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Cuando se trata del descanso del alma, no hay lugar como la Gran Casa de
Dios. El anhelo de David era vivir en su presencia cada da de su vida. Max
Lucado predica sobre el deleite de estar en la Casa del Seor
La pequea ni siquiera dijo Hola. Mami, quiero irme a casa. Con un oso
de felpa en una mano y el telfono en la otra, aleg su causa. Tena miedo
de despertar en una habitacin extraa. Esta no era su casa. Quera su
cama, su almohada y, por sobre todo, a su mam.
Tambin lo asocio con el salmista David. Cuando se trata del descanso del
alma, no hay lugar como la Gran Casa de Dios. Lo que pido de Dios, lo que
ms deseo, escribi, es el privilegio de meditar en su Templo, vivir en su
presencia cada da de mi vida, deleitarme en sus perfecciones y gloria
incomparables. All estar yo cuando sobrevengan las tribulaciones. l me
esconder. El me pondr sobre alta roca. (Salmo 27.4-5, la Biblia al da).
Si pudieras pedirle una cosa a Dios, qu pediras? David nos dice lo que
pedira. Anhela vivir en la casa de Dios. Enfatizo la palabra vivir, porque
merece subrayarse.
Cuando David dice: En tu casa, oh Seor, para siempre vivir (Salmo 23.6,
La Biblia al da), sencillamente dice que no quiere jams dar un paso que lo
aleje de Dios. Desea permanecer en el ambiente, en la atmsfera, en la
conciencia de que est en la casa de Dios, dondequiera que est.
Ahora quiero terminar con un ejemplo de cmo esta oracin puede ser un
hogar para tu corazn. Tengo an un gran camino por recorrer, pero estoy
tratando de aprender a morar en la Gran Casa de Dios. Los ltimos siete
das tom nota de los momentos en que saqu fortaleza de alguna parte de
la casa.