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Revista Catolica Internacional Afio 2 Mayo/Junio 1980 III/80 Muette y promesa de vida Estudios: Petet Hentici, Promesa escatolégica y futuro humano; Pedro Tena, «En fas manos de Dios» La oracion de la Iglesia por los difuntos; A. Rodriguez Car- mona, La esperanza escatologica en Ja escritura; Juan Alfaro, «Y de nuevo vendré, con gloria, a juzgar alos vivos y a los muertos; Jean-Guy Pagé, La vida solo nace de la muerte / Confrontaci6n: Joseph Ratzinger, Entre muerte y resu- rreccton (Una aclaracion de la Congregact6n de la Fe a cuestiones de escatologiz Juan Luis Ruiz de la Petia, ;Resurreccion 0 reencarnacién?; José Ramon Flecha, iVida después de la vida? / Testimonio: Jean M. Lustiget, Homilia con ocasion de una muerte. — Fediciones Suscripcion y venta Communio aparece seis veces al afio Precio del ejemplar en libreria: 230 pesetas Precio de suscripcién para 1980: Espana: 1.150 Extranjero: 1.700 (28 $) Los em sal extranjero se harén siempre por avi6n Susctipcién de apoyo: para todos aquellos que quieran ayudar econémicamente de una manera especial al sostén de la revista Espafia, Extranjero: a partir de 2,500 pesetas La suscripcién puede realizarse utilizando para ello la hoja de respuesta comercial o dirigiéndose a nuestras oficinas Ediciones Encuentro S. A. Urumea, 8 - tel. 411 03 03 - Madrid, 2 Se entenderd, salvo indicacién en contra, que la suscripcién cubre los seis ntimeros siguientes a la fecha en que se realice Ja susctipcion. Una revista no esta viva mas que si cada vez deja descontenta a una quinta parte de sus.suscriptores. La justicia consiste solamente en que no sean siempre los mismos quienes se encuentren en esa quinta parte De otro modo yo diria que, cuando nos dedicamos a no molestar nadie, caemos en el sistema de esas enormes revistas que pierden millones, 0 los ganan, para no decir nada, 0 mas bien, por no deccit nada. Charles Péguy, E/ dinero Estampaci6n realizada en Ocariz Composicién de textos por M.T. Depésito Legal: M. 1545 - 1979 Ediciones Encuentro - Urumea, 8 Tfnos.: 411 03 03 - 411 02 52; MADRID-2 Revista Catélica Internacional Communio Edicién Espafiola Redacci6n, administraci6n, suscripciones Ediciones Encuentro, S. A. Unumea, 8 - tel. 411 03 03 - Madrid, 2 Juan Maria Laboa Antonio Andres* , Juan Biosca, Ricardo Blazquez" , Ignacio Cama- cho", Carlos Diaz*, Javier Elzo*, Gonzalo Flor, Félix Garcia Mo- riy6n* , José M.* Garrido Lucefio, Olegario Gonzalez de Cardedal, Isaac Gonzalez Garcia, José M.* Gonzalez Ruiz, Patricio Herraez". ‘Tomas Malagén, Juan Martin Velasco* , Alfonso Pétez de Laborda* (redactor jefe), Xabier Pikaza, Juan Luis Ruiz de la Pefia*, Andrés Torres Queiruga. * Miembros del comité de redacci6n. Editor responsable José Miguel Oriol En colaboracién con Edicion Alemana Internationale katholische Zeitschrift Communio D 5000 Kéln 50. Moselstrasse 34 Hans Urs von Balthasar, Albert Gérres, Franz Greiner, Hans Maier, Karl Lehmann, Joseph Ratzinger. Otto B. Roegele. Edicién Flamenca International katholiek Tijdschrift Communio Hoogstraat 41 B 9000 Gent Jan Ambaum, Jan de Kok, Georges De Schrijver, s.j.. K. Roegiers, J. Schepens Peter Schmidt, John H, Walgrave, o.p., Alexandre Van der Does de Willebois, Peter Westermans, Gerard Wilkens, s.j Edicion Francesa Revue catholique Internationale Communi 28 rue d'Auteuil, 75016 Paris, Jean-Robert Armogathe, Guy Bédouelle, o.p., Frangoise y Rémi Brague Claude Bruaire, Georges Chantraine, s.j., Olivier Costa de Beauregard, Michel Costantini, Georges Cottier,o.p., Claude Dagens, Marie-José y Jean Duchesne Nicole y Loic Gautier, Jean Ladrigre, Marie-Joseph le Guillow, Henti de Lub: s.j.. Corinne y Jean-Luc Marion, Jean Mesnard, Jean Mouton, Jean-Guy Pagé Michel Sales, s.j., Robert Toussaint, Jacqueline d’Ussel, sfx Edici6n Italiana Strumento internazionale per un lavoro tcologico: Communio Jaca Book, Via Aurelio Saffi 19, 20123 Milano Giuseppe Colombo, Eugenio Corecco, Giuseppe Grampa, Virgilio Melchiorre Carlo Rusconi, Angelo Scola, Antonio Sicati, Elio Guerriero, Enzo Bellini, Luigi Bini, Rocco