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Ag B20 raducis: expresar en una distings, No voy a entrar, desde luego, a buscar fundamentacién para lo evi- dente. A partir de Ia torre de Babel, Jos traduetores, intérpretes 0 “len. 'guas” —como tan bellamente lod@} Haman nuestras viejas crénicas— on un element Terigua lo'que esta escrito © se ha expresado antes en otra.” Tal es, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, e! oficio al que se dedica el traductor. La definicién rio permite imaginar que haya dificultad alguna en ese _—expresar’ y cualquiera, con_cieito- dominio de dos idiomas (y Ia ayuda de un diccionario), puede traducir. Como se sabe, Ia realidad es muy iprescindible para 18 comunicacién humana, Partamos, pues, de ese hecho y también de que shay quienes son capaces de manejar ‘no s6lo dos, sino més idiomas. Aqui hay que asentar fo obvio: el tradue- tor debe manejar bien cuando menos ‘una lengua extranjera y la suya pro- Pia, pero lo queno es ya tan obvio es {que el manejo de ésta es primordial. [El texto ajeno que debe traducirse festa ya ahi, completo y listo ara ser ‘efdo, aprovechado y disfrutado. Lo | que el.traduetor debe hacer ahord es creat tn.fexto que: perinita & Ios nive- Bisa Ces ee Ho, uso, ue ct 129 Elan Cecilia Bros os investgndore del | YOS TeglOHES#e pee Centio Cossack Vrs ee eatadiog | tEXtO Gniginal proporcions @ los pri- ‘ationieneatioo ine” theids, Es decir, lo que se'le pide es, ‘nj més ni menos, que se convierta en autor. Por ello, el conocimiento de la “Tengua de llegada” debe ir mucho més alld del simple uso de un idioma ppor ser éste la lengua matena. Atin- it due esta parezea mucho, ya iremos viendo que to que se exige al tradue- tor es, poco mis 6 menos, ser 0 dee venir un hombre universal. Porque los escollos de la traduc- cién son tantos que el oficio se ase- ia mas que a ninguna otra cosa a un laberinto donde no se sabe qué puede salir al paso y nadie se saiva de caer en las trampas. Tan es asi que de ello no se han librado ni aun los traductores del texto sagrado. Con resultados sorprendentes, pues los cuernos que adornan la cabeza delas imagenes de Moisés no son —segiin los intérpretes modernos— més que un error de traduccién, Fue ni mas ni menos que San Jerénimo quien, al traducir el texto det Exod que describe el aspecto de Moisés al bajar del Sina, asent6: “et ignorabat quod eornuta esset facies sua ex con- sotto seenionis Domini”. Como esta traduccién fue durante siglos el tinico texto autorizado y accesible, la imagi- neria cristiana acepté coi naturalidad tales cuertios que, sin embargo, ya en el siglo XVI —justo-cuando se hacian: nuevos estudios de Jos textos biblicos | en sus lenguas originales— deben | haber causado cierta desaz6n,,puesto | ‘que Miguiel Angel los redujo y traté cn forma tal que pueden confundirse con los rizos de Ia cabellera. Caso ex- ! temo, sin duda, pero ejemplar de las dificultades de Ja traduccién, Sin ir més lejos, todos al leer un texto traducido cualquiera hemos sentido en ocasiones confusién ante lo que se nos dice, bien porque la ; frase parece romper el hilo de pensa- miento del autor, bien porque sim- plemente no Entendemos. En la ver- si6n castellana de La decadencia de Occidente de Oswald Spengler se lee gue, en Io alto de Ia boveda de Ia iglesia de Sani Lorenzo de Niimberg, se Ve flotar el “saludo inglés”. Como es evidente para cualquier lector ° Ee Dt ean: (pero no para un cansado traductor) (que-en las iglesias no fotan saludos, ni siquiora en forma metafSrica, debe tratarse indudablemente de otra cosa. La solucién no es fécil, ya que para Hegar a ella es necesatio saber que durante la Edad Media el adjetivo “englisch” significaba en aleman tanto “inglés” como “angélico”. De ‘modo que lo que efectivamente pende de la eipula de San Lorenzo es la be- Uisima “Salutacién angélica” o “Anunciacién" del escultor Veit Stoss. Casos como este son muy fre- GUentes'y necesariamente inevita- bles, puesto que nadie, ni aun Aristé- teles, ha podido saberlo todo sobre todo y, salvo tos angeles, todos los seres crcados caemos en Ia confi sin y conocemos la fatiga. Pero por muchas que sean Ins di- | Hicultndes de Ja traduccics —Ppor in claro ejemplo hi ‘mos— en la medida justa de nuestras posibilidades: Quizd la avalancha de matas tra- duceiones sea fo que nos ha Hevado al pesimismo y a ta afirmacién de que entre el otro y yo hay siempre tuna distancia insalvable para ef mero lenguaje, Prueba de to dificil de la empresa €$ el estudio de un fildsofo actual, W.V.0. Quine, quien presenta las numerosas interpretaciones que un solo vocablo —“gavagai”, pro- nunciado por un indigena al ver Pasar un conejo— puede recibir de ‘quien oye la vor pero ignora Ia len: gua a la que la palabra pertenece. Sin embargo, si reflexionamos, la sittia- cidn deserita, la indeterminacién en cuanto al significado real de un vo- cablo cuando se desconoce por com- pleto el idioma, se ve desmentida (ético. Si Quing habla de un lingtista que Hega a una ista desconocida poblada por tuna tribu ignota, nada mas fécil que trasladar el ejemplo al momento del primer contacto entre europeos e in- digenas americanos. Al igual que el lingitista'de Quine, Jos misioneros tuvieron que enfren- {arse a la tarea de crear un manual de traduccién y no,sélo eso, ya que ade- més del vocabulario habia que en- contrar el “arte” de disponer las pa- labras en el discurso —es decir, la gramética~ y adin més hallar la forma de trasladar los sonidos de las enguas indigenas al alfabeto latino, Tarea a primera vista imposible y que sin embargo —mediante pruebas Y errores, tropiezos y desalientos— ograron Uevat a feliz término. Tan sélo en la Nueva Espaiia y en el corto espacio de unos cincuenta aifos se escribieron 109 obris entre voca- bularios y artes que, iégicamente, desembocaron en la redaccién de textos para la enseflanza cristiana (doctrinas, confesionarios, setmona- 1x rios. pero también obras de teatro edificantes) Asi, pues, la comprensién del otro 8 posible y de aqui podria concluiise ‘que hay que dar la razén a Quine en charito a que la indeterminacién de ta aduecisn desaparece por la respues- 42 que otro hablante de la lengua da al vocablo escuchado. Reaccién que el lingiista va registrando a su vez, Pero volvamos atrés y veamos qué caracteristicas deben encontrarse en un traductor. En un viejo mimero de Ia Revista de-Rellas-Artes, dedicado-préci ‘mente a “los problemas de la traduc idm literaria”, encontré un muy li do ensayo