You are on page 1of 25
Jacques Donzelot La policia de las lates Epilogo de Gilles Deleuze et PROLOGO ¢Qué habria que afiadir a una obra escrita hace mas de un cuarto de siglo para poder presentarla a nuevos lectores? ¢Una evocacién de las preocupaciones teéricas y politicas vigentes en el momento de su redaccién, y susceptibles de iluminar el sesgo de esta ultima? {Un relato de las polémicas en cuyo marco surgié? ,Un relato del desplazamiento de las lineas de reflexi6n a las que ha podido contribuir? {Una de- mostraci6n de la actualidad de su propésito desde la perspec- tiva de los debates que hoy agitan ese tema de la familia? Idealmente, es necesario, por supuesto, hacer todo esto. Pero conviene, asimismo, cuidarse de la tentacién de sustituir al lector orientando demasiado su lectura; por lo tanto, hay que hacerlo de la forma mas breve posible. En un prefacio redactado en 1979 para la edicién estado- unidense de este libro, decia yo que habia sido concebido en funcién de tres interlocutores, tres tipos de discursos que, tanto por sus alianzas como por sus antagonismos, consti- tuian la configuracién que por entonces dominaba la investi- gacion: el marxismo, el feminismo y el psicoandlisis. Con el ambicioso objetivo de refutar, a partir del ejemplo de la fami- lia, la lectura propuesta por estos discursos sobre esa socie- dad liberal avanzada en la que estébamos entrando. El discurso marxista sobre la familia era idéntico al que soste- nia con relacién a cualquier aparato de encuadramiento de individuos: en tanto subordinada al Estado burgués, la fami- lia vela por la reproduccién del orden establecido; en tanto sometida a las convulsiones del capital, se encuentra debili- tada, alienada en la calidad de sus vinculos. Esto permitiaa la vez denunciarla y asumir su defensa segiin las circunstan- 7 cias, pero no permitia iluminar la disposicién especifica de las relaciones familiares en esa sociedad liberal avanzada. 2Y si en lugar de garantizar el orden burgués o ser victima del desorden capitalista, si en lugar de ser un principio de orden o una manifestacién del desorden, ese desorden hiciera las veces de orden? {Y si la crisis de la familia tuviera valor de solucién, y no de problema? Esta hipétesis tendria la ventaja de reconciliar el espectaculo de Ia creciente fragilidad de los vinculos familiares con la constatacién de una valorizacién no menos creciente de la idea de familia. Las feministas te- nian en comin con los marxistas una representacién de la familia como lugar de imposicién de un orden, aunque mas patriarcal que capitalista, o estatal en este caso. Ahora bien, esta condena a una familia sustancialmente inmodificada desde el Antiguo Régimen {no conducia acasoa pasar por alto una transformacién tanto mas importante cuanto que con- cernia el lugar de la mujer en las relaciones familiares a partir de fines del siglo xvi, asi como el rol de apoyo que comenzaba a tener para el médico y el maestro en el seno de la familia, pero también y sobre todo el sustento que esa funcién iba a procurarle en la promocién de su condicién a través de los empleos sociales y educativos, a los que parecia estar como predestinada, promocién que por tltimo habria de servirle para impulsar el reconocimiento de sus derechos po- liticos? En cuanto al psicoandlisis, su discurso sobre la familia era el mds eminente, puesto que fundaba en ella la com- prensién tanto del psiquismo individual y de sus fallas como de las relaciones interpersonales y sus conflictos. Esta posicién prestigiosa lollevaba a operar como refuerzo del marxismo (el difunto freudo-marxismo), como contraste negativo del femi- nismo (el falocentrismo freudiano), pero asimismo como aglutinante de ambos (a través del famoso grupo llamado “psicoandlisis y politica”, que en Francia tuvo un papel hegeménico entre las filas feministas). Todo esto explica el éxito tedrico del freudismo. Ahora bien, {lo mas notablenoes, _ entonces, su éxito practico, en este caso su operacionalizacién__ _ Por los trabajos sociales, los trabajos de consejo y todo cuanto n torno a la gestién de los desvios, los conflictos, los fracasos escolares, conyugales, profesionales, los fracasos en suma de la integracién social? {Cémo no ver hasta qué punto su éxito esta ligado a su capacidad para desempajfar el papel de ‘enlace eficaz entre las aspiraciones individuales y las imposiciones sociales? 8 etek Describir, en primer lugar, la elaboracién de una formula familiar cuyo estado de crisis permanénite ofrece una solu- cidi para su adaptacion ala sociedad liberal avanzada; luego, el desarrollo de trabajos sociales que no cesan de prosperar ‘desde hace dos siglos en el entorno de esta familia, de manera proporcional a la desagregacién de sus formas anteriores; y, por ultimo, el éxito de un discurso y de las practicas psico- analiticas que proliferan y rivalizan en el arte de proponer recetas que incriminan a la familia y ala vez promueven una sobrevaloracién de su papel, dado que 1a convierten en una condicién necesaria para el pleno desarrollo de cada indivi- duo: tal era, pues, el objetivo planteado en un principio. {Como llevarlo a cabo? Un método comenzaba a imponerse a mediados de los afios setenta, inspirado en la célebre obra de Michel Foucault, Vigilary Castigar. Retomandola ensefianza de su historia de las disciplinas, varios autores se habian lanzado asu aplicacién en el Ambito