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Nosotros sembramos el petróleo

Entrevista a Luis Marcano Coello, realizada por Manuel Bermúdez


Romero (Tomado de Contextos)

El aporte de la industria petrolera


transnacional y nacionalizada al
desarrollo agrario de Venezuela fue
grande y continúa contribuyendo con el
beneficio que hoy proporcionan
organizaciones existentes que vienen a
ser sus hijos y nietos.

La afirmación la hace sin mucho


énfasis Luis Marcano Coello. Lo dice
con la voz apaciguada que siempre
debe haber tenido, pero que se eleva
por el conocimiento que del tema
obtuvo durante su experiencia como
director del Servicio Shell para el
Agricultor y luego de Fusagri, así
como igualmente por su formación de
especialista.

Ingeniero agrónomo de la Universidad


Central de Venezuela y doctorado en
genética, patología vegetal y citología
de la Universidad de Cornell, el doctor Marcano es una respetada autoridad en materia
agrícola que todavía conserva sonoridad entre los conocedores, no obstante su voz
rumorosa.

Dedicados al desarrollo agrícola

Como testigo del aporte al desarrollo agrícola realizado entre los años 1952 y 1971 por
el Servicio Shell para el Agricultor -la primera organización privada venezolana que se
dedicó al estímulo de esa actividad productiva-, Marcano Coello recuerda que la
organización se crea en un momento en el que se conjugan dos factores: el hecho de que
la petrolera angloholandesa estaba logrando muy buenos resultados, y el interés que
tiene la empresa en adelantar una acción que reflejase el interés de Shell por el
desarrollo de la sociedad venezolana. Y así, después de muchas consultas a expertos
internacionales y nacionales para seleccionar el renglón de desarrollo que se considerase
de mayor beneficio, se procede a apoyar el área agrícola.

La idea inicial de respaldar la agricultura provino de un gerente de Relaciones Públicas,


el mexicano-inglés Ernesto Branch, a quien el entrevistado describe como “un hombre
de una cabeza muy amplia”, y quien contó con el apoyo que a su planteamiento le dio
José Giacopini Zárraga, quien debía ser entonces asesor de la directiva de la empresa.
Entre Branch y Giacopini desarrollaron las bases de lo que se proponían en ese campo.
Cuenta que el proyecto se materializó a través de la creación posterior de un grupo de
especialistas que encabezó Mauricio Báez, el primer director del servicio, un ingeniero
agrónomo quien junto con el subdirector, su colega Víctor Ponte, diseñó el plan. Y da
como dato que Báez y Ponte integraron la primera promoción de ingenieros agrónomos
de Venezuela egresados de la UCV, y entre los dos impulsaron el Servicio Shell para el
Agricultor como grupo integrado a Shell, pero administrado sin intereses de lucro.

La orientación que estableció el servicio era de ayuda directa a los agricultores,


pequeños, medianos y grandes con énfasis en los dos primeros, sin desatender a los
grandes si solicitaban el apoyo. Y para ello se reclutó a varios ingenieros agrónomos
adiestrados para ese específico fin, a quienes se les incorporó a un proceso de formación
técnica que duró ocho años, pero que se hizo sobre la marcha y permitió empezar a dar
apoyo desde el primer día con asidero en un análisis que se hizo respecto a las
necesidades de los agricultores de Aragua, donde estaba ubicado el servicio. Fue una
gestión que incluía la extensión agrícola, una actividad que está dedicada a mejorar la
vida social y la condición del campesino paralelamente con la asesoría especializada de
labor en el campo.

—Era un grupo pequeño con mucho empeño y mística y sus integrantes veíamos la
organización que se había conformado como si fuera propia, y además nos
empeñábamos en hacer teniendo a la cabeza al doctor Báez.

En Cagua se abrió el surco

Afirma que la gestión comenzó con una organización de seis departamentos:


agronomía, entomología, fitopatología, ingeniería agrícola, suelos e información y
publicaciones. Y el primer aspecto en el que se empieza a asesorar a los agricultores es
en el manejo de los cultivos extensivos (maíz y caña de azúcar) que eran los que en
Cagua, exactamente donde se estableció la sede del Servicio Shell para el Agricultor, se
cultivaban con preferencia.

