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nwo Ee EDICIONBS DE CULTURA POPULAR” AKAL EFDITOR OBRAS COMPLETAS TOMO XXXI V. I. LENIN "Version de Editorial Cartago Cubierta de César Bobis AKAL EDITOR, 1978 Ediciones dé Cultura Popular, 1978 Lorenza Correa, 18 - Madrid-20 Teléfs. 450 02 17 - 45002 87 LS.B.N. Obras Completas. 84-336-0071-0 1.S.B.N. Tomo XXXI: 84-7339-391-0 Depésito legal: M-39884-1974 Impreso en Espafia - Printed in Spain. Imprime: Grficas Elica. Boyer, 5 - Madrid-32 PROLOGO Este tomo, el XXXI de las Obras completas, abarca los traba- jos de V, I. Lenin correspondientes al periodo marzo-setiembre de 1919. Fue esta una de las etapas mis diffciles para el Estado so- viético, en la que la lucha contra sus enemigos internos y exteriores adquirié un car4cter particularmente agudo. Los trabajos contenidos en este volumen reflejan la vasta acti- vidad desplegada por Lenin en la organizacién de la defensa del pais y en la direccién del Partido y del Estado soviético. Consti- tuyen el desarrollo del marxismo en nuevas condiciones histéricas. Son parte importante de este tomo los informes y discursos en el VIII Congreso del PC(b)R: el informe del Comité Central,) el informe sobre el programa del partido y las palabras finales para ese informe, y el informe sobre el trabajo en el campo, entre otros. Un conjunto de trabajos esta dedicado a la movilizacién de la clase obrera y de las masas trabajadoras para la lucha contra Kol- chak; por ejemplo: Informe sobre la situacién interna y exterior de la Reptiblica Soviética, presentado en Ja reunién plenaria del Soviet de Mosc, el 3 de abril de 1919; la Carta a los obreros de Petrogrado sobre la ayuda al frente oriental, las. Tesis del CC del PC(b)R sobre la situacién en el frente’ oriental, el Informe sobre las tareas de los sindicatos en relacién con la movilizacién para el frente oriental, presentado en la sesién plenaria del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia el 11 de abril de 1919, el Discurso sobre la lucha contra Kolchak en la Conferencia de comi- tés de fébricas y talleres y de sindicatos de Moscti, él 17 de abril de 1919. En la Carta a los obreros y campesinos con motivo de la victo- ria sobre Kolchak, Lenin formula las principales tareas para forta- lecer la capacidad defensiva de la Republica Soviética, que se des- Vv. I. LENIN prenden de la experiencia de la lucha victoriosa contra Kolchak. Enel informe La situacién actual y las tareas inmediatas del poder soviético, presentado en la sesién conjunta del CEC de toda Rusia, el Soviet de Mosct de diputados obreros y miembros "del Ejército Rojo, el Consejo de los Sindicatos de toda Rusia y representantes de los comités de fabricas y talleres de Mosct, el "4 de julio de 1919, asi como en el Informe sobre la situacion interna y exterior de la Reptiblica en la Conferencia del PC(b)R de Moscti, el 12 de julio de 1919, en el Discurso sobre la situacién del abastecimiento de viveres y la situacién militar, pronunciado en la Conferencia de Mosct de comités de fdbricas talleres, representantes de la .direccién de sindicatos, dele, de la cooperativa obrera central de Moscti y del Consejo de la sociedad “Cooperacién” (30 de julio de 1919) Lenin lama a las masas a reunir fuerzas para la lucha contra Denikin. En estos y otros dis- cursos contenidos en este volumen, Lenin explica los principios de la politica soviética de abastecimiento de viveres y enuncia las - medidas necesarias para mejorar la situacién alimentaria en el pais. En La Tercera Internacional y su lugar en la historia y Las eat de la III Internacional, entre otros articulos, Lenin muestra significacién histérica de la Internacional Comunista y define tareas. En el Discurso sobre el engafio al pueblo con, consignas de | libertad e igualdad, pronunciado ¢l 19 de mayo de 1919 en el Congreso de toda Rusia de ensefianza para adultos, y en el 'iscurso pronunciado en el I Congreso de toda Rusia de traba- 8 de la educacién y la cultura socialista, del 31 de julio, n desarrolla la teorfa marxista de la dictadura del proletariado a la contraposicién entre la democracia proletaria y la cia burguesa. , jura_en este tomo el célebre trabajo de Lenin Una gran pa, en el cual valora el papel de los primeros s4bados comu- la importancia decisiva de una elevada producti- trabajo para la victoria del comunismo. ° yen por primera vez en este volumen una serie de os de decreto, resoluciones y notas, escritos por ‘Perfodo, VIII CONGRESO DEL PC(b)R* 18-28 DE MARZO DE 1919 Publicado: el Disense de sper tura del Congreso, el iorme Comité Central, el Informe sobre el programa del partido, Jas Pala- bras finales pars el informe sobr: el programa del partido, la Reso- lucién sobre la actitud! bacia el camy lo medio y el Discurso de mena del Congreso, el 20, 21, 22, 25, 27 v 28 de marzo y 1 y 2 de abril de 1919 en los pe- riédicos Pravda, niims. 60, 62, 64, 70 y 71 e Izvestia del CEC de toda Rusia, nims. 60, 61, 62, 66, 67 y 70; la Intervencién contra la proposicién de cerrar el debate del informe sobre el trabajo en el campo, en 1919, en el libro VIII Congreso del Partido Comunista (de los bolcheviques) de Rusia. Version taquigrdfica, 18-23 de marzo de 1919. Se publica: el Discurso de aper- tura del Congreso, el Informe del Comité Central, et Informe sobre | programa del partido, 7 Jabras finales paral informe so bre el rama del partido, la Resolucén sobre Ly actitud hacia 1 campesinado medio, iter veneién contra la proposicién de cerrar el debate del informe sobre el trabajo en el campo, el Discur- so de clausura del Congreso, de acuerdo con el texto del libro editado en 1919. 