta cuestión tación ; porque son cosas de carácter:
y no en las otras. «también yo se lo di, aun sabiendo que
En los discursos demostrativos, de or- no hay que confiar en él»; y, si es de
dinario, la amplificación será decir que tonalidad patética: «y no me arrepien-
los hechos son buenos y provechosos; to, aunque haya padecido yo la injus-
ya que conviene que los hechos mismos ticia; porque a él le ha tocado el fruto,
se crean; puesto que pocas veces se a mí la justicia».
aducen pruebas de ellos, como en el caso Hablar al pueblo es más difícil que
de que fueran poco dignos de fe o que hacerlo en un juicio, naturalmente, por-
otro tuviera motivo de censura contra que hay que hablar sobre el futuro; en
ellos. En los discursos deliberativos se cambio, allí hay que hablar de lo ocu-
podría discutir o bien que una cosa no rrido, cosa sabida ya hasta por los adi-
va a ser o que sucederá lo que se acon- vinos, como decía Epiménides de Creta,
seja, pero que no es justo, o que no es ya que este no vaticinaba sobre el fu-
útil, o que no tiene la importancia que turo, sino sobre las cosas sucedidas, pe-
se le atribuye. ro ocultas. La ley es el objeto propio de
Conviene también mirar si se aduce la oratoria forense; y teniendo un prin-
algo falso en 1(5 que es ajeno al asunto; cipio, es fácil hallar una demostración.
porque se tomaría como argumento irre- Tampoco admite muchas digresiones,
batible de que también en lo demás se como por ejemplo hablar contra la par-
miente. te contraria, o sobre uno mismo, o ha-
Los ejemplos constituyen lo más pro- cerlo patéticamente, sino menos que nin-
pio de la oratoria deliberativa, y los en- gún genero, si es que no se quiere distraer
timemas de la forense; porque una se al oyente. Es, pues, necesario hacer es-
refiere al futuro, de manera que es ne- to sólo cuando se .está, en un apuro, como
cesario presentar ejemplos de las cosas hacen los oradores atenienses e Isócra-
que han sucedido; la otra trata de lo tes; ya que este hasta deliberando acu-
o_ue es o no es, de lo cual es más pro- sa, por ejemplo, a los lacedemonios en
pia la demostración y la necesidad; por- el Panegírico, y a Cares en el discurso
que lo sucedido tiene la dimensión de lo sobre los aliados. En los discursos de-
necesario. No conviene enunciar unos mostrativos, conviene intercalar en el
detrás de otros los entimemas, si no se desarrollo del discurso elogios episódicos,
han de ir mezclando; porque, si no, se como hace Isócrates', que siempre mete
estorban mutuamente. Pues también hay alguno. Y lo que decía Gorgias de que
un límite en la cantidad. nunca le faltaba materia para el discur-
Olí amigo, puesto que dijiste tantas cosas cuan- so, es precisamente esto; porque si ha-
[tas podría decir un varón prudente.... bla de Aquiles, alaba a peleo, luego a
acó, luego al dios; y de modo seme-
Dice tantas, pero no tales. Y no hay jante si habla del valor, que si realiza
que buscar entimemas sobre todas las tales y tales cosas, o bien que si es tan
cosas; porque, si no, harás lo que algún grande.
1418 b/1419 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 18 211

Una vez que se tienen argumentos, dado que decir algo sobre uno mismo
hay que hablar con carácter y apodícti- o bien puede parecer reprochable, o bien
camente; pero, si no pe tienen entime- palabrería, o contradicción, y decirlo so-
mas, al menos hay que hacerlo con ca- bre otro puede parecer injuria o grose-
rácter; porque, al que es bueno, le con- ría, es conveniente hacer ver que ha-
viene más parecer bueno ante los oyen- bla otro, cosa esta que hace Isócrates
tes, que de oratoria muy atildada. en el Filipo y en la Antidosis, y así es
De los entimemas son más estimados como censura Arquíloco, que presenta al
los refutativos que los demostrativos, padre hablando sobre su hija, en los
porque los que refutan, con.más claridad yambos:
dan a entender que están construidos si- de las cosas no hay ninguna inesperada, ni que
logísticamente ; ya que las cosas contra- [se pueda jurar imposible;
rias, puestas unas junto a otras, se co-
nocen mejor. y presenta al carpintero Carón, en el
Lo que se dice a la parte contraria no yambo que comienza:
es de una especie diversa, sino de la
misma que los argumentos que refutan Las de Giges no me...;
con una objeción o con un silogismo.