—El departamento de agronomía tenía una sección que se ocupó de la orientación en


control de malezas y comenzó por el buen uso de la escardilla hasta introducir los
productos químicos de aplicación en la agricultura, recuerda.

Inducido por una pregunta, explicó que la entomología está dirigida al control de los
insectos, la fitopatología aborda las enfermedades de las plantas, la ingeniería agrícola
el diseño de sembradíos, riego, drenaje, y la mecanización, mientras suelos se ocupa de
enseñar a darle el mejor uso a éstos según las características de las parcelas de cada
agricultor.

Sobre el departamento de información y publicaciones recordó que quien primero lo


encabezó fue el español Antonio Luna Roldán. Las funciones de ese departamento
fueron las que son evidentes, pero destacó que adicionalmente realizó una labor de
soporte al adiestramiento a través de la publicación mensual Noticias Agrícolas, un
boletín que circulaba en todo el país entre grupos de interés a los que Marcano Coello
denomina “la clientela”. Cree recordar que el tiraje era de cinco mil ejemplares y añadió
que ese departamento producía documentales instructivos y a cada uno se le identificaba
con el título temático correspondiente.
Observó que el único venezolano de ese grupo inicial de jefes de departamento, era
Carlos Rojas Gómez, igualmente miembro de la primera promoción de ingenieros
agrónomos de la UCV, y precisó:

—Los restantes jefes de departamento fueron extranjeros contratados porque en


Venezuela no había entonces más de cien ingenieros agrónomos, y la compañía
comprendió que no iba a ser conveniente satisfacer las necesidades del Servicio Shell
para el Agricultor escamoteándole profesionales a la UCV.

Formación agrícola perdurable

Explicó que esos expertos se contrataron por tres años renovables por otros tres, y entre
sus primeras obligaciones estaba adiestrar a los venezolanos que los iban a reemplazar,
lo cual se cumplió perfectamente con una capacitación de primera complementada con
estudios en las mejores universidades en Inglaterra y los Estados Unidos.

De modo que cuando transcurrieron esos seis años, el producto fue la constitución de un
grupo de trabajo conformado por venezolanos competentes y reconocidos en sus
especialidades, entre quienes figuraron Gabriel Machado, Federico Dao, Ernesto
Orestes y Luis Bascones. Ese propósito formativo se planificó de una forma precisa y
clara y después prosiguió con la educación de todo el personal.

—Todo el agrónomo que ingresaba al Servicio Shell para el Agricultor, destaca


Marcano Coello, sabía que al cumplir dos años de trabajo tenía derecho a estudios a
nivel de postgrado. Y a través de ese mecanismo se formaron más de sesenta
profesionales con nivel de doctorado que luego por rotación natural pasaron a nutrir las
escuelas de agronomía de las universidades nacionales.

—El promovido por el Servicio Shell para el Agricultor, aseguró, fue el primer
programa de postgrado que en la especialidad existió en Venezuela, pero que, por
supuesto, estuvo restringido a nuestros objetivos. Y evidentemente ese logro nos da otra
medida del aporte petrolero dispuesto para el área agrícola, ya que no fue solamente
mediante el apoyo directo al agricultor, sino también en la formación de los
especialistas que irradiaron su conocimiento a lo largo del país.

Fusagri amplía el servicio

Veinte años después de que el Servicio Shell para el Agricultor desde Cagua había
progresado con sus propósitos y había extendido con éxito su asesoría gratuita hasta el
Zulia y Falcón, en pleno florecimiento de su funcionamiento y excelentes resultados, y
siendo una organización reconocida, Shell comunica a Luis Marcano Coello que se ha
decidido transformarlo.

