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NAAAAANAADANAANC SADA latte CIRO FLAMARION S. CARDOSO HECTOR PEREZ BRIGNOLI HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA Tomo I 4 Economias de exportacién y desarrollo capitalista NTR. Fh coe EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijelbo BARCELONA. Primera edicién: noviembre de 1979 ‘Segunda edicidn: noviembre de 1981 Tercera edicién: octubre de 1984 Cubierta: Alberto Corazén © 1979: Ciro Flamarion Santana Cardoso, México, D.F. Héctor Pérez Brignoli, San José (Costa Rica) © 1979: Editorial Critica, S.A. calle Pedr6 de la Creu, $8, 08034 Barcelona ISBN: 84-7423-105-1 obra completa ISBN: 84-7423-104-3 tomo IT Depésito legal: B. 32.991-1984 (11) Impreso en Espana 1984» DiageAfi, S.A, Constituci6, 19, 08014 Barcelona Capitulo 4 LA TRANSICION AL CAPITALISMO PERIFERICO (Siglo XIX) A) LAS BASES DE LA TRANSICION Economia atléntica y revolucién industrial La independencia de las trece colonias en 1776, Ja revolucién industrial en Gran Bretafia, Ia agitada politica y las guetras euro- peas en el perfodo 1792-1815, constituyen tres determinantes esen- ciales en Ia evolucién del mundo colonial americano a fines del siglo xvi. La independencia de los Estados Unidos, reconocida en el tra- tado de Versalles (1783), muestra no s6lo una ruptura exitosa del dominio colonial; ofrece también, en lo sucesivo, un modelo de sociedad y de instituciones que connotaré profundamente el hoti- zonte ideolégico de Jas futuras clases dominantes de América la- tina, La revuelta de Haitf (1791), consolidada en. 1804, sigue de cerca el ejemplo norteamericano en cuanto nueva grieta en el tam- baleante edificio de los imperios coloniales. Pero constituye, al mismo tiempo, una advertencia clara en cuanto a la profundidad posible de los cambios sociales en cicrnes, que terratenientes, co- merciantes y militares de las regiones vecinas escucharon con aten- cidn, La Revolucién francesa y el imperio napolednico tienen, en el campo, politico ¢ ideolégico, un impacto tan inmenso como di- ee, De ee ee ee ee) De yo 8 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA ficil de establecer con precisién.! Ciettos efectos, mis inmediatos porque detivan de los avatares de Jas guerras europeas, nos revelan una metrépoli exhausta en el poderio militar y desgarrada en las confrontaciones internas. Trafalgar (1805), mucho més que Ba- yona (1808), sellard In suerte de las Indias; el aislamiento politico y econdmico seré ahora mucho més permanente que en la década anterior. La revolucién industrial provocaré transformaciones funda- mentales en el comercio y cn las rclaciones internacionales. Los mercados coloniales, y en particular los de América latina, desem- pefiarén un papel primordial en el consumo de los textiles de Ja primera fase de Ia industrializacién.? El algodén, materia prima bisica en ese proceso de expansién, serd también un producto de Ja periferia: el sur de los Estados Unidos, las Antillas, la India, etc. Esta inusitada expansién de los intercambios dependié estrecha- mente del predominio naval y de una red comercial y financiéra cada vez mds compleja, controlada por los capitales britdnicos? Se van asf confjgurando los elementos esenciales de una nueva di- visi6n internacional del trabajo, que tendrfa como centro neurélgi co a la industria britfnica, «fébrica del mundo». Pero Ja constitu- cién definitiva del modelo exigiré todavia dos componentes que aparecen mds tarde: Ia imposicién del free trade, después de 1846, y la afluencia masiva de inversiones a los pafses de la periferia. 1, Hobsbawm lotaliza tres ciclos revolucionarfos: 1820-1024, 1829-1834 1848, como herencia directa de la revolucién francesa; cf. Eric J. Hobs- we Las repluciones burgueses, wad. F. Ximénes, Guadarrama, Madrid, 178 a CF Ba J, Hobabawn, Induarie¢ inpeio, und. Ponén, Ail Bucdlona, 1977, aps IV Vit Poll Deane La primera resolcién indur. ‘rial, teed, Solé’ Tora, Pentosul ep. WV. 3. Ibion, «British Hobsbawn, op ae, OP, . Shipy sn journal of Economie History, wel Xt, 1951, pp. 361374; Je penetrcién de Toe comerctanes buithteos en Améiica latina esté magalficamente aalizeda en Tullo Halperin Donghi, Hispanocmtricg después de la Independencia, Paidés, Buenes Altes, 1972, D.C. M Plate, Latin America and British Trade 1806-1914, Adan Londres, 1972, HL Jenks, The Migration of British Capital to 1875, Tho- ‘Sons, Londees, 1963 (1 edic. 1927); A.H. Tnlah, Economie Elements pth Pox Brannicg, Harvard University res, Cambri, 1956: ACK Cainmcross, Home and’ Foreign Investment, 1870-1913, Cambridge a. BASES DE LA TRANSICION 9 El auge americano del siglo XVII Para América Jatina en su conjunto, Ja segunda mitad del si- slo xvutr es una época de prosperidad general. El crecimiento de la poblacién, notorio en Brasil desde 1700, y en Hiispanoamérica des- de 1750 contrasta con la catéstrofe del siglo anterior. La produc- cién y el comercio se expanden contiuamente, sobre todo en, las reas periféricas: el norte de México, la Florida y Louisiana; él Rio de la Plata, el sur de Chile, ciertas regiones de Nueva Granada y Venezuela. En Brasil el oro y los diamantes dominan Ies activida- des econémicas hasta 1760; los centros mineros darén origen a un conjunto de actividades subsidiatias: ganaderia, agricultura, arte- sania, etc., de cierta complejidad. En el conjunto se puede hablar, por referencia a las Iineas de fuerza de la economfa colonial en las etapas anteriores, de un desplazamiento regional hacia el Atléntico y el Caribe. En otros términos, la vocacién de las economfas co- loniales tiene shora, a través de un trifico cada vex més diversif- cado, de muchos més puertos y rutas, un abanico de posibilida- des insospechadas. El dinamismo de algunos rubros de exportacién: cueros del Rio de Ia Plata, cacao de Venezuela, plata