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3, La metéfora del corazén fn su ser carnal el coraz6n tene huecos, habitaciones aber exti dividido para permitir algo que a la humana conciencia no se qe aparece como propio de ser centro. Un centro, a Senos tenia te thea wansmitida por la filosofia de Aristoteles: motor inmovl Xe jaro siltimo, supremo, imprime el movimiento a todo el universe ya cada una de sus criaturas 0 seres, sin perdonar ninguna, Mas no Iesabre hueco para que entren en ese su girar, dentro de ese su ser, El motor inmévil no tiene huecos, espacios dentro de si, no tiene tun dentro, eso que ya en lempos de cristiana filosofia se lama in- terioridad. (...) Un ser viviente que resulta tanto més «ser» cuanto mas amplio y cualificado sea el vacfo que contiene. Los vacfos del humano orgi- fismo carnal son todo un continente 0 mas bien unas islas sosteni- dds por el coraz6n, centro que alberga el fluir de la vida, no para re- tenerlo, sino para que pase en forma de danza, guardando el paso, scoredndose en Ia danza ala razén que es vida. Un ser viviente que dirige desde adentro su propia vida a imagen real de la vida de un Getto universo donde la conflagracién no seria posible sin la extin- Gon de una razén indeleble, de un pasar y repasar que se extingue, Sin razon. Y al ser asi, entonces, la raz6n originariamente vital que- da en suspenso, suspendida en la ilimitacién. "En la separacién numérica que sigue se respela la mumeracion romana 9 figura en Claros del bosque. ; Taprimera redaccion dela «Metfora del coraine fue publica ns S01 Origenes, niim, 8, 1944, que posteriormente fue incluida en Hacia un. saber sobre ee ‘ma, 1950. Existen notables diferencias entre aquella redacciO” Y esta ima de Cla eae et arse aft ynoes sty =e mn 239 et corazdn porque €s Io tinico que de nucstro f¢ haber, mas no suenan. Y s6lo por amos que lo tienen se oyen a si mismos, ado o en otro, todos los vivientes han fliccién que muestra la bipolaridad ambi 10. Otros centros ha de Centro ser da sor 1 los privilegiados orga que imaginamos que, en Un gI de tenerlo, como privilegio y a ue abre y atenaza al ser viviente. . eal ae rho preste atencidn el hombre al incesante sonar de su Aunqui ; coraz6n, va por él sostenido en alto, a un cierto nivel. Le bastaria quedarse sin este Jatir sonoro para hundirse en una Setar - dad, para sentirse més extrafio, mas sin albergue, como privado de una cierta dimensién, o de una llamada que por si misma crea la ssibilli xistencia. aS aa el sonido propio, inalienable, del que el hombre es portador, es st ritmo inicial, cadencia cuando el tiempo no se re- corre en el vacio 0 en la monotonia. Mas el solo ritmo puebla la ex- tensién del tiempo y lo interioriza, y asi lo vivifica. ¥ el coraz6n sin pausas marca, sin que de ello sea necesaria la percepci6n ni la con- traproducente voluntad, la pausa en la que se extingue una situacién, don del vacfo necesario para que surja lo que esta ahi en espera de enseitorearse de la faz del presente. Y esta pausa imperceptible es un respiro para el hombre, que necesitaria que se le dieran mas an- chamente estos respiros entre una situacién y otra por leves que se- an sus diferencias, que espera siempre comengar a vivir de nuevo desde el simple respirar; respirar libre de todo acecho, de todo pe- so de pasado, sin saber ni sentir el presente que llega a instalarse, Por puro que este presente sea, por desligado que parezca. Pues que espera el puro don de ser sin empefio alguno. El don de ser em- bebido en el don de la vida, ser y vida sin escisién ni diferencia al- Suna, pues que todo cuitar viene de que ser y vida se le den por se- parado al hombre mas aun que a ningtin otro de los seres vivientes que habitan su planeta. (...) tun contin, al borde siem, ; 5 r ae ido. Esta punto de wettPt® ae it todavia mas alld de lo que ya ha i a articule en esos instantes ag ee tPlah de que su reiterado sonido se * instants en que casi se detiene para cobrar aliento 240 fo que en el hombre habita, ta palabr alabra, my Wf menos como las decitnos, sino una palate ee oe eramente por brotar ella, porque nos sor palabra que ser pre To nuew cmos ie’ 4 x albor de 1 palabra. Ya que el hombre padece por = pein como el a opin creacion, Vala creacin de todo eh uni o haber asistido ant focido, Su ansia de conocer no parece cement desea de no haber asstdo ala creas entera aa quente sue ox aes antes: desde las