20 :ev 27 de junio al 3 de julio de 2010 por las diócesis Diócesis de Arecibo

El Hijo
PEN – Redacción Obispado
de Arecibo
Para El Visitante
Hace unas semanas que en
nuestro terruño volvió a coger
alguna fuerza entre algunos
ciudadanos la mirada hacia la
figura del “Hijo” como el de-
rrotero a seguir, como la so-
lución, como alternativa real y
quien sabe por cuál otra razón.
Hombres y mu mujeres de poca fe. Con razón en
nuestra Isla la criminalidad se encamina a estable-
cer nueva marca, los suicidios están en ascenso y
la violencia doméstica acapara los titulares de las
noticias.
Y es que nos hemos alejados y olvidado del
“Hijo del Carpintero”.
Si buscáramos a donde está la fuente de todas
las respuestas a nuestros problemas como indivi-
duos, a nivel familiar y colectivo, en el Evangelio
que es palabra de Dios, encontraríamos también
la profesión de fe de Pedro: “Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo”.
Es tiempo de reconocer y resaltar su misión
divina, de su divinidad, de su objetivo final - la
salvación de la humanidad. De tu vida
y de la mía.
Jesús es el Señor, el Hijo de Dios Vivo, el Salva-
dor, la Palabra encarnada que nos dio a conocer el
misterio y designio de Dios, el Principio y el fin, el
testigo fiel, el mismo ayer, hoy y siempre.
En la parábola del Hijo Pródigo vemos clara-
mente el corazón misericordioso del Padre celes-
tial, entonces, los invito a hacer suyas las palabras
de San Pablo: “La prueba de que Dios nos ama
es que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo
murió por nosotros” (Romanos 5,8) y nos llega a
decir: “El Hijo de Dios me amó y se entregó a la
muerte por mí” (Gálata 2,20).
Vivamos, como nuestro Beato Carlos Manuel,
en el amor sincero y constante hacia los familiares,
los amigos, los conocidos y los necesitados refle-
jando siempre el rostro y la mirada amorosa de
Jesucristo nuestro Señor.
. . . con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo,
sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que
vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo
de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por
mí (carta de San Pablo a los Gálatas 2). Ojala todos
pudiéramos decir lo mismo y tener la mirada fija
en el “Hijo de María” que resucitó como dijo y vive
entre nosotros.

¿Dónde está nuestra moralidad?

MELQUÍADES Padín
Para El Visitante
La mayoría de las personas de nues-
tros tiempos, aun muchos de los que
profesamos ser cristianos, estamos bien
alejados de lo que es la moral. Solamen-
te tenemos que ver cómo hay personas
Felicitemos a nuestros sacerdotes
en su aniversario de ordenación
Granados Penagos, Carlos Eduardo
Ordenación: 1 de julio de 1988
Santiago Malavé, Marc Angelo
Ordenación: 1 de julio de 1988
Estensoro Arsuaga, José
Ordenación: 10 de julio de1960
Ciscar Nadal, Tomás, O.Carm.
Ordenación: 14 de julio de 1978
Urarte Aberasturi, Carmelo
Ordenación: 19 de julio de 1959
Los sacerdotes son. . .un don del Corazón de Cristo.
. . .los primeros obreros de la civilización del amor
S.S. Benedicto XVI
La misión del sacerdote:
Mostrar que Dios no está lejos del hombre.
que se presentan ante el templo de Dios
de forma descarada, vistiendo ropa in-
adecuada para estar ante la presencia de
Dios, para luego molestarse cuando el
sacerdote les llama la atención. ¿Acaso
no se dan cuenta que están en la casa de
Dios?
Hoy día si nuestros antepasados pu-
Gayarre Mayo, Eugenio
Ordenación: 23 de julio de 1961
Moore Irizarry, Kenneth Daniel,
S.E.M.V.
Ordenación: 25 de julio de 2009
Bidó Puntiel, Miguel Santana
Ordenación: 26 de julio de 2003
Calderón Calderón, Wilfredo, S.D.B.
Ordenación: 27 de julio de 1991
Tejada Henríquez, Francisco Ramón
Ordenación: 29 de julio de 1995
dieran ver la forma en que estamos vi-
viendo, se avergonzarían de todos no-
sotros. Esto es exactamente lo que el
demonio quería y había planeado desde
el principio, bajando poco a poco el stan-
dard de la moralidad en el mundo. Para
esto utilizan los medios de comunicación.
De hecho, hoy en día no se puede ver la
televisión sin exponerse a pecar. Uno in-
tenta ver un programa para disfrutar y
distraerse y es imposible con las cosas
que se ven. Hoy en día no hay un progra-
ma que no tenga que ver con la sexua-
lidad.
Luego nos preguntamos: ¿Qué les
pasa a nuestros jóvenes? Tenemos tantas
niñas criando niños. ¿En qué estamos fa-
llando? En muchos hogares sólo se ven
novelas, y en ellas sólo vemos cosas ne-
gativas. Los medios de comunicación tie-
nen tanto poder que pre-condicionan la
mente de las personas de tal manera que
todo lo que ven en la televisión lo ven
como una realidad. Lo que ayer era ver-
gonzoso, será la norma de hoy. Y si no lo
hacen, pues no están en la moda.
Ya sabemos que casi todo lo que la
televisión presenta son impurezas abo-
minables de manera que los padres de
familia deberían estar consternados por
ellas y rehusar que sus hijos tomen par-
te en ello, pero tristemente no es el caso
para la mayoría. Nos sorprendemos cuán
lejos llega esto. Aun en las caricaturas in-
fantiles, que uno pensaría son aceptables,
muchas veces son aun peores que los
medios generales que son transmitidos
para los mayores.
Sentarse a ver estos programas o
permitir que nuestros hijos los vean, es
un claro peligro. Si tomamos, por ejem-
plo, los programas de comedia de hoy,
ya estos no pueden ni verse ni oírse. La
mayoría de los personajes femeninos es-
tán semi vestidos o semi desnudos mos-
trando su cuerpo de manera sexualmen-
te sugestiva.
Estos son algunos ejemplos pero son
muchas cosas más, realmente. Aquellos
que hacen estas cosas, lo hacen por la
única razón de hacer que los demás los
codicien, o para hacerse parecer más
atractivos a los demás. Esto es realmente
desagradable a Dios. ¿Cuántas almas se
han perdido por estas programaciones?
Continuemos y hagamos mejor elección
de nuestros programas.
Para terminar, busquen en la San-
ta Biblia en 2 Timoteo Cap. 3, versículo
1-5 que dice: “Has de saber que en los
últimos días vendrán tiempos peligrosos,
habrá hombres egoístas, codiciosos, alti-
vos, soberbios, blasfemos, desobedientes
a sus padres, desagradecidos, malvados,
sin afición, sin paz, calumniadores, incon-
tinentes, crueles, sin benignidad, traido-
res, temerarios, orgullosos, amadores de
placeres más que de Dios, teniendo apa-
riencia de piedad, pero negando su po-
der. Huye también de estos tales”. Pala-
bra de Dios.
(El autor es catequista de la Parroquia
Sagrado Corazón de Quebradillas.)