de México, etc., no puc- de ocultar la reactivacién de muchas industrias artesanales que abastecen las regiones exportadoras y los mileos urbanos en ex- pansién, Entre el monopolio del comercio legal y el contrabando todavia hay considerables intersticios para esas pritaitivas activida- des industrales. Los reajustes imperiales que acompafiaron a este auge eco- némico se conocen, cottientemente, con el nombre de reformas University Press, 1953; A, G. Kenwood y A. L. Lougheed, Historia del desarrollo econdinico itervacionl, wads 2, de la Paeate, Tmo, Mads, 1513 (2 vols), di es Stoces Aloe, Le plac de Atri ating, Alan 2 Bagel Nad F td 'M, Mote, «Patrones de le urbanizacién Iatinoamert io a i en oe Morse (eh. ,sarrollo istic, SepSetentes, 2 97; i'Faipein Donghi, Historia contempordaet isdid, 190 ops México, 1973, pp. 115: de América lating, Alianza Editors AE: 10 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA borbénicas y reformas pombalinas. El caso portugués mustra una simplicidad que no se percibe en Hispanoamérica. El) tratado de Methuen (1703) consagea Ja subordinacidn a los intereses bri- tdnicos, a cambio de Ja seguridad del imperio. El propio mar- qués de Pombel hablard, afios més tarde, de un Portugal redu- cido a una estrecha dependencia de Inglaterra sin los: inconve- nientes de Ia conquista militar.” Los Borbones en cambio|estuvie- zon animados no s6lo por Ia ambicién de renovar estructuras ad- ‘ministéativas vetustas ¢ ineficientes sino también por Ia|idea de conservar y engrandecer el imperio, frente a las ambicipnes in- glesas. Existe una abundante bibliograffa sobre las mentionadas, reforinas'' y sobre los efectos concretos de su aplicacién?/La con- clusién que parece detivarse de los estudios més profundos y acuciosos es, no s6lo la muy evidente de que los suefiog de po- derfo imperial de «proyectistas» como Campillo y Warll, o los minjstros de Carlos JIL, fracasaron, ya en la iiltima déada del siglo, sino también la de que los reajustes administrativos y fisca- Jes tuvieron el efecto de entrabar notoriamente In prosperidad econtmica, yy de desatar odios y rencores que los grupgs socia- les implicados dificilmente llegatfan a olvidar después. | edad fg Manet, Dr Preewinenc in we ond leclinejaitidy bn European expansion, Chapel Til, Universiy ef Nor Giese ies 193>, eps Ly Th, Cates Farin, Farmar ecoinice del Brat ted, D, Aguilera, ECE, México, 1962, pp, 4046. Stanley y Batbacn Stein, La berencia colonel de Aoérie la 4, Long Se Ekh Mes, 197 po. Slr; Ges Gin oi; Antics, tad, B.” Obregéo, Grlalto, Barcelona, 1976, ppl Bhuardo Atcl Faces, Reformer econdmicer del vglo. XVII Expat, SepSetenas, México, 1974 (2 vols; Marcelo Bitar Leva ilar espaioles ‘del siglo XVIII, sos ideas sobre la Uiberad dl on Indie, Caltura Hispnica, Madi, 1968. 9. CE John Lynch, Administacie colonial espaol, 1782-1810, el si tema deinomienes ef d Rio de Io Plata, trad. Gr Tank, Eodebs, Buenos fines 1967 D. Ac Beading, Mineros y comerclenes en el idsio borbdnico EGE i810) tad. Gomes, PCE, MEcco, 1975; John R. Fisher, Govern sacat and. octet iy Colonial Per," The Inendand System, 17841814, The ‘ibang ress Londres 1970; del hsmo autor, Mina» rneron ep el Perd calowid, 17761894, Insitute de estudion pervance, Lima, 1977] Anthony McBain, eEl comercio exterior del virtenato, de la Nueva’ (ran tonfitos én la politien econdmicn do los Botbones (1783-1789), an Arerlo Gllombiano de Tistris Socal y de Ta Cultura, Universidad Nevional de ins 67, Bopots, 1971-72, pp. 116. BASES DE LA TRANSICION i John Lynch ha propuesto una hipétesis estimulante, que ha sido tetomada pot autores como Brading y Bakewell." Las te- formas borbénicas habrian significado Ja «segunda conquisia de América». Un gran esfuerzo por parte de Espafia para volver @ tomar a América en sus manos. El ataque frontal a ciettos privi- legios de Ia Iglesia, Ia reorganizacién militer, Ja reforma admi- nistrativa, as oleadas de inmigeacién peninsular (burécratas y comerciantes) tenfan un fin primordial: el de aprovechar al mé- ximo los beneficios de Ia dominacién colonial, Esta segunda ofen- siva conquistadora no podrfa entenderse si no se afirma que a finales del siglo xvii «Hispanoamérica se habla emancipado de ‘su inicial dependencia», Las sociedades americanas empleaban sus recursos en su propia administracién, defensa y economia; Jogtaban apropiarse de una gran proporcién de Ja riqueza que generaban, El gobierno colonial consistla, en -realidad, en un verdadero compromiso entre la soberanfa imperial y los intereses de los colonos. En esta perspectiva la§ reformas borbénicas pue- den verse entonces como un supremo esfuerzo espafiol por reen- contrar el camino de Ja prosperidad a costa de las colonias. Exac- tamente ésta cra Ja ambicién de los «proyectistas» antes men- ynados. Si se acepta Ia tesis de Lynch se impone otra consecuencia de cardcter general, Las bases estructurales que impulsen a todos Jos pafses Iatinoamericanos, durante el siglo x1x, a integrarse al mercado mundial como productores de materias primas, resul tarfan mucho més un legado de Jos reajustes imperieles del si- slo xvirr que de Ia situacién colonial anterior. No convend:fa ol vidar que el impetuoso auge econémico del siglo de las luces tuvo beneficiatios locales de significacién. Estos terratenientes y co- metciantes, que encabezardn las luchas por la independencia, se- rin, de ahora en adelante, Jos principales interesados en buscar un erecimiento econémico basado en Ia expansién de las expor- taciones. Es indudable que en este punto esencial Jos intereses nativos cada vez més poderosos coincidian con la politica impe- rial; como aseveraba el virrey Revillaglgedo: 10. John Lynch, Espaia bajo los Austrias, Pentnsuls, Barcelona, 1972, Ti, pp. 194-228; del mismo autot, Las revoluciones bispancamtericenas, 1808- b