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asterata, Lady Hester Stanhope, quien tenia en sus esta- os un caballo Blanco eomo la leche, dispuesto para que fo sara el Mesias, y que escudifaba constantemente las cum bres de las moniaias,impaciente pero, al mismo tiempo, pl- tériea de confianza, para pecibirindicos de la Hlegada del Mesias, y pidémosles que sigan el eemplo de esta dams, que eseudsien el horzonte, que veua el pasado ea relacién con el faturo, y que de esta manera preparen el camino a Tas ‘obras macstras por va 184 EL ESTRECHO PUENTE DEL ARTE! En su inmensa mayor, los crftigos yuelven la espalda al ‘presente y miran con fijeza el pasado. Sabiamente, sin duda, ningtin comentario hacen con referencia a lo que ahora s¢ cxcribe, Dejan este trabajo a quienes forman la taza dedicada la reseia periodistca, esa reseia que, con su propio nombre, revela su catécter perecedero, asf como el del abjeto en que se contra. Pero a veces nos hemos preguntada si el cttico slo tiene deberes para con el pasado, y si su vista debe estar siempre orientada hacia alrés. ¢Fs que no puede, de vez en cuando, dar media vuelta y, colocando Ia mano en forma de visera sobre los ojos, al modo de Robinson Crusoe en Ia isla dlesiorta, mirar hacia el futuro, y estudiar en sus nicblas Tos débiles perfiles de fa tierra a la que quizés algin dia lega- remos? La verdad de las especulaciones de esla clase jams ‘puede ser demostrada, desde luego, pero, en unos tiempos ‘como los nuestros, son grandes las tentaciones de entregarse a elas, Y asi es por cuanto se trata de un tiempo en que 0 estamos fitmemente anclados donde nos hallamos. Las cosas se mueven a nuestro alrededor, y también nosotros n0s mo- ‘vemos. {No es deber del eritico decimos, © por lo menos aventurar, adénde vamos? 1 New York Hertd Tears, 4 de agosto, 1927 185 Evidentemente eta investigacién ha de set muy esticta mente limitada, pero quizé sea posible, dentro de un terreno muy reducido, tomar un ejemplo de insatisfuccién y de difi- Cultad, y, después de haberlo examinaJo, quedar mayormente tapacitados para aventura Ia direeci6n en que, superadas ‘aqusllas, avanzaremos, ese luego, nadie puede lees Hieratura moderna sin darse cuenta de la presencia de ciera insatisfacciGn, de cierta difi- tullad. Desde todos los puntos de vista, Ios escritores se es- foovan en ints To giz 20 pueden conse, fran la forma que emplean a fin de que contenga un significado ajeno a dicha forma. Muchas son las razones que pueden danse, pero sdanos permitido aquf elegir una: la incapacidad de la posse para presiaenos los sezvicios que a tantas generaciones Zntepusadas prest6, La poesia no nas presta sus servicios con fa libertad con que antes lor peestaba. Este gran canal de eX presidn por el que ha discurrido tanta energia, tanto genio, pparece que se ha estrechado, 0 que se ha desviado. ‘Lo antetior es cierto dentro de cirtas limftaciones, desde tuego, Nuestro tiempo es rico en poesia lirica. Quizé no haya hnabido otra época tan rica en ella. Pero, para nuestra gene racion y para Ia generacién que la sigue, el ltico grito de xtasis o desesperacién, tan intenso, tan personal y tan Timic tudo, no basta, La mente rebosa emociones monstruosas, hi- ‘rides, incontrolables. La edad de Ia tierra es de tres sil mi- Hones de afos, In vida humana dura menos de wn segundo, pero a pesur de ello la capacidad de la mente humana 29 ii mnitada, la vida es infinitamente bella pero repuisiva, nuestros emejantes son adorables y asquerosos, Ia ciencia y Ia reli- fd han destraido entee las dos toda ereencia, todos los vincu- fos de wnién se han roto, pero algiin control ha de haber. En esta atmésfera de duda y conflicto, los eseritores tienen ‘que crear, y el fino tejido de la lirica no puede contener este punto de vista, de la misma manera que un pétalo de rosa ho puede envolver In rugosa inmensidad de una pea, 136 Pero, cuando nos preguntamos qué fwe Io que en el pe sado se tmpled eficazmente para expresar una acttud asf, una factitud