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Exaa obra, que toma su titulo de un famoso articulo Oar ent eo ony eR Ren Ree Se eT cen SY Reece err eens SST eM eS tee TTD Pet ten es ce Neen Ree ee enter eee ae eet Prarerneeny segundo volumen figuran nombres tan ere er eee nent a 4 i iireen temic mts teeter PNM sans tee Nocona subyugante claridad y amenidad), Sigmund Freud (protagonista de otra gran revolucion, la del conocimiento de nosotros mismos). Lewis Thor (autor de varios bestsellers sobre temas cient ors oy Latarea de seleccion de los textos que componen erence ee omy Gardner, uno de los mas célebres escritores sobre temas cientificos. Durante mas de veinte anos, en renin een ances matematica en Scientific American, la revista de ren eer enc Renn cea Senet nem ce matematicay La explosion de la relatividad, ambos publicados en la Biblioteca Cienttfica Salat ¢ i El escarabajo raccoon tt) Y otros grandes ensayos sobre la ciencia Martin Gardner BST) tel (erent Cientifica Salvat El escarabajo sagrado (I) Biblioteca Cientifica Salvat EXLIBRISSem Dist El escarabajo e sagrado (II) Y otros grandes ensayos TeDos sobre la ciencia Martin Gardner Libros, Revistas, Intereses http:/ /thedoctorwho 1967 blogspot.com.ar/ SALVAT Version espaitota de la obra The sacred beetle publicada por Prometheus Books. Nueva York Traduccidn: DIORKI Diseno de cubierta: Ferran Cartes / Montse Plass © 1995 Salvat Editores, $.A. Barcelona © 1984 Martin Gardner ISBN: 84-345-8880-3 (Obra completa) ISBN: 84-345-3959-1 (Volumen 79) Depésito Legal: B-989-1995, Publicada por Salvat Editores. §.A.. Barcelona Impresa por Printer. igsa. Enero 1995 Printed in Spain INDICE VOLUMEN II ALFRED NorTH WHITEHEAD... 0... 17. RELIGION Y CIENCIA JOHN Dos Passos... ee 18, Proteus JULIAN HUXLEY bi iF. be saws 19. UN ENSAYO SOBRE LA MENTE DE LOS PAJAROS ARTHUR STANLEY EDDINGTON»... 2. 20. EL OCASO DEL DETERMINISMO ALpous HUXLEY CE dma e x 21. LA CIENCIA EN EL MUNDO FELIZ RACHEL CARSON... ‘XS0 eR Pee 22. EL MAR EN SOMBRA MAaurict MAFTERLINCK, 23. EL VUELO NUPCIAL H.G.Weus 2.2... ay wes aes 24, LA NUEVA FUENTE DE ENERGIA 28. LA CIENCIA Y LA VERDAD SUPREMA. Lava FeRM 26. Extto 235 251 255 277 301 317 339 395 371 SamuEL GoupsMIT 27, La GESTAPO Y LA CIENCIA Ropert Louts STEVENSON . 28. LA FLAUTA DE PAN SIGMUND FREUD. anni k 29, SUENOS DE LA MUERTE DE PERSONAS QUERIDAS BERTRAND RUSSELL. . . « . 30, LA CIENCIA PARA SALVARNOS DE LA CIENCIA 31, LA GRANDEZA DE ALBERT EINSTEIN ALBERT EINSTEIN 32, E=me Lewis THOMAS a 33, LAS SIETE MARAVILLAS 385 405 413 439 457 463 ALFRED NORTH WHITEHEAD Principia mathematica, una de las primeras obras clasicas dela logica simbdlica, fue fruto de diez afios de estrecha colaboracién entre sus autores: Alfred North Whitehead (1861-1947), que en aquel entonces ensefiaba matemiaticas en Cambridge, y su antiguo alumno Bertrand Russell. Aunque en las décadas siguientes ambos continuaron siendo muy buenos amigos, sus teorias filoséficas se distanciaron radicalmente. Russell siguié siendo alérgico a la meta siva. Whitehead, por su parte, despues de obtener una catedra de filosofia en Harvard desarrollo un extenso cuerpo doctrinal en el que tenfan cabida conceptos tan tradicionales como Dios, el libre albedrio e incluso una especie de inmortalidad. Los empiristas, a quienes escandaliza la metafisica tardia de Whitehead, olviden con frecuencia que él nunca consideré estos conceptos como apriorismos en el sentido clasico, sino simplemen- te como intentos de generalizacién basados en la experiencia. Constitufan lo que él denominaba «propuestas de ideas», que debian modificarse o descartarse sino resultaban ttiles. Por desgra- cia, en la cuestién de su utilidad no hay consenso entre los demés filésofos. Para los idealistas y los tedlogos protestantes, que com: Parten la tesis central de Whitehead, sus ideas son tan profundas e interesantes como extravagantes y carentes de sentido para Rus- sell y los empiristas I6gicos. EI siguiente texto es un capitulo de uno de los mas amenos libros de Whitehead, Science and the modern world («La ciencia y 235 EL ESCARABAJO SAGRADO el mundo modero»). Se ha escrito tanto acerca del conflicto entre religién y ciencia que seria absurdo esperar que se nos presentase aqui un método original para reconciliarlas. Sin embargo, aunque su tesis sea un t6pico, Whitehead la defiende con tal vigor y entusiasmo que ésta adquiere un nuevo poder de persuasién. «Una pugna entre doctrinas no es un desastre; es una oportunidad.» 