SL a ee ee EE EPP ye 12 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA No debe perderse de vista que esto es uns colonia que debe depender de su matriz, la Espafia, y debe cotresponder a ella con algunas utilidades, por los beneficios que recibe de su proteccién, y asf se necesita gran tino para combinar esta pendencia'y que se haga mutuo y reciproco el interés, lo cual cesarfa en el momento que no se necesitase aquf de las menu- facturas europeas y sus frutos. EI proceso de cambio social: caracteristicas basicas La transicién al nuevo orden colonial quedaré completada, en casi todos Jos pafses latinoamericanos, hacia fines del siglo 20x. Pocos procesos de nuestra historia presentan Ja complejidad y va- riedad de situaciones de este perfodo de pasaje de una situacién dependiente a otra, que se extiende, segiin los casos, a lo largo de una centuria. Cualquier intento de comparacién exige definir ciet- tos ctiterios fupdamentales, que ayuden a reconocer los tipos prin- cipales en cuanto al mencionado proceso de transicién, La elec- cidn de esos criterios no es, naturalmente, independiente de la ma- nera como se caracterice a las sociedades en el punto de partida y el de Ilcgada. La referencia a los capltulos 3 y 5 de este texto re- sulta imprescindible para una visién mds efectiva del conjunto. En el proceso de vinculacién al mercado mundial se distinguen dos fases diferentes." La primera se extiende desde Ja indepen- dencia hasta mediados del siglo 20x y se caracteriza por Ja aper- tura al libre comercio, Ia entrada masiva de manufacturas briténi- cas y la pérdida, en pocos afios, de la masa de metal precioso circu- Jante, La penuria de capitales y las elevadas tasas de interés son tun rasgo habitual que indica, en cada caso, Ia debilidad de las ex- portaciones al mercado mundial y la reticencia profunda de los in- versionistas ingleses, escarmentados sin duda por Ia crisis de 1825. 1826, trad, J. Alfa, DB, McShane, Ariel, Barcelona, 1976, gp, 9 DA. Brading, op. cit. Bakewell, Minerla y sociedad en el éolonial, Zacatecas Fisieizoo, trad. R. Gémez, F.CE,, México, free 11, Tulio Halperin Donghi, op. cit. pp.” 146-159" y_ pp. 207-216; del rising autor, Hispanoamérica después de’ la independencia, cit, cap. Ii. BASES DE LA TRANSICION B {en estas condiciones sélo fueron viables unos pocos productos de | exportacién: aquellos que como Ja ganaderia exigicron minimas inversiones iniciales o los tintes (grana, fil) y minerales precio- s05 que aseguraban un producto de poco volumen y alto valor.“Al no existir condiciones para modificar los sistemas de transporte in- terno, sélo fue posible seeditar actividades de rafz colonial, como ces el caso del trigo y Ia minerfa chilenas, el café de Venezuela o del valle del Paraiba, del afl y la grana en América central. -“ La segunda fase se configura después del medio siglo: con la afluencia masiva de capitales extranjetos que se invierten en obras de infraestructura y en empréstitos a los gobiernos; y una fuert. demanda, en los paises industrilizados, para los productos pri marios. En rigor ninguno de estos elementos es absolutamente nuevo, pero si resulta inédita la escala de las transformaciones en juego, El proceso de transicién puede caracterizarse como un con- junto de cambios a nivel de Ja economfa y Ia sociedad necionales, exigidos para hacer posible Ia expansién en gran escala de las act vidades exportadoras. Estas transformaciones se efectuaron a tr wvés de tres procesos basicos: Ia abolicién de la esclavitud, Ia refor- ‘na liberal y la colonizacién de éreas vacias. Estos tres mecanismos estén presentes, en mayor o menor grado, en los procesos de tran- sicién de todos los pafses latinoamericanos, pero serfa ilusorio creer que en todos los casos operan en forma similar, En los paf- _ ses que durante el perfodo colonial se caracterizaron por una eco- nomfa centrada en la plantaciéa.esclavista, el problema de la abo- licién, en otros términos, la necesidad de un cambio radical en el mercado de trabajo, determinard las soluciones consideradas como posibles, para el conjunto més amplio de transformaciones exigi- das: mercado de tierras, de capitales, legislaci6n, etc. En Jos pafses con poblaciones indigenas densas el proceso de reforma liberal gi- rard sobre todo en torno a Ja cuestién de In tierra. En mayor 0 menor grado la desposesién de Ja Iglesia y el avance sobre las tie- tras de las comunidades y Ia venta de baldios, tendrén el doble efecto de crear simulténeamente una oferta de tierras y de mano de obra, Los casos de colonizacién en un érea vacia se definirén ante todo por la necesidad de fa inmigracién masiva y, en casi PARA RR RAN OS 4 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA ADOLICION DE LA ESCLAVITUD 5 = todos Jos casos, por una apropiacién preliminar de las tierras a anilisis, tratando de verificar si definen efectivamente los limites! CO poblar, En dos ejemplos, sin embargo —el valle central de Costa del sistema esclavista, x Rica y la Antioquia colombians— el monto global de Ips inmi- 2) Teniendo en cuenta Jas caracterfsticas del movimiento de- a igrantes es de poca signifcacién. 