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Fredy Massad
1. UN CARTEL DE LUJO
Bajo el lema ‘Más por Menos’ se planteaba investigar cuáles serían las
claves para una arquitectura “más justa y eficiente, capaz de enfrentarse a
los periodos de crisis y de optimizar los recursos para lograr más calidad
con menos coste”. Ésta podía aparecer, a primera vista, una proclama
bienintencionada, adecuada y oportuna.
Esa supuesta postura crítica de reacción se posiciona desde una actitud que
se siente salvaguardada y legitimada por la respetabilidad ética que parece
inherente en la negatividad de la crítica que emite. Vitupera los efectos y
actitudes de la arquitectura del star-system pero enroscándose en una
postura superficial y meramente anecdótica, sin acometer una autocrítica
que permita comprender hondamente porqué lo que denominamos ‘alta
arquitectura’ ha cambiado la reivindicación humanista y social de la
modernidad por el cinismo del 'todo vale' neocapitalista. Pero que además,
y principalmente, está absolutamente ciega a la evidencia de que esos
procesos que han definido la arquitectura de este periodo han sido, pese a
su negatividad, efectivamente transformadores y han sentado las bases
desde las que será necesario dar el paso adelante para reformular en
positivo la presencia y definición activa de la arquitectura en la sociedad
contemporánea.
Murcutt dejó una lección más conceptual que práctica, que a pesar de
plantear de una forma conservadora las formas de hacer, nos induce a
recordar la necesidad de recuperar la voluntad ética de la arquitectura
conquistada durante el siglo XX. Posiblemente ésta sea la misma sensación
que transmitió la muy interesante ponencia de Víctor López Cotelo.
5. EL LOCO Y LA NADA
Pero tal vez la presencia más bizarra fue la del pensador Slavoj Zizek quien
desarrolló un discurso zafio y demagógicamente provocador que culminó en
la escatológica visión de Europa a través del diseño del inodoro y la relación
del ser humano con sus excrementos. No obstante, cuando intentó hablar
de arquitectura, su postura se notaba totalmente desorientada, y
organizado con un perceptible estructura de ‘cut & paste’ sobre textos ya
desfasados de los años 90, siendo incapaz de esconder mediante el
efectismo su carencia de una cultura arquitectónica mínima.
Pero finalmente, para qué sirvió ‘Más por Menos’: porque nunca quedó
suficientemente claro en su planteamiento cuáles eran sus objetivos. En su
concepto se perciben tal vez más connotaciones de buenismo y actitud
caritativa que de actitud revulsiva, y de sentimiento de pertenencia del
arquitecto a la sociedad y de su deber para con ella; y durante la
celebración del congreso se habló demasiado de belleza pero muy poco de
sociedad, y en él, la pronunciación de la palabra ‘ética’ parecía ser
inconscientemente tabú.
Pese a que su impulsor Patxi Mangado aboga por una arquitectura sin
manierismos, sin ‘caligrafías’ ni ‘filigranas’, este congreso estuvo plagado de
actitudes afectadas, de ideas a medias, de una euforia para algunos que era
simultáneamente una gran decepción para los que pensamos que es
necesario poner definitivamente los problemas sobre la mesa con valor para
la auto-crítica. Hacer un análisis fuerte y sin complacencias.