—Esa transformación seguramente había sido prevista, advierte, pero yo la desconocía,


y consistía en darle independencia de funcionamiento deshaciendo completamente la
dependencia de Shell. La compañía había impulsado el servicio hasta darle vuelo, y
consideró que era tiempo de que continuara su desarrollo autónomamente. Y así fue
como creamos la Fundación Servicio para el Agricultor (Fusagri), vigente hasta hoy.

En sustitución del doctor Carlos Mendoza Goiticoa y dos años antes de esa decisión de
cambio, Marcano había sido nombrado presidente de la Fundación Shell, de la cual
dependía directamente el Servicio Shell para el Agricultor como una de sus divisiones,
y sorprendido por la decisión, llegó a preguntarse si era que a él lo habían llevado a ese
nivel para que destruyera el servicio.

—Pero luego entendí el propósito y, como además de ser presidente de la Fundación


Shell, era miembro del directorio de la Fundación Mendoza, la primera persona con la
que consulté el asunto fue con Eugenio Mendoza. Llegamos a la conclusión de que el
Servicio Shell para el Agricultor, al cual en 1955 yo había ingresado como subdirector
al fallecer Víctor Ponte, había creado las bases y formado a un grupo de venezolanos
que era capaz de asumir la responsabilidad de un modo independiente.

Las vinculaciones nacionales e internacionales obtenidas por Luis Marcano Coello


desde el Servicio Shell para el Agricultor y desde la Fundación Shell con organismos
especializados y con entes promotores del desarrollo, como la Fundación Ford, la
Fundación Rockefeller, entre otras, relacionadas a su vez con la FAO (Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y el Banco Mundial,
permitieron la continuidad del patrocinio del servicio para proseguir dando
gratuitamente asesoría a los agricultores y promoviendo el desarrollo del sector.

—A partir de 1972 cuando Fusagri sustituye al Servicio Shell para el Agricultor,


adelantamos desarrollos puntuales en todo el país, algunos de los cuales no
permanecieron mucho tiempo bajo nuestra dirección, pero dejaron una experiencia que
hoy la aplican otros grupos como lo son los cultivadores de cítricos de Montalbán, en el
estado Carabobo.

—Así, del mismo modo, realizamos conjuntamente con la Corporación Venezolana de


Guayana (CVG), tareas dirigidas al desarrollo del arroz, de otros cultivos y de ganado
en la isla de Guara, en el delta del Orinoco, una actividad cuyo fundador fue Eddie
Ramírez, posteriormente presidente de Palmaven, filial de Petróleos de Venezuela.

Los hijos y nietos

Precisado el doctor Marcano Coello en relación con los aportes concretos en beneficio
directo del campesinado y la población, promovido por el Servicio Shell para el
Agricultor y que hayan dejado constancia imborrable de su contribución, confía que no
guarda memoria fresca al momento de la entrevista, pero puso dos ejemplos de ello:

—Mire, uno de los efectos directos del Servicio Shell para el Agricultor fue la
expansión del cultivo de las hortalizas en Venezuela. Cuando empezamos el programa
hicimos mucho énfasis en las hortalizas porque había horticultores alrededor de Cagua,
y a través de esa enseñanza inicial se proyectó a otras regiones ese conocimiento
específico, y así el cultivo. Si los mayores tienen memoria, recordarán que hace treinta,
cuarenta años las hortalizas eran un lujo entre nosotros. Hoy las hortalizas están en
todas partes y ha sido por el efecto de nuestro trabajo, aunque probablemente no lo
conozca más nadie excepto quienes allí estuvimos y yo. Por otra parte, para balancearse
con Shell, otras petroleras iniciaron actividades similares de beneficio para el agricultor,
como lo constituyeron los créditos agropecuarios adelantados durante un tiempo por
Creole.

