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LOS GALEOTES DE LOS AUSTRIAS: LA PENALIDAD AL SERVICIO DE LA ARMADA José Luis de las Heras Santos A to largo de los sighos xv1 y xvi, la pena de galeras compart el espacio penal con otros castigos, y desde el reinado de Carlos V se convertiria en la pena por antonomasia del sistema sancionador. Las penas pecuniarias, y 10s destierros solian imponerse a los delincuentes encuadrados en grupos sociales de alguna relevancia; mientras que los azotes y penas corporales, sufridos tantas veces por las capas populares -exentas de todo privilegio juridico-, se acompafiaban a menudo de algunos afios de servicio al remo. Por su parte, la pena capital quedaba reservada para casos en los cuales se buscase algiin tipo de ejemplificacion. Atin quedaban en el arsenal punitivo del tiempo otros castigos como los servicios en el ejército, los trabajos forzados en las minas y la cércel, Pero todos éstos tenian una significacién mas secundaria.’ La vertiente ejemplificadora constituia un componente esencial de las sentencias condenatorias. De ahi, que en la medida de lo posible, la ejecucién de las penas fuera piblica. En algunos casos, la propia naturaleza de las penas no permitia su desarrollo ublicitario. Tal ocurria con los trabajos forzados. Para compensar dichas limitacio- nes, se acompafiaba a estos castigos de otros complementarios, que si permitian su ejecucién piiblica. Asi las condenas a galeras, por ejemplo, iban indefectiblemente unidas a vergiicnza publica y cierta cantidad de azotes. Los hidalgos estaban exentos de suftir penas corporales que supusieran para el penado disminucién o pérdida de su publica fama, No podian ser condenados a azotes, galeras, veruilenza publica, mutilaciones, etc, Tampoco s¢ les podia imponer Ja pena de muerte en la versién considerada por la sociedad como mas deshonrosa: el ahorcamiento. Caso de ser condenados a la pena capital la ejecuciGn debja efectuarse por decapitacién. Excluidas estas penas slo quedaban como posibles para aplicar a Jos nobles, las pecuniarias, presidios, destierro, los servicios en el ejército real y la muerte de forma no vil.? Por la frecuencia de su imposicién, por la variedad de delitos punidos con ella y por la importancia estratéxica de los forzados en la politica mediterrinea de la " Respecto@ los trabajos forzados en las minas puede consultarse: German BLstksxc, “Mateo Alem y Jos galeotes En tomo a documentos inéditor del siglo xvt", en Revista de Occidente, Made, segunda poea, nim, 39, junio 1966, pp. 330.2 363, Tambien Julio SANCHEZ GowE2, De Miner(a y Mecalurgia (Tesi inedita lida em la Universidad de Salamanca), En cuanto a la cérel debemos acarar que en aquel tentonees curiae) papel de asegurar al eo para garantizar su disponiblidad ante la justia. Solo de forma txcepeional s© imponian levee penas de privacign de libertad. Ver José-Luis or Las Husas Sastos, “EL Sstoma carcslario de los Ausrias en la Corona de Castilla", en Homenaje al profesor Femandez Alvarez, ‘Sila Historica Salamanca, 1989. También el aticulo de Marie-Lucie Copete contenido en este mismo hnimero de Historia Social Acerca dela vida en galeras existe el trabajo del Dr. CuaRr Monee, F/galeot. Un aspecia de la Historia Social de la Espana del Barroco (Memoria de licenciaturainédia) francisco Tomas Y VALIENTE, El Derecho Penal dela Monargula Absohu, Madrid, 1969, p. 319. Historia Social, n° 6, inviemo 1990, pp. 127-140. 127 128 Corona, la pena de galeras llegé a constituir un arma fundamental de los Austrias en. Ja lucha contra la delincuencia, ‘No conocemos con exactitud la fecha concreta de introduccién de la pena de zgaleras en los reinos hispénicos, aunque todo parece indicar que inventada en Francia a mediados del siglo xv, fue adoptada por la armada aragonesa en fecha posterior ¢ implantada en Castilla por Fernando de Aragén.? De hecho, en alguna ley del afto 1510 se alude a condenados a galeras.* Pero, no obstante, se suele considerar la pragmitica del Emperador de 31 de enero de 1530 como la primera disposicién reguladora de los servicios forzosos de remo. Por medio de dicha pragmatica Carlos V faculté a las justicias para conmutar ciertas penas por la de galeras. A partir de entonces, los castigos corporales de mutilacién de miembro y los destierros perpetuos pudieron cambiarse al arbitrio de los jueces por servicios de galeras de duracién superior a dos afios. No se permitian condenas al remo de menor duracién porque los remeros tardaban alrededor de un afio en instruirse.* En 1552, el Emperador volvid a recordar a los jueces la posibilidad de conmutar las penas ordinarias por la de galeras, y mencionaba como delitos especialmente aptos para ello: los hurtos calificados, robos, salteamientos y fuerzas.* Algunos afios antes de la Batalla de Lepanto, en 1566, Felipe H promulg6 una pragmatica, por medio de la cual se incrementé la duracion de las condenas a galeras, Y se introdujeron en el catdlogo de delitos sancionables con ellas, varios punidos anteriormente con penas corporales muy graves. Como puede verse, en un principio no se estableci una lista de delitos sancionables con pena de galeras. La conmutacién.se aplicd a hechos delictivos castigados con penas corporales, destierro perpetuo y otras similares. Un recorrido por la legislacidn penal de los Austrias revela que un amplio abanico de motivos cubrian [a condena al remo: ladrones, blasfemos, testigos falsos, desertores, huidos de prisién, vagabundos, bigamos y resistentes de la accién de la Justicia llenaban los bancos de las galeras reales.” Primitivamente, los ladrones no reincidentes eran azotados y multados con las setenas. En aquel entonces s6lo terminaban en las galeras cuando carecian de bienes para pagar la multa. Sin embargo, a partir de 1552, estos delincuemtes serian condenados a cuatro affos de remo. ‘Tras la promulgacién de la citada pragmatica de 1566, el primer hurto cometido por un ladrén se pend ya con seis afios de galeras, Recordemos que un afio antes se habia producido una importante confrontacién contra los turcos y los argelinos frente alas costas de Malta, la cual resolvieron satisfactoriamente las tropas de Felipe I Los vagabundos fueron asimilados por Castillo de Bovadilla a ladrones, porque “ladrén es propiamente del pan de los pobres el holgazain que esta sano y mendiga de puerta en puerta”.