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Teoria Critica dos TORS Te HILO, 4,4| Nerd eet one its RO Teese Antonio Carlos Wolk Nucor uence) pena aan Cee rT Sanchez Rubic ardo nu rere Mee) Rc Jas¢ Carlos Moreira da Silva Fitho Pee ae ati Juan Carlos Suarez Nraey es kerr le de cr Ren terete Rte oa eee te Mgeaae tenet ree ete) de Carvalho Sa © EDIPUCRS, 2008 ‘Capa: Vinkeius Xavier Preparagao de originais: Eurico Saldanha de Lemos Revisio: dos Autores Eaitoragao © compasigia: Phenix Produgdes Graticas Inpristos seabanene EPECE jonais de Catalogacto na Publicagia (CIP) 314 __‘Teoriacritce des direitos humanos no século XXI/ Alejandro Rosillo Martinez... [et al]. - Porto Alegre: EDIPUCRS, 2008, 5290p. presents textos em portugits ¢ espanol, ISBN 978-85-7430-776-3 1. Direitos Humanes 2. Teoria Critica, 3. Filosofia do Direito. 4, Phuralismio (Digeito), 5, Multiculturalismo. 1. Martinez, Alejan- dro Resillo, Dados Intern COD 361.27 Ficha Cotalografica elaborada polo Setorde Tratamento da Informacaa da BC-PUCRS e edipucrs tomeces (x dprang, 6681» Pio 39 ‘Cotea Ml 128 ‘0689 908 PORTO ALR RERS ‘ees Romeo (1) 30209828, Fain eslpacmpucrbe Proibida a reprodugo total ou parcial desta obra sem autorizagao express ca 6 - EL POTENCIAL EPISTEMOLOGICO Y TEORICO DE LA HISTORIA ORAL: DE LA LOGICA INSTRUMENTAL A LA DESCOLONIZACION DE LA HISTORIA’ Silvia Rivera Cusicanqui Cuando, en 1969 Jorge Luis Borges publicé su pequefto relate titulado “El etnégrafo”, quizas no se percatara del todo de que en esas dos paginas estaba resumiendo las principa- les problemas epistemoldgicos y éticos de las ciencias soci ales de nuestra época. Relata Borges que un estudiante de dectorado de una universidad nerteamericana habia sido in- ducido por su profesor al estudio de las lenguas indigenas y de los ritos tribales de una sociedad de indios de la pradera. Los secretos de los brujos indios = una vez analizados y verti- dos en categorias aceptables para la comunidad cientifica - permitirian al etndgrafo obtener el ansiado titulo doctoral y ganar un sitial de prestigio en la estructura académica oficial de su pais. Murdock, asf se Hamaba el etndégrafo en ciernes, ensayé por dos afios la aventura de convivir con la tribu de indios de la pradera. Aprendié su idioma, “se cubrid con ro- pas extrafas, olvidé los amigos y la ciudad, llegé a pensar de " Los contenidos de esta ponencia han surgido de innumerables discusiones internas con los compaiieros y compaieras del Taller de Historia Oral Andina, en sesiones de reflexidn y autocritica sobre nuestro trabajo con comunidades andinas y sectores artesanales urbanos. Aunque me hago responsable de la sistematizacién presentada, cabe recalcar la dinémica colectiva que dio origen a muchas de estas ideas, 458 CUSICANOUL Sia Rivera Ei PotencialEpistemoligca y Tevica de La Hetra Oral una manera que su légica rechazaba’’. Su compenetracién con lacultura y cosmovisién indigena fue tan profunda, que “lle- g0 a sofiar en un idioma que no era el de sus padres”. Fue iniciado porel principal ritualista de la tribu. Este, al cabo de un largo aprendizaje, le confié las secretos de su doctrina ancestral. Cuando el estudiante Murdock retorné a la “civilizai Gn” se presenté ante su profesor para declarar que conocia los secretos de la cosmovisién indigena, pero que no los re- velaria a nadie. No escribié su tesis doctoral, se negé por el resto desu vida a hablar de esas experiencias, y terminé con- ve emplei v dad local. Argumentando sobre su deci dijo: “El secreto, por Io demis, no vale lo que valen los caminas que me con- dujeron a él, Esos caminos hay que andarlos" (Borges, 1974-989-990). El relato de Borges plantea con simplicidad el dilema epistemolégice de la etnografia: la esencial intraductibilidad ~ lingiiistica y cultural ~ propia de una relacién asimétrica entre individues y culturas cuyo horizonte cognoscitivo es diametralmente opuesto. Pero al mismo tiempo, plantea el dilema ético que sacude a las ciencias sociales contempora- neas: ET conocimiento fetichizado y convertido en instrumento de prestigio y poder, puede volcarse en contra de las necesi- dades e intereses de la colectividad estudiada, y el investiga- dor transformarse en agente inconsciente de su derrota o de- sintegracién. Desvelar y desnudar lo que se conoce del “otro” - sea éste un pueblo indio colonizado, o cualquier sector“ balterno” de la sociedad - equivale entonces a una traicién. Frente a esta posibilidad desesperanzadora, el silencio se con- vierte entonces en la nica forma de manifestar el compro- miso ético con el grupo social estudiado, aunque esta actitud pasiva no haga sino reforzar su clausura e intraductibilidad. En Ta presente ponencia voy a exponer como ha venido siendo enfrentado este dilema en nuestro pais, a partir de la Teoris Critica dos Dros Humancs no Séoxlo XX. 459 experiencia de trabajo del Taller de Historia Oral And Teviamente, Voy a sefialar a grandes rasgos el contexto s cial y politico de la investigacién social en América Latina en las tiltimas dos décadas, destacando dos momentos con- cretos: el primero enmarcado en el ascenso de las moviliza- ciones sociales y politicas