dela familia.! Ahora bien, reducido a la sola investigacién de las disciplinas que abordan sutilmente a la familia desde el exterior, este método dejaba pendientes dos preguntas importantes. En primer lugar, si bien estas disciplinas innovaban, {qué venian a reemplazar? Acaso la docilidad y la buena voluntad que les son propias sustituian relaciones barbaras 0 reglas supuestamente porta- doras de la armonia de ese “mundo que hemos perdido”? En sintesis, ,c6mo caracterizar las relaciones entre la familia y el orden social o politico antes de la era de las disciplinas sociales? En segundo lugar y ante todo, ,cémo dar cuenta de la eficacia de esas “disciplinas” cuando la coercién no es uno de sus principales rasgos, puesto que se desarrollan en un contexto de progresiva liberalizacién de los comportamien- tos? Hablar de “normalizacién”, de “control social”, con la connotacién peyorativa que tifie estos términos en Francia, jacaso no significaba pasar por alto lo esencial? En lugar de investigar qué hace que las normas funcionen, gno deberia-, ‘mos tratar dé comprender “cémo funciona” con las normas, , ‘gFacias a las normas, y no a pesar de ellas? {Gracias a las ‘Isaac Joseph, Philippe Fritsch, Disciplines & domicile, Recherches, 1977. Philippe Meyer, L’Enfant_ et la raison d’Etat, Seuil, 1977. Pierre Lascoumes, Prévention et contréle social, Ginebra, Masson, 1976. ? Peter Laslett, Ce monde que nous avons perdu, Flammarion, 1969. 9 normas, porque sirven de apoyo para que cada cual haga valer su autonomia, porque la suscitan y porque permiten que los” demas lo inviten a mas “espiritu de'responsabilidad”? ~~ Sialgun avance puede reivindicar este libro es haber pen- sado ese movimiento de reforma de la familia durante los ultimos dos siglos en términos de cambio de “gobierno” y ha- ber superado en cierta medida, gracias al acento puesto en ese término, los errores de las lecturas univocas en términos de control social y disciplinarizacién, esbozando asi un proce- so que Michel Foucault poco después habria de convertir en una teoria sistematica.’ Para describir el movimiento de .teforma constitutivo de la familia moderna, lo hemos pensa- do como el pasaje del “gobierno de las familias al gobierno a~ través de la familia”. Gobierno de las familias: es la familia~ del Antiguo Régimen, sujeto politico, capaz de instrumentar asus miembros, de decidir su destino, hacer de ellos un medio para su politica, responsable, por cierto, del comportamiento de estos uiltimos ante el poder real, pero susceptible de apoyarse en él para imponer orden a sus miembros recalci- trantes. Gobierno a través de la familia: en este caso, la familia ya no es el sujeto politico de su historia. Se convierte més bien en objeto de una politica. Ya no constituye un objetivo para sus miembros a través de las estrategias de alianzas o la gestion de las filiaciones, sino un medio para cada uno de ellos en la perspectiva de su propio desarrollo, pues cada cual puede hacer valer el déficit de su desarrollo e imputarselo a la familia con la condicién de que se apoye en un juez, en un trabajador social o en un terapeuta que lo ayude a identificar el origen de su malestar en las fallas de su familia pasada 0 presente, y a liberarse de é] de una manera u otra. La familia contempordnea esta tan controlada como liberada, nimésni menos. O, mejor dicho, es todo eso a la vez: un medio para el desarrollo.de los individuos, un medio para introdicir ensu seno una exigencia normativa en materia de buen comportamienito educativo, conyugal y sexual. Sin duda™ alguna, hay un hiato entre las normas sociales y los objetivos de los individuos. Pero el problema también es la solucién. Pues ese desajuste hace que “todo marche bien”, que no predominé ni una rigidez normativa ni una descomposicién iidividualista de la famili : . SEn las lecciones de los afios 1978 y 1979 en el marco del curso dictado en el Collége de France y publicado en el afio 2004 (guess Editions). {En qué aspecto esta tesis de un cambio de la familia, que sobre todo consiste en el de su modo de gobierno, ha tenido el impacto esperado en los discursos a los que se dirigia? ~Ha contribuido a modificar en alguna medida las lineas organi- zadoras? Siempre es dificil pronunciarse sobre el efecto de una obra que se ha escrito, sobre todo en su propio pais. Ver cémo “funciona” en otro ambito —los paises anglosajones~ procura precisamente una distancia que garantiza un juicio de mejor calidad. Sin necesidad de emprender aqui una presentacién metédica de la recepcién que esta obra ha tenido en esos paises, es posible sefialar someramente el cariz que ha tomado y las ensefianzas que ha generado. En términos generales, la mayoria de los comentadores “progre- sistas”, de corte social, feminista 0 psicoanalitico, denuncia- ron una supuesta tendencia a desvalorizar la familia contem- pordnea en provecho de su versién Antiguo Régimen, habida cuenta de la influencia “despolitizante” de los filantropos sobre la familia, la connivencia entre estos y la mujer en el hogar, y el apoyo que esta ultima recibié de ellos para emanciparse de la tutela patriarcal. Afirmar, por afiadidura, que la emancipacién de las mujeres y la de los nifios se originaba en ese movimiento de reforma filantr6pica implica- ria devaluarlos.! De hecho, esta lectura se vefa confirmada en el encomio que de esta obra hacia un autor, Christopher Lasch, famoso por su nostalgia de un mundoen que la familia aun no habia sido invadida por el ejército de psiquiatras, jueces, trabajadores sociales.’ Hubo, por cierto, gran canti- dad de autores que denunciaron esa lectura sesgada y mos- traron que la despolitizacién de la familia podia leerse posi- tivamente en la obra 0, cuando menos, que su lectura podia ser tanto m4siluminadora cuanto que revelabala ambivalen- 4 Puede hallarse una ilustracién de este andlisis en el libro de M. Barret y Mae Intosh, The Anti Social Family, New Left Books, 1982. ® Christopher Lasch, autor de Haven in a Heartless World. The Family Besieged, Basic Book, 1977, publicé en el New York Review of Books una resefia de La Policiade las familias donde sugeria que setrataba de una obra critica de la decadencia familiar. 6 Richard Senett en una resefia de la obra para el New York Review of Books (2. de noviembre de 1980) 0 Jeffrey Minson en su libro Genealogies of Morals. Nietzsche, Foucault, Donzelot and the Eccentricity of Ethics, Bd. MacMillan Australia, 1988. cia de nuestra autonomia y de esa socialidad ampliada mas alla de la esfera familiar.® Pero la principal ensefianza que aportarian estas interpretaciones contradictorias subrayaba claramente la dificultad de un enfoque genealégico. No es posible reapropiarse de los valores que sostuvieron una organizacion anterior de la familia para invitar a una reeva- luacién de su figura actual sin correr el riesgo de parecer comprometerse en una inversién iconoclasta de los valores contempordneos. Asimismo, mostrar continuidades inespe- radas, como aquella que persiste entre la promocién filantr6- pica de la mujer y el feminismo, puede ser considerado como una manera de reducir el segundo a la primera. Este comentario acerca de los malentendidos generados por el enfoque genealdgico nos lleva a reflexionar sobre aquello que se puede o no se puede esperar de él. Al respecto, Michel Foucault clarificé un uso adecuado de la genealogia: aquel que consiste en reemplazar una lectura en términos de progreso de las ideas, de los sentimientos, etc., por una lectura en términos del solo progreso de la economia del poder, el pasaje de un arte de gobernar a otro, en funcién de los atolladeros hallados por el primero y de los beneficios representados por el segundo en materia de uso de lacoercién en la organizacién eficaz de una sociedad. Eso mismo hemos querido mostrar con relacién al pasaje de un gobierno de las familias a un gobiernoa través la familia. No obstante, sibien esta lectura disipa las representaciones ingenuas sobre el progreso social o cultural, no aporta ninguna base normativa nueva y, por tanto, no alcanza por si sola para responder a nuestros interrogantes presentes. Dicho de otro modo, las dificultades comienzan después del trabajo genealégico. Pues entonces debemos combinar el aporte de la genealogia con las preguntas que ha dejado de lado para realizarse: aquellas relativas al régimen politico, al papel deseable del Estado, al equilibrio que mds nos conviene mantener entre la confianza basica en las personas y el consentimiento dado a aquello que viene de arriba, de las instituciones. Pero esa es otra historia, aquella que hemos emprendido después de este libro, en los que siguieron, y desprendiéndonos de una escuela de pensa- miento lamentablemente llevada a la autosuficiencia. Enero de 2005 12 1, PRESENTACION {Qué mas habria que aportar en una introduccién? g;Un resumen, un manual de uso, una declaracién bien cuadrada, un golpe de efecto literario? Puesto que notengola impresion de estar presentando un producto claramente definido ni facilmente identificable, asumiré mds bien el riesgo de mos- trar su proceso, las impresiones iniciales, los errores de método, las vacilaciones en la demostracién. En un principio, sin duda la familia puede percibirse como una serie de escenas dispares. La heterogeneidad de estas visiones, la dificultad para articularlas, para fundirlas en una entidad comun sin limar sus singularidades, ciertamen- te constituye el motor de la evolucién y el principio de insatisfaccién que reactiva la investigacién. Evocaré tres imagenes. La imagen del Tribunal de Menores, donde el~ modo de comparecencia implica la insercién del nino y de su familia en un entorno de notables, de técnicos sociales y de magistrados: imagen de asedio por el establecimiento de una comunicacién directa entre los imperativos sociales y los comportamientos familiares, que sanciona una relacién de fuerza en detrimento de la familia. Laimagen de un film como Family Life: una familia obrera instalada en una casa confor- table, una nifia que intenta salir de ese ambiente, sustraerse a los valores del trabajo, el ahorro y la familiarizacién de la sexualidad; padres que no pueden ni quieren aceptarlo y que poco a poco la van llevando a la condicién de esquizofrénica. Aqui se trata de la Imagen de la asfixia, que proviene de la familia misma, de su actividad devoradora de cuanto escapa ala contraccién familiar de las inversiones libidinales. Bien podriamos haber citado L’enfant de Jules Vallés, Mort a cré- 13 dit de Céline o los libros de David Cooper. Por ultimo, la Imagen del chalet burgués. El chalet comienza a la salida de la escuela. Tenemos, por un lado, a los nifios que regresan solos y, por otro, aquellos que son esperados a la salida. Los primeros tienen para si la calle, los baldios, los escaparates y los sétanos. Los segundos tienen jardines, pérticos, merien- das y padres educativos. Ya no es el asedio, sino la preserva- cién. No es la asfixia, sino la liberacién en un espacio pro- tegido. 