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Master de Estudios Contemporáneos e Investigación Avanzada, Universidad

Jaume I. España
Trabajo Práctico materia: La Sexualidad ¿objeto de historia?
Profesor: Jean Louis Guereña – Universidad Francois-Rabelais, Tours. Francia
Alumno: Guillermo Gabriel Fernández Amado

Michel Foucault.
HISTORIA DE LA SEXUALIDAD 1, LA VOLUNTAD DE
SABER.
ASPECTOS HISTORICOS Y PSICOANALITICOS. UNA MIRADA A LA PORNOGRAFIA

Las hipótesis que Foucault despliega en este libro acerca de aquéllo que tanto Freud como
Lacan ubican como fundamento de la concepción psicoanalítica de la sexualidad, rompe con el
esquema de estos, ya que inaugura una visión histórica (genealógica) para su análisis.
Su perspectiva a diferencia del psicoanálisis, no está centrada ni en la represión ni en la Ley;
menos aún en la Ley que para el psicoanálisis funciona como Ley de Leyes: la prohibición del
incesto.
En una entrevista Foucault afirma: “Tomemos al incesto, por ejemplo. El incesto ha sido,
durante mucho tiempo, una práctica popular –entiendo por esto una práctica muy extendida en
el pueblo. Es hacia fines del siglo XIX que diversas presiones sociales han comenzado a
ejercerse contra el incesto. Es claro que el gran dilema del incesto es una invención de los
intelectuales”.1
Foucault señala que existe cierto conjunto de ideas, teorías y argumentos que apoyan y
refuerzan la idea de una cultura burguesa y represiva para con la sexualidad, la que denomina
hipótesis represiva y le opone una hipótesis de trabajo propia: la hipótesis discursiva.
La burguesía se habría empeñado, desde el siglo XVIII, en proveerse una sexualidad para
construir en base a ella, un cuerpo que le diera una especificidad y que constituyera su rasgo
diferencial. Las capas populares en el curso del siglo XIX, fueron alcanzadas por el dispositivo
de la sexualidad, pero los objetivos eran muy distintos de aquellos que la burguesía perseguía
al adjudicarse a sí misma una sexualidad: la extensión del dispositivo a las clases populares se
llevó a cabo con fines de sujeción política y control económico. Al generalizarse el dispositivo
de la sexualidad, la posesión de un cuerpo sexual perdió el valor de rasgo distintivo de la
burguesía, motivo por el cual se hizo necesario introducir un nuevo elemento diferenciador que
le sirviera a la burguesía para marcar, a partir de allí, su singularidad de clase. Vemos surgir en
ese momento, la teoría de la represión. Lo específicamente burgués comenzará a ser,
entonces, el modo en que opera sobre su sexualidad: la prohibición.
Cada hipótesis (la represiva y la discursiva) se presenta en secuencias históricas distintas;
cada una construye una historia de la sexualidad distinta.
Según la hipótesis represiva tenemos tres momentos en la historia de la sexualidad:
a) la experiencia salvaje u original de la sexualidad como período de libertad sexual, antes del
XVII
b) la creciente represión de la sexualidad con la emergencia del capitalismo, donde la moral
victoriana representa el punto de maduración de la represión burguesa sobre el sexo (siglo
XIX)
c) la paulatina liberación de la sexualidad, desde Freud hasta nuestros días; a lo que hay que
sumarle la pujante promesa de un futuro de libertad restituida.
Hay una historia de la sexualidad construida sobre la base de una hipótesis represiva, es la
historia de la crónica de una represión creciente hasta la llegada del Freud, quien daría
comienzo a otro tiempo, el de la ansiada liberación. Es en este momento en que el
psicoanálisis se inserta postulando un vínculo esencial entre la Ley (Ley que instaura una falta)
y el deseo.
Toda hipótesis sobre la historia de la sexualidad supone ante todo una concepción del poder,
fundada en dos tiempos, el de la represión y el de la liberación.

