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slack
Luego se agach, se meti al cuarto de las escobas, sac el cuadro y me dijo que, si
no lo colgaba en un lugar decente, se lo llevara a Lima, pues el retrato de pap no
mereca estar arrumbado en ese habitculo oscuro y desaseado.
A media tarde not que Dorita bostezaba y le suger que durmiera una siesta y, para
mi sorpresa, estuvo de acuerdo. La llev al cuarto de huspedes, pero me dijo que
prefera echarse en nuestra cama matrimonial, para estar cerca de la Virgen de
Huamanga. La dej en la cama, sin zapatos, cubierta por una frazada, y me fui a mi
estudio a tratar de escribir.
Un par de horas despus me llam la atencin un zumbido elctrico que provena de
nuestro cuarto. Entr con cuidado, no fuera a despertar a mi madre. Pero ella se
encontraba ya despierta, sentada en la cama, y estaba jugando con uno de los
pequeos consoladores a pilas que Silvia y yo usbamos ocasionalmente en nuestros
juegos erticos.
Encontr este aparatito en tu mesa de noche me dijo Dorita. Se prende y se
apaga. Para qu sirve, Jaimn?
En su bendita ingenuidad, mi madre no haba atinado a sospechar que era una rplica
en miniatura de un pene que serva para procurarse placer.
Es para darse masajes faciales le dije.
Luego me acerqu, cog el adminculo, que segua encendido, me lo llev a la cara, y
dije:
Te da masajes debajo de los ojos, para quitarte las bolsas. Y alrededor de los labios,
para evitar las arrugas. Y por el cuero cabelludo, para disolver los puntos de estrs.
A ver, dame dijo Dorita.
Le di el consolador, empez a pasrselo por la cara, una expresin de placer se dibuj
en su rostro, y dijo:
Es una delicia, funciona de maravillas.
Ella saba que no habamos querido bautizar a nuestra hija porque ramos
agnsticos, pero haba conspirado con su amigo, el cura de la parroquia, para
bautizarla clandestinamente, aprovechndose de nuestra ausencia. No nos pareci
apropiado interrumpir la ceremonia, porque Zoe pareca encantada con la atencin
que le prestaban, ella en el centro de la escena, la estrella indudable que era siempre.
Al terminar el bautizo, acompaamos al sacerdote hasta su auto, le di una propina y la
agradec. Luego entramos en la casa y Dorita vino resueltamente, me abri los
pantalones y me ech en la entrepierna toda el agua bendita que haba sobrado.
Mam, qu haces! di un respingo, mis genitales de pronto fros, mojados.
Purificndote el pajarito, Jaimn dijo ella, y solt una carcajada.
Luego sac el consolador, se lo pas por la cabeza y dijo:
Ay, qu rico.