Buttiglione, Giovanni Ferreuti, Carlo Ghidelli, Giuseppe Goisis, Bruno Maggioni, Italo Mancini, Umberto Margiotta, Andrea Milano Luigi Negri, Antonio Pavan, Armando Rigobello, Giuseppe Ruggieri, Luigi Serentha Edicion Norteamericana International Catholic Review Communio Gonzaga University, Spokane, Wash, 99258 Kenneth Baker, s.j., Andree Emery, William J. Hill, o.p., James Hitchcock Clifford G. Kossel, s.j., Val J. Peter, David L. Schindler, Kenneth L. Schmitz (Canada), John R. Sheets, s.j., John H. Wrights,j Edicién Polaca En preparacion Edicion Yugoslava Svesci Communio Krscanska Sadasnyost, Yu 41000 Zabreb, Marulicev rg. 14 Stipe Bagaric, Tomislav Ivancic, Adalbert Rebic, Tomislav Sagi-Bunic, Josip Turcinovic Revista Catélica Internacional Communio Afio 2 Mayo/Junio 1980 II/80 Muerte y promesa de vida PresentaciOn ..... 6.6.6... ee estudios Peter Hentici, Promesa escatolégica y futuro humano. . .. Pedro Tena, «En las manos de Dios» La oraci6n de la Iglesia por los difuntos................- A. Rodriguez Carmona, La esperanza es Cite Juan Alfaro, «Y de nuevo vendra, con storia a jugar: a los vivos y a los muertos»............ Jean-Guy Pagé, La vida solo nace de la muerte. ropa cn la es- confrontacion Joseph Ratzinger, Entre muerte y resurreecién (Una aclara- cién de la Congregacion de la Fe a cuestiones de escato- logia) . Juan Luis Ruiz de la Pefia, ¢Resutrecci6n 0 reencatnacion? José Ramoén Flecha, Vida después de la vida?. . . testimonio Jean M. Lustiger, Obispo ¢ de Orleans, Homilia con nde una muerte. Mons 208 7 220 230 244 255 273 287 300 306 Presentacion Durante siglos, las cuestiones filos6ficas por excelencia han girado en torno a las preguntas a cerca del de donde y el porqué de la realidad; la filosofia ha sido mediatizada por una perspectiva arquel6gica que orientaba su indagaci6n hacia los problemas del principio. Hoy las cosas parecen estar cambiando. El pensamiento occidental yuelve su atencién mas al dénde que al de donde; reflexiona preferentemente sobre el para.qué, y no sobre el porgué. Si existe hoy una pregunta acuciante, ésta es sin duda la pregunta por el sentido o (lo que es equivalente) la pregunta por el futuro. EI futuro se ha erigido siempre ante ¢l hombre como un polo de atracci6n irresistible. Pero en nuestros dias su poder de sugestién experimenta un alza espectacular. No es dificil dar con la raz6n de este fenémeno: tanto en el ciuda- dano de a pie como en los centros de poder 0 en las élites intelectuales se va gencralizando la sensacién de vivir en un momento de ctisis. Crisis del creci- miento econémico, crisis de los modelos politicos vigentes; pero también —y sobre todo— crisis de creencias, de valores, de pautas de comportamiento, de ideas recibidas. Estamos indudablemente ante un giro de la historia. El ingenuo optimismo de la fe en progreso se ha volatilizado hace afios; Auschwitz, Hiroshima y el archipiélago Gulag dieron ya buena cuenta de él. La jactanciosa euforia desa- rrollista de In postguerra se ha colapsado al certarse el grifo de las fuentes de energia. El prestigio cuasi mitico de los mesianismos revolucionarios se desangra desgarrado por penosas querellas intestinas. En este clima de escepticismo desencadenado, cuando no de hicido y crudo pesimismo, se explica el boom editorial de los «nuevos filsofos», de los que ha podido decitse con razén que no tienen de nucvo sino ¢! nombre, puesto que el nihilismo consecuente es tan viejo como la filosofia 208 Presentacion Pues bien, es justamente en momentos como éste, en umbrales criticos del proceso histérico, donde se incuba y se impone la pregunta por el sentido: gpara qué todo esto; ad6nde nos conduce Ia aventura en que estamos embar- cados? La escatologfa es la respuesta ctistiana a esta pregunta por el sentido, Mas que una leccién de cosas diltimas, es preciso comprenderla como la ostensién de un horizonte diltimo de todas las cosas. La esperanza escatolégica apuesta por la desembocadura del proceso en esa consecucién de set y de sentido que los eri tianos Hlamamos salvacién. La realidad sera salvada en todos sus estratos; la realidad petsonal