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MODERNIZACION Y MODERNISMO EN EL ARTE MEXICANO Fausto Ramirez (Unversipap Nacional. AurONoMA Dk México Instrruro ox Invesricactones Esréiricas MEXICO 2008 DE CASIMIRO CASTRO Ya en el siglo xvun, los procesos de moderniza- cién en los distintos dominios de la vida novo- hispana (el politico y el econémico, el ideoldgico yelcultural) recibieron un impulso redoblado, tanto por intermedio de la propia monarquia borbénica y de las nuevas medidas administra- tivas que se empefié en implantar, como me- diante la difusion de las distineas corrientes del pensamiento moderno europeo ente las clases ilustradas locales. En el siglo xtx, estos procesos tuvieron un desarrollo todavia mas vasto. Su influencia y repercusién en todos los érdenes de la vida me- xicana fueron profundas y decisivas. La moder- na tendencia secularizadora se tradujo, por emplo, en una firme voluncad politica de cons- ‘muir un Estado auténomo desligado de otros dominios del poder, y superior a ellos, lo que condujo a una conflictiva y prolongada lucha por separarse de la Iglesia, y por obligar a ésca a reconocer la autoridad del Estado en el ambito o jurisdiccién de lo civil En nuestro pais, igual que en todo el mun- do occidental, el ideal de fomentar el progreso material, sin cregua ni limitaciones, erajo igual- ‘mente muchas consecuencias: por una parte, la tendencia creciente a liberar la economia de todas las crabas institucionales (y aqui cabria considerar el afin reformista de “desamorcizar” la propiedad de la tierra, sometiéndola a las le- a SIGNOS DE MODERNIZACION EN LA OBRA yes de la oferta y la demanda y fomentando su posesin individual y ya no corporativa). Por otra parte, el magno desarrollo asi de la ciencia pura como de sus aplicaciones pricticas: no sé- lo se tuvo la idea de incrementar y precisar al maximo los conocimientos cientificos, sino la de servirse de ellos, mediante el desarrollo tec- nolégico, para una més eficiente y completa apropiacién del mundo. Dentro de sus pecu- liares restricciones circunstanciales, México se 46 también en la avasalladora corriente modernizadora que inundaba todos los rum- bos de la cultura occidental. Los avances ¢ innovaciones de la técnica abarcaron todos los campos, entre ellos (y para comenzar a entrar en materia), el de la ilustra~ Gin gréfica, No es casual que, en el umbral mis- mo de la revolucién industrial y de las grandes transformaciones politicas e ideolégicas que aca- brian por liquidar el “antiguo régimen”, en sus as acepciones nacionales, el praguense Aloys Senefelder inventara, en Munich y hacia 1798, uun nuevo procedimiento de grabado pla- nogrifico que habria de revolucionar la expe- riencia visual y cognoscitiva del hombre y de la mujer modernos: la liografia, Esto es, un dibu- jo directamente trazado con tinta grasa sobre una piedra caliza debidamente preparada, y lue- go entintada a su vez y prensada junto con un papel para obtener una impresién, fiel y relativa- ———— te MODERNIZACION(ES) Y RESISTENCIAS EN EL MEXICO PORFIRIANO mente ripida, del dibujo original; y esto, con la -entaja adicional de que la piedra podia ser usa- da para un niimero casi ilimitado de tirajes. La litogralia aliada con el perfeccionamien- 10 y la difusién de la xilograffa o grabado en “madera de pie” y con el desarrollo simulténeo del periodismo de circulacién masiva, provoca- ria una verdadera “explosién de los medios de informacién y comunicacién’”, a partir de los afios 1830-1840." Su epicentro se localizé en Europa, particularmente en Francia ¢ Inglate- sa, peto pronto sus ondas se transmitieron al resto del mundo. La gréfica del siglo xx en- contré y satisfizo a plenitud una vocacién pro- pia, distinta a la del grabado tradicional: la de dar cuenta inmediata del acontecer cotidiano en términos visuales. En México, la litografia se adhirié también a este cometido. Asi, acerté a proporcionar uno de los testimonios mas elocuentes del im- pulso de los procesos de modernizacién en el Ambito nacional. En los distintos formatos de nuestra ilustracién gréfica quedaron registra- dos, por ejemplo, los cambios