populares de la década de los anos 70, que condujo a la elaboracion de una nueva propuesta metodoldgica basada en la “investigacién-accién”. El segun- do, se caractet mas bien por un profundo reflujo y frag- mentacién de estas movilizaciones y proyectos politicos, que configura un panorama de intensa biisqueda de nuevos es- tilos y métodos de trabajo. En paises como Bolivia, esta se- gunda coyuntura vio surgir vigorosos fendmenos de auto- conciencia y organizacién auténoma india, que enmarcan el espacio de esta bisqueda y conducen a importantes re- planteamientos — teéricos y epistemoldgicos. Basandome en la experiencia del Taller de Historia Oral Andina de la UMSA ~y con apoyo en algunas referencias complementarias en el Ecuador — voy a apuntar algunas de las tematicas sobre las que giran estos cuestionamientos, a través de las cuales po- dra apreciarse que existen potenciales salidas a la tajante disyuntiva que plantea el relato de Borges y la etnografia tradicional. 1. El contexto latinoamericano: auge y crisis del marxismo Desde fines de la década del 60 y gran parte de la del 70 las estructuras académicas de los paises andinos se hallaban sacudidas por una intensa fiebre. Los estudios marxistas — renovados por corrientes estructuralistas, encarnadas en la escuela althusseriana = habian creado la ilusién de que el marxismo habia al fin logrado producir un marco conceptu- al adecuado a la comprensién de sociedades tan abigarra- das y heterogéneas como las nuestras, en las que conviven sectores de fuerte concentracién obrera y capitalista, junto con las formas mas “primitivas” de organizacién social y 460 CUSICANQUI, Sivia Rivera +E! PotenciatEpistemoligico y Teco de La Historia Oral productiva, pasando por una enorme gama de situaciones intermedias. La teoria de los modos de produccién invadi6 asi la sociologia, la historiografia, la economia y la antropologia. En esta altima disciplina, resulta elocuente el que un conoci- do antropélogo peruano publicara en 1971 una tesis en la que se descubrié “el cardcter predominantemente capitalista de la economia peruana”, mostrando, a través de decenas de cuadros estadisticos, la subordinacién de una gran diversidad de “modos de produccién precapitalistas” (Montoya, 1984), Si bien esfuerzos como éste, en los que “la taxonomia predomina sobre la historia” han sido certeramente critica- dos en su momento (‘Tandeter, 1978), la importancia teérica de esta critica atin no ha sido totalmente asimilada por las ciencias sociales. Su argumento central se refiere a un hecho. que hoy nos parece evidente: el caracter colonial de nuestras sociedades, que desafia cualquier conceptualizacion en tér- minos de modos de produccién. Esta reflexién ya habia sido adelantada en 1973 por Garavaglia (en Assadourian y otros, 1973), en el contexto de una de las tantas fases del debate sobre les modes de produccién coloniales. No obstante, el conjunto de las discusiones permanecia anclado en el esque- ma marxista-estructuralista, y terminé recluido a la caracte~ in del periode colonial, De este modo, el planteamien- to del problema colonial, que pudo haber generado una im- portante renavacidn tedrica en aquellos nicleas de investi- gacién mas ligados a la problematica étnica, quedé amputa- do de sus potenciales efectos criticos. Por su parte, los antropdlogos se movian en direcciones contradictorias. La tendencia marxista-estructuralista inva- dia los programas académicos, madificaba curricula y gene- raba violentas controversias politico-cientificas. En la practi- ca, sus resultados fueron muy pobres: en pocas ocasiones pasaron més alld de declaraciones de principio antipositivis- tas, que luego eran acompaiiadas por descripciones mds 0 Teoria Citica dos Direitos Humans no Sheulo XN 464 menos tradicionales, en las que el énfasis en los procesos econémicos parecia la tinica demostracién de un “método marxista”. Junto a estas corrientes, en las que las sociedades indi- as eran frecuentemente encajadas en la camisa de fuerza de definiciones “clasistas”, se desarrollaban también otras, rela- tivamente marginales. Persist{an los enfoques desarrollistas sito de lo “tradicional” a lo “moderno”. Otros antropélogos etndlogos, por el contrario, cerraban filas en torno a la emer- gente disciplina de la etnohistoria, que muy a pesar de sud valiosisimas aportes en torno a la “originalidad” de las socie- dades indigenas, se recluy6 en la tarea de reconstruir céme eran éstas antes de la invasion colonial europea. Su visién. ad Ja colonia - en ocasiones un tanto apocaliptica — se limité a] definiciones por carencia constatando la “destruccién’, el “ de dichas sociedades, a bien} su “continuidad”, siempre disminuida y recortada por la opre-| sién colonial (ver, entre otros, Wachtel, 1973; Murra, 1975; Platt, 19767). En consecuencia, no aportaron sustancialmen te al conocimiento de nuevos fenémenos como la etnogéne- is, la articulacién ideolégica y la redefinicién estructural d escaso desarrolio de la antropologia académica, au- nado al bullicioso debate marxista sobre la cuestin agraria desde otras disciplinas, acabé integrando el grueso de la in- vestigacién antropoldgica en las corriente “campesinistas”, que por su rigida conceptualizacién en términos de clase, soslayaban también el tema de las relaciones coloniales; su visin homogeneizadora relegaba a las sociedades nativas al papel de un modo de produccién mas, articulado y domina- do por el capitalismo, al igual que cualquier sociedad campe- * En otros trabajos (Platt, 1962), Platt desarrolla un nuevo enfoque de intropologfa histérica” que da cuenta de estos procesos. 