* El referido fue el trato recibido por los inactivos de pocos recursos * Luis Ropniauez. Ramos, “La pena de galeras en In Espaia Moderna”, en Estudios Penales, libro hhomenaje al profesor Anién Oneea, Salamanca, 1982, pp. 526 a $28. Sobre la introducein de la pena de taleras en ef campo inquisitorial, consltese Henry C. Lea, Historia de la Ingusicion Espafiola, Madnd, 1983, * Suan-Antonio AuuaNonE Garcia, “La funcién penitenciaria de las galers", en Historia 16, Extra Vi, oct 1978, pp. 50 y 51 "News Recopilaiém VI 24, 4 * Nueva Recopilaciin VIM 11.8 7 Juan Antonio ALBANDRE GARCIA, op. cit. pp. SI y 52. * Casmiiio DE BovaDuL.a, Politica para Corregidores ) scores de vasalls. aie, facsimil de la de “Amberes de 1704, Magri, 1978, 11, 12,38 ‘econdémicos -que no otra cosa eran los llamados vagabundos-, desde el aflo 1552, fecha en la cual comenzaron a ser penados con cuatro afios de galeras.” Tgualmente vieron incrementado su castigo entre 1552 y 1566, los rufianes que de seis afios de galeras pasaron a cumplir diez. Los bigamos, castigados anteriormente con pena corporal, acabaron haciendo diez afios de galeras. También los resistidores de la accién de la justicia vieron transformada la corporal en ocho afios de galeras. Los adilteros, los alcahuetes, y los homosexuales que no llegaban a merecer tanta pena como la hoguera, acabaron recibiendo sistematicamente el corrective de! remo a lo largo del siglo xvi. Los testigos falsos en causas civiles penados desde la Edad Media con la extraccién de sus dientes, fueron condenados a partir de 1566 en vergiienza publica y diez afios de galeras. Por su parte, los falsos testimonios en causas criminales purgaron desde entonces con galeras perpetuas. Del mismo modo, los blasfemos comenzaron a cumplir diez afios de remo, y, a los juradores, castigados hasta entonces con el clavamiento de la lengua, les empezaron a imponer seis afios de galeras."* ‘Tras las primeras medidas de los Reyes Catdlicos contra la vida errante de los gitanos, Carlos V agravé, el afto 1539, el castigo de los infractores de esta norma, pendndolos con seis aiios de galeras."* Felipe Il, a su vez, acrecent6 en 1568 las penas contra el juego. Desde dicha fecha, los hidalgos jugadores de dados fueron penados con cinco aos de destierro y 200 ducados de mulia. Mientras los plebeyos implicados en la misma falta incurrian en pena de 200 azotes y cinco aftos de galeras. En la estadistica de delincuentes penados con servicio al remo destacan de modo particular los atentados contra la propiedad. Cerca del 40 por cien de los bancos de las ‘naves estaban ocupados por hombres implicados en robos y hurtos. En la Edad Moderna, este tipo de infracciones se purgaban preferentemente en las galeras, aunque ‘en circunstancias agravadas podfan ser sancionadas con la pena capital La cuarta parte de los remos 5e cubrian con los responsables de atentados contra la vida y la integridad de las personas: homicidios, heridas, etc. El 5 por cien de los galeotes estaban condenados por defitos contra la honra, Una cantidad similar por atentar contra la moral sexual establecida. Habfa menos vagos en los remos de los que ‘cabia esperar por el continuo otorgamiento de pragmiiticas contra ellos -sélo un 4 por cien-, y sorprende la existencia de un elevado indice de no sentenciados ~proximo al 10 por cien-. Después de analizar mas de 40 listas de galeotes, pertenecientes a afios diferentes de 0s siglos xv1 y xvi, las cuales recogen informacién sobre la condena de cerca de 3.500 forzados, hemos logrado averiguar que un 20 por cien del total de condenados lo estaban a perpetuidad, y entre los restantes la duracién media de las condenas rondaba los seis ailos. Las condenas més breves no solian bajar de los tres afios."* ‘A raiz de una disposicidn del Concilio de Trento la duracién maxima de la pena + Nueva Recopilaciin VII, 11,6 "© Nueva Recopilactin VI, 20,9, " Una reproducei6n integra de la citada pragmitiea de 1566 se halla en Tomas ¥ VALiENTE, EU Derecho Penal de la Monarquia absoluta, Madrid, 1969, pp. 485 2 463, Nueva Recopilactin VM, U1 13, Tous las lists a las que nos feerimos se hallan custodiadss en ol A.G.S,, Varios, Galeras. En lt serie, Galeras de la seccign de Varios se encuentra informacion vasiada y riquisima acerca de todo Io relacionado con estas naves. De ella destacarmos las lists de remeron, medicinas y alimentos, Toda la ddocumentacion se refiere alas galeras de la familia Deria, Spinola, Centrién, Dug de Tursis, Grimaldo y otras que estaban a servicio dela Corona. 129 130 Goalerasen la batalla de Lepanto de galeras quedé establecida en diez afios, alin cuando el texto de la sentencia aludiera a la perpetuidad. Sin embargo, la carencia de brazos en el aflo 161, foraé a suspender la aplicacién de esta medida, ordenando el Rey el cumplimiento integro de la condena.'