1 DISCURSO DE APERTURA DEL CONGRESO 18 DE MARZO Camaradas, las primeras palabras en nuestro Congreso deben ser dedicadas al camarada I4kov Mijéilovich Sverdlov®. Camara- das, si para el partido en su conjunto y para toda la Repiblica Soviética, Idkov Mijailovich Sverdlov fue el mds grande organi- zador, como dijeron hoy en el entierro muchos camaradas, para el Congreso del partido fue muchisimo més valioso y entrafia- ble. En este aspecto hemos perdido a un camarada que consagré por entero los ultimos dias de su vida al Congreso. Su ausencia influird en toda la marcha de nuestro trabajo, y el Congreso sen- tira muy agudamente su ausencia. Camaradas propongo que. honremos su memoria poniéndonos de pie. (Todos se ponen de pie.) uh Camaradas, tenemos que iniciar el trabajo de nuestro Con- greso partidario en un momento muy dificil, complicado y pecu- liar de la revolucién proletaria rusa y mundial. En el primer perfodo posterior a octubre las fuerzas del partido y las fuerzas del poder soviético estuvieron casi totalmente absorbidas por las tareas de defensa directa, de ofrecer resistencia directa a los ene- — migos, a la burguesia tanto interna como exterior, que no admitia Ja idea de una existencia m4s 0 menos prolongada de la republica socialista; a pesar de todo, hemos ido fortaleciendo poco a poco nuestra posicién, y las tareas de construccién, las tareas de orga- nizacién, comenzaron a pasar a primer plano. Considero que * Véase V. I. Lenin, Obras completas, 2. ed. Buenos Aires, Ed. Carta- go, 1971, “Biografias”, tomo complementario 4. Los datos acerca de todas las personas que aparecen mencionadas en este tomo figuran en ese mismo volumen. (Ed.) i Vv. I. LENIN este trabajo de construccién y de organizacié minante de nuestro comiieso. Los Doblemas ddl reer en el aspecto teérico presentan una enorme dificultad y sod en lo fundamental problemas de la construccién, y aquellos que ocu- pan un lugar especial en la orden del dia, como el problema de organizacién, el problema del Ejército Rojo y, en particular, el problema del trabajo en el campo, todos ellos exigen de nosotros un esfuerzo y una concentracién de la atencién en el problema principal, que entrafia las mayores dificultades, pero es a la vez la tarea mAs gratificante para los socialistas: el problema de orga- nizacién. Hay que subrayar aqui, en especial que uno de los problemas mas dificiles de la construccién comu: : pequefios campesinos es el que debemos encai i ies el problems de nuestra aatitud hacia los campesinos medios. $s natural, camaradas, que en el primer pert - ; biamos defender el darecbo a la vida de la Repettice Soames este problema no pudiera ponerse en primer plano en toda su My pmplitud. La guerra sin cuartel contra la burguesia rural y los . scolocé entonces en primer lugar la organizacién del pro- letariado del campo. Pero como paso si- ‘e sector de la poblacién. Esta actitud no puede determin: nplemente mediante la respuesta: lucha o apoyo. Si con res: acto a la _burguesia nuestra tarea se determina con las palabras y “represién”; si con respecto al proletariado y el semi- ‘ riado del campo nuestra tarea se determina con las pala- nuestro apoyo”, este problema es sin duda més complicado. fe caso, los socialistas, los mejores representantes del socia. p de los viejos tiempos —cuando crefan todavia en la revolu- y se atenfan fielmente a su teoria e ideales— hablaban de ralizar al campesinado, es decir, de hacer de los campesinos una capa social que, si no ayudaba activamente a la revo- proletaria, por lo menos no la obstaculizara, permaneciese al y no se pusiera del lado de nuestros enemigos. Este plan- inista en un pais’ vill CONGRESO DEL Po(b)R teamiento tedrico, abstracto, del problema es perfectamente claro, para ‘nosotros, pero es insuficiente. Hemos entrado en la etapa del desarrollo socialista en la que hay que elaborar conereta y detalladamente normas e indicaciones comprobadas por la expe- - riencia practica en el campo, que nos gufen en nuestros esfuerzos para colocar nuestras relaciones con el campesino medio sobre la base de una ‘sdlida alianza, para excluir asi los desaciertos y errores cometidos repetidamente en el pasado. Estos desaciertos apartaban de nosotros a los campesinos medios, cuando en reali- dad nosotros, el partido comunista, el partido dirigente, fuimos los primeros en ayudar a los campesinos rusos a librarse del yugo de los terratenientes y a crear para ellos una verdadera democra- cia, por lo cual podriamos contar con plena confianza de su parte. Este problema no es de tal tipo que exige implacable y rapida represi6n y ataque. Es mas complicado. Pero me. permito ex- presar la conviccién de que después de un afio de trabajo previo seremos capaces de resolver este problema. Unas palabras sobre nuestra situacién internacional. Cama- radas, todos ustedes, por supuesto, saben que la fundacién en Moscé de la III Internacional, de la Internacional Comunista, es; en cuanto a nuestra situacién en el mundo, un acontecimiento de gran significacién. Tenemos atin que enfrentar a una tr fuerza militar, real y efectiva, bien pertrechada: todas las po- tencias mas poderosas del mundo. Sin embargo, podemos decir- nds con conviccién que lo que exteriormente parece una fuerza gigantesca e incomparablemente més poderosa que nosotros des- de el punto de vista fisico, se ha