1
Michel Foucault. Entrevista publicada en ‘Sexual choice, Sexual act’ publicada, Salgamundi n° 58-59,
1982.
Es el poder el que instaura la prohibición al tiempo que promete una liberación. A esta hipotesis
represiva Foucault contrapone una concepción polimórfica del poder, fundada en técnicas a las
que una voluntad de saber sirve de soporte e instrumento.
El poder no es fundamental o esencialmente represivo, sino múltiple, polifacético. Foucault
parece afirmar que el psicoanálisis se apoya exclusivamente en una hipótesis represiva pero a
lo largo del libro empieza a plantear alternativas a la misma, ya que que algunos psicoanalistas
habían cuestionado la representación del deseo como una energía rebelde a la que habría que
dominar y someter por medio de la ley de la represión (entre ellos Lacan), por la sencilla razón
de que la ley sería constitutiva del deseo. Foucault formula el proyecto de identificar las
instancias productoras de discursividad, de poder y de saber, haciendo su historia y la de sus
transformaciones en los últimos tres siglos. La hipótesis represiva ubica el comienzo de una
edad de represión en el siglo XVII, y el comienzo de la liberación en el siglo XIX.
La hipótesis discursive es entonces “la hipótesis general del trabajo: La sociedad que se
desarrolla en el siglo XVIII, llámesela como se quiera, burguesa, capitalista o industrial, no
opuso al sexo un rechazo fundamental a reconocerlo. Al contrario, puso en acción todo un
aparato para producir sobre él discursos verdaderos.”2
Foucault va a establecer otra secuencia histórica a la Freudiana. En lugar de una creciente
censura en torno al sexo identifica una coacción discursiva que hace hablar al sujeto sobre el
sexo. Esta coacción discursiva se remonta hasta la pastoral católica del XVII, antecedente
directo de las estrategias contemporáneas del poder. Luego, durante el siglo XVIII y mediados
del XIX, hay un período de intensificación de la coacción, una explosión discursiva en torno al
sexo: la medicina, la psiquiatría y la justicia penal “que filtraban las sexualidades de las parejas,
de los padres y de los niños, de los adolescentes peligrosos y en peligro… nace hacia el siglo
XVIII una incitación política, económica y técnica a hablar del sexo”3.
Durante este período se altera la economía del poder respecto de la construcción de la verdad
del sexo; alteración provocada por cierto “interés público” sobre el sexo y la verdad producida a
partir de él y por él.
Desde la hipótesis represiva, la moral victoriana de finales del siglo XIX, juega un papel como
momento histórico, y la represión como operación del poder. Esta moral es considerada como
el momento de mayor censura sobre la sexualidad, y adquiere otro sentido desde la nueva
perspectiva, el de accidente histórico constituido más bien por los pudores del “puritanismo
victoriano”, secundario y regional desde una visión de conjunto de la economía general del
discurso sobre la sexualidad en occidente.
Foucault, encuentra que en estos últimos tres siglos se destaca, más que la represión, una
verdadera explosión discursiva en torno y a propósito del sexo. Existe una proliferación de los
discursos sobre el sexo. Las instancias de poder se obstinaron en oir y hacer hablar sobre ello,
una suerte de auge discursivo que conspiraría contra la idea de un poder que opera a partir de
una ley instauradora de la prohibición, la exclusion y la censura.
Foucault da consistencia a su hipótesis trazando los pasos de la constitución y luego difusión
del dispositivo discursive.Se focaliza en el Concilio de Trento, como institución histórica del
sacramento de la penitencia y la confesión, entendiendo el porqué cuando se trata de sexo o
de los actos eróticos y el deseo, todo debe ser dicho y mediado por la palabra.
Por eso se focaliza en el pasaje histórico del régimen monacal-elitista, a su generalización y
conversión en una coacción general, con una expansión de la obligatoriedad de la confesión
que posteriormente terminó influyendo sobre la literature, con la aparición de obras cuya
finalidad era la de sacar la verdad de las profundidades del ser, plasmándose en una forma de
filosofar consistente en el examen de sí mismo. Con estas prácticas, los puntos de los que
parte la obligación de confesar se multiplican y se ramifican, perdiendo de vista su carácter
imperativo e invirtiendo su lógica para aparecer como la necesidad de confesar, de sacar a la
luz lo secreto.
Este proceso histórico crea un discurso que comienza en una restringida tradición monástica
para luego generalizarse a todo el mundo, desde la perspectiva de la estrategia de poder que
implantó la invitación a decirlo todo sobre el sexo, una puesta discursiva de la que se
esperaban efectos múltiples de desplazamiento, intensificación, reorientación y modificación
del deseo. Un mecanismo complejo y de variados efectos, no reductibles a un único vínculo
con la ley de prohibición que requiere atender a los entredichos policiales sobre el sexo, al que