162 CUSICANOUI, Sivia Rivera El Potencial Epstemoligio y Tebico de La Historia Oral sina. Por lo tanto, sus demandas debian integrarse en el cam- po mas vasto de las luchas “campesinas”, para no fragmentar y dividir el “campo popular”. El etndlogo oel etnohistoriador que continuaban insistiendo sobre la especificidad de la cu- estién étnica quedaron descalificados por la izquierda: Su “romanticism indigenista” y su “nostalgia por el pasado” los colocaban al margen de las grandes tareas revolucionarias que demandaba el futuro. ‘En esta historia en Ta que Tos protagonistas son Tas es- tructuras, la teoria y la investigacion social “comprometidas” sirvieron para encubrir nuevas practicas paternalistas y co- loniales frente a la cuestion étnica. Las elites de izquierda, de raiz cultural criolla occidental, tenian una visién meramente instrumental de las demandas étnicas: ellas eran titiles sélo en tanto no se autonomizaran de la movilizacién_popular controlada por la izquierda. Alli se esconde un esfuerzo de integrar y “civilizar” al indigena no muy diferenciado de las matrices ideolégicas que el marxismo combatia— el naciona- lismo y el liberalismo -, con las cuales comparte una visién evolucionista del devenir histérica, colecando a las socieda- des indigenas en idéntico papel de objetos de una misién ci- vilizadora. Su perspectiva no podia ser otra que la desinte- gracién, va sea dentro del molde del “ciudadano libre e igual” del capitalismo, 0 del trabajador masa del socialismo. En el plano epistemoldgico, se reproducia una relacion asimétrica entre un “sujeto cognoscente” que compartia en lo esencial la visién del mundo de la sociedad occidental domi- nante, y un “otro” étnico, cuya identidad era atribuida desde fuera, o forzada a una redefinicién radical, para eneajar con los intereses mas vastos del campesinado y el proletariada. Pese a todas las declaraciones verbales de compromiso con el pueblo, y la adscripcién principista a una epistemologfa “di- aléctica”, la labor investigativa generada por la mayoria de instituciones y militantes de la izquierda acab6é condenando al silencio y a la intraductibilidad a las conceptualizaciones ‘Teoria Critica dos Oiréites Humans no Stew XX 463 y sistematizaciones generadas desde adentro del grupo indi- ena estudiado. El silencio no fue roto por los investigadores, sino por los propios indigenas. El dramatico final de los procesos po- liticos reseftados - clausura, en la mayor parte de los casos violenta, de las “aperturas democraticas”, escaladas represi- vas, clandestinizacin de las organizaciones sindicales y po- liticas de izquierda - modificé sustancialmente el contexto de la investigacién social en nuestros paises. La desmoraliza- ciény fragmentacidn del movimiento popular institucionali- zado, se vio sin embargo contrastada por la emergencia de nuevos actores sociales, de dificil categorizacién segtin las concepciones habituales. De entre ellos - que abarcan una gama muy variada de definiciones no estrictamente clasis- tas, como los movimientos de mujeres, la movilizacién juve- nil, barrial y regional - quizds el mas significative para los is 10s sea el movimiento indio. Las causas que explican estos fenémenos son dificiles de establecer. Es posible que la intensa movilizacién social precedente ~ en muchos casos con significativa participaci- on del campesinado-indio — hubiese llevado a sus limites las estructuras estatales destinadas a cooptar y controlar a estos sectores, y a neutralizar sus conflictos. Con ello se produjo la quiebra de los modelos de control social como el indigenis- mo, el clientelismo y el “bonapartismo” estatal, que anterior- mente habian servido para bloquear las demandas auténo- Lo cierto es que en la década del 70 surgen en toda el area vigorosos procesos de auteconcieneia étnica y se forman organizaciones que reclaman para si el derecho de generar sus propias sistematizaciones ideolégicas y politicas, despla- zando del rel de intermediarios a los intelectuales y cientis- tas sociales de las diversas disciplinas. Un antropélogo co- lombiano hace al respecto una conmovedora declaracién post- facto: 164. SUSICANGUL Sivia Rivera + EI Potoncial Epistemologio y Tetrica de La Hisiona Oral “Ya sabemos que la opcién de una etnologia positiva y aca- demicista no es satisfactoria y nuestra desconfianza de un “activismo antropol6gico” irresponsable es justificada, (pues) la experiencia nos ha demostrado que éste se enfrenta desfa- vorablemente al poder constituido, Ademas, debemos acep- tarque los indigenas nos desplacen de su voceria y su defen- sa: Ellos mismos la van asumiendo cada dia més, atin a costa de pagar con sus vidas... debemos estar