tambaleado. No es ya una fuerza. No tiene ya la anterior estabilidad. Por eso, el objetivo y la tarea que nos hemos fijado —salir victoriosos en la lucha contra este gigante— no son utdpicos. Por el contrario, aunque ahora estamos artificialmente aislados de todo el mundo, no pasa dfa sin que los periddicos traigan noticias sobre el crecimiento del movimiento revolucionario en todos los pafses. Mas aun, sa- bemos y vemos que este creciente movimiento adquiere la forma soviética. Y esto es una garantia de que al instaurar el poder soviético descubrimos la forma internacional, mundial, de la dic- tadura del proletariado. Y estamos firmemente convencidos de que el proletariado de todo el mundo ha emprendido este camino de lucha, la creacién de estas formas del poder proletario: el poder de los obreros y los trabajadores en general, y de que nin- Vv. LENIN fuerza en la tierra serd cay ; : ¥ ipaz de contener la marcha Roun comunista mundial hacia la republica soviética “7 dial. (Aplausos eo camarada: tral del Partido Comunista de Rusia declare abi Congreso y pasemos a la cleccién de la ae spe 's, permitanme que en nombre del Comité INFORME DEL COMITE CENTRA: 18 DE MARZO = - (Estruendosa y tess, sve prolongida seen aclamescioney: “Vivo connience con el informe politico del Comité Central us informe, sobre I actividad politica del Comité Central desde gresp, equivale a presentar un info oe revolucién. Y creo que todos estarén de ne ve eo mle ee buportble para un solo hombre realizar esa tarea en Bin an le zm, sine que, en seneril, es superior a sus fuerzas. especialmente importantes en ia historia d te kone ae gir ido de lo tuvo que becer durante ese perfodo, y a la uz de muestray ‘areas one fe Sect que en los tiempos que vivimos, dedicarse ye ivamente historia, a examinar el pasado sin pensar porate y en el futuro, es algo superior a mis fuerzas. “ ne us ‘Somensat con la politica exterior, se sobreentiende que ¢ gos principales son nuestras relaciones con el ime - Halismo alemén y'la ‘paz de Brest. Y me parece que vale la Pe rse en este problema, ya que su no es ee ” _ histori ica. Me Parece que la propuesta que hizo el soviético a las potencias aliadas 0, mds exactamente, la oe ee nero gobierno de la propuesta que todos cono- es is una conferencia en las Islas de los Principes?, ea ave ota Propuesta y nuestra respuesta reflejan, en algune ;_uspectos, Y aspectos importantes ademés, las relacioy peri ismo que establecimos en el periodo de la "de Brest. ‘ aquf por qué considero: que, ante el rapido" ritmo vi CONGRESO DEL PC(b)R ® de los acontecimientos, es importante referirse a la historia de esta cuestion. Cuando se decidia la paz de Brest, la construccién soviética, sin hablar sobre la del partido, se hallaba todavia en su etapa ini- cial, Ustedes saben que entonces el partido en su conjunto ie atin muy poca experiencia para determinar, siquiera en forma aproximada, la rapidez con que debiamos andar por e} camino que habfamos elegido. El caos que, como ustedes saben, inevi- tablemente heredamos del pasado, hacia entonces extraordina- riamente dificil resefiar los acontecimientos, conocer con preci-, sién lo que estaba sucediendo. Ademés, el enorme aislamiento Europa occidental y de todos los demés paises nos privaba de todo material objetivo para juzgar la posible rapidez o las for- mas en que se desarrollaba la revolucién proletaria en Occidente. Esta compleja situacién hizo que el problema de la paz de Brest provocara no pocas discrepancias en las filas de nuestro partido. Pero los acontecimientos mostraron que este obligado replie- gue ante el imperialismo alem4n, que se ampar6 tras una paz ex- traordinariamente opresora, indignante, expoliadora, era el unico paso acertado en las relaciones entre la joven republica socialista y el imperialismo mundial (la mitad del imperialismo mundial). Entonces, cuando acabébamos de derrocar a Jos terratenientes y a la burguesia en Rusia, no nos quedaba absolutamente otra al- ternativa que la de replegarnos ante las fuerzas del im mundial. Quienes condenaron este repliegue desde el punto de vista del revolucionario, sustentaban en realidad una i6n fundamentalmente falsa y no marxista. Olvidaban las condiciones, el prolongado y arduo proceso de desarrollo del periodo de Ké- renski, y el inmenso trabajo preparatorio realizado en los soviets —después de las penosas derrotas de julio, después de la korni- lovada— hasta que logramos, en octubre, que madurara por fin la disposicién y la decisién de las grandes masas trabajadoras de derrocar a la burguesia, y existiera la fuerza material organizada necesaria para tal fin. Se comprende que entonces no se pudiera hablar siquiera de algo parecido en escala internacional. En vis- ta de esto, la lucha contra el imperialismo mundial tenia este objetivo: continuar la labor de disgregar al imperialismo y de esclarecer y unir a la clase obrera, que en todas partes’ comen- zaba a agitarse, pero cuyas acciones aim no habfan legado a ser completamente -definidas. 