2
Michel Foucault: Historia de la sexualidad, Tomo I: La voluntad del saber, 25ª ed.,México, Siglo XXI,
1998, pág. 87
3
La historia de la sexualidad 1…pág. 31
por otro lado también se intenta reglamentar, influir, orientar y recrear mediante discursos útiles
y públicos.
A partir de este proceso se abordará la cuestión de la población y los aspectos de la conducta
sexual ligada a ella, a las que se invadirá por medio de una amplia, variada y densa trama de
discursos y saberes. No hay sólo una manera de decir y una manera de callar, hay varias
maneras de producirlas e incitarlas.
Parte de su confrontación con la hipótesis represiva, lo realiza examinando una estrategia, la
implantación perversa. La historia oficial dice que se trató de decir no, de proscribir, reducir y
excluir ciertas prácticas en tanto excéntricas al ideal del matrimonio heterosexual, “Entonces la
sexualidad es cuidadosamente encerrada. La familia conyugal la confisca y la absorbe por
entero en la seriedad de la función reproductora. En torno al sexo: silencio, dicta la ley de la
pareja legítima y procreadora. Se impone como modelo, hace valer la norma, detenta la
verdad, retiene el derecho de hablar, reservándose el principio del secreto. Tanto en el espacio
social como en el corazón de cada hogar existe un único lugar de sexualidad reconocida,
utilitaria y fecunda: la alcoba de los padres. El resto no tiene más que esfumarse, la
conveniencia de las actitudes esquiva los cuerpos, la decencia de las palabras blanquea los
discursos. Y el estéril, si insiste y se muestra demasiado, vira a lo anormal: recibirá la
condición de tal y deberá pagar las correspondientes sanciones.” Afirma sobre la burguesía
victoriana.4
Foucault encuentra que por el contrario que en los últimos tres siglos hubo multiplicación,
dispersion e iniciación de heterogeneidades sexuales. Al comienzo hubo, explícitamente, tres
códigos, el canónico, la pastoral cristiana y la ley civil, centrados en las relaciones
matrimoniales. La tríada de códigos ordenadores fue entonces al comienzo de naturaleza
juridical, pero luego tuvo lugar una transformación constatada en la explosión discursiva
existente en los siglos XVIII y XIX. Dicha explosión se conjuga con un paulatino
descentramiento de la monogamia heterosexual, siguiendole una disociación entre las leyes
matrimoniales y las reglas inmanentes de la sexualidad que comienzan a inscribirse en dos
registros diferentes. Aparecen entonces las sexualidades periféricas. Foucault afirma que no se
trata de que una época se diferencie de otra por el grado de represión, sino que difieren en el
modo en que se ejerce y se concibe el poder.
Foucault se pregunta cómo ha podido suceder que el lirismo y la religiosidad que acompañaron
mucho tiempo al proyecto revolucionario, en las sociedades industriales y occidentales se
hayan vuelto en buena hacia el sexo.
También se disocian la medicina del sexo y el psicoanálisis, este colabora con la estrategia que
integra a las sexualidades periféricas dentro del cuadro de una práctica médica. Por ejemplo el
psicoanálisis efectúa una inversión abordada no desde la relación padre -médico, sino desde el
lazo niño- médico, cuestionando la sexualidad del dispositivo familiar. El psicoanálisis colabora
entonces con la reintegración de la sexualidad al ámbito de la familia, del cual pareció querer
extraerlo en un primer momento. Los discursos generados respecto al sexo se hunden en el
cuerpo para luego proceder a su extracción y tratamiento como materia médica a la que se
aplica una tecnología de la salud y lo patológico. El poder pues ha hecho algo más que rozar
los cuerpos y acariciarlos con la mirada, extrae algo que previamente había inserto en ellos
para que luego los placeres re-descubiertos fluyan hacia el poder.
El discurso trasporta y produce poder, lo refuerza pero también lo debilita exponiendolo
fragilmente hasta permitir detenerlo. Del mismo modo, el silencio y el secreto abrigan el poder,
anclan sus prohibiciones; pero también negocian tolerancias más o menos oscuras, como por
ejemplo la historia de los pecados contra natura.
La extrema discreción de los textos sobre la sodomía generó la reticencia casi general de
hablar de ella, pero permitió durante mucho tiempo un doble funcionamiento: por una parte,
una extrema severidad (condena a la hoguera en el siglo XVIII) y, por otra una tolerancia
seguramente muy amplia (deducida indirectamente a partir de la rareza de las condenas
judiciales, y testimonios sobre las sociedades masculinas que podían existir en los ejércitos o
las cortes).
También en el siglo XIX, la aparición en la psiquiatría y la jurisprudencia, en la literatura y en
los discursos, de temas sobre homosexualidad, inversión y pederastia con seguridad permitió
un empuje de los controles sociales de estas "perversidades", pero permitió también la
constitución de un discurso "de rechazo": la homosexualidad se puso a hablar de sí misma, a
reivindicar su legitimidad.

4
La historia de la sexualidad 1…pág 10.
El psicoanálisis para Foucault tiene una función de mediación entre estas dos hipótesis
históricas. Este permitiría articular en un mismo movimiento el dispositivo de alianza y el
dispositivo de sexualidad.
El dispositivo de alianza tiene principalmente una función conservadora, de fijación y desarrollo
del parentesco y de transmisión de nombres y bienes, históricamente ligado a la conservación
y reproducción de los esquemas nobiliarios de poder, propio de la hipótesis represiva del
puritanismo victoriano.
El dispositivo de sexualidad, por su parte, funciona mediante técnicas móviles, diversas y
coyunturales de poder, tiene como objetivo la expansión permanente de los dominios y las
formas de control, tendiendo siempre a proliferar, innovar, inventar, penetrar los cuerpos de
manera cada vez más detallada y controlar las poblaciones de manera cada vez más global. Es
por todas estas características que Foucault ubica al dispositivo de sexualidad en relación con
las formas de poder que han estado en expansión con el surgimiento de la burguesía y
posteriormente con el capitalismo del sXX.
La familia será el escenario donde se den los intercambios y entrelazamientos de relaciones
entre estos dos dispositivos y es aquí donde podemos ubicar operándose la emergencia del
psicoanálisis, surgiendo como un discurso distinto del que había medicalizado la sexualidad, se
distancia de las tesis de la degeneración que dieron lugar a programas de eugenesia en íntima
articulación con la medicina de las perversiones y que constituyeron el núcleo de la tecnología
del sexo en el siglo XIX. El psicoanálisis construye un discurso propio sobre el sexo y la
sexualización de los lazos familiares.
El siglo XIX fue el momento en que Occidente desarrolló acerca del sexo, múltiples discursos
de pretensión científica como el psicoanálisis. Toda esta serie discursos que buscaban decir la
verdad del sexo, dieron particular privilegio a la técnica de la confesión. Pero el confesor
(psicoanalista) ya no fue solo el encargado de juzgar, perdonar o castigar, sino que debía
arrancar a quien se confesaba, algo del orden de la verdad. Foucault adjudica a la ciencia de la
sexualidad el papel de medio a través del cual pudo constituirse algo como la sexualidad, ya
que fue por medio de ella que el sexo dejó de ser considerado tan solo asunto de placer, para
inscribirse en el régimen del saber.
El psicoanálisis permite poner en discurso al deseo incestuoso, haciendo derivar el origen
mismo de la sexualidad del dispositivo de alianza de cuya ley es portador. Foucault ubica la
utilización del psicoanálisis como el medio que permitió que se invirtieran las relaciones entre el
dispositivo de alianza y el de sexualidad: esta última apoyada en el sistema de alianza.
“Con el psicoanálisis” dice, “da cuerpo y vida a las reglas de la alianza saturándolas de
deseo”.5
La pregunta con final aún abierto es ¿Como esta saturación de deseo impacta en las reglas
deterioradas del dispositivo de alianza?¿Como se da esta ruptura legal y que efectos tiene el
dispositivo de sexualidad en el proceso histórico actual de transformación cultural y económica,
con tintes de mecanización, alienación y deshumanización como lo es el capitalismo
occidental?
No existe el discurso del poder por un lado y otro que se le oponga. Los discursos son
elementos o bloques tácticos en el campo de las relaciones de fuerza; puede haberlos
diferentes e incluso contradictorios en el interior de la misma estrategia.
A los discursos sobre el sexo no hay que preguntarles de cual teoría implícita derivan, a que
moral acompañan o ideología representan, sino que hay que interrogarlos en dos niveles: su
productividad táctica (efectos recíprocos de poder y saber) y su integración estratégica (cual
coyuntura y fuerzas involucra en los diversos enfrentamientos que se producen).
Existen pues dos niveles de reflexión: por un lado lo relativo al cambio histórico que ocurrió en
la ciencia, a partir del cual la sexualidad se convirtió en objeto de estudio, y por otro el
descubrimiento referido a las mutaciones de las formas de regular la sexualidad a lo largo del
tiempo. Una cosa es quién y desde dónde se estudia a la sexualidad, y otra es cómo y cuándo
ésta se manifiesta.
Las transformaciones de la ciencia en tanto forma de cultura, terminan por impactar a la
sexualidad que es otra forma de cultura, y viceversa. Los discursos científicos como lo fué el
psicoanalítico en el siglo XIX, forman parte de la regulación de las formas sexuales, como hoy
lo son los derechos sexuales y reproductivos.
Hay pues en Foucault un nuevo enfoque de la sexualidad, que es una construcción social que
va cambiando a la par del resto de los sistemas que rigen la vida en sociedad: lo económico,