de Esther Benftez, quien hrace una lista de tos requisites que debe reunir un buen traductor. Si bien ella habla bésicamente del tra- ductor de literatura, en mi opinién_ las cualidades que exige son bésicas para el oficio, sea cual fuere la rama del condcimiento humano al que se aplique. Tales requisitos no pare tener —cuando menos a primera ‘vista— mucho que ver con la traduc- cién, pero examinados més de cerca resultan efectivamente fundamenta- anges sensibiliaaa iidad. Extrafia Jista de requerimientos para un tra bajo que, seein se augura, pronto podrdn hacer las méquinas. Empero, si analizamos los errores de waduccién més comunes, se verd ‘su pertinencia, Es clarisimo que una leé{iéFa’cuidadosa por parte de San Jerdnimo habria evitado el efror se- falado al pringipio. Quizé el cansan- cio lo hizo leer una vocal por ota Con resultados desastrosos. Hay que aceptar, desde Iuego, que el hebreo es lengua diffcil de leer y, por otra Parte, tampoco podemos estar segu- jos de que el error no provenga del jmanuscrito mismg. Pero en una u {otra forma, el eror de leetur es uno de los mas communes y aun tratéindose de idiomas modemos es facil que una léctura apresurada-nos Heve a confundir el texto. Por ejemplo, si Teemos death en vez de dead cl texto cambiard necesariamente de sentido, cuando se trata del alemén, donde todo sustantivo se escribe con ma- yliscula, es fécil tomar un apellido por simple sustantivo y cambiar asf ja frase por completo. O en francés leer marchant por marchande, Casos como estos son innumerables y uizé lo més sorprendente sea ta re- ‘nuencia por parte del traductor a co- neegir su lectura y, en consccuencia, su empefio en componer el texto en forma tal que el error tenga sentido, Si pasamos al segundo punto, ef buen ofdo, éste nada tione que ver con el sano funcionamiento del apa- Tato auditivo. Hay traductores inca- paces de pronunciar correctamente el idioma extranjero y esto no demerita su trabajo. Puede haber incluso sor- dos que sean traductores magnificos, De, 3. ido. r- a iaiel rite servar su. sentido original, simple- ‘mente suenan mel al ser traducidos. Una frase sencilla no puede o no debe resultar complicada al pasar de una lengua a otra. Pero el “buen ofdo” ha de ir més alld. Si el texto original repite un-verbo — por dar de nuevo un ejemplo—, el buen ofdo deberd proporcionamnos ia causa de tal repeticién. {Se trata de falta de pericia literaria de un autor ajeno a Jas “bellas letras” 0 es un efecto bus- cado para hacer resaltar determinada idea? Sélo el ofdo puede sacarnos del dilema, pues para el “mal ofdo” s probable que el problema ni si- 4uiera exista. Ahora bien, aun cuan- do es dificil captar el titmo del iio- ma original, reproducirlo, sea en rosa o en verso, plantea una dificul- tad todavia mayor, aun en aquellos ‘c4s08 en que las dos lenguas —de sa- lida y de legada— estén cercanamen- te emparentadas, Siempre me ha asombrado ao haber encontrado runca en traduccién alguna, en Ios idiomas que-me son accesibles, la frase que me sobrecoja como me s0- brecogen les cuatro palabras lativias de un texto de San Agustin: Amor ‘meus, pondus meus, Aqui la traduc- cidn se transforma en eco, que tam- bin es cuéstién de ofdo, En otras casos, s6lo porque nos “suena mal”, sabemos que la prepo- sicién usada es incorrecta, aunque no podamos dar la razén gramatical de ello. Hay, evidentemente; uni “titsi- ca del téXt0" —como la llama Esther Benitez yas-fapordtel buen teaduc- ‘fa Por lo que a la sensibilidad se re- fiere, la traductora citada (y no debe lvidarse que lo es de textos Iiterarios) Ja relaciona con el estilo: tr idioma’ dad Ja que nos alejard del “espafiol eutro” y permitiré que el lector goce en castellano de los diferentes estilos de los distintos autores. a I Todo esto est muy bien, aungue Yo agregaria algo de mi-cosech: como To hice ya al sefiakar las condi iones anteriores. Tal agrepado ser que —traténdose de textos no estric tamente literarios— ese “adivinar™ es lo que convierte el trabajo de tra duccién en investigacisin. Se trata efectivamente de una scnsibilidad peculiar —formada quiza por prux ba y error a lo largo de muchas tri- ducciones— que nos avisa cuando €n un original aparentemente senci- Wo se esconde un problema. Tome- mos —jde nuevo!— un ejemplo: Si un texto de filosofia, al hablar del al- cance del entendimiento humano pone el caso de un animal fantistico, fruto de Ta unién de un toro con una burra, habré que buscar si el castella- ho prevé un nombre para tal bestia 0 si, partiendo-de raices griegas o lati= nas, debe formarse la palabra que Ja designe, O, qué hacer cuando todas Jas palabras de una frase son comu- hes y corrientes y, sin embergo,-al traducirse no tienen sentido? Sabe- mos —otro ejemplo— que Sigfrido mat6 al dragén Fafnir y que al ba- fiarse en su sangre se convirtié en in- vulnerable... si no fuera por Ia hoja de arbol que cubrié su hombro. Era, or lo tanto, necesario matatlo por la espalda. Hasta aquf vamos bien, et0, {por qué agregara el texto ale- man al que me refiero “como cra su especialidad”? Bl término usado, Specialitét, claramente latino, no tiene segtin' los diccionarios otra acepcin que no sea la de su homé- Jogo castellano, Sin embargo, cl texto resulta absurdo. En consecuen- cia habré que investigar si es compa- tible con el carécter del héroe el dar muerte por Ia espalda @ los adversa- rios 0 si, pensando que “espec dad” puede ser sinénimo de “part cularidad”, se trata efectivamente de tuna caracterfstica peculiar de Sigfti do y puede traducirse por “punto débit" sin traicionar Ja leyenda. ;0 es quizé esta segunda opeién un completar indebidamente lo que el ‘autor quiso expresar de modo vago? La cuarta y dltima condicién se- jialada es la fumildad que pone coto a Ja tentacién de mejorar el texto (como en el caso de Sigfrido), de considerar i Esta humildad debé'evitar tam- bién, en mi opinién, el-pasar apresu- radamente por un pasaje tan dificil cuenta con —tnucha experiencia el-haeer-esta trampa sea facil; el texto ofensivo desaparece sin dejar rastro y no habré lector que se percate de ello, Pero jes honrado? ;Acaso.no es | Mejor reconocer, humildemente, que Jo que para nosotros es un enigma puede no serlo para otros? Astf, si, } después de consultar con otro u otros de mayor conocimiento o experien- cia, la dificultad sigue abi, habré que dar cuenta de ella al editor para que éte, a su vez, se ponga en contacto con el autor, de ser esto posible, o te curra a nuevas consultas, Hasta