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Desaparición de personas: los usos de la memoria

en torno a la figura de Miguel Ragone.


Intentando una teorización práxica.

Autor: Fernando Pequeño.

Seminario:
Antropología de la Violencia Política.
Elizabeth Jelín. Mayo 2005.
Seminario: Antropología de la Violencia Política. Elizabeth Jelín. Mayo 2005. Universidad Nacional de Salta. |2
Desaparición de personas: los usos de la memoria en torno a la figura de Miguel Ragone. Intentando una
teorización práxica. Autor: Fernando Pequeño.

Universidad Nacional de Salta.


Seminario: Antropología de la Violencia Política. Elizabeth Jelín. Mayo 2005. Universidad Nacional de Salta. |3
Desaparición de personas: los usos de la memoria en torno a la figura de Miguel Ragone. Intentando una
teorización práxica. Autor: Fernando Pequeño.

Miguel Ragone, ex gobernador constitucional desaparecido


Un día cromo hoy de hace veinticuatro años se produjo el secuestro y desaparición del médico
Miguel Ragone, ex gobernador constitucional de la Provincia, hecho en el cual resultó
asesinarlo don Santiago Arredes, un vecino que había sido involuntario testigo del episodio.
Eran tiempos en los que el terrorismo de Estado ya campeaba a lo largo y a lo ancho del país,
como escalofriante prólogo de lo que poco después a partir del 24 de ese mismo mes y año,
habría de transformarse en la época más sangrienta de la historia nacional.

Aquel 11 de marzo de 1976 el ex mandatario salteño fue raptado a plena luz del día, desde la
puerta de su domicilio, ubicado en un barrio residencial de esta capital por un grupo de
individuos que Io introdujeron en un automóvil y que dispararon sobre Arredes, comerciante de
la vecindad que circunstancialmente se encontraba frente a su negocio y pudo haberlos
identificado. Desde entonces no volvió a saberse sobre el secuestrado dirigente político.

AI cabo de este casi cuarto de siglo transcurrido desde entonces, las más espesas sombras
continúan rodeando ese vandálico y cobarde episodio que conmocionó a la opinión pública de
Salta y de toda Ia nación. Se trató de una acción tipo "comando", sin duda cuidadosamente
planificada y a cargo de profesionales, cuya impunidad sacude hasta ahora a familiares y
amigos del doctor Ragone y por añadidura a toda la ciudadanía en razón de que sus
connotaciones fueron un claro anuncio de la época de ignominia que se avecinaba.

Fue aquel uno de los miles de hechos criminales que no hallaron jamás el debido
esclarecimiento porque contó, con certeza, con la complicidad de determinados estamentos
estatales vinculados con las organizaciones de ultraderecha que ya sembraban por esos días
de horror y sangre a la Argentina, y que agudizaron hasta el paroxismo su accionar represivo
pocos días más tarde, cuando tres supuestos salvadores de la Patria vestidos de uniforme,
usurparon por la fuerza un poder que nadir les había conferido.

Hoy, cuando se cumple este nuevo aniversario el clamor de justicia sigue siendo el mismo de
entonces, al menos parar saber quiénes fueron las autores e instigadores del secuestro y
sobre todo qué fue de Miguel Ragone. Sus seres queridos debieron sobrellevar la penosa
carga del dolor y la incertidumbre durante todos estos años, sin abandonar la esperanza de
que alguna vez pueda develarse el misterio; estada de ánimo que comparte la ciudadanía en
su conjunto, como legítima aspiración de quienes creen en la democracia y en el respeto
irrestricto por la persona humana.

Salta, 11 de Marzo de 2000.

Teorizar práxicamente las memorias

Dice Jelín (2002: 25) que la identidad y la memoria no son cosas sobre las que
pensamos, sino cosas con las que pensamos. Si la identidad implica siempre una
permanencia temporal y espacial, ese espacio y ese tiempo pueden ser pensados en una
doble dimensionalidad: la de la dominación y la de la resistencia. El espacio vital es la
intersección del espacio mapeado por el poder y por la resistencia. Hablamos de un
mapa abstracto, en el que dominación y resistencia están solo separados
conceptualmente. Si la dominación del sistema de producción funciona abstrayendo
(Lugones, 2003); en tanto identidades subjetivas, los seres humanos nos concebimos y
somos concebidos espacial y relacionalmente en términos funcionales al poder. No
hablamos aquí de un poder político o de gobierno, sino de un poder en sentido
materialista, constitutivo de las vidas y de las relaciones humanas, de los espacios y de
las propias percepciones; un poder donde los gobernantes poderosos no están
necesariamente enfrentados al pueblo, sino producidos por la misma dinámica social
que construye Estados, gobiernos, pueblos, comunidades, familias. La dominación
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funciona abstrayendo sujetos corporizados –en el sentido que Braidotti le da al término-,