5
La historia de la sexualidad 1…pág. 130
político, religioso, tecnológico, médico, científico, artístico y familiar. La sexualidad, a diferencia
de la pulsión sexual, no es universal sino singular puesto que la orientación del sujeto hacia un
objeto sexual no está pautado en la naturaleza de la especie.
Es un orden interpenetrado por los otros, que lo cortan, despedazan, reintegran, maquillan,
esconden o aplauden. El rastrea las maneras en las que se (de/re)construyen los discursos
sobre la sexualidad para preguntarse cuál es la lógica del poder que se esconde detrás de
ellos: “el punto esencial es tomar en consideración el hecho de que se hable de él, quiénes lo
hacen, los lugares y puntos de vista desde donde se habla, las instituciones que a tal cosa
incitan y que almacenan y difunden lo que se dice, en una palabra, el hecho discursivo global,
la puesta en discurso del sexo”. 6
Freud en cambio dice que “El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y
el animal es expresado en la biología mediante el supuesto de una “pulsión sexual”. En eso se
procede por analogía con la pulsión de nutrición: el hambre".7
No podemos decir que la sexualidad aparezca como enteramente ya dada en Foucault, aunque
el positivismo de las tesis de apoyo en lo biológico es manifiesto, pero podemos interpretar este
biologicismo freudiano como un marco de referencia teórico e institucional en lugar
de considerarlo un error de definición o un reduccionismo biologicista.
Foucault en cambio concibe la idea de sexo como construida por el dispositivo de la sexualidad
que elabora discursos entendidos como fuerzas en una red de relaciones de poder, con el fin
de profundizar su inserción y de extender su control sobre el conjunto de la sociedad. Por lo
tanto, la sexualidad es una construcción discursiva entre la economía del poder y los placeres
del cuerpo. “(...) ocasiones externas son decisivas para la reaparición de la actividad sexual,
cobran importancia grande y duradera”8. Las ocasiones externas y contingentes, pero
duraderas, son generadas por la cultura.
Sean los textos de Freud o de Foucault reconocemos una fuerza o entidad, distinta y exterior al
sujeto. En Freud a este afuera lo identificamos con la cultura y en Foucault con el poder. La
sexualidad se topa con un exterior que según el autor, se relaciona de un modo distinto con
ella.
Analicemos por ejemplo la industria pornográfica desarrollada desde comienzos del SXX. Este
subsistema de la sexualidad, requiere pues preguntarse sobre quiénes y cómo tratan a la
pornografía, y aquéllos que versan sobre las mutaciones en la misma.
Sin duda es difícil explorar las causas que subyacen a la metamorfosis y desentrañar qué le
corresponde a la tecnología, al mercado, al derecho, a la política, a la religión, a la demografía
u otros factores que inciden en la conformación del discurso del placer.
En el fondo la pornografía forma parte del mismo sistema victoriano y religioso que desde los
ultimos tres siglos llegó a vincular directa y exclusivamente al sexo con la reproducción y que,
dada esta relación, proscribió cualquier manifestación sexual encaminada al placer y no a la
perpetuación de la especie. La pornografía es el ultimo eslabón de ese extremo, visible a partir
de los cambios tecnológicos facilitados por la instauración del capitalismo moderno-occidental,
como asi su etapa posterior; la globalización.
Es la puesta en escena del placer por el placer mismo, y su repercusión masiva.
El rechazo que provoca es uno que emana de los confines más profundos e inconscientes de
la psique colectiva porque trastoca, precisamente, lo sagrado o los restos secularizados de la
ética sexual de la ética cristiana-occidental: “la sexualidad puesta al servicio de Dios y de la
reproducción”.
La pornografía, en parte, se entiende como contraposición a ella aunque la paradoja estriba en
que, al concebirse como binomios que se complementan, lo porno no puede articularse más
que como tabú, como pecado.
Barba y Montes afirman “En realidad la pornografía tal y como hoy la conocemos nace con
Boyle, con Newton, con Galileo, con Descartes…entre el siglo XVII y XVIII ocurrió una enorme
transformación filosófica en Europa; la naturaleza se mecanizó, los cuerpos se atomizaron, se
despojaron de sus apariencias y cualidades, se hicieron cognoscibles sólo en virtud de su
tamaño, forma, movimiento y peso… no es de extrañar que entre 1650 y 1690 la misma
generación europea que trata de mecanizar y atomizar la naturaleza invente el discurso
materialista y, con él, posibilite la pornografía. Enconces la misma narrativa erótica asumió