que la Reforma, liberal y secularizadora, le imprimié al rostro de nuestras ciudades y a los ritmos de la vida de sus habitantes; también fue alli donde el dis- curso dominante del ferrocarril como inscru- mento del progreso plasmé una de sus més convincentes manifestaciones. Ademds, la lito- 1. Beatrice Farwell propuso esta idea de una “explo- sién de los medios”, en el eatilogo de la exposicién The Gale of images. Baudelaire and the 1gth Century Media Explosion, Santa Barbara, University of California, abril- mayo de 1977. La han recogido y desatrollado ulterior- mente otros investigadores, por ejemplo: Gerald Need- ham, th Century Reale Are, Nueva York, Icon Edirions, Harper & Row, 1988, y Patricia Anderson, The Printed nage and the Transformation of Popular Cedture. 1790-1860, Oxford, Clarendon Press, 1994. n grafia se puso al servicio de la promocién del comercio y de la industria, cuyo florecimiento espectacular fue otro de los motores y metas del ideal de progreso asociado a la modernizacién. ‘Alcumplimiento de estas tareas consagraron sus esfuerzos nuestros mejores dibujantes y lité- grafos activos durante la segunda mitad del siglo xix. Entre ellos, sobresale con brillo singular Casimiro Castro (1826-1889). Queda fuera de discusi6n la imporancia de su labor en la cons- truccién de una imagen urbana a imagen y se- mejanza de la mentalidad ordenadora de las “clases propictarias” 0 grupos rectores de la so- ciedad civil en el México de las décadas inter- medias del siglo x1x. No se trata de una imagen estética ¢ invariable de la ciudad sino, por el contrario, de una que fue modificdndose al com- pas de las alreraciones inducidas por las exigencias histéricas y por la mudable realidad de los tiem- pos. En efecto, las estampas de Castro atestiguan el trinsito visual de una ciudad con fuertes persis- tencias virteinales (escenario de procesiones y desfiles, organizados en torno a arraigadas tra- diciones religiosas y estamentales) a la ciudad posteformista y laica. Pero también, afios des- pués y ya en pleno porfiriato, las imagenes de Castro nos descubren una ciudad embellecida y prdspera, ella misma constituida en espectéculo, con sus habitantes convertidos a un tiempo en figurantes y espectadores: una ciudad de jardi- nes y paseos para el recorrido placentero y la re- creacién (la hora del fléneur habia sonado); un foro armonioso y acogedor, flanqueado por los Viejos monumentos remozacos, en donde lucit las tiltimas modas. Asimismo, él fue uno de los artistas que mds ampliamente trabajaron el tema del ferrocarril Estos, pues, serin los temas que habremos de desarrollar en el presente ensayo. SIGNOS DE MODERNIZACION EN LA OBKA DE CASIMIRG CASTRO DE LA CIUDAD PROCESIONAL ALA CIUDAD LAICA En un pasaje de Antonino y Anita, 0 los nuevos misterios de México (novela en dos tomos publi- cada en 1851 por Navarro y Decaen, con ilustra- ciones dibujadas por el autor y presuntamente litografiadas por Casimiro Castro), Edouard Rivitre describe los festejos y el desfile o “paseo civico” con que se celebraba el “aniversario de la Independencia’, un 16 de septiembre de me- diados del siglo pasado Apenas se habia levantado Antonino, cuando el cstampido del caiién anuncié a los habitantes de Méjico y de los alrededores que el sol de st inde- pendencia brillaba de nuevo sobte el horizonte. Las campanas con su ronca vor, mil cortinas de variados colores adornando los balcones,y la alga rabia de las bandas militares, celebraban a porfia tan fausto aconcecimiento, al paso que el pabellén tricolor undulaba sobre los edificios principales... La tropa hacia valla desde Palacio hasta kx Alame- d Inevos cafionazos y vivasa la independe anunciaron que el paseo eivico iba a efeccuarse... Las calles del trinsito estaban llenas de gentes, y los balcones de hermosas damas ricamente engala- nadas. dades, corporaciones, prelados, magistrados, par ticulates, el cabildo todo, sin niimero de generales Pasaron sucesivamente algunas herman- y oficiales, los ministros y su excelencia el presi- dente de la repuiblica, los alumnos de los colegios militares y cientificos, etc, etc. Después ls tropas, haartillr