espacios; y también memorias y olvidos; abstracción que va construyendo un mapa
espacial funcional al sistema. Toda memoria, toda acción, toda significancia, toda
ocupación resistente de ese espacio de la dominación y toda producción de esa
memoria, no queda mapeada en el mapa del poder. Aunque existen, subrepticiamente.
La capacidad de resistir o la posibilidad social de transgredir el orden instituido y la
memoria hegemónica, es posible cuando surge una conciencia subjetiva y social de la
doble dimensionalidad del espacio y la memoria. Conciencia del estar siendo oprimidos,
pero también la de estar siendo resistentes, simultáneamente y constantemente.

Empezar a entender la resistencia comienza por ver la manera en que otros viven,
habitan y construyen el espacio y las memorias, sin colaborar activamente en el sistema
de dominación, desde dentro del sistema. Hablamos de entender las tensiones que
construyen el espacio social y la memoria, aunque esas tensiones -como dice Lugones-
no lleguen a retrazar la especialidad ni a resignificar los hechos en la actividad
mnémica. Porque aunque las condiciones históricas –entonces, sociales- hagan posible
la resistencia, esta ocurre siempre dentro del espacio de la dominación. Una dominación
dóxica, al decir bourdiano. Así, las actividades intelectuales consagradas al juego
mnémico resultan muy diferentes si el objetivo perseguido consiste en entender el lugar
de cada quien en el espacio de la dominación – en caso que las preguntas guías intenten
responder si somos dominantes o dominados, ó en que momento lo somos-; o bien, se
busque entender la manera en que funciona y se gesta el aparato que genera los espacios
de dominación –en el que todos los seres humanos viven, cualquiera sean las diferencias
de poder entre unos y otros-. En otras palabras, siempre existe una doble dimensión en
la construcción individual y social del espacio, del cual las memorias y los olvidos son
herramientas: una abstracta, pública, general; y otra concreta, singular, corporal,
subjetiva. El hecho que existan transgresiones espaciales, corporales, linguísticas,
trabajos de memoria; no implica que se esté fuera del espacio de dominación. La
posibilidad de resistir y transgredir el orden normado ó la memoria hegemónica residen
necesariamente en la condición de entender el doble juego de la abstracción y de la
concretitud subjetiva.

La abstracción a la que nos referimos funciona fragmentando a los sujetos y a las ideas
–pero también a los cuerpos- en categorías, a la vez que homogenizando los grupos para
incluirlos en el sistema de producción y reproducción social. La ciudadanía, por
ejemplo, puede ser una corporización de este sistema al que aludimos. Por lo tanto, estar
siendo resistente es estar desconfiando de la homogenización identitaria, es transitar en
una dirección contraria a la seguridad y a la confianza conferidas por la seducción del
poder; plasmada en la pertenencia identitaria y en la acumulación de capital simbólico y
económico. Estar siendo resistente es negociar la abstracción homogenizante –de la cual
la memoria hegemónica es una arista- a favor de la creatividad mnémica, corporal y
subjetiva. El largo proceso temporal que insume tantas energías y requiere tanta
perseverancia a los emprendedores de la memoria descritos por Jelín (2002: 48), será
fructífero solo si es posible negociar en forma resistente la manera en que somos
imaginados, abstraídos, reducidos, desbancados, desmoralizados y silenciados. La
herramienta imprescindible de negociación a favor de la resignificación mnémica de los
hechos será entender que cada subjetividad en la matríz social, ó también cada porción
de memoria, están fragmentadas pero son al mismo tiempo múltiplemente significantes.
Se trata de entender la propia multiplicidad. Dice Lugones en este sentido, que un acto
resistente –como pueden ser los primeros esfuerzos de una memoria activa, ejemplar, al
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decir de Jelín- comienza siendo poco conocido, poco claro, aún por quien lo desarrolla.
Se trata de actos e ideas que aparecen como sinsentidos desde la lógica de la
dominación. Entender algunos sinsentidos, contradicciones, fugas de memoria, es
empezar a entender y pensar en la lógica de la resistencia, que nunca estará por fuera del
espacio de la dominación, pero que es contrapuesta.

Somos sujetos múltiples viviendo espacios sociales complejos, atravesados por


múltiples intersecciones que son contradictorias, tensas, definidas por y definitorias de
temporo-espacialidades que nos construyen diferentes y múltiples, a veces abstractos, a
veces concretos, dice María Lugones. Nosotros siguiendo a Jelín, agregamos: sujetos
múltiples construidos por y constructores de múltiples memorias, fragmentadas y
abstractas, preformativas del presente en un juego de luchas entre memorias y olvidos.

