You are on page 1of 6
LAS FORMAS DE LA HISTORIA SOCIAL Natalie Zemon Davis {Que es la historia social a finales de los aftos ochenta? Como minimo es, ademas, historia cultural. La historia social clasica mantiene estrechos vinculos con la sociolo- gia y la economia; la nueva historia social parece mantenerlos mas bien con la antropo- logia y la literatura. : Tomemos ambas como tipos ideales y veamos sus contrastes. La primera se interesa por los grupos -en especial, aunque no de manera exclusiva, por las clases sociales- por su definicién, creacién y relaciones. Estas iltimas se conciben en térmi- nos de rivalidad 0 competencia, 0 colaboracién, y de ellas dependen el poder y el prestigio. El hilo conductor de su relato es el cambio de la estructura social y del modelo socioeconémico en su conjunto, mientras que la interaccién de las relaciones sociales por una parte, y los grandes acontecimientos como las revoluciones, la guerra o las reorganizaciones, por la otra, dan consistencia a la trama. Como factores variables tiene la geografia, la demografia, la economia, la tecnologia, las formas politicas, y la familia. La accién puede desarrollarse en el marco del estado-nacién, cuando éste existe, 0 de un imperio, aunque a menudo prefiere la unidad regional. La historia social clisica hace valoraciones cuantitativas y establece correlaciones, pero también describe y analiza. En los contextos sociales, a veces intenta estudiar las mentalidades de larga vigencia, pero con mayor frecuencia lo que persigue es la conciencia, las actitudes 0 las ideologias. Va de tas actitudes a las acciones por el sendero de los, intereses racionales y de las estrategias. Generalmente, nos habla de la demografia antes de empezar a hablar de las creencias. La nueva historia social trata de detectar Ia existencia de agrupamientos de diverso tipo -categorias de edad, género, linaje, patrocinio, raza, religion y pregunta cémo se forman y en qué medida refuerzan o traspasan los limites de la clase. Interpreta las relaciones como procesos simulténeos y sistémicos: de dominacién y resistencia, de rivalidad y complicidad, de poder e intimos. Las describe, a grandes rasgos, como redes ‘a través de las cuales se hacen llegar, se reciben 0 se intercambian bienes, ideas € influencia. Su linea narrativa no esté atin muy definida: pricticamente todo, desde la sexualidad a la identidad secreta, puede servir de argumento, y por cada versién moderna de la destruccién del carnaval por la cuaresma, hay otra en la que carnaval y cuaresma perviven, en permanente conflicto, bajo las nuevas reglas del juego. ‘No obstante, los acontecimientos tienen un lugar en la nueva historia soci porque ejemplifican cémo lo estipulado y lo contingente se entrelazan én la ‘© bien porque muestran el ensamblaje de 4as partes, Ia manera en que los criterios culturales acaban siempre modelando los procesos sociales. Los factores variables que Ie interesan son la mayor parte de las veces culturales: los medios de transmision y recepcién, las formas de percepcién, la estructura de los relatos, los rituales u otras actividades simbélicas y la produccién de los mismos. En lugar de analizarlos cuantita- tivamente o establecer correlaciones entre ellos, los “lee, “traduce” 0 “interpreta”. Publicado originariamente en Storia della Stoiografia, 17 (1990). Historia Social n° 10, primavera-verano 1991, pp. 177-182. W7 178 El estado nacién 0 el imperio pueden servirle de Marco, pero con frecuencia prefiere una unidad local, una historia o un drama particularizado, que cobra sentido a través £1 andlisis etnolégico, Los viejos habitos de pensamiento son tan importantes caves las actitudes del momento, los compromisos adquiridos de manera irreflexiva tienen {ato peso como los que responden a unos intereses conscientes, y lo nuevo puede surgir con la misma facilidad de la improvisacién o de | natalidad, a los arados y a las practicas hereditarias. Sé que los lectores se sienten molestos, con razén, ante el cardcter esquematico de mi distincién. En 1923, March Bloch ya estaba haciendo “nueva” historia ‘social en su Rois thaumaturges." Las paginas de Peasants of Languedoc? de Le Roy Laudurie, Langa, anuncio de su Carnival of Romans.