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El desnudo Kenneth Clark aLianza ForMA [Nos parece falto de gracia y ca rente por completo de vitaidad. Pero, xa de torsos formaliza- del Vaticano 0 del sea capaz de modi por dete ‘que est.-con fuera. Tale ao dep del Don ro que hay estar reabease-e podemos ves. y ejecutada con produce el efect \és potente en ls medida suit por wh c2~ sistas que han 50 elit . sages an ei iota aca RH be aguzado sus objetives hasta reducitlos 2 un simple punto de perfeccidn, estamos tenta- os a veces de pregus se ha relajadieh Nuestra balan! mar como ejemplo ess eneantidora figura de bronce de Florencia eonocida como el cuando 16 observamos con ojo table ¢ incompleto parece, co: lad y parecen perder- Una ruptura sie - la purera de objetivo puede recordar al cer chine que vefina cor el cuetp agotablemente complejo y para un griego del ua ver js No es correcto 51 1 El desnudo corporal y el desnudo art | pom lizados ests compuesta, da sin embargo a sus conserucciones el mismo caricter fan~ tlamental que inventaron los escultores del Partendn en el siglo V antes de Cristo. Estas comparaciones dan una respuesta a Ja pregunta: «Qué es el desnudor Es una forma de arte inventada por lo griegos en clsiglo V, del mismo modo que la 6pera es tina forma de arte inventada en Keli en el ‘glo XV. La conclusion resulta, desde Iue~ go, demasiado brasca; pero tiene el mérito de poner de relieve que el desmudo no es tun tema del arte, sino una forma de arte Eniste la creencia general de que el cuer- po humano desnudo 3 en sf mismo un Sbjeto en el que la vista se detiene con grado y que nos complace ver represen jiera que haya frecuenta- oa las aque esto €s ina ilusiGn. El cuerpo no es tuno de esos temas que se pueden convertit fen arte por transcripeisn directa, a la ma- era de un tigre o de un paisje nevedo. Freeuentemente, al mirar el mundo natu- 18 2. Pleaso: onan, ral y animal, nos identificamos alegremen- 1» posar de acuerdo belleza; finalmente, pueden atenuar 0 acentuar si obra mediante el retoque. Pero 1h concep- s sobre lo que debe Reejlander ha sido el pieza de modesta artesanfa como el marfil de Raivena con Apolo y Dafne, unos cuan- como el Cofte de Veroli, reeuerda ‘gran parte de ese milenio, las obras maes- tras del arte griego no habfan sido desteui- -y los hombres estaban rodeados de jopla por los cruzados, Por otra ‘cuerpo no dejé de ser objeto de fs en Bizincio, como puede deducirse respuesta reveladora Contiene 1 bbujos hermosos de figuras c gunos de los cuales revela de habilidad. Pero cuando dos figuras desnudas (Fig, 8) en lo que él cree que es estilo antiguo, el resultado es dolorosamente feo, Le era imposible adap- tar los convencionalismos que es el torso antiguo fe curvas y garabatos géticos. Es sus figuras segtin el ‘mente, sentia que el elemento divino del cuerpo humano debe expresirse median te la geometria, C de la pr «No quiero hablar de los ani nales, porque jamss he aprendido nada sobre sus medidas. Dibujadlos del natural y Ia bidsqueda de la nuestro deseo perfeccionar. E forma parte de nuestra cada vee que crit porque figura dicien- 25 tuna belleza ideal. La opinién critica ha cilado entre dos interpretaciones del ideal muy poco satisfactorias, una por demasiado prosaica y la otra por demasiado mistica. La primera empieza con la ercencia de que, dual es aunque ningtin cuerpo fictorio en su totalidad, el artista puede cscoger las partes perfectas de diversas fi-camente, y abstraerlos significa privarlos sgaras y combinarls luego en un dde est vitalidad ritmiea de la que depende perfecto, Tal fue, segtin nos cuenta su belleza rocedimiento de Zeuxis cuando ejecu- Al abordar esta dificultad, Io t6 su Affodita partiendo de cinco hermosas clisicos del arte inventaron lo que llama~ |jovenes de Crotona, recomendacién que atado de pintuca ls Piura de © trescientass ora ver du- yea de forma tedrico francés za, sino que pertenecen a la imaginacis Por supuesto, tiene razdn. La belleza es algo precioso y taro, y ise tratase de un Jjuguete mecinico, formado de partes de jproporciones medias, de forma que se pu- diesen ad, no la valora- rfamos como la valoramos. Pero debemos admitir que Ia exclamacién de Blake es rms un grito triunfal de ereyente que un azonamiento, y debemos preguntarnos cul es el significado que se le debe atri- buir. Quied la mejor manera de contestar a lal es 0. No queda const las reglas de propor- \OsOrEOS a tra tes generaciones O, para ca fora, es como un receptéculo en el que cién en Vitruvio que, puede ververse cada vez més expe sentido en la Luego, sleanzado cierto punto, queda lle- aa, en parte porque el producto comseguido parece comple satis- pone dar las reghs para los edi factors porque lr Facultad sageados, declara de repente que estos edi- ficios