preparados, pues hacer etnologia sera cada vex mas dificil” (Uribe, 1980) Es claro que los matices subversivos de la investiga- cién no eran nada nuevo en la década de los anos 80. Sin embargo, las dificultades de la practica antropolégica no pu- dieron ser reconocidas sino més tarde, gracias a que las mo- vilizaciones y organizaciones indias asumian un creciente control y critica frente a los intentos de instrumentalizacién del investigador y del politico de izquierda. Fue ésta la base de los més sustanciales cuestionamientos epistemologicos y te6ricos hacia las disciplinas que trabajan con las sociedades indias, 2. La investigacién-accion: dun nuevo paradigma? La emergencia de nuevos fendmenos politicos y movi- lizaciones populares en el perfodo precedente ~ fines de la década del 60 y principios de la del 70 - no dejé, sin embar- go, de preducir importantes modificaciones en la practica investigativa. La instrumentalizacin implicita de la meto- dologfa positivista, con su pretendida “neutralidad valorati- va”, fue criticada en la practica y refutada en la teorfa. Por otra parte, el contacto intensificado de los investigadores con sujetos sociales actives y movilizados comenzé a generar, nuevos estilos de trabajo, poco ortedoxos pero mas adecua- dos a las exigencias practicas del momento. El énfasis co- menz6 a desplazarse de una exigencia interna a la légica del investigador (basqueda de coherencia, verificabilidad, ope- racionalizacién), a una exigencia externa y politicamente com- Teoria Crza dos Diretos Humans no Stewie XI 45 igacién significativos no sélo para el investigador y la comu- nidad académica, sino también para los intereses del grupo estudiado. Estos eran entendidos por lo general en términos de necesidades de transformacién radical de las condiciones de explotacién y opresién a que se halla sometido. Estos nue- vos estilos, surgidos al calor de la movilizacién social y poli- tica, comenzaron a producir reflexiones y sistematizaciones, y a clarificar sus diferencias con la tradicién heredada por las ciencias sociales latinoamericanas, do para analizar estos process. En 1977, se realizé en Carta- gena un simposio mundial sobre “Critica y Politica en Cien- cias Sociales” (Punta de Lanza, 1978), que constituyé un im- portante intento de sistematizar y evaluar las implicaciones epistemolégicas y tedricas de las nuevas practicas investiga- tivas. En una situacién que ofrece interesantes paralelismos con los efectos del llamado “boom latinoamericano” en lite- ratura, el subcontinente parecia estar asumiendo un auténti- co liderazgo en materia de investigacién comprometida. En Cartagena se consolidé asi la posicién de los investigadores de la regidn, que esgrimian a la investigacién ~ accion como llamada a jugar el papel de nuevo paradigma para las ciencias sociales (Moser, 1978). Producto de muchos aiios de experimentacién, esta propuesta epistemolégica pa- recfa ser capaz de articular las exigencias del rigor cientifico con las demandas pragméatico-politicas de una radical trans- Tormacion de. Ta sociedad. Pero a pesar del énfasis puesto en la interaccién cotidi- ana con las colectividades investigadas, pienso que la raz6n instrumental subyacente en el positivismo sélo sufrié un des- plazamiento, pero no una radical transformacién. Si antes se hab{a instrumentalizado a estas colectividades en funcion de Ja verificacién de hipétesis y teorias construidas asimétrica- mente desde fuera del espacio cognoscitivo “popular”, ahora 466 _CUSICANOUI Sivia Rivera «Ei Poumcial Epicimmotégico y Tetrico de La Historia Ora! se las instrumentalizaba en areas de proyectos de cambio so- cial y politico que, si bien se legitimaban como “intereses generales” del pueblo, se situaban igualmente en la esfera de una intelectualidad externa, encarnada en las cipulas de los partidos politicos que se disputaban la representacién del movimiento popular. Lo ocurrido en la década del 70 con los esfuerzos de investigacién-accién en el contexto de la imponente mo zacion social de la ANUC (Asociacién Nacional de Usuarios Campesinos) en Colombia, es una muestra palpable de este fenémeno (Rivera, 1982). La ANUC, que habia surgido a principios de la década de los afios 70 como expresion de las tensiones generadas por el timido proceso de reforma agraria implementado por Lleras Restrepo, conté desde sus inicios con el aporte de des- tacados investigadores, que volcaron sus esfuerzos a la pro- duccién de trabajos significativos para la mo" pesina. Estas investigaciones, surgidas en la interac los participantes de la intensa ola de tomas de tierras, inten- taban promover la organizacién de nuevas formas producti- vas capaces de superar las perspectivas de fragmentacién parcelaria de los campesinos movilizados. Asi surgieron los “baluartes de autogestion campesina”, que, apoyados en prac- ticas de comunicacién y educacién popular, buscaban recu- perar las tradiciones de solidaridad y cooperaci6n locales, generando una suerte de “enclaves” socialistas, que manten- drian vivas las energias revolucionarias del campesinado mientras se consumase la transformaci6n total de la socie- dad. No obstante, el