17. RELIGION Y CIENCIA ALFRED NORTH WHITEHEAD. La mayor dificultad al abordar el tema de las relaciones entre la Ciencia y la Relgin estriba en que para dilucidarlas debemos tener una idea clara de lo que entendemos por esos dos términos. Quisiera asimismo hablar en los términos mas generales posibles y evitar toda comparacién entre doctrinas concretas, tanto cientificas como teligiosas. Debemos comprender el tipo de conexién que existe entre estas dos dreas del pensamiento y extraer a continua- cién conclusiones precisas acerca de la situacién a la que se enfrenta el mundo en la actualidad. Al meditar sobre esta cuestion, pensamos autométicamente en el conflicto entre la religion y la ciencia, Parece como si, durante el ultimo medio siglo, los dogmas de la primera y los descubrimientos de la segunda hudieran llegado a una situacién de enfrentamiento cuya tinica salida fuera renunciar a una ensefianza clara de la ciencia o de la religién. Polemistas de ambos bandos han abogado por esta conclusién, aunque no todos ellos, por supuesto, sino sdlo esas mentes mordaces que salen a relucir en todas las controversias. Compartimos sinceramente la angustia de las mentes sensi- bles, su afan por llegar a la verdad y el cardcter decisivo que confieren a este problema. Considerando la importancia que tanto la religién como la ciencia tienen para la humanidad, no es exagera- do afirmar que el curso futuro de la historia dependerd de la decision que tome esta generacién con respecto a las relaciones entre ellas. Ambas representan las fuerzas generales mas podero- sas (dejando aparte el simple impulso de los diversos sentidos) que 237 EL ESCARABAJO SAGRADO influyen sobre el hombre, y, al parecer, se encuentran enfrentadas; la fuerza de nuestras intuiciones religiosas, por un lado, y por el otro nuestra tendencia a la observacién precisa y a la deduccién l6gica. Un gran estadista inglés aconsejé en cierta ocasién a sus compatriotas la utilizacién de mapas a gran escala como defensa contra los recelos, los temores y la incomprensin general de las verdaderas relaciones entre los paises. De manera similar, cuando pretendemos reflexionar acerca del conflicto establecido entre ele mentos permanentes de la naturaleza humana, resulta convenien te considerar nuestra historia a gran escala, a fin de liberarnos de nuestro ensimismamiento, en los problemas actuales. Cuando adoptamos esta perspectiva, descubrimos de inmediato hechos importantes: en primer lugar, siempre han existido divergencias entre la religion y la ciencia, y, en segundo lugar, tanto una como otra han experimentado un continuo proceso evolutivo. En los primeros dias del cristianismo, era creencia comun entre los fieles cristianos que el fin del mundo sobrevendria en el curso de su misma generacién. Sdlo de forma indirecta podemos deducir la medida en la que las autoridades eclesidsticas apoyaban esta idea, pero si tenemos la certeza de que era compartida por un gran ntmero de fieles y constituia una parte importante de la doctrina religiosa popular. La creencia resulté ser equivocada, y la doc: trina cristiana se adapté al cambio. También en los primeros tiempos dela Iglesia, algunos tedlogos elaboraron individualmente teorias referentes a la naturaleza del universo fisico, basandose con gran seguridad en la Biblia. En el afio 535 d.C., un monje llamado Cosmas escribié un libro titulado Topografia cristiana. Cosmas habia viajado por la India y Etiopia, estableciéndose finalmente en un monasterio de Alejandria, que por aquel entonces constitufa un gran centro cultural; basindose en el significado directo de los textos biblicos que él interpretaba literalmente, negé en su obra la existencia de los antipodas y afirmé que la Tierra era un paralelo- gramo plano doble de largo que de ancho. En el siglo Xvi, un tribunal catdlico condené la doctrina que postulaba