* Pero antes de 1611 encontramos en las naves forzados que Ilevaban bogando 15 6 20 afios. Las numerosas peticiones de libertad formuladas por los interesados asi lo atestiguan. La demanda de remeros constituyé para la Corona una necesidad de primer orden, incrementada a lo largo de los afios. El mimero de naves crecié y también la Cifra de remadores por remo. Si en 1539 una galera ordinaria precisaba 144 remeros;, en 1564, eran necesarios 164. Segiin una relacién remitida en el aito 1584 al Consejo de Guerra por Juan Andrea Doria, el ideal de fuerza era colocar cuatro remeros en cada pala. Pero como esto era inviable por el alto costo, se conformaba el marino "AGS, Varios, Galers, oo. 119, fol. 266 y 267, 'S AGS. Guerra Antigua eg. 210, fl, 139; leg 211, fol. 13 genovés con llevar tres remeros por banco, lo que suponia un minimo de 170 remeros or nave."* Ademds, dentro de la escuadra hubo siempre algunas naves mejor dotadas. Asi Ia galera Patrona o Real, buque insignia de la Escuadra, exigia ya en 1568 unos 400 remeros. Igualmente otras naves que cubrian los flancos de la formacién, ¥ las galeras dedicadas a actividades de caza se reforzaban con algunas decenas mas de remeros."” Como consecuencia de la penuria de mano de obra, la Corona adopté eventual- mente recursos legales muy expeditivos para dotarse de brazos. Por una real cédula de 15 de septiembre de 1640 ~ejemplo admirable de utilitarismo en la administracién de justicia y de explotacién de la delincuencia en provecho de la Corona- se faculté a D. Pedro de Amezqueta, miembro del Consejo Real, para supervisar las causas de los ‘condenados a muerte y galeras. Ademas, se le comisioné para encargarse de los pleitos pertenecientes a bandoleros y gitanos. Incluso estuvo investido este conscjero de prerrogativas para suprimir las penas de los teos acreedores de otras inferiores a la de galeras, siempre y cuando aceptaran servir como “buenas boyas”."" Nos atrevemos a asegurar que la ecuanimidad en la administracién de justicia sufriria algiin menoscabo como consecuencia de hallarse el juez mediatizado por las carencias de la Armada. Maxime cuando las resoluciones adoptadas en estas circuns- tancias tenfan como tribunal de apelacién la Junta de Galeras, érgano que indiscuti- blemente adolecia de idéntica tacha. Ya habia sido despachada la misma cédula anteriormente, concretamente en los, afios 1637, 1638 y 1639; ¢ incluso éste de 1640 se habia dado primeramente el 28 de marzo. ‘Nos sentimos inclinados a pensar que la cédula aludida no constituyé una respuesta excepcional a los gravisimos problemas financieros y politico-militares de la Monarquia en aquel momento. Efectivamente se trataba de un recurso extraordinario, pero hemos de reconocer que no insdlito, pues tampoco eran nuevos los motives de st despacho, En el aiio 1629, cuando la Guerra por la Sucesion de Mantua atin estaba viva, y después de caer el tesoro de la flota de Indias en manos de los enemigos, se arbitraron medidas similares. Felipe IV remiti6 cartas a las ciudades, villas, lugares, prelados, cabildos y comunidades eclesidsticas apercibiéndoles del envio de personas encargadas, entre otras cosas, de visitar cérceles y avocar para si tanto causas civiles como criminales. La cuantificacién del nimero de stibditos de la Corona de Castilla penados en las, galeras se ve dificultada por una costumbre al uso entonces, segin la cual los remeros se destinaban a las naves que primero los necesitasen. Asi podemos encontrar forzados naturales de reinos castellanos en las galeras italianas y viceversa. No obstante, las llamadas Galeras de Espatia se nutrian, casi en su totalidad de forzados nacidos en tierras de la Corona de Castilla, por lo cual podemos afirmar que el numero de forzados de éstas, coincide aproximadamente con el total de penados de los reinos castellanos. Los condenados de la Corona de Aragén solian cumplir sus penas en las galeras de Napoles o en las de Sicilia. Por ello, los castellanos que podamos hallar en galeras "AGS. Guctra Antigua, le. 175, fl. 89, CE también Manuel FeawaNoez Awvanez, Espaiia y los ‘espanoles em as empas madernos. Salamanca, 1979, p. 364, AGS. Guerra Antigua, lee. 175, fl. 90. AGS. CC, leg. 2.369, fl. 8, Proceso contra Antonio Baile " Antonio Dowincurz Ont, Palica y Hacienda de Felipe IV, Mads, 1960, pp. 229 y 230, 131 192 italianas constituyen casos excepcionales, contrarrestados ~al menos en parte por los ‘p0cos italianos ubicados ocasionalmente en las Galeras de Espaia.”” Segin nuestros datos, hacia finales del siglo xvi existian en las mencionadas galeras de Espafia un total de 3.331 forzados que suponian el 72 por cien del total de sus remeros.” Dicha cifra de galeotes forzosos representaba el 0'59 por mil habi- tantes. 22 Por otra parte, el peso relativo de la poblacién penal era atin mayor si tenemos ‘en cuenta que e] nimero de forzados muertos rondaba los 450, lo cual suponia un indice de mortalidad anual del 13 por cien. Este hecho obligaba a renovar cada siete afios la totalidad de la fuerza disponible." Esta tasa de mortalidad resulta sumamente elevada, sobre todo, si tenemos en ‘cuenta que la edad media de los galcotes era de 27 ailos y casi todos ellos estaban en un segmento de edades comprendido entre los 17 y los 40 aos, pues sélo en casos ‘extremos encontramos muchachos de 14 afios u hombres de 60, 70, 80 y hasta de 90 aiios.™ Aparte de las enfermedades, los combates y otros accidentes causaban grandes estragos entre los remeros. La téctica del abordaje, consistente en acometer con la proa de la nave propia el costado de la embarcacién enemiga, causaba mas muertos centre la gente de remo que entre los mismos soldados. En este mismo orden de cosas, debemos hacer referencia a las pocas posibilidades de supervivencia de los remeros en los naufragios. Asi, por ejemplo, en 1593 se incendié la galera capitana, “la gente que murié entre quemados y ahogados sera hasta ciento y sesenta, casi toda ella de remo, que por estar herrada en ramales y clavados a los bancos no se pudieron salvar”.