Es necesario, tanto en la deliberación y de igual manera, Sófocles hace que He-
como en el juicio, al comenzar, decir món interceda por Antígona ante su pa-
primero los argumentos propios, y lue- dre, como si hablaran otros.
go salir al encuentro de las razones con- También conviene variar los entime-
trarias, refutándolas y deshaciéndolas. mas y convertirlos a veces en senten-
Si la réplica fuera copiosa, hay que de- cias ; por ejemplo: «es necesario que
cir primero las razones contrarias, co- los que tengan sentido común, hagan
mo hizo Calistrato en la asamblea de las paces con el enemigo, cuando estén
Mesenia; ya que, una vez hubo respon- en buena posición; porque así podrán
dido a lo que dijeron, entonces habló él. obtener más ventajas». En forma de en-
Cuando se hable después, primero hay timema sería: «porque, si conviene fir-
que hacerlo contra el discurso adversa- mar la paz, cuando pueda ella ser más
rio, refutándolo y razonando a su vez en útil y más ventajosa, es preciso firmar-
contra, y de una manera especial si ha la, cuando se tiene la suerte a su favor».
sido considerado favorablemente; por-
que, igual que el espíritu no admite a CAPITULO 18
un hombre que ha sido antes sospe-
choso, tampoco admite un discurso, ti DE LA INTERROGACIÓN ORATORIA Y SUS
el contrario parece haber hablado bien. RESPUESTAS, Y EL EMPLEO DEL RIDICULO
Conviene, pues, preparar en el oyente un
lugar para el discurso que va a venir; Sobre la interrogación: es sobre to-
y esto sucederá, si se destruyen prime- do oportuno hacerla, cuando se haya
ro sus razones. Por eso, luego de com- dicho ya uno de los dos términos de la
batir todos los argumentos, o los más alternativa, de manera que, haciendo
principales, o los que más favorablemen- una pregunta más, se caiga en el ab-
te han impresionado, o los más vulne- surdo ; por ejemplo: Pericles interroga-
rables, han de probarse de la misma ma- ba a Lampón (2) sobre la iniciación de
nera las propias razones. los misterios de Deméter Soteira y, al
En primer lugar vendré a ser un aliado para responder que no eran como para que
los dioses; porque yo a Hera... (1): los oyera un no iniciado, le preguntó si
lo conocía él y, al afirmarlo, dijo Peri-
en estos versos se tocó primero el punto cles: «y, ¿cómo, no siendo tú iniciado?».
más inseguro. En segundo lugar, cuando uno de los
Sobre los argumentos, eso era lo que términos es evidente, y sabe con toda
había que decir. Respecto del carácter, claridad el que interroga que el otro se
ÍZ) Adivino al que alude alguna vez Aristó-
(1) Eurípides, Troyanas, 969, 971. fanes.
212 ARISTÓTELES.—OBRAS 1419 a/1419 b
lo concederá; porque, una vez haya pre- cedemonio al rendir cuentas de su efo-
guntado una premisa, no es necesario rado (2), habiéndosele preguntado si
seguir preguntando lo evidente, sino creía que los demás habían sido muer-
enunciar la conclusión. Por ejemplo: tos justamente, respondió que si. Y el
Sócrates, al afirmar Meleto que él no otro: «¿Acaso tú no hiciste lo mismo
creía en los dioses, pero había dicho que que ellos?» Respondió que si. «¿Y no
podría admitir algún daimon, le pre- seria también justo que fueras también
guntó si los dáimones no eran acaso hi- tú ejecutado?» «No, por cierto—respon-
jos de los dioses o algo divino y, al con- dió—, porque aquellos obraron estas co-
testar Meleto afirmativamente—«cierta- sas habiendo recibido riquezas, pero yo
mente lo son», le dijo Sócrates—. «¿Es no, sino por convicción.» Ptor eso no
que hay quien crea que existen los hi- conviene interrogar más allá de la con-
jos de los dioses, pero los dioses no?». clusión, ni presentar en forma de pre-
También cabe la interrogación, cuan- gunta la conclusión, si no nos sobra mu-
do se va a demostrar que el adversario cho de verdad.
se contradice o dice algo inaudito. En Sobre las cosas risibles, ya que pare-
cuarto lugar, cuando no se puede resol- cen tener su utilidad en los debates, y
ver la dificultad, sino respondiendo so^ decía Gorgias, hablando con sobrada ra-
físticamente; porque, si se responde así, zón, que conviene estropear la seriedad
que es y que no es, que unas cosas sí y de los adversarios con la risa y la risa
otras no, o que en parte sí y en parte con la seriedad: se ha dicho ya cuán-
no, se alborotan los oyentes al verlo en tas especies había de cosas risibles, en
un callejón sin salida. En otro caso, no los libros sobre Poética, especies de las
hay que exponerse a hacer la pregunta. cuales unas son adecuadas a un hombre
Porque, si el adversario objeta algo, pa- libre, otras no. De esta manera se to-
rece haberse impuesto él; ya que no mará lo que a cada uno le convenga.
es posible preguntar muchas cosas, por La ironía es más propia del hombre li-
la incapacidad del oyente. Por eso tam- bre que la bufonada; porque el irónico
bién conviene concentrar lo más posible hace el chiste para sí mismo, el choca-
los entimemas. rrero para divertir a otro.
