San Gregorio de Nisa nació en el 335 d.C. y recibió educación cristiana de sus hermanos Basilio y Macrina. Más tarde se convirtió en obispo de Nisa y defendió la ortodoxia cristiana contra herejías. Escribió obras teológicas y homilías defendiendo la divinidad de Cristo y el Espíritu Santo. Consideraba que el fin del hombre es asemejarse a Dios a través del amor, el conocimiento y las virtudes.
San Gregorio de Nisa nació en el 335 d.C. y recibió educación cristiana de sus hermanos Basilio y Macrina. Más tarde se convirtió en obispo de Nisa y defendió la ortodoxia cristiana contra herejías. Escribió obras teológicas y homilías defendiendo la divinidad de Cristo y el Espíritu Santo. Consideraba que el fin del hombre es asemejarse a Dios a través del amor, el conocimiento y las virtudes.
San Gregorio de Nisa nació en el 335 d.C. y recibió educación cristiana de sus hermanos Basilio y Macrina. Más tarde se convirtió en obispo de Nisa y defendió la ortodoxia cristiana contra herejías. Escribió obras teológicas y homilías defendiendo la divinidad de Cristo y el Espíritu Santo. Consideraba que el fin del hombre es asemejarse a Dios a través del amor, el conocimiento y las virtudes.
Naci en torno al ao 335; su formacin cristiana fue atendida particularmente
por su hermano Basilio, definido por l padre y maestro (Epstola 13,4: SC 363,198), y por su hermana Macrina. En sus estudios, le gustaba particularmente la filosofa y la retrica. En un primer momento se dedic a la enseanza y se cas. Despus, como su hermano y su hermana, se dedic totalmente a la vida asctica. Ms tarde, fue elegido obispo de Nisa, convirtindose en pastor celoso, conquistando la estima de la comunidad. Acusado de malversaciones econmicas por sus adversarios herejes, tuvo que abandonar brevemente su sede episcopal, pero despus regres triunfalmente (Cf. Epstola 6: SC 363,164-170), y sigui comprometindose en la lucha por defender la autntica fe. Tras la muerte de Basilio, como recogiendo su herencia espiritual, cooper sobre todo en el triunfo de la ortodoxia. Particip en varios snodos; trat de dirimir los enfrentamientos entre las Iglesias; particip en la reorganizacin eclesistica y, como columna de la ortodoxia, fue uno de los protagonistas del Concilio de Constantinopla del ao 381, que defini la divinidad del Espritu Santo. Tuvo varios encargos oficiales por parte del emperador Teodosio, pronunci importantes homilas y discursos fnebres, compuso varias obras teolgicas. En el ao 394 volvi a participar en un snodo que se celebr en Constantinopla. Se desconoce la fecha de su muerte. Gregorio expresa con claridad la finalidad de sus estudios, objetivo supremo al que dedica su trabajo teolgico: no entregar la vida a cosas banales, sino encontrar la luz que permita discernir lo que es verdaderamente til (Cf. In Ecclesiasten hom. 1: SC 416,106-146). Encontr este bien supremo en el cristianismo, gracias al cual es posible la imitacin de la naturaleza divina (De professione christiana: PG 46, 244C). Con su aguda inteligencia y sus amplios conocimientos filosficos y teolgicos, defendi la fe cristiana contra los herejes, que negaban la divinidad del Espritu Santo (como Eunomio y los macedonios), o ponan en tela de juicio la perfecta humanidad de Cristo (como Apolinar). Coment la Sagrada Escritura, meditando en la creacin del hombre. La creacin era para l un tema central. Vea en la criatura un reflejo del Creador y a partir de aqu encontraba el camino hacia Dios. Pero tambin escribi un importante libro sobre la vida de Moiss, a quien presenta como hombre en camino hacia Dios: estaascensin hacia el Monte Sina se convierte para l en una imagen de nuestra ascensin en la vida humana hacia la verdadera vida, hacia el encuentro con Dios. Interpret tambin la oracin del Seor, el Padrenuestro y las Bienaventuranzas. En su Gran discurso catequstico (Oratio catechetica magna), expuso las lneas fundamentales de la teologa, no de una teologa acadmica, cerrada en s misma, sino que ofreci a los catequistas un sistema de referencia para sus enseanzas, como una especie de marco en el que se mueve despus la interpretacin pedaggica de la fe. Gregorio, adems, es insigne por su doctrina espiritual. Su teologa no era una reflexin acadmica, sino la expresin de una vida espiritual, de una vida de fe vivida. Como gran padre de la mstica present en varios tratados como el De professione christiana y el De perfectione christiana el camino que los cristianos tienen que emprender para alcanzar al verdadera vida, la perfeccin. Exalt la virginidad consagrada (De virginitate), y propuso un modelo insigne en la vida de su hermana Macrina, quien fue para l siempre una gua, un ejemplo (Cf. Vita Macrinae). Pronunci varios discursos y homilas, escribi numerosas cartas. Comentando la creacin del hombre, Gregorio subraya que Dios, el mejor de los artistas, forja nuestra naturaleza de manera que sea capaz del ejercicio de la realeza. A causa de la superioridad del alma, y gracias a la misma conformacin del cuerpo, hace que el hombre sea realmente idneo para desempear el poder regio (De hominis opificio 4: PG 44,136B). Pero vemos cmo el hombre, en la red de los pecados, con frecuencia abusa de la creacin y no ejerce la verdadera realeza. Por este motivo, para desempear una verdadera responsabilidad ante