del hombre singular, Ja realidad social del hombre-humani dad, la realidad material del mundo humanizado por el hombre, estin consa- gradas a un destino de plenitud, y no a un desenlace insensato de destruccién 0 de sinsentido El trabajo de P. Hentici sobre las expectativas hist6ricas y la esperanza en el Reino sirve de introduccién al entero nimero. Un articulo de A, Rodriguez Carmona sintetiza el secular y atormentado itinerario de la escatologia biblica, del Antiguo al Nuevo Testamento. En éste, las ideas de la parusia y del juicio escatol6gico cobran una importancia de primerisimo plano; acerca de ellas reflexiona J. Alfaro, al hilo del enunciado del Credo que las ha plasmado en confesion de fe. La dialéctica muerte-vida, de tan hondo atraigo biblico y filo- s6fico, ¢s abordada por J. G. Pagé. La seccién de estudios se cierra con el que P. Tena dedica al debatido problema de la oraci6n eclesial para los difuntos. En el apartado de confrontaci6n, J. Ratzinger comenta el reciente documento romano sobre cuestiones escatolégicas actuales. El inesperado retorno, en amplios citculos occidentales, de Ia vieja creencia en la reencarnacién da pie a J. L. Ruiz de la Pefia para confrontarla con la fe cristiana en la resurreccién. J. R. Flecha pondera, por su parte, ciertas expetiencias lindantes con la muerte que han sido recogidas recientemente en un libro de actualidad. Nuestro nimero concluye, en fin, con el testimonio de un obispo que predica sobre la espe- ranza Como ocurre con todos los temas monograficos, la extensién limitada de una revista no puede dar cabal raz6n de cada uno de sus aspectos, y ha de limi- tarse a tocar aquéllos que parezcan mas relevantes, bien por su importancia intrinseca, bien por su actualidad. Eso es lo que, una vez mis, hemos pretendi- do hacer en Communio con estas paginas. Los lectores advertirin, con todo, la ausencia de un estudio en el que se explorase a incidencia de la esperanza escatolégica en Ia praxis hist6rica; en el que, con otras palabras, se pusiera a prueba la operatividad retroactiva del Reino y se cotejasen lealmente las futuro- logias seculares hoy vigentes y la escatologia cristiana, Habrian de ser paginas que mostrasen cual es ta alternativa cristiana a las pulsiones de desesperanza que hoy recorren y sacuden nuestra vieja cultura, y de qué modo esta utopia de 209 Presentacion la fe puede cooperar validamente con los proyectos ut6picos de la increencia para devolver a nuestros contemporaneos la cuota de confianza necesaria para la empresa comiin de edificar un mundo Aumano. El estudio estaba programado, encargado y aceptado; desgraciadamente, y en cl Gltimo momento, se nos comunicé que no podiamos contar con él Aan con esta laguna, esperamos ofrecer en cuanto sigue un material de reflexién Geil, que nos ayude a comprendet mejor cusles son las reales dimen- siones de la salvacién cristiana en su figura definitiva 210 estudtos Promesa escatolégica y futuro humano por Peter Henrici En la perspectiva de la cetcana parusia, S. Pablo da dos normas de conducta aparentemente contradictorias. Por una parte, en la Carta a los Corintios, reco- mienda una desyinculacién del mundo: «El plazo se ha acortado; cn adelante, los que tienen mujer, pértense como si no la tuvieran; los que sufren, como si no suftieran; los que gozan, como si no gozaran; los que adquieren, como si no poseyeran; los que sacan partido de este mundo, como si no disfrutaran, porque el papel de este mundo esta para terminars (1 Cor. 7, 29-31). Sin embargo por otra parte, y cronolégicamente antes, Pablo exhorta en Ia carta a los Tesalonicenses al compromiso activo en la vida cotidiana: «Poned todo ahinco en conservar la calma, en ocuparos de vuestros asuntos y trabajar con Vuestras manos segtin nuestras instrucciones; asi vuestto proceder sera correcto ante los de fuera y no tendréis necesidad de nadie» (1 Tes. 4, 11-12). Y otra vez. «Cuando estébamos ahi, os dimos esta norma: el que no quiera trabajar, que no coma» (2 Tes. 3,10) La tensién que por primera vez aparece en estos textos, entre el distancia miento escatolégico del mundo y