7 Partiendo de estas imagenes concretas, {cémo explicar el | lugar singular de la familia en las sociedades occidentales? Posici6n sin duda alguna neurdlgica, a juzgar por los agudos © interrogantes que despiertan las mas minimas metamorfosis que la afectan. Nuestras sociedades han convertido en un _verdadero ritual el éscrutar, con intervalos regulares “ rostro de la familia para descifrar en él nuestro destino, en su muerte la inminencia de un retorné a la 1 relajamiento de nuestra razén de vivir, o bi para reafirmarse én el espectaculo de su inagotable capaci lad pi ‘a. Lejos dé la racionalidad inmediata de los dis¢iirsos politicos, ella constituiria el otro polo de nues- tras sociedades, su lado oscuro, una figura enigmatica sobre la cual se inclinan los ordculos para leer, en las profundida- des en que se mueve, las inflexiones de nuestro inconsciente colectivo, el mensaje cifrado de nuestra civilizacién. Posicién cardinal, muy diferente de la que tiene en las sociedades de Antiguo Régimen donde, si bien es mds fuerte en términos juridicos, esta diluida en vastas entidades orgdnicas; tan diferente como la porcién minima a la que ha quedado reducida en las sociedades comunistas. Tanto es asi que la familia aparece como una figura correlativa de lademocracia parlamentaria. Ahora bien, {qué vinculo, qué relacién, hay entre la extre- ma disparidad de las visiones sobre la familia que podemos recabar y el singular valor social que se le atribuye? ,Cémo se puede pasar de una a otra? Y, sobre todo, ide qué medio disponemos para intentar esta operaci6n? En primer lugar, disponemos de la historia politica en su version cldsica: la historia de los acontecimientos, de las organizaciones y de las ideas. Durante el siglo x1x, la historio“} grafia politica puede distribuir los campos en funcién de sus } concepciones de la familia. Esta ultima constituye una clari- 4 sima linea de demarcacién entre los defensores del orden 14 establecido y aquellos que se oponen a él, entre el campo capitalista y el campo socialista, con algunas excepciones, entre las cuales el proudhonismo es la mas destacada. {Quié- nes dicen ser partidarios de la familia? Principalmente, los conservadores, los partidarios de larestauracién de un orden establecido centrado en la familia y de un retorno a un antiguo régimen idealizado; pero también los liberales, que ven en ella el garante de la propiedad privada, de la ética burguesa de la acumulacion, el garante asimismo de un freno a las intervenciones del Estado. Aquellos que atacan a la familia, socialistas ut6picos y cientificos, lo hacen contra esas mismas funciones que le adjudican las clases dominantes. Su desaparicién esta programada en el horizonte del socialismo, y su desagregacion parcial, sus crisis, son consideradas como otros tantos signos anunciadores de dicha desaparicién. Sin embargo, a principios del siglo xx, esta clara divisién de las posiciones se complica rdpidamente. Sin duda alguna, la familia burguesa atin es denunciada por su hipocresia y su egocentrismo, pero la destruccién de la familia ya no esté ala orden del dia, excepto entre ciertas minorfas anarquistas. Por el contrario, en las organizaciones de masa, la familia pasa aser un limite para las criticas, el punto de apoyo a par- tir del cual impulsar las reivindicaciones en pos dela defensa y el mejoramiento del nivel de vida. Ahi es donde interviene la historia de las mentalidades. Al romper con esa lectura politica, revela la existencia de un régimen de transformacién especffico de los sentimientos, de las costumbres y de la organizacién de la cotidianidad. El sentimiento moderno de la familia habria surgido en las capas burguesas y nobles del Antiguo Régimen; luego se habria difundido por circulos concéntricos en todas las clases sociales, entre ellas el proletariado de fines del siglo xx. Pero {por qué razones las capas populares habrian adherido a la moral burguesa, obedecido alas conminaciones familiaristas de aquellos que los dominaban? {Es posible decir que la vida familiar se convirtié en un valor universal por la sola fuerza de gravedad de su modelo burgués? Y gqué nos permite afirmar que el sentimiento de la familia en las capas popula- res es de la misma naturaleza que en las demas clases sociales, que obedece a la misma légica de constitucién, que involucra los mismos valores, las mismas esperanzas, que tie- ne los mismo efectos? Asi pues, si nos guiamos por las dos principales formas de 15 historia disponibles, el problema planteado por la posicion neuralgica de la familia no se resuelve en absoluto. La pri- mera se agota al definirla unilateralmente por una eventual funcién de reproduccién del orden establecido, de una deter- minacién estrechamente politica. La otra la dota de un ser propio, pero al precio de una reduccién a la unicidad de un modelo cuyas variaciones no estan sino lejanamente relacio- nadas con la evolucién econémica de las sociedades. Por consiguiente, nada permite especificar su lugar aqui y ahora. Entre la vana gesta de lo voluntario y la sorda eficacia de lo involuntario, los trabajos de Michel Foucault permiten identificar un campo de practicas que pueden ser considera- das