el movimiento de la Tierra. Hace cien afios, la antigtie- dad que los estudios geolégicos conferian a nuestro planeta era un RELIGION Y CIENCIA motivo de preocupacién para todas las personas religiosas, tanto catélicas como protestantes. Y, en la actualidad, la teoria de la evoluci6n desata un problema similar. Estos son solamente algu- nos ejemplos para que ilustren un hecho general. Ahora bien, todos nuestros razonamientos se formaran desde una perspectiva errénea si creemos que esta conflictividad periédi- ca se limitaba a contradicciones entre la religién ya ciencia, y que la primera siempre se equivocaba en tanto que la segunda se hallaba en todos los casos en posesi6n de la verdad. La realidad del problema es mucho més compleja, y no puede resumirse en térmi- ‘nos tan sencillos. La teologia esté sujeta a un proceso similar de desarrollo gradual, surgido de un aparente conflicto entre sus propias ideas. Esta realidad es bien conocida por los tedlogos, pero con frecuen- cia se olvida en el fervor de la controversia. No quisiera exagerar mi argumentacién, por lo que me limitaré a citar escritores catélicos. En el siglo XVil, un erudito jesuita, el padre Petavius, demostré que los tedlogos de los tres primeros siglos del cristianismo empleaban términos y efectuaban afirmaciones que ya en el siglo V se conside- raban heréticas. Asimismo, el cardenal Newman redact6 un trata- do cuyo tema era el estudio de la evolucion de la doctrina: y, pese a que la obra fue escrita antes de que él se convirtiera en uno de los. pilares de la Iglesia Romana, no s6lo no fue nunca retirada a lo largo de su vida, sino que tuvo numerosas reediciones. La ciencia posee un cardcter atin més variable que la teologia. Ningtin cientifico actual podria suscribir sin reservas las teorias de Galileo o las de Newton, 0 ni tan siquiera sus propios postulados cientificos de hace diez afios. En ambas esferas del pensamiento se han efectuado adiciones, distinciones y modificaciones. A ello se debe que, aun cuando en la actualidad se efectue la misma declaracién que hace mil o mil quinientos afios, ésta se encuentra sujeta en su significado a limita- ciones o ampliaciones que, en épocas anteriores no eran tomadas en consideracién. Los légicos sostienen que una proposicion tiene que ser o verdadera o falsa, y que no existe un término medio. Enla prdctica, sin embargo, puede darse el caso de que sepamos que una proposicién expresa una verdad importante, pero que estd 239 EL ESCARABAJO SAGRADO sujeta a restricciones y modificaciones atin no descubiertas. Un. rasgo general de nuestro conocimiento es que somos obstinada- mente conscientes de las verdades importantes y que, pese a ello, las tnicas formulaciones de estas verdades que somos capaces de elaborar presuponen unos conceptos generales susceptibles de modificacién. Expondré dos ejemplos, ambos relativos al campo cientifico: Galileo afirmé que la Tierra se mueve y el Sol esta fijo, la Inquisicion sostenia que la Tierra esté fija y el Sol se mueve, y los astronomos newtonianos, adoptando una teorfa absoluta del espa: cio, proclamaron que tanto e! Sol como la Tierra se mueven. Mas en la actualidad podemos afirmar que cualquiera de estas tres teorias es igualmente cierta, si se ajusta la definicién de «reposo» y «movimiento» a la tesis defendida. En la época en que se produjo el litigio entre Galileo y la Inquisicién, la exposicién que de los hechos presentaba el primero constitufa, sin lugar a dudas, el proceder mas provechoso para la investigacién cientifica. Sin embargo, su formu lacién no era mas cierta por sf misma que la de la Inquisicién. En aquellos tiempos atin no se habfan desarrollado las concepciones modernas acerca del movimiento relativo, y por consiguiente las diferentes teorfas se formularon sin tener conocimiento de las restricciones necesarias para que éstas se ajustasen mas perfecta- mente a la verdad. Pese a todo, la cuestién del movimiento de la Tierra y el Sol expresa un hecho real del Universo, y todas las facciones defendian verdades importantes en lo referente a ella; sin embargo, con los conocimientos de que se disponfa en aquella época, tales verdades parecfan