pletérica de contzastes y conteadiceiones, une actitud {que parece exigir el choque de los caracteres entre sf y que, al miamo tiempo, parece necesitar cierto general poder infor. mador, cierta cancepeién que dé al todo armonfa y fuerza, ebemos contestar que hobo otrora una forma, y que esta forma no era la de la posta Hriea, sino la forma del drama, del drama postico de los tiempos elisabetianos. Y ésta es la forma que parece muerta, sin posible resurrecei6n, en nus twos dias Si examinamos el estado en que se encuentra el drama posto, tendremos que dudar de que haya fuerza en la te tra capa. de devolverle ln vide. El género fue eultivado y 06 ‘ain cultivado por escritores del més allo talento y la mis cexaltada ambicién. Desde In muerte de Dryden, todos los srandes postas parecen haber hecho su correspondiente i tento. Wordsworth, Coleridge, Shelley, Keats, Tennyson, Swi bbumne y Browaing (para mencionar slo a los muertos) escti- bieron todos dramas posticos, pero ninguno To hizo con éxito De entre todas las obras que escribieron, probablemente tan sélo la Atalanza de Swinburne y el Prometheus de Shelley se een todavia, aunque menos que otras obras de otro género do estos mismos autores. Todo lo demés se ha enceramado a las més altas estanterfas de nuestras bibliciecas, ha puesto la ‘cabeza debajo def ala y se ha dormido. Nadie desea pertur- bar este suo, Sin embargo, ¢8 tentador intentar hallar una explicacién este fracaso, por si arroja luz sobre este futuro que es ef ‘objeto de muestra atencién. La raza por ta que Tos poetas ya no pueden escribir dramas posticos se encuentra quizis fen algin punto de este panorama hacia el que ditigimos 1a vista Hiay una vagn y misteriosa cosa que se Uma actitud hae cia Ia vida. Si, por un momento, abandonamos la literatura 187 {¥ nos fijamos en la vida, veremas que todos conosemos per- Sonas que estén a matar con Ja existencia, gente desdichada {que jamés alcanza To que pretende, gente desorientada y que- josa que se encuentra en un inoSmodo Angulo, desde el que {odo lo ve toreido. Pero también hay personas que, pese a parecer totalmente satisfechas, han perdido, o eso parece, todo fontacto con Ta realidad. Prodigan todo su afecto a pertitos y pporcelanas antiguas. Nada les interesa, como no sea los ava~ fares de su propia salud, y los altibajos de Tas vanidades s0- ales. Sin embargo, hay otros que nos impresionan, y seria Aili determinar en méritos de qué, por hullarse, eracs su propia natareleza o a sus citcunstancias. en una situacién aque Tes pertite usar plenamente sus facultndes en empefios de Smpostancia, Estos no siempre son felices ni siempre tienen xito, pero en su presencia hay entusiasmo, y en lo que hacen interés, Parecen {ntegramente vivos, Esto puede deberse, en parte, « les circunstanciae —han nacido en un entomno con- ‘ruente con elloe—, pero en mayor parte se debe todavia « un feliz equlibrio de eualidedes personales, en cuyos méritos n0 ven las cosas desde un dngulo inosmodo, torcidas, ni tampoco difuminadas por Ia niebla, sino bien eusdradas y proporcio- hades, y aprehenden algo duro, y, cuando entran en acciéa, hacen faens. De la misma forma, también el escritor adopta una acti- tud con respecto a Ja vida, aun cuando se trata de una vida Giferente. También Jos escritores pueden encontrarse en un incdmodo dngulo, también pueden seatirse desorientados, frus: irados, impotentes para conseguir lo que desean en cuanto a cncritores, Esto et de aplicar, por ejemplo, a Tas novelas de George Gissing. Pero los esetiiores también pueden retirarse un barrio residencial y prodigar su ateaciOn a perrtos y a ‘Guquesas, a Ja Hindeza, al sentimentalismo y a la vanidad cial, lo cual es de aplicar a algunos de los novelistas que mis éxito tienen entre nosotros, Y hay ots. asimismo, que pue- den aplicar libremente sus facultades asuntos importantes. 