aqui le lista que encontré en Ja Revista de Bellas Artes; lista que he completado y que, a pesar de plantear ya exigencias grandes, en mi opinién‘atin se queda corta. Pues todas estas condiciones deben tener tun comin denominador sin el cual, aisladas por asf decirlo, de poco ser. virfan, Me refiero a la paciencia, Si es necesatio “saber leet", el compo- nente bésico de ello es el abandono de cualquier tips de urgencia, Séto la lectura pausada puede entregar el sentido del texto, como sélo el paso de ciexto intervalo permite “oir” si lo escrito esta bien o no, Paciencia tam- bign para investigar, para analizar lo ‘que la sensibilidad anuncia como un problema. Paciencia para ensayar un ‘término tras otro hasta dar con ef més adecuado. Paciencia, finalmente, para releer completa la traduccién, después de un breve lapso, para ver si atin nos parece bien y si en efecto se han eliminado los tropiezos. A partir de esta enumeracién de cualidades, Ia imagen del traductor va adquitiendo as caracteristicas de un ser extraordinario, Sin embargo, de acuerdo con el criterio editorial, todo esto no basta. EI buen manejo de dos idiomas, la meticulosidad y Ia honradez en el trabajo deben tener un complemento més: un conoci- miento especial del tema que va a traducit. As lo especifica el contrato que cualquier editorial hace firmar a un traductor. Una de las cléusulas establece que-el trabajo de traduc. ién habré de hacerse “con escrupu- losa fidelidad, salvo aquellos errores evidentes que el buen sentido o sus ‘conocimientos especiales le aconse~ Jen enmendar, de los cuales deberé en todo caso dar cuenta al editor”, a ———fin de que éste los haga Hegar al i aioe Jan a destajo-(e muy-poeas pesos por pagina), gde dénde van a sacar ese tiempo imprescindible para entregar un original acabado? ZCon qué bi- blioteca, cuentari para consulta sus dudas? eee aultor 0, én eas6'de qué éste haya muerto ya, acepte ta responsabilidad de Ia enmienda. Como pedir no cuesta nada, en_otra eléusula,se asienta que el traductor se compro- fa} De no ser asf habré que pagar los servicios de un profesional en estos terrcnos. De modo que, casi, casi, habsia que coneluir que el traductor debe ser una persona de buena posicién econémica que traduzca, sencilla mente, por el gusto de hacerlo. La alternativa seria la de quien —Ileva- do por un interés propio y sin parar mientes en el costo— se dedicera a traducir un texto determinado (diga- mos un fil6sofo actual que traduce a Arist6teles para uso de sus alumnos). Lo cual no es nada usual, ya que quienes logan a la exceléncia en su propio campo por lo comiin no tienen ‘ya tiempo que dedicar a la traduccin, Si tenemos en cuenta que el texto del contrato habla no s6o de conoci- muy interesante ver qué traducci6a de Shakespeare 0 de Goethe, ponga- ‘mos por caso, ha Ilegado a superar el original. Aunque, tratindose de traducciones no literarias, las cosas pueden cambiar, ; Desde luego, puestas en el papel, las exigéhcias pueden ser inacaba- bles, lo diffcil est en cumpliclas. Porque, gdénde va a encontratse esa ara avis en la que se ha convertido cl traduetor a partir de lo establecido en esta revisin de cualidades? ‘Sobre todo si tenemos en cuenta que por lo comtin'Ios traductores traba- Co oe ee eee AL mientos especiales sino también de buen sentido, quiza sea ésta la clave. ya que podemos esperar que nadie carezca de este atributo En tal caso, no podiamos estar mis equivocados. Los tmductores a los que aqueja tal deficiencia formnan legién. Pasemos a ver los efectos que tal carencia produce en algiiien que conoce bien la lengua de ta que traduce y que tiene un buen mancjo del castellano. BI texto que habia que traducir se refiere a los santos estilitas y pone perlectamente en claro que-este movimiento tuvo ‘como antecedente a los eremitas del siglo 1V que se retiraron al desierto de Egipto. {Cabe pues en cabeza al- ‘guna que la regién y los personajes tuvieran nombres franceses? La res- Puesta es rotunda y sorprendente- tmente-afitmativa para este-insensato traductor, quien por Io demés presen- ta un texto correcto gsi no fuer por que en él pulutan santos Iamados Antoine, quien se retiré al desierto de Thebaid, Basile de Cesare, que refirié el cenobitismo y tuvo un dis- cipulo Hamado Euthyme. Desde luego, el primer estilita se Ham6 Symeon y fue seguido en este dificil ascetismo por Luc y Theodore Studi- ta. Y qué decir de regiones llamadas Paphlagonia Bithynia Chalcidique y hasta d’Epheso, icon apéstrofo y todo? De esto se desprende no slo que quien tradujo tenfa una ignoran- cia perfecta acerca de Ia época y no tenfa una enciclopedia a mano ni tampoco interés suficiente para loca- “lizar una, sino también que carecia de cualquier “buen sentido”, por lo que le parece natural que en Egipto y Grecia, de los siglos 1v al 1x, se ha- biara en francés. En todo caso, si dej6 los nombres sin traducir, ;qué lo Ilev6, como por excepcién, 2 cas tellanizar otros? Si no lo hubiera hecho, quizé algtin lector podria “aber pensodo que estaban en tie. I £9. De modo que no séio resulta este iit C2s0 de ignorancia sino tanibién Ge incohereicia. ©, seamos carters I OS, de Falta de tiempo, ‘A pesar de formar ya una larga Hista, no son estos todos los escoli I due una buena traduccién debe sor. \car. Aun si damos por satisfechos jes los eequerimientos anteriores, I Day que enfrentar todavia una doer Sin de enorme peso: ceémo tradi, ue eNO Muy movedizo al que I Gebe entrarse con mucho cuidado, Pues resulta evidente que hay textor ue pueden traducirse en forme I literal, pero también es evidente que hay otros en Ios que tal literaliged Slo podria evar ao que dos gran: i des traductores biblicos Taman * San gage. Hage em alemén designa como ld no es de modo alguno lo que debate !8 palabra “bosque”. (Se Aleberd a.esto, me-pregumto: ‘que vtnaadteit Schivartewald se haya Selo lame “selva fuere posible a contar tas palabras Para dar otras tantas, y no més ni ASE Pues, si seguimos a Ortega, Ja traduccion no puede ser la simple Sian UciGn de una palabra por otra Sino que ha de convertrse en un 86 nero literario aparte, con regias mucho més tigidas que Ia ereacigs ‘sma. Xai, seen Pallol, cl.créador liter Sigmipte con los limites: en tanto que el tractor sion, obra ajena “en Ia cércel de ay ropio idioma”. Pero sila waduceiGn noe, 4a obra, sf es el caminoshacia ella; imds aia, es Ia via que nos hard al ira que 1a nica traduccién digna del nombre €$ Ja que leva al lector a] lenguaje Gel autor, de 10 que se trata es de ha Foo entrar en un carl diferente, Porque cada lengua es, en ttimo iér ‘mio, expresién de una experiencia diferente Ni siquiera existen dow pa- labras de uso comén (sobre cuya Gauivalencia pareceria no haber Gunear otros hombres, otra sensibili. ; dda) que mienten una misma real | ¥ Por todo el origin dad, en suma, otra filosofia, ido “si | dad. El ejemplo orteguiano asegura Como se ve, RO €S poco Io que ef | er ee ENE: 10 65 poco lo gue el | ! 