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4. Nos dejamos Iluminar por la Palabra Nuestra oracin no puede ser hipcrita. No podemos ser inhuma-
Leemos: nos y resistirnos a perdonar precisamente cuando estamos invo-
Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cando para nosotros la misericordia de Dios. No podemos adop-
cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno
que le deba 10.000 talentos. Como no tena con qu pagar, orden el tar dos posturas diferentes: una ante Dios Padre, para pedirle
seor que fuese vendido l, su mujer y sus hijos y todo cuanto tena, y perdn y misericordia para mi, y otra ante el hermano, para re-
que se le pagase. Entonces el siervo se ech a sus pies, y postrado le chazar todo perdn. Si no perdonamos es seal de que nuestro
deca: Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagar. Movido a compa-
sin el seor de aquel siervo, le dej en libertad y le perdon la deuda. corazn permanece cerrado al amor y, en esa misma medida, ce-
Al salir de all aquel siervo se encontr con uno de sus compaeros, que rrado a recibir el perdn de Dios.
le deba cien denarios; le agarr y, ahogndole, le deca: Paga lo que
debes. Su compaero, cayendo a sus pies, le suplicaba: Ten paciencia
conmigo, que ya te pagar. Pero l no quiso, sino que fue y le ech en Pronunciar sinceramente esta peticin del Padrenuestro exige vi-
la crcel, hasta que pagase lo que deba. Al ver sus compaeros lo ocu- vir en una actitud practica de perdn, renunciando a toda vengan-
rrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su seor todo lo suce- za, perdonando incansablemente hasta setenta veces siete (Mt.
dido. Su seor entonces le mand llamar y le dijo: Siervo malvado, yo
te perdon a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. No debas 18,22), amando incluso a los enemigos y rogando por los que nos
t tambin compadecerte de tu compaero, del mismo modo que yo me persiguen para poder ser hijos de nuestro Padre del cielo, que
compadec de ti? Y encolerizado su seor, le entreg a los verdugos hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace caer la lluvia sobre
hasta que pagase todo lo que le deba. Esto mismo har con vosotros
mi Padre celestial, si no perdonis de corazn cada uno a vuestro her- justos y pecadores (Mt. 5,45)
mano. (Mt. 19,23-35)