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Me he acostumbrado a hablar con mi sombra
me trata bien, le digo cosas, me escucha
Su silencio me deja ver que me entiende
que comprende la soledad que me acompaña
Han sido tantas las veces que estamos juntos
que cuando eso no ocurre, me asusto
El hombre se amolda al tamaño de su dolor
se encuentra sumido en un qué hacer
y deja tranquilo que los ríos pasen y se lleven
las preocupaciones que pudieron ser ayer
que no han cambiado, pero que no han de volver
Me he acostumbrado a hablar con mi sombra
que cuando no me acompaña, la trato de ver
La busco en los rincones silentes de mi casa
en la acostumbrada terraza, donde suelo conocer
a, una luna que aparece tan enamorada
vertiendo su plata para mí y, por doquier
Me he acostumbrado a cosas tan extrañas
que la soledad, ya no sé si es buena o mala
y cuando genero esas dudas que se arraigan
vienes, en sigilo, acercas tu voz a mis oídos
proyectas ideas dormidas dándole fuerza a los sentidos
como sin querer, me dices algunas cosas por escrito
con ello, veo que creas deseos que oprimidos
de una buena vez, saltan juveniles de mi conciencia
Lo hacen en el espera inusitada de un lamento
Y cual paciente costumbre que ya está enquistada
vienes, me cantas, llegas, cambias en un suspiro
la agotada calma que desde tiempo, vive conmigo
A veces y hoy ya me consta, cuando en la vida transito
si levanto mi vista, aparecen señas variadas en el camino
aunque no lo creas, unas se dejan ver, no dicen nada
otras, como tu sombra, la del sonido de tu voz
se asientan, crecen me convierten en amigo
permitiendo darle nuevos aires a mi cuerpo
Por ello te pido cuando me aleje de ti
cuando lo haga por cualquier motivo
no dejes de llamarme, hablar, hazlo conmigo
a cambio te ofrezco más de un saludo
te regalaré un poema, una rosa roja, un beso
y todo aquello que de algún modo
complace esa caricia que le das a mis oídos
samuelakininlevy

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