directamente portadoras de las transformaciones que nos proponemos analizar, y evitan esa infinita escisién entre politica y psicologfa al tomar en consideracién aquello que él denomina “lo biopolitico”: la proliferacién de las tecnologias oliticas qiié van a’abordar el cuerpo, 0, la salud, las maneras @ alimentarse y de alojarse, las condiciones de vida, en ‘suma, todo el Ambito de la existencia a partir del siglo xvi, en los paises europeos. Es decir, técnicas qué en un primer momento estardn unificadas en lo que por entonces se denominaba la policéa: no en el sentido estrictamente repre- sivo que le damos en la actualidad, sino conforme a una acepcién que abarca todos los métodos destifiados a desarro- lar la calidad dé Ta poblacién y,el poderfo dela niacion. “ET objetivo de la policia es garantizar, tanto como sea posible, la felicidad del Estado por la prudencia de sus reglamentos yel desarrollo de sus fuerzas y su poder. La ciencia de la policia consiste, pues, en regular aquellas cosas que se relacionan con el estado presente de la sociedad, con su fortalecimiento ‘Y St Miejora;-de modo tal que todo concurra a la felicidad de 1o3 miémbros que la componen. Apunta, asimismo, a lograr_ qué todo cuanto compone el Estado sirva para el fortaleci- , miento y el incremento de su poder, asi como a la felicidad. publica” (Von Justi, Eléments généraux de police, 1768). Es decir, un plan de descripcién gracias al cual se desea escapar tanto al registro épico ~a esa elevacién del relato en que la inscripcién de un sentido en la historia pasa por la relacién de enfrentamientos maniqueos— como al de la con- templacién pasiva de mutaciones profundas. Sobre la base de esta doble destitucién de la elevacion y de la profundidad, intentaremos hacer una historia de la superficie social iden- tificando Iineas de transformacién lo bastarite sutiles como 16 para dar cuenta de las singularidades segtin las cuales se repartén 168 roles familiares en los” diferentes ejemplos que... hemos relevado; lo bastante sutiles para hacer aparecer como sus‘resultantes éstratégicas la fuerza del mecanismo produ- cido por su distribucién. Esta forma de historia no carece de rigor: solo recurre a la teoria en la medida en que esta ultima origina la posibilidad de otro relato; y solo despliega dicho relato en la medida en que sirve para iluminar las piezas de una articulacién enigmatica, en este caso, las del mecanismo familiar en sus relaciones con la organizacién actual de la so- ciedad. Este primer objeto, la familia, se difuminara entonces en provecho de otro, lo social, del que ella es a la vez reina y cautiva. El conjunto de los procedimientos de transformacién dela familia también son aquellos queinstauran las formas de integracién moderna, gracias a las cuales nuestras socieda- des adquirieron su caracter tan particularmente refinado. Y Ja famosa crisis de la familia por su liberacién ya no consti- ‘tuiriaun fendmnéno intrinsecamente contrario al orden social actual, sino mds bien una condicién de posibilidad de su emergencia. Ni destruida ni piadosamente conservada, la familia es una instancia cuya heterogeneidad respecto de las exigencias sociales puede ser reducida o funcionalizada por el establecimiento de un procedimiento de puesta en flota- cién de las normas sociales y de los valores familiares. Del mismo modo que a un mismo tiempo se establece una circu- laridad funcional entre lo social y lo econémico. Tanto Freud como Keynes. Una critica de la razén politica esta a la orden del dia, y su necesidad es evidente. Quisiéramos contribuir con ella mos- trando concretamente la inadecuacién de conceptos filtro como los de “crisis” 0 “contradiccién”. Porque permiten vali- dar transformaciones capitales remitiéndolas a los términos de un debate simple pero superado, difuminan su positividad y oscurecen su eficacia. Porque a largo plazo conducen a considerar como fallas decisivas, como superficies de enfren- tamiento, cuando no reales al menos légicas, aquello que en verdad no es sino la emergencia de nuevas técnicas de regulacién. Tenazempecinamiento en ver lainminencia dela lucha final ahi donde tan sdlo aparece una nueva regla del juego social. Antes bien, las resistencias actuales, los conflic- tos y las lineas de fuga que ya refuerzan esas nuevas reglas del juego, ya las ponen en crisis, deberfan medirse conla vara 17 de estos nuevos mecanismos, de esas figuras recientes sur- idas a fines del siglo pasado; los latidos de nuestro presente deberian medirse por el examen de sus funcionamientos y de sus fallas. De hecho, nose trata aqui sino de militar en pos de otro uso de la historia, un uso que no sélo consista en hablar en su nombre o refugiarse en sus recovecos. Preguntarle, en suma, quiénes somos, en vez seguir azuzdndola para extraer de ella una tltima gota de profetismo o grabar con letras filosdficas las sentencias de un despecho arrogante. 