7 ! noe eng Sit embargo, cuando ya ray line convencidos de que esta xe filésofo espaiiol espera del traductor, Su exigencia va mucho mas alls de lo linglifstico, ya que se trata de en- twegar al nuevo lector el mundo inte- lectual mismo del que procede la obra, Por ello, su articulo se inicia negando la posibilidad de la traduc- cién, que ¢s, asf, “sin remedio, un afin ut6pico” Por desi ia, si bien, Ortega se- fiala Jo que la Hidebe-ser, no indica éomo'd¢be/Ser'yfa final de unis, Su.bello ensayo nos sume de nuevo eri perplejidad. ” Més-tealista, Leibniz considera 1a {raduccién como “un eonjunto acep- tado de‘analogias impérfectas”, defi- nicién que permite una mayor liber- tad de movimiento. Todo;traductor id. Sih habrfa que convenir en que los distintos métodos de traduccién deberfan responder a las exigencias el texto por traducir. Bs evidente que Por su naturaleze misma un texto cientifico debe ser manejado en la forma més literal posible, en tanto que los textos literarios —sean en rosa 0 en verso— perderén con el empleo de NEE Sos joan Si —llevados por ei optimismo— ereemos haber Hegado ya al final de las dificultades y confiamos en que el traductor, sea cual fuere el método clegido, hard su trabajo con todo profesionalismo y entregard un texto Iegible, no podtemos estar més equi- vocados, ya que la traduccién al cas- tellano presenta un problema mis, Guiz4 no tnico, pero sf muy espinoso, éCudl de todos los “castellanos” usar? Como todos sabemos, a partir del siglo xvi, ta lengua de Castilla y Leén se convirtié primero en el “es- patiol imperial” y después —sin ~dejar de ser uno— suffidé cambios no sélo de significado y cadencia, sino aun demodos verbales, por no hablar e los innumerables vocablos de les inoumerables lenguas indigenas que fueron recogidos por necesidad para nombrar la nueva realidad. Y eso sin ~mencionar Tos viejos términos caste- Hatios que variaron eusiidd los nue- vos hombres se apropiaron de ellos. Por ejemplo, si para un peninsular no ‘enfa problema la aplicacién del gen- tilicio “chino”, para un novohispano Ja misma palabra nombraba al habi- tante de las Filipinas y la “nao de la China” era la nave que comerciaba entre Acapulco y Manila. Ba cambio, en Argentina, Chile y Venezuela, las “chinas” son las criadas, aplicacién gue resulta sorprendente hasta que ega uno a enterarse de que, si bien suenan y se escriben igual, fos voca- blos ticnen rafces distintas, ya que la palabra usada en América del Sur procede del quechua y significa “mujer” o “hembra”, En Cuba, en cambio, se designa como “chino” al descendiente de negro y mulata 0 de rmulato y negra. En general, en Co- lombia, Beuador, Chile y Venezuela se sobrentiende que un “chino” es at- guien que pertenece al pueblo bajo. En fin, en Guatemala y Nicaragua, “china” ¢s la niffera o aya. Por si esto fuera poco, en México, usado como adjetivo, se aplica al pelo rizado y,en Espatia, “china” es una piedrecilla Desde luego, el uso novohispano es cosa del pasado y nadie va a confun- dir a una persona con un guijarro, pero. sf es muy posible dar a la paia~ bra un sentido local que desconcierte al lector. Las formas verbales tampo- co son ficiles, ya que al dirigimos a otro podems usar el familiar tuteo, caer en la tercera persona (usted), como hacemos en México, o utilizar el voseo usual en algunas partes de Hispanoamérica con su acentuacién especial, Otro peligro son los voeables que han adquirido, en determinadas Zonas, un significado peyorativo 0 hasta grosero que es desconocido para el inocente traductor. En este €as0, lo més probable es que se caiga irremisiblemente en el-abismo, ya ue los diccionatios usuales ni s quiera advierten el peligro. ;Qué hacer ante estos problemas? ¢Recu- ni a ese espafiol neutro contra el que nos previno Esther Benitez 0 saltar alegremente por encima de cualquier obstéculo y traducir pen= sando sélo en nuestro entormo inme- si Porque, si de términos poco usua- les so trata, éstos también fienen su lugar. Por ejemplo, si el texto por traducir es el de un libro sobre Chile escrito por un viajero del siglo pasa- do, habré que recurrir a coloquialis- mos chilenos (pero nunca a los de otro pats americano), lo mismo que a términos usuales en el siglo xix y casi o por completo desconacidos en {a actualiad. Desembocamos con esto en un nuevo problema, ;eudndo y: por qué yo“ = Spee aanucee smo nonen nok ivas? En el caso preciso de los libros de viajeros, las palabras més coloquiales aparecen en castella- no en el texto, por fo que no seré ne- cesario traducirlas, aunque sf a veces corregirlas. Con todo, se presenta aqut un nuevo problema, ya que no es tan seguro que tales palabras se en- tiendan en el resto de los paises his- Panopatlantes. Por‘ello, en este aso, més. que. nolasies , 10, inejor es ponerin' inal del libro. En general, las notas son tan peli- sgrosas que me-parece que més vale ‘indir de ellas. Nada tan enojoso ‘como leer un poema cuyo ritmo es interrumpido constantemente por las | llamadas de nota (se lean éstas 0 no). ‘Ademds, si recordamos que una de las cualidades del traductor es 0 debe ser fa hay lad, bueno serfa aplicar- \duce,debe tener jade. que el:Jibro va a Lnoinbie del ailtor, no por 1a8‘notds:siés 0 mienos eruditas que paia su'sipuesta mejor inteligi- bilidad se hayan agregado. Hay ocasiones en que el texto por traducir es tan sugerente que provo- ca en el traductor toda suerte de ideas e imagenes. La tentacién de OwoR yal A 2th hacer participes de ellas a los lecto- res resulta iresistible y nos enfrenta a otto fenémeno: Ia traduccién como apropiacién. Es decir, el traductor llega a considerar tan suyo el texto gue con toda la libertad “lo compo- ne", Omitiendo lo que no le parece adecuado 0 agregando lo que en st opinién debié decir el autor, pero no dijo. Se trata, desde luego, de un caso extremo del que, por fortuna, se presentan pocos ejemplos. Ante este interés apasionado por un texto que, a pesar de Ia atraccién que ejerza sobre nosotros, seré-siempre ajenor 4quedan dos caminos. bien