rruajes que seguian paso a paso a la comitiva 5 caballeria y luego una multitud de ea- 2, Antonino y Anita 0 ls nuevos misteios de México Novela relgiosa y moral, escrita en francés en esta capital por E. Rivigte ilustrada por él mismo con hermosos di- bujos, traducida al castellano por don Carlos H. Seri, Es muy reveladora la mezcolanza de viejos y nuevos usos sociales que la composicién de este “paseo civico” descubre: al lado del presidente de la reptiblica y sus ministros, y del “sin mimero de generales y oficiales” y los batallones de dis- tintas armas, propio ya todo ello de los tiempos tepublicanos, subsiste incdlume la presencia de Ja antigua sociedad estamental: hermandades, cor- poraciones, prelados y cabildo... El mundo corporativo de la colonia todavia vivo a media- dos del siglo x1x, y apersonado en las calles de la ciudad cn las ocasiones solemnes y festivas, antes de que las disposiciones reformistas le asestaran el golpe de muerte. ‘A decir verdad, la ilustracién correspondiente (‘Aniversario del dia 16 de Septiembre”) no per- mite apreciar la variada jerarquizacién arcaizante del “paseo”; pero sf es significativa en otro detalle: fa valla y el dosel que pautaban su trayecto van a desembocar, no en el Palacio Nacional, como lo dice el texto, sino en las puertas mismas de la Ca- cedral Metropolitana. Asi queda visualmente ex- presado, pues, el hondo arraigo della tradicién re- ligiosa, el predominio renaz de la Iglesia en la vida social mexicana antes de la promulgacién de las Leyes de Reforma y de su aplicacién a partir de 1861, con el propésito esencial de secularizar y modernizar el pafs con arreglo al ideatio liberal. En las primicias de la produecién de Casimi- ro Castro, y en la primera edicién de México sus alrededores (1854-1855), es justo ese mundo pre- rreformista el que se ve recreado. No me parece casual, por ejemplo, que la que hasta hoy se repu- Navaro y Decien, editores, México, Imprenta de Juan R. Navarro, calle de Chiquis mim. 6, 1851, tomo 1, Pp. 85-86. Cito la edicién facsimilar que publics Arter ide México, abo XX, mim. 168 (Biblioteca Mexicana del Siglo XIX), con un estudio de Francis de la Maza, sa. (ca. 1968) sp. a MODERNIZACION(ES) ¥ RESISTEN /AS EN EL MEXICO PORFIRIANO. |. Casimiro Castro.“Procesién conduciendo las cenizas del Sr hurbide, de San Franceco a Catedral el 26 de ocubre de 1838". ta la primera litografia en donde el nombre del artista figura al calce, en calidad de dibujance, sea tuna que ilustra el libro de José Ramén Pacheco titulado Deseripcién de la solemnidad fiinebre con que se honraron las cenizas del hévoe de Iguala, dan Agustin de lturbide, en octubre de 1838, publicado en 1849 en la Imprenta de I. Cumplido. La es- tampa en cuestién (cuyo titulo reza: “Procesi conduciendo las cenizas del Sr. Tturbide, de San Francisco a Catedral, el 26 de octubre de 1838”) offrece una vista de la Plaza Mayor (Futuro Zéca- Jo) de la ciudad de México, convertida en una suerte de via sacra, procesional. La delimiran un interminable palio 0 toldo que por sus costados 14 la recorre y una valla humana formada porla to- pay la poblacién capitalina; alo largo de aquella via avanza, resguardada por los cristales de una suntuosa carroza fiinebre, la urna con las cenizas del consumador dela independencia. Abre y cie- tra el cortejo un nutrido contingente de autor dades civiles y religiosas. La composicién de Cas- tro subraya la rigida severidad del acto, con la comitiva finebre desplazindose de izquierda a derecha en el primer plano, mientras que la im- ponente mole frontera de la Catedral, hacia don- de aquélla se encamina, cierra la escena por el fondo y a la izquierda. El Palacio Nacional y el edifcio del Seminario, que acotan el perimetro de SIGNOS DE MODERNIZACION EN LA OBRA DE CASIMIRO CASTRO la Plaza, contribuyen con sus perfiles al deslinde del émbito ritual. La clevada linea de horizonte le hha permitido al dibujante incluir un vasto niime- ro de figuras, tal como habria de hacerlo pocos afios después en la apifiada composicién de “La calle de Roldan, y su desembarcadero”, de Méxi- co,y sus alrededbores; pero mientras