ser contradictorias. ‘Veamos ahora otro ejemplo que hace referencia a las concep: ciones de la fisica moderna. Desde el siglo XVI, en el que vivieron Newton y Huyghens, han coexistido dos teorias sobre la naturaleza fisica de la luz. Newton sostenfa que los haces luminosos estan formados por una corriente de particulas diminutas, 0 corpiscu- los, y que la sensacién de luz se produce cuando estos corptisculos alcanzan la retina. La teoria de Huyghens, mantenja, en cambio, que la luz se compone de diminutas ondas vibratorias y etéreas, y que estas ondas se desplazan a lo largo de un haz de luz. Las dos teorias son contradictorias. En el siglo XVill se suscribia la teoria de Newton, en el XIX la de Huyghens. Hoy dia existen gran 240 RELIGION Y CIENCIA numero de fendmenos que sélo se pueden explicar por medio de la teorfa ondulatoria y otros muchos que tinicamente se aclaran con la teoria corpuscular. Los cientificos no pueden sino aceptar este hecho y confiar en que en el futuro se llegue a una teoria mas amplia que reconcilie ambas concepciones, Deberiamos aplicar este mismo principio a aquellos temas en Jos que existe discrepancia entre la ciencia ya religion. En ninguno de los dos campos del pensamiento creeriamos nada que no nos pareciera confirmado por argumentos sélidos, basados en una investigacién critica efectuada por nosotros mismos 0 por reconoci- das autoridades en el tera. Sin embargo, una vez tomada esta precaucién con toda honradez, un desacuerdo entre ambas en lo concemiente a detalles de los temas que les son comunes no deberia ser motivo para renunciar apresuradamente a doctrinas fundamentadas sobre sélidas pruebas. Puede darse el caso de que nos interesen més unas doctrinas que las otras, pero si tenemos algun sentido de la perspectiva y de la historia del pensamiento, deberiamos esperar, y abstenernos de lanzamos mutuos anatemas. Hemos de esperar, pues, pero no pasivamente ni desesperanza- dos. La discrepancia es un indicio de que existen verdades mas vastas y perspectivas mejores que permitirn la reconciliacién de una religion més profunda y una ciencia més exacta. Por lo tanto, en cierto sentido, el conflicto entre ciencia y religion es un asunto de poca importancia al que se le ha otorgado demasiada. Una contradiccién de orden meramente légica no indica por sf sola sino la necesidad de efectuar algunos reajustes, posiblemente de cardcter muy secundario, por ambas partes. Re- cuérdese que la ciencia y le religion tratan cada una aspectos muy diferentes de los acontecimientos. La ciencia se ocupa de las normas generales que regulan los fenémenos fisicos, en tanto que la religion se dedica por entero al estudio de los valores morales y estéticos. Por un lado tenemos la ley de la gravitacién, y por el otro la contemplacién de la belleza dela santidad. Lo que es contempla- do por una parte, a la otra se le escapa, y viceversa. Considérense, por ejemplo, las vidas de John Wesley y de san Francisco de Asis. Para la fisica, estas vidas son simples ejemplos del funcionamiento de los principios dela quimica fisiolégica y dela 2at EL ESCARABAJO SAGRADO dindmica de las reacciones nerviosas; para la religion, son hitos de importancia capital en la historia del mundo. éPuede causar asom- bro el que, al no existir una formulacién perfecta y completa de los principios de la ciencia y de los de la religion que tengan aplicacion en estos casos concretos, surjan discrepancias al describir estas vidas desde estos dos puntos de vista divergentes? Lo contrario resultaria un milagro. Seria, sin embargo, una equivocacién creer que debemos des- preocuparnos del conflicto entre la ciencia y la religion. Es impensa- ble que en una era intelectual se renuncie a toda esperanza de obtener una vision arménica de la verdad. La aceptacién de la discrepancia atenta contra la sinceridad y la honradez moral. Una inteligencia que se respete tenderé a desenmarafiar cualquier con- fusion en tus pensamientos hasta llegar a su esclarecimiento. Si se reprime este impulso, ni la ciencia ni la religi6n satisfarén nunca a su espiritu despierto. La pregunta més importante es:

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