deben tener las proporciones del hombre. Da algunas indicaciones sobre las por belleza ideal era e do difuso de ese Janaa Ia afirmacisn de que el cuerpo hu- 480 y 440 aC, mano es un modelo de proporcién porque .do un modelo de per- 2208 y piernas extendidos encaja Ja piedra snumeroses diagramas de nda en la fe, ¢ inevitablemente la fe griega en Ia armonfa de los nlimeros en 27 ala prictica de figuras antiguas. No fueron sus circulos los que le per 30 reese pennetageeme 31 tes del cuerpo hum: 1e el arquitecto tiguo? En todo caso, no rencién del pintor. Lo que él era producir una figura confor- 15). Esta inspi- 7; pero aunque simple pla hay diversos ejes gue irradian de un centro. No do, sino por asf decit, figuras esti en relacisn arquitecturas. Lo desnudo de cjes miltiples continus lar {que tanto descamos todos entre lo que la mente perfecciona y aquello que amamos. Pous endo a su amigo Chantelou en 1642, dects: «Las jévenes hermosas que habri le habrén alegeado menos el espi que una vieja copia de toe de Partage de midi, de Claudel, cuando su dicha: «O Colonne Ast pues, nuestra suposicién de que el descubrimicnto del desnudo como forma del arte esté en relacidn con el idealismo y la fe en las proporciones mensurables pare~ ‘ce ser ciesta, aunque es slo la mitad de la verdad. -Qué otras peculiaridades de la srucei6n mentalidad griega implica? Una respuesta liciendo obvia es la creencia de que el cuerpo era mo algo de lo que se debia estar orgulloso y fo arma- que hab/a que conservar en perfecto esta- colum- do. ‘mientras que el No hay por qué suponer que muchos sgriegos se pareciesen al Hennes de Praxite~ les, pero podemos estar seguros de que en 10s jovenes posefan wrados que apa dio origen 2 Jesia de ciipula central de forma que vez de depender el interés escult6rico de los cuerpos dgiles y equi 34 ta en su capacidad ps tractas una forma sens sélidas como los protagonistas vivos, y cuentemente mis prominentes. Agi expo slo _gamos alo que considero el punto cent con si filo- de nuestro tema: Las sofla. Expresa sobre todo su sentido de la su Catdlogo desiptive, «on. todas wgridad Nada relacionado cor s de existencias espirituaes, para el Grgano mo: griega en el lo pone fuera del alcance del tiempo y del deseo; toma el concepto més puramente racional de que es ‘orden matemitico, y lo convierte en una idos; toma los-vagos te= ‘2 lo desconocido y los dulcifica de los que le han contemplado que no se mostrando que los dioses son como los haya conmovide en lo mis ndo de su hombres y pueden ser adorados por su be lNe2a dadora de vida, mas que por sus con la muerte. idea de cuin comple- 8 sido igualmes no consigue au sensacién de bienestar con su fuerza sobreabundante. Y_viceversa, ‘cuando las figuras desnudas que gado a expresar una idea deja lo y fueron representadas por si perfec~ «ign fisca tan s6lo, perdieron en seguida 1 Exte fue el legado fatal del neo pryap ee. & ‘que no habia idea, por sublime que fuese, que no pudicra expresarse mediante el cuerpo desnudo, ni objeto porque ya no encarnan las primero podria objetirsele —y se le objeta a menudo— que a desnudez era impropia devaluados que recargan el arte yla arqui- de una representaci tectura del siglo utlitarista, santos. Esto fue lo El desnudo habia florecido de manera exuberante durante los primeros cien aiios to por la imagineria a puso alos hibitos medieval mo y la personificacisa, fa ese bosque de figuras desmu~ tha, pintado esalpar an catuco,broves los huecos de Es improbable ble apetito de d se repita tan insacia- jo. Surgis de una radiciones e impulsos cas, de manera que unas formas al el cuadrado y el ci K El desnudo eameth clark _ Alianza Forma 1 Apolo Los griegos estaban conv el dios Apolo hecho llamar Pitigoras, hijo de pitio. Ast pues, en I personifica- cidn de Apolo iden ala luz de fa raz6n, Apolo es el de la justicia: sol justia, Pero el sol bien fiero; ni el atleta agraciado ni el geoméirico, combinacién de los di icedor de la razén y de la luz supervisa el desuello de Marsias. te, habian aleanzado una ‘mitada perfeccién. Etapa tas etapa, en ‘menos de un siglo llegaron a ser modelos capaces hasta nuestros dts de satisfacer ‘nuestra _nocién occidental de belleza Tienen dos caractersticas, y sélo dos, que presagian su trascendental evolucién. Son claros y son ideales Las formas que presen- tan no son agradables en sf mismas, ni se relacionan cémodamente unas con otras, pero cada una estd firmemente trazada y aspira a plasmar una forma que pueda eap- rel ojo caleulador. riadores que ‘que todo arte b Mag que habia estado suce: durante los Primeros veinte anos del siglo v. Pero puesto que casi todas ls escatuas de br realizadas en Grecia durante la época clési- @ han sido fundidas después, el Efebo de ha observado la tirantez y el relajami