® No obstante, se ha podido comprobar que los mayores enemigos de los galeotes no eran los accidentes de la guerra en si, sino el rio y las malas condiciones de vida. El afio de 1587, visperas de la empresa de la Invencible, se dieron de baja 498 remeros por defuncién entre forzados y esclavos-, de ellos 400 murieron en los meses de otofio ¢ invierno, Es decir, cuando la escuadra permanecia amarrada en puerto. El resto pereci6 en la primavera y el verano, tinica época en la cual se desarrollaba actividad en el Mediterrineo.* Entre las enfermedades mas frecuentes de los galeotes caben citar los trastornos digestivos, las infecciones, la tuberculosis ~de la que indudablemente morian muchos Sabemos, por ejemplo, que el mimero total de frzados hspanicos dela escuadra de Nipoles en 1587 ascendia a 163, ¥ casi todos ellos eran forzados de ta Corona de Aragén embarcados en el puerto de Barcelona. A.G'S., Contaduria del Suelo, seaunda serie, log 273, sin fol 21 Afi 1583: 3.144 forzadon; alo 1584: 3.543 forzados, af 1585: 3.333 forzados,aflo 1589: 3.366, forzados, ao 1590; 3.272 forzados (A.G'S,, Guetra Antigua, leg. 143, fol. 169; A.GS., Guerra Antigua, leg. 175. OL 16s, AGS, Guerra Antigua, leg 178, fol. 181, A.GS, Guerra Antigua, lg. 265, 1. 41; AGS, Guerra Antigua, le. 302, fl 95) Tomames la poblacién ¢e la Corona de Castilla y Reino de Navarra paca finales del siglo xvt de FFerwawoez ALVaniZ, “El siglo xvi. Economia, Sociedad, Instituciones", en Historia de Espana, Menéndez dal Madrid, 1989, pp. 42.2127. "> Relacién de todos los forzados y eselavos que se han muerto en las galeras de Espafiaen todo el ato 1587. AGS, Comtadutia Mayor de Cuentas, Sunda época, ep. 1218, sn fo Debo el conocimiento de cata referencia ala pelea del profesor Geofrey Parker. En dicharelacién figura el nombre del galeote Sifunto. lugar de procedencia, nombre del padre y fecha de fallecimiento, disteibuides por barcos. MA.GS, Varios, Galera, le. 121, fols 135 @ 164; AGS. Guerra Antigua les. 214, fol 122 AGS, Guerra Antigua, lp. 371, fo. 151. % AGS. Conlaéuria Mayor de Cuentas, Segunda Epoca, leg. 1218, sin fol, Muy ilustativa de las calamidades de la vide en galeras ela obra airbuida a Chrstdbal be Vit Aton, Viaje a Turguia.. 1355, Madrid-Barcelona, 1919, 2 vos, ce de estos infelices-; y las avitamindsicas, tales como el beriberi, la pelagra y el escorbuto. Seguramente, la que provocaba mayor mortandad era la tuberculosis, pues es sabido que el escorbuto afectaba mas a la navegacién trasatldntica que a la mediterra- nea. A pesar de ello, en las galeras encontramos también algunas manifestaciones de ‘su forma térpida en sus primeros estadios. En la documentacién se encuentran descripciones del tipo de la siguiente: “ha hechado y hecha abundancia de sangre por las narices y la boca y queda tal que le quitan del banco como muerto”.”” Con frecuencia, los médicos de ia Epoca aluden a una enfermedad denominada entonces “pasmo”, que no era sino el terrible tétanos. Se adquiria por la infeccién de las heridas mal curadas, y en aquellos siglos era mortal de necesidad, Las enfermedades ‘infecciosas encontraban un buen caldo de cultivo en las desastrosas condiciones higignicas de las galeras. Baste decir a este respecto que la chusma, aherrojada permanentemente, en los bancos no disponia de instrumento alguno para evacuar las inmundicias Igualmente la humedad causaba grandes molestias. Como es sabido, la galera sobresalia poco de la superficie del mar, pues era, esencialmente, una barca abierta, con una plataforma desbordando por ambos lados. Durante las fuertes marejadas, [a galera se anegaba.” Del examen de las listas de galeotes iniitiles se desprende asimismo la existencia de una gran cantidad de hemiados, y muchos cojos y mancos. ° Dentro de la organizacién sanitaria de la Armada, el cargo de mayor rango era el protomédico de las galeras, el cual tenéa a su cargo la inspeccién de los servicios de enfermeria de las naves. El cargo de protomédico de galeras era uno de los mas destacados en la carrera profesional de un galeno." Cristébal Pérez de Herrera, cl fundador del Hospital General de Madrid, lo ocupé durante algunos aftos y le sirvid de antesala al protomedicato del Rey. Su sueldo, en el aiio 1587, ascendia a 400 ducados anuales y dos raciones diarias.” En el Hospital del Ferrol, donde se curaban los oficiales y los soldados, habia dos ‘médicos; pero en el mar, no existia més personal sanitario embarcado que los ciryjanos y los barberos. En la Galera Real iba un cirujano con 34 ducados anuales de sueldo,™ y en los demés barcos asistia un barbero en cada uno de ellos. El aiio 1591 se buscé algiin médico dispuesto a embarcarse, pero no pudo hallarse ninguno. En opinién de Gregorio Marafién, los conocimientos de los cirujanos de la época eran bastante mis elevados que los de sus colegas, los internistas. Para emitir este Juicio, el prestigioso médico se basé en la lectura de las listas de medicinas incorporadas en los botiquincs de Jas naves. Se componia dicho botiquin de aguas arométicas, licores, acidos, jarabes, electuarios, extractos, pildoras, espiritus, sales, bilsamos naturales, tinturas, polvos, escaréticos, aceites, unglientos y simples. Al 2 AGS, Guerra Antigua leg. $2, fl. 78 2 Gregorio MaRASOx, Vida e Historia, Madrid, 1980, pp. LIL y 112. » CE. Jost Marla Lovtz Pixtno, £l arte de nawgar en la Espana del renacimiento, Barcelona, 1986, pp. 219 y 220 % AGS, Guerra Antigua, leg. 282, fo. 208; A.G.S., Guerra Antigua, eg. 396, fol. 122 a 125 » Ver Luis Sancurz-Gravur, La medicina espanoa renacemista, Salamanca, 1980, pp. 128 a 131 ® AGS, Guerra Antiqua les. 208, fo. 98. 