188, ‘Y esto no quiere decir que escriban aprisa o fécilmente, 0 que alcancen inmediatamente éxito y fama, Aqui s6lo intentamos analizar una cualidad que esta prosoote en casi todas las gran des époces de la literatura, y con cardctetsumamente mareado cen Ia obra de los dramaturgos elisabetianos, Purecen haber adoptado una actitud ante la vida, uaa posiién, que Jes per- tite plena libertad de movimientos, parecen hallarse en un punto de vista que, a pesar de estar integrados por muy dife- rentes elementos, les da la perspectiva adecuada a sus pro- pésites. Desde luego, esto ve debia, en parte, a las cireunstancias. ‘Los gustos del pibieo, que no queria lbzos sino dramas, la pequeiiez de las ciudades, las distancias que separaban a as Sentes, la ignorancia general, incluso de Jos educados, todo ello conducia a que la imaginacién elisabetiana se alimentara, de forma netural, con Jeoues y unicorios, eon duques y du. 4uesas, con violencias y mistetio, Esto quedaba reforzado por algo que no podemos explicar tan fécilmente, pero que, cit lamente, pereibimos. Habjan adoptado una actitud con res pecto a la vida que les permitia expresarse libre y plenamen- te. Las obras de Shakespeare no son el resultado de los tra bbajos de una mente desorientada y irustrada, sino una per- fectamcente elistica envoltura do su pensamiento, Sin el més Jeve esfucrzo pasa de la filosofia a uaa bronea enize bora cos, de las canciones de amor a las discusiones, de la sim pile diversién a la meditacién profunda, ¥ es verdad que to- dos los dramaturgos de Ia época, pese @ que pueden abuttir nos —y nos aburren—, jams nos causan la impresign de te- net miedo o de estar intimidados, 0 de que haya algo que ‘obstaculics,enlorpezca o iniba el pleno diseurso de su mente. Sin embargo, auestro primer pensamiento, cuando abrimos un libro con un drama postico moderne —y esto tambien es ‘de aplicar a gran parte de Ia pocsia—, es que el escritor se encuentra inebmodo. Tiene miedo, esté tenso ¢ intimidado, TY con toda razén!, podemos exclamar, por cuanto zquién 189 de nosotros puede sentirse emodo en presencia de un hom- bre con toga llamado Jenécrates, ode uns mujer envuclta en tuna manta llamada Eudoxa? Sin embargo, por no sé qué raz6n, las modernas obras teatrales posticas siempre tratan de Jenderates y jamés del sefior Robinson, siempre se cen- tran en Tesalia y no en Charing Cross Road. Cuando los li- sabetianos tomaban por escenario extranjros patses y elegian ‘por personajes a principes y princesas, se limiteban a trasla- ar fa escena de tun lado del gutillsimo velo al olzo. Se trax taba de un recurso natural, que conferia profundidad y dis- tancia a sus figuras. Pero el pals seguia siendo inglés, y el principe de Rohemia era Ja misma persona que un noble in- fies, Sin embargo, nuestros modernos dramaturgos postioos pparecen buscar el velo de Ja distancia y del pasado por wna azn diferente, No quieren un velo que tenga la virtud de resaltar, sino de ocultar. Sitian sus escenas en el pasado por- {que femen al presente, Se dan cuenta de que, si intentaran ex- preser los peasamientos, las visiones, las simpatias y antipa- tias que verdaderamente bullen en su cerebro, en este aio de gracia de 1927, violafan las normas de ta decencia poé- tiea, y s6lo podefan tartamudear y andar a tropezones, y qui- 4 tendrfan que sentarse 0 salir de Ia estancia. Los elisabetia- nnos habiaa adoptado una actitud que Tes daba total libertad, pero el dramaturgo moderno carece de actitud, 0 ha adop- tado tna aetitud tan yiolenta que le produce calambres en todo el cuerpo y deforma su visi6n, En conseeuencia, debe Tefugiarse en Tenécrates, quien nada dice, 0 a lo sumo dice To que los versos libres pueden decir con decencia, Pero, zpodemos explicarnos més plenamente? {Qué es lo que ha cambiago, qué ha ocurtido, qué es lo que ha puesto hora al eseritor en un singulo tal gue no Je permite verter Gireciamente su sentir en Tos viejos canales de la poesia ine lesa? Algo parecido a una respuesta se insinuard en nuestra mente si damos un pasco por las calles de cualquier gran cit dad, La larga avenida de ladzillos esti dividida en cubos, y 190 cada