16 Vv. % LENIN El problema que han plant i mara pecto de nuestra actitud hacia Ton pertor Sonents tara re. cémo los elementos efoburgu i vacilar después de Ia revolucién slensna, Estos acoutevinte tes brie- abrie- Viti CONGRESO DEL Pc(b)R au ton los. ojos a muchos de los que, a medida que. maduraba la revolucién’ proletaria, juzgaban la situacién desde el punto de vista del viejo patriotismo, y la juzgaban no sélo de modo no socialista, sino, ademas, falso en general. Ahora, de nuevo una ola de -vacilaciones vuelve a arrastrar a los demécratas pequefio- burgueses, debido a la dificil situacién del abastecimiento de vi- veres, debido a la guerra que todavia libramos contra la Entente. También antes nos vimos obligados a tener en cuenta estas vaci- laciones, pero —de esto surge una leccién de enorme importan- cia para todos nosotros— las viejas situaciones nunca se repiten exactamente en la misma forma. La nueva situacién es mucho més compleja. Puede ser juzgada acertadamente, y nuestra po- litica sera acertada, si nos valemos de la experiencia de la paz de Brest. Cuando aceptamos la propuesta acerca de la confe- rencia de las Islas de los Principes, sabiamos que aceptébamos una. paz extraordinariamente dura. Pero, por otra parte, ahora sabemos mejor cémo en Europa occidental se levanta la ola de la revolucién proletaria, cémo la efervescencia se convierte en un descontento conciente y cémo. éste conduce a la organizacién de un movimiento proletario soviético mundial. Si entonces mar- ch&bamos a tientas, si entonces hacfamos conjeturas acerca de cuéndo podria estallar la revolucién en Europa —suponiamos, sobre la base de nuestras convicciones tedricas, que dicha revo- lucién debia producirse—, ahora tenemos una serie de hechos que muestran cémo madura la revolucién en otros paises, cémo ese movimiento ha comenzado. He aqui por qué, en relacién con Europa. occidental, en relacién con los paises de la Entente, te- nemos o tendremos que repetir mucho de lo que hicimos en la época de la paz de Brest. Después de la experiencia de Brest, nos ser4. mucho més facil hacerlo. Cuando nuestro Comité Cen- tral examiné el problema de la participacién en la conferencia de las Islas de los Principes junto con los blancos —lo que en el fondo equivalia a la anexién de todo el territorio que habian ocupado los blancos— este problema del armisticio no provocé una sola voz de protesta entre el proletariado, y esa fue también la actitud de nuestro partido. Al menos yo no escuché en nin- guna parte expresiones dé descontento o indignacién. Y ello fue asi porque nuestra leccién de politica internacional habia dado sus frutos. Por lo que se refiere a los elementos pequefioburgueses, la Vv. I. LENIN VEL CONGRESO DEL Pc(b)R tarea del partido atin no est4 resuelta definitiyament una serie de problemas, en esencia, en todos los aohions _ figuran en la orden del dia, hemos creado durante el afio tras- currido las bases para una solucién acertada de este problema, en especial en relacién con el campesinado medio. En el plano tedrico convinimos en que el campesino medio no es nuestro enemigo, que necesita un trato especial y que las cosas variardn en este caso de acuerdo con muchas circunstancias de la revolu- cién, y, en particular, de acuerdo con la respuesta que se dé a la pregunta: gpor el patriotismo o contra el patriotismo? Para nos- otros estos son problemas de segundo o hasta de tercer orden, pero la pequefia burguesia se deja deslumbrar totalmente por los. Por otra parte, todos estos elementos vacilan en la lucha y se tornan totalmente cobardes. No saben lo que quieren y son incapaces de defender su posicién. Esto demanda de nosotros ae tActica extraordinariamente flexible, extraordinariamente pru- ate Pues a veces seré necesario dar con una mano y quitar aoe otra. Los culpables de eso no somos nosotros, sino esos tos pequefioburgueses, incapaces de decidirse. Esto lo vemos ahora én la prdctica, y hoy mismo lefmos en los periédicos qué se han propuesto alcanzar los independientes alemanes°, que cuentan con fuerzas tan importantes como Kautsky y Hilferding. Ustedes saben que ellos querian incluir el sistema de los soviets en da Constitucién de la Republica democratica alemana, es decir, unir en matrimonio legal la “Constituyente” y la dictadura dei proletariado. Desde nuestro punto de vista, esto es una burla tal contra el sentido comin de nuestra revolucién, dela revolucién alemana, de la revolucién hdngara y de la revolucién polaca en vias de maduracién, que sélo podemos expresar nuestro asom- bro. Podemos decir que esos elementos vacilantes existen en los paises mas adelantados. A veces los elementos educados, instrui- dos, inteligentes, acttian, incluso en un pais capitalista tan ade- lantado como Alemania, de un modo cien veces mas confuso vocinglero que nuestra atrasada pequefia burguesia. De ahi a leccién para Rusia, en lo que se refiere a los partidos ‘pequefio- burgueses y al campesinado medio. Durante mucho tiempo ten- dremos un doble y dificil problema. Durante mucho tiempo, es- tos partidos dar4n inevitablemente, un paso adelante y dos pasos ® Véase V. I, Lenin, ob. cit., t. XXII, nota 44. (Ed.) atras, porque los condena a ello su situacién econdmica, porque aceptan el’ socialismo no por una firme conviccién de la inutili- dad del sistema burgués. No podemos esperar que sean fieles al socialismo. Seria ridiculo.contar con sus convicciones socialistas. Apoyarn el socialismo sélo cuando se convenzan de que no hay otra salida, cuando la burguesia sea definitivamente derrotada y aplastada. i No me es posible hacer un resumen sistematico de la expe- riencia del afio trascurrido; sélo he echado una ojeada al pasado a la luz de lo que se necesitara mafiana o pasado mafiana para nuestra politica. La principal ensefianza es que debemos mos- trarnos: extraordinariamente cautos en nuestra actitud hacia el campesinado medio y hacia la pequefia burguesia. Asi lo exige la experiencia del pasado; lo