las criaturas, tiene que ser penetrado por Dios y vivir en su luz. El hombre, de hecho, es un reflejo de esa belleza original que es Dios: Todo lo que cre Dios era ptimo, escribe el santo obispo. Y aade: Lo testimonia la narracin de la creacin (Cf. Gnesis 1, 31). Entre las cosas ptimas tambin se encontraba el hombre, dotado de una belleza muy superior a la de todas las cosas bellas. Qu otra cosa poda ser tan bella como la que era semejante a la belleza pura e incorruptible?... Reflejo e imagen de la vida eterna, l era realmente bello, es ms, bellsimo, con el signo radiante de la vida en su rostro (Homilia in Canticum 12: PG 44,1020C). El hombre fue honrado por Dios y colocado por encima de toda criatura: El cielo no fue hecho a imagen de Dios, ni la luna, ni el sol, ni la belleza de las estrellas, ni nada de lo que aparece en la creacin. Slo t (alma humana) has sido hecha a imagen de la naturaleza que supera toda inteligencia, semejante a la belleza incorruptible, huella de la verdadera divinidad, espacio de vida bienaventurada, imagen de la verdadera luz, y al contemplarte te conviertes en lo que l es, pues por medio del rayo reflejado que proviene de tu pureza t imitas a quien brilla en ti. Nada de lo que existe es tan grande que pueda ser comparado a tu grandeza (Homilia in Canticum 2: PG 44,805D). Meditemos en este elogio del hombre. Veamos tambin cmo el hombre ha sido degradado por el pecado. Y tratemos de volver a la grandeza originaria: slo si Dios est presente, el hombre alcanza su verdadera grandeza. Ante todo, Gregorio manifiesta una concepcin muy elevada de la dignidad del hombre. El fin del hombre, dice el santo obispos, es el de hacerse semejante a Dios, y este fin lo alcanza sobre todo a travs del amor, del conocimiento y de la prctica de las virtudes, rayos luminosos que descienden de la naturaleza divina (De beatitudinibus 6: PG 44,1272C), con un movimiento perpetuo de adhesin al bien, como el corredor que tien de hacia delante. Gregorio utiliza en este sentido una imagen eficaz, que ya estaba presente en la carta de Pablo a los Filipenses: pekteinmenos (3,13), es decir, tendindome hacia lo que es ms grande, hacia la verdad y el amor. Esta expresin plstica indica una realidad profunda: la perfeccin que queremos encontrar no es algo que se conquista para siempre; perfeccin es seguir en camino, es una continua disponibilidad para seguir adelante, pues nunca se alcanza la plena semejanza con Dios; siempre estamos en camino (Cf. Homilia in Canticum 12: PG 44,1025d). La historia de cada alma es la de un amor que es colmado en cada ocasin, y que al mismo tiempo est abierto a nuevos horizontes, pues Dios dilata continuamente las posibilidades del alma para hacerla capaz de bienes siempre mayores. Dios mismo ha sembrado en nosotros semillas de bien y de l surge toda iniciativa de santidad, modela el bloque... Limando y puliendo nuestro espritu forma en nosotros a Cristo (In Psalmos 2,11: PG 44,544B). Gregorio aclara: No es obra nuestra, y no es tampoco el xito de una potencia humana el llegar a ser semejantes a la Divinidad, sino el resultado de la generosidad de Dios, que desde su origen ofreci a nuestra naturaleza la gracia de la semejanza con l (De virginitate 1 2,2: SC 119,408-410). Para el alma, por tanto, no se trata de conocer algo de Dios, sino de tener a Dios en s (De beatitudinibus 6: PG 44,1269c). De hecho, constata agudamente Gregorio, la divinidad es pureza, es liberacin de las pasiones y remocin de todo mal: si todo esto est en ti, Dios realmente est en ti (De beatitudinibus 6: PG 44,1272C). Cuando tenemos a Dios en nosotros, cuando el hombre ama a Dios, por esa reciprocidad que es propia de la ley del amor, quiere lo que Dios mismo quiere (Cf. Homilia in Canticum 9: PG 44,956ac), y, por tanto, coopera con Dios para modelar en s la imagen divina, de manera que nuestro nacimiento espiritual es el resultado de una opcin libre, y nosotros somos en cierto sentido los padres de nosotros mismos, crendonos como nosotros mismos queremos ser, y formndonos por nuestra voluntad segn el modelo que escogemos (Vita Moysis 2,3: SC 1bis,108). Con mucha claridad, Gregorio recuerda que todos dependemos de Dios, y por ello exclama: No pensis que todo es vuestro! Tiene que haber tambin una parte para los pobres, los amigos de Dios. La verdad, de hecho, es que todo procede de Dios, Padre universal, y que somos hermanos, y pertenecemos a una misma extirpe (Ibdem.: PG 46,465b). Entonces, el cristiano debe examinarse, sigue insistiendo Gregorio: Pero, de qu te sirve ayunar y hacer abstinencia, si despus con tu maldad no haces ms que dao a tu hermano? Qu ganas, ante Dios, por el hecho de no comer de lo tuyo, si despus, actuando injustamente arrancas de las manos del pobre lo que es suyo? (Ibdem: PG 46,456a). El hombre tiene, por tanto, como fin la contemplacin de Dios. Slo en ella podr encontrar su plenitud. Para anticipar en cierto sentido este objetivo ya en esta vida tiene que avanzar incesantemente hacia una vida espiritual, una vida de dilogo con Dios. En otras palabras y esta es la leccin importante que nos deja san Gregorio de Nisa la plena realizacin del hombre consiste en la santidad, en una vida vivida en el encuentro con Dios, que de este modo se hace luminosa tambin para los dems, tambin para el mundo.