18 2. LACONSERVACION DELOSHIJOS A partir de mediados del siglo xvim comienza a florecer una abundante literatura sobre el tema de la conservaci6n de los hijos. En un primer momento, fue producida por médicos como Des Essartz (Traité de l’éducation corporelle des en- fants en bas age, ou, réflexion pratique sur les moyens de procurer une meilleure constitution aux citoyens, 1760), Brouzet (Essai sur l'éducation médicinale des enfants et sur leurs maladies, 1757), Raulin (De la conservation des en- fants, 1767), Leroy (Recherches sur les habillements des femmes et des enfants, 1772), Bruchan (Médecine domesti- que, 1775), Verdier Heurtin (Discours sur lVallaitement et l'éducation physique des enfants, 1804); sin contar las céle- bres obras de Tissot sobre el onanismo y su Avis au peuple sur sa santé (1761). A esta cohorte médica se suman administra- dores como Prost de Royer, lugarteniente general de policia en Lyon, 0 como Chamousset (Mémoire politique sur les enfants). Pueden encontrarse asimismo militares como Bous- mard jy aun Robespierre! Todos ellos cuestionan las costum- bres educativas de su siglo y denuncian tres habitos especia]- mente nocivos: la tica dé Tos orfanatos, la de laeducacién dé Tos nifios por nodrizas domésticas, la de la educacidn “arti- ficial” de los nifios ricos. Por su encadenamiento circular, estas tres téénitas podfan engendrar tanto el empobreci- miento de la nacidén como el marchitamiento de su elite. A la administracién de los huérfanos le reprochan las altisimas tasas de mortalidad de los menores que recoge: el noventa por ciento muere antes de que el Estado haya podido “sacar provecho” de esas fuerzas, que le ha costado mucho mantener durante la infancia y la adolescencia. Todos estos 19 informes se csmeran en demostrar lo oportuno que pese a todo resulta amparar a los bastardos a fin de destinarlos a turcas nacionales, tales como la colonizaci6n, la milicia, la marina, tareas a las cuales se adaptarian sin problemas dado que carecen de vinculos familiares constringentes. “Sin pa- dres, sin otro sostén que el que puede procurarles un gobierno sabio, no estan atados a nada, no tienen nada que perder; jacaso la muerte podria parecer temible a hombres a los que nada ata ala vida, y que podrian ser tempranamente familia- rizados con el peligro? No ha de ser dificil que tales hombres sean indiferentes a la muerte y a los peligros, pues fueron educados en esos sentimientos, y ninguna ternura reciproca podra distraerlos de ellos. Podran asimismo ser utiles como marineros, suplir a las milicias 0 poblar colonias” (De Cha- mousset, Mémoire politique sur les enfants).' El autor esta pensando particularmente en la colonizacién de Louisiana, donde su hermano ha invertido todos sus capitales. Ahora bien, {cual era la causa precisa de esa tasa de mor-} talidad tan elevada? Las dificultades que la administracién enfrentaba a la hora de procurarles buenas nodrizas, asi como la mala voluntad y la incompetencia de estas ultimas. Y, eneste punto, el problema particular de los nifios expésitos/ se enmarca en el problema mas general de la lactancia. El recurso a nodrizas del campo era un habito dominante en las poblaciones de las ciudades. Las mujeres lo practicaban, ya sea que estuvieran demasiado ocupadas con su trabajo (es- posas de comerciantes y de artesanos), ya sea que fueran lo bastante ricas para evitarse la pesada tarea de la lactancia. Los pueblos aledafios a las ciudades proporcionaban las nodrizas de los ricos, y los pobres debian ir a buscarlas mucho mas lejos. Este alejamiento, la falta otro contacto entre la no- driza y los padres que no fuera el de los oscuros intermedia- rios (los transportadores y las transportadoras), a menudo convertian a la colocacién del nifio en casa de una nodriza en un abandono velado, o bien derivaba en turbias maniobras. Las nodrizas tenian grandes dificultades para lograr que les pagaran, pese a las penas de carcel que la justicia imponia a los padres que no cumplian con ese deber en término (a tal punto que el objetivo de una de las primeras asociaciones filantrépicas fue reunir el dinero suficiente para liberar a los padres detenidos con motivo de este delito). 1 De Chamousset, Euvres completes, 1787, 2 vol. 20 Asi pues, para compensar ese riesgo, las nodrizas pobres se hacian cargo de varios nifios a la vez. En esa instancia, intervenian los transportadores y las transportadoras, para buscar mujeres que estuvieran en condiciones de suminis- trar un nifio; hecho esto, el nifio era entregado a la nodriza mediando una comisién; en ciertos casos, los nifios morian en. camino; los transportadores solfan sacar partido de esa situacién: con la complicidad de la nodriza, seguian pidiendo dinero a la madre en nombre del nifio muerto. En estas condiciones, la mortalidad de los nifios durante la crianza era altisima: alrededor de los dos tercios en el caso de las nodrizas mas alejadas, y de un cuarto en el de las nodrizas mas cercanas. Los ricos podian darse el lujo de tener una nodriza exclu- siva, pero en contadas ocasiones conquistaban su buena voluntad; y de pronto los médicos creen descubrir en el com- portamiento de las nodrizas una explicacién para muchas de las taras que afectan a los hijos de ricos. “A veces nos sorprendemos —dice Buchan— al ver a los hijos de padres ho- nestos y virtuosos revelar, desde sus primeros aiios, un fondo de bajeza y maldad. No cabe duda de que esos nifios adquie- ren todos sus vicios en casa de sus nodrizas. Podrian haber sido honestos si sus madres los hubieran amamantado”.? Los malos habitos puede transmitirse por la lactancia, estima asimismo Ballexerd, “sobre todo si, desecada por el trabajo, agobiada por el cansancio, la nodriza da al nifio un pecho humeante del que apenas sale una leche agria e inflamada’”. La malignidad de las nodrizas tiene dos motivos muy sim. ePinterés-y él odio. Por ejemplo, “el uso de la faja se instituyé ¢iiando aquellas madres que se negaban a alimen- tar a sus hijos los confiaron a viles esclavas que nada hacian por desarrollar las fuerzas de un nifio que algun dia podria haberlas agobiado. El esclavo, naturalmente enemigo del amo, debié de serlo de su hijo; sélo experimentaron por ellos sentimientos de temor y desarrollaron con alegria vinculos que les permitian abandonarlos sin correr ningun peligro que pudiera traicionar su negligencia”.