do pasa por fa haber logrado su objetivo intensa sensualidad. Todos tenemos idea de lo que fue el atletismo griego, esa extrana insteucién tan semefante a su ielo anglosajén del siglo XIX, y sin em- bargo tan distinta. En nuestro estudio del desnudo, es la diferencia lo que resulta sig- ima de un Jjuegos griegos imperaban dos podero- sas emociones que se encuentran ausentes cen los nuestros: la dedicacisn religiosa y el amor. Ambos sentimientos daban al culto ala perfeccién fica, una solemnidad y un entusiasmo que no se han vuelto a experi- mentar desde entonces. Los atletas griegos saban los contrineantes medio del deslumbrante rildica, se concentraba los juegos de la Antigitedad en un solo objeto: el cuerpo desnudo. No es extratio no se le haya vuelto a mirar con un ido tan agudo de sus cualidades de pro- porcisn, simetria, elasticidad y aplomo; y si que est sionado del individuo iba u sidad intelectual de la forma geor podremos apreciar qué rara coincid elev el desnudo no a la perfec examen que puede parecer meticuloso hasta que recorde- nos cémo la organiza ica de dicha ma dominaba atin en la escultura dos trescientos aflos después de ss inven- f, una pagina mas atti, como ejemplo de vac ‘qué sorprende! plano. Se ajusta a un ritmo puntiagudo, oji- que podemos describir como gético. cipales —muslos y est nos Svalos alargados. Los desudes g6 Forma del arco aj as muy semejantes, y uno de dad clisica, pero guarda alo 10 del estémago. Como en Ia fachada de Perrault del Lou pisg alto re, motamos que un torso fluyen plano y fe Como se consiguid esto? Para empe- qu zar, los muslos no los, al descansar el peso sobre la pierna izg a, ese ba. Las sde atris, ya que, como Ih esculeura griega mds naturalista y iva, la espalda std plisticament parte frontal. Pero por ver pi del contorno y el eje que va fe al escultor resolver domen ma dominante, opuesta a la forma recesiva «esto comportaba un énfisis anatémico que iba a exagerarse a la unig dado que los anos 500 450 los atletas griegos desare. dichos misculos de 0180, y sostener con dos apoyos superior, antes de descender al arco de arquitectara fe porque era geométrico y ¥ por tanto extremadament | de reconstruir. He dicho ya qi antes que la belleza, aparece sistema de proporci ico al del Dorf. Bs casos, el euerpo human ha sido wilizado como base para una composicién maravi- losamente resuclta, ejeeutada con tal co- herencia que no a de lo nis detallado, Para hasta que la que habia florecido Efebo de Critios: pues, a de Pe a destruye la vieja rfgida si ceuadrada y de mnisculos de a exacta correspondencia, ha debido dos. En cierto modo, siguid una tr crearse una nueva simecrta cequilibrio de ejes. De arriba abajo, de den- to afuera, podrfamos reducie de ser de anterior, como se ve en un gran torso de neos, desde los dedos de los lo de la cabeza, se ha pies hasta el leulado cada iones. El pring torso de mos que pera todo tradicién de unas cuantas regls ele- Ja que se emples de he: 10 de las armaduras y legs a ser para 1 450 ‘Ante todos los grandes art . 10. Aunque id teins: fai la pureza de ria andando en el momento de coronar- de sus piernas ntico al del Dorf. En ambos casos, el cuerpo humano ha sido utilizado como base para una composicién matavi- osamente resuelta, ejecutada cc herencia que no nos damos cu artifical que resulea Ia postura hasta que I vemos en un contexto diferente; por ejemplo, en el cortejo de jinetes del friso del Partenén, Dado que el la pierna destruye la vieja y 1 de la exacta cortespondencia, ha debido crearse una nueva simetria cequilibrio de ¢jes. De arriba abajo, tro afuera, podriamos reducir ficilmente has figuras de Policleto a las barras y Kimi~ nas de metal de la escultura moderna, y se~ guirian siendo validas; aunque, por supues- to, quedarfan miserablemente empobreci- das. Pues como dijo entonces Policleto a sus contemporineos, desde los dedos de los pies hasta el kimo pelo de la cabeza, se ha calculdo cada linea, y cada superficie de- pende de la raya de una una. Esta perfeceisn de la simetria mediante el equilibrio y Ja compensacidn ¢s la esen- cia del arte clisico. Una figura puede tener sma los rismos del mo} peto siempre viene a descansar en su dadero centro. Es completa y auto te. Pero el equilibrio es slo Ja“mitad problema. Las partes eguiffbradas deben guardar entre sf una réfacién mensurable debe haber ‘de proporcisn, Sabe- mos que Policleto compuso dicho canor pero todo lo que ha llegado fs la tradicign de unas cuantas reglas ele mentales: que la figura debe medir siete cabezas y media, y demas; y los intentos por redescubrir el eanon a base suis figuras han resultado infructa bablemente porque era geométrico y no atitmético, y por tanto extremadamente dificil de reconstruir. He dicho ya que, mucho antes que la belleza, aparece