enorme esfuerzo de estos equipos de investigacién-accién, terminé apuntalando la estrategia polf- tica de una organizacién que se formé con base en la alta ctipula de la ANUC y dirigentes izquierdistas de origen uni- versitario. Tras multiples episodios de conflicto con el Esta- do y con otras fuerzas de izquierda, este grupo termind con- Teoria Critea dos Dietas Humanos no Séeulo20 47 tribuyendo a la disgregacion y fragmentacién de la ANUC. La manipulacién sindical por parte de este grupo de izquierda se extendié también al movimiento indio colombiano, que desde el sur del pais daba sus primeros pasos en busca de recuperar sus tierras y fortalecer su identidad y cultura. La meta global del movimiento se orienté entonces.a consolidar un “sujeto-partido”, representante en gran medida auto-atri- buido del interés popular, que convirti su discurso en me- canismo legitimador y encubridor de una nueva asimetria social, en la que las elaboraciones teéricas de la cipula se distanciaron irremediablemente de las percepciones internas del campesinade — mestizo o indio -, creando las condicio- nes para una acentuada vulnerabilidad y fragmentacién. Todo ello fue posible, ademas, porque la teoria marxista, sustenta- da en la visi6n homogeneizadora de la clases sociales, no fue capaz de dar cuenta de las demandas diferenciadas de los distintos componentes del movimiento, sujeto en muchas re- giones a una cadena colonial de discriminacién y exclusién El recuento de esta experiencia nos sirve para adelan- tarun-razonamiente-que la experiencia delos-paises- andi nos confirmard con mucha mayer contundencia, La légica instrumentalizadora que se vishumbra en las direcciones po- liticas de la ANUC ha sido legitimada por un enfoque tedrico que supone la posibilidad de una representacidn del campe- sinado-indio por parte de individuos o grupos de otra extrac- cién social y cultural. Ello quizas seria posible si en nuestros paises hubiese estado plenamente conformado el “Individua: libre e igual” del capitalismo, proceso a través del cual que- darian difuminados los comportamientos corporativos y las identidades diferenciadas propias de situaciones coloniales. La no verificacién de este proceso de individuacién es un hecho que salta a la vista, mas atin en paises como Bolivia, donde la heterogeneidad étnica es un fenémeno masivo y vi- goroso, y donde las estructuras de poder contintan asenta- das en una matriz de claro corte colonial, 468 CUSICANOUI, Sivia Rivera + El Potencial Episteralégico y Tebrica de-La Historia Oral El déficit de la investigacin-accién, tal como ha sido practicada en nuestros paises, resulta entonces de dos érde- nes de fenémenos. E] uno, de naturaleza epistemolégica, por el cual se reproduce la asimetria sujeto-objeto a través de la instrumentalizacién de las necesidades y demandas de los sectores populares hacia metas colectivas formuladas desde fuera de dichos sectores, las cuales poco tienen que ver con las percepciones endégenas. ¥ el otro, de orden tedrico ~ que en este caso, es déficit de la teoria marxista de las clases sociales - que presume la intercambiabilidad de experiencias, es decir, la “traductibilidad” fundamental de lo vivido, pro- pia de situaciones de homogeneidad social y cultural, inexis- tentes en nuestros paises debido a la continuidad de las es- tructuras de dominacién y discriminacién coloniales. 3. La historia oral: émas alla de la légica instrumental? El contexto de los proyectos de historia oral realizados por el THOA se enmarea, al igual que en otros paises, en la crisis de los modelos de sistematizacién tedrica comprometi- da con proyectos de transformacién social generados desde la izquierda partidista. La emergencia de nuevos movimien- tos y organizaciones indios, que no encajan en el marco de las contradicciones estructurales de clase, constituye el ne- cesario teldn de fondo de estos esfuerzos de investigacién, Estos movimientos han forjado una vasta corriente opi- nién que cuestiona el “pongueaje politico” por parte de los gobiernos de turno, al igual que la manipulacién interesada de los grupos de izquierda, que niegan la problematica étni- cao la combaten abiertamente, acusando a sus portavoces de “racismo”. La autonomia de su discurso ideoldgico se nutre de la recuperacién de horizontes “cortos" y “largos” de me- moria histérica, que remiten a las luchas anticoloniales del siglo XVIIL, tanto como a la fase de mayer autonomia y movi- lizacién democratica de la revolucién nacional de 1952 (Ri- vera, 1984). Los simbolos y tematicas del movimiento se Teoria Critica dos Dirsitos Humanos no Século XX! 469 manifiestan en una doble demanda critica hacia la sociedad qara dominante: la lucha por la ciudadania — permanente- mente escamoteada por la vigencia de mecanismos de discri- minacién y exclusion ~ y la lucha por el respeto a la autono- mia cultural y territorial india enarbolada con firmeza como fuente de autodeterminacién politica. Estos dos temas centrales generaran también diferencia- ciones internas en el movimiento: algunos sectores privilegian los elementos de ciudadania, buscan alianzas internas con otros sectores oprimidos