* La educacién de los hijos de ricos se ve perjudicada por el hecho de que ha sido confiada’ aempleados domésticos que tratan al nifio con una mezcla de coercién excesiva y de confianza inadecuada para asegurar 2 Buchan, Médecine domestique, 1775. * Alphonse Leroy, Recherches sur les habillements des femmes et des enfants, 1772. 21 su desarrollo, como lo prueba el uso de la faja. Aun sigue sicndo costumbre delegar en los empleados domésticos aque- llas tareas practicas que estan en el origen mismo de cierta educaci6n corporal de los nifios ricos, de modo que los desti- nan exclusivamente al placer, a la imagen; al respecto, cabe mencionar por ejemplo el uso corsé en adolescentes, cuando menos tan denunciados por los médicos como el fajamiento de los bebés. El corsé es un ensamblaje de fibras de ballena ajustado por cordones que envuelven el tronco de manera tal que adelgazan el talle. Aplicado con fuerza sobre el pecho y el est6mago, les imponian la acostumbre de adoptar la figura deseada; el costo de ese modelado estético era la seguidilla de males engendrados por la compresién que impone. En cuanto a las muchachas, a todo ello se afiade el confinamiento debilitante que deben padecer hasta la edad de su primera salida al mundo; esta reclusién debilitante a menudo las vuelve poco aptas para las tareas de la maternidad, de modo tal que se reproduce la necesidad de los empleados domés- ticos. En el extremo mds pobre del cuerpo social, aquello que s<| denuncia es Ja irraciondlidad de la administracién de lo: hospicios, los escasos beneficios que el Estado obtiene de 1 . * . \ crianza de una poblacién que no llega sino excepcionalmente | auna edad en que puede reintegrar al Estado los gastos que | * ha ocasionado, es decir, la ausencia de una economia social. ‘ En suextremo mAs rico, la critica se refiere a la organizacion del cuerpo con vistas a un uso estrictamente derrochador de aquellos procedimientos que lo constituyen como un mero principio de placer, es decir, la ausencia de una economia del } cuerpo. La fuerza de estos discursos que incitan a la conservacién de los hijos procede sin duda de la conexién que establecen entre el registro médico y el registro social, entre la teoria de los fluidos sobre la que se funda la medicina del siglo xvi y lateoria econémica de los fisiécratas. Toda su fuerza militan- te deriva del vinculo que instauran entre la produccidn de la riqueza y el tratamiento del cuerpo. Ambos operan una inversi6n paralela: los primeros invierten la relacién entre riqueza y Estado; los segundos, la relacién entre cuerpo y alma. Hasta los fisiécratas, la riqueza se producia para permitir la munificencia de los Estados. Esa es su actividad suntuaria, la multiplicacién y el refinamiento de las necesi- dades de la instancia central que incitan a la produccién. La 22 riqueza radica, pues, en el poder manifiesto que las retencio- nes estatales procuran a una minoria. Con los fisiécratas, el Estado deja de ser la finalidad de la producci6n para conver- tirse en su medio: debe regir las relaciones sociales, de manera tal que se intensifique al maximo esa produccién restringiendo los consumos. La teoria maquinica del cuerpo, sobre la cual se funda la medicina del siglo xv, consiste asimismo en invertir las posiciones respectivas del alma y del cuerpo en lo referente a la perfeccién. “De todos los seres que Dios ha creado, el hombre es sin contexto el mas perfecto. Encierra en si mismo esa particula de espiritu divino, el alma, que el Soberano Creador le ha dado para regir su conducta, moderar sus pasiones. Dios, al formar las almas y al unirlas a las criaturas, les ha dado a todas las mismas perfecciones. {Cémoes posible, entonces, que no haya dos con el mismo cardcter? ;De dénde viene, pues, esa falta de perfeccién que se halla en la mayoria de los individuos? Si estas diversidades provienen del alma, entonces han de cambiar caprichosamente, lo cual es ajeno al sentido comin. {De donde provienen entonces?” Esta pregunta, que se hace Nicolas Malouin en su introducci6n a la obra Le traité des solides et des fluides (1712), bien podria oficiar de declara- cién inaugural para toda la medicina del siglo xvi. Entre ese principio rector de las conductas —el alma—y la extrema irre- gularidad de los resultados, debe tenerse en cuenta el espesor de un mecanismo cuyas variaciones y desarreglos darian la clave de las manifestaciones del género humano. {Qué puede alterar esa mecanica, ese ensamblaje de “fibras” (mtisculos) que componen al ser humano? Dos factores externos como el aire y todos los principios deletéreos que vehiculiza. Pero también la circulacién mas o menos adecuada de los fluidos, su retencién o su disipacién excesiva que, por el juego de su espesamiento o de su relajamiento, redundan en la buena retencién de los sélidos (de las fibras). Lo mismo sucede con la retencién de la leche materna que, al hallar su salida natural bloqueada, “se lanza indistintamente en todas las direcciones, en funcién de la mayor o menor cantidad de obstaculos que encuentre, de modo tal que ocasiona multiples males”.