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pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro segua
gritando: ! Libertad, libertad!.
Pasaron dos das. El invitado no poda dejar de pensar con compasin en el loro.
Tanto le atribulaba el estado del animalito que decidi que era necesario ponerlo
en libertad. Tram un plan. Saba cundo dejaba el anciano su casa para ir a
efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un da
despus, el invitado se apost cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio
salir, corri hacia su casa, abri la puerta con una ganza y entr en el saln,
donde el loro continuaba gritando: ! Libertad, libertad! Al invitado se le parta el
corazn.
Quin no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acerc a la jaula y
abri la puerta de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanz al lado opuesto de
la jaula y se aferr con su pico y uas a los barrotes de la jaula, negndose a
abandonarla. El loro segua gritando: ! Libertad, libertad!
*El Maestro dice: Como este loro, son muchos los seres humanos que dicen
querer madurar y hallar la libertad interior, pero que se han acostumbrado a su
jaula interna.