experimentamos en Brest. Se nos exige un frecuente cambio de la linea de conducta, cosa que al observador superficial podr4 parecer extrafia e incomprensible. “3Cémo es eso? —dira—. gAyer hacian ustedes promesas a la pequefia burguesia, y hoy Dzerzhinski declara que los eseris- tas de izquierda y los mencheviques seran colocados contra’ la pared? jQué contradiccién!.. .” Sf, es una contradiccién. Pero lo contradictorio es la conducta de los propios demécratas pequefio- burgueses, que no saben dénde sentarse, que tratan de sentarse entre dos sillas, saltan de una a la otra y caen, tan pronto a la derecha como a la izquierda. Hemos cambiado nuestra tactica con respecto a ellos, y cada vez que viran hacia nosotros les de- cimos: “|Bienvenidos!” De ninguna manera vamos a expropiar a los campesinos medios, no queremos, bajo ningan concepto, em- plear la fuerza contra los demécratas pequefioburgueses. Les decimos: “No son ustedes un enemigo serio. Nuestro enemigo es la burguesia. Pero si acttian junto con ella, nos veremos obliga- dos a aplicarles también a ustedes las medidas de la dictadura proletaria”. * Pasaré ahora al problema de la construccién interna, y me detendré brevemente en lo fundamental que caracteriza la expe- riencia politica y resume la actividad politica del Comité Cen- tral durante este perfodo. Dia a dia esta actividad politica del Comité Central se manifest6 en cuestiones de enorme importan- cia. Si no fuera por el hecho de que trabajamos juntos tan bien y con tanta armonia, como ya les he dicho, no habriamos podido actuar como lo hicimos, y no habriamos podido resolver estos v 20 Vv. LENIN candentes problemas. Por lo que se refiere al probl jt cito Rojo, que ahora suscita tantos debates y at oe, Punto especial en la orden del dia del Congreso, aprobamos gran numero de resoluciones secundarias que el Comité Central de nuestro partido propuso y remitié al Consejo de Comisarios del Pueblo y al Comité Ejecutivo Central de toda Rusia. Y aun ma- yor es el nimero de proposiciones importantisimas individuales que hicieron los respectivos comisarios del pueblo, todos los cua- bk oa eaten en forma sistematica y consecuente una linea El problema de la organizacién del Ejército Roj mente nuevo; jamds haba sido planteado, - siquiera en el eso te6rico. Alguna vez Marx dijo que era mérito de los comuneros ee Paris haber puesto en practica resoluciones que no tomaron le doctrinas preconcebidas, sino que eran dictadas por la nece- sidad real i Estas. palabras de Marx acerca de los comuneros Sania cierto. tono irdnico, ya que en la Comuna predominaban los tendencias, los blanquistas y los proudhonistas, y ambas se vieron obligadas a proceder contra sus doctrinas. Nosotros, en cambio, procedimos de acuerdo con lo que nos ensefié el mar- xismo. Al mismo tiempo, la actividad politica del Comité Cen- tral, en cada caso concreto, estuvo determinada siempre por lo que era absolutamente indispensable. No pocas veces tuvimos que avanzar a tientas.. Esto lo subrayar4 con fuerza cualquier historiador capaz de presentar un cuadro completo de la activi- dad del Comité Central del partido y del poder soviético. Este hecho salta sobre todo a la vista cuando intentamos abarcar con una sola mirada nuestro pasado. Pero ello no nos hizo vacilar en lo mas minimo, ni siquiera el 10 de octubre de 1917, cuando se decidia la cuestién de la toma del poder. No dudamos de que tendriamos, segin la expresién del camarada Trotski, que hacer la experiencia. Y emprendimos una tarea que hasta entonces na- die en el mundo hab{a emprendido.con tal amplitud. Lo mismo es valido para el Ejército Rojo. Cuando, termina. da la guerra, el ejército comenzé a disgregarse, muchos pensa- ron que era un fenémeno exclusivamente ruso. Pero vemos jue Ja revolucién rusa fue. en el fondo, el ensayo general,-o wuno de * Véase ©. Marx y F. Engels, “La guerra civil en ¥rancia” escogidas, ed. Cartago, Bs. Aires, 1957, page. 395-374. (id) ns | OO™ VILL CONGRESO DEL PC(b)R 21 log ensayos, de la revolucién proletaria mundial. Cuando discu- tiamos él ‘tratado de Brest, cuando, a principios de enero de 1919, surgié el problema de la paz, atin no sabfamos cuando ni en qué otros paises comenzaria a producirse esta disgregacién del ejéreito. Fuimos de experiencia en experiencia, intentamos crear un ejército voluntario, marchando 4 tientas, probando por qué camino —en la situacién dada— podfa resolverse la tarea. Y la tarea era clara. Sin la defensa armada de la repiblica socia- lista no era posible subsistir, La clase dominante jamas cederd su poder a la clase oprimida. Y esta ultima debe demostrar en los hechos que es capaz, no sélo de derrocar a los explotadores, sino, ademds, de organizarse para la autodefensa y de jugarse el todo por el todo. Hemos dicho siempre: “Hay guerras y. gue- rras”. Condenamos la guerra imperialista, pero no negamos la guerra en general. Los que nos acusaron de ser militaristas se metieron en un irremediable embrollo, y cuando lei el informe sobre la conferencia de Berna de los socialistas amarillos, en la que Kautsky dijo que los bolcheviques no habian implantado el socialismo sino el militarismo, me puse a reir y me encogi de hombros. gAcaso ha habido verdaderamente en la historia una sola gran revolucién que no estuviera vinculada con la guerra? jNaturalmente que no! No vivimos s6lo en un Estado, sino dentro de, un sistema de Estados, y es inconcebible que la Republica Soviética pueda existir durante mucho tiempo al lado de