Si estamos de acuerdo hasta aquí, podemos avanzar atreviéndonos a pensar que no toda
respuesta a la opresión es una práctica de resistencia. Hay respuestas que son pensadas
desde la opresión. Tal vez, las acusaciones de ‘gatopardismo’, ‘panzismo’, ‘venta de si’
al interior de algunos movimientos sociales, ideologías, activismos, etc... puedan
pensarse como posturas extremas en el juego del poder. Esas posturas acusadas, ¿no
serían siempre repliegues de una misma lógica de dominación? Quienes acusan, puede
que no conciban la lógica de la resistencia y vean en todo acto o memoria, dominación.
Ver el poder político como un bloque contrapuesto al pueblo es una manifestación de la
dominación. Todo poder necesita movilidad social para sostenerse y existir.

Para quienes queremos comprometernos en teorizar sin despegarnos de los hechos –


María Lugones llama a esto ‘teorización práxica’- es de vital importancia para todo el
trabajo (auto)emancipatorio que podamos hacer, aprender la posibilidad y desarrollar la
habilidad de establecer referencias cruzadas entre realidades diferentes de círculos de
actores sociales también diferentes, entendidos desde la dominación y desde la
resistencia, sin dicotomizar ni reducir los actos y las interpretaciones a una u otra; sin
asumir que los/as demás son de una u otra manera; sino prestando atención a los
caracteres y las personalidades, y a la gran variedad de personas y los mundos que
habitan. Es preciso ver siempre, al mismo tiempo, la dominación y la resistencia. A la
vez, teorizar práxicamente exige unir en la mirada, lo individual y propio, lo concreto,
que es subjetivo –del orden de la identidad- y que involucra al conocimiento –por lo que
requiere siempre una nueva problematización epistémica-; con la dimensión de lo
público y lo social. Se trata de una ida y vuelta permanente, en una espiral ascendente
en el trabajo de (auto)conocimiento y (auto)emancipación social.

Miguel Ragone en el contexto de las luchas por la memoria en Salta

El secuestro y la desaparición y muerte de Miguel Ragone aproximadamente treinta


años atrás, significó para la familia un trauma intenso que imposibilitó a todos y cada
uno de sus miembros resignificar el hecho de manera que les permitiera incorporarlo
activamente en sus vidas. No fue posible construir una memoria narrativa propia que
lograse un compromiso nuevo entre el pasado y el presente (Jelín, 2002: 27). Si bien
existió la voluntad de escuchar para que el sufrimiento pudiera ser narrado, las
devoluciones de actores sociales múltiples, la prensa, las instituciones estatales, y la de
derechos humanos una vez que se organizaron; devolvieron siempre un discurso
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vicitimizante anclado en el dolor del cuerpo y la legitimidad de la sangre, el que se


constituyó en una trampa, al decir de Jelín un abuso de memoria en donde el
acontecimiento no pudo ser resignificado. Lo que sigue son palabras del hijo mayor de
Ragone en los días posteriores al secuestro dirigiéndose a los raptores. Ejemplifican dos
cosas, por un lado la creencia ingenua de muchos familiares en las instituciones del
estado, un estado que se concebía como protector y garante de los derechos de las
personas pero que se había convertido en lo contrario; y por otro lado la distancia que la
familia mantenía respecto de la lógica del gobierno de la que el padre fuertemente
patriarcal, líder de gobierno y de familia, participaba.

... ‘pedir a quienes tienen a mi padre que se comuniquen con nosotros. Que
nos digan cuál es su estado. Que si este diario llega por cualquier medio a
manos de mi padre, que sepa que todos nosotros tenemos la fe y la
confianza que él siempre supo infundirnos, que toda su familia esta
aguardando conocer la realidad de los hechos a pie firme, con entereza;
que siempre vamos a actuar, en todo sentido, como él nos enseñó, como él
nos hizo. Sólo pedimos que lo atiendan, que obren con él humana y
cristianamente. Que nos llamen, que se comuniquen con nosotros’...

Miguel Ragone (h) en El Tribuno, 15 – 03 – 76. A Cuatro días del secuestro.