en el desnudo un sistema de proporcién mate- los atletas de Policleto debieron de ser de constitucién cuadrada y de musculos rigi- anterior, como se ve en un gran torso de Mileto, ‘actualmente en el Louvre, que debe ser de unos cineuenta ahios antes de su Gpoca. Y exe fsico pesido, que durante ‘mucho tiempo se juags apropiado para re- presentar a un héroc, satisfafa su gusto po ficilmente a sus calculos. ‘Ademas de los problem & propuso perfec interna del torso. .ediante variaciones y acen= incipio de este sistema se eto y en el del joven de Critios; pero el dominio que te- ‘nfa Policleto de la arquitectura muscular era evidentem procede esa esquematizacién estindar del torso conocida en fra 1: disposicién 49 joven de Critios, pero evolucionado divina, Los parecen le- iui eae aka miei puede adivinacse fa recibide de del ain aa aR ER podemos hablar con una experiencia mis directa, pues sobre’ de cuatrocientos afias después de ha- ber sido esculpida la figura. No iad a 1a opinion de sl menos un ejem= cen una alusién que hace 1s de viaes,esctitos ae 3 que nos inspira cualquier otra obra de ico de los mir eva esa calidad ha perdido la majestad, y el cuerpo es f= mpresisn de gracia y de a abrumadora ble dul seuloso, pero da ograda en parte por el diseno fuido y et les hacia 35080. casi mérbida e= el punto por la belle tenida por Policleto y tad rectangular de Apolo. Sabemos cuin ficilmente se puede explotar la belleza de ceste-género hasta red te del concepto popular de belleza. Hasta to depende el valor de esa lignan de la precsién de una ejecucién cosa que puede inferirse de asc obras de Praxiteles, el Fe vencionales. Asf, mismo es una de las obras mas oscuras de Praxiteles, de la que no ex nae plica, nos incita a contemplar otra vez las copias de sus mis famosas pieza, y tratar nar su extraordinaria belleza deza femenina 2 punto de acravesar con su cuando la superficie, el dibujo y la materia toda, obedecfin Is drdenes de una sola les de tipos expec os (Fig. 32), nse ha reducide a un joven ocente lagarto, Su nuda en trayeetoria, presenciamos en el arte anti- ia del hombre pertec- 22 tle de Prasclex Nit de bronce de Mara hombre robusto, profesional, cuyos prom rpunciados musculos parecen pesarle como, bn ergameno de lei A eas ex geraciones hay que afodir cers figuras de atletas que affiraban ala prfeccidn cea pero que han perdido esplendor y lo ‘que los griegos lamarian el ethos, en el que ebe fundarse Ia auténtica belleza. Entre ares hay eres o cuatro bron- dichos ejen ado Hennes de Antici= hs de Efeso y el 6a (Fig. 33). forma vi aspiraciones de Miguel ‘Angel: mientras que el joven de Maratén essimplemente an cuerpo de joven, como tuna fruea madura, y su complacencia fs ‘obstruye precisamente esos medios de co- ‘municacién, et0s resquicios y grietas a los cuales puede entrar algun rayo de luz en nuestro mundo cerrado. En el desnudo cortiente de la escu posterior, esta fal ‘monica a cada artculacis uno de los grandes escultores del Re ‘miento, pero jcon qué vida y se parece modela, si comparamos su repre- senacién en bronce de Peseo (Fig, 34) con el Hennes de Anticiterel Y sin embargo, los wos conservaron, desde | eras ‘usquedas apasionadas del siglo v, pecie de estabilidad, un sentido de la nor- ha sido la envidia de los yen y el Nino del siglo XV. Re- presentan la alta meseta de los logros a partir de la cual solo pueden elevarse las ci- ‘mas del atte El ultimo gran nombre de la: je ga es Lisipo. Lo 2 quienes teresndos por del propio iba no eran en ab- bras conside- Napoles, o el Joven ovante de Berlin, que 87 Sushi ay Desgraciadamente para tor moderno, este Feino se ha cerrado. Sélo puede imag anos el Apolo si ra de arte ejecucisn se enc te grandes, el in la conv’ a fuerza 6 dioses 238, Donatello: Dani sobrevivis mora lizado. Pero formalmente a figura de anda un Apolo, més pesado que su modelo helenistico, aunque someti- olimpicos, se Hl mente volviera a aceptarl, Cémo volvi6 a le el placer en el cuerpo hu lagro atin no explicado del giro de una mufeca y un antebrazo, 0 en | inelinacién de un cuello; pero no hay rnada gue nos prepare para Iz bella desnu- ig 38). Le primera innovacidn de Donatello, tada repetidamente en el Re- to, ess transformacién del rey de Israel en un joven dies griego. En su ju- vventud, David haba sido atactivo, y como Apolo, habia vencido por su pureza di tencidn a un monstrua armado, Era bi in canonizado de la emsies y la poes vid en el arte medieval rno con batba y corona, tocando el arpa 0 n de campanas, y aunque el joven David no era desconocido en Ia Edad Me- dia, Donatello tavo que dat un sa 10 un dios de Ia Antigdedad, Estricta~ jo, no es un Apolo sine un aris. ensonadora Ia eabeea de Ge ls eabeza del vie~ se una de estas presentir. Nos habri (que debid sucitar erando