6
La historia de la sexualidad 1… pág.19
7
Sigmund Freud: Tres ensayos de la teoría sexual(1905), en Obras Completas, 1ª ed., Bs. As., Amorrortu
editores, 1978, vol. VII pág.123
8
Tres ensayos de la teoría sexual… pág.173
rápidamente el nuevo materialismo mecanicista; hombres y mujeres se unían como individuos
sin dimensión social, ya no eran miembros de corporaciones como Familia, Corte o Iglesia, se
unían como compradores y vendedores, productores y consumidores en un mercado sexual.
El discurso pornográfico proveía el vínculo perdido entre lo social y lo metafísico en pleno
estado de transformación, y era la ley del placer la única a la que los cuerpos reaccionaban
mecánicamente.”9
En esta época, la conducta sexual vino a ser regulada desde una nueva disciplina: la
psiquiatría y el psicoanálisis sobre la determinación de lo normal (natural) y lo anormal (anti-
natural). Desde entonces, la pornografía ha tenido que derrotar una doble presunción: la de
pecado y la de perversión.
El poder de la sociedad burguesa funciona sobre el cuerpo y el sexo, “No fija fronteras a la
sexualidad; prolonga sus diversas formas, persiguiéndolas según líneas de penetración
indefinida. No la excluye, la incluye en el cuerpo como modo de especificación de los
individuos; no intenta esquivarla; atrae sus variedades mediante espirales donde placer y poder
se refuerzan; no establece barreras; dispone lugares de máxima saturación. Produce y fija a la
disparidad sexual. La sociedad moderna es perversa, no a despecho de su puritanismo o como
contrapartida de su hipocresía; es perversa directa y realmente.”10
La pornografía es un claro exponente también de cómo el capitalismo utiliza los cuerpos y la
sexualidad como engranajes y correas de transmisión del capital, constituyendo una verdadera
industria de los cuerpos, situación imposible de concebir hace un siglo.
El éxito de la pornografía en la actualidad solo puede entenderse por la victoria del sistema
económico por sobre las demás esferas sociales: cultura, religión, ciencia a tal punto que la
industrialización de la pornografía genera mayores beneficios economicos que otras industrias
tradicionales. En este sentido, el esquema de Parsoniano, cuando habla de gratificaciones a
los actores sociales para mantener el sistema estabilizado, aporta un método comprensivo para
analizar a esta industria como proveedora de gratificaciones (pornografía=entretenimiento para
adultos) a una sociedad que por otro lado es cada vez mas individualista, oprimida, disciplinada
y controlada. Esta sociedad es por tanto consumidora y productora de pornografía como nunca
antes en la historia sucedió, al mismo tiempo que es menos libre, explotada y negada en su
sensibilidad corpórea al mejor estilo panóptico, como bien lo retrató Foucault en Vigilar y
Castigar.
La pornografía y su masividad actual solo fué posible gracias al capitalismo. Esto es de alguna
forma algo contrario a lo afirmado la concepción freudo-marxista de Wilheim Reich respecto a
los efectos de tales dispositivos como expresiones de solidificación e implantación de
disparidades sexuales, una suerte de variante del discurso del psicoanálisis que trató de hacer
coincidir el discurso sobre la moderna represión del sexo con las necesidades y exigencias del
desarrollo del capitalismo. A su entender hablar de sexo suponía una transgresión, una
liberación. Prometía entonces una ‘liberación’ a futuro, sobre la base de la transformación de
las relaciones productivas. Sin embargo tal liberación es incompatible con la capitalización de
tales prácticas ya que de base, a mayor acumulación y capitalización, mas alienación genera
tal proceso.
La pornografía no libera, sino que es expresion de un poder que oprime y norma, para permitir
excepciones en algunos casos, que permitan una acumulación extraordinaria de capital
concentrado.
Veamos algunas cifras y nuevos métodos de normar esta industria que produce excedentes
exorbitantes al tiempo que aliena (mercados ilegales e informales, precariedad de higiene,
enfermedades sexuales en aumento) a sus trabajadores.
En 1975, se estimó que el valor total de toda la pornografía hardcore en los Estados Unidos se
encontraba entre 5 y 10 millones de dólares.11
La revisión del código penal federal de 1979 afirmó que "sólo en Los Ángeles, el negocio del
porno produce 100 millones de dólares brutos anuales de beneficios". De acuerdo con la
Comisión del Fiscal General en Pornografía de 1986, la industria de ocio adulto norteamericana
ha crecido considerablemente durante los últimos treinta años a través de un proceso de
continuo cambio y expansión hacia nuevos mercados, aunque la producción se considere de
bajo-coste y clandestina.12