Desde la re-democratización del estado después del ’83, año tras año el 11 de marzo en
Salta activa en la memoria familiar y social la imagen del exgobernador, invistiéndolo
cada vez de significantes nuevos que se suman a los que permanecen. En el marco del
actual gobierno nacional que ha reactivado las luchas por la memoria y por los derechos
humanos en todo el país, en Salta se reabrió el juicio -cerrado antes en tres
oportunidades- por el caso de Miguel Ragone. Es el contexto social que interpela a la
memoria familiar a sumarse en la agenda de la ‘reivindicación’ de la memoria, aunque
en un contexto cultural interpretativo que en caso de Salta se ha mantenido inamovible
por treinta años, revalorizando una y otra vez el tramposo –no consciente, tal vez, por
otra parte- recurso a la legitimidad de la sangre y del dolor familiar. Un proceso que ha
tendido a ocultar las luchas de memorias al interior de las propias familias,
contraponiendo la familia al estado como bloques homogéneos, sin fisuras,
atribuyéndoles idealmente el lugar del dolor a unas, y al otro el lugar del abuso y el
terror en los primeros años y de la voluntad de justicia en los últimos. Es imperativo
entender que ni las familias, ni los estados, son bloques homogéneos en ninguno de
estos sentidos. Regresemos al caso Ragone. Tres días después del anuncio por los
medios de la reapertura del juicio en una Cámara Federal de Justicia, los mismos
medios buscan una voz familiar que legitime el juicio y en un reportaje titulado ‘Para
la familia renace la esperanza’ (El Tribuno, 26-Oct-2004) una voz familiar es
presentada como la única voz de toda la familia. En el mismo se justifica el escaso
accionar de las instituciones legales y se deposita en ellas el trabajo de reconstitución y
restitución. Desafecta a la policía local y al grupo político local en la responsabilidad de
los hechos, curiosamente una postura contraria a la del propio fiscal que obra en la
causa, deposita toda la responsabilidad en el poder nacional del ’76, revictimiza una y
otra vez a diferentes miembros familiares a la vez que invisibiliza a otros, que
parecieran no pertenecer a la misma. Sobre todo a las mujeres. Es un ejemplo de la
manera en que el encuadre social de la memoria produce y es productor de los sentidos
atribuidos a los hechos.
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En el mismo proceso y por la misma interpelación social, otras voces familiares se


visibilizaron en la arena del campo de juego. En el anexo puede verse el texto1 de
homenaje conmemorativo a Miguel Ragone (El Tribuno, 11-Mar-2005) que intenta
posicionar la familia desde otro lugar, pensando en una memoria activa y en una
resignificación de los hechos de manera que permita crear un nuevo vínculo entre
presente, pasado y futuro. Un intento a la vez, de involucrar activamente a la sociedad
en la resignificación de todos los hechos en las causas de los desaparecidos. Porque para
la familia Ragone, y para todas las familias que elaboran procesos de desaparición de
algunos de sus miembros en la última dictadura, no debe renacer ninguna esperanza,
sino el refuerzo de la convicción de la necesidad de un trabajo activo y propio, por
constituirse y reconstruirse a sí mismas, después de la gran desarticulación.

Cuatro o cinco meses después de la reapertura del juicio las potentes fuerzas en juego
desactivaron una vez más la lucha en el terreno judicial que permite la reactivación de
importantes memorias, capaces de potenciar procesos sociales difíciles de manejar para
los poderes de turno. Esta vez la estrategia fue desmembrar la Cámara de Apelaciones
de la Justicia Federal en Salta con la que se resta mucha fuerza al proceso. Los
acontecimientos que interpelan a los familiares a adoptar una posición activa en el juicio
nos han permitido entender y diferenciar distintas lógicas que operan en la escena, con
las cuales empezamos a discutir tímidamente, muy tímidamente, una postura diferente a
todas, y propia. En esa postura se cruzan dos tradiciones de pensamiento de orígenes
distintos. Básicamente, la de grupos de Derechos Humanos que se piensan por fuera del
poder –pretendidamente apolíticos-, no muy distante de las instituciones de Derechos
Humanos organizadas desde el Estado, tanto provincial como nacional, y la de las
ciencias sociales que nos han permitido en este caso concreto, empezar a pensarnos por
fuera de estas lógicas hegemonizadoras. Coincidimos por lo tanto con Jelín cuando dice
que hay importantes procesos sociales en marcha en el marco de las luchas por las
memorias en Latinoamérica2.