era vez, pues durante el Io siguié estando muy lejos de Ia corriente del gusto de su época. Es cu- ama y la moral del hombre, asf como de su crance emocional, ¥y no de la perfeccisn fisica. Sin embargo, cen el David te sentimes ansioso como jones que hacen al cuerpo Joven tan sengualmente atractivo. Las des- vviaciones de Donatello vespecto del canon de proporcisn clisiea son evidentes. Re- presents a un adolescente real, de pecho ims exrecho y costades menot redondea- dos que el ideal griego. Sin duda, su modelo era mis joven y estaba menos de- sarrollado que Tos jévenes atletas con los 1¢ le compatamos instintivamente. Pero incluso concediendo estas diferencias acci- dentales, ain existe una diferencia funda mental de constnuccién, En el desnudo antiguo, el pecho plano, rectangt sostenido por un estémago convencional: Ja cure eathélique ya descrita; en el David, ¥ pricticamente en todos los desnudos posteriores del Renacimiento, la cintura es el centro de interés plistico del cual dian todos los demés planos del cuerpo. Los conteimpordneos de Donate! bargo, apenas debieron reconocer ests diferencias de proporcién y de construc ‘cin, y sin duds Jo tuvieron tun dios pagano regresido a y de Brunellehi se dio, dando del genio dde ambos una especie de guimica, que habian redescubierto secretos del mundo antiguo, entre los eua- 6 3 Hay varias razones por las que durante temperamento flo ico. Sus gestos son soseged Pera los florentinos amaban el movimien= del Quattrocento, aparecen preocupados tiga de la energia y del movi wan Hercules tuna vez, en el Sam ge un demnudo sntisfitorio en repose. Asi, pese a que los Aorentinos fueron los primeros en cecil 'a influencia de los vestigios ela Anti nen la enorme gravedad de las ex rs de Fidias. Un hombre visto de espalds inclinado sobre 12 azada, parece encon- y Elec de Népoles. Es diffell precisar custo tenia de innato este clsiciamo, y cusnto de re= sultado de estudio; pero yo he legado a la ‘conviecién de que Piero estaba mis fumi- tudiosos recientes. Su discfpulo Perugino pertenecia a ba (0 que precede infer i representaciones de sa Rafael (0 reaparece el Apolo del vedere. No se conacen fexacns de ai exhumaci 10 de que el cuerpo organismo exteano y més bien ala~ esta de Rafael al Apolo fue exac~ la inverss, De los dibujos que de- legada 2 Roma, el el ethos del Apolo son pes ereaciones. No s6lo la gracia del y fs mirada hacia jcas del Apolo del Belvede re, reaparecen en los fos de poder de 66 f las figuras de manera directa, y los tres Apolos de ls Stanza della Segnatura son creaciones propias. Incluso la figura de Le Exuela de ter de sol jasttiae, exo sf que lo. plasma gel. «¥ To tuvo por algo divinow esta a Frase, que aparece tan a menudo en la vids de Vasari cuando deseribe la obra de su hé= tel Angel por Is forma nudosa y aprétada. El dibujo que acerca a la Antiguedad es el de un esa saga aan eat ga y menos seguro. E: ne un dios, Resume y deseruye movimiento de cabera toda es reverente y romdncica actitud para con la Antighedad que Miguel Angel habia aprendido de Bertoldo en el js “9 a al inhabit ti iaishoihla siigaibina baie gabe es sah ependia de recordamos, con el tada de Pou: Virgilio de 1641 (Fig. 48). El poets es co- ronado por uns figura desnuda de piernas 35, pecho amplio y hombros pesados ‘desde el siglo XVI se consideraba ico- nnégraficamente apropiada para Apolo, y n siquiera la maestrfa del dibujo de Pos puede ipo de cuerpo Gad que la pesadez. De hecho, Pot habitualmente el ecto de rs, y representaba a Apolo s perspicacia creadora, ieron cuenta de la conveniencia de esta forma de aspecto respetable. Winckel- ‘mann habia sostenido que la belleza més clevada debia carecer de todo sabor, como we pura; y cuando su pints pars Ia gale- de Apolo: le Ib encarnac yn Pern principios del siglo XIX se haba perdido de vista en el vino del materialismo, se ‘convierte en el actual en objeto de positiva hostilidad. De México, del Congo, de los cementerios de Tara) «ado a escena 3 que D. La para apagar la uz de la aan. La enearma~ sign individual de la serenidad y el orden debe ser suplsatada por el frenest comunal tran en la raia de le tragedia griegs, y se mosamente visibles en vet y las copas donde se representa 4 Dionisos ya sus compatieros.E] encusias- ‘mo dionisiaco, como veremos en omr0 c3~ pitulo, produjo una serie de figuras desnu: do contemplamos lis i les del encusiasmo, los s danzantes de los vasos griegos del siglo VI nos por gue los griegos sentfan {que su arte no podia descansar sobre esta base tan slo. Sin un el de jusea ar- 10 habria sido distinta de las arces in, anéedota o propaganda, icaciSn de Apolo en su cruel triunfo sobre Marsa. La unign del arte y la razdn, en evyo nombre se han ejecurado 1 expresado: tantos sentimientot ridieulos, es al fin