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El conocerse a uno mismo y conocer a los otros que son como uno
mismo, ha sido el contenido principal de la sabiduría humana. Además,
el conocerse a sí mismo es además requisito de madurez personal; pues
no se pasa de la infancia a la adultez sin preguntarse ¿qué es un hombre
y qué o quién soy yo?. La respuesta a tal pregunta la debe buscar cada
generación humana, cada filosofía y cada hombre.
La visión del hombre, que entre los griegos fue de carácter esencialista y
estática, tuvo un concepto cíclico de la historia (la historia es como un
círculo). Mientras que la visión cristiana es progresiva (la historia del
hombre es lineal) y marca un cambio profundo respecto a la filosofía
griega, pues se trata de una historia soteriológica (de
salvación)interpretada desde Cristo como eje y centro de la historia que
es la base unitaria tanto en san Pablo, san Agustín y Teilhard de Chardin.
2. EL HOMBRE Y SU LIBERTAD
Pues, el hombre es un ser consciente: sólo él sabe que sabe, por eso
Friedrich Nietzsche (1844-1900) habló del hombre como único animal
capaz de hacer promesas. El hombre es el único animal que ríe y que
sonríe, evidenciando ahí las posibilidades de inteligencia comunicativa y
recíproca entre los hombres. Pero muchas veces, y debido a la
introducción de técnicas electrónicas de las cuales casi nadie tiene la
menor idea de cómo todo eso funciona, pareciera que el hombre de
nuestro tiempo ejecuta constantemente operaciones sin inteligibilidad;
es decir, se vive con una extrañísima renuncia a entender, confiando en
el éxito, en la eficacia, sin preocuparse de más.
3. LA FILOSOFÍA EN EL TIEMPO
Es una crítica universal, que somete todas las opiniones, todas las
imágenes del mundo y cualquier exigencia de sentido a su juicio como
ciencia racional. Es una crítica de las ideologías, de la religión, de la
ciencia empírica y de la sociedad. Combate todo dogmatismo acrítico,
con lo que adopta una función clarificadora en la sociedad.
Para Platón, los filósofos son aquellos que pueden entender cualquier
cosa que sea; prefieren siempre aquel saber que les revela algo del ser,
el cual no cambia con ningún nacimiento ni muerte. Persiguen el ser
mismo, por lo que no pueden permanecer en las muchas cosas
particulares, que se consideran como entes; más bien deben seguir
adelante sin dejarse cegar, y su afición sólo se satisface cuando han
comprendido la naturaleza misma de cada ser que existe, y lo hacen con
la fuerza del alma, que es capaz de entenderlo. De ese modo se
aproximan al verdadero ser y se mezclan con él, produciendo así razón y
verdad. (La República, p. 160).
En lo que nosotros afirmamos sobre Dios, para Tomás de Aquino hay dos
tipos de verdad. En efecto, algunas cosas son verdaderas respecto de
Dios, pero superan toda la capacidad de la razón humana, como el que
sea trino y uno. Pero hay otras cosas que sólo la razón humana puede
alcanzarlas, como que Dios existe, que es uno y algunas otras de esta
índole, que también los filósofos han podido demostrar con sus
razonamientos, a lo cual los condujo la luz de la razón natural.
René Descartes afirmaba que quería explicar ante todo qué es filosofía y
empezó por las cosas más sencillas, como que la palabra filosofía
significa estudio de la sabiduría y que por sabiduría no sólo se entiende
la astucia habitual sino un saber completo sobre todas las cosas, que el
hombre puede conocer, tanto con vistas a obtener una orientación para
su vida, como para conservar su salud y descubrir todas las artes. Quiso
explicar que para el logro de ese saber es necesario partir de las causas
primeras.
Así pues, quien se esfuerza por obtener ese conocimiento, debe empezar
por investigar esas causas primeras, que son justamente los principios.
Dos son las condiciones fundamentales respecto de tales principios: la
primera, que sean claras y evidentes para que el espíritu humano no
pueda dudar de su verdad al considerarlas atentamente; la segunda,
que el conocimiento de las otras cosas depende de las mismas hasta el
punto de que los principios puedan conocerse sin el conocimiento de
esas cosas, pero no a la inversa: que puedan conocerse esas cosas sin
los principios.
Karl Popper (1902-_ ) afirma que todos los hombres tienen una filosofía,
sabiéndolo o sin saberlo. Admitamos que todas estas filosofías nuestras
no sean muy valiosas. Pero su influencia sobre nuestro pensamiento y
nuestra actuación a menudo es desoladora. Por lo que se hace necesario
un análisis crítico de nuestras filosofías. Esa es la tarea de la filosofía. Así
como cada uno tiene su filosofía, también cada cual tiene (generalmente
sin saberlo) su teoría del conocimiento; y hay muchas razones para
pensar que nuestras teorías epistemológicas influyen decisivamente en
nuestras filosofías. Su pregunta básica es ésta: ¿Podemos saber algo?...
La respuesta no es pesimista, relativista ni escéptica; muestra que
podemos aprender de nuestros errores. Es posible una aproximación a la
verdad. Nuestro saber es una consulta crítica, un nido de hipótesis, un
trenzado de suposiciones.
5. EL FUTURO DE LA FILOSOFÍA