> William Sewell realizé su “nuevo Language of Labor‘ y su obra mis clisica sobre Marseille® aproximadamente oy la misma época; Lynn Hunt unié los dos estilos en su Politics, Culture amd Class in French Revolution, *en la cual la parte retorica nueva antecede a la sociolégica clisica, surplus ch este caso el elemento sociolégico aparece antes que el simbulicc) Es evidente que hay muchos rat pero la comparacién de tipos ideales Puede servir para comprender algunas de las objeciones que se hacen ala histans Social y las tareas que nos esperan. Ahora me interesa establecer este contraste con respecto a lo que bajo la lupa del historiador aparece como un caso tnico, es decir, a la microhistoria, o micron segiin el término italiano. Tres aspectos interrelacionados son los que se le censuran; algunas veces, las criticas Provienen de personas que se encuentran fuera por completo: del campo de la historia social, otras, de los que practican la historia social elise Lo Primera objecién es: chasta qué punto es representativo vuestro valle, pueblo, miceara aacre, molinero, impostor, exorcsta 0 santo de los galgos? La segunda, icémo encaje Ia microhistoria en los esquemas mas amplios del pais, la época, el aconteciinions Ptiblico? De qué modo nos ayuda a entender las grandes transformaciones histéricas? Es cierto que el estado figura en la obra de Charles Tilly sobre las nuevas fore de Edicion inglesa: The Royal Touch Sacred Monarchy and Scrofula in England and France, Londres, 1973; ULas reyes taumaturgas, Fondo de Cultura Econsmica, México 19904 * Urbana, 1974, » Nueva York, 1979, , Work and Revolution in France: The Language of Labor from the Old Regime to 1848, Cambridge, 1980, CBOE and Mobily: The Men and Women of Marseille 1820-1870, Cambridge, 1985, 4 Berkeley, 1984 1 Past and Present, n* 90 (lebrero, 1984), pp. 40-70, see, elious Century: 1830-1930, Cambridge, Masschusets, 1975 y The Contentious French Cambridge, Massachussets, 1986 algunas autobiografias de mujeres del siglo xvn: Dénde se hallaba la opresién en estos alegres matrimonios? Esta es asimismo la objecién que hacen los historiadores sociales de la escuela Bielefeld acerca de Altagsgeschichte,? la “historia de la vida cotidiana” de Bavaria en la época nazi:"® édénde estan el antisemitismo y la crueldad fascista en esta narracién local de reuniones navidefias?, Zcual es su explicacién en medio de estas alegrias y penas comunes? Senalaremos, de pasada, que cuestiones andlogas podrian plantearse sobre andlisi histéricos de grandes unidades politicas. Por ejemplo, ces la revolucidn francesa repre~ sentativa de todas las revoluciones? De la lente que el historiador utilice para observar los sucesos depende Ia posibilidad de detectar elementos significativos de mayor al- cance. La ventaja de la microhistoria es fa misma que la de la microbiologia: l histériador puede “ver” y hurgar con su pluma las pequefias interacciones y estructuras, a menudo invisibles, y averiguar cual es su funcionamiento. Una fuente de datos rica ofrece la oportunidad de elaborar una dindmica de la experiencia, en la cual dejarin su huella tanto lo constante como lo nuevo. Pensemos en Night Baitles'' de Carlo Ginzburg; no s6lo nos revela cémo los aldeanos desarrollaron y sostuvieron unos mecanismos para proteger la agricultura y hablar con sus muertos, sino de qué forma las presiones y las ideas de ta Inquisicién les hicieron paulatinamente redefinir sus pricticas actuales como brujeria. Una informacién rica nos permite, ademés, establecer con acierto una Morfologia del pensamiento y la experiencia. Recordemos el domus de Montaillou'? de Lei Roy Ladurie, la organizacién del espacio, las relaciones sociales, y las prioridades de la vida doméstica, de Ia aldea y de la vida del espiritu. En Inheriting: The Story of an Exorcist"? de Giovanni Levi, los esfuerzos por controlar y predecir aparecen a cada instante