que, en esta til- tima, la multitud se arremolina sin orden ni con- Gerto, en la escena procesional se adivina la sujecin a una estrictajerarquia estamental. La acentuada frontalidad compositiva a la aque Castro recurrié en esta primera estampa de su autorfa, la repiti6 en algunas de las imagenes de la edicién princeps de México y sus alrededores (1854-1855), de manera notable en la que describe Ja *Casa del emperador Tturbide, hoy Hotel de las Diligencias Generales’. Los tres pisos que componen el frontis del suntuoso palacio de los condes de Valparaiso se tienden a casi todo lo al- 1% MODERNIZACION(ES) ¥ RESISTENCIAS EN EL MEXICO PORFIRIANO 4, Casimira Castro, "La Panusin de Guardio’, texquina del convento de San Francisco y Pama de ‘Morelos. antigua Plzuela de Guardiola, toy lo ancho de la aterciopelada superficie lito- grafiada, dejando sélo una angosta franja espa- cial delante, por donde transitan lateralmente al- gunos coches, jinetes y viandantes. Lo relevance aqui es el edificio en si, su calidad de monumen- ro, al que calle y figuras mintisculas quedan su- bordinadas por entero. Castro se revela atin dependiente de las concepciones visuales esta- blecidas por los dibujantes litogrficos que pare- ce haber tomado por modelo, a saber, los ilustra- dores de las revistas “misceléneas” de los afios ccuarenta y, sobre todo, Pedro Gualdi.’ 3. En las reproducciones licogrificas de catedrales, santuarios y casas sobresalientes de las principales ciu- dades de la repiiblica que publicaron revistss como El Musco Mexicano, El Mosaico Mexicano y La Hlustracién Mesicana, sucle prevalecer la vista frontal del monu- mento arquitecténico, caprado en su plena grandiosidad 5. Casiiro Castro, Pane de Guardiola, squina del convento de San Francisco y Paza de Morelos antigua Pazudla de used En cambio, la estampa enteramente nueva dedicada al mismo asunco en la segunda edi- cidn de dicho dlbum (1864) presenta diferen- cias muy significativas, Ahora el dibujante se y macicez, con escaso 0 nulo interés en rodearlo de una aumésfera 0 en avivar la imagen mediance la incorpora- cin de algin episodio. El propésico dominante de esta serie de estampas parece haber sido dejar registro de las construcciones notables del pais, junto con los reeratos de escritores destacados y las imagenes de plantas y cul tivos earaceristicos, para i formando una suerte de in- ventario visual de los valores nacionales y divulgarlos en- tte propios y extrafios. Aun los Monumentas de Méjico, “omados del natural y litografiados por Pedro Gualel, pintor de perspective’, que los edivores Massé y Decaen publicaron por encregas en 184 para ser coleccionadas cen forma de album, pese a cvidenciar un dominio ma yor de los variados recursos de la perspectiva y una sensi- bilidad superior para evocar el entorno urbano y la va- riopinca presencia de sus pobladores, denoran una similar concepcién de la ciudad como una suma de mo- rnumentos, a los que se subordinan absolutamente las fi- guras diminuras y envaradas. SIGNOS DE MODERNIZACION EN LA OBRA DE CASIMIRO CASTRO ha situado sobre la acera derecha de la calle, mirando hacia el poniente: la casa de Irurbide sigue luciendo todo su esplendor chusrigueres- co, pero se supedita ya al dinémico juego espa ial, subrayado por una prolongada fuga en perspectiva. La amplitud y el movimiento de la ria, marcados por el constante ir y venir de una abigarrada multicud de carruajes, jinetes y peatones de variada condicién social, constitu- yen el motivo central de la imagen. La figura del perro, que cruza presuroso la embaldosada calle, adquiere casi valor de cifra ‘Tengo para mi que esta y otras estampas de la segunda edicién de México y sus alrededores ponen de manifiesto la voluntad de Casimiro Castro de construir una nueva imagen urbana, en correspondencia con un sentido moderniza- do de apropiacién de la ciudad por sus habi- antes. No en balde ya habia tenido lugar la desamortizacién y nacionalizacién de los bie- nes del clero, decretadas por las Leyes de Re- ” MODERNIZACION(ES) Y RESISTENCIAS EN EL MEXICO PORFIRIANG forma, y no derogadas (para desilusién y escan- dalo de los conservadores) por Maximiliano. Castro debe de haber trabajado las nuevas composiciones entre 1863 y 1864, afio escrito al calce del frontispicio de la segunda edicién del album. Pero no cabe la menor duda de que posteriormente se le fueron haciendo adicio- nes, por ejemplo las léminas tituladas “Plaza de Morelos, Antigua plazuela de Guardiola” e “Indios kikapoos, presentados a S.M. Maxi- miliano 1°, 1865". Se trata, pues, de una reedi- cién planeada en pleno segundo imperio, con visién empresarial, para ser distribuida tanto en México como en el extranjero.