el tri- ductor se pone en contacto con el autor y le plantea Jas correcciones que considera pertinentes o necess- rias, o bien (en especial si el autor ha muerto ya) redacta un ensayo que puede servir como prélogo o ser pu- blicado aparte. Lo que nunca debe hacer es cortar el hilo del texto con sus ocurrencias, recordanide que le nota a pie de pagina resulta, a fin de cuentas —como dice Georges Mou- nin— “Ia verglienza del traductor”. Es evidente que si las notas quedan cn tela de juicio, la manipulacién del texto esté totalmente prohibida, Antes de terminar es necesario decir que, a pesar de ser muchas, no son Gstas todas las dificultades a las que ha de enfrentarse un traductor. En la préctica, cada traduccién plantea a ca- da traductor problemas tnicos que cada quien habré de resolver de acuerdo con su “buen sentido”. Lo asombroso 8 que, sin importar el desorédito que se ha hecho caer sobre el oficio, sin importar tampoco ni las dificultades ni Ia escasa paga, ésta labor traicio- nora siga atrayendo a tantos. ‘te te formar lino le probliag de ada stores y 3 gal ls Cen Po adr ah 1992. Sites ecto, wes Sintec dare ante anne et OP RTICAPARAcTRADUCTORES, Gerteudis Payag LGiaiduetonsierdgity En comparacién con el de otras disciplinas, el territorio de la traduccién esta en proceso de ser cartografiado. En el camino hacia la profesionalizacion, hacia la definicién de la disciplina, se ha impuesto la necesidad de que la traduccion reflexione sobre si misma, se conozea, tienda puentes con otras disciplinas, se vea mirada por las otras disciplinas. Este trabajo quiere ser untw-inirada de la ética sabre la traducci6nl En este sentido, quizas no se le encuentre la utilidad inmediata que podemos encontrar en los trabajos de detalle. En pocas palabras, ni yo misma tengo clara ta forma en que lo que quiero decir pede ayudar a nadie, ni a mi misma, a traducir mejor. Sin embargo me interesa, y no debo ser la dinica, la. bisqueda del sentido ‘en: lal {iadueiors un poco como se le busca sentido a la vid'i, sabiendo que si se llega a encontrar, la vida misma no cambiara, pero si la forma en que me veo viviendo. Lo primero que escribi sobre traduccién, hace un par de afios, fue una reflexion casi poética que titulé Desencuentro en Behring. En ese texto, partiendo del hecho de que los caballos, siendo oriundos de este continente, se extinguieron por no coincidir (decia yo, especulando) con el hombre, que cruz Behring algunas decenas de miles de afios después de que algunos de estos caballos lo hicieran en sentido contrario y que, en cambio, en Asia sobrevivieron porque (seguia yo, especulando) el hombre intervino para domesticarlos, establecia un simil con la traduccion -apropiacién, hacer suyo- como actividad salvadora, conservadora, civilizadora, humanizadora Madurando la cuestion, después me he planteado dos interrogantes: 1. Siresulta que yo (traductora) doy vida, rescato, cuando traduzco, {como ese dar vida, ese rescatar, se refleja en mi definicién de mi? Yo domestiqué al caballo, si, pero el caballo me ensefié a sostenerme sobre ¢l, y me hizo a mi jinete 2. Si mi traducir produce este valor agregado de rescatar y ademas me define, {no seré que mis responsabilidades van mas allé de lo que se suele creer? A estas preguntas-intuiciones les siguen otras, que las completan y matizan: {tendré el traductor 2"_in compromiso, aparte del de transmitir fielmente un mensaje?, responde el traducior ante algo’ .A Jue ante el cliente? y, si el traductor es sujeto de otros compromisos y otras responsabilidad>~ .veria del estricto texto, ide dénde 0 de qué vienen? Y si terminamos por descubrir Que efectiva: iente somo sujeto de ciertos compromisos y responsabilidades, entonces el término que nos sirve para definir a la buena traduccién, la fidelidad, jes lo que decimos que es, 0 es s6lo una parte deo que es?, y aquello que nos sirve para definir al traductor, el mediador neutro, invisible, édefine realmente lo que somos, 0 es que somos otra cosa? v4 Estas som las preguntas que motivan este trabajo, Tocan el terreno de la ética porque nos obligan a reflexionar sobre lo que somos, a tomar conciencia de nosotros mismos Ahora bien, como por definicion el traductor es el que no es (no es autor, no es destinatario, ete..., toda indagacion que no empiece desbaratando esta definicion partira de la nada y terminard itvemisiblemente en un callej6n sin salida. En esto consistiré la primere parte de mi ensayo En él me inspiro en la obra de Fernando Savater, tilésofo espafiol contemporaneo, y en especial, en sus obra sobre ética, También me hago acompefiar por Antoine Berman, cuyo libro L'FEpremve de ‘étranger, por mis pecados, no descubri antes, y de George Steiner, cuyo Después de Babel es siempre pafa mi una lectura inacabada, Pese a estas referencias, digamos literarias, este trabajo ng est dedicado al traductor literario; Quiero mas bien acercar al traductor técnico, cientifico o de textos de ciencias sociales algunas ideas que a mi me han ayudado a traducir con mas pa: disfrute y, sobre todo, dando a mi trabajo mas sentido. a, mas Para despejar el rea, hay que aclarar, por si hay dudas a estas alturas, que no es de ética profesional que voy a hablar; por lo menos no prioritariamente. Desde luego, la ética profesional es un aspecto de nuestra ética, pero es el mas simple de entender, porque tiene que ver sencillamente con la supervivencia, Hacer un trabajo decoroso, cobrar Jo justo, atenerse a lo pactado, no poner zancadillas a los colegas, etc... Podemos llamar a esto “portarse bien”, cosa que tiene la utilitaria finalidad de permitimos seguir en el mercado, Dicho de otra manera, me conviene hacer todo esto si quiero vivir de la traduccién (0 de cualquier otro oficio). Etica de conveniencia, de supervivencia. El que no siga sus preceptos no es un inmoral sino alguien que no sabe qué le conviene. Sin embargo, si digo me conviene, y lo subrayo, es porque de algun forma la ética de que quiero hablar tiene que ver con saber lo que a mi me conviene, pero este convenit abarca mucho mas que lo que es necesario para mi supervivencia personal o material; es un convenir universalizable. También esta ética profesional que nos ensefian, 0 que vamos aprendiendo por la vida, tiene que ver con Ia otra ética en la medida en que las cosas bien hechas son también bellas. La relacién entre ética ¥ estética no esta en duda. En esta medida, el hacer cumplidamente nuestro trabajo satisface una parte de nuestro deber