El proceso judicial, como resultado de una interpelación social, de luchas mnémicas en


el campo estatal, ha puesto en marcha varios procesos independientes. El interés
personal por los estudios de identidad, memoria, política, violencia, cuerpo, género, en
el marco de las ciencias sociales, por ejemplo. Pero también el interés y el trabajo de
pequeños grupos universitarios que se sienten atraídos incipientemente a recuperar las
imágenes de desaparecidos en los ’70. O aquellos que trabajan en los ámbitos del teatro
por la identidad, con fuertes propuestas políticas, pero con una particular manera de
trabajo muy distanciado del activismo político, de la militancia. De abril a julio de 2005
uno de estos grupos, apoyados por autoridades municipales varias ha desarrollado una
obra teatral3 en torno a los sentimientos de historias de amores inconclusos en las
parejas de desaparecidos. Escrita en los ’90 pensando en los desaparecidos, como parte
de un trabajo mnémico de (auto)resignificación de vivencias personales de su autor –a
la vez director del grupo- fue dedicada a la memoria de Miguel Ragone y de todos los
desaparecidos en Salta. Como familia, fuimos interpelados una vez más por la sociedad
esta vez representada en el grupo de teatro a repensar(nos) y re-presentar(nos) en los
hechos que son privados, pero que también son sociales y siempre políticos. En el anexo

1
Para la elaboración del mismo y para empezar a pensar de manera resistente los hechos que interpelan a
la familia, fue de gran ayuda el seminario realizado en 2004 en Córdoba con Ludmila Da Silva, sobre
violencia política.
2
Conversaciones en el marco del seminario realizado en Salta, en 2005.
3
‘El Cuarto del Recuerdo’, de Mario Cura.
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presentamos los volantes que se entregaban a la audiencia pensados conjuntamente con


el director; con la propuesta compartida de abrir un espacio social en el que sea posible
pensar los hechos y vivencias familiares relacionadas a los desaparecidos de los ’70
bajo la dictadura militar desde un ángulo diferente al de la militancia y la lucha política.
Se trata de 15 funciones aproximadamente, después de las cuales se abría un debate que
duraba por lo general una media hora, en donde el público interactuaba con el director
evocando emociones y recuerdos. Los debates fueron grabados y estamos trabajando en
la desgrabación de los mismos en un proyecto que intenta entender las representaciones
sociales actuales activadas en las luchas por las memorias, en torno a la figura de
Miguel Ragone y de los desaparecidos políticos. Todavía en los próximos meses la obra
se presentará en colegios, con el objetivo de introducir a los jóvenes en la construcción
de memorias activas. De una manera apresurada tal vez, podemos adelantar algunos
indicadores que surgen muy marcados en los debates: 1.- mayor participación de
mujeres que de hombres, 2.- participación de jóvenes que no vivieron el proceso
dictatorial, 3.- reivindicación de la legitimidad de la sangre en las luchas mnémicas, 4.-
el dolor y el sufrimiento personal y corporal como legitimador casi único de las de
reivindicación y de justicia social, 5.- un fuerte discurso victimizante de los familiares,
6.- la despolitización de los desaparecidos, 7.- el depósito en la juventud de continuar
las luchas por la verdad y la justicia social, 8.- el contraste entre la propuesta social de
los gobiernos de centro izquierda con la avanzada neoliberal actual.

Reproducimos a continuación algunos fragmentos ilustrativos de las intervenciones del


público.
... ‘creo que hay que valorar la representación de esta obra. Ya por el solo hecho de ser un
homenaje al Dr. Miguel Ragone, desaparecido, que forma parte de nuestra historia. Esta pieza
teatral que vos escribiste Mario…Es parte de nuestra historia, somos salteños, somos
argentinos, nos pasó y creo que todos estamos quebrados de alguna manera. A mi
particularmente la obra me toco mucho y creo que a todos les debe pasar lo mismo. Y debe ser
también difícil cuando decían al comienzo que tenemos el auspicio de la familia ragone pero
creo que se tienen que sentir felices de que a través de esta obra se haya vuelto a recordad su
nombre y a rendirle un homenaje, ¿no?’ ...

... ‘Yo no conozco mucho de Ragone. Tuve oportunidad de hablar con los compañeros y
decirles que estoy empezando a conocer, porque no he vivido acá en Salta. Y por lo poco que
conozco de Ragone hasta ahora, entiendo que este es un excelente homenaje a Ragone, esta
obra y el guión, alguien que pensó por nosotros y trabajó y luchó por nosotros. Eso es lo que
conozco de Ragone. Creo que es lo mejor que tiene Ragone y lo mejor que tiene esta obra de
recordar a aquellos que hicieron esto’.

... ‘Cada uno tiene un cuarto del recuerdo, y a veces el lenguaje individual a veces se torna en
algo colectivo, ¿no?... el lugar de los recuerdos es el lugar de uno. El arte nos puede permitir
llegar a ese lugar’ ... ‘ De la puerta para afuera está el olvido’...