2 AGS, Guerra Antigua, leg. 302, fo. 146, % AGS. Guerra Antigua, leg, 283, (01.96. AGS. Guerea Antigua, leg, 320, fl. 38. 133 134 parecer, estos productos carecian de efectos beneficiosos. * Si algtin alivio encontra- ‘ban los enfermos para sus males, era gracias al descanso, la mejora en la dieta, y el calor de los ladrillos templados en el fuego. Durante las enfermedades, los remeros recibian el regalo del pan reciente, la carne fresca, el vino, las pasas, las almendras, los fhuevos y la fruta Hacia las veces de hospital para remeros enfermos una galera vieja fondeada en Puerto de Santa Maria.*” Mas tarde, en 1668, por obstruccién temporal de la barra del rio Guadalete, se ordené el traslado del improvisado hospital a Cartagena." De este ‘modo, el hospital de galeotes siempre estuvo vinculado al lugar de invernadero de las Galeras de Espafia, Por el nivel cientifico de la Medicina al uso, los éxitos curativos del hospital no podian ser muchos; sin embargo, su existencia era muy positiva para Ia evitacién de contagios entre la chusma. Ya hemos hecho alusién a la mejora de la dieta durante las enfermedades, y sin ‘embargo atin no nos hemos referido a la alimentacién ordinaria de los remeros. Es sabido que su base fundamental era el bizcocho, o galleta. Es decir, un pan de harina de trigo integral, medio fermentado. Su forma se asemejaba a una torta pequefia, la cual se cocia dos veces para evitar la fermentacidn durante la travesia. Todos los testimonios dan fe de su extremada dureza. Lo cual, obligaba a tomarlo remojado en agua, Una vez al dia, et bizcocho se acompariaba de una calderada de habas condimen- tadas con un poco de aceite. Por las noches, cenaban un poco de mazamorra, especie de sopa preparada con el bizcocho mas averiado. La nutricién de los soldados y de los tripulantes era un poco mejor. Se les servian los mismos articulos que a los remeros, pero las raciones eran més generosas y disfrutaban ademas de otros articulos: atin, sardinas, queso, came fresea, sal, tocino, garbanzos y arroz. En cualauier caso, el pan entregado a todos los embarcados estaba invariablemente podrido y el agua descompuesta. Por otra parte, la acostumbrada parquedad de la comida aumentaba con miilti ples pretextos, justificados con castigos individuales y colectivos. Estos muchas veces ‘no eran sino el manto encubridor de la falta de alimentos a bordo o de la irrefrenable codicia de los administradores. Por el contrario, la vispera de las batallas, y en general, cuando se pretendia ‘obtener de Ios remeros un mayor trabajo, aumentaban las raciones; las cuales se acompafiaban en estas ocasiones de medio azumbre de vino y un poco de vinagre. La came se administraba a los galeotes en dias sefialadisimos: Pascua de Navidad, Pascua de Resurreccién, Pascua del Espiritu Santo y Cares Tolendas. En estas fiestas recibia cada forzado una libra de came fresca de vaca y medio azumbre de vino. En concepto de vestido Ia Corona entregaba cada inviemo a la chusma una almilla de patio, un capote de herbaje, dos camisas de tela, dos calzones, un bonete rojo y un par de zapatos de cordobin. Con este equipo, los remeros intentaban defenderse de una vida desarrollada pricticamente al aire libre, cubiertos tinicamente or unos tendales."* El aspecto uniforme conferido por el citado atuendo se reforzaba mas por el rapado de las cabezas y barbas. % Gregorio MARANON, op. cit, . LI. AGS. Guerra Antigua, ls. 199, fol 31 ™ Cesireo FERNANDEZ DURO, La armada espaiiola desde la unién de los reinoy de Casilla y de Avagén, Made, 1972-73, . V, pp. 335.8337. ™ Roland Movsster, Los silos x11 y xvi. El progreso dela civlzacién europea y la decadencia de Oriente, Barcelona, 1981, p. 207, Aparte de los penados, hacian fuerza en las galeras reales, los esclavos de Su Majestad y los remeros denominados Buenas Boyas. Los esclavos solian ser musul- ‘manes capturados en presas y cabalgadas, aunque a veces Ilegaban a ellas algunos individuos procedentes de compras y donaciones. El padre Pedro de Leén nos ha informado que el correctivo mas penoso de cuantos solian inflingirse a los esclavos consistia cn venderlos al Rey como fuerza para las galeras.*! En teoria, los buenas boyas eran remeros voluntarios que aceptaban servir a cambio de un sueldo. Realmente, como se trataba de un trabajo muy duro y arriesgado, apenas se encontraba quien quisiese ejercitarse en él de buena gana. Mas la politica mediterrinea de los Austrias exigia una armada poderosa, y la escasez de ‘emeros les obligé a retener en las galeras a personas que habjan cumplido su condena Judicial, Antes de expirar el tiempo de condena, las autoridades militares prestaban algin dinero al galeote, y asi éste permanecia vinculado a la Armada por tiempo indefinido. EI sueldo de un buena boya ascendia a dos ducados mensuales a finales del siglo xvi, lo mismo que el de un proel. Pero sus trabajos y riesgos eran muy superiores.*® Por otra parte, no faltan ejemplos de incumplimientos en el pago de los sueldos. A este respecto, conocemos el caso de un condenado, ejercitado en las Galeras de Espafia durante més de 20 afios, el cual se dirigi6 en 1591 al Consejo de Guerra para reclamar el abono de I afios servidos como buena boya, a mayores de los 10 afios de su condena.