9
Barba y Montes, La ceremonia del porno, pp. 133-134.
10
La historia de la sexualidad 1…pág. 61-62
11
Martin Amis (17-03-2001). «A rough trade». guardian.co.uk.
12
Louis Fisher. American Constitutional Law. 1995.
Las cifras recientes de Forrester Research (1998-2008) sobre los ingresos del entretenimiento
para adultos se calculan a menudo sobre los 10 ó 13 mil millones de dólares, de los cuales 4 ó
6 mil millones serían legales.13
En 2007, la publicación The Observer también acreditó una cifra de 13 mil millones.14
Otras fuentes, citadas por Forbes (Adams Media Research, Veronis Suhler Communications
Industry Report y IVD), e incluyendo todo tipo de posibles productos (emisoras de vídeo, pay-
per-view en cable y satélite, sitios web, películas en hoteles, sexo telefónico, juguetes sexuales
y revistas) mencionan cifras sobre los 2.600 y 3.900 millones de dólares (sin contar telefonía
móvil). USA Today afirmó en 2004 que sitios web como Danni's Hard Drive y Cybererotica.com
generaron ese mismo año unos ingresos de 2.000 millones de dólares, alrededor del 10% de
todo el mercado pornográfico doméstico del momento.15
Según los datos de Forbes en 2001, los ingresos anuales se desagregan en Vídeos
pornográficos, entre 500 y 1.800 millones de dólares, Internet, 1.000 millones de dólares,
Revistas, 1.000 millones de dólares, Pay-per-view, 128 millones de dólares, Telefonía, 30
millones de dólares.16
Un reportaje de CBS News en noviembre de 2003 desveló que el 50% de los clientes de las
cadenas de hoteles Hilton, Marriott, Hyatt, Sheraton y Holiday Inn compraron películas
pornográficas, llegando al 70% de beneficios en servicio de habitaciones. Los ingresos por
telefonía son bajos comparados con otros países. El mayor estudio de producción de cine para
adultos del mundo, Vivid Entertainment, genera unos ingresos de 100 millones de dólares
anuales, distribuyendo unas 60 películas anuales y vendiéndolas en establecimientos,
habitaciones de hotel, redes de cable e Internet.17
El estudio Private Media Group, localizado en España, se encuentra listado en el NASDAQ.
Los vídeos de alquiler pasaron de algo menos de 80 millones en 1985 a 500 millones en 1993,
lo cual abarató la producción y requirió menos manos de obra técnica. 18

El análisis de Reich prometía entonces una ‘liberación’ a futuro, sobre la base de la


transformación de las relaciones productivas, con la promesa de una cierta felicidad en el
sujeto. Pero sin embargo en relación a las sexualidades periféricas, se observarán profundos
cambios y mutaciones sin que se hayan verificado los cambios predichos en las relaciones de
producción.
A mayor desarrollo y expansión del capitalismo, hay menos libertad individual por ejemplo para
escapar de la propiedad privada y el consumo, siendo la pornografía un ejemplo mas de estas
gratificaciones virtuales que alienan la corporeidad y sensibilidad del individuo. La racionalidad
instrumental volvió al hombre en un engranaje ya virtual, que se acopla discursivamente y
sexualmente a otras subjetividades, de forma cada vez mas mercantilizada y mediada por el
capital.
Es así que se entiende el puritarismo etico-moral-religioso del ascetismo norteamericano
moderno en contraposición al éxito y promoción de la industria pornográfica, ubicando a este
país en el número uno del ranking mundial de producción y consumo de estas mercancías
sexuales.

Volviendo a Foucault, no se trata tanto de encontrar una racionalidad nueva en ese juego entre
verdad y sexo, como de hacer, construir, ubicar, delimitar la historia y lugares históricos en la
empresa de decir la verdad del sexo. En el siglo XIX recibió una apariencia científica, pero
contaba con bases muy anteriores, desde la progresiva institución de la confesión a partir de la
reglamentación del sacramento de penitencia en el Concilio de Letrán, en 1215. Al mismo
tiempo señala el papel central que la confesión tenía en el orden de los poderes civiles y
religiosos.
Foucault intenta desentrañar la estructura del poder en la sexualidad, no como representación
de la misma, sino como un mecanismo, como un dispositivo que supone un conjunto de
relaciones sociales.