y explotados- en términos de clase, y enmarcan sus luchas en el contexto de la nacién boliviana. ‘Otros, en cambio, enfatizan la liberacién india frente a toda ‘una estructura multisecular de poder colonial. El debate de- semboca en la formacién de Partidos y Movimientos Politi- cos Indios de diversa composicién y énfasis programatico, que en conjunto forman un espectro de posiciones comple- mentarias que contribuyen a profundizar y ampliar el debate 6 1 en el conjunto de la sociedad (Ri- sobre la cuestién color vera, 1984 a) Obviamente, el énfasis sobre la historia es central a to- dos estos movimientos: el pasado adquiere nueva vida al ser el fundamento central de la identidad cultural y politica in- dia, y fuente de radical critica a las sucesivas formas de opre- n que ejerce sobre el indio la sociedad q’ara. Es en este contexto que surgen los proyectos de historia oral del THOA, como un intento de poner en practica las exi- gencias de recuperacién histérica de los movimientos indi- ‘os. Los propios aymaras sondean vinculos con intelectuales no-aymaras, eligen sus potenciales aliados e invierten asf una larga tendencia de manipulacién entre indios y criollos. La seleccién se basa no sdlo en los discursos explicitos de los sectores criollos: sobre todo se evalian los comportamientos y practicas cotidianas, conscientes de que la brecha entre lo que se dice y lo que se hace es rasgo central del accionar politico g’ara, Obviamente, un requisito basico exigido al 170 CUSICANOUI, Sivie River + E1PotencialEsstemotigica y Teco de La Historia Oral telectual no-indio es su total desvinculacién de la politica partidista. Asi sunge el trabajo con los comunarios de Tlata y los familiares y escribanos del cacique-apederado Santos Marka Tula, que cuenta con la aceptacién de los organismos sindicales locales y regionales. Cristalizan equipos mixtos, bajo conduccién aymara, que se sujetan a las exigencias éti cas de los comunarios de base, con quienes se definen las metas, tareas y formatos de la investigacién. La recoleccién de testimonios por hablantes natives del aymara permite superar las brechas de comunicacién habi- tuales, pero ademas, la devolucién sistematica de resultados permite que la “fidelidad” de la informacion recogida sea evaluada en términos de los intereses y percepciones inter- nas de los comunarios y dirigentes aymaras. Las discusiones generan un proceso permanente de refinamiento metodold- gico: en él resaltan los aspectos interaccionales y éticos del proceso de comunicacién que se genera en las entrevistas, y se desarrollan instancias de consulta, tanto con las comuni- dades como con las organizaciones e instituciones aymaras de base urbana. Asi, en ocasién de la presentacién de la bio- grafia de Santos Marka Tula (THOA, 1984), se realiza un acto publico en la comunidad de Chuxfa-Iata, donde los ancia- nos entrevistados comienzan a formular criticas a la conduc- cién sindical posterior a 1952. Los vinculos intergeneracio- nales - rotos en gran medida por efecto de la imposicién del sindicato — van siendo restablecidos, y el puente entre pasa- do y presente recupera su fluidez. Por otra parte, la reconstruccién histérica comienza a prestar més atenci6n a las percepciones internas de los. comu- narios: su vision de la historia, de la sociedad y el estado q’aras: estas percepciones contrastan radicalmente con la version que genera el mundo criollo sobre la resistencia india. De este modo no s6lo se fundamenta una posicién critica frente a la histo- riografia oficial, sino que se descubre la existencia de raciona- lidades histéricas diversas, que cumplen funciones legitima- ‘Teoria Critea dos Dreitos Humanos no Sécule XX 474 doras de las respectivas posiciones en conflicto, Otro aspecto fundamental del trabajo es la atencién que se presta a la historia mitica —categorfa fundamental del pen- samiento histérico indio (cf. Mamani, 1986). El mito funcio- na como mecanismo interpretative de las situaciones histori cas, sobre las cuales vierte sanciones éticas que contribuyen a reforzar la conciencia de legitimidad de la lucha india. In- teresa, por lo tanto, no sélo reconstruir la historia “tal cual fue”, sino también, fundamentalmente, comprender la forma cémo las sociedades indias piensan e interpretan su experi- encia histérica (Rivera, 1982 a,). En este proceso, puede dar- se incluso una contradiceidn entre temporalidades y légicas historicas: si la historia documental presenta una sucesién lineal de eventos, la historia mitica — y las valoraciones éti- cas que implica —nos remite a tiempos largos, a ritmos lentos ya conceptualizaciones relativamente inmutables, donde Jo que importa no es tanto “lo que pas6”, sino por qué pasé y quién tenia raz6n en los sucesos: es decir, la valoracién de lo acontecido en érminos de la justicia una causa, En este sen- tido, la historia oral india es un espacio privilegiado para descubrir las percepciones profundas sobre el orden colot al, y la requisitoria moral que de ellas emana: a pesar de los cambios de gobierno, de los mecanismos diversos de domi- on y neutral: 6n, se descubren las constantes histéri- cas de larga duracién, encarnadas en el hecho colonial, que moldean tanto el proceso de opresion y alienacién que pesa sobre la sociedad colonizada, como la renovacién de su iden- tidad diferenciada. 