® De la importancia de los condenados para el funcionamiento de la marina de los Austrias, da idea el hecho de que el 73 por cien de los remeros estuviera constituido por forzados, un 7 por cien eran buenas boyas y el 20 por cien restante esclavos. De estas ciffas se deduce patentemente que la actividad militar en el Mediterraneo no podia Hevarse a cabo sin la contribucién de estos miles de desdichados. Las demas marinas del tiempo hubieron de afrontar andlogos problemas y adoptaron soluciones similares Obligada por la necesidad de Ilenar los bancos de las galeras, la Corona se olvidd de los derechos de los condenados y restringié sus garantias juridicas. El 2 de mayo de 1654, se dictd un decreto para que los condenados a galeras por sentencia de vista, aunque estuviesen pendientes de la resolucién de sus apelaciones, fuesen conducidos a los puertos de embarque y “depositados” en las naves. Ello, sin perjuicio de la continuidad de su recurso. En la prictica, esta disposicidn privaba a los condenados de la posibilidad de obtener la rectificacién de una sentencia errénea. # Es cierto que muchos condenados apelaban a las Chancillerias; y, bien por falta de medios econémicos © por temor a la ratificacién de la sentencia, se abstenian de hacer diligencia procesal alguna, prefiriendo permanecer encarcelados durante afios por no cumplir una pena de varios afios de galeras. Por ello, en el afio 157] se concedié a los condenados un plazo de seis meses para resolver definitivamente sus © Ver Manuel Feawannex Avvaniz, La Sociedad Espatola de! Renacimiento, Salamanca, 1974, 41 Pedro de LiOx, Grandeza y Migeria en Andalucia. Testimonio de una encrucjada histrica (1578-1616). Edicén, introduceion y notas de Pedro Herrera Pugs, Granada, 1981, pp. 567 y 568. Un manuscrto de la misma obra puede consultarse en la biblioteca de la Universidad de Salamance bajo el titulo: “Compendio de algunas experiencias en los ministerios de que usa la Compa de Hess con que Dricticamente se muestra con algunos acontecimientos y documentos el buen acieno en ells”. Copia de 1628. Archivo de la Universidad de Salamanca, ms. $73, fl. 104. “AGS, Contaduria del Suelo, Segunda Sere, lg. 273, info © AGS, Guecra Antigua, leg. 43, fl. 140; y leg. 344, fol. 359, “ AFLN,, Consejos Suprimides, leg, 7164, nim. 28. 138 136 Trabajo en una gatera casos en apelacién. De lo contrario, serian “depositados” en los barcos.¢* Como la ‘medida ocasionase algunos escripulos de conciencia, Ia Corona dio una orden en 1573; por medio de la cual, cuando los “depositados” en galeras salieren absueltos de sus apelaciones, recibirian sueldo de buenas boyas, porque “Ilevando el dicho sueldo seri poco 0 ninguno el agravio que en esto se les hard, principalmente siendo para la causa y fin que es”. No obstante, hacia 1696, a Carlos II le debié parecer abusiva la remisién de forzados en “depdsito” e impartié instrucciones a las justicias locales para enviar a los apelantes ~junto con su proceso~ a las carceles de las Chancillerias, Asi se pretendia resolver con brevedad estas causas, y debidamente concluidas se podrian embarcar los condenados por sentencia definitiva. Al parecer, esta medida tuvo escasa vigencia, porque en pocos dias se colapsaron las cdrceles de las Audiencias.*” El transporte de galeotes desde las circeles hasta las naves estaba reglado minuciosamente, Existian unos itinerarios fijos. Los condenados por los jueces inferiores de Galicia se enviaban a la carcel real de a Audiencia de aquel reino, y cuando habia 12 galeotes se enviaban a Toledo. Desde aqui, junto con los recibidos de ‘otras procedencias se remitia a Malaga. Los penitenciados de los obispados de Leén, Oviedo, Salamanca, Palencia, ‘Ciudad Rodrigo y Zamora se despachaban a la audiencia de Valladolid. Donde ésta, cuando se juntaban 20 galeotes se enviaban a Milaga para su embarque. Los procedentes de los obispados de Burgos, Calahorra, Osma, Sigtienza, Pamplo: na y reino de Navarra se expedian a Soria, y juntindose en esta ciudad 12 galeotes se mandaban a Cartagena © AGS, Diveros de Castilla, lea. 28-2, sn fol A.G.S., Guerra Antigua, leg. 70, fol 373, 4 AR.ChVa., Secretaria del Acuerdo, Cédulas y Pragmaticas. Madrid, 24 de febrero de 1573, ‘© AR.ChGr., Seccin Chancilleria, cabina 322, log. 4438, pieza 56. Los condenados de los obispados de Avila, Segovia, Arzobispado de Toledo, Madrid, Alcala y Guadalajara se concentraban en la ciudad de Toledo y después como hemos explicado- eran conducidos hasta Malaga Los de los obispados de Plasencia, Coria, Badajoz, Cadiz y los lugares de las GOrdenes comprendidos entre ellos se enviaban a Sevilla. De donde finalmente partian hacia Puerto de Santa Maria. Los obispados de Cordoba, Jaén, Reino de Granada y lugares de las Ordenes ‘comprendidos entre estos partidos, los llevaban directamente a Malaga. Finalmente, los de las Islas Canarias eran transportados en barco a Sevilla. Todas las justicias de las poblaciones por donde pasaban los galeotes tenian obligacién de recibirlos en sus cdrceles; y los propietarios de bestias y carretas debian proporcionar por un precio justo los titiles necesarios para la conduccién.** Los lugares de seftorio eran reacios a mandar galeotes por no costearles el viaje hasta el corregimiento mas préximo. ‘A partir de 1588 los forzados de algunas comarcas limitrofes con el Tajo fueron embarcados en Lisboa en lugar de hacerlo en Sevilla, pues el transporte por via fluvial resultaba més répido y mas barato. # Con el paso del tiempo se introdujeron algunas reformas en el sistema de transporte, La Chancilleria de Valladolid dejé de remitir sus forzados directamente hasta el puerto, y comenz6 a llevarlos a Toledo. El puerto de Cartagena, a su vez, dejé de ser punto de embarque, quedando como iinicos puertos de destino: el de Malaga en tiempo de navegacién, y los de Gibraltar y Puerto de Santa Maria en la invernada.