los Es- tados imperialistas. En fin de cuentas, déeber4 triunfar uno u otro. Y en tanto ese desenlace sobrevenga es inevitable que se produzca una serie de terribles choques entre la Republica So- viética y los Estados burgueses. Si la clase dominante, el -prole- tariado, quiere retener el poder, debe demostrar su capacidad para ello por medio de su organizacién militar. gCémo la clase que hasta ahora desémpefié el papel de gris rebafio para los jefes de la clase imperialista dominante podfa crear sus propios jefes? gCémo iba a resolver el problema de combinar el entusiasmo, el nuevo espiritu creador revolucionario de los oprimidos, con la utilizacién de las reservas de la ciencia burguesa y de la tecnolo- gia del militarismo, en sus peores formas, sin las cuales esta clase no podrd dominar la tecnologia moderna ni los métodos modernos de conduccién de la guerra? Se nos planteaba aqui un problema que seria resumido por un afio de experiencia. Cuando inclufmos en el programa revolu- 22, Vv. i LENIN cionario de nuestro partido el problema de los especialistas, sumiamos Ja experiencia prdctica de nuestro partido sobre uno de los problemas m&s importantes. No recuerdo que los prece- dentes maestros del socialismo, que previeron mucho de la futu- ra revolucién socialista y sefialaron muchos de sus rasgos, no recuerdo que se manifestaran sobre este problema. Para ellos no existia, porque no surgié hasta que nosotros abordamos la crea- cién del Ejército Rojo. Eso significaba crear un ejército Heno de entusiasmo sobre la de una clase oprimida a la que se habia usado como gris rebafio y significaba obligar a ese ejército a utilizar todo lo mds humillante y repugnante que el capitalismo nos hab{a dejado de herencia. Esta contradiccién, con la que nos enfrentamos con relacién al Ejército Rojo, se nos plantea en todos los terrenos del trabajo de construccién. Tomemos el problema que nos preocupa més que bingiet otro: el del paso del control obrero a la direccién obrera de la industria. Después de los decretos y resoluciones aprobados por el Consejo de Comisarios del Pueblo y los érga- nos locales del poder soviético —todos los cuales contribuyeron a nuestra experiencia politica en este terreno—, al Comité Cen- tral no le quedaba en lo sustancial mas que resumir. Dificilmente podia, en un asunto como éste, dirigir en el sentido propio de la palabra. Basta recordar cudn impotentes, espontdneos y fortuitos fueron nuestros primeros decretos y resoluciones sobre el control obrero de la industria. Nos parecia que era facil hacerlo; la prac- tica demostré Ia necesidad de construir, pero no dimos en modo alguno una respuesta a la pregunta de céino construir. Cada f4- brica nacionalizada, cada rama de la industria nacionalizada, el trasporte, principalmente el trasporte ferroviario —la. expresién mds notable del mecanismo capitalista altamente centralizada, cons- truida sobre la base de una técnica en gran escala, y la mds nece- saria para el Estado—, todo encarnaba la experiencia concentrada del capitalismo y nos ocasionaba inmensas dificultades. Actualmente estamos muy. lejos. todavia de haber syperado estas dificultades. Al principio las veiamos de modo completa- mente abstracto, como revolucionarios que hacen discursos, pero que ignoran totalmente cémo ponerse a trabajar. Por supuesto, muchfsimas personas nos acusaban —y todos los socialistas y so- cialdemécratas siguen acusdndonos todavia hoy— de haber em- prendido esta tarea sin saber cémo llevarla hasta el final. Pero estas son ridiculas acusaciones de gente sin vida. |Como si fuese VIII CONGRESO DEL PO(b)R 23 posible langarse a hacer una gran revolucién sabiendo por anti- cipado cémo Ilevarla hasta el final! {Como si estos conocimientos pudieran aprenderse en los libros! No, solamente de la experien- cia de las masas pod{a nacer nuestra resolucién. Y digo que nues- tro mérito consistié en haber abordado, entre inmensas dificultades, la solucién de un problema que hasta entonces nos era semi- desconocido, en haber estimulado en las masas proletarias la ini- ciativa propia, en haber nacionalizado las empresas industriales, etc. Recuerdo cémo, en el Smolni, aprobamos diez o doce decretos ala vez. Eso era un testimonio de nuestra determinacién y deseo de estimular la experiencia y la iniciativa de las masas proletarias. Ahora tenemos experiencia. Ahora hemos pasado, o pasaremos muy pronto, del control obrero a la direccién obrera de la industria. Ahora, en lugar de una impotencia total, tenemos experiencia y, en la medida en que ello es posible, la hemos resumido en nuestro programa. Esto habré que discutirlo en detalle al tratar los pro- blemas de organizacién. No habriamos estado en condiciones de realizar esta labor, si no hubiéramos contado con la ayuda y la co- laboracién de los camaradas de los sindicatos. En Europa occidental el problema es diferente. Alli nuestros camaradas ven el mal en los sindicatos, porque ellos estén tan completamente dominados por los representantes amarillos del vie- jo socialismo que los comunistas no comprenden cudntas ventajas pueden obtenerse de su apoyo. Muchos comunistas de Europa occidental, inclusive Rosa Luxemburgo, proclaman la liquidacién de los sindicatos*. Eso pone de manifiesto hasta qué punto es més dificil nuestra tarea en Europa occidental. En nuestro pais no habriamos podido sostenernos ni un mes sin el apoyo de los sindicatos. En este aspecto tenemos la experiencia de un inmenso * Durante el Congreso constituyente