cubo mora ua ser humano diferete que ba pueso cerrojos en ls puss y pesos en las ventas pare pv tego su ininida, pero gus, a pesat de clo, etd wnido con su semejntes por medio de alambres que pasen por saci de au cabeza, por ondas de sonido que penctan pol tjeda Y qu. en vor ala Te habla de batalla, assinatos, bulges y revoluciooes a lo latgoy atcho del mundo. ¥ a calamos y charlamos con 6, nos datetos centa de ques ul aalmal suspiez, reeoso,eato, extremadanene‘nimidado exe madaneate aenio a'no’ponetse en evdeacia, En Walide, aud bay en It vide moderna que le obiue a esto limo. No hay violencia en la vide pada. Nos comportamos con corte, toleranciay alabidad, cuando nos reunimos, Ini sol sueta es librada por Organiactonesy comunigedea, cn vez de sero por individves. Los dios ye a0 existe El vineulo mattimoaial puede dilatanse y diatase, sa romper se, EL indviduo normal y orients es misao, més stave, ras conten ef ue so 0, si dames paseo con atesto amigo, veremos que exttemidamente sensible a todo, ata faad, a la soe dex la beleza, ala diversi. Sige tofos los pensamio. ics 'sin pararse'a consider adénde To evan, Comonta abjecaments lo que antes jams ofabu meota, nt sigue en Privado. Y prectamente esta Ibert y esa curoidad ton Guid a causa de To que evdentemente es su nds desacada caracteristca, 6 dct, de esa extra manera‘en que real fades que, aparntomenie, no guasdanreiaio algun ene sft sos ens mee. Ya pete spatdamene px facies que antes pecbia a Lt bellza forme Pat dela tae la diversién es parte del asco, el placer del dolor. semeciones que able penctaban fateras en In mente ahora so ulebran en so ual 7 : Por ejemplo: c6 una noche de primavera, la luna es en 4o alo, el rseor canta y 1orstuces te Jnclian sobre ro. Si, peo, al mismo Tempo, la nsja enferma despoj sts 191 ‘rasientos harapos, en el odioso banco de hierro. La vieja ¥ la primavera entran simullineamente en el cerebro de nucs- {ro amigo, una y otra van juntas, pero no se funden. Las dos ‘emociones, tan incongrueniemente emparejadas, se mucrden y petean la una a la otra, Pero la emocién que Keats sintié al tel eanto del rusefior fue tniea y entera, pese @ que pass desde el placer en la belleza al dolor por la desdicha del hu: ‘mano destino. No establece contrases, En sus versos, el dolor ces In sombra que acompafia a Ia bellezs. En la mentalided moderna, la belleva no va acompafiada de su sombra, sino de su valor opucsto, El moderno poota habla del ruiseflor que canta ochiu, chiu, en sucias orejass, Al lado de nuestra mo- deraa belleza viaja un espiritu burién que se mofa de la be- Teza por ser bella, que da la vuelta al espejo y nos muestra su otfa mejila rugosa y deforme. Parece que la mente mo- ‘derna se empeie siempre en desentrafiar nuestras emociones, Y se niegue a aceptar cualquier realidad sencilla tal cual es 'No cabe la menor duda de que este esptitu eseéptico hu dado Tozania y agilidad al alma. En la modeena literatura hay una franqueza, una honradez que es saludable, cuando no delicio- sa.en grado sumo, La moderna literature, que habia edguirido tun cierto eardetertistén y perfumado con Osear Wilde y Wal- x Pater, se reanimé, abandonando su decimonénica langui- dez, gracias a Samuel Butler y a Bernard Shaw, cuando éstos comenzaroa a quemarle fas plumas y a aplicatle sales en la nari La literatura despert6, se incorpors, qued6 sentada, y cestornudé. Como es natural, entonces los poetas huyeron ate- trades. Sf, por cuanto, como es natural, la poesia estuvo siempre voleada hacia Ia belleza. Siempre insistié en el ejercicio de ciertos derechos, cual son la rima, el metto y la postica dice cidn, Jams ha sido utilizada para las comunes necesidades de Ta vida. La prosa eargé sobre sus hombros el trabajo sucio en su integridad. La prosa ha contestado eastas, ha pagado facturas, a escrito articulos, ha hecho discurso, la atendido 192 4 las necsiades de comerciales, tenders, abogades, sok de, campesinos, 1a poesia se ha manteido aids, dueta y sefora de sus steedntes. Quis