Professional Documents
Culture Documents
propias fuerzas, cerrar su corazn a todos los auxilios que vienen de lo alto, pues
en el fondo de su ser cree que no est tan necesitado de ayuda.
Se trata de la misma enseanza que se nos transmite en el captulo octavo
del Evangelio segn san Lucas, cuando se nos habla del fariseo autosuficiente y el
publicano humilde que fueron al templo; slo el segundo regres a su casa
justificado, pues el otro estaba demasiado seguro de s mismo como para dejarse
ayudar por Dios.
Esto no significa que el acto penitencial de la Misa sea el momento para
hacer un exhaustivo examen de conciencia; pues esto es propio de las
celebraciones penitenciales o liturgias penitenciales, como solemos llamarlas
entre nosotros, las cuales son [] reuniones del pueblo de Dios para or la Palabra de
Dios, por la cual se invita a la conversin y la renovacin de vida, y se proclama, adems,
nuestra liberacin del pecado por la muerte y resurreccin de Cristo []5. De ellas se nos
habla en el Ritual de Penitencia, donde se explica detalladamente el esquema que
debe seguirse: entre otros elementos encontramos un examen de conciencia que va
siempre precedido de la proclamacin y meditacin de la Palabra de Dios, a la luz
de la cual el cristiano revisa su propia vida.
En esas celebraciones se examina detalladamente la conciencia para celebrar
el don del perdn, sea de forma sacramental o no. En cambio, en el acto penitencial
de la Misa estamos ante algo bastante diferente: el tema del pecado no es el fin, es
tan solo un paso para llegar a lo central de la celebracin.
Para entenderlo mejor, podemos tomar en cuenta otro elemento del mismo
Ordinario de la Misa, que en el numeral cincuenta y dos dice que Despus del
acto penitencial, se tiene siempre el Seor, ten piedad []. Si nos fijamos en el sentido
que tiene el canto del Kyrie eleison y en cmo aparece vinculado al acto
penitencial de la Misa, entenderemos mejor el sentido de este ltimo Pero eso
ser el tema de nuestra prximo espacio formativo!
5Ritual
de Penitencia reformado segn los decretos del Concilio Vaticano II, aprobado por el Episcopado Espaol y
confirmado por la Sagrada Congregacin para el Culto Divino, Barcelona: Coeditores Litrgicos, s/a2, n 36.