4. Hacia una teoria de la dominacién colonial Lo oral indio es en Bolivia el espacio fundamental de la critica, ne sélo al orden colonial, sino a toda la concepcién occidental de la historia, que sitda lo “histérico” tan s6lo a partir de la aparicién de la escritura, y legitima por lo tanto la invasién colonial como una heroica misién “civilizadora”. La 472 SUSICANOUI, Siva Rivera + i Potencial Epistemabogicn y Tedsen de La Mitaria Ora practica historiog) dia permite, por el contrario, des- cubrir estratas muy profundos de la memoria colectiva: el iceberg sumergido de la historia precolonial, que se transmi- tea través del mito hacia las nuevas generaciones, alimen- tando la visi6n de un proceso histérico auténomo y la espe- ranza de recuperar el control sobre un destino histérico alie- nado por el proceso colonial (cf. Mamani, 1986). La conexi6n mito-historia recupera asi su valor herme- néutico y permite descubrir el sentido profundo de los ciclas de resistencia india, en los cuales la sociedad oprimida reto- ma su caracter de sujeto de la historia. Las rebeliones, que siempre fueron vistas como una reaccién “espasmédica” (cf. Thompson) frente a los abusos de la sociedad criolla 0 es- paiola, pueden leerse entonces desde otra perspectiva: como puntos culminantes de un procese de acumulacién ideoldgi- ca subterrdnea, que salen ciclicamente a la “superficie” para expresar la continuidad y autonomia de la sociedad india. Se ha superado asi la vision instrumental del mito como un es- pacio de conocimientos de los inmanentes universales del “pensamiento salvaje”, o bien — en el otro polo— como mera fabricacién de la imaginacién, desconectada por completo de la realidad “objetiva”. Historia ciclica e historia mitica permiten atin otro descubrimiento: la interaccién entre el pasado y el presen- te corre por diversos caminos en una sociedad como la nuestra. Cada segmento de ella = la casta dominante, la sociedad india colonizada, pasando por toda una cadena de mediaciones basada en el mestizaje cultural — razona histéricamente de distinta manera. Tenemos, entonces, no historia, sino historias, todas ellas de diversa profundidad. A veces, una movilizacién social concreta conjuga hori zontes histéricos diversos, y los articula en formas ideol6- as complejas - tal, por ejemplo, el caso de la combina- n entre los temas referidos a la igualdad ciudadana, y aquellos vinculados a la diferenciacién y autonomia étni- Teoria Crea dos Dios Humaros na Seculo MAI 4733 cas, que se presentan en la mayoria de movimientos indi- os contempordneos. Pero la existencia de estos horizontes no forma una sucesién lineal que permanentemente se su- pera a si misma y avanza hacia un “destino”: son referen- tes inherentemente conflictivos, parcelas vivas del pasado que habitan el presente y bloquean la generacién de meca- nismos de totalizacion y homogeneizacion. Por lo tanto, no son intercambiables, y exigen un proceso de auténtica y simétrice “traduccion”, La inteligibilidad y convivencia social bolivianas son entonces fendmenos en los que no s6lo se retinen diversas y conflictivas identidades lingiis- ticas y regionales: en el presente coexisten seres intrinse- camente no-contemporaneos, cuyas contradicciones entre si estan més enraizadas en la diacronia, que en la esfera sincrénica del modo de produccién o de las clases soci- ales. Ademés de las implicaciones de este fenémeno para los pracesos de comunicacién de los resultados de la in- vestigacién histérica, elle supone, a mi juicio, una radical critica frente a todas las conceptualizaciones generadas a partir de paradigmas basados en la homogeneidad de la sociedad, Otro aspecto conexo, que emana de estas reflexiones, se refiere a la conexion entre historia oral ¢ historia “estruc- tural”, La coexistencia de multiples historias no configura un universo desorganizado y erratico de “sociedades” que hab tan un mismo espacio como compartimientos estancos. To- das ellas estan organizadas de acuerdo al eje colonial, que configura una cadena de gradaciones y eslabonamientos de unos grupos sobre los otros. En tal sentido, la cuestién colo- nial apunta a fendmenos estructurales muy profundos y ubi: cuos, que van desde los comportamientos cotidianos y esfe- ras de “micro-poder”, hasta la estructura y organizacion del poder estatal y politico de la sociedad global. Para finalizar, vamos a sefialar algunas de las implica- ciones epistemolégicas que entrafa la practica de la historia 174 CUSICANQUI, Sivia Rivera “£1 Potencial Epister Tebrico de La Historia Oral oral en un contexto de opresién colonial. Si la estructura ocul- ta, subyacente de la sociedad es el orden colonial, los inves- tigadores occidentalizados estan siendo reproductores incons- cientes de este orden por el sdlo hecho de centrar sus inqui- etudes conceptuales en las tearias dominantes de la homoge- neidad social. Al pensar en términos homogéneos y sincréni- cos, homogeneizan; al pensar en los indios como “campesi- nos” estan