haya papado el precio de su asain to al quedar un poco ties. Su presencia con todos sus ateas ~sus velo, su guimalda, aus recuerdos, sus ateciaciones > os afecia “en canto comienza a habla Por et, cuando Fedimos ate poesa qo enpese esa dncordhai, esa Inn, {rnc est oa, ee conan xa aro, ls ips ¥ extras emociones queso engsadran en pequeiasetancias feparadis, ls ampli y generals eas gic la evlzacda ‘eta Ia poesia no puede acto con i debi rapes on Ta Gebidn senile, con la debe amped, Su acento es eke. sivameste mazeado, su munca es demasiado enflicn Ea vez de lo que le pets, nos a adorable patos los de pas sida, Con un mayesico movimento del braro nos iia t ‘efugiamos en el pasado, Pero no sig elmo de Ta mente no se intoduce sul rpiday apasionadamente, en los diver S0s sufrinientesy goes de da, Byroa, en Don Juan, snes el caio,dnont nin fx en eal inset, Dusdelegar a scr la pots, pero nadic ha seuido su em Blo aif dado uleror empleo a nsrumento po ora, Sepumos sin ato poco ‘As hemos legado al plo en que hay que pensar i Ia oa est enpactada para levar a cab, ahota, fe aa gue Fe asignamos, Puede my en sor que ‘cos emotone fan Surdamenteesboradas,sribniar «la modu mena, se somelan mis fcmente a pros que a ln pow, Puede amy biea Sr gue le pros ast ~ on realidad’ yea ha es ho algunas de fo debetes ue en tts temn cimplis 1a posta Efones reset gus, si somos ofado, si nos ares: sos al fal, ntntamosaveriguae en qué diterdn, nos Podiemos muy bien aventcar gue avanzamos hac fps 193 Y que, dentro de diez 0 de quince aos, la prosa seré utitizada pera fines @ los que jamés fue anteriormente uilizada, La no- vela, esa canibal que ha devorado tantas formas de arte, ha byré devorado, tan pronto pasen esos aifos, muchas més toda via, Quedaremos obligados a inventar nuevos nombres que ‘at a diferentes libros enmascarados bajo el nombre de este ‘agnero, Y es muy posible que entze las mal Hamadas novelas hnaya una que no sepamos o6mo bautizar. Fstaré escrita en ‘rose, peto en una prosa que tended muchos de Tos rasgos de Ia poesia. Algo tendré de Ia exaltacisn postiea, pero mucho ‘mis tendré de la lameza de 1a prosa. Seré dramitica, y, sin ‘embargo, no ser una obra de teatro. Seri para ler, no para representar. El nombre que le demos no e8 muy importante, Lo importante es que ese libro que vislumbeamos en el horie zonte podri servir pera expresar algunos de esos sentimientos {que en el presente instante parecen ser patrimonio de la poc- sla pura y simple y para los que el drama es igualmente in- héspito. Esforeémonos un poco més, acerquémonos mis a esa obra, © imaginemos cudl puede ser su maturaleza y aleance. En primer lugar, cabe pensar que se diferenciaré princi palmente de la novela, fal como ahora es, en enaato se halla ands lejos de la vida. Al igual que le poesfa, antes dard las Iineas generates que los detalles. Poco empleard ese maravi oso poder de consignar hechos que es uno de los atributos de la narrative. Muy poco nos diré acerca de las casas, Jos ingresos y las ocupaciones de sus personajes. Poca relacién ‘suardard con la novela sociolégica o de ambiente, Con estas Timitaciones, expresurd las sensaciones y Tes ideas de los per- sonajes fatima y vividemente, pero desde un punto de vista diferente. Se parecerd a la poesia en cuanto no sélo dard las relaciones de las personas entie si y de sus conjuntas act ddades, quizd con catéeter principal, como Ia novela ha hecho hasta ‘el presente, sino que dari asimismo la relacién de ta ‘mente con las ideas generale, y su solloguio en soledad. De- Demos tener en cuenta que, bajo el dominio de la novela, 14 hemos examinado de cerca una parte de la mente y hemos ‘dejado Ia otra parte inexplorada. Hemos llegado a olvidar que ‘ana ampli © importante parte de la vida esti formada por rnuestras emosiones hacia realidades tales como las rosas, lot riseiores, el albor, el ocaso, la vida, Ia muerte, el destino; hemos olvidado que pasamos mucho tiempo durmiendo, s0- Sando, pensando, leyendo a solas. No estamos fotegramente joeupados por nuestras zelaciones personales, no todas mucs- tras energias se coasumen en ganarnos la vida, El novelista psicoldgico ha sido excesivamente proclive a limitar Ia psico Togia a las relaciones personales. A veces ansiamos huttarnos Al incesante e implacable andlisis del enamoramiento y el ddesenamoramiento, de lo que Tom sients por Judith y de lo ‘que Judith sionte 0-no por Tom. Ansiamos una relacién més jmpersonal. Ansiamos ideas, suetios, fantasas, poesia. 