Tuvimos oportunidad de participar en uno de los debates introduciendo la propuesta que


como familiares estamos empezando a esbozar:
... ‘Quiero decir que a mi me impactó mucho la obra, mucho más de lo que me imaginaba que
mi iba a impactar, porque todo el tiempo sentí que se esta trabajando sobre el cuerpo y sobre el
sentimiento, y sobre lo que esos cuerpos significan para nosotros: el cuerpo de los
desaparecidos, el cuerpo de Miguel Ragone, y con la manera en que cada uno de nosotros nos
conectamos con nuestro cuerpo y con nuestras visiones. Cuando vos decís: creo que hay que
bucear en la caja del recuerdo de cada uno, y que se está gestando desde lo individual algo
que puede ser social, creo que es muy significativo tratar de pensar ese proceso hacia
adelante, tratando un poco también de despegarse del cuerpo. Porque como hablábamos en
algún momento hay treinta mil desaparecidos y hay un Miguel Ragone que está atomizado en
el éter, y creo que nosotros de alguna manera más que mirar los cuerpos que no tenemos,
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tenemos que ver esas energía y esas memorias que están entre nosotros y seguir adelante.
Nosotros creemos que… particularmente yo creo que si nosotros podemos estar reunidos en
este momento compartiendo esto, es la mitad de la carrera, la otra mitad tiene que ver con
bucear en ese recuerdo, hay mucho por hacer, ¿no? Y creo que el cuerpo es un efecto, pero
creo que la memoria en este caso es infinitamente más fuerte. Ahora, lo que significa el cuerpo
es impresionante, yo lo acabo de ver acá. En el cuerpo de esa hija que nunca pudo nacer, en el
cuerpo de esa mujer que se murió, en el cuerpo de ese Miguel Ragone encarnado en treinta mil
desaparecidos que van y que vienen, que se buscan y que no se encuentran. Y yo cuando
miraba la obra sentía a toda esa gente que hoy no está entre nosotros, y bueno, creo que de
nosotros depende poder construir otra realidad, poder construirnos a nosotros primero, no
como victimas, sino como gente que seguimos luchando; de eso se trata, porque las víctimas
las construyeron los militares, porque en la medida que nosotros sigamos construyéndonos
como víctimas, ellos van a seguir teniendo siempre el poder y la razón’.

... ‘Justamente eso era lo que yo me quedé pensando. Que no somos víctimas desde el punto
de vista en que ya se rompió el silencio; en que podemos decir, en que podemos hablar, en
que podemos contar lo que pasó… creer; tal vez, bueno, a través de la entrada a este cuarto
del recuerdo volver a vivir el amor, y de alguna manera yo me imaginaba a Miguel
devolviéndonos ese cuerpo que nunca apareció, quizás ¿no?. Pero sí, es verdad que no
importa eso sino lo que la persona representó en sí. Pero bueno, hay que decir lo que fue y
como pasaron las cosas y fue un hecho dolorosos. Hoy a tantos años después, una obra como
esta y como tantas otras que siguen hablando de las muertes, es porque justamente hay que
decirlo; las cosas como sucedieron, como pasaron. Pero yo creo que lo bueno de esta obra es
que también nos deja mucha poesía que va a otro lugar nuestro, desde otro lugar podemos
mirarnos. Quizá desde el alma, ¿no? Y eso es lo bueno y lo maravilloso de haber dejado de ser
víctimas… justamente’.

Propuestas usurpatorias

No es nuestra intención extendernos aquí en un análisis extensivo de la multiplicidad de


actores y de ideas y sentimientos evocados en torno a la figura del exgobernador y de
los desaparecidos. Hemos intentado mostrar que existen alternativas a los discursos
hegemónicos de la memoria construidos en los treinta años posteriores a los hechos.
Tampoco es nuestra intención deslegitimar y desentender la importantísima lucha, la
más meritoria de todas, llevada adelante por las redes de Derechos Humanos que
actuaron en un momento histórico y político peligroso y doloroso, de los cuales son
herederos y por los cuales han sido profundamente marcados. Sus logros actuales en
materia de derechos humanos podrían compararse con los logros de las primeras
feministas en materia de igualdad entre los sexos. De esos recuerdos de la lucha en
Salta, signados por el dolor y el terror al olvido da cuenta el libro recientemente
publicado por Lucrecia Barquet (post mortem) y Raquel Adet (UNS a, 2004).