° Aparte, claro esta, del ya seftalado puerto de Lisboa que tuvo suma importancia durante el dominio de los Austrias en el reino de Portugal Asi pues, desde Toledo salian nutridas cadenas, compuestas a veces por 100 galeotes, las cuales se evitaba hacerlas mayores por temor a las fugas. Como responsable de la conduccién iba un alguacil que recibia cierta cantidad de dinero por cada galeote encomendado. Este oficial se encargaba de buscar y pagar algunas guardas auxiliares. Ademés, acompafiando al alguacil iba un escribano encargado de repartir a cada forzado un real diario para su manutencién, A partir de 1630, despues de ocurrir algunas evasiones, comenzaron a rapar las cabezas y barbas de los forzados antes de proceder a su conduecién. Al mismo tiempo, se offecié la importante cantidad de 50 ducados de premio a quien devolviese un galeote fugado.*! Todo ello nos viene a confirmar que las condueciones y las salidas a tierra eran aprovechadas por estos infelices para huir del mundo infernal de las galeras.® Siempre se responsabilizaba a los vigilantes de las huidas; y en consecuencia, se les obligaba a indemnizar a la Corona,” rancico TOMAS ¥ VALIENTE, op. cit, pp. 455 463. Nueva Recopilacin VI, 24,9, AGS, Guerea Antigua, leg. 227, fl. 135. % AGS. Guerra Antigua, lee. 228, fl. 193. 8 ALN, Consejo de Casilla, Sala de Alcaldes, ibro-ailo 1630, fol. 374 El tema de la conduccién de los glotes inspitd a Cervantes el capitulo del Quijote titulado signiicativamente: “De Ia ibertd que dio Don Quijote a muchos desdichados que mal de x4 grado, Ios Tevaban donde no quisieran it 9 Por cada forzado huido los vigilantes debian pagar con un esclavo o en su defeto con 100 ducados {AGS,, Diversos de Castilla, leg. 28, sn ol). Unos sguaciles que conducian una cadena de galeotes desde Sevilla a Puerto de Sana Maria prefrieron no regresar la ciudad del Guadalauivie para no rend cuentas ‘de la escapada de 12 condenados (Cristobal de Chavis, "Relacia de la cicel de Sevilla" publicada por B. 137 198 Antes de comentar algunos aspectos sobre la disciplina de los forzados, debemos adelantar que los condenados tenian merecida fama de arrogantes: Los que ya estin rematados para galeras tienen por cosclete y blas6n el estar rematados y a voges publican que son esclavos de Su Majestad, de donde nagen extrafos atrevimientos como si fuesse dignidad y excepgién que luego son temidos y estafun y quitan la capa al que no les da de comer 0 lo que tiene. * El galeote rematado tenia plena conciencia de que nada peor podia ocurtirle, pues la propia Corona estaba interesada en conservarle la vida para aprovecharse de su potencial de trabajo. Dentro ya de los barcos, el cmitre distribuia a los hombres segtin su fuerza y destrera. Si era robusto podia ser un buen “boga adelante”, que asi se denominaba al galeote que empurlaba el extremo del remo, al cual se le pedia el mayor esfuerzo y era quien dirigia a los demas. Si por el contrario era de una complexién mediana seria un “apostis” y se colocaria justo ‘al lado del “boga adelante”. El puesto de “tercerol” resultaba mis cémodo que los dos anteriores, ‘ocupaba la posicin intermedia en el banco y por tanto no hacia tanto esfuerzo como ‘un “boga adelante” ni doblaba el espinazo para seguir el recorrido del remo, como lo hhacian los dos tiltimos remeros. Estos, llamados respectivamente cuarterol y quinte- rol, se escogfan entre los forzados més enclenques. La explotacién de esta mano de obra se basaba en la coaccién. De tal modo que los cémitres y sotacémitres golpeaban a sus hombres a voluntad hasta conseguir una velocidad de crucero de cuatro a cinco nudos y una velocidad punta de 6 a 7 nudos. La primera se podia mantener durante dos horas seguidas; la segunda, unos quince minutos, a costa de un esfuerzo enorme. Habitualmente no bogaban todos los remeros a la vez, sino que se preferia bajar un poco de la velocidad de crucero y propulsar la nave alternativamente por un equipo de proa y otro de popa. Este sistema permitia altemar en cada equipo una hora y media de trabajo con otra hora y media de descanso. En cualquier caso, cuando las condiciones de navegacién lo permitian se procuraba ir con vela, Por lo dems, cuando los Capitanes Generales de las escuadras de galeras -como méximos administradores de la justicia civil y criminal en este ambito~ querian ‘escarmentar cjemplarmente a la chusma, ahorcaban a algunos de sus miembros. Si todavia deseaban un impacto mayor entre aquellos desgraciados, recurrian a la descuartizacién del reo por cuatro galeras, * Cualquier gesto de rebeldia entre los forzados era castigado con una dureza extrema, maxime en casos de levantamientos colectivos. Avala esta afirmacién un ssuceso ocurrido en la cércel de Toledo en tiempos de Felipe IV. En este lugar se hallaba detenido un sastre condenado a 200 azotes y galeras. Cuando le quisieron sacar del calabozo de los galeotes para azotarle, sus compaieros apedrearon a los, ministros de la justicia hasta el punto de hacerles desistir de su propésito. Sin Gattanno en Ensayo de una bbloteca espatola de libros raros ycuriosos,formado con ls apuniamientas dde don Bartolomé Jose Gallardo, coordinados y aumentades por don MR. Zareo del Valley don J. Sancho Rayon, Madrid, 1968-69, pp. 1367 ¥ 1368.) Pedio de LeOs, op. ct, pp, 380 y 381 © CE André Zsa y René BURLET, Gloria y misera de las galeras, Madd, 1989, pp. 106 y 107. % CE Ordenanzas para el buen gobierno de la Armada del May Océano. Edie facsimile lade 1633, Magri, 1974 embargo, los ministros volvieron al dia siguiente, originandose una peleona como la del dia anterior, mas esta vez iban guamecidos con rodelas y no lo pasaron tan mal “Tiraron algunos arcabuzazos, con que a un galeote le llevaron la mitad de la cara, y ‘otto echaron las tripas fuera”, “y haciendo averiguacién del caso: a seis de los mas culpados condenaron a la orca. a los dems a azotes; al sastre también se tiene por Gierto le ahorcarin por haberse amotinado por su ocasién.” 