'Y usa de las glorias de los dramaturgos elsubetianos es {que nos daban esto, Fl pocta es siempre eapaz de superar Ie particularidad de Ia relacién entre Hamlet y Ofelia y de dar- ‘nos, no slo su personal sino, sino también el estado y ser de toda la vida bumana, En Medida por medide, por ejemplo, Jos momentos do extremada sutileza psicoldgica se mezclan con profundas relexiones y con imagenes tremendas. Sin em- Dargo, vale Ja pena advert que, i bien es cierto que Shakes- peate nos da esa profundidad y esa psicologi, tampoco eabe hegar que ni siquiera intenta darnos ciertas otras cosas, Las. ‘obras teatrales no sieven en absoluto para dar esociologia aplicaday. Y si tuviramos que confiar en ellas para conocer jas circunstancias sociales y econémicas de la Inglaterra eli- sabetiana, estariamos en la inopi. En estos axpectos, en la novela Jas variantes de fa novela que se escribiin en el porverit se. incorporarén atsibutos de Ja poesia, Darén las relaciones del hombre con ta naturaleza, com el destino, con su imaginaci6n, con sus suefios. Pero tam= biga darén la'mofa, el contrast, ef intercogante, Ia intimidad yy la complejidad de la vida, Serd el vacindo de esa rara aglo- 195 ‘meracién de incongruencias que es 1a mentalidad moderna. En consecuencia, guardard junto a su pecho las precioses pre- rrogativas del democritco arte de la prosa, guardaré su liber- tad, su valentia, su flexibiidad. St, por cuanto la prosa es tan Inumilde que puede ir a todas: partes. No hay lugar, por s6z- ddido que sea, por bajo, por mezquino, en el que no pueda enirat. También es infiniamente paciente, humildemente ad- ‘uisitiva. Puede lamer con su larga y glotona Tengua los ‘mindsculos fragmentos de hechos, y unitlos formando los més suileslaberintos, y escuchar en silencigo junto a puertas tras las que sélo se oye un murmullo, un cuchicheo. Con toda Ta adaplabilidad propia de una herramienta en consiante so, puede seguir Jus vueltas y revueltas de In mento moderna y ‘dar constancia de cilas. Con el apoyo de Proust y Dostoievsky, tenemos que estar de acuerdo en ext ili. Pero, cabe preguntarnos, la prosa, a pesar de ser tan idé- nea para enfrentarse con Io contin’ y lo complejo, puede realmente decir esas cosas sencillas que son tan tremendas? @Dar esas bruscas emociones que som tan somprendentes? {Puede canlar elegias o himnos de amor, © chiller de terror, © alabar a la rosa y al canto del ruisefor, o la belleza de Ia noche? Creo que no, Este ¢s el precio que paga por haber prescindido del canto y del misteio, de la rima y el metro. Certo es que los prosistas son audaces, que ponen constante mente a prucba su instrumento en nuevos intents. Pero siem- pre se tiene cieria impresion de incomodidad ante la parra- fada postica 0 el poema en prosa. La objecién a la parrafada poftica, sin embarzo, no esiriba en que sea pottica, sino en ‘que es parrafada, Recordemos, por ejemplo, la «Digresién sobre un silbato de peniques, de Meredith, ea Richard Feve- vel. Con cuinta torpeza, con cuinto énfasis, con euin torpe ‘metro comienza: «Dorados yacen los prados; dorados diseu- ten los arroyos; rojo oro cubre las ramas det pino. El sol ‘baja a la tieera y pasea por los campos y por las aguas.» (© recordemos Ia famosa descripeién de Ja tormenta, a final 196 | | | de Villette, de Charlotte Bront. Estos pirrafos son elocuen- les, Iireos, espléndidos, pezo, con ef contexto de la novela, nos resultan ineémodos, Y ello se debe que tanto Meredith como Chasloite Bronté eran aovelistas, se mantenian junto a |i