y al cabo tn objetivo elevado y necesatio; pero no puede lograrse por medios negstivos, por fiialdad © no-participacidn. Exige wna taneas obras sin vida y se creencia al menos tan violenta como los impulsos que control; y si hoy parece saxofén, ¢s porque no tenemos la energi espirirual de aceptar el cuerpo y también de sgobernarlo, 16 ii Venus, 1 Placsn. en el Banguete, hace afiemar a dos que existen dos Afro sofia medieval y renacentista. Es la jjustficacign del desnudo femenino. Desde los tiempos més primitivos, la naturaleza obsesiva e irrazonable del deseo fisico ha wSgenes; y dar a estas forma por la que Venus pu- dejar de ser vulgar y convertirse en sido uno de los abjetivos perié- imagenes u c pleados la simetra, la medida y el principio de subordinacidn, los cuales refi- rarons los matices personales de cada artista, Pero quieé esta purificacién de Venus no biera tenido lugar, de no exisir desde el principio, en la mencalidad mediterranea, cierta nocién abstracta del cuerpo femeni- no, Hay dos clases de ims ‘as de la mujer: las opulentas de las cavernas paleoliticas, que subrayan los aibutos Femeninos hasta el extremo de ser poco mds que sfmbolos de la ferilidad prchistéri- 1. gue pee de ue, ‘a desnudez de Apolo for re de su divinidad, exiscian 3. Arte griego de prncpos del de ta figura de que igo de ur. espejo de ce, recta y delgada co 52. Iolo des Cid, (Fig. 51), y ls muitecas de mérmol de las fa uma inviracién a la herejia, por lo que Fe objeto de ica corta, hs mujeres de pies a eabera y es taban confinadas por tadiciSn a sus debe rex damésicos. Los expartanos eran la inica excepcién. Sus mujeres escandali resto de Grecia moserindo sus muslos y compitiendo en los deportes atléicos. La Joven comredora del Vacicano debis de ser, see espartana. ¥ no bs luencia dee sla de Ia vida griega, tan éelebrada en las ods de idlogos de PlatSn, segiin la cual el mu amor de dos hombres jévenes se conside~ ‘aba mas noble y mss natural que el amor entre los sexos opuestos. La nace del exam ca de ban al ue des cartar la no del joven de mujeres 5 de idealidad; por ejemplo, las damas duchindose de un de figuras negras, existente en Bi ‘mas cerea del eterno feme- Hacia mediados del siglo v, rmeninss de las copat se vuelven mis atrac- damas cayo toda su fortuna, © indudablemente el artista erataba de aparecieran lo mis puleras y agiles posible. 10 estan mds idealizadas que sus equi tes japonens de las estampas de Kyonaga, La més reveladora de codas estas seo del Louvre, de la que, por estar pensada para llevar rops, el esculeor 80 de medida es la cabea, Tiene una estarura ce a siete caberas; de pecho a pe- aber de di otra del al ombligo y ide el ombl de las piernas, Mis {que estos eileulos, que, como hemos visto en Durero, pueden conducir a error, es que el escultor ha dese lo que po- wdamentos plisticos aes pero bisicamente, esta es del cuerpo que regirs en lis observaciones de los artistas con mentaldad clisica hasta ido a co- finales del siglo XIX y recibird nueva vida ide manos de Mi stra. Nosotros la hemos yeennuesceos dias, pero las copias no vd de fs primers iden Deere de ella, leon est a obra de aque, segin lor cet 2) Exe 5, dsbe consderae el eendor del utllado desde ls emp json al pas [a joven del _recer os primeros esultoreabian que el ropa puede volver fa Forma nis miste= ero recurso fue dada, eon pequerios nea. El ropaje v doncellas del si de los jévenes, y ros consvela de la eemoso como el presencia de las horai cuanto a esa obra maestra ian Les 28 pechos protuberantes y ocupan ese plano del pecho que, LGU ATER EOL po, pero se adhere , de Forma que el Ques fue a, en el sentido de que en ella se a4 cuerpo femenino con adeza no superada por por Cl fo que el ‘en esa época lls exisente en Munich de uns por su actiuad y propor hhermana desvestids coat Ci de-una veintena de afos pos Venu del Esquilino, pero tométicamente un contraste entre el arco dde-una casera, que se eleva hasts rozar la co ha perfeccionado su descansando el peso s0- pero por una de esa del geni provecho m: én de eq =e ih il Munich y la |i Afvodita desnuda de Praxiteles en favor de otra vestida El pueblo de Crido, apro- vvechando esa piedad, se convirts asi en duetto de [a esculeura mis famosa de la Aneigitedad, La Ardiza de Cnido (Fig. 64), de Praxice les, parece haber sido ejecutada alrededor 10 330, poco despues de la colabora- 2 en el Mausoleo, Tanto si es i, de que Fue 0 hay. Gada de que encajsba de manera ideal en Cri, ish situada frente a la costa sur del Asia Menor, donde Afrodita haba sido ‘objeto de culco durante mucho tempo. Un autor griego de finales de la edad anti- gua, cayos escrivos see les, entre los que colga rosa uva. En medio de 44 un pequenio san- rio, abierto por delante a fin de que los pudiesen contemplar l de la