1 mografico natural entre los esclavos en Ia mayoria de las socieda-) ‘y des esclavistas de América, resulta I6gico considerar que Ia aboli- Ve i cidn de la trata, a la larga, asestarfa un golpe irremediable al es-| B) LA ABOLICION DE LA ESCLAVITUD ] clavismo americano. a Sobre la interpretacién del largo proceso de abolicién de la a Como al hablar del esclavismo en Ia época colonial, Hos limi- trata —y en particular de la prioridad y del papel activo, mili- é taremos a aquellas regiones que tuvieron en Ja esclavitud fegra el tante, de Ia Gran Bretafia en dicho proceso— se enfrentan dos po- A fandamento de las relaciones de produccién. siciones opuestas. A El punto de vista tradicional es el de Regatz y de Eric Wil. a liams, o sea la tesis que vincula el fin de la trata y posteriormente 1, LA DISOLUCION DEL SISTEMA ESCLAVISTA: Ja abolicién'de Ia esclavitud al proceso de declinacién de las An 1. FACTORES CENTRALES las azucareras en Ja segunda mitad del siglo xvi y a principios 4 del xax. Con la revolucién industrial, el mercado inglés pas6 a ser , Fernando Henrique Cardoso define en tres puntos lo} limites cada vez m4s amplio, con tendencia a abarcer al mundo entero. de Ja elasticidad del esclavismo americano, es decir de su capaci- Desde entonces, la posicién relativa del Caribe briténico en’ ese co- a dad de cambiar y adaptarse sin pérdida de sus caracterisficas es- mercio tendié a perder importancia, tanto més cuanto las islas es- 1 tructurales fundamentales: ® taban intrinsecamente agotadas y decadentes debido « los efec- i 4) que la trata negeera pueda seguir efectuéndose, fara que tos de la explotacién extensiva del suelo. La trata segula siendo el mercado de mano de obra sea abastecido adecuadamente y a vuna actividad importante para el puerto de Liverpool, pero lo 4 precios aceptables; era cada vez menos en el comercio briténico total, Los intereses 4 5) coyunturas econémicas que. propicien grandes ganancias industriales ascendentes pasaron a combatir ef mercantilismo en : sin que se necesite cambiar las estructuras productivas, chracteri- todas sus formas, chocando con los privilegios monopolistas an- zadas por una «economia del despilfarron; tillanos y con ef esclavismo colonial en su conjunto. Este con- x .€) que no se ejerza Ia competencia de una produccin cuya texto histérico global explicarfa el éxito, en 1807, del movimien- 1 mano de obta sea libre, asalaziada: al desarrollarse, el capftalismo to abolicionista de la trata, cuya actuacién caracterizada por Ileva a Ia destruccién del sistema esclavista. versas cortientes religiosas y humanitarias, y por Ideres como 4K Estos puntos se derivan del contraste entre «capitalismo ra- Thomas Clarkson, James Ramsay, William Wilberforce, fue im- n ciotials y «esclavitud irracionaln, y-de la consideracién dg los re- pottante sobre todo en Jas tres tiltimas décadas del siglo xvut y ‘ “quisitos indispensables para que una explotacién cel resulte los primeros afios del siglo siguiente, Explicaria también, poste- Y rentable, que hallamos en Max Weber y, anteriormente a éfte, par- cialmente en Marx. Podemos'tomarlos como base para nuestro ‘ex Aintican, en vain autores, Modor de produccén en América latina, Ghaderoos de pasado. y presente, Siglo XX1, Buenos Aires, m2 40, mayo 1 12, Fernando Henrique Cardoso, Cepitalizmo e excevideo no Dil meri die 1973, pp. 193-242; Max Weber, Economia y sociedad. Biboro dé socio- : ional, Difusdo Europeia do Livro, Sio Paulo, 1962, pp. 199-200, 308-311 lgia comprension, wa. de J. rerrfa'y otros, Fondo de Caltura 1 5. "Ch Ciro F. $ Cardoso, af modo de’producclon esclavist colonial Exonémics, MexicoDuenos Aires, 1964, 1, pp. 131132. C 16 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA riormente, la sbolicién de Ja esclavitud (en 1833-1338) y de los privilegios mercantilistas de que gozaban las Antillas briténicas (en 1846, al abolirse en Inglaterra el proteceionismo aduanal al saicar de las islas). Esta teorla parecia muy légica y coherente, y foe aceptada por diversos historiadores a partir de su exposi- cién por E. Williams en 1944." v TRecientemente, sin embargo, Seymour Drescher lanzé un ata- que demoledor contra ella, aunque limiténdose a ‘a etaps de Ia Sbolicién de Ja trata. Apoydndose en curvas y cusdros estadisti- fos elocuentes, demostré: 1) que los intercambios entre la Gran Bretafia y sus Antillas, lejos de haber declinado entre la inde- pendencia de los Estados Unidos y la abolicién de Ie trata, aumen- Paron mucho a fines del siglo xvinr y en seguida se estabilizaron fun nivel bastante més alto que el de Ja primera mitad del siglo (época de apogeo para Williams); esta prosperidad comercial se manifestaba no sélo en términos absolutos, sino también en a1 elevado porcentaje (incluso hasta 1822) que representaba ‘en El conjunto del comercio briténico; 2) el valor de Ja propiedad y de la produccién esclavistas, en el mismo perfodo, no disminuyS en Jas Antillas, sino aumenté ‘sustancialmente; 3) el comercio de eclavos, y en general el comercio con Africa, practicado por los ingleses, Ilegé a su auge a principios del siglo xx, en visperas de Javabolicién de la trata; 4) el algodén bruto antillano fue més importante en las importaciones briténicas que el norteamerica- no hasta los primeros afios del siglo pasado; 5) la produccién y {I comercio azucarero del Caribe briténico conocieron su apogco gn 1788-1815, ampliando Gran Bretaa su potencial esclavista ‘con nuevas conquistas coloniales (1793-1806) que inclufan am- pia provisién de tierrss virgenes, compensando cualquier dismi- pucidn de productividad en las «viejas» Antills. En seguida, Drescher busca Jas causas de la abolicién de la trata en los argu- mentos mismos de los debates parlamentarios britinicos al respec- to, entre 1788 y 1806. Dichos argumentos tenfan que ver sobre 1A. CE, Eric Willams, Copitalizme et esclavage, Présence Afticaine, ari 1968 (trad, gast: Ed, Siglo Veinte, Buenos, Altes); del misma autor Batts, Cotumbus to Castro: The History of the Caribbeas, 1492-1969, Har. per && Row, Nueva York, 1970, caps. 16 y 17. ABOLICION DE LA ESCLAVITUD v7 todo con Jos problemas morales, y la chemorragia de hombres» que sufrfa Africa, a consecuencia de una prosperidad esclavista que nadie negaba; y con los peligros de revueltas masivas de los es- clavos, semejantes a la de Saint-Domingue a partir de 1790. Los abolicionistas crefan que la expansién econémica a corto plazo de- sembocatfa, ya sea en Ia revuelta, ya sea en una declinacién de Jarga duracién (ligada al crecimiento especulativo del endeuda- miento de Jos plantadores)." ‘No cabe duda de que el trabsjo de Drescher constituyé una respuesta adecuada a la demostracién ezonomicista qué Williams ofrecié de su tesis, y que sus argumentos estad{sticos son proba- blemente decisivos para un debate a ese nivel. Nos parece, con todo, que el autor comparte la incapacidad demostrada por Ia es: cuela econométrica norteamericana en todos sus trabajos histéri- cos, de vislumbrar un proceso en toda su amplitud. La tendencia metodolégica de esa escuela, que desconfia de cualquier explica- cién de conjunto, consiste en interpretar episodios histérico-eco- ndmicos aislados de Ja totalidad social, de lo que resulta Ia frag- mentacién de Ja historia econdmica en pequefios sectores 0 com partimentos, cada uno tratado en sf y pot s{ mismo. En el caso que nos interesa, el telén de fondo esté constiguido por un proceso de dimensiones macro-histéricas y mundinles?eladveninento del capitalismo como sistema dominante, lo que modifica —no simul- Lineamente, desde luego— todos los niveles de la estructura £0- cial, inclusive In ética y las representaciones mentales colectivas relativas a la mano de obra y al trabajo, En este nivel estructural més amplio, argumentos basados en una bonanza coyuntural son netamente insuficientes como para negar, pot ejemplo, que se haya dado un conflicto entre el capitalismo ascendente y todos los as- pectos del «antiguo régimen» econémico. El trabajo de Williams hos parece correcto en sus consideraciones histérices més amplias, pero su etror consistié en hacer depender su demostracién de un ‘marco estrecho, limitado a los problemas del comercio de a Gran 15, Seymour Drescher, «Le “déclin” du systeme esclavagiste briten- nique et Fabolition de Ia ‘traites, trad. de C. Carlier, en Anndles marzoabril de 1976, pp. 414-435. : en 2 18 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATI Al razonar en un contexto histérico global, las co humanitatias y morales de los abolicionistas tienen s\ Iégicas, pero carece de sentic dad ética», No es una coin Jas transformaciones capitalistas haya tomado 1a del forma un bloque con la abolicién de las Cors laws, de de las actas de navegacién, etc., més allé de cualquier a estadistica sectorial, Seria ridfculo considerar que I sintrinsecamente> mas «ética» comparindola con las trépolis... La trata briténica fue abolida en 1807, y desde! Gran Bretafia pasé a ejercer presiones sobre las dem! mismo. Las presiones variaron desde la diplomacia mentos financieros (suma ofrecida a Espaia en 18] envfo de Ia flota britdnica a patrullar las costas de Afi mismos pafses esclavistas receptores de los esclavos Aberdeen de 1845, ditigido contra Brasil). Es cierto Pitalistas ingleses vinculados a la financiacién de la trat sil y Cuba, Es cierto, también, que si bien Ia presiénil una variable central, otras intervinieron en cada pal Ja trata, por lo que el proceso de abolicién del com: vos pudo ser diferente en cada caso. Phillip LeVeen luar cuantitativamente Ja eficacia de Ja politica britéai siderable, no s6lo de manera directa —160.000 escl a barcos negreros y liberados, 1.500 buques capturados, “'y 1865—, sino igualmente haciendo subit mucho dos esclavos de trata. Aun si el comercio de cautivos tiendo con gran prosperidad, principalmente hacia B: atios inmediatamente siguientes a la extincién oficial os y costos de operacién aumentaron al punto de iniciativas contra la trata y en seguida Ia esclavitud| tol A Bretafia con sus colonias y de Ia pretendida decadenicia antillana, sideraciones lugar y son ‘manejar en abstracto| lina «causali- lencia que el pafs més|avanzado en ntera en las lonial: ello Ios gremios, mnsideracién jlaterra era demas me- entonces Ja is potencias, y después sobre los nuevos pafses americanos, para que hicieran lo y los argu- 8) basta el ca y de los le trata (Bill que aun en plena fase de acciones navales contra el comercio de e4clavos nota ‘mos contradicciones en In actitud briténica: existfaniintereses ca- fa hacla Bra- ritdnica fue que abolié io de escla- intenté eva- contra Ia trata africana, llegando a la conclusién de que su impacto fue con- jos tomados entre 1820 precios de siguié exis- il (hasta los ide Ja trata en 1850) y hacia Cuba (hasta 1865 aproximadamente), sus ries- fisuadir una + disticamente que todavia més importante fue la trata intra-provin- ABOLICION DE LA ESCLAVITUD 9 parte de los tratantes potenciales y de estimular Ja biisqueda de formas alternativas de aprovisionamiento de mano de bora,!* Podemos distinguir cierto ntimero de soluciones inmediatss, tuna vez, terminada Ja trata afticana: La tinica alternetiva verds. dera, eficaz a largo plazo, estarfa constituida por patrones demo- srificos que permitieran el crecimiento vegetativo de la poblaciéa esclava; encontramos este tipo de estructura demogréfica en los Estados Unidos aun antes de su independencia. No necesitamos entrar aqui en la polémica actual sobre si hubo 0 no «crianza» de esclavos en los Estados Unidos en el siglo x1x," puesto que de he- cho, fuera de dicho pats, los patrones demogrificos no se orients. ton a un crecimiento vegetativo de Ia poblacién cautiva; en otras palabras, en América latina y en el Caribe Ia altetnativa menciona- da no se dio, Restan las alternativas eficaces sélo a medio o corto plazo: Ja trata interna y ciertas reorganizaciones del sistema pro- ductivo, de que hablaremos més adelante. En Brasil, una de las soluciones intentadas después del cierre de la trata africana hacia ese pafs en 1850 fue Ja compra de escla. vos de las provincias entonces menos présperas del norte y del nordeste por los exitosos hacendados del café, cuyas haciendas se situaban en el valle del Paraiba (ubicado en partes de Rfo de Jan to, Minas Gerais y Sio Paulo). Una tesis reciente demostré es cial en Rio de Janeiro, desde municipios menos ricos hacia Ja fron- tera del café." La trata interna fue una solucién adoptada por casi 16. Ver Phillip Le Veen, «A, Quantitative Analysis of the Impact of British Suppression Policies on the Volume of the Nineteenth, Century Slave Trade», University of California, enero de 1972 (ponencia). Probable. mente el mejor estudio diplomdtico y poltico de las presiones beitinicas al respecto se refiere « Brasil: Leslie Bethell, A aboligio do trdfico de esclevos no Brasil, wad. de Vera Neves Pedroso, Editora Expressio « Cultura en coedicién’con Ja Eaditora da Universidade de Sao Paulo, Rlo de Janeizo, 1916 (cLoriginal en inglés es de 1970). 