ético. No me referiré, por supuesto, a una ética moralizante; la que nos lleva a juzgar valorativamente el resultado de nuestro trabajo. Cuando en el medio se habla de malas traducciones, se hace en funcién de unos criterios mas 0 menos convenidos: de calidad del idioma, de fidelidad al contenido, de interpretacion ... El apego a estas normas, estas convenciones, no es materia de la ética Entonces, dirdn, si no vamos a hablar de nada de esto, si no vamos a cargarnos al “undercutter”, al mal tradtictor, por qué hablar de ética, o de qué ética hay que hablar? Para hablar de ética, tengo que hacer a un lade aquellas éticas que no son sino listas de normas y Preceptos. prejuicios y pautas de conducta. que tiene toda profesion, y buscar el sujeto de ella, al traductor. y una vez que lo tengo, pregunto qué es gqué es el traductor? gqué quiere el traductor?, ¥ vienen las respuestas clasicas no. es ¢] autor. ai,¢5,l lector. pero te para, ambos, con i Gondicign. ds que.no.traicions al.autor ¥iqhe'nd ca¥islte séspechioso-al-lect laverdeNestaiTay otithe Voluntal propia, ese humlue Servidor que transmiterlorafeioWretFAROS. Autores y lectores no han dejado de proclamarlo: si pudieran, prescindirian de los traductores. Sabiendose mal necesario, el traductor prefiere el anonimato, que le da 2obijo y proteccién, pero tambien al que se acoge para eximirse de responsabilidades. A ello se resume la condicién anciliaria de la traduccion. Al amparo de su neutralidad, y esgrimiendo como coartada la fidelidad, el traductor atienado no se reconoce. ‘o reconoce sus poderes ni responsabilidades, ni reconoce tampoco el territorio en el que los ejerce Mientras el traductor habite esta especie de tierra de nadie, y se encuentre en esa posicidn janica (mitad de él mirando hacia la lengua propia, y Ia otra mitad hacia la ajena), mientras no descubra y se asiente firmemente en su territorio, zqué ética se le puede pedir sino una ética de supervivencia, luna ética para el logro de sus metas inmediatas, es decir, ética del trabajo decoroso y del acatamiento de las normas del gremio?. Etica, pues, como estética (cuando més) y utilidad. Ahi se detiene la responsabilidad del traductor. Esta responsabilidad limitada encaja perfectamente en la nocion de neutralidad sometida que nos identifica. Nuestra anonimia y supeditacién al uso general de la lengua ‘hos protege de la critica y nos pone a salvo de cualquier reclamo por Ia marcha de la lengua y cultura ropias. Coartada impecable que nos resguarda de la obligacién moral de buscar fo mejor para ellas, ¥ no s6lo las soluciones itiles o acertadas. Ilusos: el precio de nuestra falta de compromiso es una falta de reconocimiento ajeno. Nos podemos desgaiitar gritando a voz en cuello que nuestro trabajo €S creativo, que merece figurar entre las artes, 0, como dicen otros, que es cientifico, y que merece considerarse como ciencia. De nada sirve; el auténtico artista lo es porque atriesga, comprometido con el arte, y el cientifico respetable arriesga, comprometido con el andar de la ciencia, y el piblico lo sabe. {Qué nos compromete a nosotros? ntiéndaseme: no creo que haya premeditacién en ello. Quizis el trabajo enajenante y la falta de cstimulos nos tengan en una situacién de inconsciencia, como aturdidos. Cuando se esta asi, alzar la vista del surco que se esté arando es una proeza. Y, sin embargo, hay que hacerlo porque en ello estriba precisamente la dignidad, entendida como el querer ser, “querer seguir siendo, querer ser més, querer ser de forma mas segura, més plenaria, mas rica en posibilidades, mas armonica y mas completa: ser contra la debilidad, la discordia paralizante, la impotencia y le mueste” (Savater, 1995a, 28) (muerte por intraducibilidad, por ineomunicabilidad, agrego yo). La conciencia de si es pues el punto de partida de la ética. La ética, que me habla de mi relacion con ¢l Otro, no puede sino partir de la conciencia de si del sujeto. Yo no me puedo plantear ninguna relaci6n sino me he autoafirmado antes Ahora bien, lo que el traductor sabe de sino le permite plantearse ninguna relacién, porque lo que sabe desi es sumisién, sometimiento, invisibilidad .. Qui ier. aventurar otra. defini ehtraduetor sS.un.agentede.ta.Jengua, propia, activo y.comprometio, comrsti lengua osu" ydotadgrdte ‘SeHentaL Vode tibertat: queictix salieniio: panionda; wom ‘Quiet editing; ees (si mismo, Su lengua y su cultura) para Pacha’ dtro"textiggeAB(al encuentro det Otro, su lengua su cultura) \aeste encuentro ético se da'no en territorio de su engua propia (que seria la mala traduccion, por etnocéntrica, porque elimina al Otro} ni en el territorig, del Otro. que seria la mala traduccion. por extranjerizante, porque lo elimina a el, su lengua y su cultura) sino en una frontera que él mism pintaLas gglucionessfrontefizay por tension moral, as ecidaly pater: nbossctradi i . BoLior se ByStesidLa obra de Berman se resume en esto: WtfatlGeuionenD ei, unasimple thediacion, es'tin proceso-n’el que entra en juego toda nuestra relaciei @6iiel'OTto? La frontera deja de ser tierra de nadie para convertirse en el Iugar por excelencia en que yo me Fecondzco y me afirmo por contacto con el Otro, en esta relacién dialogica entre lengua propia y lengua extranjera Maria Zambrano, citada por Savater, lo dice asi Sélo al verme en otro me veo en realidad, sélo en el espejo de otra vida semejante a la mia adquiero la certidumbre de mi realidad. Creer en Ia realidad de si mismo no es cosa que se dé sin mas, parece ser que es certidumbre recibida de un modo reflejo, porque creo en mi'y me veo vivir de verdad si me veo en otro, Mi realidad depende de otro. Y esta tragica vinculacién engendra amor y envidia .. Toda existencia es recibida. (1994, 119) Quizas a esta envidia se refiere Berman cuando dice que la Jengua materna se plantea siempre. a.lq extranjera como superior (mds rica, més flexible ..), Es sin dudavesta envidia fi que'sientéettradactol poreliutor: Amor y envidia, segin Savater “son las pasiones del espejo en el que recibo juntamente lo que me autonomiza, lo que me acompatia y lo que me tortura” (1994, 119) El traductonxesponsable, Sale, pues, a fa luz el traductor. Ya no oculto, ya no invisible, ya no neutro, ya no esclavo. Confirmemos esto: lo. que la ética propone no es sdlo el reconocimiento del Otro sino eh Feconocimiento en el Otro, Al hacerlo, no lo considero como algo finito, definido de una vez por todas, sino como soy yo, “como una disponibilidad sin medida, como una