negando activamente su “otredad” y contribuyen- do a reforzar la opresion colonial - basada, precisamente, en la negacién y exclusion. Estan, también, atribuyendo exter- namente identidades e imponiendo modificaciones en la au- topercepcién india. Se convierten entonces en cémplices del etnocidio y del despojo, y perpetian la condicién alienada del conjunto de la sociedad, incluyendo su propia alienaci- 6n, que los convierte en tributarios de segunda mano de un orden conceptual y racional ajeno y adverso. Todas sus invo- caciones de nacionalismo y “antiimperialismo” estan pues asentadas sobre fundamentos de arena, pues = ya lo dijo el Inca Yupanki - un pueblo que oprime a otro no puede ser libre. La historia oral en este contexto es por eso mucho mas que una metodologia “participativa” o de “accién” (donde el investigador es quién decide la orientacién de la accion y las modalidades de la participacién): es un ejercicio colectivo de desalienacién, tanto para el investigador como para su inter- locutor. Si en este proceso se conjugan esfuerzos de interac- cién consciente entre distintos sectores: y si la base del ejer- cicio es el mutuo reconocimiento y la honestidad en cuanto al lugar que se ocupa en la “cadena colonial”, los resultados seran tanto més ricos en este sentido. Por ello, al recuperar el estatuto cognoscitivo de la ex periencia humana, el proceso de sistematizacién asume la forma de una sintesis dialéctica entre dos (o mas) polos ac- tivos de reflexién y conceptualizacién, ya no entré” un “ego cognoscente” y un “otro pasivo”, sino entre dos sujetos que “eoria Crtca dos Dios Humanos.no Séeuo XI 475 reflexionan juntos sobre su experiencia y sobre la visién que cada uno tiene del otro. Con ello se generan las condiciones para un “pacto de confianza” (cf. Ferrarotti), de innegable valor metodoldgico, que permite la generacién de narrati- -vas autobiograficas en cuyo proceso la conciencia se va trans- formando: superando lo meramente acontecido para descu- brir lo significativo, aquello que marca al sujeto como un ser active y moralmente comprometido con su entorno so- cial. Estudios como el de Antonio Males (1985) en el Ecua- dor, muestran el grado de compenetracién mutua entre el investigador y sus interlocutores. Antonio, indio otavaleio y antropdlogo social, ha logrado un recuento muy rico de la experiencia de los otavalefos residentes y migrantes a la ciudad, en el que destaca la preocupacién comin por una identidad amenazada. Esta experiencia compartida podria lograrse también en la interaccin de sectores heterogéneos (indios y mestizos; trabajadores manuales ¢ intelectuales) siempre y cuando el investigador sepa superar los bloqueos de comunicacion (lingitisticos, culturales) y las brechas de comportamiento, habito y gesto inconsciente que marean - mas que ningtin elemento discursivo 0 consciente - las re- laciones de asimetria social y cultural en el contexto de si- tuaciones coloniales. Elemento crucial de este postulado de simetria sera también la disponibilidad del investigador a sujetarse al control social de la colectividad “investigada”: este control se refiere no sélo al destino que tendra el pro- ducto final de la investigacién, sino al compartir los avala- res de todo el proceso, desde la seleccién de temas, el di- sefio de las entrevistas, el sistema de trabajo, la devolucién sistematica de transcripciones y las finalidades 0 usos de los materiales resultantes. Resulta, obvio que la modificacién de los términos y sentidos metodolégicos de la investigacin alcanzaran tam- bién a los métodos de exposicién de resultados finales. Los materiales Iamados de “educacién popular” utilizados con 476 CUSICANQUL Sivis Rivera + El Potencial Epistemaligice y Tetco de La Historia Oral frecuencia por las instituciones, implican una definicién unilateral de contenidos atribuidos externamente a lo “po- pular”. Muchos de estos materiales revelan un gesto abierto de paternalismo criollo, al reproducir interpretaciones ofi- ciales de la historia en version “popularizada”, convertida en mensaje digerible para un “pueblo” al que se presupone simple, despojado de toda sutileza conceptual o lingiifstica. Si, por el contrario, las comunidades y movimientos inves- tigados participan activamente en todas las fases de la in- vestigacion, se descubriré la complejidad y riqueza de los modos de pensamiento y visiones de la historia que gene- ran los propios actores en su experiencia vital. Mas alla de la “popularizaci6n de la historia”, que refuerza la légica ins- ‘trumental y la manipulacién ideolégica del investigador, nos aproximaremas entonces a la desalienacién y descoloniza- cidn de la historia. REFERENCIAS. BORGES, Jorge Luis. (1974). El Etndgrafa, en Obras Completas. Buenos Aires: Ed. Emecé. FERRAROTTI, Franco. (1983). Histoire et histoires de vie: la métho- de biographique dans les sciencies sociales. Paris: Ed. Libraire des meridiens, GARAVAGLIA, J. Carlos. (1973). Intraduecién, en Assadourian et al. Modos de Produceién En América Latina. Cuadernos de Pasado. y Presente, Cordoba, MALES, Antonio, (1985). 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