13
Dan Ackman, "How Big Is Porn?", Forbes.com, 25 May 2001.
14
Edward Helmore, "Home porn gives industry the blues", guardian.co.uk, 16 Dic 2007.
15
Jon Swartz, "Online porn often leads high-tech way", USATODAY.com, 9 Mar 2004.
16
Gary Strauss, "Cellphone technology rings in pornography in USA", USATODAY.com, 12 Dec 2005.
17
Forbes.com The Porn King
18
Money.CNN.com Prime-Time Porn Borrowing tactics from the old Hollywood studios...
La confesión fue, y sigue siendo hoy, la matriz general o ritual que rige la producción del
discurso verídico sobre el sexo, el cual ha sufrido una serie de transformaciones, primero
estuvo ligado a la práctica de la penitencia, luego se abrió a nuevas maneras de plantear los
dominios del sexo: imágenes, deseos, calidad del placer, etc. La articulación de la verdad sufre
una mutación al pasar del viejo modelo jurídico-religioso al científico. La sexualidad occidental
será principalmente producto de la construcción y reconstrucción de tal dispositivo. Son los
discursos y no sus representaciones, los que determinan sus caracteres fundamentales y los
que son objeto de la historia de la sexualidad. El poder no opuso al sexo sólo un rechazo sino
que produjo sobre él discursos verdaderos. Hay una producción de una verdad sexual
implantada en el cuerpo, operación que no es el efecto de la represión sino de la
instrumentación de una voluntad de saber que conlleva estrategias de poder.
Se supone que allí radica la clave universal sobre quiénes somos. Tal sujeción instituye un
espejismo de liberación. Ya no es cuestión de disciplinar el deseo por medio de la ley, sino de
plantearla como constitutiva de su estructura.
Foucault aborda las representaciones del poder a partir de la relación de la monarquía con la
ley, el derecho del soberano sobre sus subditos, incluso sobre la vida y la muerte, y analiza
tales representaciones en el preciso punto en el que esta relación sustituyó al orden feudal y se
hizo cargo de regular los lazos sociales, instaurando nuevos procedimientos de poder que no
funcionan ya por referencia exclusiva al derecho sino por medio de las técnicas, la
normalización, el disciplinamiento y el control.
Se trata de pensar el sexo sin la ley y a la vez, el poder sin el rey. El modelo jurídico queda
como apariencia, como cobertura, pero en verdad corresponde a una etapa anterior. La
posibilidad del Estado reposa en la integración institucional de tales relaciones de poder.
Foucault asocia la sexualidad a la cuestión del poder y lo político, proponiendo una generación
de una sexualidad fuera de la ley. El poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el
juego de relaciones móviles y no igualitarias; las relaciones de poder no están en posición de
exterioridad respecto de otros tipos de relaciones (procesos económicos, relaciones de
conocimiento, relaciones sexuales), sino que son inmanentes, no se hallan en posición de
superestructura, con un simple papel de prohibición; desempeñan, allí en donde actúan, un
papel directamente productor. El poder viene de abajo.
Existe por último una nueva transformación histórica, una nueva tecnología. La construcción y
el despliegue del dispositivo de sexualidad supuso un modo de invasión del cuerpo, que elige
como línea de penetración el orden biológico. El sexo-poder deja entonces su lugar al bio-
poder.
Concretamente, ese poder sobre la vida se desarrolló desde el siglo XVII en dos formas
principales interrelacionadas entre sí: el cuerpo como máquina, su educación, su docilidad, el
aumento de sus aptitudes, fuerzas, el crecimiento de su utilidad y eficiencia económica. El
segundo, formado algo más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, fue centrado en el cuerpo-
especie, en el cuerpo que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los
nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida, la higiene y la longevidad,
mediante una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población.
De ahí que en el siglo XIX, la sexualidad se constituyera en objeto y blanco de los controles
más detallados y fuera minuciosamente analizada y perseguida en todos los ámbitos de la vida
humana por los mecanismos de este bio-poder que, entre otras cosas, contribuye a la
formación del racismo en su forma moderna, biologizante.
La virtualización del cuerpo y el consumo de pornografía es un ejemplo de tal bio-poder, en su
version mercantilista, que fetichiza la sensibilidad corpórea.
En este punto, Foucault señala que el psicoanálisis, en su oposición a la teoría de la
degeneración y al racismo, introduce una retroversión histórica al reinscribir la temática de la
sexualidad en el sistema de la ley de la alianza, lo que implica ubicarla bajo un orden soberano,
pero en el polo opuesto al orden de la sangre y la herencia, que es el orden bajo el cual la
sexualidad ha sido ubicada por el racismo desde la segunda mitad del siglo XIX.
El modo de intervención del poder, los campos, las técnicas de invasión, son diferentes. Los
modos de manipulación también, no se trata ya de la palabra ni su centro en la confesión. Al
contrario, parte de una exclusión de la dimensión del sujeto en su referencia a la palabra. La
nueva tecnología privilegia el costado genético del orden sexual; sobre ello y a partir de ello,
opera en el desarrollo del capitalismo; este no pudo afirmarse sino al precio de la inserción
controlada de los cuerpos en el aparato de producción y mediante un ajuste de los fenómenos
de población a los procesos económicos. A principios de siglo fomentando la natalidad, y en la
actualidad restringiéndola, según sea la etapa o ciclo de crecimiento económico y sus
requisitos históricos. En alguna época prohibiendo a la pornografía, en otras promoviendo su
consumo y producción.
El sexo es, a un tiempo, acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie. Es utilizado
como matriz de las disciplinas y principio de las regulaciones. Por ello, en el siglo XIX, la
sexualidad es perseguida hasta en el más ínfimo detalle de las existencias; es acorralada en
las conductas, perseguida en los sueños; se la persigue hasta los primeros años de la infancia;
pasa a ser la cifra de la individualidad. Pero también se convierte en operaciones políticas, en
intervenciones económicas mediante incitaciones o frenos a la procreación, de campañas
ideológicas de responsabilización.
Esta tecnología del sexo escalona toda una serie de tácticas diversas que combinan el objetivo
de las disciplinas del cuerpo y el de la regulación de las poblaciones, hasta en lo sublime, ya
que cuando Occidente, hace ya mucho, descubrió el amor, le acordó suficiente precio como
para tornar aceptable la muerte; hoy, el sexo pretende esa equivalencia, la más elevada de
todas, ejerciendo sobre todos bastante fascinación como para que aceptemos allí el precio de
la muerte, y en caso de no aspirar a tales necesidades, consumirla en forma de pornografía por
ejemplo.
Al crear ese elemento imaginario que es "el sexo", el dispositivo de sexualidad permitió acceder
al principio esencial de su funcionamiento: el deseo del sexo, deseo de tenerlo, deseo de
acceder a él, de descubrirlo, de liberarlo, de articularlo como discurso, de formularlo como
verdad. Ironía del dispositivo: nos hace creer que en ello reside nuestra "liberación" y nos lo
vende como gratificación y entretenimiento.
Foucault afirma que la confesión cristiana se caracteriza por tener efectos fundamentalmente
sobre quien se confiesa, en el sentido de la pretensión de redimirlo, tornarlo inocente,
prometerle la salvación o la liberación. La historia del dispositivo de sexualidad puede valer
como una arqueología del psicoanálisis, siendo lícito rastrear también los efectos que la
confesión tiene sobre quien recibe la misma, es decir sobre el confesor o el psicoanalista. La
confesión, o la sesión de psicoanálisis, en su caso, tendría el valor de un ritual que se
despliega en una relación de poder. Justamente a partir del momento en que la cuestión del
sexo se torna medicalizable, que se impone un examen corporal, es donde Foucault ubica que
no sólo el control se vuelve más eficaz sino que también se constituye una “sensualización del
poder y beneficio del placer”.19
Es el psicoanálisis el que se propone en un principio, recorrer la sexualidad por fuera de la
familia. El placer que es llamado a confesarse, es singularizado, fijado y animado por el poder
que se encarga de sacarlo a la luz. De este modo se producen dos efectos simultáneos: “el
placer irradia sobre el poder que lo persigue; el poder ancla el placer que acaba de
desembozar”.20
Pero resultó ser que en el corazón mismo de esa sexualidad, volvió a encontrar la ley de la
alianza, el incesto, aunque esta vez las relaciones se invierten: si en un principio la ley de la
alianza codificaba esa sexualidad en plena constitución, “con el psicoanálisis, la sexualidad da
cuerpo y vida a las reglas de la alianza saturándolas de deseo”.
Es posible ubicar en este punto lo que Foucault llama la retroversión histórica del psicoanálisis,
ya que encuentra al antiguo orden de poder bajo la forma de la Ley de la alianza, operando en
el núcleo del dispositivo de la sexualidad.21
Así las prácticas de confesión-examen funcionan como mecanismos de doble impulso: placer y
poder. El placer se deriva de una fuente doble: el placer de ejercer un poder indagador,
vigilante, acechante y a la vez el placer que se extrae del juego de intentar escapar a ese
poder. Habría entre ambos un reforzamiento recíproco: el poder que se complace en acechar al
placer y que finalmente queda capturado por éste y el placer que deriva su poder de la
posibilidad de exhibirse, resistir y escandalizar.
Ahora bien, el carácter patológico o anormal en el campo de la sexualidad según Freud, implica
una relación directa entre el carácter represivo de la cultura y las enfermedades nerviosas.
Para Foucault en cambio lo patológico de la sexualidad no sería consecuencia directa de una
represión extrema del poder sobre el sujeto, no es unicamente el poder que restringe sino que
“La implantación de las perversiones es un efecto instrumento: merced al aislamiento, la
intensificación y la consolidación de las sexualidades periféricas, las relaciones del poder con el
sexo y el placer se ramifican, se multiplican, miden el cuerpo y penetran en las conductas…

