Resulta absurdo pensar que los medios en que se produce la
comunicacin entre personas no tienen un efecto en la misma comunicacin. No obstante, estamos expuestos constantemente a la idea de la neutralidad moral de la tcnica, o ms an, de que el mejoramiento en sta significa ipso facto mejoramiento moral (en lo que llaman calidad de vida, por ejemplo). Es como si el aumento, sea ste de lo que sea, fuese un bien en s mismo. Una locura encubierta, sin duda.
Dejando aparte la cuestin de la distorsin informativa de la prensa
incitada por el estado y todo lo que ste supone, que es un caso paradigmtico, debemos estudiar hasta qu punto la velocidad misma, no ya slo de la informacin sino de cualquier transaccin, es, tal como se proclama habitualmente, una verdadera mejora. La comunicacin a travs de medios informticos se ha acelerado de un modo tan obvio que no hace falta insistir en ello. Desde el correo electrnico al mensajeo a travs de las mil y una plataformas existentes se ha venido formando un tercer tipo de comunicacin que no es ya ni oral ni escrita, y que, en conjunto, a pesar de las ventajas en lo que se refiere a la inmediatez, ha supuesto una evidente degradacin en la calidad de la comunicacin misma. Y, recordmoslo, lo moral est anclado en la comunicacin.
No hace falta abrazar todos los disparates del Discurso sobre la
Igualdad de Rousseau para asentir a sus puntos fuertes, como tampoco hace falta ser anarquista para poner en duda al estado y su ntima conexin con la seguridad y lo maquinal, y especialmente con su interseccin en el velocmetro de la tcnica. En el fondo, todo depende de la escala de valores que utilicemos para juzgar las cosas; si ponemos la comodidad, por ejemplo, por encima de la libertad, o si las ponemos en la misma escala, sin notar su fundamental incompatibilidad. Y no olvidemos tampoco que all donde abunda la prisa perdemos opciones en vez de ganarlas.