capacidad creadora que transgrede y metamorfosea toda forma, con sublime espontaneidad y mas allé de todo calculo: la aceptaci6n de su libertad respecto de mi proporciona una base inatacable a mi propia libertad” (Savater 1994, 124). Le reconozco lo inacabado, y Berman afiaditia, haciéndose eco de los romanticos alemanes: y lo potencializo en mi (la tradiucci6n potencia el original) Este reconocimiento en el otro es igualitario. En este proceso dialégico, la lengua materna actiia sobre la extranjera y viceversa, En las fronteras hay interpenetraci6n, Paradéjicamente, no son lugares para la sepfaracion sino lugares que marcan donde hay contacto. También son lugares enn los que se revelan las diferencias. En una relacion ética, estas diferencias no son valoradas como condicionamientos irreductibles, dice Savater. Son manifestaciones de la infinitud del Otro, al igual que las mias. Cada diffcultad en traduccién es mas que un escollo: una ocasién de poner en marcha todas aquellas habilidades que hacen que lo que hacemos tenga sentido Todos los contactos encierran un nesgo de homogeneizacion porque buscan idealmente una coincidencia En el acercamiento no étivo al Otro parece haber un proceso inconsciemte de neutralizacion de “tipismos”, de diferencias, con fo que el contacto, en lugar de sumar y enriquecer, empobrece Por eso se dice que en toda traduccién hay pérdida, no por lo que dice la metafora del vino trasvasado, que de hecho no explica nada, sijo porque el traductor sojuzga al texto,baciéndola entrar en el molde de lo que él cree que’su lenguarnvateriia puede recibir, Vdejarid6 Tera lo-que lo hace’éxtraijerdf He aqui uno de los grandes retos que plantea la ética de la traduccién: Ia batalla contra lahomogeneizaciont Reconocer la asimetria entre las lenguas es reconocer en el Otro esa infinitud y condicién de inacabado (que fa mia tiene también). Ponerlo en practica mediante un esfuerzo consciente, deiberado, radical, por ejercer una traduccion creativa y capaz. de tomar riesgos nos pone a salvo de que la méquina nos reemplace. Cuando. trabajo en favor de lo que conviene a mi lengua y mi cultura también trabajo en favor de lo que a mi me conviene. M0 oficig,¢tico,no significa saber cémo puedo traducir 0 como debo traducir, sino cémo daieiartnansesar y.enriquecer: mi, lengua, potenciarla, Se trata de poner la voluntad y lesfibSrtad Cotno kates: desta “pilsidn’?-traductorarE] como puedo y cémo debe son subsidiarias del como quiero. Elstamino.de:éste:iquérer es. cl-de la creatividacl, entendida como voliintad de ejercicio libre, prowese' ys réstittado de este’ejergicicl Su campo de accién es lo inmediato, es la creatividad al servicio del aqui y ahora, ‘y'i6' én Funcion de una utopia, que en traducoién no existe (Jastraduccién.perfecta es inconcebible) sino en funcidn de un ideal en construccion, “El esfuerzo Teflexivo del sujeto moral por la vida buena actiia siempre dentro de las circunstancias dadas;, contribuye probablemente a mejorarlas, pero es consciente también de que nunca las mejorara tanto ‘como para dejar de ser esfuerzo; su época no es el aplazamiento anheloso, sino el impostergable latir del aqui y ahora” (1995:152). Es, pues, més importante el camino que el final de! camino. Aqui es donde toca desmantelar ef otro concepto que nos tiene definidos, acotados, constrefiidos: lat fidetidad! En primer lugar, él término fidelidad, que hemos usado durante siglos como calificativo de la buena traduccion, ha netide’ vabidadvocadoral Milene,,como sv antonimo, la traicion, i mndcalizantes, que es hota de tesechaeermaaMeiMpliea que el juicio. valorativo sobr: ean ASCHER soiree ETTORE ATTN OTAGO TST OHNE “ SBilelidart-rieteaseneiretaci die aT scree alterCRA MU as ¥/ PORTIA IA ekStencia: ‘WRRAINS Ue OniT AiTSriad- ye PURE lak Alla Vex por Todas ef Valor ae Lad t aac! Es herencia que arrastramos de antiguo, cuando el texto se consideraba cosa sagrada (en las Santas Escrituras, hasta e! orden de las palabras “trae mixterio”, decia San Jeronimo) Refleja el aspecto mas discutible de nuestro trabajo: su sometimiiento. Al igual que en el Ambito doméstico, se opone a la aventura y, al igual que en el ambito doméstico, tiene algo, o mucho, de ingenuo.Ademés, el concepto de fidelidafi ha suftido tantos cambios a lo largo de la historia de la traduccién, y tiene suficientes vvariantes internas como para que nos quepan dudas razonables acerca de fo que realmente significa Dice Berman que el concepto se fidelidad es del s. XVIII, cuando los roménticos alemanes se rebelan contra las tradueciones fantasiosas, etnocéntricas. que hacian los franceses. Yo creo mas bien que Para ellos la fidélidadzesinsistia-enspasesionarsa el Gtr, La consigna de Jerénimo implicaba traicionar el oriyen del autor. En Espafa también fue asi Fray Luis de Ledn decia que las palabras del traductor debian ser “como nacidas del castellano”, “que hablen castellano” (Santoyo, 67), queriendo quizés afirmar los poderes de su lengua ante la superioridad del hebreo, latin y griego, Otro traductor, también del siglo XVI, dice “el que vierte ... lo vierte como de suyo, sin que quede rastro de la lengua peregrina en que fue primero escrito” (Pedro Simén Abril, citedo por Santoyo, 70). La fidelidad consistia,en,nasesionarse:del, Otro, traerlo.a fuerza al.territorio de la lengua Propia y que, comme rests. SE SUpieta cual ea ef original y-cual ta tiaduiceion Con la conciencia de la traduccion que inauguran los roménticos alemanes y el pensamiento de Humboldt, la fidelidad cambia de sentido y pasa a significar casi lo opuesto. Un traductor espaol, contemporaneo de ellos, lo dice asi:”una traduccién sera imperfecta-siempre que en ella no podamos conocer y examinar el carécter de la nacién por el del autor .. Asi, muchos traductores, por amor propio o por indiferencia, o finalmente por ignorancia, .. han hecho que hable un Sueco como si fuese un Arabe”, y luego afirma que “las obras traducidas no deben destinarse tanto para enseiiarnos a hablar cuanto para mostramos cémo hablan los demés” (Antonio de Capmany, citado por Santoyo, 116), cosa que repiten Ortega y Gasset, y Octavio Paz. ‘Tampoco es Ja.misma.fidelidad.ta.de,la,traduccidmliteraria-queda.de textos pragmaticos: Esta se parece mas a'fa'fidelidad' det intérpréte; Genttada en los contenidos; mientras que Ia otra es mas de traduccién (formal, textual, ademas de contenidos) Asi, pues, oreo que hay que ir dejando el término fidelidad para la docencia y el aprendizaje de la