En el plano familiar el estudio de las luchas mnémicas al interior de las mismas puede
contribuir a desnaturalizar el mito en torno a la imposibilidad del duelo, la legitimidad
de la sangre y la revictimización constante de la que los familiares han sido objeto.
Puede ser el principio de acciones conjuntas de grupos hasta ahora sistemáticamente
enfrentados bajo la misma y tradicional lógica fragmentaria de la legitimidad
hartamente trascendente del sufrimiento humano. El estudio de la construcción del
espacio familiar, o de la imposibilidad de construirlo, en los años posteriores a la
dictadura, o aún comparativamente bajo los gobiernos dictatoriales, con enfoques socio-
antropológicos por afuera de ciertos psicologismos y de ciertos psicoanálisis
normativizantes, es una tarea pendiente que puede contribuir a entender las lógicas y los
procesos de reconfiguración de las memorias. Estudios que pueden contribuir a
procesos hartamente liberadores y alivianadores del sufrimiento humano. En nuestro
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caso particular habitar la casa familiar cuyo frente presentamos en el anexo, nos coloca
en una posición privilegiada para entender estos procesos. El fantasma de Miguel
Ragone está en cada rincón, tal vez un día los familiares puedan resignificar ese espacio,
reconstruirlo, o simplemente olvidarlo.

En el plano epistémico hemos intentado discutir la posibilidad de acercarse a los


estudios de la memoria desde una teorización práxica que compromete al investigador
desde dentro, desde su propia vida y desde su propio estar siendo en el muerdo.
Creemos que es una alternativa posible. Las luchas de memorias y olvidos sociales
pueden ser pensadas como la usurpación de territorios del poder, donde una y otra vez
estamos siendo oprimidos, y estamos siendo resistentes. Una usurpación que es
resistencia, sin que signifique necesariamente una oposición abierta al poder político.

Fernando Pequeño
Estudiante antropología,
Universidad Nacional de Salta
Agosto, 2005
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Anexo

Homenaje familiar a Miguel Ragone,


a 29 años de su desaparición4.

La familia Ragone en su casa en mayo del ’73.

El secuestro y la desaparición de mi abuelo en marzo del ’76, días antes del golpe militar; fue
para nuestra familia una situación límite. De la misma manera que ese golpe lo fue para el país
y para cada uno de los familiares de los treinta mil desaparecidos según las fuentes oficiales,
en la última dictadura militar.

¿Qué significó para nosotros esa situación límite y que significan tres reaperturas del juicio
político en torno a la desaparición del abuelo en los 30 años posteriores? En un tiempo en que
se reivindicaba el uso de la violencia tanto para cambiar el mundo como para impedir su
cambio; fuimos educados para no optar por la venganza. Habría otras formas de posicionarse,
tal vez no tan claras entonces como ahora. La vida entera es un continuo aprendizaje sin una
dirección trazada. Eso es lo maravilloso, porque conecta a mi abuelo con la trascendencia de
su imagen como hombre público, pero también como hombre privado.

Inicialmente la familia creyó en las instituciones, en la justicia y en la policía; hasta en la piedad


de los secuestradores. La ingenuidad de los pedidos en los diarios de la época así lo muestran.
Después entendimos los mecanismos de cierto sector del poder y nos quedamos en silencio, al
interior de un muro de desesperanza, descreimiento y dolor.

Hoy después de 30 años, en un ciclo de 11 de marzo a 11 de marzo y a partir del juicio en el


que por primera vez participamos, estamos reencontrándonos con nosotros mismos. Es como
reinsertarse de nuevo en la matríz social después de un largo viaje, de una ausencia. Un viaje
4
En El Tribuno. 11 marzo, 2005.
Por Fernando Pequeño. Nieto del exgobernador y estudiante de antropología.
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Desaparición de personas: los usos de la memoria en torno a la figura de Miguel Ragone. Intentando una
teorización práxica. Autor: Fernando Pequeño.

en el que buscábamos un abuelo fantasmático, un padre, un hombre, un esposo, un líder con


una dimensión inalcanzable. Y aplastante en su ausencia omnipresente. Hoy estamos
transitando del dolor que mantuvimos en silencio, privado, individual; a encontrarnos con todas
esas personas que de una manera u otra, al alcance de las posibilidades de cada quien, nos
han querido y han sufrido también otras desapariciones y otros dolores.
Hoy la familia esta pudiendo hablar y mirarse. Y mirar a su alrededor.

En los ’60 y ’70 se gestó una sociedad y un aparato estatal -en Salta y en el país- que creyeron
en la violencia como arma del desarrollo. Los grupos de extrema izquierda -con los que muchos
ingenua o mal intencionadamente confundieron a mi abuelo- creyeron poder cambiar siglos de
historia de desposeciones y desposeídos sin terminar de comprender muy bien cual era el lugar
del país en ese mundo, ni siquiera el lugar de las izquierdas. La extrema derecha estuvo
tradicionalmente más habituada a las armas para conservar los lugares de poder, aunque los
militares supieron trascender todos los límites.