Conviene responder a las preguntas
ambiguas, distinguiendo mediante una
explicación y no concisamente, aportan- CAPITULO 19
do en seguida en la respuesta la solu- SOBRE EL EPILOGO
ción a lo que parece contrario, antes de
que se nos pregunta lo que sigue, o se El epüogo consta de cuatro elemen-
someta todo a razonamiento; porque no tos: disponer favorablemente al oyente
es difícil prever dónde están las razo- respecto del mismo orador y desfavora-
nes. Consideramos aclarado por los Tó- blemente respecto del contrario; enal-
picos tanto esto como las refutaciones. tecer y humillar; disponer al oyente pa-
Y al concluir, si el adversario formula ra lo pasional o patético; y refrescar la
su conclusión en forma de pregunta, hay memoria.
que decir la causa. Por ejemplo: Sófo- Porque es natural que, luego de de-
cles, al ser preguntado por Pisandro (1) mostrar que uno dice verdad y que el
si le parecía, como a los demás con- contrario dice mentira, se elogie una
sejeros, que subieran al poder los cua- cosa, se censure otra y se remache el
trocientos, dijo que sí. «¿Cómo?—dijo efecto. A una de dos cosas conviene ten-
Pisandro—, ¿no te parece a ti que esto der, o bien a demostrar que se es bueno
está mal?». Respondió que sí. «Por con- para los oyentes, o que se es bueno ab-
siguiente, ¿has obrado tú mal?». «Cier- solutamente, o bien a demostrar que el
tamente—dijo Sófocles—, pero no se po- contrario es malo para los oyentes o ab-
día hacer nada mejor.» Y como el la- solutamente. De qué medios puede uno
usar para conseguir esto, queda dicho
<1> Sófocles es el político. Pisandro era un
aristócrata ateniense, de los que puso fin a la <2i Los éforos o magistrados atenienses eran
democracia. con frecuencia acusados de venalidad.
1419 b/1420 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 19 213
en los tópicos, en que se puede presen- to, para que no pase inadvertido de
tar a las personas como buenas o como qué trata el discurso o el juicio; pero
malas. aquí, en el epílogo, hay que decir suma-
Lo que viene después de esto, una riamente lo que ha servido para la de-
vez hecha ya la demostración, es, natu- mostración. El principio será decir que
ralmente, enaltecer o desvirtuar; por- ha cumplido lo oue prometió, de manera
que conviene estar de acuerdo con los que hay que decir de qué se trata y el
hechos sucedidos, si se va a enaltecer porqué. Se habla por contraposición al
su importancia; ya que también el cre- adversario. Se pueden cotejar o bien las
cimiento de los cuerpos proviene de lo razones que sobre lo mismo han expues-
que ya existía antes en ellos. Los tópi- to ambos, o bien sin enfrentarlas unas
cos de que conviene partir para enalte- a otras. «Este ha dicho tales cosas sobre
cer o desvirtuar una cosa, han quedado esto, yo cuáles y por tales razones.» O
expuestos ya antes. se puede hablar con ironía: «Porque este
Después de esto, cuando las cosas ya ha dicho tales cosas, yo en cambio cuá-
están claras, y cómo son y de qué im- les, y ¿qué hubiera pasado, si este hu-
portancia, hay que arrastrar al oyente biera demostrado tales cosas y no ta-
a las pasiones. Son estas: compasión, les otras?» O bien por interrogación:
terror, ira, odio, envidia, emulación y «¿Qué no ha sido demostrado?», o:
afán de disputa. También sus tópicos «¿Qué es lo que este ha demostrado?»
se han dicho antes, de manera que lo O bien con una comparación, o según
que queda por tratar es el refrescar la el orden natural en que refutó, o al con-
memoria de lo que se ha dicho antes trario, si quiere, tratando por separado
en el discurso. lo del discurso contrario. Como final es
Esto es conveniente hacerlo de la ma- adecuado el estilo sin conjunciones, pa-
nera que indican algunos al referirse ra que sea realmente epílogo y no nue-
a los exordios, y no llevan razón en ello. va oración: «He dicho, habéis oído, es-
Porque, para que el discurso sea más táis enterados, decidid» (1).
fácil de ser retenido, ordenan repetir
lo mismo muchas veces. En el exordio,
ciertamente, conviene exponer el asun- (1) De Lisias, Contra Erastóstenes.

FIN DE LA
«RETORICA»

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