* 4. No es casual que el rexto del dlbum aparezca en cedicisn bilingtic, en castellano y en fiancé, y que incla- yaval lado de los esritos originales, otros especialmente ‘edactados para la nueva edicidn. Entre éstos cabe sefia~ lar tres, firmadios en 1864, con sus correspondientes li minas: Veracrur, Orizaba y Puebla. Tengo para mi que tales sitios cobraron una relevancia singular con motivo de la legada de Maximiliano a México: Veracruz, por ser puerto obligado de entrada, y esto pese al frio y de- cepcionante reibimiento que alli se dio a los emperado- res. Orizaba, en cambio, se voleé con entusiasmo para dares la bicnvenida y alli pasaron ambos muy buenos momentos, La kimina relaciva a Puebla presenta un ulte- rior y muy significatvo problema de censura (0 més bien de autocensura). Para la edicién de 1864, Castro srabé una vista de la ciudad, comada desde el cerro de San Juan, donde se aludia con claridad a la roma de Pue- bla por el ejército incervencionista en 1863: el triunfo francés, que parecia dejar empafada la gloriosa victoria mexicana obtenida el 5 de mayo del ato amtetior. Por ‘obvias razones, esta imagen fue eliminada de las edicio- nes de México sus alrededores posteriores ala caida del imperio,y se la sustituyé por la muy conacida vista de la “Estacién de Puebla. Inauguracién del camino de fiero por el C. Presidente B. Juitez, el 16 de setiembre 1869" {vie}. Por otra parte, en la segunda edicidn figura “Un asalto de ladrones « la diligencia’, texto escrito en 1860 Por Florencio M, del Castillo, y su correspondiente cs- tampa, itografiada por Castro sobre un cuadro de Ma- 78 El editor, José Decaen (muerto en noviem- bre de 1866), debié de tener muy claro dl acrecentado interés que las imigenes de la ciu- dad de México suscitaban en Europa, por ser la sede del recién creado imperio mexicano; y tambien en los ciudadanos locales pudientes, dadas las nuevas condiciones en que el pais vi- via, Y esto por un doble motivo: la traza misma de la ciudad hab/a suftido una alteracién radi- cal y, adem, se tornaba cada ver mas habitual e perativa la amplia circulacién de imégenes de la vida coridiana. Los propios emperadores experimentaban una singular fascinacién por coleccionar y encomendar forografias y estam- pas, y durante estos afios ambas actividades co- nocieron una expansién notable.’ Una memoria que, a la sazn, conservaban bien fresca todos los habitantes de la ciudad, por haber dejado una huella honda no sélo material sino también simbdlica, fue la de la ocupacién y demolicién de los conventos de religiasos y reli- giosas que por siglos habfan venido cubriendo ex- tensos solares en el corazén mismo del miicleo ur- nuel Serrano, donde se alude a un problema endémico en los caminos mexicanos de fa época. Estos asaltos ad- uirieron sensacional resonancia durante el segundo im- petio, como el que sufriera la diligencia que se dirigfa de Ja capital a Veracruz, el 4 de marzo de 1866, y en el que perdié la vida el barén d'Huare, y fue herido el general Foury, enviados del rey Leopoldo 1° de Belgica, padre de la emperatriz Carlota. Con todo, no hay evideneia de que esta incorporacién al album se relacione con aquel hecho, muy tardio; ¥, por supuesto, su iconografia nada tiene que ver con ése. 5. Véase Esther Acevedo, “El legado artistico de un impetio efimero: Maximiliano en México, 1864-1867", en Testimonios artitcos de un episodio fuga (1864-1867), México, Museo Nacional de Arte, 1995. Gracias a ella misma me enteré de la noticia del deceso de José De-

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