3” La Corona ponia especial énfasis en que no se concediese libertad a los condenados a galeras. A este respecto prohibid expresamente a los tribunales visitar a los sentenciados y ordené a la Cimara de Castilla no indultar a los galeotes. No obstante, este tltimo mandato padecié numerosas excepciones, sobre todo cuando el solicitante del perdén aceptaba pagar una importante cantidad de dinero por la condonacién de la pena. * En la misma linea de evitar que los condenados eludieran el cumplimiento de la pena, estaba el encomendamiento de las resoluciones de las inutilidades a los Capita nes Generales, y no a las justicias.® Los no aptos para el remo, rechazados por las autoridades militares, eran entregados al corregidor 0 juez del pueblo mas cercano, para que en presencia del veedor de las galeras o de su teniente, le conmutase la eondena por otro castigo a su arbitrio. La conmutacién de la pena de galeras solia realizarse por la de varios afios de destierro, pero también ocurria con frecuencia que algunos forzados inutiles conse- guian la libertad tras abonar el precio de un esclavo sustituto. La prictica existente de retener @ los forzados tras el cumplimiento de sus condenas hacia dificil la soltura. Solamente los galeotes impedidos, que no podian prestar servicio y comian su racién a costa del Rey, conseguian poner fin a sus penalidades con menos dificultades. Conocedores los forzados de esta costumbre administrativa, muchos de ellos buscaban la mutilacién voluntaria, Por eso, en un asiento de las galeras de Sicilia del dltimo cuarto del siglo xvi, la Corona incluyé una cléusula; segiin la cual, el asentista se obligaba a sustituir a su costa los esclavos y forzados invalidos. El propio documento expresa explicitamente la razén de tal novedad: “porque muchos toman remedos para mancarse”."® ‘AI ser descubiertas las autolesiones. eran castigadas sin piedad. En el inventario, de causas criminales de Ia Sala de Alcaldes de Casa y Corte puede leerse entre los apuntes del afto 1585 lo siguiente: “El maestre Pedro sobre la muerte de Francisco Almazan, galeote y sobre que estando sentenciado a azotes y galeras, se corté una ‘mano, por lo cual fue ahoreado”.** Para concluir, expresaremos que la no divisién de poderes doté a las sentencias de una doble vertiente. Estas no sélo fueron un acto de justicia sino también de gobierno. En funcién de ello se introdujeron en el acto judicial una serie de *Canas de algunos padres de la Compaaia de less, sobre los sucesos 6 la Monarguia entre los aos 1634 y 1648" en Memorial Histrico Espanol, Madr, 1968-69, 1. XVI, pp. 119 y 120 Seguin nuestros. céloulos el 10 por cen de los indultados por la’ Cémara de Casilla estaban ‘condenados a galeras, Cf. Jost-Luis DE Las Hinas Santos, “Indukos concedidos por la Cmara de Castilla fen tiempos de fos Austiias”, Sadia Hisiorica, vo. 1, n2 3, 1983, pp. 115.a lal. ‘Nueva Recopilacin VI, 24, 11 y A.HLN,, Consejos Suprimdos, Sala de Alealdes, bros-afios 1611 1613, fol. 475, “© M. Fennanper Atvante, Corpus Documental de Carlos V, Salamanca, 1973-1981, Ill p. 276 “© AGS. Varios, Galeras, leg. 114, ols. 498 y 499. Alonso de CaSTiLLo SoLORZANO, La garduha de Sevila y ancuelo de las bolsas, Madtid, 1972, p. 241 © AGS, Estado, libso 454, Foocopia failitada por el Dr. Cuant Mone, © AHLN, libro 2.783, (55, 139 13 140 consideraciones ajenas al caso procesalmente tratado y resuelto. Asi, la politica llevada a cabo en el Mediterraneo influyé decisivamente en el niimero de penas de galeras impuestas por los jueces. La Corona remitid a lo largo del tiempo sucesivas instrucciones a los Corregidores en las cuales se anteponian los intereses coyunturales de la Corona a Ia estricta administracidn de justicia, En el Antiguo Régimen no hubo proporcién entre penas y delitos. Ladrones, vagos, rufianes, bjgamos, resistidores de la accién de Ia justicia, testigos falsos, blasfemos, juradores, gitanos, jugadores, etc., aparecen sancionados con graves penas de galeras, sin dar lugar a una gradacién entre los diferentes delitos y sus sanciones correspondientes. Simplemente con el paso del tiempo se van incluyendo nuevas infraceiones en el catilogo de delitos sancionables con galeras; y, conforme se va deteriorando la situacidn social, la duracién de las condenas ira alargdndose, De este ‘modo, egamos a mediados dei siglo xvi y la tenencia de los temidos pistoletes se ccastiga con mayor rigor que ciertos casos de homicidio. La fuerza ejercida por cl Soberano contra los delincuentes tenia mas de revancha que de reparacién del equilibrio social roto por el crimen. Intencionadamente el castigo impuesto al delincuente era siempre superior al dafio causado por el delito: pues la pena debfa satisfacer la injuria sufrida por la victima, el perjuicio ocasionado a Ja Reptiblica con la perturbacién del orden civico, y también debia aplacar la ira del Monarea, cuya autoridad habia sido desafiada. Esto, en el marco de una sociedad que aceptaba como norma el principio de la venganza, derivada hacia la enormidad de las penas. Cualquier delito pequeiio, un hurto insignificante, por ejemplo, podia punirse con la severidad de unos afios de boga en las galeras. Por cuanto se refiere al cumplimiento de los castigos, se observa en las justicias cierta despreocupacin y pérdida de control sobre la materia. Los desterrados podian volver clandestinamente, pues los jueces se conformaban con la certificacién de haber salido a cumplir la sentencia, y de hecho ignoraban el lugar donde se encontraba el condenado. En el caso concreto de la pena de galeras, el condenado pasaba a depender de las autoridades militares, y eran éstas quienes decidian acerca de muchas circuns- tancias concernientes al caso: inutilidades, destino, régimen interno, libertad, etc.

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