17. La polémica sobre a «crianza» de exclavos es algo muy curioso, si sonsideramos que los contempordneos no tenfan la menor dude al tespecto, dentro y fuera de los Estados Unidos: ver por ejemplo, Robert. Canad, Qs stitos anos de eseravatura no Brasil 18501888, trad, de F- de Caste Ferro, Civilizagao Brasileira, Rio de Janeiro, 1975, pp. 43-44. 18, R. Contad, op. cit, cap, 4; Emilia Viotth da Coste, De senrala a colonia, Ditusao Européia do Livro, Si0 Paulo, 1966, ‘Lima Neer eee eee eee 7 os 20 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA todos los pafses esclavistas, en mayor o menor medida, luego del ietre de la trata africana, En ausencia de un cambio radical de Jos patrones demogrélicos de 1a poblacién esclava, no podria ser sino un paliativo, una solucién momenténea que posponfa pero no podia impedir el colapso del sistema esclavista: esto muestra que es justo, en el contexto latinoamericano y del Caribe, considerar a Ja continuacién de la importacién de esclavos de Africa como uno de los limites de elasticidad de dicho sistema. 5) La segunda condicién de supervivencia mencionada por F, H. Cardoso apunta hacia las caracteristicas de «despilfarro» € s Podemos distinguir —dejando de Iado el caso norteamericand que no nos interesa abordar aqui— tres tipos fundamentales de procesos abolicionistas de Ja esclavitud en América, - 4) En un caso tnicamente —Haitl— el fin de Ia esclavitud resulté directamente de una revolucién social y nacional, entre 1790 y 1804. Ninguna otra revuelta de esclavos, en toda la his- toria del continente, pudo forzar la reorganizacién de la sociedad ie alobal y servir dé punto de partida para una nueva nacién, aun . sies posible encontrar algunas rebeliones localmente exitosas durante el siglo xvit1 (Jamaica, Surinam). Es cierto, sin embargo, que Ja revuelta de los esclavos constituyé el micleo del Proceso haaitiano de independencia y abolicién, pero no la nica fuerza en accidn: el resultado de Ja Iucha debié mucho a una compli- cada y cambiante red de divisiones, alianzas y procesos sociales, . tanto a nivel local como metropolitano, Por otra parte, en Haiti Ja abolicién e independencia no significaron, durante Targas dé- cadas, un pasaje al capitalismo dependiente: en un pals casi ais. Jado se mantuvieron por mucho tiempo estructuras econémico- sociales extremadamente arcaicas.” ~ 5) Una segunda forma de abolicién puede ser encontrada en el Caribe briténico, francés y holandés (Antillas y Guayanas). El fin de Ia esclavitud fue ahf impuesto a territorios todavia colo- niiales por las metrépolis respectivas, que vivian todas su pro- be eso de advenimiento 0 consolidacién del capitalismo como modo de produccién dominante, y de eliminacién de los restos del an- tiguo sistema econdmico. Los movimientos abolicionistas. eran, as minante, en funcién de Ja revolucién industrial en sus tapas: este factor aparece internalizado en] las nue vvas formas e intereses que sefialan, en cada pafs ameticano, la adaptacién a las modalidades organizativas del mercadg| mundial, radicalmente cambiadas, Por otra parte, en el intetior de los pa ses de América —con méxima fuerza en los Estados Unidos, me- nos intensamente en Brasil y Cuba, todavia menos eh las de- ‘nds regiones esclavistas, casi nada en el aislado Hoait{|posescla- vista— el siglo x1x vio el desarrollo gradual de sectotts econd- | micos progresivos, «modernos», que terminaron por ¢hocar con Jas estructuras esclavistas. La importancia relativa del desatrollo i interno de tales sectores econémicos «modernosr ipmediata- i mente antes de la eliminacién del sistema esclavista parece cons- f | tituir —salvo en el caso temprano y muy especial de Haitl— el ce | elemento central de explicacién del peso que, en cad caso de | maneras diferentes, si bien ligadas entre sf. Por una | i aboliciéa de Ia esclavitud, tuvieron los factores extetos ¢ in- ternos. Asf, en los Estados Unidos la abolicién resulté funds- ® mentalmente del juego de las contradicciones internas (Jo mismo ' es verdad en cuanto al fin de la trata); en el Caribe, briténico, francés y holandés fue, en lo esencial, impuesta por las ietrépo- lis; en Brasil y en Cuba, podemos percibir el equilibrio fe ambos tipos de factores en el proceso de destruccién del esclavismo: 2, DIFERENTES TIPOS DE PROCESOS j DE ADOLICIGN DE LA ESCLAVITUD Las notables diferencias entre los procesos de aboliclén de la esclavitud no se explican por distintos sistemas esclavidtas —ya Lee ee mos discutido esta cuestién al tratar de la Colonid—, sino Ediciones del Taller, Santo Domingo, 1974"; José Luciang Franco, Historia 1 ja poltti Inerabilidad la presio- de ta revolucin de Hatt, Academia de Clencias de Cubs, La Habana, 1966; I por los grados de dependencia politica y vulneral ' Antoine G, Petit, Haitl. incidences ethuiques de la lutte des classes, s.n£. HL Orlando Patterson, The Sociology of Slavery, MacGibbon & Kee, Lon Wr dres, 1967, pp. 273.283; Roger Bastide, Las Américas Negras, trad, do i Patticio Azcérate, Alianza Editorial, Madrid, 1969, cap. 3. "22. Cf. Bugtne D. Genovese, Esclavitud y ca Abad, Ariel, Barcelona, 1971, cap. II. 