Ja insercién en él, fundamentada también escatolégicamente, sigue traspasando hoy la vida cti teologica de las Gltimas décadas afloré Ja tension entre una escatologia exis- tencial, individualista, que recalcaba el juicio, y una escatologia histrico-salvi- fica, que subrayaba el elemento politico de la salvacién que ha irrumpido ya en este mundo, Nuestra tarea aqui no puede ser mediat o decidir entre estas ten- dencias teolégicas. Mas bien nos proponemos preguntar, en la linea de los textos paulinos citados, por la influencia de la promesa escatolégica en la actua- cién concreta del cristiano, a quien, como a cualquier persona, le sirve para tomar parte en este mundo y para contribuir a configurar su futuro. Este futuro suyo no es su salvacién personal ultramundana; tiene vigencia en este tiempo, y ‘iana. En la discusién au Peter Henrict en él el ctistiano es solidario con el futuro de suis semejantes y de la sociedad en que vive y colabora a darle forma. Pero gc6mo configura una persona su futuro? {iene algo que decir la promesa escatol6gica cristiana en ofden a ese futuro? {Cémo repercute esa promesa en la configuracién que cl cristiano hace del futuro? Estas son las preguntas que pueden Ilevarnos a la respuesta buscada El futuro no es algo ya dado. El futuro es para nosotros un abanico de posi- bilidades abiertas, una de las cuales es (co-)realizada mediante nuestros actos y decisiones. El futuro «nos sobrevienes, lo mismo que la curva viene al encuentro del conductor; es decir, estamos en movimiento incesante e ineludible hacia él Pero mientras que en muchos trayectos s6lo una pista aparece ante el conductor, el futuro abre en cada momento multitud de salidas. De aqui que «configurar> el futuro significa ante todo escoger entre muchas posibilidades patentes. La cleccién tomada franqueara a su vez nuevas posibilidades y dejar’ otras sin realizar, quiza para siempre. La eleccién y opci6n entre las diversas posibilida- des (y por tanto la configuraci6n del futuro) puede ocurtir segin diferentes «métodos» El emétodo» mas importante, 0 al menos el mas frecuente, para configurar cl futuro, es el «vivir al dia», el «ir trampeando». Dia a dia, afto tras aio se procura salir airoso de los problemas y decisiones que van surgiendo, sin hacer planes 0 proyectos a largo plazo. Las decisiones tomadas a la inmediata producen inevi- tablemente nuevos problemas imprevistos, 2 los que, cuando surgen, se les busca de nuevo soluciones pragmaticas momentaneas («parches»). Esta forma de comportarse ante el futuro parece ser la més frecuente, no s6lo en la vida privada, sino también en la economia, en la sociedad y (quiza sobre todo) en la politica; ello no se debe atribuir tan sélo a una especie de pereza mental innata, sino sobre todo a la dificultad, o mejor imposibilidad, de abarcar en perspectiva las posibilidades de faturo en su probabilidad y mutua intertelaci6n, para prever de ese modo las consecuencias de una decisi6n. Uno hace, pues, de la necesidad vircud y se abandona a un cierto fatalismo despreocupado. Parece que este método pragmitico de dominar el futuro no tenga una linea macstra ante sus ojos; sin embargo sigue toda u serie de directrices implicitas: hay que eset realistase, «no crear problemas attificiales», «guieta non moverer, etc. No puede disimular su tendencia al anquilosamiento; contra ella se dirigi6 en los avios sesenta Ja protesta revolucionaria, y hoy, en vista de los nuevos problemas acumulados, el movimiento ecologista Esa protesta se sitve de un segundo método de configuracion del fucuro, la politica de los intereses. La linea maestra para la decisién es el imponet los Promesa escatoldgica y futuro human intereses de un grupo determinado, Tampoco aqui se intenta prever a largo plazo las posibilidades de futuro, sino que lo que se ha de hacer en el préximo futuro, viene determisado por el interés del grupo en cada momento, Més exactamente, no se trata en absoluto de escoger entre diversas posibilidades de futuro. La decisién es de orden politico; concierne a la efectividad de los diversos medios que se oftecen. La marcha hacia