diosa, blanca y radiante, en contrasce con el verdor del follje. Escaba en actitud el bano ritual, y ur bbargo, no te sintieron sobrecogidos,n gieron disanciamiento estéico. Hablaron de ella exactamente como si se qatase de tune mujer viva de belleza abrumadora ‘Uno de los del grupo, llevado de su enta~ sinsmo, sale sobre el pedestal y le rode6 el pero mit tarde, . abrié la puerta de atris del santuario para le pudiesen admirar también este aspecto dle la diosa, lo que aments el entusiasmo de los presentes. Puede que no todos los peregrinos mostraran au apreciacién de manera @n espontinea El diligente Plinio habla de ella como un profesor. Pero nadie pone en duda que se ctataba de una perso nifieacin del deseo Fisica, y que esa fuerza misterios © ieresistible constitufa un ele iad 5 pueden parecernos incompatibles con un objeto de venera- cién religioss, pero es porque la base hhebres de nuestra religién nos ha acostum- brado a una evocacién mis literaria que visual del deseo fisico. Comparado con las igenes del Cantar de los Cantares el atractivo de la Affodita de Cuido es suave y joderado, Ambos proceden de la misma disposicién de snimo, y quiad del mismo deseo era, pero hi lnjurianee sensualidad de esté modifieada por el sentido griego del decoro, de manera que el gesto de la mano de Afrodita, que en las religiones orienta- les seal la ftente de sus poderes, en la de Cnido Ia oculea con recato. Quizé ninguna taya vuelto a incorporar la pasién fisica de forma can serena, cn dulce y can tural, de modo que rodo aquel que la sonremplaba sentia que los instincos que compari ccompartia con las bestias 88 open oe re aR también con los dioses Fue 1a bellezs; y para unto de 1i6 con el artista el honor de las figuras hermosas con que él enriquecié el mundo griego: y una comunidad agradecida evigié Jn esttua de Friné en bronce dorado, st evidente retrato, en el recinto sagrado de Delfos. Exo es cuanto sabemos por los tetimo- nios literarios. Desgraciadamente, cuando 10s volvemos para confirmar ‘estas epifintas, ya no estén cuarenta y nueve réplicas existentes aio idea del original. Come t perficie, no se pudo sacar un vaciado, y probablemente nadie se animé a hacer una copia. A nuestras desventuras hay que af dir que las tees mejores eéplicasestin todas en el Vaticano, donde ‘mds 0 menos inasequible del Belvedere es ente copia de un bronce, por lo que 2 bastante lejos del original pra xiteliano; mientras que la Affodiia det Palazzo Colonna, aunque ls lineas princi- pales de la postura son convincentes, tuna cabeza que no le corresponde, ajustade 3 un cuello estipido, y su modelado esti tan falko de sensi como la més vul- ‘gar estatua de jardin, Esco resulta particu fal para una estitua de Pra Alelicadeza de la textura La superficie eras Icida ain evidente en el Hennes, y mis apropiada en una Afrodita, debié de atadir uun temblor sensual que, durante quinien- 89 65. Copia de Praiele hacs 390 aC: Ania de Ci tos aos lleva poets, emperadores y er gamentos de turistas a demorarse ante el santuatio de Cnido. eco a pesat de Ia attaccidn que ejerce sobre los sentidos, la Affodita de Praxiteles sigue siendo una ereacién ideal que cun ple con las armoniae abstractas del ate. A centa distancia de tiempo, vemos que perte- nece a lt rama cristalina de la fa Aunque es mucho mis cuerpo estaré ff Capt forman una de un te de Cnido desde el i einai ddd ls Pedant de las per~ sonas de su clase y temperamento, se habia dejado enganar por lk moda, Wordsworth, con una comprensién més firme de la rea- fad y, como sabemos por Haz ‘miento mis fuerte por el arte, confess que en ka Tribuna de los Uffizi habia vuel- to la espalda ala Venus y se habia quedado dormido. No obstante, debemos admicir que numerosos buenos jueces, de Win- adelance, han considerado la ckelmann zz ferenina, y est claro que el estrecho ce que separa la afectacién de la gracia, ido de lo puro, ha cambiado ligers- mente de posicién. No cabe duda de que seguir flucmando, pero, al igual que ly cintura, lo hard dentro de unos limites: y si pensamos que podemos chasifiearlo con is precision que un gran critic como Winckelmann, es porque tenemos la ven= tain de conocer al menos unas cuantas de aguellas obras originales de la Grecia del siglo V que para | fxeron sélo. suetos. Fortalecidos por el conocimiento del Her- ceseulturas de la Acté= polis, podemos volver a nuestras copias de Ia Afdita de Crido y encontear vestigios de una pureza y una sere- lad comparada con la cual Ia Venus de Médicis n0 es mds que un orna- mento de salén. No fue la de Cnido la unica Aftodita fa mos de Praxiteles Fue él, ambién, quien jecuts para los tespianos una estarua con las piernas envueltas en ropajes y los pe~ chos desnudos y ésta nos ha smence en varias céplicas. Ui ‘ms complete ests en el Louvre, la