en las acciones de los aldeanos piamonteses, tanto si estén intercambiando tierras como si estan ejecutando servicios espirituales. Estas microhistorias revelan de qué manera lo posible se hace efectivo en los procesos sociales, es decir, lo que hemos acabado considerando histéricamente factible en un determinado tiempo y lugar. De vez en cuando, no obstante, nos encontramos con un caso que en su época (0 al menos en mi época el siglo xvi) podria cal de “maravilloso”, “admirable”, “monstruoso”, “prodigioso” -o segiin los tiempos, “sensacional”, “escandaloso”-, y que nos permite extender nuestro concepto de lo posible. Asi, el Menocchio'* de Carlo Ginzburg, hoy uno de los molineros mds célebres de la historia, hizo que nuestros criterios sobre el escepticismo, el ateismo y el panteis- mo del pueblo o la pequefia ciudad del siglo xv1 en Europa fuesen en cierto modo més + Véase Hans-Ulrch Weunen, KOnigsweg 2u neuen Ue oder Irgarien der lyslonen? Die west deutsche Altagsgeschche: Geschichte “won inten” und "von unten”. en F- BRGOGEMEIEY J. KOcKA, ed, Geschichte yon unten-Geschichte von innen. Kontroversen um die Alagsgeschcht, Hagen, Ferunivers 1985, pp. 17-47. Desde la pespectva de Allagsgeschiche, véase AM Loorxe, ed, Allagseeschiche, Zur Rekonstrukionhistoischer Erfohrungen und Lebensneisen, Frankfurt, 1989. "0 Véase Martin Broszar, Aliag und Widerrand, Bayern in Nationalsozilismus, 2 ed, Musich, 1987 " Nigitbaes, Witcherafi ond Agrarian Cults in the 16th and 17th Centuries, Baltimore, 1984, 1 Montaillow The Promised Land of Ero, Nueva York. (Montillou. aldeaocctana de 1294 a 134, Taurus, Madrid, 1981}. "Chicago, 1988, % The Cheese and the Worms. The Cosmos of I6th-Century Miller Baltimore, 1980, [EI queso y ls susanos. Ef cosmos segin wn molinero del siglo x11, MuchnikEaitores, Baeclona, 1981]. 179 180 amplios. Lucien Febvre'* habia sostenido con anterioridad que, a excegcin del cic a ceaditg de un Bonaventure Desperiers que Pudo insprar sus ideas en una refvtaci$n Pro cana de un texto ehuemerista (Anti-Celsus de Origen), era casi imposible concebir cratGiumo en e} siglo xV1. El caso de Montereale muestra que los debates lugarefios cane rercacién del mando, alimentados por leesuras de tipos muy diferentes y por 'a seer molacién de la naturaleza, duraban afos y alos. Menacchio, como microhistoria, cow permite considerar las observaciones aisladas de escépticos rurales sobre los aie 7. pe Tegado informacion de Inglaterra, Alemania, Lorena y ahora -en un articulo publicado recientemente en Past and Present-'* de Espatia, mis que come signos se rgnorancia © chifladura, como testimonjo de Ta existencia en el pueblo ¢¢ un Seay que ponia en evidencia las pos ellos lamadas “mentiras” de las autoridades, Nanguno de los dos tipos de microhistoria se acroga el derecho de representativi- dad. Sa imica pretension es estar “contando” hechos o narfaciones que transcienden gas propios limites y proporcionan modelos o puntos de referencia para otros contes: sae ganto mejor haya explicado el historiador su caso conereto ~sobre lo que ms wet enderé mas adelante- tanto mejor podrém otros historiadores extraerle el jugo Para sus propios fines. ome muy bien ha distinguido Daniel Rodgers,” la microbistoria puede, cin ser carasiersica de un periodo, constituir su clave. Debe mantener un intercambio ean Ja macrohistoria, pero no ser una simple concrecién 0 version suya. El caso aislado 1p atdo 2 estugio no es el grano de arena en él que se resume el mundo, sino un Tiague de poder local que recibe la influencia y las sfiales de otros blogues ~4 los aoe ea vez, envia las suyas- y de os centras de poder institucionalizados. (Agi! ciate a engo en una posicidn intermedia entre Michel Foucault que descentraliza ne talmente el concepto de poder, al concebirlo como relaciones de fuerza dstribyidss araicaavneasimétrica por toda la sociedad, y aquellos que lo consideran entanacin de se aanvenie anica de soberania’,) El Montaillow de Le Roy Ladurie ofrece un buen ejemplo de este intercambio: el choque ‘entve dos sistemas