traducci6n, en los que quizds le encontremos lugar, y buscar otras formas de expresar la esencia del trabajo y sus dificultades. Competencia traductora y responsabilidad podrian ser buenos reemplazos. Lo que propongo, como ven, es que lo que defina nuestro trabajo sea expresion de compromiso ético declaradamente individual y subjetivo. Liberada ya de la fidelidadi goomo quiero que sea mi relacién con el texto?, v.Ja.pregunta es ciertariGnte63tg? no cémo puede ni como debe, $ino.como.quiero,. porque. parte de.mi-volintad s-dé. fi Data Ee responsable. slo.nucdt ‘SSRs penaeeH eal OL Se asta ael mis y-aUELa Ur eonecIEicudMAUTER TO MASGUG doe ‘a otra Tengu Vii lengua ’dmita (la competencia traductora implica que yo sepa hasta qué punto puedo hacer violencia a ambas; punto que el traductor define libre y responsablemente) y dejar ese esiduo de extranjeridad al que se refiere Steiner cuando dice que “una traduccién debe conservar una extrafieza y una ‘otredad’ vitales ante su propia lengua” (86), No es tran abstracto como parece. Veamos un ejemplo: cuando Stanley encuantra a Livingston en Aftica, digen que dijo: “Mr. Livingston, I presume”, La forma de traducir hoy cl “I presume” es, literalmente, “presumo” o, casi literalmente, “supongo”, aunque no parezea espaitol o no tenga la s7acia del original. Y no porque la literalidad sea el método idéneo en toda traduccion, sino porque solo silo traduzco asi respeto ese aire tan britinico, de encuentro de salén, que respira la frase. Solo asi el lector se encuentra sacado de si, caminando el encuentro de Jo ajeno por el camino que el traductor le ha abierto. Esta faceta es la de la responsabilidad estricta del traductor, la que atafie a su batalla contra Ia intraducibilidad Otro ejemplo es la fyrmacion del neologisime, cepurie construido por fertizacion cruzada de sport con una vieja palabra en desuso, uepuerta, que significaba esparcimienta. Hermoso ejemplo de creatividad traductora La otra faceta de su responsabilidad (y competencia traductora) tigne.que.ver.con.esa.presenciade} tradhiciot efiel territorio de su lengua y su cultura$El traductor es un ususario de excepcién en sd lengua! Lo sepa o no, es uno de los que, con su trabajo, dan Ie pauta de las costumbres linguisticas, puede decidir aceptar o rechazar usos nuevos, puede hacer propuestas de neologismos y, sobre todo, tiene un papel que todavia no reconoce en la lucha contra la homogeneizacién que implica, por una Parte, defensa de la diyersidad de, lenguas y.farmas.de hablar y, por la otra; defensa de la capacidad de decit te Fiiésttas leiguas; amenazada’por una tio-lengua quie tiene como modelo(y victima, dice Berman) al inglés “La esencia de la conciencia traductora modema es una exigencia maxima de “saber” al servicio de ciesta realimentacién de la capacidad de decir de la lengua, de cierta forma kicida de habitar y defender Babel en el momento en que la Torte- de -las-Muchas-Lenguas (la de Jas Diferencias) esta amenazada por la expansién de una jerga desenraizadora que no es ni siquiera el esperanto, aquel ingenuo suefio humanista que ahora revela su auténtico rostro de pesadilla” (Berman: 289) El.traductor,, como. agente desu. lengua tiene-una responsabilidad. ante.clla, Significa,esto. que FeSO Be ella’ y'vesporide también por to que otros hate con ella“Tinplica, plies, UHiaaetitudde Conipitbihiseyyaetiva'y decidida, eon ella y/ pF extensidn ‘con todas las lenguas, actitud que’céntrasta’ jad‘a la qué nds hemos teducido El traductor miso El retrato que va surgiendo de todo esto es el de un héroe trigico, Las dos batallas: contra ta intraducibitidad y contra la homogeneidad son tarea de héroe, en el estilo mas savateriano. El traductor insumiso, podriamos llamarle, Y como los héroes pertenecen al mito, su quehacer se enmarca también en lo mitico (viendo lo mitico como paradigma de la realidad) Dios castiga al hombre ahi donde al hombre mas le duele: su capacidad de comunicar. Primero, con {a expulsion del Paraiso, el hombre deja de ser uno con Dios. Deja de ser divino y tendra que inventar el lenguaje de los sacrificios para comunicarse con El, Para el hombre, verse degajado de Dios significa la soledad, la muerte. El segundo castigo, el de Babel, reafirma la maldicion. El desgajamiento de sus hermanos. No comunicar es no ser, Sin el Otro, que es Dios y que es el hombre hermano y ajeno, el hombre es finito, mortal, Traducir Como hérve e§ esforzarse simbélicamente por revertir el castigo divino. Cuando Dios castiga, deja al hombre solo. EI trabajo de la ética es la subversion contra esta muerte por incomunicacion o incomunicabilidad: o no nos podemos comunicar porque no hay acercamiento posible al Otra, 0 porguie las lenguas no tienen capacidad comunicadora = intraducibilidad u homogeneizacion, tas dos batallas que libra el traductor-héroe : ¥ en ello estriba el cardeter tragico de nuestro trabajo. el traductor sabe que él solo no puede nada; ue Tas lenguas irin a donde la historia las lleve, y que todo trabajo puramente voluntario que se haga sobre elas, como dijo Schleiermacher, es locura, (,qué mas trgico que saber que nada de lo que vo hago alterard la marcha de la lengua”) y, sin embargo, el traductor ético no puede dejar de actuar sobre ellas en el presente, para dar sentido a ese presente, porque “lo que cuenta no es lo que més tarde se tendré sino lo que ahora se quiere” (Savater 1995a, 325). i {a traduccién no es simple mediacion. En la busqueda del acercamiento al Otro, en ese caminar hacia =) Leritorio ajeno, en ese reconocer al Otro y reconocerse en él el traduetor encuentra su sentido y cl lugar que le corresponde, ¥ sabe que el producto de ese contacto con el Otro no puede ser sire algo que perteneve también al mito. Si el hombre hizo, ore6, al caballo, y el eabalo hizo, cred, al jinete, de ese mestizaje salié algo que concentra lo mejor de ambos, con todo ser, literalmente, monsiruoso: e centaur. Los hibridos no pueden ya definirse por lo que no son (ni esto ni aquello), el logro heroico de la traduccién es poder decir: soy el Otro y soy Yo. REFERENCIAS BERMAN, A. (1984) L‘épreuve de létranger. Gallimard, Pacis, PAYAS, G. (1994) “Desencuentro en Behring”, Elementos 21, vol. 3, Universidad Auténoma de Puebla, México PAYAS, G.(1995) “La responsabilidad del traductor ante la lengua: préstamos, “lav ado”, y Uberalismo lingtistico” (manuscrito), IH Congreso Nacional de Linguistica, Puebla, México SANTOYO, J. 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