24 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA cen todos Jos pafses de Europa, muy conservadores, al. principio preocupados en poner término apenas a Ja trata’ afticana, poste- riormente defendiendo Ia tesis de la abolicién gradual de Ia es- clavitud, cont el debido respeto al derecho de propiedad (como se‘ manifiesta en la indemnizaciSn que en todos los casos se acordé a los propietarios de esclavos al abolirse la esclavitud). La pétdida de importancia econémica e inclusive la declinacién de estas colonias (aun en el caso de Jas Antillas britdnicas, ello es evidente en los tltimos afios que preceden a Ia abolicién del régimen esclavista) parece haber sido un factor de impoztancia. En el caso del Caribe francés, la revolucién de 1848 sirvié de catalizador, acelerando un movimiento gradual ya empezado. Pese a sus diferencias, Eric Williams y Drescher coinciden en acordar una gran importancia explicativa al recelo de un proceso semejante al de Hait{, justificado por gran niimero de revueltas de esclavos en casi todas las colonias, conduciendo finalmente a los intereses dominantes metropolitanos y locales (casi imposibles de distinguir de hecho debido al gran absentismo de los plantadores) aun acuerdo sobre las ventajas de una abolicién «desde arriba». ¢) Finalmente, en Cuba y en Brasil Ja abolicién fue un pto- ceso muy lento, vinculado a Ia vez a las presiones briténicas contra Ja trata, y a la pérdida gradual de importancia y viabilidad del sistema esclavista (y de la fraccién de Ia clase dominante que parecta depender de su contitfuacién) debido a cambios estractura- Jes ocutridos en las regiones o los sectores econémicos més diné- micos: los grupos més «modernos» (como los cafetaleros de Si0 Paulo, por ejemplo) utilizaron también el trabajo esclavo, pero percibfan la pérdida creciente de viabilidad de la esclavitud, y no tuvieron grandes problemas en convertirse a la tesis abolicionista y buscat soluciones més viables al mercado de mano de otra, La ausencia de indemnizacién indica bien Ja pérdida de importancia del grupo esclavista «tradicional», Por otra parte, no se debe olvidar que los esclavos constitufan apenss el 4 % de Ja poblacién 24, Ver el attevlo ya citsdo de Dreschér (n. 15}, los libros de E, Wiliams y Genovese (on. Id y 22), y J. Hi Party y Philip, Serock, Hora de lor Anti, rad. de Viviana 8. de Ghioy Editorial Rapelose, Buenos Ares, 1576. ABOLICION DE LA ESCLAVITUD 25 brasilefia en el momento de la aboliciSn (1888); y que en Cuba una parte de los esclavos y «colonos asidticos» fuera ya liberada por el Pacto de Zanjén que puso fin a la guerra de los Diez Afios (1878); ademés, debido a las bajas de esta guetta, al fin de la trata clandestina y a una baja de natalidad de 1a poblacién de color, en el momento de a abolicién definitiva (1886) habfa unos 75.000 habitantes de color menos que los consignados por el censo de 1862, Si la guerra de los Diez Afios fue un importante catalizador © en el caso cubano, lo mismo se puede decir pata Brasil —en me- 2 nor escala— de Ja guerra del Paraguay; el peso de los movimicn- rd tos de esclavos sobre el proceso parece haber sido mucho més importante en el caso de Cuba, sobre todo por su gran patticipa- cidn en la guerra de los Diez Afios: en Brasil sélo inmediatamente antes de In aboliciSn la presin de los esclavos, alentada por los abolicionistas, se volvié realmente considerable 3. Et aiencapo DE MANO'DE ODRA DESPUES DE LA ADOLICIN 2 La abolicién de la esclavitud ocutrié en fechas a veces separa- das por un largo tiempo: més de cuarenta afios separan el inicio de Ja revolucién haitiana de la abolicién en el Catibe briténico, y esta tiltima se dio unos cincuenta afios antes que el. fin de Ja es- clavitud en Brasil; ademés, como vimos, pudo ocurir segin vatios, tipos de procesos. La comparacidn de la evolucién de los patrones de organizacién de la mano de obra durante el perfodo inmedita- mente consecutivo a la disolucién del sistema esclavista en diver- 08 pafses americanos muestra sin embargo algunas similitudes no- tables, Esto es as{ debido a que dichos pafses compartieron en el 25, Para el exso de Brasil, ver Jos libros ya citados de E, Vioul! da Gosia y R- Conrad (an. 17 y 18): y también: Richard Graham, «Causes for the Abolition ‘of Negro. Slavery ia Brazil) An Interpretative ‘Essay>, en Hispanic American Historical Review, XLVI, mayo de 1966, pp. 12341 Robert Brent Toplin, «The Movement for the’ Abolition of Slavery in Bran 1880-1888, Rutgers’ University, 1968 (tess inédita), Para Cuba, cf. sobre todo Arthur F. Caria, Spain and the Abolition of Slevery in Cuba, 1817- 1886, University of Texas Press, Austin, 1967; Fernando Portuondo, Historia de Chie, Edltota del Consejo Nacional de Universidades, La Habana, 1965, 1, pp. 465466, 484, 26 HISTORIA ECONOMICA DE AMERICA LATINA pasado In experiencia de un sistema econdmico-sodial bésicamente similar, con las mismas contradicciones, potencial|dades y limita- ciones. | 4) Primera similitud. — En todos los pases 4 colonias, el fin de Ia esclavitud fue seguido por una tendencia a la fxpansién de la economfa campesina. Los ex esclavos, siempre que ello era posi- ble, trataban de obtener tierra y volverse econdmicamente inde- pendientes, En el interior del mismo sistema esclapista existfa, ya fo vimos, un sector de economia campesina, repretentado por jas parcelas:y el tiempo concedidos a una buena ptdporcién de los cautivos para que cultivasen alimentos; ademés, los negros cima- rrones reconstituyeron en sus palenques una econdfnfa campesina. La expansién de un campesinado negro asurnié formas versas. En Haitt —donde tenemos el méximo ee campesi- no—, esta tendencia chocé tradicionalmente con lo} intentos de Ia clase dominante negra y mulata, de crear grandes propiedades con mano de obra dependiente, Hacia 1820, luego