Vida, y nos indujeron a esperar el ritmo, Ia observacién y Ja perspeetiva propias de la prosa. Nos damos cuenta de la sacudida y del esfuerz0, poco falta para que nos arranquen del trance do consentimiento y de iusién en ef que nuestra suumisién al poderfo de Ia imaginacién del autor es més com peta Pero pensemos en otto libro que, a pesar de estar escrito cen prosa y de haber merecido el nombre d= novela, adopta desde el principio una aetitud diferente, un ritmo diferente, due se mantiene alejado do la vida, y que nos induce a esperar una diferent perspectiva, Es Trisiram Shandy. Se trata de un libro rebosante de poesia, pero en momento alguno nos damos ‘cuenta de ello. Es un ibeo profundamente empapado de poe- sia, pero no hay ni una parrafads. A pesar de que el cambio de humor os constants, jamés notamos sacudidas, y el cambio suave munca nos saca de las profundidades del consentimiento y Ta ereeneia, Con ef mismo aliento, Sterne se rie, se mofa, suelia una indeceate fanfarronada, y sigae con un pérrafo como el siguiente «BI tiempo transcurre demasiado aprisa: cada letra que taro me dice con cudnta rapidez fa vida sigue a mi pluma: Jos diss y as horas de fa vida son més preciosos —mi quer dds Jonny— que fos rubles de tu garganta, vuelan sobre nues- tras cabeza cual loves nubes en un dia ventoso, para jamés volver todo es premara —mientras retuerces ese rizo de ti cabello— jmiral se pone gris: y cada vex gue beso tu mano para decirte adiés, y cada ausencia subsiguient, son preludio do esa eterna separacién que pronto seré la nuestra. —;Que Jos cielos se apiaden de nosotros! Capitulo IX ‘Ahora bien, Io que of mundo piense de esta eyaculacisn ‘me importa. wn pimiento.» YY prosigue con el tio Toby, con ef cabo, con el sefior ‘Shandy y con todos los demi. "Aqui vemos c6mo la poesia se transforma fGcil y nate ‘almente en prosa, y 1a prose en poesia. Manteniéndose un [poco alejado, Sterne jucga levemente con Ia imaginscién, el Ingenio, la fantasia, y, aleanzando con 1a mano as altas ra- mas donde estos frutor maduran, hace dejacién, de forme na~ tural y voluntaria, de su derecho a las més voluminosas hor- talizay que efecen en el suelo. Desgraciadamente, ciertas re- ‘muncias parecen inevitables, No es posible cruzar el estrecho ‘puente del arte con todas las herramientas del oficio en las anos. Hay que dejar algunas atrés, so pena de tencrlas que Aartojar al agua a mitad de camino, , lo que es peor todavia, se perder el oquilibrio y morir ahogado. El caso es que esta innominada variedad de Ia novela se cscribitd con cierto dstanciamiento de la vida. ya que, de esta manera, se tended una avis amplia vision de ciertas impostan~ tes caracteristcas de ella, Esta variedad se esribiré en prosa, debido a que la prosa, si se Ia libera de este trabajo de bestia ‘de carga que tantos novelistas estiman necesario ponerle en- Jeima, de esa catretada do detalles, de esos sacos de realida- Ides, demostard ser eapaz do alzarse del suelo, no como una flecha, sino tazando curvas y cfrculos, sin perder por ello el contacto con las diversiones y las peculiaridades del modo do ser humano en la vide cotidiana. Sin embargo, queda otra cuestiOn. ;Puede Ix prosa ser insirumento dramitico? Es evidente que Shaw 0 Ibsen ban ‘dado empleo dramético a la prosa con gran éxito, aun cuando Inan sido ficles a Tas formas del drama. Pero podemas profe- iar que el dramaturgo postico del futuro no encontraré esta 198 forma adecuada a sus necesidades. La obra teatral es excesi- ‘vamente rigid limitada y enfética, para servir a sus fines. Por entee los orifcios de la malla formada por la formula teatral eseapan muchas cosas que el dramaturgo quiere de- cit, No puede compritnir en forms de didlogo todos los co- rmentarios, todos los andlisis, toda la riqueza que desea. Sin tembargo, et dramatargo del Foturo ansiaré los explosivos efec tos emotivos del drama, deseard hacer sangrar a sus lectores, ¥ no s6lo acariciar y hacer cosquillas a su sensibilidad inte- Tectual, La flexibilidad