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Como testigo del aporte al desarrollo agrícola realizado entre los años 1952 y 1971 por
el Servicio Shell para el Agricultor -la primera organización privada venezolana que se
dedicó al estímulo de esa actividad productiva-, Marcano Coello recuerda que la
organización se crea en un momento en el que se conjugan dos factores: el hecho de que
la petrolera angloholandesa estaba logrando muy buenos resultados, y el interés que
tiene la empresa en adelantar una acción que reflejase el interés de Shell por el
desarrollo de la sociedad venezolana. Y así, después de muchas consultas a expertos
internacionales y nacionales para seleccionar el renglón de desarrollo que se considerase
de mayor beneficio, se procede a apoyar el área agrícola.
—Era un grupo pequeño con mucho empeño y mística y sus integrantes veíamos la
organización que se había conformado como si fuera propia, y además nos
empeñábamos en hacer teniendo a la cabeza al doctor Báez.
Inducido por una pregunta, explicó que la entomología está dirigida al control de los
insectos, la fitopatología aborda las enfermedades de las plantas, la ingeniería agrícola
el diseño de sembradíos, riego, drenaje, y la mecanización, mientras suelos se ocupa de
enseñar a darle el mejor uso a éstos según las características de las parcelas de cada
agricultor.
Explicó que esos expertos se contrataron por tres años renovables por otros tres, y entre
sus primeras obligaciones estaba adiestrar a los venezolanos que los iban a reemplazar,
lo cual se cumplió perfectamente con una capacitación de primera complementada con
estudios en las mejores universidades en Inglaterra y los Estados Unidos.
De modo que cuando transcurrieron esos seis años, el producto fue la constitución de un
grupo de trabajo conformado por venezolanos competentes y reconocidos en sus
especialidades, entre quienes figuraron Gabriel Machado, Federico Dao, Ernesto
Orestes y Luis Bascones. Ese propósito formativo se planificó de una forma precisa y
clara y después prosiguió con la educación de todo el personal.
—El promovido por el Servicio Shell para el Agricultor, aseguró, fue el primer
programa de postgrado que en la especialidad existió en Venezuela, pero que, por
supuesto, estuvo restringido a nuestros objetivos. Y evidentemente ese logro nos da otra
medida del aporte petrolero dispuesto para el área agrícola, ya que no fue solamente
mediante el apoyo directo al agricultor, sino también en la formación de los
especialistas que irradiaron su conocimiento a lo largo del país.
Veinte años después de que el Servicio Shell para el Agricultor desde Cagua había
progresado con sus propósitos y había extendido con éxito su asesoría gratuita hasta el
Zulia y Falcón, en pleno florecimiento de su funcionamiento y excelentes resultados, y
siendo una organización reconocida, Shell comunica a Luis Marcano Coello que se ha
decidido transformarlo.
En sustitución del doctor Carlos Mendoza Goiticoa y dos años antes de esa decisión de
cambio, Marcano había sido nombrado presidente de la Fundación Shell, de la cual
dependía directamente el Servicio Shell para el Agricultor como una de sus divisiones,
y sorprendido por la decisión, llegó a preguntarse si era que a él lo habían llevado a ese
nivel para que destruyera el servicio.
Precisado el doctor Marcano Coello en relación con los aportes concretos en beneficio
directo del campesinado y la población, promovido por el Servicio Shell para el
Agricultor y que hayan dejado constancia imborrable de su contribución, confía que no
guarda memoria fresca al momento de la entrevista, pero puso dos ejemplos de ello:
—Mire, uno de los efectos directos del Servicio Shell para el Agricultor fue la
expansión del cultivo de las hortalizas en Venezuela. Cuando empezamos el programa
hicimos mucho énfasis en las hortalizas porque había horticultores alrededor de Cagua,
y a través de esa enseñanza inicial se proyectó a otras regiones ese conocimiento
específico, y así el cultivo. Si los mayores tienen memoria, recordarán que hace treinta,
cuarenta años las hortalizas eran un lujo entre nosotros. Hoy las hortalizas están en
todas partes y ha sido por el efecto de nuestro trabajo, aunque probablemente no lo
conozca más nadie excepto quienes allí estuvimos y yo. Por otra parte, para balancearse
con Shell, otras petroleras iniciaron actividades similares de beneficio para el agricultor,
como lo constituyeron los créditos agropecuarios adelantados durante un tiempo por
Creole.
—Le doy otro detalle del mismo orden. Nosotros impulsamos la generalización del uso
de fertilizantes, que antes resultaba ser una novedad. Y le pongo como prueba que
demuestra su poco uso previo, el hecho de que cuando empecé a trabajar como
ingeniero agrónomo y viajaba a Portuguesa, conocí a un señor que era agente agrícola
del Ministerio de Agricultura y Cría en la población de Agua Blanca. Era una persona
joven y entusiasta que por primera vez fertilizó las siembras de arroz con sulfato de
amonio. Ese fue Concepción Quijada, mejor conocido como Concho Quijada. Él le
regalaba el producto a los cultivadores quienes -impresionados por los resultados- al
fertilizante que les suministraba empezaron a llamarlo “la sal de Concho”. Esa fue la
primera vez que se utilizó fertilizante químico y fue hacia el final de los años 40.
Paralelamente con esos avances trajimos variedades que no existían en el país e
introdujimos el mejoramiento del riego y el uso de herbicidas.
—Pero todavía más importante que esas dos demostraciones, agrega, son los hijos y
nietos que procreó el Servicio Shell para el Agricultor. Uno de sus hijos es precisamente
Fusagri aún en actividad y de la que ya he hablado. Luego Fusagri dio apoyo
institucional a la Fundación Colegio Experimental de Agricultura Mundo Unido Simón
Bolívar (Fundacea) y a la Fundación para la Conservación de los Árboles (Fundárbol),
con las que se ha integrado un triángulo operativo estratégico para el desarrollo
agropecuario nacional con objetivos que son complementarios de la obra de Fusagri.
—Es que lo que nosotros hicimos y yo todavía hago, fue sencillamente sembrar el
petróleo. Yo no era sino una persona, pero fue notable lo que todos hicimos por la
agricultura.
La otra prole
Al igual que como lo ha hecho el Servicio Shell para el Agricultor, el doctor Luis
Marcano Coello ha dado origen a hijos y nietos, y además bisnietos. Algunos de ellos
viven con él en Santa Marta, no en Colombia, sino en Caracas.
Él tiene 87 años que se le notan cuando camina, pero no así en su tez ni en mayor
pérdida de la memoria. Vive rodeado algunos de los miembros de su numerosa familia
en una casa de sombreado patio que está a la vera de la baja serranía rocosa que bordea
la urbanización donde se ha puesto en reposo para disfrutar la buena vida que le queda
vivir.