del Partido Comunista de Alema- nia —realizado en Berlin del 30 de diciembre de 1918 al 1 de enero de 1919—, a causa de la polftica traidora de los dirigentes sindicales de dere- cha, R. Luxemburgo apoyé las intervenciones erréneas de varios delegados sobre la liquidacién. de los sindicatos. Las tareas de los sindicatos, segin a, debian ser tomadas por los soviets de diputados obreros y soldados y por los comités de fabricas y talleres. Esta posicién equivocada del Congreso fue, durante un largo perfodo, un obstaculo para los comunistas alemanes ‘en su lucha por ganar a las masas. Las recomendaciones de Lenin sobre la necesidad de que los revolucionarios trabajaran en los sindicatos reacciona- rios fueron expuestas en su trabajo “El ‘izquierdismo’, enfermedad infantil del comunismo”, VI. ¢Deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios? (Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXXII). (Ed.) De Vv. I. LENIN trabajo practico, que nos permite abordar la soluci rs blemas mds dificiles, m ecto te in Tomemos el problema de los especialistas, que se nos plantea a cada paso, que surge ante cada designacién que necesitan hacer los dirigentes de la economia nacional y el Comité Central del par- tido. En las condiciones actuales, el Comité Central del partido no puede trabajar solamente para guardar las formas. Si no pudié- semos designar a camaradas capaces de trabajar con indepen- dencia en sus respectivos campos, nos seria totalmente imposible trabajar. Y si en medio de la guerra pudimos trabajar sin que se produjese entre nosotros un solo conflicto digno de atencién, fue sélo gracias a que ‘contabamos con organizadores como I. M. Sverdlov. Y en esta labor nos vimos obligados a aceptar la ayuda que nos ofrecian quienes poseian conocimientos adquiridos en el pasado. Tomemos en especial el problema de la direccién del Depar- tamento de Guerra. Sin confiar en el Estado Mayor yen los grandes especialistas en organizacién, no hubiéramos podido re- solver ese problema. Aunque haya habido entre nosotros discre- pancias de detalle, no existia duda alguna en lo fundamental. Re- currimos a la ayuda de los especialistas burgueses, imbuidos totalmente de la mentalidad burguesa, que nos traicionaban y se- guiran traiciondndonos todavia durante aiios. No obstante, seria infantil pensar que podemos construir el comunismo con la ayuda de los comunistas puros, sin la ayuda de los especialistas burgue- ses. Nos hemos templado en la lucha, tenemos la fuerza yla unidad necesarias para proseguir nuestro trabajo de organizaci6n. utilizando los conocimientos y la experiencia de esos especialistas. Es esta una condicién indispensable, sin la cual no es posible cons- truir el socialismo. No es posible construir el socialismo sin utili- zar la herencia de la cultura capitalista. El tnico material que tenemos para construir el comunismo es lo que nos dejé el ca- pitalismo. Hoy debemos construir practicamente, y construir la sociedad comunista con la ayuda de nuestros enemigos. Esto parece una contradiccién, una contradiccién inconciliable, quizds. Pero en realidad es la unica manera de resolver Ia tarea de la construccién comunista. Y cuando revisamos nuestra experiencia, cuando nos fijamos en el enfrentamiento diario con este problema, cuando examinamos el trabajo practico desarrollado por el Comité Central, VII CONGRESO DEL Pa(b)R B creo poder afirmar que, en lo fundamental, nuestro partido ha en- contrado una solucién para este problema. Hemos tropezado con dificultades enormes, pero era la tnica manera de resolver este problema. Nuestra labor organizada, creadora y unida debe in- cluir'a los especialistas burgueses de modo tal que marchen en las filas del proletariado, aunque luchen y opongan resistencia a cada paso. Debemos ponerlos a trabajar como una fuerza técnica y cultural, para conservarlos y hacer de un pafs capitalista, inculto y salvaje, un pais comunista culto. Y creo que durante este afio hemos aprendido a construir, hemos emprendido el camino acer- tado y ya no nos desviaremos de este camino. Quiero volver a referirme brevemente al problema del abas- tecimiento de viveres y al problema del campo. El abastecimiento de viveres ha sido siempre nuestro problema mis dificil. En un pais donde el proletariado debié tomar el poder con ayuda del campesinado, donde el proletariado tuvo que desempefiar el papel de agente de una revolucién pequefioburguesa, nuestra revolu- cion, hasta la organizaci6n de los comités de pobres, es decir, has- ta el verano e incluso el otofio de 1918, fue en considerable medida una revolucién burguesa. No tememos reconocerlo. Si la revolu- cién de Octubre nos resulté tan facil, fue porque el campesinado en su conjunto marché con nosotros, porque marché contra los terratenientes, porque veian que nosotros {bamos hasta el final, porque implantébamos en forma de leyes lo que los periédicos eseristas publicaban, lo que la cobarde pequefia burguesfa prome- tia, pero no podfa poner en practica. Pero cuando comenzaron a organizarse los comités de pobres, a partir de ese momento, nues- tra revolucién se convirtié en una revolucién proletaria. Enfren- tamos una tarea que atin no hemos resuelto plenamente. Pero es extraordinariamente importante que la hayamos planteado en for- ma pr&ctica. Los comités de pobres representaron una etapa de transicién. El primer decreto sobre la organizacién de comités de pobres fue dictado por el poder soviético por recomendacién del camarada Tsiurupa, quien