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No van dirigidos estos libros a aquellos que niegan una inteligencia divina creadora y
gobernadora de este mundo 1
Algunos filsofos del cosmos (...) han credo que no haba otra posibilidad de solucin ms que
admitiendo perodos cclicos de tiempo, en los que la naturaleza quedara constantemente renovada y
repetida en todos sus seres 2
El sabe obrar estando en reposo, y estar en reposo cuando obra. Para una obra nueva puede
aplicar un plan no nuevo, sino eterno. Y cuando se dispone a obra lo que antes no haba hecho, no lo hace
arrepentido de su anterior reposo 3
paraso o expiando los pecados cometidos en la Tierra. Por lo tanto, Dios envuelve todo
el pensamiento histrico. Crea la historia e interviene en ella, dictando una moral
ejemplificada en la vida de Cristo y bajo la constriccin constante del pecado y su
castigo. Dios es la medida de todas las cosas.
Agustn de Hipona, como representante de la filosofa medieval, llevar a cabo la
difcil tarea de intentar conciliar fe y razn. Intenta explicar racionalmente pasajes de las
sagradas escrituras, haciendo recaer sobre el terreno de la fe aquellas cuestiones de
difcil explicacin. De esta manera, Agustn de Hipona recurre en argumentos ad
verecundiam a pensadores clsicos como Platn para dar fuerza a sus razonamientos:
Supongo que no se atrevern a despreciar los nmeros y decir que no tienen que ver con la
ciencia de Dios. Platn, gran autoridad entre ellos, presenta Dios formando el mundo con nmeros 4
4 Ibidem p.485.
fcil la existencia, es racional y tiene como fundamento datos empricos. Karl Lwith
explica los distintos emplazamientos de estas dos teoras de la filosofa de la historia:
No es un azar que las exposiciones cristianas ms explicitas de esta teora clsica del cosmos las
encontramos en una teologa de la historia, preocupada por la felicidad del hombre; porque, en verdad, el
lgico emplazamiento para un tratamiento cristiano de los problemas cosmolgicos es, no el Universo,
sino Dios y el hombre, ya que la existencia del mundo depende enteramente de Dios y su significado
sobre el hombre como objeto de la creacin divina. Por el contrario el lugar lgico para un tratamiento
clsico de Dios y del hombre es el cosmos, porque, en s mismo, es eterno y divino, y dirige la naturaleza
y destino del hombre 5