tinieblas no rasgadas desde la uz pri ‘ig parece haberse tenido en cuenta To ern ceniniento, este resentimiento fundamental» que ech sens coFAZGM, COMO Taiz de todos los resentment aes evi jan, de no haber asistido, testigo Gnico tendrfa que eae rage acto creador. Sinos atenemos al relat sacro cee nis ig a la seduceidn prometedora del futuro: «Seréis ai cum en apetencia de felicidad, sino saliendo por e de WStiedad que le inundaba para ira buscar una creacién propia vealgo que él hiciera, y no tener que contemplar lo que se Te afte fa, para huir de la pura presencia de los seres cuyo nombre cono- cia, mas no su ‘secreto. Mas la palabra que no Nega a salir del cora- cy no se pierde, esa palabra nueva en la que To nuevo de la palabra fesplandecerfa con claridad inextinguible. La palabra difana, vir- fina, sin pecado de intelecto, ni de voluntad ni de memoria, ¥ st Srridad tendrfa lo que ninguna palabra nos da certidumbre de al career inextinguible. No se pierde, se desife en vor, wna ye que cata guspira y como el susp asciende atravesanio sngusinY pera; trascendiendo. Vv Se queda sordo y mudo en ocasiones, circunstancialmente, €1 CO” non, Se sustrae encerrandose €n impenetrable silencio 0 s© v4 le jos. Deja entonces todo el lugar 2 Tas Dperaciones de la mente iy se mueven asf sin asistencia alguna, abandonads 2 si isa ey Hay una linea imperceptible, un nivel desde el cual G eo comienza a sentirse sumergido. ‘No encuentra resistence a por falta de respuesta a su incesante Hamada, pues Me propio tiempo un Tamar. ¥ hay fa ines cidn si ble, que parte en una direccion indefinida, no Po por rebasar toda 1a direccion. conocida. Ya que es ja ee Ja que marca las direcciones, 14 ae tablece 108 Pu! 2al 6 Jiscursiva, la gran ordenado- dejandolos sin significacidn. La mente ¢ tue todo lo encubre. YF ninguna direccion ave lesen oes de abrir paso a eta. ena pone ninguna palabra de as ya di Yssi la Tlamada es in anifica que entre las palabras que conoce Ses eens sea Ia que busca indeciblemente. Bus. no haya algunas 0 Me le oigan sin darse cuenta, sin distinciOn. ¥ que Cae nem a anmensidad de a tnica respuesta, cida por la mente al uso pue- del corazén sumergido. v (...) El espacio interior, alma, conciencia, campo inmediato de nuestro vivir, no es en verdad a imagen del espacio inerte, donde los hechos amados de conciencia se inscriben y se asocian como vi- niendo de afuera, Por el contrario, se ha dicho metaféricamente, cuando a este espacio se le Ilamaba alma o coraz6n, que es profun- do, grande, ancho, inmenso, oscuro, luminoso. Yes la condicion del corazén como centro, en tanto que centro, Ja que determina, y hace surgir los centros que brillan iluminando, que sise refieren a la llamada realidad exterior 0 mundo, se refle- jan en centros interiores y se sostienen sobre ellos. Ya que nada de afuera, nada de otro mundo o mas alld del mundo que sea, deja de estar sostenido por el humano coraz6n, punto donde Hega la realidad miiltiple donde se pesa y se mide en impensable calculo, a imagen del calculo creador del universo. «Dios calculando hizo el mundo», nos dice Leibniz. Si el universo es de hechura divina, al hombre toca sostenerla. Y asf ha de ser su coraz6n vaso de inmensi- dad y punto invulnerable de la balanza, Y de este modo la multiplicidad, antes de establecerse como tal, : sin que se borre ni se sumerja ninguna de las realidades que la integran, eae 24 MI se pierde el coraz6n y se hace inencontrable y mi i) pusca. El reaparece trayendo algo que ofrece *Y mis todavia eH Sn, Pues que él anuncia algo, al par que na especie de anunciagencia. Y se produce entonces una AME anuncia de nue. yo st Prev que sea lo mismo, como desde el pri wacién, un reco- menzat a da, hasta dej (€l principio. Mas si el ¢ meg se pierde Y tarda, lejar el vacio de su ausencia, vuelve sf eshabituad, Convertigo en cosa, en un hecho hae Sena ge PE prosigue. Y entonces lo que anuncia es ya una, st icin : Yhay el Pee us es abismarse, en un abismo nico en que se funden -©) coraz6n nifica siempre- el abismo que en él, dentri sft que 165,56 abe, el abismo en que se abre cong ate eg del universo donde se anonada. ¥ entonces ha de vérsels emi? pronto a soas, o sintiéndose estarlo a lo menos, en e fondo Por Sa nada. Y la nada no es asf Ja simple nada, sino un abismarse eta, un anonadarse. ¥ como él, el corazén, no ha perdido su

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