el futuro se convierte ast en un juego de fuerzas, en hacer equilibrios entre diversos grupos de interés; la recti- tud del interés del propio grupo no se cuestiona, Pero de este modo queda el futuro en definitiva amarrado al presente, y pronto ese presente sera ya pasado Por muy portador de futuro que pueda parecer un interés, su impulso de reali- zacién y de afirmacién no da lugar a algo radicalmente nuevo. Este conserva- durismo incluso del interés revolucionario viene evidenciado, de forma cierta- mente trdgica, por marxismo y neomarxismo. Por el contrario, el tercer método de configuracién del futuro, la planifi- cacién orientada, trata de descubrir 0 desarrollar en el futuro nuevas posibili- dades. Confronta ef futuro posible y probable con lo deseable (0 lo no deseado en modo alguno), y se plantea luego los medios apropiados para promover lo deseable y ahuyentar lo no deseado. El trazado de una politica esta aqui depen- diendo de una eleccién previa entre las (nucvas) posibilidades de futuro; la utopia presta una ayuda importante para conocerlas, pues sin el lastre de una mirada a lo realmente posible, proyecta la imagen de un mundo ideal deseable y la concreta en la fantasia. La utopia ¢s absolutamente irrealizable en su ideali- dad, y en consecuencia no puede proporcionar un patron para la auténtica configuracién del futuro; pero excita continuamente la fantasia proyectiva para descubrir y plasmar posibilidades de futuro nuevas y alternativas. Para realizar los objetivos avizorados habra que escoger luego la politica correcta, y en vista de los factores perturbadores del futuro tendré que estar uno continuamente atrampeando. Solo Ia interrelacién de los tres métodos describe con cierto realismo nuestro modo humano factico de caminar hacia el futuro; sin embargo el que ese futuro sea un «futuro mejor», parece depender predominantemente de los modelos proyectivos del tercer método. I La promesa escatol6gica cristiana gproporciona esos modelos proyectivos, 0 puede juzgar quiza el papel de una utopia para nuestra planificacién del futu- ro? Aunque el mensaje de Jestis y la predicaci6n de Ja Iglesia primitiva estaban penetrados de escatologia, el Nuevo Testamento nos oftece poca informacién sobre el aspecto que tendri el fin de los tiempos anunciado y lo que ello signifi- ca de cara a nuestro futuro humano. Lo prometido es el ereino de Dios» (0 en 213 Peter Hentici lenguaje de Juan, la «ida etetnas); pero en qué consista, queda en gran medida en la oscuridad 0 se presupone conocido. Y sin embargo, pese a la creencia de concrecién en cuanto al contenido de la promesa del reino de Dios, se dejan traslucir algunos rasgos formales constantes de la escatologia cristiana, que nos permiten aproximarnos a una tespuesta. Vamos a recapitularlos aqui brevemente en forma de tesis i. La promesa escatol6gica cristiana no es individualista. En contraste con la predicaci6n cristiana habitual, las promesas biblicas y su progresivo cumpli- miento ya en el Antiguo Testamento, no conciernen a la salvaci6n personal en i mis alld, sino a Ja historia de la salvaci6n de un pueblo: comenzando pot Ja formacién del pueblo con Abrahan y la alianza en el Sinai y a través de toda la historia de dichas y desgracias de ese pueblo. Un pueblo que se va haciendo cada vex mas portador de las promesas en su estructura institucional, precisa- mente en cuanto «reino». El Nuevo Testamento no prosigue esa serie de prome- sas, sino que mas bien proclama su cumplimiento definitivo: «Ya llega el reinado de Dios» (Mc. 1,15). Por otro lado el cumplimiento cortige también la promesa: el , es posibilitar la segunda, «trabajar con las propias manos», para, como completa la Carta a los Hfesios, «poder repartir con el que lo necesita» (Ef. 4,28). El reino de Dios prometido no puede conseguirse con el trabajo humano, pero precisamente por ello no dispensa tampoco de ninguna tarea humana: toda tarea se convierte, con un nuevo titulo, en un deber del amor a dedicacién activa al del futuro, y el coraz6n y las manos se liberan para

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