de clientela en una poblacién: serra atemperado poco a poco hasta convertise en un conflicta entre una forma Ye gobierno seforial, con dirigentes occitanos de la comunidad, y una forma de gsbiemo mondrquica, con cénsules locales que se ven obligados a aliase a las Tuerc® Bro francesas. El nuevo libro de Peter Sablins, Boundaries (1989), una microhistoria ee arate cirenaico de fa Cerda, describe ol imercamibio en amas direcciones, eet vain de la Trontera. nacional es el resultado tanto de to que llega desde Madrid y (reacles como de lo que Ia poblacién catalana decide hacer con elle ~que no en vodas las ocasiones coincide con el deseo de Jas autoridades. Por lo tanto, la microhistoria, bien practicada, siempre tendré algo que decir acerca dei “gran retrato” convencional del cambio politico. Lo que Ia diferencia de la macro” aa seran alta ee so pumo de partida narrativo; el estado, o cualquier ptra autoridad, Aiapareve neeesatiamente en la primera pégina, ¥ existe la posibilidadye ave tamPoce te roar en Ia ultima, sdlo interviene cuando asi lo requieren los rtmos de vida y fa sis de los actores locales. A lo mejor, los que se dedican a ella pueden hacer que Tr véase The Problem of Unbelefn the 16th Century. The Religion of Rabelais, Cambie, 1962. cee ie eeuerns Religion andthe Decline of Magic, Londres, 1971; Frangois Bexstor. Herod, wie lense e atope goltique dans les erreurs esranges de Nol Souret 1583), “Palen eb Sos de sie rele ot teem fangats", vol 124 (1978), pp. 236-248; John Eowanns, Religions Fath ood Thistoite Preteen Spat Soria circa )4S0-1300, “Pas and Preset n° 120 (art, 1988), pp 3-25- My Keywords: A Repl. “Tournal of the History of keas", vol. 49 (1988), pp, 69-66. estas grandes conexiones sean més perceptibles a la vista de los lectores distraidos, dando un toque shakespeariano a la escena cada vez que los hombres del rey, 0 del presidente, hagan acto de presencia. La microhistoria debe, ademds, ir al encuentro de aquellos que temen que la construccién de lo cotidiano o el interés en los valores compartidos por una comunidad actiien de disolvente y hagan desaparecer el peso de la-explotacién, el dolor de los perseguidos, y las rupturas resultantes de los graves conflictos. Puede argiiirse que la historia social clisica ha conseguido analizar y representar mejor el conflicto, y la nueva historia social, la colaboracién o, al menos, los modelos de ésta. La antropdloga Carolyn Clark, por ejemplo, ha llamado la atencién sobre dos imagenes aparentemen- te contradictorias de los Kikuya de Kenia en 1930: una, la que trazan los etndzrafos, describe todas las relaciones en términos de parentesco, dones, derechos colectivos, obligaciones e influencia; la otra, la de los historiadores sociales, responde a un dibujo de posesién de bienes, contratos, acuerdos salariales, y explotacién. Estoy segura de que pueden venir a la mente los ejemplos contrarios: historias sociales clisicas que han situado en primer plano el consenso; historias sociales antropolégicas o literarias que han hecho lo mismo con el conflicto y han insistido en la multiplicidad de voces, en Ja polifonia Bajktiniana. Lo cierto es que los métodos histéricos no comportan un solo modo de leer o interpretar. ‘Sin embargo, en la medida en que la microhistoria antropolégica alberga la tentacin de decantarse por una visién en exceso comprensiva, estitica o miope, puede, cuando menos, sacar provecho de algunos de los métodos de la historia social clisica. Seguro que unos cuantos informes animados sobre la actividad laboral y la conciencia modificarian ese curioso instante estructuralista en el que Carlo Ginzburg, en The Cheese and the Worms, recurre al “instintivo y elemental materialismo de generacio- nes y generaciones de campesinos” ® para justificar a Menocchio. Y de igual modo, a la historia social cldsica puede venirle bien, ya que cae con facilidad en la trampa de considerar tinicamente el conflicto y las relaciones de dominacién entre los individuos que estudia, buscar los sistemas de reciprocidad y los simbolos de una