armada Venus de Aviés,y una vee més se nos depri- me el cors2én al contemplaela. No se ha petmitido que Hegase hasta nosotros ni un leve temblor del sentimienco original del artisa, y sila hubiesen colocado en la esca- ade un hotel pasado de moda no nos nos dignado mirarla por segunda ver. Esto se debe en gran medida a las res- ‘auraciones del escultor Girardon, que por ‘mandato de Luis XIV no s6lo le anadis los bbrazos y modifies el ngulo de la cabeza, sino que rey le molestaba la los musculos Podemos apreciar, por un vaciado de Arlés, realizado antes de que la estarua fuese wasladada a Versilles, que la Afiodte de Tespias personificaba ura noble idea que iba a ser mas fructfera que la ex trema perfeccién de la de Ci tuno de los principales problemas de la e- cultura con Ia sencillez del huevo de Co- in, Siempre ha sido la desesperacién de los escultores el hecho de que el rors0, esa lunidad plistica perfec, tenga que descan- sar sobre dos soportes alargados cada ver is estrechos Praxiteles se limir6 2 envol- ver las piernas en ropajes y dejé el torso 92 ed ay iad sd tat set tt ge desnudo. De este mode consigue un fun damento tan firme para s figura que puede prescindir de todo tipo de soporte —infora, pilar, delfin— y permicir que los razor jueguen lbremente, Quizi, como sucede’2 veces con un nuevo descubri= ‘miesto, no sacé todo el provecho de esta libertad. El aspecto convencional de la Ve rms de Arlés no se debe inarticulada, sino a un disetio més bien apa- ‘ado, que es todo lo que una réplica puede son casi an paralelos que de vitalidads y es en este sentido en el que los esculrores poseetiores fueron eapaces de sesarrollar la idea de Praxiteles. Ya en el si- glo IV se adapts al motivo de Afrodia admirindose en el espejo del escudo de Ares, apoyado en su rodilla, y la figura se recompuso a bate de disgonales ascenden- tes y pronunciadas. La principal réplica de esta estatua es Ia Venus de Capua, hoy en cual parecen agotadas las posibilidades del motivo durante unos dos- ientos aftos. Pero atin habia de suftir una nueva transformacién. La Venus de Capur ha sido concebida de perfil, como un relie~ ve; hacia cl aflo 100 aC. se le ocurrid a cierto escultor de genio disetar de aue- vo la figuea en términos de profundided EL re ls skims gran obra de gua: a Afrodita de Milo (Fig. 68) A los pocos afos de su descu en 1820, la Afrdiza de Milo habi el puesto inexpugnable y cent que ante- Formente ocupara la Venus de Médic aun hoy, cuando ha perdido el favor de los entendidos y los arquedlogos, sigue con- servando su sitio en la imaginers popular como simbolo © marca de belles. Hay centenares de productos, desde lipices 3 93 patuelos de uso cosmético, desde s Sviles, a imagen de la Afioita de Milo en sa propa ganda, dando a entender de este modo que son un modelo de perfeccién ideal La die latada fama popular de canciones, nov ito y oportunidad an de manera imponderable, La Afrodita de Milo sleanas parte de a fama por casualidad: hasta 1893, en que Far te eieg, hac 100 Cs Ata de Mi glo V, y la unica figura femenina exenta jue s© conservaba del gran perfodo, con la ventaja de tener cabeza. De este modo se de los anos de fiel par ia extblecido Ia supremacia de los Habian sido elo lidad heroics, su de afectacisn y de arte consciente iados éetor por s Gel clasicismo. Lares robusta por encima de lot demés desnudos de Afrodita de Ja Antigiedad. Si la Venus de Métis nos recuerda un museo, la Afio~ da de Milo nes hace pensar en un olmo en medio de wn eampo de trigo-Sin embargo, hay cietta ironfa en esta justficaci6n por naturalidad, pues de hecho es una de las ‘obras mis complejas y meditadas de la An i utlizado las invenciones de su sino que ha tra- tado de producie conscientemente el efec~ to de una obra del siglo V. Bastan sus proporciones para demestratlo, Mientras ‘que en la Venus de Ars y la Venus de Ca- {ue la distancia entre los pechos es consi~ erablemente menor que la del pecho al combligo, en la Affodita de Milo se testable ce ln Viejs equivalencia, Los planos de su cuerpo son tin amplios y serenos que al principio no nos damos cuenta del mimero {de dngulos por lot que pasan. En téeminos arquitectdnicos, es una composici6n barro- cade efecto ‘quiz por eso exacta- mente el siglo XIX la situé en la misma categoria de excelencia que el Mestas de Haendel y la Ulbiima Cena de Leonardo. Incluso ahora, cuando nes dames cuenta de gue no ze trata de una obra de la época he~ roiea de Fidia, y de que le falta quizi et modemo mérito de la stensbilidads, sigue siendo uno de los més espléndidos ideales nanidad, y la mds noble re- fatacign del tépico de la exitica contempo- rinea de que una obra de arte debe sexpresar su propia époens. La génesis de la Afodita de i

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