estaba en ese entonces al frente del abastecimiento de viveres. Habfa que salvar de la muerte a la poblacién no agricola, atormentada por el hambre. Y ello sélo podia hacerse con la ayuda de los comités de pobres, que eran organizaciones proletarias. Y cuando, en el verano de 1918, la Revolucién de Octubre comenzé a extenderse al campo y siguiéd su curso, sélo entonces adquirimos una real base proletaria; slo en- tonces nuestra revolucién se convirtié en una revolucién proletaria en los hechos, y no meramente en sus proclamas, promesas y de- claraciones. Atin no hemos resuelto el problema que tiene planteado nues- tro partido de crear Jas formas de organizacién del proletariado y del semiproletariado del campo. Hace poco fui a Petrogrado y asisti al Primer Congreso de Obreros Agricolas de la provincia de Petrogrado*. Pude ver cémo todavia aborddbamos a tientas esta cuestion, pero creo que no cabe duda de que marchard hacia ade- lante. Y debo decir que la principal leccién que aprendimos de nuestra labor de direcci6n politica durante este afio, fue que de- bemos encontrar un apoyo organizado en este terreno. Dimos un paso en este sentido al formar los comités de pobres, al efectuar nuevas elecciones a los soviets y corregir nuestra politica de abas- tecimiento de viveres, en la que tropezdbamos con inmensas difi- cultades. Quizd sea necesario modificar esta politica en aquellos lugares de la periferia de Rusia que ahora son soviéticos: en Ucra- nia y en el Don. Serfa un error redactar con arreglo a un modelo decretos para todos los lugares de Rusia; seria un error que los comunistas bolcheviques, los funcionarios soviéticos de Ucrania y el Don, aplicaran en bloque esos decretos a otras regiones, sin es- tablecer distinciones.. Encontraremos muchas situaciones peculia- res, y no debemos, de ningtin modo, atenernos a un modelo unico, decidir de una vez para siempre que nuestra experiencia, la expe- riencia de la Rusia central, debe aplicarse integramente a todas las regiones. Apenas hemos abordado la tarea de la verdadera cons- truccién, apenas damos los primeros pasos en esta direccién, y ante nosotros se abre un campo de accién ilimitado. Dijimos que el primer paso decisivo dado por el poder sovié- tico fue la creacién de comités de pobres. Esta medida fuc cum- plida por nuestros funcionarios del abastecimiento de viveres, bajo el imperio de la necesidad. Pero para llevar nuestras tareas hasta el final necesitamos organizaciones que no sean temporarias como los comités de pobres. Tenemos, junto a los soviets, las organiza- * El 11 de marzo de 1919 Lenin viajé a Petrogrado para asistir a los funerales de M. T. Eliztrov. Durante su permanencia en dicha ciudad pre- senté un informe sobre la organizacién del sindicato de obreros agricolas ante el I Congreso de Obreros Agricolas de Ia provincia de Petrogrado. Véase V. I. Lenin, ob. cit. t. XXX. (Ed) VEE CONGRESO DEL Pc(b)R ciones sindicales, que utilizamos como escuela de educacién de las masas dtrasadas. El sector de obreros que goberné en los he- chos Rusia durante este afio, que Ilevé el peso principal en la realizaci6n de nuestra politica y fue nuestro apoyo fundamental, es, en Rusia, un sector increfblemente pequefio. Nos hemos con- vencido de ello, lo sentimos. Si algun dia, un futuro historiador llega a reunir datos sobre los grupos que gobernaron a Rusia durante estos 17 meses, sobre los cientos o miles de personas que se dedicaron a toda esta labor y asumieron la carga total, inmensa, de gobernar el pais, nadie creeré que se logré con tan pocas per- sonas. El numero era tan reducido porque en Rusia los dirigentes politicos inteligentes, cultos y capaces eran muy pocos. Ese sector era en Rusia muy pequeiio, y en el curso de la reciente lucha que- dé extenuado, se sobrecargé de trabajo, hizo mds de lo que le permitian sus fuerzas. Creo que en este Congreso encontraremos los medios practicos para utilizar masivamente en la industria y —lo que es mds importante— en el campo, nuevas fuerzas, para incorporar a la labor soviética a los obreros y campesinos que se hallan en el nivel medio o incluso por debajo de él. Sin la ayuda en masa de los mismos ser4 imposible, en nuestra opinién, conti- nuar nuestra actividad. ; Como mi tiempo casi ha vencido, sélo quiero decir unas cuan- tas palabras acerca de nuestra actitud hacia los campesinos me- dios. La actitud que debemos adoptar hacia ellos era ya clara, en principio, antes de que comenzara la revolucién. Se planteaba ante nosotros la tarea de neutralizar al campesinado. En una reu- nién celebrada en Mosci®, en la que se discutié el problema de nuestra actitud hacia los partidos pequefioburgueses, cité las acer- tadas palabras de Engels, quien no sélo sefialé que el campesino medio es nuestro aliado, sino que expresé incluso la conviccién de que tal vez sea posible arreglarselas sin recurrir a la coercién, sin emplear medidas represivas tampoco con los grandes campesi- nos. En Rusia esta suposicién no se confirmé: estuvimos, estamos y seguiremos estando en guerra civil abierta con los kulaks. Esto es inevitable. Lo hemos visto en la practica. Pero debido a la * Lenin se refiere a su informe del 27 de noviembre de 1918 sobre la actitud del proletariado hacia los demécratas pequefioburgueses, en la Reunién de activistas del partido de Mosct, y a las palabras finales para ese informe. Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XXX. (Ed.)

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