19
La historia de la sexualidad 1… pág. 58
20
La historia de la sexualidad 1… pág. 59
21
La historia de la sexualidad 1… pág. 138
Poder y placer no se anulan; no se vuelven el uno contra el otro; se persiguen, se encabalgan
y reactivan. Se encadenan según mecanismos complejos y positivos de excitación y de
incitación”.22
En esta clave se puede comprender por ejemplo como la Industria de la Pornografía desplazó
en volumen de negocios y de rentabilidad, a la Industria del Cine en Hollywood, ese es la
magnitud del efecto tiene el placer y el poder reactivandose aceleradamente, de forma global,
reprobando la pornografía al mismo tiempo que incita a su consumo, acumulándose poder y
placer, concentrándose cada vez más en ciertas gratificaciones sexuales, en el marco de un
período como el actual, de un capitalismo salvaje que excluye sensibilidades mientras
deshumaniza, como podrían argumentar algunos exponentes de la escuela de Frankfurt.

22
Michel Foucault: Historia de la sexualidad, Tomo I: La voluntad del saber, México, 25ª ed., México,
Siglo XXI, 1998, p. 63
OTRAS FUENTES BIBLIOGRAFICAS CONSULTADAS:

ERIBON, Didier: Michel Foucault y sus contemporáneos.


FOUCAULT, Michel: Microfísica del poder.
FOUCAULT, Michel: Tecnologías del yo y otros textos afines.
FOUCAULT, Michel: Vigilar y Castigar.
GROSRICHARD, Alain: “El juego de Michel Foucault”.
MILLER, J.A.: “Michel Foucault y el psicoanálisis”.
MOREY, Miguel: Lectura de Foucault.
ORTIZ, Adrián: Psicoanálisis, Foucault ¿relación?.
VEZZETTI, Hugo: “Michel Foucault: apuntes para una arqueología de la psicología”.
FREUD, Sigmund: “El sepultamiento del complejo de Edipo”.
FREUD, Sigmund: “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los
sexos”
FREUD, Sigmund: “El malestar en la Cultura”
MACEY, David: Las vidas de Michel Foucault.
Apuntes varios del Semanario de Psicología http://www.elseminario.com.ar/

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