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El Renacimiento
Manuel Fernando Contreras**.
En relación al tema que nos convoca, quisiera desarrollar cinco ideas principales: 1.
Ha entrado en una crisis de carácter global y Terminal el modo histórico comunista de
pensar y hacer la política, y de construir las sociedades. Se trata de una crisis política,
cultural y teórica, a nivel mundial y nacional.
2. Por ello, para continuar siendo revolucionarios, hay que superar aquel modo –hoy
prehistórico- de ser revolucionario, redituando en las nuevas condiciones, lo mejor de la
tradición comunista, y pensar de modo inédito, la política, el socialismo, el partido y la
teoría.
5. Las nuevas ideas y valores, de partido y de política, no son la meta sino el punto
de partida de todo lo que estamos haciendo y tenemos que hacer. Deben surgir y expresarse
desde ahora, en primer lugar entre nosotros mismos. Constituyen lo nuevo en lo antiguo
que perece.
Los comunistas son por hoy, en la inmensa mayoría del planeta, -con todas sus
reales contribuciones y enormes errores- expresión de la prehistoria del modo de pensar y
hacer la revolución.
Ensayo aparecido a finales de 1990 en la revista “La crisis del PC. Una discusión”, en medio de la crisis del
sistema soviético y del más profundo debate ideológico y político en Partido Comunista de Chile.
**
Ex-militante comunista, miembro del Comité Central y Director del CISPO. Retirado voluntariamente en
1990. Fue uno de los principales teóricos de la política comunista de Rebelión Popular de Masas contra la
Dictadura Militar.
Se enajenó al pueblo el poder, la propiedad u a cultura, por parte de una minoría
burocrática, partidario-estatal, que terminó, en definitiva, precaviéndose del propio pueblo
que había hecho la revolución.
Las causas son muy de fondo y merecen un análisis aparte, pero, en suma, se
terminó desilusionando al pueblo de la idea y de la práctica socialista, de esa práctica
antidemocrática y, en definitiva, reaccionaria de construir aquello que se ha denominado
como “socialismo reales”.
Ese modo que ha entrado en crisis, es la manera dogmática de pensar y hacer la
revolución, y de concebir al partido y a la teoría. Se trata de un fenómeno histórico, político
y cultural extraordinariamente complejo, respecto del cual Stalin sólo fue su exponente
principal. Esta modalidad dogmática y antidemocrática, entra a predominar a partir de la
muerte de Lenin, y se traslada como esquema universal hacia los partidos comunistas.
Nuestro partido tiene, hasta hoy, tres actas de nacimiento. En 1912 cuando Luis
Emilio Recabarren forma el Partido Obrero Socialista (POS). Este surge como expresión
del movimiento real del proletariado minero y urbano de esos años, y por lo mismo, está
impregnado de sentimiento y cultura popular. Su refundación como PCCH en 1922, lo
enriquece y lo abre hacia el universalismo que entrañaba el triunfo de la Revolución
Bolchevique de 1917. Existe una tercera acta no escrita, (1927-32) constituida por las 22
condiciones de la Internacional Comunista, ya bajo total dominio del stalinismo, que le
exige a nuestro partido, como condición para su “bolchevización”, desprenderse de la
herencia “liberal burguesa de Recabarren”.
Aquella “alma nacional” permitió que nuestro partido, durante un tiempo muy
importante de su historia, desarrollara junto al movimiento popular, grandes habilidades
histórico-politicas, las que contribuyeron, entre otras cosas, a la conquista del Gobierno de
Salvador Allende. Su política tuvo un profundo sentido clasista y de masas, tuvo un
carácter nacional y democrático, contribuyó al desarrollo de la república, de la cultura y el
arte, nacionales. Supo solidarizarse con las causas justas de otros pueblos.
Se podría decir que tales rasgos y aportes fueron posibles en la misma medida que
nuestro partido supo apartarse –en un grado importante- de los patrones comunistas clásicos
de pensar y hacer la revolución en el continente.
LA CRISIS DEL MODO CHILENO DE
SER COMUNISTA.
Se trata, a mi juicio, de que en esos dos casos, el modo de concebirnos como partido
y el modo de concebir y desarrollar nuestra teoría, se pusieron en el sentido inverso y, en
otros, se quedaron muy por detrás de los procesos históricos que nosotros mismos
contribuimos a generar. El autoritarismo partidario, de diseño stalinista, impedía la
confrontación y circulación de ideas distintas, aunque no siempre necesariamente
contrapuestas: resultaba una herejía política y moral afirmar algo diferente a lo sostenido
por la voz oficial. El dogmatismo teórico, por otra parte, impedía ver lo singular, lo distinto
de nuestra realidad, apropiarse con prontitud y eficacia de una realidad que, al igual que
todas, siempre desborda los esquemas de la teoría mal comprendidas.
LA HETERODOXIA
DE LOS MOVIMIENTO EXITOSOS.
Los movimientos exitosos, más allá de sus situaciones actuales, se han constituido a
través de varios partidos o tendencias (los plurisujetos de la revolución o la vanguardia
compartida); han sido capaces de expresar la pluralidad de sentimientos y pareceres de sus
pueblos, y, en esa medida, dar lugar a la existencia de diversas corrientes filosóficas,
culturales y religiosas en su interior. En tal sentido, estos movimientos han sido capaces de
atraer a las mayorías políticas y numéricas no en virtud de la adhesión a una determinada
ideología, sino de un programa político de carácter nacional y antiimperialista.
LA REFUNDACIÓN DEL PC
Y LA FORMACIÓN DE UNA NUEVA IZQUIERDA.
En una frase: se trata de cortar resueltamente todas las ataduras teóricas, políticas y
culturales que nos atan a un mundo comunista desplomándose, del cual hemos sido y
somos parte componente.
De una parte, la política que queremos llevar a cabo; además, en base a qué lógica
objetiva –el cómo- surgiremos renovados o daremos lugar a algo nuevo; y, por último,
cómo concebimos al partido que el pueblo de Chile necesita.
Sin embargo, me parece que lo determinante entre estos tres factores simultáneos, es
la lógica social de la cual debemos surgir. Ningún movimiento histórico nuevo ha sido
producto de actividades fraccionales, pues estas no hacen otra cosa que reproducir las
mecánicas conspirativas y autoritarias que intentan negar. Y en tal sentido creo que esa
lógica, de la cual debe surgir lo nuevo, no es lo que proviene de las cúpulas partidarias
(oficiales, o fraccionales), sino de la lógica del movimiento real de la sociedad, la lógica
que provenga de los movimientos sociales, populares, democráticos y progresistas.