‘ Lo mismo puede decirse de la disipacién del esperma producida por el onanismo, ese “aceite esencial cuya pérdida deja alos demas humores debilitados y evaporados”, de modo * Joseph Raulin, Traité des affections vaporeuses du sexe, 1758. 23 tal que engendra las consabidas enfermedades.’ Pasado cierto umbral de deterioro, los movimientos de las fibras escapan totalmente al control del alma. Y, de hecho, “jqué es cl coito sino una pequefia epilepsia?”.® Por lo tanto, es necesario situar el alma en el puesto de mando de la circulacion de los flujos, con la obsesién mayor de que se escapen, el movimiento en si mismo, la convulsion, ese fracaso del alma. Ya no es el cuerpo el que debe, por sus estigmas o su pureza, dar cuenta de la elevacién de un alma, su desprendimiento; es el alma la que es instada, a su vez, a dar cuenta de la imperfeccién de los cuerpos y de las conductas, a dedicarse a su buena administracién mediante una sana regulacién de los flujos. Entre la economia de los flujos sociales y la economia de los flujos corporales, la correspondencia no es sino metaforica. Ambas ponen en juego la oposicién ciudad- campo de la mis-ma manera. La escuela fisiocratica opone la renta de la tierra y la seriedad de la produccién agricola alasilusiones dela produccion suntuaria. Todala medicina del siglo xvi podria del mismo modo ordenarse en torno a la siguiente pregunta: ,cémo es posible que los campesinos ~y en especial sus hijos—, que llevan una vida mas dura y consumen un alimento menos rico que el de los burgueses y los nobles, pese a todo tengan mejor salud? Respuesta: no estan sometidos a las mismas imposiciones estéticas. En vez de padecer los artificios del vestido y del confinamiento, gozan de los beneficios de un ejercicio regular; en vez de entregarse a las pasiones, se ven obligados, por su trabajo, a una existencia més pautada. Ahora bien, {qué opera exactamente ese desplazamiento de la produccion rural hacia el hacinamiento urbano? Qué provoca ese abandono de las costumbres campesinas en provecho de los placeres malsanos dela ciudad? jAcaso existe un vinculo practico entre, por una parte, ese uso dispendioso de los cuerpos —ya sea por el escaso valor que se le otorga (nifios abandonados), ya sea por el refinamiento de los proce- dimientos que los destinan exclusivamente al placer- y, por otra, esa economia del gasto, del prestigio, que constituye el fasto dudoso de las ciudades? Si, existe un hilo conductor; son esos seres maléficos contra los cuales se erige todo el pensa- miento social y médico del siglo xvi: los empleados domésti- 5 Tissot, De Vonanisme, Lausanne, 1760. * Ibid. 24 cos. Ellos son el vinculo entre la saturaci6n de las ciudades y el abandono del campo. Los hombres se precipitan a la condicién de criados urbanos porque esta ultima los exceptua del servicio militar. Los nobles 0 los burgueses advenedizos, en vez de quedarse en sus tierras dirigiendo la produccién, se instalan en las ciudades y, para exhibir su riqueza, no encuentran otro medio que atraer a esos hombres que cons- titufan las fuerzas vivas de la produccién, a quienes cautivan con sus vestidos abigarrados y sus titulos rimbombantes. Asi pues, esos criados de ciudad aspiran a vivir por encima de sus posibilidades. Contraen matrimonio y tienen hijos a los que su situacion no les permite criar, y que por lo tanto abando- nan en manos del Estado. Las mujeres pobres del campo, que entonces no tienen ya con quién casarse, se entregan a la mortifera industria de la crianza, o bien se resignan a colocar- se como criadas en la ciudad, y alli, deslumbradas por la vi- da que llevan sus amas, entregadas a las salidas y a los atavios, quieren a cualquier precio vivir como ellas. De ahi el cortejo creciente de prostitutas indecentes y depravadoras. El circuito maléfico de la domesticidad conduce implacable- mente de la indolencia de las sefioritas a la insolencia de las prostitutas. La conservacién de los hijos implicaba poner fin a los perjuicios de la domesticidad, promover nuevas condiciones de educaci6n, que, por una parte, permitieran contrarrestar la nocividad de sus efectos sobre los nifios que tienen a cargo, y, por otra, crear un nuevo vinculo entre los hijos y todos aquellos individuos con tendencias a abandonarlos al cuida- do del Estado 0 a la industria mortifera de las nodrizas. Si bien en todas partes la causa del mal es la misma, si bien la domesticidad constituye el blanco principal, los remedios difieren precisamente segun se trate de ricos o de pobres. El siglo xvi es célebre por su revalorizacién de las tareas educativas. Se dice que por entonces la imagen de lainfancia cambié. No cabe duda, pero aquello que se instaura en esa época es una reorganizacién de los comportamientos educa- tivos en torno a dos polos muy diferenciados y con estrategias muy distintas. El primer polo esta centrado en la difusién de la medicina doméstica, es decir, un conjunto de conocimien- tos y técnicas destinado tanto a lograr que las clases burgue- sas aparten a sus hijos de la influencia negativa de los cria- dos, como a poner a los criados bajo la vigilancia de los padres. El segundo polo podria reagrupar, bajo la etiqueta “economia 25

You might also like