causa comin. (Creo necesario seguir instando a mi colega Lawrence Stone, puesto que ain le quedan nobles codiciosos, maridos maltratadores y esposas engafiosas por describir, a dedicar ‘lgtin tiempo al estudio de un bonito ritual religioso donde no tendria que enfrentarse ‘a nada peor que a la callada ambivalencia.) Hablando més en serio, la raz6n de recurrir ‘aestos ejemplos tan extremadamente opuestos es la de insistir en la importancia mejor dicho, en la obligacién— de explotar los dos estilos que nos ofrece 1a historia social, a fin de obtener un buen combinado de ambos elementos en nuestro trabajo. Quizis el reto mas fructifero en los aflos que nos esperan sea lograr micro y macrorretratos que tengan una cierta consistencia entre ellos, retratos que, aunque distintos, puedan ser entendidos en mutua relacién. Al término de su pelea de gallos balinesa, en una nota a pie de pagina, Clifford Geertz dice a sus léetores que en diciembre de 1965, siete afios después de los juegos descritos en su articulo, se produjo luna masacre en la que de 40.000 a 80.000 personas murieron en. un periodo de dos ‘semanas, la mayoria balineses que se habian matsdo unos a otros, algunos incluso de. ™ The Etnographie Past: History and Ethnographies of the Kikuyu of Kenya, ponencia presentada en el Symposium on Cultural Anthropology and Social History. Congress ofthe Ethnological Sciences, Zagreb, ‘Yugoslavia, 24-31 de julio de 1988. Op. cit, p. 61. » Notes on the Balinese Cockfight en The Interpretation of Culture, Nueva York, 1973, p. 452, n. 43. 181 182 ta zona que él habia estudiado, Geertz apunta la posibitidad de que Ja rencorosa Ia endad'y ta violencia comprimida de la rifa de gallos nos haga ‘comprender la Beats, Yo, en cambio, siempre tengo la reaccién contraria al acabar ese magnifico masacia, la perfecta conformidad de los competidores con las reglas y con los propésitos de la pelea no parece concordar con tal derramamiento de sangre humana, Debe haber Slgo ms en torno a ella, otras concepciones contrarias a las de los participantes, alguna figura profunda en su acuerdo. © si no, algo que se escape Por ‘completo al retrato inielal (J no me refiero a un factor externo como la CIA) ha de afiadirsele, de forma Gue la rifa de gallos no prediga necesariamente la masacre, sino que pueda existir de Gigin modo en el mismo universo que esta iltima- Pero adaptarse a los grandes sucesos ¢ interpretaciones no es Und, accién unilateral. La mactohistoria debe aceptar las revelaciones de la microhistoria, EI historiador del wae francés debe tener en cuenta una comunidad como lade Contentin en la ste nia del siglo xv1, donde la frontera entre las normas y 10s intereses sefioriales y los monarquicos se percibe de manera fluida, a ‘menudo personificada en el mismo Yes duo, y cuyo perfil se dibuja con nitidez tal vez no més de dos veces Ot década. Une histor de la construccién del estado no tiene por qué poner de relieve un caso fen el que las divisiones politicas previstas son tan borrosas, Pere si que deberia en- ora ta forma de ser consecuente con su existencia. El historiador cuyo objeto de corte es la religion debe contar con la historia de una parroquia rica de Lyon, donde Hanae monias matrimoniales y otras festividades cesan durante las sermon siguientes tas cetem que sus calles fueron testigos, en 1572, de la matanza de San Bartolomé, para ativer a empezar de nuevo, pues la vida continua y los protestantes, medrosos, buscan Yefugio en sus rincones. Cualquier historia general de Ia religion tendria que ser capaz ide integrar anécdotas reales como ésta. Meera plement, el paso mas creativo que podamos dar hacia delante no Se menos Iiterario que analitico, es decir, quizas consista en encontrar formas expositivas 0 wectativas que pongan de manifiesto la interaccién y las tensiones #miTe lo grande y lo pequeio, entre lo social y lo cultural. Si asi sucede, @ Jo mejor los desenlaces no son Siempre felices, pero la lectura nunca habré sido tan gratificadora. 2 Traduccién de M. Ferrandis Garrayo

You might also like