de lag diferentes eta- pas de la formacién del pais, caracterizadas por politicas agratias ampliamentg divergentes, los trabajadores rurale; comprendian una tercera patte de pequeios propietatios, una treera parte de precatistas y una tercera parte de trabajadores dependientes (apa eros, arrendatatios y asalariados). En todo el Catibe es posible verificar esta expansin de un campesinadg negro ¢feconstituidon, ‘en la expresin de Mintz. En los Antillas y Guayana briténicas, con frecuencia un gran ntimero de ex esclavos juntaban sus parcos, recursos para comprar en conjunto una plantacién alreuinada, o in- tentaban obtener terrenos baldios en concesi6n, a pesar de que se aprobaron varias leyes que volvieron dificil el acceso a Ia propie- dad de la tierra, con Ja finalidad de preservar el sistema de planta- cin, En Brasil, la tendencia a Ia expansién camptsina fue limi. ‘tida por el monopolio sobre la propiedad de la tierta ejercido por Ja clase dominante rural, apoyada en Jas disposicionts de Ia ley de 1850, que entre otras cosas volvfa dificil el accesa|a los terrenos baldios.#* 26. Ver, entre otros Sidney W. Mintz, Caribbean Te te Th «Caribbean Peasen ‘adcuse Lepkowski, Haiti, ADOLICION DB LA ESCLAVITUD 5) Segunda similitud. —En todos los casos, la esclavitud no, cedié lugar predominantemente al trabajo asalariado, sino sob. todo a formas que implicaban grados variables de depensieac > personal: aparcerfa, arrendamiento y, en las Antillas y Guaya incluso una reedicién contemporénea del sistema colonial de Ios. engagés 0 indentured servants, con amplia importacién de trab. jadores dependientes venidos de In India, Java 0 China (1837 1924). En el Catibe briténico, el sistema de aprendizaje a que de~ Lieron someterse los libertos (1833-1838) compartia muchas de Jas caracterfsticas de Ja esclavitud; més tarde, fue la apatceria forma de contrato de trabajo predominante, juntamente con ace > dos entre plantadores y campesinos negros para que estos iltimo~ plantasen cafia, y con el sistema de los indentured servants de la India, cuyos boletos eran financiados en parte, a través de kc. impuestos, por Jos mismos ex esclavos con los que venfan a cor petir en el mercado de trabajo. En Haitf, el sistema de trabajo ep, Jas plantaciones bajo Toussaint Louverture, en las haciendas blicas de 1a época de Dessalines, y tal como lo definta.el oédig. rural de 1826, no era mucho mejor que la esclavitud. Lo mismg podlrfamos decir del sistema de patronato cubano definido pot lor rebeldes en el reglamento de libertos vigente en 1869-1870, y més_ tarde por Ia ley del patronato de 1880. En el nordeste de Bras ya antes de Ia abolicidn, conJa exportacién ereciente de esclave hacia el sur, formas de arte@fo de trabajadores dependientes no propietatios (moradores y aparceros «lavradores») con los due- fios de los ingenios de azicar se hicieron importantes, preparande el sistema de trabajo al que los ex-esclavos se incorporarfan después de 1888, Podriamos multip i bajo depen como modalidades’ predominantes luego de Ja abol clavitud?” aparcerfa) _ én de la es.” ‘Américas, La Hebana, 1968} A. Petlt, of Ss.» cap. 185 Warren Dean, «Latifundios y’ poiltica agraria en el Brasil, del siglo xix», ‘en Enrique Florescano (coordinador), Haciendes,latifundios® ¥ Plantaciones en América lating, Siglo XX1, Méxlco, 1975, pp, 41443 27. CE, Williams, op. city caps. 18 y 19; Raymond T. Smith, Britis Guiana, Oxtord University Prets, Londres, 1962, cap. IU; Alan H, Adamson, ~ cién liberal al respecto evolucioné hacia la congepeién de un Es- tes y duramente reprimidas; 2) Ia intensificacién en Ja construc- ~ tado més activo). cién de ferrocartiles, con el resultado de restablecer Ja primacia _ Ciettos factores, sin embargo, vinieton a clatifcar y agudizar de Ia ciudad capital y de vineular estzechamente el pals a los in: la divisién en dos campos, y a catalizar Ia oposicién entre ellos: + tereses norteamericanos, y en general a los del mercado mun-~ 1) a cuestién de los bienes del cleo —blanco, fentral del libera- dinl; 3) una setie de medidas finincieras (supresién parcial de Ia — lismo desde 1830—, cuyo posible reparto atrajg al campo liberal alcabala, legislacién bancaria, monetaria y aduanal) parcialmente a muchos hacendados y grandes comerciantes antes mfs bien eficaces; 4) los intentos en el sentido de reanimar la minerfa; 5) conservadores; 2) la derrota de 1848, la dictadafa de Santa Anna, cn fin, el refuerzo de los érganos de intervencién econémica del ~ y posteriormente el recurso de los partidarios (lel atetroceso» a Estado (creacién de la secretaria de fomento, establecimiento de — Ja intervencidn extranjera (francesa), Durante #1 proceso de re- un sistema de estadisticas pablicas, etc.). formas liberales —digamos entre 1854 y 1862)|y después del in En lo concerniente a las medidas agrarias —venta de las tie- > etludio imperial los afios 1867 a 1876—, eliiberalismo adqui- rras eclesidsticas; atribucién de Jas parcelas comunales a sus ~ “rié un cardcter de clase bastante definido: erp el instrumento arrendatarios que las comprarén a un precio arbitrariamente eficiente de una trinsformacién de Ia sociedad mexicana segiin jado, 0 a otros compradores en subasta publica; control sobre In * Jos intereses de algunas de les fracciones de Iq clase dominante ‘mano de obra rural (ley contra la vagancia de 1857, creacién en ~ (incluyendo sus seccfones extranjeras 0 Se al-extranjero): Ja misma época de una policia federal, Ja guardia de seguridad, ~ Ja burguesfa agraria, minera, comercial y ferrodarrilera (pero no que reforzaba en las zonas rurales las milicias de los Estados)—, _ ast Ia industrial: Je supervivencia y expansién de Ia industria na- puede afitmarse que en todas partes fortalecieron el Jatifundio, y es a a %

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