—Le doy otro detalle del mismo orden. Nosotros impulsamos la generalización del uso
de fertilizantes, que antes resultaba ser una novedad. Y le pongo como prueba que
demuestra su poco uso previo, el hecho de que cuando empecé a trabajar como
ingeniero agrónomo y viajaba a Portuguesa, conocí a un señor que era agente agrícola
del Ministerio de Agricultura y Cría en la población de Agua Blanca. Era una persona
joven y entusiasta que por primera vez fertilizó las siembras de arroz con sulfato de
amonio. Ese fue Concepción Quijada, mejor conocido como Concho Quijada. Él le
regalaba el producto a los cultivadores quienes -impresionados por los resultados- al
fertilizante que les suministraba empezaron a llamarlo “la sal de Concho”. Esa fue la
primera vez que se utilizó fertilizante químico y fue hacia el final de los años 40.
Paralelamente con esos avances trajimos variedades que no existían en el país e
introdujimos el mejoramiento del riego y el uso de herbicidas.

—Pero todavía más importante que esas dos demostraciones, agrega, son los hijos y
nietos que procreó el Servicio Shell para el Agricultor. Uno de sus hijos es precisamente
Fusagri aún en actividad y de la que ya he hablado. Luego Fusagri dio apoyo
institucional a la Fundación Colegio Experimental de Agricultura Mundo Unido Simón
Bolívar (Fundacea) y a la Fundación para la Conservación de los Árboles (Fundárbol),
con las que se ha integrado un triángulo operativo estratégico para el desarrollo
agropecuario nacional con objetivos que son complementarios de la obra de Fusagri.

Fundacea es una institución educativa perteneciente a la red de Colegios del Mundo


Unidos. Dice Marcano que esa es una institución donde “se enseña a hacer la
agricultura”, donde se.aseguran de que cada día todos los alumnos pasen parte de su
tiempo labrando la tierra, cuidando a los animales y aprendiendo la importancia que
tiene el mantenimiento de registros administrativos detallados. La institución
venezolana afiliada se denomina Colegio del Mundo Unido de Agricultura Simón
Bolívar, y además de ser el único que ofrece un título técnico superior universitario, es
de carácter internacional. Está ubicado en la población de Pedraza, en el estado Barinas.

Fundárbol, también relacionada directamente con la actividad agrícola, se orienta a la


defensa del ambiente a través de programas que están dirigidos a propiciar actitudes que
favorezcan la protección y conservación de los árboles. El propósito incluye el fomento
de la arborización urbana y el desarrollo de actitudes proclives al cultivo del paisajismo.

Hacia el final de la conversación se le informa al entrevistado que, editado por el diario


TalCual, el docente e investigador Carlos Machado Allison publicó un libro titulado La
Alternativa Agrícola, y en una entrevista que le hicieron aseguró que “el petróleo sí se
sembró”, afirmación que el doctor Marcano Coello respaldó con este comentario:

—Es que lo que nosotros hicimos y yo todavía hago, fue sencillamente sembrar el
petróleo. Yo no era sino una persona, pero fue notable lo que todos hicimos por la
agricultura.

La otra prole
Al igual que como lo ha hecho el Servicio Shell para el Agricultor, el doctor Luis
Marcano Coello ha dado origen a hijos y nietos, y además bisnietos. Algunos de ellos
viven con él en Santa Marta, no en Colombia, sino en Caracas.

Él tiene 87 años que se le notan cuando camina, pero no así en su tez ni en mayor
pérdida de la memoria. Vive rodeado algunos de los miembros de su numerosa familia
en una casa de sombreado patio que está a la vera de la baja serranía rocosa que bordea
la urbanización donde se ha puesto en reposo para disfrutar la buena vida que le queda
vivir.

Allí entre sus tesoros resguarda su experiencia y el conocimiento agronómico que lo


hicieron una autoridad en la materia. Se entretiene en la carpintería “que aprendí con un
hermano mayor que era un curioso”, y es obvio que se divierte siendo miembro de una
agrupación musical bautizada “Navidad en familia” que dos de sus hijos, mujer y
hombre y músicos de carrera, fundaron incorporando en la parranda hacia el final de
cada año a un buen número de parientes.

Cuando nos despedimos lo dejamos rodeado por el amor de su señora Josefina y de su


hija, la pianista Clara Marcano, e influido así por los efectos regocijantes despertados
por la conversa musical que originó la presencia de esa hija.

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