Como nunca tuvimos un cuerpo sobre el cual hacer un duelo, a veces nos hemos sentido
victimas, de la mano del dolor y el aturdimiento. Pero la vida nos fue mostrando que no somos
victimas, somos protagonistas; porque las víctimas solo vienen a legitimar lo que se debe
pensar, sentir, decir, callar, mostrar. Durante mucho tiempo estuvimos desarticulados como
tantos familiares de dirigentes políticos desaparecidos, asesinados. Pero hoy sentimos que
volvemos a ser parte del todo social y estamos uniendo las dos puntas del hilo que se cortó con
la desaparición del abuelo. Porque estamos aprendiendo a tomar decisiones y posturas
políticas como parte de nuestras relaciones cotidianas. No es la política con mayúsculas, es la
política de las relaciones interpersonales; la que no recurre a grandes actos ni manifestaciones
populosas, pero que tiene la ventaja de desestabilizar las grandes creencias, las enquistadas
ideologías, todos los ritos.

Con la desaparición y la muerte del abuelo, la violencia sobre su cuerpo lo ha inmortalizado, lo


terminó de construir como persona. Y esto es paradójico y maravilloso, porque al contrario de lo
que pretendieron estrategas militares y civiles, no lo han podido negar como persona.
Suprimieron su vida y en ese acto acrecentaron hasta el infinito su voluntad de bienestar social
y de mejor distribución de los recursos para todos los seres humanos. Utopía para algunos,
esperanza para muchos, compromiso para otros, esa es la imagen entre los viejos funcionarios
que alguna vez en su distante juventud, ínfima, junto a Ragone, creyeron que esta empresa era
posible. Y es también la imagen del doctorcito del pueblo, entre los desposeídos.

La violencia del Estado no negó al abuelo Ragone, lo construyó como persona. Tal vez le negó
los derechos de ser otro diferente y opuesto, pero no lo puedo negar como persona. Esa
desaparición fue un acto político y en ese cuerpo desaparecido hay un mensaje.
Ese Estado que pretendió negarlo es el mismo a través del cual hoy los familiares nos
reencontrarnos como parte de la sociedad. Con ideas nuevas, con energía nueva. Y sin
reivindicar la violencia. Es una triple victoria que estamos aprendiendo a conseguir y defender
día a día.

Como opuesto y con satisfacción, no puedo dejar de pensar en las trayectorias de señores
como los que declararon en el juicio por la justicia y la verdad a principio de año. Siguen
aferrados a sus viejas ideologías intactas, a las que ellos reverencian con pasión porque es lo
único que les queda en un mundo que los ha dejado de lado. Están viejos, enfermos y
acabados, odiados por una parte del pueblo que defendieron, olvidados por la otra porque ya
no son útiles, fuertes y productivos. Acaso el poder económico y político que supieron
deshonrosamente acumular los puede preservar hasta ahora de la sed de venganza que ellos
mismos supieron reivindicar, pero esa misma violencia los sacó del juego.

Para nosotros que no tuvimos duelo, la desaparición del abuelo es un acto político de seguir
adelante. No somos víctimas, somos protagonistas. Porque la muerte del abuelo es también un
hecho social, nos permite comprender qué pasó en nuestra sociedad y los recovecos e intrigas
en las que unos pocos deciden la suerte de las multitudes.
Seminario: Antropología de la Violencia Política. Elizabeth Jelín. Mayo 2005. Universidad Nacional de Salta. | 13
Desaparición de personas: los usos de la memoria en torno a la figura de Miguel Ragone. Intentando una
teorización práxica. Autor: Fernando Pequeño.

Fachada de la casa familiar, marzo 1973.

Fachada de la casa familiar, marzo de 2005.


Seminario: Antropología de la Violencia Política. Elizabeth Jelín. Mayo 2005. Universidad Nacional de Salta. | 14
Desaparición de personas: los usos de la memoria en torno a la figura de Miguel Ragone. Intentando una
teorización práxica. Autor: Fernando Pequeño.

Bibliografía:

Braidotti, Rosi. 2000 [1994]


Sujetos Nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoría feminista
contemporánea. Paidós. Bs. As.
Cura, Mario. (2004)
El Cuarto del Recuerdo. En Teatro. Atuel. Bs. As.
Jelín, Elizabeth. (2002)
Los trabajos de la memoria. Siglo XXI. Madrid.
Lugones, María. (2003)
Usurpando. Traducción libre de Pedro Di Pietro, Junio 2005. En Pilgrimages /
Peregrinajes: Theorizing, Coalition Against Multiple Oppressions. Rowman &
Littlefield. Massachussets.

Periódicos
El Tribuno. Ediciones varias.

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