y libertad de Tristram Shandy, pese a ‘que envuelven y poaen a flote maravillosamente a personajes tales como el tio Toby y el eabo Trim, no iateatan reunir y ‘contraponer a esos personajes en contrastedramitico. Fn con seouenci, el eseritor de este tan exigente libro futuro tendré ‘que proyectar sobre sus tumaltuosas y conlradictorias emocio nes el poder simplificador y generalizador de una imaginacisa csticta y Idpiea. EI tomulto es vil, Ia confusién es odiosa. y fen una obra de arte todo debe estar sometido a dominio y frien. El trabajo de este novelista consisint en generalizar y dividit, Sus porsonajes tendén, por tanto, 1 fuerza dramt- tien gue se sacritica, en interés de la psicoogta, en los perso- najes dealledamente plasmades de Ja narrative contempord nea. Y, stn ctiando ahora apenas podemos verlo, por hallat- se en Jos mis distantes confines del horizonte, cabe imaginar {gue ol autor de semejante libro ampliaré el campo de compe- fencia de sus infereses, hasta ol panto de dar tratamiento dra- mitico a algunas de ests influencias que tanto afectan nues~ (ro vivie pero que, hasta ol presente, se han hurtado a fos novelistas, tales eomio el poderio de Ia misica, el estimulo de Ta visida, el efecto que en nosotros tienen Tas formas de tos frholes, el juego de Tos colores, las emociones engendradas en nosotros por las multitudes, los oseuros terores y adios que fan irracionalmente os acometea en clertos lugares 0 que cierlas persomts os producen, Ia delicia del movimiento, Ia ‘embriaguez del vino, Todos fos momentos son el centro y pun 199 to de reunién de un némero extraordinatio de percepciones ‘que todavia no han sido expresadas. Ineviteblemente, la vida fs siompre mucho més rica que aguellos que intentamos ex presarla, Pero no hace falta tener grandes dotes proféticas para es- tar seguro de que sea quien sea el que intente haver Jo que ‘acabamos de decir, necestaré poner en cl empefio cuanta valontia posea, La prosa no aprender un nuevo paso a invi tacidn del primer Hegado. Sin embargo, si fos signos del tiem- po tienen algin valor, no cabe duda de que se siente ta necesidad de un cambio. Cietto es que esparcidos aqut y alli, cn Inglaterra, Francia y Estados Unidos, hay escritores que \Iuchan por liberarse de una servidumbre que hi Megado a ser es itritane, eseritores que procuran corregir sw actitod a fin | de poder estar, una vex mis, ffeil y naturalmente, en una | posicién cn que su capacidad se contre plenamente en asun- tos importantes. Y ahora, cuando un libro nos imptesions. por ser el resultado de esta actitud, y no por su belleza 0 por su ‘rillater, sabemos que leva Ta semilia de una existencia du- radera, LA TORRE INCLINADA* Un eseritor es una persona que se sienta a una mesa y mira con euanta intensidad, puede cierto objeto. Esta imagen hhos ayudar a no apartarnos de nuestro camino, si Ja con- femplamos durante unos instante, El eseritor es un artista que se sienta con una hoja de papel ante si, intenta copiar fo que Ye. {Cuil es su objeto, sw modelo? No es un modelo tan sen illo como el del pintor, no es un jartén con flores, una figura ‘esnuida 0 un plato con manzanas y cebolls. Ineuso el relato snas sencillo tata de més de una persona, de més de un mo: mento. Los personajes comienzan siendo j6venes, envejecen, fe mueven de un escenasio a otto, de un lugar a otro. El es- critor ha de maniener fa vista fja en un modelo que se mueve, {gue eambia, en un objeto que no es un solo objeto sino inmu- ‘merables objetos. Dos palabras bastan para decir qué es lo que el escrtor mira: la vide humana. ‘Ahora fijémonos en el eseritor. ;Qué vemos? {Sélo una peisona sentada, con Ia plume en la mano, ante una hoja de papel? Esto poco o nada nos dice, En realidad sabemos muy ‘poco, TFeniendo en cuenta lo mucho que hablamos acerca de fos eseritores y To mucho que ellos hablan de sf mismos, es 1. Confers Ted ea Worker? Educational Asian de Tgiton, en el mes de ny de 1940 201

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